CUADERNO DE JUSTICIA JUVENIL, AÑO I N° 2, Julio de 2007

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CUADERNOS DE JUSTICIA JUVENIL
Unidad de Justicia Juvenil
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DE LA CORTE SUPREMA DE JUSTICIA DE EL SALVADOR
AÑO I, No. 2, JULIO DE 2007
Presentación
Esta es una edición especial de los Cuadernos de Justicia Juvenil, que
reproduce las ponencias presentadas en el Foro “12 Años de la Ley
de Ejecución de Medidas y los Esfuerzos para la inserción social de
jóvenes sometidos a la Ley Penal Juvenil”, realizado el 27 de junio de
este año, por la Unidad de Justicia Juvenil, con apoyo de UNICEF y
del Proyecto PROJÓVENES de El Salvador.
El referido foro sirvió como un espacio de reflexión, análisis, crítica
y autocrítica constructiva, sobre el devenir de la justicia juvenil, en
particular de la jurisdicción de ejecución de medidas, a fin de poder
destacar sus logros, avances y obstáculos, como un merecido
reconocimiento al esfuerzo realizado por las personas titulares de la
misma y sus equipos de trabajo.
En 12 años, la nueva justicia penal juvenil ha conseguido importantes
logros, entre ellos sobrevivir en un ambiente adverso debido a los
mensajes alarmistas expuestos a través de los medios masivos de
comunicación, que señalan a la delincuencia juvenil como responsable
de la mayoría de la criminalidad del país. En realidad, según datos
oficiales, al inicio de esta jurisdicción el porcentaje de la delincuencia
juvenil era del 15% mientras que entre el 2000 y junio de 2006 ese
porcentaje se ha reducido a 5.82%. Es decir, lejos de lo que se afirma,
esta jurisdicción ha contribuido a disminuir la delincuencia juvenil en
casi 10 puntos porcentuales.
Por otra parte, nuestro país cuenta con una de las jurisdicciones
penales juveniles más completas en América Latina, con 20 Juzgados
de Menores, 5 Juzgados de Ejecución de Medidas y 3 cámaras de
segunda instancia. Debe destacarse también que los Jueces y
Juezas, especialmente los de Ejecución de Medidas al Menor y sus
respectivos equipos multidisciplinarios, ante la ausencia o precariedad
de los programas oficiales, han tenido que asumir un rol protagónico
en la articulación de esfuerzos con otras entidades para la formación
educativa, vocacional y laboral de jóvenes en conflicto con la ley. Esa
articulación ha dado origen a programas como el Proyecto Nehemías y
el Programa de Becas que coordina la Unidad de Justicia Juvenil, con el
apoyo de agencias de cooperación como UNICEF y la Unión Europea,
a través del Proyecto Projóvenes de El Salvador. En consecuencia,
a pesar de las dificultades, después de estos 12 años, hay muchos
avances y logros de los cuales sentirse orgullosos y orgullosas.
Contenido
Presentación
Opinión
Reseñas
Ventana
informativa
pág. 1
pág. 2
pág. 22
pág. 24
Esta es una publicación de la Unidad de
Justicia Juvenil de la Corte Suprema de
Justicia, bajo la Supervisión de la Comisión
del Menor y la Dirección del Lic. Jaime
Martínez Ventura, Coordinador de la Unidad.
Colaboran en este número: Licda. Mirna
Antonieta Perla, Licda. Doris Luz Rivas
Galindo, Licda. Aída Luz Santos Mejía de
Escobar, Licda. Berta Noemí Reyes Najarro,
MCP Edgard Ernesto Palma Jacinto, Lic.
Oscar Manuel Contreras Zelaya, Licda.
Gloria Griselda Cruz de Miranda, Lic.
Victor Manuel Melendez Reyes, Lic. Jorge
González Méndez. Diagramación y edición:
Licda. Karen Álvarez.
La publicación “Cuadernos de Justicia
Juvenil” cuenta con el financiamiento de
UNICEF El Salvador.
Se autoriza toda reproducción de contenidos, siempre y cuando se cite la fuente
correspondiente.
Las opiniones publicadas en este instrumento son de responsabilidad exclusiva de sus autores y no comprometen a las instituciones relacionadas
en su elaboración.
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Opinión
Las opiniones vertidas en esta sección son de la exclusiva responsabilidad del autor.
LOGROS, OBSTACULOS DESAFIOS Y PERSPECTIVAS
DE LA JURISDICCION PENAL JUVENIL
Licda. Doris Luz Rivas Galindo
Magistrada y Jueza de Menores
de San Salvador
Para referirme a este balance de logros,
desafíos y perspectivas de la jurisdicción
penal juvenil, es importante hacer una retrospectiva y ubicarnos en el contexto en el
cual la normativa fue aprobada. Echando
un vistazo al expediente legislativo la Ley
del Menor Infractor y la Ley de Ejecución de
Medidas al Menor Infractor (LMI), fueron
aprobadas por una mayoría casi unánime;
no hubo mayores inconvenientes para su
aprobación. Esto representó un gran logro
pero igual un gran desafío para la justicia
especializada, sin dejar de destacar que
la aprobación de estas leyes, son resultado del proceso de reforma legal interno que
llevó a cabo El Salvador a partir de la Firma
de los Acuerdos de paz con el propósito de
fortalecer al Poder Judicial.
Un dato relevante de ese proceso de reforma legal, es que la Comisión Interamericana de Derecho Humanos (CIDH), en su informe anual de 1994 reconoce como avance del
Estado salvadoreño en materia de derechos
humanos, la aprobación de esta ley. Este es
un punto de partida interesante; hago mención de ello porque me atrevo a pensar que
en el contexto actual (de manodurismo y de
afán por desterrar el garantismo penal), no se
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lograría la aprobación de esta jurisdicción y
normativa especializada.
Logros
La aprobación de las leyes de esta jurisdicción especializada representó un gran
avance en materia de derechos humanos, especialmente de los derechos de la niñez y la
adolescencia, pues El Salvador a nivel de la
región centroamericana fue un país pionero
en dar respuesta a nivel legal a los tratados
Internacionales, particularmente en iniciar el
proceso de adecuación a la Convención sobre Derechos del Niño (CDN).
Desde sus inicios, los compromisos institucionales de nuestro país trascienden hasta
el punto de crear una jurisdicción y competencia completa en todo el territorio salvadoreño
con el afán de promover la especialización en
este campo1. Hubo un gran esfuerzo por contar con Jueces, Juezas, Magistrados (as) fiscales y defensores exclusivamente para las
personas menores de edad; se implementa la
especialización en todas las fases del proceso desde el inicio hasta la fase de ejecución.
Sin embargo, aproximadamente en el año
2000, decisiones administrativas al interior de
Salvo la disposición transitoria del art. 130 LMI, ahora Ley Penal Juvenil (LPJ), que daba alguna competencia a los Jueces de Paz, la que
deja su transitoriedad con la entrada en vigencia de los nuevos códigos Penal y Procesal Penal en 1998.
la PGR2, la FGR3 y la PNC4, fusionaron sus
actividades tanto para adultos como con personas menores de edad, con el resultado lógico
de dar mayor importancia al trabajo con las personas adultas. Consecuentemente se marcó
un retroceso con respecto al avance inicial de
1995, esto sin dejar de destacar el debilitamiento en que entró el Instituto Salvadoreño para la
Protección de Menores (ISPM), ahora Instituto
Salvadoreño para el Desarrollo Integral de la
Niñez y la Adolescencia (ISNA), instancia en
la que recae la responsabilidad de ejecutar el
mandato del sistema de protección a la infancia
y adolescencia.
En ese orden de ideas y en cuanto a logros me refiero, debo decir lo relevante que
fue el papel de la Comisión Coordinadora del
Sector Justicia de ese entonces, puesto que
delega en la Unidad Técnica Ejecutiva, UTE,
la responsabilidad de formar el Comité para
la implementación y ejecución de la Ley del
Menor Infractor y juntamente con la Escuela de Capacitación Judicial impulsó todo un
proceso de formación y capacitación de los
operadores de la normativa; igual contribuye
en la promoción y difusión de la ley y de la
exigencia de transformación que requieren
las estructuras institucionales responsables
de la aplicación de la normativa.
Del mismo modo debe destacarse el papel que desarrolla la Comisión del Menor
de la Corte Suprema de Justicia que, debe
decirse, ha desempeñado un papel relevante, así como otras entidades claves para la
implementación y desarrollo de la justicia penal juvenil como la Oficina Coordinadora de
Equipos Multidisciplinarios, OCEM, que tanta
dificultad tuvo para encontrar el rumbo y que
en los últimos días, a mi juicio, éste se ha definido con mejor claridad de tal manera que
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contamos con la Unidad de Justicia Juvenil
de la Corte Suprema de Justicia.
Quiero igualmente destacar que hubo
tropiezos con los centros de resguardo, que
nunca fueron lo mejor, pero permitían un mejor control y existía un esfuerzo de coordinación con los gobiernos locales y a la vez posibilitaban mantener separadas a las personas
menores de edad de los adultos en el caso de
la detención administrativa.
Con la creación del Comité Coordinador
Interinstitucional de aplicación de la Ley del
Menor Infractor, se generó un espacio amplio
de discusión que nos permitía hacer correctivos por consenso y uniformar algunas prácticas institucionales. Esto era resultado del
entusiasmo y compromiso que muchos operadores del sistema5 tenían en ese momento,
por vocación, satisfacción o interés personal.
Debe reconocerse que a inicios de la vigencia de la LMI los centros de internamiento, o al menos uno de ellos, se perfilaban
como modelos a nivel de la región y es oportuno mencionar que desde hace 12 años los
operadores advertíamos el problema de las
pandillas, este es un tema que nunca dejó de
estar en los espacios de discusión, sin embargo, en las instancias pertinentes no hubo
receptividad y ahora la problemática ha crecido y se ha complicado.
Otros avances concretos:
•
No se tiene el problema de mora judicial,
hay agilidad en el proceso.
•
El papel de los Jueces y Juezas del sistema con una actitud propositiva, como
actores sociales.
•
El papel de la comisión de Magistrados y
Magistradas de la CSJ.
Procuraduría General de la República, encarada de la defensa penal pública.
Fiscalía General de la República, encargada de dirigir la investigación de los delitos y de promover la acción penal,
Policía Nacional Civil.
Órgano Judicial, Fiscalía General de la República, Procuraduría General de la República, Instituto Salvadoreño para el Desarrollo Integral
de la Niñez y la Adolescencia y Procuraduría para la Defensa de los Derechos Humanos.
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Obstáculos:
•
•
Detractores de la normativa, desde algunos medios de comunicación social, hasta funcionarios públicos que inclusive eran
responsables de formular políticas y tomar
grandes decisiones en este campo.
•
La falta de presupuesto adecuado para
las instituciones obligadas a cumplir la
normativa penal juvenil, particularmente
para el ISNA.
•
No se han superado las prácticas y resabios del modelo tutelar.
•
•
Los mitos y estereotipos de trabajar en
materia de infancia y adolescencia aún
persisten.
•
•
•
•
•
La entrada en vigencia de las leyes penales para adultos en 1998, produjeron un
efecto mixto: al mismo tiempo que fortalece la aplicación de algunos institutos jurídicos, contribuye a la toma de decisiones
administrativas de algunas instancias de
la Justicia Juvenil (FGR PGR), en detrimento de la defensa técnica y de la investigación del delito con un enfoque de
derechos como lo prescribe la CDN.
•
•
•
•
•
La ausencia de programas para el cumplimiento de las medidas o sanciones
penales.
•
•
Estancamiento de la especialidad de la
justicia penal juvenil.
•
Reformas penales (incremento de penas)
y de la misma LPJ.
•
El papel irresponsable de diferentes medios de comunicación social.
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Desafíos y perspectivas:
Como consecuencia lógica se produce un
efecto de adultocentrismo en la interpretación y aplicación de la normativa, por
el exceso en la aplicación supletoria del
Código Procesal Penal.
Implementación de los planes mano dura
en todas sus expresiones y el retorno al
derecho penal de autor y la extensión del
mismo derecho penal.
Indeterminación de funciones de los jueces y juezas responsables de aplicar la
Ley de Vigilancia y Control de Ejecución
de Medidas al Menor sometido a la Ley
Penal Juvenil.
•
•
•
Restaurar la Justicia Juvenil, con énfasis
en el modelo de protección integral, de
igual manera repensar el tema de la especialidad.
A nivel técnico: aplicación directa de los
Tratados Internacionales y privilegiar la
normativa especializada.
Privilegiar e incentivar el trabajo con las
personas menores de edad.
Impulsar la justicia restaurativa por medio
de las salidas alternas y medidas sancionatorias, logrando una mayor participación de la víctima (privilegiar el derecho
penal mínimo).
Crear espacios de discusión y coordinación con las distintas instituciones responsables de aplicar la normativa.
Diseñar una estrategia para impulsar la
participación ciudadana y establecer niveles de coordinación y comunicación con
los medios de comunicación social.
Fortalecimiento de la partida presupuestaria de instancias como el ISNA.
La Creación de un tribunal especial de
Casación.
Formulación de los programas de inserción social y de una instancia que administre y garantice el acceso a programas
para sanciones no privativas de libertad.
Controlar la aplicación y cumplimiento de
la detención en flagrancia en los centros
de resguardos, así como el funcionamiento de éstos.
Elaborar una nueva Ley de Ejecución de
Medidas que comprometa de una forma
clara a la autoridad administrativa en dicha fase y se delimite claramente la función de los Jueces y Juezas.
LOS JUECES DE EJECUCION DE MEDIDAS AL MENOR EN LOS
PROCESOS DE INSERCION SOCIAL DE JOVENES SOMETIDOS
A LA LEY PENAL JUVENIL
Licda. Aída Luz Santos Mejía de Escobar
Jueza Primera de Ejecución de Medidas al Menor
de San Salvador
Con la figura del Juez de Ejecución de Medidas el legislador ha querido asegurar la
existencia de un juez que se interese por el condenado después de la sentencia, otorgándole dos misiones fundamentales: a) Ser el garante del principio de legalidad de la
ejecución de la medida, y b) Ser el garante de los derechos que las leyes le reconocen
a toda persona, inclusive a los recluidos en centros privativos de libertad.
La delincuencia juvenil en El Salvador, al
igual que en Centro América y demás países
latinoamericanos se presenta con un perfil
similar, la mayor parte de los jóvenes que
ingresan al sistema penal pertenecen a las
clases más desfavorecidas de la sociedad y
presentan carencias en sus derechos fundamentales que deben tenerse en consideración a la hora de ofrecer respuestas justas
y válidas político-criminalmente.
En 1995, con la entrada en vigencia de
la Ley del Menor Infractor, hoy Ley Penal
Juvenil, El Salvador escapa del modelo tutelar vigente por muchos años, y adopta para
jóvenes de entre doce y dieciocho años, a
quienes se les atribuye la comisión de un delito o falta, un modelo de justicia con todas
las garantías jurídico-penales de los adultos
que tiene en consideración las características evolutivas y socializadoras de los adolescentes.
En coherencia con este planteamiento y
sobre la base de las aportaciones de la pedagogía, la sociología y la psicología, la justicia
penal juvenil propone una serie de medidas
educativas que ayuden al menor de edad a
fomentar su responsabilidad en la sociedad.
El problema de la delincuencia juvenil si
bien es un problema jurídico, es también un
problema eminentemente social, lo que hace
necesaria una mayor implicación de toda la so-
ciedad, potenciando las alternativas comunitarias teniendo presente que en la delincuencia
juvenil la mayor parte de los menores infractores pertenecen y no por casualidad a las clases sociales más desfavorecidas con graves
carencias síquicas y sociales.
El Salvador, en cumplimiento de las Reglas Mínimas de las Naciones Unidas para la
Administración de la Justicia de Menores (art.
23.1) y las Reglas Mínimas de las Naciones
Unidas sobre las Medidas no Privativas de
la Libertad (art. 9.1), hace doce años decidió
que las medidas impuestas a los jóvenes a
quienes se les comprueba haber cometido hechos delictivos, sean controladas por un juez
diferente del que conoció el caso inicialmente.
Así surge la figura del Juez de Ejecución de
Medidas, primer funcionario judicial de esta naturaleza en América Latina. Su función es considerada la más importante pues en la fase de
ejecución se logra la inserción de los jóvenes
en conflicto con la ley penal, objetivo principal
de la justicia penal juvenil.
Es a este funcionario judicial a quien le
corresponde controlar las medidas privativas
y las no privativas de libertad, y garantizarle
a los jóvenes el pleno respeto de sus derechos fundamentales en la aplicación de
las sanciones que puedan imponérseles al
interior de los centros privativos de libertad.
Las medidas reguladas en la Ley responden
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a dos órdenes de exigencia, primero como
una reacción punitiva del Estado ante el delito cometido y segundo para contribuir al desarrollo de los jóvenes como persona.
A simple vista el hecho de que las medidas deban ser administradas por entes no
jurisdiccionales deja entrever una confusión
entre el rol del Juez de Ejecución y el rol de
la administración, y es que debido a que algunas instituciones no han cumplido con la
responsabilidad que la ley les otorga, los juzgados de ejecución de medidas, en la práctica hemos ocupado gran parte de nuestro
tiempo en la tarea de ejecución de la sanción en sí misma, desarrollando actividades
que debemos controlar, lo que da lugar a
pensar que nos convertimos en controladores de nosotros mismos.
Sin embargo, el procedimiento de ejecución de medidas, ha demostrado, que tal
confusión es solo una cuestión de interpretación, pues el hecho de que durante doce
años el Órgano Judicial haya asumido responsabilidades del Órgano Ejecutivo, no quita que las atribuciones y competencia que la
Ley de Vigilancia y Control de Ejecución de
Medidas al Menor y la Ley Penal Juvenil
otorgan al Juez de Ejecución, sean eminentemente jurisdiccionales, que desde ningún
punto de vista podrían ser asumidas por
una institución administrativa.
Actualmente la ejecución de la medida del internamiento es responsabilidad
del Instituto Salvadoreño para el Desarrollo Integral de la Niñez y la Adolescencia
(ISNA), no obstante los programas que se
implementan deben ser autorizados por el
Juez de Ejecución. En el caso de las medidas de orientación y apoyo sociofamiliar,
reglas de conducta, servicio a la comunidad y libertad asistida, la Ley le otorga amplias facultades al Juez de Ejecución para
que las implemente.
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Los Juzgados de Ejecución de Medidas y
en particular el equipo multidisciplinario adscrito al mismo, integrado por sicólogos, sociólogos, educadores y trabajadores sociales, son
los que administran la mayor parte de la ejecución de estas medidas que incluyen reuniones
con padres, madres y el grupo familiar, con
el fin de fortalecer la familia de los jóvenes.
Dentro de las atribuciones que la Ley le
otorga a los jueces de ejecución de medidas está la de vigilar de modo especial que
en los centros de internamiento no hayan
menores privados de libertad ilegalmente,
es decir, que el internamiento provisional no
haya adquirido características de una sanción anticipada, ya que en caso se diere, la
Ley faculta al Juez de Ejecución de Medidas
para que lo comunique al Juez de Menores
para que éste resuelva; si no lo hiciere, el
Juez de Ejecución está facultado para hacer
cesar la medida provisional; sin embargo,
en la práctica esta facultad constituye letra
muerta ya que los juzgados de menores no
informan al Juez de Ejecución sobre las medidas provisionales.
Los Juzgados de Ejecución de Medidas
cada tres meses revisan de oficio las medidas
con la finalidad de constatar que los menores
se encuentran en el proceso educativo, cumpliendo con sus obligaciones y que las medidas y circunstancias en que las cumplen no
son contrarias al proceso de reinserción; sobre
todo verifican que se estén cumpliendo los objetivos para los cuales fueron impuestas, para
ello es indispensable contar con los informes
de seguimiento de los especialistas adscritos
al tribunal como de los adscritos a los centros
de internamiento.
La audiencia oral de revisión de medidas, se realiza con citación de todas las partes, es allí donde al Juez de Ejecución se le
permite hacer uso de figuras jurídicas como
la modificación, la sustitución, la cesación, la
suspensión o la prescripción, y tiene presen-
te en el caso de la medida de internamiento
la Regla 28.1 de las Reglas Mínimas de las
Naciones Unidas para la Administración de la
Justicia de Menores que ordena la frecuente
y pronta concesión de la libertad condicional, regla que es respaldada por la Ley Penal Juvenil en su artículo 15 inc.1, y 37 y 40
de la Convención de los Derechos del Niño,
que ordenan que la medida de internamiento
debe ser por el menor tiempo posible y que
los Estados deben buscar las alternativas a
la privación de libertad.
En esa revisión el juez debe consultar
a las personas responsables del menor de
edad. Además se requiere del control y disciplina de los padres, situación que en la
mayoría de las veces los mantiene en desventaja en relación con los adultos y que ha
llevado a caer en el error de sancionar con
la privación de libertad la falta de familia y limitantes económicas, situaciones propias de
la doctrina de la situación irregular.
La falta de regulación de la figura de la acumulación de procesos en la fase de ejecución,
ha permitido a los juzgados de ejecución que
implementen diversos criterios. Por un lado,
aunque existan varias resoluciones definitivas
con imposición del plazo máximo (7 años) se
integran las resoluciones en un solo cómputo estableciéndose para su cumplimiento
el límite de los siete años. Otros en cambio
consideran que las penas se cumplen sucesivamente, lo que ha llevado a practicar
cómputos sin que exista un plazo máximo
para el cumplimiento de las medidas.
El control judicial permite además sancionar pecuniariamente a las autoridades
administrativas que vulneran o amenazan
los derechos de los menores, lográndose
comprobar torturas, malos tratos, sanciones
infrahumanas, maltrato psíquico, físico y la
imposición de sanciones no permitidas por la
ley, que ha llevado a los jueces a imponer
sanciones pecuniarias y destituciones, que
en la mayoría de las veces han sido mucho
más efectivas, debido a que la Fiscalía General de la República no promueve la acción
penal contra los funcionarios responsables.
CONCLUSIÓN
Con la figura del Juez de Ejecución de
Medidas el legislador ha querido asegurar la
existencia de un juez que se interese por el
condenado después de la sentencia, otorgándole dos misiones fundamentales: a) Ser
el garante del principio de legalidad de la
ejecución de la medida, y b) Ser el garante
de los derechos que las leyes le reconocen
a toda persona, inclusive a los recluidos en
centros privativos de libertad.
Podemos concluir que de poco o nada
servirá transformar el procedimiento y la
legislación penal juvenil de fondo si no se
transforma también el ámbito donde el sistema produce los efectos más graves, como
es la etapa de la ejecución y especialmente
en los centros privativos de libertad, o bien
que no se cuente con los programas y oportunidades para las personas sometidas a las
medidas alternas, pues de todos es conocido que el mandato constitucional que establece que el Estado debe organizar los centros penitenciarios con el objeto de corregir
a los delincuentes, educarlos y formarles hábitos de trabajo no ha tenido vigencia en la
realidad, por el contrario, la reincidencia demuestra que el encierro lejos de contribuir a
la recuperación de los internos se convierte
en un factor criminógeno y en muchas ocasiones la forma como el encierro se cumple,
da lugar a la constante violación de las garantías individuales de los internos.
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EL PAPEL DEL JUEZ DE EJECUCION DE MEDIDAS EN LOS
PROCESOS DE INSERCION SOCIAL DE JOVENES
Licda. Berta Noemí Reyes Najarro
Jueza de Ejecución de Medidas al Menor de Santa Ana
Las instituciones a las que les corresponde la inserción de los jóvenes deben de
tener voluntad, dinamismo, buena organización y disposición; además deben generar
relaciones que provean acercamiento entre todos los operadores del sistema juvenil.
Es necesario que también cuenten con programas constantes y apegados a la realidad
social del joven, a fin de dinamizar cada caso en particular.
La Ley de Vigilancia y Control de Ejecución de Medidas al Menor sometido a la Ley
Penal Juvenil, no establece al Juez de Ejecución cómo debe modelar un proceso de inserción social para cada joven; no obstante, las
leyes juveniles determinan que el Ministerio
de Gobernación1 deberá analizar y proponer
programas para la ejecución de las medidas (Art. 127, Ley Penal Juvenil), y evitar la
retardación en la inserción social del joven,
que por derecho le corresponde.
El Juez de Ejecución de Medidas ante
la falta de apoyo, ha tenido que buscar alternativas que garanticen la eficacia de las
medidas impuestas. Es lamentable que a
doce años de la creación de la Ley Penal Juvenil, las instituciones encargadas de velar
porque se brinden los programas en forma
sistemática y continua no lo estén haciendo
(Artículos 2,3 y 4 literales “b,e, i-j, Ley del
Instituto Salvadoreño para el Desarrollo Integral de la Niñez y la Adolescencia).
El artículo 10 del Reglamento General
de los Centros de Internamiento para Menores Infractores, establece con claridad
que será “la administración la que deberá
proyectar y desarrollar programas que ayuden a los menores a su formación integral
y reinserción en su familia y en la sociedad,
1
8
Actualmente Viceministerio de Seguridad y Justicia.
así como a atenuar a los prejuicios contra
esos menores…”
A los administradores de los centros no
se les provee de lo necesario para cumplir
con su misión, y ese es uno de los motivos para que los jóvenes no cumplan con el
reglamento, además, algunos directores no
tienen iniciativa para contribuir con su verdadera función y obstaculizan el proceso de
inserción de los jóvenes.
El Juez de Ejecución de Medidas ante la
falta de voluntad del Estado, la necesidad de
que la Ley sea efectiva y que los principios
rectores sean una realidad, por medio de los
equipos de especialistas de los tribunales,
realiza una labor de coordinación y apoyo a
algunas instituciones.
La participación de la jurisdicción penal juvenil en el proceso de inserción social de los
jóvenes se puede clasificar en dos formas:
•
Apoyo recibido de parte de instituciones
privadas y públicas.
•
Apoyo brindado a ciertas instituciones
para lograr que los jóvenes sean beneficiados y contribuir con la prevención.
Mediante organismos como UNICEF, se
ha logrado que muchos menores se beneficien de programas de becas, para ello se
han hecho convenios con el Polígono Industrial Don Bosco, la Comunidad Terapéutica,
la Unidad de Justicia Juvenil y el Instituto
Salvadoreño para el Desarrollo Integral de
la Niñez y Adolescencia (ISNA). Puede citarse también el aporte del Programa de las
Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD)
para la sistematización de la experiencia en
materia de justicia juvenil y el otorgamiento
de becas, que contribuyó con la formación
vocacional y el ingreso al mercado laboral
de muchos jóvenes.
De igual manera, al inicio de la creación
de la Ley Penal Juvenil, el ISNA contribuyó
mucho con una buena cantidad de becas,
aportando materia prima al joven que había
alcanzado aprender un oficio o brindándole
herramientas para que iniciara un taller en
su propia casa. Existió burocracia, pero se
logró mucho en la inserción social de los
jóvenes.
Actualmente, con el apoyo internacional
se están desarrollando proyectos como el
de NEHEMIAS y ORPHAN HELPERS, que
están contribuyendo con el proceso de inserción social de los jóvenes.
Mediante estos proyectos, los jóvenes
son asistidos en su formación espiritual, en el
mejoramiento de su conducta y en el cultivo
de valores. Esto da lugar a que los Tribunales de Ejecución valoren tomar medidas alternas al internamiento, que le permitan al joven
continuar en medio externo con el proceso
educativo, vocacional y espiritual. Se cuentan
además con buenas experiencias de inserción
en el ámbito laboral.
Otra de las experiencias exitosas es la
de las “Comunidades Terapéuticas San Pablo”, impulsadas por religiosos, mediante las
cuales, los jóvenes participan de procesos
de desintoxicación ante el padecimiento de
adicciones, son acogidos ante situaciones
de desintegración familiar y van adquiriendo valores, como la disciplina, el respeto y
la responsabilidad. Como resultado de estos procesos muchos jóvenes miembros de
pandilla han sido concientizados sobre su
problemática.
El papel del Juez de Ejecución de Medidas
Velar por el cumplimiento eficaz de la
sentencia y garantizar los derechos de los
jóvenes constituye el rol fundamental del
Juez de Ejecución de Medidas. Sin embargo, en la práctica y ante la insuficiencia de recursos humanos y económicos,
se ha tenido que avocar a buscar alternativas para su inserción laboral, vocacional
y familiar, y en otros casos, ha sido implicado en sentencias de cumplimiento de
reglas de conducta.
De ahí surge que a través de los equipos de especialistas y con el aval del Juez
de Menores, se da inicio a una función que
no les corresponde, como lo es la solicitud
de ayuda y apoyo a diversos sectores de
la sociedad, tales como: empresa privada,
alcaldías, iglesia, escuelas, casas de la cultura, hospitales, etc., a fin de llevar a cabo
programas que beneficien al joven.
Los especialistas de Ejecución de Medidas de Santa Ana han creado programas
dirigidos a jóvenes con problemas sexuales, así como programas de mediación socioeducativa para jóvenes en internamiento
y con medidas alternas. Dichos programas
tienen por finalidad crear una capacidad
más crítica, analítica y propositiva en cada
uno de los participantes, esto ha implicado que sean ellos los que participen en la
formulación de las temáticas que se desarrollan mensualmente en cada taller, entre
ellas las relaciones interpersonales, el autoestima, la resiliencia, integración socio
familiar, el proyecto de vida.
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Este programa ha generado excelentes resultados en la conducta de los participantes, ha incrementado los niveles de
interés por su formación personal, mayor
motivación en su dinámica personal y mayor autocontrol y generación de un proyecto de vida.
En los programas de medio abierto participan también los padres y madres, lo cual
genera mayor impacto en la formación personal de los jóvenes. Estos se desarrollan
una vez al mes, en las cabeceras de los
departamentos de la zona occidental, a los
que asisten un promedio de 80 jóvenes.
El Proyecto Nehemías
El proyecto Nehemías nace en la zona
occidental, a partir de una propuesta formulada por el equipo multidisciplinario
del Juzgado de Ejecución de Medidas, en
coordinación con la Asociación de Amigos para Latinoamérica (AMILAT) y los
miembros de la Primera Iglesia Bautista
de Santa Ana, con el objetivo de preparar
un programa de formación artesanal en el
tallado de madera.
Desde el tribunal se desarrollaron las gestiones para el programa, logrando en un primer momento que la Iglesia Bautista proporcionara el local, un instructor calificado y un
equipo de formadores espirituales. Además,
la Universidad Evangélica, facilitó un psicólogo y la Escuela Santaneca de Enseñanza
Especializada (ESAES) proporcionó semanalmente los refrigerios.
El proyecto ha tenido mucho impacto en
su primera fase. Diez jóvenes cumpliendo
medidas alternas en Santa Ana, elaboraron
varios productos, que fueron expuestos y
comercializados en ferias.
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Es importante mencionar que el proyecto Nehemías es un programa interinstitucional que proporciona herramientas eficaces
para la formación personal y artesanal de
los jóvenes en conflicto con la Ley Penal
Juvenil. Las proyecciones van en el sentido
de fundar un taller de estructuras metálicas
y un centro de ventas para los productos.
Programa de integración escolar
El programa de integración escolar es
otra de las iniciativas impulsadas por el
tribunal de Santa Ana, mediante el cual el
educador realiza las gestiones pertinentes
con las autoridades educativas, para la inclusión de los jóvenes en las escuelas de la
comunidad. En la actualidad, alrededor de
50 centros escolares de la zona occidental,
brindan el acceso a la educación.
Es importante mencionar la disposición
de las instituciones por apoyar a los jóvenes y la buena coordinación que existe con
el tribunal, instancia desde donde se proporcionan orientaciones especializadas a
los docentes, padres y madres de familia.
Finalmente, las instituciones a las que
les corresponde la inserción de los jóvenes
deben de tener voluntad, dinamismo, buena organización y disposición; además deben generar relaciones que provean acercamiento entre todos los operadores del
sistema juvenil. Es necesario que también
cuenten con programas constantes y apegados a la realidad social del joven, a fin
de dinamizar cada caso en particular. Con
ello el Juez de Ejecución de Medidas aplicaría la medida sin dificultad y se cumpliría
la finalidad de la sentencia, evitándose de
alguna manera la reincidencia.
EL ROL DE LOS EQUIPOS MULTIDISCIPLINARIOS
MCP Edgard Ernesto Palma Jacinto
Miembro del Equipo Multidisciplinario
Juzgado de Menores de San Vicente
Nuestro punto de partida para el desarrollo de
este artículo será la Ley Penal Juvenil, en tanto
marco normativo que rige la actuación de los especialistas dentro de los Juzgados de Menores y
Ejecución de Medidas. Este marco jurídico forma
parte, en términos más generales, de la realidad
social salvadoreña, que en última instancia configura toda la institucionalidad que nos rodea, sea
esta del orden gubernamental o social.
Quiero partir de este último aspecto para poder abordar el rol de los equipos multidisciplinarios, ya que si no hacemos estas referencias correremos el peligro de estar pensando la práctica
de cada especialista que forman parte de los equipos multidisciplinarios, separada de la realidad y
con ello hacernos caer en el vacío, sin encontrar
los consensos que se necesitan para hacer más
constructiva nuestra práctica.
Hagamos entonces, un recorrido por los procesos que han influido de forma determinante en
la configuración de la actual realidad nacional:
El Salvador de posguerra. Pocos conciben,
con el fin de la guerra civil, a una sociedad en la
posguerra. La transición se produjo de tal manera
que la reconstrucción nacional se basó en la creación de infraestructura que favoreciera al modelo
económico que desde el Estado se implementaba.
Fue de poca importancia la reconciliación, en los
términos que señalara el informe de la verdad.
Violencia. El periodo de posguerra se ha hecho acompañar por la violencia social. Esto le
ha provocado al país que ahora sea reconocido
como uno de los más inseguros de toda la región. La violencia, en todos sus matices, golpea
con más fuerza en su mayoría a la población de
más bajos ingresos.
El mercado como organizador de la sociedad.
Hoy es el mercado que organiza nuestras relacio-
nes sociales, estar dentro de las leyes de la oferta
y la demanda, del libre mercado es indicador de
formar parte de la sociedad salvadoreña, es decir,
que quien no es consumidor esta excluido de los
beneficios de la sociedad.
El creciente proceso de urbanización. El
abandono del modelo económico basado en la
agricultura y el fracaso de los procesos de reforma agraria han empujado y movilizado a grandes
cantidades de población a las ciudades, o a configurar seudo - urbanizaciones en el área rural.
Crecimiento de la pobreza, migración y remesas. La exclusión de grandes cantidades de población de los beneficios que genera la sociedad,
llámese pobreza en sus diferentes acepciones, ha
llevado a muchos salvadoreños a tomar la decisión de emigrar con ruta en la mayoría de los casos hacia Estados Unidos desde donde sostienen
sus endebles economías familiares, y paradójicamente revitalizan la economía del país.
Cambio cultural. Hemos experimentado un
amplio proceso de cambio cultural que todavía
sólo alcanzamos a ver la cresta, ¿cómo han influido los derechos humanos en la población?
¿Cómo las tecnologías aplicadas a las comunicaciones han modificado nuestros estilos de vida?
¿Cómo el modelo económico ha modificado las
relaciones sociales? Son algunas de las preguntas que necesitan de nuestras respuestas.
Sin duda estos procesos no son los únicos que
estamos viviendo en el país, pero pienso que para
efectos de este intercambio son suficientes de subrayar para establecer los escenarios en los que se
desempeñan los equipos multidisciplinarios.
a) Primer escenario. El que establece la Ley Penal Juvenil, al respecto señalaré que los roles
que se derivan de ella y demás normativa se
pueden resumir en las siguientes pautas: de
11
diagnóstico, de asesoramiento y de reinserción
social. Es en síntesis, el papel burocrático de
los especialistas en una relación directa con el
juzgador, a fin de brindarle la información que
necesita para la toma de decisiones, a partir de
las conclusiones y recomendaciones.
b) Segundo escenario. Se refiere a lo institucional, como espacio en que se realizan procesos que van encaminados a la reinserción
social en el ámbito gubernamental y social;
es decir, las relaciones interinstitucionales,
aunque muy poco desarrolladas pero existentes. Esto se pone de manifiesto cuando se
realizan procesos de inserción escolar; por
ejemplo, hemos tenido la experiencia en un
centro escolar, en el cual se ha realizado la
inserción de un menor. El centro escolar se
encuentra custodiado perimetralmente por
agentes de la policía, los profesores han sido
victimas de delitos, la comunidad se encuentra señalada por las autoridades como de alto
riesgo y las personas residentes en el lugar se
sienten amenazadas. Este cuadro definitivamente interfiere y distorsiona el desarrollo de
las relaciones interinstitucionales que se puedan establecer, por lo que se tiene que tomar
en cuenta para la intervención en el caso, ya
que esa es la realidad con la que el infractor
estará viviendo cotidianamente, por lo tanto
hay que ayudarle a que se relacione con ella y
que el conflicto que derive de esta relación no
aumente los problemas que ya tiene.
c) Tercer escenario. Es donde se encuentra la
mayor riqueza de la dinámica que ha dado
origen la aplicación del interés superior, de los
derechos humanos, de la protección integral y
la reinserción social; en consecuencia de ello
se ha puesto en marcha el proceso educativo
que inicia a partir de del ingreso del infractor
al sistema judicial y que se encuentra en manos de los especialistas que integran los equipos multidisciplinarios para la inclusión social.
Este escenario es el de intervención, sintetiza
todas las influencias y todas las relaciones
sociales que el infractor ha experimentado en
su existencia hasta el momento de llegar al
frente del especialista del equipo multidisciplinario. Aquí se observan los múltiples factores
que intervienen para la producción del delincuente juvenil en la sociedad salvadoreña, y
12
el especialista debe buscar de forma creativa la inclusión del joven en la búsqueda de
respuestas para detener los potenciadores de
conductas delictivas. Sin duda este escenario lo podemos matizar con muchos ejemplos,
pero por cuestiones de espacio solo lo dejamos señalado.
Mi intención hasta aquí ha sido brindar una
idea muy sintética de cómo el rol de los equipos
multidisciplinarios se relaciona no solo con la
posición al interior de un juzgado, sino de como
se interponen los diferentes niveles de la realidad en la que estamos formando parte y que
nos movemos en ella, por ejemplo: “hoy estoy
dando las conclusiones y recomendaciones en
la audiencia de un joven, estoy tomando el bus
para realizar una visita domiciliaria y en la visita
me encuentro con un joven que no esta cumpliendo con sus medidas, tengo que indagar los motivos del incumplimiento, confrontarlo e intervenir,
en todo este proceso descrito, aunque no se dice,
estoy desplazándome en los diferentes niveles de
realidad y sus contenidos van modificándose de
acuerdo al desplazamiento que haga y allí estarán presentes los procesos sociales que describí
al inicio de mi participación, como especialista nos
toca entender como estos procesos han golpeado
a la persona que intervengo y dosificar de esa manera nuestro abordaje”.
Existen muchas dificultades institucionales que interrumpen los procesos educativos en
los que trabajamos, de una forma momentánea,
pero logramos soslayarlos. Sin embargo, me preocupa en particular que hasta este momento no
contemos con un discurso propio que de cuenta
de nuestro trabajo, normalmente nos referimos a
este en clave jurídica, la cual no permite informar
todo el potencial y la riqueza que conocemos y
que transformamos en nuestro ejercicio profesional desde las ciencias sociales que se involucran
en los procesos educativos, desde los Juzgados
de Menores y los de Ejecución de Medidas.
Para la verdadera construcción de un discurso se necesitan condiciones que permitan la
reflexión, la discusión, la creación y la voluntad
institucional de profundizar sobre los diferentes
temas que involucran la Justicia Penal Juvenil.
Esto significa ver más allá de las estadísticas
institucionales.
SUPERACIÓN O NO DEL ORIGEN TUTELAR DE LA MULTIDISCIPLINA
EN LA JURISDICCIÓN PENAL JUVENIL
Lic. Oscar Manuel Contreras Zelaya
Psicólogo del Juzgado de Ejecución de Medidas
al Menor de San Miguel
La falta de operatividad de algunas medidas alternativas al internamiento, es otra causa
que limita el alcance de las acciones reeducativas tendientes al fortalecimiento de la
doctrina de la protección integral, en muchos casos la singular realidad socio-familiar
y psicológica hace que dichas medidas alternativas simplemente se vuelvan inoperantes, a ello agréguese la poca o nula apertura de la sociedad salvadoreña en el
proceso de reinserción.
La temática a abordar requiere de un replanteamiento metodológico y funcional de lo
que hasta ahora ha sido el rol de los equipos
técnicos de especialistas, dentro del marco
de lo que en un principio se conoció como
“Ley del Menor Infractor” ahora convertida en
“Ley Penal Juvenil”; obviamente que al hablar
de un tema como este, y pretendiendo ser
realmente objetivos, tenemos que ser autocríticos.
En esencia, allá por 1995 nadie tenía una
idea clara de la aplicabilidad y de los objetivos
de una Ley para Menores cuya única referencia se encontraba en los libros y en alguno
que otro especialista de algún país donde
esta normativa ya existía; la idea era capacitar a toda una legión de Jueces y Juezas, así
como a miembros de los equipos técnicos en
este nuevo devenir.
zación, pero ambos enfoques en la práctica
estaban bajo el patrocinio del a veces polémico y mal interpretado “Principio del Interés
Superior del Menor”.
De tal manera que en su momento a la
multidisciplina se le plantearon más retos que
alternativas, siendo uno de ellos: diseñar un
enfoque garantista, integrista y respetuoso de
la individualidad del menor como sujeto pleno
de derechos, y desde la óptica de nuestras
especialidades fomentar la reinserción, teniendo como fundamento filosófico la Doctrina de la Protección Integral.
Para los primeros, el establecimiento de
un Estado de Derecho, el respeto a los Derechos Humanos y el Principio de Seguridad
Social, incluidos en la nueva normativa, eran
la prioridad más inmediata, puesto que los
mismos “Acuerdos de Paz” que se habían firmado así lo establecían.
Es importante no perder de vista la esencia reeducativa que la multidisciplina tenía
que impregnarle a la nueva labor; sin embargo, por ser los jóvenes un grupo altamente
vulnerable, dadas las peculiaridades de su
limitada ontología evolutiva, y lo que es más,
la secuelas emocionales manifestadas en la
nueva situación de posguerra, hacían que dicho grupo poblacional se encontrara en un
franco y directo enfrentamiento con la nueva
normativa, por lo tanto el joven en conflicto
con la ley tenía que ser objeto de especial
atención y tratamiento.
Por otra parte, para la multidisciplina se
acuñaron términos un tanto ya conocidos,
como reinserción, reeducación y resociali-
Recae en los Equipos Técnicos una labor que para muchos era mas que titánica,
casi una utopía. Los detractores de la nueva
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legislación estaban por doquier, tanto dentro
como fuera del sistema, y dentro de este contexto socio-histórico, se acepta el reto y se le
apuesta a la reinserción.
Había que adecuar nuestros conceptos
teóricos, científicos y filosóficos a la nueva
realidad socio jurídica que se pretendía
crear. Había que prescindir de un exagerado
espíritu paternalista, puesto que el joven infractor era hoy sujeto de derechos y garantías; sin embargo, en la práctica parece ser
que este enfoque compete más al ámbito jurídico, pues desde un principio la reinserción
requiere de una concepción más ecléctica de
la multidisciplina, ya que la realidad social que
vivimos es muy diferente a lo que en teoría la
nueva normativa proponía.
En este sentido, todo el sistema se vuelve
paternalista y por lo tanto tutelar, la multidisciplina no escapa de ello, puesto que al conocer
las realidades individuales y colectivas de los
jóvenes en conflicto, la praxis reeducativa se
vuelve vulnerable, haciéndonos echar mano
de un desbordante humanismo y de una sensibilidad de criterio muchas veces proteccionista; la realidad que rodea y condena a los
jóvenes está fuera de los recursos logísticos
y científicos con que se nos ha dotado, y es
más desbordante la voluntad que los recursos necesarios en el proceso de reinserción;
tales realidades no podrían romperse, si no
era a través de un involucramiento empático
que nace del conocimiento de dicha realidad,
o acaso ¿lo tutelar es parte de nuestra formación ideosincrática?
En este sentido, es importante ver el lado
bueno de las cosas, esto no significa que no
podamos o no debamos superar el origen tutelar de la multidisciplina, pero por lo mismo
es necesario que todos y cada uno de los operadores del sistema estemos más a tono con
los objetivos de una Ley que en lo particular
la considero trascendente, o como lo dijera la
Dra. Victoria Marina de Avilés “de avanzada”.
14
Los Jueces, las Juezas y los Equipos
Técnicos somos parte de un todo y mientras
las políticas de Estado, el desentendimiento
gubernamental y la falta de voluntad no sean
superadas, las leyes por muy humanas y garantistas no podrán incidir en la trascendencia del ser humano.
De esta manera es fácil darnos cuenta de
que el enfoque tutelar es una realidad y que
para ser superado se requiere que la normativa sea valorada, dimensionada y potencializada, primero por los operadores y luego por
toda la sociedad.
Dentro de la consideración o no del origen tutelar habrá que suponer que el método del ensayo y error ha sido en muchos
casos la dinámica que rige el accionar de
la multidisciplina; ello nos ha hecho tener
presente que este es un trabajo plagado de
reveses, pero a la vez de grandes satisfacciones, como es el hecho de que un joven,
luego de cinco años de internamiento regrese al juzgado y diga: “gracias por lo que
hicieron por mí”, y que esto le haya servido
para no volver a infringir la ley.
Por tal razón la multidisciplina ha aprendido mucho del eclecticismo; el respeto a la
individualidad, a la autodeterminación; incluye un proceso más que tutelar o integral,
debe de ser creativo, propositivo y altamente comprometido con los principios de
autodefinición de los jóvenes. La multidisciplina se ha visto obligada y no por falta de
criterio, a echar mano de una logística y de
una mística en apariencia incompatible con
la esencia doctrinal de la Ley Penal Juvenil,
es por eso que el método del ensayo y error
toma relevancia dialéctica, obviamente que
de los errores se aprende.
Aparentemente es contradictorio el hecho de que tal dinámica lejos de debilitar al
sistema lo ha fortalecido, puesto que nos ha
permitido echar mano de recursos que no se
tenían. Se han abiertos espacios de diálogo,
de discusión, se ha trabajado en promover la
ley; en esencia hemos aprendido que “no se
puede dejar de ser tutelares, sin ser garantistas, y que no se puede ser garantistas
sin dejar de ser tutelares”, mas aún cuando
en nuestra sociedad se considera que trabajar por los menores en conflicto con la ley es
una herejía.
A doce años de la Ley Penal Juvenil
considero que estamos en una etapa de
transición, por la misma naturaleza de los
procesos configuradores de la sociedad y
la experiencia acumulada. Se está tomando conciencia de que el enfoque integrista
puede ser posible y que superadas nuestras propias contradicciones internas estaremos preparados para una labor que lleve
como meta el establecimiento de un Estado
de Derecho pleno para los jóvenes.
Por todo lo anterior debemos entender
lo tutelar como una forma de “garantía”. Al
respecto la Licenciada Claudia M. Carrión de
Perla, Psicóloga del Juzgado de Ejecución
de San Miguel, manifiesta: “desde la óptica
del humanismo con que están plagadas
nuestras disciplinas, el enfoque tutelar no
deja de ser una realidad”.
Mientras la legislación minoril llevada a la
práctica, no deje de ser punitiva, el enfoque
tutelar tendrá que dejar su huella dentro del
proceso, puesto que para algunos de los operadores dicho componente es necesario.
La falta de operatividad de algunas medidas alternativas al internamiento, es otra
causa que limita el alcance de las acciones
reeducativas tendientes al fortalecimiento de
la doctrina de la protección integral, en muchos casos la singular realidad socio-familiar
y psicológica hace que dichas medidas alternativas simplemente se vuelven inoperantes,
a ello agréguese la poca o nula apertura
de la sociedad salvadoreña en el proceso de reinserción, lo que da lugar a una
praxis tutelar; es ahí donde el mismo sistema
se vuelve paternalista, puesto que lo que prevalece es el principio de seguridad social.
En importante que tomemos en cuenta
que cuando se habla del Interés Superior
del Menor, este guarda un marcado paralelismo con el enfoque tutelar, puesto que
dicho “interés” es aplicado bajo criterios
muchas veces subjetivistas, ya que no todo
interés es humanamente conveniente para
los jóvenes; esto puede dar lugar a un nuevo
principio: la prevalencia del Interés Superior
del Estado, por lo que la multidisciplina se
ve obligada a una acción tutelar.
Los criterios para la aplicación de las medidas socio reeducativas se fundamentan en
dos premisas: 1. La naturaleza o gravedad
jurídica del ilícito cometido y 2. El grado
de peligrosidad que el joven representa;
por lo que desde la óptica de la multidisciplina el enfoque de lo tutelar está lejos de ser
superado, puesto que nuestro trabajo está
supeditado a los criterios de naturaleza sociojurídica y a la disponibilidad de los recursos
que el sistema posee.
Por último, es importante que todos y todas partamos de un conocimiento pleno de la
naturaleza de nuestro trabajo, de las reales
necesidades de los jóvenes y de un compromiso más significativo con la multidisciplina.
15
EL PAPEL DE LA FAMILIA, LA ESCUELA,
LA COMUNIDAD Y EL ESTADO
Licda. Gloria Griselda Cruz de Miranda
Miembro del Equipo Multidisciplinario
Juzgado de Ejecución de Medidas al Menor de San Vicente
Constitucionalmente se tiene derecho a la educación; pero cuando un joven
perteneciente a pandilla, está tatuado o en proceso de ejecución de medidas o
simplemente tiene mal comportamiento, le es difícil su ingreso a un centro educativo,
por temor a que éste joven pueda influenciar a otros y gane adeptos para su pandilla;
en lugar de trabajar cerca de él en la interiorización y refuerzo de valores y ofrecerle
la oportunidad de socializar con otros jóvenes.
Conceptualmente la familia es la agrupación humana, histórica y jurídica de más profundo arraigo en nuestra civilización. A través
de ella se conservan tradiciones, costumbres
y se transmiten normas y valores que vienen
a satisfacer un conjunto de objetivos y propósitos. La familia por una parte constituye una
de las más importantes instituciones de la sociedad y como tal, expresa sus valores y contradicciones, y por otra es el ambiente más
importante, con su funciones, sean afectivas
o socializantes en el cual se desenvuelve el
individuo.
La familia es la unidad social primaria, la
fuente de seguridad para el niño y el factor
fundamental de la socialización y de la culturización, independientemente que sea familia
extensa o familia nuclear, realiza concretamente las siguientes funciones sociales:
•
•
•
•
16
Proveer alimentos, techo y cubrir otras
necesidades materiales que sustentan la
vida; protección contra el peligro externo;
función que se cumple mejor en condiciones de unidad social y cooperación;
Proveer solidaridad social, que es la base
del vínculo afectivo en las relaciones familiares;
La oportunidad de desarrollar una identidad personal, conectada con la identidad
familiar;
La orientación sobre los roles sexuales,
que prepara el camino a la madurez y la
satisfacción sexual;
•
•
La educación para integrar al individuo en
los roles sociales y la aceptación de las
responsabilidades sociales;
La enseñanza y promoción de la creatividad y de la iniciativa individual;
Es en la familia donde se aprende a ordenar la convivencia humana y la armonía
social, como elementos rectores del comportamiento humano, tal como se plantea en el
gráfico No. 1 (pág. 17).
Por otra parte no se debe perder de vista las funciones tradicionalmente típicas de
la familia como son: la función sexual, reproductiva, económica y educativa.
En la FUNCIÓN SEXUAL. Aunque las
necesidades sexuales puedan ser satisfechas independientemente de la familia,
dada la integración de la potencia e impulsos de la persona, la familia viene a ser la
forma más adecuada para ello.
FUNCIÓN REPRODUCTORA, en las sociedades modernas y plurales se reconocen y
protegen por igual la prole surgida del marco
legal familiar, como los nacidos de la unión libre
de la pareja, y se ha modificado notablemente
los derechos de afiliación y paternidad.
FUNCIÓN ECONÓMICA en la sociedad
industrial moderna, la mayor parte de la
producción de bienes y servicios se reali-
za fuera del ámbito familiar y los miembros
de la familia trabajan como individuos, no
como grupo unitario, fuera del hogar. Tiene relevancia la incorporación generalizada
de la mujer al mercado laboral fuera del hogar, que introduce variaciones, no solo en
la configuración económica, sino en el resto
de las funciones y roles familiares: estabilidad, comunicación, atención a los hijos,
estructura de la autoridad familiar, etc. (la
ausencia del padre).
FUNCIÓN EDUCADORA. La familia
es el principal agente o factor de la educación, tanto por la duración como por la
fijación de su acción.
Gráfico No. 1
Si esos planteamientos teóricos son llevados a nuestra realidad, observamos que
en lo que respecta a la familia salvadoreña ha aumentado el número de divorcios,
el número de madres solteras, el número
de mujeres que deben incorporarse a la
producción económica para apoyar el mantenimiento familiar, dejando a sus hijos en
manos de abuelos, tíos u otras personas.
•
Una de las contradicciones más evidentes es la profundización de las disparidades sociales y económicas que afectan de forma muy especial a niños, niñas, adolescentes y jóvenes. La familia
17
se ve afectada por estos cambios generando degradación y violencia entre sus
miembros. La respuesta familiar e institucional ante las necesidades de mayores
ingresos y de prevenir el delito juvenil, ha
sido hasta ahora, la de promover el trabajo precoz de niños, niñas y adolescentes.
La familia como ha sido concebida hasta
la fecha, se encuentra en crisis.
Por otra parte, la educación es un hecho inherente e ineludible de la persona humana. No se puede decir que la persona
si quiere se educa y si no, no lo hace, ya
que solamente la educación convierte a las
personas en tales. Jurídicamente, es obligación del Estado el fomentar la educación
de la población, como lo estipula la Constitución de la República, en su articulo 54.
El sistema educativo debe estar destinado a tomar un papel protagónico en la
política de la prevención de la delincuencia. Dentro de sus prioridades debe estar el mayor acceso de los jóvenes a la
educación, y evitar al mínimo la deserción
escolar. El sistema educativo debe responder a las necesidades reales de los jóvenes y de la sociedad en la que ellos se
desenvolverán.
El esfuerzo realizado por el Estado ha
sido importante, pero no suficiente. Aún hay
mucho por hacer, a fin de asegurar a la población, una educación de calidad, ya que a
través de la experiencia del trabajo realizado
con jóvenes en conflicto con la ley, se puede
decir que aún no se cumple lo establecido en el
artículo 56 de la Constitución.
Constitucionalmente se tiene derecho a
la educación; pero cuando un joven perteneciente a pandilla, está tatuado o en proceso de ejecución de medidas o simplemente
tiene mal comportamiento, le es difícil su
ingreso a un centro educativo, por temor a
que éste joven pueda influenciar a otros y
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gane adeptos para su pandilla; en lugar de
trabajar cerca de él en la interiorización y
refuerzo de valores y ofrecerle la oportunidad de socializar con otros jóvenes.
La exclusión de la escuela y la inclusión
en el mundo del trabajo precoz, abusivo y
explotador, generan condiciones favorables
de los procesos de deterioro social e individual de los niños, niñas y adolescentes.
La comunidad por su parte puede posibilitar la participación de todos los miembros
de la localidad en la inserción social de los
jóvenes en conflicto con la ley que involucre especialmente instituciones gubernamentales, a través de los distintos servicios
sociales como: escuelas, juntas directivas,
asociaciones juveniles, iglesias, unidades
de salud, ONG, etc. El aporte puede ser de
diversa índole por ejemplo:
•
•
•
•
•
Enriquecimiento de tradiciones culturales, educativas artísticas y deportivas.
Establecimiento o fortalecimiento de programas de carácter comunitario que respondan a los intereses de los jóvenes.
Creación de hogares sustitutos adecuados para alojar a jóvenes que no puedan seguir viviendo en sus hogares.
Organizar servicios para ayudar a los
jóvenes a superar las dificultades que
experimentan al pasar a la edad adulta.
Organizar entes juveniles locales que
participen en la gestión de asuntos de
la comunidad: ecológicos, de educación
vial, ornato comunitario, etc.
En cuanto a los medios de comunicación, como agentes de cambio en la prevención de la delincuencia, pueden jugar un
papel importante. En ese sentido están llamados a disminuir o evitar la transmisión de
programas que muestran elevados niveles
de violencia y agresión, los cuales sugieren
la idea y el modelo de la violencia como método eficaz para la solución de conflictos.
En cuanto al papel del Estado, considero necesario traer a cuenta que el Art. 1 de
la Constitución de la República reconoce
a la persona humana como “origen y fin
de la actividad del Estado.” Sin embargo,
el modelo neoliberal adoptado, concibe al
Estado como una simple maquinaria técnica-burocrática, que debe ser reducida en
tamaño y en actividad. No puede intervenir
en la economía ni en otra esfera social, a
excepción, de aquellas indelegables como
son: legislar, impartir justicia, procurar la
seguridad pública y otras relacionadas con
el funcionamiento del sector público.
Hoy tenemos privatización donde hubo
antes regulación estatal; focalización en lugar de universalidad; compensación en vez
de promoción; individualismo y clientelismo
como sustituto del ejercicio colectivo de derechos; combate a la pobreza extrema en lugar
de desarrollo social, como producto de los
programas de ajuste macroeconómicos y las
políticas neoliberales derivadas de ellos.
Lo social es un aditamento de lo económico; se reduce fundamentalmente a la
cuestión de la pobreza extrema. Estamos,
pues, frente a un Estado que promueve el
deterioro de la calidad de vida de los ciudadanos; un régimen que desecha los valores
solidarios y que promueve la exclusión, la
fragmentación y el individualismo.
En los Juzgados de Ejecución de Medidas, con el fin de darle cumplimiento a los
principios y fines de la jurisdicción penal juvenil, los equipos multidisciplinarios tratan
de concretar y dirigir la acción socioeducativa y psicológica dentro de los límites señalados en el acuerdo judicial, favoreciendo los
procesos de educación en responsabilidad
y socialización, insertando o reinsertando al
joven infractor en el seno de la sociedad.
En el desarrollo de la ejecución de las
medidas judiciales se fomenta la partici-
pación del joven en diferentes actividades
sociales, de capacitación vocacional o de
inserción laboral, según los recursos existentes en la comunidad, que de hecho son
escasos. En ese sentido la comunidad juega un papel importante.
Es de mencionar que como equipo multidisciplinario se elabora un plan en etapas
previstas para la reinserción social, según
lo establecido en el articulo 118, literal a)
inciso 2º de la Ley de Ejecución de Medidas
al Menor sometido a la Ley Penal Juvenil,
en el que se plasma el proyecto de vida del
joven partiendo de una evaluación inicial
sobre los aspectos más relevantes de su
realidad. Durante la fase de seguimiento de
la medida, se evalúan cada tres meses los
objetivos y se reformulan si es necesario
para su mayor ajuste al proceso de reinserción social.
El trabajo es arduo, la responsabilidad
es mucha y los recursos muy limitados, por
lo que para abonar en la construcción de
una sociedad más justa, se sugiere tomar
en cuenta las siguientes recomendaciones:
•
•
•
•
•
•
Promover procesos de educación y comunicación con componentes de género.
Impulsar el uso de recursos y metodologías participativas dirigidos a la promoción de igualdad de oportunidades.
Promover el desarrollo humano y de las
familias para evitar la exclusión social,
cultural, política y económica.
Impulsar los servicios y programas sociales ante la crisis del modelo neoliberal.
Crear modelos de desarrollo social, en
trabajo con familias con objetivos macro-sociales con énfasis en la infancia
y la adolescencia.
El Estado debe retomar los desafíos en
cuanto al desarrollo económico y social
para contribuir a la reducción de los índices de violencia y la delincuencia juvenil.
19
LOGROS, OBSTACULOS, DESAFIOS Y PERSPECTIVAS
DE LA JURISDICCIÓN PENAL JUVENIL
Lic. Victor Manuel Melendez Reyes
Juez de Menores de La Unión
No podemos hablar de prevención de delito, si antes no hemos comprendido la importancia
que en ella tiene no sólo la política criminal, sino también las políticas sociales, con las
cuales se satisfagan la necesidades de los niños y niñas que por su condición de pobreza
no tienen acceso a salud educación y a un proyecto de vida. Por ahora, lo dispuesto en el
artículo 127 de la Ley Penal Juvenil, sigue siendo una utopía.
A doce años de la vigencia de la Ley de
Vigilancia y Control de la Ejecución de Medidas
al Menor, sometida a la Ley Penal Juvenil, es
indispensable que los operadores del sistema
de la Justicia Minoril, hagamos un alto en el
camino, y reflexionemos no solo respecto de los
objetivos que con el entusiasmo inicialmente
aspiramos alcanzar a favor de la niñez que por
diversas razones ingresa al sistema de penal,
sino de las falencias que como parte de tal
sistema debemos reconocer, todo ello para que
se logre dar una respuesta responsable, tanto
a la población desprotegida de menores en
conflicto con la ley penal, como a la sociedad
en general, que debe soportar actualmente, el
inadmisible nivel de criminalidad.
Es importante recordar que previo a creación
de los Juzgados de Menores y los Juzgados
de Ejecución, en el alba mismo de la entrada
en vigencia del nuevo modelo de Justicia
Minoril, se alzaron voces en contra, que dado
su peso mediático, fueron influyentes en crear
una visión errada respecto de la naturaleza
penal del proceso de menores; no obstante,
en virtud de la firmeza con que fue defendida
la nueva normativa, por aquellos a quienes les
respaldaba no sólo la razón, sino también la
vinculación que surgía desde la vigencia de
la Convención sobre los Derechos del Niño,
gracias a quienes se asumieron compromisos de
tal relevancia, que sí hizo nacer esperanzas de
que se alcanzaría un éxito en lo que respecta al
proceso de inserción de los menores a quienes
se les declarara responsables.
Desde la Convención sobre los Derechos
del Niño, el modelo de Justicia Penal Juvenil se
20
debe caracterizar por: a) La Desjudicialización,
b) Desintitucionalización, c) Descriminalización,
y d) Debido Proceso. Respecto de las tres
primeras características, cualquier operador del
sistema, con mediano criterio de responsabilidad,
tiene en claro que hemos caminado en sentido
contrario, y que las soluciones de los conflictos
sociales que son conocidas dentro de la
jurisdicción, algunas nunca fueron aplicadas,
y otras poco a poco se han restringido, como
el caso de la conciliación, mientras que la
respuesta penal del internamiento, se ha vuelto
la regla general para un grupo de menores a
quienes no hemos tenido la capacidad de dar
alternativa responsable para su inserción.
Igualmente podemos afirmar, que en el
ámbito de la descriminalización, ni siquiera
hemos alcanzado la madurez para comprender,
que en razón de imputabilidad personal de los
jóvenes en conflicto con la ley penal, hay ciertos
delitos que jamás podrían ser cometidos por
éstos en su calidad de sujetos activos, tal como
ocurre por ejemplo, en el caso de las relaciones
sexuales consentidas entre un niño y una niña
que poseen edades de catorce años, a quienes, si
interpretamos literalmente la descripción del delito
de Violación en Menor y el de Agresión en Menor,
estos deberían responder, respectivamente por
tales hechos punibles, ignorándose que ambos
tipos penales, presuponen que el sujeto activo es
un adulto, y como tal se aprovecha de la condición
de persona mentalmente desarrollada, versus
la capacidad intelectual de una persona que
se encuentra en desarrollo, lo cual no ocurre
cuando ambos participantes, se encuentran en
igualdad de condiciones mentales.
Son grandes los avances que en materia
de “Debido Proceso” fueron alcanzados con
la entrada en vigencia de la Ley Penal Juvenil;
no obstante, resulta necesario separar por una
parte, el aspecto normativo o legal que nos rige
como operadores del sistema, distinguiendo por
otra parte, el cumplimiento de las obligaciones
que desde los roles que la misma ley supone,
serán realmente cumplidos; es decir, debemos
hacer la distinción entre el cuerpo normativo
que regula integralmente “El Proceso”, y el
cumplimiento de las obligaciones que dentro
dichos cuerpos normativos se presuponen.
Es en este punto en donde se podría anticipar
conclusión, afirmando que si con la única vigencia
de determinado cuerpo de leyes, un problema
social fuera resuelto, en El Salvador ya no debería
existir delincuencia juvenil, pues contamos un
marco jurídico, que aunque mejorable, sí permite
alcanzar los fines educativos y de inserción de los
menores a quienes se les declara responsables
de infringir la ley penal.
Con profunda tristeza se debe reconocer, en
cada ocasión que se celebran los aniversarios
de la entrada en vigencia de las leyes minoriles,
que las promesas hechas previo a la vigencia
de las mismas, tal como se hizo gala en cada
discurso de las autoridades con poder de
incidencia, hasta la fecha no se han cumplido,
siendo actualmente la gran deuda tanto para
los menores en conflicto con la Ley Penal como
con la niñez en general.
Ámbitos de incumplimiento del modelo de
Justicia Juvenil
Dos son los grandes ámbitos, en donde a mi
juicio, es más palpable el incumplimiento de las
expectativas que se crearon con la entrada en
vigencia del nuevo modelo de Justicia Juvenil,
así tenemos por una parte, que:
En materia de la prevención del delito, tal
como ha ocurrido en nuestro país, cuando no
se funda en una responsable política criminal,
y se centra de forma exclusiva en represión,
incremento de penas y persecuciones ilegales
y arbitrarias, sin que se tenga como punto de
referencia la imputación de un ilícito penal
adecuadamente investigado, sino más bien
por entenderse que un grupo social marginado
representa “un potencial peligro” para los
ciudadanos, y en consecuencia se incurra en el
error de pretender legitimar detenciones masivas,
que al no resistir el control jurisdiccional, no sólo
terminan generando más violencia, sino mayor
descrédito al sistema penal en general.
A ello debe agregarse, que no podemos
hablar de prevención de delito, si antes no
hemos comprendido la importancia que en ella
tiene no sólo la política criminal, sino también las
políticas sociales, con las cuales se satisfagan
la necesidades de los niños y niñas que por su
condición de pobreza no tienen acceso a salud
educación y a un proyecto de vida. Por ahora,
lo dispuesto en el artículo 127 de la Ley Penal
Juvenil, sigue siendo una utopía.
Por otra parte, en materia de inserción de
los jóvenes que cumplen o cumplieron medidas, tal y como ya se ha denunciado reiteradamente por los señores Jueces y Juezas de los
Juzgados de Ejecución de Medidas, el compromiso que fue asumido a fin de crear programas
que fomentaran el anhelado proceso de educar
en responsabilidad, si bien inicialmente pareció
que existía voluntad de cumplimiento, poco a
poco fue abandonada, al no invertirse los recursos que correspondían, lo que motivó, en primer lugar, que los Jueces y Juezas además de
su rol jurisdiccional, también asumieran como
propia la creación de programas.
En segundo lugar, por la falta de alternativas
que deberían existir con los programas de
inserción, problemas sociales como la orfandad,
drogadicción e incluso la pobreza, tienen como
respuesta penal ante un delito, la privación
de libertad como regla general y no como la
excepción, que manda la Ley Penal Juvenil y la
Convención sobre los Derechos del Niño.
En tercer lugar, que los centros de internamiento se transformaron en centros de depósitos de jóvenes, quienes deben permanecer en
su interior, con el único propósito de cumplir el
tiempo por el cual se le ha privado su libertad,
como un castigo por la acción realizada.
Finalmente, en cuanto a la actividad de los
Jueces y Juezas de Menores y de Ejecución, no
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escapamos a las nuevas tendencias penales,
que por el reflejo de la supletoriedad y en el
peor de los casos, de forma directa, nos orienta
hacia la implementación de lo que algunos
han llamado “derecho penal del enemigo”, que
sustentado en el clamor social y la demanda de
seguridad, pretende el abandono de un derecho
penal de corte democrático, para convertirlo en
un arma política, que tolera el uso de cualquier
medio de investigación y represión, aunque se
vulneren derechos y garantías fundamentales.
Las principales características de este
modelo son: a) el debilitamiento del control que
el Juez o Jueza tiene en un estado Constitucional
y Democrático, traspasando a la administración,
facultades que normalmente han sido sometidas
a control jurisdiccional, tal como ha ocurrido
recientemente en el caso de los colegas de
Vigilancia Penitenciaria, o bien en materia de
investigación, en donde la Policía Nacional Civil,
ha visto incrementada su facultad de “investigación
autónoma”; b) incremento desproporcionado
de las penas, que en nuestro país incluso, en
contra de la Constitución, se ha instaurado la
prisión perpetua, permitiendo en materia de
menores, que los siete años de internamiento,
Reseñas
Todo lo anterior motiva a una renovación
de compromisos de nuestra parte, tanto para
mantenernos actualizados en lo que se refiere
a las nuevas bases teóricas de tendencias
penales, como para que mantengamos la
denuncia y el reclamo a favor de los niños
y niñas, a fin de que con su inserción en su
familia y la sociedad, se les brinde un verdadero
proyecto de vida.
Dr. Eugenio Raúl Zaffaroni:
“EL ENEMIGO EN EL DERECHO PENAL”
Ficha bibliográfica
Zaffaroni, Eugenio Raúl
El Enemigo en el Derecho Penal
1ª ed. – Buenos Aires: Ediar, 2006.
224 p.; 21x15 cm.
I.S.B.N.-10: 950-574-198-7
I.S.B.N.-13: 978-950-574-198-4
1. Derecho Penal. I. Título
CDD 345.
El Enemigo en el Derecho Penal, es una de
las últimas producciones intelectuales surgidas de
la genialidad del Doctor Zaffaroni. En este ensayo, desde su presentación el autor nos advierte,
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sean aplicables para un gran numero de delitos;
y c) la instauración de un permanente estado de
excepción, al argumentar, que por la gravedad
de la “delincuencia”, las garantías procesales
de carácter personal, pueden ser desconocidas
o bien, interpretadas en un sentido restringido,
con el fin de que no sea tan exigente, siendo esto
palpable, en lo que respecta a la observancia de la
presunción de inocencia e independencia judicial,
pues resulta innegable, que por la mediatización
de casos concretos, las opiniones de miembros
del Órgano Ejecutivo terminan influenciando la
resolución de los admistradores de justicia, que
presuponen ciertos elementos de los delitos,
que objetivamente no se incorporaron en una
investigación, a fin de evitarse que no se solicite
la apertura de una investigación en su contra.
con abundante racionalidad, que se torna imposible la incorporación del concepto de “enemigo”
o “no-persona” en el corpus del derecho penal,
a menos que, de forma deliberada, se pretenda
el resquebrajamiento o aniquilamiento del Estado
de Derecho y reemplazarlo por una versión estatal
absolutista y totalitaria.
La tesis del maestro Zaffaroni, se proyecta
desde la dialéctica entre el Estado de Derecho y el
de Policía, traducida en el campo penal en la más
amplia o restringida admisión del trato punitivo a
seres humanos privados de la condición de personas (de las que él advierte que se les trata como
“no-personas”). Este trato diferenciado provoca
una contradicción entre la doctrina penal y la teoría política del Estado Constitucional de Derecho.
Según sostiene el respetable penalista, “La
admisión del enemigo en el derecho (que no sea
estrictamente de guerra), siempre ha sido lógica e
históricamente el germen o primer síntoma de la
destrucción autoritaria del Estado de Derecho”.
En la actualidad el tema del “enemigo” en el
discurso jurídico penal, retoma protagonismo y
pretende vigencia, a partir de la comisión de acciones criminales de efecto masivo, relacionadas
directamente con el “terrorismo”, lo cual ha tenido
como resultado la exacerbada producción de teorías que justifican formas de prevención y represión diametralmente opuestas a un derecho penal
garantista propio del Estado de Derecho surgido
del pensamiento liberal iluminista.
Con esta construcción jurídica del “Enemigo
en el Derecho Penal”, se violan de forma sistemática los derechos fundamentales de grupos sociales excluidos que van desde la privación de la
condición de personas como una ficción jurídica,
hasta la plena eficacia que en algunos países del
globo se la ha dado al concepto de “enemigos sin
derechos”, cito como ejemplo más claro, las condiciones en las que sobreviven los prisioneros de la
guerra de EE. UU. contra Afganistán e Irak en las
cárceles norteamericanas de Guantánamo, Cuba.
Es importante señalar que el Doctor Zaffaroni en este ensayo, nos ofrece un desarrollo muy
bien documentado de aquellos aspectos significativos que han marcado el devenir histórico del
ejercicio del poder punitivo, los atisbos de exclusión social de grupos de personas bien definidos,
como extranjeros, disidentes, disfuncionales, etc.,
dentro de los cuales, por regla general, se incluye diversos sectores de la juventud y la adolescencia casi como enemigos naturales del estatus
quo. También alude a los teóricos promotores del
autoritarismo y del absolutismo en contraste con
aquellos pensadores que han luchado por estatuir
al derecho penal como límite del ius puniendi en
aras de proteger las libertades y demás derechos
UNIDAD
DE
fundamentales de las personas sin discriminación
alguna por condición de raza, etnia, nacionalidad,
religión, condición económica etc.
En definitiva según el autor, la base del ejercicio intelectual planteado es definir las consecuencias que puede acarrear el disminuir los derechos de los “ciudadanos”, para individualizar a
los “enemigos”, ya que con tal fórmula se legitima
el autoritarismo, en tanto que al lesionar los derechos de todos los ciudadanos, se deja sin límites el
ejercicio del poder punitivo aboliéndose el Estado
de Derecho. Este libro resulta ser de mucha utilidad para comprender de la mano del gran jurista
argentino, la situación actual del derecho penal y
de la política criminal, así como sus implicaciones
para la justicia penal juvenil, no sólo en América
Latina, sino en el mundo.
Reseña a cargo del Lic. Jorge González Méndez
Investigador de la Unidad de Justicia Juvenil
ESTE LIBRO PUEDE SER CONSULTADO EN LA
JUSTICIA JUVENIL DE LA CORTE SUPREMA DE JUSTICIA
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Ventana
INFORMATIVA
de Justicia Juvenil
INICIA PROCESO DE SELECCIÓN DE PARTICIPANTES EN
EL PROGRAMA DE FORMACIÓN ESPECIALIZADA
EN CRIMINOLOGÍA Y JUSTICIA PENAL JUVENIL (PFE)
La Unidad de Justicia Juvenil de la Corte Suprema de Justicia ha comenzado ya con
el proceso de selección de los operadores del
sistema de la justicia penal juvenil, que se convertirán en los primeros participantes del “Programa de Formación Especializada en Criminología y Justicia Penal Juvenil” (PFE),
que iniciará en septiembre próximo y que contará con la presencia de expositores extranjeros y nacionales expertos en la materia.
Conscientes de la necesidad de especialización de los operadores del sistema y como
una oportuna respuesta ante los constantes
requerimientos de capacitación, manifestados
en su momento a través de jornadas de consulta, la Unidad de Justicia Juvenil atendiendo
a su objetivo general de “Contribuir al desarrollo de condiciones que permitan la adecuada
aplicación y ejecución de la legislación penal
juvenil”, elaboró un programa de formación
que reúne los conocimientos esenciales y necesarios para un proceso sistemático de especialización en esta materia.
El PFE cuenta también con el apoyo financiero del Programa de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) y del Proyecto
Projóvenes de El Salvador, además de la coordinación técnica y académica con el Consejo
Nacional de la Judicatura, a través de la Escuela de Capacitación Judicial.
El programa se desarrollará en dos fases,
en una primera será formado un grupo de 82
operadores, quienes en una segunda etapa
se convertirán en multiplicadores de conoci-
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mientos, capacitaciones en las que se espera
contar con la participación de todos los miembros de los juzgados de menores y de ejecución de medidas al menor; de los centros de
internamiento del Instituto Salvadoreño para el
Desarrollo Integral de la Niñez y Adolescencia
(ISNA); estudiantes de la Academia Nacional
de Seguridad Pública (ANSP); Procuradores
de Menores y Fiscales.
La responsabilidad del proceso de selección de los participantes será asumida por un
Comité Interinstitucional conformado por un
miembro de la Comisión del Menor de la Corte Suprema de Justicia, el Coordinador de la
Unidad de Justicia Juvenil, un representante
del Consejo Nacional de la Judicatura o de la
Escuela de Capacitación Judicial, la Directora
del Proyecto Projóvenes de El Salvador y la
Oficial de Programas de UNICEF.
El procedimiento de selección abarcará el lanzamiento público de la convocatoria,
la recepción de la documentación, la preselección de los candidatos, la elección de los
participantes y finalmente la notificación de
admisión. Este procedimiento buscará elegir a
aquellos operadores que respondan a un perfil multiplicador y a otros requisitos personales
y profesionales, además de tomar en cuenta
una distribución proporcional de las instituciones destinatarias.
Finalmente, serán 41 participantes escogidos para un primer grupo, cuyo curso se impartirá entre los meses de septiembre y diciembre
de 2007, más otros 41 para el grupo 2, que lo
recibirán entre febrero y mayo de 2008.
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