tendencias de la educacion superior a nivel mundial y regional

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TENDENCIAS DE LA EDUCACION SUPERIOR A NIVEL MUNDIAL
La globalización es un fenómeno irreversible. Lo que debería preocupar es el tipo de globalización que
va a prevalecer. ¿Deberíamos aceptar en las universidades los aspectos más negativos de la globalización
- como, por ejemplo, los nuevos proveedores con ánimo de lucro -, o deberíamos dedicarnos a la
construcción de una sociedad global que responda a ideales de mayor solidaridad, al desarrollo humano y
social?
El objetivo de analizar estas cuestiones es contribuir a promover las transformaciones necesarias de las
tendencias principales de la Educación Superior –en adelante ES. Tales como: la expansión cuantitativa,
una privatización creciente, la diversificación institucional, el crecimiento de las restricciones en el
financiamiento público. Con el fin de proporcionar una respuesta adecuada a problemas apremiantes
como: la reducción de la inversión pública, las inadecuadas políticas gubernamentales y la estructura
rígida e inflexible de las relaciones con el sector productivo.
Las universidades tienen que lidiar con estos problemas a nivel nacional e internacional, sobre todo en
los países en vías de desarrollo. En los documentos de “La Conferencia Mundial sobre la Educación
Superior” (1998), convocada por la UNESCO, y en las Comisiones de Seguimiento de dicha
Conferencia, se hicieron sugerencias valiosas de cómo afrontar los desafíos más urgentes. Como por
ejemplo: la actualización permanente de los profesores, de los contenidos y del currículo; la introducción
de redes electrónicas para el aprendizaje; traducción y adaptación de las principales contribuciones
científicas; modernización de los sistemas de gestión y dirección; e integración y complementación de la
educación pública y privada así como de la educación formal, informal y a distancia.1
De acuerdo con Lin, la publicación de Constructing Knowledge Societies: New Challenges for Tertiary
Education (Construir sociedades de conocimiento: nuevos desafíos para la educación terciaria) en el
2002 subrayó la importancia fundamental de la educación terciaria para el desarrollo de sistemas
nacionales que se comprometan globalmente, ya sean sistemas sociales, políticos, culturales o
económicos.
Principales tendencias, contribuciones y desafíos en el entorno global
Es evidente la propensión hacia la masificación ya que la tasa bruta de matrícula (TBM) a nivel mundial
pasó de 13 millones de estudiantes universitarios en 1960 a 137 millones en el 2005. (UNESCO, 2007).
En efecto, la educación se ha hecho permanente dado el crecimiento exponencial del conocimiento: en el
año 2005 las corporaciones de EE.UU. gastaron 15 mil millones de dólares en entrenar a sus empleados.
El auge de las TIC
1 CONFERENCIA MUNDIAL SOBRE LA EDUCACION SUPERIOR La educación superior en el siglo XXI: Visión y acción 9 de octubre de 1998
5 implica que el equipamiento de una universidad es mucho más costoso. La exclusión de ellas implica la
segregación del estado del arte de la sociedad del conocimiento.
Otro aspecto relevante lo constituye el incremento vertiginoso de la movilidad académica internacional la
cual favorece a los alumnos de los países desarrollados y de ciertos países asiáticos y tiende a
incrementar la “fuga de cerebros”. A lo anterior se le integra la privatización de la educación superior la
cual se incrementa aceleradamente en América del Norte, América Latina y el Caribe, en Asia y en los
países del Este de Europa y Rusia. Sólo en las regiones de Europa Occidental y África sigue
predominando la educación superior pública financiada casi en su totalidad por el Estado.
En un lúcido análisis que Daniel Schugurensky (1998) realiza sobre la reestructuración de la educación
superior en el mundo contemporáneo, subraya que la repercusión de los actuales procesos de
globalización de la economía, la disminución del Estado benefactor y la mercantilización de la cultura en
las instituciones universitarias, se refleja en nuevos discursos y prácticas que hacen hincapié en el valor
del dinero, la mayor oferta de opciones, el análisis costo-beneficio, el saneamiento administrativo, la
distribución de recursos, los costos unitarios, los indicadores de desempeño y la selectividad. La
inamovilidad de los puestos académicos está siendo atacada y las disciplinas tienen que probar su valor
mediante su contribución a la economía. La crisis fiscal del Estado y sus resultantes recortes
presupuestales han generado una gran confianza en las estrategias de ahorro o reducción de costos y en
las fuentes privadas de ingresos. Esto ha provocado, entre otras cosas, la desregulación en las
condiciones de trabajo; restricciones en la matrícula, crecimiento de instituciones privadas, actividades
empresariales del profesorado; ligas con el sector de negocios y aumento o introducción de cuotas en los
usuarios.
A su vez, estos procesos afectan a muchos otros, como en una reacción en cadena. Los cambios en el
origen de los ingresos universitarios (por ejemplo, altas colegiaturas y más servicios a la industria),
pueden tener serias implicaciones para el acceso y la autonomía. Asimismo, las limitaciones en el acceso
pueden provocar una reducción en la diversidad social o étnica de los estudiantes y la proliferación de
instituciones de segunda clase, generándose dos, tres o más niveles de calidad dentro del sistema.
Además, una reducción en la autonomía institucional podría repercutir significativamente en el gobierno
universitario, el curriculum y las prioridades en la investigación. Para Schugurensky (1999), la mayoría
de estos cambios son expresiones de la gran influencia del mercado y el Estado en los asuntos
universitarios.
En términos generales y en el largo plazo, se asiste a una reestructuración de los sistemas de educación
superior. Lo que más sorprende, sin embargo, no es sólo su alcance sino la similitud de las
transformaciones, a pesar de las condiciones históricas específicas. En un número muy considerable de
países se puede observar que los planes gubernamentales, las reformas constitucionales, las actas
legislativas, las regulaciones y las recomendaciones están impulsando el acercamiento de las
universidades a las demandas del Estado y del mercado.
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Es por ello que las IES deben tener muy pendientes las características relevantes que acompañan grandes
tendencias de la educación como las siguientes:
El conocimiento como eje del desarrollo, principal motor de crecimiento económico y promotor
de la revolución de la innovación y el desarrollo de nuevas tecnologías.
El impacto de las nuevas tecnologías en los procesos de generación y distribución del
conocimiento, así como en las metodologías de enseñanza y comunicación en general.
Los cambios en la naturaleza del conocimiento que se genera y en las formas como se administra,
transfiere, organiza y evalúa en la sociedad.
La incorporación del paradigma de la educación permanente en la educación superior y,
consecuentemente, la promoción de la renovación del proceso de enseñanza-aprendizaje, enfatizando
sobre los aprendizajes y el desarrollo de competencias.
La adopción de un nuevo quehacer educativo y formativo sustentado en la articulación de las
cuatro funciones fundamentales: docencia, investigación y extensión e internacionalización.
Los avances científicos en nuevos campos condicionando el desarrollo de nuevo conocimiento
(nanotecnología, ordenadores, nuevos materiales, láser, ingeniería genética y espacial, semiconductores y
tecnología médica, entre otros).
El mayor compromiso hacia asuntos y problemas de prioritaria atención en la escena global,
como la lucha contra la pobreza, la exclusión, la inequidad, la intolerancia, la violencia, el analfabetismo,
el hambre, el deterioro y la contaminación ambiental y el calentamiento del planeta.
La introducción de programas de cooperación internacional, en un contexto de
internacionalización de la educación superior.
El creciente importancia a los procesos de calidad y acreditación como formas de medir la
excelencia de los programas académicos y/o de las instituciones.
El mejoramiento y la innovación de los procesos de gestión académico administrativa e
incorporación de la planificación estratégica, como tarea básica de la gestión universitaria.
La incorporación a la cultura universitaria del concepto de “autonomía responsable” y de
“autonomía con responsabilidad social”.
La reducción de los gastos gubernamentales en educación superior y creciente diversificación de
las fuentes de financiamiento para lograr la sostenibilidad de la educación superior, de conformidad con
su naturaleza de “bien social de servicio público y un derecho social y universal”
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Los cambios en los modelos curriculares y pedagógicos centrados en el desarrollo de capacidades
para aprender a aprender e innovación en modalidades y metodologías de enseñanza – aprendizaje.
El incremento de la movilidad nacional e internacional de los agentes educativos y configuración
de redes institucionales y personales.
La exigencia de niveles más altos grados de formación y de mayor calidad del servicio educativo.
Coherente con lo anterior, Sara Guri Rosemblit (2007) reconoce una serie de tendencias internacionales
derivadas de cambios mundiales. En un primer grupo, clasifica: la inserción de la educación superior en
los mercados globales, la consolidación de modelos de universidades de categoría mundial, el
crecimiento de la educación transnacional y el inglés como lengua preponderante en el entorno educativo
global. En este mismo grupo encuentra que en un contexto nacional son evidentes: la necesidad de
expandir la cobertura, conservar rasgos culturales particulares, cohesionar sistemas nacionales de
educación superior y, a su vez, ajustarlos a estándares internacionales.
Otro grupo de tendencias, según la autora, lo constituye el aumento en el acceso a la educación superior,
creación de nuevas instituciones y expansión de las existentes; actualización del tercer nivel, movilidad
interinstitucional y educación a distancia, acompañado de la búsqueda de la excelencia que implica
diferenciación a través de la medición o ranking y consolidación de la investigación.
Un tercer grupo de tendencias está determinado por la diversidad acrecentada del sector (multiplicidad de
tipos y modalidades de instituciones y organizaciones de educación superior) y la necesidad de
implementar estándares internacionales. Frente a estas tendencias, es imperioso fijar políticas
gubernamentales que regulen el sistema pero también que permitan conservar la autonomía de las
instituciones. La tendencia al crecimiento de la competitividad en todos los ámbitos contrasta y se
equilibra con la demanda creciente de colaboración a todos los niveles: instituciones, sector de los
negocios y mercado en general. De manera análoga, a nivel mundial existe una doble tendencia hacia la
definición de la propiedad intelectual, en cuanto al copyright y las patentes de los productos de
investigación y formación, y hacia la “filantropía intelectual”, derivada de asumir la educación superior
como un bien público, materializado en el libre acceso a la información y a los resultados de la
investigación y la formación universitaria, así como a las bibliotecas, sistemas y bases de documentación
del sector de la educación superior. (Guri Rosemblit ,2007).
Por tanto, la armonización y equilibrio entre este conjunto de tendencias opuestas y complementarias, se
constituye en el reto de la educación superior dentro del nuevo panorama mundial.
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TENDENCIAS EN AMÉRICA LATINA Y EL CARIBE
En lo que corresponde al contexto latinoamericano, Schwartzman (1999) examina una serie de
tendencias globales que habrán de conformar el desarrollo futuro de la educación superior. Señala, en
primer término, al movimiento por la universalización de la educación superior. Esta tendencia se
contrapone a las serias dificultades que en la actualidad exhibe la mayoría de los gobiernos de América
Latina para seguir respondiendo de manera satisfactoria a las demandas por brindar mayor acceso a la
educación terciaria.
Asimismo, las instituciones de educación superior se hallan bajo importantes presiones para que sean
más productivas, en cantidad y calidad, disponiendo de los mismos recursos o, incluso, con menos. Por
otro lado, las instituciones en cuestión también se están viendo forzadas a realizar reformas
institucionales que incluyan mayor transparencia en su funcionamiento y sus resultados. Esto implica la
realización de evaluaciones, el establecimiento de sistemas de clasificación de instituciones y la creación
de organismos de acreditación a la manera de los que existen en Europa y los Estados Unidos. Estas
nuevas adecuaciones están cuestionando una de las tradiciones institucionales más celosamente
resguardadas por las instituciones universitarias: la autonomía académica.
De igual manera, los viejos esquemas de administración y gestión institucional tendrán que ser
remplazados o combinados por formas administrativas completamente diferentes a las actuales, tanto en
estructura como en estilo. El cambio más sorprendente, sin embargo, tiene que ver con los contenidos. La
gran pregunta en este sentido es cómo ofrecer a los estudiantes contenidos significativos y oportunidades
de trabajo dentro de los inequitativos sistemas de educación superior latinoamericanos. Schwartzman
(1999) considera que de estas tendencias habrá de surgir un nuevo ambiente institucional para la
educación superior de la región.
De ese modo, algunos países e instituciones responderán mejor que otros a los cambios que se avecinan.
Las que tengan éxito lograrán tener un mayor y mejor acceso a la información, comunicación, asistencia
técnica y a los intercambios en una verdadera escala global.
Complementando el análisis anterior, Brunner (1999) ha señalado que en la actualidad las presiones para
reformar las instituciones de educación superior latinoamericanas, a diferencia del pasado, provienen más
del "exterior" que del "interior" de las instituciones. Por lo que ha identificado tres grandes problemas
que requieren ser superados para estar en condiciones de responder a los desafíos que se les presentan a
las universidades de la región. En primer término está el tema del financiamiento estatal, el cual ha
resultado ser insuficiente en casi todas las instituciones universitarias de carácter público. Esto es así
principalmente porque la mayor parte del presupuesto se dedica al pago de salarios del personal
académico y administrativo.
Por lo tanto el autor anterior plantea que para superar este primer gran problema, los nuevos modelos de
financiamiento deberán incluir como eje rector la posibilidad de que las universidades puedan
diversificar sus fuentes de ingresos a fin de dejar de depender exclusivamente del subsidio estatal.
Asimismo, por parte del gobierno, los nuevos esquemas deberán contener formas distintas de asignación
de recursos, tales como fondos competitivos, mecanismos de asignación asociados al desempeño
institucional y recursos
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asignados en función de contratos a mediano plazo que se entregan a las universidades a medida que
cumplen con ciertas metas convenidas con el gobierno, entre otras.
En cuanto al segundo gran problema, la gestión universitaria, Brunner (1999) subraya que las
universidades de mayor tamaño en América Latina presentan enormes deficiencias en ese rubro.
Considera que la discusión a fondo de este tema ha sido evadida por su carácter políticamente polémico.
Desde su perspectiva, las actuales formas del gobierno universitario no son las más adecuadas para
generar lo que denomina " liderazgo de cambio" dentro de las instituciones. La falta de tal liderazgo
provoca, según él, formas de "gobierno débil".
La competencia global constituye el tercer gran núcleo problemático identificado por Brunner (1999),
argumentando que la universidad latinoamericana deberá enfrentar dicho desafío no sólo en el nivel
interno, sino que a su vez, deberá hacerlo dentro de un mundo donde la competencia de formación
también está globalizada. De tal manera que la competencia ya no va a ser entre las instituciones
universitarias de una región o de un país, sino que va a ser, cada vez más, una "competencia global".
Es conveniente no dejar de lado que otro de los más grandes retos que enfrentan las universidades en
estos días es encontrar las formas y los mecanismos para adaptar sus funciones a los nuevos modos de
producción y difusión del conocimiento. Tal como se mencionó en líneas anteriores, la universidad ha
sido gradualmente desplazada de su papel monopólico en la producción de conocimientos de alto nivel,
al proliferar el número de establecimientos gubernamentales y privados en los que se realiza
investigación y desarrollo (I+D). Una de las expresiones más evidente de los cambios ocurridos en los
años recientes en el rubro antes indicado tiene que ver con la eclosión de áreas especializadas o núcleos
temáticos, de las cuales se han identificado alrededor de 37 mil. La participación de la investigación
latinoamericana en esas áreas o núcleos se encuentra muy rezagada, alcanzando apenas un 17 por ciento.
Importa destacar para los fines de este trabajo, que el papel de las fundaciones internacionales y las
instituciones financieras en la política de la educación superior es también un elemento muy importante
para entender la dirección que están siguiendo los sistemas universitarios, particularmente en los países
en desarrollo. Tales organismos tienen un gran poder de coerción sobre las naciones que requieren de
financiamiento, y, dicho poder se ejerce no sólo mediante condicionamientos en el acceso al crédito
(políticas de ajuste estructural basadas en recortes presupuestales y reformas favorables al mercado), sino
también a través del establecimiento de agendas de investigación, recolección, interpretación de datos,
talleres y conferencias, recomendaciones y consultorías, Schugurensky (1998), Se ha denominado a esta
red "el complejo intelectual y financiero de la ayuda externa" y está compuesto por instituciones
financieras internacionales como el BID y, sobre todo por el BM, que han contado con los medios para
concentrar investigación, recursos financieros y formulación de políticas bajo el mismo techo.
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TENDENCIAS DE LA EDUCACIÓN SUPERIOR EN COLOMBIA
Entre los diversos estudios que determinan la dinámica de la educación superior en el país se encuentran:
Jaramillo y Zuluaga (2008), determinan que la rentabilidad de la educación no parece ser un factor
importante en la toma de decisión de formación de los individuos; en cambio, parece ser fundamental el
minimizar la posibilidad de desempleo a través de más educación; es decir, la dinámica del mercado
laboral colombiano predomina en las decisiones de los agentes sobre su educación superior, mientras que
la dinámica de la actividad económica agregada determina la capacidad de las familias para sostener a
sus hijos en el sistema de educación superior. Estos resultados, en general son similares a los encontrados
en otros estudios internacionales.
De igual forma Jaramillo y Zuluaga (2008) orientan algunas recomendaciones sobre política. La primera
es que para lograr una mayor cobertura de la educación superior en el territorio colombiano las políticas
se deben enfocar: i) en incrementar la oferta de programas de IES públicas, ii) en incrementar y facilitar
el acceso al crédito educativo en el sector privado, y particularmente al nivel técnico-tecnológico. La
demanda por educación superior en Colombia es altamente dependiente de la situación económica; por lo
tanto, un revés de la economía colombiana seguramente desaceleraría e incluso podría llegar a disminuir
la cobertura hasta el momento lograda, por lo que se vuelve necesario generar mecanismos de
financiación que permitan a las familias costear la educación de sus hijos, aún en situaciones económicas
difíciles.
Otro estudio realizado por Cano y Montes (2008) tuvo como objetivo identificar la relación existente
entre la demanda por educación superior y variables relacionadas con su financiación. En particular, se
analiza cómo la financiación pública y privada, y además las señales del mercado laboral explican las
matrículas en educación superior en tres regiones de Colombia: Bogotá, Cali y Medellín. El estudio se
realiza a través de un modelo Datos de Panel y el período de estudio abarca el comprendido entre 1990 y
el 2005. Los resultados encontrados indican que incrementos de la tasa de interés promedio de los
créditos educativos afectan de forma negativa la demanda de la matrícula universitaria en educación
superior en las ciudades de análisis y los ingresos de las personas con formación profesional influyen
positivamente.
Las diferentes alternativas para la financiación de la Educación Superior teniendo en cuenta la presencia
de las fallas del estado tanto por el lado de la demanda como por el lado de la oferta hacen de éste un
sector muy particular. Las primeras se relacionan con las decisiones privadas en términos de educación
de la población estudiantil, y las segundas con las asimetrías de información que caracterizan el lado de
la oferta en el financiamiento de la educación. El documento hace una revisión de literatura académica y
de algunas experiencias internacionales sobre las diferentes fuentes de financiación en este sector, así
11
como sus potenciales efectos sobre ciertas variables. Así, esta revisión arroja luces sobre las alternativas
para el caso colombiano. La autora concluye que se han repasado las problemáticas del financiamiento de
la educación superior y los diferentes mecanismos de financiación que se observan en la práctica. Se
observa que estos mecanismos no responden de la misma manera a los problemas de eficiencia y de
equidad e igualmente se encuentran diferentes efectos sobre el comportamiento del consumo de los
individuos en su ciclo de vida y posiblemente también a nivel intergeneracional. (Berdey y Ramírez,
2008)
Una de las principales recomendaciones que se extrae de este análisis para Colombia, se refiere a los ICL
(Préstamos de ingresos contingentes). En efecto, las medidas del White Paper para el Reino Unido
muestran que este modo de financiamiento permite al mismo tiempo alcanzar objetivos de eficiencia y de
equidad. Colombia se encuentra actualmente en una situación similar a la del Reino Unido hace algunos
años. Se observa una intención política de extender el nivel de cobertura del sector de la educación
superior, para que por lo menos alcance la tasa promedio de cobertura para Latinoamérica (25%). Como
lo explica Barr (2003), el financiamiento público de la oferta tiene limitaciones y corresponde más a un
sistema de educación superior que forma una élite. Por lo tanto, el uso de ICL constituye probablemente
la mejor opción para Colombia. Sin embargo es importante que, si se implementa un esquema como el
ICL en Colombia, se complementen con otras fuentes, y que incluyan financiación de matrícula y gastos
de manutención, para evitar que quienes accedan a la educación superior sean únicamente personas de
quintiles de ingreso superiores, como se ha visto en alguna medida en el caso de Chile.
Sin embargo, se ha visto que muchas preguntas prácticas sobre la implementación de los ICL, aún
quedan por resolver y estas preguntas son aún más relevantes en un país que se caracteriza por un sector
informal importante. Si se desea implementar el sistema de los ICL en el futuro en Colombia es
importante profundizar las preguntas sobre sus implementaciones, teniendo en cuenta las especificidades
del sistema tributario. Un sistema de ICL implementado de manera inadecuada podría reforzar el
problema de la informalidad mientras que al contrario un sistema de ICL bien pensado podría constituir
una herramienta útil para disminuir el tamaño del sector informal.
En la alocución inaugural de la Conferencia Mundial de la Educación Superior el Director General de la
UNESCO, Koichiro Matsuura dijo: “las instituciones de enseñanza superior desempeñan un papel
estratégico en la búsqueda de soluciones a los problemas más importantes que se planean hoy en los
ámbitos de la salud, la ciencia, la educación, las energías renovables, la gestión del agua, la seguridad
alimentaria y el medio ambiente". Asimismo, en la sesión de apertura, los conferencistas invitados
destacaron la importancia que tiene la educación como respuesta a la crisis económica mundial y
subrayaron que la equidad, la calidad y la cooperación internacional plantean retos de importancia
primordial a todos los gobiernos. Por ejemplo, en los Estados Unidos se considera que la enseñanza
superior es un elemento fundamental en los planes de la Administración, para revitalizar la economía del
país el cual se ha movilizado con celeridad para prestar apoyo a los estudiantes y a sus familias Así lo
manifestó Jill Biden, esposa del vicepresidente estadounidense Joe Biden y profesora de un centro
universitario comunitario.
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Para el Director General de la UNESCO, la educación superior está experimentando una "auténtica
revolución", en la cual se destacan cuatro factores dinámicos que la están transformando: la aceleración
de la demanda, puesta de manifiesto por los 51 millones de nuevos estudiantes matriculados en los
centros de enseñanza terciaria del mundo entero desde el año 2000; la diversificación de los proveedores,
evidenciada por el hecho de que los centros de enseñanza superior privados acogen a más del 30% de los
estudiantes universitarios del mundo entero; el impacto de las tecnologías de la información y la
comunicación, y la mundialización, presente en la manera cómo se enseña, se aprende, se estudia, se
investiga y se comunica.
Por consiguiente, en este contexto, se debe encontrar un equilibrio entre la cooperación y la competición,
con el fin de promover una enseñanza y un aprendizaje de excelencia para el mayor número posible de
personas. A la par de lo enunciado, no se puede objetar que la mejora del acceso a la educación es un
tema importante en todos los países, independientemente de los medios económicos, el sexo, la raza, la
religión o la etnia de cada quien: todos tienen derecho a beneficiarse de las oportunidades que la
educación ofrece. De allí el alcance de la docencia y el influyente papel que desempeñan los centros
universitarios comunitarios en el sistema de educación superior.
Para Ángel Gurría, Secretario General de la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo
Económico), una mayor diversificación de las fuentes de financiación puede contribuir a ampliar el
acceso a la enseñanza superior; también, el mejor medio de lograr la eficiencia y la equidad es adoptar un
modelo bien concebido en el que los estudiantes contribuyan financieramente, se les proporcione una
ayuda económica adecuada, en forma de préstamos o subvenciones y se les coopere en sus gastos
corrientes. Para ésto, las políticas de educación han de centrarse en la pertinencia de lo que aprenden los
estudiantes y deben tratar de resolver el desempleo de los jóvenes, ya que los que tienen el privilegio de
estudiar se frustran al no poder conseguir un empleo. Análogamente, deben reconocer el rol de la
cooperación internacional para garantizar la calidad de la enseñanza en un contexto caracterizado por la
creciente movilidad de los estudiantes a nivel mundial y el auge de la enseñanza transfronteriza. Ilustra
esta situación el Programa Erasmus, que beneficia cada año a más de 150.000 jóvenes en Europa.
En consecuencia, se requiere la creación de sistemas de enseñanza superior dinámicos e integradores, por
cuanto el mundo se encuentra frente a la oportunidad excepcional para poner en práctica la
responsabilidad colectiva y hacer que la educación superior sea en todas las regiones del mundo un
vector del desarrollo y del entendimiento internacional. En la sociedad contemporánea, la preparación
necesaria para intervenir eficazmente en el logro de los ideales sociales implica el acceso a
conocimientos especializados y a formas de razonamiento con los cuales juzgar con criterio de
universalidad; para ello, las instituciones de educación superior cumplen una tarea fundamental en la
formación de las competencias requeridas para la productividad creciente de la sociedad y para la vida
democrática, CNA, (2006). Sin embargo, en la primera década de este siglo XXI tanto la educación como
los grandes avances y los indicadores exitosos han encontrado en la ignorancia y la desigual distribución
social y regional del conocimiento una gran contrapartida que ubica a la educación superior frente al
desafío de transformar sus estructuras académico- administrativas y financieras, al igual que sus
procedimientos y estrategias para manejar los
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tiempos y espacios por parte de la comunidad académica, Propuesta Doctorado en Educación:
Universidad del Magdalena (2009).
Para impactar sobre ese espectro, las instituciones de educación terciaria de manera voluntaria o inducida
han decidido optar por procesos de acreditación de sus programas y de ellas mismas con miras no sólo a
fortalecer su calidad, sino a difundir en el escenario de lo público el logro de los profundos desarrollos
alcanzados.
Con su carácter multidimensional, el concepto de calidad involucra diferentes percepciones y varía de un
contexto a otro; ha evolucionado a través del tiempo. Por ejemplo en Europa en los años cuarenta y
cincuenta, la calidad se asoció con la movilidad social de los egresados. Durante los sesenta, setenta y
ochenta, la calidad se determinó con las demandas de los sectores económico, político y social. En la
actualidad, se considera que la búsqueda, el mejoramiento y el logro de la calidad de la educación, deben
ser una de las prioridades de la sociedad moderna (Roa, Citado por Viloria, 2006); asi como, en el caso
de Colombia, el establecimiento del Sistema Nacional de Acreditación, a partir de la Ley 30 de 1992, fue
la respuesta a la necesidad de fortalecer la educación superior y al propósito de hacer reconocimiento
público de los altos niveles de calidad en las instituciones de educación superior.
Particularmente, en lo relacionado con la educación superior el modelo del Consejo Nacional de
Acreditación expone que “el concepto de calidad aplicado al servicio público de la educación superior
hace referencia a la síntesis de características que permiten reconocer un programa académico
específico o una institución de determinado tipo y hacer un juicio sobre la distancia relativa entre el
modo como en esa institución o en ese programa académico se presta dicho servicio y el óptimo que
corresponde a su naturaleza”
Aunque tanto el Estado como la sociedad civil pueden determinar distintos aspectos a evaluar, es la
universidad la que se convierte en la primera responsable de establecer mecanismos de aseguramiento de
la calidad. Ella debe desarrollar instrumentos de planificación estratégica que le permitan a sus unidades
contar con objetivos expresos, cuyo cumplimiento será medido en la evaluación.
Por lo tanto, la universidad debe tener la iniciativa de establecer un modelo de autorregulación que la
comprometa en el cumplimiento de funciones, objetivos y metas orientados al mejoramiento continuo de
su calidad. En otras palabras, se trata de generar decisivamente una cultura evaluativa en el interior de las
instituciones de educación superior, que sea valorada y legitimada por sus miembros como útil para la
administración y realización de los procesos académicos y no reducida a eventos y a procedimientos
aislados sino que convertida en una práctica cotidiana, suficientemente apropiada por los actores
institucionales.
De acuerdo con lo expresado por Viloria (2006), la educación superior en Colombia enfrenta diversos
desafíos, entre ellos el buen uso de la autonomía universitaria y el mejoramiento de la calidad. A pesar de
esto, el concepto de autonomía ha sido
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interpretado por algunas instituciones de educación superior como una libertad absoluta, sin
responsabilidad, lo cual ha generado un aumento exagerado de los programas de pregrado y
especialización, mayoritariamente de baja calidad. Tal proliferación, se puede asociar a la falta de una
estrategia eficaz de inspección y vigilancia del sistema educativo en Colombia (Giraldo et al). La
existencia de una política pública, enfocada a mejorar la calidad de la educación superior, debe partir de
la elaboración de un diagnóstico que haga visible los problemas del sector, sus causas y sus
manifestaciones. En Colombia, la deficiente calidad de la educación está asociada con la escasez de
recursos humanos, financieros, físicos y tecnológicos, además de estar enfrentado el país a una escasa
tradición investigativa y a un relativo aislamiento del sistema educativo de las corrientes internacionales.
(Viloria 2006)
En síntesis, la tendencia actual es hacia una mayor diversificación en todas las IES
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