Historia y Futuro - Fascículo 7

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UNC 4OO AÑOS
HISTORIA
Y FUTURO
Auspicia:
Córdoba, miércoles 10 de octubre de 2012
capítulo
7
‘60, ‘70
La Universidad
devastada
Sala de las Américas, Pabellón Argentina, Ciudad Universitaria.
Fotografía: Arq. Mariano Faraci.
El mundo que se veía en las calles, las ideas que
circulaban en las aulas, parecían inaugurar un
tiempo de cambios irrefutable. Pero la salvaje
represión que sobrevino los sepultó
en la oscuridad.
La gran polémica
después de los jesuitas
Universitarios para la
patria nueva
Se abren las puertas
de la modernidad
La rebelión de los
hombres libres
Irrupción del peronismo
en la Universidad
UNC 400 AÑOS
HISTORIA Y FUTURO
Miércoles 10 de octubre de 2012
La Universidad
devastada
a década de 1960 llegó
montada en efervescencia:
pasiones e ideas se
contagiaban mutuamente.
Jóvenes y mentes anfitrionas
de pensamiento nuevo
querían cambiar el estado
de las cosas. Pero, a la vez,
como siempre sucede en
estas situaciones, había otros
que no estaban dispuestos a
permitir que nada dejara de
ser como era. La violencia,
entonces, se multiplicaría
hasta desembocar en la noche
más oscura que vivieron los
argentinos.
Con el peronismo prohibido, la
estabilidad política se volvía
una quimera y la democracia
no tenía entidad. Así, en 1962,
los militares derrocaron al
gobierno de Arturo Frondizi y
asumió su vicepresidente, José
María Guido, quien aceptó
todas las imposiciones de los
militares golpistas y cumplió
sus órdenes: clausuró el
Congreso, volvió a proscribir
al peronismo, intervino todas
las provincias y designó a un
equipo económico que incluía
a figuras como Federico Pinedo
y José Alfredo Martínez de
Hoz.
El hecho fue condenado por
la Federación Universitaria
Argentina, pero días peores
aún estaban por venir. Y
eso sucedió con el próximo
golpe de Estado, el que en
1966 derrocó a Arturo Illia,
quien había asumido en 1963,
y se instauró la dictadura
encabezada por el general
Juan Carlos Onganía. El
impacto en las aulas y en
la vida universitaria de la
dictadura y la gestión de
sus ministros de Educación
(Carlos María Gelly y Obes
hasta el 67 y José Mariano
Astigueta, entre el 67 y el 69)
sería estremecedor.
Todas las universidades del
país fueron intervenidas y
los intentos de resistencia
fueron enfrentados por
graves episodios de represión
violenta, como el que sucedió
en la Facultad de Ingeniería
de la Universidad de Buenos
Aires, que pasó a la historia
como La Noche de los Bastones
Largos.
El clima de asfixia iría
en aumento y depararía
nefastas consecuencias. Por
el lado de los estudiantes,
sus organizaciones fueron
disueltas y se prohibió
cualquier tipo de militancia
política en las universidades.
Por el lado de los docentes,
la sangría fue tremenda. La
persecución ideológica se
materializó en largas listas
de profesores cesanteados (en
la Facultad de Arquitectura y
Urbanismo de la UNC, fueron
echados 26 profesores, entre
ellos el decano, Bernardino
Taranto, y el entonces
exdecano, Luis Rébora). En
el Instituto de Matemática,
Astronomía y Física, la Noche
de los Bastones generó la
protesta de un grupo de nueve
docentes que culminó con la
suspensión de cuatro titulares
y ocho jefes de trabajos
prácticos y la separación del
cargo del Vicedirector, la que
significó el despido de la mitad
del plantel docente. Mientras
que la intensa presión y la falta
de libertades en el resto de las
unidades académicas hicieron
que muchos eligieran irse de
las casas de altos estudios.
Se estima que los académicos
que renunciaron y se fueron a
buscar un horizonte al exterior
sumaron varios cientos. Así,
no sólo se desmantelaron
los cuerpos docentes de las
carreras, sino algunos de los
equipos de investigaciones más
desarrollados en ese momento,
inteligencia científica que fue
aprovechada por otros países.
Frente a este cuadro de
situación, el estudiantado
reaccionó con protestas cada
vez más intensas, aunque
también la represión se
endurecía más y más. En
agosto de 1966, las autoridades
de facto cerraron el Comedor
Universitario y los alumnos
comenzaron una huelga que
encontró apoyo en sindicatos
que ayudaron a organizar ollas
populares.
Los estudiantes protestaron
en las calles contra el cierre
del comedor y también por la
cesantía de docentes y la falta
de libertad en las cátedras,
entre otros reclamos que
retrataban la prepotencia de
una dictadura que abría una
zanja cada vez más profunda
en la sociedad y que haría
reaccionar a las multitudes.
La sangre de Pampillón
Pero antes estuvo la sangre en
el asfalto. El 7 de septiembre
La UNC durante la dictadura de Onganía
Por Emilse Pons (*)
de 1966, los estudiantes,
convocados por la FUC se
reunieron en asamblea en la
plaza Colón. Había qué decidir
respecto de la huelga que se
sostenía desde hacía varios
días. Era de noche y la Policía
de la Provincia acechaba para
impedir la asamblea, hasta
que se desató la represión
y una batalla desigual se
propagó hasta por 20 cuadras.
Sobre la avenida Colón casi
llegando a Tucumán, frente a
la galería Cinerama, un policía
le descerrajó tres tiros en la
cabeza a un estudiante. Era
Santiago Pampillón, alumno
de la Universidad Tecnológica
Regional Córdoba y también
obrero de IKA-Renault. Murió
cinco días después en el
Hospital de Urgencias y su
nombre se inscribió como uno
de los primeros de una larga
lista de víctimas de aquellos
años bravíos.
La dictadura encabezada por
Onganía encontró, dos años y
medio después, el comienzo de
su final en esas mismas calles
del corazón de la Argentina,
cuando el 29 de mayo de 1969
los obreros acompañados por
los estudiantes escribirían uno
de los grandes capítulos de
la memoria de la resistencia
popular argentina: el
Cordobazo.
Pero lo que parecía ser una
aurora, resultó un resplandor
que terminó por apagarse poco
después de manera abrupta.
Comenzaron los años ’70, la
militancia ardía en las calles y
en las aulas de la Universidad,
y nada parecía más importante
que resolver la liberación en
la hora del pueblo, mientras se
daban pasos en esa dirección.
Por ejemplo, en la Facultad
de Filosofía de la UNC se
estableció un cogobierno de
profesores y estudiantes, en
pie de igualdad.
Los docentes, a la vez, se
proponían agremiarse para
defenderse de los ataques
laborales y de la censura.
Sin embargo, los golpes
regresaron demasiado pronto.
Y cada vez serían más fuertes.
La gestión del nuevo ministro
de Educación de la Nación,
Oscar Ivanissevich, quien
asumió en los últimos días de
vida de Perón, colaboró para
que la represión, las cesantías
y la sangre volvieran a los días
de la Universidad.
Hasta que la noche se hizo
larga, espesa y clandestina con
la llegada de la más feroz de
las dictaduras vividas en este
suelo.
Pero la intensidad de los
sueños, de la resistencia,
de la creatividad y de la
imaginación no sería del todo
sepultada
El rectorado (tras un breve período de
Ernesto Gavier al frente del mismo) estuvo
ocupado por Rogelio Nores Martínez,
miembro de una tradicional familia de la
elite cordobesa. El nuevo Rector poseía
vasta actuación en los medios políticos y
educacionales, y fue interventor de Córdoba
durante el gobierno del Dr. José María
Guido. Rogelio Nores Martínez era por ese
entonces copropietario del diario católico
“Los Principios”, uno de los diarios más
antiguos de la provincia, respaldado por el
arzobispado local; a su vez era presidente
de la Asociación Cristiana de Dirigentes de
Empresas.
El pensamiento y las futuras líneas de acción
del nuevo Rector despertaron profundo
recelo en la mayor parte del estudiantado;
así lo manifestaba en un comunicado la
Federación Universitaria de Córdoba (FUC)
ante la designación del nuevo Rector y
refiriéndose también a su antecesor, Ernesto
Gavier.
“...Pasará a la página negra de la historia
universitaria como ha pasado aquel
candidato de la oligarquía para el mismo
cargo que se llamó Nores Martínez y que la
Reforma Universitaria de 1918 repudió... no
es casual que en 1967 ocupe el rectorado el
ingeniero Rogelio Nores Martínez, integrante
de la más rancia oligarquía cordobesa, ex
interventor al servicio de los monopolistas,
defensor de los principios más odiosos a
través del diario de su familia, administrador
de los bienes escolásticos...”
Evidentemente, la figura e historia del Rector
y su familia no resultaban desconocidas
para el movimiento estudiantil cordobés.
Efectivamente, el padre de la nueva
autoridad universitaria, Antonio Nores,
ocupaba el rectorado allá por 1918 cuando
se producía en Córdoba la Reforma
Universitaria.
A su vez, la extracción social del Rector es
claramente identificable para el movimiento
estudiantil ya que lo adscriben directamente
al círculo de la “más rancia oligarquía
cordobesa” y esta pertenencia a un grupo de
elite lo hace más fácilmente repudiable, a lo
cual se suma su pretensión de homogeneizar
ideológica y políticamente a la sociedad,
constituyendo el antecedente más directo
el decreto 4897, cuando el interventor
de la provincia de Córdoba en el período
1962-1963 dispone la “limpieza ideológica”
(limpieza de comunistas) tanto de la
docencia como de la administración pública.
Será el propio Nores Martínez el encargado
de ejecutar en la Universidad Nacional
de Córdoba la nueva ley universitaria Nº
17245 promulgada en abril de 1967, que
implicaba la puesta en marcha de un
proceso regresivo y limitacionista en las
casas de altos estudios: cursos de ingreso
limitativos, supresión de turnos de examen,
eliminación de turnos y horarios apropiados
para quienes estudian y trabajan, obligación
de rendir una materia por año so pena de
perder la condición de alumno regular,
implantación del pago de aranceles y clases
obligatorias, reforzamiento y surgimiento de
nuevas cátedras filtro en la mayoría de las
facultades, número tope de aplazos como
condición de permanencia en las carreras,
aumento de la cuota de pago por exámenes
aplazados, amenaza de arancelamiento para
el ingreso. Será la lucha por la derogación de
esta ley limitacionista el principal eje de la
lucha estudiantil estrictamente universitaria.
(*) Prof. y Lic. en Historia UNC. Becaria
CONICET. CEA.
Fragmento del trabajo “El fracaso del proyecto
autoritario en Córdoba y la eclosión de la movilización
popular (1966-1973). Publicado en “Córdoba
Bicentenaria: claves de una historia contemporánea”
Editorial de la UNC, 2010.
Miércoles 10 de otubre de 2012
la universidad
devastada
L
UNC 400 AÑOS
HISTORIA Y FUTURO
Década de 1960 y parte de la de 1970
La muerte del estudiante Santiago Pampillón se convertiría en
símbolo de la etapa abierta en el país tras el golpe militar del 28
de junio de 1966.
UNC 400 AÑOS
HISTORIA Y FUTURO
Miércoles 10 de octubre de 2012
L
os procesos
democratizadores de la
década de 1960 comenzaron a
plantear un sentido liberador
de los pueblos frente a los
restos de colonialismo, de
los oprimidos frente a los
opresores, reparador de las
desigualdades sociales y de
género y que cuestionaba las
jerarquías establecidas. La
revolución cubana, al igual que
otros procesos y movimientos
contestatarios, aparecía como
un camino de liberación
posible.
En ese marco, ¿bastaba
con restringir en las
universidades la lucha por la
democracia a la demanda de
cogobierno universitario o,
en cambio, debía extenderse
a la democratización
de la sociedad? Estas y
otras cuestiones fueron
ocupando cada vez más
lugar en las preocupaciones
de los universitarios y
dividiendo las aguas en
su interior. En especial
porque con el presidente
Arturo Frondizi, si bien el
régimen político se alejaba
de una democracia plena, se
restituyeron los canales para
la movilización y expresión
de los conflictos sociales y
de clase, al normalizarse las
organizaciones sindicales
y reconfigurarse el campo
universitario e intelectual
como un espacio abierto y
plural.
En lo que se refiere a Córdoba,
la ciudad creció notablemente
al compás de la radicación de
las empresas automotrices
Fiat e IKA, instaladas entre
1955 y 1956, acompañada del
surgimiento de un particular
sindicalismo, combativo,
antiburocrático y autónomo
de las dirigencias nacionales.
De este modo, la sociedad
cordobesa se complejizó y
comenzó a construir una
trama que se convertiría en
explosiva hacia el final de la
década. Sin embargo, para
comprender la participación
en ella de los universitarios,
se hace necesario considerar
el escenario sobre el que se
asentó el golpe militar de 1966,
que derrocó al presidente
radical Arturo Illia. En efecto,
además de los derivados del
Durante la dictadura
de Onganía se dictó la
ley 16.912, que no sólo
sustituyó el cogobierno
sino también el
funcionamiento
de los órganos
colegiados; quedaron
sólo las autoridades
unipersonales a cargo
de la gestión de las
casas de estudio.
funcionamiento del cogobierno
universitario, los estudiantes
gozaban de otros derechos
durante los años previos a
la Revolución Argentina,
tales como una educación
completamente gratuita,
atención médica universitaria,
servicios alimentarios en el
comedor universitario, becas
de ayuda económica para
estudiantes con hijos, entre
otros, así como el derecho al
disenso y debate de diferentes
posturas teóricas y políticas,
que se consideraban debían ser
promovidas y garantizadas por
sus autoridades. En cambio, el gobierno
militar apenas asumido dictó
la ley 16.912, que no sólo
sustituyó el cogobierno sino
también el funcionamiento
de los órganos colegiados y
quedaron sólo las autoridades
unipersonales (rectores,
presidentes, decanos) a cargo
de la gestión de las casas
de estudio. La movilización
no se hizo esperar en todo
el país. En Córdoba, los
distintos sectores estudiantiles
respondieron con acciones
de protesta; el integralismo
inició una huelga de hambre
en la iglesia Cristo Obrero;
el local de la FUC en Barrio
Clínicas y el comedor de la
Ciudad Universitaria fueron
los ámbitos de conformación
de la naciente Mesa
Coordinadora Estudiantil.
Esta declaró una huelga por
tiempo indeterminado el 22 de
agosto de 1966, que terminaría
extendiéndose hasta
diciembre. La movilización
incluyó distintas acciones,
entre ellas una manifestación
el 7 de septiembre en la que
resultó herido por la policía
el estudiante mendocino de
ingeniería (UTN) y trabajador
de la industria automotriz
Santiago Pampillón, quien
murió el 12 de ese mes.
Dado que el estudiante era
también afiliado al Smata,
hubo pronunciamientos de
distintos gremios locales;
la CGT Regional resolvió
repudiar la represión policial
y realizar el 9 de septiembre
un paro general de una hora
por turno. El día de la muerte
de Pampillón, los homenajes
fueron numerosos. Pero
también otros miembros de
la comunidad universitaria
tomaron posición frente a la
dictadura de Onganía. Más
En la UNC se conformó
la Mesa Coordinadora
Estudiantil, integrada
por distintas fuerzas,
que declaró una huelga
que se mantuvo durante
el segundo semestre
de 1966, en oposición
a la restricción de
la autonomía y el
cogobierno por parte de
la dictadura.
el acercamiento cuajara
en torno de dirigentes
sindicales que, como
Raimundo Ongaro y Agustín
Tosco, su­pieron aglutinar
las fuerzas populares. Ese
acercamiento encontró una
estructura vehiculizadora
al crearse en 1968 la “CGT
de los Argentinos”. Esa
central obrera se convirtió
en un espacio de confluencia
y articulación de distintos
sectores, intelectuales,
estudiantiles, trabajadores,
eclesiásticos, que querían
terminar con la dictadura
y propiciar un cambio del
sistema. Fue así que, en el
marco de la movilización
Sársfield. El 27 se realizaron
asambleas estudiantiles
en todas las facultades y se
resolvió adherir al paro. El 28,
los dirigentes sindicales y la
Coordinación del Movimiento
Estudiantil por Facultades
se reunieron en la sede del
Sindicato de Luz y Fuerza a fin
de coordinar la protesta. Las
acciones planificadas como
protesta obrero-estudiantil
devinieron en rebelión popular
e insurrección urbana, que
pasó a la historia como
“Cordobazo”. Sin duda, esa
protesta no hubiera sido tal
sin el masivo acompañamiento
estudiantil en la lucha
callejera. Son innumerables los
relatos que hacen referencia
a esos hechos, a la resistencia
sostenida en el barrio
Clínicas, a sus estrategias
de comunicación, a la ayuda
brindada a los manifestantes
por los vecinos de ese y
otros barrios, a las acciones
de mujeres que proveían
elementos para mantener
las fogatas callejeras, que
mostraban la existencia de
redes de solidaridad y de
acción que no surgieron
allí pero que, sin duda, se
fortalecerían y, en otros casos,
cambiarían de sentido a partir
de entonces.
En efecto, lo que terminó
deviniendo en el “Cordobazo”
reunía muchos elementos de
continuidad pero también
de expresión y reunión, la
libertad de los encarcelados y
condenados y la disolución de
los tribunales militares que
los habían juzgado. Cuando
el 8 de junio se reiniciaron
las clases, la Coordinadora
Estudiantil en Lucha fijó los
objetivos a seguir: “Por una
Universidad abierta al pueblo
y al servicio de los intereses
nacionales, por la solidaridad
activa y combatiente en las
luchas estudiantiles con el
movimiento obrero y por el
apoyo de los cinco puntos
propuestos por la CGT de los
Argentinos”.
Las cosas ya no serían
iguales. Lo ocurrido aceleró
los tiempos, agudizó la
imaginación, llevó a innovar
en la confrontación, a definir
posiciones y distintas opciones
donde, sin embargo, la idea
de la revolución se instaló
con fuerza en el imaginario
colectivo, abriendo prepotente
la nueva década
En mayo de 1969 los
dirigentes sindicales
y la Coordinación del
Movimiento Estudiantil
por Facultades de
la UNC planificaron
la protesta obreroestudiantil que devino
en rebelión popular e
insurrección urbana y
pasó a la historia como
“Cordobazo”.
de ruptura, anticipando
algunos de los cambios que
se avecinaban. Más allá de la
represión, de los muertos y
de los detenidos, lo ocurrido
el 29 y 30 de mayo de 1969 se
condensó como convicción
de que se podía, a través de la
acción, modificar el orden de
cosas. Esto sirvió, entonces,
para abrir un ciclo de protesta
que fue sumando a distintos
actores. Ese contenido de
apertura fue percibido por sus
participantes, que llamaban
no sólo a continuar la lucha
sino también a profundizarla.
La FUC dio un comunicado en
el que “exigía” la reapertura
de la Universidad y la libertad
Miércoles 10 de otubre de 2012
Por Mónica Gordillo (*)
iniciada a nivel nacional
al vencerse el plazo para
el congelamiento salarial
establecido por el Ministro de
Economía Adalbert Krieger
Vasena, el protagonismo de
los gremios de Córdoba adoptó
notas particulares.
El 15 de mayo de 1969, una
huelga estudiantil en la
Universidad del Nor­deste,
Corrientes, en contra
de la privatización del
comedor universitario, fue
violentamente reprimida, con
el saldo del estudiante Juan
J. Cabral muerto y varios
heridos. Los acontecimientos
de Corrientes fueron la chispa
de una protesta estudiantil
nacional. En efecto, cuando
en la marcha de repudio a
lo acontecido fue muerto en
Rosario el estudiante Adolfo
Bello, cesaron las actividades
en todas las universidades
nacionales. El 21 de mayo, un
nuevo acto en Córdoba fue
violentamente repri­mido y
resultó herida una estudiante,
Elba Rosa Canelo, al estallarle
una granada de gas en la cara,
lo que le provocó la pérdida
de un ojo. La FUA llamó a
un paro por 48 horas para
el 23 del mismo mes, al que
adhirieron varios colegios de
enseñanza media y la Unión
de Estudiantes Secundarios
(UES). El 24, la Mesa
Coordinadora Estudiantil
exigió la reapertura de
la Universidad, que se
concretó el 26 de mayo con
intensos debates en las aulas.
Otros actores también se
pronunciaron. La Asociación
de Docentes y Graduados
Universitarios (Adgu) de la
UNC publicó una declaración
para repudiar la represión y
solicitar la libertad de reunión
y expresión. Asimismo, un
numeroso grupo de docentes
de la Facultad de Arquitectura
elevó una nota pública al
rector en la que destacaban
que la Universidad necesitaba
plena libertad y participación
de todos los sectores.
Entre tanto, las presiones de
las provincias impulsaron
a las dos CGT nacionales a
coordinar un paro general de
24 horas para el 30 de mayo. En
Córdoba, se aprobó iniciarlo el
29, con abandono del trabajo a
las 10 de la mañana, y extender
la protesta también al 30, en
adhesión al paro nacional.
Sería, además, un paro activo,
con movilización hacia el
centro de la ciudad, para
confluir en un gran acto frente
al local de la CGT, ubicado
entonces en la segunda
cuadra de la avenida Vélez
(*) Doctora en Historia,
investigadora del CONICET y
profesora titular de Historia
Argentina Contemporánea UNC.
UNC 400 AÑOS
HISTORIA Y FUTURO
La “Revolución
Argentina”,
Pampillón y
después….
de 70 docentes de la Facultad
de Filosofía, docentes del
Instituto de Matemáticas,
Astronomía y Física (Imaf,
hoy Famaf), egresados de la
Facultad de Derecho, personal
del Centro Universitario
Tecnológico, entre muchos
otros, se pronunciaron contra
la ley 16.912, condenaron
la represión ejercida y
destacaron que sólo concebían
a la Universidad sobre la base
de la libertad académica e
ideológica.
La ley N° 17.245, dictada en
1967, ratificó la pérdida de la
autonomía universitaria y
la disolución del cogobierno
tripartito, ya que preveía el
funcionamiento de consejos
académicos en las facultades
pero compuestos sólo por
el decano y siete consejeros
docentes. En cuanto al régimen
de enseñanza, se impuso el
examen de ingreso, al igual
que una serie de controles del
tipo de alumno activo y límites
a la gratuidad de la enseñanza,
dado que se fijaba un mínimo
anual de materias que debían
aprobarse para mantener
ese derecho. Asimismo,
se prohibía a los alumnos
cualquier tipo de actividad
política.
La adhesión estudiantilobrera empezó a manifestarse
tempranamente. Pero la
política de Onganía creó
las condiciones para que
La formación de los arquitectos a debate
LA EXPERIENCIA DEL Taller Total
Los ´60:
experiencias
formativas
en la FFyH
Por Mgter. Nora Zoila Lamfri
M
UNC 400 AÑOS
HISTORIA Y FUTURO
os ‘60 fueron años
especialmente
prometedores en la vida
universitaria. Inauguran un
tiempo de cierta estabilización
para los ideales reformistas
y para las disciplinas
humanísticas en general, en
la ya establecida Facultad
de Filosofía y Humanidades
(FFyH) en la Ciudad
Universitaria, que dejaba
atrás la vieja casa de avenida
General Paz 120.
Todavía no había suturado la
herida histórica de un proceso
de mutuas exclusiones de la
vida institucional, configurada
entre el momento fundacional
de la Facultad, en 1946, durante
el peronismo, y la intervención
universitaria pasada la autodenominada “Revolución
Libertadora”, en 1955, tiempo
de “revancha” y de un antiperonismo unificador de
diferencias en la Facultad.
Con esa compleja historia
como telón de fondo, tiene
lugar en aquellos ‘60 una
impronta “refundacional”,
la que se percibe como una
apuesta colectiva por la
modernización y la excelencia
académica y de recuperación
del ideario reformista:
autonomía universitaria,
cogobierno docenteestudiantil, articulación de la
Universidad con los problemas
de sus contextos y su tiempo
histórico y las políticas
de acceso a la cátedra por
concursos universitarios.
También variaron ciertas
condiciones estructurales,
como la ampliación
progresiva de la matrícula,
y se abrió un proceso de redefinición de los planes de
estudios, que comienzan a
mostrar nuevas identidades
formativas, de la mano de
los maestros fundacionales
de las disciplinas. Hacia
1957 –y como consecuencia
de acuerdos colegiados
entre decanos interventores
de facultades de Filosofía,
Letras y Humanidades de
todo el país– se conformaron
comisiones de profesores y
estudiantes que produjeron
nuevas propuestas de planes,
con la meta fundamental de
su flexibilización: planes
abiertos, con sistemas
de correlatividades,
diversificación de materias
con optativas y electivas,
y exigencia de un idioma
moderno para la obtención de
un título universitario, entre
otros cambios.
La dimensión política no
estuvo ausente en estas
definiciones: se cifraban
por entonces esperanzas en
cambios que debían remover
las formas denominadas
“escolásticas” de comprensión
de los estudios universitarios,
cuyos planes habían mostrado
las determinaciones de
políticas gubernamentales;
por ejemplo, la inclusión de la
asignatura Doctrina Nacional
durante el peronismo,
ampliamente cuestionada
por los sectores ahora
hegemónicos.
Aun con contradicciones
profundas, los ‘60 fueron
años en los que se observa
un proceso de ampliación
de fronteras intelectuales a
los desarrollos filosóficos,
historiográficos, literarios,
psicológicos y pedagógicos
observados en Francia, Italia,
Alemania, España, EE.UU. y
también en Latinoamérica.
Para ejemplificar, coexistieron
perspectivas como la
historia de la Escuela de los
Anales en el estudio de la
historia y la historia de la
educación; las corrientes
pedagógicas escolanovistas y
el normalismo en el estudio de
la didáctica; la impronta del
idealismo alemán, el marxismo
y la inspiración cristiana
en la filosofía. Convivieron
también la sociología
funcionalista y la psicología
experimental estadounidenses
dominantes, con una
perspectiva sociológica
humanista, incipientemente el
psicoanálisis, y el acento de la
literatura latinoamericana.
En el plano institucional, fue
propósito construir prestigio
académico a través de la
creación del Departamento de
Publicaciones de la Facultad y
la proyección de los institutos
al medio local, nacional e
internacional.
Para los “aspirantes a
intelectuales”, la cátedra fue
un lugar de formación a través
de ayudantías y adscripciones,
y se configuró una serie
de condiciones que dieron
identidad al estudiantado
(por ejemplo, ser de tiempo
completo, el cursado semestral
o la condición de alumno
libre).
Pero el curriculum no sólo
remitía al plan de estudios y
las formas de organización
del cursado descripto. Fueron
años de novedosas formas
de sociabilidad para las
generaciones que empezaban
a formarse, muchos recién
llegados del interior. En un
clima de época de creciente
politización, se despliegan
múltiples espacios formativos
en la Capital y en la Ciudad
Universitaria, lugares de
encuentro de alta familiaridad;
ciudad pedagógica, que
habilitaba el sentido lúdico
y político de “cazar ideas al
vuelo”, en sus calles, en sus
cines, en sus bares.
Así, las referencias también
se encontraron más allá de
los académicos; variopintos,
como decíamos, en sus
posiciones ideológicas. Fueron
modelos formativos también
la intelectualidad crítica,
de raigambre marxista,
emergente en distintos
espacios disciplinarios y fuera
de la institución universitaria.
Encuentran un lugar
destacado referentes como José
María Aricó y el grupo Pasado
y Presente, maestros paralelos
que abren un encuentro con
la tradición marxista crítica
de las ortodoxias, o referentes
del Centro de Estudiantes de la
Facultad.
Estudiantes y profesores
sufrieron de modo diferencial
el fuerte proceso político que
atravesó el país, la Universidad
y la Facultad de Filosofía y
Humanidades a raíz del nuevo
golpe de Estado de 1966, ahora
autodenominada “Revolución
Argentina”, “evento crítico”
que inauguró un nuevo
clivaje institucional, unificó
sujetos y estrategias y generó
también desencuentros y hasta
excluyentes discrepancias.
Después de ese quiebre
institucional, con varios
profesores exonerados y otros
que partían en solidaridad,
se fue produciendo un
resquebrajamiento progresivo
del Onganiato, al ritmo de
la deslegitimación política y
moral del orden autoritario,
con el Cordobazo, que fue
movilizando el retorno a la
academia; la construcción
de una voluntad política de
ocupar lugares institucionales
en las cátedras, y la proyección
de nuevos planes de estudios,
connotados ya con las
perspectivas crítico-políticas
dominantes en los ‘70, y la
emergencia de una nueva
generación de estudiantes,
resistente a toda autoridad.
De ello es un indicador la
valorización de la “cátedra
paralela”, como forma abierta
de contestación a las que
ahora pasaban a ser nuevas
tradiciones
(*) Prof. Titular FFyH. Doctora en
Investigación Educativa
Sociales– aportaban a la
resolución de los problemas
planteados. Implicó también
una concepción participativa
de toma de decisiones que
–desde la gestación misma
de la propuesta– supuso una
fuerte democratización de las
prácticas académicas, a pesar
de un contexto cada vez más
restrictivo.
La generación de acuerdos y
consensos amplios aparecía
como estrategia privilegiada
para legitimar las decisiones
de cambio en la institución.
Partiendo de concebir a
la arquitectura como una
práctica social situada,
introdujo en la FAU la
necesidad de replantear
críticamente el rol del
arquitecto, la concepción
de la arquitectura que lo
determinaba y la misión que la
institución universitaria debía
cumplir de cara a la sociedad.
Su potencialidad crítica
articulaba la generación y
transmisión de conocimientos
–en clave interdisciplinaria–
con la interrogación por
las desigualdades sociales,
desde una perspectiva
latinoamericana y nacional,
sensible a problemas sociales
escasamente abordados en las
propuestas más tradicionales
de formación de los
arquitectos.
El Taller Total fue concebido
y puesto en marcha en un
complejo contexto históricopolítico, social y cultural.
Nos referimos a la Córdoba
de fines de la década de 1960 y
principios de los ’70, signada
por la dictadura militar. La
experiencia no estuvo exenta
de contradicciones y mostró
inequívocos síntomas de
temprano desgaste.
Contra la consolidación de
la propuesta, conspiraron
dos tiempos: el escaso tiempo
cronológico que duró y los
tiempos políticos en que
se desarrolló. Finalmente,
en marzo de 1976, con
una facultad diezmada e
intervenida, se daba por
concluida la experiencia
(*) Centro de Investigaciones FFyH.
La militancia en los ’70
Por Norma San Nicolás (*)
E
n la década de 1970, se
expresaron con mayor
virulencia los cambios que se
venían perfilando desde años
anteriores en Argentina y en
muchos países de América
latina y el Caribe, incluyendo
las repercusiones que tuvo el
“Mayo Francés”, de 1968.
La juventud, con activo
protagonismo, hizo un camino
nuevo, asumiendo las propias
realidades políticas, sociales
y culturales, en las que volcó
su ímpetu, en un aporte
fundamental junto a otros
actores, en especial la clase
trabajadora.
Los violentos cambios políticos
en nuestro país se instauraron
para desarticular el Estado de
bienestar que durante 10 años
llevó adelante el justicialismo
y combatir la fuerza
organizada de los trabajadores.
Esto se profundizó con el
golpe de Estado de 1966 del
general Juan Carlos Onganía
y las medidas que se tomaron
para concentrar la economía
al servicio de los monopolios
extranjeros. Salvo el breve
interregno de los gobiernos de
Arturo Frondizi e Arturo Illia,
la juventud argentina nunca
tuvo experiencia real de la
democracia.
Era claro que se expresaban
en forma antagónica dos
proyectos de país: uno,
heredero de la vieja oligarquía
con un país para pocos. Otro,
más amplio, integrador y
participativo, cuya última
expresión institucional había
sido el peronismo.
Si a esto añadimos las
repercusiones de las
experiencias en esos
años, principalmente con
la revolución cubana en
1959 y algunos procesos
liberacionistas en Asia y
África, es fácil entender el
fervor militante que se expresó
en la juventud de fines de los
‘60 y principios de los ‘70. No
menor fue la influencia, para
países con honda tradición
religiosa, de la vertiente del
cristianismo que se potenció
con la aparición de la Teología
de la Liberación, en 1972.
Esta mixtura de cristianismo,
peronismo y marxismo fue la
nueva configuración ideológica
y política que dinamizó el
proceso en nuestro país,
donde la proscripción del
peronismo y el consecuente
reclamo por el retorno de
Juan Perón se conjugaban con
las reivindicaciones obreras
y estudiantiles avasalladas
por las sucesivas dictaduras
militares.
Pertenecer a esa generación
La década de 1970 ha
quedado marcada como la
del protagonismo político
de la juventud. Ninguna
otra experiencia colectiva
de participación en nuestra
historia ha contado con la
masividad de los jóvenes en
el involucramiento político.
La especial sensibilidad
propia de esta etapa etaria y
su característico impulso a la
rebeldía contra lo establecido,
quizá sean las principales
condiciones subjetivas de este
fenómeno.
La generación de los ‘70
asumió con responsabilidad
y colectivamente los
conflictos de su época,
buscando transformar las
estructuras de injusticia
del sistema capitalista y
apostando a la construcción
de un modelo socialista
con las características
propias de la identidad
latinoamericana. En ese
camino colectivo, era necesaria
también la revolución, para
transformarse en “hombres
nuevos”. Eso se desarrollaba
en la propia práctica política,
con tiempo completo para la
militancia, con generosidad y
solidaridad entre militantes
que abarcaba todos los
aspectos de la vida, tanto en lo
personal como en lo político.
No se trataba de fabricar
héroes, pero sí de ser exigentes
para responder mejor a las
necesidades colectivas. Esta
era la dimensión amorosa de la
revolución.
Este modelo de militancia
fue el resultado de procesos
personales y colectivos
incompletos, siempre
perfectibles, fruto de
convicciones que fueron
asentándose sobre las
necesidades de profundos
cambios. Una militancia
inspirada en el ejemplo
de los mayores y en los
conmovedores testimonios
de los viejos peronistas que
contagiaban su experiencia y
su mística. También de líderes,
referentes fuertes, como Jesús,
el Che, Perón, Evita, Mao,
Marx o Lenin.
¿En que consistían las
prácticas políticas? Eran
diversas según el lugar de
inserción en lo estudiantil,
lo gremial o lo territorial.
En esos ámbitos, había que
contribuir a la concientización
y a la organización para
mejorar la calidad de la
lucha. Estructurados en
agrupaciones, debían
estas fortalecerse con la
incorporación de nuevos
compañeros. Allí se debatían
las políticas más adecuadas
para cada sector y también
se leía y estudiaba para la
formación política. Aunque
existiese buen nivel de
coincidencias, no siempre las
visiones eran homogéneas.
Las contradicciones no sólo se
veían entre grupos de diversa
procedencia sino también
al interior de los mismos.
Pero las discusiones eran
superadas por la realidad que,
en definitiva, resultaba el mejor
modo de saldar las diferencias.
Un duro y difícil aprendizaje
que también deberán recorrer
los jóvenes de este siglo para
aportar con generosidad a
una sociedad más justa, libre,
solidaria y soberana
(*) Prof. Asistente. Escuela de
Archivología, FFyH.
Miércoles 10 de otubre de 2012
Miércoles 10 de octubre de 2012
L
trabajo, con integrantes de
todos los años de la carrera.
Esta organización pedagógicoinstitucional redefinió la
concepción del aprendizaje y
de la enseñanza. Se promovió
la búsqueda de nuevas formas
de acceso y construcción del
conocimiento, basadas en
una discusión estructurada
en torno de problemas, en
donde enseñar y aprender
serían roles intercambiables.
En cada año lectivo, se
definía una problemática
única –arquitectura para
la salud, arquitectura para
la vivienda social, etc.– en
la que todos los talleres
trabajaban con distintos
niveles de profundidad. En
cada uno, las distintas áreas
de conocimiento –entre las
que se incorporaban por
primera vez las Ciencias
UNC 400 AÑOS
HISTORIA Y FUTURO
Prof. Adela Coria*
encionar el Taller
Total aún hoy concita
adhesiones y rechazos
encendidos, que remiten
a una discusión profunda
sobre la función social de
la arquitectura y sobre la
formación de los arquitectos.
Se trató de un cambio en el
plan de estudios de la carrera,
implementado en la Facultad
de Arquitectura y Urbanismo
–hoy Faudi– de la Universidad
Nacional de Córdoba entre
1970 y 1975. Fue una propuesta
fundada en la interdisciplina
y la construcción colectiva
y participativa de
conocimientos, que dejó
sin efecto la organización
por cátedras y asignaturas,
vigente hasta el momento,
para organizar el quehacer
de profesores y alumnos
alrededor de equipos de
UNC 400 AÑOS
HISTORIA Y FUTURO
Miércoles 10 de octubre de 2012
E
n el caso de Córdoba, la
“primavera democrática” iniciada con la asunción
Cámpora tuvo corta duración:
en febrero de 1974 un golpe encabezado por el jefe de Policía
Tte. Cnel. (R) Antonio Navarro destituyó y encarceló al
gobernador Ricardo Obregón
Cano y al vice gobernador Atilio López, quien pocos meses
después sería asesinado por la
AAA (Alianza Anticomunista
Argentina). Desde marzo de
1974 y hasta el golpe de estado
del 76, la provincia estuvo
intervenida. En la represión
desatada, en particular a partir de septiembre de 1974 con
la designación del Brigadier
(R) Raúl O. Lacabanne como
interventor federal, actuaron
también bandas armadas que
operaban clandestinamente y
en vinculación con el Comando
del Tercer Cuerpo de Ejército.
Después del golpe del 76 sus
miembros integraron los “grupos de tareas” controlados por
las Fuerzas Armadas.
Los Servicios de Radio y
Televisión de la UNC (SRT) -al
igual que la Universidad- no
permanecieron ajenos a las
circunstancias y vaivenes
políticos de la época.
Para fines de 1973 el presidente
interino del directorio era el
Dr. Mario Víctor Menso, el
mismo que al concluir 1974
sería designado por el ministro de educación Ivanissevich
como rector interventor de la
UNC y mantendría su cargo en
el directorio hasta 1976, ya sea
como presidente o suplente.
Entre fines de ese año y principios de 1975 se produjeron nuevos cambios en el directorio
a partir de la designación de
Menso como Rector. En primer
lugar, en el acta que designaba
a Menso se explicitaba que
a partir de esa fecha los SRT
quedaban bajo la “Supervisión
y Dirección” del Ministerio
de Cultura y Educación de la
Nación y su Departamento de
Comunicaciones, nombrando en el mismo acto como
“Delegados Supervisores” a
Bernardo Murray y Roberto
Miranda. A continuación y
mientras el Rector interventor
retenía la presidencia de los
medios, fueron designados
como directores titulares José
Joaquín Stupenengo y Alfredo
Carlos Pío Martini, siendo el
primero Director interino del
Departamento de Comunicaciones Sociales de Ministerio
de Cultura y Educación de la
Nación y el segundo el nuevo
Secretario General de la CGT
Córdoba1, es decir personas
ajenas a la UNC y los SRT.
Ese desembarco del PEN y de
la CGT local muestra el lugar
estrátegico que ocupaban los
SRT dentro del cambio de
rumbo en el panorama político
provincial y nacional e implicó
para estos medios un conjunto
de medidas represivas.
Después del golpe de estado del
24 de marzo del 76, entre abril
de este año y hasta 1983 los
SRT estuvieron bajo el control
del Ejército seguramente en
el marco del 33 por ciento que
correspondía a cada fuerza,
pero también por la importancia asignada por la dictadura
a los medios de comunicación
audiovisual. Durante ese
período se desempeñaron en
la presidencia los coroneles
retirados Mario César Amuchástegui (76/78), Juan Carlos
Bilbao (1978/80), el Tte. coronel
(R) Guillermo Hilario Lagos
(1980/82), los coroneles (R)
Pedro José Canevaro (1982) y
César Anadón (1982/83) este
último como interventor. Todos
ellos actuaron acompañados
por directores civiles –algunos
de los cuales eran antiguos
empleados jerárquicos de los
SRT y otros eran abogados,
contadores, etcétera, seguramente vinculados a la UNC.
Durante buena parte del año
1983 se hizo nuevamente cargo
de la presidencia el Ing. Pedro
Gordillo (quien había sido ministro de Obras Públicas de Rogelio Nores Martínez mientras
fue interventor de Córdoba,
antes de asumir el Rectorado
de la UNC) y al renunciar fue
reemplazado por el director Cr.
Juan Olmedo Guerra (1983).
Además, conviene mencionar
que en 1976 fue contratado por
un año como jefe del Servicio Informativo el periodista
Agustín Carlos Revello quien,
según se comprobó en 2004,
era espía civil del servicio de
inteligencia del Comando del
Los chicos
del Belgrano
Por Silvia Romano (*)
Tercer Cuerpo2; y en marzo
de 1983 fue recontratado como
gerente de televisión y coordinador general del Servicio
Informativo de Radio y TV
hasta 1984. La vinculación con
el Comando del Tercer Cuerpo
queda también en evidencia
en los siguientes ejemplos.
Al concluir su mandato como
presidente del directorio, Bilbao pidió dejar constancia en
actas de su agradecimiento al
Dr. Jorge Clariá Olmedo (quien
había asumido como Rector
de la UNC en 1977) y al Gral.
de División Luciano Benjamín
Menéndez por la confianza que
habían depositado en él3.
El interventor César Anadón,
era -como se comprobó más
tarde- un represor que actuó
en los centros clandestinos
de detención de La Perla y La
Rivera4. Durante la dictadura
Anadón fue Jefe del Batallón
de Comunicaciones 141 y la
mano derecha de Menéndez.
Al concluir su gestión en el
directorio, un miembro de la
comisión fiscalizadora manifestó entre otros elogios “...
hemos tenido la oportunidad
de apreciar debidamente sus
valores personales, tanto morales como intelectuales...”5
La política del terror
Aún cuando no se tuviese total
conocimiento de su dimensión,
los secuestros y la desaparición forzada de un centenar de
periodistas era un dato de la
realidad que se articulaba con
el discurso de censura. En los
SRT hubo al menos dos casos:
el primero fue el de Miguel
Hugo Vaca Narvaja: ingresó
en la empresa en 1961 como
cronista, luego fue redactor
y más tarde abogado auxiliar
y asesor letrado desde 19736.
Meses después de haber sido
despedido de los SRT (enero de
1975) fue detenido en Tribunales cuando realizaba gestiones
por un preso político. Vaca
Narvaja pasó a integrar la lista
de abogados defensores de presos políticos detenidos-desaparecidos o asesinados entre 1975
y 19767. El segundo caso es el
de Luis Mónaco: ingresó a los
SRT en 1966 como cronista, luego se desempeñó como camaró-
grafo y en 1973 pasó a revistar
como redactor8. Después del
“Navarrazo” le confesó a un
compañero de trabajo “...hay
una lista de los que seremos
borrados de los SRT. Vos no
estás, yo sí.”; Mónaco también
fue despedido en enero del 75 y
en enero de 1978 fue secuestrado y desaparecido junto con su
esposa en Villa María, donde
trabajaba para un diario local9.
Otros gestos intimidatorios
y actos vandálicos sirvieron
para amedrentar a los empleados, como la quema del archivo
fotográfico realizada en el
patio de la planta en 1978.
El legado del autoritarismo
El nuevo directorio de los SRT
instalado en enero de 1984
en el marco de la normalización de la UNC opuso visible
resistencia a la resolución del
Ministerio de Educación de la
Nación -remitida por el Rector
Normalizador Próspero Luperi- referida a la reincorporación del personal cesanteado.
En noviembre de 1984 el rectorado crea una Comisión para
estudiar la situación de los
cesanteados y en diciembre del
mismo año el Consejo Superior
Provisorio solicita a la Dirección de Asuntos Jurídicos de
la UNC procurar la “inmediata
reincorporación del personal”.
La reforma de los estatutos de
los SRT referida a la composición de su directorio incorporó
la representación de los trabajadores lograda en 197310. Pero
lo que más llama la atención
son los requisitos que debía reunir ese representante: contar
con una antigüedad mínima de
cinco años en la empresa y no
haber sido pasible de sanción
disciplinaria en los últimos
cinco años. Es decir que, pese a
la intención democratizadora,
se incluyó el período 1980-1983
cuando la gestión de los SRT
estuvo en manos del Ejército
y/o de sus personeros11. Según
testimonios del propio personal de los SRT, el pluralismo
llegaría a los medios recién en
1987
Por Ana Mariani (*)
Sed de cambios, violencia y dictadura
Fotomontaje: Sebastián Cáceres, Prosecretaría
de Comunicación Institucional, UNC.
1 - SRT, Actas de Asambleas T. 1 Acta
Asamblea Ordinaria Nº 18, 03/02/75,
Fs. 49-51. Cf. SERVETTO, Alicia De la
Córdoba combativa a la Córdoba militarizada, 1973-1976. Córdoba, Ferreyra
Editor, 1998, p. 151. Según la autora
Martini era un hombre de la UOM que
respondía a la línea dura de Lorenzo
Miguel.
2 - La Voz del Interior Córdoba, 6/8/04.
Según la información que recogimos,
Revello trabajó hasta esa fecha en Canal 12 (1967/76) y los entrevistados no
sabían de sus actividades clandestinas,
aunque uno de ellos recuerda que lo
consideraban un “alcahuete”. Entrevista a R.A y a O.B. 2006 .
3 - SRT, Actas de Asambleas. T. 1, Acta
Nº 42, 15/5/80, f.152-153
4 - La Voz del Interior, 30/9/04. Nota
publicada con motivo del suicidio de
Anadón, quien se hallaba bajo arresto
domiciliario. Allí se menciona también
que fue interventor de los SRT luego
de haber estado en la URSS como
agregado militar.
5 - SRT, Actas de Asambleas, T. 2, Acta
Nº 49, 7/3/83. Yofre fue el responsable
de la comisión investigadora sobre
la denuncia de corrupción. En esa
ocasión se confirmó por unanimidad
la continuidad en el cargo del mayor
Hugo Salas.
6 - SRT, Caja Box Nº 273 “Informe de
Personal”, 1977
7 - Detenido en escalinatas de Tribunales el 20/11/75 fue alojado en la Penitenciaría de Bº San Martín. Tras un año
preso, logró la autorización de la Corte
Suprema para exiliarse en Francia pero
fue fusilado junto con otros presos políticos en un descampado de Córdoba
el 12/8/76- Cf. Por la memoria, por la
justicia, por un sueño, Editado por Familiares de Desaparecidos y Detenidos
por Razones Políticas de Córdoba y Ex
Presos Políticos, Córdoba 2000, pp.
54-55; cf. Nunca Mas. Informe de la Comisión Nacional sobre la Desaparición
de Personas. Anexos,. Buenos Aires,
Eudeba, 2006, Tomo II p. 911
8 - SRT, Actas de Directorio T.1, Acta Nº
23 26/9/73 – CDA, registros varios.
9- MARGUCH, Juan “Creía en el deber
de transformar la sociedad” en Umbrales, Córdoba, Año 9, núm. 16, marzo
2006, pp. 33-34.
10 - SRT, Actas de Asamblea T.2, Acta
de Asamblea Extraordinaria Nº 58,
22/4/85, fs. 51-53. Recordemos que
antes de la constitución de la S.A.
(1972) el directorio se componía de
cinco miembros. Sobre la incorporación
del “director obrero” en 1973 véase
ROMANO, Silvia (coord.) Política, Universidad... cit. pp. 80
11 - SRT, Actas de Asamblea T.2, Acta
de Asamblea Extraordinaria Nº 58,
22/4/85, f. 52
Si la película de la década de 1960 y de la primera
mitad de los ‘70 pasa en modo veloz, es porque los
acontecimientos se devoraban unos tras otros: el mundo
y el país dibujado en los comienzos de esa sed de cambios
ya no podían mirarse en el espejo cuando llegaron los años
grises.
Digamos que los ‘60 entraron a la historia marcados por
la Revolución Cubana, una experiencia todavía viva que
entonces expresaba sus ecos en Latinoamérica y en el
planeta. Fue en esa isla en la que casi comienza el “fin
del mundo”, cuando los misiles soviéticos apuntaban a
Estados Unidos, hasta que John Kennedy y Nikita Kruschev
acordaron apagar las mechas de la destrucción.
Después, el centro caliente de la Guerra Fría se trasladó
a Vietnam. Allí, comunismo y capitalismo –en realidad,
hombres y mujeres– combatieron, padecieron y murieron
hasta que Estados Unidos debió aceptar la derrota, acaso
una de las pocas guerras en las que civiles pudieron influir
casualmente por predicar contra la guerra (en esto se
incluía un espíritu nuevo en Occidente, musicalizado por
Los Beatles).
En Argentina, la democracia no podía sostenerse con la
prohibición del peronismo. Arturo Umberto Illia, elegido
presidente en 1963, luego de algunas medidas incómodas
como la ley sobre medicamentos, fue depuesto en un
nuevo golpe por el que ascendería al poder la dictadura
(siempre cívico-militar) encabezaba por el general
Onganía.
Tanto autoritarismo, despropósito y, sobre todo, tanto
viento de la historia que le soplaba adverso, terminó por
derrumbar a ese general. El Cordobazo, aquel del mítico 29
de mayo de 1969, empezó a derribarlo.
Mientras tanto, fueron apareciendo en escena los grupos
armados de izquierda, como Montoneros y el Ejército
Revolucionario del Pueblo (ERP). Montoneros se presentó
con el secuestro y muerte del dictador Pedro Aramburu, un
episodio que conmovió a la sociedad. La reacción militar
no se puso límites, como lo demuestra la masacre de 16
jóvenes presos políticos en Trelew, en agosto de 1972.
Acorralados, los militares convocaron a elecciones para el
11 de marzo de 1973, aunque con la prohibición de Perón en
vigencia. Ganó Héctor Cámpora, aupado por la consigna:
“Cámpora al gobierno, Perón al poder”.
Poco más de cuatro meses después, Perón fue elegido
presidente, mientras la izquierda y la derecha peronista se
disputaban las horas a balazos. Perón murió, la violencia
siguió y la mesa estuvo tendida para una próxima
dictadura. El 24 de marzo de 1976 bajó un telón de muerte
y terror sobre la historia argentina.
E
l ámbito estudiantil no fue una excepción
en la Córdoba de 1974; año en el que se
comenzaron a sentir los embates de los grupos
que no querían una sociedad movilizada.
Los estudiantes fueron un blanco predilecto
para quienes estaban convencidos de que orden
y represión eran imprescindibles para frenar a
los jóvenes que querían participar activamente
en los cambios. La Escuela Superior de
Comercio Manuel Belgrano, dependiente de la
UNC, fue una de las instituciones que comenzó
a padecer la embestida de una banda que se
apropió de ella en abril de aquel año.
Un abogado, de trayectoria en las corrientes
más ortodoxas del peronismo, había pasado
años antes por la puerta de ese colegio, de calle
La Rioja 1450, con un sueño: “Quiero estar ahí
adentro, quiero ser el director, quiero dirigir esa
escuela”. Se llamaba Tránsito Rigatuso.
Cuando logró su sueño, no pocos estudiantes,
profesores y preceptores quedaron asombrados
con la designación. Rigatuso fue director de
la escuela entre 1974 y 1976 y, en ese año, fue
reemplazado por el teniente primero Manuel
Carmelo Barceló.
Pero no fue menos preocupante el aterrizaje
en la escuela de Hugo Lafranconi, también
de extracción peronista, quien fue designado
secretario académico del Manuel Belgrano. Y
para completar el elenco, un grupo de celadores
afines a las ideas del interventor llegaron con la
consigna de “poner orden” en la escuela.
Cuando los colegios reanudaron las clases
que se habían suspendido por el Cordobazo
los alumnos comenzaron a pedir mayor
participación. El foco de resistencia que más
costó dominar fue el del barrio Clínicas. Y
justamente, en el corazón de ese sector, a pocos
metros del río Suquía, emergía el colegio
Manuel Belgrano.
Mientras estuvo como vicedirector a Rodolfo
Barraco Aguirre, desarrolló una propuesta
original y se convirtió en el centro de la vida de
sus alumnos. “Libertad responsable”, esas eran
las dos palabras sobre las que se les insistía. La
disciplina debía ser sinónimo de orden mínimo,
racional y flexible.
Durante ese año ’69, los alumnos del Belgrano,
Walter Magallanes, Silvina Parodi, Graciela
Vitale, Daniel Bachetti y Pablo Schmucler
querían tener una participación activa
en propuestas que fueran más allá de lo
estrictamente escolar. Con el tiempo, los
cinco llegaron a ser militantes en distintas
agrupaciones políticas.
A estos nombres se sumaron otros como los
de Jorge Nadra, Raúl Castellano, Fernando
Ávila, Claudio Román, Gustavo Torres
y Oscar Liñeira. Con distintas edades y
diferentes pertenencias políticas, estos once
estudiantes dejaron sus huellas en la Escuela
Superior de Comercio Manuel Belgrano y
fueron secuestrados en los primeros días de la
dictadura de 1976. Este es el motivo por el cual,
cada vez que se los nombra, se los identifica
con ese colegio. Porque fue ahí donde dieron
los primeros pasos que, por diferentes caminos,
los llevarían a tener activa participación en los
momentos más importantes del país.
Una placa con sus nombres los recuerda en el
primer piso del colegio. Alejandro Román fue
muerto en un “operativo ventilador”, los otros
diez permanecen desaparecidos.
Tránsito Rigatuso implementó un sistema
represivo, apoyado en un grupo de celadores y
de algunos profesores adeptos a su ideología.
Aunque hubo también varios celadores y
profesores que lo enfrentaron y que defendieron
a los alumnos que para quienes dirigían el
colegio eran “subversivos”.
El nuevo rector de la Universidad Nacional
de Córdoba era Mario Víctor Menso, quien
apoyaba la gestión del interventor del Belgrano.
Hasta la llegada de Rigatuso, las distintas
agrupaciones estudiantiles mantenían
sus diferencias. A veces, se unían para las
manifestaciones, pero siempre se diferenciaban
y discutían sus distintas posturas. Sin embargo,
frente a esta irrupción, se unieron todos contra
lo que consideraban arbitrariedades y posturas
contrarias al nuevo plan de estudios.
Se realizaban asambleas, y la respuesta
eran sanciones y expulsiones. La dirección
trabajó afanosamente confeccionando las
listas de “alumnos sentenciados”. Estas listas
después llegaron a manos de los servicios de
Inteligencia.
Eran tiempos de “listas negras”: en los colegios,
en las fábricas, en las universidades, en los
diferentes ámbitos laborales. Listas que después
del 24 de marzo de 1976 cayeron en las ansiosas
manos de los militares y que les facilitaron la
tarea que se habían propuesto.
Sonia Torres, la mamá de Silvina Parodi,
en julio de 2002, fue querellada por el ex
interventor del Manuel Belgrano Tránsito
Rigatuso por haber manifestado en una
entrevista al diario La Voz del Interior: “Son
los chicos que delató Rigatuso”, en referencia a
los alumnos desaparecidos del colegio Manuel
Belgrano. La Abuela de Plaza de Mayo soportó
con entereza un juicio que tuvo resonancia
internacional y del que fue absuelta, ya que,
para la Justicia, Rigatuso fue responsable de
haber entregado listas de alumnos a las fuerzas
de seguridad.
Rigatuso murió en 2008 sin ser condenado
nunca por la Justicia, Lafranconi se jubiló del
Tribunal Superior de Justicia en 2006
(*) Periodista, autora de
“La vida por delante”
Miércoles 10 de otubre de 2012
Detrás de la
pantalla
Represión en los secundarios
UNC 400 AÑOS
HISTORIA Y FUTURO
Autoritarismo, censura y represión en los medios
17 de diciembre
Se produjo la intervención
de la UNC por orden del
Cesantía de
docentes por
razones
político-ideológicas
El rector-interventor
Menso impuso
autoridades decanales
en todas las facultades,
alterando
profundamente la vida
institucional. Comenzó la
cesantía de docentes por
cuestiones
político-ideológicas.
1977
12 de junio
El Instituto de Ciencias
Agronómicas se
transformó en facultad
por decreto 1.394 de la
Presidencia de la Nación.
Clausura y
desmantelamiento
del Comedor
Universitario
Golpe cívico-militar y
dictadura
24 de marzo
El golpe cívico-militar
que derrocó al gobierno
de María Estela Martínez
de Perón dio comienzo a
la más sangrienta
dictadura del país. Nueva
intervención de la UNC y
ubicación de autoridades
castrenses en los
decanatos. La dictadura
impuso el cupo, el
examen de ingreso y el
arancelamiento, además
de estrictos controles
sobre los contenidos
curriculares e, incluso,
sobre la vestimenta y
aspecto físico de los
estudiantes.
Facultarización del
Instituto de Ciencias
Agronómicas
Publicación de listas
negras con nombres
de estudiantes
Septiembre
Se publicaron las
primeras listas negras
con nombres estudiantes
expulsados de la UNC,
aunque muchos no
acudían a las aulas
desde que fuera
intervenida la provincia,
por la violencia instalada
en la propia Ciudad
Universitaria. Miles de
estudiantes detenidos y
desaparecidos.
La Federación
Universitaria de Córdoba
organizó una movilización
por el ingreso irrestricto, la
libertad de cátedra y la
anulación del arancel
estudiantil. La abolición
de los cupos se concretó
en el ingreso de 1984.
Retorno de profesores y
reincorporación de
estudiantes.
Conforme lo estableció
un decreto del Poder
Ejecutivo Nacional, las
universidades públicas
nacionales comenzaron a
reincorporar a los
docentes, estudiantes y
no docentes cesanteados
por razones
político-ideológicas entre
1975 y 1983. Se produjo el
retorno desde el exilio o el
Elecciones
estudiantiles para la
FUC
La dictadura militar
clausuró el Comedor
Universitario, desmanteló
la cocina y destinó el
salón a otros usos.
Octubre
Se llevaron a cabo
elecciones estudiantiles
para elegir centros de
estudiantes y
autoridades de la
Federación Universitaria
de Córdoba.
Lanzamiento de la
Gammaglobulina
intramuscular
Alcanzó regularidad la
producción de albúmina
sérica pasteurizada en el
Laboratorio de
Hemoderivados y se
lanzó al mercado la
Gammaglobulina
poliespecífica para
administración
intramuscular.
ins-ilio de cientos de
profesores universitarios.
Comienzo de las
emisiones en color
en Canal 10
Mayo
Canal 10 se convirtió en
el primer canal de
Córdoba en emitir parte
de su programación en
colores.
Asunción de Alfonsín
y retorno del espíritu
reformista
10 de diciembre
Asumió como presidente
Raúl Alfonsín. El 12 de
diciembre, a dos días de
asumir, mediante el
decreto 154/83, limitó las
funciones de las
autoridades
interventoras de las
universidades nacionales
y creó consejos
superiores provisorios,
con lo cual el espíritu
reformista volvió a la
universidad.
Creación de la
Facultad de
Matemática,
Astronomía y Física
Diciembre
El Instituto de
Matemática, Astronomía
y Física de la UNC se
transformó en facultad.
Miércoles 10 de otubre de 2012
14 de agosto
Oscar Ivanissevich
reemplazó al ministro
Luego de la Guerra de
Malvinas comenzaron a
organizarse los primeros
centros de estudiantes,
tarea que continuó en
1983.
Abolición de los
cupos de ingreso
UNC 400 AÑOS
HISTORIA Y FUTURO
Rector Interventor en
la UNC
17 de diciembre
Intervención de los
Servicios de Radio y
Televisión de la UNC por
el Ministerio de Cultura y
Educación,
Departamento de
Comunicaciones.
En el Laboratorio de
Hemoderivados se creó el
Banco de Sangre, como
un servicio a la
comunidad.
Posteriormente, en 1991,
surge el Instituto de
Hematología y
Hemoterapia que asoció
este Banco con los de la
Maternidad y el Clinicas.
Organización de los
centros de
estudiantes
1984
Asunción de
Ivanissevich
Intervención
de los SRT
Creación del Banco
de Sangre
1983
14 de marzo
El Congreso de la Nación
sancionó la ley 20.645 de
universidades nacionales,
conocida como “Ley
Taiana” por Jorge Alberto
Taiana, quien fuera
ministro en el tercer
Ministro Ivanissevich y de
Estela Martínez de Perón.
Asume Mario Víctor
Menso como rector
interventor de la UNC
ante la renuncia de
Próspero Luperi.
1982
Sanción de la Ley
Taiana
Jorge Taiana, quien había
ocupado el Ministerio de
Educación de la Nación
hasta el 13 de agosto de
1974. Invanissevich se
mantuvo en el cargo
hasta el 11 de agosto de
1975.
1980 1978
Marzo
En Córdoba se intensifica
la crisis institucional y la
violencia política. Desde
marzo de 1974 hasta el
golpe de 1976, se
sucedieron tres
interventores federales:
Duilio Brunello, Raúl
Lacabanne y Raúl
Bercovich Rodríguez.
gobierno de Perón. La ley
reconoció la libertad de
cátedra y la autarquía
administrativa y
económica, aunque
prohibió la participación
política y estableció un
cogobierno compuesto
por un 60 por ciento de
docentes, un 30 por
ciento de estudiantes y un
10 por ciento de no
docentes. El Poder
Ejecutivo Nacional
designó rectores
normalizadores y
estableció un plazo para
instalar el gobierno
autónomo de cada
Universidad.
1976
28 de febrero
Luego de la caída del
gobierno provincial, de
Ricardo Obregón Cano y
Atilio López, por la
sublevación del jefe de
Policía Antonio Navarro,
Perón ordenó la
intervención provincial.
Córdoba se convirtió en
una provincia “ocupada”
por fuerzas militares y
paramilitares. El
Comando Libertadores de
América hostigó y asesinó
con prácticas terroristas a
activistas políticos,
gremiales, sociales,
estudiantiles e
intelectuales.
La provincia
intervenida
1974
1975
línea de tiempo 4OO años UNC
1610- 1876
1877- 1918
1918- 1938
1942- 1956
1967- 1974
1974- 1984
1957- 1966
capítulo 1
capítulo 2
capítulo 3
capítulo 4
capítulo 5
capítulo 6
capítulo 7
capítulo 8
capítulo 9
capítulo 10
Miércoles 10 de octubre de 2012
UNC 400 AÑOS
HISTORIA Y FUTURO
10
Córdoba, ocupada
por fuerzas militares
y paramilitares
11
Biblioteca Mayor, UNC. Fotografía: Prosecretaría de Comunicación Institucional
Biblioteca Mayor
Libros
de la buena
memoria
Es la heredera de la Librería Grande de los jesuitas. Hoy,
en días de tecnología apresurada, sigue resolviendo
necesidades de estudiantes, lectores e investigadores
de todo el mundo que consultan sus documentos
como fuente de información.
UNC 400 AÑOS
HISTORIA Y FUTURO
Miércoles 10 de octubre de 2012
E
12
star en una biblioteca es
pedir un libro, sentarse
y leer. Aunque es algo más
cuando se trata de la Biblioteca Mayor de la Universidad Nacional de Córdoba.
Uno está concentrado en
las palabras de un párrafo,
pero no deja de sentir que a
su alrededor hay millones y
millones de párrafos, los de
la memoria universal y, sobre
todo, los de la nuestra, la
del camino recorrido desde
que empezamos a escribir
y a registrar en estas tierras
australes.
Y todo esto empezó hace
casi cuatro siglos, con la
Librería Grande de los padres
de la Compañía de Jesús. Estaba impreso lo que entonces se podía leer, y cuando
los jesuitas fueron expulsados (1767), todo el material
marchó hacia Buenos Aires,
hecho ratificado por la Junta
de Revolución de Mayo que
se planteó la fundación de la
Biblioteca Pública que luego
sería Nacional.
Hubo que esperar hasta
octubre de 1812 para que
volviera a la Universidad
parte del legado jesuítico.
Con este grupo de libros, en
1813 empezó nuevamente a
funcionar la Biblioteca, pero
sólo al servicio de un reducido número de eruditos. Recién el 26 de septiembre de
1818, el entonces gobernador
Intendente de Córdoba, don
Manuel Antonio de Castro,
le dio carácter de pública,
creándose de esta manera
la Biblioteca Mayor, sobre la
base de la Antigua Librería
Jesuítica, en una de las salas
del colegio Monserrat.
A partir de 1883 la Biblioteca
Mayor fue enriqueciéndose
con una serie de donaciones
que tendieron a caracterizarla como una Biblioteca
de obras únicas y especiales
vinculadas íntimamente a la
vida cultural de Córdoba, del
país y de América.
Recién con la aurora de un
nuevo milenio, en marzo de
2000, se recuperaría el resto
del legado jesuítico a través
de un decreto firmado por el
entonces presidente, Jorge
de la Rúa. Así, los volúmenes
que conforman la Librería
Jesuítica son algo más que
un acervo bibliográfico, son
un símbolo emblemático de
la institución y de la Universidad toda. Constituyen
el patrimonio histórico y
cultural que revela parte de
la identidad. Esta colección
ofrece información sobre
nuestro pasado, ya sea el
acotado a la comunidad académica o el ampliado a la sociedad que nos dio origen. La
Librería Jesuítica se conserva
hoy en el ámbito del Museo
Histórico de la Universidad y
frecuentemente es consultada por investigadores a nivel
nacional e internacional.
Hoy, corren días de otras
tecnologías, a las que la Biblioteca no dudó en desafiar:
en 2005 se convierte en la
primera del país que certificó
su sistema de calidad con
normas ISO 9001:2000, cuya
política se focaliza en un
cambio de la cultura organizacional sustentada en su
razón de ser: usuario, servicio
y tiempo.
Además, y con el apoyo
de la Agencia Española de
Cooperación Internacional
para el Desarrollo (AECID) se
adquirió en 2010 un equipo
de última generación que
se utilizará para digitalizar
archivos históricos y publicaciones científicas.
Este hecho sentó las bases
de la Biblioteca Digital de la
UNC que incluirá la digitalización de libros y la puesta en
funcionamiento de un portal
en abierto de la producción
científica. El material que se
digitaliza abarca la Colección
Jesuítica y la de Monseñor
Pablo Cabrera.
La Colección Jesuítica o
Librería Grande está conformada por 2500 volúmenes
y 1605 títulos, traídos a la
ciudad de Córdoba por los
Padres de la Compañía, siendo todas ediciones anteriores a 1767.
Por otro lado, la Colección
reunida por Monseñor Pablo
Cabrera se compone de
13.100 documentos que
abarcan dos grandes períodos: el hispánico, que corresponde a los siglos XVI, XVII,
XVIII y comienzos del XIX y
el nacional, donde destacan
las cartas de los generales
Manuel Belgrano y José de
San Martín.
La digitalización de estas
Colecciones permitirá a la
vez preservarlas y hacerlas
accesibles a investigadores
que las consultan como
fuente de información. Cabe
destacar que este patrimonio es de carácter único e
identifica a la UNC a nivel
internacional.
Mientras tanto, junto a La
Voz del Interior, La Biblioteca
lleva adelante un proceso de
microfilmado de las páginas
de este diario que tiene 108
años de memoria impresa,
como una herencia histórica
para las generaciones que
vendrán
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