Los desafíos de la formación profesional en la cuestión social contemporánea Cecilia Leblanc Castillo 1 [email protected] Modalidad de trabajo: Eje Temático: Exposición de ponencia Desafíos para la Formación Profesional en América Latina y el Caribe. Introducción : La trayectoria del trabajo social en América Latina, ha estado generalmente en armonía con el rol que ha asumido el Estado en la intervención social en los distintos períodos históricos, rompiéndose sólo en parte esta armonía, en el periodo de realce de los movimientos sociales de la segunda mitad de los 60, que impactan especialmente en las universidades influenciando procesos de reformas que para el caso de la profesión, derivan en el llamado proceso de “ reconceptualización”, cuya características fue cuestionar la orientación, contenidos y prácticas de la profesión y su rol conservador ante los procesos transformadores que venían experimentando las sociedades latinoamericanas, particularmente las de América del Sur. Hoy en día, los procesos de modernización acelerada en el marco de la economía de mercado globalizado y el vertiginoso desarrollo de las tecnologías de la información y las comunicaciones , han generado profundas transformaciones en la realidad económicalaboral, medio-ambiental y sociocultural en la región latinoamericana con los consiguientes cambios en los modelos relacionales entre lo global-local, en las relaciones capital-trabajo, en la configuración de lo social en su relación con lo económico, lo público y lo privado, en las formaciones familiares y relaciones sociales entre los sujetos y grupos . Todos estos cambios, han tenido un profundo impacto en la forma de ser y comportarse de las sociedades en los países del continente, pero por sobre todo en aquellos donde las reformas neoliberales se dieron con un ritmo y radicalidad mayor a las de otros países de la región haciendo que los efectos de las mismas, hayan repercutido negativamente en las condiciones y calidad de vida de los sectores sociales más postergados . 1 Trabajadora Social, Master en Planificación Social, docente de la Escuela de Trabajo Social de la Universidad Academia de Humanismo Cristiano. Santiago, Chile. Ponencia presentada en el XIX Seminario Latinoamericano de Escuelas de Trabajo Social. El Trabajo Social en la coyuntura latinoamericana: desafíos para su formación, articulación y acción profesional. Universidad Católica Santiago de Guayaquil. Guayaquil, Ecuador. 4-8 de octubre 2009. 1 Las transformaciones estructurales señaladas, complejizan la comprensión de los procesos societales y hacen insuficientes en algunos ámbitos e inaplicables en otros, los paradigmas explicativos clásicos, planteando urgentes desafíos a las ciencias sociales y como parte de éstas, al trabajo social como profesión. En este contexto, la educación superior como instancia y espacio de reflexión crítica y formación profesional, y las Escuelas de Trabajo Social como parte de éstas, así como los gremios profesionales, tienen especial responsabilidad y urgente desafío ético, en propugnar la reflexión crítica y las adecuaciones curriculares necesarias en la formación profesional, actualizar y hacer más efectiva la actuación profesional en los nuevos sociopolíticos. Al respecto, la ponencia a fin de contextos que se presenta a continuación , intenta contribuir a la reflexión y el sentido indicado. Objetivos: 1. Contribuir a la necesaria y urgente reflexión sobre el rol del trabajo social latinoamericano en el actual contexto sociopolítico de la región. 2. Aportar en el establecimiento de los desafíos que se le presentan a la formación profesional en el actual contexto Desarrollo. El trabajo social como profesión ha tenido una trayectoria ligada históricamente a la llamada cuestión social, concepto acuñado y universalizado originalmente en el mundo occidental como una manera de nombrar situaciones sociales complejas derivadas del desarrollo del capitalismo industrial en la Europa del siglo XVIII y, que a decir de Castel (1995) , ha ido experimentando metamorfosis en los distintos periodos históricos. La cuestión social ha sido entendida como aquellas tensiones generadas en la sociedad por las contradicciones en las relaciones capital-trabajo y que se manifiestan en la vida cotidiana de los sujetos , afectando su calidad de vida y las condiciones de reproducción social. Su instalación y legitimación en la esfera pública, como problemas sociales, ha ameritado la respuesta estatal en la forma de regulaciones y de un accionar social sustentado en un consenso social en coerción y control social en otros , algunos períodos históricos, y/ o en la siendo esta una característica constitutiva de un 2 Estado que se instala en el marco de un sistema de relaciones sociales marcado por la desigualdad, propia de la forma de organización de dicho sistema. De esta manera entonces, el campo problemático para la intervención del trabajo social, se ha ubicado en las condiciones en las cuales se expresa la cuestión social en cada periodo histórico. Como diría la trabajadora social argentina, Susana Cazzaniga ( 1997 ), el espacio del trabajo social se inscribe en el ámbito de los obstáculos materiales y simbólicos que presentan los sujetos para la producción y reproducción de sus condiciones individuales y sociales y que se expresa en los llamados problemas sociales.. En este contexto, la intervención social se enmarca en las reglas del juego establecidas por el Estado para el tratamiento de la cuestión social , teniendo como función la implementación de acciones de asistencia y reparación social . Dentro de esta perspectiva, el trabajo social, se institucionaliza como disciplina y profesión a partir del momento en que el Estado moderno asume e implementa una respuesta organizada frente a la cuestión social , ubicándose en un rol mediador entre los llamados problemas sociales y los recursos del Estado, rol que estuvo impregnado en sus inicios por la influencia de prácticas caritativas de inspiración religiosa, propias del período pre industrial, adoptando posteriormente a partir de su profesionalización, una mirada científica de marcada influencia positivista, que deriva en una intervención pragmática a partir del estudio, categorización y clasificación de los problemas sociales. La acción del trabajo social bajo la influencia del positivismo, ha sido así establecida y abordada , a partir del reconocimiento de disfunciones sociales, como expresiones de desviaciones en relación a la establecido por el marco normativo y cultural vigente, identificadas estas disfunciones tanto en los comportamientos de los sujetos y grupos, como en las condiciones sociales en las cuales estos se desenvuelven , enfrentadas mediante respuestas, correctivas a estas “disfuncionalidades” expresadas en la intervención social. La orientación y alcance de tal respuesta , asume coherentemente un carácter asistencial propio de la acción social del Estado instalada a partir del reconocimiento que en este se hace, de las desigualdades como problemas sociales, vistos estos como solucionables por una acción social que no afecta la organización del sistema en su conjunto. 3 De esta forma, la profesión se dotó de un cuerpo de teorías y enfoques desde las ciencias sociales coherentes con esta visión de sociedad, traduciéndose en un ejercicio profesional funcional al rol del Estado. El carácter concentrador y excluyente del modelo económico actual producto de la nueva división de los territorios por funciones productivas a partir de los intereses del mercado transnacional, genera inequidades profundas, particularmente en los países que en esta división de funciones, quedan en el rol de productores de materias primas, las que se producen como producto de la concentración del capital sólo en aquellos espacios geográficos y sociales aptos y competitivos para el mercado , en los cuales se genera la acumulación reproductora del capital. Dicha condición produce graves distorsiones en la estructura productiva y ocupacional de estos paises, en tanto se genera crecimiento del capital sin empleo extensivo, condenando a un segmento mayoritario de la fuerza de trabajo al desempleo y a una inserción laboral en condiciones de precariedad en cuanto a la estabilidad del empleo y el salario. La situación anterior, se vuelve más vulnerable ante la inexistencia de los mecanismos de protección social del Estado que en otros periodos históricos, permitían amortiguar los efectos de la modernización en la población trabajadora y que hoy están diseñados y restringidos en su cantidad y calidad exclusivamente, para el sector identificado como de extrema pobreza dentro del rol subsidiario que ha asumido el Estado en el marco de la economía de mercado. El resultado, son los procesos de empobrecimiento ,y desigualdad social de la población, pero por sobretodo, la precariedad en los procesos de integración social, que vuelve vulnerable la existencia de todo aquel sector de población, que queda sujeto a sus propias capacidades de inserción y acceso a los bienes y servicios disponibles en el mercado, alterando su dinámica de vida, su conciencia de si mismo y de su entorno, desprendidos del anclaje necesario en la construcción de la subjetividad de los individuos con los debidos impactos en las relaciones sociales. En la esfera de lo sociocultural, el gran desarrollo de las tecnología de las comunicaciones, ha producido una masificación global de los medios de comunicación audiovisuales, que genera un proceso intensivo de transnacionalización de la información , pero con una clara hegemonízación cultural de los grandes centros mundiales, cuyos 4 modelos culturales tienden a generalizarse a todos , tanto a los integrados, como a los excluídos , favoreciendo una integración cultural virtual o simbólica , que contrasta sin embargo con la capacidad de concreción material, para amplios sectores de población, debido a sus condiciones de precariedad socioeconómica en la que desarrollan su existencia. (Sunkel 1999). Este aumento de la influencia de los medios audiovisuales en la formación de los sujetos, va aparejado con el debilitamiento de los mecanismos socializadores normativos tradicionales del comportamiento, propios de la sociedad industrial, como la familia y el Estado a través del sistema educativo, que permitían mantener ciertos grados de cohesión social , fortaleciéndose en la actualidad, los procesos de sobreindividuación, que exacerbados por las lógicas competitivas de funcionamiento del sistema, se transforman cada vez más en comportamientos individualistas, De esta forma, el mercado pasa a ser regulador, no sólo de las relaciones económicas, sino también de las relaciones sociales, reorganizando la vida social en el tiempo y en el espacio, produciendo un desmembramiento del individuo de sus referentes colectivos y comunitarios, acrecentándose por lo tanto los procesos de individuación señalados . Esta situación va conformando un tipo de sujeto de personalidad cada vez mas frágil y vulnerable, que repercute con mayor fuerza en la juventud, debido precisamente a que es esta categoría social la que queda más desprovista de referentes y anclaje social. La familia nuclear también ve alterada su estructura y su funcionamiento. La incorporación de la mujer a la capacitación y al mercado laboral, modifica en forma sensible el equilibrio y las características de los procesos de socialización de los hijos. Se modifican los roles del hombre y la mujer, de la maternidad, de la paternidad y de la sexualidad , alterándose el modelo de funcionamiento familiar. “La debilidad actual de la familia radica en las dificultades para gestionar sin desintegrarse, los desafíos de la incorporación de la mujer al trabajo, de la creciente individuación de las preferencias y estilos comunicativos de los hijos y de las exigencias económicas para la integración. ( O N.U, 1998 ) 5 En síntesis, los procesos de modernización neoliberal globalizados, están transformando radicalmente los espacios, carácter y contenidos de las relaciones sociales, debilitándose los mecanismos naturales de protección, de seguridad y pertenencia de los individuos, con el consecuente impacto en la calidad de vida y el bienestar psicosocial de la población. Como reemplazo, de la sociabilidad natural, la era pos moderna instala las redes sociales, creadas bajo moldes institucionales de interacción y regidas por la lógica de la productividad, la eficiencia, la racionalidad y la movilidad. Su componente pragmático e instrumental, si bien satisface necesidades importantes, no logra proporcionar la estabilidad, seguridad e identidad que se encontraba en las matrices de raigambre comunitarias. Al mismo tiempo que se van transformando los escenarios espaciales de las relaciones sociales, distanciándose de lo local, los procesos globalizadores permiten acercar lo global, construyéndose autoidentidades localizadas territorialmente que asumen los comportamientos de sociedades de la esfera global. La realidad globalizada se nos presenta hoy día con un orden económico estructurado a nivel planetario y una estructura social diseminada en los espacios locales, ambas se organizan y reproducen en distintas dimensiones., modificándose el sentido del tiempo y espacio reales y simbólicos. La autoconciencia y la conciencia del otro se ven alteradas por la alteración que a su vez sufren los espacios de construcción de las relaciones sociales y del sujeto social. Todo esto hace presente una realidad con mayores niveles de complejidad, al reconfigurarse la relación entre lo económico y lo social con la mundializándose de la economía y microlocalizáción de lo social. “La separación entre el campo social y económico se manifiesta de diferentes maneras, mientras lo social se convierte en un fenómeno local y se territorializa, la economía se desterritorializa y se globaliza” (Hamzaoui, 2005) Así, inversamente al compromiso alcanzado después de la segunda guerra mundial entre lo social, lo político y lo económico que conllevó a un fortalecimiento del rol del Estado en la asignación de recursos , en las relaciones capital.-trabajo y en el aseguramiento social del trabajo, hoy, el neoliberalismo los disocia bajo un cuestionamiento a la eficacia de lo social en la regulación de la sociedad .De esta forma, disociado de lo económico, lo 6 social forma cada vez más parte de una lógica de regulación microlocal bajo la autoridad y control de los Municipios para tratar sólo social y residualmente los problemas sociales generados por el desempleo, la precarización laboral y la exclusión, en el marco de políticas extremadamente focalizadas y asistenciales. En el otro carril y en una dimensión globalizada, la economía de mercado bajo la libre competencia, se reproduce ,empleando mano de obra altamente calificada y especializada con uso intensivo de tecnología, ajustada a la lógica de la flexibilización y movilidad del capital y el trabajo. (Ibid, 2005) Por otra parte, esta alteración en la relación entre la economía la política y lo social, altera también la relación entre lo público y lo privado, Mientras el ámbito de lo privado se redimensiona alcanzando extensión global, lo público se reduce y subordina al interés privado. Así tenemos que los Estados en su carácter subsidiario, minimizan su accionar directo en lo social, privatizando gran parte de las funciones sociales relacionadas al mantenimiento de la calidad de vida de la población, mientras maximizan su accionar coercitivo en el control social para la protección y seguridad del sistema. El traspaso creciente de la función social de carácter público, como la satisfacción de las necesidades fundamentales de la población a instituciones privadas, mediante reglamentaciones, es un fenómeno que está ocurriendo con distintos ritmos en todos los países de la región, lo que instala de modo creciente, un cambio en el enfoque de lo social, el que retoma con esta privatización ,una orientación filantrópica, asistencialista , con el consecuente desdibujamiento y distanciamiento del valor de lo social asociado a derechos. En otras palabras, lo social, no solamente pierde su dimensionamiento nacional, al territorializarse, diversificarse y focalizarse en lo microlocal, sino al privatizarse vía reglamentación institucional como acción pública privada, legitima la pérdida de su valor como derecho social. En síntesis podemos decir que la expresión actual de la cuestión social, o la nueva cuestión social de la que habla Rosanvallon (1995), se localiza en las consecuencias que genera la transformación productiva y ocupacional, producto del nuevo ordenamiento económico mundial de corte neoliberal, la consecuente crisis del Estado Nación, que trae 7 aparejada , el debilitamiento de los sistemas de protección social y la degradación de la condición salarial, para grandes sectores de población ( Castel 1995). En este nuevo escenario, la vulnerabilidad no alcanza solamente a los “ olvidados históricos “ del sistema económico , sino a una parte importante de la población activa, inserta laboralmente, la que sujeta a la flexibilización modernizadora, ve deteriorada sus condiciones de reproducción social . En el marco de la flexibilización laboral, se crea un abanico cada vez más amplio de categorías laborales, por tipo de contratos y tipos de jornadas, que desestabilizan las condiciones de vida de poblaciones mayoritarias. De esta forma, esta amplia gama de realidades sociales generadas a partir de los distintos grados y calidad de la inserción laboral, hace desplazarse la cuestión social a otras esferas y ámbitos de conflictividad, expresándose en la forma de variados problemas sociales en los espacios territoriales. Ante esta territorialización y diversificación del problema social, se configura también una acción social territorializada y fragmentada, lo que ha acortado, reducido y fragmentado a su vez la construcción de relatos de lo social. La realidad social se nos presenta acotada a lo local y diseminada en múltiples microrealidades diversas, lo que conlleva una necesaria resignificación de los social en esta nueva relación con el espacio y con la economía. La acción pública orientada a los gobiernos, desde las recomendaciones de los organismos internacionales, soslayando las determinaciones económicas y sociales que están a la base de estos procesos sociohistóricos, desigualdades a partir de diferencias imputables a las redefine el tratamiento de las características particulares de los individuos y grupos. Estos se categorizan a partir de sus incapacidades individuales para alcanzar condiciones de sobrevivencia por si mismos y son segmentados por condición natural, como, edad, sexo, origen étnico, discapacidad física o psíquica para hacerse acreedor de la condición de beneficiarios de las políticas, programas sociales, subvenciones o pensiones asistenciales. En este sentido y tras la premisa neoliberal, la política pública en materia social se traslada de la corrección o reparación de desigualdades sufrida por grupos sociales, a un 8 tratamiento social individualizado, de la pobreza y de la exclusión social en el marco del modelo territorial de gestión. “Estamos ante medidas que ya no quieren inadaptaciones” , sino “corregir” que están orientadas a las desigualdaes y las “ gestionar las diferencias y las especificidades “ (Autes 1999, citado por Hamzaoui 2005:181) Esta acción pública territorializada en torno a un social local diferenciado , instala nuevos cánones de intervención social basados en el instrumental técnico de la gerencia social, centrándose en la población más vulnerable, previamente categorizada y seleccionada en esta condición con instrumentos de diagnóstico individual , conteniendo biografía, condiciones de habiltabilidad, trayectoria de inserción o institucionalización y por sobre todo su territorialización. Este modelo de gestión social activa la ayuda disponible a partir de la acreditación de pobreza que reflejan los antecedentes de los individuos catastrados. El segundo componente en este modelo de gestión, es la responsabilización individual, atribuida al individuo en el logro de su inserción, quedando esta relación plasmada en una suerte de contrato donde queda institucionalizado el carácter de beneficiario de la ayuda social. El tercer elemento, es que esto se hace a través de la llamada externalización, que es la delegación creciente que el Estado está haciendo en instituciones privadas para que administren estos beneficios. Estas nuevas políticas basadas en la premisa “ a condiciones “desiguales , tratamientos desiguales” ( Hamzaoui, 2005), se combinan además esfuerzos por promover la asociatividad microempresarial o la asociatividad solamente como condición para acceder a fondos estatales vía proyectos de variado tipo , orientados a abordar problemas de vivienda, adicciones, violencia o seguridad ciudadana, , intentando articular los recursos públicos , privados y comunitarios a nivel territorial . La idea que subyace a esta lógica, es que la precarización y la exclusión, pueden reabsorberse en el nivel local, mediante estas acciones transversales e intersectoriales a través de múltiples proyectos de bajo costo y de carácter transitorio. Las herramientas técnicas utilizadas, son las propias de la gestión territorial, la planificación estratégica, la mediación y la animación sociocultural . 9 La característica asistencialista , paliativa , transitoria , externalizada y extremadamente focalizada con que se enfrenta la vulnerabilidad social, no sólo no impacta en la redistribución del ingreso, sino ha venido mas bien, en países tan desiguales social y espacialmente como el caso de Chile, a legitimar las desigualdades y a profundizar las diferencias entre las personas solventes, o insolventes, o válidas o no válidas como se solía denominar en las sociedades pre capitalistas, involucrando a los ciudadanos en la gestión de sus propias dificultades, tras la mantención de su sobrevivencia en el sistema . Toda la llamada gestión territorializada desde esta lógica, lejos de contribuir a recomponer o generar vínculos sociales a partir de la heterogeneidad y diversidad de personas, grupos y situaciones, redes de solidaridades locales o a ampliar los espacios de ejercicio ciudadano, más bien ha tendido a reproducir y en algunos casos a profundizar la desigualdad y la estigmatización social de los sectores de población más desventajados socialmente y a acentuar las diferencias intraterritorio, debido a la extrema focalización y competitividad en el acceso a los escasos beneficios y a los tratamientos diferenciados. Todo lo anterior plantea entonces nuevos desafíos teóricos- metodológicos y éticos, no sólo al Trabajo Social, como profesión, sino a las Ciencias Sociales en su conjunto. Por lo pronto en las Ciencias sociales, el paradigma de conocimiento segmentado por disciplinas y en el marco de lo social-categorial y sectorial, ya no es útil, para entender las dinámicas de la dimensión local-global, y el “social local” que aparece en el marco de la territorialización de la cuestión social contemporánea. En estas transformaciones del sentido, dimensión y ámbito de lo social, el trabajo social , al ser una profesión construida como tal a través del desarrollo de la función social del Estado , necesita ser resignificada y esta resignificación requiere también necesariamente analizar la profesión desde una perspectiva histórica crítica, que es en parte lo que se está haciendo en algunos núcleos profesionales ligados a universidades y organizaciones gremiales de nuestro continente y Europa y lo que tratamos de hacer en espacios de reflexión como éste. Los escenarios ocupacionales abiertos para el trabajo social a partir de los procesos de reforma neoliberal en el ámbito del Estado y su relación con la sociedad civil en el nuevo 10 marco de la relación público-privado, modifican sustancialmente el espacio de actuación de la profesión y presentan nuevos y variados desafíos políticos, teóricos, éticos y metodológicos. Uno de los primeros, surge de la dimensión política –ética del trabajo social cuya connotación la adquiere desde su génesis histórica, en tanto su actuación ha estado estrechamente articulada con las relaciones de poder, expresadas en las contradicciones capital-trabajo. Dicha dimensión ha ubicado al trabajo social en la reproducción de condiciones sociales y materiales de vida de la población, mayoritariamente a partir del quehacer del Estado de acuerdo a los distintos énfasis sociales puesto por este en su accionar. Esta función ubicó a la profesión desde fuera de la realidad social, actuando en ésta de acuerdo a lo pre escrito y predeterminado en el abordaje del problema social por parte del Estado, aplicando su bagage metodológico de caso, grupo y comunidad, desde una posición con cierto nivel de estandarización de respuesta y desde un marco de legitimación social, más o menos homogéneo. Hoy, la profesión es parte de las leyes liberales que rigen el mercado laboral y como tal está sujeta a las condiciones de terciarización y precarización que afecta a la mayoría de la población. La descentralización, focalización y diversificación de las politicas y programas sociales , encuentra a la profesión proyectos ejecutados por los municipios en los ámbitos locales , inserta o instituciones de la sociedad civil, en estas últimas reguladas por el Estado en el marco de la externalización, desarrollando una acción social funcional , de corto plazo y marcadamente asistencialista. La transitoriedad común a ambos ámbitos, privado y público, le otorga un carácter netamente funcional y pragmático a la acción profesional. Como lo señala muy acertadamente Marilda Lamamoto ( 2003) el trabajo social hoy como nunca, se vuelve parte constitutiva consecuencias., al de las contradicciones del modelo y sus vivir como profesión directamente las consecuencias de la precarización laboral , lo que condiciona no sólo su accionar, sino también subjetividad profesional y su visión de sociedad. su Las condiciones de transitoriedad laboral, los escasos recursos para la acción social, que deben ser negociados periodo a período, la inmediatez del accionar, y un espacio profesional indiferenciado de alta 11 competitividad por las competencias con otros profesionales, etc , lo hacen altamente vulnerable y proclive a enfrentar mayores y variados dilemas éticos . Por otra parte, y desde la dimensión teórica – metodológica, la localización de las políticas sociales , conlleva por una parte una mayor vinculación recurso – necesidad, pero la restricción al gasto social que imponen la mantención de indicadores macroecómicos , exigidos por las reglas económicas globales , exigen una cada vez mayor focalización y diseminación de los recursos que se distribuyen en una diversidad de programas de reducidas cobertura y proyección temporal , haciendo de la intervención una acción transitoria , de reducido alcance y relevancia en las condiciones de vida de la población. En este tipo de intervención social transitoria, la especificidad disciplinaria queda subordinada a las competencias técnicas y habilidades y destrezas de los profesionales que se obtienen en cursos de especialización o post títulos, diversificándose el recurso humano e indiferenciándose las funciones. Si bien los equipos adquieren una composición interdisciplinaria, las funciones se diferencian más por competencias que por las disciplinas. De esta manera, el espacio exclusivo que tuvo el trabajo social en anteriores períodos históricos en los distintos ámbitos de acción, hoy al resignificarse lo social y la acción social, desaparece como tal, apareciendo otro espacio que puede ser compartido con otras profesiones, lo que tiene implicancias, teóricas y metodológicas, además de la éticapolítica que le demanda la cuestión social contemporánea. De esta manera, no sólo se transforma su relación con el Estado al transformarse este, ni su relación con los sujetos, al transformarse estos y sus condiciones de existencia, sino con esto se transforma su espacio de actuación, su posicionamiento profesional y su bagage teórico metodológico que sustenta y posibilita su accionar. Los desafíos del trabajo social abiertos por las transformaciones en el rol del Estado, producto de los procesos modernizadores neoliberales, se entrecruzan con la crítica histórica a la profesión en el periodo del Estado Providencia y con la complejidad que adquiere la comprensión de la realidad actual. Hoy al quedar el trabajo social desprovisto por obsolescencia, del bagage teórico prestado de las ciencias sociales positivistas y ante un desdibujamiento de su especificidad, sumado a la complejización de la sociedad 12 actual, está compelido al igual que las otras disciplinas de las ciencias sociales, a encontrar su propio campo del conocimiento , a través del desentrañamiento de la cuestión social contemporánea, ( Iglesias M, ( 2003) Aquin ( 2004) N, Lamamoto( 2003). El uso de la palabra “desentrañar” , vuelve a ser usado esta vez dado lo acertado del término , porque desentrañar no es sólo investigar y analizar, sino indagar en lo oculto para develar, las contradicciones de lo global-local, de lo público y privado , de las relaciones sociales intraclases e intraterritorio, en la subjetividad del ser mujer, niño, adolescente, adulto, entre consecuencias cotidianas de lo femenino-masculino, en las manifestaciones y la precariedad laboral y su relación con los problemas sociales, las formas asociativas que hoy surgen con un variadas facetas, los liderazgos locales . Todo analizado desde la realidad cotidiana de los sujetos, para captar la esencia de las contradicciones y de los cambios ocurridos a partir de las vivencias de los sujetos. El trabajo social dado su cercanía con la cotidianeidad de los hechos sociales, puede aportar nuevos conocimientos a las Ciencias Sociales. Tanto el uso de las herramientas de la investigación, como de la sistematización, acompañada de la debida reflexibilidad, pasan a ser hoy indispensable en el ejercicio profesional y en el desarrollo de la capacidad de incidencia en la respuesta pública. Por otra parte el trabajo social debe contribuir con su pensamiento crítico sustentado en el nuevo conocimiento , a que la acción pública transforme la orientación de los actuales modelos de gestión territorial, de mera herramientas de control social y gestión de las desigualdades, a políticas territoriales universales con amplia participación comunitaria a partir de un reconocimiento de las mismas como derechos sociales. A través de la acción comunitaria , promover , apoyar y asesorar en la constitución de espacios de acción y control ciudadano, donde se informe, se analice la política pública y sus condicionantes , se expresen demandas , se construyen propuestas, se diseñen y evalúen proyectos , reactivando las herramientas de la acción colectiva comunitaria. En esta acción colectiva se reconstruyen confianzas, se potencian capacidades y autoestimas individuales y colectivas produciendo sinergias naturales, no instrumentales, en la perspectiva de articular adecuada y dialécticamente el interés individual y colectivo, 13 a partir de la construcción de identidad social y vínculos solidarios que permitan articular la diversidad tras intereses comunes. Sólo una sociedad civil articulada, informada y potenciada en el reconocimiento y exigibilidad de sus derechos puede desarrollar procesos de autonomía y ciudadanía activa y colectiva. En una política social territorializada, como la que hoy existe se pueden abrir espacios para la participación del trabajo social en el diseño o rediseño de las políticas sociales a favor de una universalización de su alcance y calidad en aquellos territorios más afectados por la pobreza y exclusión. Por otra parte, el trabajo social dotado de nuevos conocimientos producto de la indagación, análisis y reelaboración continua de la realidad global-local , tendrá más herramientas para la elaboración teórica y la innovación metodológica que le permitirá abrirse un espacio en el escenario extremadamente complejo que se le presenta. La comprensión de la complejidad desde una dimensión de totalidad, tanto global, como local, requiere de la articulación de miradas comprensivas transdisciplinares, interdisciplinares y disciplinares, para lo cual el trabajo social deberá reconocerse asi mismo en las nuevas condiciones, rearmarse teórica y metodológicamente a la luz de los nuevos conocimientos extraídos y reelaborados y reposicionarse en las ciencias sociales, reubicando sus espacios de existencia y actuación. Por último, reconocer en el ejercicio teórico y práctico de la profesión, su carácter ético-político presente siempre en la acción social , particularmente en contextos de profundas desigualdades de oportunidades y condiciones de satisfacción de necesidades y ejercicio ciudadano, no sólo del sujeto histórico del trabajo social , sino de un sujeto diverso , móvil en su ubicación social , producto de la precariedad generada por la flexibilización laboral. Conclusiones: Reconocer los desafíos en el sentido planteado, hace necesario establecer ciertas coordenadas básicas en la formación profesional del trabajo social, tomando en cuenta 14 sus dimensiones teóricas y prácticas. Situarse históricamente en la contemporaneidad de los procesos económico y sociales actuales, implica abrirse a la indagación y comprensión de los cambios estructurales y de los sujetos como parte de estos , dando curso a la necesaria vinculación , entre transformaciones históricas y nuevos conocimientos, lo que requiere de la revisión crítica de los antiguos paradigmas interpretativos clásicos , del estudio analítico de los más recientes y por sobre todo, del desarrollo de nuevos paradigmas comprehensivos. Lo anterior le plantea a la docencia, el desafío de abandonar las prácticas reproductoras de teorías ya aprendidas ,utilizadas en contextos históricos anteriores, a la aprehensión de una lógica constructora de explicaciones para este nuevo periodo histórico que vivimos. Pero este desafío de construcción teórica , plantea a su vez, un desafío de tipo práctico , cual es el de esclarecimiento del campo y objeto de conocimiento y actuación del trabajo social profesional en las actuales condiciones sociohistóricas , el que de haber estado configurado a partir del rol social del Estado en periodos anteriores, hoy debe buscarse en el develamiento de las actuales formas de organización productiva y del trabajo, cuyas transformaciones han modificado los escenarios de las relaciones y de expresión de los conflictos sociales, lo que determina las particularidades que adquiere hoy la relación individuo, Estado y sociedad. Desde esta perspectiva, se requiere de escuelas de trabajo social actualizadas en el estudio de las transformaciones societales globales y locales, que articule adecuadamente en las mallas curriculares , la formación teórica, ética y práctica, con metodologías activadoras de capacidades indagativas, reflexivas y de razonamiento crítico y con una actitud innovativa y propositiva . El grado de complejidad que adquieren hoy los actuales escenarios de actuación profesional, nos plantean, como se decía, no sólo al trabajo social, sino a las Ciencias Sociales en general, la necesidad de ampliar y crear nuevos paradigmas de conocimiento sujeto en sociedad ,como todo y parte de una , con teorías comprensivas del totalidad interdependiente, así como nuevos modelos de intervención, que superen la atomización y parcelación disciplinar y apunten a intervenciones holísticas , Inter y transdisciplinarias, actuando simultáneamente, en las dimensiones individuales y colectivas del sujeto y en los contextos y dimensiones donde este se desenvuelve. 15 Bibliografía : Castel R. ( 1997) La Metamorfosis de la Cuestión Social. Edit PAIDOS . Buenos Aires. Cazzaniga S( 1997) Metodología: El abordaje desde la Singularidad . Apuntes de cátedra,Universidad Nacional de Entre Ríos. Facultad de Trabajo Social . Argentina Hamzaoui M ( 2005) El trabajo Social Territorializado. EdiT. Nau Llibres Universitat de València Lamamoto M( 2003) El servicio Social en la Contemporaneidad. Cortez Editora , Sao Paulo. PNUD ( 1998) Rosanvallon P. (1995) Rozas M. ( 2004) Informe de Desarrollo Humano La Nueva Cuestión Social. Ed. Manantial. Buenos Aires La Intervención Profesional en la relación con la Cuestión Social . Edit Espacio Argentina Sunkel O. (1995) La sostenibilidad del Desarrollo Vigente en A. Latina . En “América Latina en el Siglo XX”, Fondo de Cultura Económica . México 16