UNC 4OO AÑOS HISTORIA Y FUTURO Auspicia: Córdoba, miércoles 10 de octubre de 2012 capítulo 7 ‘60, ‘70 La Universidad devastada Sala de las Américas, Pabellón Argentina, Ciudad Universitaria. Fotografía: Arq. Mariano Faraci. El mundo que se veía en las calles, las ideas que circulaban en las aulas, parecían inaugurar un tiempo de cambios irrefutable. Pero la salvaje represión que sobrevino los sepultó en la oscuridad. La gran polémica después de los jesuitas Universitarios para la patria nueva Se abren las puertas de la modernidad La rebelión de los hombres libres Irrupción del peronismo en la Universidad UNC 400 AÑOS HISTORIA Y FUTURO Miércoles 10 de octubre de 2012 La Universidad devastada a década de 1960 llegó montada en efervescencia: pasiones e ideas se contagiaban mutuamente. Jóvenes y mentes anfitrionas de pensamiento nuevo querían cambiar el estado de las cosas. Pero, a la vez, como siempre sucede en estas situaciones, había otros que no estaban dispuestos a permitir que nada dejara de ser como era. La violencia, entonces, se multiplicaría hasta desembocar en la noche más oscura que vivieron los argentinos. Con el peronismo prohibido, la estabilidad política se volvía una quimera y la democracia no tenía entidad. Así, en 1962, los militares derrocaron al gobierno de Arturo Frondizi y asumió su vicepresidente, José María Guido, quien aceptó todas las imposiciones de los militares golpistas y cumplió sus órdenes: clausuró el Congreso, volvió a proscribir al peronismo, intervino todas las provincias y designó a un equipo económico que incluía a figuras como Federico Pinedo y José Alfredo Martínez de Hoz. El hecho fue condenado por la Federación Universitaria Argentina, pero días peores aún estaban por venir. Y eso sucedió con el próximo golpe de Estado, el que en 1966 derrocó a Arturo Illia, quien había asumido en 1963, y se instauró la dictadura encabezada por el general Juan Carlos Onganía. El impacto en las aulas y en la vida universitaria de la dictadura y la gestión de sus ministros de Educación (Carlos María Gelly y Obes hasta el 67 y José Mariano Astigueta, entre el 67 y el 69) sería estremecedor. Todas las universidades del país fueron intervenidas y los intentos de resistencia fueron enfrentados por graves episodios de represión violenta, como el que sucedió en la Facultad de Ingeniería de la Universidad de Buenos Aires, que pasó a la historia como La Noche de los Bastones Largos. El clima de asfixia iría en aumento y depararía nefastas consecuencias. Por el lado de los estudiantes, sus organizaciones fueron disueltas y se prohibió cualquier tipo de militancia política en las universidades. Por el lado de los docentes, la sangría fue tremenda. La persecución ideológica se materializó en largas listas de profesores cesanteados (en la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la UNC, fueron echados 26 profesores, entre ellos el decano, Bernardino Taranto, y el entonces exdecano, Luis Rébora). En el Instituto de Matemática, Astronomía y Física, la Noche de los Bastones generó la protesta de un grupo de nueve docentes que culminó con la suspensión de cuatro titulares y ocho jefes de trabajos prácticos y la separación del cargo del Vicedirector, la que significó el despido de la mitad del plantel docente. Mientras que la intensa presión y la falta de libertades en el resto de las unidades académicas hicieron que muchos eligieran irse de las casas de altos estudios. Se estima que los académicos que renunciaron y se fueron a buscar un horizonte al exterior sumaron varios cientos. Así, no sólo se desmantelaron los cuerpos docentes de las carreras, sino algunos de los equipos de investigaciones más desarrollados en ese momento, inteligencia científica que fue aprovechada por otros países. Frente a este cuadro de situación, el estudiantado reaccionó con protestas cada vez más intensas, aunque también la represión se endurecía más y más. En agosto de 1966, las autoridades de facto cerraron el Comedor Universitario y los alumnos comenzaron una huelga que encontró apoyo en sindicatos que ayudaron a organizar ollas populares. Los estudiantes protestaron en las calles contra el cierre del comedor y también por la cesantía de docentes y la falta de libertad en las cátedras, entre otros reclamos que retrataban la prepotencia de una dictadura que abría una zanja cada vez más profunda en la sociedad y que haría reaccionar a las multitudes. La sangre de Pampillón Pero antes estuvo la sangre en el asfalto. El 7 de septiembre La UNC durante la dictadura de Onganía Por Emilse Pons (*) de 1966, los estudiantes, convocados por la FUC se reunieron en asamblea en la plaza Colón. Había qué decidir respecto de la huelga que se sostenía desde hacía varios días. Era de noche y la Policía de la Provincia acechaba para impedir la asamblea, hasta que se desató la represión y una batalla desigual se propagó hasta por 20 cuadras. Sobre la avenida Colón casi llegando a Tucumán, frente a la galería Cinerama, un policía le descerrajó tres tiros en la cabeza a un estudiante. Era Santiago Pampillón, alumno de la Universidad Tecnológica Regional Córdoba y también obrero de IKA-Renault. Murió cinco días después en el Hospital de Urgencias y su nombre se inscribió como uno de los primeros de una larga lista de víctimas de aquellos años bravíos. La dictadura encabezada por Onganía encontró, dos años y medio después, el comienzo de su final en esas mismas calles del corazón de la Argentina, cuando el 29 de mayo de 1969 los obreros acompañados por los estudiantes escribirían uno de los grandes capítulos de la memoria de la resistencia popular argentina: el Cordobazo. Pero lo que parecía ser una aurora, resultó un resplandor que terminó por apagarse poco después de manera abrupta. Comenzaron los años ’70, la militancia ardía en las calles y en las aulas de la Universidad, y nada parecía más importante que resolver la liberación en la hora del pueblo, mientras se daban pasos en esa dirección. Por ejemplo, en la Facultad de Filosofía de la UNC se estableció un cogobierno de profesores y estudiantes, en pie de igualdad. Los docentes, a la vez, se proponían agremiarse para defenderse de los ataques laborales y de la censura. Sin embargo, los golpes regresaron demasiado pronto. Y cada vez serían más fuertes. La gestión del nuevo ministro de Educación de la Nación, Oscar Ivanissevich, quien asumió en los últimos días de vida de Perón, colaboró para que la represión, las cesantías y la sangre volvieran a los días de la Universidad. Hasta que la noche se hizo larga, espesa y clandestina con la llegada de la más feroz de las dictaduras vividas en este suelo. Pero la intensidad de los sueños, de la resistencia, de la creatividad y de la imaginación no sería del todo sepultada El rectorado (tras un breve período de Ernesto Gavier al frente del mismo) estuvo ocupado por Rogelio Nores Martínez, miembro de una tradicional familia de la elite cordobesa. El nuevo Rector poseía vasta actuación en los medios políticos y educacionales, y fue interventor de Córdoba durante el gobierno del Dr. José María Guido. Rogelio Nores Martínez era por ese entonces copropietario del diario católico “Los Principios”, uno de los diarios más antiguos de la provincia, respaldado por el arzobispado local; a su vez era presidente de la Asociación Cristiana de Dirigentes de Empresas. El pensamiento y las futuras líneas de acción del nuevo Rector despertaron profundo recelo en la mayor parte del estudiantado; así lo manifestaba en un comunicado la Federación Universitaria de Córdoba (FUC) ante la designación del nuevo Rector y refiriéndose también a su antecesor, Ernesto Gavier. “...Pasará a la página negra de la historia universitaria como ha pasado aquel candidato de la oligarquía para el mismo cargo que se llamó Nores Martínez y que la Reforma Universitaria de 1918 repudió... no es casual que en 1967 ocupe el rectorado el ingeniero Rogelio Nores Martínez, integrante de la más rancia oligarquía cordobesa, ex interventor al servicio de los monopolistas, defensor de los principios más odiosos a través del diario de su familia, administrador de los bienes escolásticos...” Evidentemente, la figura e historia del Rector y su familia no resultaban desconocidas para el movimiento estudiantil cordobés. Efectivamente, el padre de la nueva autoridad universitaria, Antonio Nores, ocupaba el rectorado allá por 1918 cuando se producía en Córdoba la Reforma Universitaria. A su vez, la extracción social del Rector es claramente identificable para el movimiento estudiantil ya que lo adscriben directamente al círculo de la “más rancia oligarquía cordobesa” y esta pertenencia a un grupo de elite lo hace más fácilmente repudiable, a lo cual se suma su pretensión de homogeneizar ideológica y políticamente a la sociedad, constituyendo el antecedente más directo el decreto 4897, cuando el interventor de la provincia de Córdoba en el período 1962-1963 dispone la “limpieza ideológica” (limpieza de comunistas) tanto de la docencia como de la administración pública. Será el propio Nores Martínez el encargado de ejecutar en la Universidad Nacional de Córdoba la nueva ley universitaria Nº 17245 promulgada en abril de 1967, que implicaba la puesta en marcha de un proceso regresivo y limitacionista en las casas de altos estudios: cursos de ingreso limitativos, supresión de turnos de examen, eliminación de turnos y horarios apropiados para quienes estudian y trabajan, obligación de rendir una materia por año so pena de perder la condición de alumno regular, implantación del pago de aranceles y clases obligatorias, reforzamiento y surgimiento de nuevas cátedras filtro en la mayoría de las facultades, número tope de aplazos como condición de permanencia en las carreras, aumento de la cuota de pago por exámenes aplazados, amenaza de arancelamiento para el ingreso. Será la lucha por la derogación de esta ley limitacionista el principal eje de la lucha estudiantil estrictamente universitaria. (*) Prof. y Lic. en Historia UNC. Becaria CONICET. CEA. Fragmento del trabajo “El fracaso del proyecto autoritario en Córdoba y la eclosión de la movilización popular (1966-1973). Publicado en “Córdoba Bicentenaria: claves de una historia contemporánea” Editorial de la UNC, 2010. Miércoles 10 de otubre de 2012 la universidad devastada L UNC 400 AÑOS HISTORIA Y FUTURO Década de 1960 y parte de la de 1970 La muerte del estudiante Santiago Pampillón se convertiría en símbolo de la etapa abierta en el país tras el golpe militar del 28 de junio de 1966. UNC 400 AÑOS HISTORIA Y FUTURO Miércoles 10 de octubre de 2012 L os procesos democratizadores de la década de 1960 comenzaron a plantear un sentido liberador de los pueblos frente a los restos de colonialismo, de los oprimidos frente a los opresores, reparador de las desigualdades sociales y de género y que cuestionaba las jerarquías establecidas. La revolución cubana, al igual que otros procesos y movimientos contestatarios, aparecía como un camino de liberación posible. En ese marco, ¿bastaba con restringir en las universidades la lucha por la democracia a la demanda de cogobierno universitario o, en cambio, debía extenderse a la democratización de la sociedad? Estas y otras cuestiones fueron ocupando cada vez más lugar en las preocupaciones de los universitarios y dividiendo las aguas en su interior. En especial porque con el presidente Arturo Frondizi, si bien el régimen político se alejaba de una democracia plena, se restituyeron los canales para la movilización y expresión de los conflictos sociales y de clase, al normalizarse las organizaciones sindicales y reconfigurarse el campo universitario e intelectual como un espacio abierto y plural. En lo que se refiere a Córdoba, la ciudad creció notablemente al compás de la radicación de las empresas automotrices Fiat e IKA, instaladas entre 1955 y 1956, acompañada del surgimiento de un particular sindicalismo, combativo, antiburocrático y autónomo de las dirigencias nacionales. De este modo, la sociedad cordobesa se complejizó y comenzó a construir una trama que se convertiría en explosiva hacia el final de la década. Sin embargo, para comprender la participación en ella de los universitarios, se hace necesario considerar el escenario sobre el que se asentó el golpe militar de 1966, que derrocó al presidente radical Arturo Illia. En efecto, además de los derivados del Durante la dictadura de Onganía se dictó la ley 16.912, que no sólo sustituyó el cogobierno sino también el funcionamiento de los órganos colegiados; quedaron sólo las autoridades unipersonales a cargo de la gestión de las casas de estudio. funcionamiento del cogobierno universitario, los estudiantes gozaban de otros derechos durante los años previos a la Revolución Argentina, tales como una educación completamente gratuita, atención médica universitaria, servicios alimentarios en el comedor universitario, becas de ayuda económica para estudiantes con hijos, entre otros, así como el derecho al disenso y debate de diferentes posturas teóricas y políticas, que se consideraban debían ser promovidas y garantizadas por sus autoridades. En cambio, el gobierno militar apenas asumido dictó la ley 16.912, que no sólo sustituyó el cogobierno sino también el funcionamiento de los órganos colegiados y quedaron sólo las autoridades unipersonales (rectores, presidentes, decanos) a cargo de la gestión de las casas de estudio. La movilización no se hizo esperar en todo el país. En Córdoba, los distintos sectores estudiantiles respondieron con acciones de protesta; el integralismo inició una huelga de hambre en la iglesia Cristo Obrero; el local de la FUC en Barrio Clínicas y el comedor de la Ciudad Universitaria fueron los ámbitos de conformación de la naciente Mesa Coordinadora Estudiantil. Esta declaró una huelga por tiempo indeterminado el 22 de agosto de 1966, que terminaría extendiéndose hasta diciembre. La movilización incluyó distintas acciones, entre ellas una manifestación el 7 de septiembre en la que resultó herido por la policía el estudiante mendocino de ingeniería (UTN) y trabajador de la industria automotriz Santiago Pampillón, quien murió el 12 de ese mes. Dado que el estudiante era también afiliado al Smata, hubo pronunciamientos de distintos gremios locales; la CGT Regional resolvió repudiar la represión policial y realizar el 9 de septiembre un paro general de una hora por turno. El día de la muerte de Pampillón, los homenajes fueron numerosos. Pero también otros miembros de la comunidad universitaria tomaron posición frente a la dictadura de Onganía. Más En la UNC se conformó la Mesa Coordinadora Estudiantil, integrada por distintas fuerzas, que declaró una huelga que se mantuvo durante el segundo semestre de 1966, en oposición a la restricción de la autonomía y el cogobierno por parte de la dictadura. el acercamiento cuajara en torno de dirigentes sindicales que, como Raimundo Ongaro y Agustín Tosco, su­pieron aglutinar las fuerzas populares. Ese acercamiento encontró una estructura vehiculizadora al crearse en 1968 la “CGT de los Argentinos”. Esa central obrera se convirtió en un espacio de confluencia y articulación de distintos sectores, intelectuales, estudiantiles, trabajadores, eclesiásticos, que querían terminar con la dictadura y propiciar un cambio del sistema. Fue así que, en el marco de la movilización Sársfield. El 27 se realizaron asambleas estudiantiles en todas las facultades y se resolvió adherir al paro. El 28, los dirigentes sindicales y la Coordinación del Movimiento Estudiantil por Facultades se reunieron en la sede del Sindicato de Luz y Fuerza a fin de coordinar la protesta. Las acciones planificadas como protesta obrero-estudiantil devinieron en rebelión popular e insurrección urbana, que pasó a la historia como “Cordobazo”. Sin duda, esa protesta no hubiera sido tal sin el masivo acompañamiento estudiantil en la lucha callejera. Son innumerables los relatos que hacen referencia a esos hechos, a la resistencia sostenida en el barrio Clínicas, a sus estrategias de comunicación, a la ayuda brindada a los manifestantes por los vecinos de ese y otros barrios, a las acciones de mujeres que proveían elementos para mantener las fogatas callejeras, que mostraban la existencia de redes de solidaridad y de acción que no surgieron allí pero que, sin duda, se fortalecerían y, en otros casos, cambiarían de sentido a partir de entonces. En efecto, lo que terminó deviniendo en el “Cordobazo” reunía muchos elementos de continuidad pero también de expresión y reunión, la libertad de los encarcelados y condenados y la disolución de los tribunales militares que los habían juzgado. Cuando el 8 de junio se reiniciaron las clases, la Coordinadora Estudiantil en Lucha fijó los objetivos a seguir: “Por una Universidad abierta al pueblo y al servicio de los intereses nacionales, por la solidaridad activa y combatiente en las luchas estudiantiles con el movimiento obrero y por el apoyo de los cinco puntos propuestos por la CGT de los Argentinos”. Las cosas ya no serían iguales. Lo ocurrido aceleró los tiempos, agudizó la imaginación, llevó a innovar en la confrontación, a definir posiciones y distintas opciones donde, sin embargo, la idea de la revolución se instaló con fuerza en el imaginario colectivo, abriendo prepotente la nueva década En mayo de 1969 los dirigentes sindicales y la Coordinación del Movimiento Estudiantil por Facultades de la UNC planificaron la protesta obreroestudiantil que devino en rebelión popular e insurrección urbana y pasó a la historia como “Cordobazo”. de ruptura, anticipando algunos de los cambios que se avecinaban. Más allá de la represión, de los muertos y de los detenidos, lo ocurrido el 29 y 30 de mayo de 1969 se condensó como convicción de que se podía, a través de la acción, modificar el orden de cosas. Esto sirvió, entonces, para abrir un ciclo de protesta que fue sumando a distintos actores. Ese contenido de apertura fue percibido por sus participantes, que llamaban no sólo a continuar la lucha sino también a profundizarla. La FUC dio un comunicado en el que “exigía” la reapertura de la Universidad y la libertad Miércoles 10 de otubre de 2012 Por Mónica Gordillo (*) iniciada a nivel nacional al vencerse el plazo para el congelamiento salarial establecido por el Ministro de Economía Adalbert Krieger Vasena, el protagonismo de los gremios de Córdoba adoptó notas particulares. El 15 de mayo de 1969, una huelga estudiantil en la Universidad del Nor­deste, Corrientes, en contra de la privatización del comedor universitario, fue violentamente reprimida, con el saldo del estudiante Juan J. Cabral muerto y varios heridos. Los acontecimientos de Corrientes fueron la chispa de una protesta estudiantil nacional. En efecto, cuando en la marcha de repudio a lo acontecido fue muerto en Rosario el estudiante Adolfo Bello, cesaron las actividades en todas las universidades nacionales. El 21 de mayo, un nuevo acto en Córdoba fue violentamente repri­mido y resultó herida una estudiante, Elba Rosa Canelo, al estallarle una granada de gas en la cara, lo que le provocó la pérdida de un ojo. La FUA llamó a un paro por 48 horas para el 23 del mismo mes, al que adhirieron varios colegios de enseñanza media y la Unión de Estudiantes Secundarios (UES). El 24, la Mesa Coordinadora Estudiantil exigió la reapertura de la Universidad, que se concretó el 26 de mayo con intensos debates en las aulas. Otros actores también se pronunciaron. La Asociación de Docentes y Graduados Universitarios (Adgu) de la UNC publicó una declaración para repudiar la represión y solicitar la libertad de reunión y expresión. Asimismo, un numeroso grupo de docentes de la Facultad de Arquitectura elevó una nota pública al rector en la que destacaban que la Universidad necesitaba plena libertad y participación de todos los sectores. Entre tanto, las presiones de las provincias impulsaron a las dos CGT nacionales a coordinar un paro general de 24 horas para el 30 de mayo. En Córdoba, se aprobó iniciarlo el 29, con abandono del trabajo a las 10 de la mañana, y extender la protesta también al 30, en adhesión al paro nacional. Sería, además, un paro activo, con movilización hacia el centro de la ciudad, para confluir en un gran acto frente al local de la CGT, ubicado entonces en la segunda cuadra de la avenida Vélez (*) Doctora en Historia, investigadora del CONICET y profesora titular de Historia Argentina Contemporánea UNC. UNC 400 AÑOS HISTORIA Y FUTURO La “Revolución Argentina”, Pampillón y después…. de 70 docentes de la Facultad de Filosofía, docentes del Instituto de Matemáticas, Astronomía y Física (Imaf, hoy Famaf), egresados de la Facultad de Derecho, personal del Centro Universitario Tecnológico, entre muchos otros, se pronunciaron contra la ley 16.912, condenaron la represión ejercida y destacaron que sólo concebían a la Universidad sobre la base de la libertad académica e ideológica. La ley N° 17.245, dictada en 1967, ratificó la pérdida de la autonomía universitaria y la disolución del cogobierno tripartito, ya que preveía el funcionamiento de consejos académicos en las facultades pero compuestos sólo por el decano y siete consejeros docentes. En cuanto al régimen de enseñanza, se impuso el examen de ingreso, al igual que una serie de controles del tipo de alumno activo y límites a la gratuidad de la enseñanza, dado que se fijaba un mínimo anual de materias que debían aprobarse para mantener ese derecho. Asimismo, se prohibía a los alumnos cualquier tipo de actividad política. La adhesión estudiantilobrera empezó a manifestarse tempranamente. Pero la política de Onganía creó las condiciones para que La formación de los arquitectos a debate LA EXPERIENCIA DEL Taller Total Los ´60: experiencias formativas en la FFyH Por Mgter. Nora Zoila Lamfri M UNC 400 AÑOS HISTORIA Y FUTURO os ‘60 fueron años especialmente prometedores en la vida universitaria. Inauguran un tiempo de cierta estabilización para los ideales reformistas y para las disciplinas humanísticas en general, en la ya establecida Facultad de Filosofía y Humanidades (FFyH) en la Ciudad Universitaria, que dejaba atrás la vieja casa de avenida General Paz 120. Todavía no había suturado la herida histórica de un proceso de mutuas exclusiones de la vida institucional, configurada entre el momento fundacional de la Facultad, en 1946, durante el peronismo, y la intervención universitaria pasada la autodenominada “Revolución Libertadora”, en 1955, tiempo de “revancha” y de un antiperonismo unificador de diferencias en la Facultad. Con esa compleja historia como telón de fondo, tiene lugar en aquellos ‘60 una impronta “refundacional”, la que se percibe como una apuesta colectiva por la modernización y la excelencia académica y de recuperación del ideario reformista: autonomía universitaria, cogobierno docenteestudiantil, articulación de la Universidad con los problemas de sus contextos y su tiempo histórico y las políticas de acceso a la cátedra por concursos universitarios. También variaron ciertas condiciones estructurales, como la ampliación progresiva de la matrícula, y se abrió un proceso de redefinición de los planes de estudios, que comienzan a mostrar nuevas identidades formativas, de la mano de los maestros fundacionales de las disciplinas. Hacia 1957 –y como consecuencia de acuerdos colegiados entre decanos interventores de facultades de Filosofía, Letras y Humanidades de todo el país– se conformaron comisiones de profesores y estudiantes que produjeron nuevas propuestas de planes, con la meta fundamental de su flexibilización: planes abiertos, con sistemas de correlatividades, diversificación de materias con optativas y electivas, y exigencia de un idioma moderno para la obtención de un título universitario, entre otros cambios. La dimensión política no estuvo ausente en estas definiciones: se cifraban por entonces esperanzas en cambios que debían remover las formas denominadas “escolásticas” de comprensión de los estudios universitarios, cuyos planes habían mostrado las determinaciones de políticas gubernamentales; por ejemplo, la inclusión de la asignatura Doctrina Nacional durante el peronismo, ampliamente cuestionada por los sectores ahora hegemónicos. Aun con contradicciones profundas, los ‘60 fueron años en los que se observa un proceso de ampliación de fronteras intelectuales a los desarrollos filosóficos, historiográficos, literarios, psicológicos y pedagógicos observados en Francia, Italia, Alemania, España, EE.UU. y también en Latinoamérica. Para ejemplificar, coexistieron perspectivas como la historia de la Escuela de los Anales en el estudio de la historia y la historia de la educación; las corrientes pedagógicas escolanovistas y el normalismo en el estudio de la didáctica; la impronta del idealismo alemán, el marxismo y la inspiración cristiana en la filosofía. Convivieron también la sociología funcionalista y la psicología experimental estadounidenses dominantes, con una perspectiva sociológica humanista, incipientemente el psicoanálisis, y el acento de la literatura latinoamericana. En el plano institucional, fue propósito construir prestigio académico a través de la creación del Departamento de Publicaciones de la Facultad y la proyección de los institutos al medio local, nacional e internacional. Para los “aspirantes a intelectuales”, la cátedra fue un lugar de formación a través de ayudantías y adscripciones, y se configuró una serie de condiciones que dieron identidad al estudiantado (por ejemplo, ser de tiempo completo, el cursado semestral o la condición de alumno libre). Pero el curriculum no sólo remitía al plan de estudios y las formas de organización del cursado descripto. Fueron años de novedosas formas de sociabilidad para las generaciones que empezaban a formarse, muchos recién llegados del interior. En un clima de época de creciente politización, se despliegan múltiples espacios formativos en la Capital y en la Ciudad Universitaria, lugares de encuentro de alta familiaridad; ciudad pedagógica, que habilitaba el sentido lúdico y político de “cazar ideas al vuelo”, en sus calles, en sus cines, en sus bares. Así, las referencias también se encontraron más allá de los académicos; variopintos, como decíamos, en sus posiciones ideológicas. Fueron modelos formativos también la intelectualidad crítica, de raigambre marxista, emergente en distintos espacios disciplinarios y fuera de la institución universitaria. Encuentran un lugar destacado referentes como José María Aricó y el grupo Pasado y Presente, maestros paralelos que abren un encuentro con la tradición marxista crítica de las ortodoxias, o referentes del Centro de Estudiantes de la Facultad. Estudiantes y profesores sufrieron de modo diferencial el fuerte proceso político que atravesó el país, la Universidad y la Facultad de Filosofía y Humanidades a raíz del nuevo golpe de Estado de 1966, ahora autodenominada “Revolución Argentina”, “evento crítico” que inauguró un nuevo clivaje institucional, unificó sujetos y estrategias y generó también desencuentros y hasta excluyentes discrepancias. Después de ese quiebre institucional, con varios profesores exonerados y otros que partían en solidaridad, se fue produciendo un resquebrajamiento progresivo del Onganiato, al ritmo de la deslegitimación política y moral del orden autoritario, con el Cordobazo, que fue movilizando el retorno a la academia; la construcción de una voluntad política de ocupar lugares institucionales en las cátedras, y la proyección de nuevos planes de estudios, connotados ya con las perspectivas crítico-políticas dominantes en los ‘70, y la emergencia de una nueva generación de estudiantes, resistente a toda autoridad. De ello es un indicador la valorización de la “cátedra paralela”, como forma abierta de contestación a las que ahora pasaban a ser nuevas tradiciones (*) Prof. Titular FFyH. Doctora en Investigación Educativa Sociales– aportaban a la resolución de los problemas planteados. Implicó también una concepción participativa de toma de decisiones que –desde la gestación misma de la propuesta– supuso una fuerte democratización de las prácticas académicas, a pesar de un contexto cada vez más restrictivo. La generación de acuerdos y consensos amplios aparecía como estrategia privilegiada para legitimar las decisiones de cambio en la institución. Partiendo de concebir a la arquitectura como una práctica social situada, introdujo en la FAU la necesidad de replantear críticamente el rol del arquitecto, la concepción de la arquitectura que lo determinaba y la misión que la institución universitaria debía cumplir de cara a la sociedad. Su potencialidad crítica articulaba la generación y transmisión de conocimientos –en clave interdisciplinaria– con la interrogación por las desigualdades sociales, desde una perspectiva latinoamericana y nacional, sensible a problemas sociales escasamente abordados en las propuestas más tradicionales de formación de los arquitectos. El Taller Total fue concebido y puesto en marcha en un complejo contexto históricopolítico, social y cultural. Nos referimos a la Córdoba de fines de la década de 1960 y principios de los ’70, signada por la dictadura militar. La experiencia no estuvo exenta de contradicciones y mostró inequívocos síntomas de temprano desgaste. Contra la consolidación de la propuesta, conspiraron dos tiempos: el escaso tiempo cronológico que duró y los tiempos políticos en que se desarrolló. Finalmente, en marzo de 1976, con una facultad diezmada e intervenida, se daba por concluida la experiencia (*) Centro de Investigaciones FFyH. La militancia en los ’70 Por Norma San Nicolás (*) E n la década de 1970, se expresaron con mayor virulencia los cambios que se venían perfilando desde años anteriores en Argentina y en muchos países de América latina y el Caribe, incluyendo las repercusiones que tuvo el “Mayo Francés”, de 1968. La juventud, con activo protagonismo, hizo un camino nuevo, asumiendo las propias realidades políticas, sociales y culturales, en las que volcó su ímpetu, en un aporte fundamental junto a otros actores, en especial la clase trabajadora. Los violentos cambios políticos en nuestro país se instauraron para desarticular el Estado de bienestar que durante 10 años llevó adelante el justicialismo y combatir la fuerza organizada de los trabajadores. Esto se profundizó con el golpe de Estado de 1966 del general Juan Carlos Onganía y las medidas que se tomaron para concentrar la economía al servicio de los monopolios extranjeros. Salvo el breve interregno de los gobiernos de Arturo Frondizi e Arturo Illia, la juventud argentina nunca tuvo experiencia real de la democracia. Era claro que se expresaban en forma antagónica dos proyectos de país: uno, heredero de la vieja oligarquía con un país para pocos. Otro, más amplio, integrador y participativo, cuya última expresión institucional había sido el peronismo. Si a esto añadimos las repercusiones de las experiencias en esos años, principalmente con la revolución cubana en 1959 y algunos procesos liberacionistas en Asia y África, es fácil entender el fervor militante que se expresó en la juventud de fines de los ‘60 y principios de los ‘70. No menor fue la influencia, para países con honda tradición religiosa, de la vertiente del cristianismo que se potenció con la aparición de la Teología de la Liberación, en 1972. Esta mixtura de cristianismo, peronismo y marxismo fue la nueva configuración ideológica y política que dinamizó el proceso en nuestro país, donde la proscripción del peronismo y el consecuente reclamo por el retorno de Juan Perón se conjugaban con las reivindicaciones obreras y estudiantiles avasalladas por las sucesivas dictaduras militares. Pertenecer a esa generación La década de 1970 ha quedado marcada como la del protagonismo político de la juventud. Ninguna otra experiencia colectiva de participación en nuestra historia ha contado con la masividad de los jóvenes en el involucramiento político. La especial sensibilidad propia de esta etapa etaria y su característico impulso a la rebeldía contra lo establecido, quizá sean las principales condiciones subjetivas de este fenómeno. La generación de los ‘70 asumió con responsabilidad y colectivamente los conflictos de su época, buscando transformar las estructuras de injusticia del sistema capitalista y apostando a la construcción de un modelo socialista con las características propias de la identidad latinoamericana. En ese camino colectivo, era necesaria también la revolución, para transformarse en “hombres nuevos”. Eso se desarrollaba en la propia práctica política, con tiempo completo para la militancia, con generosidad y solidaridad entre militantes que abarcaba todos los aspectos de la vida, tanto en lo personal como en lo político. No se trataba de fabricar héroes, pero sí de ser exigentes para responder mejor a las necesidades colectivas. Esta era la dimensión amorosa de la revolución. Este modelo de militancia fue el resultado de procesos personales y colectivos incompletos, siempre perfectibles, fruto de convicciones que fueron asentándose sobre las necesidades de profundos cambios. Una militancia inspirada en el ejemplo de los mayores y en los conmovedores testimonios de los viejos peronistas que contagiaban su experiencia y su mística. También de líderes, referentes fuertes, como Jesús, el Che, Perón, Evita, Mao, Marx o Lenin. ¿En que consistían las prácticas políticas? Eran diversas según el lugar de inserción en lo estudiantil, lo gremial o lo territorial. En esos ámbitos, había que contribuir a la concientización y a la organización para mejorar la calidad de la lucha. Estructurados en agrupaciones, debían estas fortalecerse con la incorporación de nuevos compañeros. Allí se debatían las políticas más adecuadas para cada sector y también se leía y estudiaba para la formación política. Aunque existiese buen nivel de coincidencias, no siempre las visiones eran homogéneas. Las contradicciones no sólo se veían entre grupos de diversa procedencia sino también al interior de los mismos. Pero las discusiones eran superadas por la realidad que, en definitiva, resultaba el mejor modo de saldar las diferencias. Un duro y difícil aprendizaje que también deberán recorrer los jóvenes de este siglo para aportar con generosidad a una sociedad más justa, libre, solidaria y soberana (*) Prof. Asistente. Escuela de Archivología, FFyH. Miércoles 10 de otubre de 2012 Miércoles 10 de octubre de 2012 L trabajo, con integrantes de todos los años de la carrera. Esta organización pedagógicoinstitucional redefinió la concepción del aprendizaje y de la enseñanza. Se promovió la búsqueda de nuevas formas de acceso y construcción del conocimiento, basadas en una discusión estructurada en torno de problemas, en donde enseñar y aprender serían roles intercambiables. En cada año lectivo, se definía una problemática única –arquitectura para la salud, arquitectura para la vivienda social, etc.– en la que todos los talleres trabajaban con distintos niveles de profundidad. En cada uno, las distintas áreas de conocimiento –entre las que se incorporaban por primera vez las Ciencias UNC 400 AÑOS HISTORIA Y FUTURO Prof. Adela Coria* encionar el Taller Total aún hoy concita adhesiones y rechazos encendidos, que remiten a una discusión profunda sobre la función social de la arquitectura y sobre la formación de los arquitectos. Se trató de un cambio en el plan de estudios de la carrera, implementado en la Facultad de Arquitectura y Urbanismo –hoy Faudi– de la Universidad Nacional de Córdoba entre 1970 y 1975. Fue una propuesta fundada en la interdisciplina y la construcción colectiva y participativa de conocimientos, que dejó sin efecto la organización por cátedras y asignaturas, vigente hasta el momento, para organizar el quehacer de profesores y alumnos alrededor de equipos de UNC 400 AÑOS HISTORIA Y FUTURO Miércoles 10 de octubre de 2012 E n el caso de Córdoba, la “primavera democrática” iniciada con la asunción Cámpora tuvo corta duración: en febrero de 1974 un golpe encabezado por el jefe de Policía Tte. Cnel. (R) Antonio Navarro destituyó y encarceló al gobernador Ricardo Obregón Cano y al vice gobernador Atilio López, quien pocos meses después sería asesinado por la AAA (Alianza Anticomunista Argentina). Desde marzo de 1974 y hasta el golpe de estado del 76, la provincia estuvo intervenida. En la represión desatada, en particular a partir de septiembre de 1974 con la designación del Brigadier (R) Raúl O. Lacabanne como interventor federal, actuaron también bandas armadas que operaban clandestinamente y en vinculación con el Comando del Tercer Cuerpo de Ejército. Después del golpe del 76 sus miembros integraron los “grupos de tareas” controlados por las Fuerzas Armadas. Los Servicios de Radio y Televisión de la UNC (SRT) -al igual que la Universidad- no permanecieron ajenos a las circunstancias y vaivenes políticos de la época. Para fines de 1973 el presidente interino del directorio era el Dr. Mario Víctor Menso, el mismo que al concluir 1974 sería designado por el ministro de educación Ivanissevich como rector interventor de la UNC y mantendría su cargo en el directorio hasta 1976, ya sea como presidente o suplente. Entre fines de ese año y principios de 1975 se produjeron nuevos cambios en el directorio a partir de la designación de Menso como Rector. En primer lugar, en el acta que designaba a Menso se explicitaba que a partir de esa fecha los SRT quedaban bajo la “Supervisión y Dirección” del Ministerio de Cultura y Educación de la Nación y su Departamento de Comunicaciones, nombrando en el mismo acto como “Delegados Supervisores” a Bernardo Murray y Roberto Miranda. A continuación y mientras el Rector interventor retenía la presidencia de los medios, fueron designados como directores titulares José Joaquín Stupenengo y Alfredo Carlos Pío Martini, siendo el primero Director interino del Departamento de Comunicaciones Sociales de Ministerio de Cultura y Educación de la Nación y el segundo el nuevo Secretario General de la CGT Córdoba1, es decir personas ajenas a la UNC y los SRT. Ese desembarco del PEN y de la CGT local muestra el lugar estrátegico que ocupaban los SRT dentro del cambio de rumbo en el panorama político provincial y nacional e implicó para estos medios un conjunto de medidas represivas. Después del golpe de estado del 24 de marzo del 76, entre abril de este año y hasta 1983 los SRT estuvieron bajo el control del Ejército seguramente en el marco del 33 por ciento que correspondía a cada fuerza, pero también por la importancia asignada por la dictadura a los medios de comunicación audiovisual. Durante ese período se desempeñaron en la presidencia los coroneles retirados Mario César Amuchástegui (76/78), Juan Carlos Bilbao (1978/80), el Tte. coronel (R) Guillermo Hilario Lagos (1980/82), los coroneles (R) Pedro José Canevaro (1982) y César Anadón (1982/83) este último como interventor. Todos ellos actuaron acompañados por directores civiles –algunos de los cuales eran antiguos empleados jerárquicos de los SRT y otros eran abogados, contadores, etcétera, seguramente vinculados a la UNC. Durante buena parte del año 1983 se hizo nuevamente cargo de la presidencia el Ing. Pedro Gordillo (quien había sido ministro de Obras Públicas de Rogelio Nores Martínez mientras fue interventor de Córdoba, antes de asumir el Rectorado de la UNC) y al renunciar fue reemplazado por el director Cr. Juan Olmedo Guerra (1983). Además, conviene mencionar que en 1976 fue contratado por un año como jefe del Servicio Informativo el periodista Agustín Carlos Revello quien, según se comprobó en 2004, era espía civil del servicio de inteligencia del Comando del Los chicos del Belgrano Por Silvia Romano (*) Tercer Cuerpo2; y en marzo de 1983 fue recontratado como gerente de televisión y coordinador general del Servicio Informativo de Radio y TV hasta 1984. La vinculación con el Comando del Tercer Cuerpo queda también en evidencia en los siguientes ejemplos. Al concluir su mandato como presidente del directorio, Bilbao pidió dejar constancia en actas de su agradecimiento al Dr. Jorge Clariá Olmedo (quien había asumido como Rector de la UNC en 1977) y al Gral. de División Luciano Benjamín Menéndez por la confianza que habían depositado en él3. El interventor César Anadón, era -como se comprobó más tarde- un represor que actuó en los centros clandestinos de detención de La Perla y La Rivera4. Durante la dictadura Anadón fue Jefe del Batallón de Comunicaciones 141 y la mano derecha de Menéndez. Al concluir su gestión en el directorio, un miembro de la comisión fiscalizadora manifestó entre otros elogios “... hemos tenido la oportunidad de apreciar debidamente sus valores personales, tanto morales como intelectuales...”5 La política del terror Aún cuando no se tuviese total conocimiento de su dimensión, los secuestros y la desaparición forzada de un centenar de periodistas era un dato de la realidad que se articulaba con el discurso de censura. En los SRT hubo al menos dos casos: el primero fue el de Miguel Hugo Vaca Narvaja: ingresó en la empresa en 1961 como cronista, luego fue redactor y más tarde abogado auxiliar y asesor letrado desde 19736. Meses después de haber sido despedido de los SRT (enero de 1975) fue detenido en Tribunales cuando realizaba gestiones por un preso político. Vaca Narvaja pasó a integrar la lista de abogados defensores de presos políticos detenidos-desaparecidos o asesinados entre 1975 y 19767. El segundo caso es el de Luis Mónaco: ingresó a los SRT en 1966 como cronista, luego se desempeñó como camaró- grafo y en 1973 pasó a revistar como redactor8. Después del “Navarrazo” le confesó a un compañero de trabajo “...hay una lista de los que seremos borrados de los SRT. Vos no estás, yo sí.”; Mónaco también fue despedido en enero del 75 y en enero de 1978 fue secuestrado y desaparecido junto con su esposa en Villa María, donde trabajaba para un diario local9. Otros gestos intimidatorios y actos vandálicos sirvieron para amedrentar a los empleados, como la quema del archivo fotográfico realizada en el patio de la planta en 1978. El legado del autoritarismo El nuevo directorio de los SRT instalado en enero de 1984 en el marco de la normalización de la UNC opuso visible resistencia a la resolución del Ministerio de Educación de la Nación -remitida por el Rector Normalizador Próspero Luperi- referida a la reincorporación del personal cesanteado. En noviembre de 1984 el rectorado crea una Comisión para estudiar la situación de los cesanteados y en diciembre del mismo año el Consejo Superior Provisorio solicita a la Dirección de Asuntos Jurídicos de la UNC procurar la “inmediata reincorporación del personal”. La reforma de los estatutos de los SRT referida a la composición de su directorio incorporó la representación de los trabajadores lograda en 197310. Pero lo que más llama la atención son los requisitos que debía reunir ese representante: contar con una antigüedad mínima de cinco años en la empresa y no haber sido pasible de sanción disciplinaria en los últimos cinco años. Es decir que, pese a la intención democratizadora, se incluyó el período 1980-1983 cuando la gestión de los SRT estuvo en manos del Ejército y/o de sus personeros11. Según testimonios del propio personal de los SRT, el pluralismo llegaría a los medios recién en 1987 Por Ana Mariani (*) Sed de cambios, violencia y dictadura Fotomontaje: Sebastián Cáceres, Prosecretaría de Comunicación Institucional, UNC. 1 - SRT, Actas de Asambleas T. 1 Acta Asamblea Ordinaria Nº 18, 03/02/75, Fs. 49-51. Cf. SERVETTO, Alicia De la Córdoba combativa a la Córdoba militarizada, 1973-1976. Córdoba, Ferreyra Editor, 1998, p. 151. Según la autora Martini era un hombre de la UOM que respondía a la línea dura de Lorenzo Miguel. 2 - La Voz del Interior Córdoba, 6/8/04. Según la información que recogimos, Revello trabajó hasta esa fecha en Canal 12 (1967/76) y los entrevistados no sabían de sus actividades clandestinas, aunque uno de ellos recuerda que lo consideraban un “alcahuete”. Entrevista a R.A y a O.B. 2006 . 3 - SRT, Actas de Asambleas. T. 1, Acta Nº 42, 15/5/80, f.152-153 4 - La Voz del Interior, 30/9/04. Nota publicada con motivo del suicidio de Anadón, quien se hallaba bajo arresto domiciliario. Allí se menciona también que fue interventor de los SRT luego de haber estado en la URSS como agregado militar. 5 - SRT, Actas de Asambleas, T. 2, Acta Nº 49, 7/3/83. Yofre fue el responsable de la comisión investigadora sobre la denuncia de corrupción. En esa ocasión se confirmó por unanimidad la continuidad en el cargo del mayor Hugo Salas. 6 - SRT, Caja Box Nº 273 “Informe de Personal”, 1977 7 - Detenido en escalinatas de Tribunales el 20/11/75 fue alojado en la Penitenciaría de Bº San Martín. Tras un año preso, logró la autorización de la Corte Suprema para exiliarse en Francia pero fue fusilado junto con otros presos políticos en un descampado de Córdoba el 12/8/76- Cf. Por la memoria, por la justicia, por un sueño, Editado por Familiares de Desaparecidos y Detenidos por Razones Políticas de Córdoba y Ex Presos Políticos, Córdoba 2000, pp. 54-55; cf. Nunca Mas. Informe de la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas. Anexos,. Buenos Aires, Eudeba, 2006, Tomo II p. 911 8 - SRT, Actas de Directorio T.1, Acta Nº 23 26/9/73 – CDA, registros varios. 9- MARGUCH, Juan “Creía en el deber de transformar la sociedad” en Umbrales, Córdoba, Año 9, núm. 16, marzo 2006, pp. 33-34. 10 - SRT, Actas de Asamblea T.2, Acta de Asamblea Extraordinaria Nº 58, 22/4/85, fs. 51-53. Recordemos que antes de la constitución de la S.A. (1972) el directorio se componía de cinco miembros. Sobre la incorporación del “director obrero” en 1973 véase ROMANO, Silvia (coord.) Política, Universidad... cit. pp. 80 11 - SRT, Actas de Asamblea T.2, Acta de Asamblea Extraordinaria Nº 58, 22/4/85, f. 52 Si la película de la década de 1960 y de la primera mitad de los ‘70 pasa en modo veloz, es porque los acontecimientos se devoraban unos tras otros: el mundo y el país dibujado en los comienzos de esa sed de cambios ya no podían mirarse en el espejo cuando llegaron los años grises. Digamos que los ‘60 entraron a la historia marcados por la Revolución Cubana, una experiencia todavía viva que entonces expresaba sus ecos en Latinoamérica y en el planeta. Fue en esa isla en la que casi comienza el “fin del mundo”, cuando los misiles soviéticos apuntaban a Estados Unidos, hasta que John Kennedy y Nikita Kruschev acordaron apagar las mechas de la destrucción. Después, el centro caliente de la Guerra Fría se trasladó a Vietnam. Allí, comunismo y capitalismo –en realidad, hombres y mujeres– combatieron, padecieron y murieron hasta que Estados Unidos debió aceptar la derrota, acaso una de las pocas guerras en las que civiles pudieron influir casualmente por predicar contra la guerra (en esto se incluía un espíritu nuevo en Occidente, musicalizado por Los Beatles). En Argentina, la democracia no podía sostenerse con la prohibición del peronismo. Arturo Umberto Illia, elegido presidente en 1963, luego de algunas medidas incómodas como la ley sobre medicamentos, fue depuesto en un nuevo golpe por el que ascendería al poder la dictadura (siempre cívico-militar) encabezaba por el general Onganía. Tanto autoritarismo, despropósito y, sobre todo, tanto viento de la historia que le soplaba adverso, terminó por derrumbar a ese general. El Cordobazo, aquel del mítico 29 de mayo de 1969, empezó a derribarlo. Mientras tanto, fueron apareciendo en escena los grupos armados de izquierda, como Montoneros y el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP). Montoneros se presentó con el secuestro y muerte del dictador Pedro Aramburu, un episodio que conmovió a la sociedad. La reacción militar no se puso límites, como lo demuestra la masacre de 16 jóvenes presos políticos en Trelew, en agosto de 1972. Acorralados, los militares convocaron a elecciones para el 11 de marzo de 1973, aunque con la prohibición de Perón en vigencia. Ganó Héctor Cámpora, aupado por la consigna: “Cámpora al gobierno, Perón al poder”. Poco más de cuatro meses después, Perón fue elegido presidente, mientras la izquierda y la derecha peronista se disputaban las horas a balazos. Perón murió, la violencia siguió y la mesa estuvo tendida para una próxima dictadura. El 24 de marzo de 1976 bajó un telón de muerte y terror sobre la historia argentina. E l ámbito estudiantil no fue una excepción en la Córdoba de 1974; año en el que se comenzaron a sentir los embates de los grupos que no querían una sociedad movilizada. Los estudiantes fueron un blanco predilecto para quienes estaban convencidos de que orden y represión eran imprescindibles para frenar a los jóvenes que querían participar activamente en los cambios. La Escuela Superior de Comercio Manuel Belgrano, dependiente de la UNC, fue una de las instituciones que comenzó a padecer la embestida de una banda que se apropió de ella en abril de aquel año. Un abogado, de trayectoria en las corrientes más ortodoxas del peronismo, había pasado años antes por la puerta de ese colegio, de calle La Rioja 1450, con un sueño: “Quiero estar ahí adentro, quiero ser el director, quiero dirigir esa escuela”. Se llamaba Tránsito Rigatuso. Cuando logró su sueño, no pocos estudiantes, profesores y preceptores quedaron asombrados con la designación. Rigatuso fue director de la escuela entre 1974 y 1976 y, en ese año, fue reemplazado por el teniente primero Manuel Carmelo Barceló. Pero no fue menos preocupante el aterrizaje en la escuela de Hugo Lafranconi, también de extracción peronista, quien fue designado secretario académico del Manuel Belgrano. Y para completar el elenco, un grupo de celadores afines a las ideas del interventor llegaron con la consigna de “poner orden” en la escuela. Cuando los colegios reanudaron las clases que se habían suspendido por el Cordobazo los alumnos comenzaron a pedir mayor participación. El foco de resistencia que más costó dominar fue el del barrio Clínicas. Y justamente, en el corazón de ese sector, a pocos metros del río Suquía, emergía el colegio Manuel Belgrano. Mientras estuvo como vicedirector a Rodolfo Barraco Aguirre, desarrolló una propuesta original y se convirtió en el centro de la vida de sus alumnos. “Libertad responsable”, esas eran las dos palabras sobre las que se les insistía. La disciplina debía ser sinónimo de orden mínimo, racional y flexible. Durante ese año ’69, los alumnos del Belgrano, Walter Magallanes, Silvina Parodi, Graciela Vitale, Daniel Bachetti y Pablo Schmucler querían tener una participación activa en propuestas que fueran más allá de lo estrictamente escolar. Con el tiempo, los cinco llegaron a ser militantes en distintas agrupaciones políticas. A estos nombres se sumaron otros como los de Jorge Nadra, Raúl Castellano, Fernando Ávila, Claudio Román, Gustavo Torres y Oscar Liñeira. Con distintas edades y diferentes pertenencias políticas, estos once estudiantes dejaron sus huellas en la Escuela Superior de Comercio Manuel Belgrano y fueron secuestrados en los primeros días de la dictadura de 1976. Este es el motivo por el cual, cada vez que se los nombra, se los identifica con ese colegio. Porque fue ahí donde dieron los primeros pasos que, por diferentes caminos, los llevarían a tener activa participación en los momentos más importantes del país. Una placa con sus nombres los recuerda en el primer piso del colegio. Alejandro Román fue muerto en un “operativo ventilador”, los otros diez permanecen desaparecidos. Tránsito Rigatuso implementó un sistema represivo, apoyado en un grupo de celadores y de algunos profesores adeptos a su ideología. Aunque hubo también varios celadores y profesores que lo enfrentaron y que defendieron a los alumnos que para quienes dirigían el colegio eran “subversivos”. El nuevo rector de la Universidad Nacional de Córdoba era Mario Víctor Menso, quien apoyaba la gestión del interventor del Belgrano. Hasta la llegada de Rigatuso, las distintas agrupaciones estudiantiles mantenían sus diferencias. A veces, se unían para las manifestaciones, pero siempre se diferenciaban y discutían sus distintas posturas. Sin embargo, frente a esta irrupción, se unieron todos contra lo que consideraban arbitrariedades y posturas contrarias al nuevo plan de estudios. Se realizaban asambleas, y la respuesta eran sanciones y expulsiones. La dirección trabajó afanosamente confeccionando las listas de “alumnos sentenciados”. Estas listas después llegaron a manos de los servicios de Inteligencia. Eran tiempos de “listas negras”: en los colegios, en las fábricas, en las universidades, en los diferentes ámbitos laborales. Listas que después del 24 de marzo de 1976 cayeron en las ansiosas manos de los militares y que les facilitaron la tarea que se habían propuesto. Sonia Torres, la mamá de Silvina Parodi, en julio de 2002, fue querellada por el ex interventor del Manuel Belgrano Tránsito Rigatuso por haber manifestado en una entrevista al diario La Voz del Interior: “Son los chicos que delató Rigatuso”, en referencia a los alumnos desaparecidos del colegio Manuel Belgrano. La Abuela de Plaza de Mayo soportó con entereza un juicio que tuvo resonancia internacional y del que fue absuelta, ya que, para la Justicia, Rigatuso fue responsable de haber entregado listas de alumnos a las fuerzas de seguridad. Rigatuso murió en 2008 sin ser condenado nunca por la Justicia, Lafranconi se jubiló del Tribunal Superior de Justicia en 2006 (*) Periodista, autora de “La vida por delante” Miércoles 10 de otubre de 2012 Detrás de la pantalla Represión en los secundarios UNC 400 AÑOS HISTORIA Y FUTURO Autoritarismo, censura y represión en los medios 17 de diciembre Se produjo la intervención de la UNC por orden del Cesantía de docentes por razones político-ideológicas El rector-interventor Menso impuso autoridades decanales en todas las facultades, alterando profundamente la vida institucional. Comenzó la cesantía de docentes por cuestiones político-ideológicas. 1977 12 de junio El Instituto de Ciencias Agronómicas se transformó en facultad por decreto 1.394 de la Presidencia de la Nación. Clausura y desmantelamiento del Comedor Universitario Golpe cívico-militar y dictadura 24 de marzo El golpe cívico-militar que derrocó al gobierno de María Estela Martínez de Perón dio comienzo a la más sangrienta dictadura del país. Nueva intervención de la UNC y ubicación de autoridades castrenses en los decanatos. La dictadura impuso el cupo, el examen de ingreso y el arancelamiento, además de estrictos controles sobre los contenidos curriculares e, incluso, sobre la vestimenta y aspecto físico de los estudiantes. Facultarización del Instituto de Ciencias Agronómicas Publicación de listas negras con nombres de estudiantes Septiembre Se publicaron las primeras listas negras con nombres estudiantes expulsados de la UNC, aunque muchos no acudían a las aulas desde que fuera intervenida la provincia, por la violencia instalada en la propia Ciudad Universitaria. Miles de estudiantes detenidos y desaparecidos. La Federación Universitaria de Córdoba organizó una movilización por el ingreso irrestricto, la libertad de cátedra y la anulación del arancel estudiantil. La abolición de los cupos se concretó en el ingreso de 1984. Retorno de profesores y reincorporación de estudiantes. Conforme lo estableció un decreto del Poder Ejecutivo Nacional, las universidades públicas nacionales comenzaron a reincorporar a los docentes, estudiantes y no docentes cesanteados por razones político-ideológicas entre 1975 y 1983. Se produjo el retorno desde el exilio o el Elecciones estudiantiles para la FUC La dictadura militar clausuró el Comedor Universitario, desmanteló la cocina y destinó el salón a otros usos. Octubre Se llevaron a cabo elecciones estudiantiles para elegir centros de estudiantes y autoridades de la Federación Universitaria de Córdoba. Lanzamiento de la Gammaglobulina intramuscular Alcanzó regularidad la producción de albúmina sérica pasteurizada en el Laboratorio de Hemoderivados y se lanzó al mercado la Gammaglobulina poliespecífica para administración intramuscular. ins-ilio de cientos de profesores universitarios. Comienzo de las emisiones en color en Canal 10 Mayo Canal 10 se convirtió en el primer canal de Córdoba en emitir parte de su programación en colores. Asunción de Alfonsín y retorno del espíritu reformista 10 de diciembre Asumió como presidente Raúl Alfonsín. El 12 de diciembre, a dos días de asumir, mediante el decreto 154/83, limitó las funciones de las autoridades interventoras de las universidades nacionales y creó consejos superiores provisorios, con lo cual el espíritu reformista volvió a la universidad. Creación de la Facultad de Matemática, Astronomía y Física Diciembre El Instituto de Matemática, Astronomía y Física de la UNC se transformó en facultad. Miércoles 10 de otubre de 2012 14 de agosto Oscar Ivanissevich reemplazó al ministro Luego de la Guerra de Malvinas comenzaron a organizarse los primeros centros de estudiantes, tarea que continuó en 1983. Abolición de los cupos de ingreso UNC 400 AÑOS HISTORIA Y FUTURO Rector Interventor en la UNC 17 de diciembre Intervención de los Servicios de Radio y Televisión de la UNC por el Ministerio de Cultura y Educación, Departamento de Comunicaciones. En el Laboratorio de Hemoderivados se creó el Banco de Sangre, como un servicio a la comunidad. Posteriormente, en 1991, surge el Instituto de Hematología y Hemoterapia que asoció este Banco con los de la Maternidad y el Clinicas. Organización de los centros de estudiantes 1984 Asunción de Ivanissevich Intervención de los SRT Creación del Banco de Sangre 1983 14 de marzo El Congreso de la Nación sancionó la ley 20.645 de universidades nacionales, conocida como “Ley Taiana” por Jorge Alberto Taiana, quien fuera ministro en el tercer Ministro Ivanissevich y de Estela Martínez de Perón. Asume Mario Víctor Menso como rector interventor de la UNC ante la renuncia de Próspero Luperi. 1982 Sanción de la Ley Taiana Jorge Taiana, quien había ocupado el Ministerio de Educación de la Nación hasta el 13 de agosto de 1974. Invanissevich se mantuvo en el cargo hasta el 11 de agosto de 1975. 1980 1978 Marzo En Córdoba se intensifica la crisis institucional y la violencia política. Desde marzo de 1974 hasta el golpe de 1976, se sucedieron tres interventores federales: Duilio Brunello, Raúl Lacabanne y Raúl Bercovich Rodríguez. gobierno de Perón. La ley reconoció la libertad de cátedra y la autarquía administrativa y económica, aunque prohibió la participación política y estableció un cogobierno compuesto por un 60 por ciento de docentes, un 30 por ciento de estudiantes y un 10 por ciento de no docentes. El Poder Ejecutivo Nacional designó rectores normalizadores y estableció un plazo para instalar el gobierno autónomo de cada Universidad. 1976 28 de febrero Luego de la caída del gobierno provincial, de Ricardo Obregón Cano y Atilio López, por la sublevación del jefe de Policía Antonio Navarro, Perón ordenó la intervención provincial. Córdoba se convirtió en una provincia “ocupada” por fuerzas militares y paramilitares. El Comando Libertadores de América hostigó y asesinó con prácticas terroristas a activistas políticos, gremiales, sociales, estudiantiles e intelectuales. La provincia intervenida 1974 1975 línea de tiempo 4OO años UNC 1610- 1876 1877- 1918 1918- 1938 1942- 1956 1967- 1974 1974- 1984 1957- 1966 capítulo 1 capítulo 2 capítulo 3 capítulo 4 capítulo 5 capítulo 6 capítulo 7 capítulo 8 capítulo 9 capítulo 10 Miércoles 10 de octubre de 2012 UNC 400 AÑOS HISTORIA Y FUTURO 10 Córdoba, ocupada por fuerzas militares y paramilitares 11 Biblioteca Mayor, UNC. Fotografía: Prosecretaría de Comunicación Institucional Biblioteca Mayor Libros de la buena memoria Es la heredera de la Librería Grande de los jesuitas. Hoy, en días de tecnología apresurada, sigue resolviendo necesidades de estudiantes, lectores e investigadores de todo el mundo que consultan sus documentos como fuente de información. UNC 400 AÑOS HISTORIA Y FUTURO Miércoles 10 de octubre de 2012 E 12 star en una biblioteca es pedir un libro, sentarse y leer. Aunque es algo más cuando se trata de la Biblioteca Mayor de la Universidad Nacional de Córdoba. Uno está concentrado en las palabras de un párrafo, pero no deja de sentir que a su alrededor hay millones y millones de párrafos, los de la memoria universal y, sobre todo, los de la nuestra, la del camino recorrido desde que empezamos a escribir y a registrar en estas tierras australes. Y todo esto empezó hace casi cuatro siglos, con la Librería Grande de los padres de la Compañía de Jesús. Estaba impreso lo que entonces se podía leer, y cuando los jesuitas fueron expulsados (1767), todo el material marchó hacia Buenos Aires, hecho ratificado por la Junta de Revolución de Mayo que se planteó la fundación de la Biblioteca Pública que luego sería Nacional. Hubo que esperar hasta octubre de 1812 para que volviera a la Universidad parte del legado jesuítico. Con este grupo de libros, en 1813 empezó nuevamente a funcionar la Biblioteca, pero sólo al servicio de un reducido número de eruditos. Recién el 26 de septiembre de 1818, el entonces gobernador Intendente de Córdoba, don Manuel Antonio de Castro, le dio carácter de pública, creándose de esta manera la Biblioteca Mayor, sobre la base de la Antigua Librería Jesuítica, en una de las salas del colegio Monserrat. A partir de 1883 la Biblioteca Mayor fue enriqueciéndose con una serie de donaciones que tendieron a caracterizarla como una Biblioteca de obras únicas y especiales vinculadas íntimamente a la vida cultural de Córdoba, del país y de América. Recién con la aurora de un nuevo milenio, en marzo de 2000, se recuperaría el resto del legado jesuítico a través de un decreto firmado por el entonces presidente, Jorge de la Rúa. Así, los volúmenes que conforman la Librería Jesuítica son algo más que un acervo bibliográfico, son un símbolo emblemático de la institución y de la Universidad toda. Constituyen el patrimonio histórico y cultural que revela parte de la identidad. Esta colección ofrece información sobre nuestro pasado, ya sea el acotado a la comunidad académica o el ampliado a la sociedad que nos dio origen. La Librería Jesuítica se conserva hoy en el ámbito del Museo Histórico de la Universidad y frecuentemente es consultada por investigadores a nivel nacional e internacional. Hoy, corren días de otras tecnologías, a las que la Biblioteca no dudó en desafiar: en 2005 se convierte en la primera del país que certificó su sistema de calidad con normas ISO 9001:2000, cuya política se focaliza en un cambio de la cultura organizacional sustentada en su razón de ser: usuario, servicio y tiempo. Además, y con el apoyo de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID) se adquirió en 2010 un equipo de última generación que se utilizará para digitalizar archivos históricos y publicaciones científicas. Este hecho sentó las bases de la Biblioteca Digital de la UNC que incluirá la digitalización de libros y la puesta en funcionamiento de un portal en abierto de la producción científica. El material que se digitaliza abarca la Colección Jesuítica y la de Monseñor Pablo Cabrera. La Colección Jesuítica o Librería Grande está conformada por 2500 volúmenes y 1605 títulos, traídos a la ciudad de Córdoba por los Padres de la Compañía, siendo todas ediciones anteriores a 1767. Por otro lado, la Colección reunida por Monseñor Pablo Cabrera se compone de 13.100 documentos que abarcan dos grandes períodos: el hispánico, que corresponde a los siglos XVI, XVII, XVIII y comienzos del XIX y el nacional, donde destacan las cartas de los generales Manuel Belgrano y José de San Martín. La digitalización de estas Colecciones permitirá a la vez preservarlas y hacerlas accesibles a investigadores que las consultan como fuente de información. Cabe destacar que este patrimonio es de carácter único e identifica a la UNC a nivel internacional. Mientras tanto, junto a La Voz del Interior, La Biblioteca lleva adelante un proceso de microfilmado de las páginas de este diario que tiene 108 años de memoria impresa, como una herencia histórica para las generaciones que vendrán