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Sta. Mª de los Apóstoles
Hume: Conocimiento y Ética
HUME
1. Problemática propia de este tema ................................................................................................ 116
2. Dimensión histórica del siglo XVIII............................................................................................... 116
2.1. Condicionantes universitarios: La Universidad de Oxford ............................................................. 116
2.2. Condicionantes culturales: La Ilustración ...................................................................................... 117
2.2.1. Racionalismo .......................................................................................................................... 117
2.2.2. Naturalismo ............................................................................................................................ 118
3. El Empirismo.................................................................................................................................. 118
3.1. El problema del conocimiento ....................................................................................................... 118
3.2. Racionalismo: las ideas en Leibniz (1646-1716) ........................................................................... 118
3.2.1. Clasificación de las ideas........................................................................................................ 119
3.3. Empirismo: Las ideas en Locke (1632-1704) ................................................................................ 119
3.3.1. Origen de las ideas................................................................................................................. 119
3.3.2. Qué es la idea ........................................................................................................................ 120
3.3.3. Clasificación de las ideas........................................................................................................ 120
3.4. George Berkeley (1685-1753)....................................................................................................... 120
3.4.1. Pensamiento........................................................................................................................... 120
3.5. David Hume (1711-1776).............................................................................................................. 121
4. El conocimiento en Hume ............................................................................................................. 122
4.1. Impresiones e ideas...................................................................................................................... 122
4.2. Relación entre impresiones e ideas .............................................................................................. 122
4.2.1. Semejanza.............................................................................................................................. 122
4.2.2. Correspondencia .................................................................................................................... 122
4.2.3. Representación ...................................................................................................................... 122
4.2.4. Pensamiento........................................................................................................................... 122
4.2.5. Origen..................................................................................................................................... 123
4.3. Tipos de conocimiento .................................................................................................................. 123
4.3.1. Por relaciones entre ideas ...................................................................................................... 123
4.3.2. Por conocimiento de hechos................................................................................................... 123
4.4. El problema de la causalidad ........................................................................................................ 123
4.4.1. Conclusión.............................................................................................................................. 124
4.5. El problema de la sustancia .......................................................................................................... 125
4.5.1. Mundo .................................................................................................................................... 125
4.5.2. Dios ........................................................................................................................................ 125
4.5.3. Yo........................................................................................................................................... 125
4.5.4. Resumen ................................................................................................................................ 126
5. La ética en Hume ........................................................................................................................... 126
5.1. Del liberalismo de Locke al emotivismo de Hume ......................................................................... 126
5.1.1. El empirismo-emotivismo de Hume ........................................................................................ 127
5.2. Crítica del racionalismo moral....................................................................................................... 127
5.3. El emotivismo moral...................................................................................................................... 128
Apuntes para uso privado de los alumnos de Sta. Mª de los Apóstoles, basados en la obra
Cuadernos de COU y Selectividad Historia de la Filosofía de los autores J.M. GARCÍA-MAURIÑO y
J.A. FERNÁNDEZ REVUELTA de la Editorial Alambra Longman, así como en Historia de la Filosofía
de J. SEGOVIA, J. ARROYO, F. NAVARRO, de la editorial Anaya.
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Hume: Conocimiento y Ética
1. Problemática propia de este tema
La reacción contra el racionalismo se llama empirismo y es propia del siglo XVIII. El empirismo abarca
una trayectoria histórica que va desde Aristóteles, pasando por Tomás de Aquino y Bacon, hasta el
descubrimiento heliocéntrico de Copérnico (1473-1543) y la figura cumbre del empirismo, el escocés
Hume (1711-1776), que publica en 1748 su Investigación sobre el entendimiento humano.
El empirismo es otra forma de interpretar el problema del conocimiento: ¿Cuál es la capacidad del
entendimiento humano? Hay que determinar sus límites y saber hasta dónde puede llegar. El objeto del
conocimiento son las ideas; el punto en que se acentúan más las diferencias entre racionalistas y
empiristas es el origen de las ideas: los racionalistas sostienen su origen innato, mientras que los
empiristas consideran que todas las ideas proceden de la experiencia.
Con el empirismo se niega la autoridad filosófica, incluida la de Aristóteles, y se exalta el conocimiento
sensible; se critica la metafísica porque ésta niega el valor de la experiencia (“La razón sin la experiencia
es estéril”), decía Bacon). Éste es el corte histórico más radical que se da entre la tradición metafísica
platónico-aristotélica y la filosofía moderna. Se empieza a prescindir de todo aquello que predominó
durante siglos en el pensamiento occidental.
¿Cuál es la diferencia fundamental con el racionalismo? Que el empirismo basa su conocimiento en la
experiencia sensible, y no en la pura razón.
Aquí se plantean muchos problemas: si el empirismo se basa en la experiencia como fuente de
conocimiento, y esto es lo que se valora por encima de todo, ¿ya no tienen valor las verdades eternas e
inmutables? ¿Ya no tienen nada que hacer los valores eternos, necesarios, universales, esos que
trascienden los casos particulares? ¿Acaso desde el empirismo se imponen ya los sentidos sobre la
mente, lo útil por encima de lo ideal, la parte sobre el todo, el poder sobre el derecho?
2. Dimensión histórica del siglo XVIII
El Racionalismo y el Empirismo son contemporáneos (siglos XVII y XVIII). El Empirismo se
extiende a lo largo de dos siglos; por eso, vamos a decir algo del siglo XVIII, que es el tiempo en que vive
Hume, dado que las características del siglo XVII las expusimos en el tema de Descartes.
El contexto filosófico del empirismo del siglo XVIII está determinado por dos factores:
2.1. Condicionantes universitarios: La Universidad de Oxford
De entre las universidades medievales sobresalieron muy llamativamente París y Oxford.
La Universidad de París estaba dirigida por la Iglesia Cató1ica, y se dedicó sobre todo al estudio
metafísico y lógico de Aristóteles; sus preferencias se dirigían a las especulaciones abstractas y de tipo
racional.
Por el contrario, la Universidad de Oxford estuvo siempre más alejada del influjo eclesiástico, se
interesó más por el Aristóteles físico y naturalista, dejando de lado las abstracciones estériles; se dedica a
la observación de la naturaleza, siempre con la preocupación de resolver problemas concretos, mucho
más que los metafísicos.
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Entre las personalidades que sobresalen figuran Rogerio Bacon, del siglo XIII; Ockam, del XIV;
Francisco Bacon, del XVI; todos ellos precursores del empirismo de los siglos XVII y XVIII.
La cultura inglesa, en general, siempre mantuvo una postura pragmática frente a la continental,
dedicada a los grandes problemas especulativos; se preocupan más de transformar la naturaleza en
cosas útiles para el hombre, que sólo en contemplarla.
Después de la Gloriosa Revolución inglesa de 1688, triunfan las libertades políticas, religiosas y
económicas. Inglaterra se convierte en la primera potencia comercial y capitalista; su sistema político
parlamentario, que se basa en la doctrina del “pacto social” y no en la monarquía de derecho divino, es el
modelo a imitar. Los teóricos del liberalismo, como Locke, y los científicos, como Newton, ingleses, fueron
los inspiradores de la Ilustración europea.
2.2. Condicionantes culturales: La Ilustración
Lo que caracteriza a esta expresión es su postura crítica: un análisis agudo de la realidad, que
nace de la aplicación de la Razón a todos los dominios del saber humano (religiosos, éticos, políticos,
científicos, sociales, etc. ). Esto quiere decir que se van a replantear todos los valores sociales admitidos
hasta entonces; y es lo que dará lugar a esa llamada crisis de la conciencia europea.
Sin embargo, este siglo destaca por un profundo cambio en la visión del mundo: su acerada
crítica contribuye a que se produzcan profundos cambios sociales y culturales. Más todavía, aún
seguimos nutriéndonos de las ideas que emergen en esta época: ahora, cuando hablamos de humanidad,
de civilización, de la liberación de la mujer, de los derechos humanos, de la igualdad entre los hombres,
de la separación de la Iglesia y el Estado, de los valores de la tolerancia, del análisis racional de los
dogmas religiosos, etc., estamos tocando asignaturas pendientes del siglo XVIII. De ahí la importancia del
siglo XVIII como antesala del mundo moderno y el fundamento en el que se enraíza el mundo
contemporáneo.
La Ilustración es un proceso de divulgación y aplicación práctica de los grandes principios
establecidos por la filosofía y la investigación científica del siglo anterior.
Dos son los principios típicamente renacentistas que dieron lugar al pensamiento ilustrado: el
Racionalismo y el Naturalismo.
2.2.1. Racionalismo
La mayoría de los filósofos tienen el sentimiento de liberar el espíritu humano de la “barbarie” a
que está sometido el Hombre, y orientarle hacia las luces de la Razón.
Esta confianza en la razón tiene su expresión filosófica en la Enciclopedia (Diccionario razonado
de las Ciencias, las Artes y Oficios; es una obra colectiva que trataba de dar soluciones racionales a
cuantos problemas preocupaban a la sociedad noble y burguesa de su tiempo).
La Razón lleva a la mayoría de los filósofos (no a todos) al deísmo -religión natural-, que
considera al Ser Supremo como ordenador del Mundo y como aquel que establece las leyes de la
Naturaleza.
Piensan que la mayoría de las sociedades deben estar organizadas para la dicha y la felicidad
materiales; se considera como legítima la búsqueda del placer; se empieza a exigir el respeto a los
derechos naturales, y, como consecuencia, se valoran la filantropía y la tolerancia religiosa. La doctrina
que divulgan socava la religión revelada, la autoridad de la Iglesia y la Monarquía de derecho divino.
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2.2.2. Naturalismo
El ideal de la Ilustración fue la Naturaleza (herencia del Renacimiento): lo natural es abarcado por
la Razón; así, estaban en franca oposición con lo sobrenatural, lo tradicional, lo religioso; sus fórmulas
reciben el nombre de “Religión natural”, “Derecho natural”, “Estado natural”, “fuerza de la razón humana”,
“predominio de la conciencia libre”, etc.
Existía un optimismo irrefrenable, basado en las luces de la razón, sobre el futuro de la
Humanidad: creencia en un progreso indefinido; los mismos gobernantes, suficientemente ilustrados,
podían resolver cuantos problemas y miserias afectasen a los hombres, tanto materiales como
espirituales. Este naturalismo se abate sobre la Monarquía y la Iglesia, que en aquel momento era tanto
como decir que iba contra el armazón que sostenía la sociedad entera.
3. El Empirismo
3.1. El problema del conocimiento
En esta época diversos autores se ocupan del problema del conocimiento del hombre, como algo
complementario previo a todas las demás cuestiones filosóficas: ¿cuál es la capacidad del entendimiento
humano? Ahora el hombre y su mente es el centro de las preocupaciones; no es Dios, como ocurrió en el
Medievo.
Racionalistas y empiristas se preguntan por la capacidad del conocimiento humano, cuáles son
sus límites, hasta dónde puede llegar. Ambas corrientes entienden por conocimiento una representación
en la mente humana del objeto que se da fuera de ella, de la realidad exterior. Y lo que representa las
cosas en la mente son las ideas.
El punto en que se acentúan más las diferencias entre racionalistas y empiristas es quizá el origen
de las ideas: unos dicen que son innatas, se encuentran en la mente humana desde el principio; los
empiristas, por el contrario, sostienen que la mente humana está en blanco y las ideas proceden todas de
la experiencia sensible.
Ya en el siglo XIV la experiencia se toma como la base del conocimiento: es la experiencia
científica, que continúa en el XV con Copérnico y en el XVI con Galileo, Kepler y Leonardo da Vinci. Y se
llega al XVII con Bacon de Verulamio, que crea un nuevo método científico experimental.
Con el empirismo se niega la autoridad filosófica, incluso la de Aristóteles, y se exalta el
conocimiento sensible, se critica la Metafísica, porque ésta niega el valor de la experiencia (“La razón sin
la experiencia es estéril”, decía Bacon).
Vamos a ver a continuación algunos autores del racionalismo y del empirismo, para tener una
visión de conjunto de la teoría del conocimiento.
3.2. Racionalismo: las ideas en Leibniz (1646-1716)
Lo mismo que Descartes, Leibniz admite las ideas innatas como punto de partida del
conocimiento humano; sigue también a Platón (“el alma ya contiene originariamente los principios de
varias nociones y doctrinas que los objetos externos únicamente despiertan en ocasiones, como yo
sostengo con Platón...” (véase Nuevos Ensayos).
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La mente humana no es como un papel en blanco en el cual se pueden escribir las ideas
provenientes de las experiencias sensibles, sino que nuestra mente ya está llena de ideas o principios. En
el proceso y origen del conocimiento, Leibniz da muy escaso valor a la experiencia sensible.
3.2.1. Clasificación de las ideas
Leibniz distingue dos tipos de verdades:
Verdades de razón
Son verdades analíticas (proposiciones en las que el predicado no añade nada que no esté
contenido en el sujeto ); por ejemplo: el todo es mayor que la parte. Son propias de la 1ógica y de las
matemáticas.
Se trata de verdades necesarias y eternas: son así y no pueden dejar de ser así, no se puede
pensar lo contrario, y además, son para siempre.
Estas verdades se basan en el principio de no contradicción; una cosa no puede ser y dejar de ser
al mismo tiempo: la parte no puede ser parte y al mismo tiempo ser todo; tampoco es posible que la parte
sea mayor que el todo.
Verdades de hecho
Son verdades contingentes: pueden ser o no ser, o dejar de ser. No son necesarias. Pueden
suceder o no haber sucedido. Por ejemplo: Fleming inventó la penicilina; su opuesto también pudo ser
verdad: Fleming no inventó la penicilina, o pudo haber inventado otra cosa.
Se basa en el principio de razón suficiente: todos los hechos tienen alguna razón suficiente para
suceder. Al no ser verdades analíticas, no basta con analizar el predicado y el sujeto, se necesita otra
cosa.
3.3. Empirismo: Las ideas en Locke (1632-1704)
Nace en 1632, en Bristol. Comienza a estudiar en la universidad de Oxford en 1652. Tiene un
primer contacto con la Filosofía escolástica, bastante degenerada y petrificada, a la que va a profesar
gran aversión.
Su interés por la filosofía se despierta tras leer a Descartes, de quien tendrá gran influencia. No
solamente estudia filosofía, sino física, química y medicina. Fue un defensor valiente de los ideales
liberales y librepensadores. Fue desterrado por sus ideas y aprovechó para ir a Holanda después de la
revolución de 1688.
Obras: Ensayo sobre el entendimiento humano; Dos tratados sobre el gobierno civil; La
racionalidad del cristianismo; Carta sobre la tolerancia.
3.3.1. Origen de las ideas
Locke toma como afirmación fundamental el que “todas nuestras ideas provienen de la
experiencia”. El problema fundamental que hay que plantearse es cómo se originan esas ideas. Dicho de
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otro modo: cómo forma la mente humana las ideas, es decir, qué mecanismos psicológicos emplea. Por
eso, la doctrina de Locke se suele llamar Psicologismo.
3.3.2. Qué es la idea
Idea, para Locke, es “todo aquello que conocemos o percibimos”. Por tanto, lo mismo es una
noción abstracta, que el color, el olor, el tamaño de una cosa, la figura... Nosotros tenemos la noción de
idea como algo abstracto; sin embargo, para Locke es todo aquello que, de una manera o de otra, es
percibido o conocido.
3.3.3. Clasificación de las ideas
Las ideas pueden ser:
Simples:
-
-
Son las sensaciones inmediatas: color, olor... Éstas pueden provenir:
de la sensación; es decir, de la experiencia externa:
• de las cualidades primarias: tamaño, figura...
• de las cualidades secundarias: olor, color...
de la reflexión; es decir, de la experiencia interna: es el conocimiento que la mente humana tiene
de sus propios actos.
Complejas
Son las elaboradas por la mente humana, por reflexión, relacionando y combinando las ideas
simples. El entendimiento es activo en la elaboración de estas ideas (al revés que en las simples, en que
es pasivo). Entre estas ideas está la de sustancia.
Sustancia “es una colección de un cierto número de ideas simples consideradas como unidas en
un solo sujeto”. Por ejemplo, la mesa; yo percibo un conjunto de sensaciones (color, tamaño, forma...).
Pero esas sensaciones no son la mesa. ¿Qué es la mesa?, no sabemos. Lo único que percibimos es el
color, el tamaño..., pero no la mesa. Suponemos que debajo de esas cualidades hay algo que sirve de
soporte..., pero no lo sabemos. La sustancia, soporte de esas cualidades, es incognoscible. La llamamos
sustancia por una necesidad psicológica, pero no podemos saber nada de ella. Por eso no podemos
conocer nada de la sustancia del alma o de Dios: esto llevará al escepticismo de Hume.
3.4. George Berkeley (1685-1753)
Irlandés, vive en pleno período de la Ilustración. Un hombre profundamente religioso -mitad místico
y mitad empirista-, puso la filosofía al servicio de la fe. Mostró gran preocupación por la crisis religiosa que
estaba atravesando Europa por culpa de la expansión del materialismo. Esto es lo que le lleva a la
reflexión filosófica. En 1734 es ordenado obispo anglicano. Su obra fundamental es Tratado sobre los
principios del conocimiento humano.
3.4.1. Pensamiento
Recoge las afirmaciones fundamentales de Locke y, después de destacar sus incoherencias, trata
de sacar las conclusiones:
Locke dice:
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Hume: Conocimiento y Ética
Idea es todo lo que percibimos o conocemos. Luego, solamente conocemos las ideas (igual que
Descartes).
Nuestras ideas son representaciones de la realidad exterior.
Berkeley dice: Si yo no conozco la realidad exterior, sino sólo la idea, ¿cómo puedo afirmar que la
idea es la representación de esta realidad? Por tanto, conocemos ideas (en el sentido de Locke:
sensaciones...), pero también conocemos las cosas (por ejemplo, la silla en la que nos sentamos...);
luego, las cosas son ideas; es decir, no hay cosas e ideas, sino ideas; el ser de las cosas es el ser
percibidas: el ser de las cosas se agota en ese ser percibidas.
Por tanto, no existen las cosas fuera de la mente; la única realidad es la mente que las percibe. ¿Por
qué las percibe?, ¿de dónde recibe las impresiones?; no de las cosas (que no existen), sino de Dios. Dios
nos impone esa percepción; por ejemplo, siempre que miro, veo esta mesa, pero no porque esa sustancia
material sea algo, sino porque Dios hace que yo tenga esa percepción.
Así, del empirismo de Locke se llega al idealismo inmaterialista de Berkeley.
3.5. David Hume (1711-1776)
Nace en Edimburgo en 1711. En 1734 se retira a Francia, donde escribe su primera obra, Tratado
acerca de la naturaleza humana. Tres años más tarde vuelve a Londres a publicarla, pero el fracaso fue
total. En 1752 publica sus Discursos políticos: crece su fama. Se le pide a la Iglesia Anglicana que le
excomulgue por sus escritos “subversivos contra la religión y la moral”. La Iglesia Católica le incluye en el
índice de libros prohibidos.
Intenta repetidas veces la cátedra en la Universidad, pero es rechazado “por sus ideas heréticas”.
Su trato amable y cordial le ayuda a superar todas estas cosas. En 1769 se retira a Edimburgo a “disfrutar
de sus bienes y de la compañía de damas discretas”. Muere en 1776.
Obras: Tratado acerca de la naturaleza humana; Investigación sobre el entendimiento humano;
Investigación sobre los principios de la moral; Diálogos sobre la religión natural.
El problema que se plantea es el siguiente:
Hume, según confiesa en su obra Tratado acerca de la naturaleza humana, pretende contribuir al
avance del conocimiento, fundamentando sobre todo la seguridad. Esto sólo se puede conseguir
construyendo la ciencia de la naturaleza humana. Ésta es la única ciencia del hombre. Para ello, toma en
consideración cuatro aspectos:
•
•
•
•
Conocimiento: Hay que estudiar el conocimiento humano; su alcance y validez, qué posibilidades
de conocimiento tiene, etc.
Ideas: Hay que estudiar la naturaleza de las ideas que empleamos, porque en ellas se fundamenta
nuestro conocimiento.
Fundamento: Hay que hacerlo con un fundamento nuevo: el método experimental. Hay que
trasladar a las ciencias del hombre el método empleado por Newton en la ciencia (por eso se
llamará aHume el Newton de las ciencias morales).
Experiencia: Hay que basar el conocimiento únicamente en la experiencia y en la observación; el
ámbito del entendimiento debe estar limitado al ámbito de la experiencia humana. No podemos ir
más allá de la experiencia.
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4. El conocimiento en Hume
4.1. Impresiones e ideas
Para Locke “todo aquello que conocemos o percibimos es una idea” (por ejemplo, el color, el dolor...).
Hume no está contento con esta definición de idea. Él divide los contenidos del conocimiento en dos
clases:
•
•
Impresiones: Es el conocimiento por medio de los sentidos.
Ideas: Son las representaciones o copias de las impresiones en el pensamiento.
Ejemplo: estoy percibiendo esta clase: paredes, encerado, mesas...(impresión). Ahora cierro los
ojos y sigo imaginando la misma clase: estoy percibiendo lo mismo pero con menos viveza. La
primera es una impresión; la segunda es una idea.
Las impresiones son todas nuestras sensaciones. Las ideas son las imágenes débiles de las
impresiones.
Tanto las impresiones como las ideas pueden ser:
•
•
Simples: No admiten distinción ni separación (el color azul y la idea de azul); son las de mayor
valor cognoscitivo.
Complejas: Cuando se pueden separar: sí admiten distinción dentro de ellas (manzana: varios
colores, forma, tamaño, peso, etc.), pueden dividirse en partes.
Por tanto, nada hay en la mente, dice Hume, distinto de sus percepciones: éstas son de dos tipos:
impresiones e ideas. Entre unas y otras existe la misma diferencia que entre el sentir y el pensar.
4.2. Relación entre impresiones e ideas
4.2.1. Semejanza
Entre las impresiones e ideas simples hay una gran semejanza. Toda percepción de la mente
aparece a la vez como impresión y como idea. Por ejemplo, las ideas que me formo de esta clase cuando
cierro los ojos son representaciones exactas de las impresiones que he percibido. Con las complejas no
siempre se da esa semejanza, porque muchas de nuestras ideas complejas no han tenido nunca
impresiones correspondientes. Por ejemplo, no he tenido impresiones de una Europa “nueva”.
4.2.2. Correspondencia
A toda idea simple le corresponde una impresión simple.
4.2.3. Representación
Las ideas no son copia exacta, son representación de la experiencia: las ideas son imágenes de
las impresiones.
4.2.4. Pensamiento
La impresión siempre es anterior a la idea. La impresión es causa de la idea, pero no al revés. La
idea procede siempre de la impresión, mediata o inmediatamente. Nunca en orden inverso.
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4.2.5. Origen
La idea tiene origen en la impresión. Las impresiones simples preceden siempre a sus
correspondientes ideas, y no al revés. Por ejemplo, para enseñarle a un niño la idea del color rojo, le
presento un objeto rojo.
Este criterio sobre el origen será el que siente las bases para todo el empirismo, que será mucho
más radical que en Locke. Se introduce así un criterio tajante para decidir acerca de la verdad de nuestras
ideas: una idea es verdadera si procede de alguna impresión. Si podemos señalar la impresión
correspondiente a esa idea, es una idea verdadera; si no podemos, es una idea falsa. Por tanto, el criterio
y el límite de nuestro conocimiento son las impresiones.
4.3. Tipos de conocimiento
Hasta ahora hemos visto la distinción entre impresiones e ideas, que es una distinción que se
refiere a los elementos del conocimiento. Ahora vamos a ver otra distinción que hace Hume en referencia
a los modos o tipos de conocimiento.
4.3.1. Por relaciones entre ideas
Aunque todas las ideas tienen su fundamento en las impresiones, podemos tener conocimiento de
las ideas sin necesidad de recurrir a las impresiones.
Ejemplo: “El todo es mayor que la parte”: éste es un razonamiento que se basa en la relación entre
las ideas de todo y parte. Prescindiendo de que haya en la realidad todos y partes, esta
proposición será siempre verdadera. La relación entre estas ideas es, en cuanto tal, independiente
de los hechos.
Estas formulaciones se llaman analíticas y necesarias. La Lógica y las Matemáticas pertenecen a
este tipo de conocimiento.
4.3.2. Por conocimiento de hechos
Además del conocimiento que tenemos como relación entre las ideas, tenemos otro conocimiento
de hechos, “factual”, basado en las impresiones. El conocimiento que tengo de esta habitación, de la calle
que está enfrente, del frío de la sierra, del calor del verano, todo es conocimiento de hechos. Tiene su
fundamento en las impresiones.
Con estos dos modos de conocer, ¿conocemos ya la verdad? Al distinguir impresiones e ideas se
introduce un criterio para decidir acerca de la verdad de nuestras ideas: queremos saber si una idea
cualquiera es verdadera o falsa. Sólo hay un modo de saberlo: una idea es verdadera si proviene de una
impresión; es falsa, si no procede de impresiones.
A toda idea le tiene que corresponder una impresión; si no hay correspondencia, hay falsedad. El
límite de nuestro conocer es la impresión: el conocimiento de la mente humana está completamente
limitado por las impresiones. El conocimiento no tiene otra base que las impresiones: este conocimiento
es el que nos hace reflexionar sobre el punto fundamental en la filosofía de Hume: la causa.
4.4. El problema de la causalidad
Hemos visto que, según Hume, nuestro conocimiento de los hechos queda reducido a las
impresiones actuales (por ejemplo, esta clase) y pasadas (por ejemplo, el recuerdo de mi casa).
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Pero no podemos tener conocimiento de hechos futuros, porque no podemos tener impresiones
de un hecho que todavía no ha sucedido, de un hecho futuro.
Sin embargo, en nuestra vida normal hablamos con certeza de hechos que se van a producir en el
futuro.
Ejemplo: si pongo agua en el fuego, se calienta o hierve; si llueve, me mojo; si me arrimo al
fuego, me caliento o me quemo.
Y afirmamos, además, su nexo causal (Investigación sobre el entendimiento humano, en adelante
Invest. entend., 4, pp. 26-36). Por ejemplo, el fuego es causa de que hierva el agua; el agua es la causa
de que me moje.
¿Cómo podemos estar seguros de esta verdad? Porque el criterio de verdad consiste en saber si a
esa idea le corresponde una impresión, y aquí no puedo tener impresión de un hecho que todavía no ha
sucedido; he visto que después de poner el agua al fuego, hierve, pero ¿sucederá siempre así? Lo que
afirmamos como causalidad necesaria, ¿es así? ¿Tenemos derecho a afirmarlo así?
Si nuestro conocimiento se reduce a impresiones de hechos, no podemos tener impresiones de
futuro y, por consiguiente, tampoco tenemos impresiones de la conexión necesaria entre el fuego que
calienta y el agua que hierve.
Del pasado solamente hemos observado la sucesión constante entre un fenómeno y otro.
Tenemos experiencia de esto: siempre que llueve, me mojo; siempre que me arrimo al fuego, me caliento
o me quemo. Es decir, siempre que sucedía el primer hecho, sucedía el segundo: el segundo viene detrás
del primero como mera sucesión, uno después del otro. Esta sucesión es lo que hemos observado, pero
lo que no hemos observado es la relación necesaria entre una cosa y otra; no tenemos experiencia de
que un segundo hecho haya sido causado por el primero.
Del futuro sólo podemos afirmar una creencia: creemos que el agua me mojará, que el calor me
quemará... No hay conocimiento, sino creencia (Invest. entend., 4, pp. 49-55). La certeza proviene del
hábito: la costumbre que tenemos de ver un fenómeno después de otro hace que lo afirmemos con
certeza; pero esa certeza no proviene del conocimiento, sino de la costumbre.
4.4.1. Conclusión
•
No podemos afirmar el principio de causalidad (“Todo efecto tiene su causa”), porque:
- nuestras impresiones son del pasado, no del futuro;
- no tenemos impresiones de la causalidad necesaria.
•
Hay una unión de impresión a impresión, pero esa unión no es de causa a efecto, sino de simple
sucesión. Por ejemplo, siempre que ha llovido me he mojado; hay una simple sucesión de hechos,
pero no hay una unión causal.
No hay unión de impresión a no impresión: de la impresión no podemos deducir algo de lo cual
yo no tengo impresión. Por ejemplo, yo no tengo impresión de la causa; por tanto no puedo
concluir que el agua es la causa de que me moje.
Problema: Si yo no puedo afirmar ninguna cosa de la que no tengo impresión, ¿qué pasa con
Dios, el mundo, yo? Porque de ninguna de estas realidades puedo tener impresiones, como va a
demostrar Hume. Se trata del problema de la sustancia.
•
•
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4.5. El problema de la sustancia
Hemos visto que, según Hume, todo nuestro conocimiento se reduce a impresiones e ideas;
nuestro entendimiento está completamente limitado por las impresiones, de tal modo que nos impide
abordar cuestiones abstractas; y entre las más abstractas está el problema de la sustancia. La sustancia
es un concepto al que no corresponde ninguna impresión.
Hume no hace ninguna concesión, como hacía Locke: a nuestra idea de sustancia, de Yo, de
Mundo, de Dios, no corresponde impresión alguna. La palabra “sustancia” sólo designa un conjunto de
percepciones particulares que nos hemos acostumbrado a encontrar juntas; por tanto, el concepto clave
de la Metafísica carece de valor. (Tratado acerca de la naturaleza humana, en adelante Tratado, I, 4, 6,
pp. 251-253; cfr. Ed. Orbis, 1984, I, páginas 397 y ss.)
4.5.1. Mundo
Locke justificaba la realidad del mundo distinta de la mente diciendo que la realidad extramental es
la causa de nuestras impresiones.
Hume no puede aceptar esta afirmación, porque no tenemos impresiones de la relación causaefecto. Yo lo único que puedo afirmar es que “tengo una impresión”, pero no puedo afirmar que a mi
impresión corresponda una realidad exterior. La realidad está más allá de las impresiones. Si lo afirmo
estoy deduciendo una cosa de la cual yo no tengo impresión.
Por tanto, no podemos afirmar la existencia de una realidad corpórea distinta de nuestras
impresiones. Lo único que podemos afirmar es la realidad de nuestras impresiones, pero no realidad
alguna distinta de ellas.
4.5.2. Dios
Tanto Locke como Berkeley habían afirmado la existencia de Dios desde el principio de
causalidad. Naturalmente, Hume lo niega:
•
•
De Dios no tenemos ninguna impresión y, por tanto, no podemos afirmar su existencia.
No hay nexo causal entre las impresiones y Dios, que está más allá de nuestras impresiones. No
podemos afirmar su existencia. La pregunta que hay que hacerse es: ¿De dónde provienen esas
impresiones?
Locke decía: del mundo exterior.
Berkeley afirmaba: de Dios.
Hume dice: no lo sabemos; no tenemos más conocimiento que nuestras impresiones. Ir más allá de
ellas es infundado. El límite de nuestro conocimiento son las impresiones. Sabemos que las tenemos,
pero nada más; no sabemos de dónde vienen. Es un escepticismo total.
4.5.3. Yo
Desde Descartes se había afirmado la realidad del “yo” como sustancia distinta de nuestros
pensamientos, por intuición inmediata: “pienso, luego existo”. Aquí no interviene la idea de causa, sino
que se afirma por intuición inmediata. Pero Hume lo debe negar:
•
•
Sólo tenemos intuición de nuestras impresiones
El “yo” o “persona” no es una impresión: es aquello que se supone como sujeto al que se refieren
nuestras impresiones. Pero de ello no tenemos impresión.
Apuntes para uso privado de Historia de la Filosofía
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Sta. Mª de los Apóstoles
•
Hume: Conocimiento y Ética
Nuestras impresiones no son constantes, sino variables: una impresión sucede a la otra; siento
dolor, después siento tristeza, después alegría... Nunca existen todas al mismo tiempo, sino que
se suceden. Por tanto, no hay una impresión constante y permanente.
En consecuencia, no existe el yo como sustancia distinta de las impresiones.
¿Cómo podemos explicar la conciencia que tenemos todos de nuestra propia identidad? Por ejemplo,
yo soy el mismo que ayer estaba en casa, que estoy ahora en clase, que mañana iré el fútbol... Hume no
tiene otra explicación que la memoria: gracias a la memoria conocemos la conexión existente entre las
diferentes impresiones que se suceden. El error consiste en que confundimos sucesión con identidad.
4.5.4. Resumen
El empirismo de Hume lleva necesariamente al fenomenismo y al escepticismo:
•
•
•
•
•
•
Solamente conozco las impresiones; mi entendimiento está completamente limitado por las
impresiones: no puedo conocer nada más allá de las impresiones
El origen del conocimiento es la experiencia; todo conocimiento es conocimiento de ideas e
impresiones, pero no sé de dónde vienen.
No puedo establecer relaciones causales: lo único que podemos observar es la sucesión
constante de los hechos.
Niego la sustancia corpórea, porque no conozco realidad exterior diferente de las impresiones;
éstas son accidentales, y me quedo sin conocer la sustancia.
No conozco una sustancia pensante distinta de ellas.
Tampoco puedo conocer la existencia de un ser llamado Dios, puesto que no puedo tener
impresión sensible de él.
Luego, la realidad es puramente fenoménica (lo que aparece, el fenómeno), y no sabemos nada más:
de ahí el escepticismo que lleva consigo. Así se reconoce él mismo.
5. La ética en Hume
5.1. Del liberalismo de Locke al emotivismo de Hume
Para Locke, los hombres en estado natural son libres e iguales entre sí. No coincide ni con
Rousseau (“los hombres son naturalmente buenos”) ni con Hobbes (“los hombres son naturalmente
malos”). Para Locke:
-
los hombres pueden violar los derechos de los demás (= no son buenos).
pero tienen la ley moral descubierta por la razón ( = no son malos).
Al mismo tiempo, el hombre tiene unos derechos, en concreto el derecho a la propiedad. Para
defender ese derecho es necesario el Estado, porque el hombre:
-
es incapaz por sí solo de repeler las agresiones;
se puede exceder al repelerlas.
La conclusión es que la organización política es de derecho natural; su fundamento está en el
consenso de todos los ciudadanos, en el pacto político: a través de este pacto los individuos renuncian a
parte de su libertad para poder gozar de ella con mayor seguridad.
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Hume: Conocimiento y Ética
5.1.1. El empirismo-emotivismo de Hume
La pretensión de Hume es construir una ciencia del hombre; por eso, su obra principal se titula
Tratado acerca de la naturaleza humana. La teoría política de Hume es mucho más consecuente con el
empirismo que la de Locke: los supuestos de “estados de naturaleza” y “pacto social” se pueden calificar
de ficciones indemostrables. Es la utilidad de los hombres lo que explica la formación de las sociedades
a partir de la célula familiar. y no hay que buscar una fundamentación a la legitimidad del poder: éste es
un hecho, una experiencia que se funda a su vez en otros hechos o experiencias (usurpación, toma del
poder, transmisión hereditaria, elecciones democráticas...).
La teoría del conocimiento, que hemos visto, es sólo una parte. Hume pretende llevar acabo en
relación con el hombre una tarea parecida a la realizada por Newton en relación con la naturaleza: la
constitución de una ciencia basada en el método experimental. La experiencia le lleva, en moral, a
rechazar el fundamento racional de los juicios morales, para basarlos en las emociones: el origen de los
juicios sobre el bien y el mal se funda en el sentimiento de aprobación o rechazo que se tenga.
Su doctrina moral la podemos dividir, para mayor claridad, en dos partes: en la primera
analizaremos la crítica que hace al racionalismo moral; en la segunda veremos el emotivismo moral,
es decir, el sentimiento como fundamento de los juicios morales. Hume es un subversivo de la moral, al
poner su fundamento en el propio sentimiento, no en la razón. Es una consecuencia más de su
escepticismo: “es el sentimiento mismo lo que constituye nuestra alabanza o admiración; no vamos más
allá ni nos preguntamos por la causa de la satisfacción” (Tratado, III, 1, 2, p. 692).
5.2. Crítica del racionalismo moral
La ética en general se podría describir como el conjunto de principios, normas y valores a través
de los cuales se emiten juicios sobre el bien y el mal, a la luz de la razón, que cada cual ha elaborado
para orientar su conducta.
El primer problema que se presenta a la ética de Hume consiste en saber si las percepciones
morales son impresiones o ideas; porque las impresiones son previas a las ideas, razón por la cual hemos
de considerar que éstas derivan de aquéllas. La moralidad no es sólo impresión ni sólo idea, sino una
curiosa combinacióón de ambas, que Hume describe así: “una idea vivaz relacionada o asociada con una
idea presente” (Tratado, I, p. 215).
Si toda ciencia se ocupa de juicios, la moral se ocupará de juicios morales: un juicio moral nos
indica, por ejemplo, que el matar es malo, el ayudar a los demás es bueno... ¿Distinguimos entre vicio y
virtud, y juzgamos que una acción es censurable o digna de elogio por medio de nuestras ideas o de
nuestras impresiones? (lb. , p. 673).
¿Cuál es el fundamento de esos juicios?, ¿en qué se basan?: ésa ha sido la pregunta que se han
hecho todos los filósofos desde los griegos, para responder que el fundamento está en la razón: la razón
conoce la naturaleza del hombre y de ese conocimiento deduce lo que va en contra de la naturaleza -y
por tanto es malo- y lo que es conforme a naturaleza -y por tanto es bueno.
Hume se opone a este pensamiento (Tratado, III, I, 1-2). Según él, la razón no es el fundamento de
los juicios morales, porque:
•
Los juicios morales determinan nuestro comportamiento. Cuando decimos que tal acción es
buena, esa afirmación nos incita a realizar esa acción. Lo mismo en el caso de afirmar que una
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Hume: Conocimiento y Ética
acción es mala, lo afirmamos para no realizar esta acción. Los juicios morales, por tanto, se hacen
para determinar nuestro comportamiento en orden a obrar siempre bien.
•
La razón no puede determinar nuestro comportamiento. El conocimiento intelectual no puede
determinar el que nosotros hagamos una acción o la evitemos: el conocimiento -según Hume- es
de relaciones entre ideas o de hechos:
-
El conocimiento de relaciones entre ideas (por ejemplo, las matemáticas) por sí mismo no
impulsa a realizarlas: es un conocimiento puramente intelectual.
-
El conocimiento de hechos: los hechos son solamente hechos, no juicios morales. El
hecho en sí (por ejemplo, un crimen) no es un juicio: el juicio se hace en el interior de uno
mismo, en el sentimiento; allí se reprueba el crimen o se alaba la virtud. Mientras no
lleguemos al sentimiento, no ha habido juicio.
5.3. El emotivismo moral
La ética para Hume es un tema de primera importancia, es un asunto que le interesa por encima
de todos los demás (Tratado, III, 1, 1, p. 672). Como hemos visto, la ética de Hume es de carácter
emotivista; rechaza los intentos de fundar la ética en la razón. Había sido la trayectoria constante desde
los griegos: el fundamento de los juicios morales estaba en el entendimiento. Hume afirma que se
encuentran en el sentimiento. La moralidad es más propiamente sentida que juzgada. Porque la razón es
incapaz de mover al hombre; el hombre actúa por motivaciones, por impulsos, por afectos, por pasiones,
que son los que le mueven a hacer cosas; y también porque el bien y el mal morales, los deberes, la
virtud y el vicio no son relaciones de ideas ni son, de hecho, cuestiones racionales. Deben tener su origen
en otro sitio, y Hume denuncia el falso argumento de casi todos los filósofos, que pretenden construir una
ética racional y demostrativa.
Esta falacia (falso argumento) pretende deducir del ser del hombre, de su naturaleza humana, lo
que el hombre es, lo que el hombre debería ser; es decir, el bien y el mal morales, la virtud y el vicio, las
acciones buenas y las acciones malas se enjuician así porque son una derivación racional de su propio
ser. Dice: “Nada es menos filosófico que esos sistemas según los cuales la virtud es algo idéntico a lo
natural, y el vicio a lo no natural” (Tratado, III, 1, p. 475).
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