Principios de liderazgo, Manual para el maestro (Religión 180R)

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PRINCIPIOS DE
LIDERAZGO
MANUAL PARA EL MAESTRO
RELIGIÓN 180R
PRINCIPIOS DE LIDERAZGO
MANUAL PARA EL MAESTRO
Religión 180R
Preparado por
El Sistema Educativo de la Iglesia
Publicado por
La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días
Salt Lake City, Utah, E.U.A.
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incluso de errores ortográficos a:
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Floor 8, Salt Lake City, UT 84150-2722, USA
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© 2001 por Intellectual Reserve Inc.
Todos los derechos reservados
Impreso en los Estados Unidos de América
Aprobación del inglés: 5/99
Aprobación de la traducción: 5/99
Traducción de Principles of Leadership Teacher Manual: Religion 180R
Spanish
ÍNDICE DE TEMAS
Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . V
Lección 1
Los líderes y nuestro potencial divino . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1
Élder Vaughn J. Featherstone,
Tomado de El incomparable Cristo: Nuestro Maestro y Modelo . . . . . . . . . . . . . . 3
Lección 2
Honremos el albedrío de aquellos a quienes dirijamos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 7
Élder Neal A. Maxwell, “Reflexiones sobre el liderazgo” . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9
Lección 3
Cómo llegar a ser un Buen Pastor . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 14
Élder James E. Faust, “A éstos haré mis gobernantes” . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 16
Lección 4
Cómo dar un buen ejemplo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 21
Presidente Gordon B. Hinckley, “El consejo y la oración de un profeta en
beneficio de la juventud” . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 22
Lección 5
Cómo aprender nuestros deberes de líderes . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 29
Élder Dallin H. Oaks, “El liderazgo de los padres en la familia”, . . . . . . . . . . . . . . . . 30
Lección 6
El prestar servicio a aquellos a quienes dirigimos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 35
Élder Vaughn J. Featherstone, Tomado de Más pureza dame . . . . . . . . . . . . . . . . . . 38
Élder M. Russell Ballard, Tomado de
“El sacerdocio mayor: Demos una vida de servicio en el reino” . . . . . . . . . . . . . . 38
Lección 7
Aprendamos a dirigir con caridad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 40
Hermano Stephen D. Nadauld, Tomado de Principios de liderazgo del sacerdocio . . . 42
Lección 8
El liderazgo muchas veces requiere sacrificio . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 46
Presidente Gordon B. Hinckley, La soledad del liderazgo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 47
Lección 9
Cómo emprender el liderazgo con buen ánimo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 51
Élder Joseph B. Wirthlin, “Lecciones aprendidas durante la jornada de la vida” . . . . 52
Lección 10
Cómo poner en primer lugar lo que es primero . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 60
Élder M. Russell Ballard, “El equilibrio en las exigencias de la vida” . . . . . . . . . . . . . 63
Lección 11
Honremos el sacerdocio y la condición del ser mujer . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 67
Élder Russell M. Nelson, “Honremos el sacerdocio” . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 69
Lección 12
Cómo ayudar a los demás a estar anhelosamente consagrados . . . . . . . . . . . . . . . . . 75
Élder Hugh B. Brown, “El grosellero” . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 77
Hermana Margaret D. Nadauld, “El regocijo del ser mujer”, . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 79
Lección 13
La obra del liderazgo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 82
Élder Mark E. Petersen, “Imagen de un líder de la Iglesia” . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 83
III
Lección 14
El liderazgo y los consejos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 89
Élder M. Russell Ballard, “Fortalezcamos los consejos” . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 92
Élder M. Russell Ballard, “Los consejos de la Iglesia” . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 95
Lección 15
La importancia de delegar . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 99
Presidente N. Eldon Tanner, “El mensaje: Dirigir como el Salvador dirigió” . . . . . . 101
Lección 16
Los principios para tomar decisiones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 105
Presidente Ezra Taft Benson, “Sugerencias para tomar decisiones” . . . . . . . . . . . . 105
Lección 17
Cómo dirigir las reuniones para que tengan éxito . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 111
Presidente Boyd K. Packer, Un orden no escrito de cosas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 112
Lección 18
La introspección . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 120
Presidente Spencer W. Kimball, “Jesús: El líder perfecto” . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 121
IV
INTRODUCCIÓN
EL PROPÓSITO DE “RELIGIÓN 180R”
Religión 180R, “Principios de liderazgo”,
presenta a los alumnos los principios y métodos
de liderazgo que les ayudarán a dirigir de una
manera que complazca a Jesucristo, que es el
líder perfecto. Como dijo el presidente Spencer W.
Kimball: “…nos resultará muy difícil llegar a ser
líderes productivos a menos que reconozcamos
la realidad de ese líder perfecto, Jesucristo, y le
permitamos ser la luz que alumbre nuestro camino”
(“Jesús: El líder perfecto”, Liahona, agosto de
1983, pág. 11).
A medida que la Iglesia crece, aumenta la
necesidad de preparar líderes. Los miembros de
la Iglesia pueden aprender a serlo. El presidente
Gordon B. Hinckley citó estas palabras del general
Mark W. Clark, del ejército de los Estados Unidos:
“Contrariamente a lo que dice el viejo dicho de que
los líderes nacen, no se hacen, el arte del liderazgo
se puede enseñar y puede llegar a dominarse” (en
Teachings of Gordon B. Hinckley, 1997, pág. 306).
Principios de liderazgo es un curso que ofrece
un crédito y se reúne durante un período de clase
una vez por semana. Se puede ofrecer a todos los
alumnos o adaptar a determinados grupos, como
el de líderes del consejo estudiantil del Instituto
de Religión. Si se ofrece a un grupo en particular,
tenga en cuenta incluir una nota en el horario de
la clase, a continuación de la lista de cursos (por
ejemplo: “Para los líderes del consejo estudiantil”).
Aun cuando Principios de liderazgo se ha preparado
como para un curso de medio año o de dos ciclos
de enseñanza, puede complementar las lecciones
con otros materiales que se adapten a las necesidades locales a fin de proveer un año entero de
lecciones para un consejo estudiantil de instituto.
Principios de liderazgo, manual para el maestro
contiene más lecciones de las que puedan enseñarse
en un sistema que emplee períodos de quince
semanas; en este caso, las lecciones extras dan al
maestro la posibilidad de decidir qué temas desea
presentar a la clase. En períodos de instrucción de
nueve semanas, las lecciones se pueden dividir en
dos grupos de nueve cada uno, para presentarlas
durante dos períodos: el curso del primer período,
Religión 180R, y el curso del segundo período,
Religión 181R, podrían ambos tener el título de
Principios de liderazgo.
PRINCIPIOS DE
LIDERAZGO, MANUAL PARA EL MAESTRO
Principios de liderazgo, manual para el maestro
tiene una lección para cada uno de los dieciocho
principios de liderazgo que se han tomado de las
Escrituras. El orden en el que presente las lecciones
puede adaptarse a sus circunstancias particulares.
En ciertos casos, para analizar algunos principios
quizás tenga que disponer de más de una clase.
Organice las lecciones a fin de poder analizar
los principios que, en su opinión, tengan más
importancia para sus alumnos a medida que se
preparan para ser líderes en la Iglesia, la institución
de estudios, la comunidad y el hogar.
Cada una de las lecciones comienza con un
pasaje de las Escrituras del cual se ha tomado un
principio general de liderazgo. Además, cada una
contiene también lo siguiente:
• Conceptos de la lección. Determinados
principios para ayudar al alumno a aplicar el
principio general de liderazgo.
• Comentarios. Explicaciones de los conceptos de
la lección, incluso otros pasajes de las Escrituras
y palabras de las Autoridades Generales.
• Ideas para la enseñanza. Métodos que se
sugieren para enseñar los conceptos.
• Fuentes de recursos para el maestro. Discursos
o escritos de las Autoridades Generales que
se relacionan con los principios de liderazgo.
A continuación de éstos hay preguntas para
meditar.
Los discursos que aparecen en la sección de
fuentes de recursos, así como las preguntas que
haya a continuación, son para que usted, el
maestro, los tome en cuenta al preparar las
lecciones; puede utilizarlos en la clase o preparar
con ellos volantes para dar a los alumnos. Observe
que algunos de los discursos se relacionan
directamente con las lecciones, mientras que
otros tratan del liderazgo en general.
V
Introducción
Que este manual para el maestro le ayude a
preparar a los líderes del mañana y a cumplir la
esperanza que expresó el presidente Ezra Taft
Benson: “Sí, queridos jóvenes, ustedes tendrán
pruebas y tentaciones por las que deben pasar,
pero les esperan grandes momentos de cosas
VI
eternas. Cuentan con nuestro amor y confianza.
Oramos para que estén preparados para ser líderes.
Les decimos: ‘Levántense y brillen’ (véase D. y C.
115:5), sean una luz para el mundo y un ejemplo
para los demás…” (véase “Un mensaje a la nueva
generación”, Liahona, febrero de 1978, pág. 40).
LECCIÓN 1
LOS LÍDERES Y
NUESTRO POTENCIAL DIVINO
“Recordad que el valor de las almas es grande a la vista de Dios” (D. y C. 18:10).
PRINCIPIO DE LIDERAZGO
El comprender nuestro potencial divino ayuda a los líderes a guiar a otras personas hacia Jesucristo.
CONCEPTOS DE LA LECCIÓN
1. Tenemos un potencial divino porque somos hijos del Padre Celestial.
2. Jesucristo es nuestro Salvador.
3. Los líderes deben seguir la “Regla de oro”.
CONCEPTO 1: TENEMOS UN POTENCIAL DIVINO
PORQUE SOMOS HIJOS DEL PADRE CELESTIAL.
COMENTARIOS
El salmista hizo esta pregunta: “...¿Qué es el
hombre, para que tengas de él memoria…?”
(Salmos 8:4). Hay personas que creen que el
hombre es simplemente un animal racional
motivado por instintos subconscientes, fuerzas
socioeconómicas o agresividad innata; hay otras
que creen que la conducta humana se rige por la
promesa de recompensas o por la amenaza de
castigos. Y algunas afirman que nuestra existencia
no tiene sentido.
En contraste, los Santos de los Últimos Días
entendemos que todos los seres humanos somos
hijos del Padre Celestial y que tenemos el potencial
de llegar a ser como Él (véase Hechos 17:29;
Efesios 4:6; Hebreos 12:9). La admonición del
Salvador de ser perfectos como Él es una evidencia
de ese potencial divino.
Creemos que toda persona tiene un gran valor
(véase D. y C. 18:10, 15), que tiene la facultad de
discernir el bien del mal (véase 2 Nefi 2:5), que
gracias a la expiación de Jesucristo tiene la libertad
de elegir entre lo bueno y lo malo (véanse los
vers. 26–27) y que, por lo tanto, es responsable
de sus decisiones (véase el vers. 10). Y afirmamos
que el propósito de Dios al establecer el plan de
salvación es que tengamos gozo (véase el vers. 25).
IDEAS PARA LA ENSEÑANZA
Trace una línea vertical que divida la pizarra al
medio; arriba, del lado izquierdo, escriba Puntos
de vista mundanos sobre la naturaleza humana;
y del lado derecho escriba Creencias de los Santos
de los Últimos Días sobre la naturaleza humana.
Analicen los comentarios anteriores y escriba,
bajo los encabezamientos correspondientes,
resúmenes de los puntos de vista seculares y del
entendimiento que nos dan las revelaciones sobre
nuestra naturaleza y nuestro potencial. Llame la
atención de los alumnos con respecto al hecho de
que los Santos de los Últimos Días sabemos que
somos hijos del Padre Celestial y que tenemos el
potencial de llegar a ser como Él.
Analicen la forma en que el saber quiénes somos
y lo que podemos llegar a ser contribuye a que
seamos mejores líderes. Exhorte a los alumnos
a cultivar una comprensión más profunda de la
naturaleza humana y del plan de salvación.
Explíqueles que el hacerlo aumentará el deseo que
tengan de acercar a las personas a Jesucristo y su
capacidad para lograrlo.
Analicen cómo puede influir la comprensión
que tengamos de nuestra naturaleza divina en la
planificación de los programas para la Iglesia y
para la familia.
Diga a los alumnos que lean Moisés 1:27–39,
y luego analicen preguntas como éstas:
1
Lección 1 Los líderes y nuestro potencial divino
• ¿Qué nos dicen estos versículos acerca de
quiénes somos?
• ¿Qué nos dicen sobre el potencial que tenemos?
• ¿Habrá estado Moisés mejor capacitado para
dirigir a su pueblo después de la visión que
describen esos versículos? ¿Por qué?
• ¿Qué verdades contienen estos versículos que
puedan ayudarles a ser mejores líderes?
Divida la clase en grupos pequeños y dígales que
imaginen que se ha llamado a cada grupo para
planear una conferencia de juventud de la estaca.
Pídales que bosquejen la conferencia y planifiquen
las actividades de tal manera que los jóvenes sepan
que son hijos del Padre Celestial y que tienen
un potencial divino. Dígales que consideren las
diferencias que habría en los planes si fuera una
institución mundana la que los hiciera para un
grupo similar de jóvenes. Déles tiempo para llevar
a cabo la asignación y pida a cada grupo que
informe a la clase de lo que haya preparado.
CONCEPTO 2:
JESUCRISTO ES NUESTRO SALVADOR.
COMENTARIOS
La comprensión que tengamos de la naturaleza
y la misión de Jesucristo modificará nuestro punto
de vista de la naturaleza humana. El Evangelio
enseña que Jesús es el Mesías, nuestro Salvador
y el Hijo Divino de Dios el Padre.
El ángel dijo a Nefi lo siguiente: “...Estos últimos
anales [el Libro de Mormón]… establecerán la
verdad de los primeros [la Biblia]… y manifestarán
a todas las familias, lenguas y pueblos que el
Cordero de Dios es el Hijo del Eterno Padre, y es
el Salvador del mundo; y que es necesario que
todos los hombres vengan a él, o no serán salvos”
(1 Nefi 13:40).
El Salvador sabía desde la infancia que Su misión
formaba parte del plan de Su Padre Celestial. Como
lo explicó el élder Neal A. Maxwell, del Quórum
de los Doce Apóstoles: “Él sabía tanto desde tan
pequeño” (Men and Women of Christ, 1991, pág.
115). El apóstol Juan escribió que Jesús “no recibió
de la plenitud al principio, sino que continuó de
gracia en gracia hasta que recibió la plenitud”
(véase D. y C. 93:13). A medida que transcurría
2
Su ministerio, Cristo habló con respecto a Su
identidad y Su misión. “Yo y el Padre uno somos”,
dijo a Sus discípulos (Juan 10:30). Junto al pozo
de Jacob, reveló a la mujer samaritana que era el
Mesías, esperado desde hacía tan largo tiempo
(véase Juan 4:19–26, 42). El élder Bruce R.
McConkie, que fue en vida miembro del Quórum
de los Doce Apóstoles, resumió de esta manera el
testimonio que el Señor dio de Sí mismo en el pozo
de Betesda: “Él obraba por el poder del Padre, iba
a llevar a cabo la Resurrección y se le honraría
junto con el Padre; Él juzgaría a todos los seres
humanos, predicaría a los espíritus que estaban en
prisión y abriría los sepulcros de los que hubieran
partido de esta tierra; Él tenía vida en Sí mismo,
igual que el Padre… todo esto y mucho, mucho
más [véase Juan 5]” (The Promised Messiah: The
First Coming of Christ, 1978, pág. 154).
Amulek explicó esto a los zoramitas: “Porque es
necesario que se realice una expiación; pues según
el gran plan del Dios Eterno, debe efectuarse una
expiación, o de lo contrario, todo el género humano
inevitablemente debe perecer…
“Porque es preciso que haya un gran y postrer
sacrificio; sí, no un sacrificio de hombre, ni de
bestia, ni de ningún género de ave; pues no será
un sacrificio humano, sino debe ser un sacrificio
infinito y eterno…
“Y he aquí, éste es el significado entero de la ley,
pues todo ápice señala a ese gran y postrer
sacrificio; y ese gran y postrer sacrificio será el Hijo
de Dios, sí, infinito y eterno” (Alma 34:9–10, 14).
IDEAS PARA LA ENSEÑANZA
Pida a los alumnos que busquen pasajes de las
Escrituras que describan aspectos de la personalidad
o el propósito divinos de Jesucristo; pida a algunos
que lean a la clase lo que hayan encontrado.
Analicen lo que enseñan las Escrituras y los
profetas actuales sobre la identidad de Jesucristo y
sobre lo que Él hizo por cada uno de nosotros
mediante Su sacrificio expiatorio.
Explíqueles que la Expiación es el núcleo mismo
del plan de salvación y es lo que hace posibles
nuestra resurrección y retorno a nuestro hogar
celestial. Analicen por qué es importante que las
familias y los líderes de la Iglesia entiendan la
función de Jesucristo en este plan.
Lección 1 Los líderes y nuestro potencial divino
CONCEPTO 3: LOS LÍDERES
DEBEN SEGUIR LA REGLA DE ORO.
COMENTARIOS
Los líderes deben tratar a las personas con
bondad y respeto. Toda persona es un hijo del
Padre Celestial con potencial divino y por quien el
Salvador sufrió y murió. La gente tiene la tendencia
a responder mejor a los líderes que le demuestren
amor y respeto.
El Salvador enseñó: “Así que, todas las cosas
que queráis que los hombres hagan con vosotros,
así también haced vosotros con ellos; porque esto
es la ley y los profetas” (Mateo 7:12). Esta
enseñanza se conoce como “la Regla de oro”.
Alma enseñó: “Pues he aquí, el Señor les
concede a todas las naciones que, de su propia
nación y lengua, enseñen su palabra, sí, con
sabiduría, cuanto él juzgue conveniente que tengan”
(Alma 29:8). Por lo tanto, no debe sorprendernos
si los pueblos a los que no se ha revelado todavía
el Evangelio entienden muchas de sus verdades.
Muchas religiones tienen preceptos similares a
esta enseñanza del Salvador. El cuadro que aparece
a continuación menciona varias.
Judaísmo
“Lo que tú aborreces, no lo hagas
a tus semejantes. Ésta es toda la
Ley; lo demás es comentario”
(Talmud, Shabbat, 31a).
Budismo
“No hagas a los demás nada que
tú consideres malo para ti mismo”
(Udana-Varga, 5, 18).
Confucionismo
“Ciertamente, ésta es la máxima
de la bondad tierna: No hagas a
otros lo que no querrías que te
hicieran a ti” (Analectas, 15, 23).
Islam
“Ninguno es creyente sino hasta
que desee para su hermano lo
mismo que desea para sí”
(Sunnah).
Adaptado de la obra de David Wallechinsky e Irving Wallace,
The People’s Almanac, 1975, págs. 1314–1315.
IDEAS PARA LA ENSEÑANZA
Pregunte a la clase si hay alguien que pueda
repetir la “Regla de oro”; si nadie responde,
dígales que lean Mateo 7:12 y explíqueles que a
esa enseñanza del Salvador se le llama a veces la
“Regla de oro”. Dígales que el Señor inspira a los
maestros dignos en toda nación (véase Alma 29:8)
y que en muchas religiones existe alguna versión
de esa regla. El presidente Ezra Taft Benson
enseñó que la Regla de oro es “la fórmula para
tener buenas relaciones con otras personas” (The
Teachings of Ezra Taft Benson, 1988, pág. 447).
Analice con la clase las características de los
líderes que vivan de acuerdo con la Regla de oro y
anote en la pizarra los comentarios que hagan los
alumnos. Los siguientes ejemplos son apropiados:
Los líderes que viven de acuerdo con la Regla de oro:
• Tienen una visión amplia de la gente y de sus
propios deberes.
• Son optimistas con respecto a las personas a
quienes prestan servicio y a los deberes que
llevan a cabo.
• Desarrollan mayor habilidad y más deseos de
servir a los demás.
(Véase también la lista que hizo el élder Vaughn J.
Featherstone y que aparece más adelante, en la
sección “Fuentes de recursos para el maestro”.)
Lean Lucas 10:25–37 y analicen lo que enseña
esta parábola sobre la Regla de oro. Podría hacerles
las siguientes preguntas:
• ¿Qué podría costarle a una persona el ser
un “buen samaritano”? ¿Podría ser el costo
demasiado alto para los líderes? Expliquen.
• Aun cuando los líderes no piensen que otras
personas los van a tratar en forma similar,
¿deberían seguir la Regla de oro de todas
maneras? ¿Por qué?
• ¿Qué les parece que cambiaría en nuestro país
si los líderes y los ciudadanos vivieran de
acuerdo con la Regla de oro?
FUENTES DE RECURSOS PARA EL MAESTRO
Élder Vaughn J. Featherstone
de los Setenta
Citas de The Incomparable
Christ: Our Master and
Model, 1995, págs. 106–108,
110–111, 113–116, 119–120,
123–125, 128–132.
[El capitán Moroni termina su carta a
Ammorón, diciendo:] “Ahora concluyo mi epístola.
Soy Moroni, uno de los jefes del pueblo de los
nefitas” [Alma 54:14; cursiva agregada].
3
Lección 1 Los líderes y nuestro potencial divino
En mi ejemplar del Libro de Mormón he escrito
al margen: “Nunca se han pronunciado palabras
más certeras que cuando Moroni declaró: ‘Soy…
uno de los jefes [líderes]’ ¡Y qué líder!”
Muchos años después, se describió a Moroni con
estas palabras: “…si todos los hombres hubieran
sido, y fueran y pudieran siempre ser como Moroni,
he aquí, los poderes mismos del infierno se habrían
sacudido para siempre; sí, el diablo jamás tendría
poder sobre el corazón de los hijos de los hombres”
(Alma 48:17).
Cuando era comandante de los ejércitos nefitas,
Moroni:
“…rasgó su túnica; y tomó un trozo y escribió
en él: En memoria de nuestro Dios, nuestra
religión, y libertad, y nuestra paz, nuestras
esposas y nuestros hijos; y lo colocó en el
extremo de un asta.
“Y se ajustó su casco y su peto y sus escudos,
y se ciñó los lomos con su armadura; y tomó el
asta, en cuyo extremo se hallaba su túnica rasgada
(y la llamó el estandarte de la libertad), y se inclinó
hasta el suelo y rogó fervorosamente a su Dios,
que las bendiciones de libertad descansaran sobre
sus hermanos mientras permaneciese un grupo de
cristianos para poseer la tierra” (Alma 46:12–13).
Moroni no tenía ninguna duda de que era un
líder; sabía cuál era su misión y tenía la determinación de cumplirla. Se encaminó con toda su
alma en la dirección apropiada; ejerció su fe en
sus acciones y en ponerse de rodillas para orar,
y no tenía vergüenza de hacerlo públicamente.
Moroni era un líder intrépido con un espíritu
indomable. Puso el alma y el corazón en una
causa más importante que su propia persona y no
sentía ni un ápice de temor. Siempre que leo sobre
el capitán Moroni, siento un fuego abrasador en
la médula de los huesos. ¿Qué darían ustedes por
luchar lado a lado junto a un hombre como él?
se presentó una dificultad de fuerza mayor y
Moroni, con pureza y confianza, se ofreció para
que el Señor se sirviera de él.
En la Iglesia, todos somos líderes y todos somos
seguidores, pues está organizada de tal manera que
aun el más insignificante de nosotros dirige algo
en el curso de su vida. Ese tipo de liderazgo puede
consistir en las visitas que se hacen a unas cuantas
familias en calidad de maestro orientador o en un
llamamiento de la estaca, de la región o incluso
del área; o en una clase de Mujeres Jóvenes o en
todas las mujeres jóvenes de la Iglesia…
El presidente Harold B. Lee indicó que sólo si
estamos completamente disponibles podemos llegar
a ser dignos discípulos de Cristo. Es interesante
notar que la falta de confianza en sí mismo o el
sentirse indigno de un cargo no contradice esa idea.
Tanto Moisés como Enoc eran “tardo[s] en el
habla” y titubearon ante el llamamiento. Podemos
sentirnos incompetentes, pero cuando hay que
llevar a cabo una labor, alguien tiene que dar un
paso adelante y poner manos a la obra.
La sección 4 de Doctrina y Convenios dice:
“…si tenéis deseos de servir a Dios, sois llamados
a la obra” (vers. 3)…
Todos los que se pongan a disposición y tengan
buena voluntad serán llamados a dirigir. Eso es
parte del plan del Evangelio…
Un líder debe ser capaz de tener visión para la
obra…
“Sin profecía [visión] el pueblo se desenfrena” y,
además, no hace nada (Proverbios 29:18); tampoco
tiene ánimo para la obra e, inevitablemente, será
un obstáculo en lugar de una ayuda. Del mismo
modo, un líder sin visión limitará grandemente
su eficacia…
Si la visión es tan importante, ¿cómo la
obtenemos? Los que la poseen tienen muchas
cosas en común:
Hombres, mujeres y jóvenes siempre se unirán
en una causa si tienen un líder; sin embargo,
tanto para Dios como para cualquier organización
es difícil emplear los servicios de un líder remiso…
• Tienen una visión de la obra completa.
Estoy seguro de que Moroni no se daba cuenta
de su grandeza, y dudo de que haya estudiado
nunca un principio de liderazgo en algún libro
popular ni en un costoso seminario. Sencillamente,
• Consideran en forma colectiva todos los
recursos y las posibilidades a su disposición así
como sus aptitudes.
4
• Visualizan lo que debe suceder para lograr los
resultados deseados.
Lección 1 Los líderes y nuestro potencial divino
• Visualizan todas las cosas maravillosas y
magníficas que pueden ocurrir cuando se
movilizan en unión las personas que vayan
a participar en la obra.
• Después, ponen manos a la obra para alcanzar
su meta.
• Tienen la habilidad de comunicar su visión
de manera convincente a los que están a su
alrededor, a fin de que otras personas se unan
a sus labores.
• En lo que están haciendo ven una causa, no
un proyecto.
• Los líderes religiosos sienten que hay “una
mano santa” que ayuda en la obra…
Reflexione conmigo sobre la magnitud de la
causa en la que estamos embarcados. Se nos han
dado las llaves, el sacerdocio y el programa de la
causa más grandiosa de la eternidad. De todos los
hijos de Dios, somos los únicos que tienen las
llaves del conocimiento de la salvación y de la
exaltación…
La causa es más grande que el hombre mismo
o que los profetas; es la causa del Salvador; es la
causa de Dios el Padre Eterno. Por embarcarnos en
Su causa y perseverar en ella fielmente, recibiremos
nosotros mismos todo lo que enseñamos y
compartimos. Un versículo que citamos a menudo,
a veces sin pensar mucho en lo que dice, es:
“…ésta es mi obra y mi gloria: Llevar a cabo la
inmortalidad y la vida eterna del hombre” (Moisés
1:39). Imaginen una causa con implicaciones y
consecuencias eternas, tan grandiosa que toda la
eternidad es una incógnita que depende de que la
aceptemos o la rechacemos. No comprendemos
totalmente lo magnífico que es el privilegio de estar
totalmente dedicados a ella…
Un quórum o una clase pueden dedicar
esfuerzos a una causa determinada: la obra
misional, actividades relacionadas con el bienestar,
la activación de todos los miembros del grupo, la
preparación para el templo, los lazos de hermandad
(unidad), y muchas otras. Cuando trabajamos de
forma unida, logramos resultados con los que ni
siquiera hemos soñado.
Todo aquello que más amamos tiene la capacidad de convertirse en una gran causa. La familia,
la religión, la patria, los derechos, las libertades,
el albedrío y el trabajo: la mayoría de nosotros
aprecia profundamente todas esas cosas…
La causa en la cual nos embarquemos debe ser
real y de gran valor; no puede ser imaginaria. El
Señor nos ofrece muchas que son personales,
como el bautismo en la única Iglesia verdadera, los
sellamientos del templo, las relaciones familiares
eternas, la obra misional, el servicio a los
necesitados y el sentido de nuestro propio destino
con el potencial de la exaltación…
…El líder debe ser una persona ejemplar…
El ejemplo está en todo lo que hagamos,
y en ese aspecto el líder es constante; no puede
demostrar un calibre de carácter en el campo de
batalla y otro cuando se halla solo…
Ésta es la obra del Señor y debe llevarse
adelante; Él confiere a hombres y mujeres talento
y habilidades, y ese talento y esas habilidades de
liderazgo deben ponerse en funcionamiento
donde puedan brindar los mejores resultados…
Los líderes siempre logran realizar lo que se les
haya asignado y elevan a todos los que estén a su
alrededor…
Debemos orar por los líderes espirituales que
eleven y motiven a la gente, y que aumenten los
niveles de actividad y de rendimiento…
Veremos que los que tienen en nosotros la
influencia más profunda son los que emplean sus
funciones de líderes para prestar servicio. Los que
son egoístas, arrogantes o soberbios son reacios a
servir pero rápidos para echar mano al poder; les
encanta controlar, dominar y lograr la obediencia
mediante la compulsión…
El liderazgo de los siervos se basa en un
profundo respeto por los hijos de los hombres y
exige características que no disminuyan ni rebajen
ni causen de ninguna manera que aquellos a
quienes dirigen se sientan inferiores. Ese tipo de
liderazgo eleva, bendice y cambia positivamente la
vida de las personas…
Los siervos-líderes ponen en práctica las
siguientes características en sus labores:
• Comprenden el valor de toda alma humana.
• Tienen un sentido innato o desarrollado de la
importancia de ocuparse de los demás.
5
Lección 1 Los líderes y nuestro potencial divino
• Tienen buena disposición para ofrecerse a fin
de aliviar las presiones de otras personas.
• Se apresuran a acudir en ayuda de alguien
que enfrente una experiencia bochornosa
o humillante.
• Tratan con equidad a todos sus semejantes.
• No piensan que sea rebajante para ellos ninguna
tarea que hayan asignado a otras personas.
• No se ofenden por las interrupciones de personas
que estén pasando por traumas o presiones
emocionales.
• Se exigen a sí mismos más de lo que esperan
de los demás.
• Se apresuran a elogiar, agradecer y enaltecer
a los que cumplan una asignación.
• Juzgan a los demás por su potencial, no por
una sola experiencia negativa.
• No se atribuyen el mérito por los logros de
otra persona, pero les gusta compartir el éxito
de cualquier logro propio.
• Se enteran bien de los hechos antes de
desaprobar o criticar a alguien.
• Hacen que todos los participantes sientan que
han tenido parte en el éxito de un proyecto.
• Detestan las bromas pesadas o las insinuaciones
con las que se trate de humillar o llamar la
atención sobre una persona.
• Siempre critican constructivamente en privado
y elogian en público.
• Son totalmente honestos en sus labores.
• Son equitativos y justos con todos los que estén
bajo su dirección.
• Siempre están dispuestos a escuchar a ambas
partes en el caso de una discusión, diferencia
de opinión o problema. Y siempre saben que el
sonido de una sola campana no da el repique
completo…
• Se ponen a disposición de todos, no sólo de los
que tengan una posición importante o mucha
influencia.
Los verdaderos siervos-líderes no necesitan una
lista de verificación de estas características, porque
las ponen en práctica diariamente…
6
Los siervos-líderes comprenden también
el carácter particular y la individualidad de toda
persona. Hace años escuché la leyenda griega de
Procrustes o Procusto, que se refería a una cama
que tenía éste y que medía 1,80 m de largo. A los
que se acostaban en ella y no tenían esa altura, él
los estiraba hasta la medida de la cama; a los que
eran más altos, les cortaba lo que sobrara del largo
de la cama. A todos se les exigía que su altura
coincidiera con el largo del lecho de Procrustes.
Felizmente, ésa no es la manera del Señor ni de Su
reino. Él siempre ha llamado a hombres y mujeres
especiales de gran integridad, aspiraciones,
disciplina y fe en Cristo. No todos tendrán la
misma medida de cama ni se ajustarán a los
mismos llamamientos.
No todos serán —ni deben ser— el líder perfecto
del barrio, la estaca o la Iglesia en general, pero
cada uno de ellos puede hacer contribuciones al
máximo en un llamamiento o circunstancia
determinados. Y eso es todo lo que el Salvador
espera de nosotros: que demos lo máximo, en
dondequiera que estemos.
ELEMENTOS PARA EL ESTUDIO
• ¿A quién presenta el élder Featherstone como
ejemplo de líder ideal? ¿Qué cualidades posee
que lo convirtieron en un gran líder?
• Además de una buena disposición, ¿qué más
debemos tener para ser buenos líderes?
• ¿Qué podemos hacer para desarrollar las
características que los líderes con visión tienen
en común?
• ¿En qué causas podemos embarcarnos al mismo
tiempo que dirigimos y servimos a nuestra
familia? ¿o en organizaciones del barrio o la
estaca?
• ¿Por qué es importante que un líder sea un
buen ejemplo?
• Entre las características del siervo-líder, ¿cuáles
serán las más importantes que deben desarrollar
ahora? ¿Qué deben hacer para empezar a
desarrollarlas? (Nota: Si hace esta pregunta
en la clase, diga a los alumnos que consideren
la respuesta en silencio.)
• ¿Qué tiene que ver con el liderazgo la “cama de
Procusto”?
LECCIÓN 2
HONREMOS EL ALBEDRÍO DE
AQUELLOS A QUIENES DIRIJAMOS
“Anímense, pues, vuestros corazones, y recordad que sois libres para obrar por vosotros mismos,
para escoger la vía de la muerte interminable, o la vía de la vida eterna” (2 Nefi 10:23).
PRINCIPIO DE LIDERAZGO
Los líderes deben dirigir de tal manera que permita a las personas ejercer su albedrío.
CONCEPTOS DE LA LECCIÓN
1. Los líderes de la Iglesia y de la familia deben honrar el albedrío de aquellos a quienes dirijan.
2. Según lo que corresponda, los líderes deben dirigir y al mismo tiempo permitir que los demás
participen en las decisiones.
CONCEPTO 1: LOS LÍDERES DE LA
IGLESIA Y DE LA FAMILIA DEBEN HONRAR EL
ALBEDRÍO DE AQUELLOS A QUIENES DIRIJAN.
COMENTARIOS
El élder Boyd K. Packer, que es miembro del
Quórum de los Doce Apóstoles, dijo: “El único
albedrío de que se habla [en las Escrituras] es el
albedrío moral…” (“Nuestro ambiente moral”,
Liahona, julio de 1992, pág. 74). Ese albedrío es
la habilidad de elegir entre el bien y el mal. Lehi
explicó que somos “libres para escoger la libertad
y la vida eterna, por medio del gran Mediador de
todos los hombres, o escoger la cautividad y la
muerte, según la cautividad y el poder del diablo”
(2 Nefi 2:27). Jesucristo respetó siempre el albedrío
de aquellos a quienes enseñó durante Su ministerio
terrenal y nunca los obligó a obedecerle. (Véase
Mateo 22:15–22; Lucas 18:18–30; Juan 6:28–71.)
El plan de nuestro Padre Celestial nos permite
tener albedrío, pues es un importante elemento
para que lleguemos a ser como Él. Ése es el motivo
por el que Lucifer trató de destruir nuestro albedrío
y Dios hizo “que fuese echado…
“y llegó a ser Satanás, sí, el diablo…”
(Moisés 4:3–4).
Lehi enseñó que para que podamos ejercer
el albedrío, “es preciso que haya una oposición
en todas las cosas” (2 Nefi 2:11). Adán y Eva
emplearon su albedrío en el Jardín de Edén a fin
de que tuviera efecto la Caída. Si ejercemos el
albedrío para optar por el bien, tendremos más
rectitud; si lo ejercemos para optar por el mal,
nos volveremos más inicuos. Somos responsables
de nuestras decisiones siempre que las tomemos
libremente; sin albedrío no pueden existir la
rectitud ni la iniquidad.
Los líderes deben dirigir con rectitud y alentar
a los demás a emplear su albedrío en la causa de
la rectitud.
IDEAS PARA LA ENSEÑANZA
Analicen el significado de la palabra albedrío
según la forma en que se emplea en el Evangelio.
Trate de que los alumnos comprendan por qué es
importante que los líderes entiendan ese principio.
Analice con los alumnos Doctrina y Convenios
121:41 y ayúdeles a entender el significado de las
palabras persuasión, longanimidad, benignidad,
mansedumbre y amor sincero. Dígales que
busquen en las Escrituras ejemplos de personas
que hayan demostrado esas cualidades en su
función de líderes, y que hablen de ellos a la clase.
Pregúnteles en qué casos podrían tener los
líderes la tentación de no respetar el albedrío de
los demás. Puede emplear preguntas como las
siguientes:
• Si un líder emplea el sentido de culpabilidad
para motivar a alguien a hacer algo, ¿se puede
7
Lección 2 Honremos el albedrío de aquellos a quienes dirijamos
decir que honra el albedrío de esa persona?
Expliquen la respuesta.
• El motivar a las personas valiéndose de su
deseo natural de superar a los demás, ¿en qué
sentido se relaciona con el respeto al albedrío?
Por ejemplo, ¿sería una buena idea instar a los
élderes y a los sumos sacerdotes a competir a fin
de ver quiénes logran el porcentaje más alto en
la orientación familiar? ¿Por qué o por qué no?
• ¿En qué se relaciona el ofrecimiento de una
recompensa por hacer lo bueno con el respeto
por el albedrío? (Por ejemplo, un padre o una
madre que ofrezcan dinero a su hijo para que
tenga buenas notas.)
CONCEPTO 2: SEGÚN LO QUE
CORRESPONDA, LOS LÍDERES DEBEN
DIRIGIR Y AL MISMO TIEMPO PERMITIR QUE
LOS DEMÁS PARTICIPEN EN LAS DECISIONES.
COMENTARIOS
Las Escrituras nos enseñan la manera de
comportarnos sin infringir el albedrío de los demás.
Cuando se encontraba en la cárcel de Liberty, el
profeta José Smith fue inspirado para escribir estas
palabras: “…cuando intentamos encubrir nuestros
pecados, o satisfacer nuestro orgullo, nuestra vana
ambición, o ejercer mando, dominio o compulsión
sobre las almas de los hijos de los hombres, en
cualquier grado de injusticia, he aquí, los cielos se
retiran, el Espíritu del Señor es ofendido, y cuando
se aparta, se acabó el sacerdocio o autoridad de
tal hombre…
“Ningún poder o influencia se puede ni se debe
mantener en virtud del sacerdocio, sino por persuasión, por longanimidad, benignidad, mansedumbre y por amor sincero” (D. y C. 121:37, 41).
El élder Vaughn J. Featherstone, miembro de los
Setenta, hizo este comentario con respecto a esos
versículos: “Cuando analizamos los principios de
este admirable consejo, vemos que hace un gran
contraste con el punto de vista que tiene el mundo
en general en cuanto al liderazgo. Dirigir a la gente
por medio de la persuasión es un orden santo de
Dios. La persuasión implica una regeneración, un
cambio de corazón, una convicción o renovación;
la persuasión conduce a aquellos a quienes
dirigimos al mismo nivel de comprensión que
nosotros tengamos; no obliga a las personas en
8
contra de su voluntad, sino que ayuda a cambiar
a los discípulos bien dispuestos. De ese modo, la
voluntad del que persuade y la del persuadido
llegan a ser una sola.
“La longanimidad indica que Dios quiere que nos
demos cuenta de que Su manera, en lo referente al
liderazgo, no es dar una solución rápida y al azar.
Enseñamos, capacitamos y volvemos a capacitar,
y después esperamos pacientemente los resultados
deseados. La longanimidad es más profunda que
el simple hecho de ser pacientes; exige que nos
indentifiquemos con los demás y que comprendamos que toda persona es diferente; algunas pueden
no ser capaces de entender un concepto o un
principio; otras pueden no estar de acuerdo y por
eso necesitan persuasión; y hay quienes carecen de
motivación. El líder que dirige con longanimidad
tiene más interés en el desarrollo y la capacitación
de las almas que en llevar a cabo la tarea de la
forma más rápida o de otra manera, o en emplear
a otra persona para hacerla.
“El presidente Harold B. Lee nos llamó la
atención muchas veces a una expresión de la
admonición del Señor de que ‘aprenda todo varón
su deber’ [o, como dice en inglés, ‘déjese que
todo varón aprenda su deber’] (D. y C. 107:99).
La expresión es déjese que. Una vida que emule
a la de Cristo exige una búsqueda y un progreso
constantes” (The Incomparable Christ: Our
Master and Model, 1995, págs. 125–126).
Neal A. Maxwell, que más tarde fue llamado al
Quórum de los Doce Apóstoles, escribió diciendo
que los líderes siguen básicamente uno de tres
estilos de liderazgo: manipulador, dirigente y de
participación. En el liderazgo manipulador, el líder
manipula a las personas y las circunstancias para
alcanzar la meta del grupo; en el dirigente, el líder
toma las decisiones teniendo o no en cuenta las
opiniones del grupo; en el liderazgo de participación,
el grupo tiene igual responsabilidad en tomar las
decisiones. Lea en la sección de recursos para el
maestro, que está más adelante, el análisis que
hace el élder Maxwell de estos principios. Fíjese en
que el élder Maxwell recomienda para el liderazgo
una combinación de los estilos dirigente y de
participación.
IDEAS PARA LA ENSEÑANZA
Analicen los tres estilos de liderazgo a los que
se refiere el élder Maxwell (manipulador, dirigente
Lección 2 Honremos el albedrío de aquellos a quienes dirijamos
y de participación) y escríbalos en la pizarra;
debajo de cada uno, haga una lista de los puntos
fuertes y de los débiles de los respectivos estilos.
Lea a la clase las siguientes palabras del élder
Maxwell:
“Tanto la experiencia como las Escrituras
indican que es necesario combinar los estilos de
liderazgo dirigente y de participación; de ese modo,
éstos se emplean de acuerdo con las circunstancias
en las cuales sean más apropiados. En la Iglesia
tenemos esa combinación única de los estilos
dirigente y de participación en los que todos los
que participan progresan y avanzan hacia sus metas
eternas” (…A More Excellent Way: Essays on
Leadership for Latter-day Saints, 1967, pág. 26).
Pida a los alumnos que piensen en buenos
líderes de la Iglesia o de la familia que conozcan,
y pregúnteles qué características tienen que hacen
que tengan éxito. Analicen la forma en que esos
líderes combinan los dos estilos de liderazgo
mencionados por el élder Maxwell.
FUENTES DE RECURSOS PARA EL MAESTRO
Élder Neal A. Maxwell
del Quórum de los Doce
Apóstoles
sería difícil aislar de manera distintiva los rasgos
específicos…
Tal vez lo mejor sea alejarnos de los árboles a fin
de tener una perspectiva de todo el bosque. Un
rasgo es como un árbol que sin duda tiene
importancia individual, pero todos los árboles
forman un bosque o un modelo en la personalidad
del líder, aun cuando no podamos distinguirlos
claramente unos de otros ni ver la importancia de
la forma en que se relacionan entre sí.
El estilo de liderazgo que uno adopte (aun
cuando no sea conscientemente) surge de las ideas
y las opiniones que tenga sobre la naturaleza
humana. Thomas Jefferson [estadista y tercer
presidente de los Estados Unidos] dijo a un
corresponsal: “Ambos consideramos a los del
pueblo como hijos nuestros y los amamos con
afecto paternal, pero usted los ama como infantes
en los que, sin ayos, teme confiar; y yo los amo
como adultos a quienes libremente otorgo
autonomía”. Hay quienes piensan que la opinión
de Jefferson era excesivamente optimista. El profeta
José Smith, al referirse al gobierno de los miembros
de la Iglesia, dijo: “Les enseño principios correctos
y ellos se gobiernan a sí mismos”. Aun así,
necesitamos al Espíritu para guiarnos en nuestra
autonomía.
Al procurar describir el misterio del liderazgo,
los eruditos y los estudiosos han hecho muchos
intentos de determinar ciertos rasgos claves que, en
el caso de que los líderes los posean, supuestamente
los harían ser más eficaces por tratarse de
características superiores.
Los modelos supremos que tenemos son, por
supuesto, Dios el Padre y Jesucristo. En sus
Lectures on Faith [“Discursos sobre la fe”], José
Smith nos explica que Dios ha perfeccionado cada
uno de los atributos que lo hicieron ser Dios; es
decir, Él es perfecto en conocimiento, poder o fe,
justicia, juicio, misericordia, verdad y amor. A
medida que el Profeta describe Su perfección en
esos atributos, podemos ver claramente que si Él
no fuera perfecto en cada uno de ellos, no podría
ser Dios. El conocimiento perfecto sin amor
perfecto sería una condición peligrosa; el poder
absoluto sin una misericordia perfecta sería
insoportable; y el ser perfecto en el amor sin ser
perfecto en la verdad nos daría un sentimentalismo
descontrolado. Cualquier líder en este mundo
terrenal que no se esfuerce por lograr esos mismos
atributos no puede ser completamente eficaz ni
ofrecer completa seguridad en cuanto a la potestad
que posee de dirigir la vida de otras personas e
influir en ella…
Aunque la mayoría de nosotros pueda reconocer
un buen liderazgo al vivirlo u observarlo, nos
…Es difícil que los grupos y las organizaciones
se eleven por encima del nivel de su liderazgo, y aun
“Reflexiones sobre el
liderazgo”, en “…A More
Excellent Way”: Essays on
Leadership for Latter-day
Saints, 1967, págs. 15–29.
…El liderazgo [implica la cooperación]. Lleva
también implícito un riesgo. El misterio del liderazgo comprende la complejidad de una personalidad humana multiplicada por las complejidades
de todos los otros participantes. El intento de describirlo es similar al hecho de que varias personas
traten de comparar lo que ven en un caleidoscopio
cuando el mero acto de pasarlo de mano en mano
cambia el diseño que presenta.
9
Lección 2 Honremos el albedrío de aquellos a quienes dirijamos
cuando nuestro liderazgo supremo sea divino, el
que nos rodea en este mundo está formado por
seres humanos imperfectos cuyas debilidades
tienen un impacto inevitable en la familia, en el
grupo y en la Iglesia, y en las personas que integren
estas entidades.
Se diría que hay tres estilos principales de
liderazgo, cada uno con sus propias limitaciones,
ventajas, variantes y derivaciones. En primer lugar,
está el liderazgo manipulador, que varía desde su
forma más siniestra del tipo maquiavélico hasta la
clase de manipulación modesta que cada uno de
nosotros practica, consciente o inconscientemente,
con los que nos rodean.
El liderazgo manipulador tiene ciertas ventajas:
a veces, el manipular a las personas, los sentimientos y las causas puede dar resultado a corto
plazo, resolver un problema o evitar una crisis;
puede provocar a veces una sensación de dinamismo y eficacia en los seguidores, a pesar de no
requerir al líder que tenga en cuenta las opiniones
ni las ideas de los miembros de su grupo puesto
que tiene la libertad de manipularlos, pasarlos por
alto o aprovecharse de su ingenuidad.
Las desventajas de este estilo son: puede ser
y por lo general es condescendiente de modo
abrumador; procura llevar a cabo los deseos del
líder y lograr lo que él quiera y no precisamente
lo que quiera el grupo; puede tener resultados
desastrosos con un mal líder, o terminar en un
caos si el líder no es astuto en su manipulación y,
por lo tanto, sus artimañas quedan expuestas
desde el principio. Este estilo usa a la gente o la
deja de lado pasando por alto sus opiniones y sin
dar importancia a su progreso.
El segundo tipo principal de liderazgo es el
dirigente, en el cual el líder procura mantener su
superioridad en relación con los miembros del
grupo; es la figura dominante y, aun cuando pueda
ser muy sincero y dedicado, es obvio que es él
quien da las órdenes y toma las decisiones más
importantes.
Esta clase de liderazgo tiene algunas ventajas:
muchas veces logra resultados inmediatos; los
seguidores consideran que su contribución es
importante para el éxito de los proyectos que
realicen; les da cierto sentido de seguridad, sobre
todo si se trata de un líder que inspira en ellos la
unidad. Además, con este estilo se evitan ciertas
10
limitaciones ocasionadas por las ineptitudes del
grupo, puesto que el líder puede pedir ayuda a los
miembros siempre que sea apropiado; pero no
tiene por qué darles participación en todos los
casos en que se deba tomar una decisión.
Todos hemos visto ejemplos de ese tipo de
liderazgo en una crisis; en algunos lugares no es
una forma popular, pero debemos recordar que
tiene verdaderas ventajas. Herbert Hoover [que
fue presidente de Estados Unidos] observó que,
aun cuando al pueblo estadounidense le gusta “el
hombre ordinario”, cuando se encuentra enfrentado
a una crisis, como una guerra, prefiere “el general
extraordinario”…
No obstante, el liderazgo dirigente tiene desventajas: puede crear seguidores que dependan demasiado del líder y que descansen en él demasiadas
veces, por demasiados motivos y en demasiadas
circunstancias. Sin duda, Brigham Young tenía
esa preocupación cuando dijo lo siguiente:
“Mi gran temor es que esta gente tenga tanta
confianza en sus líderes que no se acerque a Dios
para preguntarle si éstos son guiados por Él. Temo
que se queden muy satisfechos en un estado de
ciega seguridad, confiando su destino en manos de
los líderes con una confianza descuidada que, en
sí misma, desviaría los propósitos de Dios para su
salvación y debilitaría la influencia que pudieran
tener en sus líderes si supieran ellos mismos, por
las revelaciones de Jesús, que se les dirige de la
manera apropiada” (Discourses of Brigham Young,
sel. por John A. Widtsoe, 1941, pág. 135)…
En esa oportunidad, el presidente Young acertó
en un principio esencial del discipulado y del liderazgo. Para el progreso de los miembros que participen, no sólo es importante ejercer su derecho de
pedir a Dios que los tranquilice en cuanto a la dirección del reino, sino que también es importante para
los seguidores prepararse para seguir de tal manera
que su influencia sea más útil a los líderes a fin de
alcanzar las metas del grupo. Los seguidores que
proceden, como Brigham Young dijo, “con una
confianza descuidada” no solamente no desarrollan
su potestad y sus recursos, sino que además privan
a los líderes del tipo de apoyo que merecen y que
les hace falta, y que podrían recibir de parte de los
discípulos que desarrollan en sí mismos las aptitudes requeridas. La sección 58 de Doctrina y
Convenios indica que el Señor espera que los
Lección 2 Honremos el albedrío de aquellos a quienes dirijamos
miembros de la Iglesia hagan mucho por su propia
voluntad y sin necesidad de una insistencia incesante ni estímulo de parte de la institución. No es
ni práctico ni prudente esperar que los líderes provean todas las respuestas en todo momento, ni que
tengan soluciones para todos los problemas que
puedan surgir. Eso exigiría que fueran omniscientes; más aún, exigiría de ellos una continuidad de
energía y tiempo que no es humanamente posible
dar durante períodos prolongados.
El consejo de Brigham Young es tan apropiado
para la actualidad como lo era cuando lo dio; y es
particularmente importante en una Iglesia que
está creciendo en el número de miembros, en su
alcance y en la situación estratégica que ocupa en
el mundo de hoy.
Además, hay encerrado en esto otro principio
sutil que se relaciona con el consejo que Jetro dio
a Moisés al sugerirle ideas con las que éste pudiera
dirigir a su pueblo más eficazmente. Lo instó a
delegar responsabilidades, no sólo por el bien del
pueblo sino por el suyo propio, porque, según le
dijo: “Desfallecerás del todo, tú, y también este
pueblo que está contigo; porque el trabajo es
demasiado pesado para ti; no podrás hacerlo tú
solo” (Éxodo 18:18).
Hubo veces en que Jesús mismo, aun con Sus
habilidades superiores y divinas, tuvo que alejarse
de la situación que exigía una decisión urgente
para conversar con Su Padre Celestial. Él tenía que
ser capaz de recibir, puesto que estaba dando de Sí
continuamente. Hay un verdadero “cansancio de la
gente” que puede abrumar a los líderes en ciertas
situaciones; y es precisamente en esas circunstancias en las que tienen desesperada necesidad de
discípulos eficientes, no de seguidores que dependan de ellos para que los dirijan a cada paso.
La dependencia excesiva puede desbaratar los
propósitos de Dios, que desea, además de nuestro
progreso y desarrollo individuales, también
seguidores que, al participar en la dedicación del
líder, le den mayor apoyo y sean más eficaces.
El liderazgo dirigente tiene, por otra parte, la
posible desventaja de que muchas veces el líder no
esté al tanto de todos los hechos ni de las opiniones
de los seguidores. El talento y las habilidades de
éstos no se pueden desarrollar plenamente a menos
que tengan una parte más activa en tomar las
decisiones y en llevarlas a cabo. Este tipo de
liderazgo puede fallar aun con un líder dirigente
que sea sincero y dedicado, por el hecho de que
no se esfuerce por utilizar todos los recursos
de su grupo y que él mismo no sea bastante
omnisciente para evitar cometer errores.
Pese a todas sus ventajas, el liderazgo dirigente
puede provocar en algunos líderes cierta arbitrariedad hacia los seguidores cuando les imparten,
con demasiada prisa, instrucciones e información;
parecería que en dichas situaciones estos líderes
quisieran descargar rápidamente lo que sea que
tengan que decir —instrucciones o información—
¡para librarse cuanto antes del asunto! Hay
situaciones en las que está bien transferir la
responsabilidad espiritual por el mero hecho de
hablar con otras personas, pero esto no debe
convertirse en un estilo de liderazgo habitual. En
lugar de demostrar la clase de amor que es “una
ciencia en ser paciente”, algunos estamos dispuestos
a sacrificarnos por la humanidad, como escribió
Dostoievski [famoso escritor ruso] “siempre que
el sufrimiento no dure mucho, sino que sea breve,
y que todos se enteren y nos aplaudan”.
Suele ocurrir que el dirigente talentoso se
impacienta mucho con la torpeza y la mediocridad
de otras personas; también puede que se resienta
al estar bajo la supervisión de alguien a quien
considere inferior. [El sicólogo estadounidense]
Abraham Maslow comentó lo siguiente: “Cuando
la paloma se impone al águila, el águila es muy
desgraciada”. Pero en una Iglesia de águilas y
palomas, es preciso que la gente aprenda tanto a
seguir como a dirigir; habrá períodos en que las
palomas dirijan a las águilas por un tiempo, y el
águila tiene la responsabilidad de aprender con la
experiencia tanto como la paloma. Pero, como
Maslow observó, las personas de talento tienen
también otras cargas: Puede que se pongan tan
nerviosos con su superioridad que reprimen el
efecto total que puedan tener sus habilidades por
temor de que los demás los conceptúen como
demasiado dominadores o de capacidad superior.
Lo que surge muchas veces en esos casos es una
exhibición falsa de humildad. Sin embargo, si las
palomas y las águilas tienen un compromiso mutuo
y se interesan en el mutuo bienestar, hay una
forma de que unos se beneficien de las aptitudes,
el talento y la ayuda apropiados de otros, lo cual
exige un sistema de sinceridad y confianza…
11
Lección 2 Honremos el albedrío de aquellos a quienes dirijamos
La tercera clase de liderazgo es el de
participación, en el que los miembros del grupo
participan ampliamente en las decisiones, el grupo
se dirige en forma democrática, y se adoptan
procedimientos y se desarrollan tradiciones que
aseguren de que así sea. Dicha clase de liderazgo
tiene estas ventajas: casi siempre emplea con
mucha eficacia las habilidades, las opiniones y las
circunstancias particulares de los miembros del
grupo y les da la oportunidad de dedicarse a las
metas y a la solución de problemas, por lo que
hay mayor cumplimiento y trabajo de equipo a fin
de obtener esos objetivos. Además, a menudo crea
condiciones excelentes para el progreso individual.
El liderazgo de participación procura utilizar al
máximo las capacidades de los miembros del grupo.
Cuando tiene éxito, da mayores y mejores resultados
que los que pudiera producir una persona sola.
Este tipo de liderazgo da por sentado que cada uno
tiene algo que ofrecer, lo cual está de acuerdo con
la enseñanza de que “no a todos se da cada uno
de los dones; pues hay muchos dones, y a todo
hombre le es dado un don por el Espíritu de Dios”
(D. y C. 46:11).
El liderazgo depende en gran parte del método
para tomar decisiones que utiliza eficazmente la
intercomunicación (o sea, el hecho de comunicar
a una persona o a un grupo información que le
haga saber la forma en que haya afectado a otros
y cuál es su situación en relación con sus metas
e intenciones). El liderazgo de participación da
a los que toman parte la libertad de proveer una
intercomunicación útil, mientras que el liderazgo
dirigente muchas veces adolece del defecto de que
cuando el líder adquiere más prestigio e influencia,
quizás sus seguidores tengan cada vez menos
posibilidades de ponerse a su altura, aunque eso
no sea lo que él desee.
Las desventajas del liderazgo de participación
consisten en que, a veces, el grupo se concentra
demasiado en las opiniones personales y se paraliza
en cuanto a la acción necesaria; puede escuchar y
oír sólo un “sonido incierto” de la trompeta. El
hecho de resolver problemas en grupo, cuando falla,
da como consecuencia la represión de la creatividad
individual y puede resultar en una gran
mediocridad.
Refiriéndose a su trabajo en la teoría de la
relatividad, Albert Einstein mencionó “un sentido
12
de dirección, de encaminarse directamente hacia
algo concreto”. Esa clase de percepción creativa
—“encaminarse directamente hacia algo
concreto”— podría, en ciertas condiciones, quedar
sofocada en el liderazgo de participación. Aun
cuando los análisis con sus colegas puedan haber
sido de utilidad para Einstein, muchas veces las
percepciones creativas se logran en la soledad.
Un crítico de este tipo de liderazgo comentó:
“¿Podría la Mona Lisa haber sido pintada por un
comité?” Ese mismo crítico de dicho proceso
de grupo dice que muchas veces conduce a la
“mutua anulación de las convicciones íntimas”.
El liderazgo de participación tiene también a veces
la desventaja de que da por resultado que un
carácter dominante haga una manipulación
inconsciente e involuntaria de los miembros del
grupo, mientras todos dan alegremente por
sentado que la decisión ha sido unánime cuando
no lo es.
Cada uno de esos estilos se enfrenta con los
problemas centrales y repetidos del liderazgo,
tales como el equilibrio entre la importancia de
llevar a cabo la tarea y la necesidad de considerar
los sentimientos y las opiniones de los colegas y
los seguidores. Todos hemos formado parte de
grupos cuyo líder estaba tan enfocado en la tarea,
tan ansioso por realizarla, que cuando al fin se
llevó a cabo, con un costo elevado de emociones,
el resultado no fue duradero porque lo que se
había considerado como éxito quedó anulado por
la falta de cumplimiento del grupo. Y también
hemos visto a miembros de un grupo que se
ofenden o se retiran por estar los líderes
demasiado concentrados en la tarea.
Por otra parte, hemos visto a líderes que quedan
paralizados por el temor de herir los sentimientos
de los miembros de su grupo. Un grupo puede
sufrir verdaderamente a consecuencia de ese vacío
en el liderazgo. Hay ciertas circunstancias en las
cuales se debe proceder a la acción…
La lectura de los versículos del Libro de
Mormón que describen el verdadero libre albedrío
como la libertad de actuar por sí mismo en lugar
de “que se actúe sobre” la persona (2 Nefi 2 :26)
demuestran que esto último se compara con ser
miserable o desgraciado…
Tanto la experiencia como las Escrituras indican
que es preciso que haya una combinación de los
Lección 2 Honremos el albedrío de aquellos a quienes dirijamos
estilos de liderazgo dirigente y de participación,
en la cual éstos se emplean según sean más
apropiados de acuerdo con las circunstancias. En
la Iglesia tenemos una combinación particular de
ambos estilos por la que todos progresan y avanzan
con respecto a sus metas eternas.
El presidente del quórum de élderes que busque
el apoyo de su quórum para un proyecto de
bienestar y que no sepa si deberían plantar verduras
o frijoles [porotos], haría bien en procurar el consejo
de los miembros del quórum, sobre todo si no sabe
mucho de agricultura, en cuanto a para cuál de
los dos productos se presta mejor el suelo; además,
haría bien en darles participación en las decisiones,
puesto que ellos tendrán que arrancar las hierbas
y cultivar las plantas… ¡a menos que el presidente
desee hacerlo todo solo! El liderazgo de participación
nos ayuda a contemplar los antecedentes y los
sentimientos, que son otra forma de antecedente,
en los cuales debemos interesarnos profundamente.
Sin embargo, hay veces en que es obvio que el
liderazgo dirigente es el más apropiado. Después
del asesinato del profeta José Smith, probablemente
Brigham Young habría podido pasarse años
tratando de convencer a algunos miembros tibios
de la Iglesia de que se le unieran para marchar
hacia el Oeste. Pero los santos tenían finalmente
que cruzar el río Misisipí, tenían que abandonar
Nauvoo, y había llegado el momento de poner
manos a la obra. En algunas condiciones, los
líderes tienen que “cruzar el río”.
Un líder será más apto para combinar los
liderazgos dirigente y de participación si él mismo
se encuentra seriamente embarcado en el proceso
divinamente inspirado de mejorar sus atributos de
conocimiento, fe, justicia, juicio, misericordia,
verdad y amor; entonces será más eficaz y más
digno de que se le confíen potestad e influencia.
Si ama más perfectamente, será más sensible a los
sentimientos de los miembros del grupo y sabrá
cuándo es apropiado destacar el liderazgo de participación. Si constantemente está incrementando
su acopio de conocimiento y verdad, tendrá un
fundamento en qué apoyarse cuando tenga que
actuar de manera dirigente. Los miembros del
grupo estarán más inclinados a tener confianza en
un líder al que vean esforzándose por desarrollar
ese tipo de atributos. El líder que sea descuidado
en cuanto al poderío, insensible a los sentimientos
de los demás del grupo, o que esté demasiado
seguro de sus puntos de vista sin tener el conocimiento ni la información debidos no puede inspirar a los seguidores durante mucho tiempo. El líder
que emplee su posición y autoridad para cubrir sus
pecados, para satisfacer su orgullo o su ambición,
o para ejercer control o dominio fracasará tanto
en la organización como en lo espiritual.
La doctrina de la Iglesia que poseemos es
divina. Tenemos todas las ventajas de ser parte de
un reino estructurado en el cual Jesucristo es el
Rey de reyes y el Legislador, y con un profeta que
es Su portavoz terrenal. Esto nos ofrece la ventaja
de propósito, percepción e instrucción divinos y
supremos, y los beneficios de una autoridad que
puede producir resultados en circunstancias que
exijan rapidez y reacción. Pero la Iglesia es también
de participación en el sentido de que la obra de
Dios es verdaderamente nuestra obra. Hay amplia
oportunidad —mucho más de lo que utilizamos—
de participar como líderes y como seguidores en
actividades que edifiquen el reino y que al mismo
tiempo contribuyan a nuestro progreso. Tenemos
más oportunidades de las que jamás reconoceremos
de emplear nuestro talento y nuestras habilidades,
y de intervenir con nuestras opiniones y
circunstancias particulares en el proceso de tomar
decisiones en la Iglesia, en situaciones en las cuales
sea apropiado el liderazgo de participación…
Si queremos honrar a Dios con el estilo particular
de liderazgo que adoptemos, lo honraremos mejor
emulándolo en el desarrollo de los atributos que
produzcan un liderazgo sabio, eficaz y seguro…
ELEMENTOS PARA EL ESTUDIO
• De acuerdo con el élder Maxwell, ¿en qué
sentido es el liderazgo un misterio, al menos
en parte?
• ¿Cuáles son los tres estilos principales de
liderazgo que describe el hermano Maxwell?
¿Cuáles son los puntos fuertes y los débiles de
cada uno?
• ¿Qué estilo recomienda el élder Maxwell a los
líderes de la Iglesia?
• ¿Qué método sería el más eficaz para que los
líderes mejoraran en su forma de dirigir:
desarrollar habilidades de organización o
esforzarse por entender y aplicar los principios
básicos de liderazgo? Expliquen.
13
LECCIÓN 3
CÓMO LLEGAR A SER UN BUEN PASTOR
“Yo soy el buen pastor; y conozco mis ovejas, y las mías me conocen,
“así como el Padre me conoce, y yo conozco al Padre; y pongo mi vida por las ovejas” (Juan 10:14–15).
PRINCIPIO DE LIDERAZGO
Los líderes deben demostrar amor e interés hacia aquellos a quienes dirijan.
RECURSOS PARA EL MAESTRO
1. Jesucristo es el Buen Pastor.
2. Los líderes de la familia así como los de la Iglesia deben esforzarse por seguir el modelo de
liderazgo que el Señor estableció.
CONCEPTO 1: JESUCRISTO ES EL BUEN PASTOR.
COMENTARIOS
En la Biblia, los pastores representan a los
líderes del pueblo de Dios (véase Isaías 63:11;
Jeremías 23:2). Ellos vigilan para ver a los enemigos
que puedan atacar a las ovejas, y las protegen
cuando sea necesario; atienden a las que estén
enfermas o heridas y buscan a las que se hayan
perdido o estén atrapadas o atascadas. En las
enseñanzas de Cristo, los pastores aman a sus
ovejas y tratan de ganarse su confianza; éstas, a
su vez, conocen al pastor, lo aman y confían en él
más que en cualquier otra persona. Un buen pastor
incluso moriría por sus ovejas. Cristo compara al
pastor con un asalariado, que abandona las ovejas
en momentos de peligro porque no las ama (véase
Juan 10:11–13; La vida y enseñanzas de Jesús y
Sus Apóstoles, Manual para el alumno, Religión
211 y 212, 1979, págs. 108–109).
Jesucristo es el Buen Pastor. En Juan 10:14–15
se encuentra Su explicación de que Él y Sus ovejas
se conocen, igual que Él y Su Padre se conocen.
Ese tipo de relación se desarrolla con el tiempo y
exige la experiencia personal. (Si se desea consultar
otras referencias a Cristo como Pastor, véase
Génesis 49:24; Salmos 23; 80:1; Juan 10:1–30;
Hebreos 13:20; 1 Pedro 2:25; Alma 5:37–38, 58–60;
Helamán 7:18; 15:13; Mormón 5:17; D. y C. 50:44.)
El élder Henry B. Eyring, del Quórum de los
Doce Apóstoles, comentó lo siguiente: “Un pastor
14
cuida sus ovejas. En los relatos de las Escrituras,
las ovejas están en peligro; necesitan protección y
alimento. El Salvador nos amonesta que debemos
cuidar las ovejas de la misma manera en que Él lo
hace. Él dio Su vida por ellas, le pertenecen...
Nosotros no podemos ofrecer el mismo nivel de
cuidado que Él si, como siervos asalariados, damos
cuidado sólo cuando sea conveniente y sólo por
una recompensa...
“Los miembros de la Iglesia son ovejas; son
de Él y Él nos llama a nosotros para cuidarlas.
Debemos hacer más que simplemente prevenirlas
del peligro; debemos alimentarlas” (“Velad
conmigo”, Liahona, julio de 2001, págs. 44–45).
IDEAS PARA LA ENSEÑANZA
Pida a varios alumnos que lean a la clase los
pasajes de las Escrituras que se mencionan en el
segundo párrafo de “Comentarios”, y diga a todos
que presten atención a los títulos de Jesucristo en
esos pasajes.
Hágales preguntas como las siguientes,
empleando la información que aparece en
“Comentarios” para dirigir el análisis.
• ¿Por qué son tan importantes los pastores?
• ¿Qué hacen los pastores?
• ¿En qué sentido son diferentes los pastores de
los asalariados?
Lección 3 Cómo llegar a ser un Buen Pastor
• ¿En qué se diferencia la reacción que puedan
tener las ovejas al cuidado de un pastor y las
que están al cuidado de un asalariado?
• ¿Qué hizo Jesús durante Su ministerio terrenal
que nos enseñe lo que significa ser un buen
pastor?
CONCEPTO 2: LOS LÍDERES
DE LA FAMILIA, ASÍ COMO LOS DE
LA IGLESIA, DEBEN ESFORZARSE POR
SEGUIR EL MODELO QUE EL SEÑOR ESTABLECIÓ.
COMENTARIOS
El presidente James E. Faust enseñó: “Esta
noche quisiera dirigirme a los poseedores del
Sacerdocio de Dios en su oficio de pastores del
Señor. El élder Bruce R. McConkie dijo esto:
‘Cualquier persona que trabaje en la Iglesia en un
cargo en el que sea responsable del bienestar
espiritual o temporal de cualquiera de los hijos de
Dios es un pastor de esas ovejas. El Señor hace a
Sus pastores responsables de la seguridad [o sea, la
salvación] de Sus ovejas’ (Mormon Doctrine, Salt
Lake City: Bookcraft, 1966, pág. 710). Un poseedor
del sacerdocio tiene esa gran responsabilidad, ya
sea como padre, abuelo, maestro orientador,
presidente del quórum de élderes, obispo, presidente
de estaca, o en cualquier llamamiento de la Iglesia”
(“Las responsabilidades de los pastores”, Liahona,
julio de 1995, pág. 51).
Sólo podemos ser buenos pastores si nos
acercamos al Señor. El élder Henry B. Eyring
explicó lo siguiente: “Él, que ve todas las cosas,
cuyo amor es infinito y que nunca duerme, vigila
con nosotros. Él sabe lo que las ovejas necesitan
en todo momento. Por el poder del Espíritu Santo,
nos lo hace saber y nos envía a donde ellas estén...
“El amor es lo que debe motivar a los pastores
de Israel. Al principio podrá parecer difícil, porque
tal vez ni siquiera conozcamos bien al Señor, pero
si comenzamos con siquiera un granito de fe en Él,
el servicio que prestemos a las ovejas aumentará
nuestro amor por el Señor y por ellas; esto proviene
de las cosas sencillas que todo pastor debe hacer.
Oramos por las ovejas, por cada una de las que
somos responsables. Si preguntamos: ‘¿Podrías
decirme quién me necesita?’, recibiremos respuesta;
acudirá a nuestra memoria una cara o un nombre;
o tal vez tengamos un encuentro fortuito con
alguien y sintamos que no fue casualidad. En esos
momentos sentiremos el amor del Salvador por
ellas y por nosotros. Conforme cuiden a Sus ovejas,
el amor que sientan por Él aumentará, y eso
incrementará su confianza y valor” (véase “Velad
conmigo”, Liahona, julio de 2001, págs. 46–47).
IDEAS PARA LA ENSEÑANZA
Ponga a la vista los dibujos al final de la lección
¿De cuál de ellos dio ejemplo el Salvador? ¿Por qué?
Lea con la clase Moroni 7:47. Analicen la palabra
“caridad” y hágales notar que, puesto que la caridad
es el amor puro de Cristo, si sentimos caridad hacia
otras personas, es porque las amamos como Él nos
ama a nosotros. Analicen por qué es importante
esa manera de ser en la familia y entre los líderes
de la Iglesia.
Hablen de la razón por la que los líderes de la
familia y los de la Iglesia deban ser los pastores de
aquellos a quienes dirijan (véase la sección
“Comentarios”).
Lea las palabras del élder Eyring que se
encuentran entre los “Comentarios”. Analicen
preguntas como las siguientes:
• De acuerdo con el élder Eyring, ¿qué puede
aumentar nuestra confianza y nuestro valor
como líderes?
• ¿En qué se relaciona el servicio con el amor?
• De las condiciones que existen en el mundo,
¿cuáles hacen necesario que nuestros líderes
sean buenos pastores?
• ¿Cómo determinamos cuáles son las
expresiones apropiadas de amor e interés que
debemos demostrar como líderes?
Diga a los alumnos que lean Alma 56:3–11, 17,
43–49, 55–56, y que analicen todos juntos esos
versículos. Hágales preguntas similares a las
siguientes:
• ¿Era Helamán un buen pastor? ¿Por qué?
• ¿Cómo respondieron a su liderazgo los dos mil
jóvenes que él dirigió?
• ¿Creen que esos jóvenes habrían tenido menos
éxito si los hubieran dirigido con un estilo
diferente de liderazgo? ¿Por qué?
Exhorte a los alumnos a desarrollar por los
demás un amor parecido al de Cristo a fin de
15
Lección 3 Cómo llegar a ser un Buen Pastor
prepararse para ser buenos pastores cuando llegue
el momento.
FUENTES DE RECURSOS PARA EL MAESTRO
Presidente James E. Faust
Segundo Consejero de la
Primera Presidencia
“A éstos haré mis
gobernantes”. Véase
Liahona, febrero de 1981,
págs. 68–74.
Estoy muy agradecido por la oportunidad de
hablar esta noche a los poseedores del sacerdocio.
Me gustaría dirigir mis palabras a los líderes de la
Iglesia, y en especial a los futuros líderes, a los
jóvenes del Sacerdocio Aarónico. Muchos de
ustedes, jóvenes, tendrán responsabilidades de
liderazgo mucho antes de lo que puedan
imaginarse; tanto es así, que me parece que sólo
hace muy poco tiempo que yo era presidente de
un quórum de diáconos. En lo que concierne al
rápido crecimiento de la Iglesia en todo el mundo,
el liderazgo es uno de nuestros mayores cometidos.
Los líderes reciben y dan asignaciones
Hace aproximadamente un año, asistí a una
reunión de un quórum de élderes. Los miembros
de la presidencia eran jóvenes, muy inteligentes
y capaces, pero cuando tuvieron que repartir
las responsabilidades del quórum para poder
cumplir con sus asignaciones, se limitaron a
pedir voluntarios entre los presentes y no dieron
una sola asignación.
Uno de los primeros principios que debemos
recordar es que la obra del Señor avanza por medio
de asignaciones. Los líderes las reciben y las dan,
y esto forma parte de un principio muy importante
y necesario que es el de delegar. Nadie puede
apreciar más que yo a un voluntario que esté
dispuesto a servir; sin embargo, no se puede
realizar toda la obra de la forma en que el Señor
lo desea si los únicos que ejecutan el trabajo son
los que asisten a las reuniones. Con frecuencia me
pregunto cómo sería la tierra si el Señor hubiera
dejado que la obra de la Creación la realizaran
solamente voluntarios.
Si consideramos las asignaciones como una
oportunidad de edificar el reino de Dios, al igual
16
que un privilegio y un honor, entonces éstas y los
cometidos deben ciertamente darse a todo miembro
del quórum. Al hacerlo, se debe incluir, actuando
con sabiduría y discreción, a los que quizás
necesiten una mayor participación, como los
inactivos y los hermanos que asistan sólo de vez
en cuando. Las asignaciones deben hacerse
siempre con gran amor, consideración y bondad,
tratando con respeto y aprecio a aquellos a quienes
se llame a servir.
Con regularidad, las Autoridades Generales
reciben asignaciones de la Primera Presidencia y
del Presidente del Consejo de los Doce. Ya sea que
se hagan por escrito, como sucede en la mayoría
de los casos, o personalmente, siempre las
acompaña un “si fuera tan amable” o “si le es
conveniente” o “podría ser tan amable de hacer”
esto o aquello. Nunca se dan estas asignaciones
en forma de mandato o demanda.
Sigamos el ejemplo del Salvador
Desde la primera vez que fui a Egipto, durante
la Segunda Guerra Mundial, he estado interesado
en ruinas antiguas. Es fascinante para mí observar
las columnas y me pregunto por qué será que
algunas todavía están en pie, mientras que otras han
caído. La mayoría de las que permanecen erectas
son las que tienen un peso en la parte superior.
Creo que en ese ejemplo existe un principio paralelo
al liderazgo, ya que los que se mantienen fieles al
sacerdocio que poseen son los que con frecuencia
tienen el peso de la responsabilidad; los que
participan son, por lo general, los que se dedican
con mayor ahínco, por lo que, para tener éxito,
el líder de quórum se asegurará de que todos sus
miembros tengan la oportunidad de servir con
algún tipo de llamamiento, de acuerdo con las
circunstancias.
La enseñanza más completa, aunque breve,
sobre el liderazgo la dio el Salvador mismo cuando
dijo a Sus discípulos: “Y les dijo: Venid en pos de
mí” (Mateo 4:19). Un líder no puede pedir a otros
lo que él no esté dispuesto a hacer; lo más seguro
para nosotros es emular el ejemplo del Salvador, y
escuchar y seguir la dirección de Su Profeta, el
Presidente de la Iglesia.
Un buen líder espera mucho e inspira mucho
Hace algunos años estuve viajando por la Misión
Argentina Rosario, en la parte norte del país.
Lección 3 Cómo llegar a ser un Buen Pastor
Mientras viajábamos por la carretera, pasamos
junto a una manada de ganado en el camino. El
hato iba tranquilamente y sin ninguna dificultad,
y no había perros alrededor. Al frente de la manada
iban tres gauchos a caballo, cada uno a unos
quince o veinte metros de distancia del otro; los
tres jinetes no demostraban preocupación alguna,
sino que iban sentados en sus monturas, completamente tranquilos con la seguridad de que la
manada los seguía. Detrás de los animales iba sólo
un jinete; él también iba recostado en la parte
delantera de la montura y parecía dormido. Toda
la manada avanzaba apaciblemente dando la
impresión de que los animales eran completamente
mansos. Al recordar la experiencia, me parece
obvio que el liderazgo consiste en la combinación
de tres cuartas partes de mostrar el camino y una
cuarta parte de seguimiento.
Cuando un líder está dirigiendo, no tiene que
ser ampuloso ni de voz estentórea, puesto que los
que son llamados a dirigir en el ministerio del
Maestro no son elegidos para ser ni jefes ni
dictadores, sino para ser buenos pastores. Tienen
que capacitar constantemente a otros para que
tomen su lugar y se conviertan en mejores líderes
que sus maestros. Un buen líder espera mucho de
aquellos a quienes haya sido llamado a dirigir, los
inspira grandemente y enciende en ellos la llama
del entusiasmo.
Un líder también debe tener iniciativa y llegar
al corazón de aquellos a quienes dirija. Bajo su
dirección, debe haber cambios positivos; debe
asegurarse de que los que estén bajo su dirección
no fracasen, pero debe hacerlo según la manera
del Señor. Debe servir de instrumento en las manos
del Todopoderoso para cambiar la vida de los que
estén a su cargo. El líder necesita saber cuál es su
posición, hacia dónde se está dirigiendo y en qué
forma va a llegar allí.
Saber escuchar
Además, debe saber escuchar y estar dispuesto
a recibir consejo, así como demostrar un genuino
interés y amor por aquellos que estén bajo su
responsabilidad. Ningún líder del sacerdocio
podrá llegar a tener éxito a menos que recuerde
constantemente las claves más importantes del
liderazgo, las que se encuentran en la sección 121
de Doctrina y Convenios:
“Ningún poder o influencia se puede ni se
debe mantener en virtud del sacerdocio, sino
por persuasión, por longanimidad, benignidad,
mansedumbre y por amor sincero;
“por bondad y por conocimiento puro, lo cual
ennoblecerá grandemente el alma sin hipocresía
y sin malicia;
“reprendiendo en el momento oportuno con
severidad, cuando lo induzca el Espíritu Santo;
y entonces demostrando mayor amor hacia el
que has reprendido, no sea que te considere su
enemigo” (D. y C. 121:41–43).
De acuerdo con mi propia experiencia, el
Espíritu Santo sólo reprueba con severidad muy
rara vez. Siempre que haya necesidad de reprender,
debe hacerse con el deseo de convencer al que se
esté reprendiendo de que esto se hace por su
propio bien…
La ayuda divina
Si tiene fe en el Señor y humildad, un líder del
sacerdocio puede, sin ninguna duda, estar seguro
de que recibirá ayuda divina para solucionar sus
problemas. Quizás para ello tenga que esforzarse
y meditar; mas de cierto será recompensado.
Quizás reciba la respuesta como Enós, que dijo:
“...la voz del Señor de nuevo penetró mi mente”
(Enós 1:10). O puede ser por medio del ardor en
el pecho que se menciona en la sección 9 de
Doctrina y Convenios.
Después de recibir la seguridad divina por medio
del Espíritu Santo, el líder que es verdaderamente
humilde puede entonces tomar la decisión con la
absoluta convicción de que lo que está haciendo
es lo correcto y que el Señor mismo lo haría de
esa manera…
La mayoría de los que somos llamados a servir
como líderes en la Iglesia nos sentimos incapaces
por la falta de experiencia, de habilidad o de
educación. Entre las muchas descripciones que se
han hecho de Moisés, tenemos la siguiente: “Y aquel
varón Moisés era muy manso, más que todos los
hombres que había sobre la tierra” (Números 12:3).
Recuerdo que hace ya algunos años el
presidente John Kelly, que presidía en ese entonces
la Estaca Fort Worth, Texas, llamó al hermano Félix
Velásquez para ser presidente de la Rama Hispana.
Recuerdo que ese buen hombre era inspector de
17
Lección 3 Cómo llegar a ser un Buen Pastor
vagones en una empresa de ferrocarriles. Cuando
el presidente Kelly lo llamó a que sirviera en la
posición mencionada, él le dijo: “Presidente, yo no
puedo ser el presidente de la Rama Hispana, pues
no sé leer”. El presidente Kelly le prometió que si
aceptaba el llamamiento y trabajaba diligentemente
para cumplirlo, recibiría toda la ayuda necesaria
y sería bendecido. Con la ayuda del Señor, ese
hombre humilde, por medio de sus diligentes
esfuerzos, aprendió a leer. Prestó buen servicio
como presidente de la rama y actualmente forma
parte del sumo consejo de la estaca. El Señor
bendice a Sus siervos en muchas formas…
Los consejos: el espíritu del liderazgo
Ahora quisiera hablar del espíritu del liderazgo
que, por medio del sacerdocio, debe existir en el
gobierno de la Iglesia. Me gustaría citar al presidente
Stephen L. Richards, que dijo:
“Tal como yo lo veo, el espíritu del gobierno
de la Iglesia es gobernar por medio de consejos…
Raramente pasa un día en que no pueda darme
cuenta de la sabiduría de Dios al organizar los
consejos para gobernar Su reino. Debido al espíritu
con el que nosotros trabajamos, hombres con
diferentes puntos de vista y procedentes de diversas
culturas, si actúan bajo la influencia de ese espíritu,
pueden reunirse y llegar a un acuerdo” (en
“Conference Report”, 3 de oct. de 1953, pág. 86).
La clave para el buen funcionamiento de una
presidencia o de un obispado es el que sus líderes
puedan actuar juntos en consejo. Mas ¿qué
ocurriría si al tomar decisiones fuera difícil o
imposible mantener la unidad? El presidente
Joseph F. Smith nos dio el siguiente consejo:
“Cuando los obispos y sus consejeros no estén
de acuerdo, o cuando entre los presidentes y
sus consejeros exista diferencia alguna en sus
sentimientos o en su manera de proceder, tienen
la obligación de reunirse, de recurrir juntos al
Señor y humillarse delante de Él hasta que reciban
revelación de Él y vean la verdad de la misma
manera, a fin de que puedan ir ante el pueblo
como uno” (Doctrina del Evangelio, pág. 151).
Ser un ejemplo de integridad
Quienes dirigen en esta Iglesia deben dar
el ejemplo de una vida justa; deben buscar
constantemente la guía del Espíritu Santo; deben
18
mantener en orden tanto su vida como su hogar;
deben ser honestos y pagar con prontitud todas
sus deudas; deben ser un ejemplo en todas sus
acciones y ser hombres de honor e integridad.
El Señor contestará nuestras oraciones cuando
busquemos la guía constante del Espíritu Santo.
Mientras servía como Supervisor de Área en
Sudamérica, en Montevideo, Uruguay, tuve una de
las experiencias más inolvidables. Quería cambiar
algún dinero puesto que en esa época estaba
viviendo en Brasil. El hermano Carlos Pratt me
llevó a un banco en el centro de Montevideo y allí
me presentó a uno de los funcionarios, que me
dijo que me cambiarían mil dólares. Como es de
suponer, yo no tenía tanto dinero en efectivo sino
un cheque girado de un banco de Salt Lake City.
Nunca antes había hecho ninguna transacción
con ellos y nunca nos habíamos visto ni se podía
esperar que nos volviéramos a ver. Ellos no tenían
ninguna forma de verificar si yo tenía mil dólares
depositados en el banco donde tenía mi cuenta.
Sin embargo, aceptaron mi cheque sin reparo
alguno, basándose simplemente en el hecho de
que yo era mormón y de que en oportunidades
anteriores habían tratado con otros mormones
y comprobado su honestidad. Francamente, me
sentí agradecido y satisfecho por su confianza…
“Confirma [fortalece] a tus hermanos”
El Salvador dio a Pedro una enseñanza muy
importante sobre el liderazgo cuando le dijo: “…y
tú, una vez vuelto, confirma a tus hermanos”
(Lucas 22:32). O, en otras palabras, “cuando te
hayas convertido, fortalece a tus hermanos”.
Es interesante que el Señor empleara la palabra
“confirmar” (o sea, fortalecer), ya que es muy difícil
fortalecer a alguien sin poder comunicarse con la
persona. Con frecuencia, los problemas surgen no
porque el plan que se sigue sea imperfecto, sino
porque no hay una comunicación adecuada entre
las personas…
Los líderes del sacerdocio tienen la singular
oportunidad de conducir entrevistas del sacerdocio,
y precisamente por medio del contacto personal
y de esas entrevistas es que el líder puede lograr
lo siguiente:
1. Inspirar y motivar.
2. Delegar y confiar.
Lección 3 Cómo llegar a ser un Buen Pastor
3. Pedir cuentas y mantenerse informado.
4. Enseñar por medio del ejemplo y de
principios.
5. Demostrar generosamente su aprecio.
A veces, los líderes llevan las riendas demasiado
tirantes y de esa manera limitan las habilidades
naturales y los dones de aquellos que han sido
llamados a trabajar a su lado.
El liderazgo no siempre fomenta en el grupo la
combinación perfecta de fe, de habilidades y de
talento, lo que lograría los mejores resultados,
sino que, en algunas ocasiones, una persona trata
de hacer todo el trabajo por sí sola. El presidente
Lee enseñó un concepto más amplio del siguiente
pasaje de Escritura: “...aprenda todo varón su deber,
así como a obrar con toda diligencia en el oficio al
cual fuere nombrado” (D. y C. 107:99). Además
de ver que todos aprendan sus deberes, los líderes
deben dejar que los demás desempeñen con toda
eficacia el llamamiento u oficio que se les haya
asignado, e investirlos con la autoridad debida…
Es mi oración que aquellos que han sido
llamados o serán llamados a posiciones de liderazgo,
al trabajar diligentemente bajo la guía del Espíritu
Santo, puedan comprender con más claridad su
responsabilidad y tener una visión más amplia
para fijar metas y tomar un camino más recto.
Tengo un testimonio de que esta Iglesia crece y
continúa teniendo éxito porque está guiada por la
influencia divina del Santo Sacerdocio de Dios.
Creo que nuestros líderes pueden proporcionar el
gran poder espiritual que se necesita para guiar la
obra de Dios por medio de la revelación personal,
a la que tienen todo el derecho por su justicia y
su vida recta. El consejo que el Señor dio a Josué
es inapreciable: “Mira que te mando que te esfuerces
y seas valiente; no temas ni desmayes, porque
Jehová tu Dios estará contigo en dondequiera que
vayas” (Josué 1:9).
Que así sea, es mi humilde oración en el nombre
de Jesucristo. Amén.
ELEMENTOS PARA EL ESTUDIO
• ¿Por qué es importante que los líderes den
asignaciones a aquellos a los cuales presidan?
• ¿Según qué principios deben regirse para dar
asignaciones?
• ¿En qué principio de liderazgo se basa la
admonición del Señor: “Venid en pos de mí”?
• ¿Cómo pueden saber los líderes si dirigen de
acuerdo con lo que el Señor quiere?
• Además de ser dignos de tener consigo el
Espíritu, ¿qué pueden hacer los líderes para
cumplir la responsabilidad que tienen hacia
aquellos a quienes dirijan?
• ¿Cuál es el “espíritu” del liderazgo?
• ¿Qué puede suceder si los líderes tratan de
“llevar las riendas demasiado tirantes”?
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Lección 3 Cómo llegar a ser un Buen Pastor
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LECCIÓN 4
CÓMO DAR UN BUEN EJEMPLO
“Vosotros sois la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder.
“Ni se enciende una luz y se pone debajo de un almud, sino sobre el candelero, y alumbra a todos
los que están en casa.
“Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen
a vuestro Padre que está en los cielos” (Mateo 5:14–16).
PRINCIPIO DE LIDERAZGO
Los líderes deben dar el ejemplo de buenos discípulos a aquellos a quienes presten servicio.
CONCEPTO DE LA LECCIÓN
1. Si los líderes se esfuerzan por desarrollar atributos como los de Jesucristo, serán un buen
ejemplo para aquellos a quienes presten servicio.
CONCEPTO 1: SI LOS LÍDERES SE ESFUERZAN
POR DESARROLLAR ATRIBUTOS COMO LOS DE
JESUCRISTO, SERÁN UN BUEN EJEMPLO PARA
AQUELLOS A QUIENES PRESTEN SERVICIO.
de la gente como una antorcha que guíe a todos los
que busquen la luz y la verdad” (véase “Por sus
frutos los conoceréis”, Liahona, enero de 1986,
pág. 52).
COMENTARIOS
El presidente Gordon B. Hinckley escribió esto:
“Por su misma naturaleza, el verdadero liderazgo
trae aparejado la carga de que el líder sea un buen
ejemplo... Si los que dirigen no establecen los
valores y se adhieren a ellos, la conducta de los
seguidores se pone seriamente en peligro y queda
minada. Ciertamente, en cualquier organización
donde suceda eso —ya sea una familia, una
corporación, una sociedad o una nación—
los valores que se descuiden terminarán por
desaparecer” (Standing for Something: Ten
Neglected Virtues Than Will Heal Our Hearts
and Homes, 2000, pág. 170).
Cuando el Señor resucitado visitó las Américas,
explicó a Sus discípulos que la frase “Alzad... vuestra
luz para que brille” quiere decir emularlo a Él
(véase 3 Nefi 18:24).
El presidente James E. Faust, cuando era
miembro del Quórum de los Doce Apóstoles,
comentó lo siguiente refiriéndose al liderazgo:
“Quienes dirigen en esta Iglesia deben dar un
ejemplo de rectitud; deben buscar constantemente
la guía del Espíritu Santo; deben mantener en
orden tanto su vida como su hogar; deben ser
honestos y pagar con prontitud todas sus deudas;
deben ser un ejemplo en todos los aspectos de su
conducta” (véase “A éstos haré mis gobernantes”,
Liahona, febrero de 1981, pág. 70).
El élder Dean L. Larsen, cuando integraba la
Presidencia de los Setenta, explicó: “Se espera
que todos los que reciban el Evangelio pongan de
manifiesto sus frutos en su estilo de vida, no sólo
por su propio beneficio y bendición, sino también
para atraer a otras personas a la verdad...
“...En formas importantes, su vida manifestará
los frutos del Evangelio y los distinguirá del resto
Los líderes están más capacitados para ayudar
a los demás cuando tratan de ser un ejemplo de
la vida y las enseñanzas del Salvador. El Señor
“continuó de gracia en gracia” hasta llegar a ser
perfecto (D. y C. 93:13). Entre Sus atributos se
encuentran el conocimiento, el poder, la justicia,
el criterio, la bondad, la misericordia, la paciencia,
la veracidad, la humildad, la mansedumbre, la
sumisión, la gentileza, la amabilidad, la sabiduría,
la abnegación, la obediencia, la determinación de
honrar nuestro albedrío, la compasión, el valor, la
21
Lección 4 Cómo dar un buen ejemplo
integridad y el contentamiento. (Nota: Cualquiera
de esos atributos puede ser tema para una lección.)
Los líderes que desarrollen esos atributos sabrán
comunicarse claramente con aquellos a quienes
dirijan, amarlos sin tratar de controlarlos, alegrarse
por su bondad y sus logros, y resistir las tentaciones
de Satanás. Si no seguimos el ejemplo de Jesucristo,
corremos el riesgo de desalentar a la gente de
venir a Cristo. Como lo explicó Alma a su hijo
descarriado: “...He aquí, oh hijo mío, cuán gran
iniquidad has traído sobre los zoramitas; porque
al observar ellos tu conducta, no quisieron creer
en mis palabras” (Alma 39:11).
IDEAS PARA LA ENSEÑANZA
Pida a los alumnos que analicen el significado
de estas palabras del Salvador: “...Yo soy la luz del
mundo...” (Juan 8:12), y hable de ellas con toda la
clase (véase también Juan 9:5; 3 Nefi 9:18; 11:11;
Éter 4:12; D. y C. 11:28; 12:9; 45:7; 88:5–13).
¿Por qué deben los líderes de la Iglesia y de
la familia vivir los principios del Evangelio ellos
mismos en lugar de sólo limitarse a exhortar a los
demás a hacerlo?
Algunos han venido con dudas; otros han
venido con grandes expectativas. Quiero que
sepan que he estado de rodillas pidiéndole al
Señor que me bendiga con el poder, la capacidad
y las palabras para llegar al corazón de ustedes.
Lejos de esta sala hay otros cientos de miles
que se unen a nosotros. A cada uno de ustedes le
digo, bienvenido. Estoy agradecido por la tremenda
oportunidad que tengo de dirigirme a ustedes, y me
doy cuenta de cuán importante es.
Ya soy de edad avanzada; tengo más de noventa
años. He vivido una larga vida, y he vivido sintiendo
gran amor por los jóvenes y las jovencitas de esta
Iglesia. ¡Qué grupo tan maravilloso son todos
ustedes! Hablan varios idiomas; todos forman parte
de una gran familia; pero cada uno es una sola
persona, con sus problemas, deseando tener las
respuestas a las cosas que les desconciertan y
les preocupan. Les amamos mucho y oramos
constantemente para tener la inteligencia para
ayudarles. Su vida está llena de decisiones difíciles,
de sueños, esperanzas y anhelos para encontrar
aquello que les traerá paz y felicidad.
Presidente de la Iglesia
Una vez, hace ya mucho tiempo, tuve la edad
de ustedes. No me preocupaban las drogas ni la
pornografía, porque en aquel entonces no las
había. Me preocupaban los estudios y lo que
llegaría a ser. Era la época de la terrible depresión
económica. Me preocupaba cómo me ganaría la
vida. Fui en una misión después que terminé los
estudios de universidad. Fui a Inglaterra; viajamos
por tren hasta Chicago donde atravesamos la
ciudad en autobús y después seguimos hasta
llegar a Nueva York; allí abordamos el vapor que
saldría para las Islas Británicas. Al viajar en el
autobús por Chicago, una mujer le preguntó al
conductor: “¿Qué edificio es aquél?” Él respondió:
“Señora, ése es el edificio de la Junta de Comercio
de Chicago. Todas las semanas, alguien que ha
perdido su fortuna se deja caer desde una de las
ventanas; no halla razón para seguir viviendo”.
“El consejo y la oración de
un profeta en beneficio de la
juventud”. Véase Liahona,
abril de 2001, sección para
los jóvenes, págs. 30–41.
Así eran aquellos tiempos, deplorables y
peligrosos. Nadie que no haya vivido en ese
período llegará jamás a comprenderlo totalmente.
Espero de todo corazón que nunca volvamos a
pasar por algo semejante.
Creo que no ha habido una reunión como ésta
en la Iglesia. Hay tantos de ustedes reunidos aquí
en esta noche, ¡y qué bien se ven!
Y ahora, aquí están ustedes, en el umbral de
sus vidas maduras. Ustedes también se preocupan
Analice con la clase los rasgos de carácter que
demostró el Salvador, y anótelos en la pizarra.
Pregunte a los alumnos en qué nos puede ayudar
el desarrollo de esos rasgos a ser mejores líderes.
Analicen lo que se enseña en Mateo 16:24 y Alma
39:11 sobre la importancia del ejemplo.
Testifique a los alumnos que si siguen el ejemplo
del Salvador, reflejarán Su luz para que otros la
sigan. Hágales notar que nosotros, como Él,
debemos también progresar “de gracia en gracia”
(véase D. y C. 93:13; véase también 2 Nefi 28:30).
FUENTES DE RECURSOS PARA EL MAESTRO
Presidente Gordon B.
Hinckley
22
Lección 4 Cómo dar un buen ejemplo
por los estudios, por el matrimonio, por muchas
cosas. Les hago la promesa de que Dios no los
abandonará si caminan por Sus senderos con la
guía de Sus mandamientos.
Ésta es la era de las grandes oportunidades.
Son tan afortunados de estar vivos. Nunca en la
historia de la humanidad ha estado la vida llena
de tantos desafíos y oportunidades. Cuando nací,
el promedio de la expectativa de vida de un hombre
o una mujer en los Estados Unidos y otros países
occidentales era de cincuenta años. Hoy en día es
de más de setenta y cinco años. ¿Se imaginan?
Como término medio, ustedes pueden esperar vivir
por lo menos veinticinco años más que alguien
que vivió en 1910.
Ésta es la era de una explosión de conocimiento.
Por ejemplo, cuando yo tenía la edad de ustedes,
no había antibióticos. Todas estas maravillosas
medicinas se han descubierto y refinado en épocas
más recientes. Algunas de las grandes epidemias
de la tierra han desaparecido; la viruela solía
acabar con poblaciones enteras, pero esto ya se
acabó. Es un milagro. La polio fue en un tiempo el
temido azote de toda madre. Recuerdo haber ido
al hospital del condado a visitar a un hombre que
tenía polio; se encontraba en un pulmón de acero
que le movilizaba sus propios pulmones. No tenía
esperanzas; no podía respirar por sí mismo y murió,
dejando a su esposa e hijos. Esa terrible enfermedad
ya no existe, lo cual es también un milagro; y lo
mismo ocurre con otras cosas.
Es cierto que ustedes enfrentan dificultades;
toda generación que ha puesto pie sobre la faz
de la tierra las ha enfrentado. Podríamos pasar la
noche entera hablando sobre ellas, pero de todos
los desafíos del pasado, los que tenemos hoy en
día, creo yo, son los que se pueden controlar con
más facilidad. Digo esto porque se pueden manejar.
En gran parte, tienen que ver con decisiones de
conducta individuales, pero esas decisiones se
pueden tomar y seguir, y cuando eso ocurre, el
desafío queda atrás.
Supongo que la mayoría de ustedes está estudiando. Me complace que tengan esa oportunidad
y ese deseo. Espero que estén estudiando con
diligencia y que su deseo más grande sea obtener
buenas calificaciones en sus diferentes clases.
Espero que sus maestros sean buenos con ustedes
y que sus estudios les rindan buenas calificaciones
y una excelente educación. No podría desearles
nada mejor en sus estudios.
Esta noche confiaré en que sus maestros les
den las notas excelentes, que espero se merezcan,
mientras aprovecho la oportunidad para hablarles
acerca de algunos puntos que empiezan con el
verbo “ser”, los que les ayudarán a sacar
calificaciones sobresalientes.
1. Sean agradecidos.
2. Sean inteligentes.
3. Sean limpios.
4. Sean verídicos.
5. Sean humildes.
6. Sean dedicados a la oración…
Sean agradecidos. En el idioma inglés hay dos
términos pequeños que quizás encierren mayor
significado que todos los demás términos de ese
idioma; éstos son “thank you”, y cuyo equivalente
se encuentra en casi todos los idiomas como, por
ejemplo, gracias, merci, danke, obrigado, domo.
El hábito de decir gracias es la característica de
un hombre o de una mujer educados. ¿Con quiénes
no está complacido el Señor? Él menciona a
aquellos que no confiesan Su mano en todas las
cosas (véase D. y C. 59:21). Eso es, los que andan
sin una expresión de gratitud. Mis queridos
amigos, anden con gratitud en su corazón; estén
agradecidos por las maravillosas bendiciones que
poseen; estén agradecidos por las tremendas
oportunidades que tienen; estén agradecidos a
sus padres, quienes se preocupan tanto por ustedes
y han trabajado tanto para sostenerlos. Háganles
saber que están agradecidos; den las gracias a su
madre y a su padre; den las gracias a sus amigos;
den las gracias a sus maestros; expresen agradecimiento a quienquiera les haga un favor o les ayude
de cualquier modo.
Den gracias al Señor por Su bondad hacia
ustedes. Den las gracias al Todopoderoso por Su
Hijo Amado, Jesucristo, quien ha hecho por ustedes
lo que ningún otro en este mundo podría hacer.
Agradézcanle Su gran ejemplo, Sus grandiosas
enseñanzas, Su mano extendida para elevar
y ayudar. Reflexionen en el significado de Su
Expiación. Lean en cuanto a Él y lean Sus palabras
en el Nuevo Testamento y en 3 Nefi en el Libro de
Mormón. Léanlas en silencio y luego mediten en
23
Lección 4 Cómo dar un buen ejemplo
ellas. Expresen a su Padre Celestial su profunda
gratitud por el don de Su Hijo Amado.
Den gracias al Señor por Su maravillosa Iglesia
restaurada en esta grandiosa época de la historia.
Dénle las gracias por todo lo que la Iglesia les ofrece;
dénle las gracias por amigos y seres queridos, por
padres y hermanos y hermanas, por la familia.
Permitan que un espíritu de agradecimiento guíe
y bendiga sus días y sus noches. Llévenlo a la
práctica; descubrirán que cosecharán maravillosos
resultados.
Punto número dos: Sean inteligentes.
Ustedes están entrando en la era más
competitiva que jamás ha existido; todo a su
alrededor es competencia. Ustedes necesitan toda
la educación posible. Sacrifiquen la compra de un
auto, sacrifiquen cualquier cosa a fin de que ello les
habilite para desempeñar el trabajo del mundo. En
gran parte, ese mundo les pagará lo que considere
que valen, y el valor de ustedes aumentará a medida
que obtengan estudios y sean proficientes en el
campo seleccionado.
Pertenecen a una Iglesia que enseña la
importancia de la educación académica; han
recibido el mandamiento del Señor de educar sus
mentes, sus corazones y sus manos. El Señor ha
dicho: “Enseñaos diligentemente... de cosas tanto
en el cielo como en la tierra, y debajo de la tierra;
cosas que han sido, que son y que pronto han de
acontecer; cosas que existen en el país, cosas que
existen en el extranjero; las guerras y perplejidades
de las naciones, y los juicios que se ciernen sobre
el país; y también el conocimiento de los países
y de los reinos, a fin de que estéis preparados en
todas las cosas” (D. y C. 88:78–80).
Que conste que éstas no son mis palabras; son
las palabras del Señor que les ama. Él desea que
capaciten sus mentes y sus manos para que lleguen
a ser una influencia para bien al seguir adelante
con su vida. Y al hacerlo, al desempeñar sus tareas
honorablemente y con excelencia, traerán honor
a la Iglesia, ya que se les considerará hombres o
mujeres de integridad, de habilidad y que hacen
un trabajo de calidad. Sean inteligentes; no sean
insensatos. Ustedes no pueden timar o engañar
a los demás sin engañarse a ustedes mismos.
Hace muchos años trabajé en Denver en las
oficinas centrales del ferrocarril; era el encargado
24
de tráfico de destino. Era en la época en que todos
viajaban por tren. Un día recibí una llamada de mi
homólogo en Newark, Nueva Jersey, quien dijo:
“El tren número tal y cual ha llegado, pero no viene
el furgón del equipaje. En alguna parte, 300 pasajeros han perdido sus maletas, y están enfadados”.
De inmediato me dispuse a indagar adónde
habría ido a parar. Descubrí que había sido cargado
y debidamente conectado en Oakland, California;
lo habían movido al ferrocarril de Salt Lake City,
luego a Denver, a Pueblo, más tarde a otra línea y
trasladado a St. Louis. De ahí, otro ferrocarril lo
llevaría a Newark, Nueva Jersey, pero un descuidado
operador de los depósitos de St. Louis movió una
pequeña pieza de acero de tan sólo 7,5 centímetros,
en un punto de cambio de vía, luego tiró de la
palanca para desconectar el furgón. Descubrimos
que un furgón de equipaje que debía estar en
Newark, Nueva Jersey, había ido a parar a Nueva
Orleans, Luisiana, a dos mil cuatrocientos
kilómetros de su destino. El movimiento de sólo
7,5 centímetros que había hecho un empleado
descuidado en el depósito de St. Louis había puesto
el furgón en la vía equivocada y la distancia a su
verdadero destino aumentó de manera radical. Lo
mismo ocurre en nuestras vidas. En vez de seguir
una ruta constante, una idea errónea nos tira en
otra dirección. El movimiento que nos aleja de
nuestro destino original puede ser muy pequeño,
pero si se sigue, se convierte en una gran brecha
y nos encontramos lejos de donde teníamos
pensado llegar.
¿Han visto alguna vez uno de esos portones
de granja de 5 metros? Cuando se abre, gira muy
ampliamente. El movimiento en el extremo de las
bisagras es muy leve, mientras que en el perímetro
exterior el movimiento es inmenso. Mis queridos
jóvenes amigos, son las cosas pequeñas sobre las
que gira la vida lo que surte el mayor efecto en
nuestra vida.
Sean inteligentes. El Señor desea que eduquen
su mente y sus manos. Cualquiera sea el campo que
elijan, ya sea reparando refrigeradores, o el trabajo
de un diestro cirujano, deben capacitarse. Procuren
la mejor educación posible; conviértanse en obreros
de integridad en el mundo que yace adelante.
Repito, ustedes traerán honor a la Iglesia y serán
generosamente bendecidos debido a esa
capacitación.
Lección 4 Cómo dar un buen ejemplo
No hay duda, ninguna en lo absoluto, de que
estudiar vale la pena. No arruinen su vida con
atajos, mis queridos jóvenes amigos; si lo hacen,
lo pagarán una, y otra y otra vez.
El tercer punto es: Sean limpios. Vivimos en
un mundo que está lleno de inmundicia y sordidez,
un mundo que tiene todo el hedor de la maldad.
Está por todos lados: en la pantalla de la televisión,
en el cine, en la literatura popular, en Internet. No
se pueden arriesgar a verla, mis queridos amigos;
no pueden permitir que ese veneno asqueroso les
toque; manténganse alejados de él; evítenlo. No
alquilen esos videos ni se expongan a las cosas
degradantes que exhiben. Ustedes, los jóvenes que
poseen el sacerdocio de Dios, no pueden mezclar
esa inmundicia con el santo sacerdocio.
Eviten el hablar depravado; no tomen el
nombre del Señor en vano. De los estruendos del
Sinaí, el dedo del Señor escribió sobre las tablas
de piedra: “No tomarás el nombre de Jehová tu
Dios en vano” (Éxodo 20:7).
No es un signo de hombría el usar en vano y
a la ligera el nombre del Todopoderoso o el de
Su Hijo Amado, como muchos suelen hacerlo.
Elijan a sus amigos con detenimiento; son
ellos los que los llevarán en una dirección u otra.
Todos desean tener amigos; todos necesitan
amigos, y a nadie le gusta estar sin ellos. Pero
nunca pierdan de vista el hecho de que son sus
amigos los que los llevarán por los senderos que
habrán de seguir.
Aunque deben ser amigables con todas las
personas, seleccionen con mucho cuidado a
aquellos que deseen tener cerca de ustedes; ellos
les salvarán en situaciones donde ustedes tengan
dudas para tomar una decisión, y ustedes harán
lo mismo por ellos.
Sean limpios. No desperdicien su tiempo en
diversiones destructivas. Hace poco se llevó a cabo
en el valle de Salt Lake un espectáculo con una
banda ambulante. Me contaron que fue aborrecible,
lujuriosa y diabólica en todos los aspectos. Los
jóvenes de esta comunidad pagaron entre $25 y
$35 dólares por entrada. ¿Qué recibieron a cambio
de ese dinero? Únicamente una voz seductora
urgiéndoles a llevarlos en dirección de las cosas
sórdidas de la vida. Les suplico, mis amigos, que
se mantengan alejados de esas cosas; no les será
de provecho; sólo les hará daño.
Recientemente les hablé a sus madres y a sus
padres. Entre otras cosas, les hablé acerca de los
tatuajes.
¿Qué otra creación es más maravillosa que el
cuerpo humano? Cuán asombrosa es como la
obra culminante del Todopoderoso.
Pablo, al dirigirse a los Corintios, dijo: “¿No
sabéis que sois templo de Dios, y que el Espíritu
de Dios mora en vosotros?
“Si alguno destruyere el templo de Dios, Dios
le destruirá a él; porque el templo de Dios, el cual
sois vosotros, santo es” (1 Corintios 3:16–17).
¿Pensaron alguna vez que su cuerpo es sagrado?
Son hijos de Dios; el cuerpo de ustedes es la
creación de Él. ¿Desfigurarían esa creación con
representaciones de personas, animales y palabras?
Les prometo que llegará el día, si ustedes llevan
tatuajes, en que se arrepentirán de sus acciones.
No se pueden quitar con agua; son permanentes.
Únicamente se pueden quitar mediante un
proceso costoso y doloroso. Si llevan un tatuaje,
probablemente lo lleven consigo por el resto de
sus vidas. Llegará el día en que se convertirá en
algo vergonzoso para ustedes. Evítenlo. Nosotros,
como sus hermanos que les aman, les suplicamos
que no se vuelvan tan irreverentes con el cuerpo
que el Señor les ha dado.
Quisiera mencionar aretes y anillos que se
colocan en otras partes del cuerpo. Éstos no son
varoniles; no son atractivos. Ustedes, jovencitos, se
ven mejor sin ellos, y creo que se sentirán mejor sin
ellos. En cuanto a las jovencitas, no es necesario
que se coloquen anillos de arriba a abajo de las
orejas; un modesto par de aretes es suficiente.
Menciono estas cosas porque también tienen
que ver con sus cuerpos.
¡Qué verdaderamente bella es la jovencita bien
arreglada que es limpia en cuerpo y mente! Ella
es una hija de Dios de quien su Padre Eterno se
siente orgulloso. ¡Qué apuesto es el jovencito bien
arreglado! Él es un hijo de Dios, considerado digno
de poseer el santo sacerdocio de Dios; no necesita
tener tatuajes o aretes en ninguna parte de su
cuerpo. La Primera Presidencia y el Quórum de
25
Lección 4 Cómo dar un buen ejemplo
los Doce están unidos en impartir consejo en
contra de estas cosas.
bello cuando se trata de la manera correcta; es
mortífero si no se sabe controlar.
Y al hablar en cuanto a estos asuntos, deseo
volver a hacer hincapié en el asunto de la
pornografía. Se ha convertido en una industria de
10 mil millones de dólares en los Estados Unidos,
donde un puñado de hombres se enriquece a
expensas de miles y miles de personas, que son sus
víctimas. Aléjense de ella; es excitante, pero les
destruirá; les distorsionará los sentidos; despertará
en ustedes un apetito que les hará hacer cualquier
cosa para satisfacerlo. Y no intenten entablar
asociaciones a través de Internet y de los cuartos
de “chat”, ya que pueden conducirlos al abismo
preciso del pesar y de la amargura.
Es por esa razón que la Iglesia aconseja en
contra del noviazgo a temprana edad. Esta regla
no tiene por objeto hacerles ningún daño; tiene
por objeto ayudarles, y lo hará si la observan.
Debo también decir algo sobre las drogas ilícitas.
Ustedes saben lo que pienso en cuanto a ello.
No me importa la variedad que exista: éstas les
destruirán; ustedes se convertirán en sus esclavos.
Una vez que estén en su poder, harán cualquier
cosa por conseguir el dinero para comprar más.
Me quedé azorado al ver un programa de
televisión y enterarme de que en el 20 por ciento
de los casos, los padres enseñaron a los hijos a usar
drogas. No entiendo la insensatez de esos padres.
¿Qué futuro, aparte de la esclavitud de sus hijos,
podrían ver en ellas? Las drogas ilegales destruirán
totalmente a aquellos que se hagan adictos a ellas.
Mi consejo, mi súplica para ustedes maravillosos
jóvenes y jovencitas, es que se mantengan
completamente alejados de ellas. No tienen que
experimentar con las drogas. Miren a su alrededor
y vean los efectos que han tenido en otras personas.
No hay necesidad de que ningún niño o niña Santo
de los Últimos Días, o jovencito o jovencita, siquiera
intente probarlas. Consérvense limpios de estas
adicciones que alteran la mente y forman hábitos.
Y ahora, en cuanto al problema más común
y más difícil de todos que ustedes, jovencitos y
jovencitas, tienen que afrontar: es la relación que
tienen unos con otros; trata con el más poderoso
de los instintos humanos. Tal vez sólo la voluntad
de vivir sea más grande que él.
El Señor ha hecho que seamos atractivos los
unos para los otros para un gran propósito, pero
esa misma atracción se convierte en un barril de
pólvora a menos que se mantenga en control. Es
26
El noviazgo formal a temprana edad muy
a menudo lleva a la tragedia; los estudios han
demostrado que cuanto más tiempo salgan juntos
un joven y una jovencita, aumenta la probabilidad
de que se metan en problemas.
Mis amigos, es mejor salir con una variedad de
compañeros hasta que se esté listo para casarse.
Diviértanse, pero aléjense del exceso de confianza.
Mantengan sus manos bajo control; tal vez no sea
fácil, pero es posible.
Ustedes, los jóvenes que tienen pensado salir en
una misión, deben reconocer que el pecado sexual
quizás les prive de esa oportunidad. Tal vez piensen
que pueden ocultarlo, pero la larga experiencia ha
demostrado que no se puede. Para servir una
misión eficaz, deben tener consigo el Espíritu del
Señor, y la verdad que se oculta no está en armonía
con ese Espíritu. Tarde o temprano sentirán la
obligación de confesar sus transgresiones anteriores.
Muy bien lo expresó Sir Galahad: “Mi fortaleza es
como la fortaleza de diez, porque mi corazón es
puro” (Traducción libre, Alfred, Lord Tennyson,
Sir Galahad, 1842, estrofa 1).
Mis queridos jóvenes amigos, en asuntos del
sexo ustedes saben lo que es correcto; ustedes saben
cuando están caminando por terreno peligroso,
cuando es demasiado fácil vacilar y resbalar al foso
de la transgresión. Les imploro que tengan cuidado,
que permanezcan a una distancia segura del abismo
del pecado al cual es tan fácil caer. Manténganse
limpios de la tenebrosa y desilusionante maldad de
la transgresión sexual. Anden a la luz de esa paz que
se logra al obedecer los mandamientos del Señor.
Ahora, si hubiera alguien que haya cruzado
la línea, que ya haya transgredido, ¿hay alguna
esperanza para él o ella? Por supuesto que sí. Si
existe el verdadero arrepentimiento, habrá perdón.
El proceso comienza con la oración. El Señor ha
dicho: “Quien se ha arrepentido de sus pecados es
perdonado; y yo, el Señor, no los recuerdo más”
(D. y C. 58:42). Compartan sus cargas con sus
Lección 4 Cómo dar un buen ejemplo
padres si pueden; y por favor, confiésense con el
obispo, que está deseoso de ayudarles.
Mi punto siguiente: Sean verídicos.
Shakespeare dijo: “Sé sincero contigo mismo, y
de ello se seguirá, como la noche al día, que no
puedes ser falso con nadie” (Hamlet, Acto primero,
escena III). Tienen ustedes una herencia tremenda;
tienen un grandioso origen de nobles antepasados.
Muchos de ustedes son descendientes de los
cientos y miles de pioneros que dieron su vida en
testimonio de la verdad de esta obra. Si ellos les
miraran ahora, les harían esta súplica: “Sean
verídicos; sean leales. ‘Firmes creced en la fe que
guardamos; por la verdad y justicia luchamos’ ”.
Ellos dirían hoy: “Fe de nuestros padres, fe santa;
fieles seremos hasta la muerte” (véanse Himnos,
166; Hymns, 84).
Y aquellos de ustedes que no tengan ascendencia
pionera, ustedes pertenecen a una Iglesia que se ha
fortalecido mediante la lealtad y el inquebrantable
afecto de sus miembros a través de las generaciones.
Qué maravilloso es pertenecer a una sociedad
cuyos propósitos son nobles, cuyos logros son
inmensos, cuya obra es edificante, incluso heroica.
Sean leales a la Iglesia bajo toda circunstancia.
Les hago la promesa de que las autoridades de
esta Iglesia nunca les llevarán por el mal camino.
Les llevarán por los senderos de la felicidad.
Ustedes, los que son miembros de esta Iglesia,
deben ser leales a ella. Ésta es la iglesia de ustedes.
Ustedes tienen tanta responsabilidad en su esfera
de actividad como yo la tengo en la mía. Les
pertenece a ustedes como me pertenece a mí.
Ustedes han abrazado su Evangelio; han tomado
sobre ustedes mismos un convenio en las aguas
del bautismo, el cual han renovado cada vez que
han participado de la Santa Cena. Se agregarán
más convenios cuando se casen en el templo; no
los tomen a la ligera; son algo sumamente
grandioso. Ésta es la obra misma de Dios diseñada
para llevar a cabo la inmortalidad y la vida eterna
de Sus hijos e hijas.
Anden con fe ante Él con la cabeza en alto,
orgullosos de ser miembros de esta gran causa y
reino que Él ha restaurado en la tierra en ésta, la
última dispensación del cumplimiento de los
tiempos. ¿Para qué? Para traerles la felicidad.
Sean verídicos a sus propias convicciones;
ustedes saben lo que es correcto y lo que no lo es;
ustedes saben cuando están haciendo lo correcto;
saben cuando están dando de su fuerza a esta causa
justa. Sean leales. Sean fieles. Sean verídicos, mis
amados colegas en este gran reino.
El quinto punto. Sean humildes.
No hay lugar para la arrogancia en nuestra
vida; no hay lugar para el engreimiento; no hay
lugar para el egotismo. Tenemos que realizar
una gran obra; tenemos cosas que llevar a cabo.
Necesitamos dirección en la búsqueda de nuestra
educación; necesitamos ayuda en la selección de
una compañera o un compañero eternos.
El Señor ha dicho: “Sé humilde; y el Señor tu
Dios te llevará de la mano y dará respuesta a tus
oraciones” (D. y C. 112:10).
Qué promesa tan grande encierra esta
declaración. Si nos despojamos del engreimiento,
del orgullo y la arrogancia, si somos humildes y
obedientes, entonces el Señor nos llevará de la
mano y contestará nuestras oraciones. ¿Qué cosa
más maravillosa podríamos pedir? No hay nada
que se le compare.
En el gran Sermón del monte, el Salvador
declaró: “Bienaventurados los mansos, porque
ellos recibirán la tierra por heredad” (Mateo 5:5).
Creo que los mansos y los humildes son
aquellos que son enseñables; están dispuestos a
aprender; están dispuestos a escuchar los susurros
de la voz apacible y delicada para recibir guía en
sus vidas. Ellos consideran la sabiduría del Señor
superior a la de ellos mismos.
Y esto me lleva al punto final: Sean dedicados
a la oración.
No pueden salir adelante solos. Al ver esta vasta
congregación, sé que son jóvenes que oran, que
se ponen de rodillas y hablan con el Señor; saben
que Él es la fuente de toda sabiduría.
Ustedes necesitan Su ayuda, y saben que la
necesitan. No pueden salir adelante solos. Llegarán
a darse cuenta de ello y a reconocerlo más y más
con el transcurso de los años. De modo que vivan
a fin de que con una conciencia tranquila puedan
hablar con el Señor. Pónganse de rodillas y agradézcanle Su bondad para con ustedes y exprésenle
los justos deseos de sus corazones. Lo milagroso
de todo ello es que Él escucha; Él responde; Él
27
Lección 4 Cómo dar un buen ejemplo
contesta. No siempre lo hace como nos gustaría
que lo hiciera, pero no tengo duda de que contesta.
Ustedes, jovencitos y jovencitas, tienen una
tremenda responsabilidad. Ustedes son el producto
de todas las generaciones que les han antecedido.
Todo lo que poseen de cuerpo y mente lo han
recibido de sus padres. Algún día llegarán a ser
padres y transmitirán a generaciones subsiguientes
las cualidades corporales y mentales que han
recibido del pasado. No rompan la cadena de las
generaciones de su familia; consérvenla brillante y
fuerte. Tanto depende de ustedes. Ustedes son de
tanto valor; significan tanto para esta Iglesia. No
sería lo mismo sin ustedes. Permanezcan erguidos,
orgullosos de su herencia como hijos e hijas de
Dios. Acudan a Él en busca de entendimiento y
guía; vivan de acuerdo con Sus preceptos y
mandamientos.
Ustedes pueden divertirse; ¡naturalmente que
pueden hacerlo! Deseamos que se diviertan;
deseamos que disfruten de la vida. No queremos
que sean mojigatos; queremos que sean saludables
y estén contentos; que canten, bailen, se rían y
sean felices.
Pero al hacerlo, sean humildes y dedicados
a la oración, y las sonrisas del cielo destilarán
sobre ustedes.
No podría desearles nada mejor que una
vida fructífera; que el servicio que presten sea
dedicado y lo den libremente; que contribuyan al
conocimiento y al bienestar del mundo en el que
viven, y que lo hagan con humildad y fidelidad
ante su Dios. Él les ama; nosotros les amamos.
Deseamos que sean felices y que tengan éxito,
que hagan importantes contribuciones al mundo
en el que vivirán y al progreso de esta grandiosa
y majestuosa obra del Señor.
Bueno, mis hermanos y hermanas, ésos son
los puntos que les ofrezco, mis queridos amigos:
Sean agradecidos; sean inteligentes; sean limpios;
sean verídicos, sean humildes, sean dedicados a
la oración.
Ahora, para concluir, ofreceré una oración en
beneficio de ustedes.
Oh Dios, nuestro Padre Eterno, como Tu siervo,
me inclino ante Ti en oración en beneficio de estos
jóvenes diseminados por la tierra, quienes están
reunidos esta noche en congregaciones por todas
28
partes. Ten a bien sonreír con aprobación sobre
ellos. Por favor, escúchalos a medida que eleven sus
voces en oración a Ti. Por favor, llévalos tiernamente de la mano en la dirección que deben seguir.
Por favor ayúdalos a andar en los senderos de
verdad y de rectitud y guárdalos de la maldad del
mundo. Bendícelos para que sean felices unas veces
y serios en otras, para que puedan gozar de la vida
y beber de su plenitud. Bendícelos para que anden
aceptablemente ante Ti como Tus preciados
hijos e hijas. Cada uno de ellos es Tu hijo, con
la capacidad de realizar cosas grandes y nobles.
Consérvalos en el alto sendero que conduce al éxito.
Presérvalos de los errores que podrían destruirlos.
Si han errado, perdona sus transgresiones y llévalos
de nuevo a los caminos de paz y de progreso.
Estas bendiciones las suplico humildemente con
gratitud por ellos e invoco Tus bendiciones sobre
ellos con amor y afecto, en el nombre de Él, que
lleva las cargas de nuestros pecados, sí, el Señor
Jesucristo. Amén.
ELEMENTOS PARA EL ESTUDIO
• ¿Cuáles son los seis puntos que presenta el
presidente Hinckley y por qué son importantes?
• ¿Qué principios de liderazgo nos enseña el
discurso del presidente Hinckley? (véase
especialmente su oración por la juventud).
¿Por qué son importantes esos principios?
• ¿Por qué es importante que los siervos del
Señor sientan gratitud? ¿Qué puede hacer un
líder para inspirar la gratitud hacia el Señor?
• El presidente Hinckley habló de un portón y
unas bisagras. ¿Qué representan las bisagras en
el liderazgo? ¿Qué representa el portón? ¿En
qué nos ayuda a los líderes esa ilustración?
• ¿Cómo podemos mantenernos concentrados
en educar la mente y mejorar nuestra capacidad?
• ¿Qué consejo da el presidente Hinckley sobre las
amistades? ¿Por qué es importante ese consejo?
• ¿Cuáles son algunas de las cosas para hacer y
para no hacer en la sección “Sean limpios” del
discurso del presidente Hinckley?
• ¿Por qué es importante la humildad para el
liderazgo en el reino?
• ¿Qué función tiene la oración en el liderazgo?
¿Por qué?
LECCIÓN 5
CÓMO APRENDER
NUESTROS DEBERES DE LÍDERES
“Por tanto, aprenda todo varón su deber, así como a obrar con toda diligencia en el oficio al cual
fuere nombrado” (D. y C. 107:99).
PRINCIPIO DE LIDERAZGO
Los líderes de la Iglesia y de la familia deben entender cuáles son sus deberes a fin de contribuir a
que aquellos a quienes presten servicio reciban las bendiciones del Evangelio.
CONCEPTO DE LA LECCIÓN
1. Los líderes son más eficaces si aprenden los deberes pertinentes a su cargo.
CONCEPTO 1: LOS LÍDERES SON
MÁS EFICACES SI APRENDEN LOS
DEBERES PERTINENTES A SU CARGO.
COMENTARIOS
En Doctrina y Convenios 107:99–100, el Señor
aconseja a todos que aprendan su deber. Esos
versículos están dirigidos a los que prestan servicio
en los oficios del sacerdocio, pero la esencia del
consejo se aplica a todos los líderes. El élder
Richard L. Evans, miembro fallecido del Quórum
de los Doce Apóstoles, enseñó esto: “Nuestras
familias, la Iglesia, la comunidad, la nación y el
reino de Dios reciben un servicio más eficaz de
los que están mejor preparados. La preparación
y el conocimiento, junto con la fidelidad, son
infinitamente mejores que la fidelidad sola. Y los
que abandonan el esfuerzo por razones triviales,
los que dejan de aprender, los que no continúan
aumentando su competencia, en mi opinión no
están cumpliendo su deber completo” (en
“Conference Report”, oct. de 1966, pág. 55).
practicar diversas habilidades, tales como “evaluar
las posibilidades, programar, delegar y motivar a los
demás. Sin embargo, se exhorta a todos los líderes
de la Iglesia a concentrarse en la gente, a apacentar
las ovejas del rebaño del Señor, a conocer y a amar
a los miembros; a escuchar, a amar y a ayudar a
resolver problemas personales. [El presidente
David O. McKay dijo:] ‘Es deber de los líderes...
enseñar al miembro a amar, no al líder ni al
maestro, sino amar la verdad del Evangelio’ [en
“Conference Report”, oct. de 1968, págs. 143–144].
A fin de que lo hagan, a menudo se aconseja a
los líderes que procuren los dones espirituales
de discernimiento y prudencia (compárese con
Lucas 12:12; D. y C. 84:85)” (en Encyclopedia of
Mormonism, ed. por Daniel H. Ludlow, 5 tomos,
1992, tomo II, pág. 818).
Cada una de las funciones de liderazgo tiene
sus deberes particulares que podemos aprender en
los manuales, con nuestros líderes, con otros que
hayan tenido el mismo cargo, en reuniones de
capacitación, por observación personal, por medio
del Espíritu, estudiando las Escrituras y orando.
Los líderes deben aprender sus deberes y saber
qué esperan de ellos los demás. Por ejemplo, un
presidente de clase puede ser responsable de dar la
bienvenida a los demás alumnos, de reunirse con
el maestro y con otros miembros de la clase que
tengan cargos de liderazgo, a fin de planificar
actividades, de capacitar a esos miembros que
tengan cargos de liderazgo, de celebrar los
cumpleaños de los miembros de la clase, o de
ocuparse de ayudar a los que tengan problemas
o no estén asistiendo, etc.
Los llamamientos a posiciones de liderazgo
dan a las personas la oportunidad de aprender y
Los padres a su vez, como líderes de la familia,
son responsables del bienestar tanto suyo como de
29
Lección 5 Cómo aprender nuestros deberes de líderes
sus hijos. Sus deberes se describen en las pautas
que aparecen en “La familia: Una proclamación para
el mundo” (Liahona, octubre de 1998, pág. 24).
Los líderes de las organizaciones auxiliares y del
sacerdocio son responsables de ayudar a aquellos
a quienes presten servicio para que reciban las
bendiciones del Evangelio. Entre sus deberes
tendrán tal vez que dirigir reuniones, supervisar
la orientación familiar o el programa de maestras
visitantes, presentar informes a otros líderes,
aconsejar, entrevistar, preparar presupuestos,
extender llamamientos, dirigir proyectos de servicio
y, en general, contribuir a que su organización
funcione bien. Su responsabilidad principal es
apoyar y alentar a los padres en el deber que tienen
de enseñar el Evangelio en su hogar.
Generalmente, los líderes de la Iglesia y de la
familia tienen que desarrollar su capacidad para:
• Evaluar las posibilidades.
• Tomar decisiones.
• Programar actividades.
• Administrar bien el tiempo.
• Delegar responsabilidades.
• Motivar a los demás.
• Concentrarse en las personas más que en
las tareas.
• Mantener la comunicación con aquellos a
quienes presten servicio y con otros líderes.
• Ennoblecer a otros.
• Escuchar con comprensión.
• Conocer a las personas y amarlas.
• Ayudarles a resolver sus problemas.
• Enseñarles a amar las verdades del Evangelio.
• Emplear dones espirituales tales como el
discernimiento y la prudencia.
• Mantenerse dentro de los límites de la doctrina
y de las normas.
IDEAS PARA LA ENSEÑANZA
Pregunte a dos o tres alumnos qué tipo de
trabajo desempeñan sus padres como medio de
vida; o si ellos mismos son jefes de familia, qué
tipo de trabajo tienen. Hablen luego de las
30
habilidades, el conocimiento o la disposición
que esos trabajos exijan.
Dígales que todo miembro debe prepararse para
ser líder en la Iglesia o de una familia, y que cada
tipo de liderazgo encierra sus deberes particulares.
Pregúnteles por qué es importante que los
líderes aprendan sus deberes. ¿No sería suficiente
con que fueran buenas personas y trataran de
ayudar a los demás?
Mencionen algunas de las responsabilidades de
diversas posiciones de liderazgo en la Iglesia y en la
familia, y hablen de la forma en que se aprenden
esos deberes. Exhorte a los alumnos a aprender
todos sus deberes si se les llama a un cargo de
liderazgo.
Hagan una lista de los deberes de una presidenta
de la Sociedad de Socorro y otra de los del
presidente de un quórum de élderes. Indíqueles
que se podría hacer listas similares para todas las
posiciones de liderazgo de la Iglesia y en la familia,
y haga hincapié en la importancia de que los líderes
aprendan sus deberes a fin de ser siervos diligentes.
Repasen algunas de las maneras en que aprendemos nuestros deberes cuando somos líderes.
Pregúnteles qué podría impedirnos aprender
nuestros deberes de líderes y analicen la forma de
vencer esos obstáculos.
Haga recordar a los alumnos las grandes
bendiciones que reciben los que ayudan a los demás
a venir a Jesucristo (véase D. y C. 18:15–16).
FUENTES DE RECURSOS PARA EL MAESTRO
Élder Dallin H. Oaks
del Quórum de los Doce
Apóstoles
“El liderazgo de los padres
en la familia”, Ensign, junio
de 1985, págs. 7–11.
Agradezco esta oportunidad de hablar a los
padres de la Iglesia sobre su liderazgo en la familia.
Mis palabras se dirigen a todo padre, joven y mayor;
me dirijo a los que deben ejercer solos sus deberes
de padres, así como a los que están unidos con el
mismo yugo en un matrimonio feliz.
Lección 5 Cómo aprender nuestros deberes de líderes
Nunca podremos hacer suficiente hincapié en la
importancia de la paternidad y de la familia. La base
del gobierno de Dios es la familia eterna; nuestra
teología tiene sus comienzos en Padres Celestiales
y nuestra mayor aspiración es alcanzar ese estado
nosotros mismos. El Evangelio de Jesucristo es el
plan de nuestro Padre Celestial para el beneficio de
Sus hijos espirituales, y ese plan se hace posible
gracias al sacrificio de nuestro Hermano Mayor.
Como padres terrenales, participamos en el plan
del Evangelio al proveer cuerpos físicos para los
hijos espirituales de Padres Celestiales. Afirmamos
solemnemente que la plenitud de la salvación eterna
es un asunto de familia. Ciertamente, podemos
decir que el plan del Evangelio se originó en la
reunión de consejo de una familia eterna, se
implementa por medio de nuestra familia terrenal
y tiene su destino en nuestra familia eterna. No es
de extrañar, entonces, que La Iglesia de Jesucristo
de los Santos de los Últimos Días se conozca como
una religión centrada en la familia.
Como padres en Sión, somos responsables
de enseñar a nuestra posteridad el Evangelio de
Jesucristo, incluso la importancia de obedecer los
mandamientos de Dios y de obtener las ordenanzas
salvadoras del Evangelio.
Todos deseamos mejorar nuestra labor de
padres. No hay ninguna responsabilidad más
común y corriente; sin embargo, no hay ninguna
más importante. El presidente Joseph F. Smith
nos dio este consejo:
“Nunca debemos desalentarnos en las tareas
diarias que Dios ha decretado como la suerte
común del hombre. Deben emprenderse los deberes
de cada día con un espíritu gozoso, y con el
pensamiento y la convicción de que nuestra
felicidad y bienestar eternos dependen de efectuar
bien lo que hemos de hacer, lo que Dios nos ha
dado como deber”.
El presidente Smith aplica ese principio a los
padres, diciendo:
“Al fin y al cabo, el hacer bien las cosas que
Dios dispuso que fuesen la suerte común de todo
el género humano constituye la nobleza más
auténtica. Lograr el éxito como padre o como
madre es superior a lograr el éxito como general
o estadista”.
El presidente Smith comenta que el éxito en
una ocupación mundana, aunque se trate de una
muy importante, es efímero; mientras que el éxito
de los padres es una “grandeza universal y eterna”
(Doctrina del Evangelio, pág. 279).
A pesar de la importancia de nuestra tarea, éstos
son tiempos difíciles para los padres. Las tensiones
y dificultades de la vida moderna les presentan
grandes problemas; eso se pone de manifiesto en
la definición que se hace de la familia, medio en
broma, medio en serio, diciendo que es “un grupo
de personas que tienen las llaves de la misma casa”.
Las expresiones populares “liberación de la
mujer” y “liberación del hombre” indican otros
problemas: muchas veces, ese tipo de “liberación”
se precia de liberar a hombres y mujeres de las
responsabilidades familiares. No obstante, los que
abandonan a su familia o la descuidan podrán
liberarse de las responsabilidades pero quedan
aprisionados por el pecado. Pase lo que pase a
corto término, nadie podrá alcanzar nunca una
verdadera libertad evadiendo las responsabilidades
eternas. La libertad eterna exige un cumplimiento
concienzudo de las responsabilidades familiares.
Al estudiar los discursos pronunciados por
nuestros líderes del primer siglo de la Iglesia
restaurada, nos sorprenderá el hecho de que
raramente hablaban de responsabilidades familiares;
en contraste, ése es un tema frecuente en la
enseñanza de nuestros días. ¿Y por qué es así?
Durante mi infancia, transcurrida en una granja,
todas las noches eran noches de hogar y no había
televisor que impidiera las actividades de la familia.
Aparte de unas pocas horas que pasábamos en
la escuela, cualquier cosa que pasara en la vida
cotidiana pasaba bajo la dirección de la familia;
por lo general, sólo salíamos de la granja dos veces
por semana: el sábado para hacer compras y el
domingo para ir a la iglesia. Así vivía la mayor parte
de los miembros en el primer siglo de la Iglesia
restaurada, y en esas circunstancias, había poca
necesidad de programar noches de hogar ni de
recalcar la trascendencia de la familia y la
importancia de las responsabilidades familiares.
Actualmente, son muy pocos los jóvenes que
conocen la experiencia de las constantes actividades
familiares de tiempos pasados. La vida urbana y el
transporte moderno han facilitado a la juventud el
31
Lección 5 Cómo aprender nuestros deberes de líderes
uso de su hogar como casa de pensión a la que van
a dormir y comer de vez en cuando, pero donde
existe escasa dirección de su vida cotidiana. Las
actividades recreativas organizadas y los medios
de transporte rápido alejan a los jóvenes de la
supervisión de sus padres.
El medio de ganarse la vida de la mayoría de
los miembros de la Iglesia también complica sus
funciones de padres. En el pasado la familia era
una unidad de producción económica, organizada
y disciplinada. Mis cuatro abuelos cultivaban la
tierra y dirigían las labores de sus hijos en las
granjas familiares. Toda la familia trabajaba junta
para producir los alimentos, mantener la casa y
ganar los ingresos necesarios para lo que hubiera
que comprar.
En la actualidad, pocas familias trabajan juntas
para producir sus ingresos; la mayoría son, en
cambio, unidades de consumo económico, lo cual
no exige mucha organización ni cooperación. En
esas circunstancias, se requiere un esfuerzo especial
a fin de que los padres y los hijos trabajen juntos en
tareas comunes, pero es importante que lo hagan.
Uno de los factores principales que unían a las
familias en tiempos pasados era la experiencia de
luchar juntos por una meta común, ya fuera el
cultivo de la tierra o el establecimiento de un
negocio. Este principio es tan esencial que un
comentador periodístico hizo esta sugerencia:
“Si la familia no tiene ninguna crisis que enfrentar,
sería bueno conseguir una fiera que se pusiera a
rugir en la puerta de la casa” (Time, 15 de dic. de
1967, pág. 31). La mayoría de los padres tienen
suficientes crisis sin salir a conseguir ninguna fiera,
pero es preciso que las reconozcan y organicen a
su familia en un esfuerzo unido por resolverlas.
Las familias se unen cuando tienen juntas
actividades significativas; los hijos deben trabajar
juntos bajo la dirección de sus padres. Realizar
juntos una labor remunerada, aunque sea de pocas
horas por semana, sería conveniente para todos,
como así también un huerto familiar; además,
cualquier tarea en común para ayudar a otras
personas es buena; la familia puede establecer un
fondo para misioneros al que todos contribuyan;
pueden hacer investigación genealógica y escribir
la historia familiar, compartiéndola con otros
parientes; pueden organizar reuniones familiares;
pueden enseñar a los miembros de la familia las
32
habilidades básicas del diario vivir, incluso la
administración económica, el mantenimiento de
las propiedades y la ampliación de la cultura en
general. El aprender otros idiomas es una forma
útil de prepararse para el servicio misional y para
la vida moderna. Los que enseñen estas materias
pueden ser los padres, los abuelos, los tíos u otros
miembros de la familia.
Quizás haya quienes digan: “Pero no tenemos
tiempo para eso”. En cuanto al tiempo para hacer
lo que tiene verdadero valor, sugiero a los padres
que se darán cuenta de que pueden “encender”
el interés de su familia si apagan el televisor. En
las casas de los Estados Unidos, el televisor está
encendido un promedio de siete horas por día
(USA Today, 17 de mayo de 1984). Y, lo que nos
toca más de cerca, un estudio realizado en 1984
sobre los televidentes en una región donde
predominan los miembros de la Iglesia indicó
que el setenta por ciento de los entrevistados —la
mayoría adultos— miraba televisión tres horas o
más por día. Casi la mitad de esas personas miraban
televisión cinco horas o más.
El presidente David O. McKay enseñó:
“El hogar es el primer lugar y el más eficaz
donde los niños pueden aprender las lecciones de la
vida: la verdad, el honor, la virtud, el autodominio;
el valor de la educación y del trabajo honrado; y el
propósito y privilegio de la vida. Nada puede tomar
el lugar del hogar en la crianza y la enseñanza
de los niños, y ningún éxito podrá compensar
el fracaso en el hogar” (Manual para la Noche de
Hogar, 1968–1969, pág. iii).
Los padres son los maestros principales e
imparten su enseñanza más eficaz por medio del
ejemplo. El círculo familiar es el lugar ideal para
demostrar y aprender la bondad, el perdón, la fe en
Dios y toda otra virtud del Evangelio de Jesucristo.
El padre preside y tiene la responsabilidad final
del gobierno del hogar, pero la responsabilidad de
ser padres es obviamente un deber compartido.
Ambos padres tienen una función de liderazgo en
la enseñanza de sus hijos y deben consultarse y
apoyarse el uno al otro. En ese esfuerzo los padres
deben recordar la maravillosa analogía del presidente
Kimball sobre la lámpara y el espejo: “Hay dos
maneras de esparcir luz: ser la lámpara o ser el
espejo que refleja su luz. Nosotros, los padres,
Lección 5 Cómo aprender nuestros deberes de líderes
podemos hacer ambas cosas” (en “Conference
Report”, conferencia de área de Estocolmo, Suecia,
1974, pág. 49). En la sagrada tarea de enseñar a los
hijos de Dios, los padres deben unirse y combinar
sus esfuerzos para disipar los poderes de las
tinieblas de la vida de sus hijos.
El círculo familiar es también la mejor
organización para contrarrestar el egoísmo y la
autocomplacencia, temas obsesivos que parecen
ser los cantos de sirenas de la vida moderna. En
contraste con el individualismo egotista que nos
rodea, debemos tratar de moldear nuestra vida
familiar siguiendo el modelo del sacrificio abnegado
de nuestro Salvador. Él nos enseña que debemos
entregarnos al servicio de los demás. En su
magnífico sermón de despedida, el rey Benjamín
dijo a su pueblo que enseñaran a sus hijos “a
andar por las vías de la verdad y la seriedad... a
amarse mutuamente y a servirse el uno al otro”
(Mosíah 4:15).
No existe ninguna otra relación humana más
apropiada para impartir esas enseñanzas que una
familia cuyos padres aman de verdad a los hijos y
dedican su vida a servirlos. Ellos deben enseñarles
los principios del Evangelio restaurado y, en
particular, el sacrificio expiatorio de nuestro
Salvador, Jesucristo; también deben enseñar
los sacrificios en menor escala que ellos hacen
por la familia. Si se imparte con la actitud apropiada
—por el ejemplo tanto como por el precepto—
esa enseñanza ayudará a los niños a ser más
afectuosos y a honrar a sus padres; además, los
preparará para ser padres ellos mismos.
Los padres enseñan y la familia aprende cuando
hacen algo juntos.
La familia debe orar junta, arrodillándose de
mañana y de noche para ofrecer gratitud por las
bendiciones y suplicar con respecto a preocupaciones o intereses comunes.
La familia debe adorar junta al Señor, participando en los servicios religiosos y en las reuniones
familiares espirituales.
La familia debe estudiar y aprender junta,
incluso leer y analizar las Escrituras, así como
considerar otros temas de importancia como los
conocimientos que se deben adquirir para
funcionar bien en el mundo actual.
Las familias deben trabajar juntas, como ya se
sugirió; también deben divertirse, a fin de que
asocien las felices experiencias recreativas con las
actividades familiares.
Las familias deben tener sus reuniones de
consejo para tratar todos los asuntos que conciernan
al grupo en general y a sus miembros en particular.
Las familias deben comer juntas. La hora de la
comida es una parte del día en que es natural que
la familia se reúna y se comunique; es una lástima
que se desperdicie esa oportunidad en discusiones
acaloradas o que se fragmente porque algunos
coman a deshoras o se lleven los alimentos para
comer mientras hacen otra cosa, tomando así la
cocina como un restaurante de comida rápida.
Las familias deben hacer juntas un registro de
tradiciones familiares y de experiencias sagradas,
y reunirse a hablar sobre lo registrado a fin de
fortalecerse como unidad y fortalecer a sus
miembros. El presidente Kimball nos dijo: “Estas
historias inspiradoras sacadas de nuestra propia
experiencia y de la de nuestros antepasados son
un medio eficaz para enseñar... una fuente de
inspiración” para nosotros y para nuestra posteridad
(“Recibí... alguna instrucción en toda la ciencia de
mi padre”, Liahona, set. de 1982, pág. 5).
No hay ninguna duda de que la noche de hogar
es la ocasión ideal para fomentar todo tipo de unión
familiar; es la ocasión ideal para que la familia ore
junta, aprenda, tenga reuniones de consejo, se
divierta e incluso trabaje junta. La mayoría de
nosotros reconoce eso, pero me pregunto cuántos
estaremos aprovechando todo el potencial de la
noche de hogar.
El presidente Spencer W. Kimball revela la
magnitud de nuestras responsabilidades de padres
en estas proféticas palabras:
“Llegará un momento en que sólo aquellos
que crean profunda y activamente en la familia
podrán preservar a la suya en medio de las
iniquidades que nos rodean” (“La familia puede
ser eterna”, Liahona, febrero de 1981, pág. 5).
En esa tarea de suprema importancia que es
preservar a la familia, necesitamos toda la ayuda de
que podamos disponer; al esforzarnos por lograrlo,
tenemos derecho a recibir las bendiciones del
cielo y las recibiremos. Somos siervos de nuestro
Señor y Salvador, Jesucristo, y cuando procuramos
33
Lección 5 Cómo aprender nuestros deberes de líderes
cumplir nuestras responsabilidades sagradas de
padres en Sión, estamos precisamente haciendo
lo que Él nos ha encomendado. Que seamos
diligentes y bendecidos al hacer ese esfuerzo.
• ¿Qué aconseja el élder Oaks que hagan las
familias para ser unidas?
ELEMENTOS PARA EL ESTUDIO
• ¿Cuáles son algunas de las cosas que la familia
puede hacer en unión?
• ¿Cuáles son algunas de las principales
responsabilidades de los padres como líderes
de su familia?
• El élder Oaks comenta que los primeros líderes
de la Iglesia hablaban menos de las responsabilidades familiares que los de la actualidad. ¿Qué
razones presenta para explicar la diferencia?
34
• De acuerdo con lo que él dice, ¿cuál es el método
de enseñanza más eficaz para los padres?
• ¿Qué pueden hacer los líderes para fortalecer
a los padres a fin de que el hogar sea un lugar
donde se enseñe el Evangelio y donde se
aprenda a vivir de acuerdo con las enseñanzas
del Salvador?
LECCIÓN 6
EL PRESTAR SERVICIO A
AQUELLOS A QUIENES DIRIGIMOS
“Pero él les dijo: Los reyes de las naciones se enseñorean de ellas, y los que sobre ellas tienen
autoridad son llamados bienhechores;
“mas no así vosotros, sino sea el mayor entre vosotros como el más joven, y el que dirige, como
el que sirve.
“Porque, ¿cuál es el mayor, el que se sienta a la mesa, o el que sirve? ¿No es el que se sienta a
la mesa? Mas yo estoy entre vosotros como el que sirve” (Lucas 22:25–27).
PRINCIPIO DE LIDERAZGO
Los líderes de la familia y de la Iglesia sirven al Señor prestando servicio a aquellos a quienes dirijan.
CONCEPTOS DE LA LECCIÓN
1. El Salvador fue el líder perfecto y el servidor perfecto.
2. Debemos aprender a ser líderes servidores.
3. Seremos mejores líderes servidores si comprendemos las necesidades de las personas a quienes
prestemos servicio.
CONCEPTO 1: EL SALVADOR FUE EL
LÍDER PERFECTO Y EL SERVIDOR PERFECTO.
COMENTARIOS
Durante el ministerio terrenal de Jesucristo, un
día la madre de Jacobo y Juan le pidió un favor
especial para sus hijos; después de contestarle,
Jesús explicó lo siguiente: “...Sabéis que los
gobernantes de las naciones se enseñorean de ellas,
y los que son grandes ejercen sobre ellas potestad.
“Mas entre vosotros no será así, sino que el
que quiera hacerse grande entre vosotros será
vuestro servidor,
“y el que quiera ser el primero entre vosotros
será vuestro siervo;
“como el Hijo del Hombre no vino para ser
servido, sino para servir, y para dar su vida en
rescate por muchos” (Mateo 20:25–28).
Después de Su última cena de Pascua, Jesús
lavó los pies a Sus Apóstoles y luego les preguntó:
“...¿Sabéis lo que os he hecho?
“Vosotros me llamáis Maestro, y Señor; y decís
bien, porque lo soy.
“Pues si yo, el Señor y el Maestro, he lavado
vuestros pies, vosotros también debéis lavaros los
pies los unos a los otros.
“Porque ejemplo os he dado, para que como
yo os he hecho, vosotros también hagáis.
“De cierto, de cierto os digo: El siervo no es
mayor que su señor, ni el enviado es mayor que
el que le envió” (Juan 13:12–16).
Como dijo el élder Neal A. Maxwell, miembro del
Quórum de los Doce Apóstoles: “El líder servidor
fue ejemplificado a la perfección por Jesús” (Even
As I Am, 1982, pág. 62). Jesús pasó Su ministerio
terrenal dedicado a sanar, bendecir, enseñar y servir
a todos, sin tener en cuenta la posición social. Él
ministró (prestó servicio) a la gente de acuerdo
con sus necesidades más intensas. En Su discurso
sobre el pan de vida, el Salvador señaló que había
muchos que lo seguían por los milagros que Él
hacía; otros lo seguían por el pan y el pescado que
les daba. Pero Él sabía que necesitaban de algo
más que milagros y pan para nutrir su espíritu, y
los invitó a comer “la carne del Hijo del Hombre,
y bebe[r] su sangre”, dándoles esta promesa: “...el
que come de este pan, vivirá eternamente” (Juan
35
Lección 6 El prestar servicio a aquellos a quienes dirigimos
6:53, 58). Pedro, hablando en nombre de los Doce,
testificó que Jesús tenía en verdad “palabras de
vida eterna” (vers. 68).
El presidente James E. Faust, Consejero de la
Primera Presidencia, enseñó esto: “Las necesidades
básicas de la humanidad… —la propia estimación,
la paz mental y el contentamiento—, se pueden
satisfacer plenamente por medio de la fiel obediencia a los mandamientos de Dios. Eso se aplica
a toda persona, en cualquier país o costumbres”
(“Herederos del reino de Dios”, Liahona, julio de
1995, pág. 69).
IDEAS PARA LA ENSEÑANZA
Lea con la clase Mateo 20:25–28 y Juan
13:12–16; luego pregúnteles: ¿En qué se diferencian
el liderazgo en el reino de Dios y el liderazgo en el
mundo? Analicen las respuestas (véase la sección
“Comentarios”).
Diga a los alumnos que busquen pasajes de las
Escrituras que den ejemplos del servicio prestado
por Jesús o por uno de Sus discípulos. Además, que
busquen otros donde se explique la importancia
del servicio. Pídales que hablen de las Escrituras
que hayan encontrado.
Explíqueles que Jesús “ejemplificó a la
perfección” el concepto del servicio en el liderazgo.
Analicen el hecho de que la expiación del Señor fue
el acto de servicio más grandioso que haya tenido
lugar jamás.
CONCEPTO 2: DEBEMOS
APRENDER A SER LÍDERES SERVIDORES.
COMENTARIOS
Después de Jesucristo, algunos de los mejores
ejemplos de líderes servidores que encontramos
son los profetas y los misioneros antiguos y
modernos. El rey Benjamín enseñó a su pueblo la
importancia del servicio, diciendo: “...cuando os
halláis al servicio de vuestros semejantes, sólo
estáis al servicio de vuestro Dios” (Mosíah 2:17).
Ammón pudo enseñar al rey Lamoni y a su pueblo
porque primero llegó a ser su siervo (véase Alma
17–19). El élder Neal A. Maxwell dijo esto del profeta
José Smith: “¿Fue José servidor de sus semejantes?
¡Así lo demostró!... una niña... y su hermano se
quedaron atascados en el barro. El profeta José
‘...poniéndose en cuclillas, nos limpió los zapatos
36
llenos de barro y, sacando un pañuelo de su
bolsillo, nos enjugó la cara empapada en lágrimas.
Nos habló con palabras bondadosas y alegres,
instándonos a que siguiésemos contentos camino
a la escuela’ (Carl Arrington, ‘El hermano José’,
Liahona, dic. de 1974, pág. 14).
“Una vez, al huir de una turba, José y un
muchacho cruzaron a duras penas bosques y
pantanos. De ello, el joven contó: ‘...las náuseas
y el temor me habían despojado de mis fuerzas.
José tuvo que decidir entre dejarme para que me
capturaran los de la turba o arriesgarse él mismo
prestándome ayuda. Hizo esto último; me levantó
colocándome sobre sus anchos hombros y me
llevó así a través de los pantanos y la oscuridad,
descansando [de vez en cuando]. Varias horas
después, salimos al camino solitario llegando
pronto a un lugar seguro. Las fuerzas hercúleas
de José le permitieron... salvarme la vida’ (Íbid,
pág. 15)” (véase “José, el Vidente”, Liahona,
enero de 1984, págs. 96–97).
El élder L. Tom Perry, del Quórum de los Doce
Apóstoles, comentó lo siguiente del presidente
Howard W. Hunter: “La historia de su vida está llena
de relatos de determinación, logros, fe y verdadero
amor cristiano. Él es una inspiración para todos
nosotros. Él es nuestro Profeta. Estamos a sus pies,
dispuestos a beber de la fuente de sabiduría de este
firme y fiel siervo y líder” (“Escuchemos la voz
del Profeta”, Liahona, enero de 1995, pág. 21).
El élder Neal A. Maxwell escribió: “El líder
servidor fue ejemplificado a la perfección por Jesús,
y, si queremos llegar a ser como Él, nosotros
debemos hacer lo mismo.
“En verdad, toda la utilidad de nuestra vida
depende de nuestra disposición a servir a los
demás” (Even As I Am, pág. 62).
El élder Russell M. Nelson, del Quórum de los
Doce, observó que, por el contrario, el “esforzarse
por llegar a ser amo o maestro en lugar de siervo...
destruirá el espíritu del trabajador y de la obra”
(“No tendrás dioses ajenos delante de mí”, Liahona,
julio de 1996, pág. 16). Y el presidente Gordon B.
Hinckley escribió que “parte de nuestra labor más
excelente proviene del servicio que prestamos a los
demás” (Standing for Something: Ten Neglected
Virtues That Will Heal Our Hearts and Homes,
2000, pág. 161).
Lección 6 El prestar servicio a aquellos a quienes dirigimos
El élder Vaughn J. Featherstone hizo una lista
de los rasgos y maneras de actuar de los líderes
servidores. Consulte esa lista en la sección
“Fuentes de recursos para el maestro” de la
lección 1 (pág. 3).
IDEAS PARA LA ENSEÑANZA
Dé a cada alumno una copia de la lista del élder
Featherstone con los rasgos de un líder servidor
(pág. 5). Analice con la clase esos rasgos y la
forma en que el adquirirlos nos ayudará a ser
mejores líderes de la familia y de la Iglesia.
Divida la clase en grupos pequeños y pida a cada
grupo que lea el capítulo 2 de Mosíah. Explique
que ese capítulo contiene el principio del discurso
final del rey Benjamín a su pueblo. Dígales que se
fijen en la forma en que el rey Benjamín ejemplificó
al líder servidor y en lo que enseñó a su pueblo
sobre la importancia de prestarse servicio unos a
otros. Una vez que terminen, analicen lo que ellos
hayan aprendido de la vida y enseñanzas de ese
rey sobre el concepto de ser líderes y servidores.
CONCEPTO 3: SEREMOS
MEJORES LÍDERES SERVIDORES SI
COMPRENDEMOS LAS NECESIDADES DE LAS
PERSONAS A QUIENES PRESTEMOS SERVICIO.
COMENTARIOS
Los líderes son más eficientes si entienden las
necesidades de las personas a quienes presten
servicio. Algunas de éstas son comunes a todas
las personas: la mente del que tenga hambre
tenderá a enfocarse en la necesidad de alimento;
así también, si una persona está enferma o si le
falta ropa, está sin hogar o le escasea el dinero, le
resultará difícil concentrarse en otros intereses.
Además de las carencias físicas, la gente sufre
problemas mentales, emocionales o espirituales.
Por lo general, las personas son más eficientes
cuando tienen buenos amigos, cuentan con el
apoyo de la familia y reciben reconocimiento, así
como cuando se sienten parte de un grupo o de una
buena causa y tienen un sentido de su propio valor.
Algunas de esas condiciones varían según la
edad. Por ejemplo, los jóvenes generalmente son
más sensibles a la presión de sus amistades y
tienen más necesidad que los mayores de ser
aceptados por los demás. Otros elementos nos
afectan a todos, sean cuales sean nuestra edad o
nuestras circunstancias, como el hecho de que
todos necesitamos saber que Dios se interesa en
lo que nos suceda día a día.
Hay muchos modos de aumentar nuestra
comprensión de las necesidades de aquellos a
quienes sirvamos. Por ejemplo, al leer relatos de
las Escrituras sobre el servicio que prestaban a la
gente Jesús y Sus líderes, podemos hacer preguntas
como éstas: ¿Cómo descubrió ese líder lo que le
hacía falta a la gente? ¿Cómo le comunicaron las
personas sus necesidades? ¿Qué sabía el líder de
ellas que le ayudara a entender sus necesidades?
Antes de poder ayudar a la gente a satisfacer sus
necesidades espirituales, ¿qué carencias físicas
tuvieron los líderes a veces que solucionar primero?
Nosotros podemos aprender sobre las necesidades de la gente en general leyendo, observando,
asistiendo a clases de liderazgo y orando; podemos
también meditar sobre las nuestras y sobre la forma
en que las solucionamos.
El presidente Gordon B. Hinckley explicó lo
siguiente: “Al mirar hacia Dios con amor y gratitud,
y al prestar servicio a los demás sin esperar
ninguna recompensa a cambio, tendremos un
mayor sentido del valor del servicio a nuestros
semejantes, pensaremos menos en nuestros propios
intereses y más en los de las demás personas.
El principio del amor es la esencia misma de la
bondad” (Standing for Something, pág. 9).
IDEAS PARA LA ENSEÑANZA
Analicen las ideas que se dan en los
“Comentarios”. Podría hacer preguntas como
las siguientes:
• ¿Qué necesidades debemos tener en cuenta al
esforzarnos por ser mejores líderes servidores?
• ¿Qué necesidades particulares tienen los jóvenes
que sus líderes deban considerar?
• ¿Qué libros les han ayudado a comprender mejor
las necesidades de los demás?
Hablen de las experiencias que les hayan
ayudado a percibir más las necesidades de otras
personas. Dirija a la clase en un análisis sobre las
actividades misionales de Ammón (véase Alma
17–19) y pídales que se fijen en lo que Ammón
hizo para comprender y satisfacer las necesidades
del rey Lamoni.
37
Lección 6 El prestar servicio a aquellos a quienes dirigimos
Puede terminar leyendo las palabras del
presidente Hinckley que aparecen en la sección
“Comentarios”.
FUENTES DE RECURSOS PARA EL MAESTRO
Élder Vaughn J.
Featherstone
de los Setenta
Tomado de “More Purity
Give Me” [“Más pureza
dame”], 1991, págs. 11–14.
El principio del liderazgo con servicio surge de la
fuente misma de toda verdad, Dios el Padre Eterno,
y lo recibimos por medio del Señor Jesucristo, el
Hijo Unigénito. Ellos son para nosotros los ejemplos
supremos del liderazgo por medio del servicio...
¿No es la invitación del Maestro una
característica de los líderes servidores? Él dijo:
“Venid a mí todos los que estáis trabajados y
cargados, y yo os haré descansar. Llevad mi yugo
sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso
y humilde de corazón; y hallaréis descanso para
vuestras almas; porque mi yugo es fácil, y ligera
mi carga” (Mateo 11:28–30).
En Marcos leemos que los discípulos habían
estado disputando sobre el tema de cuál de todos
era el mayor entre ellos: “Entonces él se sentó y
llamó a los doce, y les dijo: Si alguno quiere ser el
primero, será el postrero de todos, y el servidor de
todos” (Marcos 9:35)…
Los líderes servidores ministran a las personas,
todas las cuales son creadas a la imagen de Dios
nuestro Padre Todopoderoso. Los administradores,
directores y líderes egocéntricos se interesan
principalmente en reglas, reglamentos, normas y
programas; para esas personas, los hombres y las
mujeres son importantes sólo mientras les sean
“útiles” para alcanzar sus metas.
No habría muchos directores, administradores
y líderes que notaran a personas supuestamente
sin importancia haciendo obras maravillosas.
“Estando Jesús sentado delante del arca de la
ofrenda, miraba cómo el pueblo echaba dinero en
el arca; y muchos ricos echaban mucho” (Marcos
12:41). Jesús notó sus donaciones, las que
representaban una buena acción gracias a la cual
38
se haría mucho bien; Él no menospreció nada de lo
que habían dado. Muchos líderes de la actualidad
calcularían sólo las cantidades de dinero que
pudieran emplearse para ganar más aún, y prestarían escasa atención a la viuda, que indudablemente
parecería abochornada, insignificante, mal vestida,
probablemente temblorosa y humilde, cuando se
acercó al arca de la ofrenda; echó allí dos blancas,
dos de las más pequeñas monedas hebreas; dos
blancas no eran suficientes siquiera para comprar
una hogaza de pan. Es probable que la mujer no
se atreviera a levantar los ojos por temor de que
alguien hubiera notado su mínima donación y se
burlara de ella. Me imagino que se apresuraría a
alejarse para evitar el bochorno.
Jesús llamó a Sus discípulos y les dijo: “...De
cierto os digo que esta viuda pobre echó más que
todos los que han echado en el arca; porque todos
han echado de lo que les sobra; pero ésta, de su
pobreza echó todo lo que tenía, todo su sustento”
(Marcos 12:43–44).
Me pregunto si Él, el Maestro de los cielos y de
la tierra, habrá encontrado la manera de hacer llegar
al corazón de la viuda Su dulce y sincera gratitud
por la donación de ella.
Élder M. Russell Ballard
del Quórum de los Doce
Apóstoles
Tomado de “The Greater
Priesthood: Giving a Lifetime
of Service in the Kingdom”
(El sacerdocio mayor: Demos
una vida de servicio en el reino), Ensign, set. de
1992, págs. 71, 73.
Todos los que poseemos el sacerdocio de Dios
estamos unidos por un eslabón común de servicio.
Juan el Bautista, ya resucitado, expresó ese concepto
en la sagrada oportunidad en que restauró el
Sacerdocio Aarónico a los hombres en la tierra.
Ese mensajero angélico de Dios, el mismo que
tuvo el privilegio de bautizar al Salvador, se dirigió
al profeta José Smith y a su compañero de labor,
Oliver Cowdery, llamándolos “mis consiervos”
(D. y C. 13:1). ¡Qué espléndido modelo de servicio
humilde en el reino de Dios!
Todo hombre o muchacho que posea el
sacerdocio, sea cual sea éste o el oficio que posea,
es un consiervo en la obra del Señor Jesucristo.
Lección 6 El prestar servicio a aquellos a quienes dirigimos
Aun cuando yo he sido ordenado al oficio
de Apóstol en el Sacerdocio de Melquisedec, mis
compañeros del apostolado y yo somos consiervos
en la obra del Señor con el último diácono o élder
que haya sido ordenado en la Iglesia.
El apóstol Pablo declaró la verdad de que
“puso Dios en la Iglesia, primeramente apóstoles”
(1 Corintios 12:28), pero también declaró la verdad
de que todo miembro del cuerpo es necesario.
Nadie que posea un oficio del sacerdocio puede
decir a los que posean otros oficios: “No te
necesito”, porque todos son consiervos en el
servicio del Señor (véanse los vers. 14–28). Nuestro
objetivo común y más importante es llevar a cabo
Su obra. Todo poseedor del sacerdocio, al cumplir
los deberes de su oficio, se necesita para realizar
la obra del Señor.
Repito, no se confiere un oficio del sacerdocio
por la importancia que tenga sino por el servicio
que preste el que lo posea. Ustedes y yo somos
consiervos en la Iglesia de Jesucristo…
El presidente David O. McKay dijo: “El
sacerdocio significa servicio; esto se cumple aun
en la divina fuente del que procede, como podemos
inferir de esta sublime declaración: ‘…ésta es mi
obra y mi gloria: Llevar a cabo la inmortalidad y la
vida eterna del hombre’. De la Deidad proviene el
servicio que conduce a la redención de los hijos
de Dios” (Pathways to Happiness, Salt Lake City:
Bookcraft, 1957, pág. 231)…
…Los invito a meditar sobre las siguientes
palabras del presidente Marion G. Romney:
“El prestar servicio no es algo que hacemos en
esta tierra para poder ganar el derecho de vivir en
el Reino Celestial, sino que es la fibra misma de la
cual está formada la exaltación en él…
“Si sabemos que el prestar servicio a los demás
satisface a nuestro Padre Celestial, y deseamos estar
donde Él se encuentra y ser lo que Él es, ¿por
qué se nos debe dar el mandamiento de que nos
sirvamos los unos a los otros?… El servicio es la
esencia misma de que está compuesta la Trinidad”
(véase “La divina naturaleza de la autosuficiencia”,
Liahona, enero de 1983, pág. 176).
Hermanos, poseer el sacerdocio de Dios y tener
la oportunidad de prestar servicio ilimitado a
nuestros semejantes es una bendición que se debe
atesorar. Sé que el Señor Jesucristo vive y ruego a
Dios que los bendiga a ustedes, jóvenes y viejos,
con un profundo aprecio por el sacerdocio que
poseen y con un deseo cada vez mayor de servir a
sus semejantes y a su Padre Celestial, en el nombre
de Jesucristo. Amén.
ELEMENTOS PARA EL ESTUDIO
• Al servir a los demás, ¿cómo podemos
reconocer lo que hacen bien y expresarles
gratitud por ello? (véase el análisis del élder
Featherstone sobre la ofrenda de la viuda).
• ¿Qué efectos positivos puede tener en una
persona un elogio sincero?
• ¿Qué han sentido cuando sus esfuerzos han
pasado inadvertidos? ¿Qué les hubiera gustado
que sucediera?
• ¿Cuál es el equilibrio apropiado que debe
establecerse en la importancia que se dé a los
programas y a la gente?
• Seleccione y analice con la clase varios de los
conceptos que le parezcan importantes del
discurso del élder Ballard.
39
LECCIÓN 7
APRENDAMOS A DIRIGIR CON CARIDAD
“Pero la caridad es el amor puro de Cristo, y permanece para siempre; y a quien la posea en el
postrer día, le irá bien.
“Por consiguiente, amados hermanos míos, pedid al Padre con toda la energía de vuestros
corazones, que seáis llenos de este amor que él ha otorgado a todos los que son discípulos verdaderos
de su Hijo Jesucristo…” (Moroni 7:47–48).
PRINCIPIO DE LIDERAZGO
El liderazgo semejante al de Cristo está motivado por la caridad.
CONCEPTOS DE LA LECCIÓN
1. La caridad es el motivo más elevado de un líder para prestar servicio.
2. Podemos desarrollar y ampliar nuestra capacidad de dirigir con caridad.
CONCEPTO 1: LA CARIDAD ES EL MOTIVO MÁS
ELEVADO DE UN LÍDER PARA PRESTAR SERVICIO.
COMENTARIOS
La caridad es “el amor puro de Cristo… el
amor más fuerte, más noble y más elevado, y no
tan sólo un sentimiento de afecto” (Guía para el
Estudio de las Escrituras, pág. 31). “Nunca se
emplea en las Escrituras para referirse a limosnas,
buenas obras ni benevolencia” (Diccionario bíblico
en inglés, “charity”, pág. 632).
El apóstol Pablo enseñó que la caridad [la Biblia
en español dice “amor”] es superior a cualquier acto
de servicio o don espiritual: “Si yo hablase lenguas
humanas y angélicas, y no tengo amor, vengo a
ser como metal que resuena, o címbalo que retiñe.
“Y si tuviese profecía, y entendiese todos los
misterios y toda ciencia, y si tuviese toda la fe, de
tal manera que trasladase los montes, y no tengo
amor, nada soy.
“Y si repartiese todos mis bienes para dar de
comer a los pobres, y si entregase mi cuerpo para
ser quemado, y no tengo amor, de nada me sirve…
“El amor nunca deja de ser; pero las profecías se
acabarán, y cesarán las lenguas, y la ciencia acabará.
“Porque en parte conocemos, y en parte
profetizamos;
40
“mas cuando venga lo perfecto, entonces lo
que es parte se acabará…
“Y ahora permanecen la fe, la esperanza y el
amor, estos tres; pero el mayor de ellos es el amor”
(1 Corintios 13:1–3, 8–10, 13).
El élder Dallin H. Oaks, miembro del Quórum de
los Doce Apóstoles, enseñó esto: “No sólo debemos
hacer lo correcto, sino que debemos hacerlo
movidos por las razones correctas. El término
moderno que se utiliza es ‘buena motivación’. Las
Escrituras se refieren a veces a esa actitud mental
apropiada con las palabras ‘con íntegro propósito
de corazón’ o ‘verdadera intención’…
“…Si no hacemos las cosas por los motivos
correctos, nuestras acciones no se considerarán
de rectitud…
“Las acciones aparentemente buenas que sean
motivadas por razones incorrectas no traerán
bendiciones” (Pure in Heart, 1988, págs. 15, 33;
véase también Moroni 7:6–11).
En otra oportunidad, el élder Oaks mencionó
seis razones que motivan a las personas a prestar
servicio:
1. “Por causa de riquezas y los honores”.
2. “Por un deseo… de contar con buenas
compañías”.
Lección 7 Aprendamos a dirigir con caridad
3. “Por temor a ser castigados”.
4. “Por un sentido del deber o por lealtad”.
CONCEPTO 2: PODEMOS
DESARROLLAR Y AMPLIAR NUESTRA
CAPACIDAD DE DIRIGIR CON CARIDAD.
5. “Por la esperanza de un galardón eterno”.
6. “Por el amor a Dios y a nuestros semejantes”.
Esta última razón, la caridad, dice el élder Oaks,
es “la mayor de todas… es lo que las Escrituras
llaman ‘un camino más excelente’ (1 Corintios
12:31)” (“¿Por qué servimos?”, Liahona, enero de
1985, págs. 10–11).
Los líderes de la Iglesia y de la familia necesitan
la guía, la visión y la fortaleza que sólo el Espíritu
del Señor puede impartir, y restringimos ese
Espíritu cuando no tenemos motivos puros para
prestar servicio. Los líderes deben servir por
caridad y no por razones menos encomiables.
IDEAS PARA LA ENSEÑANZA
Pregunte a los alumnos qué es más importante:
los motivos, las acciones o los resultados, y
analicen las respuestas que den. Explíqueles que
las personas tienden a evaluar el mérito de sus
acciones de acuerdo con los resultados (por
ejemplo, “¿Cuánto dinero ganaste?”, “¿A cuántas
personas bautizaste?”). Pero el Señor mira el
corazón, o sea, el motivo de nuestras acciones
(véase D. y C. 137:9). El élder Neal A. Maxwell, del
Quórum de los Doce Apóstoles, explicó: “…todo
depende de nuestros deseos, los cuales dan forma
a los pensamientos. Por eso, los deseos preceden a
las acciones y están en el fondo mismo de nuestra
alma…” (véase “…‘absorbida en la voluntad del
Padre’ ”, Liahona, enero de 1996, pág. 26).
Definan lo que es la caridad y explique que es
el motivo más elevado para que un líder preste
servicio (véase la sección “Comentarios”). Analice
con toda la clase preguntas como las siguientes
o divídala en grupos para hacerlo:
• ¿Cuáles son algunas razones por las cuales
prestamos servicio como líderes en la Iglesia o
en la familia? ¿Son todas ellas igual de válidas?
• ¿Qué debo hacer si no es la caridad lo que me
motiva a prestar servicio como líder?
• ¿Cómo puedo aprender a amar a quienes
presto servicio?
COMENTARIOS
El élder Dallin H. Oaks escribió lo siguiente:
“El requisito de que nuestras buenas acciones
vayan acompañadas de buenos motivos es sutil
y difícil de practicar…
“A fin de llegar a ser puro de corazón —de
alcanzar la exaltación— debemos cambiar nuestras
actitudes y nuestro orden de prioridad para lograr
una condición de espiritualidad, debemos controlar
nuestros pensamientos, reformar nuestros motivos
y perfeccionar nuestros deseos. ¿Cómo?
“El primer paso para alterar nuestras actitudes
y nuestro orden de prioridad es enfrentar nuestras
imperfecciones y reconocer la necesidad de
cambiar…
“Empezamos por hacernos preguntas introspectivas. Nos despojamos de los fingimientos y de
las falsas apariencias, y, sondeando sincera y profundamente nuestro ser íntimo, procuramos reconocer nuestras verdaderas actitudes y el orden de
prioridad que damos a las cosas…
“Buscamos la espiritualidad por medio de la fe,
el arrepentimiento y el bautismo; por medio de
perdonarnos los unos a los otros; por el ayuno y
la oración; por los deseos justos y los pensamientos
y acciones puros. Procuramos la espiritualidad
prestando servicio a nuestros semejantes, adorando
al Señor, deleitándonos en la palabra de Dios que
encontramos en las Escrituras y en las enseñanzas
de los profetas de la actualidad. Logramos la
espiritualidad haciendo convenios con el Señor y
manteniéndolos, esforzándonos conscientemente
por obedecer todos los mandamientos de Dios. La
espiritualidad no se logra súbitamente, sino que
es la consecuencia de una serie de decisiones
correctas. Es la cosecha de una vida de rectitud…
“Para lograr la espiritualidad, reformar nuestros
motivos y perfeccionar nuestros deseos, debemos
aprender a controlar los pensamientos. El profeta
Alma enseñó esto a su fiel hijo Helamán: ‘…deja
que todos tus pensamientos se dirijan al Señor; sí,
deja que los afectos de tu corazón se funden en el
Señor para siempre’ (Alma 37:36)…
41
Lección 7 Aprendamos a dirigir con caridad
“El buen motivo más elevado de cualquier acto
es la caridad, o sea, el amor puro de Cristo. Ese
motivo se logra de dos maneras: (1) orando para
sentir amor; y (2) poniendo en práctica el servicio.
“Podemos alterar nuestros motivos por medio
de la oración…
“A fin de aprender a prestar servicio motivados
por el amor puro de Cristo, debemos poner en
práctica el servicio a Dios y a nuestros semejantes”
(Pure in Heart, págs. 18, 140–141, 144–145, 148).
IDEAS PARA LA ENSEÑANZA
Analice con los alumnos lo que podemos hacer
para desarrollar la pureza de corazón y la caridad
para ser mejores líderes. Anote las respuestas en
la pizarra. (Entre éstas se pueden incluir el cambio
de actitud, el control de nuestros pensamientos y
el reconocimiento de nuestras imperfecciones.
Véase la sección “Comentarios”.)
Considere la idea de invitar a los alumnos
a organizar un proyecto de servicio a favor de
algún conocido de la escuela o de sus vecindarios,
teniendo presente la importancia de la caridad en
sus acciones.
FUENTES DE RECURSOS PARA EL MAESTRO
Hermano Stephen D.
Nadauld
ex miembro del Segundo
Quórum de los Setenta
Tomado de Principles of
Priesthood Leadership
(Principios de liderazgo del
sacerdocio), 1999, págs. 102–106, 109–119.
La Iglesia está creciendo rápidamente en un
ambiente muy complicado y necesita un liderazgo
eficaz del sacerdocio. El liderazgo es diferente de la
administración. El mayor reto que enfrentan hoy
los líderes del sacerdocio es el hacer unas cuantas
cosas correctas. Creo que hay tres elementos
correctos que, si se llevan a la práctica con oración
y diligencia, fortalecerán a los líderes del sacerdocio
y los harán más eficaces para llevar adelante la
obra del Señor. Éstos son:
I. Enseñar el plan de redención
Éste es número uno por tres razones: Primero,
en la perspectiva espiritual, aprendemos en
42
el capítulo 13 de Alma que todo poseedor del
Sacerdocio de Melquisedec tiene la responsabilidad
de ser maestro del plan de redención. Segundo,
sabemos que los líderes son los que ejemplifican
los valores del grupo. Tercero, como asunto
práctico, el hablar de la doctrina y de los principios
es más eficaz para cambiar la conducta que el
hablar sobre la conducta misma (véase de Boyd K.
Packer, “Los niños pequeños”, Liahona, enero de
1987, págs. 15–18).
II. Ministrar
El ministrar, el prestar servicio y el bendecir
la vida de los demás son aspectos esenciales del
Evangelio y del liderazgo del sacerdocio. Debido a
que la caridad es la esencia de la conducta cristiana,
los que dirigen deben comprenderla y practicarla
sinceramente. Si los miembros se dan cuenta de
que el líder los ama y se interesa en ellos con
sinceridad, estarán más dispuestos a dejarse dirigir.
III. Tener visión y concentrarse en ella
El líder del sacerdocio puede empezar a llevar
adelante la obra con eficacia sólo si desarrolla,
explica bien y comparte con los demás una imagen
del futuro clara y asequible. Esa visión de lo que
puede lograr el quórum, el barrio o la estaca debe
estar de acuerdo con la misión de la Iglesia y con
la dirección de la autoridad que presida…
Ésos son los tres elementos esenciales que
definen al liderazgo, separan a los líderes de los
administradores y les hacen posible ser eficaces…
Las tres ideas que están junto a los números
romanos y las preguntas que deben hacerse los
líderes aparecen en la Figura 15…
Figura 15
LOS LÍDERES DEL SACERDOCIO EFICACES
I. Enseñan el plan de redención.
• ¿Dedico tiempo a estudiar y entender los
principios del plan de redención a fin de
poder enseñarlos claramente?
• ¿Enseño ese plan a mis familiares, a los
miembros del quórum, del barrio o de la
estaca, y a mis amigos y vecinos?
• ¿Enseño el plan en la reunión sacramental, en
las reuniones de liderazgo, en las conferencias
de barrio y estaca, en las oportunidades en que
hago entrevistas o aconsejo?
II. Ministran.
• ¿Es mi ministerio de naturaleza personal o sólo
responde a las asignaciones de la institución?
Lección 7 Aprendamos a dirigir con caridad
• Si me resulta difícil interesarme sinceramente
en los demás, ¿qué debo hacer para cambiar?
• ¿Me esfuerzo por seguir el ejemplo del Salvador?
III. Tienen visión y se concentran en ella.
• ¿Entiendo bien la misión de la Iglesia?
• ¿Qué grupo puede ayudarme a lograr una visión
factible de lo que se podría hacer?
• ¿Cuáles son los dos o tres aspectos en los que
debo concentrarme?
• ¿Cómo puedo evaluar el progreso obtenido en
lo relacionado con esos dos o tres aspectos?
…En cualquier labor, incluso la del sacerdocio,
el liderazgo es más eficaz si se presta atención
a algo que llamaré “proceso”. Se debe tener en
consideración cómo se hacen las cosas y cuál es
la interacción que existe entre el líder del sacerdocio
y los miembros de la estaca, el barrio y el quórum.
Como ejemplo, consideremos el caso de una
mujer que había enviudado y se acercó al obispo
expresándole tristeza porque nunca más podría
orar en la reunión sacramental. Cuando el obispo
le preguntó por qué pensaba que no podría hacerlo
más, ella respondió: “Obispo, me he fijado en que
usted siempre pide a un matrimonio que ofrezca
las oraciones en las reuniones sacramentales;
ahora que mi marido ha muerto, me parece que
no volveré a tener esa oportunidad”.
Después de pensar unos minutos, el obispo
se dio cuenta de que el problema provenía de un
proceso equivocado: al organizar un miembro del
obispado el programa de la reunión sacramental,
seguía la costumbre de llamar a una familia y
pedirle las dos oraciones. Era eficiente hacer una
sola llamada telefónica para tener las dos oraciones,
pero en este caso no era eficaz para bendecir a los
miembros del barrio.
El proceso era exclusivo y no inclusivo; era
eficiente pero no eficaz. Creo que los líderes eficaces
aprenden a administrar los procesos, o sea, las
maneras en que una organización desempeña su
cargo. Al prestar atención al proceso, el líder eficaz
atiende a las necesidades que se noten en las
personas que forman parte de una organización.
¿Se han hecho alguna vez estas preguntas?: ¿Por
qué quiero participar en esta organización? ¿Por
qué dedicarle tiempo y esfuerzo a ésta y no a
otras? ¿Cuáles son los factores que inspiran en mí
la dedicación, el interés o el entusiasmo y me
despiertan el deseo de participar en ella y ofrecerle
mis mejores esfuerzos? Entre otros, consideren
estos seis factores o razones:
• Participar en algo que tenga propósito.
• Sentir el interés de los líderes y de otras
personas.
• Tomar parte en el progreso y el éxito.
• Ser parte de un grupo o equipo.
• Estar al tanto de lo que sucede.
• Entretenerse.
Por supuesto, creo que las personas se unen
a la Iglesia porque es verdadera. Pero ¿tienen
dedicación, entusiasmo y permanencia?…
…En la complejidad del ambiente y las
organizaciones de hoy, logran un mejor liderazgo
los líderes de grupo que los individualistas brillantes.
Existen demasiadas variaciones, demasiadas
intervenciones, demasiadas posibilidades y cambios
demasiado rápidos para que una persona actuando
sola pueda procesarlos y administrarlos…
…Este principio es verdadero en la mayoría de
nuestras responsabilidades y es verdadero en la
Iglesia. El liderazgo eficaz en la Iglesia requiere
un enfoque de equipo y la atención a los procesos
de grupo…
[Un] desafío… para los líderes del sacerdocio de
la Iglesia en la actualidad es que sean capaces de
reconocer la diferencia entre la eficiencia y la
eficacia. Para un obispado o una presidencia de
estaca, es ciertamente más eficiente considerar
un asunto y tomar una decisión sin buscar las
opiniones de otras personas y sin analizar mucho.
Hay ciertas decisiones en las que la confidencialidad
u otros problemas indican que el líder del sacerdocio
debe tomar la decisión por sí solo o, cuando mucho,
con sus dos consejeros. En esos casos, tanto la
eficiencia como la eficacia se logran mejor con la
acción individual que con la de un grupo. Los
líderes prudentes han aprendido que, incluso en esas
situaciones, el reunir toda la información que esté
a su alcance, meditar concienzudamente sobre las
posibilidades y llevar a cabo un análisis profundo
son requisitos para recibir inspiración del Señor.
Sin embargo, hay muchos casos en los que el
líder del sacerdocio será más eficaz si se considera
el líder de un equipo…
43
Lección 7 Aprendamos a dirigir con caridad
…A fin de que haya un cambio, los miembros
de la organización deben participar en las deliberaciones, los análisis y las posibles soluciones. Si el
líder del sacerdocio desea ver resultados, debe pensar
en sí mismo como líder de un equipo. El liderazgo
de equipo apropiado del barrio es el consejo del
barrio, y el de la estaca es el consejo de la estaca…
…El líder del sacerdocio eficaz es un líder de
equipo; y cada integrante del equipo es miembro
de la Iglesia y tiene interés en lograr el éxito. Cada
uno debe tener igual oportunidad de dar su opinión,
así como algo de responsabilidad en cuanto a los
resultados. Pero, tengan en cuenta esto: En el
liderazgo de un equipo, no se toman decisiones por
votos ni debe existir confusión en el grupo porque
no haya nadie que esté a cargo de la situación.
Los líderes del sacerdocio que hayan sido
ordenados y apartados son quienes deben tomar
la decisión final. No obstante, los que tomen las
mejores decisiones serán los líderes que hayan
permitido que el proceso dé lugar a diversas
opiniones y estimule la inspiración.
La comunicación inclusiva
Es natural que los que forman parte de una
organización deseen saber lo que pasa. Los líderes
pueden pasar por alto esos deseos o utilizarlos para
fortalecer la dedicación y el entusiasmo de los
miembros. El problema es que la comunicación
con los participantes de un grupo lleva tiempo y
esfuerzo, y, para un líder muy ocupado tal vez no
parezca un empleo eficaz de los recursos de que
disponga. Además, siempre existe el interrogante
con respecto a qué cosas deben comunicarse y
cuáles se solucionarán mejor si se mantienen en
confidencia. Toda organización lucha con ese
dilema y la Iglesia no es una excepción.
A los líderes del sacerdocio en todos los niveles
se les aconseja en forma extensiva y apropiada sobre
la importancia de mantener la confidencialidad
cuando se trata de información delicada que
concierna a la vida y la conducta de los miembros.
Esa confidencialidad es esencial para el proceso
del arrepentimiento y debe existir para que los
miembros de la Iglesia tengan confianza en sus
líderes. Nunca será demasiado el énfasis que se
dé a este principio. Dicho eso, también debo decir
que creo que hay oportunidades en las que la
comunicación inclusiva sincera es apropiada,
44
necesaria y fortalece el proceso de liderazgo. Los
líderes del sacerdocio enfrentan el desafío de
determinar cuáles son los asuntos que deben
comunicarse abiertamente y luego hacer el
esfuerzo de proveer esa comunicación…
…El esfuerzo por establecer procesos inclusivos
se verá ampliamente recompensado con un
aumento de dedicación y entusiasmo de parte de
los participantes, y proveerá al líder más posibilidades de llevar a cabo la misión de la Iglesia.
El espíritu de equipo
El espíritu de equipo consiste en un espíritu de
devoción y entusiasmo entre los miembros de un
grupo, tanto los unos por los otros, como hacia el
grupo y sus propósitos. El grupo que posea ese
espíritu logrará sus propósitos, tendrá fuertes lazos
entre sus miembros y resultará agradable formar
parte de él. Los líderes sabios pueden fomentar
esas nociones de manera apropiada y observar un
marcado progreso en las labores del grupo. La
mayoría de los equipos deportivos demuestran tener
ese espíritu; también existe en muchos negocios
importantes, en las fuerzas armadas y en las
organizaciones patrióticas, y generalmente se
reconoce como un factor principal en el éxito
obtenido. ¿Es este principio apropiado para la
Iglesia? Por ejemplo, los líderes de la Iglesia
¿deseamos promover una actitud de “hinchas”
entusiastas hacia nuestras actividades y esperar
una dedicación que excluya toda otra actividad o
afiliación? ¿Es apropiado considerar la actividad
en la Iglesia como entretenimiento? (Conozco a
un líder de la Iglesia que dice que si uno no está
entretenido, no está haciendo bien las cosas, y
creo que destaca un punto acertado)…
La solución no es la misma para todo grupo y
todo líder. Algunos emplean su personalidad e
interés natural para promover la unidad, el entusiasmo y el espíritu; otros se sienten torpes y
nerviosos cuando tratan de hacerlo. Aun cuando
el espíritu de equipo puede ser un importante
elemento para el éxito, no es indispensable que el
líder asuma la responsabilidad de iniciarlo y fomentarlo; otras personas lo pueden introducir en el
grupo. El líder inteligente alentará a un joven y
entusiasta consejero, al director del comité de
actividades o la presidencia de las Mujeres Jóvenes
a promover ese espíritu y el entusiasmo. Por
Lección 7 Aprendamos a dirigir con caridad
supuesto, es posible abusar de dicho espíritu y de
la tendencia a querer pasarlo bien… Pero, la calidez,
el humor y el deseo de divertirse, si se controlan y
se introducen de forma apropiada en el contexto
de la reverencia hacia el Salvador y Su obra, pueden
ser muy eficaces en el proceso del liderazgo…
…Si el líder del sacerdocio se pregunta
continuamente: ¿Se sienten los miembros de mi
estaca, barrio o quórum parte de lo que está
sucediendo? ¿Forman parte “del equipo”? ¿Sienten
que están al tanto de todo e incluidos en el proceso?
¿Disfrutan de lo que hacen, de su servicio y su
experiencia en la Iglesia? Si se hace esas preguntas,
generalmente es porque está al tanto del proceso…
En conclusión, estoy convencido de que un
líder del sacerdocio puede ser más eficaz si hace
unas cuantas cosas correctas. Un fundamento
básico e indispensable es la rectitud personal y la
disposición a buscar el Espíritu y dejar que Él le
enseñe. Con ese fundamento, los elementos
correctos son: 1) enseñar el plan de redención; 2)
ministrar como lo haría el Salvador; 3) tener visión
y enfocar esa visión en unos cuantos objetivos. Si
además el líder presta atención a los procesos que
se necesitan para hacer participar a los miembros
y lograr su dedicación, ése será un líder sumamente
eficaz. Él será feliz y tendrá éxito, los miembros
recibirán bendiciones y la obra del Señor irá
adelante con dirección y fuerza…
Creo que en el proceso, Dios nos bendecirá con
sabiduría, experiencia, progreso espiritual y éxito
en nuestros llamamientos. En verdad, ésa es mi
esperanza y mi oración por todo líder del sacerdocio.
ELEMENTOS PARA EL ESTUDIO
• De acuerdo con el hermano Nadauld, ¿cuáles
son las tres actividades que separan a los líderes
de los administradores?
• ¿Qué quiere decir el hermano Nadauld cuando
habla de un “proceso”?
• ¿Qué ventajas hay en incluir a aquellos a quienes
dirijamos en el proceso de tomar decisiones?
• ¿Cuándo es tal vez mejor que el líder actúe solo?
• ¿Cuáles son algunas características del grupo
que tenga espíritu de equipo?
• ¿Qué consideraciones son importantes para los
líderes que deseen ese espíritu de equipo en su
grupo?
• ¿Qué fundamento recomienda el hermano
Nadauld para llegar a ser un buen líder?
45
LECCIÓN 8
EL LIDERAZGO MUCHAS
VECES REQUIERE SACRIFICIO
“Y el que no toma su cruz y sigue en pos de mí, no es digno de mí.
“El que halla su vida, la perderá; y el que pierde su vida por causa de mí, la hallará”
(Mateo 10:38–39).
PRINCIPIO DE LIDERAZGO
Los líderes de la Iglesia y de la familia deben estar dispuestos a hacer sacrificios a fin de ayudar
a aquellos a quienes presten servicio.
CONCEPTOS DE LA LECCIÓN
1. Jesucristo ejemplificó el sacrificio en Su servicio a los demás.
2. Los líderes deben estar dispuestos a hacer sacrificios por aquellos a quienes presten servicio.
CONCEPTO 1: JESUCRISTO EJEMPLIFICÓ
EL SACRIFICIO EN SU SERVICIO A LOS DEMÁS.
L. Kimball, 1982, págs. 246–247; véase también la
cita del élder James Paramore, en Liahona, julio
de 1986, pág. 63).
COMENTARIOS
Jesucristo dio el ejemplo perfecto de sacrificio
por los demás. Ningún don ha sido más grandioso
que el de Su expiación. El presidente Spencer W.
Kimball dijo lo siguiente del Salvador: “Él fue
siempre el Dador, pocas veces el receptor. Nunca dio
zapatos ni calcetines ni un vehículo; nunca regaló
un perfume, una camisa ni un abrigo de piel. Lo
que Él daba era de naturaleza tal que el receptor
jamás habría podido devolver su valor. Sus dádivas
no eran comunes: vista para el ciego, oído para
el sordo, piernas para el paralítico, pureza para el
impuro, entereza para el débil, aliento para el
moribundo. Sus dones eran oportunidades para
el pisoteado, libertad para el oprimido, luz en la
oscuridad, perdón para el arrepentido, esperanza
para el desesperado. Sus amigos le dieron amparo,
comida y amor; Él les dio de Sí mismo: Su amor,
Su servicio, Su vida. Los magos del oriente le
llevaron oro e incienso; Él les dio, tanto a ellos
como a todos sus semejantes mortales, la
Resurrección, la salvación y la vida eterna… Dar
de nosotros mismos es un don sagrado” (The
Teachings of Spencer W. Kimball, ed. por Edward
46
IDEA PARA LA ENSEÑANZA
Pida a un alumno que lea en voz alta Mateo
10:37–39, y analicen el concepto de que se
requiere sacrificio para ser discípulo de Cristo.
Explíqueles que Jesucristo estableció el ejemplo
al sacrificarse por nosotros. Pídales que
mencionen algunos de los sacrificios que Él hizo.
CONCEPTO 2: LOS LÍDERES DEBEN
ESTAR DISPUESTOS A HACER SACRIFICIOS
POR AQUELLOS A QUIENES PRESTEN SERVICIO.
COMENTARIOS
El Señor exhortó a los líderes de la Iglesia de
Su época a dedicarse por entero a Su servicio. Al
principio de Su ministerio terrenal, “andando
junto al mar de Galilea, vio a Simón y a Andrés su
hermano, que echaban la red en el mar; porque
eran pescadores.
“Y les dijo Jesús: Venid en pos de mí, y haré
que seáis pescadores de hombres.
“Y dejando luego sus redes, le siguieron”
(Marcos 1:16–18).
Lección 8 El liderazgo muchas veces requiere sacrificio
Leví (Mateo) también abandonó su medio de
vida para seguir al Maestro (véase Lucas 5:27–28).
Pedro y los demás apóstoles lo dejaron todo por
Él (véase Lucas 18:28). Tanto Pedro como Pablo
expresaron su disposición a perder la vida por Él
(véase Juan 13:37; Hechos 21:13). El Salvador
esperaba que todos Sus discípulos tuvieran
abnegación en su servicio a los demás (véase
Lucas 3:11; 9:23).
El Señor pide a todos Sus santos que renuncien
a lo mundano y procuren la santidad. Alma dijo a
la gente de Zarahemla: “Y a todos vosotros que
deseáis seguir la voz del buen pastor, ahora os digo:
Salid de entre los inicuos, y conservaos aparte, y
no toquéis sus cosas inmundas…” (Alma 5:57;
véase 2 Corintios 6:17). El Señor nos pide a todos
que le presentemos un corazón quebrantado y un
espíritu contrito (véase como ejemplo 3 Nefi 9:20).
Los líderes de la Iglesia y de la familia deben
estar dispuestos a sacrificarse para ayudar a las
personas a quienes sirvan. En diversas ocasiones
puede que se les llame para dedicar tiempo,
habilidades y medios económicos a fin de bendecir
a los demás. El élder M. Russell Ballard, del
Quórum de los Doce Apóstoles, explicó: “El
sacrificio es la demostración del amor puro. La
intensidad de nuestro amor por el Señor, por el
Evangelio y por nuestros semejantes se puede
calcular de acuerdo con nuestra disposición a
sacrificarnos por ellos” (“Las bendiciones que
vienen del sacrificio…”, Liahona, julio de 1992,
pág. 85).
Al sacrificarse por las personas a quienes presten
servicio, los líderes deben tener presente este
consejo del rey Benjamín: “…porque no se exige
que un hombre corra más aprisa de lo que sus
fuerzas le permiten. Y además, conviene que sea
diligente, para que así gane el galardón; por tanto,
todas las cosas deben hacerse en orden” (Mosíah
4:27; véase también D. y C. 10:4). Cuando era
miembro de la Presidencia de los Setenta, el élder
Neal A. Maxwell dijo: “Cuando corremos más
rápidamente de lo que podemos, somos ineficientes
y nos fatigamos” (Deposition of a Disciple, 1976,
pág. 58).
IDEAS PARA LA ENSEÑANZA
Pida a los alumnos que hablen de oportunidades
en las que otras personas (sus padres o el obispo)
se hayan sacrificado por ayudarles o por ayudar a
los demás. Pregúnteles qué sacrificios tienen que
hacer por lo general los misioneros para que la
gente acepte el Evangelio.
Anote en la pizarra algunas cosas que tal vez se
requiera que los líderes de la familia o de la Iglesia
sacrifiquen por ayudar a aquellos a quienes prestan
servicio; incluya recursos que tengan que estar
dispuestos a compartir, como tiempo y talento;
incluya también debilidades a las que deban
renunciar, como las cosas mundanas (véase la
sección “Comentarios”).
Analicen de qué manera benefician los sacrificios
de los líderes a las personas a quienes sirven;
también, la forma en que el Señor bendice a los
líderes que hacen ese tipo de sacrificios.
Pida a los alumnos que lean Mosíah 4:27 y que
expliquen cómo se relaciona ese versículo con los
líderes de la Iglesia y de la familia. Refiérase a los
conceptos que se dan en la sección “Comentarios”,
y explíqueles que los líderes deben prestar servicio
de acuerdo con sus posibilidades y fuerzas, sin
excederse.
FUENTES DE RECURSOS PARA EL MAESTRO
Presidente Gordon B.
Hinckley
cuando era miembro del
Quórum de los Doce
Apóstoles
“The Loneliness of
Leadership” [“La soledad del
liderazgo”], Speeches of the Year, Universidad
Brigham Young, nov. 4 de 1969, págs. 3–6.
…En todos los aspectos del liderazgo hay
cierta soledad…
Así ha sido siempre. El precio del liderazgo es
la soledad. El precio de la adhesión a la conciencia
es la soledad. El precio de la adhesión a los
principios es la soledad. Creo que es inevitable. El
Salvador del mundo fue un hombre que anduvo
en la soledad. No conozco ninguna declaración
que haga mayor énfasis en el padecimiento causado
por la soledad que estas palabras:
...Las zorras tienen guaridas, y las aves del
cielo nidos; mas el Hijo del Hombre no tiene dónde
recostar su cabeza (Mateo 8:20).
47
Lección 8 El liderazgo muchas veces requiere sacrificio
No hay en la historia imagen alguna más
solitaria que la del Salvador en la cruz, solo, el
Redentor de la humanidad, el Salvador del mundo,
llevando a cabo la Expiación, el Hijo de Dios
sufriendo por los pecados del género humano.
Cuando pienso en eso, recuerdo unas palabras
de Channing Pollock [escritor]:
Judas con sus treinta piezas de plata fue
un fracaso. Cristo en la cruz fue la figura más
grandiosa del tiempo y de la eternidad.
José Smith
José Smith fue igualmente una figura solitaria.
Siento gran amor por aquel muchacho que salió
de la arboleda, que después de aquella experiencia
que tuvo jamás volvería a ser el mismo, que fue
insultado y perseguido y despreciado. ¿Pueden
percibir el padecimiento en estas palabras del
muchacho Profeta?
...Porque había visto una visión; yo lo sabía, y
sabía que Dios lo sabía; y no podía negarlo, ni
osaría hacerlo; por lo menos, sabía que haciéndolo,
ofendería a Dios y caería bajo condenación.
[José Smith—Historia 1:25.]
Hay pocas imágenes más tristes, al menos en
nuestra historia, que aquella del Profeta cruzando
el río Misisipí en un bote que remaba Stephen
Markham, sabiendo que sus enemigos procuraban
quitarle la vida; además, algunos de su propia
gente lo acusaban de tratar de escapar. Ésta fue
su respuesta:
Si mi vida no es de ningún valor para mis
amigos, tampoco lo es para mí. ([History of the
Church] tomo VI, pág. 549, junio de 1844).
La historia de la Iglesia
Así ha sido la historia de esta Iglesia, mis jóvenes
amigos, y espero que nunca lo olvidemos. Fue el
resultado de la posición de liderazgo que nos
impuso el Dios de los cielos que llevó a cabo la
restauración del Evangelio de Jesucristo. Y apenas
salió a luz la declaración concerniente a la única
Iglesia verdadera y viviente sobre la faz de la tierra,
inmediatamente estuvimos en una situación de
soledad, la soledad del liderazgo de la cual no
podemos evadirnos ni escapar y que debemos
enfrentar con intrepidez, valor y habilidad. Nuestra
historia es de haber sido expulsados, zarandeados
y desarraigados, o perseguidos y acosados…
48
Vuelvo a estas palabras de Pablo:
...estamos atribulados en todo, mas no
angustiados; en apuros, mas no desesperados;
perseguidos, mas no desamparados; derribados,
pero no destruidos (2 Corintios 4:8–9).
La soledad de un misionero
Anoche hablé con el padre de un misionero, que
me dijo: “He estado hablando con mi hijo que se
encuentra en otra tierra; está abatido, abrumado; se
siente solo y tiene miedo. ¿Cómo puedo ayudarle?”
Le pregunté: “¿Cuánto tiempo hace que está
allá?”
“Tres meses”, me contestó.
Entonces le dije: “Creo que ésa debe de ser la
experiencia por la que pasa casi todo misionero
que haya estado tres meses en la misión. Estoy
seguro de que muy pocos deben de ser los jóvenes,
varones o mujeres, que hayan sido llamados a salir
al mundo en la posición de gran responsabilidad
de representar a La Iglesia de Jesucristo de los
Santos de los Últimos Días, que no sientan muchas
veces en los primeros meses de su misión la
terrible soledad de esa responsabilidad. Pero
también, a medida que trabajan en el servicio
del Señor, llegan a sentir el dulce y maravilloso
compañerismo del Santo Espíritu que atenúa y
finalmente alivia esa sensación de soledad”.
La soledad del converso
Lo mismo ocurre con el converso a la Iglesia.
Esta mañana he estado pensando en un amigo
mío, al que conocí cuando estaba en la Misión
Londres, hace treinta y seis años. Recuerdo que
llegó a nuestro apartamento una noche de lluvia;
llamó a la puerta y lo invité a pasar.
Me dijo: “Necesito hablar con alguien. Estoy
completamente solo; estoy deshecho”.
Le pregunté: “¿Qué problema tienes?”
Me contestó: “Cuando me convertí a la Iglesia,
hace menos de un año, mi padre me dijo que me
fuera de la casa y no volviera nunca; y no he
regresado.
“Unos meses después”, continuó, “el club de
cricket al que estaba afiliado me borró de la lista y
anuló mi afiliación; ésos eran los muchachos con
Lección 8 El liderazgo muchas veces requiere sacrificio
los que había crecido, de los que me sentía muy
cerca, mis amigos”.
Luego agregó: “El mes pasado mi jefe me echó
por ser miembro de esta Iglesia y no he podido
conseguir otro trabajo; he tenido que recibir ayuda
del gobierno.
“Y anoche, la chica con la que he estado de
novio durante año y medio me dijo que nunca
podría casarse conmigo porque soy mormón”.
Le pregunté entonces: “Si esto te ha costado
tanto, ¿por qué no abandonas la Iglesia, regresas a
la casa de tus padres y al club de cricket, vuelves
al trabajo que era tan importante para ti y a la
chica de la que crees estar enamorado?”
Él no me contestó durante un buen rato.
Después, hundiendo la cabeza en las manos, se
soltó a llorar con desconsuelo. Al fin, levantó la
cabeza y mirándome a través de las lágrimas, me
dijo: “No podría hacer eso. Sé que esto es la
verdad y, aunque me costara la vida, no podría
abandonarlo”. Tomó la gorra mojada, fue a la
puerta y se hundió en la noche de lluvia, solo,
tembloroso y atemorizado, pero resuelto. Mientras
lo observaba, pensé en la soledad de la conciencia,
la soledad del testimonio, la soledad de la fe, y en
la fortaleza y el consuelo del Espíritu de Dios.
La soledad del testimonio
Quisiera concluir diciéndoles, jóvenes de ambos
sexos que forman parte de esta gran congregación,
que ésta es la suerte que les toca. Por supuesto,
esta noche están acá todos juntos; todos son
iguales; son de un mismo parecer. Pero están
preparándose para salir al mundo donde no
estarán en medio de diez mil ni veinte mil ni
veinticinco mil jóvenes como ustedes. Y sentirán
la soledad de su fe.
Por ejemplo, no es fácil ser virtuoso cuando
entre los que les rodean están los que se burlan
de la virtud.
No es fácil ser honesto cuando entre los que
les rodean están los interesados sólo en la forma
rápida de ganarse un peso.
No es siempre fácil ser sobrios cuando entre los
que les rodean están los que ridiculizan la sobriedad.
No es fácil ser industriosos cuando entre los
que les rodean están los que no creen en el valor
del trabajo.
No es fácil ser una persona de integridad
cuando entre los que les rodean están aquellos
que abandonan los principios por la conveniencia.
La paz del Espíritu
Mis hermanos, quiero decirles que esa soledad
existe, pero las personas como ustedes tienen que
vivir con su conciencia, con sus principios, con
sus convicciones y con su testimonio. A menos
que lo hagan, serán desgraciadas, sumamente
desgraciadas. Y aunque encuentren espinas, aunque
haya desengaños, aun cuando pasen por problemas
y dificultades, penurias y dolor, y una desesperante
soledad, hallarán paz, consuelo y fortaleza.
Una promesa y una bendición
Me gustan estas hermosas palabras que el Señor
dijo para los que salgan a enseñar este Evangelio:
…iré delante de vuestra faz. Estaré a vuestra
diestra y a vuestra siniestra, y mi Espíritu estará
en vuestro corazón, y mis ángeles alrededor de
vosotros, para sosteneros (D. y C. 84:88).
Pienso que ésa es una promesa para cada uno
de nosotros. Así lo creo; lo sé. Doy mi testimonio
de su veracidad.
Que Dios los bendiga, mis amados jóvenes
amigos, los de la noble primogenitura, los del
convenio, ustedes, que son la más grande esperanza
de esta generación, hombres y mujeres jóvenes
capaces y conscientes, de liderazgo y de enorme
potencial.
Que Dios los bendiga para que anden
intrépidamente aun cuando tengan que andar
en la soledad, y para que en su corazón conozcan
la paz que proviene de vivir de acuerdo con los
principios, esa “paz… que sobrepasa todo
entendimiento”, lo ruego al despedirme de
ustedes con mi testimonio de la divinidad de esta
obra santa. Y, como siervo del Señor, invoco sobre
ustedes todo gozo mientras siguen adelante con su
vida hacia una experiencia rica y maravillosamente
fructífera. En el nombre de Jesucristo. Amén.
49
Lección 8 El liderazgo muchas veces requiere sacrificio
ELEMENTOS PARA EL ESTUDIO
• ¿Qué querrá decir la frase “El precio del liderazgo
es la soledad”?
• ¿Cómo podemos hacer frente a la soledad del
liderazgo?
• ¿Qué puede compensar esa soledad?
• ¿Qué aprendemos del Salvador en cuanto a la
soledad del liderazgo?
50
• Al comentar el pasaje de Mateo 10:39, el
presidente Spencer W. Kimball recalcó que
“al perdernos en el servicio a los demás, nos
hallamos a nosotros mismos”, y agregó: “Por
cierto que es más fácil ‘hallarnos’ ¡porque hay
mucho más de nosotros mismos para hallar!”
(“Small Acts of Service”, Ensign, dic. de 1974,
pág. 2). ¿Cómo se aplica ese principio a la
práctica de un liderazgo similar al de Cristo?
LECCIÓN 9
CÓMO EMPRENDER EL
LIDERAZGO CON BUEN ÁNIMO
“Por tanto, muy queridos hermanos, hagamos con buen ánimo cuanta cosa esté a nuestro alcance”
(D. y C. 123:17).
PRINCIPIO DE LIDERAZGO
Debemos emprender con buen ánimo el liderazgo.
CONCEPTO DE LA LECCIÓN
1. Los líderes de la Iglesia y de la familia deben dirigir con “ánimo, optimismo y resolución”.
CONCEPTO 1: LOS LÍDERES DE LA
IGLESIA Y DE LA FAMILIA DEBEN DIRIGIR
CON “ÁNIMO, OPTIMISMO Y RESOLUCIÓN”.
COMENTARIOS
Ser de buen ánimo quiere decir tener capacidad
para arrostrar o emprender algo con entusiasmo y
de buena voluntad, tener valor, brío. Esa frase
aparece varias veces en las Escrituras. Por ejemplo,
en la víspera de Su nacimiento, el Señor le dijo al
afligido Nefi: “Alza la cabeza y sé de buen ánimo,
pues he aquí, ha llegado el momento; y esta
noche se dará la señal, y mañana vengo al mundo
para mostrar al mundo que he de cumplir todas
las cosas que he hecho declarar por boca de mis
santos profetas” (3 Nefi 1:13; cursiva agregada).
Jesús utilizó las palabras “Ten ánimo” para
alentar a un hombre paralítico, y luego le dijo:
“…tus pecados te son perdonados” (Mateo 9:2).
Más adelante, el Señor empleó esas palabras para
calmar a Sus discípulos que se habían asustado al
verlo caminar sobre el agua, y después agregó:
“…yo soy, no temáis” (Mateo 14:27).
El presidente Harold B. Lee, cuando era
miembro del Quórum de los Doce Apóstoles, dijo:
“El Maestro dio fin al último de Sus sermones
que quedó registrado antes de Su crucifixión con
estas palabras: ‘Estas cosas os he hablado para
que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis
aflicción; pero confiad [tened ánimo], yo he vencido
al mundo’ (Juan 16:33)” (en “Conference Report”,
abril de 1966, pág. 68).
En 1831, el Señor tranquilizó a los santos de
esta manera: “…Sed de buen ánimo, hijitos,
porque estoy en medio de vosotros, y no os he
abandonado;
“y por cuanto os habéis humillado ante mí,
vuestras son las bendiciones del reino” (D. y C.
61:36–37; véase D. y C. 68:6; 78:18; 112:4).
El élder Marvin J. Ashton, que fue en vida
miembro del Quórum de los Doce Apóstoles, dijo:
“Si queremos ir progresando y elevándonos, es
preciso que dirijamos con ánimo, optimismo y
resolución” (en “Conference Report”, oct. de 1974,
pág. 56). Y el presidente Gordon B. Hinckley
escribió: “Propongo que, al avanzar por la vida,
‘realcemos lo positivo’. Pido que sondeemos más
profundamente en busca de lo bueno, que
silenciemos nuestras voces de insulto y de
sarcasmo, que seamos más generosos para elogiar
y para fomentar la virtud y el esfuerzo” (Standing
for Something: Ten Neglected Virtues That Will
Heal Our Hearts and Homes, 2000, pág. 101).
IDEAS PARA LA ENSEÑANZA
Pida a varios alumnos que describan la manera
de ser de un líder de la Iglesia o de la familia que
los haya afectado para bien. Señale que los líderes
eficaces casi siempre son positivos y alegres
cuando están con otras personas. Pida a esos
alumnos que digan cómo demostraron su
enfoque positivo y animoso los líderes que hayan
tenido influencia en ellos.
51
Lección 9 Cómo emprender el liderazgo con buen ánimo
Lean Doctrina y Convenios 61:36 y ayude a los
alumnos a entender que el Señor quiere que todos
seamos “de buen ánimo”.
• Aprender a perdonar a la gente que les haya
ofendido, y olvidar la ofensa.
Pida a los alumnos que lean 2 Nefi 4:17–35.
Analicen preguntas como éstas:
• Ser más agradecido. Contar las bendiciones
que tiene y agradecérselas al Padre Celestial.
• ¿Qué razones tenía Nefi para no ser de buen
ánimo?
• Tratar a los demás con bondad y cortesía.
• ¿Qué razones tenía para ser de buen ánimo?
• De esas razones, ¿cuáles son las de más peso?
¿Por qué?
• El estado de ánimo que Nefi expresa en esos
versículos, ¿de qué modo habrá afectado su
liderazgo?
• Practicar la Regla de oro.
• Ser activo en su barrio.
• Desarrollar un sentido del humor apropiado
y saludable.
Aliente a los alumnos a “tener buen ánimo”
cuando les toque dirigir.
FUENTES DE RECURSOS PARA EL MAESTRO
• ¿Cómo podemos seguir el ejemplo de Nefi en
nuestras responsabilidades de liderazgo?
Escriba en la pizarra las palabras De buen ánimo
y Temeroso. Analicen los motivos por los cuales
los líderes actuales puedan no ser de buen ánimo
(como el temor, las tensiones, problemas de salud,
fracasos, guerras, desastres naturales, dificultades
con los estudios o el trabajo, la inactividad de
seres queridos o amigos, etc.). Analicen los motivos
por los que puedan ser de buen ánimo o estar
contentos (como la bondad de otras personas,
la belleza que los rodea, las “buenas nuevas” del
sacrificio expiatorio de Jesucristo, los logros de
los demás, nuestro potencial como hijos del Padre
Celestial, etc.). Señale las palabras escritas en la
pizarra y diga a los alumnos: “Ustedes pueden
elegir la clase de líderes que deseen ser”.
Divida la clase en grupos pequeños y pídales que
piensen en dos o tres cosas que los líderes puedan
hacer para cumplir con aún mayor entusiasmo, o
ánimo, su liderazgo. Después, pida a cada grupo
que explique sus sugerencias al resto de la clase.
Entre ellas pueden estar las siguientes:
• “…cesad de dormir más de lo necesario; acostaos
temprano para que no os fatiguéis; levantaos
temprano para que vuestros cuerpos y vuestras
mentes sean vigorizados” (D. y C. 88:124).
• Hacer ejercicio apropiado y tener una dieta
alimenticia equilibrada.
• Disfrutar de buena música, que eleve el espíritu.
• Estudiar las Escrituras y leer otros buenos libros.
52
Élder Joseph B. Wirthlin
del Quórum de los Doce
Apóstoles
“Lecciones aprendidas
durante la jornada de la
vida”, véase Liahona, mayo
de 2001, págs. 35–43.
No me es difícil recordar el tiempo en que
estudié en la universidad. Me encantaban muchas
cosas de la vida universitaria; me gustaba aprender,
me encantaba la camaradería estudiantil y adoraba
el fútbol americano.
Siempre había soñado con jugar al fútbol a nivel
universitario y durante mis tres primeros años
allí, me puse el uniforme rojo y jugué de “defensor”.
En aquella época, el mundo estaba al borde del
caos; había enconadas fuerzas políticas opuestas y
la tensión repercutía por todas partes. Los países
se provocaban entre sí, y daba la sensación de que
todo el mundo estaba rugiendo como un volcán
listo para entrar en erupción. Durante ese período,
todo país y toda persona sentía los efectos de esos
días difíciles.
Recuerdo cuando mi padre me habló luego de
terminada la temporada de fútbol de 1936.
“Joseph”, me dijo, “¿deseas ir a la misión?”
Le dije que sí.
“Entonces debes ir ahora”, dijo. “Si esperas,
nunca irás”.
Lección 9 Cómo emprender el liderazgo con buen ánimo
Yo no quería creerle; deseaba hacer realidad mi
sueño y continuar jugando al fútbol y graduarme en
la universidad, porque si aceptaba un llamamiento
misional, debía abandonarlo todo. En esos días, el
llamamiento misional era de treinta meses y sabía
que si aceptaba, habría una gran probabilidad de
que nunca jugara al fútbol otra vez y quizás ni
siquiera me graduaría.
Sin embargo, sabía que lo que mi padre decía
era verdad. Mi obispo era Marion G. Romney
(1897—1988), quien más tarde fue miembro de
la Primera Presidencia de la Iglesia. Él me había
hablado sobre servir en una misión, y yo fui a verle
para decirle que había llegado el momento de ir.
Pocos meses después me embarqué en el buque
SS Manhattan y empecé un largo viaje que me
llevaría al corazón de la crisis mundial. Mi llamamiento misional fue a la Misión Alemania–Austria.
Mi primer lugar de trabajo fue en Salzburg,
Austria. No había suficientes misioneros, y poco
después de mi arribo se transfirió a mi compañero
a otro distrito de la misión, por lo que me encontré
solo en Salzburg… un misionero joven en un lugar
nuevo y desconocido.
Ocurría entonces otro suceso que no he
mencionado: se estaba reuniendo un gran ejército
del Tercer Reich de Hitler en la frontera, a unos
30 kilómetros de Salzburg. Por todas partes había
un ambiente de creciente tensión. Nadie sabía si
el día de mañana sería el momento en que los
tanques Panzer invadirían por la frontera.
Recuerdo muy bien esos días. No creo que
haya habido una época de mi vida en la que me
haya sentido más desalentado, más perdido. La
misión era difícil; nadie parecía tener tiempo para
mí ni para el mensaje que llevaba y me preguntaba
si algún día habría suficientes miembros en esa
ciudad para crear un barrio.
Estuve solo seis semanas; durante seis semanas
esperé un compañero; durante seis semanas me
preguntaba qué estaría haciendo si me hubiera
quedado en Salt Lake City y hubiera continuado
mis estudios.
Aun cuando aquellos días y noches parecían
interminables, finalmente pasaron. Llegó un
compañero mayor y nos esforzamos al máximo
por servir al Señor bajo esas circunstancias.
Ese año, al aproximarse la Navidad, decidimos
caminar hasta Oberndorf, una pequeña aldea
anidada entre los hermosos Alpes bávaros.
Permítanme recordarles que la belleza y majestad
de esa aldea inspiraron a Joseph Mohr a escribir
en 1818 el hermoso himno “Noche de luz”
(Himnos, N° 127).
La víspera de Navidad caminamos a la aldea y
por un rato nos sentamos en silencio en una iglesia
pequeña y humilde para escuchar la hermosa
música del órgano. Al regresar, lo hacíamos bajo
una fría y despejada noche invernal. Caminamos
bajo un cielo estrellado y sobre la quietud de la
nieve recién caída; quizás ésa era una noche similar
a la que inspiró al ayudante de un sacerdote
protestante a escribir la letra de uno de los
himnos más queridos de la cristiandad, hace
más de cien años.
Mientras caminábamos, mi compañero y yo
conversamos sobre nuestras esperanzas y sueños;
hablamos de nuestras metas y de lo que deseábamos
que sucediera en nuestra vida. Cuanto más
hablábamos, más empezamos a tomar en serio la
idea de lograr aquello que nos proponíamos. Al
caminar bajo la luz de la luna, ambos tomamos
determinaciones solemnes.
Esa noche me comprometí a que no perdería
el tiempo, que renovaría mis esfuerzos por servir
al Señor. Tomé la decisión de que magnificaría
cualquier llamamiento que recibiera en el reino
del Señor.
Ésa fue también la noche en la que decidí con
quién me casaría. No sabía su nombre, pero tenía
en mente el tipo de persona que sería: una mujer
que viviera el Evangelio y que fuera espiritualmente
fuerte. Incluso se la describí a mi compañero: le
dije que mediría 1,65 m de estatura, que tendría
ojos azules y cabello rubio. La hermana Wirthlin
encaja en la descripción que hice de ella en aquella
ocasión sin siquiera conocerla. Así que aquélla fue
una noche importante para mí.
Pasaron dos años y medio y, antes de que me
diera cuenta, me encontraba de nuevo en mi hogar.
Recuerdo que alguien mencionó un nombre: Elisa
Rogers, una joven que estaba a cargo de un baile
universitario en el Hotel Utah. Había algo especial
en ese nombre y decidí que tenía que conocerla.
53
Lección 9 Cómo emprender el liderazgo con buen ánimo
Recuerdo la primera vez que la vi. Como favor
a un amigo, yo había ido a la casa de ella a buscar
a su hermana. Entonces, Elisa abrió la puerta y
yo me quedé mirándola: Allí estaba, hermosa, de
1,65 m de altura, ojos azules y cabello rubio.
Ella debió haber sentido algo también porque
las primeras palabras que me dijo fueron con un
terrible error gramatical.
Pronto se dio cuenta de su horrible equivocación
y se ruborizó. Para entender bien el problema, tengo
que agregar que, en sus estudios universitarios,
estaba especializándose en la gramática del
idioma inglés.
Después de todos estos años, todavía recuerda
la vergüenza de ese momento. Y por supuesto que,
el que yo cuente la historia no sirve de mucho,
pero espero que me perdone.
Han pasado seis décadas desde esa víspera de
Navidad en Oberndorf cuando tomé esas decisiones.
Mucho ha pasado durante esos años. El presentimiento que tenía en cuanto a jugar al fútbol fue
correcto: nunca más jugué; aunque sí me gradué
en la universidad. Sin embargo, no me he
arrepentido jamás de hacer servido en una misión
ni de haberme comprometido a servir al Señor. Al
hacerlo, mi vida ha estado llena de aventuras, de
experiencias espirituales y del gozo que sobrepasa
todo entendimiento.
Quizás muchos de ustedes puedan estar pasando
por un momento en su vida en que se sientan un
poco desilusionados o solos. Quizás se sientan un
poco perdidos, quizás hasta un poco temerosos.
Todos han sentido eso alguna vez en la vida;
todos se han preguntado si su vida será feliz.
Hace más de dos milenios, Aristóteles sugirió
que toda persona tiene el mismo objetivo básico:
ser feliz (véase Ética Nicomáquea, libro 1, capítulos
4, 7). Después de haber vivido más de ochenta
años, he empezado a entender lo que hace feliz a la
gente y le da éxito. Deseo hablarles de cinco puntos
que, si los toman en serio y los llevan a la práctica…
les traerán felicidad y éxito, se sentirán realizados
y lograrán una herencia en el reino celestial.
ama; se ocupa de ustedes; desea lo mejor para
ustedes.
Luego de servir un tiempo en Salzburg, se me
transfirió a Zúrich, en Suiza. Mientras estaba allí,
se me acercó el hermano Julius Billeter, miembro
de la Iglesia. Era un genealogista profesional y me
dijo que, al hacer su trabajo, había encontrado varias
personas con el apellido Wirthlin, y se ofreció a
investigar mis líneas familiares. Yo escribí a mi
casa y mi padre consideró que era una buena
oportunidad, así que lo contratamos.
Un año más tarde me entregó un libro de 36
centímetros de ancho por 46 de largo, y que pesaba
más de 6 kilos. Tenía casi 6.000 nombres de mis
antepasados y era un volumen inapreciable que
en verdad atesoré. Muy poco antes de mi relevo
de la misión, empaqué el precioso libro en un
baúl, junto con otras posesiones, y lo envié a
casa. Rogué que llegara a salvo y que esa preciosa
historia familiar no se perdiera.
Pero llegué a casa antes que el baúl. Es más, las
semanas pasaron y el baúl no llegaba. Entonces,
empecé a preocuparme de que ese libro irreemplazable se hubiera perdido. Seis meses después
de mi arribo, recibí un telegrama de la estación de
ferrocarril, con la noticia de que había llegado un
baúl para mí. Me apresuré a buscarlo; pero al verlo,
casi desmayo: el candado estaba destrozado.
Levanté la tapa y al ver el interior me sentí peor.
Todo se había mojado con agua de mar; y además,
me di cuenta de que alguien había revuelto entre
mis pertenencias y faltaban cosas.
Con cuidado, saqué las capas de ropa en busca
del preciado libro y, al encontrarlo, mi corazón
rebosó de sorpresa y gozo. No sólo estaba allí, sino
que las hojas estaban completamente secas. Sé que
el libro fue preservado por intervención divina.
El Salvador preguntó: “¿No se venden dos
pajarillos por un cuarto? Con todo, ni uno de
ellos cae a tierra sin vuestro Padre.
“Pues aun vuestros cabellos están todos
contados.
Tengan fe en su Padre Celestial
“Así que no temáis; más valéis vosotros que
muchos pajarillos” (Mateo 10:29–31).
Primero, tengan fe en su Padre Celestial. Él sabe
quiénes son ustedes; les escucha cuando oran; les
Del mismo modo, si el salvar un libro del agua
de mar es digno de atención celestial, ¿cuánto
54
Lección 9 Cómo emprender el liderazgo con buen ánimo
más interesado estará nuestro Padre Celestial en
la vida y las necesidades de ustedes?
En una oportunidad, el presidente Thomas S.
Monson, actualmente Primer Consejero de la
Primera Presidencia, me dijo: “Existe una influencia
celestial sobre todas las cosas. A menudo, cuando
suceden las cosas, no es por accidente. Un día,
cuando miremos atrás a aquello que pareció
coincidencia en nuestra vida, nos daremos cuenta
de que quizás, después de todo, no haya sido así”.
El Señor sabe de sus problemas, sabe de sus
victorias, y si ustedes “[se fían] de Jehová de todo
[su] corazón y no [se apoyan] en [su] propia
prudencia”, sino que lo reconocen “en todos
[sus] caminos… él enderezará [sus] veredas”
(Proverbios 3:5–6).
Establezcan metas rectas
Segundo, establezcan metas rectas. Muchas
cosas exigirán la atención de ustedes a medida
que recorran el camino de la vida. Habrá innumerables distracciones; habrá personas y cosas que
serán como dulces voces de sirenas, tentándoles
a buscar las riquezas, el placer y el poder.
Éxito es una palabra seductora. Se han escrito
miles de libros al respecto, en los que se promete
dinero, libertad, ocio y lujos; miles de personas
dicen tener fórmulas seguras para hacerse ricas. J.
Paul Getty, por ejemplo, sugiere un proceso de tres
etapas para hacerse rico: Uno, levantarse temprano;
dos, trabajar duro; tres, encontrar petróleo.
Otras fórmulas, quizás más prácticas,
recomiendan variaciones de un mismo tema:
ustedes deben enfocar todos sus pensamientos,
sentimientos y acciones en sus metas; deben
desear la meta con toda la pasión de su corazón;
deben enfocar sus pensamientos en su meta; deben
concentrar todas sus energías en alcanzar la meta.
Por supuesto que cuando los aplicamos a lo que
es justo, esos métodos pueden ser de gran valor.
El problema es que, en la mayoría de los casos, la
búsqueda de la riqueza, del placer y del poder lleva
a un lugar que, a primera vista, parece ser deseable,
pero cuanto más nos acercamos, tanto más nos
damos cuenta de lo que se trata. El precio del
éxito mundano muy a menudo se consigue por el
precio de nuestra primogenitura. Los que lleven a
cabo ese trueque se sentirán algún día como Esaú,
que después de darse cuenta de lo que había
perdido, “clamó con una muy grande y muy
amarga exclamación” (Génesis 27:34).
Con frecuencia, otra trampa en la que caemos
cuando nos obsesiona el éxito es que queremos
pensar que lo hemos logrado gracias a nuestras
habilidades físicas e intelectuales y olvidamos al
Señor que nos ha bendecido y hecho prosperar.
Moisés dijo a los hijos de Israel: “…no suceda
que comas y te sacies, y edifiques buenas casas…
“y tus vacas y tus ovejas se aumenten, y la
plata y el oro se te multipliquen, y todo lo que
tuvieres se aumente…
“y digas en tu corazón: Mi poder y la fuerza de
mi mano me han traído esta riqueza.
“Mas si llegares a olvidarte de Jehová tu Dios y
anduvieres en pos de dioses ajenos, y les sirvieres
y a ellos te inclinares, yo lo afirmo hoy contra
vosotros, que de cierto pereceréis” (Deuteronomio
8:12–13, 17, 19).
¿Creen ustedes que pueden utilizar el dinero
que han ganado en esta vida como moneda en
la próxima? Pongan a nuestro Padre Celestial
primero en su vida. Comprométanse a seguirle y
a obedecer Sus mandamientos y a esforzarse cada
día por llegar a ser más como Cristo. Enfoquen
sus esfuerzos en obtener riquezas celestiales
porque el hacer lo contrario los llevará finalmente
a la desilusión y al dolor.
Acude a mi mente la parábola del Salvador
sobre el hombre que trabajó arduamente para
acumular riquezas. Tenía tantas posesiones que
no tenía un lugar suficientemente grande para
guardarlas, por lo que construyó inmensos
graneros para almacenarlas. Su idea era que en
cuanto encontrara un lugar seguro para todos
sus bienes, podría descansar y llevar una vida de
reposo, comiendo, bebiendo y regocijándose.
Pero cuando terminó sus edificios, “…Dios le
dijo: Necio, esta noche vienen a pedirte tu alma; y
lo que has provisto, ¿de quién será?” (Lucas 12:20).
La solemne pregunta que el Salvador hizo a los
de Su época hace eco a través de los siglos: “Porque
¿qué aprovechará al hombre, si ganare todo el
mundo, y perdiere su alma?” (Mateo 16:26).
55
Lección 9 Cómo emprender el liderazgo con buen ánimo
¿Es el dinero necesariamente malo? El gran
profeta del Libro de Mormón, Jacob, contestó esa
pregunta. Él enseñó a su pueblo: “Considerad
a vuestros hermanos como a vosotros mismos;
y sed afables con todos y liberales con vuestros
bienes, para que ellos sean ricos como vosotros.
“Pero antes de buscar riquezas, buscad el reino
de Dios.
“Y después de haber logrado una esperanza en
Cristo obtendréis riquezas, si las buscáis; y las
buscaréis con el fin de hacer bien: para vestir al
desnudo, alimentar al hambriento, libertar al
cautivo y suministrar auxilio al enfermo y al
afligido” (Jacob 2:17–19).
Moisés dijo a la gente de su época: “Cuando
haya en medio de ti menesteroso de alguno de
tus hermanos en alguna de tus ciudades… no
endurecerás tu corazón, ni cerrarás tu mano
contra tu hermano pobre” (Deuteronomio 15:7).
Trabajen para alcanzar sus metas
Tercero, una vez que hayan establecido metas
dignas, trabajen con todas sus fuerzas por
alcanzarlas. En las palabras del presidente David
O. McKay (1873–1970), cuando integraba el
Quórum de los Doce Apóstoles: “Entendamos que
el privilegio de trabajar es una dádiva, que el poder
trabajar es una bendición, que al amor al trabajo es
éxito” (en “Conference Report”, octubre de 1909,
pág. 94; la letra cursiva es del artículo original).
El trabajo es la terapia del alma. El Evangelio
de Jesucristo es el evangelio de trabajo. Yo creo
que mucho del ocio que experimentamos es
porque no comprendemos la expiación del Señor.
Simplemente no podemos sentarnos sin hacer
nada y esperar tener éxito en las cosas espirituales
ni en las temporales. Tenemos que hacer todo lo
que esté a nuestro alcance por alcanzar nuestras
metas, y el Señor hará el resto.
Recuerden las palabras del presidente Gordon B.
Hinckley: “La mayor parte del trabajo del mundo no
la hacen los genios, sino gente común y corriente,
con una vida equilibrada, que ha aprendido a
trabajar de una manera extraordinaria” (“Our
Fading Civility” [“El declive de nuestra educación”],
discurso de apertura de cursos de la Universidad
Brigham Young, 25 de abril de 1996, pág. 15).
56
Permítanme mencionar a una persona admirable
que se responsabilizó de su vida e hizo algo con
ella a pesar de sus humildes comienzos. Su nombre
es Ben Carson. El doctor Carson nació y se crió
en un barrio pobre de Detroit; creció en un hogar
sin padre. Su madre asumió la responsabilidad de
criar a la familia y ella le transmitió a su hijo ese
sentido de la responsabilidad.
El doctor Carson decía que su madre preguntaba
a menudo a sus hijos: “¿Tienen cerebro?” Y si
contestaban que sí, ella respondía: “Entonces
debieron haber pensado en la manera de salir de
esa situación. No importa lo que hizo Fulano ni
Mengano ni nadie. Ustedes tienen cerebro, así que
piensen y no se metan en problemas”.
El doctor Carson relata:
“Empecé a entender que yo estaba en control,
que podía llegar a donde yo quisiera llegar. La
única persona que podía determinar o limitar mi
éxito era yo. Una vez que entendí eso, dejé de verme
como una víctima y me di cuenta de que no debía
simplemente sentarme y esperar a que alguien
hiciera algo por mí” (“Seeing the Big Picture: An
Interview with Ben Carson, M.D.”, Saturday
Evening Post, julio–agosto de 1999, págs. 50–51).
El doctor Carson no se sentó a esperar que
alguien hiciera algo por él. Tomó control de su
vida, estudió mucho y le fue bien, tan bien que
llegó a ser médico. Progresó hasta llegar a ser el
director de neurocirugía pediátrica del Centro
Pediátrico del Hospital Johns Hopkins, de Baltimore,
un hospital de fama mundial. En 1987, el doctor
Carson realizó con éxito la primera intervención
quirúrgica para separar a hermanos siameses
unidos en la parte trasera de la cabeza.
Sócrates dijo: “Los dioses nos dan todas las
cosas buenas por el precio del trabajo” (Jenofonte,
Recuerdos de Sócrates, libro 2, capítulo 1,
sección 20).
El presidente Gordon B. Hinckley se hace eco
de ese sentimiento: “No hay substituto bajo los
cielos para el trabajo productivo”, dijo. “Es el
proceso por el cual los sueños se hacen realidad.
Es el proceso por el cual las visiones pasivas se
transforman en logros dinámicos.
“Es el trabajo lo que marca una influencia
positiva en la vida; es el desarrollar nuestra mente
Lección 9 Cómo emprender el liderazgo con buen ánimo
y el utilizar las habilidades de nuestras manos lo que
nos eleva por encima de la mediocridad” (citado en
“Pres. Hinckley Shares 10 Beliefs with Chamber”,
Church News, 31 de enero de 1998, pág. 3).
Magnifiquen sus llamamientos
Cuarto, magnifiquen sus llamamientos y sean
miembros fieles de la Iglesia. Cuando vamos a la
Iglesia, nos rodeamos de gente que ha hecho los
mismos compromisos que nosotros de obedecer
los mandamientos y de seguir al Salvador.
Algunos incorrectamente piensan que la Iglesia
es un lugar donde se reúne gente perfecta para
decir cosas perfectas, pensar cosas perfectas y
tener sentimientos perfectos. Permítanme disipar
de inmediato esa idea. La Iglesia es un lugar
donde nosotros, como personas imperfectas, nos
reunimos para ayudarnos y fortalecernos unos a
otros a medida que nos esforzamos por regresar
a nuestro Padre Celestial. Cada uno de nosotros
viajará por caminos distintos en esta vida terrenal.
Todos progresamos a un ritmo diferente. Las
tentaciones que aflijan a su hermano quizás no
les afecten a ustedes.
Nunca subestimen a los que sean menos
perfectos que ustedes. Nunca se molesten porque
alguien no pueda hablar tan bien como ustedes,
dirigir como ustedes, servir como ustedes, tejer,
labrar o brillar tan bien como ustedes.
La Iglesia es una sociedad de mejoramiento
mutuo con la meta de ayudar a todo hijo e hija
de Dios a regresar a Su presencia. Una forma de
medir el valor de ustedes en el reino de Dios es
preguntarse: “¿Cuánto estoy ayudando a otros a
lograr su potencial? ¿Apoyo a los demás miembros
de la Iglesia o hablo de sus faltas y defectos?” Si
critican a los demás, están criticando al reino de
Dios. Si edifican a otros, están edificando el reino.
Al servir fielmente, el Señor estará con ustedes
y sentirán Su Espíritu y Su mano guiadora.
Hace varios años, en una conferencia general,
el élder Boyd K. Packer, del Quórum de los Doce
Apóstoles, relató la historia de Joseph Millett, un
miembro poco conocido de la Iglesia.
Ese hermano vivió durante los primeros días
de la Iglesia y cruzó las praderas con otros fieles
miembros para cultivar un desierto y encontrar un
nuevo hogar. En esos días, la comida con frecuencia
escaseaba, los inviernos eran particularmente
difíciles y, a menudo, los alimentos que tenían
no les alcanzaban para todo el invierno.
Joseph Millett escribió en su diario: “Uno de mis
hijos llegó y me dijo que la familia del hermano
Newton Hall se había quedado sin pan y que ese
día no habían comido.
“Entonces puse parte de la harina que
teníamos en un saco y la apronté para enviarla al
hermano Hall. Justo en ese momento llegó él.
“Le pregunté: ‘Hermano Hall, ¿se quedó sin
harina?’
“ ‘No tenemos nada, hermano Millett’.
“ ‘Bueno’, dije, ‘ahí hay un poco en ese saco,
hermano; yo había apartado algo para mandarle
porque su hijo le dijo al mío que se habían
quedado sin harina’.
“El hermano Hall se echó a llorar y me dijo
que había tratado de conseguir con otros, pero
no había podido; entonces, se había ido hasta el
bosque y orado al Señor y Él le había dicho que
fuera a ver a Joseph Millett.
“ ‘Bueno, hermano Hall’, le dije, ‘no me tiene
que devolver esta harina. Si el Señor lo mandó
por ella, usted no me la debe’.
Otra forma de saber su valor en el reino es
preguntarse si están esforzándose enérgicamente
por magnificar sus llamamientos en la Iglesia.
Cuando magnifican sus llamamientos, no se
contentan con un esfuerzo mínimo sino que se
esmeran por servir con todo su corazón, alma,
mente y fuerza.
“…Nadie se imagina lo bien que me hizo
sentir el darme cuenta de que el Señor supiera
que había alguien que se llamaba Joseph Millett”
(Diario de Joseph Millett, holografía, Archivos del
Departamento Histórico, La Iglesia de Jesucristo
de los Santos de los Últimos Días; citado por Boyd
K. Packer en “Tributo a los santos del Señor”,
Liahona, julio de 1980, pág. 101).
Si no tienen un llamamiento en la Iglesia,
sírvanse ir al obispo y decirle que están ansiosos
de servir y deseosos de poner el hombro a la lid.
Ésa es una sensación maravillosa, el saber que
el Señor confía en nosotros y nos ama lo suficiente
para utilizarnos para bendecir la vida de otras
57
Lección 9 Cómo emprender el liderazgo con buen ánimo
personas. Hermanos y hermanas, nuestro Padre
Celestial desea utilizarlos a ustedes para el mismo
propósito. A medida que magnifiquen sus
llamamientos y hagan el bien, les prometo que el
Señor derramará bendiciones de satisfacción y
gozo sobre sus cabezas, hasta que sobreabunden.
Sienten satisfacción por un trabajo honrado,
se deleitan en las Escrituras, se regocijan en la
presencia del Espíritu Santo.
Disfruten de la jornada
Permítanme darles un consejo más. Estén
dispuestos a reírse de ustedes mismos. Cuando
se llamó al élder Matthew Cowley (1897–1953) al
Quórum de los Doce Apóstoles, el presidente J.
Reuben Clark (1871–1961) lo invitó a su oficina
y conversó con él sobre su nueva asignación. El
presidente Clark era uno de los grandes líderes y
pensadores de la Iglesia. Había dejado el cargo de
embajador de los Estados Unidos en México para
aceptar el cargo en la Primera Presidencia de la
Iglesia. Era un hombre acostumbrado a tener
grandes responsabilidades.
Quinto, disfruten de la jornada. El pueblo de
Dios es un pueblo alegre. Entendemos que hay
momentos para ser serios, reverentes y devotos,
pero también entendemos que poseemos los
gozosos principios que llevan a la vida eterna.
Tenemos tantas razones para sonreír, para ser
felices, incluso para reírnos.
Son tantos los que siempre están esperando
ser felices. “Si tan sólo pudiera graduarme; si tan
sólo pudiera comprar un auto; si tan sólo pudiera
casarme…” Para algunos, la felicidad está en el
horizonte; es inalcanzable. Cada vez que subimos
una colina, la felicidad nos llama desde más allá
de la próxima.
Es algo terrible estar esperando siempre el
mañana, dependiendo siempre del mañana, siempre
buscando excusas para no disfrutar del presente
porque estamos seguros de que sólo en el futuro
tendremos lo que nos hará sentir realizados.
No esperen el mañana. No esperen el trabajo
perfecto, la casa perfecta, el salario perfecto, el
cuerpo perfecto. Sean felices hoy. Sean felices ahora.
Abraham Lincoln dijo: “La mayoría de la gente
es feliz en la medida en que deciden serlo” (citado
por John Cook, recopilador, en The Book of
Positive Quotations, 1997, pág. 7).
Decídanse a ser felices, aun cuando no tengan
dinero, aun cuando no sean guapos, aun cuando
no ganen el Premio Nobel. Algunas de las personas
más felices que conozco no tienen nada de lo que,
según insiste el mundo, uno debe tener para sentir
satisfacción y gozo. ¿Por qué son felices? Supongo
que es porque no escuchan muy bien. O porque
escuchan muy bien lo que el corazón les dice:
saben apreciar la majestad de la belleza de la tierra,
de los ríos, de los paisajes y el canto de los pájaros.
Disfrutan del amor de sus familias, del paso
incierto de un niñito, de la sonrisa sabia y tierna
de un anciano.
58
Algo que sé con certeza es que el tiempo pasa
demasiado rápido. No pierdan más tiempo sentados,
permitiendo que la vida los pase de largo.
Al acercarse a su fin la conversación entre el
presidente Clark y el élder Cowley, el presidente
Clark dijo: “Ahora bien, mi joven muchacho” [él
llamaba “muchacho” a todos los miembros del
Quórum de los Doce]. “Ahora bien, muchacho, no
olvides la regla número seis”. “¿Cuál es la regla
número seis?”, preguntó el élder Cowley. “No te
tomes muy en serio a ti mismo”. “¿Y cuáles son
las otras cinco?”, preguntó el élder Cowley.
El presidente Clark le contestó: “No existen”
(Matthew Cowley Speaks, 1954, págs. 132–133).
Algunas personas se toman tan en serio que
creen que no se pueden sentir satisfechas sino
hasta que se “encuentren a sí mismas”. Algunas
abandonan a la familia, el trabajo o los estudios
en esa búsqueda por descubrir quiénes son.
George Bernard Shaw dijo: “La vida no se trata
de encontrarse a uno mismo, sino de crearse a
uno mismo”. No se preocupen por buscar quiénes
son, sino dirijan sus energías a crear la clase de
persona que deseen ser. Si lo hacen, descubrirán
que, al seguir esa jornada, no sólo “se encontrarán
a sí mismos” sino que es muy probable que se
sorprendan gratamente y sientan orgullo de la
persona que llegaron a ser.
No demoren un minuto más. Cada momento
es precioso. ¡Decidan ya que harán de su vida algo
admirable!
Lección 9 Cómo emprender el liderazgo con buen ánimo
No hace mucho tuve la oportunidad de regresar
con mi esposa al lugar donde empecé mi servicio
misional. Mi asignación era organizar la Estaca
Salzburg, Austria. Para mí, era como regresar a
casa. Recordé los días en que caminaba por las
calles empedradas y me preguntaba si alguna
vez habría suficientes miembros para tener un
pequeño barrio, y allí estaba entonces, listo para
organizar una estaca. Tenía el corazón rebosante
de emoción al ver esa congregación de miembros
fieles y recordar el tiempo que pasé allí.
Ahora, al mirar hacia el pasado, me pregunto si
esas pruebas y esa soledad no habrán servido de
instrumentos en el fortalecimiento de mi carácter
y en mi deseo de tener éxito. Esa época que pareció
de fracasos puede haber sido la más importante
de mi vida, porque me preparó para las cosas
mayores que vendrían.
Mientras estábamos allá, viajamos mi esposa y
yo a Oberndorf y caminamos por el mismo camino
por el que había caminado con mi compañero
hacía tantos años. Y allí, ante las majestuosas
montañas y la inmaculada belleza de esa pequeña
aldea bávara, le relaté a ella una vez más sobre esa
noche de paz cuando describí a mi compañero la
mujer con la que me casaría.
Las decisiones que tomé esa noche sagrada en
Oberndorf, Austria, han sido una firme guía a lo
largo de mi vida. Aun cuando todavía tengo mucho
por aprender y lograr, he hecho todo lo que estaba
a mi alcance por tener fe en Dios, me he esforzado
por centrarme en las cosas que son importantes
en la vida, me he esforzado por trabajar duro en
tareas justas, me he esforzado por magnificar los
llamamientos que he recibido en la Iglesia y me
he esforzado por disfrutar de la jornada.
Ruego que ustedes hagan lo mismo al crear de
sus vidas algo digno de su herencia divina.
Testifico que el objetivo de mi misión en la
lejana Europa es el mismo ahora que el de entonces:
Testificar que tenemos un amoroso Padre Celestial
y también a Su Hijo Amado, Jesucristo, quien nos
dio la gran Expiación. Testifico que José Smith
fue un profeta de Dios que recibió la plenitud del
Evangelio eterno y estableció la Iglesia del Señor
sobre la tierra en estos últimos días. Doy testimonio
de que Gordon B. Hinckley es nuestro Profeta,
Vidente y Revelador hoy día.
A medida que busquen realizar sus deseos
justos, el Señor estará con ustedes y guiará sus
pasos. Él desea que sean felices y que tengan éxito,
desea que vengan a Él. Ruego que encuentren paz
y regocijo en su jornada por la vida.
ELEMENTOS PARA EL ESTUDIO
• ¿Están de acuerdo con Aristóteles en que el
objeto de la vida es ser feliz? Expliquen sus
respuestas.
• Según el élder Wirthlin, ¿cuáles son los “cinco
puntos que, si los toman en serio y los llevan a
la práctica… les traerán felicidad y éxito, se
sentirán realizados y lograrán una herencia en
el reino celestial”?
• Hagan una lista de los elementos que
personalmente les brinden gozo y felicidad.
Expliquen cómo pueden esos elementos
ayudarles a mantener una actitud positiva y
animosa si son líderes.
• Busquen un pasaje de las Escrituras que les
dé ánimo.
59
LECCIÓN 10
CÓMO PONER EN PRIMER
LUGAR LO QUE ES PRIMERO
“No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen, y donde ladrones minan
y hurtan;
“sino haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín corrompen, y donde ladrones no
minan ni hurtan.
“Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón…
“Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas”
(Mateo 6:19–21, 33).
PRINCIPIO DE LIDERAZGO
Los líderes deben tener presente la eternidad al planificar su tiempo.
CONCEPTOS DE LA LECCIÓN
1. Los líderes deben dar prioridad a la vida eterna y no a las cosas del mundo.
2. El equilibrio es un atributo importante para los líderes de la Iglesia y de la familia.
3. Los líderes deben aprender a administrar su tiempo.
CONCEPTO 1: LOS LÍDERES
DEBEN DAR PRIORIDAD A LA VIDA
ETERNA Y NO A LAS COSAS DEL MUNDO.
COMENTARIOS
Durante Su Sermón del Monte, Jesús enseñó:
“No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla
y el orín corrompen, y donde ladrones minan y
hurtan…
“Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará
también vuestro corazón” (Mateo 6:19, 21).
El élder Delbert L. Stapley, que en vida fue
miembro del Quórum de los Doce Apóstoles,
explicó: “La renovación y santificación de nuestro
cuerpo por el poder del Espíritu Santo se logra
viviendo de acuerdo con el Evangelio. Los tesoros
de buenas obras que acumulemos antes de morir
irán edificando nuestra mansión eterna. El
proyectar nuestra manera de pensar hacia las
eternidades bajo la influencia del Espíritu nos
ampliará la mente y nos dará una visión clara
del plan de Dios, lo cual nos ayudará a trazar un
60
curso que nos lleve de regreso a Su presencia.
Mantengan siempre la eternidad en perspectiva
aquí, en la vida terrenal, y basen sus acciones,
opiniones y decisiones en las leyes eternas de
Dios. Debemos educarnos, no sólo para esta vida
sino también para la eternidad” (en “Conference
Report”, set.–oct. de 1967, pág. 75).
Cuando el élder M. Russell Ballard [del Quórum
de los Doce Apóstoles] era miembro de los Setenta,
aconsejó esto: “…Recordemos que la eternidad es
ahora y no un indefinido y distante futuro. Si no
nos preparamos para la vida eterna, entonces nos
estamos preparando para algo más, algo muy
inferior” (véase “El desarrollo espiritual de nuestros
hijos”, Liahona, febrero de 1979, pág. 100).
El presidente Harold B. Lee, cuando era
Consejero de la Primera Presidencia, dio este
consejo: “La mayoría de los hombres no establecen
un orden de prioridad que los guíe en el empleo
de su tiempo, y casi todos se olvidan de que su
prioridad debe ser mantener su propia fortaleza
espiritual y física. Después viene la familia, luego
Lección 10 Cómo poner en primer lugar lo que es primero
la Iglesia y por último su ocupación; y todo ello
requiere tiempo” (The Teachings of Harold B.
Lee, ed. por Clyde J. Williams, 1996, pág. 615).
El élder Ballard agregó este otro consejo,
después de pasar a integrar el Quórum de los
Doce Apóstoles: “Primero, reflexionen sobre su
vida y establézcanse un orden de prioridad.
Dediquen regularmente unos momentos de paz
para pensar profundamente a dónde quieren llegar
y qué deben hacer para lograrlo. Jesús, nuestro
ejemplo, muchas veces ‘se apartaba a lugares
desiertos, y oraba’ (Lucas 5:16). Nosotros debemos
hacer lo mismo de cuando en cuando para
renovarnos espiritualmente como el Salvador lo
hizo. Anoten diariamente lo que desearían hacer
en el día; y al hacerlo, lo primero que deben tener
presente son sus convenios sagrados con el Señor”
(véase “El equilibrio en las exigencias de la vida”,
Liahona, julio de 1987, pág. 13).
IDEAS PARA LA ENSEÑANZA
Lea con los alumnos Mateo 6:19–21 y Lucas
12:13–21. Analicen lo que esos versículos enseñan
sobre la importancia relativa de lo temporal y sobre
lo eterno (véase también la sección “Comentarios”).
Diga a los alumnos que hagan una lista de las
actividades y las ocupaciones a las que deben
dedicar tiempo. La lista puede incluir el estudio
de las Escrituras, el servicio a los demás, el trabajo,
las actividades con los amigos, el pasar tiempo
con la familia, el ejercicio, las asignaciones de los
estudios, y la diversión. Pídales que clasifiquen las
actividades de la lista por orden de importancia,
empezando por lo más importante, y que analicen
el porqué de haberlas puesto en ese orden.
Asegúrese de que entiendan que a veces es
necesario dejar de lado aun las que tengan prioridad
para atender a una emergencia, llevar a cabo una
tarea importante o prestar servicio. Del mismo
modo, algunos elementos que puedan parecer
menos importantes desde una perspectiva eterna,
como los estudios, pueden tener mucha
importancia en prepararnos para el servicio futuro
en el reino. En medio de todo lo que tenga
prioridad, debemos mantener nuestra vida
centrada en Jesucristo y en el Evangelio.
CONCEPTO 2: EL EQUILIBRIO ES
UN ATRIBUTO IMPORTANTE PARA LOS
LÍDERES DE LA IGLESIA Y DE LA FAMILIA.
COMENTARIOS
El presidente Ezra Taft Benson escribió lo
siguiente: “Las Escrituras dicen, refiriéndose a la
preparación de Jesús para Su misión, que ‘crecía
en sabiduría y en estatura, y en gracia para con
Dios y los hombres’ (Lucas 2:52). Esto abarca
cuatro aspectos principales respecto a las metas:
lo espiritual, mental, físico y social. ‘...Por lo tanto,
¿qué clase de hombres habéis de ser?’, preguntó el
Maestro. Y Él mismo contestó: ‘...En verdad os digo,
aun como yo soy’ (3 Nefi 27:27). Ahí tenemos
una meta para toda la vida: seguir Sus pasos y
perfeccionarnos en toda virtud como Él lo hizo”
(The Teachings of Ezra Taft Benson, 1988, págs.
383–384).
El presidente Spencer W. Kimball, cuando
integraba el Quórum de los Doce Apóstoles,
testificó de esta manera: “El Salvador tenía una
personalidad agradable; era bondadoso, amable,
comprensivo; nunca se escapó por la tangente y
era perfectamente equilibrado en todo. En su vida
no existió la excentricidad” (The Teachings of
Spencer W. Kimball, ed. por Edward L. Kimball,
1982, pág. 13).
El élder Neal A. Maxwell, miembro del Quórum
de los Doce Apóstoles, enseñó esto: “Debido a las
desparejas etapas de la vida, el Señor desea que
haya equilibrio en Sus discípulos, así como en la
Iglesia colectivamente. No podemos andar a toda
vela sin anclar nunca. Más aún, al progresar, ‘la
raíz y la copa” deben tener ‘igual fuerza’ (Jacob
5:66) a fin de proveernos la capacidad de soportar
tanto el exceso de calor como la tormenta” (If
Thou Endure It Well, 1996, pág. 122).
IDEAS PARA LA ENSEÑANZA
Pida a un alumno que lea en voz alta Lucas
2:52. Anote en la pizarra las palabras del versículo
que describen los aspectos en los que “creció”
Jesucristo (sabiduría, estatura, gracia con Dios
y los hombres). Junto a esas palabras escriba
mental, físico, espiritual y social (véase la sección
“Comentarios”). Dirija a la clase en un análisis de
los problemas que surgen al tratar de mantener
en equilibrio esos aspectos.
61
Lección 10 Cómo poner en primer lugar lo que es primero
Considere la posibilidad de analizar el hecho
de que, a veces, nuestra vida se “desequilibra”
temporariamente debido a las circunstancias. Por
ejemplo, los estudiantes universitarios pueden
dedicar gran parte de su tiempo a los estudios;
aun cuando eso sea necesario en el momento, no
deben descuidar el desarrollo de otros aspectos de
su vida y su personalidad. El horario de un obispo
puede resultar desequilibrado en el sentido de que
los deberes del barrio le impidan pasar con los
miembros de su familia todo el tiempo que quisiera;
sin embargo, debe hacer todo lo posible por pasar
el tiempo necesario con ellos y confiar en que el
Señor le ayudará a atenderlos debidamente.
CONCEPTO 3: LOS LÍDERES DEBEN
APRENDER A ADMINISTRAR SU TIEMPO.
COMENTARIOS
Los líderes de la Iglesia nos exhortan a establecer
un orden de prioridad que esté de acuerdo con los
principios del Evangelio. El élder Richard G. Scott,
del Quórum de los Doce Apóstoles, enseñó esto:
“Pon al Salvador, Sus enseñanzas y Su Iglesia en
el centro de tu vida; haz que todas tus decisiones
se ajusten a esta norma” (“Cómo tomar la decisión
correcta”, Liahona, julio de 1991, pág. 36). Más
adelante, el élder Scott aconsejó: “…Consideremos
a nuestro Padre Eterno y a Su amado Hijo lo más
importante de nuestra vida, más importante que la
vida misma, más importante que nuestro querido
cónyuge o hijos o cualquier otro ser querido. Que
nuestro único deseo sea hacer la voluntad de Ellos;
entonces recibiremos todo lo que necesitemos para
ser felices” (“El poder de los principios correctos”,
Liahona, julio de 1993, pág. 40).
En otra oportunidad, el élder Scott hizo esta
advertencia: “…Parte de esa prueba [de la vida
terrenal] es tener aquí tantas cosas aparentemente
interesantes para hacer, que es posible que
olvidemos los principales propósitos de estar
acá; Satanás se esfuerza mucho por impedir que
suceda todo lo esencial...
“…En los momentos tranquilos cuando piensas
en ello, reconoces lo que es y lo que no es de
fundamental importancia en la vida. Ten sabiduría
y no dejes que lo bueno tome precedencia sobre
lo esencial…
“…Reflexiona sobre lo que haces en tu tiempo
libre, ese tiempo que tienes la libertad de controlar.
62
¿Te parece que lo concentras en aquello que tiene
elevada prioridad y que es de mayor importancia?
¿O aun sin darte cuenta, lo llenas constantemente
con actividades triviales que no tienen valor
duradero ni te ayudan a lograr el propósito por el
cual viniste a la tierra? Piensa en la perspectiva
futura, no sólo en lo que sucederá hoy o mañana.
No renuncies a lo que más anhelas en la vida
por algo que ahora crees desear.
“Lo esencial debe realizarse durante el período
de prueba en la tierra; se le debe dar la más alta
prioridad; no debe sacrificarse por cosas de menor
importancia, aun cuando sean buenas y de valor…”
(véase “Jesucristo, nuestro Redentor”, Liahona,
julio de 1997, págs. 65, 66).
Hay temporadas en que la mayoría de nosotros
pensamos que no tenemos bastante tiempo para
hacer todo lo que debemos o querríamos hacer.
Los llamamientos de la Iglesia, las obligaciones
familiares, el trabajo, los entretenimientos y otras
cosas exigen nuestra atención al mismo tiempo.
El élder Neal A. Maxwell, cuando era miembro de
la Presidencia de los Setenta, nos aconsejó emplear
el albedrío de tal manera que “hagamos aquello
que tenga más importancia a fin de no sacrificar
esas cosas por las menos importantes” (Deposition
of a Disciple, 1976, pág. 58). Los líderes de la
Iglesia y de la familia deben concentrar su vida
en los tesoros celestiales con el objeto de poder
ayudar a otras personas a hacer lo mismo.
IDEAS PARA LA ENSEÑANZA
Aprendemos a administrar el tiempo por la
misma razón que aprendemos a administrar el
dinero: a fin de estar seguros de disponer de lo
suficiente para gastar en aquello que más
necesitemos y queramos tener.
Explique que el primer paso para administrar
el tiempo es calcular con cuánto contamos.
Pregunte a los alumnos cuántas horas hay en una
semana (168). Dígales que piensen en las actividades
que tienen que realizar semanalmente (trabajo,
estudios, descanso, alimentación, etc.) y que las
anoten en una hoja de papel; luego, que escriban
junto a cada una las horas que deban dedicarle
por semana y las resten del total. Por ejemplo, si
pasan 40 horas semanales trabajando, les quedarán
128 horas; si duermen 8 horas por día, les
Lección 10 Cómo poner en primer lugar lo que es primero
quedarán 72; si dedican 3 horas a las reuniones
de la Iglesia el domingo, les quedarán 69 horas.
Cuando obtengan un total, pregúnteles a qué
actividades les gusta dedicar sus horas libres, y
que las escriban en la hoja; que anoten junto a
cada una el tiempo que piensen que les pueden
dedicar y después lo resten del total. (Si alguna de
esas actividades coincide con las que hayan escrito
en la lista de cosas que tienen que hacer, que no
resten ese tiempo otra vez.)
Hágales notar que las actividades a las que
damos más valor no siempre son las que llevan
más tiempo. Por ejemplo, es posible que ciertos
días sólo empleemos unos minutos en la oración,
aunque esa oración sea lo más importante que
hagamos ese día.
A continuación, dé a cada alumno un calendario
semanal sencillo y dígales que se fijen en la lista
de cosas que tienen que hacer y las marquen en
el calendario; que marquen después las que les
gustaría hacer en el espacio que les quede.
Haga hincapié en la importancia de dar prioridad
a las que consideren de mayor valor. Sugiérales
que administren su tiempo de tal manera que les
quede algo todas las semanas para dedicar a las
metas de la Iglesia de proclamar el Evangelio,
redimir a los muertos y perfeccionar a los santos.
Dígales que, como líderes, debemos organizar
nuestro tiempo a fin de vivir de acuerdo con los
principios del Evangelio y de ayudar a otras
personas a hacer lo mismo.
Explíqueles que un calendario puede ayudarles
a recordar las reuniones y los otros compromisos
que tengan y a mantener un equilibrio entre
todas las actividades de más importancia. Hágales
notar que ése es sólo un medio de administrar el
tiempo, y exhórtelos a encontrar la forma que sea
mejor para ellos.
FUENTES DE RECURSOS PARA EL MAESTRO
Élder Russell M. Ballard
del Quórum de los Doce
Apóstoles
Véase “El equilibrio en
las exigencias de la vida”,
Liahona, julio de 1987,
págs. 12–14.
Una reevaluación del orden de prioridades
Mis queridos hermanos, desde la última
conferencia general he sentido en mi propia vida
el poder de las bendiciones del sacerdocio y el de
la fe y las oraciones de los miembros de la Iglesia.
Durante muchos años he dado bendiciones a otras
personas, he ayunado y orado por su bienestar y
ejercido mi fe por su recuperación. Hace poco,
debido a una grave enfermedad, me tocó ser el
recipiente de esa fe, oraciones y bendiciones. Y
agradezco, mis hermanos, las oraciones que han
ofrecido en mi favor.
Uno de mis colegas me dijo que de esta enfermedad sacaría un beneficio, indicando que para
todos es bueno que, de vez en cuando, enfrentemos
la adversidad, especialmente si nos lleva a una
introspección que nos permita evaluar abierta y
sinceramente nuestra vida. Eso fue lo que hice.
La noche anterior a la operación, los médicos
me hablaron sobre la posibilidad de que tuviera
cáncer. Cuando quedé solo, mi mente se llenó de
pensamientos sobre mi familia y mi ministerio, y
encontré consuelo en las ordenanzas del Evangelio
que me unen eternamente a los míos si somos
fieles. Comprendí que debía cambiar el orden de
prioridades en mi vida si deseaba lograr aquello
que tenía más importancia para mí.
A veces necesitamos una crisis en la vida que
nos reconfirme cuáles son las cosas que realmente
valoramos y atesoramos. Las Escrituras están
llenas de ejemplos de personas que tuvieron que
pasar por una crisis antes de comprender cómo
podían servir mejor a Dios y al prójimo. Si ustedes
también se hacen un examen de conciencia y
valerosamente evalúan su orden de prioridades,
quizás descubran, como yo, que necesitan
equilibrarlo mejor.
Todos debemos llegar a ese autoexamen abierto
y sincero, a la percepción de quiénes somos y de
lo que queremos ser.
El repaso de los convenios nos ayuda a mantener
un equilibrio respecto a las exigencias de la vida
Como casi todos sabemos, enfrentar los diversos
y complejos problemas de la vida cotidiana no
es tarea fácil y puede trastornar el equilibrio y la
armonía que buscamos. Muchas personas que se
preocupan por esto hacen grandes esfuerzos por
63
Lección 10 Cómo poner en primer lugar lo que es primero
mantener ese equilibrio, pero a veces se sienten
abrumadas y derrotadas.
tenemos que planificar bien y hacer un esfuerzo
deliberado y valiente.
Una mujer con cuatro hijos pequeños dijo:
“En mi vida no existe nada de equilibrio. Tratar de
criar a mis hijos me consume completamente y
no tengo casi tiempo para pensar en nada más”.
Deseo hacer unas sugerencias que espero sean
de valor para aquellos que se preocupan por
mantener un equilibrio entre las muchas exigencias
de la vida. Son muy básicas y, si no tenemos
cuidado, sus conceptos pueden pasarse por alto
fácilmente; es preciso tener dedicación inalterable
y autodisciplina para ponerlas en práctica.
Un padre joven, sintiendo la presión de tener
que mantener a la familia, comentó: “Estoy
iniciándome en un negocio que exige todo mi
tiempo. Me doy cuenta de que estoy descuidando
mis deberes familiares y de la Iglesia, pero si puedo
arreglármelas por un año más, tendré bastante
dinero y todo se solucionará”.
Un estudiante de secundaria dijo: “Oímos tantas
opiniones contradictorias que es difícil saber lo que
es bueno y lo que es malo”.
¿Y cuántas veces hemos oído decir esto?:
“Nadie sabe mejor que yo lo importante que es el
ejercicio, pero estoy tan ocupado que no tengo
tiempo para hacerlo”.
Una madre que no tenía esposo dijo: “Para mí
es casi imposible hacer todo lo que debo para
administrar mi hogar y guiar a mi familia. En
realidad, hay veces en que pienso que se espera
demasiado de mí. Por mucho que me esfuerce,
nunca podré complacer a todos”.
Otra mujer, madre de cuatro hijos, explicó:
“Tengo una lucha entre la autoestima, la confianza
y el sentido de mi propio valor, y la culpabilidad,
la depresión y el desánimo por no hacer todo lo
que se me dice que debemos hacer para entrar en
el reino celestial”.
Mis hermanos, todos enfrentamos esa clase
de luchas de vez en cuando; son comunes en la
experiencia humana. Muchas personas tienen
sobre sí serias demandas que provienen de sus
responsabilidades paternales, familiares, laborales,
religiosas y cívicas; el mantener todo en equilibrio
puede ser un problema serio.
El efectuar periódicamente un examen de los
convenios que hemos hecho con el Señor nos
ayudará a establecer un orden de prioridades y
de equilibrio; nos hará ver de qué tenemos que
arrepentirnos y en qué debemos cambiar a fin de
asegurarnos de ser dignos de las promesas que
acompañan nuestros convenios y sagradas
ordenanzas. Para ocuparnos de nuestra salvación,
64
Establezcan prioridades con una perspectiva
eterna
Primero, reflexionen sobre su vida y
establézcanse un orden de prioridad. Dediquen
regularmente unos momentos de paz para pensar
profundamente a dónde quieren llegar y qué
deben hacer para lograrlo. Jesús, nuestro ejemplo,
muchas veces “se apartaba a lugares desiertos,
y oraba” (Lucas 5:16). Nosotros debemos hacer
lo mismo de cuando en cuando para renovarnos
espiritualmente como el Salvador lo hizo. Anoten
diariamente lo que desearían hacer en el día; y al
hacerlo, lo primero que deben tener presente son
sus convenios sagrados con el Señor.
Establezcan metas razonables de corto plazo
Segundo, establezcan metas a corto plazo que
puedan alcanzar; metas bien equilibradas; no
muchas ni muy pocas, y no muy altas ni muy
bajas. Anótenlas en una hoja de papel y trabajen
por alcanzarlas según su orden de importancia.
Al establecernos metas, siempre debemos pedir
la guía divina.
Como recordarán, Alma dijo que habría deseado
ser un ángel para poder “hablar con la trompeta
de Dios… que estremeciera la tierra, y proclamar
el arrepentimiento a todo pueblo” (Alma 29:1).
Y luego dijo: “Mas he aquí, soy hombre, y peco
en mi deseo; porque debería estar conforme con
lo que el Señor me ha concedido…
“…¿por qué he de desear algo más que hacer
la obra a la que he sido llamado?” (Alma 29:3, 6).
Sean responsables en la administración del
dinero y busquen la seguridad económica
Tercero, toda persona se enfrenta con problemas
económicos. Por medio de un presupuesto
prudente, evalúen sus verdaderas necesidades y
compárenlas con lo que querrían tener pero que
no es indispensable. Son demasiadas las personas
Lección 10 Cómo poner en primer lugar lo que es primero
y las familias que han incurrido en excesivas deudas.
Cuídense de las atractivas ofertas de préstamos;
es mucho más fácil pedir prestado que pagar lo
pedido. No hay ningún atajo que pueda llevarnos
a la seguridad económica. No hay ningún plan
eficaz para hacernos ricos instantáneamente.
Quizás no haya nadie que tenga tanta necesidad
del equilibrio en su vida como aquellos que se dejan
convencer de acumular “cosas” en este mundo.
No confíen su dinero a otras personas sin
haber hecho una cuidadosa investigación sobre la
inversión que les propongan. Muchos son los que
han perdido demasiado por confiar a otros sus
ingresos. En mi opinión, jamás lograremos el
equilibrio a menos que controlemos nuestra
situación económica para que sea estable.
El profeta Jacob dijo a su pueblo: “Por lo tanto,
no gastéis dinero en lo que no tiene valor, ni
vuestro trabajo en lo que no puede satisfacer.
Escuchadme diligentemente, y recordad las palabras
que he hablado; y venid al Santo de Israel y saciaos
de lo que no perece ni se puede corromper, y
deléitese vuestra alma en la plenitud” (2 Nefi 9:51).
Y por último, hermanos, paguen siempre el
diezmo íntegro.
Desarrollen una relación cercana con
familiares y amigos
Cuarto, manténganse cerca de su cónyuge, sus
hijos, sus parientes y amigos, que les ayudarán a
vivir en forma equilibrada. En un estudio que hizo
la Iglesia hace poco, se les pidió a los miembros
mayores que pensaran en un momento en el que
hubieran sido muy felices y lo describieran;
también se les pidió que describieran un momento
en el que se hubieran sentido muy desgraciados.
En la mayoría de los casos, lo que había hecho a
las personas muy felices o muy infelices eran sus
relaciones con los demás. Con una importancia
mucho menor, seguían su salud, su trabajo, el
dinero y otras cosas materiales. Las relaciones con
familiares y amigos deben edificarse por medio de
la comunicación abierta y sincera.
Mediante una comunicación serena, cariñosa
y considerada, se pueden mantener un buen
matrimonio y buenas relaciones familiares.
Recuerden que muchas veces una mirada, una
guiñada, un gesto o un breve contacto físico
pueden decir más que las palabras. El sentido
del humor y el saber escuchar son también partes
vitales de una buena comunicación.
Estudien las Escrituras
Quinto, estudien las Escrituras. Ellas nos ofrecen
uno de los mejores recursos que conocemos para
mantenernos en armonía con el Espíritu del Señor.
Una de las formas en que he logrado mi certeza de
que Jesús es el Cristo es el estudio de las Escrituras.
El presidente Ezra Taft Benson ha exhortado a los
miembros de la Iglesia a que hagan del estudio del
Libro de Mormón un hábito diario y un interés
para toda la vida. El apóstol Pablo le dio a Timoteo
un consejo que es bueno para cada uno de nosotros,
cuando le escribió: “...desde la niñez has sabido las
Sagradas Escrituras, las cuales te pueden hacer sabio
para la salvación por la fe que es en Cristo Jesús.
“Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil
para enseñar, para redargüir, para corregir, para
instruir en justicia” (2 Timoteo 3:15–16).
Descansen, hagan ejercicio y aflojen las tensiones
Sexto, muchas personas, incluso yo, tienen
dificultad para encontrar el tiempo necesario para
descansar, hacer ejercicio y relajar los nervios.
Si queremos disfrutar de una vida equilibrada
y saludable, debemos programar el tiempo en
nuestros calendarios para esas actividades. Una
buena apariencia física realza nuestra dignidad y
aumenta nuestra autoestima.
Enséñense el Evangelio el uno al otro
Séptimo, los profetas han recalcado repetidamente que los miembros de cada familia deben
enseñarse el Evangelio unos a otros, preferiblemente en la noche de hogar semanal. Si no estamos
atentos, esa práctica puede escabullírsenos poco
a poco de las manos. Pero no debemos perder esa
oportunidad especial de enseñarnos “el uno al otro
la doctrina del reino” (D. y C. 88:77), que llevará a
las familias a la vida eterna.
Satanás está siempre tratando de destruir
nuestro testimonio. Pero, mientras estudiemos el
Evangelio y guardemos los mandamientos, él no
tendrá poder para tentarnos ni perturbarnos más
de lo que podamos resistir.
Oren a menudo
Mi última sugerencia es que oremos a menudo,
en forma individual y en familia. Los padres deben
65
Lección 10 Cómo poner en primer lugar lo que es primero
imponer el orden que se requiere para guiar y
motivar a los hijos a unirse en la oración familiar
diaria. Por medio de la oración constante y sincera,
nuestros jóvenes podrán tomar las decisiones
apropiadas para vencer los problemas cotidianos.
El profeta Alma resumió la importancia de la
oración con estas palabras: “sino que os humilléis
ante el Señor, e invoquéis su santo nombre, y
veléis y oréis incesantemente, para que no seáis
tentados más de lo que podáis resistir, y así seáis
guiados por el Espíritu Santo, volviéndoos humildes,
mansos, sumisos, pacientes, llenos de amor y de
toda longanimidad” (Alma 13:28). Cuando estoy
en armonía con el Espíritu, me resulta mucho
más fácil lograr un equilibrio en todo.
Háganlo todo “con prudencia y orden”
Comprendo, mis hermanos, que a éstas podrían
agregarse otras sugerencias. Sin embargo, creo que
si nos concentramos en unos pocos objetivos
fundamentales, es más probable que podamos
enfrentar con éxito las muchas exigencias de la vida.
Recuerden que en cualquier aspecto de la existencia,
un exceso puede hacernos perder el equilibrio; al
mismo tiempo, la escasez en las cosas importantes
puede tener el mismo efecto. El rey Benjamín nos
aconsejó que todas las cosas se deben hacer “con
prudencia y orden” (Mosíah 4:27).
Muchas veces, la falta de dirección y de metas
puede hacernos perder tiempo y energías y contribuir a desequilibrarnos. Una vida desequilibrada
es muy similar a una rueda de automóvil que no
esté balanceada, lo que hace difícil el manejo del
vehículo. Las ruedas perfectamente balanceadas
hacen la marcha más suave y cómoda. Lo mismo
sucede con la vida: nuestra marcha por la existencia mortal es más suave si nos esforzamos por
mantener un equilibrio. Nuestra meta debe ser
procurar “la inmortalidad y la vida eterna” (Moisés
1:39). Y teniendo esa meta, ¿por qué no eliminar de
nuestra vida todo aquello que nos exija y consuma
nuestros pensamientos, sentimientos y energías
sin contribuir en nada a que la alcancemos?
Ayuden a los miembros en lugar de ponerles
trabas
Agrego un consejo a los líderes: Tengan mucho
cuidado de que aquello que pidan a los miembros
sea algo que les ayude a lograr la vida eterna. A fin
de que los miembros de la Iglesia puedan equilibrar
66
su vida, los líderes deben tener presente el no
requerir de ellos tanto que no les deje tiempo para
alcanzar sus metas personales y familiares.
Hagan lo más que puedan día a día
No hace mucho, una de mis hijas me dijo:
“Papá, a veces me pregunto si lograré hacer todo
lo que debo”. La respuesta que le di es la misma que
les daría a ustedes si me hicieran ese comentario:
Haz lo más que puedas día tras día. Cumple con
lo básico y antes de que te des cuenta, te inundará
una comprensión espiritual que te confirmará que
tu Padre Celestial te ama. Cuando se sabe eso, la
vida se llena de propósito y significado, lo cual
hace que sea más fácil mantener el equilibrio.
Hermanos, vivan cada día con gozo en su
corazón. Humildemente testifico que la vida puede
ser maravillosa, en el nombre de Jesucristo. Amén.
ELEMENTOS PARA EL ESTUDIO
• ¿Cómo podemos animarnos, y también alentar
a aquellos a quienes dirijamos, para evaluar
nuestras prioridades y procurar un equilibrio
en nuestra vida?
• ¿Qué función puede tener la adversidad en
motivarnos a evaluar nuestra vida?
• ¿Cuáles serían los cinco o seis elementos que
tendrían prioridad para ustedes en el presente?
¿Cambiarían esos elementos con la edad y la
experiencia? ¿Por qué o por qué no? Entre las
cosas que tienen prioridad, ¿cuáles son las más
adaptables?
• Hagan una lista de metas terrenales, luego una
de espirituales; combínenlas según el orden de
prioridad. ¿Qué aprendemos con este ejercicio?
• ¿Qué peligro existe en afanarse por alcanzar
las metas espirituales al mismo tiempo que se
pasan por alto las físicas?
• Analicen el consejo del rey Benjamín de “que
se hagan todas estas cosas con prudencia y
orden” (Mosíah 4:27).
• Como líderes de la Iglesia, ¿qué debemos hacer
para asegurarnos de que todos los programas y
las actividades contribuyan a fortalecer a las
familias y apoyen a los padres en su deber de
enseñar el Evangelio en el hogar, en lugar de
distraerlos en cuanto a ese deber?
LECCIÓN 11
HONREMOS EL SACERDOCIO
Y LA CONDICIÓN DEL SER MUJER
“Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para
que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable” (1 Pedro 2:9).
PRINCIPIO DE LIDERAZGO
Los líderes de la Iglesia y de la familia deben actuar en armonía con los principios del sacerdocio.
CONCEPTOS DE LA LECCIÓN
1. El reino de Dios está gobernado por el sacerdocio.
2. Debemos honrar el sacerdocio y honrar a la mujer.
3. Los líderes deben respetar a los que han sido llamados a presidir en el reino del Señor.
CONCEPTO 1: EL REINO DE DIOS
ESTÁ GOBERNADO POR EL SACERDOCIO.
COMENTARIOS
El presidente David O. McKay enseñó lo
siguiente: “La mayor garantía de unidad y fortaleza
en la Iglesia se encuentra en el sacerdocio, cuando
éste se honra y se respeta. ¡Ah!, mis hermanos
—presidentes de estaca, obispos de barrio y todos
los que poseen el sacerdocio—, que Dios los bendiga
en su liderazgo, en su responsabilidad de guiar,
bendecir y consolar a aquellos a quienes se les ha
asignado presidir y visitar. Guíenlos para que vayan
ante el Señor y busquen inspiración para vivir de tal
manera que se eleven por encima de la bajeza y la
mezquindad, y moren en un ambiente espiritual”
(en “Conference Report”, oct. de 1967, pág. 6).
El élder M. Russell Ballard, integrante del
Quórum de los Doce Apóstoles, explicó: “…poseer
el sacerdocio es más que una gran bendición; lo
acompañan enormes responsabilidades tales como
velar por la Iglesia; honrar a todas las mujeres,
especialmente a nuestra esposa, a nuestra madre,
a nuestras hijas y a nuestras hermanas; visitar el
hogar de cada miembro, exhortando a cada uno
de ellos a ‘orar vocalmente, así como en secreto,
y a cumplir con todos los deberes familiares’ [D. y C.
20:47] y a ‘ser testigos de Dios en todo tiempo, y
en todas las cosas y en todo lugar [Mosíah 18:9]”
(“En defensa de la verdad y la rectitud”, Liahona,
enero de 1998, pág. 43).
El élder Russell M. Nelson, del Quórum de
los Doce Apóstoles, testificó de esta manera:
“…proclamamos a todo el mundo estas eternas
verdades: ‘El Sacerdocio de Melquisedec posee el
derecho de presidir, y tiene poder y autoridad sobre
todos los oficios en la Iglesia en todas las edades
del mundo’ (D. y C. 107:8). Ese poder tiene ‘las
llaves de todas las bendiciones espirituales de la
iglesia’ (D. y C. 107:18). Ruego que honremos ese
sacerdocio…” (véase “Honremos el sacerdocio”,
Liahona, julio de 1993, pág. 47).
IDEAS PARA LA ENSEÑANZA
Llame a dos o tres alumnos que trabajen en
alguna organización (una tienda o una compañía)
y pídales que describan la forma en la que están
organizados. ¿De dónde sacan la autoridad para
hacer su trabajo los empleados de la compañía?
Pregunte cómo está estructurada la Iglesia y de
dónde ha recibido la autoridad.
Podría pedir a un voluntario que dibujara un
diagrama de la organización de un barrio, una rama
o una estaca, y que explique el diagrama. O puede
invitar a un ex misionero para que describa la
forma en que está estructurada una misión y las
ventajas que esa organización ofrece para llevar
a cabo la obra del Señor.
67
Lección 11 Honremos el sacerdocio y la condición del ser mujer
CONCEPTO 2: DEBEMOS HONRAR EL
SACERDOCIO Y HONRAR A LA MUJER.
‘hemos sido bendecidos con mujeres especiales,
que tienen una profunda y duradera influencia
sobre nosotros. Sus contribuciones han sido y son
importantes, y serán de valor imperecedero para
nosotros’ (véase “Nuestra mayordomía terrenal”,
Liahona, enero de 1980, pág. 73). Quisiera dar
énfasis a estas palabras ahora también. Nunca sería
demasiado lo que dijera para recordarnos a todos
el alto lugar de honor y respeto que tienen las
esposas, madres, hermanas e hijas en La Iglesia
de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días”
(“La voluntad de Dios”, Liahona, enero de 1980,
pág. 8).
COMENTARIOS
IDEAS PARA LA ENSEÑANZA
El élder Russell M. Nelson explicó esto: “Ésta
es La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los
Últimos Días. Él está a la cabeza de Su Iglesia
restaurada y estableció Su sacerdocio para ‘que
todo hombre hable en el nombre de Dios el Señor,
el Salvador del mundo’ (D. y C. 1:20). ¡Eso es
algo maravilloso! Él decidió honrarnos con Su
sacerdocio. Del mismo modo, nosotros le honramos
a Él al honrar ese sacerdocio, tanto su poder como
a aquellos que lo posean. Y al hacerlo, reciben
bendiciones los hombres, las mujeres y los niños
de todo el mundo. Cuando se honra el sacerdocio,
se fomenta el respeto, el respeto fomenta la
reverencia y la reverencia fomenta la revelación”
(véase “Honremos el sacerdocio”, Liahona, julio
de 1993, pág. 44).
Pregunte a las hermanas qué deben hacer los
hombres para honrar el sacerdocio que poseen y
después analicen las respuestas que den. Pregunte
a los hermanos cómo deben honrar a la mujer los
poseedores del sacerdocio.
Pregúnteles:
• ¿Cómo velan por los miembros los líderes de
los diversos oficios del sacerdocio?
• ¿Cómo marcharía la Iglesia si de pronto se
quitara la autoridad del sacerdocio? ¿Por qué?
Explíqueles que, de cuando en cuando, el Señor
inspira a los líderes de la Iglesia para que hagan
algunos cambios en la organización a fin de resolver
las exigencias del crecimiento de la Iglesia.
El presidente N. Eldon Tanner, cuando
era consejero de la Primera Presidencia, dijo:
“…Ningún hombre, joven o anciano, que posea el
Sacerdocio de Dios puede honrar ese sacerdocio sin
honrar y respetar a la mujer. Todo hombre joven
debe prepararse para proteger la virtud de una mujer
con su vida si es necesario, y no ser jamás culpable
de codiciar a una mujer ni de hacer cosa alguna
que pudiese degradarla o llevarla a perder su virtud.
Toda señorita tiene el perfecto derecho de sentirse
segura al salir con un joven que tenga el sacerdocio
sabiendo que él la respetará y la protegerá en todas
las formas” (véase “Las responsabilidades del
sacerdocio”, Liahona, dic. de 1973, pág. 41).
El presidente Spencer W. Kimball nos hizo
reflexionar sobre lo siguiente: “Esta noche hablaré
a los hermanos del sacerdocio, reunidos en cientos
de lugares por todo el mundo, y les recordaré que
68
¿Qué bendiciones recibe la mujer gracias a la
autoridad del sacerdocio? (Entre las respuestas
deben mencionarse las ordenanzas del Evangelio.)
Pida a los alumnos que lean D. y C. 121:34–46
y que nombren los principios de liderazgo que se
aplican a todos los líderes de la Iglesia y de la
familia.
CONCEPTO 3: LOS LÍDERES
DEBEN RESPETAR A LOS QUE HAN SIDO
LLAMADOS A PRESIDIR EN EL REINO DEL SEÑOR.
COMENTARIOS
El presidente David O. McKay aconsejó lo
siguiente: “Reconozcan a los que los presiden y,
cuando sea necesario, busquen sus consejos. El
Salvador mismo reconoció esa autoridad en la
tierra. Recordarán la experiencia de Pablo cuando
se dirigía a Damasco llevando papeles para arrestar
a todos los que creían en Jesucristo. De pronto, lo
rodeó una luz y oyó una voz que le decía: ‘...Saulo,
Saulo, ¿por qué me persigues?’
“Y Saulo le preguntó: ‘...Señor, ¿qué quieres
que yo haga? Y el Señor le dijo: Levántate y entra
en la ciudad, y se te dirá lo que debes hacer’
(Hechos 9:4, 6).
“Él podría haberle dicho lo que tenía que hacer,
pero había una rama de la Iglesia en Damasco, que
Lección 11 Honremos el sacerdocio y la condición del ser mujer
presidía un hombre humilde llamado Ananías, y
Jesús reconoció su autoridad…
“En esos hechos hay una lección para nosotros,
los miembros de la Iglesia. También nosotros
debemos reconocer a las autoridades locales.
Puede que el obispo sea un hombre humilde y
que algunos piensen que son superiores a él, y
tal vez lo sean; pero él ha recibido la autoridad
directamente de nuestro Padre Celestial.
Reconózcanlo así. Busquen sus consejos y los del
presidente de la estaca. Si ellos no pueden resolver
sus dificultades o problemas, escribirán a las
Autoridades Generales y obtendrán el consejo que
haga falta. El reconocimiento de la autoridad es
un principio muy importante” (en “Conference
Report”, oct. de 1967, págs. 6–7).
IDEAS PARA LA ENSEÑANZA
Pregunte a los miembros de la clase si hay entre
ellos alguno que haya asistido a una conferencia
general; si hay, pregunte a esa persona qué hace la
congregación cuando entra al recinto el Presidente
de la Iglesia. (Se pone de pie en silencio, hasta que
él tome asiento.) ¿Por qué hace eso la congregación?
Analicen las siguientes preguntas:
• ¿Por qué no sería apropiado pedir consejo a un
amigo que sea líder del sacerdocio en otro barrio
o estaca, en lugar de pedirlo a alguien de su
propia unidad?
• ¿Qué lecciones aprendemos de la experiencia
de Pablo que se relata en Hechos 9:6? (véase la
sección “Comentarios”).
• El presidente de la estaca anuncia que el
domingo se sostendrá a un nuevo obispo del
barrio. Ustedes conocen a varios miembros del
barrio que serían obispos excelentes, pero para su
gran sorpresa, el presidente de estaca ha llamado
a un hombre al cual ustedes no consideraban
buen líder. ¿Qué deben hacer? ¿Por qué es
importante que siempre sostengamos a aquellos
a quienes el Señor ha llamado?
• Un amigo tiene una duda doctrinal y piensa
escribir a una Autoridad General para que se la
aclare, porque cree que sería la persona más
indicada para darle la respuesta. ¿Qué error hay
en esa manera de pensar?
• ¿Por qué es verdad que “un gran líder es también
un gran seguidor”?
FUENTES DE RECURSOS PARA EL MAESTRO
Élder Russell M. Nelson
del Quórum de los Doce
Apóstoles
Véase “Honremos el
sacerdocio”, Liahona, julio
de 1993, págs. 44–47.
Honremos el sacerdocio
Hermanos, es muy poco lo que se ha escrito
acerca del tema de mi discurso1. No obstante, se
espera que todos sepamos acerca de él; me refiero
a honrar el sacerdocio.
Ésta es La Iglesia de Jesucristo de los Santos
de los Últimos Días. Él está a la cabeza de Su
Iglesia restaurada y estableció Su sacerdocio para
‘que todo hombre hable en el nombre de Dios
el Señor, el Salvador del mundo’ (D. y C. 1:20).
¡Esto es algo maravilloso! Él decidió honrarnos
con Su sacerdocio. De ese modo, le honramos a
Él al honrar ese sacerdocio, tanto su poder como
a aquellos que lo posean. Y al hacerlo, reciben
bendiciones los hombres, las mujeres y los niños
de todo el mundo. Cuando se honra el sacerdocio
se fomenta el respeto, el respeto fomenta la
reverencia y la reverencia fomenta la revelación2.
El presidente Ezra Taft Benson nos ha pedido,
en forma específica, que sigamos el protocolo —o
sea, los principios— del sacerdocio. Él dijo que
“muchos de nosotros hemos aprendido observando
y prestando atención a las Autoridades Generales
y a los líderes con más experiencia”. Después agregó
que “este protocolo se ha puesto en práctica por
mucho tiempo y que es preciso seguir en su
totalidad las normas correctas que ya se han
establecido”3. Citaré al presidente Benson y a
otros líderes porque, como se darán cuenta, gran
parte de mi mensaje se aplica a ese protocolo.
Tipos de organizaciones
Hay diferencias entre la práctica y la
organización de la Iglesia del Señor y las de las
instituciones establecidas por el hombre. En éstas,
tanto hombres como mujeres pueden asociarse
entre sí y dirigirse por estipulaciones que hayan
aceptado de común acuerdo. Pero La Iglesia de
Jesucristo de los Santos de los Últimos Días no es
69
Lección 11 Honremos el sacerdocio y la condición del ser mujer
ni una democracia ni una república. El Suyo es un
reino, el reino de Dios sobre la tierra; Su Iglesia es
de carácter jerárquico y tiene la autoridad suprema
a la cabeza. El Señor dirige a Sus siervos escogidos,
quienes testifican a todo el mundo que Dios ha
vuelto a hablar a los hombres. Los cielos se han
abierto y se ha formado una conexión activa entre
el cielo y la tierra en nuestra época.
hayan sido llamados y ordenados para ser “testigos
especiales del nombre de Cristo en todo el mundo”
(D. y C. 107:23). Un Apóstol habla en nombre
de Aquel de quien es testigo especial. Este título
sagrado no se utiliza para dirigirse en forma casual
a uno de los miembros del Quórum de los Doce
Apóstoles. El término apropiado que debemos
utilizar es el de élder o hermano.
Esa autoridad suprema está basada en un
firme cimiento, el cual sigue la organización que
se estableció en la antigüedad. Jesucristo es la
piedra angular principal, junto con los Apóstoles
y los Profetas y todos los dones, los poderes y las
bendiciones que caracterizaban a la Iglesia en sus
primeros días (véase 1 Corintios 12:28).
El título de obispo también implica presidencia,
porque él es el presidente del Sacerdocio Aarónico
de su barrio y, además, preside al grupo de sumos
sacerdotes de esa unidad. Reverentemente nos
referimos a él como “el obispo”.
Los líderes y los títulos
Las instituciones seculares siguen un modelo
de liderazgo diferente del de las espirituales. Las
organizaciones establecidas por el hombre están
gobernadas por oficiales con títulos que indican el
rango y los galardones o los logros que se hayan
ganado. Por ejemplo, es apropiado dirigirse a un
oficial militar, a un juez, a un senador, a un médico
y a un profesor por su título; nosotros respetamos
a las personas que hayan alcanzado ese cargo o
posición.
Por el contrario, el reino de Dios se dirige por
medio de la autoridad del sacerdocio, el cual no se
confiere para honrar a un hombre sino para que
éste pueda ministrar y prestar servicio. Los “títulos”
del sacerdocio no los creó el hombre, ni están de
adorno ni implican destreza, sino que indican que
se ha escogido a alguien para que sirva en la obra
del Señor. Somos llamados, sostenidos y ordenados,
no por nosotros mismos, sino “por profecía y la
imposición de manos, por aquellos que tienen la
autoridad, a fin de que pueda predicar el evangelio
y administrar sus ordenanzas” (Artículo de Fe 1:5;
véase también Hebreos 5:4).
Los títulos correspondientes al santo sacerdocio
merecen el máximo respeto y cuidado. Al tratar a
los miembros de la Primera Presidencia, tanto al
mencionarlos como al dirigirles la palabra, se debe
utilizar el término “Presidente” (véase D. y C.
107:22). Debemos actuar del mismo modo al
referirnos a la presidencia de estaca, de misión,
de quórum y de rama. El título Apóstol es sagrado;
ha sido dado por Dios y lo llevan sólo aquellos que
70
El título de élder también es sagrado y se
otorga a todos los poseedores del Sacerdocio de
Melquisedec.
Un consejo general
Me gustaría dar un consejo en forma general,
primero en cuanto a las Autoridades Generales, a
quienes reconocemos como instrumentos en las
manos del Señor. No obstante, sabemos que son
seres humanos; tienen que cortarse el cabello,
necesitan ropa limpia y de vez en cuando es
preciso que se les recuerde algo que han olvidado,
igual que cualquier otra persona. El presidente
Benson nos contó una vez un relato que ilustra
ese concepto:
“Orson F. Whitney… era un hombre que
tenía un gran poder de concentración. Una vez,
mientras se encontraba viajando en tren, se había
concentrado tanto en algo que no se percató de
que el tren había pasado la estación donde debía
bajarse. Por lo tanto, tuvieron que llevarlo de
regreso en auto hasta el lugar al que se dirigía.
Mientras tanto, el presidente de la estaca esperaba
y esperaba… Finalmente, pensando en que algo
debía de haberle pasado al hermano Whitney y
que no iba a llegar, dio comienzo a la reunión.
Cuando el hermano Whitney por fin llegó, lo recibió
el himno de apertura que trataba de almas que
andaban perdidas”4.
Honramos a un hombre así debido a su
extraordinario llamamiento, cuyos actos oficiales
tienen validez tanto en la tierra como en el cielo.
Recuerdo muy bien la primera vez que conocí a
una Autoridad General; no podría explicar lo que
sentí. Si bien era un niño, inmediatamente, casi
en forma instantánea, me puse de pie. Hoy día
Lección 11 Honremos el sacerdocio y la condición del ser mujer
sigo sintiendo lo mismo cuando una Autoridad
General entra en una habitación. Una Autoridad
General es un oráculo de la palabra de Dios.
• No hagan conjeturas de quién debería o no
debería haber sido llamado a un cargo en
particular.
Con frecuencia hablamos de las llaves de la
autoridad del sacerdocio. Quince hombres —la
Primera Presidencia y el Quórum de los Doce
Apóstoles— han sido ordenados en calidad de
Apóstoles y se les han conferido todas las llaves
de la autoridad del sacerdocio. Recientemente,
el presidente Gordon B. Hinckley explicó:
• No se nieguen a prestar servicio.
“…Sólo el Presidente de la Iglesia tiene el
derecho de utilizarlas en su plenitud; puede delegar
el ejercicio de varias de ellas a uno o más de sus
hermanos…
“Éste es el poder que ha dado el presidente
Benson a sus Consejeros y a los Doce de acuerdo
con las varias responsabilidades delegadas a ellos”5.
Por asignación de la Primera Presidencia y del
Consejo de los Doce, las Autoridades Generales
confieren las llaves correspondientes a los presidentes de estaca y de misión, quienes, a su vez,
las confieren a los obispos y a las presidencias de
los quórumes y de las ramas, según corresponda.
A todos los poseedores del sacerdocio se les
asigna un líder, porque “mi casa es una casa de
orden, dice el Señor, y no de confusión” (D. y C.
132:8).
Ese orden también define los límites de la
revelación. El profeta José Smith
• No renuncien a un llamamiento. Informen a
los líderes cuando estén pasando por alguna
situación difícil sabiendo que ellos, por medio
de la oración, evaluarán el caso al considerar
cuál sería el momento apropiado para el relevo.
Tanto el que extiende un llamamiento como el
que lo recibe tienen el mismo grado de responsabilidad. El élder James E. Talmage dijo lo siguiente:
“Aquellos de quienes se reciba un llamamiento…
son tan responsables de sus actos como lo es el
que lo reciba; a todos se les exigirá dar un informe
estricto y personal de su mayordomía, un informe
completo del servicio prestado o de su negligencia
y del uso o abuso en la administración de lo que
se les haya confiado”7.
Algunos aspectos del sacerdocio no están
relacionados con el cargo ni el título. Por ejemplo,
la autoridad para dar una bendición del sacerdocio
depende sólo de que la persona haya sido ordenada
y de que sea digna. El Señor no negará bendiciones
a ninguno de Sus hijos simplemente porque
alguien que tenga un cierto llamamiento no esté
disponible para dar una bendición. Todo élder de
la Iglesia tiene el mismo sacerdocio que el
Presidente de la Iglesia.
Enseñó que “es contrario al sistema de Dios que
un miembro de la Iglesia, o cualquier otro, reciba
instrucciones para los que poseen una autoridad
mayor que la de ellos”6. Y el mismo principio indica
que una persona no puede recibir revelación para
otra que no esté dentro de su círculo de
responsabilidad.
Hermanos, recuerden que para alcanzar el grado
más alto de gloria, deben entrar en el orden del
sacerdocio del nuevo y sempiterno convenio del
matrimonio (véase D. y C. 131:1–4). Por lo tanto,
lo más importante que deben hacer para honrar
su sacerdocio es honrar a su compañera eterna.
Honrar el sacerdocio también implica honrar
el llamamiento que hemos recibido para prestar
servicio. Veamos a continuación lo que hay y lo
que no hay que hacer:
Ahora daré un consejo más específico.
A los esposos y padres: Junto con su querida
compañera, moldeen la actitud que impera en su
hogar. Establezcan el hábito de orar. Oren en forma
regular y en voz alta por sus líderes del sacerdocio
y de las organizaciones auxiliares, tanto locales
como generales. Los miembros de su familia
imitarán sus buenos modales de cortesía en el
hogar y de reverencia en la capilla. Ayuden a sus
seres queridos a seguir los canales correspondientes
del sacerdocio cuando busquen la guía que
• Aprendan a seguir los consejos. Busquen la
guía de los líderes que presidan y recíbanla con
buena disposición.
• No hablen mal de los líderes de la Iglesia.
• No codicien el llamamiento o la posición de
otra persona.
Un consejo específico
71
Lección 11 Honremos el sacerdocio y la condición del ser mujer
necesiten. Enséñenles a pedir consejo a sus padres,
en quienes deben confiar, y a los líderes locales
y no acudir a las Autoridades Generales. En las
últimas dos décadas, la Primera Presidencia ha
enviado seis veces prácticamente la misma carta
pidiendo que se ajusten a esta norma.
Padres, sé que entienden el principio de la
autosuficiencia temporal y tratan de tener
almacenadas en el hogar provisiones para un año.
Tomen también en cuenta la necesidad que existe
de tener almacenado en el hogar alimento y
autosuficiencia espirituales, no sólo para un año
sino para toda la vida. Si un padre es digno, debe
ser el primero a quien se recurra para que dé una
bendición a los miembros de la familia. Con el
tiempo, sus hijos harán uso de esa reserva
espiritual y serán dignos de bendecir a su propia
familia y a sus padres.
Ahora me dirijo a ustedes, jóvenes poseedores
del Sacerdocio Aarónico (o preparatorio): Si lo
honran y se preparan para ser llamados a cumplir
una misión, y son dignos de ese llamamiento, les
aseguro que “hablarán en el nombre de Dios el
Señor” y llevarán Su luz a las almas que la estén
buscando, y serán para ellas como ángeles
ministrantes, y se les recordará para siempre
(véase D. y C. 13).
Aunque a continuación hablaré a nuestros
queridos presidentes y obispos, los principios se
aplican a todos en general. Cuando la persona que
presida sobre ustedes llegue a una reunión en la
que ustedes estén presidiendo, sírvanse consultar
con él de inmediato para pedirle instrucciones.
Cerciórense de entender lo que él desee y
asegúrense de darle suficiente tiempo para que les
dé un mensaje. El élder James E. Faust contó una
vez una lamentable experiencia:
“Hace tiempo me enteré de la decepción que
sufrieron los miembros de una estaca del Valle de
Lago Salado al reorganizarse la presidencia de la
estaca. La Autoridad General que presidía era uno
de los Apóstoles más venerados y únicos en su
género en toda la historia de la Iglesia. Se trataba
del élder LeGrand Richards, que si bien tenía más
de noventa años, conservaba una mente alerta y
vivaz. Durante la conferencia, los oradores locales
tomaron la mayor parte del tiempo; por lo tanto,
cuando le tocó dirigir la palabra al élder Richards,
sólo faltaban diez o quince minutos para terminar
72
la reunión. ¿Qué hizo el élder Richards? ¿siguió
hablando ya pasada la hora? No. Expresó su
testimonio y terminó la conferencia a tiempo.
“Los miembros de la estaca no hubieran deseado
prolongar la reunión… No obstante, quedaron
disgustados porque aun cuando tendrían la
oportunidad de volver a escuchar a sus líderes
locales, quizás nunca más, y en realidad fue así,
se les presentaría la oportunidad de escuchar la
palabra de un Apóstol tan venerado como el élder
Richards. En resumen, los oradores no respetaron
a la Autoridad General que presidía la reunión”8.
Una Autoridad General es el último orador en
una reunión. Una vez finalizada ésta, los presidentes
y los obispos deben permanecer a su lado hasta
que él se retire, porque es posible que sienta la
necesidad de dar instrucciones adicionales. Además,
pueden también evitar así cualquier problema que
pudiera surgir. Por ejemplo, en caso de que un
miembro haga a la Autoridad General una pregunta
que esté fuera de lugar, ustedes estarán allí para
hacerse cargo de la situación.
Y ahora haré algunos comentarios acerca del
sumo consejo de estaca. Éste no tiene presidente
ni autonomía y se reúne, aun cuando sea dividido
en comités, sólo cuando lo decida la presidencia de
la estaca. Aunque los miembros del sumo consejo
pueden sentarse en el orden en que hayan recibido
el llamamiento, ninguno de ellos tiene más
jerarquía que el otro.
Por el contrario, en el caso de los Apóstoles, se
respeta la jerarquía según el orden de antigüedad,
incluso cuando entran o salen de una habitación.
El presidente Benson nos contó lo siguiente:
“Hace algunos años, el élder Haight tuvo
un gesto de cortesía con el presidente Romney
mientras estaban en el aposento alto del templo.
El presidente Romney se quedó atrás haciendo algo
y el élder Haight no quería pasar por la puerta antes
que él. Cuando el presidente Romney le hizo
señas de que siguiera, el élder Haight le dijo:
‘No, Presidente. Usted primero’.
“El presidente Romney, con su típico sentido
del humor, le contestó: ‘¿Qué te pasa, David?
¿Tienes miedo de que robe algo?’ ”9
Ese tipo de deferencia de parte de un Apóstol
con menos antigüedad hacia otro se registra
también en el Nuevo Testamento. Cuando Simón
Lección 11 Honremos el sacerdocio y la condición del ser mujer
Pedro y Juan el amado corrieron al sepulcro para
averiguar acerca de la desaparición del cuerpo del
Señor crucificado, Juan, siendo más joven y más
rápido, llegó primero. No obstante, no entró en
el sepulcro sino que esperó a que el Apóstol que
tenía más jerarquía que él lo hiciera primero
(véase Juan 20:2–6). La antigüedad en el
apostolado ha sido desde hace mucho tiempo
el elemento por el que el Señor determina quién
debe ser el Presidente de la Iglesia.
Reprimenda y arrepentimiento
Hermanos, estas cosas son importantes. Hace
más de un siglo y medio, el Señor reprendió
severamente a Su pueblo. Éstas son Sus palabras:
“De cierto os digo, vosotros los que habéis
sido ordenados para dirigir mi Iglesia, que la
condenación yace sobre vuestra cabeza, y también
sobre la Iglesia; y es preciso que entre vosotros
haya arrepentimiento y un cambio en todos los
aspectos, en los ejemplos que dais a la Iglesia y al
mundo, en todo vuestro comportamiento, en todos
vuestros hábitos y en vuestra forma de saludaros
unos a otros; para que se rinda a todo hombre el
respeto que se debe al oficio, al llamamiento y al
sacerdocio con los cuales yo, el Señor, os he
nombrado y ordenado”10.
Si hubiera alguno entre nosotros que también
fuera culpable de tratar trivialmente las cosas
sagradas, deberíamos arrepentirnos y tomar la
resolución de honrar el sacerdocio y a aquellos
a quienes el Señor ha confiado sus llaves.
Hermanos, proclamamos a todo el mundo estas
verdades eternas: “El Sacerdocio de Melquisedec
posee el derecho de presidir, y tener poder y
autoridad sobre todos los oficios en la iglesia en
todas las edades del mundo” (D. y C. 107:8).
Ruego que honremos ese sacerdocio, en el nombre
de Jesucristo. Amén.
Notas
1. Si lo desea, el lector puede consultar “The
Honor and Dignity of Priesthood”, de James
E. Talmage, en Messages of the First
Presidency of The Church of Jesus Christ of
Latter-day Saints, comp. por James R. Clark;
6 tomos, Salt Lake City: Bookcraft, 1965–1975,
tomo IV, págs. 305–309.
2. El presidente George Q. Cannon dijo que el
honrar al Presidente de la Iglesia “hará que
nos acerquemos más al Padre y vivamos de tal
manera que podamos recibir revelación para
nosotros mismos, que el conocimiento del
Espíritu llene nuestro corazón, que la voz del
verdadero Pastor sea familiar en nuestros oídos
de tal modo que al oírla la reconozcamos…
Éste es un privilegio de los Santos de los
Últimos Días y la persona de esta Iglesia que
no viva como para disfrutarlo se privará de
ser lo que debería llegar a ser” (en Journal of
Discourses, 19:110).
3. “The Unique Commission of a General
Authority”. Discurso pronunciado en una
reunión de capacitación para las Autoridades
Generales, 2 de oct. de 1985, pág. 5.
4. “Commission”, pág. 1.
5. “La Iglesia sigue el curso establecido”,
Liahona, enero de 1993, pág. 65.
6. Enseñanzas del Profeta José Smith, pág. 18.
7. Messages of the First Presidency, tomo IV,
pág. 306.
8. James E. Faust, “A Seventy is a General
Authority”. Discurso pronunciado en una
reunión especial de capacitación para los
Setenta, 29 de set. de 1987, pág. 4.
9. “Commission”, pág. 9.
10. History of the Church, tomo II, pág. 177.
ELEMENTOS PARA EL ESTUDIO
• Si estuvieran presidiendo una reunión y una
autoridad que los presidiera a ustedes llegara
de improviso, ¿qué harían?
• Analicen la siguiente afirmación: “Se llama a
líderes locales de la Iglesia para que ocupen
cargos tanto por lo que puedan contribuir como
por lo que puedan aprender de su servicio”.
• ¿Qué significa la expresión llaves del sacerdocio?
¿Quién determina qué personas poseerán esas
llaves?
• En la lista del élder Nelson sobre lo que hay
que hacer y lo que no hay que hacer, ¿qué
razones justifican cada punto?
73
Lección 11 Honremos el sacerdocio y la condición del ser mujer
• ¿Cuáles de las declaraciones siguientes son
correctas? (Expliquen las respuestas.)
• Se llama a los líderes del sacerdocio para
dirigir a la gente.
• ¿Qué cualidades tienen las buenas madres que
influyan para bien en los hijos? ¿Qué función
de liderazgo tiene la maternidad en el reino
del Señor?
• Se llama a los líderes del sacerdocio para
prestar servicio.
• Analicen Alma 56:47–48 con respecto al impacto
de una madre en sus hijos.
• Los líderes del sacerdocio son personas
comunes y corrientes, como nosotros.
• Hable de las hermanas que hayan tenido una
influencia positiva en usted (por ejemplo,
líderes de la Primaria, maestras de la Escuela
Dominical o maestras visitantes) y describa
las experiencias que haya tenido con ellas.
• Analicen la función de liderazgo de la mujer en
la Iglesia.
74
LECCIÓN 12
CÓMO AYUDAR A LOS DEMÁS A
ESTAR ANHELOSAMENTE CONSAGRADOS
“Porque he aquí, no conviene que yo mande en todas las cosas; porque el que es compelido en todo
es un siervo perezoso y no sabio; por tanto, no recibe galardón alguno.
“De cierto digo que los hombres deben estar anhelosamente consagrados a una causa buena, y hacer
muchas cosas de su propia voluntad y efectuar mucha justicia;
“porque el poder está en ellos, y en esto vienen a ser sus propios agentes. Y en tanto que los hombres
hagan lo bueno, de ninguna manera perderán su recompensa” (D. y C. 58:26–28).
PRINCIPIO DE LIDERAZGO
Es posible que los líderes tengan que ayudar a aquellos a quienes presten servicio a “estar
anhelosamente consagrados a una causa buena”.
CONCEPTO DE LA LECCIÓN
1. Es posible que los líderes tengan que exhortar a aquellos a quienes presten servicio a ser más como
Cristo y a ayudar en la edificación del reino de Dios.
CONCEPTO 1: ES POSIBLE QUE LOS LÍDERES
TENGAN QUE EXHORTAR A AQUELLOS A QUIENES
PRESTEN SERVICIO A SER MÁS COMO CRISTO Y A
AYUDAR EN LA EDIFICACIÓN DEL REINO DE DIOS.
al Señor y por eso debe también motivarnos a
nosotros, particularmente en el trato con nuestra
familia” (Raising Up a Family to the Lord, 1993,
pág. 176).
COMENTARIOS
Muchas veces, los líderes, simplemente al
enseñarles las verdades del Evangelio, motivan a
aquellos a quienes dirigen. Muchos nos sentimos
motivados a hacer lo bueno por nuestra creencia
en el Padre Celestial y en Su plan de salvación.
El presidente Marion G. Romney, siendo miembro
del Quórum de los Doce Apóstoles, enseñó esto:
“La creencia de un Santo de los Últimos Días en
que la segunda venida de Cristo es inminente
debería motivarlo a seguir con mayor diligencia
los planes revelados del Señor para abolir la
guerra y eliminar la pobreza y la contaminación
ambiental. Debería estimular su deseo de obtener
una educación, especialmente en el conocimiento
de Dios y en cuanto a la vida eterna” (en “Gospel
Forum”, Ensign, ene. de 1971, pág. 16).
La función de los líderes de la Iglesia y de la
familia es ayudar a la gente a ser más como Cristo
y a edificar el reino de Dios. Idealmente, toda
persona debería estar “anhelosamente consagrada”
en esas labores, y haciendo “muchas cosas de su
propia voluntad” (D. y C. 58:27). Pero, en la
práctica, muchas veces los líderes tienen que
motivar a la gente.
Motivar quiere decir alentar, inspirar, activar,
influir, animar o entusiasmar a alguien para realizar
buenas obras. Fíjese en la lista del élder Dallin H.
Oaks sobre los motivos que tiene la gente para
prestar servicio (págs. 40–41). Los líderes de la
Iglesia y de la familia pueden recurrir a algunos
de esos motivos para ayudar a las personas a estar
anhelosamente consagradas a aplicar los principios
del Evangelio.
El élder Gene R. Cook, miembro de los Setenta,
escribió: “El amor es una motivación divina; motiva
De la misma forma, los líderes pueden motivar
alentando a las personas a quienes dirijan a estudiar
las Escrituras y las palabras de los profetas actuales.
El élder Parley P. Pratt, en ese entonces integrante
del Quórum de los Doce Apóstoles, escribió:
75
Lección 12 Cómo ayudar a los demás a estar anhelosamente consagrados
“Cuando tenía siete años, mi madre me daba
lecciones de las Escrituras para leer; leí sobre José
en Egipto, sus sueños, su período de esclavitud, su
tentación y su triunfo; su bondad y afecto hacia el
padre y los hermanos. Todo eso me inspiró con
los más nobles sentimientos que se hayan grabado
en el pecho de un hombre.
“Leí sobre David y Goliat; sobre Saúl y Samuel;
sobre Sansón y los filisteos, y todo ello me inspiró
aborrecimiento hacia las acciones de los malvados
y amor por los hombres buenos y por sus hechos.
“Después, leí sobre Jesús y Sus Apóstoles.
¡Cuánto llegué a amarlos! Y anhelaba caer a los
pies de Jesús, adorarlo u ofrecer mi vida a cambio
de la Suya.
“Cuando tenía unos doce años, leí acerca de la
primera resurrección, tal como la describe Juan el
Apóstol en el capítulo 20 de Apocalipsis. Supe de
los mártires por la causa de Jesús y de cómo ellos
y aquellos que guarden Sus mandamientos vivirán
y reinarán con Cristo durante mil años, mientras
el resto de los que hayan muerto no volverán a vivir
sino hasta que los mil años hayan transcurrido.
Esto me impresionó profundamente; me retiré para
descansar después de haber pasado las primeras
horas de la noche en esa lectura; pero no podía
dormir, pues sentía un gran deseo y una ansiedad
inexpresable de asegurarme mi parte en tan gloriosa
resurrección” (Autobiography of Parley P. Pratt,
1985, pág. 2).
Fundado en esas experiencias con la Biblia, el
élder Pratt llegó a ser uno de los grandes líderes
de la Iglesia en esta dispensación.
El profeta José Smith advirtió a los líderes que
se cuidaran de “ejercer injusto dominio” (D. y C.
121:39), o sea, de emplear injustamente la
autoridad. “…cuando intentamos encubrir nuestros
pecados, o satisfacer nuestro orgullo, nuestra vana
ambición, o ejercer mando, dominio o compulsión
sobre las almas de los hijos de los hombres, en
cualquier grado de injusticia, he aquí, los cielos se
retiran, el Espíritu del Señor es ofendido, y cuando
se aparta, se acabó el sacerdocio o autoridad de
tal hombre…
“Ningún poder o influencia se puede ni se
debe mantener en virtud del sacerdocio, sino
por persuasión, por longanimidad, benignidad,
mansedumbre y por amor sincero;
76
“por bondad y por conocimiento puro, lo cual
ennoblecerá grandemente el alma sin hipocresía
y sin malicia” (vers. 37, 41–42).
Los líderes pueden utilizar recompensas
materiales para motivar, pero deben hacerlo con
mucho cuidado. Ese tipo de recompensa no está
directamente relacionada con el mérito que la
acredita; por ejemplo, dar dinero a una persona
para que lea las Escrituras. El dar premios de esa
clase quizás dé resultado, pero si se emplean
imprudentemente, pueden ser nocivos para la
madurez espiritual del receptor. El elogio excesivo,
por otra parte, puede sonar falso o parecer una
maquinación. Es posible también que las
recompensas materiales tiendan a disminuir
la motivación interior de una persona.
Otra forma de motivar que tienen los líderes
es referirse a las historias y las enseñanzas de
Jesucristo. El presidente Harold B. Lee, cuando
era Consejero de la Primera Presidencia, enumeró
las maneras en que Jesús ejemplificó los principios
de la buena enseñanza, las cuales también se
aplican al liderazgo:
“1. El Maestro sentía amor verdadero hacia
Dios y hacia los hijos de Dios.
“2. Tenía una ardiente convicción de Su misión
de prestar servicio y salvar a la humanidad.
“3. Tenía una comprensión clara y misericordiosa de los seres humanos y de sus necesidades
esenciales.
“4. Él era un estudioso constante y aplicado;
conocía ‘la ley y los profetas’; conocía la historia y
las condiciones sociales de Su época.
“5. Discernía la verdad y la defendía sin
transigencias.
“6. Su manera sencilla de expresarse le permitía
transmitir Su mensaje a personas de toda clase
social y condición, y mantener la atención de éstas.
“7. Su talento creativo hizo que Sus lecciones
fueran vívidas en toda época.
“8. Él dirigió a las personas de manera que
tuvieran hambre y sed de rectitud.
“9. Inspiró una bondad activa, un deseo de
aplicar el Evangelio en el servicio ennoblecedor.
Lección 12 Cómo ayudar a los demás a estar anhelosamente consagrados
“10. Demostró Su fe viviéndola constante y
valientemente” (“And Ye Shall Teach”, Ensign, set.
de 1971, pág. 5).
IDEAS PARA LA ENSEÑANZA
Explique a la clase que muchas veces los líderes
deben ayudar a las personas a madurar en el
Evangelio y a aprender a prestar un servicio eficaz
en sus llamamientos. Analicen algunos de los
motivos que nos impulsen a prestar servicio,
tanto a los líderes como a los seguidores, y anótelos
en la pizarra. Pida a los alumnos que los coloquen
en orden de importancia, de menor a mayor, y
analicen sus razones.
Analicen Doctrina y Convenios 121:34–46.
Determinen los motivos y tipos de conducta que,
según esos versículos, indican injusto dominio;
hagan lo mismo para reconocer los que caracterizan
a un liderazgo correcto. Destaque la importancia
de estar en armonía con el Espíritu Santo.
Analicen algunas de las desventajas de emplear
recompensas materiales para motivar a la gente a
vivir conforme a los principios del Evangelio.
Enumeren las maneras en las que Jesucristo
ejemplificó el liderazgo perfecto. Exhorte a los
alumnos a aplicar en sus funciones de liderazgo
los puntos positivos que se han analizado en
estas lecciones.
IDEA PARA LA ENSEÑANZA
Léales o cuénteles el relato del élder Hugh B.
Brown sobre el grosellero, que aparece a
continuación, en la sección “Fuentes de recursos
para el maestro”. Dirija a los alumnos en un
análisis de los motivos que impulsaron al élder
Brown antes y después de esa experiencia.
FUENTE DE RECURSOS PARA EL MAESTRO
Élder Hugh B. Brown
del Quórum de los Doce
Apóstoles
“El grosellero”, véase
Liahona, marzo de 2002,
págs. 22–24.
Algunas veces uno se pregunta si el Señor
realmente sabe lo que debe hacer con nosotros;
algunas veces uno se pregunta si sabe más que Él
acerca de lo que uno debe hacer y debe llegar a
ser. Me pregunto si podría contarles una anécdota
que he contado muchas veces en la Iglesia; tiene
más años de los que ustedes tienen y es un trozo
de mi propia vida, que he repetido en muchas
estacas y misiones. Tiene que ver con un incidente
personal en el que Dios me mostró que Él sabe lo
que es mejor.
Vivía yo en Canadá, donde había comprado
una granja que estaba un tanto deteriorada. Una
mañana salí y vi un grosellero que había alcanzado
aproximadamente dos metros de altura y estaba
llegando a ser casi todo material para leña; no
tenía flores ni grosellas. Antes de ir a Canadá, me
crié en una granja de árboles frutales de Salt Lake
City y sabía lo que tenía que sucederle a aquel
grosellero; de manera que tomé unas tijeras
podadoras, fui hasta el arbusto y lo corté, lo podé
y volví a cortarlo hasta que no quedó más que un
montón de tocones. Estaba empezando a amanecer
y creí ver sobre cada uno de esos tocones algo que
parecía como una lágrima; pensé que el grosellero
estaba llorando. Era yo entonces un tanto ingenuo
(y todavía no he dejado de serlo por completo), lo
miré, sonreí y le dije: “¿Por qué estás llorando?”
Saben que pensé que oía hablar al grosellero y creí
oírle decir esto: “¿Cómo pudiste hacerme esto?
Estaba creciendo tan maravillosamente; estaba
casi tan alto como el árbol de sombra y como el
frutal que se encuentran dentro del cercado, y
ahora me has talado. Todas las plantas del huerto
me mirarán con desprecio porque no llegué a ser
lo que debí haber sido. ¿Cómo pudiste hacerme
esto? Creí que tú eras el jardinero aquí”. Eso es lo
que pensé que había dicho el grosellero, y estaba
tan convencido de haberlo oído que le respondí:
“Mira, pequeño grosellero, yo soy el jardinero aquí
y sé lo que quiero que seas. No quería que fueras
un árbol frutal ni un árbol de sombra; quiero que
seas un arbusto grosellero, y algún día, pequeño
arbusto, cuando estés cargado de fruta, me dirás:
‘Gracias, señor Jardinero, por quererme lo bastante
para talarme, por preocuparte de mí lo bastante,
aunque me doliera . Gracias, señor Jardinero’ ”.
Pasaron los años y me encontré en Inglaterra,
donde era comandante de una unidad de caballería
del Ejército Canadiense. Había avanzado
rápidamente en las promociones y tenía el rango
de oficial superior en el Ejército Británico de
77
Lección 12 Cómo ayudar a los demás a estar anhelosamente consagrados
Canadá; me sentía orgulloso de mi puesto. Luego
se presentó la oportunidad para llegar a ser general;
había pasado todos los exámenes y además tenía
antigüedad. Había sólo un hombre que se
interponía para que consiguiera aquello que había
anhelado durante diez años, el rango de general
en el Ejército Británico. Estaba inflado de orgullo
por mi situación. Un día ese hombre murió, y
recibí un telegrama de Londres que decía:
“Preséntese en mi oficina mañana por la mañana,
a las 10:00”, firmado por el general Turner,
comandante de todas las fuerzas canadienses.
Llamé a mi asistente y le dije que me puliera los
botones del uniforme, me cepillara la gorra y las
botas y, en fin, que me hiciera tener el aspecto de
un general porque eso es lo que iba a ser. Él hizo
lo mejor posible con los materiales con que contaba,
y salí rumbo a Londres. Entré con gallardía en la
oficina del general, lo saludé de forma apropiada y
él me correspondió con la clase de saludo que un
oficial superior suele conceder, algo así como
“¡Quítate de mi camino, gusano!” Me dijo:
“Siéntese, Brown”, y añadió: “Lamento no poder
hacer el nombramiento. Usted lo merece, ha pasado
todos los exámenes; además tiene la antigüedad
que se requiere y ha sido un buen oficial, pero no
me es posible hacer el nombramiento. Debe regresar
a Canadá, donde será oficial de entrenamiento y
de transporte. Otra persona tendrá el rango de
general”. Aquello que había estado esperando y
por lo que había orado durante diez años quedó
repentinamente fuera de mi alcance.
Al cabo de un momento, él pasó a otra
habitación para contestar el teléfono y yo me
tomé la libertad de soldado de echar una mirada a
su escritorio, en donde estaba mi historial militar.
Al pie de la página, escrito con mayúsculas y en
negrilla, decía: “ESTE HOMBRE ES MORMÓN”.
En aquellos días no se nos veía con buenos ojos.
Al ver eso, supe por qué no había sido nombrado:
es que tenía ya el rango más elevado que podía
obtener un mormón en el Ejército Británico. El
oficial regresó y me dijo: “Eso es todo, Brown”.
Lo saludé otra vez, no con tanto entusiasmo sino
por obligación, y salí de allí. Tomé el tren y volví a
mi pueblo, que estaba a ciento noventa kilómetros
de distancia, con el corazón deshecho y con
amargura en el alma. Cada vuelta de las ruedas
parecía repetirme: “Eres un fracasado. Te llamarán
cobarde cuando regreses a casa. Entusiasmaste
78
a todos esos muchachos mormones para que se
enrolaran en el ejército, y ahora te escapas a tu
casa”. Sabía lo que me esperaba y cuando llegué
a mi tienda, estaba tan amargado que tiré la gorra
y el cinto sobre el catre. Elevé los puños al cielo
y exclamé: “¿Cómo pudiste hacerme esto, Dios?
He hecho todo lo que estaba de mi parte para
prepararme; no hay nada que podría o debería
haber hecho que no hiciera. ¡Cómo pudiste
hacerme esto!” Sentía la amargura de la hiel.
Entonces oí una voz y reconocí su tono. Era
mi propia voz, que decía: “Yo soy el jardinero
aquí, y sé lo que quiero que hagas”. La amargura
abandonó mi alma y caí de rodillas junto al catre
para pedir perdón por mi ingratitud y mi amargura.
Mientras me encontraba ahí, arrodillado, oí un
himno que estaban cantando en una tienda
vecina. Un grupo de jóvenes mormones se reunía
regularmente todos los martes por la noche, y,
por lo general, yo me reunía con ellos. Nos
sentábamos en el suelo y teníamos una reunión
de la Mutual. Arrodillado allí, suplicando perdón,
oí sus voces que cantaban:
“Quizás no tenga yo que cruzar
montañas ni ancho mar;
quizás no sea a lucha cruel
que Cristo me quiera enviar.
Mas si Él me llama a sendas
que yo nunca caminé,
confiando en Él le diré:
Señor, a donde me mandes, iré”.
(Himnos, N° 175.)
Me puse de pie convertido en un hombre
humilde; y ahora, casi cincuenta años más tarde,
miro hacia Dios y le digo: “Gracias, Señor Jardinero,
por talarme, por amarme lo bastante, aunque me
doliera”. Veo ahora que no era prudente que llegara
a ser general en ese tiempo, porque si lo fuera,
habría sido oficial superior en todo el occidente de
Canadá, siempre con un buen salario y un lugar
donde vivir; habría tenido una buena pensión
cuando ya no estuviera de servicio; pero habría
tenido que criar a mis seis hijas y mis dos hijos
alrededor de los cuarteles. Indudablemente, se
habrían casado fuera de la Iglesia, y creo que yo
no habría llegado a nada. No es que haya llegado
muy lejos de todos modos, pero he logrado más
de lo que habría logrado si el Señor me hubiese
dejado ir en la dirección que yo quería.
Lección 12 Cómo ayudar a los demás a estar anhelosamente consagrados
He querido contarles esta historia, aunque la he
contado varias veces en otras ocasiones, porque
entre ustedes habrá muchos que tendrán
experiencias muy difíciles: desaliento, desilusión,
aflicción, derrota. Serán acrisolados y probados para
demostrar de qué material están hechos. Pero si
no obtienen lo que piensen que deben obtener,
recuerden esto: “Dios es el jardinero aquí; Él sabe
lo que quiere que lleguen a ser”. Sométanse a Su
voluntad. Sean dignos de Sus bendiciones, y las
recibirán.
de las almas de los hombres” (D. y C. 138:56).
¡Qué magnífica visión nos da ese pasaje con
respecto a nuestro propósito en la tierra!
A quien mucho se da, mucho se requiere.
Nuestro Padre Celestial nos pide a Sus hijas que
seamos virtuosas, que vivamos con rectitud a fin
de que cumplamos la misión de nuestra vida, así
como Sus propósitos. Él desea que salgamos
adelante con éxito y nos amparará si buscamos
Su ayuda.
Se dio a las mujeres cualidades especiales
ELEMENTOS PARA EL ESTUDIO
• ¿Qué factores motivaron al élder Brown a
cambiar el orden de sus prioridades?
• ¿Qué principios aprendemos del relato del élder
Brown para aplicar en nuestra propia vida?
• ¿Qué actitudes nos ayudan a dejar que el Señor
modele nuestra vida?
• Una actitud de agradecimiento, ¿en qué
sentido puede ayudarnos a ser buenos líderes?
Hermana Margaret D.
Nadauld
Presidenta General de las
Mujeres Jóvenes
Véase “El regocijo del ser
mujer”, Liahona, enero de
2001, págs. 17–19.
Las mujeres fieles tienen una misión gloriosa
Es una bendición extraordinaria ser hija de Dios
hoy en día. Tenemos la plenitud del Evangelio de
Jesucristo. Contamos con la bendición de tener el
sacerdocio restaurado en la tierra. Somos guiados
por un Profeta de Dios que posee todas las llaves
del sacerdocio. Amo y honro al presidente Gordon
B. Hinckley y a todos nuestros hermanos que
poseen el sacerdocio y son dignos de él.
Me siento inspirada por la vida de las mujeres
buenas y fieles. Desde el principio del tiempo, el
Señor ha depositado una considerable confianza
en ellas. Nos ha enviado a la tierra en una época
como ésta para efectuar una gran y maravillosa
misión. Doctrina y Convenios enseña: “Aun antes
de nacer, ellos, con muchos otros, recibieron sus
primeras lecciones en el mundo de los espíritus, y
fueron preparados para venir en el debido tiempo
del Señor a obrar en su viña en bien de la salvación
El que las mujeres hayamos nacido como tales
en esta tierra se determinó largo tiempo antes
del nacimiento terrenal, como así también las
diferencias divinas que hay entre hombre y mujer.
Me deleito en la claridad de las enseñanzas de la
Primera Presidencia y el Quórum de los Doce
Apóstoles que se exponen en la Proclamación
sobre la familia. Allí dice: “El ser hombre o mujer
es una característica esencial de la identidad y el
propósito eternos de los seres humanos en la vida
premortal, mortal y eterna”1. En esa declaración
se nos enseña que toda niña era mujer y femenina
mucho antes de su nacimiento terrenal.
Dios envió a las mujeres a la tierra con algunas
cualidades extraordinarias. Al dirigirse a las mujeres
jóvenes, el presidente Faust dijo que la femineidad
“es el adorno divino del género humano, que se
expresa en… su capacidad para amar, su
espiritualidad, delicadeza, resplandor, sensibilidad,
creatividad, encanto, refinamiento, ternura, dignidad
y serena fuerza. Se manifiesta en forma diferente
en cada jovencita o mujer, pero todas… la poseen.
La femineidad es parte de su belleza interior”2.
El cuidado de nuestro aspecto
Nuestro aspecto exterior es un reflejo de lo que
somos interiormente. Nuestras vidas reflejan aquello
que buscamos. Y si de todo corazón buscamos en
verdad conocer al Salvador y ser más semejantes
a Él, lo lograremos, porque Él es nuestro divino y
eterno Hermano. Pero es más que eso: es nuestro
amado Salvador, nuestro querido Redentor. Junto
con Alma de antaño, preguntamos: “¿Habéis recibido su imagen en vuestros rostros?” (Alma 5:14).
Se puede reconocer a las mujeres que están
agradecidas de ser hijas de Dios, por su aspecto
externo. Estas mujeres comprenden la mayordomía
que tienen sobre su cuerpo y lo tratan con decoro;
79
Lección 12 Cómo ayudar a los demás a estar anhelosamente consagrados
lo cuidan como cuidarían un santo templo porque
entienden la enseñanza del Señor: “¿No sabéis
que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios
mora en vosotros?” (1 Corintios 3:16).
Las mujeres que aman a Dios nunca profanarían
un templo ni lo desfigurarían con inscripciones
mundanas; ni abrirían de par en par las puertas de
ese santo y dedicado edificio para invitar al mundo
a mirarlo. Cuánto más sagrado que un templo es
el cuerpo, puesto que no ha sido hecho por el
hombre, sino que fue hecho por Dios. Nosotras
somos las mayordomas, las guardas de la pureza
que nuestro cuerpo trajo del cielo. “Si alguno
destruyere el templo de Dios, Dios le destruirá a
él; porque el templo de Dios, el cual sois vosotros,
santo es” (1 Corintios 3:17).
Las agradecidas hijas de Dios cuidan su cuerpo
con esmero, puesto que saben que son la fuente
de la vida y reverencian la vida; no descubren su
cuerpo para congraciarse con el mundo, sino que
son recatadas para recibir la aprobación de su
Padre Celestial, porque saben que Él las ama
profundamente.
El ministerio de la mujer
Se puede reconocer a las mujeres que están
agradecidas de ser hijas de Dios por su actitud;
ellas saben que las tareas de los ángeles se han dado
a la mujer y desean estar al servicio de Dios para
amar a Sus hijos y ministrarles; para enseñarles
las doctrinas de la salvación; para llamarlos al
arrepentimiento; para salvarlos espiritualmente;
para guiarlos en el desempeño de la obra de Dios,
para dar a conocer los mensajes de Él3. Ellas
comprenden que pueden ser una bendición para
los hijos de su Padre Celestial en los hogares y en
los vecindarios de éstos, y más aún. Las mujeres
que están agradecidas de ser hijas de Dios
glorifican Su nombre.
El magnificar los dones
Se puede reconocer a las mujeres que están
agradecidas de ser hijas de Dios por sus aptitudes.
Cumplen su potencial eterno y magnifican sus
dones divinos. Son mujeres competentes y firmes
que hacen bien a las familias, sirven al prójimo y
entienden que “la gloria de Dios es la inteligencia”
(D. y C. 93:36). Son mujeres que abrazan las
virtudes eternas para ser todo lo que nuestro Padre
Celestial necesita que sean. El profeta Jacob habló
80
de algunas de esas virtudes cuando dijo que “son de
sentimientos sumamente tiernos, castos y delicados
ante Dios, cosa que agrada a Dios” (Jacob 2:7).
La reverencia por la maternidad
Se puede reconocer a las mujeres que están
agradecidas de ser hijas de Dios mediante su
reverencia por la maternidad, aun cuando esta
bendición les haya sido denegada temporariamente.
En estas circunstancias, su recta influencia puede
ser una bendición en la vida de los niños a quienes
amen. Su enseñanza ejemplar es eco de la voz de
un hogar fiel y hace resonar la verdad en el corazón
de los niños que necesiten otro testimonio.
Las hijas agradecidas de Dios le aman y enseñan
a sus hijos a amarle sin reserva ni resentimiento.
Son como las madres del joven ejército de Helamán,
las cuales tenían una gran fe y “les habían enseñado
que si no dudaban, Dios los libraría” (Alma 56:47).
Al observar a una madre amable y gentil en
acción, se ve a una mujer de gran fortaleza. Al
buscar estas madres la compañía del Espíritu Santo
y la guía del Espíritu de Dios, su familia puede
percibir un espíritu de amor, respeto y seguridad
cuando está cerca de ellas. La familia es bendecida
por la sabiduría y buen juicio de la madre. Los
maridos y los hijos cuyas vidas ellas bendigan
contribuirán a la estabilidad de las sociedades de
todo el mundo. Las agradecidas hijas de Dios
aprenden las verdades de sus madres, abuelas y
tías, y enseñan a sus hijas el dichoso arte de crear
un hogar. Buscan una buena educación para sus
hijos, y ellas mismas tienen sed de conocimiento.
Ayudan a sus hijos a desarrollar destrezas que
puedan emplear en el servicio a los demás. Saben
que el camino que han escogido no es el más fácil,
pero sí que merece la pena sus mejores esfuerzos.
Ellas entienden lo que quiso decir el élder Neal
A. Maxwell con estas palabras: “Cuando la historia
final de la humanidad se revele, ¿hará resonar el
tronar del cañón o el eco de una canción de cuna?
¿Los grandes armisticios hechos por los militares
o la acción pacificadora de la mujer en el hogar?
Lo que ocurre en las cunas y en los hogares, ¿no
tendrá mayor efecto que las grandes resoluciones
tomadas en los congresos?4”.
Las hijas de Dios saben que es la naturaleza de
la mujer la que puede proporcionar bendiciones
eternas, y por ello viven para cultivar ese atributo
Lección 12 Cómo ayudar a los demás a estar anhelosamente consagrados
divino. Por cierto que cuando una mujer reverencia
la maternidad, sus hijos se levantarán y la llamarán
bienaventurada (véase Proverbios 31:28).
son y pueden ser. Por favor, sean dignos del santo
sacerdocio de Dios que poseen y hónrenlo, puesto
que nos bendice a todos nosotros.
No somos como las mujeres del mundo
Hermanas, tengan la edad que tengan,
comprendan todo lo que son y deben ser, todo
aquello para lo cual Dios mismo las preparó en la
existencia preterrenal. Ruego que utilicemos con
gratitud los dones inestimables que se nos han
dado para ayudar a los seres humanos a pensar con
mayor rectitud y a tener más nobles aspiraciones,
y lo hago en el nombre de Jesucristo. Amén.
Las mujeres de Dios no pueden ser como las
mujeres del mundo. El mundo tiene suficientes
mujeres duras; necesitamos mujeres tiernas. Hay
suficientes mujeres groseras; necesitamos mujeres
bondadosas. Hay suficientes mujeres rudas;
necesitamos mujeres refinadas. Hay suficientes
mujeres que tienen fama y dinero; necesitamos
más mujeres que tengan fe. Hay suficiente codicia;
necesitamos más abnegación. Hay suficiente
vanidad; necesitamos más virtud. Hay suficiente
popularidad; necesitamos más pureza.
¡Ah, cuánto rogamos que toda jovencita crezca
y llegue a ser la mujer extraordinaria que Dios sabe
que puede ser! Suplicamos que su madre y su
padre le indiquen el camino correcto. Imploramos
que las hijas de Dios honren el sacerdocio y
apoyen a los que lo poseen dignamente; que
comprendan su gran capacidad de fortaleza en el
ámbito de las virtudes eternas de las que algunos
se burlan en el mundo moderno de mujeres
liberadas de restricciones.
Comprendamos y cultivemos nuestro potencial
Rogamos que las madres y los padres
comprendan el gran potencial para el bien que
sus hijas han heredado de su hogar celestial.
Debemos alimentar su dulzura, su naturaleza
caritativa, su espiritualidad y sensibilidad innatas,
así como su aguda inteligencia. Celebren el hecho
de que las niñas sean diferentes de los muchachos.
Siéntanse agradecidos por el lugar que ellas ocupan
en el gran plan de Dios. Y recuerden siempre lo
que dijo el presidente Hinckley: “Sólo después de
que la tierra hubo sido formada, después de que el
día fue separado de la noche, después de que las
aguas hubieron sido separadas de la tierra seca,
después de que fueron creadas la vegetación y la
vida animal, y después de que el hombre hubo
sido puesto en la tierra, fue creada la mujer; y
sólo entonces se dijo que la obra estaba hecha y
que era buena”5.
Padres de familia, esposos y hombres jóvenes,
ruego que comprendan todo lo que las mujeres
Notas
1. “La familia: Una proclamación para el
mundo”, Liahona, junio de 1996, pág. 10.
2. Presidente James E. Faust, “El ser mujer: El
más alto lugar de honor”, Liahona, julio de
2000, pág. 118.
3. Bruce R. McConkie, Mormon Doctrine, 2a ed.,
1966, pág. 35.
4. Élder Neal A. Maxwell, “Mujeres de Dios”,
Liahona, agosto de 1978, págs. 14–15.
5. Presidente Gordon B. Hinckley, “Our
Responsibility to Our Young Women”,
Ensign, set. de 1988, pág. 11.
ELEMENTOS PARA EL ESTUDIO
• Hagan una lista de las expresiones positivas e
inspiradoras que la hermana Nadauld emplea
en su discurso (por ejemplo, “bendición
extraordinaria”, “magnífica visión”, “diferencias
divinas”, etc.). ¿Qué lecciones podemos aprender
nosotros, como líderes, con esas expresiones
que podamos aplicar en nuestra comunicación
con los demás?
• Comparen el efecto de las expresiones positivas
y de las negativas para motivar a otras personas.
• Según la hermana Nadauld, ¿cuáles son algunos
elementos del aspecto de una persona de
rectitud? ¿Por qué serán éstos importantes en
un líder?
• ¿Por qué son esos elementos más importantes
que la belleza física?
• ¿Cómo podemos ayudar a otras personas a
darse cuenta de su potencial divino?
81
LECCIÓN 13
LA OBRA DEL LIDERAZGO
“Enséñales a no cansarse nunca de las buenas obras, sino a ser mansos y humildes de corazón;
porque éstos hallarán descanso para sus almas” (Alma 37:34).
PRINCIPIO DE LIDERAZGO
Los líderes de la familia y los de la Iglesia deben trabajar diligentemente para llevar almas al Señor
y para establecer Su reino.
CONCEPTO DE LA LECCIÓN
1. Los líderes deben trabajar diligentemente para llevar almas al Señor.
CONCEPTO 1: LOS LÍDERES DEBEN TRABAJAR
DILIGENTEMENTE PARA LLEVAR ALMAS AL SEÑOR.
COMENTARIOS
El élder Bruce R. McConkie, cuando era
miembro de los Setenta, escribió esto: “El trabajo
es el grandioso principio fundamental que hace
que todo sea posible tanto en esta vida como en la
eternidad” (Mormon Doctrine, 2a ed., 1966, pág.
847). Y el presidente Gordon B. Hinckley enseñó:
“No hay nada de verdadera importancia que se
consiga sin trabajo. Nada sucede en este mundo a
menos que haya trabajo… El trabajo tiene que
existir” (Standing for Something: Ten Neglected
Virtues That Will Heal Our Hearts and Homes,
2000, pág. 80).
Nuestro Padre Celestial se esfuerza por salvar y
exaltar a Sus hijos (véase Moisés 1:39). La expiación
de Jesucristo lo hace posible, completando así la
obra del Padre (véase Juan 4:34; 5:17; 9:4). Él nos
da la oportunidad de ayudarnos los unos a los
otros a regresar junto al Padre. “Alguien ha dicho
con razón: ‘Tal como la característica del fuego es
quemar y la de la nieve congelar, así la de Dios es
el trabajo’. Y nosotros somos Sus hijos” (George
Reynolds y Janne M. Sjodahl, Commentary on the
Book of Mormon, ed. por Philip C. Reynolds, 7
tomos, 1955–1961, tomo I, pág. 275).
La obra de los líderes no sólo ayuda a los demás
en su camino, sino también al líder mismo. “El
trabajo dedicado contribuye a que desarrollemos
los atributos de la santidad: la autodisciplina, la
82
perseverancia, la responsabilidad y la integridad”
(en Encyclopedia of Mormonism, ed. por Daniel
H. Ludlow, 5 tomos, 1992, tomo IV, pág. 1586).
La oportunidad de trabajar se presentó a la
humanidad cuando el Señor puso a Adán “en el
huerto de Edén, para que lo labrara y lo guardase”
(Génesis 2:15). La necesidad del trabajo continuó
cuando Dios expulsó a Adán del jardín (véase
Génesis 3:17–19).
Si esperamos llegar a ser líderes útiles, debemos
estar dispuestos a trabajar con esfuerzo. El
presidente Spencer W. Kimball explicó: “Debemos
hacer algo más que suplicar al Señor que nos
haga excelentes. La transpiración debe preceder a
la inspiración; antes de lograr la excelencia, tiene
que haber un esfuerzo. Debemos hacer más que
orar para obtener esos resultados… aun cuando
ciertamente debemos orar. Tenemos que pensar;
tenemos que esforzarnos” (The Teachings of
Spencer W. Kimball, 1982, pág. 402).
Los líderes deben también tener presente este
consejo del rey Benjamín: “Y mirad que se hagan
todas estas cosas con prudencia y orden; porque
no se exige que un hombre corra más aprisa de lo
que sus fuerzas le permiten” (Mosíah 4:27).
Considere las siguientes explicaciones del élder
Neal A. Maxwell; cuando era Ayudante del Consejo
de los Doce, enseñó:
“En la mayoría de los casos, la obra extraordinaria de Dios la llevan a cabo personas comunes en
el supuesto anonimato del hogar y la familia”
(That My Family Should Partake, 1974, pág. 122).
Lección 13 La obra del liderazgo
“Hay algo de santidad en el trabajo; incluso en
tiempos de abundancia es una necesidad. Aunque
el trabajo no es todo en la vida, puede ayudarnos
a tener presentes nuestras bendiciones” (Look Back
at Sodom: A Timely Account from Imaginary
Sodom Scrolls, 1975, pág. 10).
Más adelante, cuando integraba la Presidencia
de los Setenta, élder Maxwell escribió lo siguiente:
“Dios da los picos y las palas a los ‘elegidos’
porque ellos están dispuestos a ponerse a trabajar
y a tener las manos callosas. Quizás no sean los
mejores ni los más capaces, pero son los que
están más disponibles” (Deposition of a Disciple,
1976, pág. 54).
Y después de pasar a integrar el Quórum de los
Doce Apóstoles, el élder Maxwell enseñó:
“Si nos ponemos a pensar en qué será lo que se
levantará con nosotros en la resurrección, resulta
claro que nuestra inteligencia continuará con
nosotros, no sólo el cociente intelectual sino
también la capacidad de recibir y de aplicar la
verdad. Nuestro talento, nuestros atributos y
nuestras habilidades se levantarán con nosotros;
ciertamente, también la capacidad de aprender,
el grado de autodisciplina que poseamos y la
capacidad de trabajar. La forma precisa de nuestro
trabajo aquí puede no tener paralelo allá, pero la
capacidad de trabajar nunca caerá en desuso”
(We Will Prove Them Herewith, 1982, pág. 12).
“Aunque hablamos con razón de ‘la fe y las
obras’, la fe en sí misma… ¡es una obra sin fin!
Es una obra para realizar y un proceso que se
sigue mejor si estamos no sólo ‘anhelosamente
consagrados’ sino también consagrados con
‘temor y temblor’. De otro modo, podríamos
perder nuestra concentración en Cristo” (Lord,
Increase Our Faith, 1994, págs. 111–112).
“Para nosotros, indudablemente la meta tiene
que estar en hacer de la obra de Dios nuestra
obra, y no al revés” (If Thou Endure It Well, 1996,
pág. 101).
IDEAS PARA LA ENSEÑANZA
Canten o lean la letra de un himno sobre el
trabajo (por ejemplo, “Trabajad con fervor”, N° 149;
“Trabajemos hoy en la obra”, N° 158; “Pon tu
hombro a la lid”, N° 164). Analicen la función que
cumple el trabajo en el liderazgo de la familia y de
la Iglesia.
Diga a los alumnos que lean Alma 26 y se fijen
en las labores que tuvieron que realizar Ammón y
sus compañeros de misión antes de tener éxito.
Trate de hacerles comprender que en el liderazgo,
así como en la obra misional, los frutos se cosechan
después del trabajo.
Divida la clase en grupos pequeños y dé a cada
grupo una o más de las frases del élder Neal A.
Maxwell que aparecen en los “Comentarios”. Inste
a los grupos a analizar las frases y luego que uno
de los alumnos de cada grupo dé un informe de
esas observaciones al resto de la clase. Comenten
y analicen lo que sea apropiado.
Haga hincapié en que la obra que realicemos en
el seno de la familia y en nuestros llamamientos
será la más importante que llevemos a cabo en esta
vida. Y, por tratarse de la obra del Señor, debemos
fiarnos de Su Espíritu para tener éxito.
Canten o lean la letra de otro himno que
mencione la importancia del trabajo.
FUENTES DE RECURSOS PARA EL MAESTRO
Élder Mark E. Petersen
del Quórum de los Doce
Apóstoles
“Imagen de un líder de la
Iglesia”, véase Liahona, set.
de 1981, págs. 19–25.
“...¿qué clase de hombres habéis de ser?”,
preguntó el Salvador a los nefitas cuando se
aprestaban a iniciar su ministerio.
Y Él mismo respondió, diciendo: “...En verdad
os digo, aun como yo soy” (3 Nefi 27:27).
¡Aun como Él es! Mediten sobre ello. Jesucristo
es nuestro modelo.
Y ¿cuándo esperaba Él que esos hombres
adoptaran Su estilo de vida? No era para más
adelante ni para el futuro, sino para que lo aplicaran
inmediatamente. Como Sus ministros, ellos tenían
la responsabilidad inmediata de reflejar Su imagen
frente a la humanidad entera.
He allí la clave que nos indica la forma en que
todos debemos llevar a cabo Su obra.
83
Lección 13 La obra del liderazgo
Pero cabe preguntarse: ¿En qué consiste Su
obra? Él nos dice que Su obra e incluso Su gloria
consisten en llevar a cabo la inmortalidad y la vida
eterna del hombre. Y ¿qué es la vida eterna? La
vida eterna es llegar a ser como Dios. Por ser Sus
hijos, tenemos el potencial de llegar a ser perfectos
como Él es.
Ése es un privilegio que está al alcance de toda
la humanidad, en todas partes, en toda tierra. Sin
embargo, debe lograrse por medio de la fe en
Cristo. ¿Y cómo se obtiene esa fe? Pablo formuló
la misma pregunta con estas palabras: “¿Cómo…
invocarán a aquel en el cual no han creído? ¿Y
cómo creerán en aquel de quien no han oído?
¿Y cómo oirán sin haber quien les predique?
“¿Y cómo predicarán si no fueren enviados?”
(Romanos 10:14–15).
Nosotros somos Sus predicadores y hemos sido
debidamente enviados. ¿Cómo, pues, ejerceremos
nuestro ministerio?
Convirtámonos
Nicodemo se acercó a Jesús una noche. Jamás
olvidaremos lo que el Señor le dijo: “…el que no
naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios”
(Juan 3:3).
Relacionamos esta enseñanza con nuestro
renacimiento del agua y del Espíritu por medio
del bautismo; pero a menudo nos conformamos
con la explicación del bautismo de agua y damos
poca importancia al bautismo del Espíritu.
Mediante la imposición de manos recibimos la
confirmación y se nos confiere el don del Espíritu
Santo. Debemos tener presente, no obstante, que
con esa ordenanza nuestra vida es renovada; y si
somos sinceros, literalmente nacemos de nuevo.
En el verdadero sentido de la palabra, nos
transformamos en personas diferentes y mejores;
hay un cambio en nuestro corazón; tal como
Pablo lo describe, dejamos de lado al hombre
carnal y tomamos sobre nosotros el nombre y la
imagen de Cristo (véase Colosenses 3:9–10).
Ese renacimiento es imprescindible para que
otros puedan creer, por medio de nosotros, que
ciertamente Jesús fue enviado del cielo por Su
Padre, que Él es el Salvador y que nosotros somos
Sus siervos investidos con la autoridad para guiarlos
84
por el camino de la verdad. Ése es el comienzo de
su salvación y un punto a favor en la nuestra.
Debemos conservar latente dentro de nosotros
el efecto de ese renacimiento, pues aunque con
nuestro ministerio podamos contribuir al renacimiento de otras personas, no podremos dar algo
que nosotros mismos no poseamos. Si nuestra
casa no está debidamente edificada, nos será muy
difícil ser buenos arquitectos y constructores en la
vida de los demás.
Así que, ¿qué clase de hombres debemos ser?
Como Él mismo es.
El Señor enseñó muchas cosas importantes
que Él espera de Sus discípulos. Una de las más
vívidas lecciones es la de que debemos ser testigos
activos de que Él es el Cristo, para convencer así a
otras personas de que Su Padre en verdad lo envió
al mundo a fin de que fuera nuestro Salvador.
Al orar por Sus discípulos, Jesús también rogó
“por los que han de creen en mí por la palabra de
ellos…
para que el mundo crea que tú me enviaste”
(Juan 17:20–21; cursiva agregada).
Ésa es una de las definiciones más exactas de
la naturaleza divina de nuestro llamamiento. ¡Qué
propósito tan sublime! ¡Qué enorme responsabilidad! Esas palabras deben ser nuestro faro; pero,
¿las entendemos completamente?
Son la médula misma de nuestra religión y nadie
puede salvarse sin esa fe fundamental. Como
oficiales de la Iglesia, todo lo que digamos y
hagamos debe reflejar esta gran verdad: Jesucristo
es el Hijo de Dios; es un Ser divino; fue enviado al
mundo por decreto celestial. Nosotros somos Sus
representantes, Sus testigos, y Él depende de
nosotros, de nuestra labor para que el mundo crea
que en verdad Dios lo envió y que, en consecuencia,
muchos vivan Su Evangelio y sean salvos.
Seamos un ejemplo
Como Pablo le dijo a Timoteo, debemos ser
ejemplos de los creyentes “en palabra, conducta,
amor, espíritu, fe y pureza” (1 Timoteo 4:12).
¿Cuánta atención hemos prestado a la sección 4
de Doctrina y Convenios?
Lección 13 La obra del liderazgo
“…fe, esperanza, caridad y amor, con la mira
puesta únicamente en la gloria de Dios… califican
[a la persona] para la obra.
Somos pastores del rebaño de Dios, que está
compuesto de nuestra familia así como de otros
miembros de la Iglesia.
“Tened presente la fe, la virtud, el conocimiento,
la templanza, la paciencia, la bondad fraternal,
piedad, caridad, humildad, diligencia.
Si nosotros mismos tenemos una conducta
cristiana, les enseñaremos a ellos a lograrla. Si
somos devotos, les enseñaremos devoción; si
estamos dispuestos a ajustarnos a los programas,
les enseñaremos a seguir instrucciones.
“…el campo, blanco está ya para la siega; y he
aquí, quien mete su hoz con su fuerza atesora para
sí, de modo que no perece, sino que trae salvación
a su alma” (D. y C. 4:5–6, 4; cursiva agregada).
Nuestros hogares son las piedras del cimiento
del reino de Dios. Teniendo en cuenta que somos
Sus siervos, ¿qué clase de vida de hogar tenemos?
¿Abunda allí el amor? ¿Damos a nuestros familiares
un ejemplo de actitud cristiana para que ellos
también, por medio de nosotros, crean en Cristo?
¿Somos limpios y castos en nuestros hábitos?
¿Permitimos acaso que el pecado y la inmundicia,
aunque sea en secreto, levanten barreras entre
nosotros y el Espíritu de Dios apartándonos de la
santidad? ¿O estamos dispuestos a defender la
virtud hasta el punto de valorarla más que a nuestra
propia vida?
¿Estamos libres de la hipocresía? ¿Tenemos en
la Iglesia, frente a nuestros hermanos fieles, una
actitud diferente de la que manifestamos en
nuestras actividades diarias?
¿Pueden otras personas justificar arbitrariamente
su mal proceder por lo que nos oigan decir o nos
vean hacer? ¿O, por el contrario, nos elevamos por
encima de esas tendencias mundanas e inspiramos
a los demás hacia metas más sublimes?
Como líderes, ¿somos siempre ejemplo de los
creyentes? ¿O despertamos dudas en otras personas
debido a defectos que pongamos de manifiesto?
¿Somos bondadosos y considerados con nuestro
prójimo? ¿Somos honestos? ¿Son nuestras acciones
contrarias en cualquier sentido a la imagen que
debemos dar como siervos de Dios?
¿Somos capaces de perdonar? ¿Somos justos?
¿Tenemos presente el hecho de que se nos
perdonará sólo si perdonamos a los demás?
¿Ponemos en práctica la Regla de Oro de tratar
a los demás del mismo modo que queremos que
se nos trate a nosotros? Todos estos atributos son
características de la imagen de un verdadero
siervo de Dios.
Les enseñaremos el valor de la inspiración del
Espíritu, comprendiendo que sin Él no podemos
estar en armonía con Dios. Y si no contamos con
esa armonía, quedaremos a merced de nuestros
propios recursos limitados, que no nos servirán
de mucho.
Seamos unidos
Una de las características más sobresalientes del
Señor Jesucristo durante Su ministerio terrenal fue
la unidad que tenía con Dios. Él deseaba de todo
corazón que Sus discípulos formaran parte de ese
círculo de unidad, ya que era imprescindible para
la misión de ellos. Antes de Su padecimiento, oró
para que Sus discípulos fueran uno así como Él y
Su Padre son uno (véase Juan 17:20–21). Y por
medio de José Smith nos dijo que “si no sois uno,
no sois míos” (D. y C. 38:27).
Ese concepto se transformó en una norma
esencial para Sus discípulos en todas partes; es el
cimiento mismo de nuestro éxito y sin él, nos
entregamos al adversario.
Cristo es el Príncipe de Paz, por lo que nosotros
también debemos ser mensajeros de paz. Los
conflictos pueden destruirnos si les permitimos
que surjan; pueden dañar seriamente a la Iglesia.
Destruyeron a la Iglesia de la antigüedad y pueden
aniquilarnos a nosotros. ¿Recordamos lo que el
Señor dijo en cuanto a la contención?
“…no habrá disputas entre vosotros, como
hasta ahora ha habido…
“He aquí, ésta no es mi doctrina, agitar con ira
el corazón de los hombres, el uno contra el otro;
antes bien mi doctrina es ésta, que se acaben tales
cosas” (3 Nefi 11:28, 30).
¿Recordamos qué fue lo que detuvo el establecimiento de la ciudad de Sión en los días del profeta
José Smith? El Profeta se había dirigido al Señor
en ferviente oración debido a la expulsión del pueblo
85
Lección 13 La obra del liderazgo
mormón del condado de Jackson. En respuesta,
el Señor dijo esto concerniente a los santos:
y huyeron; y el enemigo destruyó sus obras y
derribó los olivos.
“He aquí, te digo que había riñas, y contiendas,
y envidias, y disputas, y deseos sensuales y
codiciosos entre ellos; y como resultado de estas
cosas, profanaron sus heredades.
“Ahora, he aquí, el noble, el señor de la viña,
visitó a sus siervos, y les dijo: ¡Cómo! ¿Qué ha
causado este grave daño?
“Fueron lentos en escuchar la voz del Señor su
Dios; por consiguiente, el Señor su Dios es lento
en escuchar sus oraciones y en contestarlas en el
día de sus dificultades.
“En los días de paz estimaron ligeramente mi
consejo, mas en el día de sus dificultades por
necesidad se allegan a mí” (D. y C. 101:6–8). ¿Hay
una declaración más clara y concreta con respecto
a la obediencia?
Seamos obedientes
El Señor relató una importante parábola
mediante el profeta José Smith, en la que insta a
los santos a ser más devotos y manifiesta una vez
más cómo espera Él que sigamos Sus divinas
instrucciones:
“Cierto noble tenía un terreno muy escogido; y
dijo a sus siervos: Id a mi viña, sí, a ese terreno
tan escogido, y plantad doce olivos;
“y poned centinelas alrededor de ellos, y edificad
una torre para que uno vigile el terreno circunvecino y sea el atalaya, a fin de que mis olivos no
sean derribados cuando venga el enemigo a
despojar y tomar para sí el fruto de mi viña.
“Entonces los siervos del noble fueron e hicieron
lo que su señor les mandó. Plantaron los olivos,
los cercaron de vallado, pusieron centinelas y
comenzaron a construir una torre.
“Y mientras todavía estaban poniendo los
cimientos, empezaron a decir entre sí: ¿Y qué
necesidad tiene mi señor de esta torre?
“Y consultaron ellos entre sí largo tiempo,
diciendo: ¿Qué necesidad tiene mi señor de esta
torre, siendo ésta una época de paz?
“¿No se pudiera dar este dinero a los cambistas?
Pues no hay necesidad de estas cosas.
“Y mientras discordaban entre sí, se volvieron
muy perezosos y no hicieron caso de los
mandamientos de su señor.
“Y llegó de noche el enemigo, y derribó el cerco;
y los siervos del noble se levantaron atemorizados
86
“¿No os precisaba haber hecho lo que os mandé
y —después de haber plantado la viña, construido el
vallado alrededor y puesto guardas en los muros—
haber edificado también la torre, colocado un
atalaya en ella y vigilado mi viña para que el
enemigo no os sobreviniese, en vez de quedaros
dormidos?” (D. y C. 101:44–53).
Adviértase las dudas que sobrevinieron a los
obreros de la viña. ¿Qué necesidad tiene mi señor
de esta torre? ¿Qué necesidad tiene?
¿Tenemos nosotros dudas similares? ¿Nos
preguntamos qué necesidad tiene la Iglesia de
esto o aquello? ¿Para qué lo quiere?
¡Cuán vital es que observemos en todo momento
una actitud de adherencia total a las instrucciones
que recibamos y las ejecutemos al detalle!
El Señor también nos dice: “Por tanto, aprenda
todo varón su deber, así como a obrar con toda
diligencia en el oficio al cual fuere nombrado”
(D. y C. 107:99). Debemos familiarizarnos con
nuestros deberes y trabajar en ellos con toda
nuestra inteligencia y todas nuestras fuerzas.
Seamos devotos
¿Cuál es entonces la imagen que debe proyectar
un líder de la Iglesia? Ni más ni menos que la de
todo otro dedicado ministro de Cristo.
¿Puede ser acaso diferente de la de una
Autoridad General? ¿Puede ser distinta de la de
un Representante Regional, un buen presidente
de estaca, un buen obispo, un buen presidente de
misión o un buen presidente de quórum de élderes?
¿No somos todos Sus siervos elegidos? ¿No
estamos todos sujetos al mismo convenio del
sacerdocio? ¿Hay alguien que tenga privilegios
especiales? ¿Hace Dios acepción de personas?
¿Ambicionamos en algún sentido un cargo,
una posición o una distinción en la Iglesia? ¿Es
una actitud así característica de Cristo? ¿No
demuestra una falta de humildad?
La madre de los hijos de Zebedeo se acercó al
Señor procurando para sus hijos Juan y Santiago
Lección 13 La obra del liderazgo
una posición de mayor prestigio que la de los
demás apóstoles. El Señor la reprendió por sus
desmedidas ambiciones. “Cuando los diez oyeron
esto, se enojaron contra los dos hermanos”
(Mateo 20:24).
El Salvador dejó entonces en claro que no habría
entre ellos ninguna desigualdad, y agregó: “Mas
entre vosotros no será así, sino que el que quiera
hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor,
“y el que quiera ser el primero entre vosotros
será vuestro siervo” (Mateo 20:26–27).
En todos los casos, la devoción hacia el deber
es el lema.
Seamos productivos
El Señor espera que seamos productivos y nos
manda producir mucho fruto. Él ilustra ese punto
con la parábola que se encuentra en el capítulo
quince de Juan, donde dice a Sus siervos cómo
llevar a cabo la obra. Con eso, establece la imagen
de un verdadero siervo de Dios.
Ese capítulo empieza con una parábola
concerniente a la viña del Señor; dice que Su
Padre es el labrador, o propietario, y se compara
a Sí mismo con la vid de la viña; luego dice que
nosotros, los obreros, somos como las ramas de
la vid y que debemos llevar abundante fruto en
la viña del Señor:
“Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el
labrador.
“Todo pámpano que en mí no lleva fruto, lo
quitará; y todo aquel que lleva fruto, lo limpiará,
para que lleve más fruto”.
A continuación, nos proporciona un panorama
que debe resultarnos conocido a todos. Nos habla
de la poda de la vid a fin de que produzca más.
En Su viña Él nos poda —nos limpia— para que
podamos producir más abundantemente el fruto
que Él desea.
Seguidamente se refiere a las ramas que no
producen nada por haber quedado separadas de la
parte principal de la vid. ¿Y por qué no producen
en esas circunstancias? Porque la savia nutritiva,
el fluido que produce la vida, se ha cortado de la
rama al separarse ésta de la vid. Eso llevó al Señor
a decir a Sus siervos: “Permaneced en mí, y yo en
vosotros. Como el pámpano no puede llevar fruto
por sí mismo, si no permanece en la vid, así
tampoco vosotros, si no permanecéis en mí”.
Y después agregó: “Yo soy la vid, vosotros los
pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él,
éste lleva mucho fruto; porque separados de mí
nada podéis hacer” (Juan 15:4–5).
Esta es una gran lección. Mientras nos
mantengamos cerca del Señor y seamos nutridos
por Su Espíritu, llevaremos mucho fruto; pero, a
menos que permanezcamos con Él y recibamos
Su fortaleza, ya no podremos producir más de lo
que produce una rama que queda cortada del
árbol. Por eso, Él nos dice: “Separados de mí nada
podéis hacer”.
A fin de agregar mayor significado a este tema,
el Señor dice: “En esto es glorificado mi Padre, en
que llevéis mucho fruto, y seáis así mis discípulos”
(Juan 15:8).
Además, hay en este pasaje de Escritura otra
gran lección que debe hacernos reflexionar
seriamente. En el versículo 16 dice:
“No me elegisteis vosotros a mí, sino que yo
os elegí a vosotros, y os he puesto”, ¿con qué
propósito?, “para que vayáis y llevéis fruto”.
Todavía hay algo más: No sólo nos ha elegido
Él, no sólo nos ha ordenado con el propósito de
que llevemos mucho fruto, sino que también nos
ha llamado y ordenado para obrar de tal forma
que nuestro fruto permanezca.
Presten atención a estas palabras: “No me
elegisteis vosotros a mí, sino que yo os elegí a
vosotros, y os he puesto para que vayáis y llevéis
fruto, y vuestro fruto permanezca” (cursiva
agregada).
¿Qué significa eso? Que sencillamente debemos
planear y orar y obrar con el fin de que no haya
nadie que se aparte a causa de nuestra negligencia,
de que nadie pierda su testimonio, de que nadie
se inactive. Nuestro fruto debe permanecer.
Así es como la imagen que proyecte el siervo
de Dios dependerá de su actitud. Según lo que el
hombre sienta en su corazón, así obrará.
Esta Iglesia es el reino de Dios. El mundo es
Su campo, Su viña. Nosotros somos sus obreros
escogidos, y nuestro éxito estará asegurado sólo si
permanecemos en la Vid. Si así lo hacemos, el
87
Lección 13 La obra del liderazgo
Señor nos hace una hermosa promesa que todos
quisiéramos ver cumplirse:
“Si permanecéis en mí, y mis palabras
permanecen en vosotros, pedid todo lo que queréis,
y os será hecho.
“Si guardareis mis mandamientos,
permaneceréis en mi amor; así como yo he
guardado los mandamientos de mi Padre, y
permanezco en su amor.
“Estas cosas os he hablado, para que mi gozo
esté con vosotros, y vuestro gozo sea cumplido”
(Juan 15:1–2, 4–5, 7–8, 10–11, 16).
ELEMENTOS PARA EL ESTUDIO
• De acuerdo con el élder Petersen, ¿cuál es la
clave del liderazgo en la Iglesia?
• ¿Por qué debemos convertirnos nosotros a fin
de ser buenos ejemplos para los demás?
• ¿Qué relación existe entre el ejemplo del líder
y la unidad del grupo?
• ¿Qué nos enseña sobre el liderazgo la sección 4
de Doctrina y Convenios?
• ¿Qué principio de liderazgo ejemplifica el
Salvador por ser uno con Dios? ¿Cómo aplicamos
ese principio a nuestra labor de líderes?
• ¿Qué párrafo del discurso del élder Petersen
explica mejor el principio de liderazgo de ser
productivos? Expliquen por qué piensan así.
88
LECCIÓN 14
EL LIDERAZGO Y LOS CONSEJOS
“Y los Dioses tomaron consejo entre sí, y dijeron: Descendamos y formemos al hombre a nuestra
imagen, conforme a nuestra semejanza…(Abraham 4:26).
PRINCIPIO DE LIDERAZGO
Los líderes son más eficaces cuando emplean los consejos en el proceso del liderazgo.
CONCEPTOS DE LA LECCIÓN
1. El Padre Celestial preside en el “gran consejo presidente del universo”.
2. La Iglesia está gobernada por consejos.
3. Los consejos de familia son los consejos básicos de la Iglesia.
4. Hay ciertos principios que contribuyen a que los líderes tengan consejos eficaces.
CONCEPTO 1: EL PADRE
CELESTIAL PRESIDE EN EL “GRAN
CONSEJO PRESIDENTE DEL UNIVERSO”.
COMENTARIOS
El Padre Celestial empleó consejos para planear
y crear éste y otros mundos. El presidente Joseph
Fielding Smith, que era entonces miembro del
Quórum de los Doce Apóstoles, escribió que Dios
el Padre, Jesucristo y el Espíritu Santo “constituyen
una Trinidad o Consejo Supremo” (Answers to
Gospel Questions, comp. por Joseph Fielding
Smith, hijo, 5 tomos, 1957–1966, tomo I, pág. 2).
El élder L. Tom Perry, del Consejo de los Doce,
se refirió a la Trinidad como “el gran consejo
presidente del universo” (“Los Artículos de Fe”,
Liahona, julio de 1998, pág. 24).
Las Escrituras dicen que el “Concilio del Dios
Eterno de todos los otros dioses” se reunió “antes
que este mundo fuese” y decretó todo lo necesario
con respecto al funcionamiento del universo
(véase D. y C. 121:31–32). El presidente Joseph
Fielding Smith escribió: “En el gran concilio que
tuvo lugar en los cielos, Jesucristo aceptó voluntariamente la misión de Redentor… Adán también
fue elegido en ese concilio para su participación
como el progenitor de la raza humana” (Answers
to Gospel Questions, tomo I, pág. 182).
Y el profeta José Smith enseñó lo siguiente:
“Todo hombre que recibe el llamamiento de ejercer
su ministerio a favor de los habitantes del mundo
fue ordenado precisamente para ese propósito en
el gran concilio celestial antes que este mundo
fuese” (Enseñanzas del Profeta José Smith, págs.
453–454).
IDEAS PARA LA ENSEÑANZA
Diga a los alumnos que lean rápidamente los
capítulos 4 y 5 de Abraham y se fijen en quiénes
hicieron los planes y crearon la tierra. Pídales que
hablen de lo que hayan encontrado (destaque
palabras como ellos, hicieron, dijeron, haremos,
hemos, los Dioses, etc.).
Aparte de crear la tierra, ¿qué más hizo el concilio
de los Dioses? (véase la sección “Comentarios”).
Haga comprender a los alumnos que el Padre
Celestial estableció el ejemplo para los líderes al
emplear consejos —concilios— para planear y
crear éste y otros mundos.
CONCEPTO 2: LA IGLESIA
ESTÁ GOBERNADA POR CONSEJOS.
COMENTARIOS
El Señor gobierna Su reino terrenal por medio de
consejos. El élder M. Russell Ballard, del Quórum
de los Doce Apóstoles, explicó que después que el
Evangelio fue restaurado, “la Iglesia fue organizada
en quórumes y consejos, con las diversas
presidencias que se nombraron ‘para administrar
89
Lección 14 El liderazgo y los consejos
en las cosas espirituales’ (D. y C. 107:8)”
(Counseling with Our Councils: Learning to
Minister Together in the Church and in the Family,
1997, pág. 39). Esos consejos “coordinan y
programan actividades, reúnen datos, planean
programas o acontecimientos futuros, toman
decisiones y resuelven problemas” (Encyclopedia
of Mormonism, ed. por. Daniel H. Ludlow, 5 tomos,
1992, tomo III, pág. 1141; citado en Counseling
with Our Councils, pág. 5). El propósito de estos
consejos es contribuir a que “los hijos de Dios
disfruten de todas las bendiciones del Evangelio”
(Counseling with Our Councils, pág. 10). El élder
Ballard explicó:
“A través de los años, las configuraciones y los
planes del gobierno y la administración de la Iglesia
se han adaptado para ajustarlos a los tiempos y a las
necesidades cambiantes. Pero se han caracterizado
siempre por respaldarse en los consejos a fin de
preservar la solidaridad y la fortaleza…
“…El consejo presidente de La Iglesia de
Jesucristo de los Santos de los Últimos Días es la
Primera Presidencia, que consiste en el Presidente
de la Iglesia y sus dos Consejeros…
“A continuación, lo que sigue en autoridad
a la Primera Presidencia es el Quórum de los
Doce Apóstoles” (Counseling with Our Councils,
págs. 43–45).
IDEA PARA LA ENSEÑANZA
Ponga a la vista fotografías de la Primera
Presidencia y del Quórum de los Doce Apóstoles.
Explique que esos consejos, con la ayuda de los
Setenta, son los que dirigen a la Iglesia. Analicen
lo que hacen dichos consejos para dirigir la Iglesia
y llevarnos a Cristo.
Hablen de algunos consejos que funcionan en
las estacas y en los barrios.
CONCEPTO 3: LOS CONSEJOS DE FAMILIA
SON LOS CONSEJOS BÁSICOS DE LA IGLESIA.
COMENTARIOS
Un consejo de familia tiene lugar cuando la
familia se reúne para considerar asuntos importantes que conciernan a todos. El élder M. Russell
Ballard escribió: “El consejo básico de la Iglesia es el
consejo de familia” (Counseling with Our Councils,
pág. 154). Los consejos de familia tienen los mismos
90
propósitos que cualquier otro de la Iglesia (véase
la sección “Comentarios” en el Concepto 2).
El élder Ballard escribió sobre “la posible
potestad del consejo de familia para fortalecer
los lazos de ésta, cimentar su unidad y crear
hermosas memorias.
“El élder L. Tom Perry, del Quórum de los
Doce Apóstoles, explicó… que en los consejos
familiares… los padres pueden dar ‘capacitación
en temas como los siguientes: preparación para el
templo y para la obra misional, administración del
hogar y de la economía familiar, educación, trabajo
en la comunidad, desarrollo cultural, adquisición y
cuidado de las posesiones personales, planeamiento
de las horas libres, asignaciones de trabajo…’ (véase
“Todo lo que el hombre sembrare…”, Liahona,
febrero de 1981, pág. 12).
“…El consejo de familia puede contribuir al
orden del hogar, proveer el ambiente apropiado
para suavizar los sentimientos heridos, servir a los
padres de instrumento importante para combatir
las influencias externas y crear una oportunidad
de enseñar profundas verdades del Evangelio”
(Counseling with Our Councils, págs. 148–149).
IDEAS PARA LA ENSEÑANZA
Analicen el motivo por el que los consejos de
familia son los consejos básicos de la Iglesia.
Hablen de lo que se hace en ellos (véase la sección
“Comentarios”).
Pida a los alumnos que cuenten alguna
experiencia que hayan tenido al participar en un
consejo de familia en el cual se haya tomado una
decisión importante o se haya realizado una tarea
de magnitud.
Explíqueles que el Padre Celestial nos ha dado
el ejemplo de liderazgo sirviéndose de consejos.
La Iglesia se gobierna en todos los niveles por
medio de consejos. Los miembros de una familia
también pueden reunirse en consejo para lograr
los propósitos que les conciernan.
CONCEPTO 4: HAY CIERTOS
PRINCIPIOS QUE CONTRIBUYEN A QUE
LOS LÍDERES TENGAN CONSEJOS EFICACES.
COMENTARIOS
El élder M. Russell Ballard dijo: “Cuando
hacemos un esfuerzo colectivo, creamos sinergia
Lección 14 El liderazgo y los consejos
espiritual, o sea, un incremento en la eficacia
como resultado de la cooperación, cuyo resultado
es mucho más grande que la suma de sus partes”
(“Fortalezcamos los consejos”, Liahona, enero de
1994, pág. 90). Más tarde, el élder Ballard dijo que
los líderes de la familia y de la Iglesia “aprovechen
y canalicen la fortaleza espiritual por medio de los
consejos” (“Los consejos de la Iglesia”, Liahona,
julio de 1994, pág. 29).
El élder Ballard enseñó también: “ ‘Cuando los
miembros participan en consejos, aprenden sobre
aspectos mayores de la organización. Ven al
liderazgo en acción y aprenden a planificar, analizar
problemas, tomar decisiones y coordinar los
diversos programas y organizaciones de la Iglesia.
La participación en los consejos prepara a los
miembros para futuras responsabilidades de
liderazgo’. (“Priesthood Councils”, citado en
Encyclopedia of Mormonism, Ludlow, tomo III,
págs. 1141–1142)…
“…Cuando hay más personas que se sienten
responsables de un problema, hay más personas
dispuestas a contribuir a la solución…
“…Uno de los importantes puntos fuertes
del sistema de consejos es la flexibilidad que
proporciona para desarrollar y aplicar soluciones
locales a los problemas locales” (Counseling with
our Councils, págs. 6, 15).
El élder Ballard sugiere varios principios
importantes para dirigir por medio de consejos:
• Los líderes deben transmitir al consejo un
sentido del propósito e importancia que tiene.
• En los consejos se debe dar tiempo para analizar
los puntos de vista diferentes.
• Los líderes deben respetar el albedrío de los
miembros del consejo.
• Los líderes deben dar instrucciones precisas
y claras.
• Los líderes deben delegar responsabilidades.
• Los líderes deben dar el ejemplo a los
miembros del consejo.
• Los líderes deben prestar servicio con amor.
(Véase Counseling with Councils, págs. 23–36.)
• “El problema se explica clara y resumidamente,
pero no se permite al consejo extenderse en los
aspectos negativos”.
• “El líder del consejo dirige el análisis sin
dominarlo. Hace preguntas, pide opiniones
y luego escucha”.
• “Los miembros del consejo emplean su propia
perspectiva individual en lugar de hablar
simplemente como representantes de sus
respectivas organizaciones”.
• Primero, los miembros del consejo “determinan
cuál es el resultado deseado, y luego deciden
cómo lograrlo”.
• “En sus deliberaciones, el consejo no se aparta
jamás de la misión de la Iglesia: traer almas a
Cristo mediante la proclamación del Evangelio,
perfeccionar a los santos y redimir a los
muertos”.
• “No se debe permitir a los miembros del
consejo que olviden la importancia que tienen
su influencia y su ejemplo”.
• “Se piden las ideas de todos, pero las decisiones
finales quedan en manos del líder del consejo,
que para guiar las decisiones de éste se basa en
la inspiración más que en su propia opinión”.
(Counseling with Our Councils, págs. 165, 168.)
IDEAS PARA LA ENSEÑANZA
Pregunte a los alumnos qué es sinergia. (La
sinergia es la combinación de diversas acciones
para lograr un mayor efecto total.) Dé a un alumno
el comentario del élder Ballard sobre la sinergia
espiritual (véase la sección “Comentarios”).
Analicen la razón por la que este principio se aplica
a los consejos y anote ejemplos en la pizarra.
Analicen los principios que deben tener en
cuenta los líderes al trabajar en consejos (véase la
sección “Comentarios”). Invente una situación
hipotética de liderazgo y analicen cómo pueden
aplicarse a ella esos principios.
Repasen las sugerencias para los consejos que
ofrece el élder M. Russell Ballard y exhorte a los
alumnos a aplicarlas en sus reuniones de consejo.
Además, el élder Ballard hizo sugerencias sobre
la forma en que puede conducirse un consejo para
resolver un problema:
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Lección 14 El liderazgo y los consejos
FUENTE DE RECURSOS PARA EL MAESTRO
Élder M. Russell Ballard
del Quórum de los Doce
Apóstoles
Véase “Fortalezcamos los
consejos”, Liahona, enero
de 1994, págs. 89–92.
Los consejos en la Iglesia del Señor
…En la vida preterrenal, Dios realizó un gran
consejo para presentar Su glorioso plan relacionado
con nuestro bienestar eterno. La Iglesia del Señor
está organizada en consejos en todos los niveles,
comenzando por el Consejo de la Primera
Presidencia y el Quórum de los Doce Apóstoles y
continuando con los consejos de estaca, de barrio,
de quórum, de las organizaciones auxiliares y
de familia.
El presidente Stephen L. Richards dijo:
“La extraordinaria fuerza intelectual del gobierno
de nuestra Iglesia radica en gobernar por medio
de consejos… He tenido bastante experiencia para
saber lo valiosos que éstos son. No pasa un día en
el que no pueda apreciar… la sabiduría de Dios en
la creación de consejos… para gobernar Su reino…
“Sin vacilar, les aseguro que, si se reúnen en
consejo para deliberar, como se supone que lo
hagan, Dios les dará las soluciones a los problemas
que enfrentan” (en “Conference Report”, octubre
de 1953, pág. 86).
Cómo deben funcionar los consejos
Como miembro de los Doce, presto servicio en
varios consejos y comités de la Iglesia, reuniéndome
regularmente con los líderes de las organizaciones
auxiliares. Juntos deliberamos, escudriñamos las
Escrituras y oramos pidiendo guía, mientras nos
esforzamos por aprender la forma en que las organizaciones auxiliares pueden bendecir y fortalecer
más eficazmente a los miembros de la Iglesia.
En muchos aspectos, los consejos generales de
la Iglesia funcionan de manera muy similar a la
de los de estaca y barrio. Todos los consejos de la
Iglesia deben alentar el análisis libre y abierto al
deliberar entre sí y al esforzarse por tener una
comunicación clara y concisa. Los consejos deben
analizar los objetivos y los asuntos de interés,
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siendo el entendimiento mutuo la meta final. Los
consejos de estaca y de barrio son la oportunidad
ideal para que los líderes de todas las organizaciones
dialoguen y se fortalezcan entre sí. La finalidad
principal de las reuniones de consejo de estaca y
barrio no debe ser programar y planear actividades
sino coordinarlas y ejercer la mayordomía. En
esas reuniones, los líderes del sacerdocio y de las
organizaciones auxiliares deben repasar juntos
sus responsabilidades y encontrar la forma en que
los programas de la Iglesia ayuden a los miembros
a vivir el Evangelio en sus hogares. Hoy día, tanto
las personas solas como las familias necesitan la
ayuda inspirada y sabia de la Iglesia para combatir
las maldades del mundo.
Pidan opinión a las hermanas en las reuniones
de consejo
En una reunión reciente de consejo con las
presidencias de las organizaciones auxiliares de
las mujeres, las hermanas me dijeron que muy
pocas mujeres de la Iglesia expresan interés en
poseer el sacerdocio; lo que desean es que las
escuchen y valoren, y hacer contribuciones
significativas a la estaca o al barrio y a sus
miembros para servir al Señor y ayudar a llevar
a cabo la misión de la Iglesia.
Por ejemplo, no hace mucho, hablábamos
acerca de la dignidad de la juventud para prestar
servicio misional. La presidenta Elaine Jack me
dijo: “Sabe, élder Ballard, si preguntáramos a las
hermanas de la Iglesia, ellas quizás tengan algunas
buenas sugerencias para preparar a la juventud
para salir a una misión. Después de todo, ¡nosotras
somos las madres de esos jóvenes!” Las sugerencias
de las hermanas pueden ayudar tanto en lo
relacionado con la asistencia al templo como en
una variedad de otros asuntos que a los líderes
del sacerdocio puede costarles más resolver.
Hermanos, asegúrense de contar con la
contribución fundamental de las hermanas en sus
reuniones de consejo. Insten a todos los miembros
del consejo a expresar sus sugerencias e ideas para
que la estaca o el barrio funcione más eficazmente
en la proclamación del Evangelio, el perfeccionamiento de los santos y la redención de los muertos.
Todos los miembros del consejo deben participar
Lo ideal sería que todos los miembros de los
consejos de la Iglesia o de familia expresaran sus
Lección 14 El liderazgo y los consejos
preocupaciones y sugirieran soluciones basadas
en los principios del Evangelio. Creo que la Iglesia
y nuestras familias se fortalecerían si los presidentes
de estaca y los obispos utilizaran sus reuniones
de consejo para encontrar la forma de mejorar
la calidad de las reuniones sacramentales; de
perfeccionar la reverencia; de centrar nuestra
atención en los niños; de fortalecer a la juventud;
de ayudar a las personas solteras, viudas o
divorciadas, incluso a los padres que se encuentran
en esa situación; de enseñar y hermanar a los
investigadores y a los miembros nuevos; de mejorar
la enseñanza del Evangelio; y muchos otros
temas similares.
Durante la última mitad de este año, en
combinación con cada conferencia de estaca,
hemos estado llevando a cabo una reunión de
capacitación especial para analizar la moral de
nuestra juventud; lo hacemos con la participación
de miembros de los consejos de estaca y barrio.
Toda pregunta que me dirigieron durante el período
de análisis se podría haber tratado en forma mucho
más apropiada en una reunión de consejo de barrio;
sin embargo, los que hacen las preguntas muy
pocas veces piensan que han tenido la oportunidad
de hacerlas y de expresar sus preocupaciones y
ofrecer sugerencias en esas reuniones de consejo.
Deben crear sinergia espiritual en los consejos
En esta época tan peligrosa, necesitamos el
esfuerzo colectivo de los oficiales de la Iglesia,
hombres y mujeres, ya que es necesario una
atención absoluta de parte de todas las personas a
las cuales se les ha confiado la labor de velar por
el reino. Cada uno de nosotros tiene grandes
responsabilidades individuales; sin embargo, es
igualmente importante la responsabilidad que
compartimos con otros de reunirnos en consejo en
un esfuerzo unificado para resolver los problemas
y bendecir a todos los miembros de la Iglesia.
Cuando hacemos un esfuerzo colectivo, creamos
sinergia espiritual, o sea, un incremento en la
eficacia como consecuencia de la cooperación,
cuyo resultado es mucho más grande que la suma
de sus partes.
El antiguo moralista y fabulista griego Esopo,
con el fin de ilustrar la fortaleza del sistema de
colaboración, mostró una vara y pidió de entre
sus escuchas a un voluntario que pensara que
podía romperla; claro está que el voluntario
pudo quebrar la vara con mucha facilidad. Pero
después, Esopo fue agregando más varas a la
primera, hasta que al voluntario le fue imposible
quebrarlas todas juntas. La moraleja de la
demostración es muy simple: Juntos podemos
generar cooperación, lo que nos hace mucho
más fuertes que cuando actuamos solos.
Nadie debería estar solo
La intención de Dios no fue nunca que Sus
hijos estuvieran solos en esta vida. Los hijos tienen
padres y los padres tienen a la Iglesia, con las
Escrituras, los profetas y los apóstoles, y al Espíritu
Santo para ayudarles a comprender apropiadamente
los principios y obrar de acuerdo con ellos en el
cumplimiento de las responsabilidades de la
paternidad.
El apóstol Pablo enseñó que el Salvador organizó
la Iglesia completa, con apóstoles, profetas y otros
oficiales y maestros, “a fin de perfeccionar a los
santos para la obra del ministerio, para la edificación
del cuerpo de Cristo, hasta que todos lleguemos a
la unidad de la fe” (Efesios 4:12–13).
Pablo comparó a los miembros de la Iglesia y
sus diferentes responsabilidades con el cuerpo:
“Además, el cuerpo no es un solo miembro,
sino muchos…
“Mas ahora Dios ha colocado los miembros
cada uno de ellos en el cuerpo, como él quiso…
“Pero ahora son muchos los miembros, pero el
cuerpo es uno solo.
“Ni el ojo puede decir a la mano: No te necesito,
ni tampoco la cabeza a los pies: No tengo necesidad
de vosotros…
“De manera que si un miembro padece, todos
los miembros se duelen con él, y si un miembro
recibe honra, todos los miembros con él se gozan”
(1 Corintios 12:14, 18, 20–21, 26).
Las Escrituras explican claramente que aun
cuando nuestros respectivos cargos puedan ser
diferentes y cambiar de tanto en tanto, todos los
llamamientos son importantes para el funcionamiento de la Iglesia. Necesitamos que los quórumes
del sacerdocio se afiancen y cumplan su autorizada
mayordomía de origen divino, de la misma forma
que necesitamos que la Sociedad de Socorro, la
93
Lección 14 El liderazgo y los consejos
Primaria, las Mujeres Jóvenes, la Escuela Dominical
y los comités de actividades lleven a cabo sus
funciones esenciales. Y es indispensable que los
oficiales y miembros de todas esas organizaciones
inspiradas trabajen juntos, ayudándose mutuamente
cuando sea necesario para el beneficio individual
y de la familia.
Sugerencias para que los consejos sean
más eficaces
Ésta no es una obra del hombre, ni de la mujer,
es una obra absolutamente de Dios, la cual se
centra en la expiación de nuestro Señor Jesucristo.
Tengo algunas sugerencias específicas que, si se
siguen, creo que nos ayudarán a cumplir más
eficazmente con nuestras familias y nuestros
llamamientos de la Iglesia.
Primero, concentrarse en los principios
fundamentales. No hay duda de que durante esta
conferencia se nos ha enseñado acerca de esos
principios fundamentales. Quienes enseñan deben
asegurarse de que la doctrina permanezca pura y
de que se enseñe; deben enseñar por medio del
Espíritu, utilizando las Escrituras y los cursos de
estudio aprobados; no deben traer a colación ni
insistir en tratar temas conjeturables o discutibles.
Es preciso que estudien las enseñanzas de esta
conferencia durante las noches de hogar y en las
conversaciones familiares, pues fortalecerán su
hogar. En un mundo plagado de pecado, conflictos
y confusión, podemos encontrar paz y seguridad
al obtener conocimiento y vivir las verdades
reveladas del Evangelio.
Segundo, concentrarse en la gente. La
coordinación y el planeamiento de actividades
tienen su razón de ser, pero muchas reuniones de
consejo comienzan y terminan allí. En lugar de
repetir una letanía de planes e informes de cada
organización, deben pasar la mayoría del tiempo en
las reuniones de consejo repasando las necesidades
individuales de los miembros. Al hacerlo, es preciso
recordar que el carácter confidencial de todo lo
que se trate es fundamental. Los miembros del
consejo deben mantener en estricta confidencia
todos los asuntos que se hablen en sus reuniones.
Tercero, promover una expresión de opiniones
libre y abierta. Esa actitud es esencial si deseamos
alcanzar el propósito de los consejos. Los líderes y
los padres deben establecer un clima que conduzca
94
a la franqueza, donde toda persona sea importante
y toda opinión sea valiosa. El Señor nos amonestó,
diciendo: “…hable uno a la vez y escuchen todos
lo que él dijere, para que cuando todos hayan
hablado, todos sean edificados…” (D. y C. 88:122;
cursiva agregada). Los líderes deben proporcionar
un tiempo adecuado para realizar las reuniones de
consejo y recordar que los consejos son para que
los líderes escuchen por lo menos en la misma
medida que hablan.
Cuarto, recordar que la participación es un
privilegio. Con ese privilegio viene aparejada una
responsabilidad: la de trabajar dentro de los límites
de la organización, de estar preparados, de dialogar,
de defender enérgicamente la posición que ustedes
consideren correcta. Pero es también igualmente
importante la responsabilidad de apoyar y respaldar
la decisión final del líder del consejo, aun cuando
no estén totalmente de acuerdo con él.
El presidente David O. McKay contaba acerca
de una reunión del Consejo de los Doce Apóstoles
en la cual se estaba tratando un asunto de
importancia. Él y los demás apóstoles estaban
firmemente convencidos acerca de cierto curso de
acción que se debía tomar y estaban preparados
para expresar lo que pensaban en una reunión con
la Primera Presidencia. Pero, para su sorpresa, el
presidente Joseph F. Smith no les pidió su opinión
sobre el asunto, como era su costumbre. Lo que
hizo fue levantarse y decir: “Esto es lo que el
Señor desea”.
“A pesar de que no estaba en completa armonía
con lo que él había decidido…”, escribió el
presidente McKay, “el Presidente de los Doce fue
el primero en ponerse de pie y decir: ‘Hermanos,
propongo que ésa sea la opinión y decisión de
este consejo’.
“ ‘Apoyo la moción’, dijo otro, y el voto fue
unánime. No pasaron ni seis meses para que se
demostrara la sabiduría de aquel líder” (Gospel
Ideals, Salt Lake City: Improvement Era, 1953,
pág. 264).
Cuando el líder de un consejo llega a una
decisión, los miembros del consejo deben apoyarla
de todo corazón.
Quinto, dirigir con amor. Jesús enseñó que el
primero y más grande mandamiento de la ley es:
“...Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón,
Lección 14 El liderazgo y los consejos
y con toda tu alma, y con toda tu mente… el
segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como
a ti mismo” (Mateo 22:37, 39).
Los líderes del sacerdocio deben dirigir con
“persuasión… longanimidad, benignidad,
mansedumbre… amor sincero… bondad y…
conocimiento puro” (D. y C. 121:41–42). Ésos
son los principios que deben guiar nuestras
relaciones de prójimos en la Iglesia de Jesucristo.
Los que posean el sacerdocio no deben olvidar
nunca que no tienen el derecho de ejercer la
autoridad del sacerdocio como un garrote sobre
las cabezas de los demás, ya sea dentro del seno
familiar o en los llamamientos de la Iglesia. El Señor
le dijo a José Smith que “cuando intentamos
encubrir nuestros pecados, o satisfacer nuestro
orgullo, nuestra vana ambición, o ejercer mando,
dominio o compulsión sobre las almas de los hijos
de los hombres, en cualquier grado de injusticia,
he aquí, los cielos se retiran, el Espíritu del Señor es
ofendido, y cuando se aparta, se acabó el sacerdocio
o autoridad de tal hombre” (D. y C. 121:37).
En otras palabras, cualquier hombre que diga
que tiene poderes especiales del cielo con propósitos
personales y egoístas y trate de ejercer el sacerdocio
de una forma inicua dentro de la Iglesia o en su
casa, sencillamente no comprende la naturaleza
de esa autoridad. El sacerdocio es para prestar
servicio, no para exigir servidumbre; es compasión,
no coacción; es cuidado, no control. Quienes
piensen de otra forma están actuando fuera de los
límites de la autoridad del sacerdocio.
Felizmente, la mayoría de los padres y oficiales
del sacerdocio guían con amor, de la misma forma
que lo hacen la mayoría de nuestras madres y
nuestros líderes de las organizaciones auxiliares.
El liderazgo basado en el amor genera un poder
increíble; es real y da resultados duraderos en la
vida de los hijos de nuestro Padre.
Que haya en los consejos acuerdo inspirado
y unidad
Que el Señor los bendiga, mis hermanos, para
que encuentren acuerdo inspirado y unidad al
reunirse juntos en los consejos, en el servicio que
se prestan el uno al otro. Sólo si lo hacen, pueden
la Iglesia y nuestras familias comenzar a acercarse
a la plenitud de su potencial de hacer el bien entre
los hijos de Dios sobre la tierra.
Sé que Dios vive y que Jesús es el Cristo. Sé
que podemos llevar a cabo mejor Su obra por
medio de la unidad y el amor al sentarnos en los
consejos los unos con los otros. Que seamos
bendecidos para poder hacerlo, es mi humilde
oración, en el nombre de Jesucristo. Amén.
Élder M. Russell Ballard
del Quórum de los Doce
Apóstoles
“Los consejos de la Iglesia”,
Véase Liahona, julio de 1994,
págs. 28–31.
Un motor bien ajustado
Antes de que me llamaran como Autoridad
General, yo trabajaba en la industria automovilística,
como lo había hecho mi padre. A través de los años,
aprendí a apreciar el sonido y el buen funcionamiento de un motor bien ajustado. Es como
música para mis oídos escuchar tanto el suave
susurro de un motor encendido como el vibrante
rugido de un motor a toda marcha. El poder que
denotan esos sonidos es más emocionante aún.
Nada se compara a sentarse al volante de un buen
automóvil cuando todas las partes del motor
funcionan bien y en perfecta armonía.
Por el contrario, no hay nada más deprimente
que un automóvil que no funcione bien. Aunque la
pintura esté impecable y el interior sea comodísimo,
si el motor no funciona como debe, el auto no
cumple con su finalidad. Puede marchar aunque
parte de los cilindros falle, pero no corre tan aprisa
ni llega tan lejos como si estuviera bien ajustado.
El barrio que funciona con un solo cilindro
Desdichadamente, algunos barrios de la Iglesia
funcionan con sólo unos pocos cilindros, algunos,
incluso, con uno solo; el barrio de un cilindro es
aquel en el que el obispo soluciona todos los
problemas, toma todas las decisiones y se asegura
de que se cumplan todas las asignaciones. Y,
como un cilindro de auto sobrecargado, pronto
se desgasta.
Los obispos ya tienen grandes responsabilidades.
Ellos, y sólo ellos, tienen ciertas llaves, y son los
únicos que pueden realizar ciertas tareas. Pero
no se les llama para que lo hagan todo, en todo
95
Lección 14 El liderazgo y los consejos
momento y se encarguen de todos los miembros.
Se les llama para que presidan y guíen y
extiendan el amor de Dios a todos Sus hijos.
Nuestro Padre Celestial no espera que
desempeñen solos todas las tareas.
Lo mismo se aplica a nuestros presidentes de
estaca, y a los presidentes de los quórumes del
sacerdocio y de las organizaciones auxiliares y, por
extensión, también a los padres. Todos tenemos
mayordomías que requieren mucho tiempo, talento
y energía, pero nunca se nos exige que lo hagamos
solos. Dios, el Maestro Organizador, ha inspirado la
creación de un sistema de comités y de consejos. Si
se entiende y se aplica, este sistema alivia la carga
de todos los líderes y extiende el alcance y el
impacto del ministerio de éstos por medio de la
ayuda combinada de los demás miembros.
Hagan buen uso de los consejos
Seis meses atrás, hablé desde este púlpito de la
importancia del sistema de consejos de la Iglesia;
me referí al gran poder espiritual y a la guía
inspirada que se pueden derivar de los consejos
bien llevados de familia, barrio y estaca. El
Espíritu continúa testificándome lo vitales que
son los consejos cuando se realizan
apropiadamente para cumplir con la misión de la
Iglesia. Por esa razón, traté de ver si nuestros
fieles y diligentes obispos habían entendido bien
mis palabras pronunciadas en octubre.
Durante sesiones de capacitación que he realizado en varias partes desde la última conferencia
general, he puesto atención especial a los consejos
de barrio; como parte de esa capacitación, invité al
consejo del barrio; en cada caso, le daba al obispo
un problema supuesto de una familia inactiva y le
pedía que por medio del consejo del barrio ideara
un plan para activarla.
Sin excepción, el obispo se hacía cargo de la
situación inmediatamente y decía a los demás:
“Éste es el problema y esto es lo que pienso que
podemos hacer para resolverlo”, después de lo
cual daba asignaciones a los miembros del consejo
del barrio. Considero que dieron un buen ejemplo de
delegación, pero no utilizaban en lo más mínimo
la experiencia y la capacidad de los miembros del
consejo para resolver el problema.
Al final, le pedía al obispo que tratara otra vez,
pero entonces le decía que antes de hacer ninguna
96
asignación, recabara ideas de los miembros del
consejo; le pedía especialmente que escuchara las
sugerencias de las hermanas. Cuando el obispo
les daba la oportunidad a los miembros del
consejo de expresar sus opiniones, era como abrir
las compuertas del cielo; una ola de inspiración e
ideas inundaba súbitamente a los miembros del
consejo mientras planeaban la reactivación de la
familia en cuestión.
Al presenciar la misma escena vez tras vez
durante los últimos seis meses, decidí que no estaría
fuera de lugar hablar otra vez de la importancia de
los consejos. No es mi intención reprender a los
que no hayan tomado en serio lo que dije la última
vez, sino que lo hago porque la Iglesia necesita
con urgencia que los líderes, especialmente los
presidentes de estaca y los obispos, aprovechen y
canalicen la fortaleza espiritual por medio de los
consejos. Los problemas familiares, del barrio y de
la estaca pueden solucionarse de la manera en
que el Señor lo ha revelado.
La experiencia me dice que muchas personas
se benefician cuando los líderes utilizan
sabiamente los comités y los consejos. Adelantan
la obra del Señor con mucho más rapidez y la
llevan más lejos, como un automóvil que funciona
en óptimas condiciones; los miembros de los
comités y de los consejos son unidos, y juntos
hacen un viaje mucho más agradable por la
carretera del servicio de la Iglesia.
Los tres comités y consejos de barrio
Hoy día voy a repasar el funcionamiento de
tres comités y consejos de barrio que siempre
deben seguir la misma agenda.
El primero es el comité ejecutivo del
sacerdocio. Lo forman el obispado, el líder de
grupo de los sumos sacerdotes, el presidente del
quórum de élderes, el líder misional del barrio, el
presidente de los Hombres Jóvenes, el secretario
ejecutivo y el secretario del barrio. Este comité se
reúne semanalmente bajo la dirección del obispo
para deliberar sobre los programas del sacerdocio
del barrio, incluso la historia familiar, las obras del
templo, misional y de bienestar, la orientación
familiar y la activación de miembros.
El segundo es el comité de bienestar del barrio.
Comprende el comité ejecutivo del sacerdocio y la
presidencia de la Sociedad de Socorro. Este comité
Lección 14 El liderazgo y los consejos
se reúne por lo menos una vez por mes, bajo la
dirección del obispo, para tratar las necesidades
temporales de los miembros del barrio. Sólo el
obispo puede asignar los recursos de bienestar,
pero el comité planea la ayuda a los pobres y
coordina el uso de los recursos del barrio, entre
ellos el tiempo, el talento, las habilidades, los
materiales y el servicio compasivo de los miembros
del barrio. En las reuniones de este comité, como
en las de los demás consejos y comités, a menudo
se tratan asuntos delicados que requieren
absoluta reserva.
El tercero es el consejo del barrio. Éste
consiste en el comité ejecutivo del sacerdocio, el
presidente de la Escuela Dominical, las presidentas
de la Sociedad de Socorro, de las Mujeres Jóvenes
y de la Primaria, así como el presidente del comité
de actividades. El obispo puede invitar a otras
personas a las reuniones cuando se requiera. Este
consejo se reúne por lo menos una vez al mes
para correlacionar el planeamiento de todos los
programas y actividades del barrio y para evaluar
el progreso que se haya realizado referente al
cumplimiento de la misión de la Iglesia. En él se
reúne un grupo variado de líderes del sacerdocio
y de las mujeres para tratar asuntos que afectan
a los miembros del barrio y de la comunidad;
además, estudia las sugerencias de los maestros
orientadores y de las maestras visitantes…
Cómo emplear los consejos para retener
a los conversos
Una de las preocupaciones mayores de las
Autoridades Generales es que algunos conversos
nuevos no se mantienen activos y que hay otros
miembros que tampoco asisten. Si los consejos de
barrio estuvieran funcionando como deben, se
hermanaría inmediatamente a todos los nuevos
conversos, tendrían maestros orientadores o
maestras visitantes y recibirían un llamamiento
apropiado pocos días después de bautizados. Los
menos activos recibirían llamamientos que les
hicieran sentir que los miembros del barrio los
aprecian y necesitan…
El consejo debe ser un grupo capaz de
resolver problemas
Cuando los presidentes de estaca y los obispos
permiten a los líderes de las organizaciones auxiliares y del sacerdocio, a los que el Señor ha lla-
mado para servir con ellos y ser parte de un equipo,
que resuelvan problemas, suceden maravillas; esta
participación aumenta la experiencia y la comprensión del grupo y conduce a mejores soluciones.
Ustedes, obispos, dotan de energía a los líderes del
barrio al darles la oportunidad de hacer sugerencias
y de que se les escuche; además, preparan a los
líderes del futuro al permitirles participar y aprender. Así pueden quitar mucho peso de sus propios
hombros. Las personas que sienten que el problema
es también de ellas están más dispuestas a encontrarle solución, aumentando así la posibilidad de
tener éxito.
Una vez que los consejos apropiados se
organicen y los hermanos y las hermanas tengan
plena oportunidad de contribuir, los líderes de
estaca y de barrio pueden ir más allá del simple
mantenimiento de las organizaciones: pueden
enfocar sus esfuerzos en buscar la forma de mejorar
el mundo en que viven. Los consejos de barrio sin
duda pueden tratar asuntos como la delincuencia
de las pandillas, la seguridad de los niños, el
deterioro de las zonas urbanas o las campañas
de limpieza comunitaria. Los obispos podrían
preguntar a los consejos de barrio: “¿Qué haremos
para mejorar nuestra comunidad?” Pensar y
participar en el mejoramiento de la comunidad
es apropiado para los Santos de los Últimos Días.
La forma en que los apóstoles se reúnen
en consejo
Durante los últimos ocho años y medio he
servido como miembro de un consejo de doce
hombres que venimos de distintos lugares y que
aportamos al Consejo de los Doce Apóstoles una
diversidad de experiencias en la Iglesia y en el
mundo. En nuestras reuniones, no esperamos
sentados a que el presidente Howard W. Hunter nos
diga lo que tenemos que hacer, sino que hablamos
abiertamente unos con otros y nos escuchamos
con profundo respeto por las habilidades y
experiencias que cada uno de nosotros aporta al
consejo. Conversamos de una gran variedad de
temas, desde la administración de la Iglesia hasta
los acontecimientos mundiales, con toda franqueza.
A veces tratamos un asunto durante semanas
antes de tomar una decisión; no siempre nos
ponemos de acuerdo mientras intercambiamos
opiniones, pero una vez que se toma la decisión,
siempre estamos unidos y resueltos.
97
Lección 14 El liderazgo y los consejos
En los consejos, escuchen y razonen juntos
Éste es el milagro de los consejos de la Iglesia:
que nos escuchamos mutuamente y escuchamos
al Espíritu. Cuando nos apoyamos unos a otros en
los consejos de la Iglesia, empezamos a comprender
cómo Dios puede transformar a hombres y mujeres
comunes en líderes extraordinarios. Los mejores
líderes no son los que se matan trabajando para
hacer todo solos; los mejores líderes son los que
siguen el plan de Dios y consultan con sus consejos.
“Venid luego”, dijo el Señor en una de las
dispensaciones antiguas por medio del profeta Isaías,
“y estemos a cuenta”, o sea, “entendámonos”
(Isaías 1:18). En esta última dispensación, repitió
esa exhortación diciendo: “…venid… y razonemos
juntos para que entendáis” (D. y C. 50:10).
Recordemos que el consejo básico de la Iglesia
es el consejo de familia. En sus relaciones de
cónyuges y con sus hijos, los padres deben aplicar
con diligencia los principios que he expuesto. Si
lo hacemos, tendremos en nuestro hogar el cielo
en la tierra.
Hermanos y hermanas, trabajemos juntos como
nunca en nuestras mayordomías para encontrar
la manera de utilizar con más eficacia el estupendo
poder de los consejos. Les pido que piensen en
todo lo que dije sobre este tema en octubre del
año pasado y en lo que he dicho hoy. Les testifico
que, cuando nos consultamos, podemos dar a
nuestro ministerio el gran ímpetu del plan revelado
por Dios para el liderazgo del Evangelio. Que Dios
los bendiga para que se mantengan unidos a fin
de fortalecer a la Iglesia y a nuestros miembros.
Lo ruego en el nombre de Jesucristo. Amén.
ELEMENTOS PARA EL ESTUDIO
• ¿En qué sentido son la Iglesia y la familia una
extensión del consejo preterrenal que hubo en
los cielos?
• ¿Cuál debe ser el foco principal de las reuniones
de consejo de barrio y estaca?
• ¿Qué es la “sinergia espiritual”?
• ¿En qué aspectos importantes podrían enfocarse
los consejos de estaca y de barrio?
• De acuerdo con el élder Ballard, ¿qué hacen en
sus consejos los mejores líderes de la Iglesia?
98
LECCIÓN 15
LA IMPORTANCIA DE DELEGAR
“Además escoge tú de entre todo el pueblo varones de virtud, temerosos de Dios, varones de verdad,
que aborrezcan la avaricia; y ponlos sobre el pueblo por jefes de millares, de centenas, de cincuenta
y de diez.
“Ellos juzgarán al pueblo en todo tiempo; y todo asunto grave lo traerán a ti, y ellos juzgarán todo
asunto pequeño. Así aliviarás la carga de sobre ti, y la llevarán ellos contigo (Éxodo 18:21–22).
PRINCIPIO DE LIDERAZGO
Los líderes prudentes emplean el principio de la delegación para ayudar a aquellos a quienes presten
servicio a alcanzar metas correctas y a llegar a ser más como Jesucristo.
CONCEPTO DE LA LECCIÓN
1. Los líderes prudentes delegan tareas y responsabilidades importantes en aquellos a quienes dirijan.
CONCEPTO 1: LOS LÍDERES PRUDENTES
DELEGAN TAREAS Y RESPONSABILIDADES
IMPORTANTES EN AQUELLOS A QUIENES DIRIJAN.
COMENTARIOS
Durante Su ministerio terrenal, Jesucristo
delegó responsabilidades en Sus discípulos y les
dio autoridad. Por ejemplo, Él comisionó a Sus
apóstoles, diciéndoles: “Sanad enfermos, limpiad
leprosos, resucitad muertos, echad fuera
demonios…” (véase Mateo 10:5–8).
El apóstol Pablo escribió: “Y él mismo
constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a
otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros,
“a fin de perfeccionar a los santos para la obra
del ministerio, para la edificación del cuerpo de
Cristo” (Efesios 4:11–12).
El élder Neal A. Maxwell, que integra el
Quórum de los Doce Apóstoles, explicó que
después de la resurrección de Cristo, “los Doce…
se dieron cuenta de que no habían sido llamados
para ‘servir a las mesas’, sino más bien para
diseminar la palabra de Dios por la tierra. Por
consiguiente, con prudencia delegaron la tarea de
bienestar a otras personas. De ese modo, se atendió
a las necesidades —que en verdad existían— de
las viudas griegas, pero sin sacrificar el llamamiento
más elevado que correspondía a los Doce [véase
Hechos 6:1–7]” (We Will Prove Them Herewith,
1982, pág. 110).
El profeta José Smith ejemplificó el principio de
delegar. El élder Spencer J. Condie, miembro de
los Setenta, observó lo siguiente: “Una de las
cualidades sobresalientes del Profeta fue su
habilidad de delegar y de lograr que aquellos que
lo rodeaban aprendieran técnicas de liderazgo”
(“Lecciones de las Escrituras sobre el liderazgo”,
Liahona, julio de 1990, pág. 35). Y el élder Dallin
H. Oaks, del Quórum de los Doce Apóstoles, dijo:
“El obispo debe ser una persona que delegue
con habilidad o sucumbirá bajo el peso de sus
responsabilidades o se frustrará al ver muchas de
ellas sin cumplir” (“¡Obispo, ayúdeme!”, Liahona,
julio de 1997, pág. 25).
El liderazgo, tanto en la Iglesia como en la
familia, puede traer gozo y ser exigente al mismo
tiempo. El Santo Espíritu fortalece y renueva a
los líderes, pero los líderes prudentes delegan
responsabilidades en la gente a la cual presten
servicio, porque no pueden hacerlo todo ellos
mismos y porque la gente progresa más cuando
toma parte activa.
El presidente James E. Faust, cuando era
miembro del Quórum de los Doce Apóstoles,
enseñó esto: “Uno de los primeros principios que
debemos recordar es que la obra del Señor continúa
avanzando por medio de asignaciones. Los líderes
99
Lección 15 La importancia de delegar
las reciben y las dan, y esto forma parte de un
principio muy importante y necesario que es el de
delegar” (“A éstos haré mis gobernantes”, Liahona,
febrero de 1981, pág. 68).
El élder Neal A. Maxwell, cuando era miembro
de la Presidencia de los Setenta, dijo que las
razones por las que los líderes a veces no delegan
pueden ser:
“1. Preferimos hacerlo nosotros mismos.
“2. No estamos dispuestos a dedicar tiempo y
habilidades en capacitar a otras personas para que
puedan ayudar.
“3. No nos gusta pedir ayuda a los demás,
olvidando que el recibir ayuda es una parte tan
importante del Evangelio como lo es brindarla.
“4. El estar un tanto abrumados por las tareas
nos complace porque nos hace sentir la falsa
impresión de ser nobles.
“5. Decimos que nos preocupa la ‘calidad’ del
servicio si delegamos la tarea, y a veces tenemos
buenas razones para preocuparnos; pero otras veces,
nos preocupamos no porque las asignaciones no
se cumplan bien, sino porque se cumplan
demasiado bien”.
El élder Maxwell aconsejó lo siguiente: “Esa
sensación que a veces tenemos de que el deber nos
aplasta… se puede evitar, al menos en parte…
Podríamos delegar más, si quisiéramos,
contribuyendo así al mayor desarrollo de otras
personas, incluso de nuestros hijos, y reduciendo
de ese modo las cargas innecesarias que pesan
sobre nosotros” (Wherefore Ye Must Press
Forward, 1977, págs. 99–100).
Hablen sobre la aplicación que tiene esa definición
al liderazgo en la Iglesia y en la familia.
Pida a los alumnos que busquen ejemplos de
delegación en las Escrituras. Que presenten también
ejemplos de ese principio que conozcan y que
hayan tenido buenos resultados en la familia y en
la Iglesia. Analicen la razón por la cual es importante
delegar en el liderazgo de la familia y de la Iglesia.
Divida la clase en grupos pequeños y pida a cada
grupo que analice las ventajas y las desventajas de
la delegación. Pídales que presenten a la clase los
resultados de su análisis y después sométalos a
discusión de clase.
Dígales que piensen en la gran importancia que
tiene la delegación para que el liderazgo sea eficaz.
Pídales que se fijen en la forma en que los líderes de
la Iglesia y de la familia delegan responsabilidades,
y que consideren cuáles son las que los líderes
pueden y las que no pueden delegar, y el porqué.
Analicen las características de las personas que
saben delegar. Por ejemplo, los que delegan con
buenos resultados hacen lo siguiente:
• Dan a las personas asignaciones claras y
específicas.
• Aclaran lo que debe hacerse pero no la manera
exacta de hacerlo.
• Dan a las personas la autoridad para cumplir
las tareas que se les hayan asignado.
• Si es preciso, capacitan a las personas en las
habilidades que necesitarán para tener éxito.
• Ponen a disposición de las personas los
materiales necesarios para el éxito de la tarea.
El élder Sterling W. Sill, cuando era Ayudante
del Consejo de los Doce, escribió: “Un líder no
pierde su autoridad ni su responsabilidad cuando
las delega… Debe verificar; debe capacitar; debe
alentar; debe supervisar a la persona a la cual
haya dado la responsabilidad… La delegación sin
verificación es irresponsabilidad” (Leadership,
1958, pág. 213).
• Mientras las personas se dedican a cumplir la
tarea, les proporcionan la supervisión adecuada.
IDEAS PARA LA ENSEÑANZA
Hablen de lo que los líderes pueden hacer para
asegurarse de que se cumplan las responsabilidades
delegadas. Diga a los alumnos que lean Éxodo
18:13–27. Analicen lo que sugieren las siguientes
preguntas:
Pida a los alumnos que den la definición de la
palabra delegar. (“Autorizar a otra persona para
que obre en representación del que delega”.)
100
• Si las personas están cumpliendo bien, las
animan y apoyan.
• Se ponen a disposición de las personas para
aconsejarlas y dirigirlas.
• Dan a las personas la oportunidad de informar
sobre las tareas que se les hayan asignado.
Lección 15 La importancia de delegar
• ¿Qué le preocupaba a Jetro sobre el liderazgo
de Moisés?
• ¿Cómo reaccionó Moisés cuando Jetro le expresó
su preocupación?
• ¿Qué aprendemos sobre liderazgo con esa
experiencia de Moisés?
Lea las siguientes palabras del presidente Ezra
Taft Benson, cuando era Presidente del Quórum de
los Doce Apóstoles: “Esta organización por medio
de la cual obramos es del Señor. Utilizamos obreros
voluntarios, hijos de nuestro Padre a quienes Él
ama, sean cuales sean sus errores o sus debilidades.
En nuestra forma de delegar no debe haber fuerza,
coerción ni intimidación. Si deseamos delegar
sabiamente, debemos buscar y obtener el Espíritu
para ser eficaces” (God, Family, Country: Our
Three Great Loyalties, 1974, pág. 130).
FUENTES DE RECURSOS PARA EL MAESTRO
Presidente N. Eldon Tanner
Primer Consejero de la
Primera Presidencia
“El mensaje: Dirigir como
el Señor dirigió”, véase
Liahona, enero de 1978,
págs. 1–5.
A fin de ser un buen líder o maestro —y
utilizaré ambos términos alternativamente— en
La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos
Días, es importante que toda persona se dé cuenta
y comprenda plenamente que es un hijo espiritual
de Dios y que aquellos a quienes dirige también lo
son. Es muy importante también que aquellos que
estén recibiendo sus directivas sepan y comprendan
que son hijos espirituales de Dios y entiendan
cuán importante es ese conocimiento en su vida;
deben darse cuenta de que nuestro Padre Celestial
está interesado en ellos, que desea que vivan de la
manera en que deben vivir y que está dispuesto a
contestar sus oraciones y ayudarles siempre que
sea posible, si tan sólo lo escuchan.
Alguien ha dicho que la habilidad para dirigir
requiere cierta intrepidez. Después de todo,
esencialmente se trata de estar al frente, de ir
primero, de afrontar a la muchedumbre, la
congregación, el auditorio desconocido de miles
de personas, o la mirada fija de uno solo que dude.
Todos somos líderes o tenemos influencia en la
vida de otros, aunque quizás no nos percatemos
de ello. La interrogante es: ¿Qué clase de líder
seremos? ¿Qué influencia ejerceremos?
Toda persona debe tomar su propia decisión en
cuanto a la clase de director que será para poder
decir tal como Jesús: “...ven, sígueme” y “...como
yo os he hecho, vosotros también hagáis”, sabiendo
que está dirigiendo en el sendero de la verdad y
rectitud. Ésta debe ser la meta de todo líder.
A fin de dirigir como Jesús lo hizo, nos
enfrentamos con muchos desafíos. Uno de los
primeros pasos para hacerles frente es darse cuenta
de que Cristo es el modelo de dirección correcta;
y dado que las Escrituras son el registro de Su
vida y Sus enseñanzas, éstas nos proporcionan
ejemplos de la forma divina de dirigir. Para poder
dirigir como Él, es importante que escudriñemos
y comprendamos las Escrituras, y las apliquemos
a nuestra vida. Como dijo Nefi, debemos aplicar
“las Escrituras a nosotros mismos” (1 Nefi 19:23);
y como dijo el Señor: “...viviréis de toda palabra
que sale de la boca de Dios” (D. y C. 84:44).
En 3 Nefi leemos:
“Y bienaventurados son todos los que son
perseguidos por causa de mi nombre, porque de
ellos es el reino de los cielos.
“Y bienaventurados sois cuando por mi causa los
hombres os vituperen y os persigan, y falsamente
digan toda clase de mal contra vosotros;
“porque tendréis gran gozo y os alegraréis en
extremo, pues grande será vuestro galardón en los
cielos; porque así persiguieron a los profetas que
fueron antes de vosotros.
“De cierto, de cierto os digo que os doy a
vosotros ser la sal de la tierra; pero si la sal pierde
su sabor, ¿con qué será salada la tierra? De allí en
adelante la sal no servirá para nada sino para ser
echada fuera y hollada por los hombres.
“Y he aquí, os he dado la ley y los mandamientos
de mi Padre para que creáis en mí, que os
arrepintáis de vuestros pecados y vengáis a mí
con un corazón quebrantado y un espíritu contrito.
He aquí, tenéis los mandamientos ante vosotros,
y la ley se ha cumplido.
“Por tanto, venid a mí y sed salvos; porque en
verdad os digo que a menos que guardéis mis
101
Lección 15 La importancia de delegar
mandamientos, que ahora os he dado, de ningún
modo entraréis en el reino de los cielos” (3 Nefi
12:10–13, 19–20).
Cuando Cristo vino a la tierra a salvar a los seres
humanos para que pudiesen volver a vivir con su
Padre Celestial, no dijo: “Obedeceré esta ley, pero no
obedeceré aquella”; con respecto a los mandamientos, no dijo: “Esto haré; esto no lo haré”.
Pese a Su gran prueba, dolor y sufrimiento en el
Jardín de Getsemaní, perseveró hasta el fin y dio
Su vida para que el hombre tuviese inmortalidad
y vida eterna.
Es muy importante que aprendamos a obedecer
y a guardar los mandamientos de Dios. Se ha
dicho que la obediencia no es la característica de
un esclavo, sino una de las cualidades excelentes
de un líder.
Algunas personas no llegan a ser grandes líderes
porque no han aprendido a seguir instrucciones,
ni siquiera las enseñanzas de Jesucristo. Por lo
tanto, a fin de dirigir como Jesús dirigió, debemos
primero aprender a seguir a Cristo tal como Él
siguió a Su Padre. Debemos tener presentes aquellas
metas eternas a las que he hecho referencia y,
como hijos espirituales de Dios, llegar a ser cada
día más parecidos a Él hasta que seamos perfectos.
No sólo debemos creer en Cristo sino seguirlo,
adorarlo y ser siempre obedientes a Sus
mandamientos.
Cuando se le preguntó a José Smith qué hacía
para gobernar tan bien a su gente, respondió: “Les
enseño principios correctos y ellos se gobiernan a
sí mismos”. Ésta es la esencia del método de dirigir
del Señor, lo que implica que debemos estar
seguros de que enseñemos principios correctos,
teniendo un testimonio y una comprensión del
Evangelio. El entender los principios del Evangelio
brinda mucho más libertad y progreso que lo que
se consigue limitándose a capacitar sólo en los
métodos.
Al preguntar la diferencia que existe entre un
arriero y un pastor, un hombre explicó que el arriero
arrea a las ovejas, mientras que el pastor las
dirige. Alguien dijo que “los hombres son como
los espaguetis: si te pones frente a ellos y los tiras
hacia ti, los tendrás a disposición; pero si los
empujas, se apiñarán”.
102
Un líder en la Iglesia es también un maestro,
y uno de los instrumentos más eficaces en la
enseñanza es el ejemplo, el cual Cristo siempre
utilizó. Un hombre sabio observó: “Tus acciones
hablan tan fuerte que no puedo escuchar tus
palabras”. Aunque no nos demos cuenta, lo que
enseñemos mediante el ejemplo se vuelve más
persuasivo que lo que enseñemos por medio del
precepto, y dejará una impresión mucho más
duradera en el que lo reciba.
Para ser un líder o maestro eficaz, uno debe
demostrar amor (y verdaderamente sentirlo) por
la persona a la que esté tratando de instruir.
Ningún poder motiva más que el poder del amor.
Cristo amó a todos: al débil, al pecador, al justo.
A veces, aquellos que parecen menos merecedores
son los que más lo necesitan. Aun cuando no
apreciemos ni aprobemos lo que alguien haga,
aún así debemos demostrar amor a esa persona.
En esas ocasiones el líder necesita ser paciente
y comprensivo; no debe actuar en forma
apresurada, y nunca debe reaccionar negativamente.
No toda la gente puede seguir su mismo paso. El
presidente Joseph F. Smith dijo:
“En quienes dirigen, son casi imperdonables la
impaciencia indebida y una mente melancólica, y
hay ocasiones en que se requiere casi tanto valor
para esperar como para obrar. Se espera, pues,
que los directores del pueblo de Dios, así como el
pueblo mismo, no sientan que deben hallar una
solución inmediata a todo problema que surge para
perturbar el llano curso de su camino” (Doctrina
del Evangelio, pág. 151).
Otro paso muy importante en el liderazgo
es la delegación. Se debe dar una mayordomía
significativa a aquellos a quienes se les delegue
responsabilidad. El líder tiene el deber de asignar
la mayordomía y cada individuo debe aceptarla y
comprometerse a efectuar los deberes de acuerdo
con las instrucciones que reciba; se le debe dar la
autoridad así como la responsabilidad. Se ha dicho
que en una ocasión Sócrates, filósofo griego que
vivió entre 470 y 339 a. de J.C., dijo: “Cualquiera
que sea el deber que me asignes, preferiría morir
mil veces que no hacerlo”.
Un líder nunca debe tratar de efectuar el trabajo
de aquel a quien le haya dado la asignación de
realizarlo. Como dijo el presidente Harold B. Lee:
Lección 15 La importancia de delegar
“Déjenles hacer todo lo que esté a su alcance, y
ustedes se quedan en segundo plano y les enseñan
cómo hacerlo. Creo que ahí está el secreto del
progreso, en asignar responsabilidad y luego
enseñar a nuestra gente cómo llevarla a cabo”.
Denles libertad para efectuar sus tareas; nunca
los critiquen, sino elogien su éxito y alienten sus
esfuerzos.
Debemos hacer que toda persona se dé cuenta
de la gran importancia de su llamamiento. El líder
no debe ser aquel a quien se refieran o consideren
como jefe, sino tal como el Salvador enseñó, aquel
que sirva con la gente. Él dijo: “El que es el mayor
de vosotros, sea vuestro siervo” (Mateo 23:11), y
nos dio el gran ejemplo cuando lavó los pies a Sus
discípulos. También dijo: “Porque el que se enaltece
será humillado, y el que se humilla será enaltecido”
(Mateo 23:12).
Recuerdo que muy a menudo el presidente
Heber J. Grant decía que él nunca le asignaba una
tarea a nadie que él mismo no estuviera dispuesto
a llevar a cabo.
Un buen líder se preocupa por el bienestar de
sus seguidores o el de aquellos a quienes sirve.
Como ministro gubernamental de la provincia de
Alberta, Canadá, tuve que tomar muchas decisiones
difíciles. Siempre me preguntaba: “¿Qué es lo
mejor para la provincia, para la gente, para los
empleados del departamento?”. También hablaba
de los problemas con los directores de las diversas
divisiones, particularmente con los de las afectadas
por el problema, y les hacía sentir que ellos tenían
por lo menos una parte de la responsabilidad.
Después acudía al Señor para recibir Su ayuda, la
cual siempre llegaba y me permitía tomar decisiones
que de otro modo no hubiera podido hacer.
Como líderes, debemos darnos cuenta de lo
que dijo el Señor: “…Ésta es mi obra y mi gloria:
Llevar a cabo la inmortalidad y la vida eterna del
hombre” (Moisés 1:39). Asimismo dijo: “De modo
que, siendo vosotros agentes, estáis en la obra del
Señor; y lo que hagáis conforme a su voluntad es
asunto del Señor” (D. y C. 64:29).
Sí, como líderes estamos en la obra del Señor
y es preciso que prestemos máxima atención al
desarrollo personal de todas las personas mediante
la enseñanza de principios correctos, tratando de
guiarlas para que se preparen para la inmortalidad
y la vida eterna. Esto debemos hacerlo mediante
el ejemplo y el precepto, y luego prepararnos para
ayudarlas y apoyarlas en sus esfuerzos, aunque es
necesario que les permitamos tomar sus propias
decisiones y autogobernarse mediante el don del
libre albedrío.
Recordemos las palabras del Señor a José Smith
respecto a la mayordomía: “…porque el Señor
requiere de la mano de todo mayordomo, que dé
cuenta de su mayordomía, tanto en el tiempo
como en la eternidad” (D. y C. 72:3).
Cuando un líder hace una asignación, ésta debe
entenderse perfectamente; para ello se debe definir
claramente el área de responsabilidad. La persona,
entonces, debe tener la libertad de actuar y de
cumplir con la asignación, dentro de un período
específico, después de lo cual debe presentar un
informe sobre el éxito que haya logrado. Siempre
se debe informar al líder, y éste debe esperar dicho
informe.
El instrumento básico que se utiliza en la Iglesia
para obtener esa información es la entrevista
personal. Si la relación entre el que vaya a ser
entrevistado y el que efectúe la entrevista es lo que
debe ser, ésta puede ser una valiosa experiencia para
ambos, una donde se presenta la oportunidad de
ofrecer una autoevaluación y donde la comunicación debe ser franca y constructiva. Es una oportunidad ideal para ofrecer y recibir ayuda y guía.
Mi experiencia en el gobierno y en el mundo de
los negocios, así como en la Iglesia, me ha hecho
notar la imperiosa necesidad de una delegación
adecuada de autoridad, de asegurarse de que se
lleve a cabo la asignación y de recibir un informe.
Debemos considerar siete pasos que Cristo
siguió en cuanto a la delegación.
Primero, la organización de la Iglesia que Jesús
estableció estaba basada en una forma de autoridad
delegada.
Segundo, al delegar, Jesús no hizo que las
asignaciones parecieran fáciles, sino emocionantes
y dignas del esfuerzo que se requiriera por
llevarlas a cabo.
Tercero, a los que llamaba, Jesús les hacía saber
claramente sus deberes.
Cuarto, ponía en ellos plena confianza, tal como
Su Padre había hecho con Él.
103
Lección 15 La importancia de delegar
Quinto, les daba Su absoluta lealtad, y esperaba
lo mismo de ellos.
Tercero, buscar en las Escrituras los principios
correctos.
Sexto, esperaba mucho de aquellos en quienes
delegaba responsabilidad, y estaba preparado para
dar mucho.
Cuarto, orar para recibir ayuda, escuchar y
responder.
Séptimo, Jesús enseñó que el que dirige debe
seguir el progreso y recibir un informe de aquellos
en quienes se haya delegado responsabilidad; debe
elogiar y reprender cuando sea necesario, pero con
espíritu de amor…
George Washington, en el discurso de despedida
ante sus compatriotas, les advirtió que no pensaran
que podrían tener una gran democracia sin una fe
profunda y firme en Dios…
Winston Churchill hizo notar: “Debemos llegar
a la conclusión de que la llama de moral cristiana
continúa siendo nuestra gran guía… El
cumplimiento del deber espiritual en nuestra vida
diaria es vital para nuestra supervivencia”.
En esencia, lo que dicen… es la misma cosa:
nuestra única esperanza de grandeza consiste en
seguir el ejemplo de Cristo. Entonces, para ser un
buen líder, se debe hacer lo siguiente:
Primero, mirar hacia nuestro Salvador como el
ejemplo perfecto de líder.
Segundo, aceptar el papel de maestro y de siervo.
104
Quinto, ayudar a la persona a desarrollar el
autogobierno.
Sexto, hacer a las personas responsables de
su trabajo.
Séptimo, expresar agradecimiento adecuado.
Octavo, dar un ejemplo personal compatible
con lo que se enseñe.
Noveno, escuchar la palabra del Presidente de
la Iglesia, que es un Profeta de Dios, y seguir sus
consejos y su ejemplo.
ELEMENTOS PARA EL ESTUDIO
• Según el presidente Tanner, ¿qué debe hacer
un líder para delegar como es debido?
• ¿Qué debe hacer el líder al asignar
responsabilidades y explicar a la gente la
forma de cumplirlas?
• ¿Qué función deben tener las entrevistas
personales al rendir una persona cuentas de su
responsabilidad? ¿Cuáles son las características
de una buena entrevista personal?
LECCIÓN 16
LOS PRINCIPIOS
PARA TOMAR DECISIONES
“De cierto digo que los hombres deben estar anhelosamente consagrados a una causa buena, y hacer
muchas cosas de su propia voluntad y efectuar mucha justicia;
“porque el poder está en ellos, y en esto vienen a ser sus propios agentes. Y en tanto que los hombres
hagan lo bueno, de ninguna manera perderán su recompensa” (D. y C. 58:27–28).
PRINCIPIO DE LIDERAZGO
Para dirigir como Cristo dirigió, es necesario poseer la habilidad de tomar buenas decisiones.
CONCEPTO DE LA LECCIÓN
1. Los líderes deben ser capaces de tomar buenas decisiones.
CONCEPTO 1: LOS LÍDERES DEBEN SER
CAPACES DE TOMAR BUENAS DECISIONES.
COMENTARIOS
“El tomar decisiones es probablemente la acción
más importante que la gente pueda realizar”,
enseñó el presidente Ezra Taft Benson cuando era
Presidente del Quórum de los Doce Apóstoles. “Nada
pasa sino hasta que alguien toma una decisión…
“Felizmente, la capacidad y el criterio para tomar
decisiones son cualidades que se pueden adquirir”
(God, Family, Country: Our Three Great Loyalties,
1974, pág. 145). Véase, en la sección “Fuentes de
recursos para el maestro”, las sugerencias que hace
el presidente Benson para aprender a tomar
buenas decisiones.
IDEAS PARA LA ENSEÑANZA
Analicen la idea de que los líderes deben tomar
buenas decisiones a fin de ayudar a la gente a venir
a Cristo. Explique a los alumnos que todos podemos
mejorar nuestra capacidad de tomar buenas
decisiones.
Elija varios puntos que considere importantes
para un líder en el proceso de tomar decisiones
(véase la sección “Fuentes de recursos para el
maestro”), y analícelos con la clase.
Divida la clase en grupos pequeños; diga a cada
grupo que piense en una situación supuesta en la
cual un líder de la Iglesia o de la familia deba
tomar una decisión. (Por ejemplo, el obispado
puede estar preocupado porque los miembros
no llegan a tiempo a las reuniones; o una familia
debe decidir cómo juntar dinero para un proyecto
familiar especial.)
Pida a cada grupo que intercambie ideas con
otro grupo en cuanto a la situación imaginada.
Dígales que apliquen los principios para tomar
decisiones que han analizado y tomen la decisión
y la resolución para ponerla en práctica. Pida a los
grupos que den a conocer sus decisiones y planes,
y la forma en que hayan llegado a tomarlos.
FUENTES DE RECURSOS PARA EL MAESTRO
Presidente Ezra Taft Benson
Presidente de la Iglesia
(cuando era Presidente
del Quórum de los Doce
Apóstoles)
“Sugerencias para tomar
decisiones”, en God, Family,
Country: Our Three Great Loyalties (“Dios, la
familia, la patria: Nuestras principales lealtades”),
1974, págs. 143–153.
Nuestras decisiones nos han hecho lo que
somos. Nuestro destino eterno lo determinarán
las decisiones que tomemos de ahora en adelante.
105
Lección 16 Los principios para tomar decisiones
Las buenas decisiones son los escalones hacia
el progreso, el material con que edificamos nuestra
vida. Las decisiones son los ingredientes del éxito.
Ellas marcan el camino del progreso para las
personas individualmente y para las instituciones.
La opinión de una persona o la opinión colectiva
de un consejo, comité o mesa directiva decide cuál
será la dirección que siga, en el presente y en el
futuro, esa persona o esa institución.
Las buenas decisiones mostrarán el camino
hacia el progreso.
Vivimos en un mundo inicuo. No tenemos
memoria de otra época en la que el adversario
haya estado tan bien organizado como ahora ni
haya tenido tantos emisarios trabajando para él.
Nuestro pueblo enfrenta días difíciles, días de
decisiones imperativas tanto para los jóvenes
como para los viejos.
En La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los
Últimos Días enfrentamos decisiones trascendentales. Nuestra gente —jefes de familia, padres,
hijos— debe tomar decisiones importantes. Se
necesita ayuda y esa ayuda está disponible.
La Iglesia como tal posee las verdades y las
ordenanzas salvadoras que traerán la salvación y
la exaltación a los miembros de la raza humana.
Por lo tanto, es sumamente importante que los
líderes de la Iglesia tomen las decisiones correctas
y guíen a aquellos a quienes dirijan por los senderos
de la verdad y la rectitud para que alcancemos
nuestras metas, y también a nuestras familias,
barrios, estacas, misiones, y la Iglesia y el mundo.
Si vamos a tomar decisiones correctas, como
las de Cristo, primero debemos vivir de tal modo
que podamos pedir y sentir la influencia de ese
poder invisible sin el cual nadie puede tomar las
mejores decisiones.
Una de las más grandiosas decisiones de esta
época tuvo lugar cuando el muchacho llamado José
Smith decidió seguir la admonición de Santiago:
“Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría,
pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente
y sin reproche, y le será dada. Pero pida con fe, no
dudando nada; porque el que duda es semejante a
la onda del mar, que es arrastrada por el viento y
echada de una parte a otra” (Santiago 1:5–6).
¡La salvación misma de millones de hombres y
mujeres en la dispensación del cumplimiento de
106
los tiempos depende de aquella decisión! Debemos
tener en cuenta que las personas tienen valor
individual y que las decisiones que tomen pueden
afectar mucho la vida de otras personas.
Es importante que nos demos cuenta de que,
además de la ayuda celestial, son necesarios el
esfuerzo y el ingenio individuales, no solamente
para resolver los problemas cotidianos de la Iglesia,
sino también para el progreso y desarrollo de
aquellos a quienes se les requiera tomar decisiones.
Existen algunos principios orientadores que
ayudarán a los líderes de la Iglesia a tomar
decisiones tanto para su propia vida como para la
importante responsabilidad que tienen de guiar a
otras personas hacia la meta final de la exaltación
en el reino de Dios.
El asunto más trascendental de la vida de
cualquier persona es tomar decisiones. Mientras
que uno de los grandes dones de Dios al hombre
es el libre albedrío, o sea, el derecho de opción,
Él también le ha dado la responsabilidad de esas
opciones. Podemos optar entre el bien y el mal;
encaminamos nuestra vida ya sea hacia el éxito o
el fracaso. No sólo escogemos nuestras metas más
importantes, sino que también en muchos casos
decidimos los medios de los cuales nos serviremos
para alcanzarlas y, según nuestra laboriosidad o falta
de ella, determinamos la rapidez con que las alcanzaremos. Esto exige esfuerzo y energía individuales
y no lo lograremos sin oposición o conflictos.
El tomar decisiones es probablemente la acción
más importante que la gente pueda realizar. Nada
pasa sino hasta que alguien toma una decisión.
Hasta el mundo mismo llegó a formarse como
resultado de las decisiones de Dios. Él dijo: “…en
el principio creé los cielos y la tierra”, “...Haya luz;
y hubo luz”, “...Haya un firmamento en medio de
las aguas; y fue hecho tal como yo mandé…”
(Moisés 2:1, 3, 6).
Felizmente, la habilidad y el criterio para tomar
decisiones son cualidades que se pueden adquirir.
Ciertos métodos y prácticas pueden aumentar
nuestra habilidad en las oportunidades que tenemos
de tomar decisiones día a día, semana a semana,
mes a mes.
Hay algunos principios básicos que se
recomiendan y que utilizan los expertos en la
Lección 16 Los principios para tomar decisiones
materia. Generalmente, se reconocen cinco pasos
fundamentales para tomar una decisión:
tierra herida con maldición si Elías el profeta no
hubiera venido con las llaves para sellar que poseía?
1. Definir el problema, su alcance y su
importancia:
Después de hablar del problema y de las posibles
soluciones con sus consejeros, con el líder del
grupo de sumos sacerdotes y tal vez con todo el
comité ejecutivo del barrio, el obispo tendría que
decidir qué hacer. Debería anotar los diversos
pasos para implementar el curso de acción que se
haya decidido seguir, ponerlo en práctica dando
asignaciones y delegando responsabilidad, y
acordarse después de llevar a cabo la verificación.
a. ¿Qué clase de problema es?
b. ¿Cuál es su factor crítico?
c. ¿Para cuándo hay que resolverlo?
d. ¿Por qué hay que resolverlo?
e. ¿Qué hay que hacer para resolverlo?
f. ¿Qué valor o ventaja tiene el resolverlo?
2. Reunir todos los datos, analizarlos y utilizarlos.
3. Desarrollar y sopesar las posibles soluciones
a fin de llegar a una conclusión.
4. Llevar a la práctica una decisión con planes
y verificaciones.
5. Comprobar los resultados de las decisiones
y de la acción.
Las decisiones deben basarse en principios y
en factores correctos. El estar bien enterado de
los principios y de los factores pertinentes a un
determinado problema por lo general lleva a tomar
una decisión correcta más fácilmente. Por ejemplo,
el conocer a fondo los factores concernientes
a un problema de bienestar y el considerarlos
relacionándolos con los principios fundamentales
del bienestar, llevará al obispo a la solución correcta
de ese caso en particular. En consecuencia, uno
de los elementos más importantes para tomar
decisiones es tener conocimiento a fondo de los
factores así como comprender los principios
elementales y estar familiarizado con ellos.
Otro ejemplo: un obispo tal vez piense que su
barrio debería dedicarse más a la obra del templo.
¿Cómo toma una decisión con respecto a ese
problema? Lo primero que debe hacer es determinar
los factores buscando respuesta a varias preguntas:
¿Cuántos miembros del barrio tienen una
recomendación para el templo? ¿Cómo están
distribuidas entre los sumos sacerdotes… los
élderes y las hermanas? ¿Cuál es la proporción si
comparo mi barrio… con los otros de la estaca?
Aun cuando en la comparación sea mejor, ¿es
eso suficiente? ¿Qué importancia tiene esa obra?
(véase Malaquías 4:5–6). ¿Por qué sería toda la
En un plano personal, la decisión de rechazar
un cigarrillo o una bebida alcohólica que se le
ofrezca será fácil si la persona conoce los factores,
entiende los principios y conceptos de la Palabra
de Sabiduría y ha determinado de antemano que
apoyará y defenderá este principio divinamente
revelado.
En forma similar, cuando se enfrenta un
problema de moralidad sexual, si se entiende el
principio, ya se sabrá cuál es la decisión correcta,
y, ante la presión del momento, sólo se necesitará
la entereza para decidirse por aquello que ya se
sabe es lo correcto.
Una de las mejores maneras en que los líderes
pueden entender los principios correctos es tener
comprensión y conocimiento profundos de las
Escrituras y del manual correspondiente. Casi toda
situación se habrá presentado ya, tal vez muchas
veces, y ya se habrán determinado la norma y el
procedimiento a seguir para resolver el problema.
Por lo tanto, siempre es prudente estudiar las
instrucciones y las normas de la Iglesia que ya
se hayan escrito con respecto a dudas que se
presenten, y familiarizarse con ellas.
Las decisiones deben tomarse oportunamente.
A veces, la indecisión sobre un asunto es en realidad
una decisión en la dirección contraria; es preciso
tener resolución. Elías dijo al antiguo Israel:
“…¿Hasta cuándo claudicaréis vosotros entre dos
pensamientos? Si Jehová es Dios, seguidle; y si
Baal, id en pos de él. Y el pueblo no respondió
palabra” (1 Reyes 18:21).
Josué fomentó el mismo principio cuando
reunió a todos los ancianos y jueces de las tribus
de Israel en Siquem y de hecho les dijo que se
resolvieran ese día en cuanto a esto: “Y si mal os
parece servir a Jehová, escogeos hoy a quién sirváis;
107
Lección 16 Los principios para tomar decisiones
si a los dioses a quienes sirvieron vuestros padres,
cuando estuvieron al otro lado del río, o a los dioses
de los amorreos en cuya tierra habitáis; pero yo y
mi casa serviremos a Jehová” (Josué 24:15).
Hay personas que se proponen tomar una
decisión, pero nunca llegan a hacerlo. Se proponen
pintar el granero, arreglar la cerca, tirar a la basura
la chatarra o deshacer el viejo cobertizo, pero el
momento de decidirse nunca se presenta.
Algunos de nosotros enfrentamos con
situaciones similares: nos proponemos pagar el
diezmo íntegro, empezar a obedecer la Palabra de
Sabiduría, hacer las primeras visitas de orientación
familiar a principios del mes. Sin embargo, si a la
decisión no sigue la práctica, pasan las semanas y
los meses sin que se logre nada. Bien podríamos
seguir a la deriva hasta la eternidad con esas buenas
intenciones. De ese modo, la falta de decisión de
nuestra parte se convierte en la decisión de no
hacer lo bueno que nos habíamos propuesto. Es
obvio que el Señor percibía esa debilidad en Sus
hijos porque dijo lo siguiente: “Por tanto, si me
creéis, trabajaréis mientras dure lo que es llamado
hoy” (D. y C. 64:25).
Entérense de los factores y oportunamente
tomen una decisión. Para posponer el momento
de tomarla, no se apoyen en la gastada frase que
emplean algunas personas: “Quiero consultarlo con
la almohada”. No tomamos decisiones basándonos
en lo que diga la almohada ni mientras dormimos.
Tampoco tomen decisiones impulsivas ni hagan
deducciones precipitadas. Entérense de los factores,
asegúrense de aplicar los principios básicos y
sopesen las consecuencias. ¡Entonces, decídanse!
El profeta Joel reconoció el principio de ser
oportuno tal como los líderes del sacerdocio
deberían hacerlo en la actualidad, porque ahora,
como entonces, la iniquidad abunda por todos
lados y es imperativo que se tomen decisiones
acertadas. Joel dijo: “Echad la hoz, porque la mies
está ya madura. Venid, descended, porque el lagar
está lleno… porque mucha es la maldad de ellos.
Muchos pueblos en el valle de la decisión; porque
cercano está el día de Jehová en el valle de la
decisión” (Joel 3:13–14).
Las decisiones a las cuales se refiere Joel son
las que conducen a la exaltación eterna. Que
podamos ayudar mostrando el camino.
108
Se llega a decisiones correctas generalmente
después de esforzarse, luchar y orar con ahínco.
La respuesta del Señor ante el esfuerzo infructuoso
de Oliver Cowdery aclara ese punto: “Pero he
aquí, te digo que debes estudiarlo en tu mente;
entonces has de preguntarme si está bien; y si así
fuere, haré que tu pecho arda dentro de ti; por
tanto, sentirás que está bien” (D. y C. 9:8).
Empecemos, entonces, por decir que si tratamos
con afán de acercarnos a nuestro Padre Celestial,
teniendo fe en que Él contestará nuestras oraciones,
ya tendremos una buena base con la cual
comenzar. José Smith dijo también que el Señor
no sacará agua de un pozo seco; por lo tanto,
debemos hacer nuestra parte en el esfuerzo. A veces,
el intento de llegar a una decisión correcta exige
grandes porciones de energía, estudio y paciencia.
A continuación hay unas buenas sugerencias
para ayudar a nuestros líderes a decidir correctamente qué tipo de acción se requiere.
1. ¿Se entiende claramente el problema? Muchas
veces los líderes no definen bien qué es lo que se
debe decidir. Es necesario describir el problema
con precisión anotándolo en una hoja de papel.
2. Lo que se ha descrito ¿es el verdadero
problema? ¿El líder está tratando los síntomas
o las causas? Por ejemplo, un presidente de estaca
estaba preocupado por la orientación familiar y
deseaba tomar decisiones para mejorarla. Según
los registros, se visitaba a cada vez menos familias
por mes. El presidente estaba fastidiado con los
maestros orientadores sin darse cuenta de que él
no se comunicaba en forma apropiada y continua
con los obispos y líderes de los quórumes para
hacerles ver la importancia de la orientación
familiar. El verdadero problema no consistía en la
poca actividad que había en ese sentido, sino en la
falta de comunicación entre el presidente de estaca
y sus subordinados. Una vez que éste se dio cuenta
de esa dificultad y la corrigió, la orientación
familiar mejoró notablemente.
3. ¿Se trata de un problema que se tiene que
solucionar de inmediato? En la Iglesia esperamos
recibir inspiración y debemos buscarla, y nuestro
Padre Celestial nos hará saber si el problema que
nos preocupa exige una decisión. La inspiración
es un aspecto importante en la responsabilidad de
tomar decisiones.
Lección 16 Los principios para tomar decisiones
4. Se debe diagnosticar el problema. Se debe
analizarlo y dividirlo en partes. El sentido común
dicta que los elementos a decidir se deben anotar,
y también se debe anotar cada uno de sus aspectos.
Estudien la situación por entero, haciendo todo
lo posible por tener presentes las experiencias del
pasado y del presente. Manténganse asequibles a
las ideas que se presenten.
5. Evalúen las posibilidades. El juez Benjamin
Nathan Cardozo, del Tribunal Supremo [de los
Estados Unidos], dijo: “En cada uno de nosotros
existe una corriente de tendencia que da coherencia
y dirección al pensamiento y a los actos”. Los
factores que se hayan reconocido se deben evaluar
concienzudamente y anotar en el orden de
importancia que consideremos mejor. Lo más
importante es tener en cuenta la forma en que
los santos se vean afectados.
6. Oren y ayunen para recibir inspiración.
“Consulta al Señor en todos tus hechos, y él te
dirigirá para bien… (Alma 37:37). Después de
haber evaluado bien la situación, se debe recurrir
a la oración y el ayuno como pasos finales antes
de tomar la decisión. Escuchen para recibir la
respuesta. Son demasiadas las veces en que
oramos sin escuchar.
7. Tomen la decisión. “El tomar decisiones te
hace sentir solo”, afirma mi buen amigo Clarence B.
Randall, ex presidente de “Inland Steel Company”,
“y cuanto más responsabilidad tengas, más intensa
será la soledad”. Pero, después de seguir los seis
pasos que he mencionado previamente, la mayoría
de las decisiones que tomen nuestros hermanos
del sacerdocio serán para bien.
8. Determinen cómo pondrán en práctica la
decisión. Después de la decisión, se debe proceder a
la acción. Para ello, hay que anotar el procedimiento
a seguir y hacer asignaciones.
9. Comprueben los resultados y vuelvan a hacer
una evaluación. Un buen hermano decía: “Si una
decisión ha sido producto de la inspiración, ¿qué
necesidad hay de evaluar?” Pero las circunstancias
cambian y los cambios requieren un repaso y,
a veces, incluso exigen comenzar de nuevo todo
el proceso para la decisión. De todos modos,
comprobar y evaluar lo que se haya hecho debe
formar parte del proceso.
Si nuestros compañeros de labor siguen esos
nueve pasos, tomarán mejores decisiones en sus
llamamientos. Pero, recuerden: aunque el Señor
nos ayudará para tomar decisiones, Él espera
que nosotros hagamos toda la parte que nos
corresponde.
¿De qué modo se puede poner a prueba un
curso de acción que se proponga o una decisión
que se haya tomado? Voy a mencionar seis pruebas:
1. ¿Podría retrasar o dañar el progreso
espiritual o moral?
2. ¿Podría crear memorias desagradables
o inquietantes?
3. ¿Está de acuerdo con la voluntad de Dios
y los mandamientos que Él ha revelado? “Yo, el
Señor, estoy obligado cuando hacéis lo que os
digo; mas cuando no hacéis lo que os digo,
ninguna promesa tenéis” (D. y C. 82:10).
4. ¿Podría hacer daño a cualquier persona,
familia o grupo?
5. ¿Convertiría la decisión a alguien en una
persona mejor o un compañero mejor, según las
leyes de Dios? Por ejemplo, si obedecemos la Palabra de Sabiduría, se nos promete que hallaremos
“sabiduría y grandes tesoros de conocimiento, sí,
tesoros escondidos” (D. y C. 89:19).
6. Una vez que se ponga en acción lo decidido,
¿daría como resultado una bendición? “Hay una
ley, irrevocablemente decretada en el cielo antes
de la fundación de este mundo, sobre la cual todas
las bendiciones se basan; y cuando recibimos una
bendición de Dios, es porque se obedece aquella
ley sobre la cual se basa” (D. y C. 130:20–21).
En conclusión, quisiera ofrecer los diez puntos
siguientes para que los líderes los consideren
como sugerencias para tomar mejores decisiones:
1. Pidan la guía del Señor cuando vayan a
tomar una decisión.
2. ¿Sienten un ardor en el pecho después de
haberla tomado?
3. ¿Está de acuerdo con la palabra de los
profetas, o sea, de los Presidentes de la Iglesia,
y en particular del Presidente actual?
4. Algunas decisiones son sencillamente una
cuestión de aplicar buen juicio y luego decidir.
Por ejemplo, en Doctrina y Convenios el Señor
109
Lección 16 Los principios para tomar decisiones
les dice a los élderes que le es igual que vayan por
tierra o por agua, con tal de que vayan (véase
D. y C. 61:22).
oportunidad, Brigham Young dijo que él quería
hacer algo determinado, pero que el Espíritu le
indicó otra cosa.
5. Hay algunos casos en los cuales no se puede
tomar una decisión inmediatamente, porque el
Señor desea sacar a luz otros factores a los que
el responsable de tomarla debe prestar atención.
En ese caso se debe esperar, pues el Señor diría:
“Estad quietos, y conoced que yo soy Dios”
(Salmos 46:10).
10. Siempre es bueno saber qué han hecho
otros líderes de la Iglesia en casos semejantes. Por
eso es que, al menos hasta cierto punto, el profeta
José Smith hizo que se guardaran registros de
varias reuniones. Por lo tanto, la persona debe
estudiar los registros, las palabras de los profetas
y la historia de la Iglesia.
6. En las decisiones de importancia crucial, el
ayuno combinado con la oración brindarán gran
esclarecimiento espiritual.
Estamos consagrados a una obra en la que,
si hacemos lo que nos corresponda, no podemos
fracasar, ya sea al tomar decisiones o de cualquier
otra manera. El Señor no permitirá que fracasemos.
Ésta es Su obra; éstos son Sus hijos, con quienes
hemos sido llamados a obrar, y Él los ama. Éste es
Su programa con el cual trabajamos, Su autoridad,
y Él nos magnificará siempre que sea necesario
y aún más allá de nuestras habilidades naturales.
Esto lo sé, y agradezco a Dios por ese invalorable
conocimiento y bendición.
7. Aun cuando por lo general es prudente
tener una visión futura de los resultados de la
decisión, a veces el Señor los inspirará a tomar
decisiones temporarias que conduzcan a un fin
que sólo El conoce. Una persona no debe vacilar
nunca en tomar ese tipo de decisión. Wilford
Woodruff [cuarto Presidente de la Iglesia] tuvo
que tomar varias decisiones de ésas que le harían
decir: “No sé, sino que el Señor me lo mandó”
[véase Moisés 5:6]. Nefi regresó a Jerusalén sin
saber exactamente cuáles serían sus acciones.
8. El presidente Harold B. Lee cuenta en su
libro Decisions for Successful Living [“Decisiones
para tener éxito en la vida”] (pág. 45) que conocía
a un líder de la Iglesia que a veces, al tratar de
tomar una decisión sobre un asunto particular, se
preguntaba: “¿Qué haría Jesús en esta situación?”
Por supuesto, esa actitud indicaría que, por medio
del estudio y de una vida recta, un hombre tendría
que conocer a Jesús bastante bien para hacerse
esa pregunta inteligentemente.
9. La persona debe consultar siempre al Espíritu
en este proceso de tomar decisiones. Es decir, debe
mantener la puerta entreabierta por si el Espíritu
desea inspirar un curso de acción diferente del
que naturalmente se hubiera seguido. En una
110
ELEMENTOS PARA EL ESTUDIO
• ¿Qué comentarios del presidente Benson nos
ayudan a entender lo importantes que son las
decisiones prudentes para nuestra vida eterna?
• Entre los cinco pasos fundamentales para tomar
decisiones, ¿cuáles les parecen más importantes
en su propio desarrollo como líderes? Expliquen
la respuesta. (Nota: Si emplea esta pregunta en
el transcurso de la clase, hágala en forma que
resulte más impersonal, como: “¿Por qué será
importante cada uno de estos cinco pasos para
tomar decisiones?”)
• ¿Por qué es importante que las decisiones se
basen en “principios y factores correctos”?
• ¿Cómo podemos poner a prueba nuestras
decisiones para saber si son correctas?
LECCIÓN 17
CÓMO DIRIGIR LAS REUNIONES
PARA QUE TENGAN ÉXITO
“Y los de la iglesia dirigían sus reuniones de acuerdo con las manifestaciones del Espíritu, y por el
poder del Espíritu Santo; porque conforme los guiaba el poder del Espíritu Santo, bien fuese predicar,
o exhortar, orar, suplicar o cantar, así se hacía” (Moroni 6:9).
PRINCIPIO DE LIDERAZGO
El propósito de las reuniones que se realizan en la Iglesia y con la familia debe ser ayudar a las
personas a parecerse más a Cristo.
CONCEPTOS DE LA LECCIÓN
1. Tenemos reuniones en la Iglesia y con la familia para ayudar a las personas a alcanzar metas
de valor y venir a Jesucristo.
2. Podemos aprender a planear y a dirigir reuniones que den buenos resultados.
CONCEPTO 1: TENEMOS REUNIONES
EN LA IGLESIA Y CON LA FAMILIA PARA
AYUDAR A LAS PERSONAS A ALCANZAR
METAS DE VALOR Y VENIR A JESUCRISTO.
COMENTARIOS
Durante Su ministerio terrenal, Jesucristo se
reunía a menudo con Sus discípulos y con otras
personas (véase Mateo 5:1; Marcos 2:2; Lucas
4:14–15; Juan 6:3). También se reunió con Sus
seguidores en las tierras del Libro de Mormón
después de resucitar (véase 3 Nefi 12). En nuestra
dispensación, enseñó a José Smith que los santos
debían reunirse “con frecuencia” (D. y C. 20:55).
El obispo Robert L. Simpson, cuando era
Consejero del Obispado Presidente, dijo: “Mientras
nos esforzamos por conocer a Dios el Padre y a
Su Hijo, Jesucristo, debemos familiarizarnos con
las obras canónicas de la Iglesia; debemos asistir
a las reuniones designadas por los profetas de
nuestros días a fin de llenar la mente y el corazón
con las enseñanzas de la verdad y con el espíritu
del testimonio que expresan los demás, y, de
vez en cuando, si nos llaman a hacerlo o así lo
sentimos, del propio. De ese modo, desarrollamos
el testimonio, o sea, la convicción de que Dios
existe” (The Power and Responsibilities of the
Priesthood, “Speeches of the Year”, Universidad
Brigham Young, 31 de marzo de 1964, pág. 3).
El presidente Spencer W. Kimball enseñó lo
siguiente: “Eviten la tendencia a llevar a cabo demasiadas reuniones en el día domingo. Al tener sus
reuniones regulares, háganlas lo más espirituales
y eficaces que sea posible. No deben apurarse para
terminar las reuniones pronto, sino que deben
planearlas de manera tal que permita lograr sus
sagrados propósitos sin mayores dificultades”
(véase “En cuanto lo hicisteis a uno de estos mis
hermanos…”, Liahona, agosto de 1981, pág. 74).
IDEAS PARA LA ENSEÑANZA
Pregunte a los alumnos: ¿Por qué tenemos
tantas reuniones en la Iglesia y con la familia?
¿En qué sentido son algunas reuniones más
eficaces que otras?
Léales las siguientes palabras del presidente
Ezra Taft Benson: “…la asistencia fiel a las
reuniones de la Iglesia acarrea consigo bendiciones
que no podemos recibir de ninguna otra manera”
(véase “Para la ‘juventud bendita’ ”, Liahona,
julio de 1986, pág. 41). Pida a los alumnos que
anoten algunas de las reuniones importantes de la
Iglesia y que expliquen cómo nos trae bendiciones
la asistencia a ellas.
111
Lección 17 Cómo dirigir las reuniones para que tengan éxito
Dígales que hay reuniones que son
imprescindibles y otras que son provechosas pero
no indispensables. Hay reuniones en las que
adoramos al Señor y otras en las que planeamos
actividades; hay reuniones formales y otras que
no lo son; hay reuniones a las que el público
puede asistir y otras a las que asisten sólo los
que cumplen con ciertas normas de dignidad.
Explíqueles que los líderes que dirijan cualquiera
de esas reuniones podrían emplearlas para ayudar
a otras personas a alcanzar metas de valor y a venir
a Cristo (véase la sección “Comentarios”). Al planear
y llevar a cabo las reuniones y las actividades, los
líderes deben tener en cuenta no estorbar la vida
del hogar, que es el lugar más eficaz para enseñar
y aprender el Evangelio.
CONCEPTO 2: PODEMOS
APRENDER A PLANEAR Y A DIRIGIR
REUNIONES QUE DEN BUENOS RESULTADOS.
COMENTARIOS
Los líderes de la Iglesia planean y dirigen
diversas reuniones, que pueden ser para adorar
al Señor, para dar y recibir instrucción y para
planificar. Los profetas de los últimos días enseñan
que las familias deben reunirse semanalmente
en una noche de hogar, en la cual padres e hijos
se alienten mutuamente a vivir de acuerdo con
los principios del Evangelio y traten asuntos de
interés familiar.
Uno de los primeros pasos para programar una
buena reunión es entender qué propósito tiene.
Por ejemplo, al programar la reunión sacramental,
el obispo debe entender que el propósito de esa
reunión es tomar la Santa Cena, adorar al Señor,
aprender el Evangelio, llevar a cabo ordenanzas
como las confirmaciones, tratar asuntos del barrio
y fortalecer espiritualmente a los miembros. Una
vez que los líderes entiendan el propósito de una
reunión, podrán ver cuál es la mejor manera
de lograrlo.
El élder M. Russell Ballard, del Quórum de los
Doce Apóstoles, dio los siguientes consejos con
respecto a las reuniones en general:
• “Asegúrense de que haya una agenda escrita
y que… se concentre principalmente en las
personas y no en los programas”.
112
• “Los propósitos de la reunión deben ser claros,
y se debe empezar y terminar a tiempo”.
• “Dispongan del tiempo necesario para analizar
lo que le haga falta a la gente”.
• “Después de escuchar atenta y sinceramente
las recomendaciones de los presentes, tomen
una decisión o hagan una asignación que dé
como resultado un curso de acción determinado
y que se pueda verificar”.
• “Tomen esas decisiones valiéndose de la oración”.
• Pidan a alguien “que se responsabilice de las
asignaciones y que dé un informe al respecto
en una fecha fijada de antemano”.
• “Cuando se delega una asignación, generalmente
se debe expresar con términos de ‘lo que’ se
requiere más bien que de ‘cómo’ llevarla a cabo;
es decir, la persona que la recibe debe ser
responsable del resultado que se obtenga sean
cuales sean los métodos que se empleen para
lograrlo”.
(Counseling with Our Councils: Learning to
Minister Together in the Church and in the
Family, 1997, págs. 124–125.)
IDEAS PARA LA ENSEÑANZA
Emplee el material que se encuentra en la
sección “Comentarios” y su propia experiencia
para analizar la forma de programar y de dirigir
reuniones eficaces de la Iglesia y con la familia.
Divida la clase en grupos pequeños y pida a cada
grupo que haga un bosquejo, de una sola hoja de
largo, de la forma de programar y dirigir reuniones.
Luego, pida a los grupos que expliquen el bosquejo
que hayan hecho.
FUENTES DE RECURSOS PARA EL MAESTRO
Presidente Boyd K. Packer
Presidente en funciones
del Quórum de los Doce
Apóstoles
The Unwritten Order of Things
[“Un orden no escrito de
cosas”], Devocional de la
Universidad Brigham Young, 15 de octubre
de 1996.
Lección 17 Cómo dirigir las reuniones para que tengan éxito
Les hablo hoy como maestro. Pienso en la
influencia de un maestro que tuve hace más de
cincuenta años. Como sucede muchas veces, su
influencia no derivaba de la materia que enseñaba:
el Dr. Schaefer era profesor de matemáticas en la
Universidad del estado de Washington, en la ciudad
de Pullman. Su aspecto no tenía nada que llamara
la atención y no recuerdo su nombre de pila; pero
jamás olvidaré lo primero que nos dijo el primer
día de clase.
Fue durante la Segunda Guerra Mundial; estábamos entrenándonos para ser pilotos y nos
habían mandado a la universidad para lo que se
nos dijo que sería un curso “explosivo” de meteorología, clima, navegación, física, aerodinámica y
otras materias técnicas. Siendo pilotos, ese adjetivo
“explosivo” para describir el curso no nos hacía
mucha gracia; hubiéramos preferido que lo
llamaran “intensivo”, porque así era.
Estábamos bajo una tremenda presión, porque
los que no lo pasaran serían eliminados del
programa de pilotos. Me encontré compitiendo
con cadetes, muchos de los cuales habían tomado
clases universitarias; algunos habían tenido una
capacitación avanzada, mientras que yo apenas
había salido de la enseñanza secundaria.
El Dr. Schaefer tenía que llevarnos desde las
matemáticas básicas al cálculo en unas pocas
semanas. Hasta que pasamos los primeros minutos
en la primera clase, yo pensaba que era un
imposible; pero él dio comienzo a la clase con
estas palabras: “Aunque muchos de ustedes han
tenido algunas clases universitarias, incluso
algunos han tomado cursos avanzados en lo que
vamos a estudiar, mi propósito es enseñar a los
principiantes. Por eso, a los que conozcan la
materia, les pido que tengan paciencia mientras
enseño lo básico a los que no la conozcan”.
Animado por lo que nos dijo y más aún por su
manera de enseñar, pude pasar bien el curso con
relativa facilidad. De otro modo, probablemente
habría sido imposible.
Cuando decidí ser maestro, el ejemplo del Dr.
Schaefer me inspiró a tratar en todo lo que me era
posible de enseñar las verdades básicas y sencillas
de modo que resultaran comprensibles. Y he
aprendido lo difícil que es simplificar algo.
Años después de la guerra, regresé a la
Universidad del estado de Washington y busqué al
Dr. Schaefer. Por supuesto, él no se acordaba de
mí; yo había sido uno de los muchos cientos de
cadetes que habían pasado por sus clases. Pero le
agradecí lo que me había enseñado. Hacía mucho
que las matemáticas y el cálculo habían quedado
en el olvido, pero no su ejemplo de maestro.
Por eso, siguiendo aquel ejemplo, deseo decirles
hoy algo sobre la Iglesia. Lo que les diré no está
explicado en las Escrituras, aunque se ajusta a los
principios que en ellas se enseñan.
Un principio es una verdad perdurable, una
ley, una regla que pueden adoptar para tomar
decisiones. Generalmente, los principios no se
describen con detalles, lo cual les permite adaptarse
y buscar la manera de emplear una verdad
perdurable, un principio, como un ancla.
Lo que les voy a decir tampoco se encuentra
en los manuales de enseñanza ni en los de
instrucciones. Aun cuando así fuera, la mayoría
de ustedes no tiene manuales —ni los del
Sacerdocio de Melquisedec ni los de la Sociedad
de Socorro ni cualquier otro— porque se dan
sólo a los líderes.
Me referiré a lo que llamo “un orden no
escrito de cosas”. Mi lección podría titularse “Los
elementos comunes y corrientes de la Iglesia que
todo miembro debe conocer”. Aun cuando son
muy comunes y corrientes, son, sin embargo,
muy importantes. No sé por qué, pero damos por
sentado que todo el mundo ya sabe lo que es
común y corriente. Si ustedes lo saben, será porque
lo han aprendido por observación y experiencia,
porque no está escrito en ninguna parte ni se
enseña en las clases. Así que, si lo saben, sean
pacientes mientras continúo enseñando a los
que no saben… y duérmanse una siesta.
El fundamento del conocimiento y del
testimonio de que Dios el Padre vive, que Jesús es
el Cristo, que el Espíritu Santo nos inspira, que
hubo una Restauración y que se nos ha revelado
la plenitud del Evangelio y la misma organización
que existió en la Iglesia original nunca cambia.
Estas cosas se nos enseñan siempre, en todas
partes y en todo lo que hacemos: en nuestras
clases, en las Escrituras, en los manuales de
enseñanza y de instrucciones.
113
Lección 17 Cómo dirigir las reuniones para que tengan éxito
La doctrina fundamental y las instrucciones
sobre la organización de la Iglesia también se
encuentran en las Escrituras. Además, hay otra
fuente de conocimiento relacionada con el
funcionamiento de la Iglesia: aprendemos por
experiencia y por observación. Si aprenden sobre
esos elementos que no están escritos, estarán
mejor calificados para ser líderes, y serán líderes.
Las responsabilidades más importantes de liderazgo
están en el hogar: la de ser padre, de ser madre,
de ser marido y mujer, de ser hermanos mayores.
Además, en la Iglesia hay posiciones de liderazgo
y oportunidades de enseñanza como en ninguna
otra organización de la tierra.
Aun cuando las cosas de las que hablaré no
están escritas, son en realidad muy fáciles de
aprender. Presten atención al orden no escrito
de cosas e interésense en ellas, y verán que su
capacidad y su valía ante el Señor aumentan.
Antes de que les dé unos ejemplos de este orden
no escrito de cosas, les recordaré lo que dijo el
Señor: “…mi casa es una casa de orden, dice
Dios el Señor” (D. y C. 132:18; cursiva agregada).
Y dijo a uno de Sus profetas: “Y mirad que se
hagan todas estas cosas con prudencia y orden;
porque no se exige que un hombre corra más aprisa
de lo que sus fuerzas le permiten. Y además,
conviene que sea diligente, para que así gane el
galardón; por tanto, todas las cosas deben hacerse
en orden” (Mosíah 4:27; cursiva agregada).
Pablo dijo a los corintios que debía hacerse “todo
decentemente y con orden” (véase 1 Corintios
14:40; cursiva agregada). Volveremos a esto dentro
de un momento.
Las cosas a las que me referiré no son tan
rígidas que la Iglesia vaya a desmoronarse si no
se observan estrictamente y de continuo. Pero sí
establecen un espíritu, una norma de dignidad y
de orden, y mejorarán nuestras reuniones y clases,
así como las actividades. Si las conocen y las
comprenden, también mejorarán su vida
considerablemente.
Nuestras reuniones deben conducirse de tal
manera que los miembros se sientan espiritualmente renovados y permanezcan en armonía con
el Espíritu al enfrentar las dificultades de la vida.
Debemos establecer condiciones en las cuales los
miembros, por medio de la inspiración, puedan
114
resolver sus propios problemas. Hay algunas cosas
sencillas que ayudan en ese sentido, y otras que
retrasan. Alma enseñó que “por medio de cosas
pequeñas y sencillas se realizan grandes cosas; y
en muchos casos, los pequeños medios confunden
a los sabios” (Alma 37:6).
Como primera ilustración de este orden no
escrito de cosas está este ejemplo tan sencillo: El
que preside una reunión debe sentarse en el estrado,
cerca del que la dirige. Sería difícil presidir cuando
se está sentado entre la congregación. El que
preside es responsable de la dirección de la reunión,
y tiene el derecho y la obligación de recibir
inspiración, lo que quizás lo lleve a adaptar o
corregir algún aspecto de la reunión. Esto se aplica
ya se trate de una organización auxiliar presidida
por una hermana o de cualquier otra reunión.
Un presidente de estaca nuevo pregunta a veces:
“¿Tengo que sentarme en el estrado durante toda
reunión de la estaca? ¿No puedo sentarme nunca
con mi familia?” Mi respuesta es: “Mientras preside,
se sienta en el estrado”. Y tengo la tentación de
decirle, aunque no lo hago: “Yo no tengo ese
privilegio, ¿por qué va a tenerlo usted?”
Otro ejemplo: Si se fijan en la Primera
Presidencia, verán que el Primer Consejero está
siempre sentado a la derecha del Presidente y el
Segundo Consejero a la izquierda. Ésa es una
demostración de hacer las cosas “decentemente y
con orden”, como dice Pablo. Generalmente,
aunque no siempre, si el oficial que preside habla,
lo hace al final de la reunión; de esa manera se
puede hacer cualquier aclaración o corrección que
haga falta. He tenido esa experiencia muchas veces
al terminar las reuniones, diciendo: “El hermano
(o la hermana) Fulano dijo tal cosa, y estoy seguro
de que lo que quiso decir es tal y tal cosa”.
Otra ilustración: En la Iglesia, no aspiramos a
llamamientos ni pedimos que nos releven. Se nos
llama por inspiración a ocupar cargos de la Iglesia
y, aun cuando el llamamiento se nos ofrezca
de modo un tanto inexperto, no es prudente
rechazarlo. Debemos suponer que proviene del
Señor. El quinto Artículo de Fe nos dice que “el
hombre debe ser llamado por Dios, por profecía y
la imposición de manos, por aquellos que tienen
la autoridad, a fin de que pueda predicar el
evangelio y administrar sus ordenanzas”.
Lección 17 Cómo dirigir las reuniones para que tengan éxito
Si alguna circunstancia les hace difícil continuar
prestando servicio, pueden ir a consultar al líder
que les extendió el llamamiento. No nos llamamos
nosotros mismos ni nos relevamos nosotros
mismos. A veces sucede que un líder o un maestro
disfruta tanto de la importancia de su cargo que,
aun después de haber prestado servicio largo
tiempo, no quiere ser relevado. Eso indica que
ha llegado el momento de su relevo.
las conferencias. Fue un tiempo de capacitación
en el orden no escrito de cosas.
Debemos hacer lo que se nos llame hacer.
Debemos aceptar los llamamientos y también
el relevo por la misma autoridad.
El hermano Kimball era segundo consejero de
la presidencia de la estaca cuando el secretario se
mudó; llamaron a otro secretario, y ése también
se mudó, por lo que el hermano Kimball se había
hecho cargo de esa responsabilidad. Cuando el
élder Melvin J. Ballard asistió a la conferencia de
estaca, le dijo: “Usted no tiene por qué ser segundo
consejero y secretario al mismo tiempo. Elija lo
que le gustaría más”.
Cuando se llamó al presidente J. Reuben
Clark como Segundo Consejero de la Primera
Presidencia después de haber prestado servicio
como Primer Consejero durante muchos años,
dijo lo siguiente en la Asamblea Solemne en la
que se sostuvo a la nueva Primera Presidencia:
“Cuando servimos al Señor, no interesa dónde
sino cómo lo hacemos. En La Iglesia de Jesucristo
de los Santos de los Últimos Días, uno debe aceptar
el lugar que se le haya llamado a ocupar y no debe
ni procurarlo ni rechazarlo” [citado por Keith K.
Hilbig en “El crear o continuar eslabones del
sacerdocio”, Liahona, enero de 2002, pág. 53,
cursiva agregada]. Con eso, enseñó a la Iglesia
una valiosa lección en el orden no escrito de cosas.
Hace años que aprendí que no escogemos el tipo
de servicio que prestamos sino que simplemente
respondemos al llamamiento. Poco después de
nuestro matrimonio, me llamaron como secretario
auxiliar de la estaca. El obispo no quería relevarme
de mi cargo como maestro de Doctrina del
Evangelio y me dijo que yo tenía mucho más que
ofrecer como maestro que como un anónimo
secretario auxiliar de estaca; pero él sabía que, en
el orden no escrito de cosas, el presidente de estaca
presidía y que su llamamiento tenía prioridad.
No les puedo decir todo lo que aprendí en
aquel llamamiento: pude ver cómo funciona una
presidencia de estaca; fui testigo de la revelación
que rige el llamamiento y el relevo de oficiales de
barrios y de estaca; viendo actuar al presidente de
la estaca, aprendí por observación y por experiencia
muchas cosas que no se encuentran en el manual
de instrucciones. En ese llamamiento fue que
conocí a miembros del Consejo de los Doce y a
otras Autoridades Generales que nos visitaban en
Una vez estuve en el mismo avión en viajaba el
presidente Kimball, que, según creo, prestó servicio
como secretario de estaca durante diecinueve años.
Un miembro que vivía en esa estaca iba también
en el avión y me dijo: “Si hubiera sabido que el
secretario de nuestra estaca iba a ser Presidente
de la Iglesia, lo habría tratado mucho mejor”.
El hermano Kimball no estaba acostumbrado a
elegir llamamientos y quería que fuera el hermano
Ballard quien decidiera; pero éste insistió: “No,
decida usted”. Así que el hermano Kimball dijo:
“Bueno, yo tengo máquina de escribir [en ese
tiempo, muy pocas personas tenían una máquina
de escribir] y conozco el sistema. Tal vez podría
hacer una mayor contribución si fuera secretario
de la estaca”. Y así fue.
En aquellos días, el secretario de la estaca recibía
una pequeña suma de dinero mensualmente, creo
que para comprar materiales. Una hermana que lo
conocía muy bien le escribió, diciendo: “Spencer,
me ha sorprendido mucho saber que has aceptado
un llamamiento sólo porque hay dinero de por
medio”. Y agregó: “Si no cambias de actitud,
en dos meses apostatarás de la Iglesia”. ¡Como
sabemos, la hermana estaba un tanto equivocada!
Quiero contarles este ejemplo: En una
oportunidad, el entonces élder Harold B. Lee
presidió en nuestra conferencia de estaca. Entre
las sesiones fuimos a almorzar a la casa del
presidente Zundell. Donna y yo llegamos un poco
tarde porque habíamos pasado por la casa para
ver si nuestros hijos estaban bien. El élder Lee
había salido en ese momento a buscar algo en su
auto y se encontraba en la acera cuando llegamos;
estoy seguro de que se notaba nuestra emoción
de hablar cara a cara con un apóstol y estrecharle
la mano. Haciendo un gesto en dirección a la casa
115
Lección 17 Cómo dirigir las reuniones para que tengan éxito
y refiriéndose a la presidencia de la estaca que se
había reunido allí, me dijo: “Ésos son grandes
hombres. Nunca desperdicie la oportunidad de
aprender de hombres como ellos”. Y ahí, un
apóstol me enseñó algo sobre el orden no escrito
de las cosas.
Pueden aprender mucho observando a los
líderes de experiencia en los barrios y estacas donde
vivan. Hay mucho que pueden aprender prestando
atención a lo que dicen los hermanos y las
hermanas mayores que han tenido toda una vida
de experiencia en la escuela de las cosas no escritas.
Otra ilustración: Existe un orden que nos indica
a dónde ir o a quién acudir para pedir consejo o
bendiciones. Es sencillo: lo pedimos a nuestros
padres. Si no los tenemos a ellos y se trata de una
bendición, se la pedimos al maestro orientador.
Para pedir consejo, van al obispo; quizás él los envíe
a su propio líder, el presidente de la estaca. Pero
no vamos a las Autoridades Generales; no les
escribimos para pedirles consejo ni pensamos
que quien se encuentre en una posición más
prominente nos dará una bendición más inspirada.
Si logramos hacer comprender esto a la gente de
la Iglesia, lograremos ser mucho más fuertes.
El presidente Joseph F. Smith enseñó que si
en un hogar hay un enfermo y hubiera presentes
“presidentes de estaca, apóstoles o aun miembros
de la Primera Presidencia de la Iglesia… El padre
está allí y es su derecho y su deber presidir”
(Doctrina del Evangelio, págs. 280–281).
Hay un rodeo autorizado para pasar por alto
al obispo, al presidente de estaca, a la Autoridad
General y a cualquier otra persona en nuestra línea
de autoridad: es el que nos lleva a nuestro Padre
Celestial a través de la oración. Si lo hacemos,
en la mayoría de los casos resolveremos nuestros
propios problemas.
Otro principio: La revelación en la Iglesia es
una línea vertical y generalmente está circunscrita
a los límites administrativos o geográficos que se
hayan asignado al que tiene el llamamiento. Por
ejemplo, un obispo que esté tratando de resolver
un problema no recibirá revelación pidiendo
consejo al obispo de otro barrio o estaca que sea
pariente suyo o compañero de trabajo.
La experiencia me ha enseñado que la
revelación viene de arriba, no del costado. Por
116
muy experimentado o mayor o espiritual que sea
alguien que esté al lado, lo mejor es emplear los
medios apropiados.
Atiendan a este principio: Un atributo
fundamental de un buen líder es que sea un buen
seguidor. En una reunión que tuve con obispos,
uno que era nuevo e inexperto me preguntó:
“¿Qué debo hacer para que la gente me siga? He
llamado a nueve hermanas para ser presidenta de
la Primaria y ninguna aceptó”. El buen humor y el
espíritu agradable de la reunión me proporcionaron
una buena oportunidad para enseñar. Le respondí
que dudaba de que hubiera “llamado” a cualquiera
de las hermanas para ser presidenta, que
seguramente sólo les habría pedido o las habría
invitado a serlo.
Le dije que si hubiera orado fervientemente y
consultado con sus consejeros en cuanto a quién
debería presidir la Primaria, la primera hermana
habría aceptado el llamamiento. Puede ser que
durante la entrevista hubiera descubierto una razón
por la cual no fuera aconsejable u oportuno que
aquella hermana prestara servicio, pero con toda
seguridad no le habría pasado lo mismo más que
con una o dos de ellas. Si todas esas hermanas
habían rechazado el llamamiento, era porque
algo no estaba en orden, en ese orden no escrito
de cosas.
Como reinaba un espíritu tan bueno en la
reunión, le pregunté: “Obispo, creo que me doy
cuenta de algo más: usted no debe de ser un buen
seguidor, ¿no es así? ¿No es usted quien siempre
cuestiona lo que el presidente de estaca pide a los
obispos?” Los demás obispos dejaron escapar
unas risitas ahogadas y asintieron con la cabeza;
sí, así era. Él mismo se sonrió y admitió que yo
estaba en lo cierto. Le dije: “La razón por la que
sus miembros no siguen al líder tal vez sea porque
usted no sigue al suyo. Un atributo esencial para
un líder de la Iglesia es ser un seguidor bueno y fiel.
Ése es el orden, el orden no escrito de las cosas”.
Cuando yo era joven, el élder Spencer W.
Kimball fue a nuestra conferencia y relató lo
siguiente: Siendo él presidente de estaca en
Safford, Arizona, quedó vacante el puesto de
superintendente de los Hombres Jóvenes de la
estaca (así se llamaba el cargo entonces). Un día,
al salir de su oficina, caminó un corto trecho por
la calle y entabló una conversación con el dueño
Lección 17 Cómo dirigir las reuniones para que tengan éxito
de uno de los negocios, a quien le dijo: “Jack, ¿te
gustaría ser superintendente de la organización de
los Hombres Jóvenes de la estaca?”
El otro le contestó: “¡Vamos, Spencer, no me
estás hablando en serio!”
El hermano Kimball insistió: “Por supuesto
que sí. Tú te llevas bien con los jóvenes”. Pero, a
pesar de sus esfuerzos por convencerlo, el hombre
no aceptó.
Más tarde ese mismo día, después de rumiar su
fastidio por el fracaso y acordándose al fin de lo
que dice Jacob en el Libro de Mormón —“habiendo
obtenido primeramente mi mandato del Señor”
(Jacob 1:17)—, volvió a hablar con Jack. Lo llamó
“hermano”, con su apellido, y le dijo: “Tenemos
una vacante en un puesto de la estaca. Mis
consejeros y yo hemos hablado del asunto y orado
al respecto durante un tiempo. El domingo nos
arrodillamos y le pedimos inspiración al Señor en
cuanto a quién debíamos llamar para ese cargo, y
recibimos la inspiración de que debíamos llamarte
a ti. Como siervo del Señor, he venido para
extenderte ese llamamiento”.
Jack le respondió: “Bueno, Spencer, si me lo
presentas así…”
“Pues, así te lo presento”.
Y ya se imaginan el resultado. Es bueno seguir
el orden apropiado de las cosas, incluso el orden
no escrito.
Tengo en mi escritorio una carta de un
hermano que se siente muy molesto porque no
fue llamado debidamente; aceptó el llamamiento
y está dispuesto a prestar servicio, pero dice que
el obispo no consultó de antemano a la esposa de
él y tampoco había tratado el asunto de forma
apropiada.
Cuando le conteste, trataré de enseñarle algo
sobre el orden no escrito de cosas que se relacionan
con ser paciente en cuanto a la forma en que
funciona la Iglesia. En la primera sección de
Doctrina y Convenios, el Señor amonesta a todo
hombre a hablar “en el nombre de Dios el Señor,
el Salvador del mundo” (D. y C. 1:20). Creo que
le haré notar que un día él puede ser obispo,
abrumado con los problemas del barrio más una
carga extra de asuntos personales, y sugerirle que
dé ahora lo que le gustaría recibir entonces.
Otro aspecto del orden: Los obispos no dejan
los arreglos de las reuniones en manos de los
miembros; no deben dejar en manos de la familia
el programa para un funeral ni para la despedida
de un misionero. No está de acuerdo con el orden
apropiado el que un miembro o una familia decida
quién hablará ni durante cuánto tiempo. Por
supuesto, es correcto recibir las sugerencias de
ellos, pero el obispo no debe dejarles la responsabilidad de la reunión. Nos preocupan las tendencias
que están presentando nuestras reuniones.
Los funerales pueden y deben dejar la mayor
impresión espiritual, pero se están convirtiendo
en reuniones familiares informales frente a los
miembros del barrio. Muchas veces se aleja al
Espíritu con relatos cómicos o con bromas, cuando
el tiempo debería dedicarse a enseñar lo pertinente
al Espíritu, incluso lo sagrado.
Cuando la familia insiste en que varios
parientes hablen en un funeral, escuchamos
detalles de la persona que ha muerto en lugar de
oír hablar de la Expiación, la Resurrección y las
promesas consoladoras que se han revelado en las
Escrituras. Está bien que un miembro de la familia
hable, pero si es así, sus comentarios deberían
estar de acuerdo con el espíritu de la reunión.
Les he dicho a mis hermanos de las Autoridades
Generales que cuando me hagan el funeral, si el
que dirija la palabra se pone a hablar de mí, me
voy a levantar para corregirlo. Es preciso predicar
el Evangelio en esas oportunidades. No conozco
ninguna otra reunión mejor que un funeral en la
cual la congregación esté en un estado más dispuesto para recibir revelación e inspiración de un
discursante. Y se nos priva de ese privilegio porque no entendemos el orden de las cosas —el
orden no escrito— que se relaciona con la administración de la Iglesia y con la recepción del Espíritu.
Nuestros obispos no deben permitir que otras
personas se encarguen de las reuniones. Esto se
aplica también para las despedidas de misioneros.
Nos preocupa muchísimo el hecho de que se han
convertido en algo así como una reunión social
enfrente de los miembros del barrio; se está
perdiendo la oportunidad de la profunda
capacitación y la enseñanza espiritual que podría
tener lugar en ellas. Nos hemos olvidado de que
se trata de reuniones sacramentales y de que el
obispo las preside.
117
Lección 17 Cómo dirigir las reuniones para que tengan éxito
Es mucho lo que podría comentar en cuanto a
usar “ropa de domingo”. ¿Saben cuál es la “ropa
de domingo”? Así se acostumbraba, pero ahora
vemos cada vez más en nuestras reuniones, incluso
en las sacramentales, a gente vestida al descuido,
con ropa desgarbada, lo cual lleva también a una
conducta descuidada.
las cuarenta sillas ocupadas y había gente de pie.
Los élderes habían hecho arreglos para que
dirigiera la reunión su primer converso, un
hombre de edad mediana que trabajaba en un
mercado de pescado. Observamos mientras ellos
le enseñaban qué hacer, poniéndose a veces junto
a él para susurrarle al oído.
Me molesta ver que vayan a tomar parte en una
reunión sacramental “Quela” y “Pepe” y “Pancho”.
¿No debería ser más bien Raquel y José y Francisco?
Y me molesta aún más que me pidan que sostenga
a “Tito” o “Beto” o “Cacho” para ser miembro del
sumo consejo. Entonces pregunto: ¿No podríamos
poner los nombres de pila correctos en ese registro
tan importante? Hay una formalidad, una dignidad,
que estamos perdiendo, y lo perdemos a un alto
costo. Hay algo muy importante en lo que dijo
Pablo de hacer “todo decentemente y con orden”.
Con su ayuda, el hermano Byish dirigió la
reunión nerviosamente. Y por último, al ponerse
de pie para clausurarla, el Espíritu del Señor
descansó sobre él y predicó con autoridad y
durante cierto tiempo. Fue un testimonio inspirado,
un momento inolvidable. Los dos jóvenes élderes,
ambos conversos de América del Sur, de una u
otra manera habían aprendido algo sobre el orden
no escrito de cosas, y estaban estableciendo la
Iglesia en Barcelona en el debido orden. Ahora
hay cuatro estacas en esa ciudad.
En realidad, hay mucho más que quisiera
decirles sobre el orden no escrito de cosas, pero
eso es algo que ustedes deben aprender solos. Si
pudiéramos ponerlos en las circunstancias
apropiadas para que empezaran a observar, para
que comenzaran a capacitarse en eso, entonces
sabrían cómo debe funcionar la Iglesia y por qué
funciona de esa manera; se darían cuenta de que
se conforma a los principios compendiados en las
Escrituras. Si “atesora[n] constantemente en
[sus] mentes las palabras de vida”, el Señor los
bendecirá y les dará “en la hora precisa” lo que
tengan que decir y lo que tengan que hacer
(D. y C. 84:85). Aprendan sobre este grandioso
modelo, o sea, sobre las enseñanzas que
recibimos sólo por observar y participar.
Y así sucede. El Señor emplea a los santos
comunes y corrientes, a la gente sencilla, para
llevar adelante Su obra.
Poco después de haberse abierto España para la
prédica del Evangelio, me encontré en Barcelona.
Para dar comienzo a la prédica en ese lugar, se
había enviado a la ciudad a dos misioneros que se
contaban entre los primeros en llegar a ese país.
Ellos le habían pedido cuarenta sillas al presidente
Smith Griffin; él estaba en ese momento en París
y no sabía para qué querían cuarenta sillas dado que
no había ningún miembro; vaciló un poco ante el
gasto, pero quería animar a los misioneros, así que
aprobó la compra de las cuarenta sillas.
Cuando llegamos al lugar de la reunión, en un
piso alto de un edificio de negocios, encontramos
118
Extraño parece que monarcas y reyes,
y payasos que alegres grandes brincos dan,
y gente como todos, común y corriente,
seamos constructores de la eternidad.
A todos un saco de herramientas se nos da,
y una masa sin forma y un libro de instrucción,
con lo que hemos de crear, pues la vida se nos va,
una piedra de tropiezo o un escalón.
(R. L. Sharpe, “Stumbling-Block or Stepping Stone”.)
La Iglesia continuará avanzando, y avanza
porque nuestro pueblo aprende por medio de la
enseñanza, la experiencia y por observar. Sobre
todo, aprendemos porque el Espíritu nos motiva.
Por supuesto, ustedes que son jóvenes ahora un
día dirigirán la Iglesia. Si en el transcurso del
tiempo aprenden el orden no escrito de las cosas,
el poder del Señor estará con ustedes hasta el fin
para que sean siervos útiles.
Testifico que ésta es Su Iglesia, La Iglesia de
Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, y que,
como dijo el Señor, “todo hombre hable en el
nombre de Dios el Señor, el Salvador del mundo”
(D. y C. 1:20).
Invoco Sus bendiciones sobre ustedes y les
testifico en el nombre de Jesucristo. Amén.
Lección 17 Cómo dirigir las reuniones para que tengan éxito
ELEMENTOS PARA EL ESTUDIO
• ¿Cómo aprendemos las cosas importantes de
la Iglesia que no están en las Escrituras ni en
los manuales?
• ¿Por qué seremos más valiosos en la obra
del Señor si aprendemos “el orden no escrito
de cosas”?
• La persona que preside en una reunión,
¿por qué debe sentarse en el estrado?
• ¿Por qué no es apropiado que un líder de la
Iglesia pida que lo releven de un llamamiento?
• ¿Por qué no debe ir un obispo a pedir consejo
al obispo de otro barrio sobre un problema de
su barrio?
• ¿Quién debe planear la reunión sacramental en
la cual hablen un misionero que se va y alguno
de sus familiares? ¿Por qué?
119
LECCIÓN 18
LA INTROSPECCIÓN
“Os digo: ¿Podréis mirar a Dios en aquel día con un corazón puro y manos limpias? ¿Podréis alzar
la vista, teniendo la imagen de Dios grabada en vuestros semblantes?” (Alma 5:19).
PRINCIPIO DE LIDERAZGO
La introspección ayuda a los líderes a llevar a las personas a Jesucristo.
CONCEPTO DE LA LECCIÓN
1. La introspección es importante para los líderes de la familia y de la Iglesia.
CONCEPTO 1: LA INTROSPECCIÓN
ES IMPORTANTE PARA LOS LÍDERES
DE LA FAMILIA Y DE LA IGLESIA.
COMENTARIOS
Los líderes deben reflexionar a menudo para
asegurarse de ser dignos de que el Espíritu los guíe
y para saber hasta qué punto aplican principios
sólidos de liderazgo. Las Escrituras enseñan la
importancia de la introspección. Nefi reflexionó de
esta manera: “Y ¿por qué he de ceder al pecado a
causa de mi carne? Sí, ¿y por qué sucumbiré a las
tentaciones, de modo que el maligno tenga lugar
en mi corazón para destruir mi paz y contristar
mi alma? ¿Por qué me enojo a causa de mi
enemigo?” (2 Nefi 4:27). Alma preguntó a la gente
de Zarahemla: “…¿Habéis nacido espiritualmente
de Dios? ¿Habéis recibido su imagen en vuestros
rostros? ¿Habéis experimentado este gran cambio
en vuestros corazones?…
“Y ahora os digo, hermanos míos, si habéis
experimentado un cambio en el corazón, y si habéis
sentido el deseo de cantar la canción del amor
que redime, quisiera preguntaros: ¿Podéis sentir
esto ahora?” (Alma 5: 14, 26). El joven José Smith
se hallaba reflexionando sobre sus “debilidades
e imperfecciones” y suplicando perdón al Señor
cuando apareció ante él por primera vez el ángel
Moroni (véase José Smith—Historia 1:28–33).
Los profetas y líderes de la Iglesia en nuestros
días también nos han enseñado la importancia de
la introspección. El presidente Gordon B. Hinckley,
cuando era Consejero de la Primera Presidencia,
120
aconsejó: “Cada reunión sacramental debe ser un
festín espiritual; debe ser una hora de meditación
e introspección, una ocasión para cantar himnos de
alabanza al Señor, para renovar nuestros convenios
con Él y con nuestro Padre Eterno, así como para
escuchar la palabra del Señor con reverencia y
aprecio” (“Los poderes del Sacerdocio Aarónico”,
Liahona, enero de 1983, pág. 92).
El élder Russell M. Nelson, del Quórum de los
Doce Apóstoles, enseñó lo siguiente: “El pescador
prudente revisa sus redes con regularidad y, si nota
cualquier defecto, lo repara sin demoras. Hay un
refrán que dice que “más vale prevenir que curar”.
La revelación de las Escrituras da una instrucción
similar, porque el Señor dice: ‘Recuerda, por tanto,
de dónde has caído, y arrepiéntete, y haz las
primeras obras…’ (Apocalipsis 2:5).
“Si somos prudentes, revisaremos a diario los
hilos personales de integridad; reconoceremos una
debilidad y la repararemos. Por cierto que tenemos
la obligación de hacerlo…
“La oración personal y privada es un buen
momento para hacer introspección. En la oración
matutina podemos pedir honestidad, castidad,
virtud, o simplemente ayuda para ser de servicio a
otras personas; por la noche, podemos hacer una
rápida verificación de esos atributos. Oramos por
la preservación de nuestra integridad espiritual y
luego nos esforzamos por lograrla; si encontramos
cualquier defecto, será preciso comenzar lo antes
posible el proceso de reparación que nos proteja de
una desintegración mayor de la cualidad espiritual
que se vea amenazada.
Lección 18 La introspección
“La evaluación de nosotros mismos se lleva
a cabo mejor en múltiples pasos pequeños,
haciéndonos preguntas como éstas:
• “¿Qué hacemos cuando cometemos un error?
¿Lo admitimos y nos disculpamos o lo negamos
y culpamos a otra persona?
• “¿Qué hacemos si nos encontramos en un grupo
que promueve ideas o actividades equivocadas?
¿Lo fomentamos con nuestro silencio o
defendemos nuestra manera de pensar?
• ¿Somos de absoluta confianza para nuestros
superiores o no debemos ser más leales?
• ¿Guardamos el día de reposo, obedecemos la
Palabra de Sabiduría, honramos a nuestros
padres?
• “…¿Cómo reaccionamos cuando oímos a
la gente hablar mal del ungido del Señor?
¿Honramos todos [nuestros convenios]? ¿O nos
permitimos excepciones justificando la forma
en que adaptamos nuestra conducta a las
preferencias preconcebidas que tengamos?
• “¿Cómo honramos nuestra palabra? ¿Se puede
confiar en las promesas que hagamos?…
“…Un diagnóstico apropiado es esencial para
saber cuál es el tratamiento apropiado. El Señor
nos da esta notable garantía: ‘...Y porque has visto
tu debilidad, serás fortalecido…’ (Éter 12:37).
Pero el solo hecho de desear la fortaleza no nos
hará fuertes; se necesita fe para reforzar un hilo
de integridad que se haya debilitado.
“Conocemos el proceso de autocorrección que
se llama ‘arrepentimiento’ ” (“Integrity of Heart”,
Ensign, agosto de 1995, pág. 21).
IDEAS PARA LA ENSEÑANZA
Explique a la clase que introspección quiere
decir “el estudio u observación de sí mismo y de
los propios estados de ánimo”. Analicen por qué
es importante la introspección para los líderes de
la Iglesia y de la familia.
Pida a los alumnos que mencionen pasajes
en los que se hable de la introspección en las
Escrituras (véase 1 Reyes 19:4–13; Mateo 4:1–11;
y los ejemplos de la sección “Comentarios”).
Hablen del hecho de que muchas veces, después
de hacer introspección, se recibe una bendición.
Léales las palabras del presidente Gordon B.
Hinckley que están en la sección “Comentarios”
sobre la introspección en la reunión sacramental.
Analicen algunas de las preguntas que el élder
Russell M. Nelson aconseja que nos hagamos
durante una introspección.
Dígales que es importante que los líderes
reflexionen sobre su relación con el Señor, sus
responsabilidades, las personas a quienes prestan
servicio, etc. Analice con los alumnos algunas
preguntas que podríamos hacernos al pensar en
nuestra dignidad y en nuestros llamamientos de
líderes. Aconséjeles que cultiven la costumbre de
reflexionar sobre preguntas similares.
FUENTES DE RECURSOS PARA EL MAESTRO
Presidente Spencer W.
Kimball
Duodécimo presidente
de la Iglesia
Véase “Jesús: El líder
perfecto”, Liahona, agosto
de 1983, págs. 7–11.
Hay muchísimas cosas que se podrían decir
tocante a la extraordinaria capacidad de liderazgo
del Señor Jesucristo, mucho más de lo que podría
expresarse en un artículo o en un libro, pero
quisiera señalar algunos de los atributos y aptitudes
que Él demostró tan perfectamente. Estas mismas
aptitudes y cualidades resultan importantes para
nosotros si es que deseamos tener éxito perdurable
como líderes.
Los principios concretos
Jesús sabía quién era y la razón por la que
estaba en este planeta, lo cual le permitía guiar
a Sus seguidores basado en la certeza personal
y no en la incertidumbre o en la debilidad.
Jesús actuaba en base a principios o verdades
concretos en vez de limitarse a establecer las reglas
sobre la marcha. Por eso, Su estilo de liderazgo era
no sólo correcto sino también constante. Muchos
de los líderes seculares de hoy son como los
camaleones: cambian sus tonos y puntos de vista
para adaptarse a la situación, con lo cual sólo
confunden a sus socios y seguidores que no pueden
estar seguros del curso a seguir. Quienes procuran
el poder a expensas de los principios a menudo
121
Lección 18 La introspección
terminan por hacer casi cualquier cosa para
perpetuarlo.
Jesús dijo muchas veces: “Ven, sígueme”. El
Suyo era un método de “Haz lo que yo hago”, más
bien que de “Haz lo que yo digo”. Su brillante
inteligencia innata le hubiera permitido hacer gran
ostentación, pero con eso habría dejado atrás a
Sus seguidores. Él caminó y obró con aquellos
a quienes tenía que servir. El Suyo no fue un
liderazgo a la distancia; no temía a las amistades
estrechas, ni a que Sus seguidores se desilusionaran si se le acercaban demasiado. La levadura del
verdadero liderazgo no puede levantar a nadie a
menos que acompañemos y sirvamos a aquellos
a quienes tengamos que dirigir.
Jesús se mantuvo virtuoso y así, cuando quienes
le rodeaban estaban tan cerca de Él que podían
tocar el borde de Su manto, la virtud emanaba de
Él (véase Marcos 5:24–34).
El comprender a los demás
Jesús era un líder que escuchaba. Debido a que
amaba a los demás con un amor perfecto, escuchaba sin ser condescendiente. Un gran líder es
aquel que escucha, no solamente a los demás sino
también a su conciencia y a la inspiración de Dios.
Jesús era un líder paciente, persuasivo y
amoroso. Cuando Pedro desenvainó la espada y
golpeó al siervo del sumo sacerdote cortándole la
oreja derecha, Jesús le dijo: “...Mete tu espada en
la vaina…” (Juan 18:11). Sin enojo ni agitación,
serenamente Él sanó la oreja del siervo (véase
Lucas 22:51), y Su reprensión a Pedro fue
bondadosa pero firme.
Por amar a Sus seguidores, Jesús estaba en
condiciones de decirles la verdad, de ser sencillo y
sincero con ellos. Hubo veces en que amonestó a
Pedro, precisamente porque lo amaba, y éste, por
ser un gran hombre, pudo madurar gracias a esas
amonestaciones. Hay un maravilloso pasaje en el
libro de Proverbios que todos debemos recordar:
“El oído que escucha las amonestaciones de la
vida, entre los sabios morará.
“El que tiene en poco la disciplina menosprecia
su alma; mas el que escucha la corrección tiene
entendimiento” (Proverbios 15:31–32).
Sabio es el líder o el discípulo que puede hacer
frente a las “amonestaciones de la vida”. Pedro
122
pudo hacerlo, pues sabía que Jesús lo amaba y fue
por eso que el Señor lo preparó para ocupar un alto
lugar de responsabilidad en el reino.
Jesús veía el pecado como algo malo, pero
también lo veía como algo que provenía de
necesidades profundas e insatisfechas de parte del
pecador. Esa percepción le permitía condenar el
pecado sin condenar al pecador. Del mismo modo,
nosotros podemos poner de manifiesto nuestro
amor hacia otras personas, aun cuando tengamos
la responsabilidad de reprenderlas. Tenemos que
ser capaces de ver en lo más profundo de la vida
de los demás a fin de percibir las causas básicas
de sus fracasos y defectos.
El liderazgo abnegado
El liderazgo del Salvador era abnegado. Siempre
puso Sus necesidades y a Sí mismo en segundo
plano y dedicó Su tiempo a ayudar a Sus semejantes
en todo momento, y lo hizo infatigable, amorosa
y eficazmente. Muchos de los problemas del mundo
actual son causados por el egoísmo y el egocentrismo de muchas personas que exigen, implacablemente, demasiado de la vida y de los demás a fin
de satisfacer sus propias demandas. Esa actitud es
completamente contraria a los principios y prácticas
que ejemplificó el líder perfecto, Jesús de Nazaret.
El liderazgo de Jesús destacaba la importancia
de saber discernir con respecto a otras personas,
sin procurar controlarlas. Él se preocupaba por la
libertad de Sus seguidores de escoger cuál será su
curso; e incluso Él mismo, en aquellos momentos
tan trascendentales, tuvo que optar voluntariamente
por sufrir en Getsemaní y ser clavado en la cruz
del Calvario. Él nos enseñó que no puede haber
progreso sin verdadera libertad. Uno de los
problemas del liderazgo de manipulación es que no
surge del amor que se sienta por los demás sino
de una necesidad de aprovecharse de ellos. Esos
líderes se concentran en sus propias necesidades
y deseos y no en los de los demás.
Jesús tenía la habilidad de contemplar los
problemas y a la gente en perspectiva. Él podía
calcular el efecto y el impacto a largo plazo de
Sus palabras, no sólo en los que las escucharían
entonces, sino también en quienes las leerían
dos mil años después. Muchas veces, los líderes
seculares se apresuran a resolver los problemas
deteniendo el sufrimiento presente y de ese modo
Lección 18 La introspección
crean dificultades y sufrimiento mayores más
adelante.
La participación
Jesús sabía cómo dar participación a Sus
discípulos en el proceso de la vida. Les dio cosas
importantes y concretas para hacer a fin de que
lograran su propio desarrollo. Otros líderes han
tratado de ser tan competentes que se han esforzado
por hacerlo todo ellos mismos, lo cual produce
escaso progreso en los demás. Jesús confía en Sus
seguidores hasta el punto de compartir Su obra
con ellos para que progresen. Ésa es una de las
lecciones más grandiosas de Su liderazgo. Si
hacemos a un lado a otras personas con el propósito
de cumplir una tarea más rápida y eficazmente, la
tarea se hará pero los seguidores no obtendrán el
progreso y el desarrollo que son tan importantes.
Debido a que Él sabe que esta vida tiene un gran
propósito y que hemos sido puestos en este planeta
para obrar y progresar, ese progreso se transforma
en uno de los grandes fines de la vida así como en
un medio para lograr ese fin. Podemos proporcionar
información correctiva a otras personas cuando
cometan errores y hacerlo de una forma amable
y beneficiosa.
Jesús no tenía temor de exigir lo necesario
a aquellos a quienes dirigía. Su liderazgo no era
condescendiente ni flojo. Tuvo el valor de llamar
a Pedro y a otros hombres diciéndoles que
abandonaran sus redes de pescador y lo siguieran,
no después de terminada la temporada de pesca ni
después de sacar llena otra red, sino de inmediato,
en ese momento. Él hacía saber a las personas
que creía en ellas y en sus posibilidades, lo cual le
permitía ayudarles a expandir su alma por medio
de nuevos logros. Gran parte del liderazgo secular
es condescendiente y, en muchos aspectos,
despectivo hacia la humanidad porque trata a la
gente como si fuera necesario mimarla y protegerla
de continuo. Jesús creía en Sus seguidores, no sólo
por lo que eran sino por lo que podían llegar a ser.
Mientras que los demás podrían haber visto en
Pedro sólo un pescador, Jesús pudo verlo como un
magnífico líder religioso, valiente y fuerte, que
dejaría su marca en muchos seres humanos. Si
amamos a los demás, podemos ayudarles a progresar exigiendo de ellos cosas razonables y reales.
Jesús confió a las personas verdades y tareas
que estaban en proporción a su capacidad. No las
abrumó con más de lo que podían hacer, sino que
les dio lo suficiente para expandir su alma. Él estaba
interesado en los aspectos básicos de la naturaleza
humana y en producir cambios perdurables y no
simplemente cambios superficiales.
La responsabilidad
Jesús nos enseñó que no solamente somos
responsables de nuestras acciones sino también
de nuestros pensamientos; es sumamente
importante que recordemos eso. Vivimos en una
época de “seguros sin culpabilidad” y de “no
culpabilidad” también en otros casos de la conducta
humana. Por supuesto, no es posible exigir
responsabilidad sin principios concretos. Un buen
líder tendrá presente que es responsable ante Dios
así como ante aquellos a quienes dirige. Al exigirse
responsabilidad a sí mismo, estará en mucho
mejor posición de asegurarse de que los demás
también se responsabilicen de su conducta y
actuación. La gente tiende a funcionar de acuerdo
con las normas ejemplificadas por sus líderes.
La buena administración del tiempo
Jesús nos enseñó también cuán importante es
hacer buen uso del tiempo. Esto no significa que
no deba haber nunca recreación, porque debe haber
tiempo para la contemplación y la renovación,
pero nunca para desperdiciarlo. La administración
de nuestro tiempo es asunto de suma importancia
y podemos ser buenos administradores sin
desesperarnos ni ser entremetidos. El tiempo es
algo que no se puede reciclar; cuando se nos va, se
nos va para siempre. La tiranía de lo trivial consiste
en que anula a las personas y los momentos
verdaderamente importantes; lo insignificante
esclaviza a lo trascendental y con demasiada
frecuencia dejamos que la tiranía continúe. La
buena administración del tiempo es, en realidad,
una buena administración de nosotros mismos.
El liderazgo secular
Las personas a quienes más queremos,
admiramos y respetamos como líderes de la familia
humana tienen nuestra admiración porque
representan, de muchas formas, las cualidades
que Jesús tenía como persona y como líder.
123
Lección 18 La introspección
Contrariamente, los líderes que a lo largo
de la historia han resultado más nefastos para la
humanidad lo fueron precisamente porque carecían
casi por completo de las cualidades exhibidas por
el Hombre de Galilea. Jesús fue abnegado, ellos
fueron egoístas; a Jesús le preocupaba la libertad,
a ellos el dominio; Jesús estaba interesado en
prestar servicio, ellos en obtener importancia social;
Jesús se ocupaba de atender a las necesidades de
los demás, ellos se ocuparon sólo de sus propios
intereses; Jesús se interesaba en el desarrollo de
Sus discípulos, ellos procuraron manipular a los
seres humanos; Jesús estaba lleno de compasión
combinada con justicia, ellos estaban llenos de
crueldad e injusticia.
Quizás no todos podamos ser un ejemplo
perfecto de liderazgo, pero todos podemos hacer
un sincero esfuerzo por acercarnos a ese
grandioso ideal.
Nuestro potencial
Una de las grandes enseñanzas del Hombre de
Galilea, el Señor Jesucristo, fue que todos llevamos
dentro inmensas posibilidades. Al instarnos a ser
perfectos así como nuestro Padre que está en los
cielos es perfecto, Jesús hablaba en serio y nos dio
a conocer una extraordinaria verdad en cuanto a
las posibilidades y al potencial que tenemos. Es una
verdad asombrosa, tanto que es difícil contemplarla.
Él, que no mentía, procuró con ella atraernos para
que avanzáramos por el camino hacia la perfección.
No somos todavía perfectos como Jesús, pero
a menos que los que nos rodean puedan percibir
que nos esforzamos y mejoramos, no podrán
vernos como ejemplos sino que nos verán como
personas carentes de seriedad en cuanto a lo que
debemos hacer.
Cada uno de nosotros tiene más oportunidades
de hacer el bien y de ser bueno de las que en
realidad aprovecha; esas oportunidades nos rodean
por todas partes. Sea cual sea en la actualidad
nuestro círculo de buena influencia, si mejoráramos
nuestra actuación aunque fuera un poco, ese
círculo se ampliaría. Si nos preocupáramos por
mejorar nuestra actuación al respecto, hay muchas
personas que aguardan para que les extendamos
una mano y las amemos.
Debemos recordar que esos seres humanos
que encontramos en los estacionamientos, en las
124
oficinas, en los ascensores y en otros lugares son
parte de la humanidad que Dios nos ha dado para
que amáramos y sirviéramos. Poco nos beneficiaría
hablar de la hermandad de la humanidad si no
podemos contemplar a todos los que nos rodean
como nuestros hermanos. Si nuestra demostración
de sentimientos humanitarios resulta poco
llamativa o parece pequeña, debemos recordar la
parábola que nos dio Jesús en la cual nos hace
notar que la grandeza no siempre es un asunto de
tamaño ni de comparación, sino de la calidad de
nuestra vida. Si empleamos bien nuestro talento y
nuestras habilidades y las oportunidades que nos
rodean, eso no pasará inadvertido para Dios. Y a
aquellos que obren bien con las oportunidades que
se les ofrezcan ¡se les ofrecerán aún más!
Las Escrituras contienen muchos ejemplos
maravillosos de líderes que, aunque no eran
perfectos como Jesús, fueron sumamente eficientes;
el leerlos, y el hacerlo a menudo, nos haría mucho
bien. Hay veces en que olvidamos que las
Escrituras nos ofrecen siglos de experiencia en
liderazgo, y, lo que es más importante, nos dan
los principios inalterables de acuerdo con los
cuales debe funcionar el verdadero liderazgo a fin
de tener éxito. Las Escrituras son el manual de
instrucciones para el futuro líder.
El líder perfecto
No necesito justificación por mencionar algunos
de los logros de Jesucristo para ayudar a los que
quieran tener éxito como líderes.
Si queremos lograr el éxito, ahí está nuestro
modelo. Todas las ennoblecedoras, perfectas y
hermosas cualidades de la madurez, de la fortaleza
y del valor se encuentran en Su Persona. Cuando
una enorme y airada muchedumbre, armada hasta
los dientes, fue a tomarlo prisionero, Él la enfrentó
con resolución y dijo: “...¿A quién buscáis?”.
Sorprendidos, los de la muchedumbre
respondieron: “...A Jesús nazareno”.
“...Yo soy”, les dijo Jesús de Nazaret con altura
y valor y con poder; y ellos “retrocedieron, y
cayeron a tierra”.
Por segunda vez les preguntó: “...¿A quién
buscáis?”, y después que lo nombraron, les dijo:
“...Os he dicho que yo soy; pues si me buscáis a
mí, dejad ir a éstos [Sus discípulos]” (Juan 18:4–8).
Lección 18 La introspección
Tal vez lo más importante que les pueda decir
en cuanto a Jesucristo, más allá de todo lo que he
dicho, es que Él vive y en verdad posee todas las
virtudes y los atributos de los que nos hablan las
Escrituras. Si pudiéramos llegar a saber eso,
conoceríamos la realidad fundamental del hombre
y del universo. Si no aceptamos esa verdad y esa
realidad, entonces no tendremos los principios
inalterables ni las verdades trascendentales por las
cuales podamos vivir con felicidad y prestar servicio.
En otras palabras, nos resultará muy difícil llegar a
ser líderes productivos a menos que reconozcamos
la realidad del líder perfecto, Jesucristo, y le
permitamos ser la luz que nos alumbre el camino.
• ¿Qué logran los líderes que aman a las personas
a quienes sirven, que otros no puedan lograr?
ELEMENTOS PARA EL ESTUDIO
• Elijan a un líder a quien admiren y piensen en
circunstancias en las cuales esa persona haya
demostrado poseer algunos de los atributos de
liderazgo de Jesucristo.
• ¿Qué dice el presidente Kimball de los líderes que
cambian de idea para ajustarse a la situación?
• ¿Por qué es importante que los líderes presten
servicio a aquellos a quienes dirijan?
• ¿A qué deben prestar atención los líderes,
además de las opiniones de las personas a
las que dirigen?
• ¿En qué sentido es egoísta el liderazgo de
manipulación? ¿Por qué es malo que los líderes
de la Iglesia y de la familia sean egoístas?
• ¿De qué forma beneficia a la gente el que los
líderes les deleguen responsabilidades?
• ¿Qué enseña Jesucristo a los líderes sobre la
forma en que deben contemplar a aquellos a
quienes dirigen?
• ¿Ante quién son responsables los líderes?
• ¿Qué quiere decir el presidente Kimball cuando
menciona “la tiranía de lo trivial”?
• De acuerdo con lo que dice el presidente Kimball,
¿cómo podemos llegar a ser mejores líderes?
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