autoconsistencia

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Temas básicos de Aprendizaje
AUTOCONSISTENCIA
Documento base:
Prescott Lecky (1977). Autoconsistencia: Una teoría de
personalidad. Bilbao: Desclée de Brouwer.
Síntesis elaborada por:
Dr. Miguel Angel Rosado Chauvet
2010
1
Valores positivos de la obra de Lecky

Conceptos de Mente y Personalidad
Mente, personalidad, psique y otros términos similares, no se refieren a realidades
objetivas, sino que son simples constructos conceptuales ideados para describir fenómenos
psicológicos más complejos que no pueden ser observados ni medidos directamente, y
tienen que ser inferidos de una manea racional. La necesidad de esos constructos se hace
más patente cuando se intenta estudiar unidades superiores de conducta que no pueden ser
interpretados significativamente en términos de la simple observación, sino que requieren
la teoría de las configuraciones dinámicas (gestalten), cuya naturaleza esencial reside en
sus pautas organizativas. La conciencia no puede ser explicada de modo objetivo a pesar de
ser el hecho más patente de nuestra experiencia subjetiva.

Principio de la Unificación
La teoría de la motivación es incompleta si no se reconoce que la necesidad primordial de
un organismo es la de mantener su organización mental en cuanto totalidad unificada. Lo
mismo que los conceptos de mente y de personalidad, la unificación no puede ser
observada ni puede ser medida objetivamente, sino que tiene que ser inferida de las pautas
de organización.

Autoconsistencia
A niveles superiores de integración, las características de una persona vienen determinadas
por su estilo de vida, es decir, por la organización individual de ideas y actitudes adquiridas
a través de la experiencia y capaces de controlar las funciones intelectuales superiores. La
esencia de esta organización de ideas y de actitudes es su autoconsistencia. La
inconsistencia o ambivalencia lleva a un conflicto y paraliza la acción. La conducta expresa
el esfuerzo por ser consistente y unitario, tanto en la organización como en la acción. Las
ideas que son consistentes con la experiencia pasada tienden a ser asimiladas; en cambio,
las que son inconsistentes, tienden a ser rechazadas.

Reinterpretación de la Teoría psicológica
La percepción, el aprendizaje, la memoria y el olvido, el sentimiento, el pensamiento y la
imaginación tienen que reinterpretarse en términos de la pauta de valores de cada persona,
es decir, en término de los pensamientos y sentimientos relativos a uno mismo y al mundo.
Sólo a través del estudio e interpretación de grandes unidades de conducta, es decir, de
actos completos que pueden durar mucho tiempo, conseguiremos comprender la verdadera
dinámica de la personalidad total. Por tanto, la tarea consiste en descubrir cómo cooperan
las distintas funciones psicológicas en aquello que está haciendo el organismo en cuanto a
totalidad.
2
La influencia del conductismo
Watson, aun cuando declaró innecesarios e incompatibles con la psicología objetiva a
conceptos mentalistas tales como la atención, la sensación, la percepción, la voluntad y las
imágenes, sin embargo consideró que los de pensamiento, aprendizaje, memoria y emoción
podían ser conservados como objetos capaces de ser estudiados sin la introspección.
Tolman sugirió que era posible definir objetivamente el propósito o la intención. El
propósito es considerado como una inferencia necesaria derivada de la observación de la
conducta persistente dirigida hacia una meta. Reconoció que los conceptos de impulso,
tendencia y propósito son constructos teóricos no perceptibles directamente, de la misma
forma que el espacio, el tiempo, la velocidad, la fuerza, la electricidad, etc., son conceptos
físicos inventados para ordenar, dar coherencia y explicar las apariencias reales. Son
entidades deducidas a partir de sus efectos. La indiferencia de una entidad denominada
propósito para explicar las condiciones de meta persistentes es exactamente igual que la
inferencia newtoniana de una entidad llamada “gravedad”. El análisis de vectores realizado
por Lewin, y el concepto de campos de fuerza están sometidos a una crítica del mismo tipo.
Volviendo al conductismo, está claro que, una vez rechazado el propósito, el mecanicista se
encuentra ahora en una posición difícil. Porque es obvio que tiene que emplear algún
instrumento condensador que tenga la misma función que el concepto del propósito o
intención, no importa cuál sea el nombre que le ponga.
La función psicológica del intencionalismo y del determinismo, dicho en otras palabras, es
la misma. El principio de causalidad es simplemente un instrumento para unir
conceptualmente dos hechos distintos, y el mecanicista considera que una misma causa
pasa por toda una serie de sucesos, de la misma manera que el intencionalista ve a un
mismo propósito pasando por todos ellos. Ambos son expresiones de la relación de orden
secuencial que dan una perspectiva temporal a las instantáneas de nuestra experiencia
perceptual. El teleologismo es tan susceptible como el determinismo. No somos capaces de
ver una causa o de capturarla mediante el análisis, de la misma forma que somos incapaces
de ver o analizar un propósito. Es cierto que se dan diferencias superficiales entre el
determinismo y la teleología. El primero sostiene que el orden procede del empuje de la
causa, mientras que el segundo afirma que es debido a la atracción del objetivo o meta; uno
busca en el pasado las explicaciones, el otro mira hacia el futuro.
La técnica de la autoconsistencia
Lecky concibió a la personalidad como a la verdadera unidad lógica, aun cuando los
sentidos sean incapaces de percibirla. Sería absurdo considerar a la personalidad en el
sentido de objeto físico, pero, sin embargo, tampoco hay que considerarla como algo tan
vago como “la manera de comportase de una persona”, o “la suma total de sus sistemas de
hábitos”. Es una organización individual de potencialidades de reacción, que representa una
la concepción organizada que un individuo tiene del mundo, y su único y peculiar sistema
de valores. Mientras que la conducta objetiva está sometida a rápido y continuo cambio, la
personalidad tiende a ser relativamente estable y no cambiante. Es un sistema que se resiste
al cambio por la necesidad que tiene de conservar su integración y unidad esencial. El
3
hecho de que la personalidad represente un sistema o estilo de vida, da origen
automáticamente a un conjunto de normas para la aceptación o rechazo, gobernado por la
exigencia de preservar el sistema. La conducta no es asunto de respuestas pasivas, sino de
aceptación o rechazo activos de nuevas configuraciones o ideas. Toda experiencia nueva
tiene que ser asimilada o aceptada, dada la inconsistencia con las ideas y actitudes
anteriores del sujeto, o bien forzar una reorganización general. Por lo tanto, el problema del
individuo es el de mantener su organización y estabilizar sus valores. La conducta positiva
y negativa, el acercamiento y la huida, la aceptación o el rechazo de nuevas ideas, son todas
ellas expresiones externas de esta tarea incesante1.

Educación
El mayor obstáculo para la organización constitutiva en educación es el dogma bien
establecido de que el aprendizaje es resultado directo de la enseñanza, una reacción
mecánica frente al ambiente escolar, y no un logro intencional. El aprendizaje no puede ser
entendido como un proceso de formar hábitos separados, sino sólo en términos del
desarrollo de la personalidad entera. Cuando una persona ha aceptado un valor, se resiste a
aceptar todos aquellos otros que no sean consistentes con él. De ahí que debamos
considerar a la resistencia como a un aspecto necesario y normal del aprendizaje. Más aún,
sin ella no se podría mantener una organización unificada. Las primeras impresiones no
sólo son importantes en sí mismas, sino también por establecer las condiciones de rechazo
de todos aquellos valores, cualesquiera que fuera su naturaleza, que tenderían a
desencadenar un conflicto.
Sin embargo, como la experiencia personal es más o menos azarosa desde un punto de vista
educativo, en el sistema siempre hay un cierto número de valores aceptados sin la evidencia
suficiente. Estos valores, cuya retención depende totalmente el éxito con que se los pueda
racionalizar y convertir en consistentes, o al menos en no inconsistentes, dan lugar a
resistencias que probablemente han de ser perjudiciales para el individuo.
Si un estudiante muestra resistencia hacia un determinado tipo de material, esto significa
que, desde su punto de vista, sería inconsistente para él aprenderlo. Si pudiéramos cambiar
la concepción de sí mismo que está debajo de este punto de vista, entonces cambiaría
igualmente su actitud hacia ese material.
La pereza, la falta de concentración, etc., son debidas a la aceptación de definiciones
contradictorias entre sí. Tales individuos no pueden actuar de acuerdo con una definición
sin ser inconsistentes con la otra. Por otra parte, el alumno pretenderá que no puede
concentrarse, y esta pretensión será perfectamente cierta. Esta parece ser la explicación del
nivel de rendimiento típico. Mientras no sean cambiadas las definiciones del alumno, su
tasa o grado de actividad característico se mantendrá constante.
1
En este sentido la teoría de Autoconsistencia de Lecky es similar a la teoría de Disonancia Cognoscitiva
de Festinger con la tendencia a reducir la inconsistencia, y con los teóricos de la Gestalt donde lo que es
consistente se asimila y lo que es inconsistente se rechaza, a menos que lo nuevo sea tan completo que
cambie la consistencia del sujeto.
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Aquellos que pretenden “no tener una mente matemática” son víctimas de su propia
resistencia. Tal estudiante puede haberse definido a sí mismo en la infancia a través de
insinuaciones hechas por los padres o los maestros al niño, relativas a su falta de aptitud
matemática. Estas sugestiones fueron aceptadas, y ahora forman parte de la concepción que
el estudiante se ha forjado de sí mismo2.
La concentración energética significa simplemente que una persona está libre de conflictos
y es capaz de concentrar su esfuerzo en la tarea. La capacidad o incapacidad de aprendizaje
de una persona depende, al menos en gran parte, de lo que haya aprendido al definirse a sí
misma3. En conexión con esto habría que recordar que toda persona puede aceptar
cualquier definición, si es que previamente no ha aprendido nada en contra de la misma que
se interfiera con su aceptación; mientras que la definición contraria le ofrece una especie de
inmunidad.
La timidez, el aislamiento, los sentimientos de inseguridad y de inadecuación, la falta de
amigo y otras cosas similares, son sintomáticos de autoevaluaciones que no son
confirmadas por la situación en la que se halla el sujeto. No preparado para la lucha de
extender su campo de acción, y sobreestimando sus dificultades, el sujeto se aferra a
aquellos pocos objetivos o metas que mantiene con gran tenacidad. Si el sujeto tiene éxito,
toda su actividad mostrará “popularidad”, y una única pauta estará al servicio conjunto de
las necesidades de “acercamiento” y de “evitación”. Lo que llamamos síntoma de una
enfermedad, para el sujeto es la solución de su problema. De este modo el sujeto llega a un
diagnóstico totalmente contrario. Desde su punto de vista, sus valores le parecen tan
consistentes unos con otros, que llega a considerarlos virtualmente como axiomas. En
consecuencia, busca auxilio en la fantasía y echa la culpa de todas sus dificultades a la
situación externa. Así, al defender la validez de su propio esquema de pensamiento y
acción, el sujeto hace que su problema sea todavía más insoluble.
Por otra parte toda persona ha aceptado otros muchos valores además de aquellos que son
los causantes de su infelicidad. Por consiguiente tenemos que dirigir la atención de aquellos
valores que ofrecen una cierta esperanza de acción unificada.
A pesar de lo indeseable que desde un punto de vista social sea una definición determinada,
ésta no será rechazada hasta que no le parezca inconsistente al propio sujeto. Nosotros no
buscamos la coherencia con las demandas de la sociedad, sino con nosotros mismos.
Nuestra meta es la autoconsistencia. El problema social desaparece cuando se resuelve el
problema personal y se consigue la unidad de acción.
La conducta de los demás es algo lógico desde su propio punto de vista. Si a nosotros nos
parece ilógica la conducta de otra persona, ello es debido a que no la comprendemos, y no a
que sea irracional. La conducta de los demás únicamente parece irracional e incomprensible
cuando las definiciones que están intentando mantener son muy distintas de las nuestras. La
conducta de aquellos cuyas definiciones son similares a las nuestras parece totalmente
2
3
Este concepto está relacionado con el “efecto Pigmalión” o “la hipótesis que se autocumple” de Rosenthal
(1968), donde la ocurrencia es la respuesta a nuestra expectativa.
Hay una relación con los conceptos de Dirección de pensamiento y de Pensamiento vertical en creatividad.
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racional y natural; ella es comprensible por la simple razón de que nosotros nos
comportaríamos de la misma manera.
Enfoque clínico al estudio de la personalidad
Incluso los teóricos más importantes pueden equivocarse a menos que sus ideas estén
sólidamente fundadas en observaciones empíricas. El enfoque empírico se ciñe al
conocimiento basado en la observación directa y en la información científica. Al colocar el
acento principal en el estudio del organismo en su totalidad, la información detallada sobre
el funcionamiento de las partes es relacionada con la conducta global de todo el organismo.
El empirista está interesado no tanto en las teorías, cuanto en las observaciones y hechos
objetivos que él pueda producir y verificar por sí mismo. Los constructos teóricos pueden
ser valiosos en determinados estadios de la investigación en los que quizá sea útil formular
hipótesis para estimular investigaciones ulteriores; sin embargo, para el punto de vista
empirista, el objetivo último es descubrir nuevos hechos, más que formular nuevas teorías.
Si se descubren datos suficientes, entonces se hacen innecesarios los puntos de vista
teóricos.
El método clínico se preocupa principalmente del estudio empírico de los individuos
mediante el análisis minucioso del campo de la interacción del organismo con el medio
ambiente. Aun concediendo cierta importancia a la relación existente entre el rendimiento
individual y las medidas de tendencia central y de la variabilidad del grupo, esto es algo
secundario en comparación con el propósito básico de comprender la dinámica individual.
El método clínico supone describir detalladamente todas las situaciones individuales en que
pueda encontrarse un organismo. En la práctica real, los fundamentos constitucionales y
ambientales de la personalidad son lo suficientemente constantes y homogéneos como para
poder identificar numerosos síndromes básicos, tanto de rasgos de personalidad como de
pautas de desajuste.
Una característica distintiva de los niveles superiores de organización del organismo es la
aparición de nuevas configuraciones, o emergentes, con propiedades distintas a las
previsibles a partir del funcionamiento de las funciones a niveles inferiores de integración.
La totalidad del organismo manifiesta pautas de conducta superiores a las características de
los sistemas orgánicos contributivos del mismo. La psicología de la Gestalt hizo su
principal contribución cuando descubrió los principios totalizantes y las demás
características de las integraciones de nivel superior, particularmente en el campo de la
percepción.
A niveles superiores de integración, la naturaleza esencial de la personalidad adulta madura
es determinada por la pauta única de actitudes afectivas e intelectuales que dependen de la
experiencia. Las diferencias individuales más amplias se dan a nivel de la conducta
intelectual simbólica. Variaciones en los niveles celulares y en los sistemas orgánicos no
determinan de modo tan significativo la configuración individual de la personalidad como
lo hacen los sentimientos y actitudes característicos de la vida psíquica.
Lecky creyó que la configuración básica de a personalidad estaba determinada por la propia
concepción que de sí misma tenía la persona. Consideró que esta concepción del sí mismo
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era el núcleo de la mente definida como totalidad de la experiencia consciente única de un
individuo. Lo más importante de todo es tratar de averiguar qué una persona siente y piensa
de sí misma y de la vida, es decir, lo importante no es tanto lo que una persona es, o el
modo como adquirió tales hábitos, sino lo que va a hacer con ellos.
La personalidad efectiva sólo secundariamente está determinada por un cuerpo sano, una
buena apariencia física, el nivel de inteligencia, el temperamento y otros factores
constitucionales. Todos ellos pueden estar presentes en una persona muy inadaptada. Sólo
cuando tales atributos deseables se consolidan, gracias a un entrenamiento eficaz, en un
estilo de vida válido e internamente consistente, la personalidad se hará adecuada para
enfrentarse con la vida. En la medida en que una persona es capaz de control volitivo sobre
su conducta, este control es gobernado por sus concepciones de sí mismo con la relación al
mundo. En situaciones en las que no está dominada de un modo impulsivo por los estados
afectivos, una persona hace aquello que debe hacer, basada en su experiencia.
Es obvio que la conducta es selectiva y que la base de la selección tiene que estar dentro del
organismo que hace la selección; no puede estar en los estímulos del medio, ya que, de lo
contrario, todos los organismos de la misma especie puestos en una misma situación se
comportarían de la misma manera.
Está claro que hay que suponer que todo cambio de conducta tiene que ir acompañado de
un cambio en el estado fisiológico, pero que la conducta no puede ser adecuadamente
conceptualizada en términos de tales estados fisiológicos.
En general, puede afirmarse que el significado que un estímulo tiene para un organismo
depende primariamente del estado dinámico del organismo en el momento en que recibe al
estímulo. Si tal estado dinámico no es desalojado con facilidad, entonces se tiende a pasar
por alto estímulos que podrían evocar motivos conflictivos. Si el motivo presente no está
muy organizado, o si el estímulo es de naturaleza que no puede ser pasado por alto o
reevaluado, el organismo estará motivado en una nueva dirección, y si persiste aquél,
entonces se producirá una condición de conflicto temporal.
El hecho de lo infrecuente de las desorganizaciones serias parece indicar que, el organismo
posee la capacidad de reforzar un motivo a expensas del otro, ya que únicamente
seleccionando ente una de las dos posibles líneas de acción es como es como puede
conseguirse la unidad. Además, este reforzamiento no puede se entendido como una
función del medio en la mayor parte de las veces, sino únicamente como una reorientación
dinámica del organismo. El fenómeno de la elección de un único curso de acción, y de su
posterior realización suele ser considerado como indicativo de cualidades tales como fuerza
de voluntad, persistencia, interés, fuerza de carácter o, incluso, terquedad, estrechez mental
y locura. Lo importante es que el sujeto persiste en un curso de acción independientemente
de la estimulación ambiental. Por el contrario, la incapacidad de tomar y de ejecutar
decisiones suele ser considerada comúnmente como evidencia de debilidad de carácter.
El mantenimiento de la unidad es la meta primaria de todo sistema viviente. El placer se
relaciona con el logro de la unidad, mientras que el dolor, con el conflicto y la
desorganización.
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Una teoría nuclear de la mente
La mente es aquello que hay que mantener unificado e internamente coherente, es la
organización de sentimientos, ideas y actitudes desarrollada a partir de la interacción del
organismo con el medio ambiente. El núcleo de esta organización de sentimientos, ideas y
actitudes constituyen las ideas que de sí misma tiene una persona. Estas ideas del sí mismo
son arbitrariamente identificadas como positivas y negativas.
Según nuestra definición, una idea es una interpretación de una experiencia (la interacción
del individuo, a través de los llamados órganos de los sentidos, tanto internos como
externos, con los estímulos internos y externos) hecha por una persona. Una idea es el
significado de una experiencia desde el punto de vista del individuo; puede ir desde una
imagen mental vaga (auditiva, visual, etc.) hasta una alucinación; desde una observación de
sentido común hasta un concepto científico.

El papel de la asimilación
Las primeras interpretaciones del niño son asimiladas de un modo automático y si crítica
alguna, debido a la ausencia de puntos de referencia en qué apoyar la evaluación. Estas
ideas primitivas, particularmente las de uno mismo, son fundamentales para determinar la
naturaleza y la tasa de asimilación de las nuevas ideas, las cuales son plenamente aceptadas
como parte integral de la organización total de ideas o mente. El criterio conforme al cual
se acepta o se rechaza una idea es la conducta de la persona, ya que, una vez que se asimiló
una idea, ésta tiene que ser mantenida por la persona, a no ser que sea desplazada por una
nueva organización o reorganización de ideas. La conducta ambivalente en todas las áreas
indica un núcleo inestable y falto de autoconsistencia, en el cual compiten en busca de
aceptación ideas o interpretaciones contradictorias. Cuando, al fin, una de éstas es aceptada
y la otra rechazada, desaparece la ambivalencia y se consigue la consistencia interna. Esta
conducta ambivalente puede darse en un niño que no se haya identificado a sí mismo
nunca, a causa de la conducta voluble de las personas significativas de su situación infantil.
Para que sea inmediatamente asimilada, toda idea nacida a resultas de una nueva
experiencia, tiene que parecer al individuo consistente con la organización total de ideas, y
especialmente de las ideas relativas al sí mismo. Las ideas coherentes tienden a ser
rápidamente asimiladas. Las inconsistentes pueden: a) ser inmediatamente rechazadas o
ignoradas, b) ser consideradas temporalmente, produciendo ambivalencia hasta que son
aceptadas o rechazadas, c) obligar a una reorganización de la mente, cuando se presentan
con la suficiente fuerza lógica, con la consiguiente eliminación de las ideas inconsistentes y
la retención de las nuevas más consistentes; o, por último, d) puede llevar a una
desorganización más o menos permanente si no se termina con la inconsistencia. Es obvio
que la organización de ideas llamada mente es muy inestable e inconstante, ya que está
siendo constantemente modificada por nuevas experiencias que llevan a un continuo
proceso de asimilación y reorganización gobernado por el principio dinámico universal: el
afán de unidad. Las ideas que han sido asimiladas, las cuales constituyen la organización
ideacional global (mente) y que al individuo le parecen coherentes, tienen que ser
mantenidas.
8

Crecimiento mental
Para que un individuo pueda funcionar con un grado razonable de estabilidad y de
felicidad, es indispensable que se produzcan cambios graduales y genuinos en las ideas del
sí mismo. Lo cual implica, entre otras cosas, que el conflicto y la reorganización son
fenómenos naturales concomitantes de la maduración. El fallo de este proceso de
asimilación y de reorganización sólo puede resultar en fijaciones y regresiones del
desarrollo, las cuales guardan relación con la incapacidad que tenga la organización total de
ideas de reflejar los cambios de los medios interno y externo.

Reorganización nuclear
Las ideas nucleares de una persona, concernientes al significado de sí misma y del mundo,
sufren constantemente una revisión y organización a medida que se presentan nuevas
experiencias que llevan a interpretaciones que entran en conflicto con las antiguas. Aunque
las ideas de constelaciones de ideas complejas antiguas tienden a mantenerse, debido a su
consistencia interna, y obliga a la persona a rechazar aquellas ideas nuevas que sean
incompatibles con la organización existente, sin embargo, la organización existente sufre
un continuo bombardeo de ideas nuevas con valores diferentes, las cuales tienden a forzar
su aceptación y el rechazo de las antiguas ideas insostenibles.
La velocidad y extensión del proceso de reorganización vendrán determinadas por la
magnitud y urgencia con se presenten las nuevas ideas que hay que asimilar, así como
también por el grado de inconsistencia de las mismas con respecto a la organización
existente. Si el choque producido por las idas es demasiado grande, es decir, demasiado
difícil de asimilar dentro de la existente composición nuclear, el individuo puede llegar a
desorganizarse hasta tal punto que le sea imposible la organización unificada. El grado de
desorganización depende tanto del tipo de organización nuclear preexistente y anterior al
impacto, como de la naturaleza exacta de la idea incompatible, desde el punto de vista del
individuo. La velocidad o tasa de recuperación del proceso de desorganización están en
función de esos dos factores y de la naturaleza del medio ambiente en que el individuo
sigue viviendo.

El papel de la emoción
Las reacciones afectivas del organismo pueden ser consideradas como conductas instintivoimpulsivas que sirven al propósito biológico básico de movilizar los recursos a favor de las
necesidades básicas del organismo. Aunque las pautas básicas emocionales están
determinadas por la constitución del individuo, las actitudes y condiciones específicas
parecen ser aprendidas de la experiencia. De acuerdo con la teoría de la autoconsistencia,
los llamados fenómenos emocionales, más que entidades separadas, son consideradas como
expresiones del único impulso fundamental de la unidad, autoconservación y producción.
Aunque las reacciones emocionales puedan ser analizadas y descritas en términos
fisiológicos, ya que incluyen perturbaciones fisiológicas del organismo, su importancia
organísmica sólo puede concebirse en términos psicológicos. Todas las emociones pueden
remontarse directamente a experiencias que son interpretadas por el individuo como
soportes o amenazas para una o más ideas del sí mismo. Una experiencia que sea
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interpretada como un apoyo o confirmación de una o más ideas del sí mismo, será una
experiencia unificante, y producirá respuestas emocionales positivas de distinta cualidad e
intensidad, las cuales, de ordinario, son llamadas amor. En cambio, las experiencias que
sean interpretadas como una amenaza a una o más ideas del sí mismo, estas serán
desorganizativas y producirán respuestas emocionales negativas de miedo y cólera.
Tanto las reacciones afectivas positivas como las negativas actúan para reforzar y mantener
la organización dinámica de ideas; el individuo reaccionando a la situación total lo mejor
que puede, se moverá en la dirección de una mayor unidad y consistencia interna desde su
propio punto de vista.
La respuesta fisiológica del organismo, resultante de la interpretación de lso estímulos
externos e internos como fuerte apoyo a las ideas del sí mismo (amor) es una poderosa
fuerza unificadora que, cuando es genuina y duradera, dejará ver sus efectos en la fuerza y
composición nuclear produciendo cambios importantes en la conducta del individuo. Por
otra parte, toda experiencia que sea interpretada por el individuo como una severa amenaza
a las ideas del sí mismo, producirá respuestas fisiológicas desagradables, las cuales son
comúnmente conocidas como odio y cólera.

Mecanismos dinámicos
La resistencia es determinada por la estructura nuclear (ideas del sí mismo), y sus
configuraciones específicas están relacionadas con la distribución de las ideas positivas y
negativas. Las experiencias que se perciben como amenaza a la unificación serán
resistentes, ya que su asimilación requeriría reorganizar el núcleo.
La represión se produce cuando nuevas ideas o sentimientos son interpretados como
amenazas a la organización existente. La distorsión y el simbolismo del sueño, la
disociación, los chistes, el error (lapsus) y otros fenómenos pueden ser interpretados en
términos de la dinámica de la organización nuclear y del afán por mantener la unidad, en
aquellos casos en que las ideas inconsistentes reflejen fenómenos de desorganizaciones.
El infantilismo y la fijación reflejan una falta de reorganización en respuesta a los procesos
madurativos normales; es decir, el núcleo se compone principalmente de ideas del sí mismo
infantiles o inmaduras.
El conflicto es un fenómeno natural, un proceso en el que, mediante la asimilación
constante de nuevas ideas y actitudes, la concepción que el individuo tiene de sí mismo va
evolucionando constantemente a medida que aprende a definirse en términos de ideas más
coherentes tanto consigo mismo como con la realidad. El conflicto únicamente es
patológico cuando los fenómenos de desorganización se hacen tan agudos que destruyen la
unidad y causan disolución del sí mismo.
La racionalización es un proceso en el que se intenta conservar la unidad de la
organización de ideas mediante un método de auto-justificación, por el que se dan razones
intelectuales que expliquen pensamientos o actos inconscientemente motivados. Una
excusa plausible nos permite conservar las apariencias de autoconsistencia.
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El pensamiento, el ensueño y los sueños en menor grado, son procesos dinámicos mentales
que suponen una reorganización y recombinación de ideas reguladas por la necesidad de
unidad y autoconsistencia.
La identificación se produce cuando se asimilan en la estructura nuclear ideas compuestas
de interpretaciones de cualidades envidiables o admirables en otras personas o
instituciones, con la consiguiente extensión del sí mismo.
Los sentimientos de inferioridad tienen su origen en áreas del comportamiento en las que la
persona es incapaz de conservar una o más ideas del sí mismo. Una vez que se ha asimilado
una idea negativa, la persona se comportará de modo consistente con su autoevaluación
negativa. Entonces se producirá una restricción del campo de la conducta, y las actitudes
negativas invadirán progresivamente la composición nuclear hasta resultar en una
estructura neurótica o menos organizada.
La proyección describe el proceso de esforzarse por mantener la unidad y autoconsistencia
atribuyendo a los demás las idas y complejos que pertenecen a uno mismo. Cuando se da en
grado patológico, puede llevar a una composición nuclear enferma caracterizada por
delirios lógicamente sistematizados, como en la psicosis.
La introversión caracteriza a un tipo de composición nuclear en el que hay una tendencia a
interpretar subjetivamente el medio ambiente, tomando al sí mismo como un punto de
referencia.
En la extraversión, la composición es mucho más sensible a la estimulación externa y
mucho menos dependiente del punto de vista subjetivo.
El cumplimiento de deseos supone la satisfacción vicaria del afán de unidad a través de
sueños y fantasías. Los deseos frustrados se reflejan en interpretaciones compensatorias de
la experiencia.

Consideraciones teóricas
El sistema expuesto se compone de constructos o abstracciones conceptuales deducidas
para explicar relaciones observadas. Estas concepciones no tienen realidad objetiva, y para
nuestros propósitos no es demasiado importante conocer la naturaleza de las realidades
implicadas, ya que el sistema psicológico versa sobre ideas, actitudes y valores que son
emergentes (gestalten), productos del desarrollo, y que no pueden ser explicados ni
traducidos directamente a sus elementos morfológicos o fisiológicos. El sistema
psicológico es completo en sí mismo, y puede ser comprendido en términos de las
evaluaciones subjetivas de las unidades de experiencia.
11
Prevención del fracaso escolar mediante la eliminación de la resistencia4
Según la teoría de la autoconsistencia, la mente es una unidad, un sistema organizado de
ideas. Todas las ideas pertenecientes a este sistema tienden a parecer consistentes unas con
otras. El centro o núcleo de la mente es la idea o concepción que de sí mismo tiene el
individuo. Si una nueva idea parece ser consistente o compatible con las ideas ya presentes
en el sistema, y particularmente con la concepción que de sí mismo tiene el individuo, tal
idea será aceptada y asimilada con facilidad. Pero si parece inconsistente, entonces chocará
con mucha resistencia y probablemente será rechazada. Esta resistencia es un fenómeno
natural; es esencial para el mantenimiento de la individualidad.
Por eso, la aceptabilidad de una idea está determinada por sus necesidades en cuanto
individuo. Con vistas a poder comprender el medio, la persona tiene que hacer que sus
interpretaciones sean consistentes con su experiencia, pero para conservar su individualidad
tiene que organizar sus interpretaciones de modo que formen un sistema de ideas que sea
internamente consistente. Por supuesto, esa consistencia no es objetiva sino subjetiva,
privada y totalmente individual.
Desde este punto de vista, el aprendizaje no puede ser considerado como un proceso de
formación de hábitos independiente, sino únicamente en términos del desarrollo de la
personalidad total. Más aún, aunque el aprendizaje y la resistencia parecen apuntar hacia
direcciones opuestas, en realidad ambos sirven a un mismo propósito. En ambos casos
estamos defendiendo al sistema de la inconsistencia y del conflicto. Ambos son necesarios
para poder preservar la unidad del sistema.
La dificultad mayor para una acción constructiva es el dogma bien establecido, aunque
quizá inconscientemente, de que el aprendizaje es resultado de la enseñanza, una reacción
mecánica en lugar de un logro intencional.

Las predicciones basadas en la teoría del hábito no son fiables
En psicología y en educación las teorías suelen ser aceptadas simplemente porque parecen
plausibles; pero en las ciencias físicas, el valor de una teoría es calibrado por su capacidad
para hacer predicciones que, posteriormente serán verificadas por la experiencia.
La mayoría de nosotros ha aprendido que los hábitos son establecidos por el ejercicio y por
la satisfacción obtenida mediante su práctica, y que las predicciones basadas en esta teoría
son muy fiables. Sin embargo, en la realidad, tales predicciones suelen ser muy poco
fiables.
La conducta escolar del muchacho tiene que ser interpretada en términos de las normas que
está tratando de mantener. Tomemos el ejemplo del hecho bien conocido de que, por lo
general, los niños son más lentos que las niñas en el aprendizaje de la lectura. Según la
teoría de la autoconsistencia, la explicación es la de que a la mayor parte de los chicos el
material de lectura les parece infantil y afeminado. El niño de 6 a 8 años de edad, justo
4
Discurso pronunciado en 1938 por Prescott Lecky ante la Sección de Higiene Mental de la Sociedad de
Nueva York para el estudio experimental de la educación.
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cuando comienza a aprender a leer, se preocupa principalmente de mantener la concepción
de sí mismo en cuanto varón. Le gusta jugar a vaqueros, a soldados y a indios. Hace
esfuerzos para no llorar cuando se da un golpe. Posiblemente el mayor insulto que se le
puede hacer es llamarle “mariquita”. Y sin embargo, este niño, cuando empieza las
lecciones de lectura, tiene que ponerse de pie ante sus compañeros y leer que “la gallinita
dice ‘clok, clok, clok’”5 o cualquier otra cosa igualmente inconsistente con sus normas de
conducta.
Cuando se les ofrecen libros sobre trenes o aeroplanos, entonces desaparece la resistencia, y
los niños aprenden a leer con la misma rapidez que las niñas. De este modo, la resistencia
del alumno a aprender ciertos temas es realmente la resistencia a comportarse de modo
incoherente con sus normas personales. La disposición a aprender, por otra parte, es debida
a los esfuerzos del niño por mantener y confirmar sus normas.

Normas responsables del fracaso
El alumno que se considera un mal deletreador o lector, o que quizá no has sido dotado de
una mente matemática, mientras considere esta concepción como verdadera, es tan nítida y
tan positiva como cualquier otra norma. Aunque parece que está diciendo “no puedo”, lo
que realmente está afirmando es que “no lo intentaré”. Muchas personas creen difícil que
una persona defenderá y tratará de conservar una idea que no es ventajosa para ella. Pero la
evidencia no permite otra conclusión.
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Cambio de normas mediante la activación de conflictos
El problema de cómo eliminar la deficiencia es realmente el de cómo acabar con la norma
responsable de la misma. Por supuesto que no podemos quitarla por nosotros mismos, pero
sí podemos mostrar al alumno que la norma en cuestión es inconsistente con sus demás
normas, y que pone en peligro la unidad del sistema en cuanto totalidad, entonces él mismo
será el que la cambie. Se puede esperar con seguridad que en la mayoría de los casos, la
idea de “niño grande” o “niña grande” se ha desarrollado y ha llegado a un nivel más
maduro y por consiguiente que el alumno se considere ahora como autoconfiado e
independiente. Como es obvio, la norma infantil causante de de la resistencia no pertenece
al mismo sistema que estas normas maduras. Sin embargo, el alumno no ha reconocido la
inconsistencia, porque siempre se las ha ingeniado para evitar el conflicto de ideas. La
reorganización supone dolor, y para evitarlo el alumno recurre a su lógica privada y
racionaliza el conflicto. Por consiguiente, nuestro método intenta romper la estructura de la
racionalización y poner en íntima relación a las ideas contradictorias.
El alumno cuyas normas inconscientes le impiden desarrollarse en determinadas
direcciones está atrapado en una verdadera trampa. Originariamente estableció una norma
como medio para evitar el conflicto. Definiéndose como incapaz o no dispuesto a dominar
una materia se encuentra con mayores dificultades en el esfuerzo por mantener otras
normas cuya conservación es imperativa. Pero cuanto más mantiene la norma, y cuanto más
dificultad ésta le acarrea, tanto más difícil le resulta escapar de sus propias defensas.
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En México hay frases como “mi mamá me mima” o “ese oso se hace así”.
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Para verse libre sería necesario establecer una norma nueva y superior que únicamente
estuviera confirmada por la consistencia. Pero él no puede decidirse a dar este paso porque
no conoce con claridad el problema. De ahí que no sólo se aferre a la idea inhibidora, sino
que la defienda con racionalizaciones, por ejemplo, pensando que dado que todo el mundo
tiene sus debilidades, es una tontería preocuparse. A racionalización enmascara el problema
con tanta habilidad que el alumno no encuentra ninguna inconsistencia que corregir, y de
ahí que carezca de motivación para el cambio de actitud.
Al aplicar nuestro método, primero explicamos al alumno que su deficiencia no es debida a
su falta de habilidad, sino a una norma que él mismo se ha creado. Tenemos que dejarle
bien claro que la norma es inconsciente, ya que esto es lo que explica la persistencia con
que la mantiene. Es muy importante que esta explicación de sus dificultades sea hecha de
un modo amistoso y no crítico. Nuestra actitud debería ser la de que se trata de su problema
y no del nuestro.
El paso siguiente consiste en demostrar al alumno que también posee otras normas que
igualmente tiene que conservar; por ejemplo, la concepción de sí mismo como persona
confiada en sí misma, independientemente, socialmente aceptable y capaz de solucionar sus
problemas con su propio esfuerzo.
Por último, le hacemos ver sin criticarle la inconsistencia entre las normas maduras y las
inmaduras. Le presentamos el conflicto de la manera más clara posible. De este modo
utilizamos su necesidad de consistencia y la hacemos trabajar a favor del alumno y no
contra él.
Consejo (counceling) personal6
En lugar de proponer que el hombre es una máquina movida por fuerzas, una masa cuya
futura conducta es previsible a partir de los registros anteriores, supongamos que, mientras
esté vivo, tenemos que considerarlo no como una compleja masa de células o de moléculas
o átomos, sino como una unidad, un sistema que opera como totalidad. Su conducta tiene
que ser interpretada en términos de acción, y no de reacción; esto es, en términos de
propósito.
Esta sugestión es totalmente radical desde un punto de vista humanístico. Sin embargo,
toda teoría construida sobre la base de ese presupuesto, y toda técnica clínica derivada de la
misma, tiene automáticamente prohibido suponer una pluralidad de propósitos. El único
principio dinámico universal es la existencia de una única fuente de motivos: la necesidad
de mantener la unidad del sistema. El postulado fundamental ha de ser la unidad, no el
conflicto.
Aunque de ordinario suele estar presente el conflicto, éste no es producido por la estructura
de la personalidad. Más bien se debe a los cambios ambientales, los cuales presentan una
serie de nuevos problemas a resolver.
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Discurso de Prescott Lecky ente la Reunión anual de la Asociación Americana del Personal Universitario.
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El sistema mecanicista de pensamiento es erigido sobre el axioma de que el mundo de la
realidad en el mundo de las apariencias, pretensión que es my difícil de desterrar. Los datos
de la percepción son aceptados en su crudo valor, y el método adoptado es la descripción
literal y la medida exacta de los llamados objetos físicos. Sin embargo, una ciencia que
exagera tanto la importancia de la percepción no puede utilizar el pensamiento conceptual a
la hora de resolver sus problemas. De ahí que, aunque el pensamiento simbólico e
imaginativo haya sido siempre indispensable para el desarrollo de la teoría científica,
también sigue siendo cierto que tal pensamiento sólo es tolerado cuando está
suficientemente disfrazado como para ocultar su verdadero carácter. Tenemos que
abandonar esta pretensión y afirmar el derecho de crear conceptos sin la necesidad de
legitimarlos como parte del mundo perceptual.
Considerados como meras partículas de materia, en la física moderna los átomos
pertenecen a una categoría diferente. Son estructuras o sistemas hipotéticos creados para
propósitos interpretativos. En la actualidad no se propone la cuestión de la existencia o
realidad del átomo. Basta con que el concepto sea una realidad científica sin la cual no
podrían resolverse los problemas de física.
La psicología evidentemente necesita crear un objeto conceptual similar, para hacer que sus
datos sean inteligibles. Desde un punto de vista descriptivo, un ser humano es simplemente
una masa de células; no puede ser descubierto en él nada que corresponda a la mente. Pero
es posible crear el concepto de mente después de describirlo. El concepto de mente o
personalidad, de hecho, es más antiguo que el de átomo, pero desde el punto de vista de la
ciencia descriptiva tiene grandes inconvenientes. Está tan claro que no es objeto físico, que
la psicología se sentido impulsada a evitarlo como si fuera una especulación mística. Sin
embargo, no es más místico que el átomo y ciertamente tampoco menos necesario.
Tenemos mucha experiencia experimental y clínica, pero carecemos de un concepto
unificador. La concepción “topográfica” de la personalidad dividida en tres sistemas, el
Ello, el Ego y el Super-ego, propia de Freud, supone un paso decidido en esta dirección,
pero estos sistemas no pueden considerarse en un sistema unificado, porque no ha sido
rechazada la creencia en la pluralidad de instintos.
Nosotros, consideramos a la mente, o personalidad, como una organización de ideas
consistentes unas con otras. La conducta representa el esfuerzo por mantener la integridad y
la unidad de la organización. Lo importante es que todas las ideas del individuo están
organizadas en un sistema único, cuya perseverancia es algo esencial. Con vistas a ser
inmediatamente asimilada, la idea formada a resultados de una nueva experiencia tiene que
ser considerada como consistente con las ideas ya presentes en el sistema. Por otra parte,
las ideas cuya inconsistencia es reconocida a medida que se desarrolla la personalidad,
tienen que ser expulsadas del sistema.
El núcleo del sistema, en torno al cual gira el resto del mismo, es la idea de concepción que
el individuo tiene de sí mismo. Toda idea entrante en el sistema que sea inconsistente con la
concepción del sí mismo no podrá ser asimilada, sino que originará una inconsistencia, la
cual tendrá que ser eliminada tan pronto como sea posible.
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La compulsión a unificar y armonizar el sistema de ideas por el cual vivimos constituye el
fundamente del aspecto dinámico de la teoría. Sólo cuando una persona es incapaz de
desembarazarse de las inconsistencias psicológicas surgen los problemas. Una vez que el
sujeto ha podido sentir la inconsistencia de su esquema de vida, podrá comenzar a resolver
por sí solo el problema. Se verá obligado a intentar alterarlo en la dirección de una mayor
consistencia.
Como ya hemos indicado, los diversos estados emocionales no pueden ser estudiados de
manera independiente, sino que tienen que ser considerados como aspectos diferentes de un
motivo único, el afán de unidad. El amor es la emoción subjetivamente experimentada
hacia una persona u objeto ya asimilado, y que sirve de firme soporte a la idea del sí
mismo. Experimentamos pena cuando tenemos que reorganizar nuestra personalidad a
consecuencia de la pérdida de uno de sus soportes. El odio y la cólera son impulsos de
rechazo y destrucción que se tienen hacia objetos inadmisibles. La emoción del temor
aparece cuando se nos presenta repentinamente una situación para cuya asimilación no
estamos preparados.
Las experiencias que incrementen el sentimiento de unidad y fuerza psicológica producen
la emoción de la alegría y lso sentimientos de placer. Ocasionalmente la conducta misma de
una persona puede violar su concepto de sí misma, produciendo sentimientos de culpa y
remordimiento. Sentimos miedo cuando no podemos encontrar ninguna solución adecuada
al problema; la causa del mismo es la desorganización dinámica.
Desde nuestro punto de vista, la emoción es un concepto que sólo es necesario cuando el
problema de conducta es formulado en términos del mundo aparente. Una teoría
psicológica que conciba a la motivación como un fenómeno de organización no tiene
necesidad alguna de conceptos de emoción.
El pensamiento tiene asimismo la finalidad de organizar la organización de ideas. Por
consiguiente no hay conflicto entre la lógica y la emoción, sino que ambas trabajan en pos
de una misma meta. Si la mayoría de nuestro pensamiento parece tener el simple propósito
de racionalizar nuestra conducta para hacerla parecer consistente, de defender las
conclusiones ya alcanzadas, de justificar las posiciones ya adoptadas, está claro que esto
será lo que quepa esperar en las distintas circunstancias. Sin embargo, una vez que una
persona es capaz de captar las relaciones de su problema, de apreciar la sabiduría de
sacrificar las ideas que se interfieran con la acción unificada, entonces se dedicará a la tarea
de reconstrucción con una diligencia y sinceridad frecuentemente sorprendentes.
Desde el punto de vista de la educación tiene una particular importancia el fenómeno de la
resistencia. Cuando una idea ha sido aceptada, se opone a la aceptación de las demás ideas
que no sean consistentes con ella. El problema de la resistencia ha recibido escasa atención
en psicología pedagógica, la cual concibe al aprendizaje como un proceso de formación de
hábitos a través del ejercicio. Y, sin embargo, el hecho obvio de que las ideas tiene
necesariamente armonizadas con las viejas, supone una resistencia necesaria de todas
aquellas concepciones cuya asimilación sería difícil. De ahí que la resistencia tenga que ser
aceptada como un aspecto del aprendizaje necesario y normal. Además, sin ella no
podríamos mantener una organización unificada. Las impresiones tempranas son
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importantes, no sólo en sí, sino además porque establecen las condiciones para el rechazo
de otros valores, cualquiera que sea su naturaleza, que tenderían a precipitar un conflicto.
Sin embargo, como la experiencia de toda persona es más o menos aleatoria, en el sistema
siempre hay un cierto número de ideas aceptadas con base en una evidencia insuficiente.
Estas ideas, cuya retención depende totalmente del éxito con que las podamos racionalizar,
y hacer que parezcan consistentes, producen resistencias que probablemente serán
perjudiciales a la larga.
La técnica clínica que se deriva de la concepción teórica del problema tiene que ir dirigida,
por lo tanto, a producir en el sujeto un reexamen de aquellas ideas que bloquean su
desarrollo. Como es obvio, el método tiene que descansar sobre los intentos de inducir al
sujeto a que observe el sistema de contradicciones en el cual se ha visto envuelto.
La resistencia brota del hecho de que en algún momento del pasado, el estudiante aceptó la
sugestión de ser, por ejemplo, un mal lector incorporándola a la definición de sí mismo, y
ahora esta forma parte integral de su personalidad total. De este modo su dificultad es
considerada como un caso especial del principio general de que una persona tiene
necesariamente que ser veraz consigo misma. Esto es, tiene que intentar comportarse de un
modo consistente con la idea de sí mismo. En tales casos, hallamos que la definición de sí
mismo y, consecuentemente, la resistencia a aprender correctamente, puede ser eliminada,
de ordinario, con una serie de entrevistas.
La técnica clínica consiste en hallar primero varios valores fuertes aparentemente no
relacionados con el valor en cuestión, y que pueden ser utilizados como palancas, y a
continuación demostrar la inconsistencia entre esos valores y los valores responsables de la
deficiencia. Casi todos los estudiantes se consideran independientes y seguros de sí
mismos, Por otra parte, fácilmente se les puede demostrar que el que, por ejemplo, lee mal
o le falta mentalidad matemática está buscando que su defecto sea perdonado y tratado con
simpatía; que, de hecho, está tendiendo su mano hacia adelante pidiendo indulgencia. Si
podemos demostrarles la contradicción poniéndolos en su perspectiva, entonces se
producirá necesariamente la reorganización. Su definición de sí mismo será vigorosamente
rechazada, y habrá un esfuerzo decidido por establecer la definición contraria.
Es significativo que no sólo los malos lectores, sino los tartamudos y otros con defectos
similares suelen, por lo general, admitir francamente que ellos se aceptan a sí mismos tal
como son y, por lo tanto, no hacen esfuerzo alguno por cambiar. Esto es una excelente
defensa, por supuesto, ya que no sienten ninguna inconsistencia una vez que la definición
haya sido aceptada. Y frecuentemente intentan evitar el esfuerzo de mantener una
definición más útil refiriendo su defecto a la herencia o a desajustes neuromusculares.
Nuestra experiencia también nos muestra que si una persona no tiene una visión
extraordinariamente optimista del futuro, probablemente no anticipará una actitud benigna
por parte de los demás con respecto a sus errores de lectura.
Asimismo, los que pretenden “no tener una mente matemática” son víctimas de su propia
resistencia. Tales estudiantes pueden haberse definido en la infancia en términos totalmente
contrarios a algún compañero inadmisible que, sin embargo, era un ejemplo brillante de
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eficiencia matemática. En otros casos, la explicación parece estar en las observaciones
hechas por padres y profesores en el sentido de que el chico carecía de aptitud matemática.
El niño aceptó tales sugestiones y éstas entraron a formar parte de su concepción de sí
mismo7.
La pereza, falta de concentración, etc., son debidas a la aceptación de definiciones
mutuamente contradictorias: Tales individuos no pueden actuar consistentemente con una
definición sin se inconsistentes con las otra. Mientras no sea cambiadas las definiciones del
alumno, su tasa o grado actividad característica tenderá a mantenerse constante. La
concentración energética significa simplemente que una persona está libre de conflictos, y
es capaz de concentrar su esfuerzo en la tarea a mano.
Con otras palabras, la capacidad o incapacidad de aprender de una persona depende, al
menos en gran parte, de lo que haya aprendido previamente, y especialmente del modo
como haya aprendido a definirse a sí misma. Toda persona puede aceptar cualquier
definición, si es que previamente no ha aprendido nada contrario a la misma que se
interfiera con su aceptación. Muy frecuentemente los niños difíciles se han visto obligados
a serlo muy a su pesar, debido a las críticas de sus padres y maestros. Por el contrario, el
niño que se haya definido a sí mismo como “bueno”, se resistirá vigorosamente a aceptar la
sugerencia de que es “malo”. Pero si todavía no ha sido firmemente establecida en él una
definición de este tipo, entonces podrá aceptar ese papel y considerar cerrada la cuestión.
En adelante, se esforzará por perfeccionarse en el papel que le ha sido asignado, y se hará
más ingobernable cuanto mayores sean las consideraciones hechas a su conducta.
La timidez, el aislamiento, los sentimientos de inseguridad y de inadecuación, la falta de
amigos y otras cosas similares son sintomáticos de autoevaluaciones que no son
confirmadas por la situación en la cual se halla el sujeto. No son rasgos, ya que
desaparecerán inmediatamente en caso de darse una situación más favorable. Sin embargo,
el sujeto por sí solo llega a un diagnóstico. Desde su punto de vista sus valores parecen tan
consistentes unos con otros que no son posibles cambios importantes. En consecuencia se
torna a la fantasía en busca de apoyo, y pone en la situación externa total la culpa de sus
dificultades. Así, al defender la validez de su presente esquema de pensamiento y de
acción, hace todavía más insoluble su problema.
Por otra parte debemos recordar que otros muchos valores han sido aceptados, además de
aquellos que son la causa de la infelicidad. Si esto no fuera así, el sujeto se contentaría con
apartarse todavía más del mundo externo, y refugiarse más en su fantasía. Es esta
incapacidad de unificar todo curso de acción, de hecho, la que le mantiene
permanentemente a la búsqueda de una solución, y la que nos brinda la oportunidad de
ayudarle una idea más clara de su problema.
Por consiguiente, tenemos que dirigir la atención a aquellos valores que ofrecen alguna
esperanza de acción unificada. La mayoría de las personas se conciben a sí mismas como
7
Esto fue comprobado por Robert Rosenthal en 1968 en la publicación de su tesis de doctorado sobre la
hipótesis que se auto-cumple o efecto Pigmalión, donde la ocurrencia es la respuesta a nuestra expectativa,
con el antecedente de los estudios de Robert K. Merton sobre las conductas hacia la deflación durante la
gran depresión económica en Estado Unidos.
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inteligentes y seguras de sí. Pero todavía se halla más sólidamente anclada la idea de uno
mismo como persona útil para los demás, deseoso de conseguir sus propios fines, y capaz
de hacer una contribución al grupo al que pertenece.
Como siempre, la técnica consiste en hacer caer al sujeto en su inconsistencia. Las
definiciones inhibitorias tienen que ser vistas como cargas inútiles de las cuales hay que
intentar liberarse, y no como logros que hay que justificar y retener. Pero, a pesar de lo
indeseable que desde un punto de vista social sea una definición determinada, ésta no será
rechazada hasta que no parezca inconsistente al propio sujeto. Nosotros no buscamos la
coherencia con las demandas de la sociedad, sino únicamente nuestra autoconsistencia.
Como toda personalidad es un sistema organizado en el que todas las ideas están
relacionadas, es obvio que todo intento de forzar las cosas y eliminar la resistencia
mediante el ataque a la misma, está regando fuera del tiesto. Por ello el consejero tendrá
probablemente más éxito si no fuerza demasiado las cosas. Nos ayudaría recordarnos a
nosotros mismos que únicamente el individuo es capaz de resolver su problema, y que
necesariamente tiene que hacerlo a su modo.
Predicar al muchacho, decirle lo que debería y lo que no debería hacer, tratar de que acepte
nuestras ideas y normas, es ineficaz por la simple razón de que el muchacho ya ha aceptado
otras ideas. Su resistencia a nuestras sugestiones no es debida a obstinación, sino a la
incapacidad de aceptarlas hasta no haber reconsiderado y rechazado ideas contrarias.
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BIBLIOGRAFIA
Kelly, G. A. (1955). Theory of Personality: The Psychology of Personal Constructs.
New York: W. W. Norton.
Maier, Norman R. F. (1964). Psicología industrial. 2ª edición. Madrid: Rialp.
Rosenthal, R. & Jacobson, L. (1968). Pygmalion in the classroom. New York: Holt,
Rinehart & Winston.
Tolman, E. C. (1932). Propositive Behavior in animals and man. New York: Century.
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