Análisis de los primeros años de la realidad peruana

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Análisis de los primeros años de la realidad peruana
Después de 1821 – 1824 la nueva república no
pudo garantizar su independencia económica
frente a las grandes potencias comerciales y
manufactureras de Europa. Tampoco creó de
inmediato un orden interno propio que sustituyera
a la antigua administración colonial. El vacío de
poder producido por la independencia resultó
demasiado grande para sus élites criollas,
fragmentadas
en
grupos
adversarios
irreconocibles y empobrecidos desde mediados
del siglo XVIII, y sin adiestramiento propio para su
nuevo rol gobernante.
1ª bandera propuesta
por el almirante ingles Miller,
enarbolada en Tacna. 1820
Primera versión del Escudo Nacional del Perú,
diseñado por San Martín y
aprobado por el Congreso constituyente
el 21/10/1820
En el orden económico el Perú sólo fue capaz de concurrir a los mercados mundiales con sus
producciones mineras y agrícolas. Entre 1830 – 1840 el porcentaje total de oro y plata, sobre el
valor total exportado por el Perú, llegó a una media anual de 79.6%. por otro lado sus
manufacturas eran de tipo artesanal y con excepción de la textilería de obrajes destinadas a un
mercado interno, que además de ser demográficamente reducido y escasamente monetizado se
encontraba interferido por la manufactura industrial importada. El principal beneficiario de este viejo
sistema y de la nueva coyuntura político-económica fue Inglaterra. España fue casi expulsada de
los mercados sudamericanos.
En 1827 su comercio con América y Filipinas se redujo en un 86.2% con relación a 1792 y en la
década siguiente a la batalla de Ayacucho (9 de diciembre de 1824) sólo pudo exportar a los
puertos del Pacífico hispanoamericano (incluyendo los de Nueva Granada y Mexico) el 3.3% del
valor total, casi 5 veces menos que EE.UU y la sexta parte de Francia. Entre tanto, como decía un
enviado francés, el Pacífico se iba convirtiendo en un santuario del Támesis; y el Perú ingresaba
paulatinamente a la esfera de influencia del gran imperio informal británico.
Inglaterra no tomó a su cargo, en primer término, la administración de los países que formaban
parte de su imperio informal. Prefirió el control económico a través del comercio internacional,
valiéndose de su superioridad tecnológica, medios de transporte y fabricación industrial.
Inicialmente intercambió con las áreas dependientes y periféricas como el Perú bienes de consumo
antes que bienes de capital, y se hizo, además, presente con préstamos a los débiles y
endeudados gobiernos sudamericanos. Sólo en la segunda mitad del siglo XIX apareció en
algunos sectores internos, como el transporte (ferrocarriles) y servicios públicos (gas).
Bandera propuesta por San Martín en
1820
Simón Bolívar y el Congreso
Constituyente modifican el escudo
nacional 25/02/1825
Aunque fueron decisivos estos factores externos, derivados de la
nueva dependencia informalizada en el Perú; internamente presentaba
un resquebrajamiento como nación generado por el colonialismo
español. Sin duda, el hecho básico es la persistencia de la
estructuración colonial, implantada durante tres siglos y que para ser
modificada hubiese necesitado de una revolución social que no
figuraba en ninguno de los programas de la reivindicación criolla
independentista. Los indígenas continuaron bajo un régimen servil
durante todo el siglo XIX y aún después. La esclavitud negra fue
mantenida hasta mediados del siglo XIX para ser remplazada por la
dura trata de chinos. Las bajas clases medias y los sectores populares
urbanos debieron resignarse a ser una clientela patrocinada por la
reducida élite de criollos que juraron la república sin retractarse de la
conquista. La historia pudo ser diferente de haber sido el Perú una
república de indios o una república de mestizos (Túpac Amaru /
Pumacahua).
Durante toda la primera mitad del siglo XIX el Perú criollo debió así mismo tomar decisiones acerca
de la distribución del poder político, tanto dentro de su territorio como dentro del nuevo contexto
geo-político suramericano, para el cual no valían ya los arreglos del sistema español. Era
necesario decidir cual sería el nuevo centro hegemónico o alternativamente montar,
cuidadosamente, el pluralismo de un equilibrio de poderes. Fracasada la gran Confederación de
Bolívar, había quedado abierta la posibilidad de un eje Perú-Boliviano que significaba la adaptación
Ms. Johnny H. Alva Cabanillas
Historia, Geografía y Economía
Santa Juana de Lestonnac - 2011
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al siglo XIX del antiguo modelo incaico y austriaco, que había sido interrumpido primero por las
reformas borbónicas (creación del virreinato de Buenos Aires) y después la independencia de
Bolivia.
Ese eje resultaba inaceptable para todo los demás países
sudamericanos. Aunque la unión Perú – Bolivia implicaba,
principalmente, el control de los Andes centrales y el Pacífico
sur, también traía consigo otras derivaciones: podía interrumpir
la expansión brasileña en la Amazonas, neutralizar la influencia
argentina en la cuenca del Plata y marginar o controlar a Chile.
Era en definitiva la aparición de un poder casi imperial;
Bandera de la Confederación Perú – Boliviana
Argentina y Chile comprendieron bien estos peligros.
de 1836
Fracasada la Confederación Perú – Boliviana, ambos países se redujeron territorialmente. En
cuanto a la estructuración interna de Perú, la aristocracia criolla no había podido realizar la
conformación de un Estado fuerte, por carecer de fuerza y prestigio, en esa realidad el militarismo
resultaba como el modelo político con mayores probabilidades históricas; sin embargo los militares
fueron incapaces de construir un gobierno sólido, pese a los esfuerzos de Gamarra y de Pando.
A mediados del siglo XIX la comercialización internacional del guano abrió la puerta al Perú la
oportunidad de cambios sociales y económicos en condiciones más ventajosas que las de otros
países suramericanos. Pero al final del período, después de 25 años, casi todo había fracasado.
¿Qué ocurrió con el Guano?, consideremos sumariamente las condiciones económicas generales
del país:
1. La deuda externa peruana superaba los 16 millones de pesos.
2. Su crédito internacional se había arruinado hasta el punto que los bonos peruanos se
cotizaban a no más del 16% de su valor nominal.
3. El sector privado, a más de otros obstáculos, había debido afrontar desde 1830 el
desorden monetario. El amonedamiento de la plata había bajado en los primeros años
republicanos hasta un 50% de lo producido en el quinquenio 1790-1795. Para los años
1830-40 se calculaba que hasta el 4 ó 5 millones del valor de las importaciones eran
pagadas en plata piña. A partir de 1832 fue agravada por la introducción de la débil
moneda boliviana. Entre 1830-1861 Potosí acuñó casi 37 millones de pesos con una liga
inferior ala que usaba la moneda peruana. De esa cantidad fue internada en el Perú
aproximadamente el 35%, ocasionando el ocultamiento de la moneda nacional y serios
trastornos en las operaciones comerciales. Así en el propio Perú operaban entre 10 a 50
establecimientos de monedas fraudulentas.
4. las limitaciones del ahorro interno así como el escaso flujo y mal empleo de los capitales
exteriores había, por último, determinado un estancamiento en todos los sectores
económicos principalmente minería y agricultura de exportación.
Las ganancias del guano parecían ser la solución a todas esas dificultades, pero el remedio fue
peor que la enfermedad. La moneda boliviana fue, es cierto, eliminada pero mediante una
operación de costos elevadísimos. El fisco salió de su pobreza, aunque dependiendo casi
exclusivamente del guano. En el presupuesto de 1854-1855 el guano representaba ya el 50% de
los ingresos. En el de 1861 -1862 su participación había subido al 80%.
Amparados en esta prosperidad, el Estado y la clase dirigente
del Perú montaron una errónea política económica: (1) de un
lado fueron toleradas deshonestas negociaciones con la deuda
pública (externa e interna) y las condiciones de empréstitos. (2)
Del otro lado se puso en ejecución un ambicioso programa de
obras públicas de infraestructura (ferrocarriles) pensadas en
función de la comercialización mundial de materias primas, con
lo cual la economía peruana seguía siendo una economía
satélite, complementaria a los centros manufactureros del
exterior. El financiamiento de esas obras resultó inadecuado, no
sol por las tasas de interés y el mal uso de los fondos sino por
cálculos erróneos acerca de su rentabilidad a corto y mediano
plazo.
Ms. Johnny H. Alva Cabanillas
Historia, Geografía y Economía
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Del lado empresarial privado hubo en esos años, a la vez, iniciativa e incapacidad. Fuese como
consignatarios o como intermediarios de negocios extranjeros, e incluso con directo e ilícito
beneficio del Estado, se crearon grandes fortunas. Signos exteriores de un optimismo que a nivel
de mayor importancia estimuló una orgía del crédito bancario que llevó a la bancarrota de los años
1870; los propietarios criollos creyeron llegada su hora, contrajeron enormes préstamos para
reconstruir sus casas e invertir en las viejas plantaciones de azúcar.
El sector más beneficiado con todos estos excesos fue el de la agricultura de exportación. El
“cotton farnine” de los años 1860 propició la extensión de los algodonales; el crédito bancario
favoreció la modernización de las viejas plantaciones de caña de azúcar. Pero la inflación interna
de los precios, la coyuntura internacional de los años 1870, la débil e irracional estructura
empresarial frustraron incluso ese parcial desarrollo. De modo que quedó como saldo moral la
inicua trata de los inmigrantes chinos, de los cuales llegaron al Perú más de cien mil en menos de
25 años.
Ni el contrato Dreyffus (Piérola) ni la nueva política peruana sobre el salitre (Pardo) bastaron para
detener el desastre adonde conducía toda esta historia peruana entre 1840 - 1870. La guerra del
Pacífico (1879-1883) lo puso en evidencia. Fue una derrota solicitada ya que no merecida. O por lo
menos una derrota merecida por una clase dirigente (presidentes, ministros, comerciantes,
obispos, doctores y generales) que solamente tuvo una habilidad: HACER QUE ESA DERROTA FUESE
PAGADA POR EL PROPIO PUEBLO.
Libro: VISIÓN HISTÓRICA DEL PERÚ (Editorial Milla Batres, 1978). Extractos seleccionados. Pág.
179-217.
Ms. Johnny H. Alva Cabanillas
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