Tribunal Constitucional del Perú

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Tribunal Constitucional del Perú
Sentencias relevantes sobre el derecho a la vida
César Landa +
La Constitución del Perú de 1993 establece en su artículo 1° que la defensa de la
persona humana y el respeto de su dignidad es el fin supremo de la sociedad y del
Estado; sobre la base del mismo, la norma suprema ha consagrado el derecho a la vida
en un sentido estricto, en la medida que el concebido es sujeto de derecho en todo
cuanto le favorece (Art. 2°-1) y; el derecho a la paternidad y maternidad responsable
(Art. 6). En un sentido amplio, el derecho a la vida se protege a través del derecho a la
salud Art. 7°), un ambiente equilibrado y adecuado al desarrollo de la calidad de la
vida (Art. 2|, inciso 22), de las relaciones laborales que no limiten los derechos
constitucionales, ni rebajen la dignidad del trabajador; así como, por el contrario, la
Constitución consagra la pena de muerte para casos de delitos de traición a la patria y de
terrorismo. (Art. 173°) incorporada por el Gobierno de Fujimori. Desde este conjunto
de derechos fundamentales es que se realiza un breve recuento de los casos más
resaltantes sobre el derecho a la vida, en un sentido estricto y amplio.
•
Uno de los primeros casos que se presentó sobre la materia ante la justicia
constitucional fue la acción de inconstitucionalidad interpuesta contra la Ley Nº
26530, aquélla que permitió la esterilización -en muchos casos involuntaria- de
miles de personas (fundamentalmente indígenas) durante el gobierno de
Fujimori. Sobre el particular, el Tribunal Constitucional, mediante la sentencia
recaída en el Expediente Nº 00014-1996-PI/TC del 31 de mayo de 1997, indicó
que la esterilización quirúrgica no podía considerarse como un método de
planificación familiar, puesto que se trataba de un procedimiento que privaba a
las personas de la capacidad de procrear y, en consecuencia, de la de programar
y/o espaciar los nacimientos. Así también, el Tribunal aseveró que la ley
impugnada no autorizaba la realización de la esterilización quirúrgica; puesto
que, al no regularla de manera expresa, debía entenderse que seguía vigente el
texto anterior que la prohibía como método para el control de la natalidad.
•
En el año 2004, el Tribunal Constitucional emitió la STC Nº 2945-2003-PA, en
la que se ordenaba que el Ministerio de Salud del Perú incluyera, en el grupo de
pacientes que recibirían tratamiento integral por haber contraído el VIH/SIDA, a
una madre de familia que había solicitado dicho tratamiento por más de seis
años, desde la fecha en que se le diagnosticó tal enfermedad (1996).
Al respecto, el Tribunal verificó que, a pesar de la gravedad de la situación de la
demandante (su vida corría peligro porque se le detectó adicionalmente un
cáncer a la tiroides, entre otras dolencias), el Ministerio de Salud se negaba a
atenderla por considerar que no se trataba de a una madre gestante o niños
nacidos de una madre infectada, de acuerdo a lo previsto el artículo 10° del
Reglamento de la Ley N.° 26626.
+
Ex Presidente del Tribunal Constitucional del Perú. Profesor de Derecho Constitucional en la Pontificia
Universidad Católica del Perú y en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos.
De allí que, para sustentar su fallo, el Tribunal indicó que debido a la relación
inseparable que existe entre el derecho fundamental a la salud y a la vida (ya que
la presencia de una enfermedad o patología puede conducir a la muerte o
desmejorar la calidad de la vida), resultaba necesario emprender las acciones
encaminadas a instrumentalizar las medidas dirigidas a proteger la vida. Esto
último se viabilizaría a través de un tratamiento orientado a atacar las
manifestaciones de cualquier enfermedad para impedir su desarrollo o, en todo
caso, morigerar sus efectos; para lo cual, se debería facilitar, en la medida de lo
posible, los medios que al enfermo le permitiesen desenvolver su propia
personalidad dentro de su medio social.
En esa línea, el Tribunal sostuvo que la máxima constitucional prevista en el
artículo 1° de la Constitución Política del Perú, que señala que la defensa de la
persona humana y el respeto de su dignidad son el fin supremo de la sociedad y
el Estado, supone la vigencia irrestricta del derecho a la vida, pues este derecho
constituye su proyección; resulta el de mayor connotación y se erige en el
presupuesto ontológico para el goce de los demás derechos, ya que el ejercicio
de cualquier derecho, prerrogativa, facultad o poder no tiene sentido o deviene
inútil ante la inexistencia de vida física de un titular al cual puedan serle
reconocidos.
No obstante lo anterior, el Tribunal precisó que la exigencia judicial de un
derecho social, como lo es el derecho a la salud, al margen de su vinculación o
afectación con otros derechos, dependerá de factores como la gravedad del caso
y la disponibilidad presupuestal del Estado.
•
A su vez, otro pronunciamiento que de manera indirecta analizó este derecho, es
el correspondiente a la sentencia recaída en el Expediente N° 4635-2004-PA/TC,
publicada el 29 de abril del 2006, en la que el Tribunal resolvió un conflicto
constitucional al que era transversal una seria amenaza al derecho a la vida de
los trabajadores mineros.
Dicho caso fue el promovido por los integrantes del Sindicato de Trabajadores
de Toquepala, que solicitaban el cese de las prolongadas jornadas laborales
obligatorias de doce horas diarias de trabajo durante cuatro días seguidos por
tres días de descanso; y, que en algunos casos, tales jornadas se extendían a
cinco días seguidos de trabajo de doce horas diarias y dos días de descanso.
El referido petitorio fue amparado por el Tribunal Constitucional por considerar
que tal situación afectaba una serie de derechos fundamentales, tales como: el
derecho a las ocho horas diarias de trabajo, el derecho al descanso y al disfrute
del tiempo libre, el derecho a la salud y, además, se ponía en riesgo la propia
vida de los trabajadores mineros. Debe señalarse también que dichos
trabajadores estaban expuestos a este tipo de actividades por prolongadas horas y
en pésimas condiciones de trabajo (trabajo en altura, jornada de 12 horas,
considerable trabajo físico, insuficiente descanso diario, dieta alimenticia
deficiente, exposición permanente a sustancias tóxicas cuyos polvos minerales
se acumulan en los pulmones, etc.), como fue constatado por el Equipo Técnico
Multidisciplinario para los Países Andinos de la Oficina Internacional del
Trabajo (OIT).
Por tales consideraciones, el Tribunal fue enfático al sostener que, de no ponerse
fin a este tipo de jornadas para los trabajadores mineros, se incurriría en una
situación especialmente incompatible con la obligación constitucional de todos –
Estado, Empresas y personas- de defender y promover el derecho fundamental a
la vida, reconocido en el artículo 2º inciso 1º de la Constitución.
•
Otro caso de similar envergadura analizado por el Tribunal Constitucional fue el
relativo a la sentencia recaída en el Expediente Nº 2002-2006-PC/TC, publicado
el 27 de junio de 2006. Aquí la máxima instancia constitucional se pronunció
sobre la contaminación por plomo en la sangre de los pobladores de la Oroya,
como consecuencia de las emisiones realizadas por la empresa Doe Run
Company.
En efecto, tras comprobar que los altos índices de plomo afectaban el derecho a
la salud y el derecho a la vida (dimensión biológica y material) de sus habitantes
y verificar que el Ministerio de Salud, en su condición de ente rector de Salud,
por más de 7 años, no había realizado acciones pertinentes para solucionar la
grave situación existente en esta ciudad, el Tribunal declaró fundada la demanda
de cumplimiento interpuesta; y, en consecuencia, ordenó, entre otras cosas, que
dicha entidad, en el plazo de treinta (30) días, implementara un sistema de
emergencia para atender la salud de la personas contaminadas por plomo en la
ciudad de La Oroya. En ese sentido, se debía priorizar la atención médica
especializada de niños y mujeres gestantes, a efectos de su inmediata
recuperación.
Asimismo, el Tribunal agregó que el principio de desarrollo sostenible o
sustentable constituía una pauta basilar para que la gestión humana sea capaz de
generar mejores condiciones de vida en beneficio de la población actual, siempre
que se mantuviese la potencialidad del ambiente para satisfacer las necesidades y
las aspiraciones de vida de las generaciones futuras. Por tal razón, el Tribunal
también refirió que la utilización de los bienes ambientales para el consumo no
debían “financiarse” a costa de “deudas” sociales para el porvenir.
•
Las políticas públicas que permitieron la distribución gratuita y el uso del
Anticonceptivo Oral de Emergencia –coloquialmente conocido como píldora del
día siguiente- inicialmente fueron apoyadas por el Tribunal Constitucional. Tal
posición se desprende de la sentencia recaída en el expediente 7435-2006PA/TC, del 20 de noviembre de 2006, en la que dicho Tribunal, después de
verificar que el Estado no había cumplido con las disposiciones contenidas en
resoluciones ministeriales que ordenaban aquella distribución, ordenó que el
Ministerio competente no continuara incurriendo en omisiones de este tipo; y, en
consecuencia, cumpliera con informar y distribuir en forma gratuita dicho
método anticonceptivo a la población en general .
Sin embargo, a partir de una nueva composición del Tribunal Constitucional, tal
posición se vio modificada tres años después, con la emisión de la sentencia
recaída en el expediente Nº 2005-2009-PA/TC. En esta causa, debido a que los
demandantes pidieron el cese de la distribución masiva y gratuita de la
denominada “píldora del día siguiente” por considerarla abortiva, la nueva
mayoría del Tribunal asumió como premisas la teoría de la fecundación y la
aplicación del principio precautorio (creado para la protección de la ecología y
del medio ambiente), por lo que estimó tal pedido. Dicho de otra manera, el
Tribunal consideró que no se había demostrado la inexistencia del efecto
abortivo que podría tener dicha píldora y que, en consecuencia, podría afectar
gravemente el derecho a la vida del concebido, de acuerdo con el artículo 2.1. de
la Constitución vigente.
•
Por otro lado, el Tribunal también se pronunció sobre aquellos casos en donde
estaba en peligro el derecho a la vida de las personas por traslados hospitalarios
inadecuados. Efectivamente, esta situación fue analizada en la sentencia recaída
en el expediente Nº 6057-2007-PHC/TC, publicada el 21 de febrero de 2008, en
la que se dispuso el reingreso de un paciente al Servicio de Cuidados Delicados
del pabellón 1B-Oeste del Hospital Guillermo Almenara Irigoyen, donde aquél
se encontraba antes de la disposición de su traslado a una clínica de apoyo que
no presentaba las condiciones y la infraestructura necesarias para resguardar su
vida.
Al contar con más de 90 años de edad y padecer de cáncer a la próstata,
insuficiencia cardiaca, colon irritable, anastomosis terminal, síndrome de
inmovilización, entre otras enfermedades que obligaban al favorecido a
alimentarse con una sonda nasoyuyenal y a respirar mediante una cánula
traqueal; en este caso especial, el Tribunal constató que se encontraban
comprometidos derechos de primer orden como el derecho a la vida, a la
integridad personal y a la salud. Por tal razón, el Tribunal Constitucional estimó
la demanda de hábeas corpus interpuesta y sostuvo, además, que la falta de
camas en dicho hospital no era una justificación válida para disponer el traslado
del recurrente a otro centro asistencial.
•
Posteriormente, el Tribunal indicó que las antenas y equipos de radio de la
empresa Nextel del Perú S.A, colocadas de manera extremadamente próxima a
diversas viviendas y sin la autorización municipal requerida, debían ser retiradas
a fin de evitar cualquier vulneración al derecho a la salud, a una calidad de la
vida digna y al derecho a gozar de un medio ambiente equilibrado de los
pobladores de dichas zonas; dado que todo ello era altamente probable en razón
de los efectos nocivos de la propagación de ondas electromagnéticas.
Este veredicto lo dio mediante la sentencia recaída en el expediente Nº 09642002-AA/TC, publicada el 30 de septiembre de 2003, donde además el Tribunal
precisó que un componente esencial para el pleno disfrute del derecho a la vida,
era el derecho a gozar de un medio ambiente equilibrado y adecuado. A partir de
la referencia a un medio ambiente “equilibrado”, sostuvo que su contenido se
refiere a las bases naturales de la vida y su calidad, lo que comprende, a su vez,
los componentes bióticos, como la flora y la fauna, y los abióticos, como el
agua, el aire o el subsuelo, los ecosistemas e , incluso, la ecósfera, esto es, la
sima de todos lo ecosistemas, que son las comunidades de especies que forman
un a red de interacciones de orden biológico, físico y químico(Fundamento
jurídico Nº 8).
•
Por otro lado, en vista de que la autorización del uso de la fuerza pudiera
implicar la facultad de restringir los derechos a la vida, a la integridad y a la
dignidad de la persona reconocidos en el artículo 2 de la Constitución y demás
tratados internacionales, el Tribunal Constitucional declaró inconstitucional el
segundo párrafo del artículo 7º de la Ley Nº 29166, que regulaba de manera
ambigua e imprecisa los supuestos que autorizaban el uso de la fuerza por parte
de las fuerzas armadas en zonas declaradas y no declaradas en estado de
emergencia.
Con la finalidad de evitar situaciones arbitrarias y daños irreparables como
consecuencia de la ambigua disposición, exhortó al Legislativo a formular una
nueva ley que regule el uso de la fuerza en las siguientes situaciones: i) La
condición de hostilidades en el marco del Derecho internacional Humanitario
aplicable a los conflictos armados; y ii) el uso de la fuerza en las situaciones
contempladas en el estado de emergencia, o situaciones de tensiones internas, en
la cual es aplicable el Derecho Internacional de los Derechos Humanos.
Asimismo, el Tribunal precisó que la nueva regulación deberá tener como base
los Principios que las Naciones Unidas ha señalado sobre este tema, los que son:
•
a)
El uso de la fuerza y de la fuerza letal por parte del personal militar se
sujetará a lo dispuesto en la Constitución y los tratados de Derechos
Humanos y Derecho Internacional Humanitario, según sea el caso.
b)
El uso de la fuerza y de la fuerza letal solamente se utilizará en
circunstancias excepcionales y como medida de último recurso con el fin
de disminuir el riesgo de daños innecesarios.
c)
El uso de la fuerza letal será empleado cuando sea estrictamente
inevitable y razonable para proteger el derecho a la vida u otro bien
jurídico fundamental.
d)
El personal militar deberá advertir, siempre que proceda, cuando se vaya
a hacer uso de la fuerza y de la fuerza letal.
e)
El uso de la fuerza no contemplará el empleo de armas de fuego y
municiones que puedan provocar lesiones no deseadas o signifiquen un
riesgo injustificado a terceros.
f)
La autoridad competente podrá abrir una investigación de oficio cuando
existan indicios razonables de que las medidas de fuerza empleadas no
cumplieron con las normas preestablecidas.
Finalmente, según el Tribunal Constitucional, no puede interrumpirse el
tratamiento médico de pacientes que presenten serios problemas de salud y que
pusieran en riesgo sus propias vidas, por presunciones de afiliaciones ilícitas al
servicio de salud, como tampoco es posible condicionar la continuidad de
tratamientos con previos depósitos de garantías.
Ésta fue la conclusión a la que llegó el Tribunal después de conocer el caso doña
Andrea Dongo Coronado, a través de la sentencia recaída en el Expediente N.°
7435-2006-PC/TC, publicada el 26 de noviembre del 2006. Al respecto, es
sabido que la demandante se encontraba acreditada e internada en EsSalud, ya
que padecía de insuficiencia crónica renal. Sin embargo, la entidad emplazada, a
través de su personal administrativo, le comunicó verbalmente que no le seguiría
brindando el servicio de salud y que en días posteriores le darían de alta, pues
existía una presunción de que se afilió ilícitamente al servicio de salud,
suspendiéndole, posteriormente, la entrega de diversos insumos indispensables
para su tratamiento médico. A pesar de la orden médica de traslado a la Unidad
de Cuidados Intensivos, fue atendida deficientemente por dicha entidad, sin que
se haya tomado en consideración su grave estado de salud, el mismo que se
verificó con su posterior deceso, en el trámite del citado proceso constitucional.
Lima, marzo de 2011
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