Violencia institucional en América Latina

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Costa Rica - Año 1 - nº 3 - Viernes, 23/11/07
Violencia institucional en América Latina: Niños y niñas
víctimas de quienes los deben cuidar
- Hay detenciones ilegales
- Urge capacitar a policías sobre
derechos
Miles de niños, niñas y adolescentes en América Latina sufren de diferentes
formas de violencia practicadas por las instituciones del Estado, sus órganos y
agentes en nombre del mantenimiento de la ley y el orden.
La paradoja es que las instituciones que
deberían garantizar sus derechos, los
vulneran y transforman a algunos grupos
de personas menores de edad, y no a
otros, en víctimas de una violencia
institucional que, según los especialistas
consultados, son discriminados por el
solo hecho de ser pobres o pertenecer a
un grupo social o étnico determinado.
El concepto de violencia institucional es
amplio y contempla diversos ámbitos que
van
desde
centros
de
salud
y
acogimiento,
hasta
dependencias
policiales o de internación para jóvenes
en conflicto con la ley penal.
Pero entre todas las formas de violencia,
la que ejerce la Policía en muchos países
de América Latina y que incluye la
violencia física, verbal, psicológica y
sexual en contra de niños, niñas y
adolescentes, tiene ciertas particularidades.
 La mayoría de los adolescentes
identifica a la Policía como un
peligro, no como una instancia a la
que puedan recurrir en busca de
protección. Esto, debido a que los
Estados siguen prefiriendo
respuestas punitivas dirigidas a su
criminalización y encarcelamiento,
sin atender plenamente las causas.
 La violencia practicada por
agentes del Estado estigmatiza al
joven al crear un vínculo que
transforma al adolescente en
situación de pobreza en “peligroso”
y los medios de comunicación
suelen reproducir esas
representaciones sin muchos
cuestionamientos.
Aunque está generalizada y extendida, se comete en la clandestinidad y con
prácticas de encubrimiento. Sería invisible si no es por las denuncias de las
víctimas, de sus familiares o por el accionar de las organizaciones sociales.
La violencia practicada por agentes del Estado en función del control social es
además uno de los ámbitos en los que operan con más fuerza ciertas
representaciones sociales sobre los adolescentes, especialmente la que vincula
pobreza con violencia y delito y transforma al adolescente pobre en "peligroso".
La mayoría de los adolescentes y jóvenes identifica a la Policía como un peligro,
no como una instancia a la que puedan recurrir en busca de protección.
Las medidas cada vez más punitivas, incluida la detención a gran escala de
presuntos miembros de bandas, asociada con la arbitrariedad, la ineficacia y una
imposición violenta de la ley contribuyen aún más a "estigmatizar a los jóvenes
pobres y al aumento de la violencia", destaca el Estudio Mundial contra los Niños
en el mundo presentado en 2006, a pedido de la ONU, por el experto brasileño
Sergio Pinheiro.
Caso centroamericano
La situación en Centroamérica no es muy diferente. En Guatemala, Honduras y el
Salvador es bastante extendido el fenómeno de las pandillas o maras. Sin
embargo, advierte la organización Plan Internacional, esta calificación "se ha
convertido en una forma genérica para denominar un fenómeno mucho más
amplio de las agrupaciones de pares de jóvenes, que van desde simples grupos
de amigos y amigas que se reúnen para escuchar música y pasar el rato, hasta
estructuras organizadas y comprometidas con actividades delictivas".
Pero aún cuando a algunos grupos de jóvenes puede adjudicársele hechos
delictivos eso no justifica la aplicación de las leyes de mano dura, las detenciones
arbitrarias y la supresión de las garantías fundamentales de las que son víctimas
niños, niñas y adolescentes.
La mayor parte de los miembros de las maras que tienen menos de 18 años y
que están encarcelados, no ha cometido delitos graves. Incluso, la mayor parte
de los niños, niñas y adolescentes vinculados a las maras lo está por llevar
tatuajes, según Plan Internacional.
"En Costa Rica, las principales víctimas de violencia policial son los jóvenes
indígenas y migrantes", precisa Virginia Murillo, presidenta de la organización
DNI Defensa de los Niños - Internacional -Costa Rica. Según ella, las
vulnerabilidades sociales y la falta de oportunidades para el ejercicio de sus
derechos humanos, transforman a los jóvenes en víctimas de la violencia
institucional.
Los Estados siguen prefiriendo respuestas punitivas dirigidas a la criminalización
y encarcelamiento de los adolescentes y jóvenes, coinciden los especialistas
consultados, sin atender plenamente a las causas.
Posibles respuestas
Los especialistas consultados coinciden en algunas propuestas que pueden
revertir el problema, entre ellas, una mayor formación y capacitación del
personal que reproduce la violencia, un Estado activo y promotor de políticas
públicas que generen oportunidades y eliminen las desigualdades.
Pinheiro recomienda que los Estados reduzcan las cifras de niños y niñas que
entran en el sistema judicial dejando de considerar delitos "en razón de la
condición" (comportamientos exclusivos de niños, como ausentarse de la
escuela, fugarse de casa o "no poder estar controlado por los padres"),
conductas de supervivencia (mendigar, escarbar entre la basura, merodear o
vagabundear) o actividades de trata o explotación delictiva a que puedan verse
sometidos.
Un paso inmediato es capacitar sobre los derechos de niños y niñas a los
miembros de las fuerzas policiales, que incluya información acerca de formas
adecuadas de tratarlo.
Asimismo, el Informe aboga por la implementación de la legislación en materia
de violencia familiar, así como el asegurar el asesoramiento legal y brindar una
adecuada asistencia a las víctimas para su recuperación.
Tarea para lo medios
El asesinato de adolescentes en barrios pobres en los que se denuncia la
participación de policías es mucho más frecuente de lo que informan los medios
de comunicación y muchas veces, cuando aparecen en las noticias, son
presentados como "enfrentamientos".
La violencia practicada por agentes del Estado es uno de los ámbitos en los que
operan con más fuerza ciertas representaciones sociales que estigmatizan a los
adolescentes.
Los
medios
de comunicación
suelen
reproducir esas
representaciones sin muchos cuestionamientos, especialmente aquélla que
vincula pobreza con violencia y delito y que transforma al adolescente en
situación de pobreza, sin más, en "peligroso".
En un análisis comparativo sin antecedentes de la prensa escrita regional
publicado por la Red ANDI América Latina en 2006 sobre el estudio en 2005 de
casi 240 mil textos leídos en 121 diarios de 10 países, la Violencia Institucional
mereció a lo largo de ese año poco menos de un millar de textos (954) enfocados
en ella como tema principal, lo que equivalió al 4 % de todo lo publicado sobre
Violencia en general.
Las noticias sobre Violencia Institucional en este estudio "presentan uno de los
peores desempeños en el aspecto de la calidad", con apenas un 5% de ellas
incluyendo un enfoque de búsqueda de soluciones. Además, incluyen un uso
frecuente de términos peyorativos que tienden a culpabilizar a los jóvenes.
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