Deshielo del permafrost.

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Deshielo del permafrost
Esta capa congelada del subsuelo está afectando con
su derretimiento a ecosistemas naturales e
infraestructuras humanas y podría acelerar el cambio
climático
Alteraciones en ecosistemas como la tundra, desestabilización de edificios y
carreteras, árboles que pierden su verticalidad, rutas migratorias afectadas,
corrientes marinas y fluviales perturbadas o liberación de enormes
cantidades de gases de efecto invernadero a la atmósfera. Son algunas de
las consecuencias de que el permafrost, el subsuelo terrestre que
permanece congelado, se esté derritiendo por efecto del calentamiento
global.
Por Alex Fernández Muerza
13 de agosto de 2007
- Imagen: Sookie Las regiones con permafrost ocupan una cuarta parte de las tierras
emergidas del planeta, entre ellas las zonas polares y de alta montaña.
Groenlandia está cubierta casi en su totalidad por permafrost, mientras que
Canadá, Alaska, el norte de Europa, Asia o la Antártida cuentan con grandes
zonas de este subsuelo congelado. En este sentido, algunas ciudades del
Noreste de Siberia se han construido sobre este cimiento natural.
Cada vez más investigaciones alertan del derretimiento progresivo de esta
capa de hielo como consecuencia del cambio climático. Según una
simulación realizada en el Centro Nacional de Investigaciones Atmosféricas
(NCAR) estadounidense, de mantenerse las actuales condiciones, de aquí a
2050 la mitad del subsuelo helado del hemisferio norte podría desaparecer
y, para 2100, hasta un 90% de la superficie actual.
De aquí a 2050 la mitad del subsuelo helado del hemisferio norte podría
desaparecer y, para 2100, hasta un 90% de la superficie actual
En uno de los ríos más largos del mundo, el Lena, que atraviesa Siberia
central y desemboca en el Océano Ártico, los efectos ya se perciben de
manera notable. Así lo ha indicado un trabajo realizado por científicos
franceses, rusos y estadounidenses, coordinados por el Centro Nacional de
Investigación Científica (CNRS) de Francia.
Los investigadores han comprobado que cada año es mayor el permafrost
de esta zona que se derrite, lo que provoca que esa agua de deshielo acabe
en el Lena. El aumento del caudal del río está erosionando sus riberas, lo
que constituye un grave peligro para los asentamientos urbanos cercanos.
Asimismo, durante el invierno, el Lena congelado es utilizado para el
transporte de mercancías por camión. Al estar perdiendo su grosor, esta
"autopista" podría estar en peligro, lo que afectaría a la economía de la
región.
En España, Greenpeace recuerda que los glaciares han sufrido un
retroceso constante desde principios del siglo XIX. A partir de las
estimaciones de ascenso de temperaturas del Panel Intergubernamental
para el Cambio Climático (IPCC), los responsables de esta ONG consideran
que el ambiente con permafrost ubicado en el Pirineo también retrocederá,
y así, entre el 2050 y el 2070, los glaciares de esta zona podrían fundirse.
Permafrost y cambio climático
Los científicos que estudian el cambio climático están otorgando al
permafrost una importancia cada vez mayor. Si continúa su deshielo,
además de sus negativas consecuencias sobre los ecosistemas o las
infraestructuras humanas, contribuirá a intensificar el calentamiento global.
Este hecho se debe a que en sus capas superiores almacena grandes
cantidades de CO2 y metano, dos de los peores gases de efecto invernadero
(GEI). Si el permafrost se derrite, estos gases contaminantes
acabarían escapando a la atmósfera.
Según diversos estudios, se estaría hablando de cantidades de GEI muy
importantes. Un trabajo de la Fundación Nacional para las Ciencias de
Estados Unidos afirma que el CO2 que contiene el permafrost de la tundra
septentrional corresponde a un tercio de todo el carbono que flota en la
atmósfera. Así, concluye, si el deshielo no se frena, en algunos años la
tundra agregará tanto o más CO2 a la atmósfera que el que quita.
Asimismo, científicos de la Academia Rusa de Ciencias dijeron que el
permafrost de Siberia, conocido como "yedoma", podría contener unos 500
mil millones de toneladas de CO2, tanto como todo el resto del permafrost
mundial. Por su parte, un estudio realizado por un equipo de científicos
norteamericanos y rusos asegura que este permafrost siberiano está, al
derretirse, liberando cinco veces más de metano del que se pensaba.
Por otro lado, el permafrost constituye un auténtico registro de las
temperaturas del planeta de los últimos siglos. Para ello, los científicos
perforan su interior para extraer muestras cilíndricas con las que poder
estudiar las variaciones climáticas. Por ello, los edafólogos (expertos en
suelos) subrayan la importancia de financiar estudios sobre estas capas
heladas del subsuelo.
Permafrost y los mamuts congelados
La
palabra
permafrost
proviene
de
la
contracción
inglesa
"perma"
(permanente) y "frost" (hielo) acuñada en 1943 por el ingeniero del Ejército
de Estados Unidos S. W. Muller. El permafrost cuenta a su vez con dos
partes: pergelisol, la capa helada más profunda, y mollisol, una capa más
superficial que suele descongelarse, aunque otros expertos distinguen
incluso tres partes.
La edad del permafrost del hemisferio norte se ha podido estimar gracias a
los descubrimientos de restos de mamuts congelados, que se extinguieron
hace 10.000 o 15.000 años, al final de la última Edad de Hielo. En este
sentido,
científicos
de
la
Academia
Rusa
de
Ciencias
descubrían
recientemente en el permafrost siberiano los restos congelados de un
mamut de seis meses de edad que constituye, según estos expertos, el
espécimen mejor preservado hallado hasta la fecha.
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