REVISTA DE LA FACULTAD - Novedades

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UNIVERSIDAD NACIONAL DE CORDOBA
FACULTAD DE DERECHO Y CIENCIAS SOCIALES
Córdoba - Argentina
Revista
de la
Facultad
Vol. IV • Nº 1 • nueva serie II (2013)
ISSN 1850-9371
DIRECTOR HONORARIO
Víctor F. Reinaldi
DIRECTORA
Zlata Drnas de Clément
SECRETARIA
Carla Saad de Bianciotti
COMITÉ DE REDACCIÓN
CONSEJO ASESOR
Marcela Aspell (CONICET)
Manlio Bellomo (Universidad de Catania- Sicilia - Italia)
Jorge De La Rúa (Universidad Nacional de Córdoba)
José Antonio Escudero López (UNED - España)
Gonzalo Fernández (Universidad Nacional de Córdoba)
Carlos Garriga (Universidad del País Vasco - España)
Hortensia Gutiérrez Posse (Universidad Nacional de Buenos Aires - Argentina)
Ricardo Haro (Universidad Blas Pascal)
Waldemar Hummer (Universidad de Innsbruck - Austria)
Alicia Morales Lamberti (Universidad Nacional de Córdoba)
Juan Carlos Palmero (Academia Nacional de Derecho y Ciencias Sociales de Córdoba)
Antonio Remiro Brotóns (Universidad Autónoma de Madrid - España)
Horacio Roitman (Universidad Empresarial Siglo 21)
Jorge Horacio Zinny (Universidad Nacional de Córdoba)
CONSEJO DE REDACCIÓN
UNC
José C. Bocchiardo
Eduardo Fanzolato
Ricardo Mirolo
Luis Moisset de Espanés
Myriam Consuelo Parmigiani de Barbará
Luis Ignacio Savid Bas
Rafael Vaggione
Alberto Zarza Mensaque
Dirección, redacción y correspondencia
Caseros 301, piso 1, 5000 Córdoba-RA
Tel 0054 351 4332059
[email protected]
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III
AUTORIDADES
UNIVERSIDAD NACIONAL DE CÓRDOBA
RECTORA
S. Carolina SCOTTO
FACULTAD DE DERECHO Y CIENCIAS SOCIALES
DECANO
Marcela ASPELL
VICEDECANO
Guillermo BARRERA BUTELER
SECRETARÍA ACADÉMICA:
Graciela RÍOS
PROSECRETARÍA ACADÉMICA:
Alejandro FREYTES
SECRETARÍA DE CIENCIA Y TÉCNICA:
Adriana DREYZIN de KLOR
SECRETARÍA LEGAL Y TÉCNICA:
Victorino SOLÁ
SECRETARÍA DE ASUNTOS ESTUDIANTILES:
Cintia D. HAYIPANTELI
PROSECRETARÍA DE ASUNTOS ESTUDIANTILES:
Antonio KOGUC BATIUSZK
SECRETARÍA ADMINISTRATIVA:
José María GARCÍA
SECRETARÍA DE POSTGRADO:
Ramón Pedro YANZI FERREIRA
PROSECRETARÍA DE POSTGRADO:
Edgardo GARCÍA CHIPLE
SECRETARÍA DE EXTENSIÓN Y RR II:
Félix LÓPEZ AMAYA
PROSECRETARÍA DE EXTENSIÓN Y RR II:
Marcelo ECHENIQUE
SECRETARÍA DE GRADUADOS:
Luisa I. BORGARELLO
PROSECRETARÍA DE GRADUADOS:
Laura CALDERÓN
CENTRO DE INVESTIGACIONES JURÍDICAS Y SOCIALES
DIRECTOR:
Esteban LLAMOSAS
COORDINADORA ACADÉMICA:
María Alejandra STICCA
COORDINADORA DE EXTENSIÓN:
Isabel Lucía ALEM de MUTTONI
COORDINADORA ACADÉMICA E.T.S. y E.C.I.:
Paulina BRUNETTI
COORDINADORA DE EXTENSIÓN E.T.S. y E.C.I.:
Olga PAEZ
V
honorable consejo directivo
profesores titulares
titulares
suplentes
Olga Páez
Arturo Santiago Pagliari
Graciela Fredianelli
Esther Susana Borgarello
José Palazzo
Maria Inés Loyola
profesores adjuntos
titulares
suplentes
María Mercedes Savall
Lorenzo Barone
Edgar Fernández Suárez
Víctor Martínez
Gabriel Pérez Barbera
Gustavo Taranto
docentes auxiliares
titulares
suplentes
Marcelo Nicolás Jaime
Santiago Castellanos
Gustavo Manuel Sánchez
Laura Echenique
Álvaro Rojas Moresi
Alicia Zamarbide
egresados
titulares
suplentes
Roberto Olmedo
Pablo Mina Guzmán
Maximiliano Videla
César Scivetti
estudiantes
titulares
Noelia Roland
Maximiliano Chutze
Juan Manuel Almada
Francisco Di Santo
Diego Agudo
María Fernanda Vodopia
suplentes
Stefani Betroni
Pedro Lorenzi
Valeria Capdevila
Leslie Lipreri
Nicolas Sacheto
Juan Díaz
Alan Schocron
no docentes
VI
titular
suplente
Gloria Fanny Jiménez
Silvia del Huerto Aguirre Mathieu
FACULTAD DE DERECHO Y CIENCIAS SOCIALES (UNC)
rEVISTA DE LA FACULTAD. Vol. IV • Nº 1 • nueva serie II (2013)
INDICE
Reglamento de la Revista- Normas editoriales
XI
DOCTRINA E INVESTIGACIÓN
LA REFORMA DEL CÓDIGO CIVIL Y COMERCIAL: LOS CONTRATOS ASOCIATIVOS
Y LA LEY GENERAL DE SOCIEDADES
THE CIVIL AND COMMERCIAL CODE REFORM: COLLABORATIVE CONTRACTS
AND THE CORPORATION GENERAL LAW
Efraín Hugo Richard
1
CIUDADANÍA Y DERECHOS FUNDAMENTALES DE LAS PERSONAS MAYORES:
DE LAS POLÍTICAS GERONTOLÓGICAS AL DERECHO DE LA VEJEZ
CITIZENSHIP AND HUMAN RIGHTS FOR OLD PEOPLE:
FROM GERONTOLOGICAL POLICIES TO ELDER LAW
María Isolina Dabove
19
CONSULTAS PREJUDICIALES EN LA COMUNIDAD ANDINA Y CUESTIONES
PREJUDICIALES EN LA UNIÓN EUROPEA: ENSAYO DE COMPARACIÓN THE ANDEAN COMMUNITY PRELIMINARY CONSULTATION PROCEDURE
AND THE EUROPEAN UNION PRELIMINARY RULING: COMPARISON TEST
Manuel Cienfuegos Mateo
37
EL CONCEPTO DE PUEBLO
CONCEPT OF PEOPLE
Graciela R. Salas 79
DE SOMALIA A LIBIA: EL ESTADO FALLIDO, ¿UN NUEVO MODELO DE ESTADO? FROM SOMALIA TO LYBIA: FAILED STATE, A NEW MODEL OF STATE?
Ana Gemma López Martín 91
EL PROTOCOLO DE KIOTO: CONNOTACIONES JURÍDICAS PARA LA ARGENTINA.
ESPECIAL REFERENCIA AL MECANISMO DE DESARROLLO LIMPIO Y A LOS FONDOS
DE CARBONO
THE PROTOCOL OF KYOTO: LEGAL CONSEQUENCES FOR ARGENTINA. SPECIAL
REFERENCE TO CLEAN DEVELOPMENT MECHANISM AND CARBON FUNDS
Rodolfo Salassa Boix 111
COLONIALISMO Y LIBRE DETERMINACIÓN EN LA CUESTIÓN MALVINAS
COLONIALISM AND SELF-DETERMINATION IN THE FALKLANDS QUESTION
Eduardo José Pintore 137
ANARQUISMO FILOSÓFICO Y ANARQUISMO POLÍTICO
PHILOSOPHICAL ANARCHISM AND POLITICAL ANARCHISM
Juan Iosa 151
VII
EL DERECHO COMO FENÓMENO CULTURAL Y LAS PERSPECTIVAS DE LAS DISTINTAS
PROPUESTAS RESPECTO DEL TRATAMIENTO INTERDISCIPLINARIO
LAW AS A CULTURAL PHENOMENON AND THE PERSPECTIVES OF THE DIFFERENT
PROPOSALS REGARDING INTERDISCIPLINARY TREATMENT
Lucrecia Aboslaiman
163
ALFABETIZAR EN MÉTODOS ALTERNATIVOS DE RESOLUCIÓN DE CONFLICTOS
LITERACY IN ALTERNATIVE DISPUTE RESOLUTION
Karina E. Battola
179
CONSTITUCIONALIDAD O NO DE LAS RESTRICCIONES A LA ADQUISICIÓN DE DIVISAS
CONSTITUTIONALITY OF RESTRICTIONS ON THE ADQUISITIONS OF FOREIGN
CURRENCY
Paula Mariel Borgarello
189
RECURSOS ADMINISTRATIVOS ESPECIALES EN MATERIA DE CONTRATACIÓN PÚBLICA
SPECIAL ADMINISTRATIVE REMEDIES IN GOVERNMENT PROCUREMENT
Álvaro Hernán Ferrero 197
DISTINTAS CONCEPCIONES SOBRE EL ALCANCE DE LA OBLIGACIÓN DE LOS
ABOGADOS DEFENSORES
DIFFERENT CONCEPTIONS ON THE SCOPE OF OBLIGATIONS OF DEFENSE LAWYERS
Carlos M. Krauth
221
LA REELECCIÓN DEL GOBERNADOR EN LA CONSTITUCIÓN DE CÓRDOBA DE 1987:
SU GÉNESIS Y PERSPECTIVAS
THE REELECTION OF GOVERNOR IN THE 1987 CORDOBA CONSTITUTION: ORIGINS AND
PERSPECTIVES
José Emilio Ortega
239
ABOGADOS/AS DE LOS NIÑOS, NIÑAS Y ADOLESCENTES: REFLEXIONES DESDE EL
DERECHO PROCESAL
THE LAWYERS OF CHILDREN AND ADOLESCENTS: PROCEDURAL LAW’S PERSPECTIVE
Diego Robledo 259
REPRESENTACIÓN Y RESPONSABILIDAD EN LA TEORÍA DE DEMOCRACIA DELIBERATIVA
REPRESENTATION AND ACCOUNTABILITY IN DELIBERATIVE DEMOCRACY THEORY
Adriana Laura Vercellone
285
JURISPRUDENCIA
NOTAS ACERCA DE LA NATURALEZA JURÍDICA DE LA DONACIÓN
NOTES ON THE LEGAL STATUS OF DONATION
Alejandro E. Freytes
301
CRÓNICAS E INFORMACIONES
Proyecto de “Formación de recursos docentes y tutorías individualizadas a estudiantes”
317
Museo Histórico de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales - Colecciones disponibles
318
La “Noche de los Museos” en la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales
319
Participación de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales en el medio
320
VIII
XVIII Congreso del Instituto Internacional de Historia del Derecho Indiano
322
Declaración de Huésped de Honor a personalidades del Derecho
323
Formación en Postgrado
324
Actividades de Extensión
326
Actividades en Investigación
327
335
Decimotercera Jornada sobre Experiencias en Investigación
Recensiones
CARDONA LLORENS, Jorge y otros. Estudios de Derecho Internacional y de Derecho Europeo en
Homenaje al Profesor Manuel Pérez González, Tirant lo Blanch, Valencia, 2012, 2031 páginas.
Christian G. Sommer 337
CASADÍO MARTÍNEZ, Claudio Alfredo. Informes del síndico concursal, Ed. Astrea, Buenos Aires,
2011, 391 páginas.
Efraín Hugo Richard
340
DASSO, Ariel Ángel. Derecho Concursal Comparado, Tomo III, Ed. Legis, Buenos Aires, 2012,
412 páginas.
Efraín Hugo Richard
343
DREYZIN DE KLOR, Adriana (Directora) – HARRINGTON, Carolina (Coordinadora). El Derecho
en movimiento – En Homenaje Elena Higthon, Rubinzal-Culzoni Editores, Santa Fe (Argentina),
2012, 416 páginas.
Christian G. Sommer 362
GAGLIARDO, Mariano. Responsabilidad de los directores de sociedades anónimas (Societaria
– Tributaria – Aduanera – Civil – Laboral – Otras responsabilidades específicas), Ed. Abeledo
Perrot, 5ª edición ampliada y actualizada, 3 tomos, 37 capítulos (Prólogo de Justino F. Duque
Domínguez para la 3ª edición), Buenos Aires, 2011, 2569 páginas.
Efraín Hugo Richard
368
JIMÉNEZ PIERNAS, Carlos. Introducción al Derecho internacional público. Práctica de España
y de la Unión Europea, Madrid, Tecnos, 2011, 525 páginas.
Santiago Ripol Carulla
372
MARTORELL, Ernesto E. (Director). AAVV. Ley de Concursos y Quiebras comentada, Ed. La Ley,
Buenos Aires, mayo 2012, 5 tomos. 1016, 936, 846, 1129 y 1463 páginas, respectivamente.
Efraín Hugo Richard
375
PULGAR EZQUERRA, Juana. Preconcursalidad y acuerdos de refinanciación. Adaptado a la ley
38/2011 de 10 de octubre, de reforma de la Ley Concursal, Ed. La Ley grupo Wolters Kluwer, Madrid, julio 2012, 651 páginas.
Efraín Hugo Richard
381
SOMMER, CHRISTIAN G. La responsabilidad internacional del estado en la lucha contra la trata
de personas, Ciencia, Derecho y Sociedad. Publicación de la Facultad de Derecho y Ciencias
Sociales de la Universidad Nacional de Córdoba, Editorial Advocatus, Córdoba, República Argentina, 2012, 157 páginas.
Vanina Bartoloni
385
IX
REGLAMENTO DE LA REVISTA
NORMAS EDITORIALES
1. Naturaleza y objetivos de la Revista de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales
La Revista es continuación de la publicación del mismo nombre que se editara entre 1993 y 2000, la que, a
su vez, prosiguiera la labor de los antiguos Anales y el Boletín de la Facultad. Es una publicación impresa,
científica, arbitrada, con una periodicidad de dos números por año, cuyo propósito es difundir en el ámbito
jurídico profesional, académico y educativo, los estudios llevados a cabo en la Escuela de Abogacía de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales sin privilegiar perspectivas, ni poseer orientación particular. Su objetivo
es presentar la producción científica de sus miembros y colaboradores a la comunidad académica jurídica,
estimular la difusión de la labor científico-académica de sus docentes, la aproximación interdisciplinaria y
la provisión de materiales para los aprendizajes de los estudiantes. Los Profesores de la casa son invitados
naturales a presentar contribuciones a la Revista, si bien recibe colaboraciones de autores ajenos a la entidad
editora. Sólo admite trabajos inéditos no propuestos simultáneamente a otras publicaciones periódicas. La
Revista cuenta con un Consejo Asesor y un Consejo de Redacción. La Revista no se hace responsable por los
contenidos de los artículos publicados, ni por las opiniones emitidas por los autores. La presentación de los
trabajos implica la aceptación expresa del autor de las normas editoriales del presente reglamento.
2. Contenido de la Revista
Cada número contará con las siguientes secciones: a) Doctrina; b) Jurisprudencia (notas a fallo); c) Recensiones; d) Crónicas; f ) Cualquier otro ítem que a consideración del cuerpo directivo se estime conveniente incorporar.
3. Lineamientos para los trabajos
El trabajo deberá seguir los siguientes lineamientos:
3.1. Extensión
Los artículos de doctrina al igual que las notas a fallo no deberán sobrepasar la cantidad de 20 páginas.
3.2. Forma del escrito
El escrito debe entregarse en impreso en hojas blancas, en papel tamaño A4, en letra Times New
Roman, tamaño 12, a simple espacio, escrito de un solo lado y sin enmiendas. Se entregará en Caseros 301, piso 1, 5000 Córdoba-Argentina, en tres copias, una de las cuales deberá carecer de toda
referencia, incluso de notas que permitan identificar el autor. Las demás copias, al igual que un CD
XI
a adjuntar a la presentación, deberán consignar el nombre del autor y del archivo. Asimismo, el trabajo deberá enviarse por correo electrónico a [email protected]
El archivo deberá estar confeccionado en Word para Windows.
La Portada deberá contener: a) Título en español e inglés; b) Nombre del autor o autores, acompañándose al pie con asterisco las referencias al o a los mismos en no más de cinco renglones, relativas
a la máxima titulación, función académica, correo electrónico y toda otra referencia que considere
útil siempre que respete la extensión señalada; c) Resumen en español e inglés (máximo de 15 renglones); d) Palabras-clave en español e inglés (máximo cinco expresiones).
3.3. Abreviaturas y otros signos
Todas las abreviaturas que se empleen deberán estar expresadas en forma completa la primera vez
que se las utilice. Los símbolos estadísticos o algebraicos utilizados se colocarán en itálica, salvo que
se empleen letras griegas.
Las siglas, al igual que los años no llevarán punto. Por ejemplo: ANSES, AFIP, CSJN, TSJ, 2000, 2010.
Los títulos no llevarán punto.
Las expresiones “artículo”, “decreto”, “resolución”, “inciso”, “disposición”, “instrucción” y “ley” irán en
minúscula y desarrolladas.
Si se usan comillas dentro de un texto mayor que ya está entrecomillado, las comillas encerradas
deberán ser simples.
Las llamadas de las notas de pie de página irán con número, en superíndice, sin paréntesis.
El punto será el último signo de la frase (después de las comillas, después del número de la llamada de nota
de pie de página). Ejemplo: “111. Los crímenes de lesa humanidad producen la violación de una serie de derechos inderogables reconocidos en la Convención Americana, que no pueden quedar impunes (…)”.
Para destacar palabras o textos se usará itálica (no negrita, no subrayado). Los números de las normas
no llevarán punto. En cambio sí lo llevarán los números de los expedientes y las cifras monetarias.
Los meses deberán escribirse con minúscula.
Las designaciones generales irán en minúscula (ej.: “juez”, “tribunal”, “presidente”), mientras que las
designaciones específicas llevan mayúscula inicial (ej.: Tribunal Federal Nº 1).
El inciso deberá llevar un paréntesis de cierre luego de su numeración o denominación. Por ej.:
inciso 1), inciso a).
Las locuciones latinas no castellanizadas y los extranjerismos deberán figurar en itálica.
3.4. Tablas y figuras
Todas las abreviaturas empleadas en tablas y figuras estarán explicadas al pie de la tabla. Todas las
tablas y figuras serán mencionadas en el texto y estarán numeradas en el orden en que sean mencionadas. Cada tabla y figura llevará una indicación de la fuente de los datos.
3.5. Citas de pie de página
3.5.1. Citas bibliográficas en trabajos jurídicos
Cuando se efectúen citas bibliográficas en notas de pie de página, las mismas deberán indicar:
-el apellido e inicial/es del/los nombre/s del autor con mayúsculas;
-el título del trabajo en bastardilla sin comillas, si se trata de título de libro;
-el título del trabajo entre comillas y en letra de imprenta si éste corresponde a una publicación
periódica u obra conjunta. Cuando se trate de publicación periódica, se indicará en bastardilla
el nombre de la publicación, completándose con letra de imprenta y en el orden indicado los
datos de volumen, número, año de edición, página/páginas de referencia. Cuando se trate de
obra conjunta, se indicará con letras mayúsculas el apellido e inicial/es del/los nombre/s del
responsable de la obra y en bastardilla el título de la obra conjunta. El resto de datos será del
mismo tenor que el de una publicación periódica.
Ej.: RUBINSTEIN, S. El dolor como daño autónomo resarcible, Ediciones Jurídicas Cuyo, Mendoza, 2004, p. 22. y pp. 24-28; LAURENZO COPELLO, P. “La discriminación por razón de sexo en la
legislación penal”, Jueces para la Democracia, Nº 34, Madrid, 1999, p. 8; DOUGLAS DURÁN, C.
“Ejecución de las sanciones penales juveniles privativas de libertad”, en GONZÁLEZ OVIEDO,
M. - TIFFER SOTOMAYOR, C. (Coords.). De la arbitrariedad a la justicia. Adolescentes y responsabilidad penal en Costa Rica, UNICEF, San José, 2000, pp. 45-47.
XII
3.5.2. Citas de jurisprudencia
En las citas se consignará: Tribunal, “Autos” (siempre entre comillas), Sala, fecha, publicación,
página. Ej.: TSJ Cba, Sala Laboral, “Vivas, Raúl c/Perkins Argentina S.A.”, abril 25-983, La Ley
Córdoba, 984-516.
3.5.3. Citas electrónicas
Las citas electrónicas indicarán la página web y la fecha de consulta.
4. Material a presentar con el trabajo
Los trabajos presentados deberán estar acompañados por:
-Nota dirigida a la Dirección de la Revista, solicitando la publicación del trabajo; declaración jurada en la
que el autor haga presente que ha respetado las normas vigentes en materia de propiedad intelectual y se
hace responsable de cualquier violación a las mismas.
-Breve curriculum vitae (diez renglones como máximo).
5. Corrección de pruebas
La Revista habitualmente da a los autores la corrección de las pruebas de sus artículos. Las correcciones
han de ser devueltas dentro de un plazo de cinco días hábiles a partir de su recepción.
6. Arbitraje
La evaluación se realizará por expertos externos, especializados en las temáticas abordadas en cada trabajo. El arbitraje adopta un sistema de doble ciego, ya que se enviará el trabajo de forma anónima a un
evaluador especialista en el área, quien remitirá a la dirección de la Revista su ponderación. La evaluación será re-trasmitida al autor, permaneciendo los árbitros anónimos para el autor. Los evaluadores
tendrán por misión ponderar la pertinencia del tema para la Revista, su originalidad, el aporte realizado,
claridad de expresión, metodología, conclusiones, resultados y bibliografía. Su juicio podrá indicar: -que
el trabajo está en condiciones de ser aceptado como está; -que está en condiciones de ser aceptado previa realización de las modificaciones indicadas; -que el trabajo debe ser rechazado.
7. Entrega de la publicación al autor y difusión de la Revista
Cada autor de trabajo publicado recibirá o tendrá puesto a disposición dos ejemplares de la Revista.
La Revista se publica en forma impresa. La Facultad envía ejemplares a la principales bibliotecas jurídicas argentinas y extranjeras Se puede acceder a ella de forma gratuita (sólo lectura) a través de sitio Web
de la Facultad (www.derecho.unc.edu.ar).
8. Derechos de Autor
La publicación del artículo implica la donación de los derechos de autor a la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales, conservando el autor su derecho a utilizar el artículo en publicaciones de su autoría o páginas web referidas a su trayectoria. Para el caso de otro tipo de publicaciones, antes de su utilización,
deberá obtener autorización de la Facultad.
9. Publicación del artículo
La publicación del artículo dependerá de la evaluación referida bajo el punto 6.Arbitraje. Aceptado el
artículo, ingresará en el orden de publicación conforme al espacio disponible en cada número de la Revista.
10. Cuestiones no previstas
Las cuestiones no previstas en el reglamento serán resueltas por la Dirección de la Revista juntamente
con el Consejo de Redacción.
XIII
DOCTRINA e Investigacion
LA REFORMA DEL CÓDIGO CIVIL Y COMERCIAL:
LOS CONTRATOS ASOCIATIVOS Y LA LEY GENERAL
DE SOCIEDADES *
THE CIVIL AND COMMERCIAL CODE REFORM: COLLABORATIVE
CONTRACTS AND THE CORPORATION GENERAL LAW
Efraín Hugo Richard **
Resumen: El presente artículo estudia la sistematización proyectada
de los contratos asociativos (1), que se corresponde a una visión más
amplia de los contratos para facilitar la organización y desarrollo productivo
Palabras - clave: Contratos asociativos – Colaboración empresaria –
Relaciones de organización.
Abstract: This paper examines the reform of civil and commercial
code, in particular the projected systematization associative contracts,
which corresponds to a broader view of contracts to facilitate the organization and production development.
Keywords: Associative contracts – Enterprise collaboration – Organization agreements.
* Trabajo presentado para su publicación el 14 de diciembre de 2012 y aprobado el 15 de febrero
de 2013.
** Profesor Emérito y Director del Departamento de Derecho Comercial y de la Navegación en la
Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Córdoba, Doctor en Ciencias Jurídicas y Sociales por la Universidad Nacional del Litoral, Profesor Honoris Causa por las Universidades
Nacional de Tucumán, Católica de Salta y Universidad del Norte Santo Tomás de Aquino (Tucumán);
Miembro de Número de la Academia Nacional de Derecho y Ciencias Sociales de Córdoba y Director
de su Instituto de la Empresa ([email protected]).
(1) RICHARD, Efraín Hugo. “Contratos asociativos o de colaboración. Clasificaciones” en SUMMA
SOCIETARIA tomo IV, p. 4695, reproduciendo Revista de Derecho Comercial y de las Obligaciones
(RDCO) 1990-597; Sociedad y contratos asociativos, Ed. Zavalía, Buenos Aires, 1989, p. 124. Negocios
de participación, asociaciones y sociedades. La sociedad anónima simplificada, Ed. Abeledo Perrot,
Buenos Aires, 1993; Organización asociativa, Ed. Zavalia, Buenos Aires, 2003; Relaciones de organización – Sistema de contratos de colaboración, Edición de la Academia Nacional de Derecho y Ciencias
Sociales de Córdoba, Advocatus, Córdoba, 2007; Richard-Muiño, Derecho Societario, Ed. Astrea,
1ª Edición, Buenos Aires, 1997.
Revista
de la Facultad, Vol. IV N° 1 Nueva Serie II (2013) 1-18
1
Revista de la Facultad, Vol. IV N° 1 Nueva Serie II (2013) 1-18
Sumario: I. La reforma en curso.– II. Las relaciones de organización.– III. La organización asociativa.– IV. Un eje para el derecho mercantil.– V. Limitado intento de los actuales proyectos de Código Civil y
Comercial (CCC) y Ley General de Sociedades (LGS).– VI. Las relaciones de organización.
I. La reforma en curso
La misma implica un paso adelante en un camino que debe pasar primero por la
consagración doctrinaria de las relaciones de organización, insertarse en lo pedagógico y finalmente ser recibido en la legislación si se entiende que se exorbitan los límites
de la autonomía de la voluntad.
Para entender la situación actual del derecho societario y tomar partido, se hace
necesario formular un subsistema.
Una labor es distinguir entre la sociedad-contrato, que se refiere a una concepción
de sociedad en sentido lato, propia de los contratos asociativos o de participación, y
la de la sociedad-sujeto, que se refiere al concepto de sociedad en sentido estricto,
conforme los actuales arts. 1648 C.C y 1º de la ley de sociedades.
La aparentemente rígida tipicidad imperante en la ley 19.550 –y en otras que siguen similar sistema de tipicidad societaria cerrada–, con la sanción severísima de la
nulidad (maguer el principio de la conservación de la empresa), aparece hoy como
excesivamente riguroso y seguramente antifuncional; a su vez, enfrentado en nuestra
legislación el concepto del art. 1º con los arts. 21 y ss., 31 y 361 L.S.
II. Las relaciones de organización
Las relaciones de organización no son inmunizables como las de cambio, por corresponder a un orden público interno, y su armonización se producirá por su sistematización en los derechos locales, en un marco que respete en lo posible la autonomía de la voluntad.
Las relaciones de organización ocupan un importante lugar, no sistematizado, en
el derecho privado patrimonial negocial.
Hemos formalizado aportes desde el derecho argentino cuya evolución (2) representa un esquema intermedio de las de los derechos que siguen el sistema continental, pero sin desconocer ni rechazar interpolaciones del derecho anglo-americano (3).
(2) La ley de sociedades comerciales de Argentina nº 19.550 data del año 1972, reformada varias veces
y con varios proyectos de reformas, uno en trámite, mantiene su esquema general, insertándose con
algunos ajustes para los contratos asociativos en los diversos proyectos de unificación de la legislación
civil y comercial, a través de un Código Civil unificante.
(3) Como las referidas al descorrimiento del velo o de las financiaciones a través del leverage buy out.
2
Efraín Hugo Richard
Las normas de organización en el derecho patrimonial, son parte de la teoría de
la organización humana. Dentro de ella, si bien los Códigos se sistematizaron bajo la
base del acto jurídico bilateral, del contrato y del negocio jurídico, las normas de organización ocupan hoy un lugar destacado.
Es que a la empresa –como realidad socio económica– el derecho debe darle
respuesta para su organización, generando medios de imputación, personificación,
preferencias, en torno a los bienes y relaciones de la empresa en favor de los terceros. Cuando la titularidad y desarrollo de la empresa es pluripersonal se afronta a través de otras técnicas de organización, como la societaria. La empresa es una unidad
económica, social y técnica, a diferencia del establecimiento (4), registrando tantas
nociones como autores se ocupan del tema (5). Nos inclinamos por una noción funcional y organizativa: la actividad (6). La idea de intercambio –que calificaba la actividad de empresa– es hoy superada por la de planificación u organización. La empresa
planifica o programa sus relaciones en su integridad, conformando metodologías de
producción y comercialización (7), y específicamente en torno a los riesgos a asumir.
Una empresa que no está planificada para obtener rentabilidad y no contaminar no es
empresa, generando responsabilidad a sus administradores (8).
Los actos colectivos colegiales no tienen hoy una regulación sistemática. La base
de los mismos se encuentra en las leyes de sociedades por acciones, pero irrumpen
con inusitada fuerza en los contratos de colaboración y en la legislación concursal. Su
regulación no ha sido encarada por el Proyecto de Código Civil y Comercial en análisis
legislativo.
El método a emplear –que hemos dado en llamar “de empresa”– implica vincular la multilateralidad de las relaciones (9), su proyección integral, con visión económica, pero al mismo tiempo solidaria. El Estado al abandonar la actividad de mercado, dejándola al sector privado, tiene la función esencial de asegurar la solidaridad
(4) CIURO CALDANI, Miguel Angel, “Aportes para la jusfilosofía de la empresa”, en Derecho y Empresa
tomos 1/2 Publicación del Departamento de Derecho de la Facultad de Ciencias Empresariales de la
Universidad Austral, Rosario, 1994.
(5) MOSSET ITURRASPE, Jorge, “Contratos de colaboración empresaria” en Revista de Derecho
Privado y Comunitario nº 3 Contratos modernos, Ed. Rubinzal Culzoni, p. 7 y ss.
(6) Nto. “La conservación de la empresa” en tomo XXV de Anales de la Academia Nacional de Derecho y
Ciencias Sociales, año 1986, p. 107 y ss. El reconocimiento de la noción “actividad” en el derecho positivo
puede verse en ntos. “Sociedad en insolvencia y actividad ilícita”. en Doctrina Societaria y Concursal
nº 185 abril 2003 p. 313 tomo XV, Buenos Aires, y “Sociedad con actividad no autorizada y actividad
ilícita” en libro colectivo que dirigiéramos Anomalías Societarias, Editorial Advocatus, 1ª Edición, 1992.
(7) GHERSI, Carlos A., Contratos civiles y comerciales, tomo 1 p. 17. Ed. Astrea, Buenos Aires, 1994.
(8) Nto. “El plan de empresa. ética y responsabilidad del empresario” en Estudios en homenaje a
Pedro Frías, Córdoba, 1994, tomo II, p. 1189.
(9) Por ejemplo en cierto contrato de colaboración: Quién formaliza un franchising tiende a tener
más beneficios por su mayor penetración en el mercado a través del franquiciado. El franquiciante
tiene una clara visión de la relación de empresa y de la relación de consumo que proyecta.
3
Revista de la Facultad, Vol. IV N° 1 Nueva Serie II (2013) 1-18
en el mismo, que no debe ser sólo de vigilancia, sino específicamente normativa.
Ejemplo de ello se advierte en leyes de concursos y en la ley general de cheques
argentina (10).
En todo lo concerniente a los contratos de colaboración (asociativos) se generan
ciertas perplejidades ya que se corresponden a un método de trabajo fijado por las
relaciones de cambio: la asunción de la relación, la imputabilidad real del acto, la
generación de responsabilidad, con la inserción de previsiones sobre la plurilateralidad funcional de la relación. Pero cuando existe una sociedad, esa relación aparece interaccionada no sólo por la sociedad, sino por los administradores, socios y
terceros.
Esta es la razón de la evolución del sistema societario y de los contratos de organización-colaboración en la última centuria, y la dificultad en la separación de normas contractuales de las de organización. Los problemas terminológicos en cuanto
al empleo de la palabra “sociedad” en sentido amplio o estricto, y la preeminencia de
normas de control público en torno a las sociedades anónimas –conforme su origen
histórico–, dificulta su visualización actual como organización privada (11).
Dentro de ese aspecto –interfiriendo en el análisis– se enrola la relación de consumo (12) que genera una “unidad compleja de interés”, donde se suman una serie de
relaciones que no existen la una sin la otra (13).
(10) Nº 24.452, anexo I, vigente desde el 2 de mayo de 1995, que incorpora un nuevo título valor: el
cheque de pago diferido registrado, en cuya gestión asumimos responsabilidad.
(11) Aunque para entender este fenómeno se hable de un método o teoría de contrato para referirse
a la S.A., o sea el de autonomía de la voluntad escapando al derecho público, como aplicación al caso
de un método de mercado, y dentro de ellos el de empresa o de organización (Cfr. trabajo cit. en nota
anterior y H. Butler “La teoría contractual de la S.A.”, en Revista de Derecho Comercial y de las Obligaciones, (RDCO) No. 151/3 junio 1993 p. 17 y ss.
(12) La cuestión metódica tiene fundamental importancia para asumir la disposición constitucional,
argentina del año 1994, del art. 42 en torno a la “relación de consumo”.-Las relaciones de consumo no
pueden verse a través de una técnica o sistema de cambio, sino de un sistema de empresa, deben ser
tratadas integralmente.
(13) NICOLO LIPARI citado por Carlos A. GHERSI en Contratos civiles y comerciales, tomo 2, Ed. Astrea, Buenos Aires, 1994, p. 35. La relación de consumo implica imputar la misma a todos los partícipes
frente al consumidor. La imputación puede responder a criterios objetivos de atribución presunta, que
autorizan una legitimación activa para reclamar –imputar–, pero que no implican la certeza que esa
persona sea responsable. Es sólo presuntamente responsable. Puede acreditarse lo contrario. Frente a
ello deben aparecer soluciones que impongan soluciones sociales, como los fondos de reparo o seguros
colectivos. O prevenir la actuación de una empresa a través de soluciones como el daño punitivo: se
indemniza a pagar sumas bien superiores a las que corresponde al daño o al comportamiento reprochable en análisis particular, comportando para la víctima una ventaja financiera y no la reparación de
sus perjuicios Sobre el “punitive damages” puede verse MARÉE, Perrine. “Nouveaux developpements
de la responsabilite du fait des produits”, en Droit Americain, Ed. Economica, París 1985, p. 137), pero
dentro de lo que llamamos un método o técnica de empresa y no de relaciones de cambio, de mercado,
como venimos puntualizando.
4
Efraín Hugo Richard
III. La organización asociativa
La evolución y construcción fragmentaria del derecho de los contratos de colaboración y sociedades (14) marca justo el nudo de la inflexión doctrinaria: 1. abarcar
todo el esquema con un concepto amplio de sociedad, que comprenda inclusive a los
contratos de colaboración empresaria –asociativos–, dentro de los que se reconocerían ciertos tipos subjetivizados de sociedad –como el original sistema alemán y suizo–, o 2. ajustar el concepto de sociedad en forma estricta a las formas subjetivizadas,
–como el sistema español, francés o italiano–.
La organización de la empresa se formaliza normalmente a través de la sociedadsujeto de derecho como medio técnico de simplificación de las relaciones internas y
externas. La sociedad-empresa, por otra parte se vale en la organización de la producción y comercialización de otras sociedades, ligadas por contratos de distintos tipos,
entre los que se destacan los de colaboración o cooperación y los de cambio con cláusulas de resultado, contratos “con” participación o “de” participación (15).
El sistema normativo de los contratos o relaciones de organización se ha ido generando en forma desestructurada y aluvional. En las leyes sobre sociedades anónimas
se fue gestando las previsiones en torno a afectaciones vinculares, sistemas de nulidad, formación de la voluntad mayoritaria colegial y la impugnabilidad de sus decisiones, resolución parcial, disolución o extinción, etc. De esas leyes se fue irradiando
esas normas a leyes de sociedades de responsabilidad limitada, como aparece en el
moderno derecho español, o en leyes generales de sociedades como lo es en el derecho argentino y uruguayo, o en normas del Código Civil como en el derecho italiano
y paraguayo.
Normativa basada en un método de organización puede advertirse en intentos de
justicia distributiva, la obligación de concurrencia, las regulaciones colegiales, el ejercicio de derechos estatutariamente, las acciones derivativas, la sustitución del deudor en el moderno derecho concursal, y sanciones tales como el abuso de control. Se
empieza a aceptar que el grupo existe y que arribe a resultados superiores, distintos
o inferiores a los que alcanzarían los individuos por sí solos estamos enfrentando la
idea de “organización” (16).
La dificultad en el tema puede advertirse también en la adaptación de las normas clásicas sobre nulidades previstas para los actos jurídicos unilaterales o bilatera (14) En este punto la comunicación que formalizamos en el año 1994 en Montevideo en Homenaje al
Jurista José Ferro Astray, y nto. “Persona y empresa”, en libro colectivo Derecho y Empresa en homenaje
a Alberto J. Bueres, Editorial Hammurabi, p. 341 y ss., Buenos Aires.
(15) Cfme. nto., Organización Asociativa, Ed. Zavalía, Buenos Aires, 1994.
(16) Cfme. LORENZETTI, Ricardo. Las normas fundamentales del derecho privado, Ed. Rubinzal
Culzoni, Santa Fe, 1995, p. 133. Sobre el punto también puede verse nto. “Organización asociativa”, cit.
José EMBID IRUJO, José Miguel. “El buen gobierno corporativo y los grupos de sociedades” en Revista
de Derecho Mercantil, Madrid 2003, nº 249, julio-septiembre, p. 933 y ss.
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Revista de la Facultad, Vol. IV N° 1 Nueva Serie II (2013) 1-18
les (17), al negocio constitutivo de sociedad de característica plurilateral y más aún a
sujetos operando asociativamente sin estructura formal ni inscripción alguna (sociedad de hecho) (18).
IV. Un eje para el derecho mercantil (19)
Debemos apuntar a qué son las relaciones de organización. El tema está vinculado
a la función de los contratos. Los más comunes son los contratos de cambio de titularidad, o de transferencia de uso, o de función de garantía o financiera, o de colaboración gestoría, o de prevención.
Al lado de ellos los que tienen una función de colaboración asociativa, o las redes
contractuales (20) que tienden a asegurar diversos negocios, en muchos casos de colaboración asociativa más compleja.
Apuntamos específicamente a algunas de las relaciones de organización, normalmente llamadas asociativas donde las partes tienen todas similar posición (partícipes
o socios), sin que de ello resulte que el negocio queda personificado.
Son las relaciones o contratos plurilaterales funcionales, o sea aquellos donde las
vicisitudes de una relación no afectan al negocio en total.
(17) HALPERIN, Isaac. “El régimen de nulidad” en Revista de Derecho Comercial y de las Obligaciones (RDCO) 1970, p. 545 y nto. “En torno a la nulidad absoluta de sociedades y el sistema jurídico de
las relaciones de organización” Revista Cuadernos de Derecho, nº 14 Axpilcueta, 13, 1-242, Fonodis,
1999 p. 95-111.
(18) La importancia de esta problemática puede verse en nto. Derecho Societario Ed. Astrea, Buenos
Aires, con el Prof. Orlando Muiño, y “Contratos de colaboración en los tiempos de Vélez Sársfield”,
en Libro Homenaje a Vélez Sarsfield, 5 tomos, Ed. El Copista, de la Academia Nacional de Derecho y
Ciencias Sociales, Córdoba, 2000, Tomo IV, p. 115 a 142.
(19) Cfme. Empresa y Mercosur. Integración, Sociedades y Concursos, libro colectivo que dirigiéramos
con Agustín Justo Blanco, Editorial Ad Hoc 1997, específicamente “Derecho de la organización y establecimiento empresarial” (propuesta para un trabajo colectivo)”, pp. 179 a 206. Puede verse también
Las relaciones de organización y el sistema jurídico del derecho privado, editado en Córdoba 2000 por
la Academia Nacional de Derecho y Ciencias Sociales de Córdoba, Editorial Advocatus, y su segunda
edición Las relaciones de organización. El sistema jurídico del derecho privado, Córdoba 2002, de la
misma Editorial.
(20) Para la organización de un negocio se usan multiplicidad de contratos. Es el fenómeno de las
redes contractuales para negocios complejos, de carácter asociativo, participativo y/o de colaboración.
Los contratos de colaboración en red imponen una normativa de aplicación general, las relaciones
de titulares dominiales con vínculos de conexidad contractual, se crea una situación derivada de esa
conexidad. Dentro de ellos debe rescatarse la diferencia entre la relación de cambio que surge entre
el consumidor y su prestador, del elemento grupal que asiste al prestador, que impone ver la relación
como una “institución”. Cfme. Lorenzetti p. 154. El tema ya lo habíamos analizado en nto. “Sociedad y
contratos asociativos”, cit. y como lo hace el Código Civil de Canadá al tratar las personas jurídicas en
general. La noción de grupo surge cuando se da la noción de sistema, es decir, de un conjunto de partes
interdependientes funcionalmente de modo tal que una no puede existir plenamente sin el concurso
de las otras. Se necesita entonces de una coordinación que genera un deber de cada una de las partes
de contribuir al sostenimiento del todo.
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Efraín Hugo Richard
Respecto a ellas no existe sistemática ni uniformidad en la propia legislación interna argentina ni, en general, en las de otros países.
Las normas de las relaciones de organización, como dijimos, son introducidas por
el derecho a través de normas sobre sociedades, originariamente la anónima y luego
acercadas desestructuradamente en el derecho general de las sociedades o tímidamente en algunos códigos.
Los Códigos civiles se refieren normalmente a actos singulares no genéricos, a relaciones bilaterales aunque con partes plúrimas, y no a relaciones genéricas, funcionales, donde todas las relaciones tienen una causa única, generando un efecto grupal, con aspectos colectivos, trasindividuales que empiezan a ser afrontados dentro
de aquellas con un método diverso de ordenamiento jurídico de organización o de
empresa (21). El debate permitirá ajustar, perfeccionar, integrar o hasta descartar los
criterios que venimos proponiendo.
No es posible sustraer la aplicación del derecho nacional sobre las relaciones de
organización (empresa, establecimiento, sociedad). Ello se encuentra vinculado a un
tema original de “orden público” (22) cual era la concesión de la personería jurídica a
las sociedades.
La Unión Europea, partiendo de ese mismo punto se ha limitado en sus Directivas
a referirse a la seguridad en el reconocimiento de personalidad jurídica, la limitación
de nulidades que afecten esa personalidad, y principios de exposición contable o de
unidad económica para enfrentar fusiones o escisiones internacionales, y hoy se intentan atisbos desde Unidroit a regímenes de quiebra transnacional.
A. Libertado o autonomía de la voluntad. La constitución de centros imputativos
(personificados o patrimonializados) importa un instrumento otorgado a la autonomía de la voluntad para la multiplicación de centros de imputación.
La concebimos como un recurso técnico de la ciencia jurídica, que posibilita que
una declaración negocial de una o de una pluralidad de personas, genere una estructura con fines instrumentales, para lograr una organización funcional que permita
generar derechos y contraer obligaciones imputables a su fondo de afectación, para
que esta forma alcance los fines sociales perseguidos por el ordenamientos jurídico,
y a través de los mismos alcancen sus fines individuales los generadores del nuevo
centro de imputación.
(21) Ello no obsta a que se pueda distinguir, en esa causación, entre el interés social previo: que el
patrimonio social sea utilizado para el ejercicio de la actividad económica que es el objeto de la sociedad, entre el interés intermedio que la actividad económica se dirija a la obtención de beneficios, y
del interés social final que los beneficios sean divididos entre los socios. Cfme. GALGANO, Francesco.
Las instituciones de la economía capitalista Ed. Ariel, Barcelona 1990, p. 213, en traducción de Carmen
Alborch Batalles y M. Broseta Pont.
(22) Nto. “La autonomía de la voluntad en Materia societaria. Aspectos generales y situaciones especiales” en III JORNADAS URUGUAYAS DE DERECHO PRIVADO Prof. Esc. Eugenio B. Cafaro, Montevideo, 13 al 16 de mayo de 1998, Ed. Asociación de Escribanos del Uruguay, Montevideo, 1998, p. 141.
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Revista de la Facultad, Vol. IV N° 1 Nueva Serie II (2013) 1-18
Esa apreciación sobre la autonomía de la voluntad, vinculada al reconocimiento
que la regulación de las relaciones de organización comportan un cierto orden público interno, nos lleva a hablar de “la Economía del Derecho”.
B. Lo negativo del sistema actual. La limitación fijada por el art. 30 ley 19.550 (LS)
a las sociedades por acciones para participar en otras que no fueran del mismo tipo,
unida a una interpretación extensiva de la prohibición para alcanzar a la sociedad accidental –art. 361 LS–, generó inseguridad jurídica para constituir joint ventures.
La distinción doctrinal entre sociedad en sentido amplio de la del sentido estricto (23) no alcanzó a disipar la cuestión, que se acentuó con la reforma de 1983 con
la inclusión de contratos de colaboración empresaria a la ley de sociedades –Agrupamiento de colaboración (AC) y Unión transitoria de empresas (UTE)–, sin incluir en
ese cap. III al negocio en participación ni eliminar la expresión sociedad accidental de
su denominación –título Sec. IX Cap. II LS–.
Y luego la ley nº 26.005 sobre Consorcio de Cooperación, con la desacertada remisión al régimen de la sociedad de hecho en caso de no inscripción. Agréguese que
no se registra una norma autorizando la autonomía de la voluntad para generar otras
formas contractuales de colaboración empresaria, y esa posibilidad quedaría bajo el
riesgo de ser calificadas como sociedades atípicas, bajo la tendencia de personificar
todas las relaciones asociativas (24).
Como señalamos, el sistema jurídico está construido sobre las relaciones de cambio, y las de organización tienen una asistemática normativa con eje en la ley de sociedades comerciales, generando alguna crítica la inclusión en la misma de los contratos
de colaboración con la expresividad de no ser sociedades ni sujetos de derecho (25).
(23) RICHARD, Efraín Hugo. “Sociedad de hecho o accidental. En torno al concepto de sociedad
en relación a tres fallos” en Revista de Derecho Comercial y de las Obligaciones (RDCO) 2005-B-846,
reproducido en SUMMA SOCIETARIA, cit. p. 4637. Los tres fallos en esta última obra a pp. 7371, 7377
y 7381. Vélez en nota al art. 1648 CC distinguió el criterio amplio del estricto, para diferenciar relaciones participativas de sociedad, eliminando toda posibilidad de confusión, subrayando: “La simple
comunidad de intereses, resultante aun de un hecho voluntario de las partes, por ejemplo, una adquisición hecha en común, no forma una sociedad, cuando las partes no han tenido en mira realizar
el fin característico del contrato de sociedad, que es obtener un beneficio, o un resultado cualquier
que dividirán entre sí... Lo mismo sería del contrato por el que dos vecinos comprasen en común un
terreno para proporcionarse un lugar de paseo, o una máquina para explotarla privadamente cada
uno a su turno. Troplong sostiene que en esos casos hay sociedad porque hay un beneficio apreciable
en dinero (Societé nº 13). Pero ese beneficio no es divisible entre los partícipes de la cosa, tal como se
entiende la división entre los socios, condición esencial de toda sociedad”.
(24) “Sobre personería jurídica”, JA 2011-II, p. 3.
(25) BACIGALUP VERTIZ, Mario G. “En torno a la naturaleza jurídica de los contratos de colaboración empresaria”, en SUMMA CONCURSAL, Ed. Abeledo Perrot, Buenos Aires, 2012, tomo IV, p. 4661
reproduciendo JA 1986-III-781 ; OTAEGUI, Julio César, “De los contratos de colaboración empresaria”
en SUMMA SOCIETARIA, cit. p. 4671, reproduciendo Revista de Derecho Comercial y de las Obligaciones
(RDCO) 1983-861 con la descripción de las dos figuras introducidas por la ley 22.903; SEGAL, Rubén
y ELKIN, Natán. “Los instrumentos jurídicos de colaboración empesaria en el derecho argentino” en
SUMMA SOCIETARIA cit., p. 4713, reproduciendo Revista de Derecho Comercial y de las Obligaciones
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Efraín Hugo Richard
Muchos intentos de una sistematización habían fracasado desde la década del 80
hasta la fecha, por diversas circunstancias que no es del caso abordar (26).
V. Limitado intento de los actuales proyectos de Código Civil y Comercial (CCC) y
Ley General de Sociedades (LGS)
El eje de la reforma en curso se basa en una renovada normativa en torno a Persona
jurídica (CCC art. 142 y ss.) y Contratos asociativos en CCC (Cap. 16 art. 1442 y ss. (27)),
y una unificación de las sociedades en LGR, excluyendo la sociedad civil de CCC.
El art. 30 LGS no tiene limitaciones para que las sociedades por acciones puedan
formalizar contratos de colaboración; su art. 1º autoriza generar filiales por declaración unilateral de voluntad, y elimina efectos sancionatorios de sociedades constituidas con defectos substanciales y formales, facilitando la continuidad de las empresas
viables y socialmente útiles (art. 100 LGS).
Excluidos de la LGS se agrupan 4 contratos de colaboración empresaria y se reafirma la posibilidad de creación de otras relaciones contractuales de colaboración.
Los Fundamentos de esa incorporación al CCC, son significativos, y subrayable que:
“hay una persistencia del modelo societario que hace que, con demasiada frecuencia,
se los confunda y se los termine calificando como sociedad, con los perjuicios que
ello genera… La colaboración asociativa, como la societaria, presenta comunidad de
fines, de modo que las partes actúan en un plano de coordinación y compartiendo el
interés, lo que la diferencia claramente de la colaboración basada en la gestión. A diferencia de la sociedad, se trata de una integración parcial y no total, ya que no existe
disolución de la individualidad, ni creación de una persona jurídica. El contrato asociativo es un vínculo de colaboración, plurilateral o de participación, con comunidad
de fines, que no es sociedad”.
VI.Las relaciones de organización
Como hemos apuntado, las mismas importan una sistemática distinta a las relaciones de cambio. El Proyecto mejora esa sistematización, que sin duda podría ser
perfectible (28). Esas relaciones de organización, nacidas de un acto o de un contrato,
(RDCO) 1985-149, donde se subraya que “el legislador nacional ha entendido necesario prever formas
o fórmulas, ciertamente de gran plasticidad, para facilitar emprendimientos en común”.
(26) MUIÑO, Orlando Manuel – RICHARD, Efraín Hugo. “¿Qué es sociedad y qué es contrato de
colaboración en el anteproyecto? En torno al cambio estructural propuesto por la reforma en curso”,
en SUMMA SOCIETARIA, cit., tomo IV p. 5329, reproduciendo JA 2004-III-1088.
(27) CAPÍTULO 16 Contratos asociativos SECCIÓN 1ª Disposiciones generales ARTÍCULO 1442.
Normas aplicables. Las disposiciones de este Capítulo se aplican a todo contrato de colaboración, de
organización o participativo, con comunidad de fin, que no sea sociedad. A estos contratos no se les
aplican las normas sobre la sociedad, no son, ni por medio de ellos se constituyen, personas jurídicas,
sociedades ni sujetos de derecho.
(28) Recientemente, Raúl Aníbal Etcheverry criticando la regulación de los “contratos asociativos”
–aunque también indirectamente el sistema de personalidad jurídica– en CCC, sin referirse ni criticar
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Revista de la Facultad, Vol. IV N° 1 Nueva Serie II (2013) 1-18
abarcarían relaciones personificadas o no, generando centros imputativos con otras
técnicas como fideicomisos, fondos, etc.
¿Qué son las relaciones de organización? Genéricamente aquellas donde no se
agota en forma inmediata las relaciones negociales. Con este amplio criterio se englobarían una serie de negocios. El tema se vincula a la función de los contratos. Los más
comunes son los contratos de cambio de titularidad, o de transferencia de uso, o de
función de garantía o financiera, o de colaboración gestoria, o de prevención. Al lado
de ellos los que tienen una función de colaboración asociativa, o las redes contractuales que tienden a asegurar diversos negocios, en muchos casos de colaboración
asociativa más compleja. Son las relaciones o contratos plurilaterales funcionales, o
sea aquellos donde las vicisitudes de una relación no afectan al negocio en total.
El tema puede ser ampliado desde distintos puntos de vista como puede serlo el
de los contratos coaligados (29), por los especiales vínculos que se generan, haciendo aplicable las nociones de control (art. 33 LS) y de responsabilidad por imputación
aditiva (art. 54 ter LS) (30). Se trata de advertir los recursos técnicos de imputación de
relaciones asumidos por la autonomía de la voluntad.
mi visión sobre las “relaciones de organización”. Lo hizo en “El Derecho y la vida moderna. Los llamados
“contratos Asociativos” y la nueva Legislación civil y comercial”, LL 14 febrero de 2012. Concibe la SIJAP,
apuntando que “En el derecho vigente, los sistemas jurídicos organizados para administrar y disponer
de un patrimonio, son establecidos por la ley con fuerte tipicidad y pueden o no tener “personalidad
jurídica”. Siempre son actores en el mercado y en el derecho. Los llamaremos provisoriamente SIJAP
para resumir el concepto que estamos buscando delinear e identificar en sus principales elementos para
confirmar que posee solidez jurídica. …Generalmente el objeto de un SIJAP es preciso, determinado
y restringido a su precisión legal. El objeto de algún modo, limita y condiciona su funcionamiento,
que establece derechos, obligaciones, facultades y deberes. Algunos sistemas jurídicos funcionales
y estructurales que mencionamos a modo de ejemplo, podrían ser los siguientes: 1. Formas de la
llamada propiedad horizontal, incluidos los consorcios de PH. 2. Sociedades civiles y comerciales. 3.
Uniones transitorias de empresas. 4. Acuerdos de colaboración. 5. Consorcios de cooperación. 6. Cooperativas. 7. Asociaciones. 8. Fundaciones. - Los negocios fiduciarios de organización, administración
o construcción, también son SIJAP y no lo son, los contratos fiduciarios bilaterales o plurilaterales de
cambio o las fiducias testamentarias y los fideicomisos de garantía, en la generalidad de los casos. …A
su vez, la regulación de los sistemas de administración de un patrimonio podría cumplirse dentro de
un sistema de personalidad jurídica más perfecto y coherente que el actual o bien creando una nueva
figura genérica que para facilitar su individualización hemos llamado SIJAP… Una norma especial,
debería establecer responsabilidades especiales para el o los órganos de cada sistema de autogestión
patrimonial.” Lo he intentado con anterioridad bajo el sistema de las relaciones de organización en
los libros y trabajos citados en nota 1.
(29) LORENZETTI, Ricardo Luis, “Redes contractuales, contratos conexos y responsabilidad” en
Revista de Derecho Privado y Comunitario N° 17 Responsabilidad Contractual I, p. 207 y ss., esp. 210,
donde señala que si una empresa vende a un distribuidor estamos ante una relación de cambio, pero
si arma una red de distribuidores, todos deben actuar coordinadamente y si bien hay contratos autónomos, hay algo que los une, no hay contratos sucesivos sino coordinados.
(30) Cfme. trabajo en la publicación de la Academia Nacional de Derecho y Ciencias Sociales de
Córdoba: La unificación del Derecho Privado: lo conveniente y lo posible.
10
Efraín Hugo Richard
Centros imputativos. Los sistemas jurídicos disponen de soluciones para sus
cuerpos normativos a fin de reglar ciertas relaciones con y entre los terceros. En ese
sentido parece indispensable atender las referidas relaciones de organización (31).
En el plano ideal de las reglas organizadoras, “persona” o “patrimonio” son recursos técnicos para disciplinar unitariamente cierto grupo de relaciones jurídicas.
Personificación. Guyenot en el año 1971 señalaba que el camino de un reconocimiento jurídico de la empresa era la noción de sociedad, en la cual normalmente se
absorbía. Noción que ya se registraba en el conocido libro de Ascarelli Iniciación al
Derecho Mercantil.
Patrimonialización. Otra técnica es generar un patrimonio separado, como en el
fideicomiso, o en el contrato de agrupamiento de colaboración empresaria, o en los
peculios.
La organización de la empresa se formaliza normalmente a través de la sociedadsujeto de derecho como medio técnico de simplificación de las relaciones internas y
externas. La sociedad-empresa, por otra parte se vale de otras sociedades en la organización de la producción y comercialización, ligadas por contratos de distintos tipos.
Un Derecho Privado colectivo (32) va reconociendo las relaciones de organización. Se advierte la necesidad del dictado y reordenamiento de normas para relaciones de organización, imponiendo en la legislación mercantil el método de empresa o
de organización, que trate de analizar en su conjunto una serie de actos o contratos
conexos conforme su finalidad, según su funcionalidad.
El género que se contrapondría a los contratos de cambio, es el de contratos de colaboración (33). Una especie de ellos los contratos de organización –colegios, grupos,
y otros muchos sin generar una actuación personalizada–. Dentro de los de organización los personificados (sociedades, fundaciones, asociaciones) o patrimonializados
(fideicomiso).
El CCC usa la terminología asociativos donde están reflejados los de colaboración.
La ley de explotación tambera usa latamente la expresión de “contrato asociativo”, lo
que nos llevó a pensar en cambiar la terminología para la especie a la que nos estamos
refiriendo, pero no fue posible un consenso.
1. Los contratos de colaboración. Como anticipamos se debe distinguir entre
pluralidad ocasional, o sea donde las partes pueden ser plúrimas dentro de la bilate (31) Cfme. ponencia a las 4as. Jornadas de Institutos de Derecho Comercial, Corrientes, 5/7 de septiembre de 1996, intitulada: “Derecho de la organización y establecimiento empresarial” (Propuesta
para un trabajo colectivo).
(32) Cfme. LORENZETTI, Ricardo, Las normas fundamentales del derecho privado, Ed. Rubinzal
Culzoni, Santa Fe, 1995 p. 147 y ss.
(33) SUMMA SOCIETARIA, cit. tomo IV p. 4707 y ss., y en Las relaciones de organización. El sistema
jurídico del Derecho Privado, 2ª Ed. Advocatus, Córdoba, 2002.
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Revista de la Facultad, Vol. IV N° 1 Nueva Serie II (2013) 1-18
ralidad del contrato, de aquella pluralidad estructural que resulta de la necesidad de
la existencia de tres partes, por ejemplo en la delegación perfecta. Pero en estos contratos las partes tienen posiciones jurídicas diferentes y no hay una función en común.
Contrasta con ello la plurilateralidad funcional donde puede haber menos partes,
pero si hay más de dos las partes tienen la misma posición jurídica y hay una función
común derivada de la comunidad de fines que se persiguen (34). El nudo funcional, o
de fin común, o carácter común de la relación aparece como fundamental (35).
En otra posición aparecen los contratos en participación. Se destacan los de colaboración o cooperación y los de cambio con cláusulas de resultado, contratos “con”
participación o “de” (“en”) participación (36). En este último hay participación en las
utilidades sin configurarse sociedad. El primero es el negocio parciario, contrato de
cambio donde se genera co-interés en el resultado del negocio, como por ejemplo
en la aparcería donde no hay aportes comunes ni participación en las pérdidas y el
resultado no surge de la actividad coordinada sino de la actividad de una sola de ellas.
Así un préstamo puede convertirse en un negocio participativo, determinándose el
interés por la utilidad del negocio a que se aplicó. Ello no es negocio en participación
donde puede perderse el capital, sino negocio parciario (37).
El proyecto. El CCC aborda las relaciones asociativas –o de organización– que son
aquellas con finalidad común, donde la causa es el advenimiento del contrato o de esa
relación jurídica. En ellas las partes tienen, además de esa finalidad común –y a la que
los puede haber llevado intereses y causas disímiles–, una posición similar –socios o
partícipes–, que no se altera en cuanto tengan roles diferentes en la organización –comanditados o comanditarios, gestores o partícipes–.
El Cap. 16, denominado opinablemente Contratos asociativos, en su Sec. 1ª contiene disposiciones generales. Contrastando con la definición de sociedad, no se definen estos contratos, que son encasillados por la “comunidad de fin que no sea sociedad”, por lo que “no se les aplican las normas sobre la sociedad” ni las de “personas
jurídicas”, en norma repetitiva y de carácter docente (art. 1442 CCC), descartando su
aplicación a “las comuniones de derechos reales y a la indivisión hereditaria”, a las que
también se excluye aplicar las normas “de la sociedad”.
(34) LORENZETTI, Ricardo Tratado de los contratos. Parte General. Cit. p. 215 y 216; RICHARD
y MUIÑO Derecho Societario, Ed. Astrea, Buenos Aires, 2007, p. 83 y 766. Agregamos que ello no se
altera en cuanto tengan roles diferentes en la organización –comanditados o comanditarios, gestores
o partícipes–.
(35) FERNÁNDEZ de la GÁNDARA, Luis La atipicidad en derecho de sociedades, Ed. Pórtico, Zaragoza; p. 298 y ss., específicamente p. 304.
13. Organización Asociativa Editorial Zavalía, p. 136, Buenos Aires, 1994.
(36) Organización Asociativa cit.
(37) Cfr. “Negocio en común en la Unificación del Derecho Privado: los Contratos de Participación
y las Sociedades” en Revista de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales, nº 1 Vol. I año 1993, nueva
serie, p. 47 y ss.
12
Efraín Hugo Richard
El grupo de trabajo convocado para el anteproyecto aceptó usar las previsiones
de anteriores anteproyectos que no habían recibido observación, no por perfectas,
entendiendo que de esta forma se avanzaba, eliminando alguna norma docente que
integraba anteriores Proyectos.
En nuestro derecho societario existe una norma referida a los contratos plurilaterales, la del art. 16 LS, excepcionada por los arts. 93 y 94 bis LGS. El art. 1443 CCC
reproduce la previsión de ese art. 16, que mantiene la LGS, típico de los contratos
plurilaterales funcionales (en oposición a los estructurales), sobre afectaciones vinculares que no alteran la relación de organización entre los restantes, “excepto que la
prestación de aquella que ha incumplido o respecto de la cual el contrato es nulo sea
necesaria para la realización del objeto del contrato”.
El informalismo es aceptado en el art. 1444, aunque en la realidad debe descartarse la posibilidad de inexistencia de base documental. La actuación de hecho impone
hoy, frente a disposiciones impositivas, ciertas declaraciones o formalizadas, como
la obtención de un CUIT –analizado para las UTE, al descartar la personificación de
las mismas por normas impositivas– (38). Ello se advierte en el artículo siguiente, que
hace referencia a un negocio representativo o a un “contrato asociativo” que lo contenga. A su vez el art. 1447 CCC prevé que la falta de inscripción, prevista en el tipo de
contrato elegido, igualmente “producen efectos entre las partes”.
El Art. 1445 dispone la previsión de representación voluntaria (art.342 CCC (39)),
permitiendo la posibilidad de pactar que se vinculen los partícipes con terceros, a
través de un representante común de cada uno de ellos o de la “organización común”,
impidiendo una legitimación pasiva o activa de los partícipes.
La realidad de los negocios y la inventiva empresaria no puede concertarse en los
negocios típicos de organización que se prevén –que no son distintos a los disponibles
actualmente–, aunque se perfeccionan las figuras, por lo que en el artículo 1446, se
autoriza la “libertad para configurar estos contratos con otros contenidos”.
Se advertirá un gran paralelismo entre algunas de las previsiones del Proyecto LGS
en sus arts. 21 y ss. con las disposiciones comentadas, porque al no generarse los efectos “erga omnes” de la personificación por vicios de contenido o de forma, se regulan
–al igual que los asociativos– por las normas de los contratos respecto de terceros, sea
que los conocieran o no. Se rescata el principio de autonomía de la voluntad en materia contractual, sin que ello afecte derechos de terceros, basados en los arts. 1197 y
1199 Código Civil actual (CC).
(38) Relaciones de Organización. Sistema de contratos de colaboración, cit.; ESPER, Mariano. “Las
uniones transitorias de empresas como sujeto pasivo de obligaciones tributarias. Una cuestión espinosa”, en SUMMA SOCIETARIA cit. tomo IV p. 4743, reproduciendo Revista de Derecho Comercial y de
las Obligaciones (RDCO) 2006-B-473.
(39) CAPÍTULO 8 Representación, SECCIÓN 1ª Disposiciones generales, ARTÍCULO 358.- Principio.
Fuentes. … La representación es voluntaria cuando resulta de un acto jurídico, es legal cuando resulta
de una regla de derecho, y es orgánica cuando resulta del estatuto de una persona jurídica.
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Revista de la Facultad, Vol. IV N° 1 Nueva Serie II (2013) 1-18
2. Los contratos regulados. Atento a los límites de esta comunicación nos remitimos a comentarios anteriores sobre los cuatro contratos regulados (40). Se eliminó
efectos disvaliosos de la no inscripción del contrato de consorcio, y las referencias a
empresarios, por entender que no correspondía a la terminología en uso. Por lo demás se mantiene la normativa, y son aplicables los ensayos sobre Negocio en participación, Agrupamiento de colaboración, Unión transitoria de empresa, y Consorcio de
cooperación.
Se reafirma en la nueva norma el que no son sujetos de derecho y que ello no ha
acaecido por disposiciones impositivas anteriores, pues no son titulares de deuda,
sino que se genera una responsabilidad por las deudas de los partícipes, como
en otros muchos supuestos en el derecho argentino (responsabilidad por deuda
ajena).
3. Algunas aportaciones para el financiamiento (41). Cabe preguntarse ¿la sociedad –in bonis o en crisis– puede asociarse con otras entidades o sociedades para
asegurar la gestión empresaria, generando negocios en participación (art. 361 LS,
agrupamientos de colaboración (art. 367 LS), unión transitoria de empresas (art. 377
LS), consorcios de cooperación (ley 26.005, contratos de explotación tambera (ley
25.169), joint ventures con una sociedad comercial o con una persona física que no
sea trabajador de la concursada (por ejemplo, profesionales)?
Esas contrataciones no aparecen prohibidas (42); salvo que sea una forma de burlar la ley.
Frente a expectativas generadas por la reforma italiana en torno al financiamiento
de sociedades por acciones deseamos hacer un paralelo con similares posibilidades
en el sistema asociativo nacional actual. El legislador italiano ha introducido dos diversas formas de separación patrimonial. El art. 2447 bis C.C., además de consentir
la constitución de patrimonio destinado a operaciones determinadas (1.a), similar a
nuestro negocio en participación, concede la facultad, mediante la previsión de 1.b de
“convenire che nel contrato relativo al finanziamento de uno specifico affare al rimbor-
(40) RICHARD, Efraín Hugo, Relaciones de organización. Sistema de contratos de colaboración. Edición Academia Nacional de Derecho y Ciencias Sociales de Córdoba, Córdoba 2007, donde incluso
se aborda la supuesta personificación impositiva de los contratos de colaboración. RICHARD, Efraín
Hugo – MUIÑO, Orlando Manuel, Derecho Societario, Ob. Cit., p. 141 y ss.
(41) Ver X Congreso Argentino de Derecho Societario y VI Congreso Iberoamericano de Derecho
Societario y de la Empresa, ponencia que presentáramos con Jorge Fernando FUSHIMI sobre Negocios
en participación gestados por sociedad anónima como forma de financiamiento de negocios específicos.
(La Falda, República Argentina 2007).
(42) STEMPELS, Hugo J., “En la continuidad de la explotación de la empresa –regulada en el art. 190
LCyQ– puede utilizarse el contrato de colaboración empresaria como instrumento técnico de vinculación jurídica entre el quebrado (sujeto unipersonal o sociedad) y sus trabajadores en relación de dependencia (en actividad o acreedores laborales) quienes deberán actuar bajo la forma de una cooperativa
de trabajo”, ponencia presentada ante el XXXVIº Encuentro de Institutos de Derecho Comercial de
Colegios de Abogados de la Provincia de Buenos Aires, Mar del Plata, 5 y 6 de Diciembre de 2002.
14
Efraín Hugo Richard
so totale o parziale del finanziamento medesio sino destinati i proventi dell’affare stesso
o parte di essi” (43).
Ambos negocios son posibles en nuestro país en el derecho actual. Así lo venimos
sosteniendo desde el Congreso de Derecho Societario de 1977. Uno es un negocio
participativo, venture capital, y el otro es un préstamo participativo (44).
Las sociedades anónimas, y por qué no las otras y las cooperativas, pueden en
nuestro país financiar ciertos negocios a través de negocios en participación, en los
que el partícipe arriesga su aporte a las resultas del negocio específico en la expectativa de obtener una buena ganancia conforme el proyecto de inversión, y la sociedad
gestora mejora sus posibilidades de ganancias, incluso de las que obtendría de la gestión de un fideicomiso.
Esa modalidad no genera especiales problemas impositivos o contables, en cuanto se realicen en forma transparente, lo que no implica que sea ostensible para evitar
responsabilidad del partícipe, y no es afectada por el concurso del gestor.
Ninguna de las leyes tributarias, ni sus decretos reglamentarios, contienen cuestiones vinculadas a los aspectos tributarios del negocio parciario. Si bien existen interpretaciones referentes a negocios participativos específicos que -por extensiónpodrían aplicarse, resultaría conveniente que la legislación contemple de manera
expresa regulaciones al respecto, o bien que la propia AFIP emita dictámenes de carácter vinculante para despejar todas las dudas que pudieran suscitarse y unificar criterios (45).
Como forma de financiación para la sociedad gestora, el negocio ofrece evidentes
ventajas, en relación por ejemplo, al préstamo participativo. En efecto, mientras en
el préstamo parciario el deudor está obligado a restituir el capital, lo que necesariamente implica que –de resultar perdidoso el negocio– la sociedad deberá recurrir a
otros fondos sociales para restituir el capital prestado, lo que agrava la pérdida; en el
negocio en participación el aportante padece los quebrantos conjuntamente con la
asociante.
(43) BALZARINI, Paola – STRAMPELLI, Giovanni. “I finaziamenti destinati ad uno specifico affare”,
en Rivista delle societá, 2012, p. 78 y ss. (anno 57ª gennaio-febbraio 2012, fasc. 1º).
(44) Nto. “Contratos asociativos o de colaboración. Clasificaciones” en SUMMA SOCIETARIA, Ed.
Abeledo Perrot, Buenos Aires, 2012, tomo IV, p. 4695.
(45) Quizá bueno sería adherir a las recomendaciones de las Terceras Jornadas Nacionales Tributarias,
Previsionales y Laborales de Rosario del año 2005 del Colegio de Graduados en Ciencias Económicas
de Rosario (área Agropecuaria, Tema: Operaciones específicas de la actividad frente al cumplimiento
de las normas tributarias y de respaldo documental) quienes, si bien para un área específica de la economía, recomendaron “Promover el dictado de una norma de carácter legal respecto de la actividad del
Contratista rural en los casos que su operatoria encuadre dentro del negocio parciario...”. Lo contrario
sume en un estado de inseguridad jurídica a los operadores económicos que pueden ver afectada la
evaluación del negocio por una interpretación diferente a la sostenida por nosotros en este trabajo.
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Revista de la Facultad, Vol. IV N° 1 Nueva Serie II (2013) 1-18
Para el aportante, la inversión es de riesgo –típica del capitalismo productivo–,
toda vez que arriesga íntegramente el capital. Evidentemente, para éste, el análisis de
rentabilidad del proyecto de inversión debe compensar con creces no sólo el costo
de oportunidad de inversión, sino también cubrir la prima de riesgo al que se ve sometido. Aunque, justo es reconocer también, la rentabilidad que ofrezca el negocio
es prácticamente pura, toda vez que su simpleza evita o disminuye notoriamente los
costos ocultos del proyecto (entiéndase: gastos de administración, de gestores, etc.).
La alternativa puede llegar a ser una opción óptima para que pequeños inversores,
de tendencia no excesivamente conservadora, puedan llegar a tener participación en
negocios de alta rentabilidad y altos requerimientos de capital, a los que, de no existir
este negocio, no tendrían ninguna posibilidad de acceso.
El concurso preventivo no afectará a estos contratos, que recién quedarían resueltos con la declaración de quiebra. O sea que se mantiene el negocio, la obligación de
mantener la gestión por la concursada y de rendir cuentas, debiendo sin duda ser
informado en la presentación.
El negocio en participación no genera dificultades frente a la quiebra. La quiebra
de la sociedad gestora no afecta a los socios partícipes conforme resulta de la expresa
previsión del art. 151 LCQ, aunque obviamente posterga los derechos de los partícipes
que “no tienen derecho sobre los bienes sujetos a desapoderamiento, sino después
que se haya pagado totalmente a los acreedores y los gastos del concurso”. Si el negocio hubiere concluido y se les hubiere liquidado su participación y utilidad conforme
a rendición de cuentas en forma anterior a la quiebra no se verán afectados, pues el
negocio habría concluido. La declaración de quiebra del socio gestor, si el negocio
no estuviera concluido, “produce la disolución de la sociedad accidental o en participación” con los efectos indicados. Conforme a esa conclusión deberá formalizarse
la rendición de cuentas y si resulta acreedor el partícipe tendrá derecho a verificar su
crédito como quirografario. Si el partícipe hubiere entregado un bien de su propiedad
para el cumplimiento del negocio en participación, y el mismo no fuere fungible –salvo que se tratara de un contrato conexo de maquila (art. 138 LCQ)–, tendrá derecho a
la restitución del mismo, como indirectamente resulta del texto de la norma.
Por otra parte, en el negocio en participación, o venture capital, el partícipe –cuyos
derechos y licitud del contrato se reconoce expresamente en la quiebra, como hemos
visto–, deberá exigir cuidadosas rendiciones de cuentas ante el riesgo de desaparición
de los libros de la sociedad gestora, ante su eventual convocatoria. Los riesgos no son
legales sino de las conductas de los hombres.
Hemos intentado aportar algunas ideas. Parece que es actual y oportuna la cita de
Ascarelli, hecha en 1952 en sus “Studi”: “En la actual crisis de valores, el mundo pide
a los juristas nuevas ideas y no sutiles interpretaciones: es necesario por tanto, reexaminar los conceptos fundamentales” (46).
(46) ASCARELLI en FARGOSI, Horacio P., “Derecho comercial del siglo XXI”, en Código de Comercio,
Hammurabi, Buenos Aires, 2005, t. 1, p. 127.
16
Efraín Hugo Richard
Dejamos así expuestas algunas de nuestras opiniones sobre el origen y regulación
de los contratos asociativos, y las motivaciones de la reforma en curso sobre ellos –y
aspectos vinculados–, para seguir trabajando en común sobre las relaciones de organización, ahora –de aprobarse el Proyecto– con un importante avance normativo y
percepción del sistema.
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CIUDADANÍA Y DERECHOS FUNDAMENTALES
DE LAS PERSONAS MAYORES: DE LAS POLÍTICAS
GERONTOLÓGICAS AL DERECHO DE LA VEJEZ *
CITIZENSHIP AND HUMAN RIGHTS FOR OLD PEOPLE:
FROM GERONTOLOGICAL POLICIES TO ELDER LAW
María Isolina Dabove **
Resumen: En este trabajo se indaga cuáles son los problemas derivados de los paradigmas referidos a la vejez que se han empleado hasta ahora en las políticas sociales y el derecho. También se señalan los
caminos que hoy requiere la perspectiva gerontológica del envejecimiento positivo. Se utilizó la metodología de las teorías integrativistas
del Derecho y la Política, en las que se reconocen cuatro dimensiones
de análisis: plano histórico, sociológico, normativo y valorativo. En
la actual era de la globalización, la discriminación negativa por edad
avanzada no logra ser revertida por la sola implementación de las políticas públicas gerontológicas. Hace falta desarrollar un modelo de
ciudadanía basado en una nueva especialidad: el Derecho de la Vejez
sustentado en los Derechos Humanos Fundamentales.
Palabras - clave: Ciudadanía – Políticas Gerontológicas – Derechos
Humanos – Derecho de la Vejez.
Abstract: This paper inquires about the problems related to the aging
paradigms that have been used so far in social policy and law. It also
explores the paths currently required for a gerontological perspective of positive aging. Methodology used was based in integrativism
theories of law and policy which recognize four dimensions of analysis: historical background, sociological, normative and evaluative. In
* Trabajo presentado para su publicación el 23 de noviembre de 2013 y aprobado el 14 de diciembre
del mismo año.
** Investigadora del CONICET en la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional de Buenos
Aires-Argentina. Directora de la Diplomatura en Derecho de la Vejez en la Facultad de Derecho y
Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Córdoba. Directora del Centro de investigaciones
en Derecho de la Ancianidad de la Universidad Nacional de Rosario. Representante de INPEA ante
la ONU. Doctora en Derecho por la Universidad Carlos III de Madrid ([email protected]).
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Revista
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the current era of globalization, the negative discrimination due to age
cannot be reversed by the mere implementation of public gerontological policies. We need to develop a model of citizenship based on a new
specialty: Elder law supported by Human Rights.
Key words: Citizenship – Gerontological Policies – Human Rights – Elder Law.
SUMARIO: I. Introducción.– II. Política y Derecho: modelos de vinculación en relación a la vejez.– III. Política y Derecho ante la globalización de la vejez: realidad social, exigencias distributivas y respuestas
institucionales.– IV. Ciudadanía iusfundamental en la vejez: presupuestos.– V. Derecho de la Vejez: medio para la construcción de una
ciudadanía iusfundamental de las personas mayores.– VI. Conclusiones que pretenden abrir caminos.– VII. Bibliografía citada.
(…) En otras palabras, en la idea de la felicidad resuena inevitablemente la de redención.
Y con esa idea del pasado que la historia hace suya, sucede lo mismo.
El pasado comparte un índice secreto por el cual se remite a la redención.
¿No nos roza pues, a nosotros mismos un soplo del aire que envolvió a los antecesores?
¿No existe en las voces a que prestamos oído un eco de las ahora enmudecidas? …
Si es así, hay entonces una cita secreta entre las generaciones pasadas y la nuestra.
A nosotros entonces, como a cualquier otra generación anterior,
se nos habrá dotado de una débil fuerza mesiánica a la que el pasado
posee un derecho. Ese derecho no cabe despacharlo a un bajo precio (…).
(Walter Benjamin, 2008)
I. Introducción
Desde una perspectiva filosófica puede decirse, que la Política y el Derecho son
herramientas culturales que se fueron construyendo a lo largo de la historia, con el
fin de resolver la problemática de la asociación humana en pos del intercambio de
bienes que satisfagan necesidades y encaucen la convivencia. Así, desde la Política y
el Derecho, la sociedad puede muy bien ser considerada una comunidad distributiva, dentro de la cual, los hombres compartimos, dividimos e intercambiamos bienes
y cosas, aspiraciones, deseos, posiciones, debilidades, poder y afectos, que nos van
constituyendo como sujetos y objetos de la misma.
La Política y el Derecho muestran, además, la dimensión interpersonal en la que
se constituye nuestra identidad como seres humanos y nos indican –como dice WALZER (1993), pp. 44-74–, que, mi posición, mi lugar dentro de la economía, mi postura
en el orden político, mi reputación entre mis camaradas, mis posesiones materiales:
todo ello me llega por otros hombres y mujeres… I am because we are –nos recordaba
Jaco Hoffman en su exposición–, es una frase que parece resumir la perspectiva de la
20
María Isolina Dabove vida y del envejecimiento que sostienen algunas comunidades africanas, en perfecta
sintonía con esta mirada que nos sirve de marco conceptual.
Sin embargo, Política y Derecho son también herramientas distintas, con sujetos,
poderes, objetos, fines y recursos que les son propios. Todos los cuales a veces se compatibilizan, complementan o articulan; pero también, es posible que se contrapongan, compitan, se disocien, o se desintegren, mutuamente. Su relación, por ello, no
es lineal, sino dialéctica; no es simple; sino compleja. No es, por tanto, unívoca. Es
absolutamente polifónica y diversa, dentro de un delicado juego de equilibrios que tal
vez sólo permita resultados de suma cero. Por ello, no existe una vía de acceso única
a este mundo de ideologías y de procedimientos distributivos… –a los que habilitan la
Política y el Derecho–, ni ha existido un medio universal de intercambio… WALZER
(1993), pp. 44-74.
La Política y el Derecho se configuran y funcionan asimismo, sobre un escenario
que siempre nos resulta sorprendente: el de la propia realidad; dentro de la cual naturaleza y cultura, personas y poblaciones, individuos, sistemas, estructuras e instituciones, interactúan y conviven en permanente estado de trasmutación, apropiación,
sedimentación, innovación y reciclaje vital. En este contexto, sucede asimismo que
la Política y el Derecho muchas veces resultan desbordados por esta realidad, por los
nuevos esquemas que en ella se amalgaman –ya se trate de redes familiares, mercados
negros, alianzas, estructuras demográficas–. De modo tal que es a ellos a quienes se les
escapan las cosas de las manos, resultando –el Derecho y la Política–, inoperantes e ineficaces a la hora de regular todos los esquemas de compartir, dividir e intercambiar, a
partir de los cuales la sociedad adquiere –ahora–, forma… WALZER (1993), pp. 44-74.
El envejecimiento poblacional, el aumento de la esperanza de vida, el envejecimiento generalizado son, sin dudas, algunos de esos nuevos hechos, resultante de la
compleja y sorprendente realidad, e instala, en tanto “novedad”, preguntas, problemas
y desafíos asociativos y distributivos, frente a los cuales las respuestas sedimentadas y
hegemónicas en el presente, que se originan en el siglo XIX, ya no funcionan de manera consistente. Así pues, en la actual era de la globalización-marginación, la vejez
le plantea a la Política y al Derecho nuevas cuestiones, y le muestra, al propio tiempo,
su estrechez.
En este trabajo intentaré mostrar cuáles son los problemas que se derivan de los
viejos modelos empleados en las políticas sociales y el derecho; y cuál sería a mi juicio, el camino nuevo que podría implementarse en favor de respuestas políticas y jurídicas que permitan la construcción de una comunidad distributiva, en la cual los
viejos no ocupen el lugar de ese “otro”, de ese “extranjero”, de ese no ciudadano, que
no termina de ser asumido en el propio territorio. Para ello, es necesario construir
un nuevo concepto de ciudadanía, un concepto iusfundamental, dentro del cual sea
posible demarcar la ancianidad, reconocerla y asumirla con sentido de pertenencia.
En suma, se requiere trabajar política y jurídicamente por una vejez comprendida en
el campo de los derechos humanos de los Estados y la Comunidad Internacional: que
habilite el desarrollo de un Derecho de la Vejez con raigambre en los derechos huma21
Revista de la Facultad, Vol. IV N° 1 Nueva Serie II (2013) 19-36
nos y en los derechos básicos reconocidos en cada Constitución. Es decir, necesitamos un Derecho de la Vejez, de corte iusfundamental.
Así pues, tres son las hipótesis que se plantean en este trabajo:
1) En el marco del paradigma del Estado Constitucional de Derecho – neoconstitucionalismo, la ciudadanía en la vejez implica el respeto de tres condiciones básicas:
su demarcación para establecer la significación de la vejez en la cultura de este tiempo, su reconocimiento institucional, material y formal para lograr su empoderamiento y el desarrollo del sentido de pertenencia de las personas de edad a fin de generar
su inclusión familiar y comunitaria.
2) Las políticas sociales gerontológicas asistencialistas, son necesarias pero no suficientes para la construcción de una ciudadanía iusfundamental en la vejez ya que:
no son perdurables, ni tienen vocación de permanencia al estar su desarrollo condicionado por el poder económico y político del Estado que las implementa, y tampoco
cuentan con garantías jurídicas que velen con eficacia por su cumplimiento.
3) De modo tal que, en todo Estado Constitucional actual, se requiere hacer un
pasaje, recorrer una travesía que nos permita desplazarnos del modelo asistencial de
las políticas gerontológicas, al del Derecho de la Vejez, en tanto rama jurídica construida sobre el reconocimiento de los derechos humanos de las personas de edad, en
igualdad de condiciones con todas las demás.
A fin de dar cuenta de los planteos precedentes, en este trabajo realizaremos un
pequeño recorrido histórico respecto de los distintos modelos de vinculación que se
fueron originando con el envejecimiento poblacional, entre la Política y el Derecho.
Veremos qué problemas políticos y jurídicos son los que se derivan del nuevo escenario distributivo que plantea el aumento de la esperanza de vida en la actualidad. Aunque también, pasaremos revista al Derecho de la Vejez, en tanto herramienta jurídica
destinada a la construcción política de una ciudadanía que pueda ser calificada como
iusfundamental para la vejez.
II. Política y Derecho: modelos de vinculación en relación a la vejez
A lo largo de la historia, la Política y el Derecho fueron definiendo sus territorios y se fueron vinculando, a mi juicio, en base a tres componentes importantes
(GOLDSHMIDT, 1986; CIURO CALDANI, 2000; DABOVE, 2002):
1) La realidad social, es decir, el escenario, el entramado, la dinámica y los problemas de una comunidad dada.
2) Las exigencias distributivas, derivadas de los diversos criterios de justicia que
cada persona y cada sector, van reclamando para sí.
3) Las respuestas institucionales que se van constituyendo, tanto desde el Estado, como de la sociedad civil, que van labrando, que van forjando diversos
conceptos de ciudadanos y, por ende, de extranjeros.
22
María Isolina Dabove Así, pues, con el advenimiento del Estado en la Edad Moderna, tres modelos de
vinculación entre la Política y el Derecho se fueron sucediendo, dando lugar a distintas vías de acceso a procedimientos distributivos y de intercambio que justifican la
configuración del espacio de cada uno, tanto como el de la propia sociedad.
1) El modelo liberal
2) El modelo asistencial
3) El modelo benefactor
1) El modelo liberal que nace en la Edad Moderna, se caracteriza a mi juicio, por la
presencia de una realidad social poco envejecida; por exigencias distributivas derivadas del reconocimiento de la libertad, la propiedad y el sufragio, como enclaves de la
idea de justicia; tanto como por la constitución de un Estado gendarme, o liberal, del
cual se derivó un Derecho capaz de velar únicamente por los derechos civiles y políticos de las personas abstractamente consideradas respecto de su efectiva posición o
rol social y un concepto republicano de ciudadanía, como respuestas institucionales
de la época.
2) El modelo asistencial, por su parte, se desarrolla en el siglo XIX y es fruto de los
cambios tecnológicos y económicos que abrieron el camino al proceso de aumento
de la calidad de vida y al inicio del proceso de envejecimiento de la población. En este
contexto sociológico, las exigencias distributivas se fueron encauzando hacia el reclamo de oportunidades, respeto por las minorías, e igualdad material. De modo tal que
las respuestas institucionales fueron dando lugar a la configuración del Estado Social,
de un Derecho igualitarista, por el desarrollo de la Seguridad Social y el Constitucionalismo Social y a una ciudadanía de clase.
3) El tercer modelo es el benefactor y se desarrolla con posterioridad a las guerras
mundiales. Durante la década de los 50, el envejecimiento de la población comienza
a ser un fenómeno generalizado en los países industrializados. De manera que, con
ello, surgen nuevas exigencias distributivas tales como los reclamos por mejoras en la
protección de grupos vulnerables, ya sean éstas minorías políticas, económicas, raciales o etáreas, entre otras. Así, en este contexto las respuestas institucionales darán
origen al Estado de Bienestar, fortalecerán el desarrollo de los derechos humanos en
función de las características especiales de los sujetos titulares (derechos económicos, sociales y culturales, derecho humanitario, derechos raciales, de los niños, enfermos, mujeres, entre otros) y habilitará el despliegue de una concepción democrática
de la ciudadanía.
III. Política y Derecho ante la globalización de la vejez: realidad social, exigencias
distributivas y respuestas institucionales
En la actualidad, la realidad social ofrece un panorama sumamente complejo en
torno a la ancianidad. De un lado, este tiempo se caracteriza por haber generado un
envejecimiento global y paradojal, nunca visto sino, hasta ahora. Hoy, resulta total23
Revista de la Facultad, Vol. IV N° 1 Nueva Serie II (2013) 19-36
mente fundado proyectar la existencia conforme a una esperanza longeva de vida, ya
seamos latinoamericanos o europeos, asiáticos o africanos LEESON (2011) (2009a)
(2009b). Hoy, la vejez es una parte consistente del imaginario individual y colectivo.
En tanto que, por otra parte, este tiempo ha permitido también la configuración de
sociedades multigeneracionales. Sociedades en las cuales conviven simultáneamente
tres o cuatro generaciones de personas, constitutivas de una misma familia: bisabuelos, abuelos, padres e hijos. Dos generaciones sucesivas de personas envejecidas y
vinculadas por lazos de parentesco: hijos de sesenta y tantos años, con padres que
han superado los ochenta. O bien, la coincidencia de dos generaciones alternas de
abuelos y nietos (1) (DABOVE, 2008, pp. 39-54).
En el plano económico, el envejecimiento global y el multigeneracionismo se desenvuelven como procesos de creciente dependencia. Poco a poco, las generaciones
concurrentes tejen entre su una compleja red distributiva de recursos, que suele trasladar en la más joven el papel proveedor. Bisabuelos y abuelos con magras jubilaciones y pensiones. Hijos, integrados al mercado de trabajo que subsidian a sus mayores.
Nietos jóvenes, que se preparan para ello, cual carrera en posta (2). En tanto que, desde la perspectiva cultural se observa, además, que el envejecimiento global y el multigeneracionismo bien pueden ser entendidos como variantes del multiculturalismo,
del pluralismo político y del plurijuridismo. Cada generación esgrime en su haber una
forma de entender la vida, códigos de convivencia y prácticas discursivas que le son
propios, experiencias, políticas diversas, memorias colectivas diferenciables entre sí
y valores específicos. Estas culturas interactúan entre sí, se “arrastran” de un grupo a
otro, dialogan y compiten, sedimentan y estratifican en un universo heterogéneo de
significaciones (DABOVE, 2008, pp. 39-54).
Así, pues, el envejecimiento global y el multigeneracionismo se constituyen como
fenómenos paradojales y complejos. Nacen con los cambios demográficos de la segunda mitad del siglo XX. Se alimentan del aumento de la esperanza de vida, que permite la convivencia simultánea de varias generaciones. Pero también se consolidan,
como dice BOBBIO (1991), con el devenir del “tiempo de los derechos” y la creciente
(1) En términos cuantitativos, la realidad nos revela que el aumento demográfico de la población
mayor de 60 años es un fenómeno mundial, que plantea nuevos desafíos a las sociedades contemporáneas. En Argentina, la expectativa de vida ha aumentado considerablemente. En 1960 el porcentaje de
ancianos respecto al total de habitantes era de un cinco por ciento y medio. Al año 1991 el porcentaje
ascendía a casi el nueve por ciento. En cuanto a la proyección de la expectativa de vida, se estima que
progresivamente irá en aumento. Según un estudio del Instituto Nacional de Estadística y Censos de
Argentina (INDEC), se prevé que en el año 2020 los hombres llegarán a alcanzar la edad promedio de
73 años mientras que las mujeres promediarán los 80. La proyección al año 2050 arroja por resultado
que los hombres rondarán los 77 años mientras que las mujeres podrán llegar a los 84. Estos datos
revelan claramente que los ancianos designan una franja generacional extensa, con necesidades y
protagonismo propios.
(2) Una de las pérdidas que los ancianos deben afrontar se vincula con el cese de sus actividades
laborales lucrativas. No solamente las personas hoy están obligadas a jubilarse, sino que un gran porcentaje percibe un beneficio previsional que no llega a cubrir sus requerimientos básicos.
24
María Isolina Dabove conciencia del pluralismo jurídico. En suma, ambos son fenómenos sociales: multitemporales, plurieconómicos y multiculturales, ambivalentes.
Desde el punto de vista de las exigencias distributivas, la vejez reclama para sí criterios de justicia específicos, que permitan demarcar, reconocer y desarrollar el sentido de pertenencia social, en esta última etapa de la vida. Requiere del despliegue de
una justicia distributiva, tanto como de una justicia intergeneracional, y de la equidad,
en mayor medida que de la justicia conmutativa o correctiva (ARISTÓTELES, 1996;
PRIETO SANCHÍS, 1994). Como sabemos, según Aristóteles, la justicia distributiva
exige adjudicar cosas iguales, a los iguales; pero desiguales a los que también lo son
–y en esa misma medida–. La vejez es, sin dudas, una condición vital especial de la
persona, que la coloca en una posición jurídica merecedora de consideración y trato
diferenciados. Razón por la cual, urge calificar jurídicamente a la vejez como razón
suficiente para su “discriminación positiva” (DABOVE, 2002). La justicia intergeneracional, por su parte, impone la necesidad de considerar a la vejez parte constitutiva
de la condición humana en su conjunto y a la solidaridad social, como base de las
relaciones entre las distintas etapas de la vida (DANIELS, 1988; DABOVE, 2002). En
tanto que la equidad reclama su presencia frente a situaciones límites, extremas o extraordinarias que suelen atravesar a las personas en su vejez; particularmente, en materia económica, sanitaria y social (DABOVE y DI TULLIO, 2009). Ello hace, pues, que
los Tribunales de Justicia muchas veces deban construir sus decisiones, con especial
atención a los particularismos del caso. En la jurisprudencia argentina, por ejemplo,
abundan los ejemplos de este tipo de decisiones respecto de cuestiones de alimentos,
visita de abuelos y nietos, en el ámbito previsional, en relación a la capacidad o bien,
respecto de asuntos vinculados a las residencias de larga estadía (DABOVE, 2008,
2002; DABOVE y DI TULLIO, 2009).
Por otra parte, el envejecimiento global y las sociedades multigeneracionales instalan con toda claridad la necesidad de contar con instrumentos jurídicos humanistas
y eficaces, para encauzar la problemática distributiva que le plantean a la Política y al
Derecho. Requieren, en especial, de estabilidad normativa, para la vigencia y aplicación de los principios y reglas que componen el sistema. Estabilidad que sólo se logra
con el despliegue de una legislación completa y consistente para el campo de los derechos de las personas de edad. Un área en la cual se observa con claridad los efectos
negativos de esta carencia normativa es la problemática de las vías de acceso a la justicia para este sector vulnerable de la población. En este sentido, un lugar destacado
lo ocupa la preocupación por concretar reformas jurisdiccionales sustentables en esta
materia, que aseguren el ejercicio del derecho fundamental a la debida defensa en juicio para los ancianos. Pero además, estos fenómenos parecen imponer el desarrollo
de métodos alternativos de solución de conflictos que completen, de una manera más
dinámica los recursos administrativos y procesales de la actual jurisdicción.
Sin dudas, el Derecho positivo actual no resulta ajeno a estos fenómenos. Sus efectos impactan en muchas de sus instituciones, sobre todo, en aquellas vinculadas a los
Derechos Económicos Sociales y Culturales, a la Seguridad Social y al Derecho Administrativo y Civil. En efecto, el envejecimiento global y el multigeneracionismo ponen
25
Revista de la Facultad, Vol. IV N° 1 Nueva Serie II (2013) 19-36
en crisis el derecho previsional, el derecho de alimentos y el de vista. Afecta la capacidad, la tutela, la curatela y la adopción. Tiene impacto sobre el matrimonio, el concubinato y la unión civil, la separación y el divorcio vincular. Pero también, altera el
ejercicio del derecho a la vida, a la salud y a la integridad física y moral de cada sujeto
y de cada generación, desencadenando situaciones claras de violencia familiar. Como
los ancianos suelen estar muy débilmente posicionados en este entramado social, son
ellos quienes soportan el mayor peso de las consecuencias jurídicas negativas de estos fenómenos (DABOVE y PRUNOTTO LABORDE, 2006).
Ahora bien, a pesar de este crítico escenario jurídico, desde el punto de vista de
las respuestas institucionales es posible identificar algunos avances en favor de un
reconocimiento pleno de la ciudadanía y de la posición jurídica de las personas en su
vejez. Algunos de estos logros se vinculan a la expansión de la Comunidad Internacional y a la instauración del Estado Constitucional de Derecho, como nuevo paradigma
de organización político-jurídica democrática. Están conectados con la evolución de
los Derechos Humanos, en virtud de su proceso de especificación internacional y con
su incorporación a las Constituciones del mundo. Así como también cabe destacar
el desarrollo de las Políticas Públicas Gerontológicas de visibilidad e impacto social
cierto, en la actualidad. Entre otras razones, debido a la adhesión concreta de los Poderes Ejecutivos al nuevo modelo Neoconstitucional de los Estados, entre los cuales
se incluyen los países Latinoamericanos. Así, pues, todo ello, entiendo, nos permite
decir que hoy, más que en otras épocas de la historia, están dadas las condiciones
para construir con éxito, un nuevo concepto de ciudadanía para la vejez: el de la ciudadanía iusfundamental.
IV. Ciudadanía iusfundamental en la vejez: presupuestos
Desde la Filosofía Jurídica y Política, el Estado Constitucional de Derecho es conceptualizado como un nuevo modelo de organización política y jurídica que, en cuanto tal, tiene incidencia directa sobre la idea de ciudadanía. Guastini caracteriza este
modelo con siete propiedades. 1) La existencia de una Constitución que incorpora explícitamente los derechos fundamentales; 2) la garantía jurisdiccional de la Constitución; 3) la fuerza vinculante de la Constitución; 4) su “sobreinterpretación” (se interpreta extensivamente y de ella se deducen principios implícitos); 5) la interpretación
adecuada de las leyes; 6) la aplicación directa de las normas constitucionales, también
para regular las relaciones entre particulares; 7) la influencia de la Constitución sobre
las relaciones políticas, que incluye el control constitucional sobre la discrecionalidad
política del legislador (GUASTINI, 2004; ALEXY, 2001, 2005; CARBONELL, 2007).
Por otra parte, cabe observar también que los derechos fundamentales incorporan a la Constitución, medios de fortalecimiento para los sujetos frágilmente situados
en el sistema (GOLDSHMIDT, 1986). De modo tal que, por su intermedio, de un lado
se han positivado instituciones, principios y reglas que amplían 1) la autonomía personal; y 2) debilitan la intervención estatal, por la división y descentralización de su
poder. Más por otra parte, se ofrecen derechos y garantías que protegen al individuo
frente a variadas contingencias (enfermedad, niñez, vejez, discapacidad, desempleo,
26
María Isolina Dabove pobreza, ignorancia, etc.). Así, la vigencia de los derechos económicos sociales y culturales; y de los derechos fundamentales vinculados a la paz y al desarrollo. Las nuevas fronteras del mundo jurídico vinculadas al bioderecho y al derecho ambiental, el
derecho de la niñez, de la discapacidad, el derecho de la educación y de la ciencia; o el
derecho del arte y, por supuesto, al Derecho de la Vejez. Todas ellas, pues, dan cuenta
de esta nueva realidad jurídica que condiciona, en nuestro caso, la posición política y
jurídica de las personas de edad. Desde este nuevo paradigma, pues, la construcción
jurídica de un modelo de ciudadanía iusfundamental en la vejez exige satisfacer varias condiciones. Algunas son conceptuales, otras, empíricas y, hay también otras que
son valorativas.
Desde el punto de vista conceptual, la ciudadanía iusfundamental supone la demarcación de la vejez, en tanto fenómeno complejo pp.co-biológico, histórico y cultural (DABOVE, 2002). Supone su calificación lingüística en términos claros y correspondientes con la realidad de la vejez: compleja, polisémicas, rica. En nada, bipolar,
de modo que nos lleve a pensar en ella o bien, para sacralizarla bajo la asociación a la
idea de “sabiduría”; o bien, a negarla, bajo la máscara de la fealdad o la inutilidad. La
demarcación iusfundamental de la ancianidad impone la necesidad de evitar el uso
de eufemismos que maquillan y/o esconden la especificidad de esta etapa de la vida.
En ese sentido, a mi juicio resultan sospechosos de discriminaciones negativas el empleo de expresiones tales como “tercera o cuarta edad, años dorados”, “mayores”, entre
muchos otros. Si, como dice AUSTIN (1955), hacemos cosas con palabras, urge entonces, hacer una revisión de la terminología habitualmente empleada para referirnos
a esta etapa vital. Su falta sólo engendra, indiferencia social y su invisibilización. De
modo tal que, a partir de su demarcación será posible comprender a la vejez acorde
con el modelo de ciudadanía humanista que requiere el Estado Constitucional actual.
Por otra parte, la construcción de esta ciudadanía iusfundamental en el plano empírico reclama además, de un explícito reconocimiento jurídico integral de esta última etapa de la vida. Este reconocimiento debe ser no sólo formal, sino también material, es decir, no basta con elaborar legislación específica en este campo. Se requiere,
además, del desarrollo de una nueva conciencia social que valore a la vejez en todas
sus posibilidades de proyección vital. En suma, la ciudadanía iusfundamental exige
de un reconocimiento eficaz del “empoderamiento” de las personas de edad. Empoderamiento que implica el respeto real a la autonomía y capacidad de los ancianos,
como principio y fin de esta ciudadanía. La carencia de respuestas a esta problemática
no hace otra cosa que acrecentar todo tipo de fenómenos de discriminación negativa
y prejuicios contra la vejez que, empobrecen incluso, la vida de la sociedad en su conjunto (IACUB, 2010; ARIAS, 2009).
La ciudadanía iusfundamental para la vejez exige, asimismo, la generación de
herramientas y caminos democráticos y jurídicos para hacer sustentable el sentido
de pertenencia de las personas de edad, en sus familias, en sus comunidades, en su
cultura. La pertenencia, como señala WALZER (1993), es un elemento central para el
logro eficaz de la inclusión y la participación social de las personas en su vejez. La pertenencia, permite asumirse como parte, como parcela de una comunidad. Potencia
27
Revista de la Facultad, Vol. IV N° 1 Nueva Serie II (2013) 19-36
y posibilita la construcción de vínculos y redes que contribuyen a mejorar la calidad
de vida de todos los relacionados entre sí. Da significación cultural a la dimensión
biológica y demográfica de la vejez y habilita la configuración de una subjetividad o
identidad sana y proclive al reconocimiento de las relaciones sociales con sentido de
justicia (DABOVE, 2002).
En suma, demarcando el territorio simbólico de la vejez, reconociendo su capital
social e incentivando su sentido de pertenencia al grupo, será posible instalar las bases para el nuevo modelo de ciudadanía que el neoconstitucionalismo y los derechos
humanos reclaman como base de una política y un derecho que consideren al ser
humano un fin en sí.
V. Derecho de la Vejez: medio para la construcción de una ciudadanía iusfundamental de las personas mayores
El Estado Constitucional de Derecho actual, la vigencia universalizada de los derechos humanos, la economía postmoderna, el propio envejecimiento global, las sociedades y los nuevos tipos de familias, devenidos ahora multigeneracionales, todo
ello, impone la necesidad de construir un modelo de ciudadanía superador del impuesto por el paradigma liberal o asistencial que aún parecen estar vigentes. A mi entender, este modelo debería priorizar el carácter iusfundamental de la problemática
de la responsabilidad jurídica en la vejez. Tendría que abogar por la consolidación de
una nueva rama jurídica, que atienda de manera integral los conflictos derivados del
envejecimiento poblacional, con base constitucional. Así como también, debería trabajar a favor del desarrollo sostenible de políticas educativas, económicas y culturales
de inclusión de los mayores.
El segundo Plan de Acción Internacional sobre el Envejecimiento, generado en
Madrid, en el 2002, atiende estos desafíos. Allí se retoman algunas cuestiones señaladas por el Plan de Viena, pero también, introduce nuevas perspectivas acordes con
el modelo iusfundamental. Vuelve a resaltar, por ejemplo, la necesidad de desarrollar
políticas sociales y jurídicas que asuman de manera plena las cuestiones derivadas de
los cambios demográficos. Destaca, también, la importancia de la implementación
de políticas sobre el envejecimiento que incluyan el hecho de la mayor duración de
la vida y con un punto de vista que abarque toda la sociedad. Pero se atreve a dar un
paso más. Entre sus objetivos y recomendaciones, este documento plantea la exigencia expresa de trabajar política y jurídicamente para lograr:
a) La plena realización de todos los derechos humanos y libertades fundamentales
de todas las personas de edad.
b) El envejecimiento en condiciones de seguridad, lo que entraña reafirmar el objetivo de la eliminación de la pobreza en la vejez sobre la base de los Principios de las
Naciones Unidas en favor de las personas de edad.
28
María Isolina Dabove c) La habilitación de las personas de edad para que participen plena y eficazmente
en la vida económica, política y social de sus sociedades, incluso mediante trabajo remunerado o voluntario.
d) Las oportunidades de desarrollo, realización personal y bienestar del individuo
en todo el curso de su vida, incluso a una edad avanzada, por ejemplo, mediante la
posibilidad de acceso al aprendizaje durante toda la vida y la participación en la comunidad, al tiempo que se reconoce que las personas de edad no constituyen un grupo
homogéneo.
e) La garantía de los derechos económicos, sociales y culturales de las personas de
edad, así como de sus derechos civiles y políticos, y la eliminación de todas las formas
de violencia y discriminación contra las personas de edad.
f ) El compromiso de reafirmar la igualdad de los sexos en las personas de edad,
entre otras cosas, mediante la eliminación de la discriminación por motivos de sexo.
g) El reconocimiento de la importancia decisiva que tienen para el desarrollo social
las familias y la interdependencia, la solidaridad y la reciprocidad entre las generaciones.
h) La atención de la salud, el apoyo y la protección social de las personas de edad,
incluidos los cuidados de la salud preventivos y de rehabilitación.
i) La promoción de una asociación entre el gobierno, a todos sus niveles, la sociedad
civil, el sector privado y las propias personas de edad en el proceso de transformar el
Plan de Acción en medidas prácticas.
j) La utilización de las investigaciones y los conocimientos científicos y el aprovechamiento del potencial de la tecnología para considerar, entre otras cosas, las consecuencias individuales, sociales y sanitarias del envejecimiento, en particular en los
países en desarrollo.
k) El reconocimiento de la situación de las personas de edad pertenecientes a poblaciones indígenas, sus circunstancias singulares y la necesidad de encontrar medios de
que tengan una voz eficaz en las decisiones que les afectan directamente.
Así, sobre este escenario evolutivo en torno al paradigma de la vejez, durante estos
últimos años se fue instalando en el marco internacional la necesidad de elaborar una
Convención de Derechos Humanos para las Personas Mayores. De modo tal que este
proceso bien puede ser comprendido como un interesante esfuerzo político y jurídico
por dar respuesta a esta nueva realidad paradojal de la vejez.
Como sabemos, la elaboración de esta futura Convención emerge de la propia historia del proceso de especificación de los derechos humanos del siglo XX, en función
de las características de especial vulnerabilidad de sus sujetos titulares. Los Planes
de Acción Internacional sobre el Envejecimiento –Viena, 1992 y Madrid, 2002– han
sido, sin dudas, sus iniciales precedentes. Pero, la piedra fundamental sólo ha podido concretarse, en el año 2003, con el desarrollo de la Primera Conferencia Regional
29
Revista de la Facultad, Vol. IV N° 1 Nueva Serie II (2013) 19-36
Intergubernamental sobre Envejecimiento en América Latina y el Caribe realizada en
Santiago de Chile, del 19 al 21 de noviembre. Allí por primera vez se advirtió de manera explícita, la necesidad de elaborar y proponer legislaciones específicas que definan y protejan estos derechos, de conformidad con los estándares internacionales y la
normativa al respecto aceptada por los Estados –Punto 16, Objetivo 1.b).
Un poco más tarde, el 6 de diciembre de 2007, la Segunda Conferencia pudo dictar
un documento inaugural de este proceso: la Declaración de Brasilia. Documento que
permitió afirmar el compromiso de impulsar la elaboración de la Convención en el
seno de las Naciones Unidas. A partir de ese momento, los países de la región –particularmente, Argentina, Brasil y Chile–, se han puesto a trabajar, intentando generar
vías democráticas e incluyentes de participación. Durante los siete años transcurridos
desde entonces, han intervenido: Gobiernos de la región, Organismos de Derechos
Humanos –ONU, CELADE, CEPAL, OEA–, Universidades y ONGs vinculadas a la vejez. Pero también se han desarrollado Reuniones de Seguimiento de la Declaración
que posibilitaron, por otra parte, la identificación de algunos principios valorativos
de la futura Convención. De ellos se destacan: la dignidad, independencia, libertad y
autonomía del anciano. La igualdad y no discriminación. La participación e inclusión
social de los mayores. La solidaridad entre generaciones.
Los últimos avances producidos hasta ahora en la materia se realizaron a partir
de febrero de 2010, al formalizarse el pedido de elaboración de la Convención ante la
Comisión de Desarrollo Social de Naciones Unidas, en New York. Así, en diciembre
de 2010, la Asamblea General aprobó el establecimiento de los Grupos de Trabajo de
Composición Abierta (OEWG), integrados por representantes de los Estados y de las
ONGs, con el propósito de reforzar y trabajar en la protección de los derechos humanos de las personas de edad (Resolución 65/182). Tres reuniones se han celebrado
desde entonces, la última se desarrolló en agosto de 2012 y, en todas ellas cada Estado
expuso un cuadro de situación referido a los derechos de las personas mayores, así
como también se expresaron en igual sentido, numerosas ONGs del mundo. De estos
debates se han formado dos posiciones en torno al tema: los países de Latinoamérica,
el Caribe, África y Oceanía, apoyan sostenidamente la elaboración de la Convención,
tanto como la designación de un Relator Especial encargado de velar por el respeto
de estos derechos en los Estados parte. Pero, la Unión Europea y Canadá, se muestran
remisos a dar este paso.
Concomitantemente con este panorama, en nuestra región se avanza a pasos más
rápidos en la construcción de consensos para la Convención, tal como lo demuestran
los resultados de la tercera Conferencia Regional Intergubernamental sobre Envejecimiento en América Latina y el Caribe, celebrada del 8 al 11 de mayo de 2012 en Costa
Rica, en la cual se aprobó la Carta de San José de Costa Rica de Derechos de las Personas Mayores.
Así, con el propósito de identificar las acciones clave en materia de derechos humanos y protección social de las personas mayores en América Latina y el Caribe; conscientes de que la edad sigue siendo un motivo explícito y simbólico de discriminación que
afecta el ejercicio de todos los derechos humanos en la vejez, y que las personas mayores
30
María Isolina Dabove requieren atención especial del Estado; con la firme determinación de adoptar medidas
a todo nivel para ampliar de manera progresiva la cobertura y calidad de los sistemas
de protección social, incluidos los servicios sociales para una población que envejece, y
poner en práctica acciones dirigidas a reforzar la protección de los derechos humanos
y las libertades fundamentales de las personas mayores, sin discriminación de ningún
tipo, los Estados de la región reafirmaron el compromiso expresado en la Declaración
de Brasilia de no escatimar esfuerzos para promover y proteger los derechos humanos
y las libertades fundamentales de todas las personas mayores, trabajar en la erradicación de todas las formas de discriminación y violencia y crear redes de protección de
las personas mayores para hacer efectivos sus derechos. Respaldaron también la labor
del Grupo de trabajo de composición abierta sobre el envejecimiento y lo exhortó a
estudiar la viabilidad de esta Convención internacional de derechos de las personas
mayores. La Tercera Conferencia intergubernamental expresó su apoyo, además, al
Grupo de trabajo de la Organización de los Estados Americanos sobre la protección de
los derechos humanos de las personas mayores para que avance en la elaboración de
una Convención Interamericana en esta materia. Así como también reiteró la necesidad de evaluar, con la mayor celeridad, la posibilidad de designar un relator especial
encargado de velar por la promoción y protección de los derechos humanos de las personas mayores. Por último, los países de la región se comprometieron a:
a. Adoptar medidas adecuadas, legislativas, administrativas y de otra índole, que
garanticen a las personas mayores un trato diferenciado y preferencial en todos los ámbitos y prohíban todos los tipos de discriminación en su contra,
b. Fortalecer la protección de los derechos de las personas mayores por medio de la
adopción de leyes especiales de protección o la actualización de las ya existentes, incluidas medidas institucionales y ciudadanas que garanticen su plena ejecución,
c. Brindar atención prioritaria y trato preferencial a las personas mayores en la
tramitación, resolución y ejecución de las decisiones en los procesos administrativos y
judiciales, así como en los servicios, beneficios y prestaciones que brinda el Estado,
d. Adoptar medidas de acción afirmativa que complementen el ordenamiento jurídico y que promuevan la integración social y el desarrollo de las personas mayores,
e. Desarrollar políticas públicas y programas dirigidos a aumentar la conciencia
sobre los derechos de las personas mayores, incluida la promoción de su trato digno y
respetuoso y de una imagen positiva y realista del envejecimiento,
f. Garantizar y proveer los recursos necesarios para el acceso de las personas mayores a la información y a la divulgación de sus derechos,
g. Garantizar además el derecho a la participación de las personas mayores en las
organizaciones de la sociedad civil y en los consejos, así como en la formulación, implementación y monitoreo de las políticas públicas que les concierne.
Como puede observarse, el Derecho actual pone a disposición de la tarea de elaboración normativa, significativas herramientas para un desarrollo jurídico humanis31
Revista de la Facultad, Vol. IV N° 1 Nueva Serie II (2013) 19-36
ta de la problemática de la vejez. Así, el modelo del Estado Constitucional de Derecho le otorga a este proceso, criterios valorativos específicos y direccionados (CEPAL,
2009). En tanto que, dentro de este modelo, los derechos humanos formalizados en
conexión con cada Constitución, ofrecen medios de fortalecimiento claros para los
sujetos frágilmente situados en el sistema, toda vez que establecen derechos y garantías que protegen a la persona mayor frente a las variadas contingencias que afectan el
núcleo de sus derechos de autonomía, participación y derechos de prestación (PRIETO
SANCHÍS, 1998).
En Argentina, el modelo iusfundamental de ciudadanía en la vejez cuenta con
destacadas herramientas constitucionales generales, al igual que sucede con la mayoría de los países americanos y europeos, tales como México, Costa Rica, Brasil,
Chile, Colombia, Uruguay, Paraguay, España, Inglaterra, Francia, Italia, los Países Bajos, o Escandinavia (DABOVE, 2002). Así, en el plano normativo, cabe recordar la vigencia del “bloque de constitucionalidad” de los textos internacionales de Derechos
Humanos mencionados en el artículo 75 inciso 22 de la Constitución Nacional (3).
El reconocimiento expreso de la posibilidad de implementar leyes nacionales que
contengan medidas de acción afirmativa respecto de la ancianidad, del artículo 75
inciso 23. Como también es menester mencionar la existencia constitucional de tres
tipos de derechos humanos, perfectamente aplicables en la vejez: los derechos de autonomía, referidos básicamente a la vida y a la salud, a las libertades, a la igualdad y a
la propiedad; los derechos de participación, que se refieren básicamente al trabajo, a
la asociación, a la recreación, al ocio y uso del tiempo libre; los derechos sociales o de
prestación, vinculados con la seguridad social, es decir, el derecho a pensión, jubilación, el desarrollo y a la educación (DABOVE y PRUNOTTO LABORDE, 2006; PRIETO
SANCHÍS, 1990).
En el plano fáctico del Derecho de la Vejez argentino, este modelo iusfundamental
cuenta con la participación de importantes actores públicos y privados: la Dirección
Nacional de Políticas para Adultos Mayores (DINAPAM), que funciona en el marco de
la Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia que depende del Ministerio
de Desarrollo Social de la Nación; las Direcciones Provinciales de la Tercera Edad;
los Organismos Municipales de Promoción Social y Comunitaria; los Foros para la
Tercera Edad de los Concejos Deliberantes; las Defensorías del Pueblo; el Ministerio
Público; las Defensorías barriales, el poder judicial en general; las Obras Sociales; las
escuelas y Universidades; el Consejo Federal del Adulto Mayor. Todos ellos, poco a
(3) “La Declaración Americana de los derechos y Deberes del Hombre, la Declaración Universal de
Derecho Humanos; la Convención Americana sobre Derechos Humanos; el Pacto Internacional de
Derechos Económicos, Sociales y Culturales, el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos
y su Protocolo Facultativo; la Convención sobre la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio;
la Convención Internacional sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación Racial; la
Convención Internacional sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación de la Mujer; la
Convención contra la Tortura, y otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanas o Degradantes; la Convención
sobre los Derechos del Niño; en las condiciones de su vigencia, tienen jerarquía constitucional, no derogan artículo alguno de la Primera Parte de esta Constitución y deben entenderse complementarios
de los derechos y garantías por ella reconocidos”.
32
María Isolina Dabove poco, trabajan en favor del desarrollo de este concepto iusfundamental de ciudadanía
en la vejez. Aunque también es cierto que aún falta maximizar y difundir estos esfuerzos (DABOVE, 2008).
Los valores plasmados en la Constitución Argentina a través de los derechos fundamentales que ella consagra, nos instan a actuar a favor de este modelo; tal como
sucede en todo régimen jurídico que ha adoptado el modelo del Estado Constitucional de Derechos (es decir, aquel que hace explícito en el derecho nacional, el reconocimiento de los derechos humanos reconocidos también en el plano internacional).
Los valores constitucionales plantean, así, la necesidad de movilizar al Derecho en
pos de una sociedad, una familia y un Estado que garanticen a cada anciano una esfera de libertad tan amplia –compatible con la de los demás–, que le permita desarrollar
sus planes de vida y su personalidad senescente. La justicia actual requiere, en suma,
el sostenimiento de una sociedad plural, de una familia incluyente y de un Estado
humanista, respetuosos de la unicidad de cada viejo, de la igualdad de la condición
humana y de la vida comunitaria. Así, realidad social, normas y valores podrán articularse, en pos del modelo iusfundamental de responsabilidad jurídica familiar que el
multigeneracionismo actual reclama.
En síntesis, el modelo de ciudadanía iusfundamental en la vejez tiene que abordar aún, múltiples cuestiones en nuestro Derecho. Así, en el marco de los derechos de
autonomía, por ejemplo, es menester tratar: la cuestión de la capacidad de la persona
anciana y la autonomía de su voluntad: el derecho a la vida –y a ser viejo–, a la salud y
a la asistencia sanitaria, el consentimiento informado en la relación médico-paciente
anciano; los derechos de los pacientes de edad avanzada, la problemática específica
del deterioro cognitivo y el régimen jurídico aplicable a la falta de salud mental. Se
debe profundizar el campo de protección del derecho a la integridad física y moral; la
lucha contra violencia y la discriminación negativa (el edadismo), con especial referencia al enfoque de género y a la problemática de las personas mayores que pertenecen a minorías raciales, sexuales o culturales. Es necesario estudiar los problemas jurídicos que se derivan de la libertad y de la comunicación de las personas mayores en la
relación con las demás generaciones; el papel de los medios de comunicación. Respecto de la libertad, un lugar especial debe ocuparlo el trabajo a favor del reconocimiento
pleno de los derechos de libertad de circulación, de expresión y de libertad religiosa. En
relación a los derechos referidos a la comunicación, es menester fortalecer el respeto
del derecho a la debida defensa en juicio, el derecho a peticionar ante las autoridades, la
inviolabilidad de la correspondencia y de las comunicaciones, como base para garantizar el acceso a la justicia de las personas de edad. Urge analizar aún más, la cuestión de
la propiedad en la ancianidad; el derecho a la vivienda; el derecho de habitación viudal;
la temática de las residencias gerontológicas o geriátricos; la renta vitalicia, el usufructo, el bien de familia, o la indivisión forzosa. Más todo ello debe hacerse con la mirada
puesta en la comprensión de la posición vital que atraviesa a una persona en su vejez.
Así como también es importante abordar la temática del consumo y del acceso al crédito y los derechos sucesorios, desde esta misma perspectiva.
Respecto de los derechos de participación, es oportuno trabajar al menos sobre
las siguientes temáticas: la problemática de la discapacidad y las barreras en la vejez;
33
Revista de la Facultad, Vol. IV N° 1 Nueva Serie II (2013) 19-36
los derechos y obligaciones de los ancianos discapacitados y de las instituciones; las
cuestiones referidas a la familia, tales como el derecho de las personas mayores al
matrimonio; el matrimonio mortis causa; el derecho de alimentos, de contacto y visita; la adopción y la tutela en relación a las personas de edad. También es importante
considerar lo referido al derecho de asociación, en especial, vinculado al papel de
los Clubes y Centros de Jubilados en el desarrollo jurídico de las personas mayores;
el derecho a la ocupación y al trabajo y los límites a estos derechos que los sistemas
jurídicos suelen imponer en relación a la vejez. En este marco es importante estudiar
además, los conflictos jurídicos que se desencadenan en relación al derecho a la recreación, ocio, esparcimiento y el derecho al turismo, en cuyo marco las personas de
edad avanzada ocupan el lugar de sujetos jurídicos débiles, en tanto consumidores de
propuestas que suelen contener cláusulas leoninas en el régimen contractual aplicable al caso.
En el marco de los derechos de prestación se impone la exigencia de comprender
todo aquello referente a la Seguridad Social en la ancianidad; los sistemas provisionales (que hoy están en crisis en el mundo occidental) o el régimen jurídico de los
seguros que puede resultar beneficioso en la vejez. En este contexto es menester considerar los modelos de vinculación que cada Estado establece entre las medidas de
acción afirmativa (o discriminación inversa) que se adopten en relación la pobreza,
la soledad y la asistencia de las personas mayores y el lugar de sujetos de derechos
que de ellas se deriven para sus beneficiarios. En este espacio se requiere analizar
los nuevos modelos derivados de las redes de contención social, el régimen jurídico
aplicable a los asistentes gerontológicos y/o cuidadores de ancianos, el papel del voluntariado y de las ONG en la defensa de los derechos de las personas mayores, tanto
como resulta necesario determinar los beneficios o perjuicios que de ellos se deriven
para el colectivo de ancianos en relación a los demás integrantes de la comunidad a
la que pertenezcan.
Por último, urge asimismo completar este rico panorama, con la inclusión del estudio integral de los sistemas de protección y garantías vigentes (es decir, los recursos
administrativos y procesales habilitados por el sistema jurídico para la defensa de los
derechos), a fin de asegurar un acceso cierto y eficaz a la Justicia y a la debida defensa
en juicio. En este campo, importante será reconocer las fortalezas y debilidades de la
labor de las instituciones del sistema de protección. En Argentina, lugares destacados
en esta materia lo ocupan el Instituto Nacional de Servicios Sociales para Jubilados y
Pensionados –INSSJP–, la Dirección Provincial de la Caja de Pensiones Sociales (ley
5110); las Obras Sociales; la Defensoría del Pueblo (Nacional, Provincial, Municipal);
el Ministerio de Desarrollo Social de la Nación; la Dirección Provincial de la Tercera
Edad; las Secretarías de Promoción Social de las Municipalidades y los Organismos
de Defensa del Consumidor. Pero además cabe desarrollar el estudio de las ventajas y
desventajas, fortalezas o debilidades que ofrecen los métodos alternativos de solución
de conflictos, en los cuales participe cualquier persona de edad o estén referidos a sus
temáticas (DABOVE, 2008). Así, pues, en tanto nueva especialidad del mundo jurídico, esperamos que el Derecho de la Vejez contribuya al despliegue de estos desafíos,
con una mirada integral y humanista.
34
María Isolina Dabove VI. Conclusiones que pretenden abrir caminos
En la actual era de la globalización-marginación, las políticas sociales gerontológicas son necesarias pero no suficientes para lograr la inclusión, participación y pertenencia de las personas de edad en sus comunidades y en la cultura postmoderna.
Sólo contribuyen a su promoción, pero no aseguran completamente su posición de
ciudadanos, al no proteger, ni asegurar el goce pleno y de todos los derechos humanos
y libertades fundamentales de las personas de edad, en igualdad de condiciones a todas las demás, a través de los mecanismos institucionales y democráticos habilitados
a tal fin.
Para lograrlo, hace falta la implementación jurídica de un modelo iusfundamental
de ciudadanía: aquel que se deriva del reconocimiento formal y material de los derechos humanos en la vejez, tanto en el plano internacional y regional como en el del
Derecho Nacional. Es decir, hace falta la expansión y el desarrollo de un Derecho de
la Vejez, referido a los derechos humanos de autonomía, participación y prestación
de las personas de edad y a la articulación de éstos con el de las generaciones coexistentes.
En este trabajo, observamos las razones que llevan a sostener estas afirmaciones,
así como también delimitamos los caminos jurídicos viables en este tiempo para la
construcción de esta ciudadanía iusfundamental, a través del paradigma neoconstitucional que se deriva del reconocimiento formal de los Derechos Humanos en el marco
del actual Derecho Estatal, Comunitario e Internacional. Sólo desde esta mirada será
posible articular de manera eficaz las respuestas institucionales que se derivan del
plano de las Políticas Sociales con las que pueden concretarse desde el mundo jurídico.
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36
CONSULTAS PREJUDICIALES EN LA COMUNIDAD ANDINA
Y CUESTIONES PREJUDICIALES EN LA UNIÓN EUROPEA:
ENSAYO DE COMPARACIÓN *
THE ANDEAN COMMUNITY PRELIMINARY CONSULTATION
PROCEDURE AND THE EUROPEAN UNION PRELIMINARY RULING:
COMPARISON TEST
Manuel Cienfuegos Mateo **
Resumen: El objeto de esta investigación es exponer el régimen jurídico de las cuestiones prejudiciales de la Unión Europea y de las consultas prejudiciales de la Comunidad Andina. Para ello se analizan
sus principales elementos a la luz de su normativa básica y su funcionamiento en la práctica, cuales son la naturaleza de estos dos instrumentos procesales; la legitimación activa para remitir las cuestiones /
consultas prejudiciales y la distinción entre los jueces nacionales obligados y los facultados; las prerrogativas del juez interno en relación
con las cuestiones / consultas prejudiciales y las competencias prejudiciales de los Tribunales de Justicia de la Unión Europea y de la Comunidad Andina; los aspectos procedimentales relativos a la tramitación de una solicitud prejudicial y, finalmente, los efectos jurídicos de
las sentencias prejudiciales y los recursos frente a su incumplimiento.
Al hilo de la exposición se irán anotando algunas semejanzas y diferencias entre ambos procedimientos de colaboración judicial. Al final
de la investigación se conjetura acerca de las razones de la ascendencia tan notable de la cuestión prejudicial europea en la consulta prejudicial andina.
Palabras - clave: Tribunal de Justicia de la Unión Europea - Cuestiones prejudiciales - Tribunal de Justicia de la Comunidad Andina - Consultas prejudiciales - Influencia.
* Trabajo recibido para su publicación el 5 de febrero de 2013 y aceptado para su publicación el 15
de marzo del mismo año.
** Profesor Titular de Derecho Internacional Público y Derecho de la Unión Europea. Acreditado
como Catedrático de Universidad por la Agencia Nacional de Evaluación de la Calidad y Acreditación
(ANECA). Observatorio de Relaciones con América Latina de la Universitat Pompeu Fabra (ORLAUPF) ([email protected]).
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Revista
de la Facultad, Vol. IV N° 1 Nueva Serie II (2013) 37-77
Revista de la Facultad, Vol. IV N° 1 Nueva Serie II (2013) 37-77
Abstract: The objective of this research is to show the legal regime of
the European Union preliminary ruling procedure and the Andean
Community preliminary consultation procedure. To this end, the current normative and the functioning in practice of both procedural
instruments are described, focusing the analysis on the more important aspects, such as their nature; legal standing; powers of national
jurisdictions as well as competences of the European and the Andean
Courts of Justice in every preliminary procedure; procedural aspects
and, finally, legal effects of preliminary rulings and remedies to their
breach. Following this explanation, the similarities and differences
between these two judicial cooperation mechanisms will be noted. At
the end of the study, some conjectures for the significant influence of
the European preliminary ruling on the Andean preliminary consultation will be offered.
Keywords: Court of Justice of the European Union - Preliminary Rulings Procedure - Court of Justice of the Andean Community - Preliminary Consultation Procedure - Influence.
Sumario: I. Introducción.– II. Las cuestiones prejudiciales en la
Unión Europea.– III. Las consultas prejudiciales en la Comunidad Andina.– IV. La influencia de la cuestión prejudicial europea en la consulta prejudicial andina.– V. Reflexiones finales.
I. Introducción
En todo proceso regional de integración económica existe un sistema de solución
de las controversias que surjan en su seno (1), incluidos los menos desarrollados,
como es el caso del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), ya que,
en este supuesto, la resolución de las diferencias se confía –en esencia– a las consultas
entre las Partes, la intervención de la Comisión de Libre Comercio y el recurso a un
panel arbitral ad hoc (2).
(1) En general, sobre la noción de controversia internacional y los modos de solución de conflictos
en el Derecho internacional, y en particular en las organizaciones internacionales, véase ANDRÉS
SÁENZ DE SANTAMARÍA, P., “El arreglo pacífico de controversias en el ámbito de las organizaciones
internacionales”, en AA.VV., Cursos de Derecho Internacional de Vitoria-Gasteiz 1984, Servicio Editorial
Universidad del País Vasco, Bilbao, 1985, pp. 79-144; MERRILLS, International Dispute Settlement,
4ª ed., Cambridge University Press, Cambridge, 2005. Más en particular, respecto a la resolución de
controversias en distintos procesos regionales de integración, vid. ALONSO GARCÍA, R., Tratado de
Libre Comercio, MERCOSUR y Comunidad Europea: solución de controversias e interpretación uniforme, McGraw-Hill, Madrid, 1997; DRNAS DE CLÉMENT, Z., “Un análisis comparativo de distintos
sistemas de solución de controversias en zonas latinoamericanas de integración: Sistema de Integración Centroamericano (SICA), Comunidad Andina (CAN) y MERCOSUR (MS)”, Anuario del Centro de
Investigación Jurídicas y Sociales de la Universidad de Córdoba (Argentina), 2005, núm. 8, pp. 1-12;
SALLES ALMEIDA, J., Mecanismos de solución de controversias comerciales de Latinoamérica: avances y
desafíos hacia una mayor judicialización, Tesis doctoral inédita, Facultad de Derecho de la Universidad
de Chile, Santiago de Chile, 2009.
(2) Véase, para mayores detalles, HUNTINGTON, D.S., “Settling Disputes under the North American
Free Trade Agreement”, Harvard International Law Journal, vol. 34, 1993-1, pp. 407-443; SIQUEIROS,
38
Manuel Cienfuegos Mateo
Más evolucionado es el Mercado Común del Sur (MERCOSUR), dado que cuenta
además con un Tribunal Permanente de Revisión, órgano formalmente arbitral que,
de hecho, supera dicha definición por su vocación de permanencia y el alcance de sus
competencias, pues está encargado de zanjar los conflictos derivados de la interpretación, la aplicación y/o el cumplimiento del ordenamiento mercosureño, sea fallando
en primera y única instancia las controversias entre sus Estados Partes o bien en alzada los recursos interpuestos contra los laudos de los tribunales arbitrales ad hoc, sea
resolviendo los supuestos de medidas excepcionales de urgencia y las solicitudes de
opiniones consultivas (3).
En los procesos de integración más avanzados, la solución de las controversias se
radica en un órgano jurisdiccional, generalmente llamado Tribunal o Corte de Justicia,
al que se le atribuyen competencias muy amplias, ya que puede anular los actos de sus
órganos, constatar los incumplimientos de los Estados Partes, declarar las omisiones
de sus instituciones, resolver en vía prejudicial las dudas acerca de la interpretación
y, en su caso, la validez del ordenamiento de la organización, declarar la responsabilidad de la organización por los daños y perjuicios causados por las conductas de
sus órganos, etcétera. Es el supuesto, por ejemplo, de la Unión Europea (UE) (4) y, en
menor medida, de la Comunidad Andina (CAN) (5).
En el marco de estos regímenes más perfeccionados –que no perfectos– juegan
un papel central las llamadas cuestiones o consultas prejudiciales, esto es, un instrumento procesal de colaboración entre el órgano jurisdiccional de la organización y las
jurisdicciones internas de sus países miembros. El objeto de este estudio es exponer
sucesivamente el régimen jurídico de las cuestiones prejudiciales de la UE y de las
consultas prejudiciales de la CAN a la luz de su respectiva normativa reguladora y las
jurisprudencias comunitaria y andina dictadas para su aplicación, centrando la atención en los principales aspectos de ambas figuras procesales, cuales son la naturaleza
de este procedimiento; la legitimación activa para remitir las cuestiones / consultas
prejudiciales y la distinción entre los jueces nacionales obligados y los facultados; las
prerrogativas del juez interno en relación con las cuestiones / consultas prejudiciales
y las competencias prejudiciales de los Tribunales de Justicia de la UE y de la CAN;
los aspectos procedimentales relativos a la tramitación de una solicitud prejudicial; y,
J.L., “La solución de controversias en el marco del NAFTA”, Boletín de la Facultad de Derecho de la
UNED, núm. 4, 1993, pp. 261-292.
(3) Vid. al respecto, PEROTTI, A., Tribunal Permanente de Revisión y Estado de Derecho en el Mercosur, Marcial Pons, Buenos Aires, 2008; REY CARO, E., La solución de controversias en el MERCOSUR,
Lerner Editora, Córdoba (Argentina), 2002.
(4) Cfr. sobre el tema DÍEZ DE VELASCO, M., El Tribunal de Justicia de las Comunidades Europeas,
Tecnos, Madrid; 1984; SCHERMERS, H.G. y WAELBROECK, D., Judicial Protection in the European
Communities, 5ª ed., Kluwer, Deventer, 2002; SIMON, D., Contentieux de l’Union européenne, 3 vols,
Lamy, París, 2011.
(5) Véase al respecto QUINDIMIL LÓPEZ, J.A., Instituciones y Derecho de la Comunidad Andina,
Tirant lo Blanch, Valencia, 2006, pp. 323-424; VIGIL TOLEDO, R., La estructura jurídica y el futuro de
la Comunidad Andina, Civitas Thomson Reuters, Madrid, 2011, pp. 85-180.
Revista de la Facultad, Vol. III N° 2 Nueva Serie II (2012) 25-44
39
Revista de la Facultad, Vol. IV N° 1 Nueva Serie II (2013) 37-77
finalmente, los efectos jurídicos de las sentencias prejudiciales y los recursos frente a
su incumplimiento.
Al hilo de la presentación de los rasgos básicos de las consultas prejudiciales andinas se irán anotando brevemente sus notables similitudes, así como las diferencias,
con la cuestión prejudicial comunitaria, dejando para un ulterior apartado final la reflexión acerca de las razones plausibles de la influencia de primer orden de ésta sobre
aquéllas.
Cabe apuntar incidentalmente que la ascendencia del procedimiento de cuestiones prejudiciales de la UE se aprecia igualmente en figuras procesales instauradas a su
semejanza posteriormente en otras organizaciones regionales de integración que no
serán analizadas, pero a los que son aplicables mutatis mutandis las consideraciones
siguientes, como –sin ánimo exhaustivo– las demandas de interpretación de la unión
económica de Bélgica, los Países Bajos y Luxemburgo (BENELUX) (6), las consultas
prejudiciales del Sistema de Integración Centroamericano (SICA) (7), las cuestiones
prejudiciales del Mercado Común del Este y Sur de África (COMESA) (8) y las cuestiones prejudiciales de la Comunidad del Caribe (CARICOM) (9). Es asimismo el camino que está estudiando tomar el MERCOSUR tras la aprobación, por el Parlasur, del
Proyecto de Protocolo constitutivo de la Corte de Justicia del MERCOSUR, de 13 de
(6) El régimen jurídico de las demandas prejudiciales de interpretación ante el Tribunal de Justicia
BENELUX se halla básicamente en los artículos 6 a 9 de su Tratado constitutivo, de 31 de marzo de 1965,
y los artículos 1 a 15 del Reglamento de Procedimiento, de 27 de noviembre de 1989. Se han dictado 161
decisiones prejudiciales desde la primera en 1975 a la última en 2012, según resulta de la consulta de su
página web (http://www.courbeneluxhof.be/fr/index.asp) realizada el 22 de enero de 2013. En cuanto
a la doctrina, véase DUMON, F., La Cour de justice BENELUX, Bruylant, Bruselas, 1980, pp. 55-199.
(7) El régimen jurídico de las consultas prejudiciales de aplicación e interpretación uniforme ante
la Corte Centroamericana de Justicia del SICA se encuentra fundamentalmente en los artículos 22,
letra k, y 24 de su Estatuto, de 10 de diciembre de 1992, los artículos 13, 15, 57 y 58 de la Ordenanza
de Procedimientos de la Corte Centroamericana de Justicia, de 16 de diciembre de 1994, y la Nota de
Información sobre el procedimiento de consulta prejudicial como proceso auxiliar del juez nacional, de la
propia Corte, de 19 de agosto de 1997. La jurisprudencia centroamericana sobre la consulta prejudicial
interpretativa no es abundante: 41 consultas de un total de 110 casos fallados a 18 de marzo de 2011,
según resulta de la consulta de su página web (http://portal.ccj.org.ni/CCJ2/Default.aspx?tabid=114)
realizada el 22 de enero de 2013. Para su examen doctrinal, véase LEÓN GÓMEZ, A., “La consulta prejudicial”, en AA.VV., La competencia de la Corte Centroamericana de Justicia, Corte Centroamericana
de Justicia, Managua, 1996, pp. 125-144; SALAZAR GRANDE, C.E. y ULATE CHACÓN, E.N., Manual de
Derecho comunitario centroamericano, Orbi et Urbi, San Salvador, 2009, pp. 227 y 237-238.
(8) Las cuestiones prejudiciales de interpretación y de validez ante la Corte de Justicia de la COMESA aparecen reguladas por el artículo 30 de su Tratado constitutivo, de 5 de noviembre de 1993
(vid. http://www.aict-ctia.org/courts_subreg/comesa/comesa_docs.html; consulta realizada el 22 de
enero de 2013).
(9) Las cuestiones prejudiciales de interpretación ante la Corte de Justicia de la CARICOM están
previstas por el artículo 214 del Tratado de Chaguaramas revisado por el que se establece la Comunidad del Caribe con inclusión del Mercado Único y la Economía de la CARICOM, de 5 de julio de 2001
(vid. http://www.caricom.org/jsp/community/community_index.jsp?menu=community; consulta
realizada el 22 de enero de 2013).
40
Manuel Cienfuegos Mateo
diciembre 2010, ya que aspira a la instauración de un procedimiento de cuestiones
prejudiciales ante esta jurisdicción, si bien su viabilidad es muy controvertida (10). A
mayor abundamiento, el reflejo de la cuestión prejudicial comunitaria se ha dejado
sentir también en organizaciones internacionales de cooperación, como el Consejo
de Europa, en cuyo seno se trabajó infructuosamente en los años ochenta del siglo
pasado para elaborar un Protocolo que atribuyera al Tribunal Europeo de Derechos
Humanos competencia para pronunciarse sobre la interpretación del Convenio Europeo para la Protección de los Derechos Humanos y de las Libertades Fundamentales,
de 1950, a petición de las jurisdicciones internas de sus Estados Partes (11).
II. Las cuestiones prejudiciales en la Unión Europea (12)
Las cuestiones prejudiciales europeas están reguladas básicamente por el artículo
267 del Tratado de Funcionamiento de la Unión Europea (TFUE), firmado en Lisboa
el 13 de diciembre de 2007 y en vigor desde el 1 de diciembre de 2009. Este precepto
dispone:
“El Tribunal de Justicia de la UE será competente para pronunciarse, con carácter
prejudicial:
a) sobre la interpretación de los Tratados;
(10) Los artículos 33 a 39 del Proyecto de Norma Nº 02/10, del Parlasur, contienen la regulación de
las cuestiones prejudiciales mercosureñas de interpretación y de validez ante la Corte de Justicia del
MERCOSUR que serían instituidas en caso de ser aprobado por el Consejo del Mercado Común. Para su
análisis en la doctrina, véase AMZEL-GINBURG, Cl. “MERCOSUR: solución de controversias y gobernabilidad”, en MELLADO, N.B. (Ed.), Gobernabilidad e instituciones en la integración regional, Lerner
Editora, Córdoba, pp. 91-116; CIENFUEGOS MATEO, M., “Opiniones consultivas en el MERCOSUR y
cuestiones prejudiciales en la Unión Europea: estudio comparativo”, Revista de Derecho Comunitario
Europeo, vol. 42, pp. 433-476.
(11) P. PESCATORE (“Las cuestiones prejudiciales. Artículo 177 del Tratado CEE”, en RODRÍGUEZ
IGLESIAS, G.C. y LIÑÁN NOGUERAS, D.J. –Dirs.-, El Derecho comunitario y su aplicación judicial,
Civitas, Madrid, 1993, pp. 529-530) apunta en este sentido que la Recomendación 1020 (1985) de la
Asamblea General, basándose en el Informe Dreyfus-Schimdt, de 17 de septiembre de 1985 (Doc. 5459),
propugnaba la instauración de un procedimiento de cuestiones prejudiciales ante el Tribunal Europeo
de Derechos Humanos, pero recibió una respuesta dilatoria por parte del Comité de Ministros (Doc.
AS/Jur (37) 19, de 12 de diciembre de 1985). El autor añade el dato interesante de que se ha debatido
en el seno de la International Law Association si podría atribuirse competencia prejudicial al Tribunal
Internacional de Justicia, pero la cuestión ha tropezado con dificultades insalvables.
(12) Además de los autores citados específicamente infra, véase, para una panorámica general de
la cuestión prejudicial de la UE, BROBERG, M. y FENGER, N., Preliminary References to the European
Court of Justice, Oxford University Press, Oxford, 2010; CIENFUEGOS MATEO, M., “Juez nacional –
Tribunal de Justicia: la cuestión prejudicial”, en MAILLO GONZALEZ-ORUS, J. y BECERRIL ATIENZA,
B. (Coords.), Sistema jurisdiccional de la UE, tomo 5 de la colección dirigida por BENEYTO PÉREZ,
J. M., Tratado de Derecho y Políticas de la Unión Europea, Aranzadi-Thomson-Reuters, Cizur Menor,
2012, pp. 549-624; JIMENO BULNES, M., La cuestión prejudicial del artículo 177 TCE, J.M. Bosch Editor,
Barcelona, 1996; VANDERSANDEN, G., La procédure prejudicielle devant la Cour de justice de l’Union
européenne, Bruylant, Bruselas, 2011; VILLAGÓMEZ CEBRIÁN, M., La cuestión prejudicial en el Derecho comunitario europeo. Artículo 177 del Tratado de la Comunidad Europea, Tecnos, Madrid, 1994.
41
Revista de la Facultad, Vol. IV N° 1 Nueva Serie II (2013) 37-77
b) sobre la validez e interpretación de los actos adoptados por las instituciones,
órganos u organismos de la Unión.
Cuando se plantee una cuestión de esta naturaleza ante un órgano jurisdiccional de
uno de los Estados miembros, dicho órgano podrá pedir al Tribunal que se pronuncie
sobre la misma, si estima necesaria una decisión al respecto para poder emitir su fallo.
Cuando se plantee una cuestión de este tipo en un asunto pendiente ante un órgano
jurisdiccional nacional cuyas decisiones no sean susceptibles de ulterior recurso judicial de derecho interno, dicho órgano estará obligado a someter la cuestión al Tribunal.
Cuando se plantee una cuestión de este tipo en un asunto pendiente ante un órgano jurisdiccional nacional en relación con una persona privada de libertad, el Tribunal de Justicia de la UE se pronunciará con la mayor brevedad” (13).
El artículo 267 se refiere genéricamente al Tribunal de Justicia de la UE, que es una
de sus instituciones (artículo 13 del Tratado de la Unión Europea –TUE–, de 13 de diciembre de 2007 y vigencia desde el 1 de diciembre de 2009), integrada hoy en día por
tres órganos jurisdiccionales: el Tribunal de Justicia, el Tribunal General y el Tribunal
de la Función Pública. La resolución de las cuestiones prejudiciales planteadas por
los jueces nacionales de los países miembros de la UE es en la actualidad competencia del Tribunal de Justicia, si bien se ha previsto la posibilidad de que se delegue su
conocimiento en el Tribunal General en materias específicas (artículo 256, apartado
3, del TFUE).
Esta regulación ha sido desarrollada en otros textos normativos comunitarios, y de
modo especial por el Estatuto del Tribunal de Justicia de la Unión Europea –ETJUE–,
de 13 de diciembre de 2007 y vigente desde el 1 de diciembre de 2009, anexo al Tratado de Lisboa como Protocolo núm. 3, en particular en sus artículos 23 y 23 bis; y el
Reglamento de Procedimiento del Tribunal de Justicia –RPTJ–, de 25 de septiembre de
2012 y en vigor desde el 1 de noviembre de 2012, fundamentalmente en sus artículos
93 a 118 (14).
La normativa mencionada es, además, objeto de una copiosa jurisprudencia comunitaria (15), que aparece resumida de forma sistemática en las Recomendaciones
(13) Este último párrafo es la única novedad que introduce el Tratado de Lisboa en esta materia,
constituyendo además la única modificación sustantiva de la cuestión prejudicial desde el original
artículo 177 del Tratado de la Comunidad Económica Europea, de 25 de marzo de 1957, rebautizado
como TFUE por el Tratado de Lisboa. Una regulación análoga contenía el derogado artículo 150 del
Tratado de la Comunidad Europea de la Energía Atómica, de 25 de marzo de 1957, vigente desde el 1
de enero de 1958, y el artículo 41 del extinto –el 23 de julio de 2002– Tratado de la Comunidad Europea
del Carbón y el Acero, de 18 de abril de 1951.
(14) Todos estos textos jurídicos pueden consultarse en Internet en la página web del Tribunal de
Justicia (http://curia.europa.eu/jcms/jcms/Jo2_7031/, consulta realizada el 22 de enero de 2013).
(15) Basta con reseñar que el último Informe Anual del Tribunal de Justicia, correspondiente a 2011
(accesible en http://curia.europa.eu/jcms/jcms/Jo2_7000/, consulta realizada el 22 de enero de 2013),
muestra que de 1953 a 2011 se plantearon 7.428 cuestiones prejudiciales de un total de 17.507 asuntos
42
Manuel Cienfuegos Mateo
a los órganos jurisdiccionales nacionales relativas al planteamiento de cuestiones prejudiciales, del Tribunal de Justicia (RTJ), de 6 de noviembre de 2012, que no son obligatorias, tratando tan sólo de “orientar a los órganos jurisdiccionales de los Estados
miembros sobre la conveniencia de iniciar un procedimiento prejudicial y proporcionarles indicaciones prácticas sobre la forma y los efectos de tal procedimiento” (punto 6 de las RTJ).
1. La naturaleza de la cuestión prejudicial
Cualquier órgano jurisdiccional de un Estado miembro de la UE, llamado a juzgar
un litigio interno en el que se cuestione la interpretación o la validez de una norma
comunitaria susceptible de ser aplicada en su resolución, podrá o deberá, de oficio o a
instancia de parte, plantear el tema al Tribunal de Justicia. Éste, tras un procedimiento
parecido al que existe en los derechos internos de los Estados Partes para ventilar los
incidentes procesales, fallará sobre las cuestiones formuladas por el juez nacional y
le transmitirá la sentencia prejudicial, que es obligatoria, para que dirima el proceso
principal a la luz de lo que en ella se disponga. Quien promueve la cuestión prejudicial
se denomina juez a quo y quien la recibe y decide es el juez ad quem.
La cuestión prejudicial de la UE constituye, pues, un mecanismo de colaboración
judicial para garantizar la correcta interpretación y aplicación del ordenamiento comunitario en países miembros (puntos 1, 2 y 5 de las RTJ). En este sentido, el Tribunal
de Justicia ha enfatizado que el artículo 267 del TFUE es “esencial para la preservación
del carácter comunitario del Derecho instituido por los Tratados”, toda vez que tiene
por “objeto garantizar que, en cualesquiera circunstancias, ese Derecho produzca el
mismo efecto en todos los Estados miembros”, en aras a lo que establece “una cooperación directa entre el Tribunal de Justicia y los órganos jurisdiccionales nacionales
en cuyo marco estos últimos participan de forma estrecha en la correcta aplicación
y en la interpretación uniforme del Derecho de la Unión, así como en la tutela de los
derechos conferidos a los particulares por ese ordenamiento jurídico” (16).
2. La legitimación activa para remitir las cuestiones prejudiciales y la distinción
entre los jueces nacionales obligados y los facultados
Sólo los órganos jurisdiccionales de los Estados miembros de la UE pueden suscitar cuestiones prejudiciales, no los propios Estados, ni las instituciones de la UE,
ante el Tribunal de Justicia, lo que representa el 42,4%. Un porcentaje muy considerable de los asuntos
prejudiciales abordan cuestiones relativas al uso del artículo 267 del TFUE, como pone de relieve el
examen del Repertorio de Jurisprudencia del Tribunal de Justicia (accesible en http://curia.europa.
eu/jcms/jcms/Jo2_7046/), en el que aparecen los sumarios sistematizados de todas sus decisiones.
Todas las sentencias y autos del Tribunal de Justicia, citados en esta investigación como STJ y ATJ si
es uno o SSTJ y AATJ si son varios, están disponibles en http://curia.europa.eu/jcms/jcms/Jo2_7045/
(16) Dictamen TJ 1/09, de 8 de marzo de 2011, Rec. p. I-1137, apartados 84 a 86. Véase su comentario
en CIENFUEGOS MATEO, M., “La trascendencia de la función como jueces ordinarios del Derecho de
la Unión Europea de los órganos jurisdiccionales de los Estados miembros. A propósito del Dictamen
1/09, de 8 de marzo de 2011, del Tribunal de Justicia”, Revista General de Derecho Europeo (Iustel.com),
vol. 26, 2012, pp. 1-24.
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Revista de la Facultad, Vol. IV N° 1 Nueva Serie II (2013) 37-77
ni las partes del proceso principal (artículos 23 del ETJUE y 96 del RPTJ) (17). Ello es
coherente con la naturaleza del artículo 267 del TFUE como mecanismo de colaboración procesal entre el Tribunal de Justicia y las jurisdicciones nacionales para resolver
un incidente relativo a la interpretación o la apreciación de validez del ordenamiento
comunitario que aparece en el marco de un litigio nacional.
En relación con la noción de órgano jurisdiccional de uno de los Estados miembros a
que se refiere el artículo 267 del TFUE, el Tribunal de Justicia acepta la calificación dada
al órgano por el ordenamiento nacional (teoría del reenvío), mas ha ido progresivamente ampliando la definición de jurisdicción nacional a los efectos del planteamiento de
cuestiones prejudiciales para acoger en su seno a órganos no judiciales según su derecho interno, elaborando así un concepto autónomo de jurisdicción nacional dotado de
contenido específicamente comunitario porque se tiene en cuenta más la función que
desempeña y la situación estatutaria que se le reconozca en su sistema jurídico que su
denominación formal (teoría de la adopción). En consecuencia, cualquier órgano que
falle en derecho, y no en equidad, los litigios sometidos a su enjuiciamiento mediante
una decisión obligatoria, y cuyo estatuto jurídico le garantice independencia e imparcialidad, podrá ser considerado como órgano jurisdiccional de un Estado miembro a los
efectos del planteamiento de cuestiones prejudiciales (punto 9 de las RTJ) (18).
Ejemplificando con el caso de España, los órganos integrados en el Poder Judicial
se consideran jurisdicciones desde la perspectiva del artículo 267 del TFUE, esto es,
los juzgados de instancia e instrucción; los juzgados penales, mercantiles, de lo social
y de lo contencioso-administrativo; las audiencias provinciales; los tribunales superiores de justicia; la Audiencia Nacional y, finalmente, el Tribunal Supremo. Y aunque
no forman parte del Poder Judicial, el Tribunal Constitucional, la Comisión Nacional
de la Competencia y los tribunales económico-administrativos son asimismo, entre
otras hipótesis, órganos jurisdiccionales nacionales desde la perspectiva del procedimiento comunitario de cuestiones prejudiciales.
La jurisprudencia comunitaria está justificada por la necesidad de respetar el espíritu del procedimiento prejudicial y hacerlo realmente eficaz en aras a garantizar
la aplicación uniforme del Derecho de la UE. Mas, como es lógico, tiene sus límites,
porque el artículo 267 del TFUE exige que la cuestión sea evacuada por un órgano jurisdiccional de un Estado miembro, de tal suerte que no son admisibles las cuestiones
prejudiciales evacuadas por jurisdicciones internacionales (19) o de terceros países
(17) STJ de 12 de febrero de 2008, Willy Kempter KG, C-2/06, Rec. p. I-411.
(18) La STJ de 29 de noviembre de 2001, De Coster, C-17/00, Rec. p. I-9445, apartado 10, señala en
este sentido que la calificación de un órgano nacional como jurisdicción nacional a los efectos del
artículo 267 del TFUE depende de “un conjunto de elementos, como son el origen legal del órgano, su
permanencia, el carácter obligatorio de su jurisdicción, el carácter contradictorio del procedimiento,
la aplicación por parte del órgano de normas jurídicas, así como su independencia”.
(19) Así, la Sala de Recursos de las Escuelas Europeas (STJ de 11 de junio de 2011, Miles, C-196/09,
todavía no publicada en la Recopilación). No obstante, el Tribunal de Justicia contestó a las cuestiones
prejudiciales suscitadas por el Tribunal de Justicia BENELUX, que es una jurisdicción internacional,
con una interpretación excesivamente amplia según la cual es un tribunal común a los tres Estados
44
Manuel Cienfuegos Mateo
–salvo que un acuerdo internacional lo prevea de forma expresa (20)–, ni las que proceden de órganos administrativos, como un tribunal de cuentas o una comisión consultiva en materia fiscal (21). El caso del arbitraje reviste una naturaleza especial porque el Tribunal de Justicia ha mantenido tradicionalmente una postura restrictiva en
relación con los árbitros de derecho privado, rechazando que sean órganos jurisdiccionales nacionales a los efectos del planteamiento de cuestiones prejudiciales (22),
mientras que sí ha respondido a las suscitadas por árbitros de derecho público (23).
Adicionalmente, el artículo 267 del TFUE distingue, en sus apartados 2 y 3, entre las jurisdicciones facultadas y las obligadas a plantear una cuestión prejudicial. El
criterio determinante para diferenciarlas no es la posición del órgano judicial nacional en la jerarquía jurisdiccional interna (teoría abstracta u orgánica) sino el carácter
definitivo de su decisión en el litigio (teoría concreta o funcional), esto es, la imposibilidad de impugnar en el derecho nacional el acto jurisdiccional (sentencia y auto,
comúnmente) que pone fin al proceso principal porque goza de la autoridad de la
cosa juzgada formal (24). El juez nacional cuya decisión última del caso de autos sea
impugnable de acuerdo con las normas procesales de su ordenamiento dispone de un
amplio margen discrecional para decidir si evacúa la cuestión prejudicial, puesto que
sólo tendrá que hacerlo si en el litigio principal pretende apartarse de la jurisprudencia comunitaria relativa a la interpretación o la validez de una norma comunitaria que
le sea aplicable por disentir de ella o desea inaplicarla considerando que tal norma
es inválida por motivos no enjuiciados por el Tribunal. Es menor la libertad de apreciación del juez nacional cuya decisión del proceso interno sea firme, como sucede
especialmente con los tribunales supremos y los tribunales constitucionales, ya que,
además de en los supuestos anteriores, también deberá acudir al Tribunal de Justicia
del BENELUX miembros de la UE (STJ de 12 de febrero de 2004, Campina Melkurnie, C-265/00, Rec.
p. I/1699).
(20) Es, por ejemplo, el caso del Acuerdo relativo al Espacio Económico Europeo, firmado el 13 de
diciembre de 1993 por la Comunidad Europea y los Estados miembros, por una parte, y los países de la
Asociación Europea de Libre Cambio, por otra. Este acuerdo prevé la posibilidad de que los Estados de
la Asociación Europea de Libre Cambio autoricen a sus jurisdicciones internas a plantear cuestiones
prejudiciales al Tribunal de Justicia (de la UE) sobre disposiciones del Acuerdo idénticas en substancia
a otras del ordenamiento comunitario, siendo su sentencia prejudicial vinculante para ellas (artículo
107 en relación con su Protocolo núm. 34).
(21) AATJ de 5 de marzo de 1986, Regina Greis Unterweger, 318/85, Rec. p. 955; 26 de noviembre de
1999, ANAS, C-192/98, Rec. p. I-8583.
(22) STJ de 23 de marzo de 1982, Nordsee, 102/81, Rec. p. 1095.
(23) STJ de 31 de mayo de 1995, Dansk Industri, C-400/93, Rec. p. I-1275. Sobre la noción de órgano
jurisdiccional nacional ex artículo 267 del TFUE, vid. CIENFUEGOS MATEO, M., “¿Pueden las jurisdicciones internacionales plantear una cuestión prejudicial al Tribunal de Justicia?”, Revista Española
de Derecho Europeo, núm. 41, 2012, pp. 151-192.
(24) En líneas generales, los ordenamientos nacionales coinciden en que hay cosa juzgada formal
cuando no cabe recurso ordinario (la apelación, por ejemplo) ni tampoco recurso extraordinario (así,
la casación). Véase la distinción entre las jurisdicciones nacionales facultadas y las obligadas en la STJ
de 4 de junio de 2002, Lyckeskog, C-99/00, Rec. p. I-4839.
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cuando tenga dudas razonables acerca de la interpretación o la validez de la norma
comunitaria, o de la jurisprudencia relativa a la misma, de cuya solución dependa
su aplicación al caso de autos, no estando obligado a hacerlo en caso contrario (puntos 11-13 y 15-16 de las RTJ) (25). La mayoría de cuestiones prejudiciales proviene de
jurisdicciones internas cuyas decisiones son impugnables según el derecho interno, a
pesar de no tener obligación de hacerlo (26).
3. Las prerrogativas del juez a quo en relación con las cuestiones prejudiciales;
en particular, el juicio de relevancia
Se trate de la interpretación o de la apreciación de validez de una norma comunitaria, antes de acudir en vía prejudicial al Tribunal de Justicia las jurisdicciones de los
Estados miembros de la UE tienen que examinar si la cuestión es necesaria para dirimir el proceso interno (artículos 267 del TFUE y 94 del RPTJ) o, lo que es lo mismo, han
de llevar a cabo lo que se ha convenido en llamar el juicio de relevancia, esto es, que
la respuesta a la cuestión prejudicial pueda condicionar el resultado del litigio nacional.
No es relevante si la cuestión no es pertinente, lo que sucede cuando el Derecho de la UE
es manifiestamente inaplicable al caso porque debe resolverse sobre la base del derecho
nacional o internacional, o cuando el objeto de la cuestión prejudicial no sea realmente
la determinación del significado o la apreciación de validez de una norma comunitaria
sino, más bien, de una norma nacional o internacional. Es preciso, adicionalmente, que
existan dudas razonables acerca de la interpretación y/o la validez de la norma comunitaria que puede ser aplicada al caso de autos, lo que no ocurre cuando la respuesta a
la pregunta planteada se desprende con claridad de las normas comunitarias en sí mismas consideradas (el acto es claro) (27) o existe una jurisprudencia comunitaria diáfana
sobre ellas, dictada en vía prejudicial o en el marco de otros procedimientos (el acto ha
sido aclarado) (28).
La aplicación judicial en la UE de las doctrinas del acto claro y, en menor medida, del
acto aclarado en el marco del incidente prejudicial ha llevado a cometer abusos, como
han mostrado la doctrina y los Abogados Generales del Tribunal (29). Respondiendo
en cierto modo a sus sugerencias de cambio, en el punto 13 de las RTJ el Tribunal
(25) SSTJ de 27 de marzo de 1963 Da Costa en Schaake, 28 a 30/62, Rec. p. 59; 22 de octubre de 1987,
Foto-Frost, 14/85, Rec. p. 4199.
(26) A modo de ejemplo, de las 271 cuestiones prejudiciales promovidas en España desde 1986 –vigencia de su adhesión– hasta 2011, sólo 46 proceden del Tribunal Supremo, y hubo que esperar a este
año para que el Tribunal Constitucional elevase su primera cuestión prejudicial, tal y como resulta del
Informe Anual del Tribunal de Justicia 2011 antes citado.
(27) STJ de 27 de marzo de 1963, Da Costa en Schaake, 28 a 30/62, Rec. p. 61.
(28) STJ de 6 de octubre de 1982, CILFIT, 283/81, Rec. p. 3415.
(29) Verbigratia, SARMIENTO RAMÍREZ-ESCUDERO, D., “Los freelance del Derecho comunitario: la
desfiguración de la doctrina CILFIT”, en HUELÍN MARTÍNEZ DE VELASCO, J. y ZAMORA ZARAGOZA,
F.J., La articulación entre el Derecho comunitario y los derechos nacionales: algunas zonas de fricción,
Consejo General del Poder Judicial, Madrid, 2007, pp. 371-438; y conclusiones generales de CRUZ
VILLALÓN de 10 de junio de 2010, Georgi Ivanov Elchinov, C-173/09, Rec. 2010, p. I-8889.
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Manuel Cienfuegos Mateo
de Justicia indica que “un órgano jurisdiccional nacional puede decidir por sí mismo
cuál es la interpretación correcta del Derecho de la Unión y su aplicación a los hechos
que considere probados, en especial cuando estime que la jurisprudencia del Tribunal de Justicia proporciona indicaciones suficientes. Ahora bien, una remisión prejudicial puede resultar especialmente útil cuando se suscite una nueva cuestión de interpretación que presente un interés general para la aplicación uniforme del Derecho
de la Unión, o cuando la jurisprudencia existente no parezca aplicable a una situación
inédita”. De ahí también que el nuevo artículo 104 del RPTJ recoja que corresponde a
los órganos jurisdiccionales nacionales apreciar si la decisión prejudicial “les ofrece
información suficiente o si les parece necesario someter al Tribunal una nueva petición de decisión prejudicial” (30).
Tan diáfana es la jurisprudencia comunitaria relativa a quién compete realizar el juicio de relevancia acerca de la cuestión prejudicial que a los Estados miembros de la UE,
las instituciones comunitarias y las partes del litigio principal (y ningún otro sujeto
más (31)) sólo les queda intervenir en el procedimiento prejudicial que se desarrolla
ante el Tribunal de Justicia (artículos 23 del ETJUE y 96 del RPTJ), presentando observaciones escritas y orales sobre el ordenamiento comunitario “en el marco jurídico
trazado por el órgano jurisdiccional nacional” (32). Ello significa que no pueden cambiar el contenido de las cuestiones prejudiciales planteadas por el juez a quo, ni añadir
otras, ni impugnarlas para que se declaren sin objeto por el Tribunal, ni invocar motivos
de invalidez no aducidos por la jurisdicción nacional, ni pedir que se interpreten aspectos de la disposición comunitaria controvertida no requeridos por el órgano jurisdiccional interno, etcétera (33).
4. Las competencias prejudiciales del Tribunal de Justicia de la Unión Europea
Compete al Tribunal de Justicia dar la interpretación y controlar la validez de las
normas que conforman el ordenamiento comunitario en aras a garantizar su aplicación uniforme en el territorio de los Estados miembros de la UE (artículos 267 del
TFUE y 94 del RPTJ y puntos 2, 11 y 15 de las RTJ).
(30) Veremos después que a los jueces nacionales también les corresponde determinar el contenido
de las cuestiones prejudiciales cuya solución consideran necesaria para fallar el proceso nacional y
decidir cuál es el momento procesal adecuado para suscitarlas.
(31) STJ de 19 de diciembre de 1968, De Cicco, 19/68, Rec. p. 689.
(32) STJ de 1 de marzo de 1973, Bollmann, 62/72, Rec. p. 269, apartado 4.
(33) La STJ de 12 de febrero de 2008, Willy Kempter KG, C-2/06, Rec. p. I-411, apartados 41 y 42, pone
énfasis en que el sistema instaurado por el artículo 267 del TFUE “establece una cooperación directa
entre el Tribunal y los órganos jurisdiccionales nacionales conforme a un procedimiento ajeno a toda
iniciativa de las partes (…). La remisión prejudicial se basa en un diálogo entre jueces cuya iniciativa
descansa en su totalidad sobre la apreciación que el órgano jurisdiccional nacional haga de la necesidad
de dicha remisión”. Vid. adicionalmente STJ de 13 de octubre de 2011, DHL International, C-148/10,
todavía no publicada en la Recopilación, apartado 28. En cuanto a la doctrina, vid. RUIZ-JARABO COLOMER, D. y LÓPEZ ESCUDERO, M., “La jurisprudencia del Tribunal de Justicia sobre la admisibilidad
de las cuestiones prejudiciales”, Revista del Poder Judicial, 1997, pp. 83-113.
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Revista de la Facultad, Vol. IV N° 1 Nueva Serie II (2013) 37-77
Según la jurisprudencia comunitaria, objeto de una cuestión prejudicial de interpretación pueden ser todas las fuentes del Derecho comunitario, con independencia de
su rango y de su autor, incluidas las resoluciones del Tribunal de Justicia de la UE (34)
y los actos de las instituciones comunitarias que no son obligatorios (soft law), como
las recomendaciones y los dictámenes (35). La cuestión prejudicial de validez es más
restrictiva, puesto que –por ejemplo– no alcanza a los Tratados, las Actas de Adhesión y
sus Protocolos (36), y tampoco es posible examinar por la vía prejudicial la legalidad de
un acuerdo internacional del que sea parte la UE (37) o de las resoluciones aprobadas
por los órganos creados por tales acuerdos internacionales (38), ni la validez de las
sentencias prejudiciales del Tribunal de Justicia (39) o de los actos no vinculantes de las
instituciones, órganos y organismos de la UE (40). Hay otros supuestos en que una cuestión prejudicial solamente puede plantearse en condiciones muy determinadas (41).
Las cuestiones prejudiciales han recaído sobre todas estas categorías normativas
del ordenamiento de la UE, si bien de modo particular sobre su Derecho primario y
su Derecho secundario (42). Las temáticas sobre las que han versado son bien variadas
y cambiantes con los años, aunque en los últimos tiempos las solicitudes prejudiciales
afectan muy especialmente al medio ambiente y los consumidores, la fiscalidad, las
ayudas de Estado, la agricultura, el mercado interior y el espacio europeo de libertad,
seguridad y justicia, tal y como pone de relieve la consulta de la base de datos de jurisprudencia del Tribunal de Justicia de la UE antes mencionada.
El Tribunal de Justicia está obligado a responder a las cuestiones prejudiciales formuladas por un órgano judicial nacional siempre que afecte a la interpretación o a la
apreciación de validez del Derecho comunitario (43). Ello implica, por un lado, que
el Tribunal no puede aplicarlo al caso de autos, en tanto esta actuación es compe (34) STJ de 16 de marzo de 1978, Bosch, 135/77, Rec. p. 855.
(35) STJ de 15 de junio de 1976, Frecasseti, 113/75, Rec. p. 983.
(36) STJ de 15 de enero de 1986, Hurd, 44/84, Rec. p. 29.
(37) STJ de 10 de marzo de 1998, Alemania/Consejo, C-122/95, Rec. p. I-973.
(38) STJ de 20 de septiembre de 1990, Sevince, C-192/89, Rec. p. I-3461.
(39) ATJ de 5 de marzo de 1986, Wünsche, 69/85, Rec. p. 945.
(40) STJ de 11 de mayo de 2006, Friesland Coberco Dairy Foods, C-11/05, Rec. p. I/4285.
(41) Verbigratia, respecto de los actos de la política exterior y de seguridad común, el Tribunal de
Justicia sólo tiene competencia prejudicial para controlar que esta política no afectará a las competencias
de las instituciones para ejecutar las acciones y políticas de la Unión mencionadas en los artículos 3 a
6 del TFUE, y a la inversa (artículo 24 del TUE, que reenvía a su artículo 40).
(42) Sobre las fuentes del Derecho de la UE y su tipología tras el Tratado de Lisboa, véase ALCAIDE
FERNÁNDEZ, J. y CASADO RAIGÓN, R., Curso de Derecho de la Unión Europea, Tecnos, Madrid, 2011,
pp. 179-224; ALONSO GARCÍA, R., Sistema jurídico de la Unión Europea, 3ª ed., Civitas – Thomson
Reuters, 2012, pp. 133-178; MANGAS MARTÍN, A. y LIÑÁN NOGUERAS, D.J., Instituciones y Derecho
de la Unión Europea, 7ª ed., Tecnos, Madrid, 2012, pp. 345-384.
(43) STJ de 29 de noviembre de 1978, Pigs Marketing Board, 83/78, Rec. p. 2347
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Manuel Cienfuegos Mateo
tencia exclusiva del juez nacional, ni –por extensión– interpretar el derecho nacional,
resolver las diferencias de opinión sobre su aplicabilidad en el procedimiento interno, deducir las consecuencias concretas que corresponda o declarar que es contrario
al ordenamiento jurídico de la UE (puntos 7 y 8 de las RTJ), dado que para ello está
el recurso de incumplimiento (artículos 258 y 259 del TFUE). Lógicamente, el Tribunal tampoco puede pronunciarse sobre las cuestiones de hecho que se susciten en
el marco del litigio principal, ni comprobar la veracidad de los hechos del proceso
interno, ni proceder a su calificación en orden a determinar si se les podría aplicar la
norma comunitaria a la que afecta la cuestión prejudicial. Por otro lado, el Tribunal de
Justicia sólo puede declarar inválido el acto comunitario, pero no anularlo, para lo que
existe el recurso de anulación (artículo 263 del TFUE), de tal suerte que el acto cuya
invalidez se ha constatado no desaparece formalmente del ordenamiento jurídico y
corresponde a la institución comunitaria que lo aprobó proceder a su derogación o
modificación para cumplir la sentencia prejudicial (44).
Por el contrario, el Tribunal de Justicia puede declarar inadmisibles las cuestiones
prejudiciales (artículo 100 del RPTJ) en diversas hipótesis, y particularmente cuando
las cuestiones no sean planteadas por una jurisdicción nacional (45), no se vea claro que
guardan relación con el objeto del proceso nacional (falta de necesidad) (46) o excedan
el ámbito de sus competencias prejudiciales de interpretación y apreciación de validez
antes enumerado (47).
En todo caso, se trata de un comportamiento excepcional porque, a poco que disponga de un cierto margen de apreciación, lo que el Tribunal hace es solicitar aclaraciones a la jurisdicción nacional (artículo 101 del RPTJ) y, sobre todo, reformular las
cuestiones en aras a socorrerle en el cumplimiento de su función, tratando de ajustar
su decisión al contexto fáctico y jurídico del asunto interno. Este comportamiento tiene sus riesgos, pues le lleva en ocasiones a prejuzgar tan decisivamente la sentencia
del juez a quo que a éste sólo le queda hacer una aplicación puramente mecánica
(44) Vid. para mayores detalles respecto a esta práctica jurisprudencial, CIENFUEGOS MATEO M.,
“La reformulación frente a la negativa a responder las cuestiones prejudiciales del artículo 177 del
Tratado de la Comunidad Europea”, Justicia. Revista de Derecho Procesal, 1997-1, pp. 319-383.
(45) Como fue apuntado antes, en la STJ de 11 de junio de 2011, Miles, C-196/09, todavía no publicada
en la Recopilación, el Tribunal rechaza contestar a las cuestiones prejudiciales suscitadas por la Sala de
Recursos de las Escuelas Europeas por no ser una jurisdicción nacional sino internacional.
(46) Por ejemplo, el ATJ de 13 de enero de 2010, Calestani y Lunardi, C-292 y 293/09, Rec. p. I-1,
declaró inadmisibles las cuestiones prejudiciales por no disponer de información suficiente sobre el
contexto fáctico y normativo para apreciar la necesidad real de la cuestión prejudicial.
(47) Sistematizando parcialmente su jurisprudencia a este respecto, el Tribunal de Justicia ha
declarado que “la negativa a pronunciarse sobre una cuestión prejudicial planteada por un órgano
jurisdiccional nacional sólo es posible cuando resulta evidente que la interpretación del Derecho
comunitario solicitada no tiene relación alguna con la realidad o con el objeto del litigio principal,
cuando el problema es de naturaleza hipotética o cuando el Tribunal no dispone de los elementos de
hecho o de derecho necesarios para responder de manera útil a las cuestiones planteadas (STJ de 22
de enero de 2002, Canal Satélite Digital, C-390/99, Rec. p. I-607, apartado 19).
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Revista de la Facultad, Vol. IV N° 1 Nueva Serie II (2013) 37-77
de la sentencia prejudicial al caso de autos (48), de tal suerte que no queda claro si
respeta realmente los límites de su competencia prejudicial ex artículo 267 del TFUE.
En contrapartida, estos gestos de complicidad sirven para reforzar el diálogo judicial
dentro de la UE. Guiños que, dicho sea incidentalmente, tienen lugar también en otras
situaciones, como cuando, con ocasión de la celebración del quincuagésimo año de
su creación (2002), el Tribunal invitó a participar a un coloquio sobre “La cooperación entre el Tribunal de Justicia y los órganos jurisdiccionales nacionales” a los presidentes de órganos jurisdiccionales internacionales, Tribunales Constitucionales y
Tribunales Supremos de los Estados miembros y los Estados candidatos a la adhesión
a la Unión (49); o, más recientemente, cuando en su dictamen 01/09 el Tribunal de
Justicia puso énfasis en que el artículo 267 del TFUE es “esencial para la preservación
del carácter comunitario del Derecho instituido por los Tratados” y llamó la atención
sobre la trascendencia del rol que en su seno realizan los órganos jurisdiccionales
nacionales porque “participan de forma estrecha en la correcta aplicación y en la interpretación uniforme del Derecho de la Unión, así como en la tutela de los derechos
conferidos a los particulares por ese ordenamiento jurídico” (50).
5. Aspectos procedimentales de la cuestión prejudicial
La formulación y la tramitación de una cuestión prejudicial conllevan unos trámites
procesales, tanto de derecho nacional como comunitario (51). La forma que debe revestir la decisión de planteamiento de una cuestión prejudicial depende de lo dispuesto por
los ordenamientos jurídicos internos para supuestos análogos como los incidentes procesales, al ser una cuestión no regulada por el ordenamiento de la UE (punto 20 de las
RTJ). Así, en España debe hacerse por auto, habida cuenta que ha de motivarse siempre
la necesidad de la remisión prejudicial (verbigratia, artículo 208 de la Ley 1/2000, de 7 de
enero, de Enjuiciamiento Civil).
A los jueces nacionales les compete determinar el contenido de las cuestiones
prejudiciales cuya solución consideran necesaria para fallar el proceso nacional. En
(48) Un ejemplo diáfano de esta voluntad del Tribunal de Justicia de ser útil a los jueces nacionales
es su sentencia de 26 de enero de 2010, Transportes Urbanos, C-118/08, Rec. p. I/635, cuya parte dispositiva es tan precisa y detallada que constituye “una solución perfectamente preconstituida” del litigio
interno, en expresión afortunada de A. PEPY, “Le rôle de la Cour de justice des Communautés européennes dans l'application de l'article 177 du traité de Rome”, Cahiers de droit européen, 1966-5, p. 483.
(49) Véase más información sobre el tema en http://curia.europa.eu/es/actu/communiques/cp02/
info/cp0296es.htm (consulta realizada el 22 de enero de 2013). De las intervenciones resultó la interesante monografía, editada por el TRIBUNAL DE JUSTICIA, 1952-2002 Quincuagésimo aniversario del
Tribunal de Justicia: Coloquio sobre la cooperación entre el Tribunal de Justicia y los órganos jurisdiccionales nacionales, Dictus Publishing, Saarbrücken, 2011.
(50) Dictamen TJ 1/09, de 8 de marzo de 2011, Rec. p. I-1137, apartados 84 y 85.
(51) Vid. sobre el tema, LEÓN JIMÉNEZ, R., “Procedimiento y aspectos formales de la cuestión prejudicial presentada ante el Tribunal de Justicia de las Comunidades Europeas”, Noticias UE, núm. 221,
2003, pp. 59-64; MARTÍNEZ GIMENO, M., “Cuestiones procedimentales (I): disposiciones comunes
a todo procedimiento, recursos directos y cuestiones prejudiciales”, en MAILLO GONZALEZ-ORUS, J.
(Dir.), Sistema jurisdiccional de la UE, op. cit., pp. 677-779.
50
Manuel Cienfuegos Mateo
esta tarea disfrutan de un amplio margen discrecional, como corrobora el Tribunal de
Justicia al señalar que ellos tienen que “decidir en último término tanto la forma como
el contenido” de las cuestiones prejudiciales (52), así como el punto 10 de las RTJ al recordar que “la decisión de plantear una cuestión prejudicial corresponde únicamente al
órgano jurisdiccional nacional, independientemente de que las partes del litigio principal lo hayan o no solicitado”.
Con todo, el artículo 94 del RPTJ les requiere que en la solicitud prejudicial hagan
una exposición concisa del objeto del litigio y los hechos pertinentes, el texto de las
normas y jurisprudencia nacional que pueda ser aplicable y las razones que llevan al
juez a quo a preguntarse sobre la interpretación y/o la apreciación de validez de determinadas disposiciones del Derecho de la UE para fallar el litigio principal y su relación
con la normativa nacional aplicable (53). Si no cumplen estas indicaciones, el Tribunal de Justicia puede declarar que no procede responder a la petición prejudicial (54).
Hay que tener en cuenta, por otro lado, que el incidente prejudicial tiene por finalidad
esencial que el Tribunal auxilie al juez nacional a la hora de solventar el proceso principal (puntos 1 y 18 de las RTJ), por lo que aquél ha recordado pertinentemente que
las jurisdicciones internas sólo pueden solicitar su pronunciamiento prejudicial “si
deben adoptar su resolución en el marco de un procedimiento que concluya con una
decisión de carácter jurisdiccional”, pudiendo en caso contrario acordar su inadmisibilidad (55).
Corresponde asimismo a los órganos jurisdiccionales de los Estados miembros
decidir cuál es el momento procesal adecuado para plantear una cuestión prejudicial, si bien es preferible que se inste cuando el proceso interno se encuentre en
una fase en la que ya pueda definir el marco jurídico y fáctico del asunto a fin de
que el Tribunal de Justicia pueda disponer de todos los elementos necesarios para
verificar, en su caso, que el ordenamiento comunitario puede ser aplicable al litigio
principal. Y, además, resulta aconsejable para una buena administración de la justicia que la cuestión prejudicial se promueva después de un debate contradictorio
(puntos 18 y 19 de las RTJ) (56). Lógicamente, la cuestión prejudicial puede evacuarse
no sólo en primera instancia sino también en instancias judiciales ulteriores, inclusive una vez finalizado al nivel nacional un procedimiento incidental de control de
constitucionalidad (57).
La decisión de suscitar una cuestión prejudicial tiene por efecto la suspensión del
curso del litigio interno (artículo 23 del ETJUE). Si se dicta una resolución judicial que
(52) STJ de 21 de julio de 2011, Kelly, C-104/10, todavía no publicada en la Recopilación, apartado 65.
(53) Los puntos 21 a 26 de las RTJ aclaran cuestiones de detalle relativas al contenido de la cuestión
prejudicial.
(54) Por ejemplo, ATJ de 13 de enero de 2010, Calestani y Lunardi, C-292 y 293/09, Rec. p. I-1.
(55) STJ de 12 de noviembre de 1998, Victoria Film, C-134/97, Rec. p. I-7023, apartado 14.
(56) STJ de 28 de junio de 1978, Simmenthal, 70/77, Rec. p. 1453.
(57) STJ de 22 de junio de 2010, Melki y Abdeli, C-188/10 y 189/10, Rec. p. I/5667.
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ponga fin al mismo antes de que el Tribunal de Justicia se haya pronunciado, éste se
niega a responder a las cuestiones porque su decisión no podría influir sobre el fallo del
proceso principal y su misión en el marco del artículo 267 del TFUE no es emitir opiniones hipotéticas (58). Ello no impide, lógicamente, que se puedan adoptar las medidas
cautelares oportunas durante la suspensión, especialmente en el caso de haberse suscitado cuestiones prejudiciales de validez, para garantizar la futura suerte final del litigio
interno (puntos 17 y 29 de las RTJ). Estas medidas pueden consistir en la suspensión de
la aplicación de una legislación interna e inclusive de un acto comunitario de cuya validez se dude, pero igualmente pueden ser positivas (imposición de fianzas económicas,
por ejemplo) (59).
Es posible impugnar la resolución judicial de planteamiento de cuestiones prejudiciales, como asimismo la que rechaza promoverlas, si lo permite el derecho nacional.
Igualmente dependen de éste los efectos –suspensivo y/o devolutivo- de los recursos
internos interpuestos (60). Ello no altera, en principio, la petición prejudicial efectuada,
ya que el Tribunal de Justicia mantiene su competencia mientras el juez nacional no le
comunique que retira su solicitud prejudicial (artículo 100 del RPTJ), sea porque ha sido
revocada judicialmente o bien porque se puso término al proceso nacional por otros
motivos, como la transacción (61).
Los jueces nacionales elevan las cuestiones prejudiciales directamente al Tribunal
de Justicia. No debe seguirse el cauce diplomático de las comisiones rogatorias sino la
vía más simple de la comunicación directa de la secretaría del juez a quo a la secretaría
del Tribunal, mediante correo certificado (62). Ésta es la que luego mantendrá contacto
con el órgano jurisdiccional a quo, transmitiéndole copia de los escritos procesales y la
decisión prejudicial (artículo 98 del RPTJ y puntos 33 a 35 de las RTJ).
El procedimiento ante el Tribunal de Justicia se caracteriza porque hay generalmente una fase escrita y una fase oral, en la que los interesados presentan oralmente sus
observaciones, tras la cual el Abogado General del asunto hace públicas sus conclu-
(58) SSTJ de 21 de abril de 1988, Fratelli Pardini, 338/85, Rec. p. 2041; 19 de mayo de 2009, Apothekerkammer des Saarlandes, C-171/07 y C-172/97, Rec. p. I-4171.
(59) Para ejemplos esclarecedores de las medidas provisionales que puede adoptar el juez nacional
en el marco del proceso nacional, véase las SSTJ de 21 de febrero de 1991, Zuckerfabrik, C-143/88 y
C-92/89, Rec. p. I-415 y 9 de noviembre de 1995, Atlanta, C-465/93, Rec. p. I-3761. Vid. su examen en
GARCÍA DE ENTERRÍA, E., La batalla por las medidas cautelares, 3ª ed., Civitas, Madrid, 2006.
(60) STJ de 12 de febrero de 1974, Rheinmühlen II, 146/73, Rec. p. 139.
(61) STJ de 30 de enero de 1974, SABAM, 127/73, Rec. p. 51; ATJ de 27 de septiembre de 2007, Tedesco,
C-175/06, Rec. p. I-7929.
(62) En la hipótesis de los procedimientos prejudiciales acelerado y de urgencia (artículos 23 bis
del ETJUE y 105 a 114 del RPTJ), el juez a quo puede remitir su petición al Tribunal de Justicia vía
correo electrónico y fax, facilidades informáticas que se utilizarán luego para la correspondencia
entre el Tribunal, la jurisdicción nacional remitente y las partes del litigio interno (puntos 45 y
46 de las RTJ).
52
Manuel Cienfuegos Mateo
siones (63). Se puede intercalar una fase intermedia de información sobre el contexto
del litigio nacional, pero no hay propiamente una fase de prueba. Durante la sustanciación de una cuestión prejudicial, la lengua de procedimiento es el idioma oficial
del Estado al que pertenezca la jurisdicción interna y, si hay más de uno, es aquél en el
que fue redactada la solicitud, estando habilitados los Estados miembros a intervenir
en su lengua oficial y los terceros Estados en uno de los idiomas oficiales de la UE distinto a la lengua del procedimiento. Además, previa petición debidamente justificada,
se podrá autorizar el empleo en la fase oral del procedimiento de una lengua de procedimiento distinta (artículos 37 y 38 del RPTJ).
Una vez finalizado el procedimiento, el juez ponente designado por el Presidente
del Tribunal de Justicia presentará su proyecto de sentencia prejudicial (artículo 15
del RPTJ) y el Tribunal fallará sobre las cuestiones formuladas por el juez a quo y le
transmitirá la respuesta prejudicial. Según dispone el artículo 16 del ETJUE, para las
cuestiones prejudiciales el Tribunal de Justicia funciona y delibera –en francés– ordinariamente en Salas de tres y cinco jueces, si bien a veces se reúne en Gran Sala (quince jueces) y siendo excepcional que actúe en Pleno (hoy en día veintisiete jueces) (64).
Como regla general, el Tribunal resuelve por sentencia (65), cuyo contenido está especificado con detalle por el artículo 89 del RPTJ (66). La decisión se adopta por mayoría de los miembros presentes, reunidos en número impar, con el quórum mínimo
de 3 jueces para las Salas de tres y cinco jueces, 11 para la Gran Sala y 17 para el Pleno.
Sus deliberaciones son reservadas y no caben votos particulares (artículos 17 y 35 del
ETJUE y artículos 32 y 33 del RPTJ).
(63) En las situaciones especiales contempladas en los artículos 76 y 105 a 114 del RPTJ puede
prescindirse de la celebración de la fase escrita, la vista oral y/o la presentación de conclusiones por
el Abogado General.
(64) Aunque sin distinguir según los diferentes procedimientos (prejudicial, de anulación, de incumplimiento, etcétera) de que conoce el Tribunal de Justicia, resulta que en 2011 el Pleno sólo resolvió 1
caso, 62 la Gran Sala, 300 las Salas de cinco jueces, 177 las Salas de tres jueces y 4 su Presidente. Véanse
las estadísticas que contiene el antedicho Informe anual de Tribunal de Justicia de 2011.
(65) El artículo 99 del RPTJ dispone que el Tribunal de Justicia podrá resolver también por auto
motivado “cuando una cuestión prejudicial sea idéntica a otra sobre la que el Tribunal ya haya resuelto, cuando la respuesta a tal cuestión pueda deducirse claramente de la jurisprudencia o cuando la
respuesta a la cuestión prejudicial no suscite ninguna duda razonable”.
(66) El artículo 87 del RPTJ prevé que “la sentencia contendrá: a) la indicación de que ha sido dictada por el Tribunal; b) la designación de la formación que ha conocido del asunto; c) la fecha de su
pronunciamiento; d) el nombre del Presidente y, en su caso, de los Jueces que hayan participado en
las deliberaciones, indicando el Juez Ponente; e) el nombre del Abogado General; f) el nombre del Secretario; g) la designación de las partes o de los interesados mencionados en el artículo 23 del Estatuto
que hayan participado en el procedimiento; h) el nombre de sus representantes; i) en el caso de los
recursos directos y de casación, las pretensiones de las partes [lo que no es aplicable a las sentencias
prejudiciales, por motivos obvios]; j) en su caso, la fecha de la vista oral; k) la indicación de que el Abogado General ha sido oído y, en su caso, la fecha de sus conclusiones; l) una exposición concisa de los
hechos; m) los fundamentos de Derecho; n) el fallo, que comprenderá, en su caso, la decisión sobre
las costas” [lo que tampoco se aplica a las sentencias prejudiciales, como veremos a renglón seguido].
53
Revista de la Facultad, Vol. IV N° 1 Nueva Serie II (2013) 37-77
No está previsto un plazo perentorio para la emisión de la sentencia prejudicial
desde la notificación de la decisión de remisión del juez a quo, pero de media oscila en
torno a los 16/17 meses (16,8 en 2009, 17,1 en 2009, 16,1 en 2010 y 16,4 en 2011) (67),
en gran medida debido al trámite de traducción a los 23 idiomas oficiales de la actual
UE de 27 Estados miembros y al elevado número de procedimientos prejudiciales que
ventila cada año el Tribunal de Justicia (así, 388 asuntos en 2011).
Sobre las costas no hay pronunciamiento en la sentencia prejudicial porque los gastos de los Estados miembros y las instituciones comunitarias que participen en el procedimiento prejudicial no son reembolsables y las costas de las partes del litigio interno serán determinadas por la jurisdicción nacional al dirimirlo (artículo 102 del RPTJ y
punto 31 de las RTJ). A su vez, los gastos derivados de la instrucción del procedimiento
prejudicial (como los sueldos de los miembros del Tribunal y el coste de la traducción
de la sentencia a todas las lenguas oficiales de la UE) corren a cargo del presupuesto comunitario. En circunstancias especiales, el Tribunal de Justicia puede conceder, a título
de asistencia jurídica gratuita, una ayuda económica para facilitar la representación o
comparecencia ante él de una de las partes del proceso interno (artículos 115 a 177 del
RPTJ y punto 32 de las RTJ).
Las sentencias prejudiciales son leídas en sesión pública y publicadas en la Recopilación de Jurisprudencia del Tribunal de Justicia de la Unión Europea y su resumen
en el Diario Oficial de la Unión Europea (artículos 37 del ETJUE, 88 y 92 del RPTJ y 24 y
25 de las Instrucciones al Secretario del Tribunal de Justicia, de 3 de octubre de 1986).
Se encuentran, además, disponibles en la página web del Tribunal de Justicia de la
Unión Europea antes citada y en la versión electrónica de la base de datos del Diario
Oficial de la Unión Europea disponible en EUR-Lex (http://europa.eu/eu-law/caselaw/index_es.htm). Una copia certificada de la decisión prejudicial es remitida a la secretaría del juez a quo por la Secretaría del Tribunal de Justicia (artículo 88 del RPTJ).
6. Los efectos jurídicos de las sentencias prejudiciales de interpretación y validez
y los recursos frente a su incumplimiento
Las sentencias prejudiciales son obligatorias (artículo 91 del RPTJ). En palabras del
Tribunal de Justicia, “una sentencia por la que el Tribunal se pronuncia con carácter
prejudicial sobre la interpretación o la validez de un acto adoptado por una institución de la Comunidad (…) vincula al juez nacional para la resolución del litigio
principal” (68). Ello significa que éste ha de resolver el litigio interno a la luz de lo
que en ella se disponga: por ejemplo, aplicar la norma comunitaria tal y como haya
sido interpretada si es lo que procede hacer a la vista de los hechos del proceso
interno, o bien dejarla inaplicada aunque fuera relevante para el caso si el Tribu (67) Si se utiliza el procedimiento prejudicial acelerado y, sobre todo, el procedimiento prejudicial
de urgencia, el plazo para dictar una sentencia prejudicial se abrevia notablemente. Así, siguiendo el
procedimiento de urgencia, la STJ de 28 de abril de 2011 (C-61/11 PPU, Hassen el Dridi, Rec. p. I-3015)
tardó menos de tres meses en ser dictada.
(68) ATJ de 5 de marzo de 1986, Wünsche, 69/85, Rec. p. 947, apartado 14.
54
Manuel Cienfuegos Mateo
nal de Justicia la declaró inválida. El efecto vinculante de la sentencia prejudicial se
predica no sólo de la parte dispositiva sino también de la motivación que conduce
necesariamente a ella (69).
Se trata, además, de una fuerza obligatoria erga omnes, de tal suerte que son vinculantes para el juez a quo así como, más en general, para cualquier jurisdicción nacional que conozca de un caso análogo en el que se plantee la aplicación de la norma
comunitaria interpretada o cuya invalidez haya sido declarada, con independencia
de que sus decisiones sean recurribles o no en el ordenamiento interno de los países
miembros de la UE (70). Y tiene, como regla, eficacia ex tunc, a contar desde el momento de su entrada en vigor, sin perjuicio de que puede limitarse su dimensión temporal
cuando concurran consideraciones imperiosas de seguridad jurídica (71).
Además, la sentencia prejudicial es firme desde el mismo día de su pronunciamiento, por lo que dispone automáticamente de la autoridad de cosa juzgada formal (72) y presenta la peculiaridad, frente a otras sentencias de esta jurisdicción, en
razón de las especiales características del incidente prejudicial como la ausencia de
partes en el mismo, de que no es posible accionar frente a ella ni el recurso de interpretación ni ninguno de los medios extraordinarios de rescisión de la cosa juzgada
formal previstos por los artículos 42 a 44 del ETJUE (los denominados recursos de
oposición, tercerías y revisión). De hecho, lo único que cabe es la corrección de los
errores de pluma y de cálculo o inexactitudes evidentes, de oficio y a instancia de parte si la petición se formula en el plazo de dos semanas desde la lectura de la sentencia
(artículo 103 del RPTJ) (73).
La vulneración de lo dispuesto por las sentencias prejudiciales (como también el
incumplimiento de la obligación de plantear una cuestión prejudicial en los supuestos antes descritos, dicho sea de paso) permite activar los recursos judiciales nacionales que sean aplicables según el grado jurisdiccional, incluidos los de apelación,
casación y amparo constitucional –fundamentalmente, en este caso, por violación del
(69) STJ de 16 marzo de 1978, Bosch, 135/77, Rec. p. 855.
(70) STJ de 6 de marzo de 2003, Kaba, C-466/00, Rec. p. I-2219, apartados 39-40. Las sentencias
prejudiciales también vinculan a los otros poderes públicos de los Estados miembros, así como a las
instituciones comunitarias y los particulares, que deben aplicar el Derecho de la UE tal como haya sido
interpretado por el Tribunal de Justicia, del mismo modo que les está vetado aplicar un acto comunitario declarado inválido en vía prejudicial (STJ de 22 de junio de 1989, Fratelli Constanzo, 103/88, Rec.
p. 1839, apartados 30-31).
(71) STJ de 7 de julio de 2011, Nisipeanu, C-263/10, todavía no publicada en la Recopilación. En
relación con la eficacia erga omnes y la dimensión temporal de las sentencias prejudiciales, vid.
CIENFUEGOS MATEO, M., Las sentencias prejudiciales del Tribunal de Justicia de las Comunidades
Europeas en los Estados miembros: estudio de la interpretación prejudicial y de su aplicación por los
jueces y magistrados nacionales, J.M. Bosch Editor, Barcelona, 1998.
(72) ATJ de 28 de abril de 1998, Reisebüro Binder, C-116/96 REV, Rec. p. I-1889.
(73) ATJ de 15 de julio de 1981, Rewe, 158/80, no publicado en la Recopilación.
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Revista de la Facultad, Vol. IV N° 1 Nueva Serie II (2013) 37-77
derecho a la tutela judicial efectiva– (74). Puede también desencadenar la apertura
del recurso comunitario de incumplimiento (artículos 258 y 259 del TFUE) contra el
Estado miembro al que pertenezca la jurisdicción que haya infringido una sentencia
prejudicial (75), cuya interposición está reservada a la Comisión y los Estados miembros, ya que los particulares no están legitimados (76).
Si no se cumpliesen las sentencias del Tribunal de Justicia que hubiesen constatado una infracción de los Estados miembros por conductas de su poder judicial, los
particulares podrían denunciar este hecho ante la Comisión Europea que, de oficio o
a instancia de parte, podrá acudir ante el Tribunal para que éste declare este nuevo
incumplimiento del ordenamiento comunitario y fije un depósito a tanto alzado o imponga multas coercitivas al Estado afectado (artículo 260 del TFUE).
Hay que tener en cuenta, adicionalmente, que las actuaciones judiciales internas
contrarias al ordenamiento comunitario que causen daños y perjuicios pueden engendrar, al nivel nacional, la responsabilidad patrimonial del Estado (77). No es preciso
que una sentencia del Tribunal de Justicia haya declarado un incumplimiento de un Estado miembro, pero facilita la acción de reparación para acudir ante los tribunales internos a fin de conseguir la reparación de los daños y perjuicios sufridos porque contribuye
a establecer la base jurídica de la responsabilidad del Estado (78).
(74) Por ejemplo, SSTC 78/2010, de 20 de octubre, y 123/2010, de 29 de noviembre. En relación
con la práctica judicial española a este respecto, véase CIENFUEGOS MATEO, M., “El planteamiento
de cuestiones prejudiciales por los órganos jurisdiccionales españoles: teoría y práctica”, en RIPOL
CARULLA, S. (Dir.), UGARTEMENDÍA ECEIZABARRENA, J.I. (Coord.), España ante los Tribunales
internacionales europeos. Cuestiones de política judicial, Instituto Vasco de Administración Pública,
Bilbao, 2008, pp. 47-101.
(75) Así, en la STJ de 9 de diciembre de 2003 (Comisión / Italia, C-129/00, Rec. p. I-14637) se declara
que la República Italiana ha incumplido el ordenamiento de la UE a resultas de determinadas interpretaciones administrativas y judiciales restrictivas de la Ley italiana 428/1990 que hacían excesivamente
difícil para el contribuyente el ejercicio de su derecho a la devolución de los tributos internos recaudados
contraviniendo las normas comunitarias. Para su comentario, vid. SARMIENTO RAMÍREZ-ESCUDERO,
D., Poder Judicial e integración europea. La construcción de un modelo jurisdiccional para la Unión,
Civitas, Madrid, 2004, pp. 254-267.
(76) Los particulares tampoco pueden forzar a la Comisión a presentar un recurso de incumplimiento, puesto que su inacción no es susceptible del recurso de omisión ni su rechazo formal puede
ser impugnado en anulación (STJ de 1 de marzo de 1966, Lütticke, 48/65, Rec. p. 27). Ahora bien, muy
frecuentemente son sus denuncias ante la Comisión las que están en el origen de un recurso de incumplimiento, como reconocen los Informes anuales de la Comisión sobre el control de la aplicación
del Derecho comunitario (accesibles en http://ec.europa.eu/eu_law/infringements/infringements_annual_report_es.htm; consulta realizada el 22 de enero de 2013).
(77) STJ de 30 de septiembre de 2003, Gerhard Köbler, C-224/01, Rec. p. I-10239. Véase su comentario
en GONZÁLEZ ALONSO, L.N. “La responsabilidad patrimonial de los Estados miembros por infracciones del Derecho comunitario imputables a sus órganos jurisdiccionales. A propósito de la sentencia
del TJCE de 30 de septiembre de 2003”, Revista General de Derecho Europeo (Iustel.com), núm. 3, 2004.
(78) SSTJ de 7 de febrero de 1973, Comisión / Italia, 39/72, Rec. p. 112; 19 de noviembre de 1991,
Francovich y Bonifaci, C-6 y 9/90, Rec. 1991 p. I-5403.
56
Manuel Cienfuegos Mateo
En fin, la infracción de las sentencias prejudiciales permitiría asimismo acudir ante
el Tribunal Europeo de Derechos Humanos por violación del derecho a un proceso justo
regulado por el artículo 6 del Convenio Europeo para la Protección de los Derechos Humanos y de las Libertades Fundamentales (79).
Lógicamente, estos recursos sólo podrán accionarse en caso de infracciones graves –y no por un simple error judicial– de las sentencias prejudiciales del Tribunal de
Justicia cometidas por las jurisdicciones nacionales de última instancia, de las que se
aparten sin mediar planteamiento de cuestión prejudicial que le permitan la modificación de su jurisprudencia contenida en ellas. Porque, en efecto, la fuerza obligatoria
general de las sentencias prejudiciales no impide a una jurisdicción de un país de la
UE, sea el que suscitó la cuestión prejudicial o cualquier otro en el futuro, formular
una nueva petición prejudicial al Tribunal de Justicia cuando se estime insuficientemente ilustrado o no esté conforme con la jurisprudencia comunitaria, dictada en
vía prejudicial o en cualquier otro procedimiento. Para ello sirve la facultad de reinterrogación (facultas remonstratio) reconocida a los órganos jurisdiccionales nacionales por el artículo 104 del RPTJ, frecuentemente utilizada por éstos cuando no tienen
claro lo dispuesto en una sentencia prejudicial previa, así como cuando consideran
que la norma comunitaria debería ser interpretada de manera distinta o bien quieren
inaplicarla por reputar que es inválida por motivos no enjuiciados en la jurisprudencia comunitaria (puntos 11 a 13 de las RTJ).
Por todo lo expuesto anteriormente, se puede comprender fácilmente que las cuestiones prejudiciales constituyan el principal instrumento procesal para garantizar que
el Derecho de la UE tenga en todo momento y circunstancia el mismo efecto en todos
sus Estados miembros, pudiendo calificarlas como la clave de bóveda que sustenta
su estructura jurídica supranacional (80). Basta traer a colación en este sentido, tal y
como hemos afirmado en otra sede, que “los resultados de la utilización del incidente
prejudicial pueden considerarse claramente satisfactorios a la vista de la frecuencia
de su uso” (de 1953 a 2011 se plantearon 7.428 cuestiones prejudiciales de un total de
17.507 asuntos ante el Tribunal de Justicia) y, sobre todo, de “su contribución decisiva
a la clarificación y desarrollo progresivo del Derecho de la UE en un extenso abanico
de sectores implicados (agricultura, libre circulación de personas, arancel aduanero común, comercio exterior, competencia, relaciones exteriores, etcétera)”, toda vez
que en su seno se han consagrado principios ancilares de este ordenamiento jurídico
(79) En nuestra opinión, hay que tener en cuenta, por la analogía existente entre el incumplimiento de la
obligación de plantear una cuestión prejudicial y el no respeto de lo decidido en una sentencia prejudicial,
la decisión del Tribunal Europeo de Derechos Humanos (sección Segunda) de 7 de septiembre de 1999, en
el asunto Dotta contra Italia, demanda núm. 38399/97. En la interesante fundamentación jurídica sobre el
artículo 6 del Convenio para la Protección de los Derechos Humanos y las Libertades Fundamentales, el
Tribunal Europeo apuntó que “el rechazo [a plantear la cuestión prejudicial] de una jurisdicción nacional
que decida en última instancia puede afectar al principio de equidad del procedimiento, en particular
cuando tal rechazo aparece como viciado de arbitrariedad» (las cursivas son nuestras).
(80) Con expresión similar, la cuestión prejudicial europea ha sido calificada como «la piedra angular de Derecho comunitario» (CHEVALLIER, R.M. y MAIDANI, D., Guide pratique Article 177 C.E.E.,
O.P.O.C.E, Luxemburgo, 1981, p. 17).
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Revista de la Facultad, Vol. IV N° 1 Nueva Serie II (2013) 37-77
como los de primacía y efecto directo, de protección de los derechos fundamentales,
de responsabilidad del Estado por incumplimiento de las obligaciones derivadas de
su pertenencia a la Unión, etcétera (81).
III. Las consultas prejudiciales en la Comunidad Andina (82)
El Tribunal de Justicia de la CAN fue creado por el Tratado de Cartagena de Indias
de 28 de mayo de 1979 (TCTJCA), vigente desde el 19 de mayo de 1983 y reformado
por el Protocolo Modificatorio del Acuerdo de Integración Subregional Andino, firmado en Trujillo el 10 de marzo de 1996 y en vigor desde el 2 de junio de 1997 y, fundamentalmente, el Protocolo Modificatorio del Tratado de Creación del Tribunal de
Justicia de la CAN, suscrito en Cochabamba el 28 de mayo de 1996, con vigencia desde
el 25 de agosto de 1999 (83).
Las consultas prejudiciales aparecen contempladas en los artículos 32 a 36 del TCTJCA, desarrollados por los artículos 121 a 128 del Estatuto del Tribunal de Justicia de
la Comunidad Andina (ETJCA), aprobado por la Decisión 500, de 22 de junio de 2001,
del Consejo Andino de Ministros de Relaciones Exteriores, que sustituye a la anterior
Decisión 184, de la Comisión de la CAN, de 19 de agosto de 1983, desde su entrada en
vigor el 28 de julio de 2001. El Reglamento del Tribunal de Justicia de la CAN (RTJCA),
de 18 de mayo de 2004 y vigente desde el 27 de mayo de 2004, concreta aspectos relativos a su organización y el funcionamiento, siendo sus disposiciones aplicables a la
hora de absolver las solicitudes de interpretación prejudicial recibidas.
Este procedimiento cuenta, además, con abundante jurisprudencia andina (2.003
interpretaciones prejudiciales desde el inicio del funcionamiento del Tribunal de Justicia andino en 1984 hasta 2011, según sus bases de datos (84)) y una Nota informati (81) CIENFUEGOS MATEO, M., “Juez nacional – Tribunal de Justicia: la cuestión prejudicial”, op. cit.,
p. 551.
(82) Además de los autores citados específicamente infra, véase para mayores detalles sobre la consulta prejudicial de interpretación andina, BALDEÓN HERRERA, G., “La competencia de interpretación
prejudicial del Tribunal de Justicia de la Comunidad Andina”, en AA.VV., Jornada sobre Derecho Subregional Andino, Universidad de Margarita, Isla de Margarita, 2003, pp. 245-274; BUENO MARTÍNEZ, P.,
“Tribunal de Justicia del Acuerdo de Cartagena: la Cooperación Judicial a través de la Interpretación
Prejudicial”, en AA.VV., Seminario Internacional: Integración, Derecho y Tribunales Comunitarios. Tribunal de Justicia de la Comunidad Andina, La Paz 19 y 20 de agosto de 1996, Corte Suprema de Justicia
de Bolivia y Tribunal de Justicia del Acuerdo de Cartagena, La Paz, 1997, pp. 99-132; DE TOMASO, C.,
“La interpretación prejudicial del Tribunal de Justicia de la Comunidad Andina”, Revista Jurídica Facultad de Jurisprudencia y Ciencias Sociales y Políticas (Ecuador), núm. 23, 2007, pp. 419-442; URIBE
RESTREPO, F., La interpretación prejudicial en el Derecho andino, Tribunal de Justicia del Acuerdo
de Cartagena, Quito, 2003; VIEIRA, L.K., “El Mecanismo de la Cuestión Prejudicial en la Comunidad
Andina”, Dereito Público (Brasil), núm. 32, 2010, pp. 134-157.
(83) Los tres textos básicos mencionados del TCTJCA fueron codificados por la Decisión 472 de la
Comisión de la CAN, en cumplimiento del mandato contenido en la disposición transitoria tercera
del Protocolo de Cochabamba.
(84) Véase http://www.tribunalandino.org.ec/sitetjca/index.php?option=com_content&view=arti
cle&id=1&Itemid=2 (consulta realizada el 22 de enero de 2013).
58
Manuel Cienfuegos Mateo
va sobre el planteamiento de la solicitud de interpretación prejudicial por los órganos
judiciales nacionales (NITJCA), del propio Tribunal, de 3 de agosto de 2001 (85), cuya
función es facilitar la evacuación de las consultas prejudiciales por las jurisdicciones
internas de los países andinos. Aunque no es vinculante, el Tribunal andino se ha referido a –y ha transcrito literalmente– su NITJCA en algunas de sus sentencias cuando
los jueces internos no la habían tenido en cuenta suficientemente al articular sus consultas prejudiciales, a modo de advertencia sutil de cómo han de proceder en casos
futuros (86).
Cabe adelantar que el régimen jurídico de las consultas prejudiciales andinas es
muy parecido, en líneas generales, al de las cuestiones prejudiciales de la UE antes
reseñado. Para aprehender con facilidad lo que une y lo que distingue a ambas figuras
procesales, en la exposición subsiguiente trataremos a renglón seguido los seis aspectos básicos del régimen jurídico y funcionamiento práctico de la consulta prejudicial
andina que fueron analizados anteriormente para las cuestiones prejudiciales comunitarias, cuales son: 1) la naturaleza de este instrumento procesal; 2) la legitimación
activa para remitir las consultas prejudiciales y la distinción entre los jueces nacionales obligados y los facultados; 3) las prerrogativas del juez nacional en relación con
las consultas prejudiciales; 4) las competencias prejudiciales del Tribunal de Justicia
de la CAN; 5) los aspectos procedimentales relativos a la tramitación de una consulta
prejudicial y, finalmente, 6) los efectos jurídicos de las sentencias prejudiciales de interpretación y los recursos frente a su incumplimiento.
1. Naturaleza de la consulta prejudicial
Todo órgano jurisdiccional de un Estado miembro de la CAN abocado a aplicar
una norma andina en un litigio interno podrá o deberá, de oficio o a instancia de parte, plantear el tema a su Tribunal de Justicia, en cuanto intérprete supremo del Derecho de la integración andino competente para dirimirla. Éste, tras un procedimiento
parecido al que existe en los derechos internos de los Estados Partes para la resolución de incidentes procesales, fallará sobre las consultas formuladas por el juez nacional y le transmitirá la sentencia prejudicial de interpretación, que es obligatoria, por
lo que el juez andino remitente resolverá el litigio nacional a la luz de lo que en ella se
disponga.
Las consultas prejudiciales constituyen, pues, un mecanismo de colaboración judicial para garantizar la correcta interpretación y aplicación del Derecho de la CAN
en sus países miembros. En este sentido se ha pronunciado el Tribunal de Justicia
andino, como hizo en su momento el Tribunal de Justicia europeo, al proclamar que
(85) Las normas citadas y la Nota informativa son accesibles en http://www.tribunalandino.org.ec/
sitetjca/index.php?option=com_wrapper&view=wrapper&Itemid=50 (consulta realizada el 22 de enero
de 2013). A su vez, las sentencias, autos y providencias del Tribunal de Justicia de la CAN, mencionados después como STJCA, ATJCA y PTJCA si es uno o SSTJCA, AATJCA y PPTJCA si son varios, están
disponibles en http://www.comunidadandina.org/SolControversias.aspx?fr=99.
(86) STJCA de 30 de marzo de 2005, Proceso 31-IP-2005, Marca VICTORIA’S SECRET, considerando 1.
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Revista de la Facultad, Vol. IV N° 1 Nueva Serie II (2013) 37-77
la consulta prejudicial “por su misma naturaleza equivale a una solicitud que hace
el juez nacional al Tribunal Comunitario para que éste le preste una colaboración
que resulta indispensable para la correcta aplicación de las normas del Derecho de la
Integración” (87).
2. La legitimación activa para remitir las consultas prejudiciales y la distinción
entre los jueces nacionales obligados y los facultados
Sólo las jurisdicciones internas de los Estados miembros de la CAN pueden plantear una consulta prejudicial, pues “ninguna otra persona tiene facultad para promover dicha interpretación. Este Tribunal, en consecuencia, carece de competencia para
conocer solicitudes de interpretación prejudicial que provengan de personas que no
sean Jueces nacionales que estén conociendo de una causa concreta en la cual deba
aplicarse el ordenamiento jurídico de la integración andina” (88). Vimos antes que sucede lo mismo en la UE, en cuyo seno sólo los órganos jurisdiccionales de sus Estados
miembros pueden suscitar cuestiones prejudiciales.
El Tribunal de Justicia andino es competente para decidir qué se entiende por juez
nacional de acuerdo con el derecho interno de los Estados andinos a los efectos de las
consultas prejudiciales (89), lo que hace caso por caso. De su jurisprudencia resulta
una noción amplia, al igual que en la UE, dado que engloba a los órganos así calificados por los ordenamientos nacionales (como el Consejo de Estado de Colombia (90)),
pero también a las jurisdicciones constitucionales (como la Corte Constitucional de
este mismo país) (91) y a los órganos administrativos que desempeñan funciones formalmente de naturaleza jurisdiccional, las cuales caracteriza –en sentido amplio– por
“la independencia (no sometimiento a instrucciones jerárquicas), la imparcialidad o
neutralidad (en las controversias que se suscitan ante la Administración, ella actúa,
por lo general, como juzgadora de sus propias decisiones) y la fuerza de cosa juzgada
definitiva de las sentencias (las resoluciones que se dictan en el seno de la Adminis (87) STJCA de 3 de diciembre de 1987, Proceso 1-IP-87, Aktiebolaget VOLVO, considerando 3.2. El
Tribunal aprovechó esta su primera interpretación prejudicial para definir con maestría la naturaleza y muchas de las características básicas de este mecanismo procesal, pues sus consideraciones
generales abordan el reparto de funciones entre el mismo y los jueces nacionales en el marco de este
procedimiento, la necesidad de cooperación recíproca para su funcionamiento eficaz, la obligatoriedad
y el carácter facultativo de la consulta, los supuestos en que procede la suspensión del procedimiento
nacional, el planteamiento de oficio y a petición de parte de las cuestiones prejudiciales, el carácter
vinculante de la interpretación prejudicial y sus consecuencias y finalmente el alcance y los métodos de
interpretación aplicables para resolver las solicitudes prejudiciales relativas al ordenamiento andino.
(88) PTJCA de 25 de abril de 1989, Proceso 1-IP-89, DOCTORA ANGELA VIVAS MARTÍNEZ, considerando 3.
(89) PTJCA de 9 de diciembre de 1993, Instituto de Defensa de la Competencia y de la Protección de
la Propiedad Industrial (INDECOPI).
(90) STJCA de 3 de diciembre de 1987, Proceso 1-IP-87, Aktiebolaget VOLVO.
(91) STJCA de 9 de diciembre de 1996, Proceso 1-IP-96, Convenio de París para la protección de la
Propiedad Industrial, visto 3.
60
Manuel Cienfuegos Mateo
tración se encuentran amparadas en cambio por una presunción de legalidad iuris
tantum, siempre sujetas a una posterior revisión judicial)” (92). Es el caso del Grupo
de Trabajo de Competencia Desleal de la Superintendencia de Industria y Comercio
de Colombia (93) y los árbitros, sean de derecho público o privado, siempre que decidan en derecho (94), a diferencia de lo que acaece en la UE, en donde los árbitros de
derecho privado no pueden suscitar cuestiones prejudiciales. Se han evacuado consultas prejudiciales por los tribunales de todos los países andinos y, en particular de
sus tribunales superiores, por motivos que se comentarán ulteriormente.
En la CAN se distingue entre las jurisdicciones obligadas y las facultadas para solicitar una interpretación prejudicial, siendo “la existencia de un recurso en el derecho
interno que permita revisar la interpretación de las normas aplicables” el criterio que
convierte en facultativa la solicitud de interpretación prejudicial que, “en principio,
resulta obligatoria” (95). Como quiera que el artículo 33 del TCTJCA y los artículos 122
y 123 del ETJCA sólo se refieren a la existencia de recursos internos frente a la decisión
del juez nacional, cuando éste resuelve en única o última instancia debería instar una
consulta prejudicial, salvo que concluya que la norma andina no es aplicable al litigio,
como se indica después; por el contrario, cuando su decisión es susceptible de recurso ordinario o extraordinario –por ejemplo, la apelación y la casación, respectivamente–, quien la dicte no tendrá que acudir al Tribunal andino. Se sigue, pues, también
en la CAN la teoría del litigio o caso concreto de la cuestión prejudicial comunitaria.
3. Las prerrogativas del juez a quo en relación con las consultas prejudiciales;
en particular, el juicio de relevancia
Las consultas prejudiciales pueden ser formuladas de oficio, ya que constituyen
“un elemento de iuris que el Juez Nacional debe tener en cuenta para fundar jurídicamente su sentencia” (96). Las partes del proceso interno tienen también derecho
a solicitar al juez que proceda a elevar la consulta, pero éste no está vinculado por
esa petición ni siquiera cuando sea controvertida la aplicación –esto es, discutida su
aplicabilidad en el proceso nacional– por los litigantes internos, puesto que tienen
obligación de “constatar si dentro del proceso a su cargo resulta previsible que deban
(92) STJCA de 2 de junio de 2000, Proceso 19-AI-99, Secretaría General / Ecuador, considerando 3.
Las cursivas provienen de la misma sentencia.
(93) STJCA de 21 de marzo de 2007, Proceso 14-IP-2007, Solicitud de Interpretación Prejudicial formulada por la Superintendencia de Industria y Comercio, República de Colombia, Grupo de Trabajo
de Competencia Desleal, consideración VI A.
(94) STJCA de 26 de agosto de 2011, Proceso 03-AI-2010, Acción de incumplimiento interpuesta por la
Empresa de Telecomunicaciones de Bogotá S.A. ESP (ETB S.A. E.S.P.) contra la República de Colombia,
consideración 10.
(95) STJCA de 19 de marzo de 2009, Proceso 07-IP-2009, SCHERING CORPORATION y PHARMACOPEIA, considerando 1.
(96) STJCA de 22 de octubre de 1991, Proceso 3-IP-91, HARINERA DEL VALLE PAZ BAUTISTA,
considerando 1.
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aplicarse normas comunes a fin de decidir el proceso, antes de proceder a solicitar su
interpretación prejudicial”. No basta, por tanto, que dentro del proceso se citen determinadas normas del Derecho andino de la integración, bien sea por las partes o por el
Ministerio Público, para que el juez de la causa tenga que formular automáticamente
la solicitud de interpretación prejudicial al Tribunal de Justicia de la CAN, pues “de
procederse en esta forma, se estaría utilizando el recurso prejudicial sin necesidad
alguna, lo cual redundaría en la dilación injustificada de los procesos, con evidente
quebranto de los más elementales principios de economía procesal que garantiza la
celeridad de los procesos” (97).
Es razonable esta tesis porque el artículo 32 del TCTJCA instauró la consulta prejudicial para lograr la aplicación uniforme del ordenamiento andino en el territorio
de sus países miembros, y no “como facultad para que las partes de un litigio conviertan al Tribunal en órgano consultivo dedicado a absolver toda clase de preguntas
formuladas ad libitum” (98). Ocurre lo mismo en la UE, donde los órganos jurisdiccionales nacionales pueden suscitar cuestiones prejudiciales de oficio y a instancia de
parte, sin estar vinculadas por su eventual petición, toda vez que han de verificar que
la cuestión prejudicial sea necesaria para la solución del proceso interno.
Ello significa que a los jueces andinos les corresponde llevar a cabo el juicio de
relevancia de la consulta prejudicial. Ahora bien, los artículos 32 del TCTJCA y 122 y
123 del ETJCA no exigen que el juez andino tenga dudas acerca del sentido o alcance
de una norma del Derecho de la CAN para plantear una consulta prejudicial, sino
tan sólo que éste deba aplicarse o se controvierta por las partes su aplicación en la
resolución del caso de autos, por lo que el juicio de relevancia en esta organización
está relacionado más estrechamente con la determinación de si una norma comunitaria andina es aplicable para decidir el proceso interno que con las dudas que pueda
suscitar su interpretación o apreciación de validez al juez nacional, a diferencia de lo
que ocurre en la UE. En razón a lo anterior, y también a la distinción entre las jurisdicciones facultadas y las obligadas antes expuesta, los órganos jurisdiccionales andinos
cuyas decisiones sean impugnables pueden abstenerse de solicitar una interpretación
prejudicial aunque la norma andina sea aplicable al caso, en tanto que los tribunales
internos superiores sólo podrán actuar de este modo si llegan a la conclusión de que
la norma andina no puede tener ninguna repercusión en la solución del litigio por no
ser aplicable al mismo (99).
(97) STJCA de 26 de febrero de 1991, Proceso 2-IP-91, León Kadoch B, considerando 2. En contra,
A.D. PEROTTI (“Algunas consideraciones sobre la interpretación prejudicial obligatoria en el Derecho
Andino”, Gaceta Jurídica de la Comunidad Europea, serie D, 2001, núm. 213, p. 97) sugiere que, cuando
sea discutida la aplicabilidad de la norma andina en el proceso nacional por las partes, “su invocación
fundada por el actor o el demandado, de tal suerte que no aparezca como una maniobra dilatoria del
proceso, haría pertinente el planteamiento de la consulta al Tribunal Andino”, inclusive si “el asunto
queda fuera del ámbito del Derecho comunitario”.
(98) STJCA de 9 de diciembre de 1988, Procedimiento 4-IP-88, DAIMLER AKTIENGESLLSCHAFT,
visto 3.
(99) En sentido contrario, S. SÁNCHEZ MIRALLES (“Interpretación del Derecho comunitario: la
interpretación prejudicial por el Tribunal de Justicia de la Comunidad Andina”, Revista de la Fundación
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El Tribunal de Justicia andino lo corrobora al sostener que, se trate de la consulta
prejudicial facultativa u obligatoria, “cuando el juez nacional no deba aplicar ninguna
norma del citado ordenamiento jurídico, no está en el caso de solicitar al Tribunal la
interpretación de la norma comunitaria, existan o no recursos internos dentro de la
causa que le corresponda fallar (…). En otras palabras, es obligación del juez nacional
constatar si dentro del proceso a su cargo resulta previsible que deban aplicarse normas comunes a fin de decidir el proceso, antes de proceder a solicitar su interpretación prejudicial (…). Es evidente que el juez nacional es quien debe determinar si se
requiere o no la interpretación prejudicial, pero tal determinación no es arbitraria y
debe hacerse con pleno conocimiento de causa, ya que, según se desprende del citado
artículo 29 del Tratado del Tribunal [actualmente es su artículo 33], sería improcedente la interpretación de normas comunitarias cuya aplicación no resulte necesaria
según los términos en los que se haya planteado la litis” (100).
A nuestro juicio, no siempre será fácil que los jueces andinos actúen con el pleno
conocimiento de causa que requiere el Tribunal de Justicia de la CAN, pues con regularidad la determinación de si una norma andina es aplicable al proceso principal
aparecerá vinculada al tema de su claridad y, como se verá más adelante, esta jurisdicción se niega a que se apliquen las doctrinas del acto claro y aclarado en el mecanismo
de las consultas prejudiciales andinas. Ello trae aparejado el doble corolario de que,
por un lado, el juez nacional superior deberá solicitar la interpretación de una norma
andina aunque no tenga duda alguna respecto a cómo aplicarla al caso de autos y, por
otro lado, podrá inhibirse de acudir ante el Tribunal andino si considera que la norma
no es aplicable al litigio interno, aunque su significado y/o alcance no sean del todo
diáfanos para los expertos en la materia, lo que ha engendrado algunos abusos (101).
El rechazo del Tribunal de Justicia de la CAN a aplicar las teorías del acto claro
y acto aclarado es una de las diferencias más sensibles entre la cuestión prejudicial
europea y la consulta prejudicial andina. Según el Tribunal de Justicia de la UE, la
existencia de dudas razonables acerca de la interpretación o la validez de una norma
comunitaria constituye un criterio fundamental a la hora de decidir acerca de la necesidad del planteamiento de una cuestión prejudicial. En cambio, para el Tribunal
de Justicia andino, la claridad de una disposición o la existencia de un precedente
interpretativo suyo no dispensan a los jueces internos que fallan en única o última
Procuraduría –Venezuela–, núm. 22, 1999, p. 44) defiende, cuando se trata de una consulta obligatoria,
que “a pesar de la disposición transcrita del Tratado que crea el TJCA, es evidente que el juez tiene
plenas facultades, como rector del proceso que origina la consulta, para decidir cuándo es pertinente
solicitar la interpretación prejudicial, por estar ésta relacionada con la resolución del litigio en sus
manos, y esa determinación de la pertinencia de la solicitud es facultativa del juez nacional”.
(100) STJCA de 26 de febrero de 1991, Proceso 2-IP-91, León Kadoch B, considerando 2.
(101) A.D. PEROTTI (“Algunas consideraciones sobre la interpretación prejudicial obligatoria en
el Derecho Andino”, op. cit., p. 96) señala diversos casos en que tribunales superiores de los países
andinos omitieron realizar la consulta prejudicial por estimar que la norma andina no era aplicable
cuando realmente sí lo era, incluso reconociendo alguno de ellos en su sentencia que la redacción de
la norma andina se prestaba a dudas en cuanto a su significado o alcance.
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instancia de su deber de remitirle una consulta prejudicial cuando una norma andina
sea aplicable en el litigio interno. Ello es así porque a él le ha sido otorgada “capacidad exclusiva” para interpretar las normas que conforman el ordenamiento andino
y “la interpretación que realiza el Tribunal es para cada caso concreto”, de tal suerte que “la teoría del acto claro no tiene aplicación dentro del sistema interpretativo
andino” (102); y, por vía de consecuencia, “la existencia de un pronunciamiento anterior del Tribunal, así se refiera a la misma materia debatida en un proceso ulterior, no
exime al juez nacional de esta última causa de su obligación de elevar la correspondiente solicitud de interpretación” (103).
La doctrina ha criticado esta restricción tan poco justificada de la consulta prejudicial andina por diferentes motivos, y de modo específico porque dificulta la penetración de la justicia nacional en el ámbito del ordenamiento andino, a la vez que
obstaculiza la recepción del Derecho andino de la integración en los derechos internos, ya que deja traslucir una cierta desconfianza en el buen hacer del juez nacional
y conduce al planteamiento de solicitudes de interpretación repetitivas y, por ende,
de sentencias prejudiciales del Tribunal de Justicia de la CAN que reproducen sistemáticamente interpretaciones anteriores sin ninguna necesidad (104). Añadimos,
por nuestra parte, que nos parece particularmente reprobable la falta de recepción
de la doctrina del acto aclarado, ya que tiene poco sentido, en términos jurídicos y de
economía procesal, que una norma cuyo significado y alcance hayan sido elucidados
por el intérprete supremo del ordenamiento andino no pueda ser directamente aplicada por los jueces nacionales de sus países miembros; adicionalmente, porque los
inconvenientes de la aceptación de esta teoría serían menores, pues cabe presumir
que serían contadas las ocasiones en que, sin mediar una modificación de la normativa andina, el Tribunal de la CAN revisaría su interpretación de sentencias anteriores,
como bien pone de relieve la experiencia europea en que son tasadas las revisiones
jurisprudenciales (105); en fin, a la vista de que un juez andino siempre tendría la facultad de elevar una consulta prejudicial al Tribunal para solicitarle un nuevo pronunciamiento sobre una norma andina sobre la que ya hubiera jurisprudencia andina
si lo juzgase necesario para fallar el proceso principal, tal y como sucede en la UE.
Otro efecto negativo de esta limitativa jurisprudencia andina son las escasas consultas prejudiciales evacuadas por jurisdicciones andinas inferiores (la excepción viene representada por los tribunales de distrito de Ecuador con jurisdicción contencio (102) STJCA de 7 de agosto de 1995, Proceso 04-IP-94, EDEN FOR MAN-ETIQUETA, considerando b.
(103) STJCA de 26 de enero de 1990, Proceso 3-IP-1989, Sociedad CIBA GEIGY, considerando 1. En
la misma línea, SSTJCA de 3 de diciembre de 1987, Proceso 1-IP-87, Aktiebolaget VOLVO; 30 de abril
de 2010, Proceso 76-IP-2009, IMPORTACIONES Y SERVICIOS GERMANIA.
(104) Véase, para mayores detalles, BUENO MARTÍNEZ, P. y PEROTTI, A.D., “La teoría del acto aclarado ¿resulta necesaria su aplicación en el marco de la interpretación prejudicial andina?”, Díkaion: revista
de actualidad jurídica (Colombia), 2005, núm. 14, pp. 133-152; TOBÓN, F.N., “La doctrina del acto claro y la
interpretación prejudicial en la Comunidad Andina”, Universitas (Colombia), 2005, núm. 19, pp. 461-482.
(105) Vid. al respecto, con ejemplos, CIENFUEGOS MATEO, M., Las sentencias prejudiciales del
Tribunal de Justicia de las Comunidades Europeas en los Estados miembros, op. cit., pp. 242-244.
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so-administrativa, muy activos en el uso de este instrumento procesal), procediendo
como regla de los tribunales superiores del contencioso-administrativo (y de modo
destacado por la Sala de lo Contencioso-Administrativo del Consejo de Estado de Colombia), en tanto que obligados a acudir al Tribunal de la CAN aunque el acto sea
claro o haya sido aclarado en pronunciamientos anteriores, porque –según se vio antes– tan sólo si existen recursos contra la decisión del juez a quo deviene facultativa la
consulta prejudicial (106). Ello contrasta con la situación de la UE, ya que la mayoría
de las cuestiones prejudiciales proceden de las jurisdicciones inferiores.
En cualquier caso, el Tribunal de Justicia andino ha dejado abiertas las puertas a
la revisión de su rechazo a las teorías del acto claro y el acto aclarado, en la medida
en que, en otra línea jurisprudencial, tras recordar que la existencia de un pronunciamiento anterior sobre la misma materia debatida de un proceso ulterior no dispensa al juez nacional de su obligación de requerir la interpretación prejudicial, acepta
que “asimismo, bien podría el Tribunal variar y aún cambiar su opinión cuando encuentre razones justificadas para hacerlo” (107).
El incumplimiento del trámite de solicitud de consulta prejudicial por un tribunal
superior lleva consigo la violación del principio fundamental del debido proceso y
acarrea la nulidad de la sentencia, si es que puede ser objeto de un recurso de casación o de amparo, como consagran las jurisprudencias nacionales –así, sentencias de
la Corte Suprema del Ecuador de 5 de octubre de 1999 y 31 de agosto de 2001–. También se puede declarar la infracción del Estado andino al que pertenezca la jurisdicción que no hubiese cumplido su obligación de solicitar la interpretación prejudicial
del Tribunal de Justicia de la CAN por la vía de los artículos 23 a 28 de su Tratado de
creación, tal y como proclama el artículo 128 del ETJCA (108).
Ya en el pasado el Tribunal andino había declarado que “no es concebible para
este Tribunal que el juez, por sí mismo o a pedido de las partes o sus representantes
en los procesos internos pueda resistirse a dar cabal cumplimiento a la petición de
interpretación prejudicial. Las consecuencias de esta conducta “contra legem” puede derivar en acciones de incumplimiento o en vicios procesales de consecuencias
impredecibles” (109). Y en fechas recientes (verano de 2011) proclamó el incumplimiento de Colombia debido a la violación de la obligación de solicitar una interpretación prejudicial cometida por la Sección Tercera de su Consejo de Estado (110).
(106) STJCA de 19 de marzo de 2009, Proceso 07-IP-2009, SCHERING CORPORATION y PHARMACOPEIA, considerando 1.
(107) STJCA de 24 de noviembre de 1989, Proceso 7-IP-89, Sociedad CIBA-GEIGY, punto 3. Vid.
también la STJCA de 13 de julio de 1993, Proceso 3-IP-93, SOCIEDAD ALUMINIO NACIONAL.
(108) Véase al respecto, VIGIL TOLEDO, R., La estructura jurídica y el futuro de la Comunidad Andina, op. cit., pp. 139-141.
(109) STJCA de 29 de agosto de 1997, Proceso 11-IP-96, Marca “BELMONT”, considerando 2.
(110) STJCA de 26 de agosto de 2011, Proceso 03-AI-2010, Acción de incumplimiento interpuesta por
la Empresa de Telecomunicaciones de Bogotá S.A. ESP (ETB S.A. E.S.P.) contra la República de Colombia.
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En la UE es también impugnable, en vía nacional y comunitaria, el no planteamiento
de cuestiones prejudiciales si procedía hacerlo, como se indicó antes.
4. Las competencias prejudiciales del Tribunal de Justicia de la CAN
Corresponde al Tribunal de Justicia andino dar la interpretación de las normas
que conforman el ordenamiento de la integración con el fin de asegurar su aplicación
uniforme en el territorio de los Estados miembros (artículo 33 del TCTJCA).
Según la jurisprudencia andina, el Derecho de la CAN está compuesto por las normas enumeradas por el artículo 1 del TCTJCA, las cuales –sistematizadas– son, por
un lado, las llamadas “normas jurídicas originarias, primarias o constitucionales”, que
son las contenidas en el Acuerdo de Integración Subregional, suscrito en Cartagena
de Indias el 26 de mayo de 1969, y en sus protocolos e instrumentos adicionales, como
–entre otros– el ya citado Protocolo de Trujillo de 1996 y el Tratado de La Paz de 28 de
octubre de 1979, por el que se crea el Parlamento Andino; y en el Tratado de creación
del Tribunal de Justicia de la CAN y sus protocolos modificatorios, como es el caso
del mencionado Protocolo de Cochabamba de 1996; y, por otro lado, las “normas derivadas o secundarias”, que son concretamente las decisiones del Consejo Andino de
Ministros de Asuntos Exteriores y de la Comisión de la CAN, las resoluciones de la Secretaría General y los convenios de complementación industrial y otros que adopten
los países miembros entre sí y en el marco del proceso de integración andina (111).
De esta regulación se infiere que no caben solicitudes de interpretación prejudicial
de actos andinos que no sean vinculantes, por más que esclarecer el soft law pueda
ser interesante por su valor complementario de las anteriores categorías normativas,
como ha puesto de manifiesto la experiencia comunitaria de interpretación de actos
no obligatorios por la vía prejudicial (112).
En la práctica, la mayoría de las consultas prejudiciales andinas versan sobre normas de su Derecho derivado relativas a los derechos de propiedad intelectual –como
las Decisiones 351 y 486–, seguidas muy de lejos por la fiscalidad indirecta –concretamente, la Decisión 388, que regula la devolución del impuesto sobre el valor añadido al nivel andino–, a diferencia de la UE, en la que las temáticas son mucho más
variadas y afectan principalmente no sólo al Derecho secundario sino también a su
Derecho primario.
El Tribunal de Justicia de la CAN debe limitarse a precisar el significado y alcance de las normas andinas, no estando habilitado para interpretar el derecho interno (ello es competencia privativa de los jueces andinos), ni aplicar el Derecho de la
integración andino al caso de autos (se limita a interpretarlo, correspondiendo a los
(111) SSTJCA de 9 de diciembre de 1996, Proceso 1-IP-96, Convenio de París para la protección de la
Propiedad Industrial; 12 de noviembre de 1999, Proceso 07-AI-99, Acción de incumplimiento interpuesta
por la Secretaría General de la Comunidad Andina contra la República del Perú.
(112) Para un análisis de la importancia del soft law en el Derecho de la UE, véase ALONSO GARCÍA,
R., “El soft law comunitario”, Revista de Administración Pública, vol. 154, 2001, pp. 63-94.
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órganos jurisdiccionales internos la aplicación de la interpretación prejudicial al litigio nacional) (113), ni pronunciarse sobre los hechos, comprobar su exactitud o calificarlos (también es competencia exclusiva de las jurisdicciones internas) (114). No
obstante, podrá referirse a los hechos del proceso a quo cuando sea indispensable
a los efectos de la interpretación prejudicial solicitada (artículo 34 del TCTJCA y artículo 126 de la ETJCA).
Con todo, el Tribunal andino dispone de un considerable margen discrecional
para la resolución de la consulta prejudicial, ya que tiene libertad para determinar
las normas andinas, “sugeridas o no por el requirente”, que interpretará con “el fin de
lograr una comprensión global del caso consultado” y también para “absolver la consulta en el orden de prelación que él mismo estime conducente” (115).
La competencia prejudicial del Tribunal de Justicia andino y sus limitaciones
coinciden en líneas generales con las del Tribunal de Justicia europeo en el marco
del procedimiento prejudicial, si bien cabe recordar que en la UE se puede solicitar la
interpretación de normas no vinculantes y la apreciación de validez de los actos obligatorios adoptados por las instituciones, órganos y organismos de la Unión (artículo
267 del TFUE), que no es posible en la CAN. Esta importante limitación de la consulta
prejudicial andina se ve suavizada por la existencia de una acción directa de nulidad ante el Tribunal de Justicia andino, para cuya interposición están legitimados los
órganos principales de este proceso de integración (el Consejo Andino de Ministros
de Relaciones Exteriores, la Comisión de la CAN y la Secretaría General), los países
miembros y las personas físicas o jurídicas cuyos derechos subjetivos o intereses legítimos se vean afectados (artículos 17 a 22 del TCTJCA).
5. Aspectos procedimentales de la consulta prejudicial
La consulta prejudicial puede elevarse en cualquier momento del proceso interno, a discreción del juez que ha de resolverlo. Y si bien en la NITJCA (apartado 7) se
indica que resulta recomendable que se formule cuanto antes en aras a evitar dilaciones inútiles, la jurisprudencia andina precisa que es conveniente hacerlo después de
haber oído a las partes, e inclusive en una fase ulterior, cuando el procedimiento esté
listo para dictar sentencia, para que, de este modo, la jurisdicción nacional disponga
(113) Por interpretación debe entenderse, en palabras del Tribunal de Justicia de la CAN, “la búsqueda de la significación de la norma para precisar su alcance y su sentido jurídico, tarea esencialmente
distinta a la de aplicar la norma a los hechos, la cual está reservada al juez nacional, como ya se indicó,
dentro de las correspondientes esferas de competencia. No puede referirse entonces el Tribunal al
cotejo y adaptación entre el contenido general de la norma que interpreta y los hechos concretos y
particulares (STJCA de 3 de diciembre de 1987, Proceso 1-IP-87, Aktiebolaget VOLVO, considerando
3.4). Vid. también STJCA de 26 de febrero de 1991, Proceso 2-IP-91, León Kadoch B.
(114) Sobre la distinción entre la interpretación y los hechos y sus limitaciones, véase SSTJCA de
22 de octubre de 1991, Proceso 6-IP-90, HARINERA DEL VALLE PAZ BAUTISTA, considerando 3; 9 de
noviembre de 1995, Proceso 17-IP-95, Empresa VARELA, considerando 2.
(115) STJCA de 11 de octubre de 1994, Proceso 01-IP-94, SOCIEDAD COMIDAS RÁPIDAS MAC
POLLO, punto 1 de la parte dispositiva.
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de los elementos de juicio necesarios para resumir, en su solicitud de interpretación
prejudicial, el marco fáctico y jurídico del litigio, puesto que “se trata de allegar un
criterio hermenéutico que tan sólo resulta operativo para el juez nacional en el momento de dictar su fallo, ya que se plantea una cuestión de puro derecho como lo es
la interpretación de las normas jurídicas del Acuerdo de Cartagena” (116). Como se
puede apreciar, la situación es análoga a la que existe en la UE.
Los jueces nacionales disfrutan asimismo de amplia libertad para formular la
consulta prejudicial, en relación tanto con la forma como con la determinación de su
contenido, toda vez que el artículo 32 del TCTJCA sólo requiere a los órganos jurisdiccionales andinos que estén conociendo de un proceso en el que deba aplicarse o se
controvierta una norma andina, y los artículos 122 y 123 del ETJCA se limitan a puntualizar que la solicitud podrá ser formulada “directamente y mediante simple oficio”.
Sin perjuicio de lo anterior, el artículo 125 del ETJCA prevé que la solicitud de interpretación prejudicial deberá contener: a) el nombre e instancia del juez o tribunal
nacional consultante; b) la relación de las normas del ordenamiento jurídico de la
CAN cuya interpretación se requiere; c) la identificación de la causa que origine la
solicitud; d) el informe sucinto de los hechos que el juez solicitante juzgue relevantes
para la interpretación; y e) el lugar y dirección en que el juez o tribunal recibirá la respuesta a su consulta. Y en la NITJCA se hace hincapié en que el juez andino que evacúe una consulta prejudicial respecto a la interpretación de una norma de la CAN ha
de tener presente una serie de requisitos esenciales para el buen funcionamiento del
trámite prejudicial, además de recordar que la solicitud del juez nacional debe “enviarse por correo a la sede del Tribunal” (punto 10). De manera especial, en esta nota
informativa se pone el acento en que la solicitud “debe motivarse de manera sucinta
pero completa, al objeto de que el Tribunal alcance una comprensión de conjunto del
tema sometido a consulta. En particular, la solicitud debe incluir un informe sucinto
de los hechos que el consultante considere relevantes, la relación de las normas del
ordenamiento jurídico de la CAN cuya interpretación se requiere, así como las alegaciones formuladas en torno a su aplicación. Además, deberá ir acompañada de una
copia de los documentos necesarios que sustenten el informe sucinto de los hechos
y de las disposiciones nacionales aplicables, todo ello con el objeto de hacer útil al
juez nacional la interpretación prejudicial que emane este Tribunal. De otro modo,
la citada interpretación podría alcanzar tal grado de generalidad y abstracción, que
resultaría inútil, tanto para decidir el caso concreto como para asegurar la aplicación
uniforme del Derecho comunitario” (apartado 6) (117).
(116) STJCA de 22 de octubre de 1991, Proceso 3-IP-91, HARINERA DEL VALLE PAZ BAUTISTA,
considerando 1.
(117) La referencia a la obligación de motivar es particularmente afortunada porque ni el TCTJCA
ni el ETJCA mencionan expresamente este deber de motivación (implícitamente se puede considerar
que en el artículo 125 del Estatuto se refiere al mismo cuando requiere que el juez nacional elabore
un informe sucinto de los hechos relevantes para la interpretación), siendo como es un elemento
imprescindible que debe conocer el Tribunal andino a fin de proporcionar una interpretación útil al
juez nacional para su decisión del proceso principal.
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La inobservancia de estos requisitos puede llevar al Tribunal andino a desestimar
la solicitud prejudicial por adolecer de un vicio sustancial, como hace de vez en cuando (118). Es palmaria la equivalencia de los antedichos preceptos y de las orientaciones de la NITJCA con lo que prescribe el artículo 94 del RPTJ y los consejos incluidos
en los puntos 18 y 21 a 26 de las RTJ para guiar a los órganos jurisdiccionales de los
países de la UE en el ejercicio de su amplio margen discrecional de apreciación a la
hora de determinar el contenido de la cuestión prejudicial.
La decisión de solicitar una interpretación prejudicial tiene por efecto la suspensión
del curso del litigio interno cuando se trata de las jurisdicciones de última instancia, mas
no si procede de un órgano jurisdiccional andino cuyas decisiones son impugnables. En
efecto, el artículo 33 del TCTJCA dispone que un juez nacional de un país de la CAN,
cuya decisión de fallar un litigio interno en el que “deba aplicarse o se controvierta”
(sic) una norma vinculante andina sea impugnable según el ordenamiento interno, no
tiene la obligación de suspender el proceso nacional a la espera de la decisión prejudicial, por lo que debe fallar el caso si, cuando proceda hacerlo, no hubiera recibido
la interpretación prejudicial, a diferencia del juez nacional que falla en única o última
instancia, que tiene la obligación de suspender el proceso al elevar la consulta prejudicial al Tribunal de Justicia andino.
A nuestro juicio, es un contrasentido con la finalidad de este instrumento procesal,
que es conseguir la interpretación y aplicación uniforme del Derecho andino –como
se desprende de sus textos básicos y es reiterado constantemente en la jurisprudencia
andina (119)–, que las jurisdicciones internas facultadas para elevar una consulta prejudicial no deban suspender el proceso nacional y tengan que dirimirlo sin aguardar
la decisión del Tribunal de Justicia de la CAN, cuando han promovido el incidente
(118) Verbigratia, ATJCA de 15 de mayo de 1989, Proceso 1-IP-89, Solicitud formulada por el Consejo
de Estado de la República de Colombia. El Tribunal juzgó que “la presente solicitud de interpretación
adolece de un vicio substancial que la hace inadmisible, ya que resulta claro que en el proceso en
cuestión no serían aplicables las normas comunitarias que el juez solicitante relaciona. Porque como
él mismo lo declara, en la demanda ‘no se especifican cuáles son los fundamentos de derecho y cuáles
las normas violadas’ y apenas se señalan normas potencialmente violadas ‘en forma difusa’. Por otra
parte el propio juez sólo ‘vislumbra’ la cita de algunas normas comunitarias, las que evidentemente
nada tienen que ver con la litis”.
Para otro ejemplo de solicitud de consulta prejudicial declarada improcedente, en el caso de autos
porque se discutían básicamente cuestiones fácticas o la posible violación de normas propias del
Derecho colombiano, vid. ATJCA de 2 de mayo de 1990, Proceso 4-IP-89, Solicitud formulada por el
Consejo de Estado de la República de Colombia.
En fin, la PTJCA de 1 de julio de 1993 (Proceso 1-IP-93, Confecciones Anter Limitada) decidió que
era inadmisible la consulta prejudicial puesto que la norma andina sobre la que recaía la solicitud de
interpretación prejudicial había sido sustituida por otra vigente ya en la fecha en la que se evacuó la
solicitud, de tal suerte que aquélla había dejado ya de pertenecer al ordenamiento andino y no podía
ser aplicable para dirimir el litigio nacional.
(119) Por ejemplo, cuando el Tribunal de Justicia andino asienta que “la finalidad propia de la
consulta prejudicial es asegurar la aplicación uniforme del ordenamiento jurídico del Acuerdo de
Cartagena en los Países Miembros” (STJCA de 3 de diciembre de 1987, Proceso 1-IP-87, Aktiebolaget
VOLVO, considerando 3.3.).
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prejudicial, sin estar obligados a ello –cabe hacer énfasis en este punto–, por entender
que precisaban la interpretación de aquél para dirimir el juicio nacional.
El Tribunal andino ha tratado de justificar esta limitación en que, cuando la consulta es facultativa, es posible todavía interponer “un verdadero recurso, ordinario o
extraordinario, contra la sentencia que se va a dictar (…). El Tratado tiene en cuenta, en este supuesto, que aún existe recurso contra dicha sentencia, cuya oportuna
utilización habrá de significar una nueva oportunidad para recabar la interpretación
prejudicial, esta vez obligatoriamente (120). Mas en este razonamiento se deja de lado
no sólo que esta situación contradice el principio de economía procesal sino también,
y primordialmente, que la finalidad básica de este instrumento procesal es socorrer
al juez nacional andino en el ejercicio de su función jurisdiccional con la emisión de
una sentencia que puede condicionar la suerte del proceso interno, pues precisamente por eso se llama sentencia prejudicial. Es por eso también que en otros preceptos
de la reglamentación de la consulta prejudicial andina (artículos 35 del TCTJCA y
127 del ETJCA) se indica con acierto que “el juez que conozca del proceso interno
en que se formuló la consulta deberá adoptar en su sentencia la interpretación del
Tribunal” (121). Cabe recordar, a mayor abundamiento, que en la UE los jueces nacionales que suscitan una cuestión prejudicial, sean de primera o de última instancia,
han de suspender el procedimiento interno, adoptando en su caso las medidas cautelares precisas para garantizar la suerte final del mismo.
Una vez recibida la consulta prejudicial por el Tribunal de Justicia andino, la tramitación es asignada a sus magistrados por sorteo, de carácter público, que se lleva a
cabo en acto previo a la sesión judicial (artículo 23 del RTJCA). El magistrado a cargo
de la sustanciación de la solicitud (llamado magistrado sustanciador) debe indicar
por escrito al Tribunal los puntos de la controversia que deben constituir objeto de la
sentencia, así como las razones que deberían fundamentar la decisión en torno a cada
uno de tales puntos, y opinar acerca del fundamento de la solicitud. Los otros magistrados deliberarán, con carácter provisional y a la vista del informe presentado por el
magistrado sustanciador, en torno a la resolución de las diversas cuestiones de hecho
y de derecho de la consulta prejudicial. Si la mayoría apoya, al menos en lo esencial, la
orientación que el magistrado sustanciador proponga para el proyecto de sentencia,
el presidente le encargará su redacción; si no es así, su confección será encomendada
a uno de los magistrados cuya opinión forme parte del criterio de la mayoría, salvo
(120) STJCA de 25 de septiembre de 1990, Proceso 3-IP-90, NIKE INTERNACIONAL, considerando 2.
(121) En el mismo sentido, J.A. QUINDIMIL LÓPEZ (Instituciones y Derecho de la Comunidad Andina, op. cit., p. 408) asevera que la posibilidad de dictar sentencia sin haber recibido la interpretación
prejudicial no sólo “echa por tierra el fundamento mismo de esta figura, que es lograr una interpretación
jurídica uniforme del Derecho andino en el territorio de los Países Miembros” sino que “se impide la
adecuada resolución del caso (…). Puede entenderse que la no suspensión del procedimiento contribuye
a que no se utilice la cuestión prejudicial como instrumento dilatorio dentro del proceso por alguna
de las partes. Pero este argumento carece de todo fundamento en la medida en que es el juez, y no las
partes, no sólo quien remite la cuestión al TJCA, sino también el único que realiza un análisis de la
pertinencia de la presentación de la cuestión prejudicial en la medida en que la considere necesaria
para emitir el fallo”.
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Manuel Cienfuegos Mateo
que el magistrado sustanciador acoja las orientaciones de la mayoría, en cuyo caso se
hará cargo de redactar el proyecto. Finalizada la deliberación, el magistrado ponente
depositará el proyecto de sentencia en la secretaría del Tribunal andino para ser distribuido a los demás magistrados, formando parte del orden del día de la siguiente
sesión judicial (artículo 24 del RTJCA). El Tribunal delibera con carácter reservado,
con la asistencia mínima de tres de sus cinco magistrados, adoptando sus decisiones
con el voto conforme de, al menos, tres de ellos (artículos 30 y 32 del ETJCA).
No caben votos salvados (sic) ni opiniones disidentes a la sentencia prejudicial
(artículo 90 del ETJCA, que también determina con precisión su contenido) (122), que
ha de dictarse en un intervalo de 30 días desde la admisión de la solicitud de consulta (artículo 126 del ETJCA) (123). Plazo que se cumple, por lo que la tramitación
completa de un procedimiento prejudicial –desde la petición por el juez nacional a
su fallo por el Tribunal de Justicia– suele durar unos 2 meses de promedio, lo que es
realmente encomiable, máxime cuando las sentencias de las consultas prejudiciales
representan el 90% de su actividad jurisdiccional (124). La regulación es análoga en la
UE, con la diferencia tangible de que su Tribunal de Justicia suele fallar en salas de tres
o cinco jueces, no existe un término perentorio para resolver una cuestión prejudicial
y el promedio para resolver las solicitudes prejudiciales oscila entre los 16 y los 17 meses por las razones antes descritas.
El procedimiento prejudicial andino es gratuito como regla, pues sobre las costas
del proceso principal decidirá el juez andino al dirimirlo y “las actuaciones ante el
Tribunal [de Justicia de la CAN] se harán en papel común y las que sean de carácter judicial no causarán derecho alguno, excepto los gastos en que el Tribunal deba incurrir
(122) En efecto, este precepto especifica que “la sentencia deberá contener: a) la expresión de que
ha sido dictada por el Tribunal; b) la fecha y lugar en que ha sido dictada; c) la identificación de las
partes; d) la exposición sumaria de los hechos; e) el resumen de las alegaciones de las partes; f) los
considerandos o motivos que la fundamentan y g) el fallo. La sentencia incluirá el pronunciamiento
del Tribunal en materia de costas, siempre que haya sido expresamente solicitado en la demanda o
en su contestación” [lo que no es aplicable con carácter general a las sentencias prejudiciales andinas,
como se verá ulteriormente].
(123) El Tribunal de Justicia andino puede también ventilar una consulta prejudicial por auto interlocutorio y providencia, cuyo régimen jurídico (artículos 32 y 87 a 89 del ETJCA) no es tan preciso como
el de las sentencias. Los autos se dictan para poner fin al juicio sin decidir lo principal (ya que para
decidir el fondo de la controversia se utilizan las sentencias), con la asistencia de un mínimo de tres
magistrados y el voto conforme de al menos tres de ellos. Los autos son ejecutivos el quinto día siguiente
de su notificación, pudiendo ser impugnados mediante el recurso de reconsideración a instancia de
parte, cuya interposición suspende la ejecución. De las providencias, que han sido utilizadas por el
Tribunal de Justicia andino para poner fin al proceso prejudicial sin entrar en su fondo, sólo se dice
en la normativa citada que sus errores formales (aritméticos y mecanográficos) podrán ser corregidos
de oficio o a solicitud de parte en cualquier momento.
(124) Así, VIGIL TOLEDO, R., “El reflejo de la jurisprudencia europea en los fallos del Tribunal de
Justicia de la Comunidad Andina: aspectos teóricos y pragmáticos”, en HERNÁNDEZ RAMOS, M., SÁIZ
ARNÁIZ, A., TORRES PÉREZ, A. y ZELAIA GARAGARZA, M. (Dirs.), Tribunales en Organizaciones supranacionales de integración: MERCOSUR, Comunidad Andina y Unión Europea, Aranzadi Thomson
Reuters, Madrid, 2012, pp. 231-232.
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por la expedición de copias, la práctica de inspecciones judiciales o por la actuación
de peritos”, que se sufragarán por el causante “según arancel, tarifa o costo aprobado
por el Tribunal” (artículo 38 del ETJCA). Las sentencias se publicarán en la Gaceta Oficial del Acuerdo de Cartagena (artículos 43 del TCTJCA y 94 del ETJCA) y se notifican
por correo a los jueces nacionales (artículo 100 del ETJCA). Se encuentran, además,
disponibles en la base de datos de jurisprudencia del Tribunal de Justicia de la CAN
antes citada y en la versión electrónica de la base de datos de la Gaceta Oficial (http://
www.comunidadandina.org/Normativa.aspx). De nuevo en este aspecto el régimen
jurídico de la consulta prejudicial andina muestra su similitud con el de la cuestión
prejudicial europea.
6. Los efectos jurídicos de las sentencias prejudiciales de interpretación y los
recursos frente a su incumplimiento
La sentencia prejudicial es obligatoria, por lo que el juez nacional debe respetarla
a la hora de fallar el litigio nacional si estima que la norma andina es aplicable al caso
tal y como ha sido interpretada. Es lo que rezan los artículos 35 del Tratado de creación y 127 del ETJCA cuando disponen que “el juez que conozca del proceso interno
en que se formuló la consulta deberá adoptar en su sentencia la interpretación del
Tribunal”.
La jurisprudencia andina es también diáfana en este sentido porque muchas
veces ha hecho hincapié en que la sentencia prejudicial interpretativa “constituye
una solemnidad indispensable y necesaria que el juez nacional debe observar obligatoriamente antes de dictar sentencia, la que deberá, por otra parte, adoptar dicha
interpretación” (125). El Tribunal de Justicia de la CAN ha proclamado, de paso, que
la “fuerza vinculante para el juez nacional” de su interpretación prejudicial “se deriva de la atribución fundamental de este Tribunal supranacional con capacidad para
declarar el Derecho comunitario, dirimir las controversias que surjan del mismo e
interpretarlo uniformemente, como reza el preámbulo de su Tratado de Creación,
que es instrumento orientador para la hermenéutica de su ordenamiento básico
primario” (126).
El alcance de la obligatoriedad de la interpretación prejudicial no es erga omnes, puesto que “la interpretación que en su sentencia establezca el Tribunal comunitario rige tan
sólo para el caso objeto de la consulta y, por lo tanto, no exime al juez nacional de la obligación de consultar en casos similares o análogos” (127). Esta eficacia inter partes (128) o,
(125) Vid., por todas, STJCA de 17 de marzo de 1995, Proceso 10-IP-94, Régimen común sobre propiedad intelectual, considerando 5.
(126) STJCA de 29 de agosto de 1997, Proceso 11-IP-96, Marca BELMONT, considerando 2.
(127) STJCA de 3 de diciembre de 1987, Proceso 1-IP-87, Aktiebolaget VOLVO, considerando 3.3.
(128) CALLE, R.C., “La interpretación prejudicial ante el Tribunal de Justicia de la Comunidad Andina: el caso boliviano... ¿incumplimiento?”, Revista de Derecho Internacional y del Mercosur, vol. 7,
2003-1, p. 95.
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Manuel Cienfuegos Mateo
lo que es lo mismo, la falta de precedencia interpretativa (129), constituye una diferencia sensible con la sentencia dictada en el marco de una cuestión prejudicial en la UE,
de eficacia erga omnes, como se expuso anteriormente.
Como quiera que las sentencias prejudiciales andinas son firmes por naturaleza a
partir del día siguiente al de su notificación y aplicables en el territorio de los Estados
andinos sin necesidad de exequátur (artículo 91 del ETJCA), sólo cabe su enmienda
en caso de errores manifiestos de escritura o de cálculo o bien inexactitudes evidentes. Para eso sirve el llamado recurso de enmienda previsto por el artículo 92 del ETJCA, que se activa de oficio o a instancia de parte presentada dentro de los quince días
siguientes al de la notificación de la sentencia (130). La situación es pareja en la UE, ya
que sólo cabe la rectificación de los lapsus calami de la sentencia prejudicial.
Los países andinos y la Secretaría General de la CAN velarán por la observancia
por parte de los jueces nacionales de las normas que regulan las consultas prejudiciales (artículos 36 del TCTJCA y 128 del ETJCA). Si el órgano jurisdiccional interno aplica una norma andina con una interpretación diferente a la dictada por el Tribunal de
Justicia andino (131), además de los recursos judiciales nacionales que sean aplicables
según el grado jurisdiccional, incluidos los de apelación, casación y amparo, resulta que
la Secretaría General, cualquier país miembro y las personas físicas y jurídicas afectadas están legitimados para interponer un recurso de incumplimiento ante el Tribunal
de la CAN (artículos 23 a 28 del TCTJCA). Para favorecer este control, los jueces andinos deben enviar al Tribunal de Justicia andino las sentencias dictadas en los litigios
internos que fueron objeto de interpretación prejudicial (artículo 128 del ETJCA).
Como regla, las sentencias prejudiciales han sido respetadas por las jurisdicciones
andinas, pero en varias ocasiones el Tribunal ha constatado el incumplimiento de un
Estado miembro por su inobservancia por los jueces nacionales, como sucedió cuando el Tribunal Distrital núm. 1 de lo Contencioso Administrativo de Ecuador desacató la interpretación prejudicial contenida en la sentencia de 9 de diciembre de 2004,
dictada a su instancia en el proceso 06-IP-94, sin que la Corte Suprema de Justicia
ecuatoriana la anulase en el recurso de casación interpuesto (132).
(129) SÁNCHEZ MIRALLES, S., “Interpretación del Derecho comunitario: la interpretación prejudicial
por el Tribunal de Justicia de la Comunidad Andina, op.cit., p. 55.
(130) Está excluida expresamente la revisión de las sentencias prejudiciales andinas, reservada para
las sentencias pronunciadas en acciones de incumplimiento (artículos 29 del TCTJCA y 95 del ETJCA).
A falta de jurisprudencia andina, es controvertido si es posible instar el recurso de ampliación de la
sentencia prejudicial si no se hubiera resuelto sobre algún punto controvertido, o el recurso de aclaración si la sentencia prejudicial contuviera puntos ambiguos o dudosos (artículos 92 y 93 del ETJCA),
(131) Se incumple también la normativa sobre la consulta prejudicial cuando un tribunal nacional
superior resuelve el proceso interno sin esperar a que el Tribunal de Justicia andino emita su sentencia
prejudicial, como sucedió con la sentencia de la Corte Constitucional de Colombia de 18 de enero de
1996, tal y como menciona A.D. PEROTTI, “Algunas consideraciones sobre la interpretación prejudicial
obligatoria en el Derecho Andino”, op. cit., p. 105.
(132) STJCA de 30 de octubre de 1996, Proceso 1-AI-96, Acción de incumplimiento interpuesta por
la Junta del Acuerdo de Cartagena contra la República del Ecuador.
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Con esta tan clara mencionada normativa andina se han evitado las ambigüedades que rodearon a esta cuestión en la UE durante años hasta que la sentencia del Tribunal de Justicia de 9 de diciembre de 2003 proclamó que un Estado miembro puede
ser declarado responsable de la vulneración del artículo 267 del TFUE por sus jurisdicciones internas. En todo caso, subsiste la diferencia tangible de que los particulares
no pueden interponer un recurso de incumplimiento en la UE, ya que sólo están legitimados la Comisión y los Estados miembros.
Los particulares podrán solicitar al juez nacional la indemnización de daños y perjuicios que corresponda si el Tribunal de Justicia andino declaró la vulneración de la
sentencia prejudicial por un juez nacional, dado que su sentencia de incumplimiento
constituye “título legal y suficiente” (artículo 30 del TCTJCA). Además, los particulares
podrán acudir ante los tribunales andinos competentes cuando sus derechos resulten
afectados porque los países de la CAN no tomen las medidas necesarias para asegurar
la ejecución de las sentencias de su Tribunal de Justicia (artículo 31 del TCTJCA). Por
vía pretoriana se ha reconocido también esta acción nacional de reparación de los
daños y perjuicios causados por el incumplimiento de las sentencias prejudiciales del
Tribunal de Justicia imputables a los órganos jurisdiccionales de sus Estados miembros.
IV. La influencia de la cuestión prejudicial europea en la consulta prejudicial andina
El modelo de cuestiones prejudiciales europeas previsto por el antiguo 177 del Tratado de la Comunidad Económica Europea, de 1957, y actualmente por el artículo 267
del TFUE, de 2007, fue tenido muy en cuenta a la hora de instaurar las consultas prejudiciales de la integración andina, como pone de relieve la notable similitud entre
ambas figuras procesales, más allá de algunas diferencias igualmente relevantes, resultante de la exposición anterior. Su influencia tan significativa puede explicarse por
diferentes motivos.
Por un lado, dado el éxito indudable que el procedimiento de cuestiones prejudiciales de la UE estaban teniendo para la consolidación y el desarrollo del sistema
jurídico europeo desde la década de los sesenta del siglo pasado (133), resulta natural
que los precursores del Tribunal de Justicia del Pacto Andino se fijaran atentamente
en esta figura procesal para reforzar el sistema de solución de diferencias que crearon
con el Tratado de Cartagena de Indias de 1979. Esta apuesta por la supranacionalidad
(judicial) se ha revelado acertada con el paso del tiempo, toda vez que las consultas
prejudiciales se han configurado como la competencia por excelencia del Tribunal de
Justicia de la CAN y la interpretación prejudicial ha permitido confirmar y desarrollar
bases del Derecho de la integración andina tan trascendentales como los principios
(133) Tal es realmente la trascendencia del procedimiento de cuestiones prejudiciales para la UE
que R. LECOURT, antiguo juez de su Tribunal de Justicia, haciendo referencia a dos sentencias básicas
dictadas en su seno en los albores de la década de los 60 del siglo XX, titula un sugerente estudio como
“Quel eût été le droit des Communautés sans les arrêts de 1963 et 1964” (AA.VV., L'Europe et le droit.
Mélanges en hommage à Jean BOULOUIS, Dalloz, París, 1991, pp. 349-361).
74
Manuel Cienfuegos Mateo
de primacía y efecto directo, articulándose de este modo como la clave de bóveda de
su sistema jurisdiccional (134).
Ello no obsta para que puedan censurarse algunos concretos aspectos imperfectos del régimen jurídico y/o el funcionamiento de este instrumento procesal que
hemos expuesto anteriormente, por lo que huelga su reiteración en este momento,
así como que, con una perspectiva más general, se pueda advertir críticamente que
la consulta prejudicial no ha conseguido arraigarse del todo en los Estados andinos
en sus 25 años de vida, como prueba i.a. la escasez de solicitudes de interpretación
de las jurisdicciones ordinarias, de primera y última instancia, y de las jurisdicciones
contenciosas de primera instancia, así como que no esté suficientemente extendido
su uso en ámbitos del ordenamiento andino ajenos a la propiedad industrial, lo que
pone en evidencia “un cierto desconocimiento del sistema jurisdiccional andino en
el interior de los Países Miembros de la CAN y la todavía limitada incidencia del Derecho comunitario andino en los Ordenamientos nacionales” y puede explicarse porque tal vez constituye una figura procesal demasiado avanzada para el actual estado
de integración de la CAN y de su ordenamiento jurídico (135).
Por otro lado, la existencia de una relevante financiación de la UE, a título de
cooperación técnico-financiera para el desarrollo, a diversos proyectos de la CAN de
reforzamiento de su sistema de integración (136), en su vertiente tanto institucional
como material (137), abordando de paso –con los citados Protocolos de Trujillo y Cochabamba de 1996 y el Estatuto del Tribunal de 2001– la revisión de su sistema de
(134) En el mismo sentido, se ha puesto de relieve que el Tribunal de Justicia de la CAN “ha ido desarrollando una labor muy importante a favor de la consolidación de la integración, contribuyendo a
la formación de un ordenamiento jurídico muy completo, formalmente avanzado, y desarrollando un
trabajo progresivo, de carácter en buena medida creativo, que ha ido cristalizando en una sólida infraestructura jurídica que permite atribuir a la CAN la calificación de Comunidad de Derecho” (QUINDIMIL
LÓPEZ, J.A., “El acceso a tribunales de justicia supranacionales: aportes desde la Comunidad Andina y
su incipiente ciudadanía comunitaria”, en HERNÁNDEZ RAMOS, M., SÁIZ ARNÁIZ, A., TORRES PÉREZ,
A. y ZELAIA GARAGARZA, M. (Dirs.), Tribunales en Organizaciones supranacionales de integración:
MERCOSUR, Comunidad Andina y Unión Europea, op. cit., pp. 122-123). Véase en sentido parecido
VIGIL TOLEDO, R., La estructura jurídica y el futuro de la Comunidad Andina, op. cit., pp. 121 y 128.
(135) J.A. QUINDIMIL LÓPEZ, Instituciones y Derecho de la Comunidad Andina, op.cit., pp. 414415. También en una posición crítica, DUEÑAS MUÑOZ, J.C., “La interpretación prejudicial: ¿piedra
angular de la integración andina?”, Anuario de Derecho Constitucional Latinoamericano (Montevideo),
2011, pp. 29-58.
(136) Esta ayuda técnico-financiera se prestó especialmente con la cobertura del acuerdo marco de
cooperación de “tercera generación” entre la entonces Comunidad Económica Europea y el Acuerdo
de Cartagena y sus países miembros, de 23 de abril de 1993, que abordó por vez primera el tema de
la profundización y la consolidación del proceso andino de integración y dio a la cooperación el carácter de birregional. Para más información sobre el tema, y los proyectos financiados, véase http://
www.comunidadandina.org/Cooperacion_canue.aspx y http://ec.europa.eu/europeaid/where/latinamerica/country-cooperation/andean-community/andean-community_en.htm (consulta realizada
el 22 de enero de 2013).
(137) Para la transformación del Pacto Andino en la Comunidad Andina, véase DA CRUZ VILAÇA,
J.L. y SOBRINO HEREDIA, J.M., “Del Pacto a la Comunidad Andina: el Protocolo de Trujillo de 10 de
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Revista de la Facultad, Vol. IV N° 1 Nueva Serie II (2013) 37-77
solución de diferencias para salvar las insuficiencias que se habían detectado en los
años transcurridos desde que, en 1984, iniciase sus actividades el Tribunal de Justicia
del Acuerdo de Cartagena. Reformas que, muy sintéticamente, permitieron renovarle
el nombre por el de Tribunal de Justicia de la CAN, reforzarle sus competencias con
la ampliación de la legitimación activa de los particulares a la justicia andina en el
marco de las acciones de nulidad y de incumplimiento, y proporcionarle nuevas atribuciones, básicamente el recurso por omisión, la función arbitral y la de jurisdicción
laboral, a la vez que desarrollaron el Estatuto del Tribunal con nuevas reglas que fortalecieron, inter alia, el régimen jurídico original de la consulta prejudicial andina (138).
En fin, no puede pasarse por alto la ascendencia tan importante que la jurisprudencia dictada en vía prejudicial del Tribunal de Justicia de la UE desplegado en las
sentencias prejudiciales del Tribunal de Justicia de la CAN, tanto en aspectos institucionales –como la configuración general de la consulta prejudicial y de principios
básicos como la primacía y el efecto directo (139)– como en temas sustantivos, y de
modo muy particular en relación con el derecho de la propiedad industrial, como se
ha puesto de relieve en un estudio reciente de uno de los magistrados más reputados
del Tribunal andino, que previene adicionalmente, de manera bien oportuna, que
esta influencia “no se traduce en una importación irreflexiva” porque éste mantiene
como “propios del sistema andino rasgos ajenos a los configurados por el Tribunal
Europeo de Justicia” (140).
V. Reflexiones finales
El procedimiento de cuestiones prejudiciales de la UE ha devenido un elemento
fundamental para la consolidación y el desarrollo del sistema jurídico de este proceso de integración, habiéndose consagrado en su seno principios básicos como los de
primacía y efecto directo, responsabilidad del Estado y protección de los derechos
humanos en la Unión, entre otros. Constituye así una de las manifestaciones más claras de la especificidad de su ordenamiento jurídico. Este éxito sin parangón explica
en buena medida por qué se fijaron en este instrumento procesal en otras partes del
mundo en las que tienen lugar procesos regionales de integración económica en aras
marzo de 1996: ¿simple reforma institucional o profundización en la integración subregional?”, Gaceta
Jurídica de la Comunidad Europea, 1996, D-26, pp. 83-138.
(138) Para una panorámica general de la evolución del Tribunal de Justicia andino, además de la bibliografía general citada en la nota a pie de página 5, véase BUSTAMANTE, A.M. y SÁNCHEZ CHACÓN,
F.J., “Gobernabilidad de las instituciones de la Comunidad Andina. El papel del Tribunal de Justicia”,
en MELLADO, N.B. (Ed.), Gobernabilidad e instituciones en la integración regional, Lerner Editora,
Córdoba (Argentina), 2010, pp. 117-136.
(139) Véase especialmente el influjo de la jurisprudencia comunitaria sobre el incidente prejudicial
y la primacía del Derecho de la UE en la configuración general que de la cuestión prejudicial andina y
la preeminencia del Derecho andino que lleva a cabo el Tribunal de Justicia de la CAN en su sentencia
de 3 de diciembre de 1987, Proceso 1-IP-87, Aktiebolaget VOLVO.
(140) R. VIGIL TOLEDO, “El reflejo de la jurisprudencia europea en los fallos del Tribunal de Justicia
de la Comunidad Andina: aspectos teóricos y pragmáticos”, op.cit., pp. 219-221.
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Manuel Cienfuegos Mateo
a afianzarlos y fortalecerlos, como es el caso particular de la consulta prejudicial en la
CAN, cuyo régimen jurídico y funcionamiento en la práctica (de)muestra un significativo impacto de la cuestión prejudicial europea, tal y como ha puesto de manifiesto el
análisis anterior de sus aspectos esenciales.
Sin perjuicio de las enormes similitudes, subsisten diferencias apreciables entre
ambos procedimientos de colaboración judicial que, en más de un caso, sacan a la
luz carencias preocupantes en el control jurisdiccional andino que deberían ser subsanadas en esta organización. Dejando de lado cuestiones menores, la divergencia
más reseñable estriba en relación con las doctrinas del acto claro y del acto aclarado,
cuya invocación es corriente en el ámbito de la UE, mientras en la CAN está prohibida
porque su Tribunal de Justicia exige a las jurisdicciones andinas que le soliciten la
interpretación prejudicial incluso cuando consideren que el significado y alcance de
una norma andina es diáfano en sí mismo o ha sido esclarecido por su jurisprudencia. Ello constituye, en líneas generales, un sinsentido que ha llevado a solicitudes de
interpretación prejudicial y sentencias prejudiciales interpretativas innecesariamente
redundantes. Tampoco tiene razón de ser que los jueces andinos cuya consulta es facultativa, al ser impugnables sus decisiones, no deban suspender el proceso nacional
mientras se sustancia el procedimiento prejudicial, e incluso tengan que fallar el caso
sin esperar la interpretación prejudicial, siendo la razón fundamental de esta figura
procesal auxiliarles en la solución del litigio interno con la interpretación de la norma
andina que puede condicionarla. Finalmente, hay que traer a colación el vacío normativo que supone que en la CAN no exista un procedimiento de consultas prejudiciales para la apreciación de la validez de las normas andinas.
77
EL CONCEPTO DE PUEBLO *
CONCEPT OF PEOPLE
Graciela R. Salas **
Resumen: Observamos que en la actualidad se hace permanente referencia a los pueblos, en ocasiones en relación a principios del Derecho Internacional, en ocasiones como sinónimo de otras expresiones.
Alcanzar una precisión al respecto reviste particular importancia en
situaciones como la de nuestras Islas Malvinas. Es por ello que en el
desarrollo del presente trabajo hacemos un sintético recorrido por las
diferentes aristas que ofrece este concepto.
Palabras - clave: Pueblo – Concepto.
Abstract: Nowadays it becomes permanent reference to the peoples,
sometimes in relation to principles of International Law, sometimes as
synonymous of other expressions. To reach a precision of the term is
especially important for situations such as our Malvinas Islands. Thus,
in the development of this work we make a synthetic overview of the
different edges that offers this concept.
Keywords: People – Concept.
Sumario: I. Introducción.– II. El concepto de pueblo.– III. Elementos
conexos.– IV. La aplicabilidad del concepto.– V. Las obligaciones derivadas.– VI. Conclusiones.– VII. Bibliografía.– VIII. Documentos.– IX.
Jurisprudencia.
I. Introducción
Al cumplirse 30 años de la Guerra de Malvinas, continúa abierta la cuestión de
soberanía que la desencadenó y en definitiva no se trata sino de la continuidad de una
situación que debe ser resuelta en el marco del Derecho Internacional.
*
Trabajo presentado para su publicación el 11 de mayo de 2012 y aprobado el 22 de junio del mismo
año. Es una síntesis de la disertación de la autora en el Seminario sobre Actualización en Doctrina y
Jurisprudencia Internacional. Departamento de Derecho Público. Facultad de Derecho y Ciencias
Sociales de la Universidad Nacional de Córdoba del día 17 de mayo de 2012.
**
Doctora en Derecho y Ciencias Sociales. Titular a cargo de la Cátedra “C” de Derecho Internacional
Público y de Derecho de la Integración. Facultad de Derecho y Ciencias Sociales. Universidad Nacional
de Córdoba.
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Revista
de la Facultad, Vol. IV N° 1 Nueva Serie II (2013) 79-90
Revista de la Facultad, Vol. IV N° 1 Nueva Serie II (2013) 79-90
A partir de esta posición es que nos proponemos desarrollar a continuación algunas cuestiones que estimamos conexas, en la secreta esperanza de que estas ideas
pudieran contribuir a la solución pacífica de esta controversia, tan cara a la República
Argentina.
En este sentido es que no podemos dejar de relacionar todo lo ocurrido con conceptos jurídicos y con posiciones políticas sostenidas por nuestro país desde hace décadas.
Una de esas posiciones está dada por la seguridad de los intereses de los isleños, y
la discusión del concepto de pueblo como aplicable a esta controversia.
II. El concepto de pueblo
A partir de las ideas generales precedentes es que corresponde intentar encontrar
un concepto de pueblo, tarea ésta compleja e ímproba, en la medida que nos lleva a
incursionar en diversas áreas del Derecho Internacional y aun fuera de él.
Si volvemos la mirada sobre la Carta de las Naciones Unidas, vemos que en su
preámbulo solamente en dos oportunidades, menciona la palabra pueblo:
“Nosotros los pueblos…
y
“… a emplear un mecanismo internacional para promover el progreso económico y
social de todos los pueblos”.
En la primera ocasión para distinguir el carácter de este instrumento del Pacto
de la Sociedad de las Naciones que constituía un acuerdo internacional en el sentido
clásico, avanzando hacia una concepción constitucional (1), una declaración de principios, proclamando intenciones.
En la segunda agregando una frase más concretamente jurídica que precisa que
esos pueblos están allí a través de sus representantes, es decir su gobierno (2).
Lo escueto de la referencia a los pueblos no hace sino poner de manifiesto lo que
era de práctica en aquellos años, en la medida que la Segunda Guerra Mundial a menudo era vista como una “guerra de pueblos” (3). Sin embargo fuerza es reconocer que
(1) COT, Jean-Pierre- PELLET, Alain. La Charte des Nations Unies. Comentaire article par article,
Preámbulo, p. 2.
(2) Las siguientes referencias a los pueblos aparecen en los artículos 1, inciso 2), 55 en ambos casos en
relación a los principios de igualdad de derechos y de libre determinación de los pueblos, en el Capítulo
XI el artículo 73 y en el Capítulo XII los artículos 76 y 80. En estos dos últimos capítulos en relación a
las obligaciones de los estados que tienes bajo su responsabilidad la administración de territorios no
autónomos o bajo administración fiduciaria.
(3) Ver la Carta del Atlántico y el discurso de apertura del presidente Truman a la Conferencia de
San Francisco en 1945.
80
Graciela R. Salas aun en el mismo preámbulo vemos citados los términos nación y Estado, de tal forma
que podrían interpretarse como sinónimo de pueblo.
De todos modos vemos que desde un comienzo aparecen conceptos a menudo
utilizados como sinónimos, como nación y pueblo. Es más, en el devenir histórico tal
parece que el primero ha antecedido al segundo, planteándose así la necesidad de
diferenciar uno del otro.
Así podríamos clasificar a la doctrina citando en primer lugar a aquellos autores
que intentan arrojar luz sobre estos interrogantes, como la escuela alemana que se
basa en el concepto de nación, conforme a criterios objetivos como la raza, la lengua,
el territorio, la religión y que por lo tanto rechaza la autodeterminación. Junto a ella
aparece la escuela francesa, subjetiva, que apoya su concepto de pueblo en la comunidad de tradiciones y de costumbres, en el común devenir histórico y particularmente en elementos espirituales como la conciencia de constituir una unidad, la voluntad
de desarrollar su vida bajo una autoridad común (4).
Podríamos hacer derivar a la primera del concepto de nación que nos plantea J.
G. Fichte (5) y que de alguna manera nos permite vislumbrar los alcances de la escuela alemana, de tanta raigambre en el Siglo XIX, que permitió la unificación principalmente de Italia y de Alemania y aún mereció alguna consideración en los Catorce
puntos del presidente Wilson, en la búsqueda de que el reconocimiento de esas aspiraciones nacionales de alguna forma contribuyeran al mantenimiento de la paz en
Europa. Como puede observarse, se trataba entonces de una concepción europea que
luego sería objeto de serios cuestionamientos al expandirse en base al principio de
autodeterminación de los pueblos.
De todos modos la moderna doctrina distingue con precisión el concepto de nación, más genérico, del concepto de pueblo, más concreto, y que también puede estar
incluido en el de población.
Superado el concepto de nación en relación al tema que nos ocupa, un párrafo
particular nos debe merecer el concepto de población.
Pero fue la Corte Internacional de Justicia que dejó planteada la distinción entre pueblo y población en su Opinión Consultiva sobre el Sahara Occidental, como
sigue:
“59. La validité du príncipe d’autodètermination, défini comme répondan à la
nécessité de respecter la volonté librement exprimée des peuples, n’es pas diminuée
par le fait que dans certains cas l’Assambée Génèrale n’a pas cru devoir exiger la
(4) PASTOR RIDRUEJO, José A. Curso de Derecho Internacional Público y Organizaciones Internacionales, p. 272.
(5) FICHTE, J. G. Discursos a la nación alemana: “…éste es un pueblo en el sentido superior de la
palabra y desde el punto de vista de un mundo espiritual: el conjunto total de hombres que conviven en
sociedad y que se reproducen natural y espiritualmente de manera continuada, que está sometido en su
totalidad a una determinada ley especial del desarrollo de lo divino a partir de él”, p. 160.
81
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consultation des habitants de tel ou tel territoire. Ces exceptions s’expliquent soir
par la considération qu’une certaine population ne constituait pas un ‘peuple’
pouvant prétendre à disponer de lui-même, soit par la conviction qu’une consultation eût été sans nécessité aucune, en raison de circonstances spéciales” (6).
En el mismo sentido lo hace Pierre-Marie Dupuy quien, coincidiendo con autores como Giuliano, Scovazzi, Treves (7) agregan el concepto de minoría, introduciéndose así en el derecho interno de los estados. Además llama la atención sobre el
hecho de que la existencia de un pueblo titular del derecho a la autodeterminación,
parte del voto expresado en órganos plenarios de instituciones universales y regionales y agrega:
“La détermination d’un titulaire du droit à la autodètermination ne se fait pas
en pratique par l’auto-élection mais par la désignation effectuée par un organe tiers.
El s’agit typiquement d’un cas dans lequel l’appréciation de la légalité est subordonnée à un jugement fondé sur la légitimité de son exercice” (8).
Por su parte Héctor Gros-Espiell caracteriza al pueblo como:
“… toute forme particulière de communauté humaine unie par la conscience et
la volonté de constituer une unité capable d'agir en vue d'un avenir commun” (9).
De esta expresión surge también con claridad que la doctrina tradicional ha vinculado en forma prácticamente inescindible el concepto de pueblo al derecho de autodeterminación en el ámbito estricto de la descolonización, y de manera conexa a
los movimientos de liberación nacional (10). Nos preguntamos entonces si sería posible separar ambos ámbitos ya que no siempre un pueblo se levanta ante un sistema
colonial. Esta última cuestión nos llevaría a hablar de la autodeterminación interna,
en el sentido apuntado por Giuliano, Scovazzi, Treves, lo que a todas luces excede
los alcances de este trabajo. Sin embargo cabe remarcar que aún hoy es una cuestión
pendiente en países africanos y que lejos está de resolverse aún en el seno de la Carta
Africana de los Derechos Humanos y de los Pueblos, que, por otra parte, no define el
concepto de pueblo.
Una de las pautas que nos muestra la importancia del tema en el moderno Derecho Internacional es que estos cuestionamientos no se plantearon abiertamente en
(6) No agrega más precisiones al respecto, pero deja abierta la posibilidad de que se distinga uno de
otro. C.I.J. O.C. Sahara Occidental, 1971, p. 46, par. 59.
(7) GIULIANO, Mario – Tullio SCOVAZZI – Tullio TREVES, Diritto internazionale. Parte generale,
p. 168.
(8) DUPUY, Pierre-Marie. Droit international public. p. 150.
(9) GROS -ESPIELL, Héctor, Le droit à l'autodétermination, application des résolutions de l'organisation
des Nations Unies, New York, Nations Unies, 1979.
(10) RANJEVA, Raymond. “Les peuples et les mouvements de libération nationale”. en Droit International. Bilan et perspectives, Cap 3, p. 107.
82
Graciela R. Salas el Derecho Internacional general hasta la firma de la Carta de San Francisco, con la
incorporación del principio de autodeterminación de los pueblos, los capítulos XI, XII
y XIII y todas las normas que con ellos se relacionan.
La primera consecuencia que se desprende de este nacimiento jurídico, se vincula con la subjetividad internacional de los pueblos. Esto lleva a Raymond Ranjeva, a
sostener que “son sujetos de derecho no sólo aquellos que tienen la personalidad, sino
también aquellos que tienen un derecho” (11), de manera que del reconocimiento del
carácter de pueblo podría derivar su subjetividad internacional y por ende su derecho
de autodeterminación.
Sin profundizar sobre la subjetividad internacional, tema que excedería largamente los alcances de estas líneas, podríamos evocar un trabajo clásico del Dr. Julio A. Barberis (12), quien cita por un lado la Teoría Pura del Derecho (Kelsen), que
considera sujetos del orden jurídico internacional a toda entidad o individuo que sea
destinatario directo de una norma de dicho orden, y por otra parte a la teoría de la
responsabilidad (Eusthiades, entre otros) para quien es sujeto de Derecho Internacional todo aquel que es titular de un derecho y puede hacerlo valer en una reclamación
internacional, o ser titular de un deber jurídico y tener la capacidad de cometer un
delito internacional. Dentro de esta misma corriente se inscribe Wengler, para quien
es sujeto de derecho de gentes quien resulte responsable internacionalmente, es decir
todo aquel que puede ser destinatario de una sanción internacional. Finalmente el
ilustre internacionalista argentino sostiene que:
“…se considera sujeto de derecho internacional a todo aquel cuya conducta está
prevista directamente por el derecho de gentes, al menos, como contenido de un
derecho o de una obligación”.
Surge así con meridiana claridad la importancia que reviste precisar el concepto
de pueblo en vistas a la subjetividad internacional que le podría dar lugar al ejercicio
de la libre determinación, junto a otros derechos y obligaciones siempre en el plano
internacional.
Ahora bien, debemos reconocer que los cuestionamientos sobre este concepto
que venimos sintetizando, como decíamos más arriba, se desarrollaron en gran medida con posterioridad a la creación de las Naciones Unidas y fundamentaron el proceso de descolonización que surgió como consecuencia.
Sin embargo la moderna doctrina va destacando que el derecho de autodeterminación de los pueblos no se les reconoce a éstos sino a los estados. A partir de allí,
los principios de soberanía estatal, integridad territorial y de intangibilidad de las
fronteras que reforzaron las decisiones de la ONU complican y cuestionan aún más
los derechos de los pueblos a la autodeterminación política. En tal sentido es posible
(11) RANJEVA, Raymond. “Les peuples et les mouvements de libération nationale”. en Droit International. Bilan et perspectives, Cap 3, p. 108.
(12) BARBERIS, Julio A. Los sujetos del Derecho Internacional Actual, p. 19.
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Revista de la Facultad, Vol. IV N° 1 Nueva Serie II (2013) 79-90
constatar que actualmente esos principios no se aplican a los pueblos no constituidos
en estados independientes, lo que les impide decidir sobre su estatuto político, por ser
incompatible con las normas establecidas previamente por la ONU (13).
A renglón seguido se discutió largamente sobre el derecho de secesión, desconocido ab initio e in límine desde los comienzos de la organización mundial.
Más recientemente, y en ocasión de la solicitud de opinión consultiva a la Corte
Internacional de Justicia sobre la Conformidad con el Derecho Internacional de la Declaración Unilateral de Independencia de Kosovo la República Argentina (14) fijó ante
el alto tribunal una posición muy clara respecto del concepto de pueblo, en relación al
derecho de autodeterminación.
En efecto, nuestro país, en forma coincidente con Dupuy, sostuvo que la calificación como pueblo debe partir del Derecho Internacional y no puede consistir en
una calificación sociológica o étnica. A continuación rescata la labor de la Asamblea
General de las Naciones Unidas y del Comité de Descolonización que han declarado
la existencia de un pueblo en cada caso concreto, y por lo tanto su derecho a la autodeterminación, destacando asimismo el rol desempeñado por las organizaciones regionales en la atribución de la calidad de pueblos a determinados grupos humanos que
pudieran reivindicar el derecho a la autodeterminación, como ocurrió en los casos de
las antiguas colonias portuguesas, Namibia o Palestina.
En el mismo orden Gros Espiell (15) recuerda expresiones de Jean Charpentier
respecto de la noción de derechos de los pueblos a la que atribuyó dos significados
posibles:
-La première explication conduit à remplacer la notion de “peuple” par celle
“d'Etat”, en fait il ne s'agit pas du “droit des peuples” mais du “droit des Etats”.
-La deuxième explication fait que: «une fois que ce droit a été exercé, c'est fini on
en parle plus», sans qu'il y ait possibilité de soutenir que l'indépendance des peuples
anciennement colonisés était tronquée et revendiquer une fois de plus le principe du
droit des peuples à disposer d'eux-mêmes, car en fait il n'y avait pas eu de véritable
autodétermination!
Queda descartada entonces la posibilidad de la existencia de lo que podríamos
llamar un derecho continuo o sucesivo, agotándose en su primer y único ejercicio.
(13) GROS ESPIELL, Héctor. “L'opposabilité du respect de l'intégrité territoriale au droit des peuples
à disposer d'eux-mêmes”.
(14) Párrafos 89 y 90 de la nota del 17 de abril de 2009 dirigida al Secretario de la CIJ por el embajador de la República Argentina ante el Reino de los Países Bajos. Consultado el 14.05.12. Disponible en
http://www.icj-cij.org/docket/files/141/15667.pdf.
(15) GROS ESPIELL, Héctor. “L'opposabilité du respect de l'intégrité territoriale au droit des peuples
à disposer d'eux-mêmes”.
84
Graciela R. Salas III. Elementos conexos
De lo expresado precedentemente se deriva una serie de conceptos profundamente relacionados con el de pueblo: en primer lugar el concepto de nación, pero
también a partir de allí el de sujeto de Derecho Internacional, la integridad territorial,
la independencia política o las fronteras de un estado, los derechos humanos (16), el
derecho de los pueblos sobre sus recursos naturales (17), cada uno de ellos en todo su
amplio espectro.
Esta complejidad queda patentizada actualmente en el tratamiento de la problemática de los territorios no autónomos por parte de Naciones Unidas, cuya Comisión Política Especial y de Descolonización (Cuarta Comisión), ha decidido examinar conjuntamente temas como la Información sobre los Territorios no autónomos
transmitida en virtud del Artículo 73 e) de la Carta de las Naciones Unidas; Actividades económicas y de otro tipo que afectan a los intereses de los pueblos de los
Territorios no autónomos; Aplicación de la Declaración sobre la concesión de la independencia a los países y pueblos coloniales por los organismos especializados y
las instituciones internacionales relacionadas con las Naciones Unidas; Facilidades
de estudio y formación profesional ofrecidas por Estados Miembros a los habitantes
de los Territorios no autónomos; Aplicación de la Declaración sobre la concesión
de la independencia a los países y pueblos coloniales (18). Otros autores extienden
esta conexión a los derechos que se derivan del concepto que nos ocupa, como la
soberanía permanente sobre los recursos naturales, el principio de igualdad de los
pueblos (19) y la pléyade de derechos humanos que nos introduce particularmente
en el Derecho del Desarrollo (20).
También es posible dejar citadas cuando menos algunas excepciones y discusiones que plantea la práctica internacional, más allá de las que detallamos más arriba.
Este sería el caso de aquellos pueblos que lucharon y luchan por su autodeterminación y cuya organización definitiva como Estado no resolvió la cuestión de fondo, subsistiendo disputas, tal el caso del pueblo kurdo que se distribuye en el territorio de
cuatro estados (Irán, Irak, Siria y Turquía) y que enfrenta los principios de integridad
territorial con el uti possidetis juris, o del pueblo palestino, teniendo en cuenta que
ambas situaciones no derivan de dominación colonial.
(16) Tema éste ampliamente desarrollado por Héctor Gros Espiell en “El derecho a la libre determinación de los pueblos y los derechos humanos”.
(17) Reconocido entre otros documentos por la Carta Africana de los Derechos Humanos y de los
Pueblos, particularmente en su art. 21. Como así también lo invoca Portugal en la sentencia de la C.I.J.
sobre Timor Oriental, pár. 19.
(18) A/C.4/66/SR.2 Temas 56 a 60 ambos inclusive. Consultado el 14.05.2012. Disponible en: http://
daccess-dds-ny.un.org/doc/UNDOC/GEN/N11/526/65/PDF/N1152665.pdf?OpenElement
(19) DUPUY, Pierre - Marie. Droit international public, p. 488.
(20) DUPUY, Pierre - Marie. Droit international public, p. 177.
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Revista de la Facultad, Vol. IV N° 1 Nueva Serie II (2013) 79-90
Estas situaciones muestran palmariamente que el concepto de pueblo, y el principio de autodeterminación no constituyen necesariamente ambas caras de una misma
moneda.
Junto a ellas vemos aparecer también otras cuestiones conexas como los planteados más recientemente por los cambios producidos en Europa central (21) donde el
derecho de autodeterminación penetra al interior del Estado, tema éste que supera
los alcances de este trabajo.
IV. La aplicabilidad del concepto
Finalmente la doctrina internacional (22), en forma coincidente con los casos citados precedentemente, reconoce que existen situaciones como la de las Islas Malvinas, en los que el principio de autodeterminación de los pueblos es inaplicable, en
la medida que una potencia colonial conquistó un territorio, alejado de la metrópoli,
en el que insertó una pequeña colonia que constituye un núcleo totalmente distinto
a la población del Estado más cercano, al cual pertenecen las islas. En consecuencia,
existen dos elementos a tener en cuenta: por una parte la necesidad de la negociación
directa entre las partes en esta situación colonial, por la otra respetar los intereses de
la población de las islas en disputa. Pero aún en este orden, el concepto de pueblo
que nos ocupa se debe conjugar con los principios de unidad nacional y de integridad territorial de los estados (23) tal como surge inclusive de la Carta de las Naciones
Unidas en su artículo 2 inciso 4). En este caso en tanto y en cuanto la continuidad de
la ocupación ilegal de un territorio implica uso de la fuerza.
Sin embargo, las grandes potencias coloniales que conservan enclaves en las condiciones establecidas por la Res. 1514 (XV) (24) a menudo invocan el principio de no
intervención para rechazar la tesis sostenida por muchos estados, y aplicada por la
Asamblea General de las Naciones Unidas, a favor del respeto del derecho a la libre
disposición de pueblos ocupados por ellas. De esta forma intentan mantener este
problema en base a dos ideas tradicionales: la de la soberanía estatal y la de la no
intervención en los asuntos internos, lo que lleva a la desnaturalización del objeto del
mismo principio, según la práctica y la moderna doctrina.
(21) Particularmente en los casos de la disolución de la ex Yugoslavia o de Checoslovaquia. En el
primero de ellos los terceros estados reconocieron rápidamente a las repúblicas secesionistas como
nuevos estados ante la renuncia de Rusia a oponerse a tal situación.
(22) CASSESE, Antonio. Charte des Nations Unies. Commentaire article par article sous la direction
de Jean-Pierre Cot et Alain Pellet. Comentario al art. 1 inc. 2 p. 51.
(23) PASTOR RIDRUEJO, José A. Curso de Derecho Internacional Público y Organizaciones Internacionales, p.. 273.
(24) En este punto es importante no alejarse del concepto de territorio no autónomo, aplicado por
Naciones Unidas, particularmente en casos como el de Timor Oriental y con referencia al concepto
de “potencia administradora”. Caso relativo a Timor Oriental. Portugal c/ Australia. Sentencia 1995.
Par. 15, 19, 25, 31, 32.
86
Graciela R. Salas En este orden hay quien considera que la secesión es la última expresión de los
aspectos externos del derecho a la autodeterminación. Sin embargo, éste no es un derecho absoluto, dado que el mantenimiento de la integridad territorial de los estados
constituye uno de los principios fundamentales del DI, a la vez que el reconocimiento
del derecho de autodeterminación de los pueblos no puede ser interpretado como
autorizando o prohijando acciones que pudieran desmembrar o debilitar totalmente
o en parte la integridad territorial y la unidad política de estados soberanos e independientes que se ajusten a los principios de la igualdad de derechos y de autodeterminación de los pueblos (25).
Esta posición no es en absoluta novedosa ni reciente. Es más, ya desde el discurso
de U Thant (Accra, 1970) surge con meridiana claridad:
… “il ne saurait y avoir d'équivoque possible en ce qui concerne l'attitude de
l'organisation des Nations Unies quand il s'agit de la sécession d'une région donnée
d'un Etat membre. En sa qualité d'organisation internationale, l'ONU n'a pas accepté, n'accepte pas et n'acceptera jamais, je pense, le principe de la sécession d'une
partie d'un de ses Etats membres”.
La práctica de la ONU muestra con claridad que jamás sostuvo abiertamente la secesión, y que por el contrario desarrolló una verdadera práctica anti - secesionista (26).
Otra mirada insoslayable es el caso de una comunidad que intenta, en un acto de
auto-afirmación, que se reconozca su carácter de pueblo, lo que precisamente merece un serio cuestionamiento por parte de Raymond Ranjeva (27) al preguntarse si
eso es suficiente para crear un derecho, lo que desde luego descarta, aunque deja
abierta la solución a su estudio en términos de la evolución progresiva del Derecho
Internacional.
V. Las obligaciones derivadas
Al profundizar el estudio del tema que nos ocupa, y particularmente del tratamiento que se ha dado al mismo en el seno de la Carta de las Naciones Unidas y de
la C.I.J., aparecen las obligaciones de los estados responsables de los territorios bajo
colonialismo, particularmente la de informar a un órgano de control (28). Surge así
con precisión un razonamiento elemental: esa obligación de informar no deriva sino
de una situación de sometimiento de un territorio a una potencia colonial y no de una
cuestión de orden interno en un estado soberano.
(25) GROS ESPIELL, Héctor. “L'opposabilité du respect de l'intégrité territoriale au droit des peuples
à disposer d'eux-mêmes”.
(26) Podemos citar dos ejemplos. En 1960 la ONU organizó una asistencia militar en el Congo con
el objeto de prevenir la secesión de Katanga. En 1968, ante el intento separatista de Biafra en Nigeria,
no permitió a los representantes de la primera dirigirse a la Asamblea General.
(27) RANJEVA, Raymond. Droit International. Bilan et pespectives, p. 11.
(28) C.I.J. Recueil 1950, p. 137; Recueil 1956, p. 27, Namibia, pár. 59. Art. 73 de la Carta de las Naciones
Unidas.
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Revista de la Facultad, Vol. IV N° 1 Nueva Serie II (2013) 79-90
Esto nos lleva a la aplicación de lo establecido por el ya citado artículo 73 inciso e)
de la Carta de las Naciones Unidas. La cuestión no deja de ser importante ya que esta
obligación se aplica a los casos reconocidos de colonialismo, entre ellos nuestras Islas
Malvinas, a pesar de que en no pocas oportunidades las potencias coloniales han cuestionado estas obligaciones, intentando dejarlas en el plano de sus propios derechos.
En efecto, según reza el texto de dicho artículo que abre el capítulo XI relativo a los
territorios no autónomos:
“Art. 73. Los miembros de las Naciones Unidas que tengan o asuman la responsabilidad de administrar territorios cuyos pueblos no hayan alcanzado todavía la
plenitud del gobierno propio…, asimismo se obligan:
… e) a transmitir regularmente al Secretario General, a título informativo y
dentro de los límites que la seguridad y consideraciones de orden constitucional requiera, la información estadística y de cualquier otra naturaleza técnica que verse
sobre las condiciones económicas, sociales y educativas de los territorios por los cuales son respectivamente responsables, que no sean de los territorios a que se refieren
los Capítulos XII y XIII de esta Carta”.
Aparece con claridad la obligación de informar, pero sólo en aquellos casos en que
no se hubieren celebrado los acuerdos especiales previstos en el art. 75 de la Carta
de San Francisco. Este sería el caso particular de nuestras Islas Malvinas, de lo que se
deriva la obligación de informar, precisamente por su condición de territorio no autónomo sujeto a lo establecido por las resoluciones citadas.
VI. Conclusiones
De la apretada síntesis precedente surge con claridad por un lado la evolución
del concepto pueblo en el Derecho Internacional de las últimas décadas y que en la
actualidad no podría decirse que el mismo haya sido definido con precisión. Más allá
de esta dificultad es de destacar que en la mayoría de los casos el mismo no ha sido
objeto de cita más que en forma genérica y que debe ser interpretado en cada caso
concreto, tal como ha sido de práctica en los casos citados precedentemente.
De todos modos es claro que la apuntada evolución ha ido clarificando los alcances del concepto de pueblo, con tendencia al reconocimiento del mismo en estrecha
relación a principios como de autodeterminación de los pueblos ya organizados en
Estado, a la integridad territorial, a la igualdad de derechos.
Finalmente podemos citar a H. Gros Espiell (29) al invocar conceptos de Aureliu
Cristescu, quien reconoce que: «il n'existe pas de définition admise au mot peuple
ni de moyen permettant de le définir avec certitude» y que para la ONU, el pueblo
(29) GROS ESPIELL, Héctor. “L'opposabilité du respect de l'intégrité territoriale au droit des peuples
à disposer d'eux-mêmes”. En referencia a lo establecido en la Comisión de Derechos Humanos, 48ª
Sesión, E/CN.4/Sub.2/1996/12. Informe presentado el 2 de julio de 1996.
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Graciela R. Salas constituye una suerte de palabra camaleón cuyo sentido varía con su entorno: dominación colonial, régimen de apartheid, ocupación extranjera.
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89
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90
DE SOMALIA A LIBIA: EL ESTADO FALLIDO,
¿UN NUEVO MODELO DE ESTADO? *
FROM SOMALIA TO LYBIA: FAILED STATE,
A NEW MODEL OF STATE?
Ana Gemma López Martín **
Resumen: La expresión “Estado fallido” se ha convertido en lenguaje
habitual, tanto de políticos, como de juristas y periodistas, desde que
fuera acuñada en 1992. Desde entonces, muchos Estados han sido calificados como fallidos. El primero fue Somalia, pero le han seguido
otros como Afganistán, Haití, Irak y, más recientemente, Libia o incluso Siria. Ante esta creciente realidad nos preguntamos si estamos o no
ante nuevo un modelo de Estado. Para ello, nos adentraremos en el
análisis, tanto de la expresión y el concepto de Estado fallido, intentando solventar igualmente cuáles son los factores y las causas que llevan
a un Estado al ‘fallo’, con el objeto de poder responder el interrogante
planteado.
Palabras - clave: Estado - Estado fallido - Estado weberiano - Descolonización, Somalia.
Abstract: The term “failed state” has become common language, both
politicians and jurists and journalists, since it was coined in 1992. Since
then, many states have been labeled as failures. The first was Somalia,
but has been followed by others such as Afghanistan, Haiti, Iraq and
most recently, Libya or even Syria. Faced with this growing reality we
wonder whether we are new to a state model. To do this, we will enter
the analysis of both the expression and the concept of failed state, attempting to solve also the factors and causes that lead to a state to “fail”,
in order to answer the question posed.
Keywords: State - Failed State - Weberian State – Decolonization – Somalia.
* Trabajo presentado para su publicación el día 1 de febrero y aceptado para su publicación el 15
de marzo de 2013.
** Profesora Titular de Derecho Internacional Público y Relaciones Internacionales de la Facultad
de Derecho de la Universidad Complutense de Madrid (España).
Revista
de la Facultad, Vol. IV N° 1 Nueva Serie II (2013) 91-110
91
Revista de la Facultad, Vol. IV N° 1 Nueva Serie II (2013) 91-110
Sumario: I. Introducción.– II. Acerca de la expresión “Estado fallido”.– III. ¿Y qué es un Estado fallido? – IV. Cómo identificar un Estado
fallido.- V. Causas del ‘fallo’ del Estado. VI. ¿Estamos ante un nuevo
modelo de Estado?
I. Introducción
Está a punto de cumplirse el segundo aniversario del inicio de la revuelta popular
libia que, tras la intervención de la OTAN en marzo de 2011, acabó con el derrocamiento y posterior muerte del Jefe del Estado Muamar Gadafi. Advertían los presidentes de EEUU y Francia, Barack Obama y Nicolás Sarkozy, y el primer ministro británico
David Cameron, en un artículo conjunto publicado en abril de ese mismo año (1),
que Libia sería un Estado fallido si Gadafi no se iba. Un año después, la realidad es
bien distinta a la que entonces se nos prometía, y es ahora –y no antes– cuando quizá
resulte más pertinente el calificativo de “fallido” para referirse a la situación que asola
el país; pues la desaparición del anterior mandatario que había gobernado Libia con
mano de hierro, ha dejado un vacío de poder que ninguna otra fuerza ha sido hasta la
fecha capaz de rellenar, produciendo una situación de seguridad cada vez más frágil.
Hoy es Libia, quizá también Irak e incluso Siria o Mali, pero primero fue Somalia
en la década de los noventa del pasado siglo quien, tras la caída del dictador Siad
Barré y la posterior e interminable lucha intestina por el poder que lo siguió –y que
lamentablemente se prolonga hasta nuestros días–, recibió la etiqueta de “Estado fallido”. Le siguieron, entre otros, Haití, Afganistán…; y la lista se ha ido engrosando. Lo
cierto es que asistimos, desde hace ya algunos años a una irrefrenable tendencia a
acudir al apelativo de ‘fallido’ cada vez que un Estado parece estar sumido en el caos y
en la anarquía, o que un determinado sistema de gobierno se ve afectado por intensos
actos de violencia o de guerra civil.
En esta misma línea, el Consejo Nacional de Inteligencia (NIC, por sus siglas en
inglés) con sede en Washington, en su informe Tendencias Globales, publicado en diciembre de 2012,) “predice” que 15 países de África, Asia y Medio Oriente se convertirán en “Estados fallidos” hacia el año 2030, debido a su “conflictividad potencial y
los problemas medioambientales”. La lista de países que figuran en el informe NIC
2012 incluye a Afganistán, Pakistán, Bangladesh, Chad, Níger, Nigeria, Mali, Kenia,
Burundi, Etiopía, Ruanda, Somalia, República Democrática del Congo, Malawi, Haití,
o Yemen (2).
Resulta así, que el término “Estado fallido” se ha instalado en el lenguaje habitual,
tanto de políticos, como de juristas, siendo igualmente de referencia cotidiana en los
medios de comunicación. Fue la Secretaria de Estado de EEUU, Madeleine Albright,
la primera en llevar el término en un discurso de 18 de septiembre de 1997, en el que
(1) Publicado en las ediciones del 15 de abril de 2011 de ‘The Times’, ‘Le Figaro’, ‘International Herald
Tribune’, y ‘Al Hayat’ (http://www.elmundo.es/elmundo/2011/04/15/internacional/1302823863.html).
(2) http://www.dni.gov/files/documents/GlobalTrends_2030.pdf
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Ana Gemma López Martín
justificaba el intervencionismo americano, poniendo como ejemplos a Somalia y a
Pakistán. Posteriormente, fue Jack Straw, Ministro de AAEE de Reino Unido, el que
recurrió al término en su discurso ante la Asamblea General de las Naciones Unidas
el 14 de septiembre de 2002, en el que agrupó los grandes desafíos a los que se enfrenta la comunidad internacional en tres grandes categorías: el terrorismo, las armas
de destrucción masiva y los Estados fallidos –sin duda, con su pensamiento en Irak-.
Más cercana a nosotros en el tiempo y en el espacio, la ministra de Defensa, Carme
Chacón, justificó en marzo de 2011 la intervención en Libia para “evitar una masacre”,
admitiendo que se corría el riesgo de que Libia se convirtiera en un “Estado fallido”;
algo que el Ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, dio por hecho semanas más
tarde. Por su parte, el expresidente de México, Felipe Calderón, emitió a mediados de
mayo de 2012 una declaración ante la controversia que se estaba instaurando acerca
de si México se había convertido en un Estado fallido.
Ante esta innegable realidad, uno se pregunta si estamos asistiendo a la génesis de
una nueva categoría de Estado. Si frente al modelo Weberiano de Estado que conocemos desde hace siglos, caracterizado por el monopolio del uso legítimo de la fuerza
dentro de sus fronteras, está surgiendo una especie de subcategoría de Estado: la de
aquellos que han perdido dicho monopolio y que se hallan sumergidos en la más profunda debilidad gubernamental siendo incapaces de suministrar a su población los
servicios básicos, esto es, los Estados fallidos. Ese es el interrogante que nos planteamos y al que intentamos dar respuesta.
II. Acerca de la expresión “Estado fallido”
Sin duda, la primera pregunta que surge y a la que debemos dar respuesta es la
relativa al origen del propio término Estado “fallido”.
¿Cuándo y dónde surge la expresión Estado fallido? A este respecto, debemos indicar que la misma se sitúa en el marco de la ciencia política y las relaciones internacionales. Más concretamente, se apunta como “creadores” de la expresión a dos politólogos norteamericanos, Steven R. Ratner y Gerald B. Helman, quienes publicaron
en 1992 el artículo “Saving Failed States” (3), en el que exponían un mecanismo para
‘salvar’ a lo que ellos describieron como Estados fallidos, esto es, entidades donde el
gobierno ha colapsado; para ello centraron su estudio en Liberia, Camboya y, sobre
todo, en Somalia. Es precisamente a raíz de la desintegración del gobierno de Somalia
en 1991 cuando el término ingresó en el discurso del desarrollo, y su utilización se ha
generalizado, siendo sumamente abundante la literatura al respecto (4), casi abrumadora, sobre todo desde la óptica de la ciencia política y en el contexto del problema
para la seguridad internacional. A este respecto, el profesor Noam Chomsky ha llegado a asegurar que el término Failed States, Estados “fallidos”, es una teoría inventada
(3) RATNER, Steven R., and HELMAN, Gerald B., “Saving Failed States”, Foreign Policy, Vol. 89, 1992.3
(Winter 1992-1993), pp. 3-20.
(4) Un resumen de la literatura más relevante al efecto puede consultarse en Di John, J., “’Failed
States’ in Sub-Saharan Africa: a review of the literature”, Real Instituto Elcano, ARI 5/2011, 14/1/2011.
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por la administración estadounidense tras el fracaso de sus políticas acerca del eje del
mal y los Estados terroristas o Estados forajidos, y otras invenciones creadas para nuclear y aglutinar a la opinión pública y centrar los esfuerzos contra gobiernos y países
cuyas políticas no concuerdan con la visión del gobierno norteamericano (5).
Aunque, sin duda, la generalización del término se debe ante todo a la labor realizada por el Think-Tank americano constituido por la Revista Foreign Policy en colaboración con el centro de estudios Fund for Peace, quienes desde el año 2005 publican anualmente su particular ranking de Estados fallidos; una lista llena de polémica,
pero que goza de gran difusión e impacto.
Por otra parte, debemos igualmente indicar que la discusión sobre el concepto y
el propio fenómeno de los Estados fallidos se inserta en otro debate más amplio, cuál
es el de la proliferación semántica de nombres, etiquetas y conceptos para hacer referencia a una misma realidad, cual es, la existencia de sistemas políticos que, si bien
son formalmente Estados, no consiguen desarrollar con estándares de normalidad las
funciones propias de tal condición, ni dentro de su territorio, ni fuera de sus fronteras.
De esta forma, junto a la expresión Estado fallido, se utilizan otras como la de Estado
en vías de fallar (Failing State), Estado frágil, Estado en situación de fragilidad, Estado
fracasado, Estado débil, Estado desestructurado, Estado en crisis, Estado vulnerable,
Estado en descomposición o Estado colapsado. Un auténtico rosario de expresiones
muy diversas pero que tienen todas ellas significados similares y que, incluso, en ocasiones se utilizan de forma indistinta como sinónimas. No hay duda que esta abundancia semántica genera incertidumbre, pero, sin duda, tal profusión es consecuencia
del propio neologismo del término y es fruto, precisamente, de la dudosa existencia
jurídica de esta especie de categoría de Estado.
Al mismo tiempo, observamos que el término “failed”, fallido, ha sido y es objeto
de numerosas críticas por considerarlo peyorativo y analíticamente ambiguo e impreciso. No hay duda que estamos ante un término, cuando menos, polémico y discutido.
Además, tal y como está planteado y como se utiliza resulta ser una noción muy genérica, muy amplia, que puede abarcar a Estados de lo más variado y en situaciones que
distan mucho de ser similares, y que van desde el caos absoluto de Somalia, a la pobreza extrema de Haití, pasando por dictaduras como la de Corea del Norte. Incluso
nos encontramos cómo desde el 11 de septiembre de 2001 se empezó a otorgar al concepto de Estado “fallido” un alcance mucho más amplio para que incluyera a países
como Irak que supuestamente amenazaban a EEUU con armas de destrucción masiva
y terrorismo internacional (6). No es pues de extrañar que esta noción haya provocado
una fuerte reacción en los Estados que han sido insertados dentro de esa categoría. A
(5) Tal afirmación fue realizada el 31 de marzo de 2002, en una entrevista realizada por los periodistas Amy Goodman y Juan González en el programa de televisión estadounidense Democracy Now
(véase la referencia en SANTOS VILLAREAL, G.M., Estados fallidos: definiciones conceptuales, centro
de documentación, información y análisis, Subdirección de política exterior, México D.F., 2009, p. 5.
(6) CHOMSKY, N., Estados fallidos. El abuso de poder y el ataque a la democracia, Ediciones B,
Barcelona, 2007, p. 131.
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Ana Gemma López Martín
sus ojos, el término en sí es una amenaza, esgrimido por los Estados más poderosos
con vistas a encontrar un pretexto para una nueva intervención en los asuntos internos de naciones soberanas. No hay duda que un Estado catalogado como “fallido” se
coloca en el punto de mira de las Grandes Potencias.
III. ¿Y qué es un Estado fallido?
A pesar de la profusión de estudios sobre el tema, la expresión Estado fallido sigue
siendo confusa, es ambigua e imprecisa y, sobre todo, resulta sumamente controvertida; a este respecto, podríamos apuntar incluso que los diversos intentos por sentar
una definición se hallan en mayor o menor medida influenciados por visiones ideológicas e intereses ajenos, lo que favorece la polémica acerca del término. No encontramos, pues, un concreto significado jurídico; además, se observa cómo es utilizado
indistintamente para indicar realidades que no son exactamente idénticas, de igual
forma que encontramos, como ya hemos señalado, una gran variedad semántica de
etiquetas para referirse a esta particular situación. Por ello, intentaremos acotarlo partiendo de la especial casuística existente al respecto.
Para Steven R. Ratner y Gerald B. Helman, ‘creadores’ de la expresión Estado fallido, la misma se refiere a aquellos Estados que no están en condiciones de ejercer
el monopolio legítimo de la violencia y, por tanto, de proveer a sus ciudadanos de los
beneficios del Estado, por lo que necesitan ser ayudados desde el exterior. Al mismo
tiempo, estos autores distinguían, dentro de la categoría general, tres grados o situaciones posibles: 1. Estados fallidos (failed States), cuyas estructuras gubernamentales habrían sido sobrepasadas por las circunstancias –Somalia, Liberia, Camboya–;
2. Estados en declive o en proceso de descomposición (failing States) cuyo colapso
no es inminente, pero puede ocurrir en pocos años –Etiopía, Sudán, Zaire–; y Estados
recientemente independientes cuya viabilidad es difícil de valorar –surgidos de la disolución de la antigua Yugoslavia– (7).
De forma similar, la USAID utiliza el término Estado “frágil” para referirse a una
amplia gama de Estados en vías de fracaso, fallidos y en proceso de recuperación. Además distingue entre los Estados “frágiles” que son vulnerables y aquellos que ya están
inmersos en una crisis. Para la USAID la vulnerabilidad se refiere a aquellos Estados
sin voluntad o sin capacidad de proveer seguridad y servicios básicos de forma adecuada a la mayoría de su población, y donde la legitimidad de su gobierno queda en
tela de juicio. Mientras que Estados en crisis son aquellos donde el Gobierno central
no ejerce el control efectivo sobre su propio territorio o no está dispuesto o es incapaz
de asegurar la provisión de servicios vitales a una parte significativa del mismo, donde
la legitimidad es débil o inexistente, y donde el conflicto violento es una realidad o
existe un gran riesgo de que pueda estallar (8). La Oficina del Geógrafo del Departa (7) RATNER, Steven R., and HELMAN, Gerald B., “Saving Failed States”, Foreign Policy, Vol. 89, 1992.3
(Winter 1992-1993), pp. 3-20.
(8) USAID, Fragile States Strategy, US Agency for International Development PD-ACA-999,
Washington, 2005.
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mento de Estado de EEUU (2005) opta por el término Estados “fallidos” y los define
como Estados en los que las instituciones nacionales están ausentes, son corruptas o
no funcionan.
Por su parte, Jean Germain Gros (9) examina tres escenarios posibles: en un primer
escenario estarían aquellos Estados en los que existen muchos centros territoriales
del poder; en un segundo escenario estarían aquellos en los que aun existiendo una
autoridad central, ésta no alcanza a todo el territorio, es decir, existen ‘zonas liberadas’; y por último, Estados en el sentido weberiano, en los que hay grupos o segmentos
de población que se comportan de modo ajeno al sentir de la mayoría de ésta. Combinando estos tres criterios, Gros identifica cinco posibles tipos de Estados “fallidos”: 1.
Estados anárquicos (anarchic States), en los que no existe ningún poder político centralizado –Somalia–; 2. Estados fantasma (phantom States) en los que existe una autoridad pero sólo limitada a la capital del Estado y unos kilómetros alrededor –Zaire–;
3. Estados anémicos o débiles (anaemic States) en los que sus escasos recursos se han
utilizado para financiar la guerra contra grupos secesionistas; 4. Estados apresados o
capturados (captured States) que responden a la apropiación del aparato del Estado
por uno de los grupos étnicos que forman su población y que impiden a las demás
etnias el acceso al poder de forma pacífica –Rwanda, Burundi–; 5. Estados abortados
(aborted States) en los que el monopolio de la violencia nunca ha sido ejercido por un
único centro del poder –Sudán–.
El concepto de Estado “colapsado” (collapsed States) fue introducido posteriormente por W. Zartman (10) en 1995, y retomado, años después, por R. Rotberg (11).
Este último sostiene que los Estados existen para proporcionar una serie de bienes
políticos a sus ciudadanos, y el desempeño de esto es lo que distingue a los Estados
fuertes de los débiles, y a éstos de los fallidos y colapsados. En este sentido, Rotberg
partiendo de esta idea de debilidad diferencia cuatro fases o situaciones posibles. Así,
mientras los Estados fuertes son los que tienen un buen desempeño en todos los bienes, los Estados débiles (weak) satisfacen expectativas en algunas áreas pero cumplen
mal en otras. Cuanto peor sea el desempeño de los Estados débiles, más débiles se
volverán y esa debilidad tenderá a convertirse en fracaso; de ahí la subcategoría de
la debilidad que se denomina en vías de fracasar o de fallar (failing). Si este proceso
de deterioro no se detiene, los Estados pueden convertirse en Estados fallidos (failed)
caracterizados por altos niveles de violencia interna y duradera, instituciones defectuosas, infraestructuras deterioradas, corrupción, deficiencias graves en los servicios
públicos y pérdida de legitimidad del Estado. Una versión extrema y poco común del
(9) GROS, J. G., “Towards a taxonomy of Failed States in the New World Order: Decaying Somalia,
Liberia, Rwanda and Haiti”, Third World Quarterly, Vol.17.3, 1996, pp. 455-471.
(10) ZARTMAN, W., “Introduction: Posing the problem of State Collapse”, en ZARTMAN, W. (ed.),
Collapsed States: the disintegration and restoration of legitimate authority, Boulder, London, 1995.
(11) ROTBERG, R., “The Failure and Collapse of Nations-States: breakdown, prevention and repair”,
en Rotberg, R. (ed.), When States fail: causes and consequences, Princeton University Press, Princeton
and Oxford, 2004, pp. 2-12.
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Ana Gemma López Martín
Estado fallido o fracasado sería el Estado colapsado (collapsed), que presenta un vacío
de autoridad. A su juicio, el Estado se convierte en una mera expresión geográfica; Somalia sería la muestra actual de Estado colapsado. En todo caso, estas situaciones no
son estáticas, sino dinámicas y se puede evolucionar, bien a la recuperación, bien al
empeoramiento, al colapso. Así, Líbano, Nigeria y Tayikistán han conseguido salir de
la situación para convertirse en Estados débiles o en vías de fracasar; mientras Líbano
ha pasado del colapso o ser un Estado en funcionamiento, y a volver nuevamente a la
debilidad.
Frente a esta distinción entre Estados “fallidos” y “colapsados”, en la que esta última categoría ocuparía un peldaño superior al de fallido, nos encontramos que una
amplia doctrina utiliza ambos términos como intercambiables, y supondrían en ambos casos la referencia a la situación más grave de colapso estatal, donde las instituciones básicas del gobierno han dejado de existir. Es el caso, entre otros de Mutharika
o de Wallace-Bruce (12).
En ocasiones encontramos el término Estado “fracasado” como sinónimo de Estado “fallido”. En esta línea, el profesor Oriol Casanovas establece que “la noción de
Estados fracasados hace referencia a situaciones en las que el ejército y la policía no
ejercen una de las funciones esenciales del Estado que es el mantenimiento del orden y la protección de la seguridad de los ciudadanos mediante el monopolio de la
violencia o poder de coerción. En los Estados fracasados la violencia es ejercida por
distintos grupos que hacen uso de ella sin limitaciones en enfrentamientos de extraordinaria violencia. El elemento que generalmente se considera constitutivo del Estado,
que es la existencia de una organización política, se encuentra ausente en los Estados
fracasados” (13).
Para Daniel Thürer (14), en cambio, el término Estado “desestructurado” es más
correcto que el de fallido o fracasado, por considerar que éste resulta demasiado amplio e impreciso. A su juicio, el Estado agresivo, arbitrario, tiránico y totalitario debería
igualmente ser considerado como fracasado, por ello rechaza esta denominación. Su
aproximación al concepto de Estado desestructurado se articula en torno a tres factores: político, histórico y sociológico; el político, esto es, la desaparición de la ley y
el orden; el histórico, fundamentado en el fin de la Guerra Fría, la herencia colonial
y la falta de un proceso de construcción nacional; y el sociológico, que se traduce en
la quiebra del modelo weberiano de Estado. En esta misma línea, el Comité Inter (12) MUTHARIKA, A.P., “Some thoughts on rebuilding African State capability”, Washington University Law Quarterly, Vol. 76, 1998, pp. 281-285. Wallace-Bruce, N. L., “Of Collapsed, Dysfunctional
and Disoriented States: Challenges to International Law”, Netherlands International Law Review, 2000,
pp. 53-73.
(13) CASANOVAS Y LA ROSA, O., “Los Estados fracasados”, en García, C., y Rodrigo, A. J. (eds.),
La seguridad comprometida. Nuevos desafíos, amenazas y conflictos armados, Tecnos, Madrid, 2008,
pp. 84.
(14) THÜRER, D., “El ‘Estado desestructurado’ y el Derecho Internacional”, Revista Internacional de
la Cruz Roja, Nº 836, 31-12-1999, pp. 731-760.
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nacional de la Cruz Roja (CICR) (15) aborda la cuestión del Estado “fallido” desde la
óptica de la desestructuración de los conflictos armados. Para el CICR el Estado desintegrado surge cuando en la concepción clásica del Estado que recoge la Convención
de Montevideo de 1933, éste pierde su tercer elemento constitutivo: el gobierno, que
pasa a ser apropiado por una variedad de actores en lucha entre sí. Aunque el Estado
no desaparece físicamente, ha perdido su capacidad para desempeñar las funciones
normales de Gobierno.
Frente a estas denominaciones, más o menos comunes, encontramos que otros
han optado por fórmulas más asépticas que no cuentan con el componente marcadamente peyorativo del término Estado “fallido”, o de sus sinónimos “colapsado”,
“fracasado” o “desestructurado”. Así J. Rawls (16) los designa como “sociedades menos favorecidas” (burdened societies), sociedades afectadas o lastradas por condiciones desfavorables. Las caracteriza como sociedades cuyas circunstancias históricas,
sociales y económicas les dificultan o imposibilitan alcanzar un régimen bien ordenado, liberal o jerárquico. De igual modo, el Banco Mundial (17) ha sido el paladín
del término “Países de Bajos Ingresos en Dificultades” (Low Income Countries Under
Stress- LICUS), países con políticas, instituciones y gobiernos débiles. En esta línea,
su exdirector, Robert Zoelick, proponía la denominación de Estados en situaciones de
fragilidad o inmersos en situaciones frágiles. Para él, la fragilidad es una especie de
brebaje compuesto por: un gobierno ineficaz, pobreza y conflicto (18).
A la vista de la profusa taxonomía que encontramos alrededor de la figura del Estado “fallido”, y de las definiciones que se manejan al respecto, es posible, a nuestro
parecer, llegar a una serie de conclusiones. En primer lugar, los términos “fallido”, “fracasado”, “desintegrado” y “colapsado” pueden ser considerados como sinónimos y,
por tanto, intercambiables. No así, otras expresiones como las de “débil”, “frágil”, “en
proceso de fallar”, “en situación de fragilidad”, o “en crisis”. Estas últimas denotan un
grado o, incluso, grados inferiores de colapso o fracaso estatal. En este sentido, pues,
creemos que es fundamental establecer categorías. Aplicar la etiqueta de Estado “fallido” a todo Estado que, en un momento dado, tenga problemas de estabilidad, ya sea
política o económica, de penuria, de salubridad, o cualquier otra de orden interno, no
sólo nos parece que lleva a la imprecisión por la generalización del término, sino que
consideramos que puede ser una temeridad. Debemos optar, por tanto, por una de (15) CICR, Los conflictos armados relacionados con la desintegración de las estructuras del Estado,
documento preparatorio del CICR para la primera reunión periódica sobre el Derecho Internacional
Humanitario, Ginebra, 19-23 de enero de 1998 (disponible en http://www.cicr.org/, 18-11-2007).
(16) RAWLS, J, El derecho de gentes, Paidós, Barcelona, 2001, p. 15.
(17) Grupo de evaluación independiente del Banco Mundial (2006). Frágil es también el apelativo
por el que ha optado la OCDE al crear un grupo específico sobre el tema dentro del Comité de Ayuda
al Desarrollo (CAD): el Grupo para Estados Frágiles (FSG, en inglés) (http://www.oecd.org/documen
t/57/0,3746,en_2649_33693550_46582713_1_1_1_1,00.html).
(18) ZOELICK, R., Estados frágiles: garantizar el desarrollo, Banco Mundial, 12 de septiembre de
2008 (http://web.worldbank.org/wbsite/external/bancomundial/newsspanish/0,contentmdk:21900
131~pagepk:34370~pipk:42770~thesitepk:1074568,00.html).
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finición restrictiva de Estado “fallido”, y no amplia como se viene utilizando de forma
habitual.
A este respecto, el término Estado “fallido” (failed) y sus sinónimos deben reservarse para el grado más extremo de fracaso estatal, sólo debería aplicarse a los casos
más graves, los más excepcionales; a aquellas raras situaciones en las que las instituciones que están obligadas a mantener la ley y el orden y a proteger a los ciudadanos
y proveerles de servicios básicos dejan de actuar, desaparecen y, en su lugar, el control,
la autoridad es ejercida por entidades privadas –clanes, tribus, señores de la guerra–;
una situación, por lo demás, que no es temporal sino duradera. Un Estado “fallido”
es, por tanto, aquel caracterizado por el colapso total de sus instituciones, absoluto y
prolongado en el tiempo, es decir, donde el elemento constitutivo del Estado de la organización política y social ha desaparecido plenamente. Hoy por hoy el único Estado
que responde a este modelo, esto es, el único Estado “fallido” que existe es Somalia.
En esta línea, aquellos Estados que sufren un colapso institucional parcial y temporal,
y que además pueden padecer violencia o simplemente ser propensos a ella, deberían situarse en una categoría inferior, cual puede ser la de Estados en vías de fallar
(failing); si este proceso de deterioro no se detiene sino que, por el contrario aumenta,
los Estados en vías de fallar pueden convertirse en fallidos. En esta categoría podríamos situar, por ejemplo, a Zimbabwe, Afganistán, República Democrática del Congo,
Etiopía o Sudán. En cambio, aquellos Estados en los que las instituciones estatales
operan, pero son débiles y se ven sobrepasadas, en ocasiones, por fuerzas ajenas a
las institucionales podrían calificarse como Estados frágiles, débiles o en situación de
fragilidad (fragile or weak) –aquí el abanico sería mucho mayor, y cabría mencionar a
Yemen, Haití, Pakistán, República Centroafricana o Timor Leste, entre otros muchos–.
IV. Cómo identificar un Estado fallido
A la vista de lo anteriormente expuesto, consideramos que Estado “fallido” no es
tanto un concepto, como una situación.
En esta línea, se pueden establecer unos rasgos que identificarían una situación de
Estado “fallido”. Así lo hace el antiguo Secretario General de Naciones Unidas, Boutros
Boutros-Ghali, caracterizando a estos Estados por los siguientes rasgos: “la desarticulación de las instituciones estatales, especialmente de la policía y el poder judicial, con
la consiguiente paralización de la capacidad de gobernar, el desmoronamiento de la
ley y el orden público y la aparición del bandolerismo y de un caos generalizado. No
sólo quedan suspendidas las funciones del gobierno, sino que se destruyen o saquean
sus bienes y los funcionarios con experiencia son asesinados o tienen que abandonar
el país” (19). Para D. Thürer (20), en cambio, son dos los fenómenos que caracterizan
(19) Suplemento de “Un programa de paz”. Documento de posición del Secretario General presentado
con ocasión del cincuentenario de las Naciones Unidas, A/50/60-S/1995/1, 3 de enero de 1995, pa. 13.
(20) THÜRER, D., “El ‘Estado desestructurado’ y el Derecho Internacional”, Revista Internacional de
la Cruz Roja, Nº 836, 31-12-1999, p. 735.
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a estos Estados: por un lado, el colapso del núcleo del Gobierno, esto es, el monopolio
del poder; y, por otro, el salvajismo y la intensidad de la violencia empleada.
En idéntico sentido, el Boletín terminológico y normativo procede a realizar una
definición de Estado fallido, entendiendo que el término engloba tanto un aspecto
jurídico, como político, funcional y sociológico (21). Desde un punto de vista jurídico
se entiende por failed state aquel país que, si bien conserva su capacidad jurídica en
términos prácticos ha perdido su habilidad para ejercerla. En el aspecto político, en
el failed state se produce el colapso interno, el desmoronamiento total o casi total de
las estructuras que garantizan la ley y el orden. En el aspecto funcional, se observa la
ausencia de órganos capaces, por un lado, de representar al Estado a nivel internacional y, por otro, de recibir influencias del mundo exterior. Desde un punto de vista
sociológico, los failed states de caracterizan por dos fenómenos: el primero de ellos es
el colapso del núcleo del Gobierno, lo que Max Weber acertadamente definía como el
“monopolio del poder”; en tales Estados, la policía, el poder judicial y otros órganos
que sirven para mantener la ley y el orden o bien han dejado de existir o bien no tienen ya la capacidad de funcionar. La segunda característica típica es el salvajismo y la
intensidad de la violencia empleada.
El origen de un Estado fallido es, para Jódar Huesca (22), aquel en donde se da de
forma combinada la desintegración étnica, la intervención extranjera, la deslegitimación del Estado y la volatilidad económica.
Por otra parte, el Índice de Estados fallidos al que antes nos hemos referido, publicado por la Revista Foreign Policy junto con el centro de estudios Fund for Peace
(Fondo para la Paz), que analiza -conforme a 90.000 fuentes de información públicas- la situación en que se encuentra un total de 178 países a los efectos de establecer
un ranking, los evalúa con arreglo a 12 parámetros de descomposición del Estado. El
comportamiento de un país en relación con esta batería de indicadores nos dice hasta
qué punto es estable o inestable. Estos 12 indicadores que sirven de referente para elaborar la lista de los Estados fallidos se agrupan en tres esferas: la social, la económica
y la política; son los siguientes (23):
1. presiones demográficas
2. movimientos masivos de refugiados y desplazados internos
3. descontento general grupal y búsqueda de venganza
4. huida crónica y constante-éxodo de población
(21) Boletín terminológico Nº 63, (2003).
(22) Jódar Huesca, D., “Concepto de Estado fallido y su implantación en las particularidades
africanas”, GIN Geopolítica y Relaciones Internacionales, 27-01-2012 (http://ginrevista.com/2012/01/27/
concepto-de-estado-fallido-y-su-implantacion-en-las-particularidades-africanas/).
(23) http://www.fundforpeace.org/global/?q=fsi-about.
100
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5. desarrollo desigual entre grupos
6. crisis económica aguda o grave
7. deslegitimación del Estado
8. deterioro progresivo de los servicios públicos
9. violación extendida de los derechos humanos
10.aparato de seguridad que supone un ‘Estado dentro del Estado’
11.ascenso-prominencia de élites divididas
12.intervención de otros Estados y factores externos.
De los 178 Estados que aparecen en el Índice 2012, los primeros 33 de la lista son
los que se hallan en peor situación, en situación de “alerta”, siendo los catorce que
encabezan la lista los más críticos. Del puesto 34 al 125 se considera que están en peligro, aunque en distinto grado (más grave del 34 al 67, luego del 68 al 108, y menor del
109 al 125 del ranking). Los 39 subsiguientes (del 126 al 164) se consideran “estables”;
mientras que los 14 últimos son “sustentables”. En el octavo índice presentado en junio de 2012, Somalia con 114.9 puntos vuelve a encabezar por quinto año consecutivo
la lista de Estados Fallidos, seguida de la República Democrática del Congo, Sudán y
Sudán Sur. Una lista que cierra, nuevamente, Finlandia con una nota de 20 (24).
A pesar de su difusión y referencia, esta lista no está exenta de polémica. Una polémica, en no pocos casos más que justificada, pues no dejan de ser cuando menos reseñables ciertos puestos, como por ejemplo, el decimotercero de Pakistán (en la zona
más crítica), o el veintidós de Corea del Norte (en situación de peligro). Aunque más
cuestionable es el puesto otorgado a Rusia que se sitúa entre los países catalogados
como estados “en peligro”; en un año las posiciones de Rusia en el Índice han empeorado y en 2012 aparece en el lugar 83 como país “en peligro” al lado de India, México,
Turquía, Arabia Saudí... Menos comprensible aún es que Georgia esté marcada en el
mapa con el color rojo que corresponde a los estados “en alerta”: los peores, según la
clasificación propuesta; está clasificado como un estado “en peligro”, justo detrás de
Libia, siendo más que evidentes las diferencias entre ambos. En cambio, resultan más
razonables las posiciones de los principales países afectados por la llamada primavera
árabe: Libia, Siria y Egipto; tres países que han subido de forma notable en la lista, lo
cual nos recuerda que, si bien las revoluciones pueden debilitar o derrocar a los dictadores, también pueden provocar más inestabilidad (Somalia es el mejor ejemplo en
ese sentido).
También el Banco Mundial elabora su propia lista de los que, hemos apuntado, denomina LICUS (Low Income Countries Under Stress), entre los que se distinguen tres
(24) Los Estados analizados son 178 aunque la lista aparece enumerada hasta el 177; la razón es que
Sudán Sur (que aparece detrás de Sudán, en la tercera posición) no aparece numerado, debido a su
corta existencia (http://www.fundforpeace.org/global/?q=fsi2012).
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Revista de la Facultad, Vol. IV N° 1 Nueva Serie II (2013) 91-110
niveles: grave, central y marginal. Para formar parte de la lista de LICUS, la renta per
cápita del país ha de situarse por debajo del umbral de préstamos blandos del Banco
(International Development Association, IDA). El rendimiento en el CPIA (Evaluación
Institucional y de Políticas por País) ha de ser de 3.0 ó inferior, tanto en la calificación
global, como en la clasificación CPIA sobre gestión del sector público e instituciones;
aunque países de renta baja sin datos CPIA han quedado también incluidos. En la lista
aparecen, entre otros, Afganistán, Angola, Haití, República Democrática del Congo,
Sierra Leona, Somalia, Sudán, Timor Leste, Zimbabwe o Sierra Leona (25).
A la vista de lo anteriormente expuesto, esto es, de la multiplicidad de variables
utilizadas en la identificación de los Estados fallidos o de los Estados frágiles –en su
caso–, así como de los distintos ‘contextos’ donde éstas son utilizadas, creemos necesario concretizar unos factores objetivos e imparciales que sean de utilidad a los
efectos de la apreciación de un Estado fallido.
En nuestra opinión, la caracterización de un Estado como fallido procede de la
necesaria confluencia de cuatro elementos básicos:
1. La ruptura de la ley y el orden producido cuando las instituciones estatales
pierden el monopolio del uso legítimo de la fuerza y se tornan incapaces de
proteger a sus ciudadanos (o, peor aún, son utilizadas para oprimirlos o atemorizarlos).
2. La escasa o nula capacidad para responder a las necesidades de sus ciudadanos, proveer servicios públicos básicos y asegurar las condiciones mínimas de
bienestar y de funcionamiento de la actividad económica normal.
3. La ausencia de entidad creíble que represente al Estado ad intra frente a sus
ciudadanos, ad extra más allá de sus fronteras.
4. Como consecuencia de lo anterior o, precisamente, causa de ello, asentamiento de grupos armados, cárteles, mafias, milicias, señores de la guerra que son
quienes realmente ostentan el monopolio del uso de la fuerza y actúan, en general, en sustitución del Estado.
Se trata de elementos convergentes, no opcionales, de ahí que, por ejemplo, la
mera existencia de un conflicto armado interno no es razón suficiente para catalogar
(25)http://web.worldbank.org/WBSITE/EXTERNAL/PROJECTS/STRATEGIES/EXTLICUS/0,,co
ntentMDK:21359590~pagePK:64171531~piPK:64171507~theSitePK:511778,00.html#which.
Por su parte, la OCDE también elabora su propia lista de Estados frágiles; en la última publicada en
2011 incluye a 44 Estados en la misma, entre los que se encuentran Burundi, República Centro Africana,
Chad, República Democrática del Congo, Haití, Liberia, Sierra Leona, Somalia, Sudán Sur, Timor-Leste
o Togo (http://www.oecd.org/document/53/0,3746,en_2649_33693550_48696949_1_1_1_1,00.html).
En sentido similar, EE.UU. creó en el interior de la CIA un centro de análisis, State Failure Task Force,
conformado principalmente por académicos y reforzado por analistas de la Agencia, con el propósito
de reflexionar sobre los factores de inseguridad que conducían al Estado fallido, desentrañar su causas
y determinar plausibles respuestas ante él; este centro es el actual Political Instability Task Force, inserto en el Center for Global Policy de la George Mason University (http://globalpolicy.gmu.edu/pitf/).
102
Ana Gemma López Martín
a un Estado como “fallido”; de igual forma que tampoco lo es una puntual situación
crítica motivada, entre otros detonantes, por una catástrofe natural –terremoto, tsunami- huracán…–, o un umbral de pobreza extrema.
Así entendido nos encontramos que el fenómeno apuntado no es nuevo, aunque
sí la expresión para identificarlo. En efecto, podemos referir ejemplos de Estados que,
antes de 1992, se han encontrado en una situación de colapso gubernamental; es el
caso del Líbano durante la guerra civil que se inició a finales de los setenta y continuó
a lo largo de la década de los ochenta; del conflicto de Camboya en el que desde 1970
y durante más de veinte años se enfrentaron las partes y al que puso fin el Acuerdo de
París de 1991; de Afganistán tras la intervención soviética de 1979; así como algunos
otros casos de graves conflictos internos como los acaecidos en los años ochenta en
Angola, Mozambique o Etiopía, a menudo acrecentados o incluso provocados por la
intervención de las superpotencias o de alguno de sus aliados –tanto potencias regionales como Sudáfrica o Libia, como antiguas metrópolis como Francia– (26). La diferencia respecto del momento actual es la ausencia de una locución que describiera la
situación que atravesaban dichos Estados.
V. Factores y causas del ‘fallo’ del Estado
Llegados a este punto, y con la finalidad de obtener una visión lo más completa
posible del fenómeno del Estado fallido, cabría preguntarse acerca de cuáles son los
factores y las causas que conducen a la descomposición del Estado, ya sea a su colapso total, ya sea a su fragilidad o a su riesgo de fallar.
Si bien es cierto que la etiqueta de Estado fallido parece indicar la exclusiva responsabilidad del propio Estado en el que se ha roto el gobierno –el Estado, su pueblo
y sus líderes han fallado–, tal aproximación nos parece excesivamente simplista. A
nuestro parecer, no sólo entran en juego agentes endógenos –es evidente–, sino que
también hay que considerar la influencia de ciertos elementos exógenos al propio Estado.
Son factores endógenos, entre otros, la guerra civil, la corrupción de los dirigentes,
el autoritarismo, la pérdida de legitimidad popular, la penuria o la pobreza. A éstos se
(26) FERNÁNDEZ RUIZ-GÁLVEZ, E., ¿Estados fallidos o Estados en crisis?, Editorial Comares, Granada, 2009, p. 2.
A este respecto, podríamos incluso referir ejemplos históricos de Estados que entrarían en esta
categoría de “fallidos”; es el caso de los de varios Estados europeos en el siglo XVI, antes de la Paz
de Westfalia, así como el de Polonia en el siglo XVIII, objeto de reparto entre Prusia, Rusia y Austria.
Hoy día, en el ámbito del Derecho internacional actual, esta posibilidad ya no resulta factible habida
cuenta que entran en juego varios principios fundamentales de nuestro ordenamiento que resultan
de obligado cumplimiento, como son el principio de prohibición del uso de la fuerza y el principio
de libre determinación de los pueblos. En consecuencia, ya no es posible la anexión territorial de un
Estado fallido por la fuerza armada, de la misma manera que la decisión del futuro político del mismo recae exclusivamente en el propio Estado. Todo lo cual debe llevar a la prohibición de que otros
Estados puedan usurpar el territorio afectado por esta situación. Por tanto, ahora el Estado fallido no
desaparece sin más, sigue existiendo, aunque en la práctica no funcione.
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unen, igualmente factores exógenos, como son las instituciones financieras internacionales y las corporaciones multinacionales que afectan a la viabilidad de la economía y la infraestructura gubernamental, fruto del impacto de la globalización, o incluso el propio cambio climático. Con relación a estos últimos, podemos traer a colación
el Informe del Secretario General de Naciones Unidas, Kofi Annan, “Las causas de los
conflictos y el fomento de la paz duradera y el desarrollo sostenible en África” (27), al
entender que al analizar las causas de los conflictos se apuntan algunos de los factores
que pueden contribuir al proceso de desintegración de los Estado. Dichos factores
que indudablemente coadyuvan a esta situación serían los siguientes:
- En primer lugar hay que referirse al pasado colonial de muchos de esos países o a sus dificultades para constituirse como Estados independientes. Con
carácter general, los regímenes coloniales erosionaron los modelos sociales y
económicos tradicionales sin que llegaran a nacer y consolidarse otras formas
que permitieran que el nuevo Estado estuviera dotado de una identidad real.
- La herencia de las fronteras coloniales supuso un serio obstáculo para la integridad territorial y para la construcción de la unidad nacional de los nuevos
Estados. No se puede ignorar que el marco jurídico e institucional colonial que
heredaban algunos nuevos Estados se había diseñado para explotar divisiones
locales y no para superarlas.
-
En el ámbito económico el legado colonial fue origen de políticas al servicio de
los intereses de las antiguas metrópolis y nocivas para el desarrollo local. En
estas circunstancias en los Estados multiétnicos se tiende a politizar la pertenencia a un grupo étnico, y las minorías desfavorecidas, a menudo oprimidas,
que no controlan el poder pueden considerar que el control del gobierno es el
único medio para garantizar su supervivencia.
- El enfrentamiento ideológico entre Este y Oeste durante la Guerra Fría es otro
factor coadyuvante en el proceso. Porque las Grandes Potencias favorecían la
existencia de regímenes aliados que mantenían la cohesión interna del Estado
mediante la fuerza; por otro lado, porque en no pocas ocasiones éstas fomentaron divisiones internas y apoyaron a cada uno de los bandos enfrentados.
Con el fin de la Guerra Fría el apoyo externo cesó y muchos de estos regímenes
fueron incapaces de mantener su poder político sin ayuda. Desaparecida la
única base de cohesión, el conflicto entre los diferentes grupos, clanes o etnias
era difícil de evitar.
- La lucha entre bloques ha dado paso a intereses económicos, relacionados con
las riquezas del país. Tiene lugar una privatización del Estado e, incluso una criminalización pues las facciones enfrentadas controlan alguna de las regiones ricas en recursos naturales que son explotados en beneficio propio para financiar
su bando, o participan en actividades ilegales como cultivo o tráfico de drogas y
armas; Liberia, Angola y Sierra Leona, son un buen ejemplo de ello.
(27) UN Doc.A/52/871-S/1998/318, de 13 de abril de 1998.
104
Ana Gemma López Martín
En este mismo sentido se pronuncia D. Thürer (28), para quien los “Estados desestructurados” del momento son fundamentalmente Estados del Tercer Mundo que
han sido afectados por tres factores geopolíticos: el fin de la guerra fría, el legado de
los regímenes coloniales, y los procesos de modernización que, aunque fomentaban
la movilidad social y geográfica, no estaban contrarrestados por procesos de construcción de nación capaces de colocar al Estado sobre unos cimientos firmes.
Por otra parte, a la vista del panorama de los Estados que ‘fallan’, se ha llegado a
apuntar de manera reiterada que la verdadera causa del Estado fallido no es otra que el
erróneo intento de aplicar e imponer a los Estados de reciente independencia surgidos
de la descolonización el modelo ‘clásico’ del Estado soberano weberiano occidental.
Cuando las Potencias europeas ‘desmantelaron’ sus colonias, lo hicieron asimilándolas al modelo ‘universal’ de Estado. De esta forma, las naciones africanas y
asiáticas fueron modificadas para ajustarse al modelo europeo. El resultado ha sido
la emergencia de nuevos Estados que no son sino creaciones artificiales, que no coinciden ni representan a las naciones indígenas que existían antes de la dominación
colonial. Una situación cuando menos curiosa, si tenemos presente que la existencia
de muchas de las naciones indígenas africanas es más antigua que la de algunas naciones europeas contemporáneas.
A esto habría que añadir que, al contrario de la evolución histórica del Estado europeo, el suministro global de las instituciones del Estado weberiano no ha venido
acompañado del desarrollo de las estructuras económicas, sociales y políticas, ni de
los servicios públicos, ni, en general, de las capacidades que sirvieron para asentar
las bases y el marco para el funcionamiento eficaz del orden político en el transcurso
de la evolución del Estado en la historia europea. Al mismo tiempo, la identidad de la
ciudadanía y la idea del Estado tienen poco valor y significado cultural para muchas
de estas sociedades, pues su población está relativamente desconectada de la idea
de Estado, y no tiene grandes expectativas con relación a las instituciones estatales,
ni está muy dispuesta a cumplir sus obligaciones frente al Estado (29). El resultado es
que estos nuevos Estados son realmente frágiles en sus fundamentos.
Como consecuencia de todo esto, estos nuevos Estados surgidos de la descolonización –sobre todo en África y en Asia, y en menor medida en Latinoamérica– tienen
serias dificultades para obtener un eficiente grado de estatalidad. Y claro, nos encontramos que, independientemente de su pasado, todo Estado actual es “medido” según
los estándares del Estado occidental, considerado como el modelo de Estado estable (30).
(28) THÜRER, D., “El ‘Estado desestructurado’ y el Derecho Internacional”, Revista Internacional de
la Cruz Roja, Nº 836, 31-12-1999, p. 734.
(29) BOEGE, V., BROWN, A., CLEMENTS, K., Y NOLAN, A., ¿Qué es lo “fallido”? ¿Los Estados del Sur,
o la investigación y las políticas de Occidente? Un estudio sobre órdenes políticos híbridos y los Estados
emergentes, wp08/08, ICEI (http://eprints.ucm.es/9678/2/wp08-08.pdf), p. 11.
(30) Ibidem, p. 9.
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En esta línea, Morten Bøas y Kathleen Jennings apuntan que,
“afirmar que algo ha fracasado o que está en vías de fracasar constituye un
juicio normativo que sólo es significativo cuando es comparado con algo; en este
caso ese algo es la existencia de un Estado ‘occidentalizado’ y ‘sano’ que, desafortunadamente tiene poca relevancia para la mayoría de los Estados en cuestión ya
que simplemente nunca ha existido en esos lugares” (31).
Es, pues, evidente que la noción de Estado fallido está basada en asunciones normativas sobre Estados ideales que, hoy por hoy, no concuerdan con la situación político-social que existía en los territorios objeto de colonización antes de la llegada de
los Estados europeos.
En esta línea, observamos cómo, efectivamente, el fenómeno del Estado fallido
afecta fundamentalmente, incluso casi exclusivamente, a Estados procedentes de la
descolonización (32). Baste referir algunos ejemplos:
Unos están en guerra, como Afganistán; en este país, Schetter (33) observa la existencia de una “tribu globalizada” en el contexto de lo que él llama “Talibanistán”, caracterizado por ser un orden no estatal y anti-estatal, basado en estructuras locales
tribales pero cada vez más entrelazado con redes regionales y globales. Ciertamente,
aunque el objetivo de la llamada ‘Operación Libertad Duradera’, iniciada en 2001, era
el de destruir las bases de Al Qaeda para, posteriormente, expulsar a los talibanes del
gobierno afgano, lo cierto es que actualmente, y tal y como ocurriera antes de la intervención, sigue vigente el burka y siguen ‘gobernando’ los señores de la guerra en
sus feudos; la única consecuencia novedosa es que el exiguo Estado afgano existente
hasta 1978 parece haber desaparecido como tal.
Otros están sumidos en el caos, debatiéndose en una guerra civil de dos frentes,
como la que azota a Yemen, donde el gobierno combate en el norte ayudado por Arabia Saudí, contra una tribu chiíta separatista (Al-Houthi) con alianzas con Irán; mientras en el sur se extiende un territorio dominado por contrabandistas, narcotraficantes
y fanáticos religiosos. Esta situación de caos y anarquía ha favorecido la expansión de
elementos extremistas. En este sentido, la creciente presencia de Al Qaeda es especialmente preocupante porque las tribus enemigas y el territorio escarpado hacen de él
un país de difícil control. Yemen se estaría acercando cada vez más a caer bajo la categoría de Estado fallido, un territorio caótico que sirve de santuario para actividades
del crimen organizado y el terrorismo. Actualmente es un Estado que está fallando,
(31) BØAS, Morten and JENNINGS, Kathleen, “Insecurity and Development: the rhetoric of the
‘Failed State’, The European Journal of Development Research, Vol. 17, Nº 3, 2005, p. 388.
(32) En este sentido, observamos cómo es en África donde la problemática que encierra el fenómeno del Estado “fallido” ha encontrado su mayor manifestación. Para un análisis al respecto, véase el
monográfico que le dedica Studia Diplomatica, Vol. LXII, 2009.2.
(33) SCHETTER, C., “Talibanistan-der anti-staat”, Internationales Asienforum, 2007, Vol. 38, Nº 3-4,
pp. 246-249.
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Ana Gemma López Martín
está sumido en el caos estatal cercano al desmoronamiento efectivo. Tiene severos
problemas gubernamentales y no controla una parte de su territorio. De hecho, el gobierno de Sanaa sólo ejerce control efectivo en el seno de las ciudades, dejando las
zonas montañosas sin autoridad alguna. A ello se unen los problemas económicos,
pues las reservas de petróleo (que son el 80% de sus ingresos) se están agotando; y el
país se está quedando sin agua.
Otros se encuentran en situación de frágil post-conflicto, como Angola o Haití, en
este último caso, acrecentada por frecuentes catástrofes naturales, como el terremoto
y posterior tifón del 2010, al que ha seguido un devastador brote de cólera. De forma similar, la situación en Libia ha empeorado tras la guerra civil, la rebelión contra
Muammar Gaddafi y la caída de su régimen, gracias a los ataques aéreos de la OTAN
y la acción de los insurgentes, lo que ha desencadenado dinámicas peligrosas para la
unidad de Libia y su estabilidad. En Libia reina la anarquía, el enfrentamiento entre
las facciones armadas, las violaciones de los derechos humanos, los asesinatos y las
represalias; lo único que le falta al país fundado en 1950 con la unión de Tripolitania,
Cirenaica y Fezzán es que se divida (34).
La incursión rwandesa en la República Democrática del Congo no ha hecho más
que provocar una violenta reacción de las milicias hutus de las Fuerzas Democráticas
para la Liberación de Rwanda (FDLR) contra la población civil, incluyendo más violaciones que las de 2008.
Algunos han sido ocupados por fuerzas extranjeras, es el caso de Costa de Marfil o
de Sierra Leona. Para otros el detonante es la perpetuación en el poder de sus dirigentes (Robert Bugabe y su partido, el Zimbabwe African National Unity Patriotic Front,
llevan en el poder desde la independencia a principios de los ochenta), a través de
la violencia, el fraude electoral y el abuso de los resortes del Estado, como Zimbawe,
antaño país próspero y hoy sumido en el caos. Si a esto se añade que la economía del
país y la situación humanitaria se deterioran día a día, la situación se convierte en una
bomba de relojería que podría estallar en cualquier momento en forma de guerra civil
para la que sólo falta un detonante.
La Liberia creada por sociedades norteamericanas filantrópicas antiesclavistas, se
desangra por el férreo control de los señores de la guerra. También Camerún está recibiendo la onda expansiva de la crisis, provocando revueltas, violencia e inestabilidad.
De igual forma, Pakistán muestra un progresivo y preocupante declive hacia el caos;
el avance de los talibanes hacia el Valle del Swat, que ha provocado casi dos millones
de desplazados internos, resulta no poco inquietante en un país con armas nucleares.
Una situación similar se vive en Mali, donde el avance del jihadismo ha llevado al país
a una situación crítica que ha hecho inevitable la intervención francesa en apoyo del
gobierno, sin que la misma haya dado aún frutos positivos.
(34) PEREA UNCETA, J.A., “Siria, Libia, Afganistán…, por donde pasa la OTAN desaparecen los
Estados”, El Confidencial, 26-3-2012 (http://www.elconfidencial.com/opinion/tribuna/2012/03/25/
siria-libia-afganistan-por-donde-pasa-la-otan-desaparecen-los-estados-8938/).
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El escenario que presenta Siria es cada vez más crítico, y roza peligrosamente el
fracaso. Las atrocidades cometidas contra la población siria por parte del Ejército Libre Sirio (FSA, por sus siglas en inglés), patrocinado por EE.UU. y la OTAN, buscan
generar las condiciones para una guerra sectaria. El extremismo sectario favorece la
disolución de Siria como estado nación, así como la desaparición del gobierno central
de Damasco. En el mes de noviembre de 2012, Lakhdar Brahimi, el enviado de paz de
las Naciones Unidas para Siria, declaró que ese país podría convertirse en “una nueva
Somalia (…) debe advertirse que puede surgir un escenario donde los señores de la
guerra y las milicias llenen el vacío dejado por un estado colapsado” (35).
Incluso hay Estados nuevos e incipientes como Timor Leste o Sudán Sur que parecen no alcanzar su plena estabilidad.
Aunque, sin ninguna duda quien presenta un peor panorama es Somalia con su
lucha entre clanes y señores de la guerra; un contexto de caos absoluto que se reproduce desde ya dos décadas, tras el derrocamiento en 1991 del dictador Siad Barré;
desde entonces las milicias islámicas extremistas de Al Shabaab y Hizbul Islam –que
actualmente controlan 80% del territorio– se encuentran en una feroz lucha por el poder con el GFT, débil alianza formada por islamistas y respaldada por la ONU. Ningún
otro Estado como Somalia aúna todos los elementos, todos los rasgos que identifican
el fallo de un Estado: un país en el que el gobierno no tiene el control real de su territorio, ni es considerado legítimo por parte importante de la población, no ofrece
seguridad interna, ni servicios públicos especiales a sus ciudadanos, y no ostenta el
monopolio del uso de la fuerza. Una situación que tras prolongarse durante casi dos
décadas parece haberse convertido en endémica.
VI. ¿Estamos ante un nuevo modelo de Estado?
Como ya hemos advertido, cuando nos referimos hoy día al Estado, lo hacemos
aplicando el concepto weberiano del mismo; concibiendo por tal aquella entidad territorial que detenta el monopolio de la violencia y los medios de coacción. Así entendido, ciertamente un Estado fallido no responde a esta definición pues, tal y como
hemos podido constatar, el Estado así calificado se caracteriza precisamente por la
pérdida de dicho monopolio, que pasa a ser ejercido por entidades privadas. Sin embargo, no por ello pierde su condición de Estado.
De igual forma, si nos situamos en el ámbito del Derecho internacional, para que
un Estado exista es necesaria la confluencia obligada de tres elementos constitutivos;
a saber; población, territorio y organización político-social, esto es, un efectivo poder
gubernamental. En este sentido, y a la visto de lo anteriormente expuesto, es evidente que un Estado fallido se caracteriza por la ausencia o la inexistencia –temporal o
definitiva?– de este tercer elemento. En efecto, si retomamos el concepto estricto de
Estado fallido que hemos proporcionado, como aquel Estado caracterizado por el colapso total de sus instituciones, absoluto y prolongado en el tiempo, es decir, aquellas
(35) Reuters, 22 de noviembre de 2012.
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Ana Gemma López Martín
situaciones en las que los órganos estatales que están obligados a mantener la ley y el
orden y a proteger a los ciudadanos y proveerles de servicios básicos dejan de actuar,
desaparecen y, en su lugar, la autoridad es ejercida por los clanes, tribus o señores
de la guerra, observamos que realmente lo que estamos planteando es que un Estado fallido es aquél en el que ha desaparecido uno de los elementos constitutivos. Si
esto es así, la pregunta subsiguiente que surge de manera inevitable es la siguiente:
Desaparecido uno de los elementos necesarios para la existencia estatal ¿desaparece
el Estado? Cabría pensar que sí, pero lo cierto es que la práctica nos enseña que el
Estado fallido sigue existiendo como Estado, que no desaparece; que aunque deje de
funcionar como tal, pues la inexistencia de autoridad gubernamental efectiva le impide actuar tanto ad intra –no provee a sus ciudadanos de los servicios básicos, como
la luz, el agua, la justicia, la policía…–, como ad extra –no puede mantener relaciones
diplomáticas, no puede representar al Estado en Organizaciones y Conferencias internacionales, no puede celebrar tratados internacionales…–, sigue siendo considerado
y tratado como Estado por el resto de la comunidad internacional (36); Estado fantasma si se quiere, pero Estado al fin y al cabo. Y sin duda alguna, el caso de Somalia es
el mejor paradigma en este sentido, proporcionándonos el mejor ejemplo de laboratorio acerca de cómo un Estado absolutamente colapsado, donde la autoridad central
estatal es incapaz de ejercer sus funciones más allá de una pequeña parte de su capital, Mogadiscio, donde su presencia en el ámbito internacional es prácticamente nula,
sigue siendo considerado como Estado.
Resulta así, a la vista de lo anteriormente expuesto, que tanto desde el punto de
vista político, como desde el punto de vista jurídico, el Estado fallido mantiene intacta
su personalidad jurídica, su categoría estatal, y no se duda de su condición de Estado. Ahora bien, es innegable que a pesar de ello, o quizá por ello, el Estado fallido no
responde al modelo clásico de Estado. ¿Significa eso que estamos ante una categoría
particular de Estados? Desde el punto de vista jurídico claramente no; para el derecho
en general, y para el Derecho internacional en particular, los Estados existen o no, sin
que estén recogidas, categorías, tipos o subtipos de Estados.
Ahora bien, el escenario político es muy distinto. No podemos cerrar los ojos a
la realidad. Y ésta es que cada vez con mayor frecuencia, algunos Estados proclamados tales en atención al modelo weberiano de Estado, tienen problemas para seguir
respondiendo al modelo clásico estatal; se hallan en situación de crisis, de fragilidad
interna, son un hervidero de inestabilidad y germen de todo tipo de delincuencia, lo
que supone un serio problema para la Comunidad internacional. Resultando que, la
mayoría de estos Estados, son entidades surgidas del proceso descolonizador, las cuales, antes de ser colonizadas contaban con su particular organización político-social,
muy diferente a la occidental.
(36) Para un estudio en detalle de las consecuencias jurídicas del colapso estatal, en particular respecto del Derecho internacional y las Relaciones internacionales, véase LÓPEZ MARTÍN, A. G., “Los
Estados ‘fallidos’ y sus implicaciones en el ordenamiento jurídico internacional”, Cursos de Derecho
Internacional y Relaciones Internacionales de Vitoria-Gasteiz 2010, Editorial de la UPV, Bilbao, 2011,
pp. 159-240.
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Quizá sea excesivo, por poco fundamentado, considerar que se ha consolidado
un nuevo modelo de Estado. Al margen de los problemas ya apuntados acerca de la
inexistencia de un concepto unánime asentado de lo que deba entenderse por Estado
fallido. Sin dejar de mencionar, que la realidad estatal a la que parece venir referida dicha expresión es de lo más variada y dispar; lo que en nuestra opinión obliga
a introducir matices y distinciones entre las diversas situaciones de colapso estatal
que se producen. De igual forma, que poner etiquetas a estas particulares situaciones
estatales no deja de resultar controvertido, sobre todo sin son peyorativas; pues no es
exagerado pensar que parecen ocultar un cierto interés intervencionista por parte de
aquellos que las colocan –sino de todos, de algunos–. Las palabras no son indoloras.
Todo eso es cierto, pero también lo es que la situación a la que se alude con el término Estado fallido es una realidad, lamentablemente cada vez más habitual; como
lo es que en la sociedad internacional actual ‘conviven’ Estados que responden a la
perfección al modelo clásico estatal, con otros que tienen serios problemas para ajustarse a dicho estándar occidental. Esto es algo que no debemos ignorar, y que nos
debe hacer reflexionar acerca de la oportunidad de exportar de forma generalizada el
modelo weberiano-occidental de Estado, sin tomar en consideración las particularidades histórico-político-sociales de aquellas naciones a las que se ‘exporta’.
Afirma la Revista Foreign Policy en su edición de Estados fallidos de 2012 que “si
hay algo que ha quedado claro desde que empezamos a publicar el Índice de Estados
Fallidos en 2005, es que el fracaso de un Estado es un problema arraigado y que al
mundo le falta todavía mucho para saber cómo arreglarlo” (37).
(37) http://www.fp-es.org/indice-de-estados-fallidos-2012.
110
EL PROTOCOLO DE KIOTO: CONNOTACIONES JURÍDICAS
PARA LA ARGENTINA. ESPECIAL REFERENCIA
AL MECANISMO DE DESARROLLO LIMPIO
Y A LOS FONDOS DE CARBONO *
THE PROTOCOL OF KYOTO: LEGAL CONSEQUENCES
FOR ARGENTINA. SPECIAL REFERENCE TO CLEAN
DEVELOPMENT MECHANISM AND CARBON FUNDS
Rodolfo Salassa Boix **
Resumen: El Protocolo de Kioto constituye uno de los pasos más trascendentes en la lucha mundial contra el cambio climático y por medio
de él los Estados más desarrollados se comprometieron a reducir sus
emisiones de gases de efecto invernadero entre el año 2008 y 2012. La
meta es regresar a los niveles de emisión cercanos a los de 1990. Atento que la Argentina ha suscrito dicho Protocolo los efectos de sus disposiciones le son plenamente aplicables aunque no todos los países
tienen las mismas obligaciones y responsabilidades. En virtud de ello,
el presente trabajo tiene por objeto determinar las principales consecuencias jurídico-ambientales que se derivan para nuestro país de este
importante documento.
Palabras - clave: Protocolo de Kioto – Mecanismos de desarrollo limpio – Fondos de carbono.
Abstract: The Protocol of Kyoto is one of the most significant steps
in the global fight against climate change and through him more developed States agreed to reduce their emissions of greenhouse gases
between 2008 and 2012. The goal is to return to the emission levels of
1990. Mindful that Argentina has signed the Protocol the effects of its
* Trabajo presentado para su publicación el 27 de septiembre de 2012 y aprobado el 27 de febrero
de 2013.
** Abogado, Universidad Nacional de Córdoba, Argentina (Egresado Sobresaliente). Magister en
Derecho de la Empresa y la Contratación (premio extraordinario) y Doctor en Derecho (mención de
calidad europea), Universidad Rovira i Virgili de Tarragona, España. Profesor contratado de Derecho
tributario, Universidad Rovira i Virgili de Tarragona, España. Investigador en el Proyecto de Investigación: “Análisis jurídico-financiero de la inversión empresarial española en Asia y Latinoamérica”
([email protected]).
Revista
de la Facultad, Vol. IV N° 1 Nueva Serie II (2013) 111-135
111
Revista de la Facultad, Vol. IV N° 1 Nueva Serie II (2013) 111-135
provisions will apply in full. In light of this, the target of this work is to
determine the main legal consequences arising for our country in this
important document.
Keywords: Protocol of Kyoto – Clean development mechanism – Carbon funds.
Sumario: I. Introducción preliminar.– II. Antecedentes científicos
y normativos del Protocolo de Kioto.– III. El Protocolo de Kioto.– A.
Introducción.– B. Contenido del Protocolo.– C. Mecanismos de flexibilidad. a) Mecanismo de Aplicación o Cumplimiento Conjunto. b)
Mecanismo de desarrollo limpio. c) El mercado de los derechos de
emisión.– D. Período posterior al Protocolo de Kioto.– IV. El Protocolo
de Kioto y la República Argentina.– A. La Argentina y el MDL.– B. La
Argentina y los fondos de carbono.– V. Conclusiones.– VI. Bibliografía
consultada.
I. Introducción preliminar
Durante los últimos cincuenta años el cambio climático se ha convertido en una
de las cuestiones más relevantes y urgentes de la agenda internacional, ya que no sólo
afecta a todos los países de la Tierra sino que también repercute sobre las generaciones futuras. A ello hay que agregar que las consecuencias de este fenómeno son
prácticamente irreversibles, lo cual dota al problema de una dimensión aún mayor.
La preocupación por los efectos de calentamiento global ha movilizado a los Estados a adoptar una serie de medidas para intentar detener, o al menos reducir al
mínimo, este devastador proceso climático. Estas acciones pueden tener origen en
el ámbito interno de cada país, en ámbitos regionales o en el seno de la Comunidad
Internacional.
Dentro de las medidas de carácter internacional tenemos el Protocolo de Kioto, cuya creación se promovió en el seno de la Organización de las Naciones Unidas
(ONU) y se remonta al año 1997. Su implantación estuvo marcada por constantes inconvenientes, pero el proceso de entrada en vigor fue todavía más complicado. Tal es
así que su vigencia data concretamente del año 2005, es decir, casi diez años después
de su nacimiento.
En el marco del Protocolo los Estados más desarrollados se comprometieron a reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero entre el año 2008 y 2012. La meta
final era, y sigue siendo, regresar a los niveles de emisión cercanos a los de 1990. Este
objetivo se concreta mediante la entrega de cuotas de emisión (derechos de emisión)
a cada Estado desarrollado, las cuales representan, en última instancia, la cantidad
máxima de gases contaminantes que cada país podrá liberar a la atmósfera.
Atento que la Argentina ha suscrito el Protocolo de Kioto (PK) los efectos de sus
disposiciones le son plenamente aplicables. A esto hay que aclararlo ya que, como
veremos más adelante, no todos los países tienen las mismas obligaciones y responsabilidades. En virtud de ello, el presente trabajo tiene por objeto determinar las prin112
Rodolfo Salassa Boix
cipales consecuencias jurídico-ambientales que se derivan para nuestro país de este
importante documento, haciendo una especial mención al mecanismo de desarrollo
limpio y a los fondos de carbono. Para ello, el trabajo consta de cuatro grandes puntos:
en primer lugar, y para situarnos en el tema, se repasarán los antecedentes científicos
y normativos del PK; en segundo lugar, se analizará el contenido del PK y su proyección futura; en tercer lugar, se estudiará el PK y su relación con la República Argentina; en cuarto y último lugar se expondrán las conclusiones.
II. Antecedentes científicos y normativos del Protocolo de Kioto
Las primeras investigaciones sobre el cambio climático datan del año 1824 cuando Fourier (1) planteó la teoría del efecto invernadero. Sus conjeturas no fueron desarrolladas ni comprobadas sino hasta el año 1896 cuando el científico Arrhenius (2)
proclamó que los combustibles fósiles podrían originar o acelerar el calentamiento de
la Tierra. También demostró la relación que existe entre las concentraciones atmosféricas de CO2 y el aumento de la temperatura.
La discusión sobre estas cuestiones resurgió a nivel internacional a mediados del
siglo XX. En el año 1949, Callendar insistió en que la concentración de CO2 en la atmósfera originada por la actividad humana estaba provocando considerables aumentos en la temperatura terrestre. Pocos años más tarde Plass (3) sostuvo que el aumento
de emisión de CO2 en la atmósfera provocaría la captación de aquella radiación infrarroja que debería perderse en la atmósfera externa y en el espacio, provocando así un
sobrecalentamiento de la Tierra.
A principio de los años sesenta el científico Keeling comenzó a investigar el cambio climático mediante la utilización de gráficos con curvas. Sus trabajos demostraron que existía una disminución en las temperaturas registradas entre los años 1940
y 1970, lo que desató la alarma general de que el mundo se encontraba a las puertas
de una nueva edad de hielo. Más allá del impacto negativo inicial, los medios de comunicación y la mayoría de los científicos hicieron caso omiso a estos resultados por
considerarlos desprovistos de rigor científico. Hubo que esperar hasta 1970 para que
(1) FOURNIER, J. (1768-1830). Matemático y físico francés conocido por sus trabajos sobre la descomposición de funciones periódicas en series trigonométricas convergentes llamadas “Series de
Fourier“ (GISPERT, C., Grandes biografías, Ed. Océano, DL 1993).
(2) ARRHENIUS, A. S. (1859-1927). Químico y profesor de origen sueco. Galardonado con el Premio
Nobel de Química del año 1903 en reconocimiento a los extraordinarios servicios prestados al avance
de la química a través de su teoría de la disociación electrolítica (GISPERT, C., Grandes biografías, Ed.
Océano, DL 1993).
(3) PLASS, G. N., “Infrared Radiation in the Atmosphere”, American Journal of Physics 24, Issue 5,
1956, pp. 303-21; “Carbon Dioxide and the Climate”, American Scientist 44, 1956, pp. 302-16; “Effect of
Carbon Dioxide Variations on Climate”, American Journal of Physics 24, Issue 5, 1956, pp. 376-87; “The
Carbon Dioxide Theory of Climatic Change”, Tellus VIII, 2., 1956, pp. 140-154; “Carbon Dioxide and
Climate”, Scientific American, July 1959, pp. 41-47.
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Revista de la Facultad, Vol. IV N° 1 Nueva Serie II (2013) 111-135
se demostrara la directa relación que existía entre las emisiones de gases de efecto
invernadero provocada por el hombre y el cambio climático global.
Unos años más tarde, en la década de los años ochenta, la curva arrojaba aumentos de temperatura global tan intensos que la teoría sobre calentamiento comenzó
a acaparar la atención entre las más altas organizaciones medioambientales a nivel mundial (4). Todo ello generó que la Comunidad Internacional, principalmente a través de la ONU, comenzara a ejecutar acciones concretas para abordar este
problema de alcance planetario. En este contexto aparece el Programa de Naciones
Unidas para el Medio Ambiente (1972); el Plan Mundial de Acción sobre la Capa de
Ozono y los Convenios de Ginebra (1977); el Convenio de Viena para la Protección
de la Capa de Ozono (1985); el Protocolo de Montreal (1987); el Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (1988); la Declaración Final de la Conferencia
Intergubernamental de La Haya y la Resolución 43/53 de la Asamblea General de la
ONU (1989).
No obstante ello, el antecedente normativo internacional más destacado es la
Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático de 1992 (CMNUCC), ya que fue justamente el marco legal a través del cual se configuró posteriormente el PK. La República Argentina la ratificó a través de la Ley 24.295, de 7 de diciembre de 1993 (5). La CMNUCC fue finalmente adoptada en Nueva York (EE.UU.),
el 9 de mayo de 1992 (6) y fue abierta para la firma de las Partes en junio de ese mismo
año (7). Las negociaciones preparatorias de la Convención fueron complicadas ya que
se desarrollaron en medio de constantes debates, por momentos irreconciliables, que
protagonizaban aquellos grupos motivados por intereses antagónicos (8). Pero el proceso de entrada en vigor tampoco fue nada fácil, comenzando finalmente su vigencia
(4) Sobre este punto puede consultarse a GILLESPIE, A. Climate Change, Ozone Depletion and Air
Pollution – Legal Commentaries with Policy and Science Considerations, Ed. Martinus Nijhoff Publishers, Leiden, 2006, pp. 3-152.
(5) Boletín Oficial, de 11 de enero de 1994.
(6) Vid. BODANSKY, D. “The United Nations Framework Convention on Climate Change: A Commentary”, Yale Journal of International Law, Vol. 18, N° 2, 1993.
(7) Actualmente se encuentran adheridos a la Convención Marco casi 200 Estados, divididos en dos
Anexos (I y II): http://unfccc.int/parties_and_observers/items/2704.php.
(8) En primer lugar, existía una puja entre los Estados desarrollados y los que están en vías de serlo,
ya que estos últimos acusaban a aquéllos de ser los emisores históricos de gases contaminantes;
la segunda contienda de intereses se dio entre los Estados productores de energía y los restantes; y
finalmente, más centrados en problemas de tipo geográfico que económico, encontramos la división entre los países más amenazados o afectados por el calentamiento global y los de menos riesgo
ecológico. Para mayor información sobre este tema se puede consultar TOLBA, M. K. y RUMMELBULSKA, I. Global Environmental Diplomacy: Negotiating Environmental Agreements for the World,
1973-1992, Ed. The MIT Press, Cambridge y London, 1998; PATERSON, M. y GRUBB, M. The International Politics of Climate Change, Ed. International Affaire, 1992; y YAMIN, F. y DEPLEDGE, J. The
International Climate Change Regime. A Guide to Rules, Institutions and Procedures, Ed. Cambridge
University Press, Cambridge, 2004.
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Rodolfo Salassa Boix
el día 21 de marzo de 1994 (9). El aditivo “marco” que acompaña su nombre indica
que estamos ante un texto inicial que contiene sólo los preceptos rectores y las obligaciones generales que deben asumir los Estados Parte. Se trata de una primera etapa
dentro de un proceso normativo internacional que requiere ser complementada por
enmiendas y protocolos posteriores (10).
En líneas generales, el objetivo de la Convención es estabilizar “las concentraciones de gases de efecto invernadero en la atmósfera a un nivel que impida interferencias
antropogenias peligrosas en el sistema climático” (11). Pero al no fijarse cifras concretas y obligatorias de reducción, podemos decir que no fue un compromiso efectivo de
disminución contaminante derivado de obligaciones jurídicas vinculantes. Más bien
se trató de un conjunto de recomendaciones y sugerencias.
Si bien no se adoptaron compromisos específicos sobre la liberación de gases, se
estipularon una serie de obligaciones ambientales. Para asignar responsabilidades se
dividió a las Partes en tres grandes grupos: en primer lugar, están los compromisos
que deben asumir todas las Partes (12); en segundo término, están las obligaciones de
(9) Noventa días después de haberse reunido los cincuenta instrumentos de ratificación, aceptación,
aprobación o adhesión exigidos para su entrada en vigor. ONU. Multilateral Treaties. Deposited with
the Secretary-General, Status as at 31 Dec. 1991, vol. II, Part. I, Cap. XXVII, Environment, Doc. ST/LEG/
SER.E/18 (Vol. II).
(10) El ciclo vital de la CMNUCC no es unidireccional y cerrado sino que debe ser adaptado a las
circunstancias que vaya ofreciendo el problema del cambio climático. Esta adaptación puede realizarse transformando el propio texto convencional (enmienda) o completándolo a través de anexos y
protocolos (CHUECA SANCHO, A. G. Cambio Climático y Derecho Internacional, Fundación Ecología
y Desarrollo, Zaragoza, 2000, p. 39).
(11) Artículo 23 de la CMNUCC.
(12) Afganistán; Albania; Alemania; Angola; Antigua y Barbuda; Arabia Saudita; Argelia; Argentina;
Armenia; Australia; Austria; Azerbaiyán; Bahamas; Bahrein; Bangladesh; Barbados; Bélgica; Belice;
Benín; Bielorrusia; Birmania; Bolivia; Bosnia y Herzegovina; Botswana; Brasil; Brunei; Bulgaria; Burkina Faso; Bután; Burundi; Camboya; Camerún; Canadá; Cabo Verde; Chad; Chile; China; Colombia;
Comoras; Corea del Norte; Corea del Sur; República Democrática del Congo; República del Congo; Costa Rica; Costa de Marfil; Croacia; Cuba; Chipre; República Checa; Dinamarca; Dominica;
Ecuador; Egipto; El Salvador; Emiratos Árabes Unidos; Eritrea; Eslovaquia; Eslovenia; España; Estados
Unidos; Estonia; Etiopía; Unión Europea; Filipinas; Finlandia; Fiyi; Francia; Gabón; Gambia; Georgia; Ghana; Granada; Grecia; Guatemala; Guinea; Guinea Ecuatorial; Guinea-Bissau; Guyana; Haití;
Honduras; Hungría; India; Indonesia; Irak; Irán; Irlanda; Islandia; Islas Cook; Islas Marshall; Islas
Salomón; Israel; Italia; Jamaica; Japón; Jordania; Kazajstán; Kenia; Kiribati; Kirguistán; Kuwait; Laos;
Lesoto; Letonia; Líbano; Liberia; Libia; Liechtenstein; Lituania; Luxemburgo; República de Macedonia;
Madagascar; Malaui; Malasia; Maldivas; Malí; Malta; Mauritania; Mauricio; México; Estados Federados
de Micronesia; Moldavia; Mónaco; Mongolia; Montenegro; Marruecos; Mozambique; Namibia; Nauru;
Nepal; Nicaragua; Níger; Nigeria; Niue; Noruega; Nueva Zelanda; Omán; Países Bajos; Pakistán; Palaos; Panamá; Papúa Nueva Guinea; Paraguay; Perú; Polonia; Portugal; Catar; Reino Unido; República
Centroafricana; República Dominicana; Rumania; Rusia; Ruanda; Samoa; San Cristóbal y Nieves; San
Marino; San Vicente y las Granadinas; Santa Lucía; Santo Tomé y Príncipe; Senegal; Serbia; Seychelles; Sierra Leona; Singapur; Siria; Somalia; Sri Lanka; Suazilandia; Sudáfrica; Sudán; Suecia; Suiza;
Surinam; Tailandia; Tanzania; Tayikistán; Timor Oriental; Togo; Tonga; Trinidad y Tobago; Túnez;
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Revista de la Facultad, Vol. IV N° 1 Nueva Serie II (2013) 111-135
los Estados más desarrollados (Anexo II) (13); y, finalmente, tenemos los compromisos de los países desarrollados y países en proceso de transición a una economía de
mercado (Anexo I) (14).
La Convención sustenta sus objetivos en una serie de principios rectores que se
inspiran en las ideas de protección y preservación ambiental (15), los cuales, a su vez,
marcan el texto del PK. Entre ellos, se destacan los siguientes:
- Responsabilidad común pero diferenciada (16): los países no han contribuido
en la misma proporción a provocar el calentamiento global. En consecuencia,
son los países desarrollados los que deben asumir mayores compromisos para
revertir el deterioro ambiental (17).
- Principio de precaución (18): cuando existe amenaza de daño grave o irreversible no debería utilizarse la ausencia de certeza científica como razón para
posponer medidas paliativas. No sólo porque es más costoso reparar que evitar el daño, sino también porque los daños ambientales son generalmente
irreversibles (19).
Turkmenistán; Turquía; Tuvalu; Ucrania; Uganda; Uruguay; Uzbekistán; Vanuatu; Venezuela; Vietnam; Yemen; Yibuti; Zambia; Zimbabue.
(13) Alemania; Australia; Austria; Bélgica; Canadá; Comunidad Económica Europea; Dinamarca;
España; Estados Unidos de América; Finlandia; Francia; Grecia; Irlanda; Islandia; Italia; Japón; Luxemburgo; Noruega; Nueva Zelanda; Países Bajos; Portugal; Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del
Norte; Suecia y Suiza.
(14) A los países del Anexo II se le agregan los siguientes: Bielorrusia; Bulgaria; Croacia; Eslovaquia;
Eslovenia; Estonia; Federación de Rusia; Hungría; Letonia; Lituania; Liechtenstein; Mónaco; Polonia;
República Checa; Rumania y Ucrania.
(15) Consultar SANDS, P. Principles of International Environmental Law, 2° Ed., Cambridge University
Press, Cambridge, 2003.
(16) En este mismo sentido y de manera simultánea a la CMNUCC, la Declaración de Río sobre
Medio Ambiente y Desarrollo (1992) reza en el Principio 7 que “en vista de que han contribuido en
distinta manera a la degradación del medio ambiente mundial, los Estados tienen responsabilidades
comunes pero diferenciadas”.
(17) Para un estudio más detallado de esta cuestión acudir a HUNTER, D.; SALZMAN, J. y ZAELKE,
D., International Environmental Law and Policy, 2° Ed., Ed. Foundation Press, New York, 2002, p. 402;
SANDS, P., op. cit., pp. 285-289; SCHRIJVER, N. y WEISS, F., International Law and Sustainable Development, Principles and Practice, Martinus Nijhoff Publishers, Oegstgeest, 2004, pp. 73-96; LÁZARO CALVO,
T., Derecho Internacional del Medio Ambiente, Ed. Atelier, Barcelona, 2005, pp. 390 y ss.
(18) Artículo 3.3 de la CMNUCC y Principio 15 de la Declaración de Río sobre Medio Ambiente y
Desarrollo (1992).
(19) Para mayor información ver FREESTONE, D. y HEY, E. The Precautionary Principle and International Law. The Challenge of Implementation, Ed. Kluwer Law International, La Haya, 1996;
SILVERIO, A., “La tutela ambientale in campo internazionale”, Le monografie de Contratto e Impresa,
Serie diretta da Francesco Galgano, Ed. CEDAM, Padova, 1996, pp. 340-342; JIMÉNEZ DE PARGA Y
MASEDA, P. El principio de prevención en el derecho internacional del medio ambiente, Ed. Ecoiuris,
Madrid, 2001; HUNTER, D.; SALZMAN, J. y ZAELKE, D., op. cit., pp. 403-407; SANDS, P., op. cit.,
116
Rodolfo Salassa Boix
- Principio de desarrollo sostenible (20): implica satisfacer las necesidades actuales sin poner en peligro la satisfacción de las necesidades de las generaciones futuras (21).
A modo de valoración, un considerable sector de la doctrina coincidía que se
trataba de un Convenio deslucido y poco comprometido y que su texto no permitía albergar demasiadas esperanzas sobre la reducción del nivel de contaminación
atmosférica (22). Pero a pesar de sus carencias hoy en día reconocemos que la CMNUCC es uno de los pasos más serios en la lucha mundial contra el cambio climático (23).
III. El Protocolo de Kioto
A. Introducción
El PK constituye uno de los pasos más trascendentes en la lucha mundial contra
el cambio climático (24). Este documento se gestó en la tercera sesión de la Conferencia de las Partes del la CMNUCC (CP), desarrolladas en Kioto (Japón) entre el 1 y el
10 de diciembre de 1997. Su texto definitivo fue adoptado el 11 de diciembre de ese
mismo año. Este documento vino a desarrollar los preceptos vertidos en la CMNUCC,
cumpliendo así su misión de constituir un acuerdo internacional autónomo pero vinculado a un tratado preexistente. Con el objeto de lograr la tan anhelada estabilización de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), se reajustó el calendario de
restricción de emisiones colocando cifras concretas y se establecieron mecanismos
para facilitar el cumplimiento de los compromisos.
De igual manera que con la CMNUCC, las negociaciones previas al PK fueron muy
controvertidas y si bien se alcanzó cierto consenso aún restaba mucho trabajo por delante, especialmente en cuanto al desarrollo de reglas subsidiarias, directrices y me-
pp. 266-278; ROJAS QUIÑONES, C. M. Evolución de las características y de los principios del derecho
internacional ambiental y su aplicación en Colombia, 1° Ed., Proyectos Editoriales Curcio Penen,
Universidad Externado de Colombia, 2004, pp. 179-180; GONZÁLEZ VAQUÉ, L., “El principio de
precaución: incertidumbre científica, riesgos hipotéticos y decisión política”, Revista Aranzadi de
Derecho Ambiental, Thomson Aranzadi, Año 2005 -1, N° 7, pp. 97-114; LÁZARO CALVO, T., op. cit.,
pp. 380 y ss.
(20) La definición legal de este principio debe su origen al llamado “Informe Brundtland” (COMISSION BRUNDTLAND, “The World Commission on Environment and Development”, Our Common
Future, New York, 1987).
(21) Vid. SILVERIO, A., op. cit., pp. 338-340; SANDS, P., op. cit., p. 252.
(22) CHUECA SANCHO, A. G., op. cit, p. 32.
(23) CAMERON, P. D. y ZILLMAN, D. Kyoto: From Principles to Practice, Ed. Kluwer Law International, 2001, p. 8.
(24) Muchos sostienen que el PK en realidad se trata de la única respuesta seria a la amenaza que
supone el cambio climático (SARASÍBAR IRIARTE, M., op. cit., pp. 119-120).
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todologías, fundamentales para la buena marcha del Protocolo (25). En tal sentido se
destacan especialmente tres puntos de la negociación: la determinación de los niveles
de reducción de las emisiones de GEI, sobre qué tipo de gases y cuál sería el plazo para
alcanzar los objetivos de reducción; la incorporación de mecanismos que permitan
facilitar los compromisos asumidos; la entrada en vigor del Protocolo.
Sobre la primera cuestión se terminó adoptando una postura ecléctica a las inicialmente planteadas (26) ya que las Partes se comprometieron a reducir las emisiones globales de seis gases catalogados como generadores de efecto invernadero durante el período 2008 y 2012. La meta final era disminuir los niveles de emisión en un
5% respecto a los niveles alcanzados en 1990.
La otra cuestión giraba en torno a la incorporación de mecanismos para facilitar el
cumplimiento de las obligaciones del Protocolo, y en especial el mecanismo denominado mercado de derechos de emisión de CO2 (DDEE), que veremos más adelante. Estas medidas fueron apoyadas por ciertos países (27) de las críticas vertidas tanto desde
el punto de vista ético como teleológico (28). Estas observaciones se fueron diluyendo
con el paso de los años debido a que la experiencia de otros mercados similares, en
especial el europeo, demostró que se estaban alcanzando los resultados económicos
y ambientales esperados. Esta circunstancia reavivó, hasta en los más escépticos, la
expectativa de un mercado internacional de DDEE que sea beneficioso desde el punto
de vista ambiental y ventajoso desde el punto de vista económico.
Finalmente resaltamos el arduo proceso de entraba en vigor por el cual transcurrió
el Protocolo, motivado fundamentalmente por la rigidez de los compromisos y plazos
planteados. En el texto se acordó que era necesaria la aportación de los instrumentos
de ratificación de por menos el 50% de los países firmantes (elemento cuantitativo),
los cuales, además, debían suponer el 55% (elemento cualitativo) de las emisiones
mundiales registradas en 1990 (29). Esta doble exigencia derivó en un complejo proceso de más de cinco años de negociaciones diplomáticas. Se trató, sin lugar a dudas,
de una de las cuestiones más complicadas del Protocolo, ya que el proceso siempre se
terminaba paralizando por la negativa de algún país clave.
(25) JUSTE RUIZ, J. Derecho Internacional del Medio Ambiente, Ed. Mc Graw Hill, Madrid, 1999,
p. 298.
(26) Por un lado, tenemos a la UE que propuso reducir un 15% (según el período base) de las emisiones de tres GEI y los miembros de la APPI que apoyaban la iniciativa europea, aunque proponían
una reducción del 20%. Por el otro lado, encontramos el llamado “grupo paraguas” (EEUU, Canadá,
Japón y Australia), que planteaba estabilizar las emisiones de seis GEI en los niveles de 1990, aunque
sin especificar plazos concretos de cumplimiento.
(27) En especial, el denominado “Grupo Paraguas” (EEUU, Canadá, Australia, Japón, Nueva Zelanda,
Noruega, Islandia, Rusia y Ucrania).
(28) Sobre esta cuestión consultar SAURA ESTAPÁ, J. El cumplimiento del Protocolo de Kioto sobre
el cambio climático, Ed. Publicaciones de la Universitat de Barcelona, Barcelona, 2003; y YAMIN, F. y
DEPLEDGE, J., op. cit., p.139.
(29) Artículo 25.1 del PK.
118
Rodolfo Salassa Boix
Al ser el país causante de más del 36% de las emisiones de GEI, Estados Unidos se
erigía como un eslabón muy importante en el proceso de ratificación. De todas maneras, desde el 2001 hasta la actualidad, uno de los países más contaminantes de la
Tierra se negó sistemáticamente a ratificar el PK, que inicialmente había firmado. En
un gran paso hacia la entrada en vigor del Protocolo, el 30 de mayo de 2002 la Unión
Europea (UE), que representaba el 24,2 % de las emisiones mundiales, ratificó en bloque el PK. Otro gran avance se produjo en junio y en diciembre de ese mismo año con
la ratificación de Japón y Canadá, respectivamente.
Para el año 2003 el documento ya había sido ratificado por más de cincuenta Partes, pero aún no podía entrar en vigor ya que sólo representaban el 44,2% de las emisiones (30). Se había cumplido con el aspecto cuantitativo (más del 55% de las Partes)
pero aún faltaba el requerimiento cualitativo (con un 10,8% de emisión se llegaba a
los 55%). La Federación Rusa, con emisiones que suponían en 1990 más del 17,4%,
se convertía en un país de vital importancia para la entrada en vigor. Consciente de
su poder de negociación vendió a un alto costo su ratificación, especialmente para la
UE que tuvo que aceptar ciertas concesiones y prerrogativas a su favor. Finalmente lo
ratificó a finales de 2004, y el PK comenzó su vigencia el 16 de febrero de 2005.
Hacia finales de 2007 el Protocolo fue ratificado por Australia, Bielorrusia, Croacia
y Liechtenstein. Actualmente, ya cuenta con más de 180 ratificaciones que representan más del 65% de las emisiones de CO2 a la atmósfera (31). De los países con restricción de emisiones sólo resta Estados Unidos que aún no lo ha ratificado (32).
B. Contenido del Protocolo
Uno de los puntos neurálgicos del PK se encuentra en el artículo 3.1. Allí se establece que las Partes incluidas en el Anexo I de la CMNUCC (33) se asegurarán de que
sus emisiones de los GEI enumerados en el Anexo A del Protocolo (34) no excedan las
cantidades atribuidas a cada una de ellas (35). A partir del principio de responsabilidad común pero diferenciada, y de conformidad con el nivel de desarrollo energético
(30) De los países con restricciones sólo restaba Australia, Bielorrusia, Croacia, EEUU, la Federación
Rusa y Lichtenstein.
(31) La República Argentina lo ratificó a través de la Ley 25.438, de 20 de junio de 2001 (Boletín
Oficial, de 19 de julio de 2001).
(32) A estas alturas (el PK expira a finales de 2012) las aspiraciones pasan más bien porque Estados
Unidos se sume al nuevo protocolo que suceda al actual. Las expectativas son optimistas ya que con
el nuevo cambio de gobierno y la presidencia de Barack Obama, en más de una ocasión el país americano se ha mostrado favorable a ratificar un futuro acuerdo. Habrá que ver cómo se desarrolla la
Conferencia de Doha (Qatar) de 2012.
(33) Vid. nota 15.
(34) Dióxido de carbono (CO2); Metano (CH4); Óxido Nitroso (N2O); Hidrofluorocarbono (HFCs);
Perfluorocarbono (PFCs) y el Hexafluoro sulfúrico (SF6).
(35) La cantidad asignada a cada Estado se encuentra en el Anexo B del PK.
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de cada país, el Protocolo fija en su Anexo B los distintos límites de reducción de emisiones a los que se someten los Estados desarrollados (36).
Los porcentajes de contaminación atribuidos a las Partes se distribuyeron teniendo en cuenta el período base (1990) y son los siguientes: Alemania -8%; Australia +8%;
Austria -8%; Bélgica -8%; Bulgaria -8%; Canadá -6%; Comunidad Europea (37) -8%;
Croacia -5%; Dinamarca -8%; Eslovaquia -8%; Eslovenia -8%; España -8%; Estados
Unidos de América -7%; Estonia -8%; Federación de Rusia 0%; Finlandia -8%; Francia
-8%; Grecia -8%; Hungría -6%; Irlanda -8%; Islandia -10%; Italia -8%; Japón -6; Letonia -8%; Liechtenstein -8%; Lituania -8%; Luxemburgo -8%; Mónaco -8%; Noruega +1;
Nueva Zelanda 0%; Países Bajos -8%; Polonia -6%; Portugal -8%; Reino Unido de Gran
Bretaña e Irlanda del Norte -8%; República Checa - 8%; Rumania -8%; Suecia -8%;
Suiza -8% y Ucrania 0% (38).
No fueron pocos los autores que afirmaron que se trataba de un documento demasiado extenso, complejo y muchas veces ambiguo, características inapropiadas para
la función que pretende desempeñar (39). También se sostuvo que la mayoría de las
medidas de aplicación y cumplimiento no alcanzaron el grado de contundencia que
algunas propuestas habían contemplado (40). Incluso se llegó a decir que las acciones
del Protocolo se reducían a meros postulados teóricos, un tanto simbólicos, y que no
parecían ser las adecuadas para conseguir los objetivos perseguidos (41).
C. Mecanismos de flexibilidad
Consciente de que el cumplimiento de los compromisos asumidos podría tornarse
demasiado costoso, poniendo incluso en riesgo el desarrollo económico de algunos
(36) El objetivo del PK no es genérico, ni moral, ni siquiera programático; tiene un enunciado
definido y cuantificado (ESTEVE PARDO, J., Derecho del medio ambiente, Ed. Marcial Pons, Madrid,
2005, p. 252).
(37) A todos los países miembros de la UE el Protocolo les adjudicó, como un bloque de países, el
mismo porcentaje (-8%). Posteriormente, los DDEE a cada uno de estos países se distribuyeron en
una división interna.
(38) El Anexo B del PK atribuye los porcentajes de emisión a los Estados desarrollados, no obstante
hemos preferido utilizar la técnica inversa, es decir reflejando los porcentajes de reducción de gases,
ya que a efectos didácticos otorga una visión comparativa mucho más clara. Verbigracia, si Japón
tiene permitido realizar emisiones de gases de efecto invernadero hasta un 94% respecto a los niveles
del período base (Anexo B), es lo mismo decir que Japón debe reducir en un 6% su contaminación
atmosférica (-6%).
(39) Vid. CHUECA SANCHO, Á. G., op. cit., p. 44.
(40) JUSTE RUIZ, J. y CASTILLO DAUDÍ, M., “La protección de la atmósfera y el Derecho Internacional”, Gestión Ambiental, N° 2, Madrid, 1999, p. 25.
(41) SARASÍBAR IRIARTE, M., op. cit., pp. 118-119. Ver también MERCHÁN RUBIO, J., “Las negociaciones internacionales sobre el cambio climático”, Revista Asturiana de Economía, N° 21, 2001,
pp. 101-128; DAVIES, P. G. G. European Union Environmental Law, Ed. Ashgate, England, 2004,
pp. 269-305.
120
Rodolfo Salassa Boix
países, el Protocolo incorporó unos instrumentos denominados “mecanismos de flexibilidad” (MMFF). Su función es la de facilitar el cumplimiento de las obligaciones
ambientales mediante una redistribución de las cuotas de emisión asignadas a cada
Parte.
Antes de continuar con este punto es necesario explicar cómo funciona a grandes
rasgos el reparto de DDEE entre las Partes y sus empresas, ya que los instrumentos de
flexibilidad funcionan a partir de dicha distribución. El Protocolo utiliza un sistema
de reparto de tipo cap-and-trade (límite y emisión), el cual se estructura en función
de los siguientes pasos:
1- Como primera medida se fija el límite total de emisiones tolerables para un
período de tiempo determinado (cap). Este límite nunca puede ser superado.
2- A partir de este límite se determina el número de títulos que representan esa
cantidad de contaminación. Cada título equivale a la posibilidad de liberar a la
atmósfera una unidad del gas que se pretende reducir. En este caso, los títulos
son los DDEE.
3- Seguidamente se distribuyen estos títulos entre los países desarrollados, y luego éstos los asignan a las instalaciones contaminantes de su territorio.
4- Las instalaciones deben respetar la cantidad de emisiones asignadas bajo
pena de severas sanciones. Para ello, el primer trimestre de cada año tienen
que entregar una cantidad de derechos equivalente a las emisiones realizadas
en el año anterior.
En caso de que la instalación tenga más derechos que emisiones o bien podrá utilizar dicho excedente para el año siguiente; o bien podrá venderlo en el mercado de
DDEE. Y cuando se liberen más gases de los permitidos o se adquieren los derechos
necesarios en el mercado de DDEE; o se afrontan las elevadas sanciones que se establecen para los incumplidores. Hoy en día son unos 100€ por tonelada emitida, y
teniendo en cuenta que el derecho sale cerca de 15€, económicamente no compensa
incumplir.
La aplicación práctica de estos instrumentos se basa en el siguiente razonamiento:
está científicamente comprobado que los efectos del cambio climático se producen
globalmente, más allá del lugar específico donde se liberen los gases contaminantes.
Por lo tanto, ecológicamente es irrelevante el lugar donde se reducen la liberación
de dichos gases, pero económicamente es más rentable disminuir las emisiones allí
donde salga menos oneroso.
En general, el esfuerzo que tendrían que realizar los países desarrollados para modificar sus industrias es mucho mayor al que supone la implantación de tecnologías
limpias en países en desarrollo o de baja eficiencia energética (42).
(42) Consultar YAMIN, F. y DEPLEDGE, J., op. cit., p. 136.
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Revista de la Facultad, Vol. IV N° 1 Nueva Serie II (2013) 111-135
Partiendo de este análisis el PK establece tres instrumentos de flexibilidad (43):
a) el mecanismo de acción o implementación conjunta (AC);
b) el mecanismo de desarrollo limpio (MDL); y
c) el comercio de DDEE.
Si bien cada uno de ellos tiene su propia estructura existe una serie de elementos
comunes a todos (44), a saber:
- Fundamento económico y ambiental: el propósito de todos los MMFF es alcanzar el mayor cumplimiento de los compromisos ambientales propuestos al
menor costo posible.
- Carácter geográfico: esos instrumentos implican una actividad reductora de
gases contaminantes que se desarrolla en el territorio de un Estado computando el resultado para el país inversor.
- Accesoriedad: la utilización de estos mecanismos debe ser subsidiaria y complementaria a la reducción fijada para cada Estado del Anexo B del Protocolo,
evitando que se conviertan en la única y primera medida para conseguir dichos objetivos.
- Unidad de medida para conocer las reducciones obtenidas tras la utilización
de estos mecanismos: tanto la CMNUCC y el PK hablan del “dióxido de carbono equivalente” como la medida común que sirve para todos los GEI.
a) Mecanismo de Aplicación o Cumplimiento Conjunto (45)
Sus primeros antecedentes internacionales nos sitúan en el Protocolo de Montreal
sobre las sustancias que agotan la capa de ozono (1987). Éste permitía a las Partes
transferir entre ellas una proporción del nivel calculado de su producción, siempre
que el total de gases emitidos en conjunto no superare los límites de producción establecidos para todo el grupo (46).
De todas maneras, fue en la CP-1 cuando se consideró seriamente la posibilidad
de realizar acuerdos entre las Partes para iniciar actividades de AC. Desde entonces, la
(43) Algunos autores agregan a los tres mencionados el mecanismo de Cumplimiento Conjunto cuya
regulación la encuentran en el artículo 4 del PK (CHUECA SANCHO, A. G., op. cit., p. 124 y ARBOUR, J.
M. y LAVALLÉE, S. Droit international de l’environnement, Ed. Éditions Yvon Blais, Québec, 2006, p. 261).
(44) Consultar SAURA ESTAPÁ, J., “El mecanismo para un desarrollo limpio y el cumplimiento
‘flexible’ de los compromisos del PK”, Revista Española de Derecho Internacional 1999, pp. 8-10; y para
mayor profundidad WERKSMAN, J., “Compliance and the Kioto Protocol: building a backbone into a
‘flexible’ regime”, Yearbook of International Environmental Law, N° 9, 1998, pp. 48-101.
(45) En inglés: Join implementation (JI)
(46) Artículo 2.5 del Protocolo de Montreal.
122
Rodolfo Salassa Boix
idea de cooperación y ayuda entre países estuvo patente en todos los debates y acuerdos internacionales relacionados con el cambio climático.
El mecanismo de AC supone que dos o más partes actúen mancomunadamente
en el cumplimiento de una obligación (47). En sus artículos 4 y 6 el PK distingue claramente dos modalidades diferentes de cumplimiento conjunto. En el primer caso
se considera que las Partes del anexo I que acuerden un cumplimiento mancomunado, han satisfecho sus obligaciones cuando la suma total de sus emisiones no
exceda las cantidades atribuidas al conjunto. Cuando las Partes del grupo no logren
el nivel total de reducción de emisiones, cada uno de los participantes responderá
por sus propias emisiones. La otra modalidad del PK implica que “…toda Parte incluida en el anexo I podrá transferir a cualquiera otra de esas Partes, o adquirir de
ella, las unidades de reducción de emisiones resultantes de proyectos encaminados
a reducir las emisiones antropógenas por las fuentes o incrementar la absorción antropógena por los sumideros de los gases de efecto invernadero en cualquier sector de
la economía…” (48).
Es la posibilidad de que un país incluido en el Anexo I adquiera unidades de emisiones reducidas (URE) de otro país del anexo. Aquél deberá llevar a cabo en el territorio del segundo un proyecto de energía limpia que reduzca las emisiones de GEI o
incremente la absorción de los sumideros (49). De esta manera ambas Partes se benefician. El país inversor incrementará su tenencia de DDEE (equivalente a la cantidad
de URE conseguidas) a un precio menor del que le habría costado si optaba por una
inversión doméstica, y el país receptor del proyecto recibe la inversión y la tecnología.
El protocolo establece una serie de requisitos imprescindibles para que pueda
configurarse este mecanismo (50):
- la aprobación de las Partes participantes [art. 6.1.a)] (51);
-
que se consiga una reducción de las emisiones por las fuentes (o un incremento
de la absorción por los sumideros) adicional a cualquier otra reducción (u otro
incremento) que se produciría de no realizarse el proyecto [art. 6.1.b)] (52);
(47) KUIK, O.; PETERS, P. y SCHRIJVER, N. (Eds.) Join Implementation to Curb Climate Change:
Legal and Economic Aspects, Dordrecht, 1994, pp. 162 y ss. en CHUECA SANCHO, A. G., op. cit., p. 128.
(48) Artículo 6 del PK.
(49) Por cuestiones de rentabilidad, en general se trata de un país desarrollado (Alemania, España,
Francia, Japón, etc.) que invierte en países que, si bien también son del Anexo I, tienen economías en
transición (Bulgaria, Croacia, Polonia, Rumania, etc.).
(50) Fueron desarrollados con mayor profundidad en la CP-7, celebrada en Marrakech (Marruecos),
2001.
(51) Lo cual se entiende como el “elemento volitivo”, ya que el consentimiento de las Partes es fundamental.
(52) Como bien señala Sarasíbar Iriarte, la demostración de este último requisito puede resultar
extremadamente compleja, pero es esencial ya que de otra forma no se sabría la utilidad real de los
proyectos e inversiones realizadas.
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- que la Parte interesada cumpla con las obligaciones estipuladas en el artículo
5 y 7 del Protocolo [art. 6.1.c)] (53);
- que la adquisición de unidades de reducción sea suplementaria a las medidas
nacionales a que se refiere el artículo 3 del Protocolo [art. 6.1.d)].
b) Mecanismo de desarrollo limpio (54)
La incorporación de este instrumento se debe a una propuesta de los delegados
brasileños en la misma Conferencia de Kioto (55). De todas maneras, el texto protocolar tomó muy poco de aquella iniciativa al adoptar un mecanismo que carecía del
pretendido carácter represivo. El texto del Protocolo lo define como aquel mecanismo
destinado a “ayudar a las Partes no incluidas en el anexo I a lograr un desarrollo sostenible y contribuir al objetivo último de la Convención, así como ayudar a las Partes
incluidas en el anexo I a dar cumplimiento a sus compromisos cuantificados de limitación y reducción de las emisiones contraídos en virtud del artículo 3” (56).
Si bien es cierto que el MDL y el de AC son bastante parecidos, a partir de sus
definiciones se pueden extraer algunas diferencias elementales. Mientras que en la
AC participan exclusivamente países del Anexo I, es decir con límites de emisiones,
en el MDL un país desarrollado invierte en un país en vías de desarrollo. El recorte de la contaminación derivado de esa inversión se documenta en certificados de
emisiones reducidas (CER) que obtiene el país inversor luego de un meticuloso procedimiento. La cantidad de emisiones reducidas o absorbidas por sumideros que
representan esos certificados equivalen a la misma cantidad de DDEE que podrán
ser utilizadas para el cumplimiento de los compromisos u ofrecidas en el mercado de
tales derechos (57).
Los requisitos que determina el Protocolo para este mecanismo son los siguientes:
-
que exista una participación voluntaria de las Partes involucradas [Art. 12.5.a)];
- que existan beneficios reales, mensurables y a largo plazo en relación con la
mitigación del cambio climático [Art. 12.5.b)];
(53) Implantación de un sistema nacional para la estimación de las emisiones de las fuentes y de la
absorción de los sumideros de GEI; y creación de inventarios anuales sobre las emisiones de las fuentes
y la absorción de los sumideros.
(54) En inglés: Clean Development Mechanisms (CDM).
(55) Se planteó el establecimiento de un fondo financiero conformado por las sumas de dinero
(multas) pagadas por aquellas partes del Anexo I que no cumpliesen sus compromisos. Los recursos
recolectados debían ser invertidos en los proyectos para mitigar los efectos del cambio climático (Vid.
BREIDENICH, C. L.; MAGRAW, D.; ROWLEY, A. y RUBIN, J. W. The Kioto Protocol to the United Nations
Framework Convention on Climate Change, Ajil, 1998, p. 235).
(56) Artículo 12.2 del PK.
(57) Artículo 3.12 del PK.
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Rodolfo Salassa Boix
- que las reducciones de las emisiones sean adicionales a las que se producirían
en ausencia de la actividad de proyecto certificada [Art. 12.5.c)];
- que los países en vías de desarrollo y los más vulnerables a los efectos del cambio climático reciban una parte de los fondos de tales actividades [Art. 12.8)].
c) El mercado de los derechos de emisión (58)
El ascenso inicial de este mercado comenzó en EEUU con el programa experimental de comercio de emisiones implementado en la década del ‘70 (59). Con el paso de
los años esta práctica se fue haciendo cada vez más asidua entre los países desarrollados (EEUU, Japón, Australia, etc.), e incluso llegó a adoptarse a nivel regional (UE).
El mercado de DDEE establecido por el PK comenzó a operar en 2008 y permite
a un país transferir parte de su cuota de emisión a otro que las necesite para cumplir
con sus compromisos o, en la situación inversa, adquirir de otro país la cantidad de
derechos que le exija el cumplimiento de sus obligaciones (60). En otras palabras, se
trata de una compra y venta de DDEE de GEI (61). El sistema permite cierta flexibilidad y adaptación a las características de las Partes involucradas. Aquellas que se extralimiten en sus emisiones adquirirán los permisos excedentes de otras a cambio de
un precio, con lo cual se premia a quienes efectúen menos emisiones ya que cobran
un precio por ello, y se castiga a las que emitan más de lo permitido ya que están obligadas a pagar por sobrepasar los límites autorizados (62).
El texto protocolar, con una redacción muy escueta, habla de este mecanismo en
sus artículos 6 y 17. Este último reza que “la Conferencia de las Partes determinará
los principios, modalidades, normas y directrices pertinentes, en particular para la
verificación, la presentación de informes y la rendición de cuentas en relación con el
comercio de los derechos de emisión…”. A los requerimientos específicos que fija este
artículo se le añaden también los del artículo 6, que ya fueron enumerados al tratar el
mecanismo de AC.
Estos tres preceptos que emanan del artículo 17 (la futura determinación, los participantes y el carácter accesorio) representan los únicos aspectos sobre los cuales se
(58) En inglés: Emissions Rights trading (ERT).
(59) De hecho, en el Derecho interno estadounidense se pueden encontrar conceptos tales como
Permisos Negociables de Emisión y Créditos de Emisión. Desde su ordenamiento interno esos conceptos
han pasado al Derecho internacional público, concretamente al Protocolo de Montreal (Artículo 2°).
(60) Fue considerado el elemento más novedoso e importante del PK (CHUECA SANCHO, Á. G.,
op. cit., p. 137).
(61) Por su parte, la Comisión Europea ha señalado que el MDE “…es un mecanismo que permite
asignar a las empresas cuotas para sus emisiones de gases de efecto invernadero que, posteriormente,
pueden intercambiar con otras empresas” (Libro Verde sobre el comercio de los derechos de emisión
de gases de efecto invernadero en la Unión Europea, COM (2000) 87, 8/3/2000, p. 8).
(62) SARASÍBAR IRIARTE, M., op. cit., p. 103.
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logró unanimidad en las negociaciones de Kioto (63). Hubo que esperar a posteriores
conferencias para obtener mayores avances sobre el resto de las cuestiones a regular (64).
D. Período posterior al Protocolo de Kioto
El período post-protocolar está marcado fundamentalmente por las Conferencias
de las Partes de la CMNUCC (CP) y las Conferencias de las Partes del PK (CPPK) (65).
Concretamente, teniendo en cuenta que la última CP, la tercera, data de 1997, las Conferencias subsiguientes fueron las que a continuación se detallan:
- CP-4/Buenos Aires (Argentina), del 2 al 13 de noviembre de 1998;
- CP-5/Bonn (Alemania), del 22 de octubre al 5 de noviembre de 1999;
- CP-6/La Haya (Holanda), entre el 13 y el 24 de noviembre de 2000;
- CP-7/Marrakech (Marruecos), entre al 29 de octubre y el 10 de noviembre de
2001;
- CP-8/Nueva Delhi (India), del 23 de octubre al 1 de noviembre de 2002;
- CP-9/Milán (Italia), entre el 1 y el 12 de diciembre de 2003;
- CP-10/Buenos Aires (Argentina), entre el 6 y el 18 de diciembre de 2004;
- CP-11/CPPK-1/Montreal (Canadá), del 28 de noviembre al 9 de diciembre de
2005;
- CP-12/CPPK-2/Nairobi (Kenia), del 6 al 17 de noviembre de 2006;
- CP-13/CPPK-3/Bali (Indonesia), del 3 al 14 de diciembre de 2007;
- CP-14/CPPK-4/Poznan (Polonia), del 1 al 12 de diciembre de 2008;
- CP-15/CPPK-5/Copenhague (Dinamarca), del 7 al 18 de diciembre de 2009;
- CP-16/CPPK-6/Cancún (México), del 29 de noviembre al 10 de diciembre de
2010.
- CP-17/CPPK-7/Durban (Sudáfrica), del 28 de noviembre al 9 de diciembre de 2011.
- CP-18/CPPK-8/Doha (Catar), de 26 de noviembre al 7 de diciembre de 2012.
(63) YAMIN, F. y DEPLEDGE, J., op. cit., p. 156.
(64) Principalmente las Decisiones 18/CP-7 y 19/CP-7.
(65) Las Conferencias de la Convención Marco fueron fundamentales hasta el año 2004 (inclusive),
ya que hasta ese momento no estaba vigente el PK, con lo cual, sus Partes no se reunían. Atento que
el Protocolo entró en vigor en 2005, sus Partes comenzaron a celebrar las Conferencias de las Partes
del Protocolo de Kioto.
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Rodolfo Salassa Boix
La Conferencia realizada en Doha se erigía como un eslabón fundamental para los
intereses del PK y, en última instancia, de toda la Comunidad Internacional. El 31 de
diciembre de 2012 expiraba el Protocolo y si no se lograba un acuerdo quedábamos
desprovistos de todo instrumento internacional jurídicamente vinculante en la lucha
contra el cambio climático. Por todo ello, se trataba de un evento trascendental.
La valoración del resultado de esta última Conferencia fue tan dispar que mientras
la Secretaria General de la CMNUCC lo calificó como “histórico”, las organizaciones
no gubernamentales lo tildaron como “fracaso”. Si tomamos el calificativo “histórico”
como sinónimo de “exitoso”, creo que ninguno de los extremos refleja el verdadero resultado que arrojó el evento, ya que se pueden rescatar aspectos positivos y negativos.
Pero si consideramos el término “histórico” en su sentido más literal creo que estamos
más cerca de encontrar una valoración real y objetiva de la pasada Conferencia.
Fue sin dudas un hecho histórico lograr una continuidad, aunque sea mermada, del
PK. Tal y como venían transcurriendo las últimas negociaciones sumado a la profunda crisis económica que vienen arrastrando los países más desarrollados, todo parecía
indicar que el año 2012 sería la fecha de defunción del Protocolo. De esta manera, fue
sumamente positivo que gran parte de los países adheridos al PK decidieran prolongar
su vigencia por un segundo período que comenzó en 2013 y concluirá en 2020. Es decir
que, a pesar de no haberse logrado los resultados esperados, se han conseguido ocho
años más de vigencia, que no es poco. El punto negativo, que opaca en cierta forma los
avances conseguidos, radica en el hecho que los Estados que rechazaron la segunda
etapa del Protocolo representan un alto porcentaje de la contaminación global.
Entre los Estados más desarrollados y, por ende, con mayores restricciones ambientales, sólo han acordado la continuidad del documento Australia, Noruega, Suiza
y la Unión Europea, que representan un 15 % de las emisiones globales de sustancias
contaminantes. Evidentemente, ésta no es una buena noticia. Así las cosas, se dejó en
solitario a un puñado de países, con la Unión Europea a la cabeza, que se comprometieron en extender el Protocolo hasta 2020 y reducir la emisión de dióxido de carbono,
aunque aún no se confirmaron los volúmenes específicos de tales recortes.
Países como Canadá, Japón, Nueva Zelanda y Rusia han decidido no renovar sus
compromisos ambientales que supieron afrontar hasta 2012 y cuya ratificación, en especial la de este último, tanto había costado. A estos países se suma la ausencia de Estados Unidos, que si bien había suscrito inicialmente el Protocolo en realidad nunca llegó
a ratificarlo, y la reticencia de países emergentes como Brasil, China o India de someterse a ciertas restricciones ambientales. Las emisiones contaminantes de los Estados que
han quedado fuera del Protocolo son tan representativas a nivel global que ha llevado a
muchos sectores a calificar la continuidad de aquél como un verdadero fracaso.
En lo personal creo que las posibilidades de continuar el Protocolo de Kioto con
la anuencia y participación del mayor número de países contaminantes posibles aún
siguen latentes, ya que existe un compromiso generalizado por parte de todos los países
para continuar las reuniones a finales de 2013. No será un camino fácil, pero el sólo hecho de vislumbrar una voluntad negociadora y de diálogo nos deja ciertas esperanzas.
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Por otra parte, otro aspecto destacable de la Conferencia de Doha estriba en la
aplicación de un mecanismo para atender las cuestiones relacionadas con las pérdidas ecológicas y los daños producidos por el cambio climático. Este mecanismo
opera mediante un acuerdo de compensación en el que los principales países emisores aceptaron cooperar económicamente para resarcir los daños ocasionados. Si
bien aún quedan pendientes muchos detalles financieros sobre este mecanismo, se
propuso que los países desarrollados provean durante el período 2013-2015 al menos
los mismos niveles de recursos económicos que entre 2010 y 2012.
Más allá de la voluntad de continuar las negociaciones en 2013 para incorporar
Estados en esta segunda etapa del Protocolo, también se acordó un período de dos
años de negociaciones para la confección de un nuevo acuerdo climático internacional que suplante definitivamente dicho documento y comience a regir a partir del año
2020. Todas estas cuestiones, sumadas a las temáticas pendientes por definir sobre la
segunda fase del Protocolo (fuentes de financiamiento, equilibrio entre la provisión
de recursos públicos, movilización de recursos privados, responsabilidades diferenciadas, equidad en la asignación de recursos, transparencia sobre el uso de los recursos de este origen, entre otras), serán tratadas en la próxima Conferencia de las Partes
a celebrarse en Varsovia (Polonia) del 11 al 22 de noviembre de 2013.
IV. El Protocolo de Kioto y la República Argentina
Atento que Argentina es un Estado en vías de desarrollo, del PK se derivan dos
cuestiones de fundamental importancia para nuestro país: el MDL y los fondos de
carbono. A continuación veremos sucintamente la normativa nacional que las regula.
A. La Argentina y el MDL
Uno de los primeros pasos normativos de la Argentina respecto a este mecanismo
lo encontramos con el Decreto Nacional 822 de 16 de julio de 1998 (66). A través de
esta norma se creó la Oficina Argentina de Implementación Conjunta (OAIC), que
inicialmente entraba en la órbita de actuación de la Secretaría de Recursos Naturales y Desarrollo Sustentable de la Presidencia de la Nación (67). Su función consistía
en llevar a cabo todas las acciones que requieran los mecanismos dispuestos en el
PK (68). La OAIC estaba conformada por un Comité Ejecutivo, un Comité Asesor y una
Secretaría Permanente. A través de la Resolución 849 de 7 de septiembre de 1999 (69),
se aprobó el Reglamento del Comité Ejecutivo de la OAIC; los lineamientos básicos
(66) Boletín Oficial, de 23 de julio de 1998.
(67) La Secretaría de Recursos Naturales y Desarrollo Sustentable de la Presidencia de la Nación había
sido designada como autoridad de aplicación de la Ley 24.295 (CMNUCC). Pero mediante el Decreto
Nacional 2213/02, de 4 de noviembre de 2002, se modificó la autoridad de aplicación de la Convención
y se designó a la Secretaría de Ambiente y Desarrollo Sustentable del Ministerio de Desarrollo Social.
(68) Inexplicablemente no sólo su denominación sino la mayoría de las acciones que menciona la normativa se referían al mecanismo de AC cuando es sabido que la Argentina sólo puede participar en el MDL.
(69) Boletín Oficial, de 5 de octubre de 1999.
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Rodolfo Salassa Boix
para la presentación de proyectos ante la OAIC y los requisitos necesarios para el ingreso al Comité Asesor de la OAIC (70).
Antes de continuar es menester señalar que llamaba la atención que en el nombre
del órgano competente (OAIC) se haga referencia al mecanismo de aplicación conjunta
cuando en este mecanismo, como hemos visto, sólo pueden participar los países desarrollados. Para solucionar esta cuestión se dictó la Resolución 240 de 24 de febrero de
2005 (71), por la que resuelve cambiar la denominación de la OAIC por la de Oficina
Argentina del Mecanismo para un Desarrollo Limpio (OAMDL), ahora bajo el ámbito
de Secretaría de Ambiente y Desarrollo Sustentable del Ministerio de Desarrollo Social.
Una de las normas más importantes respecto al MDL fue la Resolución 825 de 1 de
noviembre de 2004. A través de ella se destaca la aprobación de las normas de procedimiento para la evaluación nacional de proyectos presentados ante la OAMDL. Las
funciones más importantes de esta oficina son las siguientes: a) establecer metodologías y procedimientos para la identificación, formulación y evaluación de proyectos
MDL; b) asesorar en la aprobación de proyectos MDL; c) identificar las fuentes de
financiamiento para los proyectos MDL y establecer los nexos con dichas fuentes.
Los proyectos MDL deben presentarse ante la Secretaría Permanente de la OAMDL
acompañando una nota de solicitud de evaluación (72). Esta presentación tendrá carácter de declaración jurada, y en aquellos casos que no se respeten los lineamientos
establecidos se considerará que las presentaciones son incompletas y serán devueltas
al interesado. Las notificaciones de la Secretaría Permanente se efectuarán o bien en
el domicilio constituido en la nota de solicitud, o bien en la sede de la OAMDL, a través de la vista de las actuaciones por parte del interesado. Dentro de un plazo máximo
de 20 días hábiles, contados a partir de la recepción completa del proyecto, la Secretaría Permanente habrá de realizar su pre-evaluación (73).
(70) Anexo I, II y III, respectivamente, de la Resolución 849/99.
(71) Boletín Oficial, de 2 de marzo de 2005.
(72) La documentación a presentar es la siguiente: a) nota de solicitud de los proponentes del
proyecto dirigida a la OAMDL; b) documentación sobre el proyecto (Original del DDP en español y
en siete copias, una copia en inglés y soporte magnético del proyecto; c) nota de fundamentación de
contribución del proyecto al desarrollo sostenible; d) documentación que demuestre el cumplimiento
de la actividad de proyecto con la legislación nacional, provincial y municipal vigente en la materia.
(73) En dicha pre-evaluación el organismo deberá:
- determinar si el proyecto se ajusta a los requisitos del MDL;
- verificar la consistencia del proyecto con las prioridades nacionales de protección del ambiente
y del desarrollo sostenible, conforme a las leyes nacionales, provinciales y municipales y los
tratados internacionales que resulten aplicables en la materia;
- enviar el proyecto al Comité Ejecutivo para que tome conocimiento de aquél;
- enviar el documento del diseño del proyecto (DDP) a la Autoridad Provincial en donde esté radicado el proyecto, a fin de realizar una consulta directa sobre él. El plazo máximo para contestar
será de 10 días hábiles, a partir de la recepción del proyecto;
- publicar el proyecto en la página Web de la Secretaría de Ambiente y Desarrollo Sustentable,
durante 10 días hábiles, para su consideración por las partes interesadas;
- elaborar un informe con su opinión fundada sobre el proyecto;
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Una vez giradas las actuaciones por la Secretaría Permanente al Comité Ejecutivo, éste deberá designar, dentro de un plazo no mayor a 5 días hábiles, la Institución
Evaluadora a cuyo cargo estará la evaluación técnica del proyecto (74). La Institución
Evaluadora se expedirá en un plazo no mayor a 10 días hábiles desde de la recepción
de la copia del proyecto. A su vez, dentro de ese mismo plazo, deberán realizarse todos
los pedidos de aclaración y/o ampliación de información que se estimen pertinentes.
En líneas generales, la Institución Evaluadora analizará: a) la adicionalidad del proyecto; b) la línea de base del proyecto; c) la reducción neta de emisiones que generará
el proyecto con respecto a la línea de base; d) el período de crédito seleccionado; e) la
rentabilidad económica y financiera del proyecto; f ) las fuentes de financiamiento;
g) la factibilidad técnica del proyecto; h) la metodología propuesta en el plan de monitoreo, incluyendo su frecuencia y equipamiento a utilizar.
En un plazo no mayor a 20 días hábiles desde que el proyecto sea recibido, el Comité Ejecutivo deberá evaluarlo para confirmar si contribuye o no al desarrollo sostenible. Acto seguido elaborará un dictamen con la propuesta de aprobación o rechazo
del proyecto que será puesta a consideración del Secretario del Ambiente y Desarrollo
Sustentable. En este último paso se abren tres posibilidades: que se rechace el proyecto, que se solicite la ampliación de la información del proyecto o que se lo acepte. La
aprobación definitiva se materializará mediante una Carta de Aprobación de la Autoridad Nacional dirigida al proponente del proyecto.
B. La Argentina y los fondos de carbono
Una de las formas de negociación de los DDEE, CER y URE es mediante la adquisición de participaciones en fondos que invierten en carbono, de ahí su denominación
de fondos de carbono. Se trata de instrumentos financieros destinados a facilitar y
promover la compra de emisiones de proyectos que contribuyen a disminuir la liberación de gases contaminantes. Dependiendo de las aportaciones realizadas, estos
fondos pueden ser públicos, privados o mixtos (75). Entre los fondos públicos más
importantes tenemos los fondos de carbono de los diferentes Estados y los del Bando
Mundial (76), que poseen un riesgo moderado y a largo plazo.
- girar las actuaciones al Comité Ejecutivo, incluyendo los comentarios de la Autoridad Provincial
y/o Municipal y de las partes interesadas, para su consideración.
(74) Mediante la Resolución 435 de 19 de junio de 2002, se aprobó la instrumentación y reglamentación del Registro de Instituciones Evaluadoras. Sólo podrán inscribirse instituciones argentinas
públicas u organizaciones argentinas sin fines de lucro que acrediten antecedentes y experiencia en
evaluación de proyectos y capacidad para evaluar líneas de base y estimar volúmenes de reducción
de las emisiones de GEI. Con cada institución inscripta el Registro suscribirá un Convenio de Cooperación en el cual deberán detallarse las pautas a las que habrá de ajustarse la evaluación, los plazos y
los costos de las mismas.
(75) A título de ejemplo, el Fondo de Carbono para la Empresa Española (FC2E), promovido por el
Instituto de Crédito Oficial y Santander Investment, es el primer Fondo de Carbono de capital mixto
gestionado en España.
(76) Ellos son los siguientes: Prototype Carbon Fund; Bio Carbon Fund; Community Development
Carbon Fund; Italian Carbon Fund; Netherlands CDM Facility; Netherlands European Carbon Facility;
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Rodolfo Salassa Boix
Por su parte, en 2005 la Argentina creó el Fondo Argentino del Carbono (FAC) (77)
mediante el Decreto Nacional 1070 de 1 de septiembre de 2005 (78). Aprovechando las
oportunidades derivadas del PK, su gran objetivo es facilitar la ejecución y desarrollo
de nuevos proyectos MDL en el territorio nacional. En ese sentido, se promueven las
inversiones, la incorporación de nuevas tecnologías y la consecución del desarrollo
sostenible (79).
V. Conclusiones
La República Argentina ratificó la CMNUCC y el PK mediante las Leyes 24.295
(1993) y 25.438 (2001), respectivamente. Pero hemos visto que los efectos de esta normativa repercuten de distinta manera según el grado de desarrollo de los Estados Parte. Tal es así que, de conformidad con el principio de responsabilidad común pero
diferenciada, el PK clasifica a los países en tres grupos bien diferenciados a la hora de
asignar los compromisos ambientales: a) países no enumerados en sus anexos (entre los cuales se encuentra Argentina); b) países del Anexo I (80); c) países del Anexo II (81).
Danish Carbon Fund; Spanish Carbon Fund; Umbrella Carbon Facility T1; Carbon Fund for Europe;
Umbrella Carbon Facility T2; Forest Carbon Partnership Facility; Carbon Partnership Facility.
(77) Concretamente, el FAC tiene como objetivos:
- contribuir a reducir las emisiones de GEI y al logro del desarrollo sostenible de la Argentina;
- promover el aprovechamiento de las oportunidades derivadas de la entrada en vigor del PK;
- facilitar e incentivar el desarrollo de proyectos del MDL u otro instrumento derivado de la CMNUCC, prioritarios para la SAyDS, y en particular los de pequeña escala;
- promover y facilitar las inversiones y la incorporación de nuevas tecnologías;
- maximizar la participación en el mercado internacional de carbono;
- contribuir a la creación de un volumen de oferta de CER que facilite las transacciones y aumento
la competitividad de los proyectos de la República Argentina;
- identificar las fuentes de financiamiento para los proyectos MDL y establecer los nexos con dichas
fuentes;
- asesorar en la comercialización de reducciones de emisiones.
Las funciones del FAC para alcanzar los objetivos planteados son:
- orientar y asistir técnicamente a los proyectos, en relación a todo aspecto vinculado a su ejecución;
- identificar las necesidades de asistencia técnica y capacitación de los distintos proyectos;
- coordinar la realización de estudios a nivel nacional para la identificación de potenciales de
mitigación de GEI y su posible incorporación dentro del MDL;
- asistir técnicamente a los tomadores de decisión, tanto públicos como privados, en lo referente
a estrategias y proyectos de mitigación;
- orientar y asistir técnicamente a las entidades coordinadoras de Programas de Actividades, en
lo referido a la incorporación de dichos programas en el marco del MDL;
- identificar un portafolios de proyectos MDL elegibles para el financiamiento del ciclo de carbono;
- planificar y ejecutar las funciones de administración necesarias para el cumplimiento de los
objetivos encomendados.
(78) Boletín Oficial, de 5 de septiembre de 2005.
(79) Consultar los considerandos del Decreto Nacional 1070/2005.
(80) Vid. nota 15.
(81) Vid. nota 14.
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Esta circunstancia hace que Argentina, como país en vías de desarrollo, no tenga
excesivas restricciones ambientales, entre ellas la limitación de emisiones de GEI,
que es la más rigurosa. Pero esto no excluye a nuestro país de la participación activa
en la lucha contra el calentamiento global ya que su papel es fundamental de cara a
los proyectos del MDL y, en menor medida, a la inversión en fondos nacionales de
carbono.
Hemos dicho que el MDL presenta enormes ventajas económicas y ambientales
tanto para los Estados desarrollados como no desarrollados, con lo cual, países como
el nuestro se transforman en potenciales receptores de inversión y tecnología. De hecho, desde hace algunos años, con esta visión de futuro, muchos países industrializados han comenzado a suscribir acuerdos bilaterales con los países menos desarrollados para facilitar la ejecución de estas acciones (82). Pero para que esa posibilidad de
atraer inversión y tecnología se transforme en una realidad es necesario que los países
receptores garanticen seguridad jurídica a los inversores. En este sentido, uno de los
pasos más importantes es la configuración de una normativa adecuada que sea capaz
de canalizar de manera ágil y segura el MDL y los fondos de carbono.
No exenta de varias incertidumbres y fallos iniciales podemos decir que hoy por
hoy la Argentina cuenta, en principio, con una legislación propicia para albergar la
ejecución de proyectos de desarrollo limpio y fomentar la inversión en el FAC, pero
está claro que aún falta para un largo camino por transitar hasta asegurar definitivamente la tan anhelada seguridad jurídica. Si tenemos que elegir entre alguna de estas
dos acciones mencionadas, está claro que el MDL es más relevante que los fondos ya
que la consecuencia directa de aquél será la modernización de nuestras instalaciones
emisoras de GEI, la disminución de la contaminación y el consecuente aumento de la
calidad de vida para sus habitantes. De todas maneras, la importancia de los fondos
de carbono no debe menospreciarse ya que no sólo otorgan liquidez al sistema sino
que también contribuyen a la financiación de los proyectos MDL.
Según el número de proyectos MDL registrados en la ONU, nuestro país actualmente se encuentra en el puesto 14º a nivel mundial: China, 2352; India, 903; Brasil,
213; México, 144; Vietnam, 144; Malasia, 110; Indonesia, 80; Tailandia, 74; República
de Corea, 69; Filipinas, 58; Chile, 56; Colombia, 43; Perú, 31; Argentina, 29 (83). Respecto a Latinoamérica nos encontramos en el 6º lugar, muy lejos de Brasil y México y
por detrás de Chile, Perú y Colombia. Si comparamos esta información con los datos
existentes hace un año y medio veremos que la proyección de nuestro país no ha sido
demasiado alentadora. Concretamente, la Argentina ha retrocedido un puesto en la
(82) Se destaca especialmente el caso de España y Latinoamérica donde las empresas ibéricas gozan
de una sólida implantación. España ha aprovechado principalmente la CP-10, celebrada en Buenos Aires
(Argentina), para ampliar sus acuerdos con la Red Iberoamericana de Oficinas de Cambio Climático
y lograr los primeros pasos para la implementación de este mecanismo, especialmente en Argentina,
Colombia, México y Uruguay.
(83) Datos obtenidos de la página web oficial de la CMNUCC, con fecha de 27 de septiembre de
2012: http://cdm.unfccc.int/Statistics/Registration/NumOfRegisteredProjByHostPartiesPieChart.html
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Rodolfo Salassa Boix
tabla, tanto a nivel internacional (pasó del puesto 13° al 14°) como a nivel latinoamericano (pasó del puesto 5° al 6°), ya que Colombia se situó en el puesto 12°, por delante
de Perú, cuando tiempo atrás se encontraba por debajo de nuestro país. Otro dato
desalentador lo constituye la débil proyección en el aumento de proyectos definitivos
ya que, a nivel latinoamericano, junto a Perú, nuestro país fue el que menos proyectos
incorporó en estos últimos 18 meses. Brasil pasó de 188 a 213 (24); México pasó de 125
a 144 (19); Chile pasó de 43 a 56 (13); Colombia pasó de 19 a 43 (23); Perú pasó de 23
a 31 (8) y Argentina pasó de 21 a 29 (8).
Yendo al ámbito interno, hoy en día contamos con los siguientes datos: se han
presentado unos 63 proyectos MDL ante la OAMDL, de los cuales 44 fueron aprobados (84), cuatro se encuentran temporalmente suspendidos, 14 están aún en período
de evaluación y uno fue rechazado. De esos 44 proyectos aprobados, hasta el momento sólo se han registrado 24 en la ONU (85). Comparando nuevamente la información
interna con los datos existentes hace un año y medio, las perspectivas son un poco
más halagüeñas que en la comparativa anterior, ya que se pasó de 43 a 63 (20) proyectos presentados ante la OAMDL, de los cuales se aprobaron diez proyectos más
en relación a 18 meses atrás, es decir 44 en lugar de 34. El dato negativo estaría en el
número de proyectos aprobados que fueron finalmente registrados en la ONU ya que
sólo se pasó de 21 a 29 (8).
En definitiva, está claro que la Argentina debe mejorar su performance de los últimos meses si quiere entrar en el top ten de los países con más proyectos MDL y mejorar así su posicionamiento dentro de América Latina, la cual se erige como una de las
zonas más propicias del Planeta para desarrollar los proyectos MDL. Para aprovechar
su posición en el PK y avocarse a la captación de estos proyectos nuestro país debe,
por un lado, seguir fomentando las inversiones en el FAC, que contribuirán al desarrollo de aquéllos y, por el otro, revisar los motivos por los cuales se aprueban tan pocos
proyectos MDL a nivel interno y por los cuales se registran menos proyectos aún en la
ONU. En todo ello, resulta esencial redoblar y mantener un ambiente de seguridad jurídica que permita atraer inversores extranjeros y nacionales para motivar su apuesta
por los proyectos MDL en Argentina.
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(84) El primero fue aprobado 1 de noviembre de 2004.
(85) Datos oficiales registrados a 27 de septiembre de 2012 (http://www.ambiente.gov.
ar/?idarticulo=6304).
133
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COLONIALISMO Y LIBRE DETERMINACIÓN
EN LA CUESTIÓN MALVINAS *
COLONIALISM AND SELF-DETERMINATION
IN THE FALKLANDS QUESTION
Eduardo José Pintore **
Resumen: A inicios del año 2012 el Primer Ministro británico acusó, en
un discurso oficial, a la República Argentina de mantener una actitud
colonialista con respecto al diferendo sobre Malvinas e Islas del Atlántico Sur. Dos aspectos de vital y de actual importancia subyacen en los
dichos del Primer Ministro, esto es, la situación colonial del archipiélago y el derecho de libre determinación de los pueblos. Este artículo
aborda ambos temas a la luz de las resoluciones de Asamblea General
de Naciones Unidas y de aquellas normas aplicables al conflicto, tanto
del derecho internacional como del derecho interno.
Palabras - clave: Malvinas – Colonialismo – Libre determinación de
los pueblos.
Abstract: In early 2012 the British Prime Minister accused Argentina,
in an official speech, to maintain a colonialist attitude with regard to
the dispute over Malvinas and South Atlantic Islands. Two aspects of
vital and current importance underlie the Prime Minister expressions:
the colonial situation of the archipelago and the right of self-determination of peoples. This paper addresses both issues in the light of the
resolutions of the United Nations General Assembly and those rules
applicable to the conflict, both international law and domestic law.
Keywords: Falklands – Colonialism – Self-determination of the peoples.
* Trabajo recibido para su publicación el 10 de septiembre de 2012 y aprobado el 8 de noviembre
del mismo año.
** El autor es Profesor Ayudante en Derecho Internacional Público de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Córdoba. Es Doctor en Derecho y Magíster Legum (LL.M.)
ambos por la Freie Universität Berlin, Alemania. Realizó estudios e investigaciones en Derecho en la
Università degli Studi di Bologna, Italia. E-mail: [email protected].
Revista de la Facultad, Vol. IV N° 1 Nueva Serie II (2013) 137-150
Revista de la Facultad, Vol. IV N° 1 Nueva Serie II (2013) 137-150
Sumario: I. Introducción.– II. Colonialismo en Malvinas e Islas del
Atlántico Sur. A. La res. 1514 (XV) y la tensión entre colonialismo e integridad territorial. B. Disputa de soberanía. C. Partes en la disputa de
soberanía.– III. Libre determinación de los pueblos. A. Inexistencia de
un pueblo malvinense desde el punto de vista del derecho internacional. B. Los habitantes de las islas desde el punto de vista del derecho
interno británico. C. Los habitantes de las islas desde el punto de vista
del derecho interno argentino.– IV. Conclusiones.
I. Introducción
En su discurso del 18 de enero de 2012 ante la Cámara de los Comunes el Sr. Cameron, Primer Ministro británico, manifestó que la posición argentina de no querer
reconocer el derecho de autodeterminación de los habitantes de Malvinas se parece a
una actitud “colonialista”. El texto original del mencionado discurso dice:
“First of all, it is very important that we commemorate the Falklands war this
year –the 30 th anniversary- and remember all those who served and fought so hard
and some who gave their lives and did not come home. We should remember all
those people this year. The absolutely vital point is that we are clear that the future
of the Falkland Islands is a matter for the people themselves. As long as they want to
remain part of the United Kingdom and be British, they should be able to do so. That
is absolutely key. I am determined to make sure that our defences and everything else
are in order, which is why the National Security Council discussed the issue yesterday. The key point is that we support the Falkland islanders` right to self-determination. I would argue that what the Argentinians have said recently is far more like
colonialism, as these people want to remain British and the Argentinians want them
to do something else” (1).
Más allá de la intención política que el mensaje del Primer Ministro británico
pudo haber tenido en el momento en que fue emitido, es de remarcar que él hace
alusión a cuestiones de indudable significación jurídica. Así por ejemplo se habla de
colonialismo y se hace referencia al derecho de los habitantes de las islas a decidir su
propio futuro político, dentro del Reino Unido, en virtud de un pretendido derecho a
libre determinación (2) de los pueblos a favor de los habitantes de Malvinas, elevando
esta posición al rango de política oficial del Estado británico en esta cuestión. Colo (1) Discurso del Primer Ministro británico, David Cameron, ante la Cámara de los Comunes el 18 de
enero de 2012. Fuente: http://www.publications.parliament.uk/pa/cm201212/cmhansrd/cm120118/
debtext/120118-0001.htm#12011848000009
(2) Si bien la traducción literal del inglés de self-determination sería “autodeterminación”, el concepto en inglés hace referencia al derecho de libre determinación, tal como está reconocido en el
artículo 1 inciso 2 de la Carta de Naciones Unidas, y tal como está reconocido en el artículo 1 del Pacto
Internacional de los Derechos Civiles y Políticos, UN Doc. A/RES/2200 (XXI), entre otros documentos
internacionales que lo mencionan.
Texto en inglés de la Carta de Naciones Unidas: http://www.un.org/en/documents/charter/
Texto en inglés del Pacto: http://www.unhcr.org/refworld/docid/3ae6b3aa0.html
138
Eduardo José Pintore
nialismo y libre determinación de los pueblos son entonces los ejes de este discurso y
en torno a ello haremos un breve análisis jurídico de la cuestión Malvinas (3).
II. Colonialismo en Malvinas e Islas del Atlántico Sur
La Res. 2065 (XX) (4) adoptada por la Asamblea General de las Naciones Unidas el
16 de diciembre de 1965 por 94 votos a favor, ninguno en contra y con 14 abstenciones,
entre estas la de Gran Bretaña, reconoce efectivamente una situación colonial en el archipiélago. En efecto en la parte preambular de esta resolución, la Asamblea General
de las Naciones Unidas expresa “que su resolución 1514 (XV), de 14 de diciembre de
1960, se inspiró en el anhelado propósito de poner fin al colonialismo en todas partes
y en todas sus formas, en una de las cuales se encuadra el caso de las Islas Malvinas
(Falkland Islands)”. Es decir que para el máximo órgano de representación universal
el caso Malvinas es, efectivamente, un caso de colonialismo.
Ahora bien, si la presencia británica sobre el archipiélago constituye un caso de
colonialismo, se debe necesariamente analizar qué forma de colonialismo es el denunciado por la Res. 2065 (XX) el cual, a su vez, también está contemplado en la Res.
1514 (XV), tal como la parte del preámbulo citado lo reconoce. Para describir la forma
de colonialismo al que hace referencia tanto una como otra resoluciones, debemos
remontarnos al origen de la ocupación militar británica de las islas.
Es un dato ciertamente conocido e históricamente probado, que no existía población autóctona sobre el archipiélago de Malvinas. A pesar de ello el 1 de enero de 1833
cuando los británicos desembarcan y toman posesión de las islas existía una colonia
Argentina bien establecida. Se trataba de una población constituida por españoles,
criollos e indios que en parte se encontraba en las islas desde la época del gobierno
español y que permaneció allí radicada durante el periodo de la emancipación argentina (5). Esta población no era un pueblo autónomo, sino que era parte integran-
(3) Cuando aquí se menciona la “cuestión Malvinas” o se habla simplemente de “Malvinas” se hace
referencia no sólo a las dos islas mayores del archipiélago malvinense, esto es Gran Malvinas e Isla
Soledad, sino que se hace referencia a la totalidad de las islas en disputa de soberanía incluyendo las
islas Georgias del Sur, Sandwich del Sur, etc. es decir lo que se engloba generalmente bajo el concepto
de “Islas del Atlántico Sur”. Esto se corresponde tanto con la posición oficial argentina como con la
forma que trata la Organización de Naciones Unidas a la “cuestión Malvinas”. Véase el alegato del Dr.
José María Ruda ante el Subcomité III del Comité especial encargado de examinar la situación con
respecto a la aplicación de la declaración de la concesión de la Independencia a los países y pueblos
coloniales, del 9 de septiembre de 1964, especialmente donde describe el “pensamiento del Gobierno
Argentino” en su punto primero. El texto completo de la presentación argentina realizada por el Dr.
Ruda se puede consultar en: http://constitucionweb.blogspot.com.ar/2012/03/alegato-ruda-1964.
html. Consultado el 22/06/2012.
(4) El texto de la Res. 2065 (XX) de Asamblea General del 16 de diciembre de 1965 se puede consultar en: http://daccess-dds-ny.un.org/doc/RESOLUTION/GEN/NR0/222/03/IMG/NR022203.
pdf?OpenElement. Fecha de consulta, 26/06/2012.
(5) DRNAS DE CLÉMENT, Zlata, Malvinas ¿El derecho de la fuerza o la fuerza del derecho?, Córdoba,
1999, pp. 23 ss.
139
Revista de la Facultad, Vol. IV N° 1 Nueva Serie II (2013) 137-150
te del pueblo que constituía la base humana del Estado Argentino: En virtud del uti
possidetis iuris de 1810 el Estado Argentino, bajo sus diversas denominaciones (tales
como Provincias Unidas del Río de la Plata, la Confederación Argentina y la República Argentina), había sucedido a la Corona Española en sus derechos sobre todo el
archipiélago (6). El Estado Argentino ya establecido había ejercido esos derechos: El 6
de noviembre de 1820 arriba a Puerto Soledad el coronel de marina D. Jeweet, gobernador de las islas designado por la administración de Buenos Aires. Antes y después
de esta fecha el gobierno del Río de la Plata realizó, en general, numerosos actos de
soberanía con respecto al archipiélago y sus aguas adyacentes (7). En 1825 Argentina
y Gran Bretaña firman el Tratado de Amistad, Comercio y Navegación, oportunidad
en la cual el Estado británico no realiza ningún tipo de reservas de derecho, frente a
la posesión pública y pacífica que Argentina sostenía sobre el archipiélago. Esta situación es alterada el 1 y 2 de enero de 1833, cuando el capitán de la marina británica J. J.
Onslow toma posesión de las islas por medio de la fuerza.
Realizado este breve resumen histórico, se observa que la diferencia con el colonialismo clásico, en el cual una potencia colonial se apodera de un territorio considerado en aquella época res nullius pero que estaba habitado por un pueblo autóctono,
dotado de una mayor o menor organización política, según el caso de que se tratara. En el caso Malvinas, en cambio, la potencia colonial anexiona por la fuerza parte
del territorio de un Estado existente al momento del hecho de fuerza y que estaba
poblado por personas pertenecientes a ese Estado lesionado, expulsándolas y reemplazándolas por parte de población propia de la metrópolis, cual política colonial de
ocupación de territorios (8).
Ante esta base fáctica, el colonialismo británico sobre el archipiélago de Malvinas
e islas del Atlántico Sur no consiste en la ocupación militar de un territorio que al
tiempo de la adquisición violenta no constituía ningún Estado reconocido y que esta (6) El principio del uti possidetis iuris tiene, justamente, como finalidad el evitar que potencias
extranjeras pretendieran ocupar territorios deshabitados, que le pertenecían a las nuevas Repúblicas
emancipadas, según la división administrativa de la antigua metrópoli. Esto es confirmado por la Corte
Internacional de Justicia: ICJ,Frontier Dispùte (Burkina Faso/Republic of Mali), Judgment (1986), para.
23, en donde se lee: “Its purpose, at the time of the achievement of independence by the former Spanish
colonies of America, was to scotch any designs which non-American colonizing powers might have on
regions whch had been assigned by the former metropolitan State to one division or another, but which
were still uninhabited or unexplored”. En virtud de ello, la Corte reconoce prevalencia a los títulos por
sobre la ocupación efectiva del territorio. Esta jurisprudencia es confirmada por la Corte en ICJ Case
concerning the land and maritime boundary between Cameroon and Nigeria (Cameroon v. Nigeria:
Equatorial Guinea intervening), Reports (2002), para. 31 y ss., en donde la Corte se limita a analizar los
tratados coloniales, tal como lo remarca, Pueyo Losa, Jorge, en DIEZ DE VELASCO VALLEJO, Manuel,
Instituciones de Derecho Internacional Público, decimoséptima edición, Madrid, 2009, p. 422.
(7) Ver una enunciación de los principales actos en: DRNAS DE CLÉMENT, obra cit., pp. 24 ss.
(8) Esto fue explicado claramente por el delegado argentino Dr. José María Ruda ante el Subcomité
III del Comité especial encargado de examinar la situación con respecto a la aplicación de la declaración de la concesión de la Independencia a los países y pueblos coloniales, el 9 se septiembre de 1964.
El texto completo de la presentación se puede consultar en: http://constitucionweb.blogspot.com.
ar/2012/03/alegato-ruda-1964.html Consultado el 22/06/2012.
140
Eduardo José Pintore
ba habitado por población autóctonas con todos los requisitos para ser considerado
un pueblo. El colonialismo británico sobre Malvinas e islas del Atlántico Sur consiste
en la ocupación militar de gran parte del territorio de un Estado existente y soberano,
con la expulsión de parte de los integrantes del pueblo de este último que estaban
asentados sobre el territorio, y la subsiguiente implantación, por parte de la potencia
ocupante, de integrantes de su propio pueblo, cual política colonial de anexión de
espacios ajenos.
Veremos a continuación algunos aspectos de la situación colonial sobre Malvinas
e Islas del Atlántico Sur.
A. La res. 1514 (XV) y la tensión entre colonialismo e integridad territorial
La Resolución 2065 (XX) para calificar la actual situación de Malvinas como de
colonialismo, se basa en la Resolución 1514 (XV) titulada “Declaración sobre la concesión de la independencia a los países y pueblos coloniales”, del 4 de diciembre de
1960 (9). En esta resolución la Asamblea General de Naciones Unidas proclama en
su parte preambular “la necesidad de poner fin rápida e incondicionalmente al colonialismo en todas sus formas y manifestaciones”. En su parte resolutiva declara, que
todos los pueblos tienen derecho a la libre determinación y que a través de este derecho “determinan libremente su condición política” y persiguen su propio desarrollo
social, cultural y económico (para. 3). El parágrafo 5 establece la obligación de los
Estados administradores de tomar medidas inmediatamente en todos los territorios
bajo fideicomiso y no autónomos y en todos los territorios que no han logrado aún
su independencia, para “traspasar todos los poderes a los pueblos de esos territorios,
sin condiciones ni reservas, en conformidad con su voluntad y sus deseos libremente
expresados, y sin distinción de raza, credo ni color, para permitirles gozar de una libertad y una independencia absoluta”. Inmediatamente el párrafo 6 aclara, que “todo
intento encaminado a quebrantar total o parcialmente la unidad nacional y la integridad territorial de un país es incompatible con los propósitos y principios de la Carta
de Naciones Unidas”. De ese modo se puede observar, en el cuerpo mismo de la Resolución 1514 (XV), una tensión entre el derecho de libre determinación de los pueblos
y el derecho de los “países” (10), a que se les respete su integridad territorial (11).
(9) UN Doc. A/RES/1514 (XV), Declaración sobre la concesión de la independencia a los países y
pueblos coloniales, del 14 de diciembre de 1960. El texto en español puede ser consultado en: http://
daccess-dds-ny.un.org/doc/RESOLUTION/GEN/NR0/156/42/IMG/NR015642.pdf?OpenElement
Fecha de consulta: 20/06/12.
(10) Téngase presente que la Resolución 1514 (XV) habla de concesión de independencia a “los países
y pueblos” coloniales, es decir que tantos unos como otros son víctimas del colonialismo.
(11) En la práctica de los Estados, se observa una prevaleciente tendencia a dar prioridad a la integridad territorial frente al principio de libre determinación de los pueblos en los casos de situaciones
coloniales regidas por dicha resolución. Esto se entiende ya que el sistema actual de derecho internacional está elaborado por Estados, los cuales no desean su propio desmembramiento. Esta prevalencia
del principio de integridad territorial se pudo observar en el caso de la anexión por la fuerza por parte
de India del enclave colonial portugués de Goa. La India sostuvo en esa oportunidad que Portugal no
cumplía con la obligación asumida a través de la Res. 1514 (XV). Portugal por su parte acusó a la India
Revista
de la Facultad, Vol. III N° 2 Nueva Serie II (2012) 97-112
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Revista de la Facultad, Vol. IV N° 1 Nueva Serie II (2013) 137-150
En este sentido es sintomático que en el párrafo 6 se habla de integridad territorial,
lo cual a primera vista parece no tener conexión alguna con el resto del cuerpo resolutivo, luego de que en el párrafo 5 se hiciera referencia a las medidas de las potencias
administradoras para traspasar todos los poderes a los pueblos de esos territorios. Es
obvio que la Res. 1514 (XV) quiere evitar que mediante la división arbitraria de territorios, las potencias ocupantes conserven su influencia colonial tanto en el aspecto
político como económico. Se quiere tornar imposible el viejo principio de política internacional que dice: divide et impera. Esto se ve claramente en la misma resolución
cuando en su preámbulo, la Asamblea General vincula en un mismo considerando
el derecho de todos los pueblos “a la libertad absoluta, al ejercicio de su soberanía
y a la integridad de su territorio”. Es éste problema el que motivó, en gran medida,
el dictado por parte de la Asamblea General de Naciones Unidas de la resolución
1654 (XVI) del año 1961 (12). En efecto, en ésta resolución la Asamblea General de
Naciones Unidas se declara “profundamente preocupada porque, contrariamente a
lo dispuesto en el párrafo 6 de la Declaración (Se refiere a la res. 1514 (XV)), se siguen
realizando actos encaminados a quebrantar total o parcialmente la unidad nacional y
la integridad territorial en algunos países donde se está verificando la liquidación del
régimen colonial,…”. En este párrafo, lo que está denunciando la Asamblea General es
una situación, en la cual las potencias coloniales aplicando la Resolución 1514 (XV),
efectuaban divisiones en sus antiguas colonias de forma tal de conservar sus antiguas
influencias coloniales. La descolonización significa al respecto, la secesión del territorio colonial del imperio que lo sojuzgaba, pero no la división interna del territorio
colonial en cuestión, ya que el principio de integridad territorial fue concebido como
un principio derivado del uti possidetis (13).
Si tornamos la vista al tema de Malvinas e Islas del Atlántico Sur, notaremos que
ésta es la política actualmente seguida por el Reino Unido cuando, en 1985 creó el
territorio de ultramar “South Georgia and the South Sandwich Islands” (14), dejando
estos archipiélagos de pertenecer a las “Falkland Islands Dependencies”, según estaba
de violación del artículo 2 inciso 4 de la Carta de Naciones Unidas. El Consejo de Seguridad de Naciones
Unidas no condenó la acción de la India y reconoció la situación creada sin conceder a la población de
Goa un derecho de libre determinación. Más allá de la situación política concreta dentro del Consejo
de Seguridad, la integridad territorial de la India y la identidad étnica de las poblaciones autóctonas
con ella jugaron un papel decisivo. Ver: DUNCAN, John C. Jr., “Following a sigmoid progression: some
jurisprudential and pragmatic considerations regarding territorial acquisition among nation-states”,
en: Boston College International & Comparative Law Review, Vol. 35, No. 1, 2012, p. 40.
(12) Res. 1654 (XVI), La situación respecto de la aplicación de la Declaración sobre la concesión de
la independencia los países y pueblos coloniales, del 27 de noviembre de 1961. El texto en español
puede ser consultado en: http://daccess-dds-ny.un.org/doc/RESOLUTION/GEN/NR0/170/76/IMG/
NR017076.pdf?OpenElement. Consultado el 20/06/2012.
(13) GUDELEVIČIŪTĖ, Vita, “Does the principle of of self-determination prevail over the principle
of territorial integrity?”, en: International Journal of Baltic Law, Vol. 2, No. 2, 2005, p. 57.
(14) Ver: The South Georgia and South Sandwich Islands Order 1985, del 20 de marzo de 1985. El
texto original se puede consultar en: http://www.sgisland.gs/download/legislation/SGSSI%20Order%20
1985.pdf. Fecha de consulta: 20/06/2012.
142
Eduardo José Pintore
dispuesto con anterioridad por el sistema legal británico. Aquí se manifiesta la intención de dividir el territorio en disputa, de fraccionarlo, para dificultar una solución
integral de la Cuestión Malvinas. A su vez una solución que secesione la totalidad de
las islas en disputa del territorio argentino es, claramente, una solución que contradice el principio de integridad del territorio afectado por la situación colonial, en tanto
y en cuanto, dicho territorio está constituido tanto por las islas en disputa como por el
resto del territorio argentino cuya integridad fuera afectada a través de la ocupación
colonial británica en el año 1833. Sucede que en virtud del principio del uti possidetis
iuris de 1810 las islas en cuestión correspondían al Estado argentino, el cuál ejercía allí
soberanía incontestada.
Por ello el significado más profundo de la salvaguardia del principio de integridad
territorial en frente a la libre determinación de los pueblos, consagrado en la Resolución 1514 (XV) y aplicado al caso Malvinas, es el evitar que mediante una “solución
de descolonización” del territorio en disputa, la potencia colonial ocupante termine
consolidando su posición e influencia, ejecutando definitivamente el desmembramiento de parte del territorio del Estado víctima de esa situación colonial, esto es,
la República Argentina: El derecho de libre determinación de los pueblos no puede ser
utilizado para mantener una situación colonial que la misma Resolución 1514 (XV)
busca eliminar.
B. Disputa de soberanía
La misma Resolución 2065 (XX) reconoce una disputa de soberanía sobre las islas.
En el último párrafo preambular de esta resolución, la Asamblea General de Naciones
Unidas expresa: “Tomando nota de la existencia de una disputa entre los Gobiernos
de la Argentina y del Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte acerca de la
soberanía sobre dichas islas”.
Es importante remarcar este reconocimiento ya que el Estado británico, si bien en
el inicio aceptó expresa y repetidamente esta disputa de soberanía (15), desde hace
aproximadamente 30 años se niega a reconocerla, como una forma de cerrarse a cualquier tipo de negociación sobre el diferendo con Argentina.
C. Partes en la disputa de soberanía
En la Res. 2065 (XX), al igual que en todas las resoluciones subsiguientes, la Asamblea General insta a la República Argentina y a Gran Bretaña a buscar una solución
pacífica de esta disputa de soberanía. Es decir que sólo la República Argentina y Gran
Bretaña son los llamados a negociar esa solución y no los habitantes de las islas. Los
representantes de los habitantes de las islas quedan excluidos de las negociaciones
para lograr una solución pacífica de esta disputa de soberanía. Esto está conectado
con la falta de calidad de pueblo de los habitantes de las islas y la consiguiente falta de
titularidad de un derecho a libre determinación, como se analizará a continuación.
(15) En la conducta británica a lo largo del litigio se da un caso de estoppel en lo concerniente a su
reconocimiento de disputa de soberanía.
143
Revista de la Facultad, Vol. IV N° 1 Nueva Serie II (2013) 137-150
III. Libre determinación de los pueblos
Profundicemos ahora el análisis sobre el factor poblacional de la cuestión Malvinas.
Arriba hemos realizado un breve resumen histórico del origen violento de la situación colonial que hoy reina sobre Malvinas e Islas del Atlántico Sur, iniciada en
1833. Inmediatamente luego de la ocupación por la fuerza del archipiélago, Gran Bretaña siguió una política de verdadera limpieza étnica: expulsó la población argentina
preexistente y procedió a reemplazarla sistemáticamente con población propia.
Hemos remarcado que al momento de la toma británica de las islas por medio de
la fuerza no existía sobre ellas una población autóctona, sino un asentamiento humano políticamente dependiente del Estado Argentino, el cual ejercía soberanía sobre el
archipiélago. Con ello está claro que el tipo de colonialismo en Malvinas denunciado
por Res. 2065 (XX) no es en perjuicio de una población autóctona, tal como fue la forma corriente de colonialismo en África o Asia, sino que este tipo de colonialismo está
direccionado en contra de un Estado preestablecido y en contra, por consiguiente, del
pueblo que constituye ese Estado. En esta configuración, por consiguiente, el pueblo
ofendido por esa situación colonial es el pueblo al cual por la fuerza se le niega el
ejercer soberanía sobre la totalidad de su territorio, es decir, el pueblo de cuyo Estado
es lesionada gravemente su integridad territorial. Ahora bien, el principio de libre determinación de los pueblos, se reconoce a favor de los pueblos víctimas de la situación
colonial, y no a la población que la misma metrópolis trasplantó sobre el territorio
colonizado (16), para asegurar su posesión ilícita. Es una cuestión de buena fe, que la
potencia colonial no realice un referendum con un “pueblo artificial” por ella misma
constituido para manipular la decisión a su favor (17). Pues si se reconociera dicho derecho a la población trasplantada por la metrópolis, no se haría otra cosa que legitimar
una situación de colonialismo que la misma 1514 (XV) quiere poner fin, en virtud de la
pertenencia de esa población a la metrópolis (18).
En la línea de esta argumentación, veremos que la Asamblea General de Naciones
Unidas ha manifestado a través de diversas resoluciones referidas a diversos casos, que
(16) Sobre la calidad de “población implantada” de los habitantes de Malvinas ver: KREIMER,
Osvaldo, “`Autodeterminación´ y `pueblos´. Su aplicación al caso Malvinas/Falklands”, publicado en:
Página 12 del 21 de junio de 2012. El texto se puede consultar en: http://www.pagina12.com.ar/diario/
elpais/1-196862-2012-06-21.html Fecha de consulta 14/10/2012.
(17) GUDELEVIČIŪTĖ, Vita, “Does the principle of self-determination prevail over the principle of
territorial integrity?”, en: International Journal of Baltic Law, Vol. 2, No. 2, 2005, p. 58 y 59. En el mismo
sentido: CASESSE, Antonio, Self-determination of peoples: A legal reppraisal, Cambridge, 1995, p. 337.
(18) Es por ello que en el caso Malvinas, lo dispuesto en el párrafo 4 de la Resolución 1514 (XV) es
aplicable, no a la población de origen británico sobre las islas, sino que es aplicable al pueblo que es
la verdadera víctima de esta situación colonial. El aludido párrafo 4 dice: “A fin de que los pueblos
dependientes puedan ejercer pacífica y libremente su derecho a la independencia completa, deberá
cesar toda acción armada o toda medida represiva de cualquier índole dirigida contra ello, y deberá
respetarse la integridad de su territorio nacional”.
144
Eduardo José Pintore
el derecho de libre determinación de los pueblos es un derecho que le corresponde
básicamente a la población autóctona del territorio en cuestión (19). Esta aclaración
hace referencia a situaciones en donde la metrópolis colonial implantaba población
propia sobre el territorio colonizado y, llegado el momento, aceptaba a éstos como interlocutores válidos para “solucionar” la cuestión colonial (20). Lo que se quiere evitar
aquí, es que la metrópolis llegue a una “solución” de la situación colonial a través de
acuerdos celebrados con la población por ella misma implantada. Incluso en casos
en que la población autóctona era menor en cantidad que los administradores coloniales sobre el territorio en disputa, como lo fue en la cuestión del Sahara Occidental,
la Asamblea General reconoció el derecho a libre determinación sólo a la población
autóctona, excluyendo a los administradores (21). En la Cuestión Malvinas también se
da el caso de la existencia de una población implantada por la potencia colonial con la
particularidad que en este caso no existe población autóctona alguna que conviva con
ella, es decir, existe sólo la población implantada por la potencia colonial tras la toma
por la fuerza del territorio en disputa. Y justamente con esa población implantada por
la metrópolis es con la cual ella misma desea “solucionar” la situación colonial. Es así
que el principio de libre determinación de los pueblos no es aplicable con respecto a
los habitantes de Malvinas. Y si bien no existe un pueblo autóctono en esta disputa sí
existe, como viéramos arriba, un pueblo víctima de esa situación colonial, esto es, el
pueblo que constituye el Estado argentino cuya integridad territorial se ve quebrantada en virtud de la situación colonial aquí tratada.
La Resolución 2065 (XX) reconoce esta situación en la Cuestión Malvinas y ello
se observa en los conceptos utilizados, y también aquellos no utilizados, en ella. Esta
Resolución ordena en su parte dispositiva que la República Argentina y Gran Bretaña en sus negociaciones atiendan los “intereses” (interests según el texto inglés de la
Res. 2065 (XX)) de los habitantes de las islas quedando así excluida la posibilidad de
consultar los “deseos” de estos. Los distintos gobiernos británicos fracasaron reiteradamente en el intento de introducir el concepto de “deseos” (will and desire de acuerdo al texto en inglés de la Res. 1514 (XV)) de los habitantes tanto en esta y sucesivas
resoluciones de Asamblea General, concepto que haría referencia inequívoca al derecho de libre determinación de los pueblos. El concepto de “intereses” adoptado por la
(19) DRNAS DE CLÉMENT, Zlata, “El derecho de libre determinación de los pueblos. Colonialismo
formal. Neocolonialismo. Colonialismo interno”, Anuario Argentino de Derecho Internacional, Vol.
III, 1987 – 1989, Córdoba, 1990. p. 213, quien fundamenta su afirmación con diversas resoluciones
adoptadas por dicho órgano.
(20) El caso de Rhodesia del Sur es paradigmático. La Res. 2138 (XXI), del 22 de octubre de 1966,
describe esta situación en su parte preambular: “Observando con grave preocupación que “las conversaciones a cerca de conversaciones” entre el Gobierno del Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del
Norte y el racista e ilegal régimen minoritario ponen en mayor peligro todavía los derechos inalienables
del pueblo africano de Zimbabwe”. Y en su parte dispositiva “Condena cualquier arreglo al que se llegue
entre la Potencia administradora y el racista e ilegal régimen minoritario y en el cual no se reconozcan los derechos inalienables del pueblo Zimbabwe a la libre determinación y a la independencia de
conformidad con la resolución 1514 (XV) de la Asamblea General”. Ver UN Doc. AG/RES/2138 (XXI).
(21) DRNAS DE CLÉMENT, Zlata, “El derecho de libre determinación de los pueblos. Colonialismo
formal. Neocolonialismo. Colonialismo interno”, op. cit. p. 214.
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Asamblea General en cambio, hace referencia a los derechos de orden privado, como
pueden ser los derechos de propiedad u otros derechos adquiridos por los habitantes
de las islas, excluyendo así toda mención al derecho de libre determinación de los
pueblos tal como lo propugna el gobierno británico.
Aquí es de remarcar, que si el gobierno británico se aferró desde el año 1979 a la
aplicación del principio de autodeterminación de los pueblos en el caso Malvinas, y lo
hace especialmente en la actualidad a través del Consejo Ejecutivo de las islas llamando a un plebiscito para marzo de 2013, es por la falta absoluta de título jurídico por
parte de Gran Bretaña sobre el archipiélago (22), razón por la cual la Res. 2065 (XX)
califica la presencia británica, justamente, de “colonialismo”. Al no poseer otro argumento, Gran Bretaña busca aplicar el principio de autodeterminación a esta disputa
de soberanía para convalidar con una fachada pseudo jurídica esa posesión colonial
del archipiélago.
La base fundamental de lo explicado bajo este título es empero el hecho que los
actuales habitantes de Malvinas, no constituyen un pueblo a los fines del derecho internacional, que le otorgue el derecho a la libre determinación. El grupo humano que
habita el archipiélago actualmente no constituye pueblo, ni desde el punto de vista
del derecho internacional, ni desde el punto de vista del derecho interno británico, ni
desde el punto de vista del derecho interno argentino.
A. Inexistencia de un pueblo sobre Malvinas desde el punto de vista del derecho
internacional
La Resolución 1541 (XV) (23) establece los principios a seguir para determinar si
existe la obligación de información del artículo 73 inciso e) de la Carta de Naciones
Unidas, frente a la existencia de un territorio no autónomo, esto es, aquellos “territorios cuyos pueblos no hayan alcanzado todavía la plenitud del gobierno propio”, tal
como lo define el mismo artículo 73. El artículo 73 de la Carta los distingue del pueblo
de la metrópolis cuando en su inciso a) establece como obligación de la potencia administradora el “asegurar, con el debido respeto a la cultura de los pueblos respecti (22) Como muestra de la actitud cambiante de Gran Bretaña con respecto a los fundamentos de sus
pretendidos derechos sobre las islas, se puede mencionar la ocasión en que el delegado británico ante
el Subcomité III del Comité Especial encargado de examinar la aplicación la Resolución 1514 (XV),
expresó el 16 de septiembre de 1964 que su gobierno estaba convencido que las actividades británicas
anteriores sobre las islas habían sido suficientes para otorgarle buenos títulos sobre Malvinas, en base a
la ocupación abierta, continua, efectiva y pacífica por casi un siglo y medio. Con ello hacía referencia a
la figura de la prescripción adquisitiva. La ocupación británica de las islas empero no pudo constituirse
en prescripción adquisitiva, ya que ésta no fue ni ininterrumpida, ni indisputada o no contestada, ya
que Argentina protestó efectivamente, y el origen de la ocupación se dio a través de la violencia. Ver al
respecto: BOLOGNA, Alfredo Bruno, “Los derechos de Inglaterra sobre las Islas Malvinas: Prescripción”,
en: Revista de Estudios Internacionales, Vol. 4, Núm. 4, octubre-diciembre 1983, p. 779.
(23) UN Doc. A/RES/1541 (XV), titulada: Principios que deben servir de guía a los Estados miembros
para determinar si existe o no la obligación de transmitir la información que se pide en el inciso e)
del artículo 73 de la Carta, del 15 de diciembre de 1960. Accesible en: http://daccess-dds-ny.un.org/
doc/RESOLUTION/GEN/NR0/156/69/IMG/NR015669.pdf?OpenElement Consultado el 26/07/2012.
146
Eduardo José Pintore
vos, su adelanto político, económico….”. Se trata de un grupo humano que posee una
cultura distinta a la metrópolis. La Resolución 1541 (XV) que venimos analizando recepta este elemento en su principio IV. El mismo establece: “Existe a primera vista
la obligación de transmitir información respecto de un territorio que está separado
geográficamente del país que lo administra y es distinto de éste en sus aspectos étnicos o culturales”. En virtud de este principio, para que exista un pueblo sobre el territorio administrado, es necesaria una diferencia étnica y cultural entre los habitantes
de dicho territorio y la metrópolis. Es claro que en el caso Malvinas no existe una diferencia ni étnica ni cultural entre sus habitantes y los habitantes de la metrópolis. Los
habitantes sobre Malvinas descienden de ingleses, hablan el inglés, poseen la misma
religión que la metrópolis (cristianismo en las distintas corrientes provenientes de la
metrópolis) y conservan la cultura británica de manera inalterada. Todo esto habla,
justamente, de una identidad étnica y cultural entre los “kelpers” y aquellos que habitan en Gran Bretaña (24).
La población que se encuentra en un territorio sujeto a dominación colonial no
constituye automática o necesariamente un pueblo en el sentido de ser titular del derecho de libre determinación. Ambos conceptos tienen diversos significados y contenidos y se debe distinguir entre uno y otro (25). En la jurisprudencia de la Corte Internacional de Justicia se puede observar también esta distinción (26). En este sentido la
Res. 2065 (XX) es clara en utilizar el concepto de “población” (population en la versión
inglesa) al referirse a los habitantes de Malvinas. Ni esta resolución ni ninguna otra
resolución de Asamblea General que se haya ocupado del tema Malvinas utiliza el
concepto de “pueblo” para referirse a los habitantes de estas islas.
En la estructura misma de cada una de las resoluciones de Naciones Unidas sobre
la cuestión Malvinas es evidente la no consideración como pueblo a los habitantes de
las islas. En efecto, todas las resoluciones llaman a la negociación para la solución del
diferendo a los gobiernos de Argentina y Gran Bretaña, excluyendo así a los habitantes de las islas como parte en dicha negociación. Si los habitantes de las islas fueran
considerados como pueblo en este procedimiento de descolonización, su inclusión
(24) En una publicación oficial del Foreign & Commonwealth Office se lee sobre la población actual
de Malvinas: “The majority of the population of the Falkland Islands are British by birth or descent and
many can trace their family origins in the Islands back to the early nineteenth century. There are Anglican, Roman Catholic and non-conformist churches on the Falklands”. Ver: The Overseas Territories,
Security, Successa nd Sustainability, Foreign & Commonwealth Office, London, 2012, p. 100.
(25) SALAS, Graciela R., “El concepto de pueblo”, artículo aceptado para ser publicado en: Revista
de la Facultad, Nueva Serie II, Vol. IV Nº. 1, p. 3 y 4.
(26) En efecto la Corte expresó: “The validity of the principle of self-determination, defined as the
need to pay regard to de freedly expressed will of peoples, is not affected by the fact that in certain
cases the General Assembly has dispensed with the requirement of consulting the inhabitants of a
given territory. Those instances were based either on the consideration that a certain population did not
constitute a “people” entitled to self-determination or on the conviction that a consultation was totally
unnecessary, in view of special circumstancies”. Ver: Western Sahara, Advisory Opinion (1975), para.
59. El resaltado corresponde al autor de este trabajo.
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en la negociación con voz y voto sería ineludible, ya que se trataría en ese caso de
traspasarle “todos los poderes” a dicho pueblo (27). Como éste no es el caso, todas
las resoluciones de Asamblea General mencionan sólo dos partes en la disputa por la
soberanía: Argentina y Gran Bretaña.
Otra causa por la cual los habitantes de Malvinas no constituyen un pueblo es la
alta rotación que posee su población. Si bien el núcleo central de los casi 3000 habitantes son descendientes de británicos, gran parte de ese número está constituido
por personas de más de 60 naciones, sobre todo provenientes de la colonia británica
de Santa Helena y de Chile (28). Gran parte de esa población se encuentra en las islas
sólo por cuestiones laborales, sin una residencia estable en las mismas. La población
de las islas presenta un alto grado de rotación.
B. Los habitantes de las islas desde el punto de vista del derecho interno británico
La atribución de la nacionalidad a una persona determinada es asunto de competencia exclusiva del Estado y éste la establece por medio de su derecho interno (29). El
derecho internacional acepta esa atribución a través de la cual un individuo se vincula
política y jurídicamente con un Estado determinado.
Desde el punto de vista del derecho interno del Reino Unido, los habitantes de
Malvinas son ciudadanos (30) ingleses, es decir, son parte integrante del pueblo británico (31).
La ciudadanía británica recibieron los habitantes de las islas a través de la British
Nationality (Falkland Islands) Act del año 1983 (32) y posteriormente, a través de la
British Overseas Territories Act del año 2002 (33). La caracterización de población propia británica se desprende incluso del mismo discurso del Sr. Cameron mencionado
al inicio de este trabajo, en el cual se lee: “As long as they want to remain part of the
(27) En ese sentido ver: Párrafo 5 de la Res. 1514 (15).
(28) Información recabada de la página oficial del gobierno de las islas. Accesible en: http://www.
falklands.gov.fk/our-people/ Fecha de consulta 28/07/2012.
(29) VERDROSS, Alfred/SIMMA, Bruno, Universelles Völkerrecht. Theorie und Praxis, Dritte Auflage,
Berlin, 1984, para. 1192, p. 788.
(30) Si bien existe una diferenciación entre el concepto de nacionalidad y el de ciudadanía, “desde
el punto de vista del derecho internacional, tanto nacionales como ciudadanos son, en definitiva,
nacionales del Estado”. PAGLIARI, Arturo Santiago, Curso de Derecho Internacional Público, Córdoba2007, pág. 388.
(31) En el mismo sentido: BENITEZ, Oscar César, “El caso Malvinas”, en PAGLIARI, Arturo Santiago
(Coordinador), Temas de doctrina y jurisprudencia en el Derecho Internacional Público, Córdoba,
2009, p. 26.
(32) Texto original en: http://www.legislation.gov.uk/ukpga/1983/6.
(33) Texto original en: http://www.legislation.gov.uk/ukpga/2002/8/enacted. Posteriores reformas:
http://www.legislation.gov.uk/ukpga/2002/8
148
Eduardo José Pintore
United Kingdom and be British, they should be able to do so… as these people want to
remain British and the Argentinians want them to do something else” (34).
Establecida esta pertenencia de los habitantes de Malvinas al Estado británico,
se debe remarcar que esto tiene repercusión sobre el derecho internacional: desde el
punto de vista del derecho internacional, la población actual sobre las islas es parte
del pueblo británico y no es un “pueblo” separado de éste.
Es por esto que el consultar en la actualidad a la población isleña, como parte integrante del pueblo británico, sobre sus “deseos” políticos como medio de solucionar
la disputa de soberanía, no sería más que consultar a británicos si quieren continuar
siendo británicos y con ello ejecutar y llevar a buen término la política colonial británica de usurpación de territorios ajenos, la cual es rechazada por la Res. 1514 (XV) en
general, y por la Res. 2065 (XX) en particular y consolidar una violación a la integridad
territorial de un Estado, lo que es rechazado por la primera de ellas.
C. Los habitantes de las islas desde el punto de vista del derecho interno argentino
También desde el punto de vista del derecho interno argentino la población de
Malvinas no constituye un “pueblo”, con existencia propia, ya que los habitantes de
Malvinas son parte del pueblo argentino. En efecto la ley 346 de ciudadanía y naturalización (reformada por las leyes, 16.801, 20.835, 23.059, 24.533 y 24.951) establece
que son argentinos “todos los individuos nacidos, o que nazcan en el territorio de la
República, sea cual fuere la nacionalidad de sus padres”. Sin importar la ascendencia,
la ley 346 consagra el principio del ius soli y declara argentinos a todos los nacidos en
territorio nacional.
Si bien todo el territorio de Malvinas se encuentra bajo ocupación extranjera, el
mismo es parte integrante del territorio argentino, tal como lo manifiesta la primera
disposición transitoria de la Constitución de la Nación Argentina, luego de la reforma
del año 1994, y por ende también lo es a los efectos de la legislación de ciudadanía.
Esto no se contradice con lo explicado en el título anterior ya que aquí se darían
casos de personas titulares de una doble nacionalidad, lo cual es muy común en la
realidad argentina. En ese sentido los habitantes actuales de Malvinas, siendo parte
integrante del pueblo argentino, pueden continuar siendo británicos (remain British,
de acuerdo a las palabras del Primer Ministro británico), con todos los derechos y
obligaciones que la ciudadanía británica imponga. Esto incluiría, entre otras cosas,
la protección diplomática que el Estado británico puede realizar a favor de sus ciudadanos y el derecho que tienen estos a conservar y desarrollar su propia cultura. Esto
hace también a la preservación de los intereses de los habitantes, reconocida por Res.
2065 (XX).
En la actualidad existen cientos de miles de argentinos que tienen una segunda
nacionalidad, por ser a su vez españoles, italianos, polacos, alemanes, judíos, árabes,
(34) El resaltado pertenece al autor de este trabajo.
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armenios, rusos, coreanos, chinos, etc. Hay que tener especialmente en cuenta que
no son pocos los casos de doble nacionalidad británica y argentina, que existen actualmente en la Argentina. Nunca el Estado argentino pudo ser culpado de oprimir a
grupo nacional alguno.
IV. Conclusiones
Este trabajo se focalizó en dos aspectos importantes de la Cuestión Malvinas utilizando para ello como punto de partida, el discurso que el Primer Ministro británico,
David Cameron, pronunciara frente a la Cámara de los Comunes. Un aspecto es la
situación colonial existente sobre el archipiélago y el otro es la cuestión del derecho
de autodeterminación de los pueblos.
En cuanto al colonialismo en Malvinas hemos visto que la comunidad internacional, representada en el seno de la Asamblea General y con una mayoría abrumadora,
calificó la presencia británica en el archipiélago, efectivamente, como un caso de colonialismo. Se vio el caso especial de colonialismo en donde el pueblo afectado por
la situación colonial no está dado por los habitantes de los territorios en disputa, sino
por el pueblo del Estado cuya integridad territorial fue quebrantada por un acto de
fuerza, esto es, el pueblo argentino.
En lo que respecta al derecho de libre determinación de los pueblos, se observó
que este principio no es aplicable a la Cuestión Malvinas, a causa de que los actuales
habitantes de las islas no constituyen un pueblo. No constituyen un pueblo desde el
punto de vista del derecho internacional, por su identidad étnica y cultural con la metrópoli. No constituyen un pueblo ya que el mismo derecho interno británico los reconoce como ciudadanos suyos. Y no constituyen un pueblo ya que el derecho interno
argentino los reconoce como argentinos por haber nacido en el territorio nacional.
En virtud de lo aquí analizado se puede concluir que en torno a Malvinas existe
una disputa de soberanía, consistente en que una parte del territorio de un Estado
se encuentra sometida a un régimen colonial de una potencia extranjera y que sobre
ese territorio en disputa se encuentra una población que, por ser parte integrante del
pueblo de uno y otro Estado en disputa, no constituyen un pueblo a los efectos de ser
titulares de un pretendido derecho a libre determinación. En ese sentido el referendum previsto para marzo de este año está desprovisto de efecto jurídico alguno para
la cuestión.
150
ANARQUISMO FILOSÓFICO Y ANARQUISMO POLÍTICO *
PHILOSOPHICAL ANARCHISM AND POLITICAL ANARCHISM
Juan Iosa **
Resumen: En este trabajo estudio, en primer lugar, la relación entre
anarquismo filosófico y anarquismo político y particularmente la clasificación de las diversas posturas anarquistas que ofrece John Simmon en su trabajo “Philosophical Anarchism”. Mientras que el anarquismo político considera que es moralmente obligatorio actuar en
pro de la eliminación del estado, el filosófico sólo afirma que no hay
una obligación de obedecer el derecho. De aquí puede equivocadamente inferirse que el anarquismo político es práctico mientras que
el filosófico es meramente teórico. De aquí que mi segundo objetivo
en este trabajo sea explicitar los compromisos prácticos que conlleva
asumir el anarquismo filosófico como la tesis correcta en cuanto a la
legitimidad del estado. Por último, pretendo mostrar que así como hay
buenas razones para considerar el anarquismo filosófico como una
teoría prima facie sensata, digna de atención, también hay buenas razones para rechazar el anarquismo político.
Palabras - clave: Anarquismo filosófico - anarquismo político - anarquismo a priori - anarquismo a posteriori - John Simmons.
Abstract: In this paper I study, first, the relationship between philosophical and political anarchism and particularly the classification of the
various anarchists positions offered by John Simmon in his “Philosophical Anarchism”. While political anarchism considers that it is morally obligatory to work towards the elimination of the state, philosophical anarchism only states that there is no obligation to obey the law.
From here on it is possible to mistakenly infer that political anarchism
is practical while philosophical anarchism is merely theoretical. Hence my second goal in this work is to explicit the practical commitments
involved by taking philosophical anarchism as the correct thesis regarding the legitimacy of the state. Finally, I will show that just as there
are good reasons for considering philosophical anarchism as a prima
* Trabajo recibido para su publicación el 23 de noviembre de 2012 y aprobado el 28 de febrero de 2013.
** Doctor en Derecho y Ciencias Sociales UNC. Becario postdoctoral de CONICET, Docente de
Filosofía del Derecho UNC y Teoría de la Argumentación Jurídica UESXXI ([email protected]).
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facie sound, worthy of attention theory, there are good reasons to reject
political anarchism.
Keywords: Philosophical anarchism - Political anarchism - A priori
anarchism - A posteriori anarchism - John Simmons.
Sumario: I. Introducción.– II. Anarquismo fuerte y anarquismo débil.– III. Anarquismo absoluto y anarquismo prima facie.– VI. Anarquismo a priori y anarquismo a posteriori.– V. Anarquismo y valores
sustantivos.– VI. Viabilidad de los distintos tipos de anarquismo.
I. Introducción
En este trabajo estudio, en primer lugar, la relación entre anarquismo filosófico y
anarquismo político. Particularmente discuto la clasificación de las diversas posturas anarquistas que ofrece John Simmon en su trabajo “Philosophical Anarchism” (1).
Pretendo, sobre la base de la crítica de la clasificación de Simmons, contribuir a clarificar este intrincado campo de análisis.
En términos generales, y con las precisiones que ofrezco a continuación, el anarquismo político considera que es moralmente obligatorio actuar en pro de la eliminación del estado, mientras que el filosófico sólo afirma que no hay una obligación
de obedecer el derecho. Esta distinción sugiere que mientras el primero es un anarquismo activo el segundo es pasivo. De aquí puede equivocadamente inferirse que
el anarquismo político es práctico mientras que el filosófico es meramente teórico.
Como esta idea puede ser una fuente de rechazo del anarquismo filosófico como una
doctrina que, pese a su altisonante nombre, no nos compromete políticamente, quisiera, en segundo lugar, explicitar los compromisos prácticos que conlleva asumir el
anarquismo filosófico como la tesis correcta en cuanto a la legitimidad del estado.
Por último, pretendo mostrar que así como hay buenas razones para considerar al
anarquismo filosófico como una teoría prima facie sensata, digna de atención, también hay buenas razones para rechazar el anarquismo político. Dado que gran parte
de los anarquistas y de las personas interesadas en la literatura anarquista son anarquistas políticos, espero este trabajo les sea útil para revisar la fortaleza de sus convicciones.
II. Anarquismo fuerte y anarquismo débil
A los fines de justificar mi opción por el anarquismo filosófico partiré, tal como
sostuve al comienzo, de un conjunto de distinciones elaboradas por John Simmons.
Para Simmons el elemento definitorio del anarquismo es la tesis de que todos los estados son ilegítimos (2). A su vez entiende la autoridad estatal como una capacidad
(1) SIMMONS, J., “Philosophical Anarchism” en John Simmons: Justification and Legitimacy, Essays
on Rights and Obligations, Cambridge University Press, Cambridge, 2001.
(2) La concepción simmoniana del anarquismo parece más acotada ya que los estados son una forma
de autoridad, no la única. De todas formas, si el argumento funciona para toda autoridad funcionará
152
Juan Iosa
de dictar normas vinculantes (3). Simmons, como todos los correlativistas, concibe a
la obligación de los ciudadanos de obedecer el derecho como el correlato lógico de la
legitimidad estatal, de modo que quien niega ésta, niega aquélla.
Simmons comienza su análisis de las diversas teorías anarquistas distinguiendo
entre anarquismo “débil” y anarquismo “fuerte”. La distinción tiene como eje la postura de cada una de estas teorías respecto de la fuerza práctica de los juicios de ilegitimidad estatal.
“Weak anarchism is the view that there are no general political obligations, that
all (or at least, virtually all) subjects of all states are at moral liberty to (i.e., possess
a privilege or permission right to) treat laws as nonbinding and governments as
nonauthoritative. What we call strong anarchism also accepts this minimum moral
content of judgments of state illegitimacy, but strong anarchists hold in addition
that a state’s illegitimacy further entails a moral obligation or duty to oppose and,
so far as it is within our power, eliminate the state” (4).
En otras palabras, anarquistas fuertes y débiles niegan la legitimidad estatal y la
existencia de obligaciones políticas pero los anarquistas fuertes además consideran
que, en virtud de la ilegitimidad del estado, tienen la obligación moral de luchar en
pro de su eliminación (5).
III. Anarquismo absoluto y anarquismo prima facie
Tanto los anarquistas fuertes como los débiles pueden, según Simmons, tener posiciones diferentes tanto respecto del peso de los derechos de tratar el derecho estatal
como no vinculante como respecto del peso de las obligaciones de oponerse al Estado
implicadas, según cada posición, por la negación de la pretensión de legitimidad del
estado. Pueden tratarlos como razones morales finales o absolutas o como razones
morales prima facie, ie., que cuentan en el balance de razones pero que pueden ser
derrotadas por otras razones de mayor peso.
para todo estado, y como mi interés está centrado en la autoridad del derecho positivo, de fuente estatal
en el occidente moderno, creo que la diferencia no requiere mayor atención.
(3) SIMMONS, J., ob. cit., p. 106.
(4) SIMMONS, J., ob. cit., p. 107. A veces Simmons usa esta distinción en sentido prácticamente
indistinguible de la de anarquismo filosófico y político. Al comienzo del texto (SIMMONS, J., ob. cit.,
p. 104), por ejemplo, afirma que “Philosophical anarchist do not take the illegitimacy of states to entail
a strong moral imperative to oppose or eliminate states…” mientras que los anarquistas políticos sí lo
hacen. Pero un análisis más detallado permite mostrar que si bien todo anarquismo filosófico es débil,
no todo anarquismo débil es filosófico. Para Simmons este último requiere además que concibamos
al derecho de no tomar el derecho del estado como vinculante como una razón prima facie que puede
ser derrotada por razones en competencia; i.e., Simmons entiende que para el anarquismo filosófico a
veces puede ser el caso que debamos, todas las cosas consideradas, tomar el derecho como vinculante.
El anarquismo filosófico es entonces, tal como veremos, un anarquismo débil y prima facie.
(5) El anarquista débil también puede, según Simmons, sostener sobre bases independientes que
debemos tratar de eliminar a algunos o a todos los estados. Pero para el anarquista débil cualquier
obligación de ese tipo está basada en factores distintos de la mera ilegitimidad del estado en cuestión.
153
Revista de la Facultad, Vol. IV N° 1 Nueva Serie II (2013) 151-162
“On the first approach, to say that there is an obligation to oppose the state is
to say that there is final, conclusive moral reason so to act. The obligation’s weight
is overriding or absolute with respect to competing considerations (i.e., those supporting nonopposition, if any). To say also that there is a right to treat the law as
nonbinding is to say that no further justification for so treating the law need ever
be given. One’s rights trump competing considerations (i.e., those supporting compliance, if any). On the second, balance of reasons approach, obligations and rights
are treated as strong but variably weighted and certainly not conclusive reasons for
action. Obligations and rights may on this view conflict with and possibly be outweighed by other obligations or rights, or they may conflict with and be outweighed
by reasons for action of other sorts. Strong enough prudential reasons for action, for
instance, may override weak obligations, just as strong enough reasons grounded in
the happiness of others may render unjustifiable our acting on the weak rights that
we possess” (6).
La anterior cita es, a mi juicio, bastante oscura, así como la distinción que establece. Sólo nos será útil si podemos clarificarla. Para simplificar la cuestión centrémonos
en el anarquismo débil. ¿Cuál es la diferencia entre anarquismo débil absoluto y anarquismo débil prima facie?
Primero, esto puede no ser más que una forma alambicada de decir que hay dos
formas de entender la afirmación de que no hay obligación de obedecer el derecho o,
para verlo desde el lado de los permisos, las dos tesis diferirían en el peso del derecho
subjetivo a no considerar el derecho objetivo como vinculante, ie., como una razón
para guiarnos por él (7). Así por un lado –el caso del anarquismo débil absoluto– es
posible entender que nunca es cierto que debamos obedecer el derecho. Por otro lado
–el caso del anarquismo débil prima facie– se puede entender que aunque en general
no hay una obligación de obedecer el derecho, puede haber casos en que el derecho
sea obligatorio. En tanto el anarquismo débil prima facie sostiene que el derecho moral individual a no tomar el derecho positivo como vinculante puede ser derrotado
en algunos casos, lo que estaría diciendo es que en esos casos debo tomar el derecho
como vinculante, i.e., como obligatorio.
A su vez, esta última idea de que a veces tenemos razones para tomar el derecho
como vinculante, ie., esta lectura del anarquismo débil prima facie, puede entenderse
de dos maneras:
Vinculación fuerte: Puedo afirmar que a veces el derecho, el contenido del mandato de la autoridad, cambia mi situación normativa, i.e., debo tomarlo en cuenta, y
que esto se debe a que es derecho. Bajo esta idea debo obedecer el derecho porque es
derecho, porque ha sido dictado por una autoridad legítima. Aquí ‘obedecer el dere-
(6) SIMMONS, J., ob. cit., p. 108.
(7) Para la diferencia entre razones para la guía y razones para la conformidad ver RAZ, J., J. Razón
práctica y Normas, Centro de Estudios Constitucionales, Madrid, 1991, pp. 220 y ss.
154
Juan Iosa
cho’ significa actuar de acuerdo a lo que el derecho exige porque el derecho lo exige.
Esta idea no parece compatible con el anarquismo.
Vinculación débil: Por el contrario, puedo entender que si bien a veces el derecho,
el contenido del mandato de la autoridad, cambia mi situación normativa, esto no se
debe a que sea derecho, a que haya sido dictado por una autoridad legítima. ‘Obedecer el derecho’ aquí equivaldrá a tomar en cuenta los mandatos de quien pretende
autoridad a la hora de determinar qué he de hacer pero no porque quien los dicto sea
autoridad sino por otras razones e.g., prudenciales. Sobre el punto es típico el ejemplo
de Wolff: ante un barco que se hunde, y ante la ausencia del capitán, uno tiene razones para obedecer los mandatos que diera un hipotético pasajero que en la situación
comenzara a dar órdenes y fuera obedecido: así aumentarían las posibilidades de un
abandono coordinado del barco (8). Esta idea de anarquismo prima facie sí es compatible con el anarquismo y así será entendida.
Pero hay una segunda forma de entender la distinción de Simmons entre anarquismo absoluto y prima facie (aquí referida al anarquismo débil). Lo que Simmons
puede estar diciendo es que el anarquista débil absoluto considera que su ausencia de
obligación de obedecer el derecho implica que nunca tendrá razones para actuar en
conformidad con el derecho. El anarquista débil prima facie, por su parte, sostendría
que puede ser el caso que, aún careciendo de una obligación de obedecer el derecho,
i.e., de tomarlo como guía, sin embargo tenga la obligación, en razón de que hay otras
razones morales o prudenciales que cuentan en el balance de razones, de actuar en
conformidad con el derecho, de cumplir –aunque no por porque el derecho lo mande– con lo que el derecho establece. Si bien esta presentación de la distinción hace
la posición del anarquista débil absoluto completamente implausible -¿quien estaría dispuesto a negar que a veces debemos actuar de acuerdo al derecho por razones
morales o prudenciales?-, hay sin embargo buenas razones para pensar que esto es
lo que está pensando Simmons. Recordemos que al caracterizar el anarquismo débil
absoluto afirma que bajo esta idea el propio derecho (a no tomar el derecho como
vinculante) triunfa sobre consideraciones en competencia. Estas consideraciones son
aquellas que avalan el cumplimiento. Si por ‘cumplimiento’ se está refiriendo a ‘conformidad’ entonces la concepción anarquista prima facie es aquella que acepta que
a veces podemos tener buenas razones para actuar en conformidad con el derecho.
Debemos entonces distinguir entre la idea de que a veces hay razones para tomar
el derecho como vinculante y la idea de que a veces hay razones para actuar en conformidad con el derecho.
Podríamos preguntarnos qué relación existe entre ambas ideas, y qué relación establece Simmons entre ellas. Así si releemos la cita de Simmons arriba reproducida,
encontraremos que no resulta descabellado pensar que a su entender el anarquista
prima facie considera que puede a veces estar obligado a obedecer el derecho, i.e, a
tomarlo como vinculante porque a veces tiene razones para actuar en conformidad
(8) WOLFF, R. P., In defense of anarchism, Harper Torchbooks, N.Y., 1970. p. 16.
155
Revista de la Facultad, Vol. IV N° 1 Nueva Serie II (2013) 151-162
con derecho. Si éste es el caso, la tesis es una falacia de afirmación del consecuente.
Sin duda es cierto que si el derecho es vinculante entonces tenemos razones para actuar en conformidad con el derecho. Pero del hecho de que a veces tengamos razones
para actuar en conformidad con el derecho no se sigue que a veces sea vinculante.
Dos son entonces las discusiones. Uno puede discutir si puede ser el caso que alguna vez tengamos razones para actuar en conformidad con el derecho (aunque ya
puesta la tesis en términos claros, negarla parece poco plausible). O puede discutirse
si es posible que un anarquista alguna vez considere que tiene razones para tomar
el derecho como vinculante, entendiendo por ‘carácter vinculante u obligatorio del
derecho’ el hecho de que el dicho de la pretendida autoridad a veces hace una diferencia práctica y cambia los deberes finales a pesar de no ser ésta una autoridad
legítima. Esta última tesis es compatible con el anarquismo sólo si hay algunos casos
en que el anarquista, sin dejar de ser anarquista, puede considerar que el dicho de la
autoridad (aunque no qua autoridad) hace alguna diferencia. Si la tesis anarquista
afirma que nunca ningún dicho puede hacer una diferencia entonces la distinción
entre anarquismo absoluto y anarquismo prima facie entendida en estos términos
carece de sentido, i.e., nunca puede haber una obligación de obedecer el derecho.
Pero para el mismo Wolff los dichos de una autoridad de facto (9) pueden hacer una
diferencia práctica. Para ello no se necesita autoridad legítima, el dicho funciona
como razón auxiliar presuponiendo una razón operativa (en el caso del barco que se
hunde, la necesidad de abordar ordenadamente los botes salvavidas) (10). El dicho
de la autoridad de facto en tanto soluciona el problema de coordinación, no cambia
la razón operativa pero al cambiar la razón auxiliar es un dicho que hace una diferencia en los deberes finales del agente. Tras el mandato de la autoridad de facto de
abordar el bote X, el agente tiene una razón para abordar el bote X y no el bote Y. En
este sentido de vinculatoriedad débil la afirmación de que a veces hay razones para
obedecer el derecho o los mandatos de quien pretende autoridad es compatible con
el anarquismo.
Bajo esta luz el anarquismo débil prima facie es plausible, en sus dos sentidos.
En primer lugar el anarquista aceptará que hay veces en que hay razones para considerar al derecho como obligatorio, i.e., para tomar los mandatos de quien pretende
autoridad como cambiando la situación normativa (aunque aceptar esto no lo compromete con negar la tesis de la incompatibilidad conceptual, i.e., no compromete su
anarquismo). En segundo lugar, el anarquista débil aceptará que a veces tiene razones
morales o prudenciales para actuar en conformidad con el derecho, a pesar de que no
lo obligue.
Hecha esta aclaración podemos ahora distinguir entre anarquismo fuerte absoluto y anarquismo fuerte prima facie, y entre anarquismo débil absoluto y anarquismo
débil prima facie en virtud de los compromisos prácticos que implican.
(9) Sobre la distinción entre autoridad de facto y de iure ver WOLFF, R. P. ob. cit., p. 5.
(10) Para la distinción entre razones operativas y auxiliares ver RAZ, J. ob. cit., pp. 37 – 38.
156
Juan Iosa
El anarquista fuerte absoluto considera que tanto su derecho a no tomar el derecho como vinculante como su obligación de combatir el estado son inderrotables.
Esta postura, aparte de ser imposible de encuadrar en una teoría moral plausible,
como mostraremos al reconstruir los argumentos de Simmons en su contra, puede
llevar a fundamentalismos y extremismos varios, y el hecho de que podamos encuadrar en ella a algunos anarquistas políticos de principios del siglo XX es quizás la causa de parte de la mala fama de que goza el anarquismo político (un anarquismo fuerte
y, por lo menos en el inconsciente colectivo, absoluto) entre personas políticamente
moderadas.
El anarquista fuerte prima facie, por su parte, considera que tiene una obligación
de luchar contra cualquier estado por el mero hecho de su ilegitimidad pero ve esta
obligación como una razón que cuenta pero que no siempre triunfa en el balance de
razones. Igualmente, considera que a veces puede tener razones para actuar según el
derecho.
¿En qué consiste la diferencia entre anarquismo débil absoluto y prima facie? El
anarquista débil absoluto considera que su derecho a no obedecer el derecho le impone, por un lado, una obligación absoluta de no considerar jamás vinculante, ni en
sentido fuerte ni en sentido débil, ningún mandato y, por otro, una obligación absoluta de nunca actuar en conformidad con los mandatos, de no tomar en cuenta otras
consideraciones (morales, prudenciales, etc.) que puedan inclinar la balanza hacia el
lado de la conformidad.
Por su parte el anarquista débil prima facie considera que pese a que en general no
tiene una obligación de obedecer el derecho, puede que en algunos casos tenga esta
obligación, i.e. que deba a veces utilizarlo como guía. Del mismo modo, entiende que
el hecho de que no esté bajo la obligación de obedecer el derecho es una razón que
ha de ingresar con otras al balance de razones que determinaran su acción en el caso
concreto. En consecuencia puede que, todas las cosas consideradas, tenga razones
para actuar en conformidad con el derecho.
VI. Anarquismo a priori y anarquismo a posteriori
Simmons también distingue entre anarquismo a priori y anarquismo a posteriori:
“A priori anarchism maintains that all possible states are illegitimate. Some
essential feature of the state or some necessary condition for statehood –say, the
state’s coercive character or its hierarchical nature– makes it impossible for there
to be something that is both a state and legitimate” (11).
Su caracterización del anarquismo a posteriori es más discutible y una reconstrucción coherente implicaría, me parece, una reformulación de la tesis. Pero cabe
primero presentarla:
(11) SIMMONS, J., ob. cit., p. 105.
157
Revista de la Facultad, Vol. IV N° 1 Nueva Serie II (2013) 151-162
“A posteriori anarchism, by contrast, maintains that while all existing states are
illegitimate, this is not because it is impossible for there to be a legitimate state.
Nothing in the definition of the state precludes its legitimacy; rather, existing states
are condemned as illegitimate by virtue of their contingent characters. A posteriori
anarchists may defend an ideal of legitimacy that existing states simply fail to live
up to or approximate –for instance, a voluntarist or egalitarian or communitarian
ideal of state- or they simply may be unconvinced by purported a priori arguments
for the impossibility of the legitimate state” (12).
Hay elementos en la caracterización de Simmons del anarquismo a posteriori
que la vuelven opaca e indican que requiere, ‘una definición más cuidada’. He aquí el
más importante de ellos: Simmons incluye, equivocadamente a mi juicio, a las teorías
anarquistas negativas dentro del anarquismo a posteriori. Comencemos por revisar la
distinción entre anarquismo filosófico positivo y negativo. Según Horton, el primero
“offers a positive argument of its own as to why there are not, and could not be, any political obligations” y el segundo “simply concludes from the failure of all positive attempts
to justify political obligation that there is no such obligation” (13).
Simmons incluye el anarquismo negativo dentro del anarquismo a posteriori
cuando, al comentar la distinción de Horton, se expide en estos términos:
“Horton... ‘negative’ anarchism plainly needs more careful definition, after
which it will approach my a posteriori anarchism. ‘The failure al all positive attempts’ is only a reason (let alone a good reason) to reject political obligation if one
also believes that these positive attempts add up to a complete or comprehensive
attempt (refuting a handful of miserable, silly, half-hearted, or obviously incomplete
positive efforts to show that X clearly gives one no reason to believe not-X). ‘Negative’
anarchist arguments thus need to be based either in an ideal of legitimacy (which
existing states can be shown not to exemplify) or in some account of what an acceptably complete positive attempt would look like” (14).
¿Está en lo correcto Simmons al encuadrar al anarquismo negativo dentro de su
anarquismo a posteriori? Ello depende del valor de verdad de la afirmación de que
todo anarquista negativo, para dar plausibilidad a su posición, debe basarla en un
ideal de legitimidad o en una concepción de lo que sería un intento de legitimación
positivo completo y aceptable. Creo que esta disyunción es falsa en virtud de la definición misma de anarquismo negativo. Respecto del primer punto puedo afirmar, como
hace Simmons, que ningún estado existente cumple con las condiciones que lo harían
legítimo (su anarquismo a posteriori, una tesis empírica sin mayores consecuencias
teóricas). O puedo sostener, como hace el anarquismo negativo, que hasta aquí todos
los esfuerzos teóricos por fundamentar la legitimidad del estado han fracasado. Pero
si adopto esta última postura no lo puedo hacer, como pretende Simmons, en virtud
(12) SIMMONS, J., ob. cit., p. 105.
(13) HORTON, J., Political obligation, Atlantic Higlands University Press, 1992, p. 124.
(14) SIMMONS, J., ob. cit., p. 105.
158
Juan Iosa
de que poseo un criterio de legitimidad y verifico que ningún estado lo ha satisfecho.
Pues entonces no niego que todas las teorías políticas han fracasado. Mi posesión de
un criterio muestra que alguna ha logrado fundamentar el estado legítimo. Si esto
es cierto, el anarquismo negativo no estará incluido en el anarquismo a posteriori
de Simmons, tal como él lo define. Es un anarquismo a posteriori, por supuesto, ya
que su tesis no es conceptual, pero no presupone un ideal de legitimidad. También
podríamos decir que es un anarquismo teórico (aunque, tal como veremos más
adelante, con consecuencias prácticas), ya que es una tesis sobre la insolvencia de
todas las teorías conocidas sobre la legitimidad estatal. El anarquismo de Simmons
es, por el contrario, un anarquismo empírico, relativo a la ilegitimidad de los estados
concretos.
Tampoco es verdadero el segundo cuerno. No es cierto que para que su postura sea
plausible el anarquista negativo debe basarse en alguna concepción de lo que sería un
intento positivo, completo y aceptable de ofrecer un argumento a favor de la legitimidad de la autoridad. Quien niega la plausibilidad de todos los intentos históricos de
fundamentación de la autoridad puede hacerlo, por ejemplo, sobre bases meramente
lógicas (las conclusiones a las que pretendían llegar quienes intentaron fundamentar
la legitimidad de la autoridad del estado no se derivaban de sus premisas).
Por otra parte ¿es cierto que, tal como pretende Simmons, el fracaso de los intentos históricos de fundamentar la idea de estado o autoridad legítima no nos da ninguna razón para negar la autoridad legítima y la obligación política? Es cierto que si no
tenemos razones para afirmar X (la posibilidad de autoridades legítimas) no podemos
derivar de este mero hecho no X (la inexistencia de autoridades legítimas y por ende
de obligaciones jurídicas). Hacerlo sería caer en la falacia ad ignorantiam. ¿Pero cuál
es la situación si no tenemos pruebas para afirmar ni X ni no X, ni la existencia ni la
no existencia de autoridades legítimas y obligaciones políticas? Entiendo que se sigue
una suspensión del juicio. De una suspensión del juicio no se sigue nada a nivel lógico
pero sí a nivel pragmático. Si no sé si los mandatos jurídicos me obligan o no, y dado
que tengo que actuar, simplemente dejaré de lado en mi razonamiento práctico esas
razones de existencia dudosa. Guiaré mi juicio por el resto de las razones relevantes,
morales o prudenciales.
Por último, el fracaso de todos los intentos positivos sí es una razón para no considerarse obligado si suponemos un principio de clausura del tipo ‘lo que no es obligatorio es facultativo’, o más bien ‘todo lo que no está demostrado que es obligatorio es
facultativo’. En este caso si no tenemos pruebas o razones para afirmar que tenemos
una obligación (política) entonces carecemos de ella.
Estas distinciones nos permiten captar con mayor precisión la verdad contenida
en la distinción entre anarquismo a priori y anarquismo a posteriori. El primero sostiene que todo estado posible es ilegítimo mientras el segundo limita su tesis a los
estados existentes. Pero esta diferencia es la expresión de otra más profunda: mientras
el anarquista a priori fundamenta su postura en la pretensión de tener argumentos
positivos que demuestran la imposibilidad conceptual de estados o autoridades legí159
Revista de la Facultad, Vol. IV N° 1 Nueva Serie II (2013) 151-162
timas, mientras el anarquista a priori impugna la idea misma de legitimidad política,
el anarquista a posteriori se basa en ella para negar fidelidad ya a los estados, ya a las
teorías políticas existentes. Les niega fidelidad a los estados o bien porque no satisfacen el criterio de legitimidad que el anarquista adopta o bien porque al no haber el
ámbito teórico logrado ofrecer una teoría política convincente, carece de un criterio
de legitimidad dónde fundar la existencia de estados legítimos. Pero en cuanto los
estados satisfagan el criterio de legitimidad o los teóricos encuentren un argumento
adecuado para justificar el estado, el anarquista a posteriori será el primero en la fila
de los súbditos obedientes.
V. Anarquismo y valores sustantivos
Por último Simmons nos dice que el compromiso de los anarquistas en general
con la tesis de la ilegitimidad (necesaria o contingente) del estado está…
“...usually motivated by prior commitments to voluntarism (to the great moral importance of autonomy of free choice or self-determination, etc.), with existing states then characterized as fundamentally nonvoluntary or coercive; to egalitarianism (to equal rights or equal opportunities or equal access to basic goods,
etc.), with existing states then characterized as fundamentally hierarchical, sexist,
classist, or otherwise inegalitarian; to the values of community (to the great moral
importance of shared ends or feelings of solidarity or sympathy, etc.) with existing
states then characterized as alienating of divisive; or to some combination of these
positions” (15).
Es decir, el anarquista puede negar la autoridad en tanto considera, por razones
necesarias o contingentes, que la autoridad viola un valor de primer rango dentro de
la escala de valores del anarquista en cuestión. Así tendremos un anarquismo basado
en la autonomía, otro basado en la igualdad, otro basado en el valor de la comunidad, etc. Hasta aquí las distinciones dentro de las posturas anarquistas que nos ofrece
Simmons. Pasemos ahora a analizar sus argumentos para caracterizar la posición que
considera correcta.
VI. Viabilidad de los distintos tipos de anarquismo
Simmons entiende que debemos rechazar el anarquismo fuerte porque hay buenas razones para creer (...) que la mera ilegitimidad del estado no implica la obligación (fuerte o débil) de oponerse a él. Las razones que avalan esta creencia son principalmente que la ilegitimidad del estado (con respecto al agente) y las otras cualidades
morales del estado son variables independientes de modo que un estado puede care (15) SIMMONS, J., ob. cit., p. 104. Por el continuo uso en este párrafo de la expresión ‘estados existentes’ podríamos pensar que Simmons tiene en mente sólo los compromisos asumidos por los
anarquistas a posteriori, pero que éste no es el caso queda aclarado cuando en la nota 8 se refiere al
anarquismo de Wolff, para criticar la clasificación del anarquismo propuesta por Gans, afirmando
que “los argumentos basados en la autonomía son (como hemos visto) sólo un tipo de aproximación
anarquista a priori.”
160
Juan Iosa
cer del derecho a mandarlo sin ser lo suficientemente malo como para justificar que
intente eliminarlo (con todos los costos morales que esto puede acarrear: pérdida de
vidas humanas, violencia generalizada, etc.). Este argumento me parece correcto respecto del anarquismo fuerte absoluto y me sumo a Simmons en su rechazo. No debe,
sin embargo, confundirse este rechazo con la afirmación generalizada de la incorrección moral de todo intento de derrocar un estado concreto. La tesis sólo afirma que la
mera ilegitimidad del estado no es razón moral suficiente para comprometerse con su
eliminación. Pero un compromiso semejante puede requerirse, en un caso concreto,
por otras razones morales.
Me resulta menos atractivo el rechazo de Simmons al anarquismo fuerte prima
facie. Si se acepta como hace Simmons la verdad del anarquismo (Simmons acepta
el anarquismo a posteriori pero esto es verdadero también para el anarquista a priori) entonces se acepta que la ilegitimidad del estado es algo disvalioso. Si se acepta
esto se acepta también que nos hace mal vivir en estados ilegítimos. Que por ello hay
un deber prima facie de combatir el estado ilegítimo. Ahora bien, la ilegitimidad del
estado puede ser una razón para combatirlo pero en un sentido muy relativizado de
la expresión. Puede ser correcto, por ejemplo, insistir en que los mandatos de quien
pretende autoridad no cambian, en la gran mayoría de los casos, los deberes morales
de la gente. Esto nos puede llevar a hacer campañas para concientizar a los ciudadanos de este hecho. Y puede llevarnos a otras muchas acciones de deslegitimación y
denuncia, de empoderamiento de los ciudadanos, de recupero del poder normativo
delegado. Pero el combatir al estado, en tanto acción justificada meramente por la ilegitimidad estatal, no ha de requerir jamás el uso de la violencia o de las armas. El tema
es qué otros valores está dispuesto el anarquista a sacrificar en su lucha.
Pasemos ahora a la evaluación de cada una de las versiones del anarquismo débil,
de la tesis de que no hay autoridades legítimas ni obligación de obedecer los mandatos.
En cuanto al anarquismo débil absoluto, debemos rechazarlo ya que no encuadra
en una concepción plausible del razonamiento práctico. Por un lado, dicho razonamiento es complejo: hay casos, seguramente la mayoría, en los que tenemos razones
para actuar en conformidad con lo mandatos en virtud de su contenido moral o en
virtud de razones prudenciales. Asimismo, a veces tenemos razones para tomar los
mandatos de una autoridad de facto como vinculantes en un sentido débil. Por otra
parte, alguien que viera su derecho a no tomar los mandatos del estado como vinculantes como una obligación de no obedecer nunca esos mandatos estaría cometiendo
un salto lógico (pues mi derecho a no P no me impone una obligación de no P).
Por el contrario, el anarquismo débil prima facie, la idea de que en general el derecho no es obligatorio pero que puede en algunas circunstancias ser vinculante en
sentido débil y que, por otra parte, es de esperar que en muchas situaciones debamos,
todas las cosas consideradas, actuar de conformidad con el derecho, parece una teoría mucho más plausible sobre la base de nuestra comprensión de la estructura del
razonamiento práctico y del peso de las razones que inciden en nuestra acción.
161
Revista de la Facultad, Vol. IV N° 1 Nueva Serie II (2013) 151-162
El anarquismo filosófico es un anarquismo débil y prima facie. No es meramente
un anarquismo teórico sino un anarquismo que define y defiende sus compromisos
prácticos de un modo distinto y a mi modo de ver más interesante que el anarquismo
político.
162
EL DERECHO COMO FENÓMENO CULTURAL
Y LAS PERSPECTIVAS DE LAS DISTINTAS PROPUESTAS
RESPECTO DEL TRATAMIENTO INTERDISCIPLINARIO *
LAW AS A CULTURAL PHENOMENON AND THE PERSPECTIVES
OF THE DIFFERENT PROPOSALS REGARDING
INTERDISCIPLINARY TREATMENT
Lucrecia Aboslaiman **
Resumen: En la tarea de construir el mundo jurídico cotidiano, propuesta que nos formula la disciplina Introducción al Derecho caracterizado dentro de un contexto signado por procesos tales como la
modernidad, postmodernidad y globalización, se presenta el derecho
como fenómeno cultural. La Primera y la Segunda Guerras Mundiales
generaron grandes cambios y reclamaron nuevos criterios para interpretar la realidad, lo cual repercutió en la concepción del derecho,
sus fines, tareas y sus nuevas responsabilidades sociales. De allí que
hoy la cultura occidental realiza una crítica sobre sí misma y sobre las
cosmovisiones que contribuyeron a construir el mundo histórico y las
realidades sociales. Además la pluralización de los puntos de vista y el
carácter constructivo de los conocimientos. Todo esto produjo grandes transformaciones en la situación y en las funciones del derecho,
respecto del cual existen diversas concepciones que plantean la necesidad de comprender y revisar los distintos enfoques que existen
respecto del mismo y los modelos que cada uno de ellos utiliza, con
apertura o no a la interdisciplina.
Palabras - clave: Derecho - Fenómeno cultural – Interdisciplina.
Abstract: In the task of building an everyday legal world, proposal that
sets the boundaries of the subject Introduction to Law, which is characterized within a context full of processes such as modernity, post
modernity, and globalization, law as a cultural phenomenon is presen* Trabajo recibido para su publicación el 9 de octubre de 2012 y aprobado el 12 de diciembre del
mismo año.
** Docente Universitaria por Concurso (Res. N° 170/08) de la Asignatura “Introducción al Derecho
Cátedra A. Facultad de Derecho y Ciencias Sociales. U.N.C. Docente Investigadora-Categorizada V por
la Secyt de la U.N.C. (Res. N° 518/05) ([email protected]).
163
Revista
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ted as the main topic. The First and Second World Wars brought about
enormous changes and demanded new criteria in order to interpret
reality, fact that had an impact on the conception of law, its purposes,
tasks, and new social responsibilities. Thus, the current Western culture criticizes itself and the world views that have contributed to create
the historical world and social relationships. Moreover, the interpretation of reality also resulted in the need for a pluralism of viewpoints
and the acquisition of knowledge from a constructive perspective. As a
consequence, important changes were brought about in the situation
and functions of law which presents diverse conceptions that stress the
need for comprehending and reviewing the different approaches that
the discipline as such presents as well as the different models that they
encompass embracing or not an interdisciplinary treatment.
Keywords: Law - Cultural phenomenon – Interdisciplinary.
Sumario: I. Introducción.– II. Presupuestos.– III. Distintas propuestas respecto de la concepción del derecho como fenómeno cultural: su
apertura al tratamiento interdisciplinario.– 1. Concepción unidimensional.– 2. Concepción bidimensional.– 3. Concepción tridimensional.– 4. Concepción multidimensional.– IV. Conclusiones.
I. Introducción
En la tarea de construir el mundo jurídico cotidiano, propuesta que nos formula la
disciplina Introducción al Derecho caracterizada dentro de un contexto signado por
procesos tales como la modernidad, postmodernidad y globalización; se presenta el
derecho como fenómeno cultural.
La modernidad coincidió también con diversas formas culturales que se manifestaron en una crisis de sentido, es decir, como la pérdida de la razón de ser del hombre
y de la sociedad (Martínez Paz 2004, 30).
Estas nuevas formas culturales se vieron enfrentadas a situaciones, que como las
de la Primera y la Segunda Guerras Mundiales, generaron grandes cambios y reclamaron nuevos criterios para interpretar la realidad, lo cual repercutió en la concepción
del derecho, sus fines, tareas y sus nuevas responsabilidades sociales. De allí que hoy
la cultura occidental realiza una crítica sobre sí misma y sobre las cosmovisiones que
contribuyeron a construir el mundo histórico y las realidades sociales. Además el proceso social de la posmodernidad subrayó, la pluralización de los puntos de vista y el
carácter constructivo de los conocimientos.
Todo esto produjo grandes transformaciones en la situación y en las funciones del
derecho, respecto del cual existen diversas concepciones que plantean la necesidad
de comprender y revisar los distintos enfoques que existen respecto del mismo y los
modelos que cada uno de ellos utiliza, con apertura o no a la interdisciplina.
La situación del derecho y la concepción que del mismo se tenga en este contexto
de sociedad, llevó a que el derecho perdiera importancia como factor hegemónico en
164
Lucrecia Aboslaiman
la resolución de los conflictos sociales y que las funciones del mismo se hayan desplazado a otros sectores de poder, como la economía y la administración. Pese a ello, es
bueno destacar que el derecho sirve a una necesaria racionalización del poder, y es un
componente esencial de las relaciones y de las estructuras sociales.
Esto también revela que existe una crisis de los modelos teóricos dominantes en
la ciencia del derecho que incide en los saberes jurídicos actuales que ya no pueden
resolverse con una simple revisión de sus estatutos epistemológicos. Esta situación
constituye un problema de fondo, estructural, y vinculada a las transformaciones producidas en la sociedad y en la cultura contemporáneas y a los reclamos de una nueva
cultura jurídica.
Frente a este diagnóstico, acentuar la dimensión cultural de lo jurídico se presenta
como una exigencia surgida dentro del contexto social planteado.
Es precisamente este nuevo carácter de los conocimientos, lo que condujo al análisis de los modelos jurídicos que desde lo teórico o metodológico han introducido
una apertura del conocimiento, enseñanza o investigación del derecho al campo interdisciplinario.
En síntesis es en este contexto caracterizado por la posmodernidad, que el tema
de la interdisciplina se convierte en una cuestión clave en cuanto al carácter constructivo de los conocimientos.
La nueva situación científica y cultural del derecho lleva a que se abran nuevas
perspectivas de investigación y análisis, lo cual se pone en evidencia a partir de las diversas manifestaciones de los cambios sociales, culturales, científicos y tecnológicos
con consecuencias inevitables para el mundo jurídico.
Conforme lo manifestado todo esto significó y significa un estímulo para buscar
un nuevo camino que pone el acento en la dimensión cultural de lo jurídico.
Esta nueva mirada “para el estudio y comprensión del fenómeno jurídico abre caminos para la investigación de aspectos tanto teóricos, referidos al cuerpo de conocimientos de la misma disciplina, como metodológicos vinculados a los métodos de
construcción de esos conocimientos” (Jer-Ríos, 1997:13).
II. Presupuestos
Cabe advertir que en la práctica todo profesor tiene en su mente uno o varios modelos jurídicos-didácticos; ellos se revelan en la estructura así como en la forma del
razonamiento del discurso, de la misma manera que en las decisiones que el docente
adopta respecto a los objetivos, contenidos y evaluación de una asignatura.
Por lo tanto y de acuerdo a lo expresado, se impone analizar los modelos jurídicos que desde lo teórico o lo metodológico han introducido una apertura del conocimiento, enseñanza o investigación del derecho al campo interdisciplinario.
165
Revista de la Facultad, Vol. IV N° 1 Nueva Serie II (2013) 163-177
Existen muchas concepciones y propuestas jurídicas, una de ellas es la que considera el derecho como fenómeno cultural. Para ello, se debe partir de un pensamiento
complejo frente a una realidad que se presenta multidimensional.
Es importante subrayar que la multidimensionalidad abordada por el pensamiento complejo, está en la concepción epistemológica y no la interdisciplina que
es un programa de investigación que acompaña desde lo metodológico a esta postura
epistemológica.
Se hace hincapié en lo anterior, porque en el pensamiento complejo se encuentra
la posibilidad de justificar la interdisciplina. El trialismo quiso romper el monopolio
de la filosofía analítica, pero por su formación las distintas concepciones tridimensionales no se animaron a abrirse a la interdisciplina.
Así se pone en evidencia que frente a una realidad multidimensional abordada
por el pensamiento complejo, se plantean cuestiones tales como ¿qué función cumple el modelo o los modelos según las diferentes concepciones del derecho?. Aparece
entonces el concepto de modelo como mediador entre el pensamiento y la realidad.
Las características que conforman el concepto de modelo jurídico es el de ser un
esquema interpretativo, mediador entre la realidad y el pensamiento, es una estructura para organizar el conocimiento que cumple una función no sólo interpretativa,
sino también explicativa. Es provisional y sometido a revisión. “Un modelo abstracto
no puede reproducir toda la realidad, pero no hay ningún aspecto de la realidad que
no pueda ser reproducido en algún modelo” (Alchourrón y Bulygin, 1993:31).
Se considera que la labor de la ciencia es buscar modelos cada vez más abarcativos, para lo cual tiene que partir de concepciones del derecho que den cabida a mayor
cantidad posible de dimensiones de la realidad.
En general se critican las concepciones del derecho y los modelos que ellas utilizan
cuando son rígidas o pretenden monopolizar la representación de la realidad, porque
esto lleva a una explicación forzada o impide ver nuevos hechos. A continuación se
analizarán las distintas concepciones del derecho y su correspondiente apertura o no
a la interdisciplina, a la par de que se estudiarán los distintos modelos que cada una de
ellas han adoptado como esquema interpretativo y explicativo de la realidad.
III. Distintas propuestas respecto de la concepción del derecho como fenómeno
cultural: su apertura al tratamiento interdisciplinario
Existen distintas propuestas con respecto a la consideración del derecho, algunas
de ellas lo conciben como fenómeno cultural y otras no.
La propuesta es hacer una presentación de las distintas perspectivas, individualizando cuáles posibilitan o no una apertura a la interdisciplina.Este intento requiere
aclarar que el conocimiento jurídico se construye a partir de los presupuestos y de las
premisas que definen el modelo.
166
Lucrecia Aboslaiman
Las respuestas a las que arriba el jurista cuando estudia el fenómeno jurídico, no
son unívocas; ellas dependen de cómo el jurista interpreta y explica la realidad del derecho; algunas como un fenómeno puramente normativo, otras histórico, para otras
sólo lingüístico, o tridimensional y para otras multidimensional.
De allí que coexistan las más diversas concepciones acerca del derecho con sus
respectivas propuestas metodológicas y que concurren tanto en las elaboraciones
conceptuales como en la resolución de sus conflictos jurídicos.
En efecto, tal como se expresó anteriormente, cada docente tiene en su mente uno
o varios modelos jurídicos que se manifiestan a través de su discurso, de la mima manera que cada jurista, legislador, abogado o juez interpreta y aplica el derecho positivo
de conformidad a una pluralidad de métodos, técnicas y procedimientos a partir de
los cuales obtiene o intenta obtener sus conceptos de lo que es el derecho.
Explicitados estos presupuestos, y sin desconocer las dificultades y limitaciones
de este intento se exponen las distintas concepciones del derecho y su apertura a la interdisciplina, haciendo un recorrido que parte de las concepciones unidimensionales,
entre otras se analizará la que concibe el derecho como norma, entre otros Kelsen, por
ser uno de los más representativos de la misma, luego se abordarán las concepciones
bidimensionales, estudiando entre todas ellas sólo la que entiende al derecho como
hecho normativo y aquí citaremos a Jellinek, Petraziscky y Gurvitch, posteriormente
las concepciones tridimensionales y sus distintas corrientes, entre las cuales se abordará, la postura que divide las mismas en dos grandes corrientes, una la que representa Miguel Reale; y por último la concepción multidimensional que define el derecho
como un fenómeno antropológico, cultural, social, jurídico-ético, donde el núcleo no
está constituido por la norma sino por el fenómeno jurídico multidimensional, núcleo
del modelo jurídico multidimensional compuesto por la relación hombre-sociedad-cultura y derecho elaborada por el Dr. Martínez Paz.
III.1. Concepción unidimensional
La realidad es concebida de un modo unidimensional. La más representativa de
esta corriente es la postura elaborada por Hans Kelsen. Considerado el máximo exponente del positivismo jurídico del siglo XX, entiende el derecho como un objeto independiente que pertenece sólo a la esfera de lo normativo. El derecho es sólo norma
positiva, es una serie gradual de normas, donde todo atisbo de actitud valorativa del
sistema legal debe considerarse de orden metafísico.
El positivismo axiológico que se identifica con el relativismo axiológico sostiene la
imposibilidad de establecer una escala jerárquica entre los valores, por medios racionales y objetivos, y que por lo tanto sea válida, en todo tiempo y lugar.
Kelsen entre otros defiende decididamente esta tesis, que sin embargo no son
compartidas por otros autores positivistas
Se sostiene que si bien la concepción de los valores y el aspecto ideológico está
presente, lo está de un modo implícito, por lo tanto se descarta la posibilidad que esta
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Revista de la Facultad, Vol. IV N° 1 Nueva Serie II (2013) 163-177
concepción de cabida a la concepción del derecho como fenómeno cultural, y por lo
tanto a una apertura interdisciplinaria.
Por el contrario se trata de un monismo metodológico, que constituye para algunos juristas la varita mágica capaz de convertir un saber en saber riguroso, con lo
cual se traba toda posibilidad de intercambio conceptual o epistemológico. De esta
manera el monismo y su negación a una apertura interdisciplinaria impide que las corrientes jurídicas tengan en cuenta una posición distinta de la propia para analizar los
fenómenos jurídicos. El monismo muestra así, una vez más, sus efectos paralizantes
sobre el desarrollo del conocimiento.
El modelo mediador entre este pensamiento simple y la realidad es el modelo jurídico unidimensional.
Luego entran en crisis la legitimidad de los modelos jurídicos unidimensionales
y la ciencia jurídica tradicional misma con sus concepciones del derecho que se ven
desbordadas por nuevas formas culturales y por los reclamos de la realidad.
La cultura contemporánea produce una multiplicidad de transformaciones que
ya no pueden ser resueltos desde una perspectiva unidimensional; ello produce una
enorme crisis que afecta a la ciencia jurídica tradicional y a sus modelos, lo cual demanda encontrar nuevos caminos de legitimación que ofrezcan los fundamentos antropológicos, científicos, sociales y éticos, que justifiquen la propuesta de un modelo
jurídico multidimensional que concibe al derecho como fenómeno cultural y con apertura a la interdisciplina.
III. 2. Concepción bidimensional
Frente a la insuficiencia y la unilateralidad de una concepción puramente normativista y su correspondiente monismo metodológico, se presenta una concepción
bidimensional del derecho, cuyo maestro Geny Jellinek con una posición propia
también del relativismo jurídico, pretendió superar dicha insuficiencia con un pensamiento bidimensional.
Dicha comprensión del derecho considera al derecho no sólo como norma, sino
como hecho normativo.
Concibe Jellinek al derecho como un puro fenómeno psicológico, interno del
hombre; esto es como una parte de las concepciones humanas con cabida en nuestra
inteligencia y no como abstracción necesariamente unida a la realidad concreta.
Sostiene que el mismo reposa sobre la apreciación de los obligados, ya que para él
las normas jurídicas son normas que provienen de una autoridad exterior reconocida,
destinada a regir la conducta exterior de los hombres con una obligatoriedad garantida por fuerzas también externas.
La capacidad de obrar como motivo de determinar la voluntad es la que implica
imprescindiblemente la juridicidad. Esta capacidad, proviene de nuestra propia con168
Lucrecia Aboslaiman
vicción sobre la necesidad que existe de conformarnos con una regla. De allí que la
positividad del derecho según su mirada se funda siempre sobre la convicción de su
validez y sobre este elemento subjetivo se basa todo el ordenamiento jurídico.
No resulta difícil advertir entonces, que el derecho queda sustentado sobre elementos puramente psicológicos.
“Su teoría está toda basada sobre la consideración de la fuerza normativa del elemento de hecho, o sea, sobre la idea del hecho normativo que aparece hoy, por cierto
con ropajes nuevos, en la filosofía intuitiva del derecho” (Reale, Miguel, 1976: 89).
Tanto Jellinek, como Petrazitsky entre otros, quienes se alinean en una dirección
eminentemente psicológica; dedican la atención a las aptitudes espirituales como
fuente de normatividad y no admiten la existencia de valores objetivos. Pretenden
explicar el fenómeno jurídico con elementos que no sean de orden puramente científico; y se proponen resolver el problema mediante criterios positivos; con lo cual sus
doctrinas permanecen enteramente entre los límites del positivismo jurídico, a través
de la reducción del hecho a la norma, o de la norma al hecho; siendo para Jellinek que
la normalidad tiende a ser normatividad, esto es que no la puede comprender sino
como un hecho psíquico generalizado o, por así decir, socializado; mientras que la
teoría de Petrazitsky exagera la naturaleza subjetiva o individual de la normatividad.
A partir de estas teorías psicologistas se puede afirmar que la realidad asumida
por el derecho es lo suficientemente compleja como para no estar reducida a las respuestas subjetivas e individuales de tipo emocional de cada individuo en particular,
olvidando incluso la necesidad y la exigencia que el derecho tiene de otorgar respuestas frente a las realidades de los otros yo.
Se advierte entonces que para esta concepción bidimensional la dimensión cultural no forma parte del derecho, del mismo modo que no tiene cabida una apertura a la
interdisciplina.
III. 3. Concepción tridimensional
Como reacción a lo anterior llegamos a una concepción tridimensional del derecho que incorpora a través de la perspectiva del valor a la cultura.
El tridimensionalismo concibe al derecho en tres dimensiones: como “hecho”,
como “norma” y como “valor”, con el propósito de satisfacer “la necesidad de una
comprensión antiformalista del derecho” y superadora de la concepción del derecho
que lo reduce sólo como norma positiva.
Si bien el objeto de estudio del tridimensionalismo es la experiencia jurídica en su
estructura fáctica, axiológica y normativa; existen distintas concepciones en cuanto al
abordaje de las mismas.
Está la concepción tridimensional que entiende el “derecho como realidad analizable en tres aspectos distintos: a cada uno de ellos corresponde una ciencia dife169
Revista de la Facultad, Vol. IV N° 1 Nueva Serie II (2013) 163-177
rente”–tridimensionalismo genérico o abstracto– y la concepción tridimensional que
concibe el “derecho como realidad de estructura esencialmente tridimensional, y
como tal estudiada por cualquier ciencia jurídica” –tridimensionalismo específico o
concreto–.
Reale, por ejemplo, como uno de los representantes más importantes de las corrientes tridimensionalistas , define al derecho como “ el hecho social en la forma que
le da una norma racionalemente promulgada por una autoridad competente según
un orden de valores” (Reale, Miguel, 1976:XVIII). Es válido aclarar que aún él no adoptaba el término tridimensional que en rigor pasó a adoptar en 1944.
Surgía de esta manera una comprensión tridimensional de la experiencia jurídica, para luego sí superar la terminología corriente de una “realidad bidimensional de
sustracto sociológico y de forma técnico-jurídica”.
El derecho como concreción dinámica, pasa a ser él un objeto cultural, que integra
normativamente hechos según valores; lo cual implica que la norma deja de ser un
simple juicio lógico extraña a la realidad que ella misma busca entender, y se presenta
como un momento de la experiencia jurídica en sí misma.
Es oportuno afirmar aquí que el origen del tridimensionalismo está, precisamente, en la concepción orientada a solventar el aserto de que no hay real oposición entre
el mundo de la cultura y el de la naturaleza, sino que, entre ambos órdenes habría una
correlación emergente del espíritu humano mismo. De allí que Reale sostenga que la
cultura encuentra en el espíritu del hombre su primordial fuente, comprobando que
el derecho se inserta en un ámbito específico de carácter cultural.
Como consecuencia de lo expuesto surge que una concepción del Derecho que
sea capaz de propiciar una visión real y objetiva, tiene que superar las visiones parciales para alcanzar así la propia estructura de la realidad jurídica, respecto de la cual, las
visiones unilaterales no consiguen sino fijar aspectos sólo particulares.
El gran papel, entonces consistió en examinar posiciones que en algunos momentos fueron consideradas como definitivas, mostrando así que el derecho significa más
que un puro hecho, o sólo una norma, o un mero valor.
Los unilateralismos de las corrientes conocidas eran insatisfactorios, por resultar
incapaces de brindar una visión aceptable del derecho, crítica de la cual no queda
excluida la concepción bidimensional.
Miguel Reale, como uno de los tantos exponentes de la concepción tridimensional define al derecho diciendo que no es ni puro hecho ni pura norma, sino “el hecho
social en la forma que le da una norma racionalmente promulgada por una autoridad
competente según un orden de valores” (Reale, Miguel, 1974 : XVIII).
En cuanto a la teoría egológica de Carlos Cossio, gran jurista argentino representativo también de las corrientes tridimensionales; replantea una gran cantidad de elementos. Ubica al derecho en la región de los objetos culturales, y en la definición del
derecho como conducta en interferencia intersubjetiva.
170
Lucrecia Aboslaiman
Esta teoría tan importante, ha sido objeto de críticas, tales como; entre otras, que
la fundamentación utilizada para definir el derecho como objeto cultural egológico
resulta insuficiente, ya que la misma experiencia demuestra que el derecho es algo
más que conducta, y que si bien el concepto de derecho como conducta supera al
positivismo normativo, cae en el positivismo implícito dado por la premisa de una
conducta conceptualizada por la norma.
El modelo jurídico utilizado en el tridimensionalismo, capaz de interpretar y explicar al derecho como una experiencia jurídica tridimensional es precisamente el
modelo jurídico tridimensional compuesto por norma, hecho y valor. Surgió en la década del 40, con el objetivo de superar las dificultades plantadas por una visión unilateral y formalista del derecho. Ahora bien, al hablar del derecho como experiencia,
surge la necesidad de armonizar la lógica de las normas jurídica, con las exigencias
reales de la vida social y ética.
Adoptada esta posición, el problema de la concreción jurídica requiere un planteo
metodológico-interisciplinario, que incluya las perspectivas filosófica y científica del
derecho y la sociológica jurídica.
La exigencia del abordaje unitario plantea dificultades teóricos y metodológicos,
como por ejemplo, cómo garantizar la unidad del proceso de elaboración, interpretación y aplicación del derecho, entre otros.
Hay quienes sostienen que se trata de una unidad de proceso esencialmente dialéctica e histórica, y otros contestan la pregunta afirmando que se trata de una sola
conducta jurídica en la medida en que es experiencia social, y en cuanto se manifiesta
en sus tres dimensiones: fáctica, axiológica y normativa.
Desde esta posición se advierte que la concepción del derecho como experiencia
triádica, con la incorporación del valor formando parte del mismo, abre las puertas a
la dimensión cultural del derecho, pero de un modo limitado, en cuanto se sostiene que
la cultura es mucho más que valor, tema que se abordará más detalladamente cuando
se analice la concepción multidimensional y su apertura a la interdisciplina.
Finalmente y con respecto a lo metodológico, diremos que hay quienes critican
esta concepción en cuanto a las dificultades que presenta respecto a lo que significa
una verdadera apertura interdisciplinaria y no el simple contacto entre las conclusiones que aportarían cada una de las disciplinas en sus propias investigaciones filosóficas, sociológicas y dogmáticas.
Antes de presentar la concepción multidimensional, es oportuno señalar que se
ha dicho que muchos de los que dicen ser trialistas no lo son, aunque más son los que
no dicen serlo y en sus posturas intelectuales y metodológicas lo son.
III. 4. Concepción multidimensional
Finalmente se aborda la concepción multidimensional que parte de una propuesta epistemológica que plantea y define al derecho como fenómeno cultural.
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Revista de la Facultad, Vol. IV N° 1 Nueva Serie II (2013) 163-177
El fenómeno jurídico se presenta multidimensional y está ontológicamente constituido entre otras dimensiones por la dimensión cultural, donde la cultura se encuentra formando parte de la relación hombre-sociedad-cultura y derecho.
Las interpretaciones de esta realidad serán diferentes según la sociedad de que se
trate, puesto que cada una de ellas posee su propia concepción de la cultura.
Es necesario remarcar que este marco integra lo jurídico en una concepción de la
cultura entendida en términos generales como matriz de vida dotada de sentido, lo
cual implica referirse a la cultura como un concepto de naturaleza personal y social,
comprensivo de los modos de valorar, pensar y sentir. La concepción del derecho como
fenómeno cultural parte de comprender el mundo histórico y cultural que el hombre
construye; ya que la existencia natural del hombre es la vida con cultura.
También es necesario remarcar que el concepto de cultura debe analizarse a partir
de la problemática de la sociedad actual con su inestabilidad, las diferentes perspectivas de la conciencia cultural y jurídica, el reconocimiento del pluralismo y de sus
límites, los replanteos de los principios jurídicos generales, los reclamos de interdisciplinariedad, lo cual conduce a diferentes enfoques desde los que se construye el
concepto de cultura.
Por lo tanto la concepción multidimensional analiza la cultura en el marco de la
relación hombre-sociedad-cultura-derecho, que tal como se explicitó, significa integrar lo jurídico en una concepción de la cultura entendida como matriz de vida dotada de sentido.
De modo que los hombres crean, modifican o inciden en la cultura de su tiempo
dándole sentido. Y, al mismo tiempo, reciben el sentido a través de las pautas culturales de la sociedad a la que pertenecen.
La cultura aparece ahora como forma de vida, como orden y como tarea.
Los modos de pensar, valorar y actuar que se transmiten de generación en generación y configuran lo que se ha de denominado “genio de un pueblo” constituya la
cultura como forma de vida.
En cuanto al equilibrio y organización de la tendencias, los valores y los proyectos
individuales, con las soluciones ofrecidas por la sociedad para establecer el orden socio-político y jurídico, conforma la cultura como orden. De esta forma surge un orden
social que responde o no a los fines existenciales del hombre y en el cual éste puede
desarrollarse plenamente. Aquí la relación del derecho en equilibrio con la cultura se
pone absolutamente de manifiesto.
Como tarea, responde a la necesidad de construir, día a día, el mundo social, jurídico y cultural en el que el hombre va a vivir. Parte de la idea de un mundo humano
inacabado que el hombre está obligado a construir, con todos los desafíos que le presenta una sociedad como la de hoy. Este análisis nos conduce a afirmar que “el hombre depende de la sociedad para su desarrollo, del mismo modo que ésta necesita del
hombre para construir la cultura”.
172
Lucrecia Aboslaiman
Estas dos dimensiones de lo social exigen a su vez un orden que facilite e impulse el
logro de los fines sociales e individuales. Y ese orden se alcanza a través del derecho.
El derecho participa de los modos de pensar, de sentir , de valorar , transmitidos por la
cultura, de modo que se encuentra en el origen de toda cultura, por lo cual también es
imposible concebir una cultura sin derecho”(Martínez Paz, 1985: 309).
De acuerdo a lo expresado toda cultura contiene derecho, así la idea de una aculturación jurídica es un claro ejemplo de ello; es decir, la idea de que un sistema
jurídico puede injertarse en otro, por causas y con efectos puestos de relieve por la
sociología del derecho. Por ejemplo: cuando erigimos en máxima la regla de nadie
debe ser separado de sus jueces naturales, estamos expresando que debemos ser juzgados por aquellos que tienen por nacimiento nuestras propias maneras de decir el
derecho.
Es necesario remarcar que la actitud completamente inversa existe también: la
apertura hacia el extranjero, y en este sentido, el derecho, como en todo lo demás,
determinará que esa actitud influya en las técnicas, las costumbres, los modos de vivir
y de sentir.
Que el derecho debe ser abordado necesariamente como un fenómeno cultural, es
una concepción que permite abordar con mucha más sencillez temas tan complejos
como el de la “aculturación jurídica” entre otros. Así, cuando dos sistemas jurídicos
se encuentran ello no ocurre jamás impunemente, sino que se van a producir, por
esa razón, unos efectos tanto sobre las instituciones como sobre los individuos; bien
entendido que toda modificación de las instituciones se opera siempre a través de una
modificación de los individuos. De este modo, la aculturación del derecho, se traduce,
en las instituciones y en los individuos, en fenómenos jurídicos.
El derecho también encuentra que la sociedad contemporánea presenta características como “el multiculturalismo” que es un fenómeno creciente; frente al cual su
respuesta no puede ser sólo normativa sino incorporando a la cultura como fenómeno
humano y social constituida por distintos espacios. De este modo el pluralismo aparece como un elemento del proceso cultural, sin olvidar las subculturas que son propias
de uno a varios grupos identificables de la sociedad.
El fenómeno social de la multiculturalidad demuestra la existencia de una de las
expresiones del pluralismo y de grupos con distintos códigos culturales.
El presente tema nos conduce necesariamente a tomar conciencia de que la concepción del derecho como fenómeno cultural lo obliga a adoptar el desafío de hacerse
cargo de la realidad compleja de hoy, caracterizada como dijimos por el multiculturalismo, que abarca de manera inevitable cuestiones tales como el “pluralismo cultural
y jurídico”.
No se sostiene ya la idea que nació con el Estado moderno, de culturas nacionales
en estado puro, que intentaron a través de la unificación jurídica poner fin al “pluralismo cultural”. El multiculturalismo es ya un hecho irreversible.
173
Revista de la Facultad, Vol. IV N° 1 Nueva Serie II (2013) 163-177
De modo que cuando se habla de espacio jurídico como soporte natural de un
territorio, que está delimitado y marcado por un destino; si bien esto es natural, no
siempre es necesario. Ejemplo: una tribu gitana, nómada, constituye un espacio jurídico, aunque carezca de ámbito territorial. La hipótesis del pluralismo jurídico, en
su aplicación a variedades que no son geográficas, presupone que varios espacios jurídicos pueden superponerse en un mismo lugar. Con lo cual el espacio jurídico es
en realidad una construcción psicológica, que se encuentra dibujada por una red de
relaciones de derecho.
Los juristas dogmáticos hacen coincidir el espacio jurídico con el Estado. En consecuencia, niegan que pueda existir generación espontánea de derecho en los grupos
particulares. A la inversa, los sociólogos del derecho se inclinan a admitir que los grupos particulares tienen en sí mismos un poder de creación jurídica. Y de modo más
general segmentan y diversifican el espacio jurídico. Este es el sentido que hay que
atribuir a la famosa hipótesis del pluralismo.
Todo esto nos conduce e implica la apertura del derecho; donde los conceptos
jurídicos se analizan a través de los procesos sociales y culturales que los producen,
teniendo en cuenta las consecuencias de la aplicación del derecho. Se busca así la
reconciliación de la ciencia jurídica con las realidades sociales y humanas.
El pluralismo jurídico cuando critica el monopolio del Estado en la formación del
derecho y reclama una descentralización de la actividad legislativa, está planteando la
multiplicación de las fuentes del derecho.
Esta cuestión no es nueva, ya que hace varias décadas se habló de la rebelión de
los hechos contra las leyes y del surgimiento del derecho social, opuesto al monopolio
del derecho por parte del Estado.
Porque la estatalidad del derecho –premisa del positivismo jurídico y propia de
una concepción unidimensional– afirmaba que la ley lo podía todo por estar materialmente vinculada a un contexto político social homogéneo; lo cual fue puesto en
tela de juicio, y en la sociedad de hoy por el propio proceso del multiculturalismo que
reclama otras respuestas.
Es oportuno señalar también, que las nuevas fuentes del derecho plantean problemas que es preciso resolver, dado que es necesario encontrar nuevos criterios unificadores para los ordenamientos jurídicos. De allí que la concepción multidimensional
propone afirmar la unidad en un núcleo de principios y valores jurídicos sobre los que
existe un consenso social generalizado, con el objetivo de superar el peligro de una
anarquía de las normas y lograr consolidar una “convivencia dúctil”.
Si bien la concepción multidimensional del derecho considera que la apertura del
derecho –que no es una apertura total, ya que como se dijo existen límites impuestos
por los principios y valores jurídicos– y el pluralismo jurídico pueden crear condiciones favorables para la protección de los valores jurídicos y los derechos humanos, es
necesario que se garantice la seguridad jurídica, por eso en el derecho penal es prioritario el principio de legalidad.
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Lucrecia Aboslaiman
El positivismo normativista a través de sus interpretaciones no tuvieron en cuenta
los cambios operados en la sociedad, lo que condujo a que se ampliaran los espacios
de discrecionalidad jurídica.
Por su parte, la concepción multidimensional, al incorporar a su análisis las dimensiones de la realidad, entre ellas la dimensión cultural, y los nuevos campos disciplinares, permite ofrecer pautas metodológicas y prácticas para determinar los fundamentos y la justificación de las decisiones jurídicas.
Frente a los cambios que se produjeron en las estructuras sociales y culturales, se
unía un movimiento renovador de la situación científica y cultural del derecho, de allí
la propuesta de construir un mundo jurídico que pusiera en evidencia las relaciones
del hombre, de la sociedad, de la cultura y del derecho.
Integrando la misma es que se propone el modelo multidimensional como un instrumento que permita interpretar la compleja realidad contemporánea en el contexto
de una sociedad en transición, posmoderna y globalizada; frente a la crisis de la ciencia jurídica tradicional y la pérdida de legitimidad de los modelos unidimensionales
propios de dicha concepción.
El modelo parte de una concepción epistemológica desde la perspectiva del pensamiento complejo y con un paradigma cognitivo capaz de tender puentes entre ciencias y disciplinas.
Desde el punto de vista metodológico responde a un pluralismo metodológico
que responde a las diferentes dimensiones del mundo jurídico, apoyado en una investigación científica interdisciplinaria. El modelo está constituido por el fenómeno
jurídico multidimensional, las dimensiones y disciplinas. Se trata de las dimensiones
de la realidad: antropológica, social, cultural y jurídica, –esta última en su positividad
y eticidad–, que se interrelacionan en este modelo con el núcleo y con las disciplinas.
Este camino permite la apertura a la interdisciplina.
El fenómeno jurídico, núcleo del modelo multidimensional, está compuesto por
las dimensiones antropológica, sociológica, cultural, y ético-jurídica; que de acuerdo
a lo expresado exige un nuevo punto de vista metodológico, ya que cada una de estas
dimensiones será abordada por las respectivas disciplinas: antropología jurídica, sociología de la cultura, sociología del derecho y la ciencia jurídica y la ética.
Se parte entonces de la identidad de las disciplinas y se las considera no como
saberes estáticos, sino desde una perspectiva dinámica.
Resulta evidente que la conceptualización de este modelo reclama la apertura a
la interdisciplinariedad, considerada una de las nuevas formas de producción del conocimiento, que evidencia su significación en un humanismo de la pluralidad y como
una manera de destacar la conveniencia de ofrecer modelos vivientes.
Se entiende por interdisciplina en sentido general, “las interacciones que se establecen entre dos o varias disciplinas para lograr una síntesis integradora y abarcati175
Revista de la Facultad, Vol. IV N° 1 Nueva Serie II (2013) 163-177
va, y no como un simple contacto entre disciplinas para aprovechar las conclusiones
de las distintas investigaciones, desde el aislamiento y la autonomía” (Martínez Paz,
2003-1996:8-36).
Esta concepción frente a los complejos problemas del derecho y el reclamo de
abrirlos a las relaciones interdisciplinarias plantea un desafío y una tarea permanente; de manera tal que la interdisciplina sea considerada además de un método, como
un movimiento de ideas; una actitud frente al problema del conocimiento que propicia su apertura con el fin de que favorezca las más pluralistas.
Como se dijo anteriormente, se afirma que este es el desafío a recorrer y que la
interdisciplina comienza con una simple comunicación de ideas para recién poder
construir puentes con las otras disciplinas, con la prudencia que ello implica a fin de
evitar ficciones.
IV. Conclusiones
A través del presente trabajo se ha pretendido recorrer las diversas perspectivas y
concepciones del derecho y su apertura o no a la interdisciplinariedad; con el objetivo
de demostrar que la evolución parte de una concepción unidimensional del derecho
para arribar luego a una concepción bidimensional, tridimensional y finalmente multidimensional, sin que ello signifique la exclusión de ninguna de ellas.
Por el contrario, en la actualidad se observa que estos paradigmas conviven y
coexisten, a veces de manera pacífica y otros de un modo conflictivo.
En particular y con respecto a la concepción del derecho como fenómeno cultural
y su apertura a la interdisciplina, se destaca que la misma constituye un desafío y una
tarea que recién comienza puesto que se trata de una nueva forma de producción del
conocimiento.
Es una tarea compleja, que deja abierta algunas cuestiones polémicas, y al mismo
tiempo provee de elementos para futuras hipótesis de investigación.
Por ello nada más exacta que la aguda observación de que un asunto bien planteado y encarado significa ya de entrada dar un largo paso hacia la solución a investigar.
Cabe señalar por último, que el tema abordado sirve para solventar el aserto de
que las cuestiones tratadas tienen más un cuño polémico que el de una simple recopilación de posturas y perspectivas acerca de la concepción del derecho.
Apreciada la cuestión desde este enfoque, es bien posible que se haya incurrido
en algunas apreciaciones unilaterales, empero no se puede escapar a la necesidad de
escoger un punto de referencia respecto de un asunto tan controvertido, y se sabe que
toda elección de un punto de vista cualquiera significa el sacrificio de otras mil posibles. Es necesario insistir que estas concepciones conviven y coexisten a veces de una
manera pacífica y otras de una manera conflictiva.
176
Lucrecia Aboslaiman
Tal como se expresó anteriormente, esta propuesta generadora de cuestiones polémicas, esta concepción multidimensional y su modelo –presentado como un instrumento estratégico que abarca diferentes aspectos de la realidad, aunque sin pretender
monopolizar su representación– constituye una verdadera fuente de futuras hipótesis.
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177
ALFABETIZAR EN MÉTODOS ALTERNATIVOS
DE RESOLUCIÓN DE CONFLICTOS *
LITERACY IN ALTERNATIVE DISPUTE RESOLUTION
Karina E. Battola **
Resumen: El trabajo se ha desarrollado en el marco de la Práctica Profesional III, espacio curricular obligatorio de la carrera de Abogacía de
la Universidad Nacional de Córdoba, precisamente en el área de la Alfabetización Jurídica, en la cual se brindan distintas herramientas para
dar a conocer e informar a la sociedad acerca de alguna temática en
particular. En este caso, se trata de poner a disposición de la comunidad, la información relacionada a las vías o métodos alternativos a un
proceso judicial, para resolver conflictos jurídico-sociales, ante diferentes problemáticas advertidas en entidades o instituciones de nuestra comunidad. En este ámbito se abre una puerta importante para dar
a conocer estas alternativas que permiten evitar el juicio y obtener una
pronta solución acorde a las particulares necesidades de cada uno. Dicha actividad, que posee características propias de las actividades de
extensión, se ha instrumentado en diversos espacios donde se produce y se multiplica el conflicto, logrando mejorar la comunicación interpersonal o intergrupal de los grupos con relaciones conflictivas.
Palabras - clave: Alfabetizar - Resolución alternativa - Conflictos.
Abstract: The work has been developed as part of Professional Practice
III compulsory curriculum area Law students at the National University of Córdoba precisely in the area of legal Literacy which will provide
various tools to raise awareness and inform the public about any particular topic. In this case, it is available to the community information
relating to methods or alternative to judicial proceedings to resolve
legal disputes social advice to different problems in organizations or
* Trabajo presentado para su publicación el 14 de agosto de 2012; aprobado el 17 de febrero de 2013.
** Abogada. Mediadora. Diplomada en cuestiones de diseño institucional de la justicia penal. Doctoranda de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales UNC. Docente de Teoría del Conflicto y la Decisión:
Métodos alternativos de resolución de conflictos y de Criminología de la Facultad de Derecho y Cs.
Sociales UNC. Docente Tutor de Práctica Profesional III – Área Alfabetización Jurídica de la Facultad
de Derecho y Ciencias Sociales de la UNC ([email protected]).
Revista
de la Facultad, Vol. IV N° 1 Nueva Serie II (2013) 179-188
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institutions of our community. In this field opens and important door
to present these alternatives that avoid the trial and obtain a prompt
solution to meet the particular needs of each. This activity possessing
characteristics of outreach has been implemented in various spaces
that generate and multiply the conflict, improving the interpersonal or
intergroup relations groups with conflicting.
Keywords: Literacy - Alternative dispute resolution - Conflicts.
Sumario: I. Introducción.– II. Fundamentación y Estructura del Proyecto.– III. Objetivos.– IV. Problemática a resolver.– V. Ubicación Geográfica.– VI. Presentación/Temporalidad.– VII. Desarrollo del proyecto
“La estrategia de Alfabetización”.– VIII. Actores Involucrados.– IX. Logros obtenidos con la implementación del proyecto.– X. Instrumentos
de trabajo.– XI. Conclusión.
“No hay camino para la paz, la paz es el camino”.
Mahatma Gandhi
I. Introducción
Los métodos alternativos de resolución de conflictos ocupan un lugar relevante
en la reforma y modernización del sector justicia. Se incluye bajo este nombre, toda
forma diferente de abordaje de los conflictos diferente de los mecanismos judiciales,
del uso de la fuerza o el abandono del mismo. Estos mecanismos surgen en los años
70 en Norteamérica y posteriormente se desarrollan en algunos países de Europa y de
Iberoamérica como un sistema innovador de abordaje de las relaciones humanas que
se caracterizan por la posibilidad de tratar los conflictos sin coerción y de forma eficaz
y eficiente, atento a que no se basan en dualidades de vencedor y vencido –donde uno
gana y el otro pierde– sino en la premisa de que ambos pueden obtener beneficios y
así alcanzar la formulación ganar-ganar atento que las partes involucradas en la controversia pueden encontrar soluciones que les permitan satisfacer sus objetivos mediante el desarrollo de la capacidad de los protagonistas de poder generar soluciones
creativas que les posibiliten ganar a cada uno de los involucrados.
Se ha sostenido que es obligación de un Estado democrático y moderno, preocupado por el bienestar social, proveer a la sociedad de un servicio de justicia heterogéneo. Ello significa que el deber que tiene el Estado de tutelar los derechos amenazados de sus ciudadanos no se satisface con la sola organización de un Poder Judicial
eficiente, sino que al mismo tiempo deben ofrecer otros mecanismos de solución de
controversias que pueden resultar, de acuerdo con la naturaleza del conflicto, no solamente más efectivos y menos costosos en términos económicos sino también, más
rápidos en relación con el tiempo empleado en su solución y convenientes en cuanto
impidan la recurrencia del conflicto, y socialmente más valiosos si posibilitan y mejoran la relación futura entre las partes. Se reconoce así que el sistema formal y tradicional de la justicia no siempre es el más adecuado para resolver los conflictos jurídicos
y que los conceptos de justicia y de administración de la misma deben ser redefinidos
180
Karina E. Battola
con criterios más amplios y comprensivos. Cabe mencionar que existe una gran parte
de la sociedad que descree del funcionamiento de la justicia. En este sentido, se puede
mencionar el poema gauchesco del siglo XIX, el Martín Fierro de José Hernández, que
dice:
La ley es tela de araña,
en mi inorancia lo esplico,
no la tema el hombre rico,
nunca la tema el que mande,
pues la ruempe el bicho grande,
y sólo enrieda a los chicos (1).
En base a lo expresado hasta aquí, resulta relevante sustituir esas telas de araña,
promoviendo la cultura de la resolución pacífica de conflictos en la sociedad mediante
mecanismos de conexión entre la comunidad educativa y la sociedad. Dichos métodos, permiten abordar un conflicto no solamente desde el enfoque de las diferencias
sino, además, desde la idea de desorden que conforme señala Morin, las sociedades
humanas pueden tolerar enfrentando diferentes situaciones que se consideran como
una desviación al orden establecido previamente, lo que permite sostener la concepción del desorden como algo constructivo en razón de las cuestiones constructivas
que pueden surgir a partir del mismo.
Propiciar la cultura de la solución de los conflictos mediante métodos pacíficos,
supone que los ciudadanos accedan al conocimiento –alfabetización jurídica– ante lo
cual en la propuesta que se presenta se pone al alcance de la sociedad el derecho que
existe y que rige en nuestra comunidad con respecto a estos procesos alternativos a
los tradicionales a los fines de que el acceso a los mismos resulte procedente en razón
del conocimiento que se adquirió de ellos. Así, la alfabetización jurídica es un paso
primordial para que el ciudadano pueda decidir por estos métodos para la gestión del
conflicto en el que se encuentre involucrado.
II. Fundamentación y Estructura del Proyecto
La temática de la alfabetización importa un fenómeno complejo ya que no es simplemente un proceso mecánico sino que implica una vinculación con la realidad del
mundo y los objetivos del individuo. La alfabetización, en inglés literacy supone el desarrollo de la capacidad de leer y escribir o se considera algo que puede ser razonable
o pensable, o también se habla del estado o la condición de estar educado, por lo tanto, va más allá de la simple mecánica de saber leer y escribir. Es por lo tanto una parte
inseparable del entorno del ser humano, moldea la sociedad y es una herramienta
que permite moldear al individuo a través de la sociedad en sí.
La propuesta de alfabetización sobre métodos alternativos de resolución de conflictos, ha tenido como objetivo, lograr un aporte en la utilización de mecanismos pa (1) Los cambios de algunas palabras corresponden a giros de la lengua gauchesca empleada en el
Martín Fierro.
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cíficos de resolución de conflictos, que permitan el diálogo, la tolerancia y la participación de los ciudadanos.
La misma, ha sido posible realizarla en el espacio curricular de la práctica profesional, ya que les permite a los alumnos adquirir experiencia en la identificación de
problemáticas de la comunidad y el análisis de las mismas.
Así, los alumnos han podido alfabetizar, concurriendo a diferentes entidades o
instituciones que les han permitido conocer problemáticas propias y donde han podido luego realizar una devolución sobre modos no litigiosos previstos por el Derecho,
conforme a sus estudios universitarios de grado adquiridos sobre ésta temática.
Dicha actividad, se ha llevado a cabo en la comunidad, luego de un proceso de
capacitación de los estudiantes, por parte del docente responsable. Esta contribución
a la formación de grado, es necesaria a los fines de formar abogados capaces de recurrir a diferentes herramientas de solución de conflictos previstas por nuestro ordenamiento jurídico.
III. Objetivos
III.1. Objetivo general
Que el alumno identifique una problemática de conflicto en una entidad o institución donde se produce y se multiplica el conflicto, informando en dichos espacios
sobre modos no litigiosos que permitan lograr mejorar la comunicación interpersonal
o intergrupal de los grupos con relaciones conflictivas.
III.2. Objetivos específicos
Que el alumno sea capaz de:
1. Identificar una entidad o institución donde se produce y se multiplica el conflicto, que les permita conocer una problemática propia.
2. Analizar la misma a la luz de los modos no adversariales de resolución de conflictos.
3. Evaluar entre los distintos modos alternativos de resolución de conflictos, cuál
es el mecanismo más adecuado para abordar la problemática identificada.
4. Informando en dichos espacios sobre modos no litigiosos que permitan lograr
mejorar la comunicación interpersonal o intergrupal de los grupos con relaciones conflictivas.
5. Realizar una devolución sobre el modo no litigioso posible con el que sería
posible solucionar la problemática identificada, en pro de que se tome conciencia del valor de la paz en la vida social.
182
Karina E. Battola
IV. Problemática a resolver
Se advierte como problemática a resolver la falta de información sobre modos pacíficos de resolución de conflictos en distintos espacios donde se produce y se multiplica el mismo y que impiden una comunicación interpersonal o intergrupal de los
grupos con relaciones conflictivas.
Por ello, resulta pertinente promover democráticamente, la cultura de la resolución no adversariales de controversias en la sociedad, para ir sustituyendo la cultura
de la confrontación y el litigio por la resolución pacífica y el consenso.
Ello, es posible mediante el conocimiento de procesos –tales como la mediación,
la negociación, la conciliación, el arbitraje y la facilitación–, que generan competencias culturales promoviendo actitudes diferentes con significados socioculturales diversos.
Lederach sostiene, que “…la paz no se ve solamente como una fase en el tiempo o una condición; es un proceso social dinámico y como tal requiere un proceso de
“construcción”, que conlleva inversión, materiales, diseño arquitectónico, coordinación
del trabajo, colocación de los materiales y trabajo de acabado, además de un mantenimiento continuo” (2). Así, la propuesta se enmarca en la concepción de consolidación de la paz y la promoción de la concordia en nuestra propia comunidad y en cada
uno de los integrantes de la misma.
V. Ubicación Geográfica
El proyecto se ha realizado desde la Universidad Nacional de Córdoba, precisamente en el área de la Alfabetización Jurídica de la Práctica Profesional III, espacio
curricular obligatorio de la carrera de Abogacía-, con características de extensión hacia distintos espacios donde se produce y se multiplica el conflicto, esto es distintas
instituciones ubicadas en la Provincia de Córdoba de la República Argentina.
VI. Presentación/Temporalidad
El proyecto se ha desarrollado conforme lo planeado en el programa analítico correspondiente. En una primera etapa, la organización del mismo, ha contemplado la
presentación del espacio curricular de la Práctica Profesional III, área Alfabetización
Jurídica y el análisis de los objetivos perseguidos en este eje con la consiguiente distribución de tareas. La segunda etapa, se dedicó a la planificación del trabajo conforme
los lineamientos del mismo, necesarios para la identificación de una situación problemática en particular y de los actores de la situación conflictiva seleccionada. En una
tercer etapa, se ha realizado una sistematización de la información sobre los métodos
pacíficos de resolución de conflictos. Por último, se ha efectuado una devolución en
los espacios identificados con relaciones conflictivas en base a los fundamentos que
sustentan las implicancias en brindar la información sobre modos pacíficos de abor (2) LEDERACH, John Paul. (2000), El abecé de la paz y los conflictos, Los libros de la Catarata. Madrid.
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daje de los conflictos. El tiempo que se ha utilizado es de 4 meses en total, habiéndose
distribuido el mismo en un mes por cada una de las etapas señaladas precedentemente durante el primer semestre del ciclo lectivo 2011.
VII. Desarrollo del proyecto “La estrategia de Alfabetización”
La propuesta didáctica ha tendido a la identificación de problemáticas en entidades o instituciones y al desarrollo de habilidades actitudinales de alfabetización
en modos no adversariales de resolución de conflictos previstos por nuestro ordenamiento jurídico.
Así, a partir de un caso concreto en el cual se vislumbra un conflicto y efectuado el
análisis teórico-práctico, aplicando el planteo que propone Entelman (3) para la Teoría del Conflicto.
Para concretizar la alfabetización, se han programado encuentros con los actores
del conflicto, a los fines de poner a su alcance lo trabajado durante la práctica profesional, devolviéndoles los conocimientos adquiridos e informando sobre las posibilidades de resolver la problemática, sin la necesidad de recurrir a la confrontación
judicial. La información oral que se brinda ha sido acompañada por diferentes instrumentos (folletos o trípticos) a modo de complementar el proceso de alfabetización.
Dicho proceso pone al servicio de los individuos, grupos o comunidad un conjunto de herramientas y metodologías que sirven de base para acercarles información
sobre la existencia de métodos que permiten resolver conflictos sin la necesidad de
recurrir a un juicio.
Para llevar adelante este proceso de alfabetización, se han efectuado reuniones
con cada uno de los actores de la situación conflictiva, donde se les ha explicado las
características de los modos pacíficos de resolución de conflictos, formulándose algunas entrevistas, haciéndose entrega de una síntesis de lo trabajado, conjuntamente
con la información atinente a los métodos mencionados acompañado por un instrumento (folleto o tríptico) con los puntos esenciales de la alfabetización que han aspirado a promover la cultura de la resolución pacífica de conflictos, mediante los mecanismos de la negociación, la mediación, la conciliación y el arbitraje que permiten
sustituir las actitudes confrontativas por las de cooperación.
Ello, ha sido posible alcanzarlo mediante un proceso de enseñanza-aprendizaje
que privilegia una metodología de trabajo abierta y participativa. El carácter aplicado
de los conocimientos ha permitido realizar una devolución a la comunidad sobre la
temática abordada.
De este modo, se ha logrado sensibilizar y promover la tolerancia entre los ciudadanos, mediante la comunicación de las características relevantes de los medios
(3) ENTELMAN, Remo F.”Teoría de Conflictos. Hacia un nuevo paradigma”. Ed. Gedisa S.A., Barcelona, 2002.
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Karina E. Battola
alternativos de resolución de conflictos que permiten vislumbrar actitudes cooperativas en las relaciones sociales lo que permite abordar la conflictividad en el ámbito en
el que se presentan propiciando la resolución pacífica de conflictos para la gestión de
los mismos.
VIII. Actores Involucrados
Con respecto a esta temática, es posible señalar que existen diferentes lectura sobre las visiones de la realidad que poseen los actores involucrados en un conflicto, la
cual dependerá de la diversidad de situaciones, conocimientos y circunstancia referidas al espacio que éstos ocupan dentro de la organización colectiva, de su idiosincrasia, de sus valores, sentimientos y vinculaciones.
Específicamente, resulta posible señalar los actores involucrados en las situaciones conflictivas que se han identificado:
1. Vecinos y productores agropecuarios de la localidad de Oncativo –ciudad que
se encuentra a 70 Km aprox. al sur de la ciudad de Córdoba Capital–, por la
situación conflictiva de la aplicación de agroquímicos y sus posibles efectos.
2. Médicos residentes y Ministro de Salud de la Provincia de Córdoba, en torno a
las condiciones de prestación de servicios de salud.
3. Alumnos de la escuela pública Ipem nº 270 General Manuel Belgrano de la
ciudad de Córdoba y la Directora del establecimiento por la situación conflictiva manifestada por las cuestiones edilicias o de infraestructura.
4. Padres y maestros de alumnos del Instituto Privado Mixto San Agustín, frente
a situaciones conflictivas por responsabilidad en los establecimientos educativos.
5. Asociación de Esclerosis Múltiple (AcEM) quien brinda asistencia multidisciplinaria a los enfermos por situaciones problemáticas de tipo familiar, entre
otras.
6. Usuarios y consumidores, nucleados en un barrio de la ciudad de Córdoba de
la Pcia. del mismo nombre y responsables de marcas o servicios por situaciones conflictivas relacionadas con los Derechos del Consumidor.
7. Asociación mutualista argentina nueva –situada en la Ciudad de Córdoba– y
sus empleados, por situaciones conflictivas de carácter laboral.
8. Vecinos de barrio Inaudi y el intendente Daniel Giacomino de la ciudad de
Córdoba, por la situación conflictiva relacionada con el enterramiento de los
Residuos Sólidos Urbanos (RSU).
IX. Logros obtenidos con la implementación del proyecto
La implementación del presente proyecto ha permitido alcanzar logros sobre dos
aspectos. El primero, referido a las competencias a desarrollar por parte del alumno
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con la tutoría del docente. El segundo, en lo atinente a resolver la falta de información sobre modos pacíficos de resolución de conflictos en distintos espacios donde se
produce y se multiplica el mismo y que impiden una comunicación interpersonal o
intergrupal de los grupos con relaciones conflictivas.
Entre los logros mencionados en el primer aspecto es posible mencionar los siguientes:
1- Que el alumno adquiera la experiencia de comprender la complejidad de los
conflictos, al tiempo que se le proporcionen el espacio para que identifiquen y
desarrollen el modo de resolución de conflictos propicio para esa problemática.
2- Analizar desde una prespectiva multidimensional el conflicto y su resolución;
3- Reflexionar sobre las diferentes herramientas no litigiosas para abordar los
conflictos previstas en nuestro ordenamiento jurídico;
4- Transferir a la comunidad sus conocimientos en modos pacíficos de resolución de problemas.
Los logros alcanzados con el proyecto en lo relacionado con el segundo aspecto,
han consistido en lo siguiente:
1-que los miembros de la comunidad conozcan las características, procedimientos y ventajas de los medios pacíficos de resolución del conflicto, como mecanismos viables para las controversias sociales que presentan a diario los ciudadanos que conviven dentro de un estado democrático.
2- que los grupos con relaciones conflictivas meriten la utilización de modos alternativos de resolución de conflictos a los fines de mejorar la comunicación
interpersonal o intergrupal del grupo.
3- que los actores de las relaciones conflictivas recurran a técnicas pacíficas construyendo el camino de la paz.
Ello, ha sido posible a partir de la propuesta de mediación asociativa (4) como
corriente humanística capaz de producir un espacio vivencial de aprendizaje y el
crecimiento ontológico de los protagonistas del conflicto propiciando la restauración y el fortalecimiento de sus vínculos, resultado indispensable para la salud del
tejido social.
X. Instrumentos de trabajo
Para la presente propuesta, se han utilizado los siguientes instrumentos:
(4) PESQUEIRA LEAL, Jorge y ORTIZ, Amalia. “Mediación asociativa y Cambio Social. El arte de lo
posible”, México, 2010.
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1. Entrevista: Con la finalidad de recolectar información acerca del conocimiento
que tienen los encuestados sobre la existencia de modos alternativos de resolución de conflictos y su experiencia en los mismos. Vinculando este instrumento con el objetivo de la propuesta que consiste en alfabetizar en modos
alternativos de resolución de conflictos, recurriendo a la idea de red social.
2. Guía para los alumnos y docente tutor.
3. Tríptico o Folleto Informativo de los Métodos alternativos de resolución de
conflictos con el objetivo de alfabetizar en mecanismos que contribuyen a la
paz social.
XI. Conclusión
La labor de formación a los futuros operadores jurídicos en conocimientos sobre
modos pacíficos de resolución de conflictos implica un aporte a la práctica del derecho y un ejercicio de buenas prácticas académicas.
Desde estos ámbitos de acción, un sector de la comunidad académica –integrada
por alumnos y docente tutor– ha podido realizar la actividad de alfabetización, concurriendo a diferentes entidades o instituciones, acercando a los ciudadanos el conocimiento profundo de modos no violentos que promueven, a partir de una ciudadanía
informada, la participación, la tolerancia y el diálogo. La implicancia de la actividad
señalada genera el especial reconocimiento al trabajo que se propone dentro de la
Práctica Profesional III de la carrera de Abogacía de la Universidad Nacional de Córdoba, precisamente en el área de la Alfabetización Jurídica, al informar a la sociedad
sobre temáticas relacionadas a las vías o métodos alternativos a un proceso judicial.
En este ámbito se abre una puerta importante para dar a conocer estas alternativas
que permiten evitar el juicio y obtener una pronta solución acorde a las particulares
necesidades de cada uno.
Dicha actividad, que posee características propias de las actividades de extensión,
se ha instrumentado en diversos espacios donde se produce y se multiplica el conflicto, logrando mejorar la comunicación interpersonal o intergrupal de los grupos con
relaciones conflictivas.
Así, el proyecto ha permitido difundir prácticas y métodos pacíficos de abordaje
de los conflictos, contribuyendo a impulsar una forma diversa de actuar ante controversias, mediante la generación de una cultura de desjudicialización en la ciudadanía
y la implementación efectiva de recursos adecuados que brinden información sobre
procesos de transformación con la finalidad de que la cultura de la paz y la concordia,
se instalen en nuestra sociedad.
El extensionismo jurídico como la propuesta metodológica que aquí se ha desarrollado, supone el protagonismo del ciudadano en el acceso a métodos pacíficos de
resolución de conflictos que se fundamenta en la comunicación y promoción de los
derechos humanos.
187
Revista de la Facultad, Vol. IV N° 1 Nueva Serie II (2013) 179-188
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CONSTITUCIONALIDAD O NO DE LAS RESTRICCIONES
A LA ADQUISICION DE DIVISAS *
CONSTITUTIONALITY OF RESTRICTIONS ON THE ADQUISITIONS
OF FOREIGN CURRENCY
Paula Mariel Borgarello **
Resumen: El presente trabajo analiza la constitucionalidad de las
disposiciones normativas relativas a las restricciones en relación a la
adquisición de moneda extranjera dispuestas recientemente por la
Administración Federal de Ingresos Públicos y el Banco Central de la
República Argentina.
Palabras - clave: Restricciones a las divisas – Constitucionalidad.
Abstract: This paper analyzes the constitutionality of regulatory requirements relating to the restrictions on the purchase of foreign currency recently arranged by the Revenue Administration and the Central
Bank of Argentina.
Keywords: Restrictions of foreign currency – Constitutionality.
Sumario: I. Introducción.– A. Cuestiones políticas.– B. Limitaciones
excepcionales.– II. Análisis.– III. Conclusión.
I. Introducción
En virtud de las recientes decisiones de la Administración Federal de Ingresos
Públicos en relación a la adquisición de moneda extranjera y las dificultades que se
presentan con relación a dichas decisiones en cuanto a la disponibilidad de adquirir
esas monedas realizaré el presente análisis. Previo al mismo es dable tener en claro
una serie de cuestiones que son imprescindibles a los fines de llegar a una conclusión.
A. Cuestiones políticas
Partimos de considerar que el poder judicial tiene vedado el análisis de la oportunidad, mérito y conveniencia de ciertas cuestiones que la doctrina denomina comúnTrabajo recibido el 13 de septiembre de 2012; aprobado el 28 de febrero de 2013.
Abogada. Notaria. Especialista en Derecho Procesal Profesora auxiliar de Derecho Constitucional
en la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la UNC.
*
**
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mente no judiciables, es decir aquellas que son de naturaleza política y que no pueden estar sometidas al control por parte de los jueces según nuestro sistema difuso de
control de constitucionalidad establecido por la Constitución Nacional. La doctrina y
la jurisprudencia han discutido con respecto a la extensión del término cuestiones no
judiciables o políticas pero podemos considerar que nuestro Máximo Tribunal de la
Provincia de Córdoba, señaló que no resulta competencia de éste pronunciarse sobre
la eficacia o ineficacia de las leyes bajo su concepto puramente económico o financiero, apreciando si éstas pueden ser beneficiosas o perjudiciales para el país.
Tampoco pueden juzgar el mérito de las políticas económicas decididas por otros
poderes del estado, sino solamente ponerles un límite cuando violan la Constitución
Nacional declarando si repugnan o no a los principios y garantías contenidos en la
misma.
Asimismo debemos tener en cuenta y considerar la vigencia del principio de presunción de legalidad de los actos administrativos consagrado en el artículo 12 de la
ley 19.549 que dispone “El acto administrativo goza de presunción de legitimidad; su
fuerza ejecutoria faculta a la Administración a ponerlo en práctica por sus propios
medios –a menos que la ley o la naturaleza del acto exigieren la intervención judicial–
e impide que los recursos que interpongan los administrados suspendan su ejecución
y efectos, salvo que una norma expresa establezca lo contrario.
Sin embargo, la administración podrá, de oficio o a pedido de parte y mediante resolución fundada, suspender la ejecución por razones de interés público, o para
evitar perjuicios graves al interesado, o cuando se alegare fundadamente una nulidad
absoluta”.
Es decir, la vigencia de esta presunción iuris tantum dispone la legalidad de un
acto administrativo mientras no se demuestre lo contrario. Así planteadas las cosas,
podríamos sostener que las resoluciones de la Administración Federal de Ingresos
Públicos y del Banco Central de la República Argentina en relación a la adquisición de
divisas extranjeras son cuestión no judiciable y como son actos administrativos emanados de la administración central del país, gozan de esta presunción de legalidad,
por lo que no serían cuestionables.
Sin embargo, en el marco normativo de nuestra Carta Magna, vemos que la situación no es así. Los derechos constitucionales son relativos y no existen derechos
absolutos. Dentro de esta relatividad de derechos es donde entra a jugar un papel fundamental el estado con sus potestades reglamentarias, limitando los derechos de los
habitantes. Pero a pesar de esta amplia facultad en cabeza del estado ya sea nacional,
provincial y municipal, este ejercicio del poder de limitar derechos tampoco es absoluto sino que está regido por ciertos principios, de lo contrario esa presunción de
legalidad cae.
Los principios son los siguientes:
a) Principio de Razonabilidad: La razonabilidad surge del artículo 28 de la constitución nacional y establece que las leyes no pueden alterar los derechos reconocidos
190
Paula Mariel Borgarello
por ella, así como también los decretos reglamentarios no pueden alterar las leyes
que los reglamentan. El estado sólo puede establecer legítimamente restricciones a
los derechos cuando y en la medida en que razones de bien común así lo requieran. La
jurisprudencia de la Corte ha sostenido que la medida está dada por la razonabilidad
de la restricción. Si la restricción es razonable, se entenderá que no altera el derecho
y por lo tanto es constitucional; si es irrazonable o arbitraria será inconstitucional.
Así el Alto Tribunal ha establecido que para juzgar si una restricción a un derecho es
razonable ésta deberá ser justificada, adecuada y proporcionada.
b) Principio de Legalidad: Las restricciones deben surgir de la ley concebida en
sentido material tal como lo dispone el artículo 19 de la constitución nacional. Esto
significa que no solamente está considerada como tal, las disposiciones emanadas del
poder legislativo, sino también las dictadas por el poder ejecutivo y los entes descentralizados y autárquicos.
c) Principio de Reserva: Hace referencia al ámbito de privacidad de los individuos
siempre que no violen las disposiciones establecidas por el artículo 19, quedan excluidas de la potestad reguladora del Estado.
d) Principio de Igualdad: En virtud de este principio no pueden imponerse válidamente restricciones a los derechos que afecten de manera desigual a quienes se
encuentran en igualdad de condiciones y circunstancias (artículo 16 de la Carta Magna); de manera que si se establecen distinciones y categorías entre las personas, éstas
deben basarse en criterios objetivos que no importen privilegio, ni persecución u hostilidad hacia determinadas personas o grupos (1).
Sin embargo, en determinadas situaciones, la Constitución Nacional prevé que
el Poder Judicial en sus distintos ámbitos debe limitar situaciones que denoten un
ejercicio arbitrario del poder que ostenta el Ejecutivo y sus desmembraciones, cuando sus decisiones resulten irrazonables, arbitrarias y atentatorias del bien común de
la Nación o de los derechos y garantías amparados por la Constitución como es en el
presente caso.
B. Limitaciones excepcionales
Por otro lado, si remotamente nos imagináramos que esta facultad que se arrogó el poder ejecutivo estuviera dentro de las facultades del Estado en situaciones de
emergencia, tampoco existe esta condición fáctica que exigen dichos institutos de la
emergencia.
Precisamente en el caso citado no se encuentran ninguno de los requisitos exigidos para que exista una delegación legislativa, ni un decreto de necesidad y urgencia:
no existe una situación de emergencia pública, ni se ha dado la delegación aludida,
por lo tanto el poder ejecutivo no puede disponer de los derechos de los ciudadanos
(1) CSJN Fallos 321:2181:318:1256;302:457.
191
Revista de la Facultad, Vol. IV N° 1 Nueva Serie II (2013) 189-195
a través de reglamentaciones emitidas por sus entes autárquicos cuando formal ni
fácticamente se ha verificado una situación de emergencia.
La Corte Suprema de Justicia ha sostenido en el caso Peralta (2) que la situación
de emergencia se trata de una situación extraordinaria, que gravita sobre el orden
económico-social, con su carga de perturbación acumulada, en variables de escasez
pobreza, penuria o indigencia, origina un estado de necesidad al que hay que ponerle
fin. La etiología de esa situación, sus raíces profundas y elementales, y en particular
sus consecuencias sobre el estado y la sociedad, al influir sobre la subsistencia misma
de la organización jurídica y política, o el normal desenvolvimiento de sus funciones,
autoriza al Estado a restringir el ejercicio normal de algunos derechos patrimoniales
tutelados por la constitución. Precisamente no nos encontramos ante una situación
de emergencia tal como lo define la Corte ni fácticamente se dan las circunstancias
que rodean a un instituto de emergencia.
II. Análisis
Establecidos los lineamientos generales procedemos a analizar la cuestión fundamental cual es establecer si las disposiciones que el poder ejecutivo a través de la
Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP) ha dictado con respecto a las restricciones en la adquisición de divisas extranjeras son violatorias o no de derechos
constitucionales.
En primer lugar, estas reglamentaciones al afectar derechos constitucionales no
son cuestiones políticas no judiciables sino que están sometidas al control de constitucionalidad ejercido por todos los jueces que forman parte del poder judicial de
acuerdo al sistema difuso al que adhiere la República Argentina.
De las numerosas disposiciones normativas –que no procedo a analizar por exceder este trabajo y además por la circunstancias de que están permanentemente actualizándose, privaría de vigencia al presente trabajo– aparentemente surgiría que nos
encontramos frente a un sistema de control creado exclusivamente a los fines fiscales
que busca cotejar la capacidad económica de los solicitantes.
De todas las disposiciones dictadas por la AFIP y el Banco Central de la República
Argentina (BCRA) surge que se puso en manos de un órgano netamente recaudador la
facultad de controlar la operación de venta de moneda extranjera, quien mediante la
información obrante en las bases de datos propias valida o no la operación teniendo
como finalidad la optimización del control fiscal y la lucha contra el lavado de dinero.
Sin embargo la realidad ha demostrado y la actualidad sigue demostrándolo, que
estas disposiciones analizadas desde un punto de vista constitucional no dejan de ser
más que un marco normativo complicado, intrincado, y sumamente cambiante que
(2) CSJN, “Peralta, Luis A. y otro c. Estado nacional (Ministerio de Economía - Banco Central)”,
27/12/1990.
192
Paula Mariel Borgarello
fluctúa diariamente e implica una prohibición arbitraria, discriminatoria y discrecional a la compra de divisas o billetes extranjeros.
Es decir, esta normativa reviste el carácter de inconstitucional porque, de acuerdo
a lo anteriormente analizado es una limitación a los derechos ejercida por el poder
ejecutivo, que lejos de reglamentarlo en forma adecuada, resulta contraria a los principios de reserva, legalidad, y razonabilidad con sus tres sub principios: justificada,
adecuada y proporcionada.
A continuación analizaremos cada uno de esos principios y veremos como estas
reglamentaciones fueron violatorias a los mismos.
a) Principio de Reserva: Como señalamos anteriormente este principio expone
que las acciones de los hombres que no ofendan el orden, ni la moral pública ni perjudiquen a terceros quedan excluidas de la potestad reglamentaria. Es decir, según
dispone el artículo 19 de la Constitución Nacional todo aquello que los sujetos activos
de derecho dentro del estado realicen y no esté proscripto por las leyes ni afecten a
terceros no puede ser limitado por el estado. De manera tal que las reglamentaciones referidas, serían absolutamente violatorias del principio de reserva cuanto que
la compra de divisas extranjeras no está prohibida por ley y todos los habitantes son
libres de adquirir la moneda del país que opten y aplicarlas al fin que les parezca correcto siempre que no se entromete con derecho de terceros. La compra de divisas es
un acto privado que se encuentra dentro de la esfera de la privacidad de cada individuo –quedan exentas de la autoridad– es decir no puede ser regulada por ningún
poder del estado porque cualquier regulación en este sentido sería arbitraria como lo
es en este caso.
b) Principio de Igualdad: Se viola este principio ya que es discriminatoria, en
cuanto, frente a situaciones prima facie iguales, como sería la de cualquier habitante
de la República Argentina que intenta adquirir moneda extranjera, la legislación que
estableció las restricciones al mercado cambiario hacía distinciones. Pero lo más grave es que los hace sin fundamento fáctico ni legal alguno, según se tratare de adquirir
una casa, u otro fin. Ello en franca violación al derecho de igualdad consagrado en el
artículo 16 y a la ley de actos discriminatorios Nº 23.592 que en su artículo 1 dispone
que “Quien arbitrariamente impida, obstruya, restrinja o de algún modo menoscabe
el pleno ejercicio sobre las bases igualitarias de los derechos y garantías fundamentales reconocidos en la Constitución Nacional, será obligado, a pedido del damnificado,
a dejar sin efecto el acto discriminatorio o cesar en su realización y a reparar el daño
moral y material ocasionados. A los efectos del presente artículo se considerarán particularmente los actos u omisiones discriminatorios determinados por motivos tales
como raza, religión, nacionalidad, ideología, opinión política o gremial, sexo, posición económica, condición social o carácter físicos”.
c) Principio de Justificación: Por sobre todas las cosas es discrecional por el mayor
inconveniente de este régimen de inconsistencias, se dan situaciones en que el contribuyente nunca sabe los motivos exactos por los cuales la AFIP lo consideraba sin
suficiente capacidad económica para realizar operatorias de compra de divisas, sin
193
Revista de la Facultad, Vol. IV N° 1 Nueva Serie II (2013) 189-195
recibir ningún otro tipo de información al respecto y en franca violación a su derecho
de defensa consagrado no sólo en el artículo 18 de la CN sino también en los Tratados Internacionales artículo 8 punto 1 y 2 de la Convención Americana de Derechos
Humanos; artículo 14 punto 1 Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos; artículos 26 Declaración Americana de Derechos del Hombre; artículo 10 Declaración
Universal de Derechos del Hombre. Es precisamente en este ámbito de la actividad
administrativa donde la motivación se hace indispensable ya que el carácter discrecional de las facultades involucradas no puede constituir un justificativo de la conducta arbitraria, puesto que es precisamente la razonabilidad con que se ejercen tales
facultades el principio que otorga validez a los actos de los órganos del Estado y que
permite a los jueces ante planteos concretos de la parte interesada, verificar el cumplimiento de dicha exigencia.
La Corte ha dicho que “cuando las disposiciones de una ley, decreto u ordenanza
resulten claramente violatorias de alguno de los mencionados derechos, la existencia
de reglamentación no puede constituir obstáculo para que se restablezcan de inmediato a la persona en el goce de la garantía fundamental vulnerada, porque de otro
modo bastaría que la autoridad recurriera al procedimiento de proceder su acto u
omisión arbitrarios de una norma previa -por más inconstitucional que éste fuesepara frustrar la posibilidad de obtener en sede judicial una oportuna restitución en el
ejercicio del derecho esencial conculcado” (3).
d) Principio de proporcionalidad: No cumple con el requisito de ser proporcionada con el fin perseguido ya que es mayor el daño a los derechos que se está ocasionando que el beneficio que se está obteniendo con dicha medida.
e) Principio de adecuación: Ya que no existe una relación de medio-fin, en el sentido que existen otros modos de conseguir los fines propuestos por la administración
central que es evitar la evasión impositiva y el lavado de activos.
III. Conclusión
Luego de analizar las distintas cuestiones que rodean a esta legislación en particular concluimos en considerar que las disposiciones emitidas por la AFIP en el marco
de la compra de divisas extranjeras son inconstitucionales y violatorias de derechos
elementales consagrados en nuestra Carta Magna.
Afectan directamente el derecho a la intimidad consagrado en el artículo 19 de la
Carta Magna, el derecho a la igualdad en el artículo 16, el derecho de defensa en el
artículo 18 ya que los perjudicados no pueden defenderse de una disposición que no
está fundamentada; derecho al acceso a una vivienda digna en el caso que las divisas
se quieran obtener para la adquisición de una vivienda, derecho consagrado constitucionalmente en el artículo 14 bis CN. Asimismo se vería conculcado el derecho de los
usuarios y consumidores que gozan de protección constitucional por los artículos 42
(3) CSJN, “Comunidad Indígena Eben Ezer c/ Provincia de Salta- Ministerio de Empleo y la Producción s/ Amparo”, 30/09/08, C.2124.XLI.
194
Paula Mariel Borgarello
y artículo 43 de la CN. El texto constitucional contiene una referencia específica a los
mismos, consagrando la protección de su salud, seguridad e intereses económicos, a
una información adecuada y veraz, a la libertad de elección y a condiciones de trato
equitativo y digno e imponiendo a las autoridades la protección de esos derechos. Dicho razonamiento, en cuanto a la inconstitucionalidad encuentra sustento no sólo en
los derechos constitucionales aludidos, sino también en el principio de tutela judicial
efectiva, que refuerza tal protección y resulta fundamental para la prestación de un
adecuado servicio de justicia.
La democracia como sistema de gobierno consagra la plena vigencia de derechos para los hombres y mujeres que si bien no son absolutos, deben estar regulados
cumpliendo ciertas pautas constitucionales y requisitos de validez que en el caso en
particular no se han respetado. Las libertades de los seres humanos tienen un límite
infranqueable cual es la razonabilidad en su limitación, razonabilidad que en estas
disposiciones quedó relegada.
En un estado de derecho y con un régimen democrático vigente, no podemos permitir que un poder del estado, avasalle los derechos de sus habitantes, bajo el pretexto
de regulaciones ilegales, arbitrarias, discriminatorias e irrazonables.
195
RECURSOS ADMINISTRATIVOS ESPECIALES EN MATERIA
DE CONTRATACIÓN PÚBLICA *
SPECIAL ADMINISTRATIVE REMEDIES IN GOVERNMENT
PROCUREMENT
Álvaro Hernán Ferrero **
Resumen: Se analiza el régimen de recursos administrativos especiales en materia de contratos públicos. La primera parte refiere a la
evolución de los recursos administrativos, marcando las diferencias
entre estos y los recursos judiciales, para luego referir a los regímenes
generales de los recursos administrativos y la implementación de los
recursos administrativos especiales para determinadas materias. Luego, se analiza un sistema de impugnación administrativa especial en
particular: el recurso administrativo en materia de contratación pública. Para ello, se realiza un comentario sobre la legislación española,
por ser ésta el mejor ejemplo de un sistema como el que se presenta
en este trabajo, examinando los aspectos más relevantes de la regulación actual del sistema de recursos español en la materia, tales como
su ámbito objetivo, la legitimación activa y los actos que pueden ser
recurridos. También se aborda el estudio de las características principales del órgano encargado de conocer y resolver dichos recursos y
de adoptar todas aquellas medidas complementarias necesarias para
garantizar la eficacia del recurso.
Palabras - clave: Recursos administrativos – Contratación pública –
Administración pública – Derecho administrativo – Tribunal administrativo.
Abstract: We analyze the special administrative remedies regime in
government procurement. The first part concerns the evolution of administrative resources, marking the differences between these and the
appeals, and then we refer to general systems of administrative remedies and the implementation of administrative remedies specialized
* Trabajo recibido el 12 de septiembre de 2012; aprobado el 4 de marzo de 2013.
** Master en Administración y Gerencia Pública (Universidad de Alcalá), Abogado (Universidad
Nacional de Córdoba), Adscripto de la Cátedra de Derecho Procesal Administrativo de la Facultad de
Derecho de la Universidad Nacional de Córdoba.
197
Revista
de la Facultad, Vol. IV N° 1 Nueva Serie II (2013) 197-220
Revista de la Facultad, Vol. IV N° 1 Nueva Serie II (2013) 197-220
for particular subjects. Afterward, we analyze a special administrative
challenge system, in particular: the administrative remedies in public
procurement. To do this, we place a comment on Spanish legislation,
since this is the best example of a system like the one presented in this
paper, examining the most relevant aspects of the current regulatory
system of Spanish resources in the subjects, such as their application
field, the standing and the acts that can be challenged. It also deals
with the study of the main characteristics of the organ responsible for
hearing and resolving these resources and adopts all measures necessary to ensure the effectiveness of the remedy.
Keywords: Administrative remedies – Government procurement – Public administration – Administrative law - Administrative tribunal.
Sumario: I. Introducción.– II. Recursos administrativos y judiciales.
Origen y diferencia.– III. Los recursos administrativos especiales.– IV.
El recurso administrativo especial en materia de contratación pública
de España.– V. El órgano especializado en la resolución de los recursos
contractuales.– VI. Bibliografía.
I. Introducción
El sistema de recursos administrativos especiales en el ámbito de la contratación
pública es un tema novedoso y actual, que comienza a despertar interés en estos días
en la doctrina luego de la implementación exitosa del mismo en España. Pocos son
los países iberoamericanos que cuentan con un sistema impugnativo propio para las
contrataciones públicas. Además de España, sólo Costa Rica, Nicaragua y Panamá regulan este tipo de procedimiento administrativo.
En este trabajo analizaremos el régimen de recursos administrativos en materia
de contratos públicos. En una primera parte comentaremos sobre la evolución de los
recursos administrativos, marcaremos las diferencias con los recursos judiciales, para
luego referirnos a los regímenes generales de los recursos administrativos y la implementación de los recursos administrativos especiales para determinadas materias.
En una segunda parte nos referiremos a un sistema de impugnación administrativa especial en particular. Nos estamos refiriendo al recurso administrativo en materia de contratación pública. Para ello, comentaremos la legislación española, por
ser esta un claro ejemplo de este sistema, examinando los aspectos más relevantes
de la regulación actual del sistema de recursos español en la materia, tales como su
ámbito objetivo, la legitimación activa y, por último, los actos que pueden ser recurridos. También abordaremos el estudio de las características principales del órgano
encargado de conocer y resolver dichos recursos y de adoptar todas aquellas medidas complementarias necesarias para garantizar la eficacia del recurso, tales como las
medidas provisionales o la indemnización por daño.
Examinaremos críticamente el ordenamiento jurídico español en materia de recursos dentro del procedimiento de contratación pública. En concreto, se estudian los
198
Álvaro Hernán Ferrero
siguientes medios: el recurso especial en materia de contratación; la reclamación en el
procedimiento de adjudicación de contratos; la cuestión de nulidad; y, por último la
articulación de todos ellos con los recursos ordinarios de alzada y reposición. Para ello,
se realiza un análisis crítico relativo a las últimas reformas llevadas a cabo y en especial
respecto a la innovación más comentada: el nuevo Tribunal Administrativo Central de
Recursos Contractuales. Además, se expone la legislación autonómica complementaria
a las disposiciones básicas de las leyes estatales en esta materia y se efectúa un análisis
comparativo de los órganos de resolución de los recursos en materia contractual creados y previstos en la legislación de las Comunidades Autónomas (CCAA).
II. Recursos administrativos y judiciales. Origen y diferencia
Los recursos administrativos se enmarcan dentro del sistema de control (1) de la
Administración Pública. La Administración Pública, como instrumento del Estado
para servir a los intereses generales (artículo 174 Constitución de la Provincia de Córdoba), está sujeta a una serie de controles encaminados a garantizar la efectividad
del Derecho, esto es, que las acciones que llevan a cabo los agentes públicos cumplan
con lo normativamente prescripto. La manera de lograr un acercamiento entre lo legislado y la práctica jurídica es controlando la forma en cómo se lleva a la práctica lo
prescripto por las normas jurídicas.
Cuando el comportamiento de los agentes de la administración pública contraría
los preceptos legales, el ciudadano o administrado tiene la posibilidad de reclamar
al propio Estado la observancia de las leyes que aseguran su derecho. Esta apelación
al Estado puede dirigirse hacia los órganos constitucionales a los que la Carta Magna
le confiere funciones de control sobre la Administración Pública (por ejemplo el Defensor del Pueblo o el Poder Judicial) o puede exigir primeramente a la misma Administración Pública que revea su comportamiento y, si no obtiene respuestas de esta,
recurrir al poder judicial para reclamar la efectividad del derecho.
Entonces, hay recursos que son interpuestos ante la misma Administración Pública (los denominados recursos administrativos),y también otros que se articulan en un
proceso judicial (los recursos judiciales) que son parte de un control externo atribuido
a los Tribunales de Justicia. A través de estas vías, el administrado puede reclamar por
la vulneración de sus derechos o intereses legítimos por parte de la Administración
Pública, o lo que es igual, resolver un conflicto en el que una de las partes es la Administración Pública. Cabe preguntarse cuál es la justificación o fundamento de los
recursos administrativos ante la existencia de un proceso judicial que, en definitiva,
cumplen la misma función: controlar que la actuación de la Administración Pública
sea respetuosa con el ordenamiento jurídico.
A este respecto hay que apuntar, en primer término, cuáles son las diferencias sustanciales entre uno y otro tipo de recurso. Los recursos administrativos dan lugar a un
(1) Para profundizar sobre el tema se puede consultar a SÁNCHEZ MORÓN, Miguel: El control de las
administraciones públicas y sus problemas, Espasa Calpe, Madrid, 1991 y a LAZO VITORIA, Ximena: El
control interno del gasto público estatal. Un estudio desde el derecho administrativo, Tecnos, Madrid, 2008.
199
Revista de la Facultad, Vol. IV N° 1 Nueva Serie II (2013) 197-220
verdadero “procedimiento administrativo de carácter impugnatorio con autonomía
y sustantividad propia” (2) el cual, además, se tramita y resuelve en el seno mismo
de la Administración Pública, actuando esta como parte interesada, aun cuando se
le otorgue mayor o menor autonomía al órgano encargado de resolverlo. En cambio,
las acciones judiciales o jurisdiccionales se tramitan en un proceso ante un órgano
jurisdiccional integrado en el Poder Judicial que actúa como un tercero imparcial e
independiente. En conclusión, la diferencia estriba principalmente en la autoridad
encargada de resolver el recurso y el carácter con que esta actúa y el procedimiento o
proceso que debe seguirse para su tramitación (3).
Por otro lado, si se analiza la evolución histórica de este instituto puede observarse
que no siempre existió esta delimitación tan clara entre el procedimiento de impugnación administrativo y el proceso judicial o, lo que es lo mismo para nuestro caso, jurisdicción administrativa o jurisdicción judicial, en efecto, hasta que no se instauró un
poder judicial independiente, ambas jurisdicciones se confundían en una misma autoridad. En la baja edad media y en edad moderna, el Rey poseía el poder jurisdiccional si
bien se iba configurando todo un aparato administrativo encargado de la resolución de
los litigios. Junto a ello se contemplaba un procedimiento rígido y formalista en el que se
aseguraba la contradicción entre las partes. A ello se lo llamó en un primer momento “lo
contencioso” denominación que se utilizaba para designar los procesos para resolver
litigios de distinta naturaleza (criminal, civil, etc.), en contraposición a “lo gubernativo”
que, por el contrario, era una vía administrativa de reclamación sin juicio contradictorio con una simple audiencia instructiva y una providencia gubernativa.
“Lo contencioso” no es equiparable al control jurisdiccional de nuestros días,
principalmente por la ausencia de un auténtico poder judicial independiente. Pero
si hay similitudes en cuanto al procedimiento formalizado y en la existencia de un
órgano especializado para resolver los litigios.
Más adelante, la legislación fue diferenciando aquellos asuntos exclusivamente
gubernativos, los cuales no podían demandarse en la vía contenciosa sino que sólo admitían una reclamación administrativa. Sin embargo, a medida que se iba consolidando
un sistema de división de poderes y asegurando la independencia del poder judicial fue
adquiriendo mayor importancia la cuestión sobre quien debía ser el órgano competente para resolver los litigios de carácter gubernativo. En algunos casos, se resolvió este aspecto creándose lo que se denominó la “justicia administrativa” en la que la resolución
quedaba en manos de un órgano del poder ejecutivo. En España, a partir de mediados
del siglo XIX se implantó un sistema de “jurisdicción retenida” en la que el Consejo de
Estado asesoraba en los litigios en materia administrativa y el poder ejecutivo resolvía.
Luego, se implantó un modelo de “jurisdicción delegada” en el cual se crean órgano
(2) SARMIENTO ACOSTA, Manuel: Los recursos administrativos en el marco de la justicia administrativa, Ed. Civitas, Madrid, 1996 p. 43.
(3) GORDILLO, Agustín: Tratado de Derecho Administrativo, Tomo 4, Ed. Fundación de Derecho
Administrativo, Buenos Aires, 2000 ps. 107 y 115 SARMIENTO ACOSTA, Manuel: Los recursos administrativos en el marco de la justicia administrativa, Ed. Civitas, Madrid, 1996 p. 47.
200
Álvaro Hernán Ferrero
de naturaleza mixta, compuestos por magistrados y por funcionarios administrativos,
encargados de juzgar a la Administración. Por último se llega a un sistema en el que la
resolución de estos litigios puede demandarse en la órbita del poder judicial (4).
Así, garantizada la posibilidad de demandar judicialmente al Estado por su actuación administrativa se excluyó definitivamente la potestad jurisdiccional exclusiva
de la Administración Pública, subsistiendo, sin embargo, la obligación de que el administrado recurriera previamente ante la propia Administración para poder luego
recurrir ante el poder judicial.
En un primer momento, se establecieron varios procedimientos impugnatorios
administrativos configurados de manera rigurosa y en distintos niveles o instancias y
con carácter prescriptivo de tal modo que obligaba al ciudadano a agotar la vía previa
administrativa para poder interponer demandas judiciales. Por ello, la impugnación
contra las decisiones de las Administraciones Públicas fue evolucionando hacia la
unificación en un solo recurso y sin excesivo rigorismo formal. De un procedimiento
de recurso muy formalista y en distintos niveles se evolucionó a un sistema poco formalista y unificado en un único recurso.
¿Cuál es entonces el fundamento o la razón de la existencia de los recursos administrativos? Dos son las principales argumentaciones que se han ensayado. Una es la
de considerarlos un mecanismo de autocontrol de la propia Administración (5). La interposición de un recurso le otorga la oportunidad de reconsiderar su actuación y corregir sus actos antes de ser llevada a los tribunales de justicia. Como señala el Tribunal
Constitucional de España en su Sentencia 288/1994 “a través de los recursos como medios jurídicos de impugnación, los ciudadanos contribuyen eficazmente a promover la
legalidad de la actuación administrativa”. Para Sarmiento Acosta esto no es más que una
facultad o privilegio que le otorga el ordenamiento jurídico a la Administración para
“tutelar por sí misma sus propias situaciones jurídicas” (6). Además este mecanismo de
autocontrol puede servir para descongestionar el saturado sistema judicial (7).
El segundo de los fundamentos (8), considera al recurso como un instrumento de
garantía para la defensa de los derechos e intereses de los administrados (9). Este argu (4) SARMIENTO ACOSTA, Op. Cit. p. 70.
(5) SÁNCHEZ MORÓN, Miguel: El control de las administraciones públicas y sus problemas, Espasa
Calpe, Madrid, 1991 pp. 147 y 148. PARADA VÁZQUEZ, José R.: Derecho administrativo I, Marcial Pons,
Madrid, 2010, pp. 607 a 609.
(6) SARMIENTO ACOSTA, Op. Cit. p 45.
(7) SÁNCHEZ MORÓN, Miguel: Vid. El control… pp. 136, 140 y 149.
(8) Si bien existen otros fundamentos esgrimidos por la doctrina entendemos que estos dos son los
más importantes. Por ejemplo, Santamaría Pastor considera que los recursos administrativos cumplen
el rol de ser válvulas de escape racional de la conflictividad permanente de la sociedad. SANTAMARÍA
PASTOR, Juan A. Op. Cit. p. 190.
(9) GARCÍA DE ENTERRÍA, Eduardo y RAMÓN FERNÁNDEZ, Tomás: Curso de derecho administrativo II Civitas, Madrid, 2008 pp. 528 a 530 y PARADA VÁZQUEZ, José R.: Derecho administrativo I,
Marcial Pons, Madrid, 2010, pp. 607 a 609.
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Revista de la Facultad, Vol. IV N° 1 Nueva Serie II (2013) 197-220
mento ha sido rebatido por parte de la doctrina por la ineficacia que tiene en la práctica el recurso administrativo, pues “la Administración no suele tener interés en realizar
un control sobre sus propias decisiones, ralentiza su resolución y tiende a desestimar
de forma mecánica una parte significativa de los recursos que se le presentan” (10).
En definitiva, el recurso administrativo en vez de configurarse como un medio de
defensa de los derechos de los particulares, puede terminar siendo un obstáculo para
el acceso a la justicia. Por ello, se ha propuesto otorgarle un carácter potestativo para
no impedir el acceso directo al contencioso administrativo judicial (11) o la supresión
de los plazos de caducidad para su interposición (12). Estas son medidas que intentan
convertir a los recursos administrativos en un verdadero mecanismo de garantía de
los derechos e intereses de los ciudadanos.
También se propone en algunos ámbitos la sustitución de los recursos administrativos por otros mecanismos alternativos de resolución de conflictos como la conciliación, la mediación o el arbitraje (13). Otra de las medidas de reforma que la doctrina
considera necesaria es la de desvincular el órgano que resuelve el recurso de aquel de
quien emanó el acto administrativo impugnado, haremos referencia a este aspecto en
el apartado siguiente y al tratar sobre el nuevo Tribunal Administrativo Central de Recursos Contractuales, y también la de establecer recursos especiales y exclusivos para
determinados ámbitos o sectores, que veremos en el capítulo inmediato posterior.
III. Los recursos administrativos especiales
Los recursos administrativos especiales son aquellos previstos en una norma jurídica especial, distinta de la que regula el procedimiento administrativo común, y que
por tanto, dan lugar a un procedimiento impugnatorio particular. Son recursos reservados para determinados ámbitos o materias y que son excluyentes, desplazando a
los recursos ordinarios en su respectivo ámbito de aplicación.
En la evolución histórica de los recursos administrativos se observa que para contrarrestar la inseguridad jurídica que producía la dispersión y proliferación de distintos recursos administrativos se avanzó hacia una sistematización y unificación de los
mismos que permitía que todos los actos de la administración pudieran ser impugnados por un mismo recurso. En Argentina, esta labor se acometió con la sanción de
la Ley de Procedimientos Administrativo Nº 19.549 de 1972 y en España con la Ley
de Procedimiento Administrativo de 1958 que se encargó de simplificar el sistema de
recursos e intentó la uniformidad de todo el sistema, objetivo que no se consiguió
porque, entre otros motivos, existían numerosas excepciones que contenía la misma
(10) LAZO VITORIA, Ximena: Op. Cit. p. 61.
(11) GARCÍA DE ENTERRÍA, Eduardo y RAMÓN FERNÁNDEZ, Tomás: Curso de derecho administrativo II Civitas, Madrid, 2008 p. 532.
(12) PARADA VÁZQUEZ, José R.: Op. Cit, Marcial Pons, Madrid, 2010, p. 609.
(13) SANTAMARÍA PASTOR, Juan A. Op. Cit. p. 187-192, SÁNCHEZ MORÓN, Miguel: Op.Cit. p. 136.
202
Álvaro Hernán Ferrero
ley y que remitía a normas especiales (14). En Argentina ocurrió algo similar, la misma
ley dispuso la subsistencia de procedimientos administrativos especiales para los organismos militares y de seguridad y defensa.
En España, la vigente ley 30/1992 de Régimen Jurídico de las Administraciones
Públicas y del Procedimientos Administrativos Común (LRJPAC) establece la posibilidad de crear procedimientos de impugnación específicos para sustituir a los recursos ordinarios contemplados en la ley, en aquellos supuestos o ámbitos sectoriales
determinados en los que la especificidad de la materia así lo justifique. También dispone que estos recursos especiales puedan interponerse ante órganos colegiados o
comisiones específicas no sometidas a instrucciones jerárquicas. En Argentina la ley
19.549 no contiene una disposición similar que habilite expresamente a crear procedimientos impugnativos especiales, pero como veremos más adelante se ha legislado
en este sentido.
A pesar de la pretensión de unidad de las mencionadas leyes siguieron proliferando nuevos recursos especiales, principalmente en materia económico-administrativa.
Es justamente en esta materia en donde se ha consolidado la especialización materiae
ratione de los recursos y es este el ámbito con mayor desarrollo legislativo sobre especialización impugnatoria (15). Uno de los avances más significativo de este desarrollo
legislativo es la creación de organismos administrativos con ciertos rasgos judiciales,
con independencia funcional y especializados en la resolución de estos recursos.
En España la ley 58/2003, de 17 de diciembre, General Tributaria reguló los recursos administrativos especiales (las reclamaciones económico-administrativas y la reposición previa a estas) creados con “el propósito de agilizar y racionalizar la Hacienda y el de propiciar instrumentos de garantías para el particular” (16). En Argentina,
la Ley de Procedimiento Fiscal 11.683 regula el procedimiento impugnativo especial
en materia tributaria (recurso de reconsideración ante la Administración Federal de
Ingresos Públicos y de apelación ante el Tribunal Fiscal de la Nación).
En ambos países, la resolución de los recursos administrativos en materia de tributos nacionales es resuelta por organismos administrativos especializados. En España los órganos competentes son el Tribunal Económico-Administrativo Central y los
Tribunales Económico-Administrativos Regionales y Locales; en Argentina en cambio existe un único organismo centralizado denominado Tribunal Fiscal de la Nación.
Para Sánchez Morón (17) atribuir la resolución de los recursos administrativos a
“órganos especializados de control no sometidos a instrucciones” es la solución más
adecuada para otorgarle eficacia al sistema de recursos administrativos de tal modo
que sirvan de garantía efectiva para los administrados. Observa el citado autor, al re (14) Ver SARMIENTO ACOSTA, Op. Cit. p. 100.
(15) Ibídem p. 186 y ss.
(16) Ibídem p. 187 y 220.
(17) SÁNCHEZ MORÓN, Miguel: Op. Cit., p. 148-149.
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Revista de la Facultad, Vol. IV N° 1 Nueva Serie II (2013) 197-220
ferirse a los administrative tribunals británicos, cuatro ventajasen la implementación
de estos órganos: garantiza un control objetivo e imparcial, pueden extenderse en el
control de discrecionalidad y en la sustitución de las decisiones recurridas sin plantearse el problema de equilibrio de poderes, ofrecen mayores garantías de acierto al
estar integrado por personal técnico y constituyen un filtro eficaz de litigios descargando de trabajo al sistema judicial.
La acusada complejidad de ciertas materias ha llevado a la doctrina a proponer la
creación de un procedimiento impugnatorio particular distinto de los recursos ordinarios y el establecimiento de organismos independientes y especializados. Así Sánchez Morón hace veinte años atrás planteó la conveniencia de establecer un órgano
dotado de independencia funcional en algunas áreas de actuación de la Administración, como por ejemplo en materia de contratación pública (18).
De todos modos, hay que tener presente la advertencia formulada por Sarmiento
Acosta al valorar la vía especial económico-administrativa. Como apunta dicho autor
si bien la especialidad es necesaria en determinadas materias “esa misma especialidad no debe pervertir o adulterar la razón fundamental de su configuración: la de
garantizar los derechos del particular,” (…) “la especialidad debe existir en la medida
de lo absolutamente imprescindible” (…) “una tendencia hacia las especialidades impulsadas por el deseo de hacer frente a materias y problemas concretos con regulaciones específicas, lo que al final obtiene no es un sistema garantista, sino más bien lo
contrario” (19).
La especialización material de los recursos en el ámbito de los contratos públicos
también encuentra su justificación en la intención de mejorar los instrumentos de
garantías para el administrado, objetivo final que busca la normativa comunitaria sobre recursos (20). En este sentido, Gimeno Feliú afirma que debe existir un sistema de
control de la contratación pública mediante un mecanismo de recursos rápidos y eficaces “que permitan la supervisión y revisión de los procedimientos de adjudicación
de contratos” y que otorguen un mayor marco de seguridad jurídica a los potenciales
oferentes a fin de que éstos participen en los procedimientos licitatorios sin temor de
verse perjudicados por posibles ilegalidades (21).
Otro procedimiento especial de impugnación administrativa es el contemplado
para las contrataciones públicas. Si bien, como dijimos más arriba, este último es un
recurso administrativo novedoso, comienza a consolidarse su implementación. Un
(18) SÁNCHEZ MORÓN, Vid. El control ...p. 151.
(19) SARMIENTO ACOSTA, Op. Cit. p. 220 y 404.
(20) Directiva 89/665/CEE cuando señala en los considerandos 36 y 17 que “la presente Directiva
pretende garantizar el pleno respeto del derecho a la tutela judicial efectiva y a una audiencia imparcial” y que “los procedimientos de recurso deben ser accesibles, como mínimo, a cualquier persona
(…) que se haya visto o pueda verse perjudicada por una presunta infracción”.
(21) GIMENO FELIÚ, Novedades de la ley de contratos del sector público de 30 de octubre de 2007 en
la regulación de la adjudicación de los contratos públicos, Ed. Civita, Pamplona, 2010, p. 298.
204
Álvaro Hernán Ferrero
importante desarrollo legislativo se ha instrumentado en España y, al igual que el
establecido para los tributos, este recurso administrativo especial cuenta ya con una
importante jurisprudencia administrativa producto de la encomiable labor llevada a
cabo por los tribunales especializados creados para resolver estos recursos. El nuevo sistema de impugnación administrativa para las contrataciones públicas se inicia
con la sanción de la ley 30/2007, de 30 de Octubre, de Contratos del Sector Público
(LCSP) (22) y de la ley 31/2007, de 30 de Octubre, sobre procedimientos de contratación en los sectores del agua, la energía, los transportes y los servicios postales (LCSE),
y se profundiza y vigoriza con la reforma operada por la ley 34/2011.
En los párrafos que siguen profundizaremos sobre la implementación de los recursos administrativos especiales en materia de contratación pública en España.
IV. El recurso administrativo especial en materia de contratación pública de España
La reforma operada mediante la ley 34/2010 tuvo por finalidad adaptar la normativa sobre contrataciones públicas a las prescripciones de la Directiva 2007/66/CE del
Parlamento y la Comisión Europea (que modifica la Directiva 89/665/CEE). Actualmente toda la regulación contemplada en esta ley se encuentra en el texto refundido
del Real Decreto Legislativo 3/2011 (RDLCSP).
Entonces, luego de las reformas de la LCSP y la LCSE introducidas por la ley
34/2010 existen en la legislación española (23) cinco procedimientos de recursos diferentes para impugnar actos administrativos ejecutados en el marco del procedimiento
de contratación pública. Nos referimos al recurso especial en materia de contratación
pública regulado en la RDLCSP, a la reclamación en los procesos de adjudicación de
contratos de la LCSE, a la cuestión de nulidad regulada en la RDLCSP, a la cuestión de
nulidad regulada en la LCSE y a los recursos administrativos ordinarios previstos en
la LRJPAC.
Comenzaremos por referirnos a los procedimientos legislados en la RDLCSP y la
LCSE, es decir, el recurso especial, la reclamación y las dos cuestiones de nulidad. Según la actividad que realice el poder adjudicador corresponde la aplicación de la ley
que regula uno u otro instituto. Si las actividades que realiza el ente contratante están
relacionadas con el agua, la energía, los transportes y los servicios postales, la revisión
a solicitud de parte se realizará de acuerdo con lo prescripto en el Capítulo I del Título
VII de la LCSE denominado “Reclamaciones en los procedimientos de adjudicación
de los contratos”. En cambio si sus actividades no se vinculan con las mencionadas antes, la impugnación se tramitará de acuerdo con el Capítulo VI del Libro I de la RDLCSP,
denominado “Recurso especial en materia de contratación”. Además, estas leyes regu (22) Texto refundido por Real Decreto Legislativo 3/2011, de 14 de noviembre.
(23) La mayoría de las disposiciones de las leyes en materia de contratación pública (30/2007 y
31/2007 y sus reglamentos, etc.) tienen carácter básico pero existe legislación autonómica complementaria que contiene normas sobre recursos administrativos en esta materia tales como la Ley 3/2003 de
la Las Islas Baleares y 6/2006 de Navarra.
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Revista de la Facultad, Vol. IV N° 1 Nueva Serie II (2013) 197-220
lan de forma muy parecida un medio de impugnación particular para determinados
supuestos especiales de nulidad que ambas denominan cuestión de nulidad.
Al comparar los textos legales que regulan estos procedimientos (real decreto legislativo 3/2011 y ley 31/2007) se pone de manifiesto que se ha legislado en dos cuerpos normativos diferentes mecanismos de recursos que son casi idénticos.
Para adecuar todo el régimen de recurso de las contrataciones administrativas a
las nuevas directivas europeas, la ley 34/2010 introdujo un nuevo Libro al texto de la
LCSP (Libro VI, hoy Capítulo VI del Libro I del RDLCSP) dedicado por entero al régimen especial de revisión de decisiones en materia de contratación y una nueva Sección dentro del Libro I dedicada a los supuestos especiales de nulidad. El real decreto
legislativo 3/2011 agrupó todo el sistema de revisión de las decisiones y de invalidez
en materia de contrataciones públicas dentro del Libro I. Además, la reforma de 2008
modificó otros artículos para cumplir con la exigencia europea de implementar un
recurso eficaz como, por ejemplo, el artículo referido a la perfección de los contratos,
a la adjudicación del contrato y notificación de la misma y sobre la formalización del
contrato.
La idea de incluir toda la regulación de la revisión de decisiones en materia de
contrataciones pública en un mismo apartado es fruto de las recomendaciones contenidas en el dictamen del Consejo de Estado (24). Esta medida ha sido aplaudida por
Moreno Molina (25) para quien de este modo “se le otorga la relevancia que merece al
régimen especial de revisión de decisiones en materia de contratación y se garantiza
una mayor seguridad jurídica que si se hubiera fragmentado la regulación de la materia en diversos Libros dentro de la compleja estructura de la LCSP”.
Una de las mejoras más plausibles llevadas a cabo con la reforma de 2008 es la de
haber otorgado al recurso especial un carácter potestativo, cuestión que había sido sugerida por el Consejo de Estado. Esta loable medida de haber suprimido la obligatoria
interposición previa de un recurso administrativo para acceder a la vía judicial se ve
opacada con la posibilidad que otorga la misma ley de crear un recurso administrativo
autonómico previo al recurso especial en materia de contratos públicos pues ello implica la existencia de un recurso administrativo previo a otro recurso administrativo.
Además, la reforma ha ampliado los actos que pueden ser objeto del recurso. En
efecto, puede recurrirse contra el anuncio de licitación y de los actos de la Mesa de
Contratación, a este respecto se ha aclarado que los actos de la misma que excluyen a
algún oferente son considerados como actos de trámite que impiden continuar con el
(24) En efecto, dijo respecto a la técnica legislativa del proyecto que “lo más correcto sería dar un
tratamiento separado a la previsión que tiene por objeto la creación del órgano estatal competente,
insertándola en un nuevo capítulo del título I del Libro V. Otra posibilidad -que es la que resulta más
aconsejable (…) es ubicar toda la regulación del régimen especial de revisión dentro de un nuevo Libro,
el VI, lo que permitiría una mejor ordenación y estructuración de su contenido.” (Apartado VI inciso
g del dictamen 499/2010).
(25) MORENO MOLINA, José Antonio: Op. Cit. p. 94.
206
Álvaro Hernán Ferrero
procedimiento. La ley se refiere principalmente al informe previo que dirige la Mesa
de Contratación al órgano encargado de la adjudicación, en el cual se determina cuál
es la oferta de más bajo precio o la económicamente más ventajosa y sobre la cual
formula su propuesta de adjudicación.
Se entiende que sólo procede su impugnación cuando el informe determine
que algunas ofertas deben ser excluidas del procedimiento por no haber dado cumplimiento a las prescripciones del pliego o por no superar el umbral mínimo de puntuación. Esto último implica que no podría impugnar tal informe quien haya propuesto una oferta calificada como admisible en el informe de la Mesa pero que no resulte
ser la indicada como la mejor oferta, en cambio, si podría hacerlo aquel a quien se le
haya excluido su oferta. La situación de ambos pareciera ser la misma: ninguno de sus
ofertas ha sido preseleccionada, pero habría algo que los diferencia: que quienes son
excluidos no tienen posibilidad alguna de convertirse en adjudicatarios del contrato,
no así quienes presentaron ofertas que si han sido valoradas (aunque no preferidas)
ya que tendrán aún la oportunidad de impugnar el acto de adjudicación.
La legitimación activa del recurso es amplia al permitir interponer el mismo a todo
aquel cuyos derechos o intereses legítimos se hayan visto perjudicados o puedan resultar afectados por las decisiones objeto del recurso (artículo 42 RDLCSP). Esta redacción permite interponer recursos incluso a quienes no han presentado oferta en
el procedimiento licitatorio, por ejemplo, porque los pliegos de la licitación contenían
cláusulas indicativas o discriminatorias que impedían su participación. Esto último es
coherente con la previsión del artículo 40 de incluir como acto impugnable al anuncio de la licitación y a los pliegos y demás documentos licitatorios. Es razonable considerar la situación de posibles oferentes que no han presentado propuesta por las
exigencias discriminatorias contempladas en el pliego o demás documentación de la
licitación y, en cambio, no sería sensato exigirle a estos que para poder impugnar tal
decisión presenten oferta en la licitación aun sabiendo que no tienen posibilidad de
convertirse en adjudicatarios por las cláusulas discriminatorias de la documentación
licitatoria.
Respecto de las modificaciones a los trámites procedimentales del recurso llama la atención la incorporación al mismo del “anuncio del recurso” que no estaba
contemplado en el texto original de la LCSP. Debe ser presentado ante el órgano de
contratación ya que su finalidad es “poner en conocimiento del poder adjudicador
denunciado la preparación del recurso” (26). Si bien la ley exige que deba realizarse antes de la interposición del recurso, una correcta jurisprudencia asentada por el
Tribunal Administrativo de Contratos Públicos de Aragón admite la interposición del
recurso aun cuando no se ha cumplido con este trámite al entender que “la falta de
anuncio previo al órgano de contratación, se entiende subsanada por la presentación
del recurso en el Registro del órgano de contratación que, a juicio de este Tribunal,
(26) ESCUIN PALOP, Vicente y Beatriz BELANDO GARÍN: Los Recursos Administrativos, Ed. Civitas,
Navarra, 2011 p. 398.
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y de acuerdo con el principio de eficacia procedimental, implicará la comunicación
previa exigida” (27).
El ámbito objetivo de los recursos especiales en materia de contratación pública
son los Contratos sujetos a regulación armonizada (SARA) y contratos con determinado monto y plazo, a los que el legislador consideró que por su significación económica
y práctica pueden ser considerados como equivalentes a los SARA. Si es un SARA la
impugnación se tramitará por la vía del recurso especial en materia contractual y si
no lo es, se tramitará de acuerdo con la LRJPAC es decir por el régimen ordinario de
recurso administrativo.
Al respecto, el Consejo de Estado en su dictamen 514/2006 del proyecto de la LCSP
afirmó que “esta distinción entre los mecanismos de control de uno y otro tipo de
contratos no está suficientemente justificada y podría generar un cierto nivel de inseguridad jurídica, por lo que debería considerarse su extensión a todos los contratos” y
volvió a reiterarlo en del dictamen 499/2010 del proyecto de ley de reforma de la LCSP.
En dicha oportunidad remarcó que la “conveniencia de rapidez y eficacia en la resolución de las incidencias del procedimiento de adjudicación resulta extensible a cualquier tipo de contrato, esté o no sujeto a regulación armonizada. Por estas razones, y
aun cuando las exigencias de la directiva de recursos queden cumplidas con aplicar
estos mecanismos de garantía a los contratos sujetos a regulación armonizada, sería
conveniente valorar su extensión a todos los contratos” (28).
La Junta Consultiva de Contratación Administrativa de la Comunidad Autónoma
de Aragón también criticó esta medida señalando que “existe un importante elemento distorsionador de su aplicación, y que consiste en que el mencionado recurso sólo
está previsto para determinados actos dictados por el órgano de contratación en el
seno de procedimientos sujetos a regulación armonizada, pero no para esos mismos
actos adoptados en contratos no sujetos a regulación armonizada” y que “la limitación del recurso a los contratos armonizados no tiene justificación” (29).
La doctrina especializada también recomienda universalizar el ámbito objetivo
del recurso especial en materia contractual de la RDLCSP eliminando la diferenciación respecto a la regulación armonizada. Moreno Molina (30) tras señalar que esta
distinción genera inseguridad jurídica y no garantiza la rapidez y eficacia de los recur (27) Establecida en el Acuerdo 1/2011 del 28 de marzo de 2011 (disponible en: https://www.aragon.
es/ estaticos/GobiernoAragon/OrganosConsultivos/JuntaConsultivaContratacionAdministrativa/
Areas/Tribunal_admvo_contratos/Acuerdo_001_%202011.pdf (Última consulta agosto de 2012) y
reiterada posteriormente en Acuerdos posteriores.
(28) Dictamen 514/2006 sobre anteproyecto de LCSP y 499/2010 sobre anteproyecto de Ley de
Modificación de la LCSP.
(29) Informe 18/2008 del 21 de julio, p. 2 y 5. (puede consultarse en https://www.aragon.es/estaticos/
ImportFiles/15/docs/Areas/InformeActuacionesJuntaConsultiva/Informes/2008/INFORME18_2008.
pdf).
(30) MORENO MOLINA, José A.: Op. Cit., Ed. La Ley, Madrid, 2010 p. 173 y ss.
208
Álvaro Hernán Ferrero
sos exigida por el derecho comunitario afirma que “los principios y las obligaciones
aplicables a todos los contratos públicos deben ser en esencia los mismos” y por tanto
“la distinción en nuestra LCSP entre contratos SARA y no SARA resulta muy cuestionable”. También Berasategui critica este sistema por entender que el mismo es
discriminatorio ya que “no parece existir ninguna razón que justifique privar de esta
protección jurídica a los perjudicados por actuaciones administrativas relacionadas con contratos públicos no sujetos a regulación armonizada, discriminación que
parece contraria al principio constitucional de igualdad. Asimismo, podría incluso
argumentarse que los contratos no sujetos a regulación armonizada pero cubiertos
por los preceptos del Tratado de la Comunidad Europea y los principios generales del Derecho comunitario deberían gozar de la misma protección (principio de
equivalencia) de la que gozan en derecho nacional los contratos sujetos a regulación
armonizada” (31).
Como bien resalta el Consejo de Estado al referirse a las exigencias derivadas de
las directivas comunitarias de recursos “esa conveniencia de rapidez y eficacia en la
resolución de las incidencias del procedimiento de adjudicación resulta extensible a
cualquier tipo de contrato, esté o no sujeto a regulación armonizada” (32).
El artículo 39 de la RDLCSP contempla otro mecanismo impugnativo denominado cuestión de nulidad. Con idéntica denominación aparece en la LCSE un procedimiento prácticamente igual al de la RDLCSP. Por lo que las observaciones que se
efectuarán al artículo 39 bien son aplicables a la cuestión de nulidad de la LCSE.
En nuestra opinión, la cuestión de nulidad es un recurso administrativo ya que
presenta todas las características de este, tanto es así que se ha configurado del mismo
modo que el recurso especial del artículo 40 de la RDLCSP pues se tramita de igual
forma que dicho recurso, con algunas salvedades de menor importancia, y es resuelto
por el mismo órgano. En cambio, no se asimila a la denominada “acción de nulidad”
contemplada en el artículo 102 de la LRJPAC (el procedimiento de revisión de oficio
a solicitud del interesado), porque este último se dirige a declarar la nulidad de actos
que ya no pueden ser anulados de otra forma por haberse puesto fin a la vía administrativa o no se haya recurrido en plazo (33). En contraste la cuestión de nulidad tiene
establecido un plazo de interposición y según se deduce del artículo 39.2 RDLCSP
puede incluso articularse antes de que transcurra el plazo para recurrir por la vía del
artículo 41 RDLCSP.
(31) BERASATEGUI, Javier: “El control administrativo independiente en la contratación pública”, en
Diario La Ley Nº 6650, Sección Doctrina, 13 Feb. 2007, Año XXVIII, Ed. La Ley. p. 1 a 5.
(32) Dictamen 514/2006, del 25 de mayo, sobre el anteproyecto de LCSP.
(33) SÁNCHEZ MORÓN, Miguel: Derecho Administrativo. Parte General, Editorial Tecnos, Madrid,
2010 p. 564 y 565. En igual sentido se expresa Belando Marín para quien estamos ante un recurso extraordinario para supuestos especiales de nulidad que “se inicia siempre de parte, se requiere ser interesado
(…) y sólo pueden invocarse ciertos motivos de nulidad: los del artículo 37.1 LCSP” ESCUIN PALOP,
Vicente y BELANDO GARÍN, Beatriz: Los Recursos Administrativos, Ed. Civitas, Navarra, 2011 p. 403.
209
Revista de la Facultad, Vol. IV N° 1 Nueva Serie II (2013) 197-220
Este nuevo instrumento responde a la exigencia de la directiva sobre recursos
89/665/CEE introducida en el artículo 2 quinquies que obliga a los Estados miembros
a declarar la ineficacia de los contratos en determinados casos que han sido recogidos
en el artículo 37 de la RDLCSP.
La finalidad de este instrumento es darle la oportunidad a todo aquel cuyos derechos o intereses legítimos hayan sido afectados por alguno de los supuestos de nulidad enunciados en artículo 37 de la RDLCSP de reclamar ante la Administración
Pública. Dichos supuestos especiales se refieren a la concurrencia de determinados
vicios que invalidan los efectos propios de los contratos ya adjudicados.
Los cinco supuestos de contratos nulos son sólo aplicables a los contratos Sujetos
a Regulación Armonizada y a determinada categoría de contratos de servicios asimilables a estos (34). Alguna doctrina ha criticado que esta reforma –al introducir nuevos
supuestos de nulidad contractual– ha producido una ruptura en la uniformidad del régimen de nulidades. Ello es así porque, como ya se ha indicado, la cuestión de nulidad
sólo es procedente contra determinados contratos. En esta línea, como bien subraya
Muñoz Machado “resulta desconcertante la decisión del legislador de diversificar el régimen de invalidez, distinguiendo entre dicho contrato y los demás regulados en la ley,
simplemente porque unos están sujetos a regulación armonizada y otros no” (35).
Esta diversificación de regímenes de invalidez supone también la diferenciación
de regímenes impugnatorios pues la cuestión de nulidad sólo es aplicable a los supuestos especiales de nulidad del artículo 37. Como ya mencionamos más arriba
respecto al recurso especial, es incomprensible la situación creada por la nueva regulación pues ahora “existen cuestiones ordinarias de nulidad que se han de hacer
valer por los recursos ordinarios y supuestos especiales de nulidad con respecto de los
cuales cabe la cuestión de nulidad” (36).
La tramitación de este medio impugnatorio se diferencia del procedimiento del
recurso especial en que no es necesario anunciar su interposición al órgano de contratación, no tiene efectos suspensivos, se elevan a siete los días de plazo para que el
órgano de contratación formule alegaciones en relación con la solicitud de medidas
cautelares y con la interposición de la cuestión de nulidad, y para que remita al órgano del recurso el expediente, acompañado del correspondiente informe. También se
amplía el plazo para interponerla que será de treinta días hábiles desde la publicación
de la adjudicación del contrato o desde la notificación a los licitadores afectados. Si no
se ha cumplido con la publicación o la notificación el plazo es de seis meses a contar
desde la formalización del contrato (artículo 39.3 RDLCSP). En todo lo demás el procedimiento es el mismo.
(34) Contratos de servicios comprendidos en las categorías 17 a 27 del Anexo II de la LCSP cuyo valor
estimado sea igual o superior a 193.000 euros.
(35) MUÑOZ MACHADO, Santiago: Tratado de Derecho Administrativo y Derecho Público, T. IV, Ed.
Iustel, Madrid, 2011 p. 384.
(36) Ibidem p. 387.
210
Álvaro Hernán Ferrero
A la luz de cuanto se ha expuesto se puede afirmar que la existencia de cuatro
procedimientos distintos de revisión de las decisiones adoptadas en el marco de una
contratación pública afecta la seguridad jurídica. La oportunidad de solucionar, por
lo menos en parte, este problema fue desaprovechada con la aprobación de la ley
34/2010 ya que como hemos visto no eliminó los capítulos sobre las “reclamaciones”
y los “supuestos especiales de nulidad de los contratos” de la LCSE, ni realizó una remisión completa a las disposiciones de la LCSP. Por el contrario, se limitó a reproducir
su articulado con pequeñas modificaciones; y tampoco universalizó el ámbito material de aplicación de la LCSP al no haber eliminado la distinción de procedimiento de
recurso según el contrato sea o no un SARA.
A la crítica efectuada en el párrafo precedente, debemos agregar otra derivada de
una eventual problemática que puede surgir al amparo de lo dispuesto en el artículo
41.2 RDLCSP. Este permite establecer un recurso administrativo previo a la interposición del recurso especial contemplado en la Ley (37). Esto significa que está abierta
la posibilidad de que exista en la legislación española un recurso administrativo de
legislación autonómica previo a otro recurso administrativo de regulación estatal, que
en definitiva prolongaría la vía administrativa previa a la jurisdicción. Como subraya
Muñoz Machado esta previsión “implica permitir a las CCAA que establezcan una regulación especial de los recursos administrativos, que parece confrontarse con la idea
de que el procedimiento administrativo común, del que forman parte los recursos,
tiene que ser uniforme en todo el territorio del Estado” (38). Si alguna CCAA legislara
al respecto estaríamos ante un sexto recurso administrativo en la materia que conllevaría la creación de una doble instancia administrativa y por tanto no garantizan las
exigencias comunitarias de rapidez y eficacia de las revisiones de los contratos (39).
Esto es posible porque toda la normativa sobre contratación pública tiene carácter
de legislación básica según lo prescribe el artículo 149.1.18ª de la Constitución Española, tal como lo recuerda la disposición final 2ª de la RDLCSP, por lo tanto las CCAA
pueden dictar legislación autonómica complementaria en esta materia para el ámbito
de su competencia, respetando por supuesto toda la normativa básica (40).
(37) La ley 5/2010 de la Comunidad Autónoma del País Vasco expresamente descarta la posibilidad
de interponer este recurso administrativo previo (Disposición Adicional Octava).
(38) MUÑOZ MACHADO, Santiago: Op. Cit., T. IV, Ed. Iustel, Madrid, 2011 p. 391 y 392.
(39) Para Belando Garín esta doble instancia “está amparada directamente por la Directiva 2007/66/
CE” y por tanto es conforme con el derecho comunitario. ESCUIN PALOP, Vicente y BELANDO GARÍN,
Beatriz: Op. Cit., Ed. Civitas, Navarra, 2011 p. 381. No nos consta en que artículo se consagra ello, quizás
refiera al artículo 2.9 de la Directiva 89/665/CEE que permite que las resoluciones del órgano del recurso
sean impugnadas mediante un recurso jurisdiccional o ante un órgano jurisdiccional independiente
de aquél. Por lo tanto si se permite la impugnación mediante un recurso jurisdiccional (es el caso de
España con el recurso contencioso administrativo) no es necesario establecer una doble instancia
administrativa. Lo que si queda claro es que este sistema no cumple con la exigencia de rapidez y
eficacia del artículo 2.1 de la Directiva de recurso.
(40) Por ejemplo Ley 26/2009, de 23 de diciembre, de Cataluña; Ley 1/2010, de 27 de abril, de Cantabria y Ley Foral 24/2010, de 28 de setiembre, de Navarra y la Ley 3/2003, de 26 de marzo, de las Islas
Baleares.
211
Revista de la Facultad, Vol. IV N° 1 Nueva Serie II (2013) 197-220
El esquema que se acaba de exponer recoge un panorama bastante amplio, complicado y para nada alentador. Como señala Sarmiento Acosta, haciendo referencia a
los fracasos en la unificación de los recursos, “uno de los recursos técnicos indispensables para que cualquier sistema de recursos pueda establecer elementos de garantía
es su flexibilidad y claridad, esto es, que los recursos conformen un sistema inteligible
y coherente para el ciudadano medio, lo cual conduce derechamente a la unificación
del sistema” (41). Queda claro entonces que este sistema de recursos, compuesto por
cinco procedimientos diferentes, agrava el problema de la inseguridad jurídica ya que
el contratista para poder impugnar en sede administrativa deberá hacer un pormenorizado estudio de la las leyes administrativas, deberá bucear entre las previsiones,
remisiones, excepciones, anexos y demás intríngulis de las leyes RDLCSP, LCSE y LRJPAC, deberá conocer complicadas disposiciones tales como si ha contratado con un
poder adjudicador o no, si el contrato está o no sujeto a regulación armonizada, si supera los umbrales fijados por la ley de acuerdo al método de valoración que la misma
Ley dispone, si el contrato se relaciona con las actividades de la LCSE, si está incluido
en alguna de las excepciones que menciona la RDLCSP, etc. Todo ello para saber que
norma es la aplicable a su caso y así poder hacer uso de su derecho a reclamar la revisión de un acto o hecho administrativo que lesiona sus intereses.
Siguiendo a Sarmiento Acosta (42) podemos afirmar que la simplificación en un
único procedimiento recursivo es la mayor garantía para el justiciable. No es necesario someterlo a estos vericuetos más si tenemos presente que para impugnar en la vía
administrativa no es necesario contar con el patrocinio o representación de un letrado
versado en derecho. Caso contrario se desanima al particular, quien termina por desistir de su opción de recurrir los actos que considera lesivos o se ve en la necesidad
de asesorarse jurídicamente para poder impugnar.
V. El órgano especializado en la resolución de los recursos contractuales
La normativa comunitaria prescribe que sea un órgano independiente quien declare la ineficacia de los contratos públicos, pero no obliga a que tenga esta característica quien se ocupe de resolver los recursos que no estén referidos a las causales de
nulidad enumeradas en la directiva, y tampoco exige que dicho ente ostente el carácter de jurisdiccional ni que sea un órgano administrativo o judicial.
Veamos ahora cual ha sido la opción adoptada por el legislador español al momento de establecer el órgano encargado de resolver el recurso (43). Durante la tramitación del anteproyecto de la ley 34/2010 se fueron barajando distintas propuestas
respecto a la naturaleza del órgano de resolución de los recursos. Las Secretarias Técnicas del Ministerio de Economía y Hacienda (MEH) y del Ministerio de Justicia, la
(41) SARMIENTO ACOSTA, Manuel: Los recursos administrativos en el marco de la justicia administrativa, Ed. Civitas, Madrid, 1996 p. 404.
(42) Ibidem.
(43) Puede consultarse al respecto a PULIDO QUECEDO, Manuel: El Nuevo Tribunal Administrativo
Central de Recursos Contractuales, Ed. Aranzadi, Pamplona, 2010, p. 47 a 60.
212
Álvaro Hernán Ferrero
Comisión de Economía y Hacienda de Diputados y el Grupo de diputados opositores
del Partido Popular estuvieron a favor de que la competencia recayera en un órgano
administrativo. En solitario estuvo la propuesta del Consejo de Estado de encargar
esta atribución a un organismo de naturaleza jurisdiccional (en el sentido nacional
del término, es decir órgano judicial).
Quienes estuvieron a favor de crear un órgano administrativo propusieron que
se encomendase la tarea a un organismo ya existente como el Tribunal EconómicoAdministrativo Central (TEAC) (44). Pero esta opción fue rechazada por la Secretaría
Técnica del Ministerio de Justicia porque los miembros del TEAC no tienen la especialización necesaria en materia de contratación pública mi dispone de medios humanos y materiales para hacerse cargo de esa nueva función.
El citado Ministerio también descartó la opción de encargar el conocimiento del
recurso especial a la jurisdicción contencioso-administrativa. Concluyó que atribuir
competencia a los juzgados en lo contencioso-administrativo no es la mejor solución
pues supondría la posibilidad de impugnar ante dicha jurisdicción actos de Derecho
privado, desnaturalizándose así dicha jurisdicción. Para Gimeno Feliú la complejidad
normativa desaconseja aplicar en España un recurso jurisdiccional en lo contenciosoadministrativo especial en materia de contratos públicos (45).
El Consejo de Estado en su dictamen 499/2010 rebatió los argumentos esgrimidos
por el Gobierno para desechar la posibilidad de encargar el conocimiento de estos
recursos a un órgano jurisdiccional y consideró que la atribución de competencia a
un órgano de esta naturaleza es el modelo que mejor se ajusta a las directivas comunitarias (46). Expuso que en el ordenamiento jurídico español existen procedimientos
especiales cuyo conocimiento es encargado a la jurisdicción contencioso administrativa tales como el procedimiento para la protección de los derecho fundamentales de la persona, la cuestión de ilegalidad y el procedimiento en caso de suspensión
previa de acuerdos, todos ellos regulados en la ley 29/2008, de 13 de julio, reguladora
de la Jurisdicción Contencioso-Administrativa (LJCA). Argumentó también que, en
caso de crearse un recurso administrativo tal como el propuesto, la celeridad que se
obtiene en la tramitación del mismo en sede administrativa podría perderse durante
la prosecución del recurso en sede judicial. A conclusiones semejantes llega López
(44) Berasategui propuso encargar la tarea de resolver los recursos contractuales a un organismo
que además se encargase de la Defensa de la Competencia. BERASATEGUI, Javier Op. Cit. y Gimeno
Feliú recomendó para esta tarea a la Junta Consultiva de Contratación Pública citado en MORENO
MOLINA, José Antonio: Op. Cit., p. 113.
(45) GIMENO FELIÚ, José María: Op. Cit., p. 350.
(46) López-Contreras González también coincide en que debería encargarse la resolución del
recurso a los juzgados contencioso administrativo estableciendo un recurso jurisdiccional especial
y breve LÓPEZ-CONTRERAS GONZÁLEZ, María: “El control de la adjudicación de los contratos
públicos. En particular, el recurso especial y las medidas cautelares” en MORENO MOLINA, José A.:
La Ley de Contratos del Sector Público y su aplicación por las Entidades Locales, ed. CEMCI, Granada,
2008, p. 305.
213
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Contreras-González (47) para quien el ordenamiento jurídico español no cumple con
la directiva 89/665/CEE ya que, si bien se garantiza la rapidez y eficacia del recurso
administrativo especial, no se puede decir lo mismo de la impugnación en la jurisdicción contencioso-administrativa.
Coincide Moreno Molina (48) con los argumentos anteriores y por ello cree que
la mejor propuesta para asegurar la rapidez y efectividad del recurso contractual, tal
como lo exigen las directivas europeas, hubiera sido la de configurar un recurso de
naturaleza jurisdiccional y atribuir el conocimiento de estos a los juzgados en lo contencioso administrativo. Además opina que esta opción es la que mejor garantiza la
independencia del órgano encargado de resolver el recurso tal como prescribe la Directiva 89/665/CEE.
Finalmente, para hacer frente a las exigencias de la Unión Europea (UE) la ley
34/2010 optó por crear, en el ámbito de la Administración General del Estado (AGE),
un nuevo órgano administrativo, adscripto al Ministerio de Economía y Hacienda (artículo 41 RDLCSP), encargado de la resolución de los recursos especiales en materia
de contratación pública de la RDLCSP, de las reclamaciones de la LCSE y de las cuestiones de nulidad contempladas en ambas leyes. La ley denomina a dicho organismo
Tribunal Administrativo Central de Recursos Contractuales.
Este órgano de control tiene competencia sólo en el ámbito de la Administración
General del Estado aunque está previsto que pueda actuar también en el ámbito de
las CCAA si éstas celebran un convenio con la AGE en el que además se estipulen los
gastos derivados de esta transferencia de competencias.
Respecto a los integrantes del organismo, el artículo 2.9 de la directiva de recursos,
prescribe que para el caso de regularse un recurso administrativo, que los miembros
del órgano independiente de resolución del recurso estén sometidos a las mismas reglas de nombramiento y causales de remoción a las que están sujetos los jueces y que
a su presidente se le exija las mismas cualificaciones jurídicas y profesionales que a
un juez. Pareciera que la UE recela de la eficacia de los órganos administrativas para
resolver cuestiones jurídicas y así exige la creación de un órgano administrativo cuasi
judicial.
Siguiendo las recomendaciones de la directiva 89/665/CEE el nombramiento y las
causas de remoción del Presidente y de los dos Vocales (49) de este nuevo órgano son
similares a las establecidas para los jueces. Se exige para su nombramiento la condición de funcionario de carrera con título de licenciado o de grado con más de quince
(47) Ibidem p. 303.
(48) MORENO MOLINA, José Antonio: La reforma de la ley de contratos del sector público en materia
de recursos, Ed. La Ley, Madrid, 2010 p. 113.
(49) En el proyecto original el número de vocales era de tres pero se aceptó la propuesta del grupo
de diputados opositores de reducirlo a dos pero con la posibilidad de incrementar reglamentariamente
su número a medida que el volumen de tareas así lo aconseje.
214
Álvaro Hernán Ferrero
años de actividad profesional, preferentemente en el ámbito del Derecho Administrativo y relacionado con la contratación pública. De este modo, este ente autónomo está
formado por especialistas en derecho lo que le otorgarían a sus resoluciones cierta
“auctoritas” que en opinión de Gimeno Feliú contribuye a que las mismas sean aceptadas por las partes y desistan de acudir a los tribunales de justicia.
La designación del Presidente y los Vocales la realiza el Consejo de Ministros a
propuesta de los Ministros de Economía y Justicia. Al mes siguiente de entrada en
vigor de la ley el Consejo de Ministros designó los funcionarios para la provisión de
estas plazas. La duración del mandato es de seis años improrrogables, salvo para la
primera composición del Tribunal que por sorteo se determinará cuál de los vocales
durará tres años en sus funciones. Terminado el plazo de su mandato el vocal cesado
continuará en sus funciones hasta tanto tome posesión de su cargo la persona que
haya de sustituirlo.
Se garantiza que los miembros del Tribunal Administrativo Central de Recursos
Contractuales (TACRC) gozan de inamovilidad e independencia en sus funciones y
que sólo pueden ser removidos por las causales siguientes: por expiración de su mandato, por renuncia aceptada por el gobierno, por pérdida de la nacionalidad española,
por incumplimiento grave de sus obligaciones, por condena a pena privativa de libertad o de inhabilitación absoluta o especial para empleo o cargo público por razón de
delito y por incapacidad sobrevenida para el ejercicio de sus funciones.
La independencia del Tribunal se manifiesta en que no tiene un superior jerárquico y que ningún órgano administrativo puede revisar sus decisiones. Los artículos
39 de la RDLCSP y 108 de la LCSE expresamente establecen que no procede la revisión de oficio contra las resoluciones o cualquiera de los actos que dicte el Tribunal,
ni estarán sujetos a fiscalización por los órganos de control financiero de las Administraciones. Esta disposición fue introducida durante el debate parlamentario por el
Grupo Socialista motivando su enmienda en que “la independencia de los órganos
competentes para resolver el recurso especial en materia de contratación es incompatible con la posibilidad de que sus resoluciones sean revisadas o fiscalizadas en vía
administrativa” (50).
Pero existe actualmente una circunstancia que puede ir en contra de la independencia del TACRC, por ser este un órgano adscrito al MEH no goza de partidas presupuestarias propias ni tiene la facultad de designar su personal por lo que los gastos necesarios para su funcionamiento y el nombramiento de personal lo realiza la
Subsecretaría de Economía y Hacienda. En opinión del Presidente del TACRC no ha
habido problemas por dicha circunstancia, pues todo el personal seleccionado por
el mismo Tribunal fue designado por la Subsecretaría y que cuentan con todos los
insumos necesarios para la realización de sus tareas. Sin embargo, cree que en algún
momento esto podría a llegar a ser contrario a su independencia y por tanto aboga por
(50) Enmienda número 24. Boletín Oficial de las Cortes Generales Nº 79-5 de 21 de junio de 2010.
Nótese que en la misma enmienda se propuso introducir el mismo texto en los proyectos de ley de la
LCSP y de la LCSE lo que produjo el error en el artículo 108 de esta última que comentamos más arriba.
215
Revista de la Facultad, Vol. IV N° 1 Nueva Serie II (2013) 197-220
que en un futuro no muy lejano pueda conseguir que le sea atribuida al Tribunal una
partida propia del presupuesto (51).
El legislador al establecer un organismo independiente tuvo presente otra de las exigencias de las Directivas comunitarias: que el recurso que debe resolver dicho órgano sea
rápido. La decisión de crear un tribunal administrativo y no judicial obedece principalmente a esta última exigencia pues no podía garantizarse esta si se encargaba su resolución a los juzgados. Los recursos que resuelve el TACRC según su Presidente demoran
una media de 4 semanas, lo que demuestra que se está cumpliendo con lo esperado (52).
Las decisiones del TACRC pueden ser recurridas por los particulares o por las Administraciones Públicas (AAPP) mediante recurso contencioso administrativo ante la
Sala de lo Contencioso-Administrativo de la Audiencia Nacional. La circunstancia de
que este órgano actué de manera independiente a los demás organismos de la AGE
produce una particularidad respecto a la legitimación activa del recurso contencioso administrativo. Cuestión que fue advertida por el Grupo Socialista al motivar su
enmienda al proyecto de ley argumentando que “la peculiaridad de los órganos resolutorios de estos recursos y reclamaciones, en especial su independencia, exigen
que se regule de forma específica la forma en que las diferentes Administraciones
Públicas pueden recurrir contra sus decisiones. Con objeto de mantener esta singularidad ha parecido lo más adecuado asimilarlos en todo a la posición de los órganos
jurisdiccionales suprimiendo la posibilidad de que sean considerados como demandados en los recursos contencioso administrativos que se interpongan contra sus
resoluciones” (53). Con la modificación de los artículos 19 y 21 de la LJCA se permite
a las AAPP impugnar las resoluciones del TACRC siendo consideradas en este caso
como parte demandada las personas favorecidas por el acto objeto del recurso. Cuando quien demanda es el particular, la parte demandada es la Administración Pública
y nunca el órgano de resolución del conflicto.
En el proyecto original de la LCSP se facultaba a los órganos de contratación a
instar ante el Tribunal la declaración de lesividad de sus resoluciones pero durante
el tratamiento del mismo fue suprimido siguiendo con lo aconsejado por el Consejo
de Estado. El Consejo estimó que este mecanismo no permitía garantizar el acceso al
órgano de contratación a la vía contencioso administrativa, especialmente grave para
el caso de contrataciones de los Ayuntamientos pues el órgano del recurso no tiene el
carácter de local, y por ello propuso que se crease un mecanismo impugnatorio específico. Finalmente la ley acogió su sugerencia con la modificación de determinados
artículos de la LJCA para permitir a las AAPP impugnar las resoluciones del TACRC sin
necesidad de agotar la vía mediante la declaración de nulidad.
(51) Estas afirmaciones son el resultado de una breve entrevista concedida gentilmente por el
Presidente del TACRC Dr. Juan J. Pardo García-Valdecasas el día 12 de mayo de 2011 en una reunión
programada durante la realización de las prácticas del Máster en Administración Pública de la Universidad de Alcalá.
(52) Ibidem.
(53) Enmienda número 34. Boletín Oficial de las Cortes Generales Nº 79-5 de 21 de junio de 2010.
216
Álvaro Hernán Ferrero
En octubre de 2010 comenzó a funcionar este nuevo organismo y con ello el Tribunal ha debido enfrentar el problema de falta de personal para llevar a cabo sus funciones. Como nos comenta su Presidente en un primer momento, al no tener personal
suficiente, se necesitó de la colaboración de los abogados del Cuerpo de Abogados del
Estado para ayudar en sus tareas a los Vocales del TACRC. Actualmente, esta cuestión
ya ha sido solucionada con la incorporación de nuevo personal funcionarial.
En esta primera etapa se desestimaron gran número de recursos y esto se debió
principalmente a que se impugnaban actos de procedimientos contractuales iniciados antes de la entrada en vigor de las reformas introducidas por la ley 34/2010 y que
según la LCSP en su nueva redacción no eran impugnables. Es el caso de la antigua
adjudicación provisional que por ser un acto de mero trámite no es recurrible (54).
Actualmente las inadmisiones no superan el 10 % y se producen principalmente por
incompetencia del Tribunal para resolver actos dictados por las AAPP autonómicas o
interposición fuera de plazo. Luego de seis meses de funcionamiento el Tribunal ya ha
resuelto unos 160 recursos aproximadamente.
Antes de avanzar es necesario realizar una aclaración sobre la característica de
este nuevo órgano, para ello debemos retomar lo dicho sobre el sentido que le otorga
el Tribunal de Justicia de las Comunidades Europeas (TJCE) al concepto de organismo jurisdiccional. Dijimos que el Tribunal es un órgano administrativo pero ello no
implica negarle la condición de “órgano jurisdiccional” de acuerdo con el concepto
autónomo de derecho comunitario que hemos comentado en los párrafos anteriores.
Ahora bien, debemos dilucidar si el TACRC es un órgano jurisdiccional y para ello nos
valdremos de la jurisprudencia sentada por el TJCE en el caso Gabalfrisa y Otros. En
este caso se reconoció al Tribunal Económico-Administrativo Regional de Cataluña
la característica de órgano jurisdiccional por reunir todas las condiciones necesarias
para ser considerado como tal.
Según el TJCE las característica que debe reunir un órgano para ser considerado
jurisdiccional son: a) origen legal y permanencia, b) que la jurisdicción sea obligatoria
al ser necesario reclamar previamente ante estos para poder recurrir en vía contencioso-administrativa, c) que sus resoluciones firmes tengan fuerza obligatoria, d) que sus
resoluciones se adopten dentro de un procedimiento contradictorio, d) que aplique
normas jurídicas es decir que esté obligado a motivar sus decisiones y a resolver de
acuerdo con lo establecido en las leyes, y e) que sea un órgano independiente, esto
es, que resuelva las reclamaciones contra las decisiones de Administración sin recibir
instrucción alguna de la misma.
(54) Ver al respecto los Acuerdos 1/2010 y 19/2011 en los que el Tribunal fundamenta la inadmisión
del recurso por haberse impugnado la adjudicación provisional a la que considera un acto de mero
trámite que no determina la imposibilidad de continuar el procedimiento ni produce indefensión o
perjuicio irreparable a derechos o intereses legítimos pues “la adjudicación provisional, (…) ni decide
sobre la adjudicación (ésta se acordará en la adjudicación definitiva), ni produce indefensión o perjuicio
irreparable, porque el recurrente aún podría recurrir contra la adjudicación definitiva, ni finalmente
determina la imposibilidad de continuar el procedimiento, pues la oferta del recurrente aún no ha
sido definitivamente descartada pudiendo ser adjudicatario mientras no se resuelva definitivamente
sobre la adjudicación”.
217
Revista de la Facultad, Vol. IV N° 1 Nueva Serie II (2013) 197-220
A mi juicio, el TACRC cumple de igual modo con estas condiciones salvo con una,
puesto que su jurisdicción no es obligatoria ya que el recurso especial en materia de
contratación pública es potestativo y puede acudirse a la vía judicial sin necesidad de
articularlo previamente. Por lo tanto no es un órgano jurisdiccional en el sentido otorgado a este concepto por el Derecho comunitario.
Además del TACRC, la ley 34/2010 ha previsto que puedan constituirse tribunales
similares en cada una de las capitales de las CCAA a los que denomina Tribunales
Administrativos Territoriales. Estos Tribunales se irán constituyendo a medida que lo
exija el número de asuntos sometidos al conocimiento y resolución del TACRC y tendrían la competencia exclusiva para la resolución de los recursos interpuestos contra
los actos de la Administración territorial del Estado o de los organismos y entidades
dependientes del mismo que tengan competencia en todo o parte del territorio de la
correspondiente CCAA El nombramiento y la remoción de sus miembros están sujetos
a las mismas disposiciones establecidas para los miembros del TACRC.
El artículo 41.2 de la RDLCSP prevé la posibilidad de que las CCAA creen, a través
de las correspondientes normas autonómicas, órganos para resolver los recursos en
materia de contratación pública. Debiendo, no obstante, garantizar su independencia
y que su titular, o su presidente, en caso de que sea un órgano colegiado, posea cualificaciones jurídicas y profesionales adecuadas en materia de contratación pública.
La norma básica estatal no establece otros requisitos para la creación de los citados
órganos pudiendo, por tanto, cada CCAA constituirlo de acuerdo a sus necesidades
particulares (55).Puede por ejemplo ser unipersonal o colegiado, dedicarse exclusivamente a resolver los recursos contractuales o tener asignadas además otras competencias, etc.
De todas formas, las CCAA pueden atribuir la competencia para la resolución del
recurso al TACRC mediante la celebración de un convenio con la AGE. Esta previsión
legal tiene dos fundamentos: unificar la jurisprudencia administrativa respecto a los
recursos contractuales y evitar el aumento del gasto público por la creación de múltiples organismos.
Mientras las CCAA no constituyan un órgano independiente o no atribuyan competencia al TACRC para resolver los recursos, dicha tarea seguirá encomendada a los
órganos que la venían realizando. Pero los recursos que se interpongan deberán tra (55) Durante el debate parlamentario el Grupo Socialista defendió la posición de no exigir otros requisitos para la constitución de los órganos autonómicos por respeto a la distribución de competencias
constitucionales. Por su parte, el Grupo Mixto propuso una enmienda en la que establecía que debía
tener análogas características al TACRC, que estuviese adscrito a la Consejería de Economía y Hacienda
de cada CCAA y se compusiera de un Presidente y un mínimo de tres vocales. El Grupo parlamentario
del PP también propuso que se constituyera de forma análoga al TACRC. Ver “Enmiendas presentadas
en relación con el Proyecto de Ley de modificación de las Leyes 30/2007, de 30 de octubre, de contratos
del sector público, 31/2007, de 30 de octubre, sobre procedimientos de contratación en los sectores
del agua, la energía, los transportes y los servicios postales, y 29/1998, reguladora de la Jurisdicción
Contencioso-Administrativa para adaptación a la normativa comunitaria de las dos primeras”, en el
Boletín Oficial de las Cortes Generales Serie A Nº 79-5 del 21 de junio de 2010.
218
Álvaro Hernán Ferrero
mitarse de acuerdo con la LCSP y serán directamente recurribles mediante recurso
contencioso administrativo (disposición transitoria séptima de la RDLCSP).
Sólo algunas Comunidades Autónomas han constituido organismos especiales
para la resolución de estos tipos de recursos, tales como Islas Baleares, Madrid, Aragón, Navarra y la Ciudad Autónoma de Melilla.
Por último, sólo nos cabe remarcar que sería muy importante que en un futuro
cercano se acometa en nuestro país una reforma semejante a la realizada en Europa
respecto al sistema de recursos administrativos en materia de contratación pública.
La especialización material de los recursos en el ámbito de los contratos públicos encuentra su justificación en la intención de mejorar los instrumentos de garantías para
el administrado, garantizar que las decisiones adoptadas en los procedimientos de
contratación, puedan ser recurridas de manera eficaz y lo más rápidamente posible.
Además, la complejidad de esta materia aconseja la creación de un recurso especial con
un procedimiento particular distinto de los recursos ordinarios y que el órgano encargado de resolverlos sea un organismo independiente y especializado. Ya existe en Argentina una experiencia similar en este sentido con la implementación de los recursos
especiales en materia de tributos y de esta experiencia debería desecharse la centralización del Tribunal Fiscal de la Nación e implementarse un órgano especializado para
resolver los recursos contractuales teniendo presente nuestro sistema federal.
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Setiembre de 2012.
220
DISTINTAS CONCEPCIONES SOBRE EL ALCANCE DE
LA OBLIGACIÓN DE LOS ABOGADOS DEFENSORES *
DIFFERENT CONCEPTIONS ON THE SCOPE OF
OBLIGATIONS OF DEFENSE LAWYERS
Carlos M. Krauth**
Resumen: En el ejercicio profesional los abogados defensores se encuentran muchas veces frente a dilemas morales de cómo deben actuar ante un caso complejo. La idea de si debe recurrir sólo a lo dispuesto en la ley, o si puede o debe realizar juicios morales en busca de
la mejor solución al caso en el que interviene, es uno de los temas más
discutidos en la ética profesional. En este trabajo describo las distintas
teorías éticas desarrolladas en torno a este problema, y además, muestro como éstas, están vinculadas a las distintas concepciones acerca
de qué es el Derecho. Para ello, desarrollo brevemente estas visiones,
centrándome específicamente en el positivismo ideológico y el formalismo jurídico, el iusnaturalismo o sustantivismo, y el positivismo incluyente. De esta forma concluyo en que la respuesta que se adopte al
dilema moral que se les presenta a los abogados defensores, depende
de la concepción ética y de Derecho que cada uno de nosotros asuma.
Palabras - clave: Obligaciones - Defensores – Juicios morales – Derecho.
Abstract: In practice defense lawyers are often facing moral dilemmas
when they must act on a complex case. The idea of whether to appeal
only to the provisions of law, or if they can or must make moral judgments to find the best solution to the case involved is one of the most
discussed topics in professional ethics. In this paper, I describe the different ethical theories developed around this problem, and also show
how this are linked to different conceptions about what is the law. For
this, I consider these visions briefly, focusing specifically on ideological positivism and legal formalism, the natural or substantivist law and
inclusive positivism. Thus I conclude that the answer taken to the mo* Trabajo presentado el 2 de abril de 2012; aprobado el 2 de octubre de 2012.
** Abogado, Doctorando en Derecho, Magister en Derecho y Argumentación Jurídica, Profesor de
Ética, Introducción al Derecho e Introducción de los Estudios de la carrera de Abogacía, Facultad de
Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Córdoba ([email protected]).
221
Revista
de la Facultad, Vol. IV N° 1 Nueva Serie II (2013) 221-237
Revista de la Facultad, Vol. IV N° 1 Nueva Serie II (2013) 221-237
ral dilemma that is presented to the advocates, depends on the ethical
and legal standard that each of us assume.
Keywords: Duties - Advocates - Moral judgments – Law.
Sumario: 1. Introducción.– 2. Distintas concepciones sobre el rol del
abogado.– 2.1. El abogado debe sujetarse a la ley.– 2.2. Los abogados
“deben” realizar juicios morales.– 2.3 Una posición intermedia.– 3.
Deberes de los abogados y concepciones sobre el derecho.– 3.1. El rol
del abogado defensor para el positivismo ideológico y el formalismo
jurídico.– 3.2. Iusnaturalismo, sustantivismo y el papel del abogado defensor.– 3.3. Una respuesta a partir del positivismo inclusivo.– 4. Conclusión.
1.Introducción
Meses atrás me toco intervenir en un Juicio donde se juzgaba a tres sujetos que
habían entrado a robar en un negocio de nuestra Ciudad los que para lograr su objetivo, asesinaron al dueño del local. A lo dramático del caso, se sumó que fue la hija del
comerciante, que contaba con 8 años de edad, quien encontró el cuerpo sin vida de
su padre cuando entró al local a buscarlo; la que ante este cuadro, salió corriendo del
lugar en busca de ayuda gritando que habían matado a su papá.
El punto que motivó este trabajo fue el hecho de que durante las audiencias de
debate, los abogados de uno de los imputados, como medida de prueba, solicitaron
que se tomara nueva declaración testimonial a la menor (a pesar de que no había visto
absolutamente nada de lo ocurrido cuando ultimaron a su padre), quien debería hacerlo por segunda vez, ahora públicamente, algo que afecta los derechos de la víctima
por ser desaconsejable desde el punto de vista de su estado psíquico, ya que produce
el efecto no deseado de la doble victimización, situación que nuestro Ordenamiento
Jurídico trata de evitar.
Prontamente se generó un debate entre los asistentes al Juicio, quienes se dividieron entre aquellos que entendían que los abogados habían hecho lo correcto, -los
menos-, y quienes sostenían que se habían excedido al solicitar la medida, ya que
además de no ser determinante para mejorar la posición de su defendido, seguramente afectaría emocional y psicológicamente a la menor.
Ambas posiciones, abarcan sin dudas, el reflejo del pensamiento general acerca
del alcance de la obligación del abogado defensor, es decir, la discusión se centran en
si el defensor debe requerir todas las medidas legales existentes con el fin de proteger
los intereses de su asistido, o por el contrario, esa obligación legal cede ante requerimiento éticos. Cuestionamiento que podemos sintetizar en el siguiente dilema: en
el ejercicio de su actividad como defensor de los intereses de su cliente, el abogado, ¿está
facultado a realizar juicios morales respecto al alcance de su labor, o esta posibilidad
le está vedada, debiendo remitirse a actuar, sólo conforme a lo prescripto legalmente?
Varias consecuencias se desprenden de adoptar una u otra posición. Si se asume
como correcta la primera afirmación, el profesional tiene margen para evaluar mo222
Carlos M. Krauth
ralmente y decidir la conducta a seguir, con lo cual el abogado puede ser pasible de
críticas morales por parte de la sociedad. Si se suscribe la segunda opción, al no tener
margen para hacer evaluaciones morales, no hay posibilidad de realizar reproches
éticos al abogado por su actuación, en la medida en que su conducta se encuentre
sujeta a lo dispuesto previamente por el legislador.
A su vez, de seguirse la primera afirmación, surge otro conflicto, ¿Qué normas o
principios morales son los que debe seguir el abogado al momento de evaluar su estrategia defensiva?, ¿Es su moralidad individual la que debe tener en cuenta, o el Ordenamiento Jurídico mismo establece los límites morales en los que se puede mover
el profesional?
En el presente trabajo intentaré mostrar en primer lugar, las posibles soluciones al
dilema mencionado que han sido desarrolladas por distintos teóricos de la ética profesional, las que se justifican a partir de las diferentes concepciones sobre el rol que
debe desempeñar el abogado defensor. En segundo término, mostraré cómo estas, se
encuentran vinculadas con las distintas concepciones sobre lo que se entiende es el
Derecho, originándose esta relación a partir del papel que juega la moral al momento
de operar con las normas jurídicas. Por último señalaré la relación que cada una de
estas concepciones de ética profesional y del derecho tienen con las distintas soluciones que pueden darse frente a un caso como el señalado previamente, y que en definitiva, se corresponden con las distintas visones existentes sobre el rol que le compete
al abogado defensor en el ejercicio de su cargo.
2. Distintas concepciones sobre el rol del abogado
2.1. El abogado debe sujetarse a la ley
Como dice David Luban (1) esta concepción se basa en dos principios o deberes
fundamentales: a.- partidismo extremo (“extreme partisanship”) en favor de su cliente, y b.- no rendición de cuentas morales (“moral non-accountability”) por parte de los
defensores.
Quienes asumen esta posición entienden que 1.-Los abogados son imparciales
moralmente en relación a las pretensiones legales de sus clientes y por lo tanto su
papel es el de facilitar y permitir que sus asistidos alcancen sus objetivos legales, no el
de servir como árbitros morales de la corrección de decisiones del cliente; y que 2.-En
la defensa de los intereses de su cliente, el abogado no es éticamente responsable de
las consecuencias de su participación; con lo cual, tales actos pueden ser socialmente
indeseables, causar daños a terceros, o ser moralmente reprochables, sin que ayudar a
(1) Luban, David. Legal Ethics and Human Dignity, Cambridge: Cambridge University Press. (2007)
Luban llama “Neutral partisanship” a la teoría que ve a los abogados como asesinos a sueldo, cuyo
deber de lealtad para con sus clientes significa, si es necesario, hacer todo lo que la ley permite para
adelantar a sus clientes. “…sees lawyers as hired guns, whose duty of loyalty to their clients means they
must, if necessary, do everything the law permits to advance their clients”.
223
Revista de la Facultad, Vol. IV N° 1 Nueva Serie II (2013) 221-237
su cliente a alcanzar sus metas, le pueda ser censurado moralmente, lo que constituye
un verdadero privilegio para el profesional.
Esta concepción reposa en la idea que la tarea del abogado no es contribuir al
bienestar social, ya que no es función de ellos alcanzar la justicia, ni colaborar en su
logro. Afirma que los abogados no tienen ninguna responsabilidad moral por sus acciones defensivas, y sostiene que de tenerla, se limitaría la posibilidad de realizar una
buena defensa; argumentando que la representación de clientes en causas que generan rechazo o repudio social, requiere que los abogados sean capaces de decirse
a sí mismos y al público, que ellos no tienen ninguna responsabilidad moral por su
conducta, ya que ejercen una función tal, que los obliga a extremar su esfuerzo en la
consecución de los legales intereses de sus asistidos.
Si algo caracteriza a esta visión, - llamada por David Luban y William Simon (2), la
concepción dominante-, es que el cliente tiene derecho a una defensa tal, que la misma se ejerza en su favor, aunque esto se traduzca en resultados socialmente injustos.
Así, el único límite que tienen los abogados al ejercer la defensa de su cliente es el
impuesto por la Ley; la idea de justicia aquí, queda de lado. ¿En que basan o justifican
este pensamiento? En que los derechos legales son sólo una aproximación imperfecta
a la justicia, esto por las propias limitaciones de las capacidades de nuestra legislación; por lo cual entienden que : a.- desde un punto de vista práctico, el sentimiento
de injusticia hacia los terceros, refleja una norma moral básicamente inalcanzable,
que tiene que ceder ante la existencia de normas más realizables (3); y b.- desde un
punto de vista normativo, al considerar más importante el derecho del cliente respecto de los intereses de terceros, debe hacerse prevalecer el primero.
Es decir, esta concepción entiende que los abogados son agentes de sus clientes
y están obligados a hacer todo lo que estos quieran, con el único límite que les impone la ley. Pero la actividad del letrado no se ve sólo caracterizada por esto, además,
cuando decide asumir la defensa de un justiciable, tiene la obligación de mantenerse
moralmente neutro respecto de los fines de su cliente, y no debe censurarlo ni tratar
de imponer su convicción moral, con lo cual, el abogado podría excusarse, en caso
de realizar acciones inmorales, arguyendo que lo que hizo, no lo hizo de acuerdo a su
criterio moral, sino que lo hizo, en nombre de su cliente; o en su defecto, que él no está
haciendo otra cosa que lo que marca la ley.
Se ha sostenido que los dos argumentos básicos que justifican esta posición son,
a.- el argumento libertario y b.- el argumento iuspositivista, siendo su contenido el
siguiente: a.) Argumento Libertario: El objetivo fundamental del sistema legal (en este
caso el proceso) es salvaguardar la libertad y autonomía de los ciudadanos. Las nor (2) Simon, William H. The Practice of Justice: A Theory of Lawyer’s Ethics. Cambridge, Mass., Harvard
University Press, 1998.
(3) “The sense of injustice to nonclients reflects a basically unattainable moral standard that has
to yield to more practicable norms”. (Simon, William H. The Practice of Justice. - A Theory of Lawyers
Ethics-, p. 26).
224
Carlos M. Krauth
mas jurídicas son creadas respetando un ámbito de autonomía en donde los ciudadanos son libres de realizar todas aquellas acciones que deseen, sin interferencias de
terceros. La libertad es un valor central, y el primer deber del abogado es defender esa
libertad. Por lo tanto, de existir conflictos de valores, siempre debe estarse en favor
de la libertad. b.) Argumento iuspositivista: El segundo argumentos se basa en la concepción positivista según la cual las normas jurídicas son muy diferentes a las normas
morales. Las normas jurídicas tienen objetivos y legitimidades que las normas morales no tienen. Y el abogado como agente del sistema legal, debe basar su defensa en lo
prescripto por las normas positivas.
En virtud de lo dicho se ha sostenido (4) que la idea de autonomía genera la regla
que alude a la “defensa celosa”, mientras que la idea de existencia de órdenes normativos (positivos – morales) distintos, justifica la calificación que se hace de la defensa
y que refiere que la misma debe ejercerse “dentro de los límites de la ley” (5). Así, en
relación al rol de los abogados defensores, las dos ideas son sintetizadas por Simon,
en la máxima “zealous advocacy within the bounds of the law (6)“; axioma que resume
en definitiva la conducta que los abogados defensores deben guardar, conforme los
postulados de esta concepción.
2.2. Los abogados “deben” realizar juicios morales
A la concepción que hemos visto precedentemente se le han opuesto ciertos autores por entender que presenta limitaciones morales, políticas y epistemológicas. Los
ataques que se le han formulado se centran, básicamente, en que de asumirse sus
postulados, parecería que se está aceptando la posibilidad que los abogados alienten
e incentiven la concreción conductas ilegales en general y de sus clientes en particular; ya que el límite entre lo legal e ilegal es a menudo opaco y, por lo tanto, puede
ocurrir que el defensor no tenga en claro ciertos matices de la situación, haciendo que
juzgue mal o caracterice erróneamente la legalidad de su acción o de la propuesta por
su cliente.
Quienes critican esta visión, entienden que los abogados, en el ejercicio de su
profesión, deben realizar aquellas acciones que, dado el caso concreto y sus circunstancias, promuevan de mejor manera la Justicia. La idea de Justicia connota aquí, los
valores básicos del sistema legal; por lo tanto se dejan de lado las preferencias personales y las posturas de moralidad ordinaria.
Así como sostiene Simon –posición que llama visión contextual– en el ejercicio
de la profesión, la máxima básica (7) es que el abogado debe tomar las medidas que,
(4) Simon William H., en “The Practice of Justice: A Theory of Lawyer’s Ethics”, ya citada.
(5) Sostiene el autor citado “The autonomy idea gives us the ‘zealous advocacy’ norm; the differentiation idea gives us the ‘bounds of the law’ qualification”.
(6) “Defensa celosa dentro de los límites de la ley”. Trad. nuestra.
(7) Ob. Cit., “Its basic maxim is that the lawyer should take such actions as, considering the relevant
circumstances of the particular case, seem likely to promote justice” (p. 9).
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teniendo en cuenta las circunstancias pertinentes del caso concreto, parece probable
que promuevan la justicia, entendida esta, no como un término extralegal. “Thus an
alternative formulation of the basic maxim might exhort the lawyer to act to vindicate
‘the legal merits’ of the matter at hand” (8). Es decir que el abogado debe actuar conforme a las pautas legales las cuales incluyen principios de justicia. Para quienes asumen esta concepción, la idea de Justicia no es incompatible con lo prescripto por las
normas ni con los actos de instituciones como el Poder Legislativo o los Tribunales;
sino que lo complementan.
En este marco, la responsabilidad por perseguir la justicia no es inconsistente con
la enérgica defensa de los derechos del cliente (9). Esta concepción incorpora gran
parte de la función de abogado tradicional, incluyendo la noción de que los abogados pueden servir a la justicia a través de búsqueda entusiasta de los objetivos de
sus asistidos. Esto, porque la idea de la justicia hace referencia simultáneamente a
los compromisos del abogado con la defensa de su cliente y con su función como un
“auxiliar de la justicia”. Por lo tanto, el profesional debe actuar conforme la búsqueda
de lo realmente ocurrido; con lo cual, su estrategia defensiva, debe hacer prevalecer
este objetivo.
Intuitivamente, surge aquí una objeción que es la principal crítica que se le formula a esta afirmación lo cual expresa que, no es función del asesor de parte, quien
tiene por misión defender los derechos de su asistido, debiendo probar lo que efectivamente sucedió, ya que esto es parte de las obligaciones de los funcionarios judiciales (Fiscales, Jueces, etc.). Como réplica, William Simon entiende que esto es relativo,
ya que en algunos casos, el abogado particular puede estar en mejor posición que el
Juez o el Fiscal para cumplir con esta faena; por lo tanto no se puede alegar que sólo
los funcionarios judiciales tienen esta tarea; razón por la cual; “El abogado asume la
responsabilidad de reivindicar los méritos de fondo, en la medida en se pueda esperar
que el juez no lo haga. En otras situaciones, su responsabilidad es simplemente facilitar
la decisión judicial” (trad. nuestra) (10).
Resumiendo, para esta concepción, la tarea del abogado consiste en un conjunto
de prácticas que tienden a contribuir con el dictado de una resolución justa; constituyendo la idea central que guía a esta concepción que, si bien el ejercicio de la actividad defensiva está limitado por ciertas reglas, éstas pueden ser revisadas de acuerdo
(8) Simon, William H. Ob. cit., p 10.
(9) Freeman, entiende que una concepción moral del ejercicio de la profesión es compatible con
una defensa celosa de los derechos del cliente, porque entiende que una defensa seria, hace a una sociedad libre, y promueve efectivamente el libre ejercicio de la autonomía individual. Por ello sostiene
que deberían ser formados para desarrollar su responsabilidad moral y alentarlos, como personas
y como miembros de la comunidad a realizar su trabajo contribuyendo al bien social. (Freeman,
Monroe H., Understanding Lawyers’ Ethics 11, 1990).
(10) Simon; William H. The practice of justice; Harvard University Press paperback edition, 2000
(p. 144); “The lawyer assumes responsibility for vindicating substantive merits to the extent that the
judge cannot be expected to do so. In other situations, her responsibility is simply to facilitate informed
judicial decision”.
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al caso concreto y en función del objetivo de justicia señalado. El abogado debe superar los vicios que se presenten en la práctica, de tal forma que si se presentan injusticias, el letrado puede y debe subsanarlas asumiendo la responsabilidad directa por
este acto. El defensor debe formar su propio juicio acerca de la adecuada solución de
fondo y así tomar las medidas razonables para llevarla a cabo.
Un ejemplo que surge de los planteos de Simon es: ¿que ocurriría si el abogado de
una de las partes por error o desconocimiento asiste erróneamente a su defendido?,
¿qué actitud debería tomar el abogado de la contraparte? La respuesta, para la “visión
dominante” sería que el defensor de la otra parte tendría la razón en aprovecharse
de tales circunstancias, para beneficiar la posición de su cliente. Para los defensores
de la visión que analizamos aquí, la respuesta requiere de juicios más complejos. El
abogado deberá analizar la justicia final del resultado, por lo tanto no puede valerse de la debilidad de la defensa de la parte contraria, ya que recordamos es función
del abogado ayudar al juez a arribar a una decisión justa. Asumen que en situaciones
en las que el procedimiento es lo suficientemente confiable el abogado no necesita
tomar la responsabilidad directa en la resolución justa del asunto, pero si el procedimiento es ineficaz, debe renunciar a acciones que puedan reducir su eficacia. Por
ejemplo, cuando el abogado esta frente a una prueba que sea contraria a los intereses
de su cliente, o cuando su asistido no tiene ninguna razón legítima para litigar, debe
aceptar que se apliquen las normas que se han diseñado para promover la toma de
decisiones, absteniéndose de actuar de manera tal que este propósito se vea frustrado.
Por lo tanto como sugiere Simon, si el abogado debe elegir entre un enfoque intencional o un enfoque formal de las normas, debe decidirse en favor del enfoque intencional ya que este parece mejor calculado para reivindicar la Justicia del resultado,
que es precisamente el rol que se les asigna a los defensores en esta concepción.
En la misma orientación de esta concepción podemos incluir la posición asumida
por Duncan Kennedy (11). Este autor entiende que el abogado debe abstenerse de
asumir la defensa en causas en las que se enfrenten sus concepciones morales con las
del cliente o con los resultados que este busque con su acción. “Cuando representan
a un cliente, deberían hacer todo lo mejor por él o por ella. Eso significa: evitar la mala
praxis, y ¡quién podría discrepar con ello! Luego, existe otro aspecto algo más delicado. Creo que todos nosotros coincidiríamos en que en la mayoría de las situaciones un
abogado no está obligado a aceptar a un cliente. Si creen que el cliente está intentando
hacer algo terrible y quiere servirse de vuestras aptitudes profesionales para hacer daño,
ustedes no están obligados a tomar el caso a menos que un tribunal los designe para
hacerlo” (12).
Agrega en su conferencia publicada en el artículo que tomamos como referencia
“Ustedes deberían sentirse culpables –y nosotros deberíamos reprobarlos– si siguieran
(11) Tomo como base su artículo “La responsabilidad de los abogados por la justicia de sus casos”
Academia. Revista sobre enseñanza del Derecho año 6, número 12, 2008, pp. 135-143.
(12) KENNEDY, Duncan, ob. cit., p. 136.
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adelante y defendieran una causa que creen que hará más daño que bien. No deberían
tomar el caso si creen que sería mejor o más ético para la sociedad que su cliente pierda.
Tampoco deberían tomar el caso si creen que el cliente no debería estar en el tribunal
en primer lugar, por ejemplo, porque debería haber pagado moralmente por sus actos,
aun cuando tuviese una defensa legal técnicamente correcta. No deberían tomar un
caso si su cliente está haciendo valer sus derechos pero los está usando en pos de una
mala causa” (13).
Si bien el punto que trata Kennedy hace alusión al deber de no aceptar causas que
el abogado considere injustas, el autor extiende el reproche moral a aquellos profesionales que defienden los intereses de sus clientes sabiendo que de triunfar su posición
se produciría un resultado socialmente dañoso o inmoral.
2.3. Una posición intermedia
Una idea prácticamente asumida en forma unánime, es que los abogados son operadores jurídicos que deben obedecer el derecho. Si bien esto parece una obviedad,
una vez que se empieza a profundizar en el análisis de esta afirmación, se encuentra
con que la misma presenta serias dificultades, que tienen relevancia, en el ámbito de
la ética profesional.
El punto central del problema, radica en definir qué se entiende por Derecho. Si definimos Derecho a partir la posición tradicional del positivismo normativista, el alcance
de la obligación de abogado, se precisa a partir de determinar si el mismo cumple con lo
prescripto por la norma jurídica, ya que para esta concepción, “eso” es el Derecho. Esta
idea se reflejaría en la posición que analizamos en el punto b), en la cual, el profesional
no tiene margen para realizar juicios morales y, en consecuencia, no es sujeto pasible de
crítica moral por su actuación como defensor de los intereses de su cliente.
Ahora bien, otra posibilidad existente es asumir una posición más amplia sobre
el alcance de lo que se entiende por Derecho, en este caso, el problema de las obligaciones de los defensores no se resuelve a partir de los postulados de la “visión dominante”; y por lo tanto los abogados tienen justificada su conducta si van más allá de lo
prescripto por las normas de Derecho Positivo.
Esta es la concepción conocida con el nombre de iusnaturalismo o como algunos
la llaman sustantivista (14) del Derecho; que interpreta a las normas jurídicas como
expresiones de principios más generales que son indisolublemente legales y morales;
razón por la cual entiende, que los abogados tienen la “obligación” de actuar conforme a las reglas morales, y por lo tanto se convierten en sujetos susceptibles de reproches éticos por su conducta como defensores –ésta sería por ejemplo la postura de
autores como Luban o Simon que hemos visto precedentemente–.
(13) KENNEDY, Duncan, ob. cit., p. 137.
(14) Simon, William H. Should Lawyers Obey The Law? 38 Wm. & Mary L. Rev. 217 (1996). El autor
prefiere esta denominación, para evitar sostener los significados metafísicos que denota la expresión
iusnaturalismo.
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Carlos M. Krauth
Frente a estas posiciones, aparece una tercera concepción sobre el rol de los abogados, en la que el Derecho Positivo de un Estado aparece parcialmente indeterminado, sosteniendo que es inevitable realizar juicios morales al momento de encontrar
una solución al caso, de tal manera que el Ordenamiento Jurídico mismo, concede al
profesional, la chance de analizar y valorar en ciertas circunstancias, las conductas a
seguir cuando el abogado esta frente a un caso que debe defender (15).
Según esta concepción, a la que denominaré intermedia, es un error plantear la
dicotomía: conductas morales vs. conductas inmorales, cuando se hace referencia
al rol que ejercen los abogados, debiéndose plantear para una mayor corrección, la
cuestión en el terreno de la legalidad o ilegalidad de la actuación del profesional. Para
sus defensores, cualquier evaluación de la responsabilidad individual de la conducta
profesional del abogado debe hacerse, exclusivamente, en función de la defensa de
los derechos y reclamos legales de sus clientes.
Esta posición parte de la idea que la actuación profesional está regulada, fundamentalmente por los códigos deontológicos, y aun en otras normas que forman
parte de los Ordenamientos Jurídicos mismos (por ej. Códigos de Procedimientos),
y si bien los abogados deben atenerse a lo que prescribe la Ley, esta misma reconoce
que en ciertos casos, valores o principios morales pueden ser esgrimidos a la hora de
defender los derechos de un representado (16). Afirman de tal forma que existen: a.)
algunos casos, en que las normas fijan con precisión las conductas que el letrado debe
seguir sin posibilidades de valorar alguna alternativa a lo prescripto, por ej. “atender
los juicios mientras mantenga la representación o patrocinio. En caso de que resolviera
renunciar a estos, deberá comunicar la decisión a su cliente con la antelación suficiente,
a fin de que el interesado pueda intervenir personalmente o confiar el asunto a otro profesional” (art. 19, inc. 7, Ley 5.805) (17) y b.) otros casos más complejos, en que, dadas
las características del asunto, el mismo legislador ha dispuesto conferir la facultad a
los abogados, de ponderar el camino a seguir en el ejercicio del derecho de defensa.
(15) Al respecto dice Fischer, James, en Good Persons, Good Lawyers, and Good Lawyering, Good
lawyers understand it’s not about them, it’s about their clients. http://works.bepress.com/james_fischer/2 2010, pag. 6”…The second claim I make is that professional codes already recognize that a lawyer may
allow personal moral values to influence or determine certain aspects of the representation”. La segunda
afirmación que hago es que los códigos profesionales ya reconocen que los abogados pueden permitir
que sus valores morales para influyan o determinen ciertos aspectos de la representación. (trad. nuestra).
(16) Un ejemplo de lo expuesto es lo regulado en la Regla 1.2.d del Model Rules of Professional
Conduct de la America bar Asociation: “A lawyer shall not counsel a client to engage, or assist a client, in
conduct that the lawyer knows is criminal or fraudulent, but a lawyer may discuss the legal consequences
of any proposed course of conduct with a client and may counsel or assist a client to make a good faith
effort to determine the validity, scope, meaning or application of the law”. “Un abogado no aconsejará a
un cliente o lo representará en una conducta que el abogado sabe que es delictiva o fraudulenta, aunque
el abogado puede discutir las consecuencias jurídicas de cualquier curso de acción propuesto por su
cliente y puede aconsejar o asistir a un cliente a hacer un esfuerzo de buena fe de determinar la validez,
el alcance, significado o aplicación de la ley”. (trad.).
(17) Regla de ética profesional, receptada en la Ley de Colegiación Profesional mencionada de la
Provincia de Córdoba.
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Como ejemplo de esto vemos que el Código de Procedimientos Penales de la Provincia de Córdoba (art. 120), prescribe que “El ejercicio del cargo de defensor del imputado será obligatorio para el abogado de la matricula que lo acepte, salvo excusación
atendible. La aceptación será obligatoria, sólo cuando se lo nombrare en sustitución
del asesor letrado” (El resaltado es nuestro).
La norma transcripta muestra que, frente a la protección del derecho fundamental
de contar con una adecuada defensa técnica ejercida por un profesional, el legislador,
a pesar del carácter obligatorio de este deber, le ha concedido al abogado, la posibilidad de evaluar derrotar esta obligación, cuando entienda que existe alguna causa
que sea considerada “atendible”. Pero hay otras situaciones en la que las normas permiten al abogado la deliberación moral en ciertos puntos críticos de la defensa; en lo
siguiente citaré algunas a modo de ejemplo:
1) El deber de confidencialidad. Si bien esta obligación es fundamental para el
ejercicio de la defensa –ya que contribuye en gran medida a que el cliente confíe en el
profesional para que este pueda asesorarlo con precisión–; si se analiza la regulación
legal que de él se hace, se deriva que no constituye una obligación absoluta. Se ve así,
que las reglas de comportamiento existentes regulatorias de la actividad profesional,
facultan en algunas circunstancias a los profesionales a sopesar los beneficios promovidos por este deber profesional
En este sentido el Código deontológico que regula el ejercicio de la profesión de
abogado en la Provincia de Córdoba (ley 5805), establece, al mencionar los deberes de
los abogados en su art 19 inc.7, que los mismos tienen la obligación de “Guardar el secreto profesional respecto de los hechos conocidos con motivo del asunto encomendado
o consultado, salvo las excepciones establecidas en la Ley”. A su vez, en la legislación
criminal de fondo argentina, el art 156 del C.P. establece que incurre en el delito de
violación de secretos quien “…teniendo noticia, por razón de su estado, oficio, profesión
o arte, de un secreto cuya divulgación pueda causar daño, lo revelare sin justa causa”
(en todos los casos el resaltado es nuestro).
Lo expuesto muestra que el deber de confidencialidad presenta posibilidades de
eximición (18), encontrándose entre las causales consideradas “justas” (19) para de (18) En igual sentido, American Bar Association Model Rules of Professional Conduct 1.6 (b) A lawyer
may reveal information relating to the representation of a client to the extent the lawyer reasonably believes
necessary:(1) to prevent reasonably certain death or substantial bodily harm; (2) to prevent the client
from committing a crime or fraud that is reasonably certain to result in substantial injury to the financial
interests or property of another and in furtherance of which the client has used or is using the lawyer's services;(3) to prevent, mitigate or rectify substantial injury to the financial interests or property of another that
is reasonably certain to result or has resulted from the client's commission of a crime or fraud in furtherance
of which the client has used the lawyer's services;(4) to secure legal advice about the lawyer's compliance
with these Rules;(5) to establish a claim or defense on behalf of the lawyer in a controversy between the
lawyer and the client, to establish a defense to a criminal charge or civil claim against the lawyer based
upon conduct in which the client was involved, or to respond to allegations in any proceeding concerning
the lawyer's representation of the client; or (6) to comply with other law or a court order.
(19) Aquí se mencionan algunas de las más comunes desarrolladas por los Tribunales y la doctrina
nacional.
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rrotar la obligación de sigilo: a) Que el cliente haya autorizado a su defensor a revelar
el secreto; b) Que sea necesario para la defensa de los legítimos intereses o derechos
del abogado; c) Aquellos casos excepcionales en los que atento a la gravedad de la situación, el mantener el secreto causaría serios perjuicios o gravámenes irreparables;
d) Cuando ello fuera necesario para evitar una futura comisión de un hecho delictivo
por parte de su cliente, e) Cuando la información que se tenía por reservada ha dejado
de serla, por haber de alguna forma tomado estado público.
Revisando la enumeración e) muestra que en los casos b) c) y d), el abogado debe
valorar si mantiene la información reservada o si decide darla a conocer, lo cual es
compatible con la idea de que se le ha concedido legalmente a los abogados, la facultad de juzgar el alcance del cumplimiento de su obligación.
2) Un abogado está facultado para discutir las consecuencias jurídicas de la actividad posiblemente ilegal de su cliente con este, pudiendo así: a) desalentarnos de
participar en tal actividad o b) asesorarlo sobre la manera de actuar reduciendo la
probabilidad de cometer un acto ilegal. Como ejemplo que ilustra esta alternativa,
se puede citar el caso, en el que el dueño de un camión destinado al transporte de
mercaderías, que tenía serios problemas económicos –en virtud de los cuales le habían embargado el vehículo–, consultó con un abogado; solicitándole asesoramiento
acerca de que entendía debía hacer respecto de la maniobra que le habían sugerido
realizar. La propuesta había sido que simulara el robo del vehículo, así evadiría el pago
de la deuda que generó la medida cautelar –“salvando así su camión”–, para lo cual,
quienes le “acercaron la idea” le facilitarían la concreción de la operación a cambio de
una cierta cantidad de dinero. La respuesta del abogado fue que no aconsejaba hacer
esto por cuanto constituía un delito, y además de hacerlo, le traería posibles consecuencias más gravosas que aceptar la situación y buscar una salida legal al problema.
Este aparece como un caso en el que el abogado, debió realizar un juicio moral en
relación al asesoramiento a dar a su cliente (20), ya que tuvo que valorar entre darle
el visto bueno, sugiriéndole concretar el robo simulado –con lo cual solucionaría su
problema legal del embargo– o desalentarlo de cometer el hecho que constituiría un
delito, indicándole una solución legal a su problema.
3) Otro ejemplo de la existencia de la posibilidad de valoración moral que tiene el
abogado en el ejercicio del derecho de defensa se da cuando el profesional cree fundadamente que su cliente está cometiendo un delito utilizando sus servicios. Frente a
esta circunstancia, el profesional puede renunciar a la defensa, aunque con esta actitud no pueda disuadir al cliente de participar en la conducta o lo deje indefenso. Para
ilustrar esta opción se menciona otro caso, en el que un abogado comenzó a defender
a un individuo, quien le realizó una consulta en relación a un inmueble que poseía
desde hacía unos años, acompañándole un boleto de compraventa del mismo. Para
(20) Cumpliendo lo prescripto en el Artículo 19 de la Ley 5805 (ejercicio de la profesión de abogado
y Colegiación obligatoria de Córdoba)- Son deberes del abogado, sin perjuicio de los que surjan de las
características propias de la profesión y de los preceptuados en otras disposiciones legales: 1) Prestar
su asistencia profesional como colaborador del Juez y en servicio de la Justicia.
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perfeccionar su título le solicitó realizar el correspondiente juicio de escrituración, ya
que, según dijo, no tenía la posibilidad de encontrar a la parte vendedora para completar la operación. El abogado comenzó el juicio y a poco de iniciado se encontró con
que el boleto de compraventa era falso, y que las firmas de los vendedores eran apócrifas, con lo cual si continuaba el trámite estaría colaborando con su cliente en la comisión de un hecho delictivo. El profesional manifestó esto a su asistido, este negó esa
eventualidad, insistiéndole que continúe el trámite, ante lo cual el profesional decidió
dejar el caso, renunciando a la defensa ya que consideraba que era absolutamente
incorrecto (además de ilegal) continuar con esa labor (21).
Dados estos ejemplos, quienes defienden esta concepción, afirmarán que ha
quedado probada la tesis que sostiene que si bien los abogados deben ceñirse a lo
prescripto en la Ley en el ejercicio de la defensa aun cumpliendo con sus obligaciones legales, estos tienen espacio para realizar juicios morales ya que el mismo Ordenamiento Jurídico les brinda la posibilidad, sin apartarse de lo prescripto, de considerar éticamente las consecuencias de su actuación defensiva, ya que aquel les deja
abierta en ciertas circunstancias tal facultad.
3. Deberes de los abogados y concepciones sobre el derecho
En este punto, cabe señalar como estas posiciones de ética profesional, no son ajenas a las distintas concepciones acerca de “que es el Derecho”; se mostrará como estas
se relacionan entre sí, y por lo tanto, como, quienes asumen alguna de las posturas críticas respecto a lo que los abogados del caso realizaron, están asumiendo –aunque en
muchos casos lo hagan inconscientemente–, una posición teórico jurídica respecto a
las obligaciones que los abogados defensores tienen en virtud del rol que se les asigna.
3.1.El rol del abogado defensor para el positivismo ideológico y el formalismo
jurídico
Para la primera concepción desarrollada, el papel único de los abogados es actuar
como “agentes del sistema legal”. Con lo cual, sostener que los abogados son moralmente responsables por su conducta profesional es pernicioso, porque exalta las preferencias de los letrados por sobre los intereses de sus clientes. El abogado, al operar
como intermediario necesario e imprescindible entre el cliente y el sistema legal, no
debe hacer prevalecer sus principios morales por sobre los de sus asistidos, ya que de
ocurrir esto, se obtendría como resultado una reducción de los derechos legales de su
cliente y un menoscabo del ejercicio de los derechos de aquellos que por sus conductas, se encuentran marginados de la sociedad.
Ahora se señalará, como esta idea se relaciona con las concepciones del positivismo clásico –en las cuales existe una separación conceptual entre el derecho y la
moral–, y que se ven reflejadas en los postulados del positivismo ideológico y del formalismo jurídico.
(21) Ver nota 20.
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Es necesario recordar que el positivismo ideológico, es aquella teoría que sostiene que el Derecho debe ser obedecido simplemente porque es Derecho, por lo tanto
sólo rige un principio moral para quienes operan con las normas jurídicas; “el que
prescribe observar todo lo que dispone el Derecho vigente” (22). Este tipo de concepción se relaciona con el formalismo jurídico ya que al subordinar cualquier solución a
los mandatos de las normas creadas por el legislador, se está presuponiendo “que las
normas jurídicas siempre ofrecen una solución univoca y precisa para cualquier caso
concebible, de lo contrario los jueces tendrían que recurrir, a veces, a otro tipo de criterios no jurídicos para justificar su decisión” (23).
Así las cosas, queda claro que la idea de esta posición sobre el Derecho, se adecua
perfectamente a los alcances de la visión ética “dominante” ya que ambas coinciden
en que la actuación del abogado demanda, en el mejor de los casos, un ascetismo moral
reservándoles para ellos como único papel el actuar como “agentes del sistema legal”;
con lo cual, concuerdan en que concederles a los abogados responsabilidad moral en
la decisión sobre la estrategia a seguir en su tarea es pernicioso, ya que esto exalta las
preferencias de los abogados por sobre los intereses de sus clientes.
Por lo tanto el abogado, al operar como intermediario necesario e imprescindible entre el cliente y el sistema legal, no está obligado a ponderar el caso a la luz de
principios o estándares morales si el cliente no quiere tenerlos en cuenta; de ocurrir
esto, se obtendría como resultado una reducción de los derechos legales de su cliente
y un menoscabo del ejercicio de los derechos de aquellos que por sus conductas, se
encuentran marginados de la sociedad, lo cual contraría los preceptos contenidos en
el Ordenamiento Legal.
3.2. Iusnaturalismo, sustantivismo y el papel del abogado defensor
Si se analiza la situación planteada a la luz de la segunda concepción, se puede
concluir que esta visión se relaciona con las concepciones iusnaturalistas o sustantivistas desarrolladas acerca de que se debe entender por Derecho.
Recordamos que esta segunda tesis, le asigna el deber a los abogados de realizar
juicios morales, cuando ejerce el rol de defensor en alguna causa judicial, razón por
la cual los profesionales son actores morales, procuradores de la justicia; de lo que se
deriva que tienen la obligación de ejercer su rol conforme esta idea, porque se entiende que si dejan que sus clientes ejerzan su libre albedrío, estos no tomarán decisiones
moralmente correctas, sino que actuarán de manera inmoral. Por lo cual sostiene que
si se limita la actuación de los abogados sólo a asesorar a su cliente “legalmente”, se los
está transformando en cómplices de la inmoralidad de su asistido; y este no es el papel
que la sociedad espera desempeñen.
(22) Nino, Carlos. Introducción al análisis del Derecho, Ed. Astrea, p. 34, 1995.
(23) Nino, Carlos. Ob. cit., p. 36.
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Se ha dicho (2.c) que esta visión se relaciona con las concepciones iusnaturalistas o, para evitar justificaciones metafísicas (ver nota 17), sustantivistas. Según estas
posiciones, hay un vínculo conceptual entre moral y las normas jurídicas, en consecuencia derecho y justicia obran como sinónimos, de lo que se deduce que quienes
operan con las normas, o se ven subordinados a ellas o deben perseguir criterios de
moralidad al actuar, no sintiéndose obligados a acatar las normas positivas que contradigan los principios de moralidad común. Así, la concepción sustantivista “rejects
Positivism's core premises- that law is strongly separated from non law and that law
is distinguished by jurisdictional criteria. It interprets specific legal norms as expressions of more general principles that are indissolubly legal and moral” (24).
Continuando con el repaso, se debe diferenciar dentro de esta concepción entre:
1. El iusnaturalismo tradicional, que sostiene que: a.) hay principios morales y de justicia validos universalmente, que son accesibles al conocimiento humano, y que b.) el
derecho positivo debe ser una derivación de estas, bajo riesgo de no ser calificado de
jurídico si contradice esas normas morales o de justicia universal; de, 2. La posición
de Ronald Dworkin, (ejemplo de las posturas sustantivistas y alejado de posiciones
metafísicas y por lo tanto del iusnaturalismo), quien entiende que el derecho no está
constituido sólo por reglas sino también por principios y directrices políticas. Estos
principios jurídicos, son parte del Derecho, lo que hace que cuando un juez deba fallar frente a un caso difícil, deba recurrir a ellos para encontrar la solución adecuada,
sin apartarse discrecionalmente del Derecho, por el contrario, cuando lo hace está
actuando conforme al mismo.
Es decir, que para Dworkin, cuando se está frente a un caso difícil, el juez o el
“operador jurídico” no sólo debe recurrir a las reglas establecidas por el Legislador,
sino que debe apelar a los principios que actúan como directriz o brújula de sus decisiones. Los principios son para Dworkin estándares jurídicos, que no se derivan de las
decisiones pasadas de legisladores o de los jueces, sino que se originan en “el sentido
de adecuación desarrollado en la profesión y en los ciudadanos a lo largo del tiempo”
(J.G. Ridall, Teoría del Derecho, ed. GEDISA, Barcelona, 1999, p. 141).
Así, los principios son estándares que deben seguirse debido a que son una exigencia de la justicia, de la equidad o de alguna otra manifestación de la moralidad, y
tienen por objetivo proteger los derechos individuales.
Más allá de sus diferencias, ambas teorías, subordinan la aplicación de las reglas
positivas a estándares de moralidad o justicia –ya que si aquéllas contradicen a estos, dejan de ser jurídicas y por lo tanto no son derecho–, con lo que se puede decir
respecto al rol que le corresponde a los abogados defensores, que las dos visiones les
conceden el arbitrio de hacer prevalecer sus juicios morales por sobre los intereses
(24) Simon, William H. “Shuld the lawyers obey the law” ya citada, pag. 223, “las concepciones
sustantivistas rechazan el nucleo del positivismo que sostiene que el derecho esta fuertemente separado de la moral, y que se distinguen por criterios jurisdiccionales. El sustantivismo interpreta a las
normas jurídicas como expresiones más generales de principios que son indisolublemente legales y
morales” según nuestra traducción.
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directos de sus clientes. En todos los casos, el abogado defensor deberá buscar la mejor respuesta conforme a los estándares de moralidad establecidos, subordinando los
intereses de su asistido conforme los reclamos de justicia colectiva, lo que le confiere
al profesional el poder de hacer valer sus propios puntos de vista, sobre cuál es el comportamiento moralmente correcto que debería guardar su asistido.
De esta manera los abogados deben ayudar al juez a que arribe a una decisión justa,
algo que es inaceptable para la “visión dominante”. Así, cuando el abogado esta frente a
un testigo que dice la verdad, por ejemplo, o cuando su cliente no tiene ninguna razón
legítima para litigar, debe aceptar que se apliquen las normas del procedimiento que
se han diseñado para promover la toma de decisiones precisas y eficaces, absteniéndose de actuar de manera tal que este propósito se vea frustrado. De esta forma actúa
de acuerdo a las pautas de moralidad y justicia esperados por la sociedad.
3.3. Una respuesta a partir del positivismo inclusivo
Siguiendo la tarea emprendida de relacionar concepciones morales con distintas
teorías acerca del Derecho, se mostrará que la que he denominado concepción intermedia tiene vinculación directa con el llamado positivismo inclusivo.
Para ello previamente será necesario establecer en qué consiste el mismo. Junto
con el positivismo excluyente, el positivismo inclusivo surgió como una reacción teórica a las críticas que Dworkin formulara al positivismo en general y al hartiano en
particular (25).
Caracteriza al positivismo incluyente que: a.) El contenido y la existencia de derecho de una sociedad están dados por hechos humanos, es decir “… de un conjunto de
acciones de los miembros de la misma sociedad, que contingentemente pueden apelar
a estándares morales, convirtiéndolos así en jurídicamente válidos” (26); b.) La validez
del derecho no depende necesariamente de la adecuación de sus normas a la moralidad; y c.) Algunas veces (aunque no siempre) en las que el Derecho apela a la moralidad, determina de esta manera la calificación normativa de las acciones y, en dichos
casos, no concede a los jueces discreción (27).
Con esta teoría se busca justificar el hecho que en las democracias constitucionales, los ordenamientos jurídicos incluyen en sus normas fundamentales constantes
remisiones a normas morales o estándares de justicia. Con lo cual los operadores jurídicos al recurrir a estos estándares, están justificando sus decisiones en derecho y no
en un arbitrario juicio moral.
(25) Dentro de la abundante literatura existente respecto al tema, podemos recomendar la lectura del
trabajo de Juan José Moreso, “En defensa del positivismo inclusivo”, publicado en el libro La relevancia
del Derecho, Pablo NAVARRO y Cristina REDONDO compiladores, Ed. Gedisa; 2002.
(26) Moreso Juan José , ob. cit., p. 95.
(27) Moreso Juan José, ob. cit., p. 95.
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Se debe recordar que la visión intermedia, parte de la idea de que la práctica profesional está hoy sobradamente regulada por el ordenamiento jurídico –con amplias
restricciones sobre quienes pueden ejercer la defensa de los justiciables y sobre cuáles son las condiciones que deben cumplirse al momento de proporcionar servicios
legales–, y que los deberes de los abogados están definidos no sólo por los códigos
de deontología profesional, sino también por las demás normas que conforman el
Ordenamiento Jurídico, y dentro de ellas aparece frecuentemente la exigencia de que
los abogados no deben discriminar ni causas, ni sujetos en el ejercicio de la profesión.
Por lo tanto si se tiene en cuenta que el Derecho aparece como parcialmente indeterminado, es decir es común que un caso no encuentre expresa respuesta legal en
lo prescripto en la norma, el abogado, al decidir su estrategia defensiva, debe recurrir
a los estándares o principios morales incluidos en el Ordenamiento Jurídico a través
de las Normas Constitucionales, (por ejemplo); concediéndoseles de tal forma a los
profesionales cierto margen para emitir juicios éticos.
Resulta de lo dicho que frente a un caso en el cual intervienen, los defensores deben, en primer lugar respetar los mandatos que surgen de las reglas que regulan su
actividad, pero teniendo en cuenta que en muchos puntos críticos, las normas no dan
una solución precisa al caso que tienen frente suyo, los profesionales tienen permitida la deliberación moral con base en los estándares de la moral institucional; lo que
compatibiliza perfectamente con los postulados del positivismo inclusivo.
4. Conclusión
Mostraré ahora el caso expuesto al inicio de este trabajo a la luz de las distintas
concepciones éticas y jurídicas vistas –que justifican las diferentes posiciones que
suelen adoptarse en relación al rol que se les asigna a los abogados defensores en el
ejercicio de su actividad profesional–.
En primer lugar, si se adopta la concepción dominante y los postulados del positivismo ideológico, ¿qué justificativo podrían dar los abogados para sostener que su
acción ha sido la correcta y consecuentemente no deberían ser sujetos de reproche
moral? Ellos podrían escudarse en el hecho que no hay ninguna norma dentro del sistema jurídico que les prohíba solicitar la medida probatoria requerida y por lo tanto como
están obligados a defender celosamente los intereses de sus defendidos, mientras no
haya una regla que los inhiba, tienen el deber de realizar cualquier acción tendiente a la
protección de los derechos de sus asistidos. Por lo tanto su actuar no debe ser reprobado
porque ellos están actuando conforme al mandato que les confiere su cliente, teniendo
como único límite en el actividad defensiva sólo lo prescripto por el Derecho.
Las tesis sustantivistas o iusnaturalistas vinculadas con la visión contextual, criticarán esta posición y dirán que, como son agentes morales y como el Derecho está
subordinado a estos estándares o principios, no deben realizar ningún requerimiento
que atente contra los estándares de moralidad social –como parece ser el caso en
cuestión–, ya que al ser considerada la acción inmoral, no hace falta que exista un
norma o regla que prohíba realizar este tipo de conductas para que los profesionales
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Carlos M. Krauth
no se encuentren obligados a actuar de tal manera; es más, aun existiendo una regla
que obligue a los abogados a solicitar la medida inmoral, los profesionales deben abstenerse de inventarlo, por cuanto al hacerlo estarían contradiciendo los estándares
morales que justifican el Ordenamiento Jurídico.
Por último si se adopta una posición intermedia compatible con los principios del
positivismo inclusivo, al estar hoy el ejercicio de la práctica profesional sobradamente
regulado, con amplias restricciones sobre quienes pueden ejercer la defensa de los
justiciables y sobre cuáles son las condiciones que deben cumplirse al momento de
proporcionar servicios legales los profesionales del caso debieron recurrir en primer
término, a lo que dicen las normas que regulan su actividad, y, si estas dejan lugar a
alguna duda acerca de cómo actuar, allí sí, deberían haber acudido a los estándares
de moralidad positiva que justifican la práctica profesional. De esta manera, para esta
concepción, actuar de tal forma significa que los abogados siempre se comportarán
conforme a Derecho ya que los estándares de justicia o moralidad, son parte del Ordenamiento Jurídico que los rige.
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LA REELECCIÓN DEL GOBERNADOR EN LA
CONSTITUCIÓN DE CÓRDOBA DE 1987:
SU GÉNESIS Y PERSPECTIVAS *
THE REELECTION OF GOVERNOR IN THE 1987 CORDOBA
CONSTITUTION: ORIGINS AND PERSPECTIVES
José Emilio Ortega ** ***
Resumen: El presente trabajo contiene un estudio analítico de la reforma de la Constitución de la Provincia de Córdoba de 1987 bajo un
enfoque integrativista, que escudriña –más allá del articulado del documento jurídico– la “Constitución viva” y el patrimonio de experiencias institucionales, fuerzas de poder y hechos constituyentes que impactaron en el proyecto de provincia y plan de gobierno diseñado por
la enmienda. Se pone el acento, en el rol que asumieron los partidos
políticos, instituciones fundamentales del sistema democrático, en la
dinámica transaccional –en parte explícita y en parte implícita– que
permitió la incorporación de la reelección del Gobernador.
Palabras - clave: Constitución de Córdoba – Partidos Políticos – Reforma Constitucional – Pactos implícitos y explícitos – Reelección.
Abstract: This paper contains a study of the reform of the Constitution
of Cordoba in 1987, with an integrative perspective of law, who searches –beyond the articles of the legal document– the “living Constitution” and wealth of institutional experience, strength power and constituent events that impacted the province and draft government plan
designed by the amendment. The emphasis is put on the role assumed
* Trabajo recibido para su publicación el 12 de febrero de 2013 y aprobado el 12 de marzo de 2013.
** Abogado (UNC). Profesor Adjunto en la UTN-Facultad Regional San Francisco. Premiado por la
Academia Nacional de Derecho y Ciencias Sociales de Córdoba en 1998 (con coautor) y 2002. Profesor
Adjunto en la FCM UNC. Profesor ayudante en la cátedra “Derecho Público Provincial y Municipal”
(FDyCS UNC). Actualmente se desempeña como Secretario de Coordinación y Gobierno de la Provincia
de Córdoba ([email protected]).
*** Agradezco la colaboración brindada en la elaboración de este trabajo de los Convencionales
Constituyente de la Reforma de la Constitución de la Provincia de Córdoba de 1987 Marcelo Cáceres
y Carlos Tagle Achával, del Dr. César Tcach en la estructuración metodológica inicial y del Ab. Federico
Robledo (h).
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by the political parties, key institutions of the democratic system in the
dynamic transactional –partly explicit and partly implicit– that allowed
the incorporation of re-election of the Governor.
Keywords: Cordoba Constitution – Political Parties – Constitutional
Reform – Implicit and explicit covenants – Reelection.
Sumario: I. Introducción.– II. Las elecciones de 1983 en la Provincia
de Córdoba.– III. Reformas constitucionales a partir de 1983 y la constitucionalización de los partidos políticos.– IV. Hacia la reforma constitucional de Córdoba de 1986/87.– V. La Convención Constituyente.– VI.
Paradojas y Esperanzas (a modo de conclusión).– Bibliografía.
“Un hombre público no lleva al gobierno sus propias y privadas
convicciones para hacerlas ley y regla del Estado”.
Domingo Faustino Sarmiento
I. Introducción
El proceso de recomposición y nuevo ordenamiento de los sistemas de partidos (1)
que se vivió en la región de América Latina, a partir de la recuperación democrática
producida en los inicios de la década de 1980, tuvo rasgos particulares en Argentina.
Sin transformaciones sustanciales de las opciones electorales, los cambios de percepción de la sociedad política fueron canalizados en nuestro país por los partidos
tradicionales, fuertemente orientados hacia el movimientismo. No aparecieron nuevas fuerzas políticas, sino que emergieron sectores internos dentro de los partidos ya
instalados (en particular la Unión Cívica Radical –UCR– y el Partido Justicialista –PJ–),
que ya habían participado del último proceso democrático (1973/1976), y que –con
más velocidad dentro del radicalismo nacional–, a partir de los primeros días de la
posguerra de Malvinas, recogieron y ofrecieron al público estas tendencias (cambios
(1) Los partidos políticos son agrupaciones centrales de la vida política de todo estado democrático,
por cuanto actúan como intermediarios de la voluntad popular, postulando candidatos para ocupar
cargos públicos electivos. Constituyen un fenómeno propio del Siglo XX, cuya constitucionalización
en América Latina se inicia en 1934 en Uruguay y expande a la Argentina, primero a través constitucionalismo provincial, a partir del ciclo constituyente de la década del 50´ (Santa Cruz, Chubut,
Neuquén, Chaco y Catamarca) y ciclo de reformas de los 80´ (Córdoba, La Rioja, Jujuy, Río Negro,
Salta, San Luis, Santiago del Estero, San Juan y Tierra del Fuego) y, posteriormente, en la Constitución
Nacional a partir de la reforma de 1994, en la que fueron definidos como instituciones fundamentales
del sistema democrático (art. 37). Cfr. BARRERA BUTELER, Guillermo: “Capítulo XI Derechos Políticos”
en HERNÁNDEZ, Antonio María (Coord.), Derecho Público Provincial, Lexis Nexis, Buenos Aires, 2008,
pp. 318 y 319. FERREIRA RUBIO, Delia: “Los partidos políticos como institucionales fundamentales de
la Democracia” en SABSAY, Daniel Alberto (Director), Constitución de la Nación Argentina y normas
complementarias. Análisis doctrinal y jurisprudencial, Hammurabi José Luis Depalma Editor, Buenos
Aires, 2010, Tomo 2: Artículos 36/43 Nuevos Derechos y Garantías” pp. 134, 140 y 142. Se denomina
“sistema de partidos” al conjunto de partidos políticos que compiten por el poder en un determinado
estado. Cfr. HOFMEISTER, Wilhelm y GRABOW, Karsten: Political Parties. Function and Organisations
ind Democratic Societies, Fundación Konrad Adenauer Stiftung, Singapur, 2011, p. 18.
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José Emilio Ortega
en las corrientes más progresistas y renovación de la agenda política de sectores más
conservadores o de derecha).
El ciclo que concluyó en 1983, así como el histórico acto electoral practicado el 30
de octubre de ese año, generó dos hechos fundamentales que determinaron el comportamiento político de la ciudadanía en los próximos años. En primer lugar, se establecieron bases inéditas para la participación política. Aquí se destaca el papel primordial que desempeñaron los partidos políticos (2), como instrumentos necesarios
para implementar un orden democrático. Tras la experiencia recogida en los gobiernos de facto, que suprimieron o proscribieron sistemáticamente a partidos políticos
reconocidos, el acervo colectivo los colocó en el polo opuesto, otorgándoles el monopolio en la vida política, particularmente en el proceso de formulación y selección
de candidaturas para los cargos públicos, precedido de un significativo proceso de
reafiliación, y en la movilización para la confrontación electoral, con altísima participación en actos masivos, sin poner énfasis en la definición de programas de gobierno
y en formación de cuadros para la gestión pública.
Casi como una consecuencia de aquello, en segundo término, se alentó el resurgimiento de la idea de liderazgo hegemónico, tanto a nivel nacional como en los Estados provinciales, con amplio anclaje en sectores políticamente disponibles que se
agruparon por motivaciones carismáticas, en muchos casos de fuerte arraigo tradicionalista.
A su vez, las expectativas políticas también fueron cambiando. Una primera demanda electoral colectiva estuvo relacionada con la necesidad de restaurar la plena
vigencia del Estado de Derecho. Ello motivó –en la escena nacional– la irrupción del
alfonsimismo, formado por dirigentes a los que podríamos denominar “emergentes”
dentro de la Unión Cívica Radical (UCR), y en paralelo la primera derrota en elecciones libres del Partido Justicialista (PJ), en la que políticos fuertemente cuestionados aún
desde la época del gobierno de María Estela Martínez de Perón no lograron –no supieron o no quisieron– deshacerse de un cariz antidemocrático, inclusive vinculados por
Alfonsín en la campaña electoral previa al 30 de octubre, a un “pacto” o componenda
con el sector militar saliente. Pero en poco tiempo, el fuerte consenso nucleado en
torno a la renovada propuesta radical, claramente diferenciada en la campaña electoral de un peronismo encerrado en sus propias contradicciones –que no lograba reor-
(2) A nivel federal, la Corte Suprema de Justicia de la Nación, en el año 1987, definió a los “partidos
políticos” como “organizaciones de derecho público no estatal, necesarios para el desenvolvimiento de
la democracia representativa y, por tanto, instrumentos de gobierno (…) que coexisten como fuerzas
de cooperación y oposición para el mantenimiento de la vida social, a cuya ordenación concurren
participando en la elaboración y cristalización de normas jurídicas e instituciones y que, vinculados
al desarrollo y evaluación políticas de la sociedad moderna, materializan en los niveles de poder las
fases de integración y conflicto, convirtiendo las tensiones sociales en normas jurídicas (…) Los partidos
políticos forman parte de la estructura política real. De ahí que la vida política de la sociedad contemporánea no puede concebirse sin los partidos, como fuerzas que materializan la acción política”. CSJN
“Ríos”, Fallos 310:819, 22/02/87.
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ganizarse a tiempo–, comenzará a diluirse frente a la irresolución de trascendentes
capítulos de la agenda política.
Se ha señalado con acierto, que a pesar de las dramáticas circunstancias que vivía
el país en 1983, los partidos se preocuparon más en desarrollar bases de poder hacia
adentro de sus estructuras, que en buscar acuerdos o consensos interpartidarios sobre cómo resolver algunos problemas centrales a partir del pleno restablecimiento
de los poderes vigentes por la Constitución, prevista para el 10 de diciembre de aquel
año, tanto para la órbita federal como para las provincias y los municipios argentinos.
Salir de la dictadura, exigía al país y a sus dirigentes compromisos básicos en materia
de ordenamiento político institucional, social, económico, financiero, que los partidos, aún teniendo posibilidades para hacerlo, no buscaron. Por el contrario, y sin
medir evidentemente las consecuencias de aquellas primeras iniciativas, los grandes
partidos confrontaron agresivamente: el radicalismo –sin organizar una adecuada estrategia– atacó a ciertos sectores como los propios sindicatos –de fuerte extracción
peronista– y el justicialismo, que gobernaba en muchas provincias y que contaba con
importante poder en las cámaras del Congreso, optó por la obstrucción sistemática a
la acción de gobierno oficialista, a partir de las poderosas corporaciones que respondían a su filiación y de su aún muy importante peso electoral.
La Dra. Liliana de Riz señala que, “contra un gobierno de consenso conspiró una
tradición de renuencia al acuerdo, peyorativamente calificado como contubernio; un
pasado de desconfianza mutua e intolerancia y por último y no por ello menos importante, las dificultades propias de gobernar una crisis económica que imponía políticas
extrañas a la tradición de los partidos populares” (3). Pero aún cuando nadie pueda
dudar de la validez de esa afirmación, es evidente que los rasgos emblemáticos de
esta etapa del país –la consolidación de los partidos como actores centrales del orden
político nacional y provincial y la vocación hegemónica construida en torno a jefaturas partidarias muy fuertes– facilitó, alentó y promovió la suscripción de acuerdos no
explicitados a la ciudadanía, que tuvieron que ver con la conformación interesada de
bases político institucionales, que garantizaran la permanencia de cierto estado de
cosas, beneficiando coyunturalmente a sectores enteros de los partidos mayoritarios,
en desmedro de otras corrientes internas y aún del resto de fuerzas políticas no representadas dentro o fuera de aquellos.
Dicha metodología tergiversó la dinámica institucional, complicó la renovación
de las estructuras partidarias, alejó a los partidos y al propio Estado de la Sociedad
Civil, retrasó el desarrollo de pactos explícitos y plebiscitados por la ciudadanía, y aletargó la reforma política, facilitando en la temprana transición democrática la instauración de una “clase política” escindida de la comunidad, como luego lo demostraran
trágicos acontecimientos vividos en la Argentina al iniciarse el presente siglo.
(3) DE RIZ, Liliana. Radicales y Peronistas. El Congreso Nacional entre 1983 y 1989, Centro Editor
de América Latina - Instituto de Investigaciones de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad
de Buenos Aires, 1994.
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José Emilio Ortega
Intentaremos demostrar esta afirmación analizando el comportamiento de los
partidos políticos cordobeses durante y después del proceso electoral de 1983, tomando como hito el proceso de reforma constitucional de 1986/87.
II. Las elecciones de 1983 en la Provincia de Córdoba
Iniciada la cuenta regresiva hacia las primeras elecciones generales en diez años,
se advierte el desarrollo de una fase de reorganización de las estructuras partidarias, caracterizada por los alineamientos en torno a ciertos líderes de mayor o menor
arraigo tradicional, posicionamientos que en base a los diferentes perfiles, apoyos y
capacidades de apuntalamiento de candidaturas se iban desarrollando, en un caso
avanzando (justicialismo) hacia la confrontación interna y en el otro (radicalismo)
hacia el acuerdo en conformar una lista de unidad en la cual los diferentes sectores
que componen la denominada “Línea Córdoba” se encolumnan en torno al liderazgo
de Eduardo César Angeloz, mientras que el sector correspondiente al “Movimiento
de Renovación y Cambio”, cuyos principales referentes ocupaban cargos importantes
a nivel nacional acepta el liderazgo de aquél a cambio de espacios en las listas legislativas.
Era lógico que en el PJ existieran no sólo dificultades para lograr consensos internos, sino que no hubiera voluntad en tal sentido, habida cuenta de la fuerte desarticulación que el proceso 1973/76 había causado en su seno, a partir de sucesos
tales como: conflictiva elección interna en 1973 (4), irreductibles conflictos entre la izquierda y la derecha peronista, destitución y encarcelamiento en 1974 del gobernador
Obregón Cano y su vicegobernador Atilio López –finalmente asesinado en ese mismo
año–, intervención federal de la Provincia liderada por el lopezreguismo, tras el lábil
interregno constitucional del doctor Mario Dante Agodino y dramático impacto en el
partido –y en la sociedad toda– de estas tensiones. Tras el golpe de 1976, se produce
una intensa persecución política a ex funcionarios y dirigentes partidarios y gremiales justicialistas, que determina el encarcelamiento y el exilio de muchos de ellos, y
también la muerte para algunos. En 1982/83, sectores ortodoxos (dirigentes históricos partidarios y gremiales) disputaron el liderazgo entre sí y frente a propuestas de
dirigentes que aún siendo muy jóvenes en 1973, ocuparon desde entonces cargos de
poder en las estructuras de gobierno y en el partido, habida cuenta del significativo
peso que la Juventud Peronista tuvo en el esquema capitaneado por el doctor Obregón Cano. Entre ellos, se destaca el actual gobernador de la Provincia, junto a un grupo de personalidades y figuras que aún hoy mantiene su presencia y prestigio en la
escena política local y nacional.
La Unión Cívica Radical, de excelente performance en 1973 frente a la media nacional del partido (en la Provincia de Córdoba fue a ballotage luego de resultar segun-
(4) Luego del fracaso de un acuerdo, se realizaron elecciones internas en las que triunfó la lista
número 3, con la fórmula Obregón Cano - Atilio López, sobre la lista 1, que llevaba la fórmula Julio
Antún - Alejo Simó.
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da, a un punto del PJ) (5), se mostró organizada y consolidada, mostrando en sus listas
a muchos ex intendentes (que en varios municipios o comunas, tras el golpe militar
del ´76 y por acuerdos entre la Junta Militar y sectores del radicalismo provincial, se
habían mantenido en funciones), y legisladores de arraigo local y regional, líderes en
sus circuitos y subcircuitos. Es evidente que por diversas circunstancias, la década
1973/83 no causó en el radicalismo cordobés la erosión que sí causó en el PJ, y así, en
consecuencia, y más allá del alfonsinismo, la estructura radical local llegó muy bien a
la elección de 1983.
En la elección del 30 de octubre, la UCR, con el 55,8 % (778.715 votos) se impuso
con claridad al PJ, que obtuvo el 39,2 % de los sufragios (546.945). A partir de su asunción, el doctor Angeloz, no dejó de construir poder tanto en el Estado Provincial como
en el partido radical –tanto en el segmento local como en el nacional–, en el que luego
de afianzar su liderazgo provincial –recién cuestionado seriamente en 1991 al postularse como precandidato a la gobernación el entonces intendente Ramón Bautista
Mestre– fue el candidato a la Presidencia de la Nación en 1989.
En el peronismo, en cambio, luego de la interna previa al 30 de octubre de 1983 y
tras la dura derrota nacional y provincial, tomo cuerpo un reposicionamiento de dirigentes, que desencadenó la emergencia del sector renovador, en la que se enrolaban
dirigentes generacionalmente más jóvenes, interviniéndose finalmente el partido.
Las elecciones legislativas de 1985, mostraron nuevamente una excelente performance radical –tanto en el país como en la Provincia–, aunque el porcentaje de votantes bajó localmente tres puntos (52 %). En Córdoba, muy poco pasaba por fuera
de los grandes partidos tradicionales. El juego oficialismo - oposición, en ausencia
de acuerdos de gobernabilidad entre los partidos mayoritarios, exhibía sin embargo
transacciones no escritas, tendientes al aseguramiento coyuntural de supremacía de
los sectores oficialistas con mayor vocación –y necesidad– de poder, y algunos grupos
opositores, mediante concesiones recíprocas, en una lógica que en más o en menos se
repite en otras jurisdicciones locales y, por supuesto, en la escena nacional.
III. Las reformas constitucionales a partir de 1983 y la constitucionalización de los
partidos políticos
Sabido es que a partir de 1983, y hasta 1994, se reformaron 20 constituciones provinciales e inclusive la propia ley fundamental de la Nación. En general, se trató de un
aggiornamiento que bajo un ropaje democratizante y humanista (expansión del estatuto de derechos fundamentales que culminó con el otorgamiento de jerarquía constitucional a un grupo de Tratados Internacionales de Derechos Humanos establecidos en la Constitución Nacional –art. 75 inc. 22– y, recepción expresa del influjo del
constitucionalismo social, reconocimiento de la autonomía municipal, aseguramen-
(5) En la primera vuelta (11 de marzo de 1973), los resultados fueron: 44,2 % el Frente Justicialista de
Liberación (FREJULI) y 43.1 % la UCR. En la segunda vuelta (15 de abril), los números finales fueron:
53,3 % el FREJULI y 45,5 % la UCR.
244
José Emilio Ortega
to de los derechos políticos, incorporación de institutos de democracia semidirecta,
etc.), en realidad y sin perjuicio de estos avances formales, tocó aspectos esenciales
de la parte orgánica de cada ley fundamental, en la procura de asegurar la vigencia
de esquemas de poder. En muchas provincias, cristalizaron un determinado estado
de cosas que se perpetuó en el tiempo, a partir de transacciones que en los procesos
constituyentes, se realizaron entre sectores opositores.
El proceso de constitucionalización de los partidos políticos no era nuevo en 1983.
Algunas cartas magnas provinciales ya habían avanzado sobre el tema, incluso la cordobesa después de la reforma de 1923 y en general las que se habían reformado o
dictado en nuevas provincias promediando los ’50 (Corrientes, Chaco, Chubut, Formosa, La Pampa, Misiones, Neuquén, Río Negro, Santa Cruz y Santiago del Estero).
Los densos y largos lapsos de interrupción del Estado de Derecho, habían detenido
ese proceso y recién a partir de 1983 se avanzó de manera decidida y estable en este
aspecto de la organización institucional.
Los liderazgos provinciales de neto corte paternalista que procuraban afirmarse
en casi todas las jurisdicciones, enancados en un fuerte consenso antigolpista y ciertas expectativas de cambio social –combinación cuya proporción en las partes y modos de mezcla son particularmente posibles en esta Argentina tradicional, histórica
y políticamente tan especial–, abonaron el terreno; y muchas provincias avanzaron
rápidamente en este plano. Imperó el criterio de otorgar a los partidos una centralidad
casi excluyente en la competencia y en la dinámica política, desde una perspectiva
que lejos de establecer matrices que evolucionaran en el tiempo, dieron el referido
protagonismo a “esos” partidos que en el momento de iniciarse los procesos de renovación constituyente, ocupaban el poder. En general, estas cláusulas se vincularon a otras que tenían clara intención de asegurar un diseño institucional que cerrara
este círculo, como la habilitación de reelecciones al gobernador –en algunos casos
indefinidas– (6), la adopción de ciertas pautas para integrar los poderes Legislativo y
Judicial o los órganos de control, etc.
Entendemos que esos pactos no explícitos se dan en un determinado contexto, y
hay que ser cuidadosos a la hora de analizarlos, pues antes de calificarlos como perversos o espurios en su origen, dados sus resultados (su continuidad en el tiempo terminó poniendo en muchas provincias y aún en la Nación a sus impulsores de espalda
a la sociedad) debe recordarse lo que muchos autores han indicado respecto al serio
problema de gobernar en la transición democrática, a la necesidad de administrar en
forma racional y eficiente mientras debían solidificarse ciertas coaliciones internas
–en muchos casos heterogéneas– y a la vez institucionalizar al Estado Nacional y a las
Provincias.
Fue la vía de la reforma constitucional local, en ese sentido, un paraguas que permitió a un grupo de protagonistas políticos ganar tiempo, dando una respuesta a las
(6) En la actualidad aún subsisten tres constituciones provinciales que autorizan la reelección del
Gobernador sin establecer explícitamente un límite en cuanto a la cantidad mandatos correlativos
admisibles, como por ejemplo la de Catamarca –art. 132 y cc.– y Santa Cruz –art. 114 y cc.–.
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expectativas inmediatas del electorado, pero demorando en definitiva cambios sustanciales en el comportamiento de la dirigencia y en las reglas de juego que normaban
el funcionamiento de la dinámica política y su interrelación con la ciudadanía –por un
lado– y la gestión de la cosa pública –por el otro–; y en el catálogo de propuestas que
los partidos mayoritarios presentaban en las elecciones de constituyentes, estaban
presentes ciertos puntos centrales –con muchos de los cuales era imposible no coincidir en 1983–, entre los cuales encontramos claro está, a esa suerte de “sacralización”
de los partidos tradicionales, desde esta filosofía que nos atrevemos a calificar como
conservadora (7). En este sentido, más que partidos “catch-all” entendemos que existían y existen en la Argentina grupos de dirigentes que responden a esas características, y fue la transacción entre sectores verificada en las convenciones constituyentes,
un punto sobresaliente en esta actitud política.
IV. Hacia la reforma constitucional de Córdoba de 1986/87
El gobernador Angeloz impulsó la reforma constitucional en la Provincia luego de
las elecciones de 1985, que como hemos referido dieron un amplio triunfo al radicalismo, tanto a nivel local como nacional -alentándose inclusive desde el alfonsinismo
poco tiempo después, la iniciativa reformadora de la Constitución del 2001, asociada
a la imagen de “Tercer Movimiento Histórico” y “Segunda República” (8).
Fue un proyecto presentado por el senador Daniel Bayre (UCR -Departamento
San Martín) en fecha 5 de marzo de 1986, el que inició materialmente con el proceso
de reforma, en la antesala de la etapa preconstituyente. La primera propuesta, que
además de la reelección sólo avanzaba sobre cuestiones formales, se demoró en su
tratamiento varios meses, en los cuales los senadores radicales intentaron acordar diferencias (en particular entre los sectores Línea Córdoba y Renovación y Cambio, este
último dilatando la iniciativa). Finalmente, se avanzó sobre un despacho nuevo, en el
cual la UCR angelocista alentó decididamente la renovación completa al texto de 1870
modificado en 1883, 1900, 1912 y en la amplia reforma parcial de 1923 (9). Luego de
diversos trámites parlamentarios, finalmente debía tratarse el proyecto en el Senado
(7) Alberdi hablaba de constituciones “de creación” (que proponen el cambio) y “definitivas” o de
conservación, y en este sentido utilizamos el término (Cfr. ALBERDI, Juan Bautista: Bases y puntos de
partida para la organización política de la República de Argentina, Academia Nacional de Derecho y
Cs. Ss. de Córdoba, Advocatus, 2002, p. 39). De hecho, en el caso cordobés, uno de sus protagonistas
más importantes, Antonio María Hernández, se refiere a ella como perteneciente al primer grupo, pero
creemos que en esta ocasión nuestro apreciado profesor se apartó del discurso técnico para ubicarse
en el político.
(8) No obstante, esa iniciativa del radicalismo nacional, finalmente clausurada, no tiene relación
con el proceso liderado por Angeloz, enfocado en su propio desarrollo como dirigente provincial y
nacional, debiendo lidiar en este último plano con el mismísimo alfonsinismo.
(9) Cabe precisar que la Constitución de Córdoba también había sido reformada con fecha 9 de Junio
de 1949 (BO 18/06/49), bajo la presidencia de Atilio Antinucci, pero luego fue dejada sin efecto –junto
con las otras enmiendas constitucionales provinciales realizadas durante el decenio de gobierno del
Gral. Perón– por las autoridades de facto de 1995, que restablecieron el texto de la Carta Magna de
1923. Cfr. BARRERA BUTELER, Guillermo. Constitución de Córdoba, Advocatus, Córdoba, 2007, p. 21.
246
José Emilio Ortega
en sesión del 21 de agosto –oportunamente citada para las diez de la mañana, pero
que finalmente se comenzó más de ocho horas después de lo previsto en virtud de las
divergencias no solucionadas entre los 18 senadores que respondían al gobernador
y los 6 radicales comandados por el alfonsinista Carlos Becerra–. Finalmente, grande fue la sorpresa cuando el angelocismo solucionó sus dificultades para destrabar el
proyecto acordando un despacho con el peronismo ortodoxo, del que requiere apoyo
también en la Cámara de Diputados, con un trámite más rápido para la aprobación de
la iniciativa en su seno y en su retorno a la Cámara Alta provincial, donde finalmente
fue sancionada. En el camino, la declaración de reforma escindió al justicialismo y
generó grietas en el propio radicalismo.
La ley de declaración de necesidad de la reforma, que propone la total modificación de la Carta Magna (10), se enmarca en la necesidad de modernizar y democratizar al texto constitucional, pero no alcanza a disimular la concreta y casi específica
intención de propiciar la reelección del jefe radical (11) –con la resistencia del Movimiento de Renovación y Cambio, que cuestionaba la oportunidad–, encontrando
al peronismo dividido en dos posturas claramente diferenciadas: el sector de los ortodoxos, proclives a aceptar un proceso de convención constituyente que finalizara
en ese sentido –apelando a la tradición reformista del justicialismo, manifestada en
1949–, y el ala renovadora, que rechazaba la iniciativa, por considerarla hecha “a la
medida” de Angeloz.
En la campaña, que durante largas semanas no logró revertir la indiferencia en el
electorado, atribuyéndolo el propio Angeloz a que (los partidos políticos) “... tal vez
no se han empeñado lo suficiente (...) el internismo nos tiene a todos tomados”, quedó
claramente materializada la fractura justicialista: la Democracia Cristiana prestó su
andamiaje jurídico a la renovación peronista (Lista 5), que realizó una campaña muy
importante, liderada por un grupo de dirigentes en los que se destacaban José Manuel
de la Sota, Juan Carlos Maqueda y el demócrata cristiano Jorge H. Gentile. Contaron
con el apoyo de los principales dirigentes “renovadores” nacionales, hecho efectivo
en numerosas declaraciones y en actos de campaña, destacando una multitudinaria
reunión celebrada en el distrito Capital (Club Unión Eléctrica, con la presencia de
Grosso y Cafiero) concebida como “demostración de fuerza” que iba más allá de la
elección de convencionales –volveremos sobre el tema–. El Partido Justicialista (Lista
(10) Ley Declarativa de la Necesidad de Reforma de la Constitución de Córdoba N° 7420 (BO
03/09/1986). Posteriormente, mediante la ley N° 7441 se llamó a elección de 76 convencionales, por
sistema de representación proporcional. Los resultados, con una representación de más del 90% del electorado, se distribuyeron en cuatro minorías, en orden decreciente: radicales, renovadores demócratas
cristianos, justicialistas ortodoxos y conservadores-liberales. Cfr. FRÍAS, Pedro J. “La nueva Constitución
de Córdoba” en AAVV, Las nuevas Constituciones Provinciales, Depalma, Buenos Aires, 1989, p.248
(11) Al respecto, no debemos olvidar que “la principal dificultad que enfrenta cualquier proceso
de reforma es de carácter estructural, y es la siguiente: muchas de las reformas más importantes que se
requieren deben ser diseñadas e instrumentadas por los mismos individuos que resultas perjudicados
[o beneficiados] por ellas”. GARGARELLA, Roberto. “Dificultad, Inutilidad y Necesidad de la Reforma
Constitucional” en GARGARELLA, Roberto (Coord.), Teoría y Crítica del Derecho Constitucional, Tomo 1
Democracia, Abeledo Perrot, Buenos Aires, 2010, p. 521.
247
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2), intervenido por el mendocino Alberto Serú García, con el apoyo de Raúl Bercovich Rodríguez, Leonor Alarcia y el mismo Carlos Saúl Menem (participó en actos de
campaña y realizó spots televisivos), apostó de entrada por atacar al sector escindido,
tanto en los actos de campaña como en la publicidad contratada oral y escrita, y en
todo momento se mostró cooperativo con la propuesta angelocista (por caso, una de
sus principales espadas, el Rodolfo Berardo, planteó que “el principio de reelección no
es óbice para que se consolide la continuidad democrática” (12), que anudó la reforma constitucional a las garantías de apertura democrática, estabilidad institucional y
bienestar social que requería la ciudadanía, defendiendo la reelección desde la necesidad de terminar con las proscripciones (José Ignacio Cafferata, conocido referente
angelocista, afirmó que la reforma era un acto de “profilaxis política, no es alentar el
caudillismo pero si evitar la proscripción” (13)).
La elección de convencionales efectuada el 14 de diciembre de 1986 mostró ganadores y perdedores: la UCR, como era de esperar, obtuvo el mayor caudal de votos
(42,7 %, equivalente a 37 bancas), la Democracia Cristiana-Peronismo Renovador el
24,8 % (21 bancas), el Partido Justicialista alcanzó el 17,7 % (15 bancas) y la Unión Demócrata de Centro el 3,8% de los sufragios (3 bancas).
Excelente fue la elección del peronismo renovador (que pronto reclamó internas
en el partido y planteó la candidatura a gobernador del Dr. José Manuel de la Sota),
contra una apenas aceptable cosecha de la Unión Cívica Radical (trece puntos menos que en 1983, cuando el propio vicegobernador, Edgardo Grosso, aceptó que esperaban el 50 % de los votos (14)), un bajo rendimiento de la estructura justicialista
ortodoxa (renunció el interventor Serú García y el conocido abogado y convencional
(12) La Voz del Interior, 11 de diciembre de 1986.
(13) Ibídem.
(14) La Voz del Interior, 16 de diciembre de 1986.
248
José Emilio Ortega
por el PJ Oscar Roger llamó a la “autocrítica sin egoísmos” (15) y un nuevo ascenso de
la Unión Demócrata de Centro, que rápidamente definió su estrategia en torno a su
posibilidad de ubicarse como “árbitros” en la votación de temas clave.
Sin mayoría propia, sólo a partir de acuerdos los actores involucrados podrían
cumplir con sus objetivos. ¿Cuál o cuáles de ellos “tomarían todo”? ¿A qué precio?
V. La Convención Constituyente
Los debates en la Convención, ilustran con claridad que existieron acuerdos para
desarrollar un esquema institucional que consolide las relaciones de poder. Son muchos los ejemplos que evidencian, en este sentido, las más de dos mil páginas que
contiene la desgrabación de las sesiones llevadas a cabo entre diciembre de 1986 y
abril de 1987, y referirse a ellas en su totalidad por cierto excede este trabajo; pero si
resultará pertinente tomar algunas muestras que nos permitan concluir que se diseñó
un esquema que a todas luces puede calificarse como deficitario, en cuanto a su calidad democrática.
Profundizando este concepto, consideramos que el sustento de los acuerdos tiene
que ver con la existencia, dentro de las estructuras partidarias mayoritarias, de enemigos internos –de algún modo– compartidos. La generación que accedió el gobierno en
1983, muy joven en el primer decenio peronista y ya en la madurez cuando 1973, buscaba denodadamente consolidarse en el ejercicio de un poder que en definitiva no
conocía, por no haberlo podido ejercer en plenitud jamás hasta esta instancia que se
les presentaba, haciendo la experiencia política sostenida que no se le había presentado cierta en treinta años. Aún desde la rivalidad partidaria, dirigentes como Eduardo
Angeloz, muchos de sus colaboradores de la Línea Córdoba, Bercovich Rodríguez o
Carlos Saúl Menem, compartían esas expectativas y anhelaban robustecer sus estructuras y en los casos de quienes ejercían el gobierno, proyectarse nacionalmente en
1989 –lo que en definitiva consiguieron el primero y el último de los nombrados–.
Estas corrientes, enfrentaban a líneas compuestas por militantes más jóvenes, que
habían hecho experiencia desde 1973, y que reclamaban espacios en sus respectivas
estructuras, contenidas por Alfonsín, en el caso del radicalismo, y reunidas en torno a
referentes “renovadores” como Grosso o Cafiero en el caso del peronismo (dentro del
cual eran la oposición a los llamados “mariscales de la derrota” (16) que se resistían a
dejar la conducción central del partido), grupos que también encontraron coincidencias y aún sinergias a escala provincial y sobre todo en el plano nacional con el paso
del tiempo.
El caso cordobés de 1987 permite encontrar acuerdos anudados entre los sectores
más conservadores, en una lógica que recoge un hilo conductor entre regulaciones
(15) Ibídem.
(16) Ver OLMOS, Amado. Los mariscales de la Derrota, Fundación Raúl Scalabrini Ortiz, Buenos
Aires, 1962.
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constitucionales referidas a la organización de los poderes (vigorización de facultades
y reelección del titular del Poder Ejecutivo, modo de integración de las cámaras del
Poder Legislativo –estableciendo pisos con integración fija que favorecía a la primera
fuerza, perjudicaba a la segunda teniendo en cuenta el bipartidismo imperante, y beneficiaba a pequeños partidos “arbitradores” como la UDC–, carácter y estructura de
los órganos de control, etc.), del Poder Judicial (…) y a los partidos políticos, estableciendo para éstos un sistema rígido que no permite la presentación de candidaturas
independientes y que sólo garantiza la existencia de partidos como aglutinadores de
voluntades (17).
En definitiva, estos lineamientos generan:
a) Bases para la consolidación de un oficialismo con vocación hegemónica;
b) Límites a los alcances de la acción de la oposición;
c) Garantías a pequeñas fuerzas de obtener un interesante plafón de bancas y cargos en el cual desarrollar su actividad política;
d) Continuación del clientelismo y déficit democrático.
Destacamos que este “juego” no ha sido enteramente lineal (más que “un” juego
es una combinación de éstos (18)), pues resulta claro (aunque por razones de espacio
es imposible desarrollarlo en este trabajo) que existieron en esta dinámica permanentes negociaciones entre los sectores involucrados (UCR, PJ ortodoxo y UDC) dominadas por la coyuntura que representan un cambiante pero apreciable “toma y daca”.
Algunos extractos de los discursos nos permiten tener una idea más aproximada:
a) Debate sobre la organización del Poder Ejecutivo
“Yo diría, señor Presidente, recordando las expresiones que utilizara al comienzo,
que ha habido un alto espíritu entre los miembros de la Comisión número 6 que podríamos decir que se traduce en el cambio de la heráldica del Poder Ejecutivo, que no se
quiere ya que esté representada por el águila o el león, sino por el contrario, por aquella
más dulce y más humana figura del pastor bíblico” (Convencional de la Rúa –UCR–,
presentando el despacho de la mayoría que incluía la reelección del gobernador y
vicegobernador).
(17) Sobre este último punto, decía Pedro J. Frías en 1989:” la dirigencia política, articulada en cuatro
minorías, ha transigido en una constitución de compromiso que no hiere ningún valor de su sociedad (…)
“ que los partidos políticos han iniciado su expansión corporativa, pero la sociedad no está indefensa”.
Muñoz, Ricardo A.. “Reforma Constitucional Política en Córdoba”, SAAP, 7º Congreso de Ciencia Política
en http://www.saap.org.ar/esp/docs-congresos/congresos-saap/VII/programa/paneles/c/c9/munoz.
pdf, fecha de consulta: 10 de septiembre de 2012.
(18) Este enfoque se emplaza dentro de la denominada “Teoría de Juegos”. Ver GINTIS, Herbert. Game
Theory Evolving. A problem – centered introduction to modeling strategic interaction, Princeton University Press, EEUU, 2000.
250
José Emilio Ortega
“... Por estas razones comparto lo dicho por el señor gobernador de La Rioja, Carlos
Menem, quien expresó: no establezcamos aquello sobre lo cual nos quejamos cuando
se quiso establecer lo mismo al peronismo, no establezcamos ninguna clase de proscripción porque realmente constituye una excepción al principio general que debe ser
de reelección (...) He oído hablar a un diputado peronista, dirigiéndose a los amigos
radicales y entonces yo me pregunto, ¿Cómo es posible que entre amigos establezcamos
cláusulas que huelan a proscripción, aun cuando no la pretendamos. Además, señor
presidente, entiendo que todas las leyes tienen algo de personalismos, porque la actividad política no es, objetivamente, impersonal (...) No es cuestión que se diga simplemente que una ley tiene nombre y apellido, porque todas las leyes tienen una carga de
personas de las que se quiere obtener una solución política. Lo importante es que no se
trate de un favor personal y tienda nada más que a beneficiar a esa persona” (Convencional Tagle Achával –PJ–).
“En nuestro país, casi en forma ininterrumpida (...) hemos tenido también un sistema de no reelección (...) Entonces, ¿A dónde va lo que se ha dado en llamar la ‘proscripción’? ¿Quiere decir que en todos los países latinoamericanos existe proscripción?
(...) en esta campaña electoral, en este proceso pro constituyente y en esta Convención
Constituyente ha habido una permanente tensión entre quienes queremos labrar el futuro y quienes quieren una Constitución para el 6 de setiembre” (19) (Convencional
Gentile –Peronismo Renovador y Democracia Cristiana–).
“En el marco de la justa valoración de los pactos y de los acuerdos políticos nosotros aceptamos el abrazo sincero, fuerte y comprometido de dos grandes líderes de los
movimientos populares de la Argentina, Ricardo Balbín y Juan Domingo Perón (20).
Pero a la vez, al sancionarse la ley de convocatoria de esta Convención Constituyente,
se había sellado un pacto cuyos signatarios no se animaban a dar la cara, pero yo, que
estoy comprometido con mi conciencia en este momento (...) voy a decir por su nombre
y apellido estos signatarios porque han tenido una incidencia absolutamente negativa
en los partidos políticos en que militan en el desarrollo y en el cometido de esta Convención; ellos son el gobernador Eduardo César Angeloz y Raúl Bercovich Rodríguez, dos
personajes que realmente estoy seguro las fuerzas populares van a poner algún día en el
lugar que corresponde (...) públicamente el diputado Julio Badrán desde el peronismo
renovador estigmatizaba este acuerdo nefasto (...) y por otra parte, desde el otro partido
que está también en la lucha popular, el doctor Carlos Becerra, líder de Renovación y
Cambio, decía que había sido un día poco feliz para la democracia” (Convencional
Rufeil –Partido Justicialista– (21)).
(19) El 6 de setiembre de 1987 fue la fecha en la que se estableció la realización de la elección para
gobernadores.
(20) Figura utilizada por Tagle Achával para justificar la postura del PJ.
(21) Si bien el convencional Rufeil fue electo por la lista del PJ ortodoxo, según relevamientos efectuados por el suscripto en conversaciones con integrantes de la Convención, acordó sumarse de hecho
al bloque del Peronismo Renovador, acompañando el pronunciamiento de este bloque a la hora de
tratarse la votación del artículo 133. Recordemos que durante el transcurso de la Convención, el PJ
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Revista de la Facultad, Vol. IV N° 1 Nueva Serie II (2013) 239-257
b) Debate sobre la organización del Poder Legislativo
“Por primera vez podemos garantizar a los habitantes de la Provincia de Córdoba,
que la próxima Legislatura Provincial tendrá en su seno representantes de cinco partidos políticos y se romperá este diálogo de dos que no representa la pluralidad política
de Córdoba. Esta es una innovación verdaderamente revolucionaria que sin lugar a
dudas constituye una de las más importantes de la reforma que estamos planteando”
(Convencional de la Colina –UDC– al informar el despacho acordado de mayoría).
“He solicitado la palabra para adherir en nombre del bloque de la UCR al despacho
de la mayoría (...) suscripto –con algunas disidencias– con el bloque de la Unión Demócrata de Centro (...) Con esta nueva integración a partir de una importante disminución del porcentaje de la mayoría que fue, tradicionalmente, de dos tercios, la Unión
Cívica Radical, teniendo en cuenta la necesidad de mejorar el espectro de la representación minoritaria, resolvió disminuir el porcentaje que le correspondería a los fines de
lograr este objetivo” (Convencional Terzi –UCR–).
“Si comparamos (el sistema propuesto en el despacho de mayoría para la constitución de 1987 con) los resultados alcanzados en las elecciones de convencionales constituyentes el pasado 14 de setiembre advertiremos con claridad meridiana lo que se
llama “voto ponderado” violando el principio de igualdad de votos (...) con la siguiente
y curiosa conclusión: un diputado para la Unidad Socialista equivale a 12.000 votos,
(...) para la Unión Demócrata de Centro 10.800, para la Unión Cívica Radical 17.000
pero para el Justicialismo (...) 30.750 ...” (Convencional Muñoz –Peronismo Renovador
y Democracia Cristiana–).
c) Debate sobre la organización del Poder Judicial (en particular el mecanismo de
designación de los jueces)
“Por unanimidad la comisión ha acordado proponer la sustitución y derogación
de todos los artículos (…) habiendo quedado con despacho de mayoría y con el voto
de los bloques de la Unión Cívica Radical y del Partido Justicialista (…) En cuanto a la
designación de los magistrados, se ha optado por volver al sistema (…) que establece el
nombramiento por el Poder Ejecutivo con acuerdo del Senado (…) Nosotros nos oponemos a la introducción en la Constitución del llamado Consejo de la Magistratura o
Consejos Judiciales por carecer de legitimación democrática” (Convencional Serafini
–UCR–) (22).
transitó por un proceso de renovación de cargos internos en los cuales se fueron materializando las
alianzas que llevaron al liderazgo de la fracción renovadora.
(22) En contra de esta postura, el Peronismo Renovador, expresó disidencia al dictamen -en los
hechos un virtual despacho de minoría- sosteniendo que debía incluirse en la Carta Magna un mecanismo de selección con participación del Consejo de la Magistratura. Es muy completa la defensa del
instituto a cargo del convencional Gentile, Diario de Sesiones, pp. 766 y sgtes. Debemos recordar que
por Decreto N° 2635/99 (BO 28/12/1999) el entonces Gobernador de la Provincia, Dr. José Manuel de
la Sota, renunció expresamente a la facultad de alterar o modificar el orden de mérito de los aspirantes
confeccionado por el Consejo de la Magistratura, mecanismo que continúa vigente hasta hoy.
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José Emilio Ortega
d) Debate sobre la constitucionalización del sistema de partidos
“El cuarto párrafo (del artículo 33 conforme despacho de la mayoría (23)) ‘Sólo a
los partidos políticos compete postular candidatos para cargos públicos electivos’, establece la exclusividad partidaria en la postulación de los candidatos, quienes necesariamente deben estar respaldados por un partido político. Se procura afianzar de esta
manera el rol de los partidos como los canales adecuados para la expresión además
como garantía para que la representación política no derive en otras formas de representación que puedan conducir a la desviación del sistema democrático. La aparente
proscripción o restricción de la norma que pudiera inducir a rechazo queda desvirtuada por la libertad de creación de partidos. Todo candidato potencial con posibilidades
de acceder a un cargo y que no pertenezca a un partido, tendrá siempre la posibilidad
cierta de constituir un partido con sus adherentes. De tal modo, la acción política tiene
carácter permanente y no de aventura efímera. En este párrafo nuestra bancada sostiene agregar (...) la expresión ‘sobre la base del respeto a la mayor representatividad
interna’ (ello) no importa un avance del Estado sobre la vida interna del partido, o en
todo caso no constituye un avance ilegítimo”. (Convencional Molinari Romero –Unión
Cívica Radical–).
VI. Paradojas y esperanzas (a modo de conclusión)
Las citas aportadas son sólo una pequeña muestra que permite, entendemos,
brindar algunas respuestas a la hipótesis de este trabajo.
Tras veinticinco años de Constitución reformada, es claro que los beneficios de
estos señalamientos, más que “derramarse” colectivamente en la ciudadanía, tuvieron nombres y apellidos (24). Y así, los grandes avances que se hicieron respecto al
texto de 1923 en aspectos tales como las declaraciones, los derechos, los deberes y las
políticas especiales del estado, que en su armónica lectura y estudio conforman “un
proyecto y modelo de provincia, además de un genuino plan de gobierno”, se oscurecen
ante configuraciones que resultaron aptas para transformar la historia personal de
un puñado de dirigentes políticos que tras la reforma continuó ejerciendo el poder
durante varios años, batiéndose en retirada en 1995, después de haber deshonrado
la Constitución por ellos votada y forzado la postulación de Angeloz para un tercer
(23) Se aprecia en este importante capítulo un debate muy poco sustancial, con una presentación
efectuada por el convencional Berardo –PJ– que bien podría calificarse como un repertorio de definiciones aportadas por la academia, sin una mínima reflexión propia, un acompañamiento de Del
Barco –Peronismo Renovador y Democracia Cristina– en la misma tesitura pero señalando aspectos
del despacho de minoría suscripto por su bloque, en particular en lo relativo al financiamiento y a
la organización de estructuras de estudio y capacitación, y el más sustancioso por sus definiciones
políticas que realizó el doctor Molinari Romero.
(24) Desde un análisis postconstituyente, reparamos que el poder constituyente debe rendir cuentas
a la soberanía política del pueblo y sólo pasará el test de legitimación cuando se convierta en un punto
de referencia de la comunidad. Cfr. PACE, Alessandro: “La instauración de una nueva constitución”
en Revista de Estudios Políticos, Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, N° 97 Nueva Época,
Julio/Septiembre 1999, Madrid, p. 39.
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Revista de la Facultad, Vol. IV N° 1 Nueva Serie II (2013) 239-257
mandato en 1991, convalidada por el Tribunal Superior de Justicia, en penoso pronunciamiento (25).
El esquema que aquel oficialismo, la Unión Cívica Radical, impulsó asumiéndose
“propietaria” de una mayoría (26) (tal como surge de las citas transcriptas supra), fue útil
para promover en el cortísimo plazo al gobernador Angeloz a la escena nacional, en una
etapa en la que el clientelismo funcionó para sostener esa hegemonía, hasta que sus
propias contradicciones internas y su relajamiento en la gestión de gobierno lo sepultó
de cara a la sociedad. No alcanzó con el esfuerzo del sector interno nucleado en torno
al Dr. Ramón Bautista Mestre para revertir en su mandato –último del ciclo radical– las
complicaciones en la administración del Estado ni la crisis de su partido (27).
Paradójico es que dicha ingeniería constitucional terminó siendo, a los años, funcional al inicio de una larga etapa de gobiernos justicialistas, liderados por el principal
opositor que a la idea de la reelección tuvo la Convención: el actual gobernador de los
cordobeses.
Una mirada a los partidos opositores en 1987, nos muestra que la fracción justicialista ortodoxa, usufructuó también de los beneficios de aquel acuerdo no explicitado,
manteniéndose entre muchos de sus personeros una relación privilegiada con el angelocismo, en particular el sector más afín al Dr. Menem. De igual modo, lo hizo la entonces UDC, luego convertida en Unión de Centro Democrático (UCD), que haciendo
gala de una vocación aliancista sin demasiado sustento conceptual –con particular
sentido de la oportunidad–, mantendría con el justicialismo menemista un vínculo
estratégico durante toda la década de 1990 (28).
(25) Cuerpo judicial cuyo titular de entonces, Roberto Lousteau Bidaut, fue un conspicuo integrante
de la Convención Constituyente de 1987, siendo ni más ni menos que su Presidente. El fallo precitado,
caratulado como “Democracia Cristiana s/impugnación de candidatura a gobernador de Eduardo C.
Angeloz”, expresa como argumento central que: “[l]a investidura del Doctor Eduardo C. Angeloz, en
1983, para desempeñar el periodo que cumplió como gobernador de la Provincia, importa una situación
jurídica creada de conformidad con la Constitución anterior y que produjo la plenitud de sus efectos
bajo la vigencia de las disposiciones de dicha Constitución. Por ello escapa al imperio de la actual Constitución cuya vigencia se extiende a las relaciones constituidas a partir del momento desde el cual rige,
con posterioridad a su sanción y con exclusión de estos facta praeterita, hechos cumplidos durante la
vigencia de la precedente ley fundamental de la provincia”.
(26) Esta forma de interpretar y administrar el poder, constituye una nota definitoria de las denominadas “democracias delegativas” (O´DONELL, Guillermo. “Delegative Democracy”, Journal of Democracy,
Vol. 5, No. 1, National Endowment for Democracy and The Johns Hopkins University Press, January 1994)
(27) Mestre debió asumir un severo proceso de ajuste y juicios contra funcionarios anteriores e intentó
iniciar el debate para una Reforma Constitucional. Sobre el tenor de este proyecto, recomendamos
la lectura del artículo “Hacia una nueva reforma constitucional”, publicado en la Revista “Derecho de
Prensa” Centro de Estudiantes de Derecho, Nº 2, año 1996.
(28) No obstante, los dirigentes conservadores que acordaron en la convención con el radicalismo,
sufrieron serios cuestionamientos internos, siendo relegados en su protagonismo por la emergencia
de una dirigencia joven, luego devenida en adherente al menemismo, llegando por esa vía a ocupar
importantes posiciones en los gobiernos nacional de 1989 a 1999 y en el período gubernativo provincial
1999-2003.
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José Emilio Ortega
El justicialismo renovador, impone sus candidatos en las elecciones generales de
1987, aunque tras el duro golpe de 1988 –las elecciones internas nacionales que ganó
contra todo pronóstico Carlos Saúl Menem–, inició un accidentado viaje que terminó
exitosamente en 1999, cuando finalmente confluyeron en un mismo proyecto, luego
de permanentes enfrentamientos internos, los otrora núcleos duros renovador y ortodoxo; manteniéndose en el poder desde entonces. Hoy en tanto oficialismo provincial, atraviesa una encrucijada particular en lo que se refiere a su largamente ambicionado surgimiento nacional –por una parte– y la confirmación de su consolidación en
el distrito –por la otra–, frente a dos fenómenos de impacto aun no determinado: en
primer término, la difícil relación con el movimiento político kirchnerista, que alinea
en el distrito a justicialistas y no justicialistas, y que ha hecho explícita su vocación de
competir con estructuras propias en las elecciones futuras; y en segundo término, la
relación con nuevos líderes locales, en particular con algunas figuras emergentes en
los últimos ciclos de gobierno –intendentes y legisladores–, tanto en el propio Justicialismo como en la UCR y aún en el Frente Cívico, partido provincial que lejos de
constituir una nueva alternativa o propiciar una renovación de dirigentes e ideas, se
formó por dirigentes con mucha militancia en los partidos tradicionales de Córdoba,
en el que posiblemente fue el peor momento de las dichas agrupaciones.
En definitiva, la Constitución cordobesa de 1987, señalada como vanguardista por
su progresismo, alentó sin embargo, como consecuencia de su diseño político institucional, la instauración de gobiernos personalistas que sin mediar mayores cambios
en esa configuración, seguramente generarán ciclos largos de líderes que más allá de
sus aptitudes, posibilidades y apoyos, contarán con amplios márgenes de maniobra
que sin duda encenderán la vocación hegemónica, y alimentarán sistemáticamente la
esperanza –sin que la ciudadanía, la sociedad civil o los partidos puedan hacer demasiado por ayudarlo a encontrar su camino–, de vengar el fracaso de Paz o Juárez Celman (29). O el sentirse listos para buscar de inmediato la oportunidad que el doctor
Sabattini, el doctor Zanichelli, o el Brigadier San Martín no tuvieron jamás.
Si esas particularidades de nuestra ley fundamental pueden ser achacadas a una
transacción política no explicitada en su oportunidad, bien podría fundarse su remedio en un público acuerdo para implementar una agenda profunda, bien trabajada, de
renovación política, que incluya la consideración responsable respecto no sólo a la necesidad, sino también de la viabilidad, de impulsar la modificación de algunos tramos
de sus capítulos, preparando en forma previa un necesario consenso entre las principales fuerzas para avanzar hacia una ley de declaración de necesidad de reforma.
No es sencillo a quien escribe abstraerse del contexto. El análisis del docente universitario, intenta imponerse a la coyuntura del funcionario de Estado. La mirada
del ciudadano –abogado– procura dialogar con la del militante comprometido con
un partido y un gobierno. Surge entonces la pregunta: ¿Estamos los cordobeses en
(29) Omitiendo el autor deliberadamente al de De La Rúa, que aún de prosapia tradicional cordobesa, llegó a la primera magistratura desde el puerto, y al de Illia, que aún cordobés por adopción –pues
nació en Pergamino– nunca gobernó esta Provincia.
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Revista de la Facultad, Vol. IV N° 1 Nueva Serie II (2013) 239-257
condiciones de impulsar ese debate? Consideramos que tras seis lustros de gobierno
democrático, cinco de ellos al amparo de la carta magna que estamos analizando, y
contando como valioso bagaje un nutrido conjunto de vivencias políticas, en la escala
municipal, provincial y nacional, la sociedad y la dirigencia de esta Provincia no sólo
se merecen, sino que se deben, el planteo serio del asunto, presupuesto indispensable
para lograr un pacto genuino en los próximos años.
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Constitución de la Provincia de Córdoba
Constitución de la Provincia de Catamarca
Constitución de la Provincia de Corrientes
Constitución de la Provincia de Chaco
Constitución de la Provincia de Chubut
Constitución de la Provincia de Formosa
Constitución de la Provincia de Jujuy
Constitución de la Provincia de La Pampa
Constitución de la Provincia de La Rioja
Constitución de la Provincia de Misiones
Constitución de la Provincia de Neuquén
Constitución de la Provincia de Río Negro
Constitución de la Provincia de San Juan
Constitución de la Provincia de San Luis
Constitución de la Provincia de Salta
Constitución de la Provincia de Tierra del Fuego
Constitución de la Provincia de Santa Cruz
Constitución de la Provincia de Santiago del Estero
Constitución de la Provincia de Tierra del Fuego
Ley Declarativa de la Necesidad de Reforma de la Constitución de Córdoba N° 7420 (BO 03/09/1986).
Ley de Convocatoria a la Elecciones de Convencionales Constituyente de Córdoba N° 7441.
Decreto N° 2635/99 (BO 28/12/1999).
Diarios de Sesiones
Diario de Sesiones de la Convención Constituyente reformadora de la Constitución de la Provincia
de Córdoba de 1987.
Jurisprudencia
CSJN, “Ríos”, Fallos 310:819, 22/02/1987.
TSJ Cba., “Democracia Cristiana s/impugnación de candidatura a gobernador de Eduardo C. Angeloz – Recurso de Revisión”, 05 de septiembre de 1991.
Fuentes periodísticas
Diario La Voz del Interior.
257
ABOGADOS/AS DE LOS NIÑOS, NIÑAS Y ADOLESCENTES:
REFLEXIONES DESDE EL DERECHO PROCESAL *
THE LAWYERS OF CHILDREN AND ADOLESCENTS:
PROCEDURAL LAW’S PERSPECTIVE
Diego Robledo **
Resumen: En este artículo presentamos la figura del abogado del niño,
niña y adolescente a la luz de la Constitución Nacional, Convención
Internacional sobre Derechos del Niño, la Ley Nacional N° 26061, recomendaciones y observaciones de órganos de derechos humanos, y dos
casos de jurisprudencia de la Corte Suprema de Justicia de la Nación.
Reflexionamos sobre los derechos del niño, niña y adolescente en su
faz procesal, con el derecho a ser escuchados, el interés superior del
niño y el debido proceso legal, ello a la luz de las conclusiones del V
Congreso Mundial sobre Derechos de la Niñez y Adolescencia (2012)
del cual participamos.
Palabras - clave: Abogado/a del niño, niña y adolescente – Interés
superior del niño – Debido proceso legal – Paradigma de protección
integral.
Abstract: In this article we present the lawyer of children under the
National Constitution, Convention on the Rights of the Child, Act N°
26061, recommendations and observations of International Bodies
created for the protection of Human Rights, and two law-cases of the
National High Court of Justice of Republic Argentina. We reflex about
children’s rights in the judicial-procedural reality, with the right to
be heard, the superior interest of child and due process of law. Moreover, it is in light of the V Mundial Conference about Children and
Adolescent’s Rights (2012).
Keywords: Lawyer of children – Superior Interest of Child – Due Process of Law – Integral Protection Paradigm.
* Trabajo recibido el 8 de febrero de 2013 y aceptado para su publicación el 15 de marzo del mismo
año.
** Becario Doctoral tipo I de CONICET. Abogado y Doctorando en Derecho y Ciencias Sociales de
la Universidad Nacional de Córdoba. Miembro de Equipo de Investigación en SECyT-Derecho/UNC y
CICyT/UNLaR. Adscripto en la Cátedra “A” de Filosofía del Derecho y Cátedra “A” de Teoría General del
Proceso, ambas de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de UNC ([email protected]).
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Revista
de la Facultad, Vol. IV N° 1 Nueva Serie II (2013) 259-283
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Sumario: Introducción.– I. Derechos de la Niñez y la Adolescencia.–
II. Niños, Niñas y Adolescentes en el Proceso Judicial.– III. Capacidad
procesal y representación.– IV. Abogado/a del niño, niña y adolescente
según la Corte Suprema de Justicia de la Nación.– V. “Quo vadis advocatus?”, ¿cambios en nuestra profesión? – VI. Reflexiones.– Bibliografía.
Introducción
El artículo que presentamos se refiere a un tipo de abogado en particular, aquel que
obra en defensa de los niños, niñas y adolescentes (1), lo que representa un cambio en al
menos dos caras: para la niñez y adolescencia, en la posibilidad de ejercer un derecho y
garantía constitucional como es el acceso a la justicia, la defensa, a ser oídos en un proceso judicial; y por otro lado, es un cambio en nuestra profesión jurídica y en el proceso
judicial mismo. Algunas de estas reflexiones fueron compartidas en el V Congreso Mundial por los Derechos de la Infancia y la Adolescencia, celebrado bajo el lema “Infancia,
Adolescencia y Cambio Social” del 15 al 19 de octubre de 2012 en San Juan, Argentina.
I. Derechos de la Niñez y la Adolescencia
Alberto Zarza Mensaque, parafraseando a Karl Lowestein quien sostiene que tres
son los fundamentales incentivos que dominan la vida del hombre en sociedad y rigen las relaciones humanas: el amor, la fe y el poder, nos enseña que “[l]a historia
muestra como el amor y la fe han contribuido a la felicidad del hombre y como el poder
a su miseria” (2).
La historia de la humanidad es una historia de conquistas, en la que con el tiempo
se fue reconociendo la dignidad de las personas humanas (y continúa reconociendo).
Cada tiempo, tuvo a su momento, sus desafíos, sus interpelaciones, sus respuestas.
El segundo milenio abrió paso al reconocimiento de derechos, deberes y garantías
en una serie de declaraciones, tratados, y leyes de sendos Estados. Es así que a la luz
de un proceso de internacionalización de derechos humanos y de organismos internacionales como la Organización de Naciones Unidas, se dio en 1989, la Convención
sobre Derechos de los Niños (3).
(1) Entendidos conforme al artículo 1° de la Convención Internacional sobre los Derechos del Niño,
hasta los 18 años de edad, y conforme a la reserva formulada por la Rep. Argentina, desde el momento
de su concepción. (idem. Ley Nacional 23.849, artículo 1). Incluso, esta afirmación se armoniza con
la Ley Nacional 26061 que lo define con el mismo alcance, y con el Código Civil argentino que redujo
la edad para alcanzar la mayoría de edad (artículo 126) a 18 años de edad a través de la Ley Nacional
N° 26.579 sancionada el 02-12-2009, promulgada el 21-12-2009 B.O.
(2) ZARZA MENSAQUE, Alberto. El Congreso en la Argentina Finisecular, Dirección General de
Publicaciones de la Universidad Nacional de Córdoba, Córdoba, 1986, p.15.
(3) “Convention on the Rights of the Child”, firmada en Nueva York, EE.UU. el 20-11- 1989; entró en
vigor el 02-09- 1990 (cfr.artículo 49.1). Registrado en ONU con la misma fecha con el N° 27531. A la
fecha 01-02-2013, 140 estados la firmaron, y cuenta con 193 estados parte; lo que refleja un amplio
consenso internacional (“opinio iuris comunis”). Texto accedido desde el sitio: http://treaties.un.org/
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Diego Robledo
En esta perspectiva, Pérez de Cuellar, en setiembre de 1989, en el seno de la Asamblea General de ONU, apoyó esta convención señalando que con ella, Naciones Unidas dio a la comunidad global un instrumento internacional de alta calidad protegiendo la dignidad, calidad y derechos humanos básicos de los niños del mundo. El
20 de noviembre de 1989, la Asamblea General de ONU –como sostuvo José María
Ruda “el órgano más democrático de la Organización” (4)– adoptaba la Res. 44/25, y
con ello, la Convención.
Entendemos a esta Convención como la mayor expresión internacional de reconocimiento a los derechos de niñas, niños y adolescentes (5). En su momento, S.S.
Juan Pablo II la entendió como “una declaración de prioridades y obligaciones que
pueden servir como punto de referencia y estímulo para una acción en pro de los niños
en todas partes” (6). Voces autorizadas en materia de Derechos de la Niñez y la Adolescencia entienden que ésta Convención “es un instrumento destinado a la no discriminación, a la reafirmación del reconocimiento de los niños como personas humanas,
en toda acepción y sin limitaciones, y responde a la necesidad de contar con instrumentos idóneos y específicos para proteger sus derechos. Sin embargo, la confirmación del
estatus del niño/a como sujeto trasciende el ámbito jurídico. Constituye un punto de
partida de todo esfuerzo de reflexión y concientización relativos a los niños y su lugar en
la sociedad, su relación con nosotros los adultos” (7).
pages/ViewDetails.aspx?src=TREATY&mtdsg_no=IV-11&chapter=4&lang=en en el cual se puede además
consultar las reservas de cada estado (consultado el 01-02-2013).
(4) RUDA, José María. “La Asamblea General de Naciones Unidas. Organización y Procedimiento”,
en Academia Revista sobre enseñanza del Derecho, Departamento de Publicaciones de la Facultad de
Derecho de UBA y Rubinzal-Culzoni, [Año 8, N°16, Año 2010], Buenos Aires, 2011, p. 205.
(5) Al señalar a la Convención como máxima expresión de estos derechos humanos, también queremos hacer referencia a que éste tratado es parte de un largo proceso y que ha habido varios instrumentos y factores que han coadyuvado para culminar en un acuerdo internacional. Dicho esto, es válido
recordar entre otros: *en 1924, Declaración de los Derechos del Niño o Declaración de Ginebra –aprobada
por la Liga de las Naciones–, *en 1948, la Declaración Universal de los Derechos Humanos que en su
artículo 25.2 reconoció a la maternidad y a la infancia “derecho a cuidados y asistencia especiales.
Todos los niños, […] tienen derecho a igual protección social”, * en 1959, la Declaración de los Derechos
del Niño, –aprobada por Resolución de la Asamblea General de ONU– compuesta de diez principios;
* en 1966, el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, así como el Pacto Internacional de
Derechos Económicos, Sociales y Culturales. En 1947, se creó el Fondo de las Naciones Unidas para la
Infancia (UNICEF) que comenzó sus tareas auxiliando a los niños de la posguerra, y luego su misión
se expandió a los países en vías de desarrollo.
(6) Mensaje de S.S. Juan Pablo II en ocasión de la Cumbre Mundial para los Niños, dirigido al Secretario General de ONU Javier Pérez de Cuéllar, 22-11-1990 publicado en L'Osservatore Romano. Edición
semanal en lengua española n. 41 p.11, accedido desde el link: http://www.vatican.va/holy_father/
john_paul_ii/letters/1990/documents/hf_jp-ii_let_19900922_de-cuellar_sp.html (01-02-2013).
(7) LAJE, María Inés y Tania VACA NARVAJA, “Los derechos de niños, niñas y adolescentes: una
construcción de larga data” en Derechos de los Niños, Niñas y los Adolescentes. Un análisis desde el método de casos, Coords. Andrés Rossetti y Magdalena I. Álvarez, ed. Centro de Investigaciones Jurídicas
y Sociales, Facultad de Derecho y Ciencias Sociales, Universidad Nacional de Córdoba, Córdoba, Ed.
Advocatus, 2011, p. 20.
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Argentina ratificó esta convención a través de la Ley Nacional N° 23.849 (8) de 1990,
y además incorporó este tratado “en las condiciones de su vigencia” a nuestra Constitución Nacional a través del artículo 75 inc. 22 (con la reforma constitucional de 1994).
Posteriormente, por la Ley Nacional N° 26061 de Protección Integral de los Derechos de los Niños, Niñas y Adolescentes se reglamenta a esta Convención y ello
significo un gran avance que se patentiza en la recepción del paradigma de protección integral, que “condensa la existencia de cuatro instrumentos básicos: la [Convención Internacional sobre los Derechos del Niño], y otros instrumentos internacionales
como: las Reglas Mínimas de Naciones Unidas para la Administración de Justicia de
Menores o Reglas de Beijing, aprobadas por Asamblea General de Naciones Unidas en
Noviembre de 1985; las Reglas de Naciones Unidas para la Protección de Menores Privados de Libertad de 1990 y las Directrices de las Naciones Unidas para la Prevención
de la Delincuencia Juvenil, conocidas como Directrices de RIAD, también aprobadas en
1990” (9). En este enfoque, explican Laje y Vaca, se ve a los niños, niñas y adolescentes como sujetos plenos de derecho y se les reconoce sus derechos civiles, políticos,
económicos, sociales, culturales hasta los 18 años; concordantemente, las políticas
sociales se orientan a brindar recursos necesarios para una vida digna (10). En Argentina, este enfoque debe entenderse a la luz de la Convención, más los estudiosos
del Derecho de la Niñez y la Adolescencia entienden que la Convención configura
un nuevo paradigma, el de la protección integral (11); no obstante, la doctrina señala
que hasta el año 2006 en la legislación nacional “coexistieron normativamente dos paradigmas contrapuestos, el de la situación irregular y el de la protección integral’ pero
además ‘independientemente de las modificaciones del sistema jurídico, en las prácticas, los operadores del derecho (jueces, asesores, fiscales, etc.) siguen reproduciendo el
paradigma de la situación irregular, hoy ‘derogado’” (12).
(8) Cfr. Ley Nacional N° 23.849 aprueba la Convención Internacional sobre Derechos de los Niños, sancionada el 27-09-1990 texto accedido: http://infoleg.mecon.gov.ar/infolegInternet/anexos/0-4999/249/
norma.htm (01-02-2013).
(9) LAJE, María Inés y Tania VACA NARVAJA, “Presentación”, ob. cit., p. 9.
(10) Ibidem, p. 10.
(11) Se señala que “una de las características fundamentales de la [Convención] es la construcción
de una nueva concepción de niño y niña y sus relaciones con la familia, la sociedad y el Estado, la cual
se basa en el reconocimiento expreso del niño y niña como sujeto de derecho, en oposición a la idea
predominante del niño definido a partir de su incapacidad jurídica” cfr. PINTO, Gimol. “Los derechos
de niños, niñas y adolescentes y la defensa jurídica. El/La Abogado/a Defensor/a como nuevo actor
procesal” [Capítulo Introductorio] en Martiniano Terragni Justicia Penal de Menores [Manual de Práctica
Profesional], 3ª ed. actualizada y ampliada, Facultad de Derecho UBA y La Ley, 2007, p. 3; asimismo,
con el mismo nombre publicado en Acceso a la Justicia de Niñas, Niños y Adolescentes. Estrategias y
Buenas Prácticas de la Defensa Pública, Ed. UNICEF y Defensoría General de la Nación, comité editorial
Subsecretaría de Comunicación Institucional - Secretaría General de Política Institucional. Defensoría
General de la Nación, Ciudad de Buenos Aires, 2011, pp. 57-70, accedido desde http://www.mpd.gov.
ar/uploads/Libro_Ninos_UNICEF.pdf (01-02-2013).
(12) LAJE, María Inés y Tania VACA NARVAJA. “Los derechos de niños, niñas y adolescentes: una
construcción de larga data”, ob. cit., p. 21.
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Diego Robledo
En consonancia, las conclusiones del V Congreso Mundial por los derechos de la
Infancia y la Adolescencia, el “Manifiesto de San Juan” expresa al respecto: “[e]l cambio de paradigma ha tenido particular incidencia en las dimensiones legislativas. Sin
embargo los sistemas judiciales, aun con diferencias en los distintos países, continúan
siendo escenarios hostiles para el ejercicio pleno de derechos por parte de niñas y niños,
cuyas garantías no siempre son respetadas y donde la infancia es expuesta a los mecanismos represores y disciplinadores de la sociedad. En algunas regiones del mundo
se verifican, asimismo, algunas tendencias a ampliar la criminalización y la punición
sobre los niños y las niñas y especialmente sobre los adolescentes”.
En nuestra opinión entendemos necesario atender los valiosos aportes del Congreso Mundial sobre los Derechos de la Infancia y Adolescencia, teniendo en cuenta
que Argentina fue su sede y en el seno de sus discusiones se reflejó en muchas oportunidades la realidad local que se cristalizó como ítem del manifiesto. Lo tomamos
entonces como un punto de partida, en especial, el énfasis puesto en la Justicia.
II. Niños, Niñas y Adolescentes en el Proceso Judicial
El Debido Proceso Legal, siguiendo a Rosa A. Avila Paz de Robledo, es “el instrumento de tutela de la dignidad humana” (13). En este sentido, la tutela de la dignidad
de las niñas, niños y adolescentes en el proceso judicial encuentra su punto de apoyo
en la Constitución Nacional; no obstante algunas normas regulan más precisamente
esta realidad así como dictámenes de organismos internacionales de derechos humanos han precisado a través de opiniones consultivas algunos de sus alcances (14).
El principio de igualdad (artículo 16 Constitución Nacional) así como la prohibición de discriminación a los niños, niñas y adolescentes (artículo 2 Convención Internacional sobre los Derechos del Niño) se integran al debido proceso legal. La Corte Interamericana de Derechos Humanos en una opinión consultiva ha dicho: “Que en los
procedimientos judiciales o administrativos en que se resuelven derechos de los niños
se deben observar los principios y las normas del debido proceso legal. Esto abarca las
reglas correspondientes a juez natural –-competente, independiente e imparcial–, doble
(13) AVILA PAZ DE ROBLEDO, Rosa A., “Nuevos Horizontes de las cautelares en el Siglo XXI en
el Proceso Judicial Civil, con particular referencia a su límite temporal de vigencia” en Anuario XIII
(2011) del Centro de Investigaciones Jurídicas y Sociales de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales,
Universidad Nacional de Córdoba, Buenos Aires, La Ley, 2012, p. 210.
(14) La Observación General N°14 del Comité de Derechos Humanos -órgano de vigilancia del Pacto
Internacional de Derechos Civiles y Políticos- sobre el artículo 14 del pacto “los jovenes deben disfrutar
por lo menos de las mismas garantías y protección que se conceden a los adultos en el art.14” (pár.16 in
fine: “Juveniles are to enjoy at least the same guarantees and protection as are accorded to adults under
article 14” cfr. http://www.unhchr.ch/tbs/doc.nsf/(Symbol)/bb722416a295f264c12563ed0049dfbd?Op
endocument (01-02-2013).
Véase también DRNAS de CLÉMENT, Zlata, “Some recommendations on the legal role of sentences
and recommendations of International Bodies created for the protection of Human Rights” SOSIC, T.
(Ed.) Liber Amicorum in Honour of Professor Budislav Vukas, Kluwer, Leiden- N. York (in press) accedido
desde el sitio web de la Academia Nacional de Derecho y Ciencias Sociales de Córdoba.
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instancia, presunción de inocencia, contradicción y audiencia y defensa, atendiendo
las particularidades que se derivan de la situación específica en que se encuentran los
niños y que se proyectan razonablemente, entre otras materias, sobre la intervención
personal de dichos procedimientos y las medidas de protección que sea indispensable
adoptar en el desarrollo de éstos” (15).
El interés superior del niño es de vital y superlativa importancia al debido proceso legal, descripto en el artículo 3 inciso 1° de la Convención “[e]n todas las medidas
concernientes a los niños que tomen las instituciones públicas o privadas de bienestar
social, los tribunales, las autoridades administrativas o los órganos legislativos, una
consideración primordial a que se atenderá será el interés superior del niño” (16).
El derecho de defensa (17) es inescindible al debido proceso, y se materializa en
acción y excepción durante todo el proceso; es como dice el artículo 18 de nuestra
Carta Magna “inviolable”. Pinto, sostiene que en la defensa a los niños hubo una evolución respecto de este derecho, primero desde que no era necesario un abogado defensor en las causas judiciales que lo afecten basadas en leyes “tutelares de menores”,
hasta el momento que considera como desafío actual de “garantizar materialmente el
derecho de defensa reconocido positivamente” (18).
En su dimensión humana, María Arsenia Tula y otras entienden que “el adolescente de hoy desafía nuestra capacidad para escuchar […] es consciente de su derecho a ser
escuchado y lo ejerce o –cuando corresponde– reclama su cumplimiento” (19).
El derecho a ser escuchados y que su opinión sea debidamente tenida en cuenta conforme la Convención Internacional de los Derechos del Niño en los siguientes
términos:
“Artículo 12 1. Los Estados Partes garantizarán al niño que esté en condiciones de formarse un juicio propio el derecho de expresar su opinión libremente
(15) Corte IDH, OC 17/12 del 28-08-2002, punto resolutivo 10.
(16) Un caso especial se encuentra regulado en el artículo 9 de la Convención como el derecho a no
ser separado de sus padres “salvo revisión judicial”: “1. Los Estados Partes velarán por que el niño no
sea separado de sus padres contra la voluntad de éstos, excepto cuando, a reserva de revisión judicial,
las autoridades competentes determinen, de conformidad con la ley y los procedimientos aplicables,
que tal separación es necesaria en el interés superior del niño. Tal determinación puede ser necesaria en
casos particulares, por ejemplo, en los casos en que el niño sea objeto de maltrato o descuido por parte
de sus padres o cuando éstos viven separados y debe adoptarse una decisión acerca del lugar de residencia del niño. 2. En cualquier procedimiento entablado de conformidad con el párrafo 1 del presente
artículo, se ofrecerá a todas las partes interesadas la oportunidad de participar en él y de dar a conocer
sus opiniones. […]”.
(17) AVILA PAZ de ROBLEDO, Rosa A. (Directora) Manual de Teoría General del Proceso, Ed. Advocatus, Córdoba, 2005, T. I, p. 90 y ss.
(18) PINTO, Gimol, ob.cit., p. 2.
(19) TULA, María Arsenia, Yolanda BONAVITA, Susana HENSEL Y María Eugenia VARGAS, Juventud
Hacia un futuro con porvenir, [Prólogo de Pedro R. David], Buenos Aires, Ed. Dunken, 2012, pp.20-21.
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Diego Robledo
en todos los asuntos que afectan al niño, teniéndose debidamente en cuenta las
opiniones del niño, en función de la edad y madurez del niño.
2. Con tal fin, se dará en particular al niño oportunidad de ser escuchado en
todo procedimiento judicial o administrativo que afecte al niño, ya sea directamente o por medio de un representante o de un órgano apropiado, en consonancia con las normas de procedimientos de la ley nacional”.
En relación a este artículo el Comité de Derechos del Niño de ONU (20), como
órgano interpretativo (21) y de vigilancia de la propia convención, en su 43° sesión
celebrada entre el 11 y el 29 de septiembre de 2006 (22), ha dicho que:
“39. El Comité recuerda a los Estados Partes que el derecho de la niñez a ser
escuchada en procesos judiciales y administrativos se aplica, sin excepciones, a
todo escenario relevante, incluyendo a niñas y niños separadas/os de sus madres
o padres, a los casos de custodia y adopción, a niñas o niños en conflicto con la ley,
a la niñez víctima de violencia física, abuso sexual u otros crímenes violentos, a niñas y niños que buscan asilo y refugio y a la niñez que ha sido víctima de conflicto
armado y está en situaciones de emergencia.
40. El Comité afirma que toda niña o niño involucrada/o en procedimientos judiciales y administrativos debe ser informada/o, de manera que le sea fácil
de entender, de su derecho a ser escuchada/o, de las modalidades en que será
escuchada/o y de otros aspectos del procedimiento. […]
(20) Órgano del Sistema de Naciones Unidas para la Promoción y la Protección de Derechos Humanos, compuesto por 18 expertos independientes que supervisa la aplicación de la Convención sobre
los Derechos del Niño por sus estados partes. Una vez que un estado adhiere a la Convención, tras
dos años debe presentar un informe sobre el estado del ejercicio de estos derechos, y luego, en forma
periódica, cada cinco. El Comité formula recomendaciones al estado parte –“observaciones finales”–
en base al informe rendido.
“El Comité no puede examinar denuncias de los particulares, aunque se pueden plantear cuestiones
relacionadas con los derechos del niño ante otros comités con competencia para examinar denuncias
de los particulares. El Comité se reúne en Ginebra y normalmente celebra tres períodos de sesiones al
año que constan de una sesión plenaria de tres semanas y un grupo de trabajo anterior al período de
sesiones que se reúne durante una semana. En 2006, el Comité examinará paralelamente los informes
en dos salas compuestas por nueve miembros cada uno, “como medida excepcional y temporal”, para
poder examinar todos los informes acumulados. El Comité también publica su interpretación del
contenido de las disposiciones sobre derechos humanos, en forma de observaciones generales sobre
cuestiones temáticas y organiza días de debate general” cfr. http://www2.ohchr.org/spanish/bodies/crc/,
http://www.unicef.org/spanish/rightsite/sowc/pdfs/panels/El%20Comite%20de%20los%20Derechos%20
del%20Nino.pdf (01-02-2013). Asimismo, véase DRNAS de CLÉMENT, Zlata “Some recommendations
on the legal role of sentences and recommendations of International Bodies created for the protection
of Human Rights”, ob. cit.
(21) Vale señalar que nuestra Corte Suprema de Justicia de la Nación ha considerado que el Comité
de los Derechos del Niño es el intérprete de la Convención sobre los Derechos del Niño, cfr. CSJN
Fallos: 328:4343 o M. 1022. XXXIX. RECURSO DE HECHO “Maldonado, Daniel Enrique y otro s/ robo
agravado por el uso de armas en concurso real con homicidio calificado Causa N° 1174, 07-12-2005.
(22) Cfr. http://www2.ohchr.org/english/bodies/crc/discussion.htm.
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42. El Comité urge a los Estados Partes a examinar toda ley o regulación existente para cerciorarse que el artículo 12 está adecuadamente integrado a todas las leyes, regulaciones e instructivos administrativos domésticos que son
relevantes” (23).
La Corte Interamericana de Derechos Humanos haciendo suyas las palabras del
Comité de los Derechos del Niño resaltó en el Caso “Atala Riffo y Niñas vs. Chile” de
2012 “la relación entre el ‘interés superior del niño’ y el derecho a ser escuchado, al
afirmar que ‘no es posible una aplicación correcta del artículo 3 [(interés superior del
niño)] si no se respetan los componentes del artículo 12. Del mismo modo, el artículo
3 refuerza la funcionalidad del artículo 12 al facilitar el papel esencial de los niños en
todas las decisiones que afecten su vida’” (24).
Así también se encuentra en la Ley Nacional 26.061 en sus artículos 24 (25) y 27,
inciso 1) (26) el cual en concordancia con su decreto reglamentario N° 415/07, establece el derecho a la asistencia letrada del niño que incluye el de designar un abogado
que represente sus intereses personales e individuales en el proceso administrativo o
judicial (27).
(23) Cfr. http://www2.ohchr.org/english/bodies/crc/discussion2012.htm (01-02-2013).
(24) Comité de Derechos del Niño, Observación General No. 12, El derecho del niño a ser escuchado,
CRC/C/GC/12, 20 de julio de 2009, párr. 74 citado en Corte IDH Caso “Atala Riffo y Niñas vs. Chile”
24/2/2012, párr. 197.
(25) Ley Nacional 26061, Artículo 24 DERECHO A OPINAR Y A SER OIDO. Las niñas, niños y
adolescentes tienen derecho a: a) Participar y expresar libremente su opinión en los asuntos que les
conciernan y en aquellos que tengan interés; b) Que sus opiniones sean tenidas en cuenta conforme
a su madurez y desarrollo.
Este derecho se extiende a todos los ámbitos en que se desenvuelven las niñas, niños y adolescentes; entre ellos, al ámbito estatal, familiar, comunitario, social, escolar, científico, cultural, deportivo
y recreativo.
(26) Ley Nacional 26061, Artículo 27 GARANTIAS MINIMAS DE PROCEDIMIENTO. GARANTIAS
EN LOS PROCEDIMIENTOS JUDICIALES O ADMINISTRATIVOS. Los Organismos del Estado deberán
garantizar a las niñas, niños y adolescentes en cualquier procedimiento judicial o administrativo que los
afecte, además de todos aquellos derechos contemplados en la Constitución Nacional, la Convención
sobre los Derechos del Niño, en los tratados internacionales ratificados por la Nación Argentina y en
las leyes que en su consecuencia se dicten, los siguientes derechos y garantías:
a) A ser oído ante la autoridad competente cada vez que así lo solicite la niña, niño o adolescente; b) A que su opinión sea tomada primordialmente en cuenta al momento de arribar a una
decisión que lo afecte; c) A ser asistido por un letrado preferentemente especializado en niñez y
adolescencia desde el inicio del procedimiento judicial o administrativo que lo incluya. En caso de
carecer de recursos económicos el Estado deberá asignarle de oficio un letrado que lo patrocine;
d) A participar activamente en todo el procedimiento; e) A recurrir ante el superior frente a cualquier
decisión que lo afecte.
(27) Su decreto reglamentario N° 415/07, expresamente señala lo siguiente: “El derecho a la asistencia letrada previsto en el inciso c) del artículo 27 incluye el de designar un abogado que represente
los intereses personales e individuales del niño en el proceso administrativo o judicial […] Se convoca
a las provincias y a la Ciudad Autónoma de Buenos Aires a que a la brevedad, a fin de garantizar los
derechos de los sujetos de la ley 26061, adopten las medidas necesarias para garantizar la existencia de
266
Diego Robledo
Osvaldo A. Gozaíni entiende que “[d]el enclave surge que el sistema permite el ‘derecho a ser partes’, y a contar con una representación legal independiente de la que los
padres, tutores o curadores (en su caso) puedan asignarle” (28).
Decir que los niños, niñas y adolescentes tienen el derecho a expresarse y a ser
oídos, en un proceso judicial o administrativo, explicaba Michel Manciaux que resulta paradójico pues niño, infante, proviene del latín “infans” que quiere decir sin la
facultad de expresarse, es decir, estar callado (29). Jordi Nieva Fenoll anota que históricamente había sido prohibido a los niños y hasta a los adolescentes ser testigos; así
el Liber Iudiciorum, de raíz germana prohibía a los menores de catorce años testificar
(Fuero Juzgo, Lib. II, Tit. IV, XII); en tanto, de acuerdo a las Partidas la prohibición de
testificar en pleitos civiles era para los menores de catorce, y para los procesos penales, para los menores de veinte años, con la excepción para ambos procesos de que los
menores declarantes tuvieran buen entendimiento (Partida III, Tit. XVI, Ley 9) (30).
Sin perjuicio de lo expuesto, señalamos que la temática del testimonio infantil es un
debate de gran actualidad en nuestros días.
Jordi Nieva Fenoll, reconocido catedrático español, apunta que “[e]l niño, en un
proceso, no es solamente un objeto de prueba o uno más de los sujetos del proceso. Es
un ser humano especialmente frágil, con toda la vida por delante, al que debe evitarse cualquier situación que pueda traumatizarle, o simplemente a condicionarle en un
futuro” (31).
servicios jurídicos que garanticen el acceso al derecho previsto en el citado inciso a tal efecto podrán
recurrir a abogados que sean agentes públicos y/o a convenios con organizaciones no gubernamentales,
colegios de abogados o universidades.
(28) GOZAÍNI, Osvaldo Alfredo. “El niño y el adolescente en el proceso” en LA LEY 09/08/2012 , 4,
LA LEY 2012-D , 600.
(29) MANCIAUX, Michel. “The right to be heard” en The UNESCO Courier, octubre de 1991, p. 13
[accedido desde http://unesdoc.unesco.org/images/0008/000899/089961eo.pdf 01-02-2013]. Incluso, en
algunas culturas, como en otras épocas, era visto como mala educación que los infantes hablen frente a
los adultos, vgr. la regla del silencio en la cultura nigeriana, estudiada por el psiquiatra Michael Durojaye.
(30) NIEVA FENOLL, Jordi. “La declaración de niños en calidad de partes o testigos” en Revista de
Derecho Procesal 2012-1 Modos anormales de terminación de un proceso, Ed. Rubinzal-Culzoni, Santa
Fe (R.A.), 2012, p. 552.
(31) NIEVA FENOLL, Jordi, ob. cit., p. 552. En la práctica, explica una de las trabajadoras sociales
de la Defensoría Pública de Menores e Incapaces en lo Civil, Comercial y del Trabajo Nº 7, explica
que “antes de citar a un chico, se evalúa cuidadosamente cuál es su situación particular, por qué es
necesario escucharlo (más allá del derecho a ser oído, si es beneficioso en su situación particular convocarlo), en qué momento es mejor escucharlo (si recién empezó un tratamiento psicológico o inició un
proceso de vinculación y tal vez sería perturbar ese otro proceso recientemente iniciado), cómo se va
a inscribir lo que diga en el contexto del expediente, cual es el mejor lugar para escucharlo (puede ser
en la defensoría, puede ser una entrevista domiciliaria, pueden ser ambos) y con quien se los convoca.
El conocimiento de datos de su historia personal y situación actual propicia el establecimiento de un
vínculo de mayor confianza que a su vez facilita el diálogo y la comunicación” cfr. NUTTER, Silvia “El
derecho del niño a ser oído en el marco de una Defensoría Pública de Menores e Incapaces” en Acceso
a la Justicia de Niñas, Niños y Adolescentes. Estrategias y Buenas Prácticas de la Defensa Pública, Ed.
UNICEF y Defensoría General de la Nación, comité editorial Subsecretaría de Comunicación Institu267
Revista de la Facultad, Vol. IV N° 1 Nueva Serie II (2013) 259-283
El derecho a ser escuchado por quienes administran justicia se refuerza, cuando
se reconoce el derecho a recurrir a un superior, si quien lo escuchó en primer término no le dio la razón o la Convención Internacional sobre los Derechos del Niño
avanza aún más cuando en su artículo 24 inc. d y e reconoce el derecho del niño,
niña y adolescente de “recurrir a un superior” ya sea en un procedimiento judicial
o administrativo. En consonancia, el artículo 27 de la Ley 26061 citada, reconoce
el derecho a participar en todo procedimiento así como el derecho a recurrir ante
el superior, pero amplía respecto de todo procedimiento administrativo o proceso
judicial.
Por su parte, el artículo 37 establece el deber de los Estados Partes de velar por
la protección de los niños privados de su libertad. Es interesante recalcar que en el
citado artículo se hace referencia al respetuoso y humano trato que merece por su
dignidad; también avanza sobre el derecho al “pronto acceso a la asistencia jurídica”
y llama la atención el énfasis puesto en el adjetivo pronto, pues por la interpretación
de la letra, podría inferirse que es el primero o más inmediato de los derechos a los
que tienen derechos los niños, niñas y adolescentes. Resulta un poco vaga la expresión
sobre la “otra asistencia adecuada” (32), pero consideramos que debe interpretarse
conforme una persona no sólo necesita asistencia jurídica, de asistencia de otras
disciplinas o interdisciplinaria. Refiere a su vez condiciones sobre el tribunal a entender sobre su impugnación, independiente e imparcial, contando con la garantía
de una “pronta” decisión, lo que se enmarca en un principio de celeridad procesal.
Concordantemente, el artículo 40 regula que
“1. Los Estados Partes reconocen el derecho de todo niño de quien se alegue
que ha infringido las leyes penales o a quien se acuse o declare culpable de haber
infringido esas leyes a ser tratado de manera acorde con el fomento de su sentido
de la dignidad y el valor, que fortalezca el respeto del niño por los derechos humanos y las libertades fundamentales de terceros y en la que se tengan en cuenta la edad del niño y la importancia de promover la reintegración del niño y de
que éste asuma una función constructiva en la sociedad. 2. Con ese fin, y habida
cuenta de las disposiciones pertinentes de los instrumentos internacionales, los
cional - Secretaría General de Política Institucional. Defensoría General de la Nación, Ciudad de Buenos
Aires, 2011 accedido desde http://www.mpd.gov.ar/uploads/Libro_Ninos_UNICEF.pdf (01-02-2013).
(32) Así lo interpreta Michel Manciux “Who will speak for children? In certain cases children who
are too young or too involved in a situation whose ramifications they cannot fully understand will
need someone to speak for them. The aim is not for this surrogate to replace them as individuals,
which no one can do, but to act on their behalf. Who should speak for children? “A representative or
an appropriate body”, of the International Convention on the Rights of the Child, a vague formula
which has the advantage of leaving a great deal of latitude to the signatory States. Some countries
provide something like an advocate in the legal sense of the term. Others favour a mediator who
acts as a kind of children's ombudsman. Elsewhere the job may be done by a parent, a relative or
some other adult, possible a professional whom the child can trust. The main thing is to ensure that
the child has “the opportunity to be heard in any judicial and administrative proceedings affecting
the child”, ob. cit., pp.14-15.
268
Diego Robledo
Estados Partes garantizarán, en particular: a) Que no se alegue que ningún niño ha
infringido las leyes penales, ni se acuse o declare culpable a ningún niño de haber
infringido esas leyes, por actos u omisiones que no estaban prohibidos por las leyes
nacionales o internacionales en el momento en que se cometieron; b) Que todo niño
del que se alegue que ha infringido las leyes penales o a quien se acuse de haber
infringido esas leyes se le garantice, por lo menos, lo siguiente: i) Que se lo presumirá inocente mientras no se pruebe su culpabilidad conforme a la ley; ii) Que
será informado sin demora y directamente o, cuando sea procedente, por intermedio de sus padres o sus representantes legales, de los cargos que pesan contra
él y que dispondrá de asistencia jurídica u otra asistencia apropiada en la preparación y presentación de su defensa; iii) Que la causa será dirimida sin demora por
una autoridad u órgano judicial competente, independiente e imparcial en una
audiencia equitativa conforme a la ley, en presencia de un asesor jurídico u otro
tipo de asesor adecuado y, a menos que se considerare que ello fuere contrario al
interés superior del niño, teniendo en cuenta en particular su edad o situación y a
sus padres o representantes legales; iv) Que no será obligado a prestar testimonio
o a declararse culpable, que podrá interrogar o hacer que se interrogue a testigos
de cargo y obtener la participación y el interrogatorio de testigos de descargo en
condiciones de igualdad; v) Si se considerare que ha infringido, en efecto, las leyes
penales , que esta decisión y toda medida impuesta a consecuencia de ella , serán
sometidas a una autoridad u órgano judicial superior competente, independiente
e imparcial, conforme a la ley; vi) Que el niño contará con la asistencia gratuita
de un intérprete si no comprende o no habla el idioma utilizado; vii) Que se respetará plenamente su vida privada en todas las fases del procedimiento. 3. Los
Estados Partes tomarán todas las medidas apropiadas para promover el establecimiento de leyes, procedimientos, autoridades e instituciones específicos para
los niños de quienes se alegue que han infringido las leyes penales o a quienes
se acuse o declare culpables de haber infringido esas leyes, y en particular: a) El
establecimiento de una edad mínima antes de la cual se presumirá que los niños
no tienen capacidad para infringir las leyes penales; b) Siempre que sea apropiado
y deseable, la adopción de medidas para tratar a esos niños sin recurrir a procedimientos judiciales, en el entendimiento de que se respetarán plenamente los derechos humanos y las garantías legales. 4. Se dispondrá de diversas medidas, tales
como el cuidado, las órdenes de orientación y supervisión, el asesoramiento, la
libertad vigilada, la colocación en hogares de guarda, los programas de enseñanza
y formación profesional, así como otras posibilidades alternativas a la internación
en instituciones, para asegurar que los niños sean tratados de manera apropiada
para su bienestar y que guarde proporción tanto con sus circunstancias como con
la infracción” (lo destacado nos pertenece).
De la interpretación pro homine de la norma se infiere que los niños, niñas y adolescentes tienen derecho a un abogado, no sólo como integrante de su asistencia técnica y hasta podría solicitarse un intérprete para explicarle a los niños, niñas y adolescentes los alcances del lenguaje técnico jurídico conforme a su edad y grado de
madurez para el mejor ejercicio de su derecho.
269
Revista de la Facultad, Vol. IV N° 1 Nueva Serie II (2013) 259-283
III. Capacidad procesal y representación
En algunos casos, la jurisprudencia ha admitido al abogado del niño y en otros, la
ha rechazado. La capacidad procesal y la representación parecen ser una propiedad
relevante a los fines de admitir o rechazar esta figura.
A los efectos, decimos que cuando hablamos de partes en el proceso, nos referimos
a uno de los sujetos necesarios, en un proceso judicial en el marco de un caso concreto piden justicia al juez. Rosa Avila Paz enseña que “parte –en sentido lato– comprende
a las personas físicas (particulares) y de existencia jurídica (privadas y públicas) que
solas o en conjunto ‘demandan o son demandados’, o que ‘querellan o son querellados’,
como asimismo al Ministerio Público (Fiscal y Pupilar), que intervienen en el proceso
y también el defensor del pueblo (sólo si la ley les reconoce legitimación procesal)” (33).
Ahora bien, la capacidad para ser parte debe ser reconocida a todo ser humano, en
tanto que la capacidad procesal como aptitud legal de ejercer los derechos y cumplir
los deberes y cargas inherentes a la calidad de parte.
Los niños, niñas y adolescentes se encuentran representados por sus padres (en
función del artículo 57, inciso 2°, y artículo 274 del Código Civil). En caso de haber colisión entre los intereses de los padres con los del niño, se designa un tutor ad litem. En
cambio, “la Defensa Pública (a través de la representación promiscua), cumple un rol
al que podríamos calificarlo como un “plus de garantía”, en la defensa de los derechos
que la normativa argentina consagra en el marco de la protección integral de los derechos de los niños, niñas y adolescentes[…] resguardando los derechos indisponibles que
las convenciones internacionales, la Constitución Nacional, y la normativa nacional y
provincial les reconocen” (34), cuya ausencia en un proceso tiene impuesta la pena de
nulidad absoluta (artículo 59 del Código Civil) de todo acto, todo juicio llevado adelante sin la intervención del Defensor Público de Menores.
De la interpretación del bloque de constitucionalidad argentino, la CSJN ha entendido que los niños y niñas menores de 14 años, que de acuerdo a la ley de fondo
son “menores impúberes” son “incapaces absolutos”, por ende, no pueden realizar
por sí mismos actos jurídicos (35), vgr. designar o remover un letrado patrocinante,
actuar por derecho propio en un proceso en calidad de parte. A buenas y a primeras,
el ejercicio del derecho a la asistencia letrada por parte de niños, niñas y adolescentes
está supeditado a que sean “menores adultos” (mayores de 14 años).
(33) AVILA PAZ DE ROBLEDO, Rosa A. (Directora) Manual de Teoría General del Proceso, Ed. Advocatus, Córdoba, 2006, T. 2, p. 13.
(34) ANTON, Ricardo Enrique y Gustavo Daniel MORENO. “Estrategias de la Defensa Pública de
Niñas, Niños y Adolescentes en las vías recursivas. Análisis de casos de la Corte Suprema de Justicia
de la Nación” en Acceso a la Justicia de Niñas, Niños y Adolescentes. Estrategias y Buenas Prácticas de
la Defensa Pública, Ed. UNICEF y Defensoría General de la Nación, comité editorial Subsecretaría de
Comunicación Institucional - Secretaría General de Política Institucional. Defensoría General de la
Nación, Ciudad de Buenos Aires, 2011 accedido desde http://www.mpd.gov.ar/uploads/Libro_Ninos_UNICEF.pdf (01-02-2013).
(35) Artículo 54, inciso 2º del Código Civil.
270
Diego Robledo
Por su parte, Osvaldo Gozaíni entiende que en cuanto a “la legitimación individual del niño que no tiene aún 18 años, está en el artículo 12 que alude a la necesidad
de escuchar las opiniones de los niños ‘en condiciones de formarse un juicio propio’, ‘teniéndose debidamente en cuenta sus opiniones en función de la edad y madurez’” (36).
Siguiendo a Gozaíni, conforme la Convención sobre los Derechos de los Niños y
Ley Nacional 26061, las normas procesales que regulan la representación procesal de
los padres respecto de sus hijos “menores de edad” requieren una readecuación al
tratado incorporado como parte de nuestro ordenamiento.
IV. Abogado/a del niño, niña y adolescente según la Corte Suprema de Justicia de la
Nación
La Corte Suprema de Justicia de la Nación se expidió en dos casos puntuales sobre
el abogado del niño.
La primera vez fue en el caso “G.M.S. c/J.V.L. s/divorcio vincular” expediente G.
1961. XLII. RHE, fallado el 26 de octubre de 2010 por los Ministros Ricardo L. Lorezetti, Elena Highton de Nolasco, Carlos Fayt, Enrique S. Petracchi, Juan C. Maqueda y
Eugenio Raúl Zaffaroni. El caso se origina en la Provincia de Santiago del Estero, M. S.
G., madre de dos niñas, acusa al progenitor de las niñas J.V.L. de abuso sexual de una
de ellas, y por tanto, promueve una incidencia de supresión y cesación del régimen
de visitas vigente a favor del padre de las niñas, y en forma subsidiaria, solicita –como
medida cautelar– se suspendan los encuentros, lo que el juez de grado concede y ante
la petición del padre, regula un régimen de visitas acotado y asistido en presencia de
la psicóloga actuante del Tribunal. La Cámara Civil santiagueña revocó la sentencia
que restringía la visita, a lo que la madre de las niñas interpuso recurso de casación –
rechazado– y queja. El Tribunal Superior de Justicia santiagueño, resolvió hacer lugar
parcialmente al recurso de casación introducido por la representación letrada de la
progenitora de las niñas y, en consecuencia, modificó la sentencia de la Alzada disponiendo una restricción respecto de la amplitud del régimen de vistas estipulado a
favor del padre, con una modalidad supervisada o asistida de los encuentros. Contra
dicho pronunciamiento la actora interpone recurso extraordinario federal. Eduardo
Antonio Dromi, en su carácter de Defensor Oficial ante la Corte Suprema de Justicia
de la Nación, en su dictamen respecto del recurso extraordinario interpuesto por la
letrada apoderada de la representante necesaria de las niñas –de diez y siete años de
edad–, contra la resolución dictada el 28 de diciembre de 2005 por la Sala Civil y Comercial del Excmo. Superior Tribunal de Justicia de la Provincia de Santiago del Estero
que fuera concedido, observa que corresponde hacer lugar al recurso extraordinario
federal y agrega: “estimo prudente que se le haga saber al magistrado de grado que deberá proceder a designarle a L. y a R. un letrado especializado en la materia para que
las patrocine, a fin de garantizar en lo sucesivo (ante posibles modificaciones del régimen de visitas vigente o planteos que se susciten), su derecho a participar en el proceso;
(36) GOZAÍNI, Osvaldo Alfredo, “La representación judicial de los menores”, en Sup. Esp. Mayoría
de edad 2009 (diciembre), 27, DJ 03/02/2010, 241.
271
Revista de la Facultad, Vol. IV N° 1 Nueva Serie II (2013) 259-283
de tal manera que puedan ejercer eficazmente su derecho constitucional a defenderse y
a probar (cf. art. 18 C.N, 75, inc. 22, art. 12 de la Convención de los Derechos del Niño y
art. 27 incs. c), d), y e) de la Ley Nº 26.061). Ello, sin dudas asegurará su participación
en calidad de parte, y bajo la atenta mirada del Juez a sus pretensiones, toda vez que no
puede desconocerse, en el marco del acceso a una tutela judicial efectiva, que las niñas
también tienen derecho a peticionar; máxime, cuando pueden existir intereses contrapuestos con sus progenitores” (37).
En el caso, la CSJN decidió “[…] a los efectos de atender primordialmente al interés
del niño y con el objeto de que las menores implicadas en la causa sean escuchadas con
todas las garantías a fin de que puedan hacer efectivos sus derechos, corresponde hacer
lugar a la medida sugerida por el señor Defensor Oficial ante esta Corte Suprema a
fs. 58 del expte. 1131/2006 y solicitar al juez de la causa que proceda a designarles un
letrado especializado en la materia para que las patrocine […] Hágase saber al juez de
la causa que deberá designar un letrado especializado en la materia a los efectos de que
patrocine a las menores L. J. V. y R. J. V. en el proceso”. Es importante señalar que en este
caso el nombramiento de letrado patrocinante es para dos niñas que a la fecha de la
sentencia de la CSJN no superan los 14 años. Por otro lado, es importante señalar que
el pedido de letrado patrocinante para las niñas lo hace el Defensor Oficial ante la
Corte Suprema de Justicia de la Nación –ni las niñas, ni su madre– y la designación de
letrado para las niñas la hace el juez.
La segunda vez que se expidió fue el 26 de junio de 2012 (38) en el caso “M., G. c.
P., C. A. s/recurso de hecho deducido por la defensora oficial de M. S. M.” (39), fallado por Ricardo Luis Lorenzetti (por su voto), Elena I. Highton de Nolasco, Enrique
S. Petrachi, Eugenio Raúl Zaffaroni, Carlos S. Fayt, Juan Carlos Maqueda (por su voto).
Sucintamente los hechos del caso, provienen de un proceso de familia sobre tenencia, en el que M.S.M., una niña de 11 años –hija de los cónyuges contrapartes en
el proceso en el que se debate su tenencia–, solicitó ser parte por derecho propio. Ésta
fue denegada por el tribunal a quo y el ad quem, Sala C de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil. Contra la decisión del ad quem, se presentó un recurso extraordinario, que fue denegado. Además, la Defensora de Menores de Cámara dedujo ante la
Cámara queja ante la renuncia de la letrada que asistía a la niña.
El dictamen de la Procuradora Fiscal ante la CSJN, Marta Amelia Beiró de Gonçalvez, de fecha 18 de junio de 2009 aconsejó declarar admisible la queja y rechazar el
recurso extraordinario. Finalmente, la sentencia del CSJN confirmó la sentencia de la
Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil, que había rechazado el pedido formu (37) Dictamen de Defensoría Oficial ante la Corte Suprema de Justicia de la Nación de fecha 6 de
noviembre de 2007.
(38) La Corte Suprema de Justicia falló en un caso sobre “abogado del niño” 29/06/2012 accedida
a partir de: http://www.cij.gov.ar/nota-9389-La-Corte-Suprema-de-Justicia-fallo-en-un-caso-sobre--abogado-del-nino-.html.
(39) AR/JUR/27892/2012
272
Diego Robledo
lado por la niña, que pretendía ser tenida como parte, por derecho propio y con el
patrocinio de un abogado.
La CSJN ha sentado jurisprudencia:
- Que “[…] las prescripciones de la ley 26.061 deben ser interpretadas y aplicadas
en forma integral con arreglo a nuestra legislación de fondo” (considerando 2°).
Consideramos importante resaltar la norma de interpretación de esta ley.
- Respecto de la capacidad civil, queda claro que “las disposiciones del Código Civil que legislan sobre la capacidad de los menores tanto impúberes como
adultos no han sido derogadas por la ley de protección integral de los derechos
de las niñas, niños y adolescentes” (ibid.).
- Siguiendo con este razonamiento, expresa que “los menores impúberes son incapaces absolutos, que no pueden realizar por sí mismos actos jurídicos (art. 54,
inc. 2° del Código Civil), como sería la designación y remoción de un letrado patrocinante, así como la actuación por derecho propio en un proceso, en calidad
de parte” (ibid.).
- El 3° considerando, explica la diferencia con otra causa en la que sí se nombró abogado del niño y pone de relieve que el letrado patrocinante fue pedido
por el Ministerio Público de la Defensa y la designación la hizo el magistrado interviniente: “De tal modo que no fueron los menores, sino el magistrado
interviniente quien procedió a nombrar el patrocinio letrado requerido por el
Ministerio Público de la Defensa”. Fue en la causa G.1961.XLII “G., M. S. c/ J.,
V. L. s/divorcio vincular” del 26 de octubre de 2010 en la que se resolvió la
designación de “un letrado especialista en la materia para su patrocinio” para
los menores involucrados, con el fin de que fueran escuchados con todas las
garantías y pudieran hacer efectivos sus derechos.
La Corte Suprema de Justicia de la Nación hace suyos los fundamentos del dictamen de la Procuradora Fiscal. Por esa razón creemos conveniente resaltar:
- La norma de interpretación y aplicación del derecho consta en “evit[ar] atribuir
a las normas un sentido que ponga en pugna sus disposiciones, haciendo prevalecer unas a expensas de las otras; por lo que se adoptará como verdadero, el que las
concilie y les de efecto a todas”; fórmula que concilia el interés superior del niño
de la siguiente manera: “el intérprete debe ceñirse tanto más estrechamente a ese
protocolo, en los supuestos en los que está en juego la situación de un niño, donde su
mejor interés –de rango superior–, opera sine qua non en un papel integrador”.
- Entiende que el compromiso que asumió nuestro Estado con la Convención
sobre los Derechos de los Niños, se cataliza en la escucha del niño en una audiencia. Dice que “la investidura procesal de los niños en asuntos civiles como
el presente […] no adquiere, a mí juicio, sentido de imperativo constitucional”.
- La interpretación que debe hacer el intérprete de la Convención no puede
prescindir de las características especiales de los procesos de familia. La Pro273
Revista de la Facultad, Vol. IV N° 1 Nueva Serie II (2013) 259-283
curadora expresa que la Convención (artículo 12.1) refiere a la audiencia del
niño en juicio, sujetándolo “a un recaudo dual, a saber la progresiva autonomía individual y la regulación interna de los países miembros”. La interpretación que hace del artículo 12 es la siguiente, a saber: “la Convención consagra
la prerrogativa del menor a ser oído, pero no a asumir automáticamente y en
cualquier circunstancia la calidad de parte en sentido técnico procesal. En esta
línea, cabe destacar que en la etapa de los trabajos preparatorios de la mencionada Convención, se descartó la propuesta del representante de los Estados
Unidos, en el sentido de que se tuviese al niño como ‘una parte independiente en
los procedimientos’, moción que no quedó plasmada en el texto aceptado por los
países signatarios (v. ‘La Historia Legislativa de la Convención de los Derechos
del Niño’, lanzada el 11 de junio de 2007 por la Oficina del Alto Comisionado de
las Naciones Unidas para los Derechos Humanos; esp. T. 1, pp. 437 a 444, esp.
acáp. C, apartados 3 (el y 4 apartado 20 121)”. Con una precisión analítica remata: “ese dispositivo fundamental de los derechos humanos, no sólo se abstiene
de imponer una implementación determinada, sino que –al emplear la conjunción disyuntiva ‘o’–, abre tres vías alternativas, sin atribuirles una significación
explícita, ni erigir al patrocinio letrado en recaudo ineludible. Estimo que la
aprobación de tal fórmula por el conjunto de las naciones, comporta un juicio
positivo de compatibilidad de esos medios instrumentales respecto de los restantes lineamientos sustanciales contenidos en el documento; y, más precisamente,
significa que esa comunidad ha apreciado satisfechos a través de cualquiera de
esos resortes formales, los derechos y libertades fundamentales directamente implicados (entre ellos, debido proceso/defensa, participación/libertad de expresión, e igualdad ante la ley)”.
Cita además, la Opinión Consultiva solicitada por la Comisión Interamericana de
Derechos Humanos “Condición jurídica y derechos humanos del niño” (OC-17/2002,
del 28 de agosto de 2002), como argumento de autoridad para justificar que en el caso,
no se viola el principio de igualdad y que no existe discriminación por razón de edad
en los casos en que la ley limita el ejercicio de la capacidad civil a quienes, por ser menores no están en condiciones de ejercerla sin riesgo de su propio patrimonio.
Los Ministros Ricardo L. Lorenzetti y Juan C. Maqueda por su voto, pusieron de
relieve que el planteo se había tornado abstracto, pues al momento de emitir su voto,
la niña ya tenía más de 14 años y que su abogado había presentado renuncia obrante
en el expediente principal, sin que existan constancias de una nueva designación ni
manifestación alguna de la peticionaria en ese sentido (considerando 5°).
V. “Quo vadis advocatus?” ¿Cambios en nuestra profesión?
Creada la figura del Abogado del Niño, se abre un abanico de dudas, ante la novedad de conocer sus funciones y perfil (40). Pinto considera que de la Convención
(40) Vgr. Sobre el Abogado del Niño se ha dicho que es una “figura […] ignorada en el ámbito jurídico” cfr. ROMANI, Melina “Responsabilidad legal de los padres respecto de sus hijos menores de edad”
274
Diego Robledo
Internacional sobre los Derechos del Niño, por el compromiso asumido por el Estado
de adoptar todas las medidas administrativas, legislativas y de otra índole en pos de
la efectividad de los derechos reconocidos (artículo 4 (41)), emana la figura y función
del defensor de niños, niñas y adolescentes como “sujeto procesal necesario que tiene como función defender jurídicamente los derechos de niños, niñas y adolescentes en
todo tipo de procesos donde estén en juego sus derechos e intereses, teniendo en cuenta
sus opiniones, tanto sea para la atención de casos individuales (penal, familiar, civil,
etc.) como para ámbitos generales, sea esta la figura del defensor público especializado
garantizado en forma absoluta por el estado, y otros de diversa naturaleza con las mismas pautas” (42). Esta defensa en ámbitos generales que menciona está dada por el
ombudsman de la niñez y la adolescencia (43).
En la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, desde 2012, una ley regula la figura del
Abogado del Niño. En el marco de la Asesoría General Tutelar funciona un Equipo
Público de Abogados del Niño, quienes describen su función: “hacer valer en el expediente administrativo y /o judicial la postura personal del niño. En otras palabras, el
norte del abogado del niño es garantizar que su derecho a ser oído cuente con la debida
consideración, debida consideración que sólo se logra a través del derecho de defensa
técnica” (44). En cambio en Chubut (45), la defensa de los niños, niñas y adolescentes
[fecha de publicación Revista del Colegio de Abogados de La Plata, 22-12-2009] en http://www.calp.
org.ar/uploads/82309af941b592f8f1f817b32f0f6872.pdf (01-02-2013); entre otros.
(41) Por la letra del artículo se observa que el compromiso asumido no es poco “Los Estados Partes
adoptarán todas las medidas administrativas, legislativas y de otra índole para dar efectividad a los
derechos reconocidos en la presente Convención. En lo que respecta a los derechos económicos, sociales y
culturales, los Estados Partes adoptarán esas medidas hasta el máximo de los recursos de que dispongan
y, cuando sea necesario, dentro del marco de la cooperación internacional.”
(42) PINTO, Gimol, ob. cit., p. 5.
(43) ROBLEDO, Federico J. BASES CONSTITUCIONALES DEL PROCESO ¿Se asegura la independencia del Poder Judicial desde la óptica de las garantías constitucionales del debido proceso y de la
defensa a través de los nuevos órganos de control: el Defensor del Pueblo? [Tesis Doctoral – Director Dr.
Alberto Zarza Mensaque], Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de UNC, p. 147. En la tesis, respecto
a este punto agregó el proyecto de ley para la creación de la figura del ombudsman específico. En la
Ley 26061, un capítulo se encuentra reservado para esta figura especial.
(44) RODRÍGUEZ, Laura “El abogado del niño como garantía del debido proceso legal. Presentación
del Equipo Público de Abogados del Niño creado por la Asesoría General Tutelar de la Ciudad de Buenos
Aires” accedido desde: http://asesoriatutelar.com.ar/materialdeinteres/documentos/03_SEGUIMIENTO_DE_LA_INSTITUC/3_1/d_El_abogado_del_nino_como_garantia.pdf (01-02-2013).
(45) Ministerio de la Defensa Pública de la Provincia de Chubut, Res. 62/12 consultada en el sitio:
http://www.defensachubut.gov.ar/?q=node/2992 (01-01-2013) “EL DEFENSOR GENERAL RESUELVE:
1º) DETERMINAR QUE EL MINISTERIO DE LA DEFENSA PÚBLICA ASUMA PROVISIONALMENTE
y hasta la creación de una dependencia estatal especializada en la Provincia del Chubut, la obligación
de brindar a niños, niñas y adolescentes, asistencia y patrocinio letrado desde el inicio de todo proceso
judicial o administrativo que los incluya, cuando existiere divergencia de intereses u opinión con sus
representantes y se encuentren en condiciones de formarse un juicio propio en atención a su edad y
madurez (artículos 12 en concordancia con los artículos 25 y 37 de la Convención Sobre Derechos del
Niño; 75 inciso 22 y 18 de la Constitución Nacional; 18, 44 y 45 de las Constitución Provincial, 27 inc. c
275
Revista de la Facultad, Vol. IV N° 1 Nueva Serie II (2013) 259-283
ha sido encomendada al Ministerio Público “provisionalmente, hasta que se cree una
dependencia específica”. A tales fines Natalia Gradaschi (46), diputada de la Provincia
de Buenos Aires y autora del proyecto de ley sobre la figura del abogado del niño precisó que “entre las funciones del Abogado del Niño, está la de ofrecer el patrocinio técnico en las situaciones judiciales o administrativas, y será quien garantice que ese niño o
niña puedan ser oídos y que su palabra esté presente en todo el proceso”, apuntó además
la necesidad de un trato interdisciplinario al respecto: “Muchas veces escuchamos a los
niños, pero para saber qué hacer, para saber cómo interpretar esa palabra, hay otras
especialidades que nos pueden ayudar para que el juez o la autoridad interviniente
pueda adoptar la decisión más justa para los pibes” (47). Mientras que en Córdoba, en
octubre de 2012 se crea el Centro de Capacitación del Abogado del Niño por resolución N°165 del Defensor de los Derechos de los Niños, Niñas y Adolescentes, Héctor
R. David.
Si tomamos en cuenta que 12.333.747 personas al 2010 eran menores de 17 años,
advertimos que este tema no sólo cambia proceso judicial clásico, sino que también
la admisión de la figura del abogado del niño, niña y adolescente puede dar lugar a
procesos colectivos, pues el colectivo es una clase en potencia o al menos se advierte
que pueden ser homogéneos los derechos individuales en ejercicio.
de la Ley Nacional N° 26.061, de Protección Integral de las Niñas, Niños y Adolescentes, 14 de la Ley
Provincial III N° 21, 3 y 7 de la Convención Sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad y
22 y 26 de la Ley Nacional N° 26.657 de Salud Mental).- 2°) REMITIR NOTA a los Colegios Públicos de
Abogados de todas las Circunscripciones Judiciales, a fin de interesarlos en la confección de listados
de letrados colegiados dispuestos a asumir la intervención profesional de la que se trata, en todos los
casos, con copia de la presente.- 3°) INSTRUIR a los Señores Defensores Jefes a fin de que tomen contacto en forma inmediata con el Colegio Público de Abogados de su Circunscripción, a los fines que se
explicitan en la presente.- 4°) FACULTAR a los mismos para que, hasta tanto se concrete la confección
de los listados supra mencionados, efectúen las contrataciones de abogados que resulten menester
a los fines de la presente, en forma directa y en los términos del artículo 62 de la Ley V - N° 90.- 5°)
ENCOMENDAR a los Señores Defensores Jefes la supervisión de los letrados contratados, de ser posible en forma conjunta con las autoridades del Colegio Público, quienes tendrán especialmente en
cuenta el respeto de la voluntad de la persona menor de edad en el proceso del que se trate, pudiendo
oponerse a la internación y/o institucionalización o solicitar su externación o que estas medidas lo
sean por el lapso más breve posible, solicitar la restitución del vínculo familiar y, en fin, impetrar ante
la autoridad administrativa o judicial, según corresponda, cuanta acción y medida de protección resulte necesaria para la mejor defensa del interés de su asistido. Esta labor concluirá cuando se agote la
contienda administrativa o jurisdiccional.- 6º) REGÍSTRESE, COMUNÍQUESE al Consejo de la Defensa
Pública, a los Señores Defensores Jefes y a la Jefatura Provincial del Servicio Social, por su intermedio
a todo el personal a su cargo.- Hágase saber al Superior Tribunal de Justicia, por intermedio de la Secretaría Letrada, y a la Procuración General.- Asimismo, dado el carácter provisional de la asunción
de esta obligación convencional, remítase copia de la presente al Señor Gobernador de la Provincia
del Chubut, a la Honorable Legislatura y al Señor Fiscal de Estado.- Dése copia al Digesto Digital y,
cumplido, ARCHÍVESE.- RESOLUCIÓN N° 62/12 D.G.”.
(46) “Diputados aprobó la creación del Abogado del Niño” 26.11.2012 accedido desde el link: http://
newsweek.infonews.com/nota-191070-Diputados-aprobo-la-creacion-del-Abogado-del-Nino.html
(47) Diputados bonaerenses aprobaron la creación del Abogado del Niño, 25-11-2012 accedido desde
el sitio: http://www.parlamentario.com/noticia-50366.html (25-01-2013).
276
Diego Robledo
Consideramos que es un cambio en nuestra profesión, por cuanto realiza la asistencia letrada técnica a personas que en otras épocas no tenía voz. Ahora la tienen, a
los adultos nos demanda aprender a escuchar activamente. Los abogados y abogadas,
como operadores jurídicos en distintas funciones, precisan actualizarse y comprender lo transversal de esta disciplina como bien enseñaba Eduardo Couture “Estudia.
El derecho se transforma constantemente. Si no sigues sus pasos, serás cada día un poco
menos abogado”. Abogamos por un ejercicio de la humanización del proceso judicial,
aquél a través del cual se dignifica a la persona humana sin distinción alguna más que
ser persona.
VI. Reflexiones
Nuestra profesión, el Poder Judicial, el proceso judicial son instituciones si lo observamos como fenómenos culturales (48). En este sentido Myriam Consuelo Parmigiani de Barbará enseña que “en el concepto de institución se comprenden no sólo las
reglas formales sancionadas por el sistema judicial y la maquinaria del estado, sino
también las normas sociales que los actores generalmente respetan y cuya violación es
sancionada con pérdida de reputación, desaprobación social, apartamiento de la cooperación, exclusión de recompensas, o incluso el ostracismo” (49). Al contrastar teoría
y praxis, la doctrina y jurisprudencia, encontramos diferentes interpretaciones sobre
un mismo punto: el abogado o abogada del niño, niña y adolescente.
Hay acuerdos sobre la realización del debido proceso como uno de los ideales
contemporáneos del proceso judicial. El desacuerdo comienza cuando nos preguntamos acerca de los elementos que componen al debido proceso. Así, observamos que
hay interpretaciones que consideran que el abogado del niño, niña y adolescente es
una garantía que integra el debido proceso legal y otras que entienden que el debido
proceso se realiza de modo suficiente y acabado con escuchar al niño, niña y adolescente en una audiencia a tales fines. No falta quien cuestiona que el abogado del niño
se superpone a otras figuras como la representación que hacen los padres de sus hijos
a su cargo, del Defensor Público del Menor, del Defensor de la Niñez y la Adolescencia
(ombudsman), pues interpretan de diferentes modos la ley escrita.
La legitimación procesal es una de las llaves que abren el portón para acceder a la
justicia. Nosotros postulamos que el debido proceso legal debe ser visto en conexión
con el interés superior del niño, en sintonía con el paradigma de la protección inte (48) AVILA PAZ de ROBLEDO, Rosa (Directora), Manual de Teoría General del Proceso, ob. cit., T.
1, p. 9.
(49) PARMIGIANI DE BARBARÁ, Myriam Consuelo “Las reglas constitucionales como posibilidad y
como restricción para el reordenamiento territorial de las políticas públicas. El caso de la Provincia de
Córdoba” III Congreso Argentino de Administración Pública “Repensando las relaciones entre estado,
democracia y desarrollo”, San Miguel de Tucumán, 2-4 de junio de 2005, [ponencia, p. 2] accedido
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YtQHGEbvrUAL0cpQ (01-02-2013)
277
Revista de la Facultad, Vol. IV N° 1 Nueva Serie II (2013) 259-283
gral, cuya eficacia en el mundo jurídico se realiza cuando se articulan los artículos 3 y
12 de la Convención Internacional sobre los Derechos del Niño.
Adolfo Alvarado Velloso hace hincapié en que el proceso judicial como un “método pacífico de debate dialogal y argumentativo” (50). En este sentido, las reglas del
debate, del diálogo, no sólo dicen el orden de la palabra sino también el reparto, quién
participa, quién habla y quién escucha, quién decide, quién revisa, quién controla, y
quién tiene la última palabra. Esto define a nuestro proceso judicial, a nuestra Justicia
como institución, a nuestra profesión, al modo de administrar justicia, pero también
define a nuestra sociedad, a nuestro Estado de Derecho. Basta preguntarse si las razones expuestas en pos y en contra del abogado del niño, niña y adolescente resultan
razonables, si encuentran legitimidad en la sociedad, qué normas éticas las sostiene.
La Corte Suprema de Justicia de la Nación ha tenido oportunidad de expedirse
sobre la figura en dos oportunidades señalando que la admisión de esta figura es a
pedido de la Defensoría Oficial y su designación debe realizarla el Juez de la causa;
puede ser a pedido de un niño, niña o adolescente menor de 14 años, pero no si el pedido lo formula alguien de menos de 14 años por sí mismo. Con ello, la jurisprudencia
va delineando los perfiles de admisión de la figura.
Reflexivamente compartimos que “el norte de la Abogacía no son las cosas y aun
cuando las normas traduzcan una estrategia de índole patrimonial el objeto de nuestros desvelos no son ni los contratos ni las cosas, sino los seres humanos. Y si de verdad
creemos en la irrenunciable dignidad del ser humano, de todos y cada uno de los seres
humanos, libres e iguales sobre la faz de la tierra, este excelso paradigma deberá guiar
siempre la conducta del Abogado” (51).
Nuestra querida “Universitas Cordubensis Tucumanae”, hoy Universidad Nacional
de Córdoba, celebra 400 años (1613-2013), en este marco, abogamos en pos del debido proceso legal humanizado que reconoce y respeta la dignidad humana a todas
las personas. Abogamos en pos de la humanización de la abogacía y del abogado del
niño, niña y adolescente humanista, que alcance a comprender la realidad multidimensional y necesidades interdisciplinarias y ayude a realizar dignamente a las personas que defiende y asesora.
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283
REPRESENTACIÓN Y RESPONSABILIDAD EN LA TEORÍA
DE DEMOCRACIA DELIBERATIVA *
REPRESENTATION AND ACCOUNTABILITY IN DELIBERATIVE
DEMOCRACY THEORY
Adriana Laura Vercellone **
Resumen: La primera parte de este trabajo reproduce algunos de los
problemas que las exigencias del principio de responsabilidad presentan para un sistema democrático representativo de gobierno, haciendo hincapié en la solución ofrecida por el sistema de responsabilidad
electoral. La segunda parte, analiza las soluciones propuestas por el
modelo de democracia deliberativa a estos problemas, señalando los
puntos relevantes de esta teoría. En particular, se estudia el modelo
deliberativo de Gutmann y Thompson, cuya obra ha revitalizado el interés por la deliberación y realizado una importante contribución a la
teoría política.
Palabras - clave: Democracia deliberativa – Responsabilidad – Representación.
Abstract: The first part of this paper reproduces some of the problems
that the requirements of the principle of responsibility imply for a representative democratic system of government, with emphasis on the
solution offered by the system of electoral accountability. The second
part examines the solutions proposed by the model of deliberative
democracy to these problems, identifying the relevant aspects of this
theory. In particular, we study the deliberative model of Gutmann and
Thompson, whose work has revived the interest for discussion and
made ​​a major contribution to political theory.
Keywords: Deliberative democracy – Accountability – Representation.
Sumario: I. Introducción.– II. Los problemas de la representación
política.– III. Una solución al problema: la responsabilidad electoral.–
* Trabajo presentado para su publicación el 1 de febrero de 2013 y aprobado el 15 de febrero de 2013.
** Abogada (UNC). Becaria doctoral SECyT (UNC). Maestrando en Derecho y Argumentación (UNC).
Profesora de Ética y Ética y Derechos humanos. Adscripta en Derecho Político (FDyCs - UNC).
285
Revista
de la Facultad, Vol. IV N° 1 Nueva Serie II (2013) 285-300
Revista de la Facultad, Vol. IV N° 1 Nueva Serie II (2013) 285-300
IV. El modelo de democracia deliberativa de Gutmann y Thompson.–
V. El principio de responsabilidad en el modelo deliberativo.– VI. El
problema de la especialización.– Peligro del elitismo político.– VII. El
problema de la especialización.– Peligro del populismo político.– VIII.
El problema de los constituyentes.– IX. Conclusiones.
I. Introducción
¿Cuál es el mejor sistema político para que ciudadanos puedan justificar y legitimar sus decisiones públicas? ¿Cómo podrían hacerse mutuamente responsables
de las consecuencias de sus decisiones? Si consideramos los límites fácticos para la
realización de debates públicos que involucren a gran cantidad de ciudadanos, y la
celeridad y efectividad de decisiones que exige la vida pública, nadie duda en sostener
que la representación política se convierte en necesaria para el buen funcionamiento
de un sistema democrático, hasta el punto que hoy casi todos los estados modernos
están constituidos como democracias representativas.
Sin embargo, si se asume que por razones democráticas es deseable que el pueblo
sea autoridad de las decisiones que lo afectan, recurrir como mecanismo de decisión
al sistema representativo tiene como consecuencia dejar relegada al pueblo una tarea
política menor –la participación en elecciones–. Estas breves líneas resumen el escepticismo y crisis de legitimidad que el sistema de representación política ha generado y
al que se ha dedicado gran parte del actual debate sobre la democracia.
Una adecuada respuesta a estas cuestiones, permitiría revalorizar a la representación política como un buen sistema para actuar en favor del mejor interés público
en democracia. Frente a la insatisfacción de las respuestas ofrecidas por el tradicional
modelo electoral de participación y responsabilidad, surgen otras variantes de modelos de democracia que reclaman una mayor participación ciudadana, de la mano de
instituciones que mejoren la responsabilidad pública.
En lo que sigue, intentaré reconstruir alguno de estos cuestionamientos que se
han dirigido contra el sistema democrático representativo, en particular, al aspecto
referido a la atribución de responsabilidad por los actos públicos. Para esto, analizaré
la tradicional forma de concebir a la representación y la responsabilidad, a la luz de la
exposición y críticas de Adam Przeworski. Luego, examinaré la propuesta deliberativa
de democracia, y en particular, la teoría de Amy Gutmann y Dennis Thompson, con el
objetivo de mostrar las ventajas de su abordaje frente a los problemas antes señalados.
II. Los problemas de la representación política
Una crítica común cuestiona que las instituciones y el proceso de decisión democrático generen en los representantes la suficiente motivación para obrar en beneficio
de los representados. Una crítica más concreta, que es la que se analiza en este trabajo, discute un aspecto relacionado con uno de los elementos que toda teoría de la
representación debe determinar: la cuestión del vínculo que une al representante con
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el representado (1). Cuando se hacen referencias a este elemento, deben considerarse
dos aspectos importantes.
El primero, se relaciona con los efectos que tiene la designación de un funcionario
representante y las razones que deben justificar sus decisiones. Implica determinar si
es éste un sujeto independiente que sustituye al representado, debiendo por lo tanto
apelar a las propias razones al decidir, o si es un autorizado o delegado que actúa
de forma dependiente a los intereses del representado, debiendo gobernar según le
indiquen las razones de los electores. Este problema ha sido llamado por Gutmann y
Thompson “el problema de la especialización” o el problema del quién en la representación, y discute quién es el sujeto cuyas razones deben justificar las decisiones que
se toman en democracia (2). Asimismo, reconoce dos versiones: el elitismo político y
el populismo político.
Si se sostiene que el representante es un agente independiente, entonces tiene la
facultad de tomar decisiones vinculantes para toda una ciudadanía considerando la
propia experiencia y conocimientos. Esta versión del problema, que convierte a los
electores en meros espectadores de los actos públicos cuando sólo un grupo de personas tienen acceso a los argumentos que justifican las decisiones, ha sido definida
como elitismo político (3). En este esquema, el ciudadano elige a quienes, por sus capacidades o preparación, garantizan mejores decisiones, y a través de esa elección,
legitiman cada uno de los actos públicos futuros de su representante.
Por el contrario, si los representantes siguen los lineamientos marcados por la opinión pública y los argumentos de los electores al decidir, se sacrifica la argumentación
especializada y justificación racional que es tan importante para las decisiones democráticas. Este ha sido definido como populismo político, problemático por la ausencia
de verdadera discusión y por las posibilidades que tienen las mayorías de decidir en
contra de valores considerados fundamentales (4). Desde esta perspectiva, el ciudadano elige y otorga al representante una especie de mandato para que realice los actos
en él autorizados.
El segundo de los aspectos que deben considerarse cuando se habla del vínculo
que une al representante y el representado, se relaciona con el control y la atribución
de responsabilidad al representante. Es decir, la forma del control que los ciudadanos
ejercen sobre sus representantes, y la rendición de cuentas que el representante debe
(1) MARTÍ, José Luis. La República Deliberativa. Una teoría de la Democracia. Marcial Pons, Ediciones Jurídicas y Sociales SA, Madrid, 2006, p. 221 a 222. Siguiendo a Martí pueden mencionarse
además otros tres elementos que es importante que toda teoría de la representación establezca: a)
el sujeto que debe ser representante; b) el modo de selección del representante; y c) la forma en que
debe realizarse la representación.
(2) GUTMANN, Amy y THOMPSON, Dennis. Democracy and Disagreement. The Belknap Press of
Harvard University press, Cambridge, Massachusetts. London, England, 1996, pp. 128-129.
(3) GUTMANN, A. y THOMPSON, D. Ob. cit., p. 132.
(4) GUTMANN, A. y THOMPSON, D. Ob. cit., p. 137.
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realizar ante el representado. Sea un agente independiente o dependiente, un representante debe obrar en interés del pueblo y luego justificar el sentido de sus acciones.
Pero para ello es necesario primero definir ante quién debe hacerlo. Este segundo
problema, al que Gutmann y Thompson han llamado el “problema de los constituyentes”, implica determinar ante quién deben justificarse los actos públicos (5). Este punto
ha generado discusiones, ya que determinar este aspecto de la responsabilidad puede
implicar excluir del ámbito de la responsabilidad a sujetos legítimamente interesados,
o por el contrario, incluir de manera excesiva a sujetos no afectados por una decisión.
Por ejemplo, si se afirma que deben rendirse cuentas ante los ciudadanos que han
elegido a un funcionario (electores), se corre el riesgo de desatenderse reclamos legítimos de individuos también afectados por una decisión pero no electores, como por
ejemplo pueden ser los vecinos de la jurisdicción. Si se sostiene que debe hacerse ante
cualquier persona que pueda ser afectada por sus decisiones (constituyentes morales), se acusa negar especial consideración a los ciudadanos que han participado en
las elecciones de un representante.
III. Una solución al problema: la responsabilidad electoral
Adam Przeworski analiza el tradicional principio de responsabilidad democrática
electoral a partir de las dos principales perspectivas desde las que puede concebirse a
la representación: la concepción de la representación como mandato, y la concepción
de la representación como responsabilidad (6).
Entiende que la concepción de la representación como mandato define a las elecciones populares en un sentido prospectivo, cuya principal función es la elección de
los cursos de acción institucionales futuros. Precisamente, cada ciudadano a través
de su voto elige a la figura que mejor representa sus intereses, o a aquel cuyo plan de
gobierno se acomoda a lo que él desea para su comunidad. Que puedan realizarse
elecciones exitosas desde este punto de vista depende, cree Przeworski, de dos elementos (7):
a) que las campañas electorales verdaderamente informen las acciones que los
representantes esperan realizar en caso de ser elegidos;
b) que el cumplimiento de lo prometido implique actuar en beneficio de los electores.
La segunda concepción de representación sostiene que las elecciones tienen
como función responsabilizar a los representantes por sus decisiones pasadas. En este
caso, las razones que tiene un representante para cumplir los mandatos o los requisi (5) GUTMANN, A. y THOMPSON, D., Ob. Cit., p. 144.
(6) PRZEWORSKI, Adam. “Democracia y representación”. Revista del CLAD Reforma y Democracia,
N° 10 (Feb. 1998), Caracas, Venezuela. PRZEWORSKI, Adam, STOKES, Susan y MANIN, Bernard (eds.).
Democracy, accountability and representation. Cambridge University Press, United Kingdom, 1999.
(7) PRZEWORSKI, A., Ob. cit., pp. 9-10.
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tos para satisfacer los parámetros de “buen gobierno” que el ciudadano establece, son
motivados por el interés en la reelección. El voto como rendición de cuentas, para ser
exitoso, debe mostrar la presencia de dos elementos (8):
a) la existencia de posibilidades reales de los ciudadanos de remover del cargo a
un representante o reafirmar sus intenciones de mantenerlo en ese lugar;
b) el afán del representante de permanecer en el lugar de poder, que lo estimula
a hacer lo necesario para su reelección.
Reconoce Przeworski que ninguna de las concepciones permite justificar decisiones públicas democráticas o un reproche adecuado de responsabilidad. Por un lado,
porque elegir como representante a los individuos que mejor representan nuestros reclamos y exigirles actuar siempre en determinado sentido, no considera algunos factores que pueden motivarlo a apartarse de su mandato, como ser: a) el descubrimiento de un nuevo curso de acción más beneficioso para los intereses públicos; b) con intenciones egoístas antes ocultas, puede elegir priorizar intereses personales; c) creer
que los juicios del electorado para los que fue autorizado son equivocados. Asimismo,
las campañas electorales que el ciudadano ha votado, no son del todo informativas de
las acciones que se llevarán a cabo, pues no siempre los intereses personales del representante coinciden con los del electorado, y quien desea ser elegido puede ser que
oculte esa información (9). Además, el sistema no reconoce mecanismos que obliguen a los representantes a cumplir con aquello que han prometido en las campañas
electorales. Por esto, puede decirse que esta versión de la representación aleja al ciudadano de los lugares de decisión pública, y diseña un sistema en el cual el privilegio
de la información es un requisito para la efectiva participación.
Por otro lado, y como consecuencia de lo anterior, la concepción de representación como responsabilidad se muestra insuficiente para garantizar un eficaz sistema
de reproche de conductas. La posición de desinformación en la que se encuentra el
ciudadano, evita que pueda elegir la mejor propuesta para el futuro y por lo tanto con
su voto juzgar –castigando o premiando– con precisión los hechos pasados. La oposición y los medios de comunicación, como principales agentes de control, no siempre
cumplen la mejor tarea de monitoreo de los actos oficiales y agravan esta posición del
ciudadano. Algunos elementos del diseño institucional tradicional contribuyen a obstaculizar la facultad de los ciudadanos de responsabilizar a sus representantes, como
ser: a) la coalición de partidos o gobiernos pluralistas que diluyen la atribución de responsabilidad personal; b) los límites constitucionales establecidos para la reelección
de un representante en el cargo, eliminan esa motivación en el representante (10).
Que el ciudadano cuente con una sola instancia de control y recompensa, no genera los mejores incentivos para participar e informarse acerca de los actos públi (8) PRZEWORSKI, A. Ob. cit., pp. 15-16.
(9) PRZEWORSKI, A. Ob. cit., pp. 11-13.
(10) PRZEWORSKI, A. Ob. cit., pp. 15-16.
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cos. Si a esto se suma la dificultad para juzgar hacia el pasado a representantes que
se desempeñan en instituciones en las que es difícil individualizar a los agentes, los
obstáculos para el acceso a la información, y el verdadero rol que cumplen los organismos de control horizontal, se concluye que las elecciones populares no pueden
cumplir ninguno de los roles previstos en ambas concepciones (11).
Concebir al sistema representativo y atribución de responsabilidad pública a partir de una única instancia, tampoco ofrece los mejores incentivos morales al representante para informar sus preferencias y actos de gobierno, informarse respecto a
los intereses ciudadanos, o en definitiva, para actuar en beneficio del electorado. Finalmente, puede agregarse que nada dicen estas concepciones sobre los cuestionamientos a la difícil determinación de los constituyentes morales ante los que rendir
cuentas.
IV. El modelo de democracia deliberativa de Gutmann y Thompson
En los últimos años, en la teoría política se ha revitalizado el ideal de discusión
y participación ciudadana, y con él, el modelo de democracia deliberativa. Frente a las numerosas críticas suscitadas en contra de las democracias de mercado, el
modelo pluralista de democracia y en contra de gran parte del pensamiento liberal
democrático, se ha reavivado un antiguo principio democrático que sostiene que la
mejor decisión pública es aquella que se realiza mediante la deliberación entre ciudadanos libres e iguales. Este giro en la discusión política contemporánea, se debe
también en gran medida, como afirma Martí, a la importancia que ha tomado la
idea del desacuerdo moral en la agenda política (12). Con estos antecedentes, hemos
visto renacer a finales del siglo XX el modelo deliberativo de democracia, gracias al
aporte de importantes teóricos como Bessette, Habermas, Elster, Bohman y Cohen,
entre otros (13).
Definida como un “modelo político normativo cuya propuesta básica es que
las decisiones políticas sean tomadas mediante un procedimiento de deliberación
(11) Las conclusiones de Przeworski, que no se analizan en el presente trabajo, son escépticas respecto
al sistema representativo en general y respecto a cualquier modo de agregación de preferencias, aún el
deliberativo, ya que el problema de fondo para el autor está dado por el diseño institucional previsto
en democracia y las razones para actuar que genera en los individuos. Su propuesta se resume en un
diseño institucional compatible con ambas concepciones de representación, que incluye separación
de poderes, existencia de agencias independientes, estricto control sobre la burocracia y descentralización de actividades públicas.
(12) MARTÍ, J., Ob. cit., pp. 11 a 38. En su libro La República Deliberativa. Una teoría de la Democracia,
José Luis Martí realiza un completo análisis del surgimiento del modelo deliberativo de democracia a
partir de la crisis e insatisfacción de otros modelos de democracia.
(13) Ver BESSON, S. Tho paradox of democratic representation. On wether and how disagreement
should be represented, en WINTGENTS, L. Essays on legisprudence, London: Ashgate, 2004; BHOMAN,
J. Public deliberation. Pluralism, complexity and democracy, Cambridge (Mass.): MIT Press, 1996;
HABERMAS, J. Tres modelos de democracia: sobre un concepto de una política deliberativa, Debats,
n. 39, Valencia, 1992; ELSTER, Jon, La Democracia Deliberativa, Gedisa Barcelona, 2001; entre otros.
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democrática” (14), resaltan entre sus rasgos predominantes los siguientes: a) la justificación mutua de las decisiones políticas es la base legítima para alcanzar soluciones
a los problemas colectivos (15); b) los argumentos que justifican las decisiones públicas son accesibles a todos los participantes de la deliberación (16); c) los participantes de la deliberación deben ser todos aquellos potencialmente afectados por la
decisión que va a ser deliberada (17); d) las decisiones a las que se arriba son siempre
provisorias y abiertas a una posterior nueva deliberación, fomentándose la continua
discusión sobre los asuntos políticos (18); e) existen instituciones que favorecen el desarrollo de capacidades individuales y educación política en la comunidad, organizaciones que resultan esenciales para sentar las condiciones de una cultura deliberativa
exitosa (19).
De esto se extrae que, desde la perspectiva deliberativa, deben tratarse de manera
equitativa los reclamos e intereses de todos los ciudadanos de una comunidad. Esto
se logra considerando como libres e iguales a los individuos que participan de una
elección colectiva. La discusión en la que se justifica todo poder público, está basada
en argumentos morales y puede llevarse a cabo en todos los ámbitos institucionales,
siendo necesario que se fomente también desde espacios no institucionales.
Entre la extensa producción teórica sobre el modelo, destaca Democracy and disagreement, de Gutmann y Thompson, el cual es considerado texto precursor de la
democracia deliberativa, y una de las obras que mayor reacción ha generado en el
ámbito político y académico (20).
(14) MARTÍ, J. Ob. cit., p. 22.
(15) GUTMANN, Amy y THOMPSON, Dennis, Why deliberative democracy? Princeton University
press, Princeton y Oxford, 2004, p.3. CLARKE, Barry y FOWERAKER, Joe (Eds.) Encyclopedia of Democratic Thought. Routledge, Londres, 2001, p. 168.
(16) GUTMANN, A. y THOMPSON, D., 2004. Ob. cit., p. 4.
(17) HABERMAS, 1981, pp. 33-4, en MARTI, J. Ob. cit. pp. 78.
(18) MARTI, J. Ob. cit. pp. 94. GUTMANN, A. y THOMPSON, D., 2004. Ob. cit., p. 6.
(19) HELD, David. Models of democracy. Third edition. Polity Press, Cambridge USA, 2006, pp. 258-263.
(20) El libro es consecuencia de reflexiones surgidas a partir de los contenidos del curso dictado por
Gutmann y Thompson sobre ética política en universidades norteamericanas. Además, para este trabajo,
se han consultado otros textos de los mismos autores, a saber: Why deliberative democracy?, 2004, de
GUTMANN, A. y THOMPSON, D. Ética política y el ejercicio de los cargos públicos, 1999 de Thompson
D.; y Restoring responsibility: Ethics in Government, Business, and Healthcare, 2005 de Thompson D.Amy
Gutmann es Dra. en Ciencias Políticas. Enseñó en la Universidad de Princeton hasta 2004. Desde 2009
es Presidente de la Comisión para el estudio de cuestiones bioéticas de Estados Unidos, miembro de
diversas Asociaciones Internacionales sobre justicia, democracia, etc., y asesora a la Secretaría General de las Naciones Unidas sobre temas de relevancia mundial, que incluyen inmigraciones masivas,
libertad académica, desarrollo internacional, y responsabilidad social de las universidades. Dennis
Thompson es Doctor en Ciencias Políticas y profesor de la Universidad de Harvard. Es también consultor
del comité Joint Ethics Committee del South African Parliament, de la American Medical Association,
y del U.S. Senate Select Committee on Ethics.
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En coincidencia con otros teóricos deliberativos, Gutmann y Thompson entienden que el desacuerdo entre ciudadanos sobre valores morales fundamentales es el
desafío que la democracia debe enfrentar, razón por la que pretenden mostrar una
concepción de ésta que garantice a la discusión un lugar central en la política (21). De
manera que dos ideas guían el trabajo de Gutmann y Thompson: la persistencia del
desacuerdo moral entre ciudadanos, y la provisionalidad de cualquier principio moral. Ambos demandan la búsqueda de una forma de toma de decisiones públicas que
permita la convivencia ordenada y que, a la vez, refleje los principios de la dimensión
democrática que valorizamos. Para eso, definen una serie de principios teóricos que
posibilitan la discusión racional en un ámbito de reciprocidad y respeto. Los principios
que, según los autores, mejor ajustan la deliberación al proceso político son seis: tres de
ellos referidos al proceso de deliberación –reciprocidad, publicidad y responsabilidad–
y tres referidos al contenido de las políticas alcanzadas –libertad básica, oportunidad
básica y oportunidad justa–. Frente a la discusión procedimentalismo – sustantivismo
que se suscita en el núcleo de la discusión política democrática, Gutmann y Thompson
asumen y defienden un modelo de democracia que reconoce paridad absoluta entre el
aspecto procedimental y el aspecto sustantivo de la deliberación.
En contra de esta teoría, se alzaron críticas que sostienen que el contenido de
los principios de libertad y oportunidad desarrollados por Gutmann y Thompson
muestran las convicciones personales que estos autores tienen respecto a casos de
desacuerdo (22). Es por eso que en Why deliberative democracy? redefinieron estos
principios de contenido afirmando que son apenas “hipótesis normativas” provisorias, que no muestran la solución definitiva a un problema moral particular o que no
constituyen principios en base a los cuales evaluar cualquier decisión democrática.
En cambio, son el resultado de la práctica de los principios deliberativos procedimentales frente a claros casos de desacuerdo, pero que podrían ser discutidos nuevamente
en un debate racional. Los principios sustantivos se siguen preservando, pero no existe un compromiso con su contenido, sino que éste dependerá de la fuerza del mejor
argumento. Esto, por oposición a otras teorías –teorías de principios de primer orden–
que defienden una serie de principios de justicia y “buscan resolver el desacuerdo moral intentando demostrar los principios que deben ser rechazados” (23). En ese sentido,
(21) La principal crítica de Gutmann y Thompson a los modelos de democracia constitucional y
procedimental, afirma que otorgan un lugar menor al argumento moral en el centro de sus teorías.
(22) Un texto que reúne las críticas dirigidas contra este punto de la teoría de Gutmann y Thompson
es Deliberative politics. Essays on democracy and disagreement, Oxford University press. New York, 1999,
de Macedo Stephen (editor). En dicho trabajo, Stanley Fish (MACEDO, ob. cit. pp. 88-102) y William
Galston (MACEDO, ob. cit. pp. 39-48) señalan que, al ser el contenido de los principios sustantivos
de la teoría de Gutmann y Thompson una muestra de las convicciones personales que estos autores
tienen (respecto a, por ejemplo, distribución de recursos, aborto, y otros desacuerdos), pasan por
encima a dos principios fundamentales de la deliberación: excluyen de la discusión a otros principios
que podrían defenderse con argumentos racionales, y no respetan la provisionalidad del contenido de
los principios y decisiones que deben definirse en la deliberación. Sin tener intenciones de desarrollar
una teoría de justicia, se señala que lo hacen.
(23) GUTMANN, A. y THOMPSON, D., 2004, ob. cit., p. 13.
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Adriana Laura Vercellone
la deliberación puede entenderse como una teoría de principios de segundo orden,
que posibilita que se discutan los principios y reclamos de las teorías de primer orden,
en un ámbito de respeto y reciprocidad. Concluyen que, quienquiera que defienda
principios de una teoría de justicia de primer orden, desea discutir sus principios en
una teoría de segundo orden de las características de la deliberativa, ya que brinda
un espacio para argumentar de modo razonable y en respeto. No obstante, esto no
significa que la teoría deliberativa de Gutmann y Thompson pase a ser un mecanismo
meramente de procedimiento, ya que reconocen que los principios de procedimiento
también son provisorios. En definitiva, el mejor plan para convivir con el desacuerdo
incluye también la revisión de cualquier principio que pueda acordarse a través de la
deliberación.
La reciprocidad, que definen como la “capacidad de búsqueda de términos justos
de cooperación social” (24) es entendida como mutualidad o correspondencia entre
las personas que deliberan. Exige que en la discusión se intercambien argumentos en
términos que otros puedan aceptar, y que nadie pueda razonablemente rechazar. Éste,
es el principio que se encuentra en el “corazón” de la deliberación, es decir, aquel que
da sentido al significado de los principios de publicidad y responsabilidad, así como
también influencia los principios de libertad y oportunidad.
Uno de los aspectos sobresalientes de la teoría de Gutmann y Thompson, es la
defensa de un sistema deliberativo representativo. En su modelo teórico aspiran a que
sean los representantes quienes debaten y adoptan decisiones basadas en argumentos morales que todos los ciudadanos pueden razonablemente aceptar, aún cuando
no se arribe a un consenso colectivo. La representación por lo tanto, es para ellos no
sólo deseable, sino también necesaria.
V. El principio de responsabilidad en el modelo deliberativo
El principio de responsabilidad deliberativo es presentado en Democracy and Disagreement como un proceso continuo en el que, a través de las diferentes instancias
de la deliberación política, representantes deben rendir cuentas de cada uno de sus
actos, exponiendo los argumentos que justifican las decisiones públicas, y ciudadanos pueden aprobar o reclamar a la autoridad por dichos actos. A diferencia del sistema tradicional de responsabilidad electoral de única instancia la teoría deliberativa
se preocupa por la atribución de responsabilidad en cada uno de los actos que realiza
un funcionario representante. Exige a cada ciudadano asumir un rol reflexivo, crítico
y activo en la vida política, e igualmente, exige al representante completa y adecuada
difusión de sus decisiones y sus justificativos.
Al analizar y definir el principio de responsabilidad, Gutmann y Thompson intentan responder a los diferentes problemas que al comienzo de este trabajo se han
señalado: el problema de la especialización, en sus dos variantes, y el problema de los
constituyentes. Luego, a partir de ese análisis creen que pueden extraerse conclusio (24) GUTMANN, A. y THOMPSON, D., 1996, ob. cit. p. 52.
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Revista de la Facultad, Vol. IV N° 1 Nueva Serie II (2013) 285-300
nes generales sobre la atribución de responsabilidad en el ámbito público deliberativo.
VI. El problema de la especialización – Peligro del elitismo político
Uno de los problemas señalados a la teoría democrática muestra los límites con
los que el ciudadano común se encuentra al intentar acceder a la discusión pública.
No es democrático que los argumentos que justifican políticas no sean asequibles a
todos, ni que algunos sectores de la sociedad no puedan participar ni comprender los
términos en los que se manejan las decisiones públicas. Sea consecuencia de desigualdades del contexto, o sea por una manipulación de los representantes, algunas
personas corren con desventaja al momento de participar en la vida pública, y raramente ven sus intereses representados en el foro público.
Gutmann y Thompson entienden que el verdadero problema de estas minorías no
es su desventaja deliberativa –consecuencia de desigualdades sociales y desiguales
oportunidades de educación–, sino su falta de poder. Es decir, no niegan que las diferencias del contexto económico o social puedan influir en las posibilidades de acceso
a cargos públicos o en las capacidades para la deliberación, pero corrigen que este
problema, el elitismo político, se presenta en modelos políticos que en su práctica
priorizan la situación de poder en el acceso a la participación.
En cambio, el modelo deliberativo pretende priorizar la justificación y argumentación moral por encima del poder. Cualquier ciudadano que pueda justificar sus preferencias y decisiones públicas en base a argumentos que nadie puede razonablemente
rechazar, tiene la garantía de que será escuchado en el foro público. Que se institucionalice un espacio en el que triunfa el mejor argumento aumenta las posibilidades de
participación e influencia de las minorías. Así, la atribución de responsabilidad puede
ser practicada por cualquier ciudadano que se interese en la deliberación que realizan
sus representantes y considere sus intereses afectados por una decisión no justificada.
Asumir que las minorías no pueden expresar sus reclamos, en el modelo deliberativo
implicaría negar la racionalidad de los reclamos de estos grupos, un punto que para
Gutmann y Thompson no es plausible.
De hecho, Gutmann y Thompson creen que aún frente a un contexto de oportunidades injusto para un grupo, el foro público deliberativo permite la crítica racional
a dicho contexto. Al exigir a los representantes decisiones y soluciones que puedan
justificarse ante cualquiera, la deliberación política puede neutralizar los efectos discriminatorios de las diferencias sociales, de género, raza, u otra.
Otro aspecto importante que se ha considerado parte del problema del elitismo en
democracia, refiere a los términos en que se expresan las decisiones. Puede suceder
que personas con destrezas especiales para la política y el discurso argumenten en
términos técnicos específicos, con el efecto de desviar la deliberación o hacerla inaccesible para gran parte de la ciudadanía. Delegar el contenido de las decisiones en las
razones de los representantes y reducir toda la discusión a la argumentación racional
y técnica, puede también dejar de lado otros elementos no racionales que Gutmann
294
Adriana Laura Vercellone
y Thompson consideran valioso se aporten. Ejemplo de esto son el argumento pasional, o la práctica del “testimonio” como crítica ciudadana basada en una experiencia
personal, que posibilitan se incluya dentro de la agenda política un tema determinado
para que luego sea debatido en base a argumentos racionales (citan como ejemplo,
una protesta o el discurso emotivo pronunciado por un ciudadano que pretende hacer notar a los presentantes un problema particular). Si este tipo de argumentos constituyen una práctica usual que en ocasiones contribuye a mejorar el debate, la teoría
deliberativa no debe evitarlas. Por lo tanto, para Gutmann y Thompson la búsqueda
de consenso o de justificación de razones frente a los demás, puede valerse de ese tipo
de argumentos, siempre que a un argumento de carácter pasional se sume también
algún tipo de argumentación racional (25).
Así, la solución deliberativa al problema del elitismo representativo está dada por
el contenido y el modo en que se expresan las decisiones públicas, las que deben ser
aceptables por cualquier ciudadano razonable. El contenido del principio de responsabilidad, al ser provisorio, se define en el mismo proceso de deliberación a partir de
la permanente justificación de actos que los representantes deben hacer. Si las decisiones que se adoptan en el foro público están fundadas en razones que ningún ciudadano puede razonablemente rechazar, aún cuando responda a preferencias de un
grupo mayoritario poderoso o a argumentos técnicos de un representante, entonces
se encuentran justificadas. Por estas razones, Gutmann y Thompson consideran que
el proceso de deliberación, guiado por las premisas de moralidad del principio de reciprocidad, permite superar las problemáticas implicancias de delegar nuestras decisiones en representantes especializados.
VII. El problema de la especialización – Peligro del populismo político
La demagogia y condescendencia del representante para con el ciudadano suponen críticas para el modelo democrático, en especial dirigidas a la justificación no
racional de las decisiones que son producto de presiones populares. Si bien en el
apartado anterior se destacó el reconocimiento que Gutmann y Thompson hacen al
argumento pasional y no técnico cuando contribuye a los fines de la deliberación, en
este punto marcan algunos límites al argumento “popular”.
Cuando deben decidirse asuntos que afecten valores morales que pueden ser considerados básicos por todos (por ejemplo, vida, libertad), la intuición de Gutmann y
Thompson indica que, frente al peligro de dañar a un grupo ciudadanos, la decisión
del representante debe valerse de la argumentación técnica y racional, y no ceder ante
la opinión de una mayoría. Sin embargo, cuando se trate de una decisión pública con
intereses menores en juego, por ejemplo la decisión respecto a la estética de una escultura pública, la conclusión es la opuesta.
Podría afirmarse que un argumento puede expresarse de un modo poco accesible
al ciudadano, o puede un funcionario apelar a su capacidad retórica para persuadir
(25) GUTMANN, A. y THOMPSON, D., 1996, ob. cit. p. 136.
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de sus objetivos. De igual manera, puede un representante, con el deseo de reconocimiento público, decidir en el sentido deseado por los ciudadanos, causando algún
perjuicio a un sector de la población. Pero ninguno de estos aspectos obsta a que la
deliberación exija términos racionales de argumentación, y que cualquier argumento
expresado, de modo elitista o populista, deba ser reconocido y respetado por el mérito
de la posición que defiende.
Insisten en este punto Gutmann y Thompson que los términos de la atribución
de responsabilidad están dados por la racionalidad de la justificación de decisiones,
otorgando un lugar prioritario en la deliberación a cualquier posición que sea aceptable desde una perspectiva de reciprocidad. Ninguna decisión cuyos argumentos puedan ser aceptados por todos, podría dañar a los ciudadanos, ya que éstos cuentan con
la posibilidad de rechazarla.
VIII. El problema de los constituyentes
La concepción que considera pueblo a los “potenciales afectados” por una decisión, es compartida por la mayoría de los autores que defienden el modelo de democracia deliberativa, si bien discrepan sobre el sentido en el que debemos entender
“potencial afectado” (26). Determinar con precisión el término, implica delimitar un
aspecto esencial de la responsabilidad, como lo son los destinatarios de las decisiones, y por tanto los interesados en la rendición de cuentas de los representantes.
Gutmann y Thompson analizan tres categorías de grupos o individuos que podrían formar parte de lo que en su modelo de democracia deliberativa han llamado
“constituyentes morales” y cuyos intereses en otros modelos democráticos de responsabilidad no tienen cabida.
a) Ciudadanos de otro distrito electoral
Concebir al principio de responsabilidad a partir de la concepción de representación electoral, implica confiar en que cada ciudadano de cada región, cuenta con un
representante en algún nivel del sistema de gobierno, y en que cada uno de ellos velará
por los intereses de sus electores, para que el sistema político esté en equilibrio y que los
intereses de todos los ciudadanos sean oportunamente defendidos (27). Este principio
(26) MARTI, J. Ob. cit. pp. 78-79. En general, son tres las respuestas a la pregunta referida a los potenciales afectados:
A. Afectado es aquel a quien se aplica una decisión.
B. Afectado es aquel sobre cuyos intereses tiene efecto una decisión.
C. Son afectados las personas a las que el ordenamiento identifica como sujetos políticos, es decir,
los ciudadanos que habitan el territorio del estado.
Gutmann y Thompson, agregan una cuarta respuesta que sostiene que el modelo deliberativo de
democracia no brinda una pauta concreta para determinar en qué casos debe el funcionario trascender
los límites de su electorado e interesarse por todos los afectados. Por el contrario, reclama al funcionario
que actúe en un modo que puede ser justificado ante cualquiera.
(27) GUTMANN, A. y THOMPSON, D., 1996, ob. cit. p. 146.
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Adriana Laura Vercellone
general parece no advertir otra realidad que Gutmann y Thompson ponen en cuestión,
esto es, que muchas de las decisiones adoptadas pueden afectar los intereses de ciudadanos no electores. Por ejemplo, las decisiones en una región afectan a regiones vecinas y sus ciudadanos, quienes pueden tener intereses que reclamar ante representantes
que ellos no han elegido. Puede considerarse injusto no atender esos reclamos; hacer lo
contrario, implica atender a intereses de personas ajenas a una circunscripción con la
que no existen más lazos que los posibilitados por los efectos de la decisión en cuestión.
Recurriendo a uno de los más importantes fundamentos de la democracia deliberativa –aquel que sostiene que las razones que dan los representantes para justificar sus decisiones deben poder ser razonablemente justificadas ante cualquier sujeto
desde una postura de reciprocidad–, Gutmann y Thompson expanden el concepto
tradicional de rendición de cuentas. Desde esta perspectiva, se reclama al funcionario
representante que actúe en un modo que puede ser justificado ante cualquiera, aún
ante sujetos de otros distritos electorales, siempre que sus intereses puedan ser justificados en un debate racional.
De este modo, el modelo deliberativo de democracia no brinda una pauta concreta para determinar en qué casos debe el funcionario trascender los límites de su electorado e interesarse por todos los afectados al rendir cuentas, sino que la base para
la atribución de responsabilidad está dada por la reciprocidad de sus argumentos. Es
decir, que ningún constituyente moral y potencial afectado debe tener buenas razones para rechazar una decisión. Explican las consecuencias de esta idea a través de un
ejemplo: la discusión para la aprobación de una ley norteamericana que autoriza el
envío de residuos tóxicos a países vecinos. Aún contando con el consentimiento de los
ciudadanos de estados vecinos para aprobar la ley, el caso de análisis muestra que no
es una política que pueda ser razonablemente justificada cuando se revela que no fue
informado el consentimiento de los ciudadanos de esos Estados vecinos. El ejemplo
pretende mostrar que lo relevante no es atender a los reclamos de todos los ciudadanos ni contar con el efectivo asentimiento de cada uno de los afectados, sino justificar
las decisiones en base argumentos racionales e informados que puedan ser aceptadas
por todos los potenciales afectados (28).
b) Status de grupos
Un rasgo característico del funcionamiento del sistema representativo democrático, es la agrupación de personas con intereses afines en partidos u otros organismos
con el objetivo de situar en la discusión política sus perspectivas particulares, y a veces, hasta un representante de sus intereses. Si el principio de responsabilidad exige
rendir cuentas ante cualquier constituyente, se cuestiona que esta representación por
grupos o sectores sea compatible con una perspectiva democrática del principio de
responsabilidad. Aún cuando se trate de una acción que se hace en beneficio de un
valor básico, como pueden ser la libertad u oportunidad (por ejemplo, las acciones
positivas impulsadas por un representante en favor de minorías raciales, o el sistema
(28) GUTMANN, A. y THOMPSON, D., 1996, ob. cit. pp. 147-149.
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de voto acumulativo para alguna minoría), es necesario determinar si la representación a favor de los intereses particulares de un grupo minoritario es aceptable para un
principio de responsabilidad democrático que demanda para todos un igual derecho
a ser representado y a exigir rendición de cuentas (29).
Hasta aquí, gran parte de la concepción democrática de Gutmann y Thompson ha
centrado sus preocupaciones en mejorar el debate público. Si bien conceden que la
representación por grupos trae ventajas –ya que ocasionalmente ha contribuido a mejorar el debate en la legislatura o a acercar quejas de grupos minoritarios al poder– no
pueden ser éstas el único objetivo para elegir ese tipo de participación. Debe además
mostrarse que implica alguna ventaja para todos los ciudadanos afectados. Ésta ventaja no puede ser otra que el beneficio del debate moral.
Se sostuvo que el modelo deliberativo pretende que todo reclamo sea siempre expresado en los términos de razonabilidad y reciprocidad ya expuestos. Entonces, si
bien compatible con la representación por grupos, el esquema institucional elegido
en la teoría deliberativa, cualquiera sea éste, debe fomentar el respeto por los méritos
de la perspectiva ajena, a la vez que promover la argumentación en términos morales
justificables y la cooperación para el proceso de deliberación.
c) Ciudadanos futuros
Por último, analizan Gutmann y Thompson una tercera categoría de potenciales
constituyentes morales, conformada por el grupo de ciudadanos futuros cuyos intereses pueden verse afectados por políticas que en la actualidad se adoptan. Si bien es
inevitable la permanente referencia al pasado y al futuro en las decisiones actuales,
afirmar que por razones democráticas un funcionario debe ser responsable ante ciudadanos que no lo han elegido y que no tienen posibilidades reales de responsabilizarlos, es problemático en un sistema representativo que exige un actual sistema de
rendición de cuentas.
Las diferentes respuestas que se han elaborado en la teoría democrática para justificar la atención o rechazo a posibles reclamos de futuros ciudadanos, presentan para
Gutmann y Thompson dificultades (30). Para ellos, la única vía para admitir reclamos
que trasciendan al presente puede darse cuando el significado de éstos pueda ser entendido a través de una mutua deliberación actual. Si el principio de reciprocidad en
(29) GUTMANN, A. y THOMPSON, D., 1996, ob. cit. pp. 152-153.
(30) GUTMANN, A. y THOMPSON, D., 1996, ob. cit. pp. 156-164. Gutmann y Thompson desarrollan
y replica cada una de ellas. Éstas son:
a) Lazos emocionales, en especial, lazos familiares explican la preocupación por los futuros ciudadanos, y justifican no tener en cuenta sus intereses.
b) Una generación que aún no existe, no tienen interés o reclamo representable alguno.
c) No debe favorecerse al futuro, ya que implica olvidar oportunidades presentes de beneficio.
d) No puede atenderse a un reclamo futuro, ya que no conocemos con certeza en qué consiste.
e) Puede justificarse, de modo excesivo según Gutmann y Thompson, el interés futuro bajo la idea
del sagrado valor del florecimiento humano.
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una deliberación que tiene en cuenta reclamos presentes y futuros justifica una actual
decisión, entonces la misma es oponible a todos los potencialmente afectados, ya que
puede ser racionalmente aceptada por ellos. Un futuro ciudadano, en este contexto, es
representado y su reclamo democrático se ve satisfecho.
Es decir que, la solución que se expuso respecto de las categorías de ciudadanos
de otros distritos electorales y de la representación por grupos, se repite respecto a los
ciudadanos futuros: no existe una regla que determine cuando un representante debe
responder al reclamo de un ciudadano futuro, sino que se exige justificación moral de
sus decisiones ante cualquier afectado, actual o futuro.
IX. Conclusiones
En la discusión deliberativa representante y representado pueden intercambiar
argumentos y justificar decisiones vinculantes para todos. Asimismo, el proceso de
deliberación permite comprender de manera acabada las razones que los ciudadanos
poseen para defender determinados valores, distinguir argumentos morales de aquellos que no son válidos, e inclusive admite modificar la propia opinión.
Rechazando la aparente oposición entre los valores exigidos por el sistema representativo y la democracia participativa, el principio de responsabilidad deliberativo
delinea un proceso continuo de discusión pública cuya regla de reciprocidad permite
no sólo superar los problemas señalados al modelo representativo, sino definir el contenido y exigencias del principio de responsabilidad según el caso y valores en juego,
siempre que sean expresados en términos mutuamente aceptables.
Se expuso que el modelo tradicional de atribución de responsabilidad, el “electoral”, otorga al ciudadano una única oportunidad para hacer responsable al representante por hechos pasados mediante elecciones periódicas, en un contexto de información incompleta. Esto parece no presentar una solución al problema del elitismo
o el populismo, ni tampoco al problema de la rendición de cuentas democrática. Bajo
este sistema se corre el riesgo de delegar la facultad de nuestras decisiones en representantes cuyas preferencias o aptitudes desconocemos y que tienen la posibilidad de
manipular dicha información para sus objetivos. Luego, desconocer los méritos de las
perspectivas que justifican decisiones públicas no admite que podamos con buenas
razones reprocharlas.
Por el contrario, la responsabilidad deliberativa permite al funcionario revisar y corregir sus decisiones de modo permanente, frente a los ojos del ciudadano. No define
una regla que entienda al buen gobierno a partir de un mandato ciudadano o de un test
de resultados. Cualquiera de esas opciones es posible siempre que las decisiones que se
adopten puedan ser justificadas racionalmente ante cualquier posible afectado.
La democracia deliberativa de Gutmann y Thompson inclusive remarca y aprovecha algunas de las dificultades que se han cuestionado al sistema democrático. Por
ejemplo, la dificultad de prever quiénes son todos los potenciales afectados por una
decisión y la inexistencia de una regla que indique al representante a qué argumentos
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apelar, pueden obstaculizar las posibilidades de atribuirle responsabilidad. Sin embargo, justificar una decisión a partir de la racionalidad de sus argumentos, y no del
número de afectados o de las razones del ciudadano, evita el conflicto de darle contenido a una regla de responsabilidad que intente resolver de manera genérica todos los
casos problemáticos, y en cambio opta por un sistema en el que la justificación de una
decisión depende del caso y cualquier implicado pueda solicitar el esclarecimiento
de razones o intentar influirlas. En ese sentido, han afirmado Gutmann y Thompson:
“El problema de especialización y el de los constituyentes no son de fácil resolución. (…) Pero éstos mismos también reclaman un mejor entendimiento del problema y un mejor abordaje que el que hacen las concepciones que rechazan la deliberación. La responsabilidad deliberativa hace que pueda justificarse la democracia
para quienes disfrutan, y a veces sufren, sus consecuencias” (31).
Las exigencias que reclama a cada ciudadano y representante son mayores que
las requeridas en otros modelos de democracia. Al ciudadano exige un permanente
interés y reflexión por los actos de gobierno, y al representante una postura abierta
hacia el diálogo con el ciudadano y la modificación de sus decisiones. Sin embargo,
los autores dan por cierto que la existencia de los demás principios de la deliberación,
reciprocidad y publicidad, garantizan el contexto para que pueda hacerse. Así, desde
la perspectiva deliberativa, los problemas de representatividad en democracia que se
han analizado encuentran un mejor abordaje.
(31) GUTMANN A. y THOMPSON D., 1996, ob. cit., p. 164.
300
JURISPRUDENCIA
NOTAS ACERCA DE LA NATURALEZA JURÍDICA
DE LA DONACIÓN
NOTES ON THE LEGAL STATUS OF DONATION
Alejandro E. Freytes *
Sumario: I. Antecedentes: el caso anotado.– II. El concepto de donación - Acepciones en el derecho comparado.– III. El Código Civil Argentino. – IV. Conclusiones.
I. Antecedentes: el caso anotado
Los hermanos Juan Domingo, María Luisa y Vicenta Sara Pavón adquirieron por
escritura pública de fecha 8 de junio de 1972 en condominio y por partes iguales para
si y para su hermano menor de edad Sergio Walter Pavón, el inmueble de calle Fernando Fabro 2558 de la ciudad de Córdoba. El beneficiario nunca aceptó la compra
efectuada a su favor por el resto de sus hermanos.
El inmueble estuvo ocupado por los padres de los condóminos hasta su muerte y
luego por el hermano citado en último término junto a su esposa Beatriz del Carmen
Ibarra, la demandada en autos, de quien en 2005 se separó de hecho retirándose del
inmueble y dejándola como única ocupante del mismo. Esta emplazó por carta documento a los condóminos para que se abstengan de turbar su posesión pública, pacifica e ininterrumpida en la finca cedida.
Los dos citados en primer término iniciaron acción de desalojo en contra de la
ocupante por vencimiento del plazo contractual de uso. Contestando la demanda la
accionada adujo como única defensa, sin mencionarla expresamente, la excepción
aludida en el inc. 4to. del artículo 184 del CPCC (defecto legal), destacando que no
existió instrumento alguno que acredite el préstamo de uso, y en consecuencia, su
vencimiento. Además sostuvo que la cuarta parte del inmueble era asiento del hogar
conyugal, de propiedad de su esposo, a quien no podían desalojar por revestir la calidad de condómino del predio.
* Doctor en Derecho y Ciencias Sociales (UNC), Prosecretario Académico de la Facultad de Derecho
de la UNC, Prof. Adjunto de la Cátedra de Derecho Privado III de la Facultad de Derecho de la UNC,
Tutor Superior de Derecho Civil III y Derecho Notarial II Educación a Distancia UBP, Miembro Titular
del Instituto de Derecho Civil de la Academia Nacional de Derecho de Córdoba.
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La sentencia de primera instancia rechazó la excepción de defecto legal, advirtiendo que la falta de un contrato de uso documentado, no constituye un vicio formal de
la demanda que coloque a la accionada en estado de indefensión, recaudo ineludible
para su admisión. Ello no obstante, desestimó el desalojo por falta de legitimación
activa de los demandantes.
En resumen, sostiene el dictum de la Juez inferior, que la calidad de copropietario
de Sergio Walter Pavón, aún no habiendo aceptado la donación de la cuarta parte que
adquieran para él sus hermanos al labrarse la escritura de compra, quedó acreditada
con la confesión de los actores al remitir a la accionada un emplazamiento de desocupación, aceptando expresamente esa calidad de comunero del hermano entonces
menor de edad, lo que obstaculizaba la existencia del eventual contrato de préstamo
de uso y su vencimiento, que tampoco pudo operar respecto de la demandada Ibarra,
por ser el inmueble último domicilio conyugal y no estar acreditada la invocada separación de hecho entre los esposos.
La parte actora recurrió la sentencia de Primera Instancia y la Cámara Sexta de
Apelaciones en lo Civil y Comercial de Córdoba, en la resolución que comentamos,
revocó la decisión anterior e hizo lugar a la demanda de desalojo con costas en ambas
instancias a la demandada.
En el voto único del Dr. Walter Adrián Simes al que adhieren el resto de los vocales, se destaca con acierto a nuestro criterio, que en el juicio de desalojo el actor debe
acreditar tener el derecho personal a exigir la restitución de la cosa (como propietario,
poseedor, usufructuario, mero tenedor, etc.), mientras que el demandado si pretende
enervar la acción intentada, debe probar un título o vínculo jurídico que justifique su
ocupación y que lo autorice a mantenerse en el inmueble. Que se acreditó la calidad
de copropietarios de los actores a través de la escritura de compraventa, y que la demanda se dirigió en contra de la cónyuge del hermano menor separada de hecho de
aquel, por lo que el nudo litigioso estribaba en dilucidar si ésta podía resistir el desalojo, revistiendo su marido el carácter de copropietario.
Seguidamente advierte el Tribunal de Grado que cuando el condominio tiene
fuente contractual, es formal si recae sobre inmuebles (artículo 1184 inc. 1° del CC),
por lo que requiere la aceptación del beneficiario, que no se suple con la mera admisión de esa calidad por el resto de los comuneros, so pena de no producir efecto alguno, pues entraña una cláusula a favor de un tercero (arts. 504 y 1163 del mismo cuerpo
legal), que no produce consecuencias mientras no haya sido aceptada y conocida por
el obligado, pudiendo el estipulante revocarla cuando desee. Ello así, porque en la
constitución de los derechos reales está en juego el orden público. En consecuencia,
sin mediar la aceptación realizada con los recaudos legales (escritura pública), el contrato no se perfecciona, ni tampoco el condominio, de modo que, sin titulo suficiente
el marido, su esposa no podía resistir el desahucio, debiendo condenársela a devolver
el inmueble, con costas en ambas instancias.
La sentencia nos parece ajustada a derecho y justa la solución dada a la contienda.
Empero, el análisis de la cuestión litigiosa permite resaltar un aspecto que aunque
302
Jurisprudencia
sobreentendido en el decisorio comentado, merece ser expresa y contundentemente
destacado: el carácter contractual de la donación, es decir, su naturaleza jurídica.
II. El concepto de donación-acepciones en el derecho comparado
Puede afirmarse sin temor a equívocos que la donación constituye el paradigma
de los negocios gratuitos, no obstante lo cual entraña un quid complejo desde que no
todo acto gratuito supone una donación (1).
Consiste en un acuerdo de voluntades que implica la transmisión inter vivos (2) de
bienes que uno realiza a favor de otro sin recibir ninguna prestación a cambio y con
ánimo de beneficiarlo.
Su origen etimológico adelanta su caracterización: donis datio, esto es, dación gratuita, según la expresión de Paulo en el Digesto, aludiendo a una liberalidad proporcionada sin contraprestación (3).
Atribuir a la donación el carácter de simple “acto”, o por el contrario perfilarla
como un genuino “contrato”, ha dividido a doctrinarios desde hace largo tiempo (4).
El Código Civil francés de 1804 que legisla en su libro III sobre las diferentes maneras en que se adquiere la propiedad, dedica el título I a las sucesiones y el II “a las
donaciones entre vivos y los testamentos” (5), por lo que la figura aparece mezclada
con las disposiciones de última voluntad. Se ha sostenido que este discutible método
respondió a la idea de Napoleón de que sólo los bilaterales cabían en el molde contractual en cuanto generaban obligaciones para ambas partes.
Por esta razón esclarecidos juristas franceses ubicaron a las donaciones entre las
liberalidades, ajenas a los contratos. Sin embargo, como aclaran los Mazeaud, para
asegurar la eficacia de dichos actos es necesaria la concordancia de voluntades entre
(1) BORDA, G. Manual de Contratos, 13° edición, Perrot, Bs. As., 1987, p. 667; PUIG PEÑA, J, “Donación”, en Nueva Enciclopedia Española, Tomo VII, p. 798; PUIG BRUTAU, J., Fundamentos de Derecho
Civil, Tomo II, Volumen II, 2da. edición, Bosch, Barcelona, 1982, p. 67; COMPAGNUCCI DE CASO, R.,
“Naturaleza de la Donación”, LL, 1997-B-1394, entre muchos otros.
(2) Véase CNCiv., Sala F, 31-III-93 en LL, 1993-III-176, donde se pone de especial resalto que para
nuestra legislación la donación es siempre un acto entre vivos, pues las disposiciones gratuitas para
después de la muerte, exigen el testamento. Por todos, BORDA, G., Manual…, ob. cit., p. 667.
(3) Paulo en el Digesto, libro 39, titulo VI, fragmento 35; XIRAU, “Estudios sobre el concepto de donación”, en Reg. Gral. de Legislación y Jurisprudencia, Tomo 143, p. 38.
(4) Entre los Códigos latinoamericanos resulta especialmente atrayente el de Puerto Rico que califica
a la donación como un acto de liberalidad (artículo 558) e incluso admite que puede hacerse entre
vivos o por causa de muerte (art. 559), disponiendo que en el primer caso se rige por las disposiciones
testamentarias (art. 562) y en el segundo por la de los contratos (art. 563), y en este último, se perfecciona “desde que el donante conoce la aceptación del donatario”.
(5) Este temperamento es seguido entre otros por el Código Civil de la República Dominicana
(art. 893), requiriendo en el caso de la donación aceptación expresa del donatario (art. 894).
303
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el disponente que se empobrece y el beneficiario que se enriquece, y ese concurso de
voluntades supone un contrato (6).
El temperamento que descarta el carácter contractual y ve en la donación un simple acto donde el donante proporciona al donatario una atribución patrimonial a su
costa y cargo sin recibir nada a cambio, encuentra también encendidos defensores en
el derecho español.
Puig Brutau por ejemplo, para sustentar esta postura, advierte que no toda aceptación lo es de una oferta contractual, que la recepción de un beneficio ha de ser consentida, y que el artículo 618 del CC español no exige la tradición, lo que equivaldría
a obligarse como ocurre en los contratos que generan obligaciones equilibrando los
intereses contrapuestos de las partes en el acuerdo (7).
Sin embargo, y pese a que el Código Civil español ubica a la donación entre las
diferentes maneras de adquirir la propiedad como el código galo, hay otros autores
que defienden la naturaleza contractual, entre ellos De Diego (8), quien recuerda que
como regla general se exige la aceptación del donatario que justifica el traslado del
dominio de un patrimonio a otro, o Albaladejo García que con toda contundencia
expresa: “Aunque algunos lo nieguen, en el sistema del CC la donación es un contrato
aunque la definición lo califique sólo de acto...” (9).
En Alemania, Larenz (10) sostiene que no todas las atribuciones a titulo gratuito
deben quedar subsumidas en la donación, por cuanto ésta persigue esencialmente la
enajenación, participando en ese aspecto de notas propias de de los negocios onerosos, que en definitiva persiguen idéntica finalidad, como ocurre con la compraventa
o la permuta. Lo acompaña Hedemann (11), quien ratifica que la donación ha sido
concebida en el derecho germano como un contrato, por lo que la liberalidad unilateral del donante no es eficaz sino presenta la correlativa aceptación del beneficiario.
El derecho italiano no deja flancos para la discusión pues el artículo 769 del Codice
Civile define a la donación como “el contrato por el cual, por espíritu de liberalidad
(6) MAZEAUD, H., L. y J. Lecciones de Derecho Civil, traducción de Alcalá Zamora, Ejea, Bs. As., 1959,
Parte IV, Volumen III, p. 277; RIPERT, G. – BOULANGER, J., Tratado de Derecho Civil, según el Tratado
de Planiol, traducción de García Daireaux, La Ley, Bs. As., 1987, Tomo XI, p. 19.
(7) PUIG BRUTAU, J. Fundamentos…, ob. cit., p. 71, donde hace una encendida diferenciación entre la aceptación de la donación y la de un contrato oneroso; en igual sentido, DE LOS MOZOS, J. “La
Donación en el Código Civil y el problema de su naturaleza jurídica”, en RDP, 1977-803.
(8) DE DIEGO, F. Instituciones de Derecho Civil Español, Nueva edición revisada por De Cossio y A.
Guillón Ballesteros, editorial J. San Martín, Madrid, 1959, Tomo II, p. 242.
(9) ALBALADEJO GARCIA, M. Derecho Civil – Derecho de las Obligaciones, 4ta edición, Bosch,
Barcelona, 1977, Tomo II, Volumen II, p. 102.
(10) LARENZ, K. Derecho de las Obligaciones, traducción de Santos Briz, RDP, Madrid, 1959, Tomo II,
p. 174.
(11) HEDEMANN, J. Tratado de Derecho Civil, (Lehmann-Hdemann), Derecho de las Obligaciones,
traducción de Santos Briz, RDP, Madrid, 1958, Tomo III, p. 284.
304
Jurisprudencia
una parte enriquece a otra, disponiendo a su favor de un derecho suyo o asumiendo
una obligación”. Para reafirmar aún más su carácter contractual, el artículo 782 no
sólo exige la aceptación del donatario, sino incluso su notificación al donante, admitiendo el derecho de ambos a revocar su declaración antes que la donación se perfeccione (12).
III. El Código Civil Argentino
El Código Civil argentino define al negocio en su artículo 1789 afirmando que “Habrá donación, cuando una persona por un acto entre vivos, transfiera de su libre voluntad gratuitamente a otra la propiedad de una cosa”
Como la norma transcripta alude a un “acto” entre vivos, y su nota menciona como
precedente el artículo 894 del CC francés, muchos han creído ver aquí un apoyo de Vélez al Código de Napoleón.
Así, Fernando López de Zavalía, pretende distinguir la “donación-acto” abarcativa
del contrato de donación y de los actos asimilables como la cesión gratuita de derechos y la renuncia gratuita, de la “donación-atribución” que alude al enriquecimiento
del donatario y empobrecimiento del donante, generados por la donación-acto. Leyendo con detenimiento su postura (13), se advierte una tesis por demás compleja y
alambicada, inadmisible en un sistema como el nuestro, donde el carácter contractual
de la donación, resiste todo embate posible.
Guillermo Borda (14) enrolado en la misma línea de pensamiento, aunque sin
desconocer la tendencia mayoritaria por la calificación contractual, sostiene que donar tiene un vínculo inmediato con las disposiciones graciables mortis causae, seña (12) GALGANO, F., Trattato di Diritto Civile, “La Donazione”, Volume I, Cedan, Casa Editrice A.
Milani, Padova, 2009, p. 771 y ss., afirma que es un contrato a diferencia del testamento que es unilateral, aunque hay algunas donaciones que excepcionalmente pueden tener ese carácter como las
hechas en resguardo del matrimonio entre los futuros cónyuges y que se perfeccionan sin necesidad
de aceptación, consumadas por el sucesivo matrimonio (artículo 785), pierden sus efectos si este se
declara nulo, dejando a salvo los derechos de terceros, también tienen este carácter las hechas a favor
de los hijos por nacer; MESSINEO, F., Manual de Derecho Civil y Comercial, traducción de S. Sentís
Melendo, Ejea, Bs. As., 1955, tomo V, p. 5 define a la donación como “un contrato en virtud del cual
una de las partes (donante) por espíritu de liberalidad, y por tanto espontáneamente, procura a la otra
(donatario) un enriquecimiento (ventaja patrimonial), transfiriéndole un propio derecho, constituyéndole un derecho, renunciando un derecho a favor de ella, o asumiendo en su favor una obligación (de
dar, hacer o no hacer). Un pormenorizado análisis doctrinario acerca de la naturaleza eminentemente
contractual de la donación en la legislación italiana puede consultarse en BIONDI, B., Voz “donazione” en Novissimo Digesto Italiano, Editrice Torinese, Tomo VI, 3za edizione, Torino, 1957, p. 233 y ss;
CASULLI, V., Voz “donazione” en Enciclopedia del Diritto, Giuffré Editore, Milano, 1964, Tomo XIII,
p. 966 ss, en especial fs. 973 donde se expresa con toda claridad que “la donación no es perfecta sino
es aceptada por el donatario”.
(13) LOPEZ DE ZAVALIA, F., Teoría de los Contratos, Parte General, 3ra edición, Víctor P. de Zavalia,
Bs. As., 1984, Tomo II, Parte Especial (I), p. 370 y ss.
(14) BORDA, G. Tratado de Derecho Civil – Contratos, Perrot, 3ra edición, Bs. As., 1974, Tomo II, p. 336.
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Revista de la Facultad, Vol. IV N° 1 Nueva Serie II (2013) 301-315
lando que la donación es en realidad, un acto unilateral de disposición gratuita de
bienes, más cercana a las mandas testamentarias que al contrato, como lo prueban la
revocación por ingratitud (artículo 1858 y ss del CC) y la reducción por inoficiosidad
(artículo 1830 a 1832).
No se nos escapa que una interpretación literal del artículo 1789 antes transcripto,
autorizaría a considerar donación a todo acto de libre disposición o beneficencia en
provecho de un tercero (15), verbigracia: un legado, el mutuo sin intereses, cualquiera
de los supuestos de liberalidades que a mero titulo ejemplificativo enumera el artículo
1791 del CC, la remisión de un crédito (arts. 876 a 887 del CC), la extinción de la obligación por prescripción, la cancelación de una obligación natural (artículo 515 del
CC) etc. (16). Todos ellos trasuntan actos gratuitos en provecho del eventual beneficiario, pero en realidad no constituyen verdaderas donaciones, al menos en el sentido
y alcance que es dable asignar al concepto en nuestro sistema legal (17).
Ello así, porque la donación entraña la prestación de cosas que se desplazan de un
patrimonio a otro sin contraprestación, por acto entre vivos y siempre con el ánimo
de beneficiar a la otra parte (“animus donandi”) (18). Una se empobrece y la otra se
enriquece, uno dispone y el otro acepta, y es siempre posible visualizar la sustancia
patrimonial que se traslada del acervo de un sujeto al del otro. Nada de ello ocurre en
los ejemplos antes señalados, donde la cuestión se observa difusa o no respeta éstos
recaudos ineludibles.
Sólo por excepción admitimos asimilada a la donación la cesión gratuita de derechos, no sólo porque resulta conceptualmente compatible y respeta sus recaudos estructurales, sino porque el propio derecho positivo permite la aplicación subsidiaria
de las normas de aquella a esta última (artículo 1437) (19).
(15) Pueden consultarse con provecho los ejemplos que brinda COMPAGNUCCI DE CASO, R.
Naturaleza…, ob. cit., p. 1398 y ss.
(16) SPOTA, A. Instituciones de Derecho Civil-Contratos, Depalma, Bs. As., 1982, Tomo VIII, p. 298 y
ss. sostiene que todo enriquecimiento patrimonial que se efectúa con sacrificio del propio patrimonio
y con ánimo de beneficiar al enriquecido, implica una donación, y en este amplísimo espectro incluye a la renuncia de los derechos, la entrega del usufructo o nuda propiedad, la servidumbre, el uso o
habitación gratuita, etc.
(17) Con razón apunta MESSINEO, F. Derecho Civil..., ob. cit., p. 11: “La importancia politica de la
distinción entre donación (en sentido estricto) y otras figuras de negocios a titulo gratuito reside en la no
aplicación de algunas normas rigurosas propias de la donación (cargas de forma, revocación, reducción
por lesión a la legitima, etc.)”.
(18) Cfr. CASULLI, V. Voz “donazione” en Enciclopedia..., ob. cit., p. 966 y ss. quien resalta que los
actos liberales que se adaptan a pautas generales o de comportamiento, usos o buena conducta social,
como los regalos para bodas o cumpleaños, el albergue desinteresado a un amigo, o una invitación a
cenar, no entrañan en realidad verdaderas donaciones.
(19) Afirma MESSINEO, F. Derecho Civil..., ob. cit., p. 12 y ss., que la cesión gratuita es un caso de
una verdadera donación pero bajo la forma de otro contrato y cita a PERGLIATTI, en Foro it., 1936-I89; BALBI, Saggio sulla donazione, Torino, 1942, p. 47 y Rivista del Diritto Commerciale, 1948-I-157.
306
Jurisprudencia
Pensamos con Compagnucci de Caso (20) que en nuestro derecho no es posible
contradecir que se trate de una figura convencional. Es evidente y claro analizando
integralmente el titulo VIII de la Sección III del Libro II de Vélez, que la donación se
reguló como un contrato y ello se infiere de variadas razones (21):
1) En primer término está legislada como tal en los arts. 1789 a 1868 entre la sociedad civil y el mandato.
2) En segundo lugar, aún admitiendo que la definición del artículo 1789 pueda
plantear dudas al respecto, el artículo 1792 exige expresamente que “para que tenga
efectos legales debe ser aceptada por el donatario expresa o tácitamente recibiendo la
cosa donada”, descarando su carácter de acto unilateral (22). El pensamiento del Codificador a ese respecto es contundente y palmario en la nota al artículo 1792 cuando
expresa: “La aceptación de la donación no es otra cosa, que el consentimiento del contrato por parte del donatario, consentimiento que está sometido a las reglas generales
de los contratos…..La aceptación del donatario en cuanto ella constituye su consentimiento, no es una condición de forma sino parte esencial de la sustancia misma de la
convención…”
Es que la aceptación del donatario es según nuestra opinión, un recaudo imprescindible, desde que nadie puede ser obligado a recibir una cosa aunque la dación fuere gratuita, pues podría serle perjudicial su recepción, verbigracia si se trate de drogas
prohibidas, un objeto demasiado oneroso para conservarlo, o algún otro que sencillamente el beneficiario no tuviere interés en recibir.
3) Para reforzar aún más la naturaleza esencialmente consensual, el Codificador
en el artículo 1793 expresa: “Antes que la donación sea aceptada, el donante puede
(20) COMPAGNUCCI DE CASO, R., “Naturaleza…”, ob. cit., p. 1396.
(21) CASTÁN TOBEÑAS, J. Derecho civil español, común y foral, 10ma. edición, Rius, Madrid, 1977,
Tomo V, p. 205; PUIG BRUTAU, J., Fundamentos…, ob. cit., Tomo II, Volumen II, p. 67; DE LOS MOZOS, J., “La donación…”, ob. cit., pág 803 y ss; MALDONADO GARCIA, G. Derecho Civil-Derecho de las
Obligaciones, 4ta. edición, Bosch, Barcelona, 1977, Tomo II, Volumen II, p. 103; LARENZ, K. Derecho
de las Obligaciones, traducción de Santos Briz, en RDP, Madrid, 1959, Tomo II, p. 174; los hermanos
MAZZEAU, H. L. et J., Lecciones…., ob. cit., p. 277. Es también la opinión de Freitas, que califica a la
donación como un negocio “que obliga a una parte a entregar gratuitamente a otra la propiedad de una
cosa, con aceptación expresa del donatario” (artículo 2119 y 2122 inc. 6to a contrario sensu y artículo
2151 regulando las donaciones que deben realizarse por escritura publica: de inmuebles, remuneratorias, con cargo, entre esposos para después de la muerte etc.), véase FREITAS, A.T. de, Proyecto de
Código Civil, traducción de Arturo Pons, Editora Revista Nacional, Bs. As., 1901, Tomo 2, p. 789 y ss.
(22) En la doctrina nacional, entre otros, LORENZETTI, R., Tratado de los Contratos, Rubinzal Culzoni,
Bs. As. - Santa Fe, 2000, Tomo III, p. 585; MACHADO, J. Exposición y Comentario del CC Argentino,
Lajouane, Bs As., 1899, Tomo V, p. 15; SALVAT, R. – ACUÑA ANZORENA, A. Tratado de Derecho Civil
Argentino. Fuente de las Obligaciones, 2da edición, Tea, Bs. As., 1957, Tomo III, n° 1536, pág 2; SPOTA,
A. Instituciones…, ob. cit., Volumen VII, n° 1582, p. 229. Incluso opina así la jurisprudencia: CNCiv.,
sala F, LL 1983-A-404, y lo aclara de modo expreso la nota del Codificador al artículo 1792, citando el
Proemio de la Partida 5ta. y resaltando que “la aceptación del donatario, en cuanto ella constituye su
consentimiento, no es una condición de forma, sino parte esencial de la sustancia misma de la convención”.
307
Revista de la Facultad, Vol. IV N° 1 Nueva Serie II (2013) 301-315
revocarla expresa o tácitamente, vendiendo, hipotecando o dando a otros las cosas
comprendidas en la donación”. Es evidente que como regla general toda oferta puede
ser retractada mientras no haya sido aceptada (artículo 1150), pero ésta ratificación
expresa en el titulo de las donaciones de un principio cardinal en materia contractual,
adquiere aquí un plus adicional: ratifica de modo concluyente la ineluctabilidad de
la aceptación del donatario para excluir la posibilidad de revocación de parte del donante, y por otro lado, excluye el valor de la promesa de donación (23).
4) Además, el artículo 1796 ratificando el principio general en materia de caducidad de la oferta por muerte o incapacidad sobreviniente, (artículo 1149) expresa: “Si
muere el donatario antes de aceptar la donación, queda ésta sin efecto, y sus herederos
nada podrán pedirle al donante”. Una prueba más de la trascendental importancia
que se ha dado a la aceptación del donatario. Se ratifica así la idea de que el contrato
se perfecciona con la coincidencia de dos voluntades que existen y permanecen inalterables desde su emisión hasta el perfeccionamiento del acuerdo (24).
5) Finalmente, la revocación, cuyas causales taxativas prevén los arts. 1848 a 1868
(incumplimiento de los cargos, ingratitud y supernacencia de hijos) y la reducción
por inoficiosidad (arts. 1830 a 1832), están reguladas según estrictas reglas de procedencia, y acotados efectos, y se revelan como consecuencias inherentes a una figura
contractual, ajenas a un acto unilateral (25). Así, la revocación por ingratitud aparece como la indignada reacción del donante frente un donatario innoble; la revocación por incumplimiento de los cargos, como la respuesta ante esa contraprestación
accesoria insatisfecha; en fin, la declaración de inoficiosidad, como una medida de
protección a la legítima de los herederos forzosos ejercida mediante la acción de reducción o colación.
Todas estas vicisitudes resuelven retroactivamente las donaciones celebradas (26),
de modo total en los supuestos de revocación y de modo parcial y en la medida y proporción en que excedan la cuota disponible, en los casos de inoficiosidad. En definitiva,
son modos extintivos contractuales que revelan que el “acuerdo” nació sujeto a la condición resolutoria implícita de que no se verifiquen los hechos descriptos en las causales
respectivas: inejecución de las cargas, atentado contra la vida del donante, rehusación
(23) Cfr. LOPEZ DE ZAVALIA, F., Teoria..., ob. cit., p. 432.
(24) APARICIO, J.M., Contratos, Hammurabi, Bs. As., 1997, Tomo I, p. 253.
(25) MESSINEO, F., Derecho Civil…, ob. cit., p. 7, sostiene con agudeza que la irrevocabilidad por
la sola voluntad del donante (que nuestro CC recepta en los arts. 1802 y 1848) revela el carácter contractual de la donación, que siempre tiene fuerza obligatoria y constituye un dar y recibir definitivos.
(26) Sobre la naturaleza jurídica de las acciones derivadas de éstas vicisitudes, pueden verse con
provecho: FORNIELES, S., Tratado de las Sucesiones, 4ta edición, Bs. As., Tea, 1958, Tomo II, p. 117/8;
DE GASPERI, L. Tratado de derecho hereditario, Bs. As., Tea, 1953, Tomo III, p. 456 y ss; MAFFIA, J.,
Tratado de las sucesiones, Bs As., Depalma, 1982, Tomo II, p. 542; ZANNONI, E. Derecho de las sucesiones,
4ta edición, Bs. As., Astrea, 1997, Tomo II, p. 192 y ss.; NATALE, R. La acción de Reducción, Academia
Nacional de Derecho y Ciencias Sociales de Córdoba, Premio Dalmacio Vélez Sarsfield Tesis Sobresalientes, Advoctus, Córdoba, 2008, p. 244 y ss y abundante doctrina allí citada.
308
Jurisprudencia
de alimentos, injurias graves en su persona u honor, disposiciones gratuitas efectuadas
en vida por el donante que sobrepasen el limite de su porción disponible.
IV. Conclusiones
1) En el caso que anotamos el origen de la donación lo constituyó un contrato a favor de un tercero (27), inserto en la compraventa celebrada por los hermanos mayores
de edad, en beneficio del menor. Esta figura se ha definido como la convención por
la cual una de las partes, el estipulante, conviene con la otra, el promitente, que este
último cumplirá una prestación a favor de un tercero ajeno al acuerdo, el beneficiario,
quien adquiere de ese modo un derecho de crédito a su favor como consecuencia del
convenio concertado.
2) Así, el derecho estipulado en beneficio de Sergio W. Pavón entrañaba una donación (la transmisión en propiedad de la cuarta parte indivisa del inmueble adquirido), que como se advierte con acierto en la sentencia de Cámara, precisaba para
su perfeccionamiento de la pertinente aceptación, verificada de conformidad a las
formas impuestas por la ley (escritura pública) (28). La consolidación del condominio
concertado entre los comuneros también requería de esa oportuna aquiescencia del
beneficiario (ars. 2675 y conc. del CC).
3) Siendo éste menor de edad a la época de celebrarse el negocio en referencia,
pudieron sus padres en ejercicio de la patria potestad (artículo 264 quater y conc. del
CC) consumar la aceptación por tratarse de un acto conservatorio realizado por quien
ejerce la administración de los bienes del menor, máxime si se trataba de una donación pura y simple, sin cargos, ni renumeratoria o con contraprestación alguna para
el donatario (29). Adviértase que en éste caso especifico, los donantes fueron los hermanos y no los padres como ocurre de consuno, evento en el que la situación hubiere
sido más compleja, pues estos últimos hubieren debido asumir el doble carácter de
donantes y representantes del donatario aceptante, consumando una especie de autocontrato, figura que si bien nuestra legislación no prohíbe, tampoco regula.
(27) Entre muchos otros, FUSARO, A., Contratto e terzi, en Trattato del contratto, ROPPO, V. (Dir.)
a cura di CONSTANZA, M., tomo III, Giuffré, 2008, p. 175 y ss.; ROPPO, E., Il Contratto, Il Mulino, Bolonia, 1977, p. 579; SACCO R., - DI NOVA, G., Il Contratto, Tomo II, Terza Edizione, Utet, Torino, 2004,
p. 209; ROCA SASTRE, R., - PUIG BRUTAU, J., “Estipulaciones a favor de terceros”, Editorial Revista de
Derecho Privado, Madrid, 1948; DIEZ PICAZO Y PONCE DE LEON, L. Fundamentos de Derecho Civil
Patrimonial, Civitas, Madrid, 1996, volumen I, p. 281; ENNECERUS, L., LEHMANN, H. Tratado de
Derecho Civil – Derecho de las Obligaciones, Tomo 2-I, Bosch, Barcelona, 1947, p. 170 y ss; LOPEZ DE
ZAVALIA, F., Teoría …, ob. cit., p. 369; MOSSET ITURRASPE, J., Contratos…, ob. cit., p. 345 y ss; SPOTA,
A., Instituciones…, ob. cit., p. 365 y ss.
(28) La oferta de una donación hecha por escritura pública no es suficiente para dar por existente una
donación, es necesaria también la aceptación por escritura pública (CC Mar del Plata, Sala II, 14-6-88,
LL 1988-D-118) pues la donación se perfecciona con la aceptación del donatario, mientras ésta no sea
aceptada, no existe sino una promesa, que puede retirar conforme las reglas que gobiernan la oferta
(CNCiv. Sala C, 6-11-86, ED 122-535).
(29) CNCiv., Sala C, 23-12-85, LL 1986-B-498 y ED 117-553.
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SENTENCIA
Tribunal: Cámara 6° Civil y Comercial de Córdoba.
Fecha: 19 de Noviembre de 2008.
Autos: “Pavón Juan Domingo c/ Ibarra Beatriz del Carmen – Desalojo”
En la Ciudad de Córdoba a las diez horas del día 19 de Noviembre de dos mil ocho,
se reunieron en Audiencia Pública los Señores Vocales de esta Excma. Cámara Sexta de Apelaciones en lo Civil y Comercial, en presencia de la Secretaria autorizante,
en estos autos caratulados: “PAVON, JUAN DOMINGO Y OTRO C/ IBARRA, BEATRIZ
DEL CARMEN - DESALOJO - POR VENCIMIENTO DE TERMINO - RECURSO DE
APELACIÓN - Expte N° 1034136/36” venidos a despacho a los fines de resolver el recurso de apelación interpuesto por la parte actora en contra de la Sentencia Número
Trescientos Ochenta de fecha cinco de diciembre de dos mil siete, dictada por la Sra.
Juez de Primera Instancia y Trigésimo Sexta Nominación Civil y Comercial, Dra. Sylvia E. Lines, quien resolvió: “I) Rechazar la demanda de desalojo del inmueble sito en
calle Fernando Fabro Nro. 2558, B° Escobar de esta ciudad, promovida por los señores
Juan Domingo Pavón y María Luisa Pavón en contra de Beatriz del Carmen Ibarra, con
costas a los actores. II) Diferir la regulación de honorarios de los Dres. Estela M. Gandía y María Marta Meyer Paz para cuando exista base cierta para ello. Protocolícese,
hágase saber y dese copia.”
El Tribunal se planteó las siguientes cuestiones a resolver: 1) ¿Es ajustada a derecho la sentencia dictada? 2) ¿Qué pronunciamiento corresponde dictar?
Previo sorteo de ley los Sres. Vocales votaron de la siguiente manera:
El Sr. Vocal Doctor Walter Adrián Simes a la primera cuestión dijo:
I) Llegan las actuaciones a este Tribunal de Alzada en virtud del recurso de apelación que interpone la actora en contra de la Sentencia N° 380 dictada el día 05/12/07
que resuelve el rechazo de la demanda de desalojo por vencimiento de término.
A fs. 84/85 corre adjunto el escrito de expresión de agravios en donde el quejoso
relata que la Sentenciante rechaza la demanda incoada por cuanto le da al Sr.Sergio
Pavón, esposo de la demandada, la calidad de condómino y en consecuencia considera que no es procedente el desalojo atento que la demandada no habita el inmueble
en virtud de un préstamo de uso.
Aduce que la Juez a-quo ha realizado una errónea aplicación del derecho cuando
funda su resolución en los arts. 2680 , 2684 y 2699 del CC.
Que en el presente caso, y tal como fuera planteado al entablar la demanda, los
actores adquirieron el inmueble de calle Fernando Fabro 2558, declarando que la
compra también la hacían para su hermano menor, quien a la fecha no ha aceptado la
compra que se hiciera a su favor.
Que ese acto jurídico que la Dra. Méndez Costa denomina “Donaciones Ostensibles” refiriéndose a la donación de los padres a los hijos menores a través de una
310
Jurisprudencia
compra que aquellos efectúan con fondos propios para “que el hijo adquiera la cosa
comprada”.
En el caso que nos ocupa, esa donación no ha sido hecha de padres a hijos sino
entre hermanos.
Siendo la donación un contrato, la denominada donación aún no aceptada es una
oferta o propuesta de ese contrato. La trasmisión del dominio de la cosa objeto de la
donación, tratándose de una adquisición de dominio privada requiere de la tradición.
La intención de donar debe ser aceptada.
Que el derecho del Sr. Sergio Pavón, no está consolidado hasta tanto no se produzca la aceptación.
En tanto dicha situación subsista no se consolida su calidad de condómino y en
consecuencia tal calidad no puede ser declarada.
Yerra la Sentenciante cuando dice que no procede el desalojo y que los comuneros
pueden poner fin a la comunidad a través de la partición, toda vez que para realizar la
partición el título de los condóminos debe ser perfecto y en este caso el título del Sr.
Sergio Pavón debería perfeccionarse y para ello resulta imprescindible que acepte la
compra que se hiciera a su favor.
La Sentenciante consideró que los accionantes reconocieron en la carta documento obrante a fs. 5 el carácter de condómino del esposo de la demandada, y ello,
suple la falta de aceptación de la compra efectuada a su favor a los fines de considerarlo condómino.
Solicita en definitiva se acoja el recurso, con costas.
II) Corrido el traslado del artículo 372 del C.P.C., no es evacuado dándosele por
decaído el derecho dejado de usar a la parte apelada a fs. 92.
III) Los quejosos cuestionan, concretamente, el hecho que la Sentenciante haya
considerado que el Sr. Sergio Pavón reviste la calidad de condómino del inmueble
ocupado por su cónyuge, Sra. Beatriz del Carmen Ibarra, de quien, según relatan los
actores se encuentra separada de hecho, y en base a ello concluir que jamás existió
préstamo de uso sino una ocupación en carácter de cónyuge de quien fuera propietario de una cuarta ava parte del inmueble en cuestión.
IV) La pretensión de desalojo importa el acto por el cual alguien, invocando derecho al uso y goce de un inmueble, solicita al órgano judicial su restitución, y frente a
quien lo ocupa sin título justificante, sea porque tiene una obligación reclamable de
reintegro conforme los términos del contrato que los vincula o bien porque se trata de
un simple intruso.
La parte actora, para estar legitimada, debe acreditar que tiene un derecho personal a exigir la entrega de la cosa, ello así, la acción asiste tanto al titular registral, a
quien resulte ser poseedor, como así mismo a quien, sin ser poseedor o dueño, haya
otorgado la tenencia y tenga derecho a requerir la restitución.
311
Revista de la Facultad, Vol. IV N° 1 Nueva Serie II (2013) 301-315
Basta que la parte actora acredite algún derecho a recuperar la tenencia.
Tal extremo ha sido satisfecho por los demandantes, por cuanto de la Escritura
Pública Número Ciento Veintitrés de fecha 08/06/72 (fs. 20/22) se infiere que resultan
ser propietarios en condominio del inmueble objeto de juicio.
Como contracara, pesa sobre quien pretende enervar la procedencia de la acción,
probar el título o vínculo jurídico que justifica su ocupación y que autoriza a mantenerse en el inmueble.
En esta instancia, y habiendo la parte actora acreditado lo que a ella le compete, es
la accionada quien debe extremar sus esfuerzos en aras a demostrar la existencia del
derecho a la ocupación que invoca.
En atención a lo expuesto y conforme el tenor de los agravios vertidos en esta instancia, corresponde analizar las constancias de la causa para así decidir, si la carga
procesal que pesa sobre la Sra. Beatriz del Carmen Ibarra ha sido satisfecha.
Realizando un análisis de las constancias de autos, se tiene que a fs. 43 la accionada opone la excepción prescripta en el artículo 184 inc. 4 del CPC y alega la inexistencia del préstamo de uso invocado por la actora.
Aduce que su esposo es condómino de la cuarta ava parte del inmueble y el hecho
de que no haya aceptado, al llegar a la mayoría de edad, la compra que sus hermanos
le hicieran, no le quita el carácter de propietario del inmueble.
Los términos de la litis, dejan en claro, que la demanda se intenta, no en contra del
supuesto condómino sino de su cónyuge, que la compra no ha sido aceptada por el
beneficiario y que la ocupación de la Sra. Ibarra no obedece a un préstamo de uso sino
a un título diferente cuya existencia debe ser probada.
Así, el punto en conflicto se circunscribe a dilucidar, si en atención a los términos
del contrato plasmado en la Escritura Pública arriba referida, y a lo expuesto por las
partes en el presente proceso, es dable considerar al Sr. Sergio Walter Pavón como
condómino del inmueble objeto del juicio, y en consecuencia, justificar la ocupación
de la accionada atento revestir la calidad de cónyuge de uno de los propietarios y tener allí la sede de su hogar conyugal.
V) El condominio se encuentra definido por el artículo 2673 CC como “el derecho
real de propiedad que pertenece a varias personas por una parte indivisa sobre una
cosa mueble o inmueble”.
La forma de constitución depende naturalmente de la fuente que tenga el condominio. Si se hubiera constituido por contrato y se refiriese a un inmueble se requiere
escritura pública (artículo 1184 inc. 1° CC).
Tratándose de un derecho real de los enumerados por el artículo 2505 CC se adquiere y se pierde según las disposiciones del Código Civil.
312
Jurisprudencia
El régimen de los derechos reales interesa de manera directa e inmediata al orden
público.
De lo expuesto se sigue que el argumento utilizado por la Sentenciante a los fines
de soslayar la trascendencia, que puede tener en el caso, la falta de aceptación de la
compra por parte del beneficiario, no resulta conteste al derecho en juego.
Dicha falta de aceptación no puede suplirse por el hecho de que los actores le
hayan reconocido al cónyuge de la demandada el carácter de condómino en la carta
documento que le remitieran (fs. 5), pues se está ante un derecho real cuyo modo de
constitución no queda librado a la voluntad de las partes, sino a lo que específicamente establece la ley atento la entidad y las características del derecho en cuestión.
Desvirtuado el argumento fundante de la resolución dictada por la Juez a-quo,
cabe entonces, tal como lo adelantara, dilucidar a la luz de los agravios expuestos,
si en el caso existe el condominio alegado por la demandada en salvaguarda de su
derecho.
Según consta en el Primer Testimonio- Escritura N° 123 del 08/06/72 (fs. 20/23),
los Sres. Juan Domingo Pavón, María Luisa Pavón y Vicenta Sara Pavón adquieren el
inmueble locado y ponen de manifiesto en el acto escriturario que la compra también
la efectúan para el hermano menor de edad, Sergio Walter Pavón, en condominio y
por partes iguales.
Los términos de la contratación la sitúan en el plano de una contratación a favor
de un tercero.
La estipulación en cuestión esta prevista en el artículo 504 CC y permite a los contratantes al tiempo de celebrar el acto, hacer nacer un derecho en beneficio de un
tercero.
El beneficiario es un tercero ajeno al contrato de lo cual deriva como consecuencia, que mientras no acepte el beneficio y lo haya hecho saber al obligado, el contrato
no se perfecciona a su favor y el estipulante puede revocarlo.
Cabe precisar, que en este contrato quien decide un beneficio para un tercero no
actúa en representación del mismo, razón por la cual, se requiere ineludiblemente su
expresión de voluntad.
Se ha sostenido en doctrina que: “La adquisición de un inmueble para un tercero
constituye una operación admitida en la legislación nacional, que puede ser encuadrada dentro de la figura de la estipulación a favor de terceros, y de ella dan cuenta los
arts. 504, 1161 y 1162 CC, configurándose de esa manera una adquisición contractual,
por cuenta y orden de un tercero, beneficiario, que debe aceptar la adquisición mediante escritura pública, conservando el comprador el derecho de revocar el beneficio
mientras éste no hubiera sido aceptado. En la adquisición de un inmueble a favor de
un tercero, la aceptación del beneficiario es un acto unilateral que surte efectos desde
su declaración, sin necesidad del consentimiento del comprador, producida ella el
313
Revista de la Facultad, Vol. IV N° 1 Nueva Serie II (2013) 301-315
beneficio se torna irrevocable.” (SALAS - TRIGO REPRESAS - LOPEZ MESA, Código
Civil Anotado, T. 4-A, actualización, Depalma, Bs. As., 1999, p.211/212).
En el caso de autos, resulta un hecho fuera de toda discusión, la falta de aceptación por parte del Sr. Sergio Walter Pavon de la compra que sus hermanos hicieran a
su favor.
Sólo la aceptación realizada con los recaudos legales, es lo que permitiría considerarlo condómino, y con ello, ingresar al análisis de la defensa intentada por la demandada en su carácter de cónyuge.
Desvirtuada tal premisa, deviene injustificada y sin respaldo en derecho la ocupación del inmueble por parte de la Sra. Ibarra y habiendo los actores demostrado acabadamente su derecho al recupero del uso y goce de la cosa, no cabe más que acoger
el recurso de apelación y revocar la sentencia dictada. Así voto.
El Sr. Vocal Doctor Alberto F. Zarza a la primera cuestión dijo:
Que adhería a lo expresado por el Sr. Vocal preopinante, y vota en igual sentido a
esta cuestión propuesta por compartir los fundamentos.
La Sra. Vocal Doctora Silvia B. Palacio de Caeiro a la primera cuestión dijo:
Que adhería a lo expresado por el Sr. Vocal de primer voto, y vota en igual sentido
a esta cuestión propuesta por compartir los fundamentos.
El Sr. Vocal Doctor Walter Adrián Simes a la segunda cuestión dijo: Corresponde:
1) Acoger el recurso de apelación, revocar la sentencia dictada y en consecuencia hacer lugar a la demanda de desalojo intentada por los actores y ordenar a la Sra. Beatriz
del Carmen Ibarra a desalojar en el término de diez días y bajo apercibimiento de lanzamiento, el inmueble situado en calle Fernando Fabro n° 2558 B° Escobar, conjuntamente con las personas y/o cosas puestas por ella o que de ella dependan. 2) Imponer
las costas en ambas instancias a la parte vencida conforme lo dispuesto en el artículo
130 del C.P.C. 3) Estimar los honorarios de la Dra. Estela M. Gandia por los trabajos
realizados en esta instancia en el 35 % del término medio del artículo36 Ley 9459,
debiendo tenerse en cuenta el mínimo establecido por el artículo 40 de la citada ley.
El Sr. Vocal Doctor Alberto F. Zarza a la segunda cuestión dijo:
Que adhería a lo expresado por el Sr. Vocal preopinante, y vota en igual sentido a
esta cuestión propuesta por compartir los fundamentos.
La Sra. Vocal Doctora Silvia Palacio de Caeiro a la segunda cuestión dijo: Que adhería a lo expresado por el Sr. Vocal de primer voto, y vota en igual sentido a esta cuestión propuesta por compartir los fundamentos.
Por lo expuesto y el resultado de la votación que antecede, SE RESUELVE: 1) acoger el recurso de apelación, revocar la sentencia dictada y en consecuencia, hacer lugar a la demanda de desalojo intentada por los actores y ordenar a la Sra. Beatriz del
314
Jurisprudencia
Carmen Ibarra a desalojar en el término de diez días y bajo apercibimiento de lanzamiento, el inmueble ubicado en calle Fernando Fabro 2558, B° Escobar, conjuntamente con las personas y/o cosas puestas por ella o que de ella dependan; 2) Imponer las
costas en ambas instancias a la parte vencida conforme lo dispuesto por el artículo
130 del CPC ; 3) Estimar los honorarios de la Dra. María Estela Gandia por los trabajos
realizados en esta instancia en el 35% del término medio del artículo 36 de la ley 9459,
debiendo tenerse en cuenta el mínimo establecido en el artículo 40 de la citada ley.
Protocolícese, hágase y bajen. Con lo que terminó el acto, que firman los Sres. Vocales.
315
CRONICAS E INFORMACIONES (*)
Proyecto de “Formación de recursos docentes y tutorías individualizadas a estudiantes”
El Proyecto se contextualiza dentro de las preocupaciones de la Secretaría Académica
y de la UNC por el rendimiento de los estudiantes y la formación de los jóvenes recursos
humanos docentes; ambas problemáticas que exigen acciones que serán objeto de estándares de evaluación y acreditación en el momento en que nuestra carrera de Abogacía sea
convocada por el Ministerio para esta instancia.
Los problemas que se relacionan con el rendimiento en la carrera de Abogacía, presentan rasgos diferentes según se trate del primer ciclo de la carrera o del segundo ciclo.
En el primer ciclo de la carrera, se acentúan las dificultades de estudio ocasionadas por
déficit en la adquisición de herramientas para el trabajo cognitivo; y lamentablemente,
en muchas ocasiones, cuando los estudiantes fracasan reiteradas veces en los primeros
exámenes, el resultado es el abandono de la carrera. En el segundo ciclo de la carrera los
problemas son de distinta naturaleza, la aparición de cargas laborales y familiares y las
búsquedas de caminos profesionales u obstáculos concretos con alguna línea disciplinar
se manifiestan a través del retraso del estudiante para finalizar los estudios y obtener la
titulación.
Los problemas mencionados, cuando no se logra que los esfuerzos de enseñanza conduzcan a los resultados esperados, tanto en el primer ciclo de la carrera como en el segundo, implican altos costos personales y familiares para los estudiantes como también para
la institución.
En relación a estos problemas se observan entonces las siguientes necesidades:
•
desarrollar estrategias sistemáticas de seguimiento e identificación de los casos
problemas de fracaso reiterado en los exámenes o retraso en la carrera y no quedarnos solamente con la asistencia voluntaria del estudiante al apoyo psicopedagógico;
•
el apoyo psicopedagógico que ofrece el Departamento de Orientación Estudiantil requiere ser acompañado de un refuerzo en la enseñanza de las asignaturas
particulares en las que manifiestan problemas, cuestión que sólo pueden abordar
quienes se desempeñan en la enseñanza de la asignatura;
•
los estudiantes requieren de una organización sistematizada de apoyo personalizado a la enseñanza de cada materia que funcione de manera permanente y regular;
•
existen valiosos recursos humanos formados y en proceso de formación en cada
una de las asignaturas y disciplinas del derecho que, debidamente organizados,
podrían ser aprovechados para apoyar a los estudiantes en su estudio y aprendizaje.
(*) Reseña realizada por la Prof. Carla Saad de Bianciotti.
Revista
de la Facultad, Vol. IV N° 1 Nueva Serie II (2013) 317-335
317
Revista de la Facultad, Vol. IV N° 1 Nueva Serie II (2013) 317-335
Objetivos generales del Proyecto
§ Organizar acciones sistematizadas de tutorías y seguimiento de estudiantes con
un doble impacto, mejorar el rendimiento de estudiantes y alentar la formación
de jóvenes recursos humanos docentes.
§ Apoyar el desarrollo hábitos adecuados de estudio para la particularidad de cada
asignatura mediante la utilización de estrategias de atención personalizada que
complementen las actividades docentes que se desarrollan en las aulas.
§ Apoyar la trayectoria educativa del estudiante para disminuir los riesgos de bajos
rendimientos que se manifiestan en la no aprobación de las asignaturas y abandono de la carrera.
§ Contribuir a capacitar y perfeccionar docentes y adscriptos abocados a las tutorías
a través de una oferta diversificada de Conferencias, Cursos, Seminarios y la realización de experiencias concretas de enseñanza a través de las tutorías.
Los Departamentos de Coordinación Docente trabajan conjuntamente con Secretaría
Académica en la selección e inscripción de los Adscriptos que participarán de las Tutorías.
Las Cátedras a través de sus Profesores Titulares y Adjuntos autorizan a aquellos Adscriptos para participar del Proyecto, recordando que es condición mínima tener Metodología
de la Enseñanza aprobada o en curso, o Adscripción finalizada.
Contactos
Teléfono: 4332058/60/61, int. 356; correo-e: [email protected]
Museo Histórico de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales Colecciones disponibles
El Museo Histórico de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad
Nacional de Córdoba se ha propuesto reflejar la rica historia de la institución que representa.
Desde el momento de su creación, el Museo ha recibido importantes donaciones de
los hijos de esta Casa, graduados convertidos en destacados profesores investigadores y
académicos de las Academias Nacionales tales como la Academia Nacional de Derecho y
Ciencias Sociales, Academia de Ciencias Morales y Políticas y la Academia Nacional de la
Historia, políticos que alcanzaron a desempeñar importantes cargos en la administración
publica, nacional y/o provincial, incluyendo la presencia de 8 Presidentes y Vice Presidentes de la Nación Argentina, Gobernadores, Magistrados, Miembros de la Corte Suprema
de Justicia de la Nación, del Superior Tribunal de Justicia de Córdoba, de tribunales ordinarios y federales, etc.
Las donaciones efectuadas por los egresados de la Facultad, que se multiplican día a
día, han permitido alimentar las cinco salas de Colección Permanente del Museo, cuya
estrategia ha sido estructurada del siguiente modo:
Sala de los Presidentes: posee los retratos y un conjunto de fotografías, documentos,
libros, ediciones de las primeras obras de autor, bastones y bandas presidenciales, diplomas medallas, condecoraciones, manuscritos, objetos de escritorio, ropa, efectos perso318
Crónicas e Informaciones
nales, vajilla y objetos varios que pertenecieron a los ocho Presidentes y Vice Presidentes
que alcanzaron a completar su formación académica en la Facultad de Derecho y Ciencias
Sociales de la Universidad Nacional de Córdoba.
Sala de los Gobernadores y los Intendentes (En preparación): posee piezas que pertenecieron a los gobernadores y a los Intendentes de nuestra provincia que pasaron por las
aulas de la Facultad de Derecho, ordenados y expuestos con la misma estrategia discursiva.
Sala del Codificador, Dalmacio Vélez Sarsfield: posee piezas que pertenecieron a Dalmacio Vélez Sarsfield, manuscritos, medallas, primeras ediciones del Código Civil y curiosas fotografías de su lugar de nacimiento, Amboy.
Sala de los Profesores: alberga mobiliarios completos de despachos de celebres abogados y profesores universitarios de los siglos XIX y XX, sus artículos de escritorio, maquinas
de escribir de principios de siglo XX, retratos, diplomas, manuscritos, carpetas, tarjetearía,
documentos, librerías completas para el ejercicio profesional, y también trajes académicos usados en las ceremonias universitarias y para acudir a los tribunales, objetos personales, piezas de vajilla, objetos de culto, etc.
Sala de Historia Institucional: reúne un apreciable número de objetos, fotografías, textos, manuscritos, documentos, muebles, trofeos, medallas, diplomas, etc que reflejan diversos y significativos momentos de la vida institucional de la Facultad de Derecho.
Sala de los Decanos (en preparación): poseerá colecciones de artículos de escritorio,
maquinas de escribir de principios de siglo XX, retratos, diplomas, manuscritos, carpetas,
tarjetearía, documentos, colecciones fotográficas, trofeos y regalos institucionales y personales y también trajes académicos usados en las ceremonias universitarias, objetos personales, piezas de vajilla, objetos de culto, etc, de los decanos elegidos democráticamente
que gobernaron nuestra Facultad de Derecho.
Contactos
Teléfonos: 0351-433-1054, fax 0351-433-2060; correo-e: [email protected]
La “Noche de los Museos” en la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales
En el marco del la organización de la “Noche de los Museos” organizada por la Universidad Nacional de Córdoba, el pasado noviembre de 2012, conjuntamente el Museo
Histórico de la UNC, el Museo Histórico de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales
y el Museo Histórico del Colegio Nacional del Monserrat, presentaron la obra de teatro
“Los Trabajos y los Días”, historia de la Universidad, de la Facultad de Derecho y del Colegio
Monserrat de la Universidad Nacional de Córdoba. La obra, que conjugaba pasado y presente de nuestra historia universitaria, se desarrolló en ocho actos:
Acto I: La Fundación de la Universitas Cordubensis Tucumanae.
Acto II: Una Defensa de Tesis Doctoral en el Siglo XVII
Acto III: 1767. La Expulsión de la Compañía de Jesús.
319
Revista de la Facultad, Vol. IV N° 1 Nueva Serie II (2013) 317-335
Acto IV: La Fundación de la Facultad de Derecho.
Acto V: 1918. La Reforma de la Universidad.
Acto VI: Un Fantasma en la Librería Jesuítica. Siglos XVII a XIX.
Acto VII: Los Presidentes Argentinos en la Universidad Nacional de Córdoba. Siglos XIX y XX.
Acto VIII: El Colegio Nacional del Monserrat. 325 años de Historia.
Con idea original y textos de Prof. Dr. Esteban Federico Llamosas y Prof. Dra. Marcela
Aspell; la Dirección General Raúl Sansica y la participación actoral de la Sra. Rectora de
la Universidad, Prof. Dra. Carolina Scotto; la Decana de la Facultad de Derecho, Prof. Dra.
Marcela Aspell; el Decano saliente de la Facultad, Prof. Dr. Ramón Pedro Yanzi Ferreira,
profesores, no docentes y alumnos de nuestra casa de estudios, la obra se puso en escena
en tres turnos.
Numeroso público de la comunidad académica, familias y público en general participaron de la propuesta.
Participación de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales en el medio
Se destaca la participación de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales en distintos
eventos que contribuyen al conocimiento, discusión y análisis de importantes temas para
la comunidad.
-
Centro de Capacitación del Abogado del Niño: Participación de representantes de
la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales, por invitación del Defensor de los Derechos de las Niñas, Niños y Adolescentes de la Provincia de Córdoba.
- Representación ante el “XXVIII Congreso del Instituto Hispano-Luso-Americano
del Derecho Internacional”, 3 al 7 de diciembre de 2012, en San Juan, Puerto Rico.
-
Representación ante la “Comisión Ejecutiva 400 años de la U.N.C. 1613-2013”: designación de representante de esta Facultad de Derecho y Ciencias sociales de la
Universidad Nacional de Córdoba.
- Representación ante la “Octava Cumbre Mundial de Internet y Multimedia”, 26 y
29 de noviembre en la cuidad de Fozhou, China.
320
-
Declarar de Interés General y formular adhesión de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Córdoba a la “49° Conferencia Anual”
de la Federación Interamericana de Abogados, 20 al 24 de junio de 2013, Asunción,
Paraguay.
-
Declarar de Interés General y formular adhesión de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Córdoba a la actividad “Jornadas Preparatorias 2012 del Ateneo Permanente de Derecho Procesal /2013”, Córdoba.
-
Representación ante el “VI Congreso Nacional de Práctica Profesional-Violencia
Social: Nuevos Desafíos desde la Práctica Profesional”, Montevideo, Uruguay.
Crónicas e Informaciones
-
Declarar de Interés General y formular adhesión de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Córdoba a la actividad “XXVII Congreso Nacional de Derecho Procesal- 2013”, Córdoba.
-
Declarar de Interés General y formular adhesión de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Córdoba a la actividad “Seminario de
Formación para Jóvenes Líderes”, Córdoba.
-
Declarar de Interés General y formular adhesión de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Córdoba a la actividad “III Congreso
Interdisciplinario del Norte Cordobés”, Ischilín, Córdoba.
-
Declarar de Interés General y formular adhesión de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Córdoba a la actividad “4° Congreso de
Derecho Laboral y Relaciones del Trabajo”, Córdoba.
-
Declarar de Interés General y formular adhesión de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Córdoba a la actividad “IV Congreso
Nacional Universitario de Litigación Penal”, en forma simultánea en la Universidad Nacional del Nordeste, en la Ciudad de Corrientes y en la Universidad Nacional del Comahue, en la Ciudad de Neuquén.
-
Declarar de Interés General y formular adhesión de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Córdoba a la actividad “Ateneo de Derecho Penal”, Corral de Bustos, Córdoba.
-
Declarar de Interés General y formular adhesión de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Córdoba a la actividad, “1 Modelo de
Naciones Unidas”, Córdoba.
-
Declarar de Interés General y formular adhesión de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Córdoba a la actividad, Modelo de Naciones Unidas de la Asociación para las Naciones Unidas de la República Argentina
(ANU-AR), Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
-
Representación en las Misiones Universitarias al Extranjero III: “Misión de las Facultades de Derecho de la Región Centro de la República Argentina a Facultades de
Derecho de la Región Marchigiana”, Italia.
-
Declarar de Interés General y formular adhesión de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Córdoba a la actividad, “Primeras Jornadas Nacionales de Derecho”, Villa Carlos Paz, Córdoba.
-
Declarar de Interés General y formular adhesión de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Córdoba a la actividad, “XXXVIII Jornadas Nacionales y VIII Congreso Internacional de Derecho Administrativo”, Córdoba.
-
Declarar de Interés General y formular adhesión de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Córdoba a la actividad, “1° Congreso
Internacional: Fútbol, Deportes y Derecho Laboral”, Córdoba.
-
Representación ante el “Taller Propuestas del 1° Observatorio Tripartito de Teletrabajo para la Negociación Colectiva”, Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
321
Revista de la Facultad, Vol. IV N° 1 Nueva Serie II (2013) 317-335
-
Declarar de Interés General y formular adhesión de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Córdoba a la actividad, “Ciclo de Charlas Debate ‘Los estudiantes querernos debatir’: Congreso Nacional de Derecho del
Trabajo”, Córdoba.
-
Declarar de Interés General y formular adhesión de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Córdoba a la actividad, “X Jornadas
Interuniversitarias de Derecho Constitucional y Derechos Humanos “Formando democracia y justicia: ideas universitarias al servicio del Estado Democrático y Social
de Derecho”, Montevideo, Uruguay.
- Declarar de Interés General y formular adhesión de la Facultad de Derecho y
Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Córdoba a la actividad, Seminario
“Instrumentación y Publicidad Inmobiliaria”, Córdoba.
-
Declarar de Interés General y formular adhesión de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Córdoba a la actividad, “Seminario
Internacional de Derecho Penal del Riesgo”, Córdoba.
-
Declarar de Interés General y formular adhesión de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Córdoba a la actividad, “Primer Congreso del Mercosur contra la trata y el tráfico de personas- Villa María 2012”, Villa
María, Córdoba.
-
Declarar de Interés General y formular adhesión de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Córdoba a la actividad, “Congreso sobre temas de bioética”, Córdoba.
-
Declarar de Interés General y formular adhesión de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Córdoba a la actividad, Congreso de
Salud Mental - “La Salud Mental como una Construcción Colectiva”, Salta.
-
Declarar de Interés General y formular adhesión de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Córdoba a la actividad, Seminario de
Derecho Colectivo del Trabajo “Representación Sindical, Conflictos Laborales y Negociación Colectiva en el Siglo XXI”, Córdoba.
-
Declarar de Interés General y formular adhesión de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Córdoba a la actividad, “X Jornadas
Interuniversitarias de Derecho Constitucional y Derechos Humanos”, Montevideo,
Uruguay.
-
Declarar de Interés General y formular adhesión de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Córdoba a la actividad, “I Congreso Nacional y II Congreso Departamental de Derecho General”, Encarnación, Paraguay.
XVIII Congreso del Instituto Internacional de Historia del Derecho Indiano
Organizado por el Instituto Internacional de Historia del Derecho Indiano, el Instituto
de Historia del Derecho y de las Ideas Políticas Roberto I. Peña de la Academia Nacional
de Derecho y Ciencias Sociales de Córdoba, y las Facultades de Derecho y Ciencias Socia322
Crónicas e Informaciones
les de la Universidad Nacional y Católica de Córdoba en la función organizadora, se llevo a
cabo en la ciudad de Córdoba, durante los días lunes 16 a viernes 20 de julio del año 2012,
congregando a más de 100 especialistas de América y de Europa.
La convocatoria adquirió en nuestra Casa una especial significación, por cuanto nos
aprestamos a celebrar los cuatrocientos años de la Universidad Nacional de Córdoba,
cuarta Universidad en Hispanoamérica y primada de la República Argentina.
A ello se sumó la circunstancia de haberse iniciado en 1812 en los territorios del antiguo Virreinato del Río de la Plata profundas reformas que significaron el cese de las audiencias indianas y su reemplazo por la Cámara de Apelaciones, amén del Tribunal de
Concordia ambos reguladas por el Reglamento de Institución y Administración de Justicia
del 23 de enero de 1812.
La Convocatoria a la Asamblea General Constituyente del año XIII que no alcanzó
a declarar la independencia ni a dictar una constitución pero que produjo importantes
reformas políticas, sociales, económicas y jurídicas que significaron el inicio de progresivas reformas del sistema jurídico indiano y de los modelos de dominación española en
América.
La importancia de la Constitución de Cádiz de 1812 y su proyección en el constitucionalismo americano, amen de la Constitución de Filadelfia de 1787 y la francesa de 1789
nos lleva a plantear las siguientes líneas centrales de trabajo:
1. Proyección de las Universidades indianas. Homenaje a la Universitas Cordubensis
Tucumanae;
2. Transformaciones del sistema jurídico indiano. Cambios y persistencias;
3. El Derecho Indiano y su pervivencia en las nuevas soluciones institucionales y jurídicas. Hacia el constitucionalismo y la codificación. Se mantuvo, como es habitual, en
estos Congresos la presentación de temas libres sobre historia, alcances y proyección del
derecho indiano.
Declaración de Huésped de Honor a personalidades del Derecho
- Dr. Adrián Goldin, Profesor Plenario en la Universidad de San Andrés y Profesor Titular de Derecho del Trabajo de la Universidad de Buenos Aires y Profesor Invitado de
las Universidades de Paris, Nantes y Nacional de Colombia. Asimismo, se ha desempeñado como investigador residente en el Institui d’ etudes avancées de Nantes. Miembro
del Consejo Asesor del Comparative Labor Law & Policy Journal de la University of Illinois;
del Comité Editorial de la “Revue de droit comparé du travail et de la sécurite sociale” de
la Université Montesquieu; del Consejo Asesor de la Revista General de Derecho del Trabajo de Madrid; de la Academia Iberoamericana de Derecho del Trabajo y de la Seguridad
Social y de la Academia Nacional de Derecho del Trabajo de Brasil. Autor de diversas publicaciones y artículos en la Argentina y el exterior.
- David Smith, Director del Centro de Información de las Naciones Unidas en Buenos
Aires, nexo ante el Congreso y las sucesivas administraciones de los Estados Unidos y a
cargo de la difusión y promoción del trabajo de las Naciones Unidas orientadas a los medios, las organizaciones no gubernamentales y otras oficinas del sistema de las Naciones
323
Revista de la Facultad, Vol. IV N° 1 Nueva Serie II (2013) 317-335
Unidas en Washington. Que entre 1978 y 2003 fue Jefe de la Oficina de Corresponsalía de la
cadena inglesa Independent Televisión News (ITN), desempeñándose como corresponsal
en Washington, Moscú, Jerusalén, Beirut y Nairobi, reportando desde Africa, Medio Oriente,
Europa del Este y toda Latinoamérica. Desde 1974 hasta 1978 trabajó como corresponsal
para Reuters en el Reino Unido. Se ha dedicado a la docencia como Profesor Invitado de
Periodismo en las Universidades de Michigan y Maryland, con especial énfasis en el rol del
corresponsal extranjero como factor de influencia en la política exterior. Posee un Master
of Arts en Humanidades por el Lincoln College de la Universidad de Oxford y ha sido distinguido por la International Reporting Award, Royal Televisión Society, Londres, en 1983 y
obtuvo la Medalla de Oro en el Festival de Televisión de Nueva York, en el año 2000.
- Prof. Dr. Jean-Michel Servais, Doctor en Derecho “Grande Distinction” de la Universidad de Liège (1968) y Doctor Honoris Causa de la Universidad Attila József, Szeged, Hungría (1997). Distinguido Catedrático de Derecho del Trabajo y la Seguridad Social en la
Universidad de Liège, desde el año 1967 y Profesor Invitado de la Universidad de Gerona,
España. Asimismo, se ha desempeñado como Funcionario del Bureau International du
Travail (BIT) de Génova y Secretario General y posteriormente Presidente de la Sociedad
Internacional de Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social. Miembro de la Asociación
Ecuatoriana de Derecho del Trabajo; de la Asociación Internacional de Relaciones Profesionales; del Consejo Científico de los Boletines de “Derecho comparado del trabajo y de
la seguridad social” y “Mexicano de Derecho Comparado”; del Consejo Científico de REGES y Miembro Extranjero de la Asociación Rusa de derecho del Trabajo y de la Seguridad
Social; autor de diversas publicaciones.
- Dr. Atilio Borón, Profesor de Teoría Política y Social en la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires desde 1986, investigador superior del CONICET y director del Programa Latinoamericano de Educación a Distancia en Ciencias
Sociales. Se desempeña, asimismo, como columnista en diversos medios, y conferencista,
habiendo participado, entre otros, del Foro Nacional de Educación para el Cambio Social,
que realiza anualmente el movimiento nucleado en el Encuentro Nacional de Estudiantes
de Organizaciones de Base ENEOB de Argentina. Se ha desempeñado 9 años como Secretario Ejecutivo del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales CLACSO (desde 1997 a
2006). En el año 2004 fue distinguido con el Premio honorífico de ensayo Ezequiel Martinez Estrada de la Casa de las Américas por su libro Imperio & Imperialismo. En 2009 fue
galardonado por la UNESCO con el Premio Internacional José Martí por su contribución a
la unidad e integración de los países de América Latina y el Caribe.
Formación en postgrado
Nuestros cursos están dirigidos a abogados, docentes, adscriptos y a todos aquellos
que se encuentran en el ámbito de la administración pública o la empresa privada que deseen especializarse o actualizar y poner en común sus conocimientos en aquellos temas
interesantes en el panorama del Derecho argentino y americano.La consolidación de estos Cursos de Posgrado supone que, año tras año, podamos
seguir ofreciendo a todos aquellos que nos visitan un atractivo plantel de programas académicos, en los que participan distinguidos profesores, investigadores y especialistas de
reconocido prestigio internacional.
324
Crónicas e Informaciones
Actividades del primer semestre de 2013
Carreras
- Doctorado en Derecho y Ciencias Sociales.
-
Especialización en Derecho Procesal.
-
Especialización en Derecho Tributario.
-
Especialización en Derecho Laboral (Cogestionada entre las Universidades Católica de Córdoba, Nacional del Litoral y UNC).
-
Especialización en Derecho de Familia.
Cursos
- Diplomatura “Derecho de las personas con discapacidad: Enfoque Interdisciplinario”.
-
Diplomatura “La Prueba en el Proceso Penal preponderantemente acusatorio”.
-
Diplomatura en Resoluciones Judiciales y Recursos en el Proceso Civil, Comercial
y de Familia.
-
Diplomatura en Violencia Familiar.
- Diplomatura en Comunicación Judicial. La mediatización del discurso jurídico
(Coorganizado con el Centro de Perfeccionamiento Ricardo Núñez).
-
Diplomatura en Ética Judicial – II Edición (Coorganizado con el Centro de Perfeccionamiento Ricardo Núñez).
-
Diplomatura en Formación Política, Dirigencial y Ciudadana.
-
Diplomatura en Derecho del Consumidor.
-
Diplomatura en Derecho y Gestión de la Salud.
-
Diplomatura en Diplomacia Contemporánea.
- Diplomatura en Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social Internacional OIT
y su aplicación en el derecho interno. Derecho sustantivo y adjetivo del Derecho
Internacional del Trabajo y la legislación del trabajo nacional.
-
Curso de Lectocomprensión de Textos Jurídicos en Idioma Extranjero: Inglés, Portugués, Italiano y Latín.
Seminarios
-
Seminario Metodología de la Investigación.
-
Seminario Permanente de Derecho Privado.
-
Seminario Derecho Público Comparado.
Actividades destacadas del 2012
-
Durante el año 2012 fueron defendidas y aprobadas ocho tesis doctorales.
325
Revista de la Facultad, Vol. IV N° 1 Nueva Serie II (2013) 317-335
- Misión de cooperación Internacional en el marco del Proyecto “Misiones de las
Facultades de Derecho de la Región Centro de la República Argentina a Facultades
de Derecho de la Región Marchigiana (Italia)”.
La misma tuvo lugar en la República Italiana los días 8, 9, 10, 11 y 12 de octubre del
2012. A la convocatoria asistieron los representantes de las Facultades de Derecho de las
Universidades Nacionales de Litoral (UNL), Rosario (UNR), Rio Cuarto (UNRC) y Córdoba (UNC), a saber: Decano Prof. Dr. Juan Manuel Benvenutti y Prosecretaria de Ciencia y
Tecnica Prof. Ab. Ayelén Garcia Gastaldo; Decano Prof. Dr. Ernesto Ignacio José Granados;
Directoras Prof. Ab. Analia Alonso y Prof. Ab. Marcela Sereno; y Prosecretario de Posgrado
Prof. Dr. Edgardo Garcia Chiple, respectivamente.
Los acercamientos logrados han girado sobre los siguientes temas:
•
Intercambio de docentes y estudiantes en el programa de movilidad. Colaboración en el ente de formación de mediadores.
•
Participación de estudiantes argentinos en la currícula del doctorado. Posible adhesión al Centro de Defensa del Consumidor de la Universidad de Peruggia.
•
Tratamiento de Derechos Humanos y Violencia.
•
Por medio de videoconferencia, tratamiento de la reforma al Código Civil argentino.
•
Realización en forma conjunta de cursos de perfeccionamiento en Derecho Civil.
- En el marco del Ciclo de Conferencias 2012, se celebró, en el mes de mayo de aquel
año, la Conferencia “CONOCIENDO EL ANTEPROYECTO DE CÓDIGO CIVIL Y COMERCIAL” la cual tuvo lugar en el Aula Magna de esta Facultad y contó con la participación
de los integrantes de la Comisión Redactora y Colaboradores. Sus directoras fueron las
Dras. Adriana Dreyzin de Klor y Nora Lloveras. Entre los disertantes podemos mencionar la presencia de: María Virginia Bertoldi de Fourcade, Gustavo Bono, Adriana Dreyzin
de Klor, Angelina Ferreyra de de la Rúa, Marisa Herrera, Elena Highton, Marcelo Iñiguez,
Aída Kemelmajer de Carlucci, Eleonora Lamm, Ricardo Luis Lorenzetti, Nora Lloveras,
Rafael Mariano Manóvil, Fernando Marques, Ramón Daniel Pizarro, Horacio Roitman,
María Elsa Uzal y Gustavo Vallespinos.
Para informes e inscripciones comunicarse al Teléfono 0351-4332064, e-mail: [email protected], el horario de atención es de 09:30 hs. a 19:30 hs., más info: www.
derecho.unc.edu.ar y http://www.infouniversitario.com.ar
Actividades de extensión
La Secretaría de Extensión y Relaciones Internacionales de la Facultad de Derecho y
Ciencias Sociales tiene a su cargo la organización de distintas actividades de extensión,
entre ellas:
-
Programas de intercambio docente y estudiantil con Universidades extranjeras.
-
Radicación de programas, becas y subsidios de extensión, integrados por Profesores y alumnos de extensión de nuestra Casa, entre ellos:
*
326
Proyecto de Extensión “Violencia y Derechos Humanos - Grupos vulnerables”.
Crónicas e Informaciones
*
Programa de ayudantía de alumnos de extensión.
-
Laboratorio de Resolución de Conflictos de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales.
-
Seminario Formación básica de Mediadores.
-
Seminario “Instrumentación y Publicidad Inmobiliaria”.
-
Taller sobre “El Conflicto y las Prácticas Restaurativas”.
- “1er. Foro de Participación Ciudadana de Organizaciones Ambientalistas”.
-
“Seminario de Práctica Registral”.
-
“Jornada Preparatoria del Primer Congreso Nacional de Análisis y Debate sobre el
Proyecto del Nuevo Código Civil”.
- Seminario Curso de Profundización: “Diplomatura en Protocolo, Ceremonial y
Relaciones Públicas”.
-
“La Violencia Familiar: Un enfoque Interdisciplinario y de Género”.
-
Reunión informativa sobre becas y estancias de estudio en el exterior.
-
“Derecho y protección animal” con la Sala de Derecho Animal del Colegio de Abogados de Córdoba, constituyéndose en la primera Universidad de Latinoamérica
en impartir dicha especialidad.
-
El “Garra”: Ejercicio de simulación interdisciplinario de conducción estratégica y
resolución de conflictos, entre la Facultad de Derecho y la Escuela de Aviación
Militar.
-
Seminario de Actualización de Derecho de la Navegación, en homenaje al Dr. Luis
Romero Basaldúa.
Contactos
Teléfono: (0351) 4332057/58 int. 349; correo-e: [email protected]
Actividades en investigación
La Secretaría de Ciencia y Tecnología de la Facultad de Derecho y Ciencias sociales
informa los proyectos que fueron aprobados y subsidiados por SECYT-UNC, durante el
año 2012:
Programa y Proyectos de Investigación y Desarrollo A subsidiados – año 2012
Nº
Director
Co Director
Título del Proyecto
1
ABATEDAGA, Nidia
2
ABRIL, Ernesto
Tramas comunicativas 2: Redes de comunicación
de/entre organizaciones de gestión horizontal y
grupos sociales políticamente vulnerables
CERUTTI, María del Atribución de responsabilidad, causalidad y riesgos
Carmen
327
Revista de la Facultad, Vol. IV N° 1 Nueva Serie II (2013) 317-335
Nº
3
4
5
6
7
8
9
10
11
12
13
14
15
16
328
Director
ACEVEDO, Mariana
Co Director
Título del Proyecto
Prácticas de participación juvenil en espacios y organizaciones territoriales de sectores populares de
Córdoba
AQUÍN, Nora
CUSTO, Esther Inés Tutelares o Tutelados? Evaluación doméstica y territorial de la AUH en los procesos de reproducción
cotidiana de la existencia
ASPELL, Marcela
YANZI FERREIRA, La cultura jurídica en Córdoba del Tucumán en el
Ramón
tránsito de los Siglos XVIII a XIX. La construcción,
interpretación, enseñanza y praxis del Derecho en
un contexto de transición
AVILA PAZ de
Nulidades procesales de los actos de juez y los prinROBLEDO, Rosa
cipios jurídicos procesales en el bloque de constitucionalidad: sus actuales desafíos (en el ámbito de la
jurisprudencia de la SCJN y fueros civil, comercial y
tributario de Córdoba, en el siglo XXI)
AZAR, Aldo
GONZALEZ
La interpretación según el “espíritu de la ley”: anáCASTRO, Manuel
lisis de los presupuestos, procedimientos y alcances
metodológicos en el derecho privado, internacional
privado y procesal civil argentino
BERGOGLIO, María
La consolidación de estrategias participativas en la
Inés
justicia penal: consecuencias sobre la administración de justicia y su relación con los ciudadanos
BERTOLDI, María
STEIN, Patricia
El derecho al acceso a la educación de las personas
Virginia
con discapacidad en el contexto de las políticas de
inclusión. Su efectividad?
BOITO, María
ESPADOZ
Urbanismo estratégico, experiencias de habitabiliEugenia
DALMASSO, María dad, circulación y desplazamiento en la ciudad. InBelén
dagación sobre vivencias/experiencias de las clases
subalternas (2012-2013)
BONZANO, María de
Hacia un derecho de familias con perspectiva de gélos Angeles
nero en los países de UNASUR
BRUNETTI, Paulina SGAMMINI,
El discurso periodístico cordobés: entre la permaMarcela
nencia y la mutación, entre la militancia y la mercancía (1918-1930)
CASTAGNO, Fabiana DENNLER, María
Formación inicial de comunicadores sociales: redes
de las Mercedes
sociales digitales y tareas académicas
ECHEVARRÍA, Mirta VIADA, Mónica
Periodismo digital en la formación de comunicadoMaría
res. Lenguajes y dispositivos tecnológicos de profesionales y usuarios: su incidencia en producción,
distribución y recepción de la información. Enseñanaza-aprendizaje: tendencias y enfoques
EGIDOS, Dionisio
El campo de la comunicación institucional desde la
perspectiva constructivista de Piere Bourdieu. Usos
comunicativos internos y externos de las redes sociales digitales en contextos institucionales
EMANUELLI, Paulina
Nuevas socialidades y configuraciones de mundo
en las redes sociales digitales. Un estudio situado
con jóvenes estudiantes
Crónicas e Informaciones
Nº
Director
Co Director
17 EMANUELLI, Paulina
18 ETCHICHURY,
Horacio
19 FANZOLATO,
Eduardo
20 FERNANDEZ
SUAREZ, Edgar
21 FREDIANELLI,
Graciela
22 GATTINO, Silvia
23 GHIRARDI, Juan
Carlos
24 GOMEZ DEL RIO,
Eugenia
FILIPI, María
Cristina
RIOS, Graciela
25 GONZALEZ María
Cristina
CARO, Rubén
26 JULIÁ, Marta
27 KREMER, Liliana
GARCÍA CIMA DE
ESTEVE, Elena
28 LAJE, María Inés
VACA NARVAJA,
Tania
29 LISTA Carlos
30 LLOVERAS, Nora
31 MARCIONNI, Nelson
32
MENGO, Renee Isabel
FARAONI, Fabián
Título del Proyecto
Estudios sobre sociedades y entornos virtuales
Derechos sociales y políticas sociales: una revisión
constitucional de los instrumentos jurídicos
La situación jurídica del anciano: Ejercicios de los
derechos y relaciones de consumo
La participación ciudadana en las redes sociales y
portales digitales: el caso del Municipio de la ciudad
de córdoba
Campo profesional. Estado de la cuestión y trabajo
social en el momento desarrollista
Cuidar y ser cuidado en nuestra cultura: representaciones acerca del cuidado de sí, de los otros y del
ambiente
Inserción de la Ley 26657 en el sistema tuituivo del
código civil para enfermos mentales
Cambios demográficos en la población escolarizada en Argentina: relaciones entre modelos educativos y modelos de fecundidad y nupcialidad entre
1869 y 2010
Hacia un nuevo sistema de seguridad social? La
Universalización de las políticas del seguro social
en Argentina desde el 2003 a la actualidad
Implementación de políticas públicas ambientales
en Argentina. Dos estudios de caso: bosque nativo y
residuos peligrosos (2007-2011)
El conocimiento como producción de prácticas sociales en el territorio: la educación agrotécnica en ámbitos rurales del chaco americano que orientan distintos
modelos de desarrollo local. Abordaje desde una epistemología feminista y con enfoque de género
Des-pensando con los niños sus derechos a la educación y el esparcimiento y el juego. Aportes interdisciplinarios al debate sobre la categoría de sujetos
de derecho
El discurso judicial frente a demandas de interés
público. La neutralidad confrontada
La perspectiva constitucional de la prelación de los
órdenes hereditarios en el sistema sucesorio argentino
Derecho Internacional Ambiental y Territorios Insulares: Intereses nacionales argentinos asociado a
la Prov. de Tierra del Fuego, Antártida e Islas Malvinas en el contexto del cambio climático. Prácticas
estatales recientes (2007-2012)
El Bicentenario en Latinoamérica y los medios de
Comunicación – Tratamiento editorial de los medios gráficos on line sobre los acontecimientos
2009-10
329
Revista de la Facultad, Vol. IV N° 1 Nueva Serie II (2013) 317-335
Nº
Director
33 MONTENEGRO,
María Cristina
Co Director
ZAMZZEM,
Verónica
Título del Proyecto
La otra cara de la integración regional: territorio, recursos y empresas trasnacionales en la región patagónica binacional
34 MORALES, Mirta
LOYOLA, María
Apropiación mediática: disponibilidad y acceso de
Susana
Inés
medios radiofónicas y televisivos
35 MORALES
Estructura de la distribución normativa de la renta
LAMBERTI, Alicia
minera y estabilidad fiscal, cambiaria y arancelaria:
efectos en la función compensatoria ambiental y
social
36 Nucci, Nelly Beatriz CROSSETO,
Trabajo social con familias en el campo de la salud
Rossana
pública. Posiciones, relaciones y estrategias
37 ORLANDI, Olga
TAVIP, Gabriel
La protección de los discapacitados en el derecho
Etelvina
Eugenio
sucesorio
38 PAEZ, Olga Mercedes SAVALL, María
Reparar necesidades, ampliar oportunidades y gaMercedes
rantizar derechos. Programas Sociales con Marco
normativo. Evaluación del Programa Provincial
“Sustitución de viviendas ranchos para la erradicación del Mal de Chagas”
39 PAULINELLI, María
La lectura de la Historia en los discursos de CórdoElena
ba. La conmemoración del bicentenario de la revolución de mayo
40 PARMIGIANI DE
DIAS VILLEGAS DE Políticas de innovación y gobernanza: el caso de la
BARBARÁ, Myriam
LANDA, Martha
gestión de residuos sólidos urbanos en la ciudad de
Córdoba
41 PERALTA, María Inés
Política y subjetividad: nuevas construcciones de
sentido sobre lo social y lo político en las prácticas
colectivas de organizaciones de base territorial
42 PEREYRA, Luis
BASANTA, Alicia
La protección jurídica de las personas mayores en el
ámbito internacional, regional y nacional. Un cambio de paradigma
43 PIOTTI, María Lidia
Memorias sobre el protagonismo juvenil en el territorio de la ciudad de Córdoba en el período 19651976. Legados de la acción colectiva y miradas en
los jóvenes organizados en la actualidad
44 ROBLEDO, Federico
Tutela constitucional de la salud de los niños y niñas con discapacidad en Argentina, con particular
referencia en la provincia de Córdoba.
45 RODRIGUEZ, Elsa
Los desempeños de las políticas habitacionales.
Córdoba 2008-2011
46 ROTONDI, Gabriela
Participación /agremiación juvenil en Centro de estudiantes secundarios de escuelas públicas y construcción de ciudadanía
47 SAAD, Carla
Teletrabajo y riesgos del trabajo. Lineamientos para
una futura reforma al sistema legal
48 SALAS, Graciela
DREYZIN, Adriana Derechos humanos ¿reaseguro para el MERCOSUR?
330
Crónicas e Informaciones
Nº
Director
Co Director
Título del Proyecto
49 SÁNCHEZ, Mariana
50
51
52
53
54
La construcción de la violencia de género desde el
sistema penal
SARTORI, Marta
REY CARO, Ernesto Ventajas de ciertos medios de solución de controversias según el tipo de diferendo internacional en
materia de uso de los recursos naturales (Caso testigo: Argentina)
SOLDEVILLA, Alicia DOMINGUEZ,
La violencia de género en estudiantes de la UniverAlejandra
sidad Nacional de Córdoba
SELEME, Hugo Omar
La evaluación moral de las instituciones públicas.
Hacia una sociedad democrática de ciudadanos libres e iguales
TABORDA, Alberto
DE DIOS, Silvia
Impacto de corrientes teóricas en la enseñanza del
trabajo social en centros de formación profesional
(Córdoba 1969-1976)
TORCIGLIANI, Nilda
Infracción entre el Estado y la sociedad civil: análisis del régimen de implementación de programas
sociales. Estudio del entramado de actores en Programas de Microemprendimientos productivos
55 URIONDO de
MARTINOLI, Amalia
56 VAGGIONE, Juan
Marco
Las migraciones internacionales y su incidencia en
el estatuto personal
MATTIO, Eduardo
57 VERA, María Cristina
Ovejas Negras. Experiencias religiosas y sexualidad
en trayectorias biográficas gays
Tradición y modernidad: políticas académicas,
ideas, protagonistas, intelectuales y redes de poder.
Córdoba XVIII a XX
58 VEZZARO, Darío
AZCONA, Noelia
Posicionamiento de los estudiantes de la Facultad
de Derecho y Ciencias Sociales y de la Facultad de
Ciencias Médicas frente a la muerte digna
59 VIDAL, Mary
Elizabeth
GERBALDO, Judith
60 VILLA, Miriam
PEÑA, Sebastián
Comunicación, tecnologías y ciudadanía. Aplicabilidad y apropiación de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) en programas nacionales educativos y programas de fortalecimientos de medios de gestión social
Las prácticas de escritura en un taller de producción gráfica de la carrera de comunicación social:
dificultades y estrategias superadoras
61 VILLAGRA, Angel
62 VON SPRECHER,
Roberto
La construcción del rol del trabajador social en los
ámbitos jurídicos relacionados con la protección
integral de los niños, niñas y adolescentes a partir
de la nueva legislación nacional y provincial
REGGIANI,
Federico
Estudios y crítica de la historieta
331
Revista de la Facultad, Vol. IV N° 1 Nueva Serie II (2013) 317-335
Proyectos de Investigación y Desarrollo B subsidiados – año 2012
Nº
Director
Codirector
1
AIZICZON,
Fernando
2
ALESSIO, Angela
PAREDES, María
Daniela
3
BECERRA, Natalia
TOMATIS, Karina
Lorena
4
6
BRIZUELA
AMBROSIUS,
Mariana
GALFIONE, María
Verónica
IOSA, Juan
7
MILESI, Andrea
8
ORTIZ, Claudia
SORIA, Ana Sofía
9
PARISI, Mariela
GRZINCHICH,
Claudia
10
PEREZ SCALZI,
Alejandra
11
PERTICARARI,
Marisa
12
STICCA, María
Alejandra
5
Título del Proyecto
Formas de compromiso político y acción colectiva
en la Argentina contemporánea
BOUVIER, Hernán
Galo
El impacto del programa conectar igualdad en las
prácticas institucionales de las escuelas secundarias públicas de la ciudad de Córdoba en el año lectivo 2011
Estado y desempleo en tiempos de transición: políticas sociales y laborales orientadas a intervenir
sobre el desempleo en Argentina
La ciudadanía de los niños, niñas y adolescentes en
movimiento. El derecho a participar en el ámbito
escolar
Arte y praxis política: la politicidad del arte frente a
la crisis de las promesas de la modernidad estética
El juzgamiento de los delitos de lesa humanidad en
la Argentina postictatorial
Representaciones sobre el ambiente en estudiantes
de la licenciatura en trabajo social de la UNC
Debates y tensiones sobre la interculturalidad en
América Latina: nación-alteridad, diferenciadesigualdad e inclusión-exclusión
Nuevas miradas en investigación y producción de
contenidos en la pantalla
Impacto económico y social de la migración en mujeres en un sector de la ciudad de Córdoba-Estudio
de caso
Estudio sobre procesos de participación en adolescentes y jóvenes en ámbitos sociales y su relación
con la creatividad y la solidaridad
Principio del desarrollo sostenible: la obligación de
los estados de adoptar normas internas eficaces sobre medio ambiente.
Proyectos de Investigación y Desarrollo con aval académico – año 2012
Nº
Director
Codirector
Título del Proyecto
1
BATTOLA, Karina
Edith
CAMINOS,
Francisco
CHIAPERO, Silvana
FORTETE, César
Justicia restaurativa para resolver conflictos. Una
representación social en construcción en Córdoba
Personajes, acciones y escenarios en el cine argentino y español en el periodo 2001-2003
La ejecución de las órdenes de restitución internacional de menores 2007-2011: entre la realidad judicial argentina y la labor de los foros internacionales
2
3
332
CAMINOS, Rafael
Crónicas e Informaciones
Nº
Director
Codirector
Título del Proyecto
4
EMAIDES, Ana
SALERNO, María
5
HAIQUEL, Miguel
Angel
MANDAKOVIC,
María
40 años no es nada: análisis del suplemento económico del diario Clarin en los últimos 40 años.
La pobreza estructural en el gran Córdoba (20082011).
El Centro de Investigaciones Jurídicas y Sociales de la Facultad de Derecho y Ciencias
Sociales (CIJS), cuenta con una biblioteca, producto de intercambio de material bibliográfico y audiovisual con distintas instituciones, de donaciones de los autores e investigadores y de nuestra publicación del Anuario. La misma se encuentra disponible para su
consulta, en los horarios de atención al público.
Brinda asesoramiento mediante un Programa dirigido a estudiantes y egresados a los
que se les presentaren dudas de tipo metodológico, epistemológico o de contenido al realizar una Tesis Doctoral o de Maestria; una Tesina o Monografía de Postgrado o al elaborar
y desarrollar un Proyecto de Investigación. En tal caso, pueden solicitar una entrevista con
investigadores, en los horarios de consulta correspondientes, a los efectos de ser asesorados y evacuar sus inquietudes.
Es lugar de trabajo de proyectos radicados en SECYT, en CONICET y en el mismo Centro de Investigaciones. Además de los mencionados anteriormente en Secretaría de Ciencia y Técnica de la Facultad, el CIJS informa:
BERTOSSI, Roberto
Servicios Públicos Cooperativos/ la dimensión humana en la globalización de la solidaridad.
DUBROWSKY, Sergio
El factor religioso en el derecho argentino y comparado.
FORTETE, César
ROSSETTI, Andrés
ÁLVAREZ, Magdalena Inés
La víctima del delito en la política criminal.
Progreso científico, nuevas tecnologías y derechos humanos.
SCHAPIRA, Leopoldo
Imagen de la justicia en la ciudad de Córdoba. Percepción del funcionamiento del servicio de justicia en Córdoba por parte de los agentes
prestadores y de la ciudadanía en general.
Historia de la Facultad de Derecho, segunda parte, 1821-1880.
TORRES, Félix
El Centro de Investigaciones Jurídicas y Sociales cuenta con investigadores CIJS, Investigadores y Becarios CONICET, Becarios SECYT, Investigadores de Intercambio y Becarios de Pregrado CIJS, entre los que se encuentran:
Investigadores CIJS
ALDERETE, Patricia
AVENDAÑO, Carmen
BERTOSSI, Roberto
BIANCIOTTI, Ricardo
BISIG, Elinor
DUBROWSKY, Sergio
FORTETE, César
JULIÁ, Marta
LAJE, María Inés
ORTIZ, Esteban
ROSETTI, Andrés
SAAD DE BIANCIOTTI, Carla
SCARPONETTI, Patricia
SCHAPIRA, Leopoldo
SHAW, Enrique
TORRES, Félix
333
Revista de la Facultad, Vol. IV N° 1 Nueva Serie II (2013) 317-335
Investigadores y Becarios CONICET
AGUERO, Alejandro
COPPIE, Estela
RIQUELME, Norma
VERA, María Cristina
ALTAVILLA, Cristian
ASPELL, Marcela
BISIG, Nidia Elinor
BONAVITTA, Paola
BOUVIER, Hernán
CAMPANA, Maximiliano
COPELLO BARONE, Natalia
DEI VECCHI, Diego
DIAZ BIALET, Juan
ETCHICHURY, Horacio
FATAUROS, Cristian
FOA TORRES, Jorge
GARCIA ELORRIO, Magdalena
GASTIAZORO, María Eugenia
GAVERNET, Leticia
GONZALEZ SALVA, Cecilia
IOSA, Juan
IOSA, Tomás
JUAREZ FERRER, Martín
LIBRIZZI, Maria Florencia
MANZO, Mariana
MARCIONNI, NL
MORAN FAUNDES, José
NAVARRO, Pablo
OTAOLA, María Agustina
PARMIGIANI, Matías
PASQUALE, María Florencia
PERALTA, José
REDONDO, María Cristina
ROBLEDO, Diego
SANCHEZ, Laura
SELEME, Hugo
VAGGIONE, Juan Marco
VERDE, Alejandra
VILLEGAS GUZMAN, Sabrina
YORNET, Yesica
CHABOUX, Melania
OLIVARES, Nicolás
Investigadores Becarios SECYT
DIAZ, Luis
JOB, Sergio
MILONE, Marcelo
MIROLO, Ricardo
NARVAJA, Sebastián
PEÑAS DE FAGO, María Angélica
PICCARDO, Ivana
SABOGAL CARMONA, Juan
SOMMER, Christian
VERCELLONE, Adriana
Investigadores de Intercambio
RICHTER, Anna (DAAD)
Becarios de Pregrado CIJS
LELL, Luciano
MANSILLA, Natalia
BENSO, Fernando
MEINERO, Luis María
TORRES, Noelia
FRONTALINI REKERS, Romina
TRUCCONE BORGOGNO, Santiago
GATICA SOLORZA, Ailin
PEDERNERA ALLENDE, Matías
334
DÍAZ CORNEJO, Guillermo
VILLAGRA DE URQUIZA, Juan
DEANGELI, Melina
INDIVERTI, María Inés
BURGOS, Diego
PELEGRINA, Ulises
GONZALEZ, María Celeste
REIMONDEZ, Paula
TAVELA, Diego
Crónicas e Informaciones
Decimotercera Jornada sobre Experiencias en Investigación
La Decimotercera Jornada sobre Experiencias en Investigación, se desarrolló el día 17
de octubre del corriente año. Conjuntamente con la Jornada se realizó, en cooperación
con la Secretaría de Extensión y Relaciones Internacionales de la Facultad de Derecho y
Cs. Sociales, la Novena Feria de Información sobre Becas y Subsidios para Intercambio e
Investigación.
La Jornada constituye un ámbito para el intercambio y difusión de las experiencias
en materia de investigación desarrolladas en la Facultad por Docentes- Investigadores –
Becarios-Tutorandos-Doctorandos-Maestrandos.
Los objetivos de las mismas fueron: *Constituir un espacio para el intercambio y la difusión de las experiencias en investigación desarrolladas en la Facultad (Docentes, Investigadores, Docentes-Investigadores, Becarios, Tutorandos, Doctorandos, Maestrandos);
*Incentivar, a través de sucesivas Jornadas anuales, al fortalecimiento de un nexo permanente entre el CIJS y quienes desarrollan labores de investigación en diversos ámbitos de
a Facultad; *Contribuir a la construcción del perfil del Docentes-Investigadores; *Promover la formación de los estudiantes en investigación, *Obtener de las Jornadas material
de retroalimentación a los fines de adecuar de modo permanente las labores del CIJS a
las necesidades de la Facultad; *Difundir entre los docentes, investigadores y alumnos, la
oferta de apoyo a la investigación existente a través de becas y subsidios.
El día 17 de octubre se llevó a cabo en la Facultad de Derecho y Cs. Sociales la XIII
Jornada sobre Experiencias en Investigaciones y la IX Feria de información sobre Becas y
Subsidios para Investigación, organizadas por el Centro de Investigaciones Jurídicas y Sociales de la Facultad de 10:30 a 19:30hs, inaugurándose la misma en el Patio de Honor de la
Facultad. En dicha Jornada, expusieron proyectos de investigación Profesores, Docentes,
Investigadores y Becarios de nuestra casa. El trabajo se organizó en tres comisiones: Comisión de Derecho Privado; Comisión de Derecho Público; Comisión de Ciencias Sociales
y Humanas.
Contactos
Telefono: (0351) 4332059; correo-e: [email protected]
335
Recensiones
CARDONA LLORENS, Jorge y otros. Estudios de Derecho Internacional y de Derecho
Europeo en Homenaje al Profesor Manuel Pérez González, Tirant lo Blanch, Valencia,
2012, 2031 páginas.
El escribir una recensión sobre el homenaje a un jurista siempre es una tarea compleja ya que implica encontrar en la obra una diversidad de temas y perspectivas sobre los
aspectos principales que el homenajeado ha cultivado durante su trayectoria académica y profesional. Ello encontramos en la obra del eminente profesor Pérez González. Los
encargados de editar esta obra en homenaje al profesor gallego, todos ellos destacados
profesores españoles, tales como los Dres. Jorge Cardona Llorens, Jorge Pueyo Losa, José
L. Rodríguez – Villasante y Prieto y José Manuel Sobrino Heredia y bajo la coordinación
editorial del Dr. Mariano J. Aznar Gómez, eligieron segmentar los temas que aportarían
los académicos invitados en tres grandes aéreas: Derecho Internacional Público, Derecho
de la Unión Europea y Relaciones Internacionales. Fruto de las convocatorias a colaborar
en la obra del profesor Pérez González surgió esta obra que se encuentra plasmada en dos
tomos.
Los aportes de los académicos amigos y colegas del homenajeado, están precedidos
por unas emotivas palabras previas de los responsables editoriales que efectúan una reseña de la vida y trayectoria del profesor Pérez González en su paso tanto por las cátedras
como por su impronta, plasmada en la representación por el Gobierno español en la fase
final de la III Conferencia de Naciones Unidas sobre el derecho del Mar que dio como
resultado el Convenio de Montego Bay de 1982. A su vez, sus apoyos a los jóvenes investigadores le permitió incentivarlos en los estudios de los desafíos de la Unión Europea
como así también dedicar muchas horas al estudio y la promoción de las cuestiones como
el desarrollo entre los pueblos los derechos humanos y el derecho internacional humanitario. Fruto de este último aspecto del derecho internacional, fue su trascendente labor en
el ceno del Centro de Estudios Internacionales de la Cruz Roja Española. Por su parte, su
amigo el catedrático Eduardo Vilariño Pintos, dedica en páginas siguientes una reseña de
la vida y funciones académicas y de gestión en que el homenajeado intervino en diversas
Universidades de España, tales como la Universidad de Santiago de Compostela, CEU,
ICADE (hoy la Pontificia Universidad de Comillas), la Universidad Complutense de Madrid y la Universidad Carlos III, cultivando su aprendizaje durante sus años de formación
con juristas de la talla de José Luis de Azcárraga Bustamente, Antonio Truyol y Serra y del
inolvidable profesor Manuel Díez de Velazco, quien lo acoge entre su destacado grupo
de discípulos. Pero como buen maestro, también supo cultivar discípulos, algunos de los
cuales han dirigido este libro homenaje.
La extensa obra colectiva al profesor Pérez González cuenta con 80 aportes de destacados profesores europeos y latinoamericanos, que por su magnitud se torna dificultoso
el poder efectuar un merecido comentarios sobre sus aportes. Sin embargo a fin que el
lector pueda acceder a sus contenidos, es que consideramos prudente y necesario el hacer
alusión a títulos que engloban la obra. En el ámbito del Derecho internacional público,
Revista
de la Facultad, Vol. IV N° 1 Nueva Serie II (2013) 337-387
337
Revista de la Facultad, Vol. IV N° 1 Nueva Serie II (2013) 337-387
la obra cuenta con los siguientes temas y autores: La mujeres y las niñas en los conflictos
armados y en la construcción de la paz: ¿hay perspectivas esperanzadoras en el horizonte?
por Montserrat Abad Castelos; Las resoluciones del Consejo de Seguridad sobre mujer, paz
y seguridad: objetivos, logros y desafíos para las operaciones de paz, por Ruth Abril Stoffels;
La doctrina y el Derecho internacional en una perspectiva post-positivista, por Joaquín Alcaide Fernández y José Manuel Pureza; Reparaciones en el contexto de violaciones graves
de los derechos humanos: un examen de la jurisprudencia de la Corte Interamericana de
Derechos Humanos, por Miguel Arenas Meza; La responsabilidad internacional de las organizaciones internacionales por daños al patrimonio cultural causados por sus misiones
de paz, por Mariano J. Aznar Gómez; ¿Puede la legítima defensa ponerse en un sitio? Algunos comentarios y reflexiones, por Romualdo Bermejo García; Algunas reflexiones sobre
la desinstitucionalización de las personas con discapacidad, por Israel Biel Portero; A responsabilidade de proteger da comunidade internacional: pressupostos e fins, por Wladimir
Brito; La exigibilidad de los derechos económicos, sociales y culturales: la contribución de la
Corte Interamericana de Derechos Humanos, por Antonio A. Cançado-Trindade; Reflexiones a la luz de la evolución del denominado mantenimiento de la paz enérgico de las Naciones Unidas, por Jorge Cardona Llorens; En torno al significado histórico de los Convenios
de Ginebra de 1949, por Juan Antonio Carrillo Salcedo; El Estado rector del puerto: medidas
contra la pesca IUU, por Rafael Casado Raigón; El derecho internacional humanitario y el
Derecho internacional de los derechos humanos como regímenes internacionales, por Oriol
Casanovas y la Rosa; Los límites al uso de la fuerza en la represión de disturbios a la luz de
la Sentencia del TEDH en el caso Giuliani y Gaggio c. Italia, por Milena Costas Trascasas;
La resolución 1325 y el enjuiciamiento del crimen de violación de mujeres y niñas en situaciones de conflicto armado, por Susana de Tomás Morales; Propuestas para un acuerdo
práctico sobre las aguas de Gibraltar por Alejandro del Valle Gálvez, Inmaculada González García y Jesús Verdú Baeza; La acción militar en las operaciones de paz, por José Luis
Doménech Omedas; A guerra contra o terrorismo : um novo tipo de conflito armado?, por
Maria de Assunç o do Vale Pereira; Derechos especiales/regímenes autónomos y el derecho
internacional, por Zlata Drnas de Clément; El fin de la estrategia de conclusión de los Tribunales para la Antigua Yugoslavia y para Ruanda: el mecanismo residual internacional,
por Concepción Escobar Hernández; La unidad del ordenamiento a la hora de abordar la
cooperación transfronteriza, por Carlos Fernández de Casadevante Romaní; La Constitución de 1812 en perspectiva internacional, por Carlos Fernández Liesa; La superposición
de regímenes jurídicos protectores de derechos humanos durante los conflictos armados,
por Pablo Antonio Fernández Sánchez; El próximo conflicto armado, el derecho humano
al agua, por Javier Guisández Gómez; La concepción del uso de la fuerza en el Derecho
islámico y su compatibilidad con el Derecho internacional, por Cesáreo Gutiérrez Espada;
Algunas reflexiones tras veinte años de cooperación transfronteriza entre Castilla y León y
Portugal bajo los auspicios de la Unión Europea, por Alberto A. Herrero de la Fuente; La
responsabilidad internacional por actos no prohibidos por el Derecho internacional: análisis de su proceso codificador, por Patricia Jiménez de Parga Maseda; Nuevos retos para la
aplicación del Derecho internacional humanitario frente a la privatización de la violencia
en los conflictos armados, por Julio Jorge Urbina; Piratería en aguas somalíes: reacción internacional y derecho español, por José Juste Ruiz; La cooperación cívico-militar y la asistencia humanitaria, por Joaquín López Sánchez; Modelos actuales de cooperación entre
la Justicia Internacional y la justicia penal interna para impedir la impunidad de grandes
criminales internacionales, por Fernando M. Mariño Menéndez; Viejos y nuevos proble338
Recensiones
mas en el espacio europeo de los derechos humanos: Reflexiones a propósito de la necesaria
cooperación judicial efectiva entre el TJUE y el TEDH, por José Martín y Pérez de Nanclares; Actos unilaterales y silencio internacional cualificado, por Antonio Martínez Puñal;
El análisis de admisibilidad de la situación en la República de Kenia, por Héctor Olásolo
Alonso y Enrique Carnero Rojo; Actos continuos y actos compuestos a la luz del principio de
no retroactividad en el Derecho internacional: recientes precisiones jurisprudenciales, por
Francisco Orrego Vicuña; La protección penal de los bienes culturales y lugares de culto en
caso de conflicto armado, por Fernando Pignatelli y Meca; La situación en Colombia y la
jurisdicción de la Corte Penal Internacional, por Antoni Pigrau Solé; El Programa Mundial
de Alimentos y la puesta en valor del vínculo entre socorro y desarrollo, por Xavier Pons
Rafols; Sobre la responsabilidad los miembros de una organización internacional respecto
a terceros por el hecho internacionalmente ilícito de esa organización, por Mª Teresa Ponte
Iglesias; Represión de crímenes internacionales: sobre cómo se rompe el cerco a la impunidad, por Jorge Pueyo Losa; La agresión: un crimen cierto de futuro incierto, por Carmen
Quesada Alcalá; Aproximación a la relación entre migraciones internacionales y seguridad
en el sistema interamericano, por Jorge Antonio Quindimil López; El crimen de agresión
en el Estatuto de la CPI revisado: nascetur ridiculus mus, por Antonio Remiro Brotons;
Comentarios sobre algunos aspectos de la sentencia de la Corte Internacional de Justicia
en la controversia entre Argentina y Uruguay sobre las plantas de celulosa sobre el río Uruguay, por Ernesto Rey Caro; La Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes,
por Jacobo Ríos Rodríguez; Sahara Occidental. Derechos humanos y recursos naturales a
la sombra de la berma, por Rosa Riquelme Cortado; El sistema de penas en el Estatuto de
la Corte Penal Internacional, por José Luis Rodríguez-Villasante y Prieto; La protección de
los derechos socio-económicos en la Carta Social Europea. Especial referencia a su uso para
erradicar la pobreza en Europa, por Susana Sanz Caballero; ¿Qué fue de la Comunidad
Andina?, por José Manuel Sobrino Heredia; Algunas consideraciones sobre el avance en
la protección de los derechos económicos, sociales y culturales, con especial referencia a la
práctica del sistema interamericano, por Carlos Teijo García; El derecho de la delimitación
de zonas marítimas: aspectos generales, por Tullio Treves.
Por su parte en lo que respecta a los estudios sobre el Derech
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