La historia del barrio Internado Palmira

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La historia del barrio Internado Palmira
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ste barrio comprende desde lo que hoy es el puente de Palmira o la Plaza de las Guacamayas hasta
la calle Humboldt: cuando se creó era un lugar
hermoso, un edén… desafortunadamente, queda poco
de él. Es por eso que con la colaboración de Manuel
Bautista y Juan Arredondo, empleados del Instituto e
hijos de algunos de los primeros habitantes de la zona,
se retomará un poco sobre la historia de este lugar, para
que siga siendo recordada por más generaciones.
En este sitio vivió un famoso personaje de la historia de
México, conocido por la firma del decreto de la expropiación petrolera, el general Lázaro Cárdenas del Río.
Aquí, como cuentan quienes lo conocieron, él orquesto
grandes beneficios para el pueblo y se generaron bellas
tradiciones.
Hacia 1930, los lugareños tenían el privilegio de encontrar a su paso varias especies de animales, algunas ya extintas en la zona, como changos, gatos montés y guacamayas. Era muy estrecha la convivencia entre los hombres y
animales y se cuenta que lo changos machos perseguían a
las mujeres y las hembras perseguían a los hombres.
Aquí florecían muchos frutos comestibles. La tierra fértil y la cercanía del río Apatlaco permitían el cultivo de
caña de azúcar, el arroz, la guayaba, la naranja y la toronja. Había gran diversidad de árboles frutales, y no
precisamente cercados, sino en el campo. Antiguamente
existían pomelos, mandarinas, chicozapotes, mangos,
limones, membrillos y nueces, y nadie se molestaba si
alguien los cortaba, todos podían comerlos.
En estos rumbos había una hacienda y un trapiche del
que extraían la melaza, el piloncillo y la azúcar morena,
pues se cultivaba mucha caña.
Aquí vivió también el general Salinas, sobrino de don
Venustiano Carranza, precursor de la aeronáutica civil
mexicana y un gran señor. Algunos deben recordarlo
por su hazañas y su historia.
Del mismo modo, vivió en Palmira el general Limón,
del equipo del general Cárdenas. Aquél era dueño de los
terrenos que abarcaban desde las “Guacamayas” hasta la
noviembre/diciembre del 2000
iglesia de Lomas de Cuernavaca. En las “Guacamayas”
se construyó una gran jaula para estas aves y una esfinge
de piedra que a la fecha permanece en ese lugar.
Palmira fue fundada por Lázaro Cárdenas. En la casa
que todavía permanece en esta zona vivió con su segunda esposa, la señora Amalia Solórzano. Esta gran casona ahora es habitada por los directores o directoras del
Internado Palmira. Existe todavía un kiosko, degenerado por el tiempo que servía al general como su biblioteca particular y una gran alberca. Fue en esta casa donde
se firmó el decreto de la expropiación petrolera.
La región tenía mucha gente, muchos caballerangos,
mucha servidumbre que cuidaba estas tierras. A todas
esas personas, Cárdenas les donó grandes extensiones
de terreno y les construyó casas, pero la mayoría de los
terrenos ya han sido vendidos o convertidos en fraccionamiento. Todavía existe una casita que pertenece al lugareño don Tomás Linares, y otra que es propiedad de
un trabajador de la escuela.
El general Cárdenas fue quien donó el terreno para la
construcción de la famosa escuela para señoritas conocida por muchos como Internado Palmira o Secundaria
Técnica # 1. Antiguamente era una renombrada escuela de ingeniería para hombres y sus egresados se especializaban en agricultura. Posteriormente, se convirtió
en una Normal Rural para maestras que llegaría a tener
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gran prestigio en todo el país. En 1968, pasó a ser secundaria tecnológica agropecuaria.
Lara e incluso de aquí salió el famoso Trío Palmira que
todavía se puede escuchar.
Sobre la gran extensión de terreno donde está ubicada la
escuela, existen también un toreo que se hizo especialmente para el ingeniero Cárdenas y un cenador a la orilla del río Apatlaco en la que fue la casa de su cuñada, la
señora Clotilde, conocida por muchos como doña Coti.
Otra fiesta que conmemoraban, era la de la Virgen
de Guadalupe, en la que la gente caminaba para ir al
Calvario. Y no podía dejar de celebrarse, en grande, el
santo del general Lázaro Cárdenas. Le preparaban un
gran pozole, cornudas y los corazones de sandía que
tanto le gustaban.
Lázaro Cárdenas era una tradición en el Internado
Palmira. Él organizaba grandes festividades donde toda
la gente del lugar era invitada y siempre recibían regalos.
Los padres de Manuel Bautista cuentan que llegaban a
casa del General con costales que se les llenaban con
viandas, cobijas y ropa para los niños. En la casona, que
ahora pertenece a un señor muy adinerado y que se ubica junto al Internado Palmira, se organizaban posadas
grandísimas. Los amigos de Lázaro Cárdenas llenaban
dos grandes árboles con piñatas que diario se quebraban. También en las posadas daban regalos a los pobres,
pero no únicamente un muñeco o un juego de soldaditos para los niños, sino regalos mayores para los adultos
como relojes, cortes de carne y telas finas.
También era memorable el día de la graduación de las
maestras del Internado, fecha que se hacía notar durante el año. Esta fiesta era muy grande y reconocida en el ámbito nacional. Acudían al baile las mejores
escuelas rurales que, hoy día, ya no existen. Aquí se
conocieron a los conjuntos y a las orquestas más populares de México, como la Sonora Santanera, los violines del tío Fontana, Pérez Prado, Los Panchos, Agustín
Para muestra de la fe que los palmireños tenían, se debe
a recordar la construcción de la Iglesia de la Sagrada
Familia sobre la Avenida Palmira, que comenzó hace mucho tiempo y con muchos sacrificios. Don Pedrito pasaba todos los domingos a juntar limosna para comprar la
primera campana. Más adelante, doña María Soto siguió
con esa labor. Pedro Velázquez también le echó muchas
ganas a la construcción de esa iglesia. Fueron muchas las
personas que contribuyeron y nunca se les reconoció ese
gran esfuerzo. Hoy, gracias a ellos, la Iglesia de la Sagrada
Familia es muy conocida y concurrida.
En una ocasión, el general Cárdenas reunió a la gente
les preguntó en qué les podía ayudar. La señora María
Soto (q.e.p.d) pidió un molino para ya no moler en el
metate. El General les puso el molino y cada cual se
turnaba para prenderlo, utilizarlo y volverlo a apagar
al terminar. Cuando una persona le pedía un favor, el
General hacía lo posible por concedérselo.
Este lugar también fue escenario de varias películas muy
importantes. Una de ellas, muy conocida, es “Tizoc”,
protagonizada por Pedro Infante y María Félix. Entre
lo que hoy es el edificio 32 y el túnel de viento, hay un
mango que es donde Pedro Infante se pega en la boca
con una piedra (quien por cierto, se pegó y sangró de
verdad). En la película se puede ver al fondo la cascada y el mango que aún está en ese lugar. También se
grabó aquí la escena en la que matan a la “ciervita”. En
la glorieta que está junto al campo deportivo se filmó
una película con Tongolele y en el condominio “Las
Guacamayas” se filmaban películas de Tarzán.
Las tierras que antes estaban llenas de flores, caña de
azúcar o arroz, ahora alcanzan precios muy altos prácticamente se encuentran fincadas. Quienes disfrutaron
de ese grandioso pasado, ahora sólo conservan los recuerdos de lo que fue el barrio Internado Palmira.
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noviembre/diciembre del 2000
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