El Concepto de Prueba y su aplicación en el Impuesto a la Renta y

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El Concepto de Prueba y su aplicación en el
Impuesto a la Renta y en el IGV
El presente informe tratará sobre el estudio de la prueba como elemento central para la acreditación de los derechos
de los contribuyentes, dado que sin su
concurso, no podríamos tener la certeza
sobre el acontecimiento o no de hechos
generadores de obligaciones tributarias.
En vista a la vastedad del tema, el presente trabajo se avocará a la incidencia de
esta institución en el Impuesto a la Renta
y en el IGV.
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1. Introducción
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Uno de los temas medulares y de constante
actualidad en el Derecho es el que corresponde al estudio de la prueba, el mismo que abarca a las distintas ramas de esta ciencia, entre
las que se encuentra el Derecho Tributario que
es objeto de nuestro cotidiano tratamiento.
La importancia de la prueba en el escenario jurídico puede sintetizarse con la expresión que enseña que: "tanto vale no tener
un derecho cuanto no poder probarlo". O,
dicho en otros términos, es el complemento
indispensable de los derechos materiales y su
debida concreción práctica.
En tal sentido, el derecho a probar –reconocido como una garantía constitucional–
excede el campo del Derecho Tributario y se
yergue como un derecho inalienable de los
particulares.
Cabe indicar que la transcendencia de la
noción de prueba abarca todas las manifestaciones de la vida humana; tal es el caso del
historiador, el paleontólogo, el arqueólogo, el
cronista o el periodista, quienes recurren a la
prueba para convencerse a sí mismos de la
verdad de los hechos ocurridos en el pasado,
así como para convencer a sus lectores de esta
verdad; en el ámbito del Derecho, se utiliza
la prueba para poder convencer al Juez, al Tribunal Administrativo o a la Administración de
la verdad propuesta por el recurrente.
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2. Definición de Prueba
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Siguiendo al ilustre procesalista colombiano Hernando Devis Echandía, debemos en-
tender por el término prueba como el: “(…)
conjunto de motivos o razones que nos suministran el conocimiento de los hechos, para
los fines del proceso, que de los medios aportados se deducen” (1).
2.1. Medios de Prueba
Los medios de prueba son los caminos o
instrumentos que se utilizan para conducir al procedimiento a la reconstrucción
de los hechos acontecidos (testimonios,
documentos, etc). Son aquellos elementos que transportan los hechos al procedimiento. Son los instrumentos regulados
por el Derecho para la introducción en el
procedimiento administrativo de las fuentes de prueba. Visto así, son instrumentos
de intermediación requeridos en el procedimiento para dejar constancia material de los datos de hechos. En tal sentido,
constituyen un concepto esencialmente
jurídico.
Los medios son los instrumentos procesales que son susceptibles de proporcionar un dato demostrativo de la existencia de uno o más hechos, que nos sirven
para reconstruir los acontecimientos y
mediante los cuales se manifiestan las
fuentes de prueba sobre el conocimiento
o registro de los hechos.
2.2. Determinación del Objeto de Prueba
En sentido abstracto el objeto de prueba es todo aquello que se pueda probar,
en general sobre lo que puede recaer la
prueba. Para algunos autores, el objeto
de la prueba son los hechos, para otros
las afirmaciones de las partes sobre los
hechos. CARNELUTTI (2) procuró conciliar ambas posiciones, destacando un
objeto mediato (los hechos) y un objeto
inmediato (las afirmaciones). No es pacífica la idea de cuál es el objeto de la
prueba en el procedimiento.
Somos del parecer que, el objeto de la
prueba lo es tanto el hecho –pues el se
afirma en el procedimiento– como la afirmación, puesto que la correlación u objeto de esta es precisamente un hecho.
Así pues, el tema de prueba es lo que debe
ser objeto de prueba en un determinado
procedimiento, en función de cuáles sean
los hechos introducidos por las partes.
El destinatario de la prueba, la Administración tendrá que llegar a cierta convicción con el objeto de dictar resolución.
Esto nos permite hacernos la siguiente
pregunta ¿qué es lo que debe probarse?
Siguiendo a TARUFFO (3), debe entenderse que en el procedimiento se demuestran hechos no para satisfacer exigencias de conocimiento en estado puro,
sino para resolver controversias jurídicas acerca de la existencia de derechos:
esto es, no se pretende determinar el
hecho en sí mismo sino en la medida en
que éste es el presupuesto para la aplicación de normas en el caso concreto.
Pero, aunque como regla general la
prueba recaiga sobre los hechos, no hay
que olvidar que algunos tipos de hechos
no requieren ser probados por diversas
razones, conforme a lo previsto en el artículo 190º del Código Procesal Civil.
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3. La Carga de la Prueba
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Es un principio del Derecho Procesal que
se aplica igualmente al Derecho Tributario
que, por regla general, la carga de probar corresponde a quien afirma hechos que configuran su pretensión, o a quien los contradice
alegando nuevos hechos. Si no se prueban
los hechos que sustentan la pretensión, el
recurso administrativo deberá ser declarado
infundado.
La ley, en determinadas situaciones, determina qué parte debe probar. Por ejemplo en
la responsabilidad extracontractual, el descargo por falta de dolo o culpa corresponde
a su autor (artículo 1969º del Código Civil),
esto es, al demandado; en la responsabilidad
contractual, la prueba del dolo o de la culpa inexcusable corresponde al perjudicado
por la inejecución de la obligación, o por
su cumplimiento parcial, tardío o defectuoso (artículo 1330º del precitado Código), es
decir, al actor.
Desde el punto de vista procesal, la carga
de la prueba es definida en la doctrina como:
“(…) la obligación que se impone a un sujeto
procesal de ofrecer prueba de lo que afirma,
y sin la cual la obligación queda privada de
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toda eficacia y valor jurídico, de toda atendibilidad (…). La carga de la prueba –onus
probandi– es, en síntesis, el deber de demostrar toda afirmación hecha por una parte en
juicio, en pro de su pretensión.
En el proceso civil, cada parte tiene a su
cargo la prueba de los hechos afirmados y no
reconocidos por la otra parte. Hay una prueba del demandante y otra del demandado” (4)
(el subrayado nos corresponde).
A su turno el procesalista Devis Echandía
enseña que: “(…) la carga de la prueba es el
gravamen que recae sobre las partes y que
las lleva a suministrar el material probatorio
necesario al Juez para que se forme convicción sobre los hechos” (5) (el subrayado nos
corresponde).
Por ello podemos sostener que, la carga
de la prueba es una regla de conducta que
deben seguir las partes en un proceso jurisdiccional para justamente probar los hechos
que constituyen su pretensión, la misma que
en términos de nuestra legislación positiva corresponde, a quien afirma hechos que
configuran su pretensión, o a quien los contradice alegando hechos nuevos (6), tal como
lo ha señalado el Tribunal Fiscal en la RTF
Nº 1760-1-2009 de fecha 25.02.2009.
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4. Los Medios Probatorios en el Ámbito Tributario
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En el ámbito del Derecho Tributario, el
artículo 125º del Código Tributario establece
que los únicos medios probatorios que pueden
actuarse en la vía administrativa son los documentos, la pericia y la inspección del órgano
encargado de resolver, los cuales serán valorados por dicho órgano, conjuntamente con
las manifestaciones obtenidas por la Administración Tributaria. En tal sentido, es claro que
la opción del legislador ha sido la de adoptar
un sistema de numerus clausus, es decir, no se
permiten aportar al procedimiento contencioso administrativo tributario, otras pruebas que
no sean las que en la norma se mencionan.
Sobre la valoración conjunta de la prueba,
es importante destacar la RTF Nº 00755-1-2006
de fecha 10.02.2006, la misma que establece
que de acuerdo con lo dispuesto en el artículo
125° del Código Tributario existen elementos
suficientes, que valorados conjuntamente con
las manifestaciones obtenidas, en conjunto
permiten establecer que las operaciones de
compra efectuadas por el contribuyente a dos
de sus proveedores no han sido reales, al no
haber acreditado la recurrente que las adquisiciones se originaron de las operaciones realizadas con dichos proveedores.
Un ejemplo adicional de como opera
en la práctica la valoración conjunta de los
medios probatorios lo podemos encontrar
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en la jurisprudencia argentina, donde el Tribunal Fiscal de la Nación, ha expresado que
si bien cada medio de prueba es susceptible
de valoración individual, los diversos medios
de prueba deben ponderarse relacionándose
entre sí, comparándoselos con las diversas
posiciones de las partes en punto a los hechos que invocan, de manera tal que al final
se tenga un conjunto sintético, coherente y
concluyente ("Establecimientos Chiazu S.A."
Exp. Nº 18-948.I y Nº 18.949-I).
Otro de los temas que es importante tener
en consideración, es que las testimoniales no
son una prueba concluyente, sino que ellas
deben ser tomadas en su conjunto como parte
de la apreciación razonada que corresponde
realizar a la Administración; así en un interesante caso, el Órgano Colegiado expresó en
la RTF Nº 857-4-1997 de fecha 09.09.1997
que, no procede que la Administración Tributaria desconozca el crédito fiscal del contribuyente, en base a pruebas testimoniales. Sobre el particular, consideramos que el propio
Código Tributario no le otorga la naturaleza
de prueba en todo el sentido del término a
las manifestaciones obtenidas por la Administración Tributaria, ya que únicamente se
expresa que deberá ser tomada en cuenta en
una valoración con las otras "pruebas" propiamente dichas; por nuestra parte, somos de
la opinión que ello es así, por cuanto en el
Derecho Procesal las testimoniales son una
prueba bastante venida a menos, ya que las
manifestaciones de las partes muchas veces
no ofrecen la certeza necesaria para ser tomadas en cuenta de manera concluyente, lo
cual no obsta para que puedan ser tomadas
en consideración como un elemento adicional que se sume a otros medios probatorios.
De otro lado, cabe indicar que esta norma establece que el plazo para ofrecer y actuar las pruebas es de 30 días hábiles; sobre
el particular, se ha establecido por parte del
Tribunal Fiscal en la RTF Nº 804-1-2003 del
19.02.2003, que es nula la resolución apelada emitida con anterioridad al vencimiento
del término probatorio de 30 días hábiles establecido en el Código Tributario.
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5. Incidencia del Tema Probatorio en
el Impuesto a la Renta y en el IGV
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Al respecto, resulta interesante revisar algunos pronunciamientos del Tribunal Fiscal
en cuanto al tema probatorio; así sobre el
tema de los documentos el Órgano Colegiado ha establecido en la RTF Nº 1989-4-2002
de fecha 12.04.2002 que los contratos privados sin legalizar, al adolecer de fecha cierta,
no acreditan por sí solos operaciones que
sustenten fehacientemente la causalidad del
gasto; es decir, que si bien es cierto desde la
perspectiva del Derecho Civil, como regla general los contratos no se sujetan a una forma
determinada, desde una perspectiva probatoria, un documento privado no ofrece la certeza del momento en el cual fue celebrado,
motivo por el cual en un procedimiento de
fiscalización el hecho de contar con un documento de fecha cierta puede tener el efecto
de permitir al contribuyente acreditar de manera concluyente su pretensión.
En lo relativo a las operaciones no reales,
el Tribunal Administrativo ha esbozado el siguiente criterio en la RTF Nº 6368-1-2003 de
fecha 04.11.2003, según el cual, para demostrar que no existió operación real, es preciso
que se investiguen todas las circunstancias
del caso, actuando para tal efecto los medios
probatorios pertinentes y sucedáneos siempre que sean permitidos por el ordenamiento
tributario, valorándolos en forma conjunta y
con apreciación razonada.
Sobre el particular, debe considerarse
como operación no real, aquella en la que
si bien se emite un comprobante de pago, la
operación gravada que consta en éste documento es inexistente o simulada, motivo por
el cual puede inferirse que nunca se efectuó
la transferencia de bienes o la prestación
de servicios; asimismo, debe considerarse
aquella en la que el emisor que figura en
el comprobante de pago no ha realizado
verdaderamente la operación, habiéndose
empleado su nombre y documentos para simular dicha operación y dar la apariencia
de que la operación se ha ejecutado en el
plano fáctico.
Al respecto, el Tribunal Fiscal a través de
la RTF Nº 01759-5-2003 de fecha 28 de marzo de 2003, que tiene la calidad de jurisprudencia obligatoria, ha establecido que una
operación es no real o inexistente, cuando se
presenta alguna de las siguientes situaciones:
• Una de las partes de la operación no existe o no participó de la operación.
• Ambas partes no participaron en la operación.
• El objeto materia de venta es inexistente o
distinto.
• La combinación de tales situaciones.
Por todo ello, puede concluirse que una
operación es “no real” si se llega a establecer
que alguna de las partes o el objeto de la transacción no existen o son distintos a los que
aparecen consignados en el comprobante de
pago reparado.
En la RTF Nº 06522-4-2008 de fecha
26.05.2008, el Tribunal Fiscal ha dejado sentado el siguiente criterio: “(…), se aprecia que
el recurrente pese a ser requerida (sic.) para
ello no ha presentado documentación fehaciente que acredite que las operaciones contenidas en las Facturas Nº 002-041, 002-042,
002-043 y 002-044 emitidas por el proveedor
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José Enrique Bravo Quicaño, corresponden a
operaciones reales, por lo que los reparos al
crédito fiscal de octubre a diciembre de 2002
y al gasto del Impuesto a la Renta del ejercicio
2002 por tales comprobantes, se encuentran
arreglados a ley, correspondiendo confirmar
la apelada en tal extremo.
Con relación al acta de la Audiencia de
Actuación y Declaración Judicial de fecha
12 de mayo de 2004 del Primer Juzgado Especializado en lo Civil de Ica sobre prueba
anticipada (folio 453 y 454), presentada por
el recurrente a fin de (…) acreditar la realidad de los comprobantes de observados, cabe
señalar que en dicho documento por efecto
del apercibimiento dispuesto en el inciso 1
del artículo 296º del Código Procesal Civil, se
dieron por verdaderas las Facturas Nº 002-41
a 002-044 emitidas por el proveedor, así como
los contratos celebrados con aquél, lo que no
implica que se hubiera acreditado la realidad
de las operaciones contenidas en las mismas,
por lo que dicho documento no resulta suficiente para desvirtuar el reparo efectuado”.
En este caso, conforme a los hechos del
expediente, si bien las partes que celebraron
los contratos eran reales, el objeto del mismo era inexistente, motivo por el cual puede
concluirse válidamente que nos encontramos
frente a operaciones no reales y por tanto los
reparos formulados por la Administración
Tributaria tienen plena validez.
Cabe indicar que, no basta que se cuente
con los comprobantes de pago por adquisiciones que cumplan con los requisitos para
hacer uso del crédito fiscal para fines del IGV
o a la deducción de gastos para efectos del
Impuesto a la Renta, sino que se debe demostrar que, en efecto, estas operaciones se
hayan realizado, conforme se ha establecido
–entre otras-, en las RTFs Nº 00120-5-2002,
Nº 01923-4-2004, Nº 00325-1-2005.
Sobre este punto resulta conveniente preguntarnos ¿en qué consiste la simulación de
los actos jurídicos?; al respecto, de conformidad con lo dispuesto por el numeral 14) del
artículo 2º de la Constitución Política del Estado, toda persona tiene derecho a contratar
con fines lícitos, siempre que no se contravenga las leyes de orden público.
Este derecho de rango constitucional no
hace sino reconocer la libertar que tenemos
todas las personas de satisfacer nuestras diarias necesidades a través de la celebración de
actos jurídicos y contratos.
Sin embargo, en algunas oportunidades
las partes de una relación contractual utilizan
los contratos con una finalidad diferente de
aquella que se hace explícita en los documentos físicos –como por ejemplo para pagar
menos tributos (7)–, tal y como se ha hecho
evidente en el caso a que se contrae la resolución bajo comentario.
En tal sentido resulta pertinente revisar
que se entiende por el concepto de simulación para lo cual seguiremos en este punto
al jurista español Federico de Castro y Bravo
quien sostiene que: “(…) la simulación negocial existe cuando se oculta bajo la apariencia
de un negocio jurídico normal otro propósito
negocial, ya sea este contrario a la existencia
(simulación absoluta), ya sea el propio de
otro tipo de negocio (simulación relativa)” (8).
Es claro que en el presente caso, tanto el
recurrente como su proveedor de servicios,
en uso de su autonomía privada han simulado los actos jurídicos celebrados, en tanto
han obrado de manera deliberada para que
opere un divorcio entre la voluntad interna
(perjudicar a la Administración Tributaria) y
lo manifestado en el texto de los contratos.
En este supuesto debemos tener en cuenta
que existe una voluntad de las partes que participan del acto jurídico de fingir la realidad
de las operaciones que se contiene en el documento lo que hacen de manera conciente
y deliberada, con la finalidad de engañar a
terceros que en nuestro caso concreto es la
Administración Tributaria.
Otro tema que es conveniente traer a colación, es el correspondiente a la realidad
fáctica de las operaciones. Al respecto, resulta pertinente que nos remitamos al segundo
párrafo de la Norma VIII del Título Preliminar
del Código Tributario, disposición que a la
letra prescribe lo siguiente: “Para determinar
la verdadera naturaleza del hecho imponible,
la Superintendencia Nacional de Administración Tributaria - SUNAT- tomará en cuenta los
actos, situaciones y relaciones económicas
que efectivamente realicen, persigan o establezcan los deudores tributarios”.
Como fácilmente podemos advertir, la norma anteriormente citada no se refiere al tema
de la interpretación -–como si lo hacen tanto
su primer como su tercer párrafo–, sino que
se refiere a las facultades con las que cuenta
la SUNAT (10) para llegar a desentrañar la real
naturaleza fáctica de los hechos imponibles.
En tal sentido, debemos tener en cuenta que
éstas facultades legales tienen como objetivo
dotar a la SUNAT de las herramientas necesarias
para que pueda verificar, fiscalizar, investigar y
dar una valoración sobre la real naturaleza de
los actos y operaciones realizadas por los deudores tributarios, ello con la finalidad de evitar
supuestos de evasión y elusión tributarias.
Al respecto, las referidas facultades se
hacen tangibles a través de las atribuciones
con que cuenta la SUNAT para realizar la
fiscalización o verificación de la obligación
tributaria efectuada por el deudor, conforme a lo dispuesto por los artículos 61º y 62º
del Código Tributario; así en nuestro caso,
la SUNAT para llegar a determinar la verdadera naturaleza de las operaciones hizo
uso del cruce de información con terceros y
de la toma de una manifestación, tal como
se aprecia del tercer y sexto párrafos de la
página 3 de la citada RTF Nº 06522-4-2008
que pasamos a reproducir, respectivamente:
“(…) que efectuó cruces de información
con el mencionado proveedor, habiendo
éste manifestado que no realizó trabajo alguno para el recurrente y que las facturas fueron emitidas con la finalidad de vendérselas
pagándosele un porcentaje de la (sic.) mismas, habiendo firmado documentos ficticios
al no haber prestado servicio alguno (…)” y
“(…) el Acta de Toma de Manifestación del
señor José Enrique Bravo Quicaño de fecha
19 de diciembre de 2003, rendida ante la
Administración, en la que dicha persona refirió que nunca ha prestado servicios al señor
Modesto Quispe Palomino, que si bien reconoce como suyas las Facturas Nº 002-041,
002-042, 002-043 y 002-044 que les fueron
exhibidas, afirma que las otorgó para hacerle
un favor pues el recurrente le pidió que se las
dé para pagar menos impuesto impuestos, a
cambio le daría un porcentaje de esas facturas, habiendo efectuado ello por necesidad
al encontrarse sin trabajo, precisando que
si bien firmó un contrato con el recurrente
por los supuestos servicios a prestar, éste era
ficticio”.
Con la ejecución del cruce de información
con terceros, así como con la toma de la manifestación, consideramos que la SUNAT ha
cumplido con sus funciones de verificación y
fiscalización de la obligación tributaria determinada por el deudor tributario en la medida
que actúa al amparo de la Norma VIII del Título Preliminar del Código Tributario y de los
artículos 61º y 62º del mismo cuerpo legal,
motivo por el cual no se puede alegar que
la Administración no ha apreciado los argumentos y pruebas aportadas por el recurrente
y mucho menos que dicha situación haya vulnerado el derecho al debido proceso.
En tal sentido, en la RTF Nº 372-3-1997
de fecha 28.04.1997 el Órgano Colegiado establece que corresponde a la Administración
Tributaria efectuar la inspección, investigación y control de las obligaciones tributarias,
con el objeto de determinar la certeza de las
operaciones.
De otro lado, en lo relativo a la apreciación razonada y conjunta que debe realizarse
en el procedimiento contencioso tributario,
podemos citar la RTF Nº 602-4-2000 de fecha 14.07.2000, mediante la cual el Tribunal
Fiscal establece que si el negocio ocupa el
primer piso de la propiedad del recurrente
debe deducirse sólo los gastos de luz, agua y
tributos municipales proporcionales a dicha
área; es decir llega a determinar que, en base
a una apreciación razonada del material probatorio aportado en el expediente, resulta
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pertinente reconocerse los gastos correspondientes al primer piso de la propiedad (en el
cual se realiza la actividad generadora de renta gravada), en tanto y en cuanto se cumpliría
con el Principio de Causalidad, por cuanto el
gasto tiene una incidencia en la generación
de la renta imponible.
En un interesante pronunciamiento en
materia probatoria contenido en la RTF Nº
02544-2-2009, el Tribunal Fiscal decidió revocar la resolución emitida por la SUNAT,
que declaró infundado un recurso de reclamación contra la resolución que declaró improcedente –entre otros–, una solicitud de
devolución de pagos indebidos por Impuesto
a la Renta de cuarta categoría.
Para llegar a esta conclusión, el Órgano
Colegiado –con sano criterio-, ha señalado
que la Administración Tributaria no ha probado que los ingresos de la recurrente correspondan a la renta de quinta categoría de conformidad con el inciso e) del artículo 34º de
la Ley del Impuesto a la Renta y no de la renta
de cuarta categoría como alega ella, ya que
no verificó si la recurrente cumplía con un
horario de trabajo regulado por el empleador,
si se encontraba obligada a sellar tarjetas de
control de ingresos y salidas, o si estaba sometida a cualquier otro mecanismo de control,
tampoco acreditó que el usuario del servicio
proporcione los elementos de trabajo y asuma los gastos que la prestación del servicio
requiere, tampoco se aprecia que haya solicitado al empleador la exhibición del Libro de
Retenciones, elementos todos ellos que constituyen rasgos sintomáticos de la existencia
de la relación laboral, al ser elementos que
evaluados en su conjunto nos pueden llevar a
concluir que nos encontrábamos en presencia
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de la subordinación, elemento típico diferenciador de toda relación laboral.
Con respecto al aporte de material probatorio, el Órgano Colegiado se ha pronunciado en la RTF Nº 02703-7-2009 estableciendo
que, respecto de los comprobantes de pago
observados a un proveedor, ello no se encuentra arreglado a ley, por cuanto la recurrente
ha exhibido documentación probatoria y
sustentatoria que demuestra la evidencia del
servicio prestado (contrato, comprobantes de
pago y algunos correos electrónicos), documentos que en conjunto acreditan la prestación del servicio de asesoría a su favor, siendo
que la modalidad contractual escogida por
la recurrente obedece a la libertad contractual a que tiene derecho, por lo que no cabe
cuestionar la misma, no siendo relevante el
hecho que haya suscrito adicionalmente con
un tercero un contrato de asesoría similar con
diferentes cláusulas contractuales.
En el tema del incremento patrimonial no
justificado, con incidencia en el Impuesto a
la Renta, el Tribunal Fiscal ha tenido ocasión
de realizar una aplicación práctica de la va-
loración conjunta del material probatorio que
obra en el proceso; así, en la RTF Nº 039781-2009, la máxima instancia administrativa
en materia tributaria ha señalado que, la determinación del incremento patrimonial no
justificado realizado por la Administración
Tributaria se encuentra arreglada a ley, por
cuanto de la evaluación conjunta de las pruebas presentadas, no se acredita el origen del
desembolso por la adquisición del inmueble
en el ejercicio 2001, por lo que estando probado que la recurrente adquirió el inmueble
en el año 2001 efectuando un pago al contado, resulta válida la inclusión de este desembolso dentro del flujo monetario.
En este sentido, se ha comprobado que
a efecto de la determinación del incremento
patrimonial, la SUNAT ha verificado cuál fue
el flujo monetario de la recurrente en el ejercicio 2001, tomando en cuenta los ingresos
y egresos acreditados, motivo por el cual la
diferencia constituye el incremento patrimonial que no fue justificado, por lo que el procedimiento de acotación realizado por el Órgano Impositor se encuentra arreglado a ley.
NOTAS
(1) DEVIS ECHANDIA, Hernando. Teoría General de la Prueba Judicial. Víctor P. de Zavalía, Buenos Aires,
pág. 25.
(2) CARNELUTTI, F. (1993). Sistema de Derecho Procesal Civil. Buenos Aires: Edit. UTEHA Reimpresión,
Tomo II, pág. 450.
(3) TARUFFO, Michele (2002), La prueba de los hechos, Op. cit. pág. 90
(4) ENCICLOPEDIA JURÍDICA OMEBA, Editorial Driskill S.A, Buenos Aires 1986, pág. 785.
(5) DEVIS ECHANDIA, Hernando. Teoría General de la Prueba Judicial. Biblioteca Jurídica Dike, Medellín
1993, pág. 78.
(6) Artículo 196º del Código Procesal Civil.
(7) “(…) si bien reconoce como suyas las Facturas (…) afirma que las otorgó para hacerle un favor pues el
recurrente le pidió que se las dé para pagar menos impuestos (…)” (el subrayado nos corresponde).
(8) DE CASTRO Y BRAVO, Federico. El Negocio Jurídico. Madrid 1985, pág. 285. n
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