Madrid, 29 de Mayo de 2014 El 3 de Febrero del 2006 al dejar a mis dos hijas mayores, Genoveva (5 años) y Ana María (3 años) en su colegio San Patricio, una señora que se saltó un STOP, desestabilizó a un motorista y éste, sin culpa alguna, me atropelló. Me quedé en coma y aunque todo fue en mi cabeza (traumatismo craneo-encefálico severo) y en mi pierna derecha (rotura de ligamentos), mis dos manos intactas se quedaron protegiendo mi vientre porque estaba embarazada de cinco meses. Estuve en la UVI del Clínico y del Ruber Internacional hasta el 5 de Abril. Por la explicación que me han dado, como a los pocos días del accidente fui empeorando y me puse muy mal, me tuvieron que quitar un cuarto del cráneo porque mi cerebro estaba muy hinchado a causa de una gran acumulación de líquido. Gracias a Dios, salió bien y al cabo de un mes, el 14 de Marzo, en una sola sesión, con el fin de no anestesiarme en distintas ocasiones por mi embarazo, me volvieron a colocar el hueso en mi cráneo y me hicieron trasplante de todos los ligamentos de mi pierna derecha. Después de ese día sabían que todo había salido bien, pero no estaban seguros de cómo iba a quedar: podría hablar bien? vería doble por un ojo? andaría bien? tendría una hemiplejia? Gracias al traumatismo cráneo-encefálico severo que me causó el accidente y haber perdido tanta memoria, en lugar de ser abogado y dar clases de Derecho Constitucional, soy una feliz voluntaria tratando de poner parte de mi tiempo libre a disposición de los demás de forma comprometida -como dice la Madre Teresa de Calcuta, la fe en acción es amor y el amor en acción es servicio-. Además, considero importante tener en cuenta, una de las enseñanzas de Nuestro Señor: “lo que habéis recibido gratis, dadlo gratis”(S. Mateo 10, 7-15). Es una de las mejores decisiones que he tomado desde hacía mucho tiempo. Al acabar cada una de ellas, Le doy gracias por haberme dado esta idea. En este sentido, se me ocurrió dedicarme a ayudar a los que de verdad lo necesitan: las personas vulnerables. Según pasa el tiempo, me doy cada vez más cuenta que todo lo que he perdido en mi cabeza lo he recuperado en mi corazón. Al igual que la Madre Teresa, considero que lo que te hace más feliz es darte y servir a los demás. Entre otras cosas, he acudido como voluntaria al Hospital Clínico a través de la ONG Desarrollo y Asistencia y la Fundación San Patricio. Lo que más me animó a participar, desde el día de mi cumpleaños el 26 de febrero de 2009 y considerándolo como el mejor regalo recibido, fue la explicación sobre el hecho de ser voluntario que implica poner nuestro tiempo a disposición de los demás de forma comprometida. La Fundación Desarrollo y Asistencia considera que no se trata de hacer grandes cosas, aunque recibimos personalmente mucho más de lo que damos. Con esto inicié una actividad mucho más gratificante, reconfortante y de verdadera enseñanza. Uno es mucho más consciente de la suerte que tiene en la vida, cuando se vuelca en ayudar, a los demás. Al leer las distintas acciones de voluntariado en las que podía participar de forma inmediata me atrajo el posible acompañamiento de pacientes y apoyo a sus familiares en centros hospitalarios. El hecho de prestar atención como vehículo de comunicación, me atrajo mucho al recordar la mayor necesidad: la comunicación y, además en este caso, con enfermos en el Clínico San Carlos donde en el 2006, yo también estuve ingresada en la UVI a causa de mi accidente. Cuando noto desanimados a los enfermos que hago compañía si lo veo oportuno, suelo decirles dos frases de la Madre Teresa de Calcuta que muchas veces repito: El mejor remedio? - El optimismo; El mayor error? - El darse por vencido. Gracias a eso, recibí otro regalo en mayo del 2009: Ester, una nigeriana que visité en el Clínico, al recomendar esas 2 frases, me explicó que ella había estado 4 meses con las Misioneras de la Caridad de la Madre Teresa de Calcuta y después con Caritas en el barrio de la Prosperidad. Disfruté mucho escuchándola y hablando del Hogar del Inmaculado Corazón de Maria, donde yo también estuve de voluntaria y recordando gracias a ella varios nombres de las Misioneras que yo también había olvidado. Si alguna vez estáis bajos de ánimo y os deprimís porque consideráis que tenéis mala suerte o muchas dificultades, la mejor solución es este tipo de ayuda y amor. Aquí nos damos cuenta que a todos- respetando todas las ideas-, pase lo que nos pase, Dios nos sostiene.