La noche boca arriba Julio Cortázar Esteban: Hoy Julio Cortázar nos propone mirar “la noche boca arriba” Ezequiel. Ezequiel: ¡Que gran cuento de Julio Cortázar! Escritor argentino que se radicó en Francia siendo relativamente joven y allí escribió la mayoría de su obra. Muy recordado sobre todo por la novela “Rayuela”, una novela muy rara, muy particular, donde uno puede empezarla a leer por cualquier capitulo y según el lugar en el que ingrese a la historia esta se va ir armando de manera distinta, pero sobre todo el principal valor de su obra está en los cuentos, claramente él es un cuentista destacado y hoy vamos a tratar probablemente su cuento más conocido que es “La noche boca arriba” que además demuestra todo lo que a él le gusta de la literatura. Cortázar era muy lúdico a la hora de ver la literatura, jugaba con el lector, intentaba que el lector fuera un lector activo que estuviera participando de una competencia con el de alguna manera para saber para donde iba a ir la historia, para intentar sorprenderlo, para intentar descolocarlo. El lector de Cortázar no es un lector pasivo, y eso tal vez es lo más interesante en el concepto literario de Cortázar, es un desafío, cada cuento de él intenta ser un desafío para el lector, intenta que el lector no sea pasivo, no sea un mero receptor sino que tenga que poner en funcionamiento su cabeza para poder comprender lo que él está proponiendo en cada texto. Lo que no quiere decir que su literatura sea difícil, por el contrario su literatura es muy fácil y en muchos casos se la considera una muy buena herramienta para introducirse en literaturas más complejas. Así que, vale la pena leerlo a Cortázar, para los adolescentes, los jóvenes y la gente grande por supuesto también. Es un escritor sencillo, y eso es algo muy valorable y muy difícil de lograr en literatura, en literatura es más difícil escribir fácil que escribir complicado. Esteban: Bueno, tomemos algunos fragmentos para ir describiendo la historia y hacemos nuestros comentarios, ¿te parece? Ezequiel: Seguro. La historia comienza con un hombre cuyo nombre nunca sabremos que vive en un hotel y busca una motocicleta y comienza a hacer un recorrido con su motocicleta. Nos va describiendo muy brevemente los lugares por los que pasa, atraviesa primero una zona comercial y después entra en una zona más residencial muy bella, el día es un día de temperatura ideal, parece para andar en moto, el hombre va relajadísimo y no sabemos a dónde va, no sabemos cuál es el objetivo que persigue pero él está muy contento de poder estar surcando esas calles en moto. Va tranquilo mirando el paisaje, disfrutando, los primeros párrafos lo que trasmiten es eso, esa sensación de deleite frente al recorrer la ciudad en una mañana tranquila y poder ir mirando y disfrutando de esas mezcla de naturaleza y asfalto que hay en las zonas residenciales hasta que va a pasar esto que vamos a leer ahora. Esteban: “Tal vez su involuntario relajamiento le impidió prevenir el accidente. Cuando vio que la mujer parada en la esquina se lanzaba a la calzada a pesar de las luces verdes, ya era tarde para las soluciones fáciles. Frenó con el pie y la mano, desviándose a la izquierda; oyó el grito de la mujer, y junto con el choque perdió la visión. Fue como dormirse de golpe.” Ezequiel: Ese día idílico se rompe porque una mujer imprudentemente cruza en la calle, no tiene el espacio suficiente para frenar que necesita un vehículo. Entonces, lo que hace es intentar esquivarla, pero tampoco tiene el espacio para esquivarla totalmente entonces golpea apenas a la mujer pero el problema es que la moto cae sobre él y entonces el termina desmayado en el asfalto, y ese día aparentemente perfecto se convierte en un día trágico porque es el día del accidente, el queda desmayado sobre el asfalto, y va a suceder esto que vamos a leer ahora. Esteban: “Volvió bruscamente del desmayo. Cuatro o cinco hombres jóvenes lo estaban sacando de debajo de la moto. Sentía gusto a sal y sangre, le dolía una rodilla, y cuando lo alzaron gritó, porque no podía soportar la presión en el brazo derecho. Voces que no parecían pertenecer a las caras suspendidas sobre él, lo alentaban con bromas y seguridades. Su único alivio fue oír la confirmación de que había estado en su derecho al cruzar la esquina. Preguntó por la mujer, tratando de dominar la náusea que le ganaba la garganta. Mientras lo llevaban boca arriba a una farmacia próxima, supo que la causante del accidente no tenía más que rasguños en las piernas.” Ezequiel: A pesar del accidente, sigue siendo un ambiente relativamente beatífico, lo levantan a él y pregunta automáticamente por la mujer. Lo llevan boca arriba, el detalle es importante porque el cuento se llama “La noche boca arriba”, el título es un indicador siempre del texto, el sentido en el que vive el texto, no es un elemento menor que el este boca arriba. Se lo llevan boca arriba hasta una farmacia que hay cercana, el farmacéutico le da un líquido que no sabemos exactamente que es pero suponemos que es un calmante, al poco tiempo llega una ambulancia, lo cargan y lo llevan hasta el hospital para que le hagan una revisación completa, llega el también al hospital boca arriba, ve las ramas de los árboles sobre su cabeza cuando lo llevan en la camilla, ingresa al hospital, le sacan unas radiografías, evidentemente el siente el sabor de la sangre en la boca porque se ha cortado una ceja entonces tienen que suturarlo, pero tiene sobre todo un problema en el brazo, aparentemente una fractura, algo que ha sucedido ahí. Por lo tanto, lo tienen que llevar de alguna manera al quirófano, y en el quirófano dice que lo último que ve es a un hombre que se acerca con algo brillante en la mano que suponemos que es el médico con el bisturí, y en ese momento el debido a la anestesia se queda dormido, el tema del sueño es fundamental en el texto, y lo que le va a pasar es que mientras que él está dormido él va a soñar. Esteban: “Como sueño era curioso porque estaba lleno de olores y él nunca soñaba olores. Primero un olor a pantano, ya que a la izquierda de la calzada empezaban las marismas, los tembladerales de donde no volvía nadie. Pero el olor cesó, y en cambio vino una fragancia compuesta y oscura como la noche en que se movía huyendo de los aztecas. Y todo era tan natural, tenía que huir de los aztecas que andaban a caza de hombre, y su única probabilidad era la de esconderse en lo más denso de la selva, cuidando de no apartarse de la estrecha calzada que sólo ellos, los motecas, conocían.” Ezequiel: ¿Cuál es la situación en el sueño? En el sueño es un moteca, es decir que es una etnia que coexistía con los aztecas. Los aztecas eran la etnia o tribu dominante y en determinados momentos iban a secuestrar a personas de otras tribus para sacrificarlos a sus dioses. Recordamos de los aztecas esas grandes escalinatas que tenían en sus construcciones eran para en la parte superior asesinar a las personas que ellos capturaban, ellos lo llamaban momento de “la guerra florida” que era el momento que salían a cazar enemigos, les arrancaban el corazón, hacían que la sangre que emanaba de sus cuerpos se deslizara por esas largas escalinatas hasta llegar al suelo y después tiraban el cuerpo y traían otro y así según un tiempo que era un tiempo mágico determinado por los sacerdotes. Un tiempo para cazar y un tiempo para asesinar a todas las personas que habían cazado. Por lo tanto, él es un moteca que está escapando en el medio de la selva, que está seguro de que si lo atrapan lo van a matar y le van a arrancar el corazón y va a sufrir muchísimo, y la única chance que él tiene es seguir un caminito que hay en el medio de la selva, lo que él llama la calzada. Si el sigue ese caminito va a escapar de los otros peligros que tiene la selva que son las ciénagas, los tembladerales, es decir va a escapar de la posibilidad de morir en el medio de su vida. Él tiene que seguir el caminito, por supuesto que el problema es que cuando se hace de noche el caminito no lo ve entonces tiene que detenerse, entonces no es tan fácil como parece, y si él logra seguir ese sendero, esa calzada, y esconderse en el medio de la selva entonces no le va a pasar nada. Esto sucede en el sueño, un sueño raro porque tiene olores dice, y el nunca soñaba con olores. Yo no sé si hay algún oyente que sueñe con olores, yo no sueño con olores, así que creo que no es una cosa que acostumbra suceder, y el juego del texto también va por ese lado, vamos a ver un poquito más que le pasa a ese meteca en el sueño. Esteban: “Había que seguir, llegar al corazón de la selva evitando las ciénagas. A tientas, agachándose a cada instante para tocar el suelo más duro de la calzada, dio algunos pasos. Hubiera querido echar a correr, pero los tembladerales palpitaban a su lado. En el sendero en tinieblas, buscó el rumbo. Entonces sintió una bocanada horrible del olor que más temía, y saltó desesperado hacia adelante. - Se va a caer de la cama - dijo el enfermo de al lado. - No brinque tanto, amigazo -. Abrió los ojos y era de tarde, con el sol ya bajo en los ventanales de la larga sala.” Ezequiel: Ahí vemos como el sale del sueño, es decir que en el sueño es de noche, el tantea el piso para ver la calzada, el caminito que es un poco más duro, es la única manera que tiene de hacerlo porque no puede verlo, va escapando. De repente le llega ese olor que es el olor de los enemigos, el cómo no los ve la única forma que tiene es ventear, tratar de oler para captar donde están sus enemigos, le llega ese olor y el hace el movimiento en el sueño de saltar y lo hace también estando en la camilla y ahí el enfermo que está al lado le dice quédese tranquilo que se va a caer de la camilla, y él se despierta y vuelve al hospital. Este juego entre sueño y realidad se va a producir varias veces a lo largo del texto, es decir que cada vez que el personaje queda dormido en la cama del hospital va a volver a ese sueño donde él es un moteca que está intentando escapar de los aztecas siguiendo esa calzada y penetrando lo profundo de la selva. Esteban: “Vino una taza de maravilloso caldo de oro oliendo a puerro, a apio, a perejil. Un trocito de pan, más precioso que todo un banquete, se fue desmigajando poco a poco. El brazo no le dolía nada y solamente en la ceja, donde lo habían suturado, chirriaba a veces una punzada caliente y rápida. Cuando los ventanales de enfrente viraron a manchas de un azul oscuro, pensó que no le iba a ser difícil dormirse. Un poco incómodo, de espaldas, pero al pasarse la lengua por los labios resecos y calientes sintió el sabor del caldo, y suspiró de felicidad, abandonándose. Primero fue una confusión, un atraer hacia sí todas las sensaciones por un instante embotadas o confundidas. Comprendía que estaba corriendo en plena oscuridad, aunque arriba el cielo cruzado de copas de árboles era menos negro que el resto. "La calzada", pensó. "Me salí de la calzada".” Ezequiel: Vuelve a ingresar al sueño, y en el sueño está más o menos en el mismo lugar donde estaba antes. Muy interesante la descripción previa, el hombre acaba de tener un accidente, acaba de modificar drásticamente su vida, está internado en un hospital y sin embargo disfruta terriblemente de un caldo que le traen, dice un caldo de oro con gusto a puerro, eso le da a él una vitalidad impresionante. Es decir que el hombre en vez de lamentarse por lo que le paso está prácticamente feliz de estar en el hospital a pesar de que él está sufriendo, en un momento incluso dice mala suerte, unos días internado y ya está, y salgo y no pasa nada, se lo toma con muchísima calma, se lo toma con filosofía diríamos. Es decir que él está muy tranquilo, cuando vuelve al sueño sigue escapando y buscando la calzada, en este momento se salió de la calzada, es decir que caminando cayó a una ciénaga y es complicadísima la situación del moteca en el sueño, vamos a ver qué le pasa a este moteca en el sueño. Esteban: “Olió los gritos y se enderezó de un salto, puñal en mano. Como si el cielo se incendiara en el horizonte, vio antorchas moviéndose entre las ramas, muy cerca. El olor a guerra era insoportable, y cuando el primer enemigo le saltó al cuello casi sintió placer en hundirle la hoja de piedra en pleno pecho. Ya lo rodeaban las luces, los gritos alegres. Alcanzó a cortar el aire una o dos veces, y entonces una soga lo atrapó desde atrás. -Es la fiebre -dijo el de la cama de al lado-. A mí me pasaba igual cuando me operé del duodeno. Tome agua y va a ver que duerme bien.” Ezequiel: Como contrasta el consejo del enfermo de al lado, como lo contrasta con la situación dramática que él vive en el sueño. Se cae de la calzada y en ese momento sus enemigos lo atrapan, mata a uno, él tiene un puñal de piedra, con ese puñal de piedra logra asesinar a uno de sus enemigos, pero sabe que de todas maneras ellos son más, lo van a agarrar, lo enlazan, su vida prácticamente ya está jugada dentro del sueño. En ese momento en la desesperación el de nuevo se mueve en la cama y el enfermo de al lado le dice tranquilo es la fiebre, tenés fiebre y estás delirando por la fiebre, quédate tranquilo que no va a pasar nada. El hombre pasa de la situación de absoluta tensión de su sueño a esa situación de absoluta calma en la que está dentro del hospital. Esto va a pasar alguna vez mas, cuando el vuelve al sueño, en el sueño va a estar en el calabozo de la edificación donde lo van a sacrificar, atado, siempre está boca arriba, seguimos reteniendo este detalle, en la cama en el hospital está boca arriba, y cuando aparece en el calabozo, también está atado al piso de piedra del lugar. Llegan los acólitos, los ayudantes del sacerdote, lo agarran, lo desatan, lo empiezan a llevar por un pasadizo siempre boca arriba, el ve el techo del pasadizo, y él tiene la certeza de que cuando vea sobre su cabeza la luna llegó el momento en que lo van a matar, entonces de ahí el título del texto, “La noche boca arriba”, es decir que cuando el vea a la noche, estando boca arriba el vea esa luna que dice que le va a llenar la cara de alguna manera, es el momento en el que lo van a poner en la mesa de piedra y lo van a matar. Entonces el vuelve de nuevo al hospital, en el hospital trata de tomar un poco de agua para tranquilizarse, no quiere dormir, dice que quiere esperar un poquito ese sueño más pesado que hay en la madrugada, pero sin embargo está tan cansado y tan agotado por el día que se termina quedando dormido y vuelve a ese momento en que lo van a matar. Entonces en el sueño él ya está desesperado, pero él sabe que es un sueño, entonces él hace fuerza para tratar de levantarse, para tratar de volver al hospital y esto es lo que va a pasar, así va a terminar el cuento, atentos porque hay un giro bien interesante. Esteban: “Con una última esperanza apretó los párpados, gimiendo por despertar. Durante un segundo creyó que lo lograría, porque otra vez estaba inmóvil en la cama, a salvo del balanceo cabeza abajo. Pero olía la muerte, y cuando abrió los ojos vio la figura ensangrentada del sacrificador que venía hacia él con el cuchillo de piedra en la mano. Alcanzó a cerrar otra vez los párpados, aunque ahora sabía que no iba a despertarse, que estaba despierto, que el sueño maravilloso había sido el otro, absurdo como todos los sueños; un sueño en el que había andado por extrañas avenidas de una ciudad asombrosa, con luces verdes y rojas que ardían sin llama ni humo, con un enorme insecto de metal que zumbaba bajo sus piernas. En la mentira de ese sueño también lo habían alzado del suelo, también alguien se le había acercado con un cuchillo en la mano, a él tendido boca arriba, a él boca arriba con los ojos cerrados entre las hogueras.” Ezequiel: Ahí está el giro que le da Cortázar, esto se llama en la literatura “vuelta de tuerca”, a él le gusta mucho jugar con este elemento totalmente desconcertante. Es decir, al final ¿qué me dice?, lo que pensábamos que era un sueño es la realidad, él no es el hombre de la moto, él es el moteca. Él no estaba escapando, cuando iba al hospital no estaba volviendo a su realidad, estaba volviendo al sueño. En el sueño él estaba en el hospital, por eso le causaba placer estar en el hospital, porque era mucho mejor estar en el hospital que estar en el lugar donde estaba realmente. Ese juego entre realidad y ficción es muy característico en la obra de Cortázar, y propone precisamente un juego con el lector, es decir que él dice este es el sueño pero al final dice no, te engañe todo el cuento, el sueño era el otro, y esto también nos habla a nosotros de cómo nos plantamos frente a la realidad, habla de lo difícil que ha sido captar la realidad, lo que nos rodea. Este es un tema que a mi particularmente me interesa mucho. Cada uno de nosotros interpreta la realidad de manera distinta, de acuerdo a sus vivencias, de acuerdo a sus experiencias, de acuerdo a lo que le va pasando o lo que le va sucediendo. Y esto generó en la cultura occidental un concepto de que la realidad varía según la persona que la interpreta; y si bien hay cosas que son así, es decir que hay cosas que cada uno interpreta a su modo, no podemos construir una sociedad pensando que lo que uno considera real el otro lo va a considerar irreal, que lo que uno considera de una manera el otro la va a considerar de otra. Esto es la posmodernidad, es pensar que cada uno puede de alguna manera jugar su propio juego independientemente de lo otro. Ahora, para poder vivir en comunidad, para poder ser un individuo pleno, para poder avanzar en la vida, tenemos que entender que si bien cada uno de nosotros ve las cosas de manera distinta en muchos aspectos debe haber algo que nos une, algo que nos vincula, algo que nos relacione. Cuando uno habla de la fe… (¡que palabra complicada!, sobre todo para la gente que no cree.) Cuando uno dice fe parece que está hablando de una fantasía, pero probablemente la fe Esteban sea el hilo que nos une, el hilo que permite superar esas visiones particulares que tiene cada uno de nosotros para sumarnos a un gran Padre Celestial que de alguna manera da unidad a un mundo que nos parece que no tiene unidad. Esteban: Es que sin fe caemos en lo fragmentado. Ezequiel: Exactamente, y eso es lo que vive nuestra cultura. Vivimos en una cultura de la absoluta fragmentación donde parecería que lo que yo hago es mi libertad y por lo tanto puedo hacer absolutamente lo que yo quiera sin pensar en el otro, y cuando Jesús resumió los mandamientos menciono dos cosas solamente, dijo que hay que amar a Dios y hay que amar al prójimo. Con eso estaba diciendo que el mundo tiene un sentido, el mundo tiene una unidad, que hay una realidad única para todos, que cuando amamos a Dios, Dios nos va revelando que el otro también es importante para nosotros, que yo no juego solo, sino que juego en función del que tengo al lado. Lamentablemente, cada vez somos más individualistas, cada vez pensamos más en nosotros mismos y menos en el otro. Tenemos que aprender que yo construyo en función al otro, tenemos que acrecentar nuestras relaciones, tenemos que entender que Dios quiere que yo piense en el otro. Los cristianos tenemos que abrir las puertas de nuestras iglesias para que el otro entre, para que el otro pueda saber lo que pensamos y que sentimos. Tenemos que salir de las iglesias para predicar a nuestros compañeros de trabajo no necesariamente con palabras sino comenzando por ejemplos de vidas cambiadas y de vidas distintas. El mundo y todos necesitamos un hilo conductor, como ese famoso hilo de Ariadna que permitió que Teseo saliera del laberinto, todos lo necesitamos. La fe es nuestro hilo de Ariadna y el centro de ese laberinto que va construyendo la realidad es el corazón mismo de Dios. Cuando Dios nos ofrece a su hijo en la cruz, a Jesús como salvación personal para nuestros pecados, lo que nos está ofreciendo es algo muy grande, nos está ofreciendo un sentido para nuestra vida. Un sentido que funcione en relación con el sentido de la vida del otro, de la persona que tengo al lado. El cristianismo es el encontrar ese sentido. Creo que todos deberían buscar el sentido que une todas esas cosas dispersas que hay en el mundo y en la vida, creo que la única forma de hacerlo es a través de la fe, creo que Dios es la única persona que puede unir todas las partes y mostrarnos que vivimos en un mundo pleno de significado espiritual. Esteban: Porque de otra manera caemos en la desesperación en que termina el personaje del cuento de Cortázar, porque se da cuenta de que la realidad que había imaginado era mentira y termina a un final trágico que lo lleva a no tener ninguna solución para su problema terrible que es enfrentar la muerte. Ezequiel: Esteban, hay una diferencia abismal entre vivir una vida sin sentido y vivir una vida con sentido. Algunos dicen vivir una vida con propósito y vivir una vida sin propósito, pero Dios nos propone un propósito, Dios nos propone un objetivo, Dios nos propone una meta para nuestra vida y Dios nos propone algo muchos más grande que todo esto, Dios nos propone un sentido. Es entender que estoy acá por algo, que mi vida vale, vale para Dios, y yo puedo darle algo a Dios, y al darle algo a Dios también puedo darle algo al otro. Ese es el gran desafío que todos los cristianos tenemos que descubrir, y eso es lo que con todo el corazón esperamos que nuestros oyentes que todavía no hayan vivido esa experiencia de fe puedan vivir, acercarse a un Dios que da sentido a la vida de las personas. Cuando desaparece, cuando nos sumimos en la nada, cuando pensamos que no tiene sentido avanzar Dios está ahí para decirnos que hay un sentido y un propósito en tu vida. Qué más podemos pedirle a Dios, qué más podemos sugerirle a nuestros oyentes que con fe y con el corazón abierto se acerquen a Dios, no al Dios de una determinada iglesia sino al Dios de la Biblia y tomen su mano para poder avanzar en una vida plena de propósito y sentido.