Sentencia núm. 788/2007 de la Sala de lo Penal del Tribunal

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Nº de Recurso:
Nº de Resolución:
Procedimiento:
Ponente:
Tipo de Resolución:
28079120012007100773
Tribunal Supremo. Sala de lo Penal
Madrid
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198/2007
788/2007
PENAL - APELACION PROCEDIMIENTO ABREVIADO
JULIAN ARTEMIO SANCHEZ MELGAR
Sentencia
Voces:
• x JUSTICIA UNIVERSAL x
• x DELITOS CONTRA LOS DERECHOS DE LOS EXTRANJEROS x
• x INMIGRACIÓN CLANDESTINA x
• x TERRITORIALIDAD (LEY PENAL) x
• x PRINCIPIO DE PERSONALIDAD x
Resumen:
Delito contra los derechos de los ciudadanos extranjeros. Jurisdicción universal: cayucos.
SENTENCIA
En la Villa de Madrid, a ocho de Octubre de dos mil siete.
En el recurso de casación por infracción de Ley que ante Nos pende, interpuesto por el MINISTERIO
FISCAL contra Sentencia de 26 de octubre de 2006 de la Sección Sexta de la Audiencia Provincial de Las
Palmas dictada en el Rollo de Sala núm. 7/2006, dimanante del P.A. 22/2006 del Juzgado de Instrucción
núm. 1 de San Bartolomé de Tirajana, seguido por delito contra los derechos de los ciudadanos extranjeros
contra Jesús Carlos , Diego y Paulino ; los componentes de la Sala Segunda del Tribunal Supremo que al
margen se expresan se han constituido para la deliberación, votación y Fallo, bajo la Presidencia del
primero de los indicados y Ponencia del Excmo. Sr. D. JULIÁN SÁNCHEZ MELGAR; siendo parte el
Ministerio Fiscal como recurrente, y como recurridos los acusados Jesús Carlos representado por la
Procuradora Doña Miriam Rodríguez Crespo y defendido por el Letrado D. Juan Jesús Yebes Ballesteros,
Diego representado por la Procuradora Doña María Jesús Bejarano Sánchez y defendido por el Letrado
Don Fernando Yébenes S. Cazador, y Paulino representado por la Procuradora de los Tribunales Doña
Elena Gómez Vidal y defendido por el Letrado Don Isidro Yebenes Gadea.
I. ANTECEDENTES
PRIMERO.- El Juzgado de Instrucción núm. 1 de San Bartolomé de Tirajana incoó P.A. núm. 22/2006
por delito contra los derechos de los ciudadanos extranjeros contra Jesús Carlos , Diego y Paulino , y una
vez concluso se remitió a la Sección Sexta de la Audiencia Provincial de Las Palmas, que con fecha 26 de
octubre de 2006 dictó Sentencia que contiene los siguientes HECHOS PROBADOS:
"Probado y así se declara que el día 10 de mayo de 2006 la embarcación de Salvamento Marítimo
localizó a noventa millas al sur de la isla de Gran Canaria una embarcación tipo cayuco cincuenta y tres
inmigrantes de origen subsahariano a bordo, entre los que se encontraban los acusados Jesús Carlos ,
Diego y Paulino , todos mayores de edad y sin antecedentes penales, siendo embarcados y traslados por le
referida embarcación de salvamento hasta el puerto de Arguineguin en la localidad de Mogán (Las
Palmas)."
SEGUNDO.- La Audiencia de instancia dictó el siguiente pronunciamiento:
"Que debemos declarar y declarmos la FALTA DE JURISDICCIÓN de esta Sala para conocer de los
hechos objeto de acusación, declarando de oficio las costas procesales.
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Se acuerda la inmediata libertad a los acusados Jesús Carlos , Diego y Paulino , poniéndolo en
conocimiento de la Delegación del Gobierno y la Policía Nacional a los efectos oportunos."
TERCERO.- Notificada en forma la anterior resolución a las partes personadas se preparó recurso de
casación por infracción de Ley por el MINISTERIO FISCAL, que se tuvo anunciado; remitiéndose a esta
Sala Segunda del Tribunal Supremo las certificaciones necesarias para su sustanciación y resolución,
formándose el correspondiente Rollo y formalizándose el recurso.
CUARTO.- El recurso de casación formulado por el MINISTERIO FISCAL, se basó en el siguiente
MOTIVO DE CASACIÓN:
1º ' único.- Por infracción de Ley al amparo del artículo 849.1 de la LECrim ., por inaplicación del
artículo 23.1 y, en su caso, del artículo 23.4 h) de la LOPJ (según redacción dada por la LO 3/2005 ) en
relación con el artículo 318 bis 1º del C. penal .
QUINTO.- En el trámite conferido los recurridos impugnaron el recurso.
SEXTO.- Instruidas las partes del recurso interpuesto, la Sala admitió el mismo quedando conclusos
los autos para señalamiento de Fallo cuando por turno correspondiera.
SÉPTIMO.- Hecho el señalamiento para el Fallo se celebraron la votación y deliberación prevenidas
el día 27 de septiembre de 2007.
II. FUNDAMENTOS DE DERECHO
PRIMERO. - La Sección Sexta de la Audiencia Provincial de Las Palmas de Gran Canaria ha
declarado la falta de jurisdicción de dicho Tribunal para conocer de los hechos imputados a los acusados a
Jesús Carlos , Diego y Paulino , detectados a unas 90 millas al sur de la isla de Gran Canaria, cuando
navegaban en una embarcación tipo "cayuco" con cincuenta y tres inmigrantes de origen subsahariano a
bordo, procedentes de la costa africana.
El Tribunal de instancia ha fundado su decisión en que la norma contemplada en el art. 23.4 de la
LOPJ , que establece en nuestro Derecho el principio de jurisdicción universal para determinados delitos, no
es de aplicación al caso, así como tampoco lo son los principios de territorialidad y personalidad.
SEGUNDO. Contra la anterior sentencia, ha recurrido en casación el Ministerio Fiscal que ha
formulado un único motivo, por el cauce procesal del art. 849.1º de la LECrim ., "por inaplicación del art.
23.1 y, en su caso, del art. 23.4 h) de la LOPJ (según redacción dada por L. O. 3/2005 ), en relación con el
art. 318 bis 1º y 3º del C.P .".
Afirma el Ministerio Fiscal que "la inmigración ilegal constituye uno de los problemas más graves que
afronta nuestro país en la actualidad" y que "no parece aceptable entender que España no tiene jurisdicción
en relación con los patrones responsables de las embarcaciones que se dirigen a nuestro país"; y, en este
sentido, dice que, en su opinión, el Tribunal de instancia no presta la debida atención al Protocolo contra el
Tráfico ilícito de Migrantes por Tierra, Mar y Aire y al art. 110 de la Convención de las Naciones Unidas
sobre el Derecho del Mar de 1982 , en el que se prevé el derecho de visita en relación, entre otros
supuestos, con aquellos buques que no tienen nacionalidad (como normalmente son las pateras o cayucos),
pues, de no actuar en tales casos, este tipo de comportamientos quedarían impunes.
TERCERO. El delito contra los derechos de los ciudadanos extranjeros, del artículo 318 bis,
apartados 1º y 3º del Código Penal , que el Ministerio Fiscal imputa a los acusados en esta causa y por el
que solicita la imposición de una pena de prisión de siete años, es un delito de mera actividad que se
consuma por la realización de los actos de promover, favorecer o facilitar el tráfico ilegal o la inmigración
clandestina de personas "desde, en tránsito o con destino a España". La conducta se describe, por tanto, de
forma progresiva: promoción, que equivale a provocación, incitación o procurar su consecución;
favorecimiento, integrado por cualquier acción de ayuda o apoyo al tráfico ilegal; y facilitar, que viene
constituida por la remoción de obstáculos o prestación de medios para hacer posible el tráfico y que, en el
fondo, no es más que una modalidad del favorecimiento. Podríamos decir que cualquier acción prestada al
inicio o durante el desarrollo del ciclo emigratorio o inmigratorio y que auxilie a su realización en condiciones
de ilegalidad está incluida en la conducta típica.
Ahora bien, como consecuencia del abanico de actividades que el tipo penal admite, basta con que
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se promueva, favorezca o facilite por cualquier medio la inmigración clandestina para que se consume el
delito; lo que comporta que es suficiente la participación del infractor en alguna de las múltiples tareas que
convergen para llevar a cabo la acción para cumplir la previsión normativa, por lo que pueden incluirse
conductas tales como la financiación de la operación, la actuación como intermediario, transportista, piloto
de embarcación, o la facilitación de ésta, etc. Ello implica que sea irrelevante que los inmigrantes lleguen a
acceder a la península o islas o no se concluya la operación por causa de intervención de la policía judicial
o por razón de naufragio, por cuanto el delito se consuma por la realización de los actos de promoción,
favorecimiento o facilitación, sin exigir que se consiga llegar clandestinamente a territorio español (v. SSTS
de 5 de febrero de 1998, y de 16 de julio de 2002 ).
Es importante destacar también que el bien jurídico protegido por el artículo 318 bis del Código Penal
está integrado por dos tipos de intereses: el interés general de controlar los flujos migratorios, evitando que
éstos movimientos sean aprovechados por grupos mafiosos de criminalidad organizada, y el interés mediato
de proteger la libertad, seguridad, dignidad y derechos de los emigrantes.
Llegados a este punto, debemos dirigir nuestra mirada hacia el problema relativo a la jurisdicción que
deba conocer de este tipo de conductas descubiertas e interrumpidas en aguas internacionales. Y, a este
respecto, hemos de decir que no nos parecen suficientemente fundadas las razones expuestas por el
Tribunal de instancia para entender que la jurisdicción española carece de legitimidad para ello.
En efecto, si el ejercicio de la jurisdicción penal es una manifestación de la soberanía del Estado,
conforme al principio de territorialidad, a cada Estado le corresponde conocer, en principio, de todos los
hechos delictivos cometidos en su territorio, cualquiera que sea la nacionalidad del sujeto activo del delito y
del bien jurídico protegido (v. art. 23.1 LOPJ y arts. 14 y 15 LECrim .).
Sin embargo, el de territorialidad coexiste con otros principios que permiten perfilar la extensión y los
límites de la jurisdicción española: a) el principio de la matrícula o pabellón, complementario del anterior en
cuanto resulta su prolongación para embarcaciones y aeronaves; y b) el principio real o de protección de los
intereses, que trata de amparar bienes jurídicos propios del Estado, con independencia del lugar en que se
cometa el ataque.
Se basan estos principios en el interés nacional del bien jurídico protegido por el delito, bien se
perpetre éste en el propio territorio, bien lo sea fuera de sus fronteras. Conforme a este principio, el art. 23.3
LOPJ dispone que la jurisdicción española conocerá de los hechos cometidos por españoles o extranjeros
fuera del territorio español cuando sean susceptibles de tipificarse conforme a alguno de los delitos
enumerados en el citado artículo (entre los que no figura el delito contra los derechos de los ciudadanos
extranjeros).
Junto a los principios de territorialidad y el real o de protección de los intereses españoles, también
configura el alcance de la jurisdicción de los tribunales españoles el principio de personalidad o de
nacionalidad, ya que, conforme al mismo, cada ciudadano se halla siempre sometido a la jurisdicción de su
país. Así, la jurisdicción penal española conocerá de los hechos previstos en las leyes penales españolas
como delitos, aunque hayan sido cometidos fuera del territorio nacional, siempre que los criminalmente
responsables fueren españoles o extranjeros que hubieren adquirido la nacionalidad española con
posterioridad a la comisión del hecho, siempre que concurrieren los siguientes requisitos: 1) que el hecho
sea punible en el lugar de ejecución, salvo que, en virtud de un Tratado internacional o de un acto normativo
de una Organización internacional de la que España sea parte, no resulte necesario dicho requisito; 2) que
el agraviado o el Ministerio fiscal denuncien o interpongan querella ante los Tribunales españoles; 3) que el
delincuente no haya sido absuelto, indultado o penado en el extranjero, o, en este último caso, no haya
cumplido la condena. Si sólo la hubiere cumplido en parte, se le tendrá en cuenta para rebajarle
proporcionalmente la que le corresponda (v. art. 23.2 LOPJ , modificado por L. O. 11/1999, de 30.4 ).
El principio de universalidad o de justicia mundial amplía también el ámbito de la jurisdicción
española, en cuanto sirve para la protección de bienes esenciales para la humanidad, reconocidos por
todas las naciones civilizadas, con independencia de la nacionalidad de los partícipes y del lugar de
comisión, en cuanto, en esencia, atiende al conocimiento de los delitos propiamente internacionales. A este
principio responde el art. 23.4 LOPJ , en cuanto determina la competencia de la jurisdicción española para
conocer de los hechos cometidos por españoles o extranjeros, fuera del territorio nacional, cuando sean
susceptibles de tipificarse, según la ley española, como alguno de los siguientes delitos: a) Genocidio; b)
Terrorismo; c) Piratería y apoderamiento ilícito de aeronaves; d) Falsificación de moneda extranjera; e)
Delitos relativos a la prostitución y los de corrupción de menores o incapaces [modificado por L. O. 11/1999,
de 30.4 , ,por la que se han incluido los delitos de corrupción de menores e incapaces]; f) Tráfico ilegal de
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drogas psicotrópicas, tóxicas y estupefacientes; g) Delitos de mutilación femenina (conforme a la L.O.
3/2005, en vigor desde el 10 de julio de 2005 ); y, h) Cualquier otro que, según los tratados o convenios
internacionales, deba ser perseguido en España.
No quedaría debidamente perfilado el ámbito de la jurisdicción española sin aludir al llamado principio
de la justicia supletoria, también denominado del Derecho penal de representación, el cual opera en caso de
inexistencia de solicitud o de no concesión de extradición, al permitir al Estado donde se encuentra el autor,
con aplicación de la Ley penal, juzgarlo. El fundamento de este principio no es otro que el de la progresiva
armonización de las distintas legislaciones como consecuencia de la estructura semejante de los Tratados
internacionales, en cuanto vienen a diseñar unos tipos punibles e imponen normalmente a los Estados la
obligación de introducirlos en sus ordenamientos jurídicos. De ahí que la incorporación de tales tipos
penales en el Derecho interno permita la aplicación en su caso de la regla "aut dedere auto iudicare", si no
se concediere la extradición.
Por consiguiente, si bien es verdad que en congruencia con su correlación con la soberanía, el
principio de territorialidad es el criterio principal, este principio no es un principio absoluto, y existe consenso
en la aceptación del criterio real o de protección de los intereses estatales y de nacionalidad; mientras que
el principio de universalidad vendrá justificado en la medida en que se apoya en una legalidad internacional
preexistente, de carácter convencional o consuetudinario. Por último, el criterio residual del principio de
justicia supletoria, entre los que definen el ámbito de la jurisdicción del Estado, trata de evitar que un hecho
estimado delictivo quede impune, habida cuenta -como ya hemos dicho- que la comunidad tiende a
considerar delictivos las mismas clases de hechos, en el contexto de determinados campos de interés
general.
CUARTO. En referencia ya al caso objeto de la presente causa, hemos de tener en cuenta:
1º/ Que la inmigración ilegal constituye actualmente uno de los problemas más relevantes de la
Comunidad internacional, que de ordinario guarda una relación muy próxima con la denominada
Delincuencia Organizada Transnacional, por lo que ha sido objeto de acuerdos y convenios internacionales
como es el caso de la Convención de 15 de noviembre de 2000 (ratificada por España mediante
Instrumento de 21 de febrero de 2002), BOE. 29.9.2003 (ratificado por instrumento de 21.2.2002, BOE.
10.12.2003), junto con el "Protocolo contra el tráfico ilícito de migrantes por tierra, mar y aire", que
complementa la citada Convención, cuya finalidad no es otra que "promover la cooperación para prevenir y
combatir más eficazmente la delincuencia organizada transnacional" (v. art. 1 de la Convención).
2º/ Que el citado Protocolo establece que "los Estados parte cooperarán en la mayor medida posible
para prevenir y reprimir el tráfico ilícito de migrantes por mar, de conformidad con el derecho internacional
del mar" (v. art. 7 ) y determina que "todo Estado que tenga motivos razonables para sospechar que un
buque está involucrado en el tráfico ilícito de inmigrantes por mar y no posee nacionalidad o se hace pasar
por un buque sin nacionalidad, podrá visitar y registrar el buque. Si se hallan pruebas que confirmen la
sospecha, ese Estado Parte adoptará medidas apropiadas de conformidad con el derecho interno e
internacional, según proceda" (v. art. 8.7 ).
3º/ Que la Convención de las Naciones Unidas sobre Derecho del Mar, hecha en Montego Bay el 10
de diciembre de 1982 (BOE, 14 de febrero de 1997, núm. 39/1997), determina que "la alta mar está abierta
a todos los Estados, sean ribereños o sin litoral", y que "se ejercerá en las condiciones fijadas por esta
Convención y por las otras normas de derecho internacional" (v. art. 87.1 ), precisando que "cada Estado
establecerá los requisitos necesarios para conceder su nacionalidad a los buques, para su inscripción en un
registro en su territorio y para que tengan el derecho a enarbolar su pabellón. Los buques poseerán la
nacionalidad del Estado cuyo pabellón estén autorizados a enarbolar. Ha de existir una relación auténtica
entre el Estado y el buque" (v. art. 91.1 ).
4º/ Que la Convención de Ginebra de 29 de abril de 1958 (BOE de 27 de diciembre de 1971, núm.
309/1971), dice que "se entenderá por "alta mar" la parte del mar no perteneciente al mar territorial ni a las
aguas interiores de un Estado" (v. art. 1 ), y declara que "estando la alta mar abierta a todas las naciones,
ningún Estado podrá pretender legítimamente someter cualquier parte de ella a su soberanía" (v. art. 2 ).
"Todos los Estados, con litoral o sin él, tienen derecho de que naveguen en alta mar los buques que
enarbolen su bandera" (v. art. 4 ). Además, se previene que "el Estado ribereño fomentará la creación y el
mantenimiento de un servicio de búsqueda y salvamento adecuado y eficaz, en relación con la seguridad en
el mar" (v. art. 12.2 ).
De cuanto queda expuesto, se desprende: a) que el derecho de libre navegación por alta mar se
reconoce a los Estados y se ejercerá en las condiciones fijadas por las Convenciones internacionales y
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demás normas de derecho internacional; b) que, entre esas condiciones o exigencias figura la de que los
buques tendrán la nacionalidad del pabellón que estén autorizados a enarbolar, y, en principio, estarán
sometidos, en alta mar, a la jurisdicción exclusiva de dicho Estado ("el buque que navegue bajo los
pabellones de dos o más Estados, utilizándolos a su conveniencia, no podrá ampararse en ninguna de esas
nacionalidades frente a un tercer Estado y podrá ser considerado buque sin nacionalidad" [v. art. 92.2 de la
Convención de las Naciones Unidas sobre Derecho del Mar, hecha en Montego Bay el 10 de diciembre de
1982 ].
En el presente caso, nos encontramos con un buque sin nacionalidad (como de ordinario lo son las
pateras y los cayucos utilizados para este tipo de actividades ilícitas). La navegación con este tipo de
embarcaciones es realmente peligrosa para las personas que las utilizan. En el caso de autos, el Ministerio
Fiscal acusó a los supuestos responsables de la operación abortada de un delito del art. 318 bis, apartados
1º y 3º del Código Penal , por estimar que los ocupantes del cayuco corrían grave riesgo para sus vidas, ya
que carecían tanto de medios de comunicación exterior como de chalecos salvavidas (los medios de
comunicación dan cuenta con no escasa frecuencia de personas que pierden la vida en este tipo de
operaciones), razón por la cual hubo de intervenir una embarcación del Servicio de Salvamento Marítimo
español, que rescató a los inmigrantes y los trasladó a la costa española. Consiguientemente, los presuntos
responsables de la operación de inmigración ilegal quedaron en territorio español, al que, de modo
indudable, se dirigía el cayuco intervenido.
El hecho de la operación de inmigración ilegal organizada para penetrar clandestinamente en territorio
español es patente. Tal conducta constituye un delito grave, al estar penada con prisión de seis a ocho años
(v. art. 318 bis 1º y 3º CP y art. 2 b) de la Convención de Naciones Unidas contra la Delincuencia
Organizada Transnacional, de 15 de noviembre de 2000). La embarcación utilizada carecía de nacionalidad.
No consta que ningún Estado haya reclamado el conocimiento de este hecho. Los presuntos responsables
-al menos una parte de ellos (los que viajaban en el cayuco)- se encontraban en territorio nacional. Existe,
en todo caso, un evidente lazo de conexidad entre el hecho objeto de esta causa y los intereses nacionales.
Concurren, pues, en el presente caso, un conjunto de circunstancias que, de acuerdo con las normas y
principios de Derecho internacional ya expuestos, especialmente el art. 23.4 h) LOPJ . en relación con el art.
8.7 Protocolo contra el tráfico ilícito de migrantes por tierra, mar y aire anteriormente transcrito, dotan de
cobertura a esta atribución jurisdiccional, posibilitan la adopción de medidas conforme al derecho interno,
entre ellas la incoación del oportuno atestado por las Fuerzas de Seguridad, y justifican sobradamente el
conocimiento del presente caso por los Organos jurisdiccionales españoles.
Procede, en conclusión, la estimación del motivo de casación formulado por el Ministerio Fiscal, con
la lógica consecuencia de anular la sentencia recurrida y remitir las actuaciones al Tribunal de que proceden
para que por el mismo se dicte la sentencia que proceda sobre las acciones penales deducidas en la
presente causa por el Ministerio Fiscal.
III. FALLO
Que estimando el recurso de casación formulado por el Ministerio Fiscal, casamos y anulamos la
sentencia recurrida, dictada en esta causa por la Sección Sexta de la Audiencia Provincial de Las Palmas
de Gran Canaria, el veintiséis de octubre de dos mil seis , y declaramos de oficio las costas procesales.
En su consecuencia, declaramos que los hechos denunciados son competencia de la jurisdicción
española; devuélvanse las actuaciones al Tribunal de que proceden para que por el mismo Tribunal que
dictó la resolución recurrida, que anulamos, dicte nueva sentencia sobre las pretensiones deducidas por el
Ministerio Fiscal en sus conclusiones definitivas.
Así por esta nuestra sentencia, que se publicará en la Colección Legislativa lo pronunciamos,
mandamos y firmamos . Joaquín Delgado García Andrés Martínez Arrieta Julián Sánchez Melgar Luciano
Varela Castro Siro Francisco García Pérez
PUBLICACION.- Leida y publicada ha sido la anterior sentencia por el Magistrado Ponente Excmo.
Sr. D Julián Sánchez Melgar , estando celebrando audiencia pública en el día de su fecha la Sala Segunda
del Tribunal Supremo, de lo que como Secretario certifico.
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