La Sexualidad en personas con discapacidad S. Sandra Oliver (UPN) La sexualidad es a menudo una fuente de profunda opresión y profundo dolor. Por ello es más fácil hablar y formular estrategias de cambio en la discriminación del empleo, educación y vivienda que hablar acerca de nuestra exclusión de la sexualidad y reproducción. Ann Finger, 1992 La salud sexual, reproductiva y el placer de las personas con discapacidad han sido un tema tabú para el que se encuentran todas las barreras sociales. Al respecto Tom Shakespeare afirma que a los discapacitados se les desplaza como sujetos y se les fetichiza como objetos. Predomina el modelo de la tragedia médica que define a los discapacitados por la idea del déficit, y la sexualidad o no es un problema porque no es un tema, o es un tema, porque se considera que constituye un problema. La sexualidad en personas con discapacidad ha sido considerado un asunto doblemente mórbido y lleno de riesgos-peligros reproductivos y sexuales. Sobre el tema han recaído las actitudes de negación, prohibición, terror y mutismo llevado a la máxima potencia cuando de trata de personas con discapacidad. De esta manera se les ha considerado seres asexuados o ETERNOS NIÑOS o ÁNGELES; o bien, por el contrario, seres demoníacos y PERVERSOS que únicamente piensan en lo sexual. Si alguna vez se nos ha ocurrido pensar en la sexualidad de personas con discapacidad (PCD) implicaría pensar en socialización, espacios públicos y gastos. Normalmente se conoce a las parejas en el trabajo, la escuela o fiestas. Todos estos espacios están “prohibidos a las PCD. En la construcción de la sexualidad de las PCD además de estar presente el modelo médico están los prejuicios y estereotipos que obstaculizan una plenitud sexual. Estudiosos como Oliver, Evans, Sandra y Ted Cole, Morris, Murphy, Saxton y Howe, Kolodny, Masters y Johnson entre otros, han evidenciado algunas creencias y prácticas erróneas en relación a la sexualidad de las PCD. Algunas ideas erróneas es considerarlas asexuales, desalentándolas a amar y animándolas únicamente a su rehabilitación. En otros casos, el imaginario colectivo asume no tienen hijos no por libre elección sino porque no les quedo de otra, que dan lastima y que no son atractiv@s ya que poseen cuerpos deformes que provocan compasión y repulsión pero no atracción. Específicamente este mito legitima las violaciones a las personas con discapacidad ya que se asume que como no son atractivas, cuando denuncian una violación están mintiendo ya que sus cuerpos son incapaces de provocar mas nada que repulsión. También se asocia el peligro con la sexualidad de las PCD. Se cree que pueden salir lastimada@s al tener relaciones o bien que pueden lastimar a su pareja, entre muchos otros mitos. Precisamente de las creencias erróneas, prejuicios, estereotipos y mitos deriva la discriminación y la violación de los derechos humanos y no de la “insuficiencia física”. Por ello es importante la perspectiva desde la cual se considera a la sexualidad para PCD como Derechos Humanos y no como un asunto de salud y de rehabilitación. La sexualidad indudablemente se relaciona con la Calidad de Vida, Vida Independiente y justicia social. La sexualidad es a menudo una fuente de profunda opresión y profundo dolor. Por ello es más fácil hablar y formular estrategias de cambio en la discriminación del empleo, educación y vivienda que hablar acerca de nuestra exclusión de la sexualidad y reproducción. Ann Finger, 1992 La salud sexual, reproductiva y el placer de las personas con discapacidad han sido un tema tabú para el que se encuentran todas las barreras sociales. Al respecto Tom Shakespeare afirma que a los discapacitados se les desplaza como sujetos y se les fetichiza como objetos. Predomina el modelo de la tragedia médica que define a los discapacitados por la idea del déficit, y la sexualidad o no es un problema porque no es un tema, o es un tema, porque se considera que constituye un problema. La sexualidad en personas con discapacidad ha sido considerado un asunto doblemente mórbido y lleno de riesgos-peligros reproductivos y sexuales. Sobre el tema han recaído las actitudes de negación, prohibición, terror y mutismo llevado a la máxima potencia cuando de trata de personas con discapacidad. De esta manera se les ha considerado seres asexuados o ETERNOS NIÑOS o ÁNGELES; o bien, por el contrario, seres demoníacos y PERVERSOS que únicamente piensan en lo sexual. Si alguna vez se nos ha ocurrido pensar en la sexualidad de personas con discapacidad (PCD) implicaría pensar en socialización, espacios públicos y gastos. Normalmente se conoce a las parejas en el trabajo, la escuela o fiestas. Todos estos espacios están “prohibidos a las PCD. En la construcción de la sexualidad de las PCD además de estar presente el modelo médico están los prejuicios y estereotipos que obstaculizan una plenitud sexual. Estudiosos como Oliver, Evans, Sandra y Ted Cole, Morris, Murphy, Saxton y Howe, Kolodny, Masters y Johnson entre otros, han evidenciado algunas creencias y prácticas erróneas en relación a la sexualidad de las PCD. Algunas ideas erróneas es considerarlas asexuales, desalentándolas a amar y animándolas únicamente a su rehabilitación. En otros casos, el imaginario colectivo asume no tienen hijos no por libre elección sino porque no les quedo de otra, que dan lastima y que no son atractiv@s ya que poseen cuerpos deformes que provocan compasión y repulsión pero no atracción. Específicamente este mito legitima las violaciones a las personas con discapacidad ya que se asume que como no son atractivas, cuando denuncian una violación están mintiendo ya que sus cuerpos son incapaces de provocar mas nada que repulsión. También se asocia el peligro con la sexualidad de las PCD. Se cree que pueden salir lastimada@s al tener relaciones o bien que pueden lastimar a su pareja, entre muchos otros mitos. Precisamente de las creencias erróneas, prejuicios, estereotipos y mitos deriva la discriminación y la violación de los derechos humanos y no de la “insuficiencia física”. Por ello es importante la perspectiva desde la cual se considera a la sexualidad para PCD como Derechos Humanos y no como un asunto de salud y de rehabilitación. La sexualidad indudablemente se relaciona con la Calidad de Vida, Vida Independiente y justicia social.