¿Es posible hacer RSE en las empresas públicas? Las empresas públicas tienen el DEBER de dar ejemplo sobre las empresas de capital privado en cuanto a eficacia, transparencia, ética y gestión. La ciudadanía se lo exige porque se lo está exigiendo a la Administración que les gobierna. Se les exige a los políticos y de igual forma a los gestores de las empresas públicas. Pero el deber implica OBLIGACIÓN y esto es algo que impide practicar la Responsabilidad Social Responsable (RSE) en cualquier aspecto relacionado con los mandatos de las políticas que el Gobierno estime oportunas en cada momento. Vivimos momentos de crisis y esto tiene connotaciones contextuales que obligan a todas las empresas, también a las públicas, a hacer recortes y a mejorar su eficacia. Pero esto es algo que se hace por NECESIDAD, no por mejorar su eficiencia o por minorar el precio de los productos que ofrecen a la sociedad para que esta se beneficie en mayor medida de su oferta. Tanto si la eficiencia viene de la mano de una mejor gestión, como de la inversión en investigación o la formación de los trabajadores para cumplir fines empresariales, deben ser consideradas acciones impuestas por la coyuntura de los tiempos que nos toca vivir. La necesidad de dar un desarrollo sostenible a nuestra sociedad obliga a los Gobiernos a legislar en materia medioambiental para que Administraciones, ciudadanos y empresas se obliguen en el CUMPLIMIENTO de Leyes y Normas que, tanto si son acertadas como si no, repercuten directamente sobre los ciudadanos. De la misma forma se legisló anteriormente en materia de Prevención de Riesgos Laborales o reformando el Estatuto de los Trabajadores, considerando que la IMPOSICIÓN de estas Normas supondría unos derechos mínimos para los trabajadores y redundaría en favor de la sociedad a pesar de la obligación de las empresas a cumplir con ellos. Igual carácter, aunque de origen distinto tiene los Convenios Colectivos con los que empresas y trabajadores se obligan al cumplimiento de unas obligaciones que ambos se autoimponen para lograr el crecimiento de las empresas y la paz social que las permita desarrollar su actividad. Pero DEBER, OBLIGACIÓN, NECESIDAD, CUMPLIMIENTO o IMPOSICIÓN son términos que se oponen directamente a la RSE, por lo que cuando cualquier empresa se viste con ellos para presentarse ante la sociedad como una empresa responsable está cometiendo un acto de hipocresía que la aparta de dos de las principales demandas que la sociedad le hace: la ética y la transparencia. Y es que la sociedad puede no saber muy bien qué es la RSE y porqué se le ofrecen cada vez más datos de los "logros" de las empresas y del valor que aportan a la sociedad con su actividad, pero los ciudadanos saben muy bien lo que estas pretenden con ello: publicitarse, por lo que si descubren que no lo hacen lícitamente es muy posible que se vuelvan contra ellas. Al menos si tienen alternativas en lo que respecta a la oferta o a su poder adquisitivo. De lo que pueden estar seguras las empresas es de que la sociedad no perdona las malas acciones y de que cuesta mucho limpiar una mancha sobre su imagen. Mucho más de lo que se pretende obtener con estas campañas de marketing que cuando menos son poco éticas. Defendamos el valor de la RSE en nuestra sociedad, una sociedad que carece de intervencionismo en los mercados, como lo que es: una filosofía destinada a aportar a la sociedad desde las empresas una parte del valor que esta obtienen y que voluntariamente ofrecen en forma de acciones y participación en proyectos. Esto es algo que beneficia a todas las partes. Identifiquemos a los verdaderos mecenas de la RSE atribuyendo a estos sus acciones. No es posible que una empresa invierta parte de su capital en RSE y reclame para sí su valor ético y social mientras sus trabajadores, la mano de obra que permite a esa empresa seguir funcionando, no reciben ese mismo capital para mantener el empleo o el poder adquisitivo y se ven empujados a realizar movilizaciones y a acudir a la justicia para defender sus derechos. ¿Acaso aquellos que producen los beneficios no tienen derecho a ser los primeros destinatarios de su bálsamo? ¿Acaso no es socialmente responsable el mantener puestos de trabajo, el mantener derechos sociales o incrementar justamente el salario de quienes aportan su trabajo para beneficio de la empresa y lo gastan generando riqueza en su entorno? Permitamos que los trabajadores de las empresas, generadores del esfuerzo que las mueve, tesoreros del conocimiento que generan y propietarios de una parte del capital que las sustenta dándoles un puesto de trabajo a ellos mismos puedan decidir a qué proyectos de RSE se destina una parte del mismo que pudiendo ir a sus bolsillos redundará en la sociedad y en el valor de su empresa. Evidentemente lo expuesto hasta ahora ya descarta como RSE gran parte de los anuncios y noticias interesadas que recibimos a diario sobre los logros medioambientales, la ética empresarial y las aportaciones a proyectos sociales de muchas, empresas. Entendemos que gran parte del fracaso de la RSE de las mismas está originado por el propio contexto competitivo en el que se mueven y del que en ocasiones nos beneficiamos todos. Pero esa misma competitividad que afecta a las empresas afecta también a sus directivos, creando monstruos preocupados únicamente de cumplir objetivos y de destacar, no ante la sociedad, sino ante sus jefes y compañeros, lo que ocasiona un efecto muy parecido al que tenemos ahora en la política de nuestro país y que antepone el estatus dentro de un grupo de empresas, partidos políticos o, porque no, sindicatos al de los socios, trabajadores, ciudadanos y afiliados propiciando un hartazgo general de la sociedad, que no sólo no se ven reflejados en su comportamiento, sino que les dan la espalda. Evidentemente las empresas públicas tienen mucho que decir en todo esto, ya que a pesar de su dependencia de las políticas y presupuestos de la Administración, deben dar ejemplo y apreciar debidamente el valor de la RSE y de sus empresas evitando comportamientos fraudulentos ante la sociedad y en caso de error, asumir este con transparencia y cambiar el rumbo con el legado de ese aprendizaje. AUTOR: Juan‐José Joral Pragma.Praxis [email protected] http://pragma‐praxis.blogspot.com.es/2013/01/es‐psoible‐hacer‐rse‐en‐las‐empresas.html