Dinámica Reciente de la Violencia en el Norte del Valle

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Julio 2006
Dinámica
Dinámica
reciente
de de
la la
violencia
reciente
tradición mafiosa
en el Norte delenValle
el Norte del Valle
Calle 7 No. 6-54 Bogotá. Tels. (571) 334 5077 • Fax: (571) 566 2064
E- mail: [email protected]
www.derechoshumanos.gov.co/observatorio
Fotografía: Nicolás Herrera
Diseño e impresión: Impresol Ediciones Ltda.
Fotografía de caratula: Río La Vieja, Valle del Cauca.
Bogotá, julio de 2006
ISBN: 958-18-0316-5
Esta publicación fue financiada por el Gobierno de los Estados Unidos
a través de su Agencia para el Desarrollo Internacional (USAID)-MSD
Colombia. Las opiniones expresadas en esta publicación no representan aquellas de la USAID y/o las del Gobierno de los Estados Unidos
de América.
Dinámica
reciente de la violencia
en el Norte del Valle
Dinámica reciente de la violencia en el Norte del Valle
Programa Presidencial de Derechos Humanos y DIH
Vicepresidencia de la República
Vicepresidencia de la Republica
Dinámica
reciente de la violencia
en el Norte del Valle
Vicepresidencia de la Republica
Río La Vieja, Valle del Cauca
Índice
Pag.
La tradición mafiosa en el Norte del Valle
5
Del monopolio de los carteles a la atomización del
narcotráfico
11
Las interacciones estratégicas: carteles, mafias y grupos
armados irregulares
23
La implementación de la violencia: entre el control y la
competencia
31
El Estado en construcción: seguridad democrática para el
Norte del Valle
49
Conclusión
59
Río La Vieja, Valle del Cauca.
La tradición mafiosa
en el Norte del Valle
L
os municipios ubicados en el norte del Valle del Cauca nacieron como resultado del proceso de colonización de terrenos
baldíos en la cordillera occidental, promovido desde el Gobierno central a través de las leyes sobre baldíos, a mediados del
siglo XIX. A estas tierras montañosas y fértiles llegaron estimulados
por los beneficios jurídicos y las expectativas de encontrar un mejor futuro para sus familias, campesinos e indígenas provenientes
de Antioquia, Caldas, Quindío, Tolima, Cauca e incluso Cundinamarca y Boyacá1.
En desarrollo de este proceso, comenzó a estructurarse en el Valle
del Cauca una serie de relaciones sociales y económicas que hoy
en día, a pesar de tener protagonistas y expresiones diferentes,
sigue vigente en algunas regiones del departamento. En el Valle
ha sido predominante la existencia de agentes que cumplen un
papel de regulación social, fundamentado en el uso de la violencia
como forma de resolver los conflictos y ejercer control sobre el
territorio y la población2; todo lo anterior en el marco de una débil presencia estatal. En este sentido, hay que resaltar el papel de
estos agentes, o puentes de comunicación entre la sociedad y el
Estado, que ha sido cumplido por diferentes actores en distintos
momentos de la historia del departamento y de la construcción de
las instituciones políticas y sociales del mismo.
De esta manera, en un comienzo las llamadas juntas pobladoras
encargadas de organizar el proceso de colonización, cumplieron
la función de regular las relaciones entre los colonos, así como de
dirigir la distribución de las tierras y su uso. Personajes emprendedores, como comerciantes y empresarios con conexiones políticas, lideraban dichas juntas, aprovechando su posición para adjudicarse derechos sobre grandes terrenos baldíos y utilizar a los
colonos como mano de obra en sus cultivos de café, maíz, fríjol y
en la explotación maderera, a cambio de pequeñas porciones de
terreno. Uno de los personajes más notables en este sentido fue
Leocardio Salazar, quien a comienzos de los años veinte emprendió la tarea de fundar pueblos en el norte del Valle, promoviendo
la titulación de baldíos y buscando apoyo en los líderes políticos
regionales3. En medio de este proceso, llegaron a la región toda
clase de colonos, desde familias de campesinos e indígenas, hasta
1 Adolfo León Atehortúa Cruz. “El poder y
la sangre. Las historias de Trujillo (Valle)”
Pontificia Universidad
Javeriana – Seccional
Cali. CINEP. 1995.
Pág. 24.
2 Darío Betancourt E.
“Mediadores, rebuscadores,
traquetos
y narcos. Las organizaciones mafiosas
del Valle del Cauca,
entre la historia, la
memoria y el relato.
1890-1997.” Bogotá:
Ediciones Antropos.
1998. Pág. 30.
3 Atehortúa Cruz. Op.
Cit. Pág. 31.
Dinámica reciente de la violencia en el Norte del Valle
ex-presidiarios que eran atraídos por los beneficios de reducción
de penas que les otorgaban por trabajar la tierra o que llegaron a
la zona cumpliendo trabajos forzados en la construcción de vías,
terminando estableciéndose en la región como cultivadores4.
Con la fundación de los pueblos en el norte del Valle, llegaron
también las disputas políticas. La mayoría de los pobladores de la
región en esa época eran conservadores, particularmente aquellos
que provenían de familias antioqueñas, boyacenses y tolimenses.
Esta hegemonía conservadora de comienzos del siglo XX, al igual
que ocurría a escala nacional, determinaba las alianzas entre los
grandes terratenientes, comerciantes y los líderes políticos locales,
y marcaba el curso de los conflictos con las minorías liberales, provenientes principalmente de Caldas y de otras regiones del Valle. A
finales de los años veinte y comienzos de la década de los treinta,
esas minorías comenzaron a tomar fuerza en la región, encabezadas por Tomás Uribe Uribe.
Más tarde, la disputa entre liberales y conservadores por conseguir el apoyo popular se recrudecería, al igual que en el resto del
país, caracterizándose por la violencia de los medios utilizados
para reducir las bases sociales del adversario y regular de esta forma la contienda política. En el departamento, la llegada al poder
del liberalismo liderado por Olaya Herrera en 1930, determinó
un cambio brusco en la adscripción partidista del Gobernador del
Valle y de la gran mayoría de los alcaldes y funcionarios públicos
locales, lo cual desató reacciones violentas por parte de los conservadores, que argumentaban ser objeto de represión por parte
del régimen liberal.
De esta manera, los partidos políticos con sus cuerpos armados
tanto legales como ilegales, y en alianza con las élites económicas
y de poder locales, entraron a cumplir el papel de mediadores
entre la sociedad y el Estado, organizando a las masas a favor de
su movimiento e intereses particulares y ejerciendo fuertes represiones contra aquellos que favorecían al adversario.
4 Ibíd. Pág. 34.
5 Ibíd. Pág. 321.
Más adelante en la historia del departamento, otra clase de organizaciones con enorme poder económico y con estrechas relaciones con algunos sectores políticos locales, como son las organizaciones de narcotraficantes, sus estructuras sicariales y los grupos
armados al margen de la ley, han entrado a cumplir este tipo de
funciones de regulación social. Estos nuevos actores, como lo establece Atehortúa, son el resultado de un largo proceso de transformación de la dinámica social en el norte del Valle, al igual que
muchas otras regiones del país, donde sectores particulares de la
población acuden al uso de la violencia y la amenaza como forma
de imponer sus intereses y ejercer control sobre los diferentes
actores y factores que pueden afectar sus propósitos5.
Dinámica reciente de la violencia en el Norte del Valle
Hacia comienzos de la década de los setenta, surgieron en el Valle las organizaciones mafiosas dedicadas al tráfico de cocaína,
las cuales se dividieron dentro del departamento en tres tendencias principales protagonizadas por los narcotraficantes del norte
del Valle, los del Pacífico y los del centro del departamento, los
cuales, a pesar de ser identificados generalmente como la mafia
valluna, operan de forma independiente e incluso en algunos momentos conflictiva.
La presencia de una mafia muy fuerte a nivel departamental, cuya
dirección se asentó en Cali, con mayor auge durante los años
ochenta, puso al Valle del Cauca en el eje de una cruenta disputa
entre capos y carteles de diferente nivel. De esta manera, el departamento ha pasado durante su historia reciente, de ser el centro
de operaciones de los hermanos Rodríguez Orejuela, desde donde dirigían sus acciones contra su mayor competidor, el cartel de
Medellín y coordinaban todas sus operaciones de narcotráfico6; a
ser el escenario de una fuerte confrontación entre pequeños carteles que se ubican principalmente en el norte del departamento,
donde se ha configurado un panorama de violencia que involucra
y afecta a gran parte de la población de esa región del Valle.
El núcleo organizado en el norte del Valle es el eje sobre el cual
se centra el presente análisis, teniendo en cuenta el recrudecimiento de la violencia en los últimos años, protagonizada por las
estructuras armadas de los dos narcotraficantes predominantes
en esa zona del departamento, Wilber Varela y Diego Montoya.
Es necesario resaltar que el norte del Valle del Cauca se caracteriza por ser la región del departamento donde se ha concentrado,
desde mediados de los años setenta, la mayor actividad cocalera
y de tráfico de narcóticos en el departamento. De acuerdo con
información de las autoridades locales, el Cartel del Norte del Valle tomó mayor fuerza a partir de mediados de los años noventa,
cuando fue desmantelado el Cartel de Cali, lo que permitió a los
narcotraficantes emergentes apoderarse de las rutas que aquel
manejaba, así como de la experiencia acumulada en sectores de la
población, tras años de convivir con el negocio ilícito, lo que llegó
a configurar en la región una tradición mafiosa que los nuevos
actores del narcotráfico se encargaron de mantener.
En este marco, uno de los factores que fueron determinantes en
la consolidación del narcotráfico en el departamento del Valle, fue
el alto grado de penetración logrado por las mafias de la coca en
las estructuras sociales, económicas y políticas del departamento,
principalmente a través de prácticas como el chantaje, la compra
de votos y la corrupción en general, así como un fuerte control
territorial a través del uso de la violencia y el terror.
Esta penetración del poder local, facilitada en buena medida por
la debilidad estructural de las instituciones estatales en el nivel
6 De acuerdo con estimaciones oficiales,
dichas operaciones
llegaron a representar a finales de los
noventa
alrededor
del 60% del tráfico de
drogas en el país.
Dinámica reciente de la violencia en el Norte del Valle
regional y local, se vio favorecida por otros factores como la complacencia e incluso complicidad de los sectores económicos y políticos dominantes, sumado a la crisis de los sectores tradicionales
de la economía regional, tales como el café, la ganadería y el azúcar. Lo anterior trajo consigo otros problemas como las altas tasas
de desempleo, particularmente en los sectores más jóvenes de la
población, que constituyeron el principal nicho de reclutamiento
para conformar las estructuras sicariales y de seguridad de los
narcotraficantes emergentes.
En este sentido, Otty Patiño hace referencia a la forma en que
las élites políticas y económicas del Valle aprovecharon la escasa
presencia y legitimidad de las instituciones estatales, para obtener
ventajas económicas derivadas de las actividades de los narcotraficantes en el departamento. Al respecto, el autor anota,
“La clase política vallecaucana durante el proceso de crecimiento del narcotráfico careció de iniciativa, y más bien
configuró una relación utilitaria de doble vía con el narcotráfico para aprovechar las ventajas económicas evidentes,
en pos de un fortalecimiento de su poder personal; esta pasividad fue aprovechada por los jefes del narcotráfico para
generar una hegemonía en la conducción de los principales
asuntos públicos del departamento, el deporte, la política,
muchas ramas de la economía, especialmente la industria
de la construcción, y también espacios académicos de educación superior”7.
7 Otty Patiño. “Amenazas contra los Derechos Humanos en
el Valle del Cauca”.
Especial para el Programa
Presidencial
de DDHH y DIH, Vicepresidencia de la
República. En: www.
derechoshumanos.
gov.co
8 Darío Betancourt y
Martha L. García.
“Contrabandistas,
marimberos y mafiosos. Historia de
la mafia colombiana
(1965-1992)”
Tercer Mundo Editores,
1994.
9 Camilo
Chaparro.
“His­toria del Cartel
de Cali”. Bogotá: Intermedio
Editores,
2005. Pág. 248.
No se presentaba entonces una contradicción entre las estructuras narcotraficantes del Valle y las autoridades y las élites políticas y económicas locales, en buena medida debido a que el
núcleo de la mafia vallecaucana ha estado integrado por sectores
de las clases medias y altas del departamento8, de manera que su
convivencia relativamente pacífica ha sido asemejada por algunos
al tipo de relaciones establecidas por las mafias italianas con el
establecimiento.
Así mismo, el hecho de que el proceso de formación y consolidación de las mafias del narcotráfico en el Valle, así como en otras
regiones del país, se encuentre fundamentado en las estructuras
familiares y las relaciones entre diferentes núcleos de familias cercanas, es otra característica compartida con las mafias europeas.
De este tipo de vínculos, surgen complejas relaciones construidas
alrededor de lazos estrechos de lealtad y códigos de honor y silencio como el de la omertá siciliana9, que implica complicidad,
nunca colaborar con las autoridades y siempre negar la existencia
de una estructura mafiosa, lo cual permite que las jerarquías y
nexos que conforman las estructuras del crimen organizado, se
mantengan estables, en la clandestinidad y que sus crímenes permanezcan impunes.
Dinámica reciente de la violencia en el Norte del Valle
Sin embargo, generalmente la aceptación de este código de silencio se da más por miedo o coerción que por coraje o convicción,
aunque su aceptación también es el resultado de una tradición
cultural que equipara el silencio con el sentido de pertenencia
a un grupo social determinado, por lo que romperlo significaría
la expulsión de esa comunidad e incluso, como en el caso de la
mafia, la muerte.
Lo anterior explica en buena medida el hermetismo existente alrededor de la situación de violencia que se presenta actualmente
en el norte del departamento, así como las amenazas y atentados
de los que con frecuencia son víctimas los periodistas del departamento que se atreven a denunciar las actividades delictivas de
estas organizaciones o los lazos de éstas con autoridades y élites
políticas locales10.
El grado de inserción social que han alcanzado los diferentes grupos de narcotraficantes del Valle, también se relaciona con el hecho de que la mafia vallecaucana pueda catalogarse como lo que
Betancourt denomina una criminalidad enriquecedora, en la medida en que sus actividades no le imponen grandes costos económicos a la sociedad y, por el contrario, dinamizan las economías
locales con la inyección de sus capitales ilícitos a través de la compra extensiva de terrenos, la generación de empleo y la financiación de obras públicas, entre otras actividades que terminan por
beneficiar a las poblaciones donde se desarrollan y que convierte
a las mafias en un “Estado dentro del Estado”. Sin embargo, la penetración social que han alcanzado los narcotraficantes, va acompañada de un control territorial y una regulación social obtenidos
por medio del ejercicio de la violencia y la coerción11.
Partiendo de los anteriores planteamientos, se puede concluir
que, en la configuración de lo que puede denominarse como una
tradición mafiosa en el norte del Valle del Cauca, han jugado un
papel esencial factores como la ausencia del Estado, la aceptación
durante años de la violencia y la coerción como formas de ejercer
control social, la complacencia de las élites locales con el fenómeno y el avanzado grado de inserción en la sociedad que han
logrado el narcotráfico y sus actividades conexas.
Las intrincadas redes familiares y de amigos que se tejen alrededor del negocio del narcotráfico, determinan en buena medida
la permanencia y expansión del fenómeno en el tiempo y en el
espacio, de la misma manera que establecen un marco de relaciones de enemistad entre pobladores de la misma región, donde el
ejercicio de la violencia es la principal herramienta para castigar la
deslealtad, o la lealtad con el enemigo. Estas redes se reproducen
de una generación a otra, en un proceso de transmisión del poder
de manos de los más experimentados a los nuevos líderes emergentes, quienes se encargarán de continuar con el “negocio”.
10“El Valle del Cauca
con miedo a informar”. Informe de
Reporteros Sin Fronteras y la Fundación
para la Libertad de
Prensa - FLIP. Septiembre 8 de 2005.
En: http://www.rsf.
org/article.php3?id_
article=14926
11Betancourt,
(1998)
Op. Cit. Pág. 110.
Guadalajara de Buga, Valle del Cauca.
Del monopolio de
los carteles a la
atomización del
narcotráfico
S
iguiendo los planteamientos de Krathausen y Sarmiento12,
los empresarios del narcotráfico se dividen en dos sectores,
el competitivo y el oligopólico. El primero hace referencia
a pequeños pero numerosos empresarios encargados de los extremos de la cadena productiva, es decir, la siembra y la producción de base de coca, así como la venta de drogas en papeleta a
los consumidores. El segundo sector, se centra en las etapas de
transformación y distribución de mayor escala en los mercados
internacionales.
Si se revisan los orígenes del denominado Cartel de Cali se le puede identificar como una estructura oligopólica, caracterizada por
ser una organización jerárquica y coordinada. En sus inicios, Helmer Herrera Buitrago, alias “Pacho Herrera”, siguiendo el ejemplo
de Benjamín Herrera Zuleta, conocido como “El papa negro de la
cocaína”, organizó una red de distribución en Nueva York para los
hermanos Rodríguez Orejuela. La cocaína salía por Buenaventura
y el Chocó y se almacenaba en bodegas ubicadas en Guatemala,
Honduras, El Salvador y México. Comenzó con el envío de pequeñas cantidades de base de coca desde las selvas de Huagalla
y Tingo María (Perú) hasta los laboratorios de refinación en Putumayo, los Llanos Orientales, Caquetá y el Cañón de las Garrapatas
en el Norte del Valle. En ese entonces, narcotraficantes peruanos
como Demetrio Limonier Cávez Peñaherrera, alias “El Vaticano”,
y los hermanos Segundo, Nicolás y Adolfo “Cachique” Rivera se
convirtieron en los principales abastecedores de base de coca del
Cartel, enviando cuatro toneladas mensuales al sur del país13.
Como lo muestra José Gregorio Pérez, en su libro “Operación
Cali Pachanguero”, el Cartel de Cali comenzó a aplicar la estrategia empresarial del holding, en la que varias empresas trabajan
de manera independiente pero con un núcleo central que actuó
como eje conductor. Este ente coordinador estaba conformado
por los hermanos Miguel y Gilberto Rodríguez Orejuela, José Santacruz Londoño y Helmer Herrera Buitrago, quienes integraban
una especie de estructura colegiada, marcada por la pertenencia
12Ciro Krauthausen y
Luis Fernando Sarmiento. “Cocaína &
Co. Un mercado ilegal
por dentro”. Bogotá:
Instituto de Estudios
Políticos y Relaciones
Internacionales (IEPRI) Universidad Nacional, Tercer Mundo
Editores, Pág. 82.
13José Gregorio Pérez.
“Operación Cali Pachanguero”.
Bogotá: Editorial Planeta.
2005. Págs. 15 y 16.
11
Dinámica reciente de la violencia en el Norte del Valle
a una familia. Entre ellos, concertaban las decisiones y distribuían
las tareas relacionadas con el negocio de las drogas y el manejo de
las empresas, mediante las cuales lavaban millones de dólares.
14Betancourt, Op Cit,
Pág. 133.
15Adolfo León Atehortúa, en su libro “El
Poder y la Sangre.
Las historias de Trujillo (Valle)”, relata
la entrada de Henry
Loaiza a Trujillo a finales de los setenta,
en momentos en que
todavía los caciques
locales se disputaban
con sus asesinos el
poder local pero que
entraban en un ocaso
inminente frente a la
capacidad financiera
de los nuevos competidores y el avance de
la guerrilla desde las
cordilleras.
16Gustavo
Duncan.
“Narcotraficantes,
mafiosos y guerreros.
Historia de una subordinación”. En Alfredo Rangel (Comp.)
Narcotráfico en Colombia – Economía
y violencia. Bogotá:
Fundación Seguridad
y Democracia. 2005,
Pág. 71.
17Betancourt (1998),
Op. Cit. Pág. 162.
18Betancourt (1998),
Op. Cit. Pág. 132
12
La división del trabajo permitió el ascenso de pequeños carteles, cada uno especializado con una etapa del proceso. Existían
estructuras que se encargaban de transportar la droga, otros de
distribuirla y del lavado de dólares, mientras que el núcleo central
se encargaba de exportar cocaína hacia el exterior. En el norte del
departamento, se configuró lo que Dario Betancourt denominó el
“subnucleo mafioso del norte”14, organización que reunió a los
jefes de pequeños y medianos grupos mafiosos presentes en algunos pueblos, caseríos y veredas del piedemonte y de la cordillera
occidental del Valle del Cauca, entre los cuales se encontraban los
Urdinola y Henry Loaiza, alias “El Alacrán”15. Como lo muestra
Gustavo Duncan, para ese entonces, las organizaciones narcotraficantes del Norte del Valle eran ante todo grupos subsidiarios de
los dos grandes carteles – Medellín y Cali -, encargados del manejo de algunas rutas hacia el Pacífico, de los laboratorios de procesamiento, del cuidado del transporte de mercancías e insumos
y de la provisión de asesinos a sueldos para acciones criminales
en otras zonas16.
Las familias Henao y Urdinola llegaron a concentrar el mayor poder y control sobre toda la cadena de producción y distribución
de narcóticos en esa región del departamento durante los años
ochenta y comienzos de los noventa. Como lo muestra el relato
de un nativo de Roldanillo entrevistado por Betancourt en 1990, la
tradición del narcotráfico en esta región y el protagonismo dentro
del negocio de estas familias se remonta décadas atrás, a la violencia de los años cincuenta.
“El papá de los Urdinola tuvo su historia negra en la violencia del cincuenta en estas poblaciones del noroccidente,
donde actuó a nombre del Partido Conservador. En los años
ochenta, el que apareció con mucha plata fue el hermano
mayor, Héctor Urdinola, que murió hace como diez años.
Entre otras cosas, muchos de los traquetos y mafiosos de
estos pueblos vienen de familias más o menos pudientes,
cuyos padres forjaron su estabilidad económica, sacándole
provecho a la violencia del cincuenta”17.
Estos narcotraficantes lograron consolidar una significativa estructura mafiosa en el norte del Valle, la cual se fundó alrededor de un
importante corredor estratégico que les permitía conectarse “…
con los subnúcleos mafiosos del centro, a partir de Tulúa y Buga;
[...] con el del Pacífico, por sus cercanías al terminal portuario de
Buenaventura y otra serie de embarcaciones en la Costa Pacífica
y, finalmente, con el de Cali, a partir de Palmira y el aeropuerto de
Dinámica reciente de la violencia en el Norte del Valle
Palmaseca”18. Esta ubicación estratégica les permitió establecer
diferentes rutas de comercio y distribución de la cocaína, para lo
cual conformaron una amplia red de carreteras que ellos mismos
pavimentaban y mantenían, con el fin de tener acceso a las salidas
al mar, así como numerosas pistas de aterrizaje clandestinas.
Esta dinámica cambió con la desarticulación del núcleo central del
Cartel de Cali, así como con la persecución de los principales jefes
de subnucleo mafioso del norte. El 26 de abril de 1992, en medio
de la operación “Robledo II”, fue capturado en El Dovio (Valle),
Iván Urdinola Grajales, quién se sometió a la negociación anticipada del proceso, a fin de rendir cuentas ante la hoy desaparecida
figura del fiscal sin rostro. El 24 de febrero de 2002, el capo sufrió
un infarto cuando pagaba una pena de 17 años en la cárcel de
Máxima Seguridad de Itagüí. El 19 de junio de 1995, Henry Loaiza
Ceballos se entregó a las autoridades, tras encontrarse acorralado
no sólo por la Fuerza Pública sino también por sus antiguos socios
del Cartel de Cali – este jefe de la mafia se encuentra actualmente
en la cárcel de Cómbita (Boyacá)-.
El testimonio de un ex-agente de la DEA ilustra lo que pasó en este
momento: “El gran cartel se desintegra y nacen muchos carteles.
Mandos medios de la organización, escoltas y algunos empleados de confianza de los capos se convierten en Dones, en jefes,
porque ya no existe el poder de Gilberto y Chepe Santacruz que
los aglutinaba y marcaba el rumbo. La guerra entre ellos se da de
poder a poder, por rencor y desconfianza. De alguna manera se
puede decir que comenzó el reinado de los peones y de los pistoleros, y terminó la partida del Ajedrecista”19. Esto es precisamente
lo que Álvaro Camacho y Andrés López, denominan el tránsito de
los capos a los traquetos20, para describir el cambio de una estructura jerárquica a una de redes atomizadas y menos visibles, para
dificultar la persecución de las autoridades.
Para Gustavo Duncan, el momento clave para entender la ruptura
del Cartel de Cali y el surgimiento con mayor fuerza del Cartel del
Norte del Valle, fue la entrada del “hombre del Overol” a la cárcel
de La Picota en Bogotá, lugar de reclusión de los hermanos Rodríguez Orejuela, y sus amenazas contra los miembros del Cartel de
Cali para actuar autónomamente en el negocio; a partir de ahí, los
mafiosos del norte del Valle se independizan de la subordinación
de los demás carteles y comienzan a actuar como una estructura
clave en la exportación de drogas y la repatriación de capitales21.
Dentro del nuevo panorama, el Clan de los Henao comenzó a tener mucha fuerza22, mientras que los Urdinola comenzaron a ser
perseguidos y otros capos menores empezaron a competir por la
supremacía. En este marco, las vendettas fueron frecuentes, en
una confrontación abierta, en la cual la aplicación de la violencia
estuvo a la orden del día.
19Citado en Camilo
Chaparro. “Historia
del Cartel de Cali – El
Ajedrecista
mueve
sus fichas”. Bogotá:
Intermedio Editores.
2005, Pág. 280.
20Andrés López y Alvaro Camacho. “From
smugglers to druglords to ‘traquetos’:
changes in the Colombian illicit drugs
organization. www.
nd.edu/~kellogg/
pdfs/LopeCama.pdf.
21Duncan (2005), Op.
Cit. Pág. 71.
22Hay que llamar la
atención sobre el
hecho que el Clan
Montoya comenzó a
crecer bajo la sombra
de capos destacados
del Cartel de Cali, desarrollando vínculos
“laborales” e incluso
familiares. José Orlando Henao Montoya se casó con la
hermana de Iván Urdinola y Arcángel Henao Montoya le servía
de testaferro a José
Santacruz Londoño.
13
Dinámica reciente de la violencia en el Norte del Valle
En este proceso, varios “mandos intermedios” comenzaron a figurar, mientras que los capos eran asesinados por sus enemigos o
sometidos a la justicia. El 29 de septiembre de 1997, José Orlando
Henao Montoya se entregó a las autoridades y un año más tarde
fue asesinado en el pabellón de máxima seguridad de la cárcel
Nacional Modelo de Bogotá. Aunque José Orlando fue remplazado por su hermano Arcángel de Jesús Henao, alias “El Mocho”,
otros tres miembros de esta organización se hicieron más fuertes
con esta desaparición: Diego León Montoya (alias Don Diego),
Luís Hernando Gómez (alias Rasguño) y Wilber Alirio Varela (alias
Jabón) – estos dos últimos disputaron una guerra a muerte contra
Montoya -.
Como se puede observar, poco a poco lo que era considerado
como el Cartel de Cali se fue fragmentando, dando paso a carteles más pequeños que entraron en competencia. De acuerdo
a versiones de inteligencia militar, la ruptura definitiva entre las
facciones se originó por el robo de un cargamento de 500 kilos de
cocaína perteneciente a alias Rasguño, por parte de alias La Iguana, sobrino del fallecido Iván Urdinola. A partir de este momento
la familia Urdinola, asentada en los municipios de Roldanillo, El
Dovio y Zarzal, se convirtió en enemiga de Luís Hernando Gómez.
Se empezaron a gestar entonces determinadas alianzas: El clan de
los Urdinola recurrió a la ayuda y el respaldo de Diego Montoya,
mientras que Rasguño fortaleció sus relaciones con Wilber Alirio
Varela.
Es de resaltar que cada uno de estos “nuevos” capos hacia parte
de la otrora estructura del Cartel de Cali. Rasguño aprendió del
negocio de la mano de José Orlando Henao Montoya – jefe del
clan de los Henao -. Don Diego inició su trayectoria en el mundo
del narcotráfico a comienzos de los años ochenta, trayendo pasta
de coca desde el Putumayo, para procesarla en el Valle, teniendo
nexos con Ivan Urdinola y Juan Carlos Ramírez Abadía, conocido
como Chupeta. Jabón, sargento retirado de la Policía, comenzó
trabajando en los años ochenta para los capos del Cartel de Cali,
haciendo cobros de cuenta, hasta que pasó al bando de José Orlando Henao Montoya, de quien se hizo hombre de confianza;
tras la muerte de este último y luego de liderar una guerra contra
el clan de “Pacho” Herrera, comenzó a figurar como uno de los
principales capos.
Según fuentes de la Policía, el centro de la disputa fue la negociación de algunos capos con el gobierno de los Estados Unidos.
Siguiendo esta versión, Varela le propuso a Montoya y a Rasguño,
acabar con los pequeños grupos para monopolizar entre ellos el
negocio de producción y tráfico de drogas – aunque al parecer,
14
Dinámica reciente de la violencia en el Norte del Valle
la verdadera intención de Varela era sacar del negocio a Montoya y asociarse con Rasguño -. En medio de esta dinámica, Jabón
y Rasguño hicieron algunos acercamientos con la Dirección de
Lucha contra las Drogas de los Estados Unidos (DEA) para explorar la posibilidad de solucionar su situación jurídica, lo cual hizo
que Don Diego se sintiera traicionado y delatado, después de que
las autoridades le decomisaron un cargamento de droga. Rasguño
finalmente fue capturado en Cuba en julio de 2004, quedando
abierta la confrontación entre Varela y Montoya.
Independientemente de las razones de la disputa, las cuales desde
todo punto de vista tienen como eje central la competencia por
el narcotráfico, resulta interesante observar este proceso desde
la óptica del cambio en la organización criminal, en sus aparatos armados, así como sus repercusiones en términos de variaciones en los niveles de violencia. Desde la óptica de Camacho,
se habría pasado de un modelo de delito altamente organizado a
otro semiorganizado: “En efecto, la fragmentación y reducción de
tamaño individual de las organizaciones modifica su dinámica y
posibilidades de acción concertada, más allá de algunas alianzas
ocasionales para la realización de negocios”23.
La pregunta es cómo determinar si se está ante una estructura
más o menos organizada. Para L. Paoli, el punto central está en
determinar dónde se sitúa el límite entre crimen organizado y
desorganizado24.Se podrían acoger las características expuestas
por J.S. Albanese para analizar el crimen organizado en Estados
Unidos: jerarquía, organización, división de trabajo, permanencia
en el tiempo, búsqueda del beneficio privado, uso de la fuerza y
protección de derechos, e interiorización de la corrupción como
norma. Desde esta perspectiva, sería arriesgado calificar el Cartel
del Norte del Valle como una estructura “menos” organizada que
el Cartel de Cali. Lo que sí se puede apreciar es un cambio en el
modelo de organización, que cuestiona incluso la idea de un cartel
unificado.
Resulta útil tomar la tipología de organización de los grupos criminales, propuesta por la Oficina de Droga y Crimen de las Naciones
Unidas, en un proyecto piloto, en el cual se seleccionaron 40 organizaciones criminales pertenecientes a 16 países25. Se exponen
cinco modelos básicos, de los cuales se hará una breve referencia
a continuación.
23Álvaro Camacho. “De
narcos. Paracracias y
mafias”. Bogotá: Universidad de Los Andes. 2005.
24L. Paoli. “The paradoxes of organized
crime”. En Crime,
Law and Social Change. Vol. 37. (2002).
25Office on Drugs and
Crime, United Nations, 2002, “Result
of a pilot survey of
forty selected organized
criminal
groups in sixteen
countries”. Global
Programme Against
Transnational Organized Crime. http://
www.unodc.org/pdf/
crime/publications/
Pilot_survey.pdf
15
Dinámica reciente de la violencia en el Norte del Valle
El primero de ellos se denomina “Jerarquía estandarizada” (Standard hierarchy), en la cual hay un único líder con jerarquías claramente definidas, su disciplina interna es estricta, con cierta identidad social, una asignación relativamente clara de tareas, y una
especie de código interno – el cual se encuentra implícito -. El
estilo de dirección de este tipo de organización es generalmente
autoritario y la obediencia al jefe es clave para la cohesión del
grupo; el empleo de violencia, incluso contra su propios miembros es común.
El segundo tipo de organización que se encuentra es la “Jerarquía regional” (Regional hierarchy). Este modelo mezcla líneas de
mando relativamente estrictas en el centro, con organizaciones
regionales con cierto grado de autonomía en el control de la organización - el nivel de autonomía varía, pero generalmente está limitado al manejo del día a día -. En algunos casos, estas jerarquías
regionales parecen manejarse como franquicias, en las cuales
las estructuras locales aportan recursos y garantizan “lealtad” al
mando central, a cambio de usar el nombre de un grupo criminal
conocido, ayudando a mejorar su propia influencia e inculcar el
miedo en sus competidores. La estructura de control en el centro
es a menudo reproducida en el nivel regional, sus niveles de disciplina interna son altos y las instrucciones que vienen desde el
centro generalmente anulan cualquier iniciativa regional.
16
Dinámica reciente de la violencia en el Norte del Valle
El tercer tipo se denomina “Jerarquía agrupada” (Clustered hierarchy) y consiste en la asociación de organizaciones criminales,
las cuales son coordinadas y dirigidas por un ente rector. Cada
uno de estos grupos pueden tener una diversidad de estructuras,
pero generalmente asumen internamente un modelo de “Jerarquía estandarizada”. Esta forma de organización tiene lugar cuando una variedad de grupos criminales se juntan para repartirse el
mercado y regular el conflicto con otras facciones. Sin embargo,
con el tiempo, cada una de estas estructuras asume una identidad
propia. Es necesario mencionar además, que las “jerarquías agrupadas” están sujetas constantemente a la competencia interna, las
vendettas y el surgimiento de desacuerdos con el ente rector.
La cuarta forma de organización es “El grupo central” (Core
Group). Esta tipología consiste en un número limitado de individuos que forman un grupo relativamente cerrado y estructurado
para conducir la actividad criminal. Alrededor de este grupo puede haber un número grande de miembros asociados, o una red
que puede ser usada dependiendo de las necesidades. En este tipo
de organización, puede haber una división interna de actividades
entre los miembros principales. La disciplina interna y cohesión
son mantenidas por el grupo central, de acuerdo a sus intereses
y necesidades.
17
Dinámica reciente de la violencia en el Norte del Valle
Por último, se encuentra la “Red criminal” (Criminal network).
Este tipo de organización es definida por las actividades de individuos claves, que se relacionan por medio de alianzas transitorias. Tales individuos no pueden considerarse propiamente como
miembros de un grupo criminal, sin embargo se pueden unir alrededor de una serie de proyectos criminales. Su éxito está determinado por las características y habilidades de sus componentes,
los cuales generalmente actúan como piezas sueltas. La lealtad
personal y los lazos son esenciales en el mantenimiento de la red
y son los determinantes claves de las relaciones. Hay que anotar
además, que dentro de la red no todos los componentes tienen el
mismo peso; la red generalmente se forma alrededor de una serie
de individuos claves que controlan la mayoría de las conexiones.
A partir de esta topología, habría que preguntarse cuál es el modelo preponderante en el norte del Valle y cuales han sido sus
variaciones. La “Jerarquía estandarizada” parece acomodarse
más a una organización como las Farc, mientras que la “Jerarquía
regional” se asemeja a las autodefensas. La forma de operar de
los carteles podría enmarcarse en lo que se denomina “Jerarquía
agrupada”, con un ente coordinador de una serie de organizaciones criminales que trabajan bajo un mismo proyecto delictivo
–en este caso el narcotráfico–. Bajo esta perspectiva, se podría
entender entonces, que en el caso del Cartel de Cali, al desarticularse el ente rector –con la captura o muerte de los capos más
importantes–, las estructuras que se encontraban bajo sus órdenes, entraron en una competencia interna, con una disputa por el
mercado, el predominio sobre la zonas de control y los corredores, así como por el mando sobre las demás estructuras.
18
Dinámica reciente de la violencia en el Norte del Valle
Durante varios años, el vacío dejado por los grandes capos fue
ocupado por algunos capos emergentes, como fue el caso de los
Clanes Urdinola y Henao, intentando mantener la “jerarquía agrupada”; sin embargo, los desacuerdos persistieron y la organización criminal terminó por fragmentarse. Los clusters o grupos que
prevalecieron fueron los dirigidos por Varela y Montoya, mientras
que los demás quedaron dispersos. Es posible que se haya dado
entonces un cambio organizacional que se dirija hacia un modelo
de tipo “Grupo Central”, en el cual hay un núcleo central, en
torno al cual gravitan un número amplio de miembros asociados,
una red que puede ser usada dependiendo de las necesidades.
Lo relevante es que este cambio organizacional tuvo consecuencias en términos de la aplicación de la violencia; que se explica
por los ajustes en los aparatos de “coerción y protección”. El Cartel de Cali, a pesar de ser una estructura descentralizada, tenía
una cúpula bien organizada, cuyos jefes se asociaron para evitar
la competencia entre ellos, regular la producción, establecer los
precios del mercado y luchar contra sus enemigos comunes26. Si
bien cada capo contaba con un “ejército” de escoltas, su aparato
de coerción y protección estaba enfocado más hacia su enfrentamiento contra el Cartel de Medellín. Como lo muestra Camilo Chaparro, desde la declaración de guerra a Pablo Escobar, el
Cartel de Cali cambió por completo el diseño de su sistema de
protección, amplió su cuerpo de seguridad a una inmensa red de
informantes, que incluía a miembros del Estado.
Según el Coronel del Ejército Carlos Velásquez, quien detuvo al
contador de los Rodríguez, el 60% de los integrantes de la Policía Metropolitana de Cali, figuraban en el registro de pagos de
la mafia, que “cancelaba sumas de dinero en proporción directa
con la información que podría obtener y no tanto por el grado del
que intentaban o venían sobornando”. Teniendo en cuenta estos
aspectos, como lo muestra Fernando Cubides, la organización
liderada por los Rodríguez Orejuela, intentó mostrarse pacifista
en sus métodos, privilegiando el soborno y la cooptación, determinada por la lógica del mercado, que no pretendía confrontar al
Estado; sin embargo:
“En cuanto se tuvo acceso al ‘Expediente Pallomari’ y por
ende a un relato pormenorizado del organigrama de Cali,
sus componentes y ramificaciones, por parte de un testigo
de primera fila, la percepción tuvo que cambiar, pues bajo
el rótulo de ‘seguridad’, en su expresión más corporativa y
contable, aparecían una gama muy variada de actividades
y muy diversas modalidades de recurrir a la violencia. Las
que incluían acciones que sin ninguna duda y bajo cual-
26Camilo
Chaparro,
Op. Cit., Pág. 157.
19
Dinámica reciente de la violencia en el Norte del Valle
quiera de las definiciones tendrían que calificarse de terroristas como el atentado al edificio Mónaco, ya en enero
de 1988”27.
Bajo este esquema, si bien existían múltiples “ejércitos” privados que le respondían a los capos, dependian ante todo del ente
rector. Según los relatos de Julián, testigo clave de la DEA y de la
Fiscalía contra el Cartel de Cali:
“El brazo armado que manejaba Pacho (Herrera), era financiado por todos los narcos, grandes y pequeños; el que no
aportaba su cuota era, obviamente, sospechoso. Algunos
no solamente daban dinero, también ponían hombres que
servían de informantes. La base principal de pistoleros era
de 250 individuos, aunque podía duplicarse de un día para
otro si una situación de emergencia lo exigía.”28.
De acuerdo con el “Panorama Actual del Departamento del Valle”, elaborado por el Observatorio de DDHH y DIH de la Vicepresidencia de la República, en enero de 2003:
27Fernando
Cubides,
“Narcotráfico y paramilitarismo: ¿Matrimonio indisoluble?”.
En El Poder Paramilitar. Bogotá: Fundación Seguridad y Democracia. 2005. Pág.
207 y 208.
28“Confesiones de un
narco”. Bogotá: Intermedio Editores. 2003,
Pág. 214.
29Observatorio
de
DDHH y DIH, Vicepresidencia de la
República. “Panorama Actual del Departamento del Valle”. Enero de 2003.
h t t p : / / w w w. d e r e choshumanos.gov.co/
observatorio/04_publicaciones/04_03_
regiones/valle/valledelcauca.pdf
20
“A principios de los noventa, los grupos de narcotraficantes organizaron grupos armados que dirimían de manera
violenta y a favor de sus pagadores, los diferentes litigios
por tierras u otros factores. Sus acciones se caracterizaron
por la crueldad contra sus habitantes como en las masacres de Caloto (Cauca), Trujillo (norte del Valle), Miranda
(Cauca) y Riofrío (norte del Valle). Debido a las múltiples
disputas internas, estas agrupaciones vieron mermado su
poder o simplemente disminuyeron su nivel de visibilidad. Sin embargo, su renacimiento coincidió con la definición de una nueva cúpula de narcotraficantes, cuyo poder
preponderante tiende hacia una nueva hegemonía, luego
de la entrega de los grandes capos y la muerte de otros.
Los vacíos de poder se redefinieron violentamente, lo cual
se refleja en el aumento del homicidio a partir de 1998,
consecuencia de las múltiples disputas.”29.
Por lo tanto, es posible plantear que el cambio de la organización produjo una fragmentación de los aparatos de “coerción y
protección”, los cuales tendían a estar concentrados en el subnúcleo del Norte del Valle. En medio de la disputa, las estructuras
criminales comenzaron a girar en torno a los capos dominantes:
Diego Montoya, con un grupo denominado como “Los Machos”
y Wilber Varela con “Los Rastrojos”. Estas facciones armadas se
conformaron a partir de grupos locales, en el marco de alianzas
entre traquetos – como las denomina Camacho -. Dentro de los
Dinámica reciente de la violencia en el Norte del Valle
hombres más cercanos a Jabón, se encuentran Diego “Rastrojo”,
líder de la banda del mismo nombre y Julio César López Peña, así
como personajes conocidos con los alias de “Comba”, “Mango”,
“Chorizo”, “Memín” y “Fofe”, entre otros -. El ejército privado
de “Don Diego”, se integró a partir de siete agrupaciones: “Los
Capaechivo”, “Los Yiyos” – en vías de desaparición -, “Los Robayo”, “Los Alzate”, “Zarzal”, “Tulúa” y “Dovio”. De esta manera,
el monopolio del Cartel se fue rompiendo, quedando en manos
de organizaciones fragmentadas, que oscilan entre alianzas y
disputas.
21
Monumento a la música. Plaza principal de San Pablo, Valle del Cauca.
Las interacciones
estratégicas: carteles,
mafias y grupos
armados irregulares
L
as interacciones estratégicas entre los actores armados en el
norte del Valle, se han movido en un péndulo cuyos extremos
son la competencia y la cooperación, lo cual también determina, como se verá más adelante, los niveles de aplicación de la violencia. Se han dado acuerdos y transacciones entre la guerrilla y los
narcotraficantes, bajo los cuales es difícil establecer cuál es el actor
dominante y cuál es el subordinado.
Algunas versiones señalan la existencia de un acuerdo entre los jefes
de la mafia caleña y comandantes del ELN y las Farc, que incluía la
protección de las familias de los narcotraficantes, a raíz del asesinato
del hijo de Miguel Rodríguez Orejuela. Pero además de procurar
la seguridad de sus parientes y aliados, en una primera etapa los
capos pagaban a la insurgencia por la protección de laboratorios,
uso de corredores y el denominado “gramaje” – tributo que cobran
por gramo producido”. Llama la atención en este sentido la baja
intensidad de las acciones subversivas en el norte del Valle, como se
puede observar en el siguiente gráfico, con acciones esporádicas y
dispersas. Habría que preguntarse si este comportamiento responde
Fuente: Boletín diario del DAS.
Procesado por el Observatorio del Programa Presidencial de DH y DIH, Vicepresidencia de la
República
23
Dinámica reciente de la violencia en el Norte del Valle
a acuerdos de no intervención por parte de la insurgencia en el norte
del Valle o si es el resultado del dominio territorial alcanzado por
parte de las estructuras mafiosas.
Para Duncan, en el norte del Valle los narcotraficantes fueron capaces de desarrollar sus estructuras armadas “…diferentes a los
ejércitos de otras regiones que poseen doctrina, un mando regular
y una iconografía, pero que resultan igual de efectivas a la hora
de controlar sus territorios”. Continúa diciendo “Las condiciones
sociales de la región dispusieron que los ejércitos se organizaran
alrededor de asesinos a sueldo y guardaespaldas que, sin ninguna
mística, ni disciplina militar, ni uniforme, ni mando organizado,
fueron capaces de mantener el dominio de sus jefes en las comunidades”30. De esta manera, podrían ejercer un control territorial
e incluso disputar zonas con la insurgencia, como ocurrió en el
período comprendido entre 1989 y 1993, cuando estructuras armadas del norte del Valle irrumpieron en el Cañón de las Garrapatas, realizando una serie de homicidios dirigidos a quitar el apoyo
que el ELN había logrado establecer en la base campesina, consiguiendo el repliegue de este grupo subversivo – especialmente del
frente Luís Carlos Cárdenas -.
30Duncan (2005), Op.
Cit. Pág. 72.
31Charles Tilly, “Organizaciones violentas”.
En Sociedad y Economía. Revista de la
Facultad de Ciencias
Sociales y Económicas. Universidad del
Valle. Octubre de
2004. Pág. 19.
32Ibidem.
24
La necesidad de coerción y protección, como la denomina Duncan, fue entonces cubierta por los narcotraficantes del norte del
Valle con estructuras armadas propias, compuestos por grupos
de sicarios, que permitían el control de las transacciones sociales y proporcionaban un ambiente hostil para la insurgencia. Estos
aparatos armados centrados en la coerción permitieron atesorar y
explotar al mismo tiempo - usando las palabras de Charles Tilly -.
Este autor muestra cómo en el presente conflicto en Chechenia,
los comandantes de las milicias desarman a los civiles y las fuerzas
rivales, estableciendo así un control local sobre la coerción que le
ofrece muchas ventajas; pero también se benefician del negocio
de tomar rehenes de delincuentes menores, recibiendo la mayor
parte de las ganancias sólo por proveer protección. De esta forma
“…esas organizaciones se concentran en la protección más que en
la destrucción, comisionando a menudo a criminales menores y de
medio tiempo para infligir daño a su nombre”31. Con lo anterior,
según Tilly “… las organizaciones violentas figuran dos veces en la
generación y mantenimiento de la desigualdad categórica: como
beneficiarios directos de su propia actividad coercitiva y como
aliados de otras organizaciones productoras de desigualdad” 32. Se
tiene entonces, como sucede en el norte del Valle, una compleja
estructura que cumple a la vez actividades de protección, tanto de
agentes externos como del propio clan, como de coerción – manteniendo un entorno social que propicia y estimula la ilegalidad -.
Por otro lado, es posible señalar que los grupos de sicarios tuvieron éxito controlando las poblaciones que habitaban en las zonas
planas y actuando contra estructuras urbanas de la guerrilla, sin
Dinámica reciente de la violencia en el Norte del Valle
embargo, resulta difícil pensar que hayan tenido la capacidad para
combatir a la insurgencia en las áreas rurales y montañosas. Es ahí
cuando tiene sentido mencionar los acuerdos de “no agresión”,
obviamente siempre en el marco de transacciones económicas,
que poco o nada tienen que ver con ideologías políticas. En este
sentido, se rumora sobre acuerdos tácticos en la rama de la organización del Cartel de Cali dirigido por Santacruz y el ELN; y hasta
hace pocos meses, se especulaba sobre un pacto entre Varela y las
Farc. Es posible pensar entonces que los niveles en el accionar de
los grupos subversivos no solamente hayan estado determinados
por la capacidad de “protección y coerción” de las estructuras
armadas de los mafiosos, sino también por acuerdos entre los
capos y la guerrilla.
Con los grupos de autodefensa, las interacciones estratégicas son
más nítidas. En el caso del norte del Valle, las relaciones no han
sido de subordinación – de los narcotraficantes a las autodefensas – sino de alianzas que han repercutido no sólo en el orden
departamental sino en el nacional. Las relaciones entre los capos
del Valle y las autodefensas de Córdoba y Urabá se remontan a la
confrontación contra el Cartel de Medellín y más específicamente
contra Pablo Escobar. En medio de una fuerte disputa interna por
el dominio del Cartel de Medellín, los hermanos Castaño enviaron emisarios desde Córdoba a Cali, los cuales formalizaron una
alianza con los jefes del Cartel de Cali para matar a Escobar. Según Don Berna, jefe de seguridad en ese entonces de Fernando
Galeano – uno de los capos de la droga en Antioquia quien fue
asesinado por Escobar en la cárcel La Catedral – y posteriormente
comandante de las autodefensas “El apoyo y la ayuda del cartel de
Cali sería determinante, especialmente en dinero y contactos. Me
reuní con la cúpula del Cartel de Cali y, al regresar, les manifesté
a la dirección de los Pepes (Perseguidos por Pablo Escobar) que
teníamos el apoyo de esa gente”33.
De acuerdo al texto de Camilo Chaparro “Historia del Cartel de
Cali”, en el transcurso de la ofensiva contra “El Patrón”, Carlos
Castaño se reunió en siete ocasiones con los hermanos Rodríguez Orejuela para acordar estrategias y recoger fondos para la
guerra34. “El 30 de enero – de 1993 – Fidel Castaño y Gilberto
Rodríguez acordaron que los de Cali se encargarían del trabajo de
inteligencia, de controlar y sumar a la alianza a las Fuerzas Armadas y al Gobierno, y que los paramilitares asumirían la parte operativa… Con este acuerdo quedaron conformados Los Pepes”35.
En su primera ofensiva, los Pepes ejecutaron a cerca de 40 colaboradores del Cartel de Medellín, dinamitaron propiedades y le
dieron información a la Fuerza Pública para la captura de hombres
tan importantes para Escobar como lo eran Hernán Darío Henao,
alias “HH” y a Mario Alberto Castaño Molina, alias “El Chopo”.
33El Tiempo, “De mensajero a capo de las
drogas”, 10 de junio
de 1995.
34Chaparro, Op. Cit.,
Pág. 202.
35Chaparro, Op. Cit.,
Pág. 206.
25
Dinámica reciente de la violencia en el Norte del Valle
La enemistad entre Escobar y los Rodríguez Orejuela se remonta
al año 1984, cuando las autoridades españolas capturaron a Gilberto Rodríguez y a Jorge Luís Ochoa Vásquez. “El Patrón” aprovechó esta situación para apropiarse de las rutas, ordenó impuestos
a los demás mafiosos y les notificó a los cabecillas del narcotráfico en el Valle, la Costa Atlántica y Bogotá que los de Medellín
eran en adelante los jefes del negocio. En este momento, el único
integrante del Cartel de Cali que enfrentó a los de Medellín fue
Hélmer Herrera. Desde ese entonces, la ruptura entre los carteles
sería definitiva y terminaría en una confrontación directa: el 11
de enero de 1988, un carro bomba con 77 kilos de explosivos fue
activado frente al edificio Mónaco, en un atentado contra Escobar;
la semana siguiente, Escobar respondió con poderosas bombas
contra sedes de Drogas La Rebaja.
Mientras que Gonzalo Rodríguez Gacha emprendió la formación
de un ejército paramilitar en el Magdalena Medio, los Rodríguez
Orejuela se aliaron con los esmeralderos en Boyacá, quienes también se unieron a la guerra contra el Cartel de Medellín. En medio de esta confrontación, uno de los primeros en caer fue Ariel
Otero, de las autodefensas que operaban en Puerto Boyacá, quien
fue secuestrado y torturado hasta morir, por ordenes de Escobar.
De esta manera, se configuró un enfrentamiento entre los carteles, en medio de una serie de alianzas que vincularon a los capos
del norte del Valle con otras estructuras violentas, extendiendo
una compleja red que luego se mantendría, teniendo como centro el narcotráfico. Es importante entender este proceso, puesto
que constituye la raíz de varias dinámicas que aún se encuentran
vigentes.
Se pueden citar varios casos que ilustran esta interacción estratégica. Años después de la formación de los Pepes, Diego Murillo,
más conocido como Don Berna aparece como cabecilla de las autodefensas, orgánico de la AUC, dirigiendo el bloque Conjunto
Calima, el cual actuaba en el departamento del Valle y el norte del
Cauca; aunque la presencia de este bloque no era tan fuerte en el
norte del Valle, existían rumores de alianzas entre esta estructura
y la facción al mando de “Diego Montoya” – versión que ha sido
desmentida en reiteradas ocasiones por Don Berna -. Francisco
Javier Zuluaga, alias Gordo Lindo, quien hizo parte de la organización de los hermanos Ochoa Vásquez y terminó siendo socio
de Juvenal Madrigal – uno de los capos que sucedió a los grandes
carteles de la droga -, figura – según sus propias palabras – desde
1997 como miembro de las AUC y posteriormente aparece en el
proceso de desmovilización como comandante del bloque Pacífico, perteneciente al bloque Calima dirigido por Don Berna. Víctor
Manuel Mejía Múnera, uno de los jefes de la organización “Los
Mellizos”, reconocida estructura narcotraficante del norte del Valle, figura en la mesa de negociaciones de Santa Fe de Ralito, como
26
Dinámica reciente de la violencia en el Norte del Valle
comandante del bloque Vencedores de Arauca de la AUC, con el
alias de Pablo Arauca.
Además, también se encuentran relaciones vigentes entre los capos del norte del Valle y las estructuras de autodefensa. Fuentes
de inteligencia militar señalan que hasta hace poco tiempo, Diego
Montoya estuvo refugiado en el Magdalena Medio, bajo la protección de las autodefensas dirigidas por alias “Botalón”, que a
su vez hacen parte de la estructura de autodefensas liderada por
Ramón Isaza. Se ha especulado sobre alianzas entre Wilber Varela y el ex comandante del bloque Central Bolívar (BCB), Carlos
Mario Jiménez, alias “Macaco” – oriundo de Marsella (Risaralda),
población cercana al norte del Valle-. Además de estas versiones,
existen hechos concretos que ilustran los pactos entre narcotraficantes y los grupos de autodefensa. Prueba de lo anterior es la
captura de José Aldemar Rendón el 15 de julio de 2005, señalado
como otro de los socios de ‘Rasguño’, la cual se realizó en Envigado, uno de los bastiones históricos de Escobar, luego dominado
por Don Berna, quien manejaba en ese sitio una de las bandas
de sicarios más grandes del país. Se puede también traer a colación la captura el 29 de octubre de 2005 de Jhon Cano Correa,
alias “Jhony Cano”, señalado de ser el sucesor del imperio de Luis
Hernando Gómez Bustamante, ‘Rasguño’. Para su aprehensión, la
Policía debió enfrentar cinco puestos de control y varios retenes
ilegales del BCB, al mando de ‘Macaco’, lo cual llevó a las autoridades a ingresar al escondite de Cano utilizando helicópteros – el
hecho ocurrió en el corregimiento Jardín Cáceres del municipio
de Caucasia, donde el narcotraficante llevaba aproximadamente
4 meses escondido36-. Además, en el mes de noviembre de 2005,
se logró la captura de una red de narcotraficantes asociados con
las autodefensas, de los cuales 27 fueron detenidos en la ciudad
de Cali. Según las investigaciones realizadas conjuntamente entre
Colombia y Estados Unidos, los integrantes de las dos bandas,
coordinados por Fernando Montenegro, uno de los detenidos en
la operación, tenían relaciones con los hermanos Mejía Múnera,
conocidos como Los Mellizos, y con Don Berna.
Por otro lado, se ha encontrado evidencias de negocios vigentes
entre los capos del Norte del Valle y estructuras de autodefensas.
Según el artículo de la revista Semana “Golpe Titánico”, durante
meses agentes y fiscales se dedicaron a establecer el funcionamiento, los contactos, las fachadas y el modus operandi de las
oficinas de cobro en la ciudad de Cali. Los seguimientos a cada
uno de los encargados permitieron a los investigadores determinar que, a diferencia de lo que se creía, no sólo estaban al servicio de capos como alias Jabón, sino también que trabajan por
diferentes bloques de las autodefensas, principalmente el bloque
Libertadores del Sur (BLS), una de las estructuras que pertenecía
al bloque Central Bolívar – el cual se desmovilizó el 30 de julio de
36“Capturado uno de
los extraditables más
buscados por las autoridades norteamericanas” Agencia de
Noticias de la Policía
Nacional, Noviembre
1 de 2005.
27
Dinámica reciente de la violencia en el Norte del Valle
2005 como resultado del proceso de negociación que adelanta el
Gobierno nacional con este grupo armado irregular -. Otro hecho
ilustrativo es la incautación de 3,5 toneladas de coca en Bogotá.
La investigación se inició cuando miembros del Cuerpo Técnico
de Investigaciones, CTI, de la Fiscalía de Cali estaban realizando
en el norte del Valle del Cauca labores de inteligencia para otra
investigación. Pero los datos recopilados, con interceptaciones telefónicas y seguimientos, los llevaron a descubrir que a la capital
del país se iba a trasladar un cargamento de los narcotraficantes
del Cartel del Norte del Valle, en asocio con autodefensas de los
Llanos Orientales. A partir de esta información, el 31 de agosto de
2005, tropas de la XIII Brigada y el CTI ingresaron a una bodega,
ubicada en la Diagonal 129 con Carrera 54B, en el barrio La Villa. Según el entonces comandante del Ejército, General Reynaldo
Castellanos, “el alcaloide pertenecía a las Autodefensas del Llano y
al Cartel del Norte del Valle”. El oficial aseguró que la droga venía
procedente de Casanare, en los Llanos Orientales, y tenía como
destino la Costa Atlántica para después sacarla al exterior37.
Incluso en este juego de interacciones, tanto Montoya como Varela han pretendido mostrarse como estructuras de autodefensas,
sin tener éxito en este propósito. Los rumores que daban cuenta
de la intención de Diego Montoya de transformar su fuerza sicarial en un ejército de autodefensa comenzaron a circular en el departamento a mediados de 2003; en ese momento, ya se hablaba
de las denominadas Autodefensas Unidas del Valle (AUV). La publicación en la Revista Cambio del artículo titulado “La Jugada de
Don Diego”, sacó a la luz pública lo que en el orden regional era
un rumor extendido: Montoya pretendía participar en el proceso
de negociación con el Gobierno, presentándose como el comandante de una estructura de autodefensa.
Al parecer, esta iniciativa tomó fuerza a partir del 6 de mayo de
2004, cuando la Agencia Federal de Investigaciones (FBI) de Estados Unidos, incluyó a Montoya en su página Web como uno de
los diez prófugos más buscados del mundo. Esto hizo que el capo
comenzará a buscar opciones de protección y de negociación con
el Gobierno nacional. Resolvió el primer problema con el ya mencionado acuerdo con las Autodefensas del Magdalena Medio. El
segundo asunto, es decir, su inclusión en la negociación que tenía
como centro Santa Fe de Ralito, buscó resolverla con la transformación de su aparato sicarial en un ejército de autodefensa. Para
lo anterior, mandó a confeccionar uniformes y brazaletes con la
sigla AUV; además estableció contacto con algunos cabecillas de
las autodefensas, así como con algunos narcotraficantes.
37El País – Cali, “Caen
3,5 toneladas de coca
en Bogotá”, 2 de septiembre de 2005.
28
Según algunas personas cercanas al capo, Montoya habría buscado por todos los medios comprar una estructura de autodefensa
existente. Sin embargo, ninguno de los comandantes habría aceptado su propuesta. Algunos rumores señalan, que paralelamente
Dinámica reciente de la violencia en el Norte del Valle
a este proceso, Varela habría comenzado a mantener contactos
con el cabecilla del bloque Central Bolívar alias “Macaco”, lo que
le habría reducido la capacidad de negociación de Don Diego con
esta organización. Lo cierto es que a pesar de la negativa de los
comandantes de autodefensas de aceptar a Montoya como parte
de la mesa de negociación y del rechazo por parte del Gobierno
nacional de darle vocería a este capo como jefe de un grupo de autodefensa, Don Diego sigue empeñado en entrar al actual proceso
y poder someterse a la ley de Justicia y Paz, como la mejor manera
de solucionar su extradición a los Estados Unidos. A este esfuerzo,
se le suma Varela, con la conformación de un grupo denominado
Rondas Campesinas Populares, el cual también pretende hacer el
tránsito de una banda poderosa de sicarios a una estructura de
autodefensa.
El juego de interacciones ha dado incluso para que los dos capos
hayan establecido un pacto de no agresión. Para algunos, ésta es la
respuesta a las ofensivas realizadas por la Fuerza Pública, primero
con el Bloque de Búsqueda y luego con la Fuerza de Tarea Darién
– la cual ha concentrado sus acciones en el Cañón de Las Garrapatas -. Lo que buscarían Montoya y Varela, sería bajar el perfil de
sus acciones y disminuir la atención del Gobierno nacional sobre
la presencia de sus estructuras en el norte del Valle y otras zonas
del departamento. No se tiene certeza acerca de la existencia de
este pacto, sin embargo, llama la atención que la confrontación
abierta entre estos dos capos presente una tendencia a la baja.
De esta manera, el norte del Valle presenta un escenario complejo, en el cual las rivalidades se encuentran atravesadas por una
serie de interacciones estratégicas, mediante las cuales se establecen relaciones y vasos comunicantes, que hacen muy difícil
diferenciar la violencia criminal de la denominada violencia política. Este juego de alianzas y desencuentros ha determinado en
gran medida los niveles de violencia en la zona y la afectación de
la población que habita en estas comunidades.
29
Iglesia de la Virgen del Carmen. Cartago, Valle del Cauca.
La implementación
de la violencia:
entre el control
y la competencia
L
os procesos de implementación de la violencia en el norte
del Valle se pueden entender desde dos dinámicas que se
encuentran relacionadas: por un lado, la fragmentación y
confrontación entre las estructuras mafiosas, y por el otro lado, la
influencia de la guerrilla y su reciente ofensiva. La conjunción estratégica de estas variables explican en buena medida las alteraciones
en los niveles de violencia, no sólo del homicidio, sino también
de dinámicas predatorias como la extorsión y el narcotráfico, así
como de control, como las amenazas.
Para empezar es relevante mencionar que la tasa de homicidios
por cada cien mil habitantes (hpch) en el norte del Valle es superior a la departamental, tal como se puede apreciar en el siguiente
gráfico - aunque las dos curvas tienen un comportamiento similar
-. El pico histórico se da en 1994, luego de un ascenso sostenido durante los años previos, que como lo muestra el documento
del Observatorio del Programa Presidencial de DH y DIH de la
Vicepresidencia de la República “Panorama Actual del Valle del
Cauca”: “no logra explicarse por la disputa entre el Cartel de Medellín y el Cartel de Cali. Tampoco tiene fundamento alguno hallarle relación con el conflicto armado y la presencia de grupos
guerrilleros, pues el período es uno de los más bajos en actividad
armada de la guerrilla, excepción hecha de 1991, que fue pico en
todo el país a raíz de la toma de Casaverde y que registró elevada
actividad armada a nombre de la Coordinadora Guerrillera Simón
Bolívar”. Este informe señala además que durante la última década se puede entender la violencia paralelamente al fortalecimiento
de los carteles de la droga de la región, pues ante la disminución
de la capacidad operativa del Cartel de Medellín y su disgregación
luego de la captura y posterior fuga y muerte de Pablo Escobar, se
facilitó el crecimiento del Cartel de Cali y de los grupos del norte
del Valle entre los años 1992 y 1995, que coinciden con un crecimiento del homicidio38.
38Observatorio del Programa
Presidencial
de DH y DIH de la
Vicepresidencia
de
la República, “Panorama Actual del Valle
del Cauca”, Pág. 10.
h t t p : / / w w w. d e r e choshumanos.gov.co/
observatorio/04_publicaciones/04_03_
regiones/valle/valledelcauca.pdf
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Dinámica reciente de la violencia en el Norte del Valle
Fuente: Policía Nacional
Procesado por el Observatorio del Programa Presidencial de DH y DIH, Vicepresidencia de la
República
Entre 1995 y 1999, la tasa de homicidio fue mucho menor, lo que
guarda relación con dos factores principales, en primer lugar, los
operativos desarrollados por la Fuerza Pública durante el gobierno
de Ernesto Samper contra los carteles del Valle del Cauca, razón
por la cual varios capos se sometieron a la justicia, lo que produjo
un impacto en las organizaciones criminales; en segundo lugar, y
relacionado con lo anterior, la emergencia de hegemonías y monopolios de violencia, bajo el mando de una nueva generación de
narcotraficantes.
Entre 2000 y 2003, la dinámica de la violencia estuvo ligada a la
consolidación de los grupos de autodefensa en el departamento,
al fortalecimiento de ejércitos privados pertenecientes a los principales capos y la confrontación que comenzó a darse por el predominio del negocio del narcotráfico y el dominio territorial. Como
se mostró en el capítulo anterior, luego de un proceso de reacomodación y disputas, dos capos terminaron por perfilarse como
los líderes predominantes, “Jabón” y “Don Diego”, quienes en los
años posteriores entrarán en un enfrentamiento abierto por medio
de sus estructuras armadas, los “Rastrojos” y los “Machos”. Además, como se verá más adelante, la insurgencia, aprovechando
esta disputa y la desmovilización de los grupos de autodefensa,
fue incursionando en la zona, construyendo un corredor desde
el norte del Valle hacia la costa Pacífica, atravesando el norte del
Valle por el Cañón de las Garrapatas.
Es relevante mencionar que los altos registros en los años 1999 y
2000 están directamente relacionados con la incursión de las autodefensas, las cuales se asentaron en la planicie del Valle, en municipios como Jamundí, Pradera, Santander de Quilichao (Cauca),
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Dinámica reciente de la violencia en el Norte del Valle
así como en Tuluá, Buga, Palmira y Sevilla, y en el casco urbano de
Buenaventura. En lo referente al norte del Valle, se debe destacar
la presencia del frente Cacique Calarcá, cuyo comandante era alias
“Giovanni”, que contaba con 400 combatientes que tenían como
zona de influencia los municipios de Tuluá, Buga, San Pedro, Sevilla, Caicedonia, Bugalagrande, así como en Génova (Quindío).
Según el informe de la Fundación Seguridad y Democracia, “Desmovilización del bloque Calima de las AUC”39, el hecho que marcó
la llegada del bloque Calima, del cual hacía parte el frente Cacique
Calarcá fue el homicidio de un campesino y su hija de 18 años, el
31 de julio de 1999, en el corregimiento La Morelia, en el municipio de Tuluá. En esta ocasión, hombres uniformados señalaron a
sus víctimas como auxiliadoras de las Farc – a partir de este evento
se registraron una serie de desplazamientos -.
Un mes después, integrantes del bloque Calima incursionaron en
el corregimiento Chorreras, en Bugalagrande, donde cuatro personas fueron asesinadas. A los pocos días, siguieron su recorrido por
la vereda Platanares, en San Pedro; en el corregimiento San Rafael,
en Tulúa; Pueblo Nuevo en Buga; en Paila Arriba en Bugalagrande,
donde diez pobladores fueron asesinados. De esta manera, fueron
ampliando su radio de acción, extendiendo su presencia a cada vez
más poblaciones y cobrando más víctimas, aproximadamente unas
60 en las siguientes poblaciones: Barragán y Santa Lucía en Tulúa,
El Venado y La Meiba, en Sevilla, Buenos Aires en San Pedro, Portufal de Piedras en Riofrío, La Betania y La Selva en Ginebra, Pueblo
Nuevo y La Habana en Buga – precisamente en esta última población se registró una de las masacres de mayores proporciones con
un saldo de 24 muertos, el 15 de octubre de 2001.
La incursión de las autodefensas tuvo un peso importante en el
aumento de la tasa de homicidio de algunos municipios como
Bugalagrande que pasó de una tasa de 88,6 hpch en 1999 a una de
208.8 en 2000, Tulúa que pasó de 53.5 hpch en 1999 a una tasa
de 93.2 en 2000 y de 131.5 en 2001. Del mismo modo, en 2000
se registraron ascensos en Bolívar que pasó de una hpch de 57.3 a
104.2, Caicedonia de 75.5 a 106.8, Riofrío de 100.4 a 140, Sevilla
de 72.2 a 114.8 y Trujillo de 101.7 a 162. Sin embargo, esta dinámica no explica lo sucedido en estos años en algunas poblaciones
del norte del Valle, donde tuvo más peso el enfrentamiento entre
mafiosos y la redefinición de dominios. De esta manera ocurrió
en Cartago, donde la tasa pasó de 72.6 hpch en 1999 a 160.3,
El Cairo que pasó de 142.6 a 188.2, El Dovio de 86.6 a 139.5,
Roldanillo de 57.2 a 70.5, Toro de 59 a 101.2 y Zarzal de 121.4 a
144. En 2000, registraron ascensos: Ansermanuevo que pasó de
95.4 a 152.5, Argelia de 37.1 a 100.1, La Unión de 67.1 a 76.3, La
Victoria que pasó de 92.9 hpch en 1998 a 124.5 en 1999 y luego a
137.7 en 2000. Es relevante mencionar que en la mayoría de estos
39Fundación
Seguridad y Democracia.
“Desmovilización
del Bloque Calima
de las AUC”. Febrero 2 de 2005
http://www.seguridadydemocracia.org/
docs/pdf/ocasionales/
DesmovilizaciónCalima.pdf
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Dinámica reciente de la violencia en el Norte del Valle
municipios existen laboratorios para la producción de cocaína o
rutas para el transporte de narcóticos.
En 2001 y 2002, años en que la ofensiva de las autodefensas se
traslada al sur del departamento, así como a la región del Pacífico,
la tasa de homicidio desciende, al igual que sucede en 2003, en
el marco de la tregua declarada por las autodefensas en el marco
del proceso de negociación entre este grupo ilegal y el Gobierno
nacional. No obstante, hay una violencia que persiste, manteniendo las tasas de homicidio por encima de cien en el norte del departamento. Durante estos años siguen los procesos de disputa
entre narcotraficantes, los cuales no logran dirimirse del todo, a
pesar de la existencia de algunos acuerdos de no agresión y delimitación de zonas. En 2003, se registra la tasa más baja desde
1991 (90), la cual como se puede ver en la curva es revertida en
2004 con un nuevo pico de 119 homicidios por cada cien mil
habitantes.
Esta alteración en los niveles de violencia corresponde al enfrentamiento abierto entre los dos capos más importantes de la zona,
el cual se libró mediante estructuras armadas que en lo urbano se
expresaron a través de bandas de sicarios y en el orden rural pretendieron configurarse como organizaciones armadas irregulares
– similares a las establecidas por otros capos en la forma de grupos de autodefensas -. Descifrar cómo se desarrolló esta disputa,
quiénes fueron los protagonistas, cuáles fueron sus motivaciones,
y en definitiva cuál fue la lógica que se utilizó para escoger a las
víctimas y decidir si aplicar violencia indiscriminada o selectiva
no es tarea fácil. Cómo tampoco lo es determinar el peso de la
subversión en la afectación de las poblaciones del norte del Valle.
En este marco, sin perder de vista lo ocurrido en años anteriores,
cobra relevancia fijarse en lo ocurrido entre 2003 y 2005, cuando
se presentó el último ciclo ascendente, que cómo se verá a continuación tiene como principales gestores al narcotráfico y recientemente, a los grupos subversivos.
Luego de georreferenciar las tasas de homicidio de los municipios
del norte del Valle para estos tres años, se generan varios comentarios. Primero, que las tasas más altas se desplazaron desde la
periferia hasta el centro durante los años 2003 y 2004. Segundo,
que las mayores tasas se desplazaron del centro hacia el sur durante el año 2005. Este movimiento corresponde a los cambios de
los focos de disputa que se podrían clasificar en cuatro: las zonas
limítrofes con el Eje Cafetero – Cartago, Ansermanuevo, El Águila,
Obando y La Victoria -, el núcleo del norte del Valle – Toro, Versalles, La Unión, El Dovio, Roldanillo y Zarzal -, la cordillera occidental – Bolívar, Trujillo y Riofrío -, además, de la zona limítrofe con el
centro del departamento – Buga, San Pedro y Tulúa -.
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Dinámica reciente de la violencia en el Norte del Valle
De acuerdo con versiones locales, en 2003 se comenzó a gestar
la disputa entre “Jabón” y “Don Diego”. En este año, “La Iguana”,
uno de los sobrinos del fallecido narcotraficante Iván Urdinola se
apropió de un cargamento de coca perteneciente a Diego “Rastrojo”. A partir de ese momento, la familia Urdinola, asentada en
los municipios de El Dovio, Roldanillo y Zarzal, se convirtieron en
enemigos de los “Rastrojos”, quienes contaban en ese momento
con el respaldo de Varela. Ante esta situación y luego de ser expulsados de sus propiedades en El Dovio, “Don H” y “La Iguana”
recurrieron a la ayuda y el respaldo de Montoya. El pacto entre
los Urdinola y “Don Diego” se concretó a finales de 2003 con el
apoyo económico y logístico de este narcotraficante, cuyo ejército privado se hacía llamar Los machos. Esta alianza tuvo como
objetivo central recobrar el dominio de dichas localidades con el
fin de preservar las rutas y los laboratorios para la producción
de cocaína. Ésta es precisamente la disputa que se dio en el año
2004, en municipios como Versalles, Toro, La Unión, Roldanillo El
Dovio y Zarzal.
En 2004, de los 23 municipios que conforma el norte del Valle, 13
presentaron tasas por encima de 100 homicidios por cada cien mil
habitantes. Las cinco primeras posiciones las ocuparon Roldanillo
con una tasa de 206, El Dovio de 191, Trujillo de 175, Zarzal de
172 y Versalles de 170. No obstante, se tiene que decir que de
estos 13 municipios, 5 registraron 20 homicidios o menos y 3
estuvieron entre 21 y 30 víctimas; además, 7 tienen poblaciones
de menos de veinte mil habitantes. Todos estos factores hacen
que las tasas de homicidios sean muy altas, sin que necesariamente haya un alto nivel de muertes violentas; de esta manera
sucede por ejemplo en Versalles, un municipio que registra una
población en 2004 de 7.635 habitantes, con 13 homicidios. No
obstante, en 2004, la situación se tornó preocupante en el norte
del Valle, por cuenta de la confrontación entre narcotraficantes,
las acciones de las autodefensas y algunas incursiones y ataques
de la insurgencia.
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Dinámica reciente de la violencia en el Norte del Valle
Tasas de homicidio en los municipios
del Norte del Valle
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Dinámica reciente de la violencia en el Norte del Valle
Tasas de homicidio
Menor que la tasa regional
Mayor que la tasa regional
Doble que la tasa regional
Mapas: Cartografía Básica IGAC
Fuente: Policía Nacional
Procesado y georreferenciado por el Observatorio del Programa Presidencial de DH y DIH,
Vicepresidencia de la República
En 2004, en Ansermanuevo se registraron una serie de desapariciones forzadas por parte de grupos armados sin identificar y fue
frecuente el hallazgo de fosas comunes. Además, se presentó una
masacre el 19 de abril en la vereda La Cabaña, sin que se haya podido identificar los responsables. En Bolívar, en el corregimiento
El Naranjal se registró la presencia de integrantes de las autodefensas y también fueron halladas fosas comunes. En Cartago, 25
jóvenes fueron amenazados mediante un panfleto que los sindicaba de crímenes que iban desde el robo hasta el sicariato y que fue
firmado por las denominadas “Autodefensas Unidas del Valle”, es
decir en realidad por los Machos; por otro lado, fue asesinado el
vicepresidente del sindicato del Instituto Nacional Penitenciario y
Carcelario de Colombia (Inpec) en esta ciudad, el 15 de marzo.
En El Dovio, centro de disputa de las organizaciones de narcotraficantes, en el mes de mayo, en la vereda El Guadual, miembros
de Los machos asesinaron a cuatro integrantes de los Rastrojos,
dentro de los cuales se encontraba Jhon Jairo Peláez, alias El Mono
y Leonardo Toro, alias Amigazo, éste último jefe de esta banda. En
el perímetro urbano, la Policía capturó a varios de los hombres que
trabajan para Wilber Varela. Además, se registró la presencia del
bloque Calima de las autodefensas. En La Unión, también hubo
presencia de este grupo armado irregular, el cual secuestró a un
comerciante de esta población.
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Dinámica reciente de la violencia en el Norte del Valle
En Roldanillo, donde el número de muertes violentas con armas
de fuego se elevó de 34 casos a 92, se presentó una masacre el
primero de enero de 2004 por parte de un grupo armado sin identificar; por otro lado, desconocidos asesinaron a dos miembros de
Los machos. En Tuluá, las autodefensas tuvieron una marcada presencia con acciones como el asesinato de campesinos, la muerte
de líderes comunitarios y sindicalistas; además, se presentó una
masacre el 25 de enero en el barrio Bosques de Maracaibo. Llama
la atención una serie de muertos por asfixia, lo que es indicativo
del uso de la tortura por parte de miembros de este grupo armado
irregular. En Zarzal, uno de las principales zonas de Los machos,
la Policía capturó a Gilberto Ramos, alias La Laguna, quien comandaba una de las facciones de esta banda; en este municipio, se
registró una masacre el 8 de agosto de 2004.
Es relevante mencionar que parte del bloque Calima de las autodefensas – sin contar el frente Pacífico -, se desmovilizó el 19 de
diciembre de 2004 en el corregimiento Galicia, centro de operaciones de esta agrupación armada irregular; una semana más tarde en el mismo sitio donde se realizó el acto fue encontrada una
fosa común con siete cadáveres. Adicionalmente, hay que subrayar que en el año 2004 ocurrió una serie de asesinatos de dirigentes políticos, líderes comunales y sindicalistas: En Alcalá, el 6 de
junio, desconocidos asesinaron al ex-concejal Hernán Cardona;
en Cartago, el 17 de abril, fue muerto el ex-congresista Juan José
Naranjo; en La Unión, el 28 de febrero, se registró el homicidio
del concejal José Elkin Ospina, quien pertenecía al Movimiento
Popular Unido; en Sevilla, el 13 de septiembre, hombres armados
asesinaron al director liberal municipal Fernando Barrera. En Tuluá, el 18 de julio fue muerto el ex- presidente del Concejo, Luís
Alberto Duque; el 8 de agosto, el líder comunitario Carlos Ovidio
Agudelo y el 22 de este mismo mes, el presidente del Sindicato
Único de Trabajadores de la Educación del Valle, Jorge Eliécer Valencia. En ninguno de estos casos fue posible identificar el grupo
responsable y mucho menos la motivación del hecho.
40Aunque no se pueden descartar que
hayan tenido participación en aquellas
sobre las cuales no
se ha establecido el
responsable.
38
Como se evidencia en este conjunto de acciones, no se cuentan
aquellas realizadas por la insurgencia40, las cuales serán analizadas
más adelantes. De acuerdo con esta sumatoria de hechos, se puede afirmar que: 1) Hubo una confrontación activa entre Machos y
Rastrojos, que dinamizó la violencia en municipios como Roldanillo, Zarzal, El Dovio y Ansermanuevo, los cuales registraron altas
tasas de homicidio; 2) Las autodefensas tienian en esta región y
también fueron partícipes de acciones como masacres, homicidios
selectivos, torturas y secuestros; 3) Hubo una serie de homicidios
“políticos”, sobre los cuales no hay mucha claridad acerca de los
responsables. Respecto a este último punto, son varias las hipótesis. Para algunos, tiene que ver con la disputa por el poder local y la
intención por parte de los narcotraficantes, así como de los grupos
armados irregulares de incidir en las administraciones; para otros,
Dinámica reciente de la violencia en el Norte del Valle
los homicidios están relacionados con ajustes de cuentas; además,
en algunos casos, se vinculan estos hechos con una derecha radical, aliada con los capos más poderosos.
Fuente: CIC Policía Nacional
Procesado por el Observatorio del Programa Presidencial de DH y DIH, Vicepresidencia de la
República
En 2005, aunque la tasa regional tiende a la baja, la violencia en
los municipios del norte del Valle persiste. Como se puede observar en el cuadro o tabla, son varios los municipios que superan la
tasa regional, que para este año fue de 110.5 e incluso la doblan
como sucede en Bolívar. En este año, los promedios más altos se
presentaron en Bolívar con 253 homicidios por cada cien mil habitantes, Argelia con 189, Versalles con 162, Riofrío con 151 y El
Águila con 150. Los 9 municipios que presentaron ascensos en la
tasa de homicidios se encuentran señalados con color azul.
Durante 2005, la situación fue preocupante en los municipios
fronterizos con el Eje Cafetero, así como aquellos ubicados en
la cordillera occidental. En Andalucía, se hallaron varias fosas comunes. En Ansermanuevo, el 3 de febrero desconocidos hirieron
con arma de fuego al gobernador indígena Embera Chamí, Genaro Caro; además, en esta población se registró la presencia de
miembros de las autodefensas, los cuales al parecer pertenecían
al frente Cacique Pipinta del bloque Central Bolívar.
39
Dinámica reciente de la violencia en el Norte del Valle
En Bugalagrande, miembros de las autodefensas realizaron una serie de secuestros y se presentaron algunas acciones por parte de
Los machos. En Cartago, ocurrieron varias masacres: el 30 de agosto, en el barrio Guadalupe desconocidos que se movilizaban en un
automóvil, una camioneta y una motocicleta, asesinaron a cuatro
personas cuando se encontraban en un taxi; el 17 de octubre, en el
barrio Libertad, un grupo de hombres armados sin identificar dio
muerte a tres personas; el 12 de noviembre, en el establecimiento “Discoteca Bongo”, desconocidos asesinaron al propietario del
local y a sus dos escoltas. En El Dovio, se destacó la presencia
activa de las autodefensas. En La Unión, se dieron varios hechos
en los cuales se aplicó violencia indiscriminada: el 7 de abril, desconocidos asesinaron a cuatro personas dentro de las cuales se
encontraba el ex-candidato a la Alcaldía, Adalberto Arango; el 27
de octubre, en el corregimiento San Luis, se dio el homicidio de
tres personas. En La Victoria, el 4 de julio, en la vía que conduce al
corregimiento Holguín, se dio el homicidio de cuatro personas.
En Obando, la confrontación entre los capos tuvo su máxima expresión; así lo demuestra la masacre ocurrida el 12 de agosto, en la cual
desconocidos que se movilizaban en una camioneta asesinaron a
cinco personas, entre los cuales al parecer se encontraba Henry de
Jesús Agudelo, alias Conejo, integrante de Los machos. En Riofrío,
el 21 de febrero, en el barrio Callemira, un grupo de hombres armados dieron muerte al gerente de la ONG “Misión por Colombia”,
Abraham Betancourt; el 29 de abril, en área rural de este municipio
fue hallado el cadáver de un presunto miembro de los Rastrojos. En
Sevilla, las autodefensas tuvieron una presencia activa, prueba de lo
anterior es la captura del jefe de las milicias de este grupo armado
irregular, Jhon Jairo Vélez, alias El Liso. En Toro, el 26 de abril, en el
perímetro urbano, hombres que se movilizaban en dos vehículos
hirieron con arma de fuego a un primo del capo Diego Montoya.
La situación en Tulúa fue especialmente crítica. Se registró el homicidio de varios desmovilizados del bloque Calima de las AUC,
varios de los cuales fueron encontrados con señales de tortura.
Por otro lado, en este municipio se registró la presencia de facciones de las autodefensas, que mantienen extorsiones a comerciantes de la zona –se desconoce la agrupación a la cual pertenecen–.
Además, los Rastrojos llevaron a cabo acciones encaminadas a
consolidar su dominio: el 6 de mayo asesinaron al concejal de
El Dovio, Carlos Alberto Vélez, quien había sido amenazado por
integrantes de esta banda; el 17 de agosto, asesinaron a Felipe
Aponte, abogado del presunto miembro de Los machos, Henry
de Jesús Agudelo. En Versalles, aparecieron cadáveres mutilados
y con signos de tortura; en este municipio tienen una notable presencia Los machos, prueba de lo anterior es la captura de varios
de sus miembros por parte de la Policía Nacional. En Zarzal, el 24
de enero de 2005, se presentó una masacre.
40
Dinámica reciente de la violencia en el Norte del Valle
En este panorama, es posible aseverar que: A pesar de que en el
año 2005 se presenta una baja en la tasa de homicidio regional,
ésta sigue siendo alta e incluso aumenta en algunos municipios:
Por otro lado, la disputa entre narcotraficantes sigue vigente, intensificándose en algunas poblaciones como Obando, Bolívar, Tulúa,
Bugalagrande y Toro ; lo que no evidencia una tregua real entre
Wilber Varela y Diego Montoya, la cual sólo sería un factor de
distracción para las autoridades. Adicionalmente, se sigue registrando la presencia activa de los grupos de autodefensa, lo cual se
puede explicar en parte por la incursión del frente Cacique Pipinta
del BCB en algunos municipios del norte del departamento y se
registraron acciones por parte de grupos de autodefensas no identificados, lo que abre cuestionamientos acerca del real desmonte
del bloque Calima. Sobre este último punto, se debe señalar que
se han dado denuncias de la permanencia de facciones de esta
agrupación armada irregular en algunas zonas – especialmente en
Bugalagrande - ante diferentes organismos estatales y la Misión de
Apoyo del Proceso de Paz de la OEA. Al parecer, combatientes de
esta organización no habrían entrado en el proceso de desmovilización, manteniendo las extorsiones en algunos municipios.
El anterior escenario debe ser complementado con el accionar de
la insurgencia en el norte del Valle, que ha estado encaminado a
mantener su presencia en las cordilleras occidental y central, para
desde ahí desplegar ataques e incursiones hacia las zonas planas y
ejercer dominio sobre algunos corredores. Cómo se verá a continuación, una de las zonas centrales de disputa ha sido el Cañón de
Las Garrapatas. En el siguiente gráfico, se puede observar, como
se señaló anteriormente que los ataques contra la Fuerza Pública
en esta región se han conservado en niveles históricos muy bajos;
no obstante, llama la atención que en los últimos dos años se dan
picos históricos que superan lo ocurrido en los 18 años anteriores,
Fuente: Boletín diario del DAS.
Procesado por el Observatorio del Programa Presidencial de DH y DIH, Vicepresidencia de la
República
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Dinámica reciente de la violencia en el Norte del Valle
lo que es una muestra evidente de que la guerrilla ha aumentado
su presencia y accionar en el norte del departamento.
Luego de ser fuertemente impactada por el accionar de la Fuerza
Pública, así como por la incursión de los grupos de autodefensa,
sin contar con el papel que jugaron los ejércitos privados de los
narcotraficantes, en 2002 la subversión comienza una etapa de
recuperación, que le va a permitir ganar cada vez más presencia
en el norte del departamento. En el año 2002, el 9 de abril, en el
corregimiento de Cienegueta, en Tulúa, un comando guerrillero
atacó con explosivos a la Base Antinarcóticos; dos cilindros cargados con dinamita fueron lanzados desde una volqueta hasta los
predios de la base policial, situada en inmediaciones de la Doble
Calzada. El 21 de agosto, en el barrio Zúñiga, insurgentes de las
Farc hostigaron a unidades del Ejército.
En 2003, el 28 de enero en el cerro Versalles, en el municipio de
Toro, subversivos hostigaron con armas de fuego a la base repetidora La Florida, donde se encontraban acantonadas tropas del Ejército.
El 4 de marzo, en el corregimiento San Antonio en Sevilla, subversivos del frente 6 de las Farc hostigaron la estación de Policía; 26 días
más tarde, en el sitio La Cumbre, ubicado en el mismo municipio
atacaron a unidades del Ejército, resultando herido un soldado.
En el año 2004, la subversión dobló sus ataques, los cuales se
concentraron en Riofrío, Trujillo y Tulúa. En el primero de estos
municipios, realizaron una ofensiva durante los tres primeros meses del año que tuvo como principal foco el corregimiento de La
Fenicia, donde el 30 de enero guerrilleros de las Farc emboscaron a
una patrulla de la Policía; el 12 de marzo, insurgentes hostigaron la
estación de Policía, causando algunos daños y dejando sin energía
y sin servicio telefónico a esa población; un día más tarde, subversivos emboscaron a una patrulla de la Policía, cuando reaccionó
ante el secuestro del ex-alcalde de dicho municipio. En Trujillo, el 2
de agosto integrantes del bloque Móvil Arturo Ruiz de las Farc activaron un artefacto explosivo contra una patrulla de la Policía que
se dirigía a prestar apoyo a unidades de la Policía de Andinapolis,
resultando muertos diez agentes. En Tulúa, el 4 agosto en el corregimiento La Marina, insurgentes de las Farc atacaron el puesto de
Policía, resultando muerto un agente. Dos meses más tarde, en el
corregimiento San Rafael, ubicado en el mismo municipio, subversivos del bloque Móvil Arturo Ruiz hostigaron a una patrulla del
Ejército, resultando muerto un soldado y heridos dos más.
En 2005, en El Dovio, en el corregimiento Vitaco, el mismo grupo
armado irregular hostigó a una patrulla del Ejército y en el corregimiento Cisneros, atacaron la estación de Policía. En el corregimiento Salónica, en Riofrío, también hostigaron las instalaciones
de la Policía y secuestraron a dos personas. En Tulúa, subversivos atacaron con armas de fuego el peaje de Betanía, resultando
muerto un Policía y herido un patrullero; también lanzaron ocho
42
Dinámica reciente de la violencia en el Norte del Valle
granadas de mortero contra las instalaciones de la Base Antinarcóticos de la Policía, ocasionado daños materiales y en la vereda
La Ribera hicieron varios disparos contra tropas del Ejército que
se encontraban cuidando la subestación de energía eléctrica. En
Bugalagrande, en el corregimiento Ceilán, atacaron la estación de
Policía, al igual que lo hicieron en el corregimiento San Antonio y
en el casco urbano del municipio de Sevilla.
Respecto de las acciones de sabotaje, se debe señalar que fueron
muy esporádicas. En 2004, no se registró este tipo de eventos y
en 2005 se presentaron tres casos, los cuales estuvieron dirigidos
contra la infraestructura energética (una en Trujillo y dos en Tulúa).
El hecho de mayor impacto ocurrió el 22 de octubre en la vereda
la Ribera de este último municipio, donde subversivos de las Farc
dinamitaron un transformador de 115.000 voltios, ubicado en la
subestación eléctrica, dejando sin este servicio a las poblaciones
de Tulúa, Buga y San Pedro.
Por otro lado, se debe tener en cuenta otro tipo de acciones que
se dirigieron directamente contra la población civil y en algunos
casos contra las estructuras armadas de los narcotraficantes. En
Bolívar, el 10 de noviembre de 2004, en el corregimiento La Primavera, vereda La Montaña, subversivos del bloque móvil Arturo
Ruiz de las Farc asesinaron a cinco integrantes de los Rastrojos. En
El Dovio, llevaron a cabo varios secuestros, especialmente contra
ganaderos. En El Cairo, también se presentaron varios plagios y
una serie de asesinatos. En Riofrío, donde la Fuerza Pública halló
campamentos de las Farc, esta organización insurgente secuestró
a varios ganaderos. En Trujillo, el 7 de marzo de 2005, subversivos
del frente Ismael Romero asesinaron al docente de la escuela de la
vereda la Sonora, Emilio Betancourt, quien también se desempeñaba como administrador de una finca; en este municipio también
realizaron varios plagios, dentro de los que se encuentra el presidente del Consejo, Alonso Gómez, miembro del partido político
Movimiento Nacional. En Tulúa, se registraron varios homicidios y
casos de desaparición forzada.
Se puede decir entonces, partiendo de los ataques contra la Fuerza Pública, las acciones de sabotaje, así como aquellas dirigidas
directamente contra la población civil y en algunos casos contra
las estructuras armadas de los narcotraficantes, que la guerrilla ha
concentrado sus acciones en la cordillera occidental, desde el municipio de Riofrío hasta El Cairo. También se debe tener en cuenta
lo que sucede en Tulúa, que está relacionado con el objetivo de
consolidar un corredor que de acuerdo con fuentes de inteligencia, parte desde el Cauca, pasa por los Farallones, llega hasta el
Cañón de las Garrapatas y se conecta con el sur del Chocó – es
decir, con la costa Pacífica -.
Reconstruyendo lo que pasó en el norte del Valle se encuentra
que el 16 de agosto de 2004, las autoridades chocoanas eleva-
43
Dinámica reciente de la violencia en el Norte del Valle
ron una voz de alerta en un foro que contó con la presencia del
Vicepresidente Francisco Santos, poniendo de manifiesto la intensa confrontación que mantenían los grupos armados irregulares
en varios corregimientos del Medio San Juan. En ese entonces,
el Secretario de Gobierno del Chocó, Fredy Lloreda, declaró “Se
habla de un centenar de muertos de los grupos armados y de un
civil”. De acuerdo con la información de la Defensoría del Pueblo, lo anterior había provocado el desplazamiento de unas 1.500
personas.
De esta manera, se puso en evidencia la fuerte disputa que sostenían los grupos armados irregulares y las organizaciones de narcotraficantes a lo largo del río San Juan, uno de los principales
corredores hacia el Pacífico y por una zona que gradualmente se
ha convertido en área de cultivos de coca. La información que comenzó a circular hacía referencia a la presencia del bloque Móvil
Arturo Ruiz de las Farc en la zona del Medio San Juan, estructura
que ascendió desde el Valle, partiendo de Buenaventura, pasando por Calima (Darién) y la cuchilla de las Garrapatas, llegando
hasta el departamento del Chocó a los municipios de Sipí, Novita
e Itsmina, buscando apoderarse de uno de los más importantes
corredores hacia el Pacífico, que hasta ahora había sido dominado
por el grupo de los Rastrojos.
Base Cartografica IGAC
Fuente: Policía Nacional
Procesado por el Observatorio del Programa Presidencial de DH y DIH, Vicepresidencia de la
República.
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Dinámica reciente de la violencia en el Norte del Valle
La disputa sostenida entre esta última agrupación y Los machos,
abrió un vacío en términos de control y seguridad en la zona, el
cual fue aprovechado por las Farc para incursionar en territorios
hasta ahora vetados por los brazos armados del narcotráfico.
Mientras que los dos mafiosos se disputaban el norte del Valle y
la zona plana que se encuentra entre la cordillera occidental y la
central, las Farc comenzaron a subir, manteniendo enfrentamientos con los grupos de autodefensa y sosteniendo eventualmente
combates con la Fuerza Pública. Este recorrido se puede observar
en el mapa anterior, siguiendo la flecha de color azul.
El objetivo estratégico prioritario para la guerrilla en el norte del
Valle es el dominio sobre el Cañón de Las Garrapatas – también conocida como cuchilla de Garrapatas–, la cual comprende los municipios de Bolívar, El Dovio y Versalles, como se puede observar
en el siguiente mapa.
Base Cartografica IGAC
Fuente: Policía Nacional
Procesado por el Observatorio del Programa Presidencial de DH y DIH, Vicepresidencia de la
República.
La importancia estratégica del cañón deriva de su ubicación geográfica, que permite a través de los ríos del Chocó, llevar la cocaína
hasta la costa, donde es almacenada y enviada hacia Centroamérica
y Estados Unidos. Además, fuentes de inteligencia militar calculan
que existen 5.000 hectáreas sembradas de coca. En este sentido,
según el comandante del Batallón Vencederos de Cartago, desde
mayo de 2004, cuando comenzó la erradicación manual, hasta me-
45
Dinámica reciente de la violencia en el Norte del Valle
diados de septiembre de 2005, se habían destruido 816 hectáreas
de cultivos ilícitos en los municipios de Bolívar y El Dovio41.
Además de los anteriores factores, el cañón se ha configurado
como una de las principales áreas de refugio de los capos del
norte del Valle. En los últimos años, quién mantenía el control
sobre esta zona era el narcotraficante Wilber Varela. Sin embargo,
Diego Montoya, incursionó en el cañón con el firme propósito de
apoderarse de las rutas, cultivos y laboratorios. Según la Revista
Semana, en el artículo “El río de la droga”: “En los últimos tres
años – es decir desde 2002 -, llegaron cientos de raspachines y
sicarios que encontraron trabajo en medio de la bonanza. A finales
de 2003, en la región circularon panfletos que daban la orden a los
pobladores de ‘acostarse temprano’ si no querían poner en riesgo
su vida. Según la Defensoría del Pueblo del Valle, hasta septiembre de 2005, la confrontación entre narcotraficantes y guerrilla
había dejado casi 1.000 muertos, desplazados a otro millar de
familias y producido un centenar de desapariciones.
Los enfrentamientos entre capos fueron intensos. Así lo muestran
los choques ocurridos el 26 de diciembre de 2004, cuando se
inició un fuerte choque armado entre 80 hombres de Los machos
y 150 de los Rastrojos, que duró más de 12 horas y que dejó decenas de muertos. Fue precisamente esta disputa la que aprovechó
la guerrilla para entrar en la zona. Se debe resaltar, sin embargo,
que las estructuras de Jabón y Don Diego intentaron dar el paso
hacia organizaciones armadas irregulares; no obstante, su capacidad militar es escasa, con debilidades de formación, doctrina
y mando. Los Rastrojos tuvieron cierta habilidad en el control de
las montañas del Cañón de Garrapatas y un dispositivo que le
permitía tener cierta movilidad. Los machos operaban más como
un grupo sicarial urbano, con muchas limitaciones en lo rural.
Es relevante mencionar que estas estructuras no son muy estables y sus miembros provienen de las mismas poblaciones del
norte del Valle y del Eje Cafetero. Generalmente, sus integrantes
andan de civil, aunque últimamente los capos pretendían uniformarlos. Por ejemplo, en los enfrentamientos que tuvieron lugar en
el cañón, Los machos aparecieron vestidos con camisa y pantalón
negro; el comandante del Batallón Vencedores de Cartago, reportó el hallazgo de arsenal y brazalete con las siglas Autodefensas
Campesinas del Valle (ACVC), el cual pertenece a Los machos. En
este marco, es posible afirmar que tanto Los machos como los
Rastrojos se acercan a la forma típica de una banda más que a la
de un ejército.
41Revista Semana, “El
río de la droga”. Publicación No. 1220.
Septiembre 16 de
2005.
46
Son precisamente estas debilidades las que le permitieron a la subversión hacer cada vez más presencia en el Cañón de Las Garrapatas. Las estructuras armadas de los narcotraficantes fueron incapaces de resistir el embate de la subversión, la cual es militarmente
superior, con un poder ofensivo que doblegó a los pistoleros de
Dinámica reciente de la violencia en el Norte del Valle
la mafia. Esta realidad provocó en términos de Gustavo Duncan,
una subordinación de los narcotraficantes a los guerreros. Algunas
versiones señalan que ante este predominio, los capos estarían
buscando alianzas con las organizaciones insurgentes, intentando
contraponer su poder económico, al poder militar de la guerrilla
– persisten por ejemplo los rumores de una alianza entre Wilber
Varela y el frente 30 de las Farc -.
Es relevante mencionar como lo hace Duncan que “Los empresarios del narcotráfico… necesitan de aparatos violentos que los
protejan de otras organizaciones armadas que podrían expropiarlos de sus posesiones, de su mercancía (drogas o insumos), de su
dinero y de su participación en el negocio (rutas, mercados, laboratorios, etc.), y que podrían aprovechar el músculo de un aparato
de violencia superior para imponer precios desventajosos en las
transacciones”42. En este sentido, se tiene que señalar la aparición
de un nuevo grupo de autodefensa en el Cañón de las Garrapatas,
especialmente en el municipio de San José de Palmar (Chocó), el
cual se denomina Autodefensas Campesinas Unidas Nacionales
(Acun), al mando de alias Chicanero, integrante del bloque Central Bolívar, cuya influencia se conoce en la zona noroccidental
de Risaralda. El defensor del Pueblo de Chocó, Víctor Mosquera,
explicó que el territorio en disputa es el mismo que controlaba el
bloque Pacífico de las Autodefensas, al mando de Luis Eduardo
Echavarría, alias Giovanny, el cual se desmovilizó el pasado 23 de
agosto 2005. “Probablemente se trata de un reducto de las AUC
que no participó en la desmovilización”, dijo a la revista Semana el
funcionario43. Por otro lado, se debe considerar la presencia activa
del frente Cacique Pipinta del BCB.
En este panorama, es posible afirmar que el norte del Valle sigue
presentando un escenario complejo, en el cual el conjunto de rivalidades se encuentran atravesadas por una serie de interacciones
estratégicas, que propician un juego de alianzas y disputas, estimuladas por los recursos derivados del narcotráfico. En el marco
de esta dinámica, se da una interrelación entre el poder económico y político de la mafia y de los grupos armados irregulares, en
el cual la fuerza de las armas parece imponerse. Quien consolide
el control territorial, logrará establecer su dominio y someter a los
demás agentes de violencia. Es precisamente aquí cuando cobra
relevancia la recuperación de estas zonas por parte del Estado, la
recuperación del monopolio de la fuerza y la llegada de la institucionalidad, en una zona que hasta ahora ha sido manejada por
actores ilegales que han impuesto su “orden”.
42Duncan,
Gustavo,
Op. Cit., Pág. 25.
43Revista
Semana,
“Muerte en el cañón
de Las Garrapatas”.
No. De Publicación:
1226. Octubre 29 de
2005.
47
Plan de control vial Meteoro, III Brigada del Ejercito.
El Estado en
construcción:
seguridad democrática
para el norte del Valle
D
urante el gobierno del presidente Álvaro Uribe Vélez, se ha
incrementado la presencia de la Fuerza Pública y de sus operaciones en el norte del Valle, que constituye un avance notable en la construcción del Estado en esta región. Como objetivos
prioritarios se han establecido la persecución de los narcotraficantes
y la recuperación de algunas zonas, especialmente del Cañón de Las
Garrapatas. Como se verá en este capítulo, fuertes golpes fueron
propinados a las estructuras de los capos, impactando sus finanzas,
su aparato militar, así como su capacidad de movilidad. Además, ha
habido una importante recuperación del territorio, interrumpiendo
algunos corredores, desmantelando campamentos y manteniendo
combates contra los grupos subversivos.
Como se puede observar en el siguiente gráfico, durante el año
2004 y 2005 se registraron 36 combates –18 respectivamente–,
que supera lo acaecido en los cinco años anteriores (1999-2003),
los cuales suman 34 enfrentamientos. De los 36 contactos armados que tuvieron lugar en los dos últimos años, el 64% fue dirigido
contra las Farc, el 25% contra las autodefensas y el 11% contra
grupos subversivos no identificados. En los combates registrados
durante 2004 y 2005 murieron en combate 32 irregulares, 72%
proveniente de las Farc (23) y 28% de las autodefensas, desmantelados campamentos, incautadas armas y destruidos laboratorios,
sin contar las múltiples capturas. Estas cifras evidencian un aumento de las operaciones de la Fuerza Pública en la región; la
ocurrencia de combates tanto contra la guerrilla como contra las
autodefensas; la menor presencia del ELN – no se presentaron
acciones contra este grupo subversivo -, así como la existencia
de una confrontación armada que aún conserva niveles de baja
intensidad.
49
Dinámica reciente de la violencia en el Norte del Valle
Fuente: Boletín diario del DAS.
Procesado por el Observatorio del Programa Presidencial de DH y DIH, Vicepresidencia de la
República
Con respecto a la lucha contra los narcotraficantes, se puso en
marcha el Bloque de Búsqueda, creado con el fin de desvertebrar
estas estructuras que operan en el Eje Cafetero y el norte del
Valle. En un principio, fue conformado por cerca de 120 hombres
con sede en Pereira. Sin embargo, la crítica situación de esta region llevó a que en el mes de octubre de 2004 se aumentara su
pie de fuerza a 500 hombres –entre expertos en inteligencia y en
operaciones de choque– y trasladara su centro de operaciones a
Roldanillo.
Durante 2004, esta fuerza logró dar importantes avances en la
identificación de los distintos componentes de las estructuras de
narcotraficantes: bienes en manos de testaferros, inversiones en
finca raíz, el lavado de dinero y la adquisición de propiedades.
Se desarrollaron diferentes acciones, como las adelantadas bajo
la Operación Troya, en la que participaron agentes del FBI y de la
DEA, durante la cual se realizaron 13 allanamientos simultáneos
en Bogotá, Cali y Medellín –se destaca la ubicación de la mamá
de Montoya y sus hermanas en un lujoso penthouse en el barrio
La Carolina, en el norte de Bogotá–. Por otro lado, comandos
especiales de la Policía lograron descubrir una red de estaciones
de gasolina de propiedad de Don Diego, en la Costa Atlántica y
el Magdalena Medio.
Adicionalmente, se puede destacar la Operación Conquista, que
fue desarrollada por 2.000 uniformados, junto a personal de la
Fiscalía General de la Nación, la Dirección de Estupefacientes y
del Ministerio del Interior y Justicia, en la cual fueron sometidos a
extinción de dominio lujosos apartamentos y oficinas, entre otras
50
Dinámica reciente de la violencia en el Norte del Valle
propiedades ubicadas en el departamento del Valle del Cauca y
otras en la isla de San Andrés, además de 40 cuentas bancarias.
Según el Director de la Policía Nacional, General Jorge Daniel Castro, el proceso de extinción cubrió a 110 propiedades avaluadas en
$200 mil millones, pertenecientes presuntamente a Don Diego.
Además de la estructura financiera, el Bloque de Búsqueda ha
logrado impactar directamente la producción, procesamiento y
transporte de cocaína. Una de las más importantes acciones fue
realizada en el mes de febrero de 2005, cuando se desmanteló
un complejo cocalero con capacidad para producir un promedio
de cuatro toneladas del alcaloide en la vereda La Siria, zona rural
de Bolívar (norte del Valle). A pesar de encontrarse en una zona
apartada, el sitio contaba con vías de acceso y servicio de energía eléctrica; lo anterior es sólo un ejemplo de lo logrado por la
Policía Nacional.
Respecto de su estructura organizacional, se registran las capturas de varios de sus miembros, la mayoría de los cuales se
encuentran solicitados en extradición. El 2 de febrero de 2005,
en una finca del municipio de Caldas (Antioquia), la Dijin capturó
a Julio César López Peña, alias Julito o El Pájaro, parte del aparato
armado de Wilber Varela y jefe de las oficinas de cobro de este
capo. El 18 de marzo de este mismo año, en Bogotá fue capturado Carlos José Robayo Escobar, alias Guacamayo, quien junto
con su hermano Mamoncillo se hicieron conocidos en octubre
de 2004 con la masacre de la Candelaria. En ese entonces, los
hermanos Robayo eran los jefes de la banda de sicarios Los Guacamayos, que operaba en Jamundí y en el departamento de Cauca. Esta organización delincuencial era coordinada por Capachito,
jefe del brazo armado de Montoya44. El 26 de marzo, en Manta
(Ecuador) fue capturado Wenceslado Caicedo, alias W, reconocido narcotraficante del Pacífico colombiano, cuya zona de influencia comprendía los municipios de Buenaventura, Satinga, Guapí
y Tumaco. Antes de la confrontación entre los capos, producía y
transportaba la droga de Varela y Montoya, sin embargo después
empezó a trabajar de manera más cercana a Don Diego. Éstas,
entre otras capturas han impactado de manera determinante las
estructuras del cartel del norte del Valle.
Los aparatos armados de los capos también han sido objeto de
persecución por parte de la Fuerza Pública. En este sentido, se
puede traer a colación el desmantelamiento de una banda conocida como Los Yiyos, que tenían como centro de operaciones
a Cali y prestaban sus servicios a Don Diego. La mayoría de sus
miembros han sido capturados, incluyendo su jefe, Fernando
Londoño García, conocido con los alias de Mario Bros o Cueto.
La presión de las autoridades sobre esta banda provocó rupturas
44En el momento de su
captura, las autoridades revelaron que Robayo se había convertido en el supuesto
jefe de la banda Los
Machos.
51
Dinámica reciente de la violencia en el Norte del Valle
internas que terminaron enfrentándola con su máximo jefe – Diego Montoya -. Hay que destacar que dos importantes integrantes
de esta banda fueron capturados por la Dijín y extraditados a
Estados Unidos bajo cargos relacionados con el tráfico de drogas:
Felipe Toro Sánchez y Jhon Jairo Londoño García, alias J.J, quienes estaría entregando información a los estadounidenses. Según
el General Oscar Naranjo, “Tras las capturas de sus hermanos
–alias J.J y Jaime Londoño García, alias Yiyo– y de Toro, Mario
Bros orientó la organización ilegal”; en el momento de la captura, Fernando Londoño alistaba un viaje con identidad falsa hacia
Estados Unidos, donde se reuniría con algunos de sus familiares.
Allí eventualmente buscaría un acercamiento con las autoridades
federales45.
De acuerdo con información de inteligencia, aunque aparentemente Jabón y Don Diego acordaron una tregua, evidencias
técnicas y fuentes de la mafia han develado que Montoya tiene
como firme propósito acabar con los integrantes del que fue su
segundo grupo de sicarios, por el temor de que entreguen valiosa
información que lo comprometería seriamente, tanto con una serie de homicidios46, como con el tráfico de drogas hacia Estados
Unidos. Un hecho que reforzaría esta hipótesis es que a mediados de 2004, un medio hermano de J.J y Yiyo fue asesinado en el
Valle por órdenes de Don Diego. Es relevante mencionar que Yiyo
quedó en libertad por orden de un juez47 y su paradero es desconocido. Los demás integrantes de esta banda aún se esconden en
el Valle o se pasaron a otras bandas al servicio de Don Diego.
45El Tiempo, “Captura
de jefe de banda de
sicarios dejó al descubierto nueva guerra entre ‘narcos’ del
Valle”. Octubre 10 de
2005.
46Según el director de
la Policía Nacional,
General Jorge Daniel
Castro, la banda de
sicarios Los Yiyos es
sindicada de cometer
más de 140 homicidios selectivos.
47Un Juez de Cali argumento fallas de
procedimiento.
52
Como se puede apreciar, las estructuras de los capos del Valle
han recibido importantes golpes, sin embargo, sus dos principales cabezas aún no han sido capturadas, lo que se puede explicar
por varios razones. La primera es que a pesar de sufrir fuertes
golpes, conservan capacidad financiera y en cierta medida militar.
Muchas de las inversiones de los jefes de la mafia se encuentran “blindadas”, aparentando legalidad por medio de una red
de testaferros, la cual va más allá del norte del Valle, incluyendo
municipios de Antioquia, el Eje Cafetero, Magdalena Medio y la
Costa Atlántica. Incluso, parte de sus finanzas se manejan fuera
del país y son repatriadas por medio del lavado de activos. De
esta manera, conservan poder económico, que en varias ocasiones se traducen en capacidad de corrupción y de adquisición de
poder armado.
En la región, los habitantes prefieren no hablar del asunto, aunque
no niegan que esto está ocurriendo. Este escenario debe complementarse con lo descrito en el primer capítulo sobre la tradición
mafiosa en el norte del Valle, donde se evidencia la existencia
de agentes que cumplen un papel de regulación social, utilizan-
Dinámica reciente de la violencia en el Norte del Valle
do la violencia como forma de resolver conflictos y ejercer un
control sobre el territorio y la población. Un hecho que puso en
evidencia esta dinámica fue la captura de uno de los jefes de los
Yiyos, mientras que se encontraba alojado en una suite del Club
de Suboficiales de la Policía en Bogotá, armado y con una batería
de teléfonos celulares para atender sus negocios. Según el general Naranjo, el sicario “Ingresó al club… usando una contraseña
y una cédula de ciudadanía falsas, eludiendo los controles, con
la ayuda de un suboficial retirado de la Armada Nacional”. Cabe
destacar que buena parte de los miembros del Cartel del Norte
del Valle, empezando con Wilber Varela, son agentes y oficiales
retirados de la Fuerza Pública, los cuales muchas veces quedan
con enlaces en la institución que permiten el establecimiento de
contactos que terminan prestando servicios a los capos– especialmente de protección y de proporción de información -. Se
debe aclarar sin embargo, que no es una práctica extendida, sino
que más bien corresponde a casos aislados.
Un segundo aspecto que se puede mencionar además de su capacidad económica, es que cuentan aún con aparatos armados
a su servicio. Don Diego tiene bajo su influencia a agrupaciones
como Los Capaechivo, Los Robayo, Los Alzate, Zarzal, Tuluá y
Dovio; mientras que los hombres de Jabón estarían respondiendo a las órdenes de un hombre que se conoce con el alias de
Comba. Al ser bandas, con un grado de organización básico, con
estructuras jerárquicas no muy bien definidas, compuestas por
pistoleros con una formación militar y un entrenamiento muy básico, son fácilmente reemplazables. En muchas ocasiones, estas
estructuras criminales se constituyen como una opción “laboral”
ilegal para jóvenes que no encuentran empleo y que ven en esta
actividad una posibilidad rápida de ascenso. Como se mencionó
anteriormente, generalmente son conformadas por familias enteras que cuentan con una tradición mafiosa, lo cual degenera
en ciertos casos en una cadena de vendettas y venganzas, que
estimulan la generación de la violencia. Este ciclo, difícil de romper, es un flujo constante de sicarios dispuestos a trabajar para
el mejor postor.
Por otro lado, se debe tener en cuenta las alianzas con grupos armados irregulares, tanto autodefensas como guerrilla, a las cuales se hizo referencia anteriormente. Éstas les han permitido a los
capos, establecerse en zonas de refugio, generalmente de difícil
acceso para la Fuerza Pública, protegidos por verdaderos ejércitos irregulares, con la posibilidad de movilizarse por diferentes
regiones, lo cual evidentemente ha dificultado su persecución.
Ésta es precisamente la tercera variable: la presencia creciente de
organizaciones armadas irregulares, especialmente en el Cañón
de Las Garrapatas. Esta situación fue la que llevó al presidente
53
Dinámica reciente de la violencia en el Norte del Valle
Álvaro Uribe Vélez, a ordenar a mediados de septiembre de 2005
la conformación de una fuerza de tarea conjunta para esta zona,
compuesta por 900 efectivos. De la misma manera, el mandatario encargó al General Mario Gutiérrez, Comandante regional de
la Policía para el Eje Cafetero y el norte del Valle, para que ponga
en marcha en el departamento, especialmente en los municipios
de la región, un programa antiextorsión.
Las acciones desplegadas por esta fuerza de tarea conjunta en
los últimos meses han sido muy significativas y han permitido
recuperar importantes sectores de la cara occidental del Cañón
de Las Garrapatas, obligando a la insurgencia a replegarse en las
zonas más altas y selváticas. Se debe mencionar al respecto que
la confrontación armada se ha trasladado a la vertiente oriental,
al departamento del Chocó, concentrándose en el municipio de
San José del Palmar. A esta población han llegado cultivadores de
coca, desplazados de los departamentos de Putumayo, Caquetá,
Nariño y Cauca, los cuales se encuentran en medio de una disputa entre las Farc y estructuras armadas al servicio de los narcotraficantes, que se ha extendido a todo el sur del Chocó. La más
reciente avanzada de las denominadas Autodefensas Unidas del
Norte, se produjo a mediados de 2005, cuando llegaron unos 200
hombres al servicio de los capos. Según un habitante de la zona
“A los que no vendían les mataban un familiar y los otros se iban
con luto y sin plata”. Luego se dio la arremetida de la insurgencia,
y la consiguiente confrontación48.
El anterior panorama permite deducir que se ha avanzado en la
consolidación del Estado en el norte del Valle, sin embargo aún
queda mucho por hacer con miras a establecer un verdadero
entorno de seguridad. La presencia de la Fuerza Pública en la
zona definitivamente ha sido reforzada, no obstante es necesario
aumentar el pie de fuerza de la Policía en algunos municipios,
incrementando la vigilancia de los centros urbanos, donde las
estructuras sicariales generalmente tienen su centro.
48El Tiempo, “San José
del Palmar (Chocó) es
el nuevo epicentro de
la guerra entre guerrilla y ‘paras’ por la
coca”. Noviembre 4
de 2005.
54
Además, esto es sólo el primer paso para recuperar el control
sobre esta región, puesto que es necesario que llegue también la
institucionalidad del Estado, no únicamente recuperando el monopolio de la aplicación de la fuerza, sino también incrementando
su presencia por medio del mejoramiento de las condiciones para
los habitantes del norte del Valle. Se debe aislar el ejercicio de la
política y de los cargos de representación popular, de la influencia
de los narcotraficantes; no es un secreto que algunas autoridades
locales, así como supuestos líderes políticos han obstaculizado la
presencia del Estado, influenciados por mafiosos que han llegado
a detentar el poder en estas zonas. De esta manera lo expresó el
asesinado monseñor Isaías Duarte Cancino, quien denunció de
Dinámica reciente de la violencia en el Norte del Valle
manera abierta esta influencia: “Queremos pedirles a los vallecaucanos que no se dejen engañar y no apoyen a quienes detrás
de la fachada de una política y de una democracia limpia, esconden el dinero corrupto del narcotráfico. Eso no le trae beneficio al
pueblo colombiano y por el contrario aumentan la pobreza y los
problemas de la población”.
En el fondo, como lo señala un editorial del periódico El País de
Cali, de título “El verdadero cambio”, la clave de la recuperación
está en la derrota de la cultura mafiosa”… que penetró las comunidades, pervirtió sus costumbres y contaminó el ejercicio de la
representación popular”49. De cierta manera, los narcotraficantes
impusieron un orden social que favoreciera sus transacciones, en
un contexto económico rezagado y un ambiente político clientelista. En este contexto, como lo menciona Duncan “Las clases
medias y bajas encontrarían en las actividades alrededor del narcotráfico y de la política toda una gama de nuevas opciones para
sobrevivir”50. Un arriero que desde hace ocho años habita en el
sector conocido como La Punta, zona rural de Bolívar – el último
centro poblado antes de incorporarse hacia las entrañas del cañón -, expresa lo anterior de la siguiente manera: “Decir que no
quiero cultivar coca, además de ser un acto suicida, sencillamente se vuelve una forma lenta de fracasar, puesto que aquí todo
gira en torno a ese mercado”.
Los cultivos tradicionales de la región, como el plátano, el cacao, el borojó, el chontaduro, la papa, la yuca y el café han sido
desplazados por la siembra de hectáreas de coca. Esto ha generado la imposición de una economía ilegal que garantiza el flujo
de ingresos para el narcotráfico, parte del cual se canaliza hacia
las comunidades. Si bien el accionar de la Fuerza Pública ha impactado el mercado, éste busca la manera de estabilizarse. Un
campesino cuenta: “Hemos tenido épocas de buen precio, pero
curiosamente después de la arremetida que hizo el Bloque de
Búsqueda de la Policía y el Ejército, el kilo de base de coca bajó
y se paga tan sólo a $1’800.000”. Agregó que lo más difícil del
trabajo es la sacada de la droga hasta los corregimientos, puesto
que instalaron retenes permanentes a la entrada y salida de los
mismos. “Sin embargo, eso tuvo solución con el pago de un peaje
a los baquianos que establecieron rutas a través de las montañas;
por lo regular el transporte de cada paquete a pie cuesta alrededor de $50.000, pero es más seguro”, confeso el labriego51.
En este contexto, cobran relevancia las palabras de Duncan cuando menciona:
49El País de Cali, “El
verdadero cambio”,
septiembre 18 de
2005.
50Duncan,
Gustavo,
Op. Cit. Pág. 83.
51El País de Cali, “La
maldición del Cañón
de las Garrapatas”,
agosto 7 de 2005.
55
Ferrocarriles Nacionales, Estación Bugalagrande, Valle del Cauca
56
Dinámica reciente de la violencia en el Norte del Valle
El papel que el narcotráfico asumió como principal fuente
de riqueza en diversas comunidades donde previamente
existía una disputa violenta por la regulación social, bien
fuera desde la perspectiva de gamonales, con sus sicarios
o de frentes guerrilleros, se insertó rápidamente en la lógica de la definición del Estado en esas comunidades.52
De esta manera, es menester redefinir al Estado – e incluso construirlo -, tanto a través de la recuperación del monopolio del uso
de la fuerza, es decir, en últimas de la legalidad, como con la
generación de condiciones económicas, políticas y sociales para
esta región. Se han dado pasos importantes, sin embargo aún
queda mucho por hacer para romper la tradición mafiosa en el
norte del Valle.
52Duncan,
Gustavo,
Op. Cit. Pág. 83.
57
Río La Vieja, Valle del Cauca
Conclusión
E
l norte del Valle del Cauca se ha caracterizado por ser la
región del departamento donde se ha concentrado, desde
mediados de los setenta, la mayor actividad cocalera y de
tráfico de narcóticos. El núcleo de narcotraficantes que operaba
en esta zona, tomó mayor fuerza a mediados de los noventa,
una vez desmantelado el Cartel de Cali, lo cual le permitió a capos emergentes apoderarse de las rutas que aquel manejaba, así
como de la experiencia acumulada en sectores de la población
– tras años de convivir con el negocio ilícito, lo que llegó a configurar en la región una tradición mafiosa que los ‘nuevos’ actores
del narcotráfico se encargaron de mantener–.
En este proceso, han jugado un papel esencial factores como la
ausencia del Estado, la aceptación durante años de la violencia
y la coerción como formas de ejercer control social, la complacencia de las élites locales con el fenómeno y el avanzado grado
de inserción en la sociedad que han logrado el narcotráfico y sus
actividades conexas.
Durante varios años, el vacío dejado por los grandes capos fue
ocupado por algunos capos emergentes, como fue el caso de los
clanes Urdinola y Henao; no obstante, los desacuerdos entre ellos
se incrementaron y la organización criminal terminó por fragmentarse. A partir de este momento, los aparatos de “coerción y
protección” comenzaron a girar en torno a los capos dominantes:
Diego Montoya, con un grupo denominado Los Machos y Wilber
Varela con Los Rastrojos. Estas facciones armadas se conformaron
a partir de grupos locales en el marco de alianzas contra traquetos53. De esta manera, el monopolio del Cartel se fue rompiendo,
quedando en mano de varias agrupaciones, que oscilan entre las
alianzas y las disputas.
53Narcotraficantes de
menor capacidad de
comercialización de
sustancias ilícitas y de
menor poder ilegal.
59
Dinámica reciente de la violencia en el Norte del Valle
En este marco, el norte del Valle se presenta como un escenario
complejo, en el cual las rivalidades se encuentran atravesadas por
una serie de interacciones estratégicas, dentro de las cuales también se encuentran los grupos armados irregulares, mediante las
cuales se establecen relaciones y vasos comunicantes. Este juego
de alianzas y desencuentros ha determinado en gran medida los
niveles de violencia en la zona y la afectación de la población
que habita en estas comunidades. Desde esta perspectiva, la implementación de la violencia en esta región se puede entender
desde dos dinámicas conexas : por un lado, la fragmentación y
confrontación entre las estructuras mafiosas, y por el otro lado,
la influencia de la guerrilla y su reciente ofensiva.
Teniendo en cuenta lo anterior, se observa que durante los años
2004 y 2005: A pesar de presentarse una disminución en la tasa
de homicidio regional, ésta sigue siendo alta e incluso aumenta
en algunos municipios: Por otro lado, la disputa entre los narcotraficantes se encuentra vigente, intensificándose en algunas
poblaciones como Obando, Bolívar, Tulúa, Bugalagrande y Toro y
adicionalmente se sigue registrando la presencia activa de grupos
de autodefensa. Este escenario debe ser complementado con el
accionar de la insurgencia, el cual ha estado encaminado a mantener su presencia en las cordilleras occidental y central, para
desde ahí desplegar ataques e incursiones hacia las zonas planas
y ejercer dominio sobre algunos corredores. Se debe señalar además, que el objetivo estratégico prioritario para la guerrilla en el
norte del Valle es el control del Cañón de Las Garrapatas.
En este panorama, durante el Gobierno del Presidente Álvaro Uribe Vélez, se ha incrementado la presencia de la Fuerza Pública y
de sus operaciones en el norte del Valle, que constituye un avance
notable en la construcción del Estado en esta región. Como objetivos prioritarios, se han establecido la persecución de los narcotraficantes y la recuperación de algunas zonas, estrategias dentro
de los cuales se ha propinado fuertes golpes a las estructuras de
los capos, impactando sus finanzas, su aparato militar, así como
su capacidad de movilidad. Además, ha habido una importante
recuperación del territorio, interrumpiendo algunos corredores,
desmantelando campamentos y manteniendo combates contra
los grupos subversivos.
Es posible afirmar entonces que las estructuras de los capos del
Valle vieron en la actualidad aminorada su capacidad delincuencial, sin embargo, sus dos principales cabecillas aún no han sido
capturadas, lo cual se puede explicar por varias razones. A pe-
60
Dinámica reciente de la violencia en el Norte del Valle
sar de sufrir fuertes golpes, conservan capacidad financiera y en
cierta medida militar. Cuentan aún con aparatos armados a su
servicio y alianzas con grupos de autodefensa y se registró la
presencia creciente de organizaciones armadas irregulares, especialmente en el Cañón de las Garrapatas. Además, es relevante mencionar que si bien el Estado ha dado importantes pasos,
recuperando el monopolio de la aplicación de la fuerza, también
es necesario que llegue su institucionalidad, incrementando su
presencia por medio del mejoramientos de las condiciones para
los habitantes de esta región.
61
Plaza principal de Sevilla, Valle del Cauca
Dinámica
reciente de la violencia
en el Norte del Valle
Se terminó de imprimir en julio de 2006,
en los talleres de Impresol Ediciones Ltda.
en papel esmaltado de 115 gramos
y se compuso en la fuente ZapftHumanist
Julio 2006
Dinámica
Dinámica
reciente
de de
la la
violencia
reciente
tradición mafiosa
en el Norte delenValle
el Norte del Valle
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Fotografía: Nicolás Herrera
Diseño e impresión: Impresol Ediciones Ltda.
Fotografía de caratula: Río La Vieja, Valle del Cauca.
Bogotá, julio de 2006
ISBN: 958-18-0316-5
Esta publicación fue financiada por el Gobierno de los Estados Unidos
a través de su Agencia para el Desarrollo Internacional (USAID)-MSD
Colombia. Las opiniones expresadas en esta publicación no representan aquellas de la USAID y/o las del Gobierno de los Estados Unidos
de América.
Dinámica
reciente de la violencia
en el Norte del Valle
Dinámica reciente de la violencia en el Norte del Valle
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