REGIONAL COMUNIDAD VALENCIANA Pág. : ACV058 2007Oct-10 COMUNIDAD VALENCIANA El control de las tutelas de los discapaces «Es evidente que, salvo honrosas excepciones, tanto en los Juzgados como en las Fiscalías, el sistema de control de las tutelas hasta hace bien poco, ha sido más voluntarista que eficaz; y voluntarista en tanto en cuanto que, la rendición anual de la cuenta de la tutela y el control de la misma dependía más de la voluntad del tutor, que de la exigencia y control que a tal fin se venían desarrollando, tanto por los órganos jurisdiccionales como por la Fiscalía» El presente artículo carece de la más mínima aspiración teorizante, tan sólo pretende aproximarse a un sistema de control de las tutelas que cumpla con la función para la que se instauró, cual es conseguir una mejor y más eficaz protección de las personas discapaces. Va adquiriendo ya el carácter de ineludible, que desde los Juzgados y Fiscalías se elabore un Protocolo de actuación que unifique los criterios y que favorezca la labor de los tutores en el desarrollo y cumplimiento de sus obligaciones. Sólo en el ámbito de nuestra Comunidad Autónoma, según la Conselleria de Bienestar Social, el número de personas con dependencia asciende a 120.000 y de éstas 22.000 sufren una gran dependencia. El mayor contingente de dependencia es el de la discapacidad ligada a la falta o a la pérdida de autonomía mental e intelectual causada por el fenómeno demográfico denominado «envejecimiento del envejecimiento». Esta realidad social exige al Ministerio Fiscal que la protección de las personas discapaces incapacitadas deje de ser un reducto más formal que efectivo. Es evidente que, salvo honrosas excepciones, tanto en los Juzgados como en las Fiscalías, el sistema de control de las tutelas hasta hace bien poco, ha sido más voluntarista que eficaz; y voluntarista en tanto en cuanto que, la rendición anual de la cuenta de la tutela y el control de la misma dependía más de la voluntad del tutor, que de la exigencia y control que a tal fin se venían desarrollando, tanto por los órganos jurisdiccionales como por la Fiscalía. Instar un procedimiento de incapacidad por el Ministerio Fiscal o por aquellas personas que están legitimadas para hacerlo, dictar por el órgano jurisdiccional una sentencia de incapacidad y luego no controlar el desarrollo de la tutela, es dejar vacío de contenido no sólo la incapacidad sino también su razón de ser. Desde cualquiera de las perspectivas posibles se exige la intervención activa y eficaz del Ministerio Fiscal en el control de las tutelas. No cabe la posibilidad de que el desarrollo de toda la actividad que constitucional, estatutaria y legislativa tiene encomendada la Institución se vea truncada o deficientemente desarrollada por factores organizativos, medios o cualesquiera otras razones que, erróneamente, la separen de esta realidad, realidad social y legislativa que, desde la perspectiva de un Ministerio Fiscal en el siglo XXI, resulta una exigencia para avanzar en la sociedad de bienestar y la construcción de una sociedad más justa y digna. Y en cuanto al órgano jurisdiccional, su obligación de controlar de una manera eficaz las tutelas, no sólo está establecida a lo largo del articulado del Código Civil, sino que fue el motivo de la reforma de 1983, que abolió el sistema de tutela de familia, y lo sustituyó por el sistema de tutela de autoridad, otorgando el control de la función tutelar a la autoridad judicial. En el ámbito del derecho sustantivo, las obligaciones del tutor vienen establecidas en el artículo 269 del Código Civil: «El tutor está obligado a velar por el tutelado y, en particular a procurarle alimentos; a educar al menor y procurarle una formación integral; a promover la adquisición o recuperación de la capacidad del tutelado y su mejor inserción en la sociedad; a informar al Juez anualmente sobre la situación del menor o incapacitado y rendirle cuenta anual de su administración. Es decir, el tutor viene obligado a la protección tanto de la persona como del patrimonio, del incapacitado. No se nos escapa que el cumplimiento del precepto citado y su exigencia distan de lo deseable. Es decir, no es frecuente que en la rendición de las cuentas anuales de la tutela se le exija al tutor y éste lo realice, un informe acerca de la situación y evolución de la persona discapaz cuando, por el contrario, el tutor viene obligado a promover la adquisición o recuperación de la capacidad del tutelado y su mejor inserción en la sociedad. Tal estado de cosas no es permisible, por lo que, los Fiscales deberán extremar el celo en exigir que en los informes anuales de las tutelas se dé razonada y amplia cuenta de la situación personal de la persona discapaz; y por parte de los jueces, deberán negarse a la aprobación de aquellos informes que no contengan tales extremos. Es preciso pues, que por parte de los órganos jurisdiccionales y del Ministerio Fiscal se establezcan todas las pautas necesarias para controlar y conseguir que los tutores, en el ejercicio de sus funciones, mantengan una actuación eficiente para conseguir la conservación, y en la medida de lo posible, el incremento del patrimonio de las personas afectas de discapacidad, evitando irregulares desviaciones. En este sentido, para facilitar la labor de los tutores, que en muchas ocasiones se enfrentan a la obligación de efectuar el inventario sin saber qué es lo que se les pide y cómo lo deben hacer, será necesario establecer un modelo de inventario de contenidos mínimos, modelo que se les acompañará junto al requerimiento del inventario inicial como al de la rendición de la cuenta anual; así como al finalizar la tutela, la rendición de la cuenta general justificada. Una vez visto que no concurre en la persona propuesta para ejercer el cargo de tutor ninguna causa de incapacidad ni de inhabilidad, será necesario tener en cuenta la necesidad o no de establecer alguna medida especial de control y vigilancia. El Código Civil establece antes o al inicio de la tutela, y una vez determinada la idoneidad del tutor, toda un serie de actividades encaminadas a la protección del patrimonio del tutelado, y que el tutor debe desarrollar para, de un lado, determinar cuál es la situación patrimonial inicial de la persona sometida a tutela —la formación del inventario—, y de otro, asegurar aquellos bienes de extraordinario valor —dinero, alhajas, objetos preciosos, valores mobiliarios o documentos— que no deben quedar en poder del tutor —el depósito—. El tutor está obligado a velar por el tutelado y en particular a informar al Juez anualmente sobre la situación del menor o incapacitado y rendirle cuenta anual de su situación personal como patrimonial del tutelado. No es posible obviar ni la obligación del tutor de informar ni la obligación del fiscal de proteger al discapaz dejando de controlar cúal es la situación personal, posponiéndola a la patrimonial. Al finalizar la tutela, principalmente procederá devolver el patrimonio al tutelado y rendir cuenta general de su administración a la autoridad judicial en plazo de tres meses . Para conseguir las finalidades antes descritas es importantísimo unificar la forma de proceder, para que todos los intervinientes en el control de las tutelas trabajen sobre las mismas premisas. La eficacia futura del sistema de control de las tutelas va a depender de que, tanto por los órganos premisas. La eficacia futura del sistema de control de las tutelas va a depender de que, tanto por los órganos jurisdiccionales como por las Fiscalías, se cree una base de datos fiable y actualizada, que permita conocer en todo momento las personas incapaces sometidas a tutela y los controles que sobre esas tutelas se han realizado. © Prensa Española S.A-Distribuido por My News on line