CUADERNOS DE JUSTICIA JUVENIL Unidad de Justicia Juvenil ������ �� �������� ������� DE LA CORTE SUPREMA DE JUSTICIA DE EL SALVADOR AÑO I, No. 2, JULIO DE 2007 Presentación Esta es una edición especial de los Cuadernos de Justicia Juvenil, que reproduce las ponencias presentadas en el Foro “12 Años de la Ley de Ejecución de Medidas y los Esfuerzos para la inserción social de jóvenes sometidos a la Ley Penal Juvenil”, realizado el 27 de junio de este año, por la Unidad de Justicia Juvenil, con apoyo de UNICEF y del Proyecto PROJÓVENES de El Salvador. El referido foro sirvió como un espacio de reflexión, análisis, crítica y autocrítica constructiva, sobre el devenir de la justicia juvenil, en particular de la jurisdicción de ejecución de medidas, a fin de poder destacar sus logros, avances y obstáculos, como un merecido reconocimiento al esfuerzo realizado por las personas titulares de la misma y sus equipos de trabajo. En 12 años, la nueva justicia penal juvenil ha conseguido importantes logros, entre ellos sobrevivir en un ambiente adverso debido a los mensajes alarmistas expuestos a través de los medios masivos de comunicación, que señalan a la delincuencia juvenil como responsable de la mayoría de la criminalidad del país. En realidad, según datos oficiales, al inicio de esta jurisdicción el porcentaje de la delincuencia juvenil era del 15% mientras que entre el 2000 y junio de 2006 ese porcentaje se ha reducido a 5.82%. Es decir, lejos de lo que se afirma, esta jurisdicción ha contribuido a disminuir la delincuencia juvenil en casi 10 puntos porcentuales. Por otra parte, nuestro país cuenta con una de las jurisdicciones penales juveniles más completas en América Latina, con 20 Juzgados de Menores, 5 Juzgados de Ejecución de Medidas y 3 cámaras de segunda instancia. Debe destacarse también que los Jueces y Juezas, especialmente los de Ejecución de Medidas al Menor y sus respectivos equipos multidisciplinarios, ante la ausencia o precariedad de los programas oficiales, han tenido que asumir un rol protagónico en la articulación de esfuerzos con otras entidades para la formación educativa, vocacional y laboral de jóvenes en conflicto con la ley. Esa articulación ha dado origen a programas como el Proyecto Nehemías y el Programa de Becas que coordina la Unidad de Justicia Juvenil, con el apoyo de agencias de cooperación como UNICEF y la Unión Europea, a través del Proyecto Projóvenes de El Salvador. En consecuencia, a pesar de las dificultades, después de estos 12 años, hay muchos avances y logros de los cuales sentirse orgullosos y orgullosas. Contenido Presentación Opinión Reseñas Ventana informativa pág. 1 pág. 2 pág. 22 pág. 24 Esta es una publicación de la Unidad de Justicia Juvenil de la Corte Suprema de Justicia, bajo la Supervisión de la Comisión del Menor y la Dirección del Lic. Jaime Martínez Ventura, Coordinador de la Unidad. Colaboran en este número: Licda. Mirna Antonieta Perla, Licda. Doris Luz Rivas Galindo, Licda. Aída Luz Santos Mejía de Escobar, Licda. Berta Noemí Reyes Najarro, MCP Edgard Ernesto Palma Jacinto, Lic. Oscar Manuel Contreras Zelaya, Licda. Gloria Griselda Cruz de Miranda, Lic. Victor Manuel Melendez Reyes, Lic. Jorge González Méndez. Diagramación y edición: Licda. Karen Álvarez. La publicación “Cuadernos de Justicia Juvenil” cuenta con el financiamiento de UNICEF El Salvador. Se autoriza toda reproducción de contenidos, siempre y cuando se cite la fuente correspondiente. Las opiniones publicadas en este instrumento son de responsabilidad exclusiva de sus autores y no comprometen a las instituciones relacionadas en su elaboración. 1 Opinión Las opiniones vertidas en esta sección son de la exclusiva responsabilidad del autor. LOGROS, OBSTACULOS DESAFIOS Y PERSPECTIVAS DE LA JURISDICCION PENAL JUVENIL Licda. Doris Luz Rivas Galindo Magistrada y Jueza de Menores de San Salvador Para referirme a este balance de logros, desafíos y perspectivas de la jurisdicción penal juvenil, es importante hacer una retrospectiva y ubicarnos en el contexto en el cual la normativa fue aprobada. Echando un vistazo al expediente legislativo la Ley del Menor Infractor y la Ley de Ejecución de Medidas al Menor Infractor (LMI), fueron aprobadas por una mayoría casi unánime; no hubo mayores inconvenientes para su aprobación. Esto representó un gran logro pero igual un gran desafío para la justicia especializada, sin dejar de destacar que la aprobación de estas leyes, son resultado del proceso de reforma legal interno que llevó a cabo El Salvador a partir de la Firma de los Acuerdos de paz con el propósito de fortalecer al Poder Judicial. Un dato relevante de ese proceso de reforma legal, es que la Comisión Interamericana de Derecho Humanos (CIDH), en su informe anual de 1994 reconoce como avance del Estado salvadoreño en materia de derechos humanos, la aprobación de esta ley. Este es un punto de partida interesante; hago mención de ello porque me atrevo a pensar que en el contexto actual (de manodurismo y de afán por desterrar el garantismo penal), no se 1 2 lograría la aprobación de esta jurisdicción y normativa especializada. Logros La aprobación de las leyes de esta jurisdicción especializada representó un gran avance en materia de derechos humanos, especialmente de los derechos de la niñez y la adolescencia, pues El Salvador a nivel de la región centroamericana fue un país pionero en dar respuesta a nivel legal a los tratados Internacionales, particularmente en iniciar el proceso de adecuación a la Convención sobre Derechos del Niño (CDN). Desde sus inicios, los compromisos institucionales de nuestro país trascienden hasta el punto de crear una jurisdicción y competencia completa en todo el territorio salvadoreño con el afán de promover la especialización en este campo1. Hubo un gran esfuerzo por contar con Jueces, Juezas, Magistrados (as) fiscales y defensores exclusivamente para las personas menores de edad; se implementa la especialización en todas las fases del proceso desde el inicio hasta la fase de ejecución. Sin embargo, aproximadamente en el año 2000, decisiones administrativas al interior de Salvo la disposición transitoria del art. 130 LMI, ahora Ley Penal Juvenil (LPJ), que daba alguna competencia a los Jueces de Paz, la que deja su transitoriedad con la entrada en vigencia de los nuevos códigos Penal y Procesal Penal en 1998. la PGR2, la FGR3 y la PNC4, fusionaron sus actividades tanto para adultos como con personas menores de edad, con el resultado lógico de dar mayor importancia al trabajo con las personas adultas. Consecuentemente se marcó un retroceso con respecto al avance inicial de 1995, esto sin dejar de destacar el debilitamiento en que entró el Instituto Salvadoreño para la Protección de Menores (ISPM), ahora Instituto Salvadoreño para el Desarrollo Integral de la Niñez y la Adolescencia (ISNA), instancia en la que recae la responsabilidad de ejecutar el mandato del sistema de protección a la infancia y adolescencia. En ese orden de ideas y en cuanto a logros me refiero, debo decir lo relevante que fue el papel de la Comisión Coordinadora del Sector Justicia de ese entonces, puesto que delega en la Unidad Técnica Ejecutiva, UTE, la responsabilidad de formar el Comité para la implementación y ejecución de la Ley del Menor Infractor y juntamente con la Escuela de Capacitación Judicial impulsó todo un proceso de formación y capacitación de los operadores de la normativa; igual contribuye en la promoción y difusión de la ley y de la exigencia de transformación que requieren las estructuras institucionales responsables de la aplicación de la normativa. Del mismo modo debe destacarse el papel que desarrolla la Comisión del Menor de la Corte Suprema de Justicia que, debe decirse, ha desempeñado un papel relevante, así como otras entidades claves para la implementación y desarrollo de la justicia penal juvenil como la Oficina Coordinadora de Equipos Multidisciplinarios, OCEM, que tanta dificultad tuvo para encontrar el rumbo y que en los últimos días, a mi juicio, éste se ha definido con mejor claridad de tal manera que 2 3 4 5 contamos con la Unidad de Justicia Juvenil de la Corte Suprema de Justicia. Quiero igualmente destacar que hubo tropiezos con los centros de resguardo, que nunca fueron lo mejor, pero permitían un mejor control y existía un esfuerzo de coordinación con los gobiernos locales y a la vez posibilitaban mantener separadas a las personas menores de edad de los adultos en el caso de la detención administrativa. Con la creación del Comité Coordinador Interinstitucional de aplicación de la Ley del Menor Infractor, se generó un espacio amplio de discusión que nos permitía hacer correctivos por consenso y uniformar algunas prácticas institucionales. Esto era resultado del entusiasmo y compromiso que muchos operadores del sistema5 tenían en ese momento, por vocación, satisfacción o interés personal. Debe reconocerse que a inicios de la vigencia de la LMI los centros de internamiento, o al menos uno de ellos, se perfilaban como modelos a nivel de la región y es oportuno mencionar que desde hace 12 años los operadores advertíamos el problema de las pandillas, este es un tema que nunca dejó de estar en los espacios de discusión, sin embargo, en las instancias pertinentes no hubo receptividad y ahora la problemática ha crecido y se ha complicado. Otros avances concretos: • No se tiene el problema de mora judicial, hay agilidad en el proceso. • El papel de los Jueces y Juezas del sistema con una actitud propositiva, como actores sociales. • El papel de la comisión de Magistrados y Magistradas de la CSJ. Procuraduría General de la República, encarada de la defensa penal pública. Fiscalía General de la República, encargada de dirigir la investigación de los delitos y de promover la acción penal, Policía Nacional Civil. Órgano Judicial, Fiscalía General de la República, Procuraduría General de la República, Instituto Salvadoreño para el Desarrollo Integral de la Niñez y la Adolescencia y Procuraduría para la Defensa de los Derechos Humanos. 3 Obstáculos: • • Detractores de la normativa, desde algunos medios de comunicación social, hasta funcionarios públicos que inclusive eran responsables de formular políticas y tomar grandes decisiones en este campo. • La falta de presupuesto adecuado para las instituciones obligadas a cumplir la normativa penal juvenil, particularmente para el ISNA. • No se han superado las prácticas y resabios del modelo tutelar. • • Los mitos y estereotipos de trabajar en materia de infancia y adolescencia aún persisten. • • • • • La entrada en vigencia de las leyes penales para adultos en 1998, produjeron un efecto mixto: al mismo tiempo que fortalece la aplicación de algunos institutos jurídicos, contribuye a la toma de decisiones administrativas de algunas instancias de la Justicia Juvenil (FGR PGR), en detrimento de la defensa técnica y de la investigación del delito con un enfoque de derechos como lo prescribe la CDN. • • • • • La ausencia de programas para el cumplimiento de las medidas o sanciones penales. • • Estancamiento de la especialidad de la justicia penal juvenil. • Reformas penales (incremento de penas) y de la misma LPJ. • El papel irresponsable de diferentes medios de comunicación social. 4 Desafíos y perspectivas: Como consecuencia lógica se produce un efecto de adultocentrismo en la interpretación y aplicación de la normativa, por el exceso en la aplicación supletoria del Código Procesal Penal. Implementación de los planes mano dura en todas sus expresiones y el retorno al derecho penal de autor y la extensión del mismo derecho penal. Indeterminación de funciones de los jueces y juezas responsables de aplicar la Ley de Vigilancia y Control de Ejecución de Medidas al Menor sometido a la Ley Penal Juvenil. • • • Restaurar la Justicia Juvenil, con énfasis en el modelo de protección integral, de igual manera repensar el tema de la especialidad. A nivel técnico: aplicación directa de los Tratados Internacionales y privilegiar la normativa especializada. Privilegiar e incentivar el trabajo con las personas menores de edad. Impulsar la justicia restaurativa por medio de las salidas alternas y medidas sancionatorias, logrando una mayor participación de la víctima (privilegiar el derecho penal mínimo). Crear espacios de discusión y coordinación con las distintas instituciones responsables de aplicar la normativa. Diseñar una estrategia para impulsar la participación ciudadana y establecer niveles de coordinación y comunicación con los medios de comunicación social. Fortalecimiento de la partida presupuestaria de instancias como el ISNA. La Creación de un tribunal especial de Casación. Formulación de los programas de inserción social y de una instancia que administre y garantice el acceso a programas para sanciones no privativas de libertad. Controlar la aplicación y cumplimiento de la detención en flagrancia en los centros de resguardos, así como el funcionamiento de éstos. Elaborar una nueva Ley de Ejecución de Medidas que comprometa de una forma clara a la autoridad administrativa en dicha fase y se delimite claramente la función de los Jueces y Juezas. LOS JUECES DE EJECUCION DE MEDIDAS AL MENOR EN LOS PROCESOS DE INSERCION SOCIAL DE JOVENES SOMETIDOS A LA LEY PENAL JUVENIL Licda. Aída Luz Santos Mejía de Escobar Jueza Primera de Ejecución de Medidas al Menor de San Salvador Con la figura del Juez de Ejecución de Medidas el legislador ha querido asegurar la existencia de un juez que se interese por el condenado después de la sentencia, otorgándole dos misiones fundamentales: a) Ser el garante del principio de legalidad de la ejecución de la medida, y b) Ser el garante de los derechos que las leyes le reconocen a toda persona, inclusive a los recluidos en centros privativos de libertad. La delincuencia juvenil en El Salvador, al igual que en Centro América y demás países latinoamericanos se presenta con un perfil similar, la mayor parte de los jóvenes que ingresan al sistema penal pertenecen a las clases más desfavorecidas de la sociedad y presentan carencias en sus derechos fundamentales que deben tenerse en consideración a la hora de ofrecer respuestas justas y válidas político-criminalmente. En 1995, con la entrada en vigencia de la Ley del Menor Infractor, hoy Ley Penal Juvenil, El Salvador escapa del modelo tutelar vigente por muchos años, y adopta para jóvenes de entre doce y dieciocho años, a quienes se les atribuye la comisión de un delito o falta, un modelo de justicia con todas las garantías jurídico-penales de los adultos que tiene en consideración las características evolutivas y socializadoras de los adolescentes. En coherencia con este planteamiento y sobre la base de las aportaciones de la pedagogía, la sociología y la psicología, la justicia penal juvenil propone una serie de medidas educativas que ayuden al menor de edad a fomentar su responsabilidad en la sociedad. El problema de la delincuencia juvenil si bien es un problema jurídico, es también un problema eminentemente social, lo que hace necesaria una mayor implicación de toda la so- ciedad, potenciando las alternativas comunitarias teniendo presente que en la delincuencia juvenil la mayor parte de los menores infractores pertenecen y no por casualidad a las clases sociales más desfavorecidas con graves carencias síquicas y sociales. El Salvador, en cumplimiento de las Reglas Mínimas de las Naciones Unidas para la Administración de la Justicia de Menores (art. 23.1) y las Reglas Mínimas de las Naciones Unidas sobre las Medidas no Privativas de la Libertad (art. 9.1), hace doce años decidió que las medidas impuestas a los jóvenes a quienes se les comprueba haber cometido hechos delictivos, sean controladas por un juez diferente del que conoció el caso inicialmente. Así surge la figura del Juez de Ejecución de Medidas, primer funcionario judicial de esta naturaleza en América Latina. Su función es considerada la más importante pues en la fase de ejecución se logra la inserción de los jóvenes en conflicto con la ley penal, objetivo principal de la justicia penal juvenil. Es a este funcionario judicial a quien le corresponde controlar las medidas privativas y las no privativas de libertad, y garantizarle a los jóvenes el pleno respeto de sus derechos fundamentales en la aplicación de las sanciones que puedan imponérseles al interior de los centros privativos de libertad. Las medidas reguladas en la Ley responden 5 a dos órdenes de exigencia, primero como una reacción punitiva del Estado ante el delito cometido y segundo para contribuir al desarrollo de los jóvenes como persona. A simple vista el hecho de que las medidas deban ser administradas por entes no jurisdiccionales deja entrever una confusión entre el rol del Juez de Ejecución y el rol de la administración, y es que debido a que algunas instituciones no han cumplido con la responsabilidad que la ley les otorga, los juzgados de ejecución de medidas, en la práctica hemos ocupado gran parte de nuestro tiempo en la tarea de ejecución de la sanción en sí misma, desarrollando actividades que debemos controlar, lo que da lugar a pensar que nos convertimos en controladores de nosotros mismos. Sin embargo, el procedimiento de ejecución de medidas, ha demostrado, que tal confusión es solo una cuestión de interpretación, pues el hecho de que durante doce años el Órgano Judicial haya asumido responsabilidades del Órgano Ejecutivo, no quita que las atribuciones y competencia que la Ley de Vigilancia y Control de Ejecución de Medidas al Menor y la Ley Penal Juvenil otorgan al Juez de Ejecución, sean eminentemente jurisdiccionales, que desde ningún punto de vista podrían ser asumidas por una institución administrativa. Actualmente la ejecución de la medida del internamiento es responsabilidad del Instituto Salvadoreño para el Desarrollo Integral de la Niñez y la Adolescencia (ISNA), no obstante los programas que se implementan deben ser autorizados por el Juez de Ejecución. En el caso de las medidas de orientación y apoyo sociofamiliar, reglas de conducta, servicio a la comunidad y libertad asistida, la Ley le otorga amplias facultades al Juez de Ejecución para que las implemente. 6 Los Juzgados de Ejecución de Medidas y en particular el equipo multidisciplinario adscrito al mismo, integrado por sicólogos, sociólogos, educadores y trabajadores sociales, son los que administran la mayor parte de la ejecución de estas medidas que incluyen reuniones con padres, madres y el grupo familiar, con el fin de fortalecer la familia de los jóvenes. Dentro de las atribuciones que la Ley le otorga a los jueces de ejecución de medidas está la de vigilar de modo especial que en los centros de internamiento no hayan menores privados de libertad ilegalmente, es decir, que el internamiento provisional no haya adquirido características de una sanción anticipada, ya que en caso se diere, la Ley faculta al Juez de Ejecución de Medidas para que lo comunique al Juez de Menores para que éste resuelva; si no lo hiciere, el Juez de Ejecución está facultado para hacer cesar la medida provisional; sin embargo, en la práctica esta facultad constituye letra muerta ya que los juzgados de menores no informan al Juez de Ejecución sobre las medidas provisionales. Los Juzgados de Ejecución de Medidas cada tres meses revisan de oficio las medidas con la finalidad de constatar que los menores se encuentran en el proceso educativo, cumpliendo con sus obligaciones y que las medidas y circunstancias en que las cumplen no son contrarias al proceso de reinserción; sobre todo verifican que se estén cumpliendo los objetivos para los cuales fueron impuestas, para ello es indispensable contar con los informes de seguimiento de los especialistas adscritos al tribunal como de los adscritos a los centros de internamiento. La audiencia oral de revisión de medidas, se realiza con citación de todas las partes, es allí donde al Juez de Ejecución se le permite hacer uso de figuras jurídicas como la modificación, la sustitución, la cesación, la suspensión o la prescripción, y tiene presen- te en el caso de la medida de internamiento la Regla 28.1 de las Reglas Mínimas de las Naciones Unidas para la Administración de la Justicia de Menores que ordena la frecuente y pronta concesión de la libertad condicional, regla que es respaldada por la Ley Penal Juvenil en su artículo 15 inc.1, y 37 y 40 de la Convención de los Derechos del Niño, que ordenan que la medida de internamiento debe ser por el menor tiempo posible y que los Estados deben buscar las alternativas a la privación de libertad. En esa revisión el juez debe consultar a las personas responsables del menor de edad. Además se requiere del control y disciplina de los padres, situación que en la mayoría de las veces los mantiene en desventaja en relación con los adultos y que ha llevado a caer en el error de sancionar con la privación de libertad la falta de familia y limitantes económicas, situaciones propias de la doctrina de la situación irregular. La falta de regulación de la figura de la acumulación de procesos en la fase de ejecución, ha permitido a los juzgados de ejecución que implementen diversos criterios. Por un lado, aunque existan varias resoluciones definitivas con imposición del plazo máximo (7 años) se integran las resoluciones en un solo cómputo estableciéndose para su cumplimiento el límite de los siete años. Otros en cambio consideran que las penas se cumplen sucesivamente, lo que ha llevado a practicar cómputos sin que exista un plazo máximo para el cumplimiento de las medidas. El control judicial permite además sancionar pecuniariamente a las autoridades administrativas que vulneran o amenazan los derechos de los menores, lográndose comprobar torturas, malos tratos, sanciones infrahumanas, maltrato psíquico, físico y la imposición de sanciones no permitidas por la ley, que ha llevado a los jueces a imponer sanciones pecuniarias y destituciones, que en la mayoría de las veces han sido mucho más efectivas, debido a que la Fiscalía General de la República no promueve la acción penal contra los funcionarios responsables. CONCLUSIÓN Con la figura del Juez de Ejecución de Medidas el legislador ha querido asegurar la existencia de un juez que se interese por el condenado después de la sentencia, otorgándole dos misiones fundamentales: a) Ser el garante del principio de legalidad de la ejecución de la medida, y b) Ser el garante de los derechos que las leyes le reconocen a toda persona, inclusive a los recluidos en centros privativos de libertad. Podemos concluir que de poco o nada servirá transformar el procedimiento y la legislación penal juvenil de fondo si no se transforma también el ámbito donde el sistema produce los efectos más graves, como es la etapa de la ejecución y especialmente en los centros privativos de libertad, o bien que no se cuente con los programas y oportunidades para las personas sometidas a las medidas alternas, pues de todos es conocido que el mandato constitucional que establece que el Estado debe organizar los centros penitenciarios con el objeto de corregir a los delincuentes, educarlos y formarles hábitos de trabajo no ha tenido vigencia en la realidad, por el contrario, la reincidencia demuestra que el encierro lejos de contribuir a la recuperación de los internos se convierte en un factor criminógeno y en muchas ocasiones la forma como el encierro se cumple, da lugar a la constante violación de las garantías individuales de los internos. 7 EL PAPEL DEL JUEZ DE EJECUCION DE MEDIDAS EN LOS PROCESOS DE INSERCION SOCIAL DE JOVENES Licda. Berta Noemí Reyes Najarro Jueza de Ejecución de Medidas al Menor de Santa Ana Las instituciones a las que les corresponde la inserción de los jóvenes deben de tener voluntad, dinamismo, buena organización y disposición; además deben generar relaciones que provean acercamiento entre todos los operadores del sistema juvenil. Es necesario que también cuenten con programas constantes y apegados a la realidad social del joven, a fin de dinamizar cada caso en particular. La Ley de Vigilancia y Control de Ejecución de Medidas al Menor sometido a la Ley Penal Juvenil, no establece al Juez de Ejecución cómo debe modelar un proceso de inserción social para cada joven; no obstante, las leyes juveniles determinan que el Ministerio de Gobernación1 deberá analizar y proponer programas para la ejecución de las medidas (Art. 127, Ley Penal Juvenil), y evitar la retardación en la inserción social del joven, que por derecho le corresponde. El Juez de Ejecución de Medidas ante la falta de apoyo, ha tenido que buscar alternativas que garanticen la eficacia de las medidas impuestas. Es lamentable que a doce años de la creación de la Ley Penal Juvenil, las instituciones encargadas de velar porque se brinden los programas en forma sistemática y continua no lo estén haciendo (Artículos 2,3 y 4 literales “b,e, i-j, Ley del Instituto Salvadoreño para el Desarrollo Integral de la Niñez y la Adolescencia). El artículo 10 del Reglamento General de los Centros de Internamiento para Menores Infractores, establece con claridad que será “la administración la que deberá proyectar y desarrollar programas que ayuden a los menores a su formación integral y reinserción en su familia y en la sociedad, 1 8 Actualmente Viceministerio de Seguridad y Justicia. así como a atenuar a los prejuicios contra esos menores…” A los administradores de los centros no se les provee de lo necesario para cumplir con su misión, y ese es uno de los motivos para que los jóvenes no cumplan con el reglamento, además, algunos directores no tienen iniciativa para contribuir con su verdadera función y obstaculizan el proceso de inserción de los jóvenes. El Juez de Ejecución de Medidas ante la falta de voluntad del Estado, la necesidad de que la Ley sea efectiva y que los principios rectores sean una realidad, por medio de los equipos de especialistas de los tribunales, realiza una labor de coordinación y apoyo a algunas instituciones. La participación de la jurisdicción penal juvenil en el proceso de inserción social de los jóvenes se puede clasificar en dos formas: • Apoyo recibido de parte de instituciones privadas y públicas. • Apoyo brindado a ciertas instituciones para lograr que los jóvenes sean beneficiados y contribuir con la prevención. Mediante organismos como UNICEF, se ha logrado que muchos menores se beneficien de programas de becas, para ello se han hecho convenios con el Polígono Industrial Don Bosco, la Comunidad Terapéutica, la Unidad de Justicia Juvenil y el Instituto Salvadoreño para el Desarrollo Integral de la Niñez y Adolescencia (ISNA). Puede citarse también el aporte del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) para la sistematización de la experiencia en materia de justicia juvenil y el otorgamiento de becas, que contribuyó con la formación vocacional y el ingreso al mercado laboral de muchos jóvenes. De igual manera, al inicio de la creación de la Ley Penal Juvenil, el ISNA contribuyó mucho con una buena cantidad de becas, aportando materia prima al joven que había alcanzado aprender un oficio o brindándole herramientas para que iniciara un taller en su propia casa. Existió burocracia, pero se logró mucho en la inserción social de los jóvenes. Actualmente, con el apoyo internacional se están desarrollando proyectos como el de NEHEMIAS y ORPHAN HELPERS, que están contribuyendo con el proceso de inserción social de los jóvenes. Mediante estos proyectos, los jóvenes son asistidos en su formación espiritual, en el mejoramiento de su conducta y en el cultivo de valores. Esto da lugar a que los Tribunales de Ejecución valoren tomar medidas alternas al internamiento, que le permitan al joven continuar en medio externo con el proceso educativo, vocacional y espiritual. Se cuentan además con buenas experiencias de inserción en el ámbito laboral. Otra de las experiencias exitosas es la de las “Comunidades Terapéuticas San Pablo”, impulsadas por religiosos, mediante las cuales, los jóvenes participan de procesos de desintoxicación ante el padecimiento de adicciones, son acogidos ante situaciones de desintegración familiar y van adquiriendo valores, como la disciplina, el respeto y la responsabilidad. Como resultado de estos procesos muchos jóvenes miembros de pandilla han sido concientizados sobre su problemática. El papel del Juez de Ejecución de Medidas Velar por el cumplimiento eficaz de la sentencia y garantizar los derechos de los jóvenes constituye el rol fundamental del Juez de Ejecución de Medidas. Sin embargo, en la práctica y ante la insuficiencia de recursos humanos y económicos, se ha tenido que avocar a buscar alternativas para su inserción laboral, vocacional y familiar, y en otros casos, ha sido implicado en sentencias de cumplimiento de reglas de conducta. De ahí surge que a través de los equipos de especialistas y con el aval del Juez de Menores, se da inicio a una función que no les corresponde, como lo es la solicitud de ayuda y apoyo a diversos sectores de la sociedad, tales como: empresa privada, alcaldías, iglesia, escuelas, casas de la cultura, hospitales, etc., a fin de llevar a cabo programas que beneficien al joven. Los especialistas de Ejecución de Medidas de Santa Ana han creado programas dirigidos a jóvenes con problemas sexuales, así como programas de mediación socioeducativa para jóvenes en internamiento y con medidas alternas. Dichos programas tienen por finalidad crear una capacidad más crítica, analítica y propositiva en cada uno de los participantes, esto ha implicado que sean ellos los que participen en la formulación de las temáticas que se desarrollan mensualmente en cada taller, entre ellas las relaciones interpersonales, el autoestima, la resiliencia, integración socio familiar, el proyecto de vida. 9 Este programa ha generado excelentes resultados en la conducta de los participantes, ha incrementado los niveles de interés por su formación personal, mayor motivación en su dinámica personal y mayor autocontrol y generación de un proyecto de vida. En los programas de medio abierto participan también los padres y madres, lo cual genera mayor impacto en la formación personal de los jóvenes. Estos se desarrollan una vez al mes, en las cabeceras de los departamentos de la zona occidental, a los que asisten un promedio de 80 jóvenes. El Proyecto Nehemías El proyecto Nehemías nace en la zona occidental, a partir de una propuesta formulada por el equipo multidisciplinario del Juzgado de Ejecución de Medidas, en coordinación con la Asociación de Amigos para Latinoamérica (AMILAT) y los miembros de la Primera Iglesia Bautista de Santa Ana, con el objetivo de preparar un programa de formación artesanal en el tallado de madera. Desde el tribunal se desarrollaron las gestiones para el programa, logrando en un primer momento que la Iglesia Bautista proporcionara el local, un instructor calificado y un equipo de formadores espirituales. Además, la Universidad Evangélica, facilitó un psicólogo y la Escuela Santaneca de Enseñanza Especializada (ESAES) proporcionó semanalmente los refrigerios. El proyecto ha tenido mucho impacto en su primera fase. Diez jóvenes cumpliendo medidas alternas en Santa Ana, elaboraron varios productos, que fueron expuestos y comercializados en ferias. 10 Es importante mencionar que el proyecto Nehemías es un programa interinstitucional que proporciona herramientas eficaces para la formación personal y artesanal de los jóvenes en conflicto con la Ley Penal Juvenil. Las proyecciones van en el sentido de fundar un taller de estructuras metálicas y un centro de ventas para los productos. Programa de integración escolar El programa de integración escolar es otra de las iniciativas impulsadas por el tribunal de Santa Ana, mediante el cual el educador realiza las gestiones pertinentes con las autoridades educativas, para la inclusión de los jóvenes en las escuelas de la comunidad. En la actualidad, alrededor de 50 centros escolares de la zona occidental, brindan el acceso a la educación. Es importante mencionar la disposición de las instituciones por apoyar a los jóvenes y la buena coordinación que existe con el tribunal, instancia desde donde se proporcionan orientaciones especializadas a los docentes, padres y madres de familia. Finalmente, las instituciones a las que les corresponde la inserción de los jóvenes deben de tener voluntad, dinamismo, buena organización y disposición; además deben generar relaciones que provean acercamiento entre todos los operadores del sistema juvenil. Es necesario que también cuenten con programas constantes y apegados a la realidad social del joven, a fin de dinamizar cada caso en particular. Con ello el Juez de Ejecución de Medidas aplicaría la medida sin dificultad y se cumpliría la finalidad de la sentencia, evitándose de alguna manera la reincidencia. EL ROL DE LOS EQUIPOS MULTIDISCIPLINARIOS MCP Edgard Ernesto Palma Jacinto Miembro del Equipo Multidisciplinario Juzgado de Menores de San Vicente Nuestro punto de partida para el desarrollo de este artículo será la Ley Penal Juvenil, en tanto marco normativo que rige la actuación de los especialistas dentro de los Juzgados de Menores y Ejecución de Medidas. Este marco jurídico forma parte, en términos más generales, de la realidad social salvadoreña, que en última instancia configura toda la institucionalidad que nos rodea, sea esta del orden gubernamental o social. Quiero partir de este último aspecto para poder abordar el rol de los equipos multidisciplinarios, ya que si no hacemos estas referencias correremos el peligro de estar pensando la práctica de cada especialista que forman parte de los equipos multidisciplinarios, separada de la realidad y con ello hacernos caer en el vacío, sin encontrar los consensos que se necesitan para hacer más constructiva nuestra práctica. Hagamos entonces, un recorrido por los procesos que han influido de forma determinante en la configuración de la actual realidad nacional: El Salvador de posguerra. Pocos conciben, con el fin de la guerra civil, a una sociedad en la posguerra. La transición se produjo de tal manera que la reconstrucción nacional se basó en la creación de infraestructura que favoreciera al modelo económico que desde el Estado se implementaba. Fue de poca importancia la reconciliación, en los términos que señalara el informe de la verdad. Violencia. El periodo de posguerra se ha hecho acompañar por la violencia social. Esto le ha provocado al país que ahora sea reconocido como uno de los más inseguros de toda la región. La violencia, en todos sus matices, golpea con más fuerza en su mayoría a la población de más bajos ingresos. El mercado como organizador de la sociedad. Hoy es el mercado que organiza nuestras relacio- nes sociales, estar dentro de las leyes de la oferta y la demanda, del libre mercado es indicador de formar parte de la sociedad salvadoreña, es decir, que quien no es consumidor esta excluido de los beneficios de la sociedad. El creciente proceso de urbanización. El abandono del modelo económico basado en la agricultura y el fracaso de los procesos de reforma agraria han empujado y movilizado a grandes cantidades de población a las ciudades, o a configurar seudo - urbanizaciones en el área rural. Crecimiento de la pobreza, migración y remesas. La exclusión de grandes cantidades de población de los beneficios que genera la sociedad, llámese pobreza en sus diferentes acepciones, ha llevado a muchos salvadoreños a tomar la decisión de emigrar con ruta en la mayoría de los casos hacia Estados Unidos desde donde sostienen sus endebles economías familiares, y paradójicamente revitalizan la economía del país. Cambio cultural. Hemos experimentado un amplio proceso de cambio cultural que todavía sólo alcanzamos a ver la cresta, ¿cómo han influido los derechos humanos en la población? ¿Cómo las tecnologías aplicadas a las comunicaciones han modificado nuestros estilos de vida? ¿Cómo el modelo económico ha modificado las relaciones sociales? Son algunas de las preguntas que necesitan de nuestras respuestas. Sin duda estos procesos no son los únicos que estamos viviendo en el país, pero pienso que para efectos de este intercambio son suficientes de subrayar para establecer los escenarios en los que se desempeñan los equipos multidisciplinarios. a) Primer escenario. El que establece la Ley Penal Juvenil, al respecto señalaré que los roles que se derivan de ella y demás normativa se pueden resumir en las siguientes pautas: de 11 diagnóstico, de asesoramiento y de reinserción social. Es en síntesis, el papel burocrático de los especialistas en una relación directa con el juzgador, a fin de brindarle la información que necesita para la toma de decisiones, a partir de las conclusiones y recomendaciones. b) Segundo escenario. Se refiere a lo institucional, como espacio en que se realizan procesos que van encaminados a la reinserción social en el ámbito gubernamental y social; es decir, las relaciones interinstitucionales, aunque muy poco desarrolladas pero existentes. Esto se pone de manifiesto cuando se realizan procesos de inserción escolar; por ejemplo, hemos tenido la experiencia en un centro escolar, en el cual se ha realizado la inserción de un menor. El centro escolar se encuentra custodiado perimetralmente por agentes de la policía, los profesores han sido victimas de delitos, la comunidad se encuentra señalada por las autoridades como de alto riesgo y las personas residentes en el lugar se sienten amenazadas. Este cuadro definitivamente interfiere y distorsiona el desarrollo de las relaciones interinstitucionales que se puedan establecer, por lo que se tiene que tomar en cuenta para la intervención en el caso, ya que esa es la realidad con la que el infractor estará viviendo cotidianamente, por lo tanto hay que ayudarle a que se relacione con ella y que el conflicto que derive de esta relación no aumente los problemas que ya tiene. c) Tercer escenario. Es donde se encuentra la mayor riqueza de la dinámica que ha dado origen la aplicación del interés superior, de los derechos humanos, de la protección integral y la reinserción social; en consecuencia de ello se ha puesto en marcha el proceso educativo que inicia a partir de del ingreso del infractor al sistema judicial y que se encuentra en manos de los especialistas que integran los equipos multidisciplinarios para la inclusión social. Este escenario es el de intervención, sintetiza todas las influencias y todas las relaciones sociales que el infractor ha experimentado en su existencia hasta el momento de llegar al frente del especialista del equipo multidisciplinario. Aquí se observan los múltiples factores que intervienen para la producción del delincuente juvenil en la sociedad salvadoreña, y 12 el especialista debe buscar de forma creativa la inclusión del joven en la búsqueda de respuestas para detener los potenciadores de conductas delictivas. Sin duda este escenario lo podemos matizar con muchos ejemplos, pero por cuestiones de espacio solo lo dejamos señalado. Mi intención hasta aquí ha sido brindar una idea muy sintética de cómo el rol de los equipos multidisciplinarios se relaciona no solo con la posición al interior de un juzgado, sino de como se interponen los diferentes niveles de la realidad en la que estamos formando parte y que nos movemos en ella, por ejemplo: “hoy estoy dando las conclusiones y recomendaciones en la audiencia de un joven, estoy tomando el bus para realizar una visita domiciliaria y en la visita me encuentro con un joven que no esta cumpliendo con sus medidas, tengo que indagar los motivos del incumplimiento, confrontarlo e intervenir, en todo este proceso descrito, aunque no se dice, estoy desplazándome en los diferentes niveles de realidad y sus contenidos van modificándose de acuerdo al desplazamiento que haga y allí estarán presentes los procesos sociales que describí al inicio de mi participación, como especialista nos toca entender como estos procesos han golpeado a la persona que intervengo y dosificar de esa manera nuestro abordaje”. Existen muchas dificultades institucionales que interrumpen los procesos educativos en los que trabajamos, de una forma momentánea, pero logramos soslayarlos. Sin embargo, me preocupa en particular que hasta este momento no contemos con un discurso propio que de cuenta de nuestro trabajo, normalmente nos referimos a este en clave jurídica, la cual no permite informar todo el potencial y la riqueza que conocemos y que transformamos en nuestro ejercicio profesional desde las ciencias sociales que se involucran en los procesos educativos, desde los Juzgados de Menores y los de Ejecución de Medidas. Para la verdadera construcción de un discurso se necesitan condiciones que permitan la reflexión, la discusión, la creación y la voluntad institucional de profundizar sobre los diferentes temas que involucran la Justicia Penal Juvenil. Esto significa ver más allá de las estadísticas institucionales. SUPERACIÓN O NO DEL ORIGEN TUTELAR DE LA MULTIDISCIPLINA EN LA JURISDICCIÓN PENAL JUVENIL Lic. Oscar Manuel Contreras Zelaya Psicólogo del Juzgado de Ejecución de Medidas al Menor de San Miguel La falta de operatividad de algunas medidas alternativas al internamiento, es otra causa que limita el alcance de las acciones reeducativas tendientes al fortalecimiento de la doctrina de la protección integral, en muchos casos la singular realidad socio-familiar y psicológica hace que dichas medidas alternativas simplemente se vuelvan inoperantes, a ello agréguese la poca o nula apertura de la sociedad salvadoreña en el proceso de reinserción. La temática a abordar requiere de un replanteamiento metodológico y funcional de lo que hasta ahora ha sido el rol de los equipos técnicos de especialistas, dentro del marco de lo que en un principio se conoció como “Ley del Menor Infractor” ahora convertida en “Ley Penal Juvenil”; obviamente que al hablar de un tema como este, y pretendiendo ser realmente objetivos, tenemos que ser autocríticos. En esencia, allá por 1995 nadie tenía una idea clara de la aplicabilidad y de los objetivos de una Ley para Menores cuya única referencia se encontraba en los libros y en alguno que otro especialista de algún país donde esta normativa ya existía; la idea era capacitar a toda una legión de Jueces y Juezas, así como a miembros de los equipos técnicos en este nuevo devenir. zación, pero ambos enfoques en la práctica estaban bajo el patrocinio del a veces polémico y mal interpretado “Principio del Interés Superior del Menor”. De tal manera que en su momento a la multidisciplina se le plantearon más retos que alternativas, siendo uno de ellos: diseñar un enfoque garantista, integrista y respetuoso de la individualidad del menor como sujeto pleno de derechos, y desde la óptica de nuestras especialidades fomentar la reinserción, teniendo como fundamento filosófico la Doctrina de la Protección Integral. Para los primeros, el establecimiento de un Estado de Derecho, el respeto a los Derechos Humanos y el Principio de Seguridad Social, incluidos en la nueva normativa, eran la prioridad más inmediata, puesto que los mismos “Acuerdos de Paz” que se habían firmado así lo establecían. Es importante no perder de vista la esencia reeducativa que la multidisciplina tenía que impregnarle a la nueva labor; sin embargo, por ser los jóvenes un grupo altamente vulnerable, dadas las peculiaridades de su limitada ontología evolutiva, y lo que es más, la secuelas emocionales manifestadas en la nueva situación de posguerra, hacían que dicho grupo poblacional se encontrara en un franco y directo enfrentamiento con la nueva normativa, por lo tanto el joven en conflicto con la ley tenía que ser objeto de especial atención y tratamiento. Por otra parte, para la multidisciplina se acuñaron términos un tanto ya conocidos, como reinserción, reeducación y resociali- Recae en los Equipos Técnicos una labor que para muchos era mas que titánica, casi una utopía. Los detractores de la nueva 13 legislación estaban por doquier, tanto dentro como fuera del sistema, y dentro de este contexto socio-histórico, se acepta el reto y se le apuesta a la reinserción. Había que adecuar nuestros conceptos teóricos, científicos y filosóficos a la nueva realidad socio jurídica que se pretendía crear. Había que prescindir de un exagerado espíritu paternalista, puesto que el joven infractor era hoy sujeto de derechos y garantías; sin embargo, en la práctica parece ser que este enfoque compete más al ámbito jurídico, pues desde un principio la reinserción requiere de una concepción más ecléctica de la multidisciplina, ya que la realidad social que vivimos es muy diferente a lo que en teoría la nueva normativa proponía. En este sentido, todo el sistema se vuelve paternalista y por lo tanto tutelar, la multidisciplina no escapa de ello, puesto que al conocer las realidades individuales y colectivas de los jóvenes en conflicto, la praxis reeducativa se vuelve vulnerable, haciéndonos echar mano de un desbordante humanismo y de una sensibilidad de criterio muchas veces proteccionista; la realidad que rodea y condena a los jóvenes está fuera de los recursos logísticos y científicos con que se nos ha dotado, y es más desbordante la voluntad que los recursos necesarios en el proceso de reinserción; tales realidades no podrían romperse, si no era a través de un involucramiento empático que nace del conocimiento de dicha realidad, o acaso ¿lo tutelar es parte de nuestra formación ideosincrática? En este sentido, es importante ver el lado bueno de las cosas, esto no significa que no podamos o no debamos superar el origen tutelar de la multidisciplina, pero por lo mismo es necesario que todos y cada uno de los operadores del sistema estemos más a tono con los objetivos de una Ley que en lo particular la considero trascendente, o como lo dijera la Dra. Victoria Marina de Avilés “de avanzada”. 14 Los Jueces, las Juezas y los Equipos Técnicos somos parte de un todo y mientras las políticas de Estado, el desentendimiento gubernamental y la falta de voluntad no sean superadas, las leyes por muy humanas y garantistas no podrán incidir en la trascendencia del ser humano. De esta manera es fácil darnos cuenta de que el enfoque tutelar es una realidad y que para ser superado se requiere que la normativa sea valorada, dimensionada y potencializada, primero por los operadores y luego por toda la sociedad. Dentro de la consideración o no del origen tutelar habrá que suponer que el método del ensayo y error ha sido en muchos casos la dinámica que rige el accionar de la multidisciplina; ello nos ha hecho tener presente que este es un trabajo plagado de reveses, pero a la vez de grandes satisfacciones, como es el hecho de que un joven, luego de cinco años de internamiento regrese al juzgado y diga: “gracias por lo que hicieron por mí”, y que esto le haya servido para no volver a infringir la ley. Por tal razón la multidisciplina ha aprendido mucho del eclecticismo; el respeto a la individualidad, a la autodeterminación; incluye un proceso más que tutelar o integral, debe de ser creativo, propositivo y altamente comprometido con los principios de autodefinición de los jóvenes. La multidisciplina se ha visto obligada y no por falta de criterio, a echar mano de una logística y de una mística en apariencia incompatible con la esencia doctrinal de la Ley Penal Juvenil, es por eso que el método del ensayo y error toma relevancia dialéctica, obviamente que de los errores se aprende. Aparentemente es contradictorio el hecho de que tal dinámica lejos de debilitar al sistema lo ha fortalecido, puesto que nos ha permitido echar mano de recursos que no se tenían. Se han abiertos espacios de diálogo, de discusión, se ha trabajado en promover la ley; en esencia hemos aprendido que “no se puede dejar de ser tutelares, sin ser garantistas, y que no se puede ser garantistas sin dejar de ser tutelares”, mas aún cuando en nuestra sociedad se considera que trabajar por los menores en conflicto con la ley es una herejía. A doce años de la Ley Penal Juvenil considero que estamos en una etapa de transición, por la misma naturaleza de los procesos configuradores de la sociedad y la experiencia acumulada. Se está tomando conciencia de que el enfoque integrista puede ser posible y que superadas nuestras propias contradicciones internas estaremos preparados para una labor que lleve como meta el establecimiento de un Estado de Derecho pleno para los jóvenes. Por todo lo anterior debemos entender lo tutelar como una forma de “garantía”. Al respecto la Licenciada Claudia M. Carrión de Perla, Psicóloga del Juzgado de Ejecución de San Miguel, manifiesta: “desde la óptica del humanismo con que están plagadas nuestras disciplinas, el enfoque tutelar no deja de ser una realidad”. Mientras la legislación minoril llevada a la práctica, no deje de ser punitiva, el enfoque tutelar tendrá que dejar su huella dentro del proceso, puesto que para algunos de los operadores dicho componente es necesario. La falta de operatividad de algunas medidas alternativas al internamiento, es otra causa que limita el alcance de las acciones reeducativas tendientes al fortalecimiento de la doctrina de la protección integral, en muchos casos la singular realidad socio-familiar y psicológica hace que dichas medidas alternativas simplemente se vuelven inoperantes, a ello agréguese la poca o nula apertura de la sociedad salvadoreña en el proceso de reinserción, lo que da lugar a una praxis tutelar; es ahí donde el mismo sistema se vuelve paternalista, puesto que lo que prevalece es el principio de seguridad social. En importante que tomemos en cuenta que cuando se habla del Interés Superior del Menor, este guarda un marcado paralelismo con el enfoque tutelar, puesto que dicho “interés” es aplicado bajo criterios muchas veces subjetivistas, ya que no todo interés es humanamente conveniente para los jóvenes; esto puede dar lugar a un nuevo principio: la prevalencia del Interés Superior del Estado, por lo que la multidisciplina se ve obligada a una acción tutelar. Los criterios para la aplicación de las medidas socio reeducativas se fundamentan en dos premisas: 1. La naturaleza o gravedad jurídica del ilícito cometido y 2. El grado de peligrosidad que el joven representa; por lo que desde la óptica de la multidisciplina el enfoque de lo tutelar está lejos de ser superado, puesto que nuestro trabajo está supeditado a los criterios de naturaleza sociojurídica y a la disponibilidad de los recursos que el sistema posee. Por último, es importante que todos y todas partamos de un conocimiento pleno de la naturaleza de nuestro trabajo, de las reales necesidades de los jóvenes y de un compromiso más significativo con la multidisciplina. 15 EL PAPEL DE LA FAMILIA, LA ESCUELA, LA COMUNIDAD Y EL ESTADO Licda. Gloria Griselda Cruz de Miranda Miembro del Equipo Multidisciplinario Juzgado de Ejecución de Medidas al Menor de San Vicente Constitucionalmente se tiene derecho a la educación; pero cuando un joven perteneciente a pandilla, está tatuado o en proceso de ejecución de medidas o simplemente tiene mal comportamiento, le es difícil su ingreso a un centro educativo, por temor a que éste joven pueda influenciar a otros y gane adeptos para su pandilla; en lugar de trabajar cerca de él en la interiorización y refuerzo de valores y ofrecerle la oportunidad de socializar con otros jóvenes. Conceptualmente la familia es la agrupación humana, histórica y jurídica de más profundo arraigo en nuestra civilización. A través de ella se conservan tradiciones, costumbres y se transmiten normas y valores que vienen a satisfacer un conjunto de objetivos y propósitos. La familia por una parte constituye una de las más importantes instituciones de la sociedad y como tal, expresa sus valores y contradicciones, y por otra es el ambiente más importante, con su funciones, sean afectivas o socializantes en el cual se desenvuelve el individuo. La familia es la unidad social primaria, la fuente de seguridad para el niño y el factor fundamental de la socialización y de la culturización, independientemente que sea familia extensa o familia nuclear, realiza concretamente las siguientes funciones sociales: • • • • 16 Proveer alimentos, techo y cubrir otras necesidades materiales que sustentan la vida; protección contra el peligro externo; función que se cumple mejor en condiciones de unidad social y cooperación; Proveer solidaridad social, que es la base del vínculo afectivo en las relaciones familiares; La oportunidad de desarrollar una identidad personal, conectada con la identidad familiar; La orientación sobre los roles sexuales, que prepara el camino a la madurez y la satisfacción sexual; • • La educación para integrar al individuo en los roles sociales y la aceptación de las responsabilidades sociales; La enseñanza y promoción de la creatividad y de la iniciativa individual; Es en la familia donde se aprende a ordenar la convivencia humana y la armonía social, como elementos rectores del comportamiento humano, tal como se plantea en el gráfico No. 1 (pág. 17). Por otra parte no se debe perder de vista las funciones tradicionalmente típicas de la familia como son: la función sexual, reproductiva, económica y educativa. En la FUNCIÓN SEXUAL. Aunque las necesidades sexuales puedan ser satisfechas independientemente de la familia, dada la integración de la potencia e impulsos de la persona, la familia viene a ser la forma más adecuada para ello. FUNCIÓN REPRODUCTORA, en las sociedades modernas y plurales se reconocen y protegen por igual la prole surgida del marco legal familiar, como los nacidos de la unión libre de la pareja, y se ha modificado notablemente los derechos de afiliación y paternidad. FUNCIÓN ECONÓMICA en la sociedad industrial moderna, la mayor parte de la producción de bienes y servicios se reali- za fuera del ámbito familiar y los miembros de la familia trabajan como individuos, no como grupo unitario, fuera del hogar. Tiene relevancia la incorporación generalizada de la mujer al mercado laboral fuera del hogar, que introduce variaciones, no solo en la configuración económica, sino en el resto de las funciones y roles familiares: estabilidad, comunicación, atención a los hijos, estructura de la autoridad familiar, etc. (la ausencia del padre). FUNCIÓN EDUCADORA. La familia es el principal agente o factor de la educación, tanto por la duración como por la fijación de su acción. Gráfico No. 1 Si esos planteamientos teóricos son llevados a nuestra realidad, observamos que en lo que respecta a la familia salvadoreña ha aumentado el número de divorcios, el número de madres solteras, el número de mujeres que deben incorporarse a la producción económica para apoyar el mantenimiento familiar, dejando a sus hijos en manos de abuelos, tíos u otras personas. • Una de las contradicciones más evidentes es la profundización de las disparidades sociales y económicas que afectan de forma muy especial a niños, niñas, adolescentes y jóvenes. La familia 17 se ve afectada por estos cambios generando degradación y violencia entre sus miembros. La respuesta familiar e institucional ante las necesidades de mayores ingresos y de prevenir el delito juvenil, ha sido hasta ahora, la de promover el trabajo precoz de niños, niñas y adolescentes. La familia como ha sido concebida hasta la fecha, se encuentra en crisis. Por otra parte, la educación es un hecho inherente e ineludible de la persona humana. No se puede decir que la persona si quiere se educa y si no, no lo hace, ya que solamente la educación convierte a las personas en tales. Jurídicamente, es obligación del Estado el fomentar la educación de la población, como lo estipula la Constitución de la República, en su articulo 54. El sistema educativo debe estar destinado a tomar un papel protagónico en la política de la prevención de la delincuencia. Dentro de sus prioridades debe estar el mayor acceso de los jóvenes a la educación, y evitar al mínimo la deserción escolar. El sistema educativo debe responder a las necesidades reales de los jóvenes y de la sociedad en la que ellos se desenvolverán. El esfuerzo realizado por el Estado ha sido importante, pero no suficiente. Aún hay mucho por hacer, a fin de asegurar a la población, una educación de calidad, ya que a través de la experiencia del trabajo realizado con jóvenes en conflicto con la ley, se puede decir que aún no se cumple lo establecido en el artículo 56 de la Constitución. Constitucionalmente se tiene derecho a la educación; pero cuando un joven perteneciente a pandilla, está tatuado o en proceso de ejecución de medidas o simplemente tiene mal comportamiento, le es difícil su ingreso a un centro educativo, por temor a que éste joven pueda influenciar a otros y 18 gane adeptos para su pandilla; en lugar de trabajar cerca de él en la interiorización y refuerzo de valores y ofrecerle la oportunidad de socializar con otros jóvenes. La exclusión de la escuela y la inclusión en el mundo del trabajo precoz, abusivo y explotador, generan condiciones favorables de los procesos de deterioro social e individual de los niños, niñas y adolescentes. La comunidad por su parte puede posibilitar la participación de todos los miembros de la localidad en la inserción social de los jóvenes en conflicto con la ley que involucre especialmente instituciones gubernamentales, a través de los distintos servicios sociales como: escuelas, juntas directivas, asociaciones juveniles, iglesias, unidades de salud, ONG, etc. El aporte puede ser de diversa índole por ejemplo: • • • • • Enriquecimiento de tradiciones culturales, educativas artísticas y deportivas. Establecimiento o fortalecimiento de programas de carácter comunitario que respondan a los intereses de los jóvenes. Creación de hogares sustitutos adecuados para alojar a jóvenes que no puedan seguir viviendo en sus hogares. Organizar servicios para ayudar a los jóvenes a superar las dificultades que experimentan al pasar a la edad adulta. Organizar entes juveniles locales que participen en la gestión de asuntos de la comunidad: ecológicos, de educación vial, ornato comunitario, etc. En cuanto a los medios de comunicación, como agentes de cambio en la prevención de la delincuencia, pueden jugar un papel importante. En ese sentido están llamados a disminuir o evitar la transmisión de programas que muestran elevados niveles de violencia y agresión, los cuales sugieren la idea y el modelo de la violencia como método eficaz para la solución de conflictos. En cuanto al papel del Estado, considero necesario traer a cuenta que el Art. 1 de la Constitución de la República reconoce a la persona humana como “origen y fin de la actividad del Estado.” Sin embargo, el modelo neoliberal adoptado, concibe al Estado como una simple maquinaria técnica-burocrática, que debe ser reducida en tamaño y en actividad. No puede intervenir en la economía ni en otra esfera social, a excepción, de aquellas indelegables como son: legislar, impartir justicia, procurar la seguridad pública y otras relacionadas con el funcionamiento del sector público. Hoy tenemos privatización donde hubo antes regulación estatal; focalización en lugar de universalidad; compensación en vez de promoción; individualismo y clientelismo como sustituto del ejercicio colectivo de derechos; combate a la pobreza extrema en lugar de desarrollo social, como producto de los programas de ajuste macroeconómicos y las políticas neoliberales derivadas de ellos. Lo social es un aditamento de lo económico; se reduce fundamentalmente a la cuestión de la pobreza extrema. Estamos, pues, frente a un Estado que promueve el deterioro de la calidad de vida de los ciudadanos; un régimen que desecha los valores solidarios y que promueve la exclusión, la fragmentación y el individualismo. En los Juzgados de Ejecución de Medidas, con el fin de darle cumplimiento a los principios y fines de la jurisdicción penal juvenil, los equipos multidisciplinarios tratan de concretar y dirigir la acción socioeducativa y psicológica dentro de los límites señalados en el acuerdo judicial, favoreciendo los procesos de educación en responsabilidad y socialización, insertando o reinsertando al joven infractor en el seno de la sociedad. En el desarrollo de la ejecución de las medidas judiciales se fomenta la partici- pación del joven en diferentes actividades sociales, de capacitación vocacional o de inserción laboral, según los recursos existentes en la comunidad, que de hecho son escasos. En ese sentido la comunidad juega un papel importante. Es de mencionar que como equipo multidisciplinario se elabora un plan en etapas previstas para la reinserción social, según lo establecido en el articulo 118, literal a) inciso 2º de la Ley de Ejecución de Medidas al Menor sometido a la Ley Penal Juvenil, en el que se plasma el proyecto de vida del joven partiendo de una evaluación inicial sobre los aspectos más relevantes de su realidad. Durante la fase de seguimiento de la medida, se evalúan cada tres meses los objetivos y se reformulan si es necesario para su mayor ajuste al proceso de reinserción social. El trabajo es arduo, la responsabilidad es mucha y los recursos muy limitados, por lo que para abonar en la construcción de una sociedad más justa, se sugiere tomar en cuenta las siguientes recomendaciones: • • • • • • Promover procesos de educación y comunicación con componentes de género. Impulsar el uso de recursos y metodologías participativas dirigidos a la promoción de igualdad de oportunidades. Promover el desarrollo humano y de las familias para evitar la exclusión social, cultural, política y económica. Impulsar los servicios y programas sociales ante la crisis del modelo neoliberal. Crear modelos de desarrollo social, en trabajo con familias con objetivos macro-sociales con énfasis en la infancia y la adolescencia. El Estado debe retomar los desafíos en cuanto al desarrollo económico y social para contribuir a la reducción de los índices de violencia y la delincuencia juvenil. 19 LOGROS, OBSTACULOS, DESAFIOS Y PERSPECTIVAS DE LA JURISDICCIÓN PENAL JUVENIL Lic. Victor Manuel Melendez Reyes Juez de Menores de La Unión No podemos hablar de prevención de delito, si antes no hemos comprendido la importancia que en ella tiene no sólo la política criminal, sino también las políticas sociales, con las cuales se satisfagan la necesidades de los niños y niñas que por su condición de pobreza no tienen acceso a salud educación y a un proyecto de vida. Por ahora, lo dispuesto en el artículo 127 de la Ley Penal Juvenil, sigue siendo una utopía. A doce años de la vigencia de la Ley de Vigilancia y Control de la Ejecución de Medidas al Menor, sometida a la Ley Penal Juvenil, es indispensable que los operadores del sistema de la Justicia Minoril, hagamos un alto en el camino, y reflexionemos no solo respecto de los objetivos que con el entusiasmo inicialmente aspiramos alcanzar a favor de la niñez que por diversas razones ingresa al sistema de penal, sino de las falencias que como parte de tal sistema debemos reconocer, todo ello para que se logre dar una respuesta responsable, tanto a la población desprotegida de menores en conflicto con la ley penal, como a la sociedad en general, que debe soportar actualmente, el inadmisible nivel de criminalidad. Es importante recordar que previo a creación de los Juzgados de Menores y los Juzgados de Ejecución, en el alba mismo de la entrada en vigencia del nuevo modelo de Justicia Minoril, se alzaron voces en contra, que dado su peso mediático, fueron influyentes en crear una visión errada respecto de la naturaleza penal del proceso de menores; no obstante, en virtud de la firmeza con que fue defendida la nueva normativa, por aquellos a quienes les respaldaba no sólo la razón, sino también la vinculación que surgía desde la vigencia de la Convención sobre los Derechos del Niño, gracias a quienes se asumieron compromisos de tal relevancia, que sí hizo nacer esperanzas de que se alcanzaría un éxito en lo que respecta al proceso de inserción de los menores a quienes se les declarara responsables. Desde la Convención sobre los Derechos del Niño, el modelo de Justicia Penal Juvenil se 20 debe caracterizar por: a) La Desjudicialización, b) Desintitucionalización, c) Descriminalización, y d) Debido Proceso. Respecto de las tres primeras características, cualquier operador del sistema, con mediano criterio de responsabilidad, tiene en claro que hemos caminado en sentido contrario, y que las soluciones de los conflictos sociales que son conocidas dentro de la jurisdicción, algunas nunca fueron aplicadas, y otras poco a poco se han restringido, como el caso de la conciliación, mientras que la respuesta penal del internamiento, se ha vuelto la regla general para un grupo de menores a quienes no hemos tenido la capacidad de dar alternativa responsable para su inserción. Igualmente podemos afirmar, que en el ámbito de la descriminalización, ni siquiera hemos alcanzado la madurez para comprender, que en razón de imputabilidad personal de los jóvenes en conflicto con la ley penal, hay ciertos delitos que jamás podrían ser cometidos por éstos en su calidad de sujetos activos, tal como ocurre por ejemplo, en el caso de las relaciones sexuales consentidas entre un niño y una niña que poseen edades de catorce años, a quienes, si interpretamos literalmente la descripción del delito de Violación en Menor y el de Agresión en Menor, estos deberían responder, respectivamente por tales hechos punibles, ignorándose que ambos tipos penales, presuponen que el sujeto activo es un adulto, y como tal se aprovecha de la condición de persona mentalmente desarrollada, versus la capacidad intelectual de una persona que se encuentra en desarrollo, lo cual no ocurre cuando ambos participantes, se encuentran en igualdad de condiciones mentales. Son grandes los avances que en materia de “Debido Proceso” fueron alcanzados con la entrada en vigencia de la Ley Penal Juvenil; no obstante, resulta necesario separar por una parte, el aspecto normativo o legal que nos rige como operadores del sistema, distinguiendo por otra parte, el cumplimiento de las obligaciones que desde los roles que la misma ley supone, serán realmente cumplidos; es decir, debemos hacer la distinción entre el cuerpo normativo que regula integralmente “El Proceso”, y el cumplimiento de las obligaciones que dentro dichos cuerpos normativos se presuponen. Es en este punto en donde se podría anticipar conclusión, afirmando que si con la única vigencia de determinado cuerpo de leyes, un problema social fuera resuelto, en El Salvador ya no debería existir delincuencia juvenil, pues contamos un marco jurídico, que aunque mejorable, sí permite alcanzar los fines educativos y de inserción de los menores a quienes se les declara responsables de infringir la ley penal. Con profunda tristeza se debe reconocer, en cada ocasión que se celebran los aniversarios de la entrada en vigencia de las leyes minoriles, que las promesas hechas previo a la vigencia de las mismas, tal como se hizo gala en cada discurso de las autoridades con poder de incidencia, hasta la fecha no se han cumplido, siendo actualmente la gran deuda tanto para los menores en conflicto con la Ley Penal como con la niñez en general. Ámbitos de incumplimiento del modelo de Justicia Juvenil Dos son los grandes ámbitos, en donde a mi juicio, es más palpable el incumplimiento de las expectativas que se crearon con la entrada en vigencia del nuevo modelo de Justicia Juvenil, así tenemos por una parte, que: En materia de la prevención del delito, tal como ha ocurrido en nuestro país, cuando no se funda en una responsable política criminal, y se centra de forma exclusiva en represión, incremento de penas y persecuciones ilegales y arbitrarias, sin que se tenga como punto de referencia la imputación de un ilícito penal adecuadamente investigado, sino más bien por entenderse que un grupo social marginado representa “un potencial peligro” para los ciudadanos, y en consecuencia se incurra en el error de pretender legitimar detenciones masivas, que al no resistir el control jurisdiccional, no sólo terminan generando más violencia, sino mayor descrédito al sistema penal en general. A ello debe agregarse, que no podemos hablar de prevención de delito, si antes no hemos comprendido la importancia que en ella tiene no sólo la política criminal, sino también las políticas sociales, con las cuales se satisfagan la necesidades de los niños y niñas que por su condición de pobreza no tienen acceso a salud educación y a un proyecto de vida. Por ahora, lo dispuesto en el artículo 127 de la Ley Penal Juvenil, sigue siendo una utopía. Por otra parte, en materia de inserción de los jóvenes que cumplen o cumplieron medidas, tal y como ya se ha denunciado reiteradamente por los señores Jueces y Juezas de los Juzgados de Ejecución de Medidas, el compromiso que fue asumido a fin de crear programas que fomentaran el anhelado proceso de educar en responsabilidad, si bien inicialmente pareció que existía voluntad de cumplimiento, poco a poco fue abandonada, al no invertirse los recursos que correspondían, lo que motivó, en primer lugar, que los Jueces y Juezas además de su rol jurisdiccional, también asumieran como propia la creación de programas. En segundo lugar, por la falta de alternativas que deberían existir con los programas de inserción, problemas sociales como la orfandad, drogadicción e incluso la pobreza, tienen como respuesta penal ante un delito, la privación de libertad como regla general y no como la excepción, que manda la Ley Penal Juvenil y la Convención sobre los Derechos del Niño. En tercer lugar, que los centros de internamiento se transformaron en centros de depósitos de jóvenes, quienes deben permanecer en su interior, con el único propósito de cumplir el tiempo por el cual se le ha privado su libertad, como un castigo por la acción realizada. Finalmente, en cuanto a la actividad de los Jueces y Juezas de Menores y de Ejecución, no 21 escapamos a las nuevas tendencias penales, que por el reflejo de la supletoriedad y en el peor de los casos, de forma directa, nos orienta hacia la implementación de lo que algunos han llamado “derecho penal del enemigo”, que sustentado en el clamor social y la demanda de seguridad, pretende el abandono de un derecho penal de corte democrático, para convertirlo en un arma política, que tolera el uso de cualquier medio de investigación y represión, aunque se vulneren derechos y garantías fundamentales. Las principales características de este modelo son: a) el debilitamiento del control que el Juez o Jueza tiene en un estado Constitucional y Democrático, traspasando a la administración, facultades que normalmente han sido sometidas a control jurisdiccional, tal como ha ocurrido recientemente en el caso de los colegas de Vigilancia Penitenciaria, o bien en materia de investigación, en donde la Policía Nacional Civil, ha visto incrementada su facultad de “investigación autónoma”; b) incremento desproporcionado de las penas, que en nuestro país incluso, en contra de la Constitución, se ha instaurado la prisión perpetua, permitiendo en materia de menores, que los siete años de internamiento, Reseñas Todo lo anterior motiva a una renovación de compromisos de nuestra parte, tanto para mantenernos actualizados en lo que se refiere a las nuevas bases teóricas de tendencias penales, como para que mantengamos la denuncia y el reclamo a favor de los niños y niñas, a fin de que con su inserción en su familia y la sociedad, se les brinde un verdadero proyecto de vida. Dr. Eugenio Raúl Zaffaroni: “EL ENEMIGO EN EL DERECHO PENAL” Ficha bibliográfica Zaffaroni, Eugenio Raúl El Enemigo en el Derecho Penal 1ª ed. – Buenos Aires: Ediar, 2006. 224 p.; 21x15 cm. I.S.B.N.-10: 950-574-198-7 I.S.B.N.-13: 978-950-574-198-4 1. Derecho Penal. I. Título CDD 345. El Enemigo en el Derecho Penal, es una de las últimas producciones intelectuales surgidas de la genialidad del Doctor Zaffaroni. En este ensayo, desde su presentación el autor nos advierte, 22 sean aplicables para un gran numero de delitos; y c) la instauración de un permanente estado de excepción, al argumentar, que por la gravedad de la “delincuencia”, las garantías procesales de carácter personal, pueden ser desconocidas o bien, interpretadas en un sentido restringido, con el fin de que no sea tan exigente, siendo esto palpable, en lo que respecta a la observancia de la presunción de inocencia e independencia judicial, pues resulta innegable, que por la mediatización de casos concretos, las opiniones de miembros del Órgano Ejecutivo terminan influenciando la resolución de los admistradores de justicia, que presuponen ciertos elementos de los delitos, que objetivamente no se incorporaron en una investigación, a fin de evitarse que no se solicite la apertura de una investigación en su contra. con abundante racionalidad, que se torna imposible la incorporación del concepto de “enemigo” o “no-persona” en el corpus del derecho penal, a menos que, de forma deliberada, se pretenda el resquebrajamiento o aniquilamiento del Estado de Derecho y reemplazarlo por una versión estatal absolutista y totalitaria. La tesis del maestro Zaffaroni, se proyecta desde la dialéctica entre el Estado de Derecho y el de Policía, traducida en el campo penal en la más amplia o restringida admisión del trato punitivo a seres humanos privados de la condición de personas (de las que él advierte que se les trata como “no-personas”). Este trato diferenciado provoca una contradicción entre la doctrina penal y la teoría política del Estado Constitucional de Derecho. Según sostiene el respetable penalista, “La admisión del enemigo en el derecho (que no sea estrictamente de guerra), siempre ha sido lógica e históricamente el germen o primer síntoma de la destrucción autoritaria del Estado de Derecho”. En la actualidad el tema del “enemigo” en el discurso jurídico penal, retoma protagonismo y pretende vigencia, a partir de la comisión de acciones criminales de efecto masivo, relacionadas directamente con el “terrorismo”, lo cual ha tenido como resultado la exacerbada producción de teorías que justifican formas de prevención y represión diametralmente opuestas a un derecho penal garantista propio del Estado de Derecho surgido del pensamiento liberal iluminista. Con esta construcción jurídica del “Enemigo en el Derecho Penal”, se violan de forma sistemática los derechos fundamentales de grupos sociales excluidos que van desde la privación de la condición de personas como una ficción jurídica, hasta la plena eficacia que en algunos países del globo se la ha dado al concepto de “enemigos sin derechos”, cito como ejemplo más claro, las condiciones en las que sobreviven los prisioneros de la guerra de EE. UU. contra Afganistán e Irak en las cárceles norteamericanas de Guantánamo, Cuba. Es importante señalar que el Doctor Zaffaroni en este ensayo, nos ofrece un desarrollo muy bien documentado de aquellos aspectos significativos que han marcado el devenir histórico del ejercicio del poder punitivo, los atisbos de exclusión social de grupos de personas bien definidos, como extranjeros, disidentes, disfuncionales, etc., dentro de los cuales, por regla general, se incluye diversos sectores de la juventud y la adolescencia casi como enemigos naturales del estatus quo. También alude a los teóricos promotores del autoritarismo y del absolutismo en contraste con aquellos pensadores que han luchado por estatuir al derecho penal como límite del ius puniendi en aras de proteger las libertades y demás derechos UNIDAD DE fundamentales de las personas sin discriminación alguna por condición de raza, etnia, nacionalidad, religión, condición económica etc. En definitiva según el autor, la base del ejercicio intelectual planteado es definir las consecuencias que puede acarrear el disminuir los derechos de los “ciudadanos”, para individualizar a los “enemigos”, ya que con tal fórmula se legitima el autoritarismo, en tanto que al lesionar los derechos de todos los ciudadanos, se deja sin límites el ejercicio del poder punitivo aboliéndose el Estado de Derecho. Este libro resulta ser de mucha utilidad para comprender de la mano del gran jurista argentino, la situación actual del derecho penal y de la política criminal, así como sus implicaciones para la justicia penal juvenil, no sólo en América Latina, sino en el mundo. Reseña a cargo del Lic. Jorge González Méndez Investigador de la Unidad de Justicia Juvenil ESTE LIBRO PUEDE SER CONSULTADO EN LA JUSTICIA JUVENIL DE LA CORTE SUPREMA DE JUSTICIA 23 Ventana INFORMATIVA de Justicia Juvenil INICIA PROCESO DE SELECCIÓN DE PARTICIPANTES EN EL PROGRAMA DE FORMACIÓN ESPECIALIZADA EN CRIMINOLOGÍA Y JUSTICIA PENAL JUVENIL (PFE) La Unidad de Justicia Juvenil de la Corte Suprema de Justicia ha comenzado ya con el proceso de selección de los operadores del sistema de la justicia penal juvenil, que se convertirán en los primeros participantes del “Programa de Formación Especializada en Criminología y Justicia Penal Juvenil” (PFE), que iniciará en septiembre próximo y que contará con la presencia de expositores extranjeros y nacionales expertos en la materia. Conscientes de la necesidad de especialización de los operadores del sistema y como una oportuna respuesta ante los constantes requerimientos de capacitación, manifestados en su momento a través de jornadas de consulta, la Unidad de Justicia Juvenil atendiendo a su objetivo general de “Contribuir al desarrollo de condiciones que permitan la adecuada aplicación y ejecución de la legislación penal juvenil”, elaboró un programa de formación que reúne los conocimientos esenciales y necesarios para un proceso sistemático de especialización en esta materia. El PFE cuenta también con el apoyo financiero del Programa de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) y del Proyecto Projóvenes de El Salvador, además de la coordinación técnica y académica con el Consejo Nacional de la Judicatura, a través de la Escuela de Capacitación Judicial. El programa se desarrollará en dos fases, en una primera será formado un grupo de 82 operadores, quienes en una segunda etapa se convertirán en multiplicadores de conoci- 24 mientos, capacitaciones en las que se espera contar con la participación de todos los miembros de los juzgados de menores y de ejecución de medidas al menor; de los centros de internamiento del Instituto Salvadoreño para el Desarrollo Integral de la Niñez y Adolescencia (ISNA); estudiantes de la Academia Nacional de Seguridad Pública (ANSP); Procuradores de Menores y Fiscales. La responsabilidad del proceso de selección de los participantes será asumida por un Comité Interinstitucional conformado por un miembro de la Comisión del Menor de la Corte Suprema de Justicia, el Coordinador de la Unidad de Justicia Juvenil, un representante del Consejo Nacional de la Judicatura o de la Escuela de Capacitación Judicial, la Directora del Proyecto Projóvenes de El Salvador y la Oficial de Programas de UNICEF. El procedimiento de selección abarcará el lanzamiento público de la convocatoria, la recepción de la documentación, la preselección de los candidatos, la elección de los participantes y finalmente la notificación de admisión. Este procedimiento buscará elegir a aquellos operadores que respondan a un perfil multiplicador y a otros requisitos personales y profesionales, además de tomar en cuenta una distribución proporcional de las instituciones destinatarias. Finalmente, serán 41 participantes escogidos para un primer grupo, cuyo curso se impartirá entre los meses de septiembre y diciembre de 2007, más otros 41 para el grupo 2, que lo recibirán entre febrero y mayo de 2008.