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Resolución de 8 de abril de 1999, de la Dirección General de Ordenación
de la Seguridad Social, sobre efectos económicos aplicables en el
reconocimiento del derecho a la asignación económica por hijo a cargo
en el supuesto de fallecimiento del titular de la prestación.
Última actualización: 19 de febrero de 2016
* NOTA: actualmente, en materia de prestaciones familiares, en su
modalidad no contributiva, es de aplicación el capítulo I, título VI, de la
Ley General de la Seguridad Social de 2015 (artículos 351 a 362). Por
tanto, los artículos de la LGSS de 1994 que se citan en esta Resolución
deben entenderse sustituidos por los actualmente vigentes.
Asimismo, hay que tener en cuenta el Real Decreto 1335/2005, de 11 de
noviembre, por el que se regulan las prestaciones familiares de la
Seguridad Social, que deroga el Real Decreto 356/1991, de 15 de marzo.
Mediante escrito …,esa Intervención General de la Seguridad Social se ha
dirigido a este Centro Directivo recabando informe acerca de los efectos
económicos aplicables en el reconocimiento del derecho a la asignación
económica por hijo a cargo en el supuesto de fallecimiento del titular de la
prestación.
La consulta se formula, según lo expuesto en el citado escrito, como
consecuencia de las discrepancias de criterios que al respecto mantienen las
Direcciones Provinciales del Instituto Nacional de la Seguridad Social y las
correspondientes Intervenciones Delegadas, en concreto las de A Coruña y
Albacete. Discrepancias que, resumiendo lo manifestado por esa Intervención
General, se concretan en lo siguiente:
Para las Intervenciones Delegadas, los efectos económicos de las prestaciones
por hijo a cargo se producen en todo caso el primer día del trimestre natural
siguiente a la fecha de la solicitud de dicha prestación, lo que conduce, en los
supuestos de fallecimiento del titular de la prestación, a lo siguiente: a) el
cónyuge superviviente a cuyo cargo queden los hijos ha de presentar
necesariamente solicitud formal de la prestación familiar por hijo a cargo, a fin
de que se le reconozca el derecho al percibo de la asignación económica; b)
las cantidades que puede percibir con anterioridad a la fecha de efectos de la
correspondiente solicitud tienen la consideración de percepciones indebidas
con obligación de reintegrarlas.
Las citadas Direcciones Provinciales del Instituto Nacional de la Seguridad
Social consideran, en cambio, que, en caso de fallecimiento del titular de la
prestación familiar por hijo a cargo, esta prestación tiene los mismos efectos
económicos que las prestaciones de muerte y supervivencia, lo que supone: a)
Ia fecha de efectos de las prestaciones de muerte y supervivencia solicitadas
(día siguiente al hecho causante, con una retroactividad, en su caso, de tres
meses) prevalece sobre la de la solicitud de la prestación familiar por hijo a
cargo, cuando la solicitud de éstas se presenta con posterioridad a la de
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aquéllas; b) las prestaciones familiares por hijo a cargo que se perciban desde
la fecha de efectos de la prestación de muerte y supervivencia no tienen
carácter de percepciones indebidas y, en consecuencia, sólo existiría
obligación de reintegrar las que se perciban con anterioridad a la fecha de
efectos de esas prestaciones, siempre que estas se soliciten.
Al abordar la problemática planteada, habrá obviamente que analizar el
instrumento jurídico regulador de las prestaciones familiares por hijo a cargo,
en concreto el Real Decreto 356/1991, de 15 de marzo, por el que se desarrolla
en esa materia la Ley 26/1990, de 20 de diciembre, modificado por los Reales
Decretos 7/1993, de 8 de enero, y 2319/1993, de 29 de diciembre. Como es
lógico, habrá que tener en cuenta también, por su rango jerárquico, lo previsto
en los artículos 180 y siguientes de la Ley General de la Seguridad Social de
20 de junio de 1994. E igualmente habrá que valorar los criterios que en la
materia se siguen por los órganos Jurisdiccionales del orden social, por si
sirven de apoyo a la hora de interpretar esas normas.
Analizada la citada normativa, el criterio de esta Dirección General, aplicable al
caso planteado, no coincide con el seguido ni por las Direcciones Provinciales
del Instituto Nacional de la Seguridad Social ni por las Intervenciones
Delegadas en las mismas, por cuanto, de un lado, las mencionadas normas,
contrariamente a lo que parecen entender unas y otras, no contemplan el caso
concreto de los efectos económicos en los supuestos de fallecimiento del
beneficiario titular y, de otro, la aplicación analógica de otros supuestos
similares y que sí se contemplan, pero que no han sido tenidos en cuenta por
los órganos discrepantes, puede conducir al mantenimiento de un criterio
diferente, como más adelante se verá.
Tanto en la Ley General de la Seguridad Social, como en el Real Decreto
356/1991, de 15 de marzo se regulan las actuaciones a seguir, y los efectos
correspondientes con respecto a los beneficiarios titulares de las prestaciones
por hijo a cargo en tanto en cuanto tienen reconocida esa condición,
circunstancia esta que no se da en el cónyuge sobreviviente, ya que quien
ostentaba la condición de beneficiario titular es el cónyuge fallecido. Lo
previsto, pues, en el artículo 189 de la Ley General de la Seguridad Social, así
como en el Real Decreto 356/1991, de 15 de marzo, solo sería aplicable al
cónyuge sobreviviente a cuyo cargo quedasen los hijos una vez que éste haya
adquirido la condición de beneficiario titular del derecho.
Para dar respuesta a la cuestión planteada, habrá que acudir, pues, a la
aplicación analógica de las normas. Vía esta a la que posibilita acudir
precisamente la Ley General de la Seguridad Social al tratar los supuestos de
separación judicial o divorcio, en los cuales, como cabe entender, se dan
similares circunstancias a las que se producen en los supuestos de
fallecimiento, ya que, en unos casos y otros, bien que por razones diferentes,
los hijos pasan a estar a cargo del cónyuge que no ostentaba con anterioridad
la condición de beneficiario titular de la prestación.
La Ley General de la Seguridad Social, en su artículo 184.5, establece
concretamente que “en los casos de separación judicial o divorcio, el derecho
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al percibo de la asignación señalada en los artículos 180 y 182 se conservará
para el padre o la madre por los hijos que tenga a su cargo, aunque se trate de
persona distinta a aquella que la tenía reconocida antes de producirse la
separación judicial o divorcio, siempre que quien tenga los hijos a cargo no
supere los límites de ingresos anuales establecidos en los artículos 181 y 183 y
en los apartados anteriores del presente artículo”. Como cabe apreciar, dicho
artículo contiene elementos de gran interés para resolver la problemática que
nos ocupa, siendo de destacar la presencia de la expresión “se conservará” lo
que entraña la idea de que previamente existía un derecho al percibo de la
asignación económica y que es el objeto de la “conservación.”
También hay que resaltar del contenido de dicho artículo el inciso “aunque se
trate de persona distinta a aquella que la tenía reconocida antes de producirse
la separación judicial o divorcio”, lo que presupone que ese derecho debe
hacerse efectivo desde el momento en que el cónyuge que hasta entonces no
era titular del derecho se haga cargo de los hijos, independientemente de que,
como parece lógico, el cambio de titularidad se haga a petición de parte, dado
el previsible desconocimiento por parte de la Administración de la modificación
familiar. Necesidad de petición de parte, por lo demás, que no debe tener
incidencia en la fecha de efectos de la prestación, ya que esta debe producirse
sin solución de continuidad desde el día en que se dicte la sentencia de
separación judicial o divorcio, siempre que se reúnan los requisitos exigidos,
que es a lo que parece querer referirse la expresión “se conservarán”.
Se estima, pues, que el cambio en la titularidad del derecho sólo constituye un
mero trámite administrativo, tal como se viene entendiendo por los Juzgados de
lo Social, como el n° 4 de A Coruña, en sentencia de trece de enero de 1999,
por citar una de las provincias donde se ha detectado la discrepancia entre la
Dirección Provincial del Instituto Nacional de la Seguridad Social y la
Intervención Delegada en la misma.
Así pues, lo previsto en el artículo 184.5 de la Ley General de la Seguridad
Social en relación con los supuestos de separación o divorcio, interpretado
conforme al criterio que se acaba de exponer, es susceptible de entenderse
aplicable también por analogía a los supuestos de fallecimiento, al no estar
éstos específicamente contemplados en la Ley General de la Seguridad Social
ni en el Real Decreto 356/1991 de 15 de marzo, por cuanto entre éstos y los de
separación y divorcio se aprecia la identidad de razón a que se refiere el
artículo 4 del Código Civil.
Consecuentemente con lo expuesto, esta Dirección General entiende que lo
previsto en el artículo 11, relativo a la presentación de solicitudes, y en el
artículo 13, sobre efectos económicos, nacimiento, modificación y extinción del
derecho, del Real Decreto 356/1991, de 15 de marzo, no es de aplicación en el
supuesto de fallecimiento del cónyuge que ostente la condición de beneficiario
titular de la prestación, cuando los hijos pasan a estar a cargo del cónyuge
sobreviviente, por cuanto se trata de un mero cambio de titular con respecto a
un único y mismo derecho, lo que ha de suponer una simple modificación
administrativa y que en modo alguno puede conducir a resultados lesivos para
el beneficiario. Los efectos económicos de la prestación se han de producir,
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pues, a favor de nuevo titular del derecho sin solución de continuidad desde la
fecha del fallecimiento del anterior titular si reúne, claro está, los requisitos
exigidos para ello, circunstancia que puede exigir, obviamente, la presentación,
si no de una solicitud formal (caso éste en que los efectos se producen desde
el día 1° del trimestre natural siguiente a su presentación), sí de una petición de
cambio de titularidad, carácter que podría atribuirse en primera instancia a las
correspondientes solicitudes de las prestaciones de muerte y supervivencia.
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