El doctor Di Tella dice: I. A fs. 436/466 Rosa Graciela Rivas de García se presenta interponiendo formal demanda contra Grimoldi Sociedad Anónima para obtener la reparación de los daños que dice haber sufrido, los que calcula en la suma de trescientos cincuenta y ocho mil ciento veinticinco pesos ($ 358.125), con más los intereses y la actualización monetaria que pudiera corresponder, desde la fecha de la rescisión unilateral del contrato hasta la fecha del efectivo pago. También pide la imposición de las costas a su contraria. Relata que el 30 de septiembre de 1993 celebraron entre las partes un contrato de franquicia comercial por el término de tres años de duración y por el cual abrió un local 'Grimoldi' de venta de calzado al público. A su vez, la sociedad demandada se comprometió a 'mantener una relación continua de asesoramiento con el franquiciado, incluyendo la consulta en áreas de comercialización, técnicas de ventas y operaciones comerciales en general' y a prestar asistencia comercial al franquiciado durante el término de la franquicia (fs. 237, sección VI, el A e I). Indica que la vinculación de marras es consecuencia de un contrato de adhesión, en virtud del cual se le autorizó a utilizar un 'plan negocial'–que incluía cualidades técnicas y estéticas y la arquitectura del lugar, publicidad, entrenamiento del personal etcétera– en la localidad de San Martín, obteniendo –a su vez– la exclusividad en el suministro de mercaderías. Inclusive la accionada elaboró la 'proyección negocial de la franquicia' en base a estudios de factibilidad, por lo que estimó las ventas y ganancias de Rivas durante los años venideros, siendo altamente favorables (v. fs. 437 vta. y 438). La actora describe diversos detalles, como la inversión inicial, el alquiler de un local seleccionado por la franquiciante, etcétera. Sostiene que diariamente recibía la mercadería suministrada por Grimoldi –quien tenía la exclusividad en este punto– y abonaba las facturas respectivas a los 90 días de recibida. La accionada poseía un control integral de la actividad desarrollada por ella dado que debía informarle diariamente acerca de las ventas realizadas, la forma de pago, los precios de los productos para el público, etcétera, todo a través de un sistema informatizado. Relata que durante los primeros quince meses la relación se desarrolló con normalidad, hasta que Grimoldi inauguró un local a veinte cuadras del perteneciente a Rivas. Según la demandada no perjudicaría a la franquiciada en tanto vendería sólo saldos y mercadería de segunda selección. Sin embargo, sostiene que pudo comprobar, según consta en acta notarial, que en ese local se vendía la misma mercadería provista por la accionada y a precios inferiores. Ante los numerosos reclamos dirigidos a la gerencia general de ésta, la demandada sólo atinó a aumentarle el suministro de mercadería lo que le generó una deuda mayor, ya que las ventas eran muy escasas. Ante ello, atento a que no podía cancelar la deuda pendiente, Rivas decidió –ante el ofrecimiento de la franquiciante– renovar el contrato. Pese a ello, nueve meses más tarde Grimoldi rescindió la franquicia, sin previo aviso, ocasionándole serios perjuicios a la actora. Luego describe el intercambio epistolar habido entre las partes, que tuvo resultado negativo, y analiza las cláusula del contrato que, a su entender, fueron violadas por la accionada. En relación a la liquidación, peticiona el resarcimiento de los siguientes rubros: daño emergente, lucro cesante y daño moral. A fs. 1154/1168 la demandada responde la acción incoada en su contra solicitando su rechazo y la imposición de las costas a su contraria. Reconoce la relación contractual descripta por la actora y pone de manifiesto que la duración pactada era por tres años, previendo 'una continuación por tiempo indefinido pero con posibilidad de rescisión unilateral para ambas partes' (fs. 2254 in fine). Sostiene que el contrato firmado con Rivas es diferente al del franchising tradicional, ya que por un lado no se le exigió al franquiciado el pago de un 'fee' de ingreso ni una regalía y por el otro existe ausencia de exclusividad en cuanto al territorio. Además indica que al iniciar su actividad como franquiciada ya existía otro local de Grimoldi que vendía saldos tan sólo a veintitrés cuadras de allí, por lo que la accionante no pudo ignorar su existencia Sostiene que el efecto 'Tequila' fue un hecho notorio que afectó las ventas de todos los comercios de las diversas franquicias operantes en esa época, concluyendo que las bajas en las ventas se deben a la situación económica. Luego menciona numerosos ejemplos en los cuales coexisten por pocas cuadras de diferencia, dos y hasta tres locales que venden la misma línea de zapatos. En otro orden de cosas, impugna la validez del acta notarial que acompaña la accionante ya que la información allí vertida resultaría ser falsa. Aduce que en sus negocios de saldos no sólo vende mercadería 'de segunda' sino también remanente de temporadas anteriores que es de primera calidad. También explica que cuando se elaboró el acta, ya había finalizado la franquicia hacía tres meses, por lo que lo precios constatados no competían con los de la actora. Entiende que Grimoldi no aplicó rigurosamente las cláusulas contractuales que la favorecían, por ejemplo no emitió nota de débito por intereses ni tenía obligación de comprarle todo el stock a Rivas, por lo que su accionar fue de una 'excepcional buena fe' (ver fs. 1160). Requiere el rechazo por parte del a quo de las indemnizaciones en virtud de los rubros peticionados por su contraria y de la liquidación acompañada en el escrito inicial. La sentencia de fs. 1629/1652 hace lugar parcialmente a la demanda. Contra dicho decisorio se alza la parte demandada quien expresa agravios a fs. 1692/1698, los cuales fueron respondidos por su contraria a fs. 1703/1712. A fs. 1714 el Tribunal de alzada abre la causa a prueba a petición de la accionada, produciéndose la que surge del expediente, por lo que ambas partes presentan sus alegatos sobre ella en esta instancia (actora fs. 1724/8; demandada fs. 1729/1730). Los antecedentes de la causa y la fundamentación jurídica dada por las partes han sido correctamente explicitados por el señor juez de la anterior instancia en los resultandos del fallo apelado, a los que me remito, dándolos por reproducidos a los fines de este pronunciamiento. II. Se agravia la parte demandada porque considera que el a quo se equivocó al considerar que hubo rescisión unilateral del contrato que unió a las partes. Insiste en que existen pruebas en el expediente que avalan su posición en el sentido que existió una decisión consensuada por ambas partes para dar por terminada su relación contractual. Al respecto, más allá del incumplimiento en el pago de la deuda reconocido por Rivas, estimo que la carta documento que obra a fs. 920 del sub lite constituye prueba suficiente para acreditar la rescisión unilateral del contrato por parte de Grimoldi. Efectivamente, el contenido de esta misiva emitida por la sociedad demandada expresa textualmente 'Asimismo, le hago saber por la presente, que el contrato de franquicia comercial de fecha 30 de septiembre de 1993, del local sito en Sarmiento 2012/14, Localidad y Partido de San Martín, Provincia de Buenos Aires, fue rescindido por Grimoldi S.A. por aplicación de la Sección XII, cláusula B, inc. 1 del mismo, estando el local mencionado en poder de Grimoldi S.A., por haber sido entregado con la expresa conformidad de su parte'. Ante ello es evidente que no pueden caber dudas acerca de la intención resolutoria de la parte demandada en virtud de una interpretación literal del documento analizado. Tampoco se desprende de los agravios expresados ninguna referencia a las pruebas que acreditarían la resolución consensuada del contrato, sino que la agraviada sólo se explaya acerca de la existencia de causales de rescisión del contrato. Otro de los aspectos que cuadra analizar es si hubo preaviso de la voluntad de rescindir con ciento veinte días de anticipación, tal como lo estipula el contrato en caso de rescisión unilateral sin expresión de causa si el convenio es renovado por tiempo indefinido (ver fs. 235 in fine). En este orden de cosas, de un análisis de las constancias que obran en el sub lite no se advierte la existencia del preaviso, acreditación que se encontraba a cargo de la demandada. Más allá que la accionada insiste en que la finalización del contrato fue consensuada, ya he adelantado mi opinión en contrario a esta postura, dado que su contraria nunca expresó su consentimiento al respecto, por lo que a la luz de la cláusula IV in fine del contrato que uniera a las partes, Grimoldi debería haber avisado con 120 días de anticipación su voluntad rescisoria (ver fs. 235 citada). En consecuencia, estimo que la presente queja no puede progresar a tenor de lo precedentemente analizado y –por ende– corresponde tener por rescindido unilateralmente el contrato de marras. III. Luego se queja Grimoldi porque entiende que el a quo se equivoca al expresar que la culpa del incumplimiento de la obligación de pagar por parte de Rivas debía ser atribuida a la demandada, siendo una de las razones la instalación de un negocio de las mismas características a menos de veinte cuadras del de la actora y cuya competencia le generó a ésta pérdidas tales que aquella no pudo afrontar el pago de la deuda que tenía con su franquiciante. Aduce la quejosa que no se había pactado la exclusividad territorial en el contrato suscripto y que, por el contrario, la cláusula X A1 establece textualmente que 'El franquiciado entiende que la licencia para usar las Marcas Registradas es no-exclusiva y que Grimoldi, a su sola discreción, tiene el derecho a operar o franquiciar otros locales y a otorgar otras licencias sobre las Marcas Registradas, en los términos y condiciones que estime aceptables' (ver fs. 243). Esta cláusula integra, como ya se señaló, el contrato redactado por la parte predisponente –en este caso Grimoldi– y reúne las características propias de un contrato que, tanto la doctrina como la jurisprudencia, han calificado como de adhesión y para cuya interpretación y aplicación debe ajustarse a los parámetros fijados por este Tribunal en diversos fallos a los cuales me remito (ver entre otros, 20/9/2002, en 'Fontanellaz, Marta E. y otros c. Furlong Empresa de Viajes y Turismo S.A. s/ordinario', 17/4/1998, en 'Berrud, Oscar c. Mongiello Hermanos S.A.C.I.F.I. y A. s/sumario'; 19/6/1998, en 'Contreras Erín c. Dolera Nelly y otros s/sumario'; ver entre otros, Fontanarrosa, 'Derecho Comercial Argentino', Bs. As. 1974, t. II, nº 33, pág. 91), por lo que –más allá de la posibilidad de la renuncia unilateral a la exclusividad por parte del franquiciado– su operatividad no puede generarle un perjuicio cierto porque ello no sería una consecuencia previsible del devenir normal de la etapa del cumplimiento contractual. En efecto, frente a los actos concretados por una de las partes que produjeron en alguna medida cambios de las condiciones existentes al momento de haberse formalizado lo pactado, aunque ellos aparecieran autorizados contractualmente, cabe considerar que esa conducta –si produce perjuicio a la contraparte– contradice lo que ellas presupusieron respecto a lo plasmado en el texto escrito. Es en ese conjunto de realidades inexpresadas y no cuestionadas (presupuestas) que cabe subordinar los actos sobrevinientes efectuados por la demandada en el caso de examen. Por ello, de la lectura de esta cláusula no se puede inferir automáticamente que Grimoldi tenía un ilimitado derecho a instalar un local tan cercano al de Rivas en el que se comerciara productos de su marca. En este sentido, coincido con el anterior sentenciante en cuanto a que –en virtud de la buena fe que debe primar en toda relación jurídica (art. 1198, cód. civil)–, no resulta razonable pensar que la instalación de un negocio con las mismas características que el franquiciado a poca distancia, no habría de generar perjuicio, daño que fue probado en autos a través de distintos medios (ver fs. 1407/9 resp. a pregs. 4º y 5º; fs. 1416, resp. a preg. 35; fs. 366/7 etc.). Considero que la defensa de la demandada basada en la preexistencia de un local de saldos cerca al de Rivas antes de la firma del contrato, no constituye óbice para que la actora se sienta perjudicada por la instalación de otro más cercano y con características similares a las del suyo (situación que desconocía al momento de la firma, ver fs. 1384 resp,. a la octava y novena ampliación), tal como lo acredita a través de los testimonios aportados (fs. 1378, resp. a preg. novena y décima; fs. 1407/9, resp. a pregs. 4º y 5º) y del acta de fs. 366/7. Si bien en principio los franquiciados que operan en una misma plaza pueden ser competidores entre sí y han ingresado al sistema con pleno conocimiento de su integración en una red con reglas prefijada (Farina, Juan, 'Contratos Comerciales Modernos', Bs. As., 1999, pág. 493 y sigs.), este extremo –como he señalado precedentemente– no se ha cumplido en autos. Por otra parte, Grimoldi no acerca pruebas al sub lite que atestigüen la irrelevancia del funcionamiento del nuevo comercio con respecto a la actividad del de Rivas. En ese sentido, el ex asesor externo de la sociedad demandada en su declaración testimonial sostiene que a veces las 'casas de saldos' compiten con la sucursales, de acuerdo a su ubicación. Inclusive agrega que a veces la mercadería es la misma que la que es encuentra en la sucursal, por ejemplo cuando el saldo es 'por numeración' de calzado (fs. 1387, resp. a la décimo novena repregunta a fs. 1388, resp. a la repregunta veinte). En consecuencia, a la luz de los elementos analizados estimo que la presente queja no podrá prosperar. IV. También se queja la demandada porque entiende que el a quo se equivoca al considerar que el 'sobrestock' en que incurrió Rivas tuvo que ver con su endeudamiento, atribuyendo dicho 'sobrestock' a la conducta maliciosa de Grimoldi. Este aspecto denunciado de las relaciones entre las partes no se compadece como una de las características importantes de este contrato que es la mutua colaboración y, en este orden de ideas, cuadra destacar que el franchising resulta ser un contrato de colaboración empresaria que requiere de la acción común de empresas independientes para lograr eficacia, desarrollo y ampliación de los negocios en sus respectivas empresas (Farina, Juan, ob. cit., pág. 481 y sigs.). De las constancias que obran en el expediente se puede inferir que el envío desmedido de mercadería por parte de Grimoldi fue un factor importante en la debacle del negocio franquiciado. Por lo tanto la franquiciante no ha obrado de acuerdo a lo esperado en este tipo de contratos, dado que su accionar, como ya se dijo, desatendió los parámetros de previsibilidad que eran de esperar a la luz de lo pactado. Efectivamente, la apelante ha reconocido que era quien determinaba la clase y los modelos de mercadería que se vendía en el negocio de Rivas (ver abs. de posiciones fs. 1368, resp. a preg. 28º y 29º). También existen testimonios que dan cuenta de la misma actitud por parte de Grimoldi al incrementar constantemente los niveles de 'stock' por encima de los niveles de venta ('sobrestock') de los negocios franquiciados (fs. 1373, resp. a preg. 21ª, fs. 1538, resp. a la tercera ampliación; fs. 1546, resp. a preg. 15ª). En este punto cabe aclarar que la apelante insiste en descripciones referentes al incumplimiento de la actora, cuestión que no ha sido objeto de debate en este juicio, sino que lo que se pretende dilucidar es si tal incumplimiento se debió a la conducta llevada a cabo por la franquiciante a lo largo de la relación que unió a las partes, no aportando ésta elementos que permitan apartarse de lo expresado por el juez de la anterior instancia con respecto a este punto. En consecuencia estimo que esta impugnación no puede progresar. V. Se queja también la parte accionada porque el a quo consideró que había violado la 'uniformidad de precios' estipulada en el contrato, al entender que Rivas había acreditado suficientemente que en local de oulet se vendía mercadería de primera calidad a un precio menor que el fijado para la fanquiciada. En este orden de cosas, se debe tener en cuenta la abundante prueba que produjo Rivas y que apuntó a demostrar que en el negocio de San Martín se vendían no sólo productos de segunda sino también aquéllos en buen estado que competían directamente con los suyos (ver acta notarial de fs. 366/8, pericia contable de fs. 1448 resp. a punto C, etc.). Por su parte la demandada no aportó probanzas al sub lite que acreditaran su posición en este aspecto, siendo su única defensa la referencias que hace tardíamente a fs. 16213, vta. de su alegato sobre la existencia de diferentes precios, manifestaciones que por sí solas no alcanzan a rebatir las pruebas de su contraria. En conclusión, estimo se debe rechazar la presente impugnación. VI. Finalmente se queja la franquiciante por el monto de la indemnización otorgada a la actora en concepto de lucro cesante. Estima erróneo el cálculo realizado por el anterior sentenciante, quien 'entiende que la ‘ganancia frustrada’, que se compensa con cuatro meses de preaviso se determina calculando el 60% de la cifra de ventas brutas, aplicándole el 21% de IVA' (fs. 1697 vta.). Al respecto, cuadra tener presente que la inclusión del impuesto mencionado por parte del a quo en la indemnización en análisis se basa en la obligación asumida por la quejosa que surge de la cláusula G de la Sección VI (fs. 237) del contrato que uniera a las partes, la cual establece que 'Grimoldi garantiza al franquiciado un margen entre el precio de venta sugerido al público de los productos de Grimoldi y el precio de su suministro. Dicho margen será equivalente al 60% del precio de suministro más IVA sujeto a las modificaciones que demanden las condiciones del mercado'. Esta cláusula –redactada por Grimoldi y suscripta por ambas partes– fue utilizada por la actora como parámetro de su reclamo indemnizatorio (ver escrito inicial, f. 458), pretensión que resulta adecuada a lo convenido por las partes. Más aún, si bien la demandada desconoció las planillas con la ganancia proyectada (ver fs. 253/4 y ver sentencia fs. 1637/1639), lo cierto es que no cuestionó concretamente en su escrito de responde (ver capítulo: la liquidación, fs. 1162 vta.) los puntos que pretende ahora impugnar: la aplicación del IVA y la utilización de la ganancia bruta y no así de la neta. Es por ello que estimo que esta queja no puede progresar; en virtud de que se trata de temas no cuestionados en la anterior instancia y que esta alzada no se encuentra en condiciones de abordar (art. 277, ley ritual). VII. Por las consideraciones precedentemente analizadas, opino que se debe confirmar la sentencia apelada, con costas a la demandada por haber resultado perdidosa (art. 68, cód. procesal citado). Por análogas razones el señor juez de Cámara doctor Caviglione Fraga adhiere al voto anterior. El doctor Monti dice: Coincido en lo sustancial con el voto del distinguido colega preopinante doctor Di Tella. Sólo discrepo con lo expresado en el consid. VI en punto al resarcimiento que corresponde conferir a la actora en concepto de lucro cesante. A mi modo de ver, el reclamo contenido en la demanda por este concepto debe considerarse, en sustancia, dirigido a obtener una indemnización por la 'utilidad frustrada', noción que cabe entender referida a la utilidad neta, como sostiene la demandada en su expresión de agravios (v. fs. 1697 vta.). Estimo, asimismo, que, por encima de ciertas imprecisiones en la contestación de la demanda (v. fs. 1154/1168), se cuestionó allí el reclamo en su totalidad, a lo que cabe añadir que un cálculo del lucro cesante basado en la utilidad neta se adecua mejor al daño efectivamente causado a la actora. Por eso, los cálculos que el a quo efectuó en su sentencia (v. apart. b de fs. 1648), a los fines de establecer el porcentaje que estimó como 'ganancia garantizada' (b 2), no pudieron estar referidos a la facturación global proyectada para el cuarto año de la relación comercial entre la partes, sino a una cifra resultante de deducir de aquel monto global las erogaciones necesarias para la operatividad del negocio. Con ese alcance, habría que corregir el importe tomado como punto de partida en el apartado b1 de fs. 1648. Esa corrección deberá hacerse en la instancia de grado sobre la base de los antecedentes obrantes en autos, prudencialmente ponderados, en su caso, en los términos del art. 165 del cód. procesal, en la etapa de ejecución de la sentencia. Y Vistos: Por los fundamentos del acuerdo que antecede, se confirma la sentencia apelada. Las costas de esta instancia se encuentran a cargo de la parte demandada vencida. En mérito de la importancia, calidad, eficacia y extensión de los trabajos desarrollados por los profesionales beneficiarios de la regulación recurrida y estando apelados sólo por altos, se confirman los estipendios correspondientes al letrado patrocinante de la parte actora Dr. P. M. B., lo del Dr. P. H. F, en el mismo carácter que el anterior profesional, y estando apelados sólo por bajos, se confirman los del letrado patrocinante de la parte demandada Dr. E. E. M; los del apoderado de la misma parte D. J. A. G. y los del perito contador G. H. P. Asimismo, por la incidencia resuelta a fs. 1174/175: también se confirman los emolumentos pertenecientes al apoderado de la parte demandada Dr. J. A. G., y los del letrado patrocinante de la misma parte Dr. E. E. M., regulados a fs. 1629/1652 (arts. 6º, 7º, 9º, 10, 19, 33, 37 y 38, ley 21.839 [EDLA, 1978-290] modificada por ley 24.432 [EDLA, 1995-A-57] y 3º, decreto-ley 16.638/57). Finalmente, fíjanse los honorarios del Dr. P. M. B. por sus tareas inherentes a esta instancia (art. 14, ley cit.). –