Yrernes 29 (te Abrtí de 1850 ^OION 0% MA^BíO Año Vi.-- !^!HiiMo ! i81 ¿ ;a.'=?iga r.jBisa:3&T*a*«*iKwaaca: •LTPB^WfWW'* 'IMBJO IIBMAIimiLiMáSil£L Aladiid, un mes. Provincias, Islas Baleares y Cenams. un mes ídem, tres meses Jíiem , seis • • Kij pj vWiní-iassuscribjémJose ei; la Administración delAlBERrA por trimestre. Los süscritores contra quienes haya que girar, por trimestre. . . . . 14 rs, 19 U 103 Í6 59 El mínimum 2 reales, y los que pasen de cuatro líneas á 4 cuartos cada una, de 34 letra?. Para los sascritores, 2 cuartos líuea, y ¡iralis eu la edtcíon de la tarde. BIBLIOTECA DE tA IBERIA. deaba. Aquel paisaje estraño era ano dudarlo el mismo fjue le hablan descrito tan minuciosamente. Satisfecho de aquel examen, contestó á la pregunta del español: —listamos tocando á él sin dada, pues debe empezar al pié de la tumba del jefe indio, y esos adornos salvajes indican que esas rocas son su sepulcro. En tanto que vos y Hois-Rosé dais la vuelta á esa roca, dirijiré yo una ojeada á través de e.eos algodoneros y de esos sauce."!. —Yo no puedo menos de desconfiar de cuanto rae r o dea eu estos sitios misteriosos,—respondió Bais-Rosé.— Ese grito que acabamos d e oír revela la presencia de una criatura humana, y bien sea un blanco ó bien un indio, siempre es de temer. Dejadaje antes de todo, examinar el terreno que me rodea. Los tres cazadores dirijieron su yista at suelo, pues se hallaban acostumbrados á l e e r e n él c o m e e n un hbro abierto. —Bien os decía yo,—prosiguió el eanadense:—aquí tenéis las huellas de lospiés d e u n blanco y me atrevería á j u r a r que no hace diez minutos que pasó por aquí. En efecto, veíanse sobre la arena las huellas de pisadas humanas, una de las cuales había roto un tallo de una verdolaga silvestre. Esas pisadas seguían en dirección de la fila de algodonero?. —Én todo caso es un h o m b r e solo,_d¡jo Fabián. Y en .seguida se dirijló á los árboles. Pero Bois-Rosé le dcttivo. —Dejadme obrar á mi: ese vallado impenatrable do verdura puede ocultar al enemigo. Pero no,—prosiguió;—el h o m b r e cuyos pasos hemos visto, no ha hecho más que separar las ramas de las viñas silvestres que se enlazan á los troncos de los árboles para dirijir una mirada á su interior. V Boís-Rosé, en tanto que hablaba asi separé también PftECaOS EN EL ESTRANJEBO Y ULTRAMAR. Estranjero y ritraniár, tres uie&es suso nbiéndose en la AdmÍHistracion. . 70 rs En ei Estranjero y Ultramar, por trimestre, suscribiéndose en Já Península! 80 ídem haciéndela en elEstraDjero. . . . . . . . . . . . _ ' 90 Se Insertarán á precios convencionales s e g a n el lugar y clase de letra que ocupen. La Redacción ó Administración DO devuelve los originales J e anancios ó artículos que por cualquiera circunstancia no m publiquen. PUNTOS DC SDSCRICIQIii EN MADRID. En la Administración, calle de Jacometre/.o, núra. 26, piso segundo, y en las librerías de tuesta, calle de Carretas; Bailly-Balüiere, calle del Príncipe; de Lc-jjez, calle del Carmen; en la Publicidaé, pasaje de Mateu y en la de Pareaes, calle de Sevilla Lqs nÚKD^erps sueltos pcho cuartos. Gabinete para que echaran sus votos en la Hemos visto á este monarca, obligado desbalanza y sü'V mirada? sobre 'n^ ^i'^H^Mna- de e! primer instante dg Su re-ítáblecnnlento, á entrar en lucha contra la ambición del da.s hueste^. Los señores sascritores de Kl necritorio de la rc.dacci^in , K. K^";!.!?»!. Gabinete de Vicna; le hemos visto precisado á defenderse de sus embo.scadas. negánprovincias cuyo abono concludose á admitir los austríacos en Alejandría, SECÜIOM DOGTRÍIÍAL donde habían querido enlrar como en Parye en 30 del {iresenle mes, se m;i, como en Ferrara, como en Toscan,i, lo sevirán renovarlo con la anli- Es tan viva , al paso que lan cxácla , la qie hubiera consumado la esclavitud de cipacion posible para no espc- pintura que de la política del Austria en Italia. épocas hice el AVec/f del 24 del acDesde 181.3 hasta 1839, no ha cesado un rimentar retraso en el recibo de todas tual, que no hemos podido resistir la ten- solo momento la lucha, ya latente, ya arJV\ IBKRIA. tación de trasladarlo íntegro á nuestras co- mada. Pero cuando más especialmente se Creemos que nuestros lectores nos ha despertado contra el Piamonte todo el Las suscriciones empiezan lumnas. lo agradecerán, puesto que todo cuanlo con- rencor del Austria, es desde la guerra de los dias 1." y 16 de cada mes. tribuya á poner de manifiesto la Iradicionai Oriente. No era necesario ser profeta para doblez de la corte austríaca; todo cuanto, comprender que en aquella ocasión el Píacomo el artículo de nuestro colega traspi- monte buscaba poderosos aliados contra una renaico que á continuación trascribimos, agresión futura. Así pues, entonces empeayude á formar un cabal juicio acerca de zaron los movimientos militares por parte CONGRESO. las insidiosas miras de esa Potencia y de del Austria, y se hicieron particularmente Ayer terminó en esta Cámara la discu- sus eternas ambiciones respecto de la Ita- ostensibles al regreso de los soldados de sión de ios presupuestos, de modo que ya lit, no puede menos de ofrecer el más pal- Crimea; bastante ostensibles para causar ha llegado e! tiempo de que el gobierno pitante interés , hoy que la espresada cor- justas inquietudes al Gabinete .sardo, que conteste á las interpelaciones; ya ha llega- te, de acuerdo con todos los antecedentes puso en conocimiento de sus aliados todo lo do la hora de que .se hable de la imprenta. de su bastarda política , se ha l.mzado á la que ocurría. Estos movimientos fueron en La i'iitinia disensión de presupuestos no es- más injusta de las guerras contra el Pia- aumento; y, como no bastaban ios cañones tuvo más animada que las anteriores. Los monte, providencial obstáculo á sus planes y los croatas, el Austria creyó conveniente bancos estaban desiertos. El secretario iba de eterna dominación y sangriento despo- agregar á ellos otras milicias y otras arleyendo los artículos , y concluyéndolos to- tismo en Ja península italiana. El artículo mas, para lo cual concluyó un Concordato dos cop el estribillo: «¿ílá lugar á votar? á que nos referimos^ tiene por epígrafe: que debía atraer á su causa á todo el clero, Há lugar. ¿Se aprueba el artículo? Queda tan poderoso en Italia. E-tas empresas no LAS MALQUERKNCfAS DEL AUSTRIA. aprobado.» De! mismo modo que si recita'(Inútil trabajo sería buscar en la historia podían ocultarse al gobierno francés; pero se una larga letanía con el obligado Ora el Austria, lejos de detenerse al conocer pro nobis. Solo rompió esta monotonía un un solo tratado al cual el Austria se haya que habia sido adivinada, continuó inundiscurso del señor Rivero contra la contri- mantenido fiel; y aun ser4a más difícil bus- dando la Italia de tropas; y para hacer que bución de eonsumos. El orador demócrata car una sola negociación emprendida ó se- /a tempestad estallase sobre nosotros, prese estendió en consideraciones sobre los guida por ella de buena fé. Nadie ignora sentó á la Francia como estimulada repenpresupuestos, manifestando que el aumento cómo se conduce dicha Potencia en mate- tinamente por un irresistible deseo de conde estos es un electo de la centralización, • ria de paz ó de guerra : amiga la víspera, quistas. Sus emisarios recorrieron la Aley que por lo tanto, no combatiendo la cen- se convierte en enemiga al día siguiente. mania, anunciando que amenazábamos al tralización , es inútil combatir los presu- Una simple comunicación de sus generales, Rhin alemán y á la patria alemana; se e.spuestos gi'andes. Contrayéndose después á cuando se digna valerse de formas: hé aquí forzaron por plantear las bases de una nuela contribución de consumos, hizo notar que cómo denuncia les tratados más importan- va coalición, y procuraron apoyarse en las los pueblos cuando .se sublevan combaten tes. Acerca de esto, pueden leerse los ana- malas pasiones. Pudiéramos citar, acerca esta contribución y la anulan, que asi lo hizo les de la República y del Imperio. da esto, hechos que escilarian la indignala revolución del .54, destruyéadola des- i La conducta diplomática del Austria, así ción universal. pues por una ley, que fue restablecida solo ! para con sus aliados como para con sus eneCuando tanto se ha avanzado en la senda por un decreto ; que todas las contribucio- j migos, es igualmente odiosa: es una »ér/e nes tienen una razón de ser más ó menos de emboscadas, intrigas y traiciones. Em- del mal, es difícil, si no imposible, retrocelógica , más ó menos aceptable , pero la de \ prende á la par dos negociaciones opuestas, der. Por esta razón, desde d punto y hora consumos , ningiina; que es opuesta á la | rechaza á los negociadores y anula los tra- en que se habló de negociaciones, no te(Constitución, que dice que cada uno con- ' tados públicos por medio de tratados secre- mimos examinar en qué favorables coniriijuirá .según sus medios . y la de consu- j tos, llegando hasta contraer compromisos diciones podían abrirse. Estas condiciones nios hace contribuir á los que no tienen de faisilm, en los que las desgraciadas hi- no existían, por esceiente que fuese la vomedios; que es de origen feudal, y que, en jas del Austria han servido mas de una vez luntad con que se las buscase. El pensasuma, es insostenible. El sciíor ministro de de prenda á las más atroces perfidias. Si no miento del Austria, al aceptar una base Hacienda y el señor Gener no supieron ó nos resistiésemos á escitar las pasiones, y cualquiera, era ganar tiempo, pu sto que no pudieron contestar á estos cargos ; que si la calma de espíritu no nos pareciese el no quería ni podía ceder, sin renunciar á la contribución de consumos es aceptable, mejor auxiliar de las grandes resoluciones, medio siglo de tentativas encaminadas á pero que debe desaparecer ; que debe des- reproduciríamos circunstancias (¡ue están llegará la completa dominación de Italia. Pero lo que en realidad deseaba era aproaparecer, pero que debe quedar ; que las en (I fondo lie todas las raeiDorias. \echarse de la situación del Piamonte, y demás contribuciones afectan á los que Acostumbrada á engañar, no debe admitienen algo, y esta tiene la ventaj<i de re- rarnos que hoy, como siempre, el Austria poder aglomerar bastantes tropas cerca del partir las cargas sobre los que nída tienen; haya burlado la Europa. Hemos ya puesto Tesinp, para hallarse en disposición de paque se espere; que sí, (jue nó, que qué sé de manifieste la ilación de sus projectos sarlo y marchar sobre Turin. Cuando se yo: tales fueron sus contestaciones; pero respecto de la Italia. Ya en 1800 proponía creyó en estado de verificarlo, arrojó la máscara. pasó el ¡H-tículo. al primer cónsul indemnizarse en el PiaSi, por el contrario, se atiende á la conDespués continuó la discusión sobre es- monte de lo que le abandonara en la Lomducta de la Francia, se verá con qué celo cuelas especiales, discusión empezada otro bardía Dos años después, preguntaba para ha evitado todas las circunstancias que qué servia un ley de Cerdeña. Más adelandía y que continuará mañana. hubieran podido ser causa de que la Europa te, llevaba su odio á la casa de Saboya hasFué desechada la enmienda del señor la acusase de haber tomado un partido de ta el punto de desear que desapareciese Montesino, y el ministro de Fomento, ya antemano. La Francia ha aceptado la pripor falla de herederos, y perseguid hasta la que HO llevó al Congreso razenes para combatirla, llevó á tres de sus compañeros de archiduquesa esposa de Víctor Manuel I. mera intervención de la Inglateira, repre- 40 COMUNICADOS. PRECIOS P E ANONCIOS. PnECIOS DE SDSCaiGION. EL CAZADOR ERRANTE. H aquellas ramas, y después do un ligera examen cuyo resultado no le suministró indicio ninguno, retiró su cabeza de entre el ramaje, que volvió por sí solo á su primitivo esLido. El cazador siguió las huellas, que se dirijian desde aquel punto hacia la colina de rocas donde se hallaba la tumba del indio; pero oí terreno era por aquel lado de naturaleza calcárea y s* hallaba sembrado de piedras planas semejantes á las lápidas de los cementerios;, de modo que era imposible distinguir en él huella ninguna. —Daremos la vuelta alrededor de esa roca cónica,— dijo Bois-Rosé;—tal Vez másadelante podremos encontrar nuevos vestigios. Venid, Pepe. Fabián, esperadnos aquí. '' Los dos cazadores se alejaron, y Fabián se quedó solo ypen.sativo. Aquel Valle del Oro cuya conquista había soñado en el tiempo que su corazón abrigaba tan dulces esperanzas, se hallaba á su lado. Aqííel sueño que acariciaba otras veces como una quimera, era al presente una realidad, y Sin embargo, Fabián era más desgraciado que en la época en que el amor que esperaba sonreía aún á su pobreza primitiva. Asi es como la felicidad se aleja siempre en el m o mento en que se cree poderla locar coa la mano. A veces en medio del silencio de los bosques el cazador presta atonto oido A las ñolas melodiosas del ruiseñor debilitadas por la distancia. Adelántase con pro caución hacia'el sitio donde, oculta entre las h o j j s , el ave nocturna vierte únicamente para la soledad sus más dulces cánticos. El viajero e.spera, al aproximai'se el alado cantor que h u y e de la presencia del h o m b r e , no perder uno solo de aquel,os melodiosos acentos. ¡Vanaespcranzal Por más que camiúe, la voz del r u i s e ñor va delante de él y el cántico se oye siempre á la inisma distancia, sin que la vista pueda distingtíir al cantor. sentada por lord Cowley, y las negociaciones de este plenipotenciario, secretas aun, iban á hacerse públicas, cuando la Rusia, queriendo ensanchar el círculo de la pub'icidad del debate, propuso un Congreso. Esta idea fué inmedialaraente aceptada por la Francia, con cuatro bases que esriuian toJa pérdida material del Austria en la Lomhardía. Aun asi garantizada, el .\ustria puso de dia en día, condiciones más difíciles á su aceptación , mostrándose más exijenteá medida que se le hacían nuevas concesioaes. Asi la hemos visto pedir, primero la esclusion del Piamonte y luego su desarme. Concediósele, por decirlo asi, mucho más de lo que pedia. La Inglaterra, en lugar de un Congreso de las cinco Potencias, propuso uno al cual debia ser convocada toda la Italia, y que sería precedido <fe na desarme general en toda regla. La Francia aceptó también esta proposición. Esta era llegar á los últimos límites de las concesiones, y demostrar que lo que realmente deseaba era la paz, una paz cimentada en una trasformacion pacífica de Italia. Pero el Austria no quiere ni aun ests trasformacion. Las bases del Congreso en nada afectaban á sus posesiones territoriales: solo afectaban á su ilegítima iulluencia; pero la corte austríaca no quiere que ni aun esta influencia sea puesta en tela de juicio, y se niega detinitivameate á todo. En estas circunstancias de su negativa, se patentiza toda su hábil hipocresía. Insultando á la Euiopa , que se presenta como mediadora , ataca directamente al Piamonte cuerpo á cuerpo; le manda que licencie los voluntarios que de todas partes de Italia, de Ñapóles, de Módcna, de Parraa, de Toscana y de la misma Lomhardía han acudido á .soconerlo; es decir, que le exije en cierto modo que entregue indefensos á veinte ó treinta mil denodados defensores de la Ilalia, que no hallarían en seguida asilo alguno sobre la tierra italiana. El Austria coloca , pues , al rey Víctor Manuel entre su honor y tal vez la caída de su dinastía , y la amenaza de una invasión. Hay condiciones imposibles, que solo se presentan á uu enemigo para forzarle a que las rechace y atraerle por este medio al combate. Fácil era ver que el Austria concluiría por adoptar este supremo recurso. Asi las cosas, á la Europa, cuyo concurso ha sido rechazado ; á la Inglaterra , cuya mediación ha sido desairada ; á la Prusia, cuyos consejos han sido desesti.nados ; á la Rusia, de la cual el Austria desprecia hasta las amenazas ; á todas estas Potencias corresponde juzgar de qué parte han brillado la moderación y la buena fé. Su juicio no puede ser dudoso. Es evidente que el Austria no se contenta con la Lomi'ardía, sino que aspira á la influencia esclusiva de toda la Italia ; y que, para llegar á este resultado , lees necesario lo mismo que pretendía en 1800 y en 1802: esto es, la irremisible destrucción del Piamonte. Pues bien: la Francia está en el deber de impedir esta destrucción y todas sus consecuencias; y esto es lo que impedirá aban- 44 donada á sus propios recursos, en caso deración, cuando ese crédito se trata de aocesario , para baldón de aquellos que le enjpañar en el Parlamento con el solo prenieguen su apoyo.—£eon Plee.» testo de los rumores públicas. M.M. FLAMANT. El diputado interpelante, según las breves palabras que pronunció el señor BallesEl Parlamenío, ocupándose del voto partero, secretario de una de esas .sociedades ticular del señor .Madoz, (¡n ei que pedia la aludidas, debió ser sorprendido en su rebaja de la sesta parte de la cuota que se buena fé, cuando tales frases lanzó. Segu» impone á la contribución industrial, dice lo que se nos ha asegurado, dichas sociedacon el candor propio con que suelen discutir los hoi)d)i es de las ideas de nuestro co- des no solo se hallan en el lleno del cumplilega, (que las Cortos constituyentes, no miento de la ley, sino que su estado mer«atreviéndose á tocar de nuevo las tarifas, cantil parece que es próspero, y su admi»y para aiiviar la liqueza territorial, impu- nistración, sobre entendida, moral y escru"sierou á la industrial y de comercio el rc- pulosa en todo. Y si esto es así; si mañana el golji»rno lo »cargo de la sesta parle sobre el total d.\ su demuestra; si, como lo suponemos, el inter«rendimiento. ¿Lo entienden, lo recuerdan pelante queda convencido de su error, ¿éó«bien nuestro- lectores?» mo evitará los males que haya podido proAsí se esplica El Parlamento: pero lo ducir con el simple anuncio de su interpeque debía recordar á sus lectores, es que en lación? Las palabras del diputado las habrá aquella época los progresistas suprimieron trasmitido el telégrafo, las ha llevado ía la conírihucisn de consumos, que equivalía á más del triple .bd recargo que con carác- prensa á todos los ángulos de la Península ter de interinulad impusier(3n aquellas Cor- y al estranjero, y mientras son contestadas tes: que esto fué hijo de la necesidad y del y en tanto que se demuestra la ligereza de estado en que h'ibíau dejado la administra- tan grave suposición, ¿quién puede calcución publica !•!: iioderados: que esto suce- lar los mates que se habrán producido en día cuando tenían que cubrir atenciones el crédito industrial de esas empresas y en graves que quedaron en descubierto aque- los intereses de los accionistas, alarmados llos ministeri )s, después de haber cobrado con tal aseveración? Nosotros defendemos la inviolabilidad del el último un crecido número de millones del famoso é ilegal empréstito.conocido con diputado: pero por lo mismo creemos que el nombre de Domenech. Lo que debiera los mismos diputados están en ei deber de también recordar El Parlamento á sus lec- no traspasar les límites de lojasto y contores, es que aquellas Cortes que elevaron veniente, para evitar que«nadie pueda deá 350 millones la contribución territorial, y cir que abusan de esa investidura alcanzarecargaron la sesta parte el subsidio y la da con el voto de los pueblos. Sobre este mismo asunto dice La Corindustria, lo hicieron teniendo en cuenta la rebaja que esperimentaban las pueblos con respondencia de anoche lo siguiente: «El diputado .señor Herrera b a ifnnncíado la supresión de los consumos: en tanto que los hombres del Parlamento, cuando en el en la sesión de boy una interpelación al g o año de 56 vinieron al poder, siguieryu m- bierno de S. M. sobre ei eistado de alpiunas liraudo ese recargo, y restablecieron los sociedades , especialmente la denominada Compañía general de Crédito en España , y las consumos; es decir, quo sobre lomar una de los torro-carriles de Sevilla » .Icrez y d» medida arbitraria é ilegal, hicieron un nue- l'ucrto-Real á Cidiz , que supone el i n t e r p e vo recargo á los pueblos. lante dirijidas con m a l a f é , en términos que Lo que debiera recordar es, que además pueden comprometer muchas fortunas. Ei señor ministro dé Hacienda contestó en do hacer sus hombres á pluma y á pelo, el acto qae respondía desde luego de la buena esto es, á la derrama y é los consumos, re- K con que se ejerce la dirección de la Comcurrieron á aquel célebre empréstito deno- parlia general de Crédito en España , y del minado de Mires, que les proporcionó tres- estado florecienle y p r ó s p e r o de sus negocios. cientos millones de reales, y que h^ gravado Ignoramos las causas ^ue hayau movido al perpetuamente con una suma crecidísima señor diputado por Vitigudino para hacer la intorpeiacion de que'se trata. nuestro Tesoro. Y debiera recordar, por último, que sus 1 Todas nuestras noticias coinciden perfectahombres, ad.>más de los consumos y de los : mente con las q a e tiene el señor ministro d e cincuenta millones correspondientes á la • Hacienda, y q u e ha espuesto on el Congreso, derrama, añadieron otros 50 á la territo- ¡ on ni acto de anunciarse la interpelación. rial, con lo cual .se puede decir que hicie- I Creemos firmemente que el señor Herrera : no comprende la irascendencla de su conducron á pluma, á pelo y á escobón. ', la en esta ocasión, ni el daño q u e puede hacer Eilas son las que debe recordar á sus con sus p a l a b r a s , propaladas por la prensa lectores para (jue vayan escribiendo la his- q a e repite el eco de la tribuna por toda toria de los moderados. Europa. Como en otra sección verán nuestros lectores, ayer un señor diputado anunció una interpelación, con cuyo solo anuncio pudo lastimar y acaso lastimó graves y respetables intereses. Trató del estado de dos Sociedades de crcdilo. establecidas en España bajo la garantía dé una ley, cuyo cumplimiento i n cumbe al gobierno. Con decir que son Sociedades de crédito, se comprende lo fácil que es herir de muerte intereses de consi- El estado próspero de la Compañía es c o n o cido de todos: Lo dicen los estados mensuales publicados en la Gaceta de Madrid, en c u m plimieato de las leyes vigentes; lo atestiguan todos las hombres de negocios d e esta capital y de España, que han mantenido y mantienen constantes relaciones mercantiles con la referida sociedad; y lo demuesti-an sobre t o d o sus b.ilanoes y los dividendos que ha distribuido á .sus accíonista.s. Deseamos mucho pof el bien del comercio, por el buen n o m b r e de las sociedades de c r é dito, de quienes depende h o y el desarrollo Y fiL CAZADOR ERRANTE. BIBLIOTECA DE LA IBERIA. valle, acarrean el oro de la.s colinas: la posición do este valle es única tal voz en el mondo. Pero el español no escuchaba la voz de Fabián; las r i q u e z a s , que la eruel lección que había recibido y la vida independíenlo que llevaba hacía diez años en m e dio d é l o s desiertos le habían enseñado á despreciar, volvían á recobrar á sus ojos su fascinadora iníluencia. Bel mismo moJo que una de osas pasiones funestas, adormecidas dentro del corazón que han destrozado, se despierta tan violenta como antes á la menor palabra ó á cualquier recuerdo casual, la pasión del oro so habia alzado de repente en el alma del cazador con más violencia que nunca á la vista de aquel tesoro. —Sin dudi» no podíais sospechar,—dijo Fabián d i r i jiéndose á Pepe.—que se reuniese nunca tanto oro. Se comprende bien; pues yo mi^mo, que seguí la profe.sion de gambusino , no hubiera podido creerlo sin haberlo visto. Pepe guardó silencio; su vista, fija con avidez sobre las rocas de oro, no se separaba do ellas mas que para dirijir á Fabián, que parecía no ocupar.so'do sus dos compañeros, una mirada siniestra, lo mismo que sobre Bois-Hosé, que seguía inmóvil en su actitud favorita, con la mano apoyada sobre el cañón de su carabina, contemplando su único tesoro, que era el joven que ol cielo le había devuelto. La pasión de la avaricia se habia apoderado del coraron del o-pañol, borrando todos los buenos sentimientos de su alma , y los ilos liombres que vela A su ladn le [)arocian muchos para compartir con él esas riquezas. tJn e.strerascimiento de terror a?itó su c u e r p o , y dentro de su pecho se eutablú una lucha encarnizada entre los instinlo.s de la juventud, contra los instintos más nobles que habia desarrollado el espectáculo de la naturaleza salvaje, en que el h o m b r e se halla más p r ó ximo á la divinidad. 37 gado; pero la niebla ocultaba aun las colinas; los v a p o res, agitados por el viento de la mañana á la manera de una inmensa colgadura, se dividieron poco á poco. Copos de niebla se suspendían caprichosamente d e las h o jas de los árboles, donde rebotaban de rama en raraa y de arbusto en arbusto, dejando ver en sus intervalos inmensos precipicios y cascadas que se precipitaban de lo alto de las rocas. Por debajo de la tumba del jefe indio, la cascada lanzaba una humeante espuma, y por entre las descarnadas costillas del caballo de batalla se elevaban vapores en que se veían los colores del arco fris. En fin, á los pies do la pirámide del sepulcro, rodeado por un lado de e s carpadas rocas cubiertas de verdura, y por el otro de un la'go de tranquilas aguas, seestendia un estrecho valle: era el Valle del O r o . La vista no podía distinguir en un principio mas que la sorabria y cstraña decoración q u e le rodeaba: aquel pico coronado de niebla y de abetos que ostentaban su cima, el esqueleto del caballo, los horribles trofeas de cabelleras h u m a n a s , las bullidoras cascadas y el lago, visible apenas bajo las plantas acuáticas. Nada podia hacer sospechar aun en aquellos lugares desiertos la presencia de seres animados, cuando tres h o m b r e s , ocultos hasta entonces por las desigualdades del terreno, aparecieron junto al Vallo del Oro. Los tres dirijieron á su alrededor miradas de asombro y casi de temor. —Si el diabla posee un pié de tierra en este mundo, —iijo Pope íleleniendo á sus dos compañeros y enseñándoles el manió de bruma que cubría la c a dena de montañas,—debo ser .seguramente entre e s tos sah'ajos desfiladeros. .Si es cierto que el oro es el que hace comoter toda clase de crímenes en la tierra, debemos creer que el espíritu del mal haya escojido por morada ese v a l l o , q u e contieno , s e g u í decís, TOMO IV, 6