CARTA ABIERTA A SU MAJESTAD FELIPE VI, REY DE ESPAÑA A SU MAJESTAD FELIPE VI, REY DE ESPAÑA Señor: Con el debido respeto nos dirigimos a Vuestra Majestad para manifestaros la profunda preocupación que nos abate por los graves acontecimientos que, en los últimos tiempos, amenazan la persistencia de España como Nación unida de personas libres e iguales en todo su territorio. De tales hechos, con toda seguridad, Vos sois sobradamente conocedor. La Constitución Española que vuestro padre y antecesor, Juan Carlos I, sancionó en diciembre de 1978, tras su aprobación mayoritaria por el pueblo soberano, dejó abiertas demasiadas puertas a interpretaciones tendenciosas y espurias que, inmisericordemente, están siendo utilizadas por quienes, aun habiendo perdido las elecciones, pretenden imponer su voluntad apoyándose en los grupos antisistema y separatistas que, como Vos sabéis, siempre han aprovechado cualquier resquicio para hacer daño a España. Nos enfrentamos, pues, a otro nuevo intento de destruir, no solo la convivencia democrática cimentada con los pilares de la Norma Suprema sino la propia esencia de la unidad de la Patria, sustentada en siglos de Historia común. Estamos convencidos de que Vuestra Majestad asiste con asombro e indignación, igual que el resto de los españoles decentes, al triste espectáculo de ver como se conculca sistemáticamente el Ordenamiento Jurídico presidido por la Constitución Española y se violan sin miramiento los derechos de los ciudadanos. 1 Sabéis también, Señor, que gran número de políticos, tras jurar o prometer fidelidad a la Constitución, cuando pasan a desempeñar sus cargos institucionales se vanaglorian, sin recato alguno, de no cumplir las leyes y las resoluciones judiciales, e incluso amenazan abiertamente con la segregación de aquellos territorios en los que representan al Estado. Y lo hacen en público, tanto en los medios de comunicación tradicionales como en las redes sociales. No dudamos de que Vuestra Majestad, respetuoso con las obligaciones del cargo ostentado, es consciente de que el espíritu de concordia que pareció instaurarse a partir de la Transición, dirigida por el anterior Monarca, está siendo reemplazado por el odio cainita y el revanchismo. Lo más trágico es que han conseguido extenderlo a amplias capas de la sociedad española, dividiéndola otra vez en dos facciones cuyo enfrentamiento solo puede causar dolor a los españoles libres y honrados, como ya ocurrió en los dos siglos anteriores. Sin ánimo de dar lecciones a Vuestra Majestad y solo a efectos de asentar en ellos nuestro posterior criterio, nos permitimos recordar unos cuantos párrafos del articulado de la Constitución Española incluidos en su Título II, relativo a la Corona: Artículo 56: 1. El Rey es el Jefe del Estado, símbolo de su unidad y permanencia, arbitra y modera el funcionamiento regular de las instituciones, asume la más alta representación del Estado español en las relaciones internacionales, especialmente con las naciones de su comunidad histórica, y ejerce las funciones que le atribuyen expresamente la Constitución y las leyes. ……………………………………………………………………. 2 3. La persona del Rey es inviolable y no está sujeta a responsabilidad. Sus actos estarán siempre refrendados en la forma establecida en el artículo 64, careciendo de validez sin dicho refrendo, salvo lo dispuesto en el artículo 65. 2. Artículo 61: 1. El Rey, al ser proclamado ante las Cortes Generales, prestará juramento de desempeñar fielmente sus funciones, guardar y hacer guardar la Constitución y las leyes y respetar los derechos de los ciudadanos y de las Comunidades Autónomas. Artículo 62: Corresponde al Rey: a) Sancionar y promulgar las leyes. ………………………………………………………………………... h) El mando supremo de las Fuerzas Armadas. Artículo 64: 1. Los actos del Rey serán refrendados por el Presidente del Gobierno y, en su caso, por los Ministros competentes. La propuesta y el nombramiento del Presidente del Gobierno, y la disolución prevista en el artículo 99, serán refrendados por el Presidente del Congreso. 2. De los actos del Rey serán responsables las personas que los refrenden. Las funciones de árbitro y moderador que, de acuerdo con el tenor del artículo 56.1, han sido otorgadas a Vuestra Majestad para garantizar el funcionamiento regular de las instituciones es, pues prioritaria, y Vos debéis ejercerlas 3 siempre que esté en peligro la unidad y permanencia del Estado, de las cuáles sois símbolo. Si éstas se cuestionan por el comportamiento de los responsables de los poderes públicos, sea por acción o por omisión, Vuestra Majestad deberá adoptar las medidas necesarias para ejercer las mismas sin ningún condicionante que sea ajeno a la más estricta legalidad. No cabe argüir, para imponer limitaciones a los poderes de Vuestra Majestad, que esas decisiones arbitrales tienen que ser refrendadas, según el asunto de que se trate, por el Presidente del Gobierno, los Ministros o el Presidente del Congreso. Si se acepta esa rígida y errónea interpretación del artículo 64.1, difícilmente podréis Vos llevar a efecto las funciones que os corresponden, sobre todo cuando el conflicto nace, en unos casos, del comportamiento doloso o culposo de quienes deben refrendar tales actos y, en otros, de la ineptitud o desidia de éstos para oponerse a las graves violaciones de la ley y de las resoluciones judiciales, que protagonizan quienes han sido elegidos para garantizar el Orden Constitucional. Señor, creemos firmemente que sin hacer uso de vuestros poderes no podéis esperar el refrendo de quienes ladinamente han jurado o prometido cumplir y hacer cumplir la Constitución, sin creer en ella, con el visible propósito de no respetarla o sin el arrojo suficiente para hacerlo. Por tanto, sois Vos, en uso de las antes descritas y primordiales funciones, quien deberá adoptar las decisiones encaminadas a garantizar el estricto cumplimiento del Texto Constitucional y del Ordenamiento Jurídico. Desde luego que no tenéis reconocido el poder ejecutivo, pero es obvio que cuantos deban refrendar los actos de Vuestra Majestad están obligados a hacerlo pudiendo, en caso contrario, ser acusados de incurrir en obstrucción a las altas funciones encomendadas al Titular de la Corona que, incluso, cabría calificar como delito de alta traición a España. 4 En estos tiempos duros la mayoría de los políticos han hecho dejación de sus funciones, después de haber jurado fidelidad a la Constitución, sumiéndose en la mayor de las parálisis. Vemos tristemente asombrados como escudando su apatía en la literalidad de puros formulismos normativos, están permitiendo numerosas y peligrosas ilegalidades, entre las que destaca el remedo de refrendo dirigido a romper la Nación Española. En parte ya lo han conseguido por el mero hecho de haberse celebrado la “consulta”. Ante la posibilidad de que a dichos actos sigan otros de mayor calado, de cuya existencia, sin duda, Vuestra Majestad ha debido tener conocimiento al conversar en su actuación institucional con alguno de los presuntos traidores que lo instigan, os exhortamos a aunar voluntades y hacer un llamamiento a todas las instituciones de la Nación: Gobierno, Jefe de la oposición parlamentaria mayoritaria, Congreso de los Diputados, Senado,… Vos debéis convocarlos para que, públicamente y sin ambages, cumplan el compromiso ya adquirido de aplicar el Texto Constitucional hasta donde la Ley permite, especialmente aquellos artículos que se refieren a la defensa de la unidad y permanencia de la Nación. En nuestro criterio, Señor, es el momento de aplicar estrictamente la Constitución para evitar los irreparables daños que sin duda se producirán en el supuesto de que, por mala fe o cobardía de los responsables de las instituciones políticas, España pueda ser destruida. El transcrito artículo 56.3 reconoce a Vuestra Majestad el privilegio de inviolabilidad, aunque sea discutible a la luz del principio de igualdad ante la Ley proclamado por el artículo 14 de la Carta Magna y represente un atentado al importante y racional principio de no contradicción. Esa circunstancia os permite actuar con la debida valentía “sine qua non” es imposible defender con eficacia el Orden Constitucional que Vos habéis jurado cumplir y hacer cumplir. Difícilmente pueden negarse a refrendar esos actos quienes deben hacerlo y son instados a ello por Vuestra Majestad en el ejercicio de las funciones arbitrales y moderadoras que Vos tenéis conferidas. 5 De hacerlo así, todos los españoles honrados y decentes, que contemplamos horrorizados la peligrosa deriva a la que es arrastrada nuestra Patria, estaremos al lado de Vuestra Majestad, cualesquiera que sean nuestras ideas políticas. El sentimiento que nos impulsa está totalmente alejado del que mueve a quienes, en aras de una falaz y mal denominada “memoria histórica”, plagada de falsedades, pretenden reabrir heridas ya cicatrizadas, resucitando añoranzas de trágicas experiencias del pasado. Os reclamamos, ejerciendo el derecho que nos otorga ser españoles, una plena información sobre los comportamientos inconstitucionales que uno de los máximos responsables de la permanente deriva separatista ha exteriorizado en las recientes entrevistas mantenidas con Vuestra Majestad. Como símbolo máximo de la unidad y la permanencia de España no debéis negarnos ese derecho. Nuestro Partido está al lado de Vuestra Majestad en la defensa de España y sus símbolos. Entre ellos, de acuerdo con la Constitución, os encontráis Vos, a quien nos dirigimos para que adoptéis las medidas decididas y urgentes que la grave situación demanda. Si nosotros flaqueamos o Vuestra Majestad no reacciona, contundentemente y sin miedo, en la tarea de atajar los males que se ciernen sobre España, la Historia y los españoles del futuro nos juzgarán con la dureza que merecen quienes no cumplen los cometidos a que la Ley obliga y la recta conciencia impone. En España, a veintitrés de julio de dos mil quince. CONSEJO POLÍTICO DE DERECHO CIUDADANO A DECIDIR DCID G 98750763 [email protected] 6