11 Año XXVI - Nº 259 - Enero 2011 REVISTA DE MÚSICA Año XXVI - Nº 259 - Enero 2011 - 7 € ENCUENTROS Joyce DiDonato actualidad Fabio Bonizzoni Dezsö Ránki DOSIER Ferenc Liszt 1811-2011 referencias Cuarteto nº14 de Beethoven Gira España enero/febrero 2011 PHILHARMONIA ORCHESTRA DMITRIJ KITAJENKO DIRECTOR SERGEY KHACHATRIAN VIOLÍN KYOKO TAKEZAWA VIOLÍN MURCIA 31 enero 2011 VALENCIA 2011 01 febrero Auditorio Víctor Villegas Ciclo Grandes Conciertos Kyoko Takezawa, violín Palau de la Música de València Temporada 2010/2011 Sergey Khachatrian, violín VITORIA Teatro Principal Antzokia Grandes Conciertos Kyoko Takezawa, violín BARCELONA L’Auditori Temporada Ibercamera Sergey Khachatrian, violín 02 febrero 2011 2011 03 febrero ZARAGOZA 04 febrero 2011 Auditorio de Zaragoza Temporada Grandes Conciertos Sergey Khachatrian, violín Shostakovich Concierto para violín núm. 1, op. 77 Tchaikovski Sinfonía Manfred, op. 58 259-Pliego 1 21/12/10 13:25 Página 1 AÑO XXVI - Nº 259 - Enero 2011 - 7 € OPINIÓN 2 DOSIER Ferenc Liszt CON NOMBRE PROPIO Cartilla del romántico Blas Matamoro Fabio Bonizzoni 6 Dezsö Ránki Enrique Igoa Asier Vallejo Ugarte 10 AGENDA 14 ACTUALIDAD NACIONAL 38 48 Elisa Rapado Jambrina Andrés Ruiz Tarazona Joyce DiDonato Blas Matamoro y Fernando Fraga EDUCACIÓN Pedro Sarmiento 114 118 JAZZ Rubén Amón SCHERZO DISCOS 110 ENCUENTROS Plácido Domingo 55 106 La estancia en Madrid ENTREVISTA Discos del mes 102 Los poetas ACTUALIDAD INTERNACIONAL 54 98 El precursor o el virtuosismo trascendido Pablo J. Vayón 8 97 Sumario Pablo Sanz 120 LIBROS 122 LA GUÍA 124 CONTRAPUNTO Norman Lebrecht 128 Colaboran en este número: Javier Alfaya, Rubén Amón, Julio Andrade Malde, Íñigo Arbiza, Rafael Banús Irusta, Emili Blasco, Alfredo Brotons Muñoz, José Antonio Cantón, Jacobo Cortines, Patrick Dillon, Pierre Élie Mamou, José Luis Fernández, Fernando Fraga, Juan García-Rico, José Guerrero Martín, Fernando Herrero, Bernd Hoppe, Enrique Igoa, Antonio Lasierra, Norman Lebrecht, Santiago Martín Bermúdez, Joaquín Martín de Sagarmínaga, Enrique Martínez Miura, Aurelio Martínez Seco, Blas Matamoro, Erna Metdepenninghen, Juan Carlos Moreno, Antonio Muñoz Molina, Miguel Ángel Nepomuceno, Rafael Ortega Basagoiti, Josep Pascual, Enrique Pérez Adrián, Javier Pérez Senz, Paolo Petazzi, Xavier Pujol, Francisco Ramos, Elisa Rapado Jambrina, Arturo Reverter, Pablo L. Rodríguez, David Rodríguez Cerdán, Justo Romero, Andrés Ruiz Tarazona, Pablo Sanz, Pedro Sarmiento, Bruno Serrou, Luis Suñén, Franco Soda, Christian Springer, José Luis Téllez, Asier Vallejo Ugarte, Claire Vaquero Williams, Pablo J. Vayón, Juan Manuel Viana, José Luis Vidal, Carlos Vílchez Negrín, Reinmar Wagner. Traducciones: Rafael Banús Irusta y Blas Matamoro (alemán) - Enrique Martínez Miura (italiano) - Barbara McShane (inglés) Juan Manuel Viana (francés) Impreso en papel 100% libre de cloro PRECIO DE LA SUSCRIPCIÓN: por un año (11 Números) España (incluido Canarias) 70 €. Europa: 105 €. EE.UU y Canadá 120 €. Méjico, América Central y del Sur 125 €. Esta revista es miembro de ARCE, Asociación de Revistas Culturales de España, y de CEDRO, Centro Español de Derechos Reprográficos. SCHERZO es una publicación de carácter plural y no pertenece ni está adscrita a ningún organismo público ni privado. La dirección respeta la libertad de expresión de sus colaboradores. Los textos firmados son de exclusiva responsabilidad de los firmantes, no siendo por tanto opinión oficial de la revista. Esta revista ha recibido una ayuda de la Dirección General del Libro, Archivos y Bibliotecas de Ministerio de Cultura para su difusión en bibliotecas, centros culturales y universidades de España, para la totalidad de los números del año. 1 259-Pliego 1 21/12/10 12:27 Página 2 OPINIÓN OPINIÓN EDITORIAL 2 PRIMERAS NOTICIAS DEL CNDM E l anuncio de la programación de enero a julio del recién creado Centro Nacional para la Difusión Musical aclara las intenciones del INAEM al ponerlo en marcha y responde al perfil programador de Antonio Moral, la persona designada para gestionar un organismo que integra bajo un solo techo el extinto Centro para la Difusión de la Música Contemporánea, el Auditorio Nacional de Música de Madrid y el Centro de las Artes Escénicas y las Músicas Históricas de León. Cabe, además, y de inicio, felicitarse por el hecho de que en poco más de dos meses de trabajo, los responsables del CNDM hayan sido capaces de dotar de contenido a su proyecto y de no marear la perdiz con especulaciones o con vaguedades tendentes a contentar a todos los implicados en una reorganización que afecta a estructuras y costumbres programadoras que han funcionado durante años y que, en el caso del CDMC, han servido de forma extraordinariamente positiva a la creación contemporánea española. En el caso del Auditorio —en complemento con una programación de muy alta calidad sostenida en ciclos de prestigio— y del CAEMHL se trataba más bien de dotar de contenidos de verdadero interés y de adecuada irradiación a estas dos unidades asumidas también por el nuevo Centro cuya creación responde, según el director general del INAEM, a la necesidad de “aquilatar recursos humanos y económicos”. La programación conjunta —con un sistema de abonos y compra de entradas sueltas que deberá lidiar con la crisis— apuesta por los dos ejes básicos que deben centrar la actividad del CNDM: la creación y el patrimonio, lo que siempre hemos llamado música contemporánea y esa otra, que llamamos antigua, que nos pertenece y que es necesario recuperar. Llama la atención muy positivamente la convivencia de los autores españoles contemporáneos con los grandes clásicos modernos, es decir, que la propuesta se orienta hacia un deseo de no aislar lo nuevo sino de enmarcarlo, de contextualizarlo también, dándole un indudable atractivo suplementario para ese público que conviene no olvidar y a quien más de una vez le ha chocado el peculiar mercado de la música frente a los más reales de otras actividades como, por ejemplo, la literatura o el arte. Es de suponer que la presencia de menos novedades —si se acompañan de obras de otras épocas o de otros ámbitos no caben tantas—, y la subsecuente necesidad de selección, incida en la valoración positiva por parte de un público que ha de comprobar cómo, en efecto, no tiene sentido hoy, cuando en España conviven unas cuantas generaciones de espléndidos compositores, temer a la música contemporánea. Ejemplo claro de ello bien puede ser ese miniciclo del Cuarteto de Leipzig con tres programas Beethoven-Cristóbal Halffter. Es un camino y una apuesta por salir de una cierta endogamia. Por cierto, los conciertos con sede en el Museo Reina Sofía —siete— seguirán siendo gratuitos, no así los del Auditorio —seis. Puede ser un buen test. En el terreno de lo que llamamos música antigua, es evidente lo que la oferta tiene de apuesta por la revalorización de un patrimonio propio, que en buena medida se redescubre y que con intérpretes como los que se nos proponen puede aspirar también a la permanencia en el repertorio específico de los mismos. Escuchar a Gustav Leonhardt tocando música de Martín y Coll, Pablo Bruna o Blasco de Nebra o certificar el crecimiento de Forma Antiqva, el rigor de El Concierto Español o la fuerza de Antonio Florio son argumentos que revelan una forma de ir más allá en lo que antes fue esa llamada “programación propia” del Auditorio Nacional que no acabó de funcionar. Queda pendiente ese Festival de Alicante que no dependerá del CNDM y que ha de repensarse a fondo como lugar de encuentro verdaderamente atractivo de la música de nuestro tiempo en toda su extensión, de la creación a la difusión, y que necesita, urgentemente, atraer un público activo mientras se convierte también en un escaparate comercial para nuestra música. 259-Pliego 1 23/12/10 13:33 Página 3 OPINIÓN La música extremada PRESENCIAS REALES Diseño de portada Argonauta Foto portada: Dario Acosta / DG Edita: SCHERZO EDITORIAL S.L. C/Cartagena, 10. 1º C 28028 MADRID Teléfono: 913 567 622 FAX: 917 261 864 Internet: www.scherzo.es E mail: Redacción: [email protected] Administración: [email protected] Presidente: Santiago Martín Bermúdez REVISTA DE MÚSICA Director: Luis Suñén Redactor Jefe: Enrique Martínez Miura Edición: Arantza Quintanilla Maquetación: Iván Pascual Fotografía: Rafa Martín Secciones Discos: Luis Suñén Educación: Pedro Sarmiento Jazz: Pablo Sanz Libros: Enrique Martínez Miura Consejo de Dirección: Javier Alfaya, Manuel García Franco, Santiago Martín Bermúdez, Enrique Pérez Adrián, Pablo Queipo de Llano Ocaña, Arturo Reverter Departamento Económico: José Antonio Andújar Departamento de publicidad Cristina García-Ramos (coordinación) [email protected] Magdalena Manzanares [email protected] Relaciones externas: Barbara McShane Suscripciones y distribución: Choni Herrera [email protected] Colaboradores: Cristina García-Ramos Impresión GRAFICAS AGA Depósito Legal: M-41822-1985 ISSN: 0213-4802 Scherzo Editorial, S. L. , a los efectos previstos en el artículo 32.1, párrafo segundo del vigente TRLPI, se opone expresamente a que cualquiera de las páginas de Scherzo-Revista de música, o partes de ellas , sean utilizadas para la realización de resúmenes de prensa. Cualquier acto de explotación (reproducción, distribución, comunicación pública, puesta a disposición, etc.) de la totalidad o parte de las páginas de ScherzoRevista de música, precisará de la oportuna autorización, que será concedida por CEDRO mediante licencia dentro de los límites establecidos en ella. © Scherzo Editorial S.L. Reservados todos los derechos. Se prohíbe la reproducción total o parcial por ningún medio, electrónico o mecánico, incluyendo fotocopias, grabados, o cualquier otro sistema, de los artículos aparecidos en esta publicación sin la autorización expresa por escrito del titular del Copyright. C uanto más accesible se vuelve la música del pasado creo que me hago más consciente de su presencia verdadera: presencia de los músicos en el mismo lugar y en el mismo momento en los que yo vivo; presente que sólo existe ahora y que desaparecerá en cuanto se extinga la última resonancia. YouTube y Spotify ofrecen la posibilidad ilimitada de algo que ya empezó a marearnos cuando la aparición del CD multiplicó casi de un día para otro el catálogo de las músicas accesibles. Ahora se nos olvida, porque la memoria es corta y la tecnología cambia mucho más rápido que nuestra pobre capacidad de asimilarla, pero hacia finales de los años ochenta el pasado se ensanchó exponencialmente según la tecnología digital hizo inteligibles grabaciones antes casi perdidas y devolvió a los anaqueles de las tiendas discos descatalogados hacía mucho tiempo, algunos de los cuales atesorábamos en aquellas cintas de magnetofón que ya pertenecen casi a la misma edad arqueológica que los cilindros de cera. Yo tenía un amigo tan celoso de su colección enorme de LPs de jazz y pop de los sesenta y los primeros setenta —lo que había venido después ya no le interesaba— que sólo me dejaba grabarme copias en su propio equipo, para que los discos no salieran de su casa. Ahora, cualquiera de aquellas rarezas que yo copiaba en cintas de noventa minutos, que él me había enseñado con ese enciclopedismo neurótico de los coleccionistas, buscando con la cabeza torcida y acercando mucho los ojos para distinguir la letra tan pequeña en los cantos de los discos, la puedo encontrar en unos segundos en los laberintos de Spotify, que contienen ordenadamente todas las agujas de todos los pajares posibles. La sensación de abundancia y de vértigo es la misma: la tentación de seguir buscando y de escuchar algo más es irresistible, más aún para aficionados caprichosos que tienen los gustos muy repartidos. Dice Borges que una cosa que no hay es el olvido: el Summertime de Janis Joplin que yo escuchaba a los dieciséis años en la máquina de discos de un bar de Úbeda (previa introducción de dos pesetas en la ranura) forma parte del mismo presente que el primer Clave bien temperado que tuve en vida, tocado por un Zoltán Kocsis muy joven, en un LP doble que compré en Galerías Preciados, y que se me quedó perdido en alguna mudanza, como la biblioteca de una vida anterior. Todos, hasta los más desapegados y olvidadizos, somos ya coleccionistas omniscientes que se quedan en vela hasta altas horas de la noche examinando sus tesoros recónditos. Y quizás es esa misma infinita disponibilidad la que nos hace más sensibles al instante único, a la presencia real, para usar el término de George Steiner: también a la anticipación, y luego al recuerdo. Compro por adelantado una entrada para ver en Zankel Hall un concierto que incluye La consagración de la primavera en la transcripción de Stravinski para dos pianos que van a tocar Leif Ove Andsnes y MarcAndré Hamelin. Sucede un cierto día y no otro, a una cierta hora, una noche ya muy fría de finales de noviembre. La música entra también por los ojos: los dos pianos juntos ocupan un espacio enorme. Los dos pianistas se miran por encima de esa gran barrera negra. La partitura tan familiar cobra un esquematismo cubista: percusión y sequedad, conversación y desafío, las miradas encontrándose en la fracción de segundo que dura un gesto breve como una contraseña. Al cabo de un rato todo habrá terminado: está bien saber que ese prodigio no se repetirá exactamente nunca. Antonio Muñoz Molina 3 259-Pliego 1 21/12/10 12:27 Página 4 OPINIÓN Música reservata LOS DOCE TÍTULOS D 4 oce meses o doce signos del zodíaco (que son también los doce apóstoles: Pedro, con su llave simbólica, equivale a Aries), doce tribus de Israel, doce caras del poliedro formado por pentágonos, doce estrellas fijas de la cosmología antigua, doce notas de la escala cromática temperada. ¿Por qué no doce óperas que sinteticen cuatro siglos de teatro cantado? Pocas dudas pueden caber de que el primer título reseñable es L’incoronazione di Poppea, texto augural en invocar la historia en lugar de la mitología (cimentando el sentido futuro de la ópera burguesa) y que contiene el que quizá sea episodio de más hondo dramatismo de todo el XVII, la muerte de Séneca: ópera de antihéroes, cuyo lieto fine es consecuencia de un crimen. Monteverdi: el más radical, el más moderno. Operista más convencional pero mejor y más refinado músico que cualquiera de sus colegas, Haendel realizó en Giulio Cesare in Egitto un retrato femenino tan excelso, por lo menos, como el de la Violetta verdiana: la evolución de Cleopatra está tan sabiamente trazada desde un punto de vista dramático y elaborada con tal riqueza tímbrica que el personaje adquiere una complejidad desusada en cualquier obra coetánea. Ópera revolucionaria tanto desde el punto de vista político —la reivindicación popular y feminista— como musical —la creación de un genuino operismo sinfónico— Le nozze di Figaro inaugura una dramaturgia en que peripecia argumental y organización musical son un mismo dispositivo unificado tonalmente en el que tanto la estructura armónica como las asociaciones instrumentales y formales son ya teatro. El melodramma romántico nace con La donna del lago, tanto por su carácter pionero en adaptar a Walter Scott en el continente como por entronizar el medievalismo (¡y Escocia!): quizá en ningún otro texto haya logrado Rossini un caudal melódico de frescura tan extremada y sostenida, pero cuya calculada arquitectura (cada escena integra numerosas unidades diferentes) se nutre igualmente de un sistema estructural de asociaciones tonales. La originalidad de Rigoletto no cabe en un epítome: reivindicación del barítono como protagonista (¡que carece de arias strictu sensu!), desarrollo basado en la forma del libreto y la evolución del personaje con la escena como unidad dramática, valoración enteramente renovada del recitativo drammatico, recuperación de la polifonía para el operismo (el cuarteto del acto III) y nuevo diseño del parlato con protagonismo temático orquestal (el dúo Rigoletto-Sparafucile del acto II). ¡En la Italia de 1851! Tristan und Isolde otorga un sentido nuevo a la armonía revolucionando, no ya la música escénica sino, y sobre todo, la música instrumental, pero su modo de conferir sentido dramático a la materia sinfónica implica una nueva concepción del tiempo escénico: el tema de la mirada iniciando la obra, pero sin revelarse como tal hasta la conclusión del primer acto, transforma por entero la función de la orquesta, convirtiéndola en una genuina (e inesperada) instancia narrativa. Igualmente lejano del melodramma italiano y del musikdrama alemán, Boris Godunov es pionera en la creación de una verdadera prosa musical de admirable libertad melódica y armónica: pero también es una obra prerrevolucionaria, cuya visión de la realidad resulta lacerante. Más allá de su naturalismo avant la lettre, la obra maestra de Musorgski es una denuncia feroz de la inviabilidad política de la verdad y la justicia. Primera mujer proletaria del operismo, Carmen dista de la carencia de escrúpulos de su contrafigura literaria: mezzosoprano protagonista (y no soprano) de sexualidad desafiante, provista de una música de extrema transparencia, su conducta amorosa es consecuencia de su inscripción productiva: al no depender económicamente de los hombres elige a sus amantes con la misma libertad que ellos. Provocativa anti-ópera (en tanto que ajena al canto convencional), P e l l é a s e t Mélisande recupera la declamación monteverdiana y otorga a la orquesta un sentido dramático nuevo, como vehículo de un material temático que jamás penetra en el plano vocal: la refinadísima orquesta debussyana encarna el inconsciente de la representación, sobre el que los protagonistas vagan como sonámbulos de un destino indescifrable. A caballo entre politonalidad y expresionismo, Vec Makropulos es una fascinadora meditación sobre la propia historia de la ópera, encarnada por su protagonista, lejana descendiente femenina de Dorian Gray. Janácek alcanza la cima de un estilo que inscribe el lenguaje moderno dentro de un cuadro en que las polirritmias y la prosodia del habla se trasmutan en canto y en una música tan expresiva como carente de antecesores. En su versión definitiva en tres actos, Lulu recupera el belcantismo virtuosístico desde una perspectiva postexpresionista, un belcantismo deudor tanto de la Manon massenetiana como de la mozartiana Königin der Nacht. Ejemplo privilegiado de la neue Schlichkeit, la segunda ópera de Berg es la obra serial por antonomasia que supone el enlace definitivo con el Mahler tardío, mucho más que con el Schoenberg expresionista. Al margen de todo avatar vanguardista, Saint François d’Assise es la culminación del sistema modal desarrollado por Messiaen desde 1948: recuperación del melodismo y de la armonía (pero sin rendir cuentas a la direccionalidad tonal pese a concluir en un radiante do mayor), la ópera del músico, teólogo y ornitólogo es un monumento a la efusión lírica y una especie de puesta en presente de la temporalidad suspendida de Parsifal. Cabría tal vez discutir si Guillaume Tell debiera sustituir a La donna del lago, si Falstaff debiera estar en lugar de Rigoletto y quizá algún título más: pero no parece que el conjunto del inventario admita mayores disputas. José Luis Téllez 259-Pliego 1 21/12/10 12:27 Página 5 OPINIÓN Prismas EN BUSCA DE APRENDER N o sobran en el mercado librero español los buenos libros acerca de temas tan fundamentales como son los de iniciación a las artes. No se sabe muy bien por qué hay en nuestro país la convicción bastante extendida de que el conocimientos de estas se produce mediante la intervención de aquella cosa llamada en tiempos todavía más ignorantes que los de ahora, la ciencia infusa. Pero resulta que no. Que para saber es imprescindible utilizar buenos libros que nos desasnen y nos permitan entender debidamente aquello que se nos está ofreciendo, y tratar de entender lo que dice un instrumento solista, una orquesta de cámara, un cuarteto, un coro o una orquesta sinfónica por no entrar en otros detalles. El saber, cuesta, digan lo que digan los mantenedores del aguachirle consumista y facilón. Por eso es bueno todo aquello que tenga como fin una pedagogía inteligente que nos abra nuevos mundos, pequeños o grandes, de saber. Un libro reciente de dos profesores de la Escuela Superior de Música de Colonia, llamados Annette Kreutziger y Winfried Bönig, con la colaboración de Tilmann Claus y Gerald Hambitzer han publicado una obra de divulgación musical que lleva en español el nombre de La música clásica: 101 preguntas fundamentales, traducido del alemán por Gabriel Menéndez Torrellas, y que ha sido en su colección de bolsillo por Alianza Editorial. No es lo que pudié- ramos llamar un libro definitivo ni mucho menos pero está escrito con sentido histórico y con voluntad de acercamiento a un público muy amplio. Por supuesto no pretende ser una historia de la música sino, repetimos, una obra de divulgación. Hay fallos notables como es que no aparezca en su índice ni un solo nombre español; mejor dicho, hay uno, Picassso, citado como genio absoluto de su arte. En cambio hay otros nombres de músicos, intérpretes o compositores, de otros países, de los que hubieran podido prescindir los autores sin mayor estropicio. Es una pena pero es así. Como suele decirse, esperemos que este grave defecto se corrija en una nueva edición. Una vez dicho esto y sin caer en el vicio notorio del “¡Oh!, ¡Ah!”, propio del cretino énfasis promocional, hay que decir que vale la pena leer el libro aunque tan sólo sea en los ratos de ocio. No es mala cosa que le expliquen a uno “¿Qué es un diapasón normal?”, “¿Por qué es necesario un concertino?”, “¿Cuales son las épocas fundamentales de la música en Europa?” o “¿Cuáles son los géneros musicales más importantes?”. O también, por qué es preferible escuchar la música en directo y no en grabación. Eso es este libro y no mucho más. Pero es ameno y legible, lo cual no es poca cosa en los acelerados tiempos que corren a nuestro alrededor. Javier Alfaya Máster online audiovisual Interpretación e investigación musical 40 compositores y concertistas del máximo relieve internacional te forman en el primer máster online audiovisual para investigadores e intérpretes MODALIDAD 1 MODALIDAD 2 Conviértete en concertista a Prepárate para la investigación musical con través de “master classes“ con la metodología audiovisual más avanzada Ilya Grubert (violín) Nobuko Imai (viola) Lluís Claret (violoncello) Brenno Ambrosini (piano) Luis de Pablo Antonio Ezquerro Edson Zampronha Christophe Coin DIRECTOR DEL MÁSTER José Enrique Bouché Babiloni www.viu.es [email protected] INICIO: Marzo de 2011 COLABORA: 5 259-Pliego 1 21/12/10 12:27 Página 6 6 Fotos: Marco Borggreve PROPIO CON NOMBRE CON NOMBRE PROPIO 259-Pliego 1 21/12/10 12:27 Página 7 CON NOMBRE PROPIO FABIO BONIZZONI Temperamento latino, rigor nórdico FABIO BONIZZONI Fotos: Marco Borggreve F abio Bonizzoni (Milán, 1965) pertenece a la generación de los Alessandrini, Biondi, Onofri, Antonini y tantos otros músicos que operaron en Italia el gran salto adelante de la música barroca en los últimos quince años del siglo pasado. Formado como clavecinista y organista en su país natal, Bonizzoni pasó luego siete años en La Haya con Ton Koopman (1987-1994). Fueron los años cruciales en los que grupos como Concerto Italiano, Europa Galante o Il Giardino Armonico asentaron su prestigio internacional, por lo que su nombre empezó escuchándose primero como miembro y colaborador de los conjuntos de Koopman, Biondi o Savall. Fue en 1995 cuando Bonizzoni realiza sus primeras grabaciones como solista y cuando funda La Risonanza, que se constituyó en primer lugar como un grupo vocal e instrumental que se ocupaba principalmente de la música del siglo XVII. Del siguiente lustro son los acercamientos a sectores del repertorio poco frecuentados: los nombres de Galuppi, Andrea Gabrieli, Salvatore, Merulo o Picchi, que el milanés graba en solitario, se unen así a los de D’India, Strozzi, Frescobaldi o Kerll, que afronta con su conjunto. Tras pasar por Stradivarius, Arcana y Symphonia, Bonizzoni inicia en 2002 una relación estable con Glossa que aún perdura y en la que ha venido desarrollando su relación con un repertorio más tardío y dedicado a los grandes nombres del XVIII, como Bach, Scarlatti o Haendel, sin olvidarse por ello de la música del Seicento y de los compositores infrecuentes (Storace, Sammartini). Desde 2004, el clavecinista milanés viene centrándose casi exclusivamente en su carrera como solista y como director de La Risonanza, que ha crecido hasta constituirse en una auténtica orquesta barroca. No obstante, en ese tiempo ha aceptado también algún otro trabajo, como cuando en 2006 se puso al frente del proyecto de la Capilla Peñaflorida para recuperar la figura de Fray José de Larrañaga en el segundo centenario de su muerte, de lo que ha quedado incluso testimonio discográfico en el sello NBMusika. De cualquier forma, los últimos años de Bonizzoni se caracterizan, en el terreno discográfico, por sus muy Madrid. Auditorio Nacional. 28I-2011. Ciclo Complutense de Conciertos. La Risonanza. Director: Fabio Bonizzoni. Monteverdi, Vespro della Beata Vergine. singulares acercamientos a Bach (Goldberg) o Scarlatti (sonatas tardías), trabajos en los que se adivina un estilo que combina el despojamiento y el esencialismo con la creatividad y la fluidez expresiva, y sobre todo por su estupenda serie dedicada a las cantatas italianas de Haendel, donde uno se encuentra con un músico extremadamente detallista, capaz de combinar un teatral y convulso temperamento latino con el rigor de las escuelas nórdicas. Pablo J. Vayón DISCOGRAFÍA SELECTA Como solista BACH: Variaciones Goldberg. Glossa (2005). GALUPPI: Obras para clave y órgano. Stradivarius (1995). MERULO: Toccate e canzoni per cembalo e organo. Arcana (1998). SALVATORE: Messa della Domenica. Glossa (2000). SCARLATTI: Últimas sonatas para clave. Glossa (2004). Con La Risonanza HAENDEL: Cantatas italianas Vols. I-VII. Glossa (2006-2010). D’INDIA: Arie e Lamenti. Stradivarius (1996). KERLL: Missa non sine quare. Symphonia (2000). SAMMARTINI: Conciertos para órgano. Glossa (2001). STROZZI: Obras de la Opus VIII. Glossa (2001). 7 259-Pliego 1_207-pliego 1 12/03/14 19:34 Página 8 CON NOMBRE PROPIO En la cima DEZSÖ RÁNKI S 8 iempre es delicado hablar de escuelas pianísticas, pues se corre el riesgo de caer en tópicos recurrentes y a menudo injustos no necesariamente fieles a la verdad. Pero sí se puede hablar de líneas de continuidad, de una tradición rusa, de una tradición centroeuropea (hoy sin un referente claro tras el retiro de Brendel), de una tradición ibérica si se quiere, y por supuesto de una tradición húngara que ha dado al pianismo del siglo XX nombres como György Sándor, György Cziffra, Géza Anda, Lili Kraus o Annie Fischer, y que hoy se mantiene viva en manos de tres músicos que un día fueron compañeros en la Academia Ferenc Liszt de Budapest y que ahora van llegando por vías muy distintas a eso que se suele llamar madurez: András Schiff (1953), Zoltán Kocsis (1952) y Dezsö Ránki (1951). A nadie escapa que el tercero ha vivido un poco a la sombra de sus dos amigos, que el no prodigarse en los auditorios y el no haber estado ligado a ninguna multinacional del disco ha traído consigo que su carrera haya tenido y siga teniendo más predicamento entre el aficionado de culto que entre el gran público, pero precisamente por ello sus apariciones tienen siempre el valor añadido de lo íntimo, de lo intransferible, de lo único. Alumno en la Ferenc Liszt de Pál Kadosa y Ferenc Fados, su despegue se produjo a comienzos de los setenta, cuando tras ganar el Concurso Schumann de Zwickau se le fueron abriendo las puertas de las principales salas europeas, estadounidenses y asiáticas, ya fuera en solitario o con orquestas como la del Concertgebouw o las Filarmónicas de Berlín y Londres. Incluso el destino le echó una mano al darle la oportunidad de sustituir a Rubinstein en Milán y a Benedetti Michelangeli en Menton. Después llegarían más premios (el Liszt, el Kossuth), llegarían sus discos para Hungaroton, llegaría Salzburgo, y casi sin darse cuenta Ránki había llegado a la cima. Ahora, entre veinticinco y cuarenta años después de todo aquello, su vida es más pausada, tranquila y reflexiva. Apenas pisa los estudios de grabación (sus discos son escasísimos) y no da más de sesenta conciertos por temporada, lo cual le permite trabajar a fondo las obras que tiene entre manos y ahondar en un pianismo que puede ser relajado, evocador, matizado y penetrante, pero también amplio, vibrante, agitado, percusivo, de acentos punzantes, vivos colores y ritmos muy marcados. De esta forma, pese a que el húngaro es un verdadero as en la música de los suyos (Liszt y Bartók, sobre todo), su repertorio se abre libre y fluidamente hacia el clasicismo, el romanticismo alemán y el (post)impresionismo, y así lo demuestra el programa con el que vuelve al ciclo de Grandes Intérpretes de esta casa: la Sonata Hob. XVI:52 de Haydn, la Sonatina de Ravel, la Fantasía en do mayor de Schumann y algunas piezas del último Liszt, ese Liszt sombrío e insondable que está más que presente en las raíces pianísticas de nuestro músico. Asier Vallejo Ugarte Madrid. Auditorio Nacional. Ciclo de Grandes Intérpretes de la Fundación Scherzo. 11-I-2011. Dezsö Ránki, piano. Obras de Haydn, Schumann, Liszt y Ravel. DISCOGRAFÍA SELECCIONADA BARTÓK: Mikrokosmos. TELDEC 9031-76139-2. — Sonata para dos pianos y percusión y otras obras. ZOLTÁN KOCSIS, piano. GUSZTÁV CSER Y ZOLTÁN RÁCZ, percusión. HUNGAROTON HCD 12400. — Concierto para piano nº 3, Tres burlescas, Sonatina y otras obras. ORQUESTA DEL ESTADO HÚNGARO. Director: JÀNOS FERENCSIK. HUNGAROTON HCD 31036. BEETHOVEN: Sonatas para violonchelo y piano. MIKLÓS PERÉNYI, violonchelo. HUNGAROTON HCD 11928-29. CHOPIN: Preludios para piano. HUNGAROTON HCD 12316. HAYDN: Sonatas nºs 54-62. Variaciones en fa menor. HUNGAROTON HCD 116525-26. LISZT: Sonata en si menor. Sonata Dante. Vals Mefisto nº 1. DENON C37 7547. — Unstern / En rêve, La lúgubre góndola nº 2, Weigenlied, In festo Transfigurationis Domini Nostri Jesu Christi, Sancta Dorothea. Vals Mefisto nº 4, Polka Mefisto y otras obras. HARMONIA MUNDI Musique D’Abord HMA 1903024. MOZART: Conciertos para piano nºs 9 y 14. ORQUESTA DE CÁMARA FERENC LISZT. Director: JÁNOS ROLLA. HUNGAROTON HCD 12685. — Sonatas para piano nºs 2, 4, 5, 6, 8, 9, 12, 13 y 15. HUNGAROTON HCD 31802-02. — Sonata para dos pianos K. 448. RAVEL: Ma mere l’oye. BRAHMS: Variaciones sobre un tema de Haydn. ZOLTÁN KOCSIS, piano. HUNGAROTON HCD 11646. RAVEL: Sonatina, Valses nobles y sentimentales, Gaspard de la nuit, Minueto sobre el nombre de Haydn, Preludio. HUNGAROTON HCD 12317. 259-Pliego 1 21/12/10 12:28 Página 9 L CLÁSICO REGALO CON EL QUE SIEMPRE SE ACIERTA sche ra. aneg c c o nB i. Simo pe Verd p e Gius a. ntigu r Music A a ñ a Espa h Secul s i n . a 0 Sp 170 00 c. 12 avall. iS Jord plete ion. Com Celebrat e h T tmas Chris Deut s of r a e 111 y ophon m Gram Si quiere acertar, en el Espacio de Música de El Corte Inglés encontrará siempre el más amplio catálogo de música clásica y a precios que son un regalo. SU TIENDA DE MÚSICA EN INTERNET 9 259-Pliego 1 21/12/10 12:28 Página 10 AGENDA AGENDA En Composición e Interpretación MENDOZA Y FERNÁNDEZ MAGDALENO, PREMIOS NACIONALES DE MÚSICA L a compositora Elena Mendoza y el pianista Diego Fernández Magdaleno han obtenido el Premio Nacional de Música 2010 —en las modalidades de Interpretación y Composición, respectivamente—, que concede el Ministerio de Cultura y que está dotado con treinta mil euros para cada galardonado. Mendoza (Sevilla, 1973) es la primera mujer que obtiene un Premio Nacional de Música en la modalidad de composición y en la decisión del jurado, adoptada por unanimidad, pesó especialmente, además del valor de algunas de sus obras más recientes como Fragmentos de teatro imaginario y Niebla, su papel en la presencia internacional de la composición contemporánea española. Fernández Magdaleno (Medina de Rioseco, 1971) ha sido premiado por su valor como intérprete puesto al servicio de la música española contemporánea en forma de numerosos estrenos. El jurado, presidido por el director general del INAEM, Félix Palomero, estuvo integrado también por el subdirector general de Música y Danza del INAEM, Antonio Garde, como vicepresidente, Teresa Catalán, Emilio Moreno, Remedios Navarro, Lothar Siemens y Rosa Torres-Pardo. VÍCTOR PABLO PÉREZ, ACADÉMICO S iempre es una buena noticia que un músico sea nombrado miembro correspondiente de una Academia. En la Gallega de Bellas Artes, “Nuestra Señora del Rosario”, además de los miembros numerarios que residen en Galicia, hay músicos correspondientes entre los que se encuentran Antonio Iglesias, Cristóbal Halffter y el pianista Jorge Federico Osorio; a ellos se suma ahora, con todo merecimiento, el Director artístico de la Sinfónica. El día 25 de noviembre, la presidenta, Mercedes Goicoa, entregó al nuevo miembro medalla y diploma y pro- nunció un sentido discurso. Víctor Pablo Pérez agradeció la distinción y las palabras a él dirigidas con un emotivo recordatorio de cuanto ha realizado la OSG en sus dieciocho años de existencia por la vida cultural de Galicia. Julio Andrade Malde Con la ONE INTEGRAL BRAHMS POR FRÜHBECK V uelve Rafael Frühbeck de Burgos, el director emérito de la Orquesta Nacional de España, para ofrecer una de sus especialidades: las sinfonías de Johannes Brahms. Una música con larga tradición en la formación sinfónica desde Toldrá o Argenta hasta hoy. El maestro, recientemente nombrado “Director del año” por Musical America, trufará las dos sesiones con piezas, que serán estreno en España, de Laura Vega, Tomás Marco, Alejandro Yagüe y Udo Zimmermann. 10 Madrid. Auditorio Nacional. 14/16 y 21/23-I-2011. ONE. Director: Rafael Frühbeck de Burgos. 259-Pliego 1_207-pliego 1 12/03/14 19:43 Página 11 AGENDA XVI Ciclo de Grandes Intérpretes DIEZ DE DIEZ PERAHIA LEONSKAIA ANDSNES VOLODOS Fotos: Rafa Martín Ciclo de Grandes Intérpretes. www.fundacionscherzo.es SOKOLOV U n año más el Ciclo de Grandes Intérpretes que organiza la Fundación Scherzo llega al Auditorio Nacional con una propuesta de altura: diez de los mejores pianistas del momento, de los grandes de verdad. Nueve de ellos ya han pasado en otras ocasiones por el Ciclo y a ellos se suma, como suele ser habitual cada año, un debutante que, esta vez será nada menos que Rafal Blechacz, ganador del Concurso Chopin de Varsovia y cuyos discos han merecido las máximas calificaciones de la crítica de todo el mundo, incluida nuestra E de excepcional. Blechacz se presentará en el ciclo el 22 de marzo con un programa en el que, naturalmente, estará presente Chopin pero también Mozart, Debussy y Szymanowski con obras tan infrecuentes como interesantes. Antes, el 11 de este mes de enero, Dezsö Ránki habrá abierto el ciclo en un esperado reencuentro con el público madrileño. Su programa rendirá tributo a las raíces del pianista con obras de Liszt y repasará igualmente otras de Schumann —cada vez más y más presente en el repertorio de los grandes—, Haydn —casi lo mismo— y Ravel. Le seguirá, el 28 de febrero, Elisabeth Leonskaia. La pianista se ha hecho una de las predilectas de los abonados al ciclo que han sido testigos de su entrada en una espléndida madurez. En su programa varias sorpresas: la Sonata de Enescu, junto a Ravel, Debussy —nuevos en Madrid en sus manos— y Schumann. El 11 de abril comparecerá Grigori Sokolov con un programa todavía a determinar, cosa que no preocupa demasiado a su legión de incondicionales. El ruso se ha convertido en un artista especial, de una personalidad diferente a cualquier otra y de él siempre se espera lo mejor. Leif Ove Andsnes mostrará de nuevo la seriedad de su concepto, esa técnica impecable que va unida a un admirable rigor. Su programa del 26 de abril, con obras de Beethoven, Schoenberg y Brahms es un modelo de equilibrio. Regresa también Till Fellner, un todavía joven pianista que ha crecido enormemente desde que apareciera en el Ciclo por vez primera. Su Beethoven es uno de los mejores recuerdos de las últimas ediciones pero esta vez —el día 17 de mayo— dedicará sus esfuerzos a Haydn, Schumann y Liszt —el segundo de los Années de pèlerinage— y estrenará una obra del jovencísimo Kit Armstrong. Vuelve también —¿recuerdan su extraordinario Albéniz de la última vez?— Arcadi Volodos con un programa a determinar que unirá, sin duda, virtuosismo y hondura, como corresponde a este antiguo alumno de la Escuela Reina Sofía de Madrid. Será el 28 de junio. Y para el otoño —el 25 de octubre— Paul Lewis, protagonista reciente de un excepcional Beethoven discográfico, dedicará su programa a un Schubert que mezcla la intimidad con la exaltación. El 9 de noviembre llegará otro viejo conocido del Ciclo como es Christian Zacharias y, de su mano, una música tan poco habitual como la de Carl Philipp Emanuel Bach. A su lado, Beethoven y sendas muestras del Brahms juvenil y crepuscular. Y el 13 de diciembre el gran Murray Perahia, cuya vuelta fue tan celebrada por el público como, al parecer, por el intérprete que, en un programa todavía a determinar, clausurará este Ciclo de Grandes Intérpretes que no es difícil atreverse a calificar de extraordinario. No se lo pierdan. 11 259-Pliego 1 21/12/10 12:28 Página 12 AGENDA Un libro de Julio Andrade Malde GAOS REDESCUBIERTO L a figura de Andrés Gaos (1874-1959) necesitaba un libro como el que ha escrito Julio Andrade Malde, colaborador de SCHERZO desde los primeros tiempos de la revista, corresponsal en París y La Coruña y dedicado durante años de investigación a poder, finalmente, reivindicar la obra del compositor coruñés. Andrés Gaos. El gallego errante está articulado, como se nos dice desde el principio, en “una Introducción seguida de un Preludio, trece Movimientos, un Ultílogo y dos Apéndices caudales”. A lo largo de esta estructura ya tan musical en sí misma, Julio Andrade repasa la vida de este trasterrado por razones profesionales que, como tantos otros gallegos, hubo de buscarse la vida en las Américas y se hizo un nombre en el mundo como violinista, compositor y director de orquesta. Y al hilo de esa vida se pasa revista a la obra de un modo pormenorizado, puntilloso, analizando cada pieza y ofreciendo todos los datos que la redondean. Un trabajo espléndido que desvela finalmente a un compositor que, ahora, debiera volver a la programación de nuestras orquestas. Empezando por esa Impresión nocturna que Andrade Malde emparenta con Noche transfigurada de Schoenberg, el Adagio para cuerdas de Barber o el Adagietto de la Quinta Sinfonía de Mahler. Julio Andrade Malde: Andrés Gaos. El gallego errante. La Coruña, Ediciones Vereda, 2010. 446 páginas. Del Liceu al Palau TERRADELLAS VUELVE A CASA E l éxito de una propuesta musical no depende sólo del dinero. A veces, basta una mínima sensibilidad institucional para lograr que, desde la iniciativa privada, se den pasos de gigante en la recuperación de auténticas joyas del patrimonio musical: la resurrección, tras 256 años de olvido, de un tesoro barroco, Sesostri, re d’Egitto, el último título compuesto por el catalán Domènec Terradellas (Barcelona, 1713-Roma, 1751), ha sido uno de los logros más felices de la temporada barcelonesa. El artífice de su estreno en tiempos modernos es el director y musicólogo español Juan Bautista Otero, apasionado investigador e intérprete de la ópera italiana del siglo XVIII, que hace dos años inició, en circunstancias mucho menos favorables, su más ambicioso proyecto, la edición y grabación de tres grandes obras de Terradellas, Artaserse, Sesostri y Merope (prevista para el próximo año). Decíamos antes que, en cuestiones de política artística, la sensibilidad de una institución, de un gestor, resulta un factor clave para llevar cualquier proyecto a buen puerto. Cuando Otero grabó Artaserse en 2008, al frente de su grupo, la Reial Companya d’Òpera de Cambra de Barcelona (RCOC) y de su propio sello discográfico, alquiló la sala de cámara del Palau de la Música. No tenía recursos suficientes para, además, organizar una versión de concierto abierta al público. Nadie en el Palau movió un dedo y por tanto nadie pudo asistir en directo a un importante rescate del patrimonio lírico. Ahora, Otero ha encontrado un aliado en el Auditori de Barcelona, a través de un convenio de colaboración que les permitirá presentar de manera regular sus nuevas producciones. La colaboración del Institut Català 12 d’Indústries Culturals (ICIC) y la ESMUC amplía sustancialmente el juego de complicidades. Sesostri se estrenó en el Teatro Alibert delle Dame de Roma en 1751, año de la nunca aclarada muerte de Terradellas —la leyenda negra apunta a un asesinato a manos de un vicario contratado por un colega ciego de envidia. Tres años después se presentó en el Teatro de la Santa Cruz y a partir de entonces se hizo el silencio. Ha regresado, aunque, para hacer más accesible la versión de concierto, se ofreció con una cruel poda de todos sus recitativos: la grabación ofrecerá la edición íntegra. La ágil y bien contrastada dirección de Otero, siempre exquisito en el acompañamiento de las voces, resaltó las virtudes de un compositor que engancha por la voz, con un lenguaje orquestal directo que siempre juega a favor de la expresión. En el éxito de la velada jugaron un gran papel las cuatro sopranos: Raffaella Milanesi, que logró conmover en sus arias con una expresividad fuera de serie, dando a la palabra el valor teatral que requiere; Sunhae Im y Ditte Andersen, que sedujeron más por el encanto vocal y la facilidad para la coloratura; y Alexandrina Pendatchanska, que sacó provecho a los opulentos colores de una voz de tintes dramáticos. El tenor Kenneth Tarver, que tiene que lidiar con las arias más terribles, por su inclemente tesitura, salió airoso por aplomo y buen gusto musical, pero no idemne: las pasó canutas, al igual que su colega Tom Randle en una parte de mucho menor compromiso. Javier Pérez Senz 259-Pliego 1 21/12/10 12:28 Página 13 AGENDA Del 7 de enero al 14 de febrero En el Auditorio Nacional y el MNCARS EL CNDM ABRE PROGRAMACIÓN CANARIAS DE FIESTA E l 7 de enero en Santa Cruz de Tenerife —con repetición en Las Palmas de Gran Canaria el día 10— se abre el 27 Festival Internacional de Música de Canarias. Y lo hará con la presencia de Anna Netrebko y Erwin Schrott como voces solistas en un recital de fragmentos de ópera en el que les acompañará la Orquesta Filarmónica Nacional de Rusia bajo la dirección de Vladimir Spivakov. La primera orquesta insular en actuar será la Sinfónica de Tenerife bajo la dirección de Miguel Hernández Silva, estrenando una de las dos obras de encargo del Festival: In memoriam, de M. Gálvez. La Filarmónica de Gran Canaria, con Pedro Halffter a su mando, ofrecerá un programa en el que la pianista Elena Bashkirova será solista en el Concierto de Schumann. En el capítulo de orquestas invitadas aparecen formaciones como la Sinfónica de Viena con Fabio Luisi —su segundo programa es todo un desafío: Incompleta de Schubert y Sexta de Mahler—, la Orquesta Sinfónica de la Radio de Stuttgart con Roger Norrington —y Yuja Wang en el Concierto nº 1 para piano y orquesta de Brahms— o la Royal Philharmonic con Charles Dutoit, que clausurará la muestra estrenando su otro encargo: Ymarxa de Díaz-Jerez. Un interés muy especial poseen los dos programas a cargo de Les Musiciens du Louvre dirigidos por Marc Minkowski y con la presencia de Anne Sofie von Otter en uno de ellos cantando a Berlioz y la rareza, en el otro, de la orquestación mozartiana de Acis y Galatea de Haendel. El Coro y la Orquesta de la Comunidad de Madrid se A lo largo del mes de enero comenzará a desarrollarse la muy atractiva programación del Centro Nacional de Difusión Musical (CNDM), presentada hace unas semanas, y que engloba los ciclos Universo Barroco, 20/21 —dedicado a la música contemporánea—, Andalucía Flamenca y Músicas Históricas de León. Las primeras propuestas dan ya una idea de la excelente calidad de lo anunciado. Por ejemplo, el día 20, en la Sala de Cámara del Auditorio Nacional, un programa titulado L’Adorazione dei Magi a cargo de I Turchini que dirige Antonio Florio y con obras de Caresana y Ziani. El 24 de enero, en el mismo lugar, el Ensemble Intercontemporain, dirigido por Susanna Mälkki, negociará un concierto con piezas de Stravinski, Herrmann, Donatoni y Ligeti. El 31, en el Auditorio 400 del Museo Reina Sofía, Espai Sonor, con Voro García al frente, estrenará Alfa Centauri, de Mauricio Sotelo, enmarcada por obras de Cattaneo y Posadas. Presentada la Joven Filarmonía “Leo Brouwer” SAVIA NUEVA B presentan con una obra con la que en principio no asociaríamos a su director José Ramón Encinar —el Stabat Mater de Rossini— y que llegará con una buena dotación canora: Arteta, Montiel, Jordi y Ulivieri. También en lo vocal, dos recitales muy prometedores: Nancy Fabiola Herrera y Celso Albelo. Señalemos igualmente a dos conjuntos de pequeño formato que actuarán sin director: los Solistas de Trondheim y The English Concert. XXVII Festival Internacional de Música de Canarias http://www.festivaldecanarias.com ajo la tutela y patrocinio artístico del maestro Leo Brouwer, gran figura de la composición para guitarra en el siglo XX y que fuera director titular de la Orquesta de Córdoba durante una década, se ha presentado el pasado día 6 de diciembre en el Gran Teatro de dicha ciudad la Joven Filarmonía “Leo Brouwer”. Ésta es una agrupación orquestal que nace con una fundamental vocación pedagógica para ir formando a jóvenes estudiantes que sienten la necesidad de hacer música y tocar en grupo. Para ello cuenta con la ayuda de profesores tanto de los distintos conservatorios de la ciudad como de la Orquesta de Córdoba. Con la sabia orientación del gran músico cubano, este proyecto pretende crear un espacio para nuevos solistas, compositores y directores en periodo de formación, con la clara intención de dar oportunidad a los jóvenes para desarrollar su experiencia artística musical. Para ello pretende hacer su propio ciclo de conciertos anuales y un curso internacional de interpretación. Para su concierto de presentación, su director titular, el percusionista buñolense Ciro Perelló, preparó un ambicioso programa con la Polonesa de la ópera Evgeni Onegin de Chaikovski, algunas piezas de la suite L’arlesienne de Bizet, el Danzón de Arturo Márquez y Primera Suite de Belkis, Reina de Saba de Respighi, obra que, por su particular exigencia, dejó constancia del esfuerzo conjunto propiciando también el destello solístico de algunos de los componentes de la orquesta José Antonio Cantón 13 ACTUALIDAD 14 Presentación de Fabio Luisi en el Liceo TRIUNFO EN EL FOSO Bofill Gran Teatro del Liceo. 9-XII-2010. Verdi, Falstaff. Ambrogio Maestri, Fiorenza Cedolins, Elisabetta Fiorillo, Ludovic Tézier, Mariola Cantarero, Joel Prieto, Maite Beaumont, Raúl Giménez, Carlos Chausson, Francisco Vas. Director musical: Fabio Luisi. Director de escena: Peter Stein. Escenografía: Lucio Fanti. Vestuario: Moidele Bickel. Coproducción de la Welsh National Opera y la Ópera de Lyon. Escena de Falstaff de Verdi en el Teatro del Liceu BARCELONA NACIONAL ACTUALIDAD BARCELONA El incontestable éxito de Fabio Luisi en su debut en el Liceu ha sido una de las noticias más gratificantes de un año no especialmente bueno en el ámbito concertístico barcelonés. Su lectura de Falstaff, en especial por lo que atañe a la calidad de la respuesta orquestal, ha sido la más grata de las sorpresas. Pero vayamos por partes. Despedir el año con la mejor ópera cómica de la historia, ya es de por sí una acertada elección: Verdi transmite en su despedida escénica una mágica sensación de alegría, melancolía y nostalgia, ideal para salir del teatro con la sonrisa puesta. Todo en esta ópera es perfecto, empezando por el libreto de Arrigo Boito, tan fiel a las esencias teatrales de Shakespeare como a la fascinación por la lengua italiana: las palabras juegan y vuelan como dardos, siempre certeros, en un juego teatral que nada deja al azar. Todo funciona con la perfección de un reloj suizo: pura sabiduría escénica y musical de un Verdi que en su último golpe de genio es más Verdi que nun- ca, aunque distinto; adiós a las lágrimas y en su lugar la más imponente carcajada de su carrera. Los directores de orquesta adoran Falstaff. La clave de su éxito está en mantener el ritmo teatral, que no puede decaer ni un instante. Y Fabio Luisi, el mejor director de orquesta que ha pasado por el Liceu en muchos años, domina por completo todos los resortes de esta genial comedia. Músico de una pieza, de impecable oficio y amplísima experiencia, mantuvo el pulso de la obra con precisión, energía y ese punto de inspiración capaz de sacar de los músicos lo mejor de sí mismos. En su jugosa lectura, de tempi ligeros, la orquesta del Liceu rindió muy por encima de la media. Tienen razón los músicos de la formación liceísta cuando dicen que, siempre que les ponen delante una gran batuta, suenan mucho mejor. El montaje, coproducido por la Welsh National Opera (Cardiff) y la Ópera de Lyon no pasa de discreto en los decorados, pero tiene a su favor la sutil dirección de actores de Peter Stein, que ofrece una lectura tradicional y muy respetuosa. En una ópera coral donde las haya, destaca poderosamente el buen hacer de Ambrogio Maestri, Falstaff modélico por intención, solvencia vocal, olfato teatral y precisa dicción, vital en una ópera que otorga sentido musical a cada palabra. Sobresalen también Ludovic Tézier en un Ford muy bien cantado, Mariola Cantarero en una Nannetta de preciosos pianissimi y, atención, una gran revelación, el tenor Joel Prieto, con muy bellos medios, un canto elegante y una estupenda presencia escénica. Conviene seguirle la pista. La opulenta Mrs. Quickly de Elisabetta Fiorillo brilló a más altura que Fiorenza Cedolins, una Alice inesperadamente discreta. Maite Beaumont solventó con eficacia y un punto de reserva el papel de Meg Page mientras que Carlos Chausson (Pistola), Raúl Giménez (Doctor Cajus) y Francisco Vas (Bardolfo) estuvieron sensacionales. Javier Pérez Senz 259-Pliego 2 21/12/10 12:39 Página 15 AC T U A L I DA D BARCELONA Estreno en España de la primera ópera de Benjamin PEQUEÑA, PERO GENIAL E l Liceu se apunta un tanto con el estreno en España de la primera ópera de George Benjamin, Into the Little Hill, escrita junto al dramaturgo Martin Crimp: es una obra maestra, pequeña por su formato camerístico, pero grande por su extraordinaria calidad musical. Sin concesiones, con un lenguaje rico en fantasía tímbrica, refinado y de soberbia intención dramática, Benjamin acierta de lleno en este “cuento lírico” en dos partes para soprano, mezzosoprano y conjunto de quince instrumentos, una libre reinterpretación de El flautista de Hamelin que resulta perversa por su absoluta vigencia: todos podemos ser objeto de exterminio, como las ratas del cuento, en todas partes hay políticos sin escrúpulos y víctimas. La música realza en todo momento la intención teatral de Crimp, cada palabra, cada situación, encuentra su oportuno relieve instrumental. La partitura es difícil, con una escritura detallista que exige mil matices a los músicos: la London Sinfonietta está soberbia bajo la solvente dirección de Franck Ollu. Sensacionales también sus dos únicas intérpretes vocales, la mezzosoprano Susan Bickley y la soprano Rebecca Bottons: Benjamin no les da tregua —se reparten todos los papeles a lo largo de ocho escenas— y ellas llegan a buen puerto gracias a la fle- Bofill Barcelona. Gran Teatro del Liceo. 2-XII-2010. Benjamin, Into the Little Hill. Rebeca Bottone, Susan Bickley. London Sinfonietta. Director musical: Franck Ollu. Director de escena: John Fulljames. Escenografía y vestuario: Soutra Gilmour. Iluminación: Jon Clark. Producción de Aldeburg Music, London Sinfonietta, ROH 2 y The Opera Group. Rebeca Bottone y Susan Bickley xibilidad de sus muy variados recursos vocales. La espléndida iluminación, la sencillez escénica y la proximidad con los intérpretes juegan a favor en una velada que a muchos nos recordó, sobre todo durante la interpretación previa de tres breves piezas instrumentales del compositor británico —Fantasia VII, Flight y Viola, Viola— la magia de las propuestas de la defenestrada Orquestra de Cambra del Teatre Lliure que, bajo la imaginativa dirección de Josep Pons, nos descubrió en los noventa el excepcional talento de Benjamin. Eran otros tiempos, ciertamente, pero no deja de ser preocupante ver cómo en la Barcelona de hoy, la música actual sigue siendo una rareza en la cada vez más gris y previsible oferta musical. Javier Pérez Senz Temporada de la OBC DE VIENA A MOSCÚ Barcelona. L’Auditori. 27-XI-2010. Maria Riccarda Wesseling, mezzosoprano. Sinfónica de Barcelona y Nacional de Cataluña. Director: Pablo González. Obras de Mahler y Bruckner. 17-XII2010. Nicholas Angelich, piano. OBC. Director: Víctor Pablo Pérez. Obras de Chopin y Chaikovski. L os dos conciertos que reseñamos de la OBC pueden leerse como un viaje musical: de Viena hasta Moscú con escala en Varsovia. Pablo González con el primero de estos conciertos clausuró felizmente los dedicados a Lieder de Mahler, en esta ocasión los Kindertotenlieder, con una intervención solista de la mezzosoprano Wesseling dos veces apropiada, por la calidad y calidez oscura de la voz, por su perfecta dicción y adecuación estilística. González mantuvo la difícil propuesta de combinar una apropiada y exigente concepción camerística de la música de Mahler y, lo que todavía es más difícil, rescatar el intimismo del Lied, con la soberbia ambición sinfónica de un postromanticismo que no cesa de anunciar, de manera cada vez más audaz, el futuro, o sea, su destrucción. Frente a esa angustiada manera vienesa de hacer música, la enorme Séptima de Bruckner, o sea, todo lo contrario, la mirada puesta hacia el pasado con tozudez estupenda, la construcción de muy católicas catedrales musicales (neo)góticas. La orquesta demostró flexibilidad para verter, ahora, esa música tallada abrupta e ingenuamente desde la veneración por el pasado y —casi es esquizoide— por Wagner, y González, inteligencia para gobernar las imponentes moles pero también para no oscurecer las veces en que, malgré lui, Bruckner afortunadamente no consigue del todo su propósito reaccionario y alumbra lo que llevará tan lejos su discípulo, precisamente Mahler. Demasiado tiempo después de este concierto (tres semanas sin tocar la OBC, al menos en Barcelona, decepcionan un poco, especialmente en este momento de impulso hacia arriba de la orquesta) el titular cedió la batuta a un magnífico invitado, Víctor Pablo Pérez. La escala en Varsovia, el joven Chopin del Primer Concierto —con Nicholas Angelich, un intérprete potente de la música romántica—, fue un estupendo recital de piano con un acompañamiento de circunstancias, que Pérez cuidó con la convicción posible, que no puede ser mucha. La parte del león fue la Sinfonía “Manfred” de Chaikovski. Probablemente el autocrítico compositor no se equivocaba demasiado cuando lamentaba su duración y casi abominaba de su último tiempo. Pero hay mucho y muy buen Chaikovski en Manfred y, en la versión de Pérez, un cuidado especial por no embridar el melodismo arrebatador ni disimular el feliz histerismo de esa especie de trágico poema sinfónico, sometido a forma sinfónica sin demasiado éxito —nada que ver con las sinfonías con “número”— , sin pasarse de histerias, precisamente. No creo que la OBC estuviera al nivel del concierto anterior, bajó un poco la saludable tensión, pero la salud musical de la orquesta en este momento es muy buena y es clave para la buena andadura de la música en Barcelona. José Luis Vidal 15 259-Pliego 2 21/12/10 12:39 Página 16 AC T U A L I DA D BARCELONA / BILBAO El so original EXHAUSTIVO RAMEAU EN VERSIÓN DE SAVALL Barcelona. Saló del Tinell. 15-XII-2010. Le Concert des Nations. Director: Jordi Savall. Obras de Rameau. El principal atractivo del concierto estuvo en el hecho que la enorme orquesta que se congregó en el escenario, cincuenta intérpretes en total —una auténtica multitud si consideramos que se trataba de interpretar música barroca— era el resultado de unir los músicos de Le Concert des Nations, uno de los conjuntos estables que dirige Savall, con los alumnos de alto nivel participantes en la Primera Academia de Formación Profesional de Investigación e Interpretación con Instrumentos de Época organizada conjuntamente por la ESMUC (Escola Superior de Música de Catalunya) y la Fundación CIMA (Centre Internacional de Música Antiga). Los resultados obtenidos JORDI SAVALL Dieter Nagl J ordi Savall inauguró su quinta temporada del ciclo El so original, un ciclo que estará integrado por siete conciertos y se prolongará hasta junio próximo, con una sesión exclusivamente instrumental que, bajo el título L’orquestra de Lluís XV, presentaba un programa integrado por cuatro suites orquestales configuradas a partir de partes instrumentales de cuatro óperas de JeanPhilippe Rameau: Naïs (1748), Les indes galantes (1735), Zoroastre (1739) y Les Boréades (1764). Un programa tan absolutamente coherente y unitario que llegó a hacerse un punto fastidioso por redundante y monótono, al centrarse en una sola forma y un único autor. fueron globalmente más que satisfactorios y estuvieron muy por encima de lo que cabría esperar de una orques- ta de circunstancias formada por alumnos y profesores. A partir de unos tempi contrastantes que aireaban y vivificaban las suites, a partir de un fraseo bien dibujado que no perdía de vista que los passepied, las gavotas, los minués y las sarabandas que integraban los diferentes movimientos de las suites eran originariamente danzas y debían conservar este espíritu; a partir, también, de un rica gama de matices dinámicos y énfasis de acentuación que la acústica del Tinell no siempre hizo llegar con claridad al público, Savall y su nutrida hueste entregaron al público una larga y densa sesión Rameau de alto nivel. Xavier Pujol Temporada de la BOS MÚSICA DE LA NADA BILBAO Es Günter Neuhold un director serio, íntegro, formal, capaz, seguro, de buen oficio, un poco Kapellmeister, un poco a lo Böhm, y quizá por ello la Octava de Bruckner no brilló en sus manos tanto por las honduras expresivas, las reminiscencias rústicas o las sutilezas tímbricas como por el orden, la cantabilidad, el lirismo contenido, la arquitectura sólida, la acumulación de tensiones o la sonoridad plena y masiva, y también en verdad por la nítida claridad con la que iban saliendo a la luz los distintos temas en el Finale. Allí había escuela, había tradición, había, en definitiva, una forma de ver la historia. Lejos ya del sinfonismo bruckneriano, Luis de Pablo sigue estrenando con más de ochenta años, vaya novedad. 16 GÜNTER NEUHOLD Palacio Euskalduna. 3-XII-2010. Sinfónica de Bilbao. Director: Günter Neuhold. Bruckner, Octava. 11-XII-2010. Óscar Candendo, órgano. BOS. Director: Nacho de Paz. Obras de Beethoven y De Pablo. 16-XII-2010. Olatz Saitua, soprano. BOS. Director: Christoph Spering. Obras de Haendel, Mozart, Bach y Reger. Su última obra, Recado, en cuatro partes y dedicada a su Bilbao, nace de un encargo de la Diputación de Vizcaya para celebrar los diez años del órgano “Karl Schuke” del Palacio Euskalduna, y trae a este mundo una música abstraída, mística, extática, evanescente, susurrante, silente, música de la nada que, sin embargo, se sublima y se eleva en un horizonte sonoro a la vez íntimo, vivo y fas- cinante. Incluso toda una Primera Sinfonía de Beethoven acabó pasando a un segundo plano. Claro está que la orquesta, Óscar Candendo y Nacho de Paz aportaron lo suyo. Así, no fue de extrañar que el público bravease como pocas veces a un compositor contemporáneo, sea o no de la casa. Y quedaría sólo el llamado Concierto de Navidad, que se las prometía felices con Haendel (Música para los reales fuegos artificiales), Mozart (Exsultate, Jubilate) y Bach (Cantata BWV 51), pero que se vino un tanto abajo con unas Variaciones y fuga sobre un tema de Mozart de Max Reger que, más allá de su propia irregularidad, no tenían sitio en un programa como este. En cualquier caso, Christoph Spering realizó en Haendel y en Bach una labor más que loable con una orquesta en absoluto especializada en el repertorio barroco pero que necesita de él para asentar bases y perspectivas. Al sobrio estilismo, a la transparencia y al empuje festivo de los músicos se sumó Olatz Saitua con una voz no grande pero sí educada, expresiva y muy delicada. Asier Vallejo Ugarte 259-Pliego 2 21/12/10 14:42 Página 17 AC T U A L I DA D BILBAO Sociedad Filarmónica DORADO PRESENTE JULIA FISCHER E l último ganador del Paloma O’Shea, el chino Jue Wang (1984), se presentó en la Sociedad Filarmónica de Bilbao como un pianista de muy preciso mecanismo y de una técnica formidable forjada seguramente en muchas y muy duras sesiones de trabajo, y desde luego no le tembló el pulso ante la brillante versión para piano solo que hiciera Brahms de diez de sus danzas húngaras, pero hubo escasa introspección en los Tres intermezzi, op. 117 del hamburgués, y, por otro lado, colores más bien grises y texturas poco atmosféricas en la Sonatine y los Miroirs de Ravel, obras que piden intérpretes que además de pianistas sean músicos de verdad, y en eso el joven Wang, como otros muchos en su país, está aún en el camino. La bávara Julia Fischer, en cambio, sí es una artista hecha, y pertenece con toda justicia a la trinidad de jóvenes violinistas llamadas a heredar algún día el reinado que actualmente ostenta Anne-Sophie Mutter (las otras dos serían Janine Jansen y Hilary Hahn). Una técnica excepcional, sí, pero al servicio de una musicalidad plena, de una ferviente entrega melódica, de un fraseo amplio y redondo, de un legato impoluto impregnado de ensueño o de energía vital, según pidiera Schumann en sus Sonatas op. 105, op. 121 y WoO 27. Martin Helmchen estuvo igualmente efusivo, apasionado y poético, mimando compás a compás la sonoridad de su piano y subrayando con delicada profundidad el cálido violinismo de la alemana, que fue, quisiera o no, la verdadera protagonista de la noche. Julia Wesely Bilbao. Sociedad Filarmónica. 25-XI-2010. Jue Wang, piano. Obras de Ravel y Brahms. 1-XII-2010. Julia Fischer, violín; Martin Helmchen, piano. Obras de Schumann. 10-XII-2010. Gottfried von der Goltz, violín. Orquesta Barroca de Friburgo. Director: René Jacobs. Obras de Haydn y Mozart. Días después llegaba René Jacobs con la estupenda (aunque a veces algo seca) Orquesta Barroca de Friburgo y, qué cosas, el concierto caminaba hacia una cierta sensación de apatía completamente inesperada en un músico siempre tan sorprendente como él. Y no por falta de orden y disciplina, claro que no, sino porque la Sinfonía nº 91 de Haydn se vio sometida a alguna extraña ley de continencia y porque el concertino Gottfried von der Goltz tocó el Quinto Concierto de Mozart con mucho rigor estilístico y con no tanta fantasía expresiva. Pero tras la pausa vino la Oxford y aquello ya sí fue puro Jacobs: vitalidad, contundencia, transparencia, rebeldía, lirismo, reguladores, libertades, contrastes, matices súbitos y pulso irrefrenable en una interpretación vibrante a más no poder en la que se escuchaba todo, absolutamente todo. Asier Vallejo Ugarte 17 259-Pliego 2 21/12/10 14:01 Página 18 AC T U A L I DA D CÓRDOBA / LA CORUÑA IX Festival de Piano Rafael Orozco CONMEMORANDO A CHOPIN Auditorio del Conservatorio Superior. 12, 13, 19, 20, 26-XI-2010. Dúo del Valle, Lucjan Luc, Ana Guijarro, Eduardo Fernández y Mariana Gurkova. Obras de Bach-Busoni, Bartók, Chopin, Corigliano, Debussy, Falla, Gershwin, Mozart, Ravel, Schumann y Szymanowski. CÓRDOBA El bicentenario del nacimiento de Chopin ha sido el eje que ha marcado la programación de la novena edición de este festival que cada año va generando más aceptación en el público que ha podido disfrutar de catorce actos de entre los que ha destacado, fundamentalmente, el ciclo de recitales. Éste fue inaugurado con la actuación del magnífico dúo que forman los hermanos Víctor y Luis del Valle, sin duda uno de los que mejor nos pueden representar internacionalmente. El genio de Mozart, a través de su Sonata K. 521, fue la introducción de un programa de gran atractivo, en el que destacó la interpre- tación de Chiaroscuro de John Corigliano, obra en la que la particular luminosidad del sonido del piano tiene su protagonismo. Los intérpretes brillaron en la Fantasía sobre “Porgy and Bess” de Gershwin alcanzando todo un alarde de compenetración rítmica. El polaco Lucjan Luc se presentó con un programa muy serio dedicado a obras del primer tercio del pasado siglo. En su interpretación de Masques de Szymanowski realzó la disolución tonal de la que hizo gala siempre su compatriota, confirmando su seguridad técnica y calidad de sonido en Le tombeau de Couperin de Ravel. Después de una lectura emocional de la Sonata nº 3 bis, dejando patente su prometedor valor como músico e intérprete. Poco frecuente es la audición de la integral de los paradigmáticos Estudios, opp. 10 y 25 de Chopin. Mariana Gurkova afrontó este reto con convicción tanto en lo estético como en el aspecto técnico, dejando una gran sensación en el público que reconoció el mérito de su musicalidad. Se cerraba así una edición más de este festival que se ha convertido en Andalucía en cita obligada de los amantes del instrumento rey y uno de los referentes de la actividad cultural de la ciudad califal. de Chopin, Ana Guijarro abordó uno de los momentos esperados del festival, la sustancial Op. 28 del genial polaco. En cada uno de los 24 Preludios dejó huella de su refinado romanticismo, aceptado y correspondido por un público plenamente identificado con sus postulados chopinianos. Éstos quedaron subsumidos en esa especie de piano-control que propuso Eduardo Fernández en su recital con la Balada nº 4 y la Segunda Sonata, sentido que acentuó en la famosa Chacona de BachBusoni y en los Estudios sinfónicos de Schumann. Hermosa fue su versión del Intermezzo nº 2, op. 118 de Brahms que ofreció como José Antonio Cantón Los conciertos de Beethoven por Lewis, la OSG y Pérez MARAVILLOSO CICLO 18 Maravilloso ciclo. Pianista, director y orquesta se confabularon para realizar una de las mejores interpretaciones de las obras concertantes de Beethoven que hayamos escuchado. Prescindiendo de antecedentes remotos, hace algunos años se habían hecho también con el mismo director y la misma orquesta; pero, entonces, en lugar de un solo intérprete, se optó por la multiplicidad de visión con cinco pianistas de la talla de Osorio, Badura-Skoda o Sokolov. La excepcional calidad de la versión actual se fundamentó en tres pilares. Primero, en un pianista soberbio que aborda estos conciertos cuando, aún en plena juventud, ha alcanzado ya una notable madurez; Lewis, en los inicios de su carrera, había sido aclamado Miguel Ángel Fernández LA CORUÑA Palacio de la Ópera. 7, 10-XII-2010. Paul Lewis, piano. Sinfónica de Galicia. Director: Víctor Pablo Pérez. Beethoven, Conciertos para piano. Paul Lewis y Víctor Pablo Pérez con la Orquesta Sinfónica de Galicia por el público coruñés en un pasado Festival Mozart. Segundo, en una orquesta que siempre se crece ante los grandes retos y que sonó como en sus mejores días. Y, tercero, en un formidable director que está mostrando una amplia versatilidad que va de un Anillo wagneriano memorable hasta este Beethoven de referencia. Víctor Pablo Pérez —me consta— ha trabajado las obras de modo muy intenso; los resultados quedaron bien patentes. En la primera sesión, se interpretaron los Conciertos nºs 2, 4 y 3 (por este orden). Tal vez, debido a la belleza intrínseca del Cuarto, fue éste el más aplaudido por una sala asombrada de lo que había escuchado. Pero habría de llegar todavía la segunda entrega para que el asombro se trocase en estupefacción al oír un soberbio Emperador y, sobre todo, un Primer Concierto, que no vacilo en calificar de absoluta referencia. Ante las muestras de admiración de un público entregado, Paul Lewis regaló el Allegretto en do menor, D. 915, de su amado Schubert. Breve noticia del reestreno (tras ochenta años) de O Mariscal, la ópera de Rodríguez Losada, en La Coruña. El éxito de esta versión, abreviada y en concierto, ha demostrado que la obra debería representarse en su integridad. Julio Andrade Malde 259-Pliego 2 21/12/10 14:01 Página 19 AC T U A L I DA D LEÓN Centro Nacional de las Artes Escénicas y Músicas Históricas IPHIGENIA ESPAÑOLA Auditorio. 4-XII-2010. Marta Almajano, María Espada, Raquel Andueza, Soledad Cardoso, sopranos; Marta Infante, mezzo; Javier Méndez, tenor. El Concierto Español. Director: Emilio Moreno. Nebra, Iphigenia en Tracia (versión de concierto). LEÓN Raquel Andueza y Emilio Moreno con El Concierto Español El Centro Nacional de las Artes Escénicas y Músicas Históricas, con sede provisional en el Auditorio Ciudad de León hasta que el teatro Emperador esté operativo, algo que cada día que pasa se antoja más lejano, ha tenido el acierto de programar como clausura de este primer trimestre una de las obras barrocas menos representadas sobre los escenarios, la zarzuela Iphigenia en Tracia, del aragonés José de Nebra (1702-1768). Con libreto del dramaturgo Nicolás González Martínez, arropado por una orquesta tradicional “a la italiana”, es decir, cuerdas, oboes, flautas, fagotes, trompas y bajo continuo, y las soberbias voces de cuatro sopranos de la talla de Almajano, Espada, Cardoso y Andueza, la mezzo Marta Infante y el tenor Javier Méndez, el grupo El Concierto Español, que dirige Emilio Moreno —revisor y editor de la obra— obtuvo el éxito esperado ante un Auditorio parco en aforo y tolerante con la puesta en escena, ya que en ningún momento se anunció que la representación sería en versión de concierto, lo que por otro lado tampoco menguó lo más mínimo la calidad de esta pieza que se ajusta a la perfección a las características de un género tan español. Las voces e instrumentos originales se alternaron en perfecto equilibrio a lo largo de los dos actos, logrando momentos de incuestionable hermosura canora, a la que contribuyeron con creces los recitativos y arias, en el más puro estilo italiano. Tesituras sopraniles, redondas, bien timbradas, expresivas sin amaneramientos, con coros a cuatro que mostraron el gusto por lo español de este impagable género, fueron mostrando los enredos amorosos que mueven a los personajes del drama de Eurípides a base de introducir músicas autóctonas y foráneas bien reconocibles como villancicos, seguidillas, arias da capo, que alternaron con los breves recitativos para conseguir una simbiosis perfecta de estilos en una de las obras más significativas del “género chico” español del XVIII, lamentablemente y salvo honrosas excepciones, muy olvidadas. Miguel Ángel Nepomuceno 19 259-Pliego 2 21/12/10 14:01 Página 20 AC T U A L I DA D MADRID El juego de los espejos INAPREHENSIBLE POESÍA MADRID La veta poética se logró con frecuencia por lo que emanaba del foso donde Tate se agrandó paulatinamente. Pese a su exangüe comienzo, ajeno a la indicación con moto agitato (blanca=60), el director inglés, falto de espumosidad, del deseado juego caleidoscópico, logró sin embargo una prestación orquestal fluida y una conjunción y planificación más que notables. Extrajo matices líricos de primer orden y supo cantar la expresiva melodía straussiana con finura y amplio arco. Tuvo excelentes detalles, sobre todo en el tercer acto, el más conseguido por parte de todos. La batuta aglutinó a un por lo general solvente reparto. Schwanewilms, soprano lírica ancha, algo débil en la franja inferior, demostró de nuevo que es una straussiana de pura cepa, elegante, buena fraseadora, en la mejor línea germano-austriaca. DiDonato, siempre activa y diligente, es un Octavian de clase y su voz de mezzo muy clara sonó brillante, a veces no del todo afinada. El lunar fue el Ochs de Hawlata, áfono y de escaso volumen, engolado y con graves inexistentes. Es más caricato que cantante. Sala no tiene la pureza tímbrica de hace unos años y su vibrato es muy acusado, pero hizo estupendos pianísimos. Naouri hizo un Faninal excesivamente abufonado, aunque de voz suficiente. Poco presentable el tenor italiano del esforzado y desentonado Liberatore. Actuaron estupendamente los Pequeños cantores del Coro de la Comunidad en sus exclamaciones del último acto. Había cierta expectación para ver esta producción salzburguesa de 1995, propiciada por un Mortier que es Javier del Real Teatro Real. 3, 6-XI-2010. Strauss, Der Rosenkavalier. Anne Schwanewilms, Franz Hawlata, Joyce DiDonato, Laurent Naouri, Ofelia Sala, Alessandro Liberatore, Peter Bronder, Helene Schneiderman, Ingrid Kaiserfeld. Director musical: Jeffrey Tate. Director de escena: Herbert Wernicke. Realización de la puesta en escena: Alejandro Stadler. Escenógrafo, figurinista e iluminador: Urs Schönebaum. 20 Joyce DiDonato y Anne Schwanewilms en El caballero de la rosa de Richard Strauss en el Teatro Real ahora rector absoluto en el Teatro Real. Wernicke supo combinar estilizadamente el espíritu del clasicismo con el actual en una aproximación que le busca las vueltas a una historia que esconde reflexiones de una rica humanidad. La acción se traslada a la época de Strauss, algo poco original y se construye en torno a un permanente juego de espejos, que recogen imágenes de salones dieciochescos, que se proyectan a la realidad actual. El público se ve reflejado en los gigantescos prismas. Asistimos a una contraposición entre realidad e irrealidad. Noción poética interesante que no tiene acomodo y no crea la magia buscada porque el permanente trasiego distrae y resulta en ocasiones artificioso. Se niega a la narración su ideal continuidad. En el debe hay que citar también el movimiento general de figurantes, muy convencional y atropellado, confuso y, en ocasiones, chaba- cano, no sabemos si de Wernicke o de quien ha realizado, sobre su falsilla, la dirección escénica, Alejandro Stadler. Intolerable la presentación de la rosa, en una imagen más propia de una revista de Queta Claver. Los trajes, realmente feos. Octavian más que otra cosa parecía un bailarín de claqué o un presentador circense. Sophie en el tercer acto era como una interna en fin de semana. Arturo Reverter 259-Pliego 2 21/12/10 14:01 Página 21 AC T U A L I DA D MADRID Ciclo de la ONE ARREGLOS Y EVOCACIONES Madrid. Auditorio Nacional. 20-XI-2010. Benedetto Lupo, piano. Orquesta Nacional de España. Director: Lawrence Renes. Obras de Bernstein, Rota y Bruckner. 27-XI-2011. Julian Rachlin, violín; Estrella Morente, cantaora. ONE. Director: Josep Pons. Obras de Prieto, Piazzolla, Amargós y Falla. 5-XII-2010. Andreas Staier, piano. ONE. Director: Giovanni Antonini. Obras de Haydn y Beethoven. 12-XII-2010. Jiaming Wang, violín; Xiaozi Li, guqin; Yichuan Li, vídeo; Miguel Jiménez, violonchelo. ONE. Director: Tan Dun. Obras de Tan. E s Manos tendidas de Prieto una potente partitura dedicada a las mujeres víctimas de la violencia machista. El compositor palentino muestra, una vez más, su dominio de la forma en un discurso expresionista que va de un misterioso comienzo a espectaculares y un tanto estentóreos estallidos. Para nuestro gusto sobra un poco de retórico aparato y falta un mayor toque poético. Volvió a estrenar Amargós, en esta ocasión un arreglo muy libre de algunas de las canciones populares armonizadas por Lorca, en las que el compositor catalán exhibe su reconocida habilidad para fundir estilemas flamencos con acentos jazzísticos. Demasiado ropaje para un mensaje sencillo, trasladado en la voz amplificada de una gesticulante Estrella Morente, siempre falta de aire. Las Cuatro estacio- nes de Piazzolla, para quinteto, queda no poco traicionada en el arreglo de Desiatnikov para violín —excelentemente tañido por Rachlin— y orquesta. Todas estas composiciones más El amor brujo de Falla fueron convenientemente expuestas por Pons y la ONE. Rennes es director seguro y, hasta cierto punto, preciso, de gesto regular y claro. Su Sinfonía nº 6 de Bruckner, en general bien construida, nos pareció un tanto anodina y externa, aunque mantuvo el fiel rítmico. Muy apresurado el Finale. Lupo mostró su florido juego en su versión del espumoso Concierto soirée de Rota. De Antonini, de quien recordamos una estimable Pasión según San Juan de Bach, aplaudimos los efectos tímbricos, el impulso y el brío, servidores de un recio clasicismo, aunque tiende a bloquear la sonoridad de la TAN DUN cuerda por el acusado protagonismo del metal. Cierto es que su rusticidad vivaldiana no casa mal con obras como la Sinfonía nº 102 y el Concierto para piano en re mayor de Haydn, donde lució su toque fino y caracoleante el magnífico Staier, y la Sinfonía nº 2 de Beethoven. En concierto extraordinario Tan Dun volvió a demostrar su diabólico ingenio para prendernos en una música fácil, extraña y consumista fusión de discurso tonal de acentos occidentales y escalas pentatónicas y sonoridades orientales. Su Concierto Héroe recoge fragmentos de la banda sonora de la película de Zhang Yimou, con proyecciones del film. The Map es una curiosa ensalada, finamente trazada, de imágenes locales de la tierra del compositor. Miguel Jiménez, solista de la ONE, venció sin problemas las exigencias de una partitura que pide prestaciones conectadas con un tratamiento orientalizante. Música efectista y efectiva. Arturo Reverter Ciclo de la ORTVE CALIGRAFÍA INGLESA Madrid. Teatro Monumental. 26-XI-2010. Raquel Lojendio, soprano; Rodrigo Esteves, barítono. Coro y Orquesta de Radio Televisión Española. Director: Adrian Leaper. Obras de Holst, Bax y Vaughan Williams. H olst y Bax nos visitan poco. Dentro de la música inglesa, ambos —a cuyas obras concretas fui virgen— son dos autores con notables diferencias. Holst, de lenguaje más moderno, influido por el medievalismo y el hinduismo, tuvo una rara proyección sobre la psicodelia del rock a través de Los planetas. Bax, diestro pianista, fue un romántico traspasado por la melancolía poética de Yeats, por las leyendas gaélicas, que conocía de primera mano, y nórdicas, sobre las que mucho leyó. Les une, eso sí, su amor a los coros, a través de la gran tradición coral de su país. El loco perfecto de Holst, prólogo de ballet de la ópera del mismo nombre, con su perfume medievalista y su misterio, es más rica en materiales que Tintagel, una miniatura de Bax muy replegada temáticamente sobre su inicio. A Adrian Leaper se le debía un programa así, debiéndonoslo él a su vez. Un marco donde pudiera destilar su conocimiento del repertorio de su país, exponiéndolo con orden, detallismo y esmerada caligrafía inglesa. Fue un concierto en el que hubo entrega y pulcritud, con dinámicas bien mimadas y, lo que es más importante, controladas en el dominio del forte, con conocimiento de la acústica del recinto. El detallismo, de todas formas, le llevó una o dos veces a perder algo de empaste en pasajes atractivos de Holst. La ORTVE estuvo volcada en todo momento y tocó en magnífica forma. Algunas veces Tintagel sonó un poco mecanicista; Leaper a menudo ofrece esa impresión. La Sinfonía marina, primera de las nueve de Vaughan Williams es una obra de momentos. De abrumadora participación coral, tributaria del oratorio victoriano, el coro asombró al resolver su rica polifonía, los pasajes homófonos y sus largos careos con la orquesta y con unos solistas que no pasaron de dignos. Empieza en punta y termina de manera muy recogida. Leaper tuvo bastantes ocasiones de desenfrenarse (algo que en ocasiones no le desagrada), pero aquí no cayó en ninguna, pues su entrega no mermó su contención. Hubo grandes aplausos para todos. J. Martín de Sagarmínaga 21 259-Pliego 2 21/12/10 14:01 Página 22 AC T U A L I DA D MADRID Operadhoy FATUO ENSIMISMAMIENTO Madrid. Teatros del Canal. 9-X-2010. Camarero, En la medida de las cosas. Sarah Maria Sun, soprano; Alberto Rosado, piano; Carmen Domínguez, clarinete; Ana María Alonso, viola; David Apellániz, violonchelo. Things Happen, live cinema. Director de escena: Raúl Arbeloa. Patricia Bordonaba E l problema de algunos compositores actuales es que pasan demasiado tiempo con la cabeza hundida en las páginas de su partitura, pelando tanto la cebolla conceptual que se traen entre manos que al final su música acaba pareciéndose más a un criptograma que a una obra de arte. Es el caso del poema escénico En la medida de las cosas de César Camarero y Raúl Arbeloa, encargo del ciclo Operadhoy basado en poemas de la poeta argentina María Negroni: una obra perfectamente aheleada y solipsista envuelta en una pupa de sentido. En la medida de las cosas versa sobre una mujer cercada por una historia traumática de su pasado: el texto, recargado de símiles e imágenes sobre el desafecto y el tiempo perdido, abunda en el patetismo y la aflicción de esta mujer al borde del abismo. Camarero piensa la música para un cuarteto de clarinete, Escena de En la medida de las cosas de Cesar Camarero viola, violonchelo y piano preparado (un cada vez más indispensable Alberto Rosado), dispositivo que se mantiene en el perímetro de la escena a modo de corifeo. La composición no es bella en ningún sentido y aunque se arraiga en la interesante premisa estética de Camarero (esa “música de lo cotidiano”) en su concreción resulta un tanto indigente y en exceso abstracta: un cúmulo de grafos y haikus microtonales que transportan los versos a través de una mínima y abrasiva gestualidad sonora. Arbeloa consigue crear una cierta sensación espacial introduciendo en primer término, y a modo de proyección holográfica, un vídeo que registra el busto de la cantante en diversos estados de descomposición emocional (recurso manido don- de los haya) mientras unas pantallas pasan al fondo una secuencia de instantáneas estilo Polaroid (los fragmentos de memoria). Entre ambos planos visuales y metatextuales, la cantatriz Sarah Maria Sun (estupenda en la pantomima, mediocre en lo canoro) profiere los textos mientras se balancea, contorsiona y retuerce sobre una escalera de madera o se hunde en una silla, sitiada por una oscuridad que la anega. Es la forma en que Arbeloa soluciona escénicamente el dolor metafísico de esta mujer aterida: un concepto fibroso pero aceptable al que quizás le sobra el artificio multimedia. Todo concluye con el personaje rompiendo el translúcido himen que divide el espacio performativo de la grada con la pretensión de generar una nueva textualidad e inocularnos a la catarsis. Pero esa catarsis nunca llega. David Rodríguez Cerdán XV Ciclo Los Siglos de Oro MEMORIA HISTÓRICA Madrid. Salón de Actos de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. 26-XI-2010. Cuarteto Quiroga. Obras de Bretón. F 22 echados respectivamente en 1904 y 1907, los Cuartetos nºs 1 y 2 de Tomás Bretón inauguran la trilogía de cuartetos del músico salmantino que clausurará en 1909 el Cuarteto en mi menor. No es necesario recalcar el interés que encierra la exhumación de partituras como éstas, valiosas e imperfectas a la vez pero muy representativas del estado de la composición española en un terreno poco menos que virgen a causa del desinterés de un público —el del último tercio del XIX— ajeno casi sin excep- ción a todo lo que no fuera la zarzuela y sus aledaños. La constitución en 1901 de la Sociedad Filarmónica de Madrid y el nacimiento de un conjunto estable de renombre —el Cuarteto Francés, que tendría como viola a Conrado del Campo— impulsarán a algunos músicos (Chapí, Manrique de Lara, Pérez Casas, el propio Del Campo y, naturalmente, Bretón) al cultivo de un género preterido durante varias generaciones. El Cuarteto nº 1 de este último es una obra de notable atractivo que sorprende por el inespe- rado protagonismo tímbrico concedido a viola y violonchelo (aquella expone el trío del scherzo y el tema fugado del final; éste inicia el delicado canto del tiempo lento) y el aroma centroeuropeo — casi diríase dvorákiano— que destilan algunos pasajes de su Allegro moderato inicial. Aunque la cumbre de la obra se sitúa en los movimientos centrales: un melancólico Andante de hondura y nobleza formidables y un expresivo Scherzo de tinte nacionalista que incluye un estilizado tema de jota. Más severo, denso y ambicioso — quizá demasiado— pero también menos lozano y espontáneo que su hermano, el Cuarteto nº 2 “Dramático” presenta, pese a su emotiva Romanza, un vuelo melódico y rítmico ciertamente más limitado. Las entusiastas versiones del Cuarteto Quiroga, fogosas y empastadas, sobre todo en la primera de las obras, confirmaron que esta formación es, concierto tras concierto, cada vez menos una joven promesa y más una madura realidad. Juan Manuel Viana 259-Pliego 2 21/12/10 14:01 Página 23 AC T U A L I DA D MADRID Liceo de Cámara RIGOR Y GRACIA D os conciertos de esos que recordaremos durante mucho tiempo. No digo siempre, porque me han recomendado que tache esa palabra. Asistimos a tantos conciertos, que pensar que estos dos van a quedarnos en la memoria es ya mucho decir. Los hermanos Capuçon son sencillamente extraordinarios. Con su sonido áspero y su musicalidad insuperable. El primer día, la Serenata op. 8 de un Beethoven todavía plenamente clásico, aquí con el apoyo del viola Gérard Caussé,, excelente complemento. Una rareza, pero a la que le seguía otra: las Variaciones Goldberg en versión para trío de cuerda, de nuevo con Caussé. Es transcripción de Sitkovetski, como es sabido, RENAUD Y GAUTIER CAPUÇON pero que se escucha raramente en vivo. La obra cambia, es otra cosa, aunque reconozcamos la línea. Al día siguiente era el pianista Nelson Goerner quien completaba la formación en trío. Ahora se trataba de obras de madurez, aunque las Variaciones Schumann de Brahms sean una obra temprana. Pero nada en Brahms es juvenil ni precario, ni siquiera esta obra pianística que Marc Ribes Madrid. Auditorio Nacional. 1, 2-XII-2010. Renaud Capuçon, violín; Gautier Capuçon, violonchelo; Gérard Caussé, viola; Nelson Goerner, piano. Obras de Beethoven, Bach-Sitkovetski, Brahms, Schumann y Chaikovski. aquí aumenta a trío. Tenía que seguir Schumann, claro, y el Trío op. 110 sonó como contraste muy agudo con la obra anterior del amigo y discípulo. Para concluir, el espléndido Trío op. 50 de Chaikovski, una secuencia que los tres músicos resolvieron con rigor, con auténtica gracia y con gran variedad de planteamientos. Los Capuçon y Goerner se lucieron en este programa amplio, denso y difícil. Ambos conciertos han constituido uno de los éxitos más importantes de esta temporada del Liceo de Cámara, de excelente nivel. Felizmente, estos hermanos nos visitan con frecuencia. Bendito sea Dios. Santiago Martín Bermúdez GALERÍAS. Una selecci n de 180 galer as internacionales de arte contempor neo y moderno. FOCUS RUSIA. 9 galer as rusas y las principales fundaciones dedicadas al arte contempor neo as como coleccionistas invitados a participar en ARCOmadrid_ 2011. SOLO PROJECTS. Secci n orientada a Latinoam rica con proyectos de un solo artista seleccionados por Luisa Duarte (Brasil), Julieta Gonz lez (Venezuela) y Daniela P rez (M xico). OPENING. Este nuevo programa invita a participar a j venes galer as europeas con especial atenci n a los pa ses emergentes. FORO DE EXPERTOS. Una plataforma abierta al p blico para el an lisis y el debate en torno al objeto art stico, su producci n, creaci n, apreciaci n y presentaci n, dedicada al coleccionismo y Rusia. ENCUENTROS DE PROFESIONALES. Un total de 6 encuentros para profesionales que tendr n lugar durante la celebraci n de ARCOmadrid_ 2011 donde comisarios, directores de museos y cr ticos, podr n intercambiar ideas y proyectos e interactuar con las galer as participantes. JORNADAS PROFESIONALES 16 Y 17 ORGANIZA PÚBLICO GENERAL 18, 19 Y 20 www.arco.ifema.es 23 259-Pliego 2 21/12/10 14:02 Página 24 AC T U A L I DA D MADRID Maratón para un bicentenario ¿QUIÉN TEME A CHOPIN? Madrid. Teatros del Canal. 8-XII-2010. Nikolai Luganski, piano. Coro y Orquesta de la Comunidad de Madrid. Directores: Jordi Casas Bayer, José Ramón Encinar. Obras de Falla y Chopin. D 24 NIKOLAI LUGANSKI Rafa Martín entro del festival Chopin-issimo, que llenó los Teatros del Canal de la música del romántico polaco durante medio día con conciertos, recitales o improvisaciones, entre los nombres más interesantes de la parte, por así decir, maratoniana del acto estaban el pianista Krzysztof Jablonski y la soprano María Espada, a la que acompañó Kennedy Moretti. También hubo cine, con películas sobre el compositor fechadas entre 1944 y 2002, y teatro y danza, además de la presencia, siempre gratificante de jóvenes alumnos de la Escuela Reina Sofía y del Conservatorio de Madrid. La ORCAM programó una sesión que tuvo un valor doble: acercar a lo clásico a un público poco habitual y presentar a un pianista extraordinario —había quien lo sabía y hubo quien lo descubrió sobre la marcha. Lo primero supone abrirse, por escenario, por pretexto y hasta por día y hora, a una audiencia que ojalá le haya cogido gusto a la cosa. Y lo segundo, no cortarse un pelo a la hora de ofrecer lo mejor. Y es que, en los dos conciertos de Chopin, Nikolai Luganski lució una seguridad y un mecanismo apabullantes que no estuvieron reñidos, en absoluto, con la delicadeza, por más que su lectura fuera inequívocamente de escuela rusa, a pesar de que haya algún colega suyo —y de los mejores— que niega sistemáticamente esas adscripciones. Quiere decirse que se partió de la seguridad en la línea, del control absoluto del discurso, para luego ir ahondando con inteligencia en los meandros de una emoción siempre, faltaría más, adecuadamente contenida —en eso fue paradigmática la Fantaisie-Impromptu que ofreció como propina. Encinar le prestó un apoyo segurísimo con una orquesta que sabía que estaba junto a uno de los grandes. Para empezar, el Coro, dirigido por Jordi Casas, cantó muy bien la Balada de Mallorca de Manuel de Falla, esa música curiosa, peculiar, sorprendente. Luis Suñén 259-Pliego 2 21/12/10 14:02 Página 25 AC T U A L I DA D MADRID / MÁLAGA Ciclo de Ibermúsica SONDEO PROFUNDO Madrid. Auditorio Nacional. 16-XII-2010. Nelson Freire, piano. Director Orquesta del Teatro Mariinski. Director: Valeri Gergiev. Obras de Brahms, Schedrin y Shostakovich. D e este concierto hay que retener en la memoria la soberana y profunda interpretación de la Sinfonía nº 15 de Shostakovich, una pieza singular pero magistral, realmente curiosa, una suerte de precipitado, no exento de sentido del humor, pero que se asoma a esos extraños paisajes del autor sorprendentemente trágicos en un tejido orquestal que emplea citas de Rossini, Chaikovski, Wagner, Mahler y el propio músico a lo largo de un planteamiento aparentemente caótico donde, por supuesto, no falta la ironía y un sorprendente toque infantil en una seráfica conclusión. Todo ello lo manejó, planificó, esculpió y combinó muy bien el gesto imperioso y al tiempo flexible de Gergiev, que no empuña batuta y deja volar sus manos en movimientos alados, más precisos de lo que parece. Supo alternar el sarcasmo, administrar el toque irónico y servir ese doloro- so y desolado acento, tan característico de un compositor que ve cercano su fin y emplea sutiles medios para expresar y decir cosas que lleva muy dentro. Los últimos compases nos mantuvieron en suspenso. Muy virtuosa la ejecución de esa divertida y obsesiva composición de Schedrin llamada Naughty Limericks y en su punto, algo falta quizá de trascendente densidad, la del acompañamiento en el Segundo Concierto para pia- no de Brahms, donde Freire se desenvolvió con su conocida musicalidad, con su toque fino y su colorido refinado, virtudes que no vinieron unidas a la seguridad de trazo, la solidez y firmeza en los trinos y la consistencia en el juego dinámico. Una versión muy distinta en todos los órdenes a la ofrecida semanas atrás por Andsnes, la Filarmónica de Londres y Jurowski. Arturo Reverter Austeridad y buenos resultados JUEGO DE AMORES ENCONTRADOS MÁLAGA Nunca Mozart había tratado de manera tan difícil y directa el mundo de los enamorados como hace en su ópera Così fan tutte. El planteamiento inicial de Da Ponte era que, presentando dos parejas de prometidos, había que hacerlas pasar la prueba por todos conocida con la única intención de humillar a las jóvenes y dar por hecho la incapacidad de las mujeres para permanecer fieles. Mozart, justificando su genialidad idealista, que en música no tiene parangón, asume la necesidad de que Ferrando se enamore en el experimento, haciendo más interesante la historia, equilibrando la moralidad del argumento al dejar patente que el hombre también ejerce profusamente la infidelidad. El giro que da al final del drama, demuestra una vez más la originalidad de su ser creativo al volver a la normalidad, reconstruyendo un cariño verdadero, un desenlace necesario y paradójico a la vez, en el que el equilibrio del amor de la pareja es lo Daniel Pérez Málaga. Teatro Cervantes. 28-XI-2010. Mozart, Così fan tutte. Saioa Hernández, Angélica Mansilla, Francisco Corujo, Enrique Sánchez-Ramos, Sonia de Munck, Felipe Bou. Coro de Ópera de Málaga. Filarmónica de Málaga. Director musical: Lorenzo Ramos. Director de escena: Curro Carreres. Escena de Così fan tutte en el Teatro Cervantes falso y el extravío es lo cierto, haciendo así menos presuntuosos a los señores y más prudentes a las señoras. Curro Carreres, ganador del Primer Premio del Concurso Nacional de Escenografía de Las Palmas de Gran Canaria 2005, con una notable austeridad de medios escénicos en esta producción compartida entre KL Ópera y el propio Teatro Cervantes, ha facilitado que la extraordinaria música de este drama jocoso penetre en todos los planteamientos racionalistas deseados por el compositor llenando la acción escénica de gracia y movimiento. Tanto Saioa Hernández como Angélica Mansilla, principales protagonistas femeninas, asumieron sus papeles con soltura, apoyándose en una buena emisión vocal y habilidad en la escena. En la misma línea y sin excesos, el tenor Francisco Corujo y el barítono Enrique SánchezRamos, como Ferrando y Guglielmo respectivamente, supieron ofrecer con solvencia la provocación y el engaño a los que les destina el libreto. La soprano Sonia de Munck fue la que hizo más natural su personaje, Despina, alcanzando el mejor equilibrio entre acción y canto, dejando una muy grata impresión en el aria Una donna a quindici anni, que le llevó a merecer y recibir nutridos aplausos. Al bajo Felipe Bou, que demostró conocer su papel desde el punto vista dramático, no le acompañó la voz como hubiera sido deseable en su misión canora bufa de viejo cínico provocador, causante con su apuesta de toda la trama de la ópera. Ésta funcionó bien en lo musical con la dirección de Lorenzo Ramos, actual responsable artístico de la temporada lírica del Teatro Cervantes, llevando tanto a los solistas como a coro y orquesta a resaltar el carácter poético de la partitura, buscando siempre una mórbida transparencia que el buen melómano siempre agradece, como se pudo comprobar en la positiva respuesta del público. José Antonio Cantón 25 259-Pliego 2 21/12/10 14:02 Página 26 AC T U A L I DA D MÁLAGA / MURCIA Ciclo de la Filarmónica de Málaga RESIGNADA DESPEDIDA Málaga. Teatro Cervantes. 3-XII-2010. Filarmónica de Málaga. Director: Guillermo García Calvo. Mahler, Novena Sinfonía. A un cuando Gustav Mahler inició una postrera Décima Sinfonía, llegando a terminar su primer movimiento, hay que considerar que, como también sucede en La Canción de la Tierra, su Sinfonía nº 9 en re mayor es su verdadero testamento espiritual hecho música. Esta intención implica una gran responsabilidad para el director que se proponga interpretarla y todo un reto virtuosístico para la orquesta, que en todo momento se ve comprometida a dar el máximo de sus posibilidades artísticas. La mera profesionalidad de ambos no puede satisfacer suficientemente las variadas exigencias estéticas que propone el compositor, que hace de esta obra toda una resignada despedida de la vida ante la inminencia de su muerte, presentida próxima por el músico a lo largo de todo el tiempo dedicado a su composición. Por esta razón los planteamientos interpretativos de esta obra deben sobrepasar lo meramente musical para adentrarse en sentimientos y emociones trascendentes de mayor calado. El joven maestro madrileño Guillermo García Calvo conoce sobradamente estos postulados que ha estudiado en su fuentes, dada su formación austriaca y su ya larga trayectoria como director en el Teatro de la Ópera Estatal de Viena, del que fuera titular el propio Mahler. Con todo, en su dirección del Andante inicial le pudo el carácter sombrío de la música, quedando en el oyente la pesadez de tal efecto pese a los distintos clímax que se suceden en su extensa duración. El ánimo del maestro fue cambiando a lo largo de los tiempos centrales, favoreciendo su gesto la fluidez del discurso liederístico del segundo movimiento y creciendo en seguridad y decisión en el Rondo-Burleske, donde la orquesta percibía a un maestro más sólido a la vez que distendido, lo que le llevó a alcanzar el mejor momento de su actuación. Esto sirvió para que afrontara el Andante final con un mejor pulso y una más determinante expresión que la exhibida en el primer tiempo. Una apasionada contención fue incrementando García Calvo a lo lar- go del amplio desarrollo de este movimiento, haciendo que aumentara la emoción en el público que sentía cómo la cuerda asumía el mayor grado de protagonismo para desembocar en un final en el que se pudo apreciar la calidad artística de este músico que está llamado a grandes logros en su carrera. Un sobrecogedor silencio final en el teatro hizo sonar la enorme tensión que requiere el incierto y prolongado desvanecimiento vital que sentía Mahler en su alma dolida. Concluyendo: una interpretación que fue de menos a más, fruto de un trabajo serio tanto de dirección como de virtuosismo orquestal. José Antonio Cantón Al sur de Río Grande FORMIDABLE INSTRUMENTO MURCIA Murcia. Auditorio. 24-XI-2010. Antonio Meneses, violonchelo. Sinfónica de São Paulo. Director: Yan-Pascal Tortelier. Obras de Musorgski, Ravel, Shostakovich y Villa-Lobos. 26 Del Río Grande hacia el sur del continente americano son pocas las orquestas punteras dentro del panorama internacional. La que ocupa este comentario rompe con mucho tal consideración, demostrando que puede ser tenida como una formación de excelente sonido, extraordinario sentido del ritmo y muy alta coordinación en conjunto y en cada una de sus secciones. Esta feliz realidad tiene mucho que ver con su anterior titular, el carioca John Neschling, discípulo atento tanto del mejor Bernstein como del prestigioso maestro húngaro Hans Swarowsky, de quienes aprendió sus mejores esencias. YanPascal Tortelier ha recibido un gran instrumento que, estoy seguro, sabrá conservar y engrandecer a la vista del éxito obtenido en su presentación en el auditorio murciano, última cita de una gira triunfal por once ciudades del viejo continente. Se presentaba con una correcta versión de la intrascendente obertura de la ópera Khovanshchina de Musorgski, contando seguidamente con la colaboración de uno de los grandes del violonchelo como es el recifense Antonio Meneses. Su versión del Primer Concierto op. 107 de Shostakovich supuso toda una lección estilística que por un momento hizo olvidar a legendarios maestros de la escuela rusa. Sonido, fraseo, articulación y ritmo desbordaban la percepción del oyente demostrando en todo momento un elocuente arte concertante. Su autoridad de gran intérprete, como heredero del aterciopelado toque del gran Antonio Janigro, no deja lugar a dudas. La orquesta paulista brilló en la obra Choros nº 6 de Heitor Villa-Lobos, verdadero poema sinfónico en el que luce con profusión la fantasía rítmica del compositor nacido en Rio, verdadero referente en el pasado siglo de la creación musical brasileña. El desenfreno de los metales en su parte final apabulló al auditorio que pudo escuchar las excelencias de esta sección liderada por el arte del trombonista bajo norteamericano Darrin Coleman Milling, un verdadero espectáculo en dominio técnico y musicalidad. La velada termi- nó con el milagro de La valse de Ravel, fantástico a la vez que fatal remolino sonoro que pone en un lugar de privilegio a este insigne compositor. El maestro galo YanPascal Tortelier, paradójicamente, aceleró el tempo de esta joya orquestal de la literatura musical francesa. lo que deslució el enigma de su parte inicial y precipitó el frenético final hurtándole de su elocuente delirio. Con todo, el público quedó sorprendentemente fascinado por la calidad de los músicos y la elegancia de un director que, desde su madurez, crecerá favorecido por la previsible continuidad en la titularidad artística de esta orquesta. José Antonio Cantón 259-Pliego 2 21/12/10 14:47 Página 27 AC T U A L I DA D OVIEDO Ciclo de Conciertos del Auditorio ESPECTACULAR FINTA DE JACOBS OVIEDO Klaus Rudolph Auditorio Príncipe Felipe. 7-XII-2010. Alexandrina Pendatchanska, Sophie Karthäuser, Sunhae Im, MarieClaude Chappuis, Jeffrey Francis, Topi Lehtipuu, Michael Nagy. Orquesta Barroca de Frigurgo. Director: René Jacobs. Mozart, La finta giardiniera (versión de concierto). La crisis aérea provocada por los controladores españoles también ha perjudicado a los melómanos de la capital, obligando al Teatro Real de Madrid a cancelar las dos funciones previstas de esta bella producción lírica que, finalmente, sólo se pudo ver en Asturias. El Ciclo de Conciertos del Auditorio de Oviedo ofreció una de las veladas musicales más exclusivas del año: La finta giardiniera de Mozart, en versión de concierto y bajo la dirección musical de René Jacobs, una propuesta que dejó algunos de los momentos musicales más interesantes del año en la región. Con todo, la función aún tuvo que sortear un problema de indisposición de Sophie Karthäuser, que obligó a la soprano coreana Sunhae Im a asumir su papel y el de su compañera —Serpetta/Sandrina, con una naturalidad y desparpajo admirables. En realidad toda la compañía supo adaptarse con brillantez a los obligados cortes musicales. El reparto realizó en conjunto un trabajo soberbio, pero el cantante que más llamó la atención fue el barítono Michael Nagy, gracias a una preciosa y bien timbrada voz que conquistó al más exigente. También resultó llamativo que, aunque se trataba de una versión en concierto, los intérpretes consiguieron hacerlo olvidar gracias a su gran talento como actores. Del conjunto hay que destacar las deliciosas cualidades líricas y escénicas de Sunhae Im, la frescura interpretativa de Alexandrina Pendatchanska, la prestancia vocal de Marie-Claude Chappuis y los notables recursos escénicos y vocales de Topi Lehtipuu y Jeffrey Francis. René Jacobs dirigió a la Orquesta Barroca de Friburgo de manera tan personal como eficaz, dejando amplio margen de maniobra a un conjunto de nivel estratosférico, comandado por una concertino ejemplar. La versión fue tan placentera que dio la impresión de redescubrir la obra para muchos aficionados, que entraron en el Auditorio para oír una ópera de juventud de un gran genio, y salieron con la satisfacción de haber asistido a una excepcional versión de una partitura que prefigura muchos de los modos y formas de uno de los más grandes compositores. Aurelio M. Seco 27 259-Pliego 2 21/12/10 14:02 Página 28 AC T U A L I DA D OVIEDO Oviedo aplaude la puesta en escena de Slater UN ELIXIR DE REFRESCO Jesús Alcántar Oviedo. Teatro Campoamor. 12-XII-2010. Donizetti, L’elisir d’amore. Patrizia Ciofi, Ismael Jordi, Rodion Pogossov, Giorgio Surian, Marta Ubieta. Coro de la Ópera de Oviedo. Oviedo Filarmonía. Director musical: José Miguel Pérez Sierra. Director de escena: Daniel Slater. T 28 ras el discreto minimalismo de Il trovatore y el tenebrismo inquietante de Katia Kabanova, el público del Campoamor recibió la producción diseñada por Daniel Slater para L’elisir d’amore de Donizetti como un verdadero soplo de aire fresco. El cuarto título de la temporada de Ópera de Oviedo dejó ver una colorida y alegre versión escénica del clásico del bel canto, que logró conquistar al público gracias a la aportación escénica de Slater y a las buenas artes de un reparto en el que destacó el bajo croata Giorgio Surian. Slater cambió el lugar y la acción original, y situó la historia a mediados del siglo XX, en el contexto de un hotel —el Hotel Adina— situado en la costa amalfitana, en el que Nemorino es un camarero, Adina la caprichosa propietaria, Belcore un sargento de la marina y Dulcamara el charlatán de siempre, pero que llega al hotel nada menos que en un globo. La propuesta dejó algunas inconsistencias que no despistaron demasiado de la historia, sino que la presentaron con cordialidad, buen tono, e incluso aportó algún toque erudito —se hizo sonar “el acorde de Tristán” cuando se alude en la ópera a los míticos amantes. Fue una pena que el escenario permaneciese fijo durante toda la función, no obstante, la producción no aburrió en ningún momento, gracias a una inteligente y fresca dirección de actores que, a decir verdad, hicieron un gran trabajo caracterizando a sus respectivos personajes. Del conjunto sobresalió Giorgio Surian, que literalmente se comió a sus compañeros en escena, gracias a sus extraordinarias cualidades para dotar de un sinfín de registros líricos y cómicos al sin par Dulcamara. Tam- Patrizia Ciofi e Ismael Jordi en L’elisir d’amore de Donizetti en el Teatro Campoamor bién lo hizo bien Ismael Jordi, a quien el público dedicó una gran ovación tras su atractiva interpretación de Una furtiva lagrima. Sin tener una gran voz de tenor, Jordi demostró que se puede emocionar con una actuación decorosa que, sin duda, está al mayor nivel que podía dar. El tenor también hizo las delicias del público actuando, gracias a un talento cómico que se convirtió en otro de los alicientes de la velada. Por el contrario, el trabajo de Patrizia Ciofi defraudó un poco. A pesar de haber exhibido la gran cantidad de recursos líricos que la han convertido en la reconocida cantante que es, en ningún momento dio la sensación de resultar una Adina creíble, ni vocal ni escénicamente. Muy al contrario, la artista parecía adolecer de una cierta fatiga vocal que hizo palidecer bastante su participación en la obra. Rodion Pogossov resolvió el papel de Belcore de manera convincente, aunque sus destacadas cualidades como actor no estuvieron acompañadas de las mismas virtudes cantando. Por su parte, Marta Ubieta fue una más que correcta Giannetta. El Coro de la Ópera de Oviedo estuvo realmente soberbio, mostrando un volumen vocal impresionante que estuvo acompañado de una notable caracterización sobre el escenario. La versión musical estuvo a cargo de José Miguel Pérez Sierra, un joven director de talento que está haciendo buena parte de su carrera en Oviedo. En su manera de dirigir hay un aspecto positivo que además le define muy bien como director: su energía gestual, que consiguió mover a la Oviedo Filarmonía con auténtica fruición, obteniendo una sonoridad contundente, aunque en ocasiones excesiva y, otras, algo descuidada. Por momentos la orquesta parecía seguir su propio camino, sin lograr coexistir con los cantantes de manera cómoda y fluida. Aurelio M. Seco 259-Pliego 2 21/12/10 14:02 Página 29 AC T U A L I DA D SAN SEBASTIÁN La gran prueba INDIVIDUALISMOS SAN SEBASTIÁN Auditorio Kursaal. 29-XI-2010. Ainhoa Garmendia, soprano; Itxaro Mentxaka, mezzo; José Ferrero, tenor; Attila Jun, bajo. Sociedad Coral de Bilbao. Sinfónica de Euskadi. Director: Andrés Orozco-Estrada. Beethoven, Novena Sinfonía. Se hizo SCHERZO eco de la declaración de intenciones del maestro Andrés Orozco-Estrada cuando asumió la titularidad de la OSE y en las cuales dijo que “la OSE necesita aprovechar su madurez, sacando el máximo provecho a las individualidades de sus músicos. Hay que humanizar la música”. En ese sentido, en la ejecución de la Novena de Beethoven los individualismos fueron más que evidentes con la disposición de la cuerda; contrabajos separados, tres a cada lado del escenario, violines primeros frente a segundos, y violon- chelos junto a violas, juego sonoro interesante donde toca agudizar los sentidos. Quedó también patente en los grandes fraseos de las violas en el Adagio molto e cantabile, o en la melodía de la Oda de los chelos. Sin embargo, el todo orquestal no logró la redondez y grandeza que esta obra exige y merece, sonando brillante a ratos, o íntima, pero también a ratos frágil. El Allegro ma non troppo inicial comenzó titubeante, aunque fue tomando forma. Ya en el Molto Vivace Orozco-Estrada exigió volúmenes cuidados y frases matizadas —de hecho lo hizo también en el Adagio con desigual resultado—, y como era de esperar el reto llegó en el Finale coral donde las cosas volvieron a resultar de nuevo irregulares. Las curtidas voces de la Sociedad Coral de Bilbao lucieron potencia, volumen y brillantez en el sonoro “Und der Cherub steht vor Gott”, o en el “Freude schoener götter funken tochter aus Elysium”, pero también poco empastadas voces masculinas, o poco concisos finales de frase ante una partitura que así lo exige. Por su parte el cuarteto vocal estuvo bastante equilibrado, Ain- hoa Garmendia estuvo solvente, correcta la mezzo Mentxaka, y un dúo de voces masculinas de gran cuerpo vocal con el tenor Ferrero y el bajo Jun. Todos dieron lo mejor de sí mismos pero no lograron que el cuarteto final —gran reválida que el sordo de Bonn impuso a los cantantes—, llegara a cuajar, sonando forzado. Es por todo ello que esta Novena Sinfonía, esta Oda a la Alegría, estuvo repleta de óptimas intenciones, pero de desiguales resultados, como si se tratase de un reto entre orquesta e individualismos. Íñigo Arbiza Avances de la Schola Easo VALORES EN ALZA L a propuesta que Diego Fasolis presentó en el Kursaal donostiarra estuvo repleta de aciertos basados, además de en una buena interpretación de todas las obras que configuraron un programa variado y ameno, sobre todo en el atractivo de haber logrado un sonido limpio, nítido, en pro de un resultado bastante equilibrado de conjunto, coro y organista solista. En este sentido, cabe destacar que la participación de la Schola Easo de San Sebastián supuso uno de los mejores momentos de la velada, añadiendo a todo ello el trabajo del director propiamente como tal, ya que presentó maneras tan concisas en su gesto como mesurados fueron los resultados, no dejando por ello de trabajar con gusto con objeto de llenar de matices todas las obras, llenarlas de expresividad, pero siempre teniendo muy claro el concepto de conjunto, buscando un sonido redondo y homogéneo, pero a la vez haciendo que los instrumentos se hicieran oír dentro de un contexto sonoro lógico. En definitiva, una batuta que exigió que todo estuviera al servicio de la propia música. Quizás no se llegase a la cota de la excelencia, pero sí a la de la exquisitez, así se pudo observar en la primera parte que empezó con la Obertura de Veracini donde los músicos hispalenses apuntaron iniciales maneras tocando en todo momento de pie, ensamblados perfectamente. Siguieron en esa línea en el Concierto para órgano y orquesta nº 13 de Haendel, donde el trabajo del organista salmantino Carlos García-Bernalt estuvo también a la altura de lo esperado. Su interpretación se bandeó con gracia en lo DIEGO FASOLIS Mito San Sebastián. Auditorio Kursaal. 19-XI-2010. María Espada, soprano; Juan Sancho, tenor; Carlos García-Bernalt, órgano. Schola Easo. Orquesta Barroca de Sevilla. Director: Diego Fasolis. Obras de Veracini y Haendel. que de casi juego posee la obra y de nuevo con exquisitez en el Larghetto, que sonó precioso. Las tornas no cambiaron en la suite de la Watermusic que también dejó buen sabor de boca, aunque sin duda fue gracias a la participación del Schola Easo en la Oda a Santa Cecilia donde se llegó a un clímax sonoro que llegó a emocionar. Y lo hizo, porque para los presentes en la sala fue una maravilla comprobar que los esfuerzos llevados a cabo para formar a la cantera del Coro Easo están ya dando resultados de un nivel más que destacable, y porque esos chavales cantan como los ángeles. Si cabe, y en referencia a la interpretación concreta de la Oda, se podría achacar un desequilibrio sonoro entre las voces blancas y las graves que quedaron en segundo plano. En cuanto a los dos solistas, la soprano María Espada sacó flema pero se le notó un tanto irregular en su emisión y la del tenor Carlos Sancho, a pesar de su bello timbre, quedó poco presente. Íñigo Arbiza 29 259-Pliego 2 21/12/10 14:02 Página 30 AC T U A L I DA D SANTIAGO / SEVILLA Estreno de un concierto de Octavio Vázquez NADA DE COCTEAU, POCO DE POULENC SANTIAGO Auditorio de Galicia. 2-XII-2010. Amaury Coeytaux, violín; Marisol Montalvo, soprano. Real Filharmonía de Galicia. Director musical: Santiago Serrate. Directora de escena: Ana Vallés. Obras de Vázquez y Poulenc. El estreno absoluto de una obra compuesta este mismo año y la versión representada de una ópera del siglo XX es programa poco habitual en el Auditorio de Galicia. El Concierto para violín del compositor gallego afincado en Nueva York Octavio Vázquez, encargo del Xacobeo Classics 2010, es una obra mayor, nada de esas fanfarrias conmemorativas que se escuchan una única vez sin dejar más huella que la que queda en la cuenta del autor. El concierto, denominado Tropo, está dividido en los tres tradicionales movimientos y tanto su título como ciertas referencias a contenidos musicales del Códice Calixtino marcan su relación con el Camino de Santiago. Nada fácil la tarea del solista, la resolvió Coeyteaux con solvencia, pero la orquesta no sonó tan bien como en el estreno de otra obra de Buide del Real hacía un mes y es que con Paul Daniel suena mejor que con cualquier otro director. La voz humana, esa pequeña gran obra maestra de Cocteau y Poulenc se ofreció a continuación, interpretada por la soprano portorriqueña Marisol Montalvo bajo la dirección escénica de Ana Vallés. Ya estamos acostumbrados a los curiosos caprichos de los directores y también de las directoras de escena, que parecen haber tenido conocimiento el día anterior de la obra que diri- que los parisinos no hacen otra cosa, aunque lo de ponerse un tutú es novedoso). Que Cocteau y Poulenc dejaran unas detalladísimas indicaciones para la representación de su obra poco parece importarle a Ana Vallés. En cuanto a la dirección musical, podemos pensar que si no hay diálogo telefónico ¿por qué va a haber silencios? Como diría Forges, “en tó tieso” y acabamos antes. A pesar o más bien por ello, la que acabó agotada fue Marisol Montalvo, así como la paciencia de algunos con los despropósitos escénicos. Los asistentes que no conocían La voz humana se quedaron sin conocerla. Otra vez será. OCTAVIO VÁZQUEZ gen, así que no es de extrañar el sinsentido de que la protagonista mantenga una conversación telefónica con el amante que la ha abandonado sin que medie ningún aparato, mientras un actor representa a su perdido amante bebiendo supuesto champán sin parar y en paños menores (ya se sabe José Luis Fernández Ciclo de la ROSS DOS VISIONES DE BEETHOVEN 30 El ciclo beethoveniano que la ROSS ha planteado este año dejó dos nuevos capítulos en los programas de abono cuarto y quinto, dos visiones bastante diferentes entres sí, pues si Michael Schønwandt hizo una Quinta con pretensiones de monumentalidad, lo cual se apreció ya en el uso de un amplio contingente de la cuerda (13/12/9/8/6), Howard Griffths no sólo redujo considerablemente el volumen del conjunto instrumental sino que imprimió a su Segunda el ímpetu y el aristado tratamiento de la frase, la transparencia y la ligereza de las opciones cercanas al historicismo. No faltó en cualquier caso una articu- lación clara en Schønwandt, que llenó su interpretación de detalles y le transmitió un notable vigor, salvo en un Andante un tanto anémico. En la Obertura de El príncipe Igor de Borodin, el maestro alemán había dado antes muestras de su visión, más atenta al detalle y la claridad que a la profundidad expresiva. En su acompañamiento al violonchelista germano de origen uruguayo y peruano Claudio Bohórquez en el Segundo Concierto de Shostakovich, Schønwandt se mostró muy moderado en materia de contrastes, con gran control de dinámicas, mientras el solista lucía un extraordinario virtuosismo y un lúcido lirismo, lo que terminó en una visión muy Luc Jennepin SEVILLA Teatro de la Maestranza. 14-X-2010. Claudio Bohórquez, violonchelo. Real Orquesta Sinfónica de Sevilla. Director: Michael Schønwandt. Obras de Borodin, Shostakovich y Beethoven. 18-XI-2010. Michel Dalberto, piano; José Manuel González Monteagudo, oboe; Álvaro Prieto Pérez, fagot; Eric Crambes, violín; Dirk Vanhuyse, violonchelo. ROSS. Director: Howard Griffiths. Obras de Haydn, Mozart y Beethoven. MICHAEL SCHØNWANDT matizada, tensa, pero no del todo descarnada de la imponente partitura del ruso. El programa de Griffiths se basó por completo en el mundo del Clasicismo. Antes de la Segunda de Beethoven, miembros de la propia ROSS participaron como solistas en la Sinfonía concertante Hob.I:105 de Haydn, en la que el maestro británico obtuvo una respuesta excepcional de un conjunto no demasiado hecho al sonido sin apenas vibrato, fraseo corto y acento bien marcado que él les exigió, de lo que resultó un Haydn transparente, ágil y teatral. Entre los solistas, debe destacarse especialmente el trabajo de las maderas. Luego Michel Dalberto se enfrentó al Concierto nº 24 de Mozart, pero sobre todo a un instrumento pésimo, que restó nitidez y claridad a una visión que apostó más por el lirismo y la levedad que por el dramatismo que se deduce de su tonalidad de do menor. Pablo J. Vayón 259-Pliego 2 21/12/10 14:02 Página 31 AC T U A L I DA D SEVILLA La estrella fue Arteta SOMBRAS DE BOHEMIA Guillermo Mendo Sevilla. Teatro de la Maestranza. 9-XII-2010. Puccini, La bohème. Ainhoa Arteta, Massimo Giordano, Juan Jesús Rodríguez, Beatriz Díaz, Marco Vinco, Manel Steve, Matteo Peirone, Francisco Escala, Jorge de la Rosa, David Jiménez. Coro de la Asociación de Amigos del Teatro de la Maestranza. Escolanía de Los Palacios. Real Orquesta Sinfónica de Sevilla, Director musical: Pedro Halffter. Director de escena: John Copley. Realización: Richard Gerard Jones. Escena de La bohème de Puccini en el Teatro de la Maestranza L a intensísima demanda para presenciar uno de los títulos preferidos del público sevillano, La bohème, de grato recuerdo en la clásica versión de Zeffirelli durante la temporada de 1994-95, ha llevado a la dirección del teatro a aumentar hasta ocho las siete funciones previstas con doble reparto. Todas las entradas se agotaron de inmediato, y el buen taquillaje significa un respiro ante el muy recortado presupuesto. Una buena noticia, en principio, pero no para echar las campanas al vuelo al ver que la producción con la que se ha contado ha sido la del Covent Garden de 1973, que después de 37 años ha envejecido de forma tan notoria que con- vierte el espectáculo en un mundo ajado, tristón y sombrío, muy lejos del resplandor juvenil de la mitificada bohemia a la que tanta vida insufló la partitura de Puccini. El decorado de los cuadros I y IV, la buhardilla, pudiera pasar, dentro de un realismo de lo más rancio, pero el del II, el exterior del Café de Momus, era confuso, apretado y agobiante, sin brillo ni color. No había sobre las tablas ninguna vida, aplastada por una nula dirección de actores. Mejor estuvo el cuadro III con su nevada sin pretensiones. A pesar del evidente envejecimiento, buena parte del público parecía disfrutar visualmente y se mostraba ansioso de aplaudir antes de que cayese el telón. Así, no pudimos oír los últimos compases del primer acto, como tampoco los del cuarto, y solo se veía la silueta del director con su batuta intentando controlar la íntima y moribunda música entre los aplausos y las toses. La estrella del primer reparto era, sin duda, la mediática Arteta, y en ningún momento defraudó. Fue lo más sobresaliente de la noche. Con una voz bien controlada, potente y expresiva, se impuso a su pareja, el Rodolfo de Giordano, que no despegó bien, aunque fuera a mejor en la segunda parte, sin llegar a emocionar en ningún momento. Más entonado estuvo el Marcello del onubense Rodríguez, y conmovedor Marco Vinco en su despedida del gabán. La asturiana Beatriz Díaz encarnó a una Musetta con carácter, aunque el repositor escénico debió evitar una comicidad un tanto superficial. Los otros bohemios y demás, a buen nivel vocal. La orquesta, contrastada, rica en matices, con una dirección segura, pero con tempi a veces, en las arias más famosas, un tanto retardados. Una Bohème resuelta mejor musical que escénicamente. Las sombras de un conservadurismo fácil no deben imponerse a las valientes y brillantes apuestas que este teatro ha demostrado con anterioridad. Jacobo Cortines 31 259-Pliego 2 21/12/10 14:02 Página 32 AC T U A L I DA D ÚBEDA-BAEZA Festival de Música Antigua de Úbeda-Baeza CUMPLIDO RECONOCIMIENTO 32 Con el motivo Portugal no centro do mundo, el Festival de Música Antigua de Úbeda-Baeza ha querido hacer un cumplido reconocimiento reivindicando la importancia de la creación musical de la nación hermana bajo el título Siete siglos de globalización musical (ss. XIII-XIX). Tal intención ha sido encuadrada en un programa ambicioso que ha contado con cinco ciclos de conciertos, hasta un total de veintisiete, un curso de musicología, impartido en la Universidad Internacional de Andalucía en su sede de Baeza, y una serie de conferencias que ha reunido a especialistas de ocho países. Con esta iniciativa, y desde una eficaz organización, este festival se convierte en un referente en su género dentro de la región andaluza y uno de los más destacados de España. La Capela Joanina en voces y el conjunto instrumental Flores de Música, dirigidos por João Paulo Janeiro inauguraron esta edición en el baezano Auditorio de San Francisco dentro del ciclo estelar de conciertos con un programa dedicado a la música del s. XVII bajo el título Tumultos pasionales en conventos portugueses del Barroco, destacando danzas y villancicos de monjas como Violante de Céu, Mariana Alcoforado y Madalena da Glória, junto a otras piezas de Manuel Machado y Felipe da Madre de Deus. Un precioso muestrario que hizo las delicias del público. El asistente al concierto de los Solistas del coro Barroco de Andalucía y Ministriles dirigidos Lluís Vilamajó quedó prendado por la conjunción del escenario, la esplendorosa Sacra Capilla del Salvador de Úbeda perteneciente a la Casa Ducal de Medinaceli, y las obras interpretadas; la Misa Ave Regina J.C. Rivera ÚBEDA-BAEZA Úbeda y Baeza. 19-XI/8-XII-2010. XIV Festival de Música Antigua. Orquesta Barroca de Sevilla de Tomás Luis de Victoria, encuadrada entre dos tientos de Antonio de Cabezón, magistralmente tocados por Alejandro Casal, y un motete de Estevão de Brito y una antífona de Diogo Dias Melgás que abrió y cerró el concierto, respectivamente. En el Auditorio del Hospital de Santiago de Úbeda, Enrico Onofri supo sacar máximo esplendor de la voz de la soprano Raquel Andueza en una de las citas más esperadas del festival como fue la protagonizada por la Orquesta Barroca de Sevilla y el conjunto vocal La Hispano Flamenca haciendo un programa monográfico de Pedro Rabassa, uno de los más destacados maestros de capilla de la Catedral de Sevilla durante el siglo XVIII y uno de los músicos injustamente olvidados de nuestro gran repertorio musical patrio poco difundido o aún oculto. Luis Lozano Virumbrales hizo un escogido repaso de la música de la Iberia medieval de los siglos XII y XIII con el Grupo Alfonso X “El Sabio” al que está tan estrechamente vinculado. Destacó de este concierto la presentación completa de las Cantigas de amigo del juglar galaicoportugués Martín Codax y otras famosas de Alfonso X, experimentado una curiosa dirección en la que, sentado el titular en un lateral del escenario, parecía más supervisar con sutiles indicaciones el natural fluir sonoro del grupo en un gesto de gran respeto al arte musical que se le reconoce sobradamente a este conjunto. La mórbida dulzura vocal de Felipe Faria y Sérgio Peixoto fue lo más destacado de un original programa de clara intención popular ofrecido por el grupo luso Siete Lágrimas bajo el título de Fray Felipe de la Madre de Dios y la diáspora musical portuguesa en América y Asia. Por su parte, la Orquesta Barroca y Coro Casa da Música de Oporto se presentó bajo la dirección de Antonio Florio, figura destacada y muy esperada por el público aficionado. Destacó de su actuación una versión preciosa de la Misa en sol mayor de Carlos Seixas, un claro ejemplo del italianismo musical en Portugal, motivo central del programa. Con su concierto en este festival, el conjunto vocal británico The Brabant Ensemble hacía su presentación en España cantando una serie de obras de autores flamencos y portugueses del siglo XVI como Jacobus Clemes non Papa, Nicolas Gombert, Estevão Lopes Morago, Manuel Cardoso y Duarte Lõbo, bajo el epíteto Memento mori. Su actuación ha supuesto un punto culminante de toda la programación dada la calidad vocal de cada uno de sus componentes y el curioso sentido de la dirección de su fundador, Stephen Rice, prestigioso investigador especializado en la teoría y práctica musical del Renacimiento. El compositor portugués del siglo XVIII Jose Joaquim dos Santos fue el centro de atención principal del Ensemble Turicum, grupo dedicado principalmente a la interpretación de música brasileña y portuguesa, así como también de Italia y España. Bajo el título Um noturno portugués, el responsorio fue la forma casi constante de su agradable actuación. Por último, de los conciertos contenidos en otros ciclos, cabe hacer mención de la extraordinaria actuación de organista portugués Rui Paiva en la Iglesia de Santa María del Alcázar y San Andrés de Baeza, la espectacularidad de Batallas del viento en el interpretado por el Triorganum (dos trompetas y órgano) en la Iglesia de San Pablo de la misma ciudad y el estreno del espectáculo de marionetas Yo soy la locura con música antigua, idea de la marionetista canadiense Julie Vachon y el crítico musical Francisco de Paula Sánchez. El público infantil quedó absorto con la diversión que le proporcionó este original montaje de pequeño teatro negro aderezado principalmente con los sones de la folía hispanoamericana, que con delicada destreza interpretó el grupo Zarambeques. José Antonio Cantón 259-Pliego 3 21/12/10 13:10 Página 33 AC T U A L I DA D VALENCIA Una comparación directa DEL GRANO A LA PAJA Palau de les Arts. Verdi, Aida. 25-XI/16-XII-2010. Indra Thomas/Hui, He Daniella Barcellona, Jorge de León, Gevorg Hakobyan/Marco Vratogna, Giacomo Prestia/Stephen Milling, Marco Spotti. Directores musicales: Lorin Maazel, Omer Wellber. Director de escena: David McVicar. CONCOURS DE GENÈVE INTERNATIONAL MUSIC COMPETITION f TH VOICE & STRING QUARTET Nov. 10 - 21, 2011 VALENCIA Escena de Aida de Verdi en el Palau de les Arts Tras la de “prórroga”, la próxima temporada Lorin Maazel dejará la dirección musical del Palau de les Arts. Lo sustituirá el israelí Omer Wellber. Como anticipo, se ha expuesto a la comparación directa con el maestro norteamericano en la coproducción de Aida con el Covent Garden que ha abierto curso en Les Arts: con repartos no idénticos, tras cinco funciones dirigidas por Maazel, cuatro de Wellber. Ha sido como pasar del grano a la paja, de las nueces al ruido, de la magnesia a la gimnasia. Esto último casi no es una metáfora, pues si algo distingue a Wellber es la agitación, el sudor y los sorbos de agua aun con la música sonando. También la superficialidad de los resultados musicales. Las ocasiones aprovechadas por Maazel y desaprovechadas por Wellber para enriquecer el mensaje verdiano desde el foso abundaron. Entre ellas y limitándonos a un solo acto, el segundo, en su coro inicial, en el subsiguiente diálogo entre Amneris y Aida y en la entrada de Radamés tras la marcha triunfal Maazel hizo aflorar ambivalencias y segundas intenciones ni barruntadas por Wellber. El cuidado y la concer- tación de las voces fueron aspectos en los que la balanza también se inclinó del mismo lado. Daniella Barcellona, en el único personaje protagonista en principio y finalmente compartido por los dos repartos, fue la gran triunfadora absoluta. En Aida, la palma se la llevó Hui He. Marcelo Álvarez debería haber cantado Radamés para Wellber, pero canceló por razones personales y fue sustituido por un Jorge de León irregular, con agudos colocados pero abiertos y fraseos no en el último grado de refinamiento. Gevorg Hakobyan colocó a Amonasro entre Rigoletto y Germont con medios y técnica superiores a los de Marco Vratogna, de quien lo que más interesó fue la aproximación a Wotan. Giacomo Prestia fue un Ramfis más entonado que el de Stephen Milling. Marco Spotti estuvo mejor con Maazel que con Wellber, aunque en ambos casos compuso un Rey demasiado decrépito. El coro y la orquesta estuvieron constantemente maravillosos. El trabajo de McVicar, abucheado en Londres en el mes de abril y simplemente silenciado en Valencia, no puede ser calificado más que como una idea fallida. REGISTRATION DEADLINE : MAY 10, 2011 REGISTRATION RULES REPERTOIRE : www.concoursgeneve.ch or on request MAIN PARTNER: MONTRES BREGUET Alfredo Brotons Muñoz 33 259-Pliego 3 21/12/10 13:00 Página 34 AC T U A L I DA D VALENCIA Ciclo de la Orquesta de Valencia ALEGRÍA Y TRAGEDIA MAHLERIANAS Valencia. Palau de la Música. 26-XI-2010. Xavier de Maistre, arpa. Orquesta de Valencia. Director: Yaron Traub. Obras de Mozart, Rodrigo y Mahler. 3-XII-2010. Zandra McMaster, mezzosoprano. Orquesta de Valencia. Director: Yaron Traub. Obras de Mahler. D esde la misma confección de los programas, el segundo y el tercero de los conciertos del ciclo Mahler de la Orquesta de Valencia en curso llenaron de satisfacción a los espectadores tanto como éstos el aforo de la sala Iturbi: a rebosar. Micrófono en ristre, al compuesto por la Sinfonía “Haffner”, el Concierto de Aranjuez y la Titán Yaron Traub lo llamó “programa de la alegría” por comparación con el “trágico” contenido de una semana después (Niños muertos y Sexta). Mozart, pesante en el primer movimiento, blando en el tercero, brilló en el final del desarrollo del Allegro y en un Presto de contagioso vitalismo. Y, sobre todo en el Andante, muy hermosos fueron también los efectos de estereofonía de los dos grupos de violines. Xavier de Maistre protagonizó el arreglo que de su obra más famosa preparara Joaquín Rodrigo a mediados de los años setenta por encargo de Nicanor Zabaleta. La deliciosa versión tuvo cima en un Adagio en el que brillaron con luz propia varios primeros atriles de la orquesta. Comenzando por una nota fallida en la flauta y terminando por un platillazo adelantado en un compás, en la Primera no todo sonó limpio y a su hora. Pero, si exceptuamos la estridencia del triángulo, el alma superó las limitaciones del cuerpo para, en el tempestuoso Scherzo, aflorar en los sforzandi de los tres trombones segundos y la tuba, o, en el movimiento lento, superpo- ner temas con equilibrio y transparencia adecuados. Y siempre resulta curioso oír los últimos veinte compases tal como fueron escritos: sin retención alguna. Mucho gustó Zandra McMaster, mezzo norirlandesa afincada en Madrid de notable belleza tímbrica y refinado fraseo. No tanto, por su relativa dureza, el acompañamiento. Ningún pero, en cambio, se pudo oponer a la Trágica. En el primer movimiento sólo se echó en falta la repetición de la exposición y algo más de fuerza en los cencerros. El segundo prolongó el tono de desesperación cósmica incluso en unos tríos de enorme interés precisamente por apartarse de la habitual melifluidad contrastante. Entre varios otros cautivado- res hallazgos de color sonoro, el empaste con que las maderas llevaron al tercer Scherzo y el sobresaliente inicio de éste a cargo de los clarinetes no pueden pasarse por alto. El Andante tuvo la virtud de resultar a la vez lírico en grado sumo y coherente con el contexto en que se insertó. Tampoco el monumental final habría podido resultar más sobrecogedor salvo de no haber omitido el tercer martillazo. La ilusión de estar tocando desde muy lejos conseguida por la trompeta y el trombón en su unísono pianissimo fue una de las últimas en la larga lista de espléndidas intervenciones individuales reseñables: de trompa, corno, timbales, tuba, violín… Alfredo Brotons Muñoz Los peligros del narrador RAPTO SESGADO Valencia. Palau de la Música. 20-XI-2010. Susan Gritton, soprano; Malin Christensson, soprano; Frédéric Antoun, tenor; Tilman Lichdi, tenor; Alastair Miles, bajo; Rubén Martínez, narrador. Orquesta de la Edad de la Ilustración. Director: Bernard Labadie. Mozart, El rapto en el serrallo (versión de concierto). U 34 n Singspiel en concierto siempre plantea el problema de cuántos diálogos dejar para que el argumento se sostenga sin aburrir. El barítono y muchas más cosas inglés Simon Buteriss ha sustituido los parlamentos del Rapto por intervenciones de un narrador. Esta es la versión que, tras presentarse en Tanglewood con la Sinfónica de Boston, pasó por Valencia como parte de una gira que habrá culminado en Londres. La sensación fue la de escuchar a un director de escena explicándose en palabras. Lo malo es que lo que visto habría podido funcionar, oído se tiñe de la grose- ría de lo explícito. Máxime cuando los textos se leen con prosodia de documental de La 2. A falta de coro, el final del primer número jenízaro (cuya primera parte se había sustituido por una turquería instrumental de reciente descubrimiento) y todo el segundo corrieron a cargo de los solistas. Entre éstos destacaron la Konstanze de Susan Gritton, muy cálida en el Adagio de su primera aria y deslumbrante en Martern aller Arten, y el Belmonte de Frédéric Antoun. Malin Christensson sólo encontró auténtica dificultad para colocar el mi sobreagudo de Durch Zärlichkeit, pero su Blonde pecó de frialdad. También en Tilman Lichdi (Pedrillo) se apreció más técnica que expresividad, mientras que Alastair Miles compuso un Osmin simplemente correcto. Con todo, la gran baza de la velada fue una orquesta en sí maravillosa y dirigida con máximo acierto por Bernard Labadie. Si acaso, un poco menos de volumen en el piccolo “turco” habría podido hacer mayor el triunfo. Alfredo Brotons Muñoz BERNARD LABARDIE 259-Pliego 3 21/12/10 13:00 Página 35 259-Pliego 3 21/12/10 13:00 Página 36 AC T U A L I DA D VALLADOLID MADRID Batutas y solistas SUCESOS: CANTIDAD Y CALIDAD PATRICIA PETIBON Petrenko será uno de los grandes. Su versión de la Sinfonía nº 11 de Shostakovich así lo demuestra. Absoluto dominador de la orquesta, capaz de pianísimos impresionantes y estallidos del conjunto, siempre con absoluto equilibrio en metal y cuerda, que se escucha en todo momento. Los profesores dieron un más allá físico y así esta obra programática cobró unidad y fuerza a pesar de sus desigualdades. Jessye Norman, en un programa jazzístico clásico, dio muestras de su fuerte personalidad entre los cinco músicos, mostró la calidad y variedad de su voz, con el micrófono siempre abajo, y aunque algunos conocedores la acusaron de cierta falta de swing, lo cierto es que no intentó copiar a los maestros, sino darle la máxima originalidad a una música que ama. Es una diva pero desde una fuerza impactante en relación al público. Termina su residencia el Lucy Boccadoro VALLADOLID Auditorio. 15-XI-2010. Jessye Norman, soprano. Roots: My Life, My Song. 18-XI-2010. Ilya Gringolts, violín. Sinfónica de Castilla y León. Director: Vasili Petrenko. Obras de Schumann y Shostakovich. 23-XI-2010. Cuarteto de Jerusalén. Obras de Haydn, Kopytman y Brahms. 25-XI-2010. SCyL. Piano y director: Christian Zacharias. Obras de Weber, Beethoven y Schumann. 2-XII-2010. Martin Chalifour, violín. SCyL. Director: Lionel Bringuier. Obras de Borodin, Khachaturian y Chaikovski. 11-XII-2010. Patricia Petibon, soprano. Il Giardino Armonico. Director: Giovanni Antonini. Obras de Haydn, Mozart, Bach y Gluck. Cuarteto de Jerusalén, que ha sustituido a su esplendido viola. Un concierto memorable en el que destacó la fuerza de las versiones y el sonido, tan diferente en músicas diversas, incluido el Mendelssohn de regalo. Zacharias, magnífico pianista en un Cuarto beethoveniano mucho más lírico que dramático, como director acompañó discretamente el Concierto e hizo una versión de la Cuarta de Schumann, de tan difícil orquestación, un poco fría pero siempre interesante, que fue, como el Concierto al que siguió con la propina de un excelente Scarlatti, muy aplaudido. El joven Bringuier de XIII CONCURSO INTERNACIONAL DE VIOLÍN “VILLA DE LLANES” 22, 23 y 24 de agosto de 2011 XXIV CURSO INTERNACIONAL DE MUSICA Llanes - Asturias Del 17 al 31 de Agosto de 2011 Violín: José Ramón Hevia, Sergei Fatkouline Anna Baget, Aitor Hevia, Cibrán Sierra Viola: Ashan Pillai, Dénes Ludmány Cello: Aldo Mata, Helena Poggio Cuarteto y Música de Cámara (cuerda): Cuarteto Quiroga Asistente de Violín y Música de Cámara: David Hevia Orquesta de Cámara: Cuarteto Quiroga Asociación de Músicos de Asturias C/ Monte Gamonal, 21-6º D, 33012 Oviedo. España Información: 985 08 46 90 / 985 25 62 87 Web : www.llanesmusica.com e-mail: [email protected] EXCMO. AYUNTAMIENTO DE LLANES 36 nuevo con un programa ruso, pimpante concierto de Khachaturian, con bellas melodías, fundamentalmente en un tiempo lento muy inspirado. Bien acompañado, la Quinta de Chaikovski fue personal en su concepto y desigual en su realización, sobresaliendo el segundo tiempo en el que se alcanzó la tensión requerida. Hacer repertorio resulta más difícil de lo que puede pensarse, pero es indispensable para un talentoso maestro de 24 años. Extraordinarios Antonini y su gente, con esa energía que hace de cada partitura algo nuevo. Magnífica Patricia Petibon en lo trágico, lo dramático y lo cómico. Filados, media voz, agudos, expresión, dominio. Un concierto de gran categoría con dos regalos. Gran altura en voz y profesores y tres idiomas perfectamente dichos por la cantante. Fernando Herrero 259-Pliego 3 21/12/10 13:00 Página 37 AC T U A L I DA D ZARAGOZA XVI Temporada de Grandes Conciertos de Otoño MALDITO PARNÉ Desaparecidas de los grabada por el conjunto programas de mano las zaragozano. La explicación notas al programa —cul- oral, lógicamente parca (no pa de la crisis, maldito quedó claro, por ejemplo, parné—, se quiso suplir- que lo conservado es sólo el las de modo singular. acto de Nebra de una obra Tras la sinfonía —una con tres actos y tres autores), obertura de D. Scarlatti— no llegó a todo el público, , el primer recitativo fue inte- oyéndose voces que reclamarrumpido por un espectador ban un micrófono que, que gritaba reclamando la imprevisto, no apareció. Una información ausente del pena porque la recuperación impreso. El pasmo general de Amor… merece la pena dejó paso a la sorpresa: no —hay varios números muy era sino el gracioso de la atractivos— y Luis Antonio función —el tenor— que de González y sus Músicos hicietal guisa daba pie a que el ron un trabajo notable con director de Los Músicos de una obra que acaso admitiría, Su Alteza explicara el argumento y LOS MÚSICOS DE SU ALTEZA las dramatis personæ de Amor aumenta el valor, obra mayor — dicen que ópera aunque se quiso d r a m a armónico— de José de Nebra (y otros) recuperada y recientemente en aras de la teatralidad, una mayor dosis de fantasía, desmesura y electricidad. Buen trabajo también del equilibrado elenco vocal (Alemán, Boix, Cardoso, Infante, Grzywacz, Otxoa y Casalí) y larga ovación postrera (con el encore de un popurrí de piezas de Nebra para un auto sacramental) a una sesión que, por empeño y ejecución, hubiera merecido una presentación más cuidada y menos accidentada. Antonio Lasierra Tino Gil ZARAGOZA Auditorio. 10-XII-2010. Solistas. Los Músicos de Su Alteza. Director: Luis Antonio González Marín. Nebra, Amor aumenta el valor (versión de concierto). XVI Temporada de Conciertos ALLA BREVE Zaragoza. Auditorio. 30-XI-2010. Enigma-Orquesta de Cámara del Auditorio de Zaragoza. Director: Juan José Olives. Obras de Torres, Webern y Mahler-Simon. L a brevedad, la concisión y la economía de medios fueron el eje del segundo programa anual de Enigma-OCAZ, conjunto por cierto en alza y creciente presencia exterior. Con un mínimo dispositivo —seis instrumentistas—, el zaragozano Jesús Torres acierta en su reciente Aquelarre, inspirado por una de las Pinturas negras de Goya, a explorar con febril intensidad la tímbrica de lo oscuro, lo irracional y lo horripilante. En contraste radical, el colmo de la racionalidad, cumbre de la modernidad y obra seminal de mucha música posterior: la quintaesenciada Sinfonía de Webern, de temas minúsculos y despojada de toda complacencia en lo accesorio, impecablemente planteada por los intérpretes. Más asequible y plato fuerte de la sesión, la reducción para diecisiete instrumentos de la Primera de Mahler, firmada hace poco por el director alemán Klaus Simon, resultó sumamente reveladora. Eliminada toda opulencia producto de la orquestación, desnudo el esqueleto de modo que estructura y temas se muestran tal cual, sin artificio ni trampa, la sinfonía aparece con un aspecto de inesperada y renovada veracidad y algunos de sus aspectos se perciben con mayor claridad: el movimiento final, por ejemplo, parece dar la vuelta como un guante cobrando relieve la importancia de los pasajes para el cuarteto de cuerda, por lo general asfixiados por la batahola de los tutti. Interesantísimo programa, la excelente interpretación firmada por el maestro Olives y sus músicos se hizo justa acreedora de un aplauso largo y general. Antonio Lasierra 37 259-Pliego 3 22/12/10 11:16 Página 38 AC T U A L I DA D 38 Pantallas y tebeos EN UN AMBIENTE GAY Ruth Walz Schiller Theater. 10-XII-2010. Stravinski, The rake’s progress. Anna Prohaska, Florian Hoffmann, Birgit Remmert, Gidon Saks, Andreas Bauer. Director musical: Ingo Metzmacher. Director de escena: Krzysztof Warlikowski. Escena de The rake’s progress de Stravinski BERLÍN INTERNACIONAL ACTUALIDAD ALEMANIA Conocemos la estética del director Krzysztof Warlikowski, habitualmente acompañado por los diseños de Malgorzata Szczesniak. Se han reiterado al poner The rake’s progress de Stravinski en el Teatro Schiller. Un ambiente de negro laqueado iluminado con tubos de neón, paredes tapizadas y un diseño general de cine en los años 50, aparece lleno de fotos, carteles y vídeos de películas. Al fondo, un tablado con una pantalla, un camarógrafo con su aparato y proyecciones televisivas. Anna Prohaska hizo de Anne, con una voz al principio fría y ácida, que se fue templando y alcanzó en la nana por Tom acentos conmovedores. Se la vio con minifalda y ropa interior negra, luego de cuero y litrona en mano. Florian Hoffmann fue un Tom con registro tenoril estrecho, corto de agudos y timbre monocromo. Personificó a un gamberro de camiseta y, en la escena en el burdel de Madre Goose — una Birgit Remmert de plisa- do violeta y un instrumento de contralto resuelto y telúrico— con pantalones de imitación leopardo. El luciferino Nick Shadow fue caracterizado como un gigoló con peluca platinada que cumple insinuaciones homoeróticas al joven Tom, desaparece con él en un minibús y atropella una alfombra de globos inflados con aire. Gidon Saks le dio amplia presencia y voluminosos medios. Expresivo, acaso los nervios le hicieron emitir, a veces, de modo gutural y escasa proyección. La escena correspondiente se pobló de travestidos, furcias y mariquitas, todos lamiendo bananas en sofás de cuero rojo mientras un bailarín con el torso desnudo y dorado, los fustiga con un látigo. En la pantalla se proyecta una imagen de Baba la Turca, con quien el deslumbrado Tom ha de casarse, un transexual perverso y misterioso como una esfinge. El contratenor Nicolas Zielinski le impuso una sinuosa corporeidad y un aura tornasolada pero su voz resultó insuficiente. En la escena nupcial, en amarillo jabonoso, participó la pregnante sonoridad del coro de la casa, haciendo a la vez de público del cine bajo luces verdes o rojas, pegándose el lote y arrojando a la pareja de novios unos proyectiles brillosos que los hicieron resbalar. El sueño de Tom fue montado en plan de revista musical, con personajes de cómic (Mickey, Spiderman, indios, astronautas, etc.). Nick, de negro pailletté, hizo de maestro de ceremonias y Tom, demente, lo mató de un tiro, llevando su cadáver en un cortejo de bataclán plateado. Como epílogo moralizante apareció papá Trulove (un sonoro Andreas Bauer) con el hijo de Anne y Tom en los brazos: Happy end! Ingo Metzmacher condujo la orquesta con decisión, levedad y alegría, ensanchando su expresividad en los momentos sentimentales. El público, encantado y entusiasta, aplaudió a rabiar el debut. Bernd Hoppe 259-Pliego 3 21/12/10 13:00 Página 39 AC T U A L I DA D ALEMANIA La gran ópera de Berlioz vuelve a Berlín MONUMENTALIDAD E INDUSTRIA ARTÍSTICA O chenta años debió esperar el público berlinés para volver a ver Los troyanos de Berlioz, que la Ópera Alemana repuso con la escenificación de David Pountney, plausible en general aunque con ciertas reservas. Muy logrados resultaron los dos primeros acto con efectos plásticos elocuentes y una estricta monumentalidad. Los diseños de Johann Engel proponen una plataforma inclinada y oscilante, de color tierra negruzca, con el cual combinan los uniformes pardos y los cascos rojos de los troyanos. También Casandra, con túnica roja y flameante cabellera, se integra en el efecto. Petra Lang la interpreta como una vulgar ama de casa, sin que un bordado en forma de cabeza de caballo consiga volverla mágica. La voz es importante pero de timbre impersonal y discurso inexpresivo. De gran impacto es la aparición de un gigantesco caballo, terrorífico en su descenso desde la parrilla. Asimismo lo es una grandiosa, destrozada y herrumbrosa reja que puede entreabrirse, con catres de campaña y en el medio una redonda abertura donde el fantasma sangriento de Héctor cobra la pregnante presencia de Stephen Bronk. Por ella también huirán las mujeres troyanas del acoso de los griegos, y Casandra se dará muerte. Al final, en el mismo lugar morirá Dido abandonada por Eneas y el fantasma de Casandra la llevará en brazos como en una Pietà. Menos conseguido es el segundo acto, en el palacio de la reina de Cartago, chatamente Kitsch. El escenario, amarillo limón, se llenó con cortinas de tul y montañas de cojines, entre los cuales el vestuario de Marie-Jeanne Lecca pareció digno de un teatro de revistas. El vestido de la monarca cartaginesa, coruscante, adherido y con Matthias Horn Berlín. Deutsche Oper. 5-XII-2010. Berlioz, Les troyens. Petra Lang, Stephen Bronk, Marie-Jeanne Lecca, Ian Storey, Beatriz Uría-Monzón, Liane Keegan. Director musical: Donald Runnicles. Director de escena: David Pountney. toques de piel, extravagó sin impedir a Beatriz Uría-Monzón lucir su imponencia racial y su bella personalidad. Su registro medio es de una lozana frescura y puede volverse alocado, como en el dúo con Anna —Liane Keegan, magnífica contralto mal vestida por la diseñadora— y alcanzar un brillante remate. Ian Storey hizo un Eneas desigual y problemático. Su robusta voz de tenor heroico lució en la escena de la despedida pero durante el resto sonó agria de agudos, abaritonada y gutural de emisión. En el dúo con Dido la disparidad de timbres fue penosa. La puesta propuso para el caso una ridícula noche estrellada, con dos enormes ruedas giratorias y colgantes. Igualmente desdichada resultó la coreografía de Renato Zanella, con ejercicios gimnásticos de los guerreros fastidiados por la intromisión de unas ninfas. Hubo una baile de mujeres embarazadas, con bombillas de cristal bajo los vestidos, que parecían pompas de jabón flotando en el aire. Su involuntaria comicidad se subrayó por la descoordinación del cuerpo de ballet berlinés. Las partes menores fueron servidas con excelencia. El coro estuvo sencillamente grandioso. Donald Runnicles condujo la orquesta con parigual monumentalidad, imponencia, fiebre y chirriantes efectos, es decir Berlioz al completo. Bernd Hoppe Momentos efímeros EN EL INFIERNO DE LA DICHA FRÁNCFORT Oper. 5-XII-2010. Purcell, Dido and Æneas. Bartók, El castillo de Barba Azul. Anna Ryberg, Martin Wölfel, Dimitri Egorov, Roland Schneider, Peter Marsh, Sebastian Geyer. Director musical: Constantinos Carydis. Director de escena: Barrie Kosky. La Ópera de Fráncfort propuso, como inicio de su temporada invernal, un programa doble: Dido y Eneas de Purcell (1689) y El castillo de Barba Azul de Bartók (1918). El director de escena Barrie Kosky centró su tarea en las innúmeras formas de la soledad de los amantes, sus penas y querellas. Ser dos y uno solo. Entre la búsqueda y el hallazgo del amor y lo efímero del momento, se construyó el inagotable tema. Ambas parejas se encontraron en el hermoso infierno de la dicha. La Dido de Purcell se situó en el borde del escenario, entre tiorbas y guitarras barrocas. Constantinos Carydis condujo la orquesta que la rodeaba, vacilando entre lo historicista y lo moderno. Los músicos ocuparon un largo banco con un fondo de armoniosos tonos grises. Los protagonistas vestían indumentarias barrocas diseñadas por Katrin Lea. Cantaron con placer y cordialidad. Las brujas fueron contratenores vestidos de mujer y de negro. Paula Murrihy fue una dulce Dido, capaz de desgarradores acentos en su despedida. Eneas, seguro y fuerte, estuvo a cargo de Sebastian Geyer. Comprometida y sutil, la Belinda de Britta Stallmeister, y convincente el coro. La puesta bartókiana evocó el film de Antonioni La noche. Sobre este fondo, Barba Azul (Robert Hayward) y Judith (Claudia Mahnke) montaron el drama del trauma matrimonial. En un espacio negro, ambos quedaron encerrados en torno a un disco giratorio blanco, símbolo de los llantos del duque en memoria de sus esposas. El ámbito se tornó onírico y fantasmal, y se dotó de una eléctrica vibración, acaso las pulsaciones de Judith mane- jando el obsesivo pasado memorioso de Barba Azul. Un doble vestido de negro personificó el yo pretérito de ese recuerdo. El castillo fue Barba Azul y la dirección de actores dotó a los personajes de una fortísima tensión. Petrificados por la memoria y apasionados por el mutuo amor, así actuaron los dos personajes, en la íntima y llorosa narración de sus derivas. Carydis condujo la orquesta como un tejedor de filigranas en alto nivel universal. Grandiosa y dichosa velada francfortiana. Barbara Röder 39 259-Pliego 3 21/12/10 13:00 Página 40 AC T U A L I DA D AUSTRIA Marc Minkowski dirige una triunfal producción de Alcina HAENDEL EN LA ÓPERA DE VIENA Si buscamos el nombre de Haendel en la crónica de la Staatsoper de Viena, comprobamos con sorpresa que desde 1869 sólo se han representado dos óperas de este compositor: Giulio Cesare (en 1954 dos veces, y luego en 1959/60 seis veces) y Rodelinda (en 1941-43 diez veces). En total, pues, 18 funciones haendelianas en 139 años. También faltan los nombres de otros compositores barrocos. Dominique Meyer, el nuevo director de la Staatsoper, ha reconocido inmediatamente esta carencia y ha presentado ya al comienzo de su primera temporada Alcina de Haendel. Para ello, ha aprovechado la ausencia de la orquesta titular (en una gira al extranjero) para contratar a Les Musiciens du Louvre de Grenoble, quienes bajo la dirección de Marc Minkowski consiguieron que Michael Poehn VIENA Staatsoper. 20-XI-2010. Haendel, Alcina. Anja Harteros, Verónica Cangemi, Vesselina Kasarova, Kristina Hammarström. Director musical: Marc Minkowski. Director de escena: Adrian Noble. Decorados y vestuario: Anthony Ward. V. Kasarova y A. Harteros en Alcina de Haendel en la Ópera de Viena la música barroca entrase triunfalmente en la Staatsoper, gracias a una interpretación vitalista y sensible, llena de brío y de precisión. En su mayor parte fueron también magníficas las pres- taciones vocales: desde la noble intensidad de sus piani a la sonora flexibilidad de Anja Harteros, capaz de casi todo en el tremendo papel de Alcina, hasta el quizá no demasiado sonoro, pero extraordinariamente ágil instrumento de Kristina Hammarström (Bradamante). Concentrada, aunque con algunas asperezas, la Morgana de Verónica Cangemi, junto a la que se afirmaron los dos nuevos miembros de la compañía, Adam Plachetka (Melisso) y Benjamin Bruns (Oronte). El único elemento discordante fue la poco idiomática Vesselina Kasarova (Ruggiero), que abusó en exceso de los golpes de glotis. El inofensivo montaje de Adrian Noble presentaba a una noble sociedad del siglo XVIII, reunida en torno a la figura histórica de Georgiana Cavendish, Duquesa de Devonshire, que a modo de divertimento representaba la fábula de la maga, lo que permitió al diseñador Anthony Ward crear una fiel reproducción de la época. Christian Springer Cardillac inicia la era de Dominique Meyer en Viena TERROR EN LA STAATSOPER Viena. Staatsoper. 27-X-2010. Hindemith, Cardillac. Juha Uusitalo, Juliane Banse, Herbert Lippert, Tomasz Konieczny, Ildikó Raimondi, Matthias Klink, Alexandru Moisiuc. Director musical: Franz Welser-Möst. Director de escena: Sven-Eric Bechtolf. Decorados: Rolf Glittenberg. Vestuario: Marianne Glittenberg. Iluminación: Jürgen Hoffmann. E 40 l primer estreno de la nueva dirección de la Staatsoper de Viena ha correspondido a Cardillac de Hindemith, en la primera versión de 1926, que, a diferencia de la revisión de 1952, presenta un anti-romántico teatro musical de ásperos contornos. La puesta en escena es el principal hallazgo de esta breve velada (de sólo 90 minutos de duración, sin pausa, lo que la hace realmente muy breve). Bechtolf narra la historia del orfebre Cardillac, que no puede evitar asesinar a todos los compradores de sus obras, con medios cinematográficos. Pensamos inevitablemente en la estética del impactante film Nosferatu de F. W. Murnau (1922). Con juegos de luces y sombras logra crear la máxima tensión, y Cardillac encuentra, si no simpatía, al menos comprensión. El tratamiento de los personajes es tan preciso que algunos de ellos parecen salidos de las obras de E. T. A. Hoffmann —en cuya Señorita de Scuderi está basada la ópera. La hija de Cardillac es como la muñeca Olympia de Les contes d’Hoffmann. Y también los Elixires del diablo resplandecen aquí y allá. El decorado es en blanco y negro con dos excepciones: el oro del artista y el rojo de la sangre. En esos momentos oímos en el foso orquestal toda la paleta de colores de esta obra impresionista, que incluso a espectadores poco interesados por la música “moderna” no les molesta. Franz Welser-Möst ha colocado a los músicos de tal manera que todos los vientos están a su derecha, lo que otorga una especial relevancia a instrumentos solistas como la flauta o el oboe. Los efectos sonoros son muy perceptibles, al igual que la precisión instrumental. El escenario abierto no facilita las cosas a todos los cantantes, y hay que recono- cer que el reparto no es de primera clase. Juha Uusitalo es un Cardillac bastante bueno, aunque algo monocromo en lo vocal. El regreso de Herbert Lippert a la Staatsoper (como el Oficial) ha sido afortunado, y Juliane Banse convence como la hija de Cardillac sobre todo en lo escénico, aunque Ildikó Raimondi como la Dama no. Este papel la supera, tanto como el del Caballero a Matthias Klink. El público se mostró entusiasmado, premiando con sus ovaciones también al nuevo intendente, Dominique Meyer. Christian Springer 259-Pliego 3 21/12/10 14:34 Página 41 AC T U A L I DA D BÉLGICA Mi Oriente PALACIOS DESTROZADOS AMBERES A. Augustijns Vlaamse Opera. 12-XII-2010. Rossini, Semiramide. Myrto Papatanasiu, Ann Hallenberg, Josef Wagner, Robert McPherson. Director musical: Alberto Zedda. Director de escena: Nigel Lowery. Como el tema de esta temporada es Mi Oriente, la Vlaamse Opera presentó una nueva producción de Semiramide de Rossini que más tarde viajará a la Ópera Real de Copenhague. El director británico Nigel Lowery era el responsable de la puesta en escena, los decorados y el vestuario. Casi todos los decorados consistían en fotos mostrando los palacios destrozados de Sadam Hussein, además de unas cuantas pesadas cortinas, una especie de contenedor sobre ruedas con una escalera móvil y bloques (¿de piedra?) empujados de un lado para otro por el coro. El vestuario era contemporáneo, un traje de cosaco para Arsace (el libreto dice que procede del Cáucaso) y un uniforme unisexo de trajes y gorros pardos para el coro. La puesta en escena era muy detallada pero no muy instructiva, más bien lo contrario, ya que las escenas llegaron a ser algo monótonas y bastante desagradables a la vista. No es de extrañar los muchos abucheos que recibió Nigel Lowery en el estreno. Sin embargo, sólo hubo aplausos para el reparto y el director musical Alberto Zedda. Es asombroso el vigor y el entusiasmo con que este octogenario dirige una ópera de casi cuatro horas. Estuvo siempre pendiente del detalle más pequeño y animó a cantantes y orquesta a dar lo mejor de sí para el compositor. Ciertamente la orquesta de la Vlaamse Opera hizo una extraordinaria lectura de esta rica partitura de Rossini con hermosos instrumentos de viento y una gran transparencia de sonido. No se entiende cómo es que el ministro flamenco de cultura está pensando en disolver este maravilloso conjunto debido a los recortes de presupuesto. Casi M. Papatanasiu en Semiramide todo el reparto cantó sus papeles por primera vez y en general los resultados fueron buenos. Se pudo desear que Myrto Papatanasiu (Semiramide) tuviera una voz más poderosa y un sonido más cálido pero tiene una coloratura de virtuosa y muy buena presencia en el escenario. No tuvo la culpa de que esta Semiramide fuera una rubia desteñida y carente seducción real. Ann Hallenberg fue un Arsace muy femenino de aspecto pero hizo el papel bien y cantó con cálida voz de mezzo y flexible que armonizó bien con la voz de Myrto Papatanasiu en los dúos. Quizá el bajo-barítono Josef Wagner no fuera la mejor elección para cantar Assur (realmente una parte de bajo) pero interpretó el papel con gran convicción y la mordacidad necesaria, pero vestido como estaba con un jersey parecía que estuviera en un ensayo y no en una función. Robert McPherson cantó Idreno con voz clara y flexible de tenor y con buenos agudos. Oroe mostró su sólida voz de bajo en el papel de Igor Bakan y la soprano ligera Julianne Gearhart se mostró excelente como Azema. Eduardo Santamaría hizo un buen Mitrane y el joven bajo flamenco Charles Dekeyser cantó Ombra di Nino con una rica y sonora voz que promete mucho para el futuro. Erna Metdepenninghen 41 259-Pliego 3 21/12/10 13:00 Página 42 AC T U A L I DA D ESTADOS UNIDOS Reivindicación de Don Carlo DOS DIRECTORES NUEVA YORK Ken Howard Metropolitan Opera. 26-XI-2010. Verdi, Don Carlo. Roberto Alagna, Marina Poplavskaia, Anna Smirnova, Simon Keenlyside, Ferruccio Furlanetto. Director musical: Yannick Nézet-Séguin. Director de escena: Nicholas Hytner. Escenografía: Bob Crowley. 42 Es totalmente apropiado que la nueva puesta en escena del Met del Don Carlo de Verdi sea compartida con la Royal Opera de Londres, que había estrenado la producción de Nicholas Hytner en junio de 2008, con los mismos cuatro cantantes protagonistas. Nadie de las dos compañías podía haber hecho más para “vender” esta obra maestra durante muchos años. Por un lado, el Don Carlo más reciente es un repliegue por parte de los dos teatros de las producciones anteriores de la obra. La última del Met de 1979, en cinco actos, incluyó un Prélude et introduction atmosférico que había sido desenterrado por Andrew Porter, y se notaba su ausencia después de tres décadas. Y la producción de la Royal Opera de 1996 ofreció el original parisino en cinco actos de Verdi (salvo sus ballet central, que tristemente se ha convertido en costumbre al escenificar grand opéra francesa), en el idioma en el que Verdi adaptaba casi toda su música: el francés. Pero aparte de esto, no me puedo quejar del nuevo Don Carlo. La mucha experiencia de Hytner con Shakespeare le ha servido bien para abordar esta pieza muy shakespereana de una obra de Verdi basada en Schiller. Con la ayuda de los decorados de Bob Crowley, sobrios y de utilización práctica para los intérpretes, Hytner mostró una puesta en escena fluida y dinámica con un hábil empleo del espacio escénico y un ojo y oído expertos a la hora de enfocar la acción precisamente donde el ojo y el oído del compositor hubieran querido colocarla. La importancia central que Hytner le dio al mismo Marina Poplavskaia y Roberto Alagna en Don Carlo de Verdi Carlo fue aprovechada al máximo por Roberto Alagna, que cantó por primera vez el papel en italiano, entregando plenamente su alma, voz y técnica al personaje. La otra protagonista recién llegada a la producción fue Anna Smirnova, como Eboli, cuya actuación fue mejor que su canto adustamente eslavo, pero no se puede decir que se mostrara memorable. De los que hicieron la producción del Covent Garden, su compatriota Marina Poplavskaia como Elisabetta estuvo muy atractiva de aspecto y de voz, pero a veces cantó con estridencia en los agudos y se esforzó demasiado. Ferruccio Furlanetto es hoy el Filippo más cotizado, con una presencia carismática y voz potente, pero tanto él como Eric Halfvarson, un Inquisidor veterano, deben hacer penitencia por haber cantado la dinámica meticulosamente graduada de sus maravillosas escenas como un forte continuo y agresivo. Simon Keenlyside, que interpretó a Posa, carece de un estilo francés elegante y tampoco es un “barítono verdiano”, pero fue un elegante defensor de Flandes y la libertà. Y para confirmar la grata impresión que dejó con su Carmen la temporada pasada, Yannick NézetSéguin respondió espléndidamente a esta enorme obra maestra de variados ánimos y colores, y su evocadora música nocturna del preludio del tercer acto fue el más exquisito fragmento de dirección musical que he oído en el Met esta temporada. A pesar de un reparto desigual, gracias a él y a Hytner la velada en su conjunto fue muy satisfactoria. Patrick Dillon 259-Pliego 3 21/12/10 13:00 Página 43 AC T U A L I DA D FRANCIA Peter Brook arregla la Flauta mozartiana PRIORIDAD AL TEATRO PARÍS Théâtre des Bouffes du Nord. 26-XI-2010. Mozart-Krawczyk, Una flauta mágica. Adrian Strooper, Lei Xu, Malia BendiMerad, Dima Bawab, Thomas Dolié, Luc Bertin-Hugault, Raphaël Brémard. Franck Krawczyk, piano. Director de escena: Peter Brook. Vestuario: Hélène Patarot. Se anuncia como Una flauta mágica… ¿Una flauta entre otras?… Más bien una “cierta” visión de La flauta mágica de Mozart y Schikaneder, revisada, corregida en todos sus puntos o casi: música, libreto, forma, fondo… De lo que resulta al menos buen teatro… Excelente, incluso. La dirección de actores es penetrante y sutil, los protagonistas actúan con naturalidad y evidencia supremas. Pero lo que es bueno para el teatro se revela más discutible para la música… Para su despedida de la dirección del Théâtre des Bouffes du Nord, a cuyo frente estaba desde 1974, y en el marco del Festival de Otoño de París 2010, Peter Brook ha escogido a Mozart, doce años después del Don Giovanni en el Festival de Aix-en-Provence, y, sobre todo, ha vuelto a un concepto que inició en los años 1980-1990: trabajar durante varios meses con una compañía de jóvenes cantantes. Así esta Flauta mágica, precedida del artículo indefinido “una” y seguida de la indicación “sobre Mozart y Schikaneder”, procede de La tragedia de Carmen (1981) y de Impresiones de Pelléas (1992), pero sin la participación de Marius Constant, muerto en 2004, que había realizado geniales adaptaciones de las partituras de Bizet (para quince instrumentos) y Debussy (para dos pianos y un percusionista). Aquí debemos contentarnos con un pequeño piano tocado por el arreglista, el compositor Franck Krawczyk (nacido en 1969), y la ausencia de cualquier otro instrumento, lo que enseguida provoca cansancio. Sensación acrecentada por los abundantes cortes operados en la partitura que hacen por lo demás, y en lo que concierne al texto, abstracción de la verdadera dimensión iniciática de la obra, que no dura así más que cien minutos. Moviéndose por entre una escenografía constituida de bambús, sencilla pero eficaz y bien iluminada por Philippe Vialatte, el reparto alternativo correspondiente al 26 de noviembre estuvo dominado por la emotiva Pamina de Lei Xu y el seductor Tamino de Adrian Strooper. Malia Bendi-Merad encarnaba a una hermosa Reina de la Noche y Thomas Dolié a un buen Papageno, pero al Sarastro de Luc-Bertin-Hugault le faltó envergadura. Ignorando el texto original, el público, constituido esencialmente por amantes del teatro, quedó conquistado, riendo con ganas las jeremiadas de Papageno y las bufonerías de Papagena, pero el melómano, aunque encantado por la cercanía de los cantantes, que se mueven a pocos centímetros de él, y la proximidad de la acción, sale un poco frustrado del espectáculo, seducido ciertamente por el trabajo del director de escena pero decepcionado por la contracción de la penúltima ópera de Mozart. Bruno Serrou Una “tragedia bárbara” CACHAFAZ, ÓPERA ICONOCLASTA DE LA POBREZA París. Opéra-Comique. 13-XII-2010. Strasnoy, Cachafaz. Lisandro Abadie, Marc Mauillon. Coro de cámara Les Cris de Paris. Ensemble 2e2m. Director musical: Geoffroy Jourdain. Director de escena: Benjamin Lazar. Decorados: Adeline Caron. Vestuario: Alain Blanchot. Iluminación: Christophe Naillet. E strenada con gran éxito el 5 de noviembre de 2010 en el teatro de Cornouaille de Quimper, la “tragedia bárbara” Cachafaz del compositor argentino Óscar Strasnoy (1970) se basa en un texto en castellano, surrealista, iconoclasta e inenarrable de otro argentino, Copi (1939-1987). A través de este panfleto, el dramaturgo evoca el drama de la pobreza e imagina sus consecuencias al contar la historia de una pareja de homosexuales: uno proxeneta, el mestizo Cachafaz, antiguo empleado en los mataderos de Montevideo, y el otro un travesti, Raulito, encantadoramente prendado de su chulo. Odiados por un vecindario que les tolera porque Raulito es sobrino del jefe de la policía local, tienen un altercado que se resuelve con el asesinato de un policía. El travesti decide despedazarlo y convertirlo en piezas de charcutería. Como los habitantes del barrio se mueren de hambre, a la pareja se le ocurre la idea de ofrecerles al policía como alimento. El comercio de carne humana prolifera poco a poco sin contratiempos hasta que Cachafaz mata por error al tío de su compañero. La policía rodea entonces el distrito, se produce un tiroteo y Cachafaz es herido mortalmente. Raulito se clava un cuchillo y ambos mueren abrazados. La música de Óscar Strasnoy constituye una delicia de expresividad, de orquestación, de vocalidad; una Escena de Cachafaz de Strasnoy auténtica ópera con ocho músicos en el foso, dos cantantes solistas omnipresentes a los que está destinada una partitura formidablemente escrita y un coro de veinticuatro voces mixtas. Como única reserva, dos citas demasiado largas en el segundo de los tres actos: una de la obertura La forza del destino de Verdi y la otra del aria del catálogo del Don Giovanni de Mozart. La puesta en escena de Benjamin Lazar es sobresaliente, con una ejemplar dirección de actores realzada por dos cantantes excepcionales, el bajo-barítono Lisandro Abadie (Cachafaz) y el barítono Marc Mauillon, formidable travesti Raulito, así como por el coro de cámara Les Cris de Paris, homogéneo y entregado. Geoffroy Jourdain dirige el conjunto con convicción, precisión y tacto al frente de los excelentes músicos del Ensemble 2e2m. Bruno Serrou 43 259-Pliego 3 21/12/10 13:00 Página 44 AC T U A L I DA D ITALIA Estreno de Ambrosini PALABRAS ASESINADAS VENECIA Michele Crosera Teatro La Fenice. 10-XII-2010. Ambrosini, Il killer di parole. Roberto Abbondanza, Sonia Visentin. Director musical: Andrea Molino. Director de escena: Francesco Micheli. No sólo el lenguaje, la humanidad misma se empobrece cuando de un diccionario se retira una palabra poco usada para dejar su sitio a un neologismo. Lo sabe bien el protagonista de la nueva ópera de Claudio Ambrosini (1948) Il killer di parole, escenificada con mucho éxito en La Fenice de Venecia, que la había encargado cuando el autor recibió el merecidísimo “León de oro para el presente” de la Bienal de Música 2007. El Killer tiene el deber de “matar” las palabras desusadas, borrándolas del diccionaro, pero lo hace con lentitud y mala gana. Es un perdedor, como le reprocha su eficaz y áspera mujer, un poeta y un soñador. Cuando termina con el diccionario se entrega a la misión de grabar documentos sobre lenguas en vías de extinción. Desearía crear un archivo, pero siempre le dan las mismas cintas, que luego son borradas tras cada grabación. Su gesto de rebelión y la historia quedan suspendidos al llegar la medianoche, cuando debería instaurarse definitivamente una lengua única. Claudio Ambrosini ha Escena de Il killer di parole de Claudio Ambrosini en La Fenice escrito el libreto partiendo de una idea de Daniel Pennac. Alrededor del tema, rico en posibles sugestiones y actualísimo en tiempos de globalización, el texto busca construir una acción, una fábula irónica y ligera (se llama “ludodrama”, aunque no tenga nada de cómico y poco de alegre) y quizá por esta ambición se revela menos ágil y leve de lo que podría ser. Con respecto a otras experiencias teatrales recientes de Ambrosini (don- de gran parte del texto estaba formada por citas), Il killer di parole parece querer asemejarse más a una auténtica y verdadera ópera, con una trama colocada sin embargo en una dimensión surrealista e irónica. La escritura orquestal es siempre fascinante, de una tensión que no conoce caídas, una sucesión apremiante y envolvente de invenciones sonoras de gran variedad, pero signadas siempre de manera inconfundible por la personalidad del compositor. La orquesta define por sí misma un clima particularísimo en sentido teatral que huye de una definición unívoca en su imparable movilidad. Reseñable también la presencia de grandes páginas corales (estupendo el coro de La Fenice preparado por Moretti), pero la vocalidad de los solistas, aun suministrando caracterizaciones pertinentes, funciona mejor en el virtuosismo ácido y casi de muñeca mecánica de la cínica Mujer del Killer (la sensacional Sonia Visentin) que en las partes de los personajes positivos, el melancólico protagonista (Roberto Abbondanza) o el hijo (Mirko Guadagnini), donde se arriesga la obviedad del declamado. Válidos también los otros intérpretes, Valentina Valente, Gianluca Buratto, Damiana Pinti. Del todo convincente la dirección de Andrea Molino. Muy adecuado, en su ágil frescura y gusto vagamente surrealista, el espectáculo ideado por Francesco Micheli, con escenografía de Nicolas Bovey y vestuario de Carlos Tieppo. Paolo Petazzi Muti en su nuevo puesto CARISMA ROMA Teatro dell’Opera. 9-XII-2010. Rossini, Moïse et Pharaon ou Le passage de la Mer Rouge. Ildar Abdrazakov, Nicola Alaimo, Eric Cutler, Juan Francisco Gatell, Riccardo Zanellato, Saverio Fiore, Sonia Ganassi, Anna Kasyan, Barbara Di Castri, Director musical: Riccardo Muti. Director de escena, escenografía, vestuario y vídeo: Pier’Alli. Coreografía: Shen Wei. 44 Grandes expectativas por la llegada de Riccardo Muti como Director Musical al Teatro de la Ópera de Roma se han visto defraudadas, a pesar de haber inagurado la temporada con una nueva producción de Moïse et Pharaon de Gioachino Rossini en la versión completa, salvo peque- ños cortes intrascendentes. Y de pronto una gran velada que implicó a todos: orquesta, coro, cuerpo de baile. El carisma del maestro hizo el milagro, consiguiendo hacer sonar a la orquesta como ningún otro. ¡Ni siquiera parecía la misma! Cuidadoso de la orquesta, metódico y perfeccionista y de los instrumentos solistas uno por uno con puntillosa atención y precisión, indicando todos los ataques a cada cantante y al coro. El resultado no podía fallar. Lleva la ópera a la grandeur francesa, proponiendo un Rossini que, sin traicionar sus orígenes, pliega la vena creativa al genius loci. Es un caleidoscopio de arias dramáticas, dúos de conmovedora intensidad, coros grandiosos pero íntimos… en suma, una sesión como pocas en este teatro. Hermosa idea de dirección de Pier’Alli, a quien se debe también la escenografía, el vídeo y el vestuario a lo Star Trek, iniciándose todo en el Muro de las lamentaciones de Jerusalén, en un gran fla- 259-Pliego 3 21/12/10 13:00 Página 45 AC T U A L I DA D ITALIA Sigue el Anillo Barenboim-Cassiers EL FLUJO WAGNERIANO Prosigue de la mejor manera el Anillo que la Scala ha confiado a Daniel Barenboim y Guy Cassiers y finalizará en 2013. Barenboim, confirmándose como uno de los mayores intérpretes wagnerianos vivos, ha obtenido de la Orquesta de la Scala un sonido denso e intenso, riquísimo de colores y claroscuros, que permitía cincelar cada detalle con variedad y refinamiento admirables y mantener globalmente una respiración unitaria y una tensión sin caídas. Los tempi, más bien lentos, conectaban con la gran tradición alemana, pero fueron originales y emocionantes la extrema flexibilidad del fraseo y la intensidad de la individualización tímbrica. Hubo en La walkyria momentos de belleza arrolladora, que conmovían y seducían al oyente con inmediatez, pero la grandeza de los intérpretes se reconoció sobre todo en la capacidad de hacer comprender en su complejidad y riqueza todo el flujo dramático-musical creado por Wagner. Podría citarse como ejemplo una página tal vez discutida, la larga reflexión shback que narra la historia del pueblo de Israel. Escenas rarificadas de magrittiana memoria con religiosos de negro como colgantes sobre la escena y vídeos incisivos, sobre todo en el paso del Mar Rojo, con el ejército egipcio engullido con un sabor escheriano, así como las perspectivas de las proyecciones que no han olvidado la retórica marcial del heroísmo álgido de la estética de Leni Rifensthal. Aun las coreografías, que se deben a Shen Wei, son un guiño de esteticismo al estilo de la ópera-ballet. El reparto contaba con la excelente Sinaïde de Sonia Ganassi, dividida entre un Brescia e Amisano MILÁN Teatro alla Scala. 7-XII-2010. Wagner, Die Walküre. Nina Stemme, Waltraud Meier, Vitali Kovaliov, Simon O’Neil, Ekaterina Gubanova, John Tomlinson. Director musical: Daniel Barenboim. Director de escena: Guy Cassiers. Escena de Die Walküre de Wagner en el Teatro alla Scala de Milán (casi monólogo interior) que Wotan dirige a Brünnhilde en el segundo acto: en la interpretación de Barenboim y Vitali Kovaliov no hubo ninguna pérdida de tensión, era en verdad la desolada confesión de una derrota, en la que cada palabra y cada detalle musical tenían un nítido relieve. Poderosa la interpretación de Kovaliov, un ucraniano que vive en Suiza y domina el alemán; en verdad maravillosas las voces femeninas. La sueca Nina amor imposible y la obediencia al padre, aunque las vocalizaciones más difíciles (agudas) no fueran elegantísimas como tampoco las de Anna Kasyan (Anaï), que cedió al grito y fue un estuvo un poco tosca en la coloratura, pero otorgó dramatismo al personaje. Mejor las voces masculinas: Moïse (Ildar Abdrazakov), Pharaon (Nicola Alaimo), que parecía estar en plena forma desde el segundo acto, y el siempre preciso Juan Francisco Gatell (Élièzer). ¿Por qué no conservar estas funciones en un DVD? Franco Soda Stemme fue una Brünnhilde de luminoso esplendor vocal, sin parangón en este papel. Waltraud Meier, Sieglinde, ejemplar una vez más por intensidad, sensibilidad e inteligencia. Determinantes también las aportaciones de Ekaterina Gubanova, magnífica Fricka, de Simon O’Neil, sólido y seguro Siegmund, de John Tomlinson, una vieja gloria wagneriana, incisivo como Hunding. El espectáculo ideado por Guy Cassiers (con sus colaboradores habituales, Arjen Klerkx y Kurt D’Haeseleer para el vídeo, Enrico Bagnoli para la escnografía y la iluminación) era de rara belleza, refinamiento e inteligencia. Respecto al Oro del Rin, la danza desaparece casi del todo (sólo los movimientos en el aire de dos acróbatas evocan a los héroes muertos en el tercer acto) y permanecen con gran importancia las proyecciones y el uso extraordinario de las luces que abren dimensiones siempre nuevas. Cassiers se atiene al texto wagneriano con minuciosa fidelidad, pero evocándolo con imágenes alusivas, felizmente lejanas de todo trivial naturalismo (un solo ejemplo: las lineas rojas que recuerdan a los héroes muertos) y con muchos detalles refinados, evita además la inmediatez de las ambientaciones de obvia actualidad, prefiriendo las sugestiones de una dimensión atemporal. No faltan, cuando es necesario, momentos o imágenes espectaculares en las proyecciones del tercer acto (que muestran la cabalgata de las walkyrias en su dimensión de conflicto y muerte) o en el gran amontonamiento de caballos muertos que hacen de fondo del segundo acto. Aparece sólo en el segundo acto el fondo del Oro del Rin con la cita del escultor belga Jef Lambeaux (1852-1908) de Las pasiones humanas (1889), pero las proyecciones del tercero parecen inspirarse tal vez en el dramático enroscarse de los cuerpos en esta escultura y en La puerta del Infierno de Rodin. El encantamiento del fuego posee una dimensión íntima, sobre una Brünnhilde dormida en posición fetal descienden luces rojas que quedan suspendidas, definiendo en torno a ella un espacio lumínico. Paolo Petazzi 45 259-Pliego 3 21/12/10 13:00 Página 46 AC T U A L I DA D SUIZA I masnadieri de Verdi por primera vez en la Ópera de Zúrich BUENOS CANTANTES PARA UN FALLIDO MONTAJE ZÚRICH La lectura de Adam Fischer de esta ópera juvenil de Verdi, creada en 1847 para Londres, estuvo dominada por la voluntad de acentuar el dramatismo de la obra y sus colorido instrumental. Sobre todo, la gran escena del maléfico en el acto cuarto, donde también Francesco Moor empieza a temblar ante la cólera divina, muestra la temprana originalidad de Verdi y su placer por la experimentación. Pero el hecho de que esta escena no perdiera su efecto se debió, sobre todo, al extraordinario Thomas Hampson, que no sólo en este momento supo extraer el máximo dramatismo de su papel. También porque Pavel Daniluk encarnó al monje con inflamada Bernd Uhlig Opernhaus. 5-XII-2010, Verdi, I masnadieri. Thomas Hampson, Isabel Rey, Massimiliano Pisapia, Carlo Colombara, Benjamin Bernheim, Pavel Daniluk, Miroslav Christoff. Director musical: Adam Fischer. Director de escena: Guy Joosten. Decorados y vestuario: Johannes Leiacker. Isabel Rey y Thomas Hampson en I masnadieri de Verdi autoridad, y Carlo Colombara, aunque ya no posea realmente una aterciopelada voz, pudo dar forma de manera elegante y estilísticamente apropiada a las líneas verdianas, con lo que estas últimas escenas fueron también las más intensas. También el tenor Massimiliano Pisapia se creció aquí notablemente, después de un comienzo algo dubitativo y plano. No mucho mejor le fue a Isabel Rey en el único papel femenino, cuyas dificultades —Verdi lo escribió para las virtuosísticas cuerdas vocales del “ruiseñor sueco” Jenny Lind—, a pesar de sus buenos propósitos, no pudo realmente dominar. No todo está dramatúrgicamente bien elaborado en el primer Verdi. No hay que ocultar los fallos en la ambientación y en la música, y la verdad es que el compositor no prodiga aquí momentos de enorme eficacia operística. Pero tampoco hay que ir tan lejos como el director belga Guy Joosten, que todavía acentuó las debilidades de la obra. Cuando se propuso hacer algo con el coro y los protagonistas para que no se quedaran quietos, propuso un cúmulo de torpezas, el colmo del cual fue la violación de cinco novicias al marcial son del coro de bandidos del acto tercero. ¡Una pura parodia! Reinmar Wagner Adrian Marthaler pone en escena la última ópera de Rossini TELL REDIME LA SUIZA DE TARJETA POSTAL L 46 a Suiza convencional de sus trajes alpinos, con sus jóvenes y jubilados, gente sana y convalecientes, pero también indios y negros en sus coloristas atuendos, una mujer con burka, turcos con turbante que van dos pasos por delante de sus esposas… “¿Queremos ser un único pueblo de hermanos?”: esta frase literaria de Friedrich Schiller sobrevuela por una pantalla sobre el escenario. Al director de escena Adrian Marthaler (hermano de Christoph Marthaler) se le han ocurrido algunas imágenes sugerentes más. En la fiesta pastoril, por ejemplo, los campesinos reúnen los iconos del orgullo nacional: cuchillos de monte, quesos, relojes, oro… Los escaparates de la Bahnhofstrasse de Zúrich muestran los estragos de la crisis económica, y los esbirros de Gessler caen sobre la bandera europea de estrellas en la Suiza profunda. Éstos son los momentos más trepidantes de este montaje. Las debilidades de Marthaler, por el contrario, están evidentemente en su escasa experiencia como director de escena y su falta de conocimiento de la artesanía teatral. Sobre todo en los actos tercero y cuarto, su movimiento de actores fue casi de aficionado, provocando mayor confusión de la que crean los personajes y la propia acción. Lo cual permitió a los cantantes concentrarse en sus difíciles partes. Eva Mei como Mathilde brilló por su bella voz, aunque en las acrobáticas coloraturas no S. Schwiertz Zúrich. Opernhaus. 13-XI-2010, Rossini, Guillaume Tell. Eva Mei, Michele Pertusi, Antonino Siragusa, Alfred Muff, Martina Janková, Wiebke Lehmkuhl, Pavel Daniluk. Director musical: Gianluigi Gelmetti. Director de escena: Adrian Marthaler. Decorados: Jörg Zielinski. Vestuario: Marcel Keller. Michele Pertusi y Martina Janková estuvo siempre segura. El tenor Antonino Siragusa como Arnold no tuvo el menor problema con sus numerosos agudos, pero, por desgracia, las notas muy altas significaron al mismo tiempo muy fuertes. Asimismo sin esfuerzo se movió Michele Pertusi en el papel titular, que exhibió una línea de canto llena de matices dinámicos y expresivos. En los papeles menores destacaron los “buenos”: Martina Janková como Jemmy y Wiebke Lehmkuhl como Hedwige, mientras que los “malos”, el Gessler de Alfred Muff y el Rodolphe de Andreas Winkler, resultaron bastante pálidos. Gianluigi Gelmetti dirigió de manera rutinaria, por no decir lenta, y sin especiales acentos tímbricos, pero mantuvo un concepto global adecuado y supo acompañar a los cantantes. Reinmar Wagner 259-Pliego 3 21/12/10 13:01 Página 47 259-Pliego 4 20/12/10 19:44 Página 48 E N T R E V I S TA PLÁCIDO DOMINGO: 48 Foto: Javier del Real “HE SABIDO QUÉ CANTAR Y CUÁNDO HACERLO” 259-Pliego 4 20/12/10 19:44 Página 49 E N T R E V I S TA PLÁCIDO DOMINGO na escrupulosa encuesta realizada en 2009 por la BBC no tenía dudas sobre la jerarquía tenoril de la historia. Proclamaba a Domingo como el número uno, superando, incluso, el mito de Enrico Caruso y relativizando el duelo con Luciano Pavarotti en la cima del siglo XX. Es cierto que el sondeo no tiene valor científico ni dogmático. También es verdad que la omnipresencia de Domingo condicionaba implícitamente el “concurso”, pero la falta de perspectiva no contradice el aspecto colosal que ha adquirido el “tenor madrileño”. Vienen a cuento las comillas porque delimitan una restricción. Domingo es tenor y es madrileño, pero se le han quedado pequeños, muy pequeños, el sustantivo y el gentilicio. Ha puesto patas arriba el repertorio —134 papeles—, se ha probado como barítono, lleva cuarenta años dirigiendo, se gana la vida como gerente en las óperas de Los Angeles y Washington y se ha convertido en una suerte de cantante o de estrella global. Global es una manera de definir su polifacética naturaleza y su curiosidad insaciable, pero también es un modo de contener la idea de la globalización. Porque Domingo es el cantante de ópera del planeta, el arquetipo, la referencia, el símbolo. De otro modo no se habría garantizado un lugar en Los Simpson. Apareció en la decimonovena temporada. Se le veía en unos vestuarios, charlando amigablemente con Homer. No necesitaba presentación. Cualquier espectador lo reconocería. Plácido Domingo ha sido la banda sonora de muchas vidas. Lo decía el crítico de La Stampa cuando el “tenor” debutó como “barítono” en la Scala de Milán, a propósito de Simon Boccanegra. Reaparecía el cantante después de habérsele extirpado un pólipo en el colon, así es que los espectadores temían encontrarse una suerte de fantasma. U La cuestión es que Domingo todavía permanece en activo ya bien entrado el siglo XXI. No lo han retirado los setenta años ni las 3.500 funciones que lleva encima. Tampoco lo ha disuadido el tumor, ni sus otras ocupaciones como gerente de las óperas de Washington y Los Angeles. Domingo ha descarrilado a quienes le auguraban una carrera breve. Ha desmentido a quienes le disuadieron de cantar Otello. Ha contrariado a los que presagiaban un fracaso en el repertorio wagneriano. Así es que ahora se ha propuesto celebrar los setenta años desde una insólita plenitud. Sirva como ejemplo su peso en la temporada internacional y la aparición de sus últimos trabajos discográficos a bordo de Deutsche Grammophon: desde el repertorio de zarzuela —Viva Madrid— hasta su nueva versión de Fedora de Giordano. Junto a ello dos antologías, una “pequeña” y otra “grande”. La primera —The Placido Domingo Story— recogiendo arias de ópera y canciones y la segunda —The Placido Domingo Collection— con doce óperas completas que abarcan de Rossini a Mascagni, pasando por Donizetti, Offenbach, Bizet, Leoncavallo, Puccini y Wagner e incluyendo tres títulos verdianos: Il trovatore, La traviata y Otello. Plácido Domingo es el gran decatleta del escalafón operístico. No posee los sobreagudos de Juan Diego Flórez, ni su timbre es tan hermoso como el de Giuseppe Di Stefano. Su legato y su fraseo son menos elocuentes que los de Alfredo Kraus y carece de la pujanza squillante que antaño tuvieron Franco Corelli y Mario Del Monaco. No es mejor actor que Jon Vickers ni tiene la facilidad de Lauri-Volpi. Han llegado a reprocharle una emisión demasiado nasal, también se le considera menos dotado para el repertorio wagneriano que Melchior o que René Kollo. Ha habido mejores cantantes que él en el verismo (Gigli) y han podido superarle otros en el estrictamente lírico (Björling). Existen en la historia colegas más carismáticos (Pavarotti). Los hay más exquisitos (Bergonzi). Los ha habido más longevos (Kozlovski) y puede que hayan existido más famosos que Domingo (Caruso); y más atractivos, y más altos, y más esbeltos, y más enérgicos… No siendo el mejor, el decatleta, en una especialidad, tiene que ser el mejor en la suma de todas. Exactamente como le ha sucedido a Plácido Domingo durante su medio siglo de carrera: medalla de oro, número uno. Le han ayudado la inteligencia, el instinto y la musicalidad. También le han beneficiado la memoria, la naturaleza, la insaciable curiosidad, pero es cierto que se advierte en su carrera y en su vida la ambición del heroísmo, la expectativa del semidiós. No es el más rápido, ni el más fuerte, insistimos. No salta más que nadie ni arroja la jabalina tan lejos como el que más, pero representa al atleta de atletas, al cantante de cantantes. Más o menos como si unos y otros estuvieran contenidos en él. Domingo aloja al cantante lírico y al wagneriano. Al spinto y al dramático. También lo habitan el carisma y la personalidad, como lo identifican el noble fraseo, la intensidad del instrumento, el refinamiento, la emoción, la presencia, la nobleza, la humanidad. La voz conserva una frescura impropia de un “jubilado”, no se le ha presentado el fantasma del vibrato no deseado ni puede decirse que las horas de vuelo hayan condicionado el rendimiento de su motor… Se habla mucho de la longevidad de Domingo y del fenómeno que usted representa. Se escriben tesis doctorales, tratados canoros, y hasta libelos de guante blanco, ¿pero cuál es la versión de Domingo sobre la excepciona- lidad que usted mismo encarna? La pasión me ha traído hasta aquí. Se me ha llamado osado. Se me ha dicho muchas veces que no sabía llevar bien mi carrera, pero el hecho es que he ido demostrando que no me equivocaba al dar los pasos necesarios. He sabido qué cantar y cuándo hacerlo, como he sabido renunciar a ciertos papeles que me iban a hacer daño. No me podía permitir, por ejemplo, hacer un Tristán en el teatro y me he atenido a la versión discográfica. Creo que los hechos me dan la razón. Pienso que nunca he perdido la capacidad de sorpresa ni de entusiasmo. Más aún considerando el trabajo que hay detrás y los obstáculos con que se ha ido encontrando. Empezando por el “instrumento” mismo. Hay cantantes que abren la boca y cantan naturalmente. Están dotados de una facilidad que atañe también al registro agudo, las notas altas. Yo nunca he tenido esa facilidad. He debido trabajar muchísimo para evolucionar en mi carrera, para variar el repertorio. Quizá no se han percatado de ello quienes piensan que voy de papel en papel con ligereza o superficialidad. También usted relativiza las horas de vuelo. Dice que no ha cantado tanto. O que los demás cantantes, en realidad, han cantado poco… Se ha dicho que he cantado mucho y que he pasado muchas horas, demasiadas, en las tablas, pero siempre he tenido el ejemplo de mis padres. Ellos sí que trabajaban. Hacían doble función de zarzuela cada día y dedicaban las horas libres, entre comillas, para preparar las del día siguiente. Eso sí que era trabajar. Lo mío ha sido mucho menos que su gran esfuerzo. Cuando me reprochan que trabajo demasiado, me entra la risa. Yo estudié las carreras de algunos tenores notables del pasado. Ellos trabajaban con mucha mayor 49 259-Pliego 4 20/12/10 19:44 Página 50 E N T R E V I S TA PLÁCIDO DOMINGO intensidad que los contemporáneos, permitiéndose cantar docenas de espectáculos al mes, porque eran más técnicos que la generación actual. Pero, en cualquier caso, pienso que tengo el privilegio bastante grande, como les sucede a los artistas, de ser una fuente de deleite para millones de personas en todo el mundo. Aunque detrás subyace un lema que usted tiene acuñado y registrado en inglés: “If I rest, I rust” (Si descanso, me canso). Vivir para cantar, cantar para vivir, sirva el juego de palabras. La escena es el lugar para la violencia, la angustia y la tragedia. Todo lo que tengo se lo reservo a la escena, menos la felicidad. Soy un hombre feliz, pero me gusta sufrir en el escenario. Es muy difícil hacer en la vida todo lo que uno quiere. Al comienzo de la vida la persona siempre se fascina. Pero incluso entonces yo no pensaba que podría hacer una carrera de semejante nivel como la que resultó. Probablemente sea demasiado pretencioso pensar que mi talento es tan grande como mi carrera. Ya ve usted, 134 roles, 3.500 funciones, récords, medallas, proclamaciones honoris causa. ¿Qué pensó cuando le anunciaron el tumor del colon? Te das cuenta de que puedes morirte. Y descubres que no puedes perder el tiempo en lo superfluo. Y valoras las cosas importantes. Y no puedes pedirle cuentas a nadie. ¿Quién soy yo para exigir seguir viviendo? He tenido una vida plena y me gustaría seguir viviendo, pero me doy cuenta de que no tengo ninguna razón para la ingratitud ni para la queja. Sí ha habido sitio para la oración. He rezado mucho. Y soy consciente de haberme acordado de Dios cuando lo necesitaba. Porque no tengo una fe muy sólida. Se la envidio a quienes sí la tienen. Los considero muy afortunados, porque la fe les da un sentido. ¿Yo? Me gustaría tener fe. Me gustaría pensar que hay otra vida. Me resulta imposible concluir que no hay nada después. O me aterra creerlo. “Sobreviviremos en el futuro que conquistemos”. La frase es de Ted Kennedy. Usted estuvo en el funeral del patriarca demócrata. ¿Ha conquistado Domingo su futuro? ¿Qué cosas le quedan por hacer? ¿No le sorprende a usted mismo la longevidad? 50 Sí, empieza a sorprenderme la longevidad, pero me siento bien y me encuentro en buena forma. No voy a cantar un día más de lo que deba ni un día menos de lo que pueda. No quiero dejar de cantar, pero es el canto el que un día me va a dejar a mí. Lo único que espero, mi único deseo, es que todo lo que hago tenga la calidad que el público espera. Ése es el único límite que me pongo: que el público vea que si estoy ahí es porque realmente puedo hacerlo. No puedo retirarme cuando los teatros están llenos. Y no sólo es una cuestión de adhesión popular, sino de honestidad y de rigor, quede claro. Seré el primero en saber que no puedo cantar. Y actuaré en consecuencia, con la misma profesionalidad con la que he actuado en todos estos años de carrera. Por un lado, mi setenta cumpleaños ha llegado sin darme cuenta, y, por otro, mi agenda sigue llena de compromisos y de estímulos. en un obsesionado. Le frustraba no poder alcanzar el resultado que estaba persiguiendo. Y la frustración recaía sobre todos los demás. La meticulosidad de Kleiber no proviene de la pedantería, sino de la convicción. Es como si conociera cuál era la intención del compositor en cada momento. Ocurría en cada nota, en cada frase, en cada matiz de color. Y, al mismo tiempo, él mismo estaba lleno de dudas y no se permitía pensar que había dado con la clave. Háblenos de su Rigoletto y de su horizonte de barítono. También usted ha sido director de orquesta. Y no de manera tardía, como muchas veces se ha publicado. Empezó a tomar la batuta en la compañía de sus padres, tapando huecos, aprovechando sustituciones. Para mí, Rigoletto es el papel de barítono por excelencia. Me refiero a la belleza melódica de la partitura y al sufrimiento que se aloja dentro de ella. Creo que me puedo permitir cantarlo. Y que lo he afrontado después de haber llevado a cabo un “entrenamiento” con Simon Boccanegra. Ya sé que no soy barítono pero las veintiséis funciones de Boccanegra me han permitido profundizar en la tesitura. Me refiero al color de la voz, al peso y la densidad de las notas graves. Me voy encontrando poco a poco. Ahora le han tentado con Don Giovanni. Dudamel quiere hacerlo con usted en Los Angeles. También el productor Andrea Anderman está interesado en convertirlo a usted en el dissoluto punito para una megaproducción televisiva. No me gusta el personaje. Me parece antipático, a menos que encuentre yo la posibilidad de hacerlo simpático. ¿Cómo podría conseguirlo? No es fácil. Don Giovanni maltrata a las mujeres y, sobre todo, humilla a Leporello, su criado. Desde el punto de vista vocal no me preocupa. Pienso que puedo interpretarlo, pero es cierto que hay dos tercetos en los que mi voz no luciría demasiado porque “rivalizo” con otros dos bajos. Tengo que pensármelo mucho, pero entiendo que es un desafío excitante y que me atrae la idea de hacer bueno al perverso Don Juan. Fue Karajan quien se lo propuso por vez primera. No quiso usted aceptarlo. Y entonces se produjo un desencuentro que se prolongó varios años. En todo caso, usted siempre ha dicho que su director más admirado fue Carlos Kleiber. He conocido a músicos a quienes les asustaba trabajar con él. Les asustaba, les preocupaba no tener la suficiente rapidez para aceptar y comprender sus revelaciones iluminadas. Había que llegar a los ensayos muy bien preparados y provistos de gran capacidad de asimilación. De otro modo, los resultados podían resultar desastrosos. No porque Carlos fuera cruel. Al contrario, tenía un maravilloso sentido del humor y era un hombre compasivo. Pero la búsqueda de sus metas musicales, siempre en el camino de la perfección, a veces lo convertían Mi concepción de la dirección, y de la música en esencia, proviene de la experiencia de cantar, independientemente de que se trate de una obra sinfónica o de un concierto. La clave estriba en respirar, frasear en sentido cantábile, cantar la música con el instrumento o con la batuta. Para mí, la dirección de orquesta es más intrigante que cantar. Sobre todo porque tus sentimientos hacia la música tienes que expresarlos a través de cien personas. Hay una mezcla de autoridad y de trabajo de equipo. Primero debes saber dónde quieres llegar. Después debes saber cómo hacerlo. La idea de lo cantábile es la misma que usted ha mencionado para distanciarse de la música atonal y de ciertas vanguardias llamémoslas herméticas. Han escrito para usted Menotti, Tan Dun, García Abril, Daniel Catán, pero ha sido reacio al atonalismo, más allá de alguna experiencia como el Don Rodrigo de Ginastera. Hoy el compositor moderno quiere ser atonal, pero no tenemos capacidad de entenderlo, ni creo que las generaciones futuras vayan a entender más la música atonal. Se aceptará esa música, habrá obras grandes, tendrán gran éxito en el momento, pero pocas pasarán a la historia. Es casi imposible que una voz pueda seguir una música atonal. Se produce una situación de frialdad, incluso a veces parece que las voces y la orquesta están en planos diferentes. He cantado mucha música de mi tiempo. No he “sentido” en cambio una afinidad hacia la atonalidad. Lo que sí ha hecho es multiplicarse en muchos otros ámbitos, del mariachi a la copla, del tango al pop… Ya sabe lo que piensa la ortodoxia de semejantes devaneos y de tamaña condición omnívora. Cantar música popular no es sólo un placer personal. Me gusta y me divierte cantar todo tipo de músicas, pero también ocurre que la gente puede acercarse a la ópera a partir de la curiosidad que les despierta Plácido Domingo, incluso cuando hago el repertorio que tanto me critican los puristas. Quiero 259-Pliego 4 20/12/10 19:44 Página 51 E N T R E V I S TA PLÁCIDO DOMINGO decir que las personas que me descubren a través de una canción popular luego pueden interesarse en mi faceta de cantante de ópera, que es a lo que me he dedicado en cuerpo y alma. He aquí el fenómeno de los tres tenores. Usted sostiene que el “triunvirato” de Caracalla, multiplicado después en una treintena de conciertos, representa una victoria cultural, sociológica, histórica, que ha cambiado la ópera misma. Me he cansado de decir que el fenómeno de los tres tenores fue un ejemplo extraordinario de divulgación operística. Es increíble la cantidad de gente que se ha acercado al mundo lírico gracias a estos espectáculos. Si naciera de nuevo, volvería a repetirlo. Yo no he descuidado mi carrera por cantar y por hacer esos conciertos. No creo que pueda cuestionarse mi grado de responsabilidad hacia la ópera ni mi grado de compromiso con el porvenir de este arte. Distintos ejemplos le dan la razón. Uno concluyente es el de Operalia, la cantera de voces que se han hecho indispensables en la programación operística de nuestro tiempo. Siempre he dicho que me siento como el eslabón de una cadena. Me di cuenta de ello cuando, siendo muy joven, coincidí en escena con Lily Pons. Aquella gran señora había cantado junto a Gigli, y ahora estaba a mi lado. Me sentía parte de una estirpe y de una Historia. Por eso me ha preocupado mucho el porvenir de esa estirpe y he hecho todo lo que he podido para que se produzca la llegada de nuevos valores y de nuevas generaciones. No menos “obstinada” ha sido la defensa de la zarzuela, la divulgación de repertorio lírico español —ópera incluida— en los escenarios más carismáticos y más inverosímiles. No es sólo una manera de rendir homenaje a mis padres, ni de “acordarme” de mis orígenes, sino un modo de reivindicar un repertorio que merece instalarse en los grandes teatros, sin complejos ni temores. Estoy convencido de la grandeza de esas páginas. Y me di cuenta que mi fama o mi influencia podría servir de ayuda para dar de conocer las grandes óperas y zarzuelas españolas a un público que las ignora. Esta ha sido una de las mayores satisfacciones de mi carrera y de mi vida. Creo que hemos derribado muchos prejuicios y conquistado muchas nuevas fronteras. También hemos abierto los oídos a muchos públicos. ¿Qué es el público para Plácido Domingo? El público me lo ha dado todo. Es mi fuente de motivación, mi punto de referencia, mi ámbito de respeto. A veces te hace sentir nervioso, inquieto. Otras, te emociona, te sobrecoge. No podría cantar para mí solo. El público se ha convertido en mi fuente de energía. No puedo permitirme decepcionarlo. Recuerdo que me impresionó mucho la escena de Cesare Siepi firmando autógrafos en Viena. Andaba yo por ahí en mi primera audición, de forma que me impresionaba mucho el interés y la pasión que suscitaban ciertos cantantes célebres, como lo era el italiano. Me dije entonces que me encantaría ocupar ese lugar, tener delante de mí una fila interminable de admiradores. Quererlos entonces, cuando no los tenía, y despreciarlos después, cuando me desbordaban, hubiera sido una falta de respeto al público. Por esa razón dedico horas y horas a firmar autógrafos, a agradecer la constancia y el entusiasmo de los aficionados. A usted le impresionaron los de Moscú con ocasión de una gira que hizo la Scala en tiempos de Breznev. Hacían Tosca, ¿no es cierto? Pocas veces me ha impresionado tanto la reacción de un público. Pocas veces he sentido una atmósfera tan intensa. Aquellos espectadores habían encontrado en la ópera una escapatoria al régimen comunista. Era como si nosotros representáramos su válvula de escape. Me conmocionó cómo el público se aferraba a la ópera. Me dejó atónito que los aficionados no te miraran a la cara. Acostumbrados a la sumisión y a la disciplina, les costaba alzar la mirada. Fue una experiencia tremenda. De hecho, a usted la ópera le ha permitido caminar de la mano de la Historia. Ha cantado delante de Papas y de presidentes, le han investido doctor honoris causa en Oxford, tiene una estrella en el bulevar de la fama de Los Angeles y hasta ha aparecido en los Simpson. ¿Qué personalidades a las que ha tratado le han impresionado más? Ha habido cuatro políticos que me han impresionado por encima de los demás. Uno fue Isaac Rabin. Otro fue Nelson Mandela. El tercero fue Václav Havel. Y el cuarto, Mikhail Gorbachov. Creo que no somos todavía conscientes de la importancia que ha tenido Gorbachov en la historia contemporánea. Su determinación y su compromiso cambiaron el mundo. Sería un error que subestimáramos su influencia y su peso. También tuvo usted una relación privilegiada con Juan Pablo II. Ha sido la persona más importante que he conocido en toda mi vida. Era un personaje único, en el que se fundían el actor, el dramaturgo, el deportista, el creyente, el hombre… Fue un ejemplo total en términos de fortaleza, de vitalidad y de determinación. Rubén Amón 51 259-Pliego 4 20/12/10 19:44 Página 52 259-Pliego 4 20/12/10 19:44 Página 53 259-Pliego 4 20/12/10 19:44 Página 54 D I S C O S EXCEPCIONALES LOS DISCOS XCEPCIONALES DEL MES DE ENERO La distinción de DISCOS EXCEPCIONALES se concede a las novedades discográficas que a juicio del crítico y de la dirección de la revista presenten un gran interés artístico o sean de absoluta referencia. BEETHOVEN: Conciertos para piano y CHRISTOPHER MALTMAN. 3 CD HARMONIA MUNDI HMC Debussy, Duparc, Warlock y FlandersSwann. JULIUS DRAKE, piano. orquesta. PAUL LEWIS, piano. SINFÓNICA DE LA BBC. Director: JIRÍ BELOHLÁVEK. BARÍTONO. Canciones de Schubert, Wolf, Un Beethoven clásico y romántico, justo en el lugar que le corresponde, coherente con una concepción bien informada de su música y estilo. J.P. Pg. 71 WIGMORE HALL WH LIVE 0020 BRAHMS: Un réquiem alemán op. 45. JOHANNES MOSER. VIOLONCHELISTA. GENIA KÜHMEIER, THOMAS HAMPSON. CORO ARNOLD SCHOENBERG. FILARMÓNICA DE VIENA. Director: NIKOLAUS HARNONCOURT. RCA Red Seal 88697720662 Una lectura de indudable tensión interior, intensidad lírica y sentido de coherencia. E.M.M. Pg. 71 GOUNOD: Faust. GHEORGHIU, ALAGNA, TERFEL, KEENLYSIDE, KOCH. ORQUESTA DE LA R.O.H. COVENT GARDEN. Dir. musical: ANTONIO PAPPANO. Dir. de escena: DAVID MCVICAR. 2 DVD EMI 31611. Alagna pletórico. Gheorghiu, una Marguerita completa. Terfel deslumbrante... Un equipo difícil de superar. F.F. Pg. 92 JANÁCEK: Katia Kabanová. Maltman se incorpora a la lista de lie- deristas y ejecutoria cumplida de su arte es este recital en vivo. B.M. Pg. 87 Obras de Bridge, Britten y Bax. PAUL RIVINIUS, piano. HÄNSSLER 93.257 El repertorio ofrece panoramas distintos y complementarios expuestos con excelente técnica e implicación por dos músicos de pies a cabeza. J.G.-R. Pg. 88 MIRELLA FRENI EN LA ÓPERA DE VIENA. Fragmentos de ópera. CORO Y ORQUESTA DE LA ÓPERA DE VIENA. Directores: KARAJAN, GARCÍA NAVARRO, C. KLEIBER, SINOPOLI, C. Y R. ABBADO, LEVINE, E.A. 2 CD ORFEO C806 1021 Preciosos CDs para comprobar el nivel artístico de una cantante clave en la historia reciente de la ópera. A.R. Pg. 90 MATTILA, DVORSKY, PETRINSKY. CORO Y ORQUESTA DEL TEATRO REAL DE MADRID. Director musical: JIRÍ BELOHLÁVEK. Dir. de escena: ROBERT CARSEN. CANCIONES FRANCESAS. FRA MUSICA 003046 MALCOLM MARTINEAU, piano. Maravillosa IDEALE AUDIENCE 3079128 Mattila; sólo por ella, por Carsen y por el magnífico Belohlávek ya valdría la pena el DVD. S.M.B. Pg. 61 MAHLER: Doce canciones de Des Knaben Wunderhorn. Adagio de la Décima Sinfonía. MAGDALENA KOZENÁ, CHRISTIAN GERHAHER. ORQUESTA DE CLEVELAND. Director: PIERRE BOULEZ. DEUTSCHE GRAMMOPHON 4779060 Un Mahler claro, dosificado, de fraseo natural, variado y flexible. J.G.-R. Pg. 76 ROSENMÜLLER: Motetes y sonatas. RAQUEL ANDUEZA, WOLF MATTHIAS FRIEDRICH. GLI INCOGNITI. Directora: AMANDINE BEYER. Obras de Bachelet, Bizet, Caplet, Chabrier, Debussy, e.a. SUSAN GRAHAM, mezzosoprano; El nivel de excelencia se plasma en la calidad de los microclimas obtenidos, tanto en los instantes de introspección como en las piezas serias. E.R.J. Pg. 95 DINASTÍA BORGIA. Iglesia y poder en el Renacimiento. FIGUERAS, ELMALEH, EL MALOUMI, BERTIN, VILAMAJÓ, MAUILLON, ZANASI. LA CAPELLA REIAL DE CATALUNYA. HESPÈRION XXI. DIRECTOR: JORDI SAVALL. 3 SACD ALIA VOX AVSA 9875A/C El rigor de Savall y sus músicos, investigadores, cantantes alcanza aquí uno de sus logros más perfectos. S.M.B. Pg. 60 ZIG ZAG TERRITOIRES ZZT100801 Lo más original del disco está en la música vocal. Estos motetes inéditos de Rosenmüller son una delicia en labios de Raquel Andueza. P.J.V. Pg. 81 VICTORIA: (Vol. 7) Liturgia de Pascua en el Madrid de los Austrias c. 1600. SCHOLA ANTIQUA. Director: JUAN CARLOS ASENSIO. HIS MAJESTYS SAGBUTTS AND CORNETS. ENSEMBLE PLUS ULTRA. Director: MICHAEL NOONE. ARCHIV Los Siglos de Oro 0028947640462 (Vol. 8) Missa Ave Regina. Motetes. Música para vísperas. ENSEMBLE PLUS ULTRA. Director: MICHAEL NOONE. ARCHIV Los Siglos de Oro 002894764047 54 Las traducciones de Noone gozan de la solvencia técnica y el idiomatismo acostumbrados, que hacen de esta colección un cuerpo discográfico insustituible para acercarse al excelso legado creativo del abulense. E.M.M. Pg. 85 259-Pliego 5 21/12/10 11:41 Página 55 DISCOS RICCARDO CHAILLY Peter Fischle / Lucerne Festival Año XXVI – nº 259 – Enero 2011 Renueva contrato con Decca CHAILLY Y BEETHOVEN: VALOR SEGURO D SUMARIO ACTUALIDAD: Chailly y Beethoven . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 55 Jordi Savall: Dinastía Borgia. J.P.S. . . . . . . . . . 56 REFERENCIAS: Beethoven: Cuarteto nº 14. E.P.A. . . . . . . . . . 58 ESTUDIOS: Savall y los Borja. S.M.B. . . . . . . . . . . . . . . . . 60 Katia por Belohlávek. S.M.B... . . . . . . . . . . . . 61 REEDICIONES: DG 111: Más historia. A.V.U. . . . . . . . . . . . . 62 La ley de Newton. A.V.U. . . . . . . . . . . . . . . . 63 Jacobs: Monteverdi hacia atrás. P.J.V.. . . . . . . 63 EMI Icon: De las bodegas. E.P.A. . . . . . . . . . . 64 Arthaus: Los Berliner de cine. E.P.A.. . . . . . . . 66 Harmonia Mundi: Herreweghe. P.J.V. . . . . . . 69 DISCOS de la A a la Z . . . . . . . . . . . . . . . 70 DVD de la A a la Z . . . . . . . . . . . . . . . . . . 92 ÍNDICE DE DISCOS CRITICADOS. . . . . . 96 esde tiempo atrás, desde la muerte de Karajan y de Bernstein en realidad, las casas de discos han ido a la búsqueda de un sucesor mediático de aquellos dos nombres especialmente dotados para la música y para el negocio. Tras comprobar que no había nadie y resignarse a que el trono quedara vacante para siempre, las aguas han ido volviendo a su cauce y el valor de los nombres se ha adaptado cada vez mejor al de sus obras. Un caso muy especial ha sido el de Riccardo Chailly, joven promesa en su día, puesto frente a dos responsabilidades de importancia creciente como fueron en su carrera la Orquesta Sinfónica de la Radio de Berlín —ex Maazel— y la del Concertgebouw de Ámsterdam —ex Haitink. Si la primera entraba en lo que podríamos llamar un crecimiento natural en la segunda no todo el mundo esperaba el éxito rotundo con que finalmente se resolvió, en lo artístico, el maridaje. Poco a poco Chailly ha ido creciendo en sabiduría musical y en inteligencia puramente humana. Por exceso de presión en una orquesta tan en candelero siempre como la suya o por la búsqueda de una perfección inalcanzable decidió mudarse de Ámsterdam a Leipzig, trocar la máquina siempre bien engrasada de la Concertgebouw por la pátina histórica de la Gewandhaus, cambiar por decirlo rápidamente Bruckner por Schumann, Mahler por Mendelssohn —uno de sus predecesores como kapellmeister—, y hasta llegar a Bach —otro residente—, de quien parece enamorado en los últimos tiempos dándonos versiones que a estas alturas del historicismo y sus dependencias podemos calificar, cuando menos, de sorprendentes, aunque sólo sea por meterse en semejante empresa. El caso es que Chailly es uno de los mejores directores de orquesta del presente y uno de los menos quemados por la hiperactividad. Y, seguramente por ambas razones, Decca ha decidido firmar con él un nuevo contrato en exclusiva que renueva el que desde hace años unía al artista con la compañía discográfica. Entre los proyectos, volver a Brahms y a Hindemith, dos viejos conocidos del maestro italiano, saldar una vieja deuda con el Réquiem de Verdi y, sobre todo, grabar las nueve sinfonías de Beethoven con una orquesta que antes lo había hecho con Konwitschny y Masur. Tras las integrales más recientes —Mackerras, Paavo Järvi, Vänskä o Zinman—, reveladoras todas en mayor o menor medida de una nueva forma de afrontar el mundo beethoveniano, cabe esperar la de Chailly con verdadero interés. Su aparición, en otoño, coincidirá, además, con la gira en la que orquesta y director interpretarán el ciclo completo en Leipzig, naturalmente, y luego en Viena, París y Londres. Una estupenda noticia que recuerda un poco a los buenos viejos tiempos del mundo del disco. 55 259-Pliego 5 21/12/10 11:41 Página 56 D D I SI CS O C O S S ACTUALIDAD Dinastía Borgia, la última aventura de Savall JORDI SAVALL: “LA MÚSICA ES EL ARTE DE LA MEMORIA” E 56 n todos sus proyectos, Jordi Savall sitúa siempre en primer plano la emoción de la música, música viva aunque sea de tiempos pasados porque revive en cada interpretación para dejar huella en quien la escucha. Música que puede recrear la historia sin perder esa capacidad de emocionar que es, en definitiva, el motor que anima la incesante labor del gran violagambista y director de orquesta catalán Jordi Savall y de su mujer, la soprano Montserrat Figueras. “La música es el arte de la memoria, siempre deja huella, como una película, tiempo después de verla, queda fijada en tu memoria, quizá sólo unas escenas, pero ya forman parte de tu cultura, de tu memoria”, afirma el infatigable músico catalán. Su nueva y apasionante aventura se centra en la figura de Francisco de Borja y Aragón (Gandía, 1510Roma, 1572), el último gran representante de la dinastía Borgia y pretende ilustrar, más allá de la leyenda negra, la singular aportación de esa relevante familia valenciana y la época en que vivieron. El resultado es una monumental edición, nada menos que tres discos y más de cuatro horas de música, en un libro-disco lujosamente editado y acompañado por un DVD que recoge el documental televisivo Jordi Savall y los Borgia, una producción de Lavinia dirigida por la periodista Maria Gorgues que pudo verse a través de TV3 y TVE. El punto de partida Dinastía Borgia fue la celebración en 2010 de los 500 años del nacimiento de Francisco de Borja, una ambiciosa iniciativa del Ayuntamiento de su ciudad natal, Gandía, que ha motivado la realización de este proyecto histórico musical, dedicado a recordar los acontecimientos más significativos de la época en que vivieron los protagonistas de esta singular familia: los dos papas Borgia, Alfonso de Borja (Calixto III) y Rodrigo de Borja (Alejandro VI), Juan de Borja, César Borgia, Lucrezia Borgia y Francisco de Borja. “No se puede obviar la terrible leyenda negra que ha marcado a los Borgia, pero en este trabajo, y apoyándonos en las últimas conclusiones de sus principales investigadores, queremos mostrar los acontecimientos más significativos de la época en que vivieron y lo hacemos a través de músicas representativas de ese tiempo, que fue un tiempo de innovaciones, de puntos de encuentro con músicos, prácticas y culturas musicales muy diversas y profundamente enriquecedoras”. Dinastía Borgia y su significativo subtítulo Iglesia y Poder en el Renacimiento reúne más de cuatro horas de música en un recorrido por más de tres siglos de la historia, estructurado en varios capítulos que van desde la Valencia musulmana del siglo XIII hasta la muerte y canonización de Francisco de Borgia en 1761. “Es una época marcada por grandes descubrimientos culturales y geográficos, por el cambio de la oscuridad del mundo medieval al florecimiento artístico y humanístico del Renacimiento, pero también es una época de grandes conflictos, el final de la Reconquista, la expulsión de los judíos de la península ibérica, la guerra con los turcos o el inicio del cisma protestante”. Savall propone tres etapas bien contrastadas, una en cada disco: la primera parte, bajo el título Los caminos hacia el poder: orígenes y expansión de una dinastía, abarca de 1238 a 1492, desde la Valencia musulmana al nombramiento de Alfonso de Borja como cardenal, su elección como papa Calixto III, las muertes de Alfonso V, Calixto III, Ausiàs March y Lorenzo de Médici, el fin del reino de Granada y la expulsión de los judíos. La segunda parte —Supremus est mortalibus: culminación y final de un sueño— se centra en los años del papado de Alejandro VI (de 1492 a 1509) y aquí cobra relieve la decisión de acoger a los judíos sefardíes, los matrimonios de Lucrecia Borgia y César Borgia, los asesinatos de Juan Borja, duque de Gandía o la muerte de César Borgia. En la tercera parte —Del “reino” convulso de Alejandro VI al triunfo espiritual de Francisco Borja— se evocan la muerte de Lucrecia, la Guerra de las Germanías, la instalación en Valencia de Fernando de Aragón, la muerte de Garcilaso de La Vega en brazos de Francisco de Borja, su nombramiento como virrey de Cataluña, el encuentro con Teresa de Jesús, el ataque de los turcos a Malta, la victoria de Lepanto, la expulsión de los moriscos o la muerte y canonización del último gran Borgia. “La música seleccionada se corresponde en un 60% con hechos históricos concretos y bien documentados, son piezas compuestas para determinados acontecimientos, lo que histórica y culturalmente le añade un valor extraordinario”, comenta Savall. “El resto de las piezas seleccionadas obedece a un objetivo claro que es la evocación de un momento, de una época a través de las músicas más representativas procedentes de los cancioneros de Montecassino, de Palacio, del Duque de Calabria, de Gandía”. Variedad, sentido del contraste y una exquisita sensibilidad guían a Savall en este trabajo, en el que intervienen los grupos Hespèrion XXI y La Capella Reial de Catalunya, y un equipo de solistas en que figuran Montserrat Figueras, Pascal Bertin, Lluís Vilamajó, Marc Mauillon, Furio Zanasi y Daniele Carnovich. En el proyecto participan los poetas Josep Piera y Manuel Forcano, el escritor e historiador Joan Francesc Mira y el organista y musicólogo Vicent Ros. La selección musical es, como en sus anteriores libro-discos, acertada y planificada con especial acierto, buscando la mayor variedad posible. Piezas de Johannes Cornago, Cristóbal de Morales, Luis de Milán, Bartomeu Cárceres, Mateo Fle- cha y Joan Cabanilles conviven con compositores europeos del momento, como Gilles Binchois, Guillaume Dufay, Josquin des Prez, Henrich Isaac o Claude Godimel. Destaca Savall dos ejemplos de utilización de músicas ligadas a personajes y situaciones concretas, como es la inclusión del Credo de la Misa atribuido al mismo Francisco Borja, “como ejemplo de un arte más popular”. “Obras compuestas en muchos casos para una ocasión concreta, ya sea con motivo de la celebración de victorias, batallas o treguas, de la coronación de Alejandro VI y también de lamentos por la muerte de personajes importantes (Johannes Ockeghem, Lorenzo el Magnífico, el Emperador Maximiliano, etc.). Todo ello completado con textos recitados de testimonios poéticos, elogios, críticas, incluyendo el terrible bando sobre la expulsión de los moriscos de 1609. A veces nos olvidamos de la gravedad y el dramatismo de esos episodios, pero basta recordar dos datos: la expulsión de los judíos fue relativamente magnánima al fijar un plazo de tres meses, pero a los moriscos se les dio solo tres días para abandonar España o sufrir el peso de la ley. Conviene recordar estas actitudes en estos momentos”. Cada vez más enamorado del arte de la improvisación y la ornamentación, Savall lleva décadas explorando la tradición musical de Occidente y 259-Pliego 5 21/12/10 11:41 Página 57 D D I SI CS O C O S S Juancho Ribes ACTUALIDAD Jordi Savall y Hespérion XXI durante el concierto Dinastía Borgia Oriente, invitando a músicos de ambos mundos a compartir el placer de hacer música juntos. Ese bagaje ha hecho posible fenomenales trabajos como los que ha dedicado a Cristóbal Colón, que obtuvo en Cannes el Premio MIDEM a la mejor grabación de música antigua de 2007), San Francisco Javier o Jerusalén. En Dinastía Borgia, que acaba de ser nominado a los premios Grammy, recrea ese placer por la improvisación tocando piezas y danzas tradicionales de Turquía. “Hay muchas horas de trabajo en este proyecto, muchas experiencias y, naturalmente, el bagaje de nuestros anteriores proyectos. Todo confluye a la hora de llevar a buen puerto proyectos tan ambiciosos”. Su talento a la hora de tender puentes entre la historia y la música no conoce límites: recupera, adapta y recrea músicas judías, cristianas y musulmanas, se empapa de diversas culturas, tradiciones y creencias. Pero sin olvidar el rigor, la investigación. Para investigar sobre los manuscri- tos originales de las obras que se interpretaron en las diferentes épocas de los Papas Borgia, viajó a Roma, a la Biblioteca del Vaticano, donde pudo documentar a fondo la ceremonia de la coronación de Alejandro VI y estudiar el motete Salve Regis Mater Santissima que compuso para la ocasión el compositor Mabriano de Orto. También en las partes vocales Savall y Figueras recrean ese difícil y sutil arte de la improvisación y la ornamentación. “Es imprescindible para recrear canciones populares, villancicos con coplas, canciones sefardíes o el Canto de las Sibilas, pero siempre desde una premisa: todo está al servicio de la emoción, de la expresión musical”. La reciente nominación del Canto de la Sibila de Mallorca por la UNESCO como Patrimonio Intangible de la Humanidad, reconocimiento también otorgado al flamenco, llena de orgullo y alegría al matrimonio Savall-Figueras. “Llevamos muchos años divulgando ese patrimonio de singular belleza que conforman los diferentes Cantos de la Sibila. La de Mallorca es una de las más populares pero existen otras de igual belleza. Hemos grabado nueve versiones diferentes; griego, latín, provenzal, occitano, galaico, catalán, mallorquín, valenciano y castellano, y este reconocimiento no hace más que constatar su importancia cultural”. No es fácil editar cuatro horas de música y menos en tiempos de crisis como los que padece la industria discográfica pero a Savall le encantan los retos, que afronta desde su propio sello Alia Vox. Para el músico catalán Savall, lo discos son objetos de arte. “Siempre tendrá un público que no se conformará con conseguir el contenido sonoro en Internet y buscará la belleza de la edición, el placer de hojear el libreto, la calidad de las ilustraciones, el placer físico de tocar el disco, tenerlo en una estantería”. Y habla con orgullo de la buena marcha de Alia Vox. “A pesar de la crisis seguimos aumentando globalmente las cifras de ventas físicas, que este año han crecido un 15%, y las ventas por Internet, que han crecido un 25%. Tenemos ya el control absoluto de todos los aspectos de la edición discográfica, sin presiones de ningún tipo. Planificamos, grabamos, editamos y distribuimos nuestros discos en todo el mundo. Es la única forma de tener el control absoluto y el mejor camino para reinvertir las posibles ganancias en nuevos y cada vez más ambiciosos proyectos”. Realmente no paran, porque junto al lanzamiento internacional de Dinastía Borgia acaban de presentar el segundo volumen dedicado a la viola celta y han rescatado los Cinco libros de Pièces de viole de Marin Marais. Pronto verán la luz nuevas reediciones masterizadas y en SACD del Réquiem, de Mozart, la versión catalana del Canto de la Sibila e irán tomando cuerpo sus nuevos proyectos, Leonardo da Vinci e Istanbul, La Sublime Porte. Javier Pérez Senz 57 259-Pliego 5 20/12/10 18:30 Página 58 D D I SI CS O C O S S REFERENCIAS Ludwig van Beethoven CUARTETO Nº 14 EN DO SOSTENIDO MENOR OP. 131 C ompuesto entre diciembre de 1825 y los seis primeros meses del año siguiente, Beethoven informaba a su editor Schott el 16 de julio de 1826 diciéndole que ya había terminado el cuarteto. Considerado por el propio autor como su mejor creación escrita para esta formación, fueron muchos los que, desde Wagner hasta Vincent D’Indy, ratificaron el juicio del compositor teniendo esta obra como la más conseguida de la serie. La sucesión formal de los siete movimientos es ya un elemento exterior que mostraba que su autor aspiraba a conseguir nuevas posibilidades de la forma cíclica convencional. Pero a pesar de que los movimientos están estrechamente unidos en su sucesión, Beethoven parece haber aspirado más a la unión de parcelas compositivas de carácter divergente que a la homogeneidad del carácter cíclico. El primer movimiento se presenta como una fuga rigurosamente tratada en tres desarrollos. El segundo forma con él un contraste radical y está construido sobre contrastes dinámicos y rítmicos que evocan una tarantela. Precedido de un recitativo que recuerda al de la Novena y marcado como tercer movimiento, el cuarto está seguido de siete variaciones que recrean el tema en un ambiente nuevo en cada desarrollo, siempre variando el tempo. El quinto, un Presto caprichoso tejido en innumerables repeticiones, con bruscos silencios y rupturas que recuerdan a un Scherzo, termi- 58 na en un murmullo de alegres tresillos. Pasa sin transición a un Adagio, marcado como sexto movimiento, una suerte de Lied muy corto que sirve de transición al movimiento final, un Allegro en forma sonata libre en el que Beethoven utiliza diversas repeticiones de motivos tomados de los movimientos precedentes. Un desarrollo fugado nos hace volver al movimiento inicial con cuya conexión Beethoven crea la impresión de que un gigantesco círculo se cierra. La discografía de la obra es muy abundante, incluidas versiones orquestadas que también comentamos (una de ellas), aunque, como siempre, tenemos que supeditarnos a la media docena que aparecen a continuación, y que son de exclusiva competencia del firmante. No hemos podido localizar alguna interpretación importante, como la del Cuarteto de Tokio en RCA (este conjunto acaba de publicar sus nuevas grabaciones en Harmonia Mundi) u otras de justificada fama como las del Végh o las del Juilliard en sus dos aproximaciones, no disponibles actualmente en el mercado (o al menos no las hemos podido localizar). Las que siguen van por orden cronológico de grabación independientemente de la versión para orquesta de cuerda, que comentamos en último lugar. Cuarteto Busch (A. Busch, Andreasson, Doktor, H. Busch) (EMI, 1936, 41’). De nuevo el frasco de las esencias: tradición, fervor, profun- didad expresiva, fraseo dulce y natural, plenitud de acentos, limpieza de contrastes, canto poético y natural, cálido romanticismo y, sorprendentemente, fenomenales tomas sonoras que pueden apreciar sin problemas en el nuevo reprocesado publicado en la colección Great Recordings of the Century (3 CDs con el resto de los últimos Cuartetos más el Op. 95 y la Gran fuga interpretada en el arreglo de Weingartner para orquesta de cuerda. No ha sido distribuido en España, aunque lo pueden localizar a través de Internet). Posiblemente es la versión insuperada entre las clásicas por su espléndida construcción en la que emoción, dramatismo, unción espiritual e intensidad se dan la mano en otra de las grandes recreaciones de este inolvidable grupo (que ya vimos hace poco en otra de la serie Referencias con otra fenomenal versión del Quinteto con piano de Brahms con Rudolf Serkin). Cuarteto Húngaro (Szekely, Moskowsky, Koromzay, Palotai) (EMI, 1953, 36’). Disponible actualmente en el mercado francés en un álbum de serie económica con el resto de los Cuartetos de Beethoven que el Cuarteto Húngaro grabó íntegramente en París durante los meses de noviembre y diciembre de 1953 (un segundo integral fue hecho por el Húngaro en 1966). La versión del Op. 131 (lo mismo que las del resto) concilia sin dificultad la espontaneidad con la profundidad expresiva, su técnica y entonación son impecables, lo mismo que la construcción y la cálida sonoridad. Quizá el vibrato del violín de Zoltan Szekely sea demasiado acentuado para los gustos actuales, lo cual no es problema para calificar la recreación como de una inteligencia musical indudable, sobria, rigurosa e idiomática, aunque, a juicio del firmante, sin la emoción e intensidad que hemos visto en la versión de los Busch. Cuarteto Amadeus (Brainin, Nissel, Schidlof, Lovett) (DG, 1963, 40’). El ciclo Beethoven con los 17 Cuartetos por el Amadeus es una referencia fonográfica que, creo recordar, fue la primera en publicarse en España con estas obras en los tiempos del vinilo, editándose posteriormente en numerosas colecciones del sello amarillo ya en CD. El grupo también nos visitó con frecuencia (les recuerdo en el integral de los Cuartetos de Beethoven en el Real a finales de los 70, de los primeros también en tocarlos íntegramente en España, aunque periódicamente, sobre todo en los últimos tiempos, los Cuartetos son tocados en los ciclos de cámara con insistente frecuencia). El Op. 131 está traducido aquí con los habituales idioma y vitalidad que caracterizaban siempre todas las interpretaciones de este cuarteto, técnicamente perfecto y de alto contenido expresivo, con el apasionado primer violín de Brainin perfectamente integrado en el 259-Pliego 5 20/12/10 18:30 Página 59 D D I SI CS O C O S S REFERENCIAS conjunto. Posiblemente en la actualidad su versión de esta obra quede algo ensombrecida por las sutilezas y matices de otros cuartetos más afortunados, como veremos más abajo (Italiano, LaSalle). A pesar de todo, un logro importante, un clásico de la fonografía que gana puntos si se adquiere con el resto de los Cuartetos publicados por DG en un álbum de serie económica. Cuarteto Italiano (Borciani, Pegreffi, Farulli, Rossi) (Philips, 1969, 41’). Otra magnífica recreación, sutil y refinada, que llama la atención por la amplitud de la respiración, la claridad instrumental, la ancha gama dinámica y la belleza sonora. Una espléndida ejecución (como todas las que hizo este legendario cuarteto para el sello holandés con obras de los más diversos autores), unitaria, perfecta en el estilo y magníficamente grabada además, que la pueden encontrar en un álbum Philips de serie económica con el resto de los Cuartetos de Beethoven. A destacar especialmente, a juicio del firmante, la irresistible belleza del Andante con variaciones (el cuarto movimiento), de una profundidad y absoluta justeza expresiva que cautivará sin duda a cualquier oyente con el necesario rodaje. En conjunto, una de las máximas recreaciones de este Cuarteto. Soberbia toma sonora. Cuarteto LaSalle (Levine, Meyer, Kamnitzer, Fiser) (DG, 1977, 39’). Posiblemente la mejor versión moderna de la obra, con una grabación clarísima y muy contrastada que ayudará al oyente a apreciar mejor esta espectacular interpretación. Actualmente se puede encontrar en la Edición Completa del sello amarillo dedicada a Beethoven (volumen 13 con los Últimos cuar- tetos). Por lo que respecta a la recreación del LaSalle, este sensacional cuarteto norteamericano que ya hemos visto recientemente en sus versiones de Debussy, Ravel y la Segunda Escuela de Viena, hay que hacer hincapié en la intensidad, brillo, precisión rítmica, febril expresividad, cautivadora sonoridad, audacias armónicas resaltadas y un idioma austero y exaltado que nos da a Beethoven con el máximo de sus posibilidades expresivas y estéticas, con una modernidad abrupta e impactante que efectivamente tuvo que desconcertar y sobrepasar a su tiempo. El álbum en su conjunto es imprescindible en la actual discografía dedicada a Beethoven. Cuarteto Alban Berg (Pichler, Schultz, Kakuska, Erben) (EMI, 1989, 38’). Traemos aquí una de las dos versiones que tiene el Alban Berg en su discografía dedicada a Beethoven, la tomada en vivo en la Konzerthaus de Viena en 1989 que también pueden encontrar en DVD (la versión fue comentada en su momento en ambos soportes en nuestras páginas de discos). El magnífico ciclo Beethoven de este cuarteto, que veo a menudo y considero uno de los mejores de la discografía, sin embargo no tiene en el Op. 131 una versión a la altura del resto, aunque siempre brillen en esta recreación las cualidades propias que han hecho de este grupo (hoy lamentablemente disuelto) uno de los nombres señeros en la interpretación de cámara. Pero, como decimos, se pueden apreciar ciertos toques de asepsia, de distancia expresiva, de rutina de lujo diríamos, totalmente impropios de un cuarteto como éste interpretando una obra del calibre y trascendencia de ésta. Si adquieren el ciclo completo (sobre todo en DVD en tres álbumes dobles) es mucho mejor que si se ciñen exclusivamente a la interpretación del Op. 131. Versión orquestal Bernstein/Filarmónica de Viena (DVD DG, 1977, 49’). También la comentamos en su momento en las páginas de SCHERZO, y como ya dijimos entonces esta versión (opinable, por supuesto, pero con el atractivo de una orquesta fabulosa a las ordenes del magnético y emotivo Bernstein) es de una indudable fascinación para cualquier oyente con sensibilidad y espíritu abierto. También hemos de decir que no supera a ninguna de las versiones originales para cuarteto de cuerda, y a más de uno le resultará ampulosa y recargada, aparte de un sacrilegio por tratar de enmendarle la plana nada menos que al propio Beethoven orquestando uno de sus Cuartetos. Pero esta instrumentación para orquesta de cuerdas (hecha por Dimitri Mitropoulos, como nos recuerda Lenny en los comentarios incluidos en el DVD) interpretada de esta forma, con la emoción y calor auténticas marcas de la casa, es un documento plenamente recomendable cuyo atractivo está fuera de discusión. El documento se completa con cuatro oberturas y los acostumbrados comentarios del director. Resumiendo y a juicio del autor de estas líneas: el histórico Cuarteto Busch y el moderno Cuarteto LaSalle, sin olvidarnos del Italiano, serían las tres mejores opciones para este Cuarteto nº 14, op. 131 de Beethoven (sin contar con otra posible candidata que ya hemos citado más arriba, la del Cuarteto de Tokio en RCA que no hemos podido localizar a tiempo para incluirla en este trabajo). La versión para orquesta de cuerda, y más si la consiguen en una interpretación como la reseñada, es un documento complementario de indiscutible interés, desde luego no apto para puristas. Enrique Pérez Adrián 59 259-Pliego 5 20/12/10 18:30 Página 60 D D I SI CS O C O S S ESTUDIOS Jordi Savall SAVALL Y LOS BORJA: LA EXCELENCIA DINASTÍA BORGIA. Iglesia y poder en el Renacimiento. MONTSERRAT FIGUERAS, soprano; LIOR ELMALEH, canto; DRISS EL MALOUMI, canto y oud; PASCAL BERTIN, contratenor; LUIS VILAMAJÓ, tenor; MARC MAUILLON, FURIO ZANASI, barítonos. LA CAPELLA REIAL DE CATALUNYA. HESPÈRION XXI. Director: JORDI SAVALL. 3 SACD ALIA VOX AVSA 9875A/C [+ DVD, libro] (Universal). 2009. 223’. DSD. N PN A 60 lia Vox y Jordi Savall nos están acostumbrando a este tipo de libros con discos. Libros lujosos por el propio volumen, pero lujosos también por el contenido que puede leerse y, sobre todo, por los discos que se ocultan en las guardas a la espera de que decidamos interrogarlos y así se nos descubra una época. Hay que interrogar los álbumes de Savall y sus equipos: el Quijote, Colón, La ruta de Oriente, Jerusalén, El reino olvidado (el país de la Lengua de Oc). Hasta llegar a este nuevo proyecto alrededor de una familia del Renacimiento que luchó por el poder, que transitó desde la pelea ciudadana hasta la santidad tardía, y propició música, letras, artes. La música, la musicología, la investigación musicográfica no constituyen una ciencia exacta. Es arte y búsqueda del arte que se olvidó o se desdeñó, el arte que yace a la espera de que alguien le dé vida. La historia tampoco es ciencia exacta, felizmente. El pasado es imprevisible, como demuestra cualquier manual de historia con respecto al anterior, en especial si hay intereses locales en las redacciones. La historia puede ser poesía, dramática, narrativa. Yo diría que Savall lo sabe de sobra. Sabe mucho de música y de su historia, sabe mucho de la historia europea de varios siglos y así lo demuestra a su manera, mediante la resurrección de los sonidos. Y si no resurrección, por lo menos reviviscencia, revisión, recuerdo. En forma de teatro, porque lo que plantea Savall en estos casos es una secuencia dramática semejante a la que planteaban los lienzos del Renacimiento, el Barroco y el Clasicismo. La memoria es una novela basada en hechos reales, aunque siempre inconclusa. Sonido y documento luchan contra el relato manipulado por el tiempo y por los que tratan el pasado como aquellos ancianos a la pobre Susana. Estos experimentos de Savall sirven para enmarcar con sonidos un tiempo concreto, como el de esa familia de origen valenciano y lejano solar aragonés, los Borja, esto es, los Borgia, una familia que dio al final un santo, y antes dos papas, numerosos cardenales y algunos vástagos de cuya valentía, cultura e inmoralidad queda ejemplo para todas las generaciones posteriores. Sin gentes como los Borgia (César, en especial) o el rey Fernando de Aragón Maquiavelo no habría escrito esa joya que es El príncipe. Se hubiera tardado mucho más en objetivar el estado como instrumento, realidad y estructura de poder, realidad al margen de disciplinas éticas, religiosas, trascendentes. La historia de la filosofía o la teoría política cambia por completo cuando Maquiavelo, quién sabe si desconociendo su alcance en buena medida, escribe ese panfleto que él debió de considerar menor, El príncipe, al menos comparado con los maravillosos Discorsi, que parecen justamente lo contrario (pero no lo anterior, no lo viejo, no lo medieval). Alguien preguntó en cierta ocasión si Alejandro VI, papa Rodrigo Borgia entre 1492 y 1503 (entre sus 59 años y su muerte a los 72), inauguró la serie de papas que no creen en Dios. Algunos de los presentes rieron de aquella ironía, que tomaron por pedante. Por favor, Pepe, lo raro es encontrar un papa que crea en Dios. No entendieron la socarronería de Pepe (que no se llamaba Pepe). Pero la respuesta era buena. Los papas que realmente creen en Dios pueden ser peligrosísimos para el Vaticano: Roncalli, Luciani… Son más llevaderos los papas como Alejandro VI y acaso su pariente Calixto III. O como los de ahora, aunque ya quisieran los de ahora… Los Borja se las ven con el Cisma de Occidente, y le ponen coto antes incluso del pontificado de Alfonso (Calixto), pero ese éxito de quien había servido al antipapa le lleva precisamente a San Pedro; y ahí se dispara la fortuna de la familia y la multiplicación de los favores y prebendas a los sobrinos y demás familia. Alejandro, mucho más tarde, llega al solio de San Pedro un año crucial para España, 1492: unificación de España y expulsión o sometimiento del “moro” granadino; descubrimiento de América, cuyo alcance todavía no se puede comprender; expulsión de los judíos, felonía que los españoles parecen haber olvidado, ahora, cuando juzgan con severidad a los israelíes de Palestina, como si nosotros no tuviéramos nada que ver con esa tragedia. Estos papas fueron muy políticos, y favorecieron a esa potencia que es la España que surge después de las guerras civiles de la Baja Edad Media y resulta ser la primera naciónestado de la historia de Europa. Atención, lo que se entendía entonces por tal era muy distinto del nivel de conciencia posterior a la Revolución francesa, la prueba es que no se pretende armonizarlo todo más que en la fe. Que ya es bastante. A cambio, el Vaticano “valenciano” daba todas las bendiciones, bulas y favores. Como las Bulas Alejandrinas y el Tratado de Tordesillas, por ejemplo, para el reparto entre España y Portugal de las tierras de “allende el océano”. Era la época en la que la Corona de Aragón seguía fija en el Mediterráneo, su obsesión, mientras Castilla y Portugal miraban hacia el Océano. Es un placer zambullirse en esta historia. Es un placer leer este libro en alguno de los idiomas propuestos: italiano, castellano, francés, inglés, catalán, alemán. Y saltar de este libro a algún otro de nuestra biblioteca. El manual, la monografía, la biografía que nos va a dar un dato con mayor amplitud, o acaso va a contradecir lo que leemos. O la Wikipedia, si ustedes lo prefieren, por qué no, caramba, menos da una piedra. El libro es amplio, pero se trata de seis versiones; el contenido es pues limitado, pero serio, exacto. Y sugerente. Son varios artículos: Jordi Savall, Joan Francesc Mira, Josep Piera, Manuel Forcano, Vicent Ros, más una cronología del mismo Forcano. Asistimos a la leyenda negra de los Borja y al intento de saber cuál es la verdadera historia de esa familia incomparable. Escribe Savall: “El Padre Batllori, egregio investigador, gran humanista y maestro indiscutible de la historia Borgiana, afirmaba que no se puede hacer ni literatura negra ni literatura rosa sobre los Borgia. Simplemente se debería escribir la historia objetiva de lo que realmente fueron e hicieron”. Desde luego, esto es sobre todo un álbum con tres discos. Es un viaje sonoro desde la Valencia musulmana de finales de la Edad Media hasta finales del siglo XVI e incluso comienzos del XVII: abdicación del emperador, camino de santidad de Francisco de Borja, coloquio con Teresa de Jesús, Lepanto, matanza de San Bartolomé, expulsión de los moriscos. Se trata de tres CDs con música según esa secuencia histórica, más un DVD documental sobre cómo se llevó a cabo este ambicioso libro-disco. Esas músicas son anónimas a menudo, o provienen de las Cantigas, de los Cancioneros de Montecassino, del Cancionero de Gandía, de Dufay, Binchois, Josquin, Juan del Enzina, Dalza, Ercole Strozzi, Milán, Cristóbal de Morales, Narváez, Goudimel… Y los orígenes árabes o turcos 259-Pliego 5 20/12/10 18:30 Página 61 D D I SI CS O C O S S ESTUDIOS o judíos se entremezclan para evocar aquel Mediterráneo de culturas entreveradas, de difíciles convivencias que en alguna ocasión fueron ejemplares. No muchas, no idealicemos el pasado al buscar mejoras para el presente. Qué belleza la de determinados números. Por ejemplo, la siempre bella y exquisita voz de Montserrat Figueras cuando canta un anónimo sefardita, La erosa enflorece, lamento por la expulsión de los judíos de España, con acompañamiento instrumental (ella misma, a la cítara, entre otros). O el canto musulmán que abre el recital, en la voz de Driss El Maloumi. Un canto que evoca la Valencia todavía no conquistada por Jaime I. Tomamos nota de los datos y sugerencias de los artículos espléndidos, y escuchamos una y otra vez esta música interpretada con criterios estrictos de época. Imposible dar detalle siquiera de una parte de la riqueza de estos tres discos y ese bello DVD. Imposible citar a todos los autores, valga la breve cita de Savall, más arriba. Una reseña informativa tiene sus límites. Se diría que, en cambio, no hay límites para la audición, la escucha, la lectura y el gozo, a veces punzante, de estos fonogramas, documentos, escritos. El rigor de Savall y sus equipos de músicos, investigadores, cantantes alcanza en Dinastía Borgia uno de sus logros más perfectos. Santiago Martín Bermúdez Jirí Belohlávek KATIA, EMOCIONANTE Y SOBRIA JANÁCEK: Katia Kabanová. KARITA MATTILA (Katia), MIROSLAV DVORSKY (Boris), DALIA SCHAECHTER (Kabanija), NATASCHA PETRINSKY (Varvara), GUY DE MEY (Tikhon), GORDON GIETZ (Kudrjás), OLEG BRYJAK (Dikoi). CORO Y ORQUESTA TITULARES DEL TEATRO REAL DE MADRID. Director musical: JIRÍ BELOHLÁVEK. Director de escena e iluminación: ROBERT CARSEN. Escenografía y figurines: PATRICK KINMONTH. Coreografía: PHILIPPE GIRADEAU. Director de vídeo: FRANÇOIS ROUSSILLON. FRA MUSICA 003046 (Harmonia Mundi). 2008. 110’. N PN H emos tenido la suerte de ver en el Teatro Real esta puesta en escena inolvidable de Katia Kabanová. Y la reseñé en su momento para esta bella revista (número de enero de 2009) y con más detalle para la página franco-británica-americana Concertonet: http://www.concertonet.com/scripts/review.p hp?ID_review=5145. Sabemos que una puesta en escena para un teatro no lo tiene todo ganado, que muchos detalles pueden perderse, que otros con menos importancia resultan potenciados acaso indebidamente. Carsen estuvo muy ocupado y preocupado mientras Roussillon filmaba en el Teatro Real estas imágenes en las que el agua, el dolor y la muerte eran imágenes sugerentes y propuestas que las cámaras podrían no haber sido capaces de trasladar en la integridad de sus sentidos teatrales. Pero Roussillon no es sólo un artista de la cámara, es también el productor de esta espléndida toma de Carsen. Ambos han colaborado ya, como nos recuerda Christian Dalzon, en Les contes d’Hoffman y en Capriccio en París, El sueño de la una noche de verano en el Liceu de Barcelona, en L’incoronazione di Poppea en Glyndebourne, en Armide en el Théâtre des Champs Élysées, y también en el Candide del Châtelet. El resultado es de garantía, aunque lo que vemos tiene que hacerle confianza a lo que recordemos de hace dos años. El Teatro Real puede estar orgulloso de sus experiencias con Janácek. Lissner programó La zorrita, y Antonio Moral ha terminado el proyecto con las otras cuatro grandes óperas del compositor checo, proyecto que culminó en esta Katia que era todo un riesgo. El público reaccionó muy bien, mejor que bien, como puede verse, hasta el entusiasmo. La puesta de Carsen es uno de esos milagros teatrales que dicen mucho del riesgo y el atrevimiento en el repertorio, y que dejan en mal lugar los falsos atrevimientos, las mentiras del director epatante. Carsen profundiza en el texto, en el sentido del drama y de las palabras. En colaboración con Belohlávek, que recuerda en su entrevista de este DVD cómo Janácek anotaba charlas, conversaciones, expresiones de la gente en sus valores concretos para reproducirlos en sus óperas. Hay aquí agua por todas partes. La presencia del Volga es permanente, tanto para interiores como para exteriores. El agua rodea a los personajes, y hay un grupo de “Katias”, de bailarinas que plantean un ballet de la desesperación y de la muerte durante el preludio y los intermedios orquestales. El ciclorama reproduce el río, como un espejo, acaso como un destino, el de “las Katias”, el de Katia. El protagonismo vocal le corresponde totalmente a Katia; no es como en Jenufa, en la que la protagonista titular comparte presencia con la Kostelnicka. Aquí, Kabanija, personaje más simple, más “malvado”, menos rico que Kostelnicka, es presencia que personifica el medio represivo, la esclavitud de un país y una sociedad que desconocen la libertad, aunque ocasionalmente la entrevean. Hay en esta ópera más “tipos” que “personajes”. Personaje es Katia, y esa enorme cantante que es Karita Mattila dio en aquellos días de diciembre de 2008 en Madrid no sólo una lección de canto, sino una soberbia construcción de un personaje atormentado camino de la destrucción. Mattila ha interpretado a menudo este papel en los últimos tiempos. Aquí lo lleva a la madurez, más que a la perfección. Katia no requiere tanto perfección como verdad dramática. Más que trágica: dramática, porque la suerte de Katia se escribe por sus pasos contados, no hay dioses ni destino que la determinen. Maravillosa Karita Mattila; sólo por ella y por Carsen y por el magnífico Belohlávek ya valdría la pena el DVD. Pero es que hay todo un equipo espléndido dándoles vida, impulso. De ese equipo destacaríamos la vivaz, encantadora y gran cantante Natascha Petrinsky en el papel más simpático de la obra, Varvara, la que huye con Kudriash de un medio opresivo y funesto. Y también a Dalia Schaechter, en el papel de una pieza, pero esencial, de Kabanija. El coprotagonista con Karita, el tenor Miroslav Dvorsky, tiene una bella voz lírica que le lleva a estar a la altura de la protagonista en esos dos momentos cruciales que son el “idilio” del acto segundo y el dúo del acto tercero, que Carsen plantea “en dos orillas del río” (porque el agua y las tablas que mueven las propias Katias multiplicadas son el decorado, y esas aguas limitan, separan, enfrentan). En fin, un triunfo que deberán firmar sobre todo Mattila, Carsen y Belohlávek, sin desdeñar el trabajo de equipo de todos, y en especial de esas bailarinas que dan inquietante vida-muerte al paisaje sonoro que sirve de transición, y que aquí es continuidad total. Tampoco el del diseño de decorado de Patrick Kinmonth, que es esencial en esta propuesta que es tensión dramática muy poderosa y, al tiempo, despojada de “apariencias” y atrezzos. ¿Le parece a usted poca “apariencia” —podrían preguntarnos— ese cuerpo de baile de Katias mágicas en busca de la muerte en el agua, como Ofelia o como aquella legendaria princesa evocada por Gogol (y por Rimski)? En fin, este montaje fue también el punto culminante de la dirección artística de Antonio Moral en el Teatro Real. No lo olvidemos. Santiago Martín Bermúdez 61 259-Pliego 5 20/12/10 18:30 Página 62 D D I SI CS O C O S S REEDICIONES Deutsche Grammophon 111 MÁS HISTORIA A hora hace un año el sello Deutsche Grammophon, que distribuye Universal, celebraba sus 111 años de vida con un excelente cofre que compendiaba en sus 55 discos buena parte de la historia de la música grabada (véase SCHERZO, nº 248, pág. 69). Pues bien, a veces las segundas partes sí son buenas, y este otro cofre (The Collector’s Edition 2, 477 9142), con sus 56 discos (las cuentas salen: 55 y 56 son 111), es de veras otra magnífica puerta abierta al catálogo inmenso de la más que centenaria casa alemana. A vuela pluma, esto es lo que hay: Directores de orquesta 62 Qué mejor forma de empezar que con los clásicos: Victor de Sabata en la Cuarta Brahms y en la Muerte y transfiguración de Strauss (1939/49), Wilhelm Furtwängler en la Novena de Schubert (1951), Evgeni Mravinski en la Sexta de Chaikovski (1960), Herbert von Karajan en el Réquiem de Brahms (1964) y Eugen Jochum en la Cuarta de Bruckner (1965). Aunque más recientes, el Réquiem de Fauré con Carlo Maria Giulini y la Philharmonia (1986) y la Primera de Mahler con Leonard Bernstein y la Royal Concertgebouw (1987) se pueden sumar a la lista sin problemas. El gran Ferenc Fricsay sorprenderá (o no) a más de uno en los valses de los Strauss (1961), igual que James Levine al piano en la Rhapsody in Blue, en realidad sólo el pórtico de un disco Gershwin todo él fantástico (1990). Karl Böhm se llevará a los suyos con sus versiones de los conciertos para clarinete, flauta y fagot de Mozart (1974/75, con Alfred Prinz, Werner Tripp y Dietmar Zeman), Pierre Boulez entra en el mundo de Debussy (Nocturnes, La Mer, Jeux) con las fuerzas de Cleveland (1995) y Mstislav Rostropovich hace lo propio en el de Chaikovski (suites de El lago de los cisnes, La bella durmiente y El cascanueces) desde el podio de la Filarmónica de Berlín (1979). La ópera viene representada por Claudio Abbado y Carlos Kleiber: el primero con la Carmen de Bizet (1977, con Teresa Berganza, Plácido Domingo, Ileana Cotrubas y Sherrill Milnes), el segundo con La traviata de Verdi (1976, también con Ileana Cotrubas, Plácido Domingo y Sherrill Milnes). El reparto le funciona mejor al italiano. Giuseppe Sinopoli se les une con la acostumbrada compilación de números corales (1983-1985). Mirando hacia atrás, Paul McCreesh y los Gabrieli Consort & Players en la Gran Misa en do menor de Mozart (2005) y Trevor Pinnock y su The English Concert en los tres primeros Conciertos de Brandemburgo de Bach (1982) son la voz de la corriente auténtica, que adquiere pleno sentido cuando se pone al lado del Carl Philipp Emanuel Bach más bien arcaico, aunque musicalmente respetable, de Karl Richter (1970). Y aún más atrás, David Munrow y su The Early Music Consort of London dan un breve repaso a la evolución de la polifonía entre la época de la Escuela de Notre Dame y los tiempos del Ars Nova (1975). Para poner la guinda, Gustavo Dudamel y la joven Orquesta Simón Bolívar de Venezuela vuelven al siglo XX con un programa enteramente latinoamericano y del todo electrizante (Fiesta, 2008). Pianistas Aquí la división es clara. A un lado, los nombres históricos de Sviatoslav Richter (Escenas del bosque y varias piezas del Fantasiestücke de Schumann, 1957), Wilhelm Kempff (Fantasía en do mayor de Schumann y Variaciones Haendel de Brahms, 1958), Martha Argerich (Concierto en sol de Ravel y Tercero de Prokofiev con Abbado, 1967), Emil Gilels (Primero de Brahms con Jochum, 1972), Maurizio Pollini (Stravinski, Prokofiev, Webern y Boulez, 1972), Daniel Barenboim (Sonatas nºs 8, 14 y 23 de Beethoven, 1984), Krystian Zimerman (Baladas, Barcarola y Fantasía en fa menor de Chopin, 1987), Vladimir Horowitz (Mozart, Schubert y Liszt, 1986/88) y Maria João Pires (Conciertos nºs 14 y 26 de Mozart con Abbado, 1993), ¡vaya lista! Al otro lado, los recién llegados, sobradamente conocidos por los lectores de esta revista: Lang Lang (Mozart, Chopin y Schumann, 2005), Alice Sara Ott (Estudios trascendentales de Liszt, 2008), Yuja Wang (Chopin, Ligeti, Scriabin y Liszt, 2008) y Rafal Blechacz (Conciertos de Chopin con Jerzy Semkow, 2009). A medio camino quizás, aunque cada vez más cerca de los primeros, Hélène Grimaud, quien en su sensacional disco Reflection (2005) se rodea de unos compañeros de órdago a mayor: Esa-Pekka Salonen en el Concierto de Schumann, Anne Sofie von Otter en unos lieder de su esposa Clara y Truls Mørk en la Primera Sonata para violonchelo y piano de Brahms. Otros instrumentistas A falta del rey David Oistrakh, bien podríamos coronar a nuestro Narciso Yepes, a quien le bastaría con este Concierto de Aranjuez de Joaquín Rodrigo (1980, con García Navarro) para escribir su nombre en la historia. Y en cualquier caso, si hubiera que buscarlo entre los violinistas, aquí tendríamos reina: Anne-Sophie Mutter, virtuosa e imperial en su disco Carmen-Fantasie (1993, con Levine); o, por qué no, Hilary Hahn, cuya asombrosa grabación de los conciertos de Schoenberg y Sibelius con Salonen la consagra como una de las más grandes artistas del presente (2008). Entre los chicos, Daniel Hope viaja al mundo del violín barroco con músicos de la Orquesta de Cámara de Europa (Air, 2009) mientras Gidon Kremer entra de lleno en la música concertante de Philip Glass y Alfred Schnittke (1993, con Rainer Keuschnig, la Filar- mónica de Viena y Christoph von Dohnányi). Por lo demás, el minimalismo del Drumming de Steve Reich (1974) abre un pequeño apartado de cámara que completan Gil Shaham al violín y Göran Söllscher a la guitarra en su superventas paganiniano (1993), y el Hagen en el Cuarteto nº 16 de Beethoven y La muerte y la doncella de Schubert. Recitales vocales Otro nombre histórico: Dietrich Fischer-Dieskau, que ya cantaba maravillosamente cantatas de Bach (BWV 56, BWV 82) con sólo veintiséis años (1951, con Karl Ristenpart). Según para quién, la compilación de Rita Streich con escenas de ópera de varios autores (1954/58) estará o no a la altura, lo mismo que el recital de Kathleen Battle e Itzhak Perlman al violín en arias, una vez más, de Bach (1992, con John Nelson). A partir de ahí, todas son voces actuales: Bryn Terfel (1994/95, con Levine), Thomas Quasthoff (La bella molinera de Schubert, 2005, con Justus Zeyen), Magdalena Kozená (Mozart, 2005, con Rattle), Elina Garanca (Aria Cantinela, 2006, con Luisi), y Anna Netrebko y Rolando Villazón (Duets, 2006, con Luisotti). Tres puntos y aparte: uno para Plácido Domingo, que se va a la copla de la mano de Miguel Roa (Pasión española, 2007), otro para la estadounidense Dawn Upshaw, que descubre nuevos mundos en la música de Osvaldo Golijov y Luciano Berio (2005), y el último para Anne Sofie von Otter, que despliega todo su fascinante e irresistible glamour en la canción de Kurt Weill (Speak Low, 1994, con Gardiner). No se puede pedir más. Asier Vallejo Ugarte 259-Pliego 5 20/12/10 18:30 Página 63 D D I SI CS O C O S S REEDICIONES Newton LA LEY DE NEWTON L a recién aparecida casa Newton Classics, representada en España por Cat Music, se estrena reeditando a excelente precio una serie de grabaciones registradas durante los años sesenta, setenta y ochenta de la pasada centuria, en su mayor parte por las casas Philips y Decca. Y aunque hay algunas realmente muy buenas, es seguro que nuestros lectores nos permitirán poner en primer lugar el disco de Alicia de Larrocha dedicado a Falla (8802009, a ñ o 1973), realizado en un momento de plenitud verdaderamente extraordinario, donde el equilibrio entre lo racial y lo sugerente, lo salvaje y lo evocador, lo virtuoso y sutil, se revela prodigioso ante el fondo de un pulso vital de hondas y a la vez nobles raíces populares. Mil y un colores brillan en la Fantasía bætica. Espléndida, única, inconmensurable Alicia. Otro grande fue, qué duda cabe, el cubano Jorge Bolet, y más aún en los últimos años de su vida, cuando a su técnica todavía portentosa (ya no infalible) se unía una personalísima y bien madurada sensibilidad poética, la que emana de sus aproximaciones a las cuatro Baladas y los dos Conciertos de Chopin (2 CD 8802008, año 1989), y, en menor medida, de una serie de Preludios de Debussy (8802026, año 1989), quizás no del todo afines a este pianismo más de consonantes que de vocales. Por lo demás, las hermanas Labèque andan a s u s anchas en la Rhapsody in Blue y el Concierto en fa de Gershwin (8802004, año 1980), Stephen Kovacevich (o Bishop, o Bishop-Kovacevich) vuelve con sus canónicas versiones de los conciertos de Grieg y Schumann con Colin Davis (8802019, año 1971), y la rusa Viktoria Postnikova se defiende bravamente, con un a r t e penetrante y lleno de fuerza, en los tres conciertos para piano de Chaikovski sobre el asiento firme y suntuoso de la Sinfónica de Viena con Gennadi Rozhdestvenski al frente (2 CD 8802027, año 1982). Luces y sombras entre los maestros. Karl Münchinger fue un excelente director barroco en su época, pero su época no fue la nuestra, y eso se nota en sus lecturas desfasadas, recargadas y romantizantes de las dos pasiones, la Misa en si menor y el Oratorio de Navidad de Bach incluidas en el estuche Great Choral Works (9 CD 8802001, años 1964-1974). Aun así, cantantes como Elly Ameling, Fritz Wunderlich o Hermann Prey están muy por encima del bien y del mal. Es similar el caso de El Mesías haendeliano de Adrian Boult (2 CD 8802032, año 1961): tras una visión de la música de este período aún menos sobria y contenida que la de Münchinger, resplandece el canto maravilloso (aunque de reminiscencias operísticas) de Joan Sutherland y Grace Bumbry. Incluso el Wassenaer de I Musici (8802023, a ñ o 1 9 7 9 ) puede inclinarse hoy en día hacia lo anticuado, lo mismo que el Haydn de Salvatore Accardo (violín y director), Christine Walevska (violonchelo) y Edo de Waart (director), aparentemente un contemporáneo de Schumann en sus conciertos para violín y violonchelo (2 CD 8802017, años 1972 y 1980). Neville Marriner tiene ya otra mentalidad, y así lo demuestra con la Academy of St. Martin in the Fields en los Himnos de coronación de Haendel, donde las texturas se vuelven más finas, la línea más fluida y el canto más estilista, con un fondo de fantasía expresiva muy estimulante (8802016, año 1984). Stephen Cleobury y el Coro del King’s Collage de Cambridge dan aún un paso más en la vía del recogimiento y la espiritualidad intimista en su cautivador disco dedicado a Tallis (8802002, año 1989). El anciano (¡noventa y tres años!) Leopold Stokowski es otro mundo, la verdad es que cuesta imaginar una Tercera Sinfonía de Rachmaninov (obra que él mismo estrenase allá por 1936) mejor trazada que la suya, o al menos con mayor claridad y precisión, lo cual podría quedarse en nada si no fuera por ese raro lirismo en realidad más insinuado que directamente expresado, a la vez intenso y doliente, que extrae de la National Philharmonic Orchestra y que confiere a la versión un halo de suspense del todo embriagador (8802024, a ñ o 1975). Más Stokowski: la Fantasía sobre un Tema de Tallis de Vaughan Williams, una orquestación del lamento de Dido del Dido y Eneas purcelliano (allá los gustos) y la Serenata para cuerdas en mi mayor de Dvorák, ahora con la Royal Philharmonic (8802025, año 1975). Otra maravilla, claro. Y ya sólo queda el gran Gérard Souzay, que, con Dalton Baldwin al piano, imparte una soberana lección de cómo se deben hallar matices, claroscuros, sutilezas, exquisiteces y morbideces en la canción francesa del XIX y del XX (4 CD 8802007, años 1960-1968) desde una voz baritonal muy lírica y desde un fraseo tan sabiamente minucioso que acaba revelándose natural y espontáneo como el habla mismo. Asier Vallejo Ugarte René Jacobs MONTEVERDI HACIA ATRÁS H armonia Mundi reedita la trilogía monteverdiana en las versiones que René Jacobs grabó entre 1990 y 1995 en sentido inverso a las fechas de su creación, pues registró primero L’incoronazione di Poppea (febrero de 1990; publicada ahora con referencia HML 5901330.32), después Il ritorno d’Ulisse in patria (junio de 1992; HML 5901427.29) y finalmente L’Or- feo (enero de 1995; HML 5901553.54). Es quizá el acercamiento a L’Orfeo el menos convincente de los tres. Los problemas de tesitura con el protagonista trató de resolverlos Jacobs ofreciendo el papel a Laurence Dale, un tenor de voz grande, graves robustos y un color vocal oscuro, pero que demuestra poca sutileza con el fraseo y con las difíciles ornamentaciones que exigen su desempeño, lo que supone un lastre demasiado grande para el conjunto de la obra. Efrat Ben-Nun está en cambio deliciosa en su doble papel de La Musica y Euridice y el resto del reparto es excelente (Lar- more, Fink, Scholl, Rivenq…). Muy teatral la visión del director belga, con unos actos pastoriles ágiles y luminosos, aunque acaso menos rutilantes y brillantes que los de maestros más decididamente sensuales y coloristas, y unos actos infernales intensos, si bien en la transición, y coincidiendo con la marcha de la Mensajera, hay una caída de tensión dramática al fijarse la atención en los 63 259-Pliego 5 20/12/10 18:30 Página 64 D D I SI CS O C O S S REEDICIONES detalles de la polifonía. La respuesta instrumental es de primer nivel y el bajo continuo, de gran variedad y riqueza, parece antecedente del que Gabriel Garrido emplearía al año siguiente en su aclamada versión de la obra. El Ulisse de Christoph Prégardien es en cambio un acierto, pues el tenor alemán combina de forma admirable intensidad dramática y lirismo. Sus recitativos están llenos de detalles y fuerza expresiva, pero cuando la música se hace más melódica, el cantante sale igual de airoso por su musicalidad natural y su exquisito gusto en el fraseo. Grande igualmente la Penélope de Bernarda Fink, capaz de transmitir de forma intensa y noble el más hondo patetismo. Del resto del elenco destaca muy especialmente la elegante Minerva de Lorraine Hunt, acaso un punto más severa que en otras versiones, pero también el histriónico Iro de Guy de Mey y las intervenciones de un soberbio Michael Schopper (Il Tempo y Nettuno) o del inimitable Dominique Visse (curioso como L’Umana fragilitá y espléndido como Pisandro). La instrumentación resulta de notable exuberancia, acaso con abuso de las flautas dulces, lo que se repite en Il Nerone (título alternativo de la Poppea). Hay en esta interpretación también algunos errores de casting, como el Ottone de Axel Köhler, por completo insuficiente, o la Arnalta de Christoph Homberger, que no sólo no saca todo el componente cínico y humorístico del personaje, sino que naufraga en la deliciosa Oblivion soave. En cambio, la pareja principal es excelente, pues al canto estilizado y sensual de Danielle Borst se une una Guillemette Laurens que estaba en un momento espléndido de su carrera y combina dulzura y drama con desarmante verosimilitud y naturalidad. El robusto Séneca de Schopper o la patética y elegante Ottavia de Larmore son otros dos aciertos del reparto. Por encima de los ocasionales desajustes y de algunas decisiones en materia de instrumentación o continuo que en los últimos años han sido pulidas por los mejores intérpretes monteverdianos, las versiones de Jacobs destacan por su entraña dramática, su fuerza expresiva, su elocuencia y por su equilibrio y prestancia instrumental, que hacen que estas opciones sigan siendo hoy perfectamente recomendables y disfrutables. Pablo J. Vayón EMI Icon DE LAS BODEGAS DE EMI U na nueva serie de la multinacional británica denominada Icon, aunque no tan nueva, ya que la hemos visto últimamente en nuestras páginas de discos con álbumes dedicados a Casals, Stokowski, Milstein, Richter y algunos más, continúa ahora su andadura con la publicación de 5 álbumes dedicados a otros tantos artistas de la casa: Edwin Fischer, Rudolf Kempe, Emil Gilels, Pierre Fournier y Fritz Wunderlich son las eminencias que ahora enriquecen la discografía histórica y cuyos álbumes comentamos brevemente en las líneas que siguen. EDWIN FISCHER, Piano. Obras de Mozart, Brahms, Beethoven, Schubert, Bach. 12 CD EMI Icon 6 29499 2. 19331954. AAD. 877’ H PE 64 Edwin Fischer. En este mismo número de SCHERZO comentamos un álbum de 3 CDs del desconocido sello británico APR (probablemente pirata) dedicado a las grabaciones mozartianas de Edwin Fischer. Ahora nos llegan esos mismos registros más todos los que hizo el insigne pianista suizo para su sello habitual, His Master’s Voice, en espléndidos reprocesados y con un sonido que jamás habíamos oído antes así. Recordemos, como ya hemos dicho anteriormente en múltiples ocasiones, que Fischer no tenía mucha técnica y formaba parte de los pianistas para los que las preocupaciones técnicas carecían de la menor importancia e incluso a todos ellos les parecían cuestiones superficiales (Schnabel, Erdmann, Ney o Kempff eran también de esa misma opinión). Lo que Fischer quería era “insuflar vida a la música sin violentarla”, ése era su credo, conseguir un nuevo equilibrio entre intelecto y emoción transmitiendo las concepciones espirituales más elevadas. Como es sabido, su versión de El clave bien temperado (1933-1934) fue la primera completa de la discografía y en ella podemos apreciar una total coherencia, la diversidad de estilos, la profusión y profundidad de las ideas, la amplitud de la paleta expresiva y, en definitiva, una sonoridad que nos transmite la profunda humanidad de Bach con una autenticidad expresiva que trasciende cualquier cuestión, incluida la filológica. Con las otras obras del mismo compositor sucede lo mismo, e incluso hay alguna de ellas (el Segundo Concierto de Brandemburgo, por ejemplo, con miembros de la Philharmonia en una grabación de 1953) que no ha conocido otra recreación tan vital, de alegría tan contagiosa y por supuesto tan bien tocada. De los abundantes Mozart ya contamos sus excelencias en la reseña citada (hay que decir que en este álbum el sonido es más claro y definido), teniendo que apuntar también la inclusión del legendario Emperador con Furtwängler (1951), el no menos impresionante Segundo de Brahms con el mismo director (1942) o los insuperados Impromptus y Momentos musicales schubertianos (1938 y 1950 respectivamente, los primeros ya comentados en la serie Referencias al ser reprocesados en Testament como indiscutible primera alternativa). En fin, una fusión ideal entre sencillez, refinamiento, intelecto y sentimiento, un magnífico álbum imprescindible para cualquier profesional o aficionado. Artículo muy completo de Stephen Plaistow en los tres idiomas habituales. Rudolf Kempe. Muchos decían que era el director ideal para un músico de orquesta, el director con la mejor técnica jamás vista (antes de pasarse a la dirección, había sido primer oboe de la Gewandhaus de Leipzig tocando bajo la dirección de eminentes maestros como Furtwängler, Walter, Klemperer y muchos otros). Sabía de inmediato las necesidades de una orquesta al primer ensayo, obtenía el color, RUDOLF KEMPE, Director. Obras de Humperdinck, Lehár, Mascagni, Mendelssohn, Offenbach, Schmidt, R. Strauss, Wagner, Brahms, Beethoven, Schubert, Dvorák, Smetana, Gounod, Ponchielli, J. Strauss, Gluck, Strauss, Weinberger, Smetana, e.a. 11 CD EMI Icon 6 29557 2. 19561972. AAD. 822’ H PE detalles y matices con los gestos, hacía en el concierto cosas que antes no se habían visto en los ensayos (un poco a la manera de Kubelik, para que así saliese más inspirado, con todo el riesgo que ello conllevaba), nunca hablaba demasiado ni era molesto para los músicos, no tenía tics autoritarios y explicaba todo muy claramente. Podía obtener de la orquesta un volumen sonoro considerable, pero raramente lo hacía y era más lírico que la mayoría de sus colegas. Este temperamento lo hacía un director ideal para los estudios de grabación “porque se traba- 259-Pliego 5 20/12/10 18:29 Página 65 D D I SI CS O C O S S REEDICIONES ja en un pasaje particular hasta que sale irreprochable” (cfr. Rudolf Kempe: Pictures of a Life, de Cordula Kempe, Londres, 1980). De este gran director, el primero en grabar completas para la discografía Lohengrin y Rosenkavalier para el sello Urania (de la Alemania del Este) en la década de los 50 y con una importante serie de registros para EMI entre los que destacan la práctica totalidad de la obra orquestal de Strauss con la Staatskapelle de Dresde, o la primera versión en estéreo de Lohengrin con la Filarmónica de Viena, nos llega este álbum de 11 CDs con una importante selección de registros hechos en las fechas señaladas y con varias de las mejores orquestas europeas: Filarmónicas de Viena, Berlín y Múnich, Royal Philharmonic de Londres y Staatskapelle de Dresde. A destacar, Primera, Tercera, Quinta y Sexta de Beethoven con Múnich (1972, el primer ciclo en sistema cuadrafónico, sistema que, como todo el mundo sabe, fue un fracaso), versiones en la tradición sinfónica germana con extraordinaria atención a las voces medias de la orquesta. Después, Tercera y Cuarta de Brahms con la Filarmónica de Berlín y la RPO respectivamente, destacando la claridad de planos y texturas de la orquesta con aspectos nunca oídos así en ninguna otra grabación (escuchen por ejemplo las corcheas de los timbales en pianissimo en el final de la Tercera). Siguen después una serie de discos ya publicados hace poco por Testament y que comentamos también desde estas páginas con el mayor entusiasmo: Sueño de una noche de verano de Mendelssohn, Scheherazade de Rimski, Novena y Scherzo capriccioso de Dvorák, suite de La novia vendida de Smetana, y finalmente Schwanda el gaitero de Weinberger. Además, varias páginas de su célebre ciclo straussiano en Dresde: Don Quijote, Don Juan, Till, Muerte y transfiguración, Vida de héroe y Danza de Salomé, a los que tenemos que añadir los fragmentos wagnerianos de Lohengrin y Meistersinger, fragmentos orquestales del mismo autor con la Filarmónica de Viena (excelentes) y páginas ligeras (Vienna Philharmonic on Holiday) de Mascagni, Ponchielli, Schmidt, Gounod, Offenbach, Schubert y Gluck, por no hablar de la familia Strauss y también de Lehár, de cuyo vals Oro y plata Kempe decía (llevado sin duda por un exceso de entusiasmo) que era su mejor grabación. En fin, magnífico álbum que se recomienda a todo el mundo sin ninguna salvedad importante. Documentado artículo sobre el protagonista del álbum firmado por Mike Ashman. EMIL GILELS, Piano. Obras de Mozart, Brahms, Beethoven, Schubert, Bach. 9 CD EMI Icon 6 29511 2. 1954-1972. AAD. 595’ H PE Emil Gilels. Está, estaba más bien, entre uno de los diez o doce mejores pianistas de todos los tiempos, y sus numerosos documentos sonoros nos refrescan y recuerdan continuamente su imponente legado pianístico. Emil Gilels (1916-1985) estuvo confinado en la Unión Soviética durante la Segunda Guerra Mundial, y sin embargo, en un número de la revista Gramophone de 1944 se decía que “desde el punto de vista virtuosístico, los críticos rusos hablan de él poniéndolo al mismo nivel que Horowitz”. Gieseking ejerció sobre él una particular importancia, intensificando a lo largo de su vida su sonoridad, de claridad y belleza sobrenaturales: “Tocar legato sin pedal es un don específico; a día de hoy, las grabaciones de Gieseking son para mí de una calidad sin igual”, decía frecuentemente. Por otra parte, Sviatoslav Richter decía que Gilels era tan gran pianista como complejo como individuo, llegando a calificarle como “patológicamente celoso”, aunque la observación dice más de Richter que de Gilels (comentario comprensible si tenemos en cuenta que Gilels se veía frecuentemente obligado a sustituir a su colega debido a sus múltiples cancelaciones y difícil temperamento, cosechando en esos recitales éxitos espectaculares que imaginamos pondrían a Sviatoslav verde de envidia). En fin, de “esta especie de Oistrakh pianístico”, como le llamaba el crítico neoyorquino Harold C. Schonberg, EMI reúne por primera vez en este álbum todas las grabaciones que hizo Gilels para este sello, destacando sobre todo el ciclo Beethoven que hizo con Szell en Cleveland (1968) y el ciclo Chaikovski que hizo con Maazel en Londres (New Philharmonia, 1972), estos ocho conciertos, cinco de Beethoven y tres de Chaikovski, bastan y sobran para colocar este álbum en un pedestal como lo mejor de lo mejor en música concertante, todos ellos con un rigor intelectual y un sonido de gracia y encanto inimitables, por no hablar de su sensibilidad, estilo, fraseo y colorido tímbrico espectacular, que encontraron en el refinamiento y estilo de Szell en un caso, y en el brillo e intensidad de Maazel en el otro, a los dos acompañantes ideales. Al lado del ciclo Beethoven con Szell, el otro que hizo Gilels en la década de los 50 con Vandernoot (Primero y Segundo), Cluytens (Tercero) y Ludwig (Cuarto y Quinto) y que también se incluye en este álbum, queda un tanto desdibujado, un tanto en segunda fila a pesar del sensacional sonido del piano y de su absoluta perfección técnica. Además, páginas diversas con y sin acompañamiento orquestal (Beethoven, Mozart, Rachmaninov, Saint-Saëns, Chopin — sensacional Segunda Sonata— y Shostakovich) completan este álbum irrepetible, un festival protagonizado por uno de los grandes pianistas del siglo XX. Excelentes tomas de sonido y buen artículo de Richard Osborne. Pierre Fournier (7 CDs 6 29539 2. 1 9 3 7 1 9 7 1 . 505’). Con el mismo título que puso Deutsche Grammophon a su álbum dedicado al chelista francés, El aristócrata del violonchelo (colección The Originals), aparece este álbum EMI dedicado a Pierre Fournier (1906-1986), músico reputado por la belleza de su sonoridad, la seguridad de su técnica y la gravedad y dignidad de sus interpretaciones. En el libreto de este álbum pueden encontrar un excelente artículo de Tully Potter que les informará a cuantos lo deseen de la vida y características artísticas y técnicas del instrumentista francés. Nosotros comentamos brevemente el repertorio que aquí se encuentra con varios de los conciertos de chelo y orquesta más célebres (Haydn (1951), Schumann (1956), Dvorák (1948), Doble de Brahms (1956), Primero de Saint-Saëns (1947) y dos versiones de las Variaciones Rococó de Chaikovski, 1941 y 1956) acompañado por Sargent, Galliera, Kubelik y Susskind (David Oistrakh es el violín en el Doble de Brahms), en todos de un soberbio control de arco y una sonoridad flexible y constantemente bella que hacen de todas estas versiones algo muy especial. Además, algunas de las interpretaciones camerísticas más legendarias, como su ciclo de Sonatas de Beethoven con Schnabel (1947-1948), el Segundo cuarteto con piano de Fauré con Marguerite Long, Jacques Thibaud y Maurice Vieux (grabado en París en 1940 y reprocesado aquí con sonido aceptable) o la Sonata de Poulenc con Jacques Février (1971). Tampoco hay que olvidar la infinidad de piezas cortas y arreglos para violonchelo de los autores más diversos. Indispensable para profesionales del instrumento y muy recomendable para cualquier aficionado. K n L F d K FRITZ WUNDERLICH, Tenor. Obras de Bach, Donizetti, Lehar, Mahler, Massenet, Mozart, Puccini, Schubert, Verdi, Wolf, e.a. 6 CD EMI Icon 6 29525 2. 1959-1964. AAD. 407’ H PE Fritz Wunderlich.. El artículo del libreto de este álbum firmado por Richard Stokes nos cuenta que la BBC Music Magazine, basándose en un sondeo hecho en abril de 2008, proclamó a Fritz Wunderlich (1930-1966) el cuarto tenor más importante de la historia (tras Domingo, Caruso 65 259-Pliego 5 20/12/10 18:37 Página 66 D D I SI CS O C O S S REEDICIONES y Pavarotti), extraordinario reconocimiento si se tiene en cuenta que falleció cuando su carrera estaba casi recién comenzada y antes de haber tenido tiempo de explorar verdaderamente el repertorio de tenor. La extraordinaria calidad de su voz, su estupenda dicción, su legato sin igual, su timbre radiante, la elegancia de su fraseo y su ardiente emoción aparecen al cien por cien en los registros mozartianos de este álbum (2 arias de El rapto en el serrallo y La flauta mágica más 4 fragmentos de Don Giovanni que hasta perdonamos que estén cantados en alemán), y no sólo en Mozart, sino también en Donizetti (L’Elisir d’amore), Verdi (Rigoletto, Traviata) y Puccini (Bohème, Butterfly), lamentablemente todas cantadas en alemán, lo mismo que el resto de fragmentos operísticos, ya sean de Smetana, Thomas, Massenet o Chaikovski. De todas formas, la extraordinaria belleza de su voz, su timbre radiante, su fluido legato y su absoluto aplomo y seguridad, pueden hacer que el oyente purista en exceso le perdone la utilización del alemán para todo. Las reservas lingüísticas desaparecen en el disco de Lieder (Schubert, Wolf, Strauss, Mahler, Neumeyer), lo mismo que en disco de operetas y ópera alemana, fragmentos de Flotow, Cornelius, Nicolai, Lehár, Lortzing, Leo Fall y otros, por no hablar de Bach, Haendel, Isaac, Finck y Krieger. En suma, una deslumbrante antología de una de las más bellas voces de tenor de todos los tiempos. No hay que pensárselo mucho para comprar esta maravilla que además se comercializa a precio de orillo. En suma, de acuerdo con la elección del firmante, Fischer, Kempe, Gilels y Wunderlich, imprescindibles. Fournier quizá sea más específico y quizá también sus registros para la competencia (el citado álbum DG, el Concierto de Dvorák con Szell, sus Sonatas de Beethoven con Friedrich Gulda, etc.) sean preferibles a los que aquí se comentan, lo cual no implica que éstos sean de importancia indudable. Tesoros de las inmensas bodegas de EMI que no conviene perderse. bach (Barcarola de Los cuentos de Hoffmann), Debussy (Fauno) y Ravel (Concierto para la mano izquierda y Bolero). El pianista norteamericano Leon Fleisher fue el competente solista de la página concertística, y el veterano Prêtre dirigió con idioma y elegancia todas las obras que hemos detallado, provocando el fervoroso entusiasmo de las veintitantas mil personas de este anfiteatro al aire libre en todas las obras sin excepción, aunque en algunas de ellas (Carmen, Bolero) se adquiriesen tintes de verdadero y emocionado delirio. Hubo en otras donde se rozó eso que acostumbramos a llamar versión de referencia, por ejemplo en la obertura El carnaval romano, de un colorido, elegancia y auténtico toque francés idóneo para la genial instrumentación de la página. Y otra curiosidad, Last but not least, Prêtre hizo de la última página de la velada, la acostumbrada Berliner Luft de Lincke, una elegante, divertida y auténtica recreación que no hemos oído igual en ninguna otra ocasión, mejor esta página que cualquiera de las de los dos Conciertos de Año Nuevo que el maestro francés ha dirigido. Filmación y sonido adecuados, a pesar de que algunos lloros, gritos y risas a deshora entre alguna de la gente menuda del numeroso público, interfiriesen en las sutilezas orquestales de estas páginas. Muy recomendable y emotivo. 1993. Londres. Haitink (107 171, 90’). En esta ocasión fue Bernard Haitink el responsable de este concierto que ya comentamos en su día desde estas páginas al ser publicado por primera vez en un D V D T D K . T u v o lugar en el Royal Albert Hall con tres páginas de Chaikovski (Romeo y Julieta), Mozart (Concierto nº 3, K. 216) y Stravinski (La consagración de la primavera), con la intervención de Frank Peter Zimmermann como violín solista en la obra de Mozart. Como ya dijimos en su día, lo mejor del concierto fue el principio y el final, las dos obras rusas, sin que por ello haya que ningunear al idiomático violín de Zimmermann y al sólido y efectivo acompañamiento de Haitink. La proverbial objetividad del director holandés y la brillante, efectiva y perfecta respuesta de la orquesta berlinesa fueron los factores determinantes para una fenomenal traducción de la página stravinskiana, y también para una interpretación intensa y brillante de la obertura fantasía de Romeo y Julieta. En todos los casos la precisa filmación de Brian Large ayudará y facilitará la escucha para cualquier oyente, especialmente en Stravinski. 1993. Waldbühne, Berlín. Ozawa (107 163, 98’). Seiji Ozawa dirigió este concierto al aire libre que bajo la denominación de Noche rusa contó con obras de Rimski, Chaikovski, Borodin, Stravinski y Khachaturian. El maestro japonés (a quien deseamos desde aquí una pronta recuperación Enrique Pérez Adrián Arthaus LOS BERLINER EN CINE L 66 os Berliner, los de Berlín, son en este caso la Filarmónica, claro está, orquesta cuyos conciertos en vivo son grabados y filmados cada vez con más frecuencia para disfrute y placer de todos los aficionados que tienen acceso a estos vídeos. En concreto, desde 1991 se viene celebrando todos los primeros de mayo el European Concert, cada año en una ciudad europea distinta, como pueden ver en los comentarios que siguen (por cierto, que Rattle y su orquesta serán los protagonistas de una gala sinfónica en el Teatro Real el próximo 1 de mayo que también será filmada). Bueno, el caso es que Arthaus (distribuido por Ferysa) nos envía 15 DVDs con varias veladas de esta orquesta única, un legado extraordinario que aunque no tiene en todos los casos el mismo nivel artístico, supone un acierto indudable en lo que respecta a música sinfónica filmada. Los comentamos a continuación por orden cronológico de celebración. 1992. El Escorial. Barenboim (107 157, 104’). La Filarmónica fue dirigida en esta ocasión por Daniel Barenboim, actuando de solista Plácido Domingo, y el lugar donde se dio fue la basílica del Monasterio del Escorial. El concierto, ya pasado por televisión en alguna ocasión, nos llega ahora en las mejores condiciones posibles, aunque no sabemos a quién se le ocurrió que el concierto se diese en este lugar de acústica infame y reverberación casi insoportable, con un eco que obligó a Barenboim a calibrar continuamente la respuesta de la orquesta para evitar la confusión de sonidos, cosa que no siempre se logró. Por lo demás, los berlineses, espectaculares, como siempre; el programa era atractivo, y Barenboim logró buenos momentos en Verdi (obertura de La forza del destino) y Wagner, sobre todo en los fragmentos del Ocaso. Plácido, cálido y entregado, como en él es habitual, se lució en un aria del Don Carlo verdiano (Io l’ho perduta), en la Invocation à la nature, de la Condenación de Fausto de Berlioz, y en la escena de la llegada de la primavera de La walkyria (Winterstürme wichen dem Wonnemond). Convencional la Incompleta de Schubert. Correcta filmación de Brian Large y toma de sonido acertada en líneas generales, una lucha contra los elementos que imagino sería un auténtico calvario para que los ingenieros lograsen hacer de este documento algo medianamente audible. 1992. Waldbühne, Berlín. Prêtre (107 169, 9 9 ’ ) . Georges Prêtre era el encargado de este concierto al aire libre que bajo el título Noche francesa ofreció una atractiva velada con algunas obras destacadas de Berlioz (Carnaval romano), Bizet (Suite de Carmen y la Farandole de la Arlesiana), Offen- 259-Pliego 5 20/12/10 18:29 Página 67 D D I SI CS O C O S S REEDICIONES de su grave enfermedad), estuvo como acostumbra, lúcido, clarísimo, brillante y un punto distanciado, no en vano le pusimos desde aquí el sobrenombre de “el Reiner japonés” con todo lo que ello supone de técnica orquestal absoluta y predominio de lo cerebral por encima de cualquier otra consideración. La obertura de la Gran Pascua rusa no tuvo el impacto e idioma de otras versiones a cargo de maestros más idóneos (Kondrashin por ejemplo, por citar uno que hemos comentado hace poco), sin embargo, no pudo estar mejor tocada, lo mismo que la deliciosa suite del chaikovskiano Cascanueces. Las Danzas polovtsianas de Borodin estuvieron magníficamente expuestas, y la 1812 de Chaikovski provocó de nuevo el delirio entre el público. La inefable Danza del sable de Khachaturian no la habíamos oído nunca tocada con tal perfección, intensidad y brillo (nos vino al recuerdo la desternillante película de Billy Wilder Uno, Dos, Tres, en la que los tres funcionarios del Berlín Este y una rubia explosiva se corren una juerga con esta página acompañándoles de música de fondo). Soberbios los fragmentos del stravinskiano Pájaro de fuego. De nuevo espectacular filmación de Brian Large. 1994. Meining e n . Abbado (107 170, 86’). Después de P r a g a (1991), El Escorial (1992) y Londres (1993), el Concierto Europeo del 1 de mayo de la Filarmónica de Berlín tuvo lugar en Meiningen con su entonces director titular, Claudio Abbado, que acompañó a Daniel Barenboim como solista en el Emperador de Beethoven, y tocó la Segunda de Brahms en la segunda parte del concierto, un programa tradicional pero tan estupendamente tocado que poco importó que las dos obras citadas perteneciesen al repertorio más trillado. Los temperamentos opuestos de pianista y director facilitaron una lectura magnífica del Emperador, fogoso, cálido, matizado y perfectamente integrado en la orquesta el piano de Barenboim, y con la pro- verbial claridad analítica y transparencia la batuta de Abbado, que aglutinó sin problemas a todos en una memorable recreación de este Quinto Concierto beethoveniano. La Segunda de Brahms fue una traducción quizá más convencional, estupendamente tocada, faltaría más, pero con un punto de distancia expresiva que no siempre es adecuada para una página como ésta. A pesar de todos los pesares y en conjunto, un estupendo concierto que se recomienda especialmente por la página concertante. De nuevo, adecuada y perfecta la filmación de Brian Large. 1994. Tokio. Abbado (107 174, 97’). Este concierto dirigido por Claudio Abbado pertenece a una gira de la Filarmónica de Berlín por Japón, país en cuyo auditorio de la capital (Suntory Hall de Tokio) tocaron un programa convencional compuesto por obras de Musorgski, Stravinski y Chaikovski. La Noche en el monte pelado es aquí la versión original, cuyas aristas afiladas y áspera orquestación nada o casi nada tienen que ver con el suave y refinado arreglo de Rimski. La suite del Pájaro de fuego estuvo impecablemente tocada, y la Quinta de Chaikovski (aparte de ser una gran obra, quizá no al nivel que proclamaba Mravinski, que decía que “las dos mejores sinfonías de la historia eran las Quintas de Chaikovski y Shostakovich”) fue lo mejor de la velada, una intensa, unitaria, brillante, clara y sentida recreación en la que hasta el habitualmente cerebral Abbado se emociona y nos emociona en abundantes pasajes de la partitura (por ejemplo en el soberbio movimiento lento). Parece mentira que en una obra tan trillada se alcancen estas cotas de excelencia e interés. La filmación en este caso, correcta en líneas generales, fue hecha por el equipo de televisión de la NHK de Tokio. 1995. Florencia. Mehta (107 164, 87’). Aquí nos encontramos a Zubin Mehta en un raro programa cuya obra base era Petrushka, de Stravinski, muy bien tocada, con intervenciones de algunos instrumentistas realmente excepcionales pero con un lenguaje no excesivamente personal, un poco en plan rutina de lujo. Un movimiento del Primer Concierto de Paganini con Sarah Chang, las Variaciones Paganini de Blacher y la obertura Fidelio de Beethoven completaban el programa, más una propina compuesta por la Danza eslava nº 8 de Dvorák. Como se ve, un batiburrillo no especialmente afortunado en cuanto a programación. A destacar la sala donde se celebró el concierto, el Palazzo Vecchio de Florencia, de acústica fenomenal, más la acostumbrada competencia profesional de Brian Large en la filmación. En conjunto, de todas formas, sin demasiado interés a no ser que se sea seguidor incondicional de obras, orquesta o director. 1995. Waldbühne, Berlín. Rattle (107 173, 85’). Otro estupendo concierto al aire libre, en esta ocasión denominado American Night, con Simon Rattle de director y obras de Bernstein y Gershwin en atriles. Del primero se interpretaron la obertura de Candide y el Preludio, Fuga y Riffs, dos memorables recreaciones, impecables desde el punto de vista estilístico y de ejecución, hasta el extremo que parecía que una brillante orquesta americana era la que traducía estas obras. La popular Rhapsody in Blue, muy bien interpretada con conjunto reducido y Wayne Marshall de solista, dio paso a varios extensos fragmentos de Porgy and Bess con magníficas voces muy adecuadas para los diversos personajes de la obra (Willard White, Cynthia Haymon, Damon Evans, Cynthia Clarey, Marietta Simpson y Daniel Washington), una verdadera gozada para cualquiera que guste de esta excelente música (quizá la popular Summertime, demasiado lenta y refinada, careciese del estilo espontáneo y vital que caracteriza a esta página). Al final, el piano de Wayne Marshall y dos de las sopranos que habían actuado en los fragmentos de Porgy, ofrecieron dos cono- cidas canciones de Gershwin: Someone to watch over me y la popularísima I got rhythm (en esta última la voz interviniente no estaba del todo afinada). El ya popular Berliner Luft con Rattle y la orquesta, pusieron fin a esta atractiva convocatoria. Como siempre, excelentes filmaciones de Brian Large. 1996. San Petersburgo. Abbado (107 162, 90’). Concierto europeo de Abbado dirigiendo páginas de Prokofiev (fragmentos de Romeo y Julieta), la cavatina de Aleko de Rachmaninov acompañando a la impresionante voz de bajo de Anatoli Kotscherga, las dos Romanzas para violín de Beethoven con Kolja Blacher de solista, y la Séptima, también de Beethoven. De propina el Vals de las flores, del Cascanueces, de Chaikovski. Nada especial, salvo la cavatina de la ópera de Rachmaninov, recreada con impresionante fuerza expresiva por el citado Kotscherga y perfectamente acompañado por Abbado (que incluso aquí dirigió sin partitura). El resto, impecable y distante el Prokofiev; gélidas y rutinarias las dos Romanzas y demasiado aséptica y neutra la Séptima de Beethoven, aunque formidablemente tocada. No era la tarde de Abbado, obviamente, que dirigió todo tan perfecto y frío como poco inspirado, salvo la página operística de Rachmaninov. Muy adecuada y precisa la filmación de Large. 1997. Waldbühne, Berlín. Mehta (107 172, 97’). Otro concierto al aire libre que bajo el t í t u l o temático de St. Petersburg Night fue dedicado enteramente a la música rusa (salvo la propina que tocó Barenboim al piano, el Vals op. 64, nº 1, de Chopin). Zubin Mehta dirigió con pasión y contundencia, como en él es habitual, brillando especialmente en Glinka (la obertura de Ruslan y Ludmila), Musorgski (preludio de Khovanshchina, gopak de la Feria de Sorochinsk) y Rimski (Capricho español). Acompañó plausiblemente a Barenboim en el Primero de Chaikovski, ambos bien compenetrados, aunque ni uno ni otro nos ofreciese una lectura espe- 67 259-Pliego 5 20/12/10 18:29 Página 68 D D I SI CS O C O S S REEDICIONES 68 cialmente personal; dirigió también alguna pieza divertida, como el Vuelo del moscardón, y finalizó con propinas de Chaikovski (un vals de El lago de los cisnes) y Prokofiev (Muerte de Tibaldo del Romeo y Julieta). En nuestra opinión, un concierto brillante y efectivo como corresponde a todos los intervinientes en esta sesión, pero a la larga, rutinario y algo monótono, lo cual no deja de ser pecado de lesa música. Adecuada filmación de Bob Coles. 1997. Castillo de Versal l e s . Barenb o i m (107 161, 9 7 ’ ) . Barenboim dirigió este Concierto europeo de 1997 en el Teatro de la Ópera Real del Castillo de Versalles en París, con obras de Ravel (Le tombeau de Couperin), Mozart (Concierto nº 13, K. 415) y Beethoven (Heroica). Lo mejor, Mozart, sin duda, por su piano poético, expresivo y profundo, traducido de maravilla por el propio Barenboim, que dirigía también desde el teclado, aunque el sonido de la orquesta, natural y directo, no fuese todo lo refinado que sería de desear. Ravel fue algo convencional, estupendamente tocado pero sonaba algo retórico, académico y poco o nada idiomático, mientras que la Heroica, bien concebida y expuesta aunque algo neutra e impersonal, no pasó de ser una versión más de las muchas que se hacen en la actualidad. Por tanto, salvo Mozart, todo previsible, rutina de lujo a juicio del que suscribe, aunque evidentemente estamos ante un concierto que también tendrá su habitual y apasionado público. Buena filmación de Bob Coles. 1998. Waldbühne, Berlín. Barenb o i m (107 168, 119’). O t r o atractivo concierto al aire libre llamado en esta ocasión Latin American Night a cargo, no podía ser otro, de Daniel Barenboim. La tarde empezó con tres obras de repertorio: el Bolero de Ravel, la suite de Carmen y el Concierto de Aranjuez con John Williams de solista (se hace raro oír esta música tan familiar para un español con este lujo instrumental, aunque quizá la gracia y el idioma no eran los adecuados en esta velada). Pero a partir de aquí el espectador entra totalmente en otro universo musical, ya que los Berliner tocan arreglos de aires y danzas del país del director, Argentina, y es el propio Barenboim quien los presenta al público de manera informal y divertida (obviamente en alemán, pero tienen traducciones inglesa y francesa en el libreto). La noche transcurre con Barrios, Ginastera, Mangoré, Lecuona, Matos, Piazzolla y hasta Carlos Gardel (El día que me quieras, en un arreglo de José Carli), muy agradables, emotivas, convincentes y fenomenalmente tocadas. Un indiscutible triunfo del director, que consigue aquí su mejor DVD de los varios que protagoniza en esta serie de 15 que comentamos. 1998. Berlín. Abbado (107 167, 90’). Se trata de una gala en la Philharmonie de Berlín con Claudio Abbado dirigiendo un programa enteramente operístico que contó con buenos solistas (Christine Schäfer, Marcelo Álvarez, Simon Keenlyside y la veterana Mirella Freni, aquí en excelente forma a pesar de que contaba 63 años cuando se celebró este concierto). Las obras, oberturas, fragmentos y arias de Mozart, Verdi, Rossini, Bizet, Berlioz y Chaikovski hicieron las delicias del respetable, aunque hay que decir que Abbado empezó con su distancia expresiva acostumbrada (obertura de Las bodas de Fígaro), metiéndose más en harina a lo largo del concierto —no mucho, de todas formas, ya que, por ejemplo, el Brindis de La traviata que cerró la gala también fue de lo más desangelado—). Schäfer y Keenlyside estuvieron fenomenales en las arias y dúos de Bodas, Don Giovanni y Flauta. La misma soprano cantó fragmentos de Rigoletto con Álvarez bastante bien, aunque algo distanciada la voz femenina en el Caro Nome. Excelente Keenlyside en Eri tu, del Ballo in maschera, y fenomenal Freni en la escena de la carta del Onegin de Chaikovski, cantada en un ruso perfecto y con intención y expresividad extraordinarias, una auténtica lección de canto. Abbado acompañó muy bien a los cantantes, se lució mucho en algunas páginas (obertura de La gazza ladra de Rossini) y defraudó en otras (polonesa de Evgeni Onegin, alicaída y sin ninguna gracia), aunque, en conjunto, fue un recital muy atractivo que merece la pena conocerse. 1998. Berlín. Barenboim (107 175, 76’). Sin ningún motivo especial, salvo la invitación del titular de la Ópera para tocar en su sede, la Filarmónica se trasladó en esta ocasión a la Staatsoper unter den Linden ofreciendo un concierto dirigido por el patrón de la casa, Daniel Barenboim. En el programa, obras del XIX alemán: Octava de Beethoven, Pieza de concierto para cuatro trompas de Schumann, Los Preludios de Liszt y la Cabalgata de las walkyrias de Wagner. En la composición de Schumann, cuatro solistas espectaculares: Dale Clevenger, Stefan Dohr, Ignacio García y Georg Schreckenberger, eminentes virtuosos que tradujeron con brillo, idioma y convicción este concierto en tres movimientos. Barenboim estuvo como acostumbra, emotivo e idiomático en este caso, se ve que comulga con los pentagramas de Schumann. La Octava de Beethoven no fue nada especial. Sin embargo, en Los Preludios de Liszt, encontramos al mejor Barenboim, que consiguió una versión romántica, de acertado dramatismo, brillante y primorosamente tocada. En la propina, la Cabalgata wagneriana, se añadieron a la orquesta los cuatro solistas de la obra de Schumann. Un buen concierto, en suma, especialmente por las obras de Schumann y Liszt, indicado especialmente para seguidores del director. Excelente filmación de Bob Coles. 1999. Berlín. Abbado (107 166, 113’). Con el título de Grand Finale, este último concierto nos lleva al Silvesterkonzert de la Filarmónica de Berlín, el concierto de Noche Vieja que aquí contó con una serie de finales sinfónicos para conmemorar tanto el fin de 1999 como el fin de siglo. Vaya por delante que posiblemente sea el mejor DVD de los 15 que comentamos, donde la orquesta estuvo excelsa, de un poder y virtuosismo apabullantes, y su director, cálido, intenso, preciso y entregado, dejó aparcado y afortunadamente olvidado su gélido cartesianismo de otras ocasiones, firmando uno de sus mejores y más afortunados conciertos. En el programa, la orgía rítmica del último movimiento de la Séptima de Beethoven, el brillo e intensidad del mismo tiempo de la Octava de Dvorák, el virtuoso y efectista Rondó de la Quinta de Mahler, la sensualidad exaltada de la Danza general del raveliano Dafnis y Chloe (aquí interviniendo los magníficos coros de la Radio de Berlín y de Cámara RIAS), los impecablemente tocados tres últimos números del Pájaro de fuego de Stravinski, el efectista y emotivo finale del Alexander Nevski de Prokofiev, y también el Finale de los Gurrelieder de Schoenberg, con el actor Klaus Maria Brandauer como Sprecher (narrador). Posteriormente, uno de los trompas de la Filarmónica, Klaus Wallendorf, leyó una humorística alocución, ¿Qué hay después de Schoenberg?, en la que anunció un concierto de una media hora de duración dedicado a los compositores berlineses de música ligera (Nicolai, Translateur, Fischer, Kollo y Lincke). En la última pieza, el ya familiar Berliner Luft de Lincke, Abbado dejó el podio, la orquesta tocó sola y el elegante público no tuvo ningún reparo en meterse los dedos en la boca y silbar acompañando la pieza, como si en vez de la Philharmonie fuese el más informal Waldbühne el sitio donde se tocaba el concierto. Fenomenal filmación de Hans Hulscher. Por tanto, y resumiendo, el último concierto comentado es el favorito del firmante, además del de Japón de 1994 y la Gala en Berlín de 1998, ambos también con Abbado, sin olvidarnos de la American Night con Simon Rattle y posiblemente también la Latin American Night con Barenboim. Del resto, siempre con cosas de mucho interés, léase lo que antecede. Enrique Pérez Adrián 259-Pliego 5 20/12/10 18:29 Página 69 D D I SI CS O C O S S REEDICIONES Philippe Herreweghe EL MÁS IMPORTANTE BACHIANO VIVO E l binomio Philippe Herreweghe-Bach ha dado a los aficionados al Barroco algunas de las grabaciones más deslumbrantes de los últimos 25 años. Con la excusa del 40 aniversario de la fundación del Collegium Vocale de Gante, Harmonia Mundi, el sello que ha recogido la inmensa mayoría de estas producciones, ha iniciado la publicación de una edición en la que se recopila la mayor parte de este material, absolutamente crucial para entender el desarrollo de la interpretación bachiana en nuestro tiempo. Se trata de álbumes triples estupendamente editados en formato libro-disco, que se venden a precio medio y de los cuales cuatro han sido puestos ya a la venta. El recorrido de estos cuatro trabajos es cronológicamente amplio, pues se recoge uno de los más antiguos registros bachianos del maestro belga (el de los Motetes, de 1985) junto a otros realizados en los dos primeros años del siglo en curso. El volumen que incluye los motetes (referencia H M L 5908366. 68) está dedicado también a la segunda grabación que Herreweghe hacía de la Misa en si menor (1996; la primera, tomada en 1988, había sido publicada por Virgin). Hay en esta segunda versión, cuya grabación no es todo lo nítida que sería deseable, un punto más de excitación y de brillo que en la de Virgin, excelente por su hondura y su rigor, bien representativa del primer estilo de acercamiento a Bach del director de Gante, muy preocupado por la transparencia y por la claridad, pero también por conservar un punto de monumentalidad que lo llevaba al uso de tempi lentos y de líneas un punto pesantes. Poco a poco, las articulaciones de Herreweghe se harían más ágiles, los tempi más ligeros, las líneas más leves. Pero la Misa de 1996 conserva aún, pese a la mayor intensidad de contrastes de dinámicas y a una tímbrica instrumental algo más punzante, el sentido majestuoso y extasiante de la antigua, con un magnífico equilibrio entre empaste y claridad coral y un notable énfasis sobre los detalles de retórica. La descripción puede aplicarse a los Motetes, que son algo más austeros, pero de una intensidad emotiva y una expresividad igual de honda y arrebatada. E l álbum H M L 5908372. 74 recoge las cantatas para bajo cantadas por Peter Kooy (1991), las de contralto con Andreas Scholl de solista (1997) y el único CD no bachiano de la colección, un trabajo dedicado a cantatas de compositores alemanes anteriores a Bach (Tunder, Kuhnau, Bruhns, Graupner) que fue registrado en 1999. Aquí se aprecia con claridad el paso de un estilo interpretativo que privilegia un sonido más envolvente, carnoso y meditativo a otro más suelto, ágil y ligero. La muy emotiva Ich habe genung es un logro en la versión de Peter Kooy por su exquisito equilibrio entre retórica y musicalidad. El trabajo de un aristocrático Andreas Scholl resulta un punto frío en el juego de tensiones, densidades y equilibrios que gustan a Herreweghe, pero eso da a su disco un interés muy especial por el contraste entre una visión más oscura y honda y otra más centrada en la pura belleza del sonido. En el CD de cantatas prebachianas luce la luminosidad italianizante de las obras de Tunder y una voluntad clara de agilizar las líneas y aligerar las texturas, que afecta tanto a las partes corales como al acompañamiento instrumental. Pero donde ese cambio de paradigma estilístico mejor se aprecia es en la comparación entre las dos versiones del Magnificat que se publican en el álbum con referencia HML 5908360.62, la versión en re mayor grabada en 1990 y la escrita en mi bemol mayor en el año 2002. La primera se completa con la cantata BWV 80 y la segunda con la BWV 63. El tercer disco del álbum recoge las cantatas BWV 8, 125 y 138, que fueron registradas en 1998. El carácter exultante del Magnificat había sido ya bien atrapado en la grabación de 1990, pero en la del año 2002 los tempi son más rápidos, el coro se ha aligerado (aunque mínimamente, de 21 a 17 voces) la brillantez instrumental resuena con más potencia y nitidez y los contrastes resultan más contundentes. Son opciones algo distintas, acaso un punto más caótica la segunda, pese a que las interpolaciones navideñas imponen cierta adusta ternura, y perfectamente complementarias. Extraordinarios, casi inmejorables, los solistas de 1990 (Mellon, Lesne, Crook, Kooy), muy especialmente el formidable tenor americano (el dúo con Lesne es de altísimo voltaje), aunque en el registro de 2002 se cuenta también con una soberbia Sampson (cristalino y encantador Quia respexit), mientras que, siendo notable, el resto del elenco (Danz, Padmore, Noack) queda algo por debajo del de doce años atrás. Más que complementos, BWV 80 y BWV 63 son piezas capitales del arte bachiano que nos revelan al Herreweghe cuidadoso con los detalles (el acompañamiento al dúo de soprano y bajo de la BWV 63 con un Marcel Ponseele glorioso en el oboe es de una delicadeza suprema) pero capaz a la vez de mostrar los aspectos más gozosos de los grandes coros acompañados por trompetas y timbales. Se ha insistido a veces en la general austeridad herreweghiana (más palpable en sus grabaciones más antiguas) como un punto en contra de su trabajo, pero yo encuentro en ella una especial conexión con el espíritu de Bach, pues la sobriedad del estilo del gran maestro belga busca siempre la claridad del contrapunto, el equilibrio y la conjunción de las partes (esos unísonos entre violines primeros y las sopranos del coro), todo ello iluminado por un cuidado exquisito por los detalles tímbricos (muy apreciable en la participación de los instrumentos obligados y la sutileza del continuo que los sigue) y por la retórica que ponen en valor tanto los aspectos más superficiales como los más hondos de la música bachiana. Todo ello es bien apreciable tanto en el disco de cantatas que completa el álbum del Magnificat como en el aparecido con la referencia HML 5908369.71 que reúne cantatas de Adviento y Navidad (BWV 122, 110 y 57 de 1 9 9 5 ; BWV 36, 61 y 62 de 1996; BWV 91, 121 y 133 de 2001). Acaso no valga la pena incidir, por conocido, en el excelente trabajo del Collegium Vocale de Gante ni insistir en la especial comunión que el concepto de Herreweghe alcanza con esta música tan llena de matices que casi podría describirse número por número. Hay por supuesto otras opciones de gran calado en torno a la música grabada del Cantor (de Koopman a Gardiner pasando por Suzuki o Kuijken), pero en opinión del abajo firmante Philippe Herreweghe puede ser considerado sin exageración la figura más destacada de la interpretación bachiana de nuestro tiempo. Pablo J. Vayón www.hmtienda.es la tienda on-line de harmonia mundi ibérica 69 259-DISCOS 21/12/10 11:47 Página 70 D D I SI CS O C O S S CRÍTICAS de la A a la Z DISCOS BACH-BROUWER BACH: BACH: El arte de la fuga BWV 1080. BERNARD FOCCROULLE, órgano. Cantatas BWV 11, 44, 86 y 108. SIRI THORNHILL, soprano; PETRA NOSKAIOVÁ, mezzosoprano; CHRISTOPH GENZ, tenor; JAN VAN DER CRABBEN, bajo. LA PETITE BANDE. Director: SIGISWALD KUIJKEN. 2 CD RICERCARE RIC 303 (Diverdi). 2010. 96’. N PN Hablar de un monumento musical como El arte de la fuga como complemento se hace raro a no ser que nos refiramos a la producción de Johann Sebastian Bach, que dedicó los diez últimos de su vida a retocarla y aun así la dejó incompleta. No si estamos pensando en la reciente estupenda integral de música para órgano del Cantor de Santo Tomás grabada por Bernard Foccroulle (vid. SCHERZO, nº 250, pág. 78). Para su nuevo trabajo, el organista francés (Lieja, 1953) no se ha sentado ante ninguno de los catorce órganos utilizados en el anterior, sino que ha preferido el instalado en el Temple du Bouclier de Estrasburgo, el cual ofrece una paleta cromática que se antoja próxima a lo infinito. Con ser impresionante, aquí como allí lo que más emociona no es sin embargo la riqueza de sonidos que se oyen, sino la capacidad del intérprete para ahondar en las más intrincadas complejidades contrapuntísticas y hacerlas salir a flote con meridiana claridad. Desde luego que también le ayuda la precisión de unas tomas si acaso un punto demasiado secas, pero en cualquier caso son sobre todo los dedos de las manos y los pies los que por encima de cualquier otra consideración elevan de nuevo al máximo el calor de la recomendación. Alfredo Brotons Muñoz ACCENT ACC 25310 (Diverdi). 2008. 74’. DDD. N PN E l décimo volumen de los veinte que compondrán el proyecto discográfico de Sigiswald Kuijken de grabar entre 2006 y 2011 una cantata de Bach por cada domingo o festividad del año litúrgico cristiano sigue la decepcionante tónica marcada por los anteriores. La idea rifkiniana de un músico por línea será todo lo fidedigna a la historia que se quiera, pero si en su aplicación práctica no se superan unos mínimos de calidad técnica y calidez expresiva, mejor quedarse con lo que el Cantor quizá pensó antes que con lo que realmente hizo. Sin excepción, en las cuatro muestras reunidas en este disco los motivos para la objeción son mucho más graves y numerosos que los aciertos. Entre éstos, cabe mencionar los juiciosos ritmos del arioso y el aria con que comienza la BWV 86, la relativa grandiosidad con que, pese a los escasos efectivos empleados, arranca el Oratorio de la Ascensión (BWV 11), o el buen solo de violín con que, pese a su sonido algo pobre, Kuijken acompaña al tenor en la BWV 108. En ese platillo no hay más. En el otro, lo que más y en primer lugar llama la atención es el bajo nivel de competencia material y compromiso emocional de que dan muestra los cuatro solistas. Nada más empezar (pista 4), el coro de la BWV 108 da pretexto para un galimatías agravado por los cacareos de una soprano cuya voz tan delgada como pobre aún habrá de arruinar su aria de la BWV 11 antes de recuperarse un tanto en la de la BWV 44. La contralto, dotada de un material cualquier cosa menos brillante, resulta absolutamente anodina por la forma en que lo maneja. El tenor no está tan mal, pero tampoco bien, y su color mezcla mal (en el dúo con que se inicia la BWV 44) con el de un bajo que en solitario no gusta más. En cuanto a la parte instrumental, cuando mejor no se pasa de una discreta corrección a la que, por supuesto, no llega en el comienzo de la BWV 44 una pareja de oboes por momentos con serias dificultades para mantener la tensión sonora. Casi huelga decir que la dirección de Kuijken también parece inexistente. Por sólo citar una de las varias integrales en curso que ya han pasado por estas cuatro obras, Masaako Suzuki desde luego ofrece más grandiosidad no sólo cuantitativa, sino cualitativa, en todos los respectos. Alfredo Brotons Muñoz N. BERG: Reverenza. Suite de “Los pretendientes de la duquesa”. Sinfonía nº 3 “Fuerzas”. SINFÓNICA DE NORRKÖPING. Director: ARI RASILAINEN. CPO 777 325-2 (Diverdi). 2006. 53’. DDD. N PN S egundo volumen de la obra orquestal de un compositor sueco enamorado de la luz y ligereza mediterráneas, Natanael Berg (1879-1957). De ahí una música que huye del pathos posromántico tanto como de las brumas nórdicas para reivindicar la creatividad, el hedonismo, las ganas de disfrutar de la escucha. Y al menos la mitad de este disco es un claro ejemplo de ello. TIPO DE GRABACIÓN DISCOGRÁFICA N H R Novedad absoluta que nunca antes fue editada en disco o cualquier otro soporte de audio o vídeo Es una novedad pero se trata de una grabación histórica, que generalmente ha sido tomada de un concierto en vivo o procede de archivos de radio Se trata de grabaciones que ya han estado disponibles en el mercado internacional en algún tipo desoporte de audio o de vídeo: 78 r. p. m., vinilo, disco compacto, vídeo o disco video digital PRECIO DE VENTA AL PÚBLICO DEL DISCO PN Precio normal: cuando el disco cuesta más de 15 € PM Precio medio: el disco cuesta entre 7,35 y 15 € PE Precio económico: el precio es menor de 7,35 € 70 259-DISCOS 21/12/10 11:47 Página 71 D D I SI CS O C O S S BACH-BROUWER Empezando por Reverenza (1949), página de circunstancias escrita para homenajear al director de orquesta Armas Järnefelt por su 80 aniversario y que destaca por su luminosidad y plenitud sonora, y acabando con el ballet Los pretendientes de la duquesa (1922), ambientado en una España alegre y de pandereta en la que tienen cabida todos los tópicos musicales posibles. La suite incluye una danza de gitanos, una sevillana, una polonesa y una tarantela, y si se escucha sin prejuicios llega a tener su gracia, sobre todo por la brillantez de la paleta orquestal de Berg. La ligereza y superficialidad de esta obra desaparece en la Sinfonía nº 3 “Fuerzas”, una partitura de compleja gestación, cuyo primer movimiento se estrenó en 1918 como poema sinfónico, tras lo cual el compositor decidió añadir un segundo que sólo acabó veinte años más tarde. El título describe “las fuerzas —el hombre y la mujer—, no en su relación entre ellos, sino en tanto que actores individuales de su propia existencia”, según señala Berg en el programa. Se trata, pues, de una obra de componente filosófico, tratado con una pujanza straussiana. Como ya había hecho en el primer volumen de esta serie, Ari Rasilainen se vuelca en traducirnos esta música con verdadera pasión. Paul Lewis, Jirí Belohlávek UNA INTEGRAL REDONDA BEETHOVEN: Conciertos para piano y orquesta. PAUL LEWIS, piano. SINFÓNICA DE LA BBC. Director: JIRÍ BELOHLÁVEK. 3 CD HARMONIA MUNDI HMC 902053.55. 2009. 176’. DDD. N PN E ntre las integrales más o menos recientes de los conciertos para piano y orquesta de Beethoven — exceptuando como siempre la transcripción del de violín— destaca por derecho propio la de Rattle y Brendel (DG). Ahora nos llega otra de gran nivel de la mano de un pianista influenciado y/o aleccionado por Brendel y de un director siempre interesante al frente de una orquesta extraordinaria de la que es titular desde 2006. Lewis ya ha dado cuenta últimamente de su afecto por Beethoven al interpretar la integral de sus sonatas, BROUWER: Fuga nº 1. Elogio de la danza. Nuevos estudios sencillos. Canticum. Un día de noviembre. Sonata. An Idea. ARTIOM DERVOED, guitarra. AUTOR SA01693. 2009. 50’. DDD. N PN El ruso Artiom Dervoed es uno de los guitarristas jóvenes que están destacando en el panorama internacional. Su talento está reconocido y avalado por multitud de premios y distinciones, la crítica muestra a menudo entusiasmo y su carrera discográfica está empezando con paso firme y a él se deben propuestas de interés, como un reciente compacto de Naxos con música para guitarra de compositores rusos que —sorpréndanse— ha sido uno de los diez más vendidos del sello. Con ocasión de la concesión del premio del XVIII Concurso Internacional de Guitarra Infanta Cristina (2009) y como homenaje a Brouwer por sus setenta años aparece este ridad textural extraordinaria, como es el caso del Rondó del Concierto nº 3, con una mano izquierda acaso gouldiana pero en general de una expresividad que bebe de la gran tradición al tiempo que no descuida lo saludable que puede ser dejarse influir por el historicismo, algo extensible a la batuta, a veces, como Lewis, casi haydniana e incluso mozartiana. Josep Pascual Nikolaus Harnoncourt DOLOR Y CONSUELO BRAHMS: Un Juan Carlos Moreno cuya grabación ha sido receptora de elogios merecidos. Junto a Belohlávek nos ofrece un Beethoven clásico y romántico, justo en el lugar que le corresponde, coherente con una concepción bien informada de su música y estilo, sin soluciones arcaizantes ni excesos subjetivos. No es un Beethoven “de los de antes” sino muy de nuestro tiempo, como el de Brendel y Rattle. Aunque sólo fuera por su versión del Emperador —y muy especialmente por ese maravilloso y sereno Adagio un poco mosso que suena como debe sonar, un poco mosso sin dejar de ser adagio, y adagio sin ser más mosso de lo que debiera— ya deberíamos recomendarlo encarecidamente, pero es que es una integral realmente redonda. El tiempo, sin duda, hablará a favor de ella. Hay momentos de una cla- réquiem alemán op. 45. GENIA KÜHMEIER, soprano; THOMAS HAMPSON, barítono: CORO ARNOLD SCHOENBERG. FILARMÓNICA DE VIENA. Director: NIKOLAUS HARNONCOURT. RCA Red Seal 88697720662 (SonyBMG). 2007. 72’. DDD. N PN C omo era de esperar, Harnoncourt ofrece una lectura distinta de todas las demás, de tempi que tienden a una cierta morosidad —la curiosa tendencia, digna de estudio, de no pocos directores según envejecen y que probablemente se deba a más de una causa—, elección que va convenciendo al oyente por la indudable tensión interior, intensidad lírica y sentido de coherencia de la versión. El Selig sind inicial surge desde la oscuridad, doliente y tierno, con un susurro del Arnold Schoenberg, sensacional a lo largo de toda la obra. Luego, el fundador del Concentus Musicus aplica al movimiento un tratamiento flexible y contrastante, especialmente cuidoso de las dinámicas. El Denn alles Fleisch se revela como una auténtica marcha fúnebre, obsesiva y fatídica hasta lo opresivo; en la segunda sección, cuerdas y metales de la Filarmónica de Viena tienen ocasión de rendir a su más alto nivel de excelencia. Magnífico Hampson en la exclamación Herr, lehre doch mich, donde se aprecia tal vez alguna resonancia de la intervención de Fischer-Dieskau —más impresionante que el norteamericano aquí— con Klemperer. Le responde el coro con una sensibilidad exquisita y Harnoncourt extrae de la orquesta una respuesta de enorme carga dramática. Tras el Wie lieblich, transido de musicalidad, Kühmeier —de timbre posiblemente no muy hermoso— logra ascender hasta la inmaterialidad y expresa toda la tristeza que Brahms recogió en este número como recuerdo de su madre muerta. Un maravilloso pianísimo da comienzo al Denn wir haben hier inmediato, donde nuevamente Hampson está soberbio con el tono admonitorio que crea. Los pp de la cuerda, las maderas en primer plano, la fuerza refrenada pero presente y la admirable transparencia otorgan al pasaje una dimensión especial, que se transmite a la fuga, resuelta otra vez sin acelerar el tempo. Con el Selig sind final se cierra el círculo del consuelo. Una versión que rezuma sabiduría hasta la incorpórea extinción final del sonido. Enrique Martínez Miura www.scherzo.es 71 259-DISCOS 21/12/10 11:47 Página 72 D D I SI CS O C O S S BROUWER-FRESCOBALDI magnífico disco, cuya edición era parte del premio. Tenemos aquí música del maestro cubano de entre 1959 y 2001. Encontramos en esta música colorido, lirismo, apuntes neoclásicos y tendencias vanguardistas, y a veces, aunque no siempre, un poco de esto y de aquello en la misma obra. así es la música de Brouwer, heterogénea y atractiva, y en ella cabe toda la sencillez de una canción, caso de la encantadora Un día de noviembre, como los homenajes a diez compositores distintos en los Nueve estudios sencillos, y mucho más. Dervoed puede con todo esto y probablemente con todo lo que se proponga. Su técnica es impecable y se pone al servicio de aquello que interpreta, aportando su musicalidad y su versatilidad. Josep Pascual CATOIRE: Sonata para violín y piano nº 1. Poema para violín y piano (Sonata nº 2). Elegía para violín y piano. Romanza para violín y piano. LAURENT ALBRECHT BREUNINGER, violín; ANNA ZASSIMOVA, piano. Alice Sara Ott, Thomas Hengelbrock SACAR PETRÓLEO CHAIKOVSKI: Concierto para piano nº 1 en si bemol menor op. 23. LISZT: Concierto para piano nº 1 en mi bemol mayor S. 124. ALICE SARA OTT, piano. FILARMÓNICA DE MÚNICH. Director: THOMAS HENGELBROCK. DEUTSCHE GRAMMOPHON 4778779 (Universal). 2009-2010. 55’. DDD. N PN Magnífico disco cuyo elogio debe recoger varios flancos: la estupenda e inspirada ejecución de la solista, el interés de Hengelbrock por participar con un acompañamiento creativo y dúctil, la riqueza e inquietud tímbrica de la prestación orquestal y, finalmente, el detallismo de unas tomas sonoras que ajustan el equilibrio entre el piano y la orquesta, tanto en estudio como en concierto — Chaikovski. Empezando por ese celebérrimo Op. 23, Ott exhibe una sobresaliente capacidad para aunar técnica y musicalidad. Sorprende muy gratamente la flexibilidad con la que, tanto ella como la orquesta, abordan el fraseo de esa introducción que hemos escuchado mil veces y que, sin embargo, pocas tocada de esa manera. El lirismo sutil con el que plantea cada frase, la delicadeza de cada final de ligadura y, sobre todo, el permitirse todas las pequeñas libertades que se concede sin caer en el amaneramiento son rasgos que hacía tiempo no escuchábamos puestos en juego con tal naturalidad. Cierto es que, según van avanzando los compases del primer movimiento, se pierde parte de esa magia inicial a favor de un enfoque más puramente técnico. En ese sentido, el mecanismo de la joven es excelente, salvando alguna incomprensible omisión inicial. El segundo movimiento es, si cabe, más sorprendente por cuanto se saca petróleo expresivo del segmento menos jugoso de la obra. La conclusión goza de una lozanía expresiva rítmicamente vibrante y teñida de pinceladas poéticas que levantan el aplauso. Liszt viene adornado por virtudes semejantes. Su flexibilidad —eso a lo que erróneamente se suele llamar rubato— es aún mayor, llegando a convertirse en una constante que permitirá a la obra respirar y desarrollarse con libertad. Es, sin duda, su mayor atractivo, por encima incluso de la gran claridad articulatoria conseguida. Juan García-Rico CPO 777 378-2 (Diverdi). 2008. 66’. DDD. N PN Si 72 de Sergei Rachmaninov se dice que fue un músico de otra época, ¿qué decir entonces de Georgy Catoire? Pues lo mismo, pero en plan todavía más exagerado. Nacido en 1861 en Moscú, en el seno de una aristocrática familia oriunda de Francia, él mismo se consideraba un conservador, a tal extremo que incluso se negó a servir de traductor a Darius Milhaud cuando éste visitó la Unión Soviética para no tener así que soportar ver su nombre asociado, ni que fuera remotamente, a un estilo y una estética en las antípodas de sus gustos e ideas. Ni que decir tiene que las obras de Prokofiev, Stravinski y la Segunda Escuela de Viena le resultaban aborrecibles… El suyo era el mundo del romanticismo a lo Chaikovski, su gran ídolo y uno de los primeros en advertir el extraordinario talento musical de Catoire. Sin embargo, estamos lejos de encontrarnos con un epígono. Romántico sí, sin duda, pero con un estilo propio que ahonda las cualidades líricas del creador de Cascanueces añadiéndoles unas pinceladas de impresionismo francés y una escritura rítmica singu- lar y caprichosa para los cánones de finales del siglo XIX y principios del XX, como puede apreciarse en la Sonata para violín y piano nº 1 (1898-1904). Pero es el Poema op. 20 (1906), que Catoire consideraba su segunda sonata, la verdadera joya de este disco. La estructura en un único movimiento de aliento rapsódico, el uso de tonalidades muy alejadas entre sí, la inestabilidad rítmica, los cambios frecuentes de tempo… Todo ello hace que esta partitura respire libertad de la primera a la última nota. Si a ello se añade el refinamiento sonoro y un melodismo elegíaco y otoñal tendremos una obra tan bella como sorprendente, romántica en el sentido de que la expresión es prioritaria en ella, pero en absoluto servil a un modelo dado. Los intérpretes le hacen total justicia. Un disco, pues, que vale mucho la pena. Juan Carlos Moreno CHOPIN: Concierto para piano nº 1. Fantasía sobre temas polacos. Krakowiak. ELDAR NEBOLSIN, piano. FILARMÓNICA DE VARSOVIA. Director: ANTONI WIT. NAXOS 8.572335 (Ferysa). 2009. 68’. DDD. N PE Concierto para piano nº 2. Variaciones sobre “Là ci darem la mano”. Andante spianato y gran polonesa brillante. ELDAR NEBOLSIN, piano. FILARMÓNICA DE VARSOVIA. Director: ANTONI WIT. NAXOS 8.572336 (Ferysa). 2009. 68’. DDD. N PE C uando Eldar Nebolsin era una promesa que apuntaba muy alto, Decca confió en él para grabar las obras concertantes de Chopin en una versión dirigida por un chopiniano de pro como Vladimir Ashkenazi. En concreto, el disco resultante recogía el Concierto para piano nº 1, el Andante spianato y gran polonesa brillante y las Variaciones sobre “Là ci darem la mano” del Don Giovanni mozartiano. No obstante, parece ser que la empresa no llegó a buen puerto, pues lo que podía haber sido una integral se quedó en un único disco de presentación. Fichado años después por Naxos, la celebración del año Chopin le ha brindado al ruso la oportunidad de sacarse la posible espina clavada de entonces grabando, ahora sí, la totalidad de las obras concertantes de Chopin. Y para asegurar el color eslavo y polaco, lo ha hecho al lado del normalmente interesante Antoni Wit y la Filarmónica de Varsovia. Una elección que en principio podría parecer adecuada, pero que acaba convirtiéndose en el principal reparo de esta grabación. Porque el buen director polaco, que tan excelentes discos de Lutoslawski, Penderecki o Szymanowski ha dejado en este sello, aquí sencillamente da la sensación de que se aburre. Bien es cierto que la parte orquestal no es de aquellas que hagan lanzar exclamaciones de entusiasmo, pero da más de sí de lo que aquí parece. Y si no, que se lo digan a otro polaco, Stanislaw Skrowaczewski, quien hace unos años grabó con la pianista Ewa Kupiec una vibrante versión para Oehms Classics… Aquí, en cambio, todo es más rutinario y previsible. Una lástima, porque Nebolsin se vuelca, ataca estos pentagramas con intención de revelar toda su riqueza y brillantez, aunque en ocasiones se exceda de tanto recrearse y buscar el preciosismo. Pero hay veces en que vale más pasarse que no llegar. En todo caso, versiones de los conciertos hay las que se quieran y más, mien- 259-DISCOS 21/12/10 14:26 Página 73 D D I SI CS O C O S S BROUWER-FRESCOBALDI tras que de las otras obras concertantes no hay tantísimas, por lo que, y dado su buen precio, ésta es una referencia que se puede tener en cuenta. Juan Carlos Moreno DILLON: Philomela. ANU KOMSI, SUSAN NARUCKI, sopranos; LIONEL PEINTRE, barítono. REMIX ENSEMBLE DE OPORTO. Director: JURJEN HEMPEL. 2 CD AEON AECD 0986 (Diverdi). 2006. 92’. DDD. N PN A parentemente no hay nada nuevo en esta incursión de James Dillon (n. 1950) por el género del teatro musical, pues los gestos puntillistas y de detallismo sonoro están más que presentes en Philomela (2002-2004), pero a lo largo de la escucha de esta aproximación a las Metamorfosis de Ovidio y al mundo de las tragedias de Sófocles, se aprecia una puesta en valor de ciertas características afines al autor británico que brillan especialmente en Philomela, como si la ocasión de disponer de un grupo instrumental de mayor vuelo que los habituales a los que recurre el músico pudiera facilitarle una especial expansión de su idea del timbre. El Remix Ensemble de Oporto es un conjunto en expansión que estaba pidiendo a gritos una buena aparición en la fonografía, y Dillon sabe aprovechar sus cualidades en el tratamiento de un material que, si bien no se despega en lo fundamental de las reglas del drama, sí sabe dotarlo de una continuidad de tipo melódico de la que Dillon es particularmente defensor desde hace un par de décadas. Por momentos, Dillon se destaca del grueso de partituras para el teatro que se estrenan en Gran Bretaña, dominadas por un canto muy expresionista y un tratamiento orquestal crispado, para serenar su paleta y dejar que el discurso se airee al mezclar sabiamente los timbres de voces e instrumentos hasta hacerlos, en ocasiones, difícilmente distinguibles (el trabajo en la parte de Electrónica musical, a cargo de Carl Faia, es notable en este sentido). Se consigue así una pasta sonora que funciona muy bien, que hace atractiva la escucha, sin estar el receptor apabullado por una sobreabundancia de materiales (Birtwistle, Barrett) que no siempre van en el camino deseado. Al lado, por ejemplo, de la reciente ópera de Ferneyhough (la malograda Shadow time), esta Philomela es mucho más contundente, precisamente por la interesante simplificación del lenguaje, donde Dillon se ha convertido ya en un maestro. Hay momentos de la obra en los que las sonoridades emitidas por el excelente grupo de Oporto remiten a una estética afín a la de los años 70 en Gran Bretaña, en donde las nuevas generaciones de instrumentistas gustaban de mezclar el legado del puntillismo de raíz weberniana con un fuerte sentido de la improvisación, de manera que se obtenía algo parecido a lo que aspira aquí Dillon, que la ocasional inserción ruidista no empañe nunca un elocuente afán por el mantenimiento de la línea melódica. Francisco Ramos FRESCOBALDI: Il regno d’amore. MARIANA FLORES, soprano. ENSEMBLE CLEMATIS. Clave, órgano y director: LEONARDO GARCÍAALARCÓN. RICERCAR RIC300 (Diverdi). 2009. 61’. DDD. N PN Un precioso disco que se ocupa de reflejar el arte compositivo vocal de Frescobaldi durante los seis años que pasó en Florencia al servicio del Gran Duque de Toscana Fernando II, utilizando obras extraídas de los dos libros de Arie musicali per cantarsi que publicó allí en 1630 dedicados a su protector. Un par de años antes, le había dedicado su libro de Canzoni per sonare con ogni sorte d’instromenti y sin duda fue la influencia del Medici lo que permitió la concesión de un tan largo permiso al que era organista de San Pedro del Vaticano y lo siguió siendo hasta su muerte. Diez obras de las Arie con intercalaciones de ocho Canzoni instrumentales son las integrantes de la selección llevada a cabo por el teclista Eduardo García-Alarcón y su Ensemble Clematis, que ya han ofrecido en disco otros muy buenos ejemplos de su capacidad y conocimiento de la música de esta época. Colabora con ellos en esta ocasión la soprano argentina Mariana Flores en el que parece ser su debut discográfico, cuya voz cálida, flexible y expresiva no desmerece para nada de la del acreditado conjunto instrumental. Correcto el título del disco. Canciones de amor son todas las interpretadas, incluidos los dos 73 259-DISCOS 21/12/10 11:47 Página 74 D D I SI CS O C O S S FRESCOBALDI-MACMILLAN sonetos espirituales Maddalena alla croce y Ohimé che fur, aunque cantados de forma muy diferente que la sonriente Se l’aura spira, la melancólica Ti lascio, anima mia o la por el título tan monteverdiana Vanne, o carta amorosa. Una magnífica muestra del Frescobaldi menos atendido por los intérpretes y las editoras de discos, mucho más centradas, lógicamente, en su obra para teclado. La grabación también es de gran calidad y todo ello hace de este disco un producto altamente recomendable. José Luis Fernández GADE: Sonatas para violín y piano. SCHUMANN: Nordisches Lied del Álbum de la juventud. THOMAS ALBERTUS IRNBERGER, violín; EDOARDO TORBIANELLI, piano. GRAMOLA 98867 (Diverdi). 2009. 63’. DDD. N PN 74 P aradigma del conservad u r i s m o romántico en su Dinamarca natal, respetado y criticado a partes casi iguales por ilustres colegas de su país como Nielsen, Gade representa en su música aquello que se propuso: ser una especie de Schumann o Mendelssohn nórdico sin que su música dejara de ser alemana del todo. No es que Schumann y Mendelssohn fueran lo mismo, pero representaban una concepción —o dos— del romanticismo que derivó en el brahmsiano clasicismo romántico. Los que mejor o peor tocamos el piano, cuando éramos niños tocábamos el célebre Álbum de la juventud de Schumann —y algunos seguimos haciéndolo por puro placer. En él hay una Canción del norte dedicada a Gade cuya melodía empieza con las notas sol-la-re-mi (G-AD-E), y esa pieza se nos ofrece en este disco a modo de intermezzo entre las dos últimas sonatas de las tres que Gade compuso para violín y piano. Tres sonatas muy poco habituales y con momentos realmente hermosos que merecen una reivindicación seria y a la vez entusiasta como la que nos brindan aquí Irnberger y Torbianelli, este último, por cierto, sirviéndose de un piano de la época —un Schweighofer de 1846— de bellísimo y evocador sonido. Además, estos dos intérpretes abordan las obras con mesura y elegancia haciendo que suenen genuinamente románticas con un saludable punto clásico muy adecuado, Steffen Schleiermacher GLASS, VISTO POR SCHLEIERMACHER GLASS: Music in similar motion, How now. Music in fifths. STEFFEN SCHLEIERMACHER, piano. MDG 613 1600-2 (Diverdi). 2008. 68’. DDD. N PN No es la primera vez que Steffen Schleiermacher aborda el legado minimalista. Al mismo Philip Glass (n. 1937) le había dedicado ya dos grabaciones con piezas no demasiado difundidas y es ahora cuando el pianista alemán aborda obras verdaderamente representativas del músico norteamericano. Lo interesante del proyecto estriba en la opción que toma Schleiermacher de interpretar piezas que siempre hemos identificado con el sonido del Philip Glass Ensemble, como son Music in similar motion y Music in fifths, compuestas en 1969 y convertidas en clásicos de la vertiente repetitiva. Aunque en las partituras originales se especifica que pueden ser tocadas tanto por un conjunto como por un pianista, el caso es que estas piezas han estado siempre ligadas al repertorio de los grupos instrumentales. En este caso, la versión de referencia es, naturalmente, la que el propio Philip Glass Ensemble grabara en 1971 para la firma Chatham, registro que en 1994 a veces con el empuje y encendido lirismo de Schumann y otras con la exquisitez de Mendelssohn, que es como debe ser. Josep Pascual GRÉTRY: Céphale et Procris. PIERRE-YVES PRUVOT (Céphale), KATIA VALLÉTAZ (Procris), BÉNÉDICTE TAURAN (Aurore), ISABELLE CALS (Palès/La Jalousie), AURÉLIE FRANCK (Flore). CORO DE CÁMARA DE NAMUR. LES AGRÉMENS. Director: GUY VAN WAAS. 2 CD RICERCAR RIC 302 (Diverdi). 2010. 149’. DDD. N PN No se puede decir que la ópera francesa, tan floreciente con sus diversos subg é n e r o s durante los largos reinados de Luis XIV y Luis XV goce en España de mucho predicamento. Si reeditaría Nonesuch. Lo significativo de la versión del Ensemble lo daba la especial sonoridad lograda por el ingeniero Kurt Munkacsi, muy apegado al Glass de esos años de experimentación. Munkacsi, con la aportación de los saxofones de Gibson y Landry, conseguía una plasticidad sonora que, con los años, se ha convertido en un sello identificativo del Glass de ese primer período, pero ahora Schleiermacher devuelve esta música, con el empleo solamente de teclados, a un estado de hipnosis que parecía perdido en la escucha, sobre todo a causa de la rutina con la que el receptor encaraba ya la versión, justamente, de Chatham. Aquel viejo sonido, que se aceleraba como si de una banda de jazz se tratara al final de Music in similar motion, en la lectura para órgano (Schleiermacher retoma el tono del viejo y entrañable órgano Farfisa) se mantiene en un insidioso continuum, con lo que el efecto de trance se refuerza mucho más. De alguna forma, Schleiermacher restituye el fin último de esta música, nacida como consecuencia del contacto, en los años sesenta, entre los músicos improvisadores del Este y el Oeste norteamericanos con las formaciones venidas del Este gracias a las grabaciones discográficas ya Lully y especialmente Rameau se van imponiendo, los últimos representantes antes de la Revolución tales como Gossec o Grétry siguen estando bastante a la espalda de los melómanos, incluso de los más operófilos. Bien es cierto que antes de la Revolución ya había llegado la de Gluck y por eso casi no fue necesario que aquella finalizara con la ópera del ancien régime. Aunque algunas de las óperas cómicas de Grétry ya tenían su representación en el mercado, en los últimos meses han aparecido dos excelente grabaciones de su tragedia lírica Andromaque y de su ballet heroico (una variante más del género ópera en Francia) Céphale et Procris. El compositor, nacido en la actual ciudad belga de Lieja, estuvo mucho tiempo en Italia y esta obra suya es bastante híbrida tanto en géneros como en estilos, pero esto es casi una constante entre los compositores franceses del XVIII de la que casi asiático. En el gusto por los sonidos tenidos y la sencillez armónica, reside el encantamiento de estas obras, mucho más en la desarrollada Music in similar motion, algo menos en la obsesiva Music in fifths y aún por madurar en la incipiente, pero encantadora, un punto impresionista, How now. Disco, pues, altamente recomendable, que presenta al Glass más genuino, y que obedece a una apuesta de Schleiermacher claramente marcada por el trabajo en estudio, esto es, pensada para el medio discográfico, por cuanto la interpretación de los distintos órganos eléctricos requiere que las partes se graben previamente por separado. El resultado es fascinante, porque antes que perder, estas obras de Glass permanecen tan frescas y deliciosas como el primer día. Francisco Ramos solamente supone excepción el gran Rameau. Tres actos, en los que destacan tanto la calidad cantable de las arias como las intervenciones corales y los fragmentos de danza enlazados por unos breves recitativos acompañados, hacen placentera la escucha de la obra. Todos los papeles protagonistas son para voces femeninas, algunos bastante comprometidos y muy bien resueltos por el plantel de sopranos. La excepción de Céphale que corresponde a un barítono, papel aceptablemente defendido por Pierre-Yves Pruvot. Lo mejor, el excelente Choeur de Chambre de Namur, del que salen además tres de las sopranos solistas, así como el conjunto instrumental Les Agrémens, todos bajo la animada dirección de Guy van Waas. Una buena ocasión para penetrar en una vereda musical poco transitada. José Luis Fernández 259-DISCOS 21/12/10 11:47 Página 75 D D I SI CS O C O S S FRESCOBALDI-MACMILLAN HAENDEL: Nueve arias alemanas HWV 202-210. Sonata trío en fa mayor HWV 392. Gloria. EMMA KIRKBY, soprano. LONDON BAROQUE. BIS CD-1615 (Diverdi). 2006. 70’. DDD. N PN D el renovado interés que en la actualidad despierta el Haendel “italiano” lo único a la vez sorprendente y lamentable es lo mucho que ha tardado en despertarse. Ahí hay un puñado de obras estupendas. Las Nueve arias alemanas, por ejemplo. De acuerdo, las fechas (década de 1720) ya son inglesas y el idioma todavía es el que anuncia el título, pero el estilo es el italiano que el compositor ha absorbido en Italia y con el que obtiene sus primeros triunfos en Inglaterra. De hecho, aquí y allá en algunas de estas arias aparece algo más que varios estilemas muy reconocibles en las óperas de ese período (Rodelinda, Julio César sobre todo, Tamerlano). Sobre textos de Brockes, todas las arias se ajustan al mismo patrón: admiración por algún aspecto de la naturaleza, seguida del elogio de su Creador. Con su expresión casi sin ornato y su formidable inspiración melódica, capta el espíritu magistralmente. Kirkby y el London Baroque las grabaron a mediados de los ochenta y repiten veinte años más tarde. Naturalmente, el timbre la soprano ha perdido lozanía, pero, aunque de otra manera, sigue siendo hermoso, y además ella y el acompañamiento le añaden a su fraseo aquel punto de meditación cuya ausencia trivializaba el mensaje. Christina Högman (véase SCHERZO, nº 196, pág. 77) parece, por comparación al menos, haber ido demasiado lejos en ese sentido sin que la alternancia de diversas flautas con el violín en I Quatri Temperamenti supongan una ventaja a la constante asignación de la voz superior al violín magníficamente tocado por Ingrid Seifert. Al Gloria, en cambio, sí le conviene bastante más la frescura de la anterior grabación de Kirkby (con la Orquesta Barroca de la Royal Academy of Music), pero desde luego supera de lejos intentos recientes de emplear una voz infantil (véase SCHERZO, nº 198, pág. 106). Alfredo Brotons Muñoz Ivan Shpiller EL GENIO INDOLENTE LIADOV: Obras orquestales completas. SINFÓNICA DE KRASNOYARSK. Director: IVAN SHPILLER. BRILLIANT 94077 (Cat Music). 2001. 77’. DDD. R PE Tercera vida la de este disco que procede del volumen tercero de una serie aparecida en Rusia dedicada al director Ivan Shpiller y a su orquesta siberiana, y que tuvo una segunda, ya en Brilliant, formando parte de un álbum doble titulado Cuentos de hadas rusos. Pues bien, bajo su tercer traje, saludémoslo como se merece pues nos acerca la totalidad de las obras escritas para orquesta por ese compositor tan indolente —hay quien dice que dijo que no al encargo de El pájaro de fuego que le ofreció Diaghilev, hay HAYDN: Tríos con piano Hob. XV:24, 26-27. TRÍO GOYA. CHANDOS CHAN 0771 (Harmonia Mundi). 2008. 65’. DDD. N PN Los defensores del fortepiano como instrumento preferible para Haydn al p i a n o “moderno” encontrarán en este disco un buen número de argumentos en que apoyarse. Claro que habrá que tener en cuenta que no es frecuente el brío con que Maggie Cole posa sus dedos sobre las teclas de la copia de un Walter (Viena, 1795). Y los real y absolutamente derrotados son quienes piensan que con el fortepiano se pierde, además de peso, expresividad. El final del H. XV:27, Presto constituye un caso extremo para la demostración de cómo el instrumento antiguo dialoga con los arcos en pie de igualdad en todas las dinámicas. E, inmediatamente a continuación, viene el Allegro moderato con que se inicia el Hob. XV:28 para dejar constancia de que el fortepiano, en los pasajes pizzicato de manera palmaria pero no sólo ahí, añade un matiz de color que se complementa con los otros dos sin taparlos y, algo más importante aún, sin que se note el esfuerzo del pianista por no taparlos. En esa misma obra, en el nocturnal arranque del Allegretto inicial por ejemplo, los otros dos instrumentistas, la quien sostiene que fue a Dafnis y Cloe, en ambos casos por vagancia pura, porque estaba muy tranquilo así— como lleno de talento que fue Anatol Konstantinovich Liadov. Aquí tenemos por muy poquito dinero a uno de los mejores orquestadores de su tiempo, a un formidable creador de ambientes mágicos, dramáticos, feéricos o festivos que igual se asemeja al Chaikovski menos sutil pero más eficaz —la espléndida Polonesa en memoria de Pushkin— que se coloca sin dificultades junto a Rimski en sus tres poemas sinfónicos: BabaYaga, Kikimora y, sobre todo, ese genial El lago encantado. Junto a ello sorpresas para quien no lo conociera de antes, por ejemplo el Fragmento del Apocalipsis —la más larga de violinista Kati Debretzeni y el violonchelista Sebastian Comberti, tampoco dejan dudas sobre su competencia individual y conjunta para crear un ambiente al que poco después el fortepiano añade su peculiar matiz. Lo mismo pero a la inversa podría predicarse del Adagio del Hob. XV:26, donde por otra parte se consigue llenar de toda la riqueza posible al concepto de recitativo instrumental, tal es la elocuencia con que los tres intérpretes dialogan serena y, por momentos, no tan serenamente. La misma con que responden a la indicación ma dolce que sigue a la de Allegro en el final del Hob.XV:24 con que concluye esta muy estimable contribución al conocimiento de los tan injustamente olvidados tríos haydnianos. Alfredo Brotons Muñoz MACMILLAN: Sun-Dogs. Visitatio sepulchri. CORO DE LA RADIO DE HOLANDA. Director: CELSO ANTUNES. CORO Y ORQUESTA DE CÁMARA FILARMÓNICA DE LA RADIO DE HOLANDA. Director: JAMES MACMILLAN. BIS SACD-1719 (Diverdi). 2010. 67’. DDD. N PN En Sun-Dogs (2006), James MacMillan (1959) ofrece una suerte de ciclo para coro a cappella en el que a lo litúrgico le sus- sus obras, poco más de diez minutos— o la Nenie, que son el contrapunto más serio a ese prodigio de inconsistencia hecho con hilo de oro que es la Caja de rapé musical. Todo está maravillosamente tocado por esta orquesta lejana y su no menos ignoto director. No lo duden, este disco es una joya. Claire Vaquero Williams tituye la acción, lo dramático a veces en el sentido casi escénico de la palabra, como si en efecto se recuperara un poco de esa vieja acción sacra —esos silbidos de enorme efecto sobre la casi salmodia en Sometimes, like Tobias— que siempre le ha interesado. Los lenguajes son igualmente cambiables, superpuestos, las voces actorales en su paso del argumento al marco, de la exhortación a la exposición. Los textos son de Michael Symmon Roberts pero también del Misal Romano y la mixtura tiene el sabor inequívoco del autor, de este cristiano que cree desde siempre, que indaga en cómo relacionar su fe, tan importante para él, con las obras que son su música y sin las que, piensa, aquella estaría muerta. Visitatio sepulchri, para coro y orquesta de cámara está escrita entre 1992 y 1993. Fue recibida con mucho interés por una parte de la crítica británica que veía en el autor a un vanguardista decidido a poner en el asador toda la carne de sus ideas. Aquí se nos ofrece una versión revisada y se mantiene esa impresión primera por la fuerza de una partitura poderosa, en la que hay temor y temblor —la segunda escena—, muerte y resurrección, fascinación por ese éxtasis presente en el cristianismo pero también en Buda, lo devocional como sostén en un contexto complejo. Todo ello, no se confunda el lector, desde una posición que nada tiene que ver con fundamentalismo alguno. Es 75 259-DISCOS 21/12/10 11:47 Página 76 D D I SI CS O C O S S MACMILLAN-MENDELSSOHN importante dejarlo claro hoy, cuando por culpa de la propia Iglesia se hace necesario explicar qué clase de católico es quien lo es. Las interpretaciones de ambas obras son magníficas. Celso Antunes es un gran director de coro y MacMillan ha demostrado sobradamente su pericia al frente, entre otras, de esta orquesta de la que es primer director invitado. Claire Vaquero Williams MILIMÉTRICO MAHLER: Doce canciones de Des Knaben Wunderhorn. Adagio de la Décima Sinfonía. MAGDALENA KOZENÁ, mezzo; CHRISTIAN GERHAHER, barítono. ORQUESTA DE CLEVELAND. Director: PIERRE BOULEZ. DEUTSCHE GRAMMOPHON 4779060 (Universal). 2010. 74’. DDD. N PN MAHLER: Poema sinfónico en dos partes Titán. (Sinfonía nº 1. Versión de 1893). SINFÓNICA DE LOS PAÍSES BAJOS. Director: JAN WILLEM DE VRIEND. CHALLENGE CC 72355 (Diverdi). 2009. 57’. DDD. N PN J an 76 Magdalena Kozená, Christian Gerhaher, Pierre Boulez Willem de Vriend es uno de esos directores que han dado el salto al repertorio romántico y posromántico a partir de su experiencia historicista. Como les ha ocurrido a muchos de sus colegas, la tentación parece haber sido demasiado jugosa como para “quedarse” en el siglo dieciocho y, mirando para otra parte en lo concerniente a la coherencia con la que juraron fidelidad eterna al historicismo, se han lanzado a empuñar la batuta frente a masas orquestales de las que — en muchos casos— habían renegado en el pasado. El problema no es, obviamente, su capacidad de adaptación a distintos estilos, sino la aplicación de las mismas formas interpretativas en mundos tan distintos. He ahí el inconveniente principal de esta Primera de Mahler. A pesar del interés que pudiese suponer su presentación según el formato cuasi-primigenio de Poema sinfónico Titán bajo el que el propio compositor la dirigió en Hamburgo en 1893, estamos ante una lectura marcada por la tosquedad. La plantilla orquestal parece venirle demasiado grande a De Vriend, que sólo consigue extraer de ella un sonido apelmazado y sin claridad textural. Los pasajes de la partitura de mayor grosor en la masa instrumental carecen de una transparencia que, hoy, es justamente exigible. Su dirección es muy limitada en el detallismo y más limitada en flexibilidad. Tampoco podemos ensalzar su trabajo de concertación dado que no son pocos los momentos en los que la ejecución no es ni limpia S i no nos fallan las cuentas, finaliza así el ciclo Mahler de Boulez en DG. Lo hace de manera excepcional, con todas las virtudes que le son reconocidas y casi ninguno de los puntos oscuros que le suelen ser achacados. Sobre una prestación orquestal inmejorable, escuchamos un Mahler claro y milimétricamente dosificado. La mezcla de cantidades sonoras calibrada con precisión para conseguir el color tímbrico exacto, sin un punto más ni ni precisa. Pocos son asimismo los tramos que encontraríamos destacables y muchos los que producen hastío —el scherzo, abrumador, grosero y gratuitamente iconoclasta aun considerando su original matiz a toda vela, por citar sólo un ejemplo. Juan García-Rico MARTINU: Concierto para oboe y pequeña orquesta. HOLLIGER: Sonata para oboe solo. DORATI: Divertimento para oboe y orquesta. YEON-HEE KWAK, oboe. ORQUESTA DE LA RADIO DE MÚNICH. Director: JOHANNES GORITZKI. MDG Scene 903 1586-6 (Diverdi). 2008. 60’. DDD. N PN El oboe no lo ha tenido fácil como instrumento concertante, pero las pautas neoclásicas y la generalización del concierto con solista a todo tipo de instrumentos han llevado a un repertorio felizmente inagotable. Aquí tenemos una obra para oboe y pequeño conjunto de los últimos años del checo Bohuslav Martinu, que compuso obras para todos los instrumentos (poco menos). Y dos propuestas de compositores conocidos sobre todo como intérpretes, el oboísta Heinz Holliger y el gran menos de lo que refleja la partitura. Los detractores del Boulez mahleriano no lo tendrán fácil para poner objeciones a un fraseo sumamente natural —Adagio—, variado —Canciones— y flexible en su justa medida. Si en el Adagio de la Décima el campo de competencia puede ser mucho más amplio, en el ciclo de los Wunderhorn esta lectura consigue situarse como referencia difícil de batir. Buena es la actuación de Gerhaher, pletórico e impulsivo pero nunca sobreactuado. Mejor aún Kozená, dúctil, sensible, variada, y tímbricamente cautivadora. Su color se antoja el óptimo para cada uno de sus lieder. Boulez actúa con maestría en la exploración y recreación de terrenos ambientales bien diferenciados según los requerimientos del guión temático de cada uno de los textos. Excepdirector de orquesta húngaro Antal Dorati. La coreana YeonHee Kwak se luce con inspiración, con arte, con técnica; esto es, con justicia, en tres obras. El Poco Andante del Concierto de Martinu es aquí un adagio doliente, bello, por el que ya merecería la pena escuchar este disco. La Sonata de Holliger es de un año o dos después (1957) y recuerda no poco ciertas páginas para flauta de Jolivet, porque los instrumentos de madera tienen aliento, y en un discurso a solo eso les da una humanidad que no puede hallarse en otra parte. La Sonata de Holliger tiene una cadencia central, como las otras dos obras, pero parece toda ella un discurso cadencioso lo bastante humano como para que hubiera podido provocar el disgusto de los modernos. Pero, ay, esos modernos necesitaban a menudo intérpretes como Holliger, así que se tenían que callar. Kwak, aquí, está espléndida: canta y se agita, como era de esperar, pero también vuela con elegancia. Ni el discurso de Holliger ni la interpretación de Kwak son fáciles, porque un instrumento no polifónico no es la mejor ayuda para el lucimiento. Y aun así… Sorprenderá la belleza, el misterio, incluso el exotismo del Divertimento de Dorati. Estamos en 1976, al maestro le quedan todavía doce años de vida, está en su plena madurez como cional el resultado sonoro global, incluso en los muchos tramos en los que el equilibrio entre plantilla y solista esconde momentos espinosos. La toma recoge el conjunto también con excepcionalidad. Se trata de grabaciones procedentes de conciertos cuya perfección habría seguramente extasiado al propio Mahler. Lástima no llegase él a vivir en su tiempo. Juan García-Rico intérprete y, por lo que se ve, como compositor. Se diría que las propuestas vanguardistas le importan poco. Pero esto es cualquier cosa menos música retardataria. Algunos de sus movimientos los habría firmado Poulenc de buena gana, podemos conjeturar. En fin, un disco muy original, con música que no escucharemos en ninguna otra parte, con una oboísta sensacional y un acompañamiento de gran altura en dos de las tres propuestas. Santiago Martín Bermúdez MENDELSSOHN: Variaciones en re mayor op. 17. Sonata nº 1 en si mayor op. 45. Sonata nº 2 en re mayor op. 58. Transcripciones. DANIEL MÜLLERSCHOTT, violonchelo; JONATHAN GILAD, piano. ORFEO C750101A (Diverdi). 2009. 73’. DDD. N PN M üllerS c h o t t demuestra una vez más ser uno de los violonchelistas más interesantes del panorama actual. Su sonido es rico, nutrido, compacto y homogéneo en cualquiera de sus registros. En esta grabación la excelente toma lo recoge con especial cuidado. 259-DISCOS 21/12/10 11:47 Página 77 D D I SI CS O C O S S MACMILLAN-MENDELSSOHN Philippe Herreweghe LAS RAÍCES DE MAHLER MAHLER: Sinfonía nº 4. ROSEMARY JOSHUA, soprano. ORCHESTRE DES CHAMPS-ÉLYSÉES. Director: PHILIPPE HERREWEGHE. PHI - LPH 001 (Diverdi). 2010. 53’. DDD. N PN Philippe Herreweghe (1947) se ha sumado a la lista de directores historicistas a los que la política de Artistas y Repertorio (A&R) de los grandes sellos o la actual crisis del sector han llevado a crear su propio sello discográfico (casos anteriores bien conocidos son los de John Eliot Gardiner con Soli Deo Gloria o Jordi Savall con Alia Vox). El proyecto que Herreweghe ha diseñado para Phi es ciertamente impresionante para una época tan incierta como la actual. De entrada, el nuevo sello forma parte de la escudería de Outhere (Alpha, Fuga Libera, Ricercar…), lo que no impedirá que tenga su propia identidad, y lanzará cada año cuatro o cinco discos que en 2011 incluirán una nueva grabación de los motetes de Bach, obras de JosSu compañero demuestra poner atención en proponer acompañamientos marcados por el mimo y la delicadeza. Sin embargo, mantiene permanentemente con tal rigor el pulso motor que el resultado global queda lastrado por un —disculpen el palabro— metronomismo que impide un vuelo atrevido. En las Variaciones, con las que iniciamos el disco, apenas si podríamos encontrar diferencias entre un più vivace o un allegro con fuoco, por poner un ejemplo. No se trata, evidentemente, de una mera cuestión de criterio a la hora de fijar la elección del tempo inicial dado que encontramos el mismo problema en tramos internos de las obras en los que la escritura de Mendelssohn demuestra cargar las tintas hasta límites que, aquí, se mantienen siempre dentro de una prudencia demasiado contenida. En la Sonata en si mayor escucharemos un buen planteamiento general, detallado y ágil. Sin embargo, hay en ella muchos momentos en los que, de nuevo, se echa en falta que el piano lleve la situación al punto de querer ambos tirar, como quien dice, la casa por la ventana y permitir que la aceleración rítmica de la figuración desborde la emoción. Ocurre, de nuevo, en quin, otro Deutsches Requiem de Brahms o una nueva Missa Solemnis de Beethoven. No obstante, Herreweghe ha desvelado muchos más planes relacionados con obras de Haydn, Schumann, Berlioz, Dvorák, Liszt, Stravinski, quiere seguir con la grabación de las sinfonías de Bruckner iniciada en Harmonia Mundi o hacer algún disco de Debussy; el director belga es consciente de sus limitaciones y confiesa que no grabará Verdi o Bartók (tampoco Ligeti o Kurtág), pero no se olvida del barroco y da nombres como Telemann, Zelenka, Graun o Graupner. Phi abre su catálogo con una primicia: la primera grabación de Herreweghe de una sinfonía de Mahler. Y, aunque el maestro de Gante ha confesado que le gustaría grabar el ciclo completo, para esta primera toma de contacto ha elegido la Cuarta, de la que ya había grabado en 2005 el movimiento final dentro de un disco dedicado al ciclo de canla maravillosa Segunda Sonata cuando comparamos la idoneidad del impulso que imprimen a su primer tiempo con la excesiva cordura del que aplican al último. Todo está en su sitio, en su medida, en su correcto punto, pero… le falta ese atreverse a ir más allá. Cierto es —digámoslo también— que han sido y son muy pocos los que se permiten o consiguen ese grado de —llamémosle— ardor romántico que aquí echamos en falta. Lo que pasa es que, una vez se ha escuchado —ver SCHERZO nº 238, pág. 133—, cualquier alternativa palidece. Juan García-Rico MENDELSSOHN: Conciertos para piano nº 1 op. 25 y nº 2 op. 40. Sinfonía nº 5 “De la Reforma”. SINFÓNICA DE QUÉBEC. Piano y director: LOUIS LORTIE. ATMA 2617 (Gaudisc). 2009. 64’. DDD. N PN L ouis Lortie presenta junto a la Orchestre Symphonique de Québec un disco ciones de Des Knaben Wunderhorn en Harmonia Mundi (antes había registrado en el mismo sello en 1993 el arreglo camerístico de Schoenberg y Riehn de Das Lied von der Erde). La comparación de ambos registros de ese movimiento final de la Cuarta, dejando a un lado las dos cantantes (mejor Sarah Connolly y más celestial Rosemary Joshua), muestra una concepción bastante diferente tanto interpretativa como sonora: estamos ante una nueva concepción sinfónica de Herreweghe donde saca a relucir toda la sabiduría de su inmenso reperdedicado a Mendelssohn que incluye los dos Conciertos y la Quinta Sinfonía. El canadiense busca claramente la consecución de unas interpretaciones suaves y juveniles, plenas de agilidad y ligereza. Su Mendelsshon, que es vivo y adolescente, lleno de humor y virtuosismo, también respira lirismo y candidez. Los Conciertos son una exhibición de buen hacer y precisión matemática en los movimientos rápidos (felizmente un tanto alocados), donde se impone un criterio riguroso y de equilibrio con la orquesta; ambos dialogan ávidos de transmisión y con la certeza de un optimismo musical propio de los trece años que tenía el compositor en el momento de su gestación. Lortie, que tiñe las piezas de preciosismo sonoro y de constantes sutilidades, utiliza un legato a la tecla, es decir, los dedos realizan el mínimo movimiento para abandonar el vacío sonoro que se produce entre nota y nota; pianista completo que no duda en buscar a un Mendelssohn extrovertido y brillante, apasionado y lírico. Lortie presenta a una orquesta muy bien conjuntada y equilibrada en cada cuerda: su sonido, que es homogéneo y de gran plasticidad, busca la inspiración en una obra que torio y en la que su orquesta sinfónica es al mismo tiempo renacentista, barroca, clásica o romántica; también estamos ante un registro de una trasparencia y equilibrio de planos ciertamente impresionante merced a la labor del productor Andreas Neubronner (ganador de un Grammy por la grabación de la Octava de Mahler de Tilson Thomas). En los tres primeros movimientos, Herreweghe expone su nuevo concepto sinfónico mahleriano con instrumentos de época: en el primero subraya las reminiscencias de Haydn, Mozart, Beethoven o Schubert; del Scherzo saca a relucir todo lo que tiene de música barroca; el Ruhevoll adquiere una dimensión coral casi renacentista; y todo ello dejando que la música respire y fluya con naturalidad sin intromisiones tímbricas, agógicas o dinámicas (lo contrario aquí sería lo realizado por Norrington en Hänssler Classics). Pablo L. Rodríguez no fue publicada hasta después de la muerte del autor por la poca satisfacción le generó. Con flexibilidad melódica y un preciso control dinámico el pianista y director logra un Mendelssohn vital y lozano, ligero en concepto e interpretación. Emili Blasco MENDELSSOHN: Sinfonías nºs 1 y 4 “Italiana”. Obertura Ruy Blas. FILARMÓNICA DE BERGEN. Director: ANDREW LITTON. BIS CD-1584 (Diverdi). 2009. 67’. DDD. N PN Sinfonías nºs 3 “Escocesa” y 5 “Reforma”. FILARMÓNICA DE BERGEN. Director: ANDREW LITTON. BIS CD-1604 (Diverdi). 2009. 70’. DDD. N PN Con estos dos discos, Andrew Litton completa una serie de sinfonías de Mendelssohn marcada por un ímpetu extraordinario y una electrizante urgencia expresiva, en la que los movimientos 77 259-DISCOS 21/12/10 11:47 Página 78 D D I SI CS O C O S S MENDELSSOHN-PROKOFIEV lentos son, más que nunca, verdaderos remansos de paz, prolongaciones poéticas y serenas de un entusiasmo sin límites, frenético, ardiente y pasional. No cabe duda de que la Primera Sinfonía merece una de las interpretaciones más notables del ciclo, pues en ella no se da el más mínimo desfallecimiento, todo es una auténtica explosión de ganas de vivir, con ritmos implacables y bravas articulaciones que caminan hacia un desenlace especialmente impulsivo, un Allegro con mucho y muy encendido fuoco. La versión de la Italiana es también muy impetuosa, hasta el punto de que el Allegro vivace se expone como si fuera un Finale, con lo que la estructura de la obra parece un tanto difuminada. El problema en la Escocesa es tal vez la propia orquesta noruega, que, aun siendo disciplinada, compacta, equilibrada y rica en combinaciones tímbricas, no se muestra capaz de revelar todos los claroscuros y los tonos dramáticos que encierra la obra, o no al menos en la medida en que lo son otras agrupaciones de primerísimo rango; la cuerda, en concreto, muestra a veces (y sólo a veces) una sonoridad un poco agreste, pálida o áspera. Así y todo, el empuje musical es de veras vibrante, como lo es en la Quinta, con dos movimientos extremos apoteósicos y sin que la obra se vea arrastrada por una cierta ola de trivialidad que otros maestros quizás no hayan sabido eludir por completo. Muy al contrario, aquí es el impulso vitalista de Litton lo que puede con todo a su paso. Asier Vallejo Ugarte MOMPOUMONTSALVATGE: Suite del ballet Don Perlimplín. MONTSALVATGE: Tres impromptus. Quatre diàlegs amb el piano. Bressoleig. Improviso epilogal. Alborada en Aurinx. Sí a Mompou. Sonatine pour Yvette. MOMPOU: Preludios XI y XII. MIQUEL VILLALBA, piano. TRITÓ TD0068 (Gaudisc). 2009. 70’. DDD. N PN 78 E mpieza el programa con una versión del propio Villalba de una obra extensa en la que ha incluido algún fragmento que no llegó a la edición final de la obra original, aquí transformada en suite pianística cuando era un ballet de Mompou en el que Montsalvatge colaboró orquestándolo y creando fragmentos para unir las distintas partes de que consta. La música en sí es una preciosidad, con toques casi jazzísticos a veces, vagamente folclóricos otras, y Villalba se nos muestra una vez más como un pianista elegante y sensible. En el resto del programa muestra su afecto por la música de Montsalvatge y de Mompou además de hacer gala de un profundo conocimiento de ambas en lo que a estilo se refiere. Cabe destacar la inclusión de los Preludios XI y XII de Mompou, obras que el compositor tocó en público e incluso grabó pero que no se incluyeron en vida en las ediciones del resto de preludios escritos entre 1927 y 1944 —la edición es muy posterior, de 2004. El primero de ellos data de entre 1930 y principios de la década siguiente, dedicado a Alicia de Larrocha, y el segundo es de 1960, cuya cercanía con su Música callada lo hace especialmente atractivo por ser genuino Mompou. La interpretación de Villalba de ambos es, como no puede ser de otra manera, excelente. El recital, de principio a fin, se escucha con placer, no sólo por lo interpretado sino también por la interpretación de todo un experto en este campo. Josep Pascual MONTEVERDI: Vesperæ de confessore: Laudate pueri Dominum secondo, Laetatus sum, Lauda Jerusalem. ENSEMBLE CONCERTO. WORLD CHAMBER CHOIR. GRUPPO VOCALE LAURENCE FEININGER. Director: ROBERTO GINI. DYNAMIC CDS 543 (Diverdi). 2005. 68’. DDD. N PN No es “reverberante” una palabra que suela figurar en un comentario discográfico elogioso. Este disco merece la excepción. Grabado el 28 de agosto de 2005 en la iglesia de San Julián de Catania, los técnicos de sonido han obrado el milagro de conseguir que las líneas corales simultáneas, lo mismo que las sucesivas entradas, se perciban con toda claridad dentro de un ambiente acústico cuya notable reverberación no hace sino aumentar la solemnidad del canto. Eso es muy aproximadamente lo que exige un contenido constituido por un puñado de piezas corales y policorales actualmente no entre las más frecuentadas de Monteverdi, que componen lo que se invita a imaginar como una celebración (unas Vísperas, para ser exactos) de la fiesta de san Agustín (el “confesor”) a mediados del siglo XVII. Los criterios conforme a los que se ha realizado esta reconstrucción litúrgica se explican (en italiano, inglés, alemán y francés) en la carpetilla, y aquí bastará con dejar constancia de su verosimilitud histórica. Lo mismo cabe decir del estilo interpretativo seguido por Roberto Gini y al que los dos coros y el Ensemble Concerto se pliegan con la férrea disciplina que tan excelentes resultados da cuando la rectoría no excluye la flexibilidad allí donde es necesario un subrayado más fuerte de la inflexión o, por el contrario, conviene difuminar un tanto el trazo sonoro. De lo primero se hallará ejemplo en el final de Laudate pueri Dominum (pista 9, a partir de Sicut erat); de lo segundo, en el arranque y otros pasajes del Magnificat (pista 21), verdaderos modelos de canto coral en dinámicas bajas pero bien proyectadas. Y, entre los complementos, la controlada urgencia con que se canta Lauda Jerusalem (pista 26) pone broche de oro a un trabajo de conocimiento obligado para los monteverdianos y muy recomendable para los demás. tiempos rápidos y agradablemente intimista en los lentos. Escuchamos así un selección dominada por un aroma espontáneo que, pese a sacrificar algunos pequeños rasgos de elegancia, no carece de atractivo y se aleja del Mozart relamido que a menudo encontramos en estas piezas. Hasta aquí las virtudes. Sin embargo, hay un gran inconveniente que merma el valor global del disco: la incapacidad de Uchida para compartir el protagonismo. La pianista parece olvidar que se encuentra ante una escritura en la que el violín no obtiene aún un tratamiento parejo al del piano, ni en relevancia ni en idiomatismo. Plantea el discurso común como un monólogo —que, en parte, no deja de ser— en el que su compañero apenas si encuentra algún resquicio por el que asomar. El Steinway de Uchida establece desde el principio un “¡Vamos allá, pequeñín. Sígueme si puedes!” que hace muy difícil el equilibrio. Podría pensarse que es la no utilización de un fortepiano la causa del problema. Sin embargo, pese a ser algo que pudiese aminorar los problemas en la relación de fuerzas, disponemos de multitud de ejemplos en los que un piano moderno sabe entrar por el aro. Se trata, evidentemente, más de una cuestión de actitud y concepción del análisis que de peso dinámico objetivo del instrumental utilizado. Alfredo Brotons Muñoz Juan García-Rico MOZART: PALOMO: Sonatas para piano y violín K. 303, K. 304, K. 377 y K. 526. MITSUKO UCHIDA, piano; MARK STEINBERG, violín. Dulcinea. AINHOA ARTETA, soprano; CHERI ROSE KATZ, mezzo; BURKHARD ULRICH, tenor; ARUTJUN KOTCHINIAN, bajo. CORO Y ORQUESTA DE LA DEUTSCHE OPER DE BERLÍN. Director: MIGUEL ÁNGEL GÓMEZ MARTÍNEZ. DECCA 4782540 (Universal). 2004. 71’. DDD. N PN P or separado, muy buenas interpretaciones. Siguiendo el orden de importancia con el que el propio Mozart concibe estas obras diremos que Uchida es múltiple en sus aproximaciones, variada en la gama de articulaciones y comedida en el uso del pedal. Steinberg, por su parte, muestra un color atractivo y una modernidad interesante en su atrevimiento a los deslizamientos, su renuencia a un dulzón y omnipresente vibrato y el calibrado de la cantidad de arco para no engrosar más de lo necesario. El resultado rítmico general es vívido, ágil en los NAXOS 8.572577 (Ferysa). 2006. 58’. DDD. N PE D ividida en diez cuadros o escenas, Dulcinea es una cantata en que la música se pone al servicio de los textos de Carlos Murciano y, sobre todo, a las imágenes que éstos evocan. Como en el Quijote de Cervantes, realidad y sueño se funden y confunden en esta obra en la que los molinos aparecen ya desde el principio, de modo que el vínculo cervantino es inequívoco. Don Quijote es en esta obra, sobre todo, un hombre enamorado e intenta instruir en esto del amor a Sancho, quien 259-DISCOS 21/12/10 14:28 Página 79 D D I SI CS O C O S S MENDELSSOHN-PROKOFIEV tiene otras vivencias menos platónicas de lo que es relacionarse con una mujer, lo cual no significa que no exprese su amor por su esposa en un episodio realmente hermoso. Como es fácil imaginar, y a poco que se conozca la música de Palomo, hay aquí claras referencias a la música popular sin caer en tipismos ni en soluciones fáciles ni tópicas, además de subrayarse todo, texto e imágenes, a partir de una sabia escritura orquestal, más efectiva que efectista, que es como debe ser. Hay momentos realmente inspirados en lo que a melodía se refiere y otros de gran colorido, y al lado de episodios casi etéreos hay otros verdaderamente espectaculares. Los intérpretes dirigidos con su habitual buen hacer por Gómez Martínez se emplean a fondo para dar vida a esta cantata digna de atención. Josep Pascual PROKOFIEV: Concierto para piano nº 2 en sol menor op. 16. RAVEL : Concierto para piano en sol mayor. ANNA VINNISTKAIA, piano. SINFÓNICA ALEMANA DE BERLÍN. Director: GILBERT VARGA. NAÏVE V 5238 (Diverdi). 2010. 55’. DDD. N PN E l Segundo Concierto para piano de Prokofiev, compuesto en 1913 bajo la influencia del suicidio de un pianista amigo del compositor, es una obra tremenda por todos los costados desde los que se la considere. Que no se convierta en tremendista es tarea de los intérpretes que en este disco cumple especialmente la pianista. La rusa Anna Vinnitskaia (Novorossiisk, 1983), uno de los últimos jóvenes valores lanzados al estrellato del pianismo mundial tras obtener el Primer Premio en el Concurso Reina Elisabeth de Bruselas en 2007 y el Leonard Bernstein de SchleswigHolstein al año siguiente, posee la capacidad suficiente de matización para controlar una potencia que puede llegar a ser extraordinaria. Con ella es con la que consigue que la larguísima cadencia del primer movimiento sea no sólo brillantísima en su ejecución sino también sumamente detallista en las aminoraciones de intensidad y velocidad. En este último respecto destaca la naturalidad con que se pasa de uno a otro de los cambiantes tempi que se suceden. Aquí y sobre todo en el vertiginoso Scherzo que sigue, la orquesta en cambio va en muchos momentos a remolque del teclado, aparte de que incurre en otras deficiencias, como la de sonar demasiado espesa tras la mencionada cadencia. Tampoco el Concierto en sol de Ravel constituye pretexto para una mera exhibición de virtuosismo, aunque de nuevo se siente como excesivo el liderazgo de piano sobre el acompañamiento, Adagio incluido. Grabación recomendable, pues, casi únicamente por la calidad de la solista. Alfredo Brotons Muñoz PROKOFIEV: Sinfonía concertante para violonchelo y orquesta en mi menor op. 125. CHAIKOVSKI: Variaciones sobre un tema rococó op. 33. GAUTIER CAPUÇON, violonchelo. ORQUESTA DEL TEATRO MARIINSKI. Director: VALERI GERGIEV. VIRGIN 50999 694498 (EMI). 2008. 61’. DDD. N PN E s el día de Nochebuena, en San Petersburgo. Un concierto en el Mariinski, qué frío, qué placer. El excelente chelista francés Gautier Capuçon toca dos de las más sobresalientes páginas concertantes rusas, de Chaikovski y de Prokofiev. Pocas sorpresas deparará la reseña de un disco así. Capuçon avanza hacia el dominio de todo el repertorio concertante para su instrumento, no hay que insistir en ello. Gergiev y la orquesta del Teatro Mariinski tienen una vocación por la obra de Prokofiev que se demuestra en la abundancia de puestas en escena, coreografías y conciertos de este enorme compositor por parte de la institución y su director. En cuanto a Chaikovski, es una auténtica obligación-devoción nacional, porque a menudo es invocado como el mayor compositor de la historia rusa. Gergiev acompaña con especial delicadeza las Variaciones Rococó, esa partitura para virtuoso y orquesta que tan a menudo nos recuerda los pasos de baile de El Lago de los cisnes y La bella durmiente, momentos danzantes, que ralentizan, apianan y al mismo tiempo intensifican el discurso. Importante: la indexación del tema y las siete variaciones más la coda, con acceso directo a cada una. Capuçon canta y baila en Chaikovski y desgrana una auténtica elegía en 79 259-DISCOS 21/12/10 11:47 Página 80 D D I SI CS O C O S S PROKOFIEV-SCHUBERT el Op. 125 de Prokofiev, con especial lirismo, una queja muy rigurosa y de una musicalidad insuperable. Gergiev y la orquesta secundan con no poca devoción esta partitura tardía y doliente del maestro (re) compuesta en unos momentos demasiado difíciles. El Op. 125 proviene del Concierto op. 58 y es uno de los frutos de la colaboración entre el compositor y el joven Rostropovich. Esta nueva lectura de Capuçón y Gergiev viene a unirse a las referencias ya numerosas de esta bella partitura, entre ellas las del propio Rostropovich. Santiago Martín Bermúdez RACHMANINOV: Liturgia de San Juan Crisóstomo op. 31. CORO DE LA RADIO LETONA. Director: SIGVARDS KLAVA. ONDINE ODE 1151-5 (Diverdi). 2008. 60’. SACD. N PN Uno de los factores más complejos de grabar obras corales como la Liturgia de Rachmaninov es ser capaz de recoger con transparencia la gran masa vocal sin mermar la espaciosidad contextual que requiere. Ondine es, en este caso, la responsable de un buen trabajo técnico en este sentido y baza fundamental en la positiva valoración de este disco. La recreación de la dimensión espacial es altísima y, como apuntábamos, conserva intacto el reflejo de los pequeños detalles armónicos en los que radica el mayor interés de una obra tan estática y homofónica. Su interpretación es majestuosa sin caer en la grandilocuencia y, al mismo tiempo, delicada sin pecar de empalagosa. El equilibrio del coro letón discurre con fluidez sobre la línea de bajos profundos con suavidad, sin asperezas. Gran labor la de Sigvards Klava al conseguir, entre otras cosas, claridad en los tutti sin dilatar los tempi dentro de tal grado de reverberación. A diferencia de la línea general en las lecturas rusas de la obra, opta por lo que podríamos definir como minimalismo emocional con el que conseguir mayor tersura en lugar de fuertes y desgarrados contrastes. La sensibilidad dinámica es otro de los factores más destacables por su riqueza. Con ella, una excelente afinación y un vibrato afortunadamente casi inexistente se disfruta de un trabajo coral de enorme calidad. 80 Juan García-Rico RAUTAVAARA: E ste disco contiene las dos últimas obras orquestales que figuran hasta la fecha en el catálogo de Einojuhani Rautavaara (1928), Before the Icons (2005) y A Tapestry of Life (2007). La primera tiene una larga y curiosa historia, pues su versión original, para piano, Ikonit —lo que se anticipa a John Tavener en su obsesión bizantina—, data nada menos que de 1955. En ese medio siglo, Rautavaara ha procedido a la orquestación, además de añadir algunos otros números. Cronología aparte, lo cierto es que Before the Icons puede identificarse como de raíz sibeliana, una música bien sonante, con algún muy leve toque dramático, impregnada con un lirismo de innegable atractivo pero blando, en especial la segunda Prayer, una de las tres partes añadidas junto al Amen final. Segerstam defiende la partitura, cuyo oficio compositivo es incuestionable, con convicción y musicalidad, aunque el resultado no sea en ningún caso digno del mejor Rautavaara. El gran director mantiene igualmente el pulso, cosa nada fácil, en A Tapestry of Life, por ejemplo en un número como Halcyon Days, pasaje donde al menos se aprecia un poco más de picante en la tímbrica. Un disco, en suma, que testimonia la estética del último Rautavaara orquestal, bien que no deje de ser más bien decepcionante. lín, sin ir más lejos. En la obra que nos ocupa, estrenada en Nueva York en 1925 con el autor al piano y Mengelberg a la batuta, las referencias son más septentrionales (Reger y Pfitzner en el empaque y masividad de las líneas constructivas; Rachmaninov en el íntimo lirismo del tiempo lento; Liszt y Busoni en el virtuosismo que envuelve una buena parte de las intervenciones del solista) que latinas. El contraste con los trazos impresionistas y las atmósferas vaporosas de Fuentes de Roma es grande pero, en la comparación, la obra concertante sale indudablemente perjudicada. Pese a que su extensión no es desmedida el interés de la partitura es muy desigual, sobre todo en los enfáticos movimientos extremos, no carentes de fárragos y ampulosidades. Mustonen y Oramo agilizan tempi y clarifican texturas al máximo — su brillante ejecución dura cuatro minutos menos que la que en 1994 brindaron para Chandos Tozer y Downes con la Filarmónica de la BBC— pero, ciertamente, no pueden obrar milagros. En la primera entrega de la trilogía romana, Oramo contrasta con detalle y riqueza de matices los climas de las diversas secciones, en especial las impares, pero aquí la competencia — desde Toscanini (RCA), Pedrotti (Supraphon) y Ormandy (Sony) hasta Ozawa (DG), Marriner (Philips), Muti (EMI), Dutoit (Decca) y Maazel (Sony)— es abrumadora. Por otra parte, el escaso minutaje del disco hubiera permitido la inclusión de alguna de las muchas páginas infrecuentes que campan por el catálogo de don Ottorino. Por ejemplo, la Fantasía eslava (1903) o la Toccata (1928), ambas para piano y orquesta. Enrique Martínez Miura Juan Manuel Viana Before the Icons. A Tapestry of Life. FILARMÓNICA DE HELSINKI. Director: LEIF SEGERSTAM. ONDINE ODE 1149-2 (Diverdi). 2006, 2009. 50’. DDD. N PN RESPIGHI: RIMSKI-KORSAKOV: Concerto in modo misolidio. Fontane di Roma. OLLI MUSTONEN, piano. SINFÓNICA DE LA RADIO FINLANDESA. Director: SAKARI ORAMO. Suites de Sneguroshka, La ciudad invisible de Kitesh y la doncella Fevronia, Noche en el monte Triglav de Mlada. ORQUESTA NACIONAL DE RUSIA. Director: MIKHAIL PLETNEV. ONDINE ODE11652 (Diverdi). 2009. 54’. DDD. N PN De idioma más homogéneo que su olvidado hermano mayor (el temprano Concierto para piano en la menor), el Concerto in modo misolidio revela el interés de Respighi por una escritura de tintes arcaizantes presente en buena parte de su legado: el Concierto gregoriano para vio- PENTATONE PTC 5186 362 (Diverdi). 2009. 61’. DDD. N PN En alguna ocasión nos hemos referido a la relativa inutilidad de las suites orquestales que seleccionan fragmentos de una ópera. Pero hay que reconocer que pueden constituir partes importantes de un concierto con- creto. Al escuchar estas tres suites, hay momentos en que reconocemos el original (no tanto en la tercera suite, la de Mlada, una de las óperas menos conocidas de Rimski tanto en Occidente como en la propia Rusia, a pesar de que existe un interesante DVD con una puesta en escena no del todo vetusta del Bolshoi: dirigía la orquesta Alexander Lazarev, Warner), pero muy a menudo lo echamos de menos. La belleza de una ópera como La ciudad invisible de Kitesh se deduce de páginas tan hermosas como los ocho minutos y medio del cuarto movimiento de esta suite, Muerte de Fevronia, pero la ópera es incomparable e irreductible. La suite de Sneguroshka es tan fugaz (apenas diez minutos, con demasiada danza) que parece un obertura para Kitesh. En cualquier caso es un disco bello, a veces por la propia música, siempre por la medida, tensa, colorista dirección de Pletnev con la Nacional de Rusia. Santiago Martín Bermúdez ROSSINI: Ermione. CARMEN GIANNATTASIO (Ermione), PATRICIA BARDON (Andromaca), PAUL NILON (Pirro), COLIN LEE (Oreste), BULENT BEZDUZ (Pilade). CORO GEOFFREY MITCHELL. FILARMÓNICA DE LONDRES. Director: DAVID PARRY. 2 CD OPERA RARA ORC 42 (Diverdi). 2009. 134’. DDD. N PN Siempre es bienvenida una nueva grabación del encomiable sello inglés, empeñado en sacar adelante, en descubrir o redescubrir el repertorio del s. XIX italiano. El esfuerzo editorial es, como siempre, espléndido. Los repartos han ido mejorando paulatinamente llegando a alcanzar en algunas oportunidades un nivel sobresaliente. Algo que no es el caso en esta oportunidad, aunque cuente con bastantes enteros a su favor. Parry, con su experiencia, ya se puede considerar un especialista del género y su lectura es sabia, ordenada, colaboradora con el solista y conforme al espíritu del compositor. Del reparto, la más centrada en cometido es Patricia Bardon. Aunque no se trate de una auténtica contralto “a la rossiniana” su afinidad con el barroco le permite entender convenientemente a Andromaca y sacar sin agobios adelante su aria y el dúo con Pirro. Giannattasio no parece el tipo de voz de la protagonista 259-DISCOS 21/12/10 11:47 Página 81 D D I SI CS O C O S S PROKOFIEV-SCHUBERT La interpretación es notable por belleza tímbrica, empaste, afinación y ajuste. La dirección de Lionel Meunier también merece elogio por el rigor del planteamiento estilístico, si bien habría cabido desear que se abriera un mayor margen para la fantasía expresiva. Con todo, una interesante aportación al conocimiento de un músico más valioso para la comprensión de su tiempo de lo que la posteridad seguramente será jamás capaz de calibrar. Amandine Beyer REVELADOR ROSENMÜLLER: Motetes y sonatas. RAQUEL ANDUEZA, soprano; WOLF MATTHIAS FRIEDRICH, bajo. GLI INCOGNITI. Directora: AMANDINE BEYER. ZIG ZAG TERRITOIRES ZZT100801 (Diverdi). 2009. 66’. DDD. N PN J ohann Rosenmüller es bien conocido entre los buenos aficionados a la música del siglo XVII por su obra instrumental, que han recorrido algunos de los más insignes intérpretes del período. Pero aquí Amandine Beyer conduce a su conjunto Gli Incogniti por primera vez al terreno del repertorio vocal, al incluir en su acercamiento al músico germano cinco motetes inéditos, tres de ellos cantados por la soprano navarra Raquel Andueza, uno por el bajo Wolf Matthias Friedrich y el último a titular (esa ambigua vocalidad que debía ser la de la destinataria Colbran ¿quién la posee?) y, aunque carezca del empuje dramático necesario para el importante último cuadro, sale airosa en las restantes situaciones, gracias a su musicalidad, al cuidado de la línea vocal, al encanto expresivo inequívocamente italiano. Lee (mejor distribuido para partes de tenor contraltito de obras cómicas rossinianas) y Nolan hacen lo que pueden con sus gravosas tesituras, con muy buena voluntad lo que les compensa los irregulares logros, sobre todo en el caso del segundo de los citados. Bezduz sale mejor parado, ya que su personaje no está tan exigido. Bien las partes de complemento, en especial el Attalo de Loic Felix y el Fenicio de Graeme Broadbent. La muy decisiva labor del coro viene aquí muy bien servida por el Geoffrey Mitchell. dúo por ambos solistas. El CD se completa con tres sonatas de la colección publicada por el compositor en 1682. La música es de clara inspiración italiana y las obras sacras cuentan con introducciones y ritornelli instrumentales de notable interés. Beyer y sus compañeros interpretan las sonatas con un lirismo, un equilibrio entre las partes y una fluidez verdaderamente exquisitos. Lo más original del disco está en cualquier caso en la música vocal, que se beneficia del timbre inconfundible de Raquel Andueza, de su forma naturalísima de emisión, su homogeneidad en el color, su extraordinaria capacidad expresiva, su conocimiento del estilo, su empleo justo de los recursos ornamentales que convienen a cada fra- Salieri siempre estará marcado Mozart. Por el estereotipo difundido por la película de Milos Forman. Y por el olvido en el que ha caído su obra. Un olvido curioso, ya que en su tiempo fue uno de los compositores más célebres y populares del mundo. La Arena de Verona decidió exhumar esta Il mondo alla rovescia (El mundo al revés) tras dos siglos de olvido. Estrenada en Viena en enero de 1795, la ópera gozó de cierto éxito en su momento, lo cual no es extraño, dada la fama de la que gozaba su autor. Cumpliendo el tópico, es innegable la gran influencia del canto mozartiano (sobre todo de la trilogía Da Ponte) en esta obra. Su musicalidad, su utilización de la superposición de voces en los números corales y el estilo dramático en general, es casi un calco de la genialidad de su contemporáneo. Esta recuperación viene a hacer justicia con el personaje, por lo que significó, que no por la calidad intrínseca de la obra, escasa de originalidad. El trabajo realizado por orquesta, director y cantantes, es impecable. Cabe destacar a Maria Laura Martorana, quien, con el papel de La Marquesa, soporta el peso vocal de la obra. por el tópico. Por el tópico de las leyendas de rivalidad con Carlos Vílchez Negrín Fernando Fraga SALIERI: Il mondo alla rovescia. MARIA LAURA MARTORANA (La Marquesa), MARCO FILIPPO ROMANO (La Generala), PATRICIA CIGNA (La Coronela), ROSA BOVE (La Ayudante Mayor). CORO Y ORQUESTA DE LA ARENA DE VERONA. Director: FEDERICO MARIA SARDELLI. 2 CD DYNAMIC CDS 655/1-2 (Diverdi). 2009. 139’. DDD. N PN Alfredo Brotons Muñoz se, su musicalidad innata, su elegancia. Estos motetes inéditos de Rosenmüller son una delicia en sus labios. Wolf Matthias Friedrich resiste la confrontación con la joven soprano española, que no es poco, y cuando los dos cantantes se unen la riqueza de contrastes y de significados se multiplica. Un disco revelador. Pablo J. Vayón SCHEIDT: Surrexit Christus hodie. Richte mich Gott. Sende dein Licht und deine Wahrheit. Ist nicht Ephraim mein teurer Sohn. Lobet im Himmel den Herrn. Vater unser im Himmelreich. Jauchzet Gott, alle Land. Puer natus in Betlehem. Das alte Jahr vergangen ist. VOX LUMINIS. Director: LIONEL MEUNIER. RICERCAR RIC 301 (Diverdi). 2009. 61’. DDD. N PN Halle, la ciudad en la que tan a menudo se olvida que nació Haendel, fue también donde vieron la luz algunos de los más importantes compositores de la primera generación de “luteranos” en el norte de Alemania. Uno de ellos fue Samuel Scheidt (1587-1654), autor de una extensa obra vocal e instrumental que por desgracia permanece en gran parte perdida. Las ocho piezas corales sacras aquí reunidas revelan un gran talento para el tratamiento del género policoral desde el dominio del contrapunto tradicional en combinación con los nuevos estilos llegados de Italia. Junto con su contemporáneo Heinrich Schütz, cubre una etapa no tan deslumbrante como la de la generación de Haendel y Bach, pero imprescindible para comprender el paso del Renacimiento al Barroco en Centroeuropa. SCHUBERT: Oscuridad o luz. Canciones selectas. CORNELIUS HAUPTMANN, bajo; ERIC SCHNEIDER, piano. CARUS 83359 (Diverdi). 1996. 60’. DDD. N PN C aptado en 1996, este recital ahora aparece editado y masterizado, permitiendo incorporar a Hauptmann, con mejor formato, a esta edad de oro del canto de cámara que estamos viviendo. El programa es de alto compromiso y escasas facilidades. El cantante sale airoso y demuestra estar a la altura del desafío. Hauptmann es un bajo de voz suficiente, poco personal de naturaleza pero que, a medida que avanza en el programa, se agiganta y cobra un perfil incanjeable. Domina los volúmenes y emite con el mínimo de apoyo, para facilitar la intención de la palabra. Puede explayarse, contenerse y bajar a unos graves cavernosos, estrechos pero expresivos. Las canciones escogidas giran en torno al tema de la muerte, obsesión romántica si la hubo. La tierra, la madre, las tenebrosas honduras de nuestra condición, el final como derogación de la vida, descanso y, tal vez, luz al fondo del túnel. En general, no estamos ante el Schubert lírico y estrófico, sino ante un compositor del recitado poético convertido, insensiblemente, en apuntes de arioso, acompañado por un piano que interviene con una suerte de recitación paralela, llena de gestos y capaz de atmósferas inquietantes. A veces, dos personajes dialogan con una misma voz (La muerte y el joven, La muerte y la doncella). Hauptmann vierte las piezas con cimera calidad. Es intenso, patético, melancólico, meditati- 81 259-DISCOS 21/12/10 11:47 Página 82 D D I SI CS O C O S S SCHUBERT-SOLER vo, desesperado y esperanzado, según conviene a cada texto. Las firmas son de compromiso, como Goethe, Schiller y el amado Mayrhofer, que nunca falta a la cita schubertiana. Hay asimismo unos textos anónimos y románticos menores. Imposible contar una palabra inerte, siquiera una sílaba sin sentido, en la poderosa elocución de Hauptmann. Como sosias instrumental, el pianista cumple —en el mejor sentido del adverbio— ferozmente. por la música francesa y el jazz, mientras que el Sexteto (1924), estrenado por Paul Hindemith, posee una insospechada intensidad y fuerza dramática, comprensible si se tiene en cuenta que lo que el compositor intentó hacer en sus cuatro movimientos fue una suerte de autobiografía musical en absoluto complaciente. Lo único que se le puede reprochar a este disco, soberbiamente interpretado y grabado, es que sólo dure 49 minutos. Quitando eso, toda recomendación es poca. Blas Matamoro Juan Carlos Moreno SCHULHOFF: Concertino para flauta, viola y contrabajo. Sonata para flauta y piano. Sexteto de cuerda. ANDRÁS ADORJÁN, flauta; WALTER KÜSSNER, viola; KLAUS STOLL, contrabajo; YUMIKO URABE, piano. SEXTETO DE CUERDA DE LA FILARMÓNICA DE BERLÍN. PHILHARMONIE PHIL 06004 (Harmonia Mundi). 2009. 49’. DDD. N PN 82 E l de Erwin Schulhoff (1894-1942) fue uno de los talentos más asombrosos de la historia de la música, un compositor con una capacidad única de absorber y hacer suyos los más diferentes y antagónicos estilos musicales y darles salida con una naturalidad pasmosa. El folclor de su tierra natal checa, los cantos judíos, el posromanticismo más extremo, el jazz, la atonalidad, la nueva objetividad, el dadaísmo, el neoclasicismo, la politonalidad y polirritmia de Stravinski, el marxismo militante… Todo cabe, todo le interesa y todo le sirve para su propia música. Una música llevada además por una insobornable voluntad comunicativa, que hace más asequible lo que en un principio podría parecer inusual y excéntrico. Como por ejemplo el Concertino (1925) que aquí nos traen los profesores de la Filarmónica de Berlín. Su plantilla es de aquellas que sólo leerlas ya llaman la atención, pues alía los registros extremos de la flauta (y, más aun, del piccolo) y el contrabajo, con la viola como puente de unión. Pero es que todo en ella es un dechado de invención, con los ritmos populares checos de excusa para crear algo nuevo, poético, divertido y a la vez extrañamente inquietante. La extrovertida Sonata para flauta y piano (1927), en cambio, muestra el interés de Schulhoff SCHUMANN: Davidsbündlertänze op. 6. Fantasía en do mayor op. 17. MITSUKO UCHIDA, piano. DECCA 4782280. (Universal) [+ CD entrevista de James Jolly con Uchida, 29’]. 2010. 72’. DDD. N PN La evolución de la japonesa Mitsuko Uchida ha sido bien evidente en los últimos años. De la pianista capaz de una aproximación un tanto narcisista, gris en cuanto a tensiones y siempre cuidada en el sonido, hemos pasado a una artista capaz de mostrar sutilezas y contrastes que hasta ahora no habían sido tan aparentes. Este disco dedicado a Schumann es toda una demostración de este comentario introductorio, además de evidenciar una notable afinidad con el compositor de Zwickau. Hay aquí efusión lírica, pasión y buenas dosis de brillantez. Cierto, en las Danzas encontramos los mejores momentos en la faceta eusebiana (bellísimos los números 5 y 7, por ejemplo, y extraordinaria la etérea sugerencia del número final), pero aunque no alcance el poderío de un Pollini en los momentos de mayor exaltación (el número 6), pocos podrán decir que en él no hay suficiente pasión (número 10, aunque jamás se desmelene al estilo de una Argerich). No regatea el rubato ni teme la intensidad poética, y dibuja la obra con un trazo tan consistente como fluido, espontáneo y lleno de lo que la obra más demanda: fantasía. Si acaso puede achacarse algo es un punto de cautela en los números que demandan un virtuosismo más atrevido (el número 13, por ejemplo). Este punto de cautela aparece con mayor profusión en la Fantasía op. 17, obra que no por casualidad estaba dedicada a Liszt. Uchida conti- núa brillando en los pasajes más íntimos (muchos momentos del tercer tiempo, el pasaje final del mismo), pero tanto en el primero como, especialmente, en el trepidante segundo, se echa de menos el nervio de Richter o Pollini. Hay en el primer tiempo demasiada tendencia a la contemplación, y el segundo quizá suena demasiado controlado, como si la necesidad de precisión en su apabullante coda final atenazara algo la espontaneidad. El álbum contiene un segundo disco en el que James Jolly entrevista a la pianista japonesa. La entrevista es en inglés y no está transcrita ni traducida en el librito del disco. Es una entrevista interesante, pero hay que conocer la lengua de Shakespeare. Dicho sea de paso, el inglés de Uchida se entiende muy bien, bastante mejor que el de muchos de sus compatriotas. En resumen, disco estimable, con algunas cosas muy bonitas, aunque en ninguna de las dos obras haga olvidar las grandes versiones de los Richter, Pollini, Arrau y compañía. Rafael Ortega Basagoiti SCHUMANN: Concierto para piano y orquesta en la menor op. 54. Variaciones Abegg op. 1. Estudios sinfónicos op. 13. Dedicación (arr. Liszt). Arabeske op. 18. Fantasía op. 17. Kreisleriana op. 16. Sonata nº 1 op. 11. Carnaval op. 9. EVGENI KISSIN, piano. FILARMÓNICA DE VIENA. Director: CARLO MARIA GIULINI. 3 CD RCA 88697770712 (Sony-BMG). 1990-2001. 207’. DDD. R PE Los vaivenes de los artistas con los sellos tienen estas cosas. Kissin empezó en DG y Sony, después fue a RCA (que acabó, las vueltas de la vida, en manos de Sony) y después a EMI, donde “reside” ahora. Su anterior sello, RCA-Sony, aprovecha la coyuntura del aniversario schumanniano que conmemoramos en 2010 y publica un álbum de 3 discos, a precio muy especial, de apenas 20 ?, con todas las grabaciones que el joven ruso ha dejado en sus estudios del músico de Zwickau, que por cierto, cuando uno se pone a repasar, suponen buena parte de lo más selecto de la producción pianística del compositor. Y de paso que intenta sacar los réditos al artista “emigrado” le hace la competencia a EMI, donde el ruso también ha dejado ya algún testimonio schu- manniano (el Concierto junto a sir Colin Davis). Las grabaciones tienen ya entre 10 y 20 años, lo que se dice pronto teniendo en cuenta que su protagonista no llega aún a los cuarenta. Pero eso sólo habla, la verdad, de un talento excepcional, uno de los mayores que el teclado ha conocido en las últimas décadas. Y en el periodo que abarcan estas grabaciones, especialmente en sus primeros dos tercios, el ruso estuvo particularmente afortunado, y de modo muy especial, en sus acercamientos a Schumann. Lo está en la interpretación junto al añorado Giulini del Concierto, primorosamente dibujado en cuanto a claridad, pero sin perder espontaneidad, poderío, efusión lírica o intención poética. Se luce también en unas Abegg de elegante virtuosismo, estupendamente cantadas. Los Estudios sinfónicos tienen el impulso juvenil del por entonces aún no veinteañero Kissin, y asombra la arrolladora versión registrada en vivo nada menos que en el Carnegie Hall. Cierto, los Arrau (Philips), Pollini (DG), Richter (Regis) y Gilels (Melodiya) de este mundo han dejado versiones con más introspección, pero esta del adolescente Kissin es ya de una madurez sorprendente (escuchen las variaciones póstumas IV y V). Bien la Fantasía op. 17 (1995), con notable introspección en el final y pasmoso virtuosismo en el terrible final del segundo tiempo, aunque no sea la suya una versión para hacer olvidar a Richter, Pollini o Arrau. La Kreisleriana de 1997 y sobre todo el último disco (Carnaval y Sonata nº 1, ambos grabados en 2001), adolecen de un cierto endurecimiento del sonido, aspecto que hemos comentado en algunos de los discos más recientes de Kissin. Hay también en ellas, especialmente en el Carnaval, signos de que Kissin a veces sólo encuentra el camino a medias, porque aquí hay demasiadas sutilezas que se le escapan o sugerencias que quedan dibujadas de forma un tanto superficial. Ello no debe cambiar la valoración general de que estamos ante un álbum interesante aunque irregular, que en todo caso evidencia un talento pianístico de primer orden. Rafael Ortega Basagoiti 259-DISCOS 21/12/10 11:47 Página 83 D D I SI CS O C O S S SCHUBERT-SOLER SEREBRIER: Sinfonía nº 1. Nueve. Concierto para violín “Invierno”. Tango en azul. Casi un tango. They rode into the sunset. SIMON CALLOW, narrador; GARY KARR, contrabajo; PHILIPPE QUINT, violín; CORO Y SINFÓNICA DE BOURNEMOUTH. Director: JOSÉ SEREBRIER. NAXOS 8.559648 (Ferysa). 2009. 72’. DDD. N PE P ues bien, confieso que había oído campanas, pero que no lo sabía a ciencia cierta: el uruguayo y estadounidense de sangre rusa y polaca José Serebrier, que fue favorito de gente como Stokowski y Szell, no es sólo un interesantísimo director de orquesta, sino también un importante compositor. De momento, Naxos tiene tres discos con obras suyas; cada uno, con una sinfonía y otras piezas. Y por las seis obras que oímos en este primer volumen (dos de ellas, los Tangos, bastante breves) la obra de Serebrier se mueve entre la modernidad y la tradición. Escuchar la secuencia de 19 minutos de la Sinfonía nº 1 (1956, obra de un chaval de diecisiete años) puede sugerirnos esa peligrosa palabra o concepto: eclecticismo. Porque ahí hay de todo, y en continuidad, como si un tema dejara pasar a otro sin necesidad de desarrollo de cada uno; aquí, como si un estro, una escuela, una inspiración dejara pasar a otra en un desfile de cuadros vivos. Pero esto es algo más que un ejercicio de aprendiz, entiéndanme ustedes. Debió de haber revisiones, el resultado es demasiado maduro. Nueve: Concierto para contrabajo es obra mucho más tardía, de 1971, con narrador, solista, eventualmente un coro, y una orquesta de una tímbrica mágica, rica, pero ahora en pleno experimentalismo; no diremos que es obra de vanguardia, ese copyright lo tienen otros. Más reciente todavía es el Concierto para violín, “Invierno” (1991). Cuenta Serebrier que el violinista Guttman quería cuatro conciertos, uno por cada estación del año, y que no encontraron ninguno para el invierno, así que el propio Serebrier se vio obligado a componerlo. Aquí no hay vanguardia, sino pleno posromanticismo, con citas de Chaikovski y Glazunov. Y es una página que puede estar junto a los más importantes conciertos del siglo XX, como propuesta acaso no tan importante, pero sí llena de riqueza y de la dignidad de no olvidar de dónde procede todo. De este siglo son los dos Tangos, titulados en español, como el Nueve del Concierto para contrabajo: Tango en azul y Casi un tango. Son tangos con agresividades cromáticas, aunque éstas parecen adornar a menudo el paso de la melodía, que avanza sin grandes problemas ni oposición. No vemos en estos tangos cercanías con Astor Piazzolla, pero acaso sí con una inspiración lejana: Kurt Weill. Repito: acaso. Mas también hay algo del lejano modelo concertante para cine que inspiró a Herrmann y su Concierto Macabro, o a Addinsell y su Concierto de Varsovia. Una última intuición válida para Casi un tango: unan ustedes el concerto grosso veneciano y la Balada del Chulo de Die Dreigroschenoper, y quién sabe… They rode into the sunset, música para una película imaginaria, es buena muestra de la capacidad de recreación de un mundo sonoro distinto cada vez; en este caso, en una obra de 2009 se nos sugiere al principio y al final la sonoridad de la música fílmica anterior a Henry Mancini, hasta la exaltación final, con coro y todo. Y sin embargo… no es exactamente así, porque nada regresa tal como se marchó. Porque Mancini y otras propuestas posteriores no llegaron en vano. El film en cuestión no era tan imaginario como dice el título. Se iba a rodar, y necesitaban la música antes. Pero llegaron las huelgas, o acaso las lluvias, y todo se fue al garete. Queda la composición, muy felizmente. El propio Serebrier, músico inquieto que se diría que nunca se detiene, dirige la Orquesta de Bournemouth, acompaña a Quint y a Karr, magníficos contrabajista y violinista, se despliega, se reinterpreta. Y consigue un disco magnífico que no defraudará a nadie. Ahora, esperamos los otros dos. Al menos, son dos, con las Sinfonías Segunda y Tercera y otras muchas piezas. Santiago Martín Bermúdez SOLER: Sonatas para teclado nºs 15, 84, 18, 88, 102, 118, 117, 45, 115, 94, 48 y 105. IVÁN MARTÍN, piano. WARNER 5249807622. 2008. 73’. DDD. N PN Hay algo en la sonriente portada de este compacto que delata Karel Ancerl CERCA DE LA VERDAD SMETANA: Vltava. DVORÁK: Sinfonía nº 9 “Del Nuevo Mundo”. FILARMÓNICA CHECA. Director: KAREL ANCERL. SUPRAPHON SU 4016-2 (Diverdi). 1961, 1963. 52’. ADD. H PM Ancerl, la Filarmónica Checa y dos páginas de la identidad musical checa… Qué podemos decir. Que además del placer de escucharlas una vez más (y van muchas) uno tenía ya previsto que había que recomendar este disco. Podrá usted encontrar una Nuevo Mundo más incisiva, y también más violenta; o de mejor calidad de sonido, faltaría más: Podrá usted bañarse en un Vltava más agitado, más rápido, más peligroso… Pero siempre tendrá que regresar a Ancerl y la Filarmónica de la época en que este maravilloso intérprete era titular de la que entonces era una de las grandes orquestas del mundo. Tradición tenían tanto la orquesta, desde mucho antes de la guerra, como el la naturaleza de su contenido. Es el hecho de que el nombre del intérprete —Iván Martín— aparezca en caracteres ostensiblemente mayores que los del creador de la música que contiene, el gran Antonio Soler. El estupendo pianista grancanario, sin duda uno de los puntales del momento de gloria que en la actualidad disfruta el teclado español, se ha adentrado en la música soleriana desde una perspectiva personalísima, esencialmente pianística. La interpretación de las doce sonatas que integran los 73 minutos de este CD posiblemente sorprenda — incluso pueda molestar y hasta irritar— a aquellos puristas que busquen la recreación de la sonoridad original de unas composiciones ideadas y nacidas para el clave o el fortepiano. Iván Martín, pianista de fuste cargado de criterio, despoja la música del genio de Olot de algunas de sus señas de identidad, suaviza los secos contrastes dinámicos, la vibrante pulsación y mucha de esa vitalidad contagiosa que mostró —por ejemplo— Alicia de Larrocha en su prodigioso registro de los años propio Ancerl, desdichado en la guerra por lo que no vamos a repetir; y que ahora, cuando nos acercamos a los treinta años de su fallecimiento, se dibuja como uno de los grandes del siglo XX. Sorprende esta reedición, tan cercana como está la gran Edición Ancerl del mismo sello. Pero hay fonogramas que no se agotan nunca. Y los aficionados nuevos y antiguos quieren a menudo renovar su discoteca. Por ejemplo, volviendo al origen, a la autenticidad, a eso que tanto se parece a la verdad. Santiago Martín Bermúdez sesenta. El uso del pedal es aquí generoso, como también las gradaciones dinámicas, que se olvidan del clave y del fortepiano para no prescindir de las mil y una posibilidades del piano moderno. Los armónicos se multiplican y envuelven con generosidad las desnudas armonías originales. Las melodías también aparecen hilvanadas bajo un legato generosamente pianístico. Con argumentos, buen gusto y manifiestos recursos, Iván Martín firma un Soler tan valioso como el mejor, por mucho que pueda disentirse de su particular punto de vista. En una reciente entrevista, el protagonista de este compacto reconoce la existencia de tres tiempos internos: “En realidad hay tres ritmos, el del compositor, el del intérprete y el del receptor”. Martín cabalmente ha optado por escuchar preferentemente su propio tempo, su propio sentir. Ha apellidado con valiente franqueza la música de Soler y el resultado desprende entidad y el interés ineludible que siempre despierta la interpretación de un verdadero artista. Iván Martín lo es. Y este flamante Soler, diferente y propio, esta cargado de razones, sinceridad y enjundia pianística. Justo Romero 83 259-DISCOS 21/12/10 11:47 Página 84 D D I SI CS O C O S S STRAUSS-RECITALES STRAUSS: Sinfonía alpina op. 64. ORQUESTA DE LA Ó PERA N ACIONAL DE P ARÍS . Director: PHILIPPE JORDAN. NAÏVE V5233 (Diverdi). 2009. 53’. DDD. N PN P resentado por una decepcionante toma sonora, completamente fallida en lo que al reflejo de realismo espacial se refiere, Philippe Jordan se muestra deseoso de explorar la vis francesa, por decirlo así, de la Alpina straussiana. El brío de su batuta no le resta capacidad de detenimiento en la extracción del potencial tímbrico encerrado en la partitura. En lo que podemos escuchar, planifica adecuadamente los puntos climáticos y los alcanza con suficiencia y sin excesos. Sin embargo, anhelamos una mínima posibilidad de apreciar su habilidad alquímica en las mezclas de cantidades y colores que se intuye digna de interés. Escuchamos con frustración lo que parecen ser cambios de ambientes sonoros distribuidos a la par que se van creando cimbras de tensión que llegan hasta puntos dinámicos — supuestamente— bien conseguidos en medio de oleadas descriptivas que plasmarían las escenas con acierto. Escuchamos, eso sí, con claridad meridiana la respiración y los suspiros del joven maestro pero ahí no hay nada que nos interese. El objeto sonoro es, evidentemente, otro muy distinto que no está plasmado con la calidad exigible a un sello como Naïve. ¿De qué nos sirve esa página de libreto dedicada casi por completo a la nómina de un magnífico equipo de técnicos, micrófonos, pre-amplificadores o conversores si el resultado que el oyente obtiene no es mucho mejor que el de una buena grabación monofónica de mediados del siglo pasado? Juan García-Rico TURINA: Obras para piano, vol. 6. JORDI MASÓ, piano. NAXOS 8.572141 (Ferysa). 2009. 71’. DDD. N PE Nuevo volu- 84 men de la integral pianística de Turina que Jordi Masó viene grabando para Naxos. En esta ocasión, tras los volúmenes centrados en música basada en la gran forma —concierto y sonata—, en las mujeres, en la infancia y en los paisajes de España, volvemos a la fantasía y a la danza, que ya protagonizaban el primer volumen. En éste, la música que evoca imágenes, lugares y ambientes, la fantasía a partir de ritmos de danza o de formas musicales. Curiosa la neoclásica Fantasía sobre cinco notas, que consta de Preludio, Tocata y fuga, y Coral con variaciones — las cinco notas en cuestión se basan en el nombre de Arbós, ya que fue escrita para celebrar su setenta aniversario— pero también la Fantasía del reloj, auténticos juegos musicales llenos de ingenio y encanto. Hay, como hemos dicho, claras alusiones a la danza y pretensiones programáticas e incluso paisajísticas en este programa, y la música asume un papel entre narrativo y evocador. Masó se pliega a los requerimientos de una escritura exquisita y delicada en la que, por otra parte, no faltan momentos de cierta exigencia y brillantez, sin llegar a ser de un virtuosismo apabullante; y así son sus versiones, como la propia música que interpreta. mo y otras está muy cerca de un neoclásico, aunque nunca se puede discutir que se trata de una música muy bien hecha, digna de un auténtico maestro. Delgado y Schmidt nos conducen por el preciosismo a veces impresionista, por la elegancia neoclásica y el colorido popular de esta música con perfecto conocimiento de causa, con rigor e implicación. Obras para violín y piano. DÚO DS. 2 CD GRAMOLA 98850/60 (Diverdi). 2009. 99’. DDD. N PN David Delgado y Stefan Schmidt forman el Dúo DS, que inició su andadura en 2006 y que se ha distinguido por ofrecer programas imaginativos con repertorio poco habitual, con especial atención a la música del siglo XX. Juntos y por separado gozan de prestigio en su actividad musical, básicamente centrada en Alemania. Delgado es violinista en la Staatskapelle Berlin que dirige Barenboim, y Schmidt es un experto acompañante de cantantes. En esta ocasión nos ofrecen la integral de la música para violín y piano de Turina, un corpus ya conocido y del que existen diversas referencias discográficas. A ellas viene a añadirse ésta, caracterizada por un indiscutible buen hacer, poco dado a subjetivismos pero tampoco a la asepsia. El programa es muy diverso, como es siempre Turina, que a veces fascina y otras nos adormece, que en ocasiones nos seduce con su muy atractivo andalucis- Claire Vaquero Williams VERACINI: Josep Pascual VAUGHAN WILLIAMS: The Sky Shall Be Our Roof. SARAH FOX, soprano; JULIETTE POCHIN, mezzo; ANDREW STAPLES, tenor; RODERICK WILLIAMS, barítono; IAIN BURNSIDE, piano. ALBION ALBCD 001 (Harmonia Mundi). 2007. 60’. DDD. N PN Kissing Her Hair. Veinte canciones tempranas. SARAH FOX, soprano; ANDREW STAPLES, tenor; RODERICK WILLIAMS, barítono; IAIN BURNSIDE, piano. ALBION ALBCD 002 (Harmonia Mundi). 2007. 59’. DDD. N PN Josep Pascual TURINA: Shakespeare, los poetas isabelinos, Tennyson, Dante Gabriel y Cristina Rossetti, Verlaine… Las versiones de tan bellas músicas corresponden sin problemas a sus requerimientos, son probas y delicadas, honradas y llenas de amor. Precioso discos estos. Aunque el común de los mortales pueda vivir sin ellos no le ha de ocurrir así al amante de la música de Vaughan Williams, quien, con la colaboración de la Ralph Vaughan Williams Society, recibe aquí un cúmulo de pequeñas —y algunas bien raras— perlas que encajan con guante de seda en la producción más conocida del británico. Lo más llamativo, desde luego, son los arreglos que hiciera para voz y piano de algunas arias —aquí, con razón, se llaman canciones, como también lo son, en realidad, en el original— y dúos de sus óperas Hugh The Drover, Sir John in Love y The Pilgrim’s Progress. El otro disco recoge, por orden cronológico, canciones escritas entre 1895 y 1925 —lo que quiere decir que el subtítulo es un poco engañoso, pues en esta última fecha el compositor tenía ya cincuenta y tres añitos y la obra de que se trata es la bien madura Three poems by Walt Whitman. El resto abarca hasta 1907 y supone un recorrido por el lirismo, la emoción, la idílica presencia de la naturaleza, la confianza en la tradición, todas esas cosas que definen la obra de un compositor que, además, sabía muy bien elegir sus textos: Sonata en re menor (Dresde). Sonata en re menor (Viena). Sonatas op. 1, nºs 7 y 12. Sonata accademica en re menor op. 2, nº 12. RICCARDO MINASI, violín. MUSICA ANTIQUA ROMA. DEUTSCHE HARMONIA MUNDI 88697705302 (Sony-BMG). 2008. 72’. DDD. N PN C alificado por Thomas Burney como “el mejor violinista de Europa” pero t a m b i é n como un capo pazzo (cabeza loca o de chorlito), el florentino Francesco Maria Veracini (16901768) conoció de primera mano todas las variantes adoptadas en el cultivo de su instrumento durante la primera mitad del siglo XVIII, comenzando por la que representaba su tío Antonio. En este disco se le rinde homenaje con formidables interpretaciones de tres obras de sus dos colecciones de sonatas conservadas (Op. 1 y 2), a las cuales se añaden las primeras grabaciones mundiales de dos sonatas en la misma tonalidad (re menor) halladas en bibliotecas de Dresde y Viena. Aparte de una asombrosa técnica, Minasi pone de manifiesto una enorme imaginación para encontrar la intensidad precisa para dar a cada inflexión de fraseo su carácter tan indiscutiblemente barroco como distintivo del compositor. El mantenimiento exacto del paso en el diabólico Allegro central de la Op. 1, nº 7, con perfecta ejecución de unas dobles cuerdas que de inmediato aunque fugazmente hacen pensar en una inspiración folclórica, o la elocuencia expresiva de las notas tenidas en el subsiguiente Largo de la misma obra contrastan con la sabiduría musicológica y el buen gusto musical con que por un lado se respetan y por otro se llenan de emoción los códigos estructurales en la muestra del Op. 2 incluida. Decididamente, un autor y unos intérpretes que de ninguna manera deberían pasarse por alto. Alfredo Brotons Muñoz 259-DISCOS 21/12/10 11:47 Página 85 D D I SI CS O C O S S STRAUSS-RECITALES Michael Noone INSUSTITUIBLE VICTORIA: Liturgia de Pascua en el Madrid de los Austrias c. 1600. SCHOLA ANTIQUA. Director: JUAN CARLOS ASENSIO. HIS MAJESTYS SAGBUTTS AND CORNETS. ENSEMBLE PLUS ULTRA. Director: MICHAEL NOONE. ARCHIV Los Siglos de Oro 0028947640462 (Universal). 2009. 64’. DDD. N PN Missa Ave Regina. Motetes. Música para vísperas. ENSEMBLE PLUS ULTRA. Director: MICHAEL NOONE. ARCHIV Los Siglos de Oro 0028947640479 (Universal). 2009. 61’. DDD. N PN Volúmenes séptimo y octavo de una serie que tiene previstos diez ejemplares. Cada uno de los presentes ilumina una forma diferente de hacer, el primero de los comentados recrea un acto litúrgico y ofre- VIVALDI: Oberturas de ópera. MODO ANTIQUO. Director: FEDERICO MARIA SARDELLI. BRILLIANT 94030 (Cat Music). 2001. 67’. DDD. R PE Reedición de un antiguo disco de principios de siglo licenciado por el sello italiano Frame en el que el conjunto del musicólogo y flautista Federico Maria Sardelli, Modo Antiquo, repasaba hasta 14 sinfonías de las usadas por Vivaldi para la apertura de sus óperas. Como se sabe, se trata de piezas breves sin mayor relación con el contenido del drama al que encabezaban, divididas en dos movimientos rápidos, aunque el segundo, de carácter danzable, suele antecederse de un tiempo lento, que en algunos casos llega a ocupar más de la mitad del movimiento. Si bien estas auténticas miniaturas orquestales suelen incluir maderas, no se alejan demasiado de la tipología del concerto ripieno, una forma que en Vivaldi alcanzó extraordinaria condensación motívica e interesantes juegos contrapuntísticos, por más que aquí la escritura tienda más a la homofonía y por ello sean frecuentes los unísonos en los violines. Sardelli es uno de los principales representantes de la inter- ce la música con instrumentos y un grupo especializado en el canto llano, en tanto que el segundo reúne motetes y una misa sin hilo conductor alguno y las interpretaciones se limitan a la polifonía y el órgano. En ambos casos, las traducciones de Noone gozan de la solvencia técnica y el idiomatismo acostumbrados, que hacen de esta colección un cuerpo discográfico insustituible para acercarse al excelso legado creativo del abulense. Los componentes del His Majestys Sagbutts and Cornets están ciertamente en forma, como prueba su papel en el Laetatus sum; su mezcla con las voces produce momentos cimeros de variado colorido o profundidad expresiva, casos respectivos del Kyrie y el Credo de la Missa “Laetatus sum”. Destacada intervención de Schola Antiqua en el Magnificat. No carece de un dramatismo auténticamente teatral la versión de la Sequentia: Victimæ paschali laudes, pretación vivaldiana más teatral y agresiva, lo cual se aprecia ya bien en este trabajo de contrastes muy marcados, acentos rotundos y tempi que en los movimientos rápidos tienden a lo vertiginoso. Aunque pueden hallarse pasajes en los que la cuerda de Modo Antiquo pierde parte de su empaste y su prestancia (en la misma Fida ninfa que abre el CD, en la que el director exige el máximo de potencia y de velocidad), la respuesta del conjunto es más que notable por equilibrio y plasticidad, y la recuperación de este trabajo más interesante de lo que pudiera parecer a priori. minadas. Por otra, la música de Wolf nos permite releer a Mörike desde otra perspectiva, como un balance del romanticismo, ordenando sus temas obsesivos y puliendo las soluciones formales, a la vez que como un anuncio del expresionismo. Tales premisas han orientado a los intérpretes de estos compactos, tomas vienesas en vivo con sus sonidos ambientales que le otorgan especial vivacidad. Henschel parte, en efecto, de la letra y frasea en función del verso, llevando el canto al extremo elocutorio del recitativo. Con suaves apoyos, su voz matiza sus colores porque se la oye baritonal desde el centro hacia el grave aunque el agudo parece anunciar a un tenor. Esta variedad colorística es aprovechada con inteligencia por Henschel, que se inscribe en un código decididamente expresionista y dejando de lado la tradición lírica de un Fischer-Dieskau o una Seefried, por ejemplo. La expresividad de Henschel es valiente, elaborada, plena de sentido y en ningún caso violenta la escritura wolfiana. En especial le convienen las páginas que comportan escenas o narraciones como Pregunta y respuesta, Encuentro y El jinete de fuego. Tampoco deja de lucirse en los momentos estáticos cuales A una imagen antigua y El niño Jesús dormido. Sin un pianista de brillo instrumental y plenamente comprometido con la elección estética del cantante, la faena habría fraca- Pablo J. Vayón WOLF: Mörike-Lieder. DIETRICH HENSCHEL, barítono; FRITZ SCHWINGHAMMER, piano. 2 CD FUGA LIBERA FU 568 (Diverdi). 2009. 125’. DDD. N PN Mörike fue el poeta favorito de Wolf y estas 45 piezas así lo acreditan. Por una parte, al escritor le sirvió para reorientar el curso de la canción alemana, basándola en la estructura que el propio poema sugiere, más que en formas cancioneriles predeter- que goza además de un estupendo juego espacial, y se accede a la plenitud sonora en el Regina cœli final. El volumen octavo comienza con una punzante, casi erótica visión de Nigra sum sed formosa. La compleja polifonía del Dixit Dominus aparece perfectamente clarificada, mientras que el Magnificat —aquí los pasajes gregorianos los hacen los músicos del Plus Ultra— recibe una recreación recia, con sobresaliente participación de los bajos. El Credo de la Missa “Ave Regina” aparece como su centro musical y emocional, por el llamativo fluir melódico, pero en general toda la arquitectura de la composición está firmemente asentada. Se cierra el disco con una concentrada exposición del motete O sacrum convivium. Enrique Martínez Miura sado. Schwinghammer cumple a la perfección su cometido, haciendo ese canto paralelo que Wolf exige y diseñando contrapuntos y atmósferas con una energía y un arrojo de primera calidad. Es que si dos no quieren, Wolf no existe. Blas Matamoro RECITALES DINO CIANI. Pianista. Obras de Debussy, Schumann, Weber y Bartók. BRILLIANT 94069 (Cat Music). 197’. 1961-1972. ADD. R PE A los que conozcan el arte de Dino Ciani (19411974) no les hacen falta demasiadas ilustraciones, ya que este compendio de tres discos que presenta Brilliant, y que comprende en su mayoría registros del vivo, es una clara representación de cómo el artista se expresaba a través del piano. Las interpretaciones de Ciani, que son efervescentes, vivas y llenas de color y sagacidades, priman la naturalidad y la sinceridad. En esta caja sobresalen los Preludios de Debussy, que fieles al espíritu impresionista son un modelo de planos sonoros y 85 259-DISCOS 21/12/10 11:47 Página 86 D D I SI CS O C O S S RECITALES pátina de colores. Ciani se expresa con gran precisión y calidez: pasión contenida a través de una sensibilidad que sabía crear muy bien las diferentes atmósferas que el autor pide en cada Preludio. Con virtuosismo y precisión, el intérprete dibuja todo el simbolismo musical que cada pieza encierra; las interpretaciones son en este caso esenciales, sugestivas, intuitivas y brillantes. También destaca especialmente su Schumann: potente, evocador y romántico por esencia, tiene energía y arrojo. Los dedos del pianista corren con libertad y ligereza, al tiempo que la expresión es siempre dinámica y lúcida. Las Noveletas respiran fuerza y contraste, rigor y belleza sonora. En las Sonatas de Weber, prima el lirismo y el desenfreno (por momentos demasiada impaciencia), y en definitiva una proximidad con el oyente que le convierte en especial desde el primer momento. Ciani trata con gentileza las melodías del compositor alemán y las expresa con aplomo y variedad sonora. Su Weber también respira franqueza y eso intangible que solamente emana de pocos artistas. un balance general salvado por la grandeza, la cultura, la aplicación y el aliento de su arte. Van Dam es un cantante de estricto dominio técnico y musical, de una dicción minuciosa en variadas lenguas, de una inteligencia interpretativa que va de la comicidad directa de Rossini y la oblicua de Mozart a la nobleza dramática de Verdi y el patetismo sombrío de Wagner o Musorgski, matizado por la penosa ridiculez cínica de Falstaff o la melancolía meditativa de Hans Sachs. La muerte de Boris, las imprecaciones de Boccanegra y la creciente sospecha homicida de Golaud pueden adjetivarse de antológicas. Y el paso del santo bautista al demonio goetheano al seductor mentiroso y al hechicero de opereta, todo un dechado de amplitud estética. Aun aceptando ser injusto, no hago más que mencionar a los directores acompañantes, eximios sin excepción. Lo mismo, con los cantantes que le dan la réplica aunque limitándome a los roles principales: Catherine Malfitano, Jules Bastin, Nancy Gustafson, Joanna Koslowska, Tiziana Fabbricini y Juanita Lascarro. Emili Blasco Blas Matamoro JOSÉ VAN DAM. Barítono. JUAN DIEGO FLÓREZ. Fragmentos de óperas de Wagner, Strauss, Musorgski, Verdi, Rossini, Debussy, Mozart, Berlioz y Offenbach. ORQUESTA DEL TEATRO DE LA MONNAIE. Directores: SYLVAIN CAMBRELING, JOHN PRITCHARD, ANTONIO PAPPANO, MICHAEL SCHOENWANDT, IVÁN FISCHER, GEORGE BENJAMIN. Tenor. Santo. Sacred Songs. Obras de Fux, Franck, Adam, Haendel, Bellini, Verdi, Schubert, Rossini, Haydn, Ramírez, Wade y Flórez. CORO Y ORQUESTA DEL TEATRO COMUNALE DE BOLONIA. Director: MICHELE MARIOTTI. 2 CD CYPRES Archive CYP 8603 (Diverdi). 1981-2002. 149’. DDD. N PN C umpliendo 86 setenta años y medio siglo de profesión, Van Dam se apresta al retiro. Calificado homenaje le hace el teatro de Bruselas con tomas que cubren tres décadas de apariciones en su escena y que tienen, como es obvio, la vivacidad y el nivel realista del directo. Barítono-bajo o a la inversa, la indefinición de registro de Van Dam lo ha favorecido tanto en cámara y concierto, donde es una ventaja, como en ópera, donde ha transitado entre ambos repertorios extremos. Su voz es corpórea aunque no de especial calidad tímbrica y ha mantenido la lozanía durante toda su carrera. Algunas limitaciones de tesitura —agudos tirantes, graves sin caverna— apenas han dañado DECCA 478 2254 (Universal). 2010. 67’. DDD. N PN Merece llamarse la atención hacia el bienintencionado programa aquí reunido para un disco que, en principio, podría considerarse casi de circunstancias, ya que toda primera figura acaba, tarde o temprano, haciendo un producto de estas características. Flórez ofrece momentos rossinianos (Messa di Gloria, Petite messe solennelle) acordes con su currículo, suma un raro y hermoso fragmento de una misa juvenil de Bellini, añade un Aleluya de Fux que le permite dar cuenta de su flexibilidad instrumental y su amplio registro, convoca dos fragmentos oratoriales de Haendel (Mesías) y Haydn (La creación) en plan alarde de musicalidad, buena dicción, fraseo y exposición. Y además paga doble tributo: uno a sus orígenes latinos Marie-Nicole Lemieux MI CORAZÓN SE ABRE A TU VOZ MARIE-NICOLE LEMIEUX. Contralto. Ne me refuse pas. Páginas de Massenet, Cherubini, Halévy, Berlioz, Wormser, Thomas, Bizet y Saint-Saëns. FRANÇOIS LIS, bajo. LE JEUNE CHOR DE PARIS. ORQUESTA NACIONAL DE FRANCIA. Director: FABIEN GABEL. NAÏVE V 5201 (Diverdi). 2010. 78’. DDD. N PN Me pregunto por qué parece ser tan necesario para MarieNicole Lemieux el ser clasificada como contralto. Su reciente compilación de arias francesas para Naïve, que incluye algunas de las más reseñables y conocidas de todo el repertorio escénico del siglo XIX, es de lo más sugestivo: nos ofrece una Dalila realmente poderosa y sensual, una Mignon reflexiva, una doliente Charlotte. A los personajes más conocidos se suman otros papeles de singular dramatismo, como Clitemnestra y Medea, y, tanto en unos como en otros, la dramaturgia de los personajes muestra un valioso trabajo interpretativo —quizá el mejor ejemplo sean los incontenibles arrebatos de su atormentada Hérodiade—, siendo de agradecer que la canadiense no se limite a dejarse llevar por la propia belleza y personalidad de un instrumento grande, sino con la lectura especialmente emotiva del Kyrie de la Misa criolla de Ramírez; otro a la rutina discográfica de este tipo de productos a través de los tan manoseados Cántico de Navidad de Adam, Ave Maria de Schubert o Adeste fideles de Wade. Ejecuciones éstas completamente aseadas, suma infalible de habilidad con sentimiento, aunque el intérprete en toda su justa significación aparece más evidente, en especial, cuando desgrana un espectacular Qui tollis rossiniano, en esencia un aria operística que bien podría encajar en muchos de los papeles que en escena hacen de Flórez la entidad tenoril inusitada y única que admiramos. Para culminar faena, poniendo un soberbio punto final, el tenor da cuenta de una faceta hasta hoy inédita, la de compositor. Su Santo que da nombre al disco es una bonita canción de aires peruanos, potenciados por la presencia del charango, las quenas con su característico sonido aflautado y el siku, que desee domarlo en función de lo representado. El centro y las alturas de su voz seducen al oyente con su cremosidad oscura, coronada por unos agudos limpios y dorados, vibrados con aleteo sutil. Con todos estos ingredientes, me resultan poco atractivos los momentos en los que Lemieux intenta dotar a su timbre de mayor consistencia en los graves mediante un exceso de presión de aire que se traduce en una extraña alteración de su color natural. Es una elección chocante, pues de la escucha de otros fragmentos se deduce que el color ha de ser aterciopelado y carismático también en sus profundidades. Opino que si esta espléndida, rotunda voz se hiciese llamar mezzosoprano y sonase como tal, el disco —por lo demás idéntico— no habría de ser menos interesante. Elisa Rapado Jambrina donde el coro se funde con la voz solista en un expresivo además de exquisito diálogo. Un coro como una orquesta, la de Bolonia, en compartido lucimiento al mando de un extraordinario acompañante vocal como es Mariotti. Conseguido. Fernando Fraga HÉLÈNE GRIMAUD. Pianista. Resonances. Obras de Mozart, Berg, Liszt y Bartók. DEUTSCHE GRAMMOPHON 477 8766 (Universal). 2010. 69’. DDD. N PN Hélène Grimaud nos ofrece un nuevo disco del que lo primero que hay que decir es que tiene, faltaría más, una excelente imagen. Dentro de esa aproximación de marketing que 259-DISCOS 21/12/10 11:47 Página 87 D D I SI CS O C O S S RECITALES Christopher Maltman, Julius Drake DÚO DE MAESTROS CHRISTOPHER MALTMAN. Barítono. Canciones de Schubert, Wolf, Debussy, Duparc, Warlock y FlandersSwann. JULIUS DRAKE, piano. WIGMORE HALL WH LIVE 0020 (Diverdi). 2007. 61’. N PN Sin duda, estamos viviendo el gran momento histórico mundial del canto de cámara, especialmente en el renglón de los barítonos. El inglés Maltman se incorpora valientemente a la lista y ejecutoria cumplida de su arte es este recital captado en vivo, incluidas unas palabras de británico humor antes de interpretar una propina. En primer lugar, su órgano de barítono bajo resuelto con total solvencia técnica, se deja oír carnal, de una sedosa y brillante oscuridad, suave de pasajes y de un sensualismo contenido, inteligente, sutilmente varonil. Luenos invade en estos días, en la que se intenta asimilar la música clásica a la moderna, el disco tiene un título, en esta ocasión el de Resonancias, basado en las raíces austrohúngaras que la francesa encuentra en estas obras y sus autores. El repertorio es así variado: Sonata K. 310 de Mozart, Sonata de Berg, Sonata en si menor de Liszt y Danzas populares rumanas de Bartók. Me temo, sin embargo, que lo que encontramos más allá del impecable envoltorio es otra cuestión. La Sonata de Mozart está dibujada de forma abrupta, con cruda tosquedad y crispación, más que con dramatismo, sin asomo del Maestoso que la partitura demanda en el primer movimiento, ni encanto o sutileza de matiz. La maravillosa página, una de las más logradas de la colección pianística mozartiana, queda así resuelta sin pena ni gloria. Mejor transcurren las cosas en la desgarrada Sonata de Berg, de denso dramatismo aquí bien expresado. El meollo del disco se lo lleva esa monumental obra de Liszt que es la Sonata, sobre la que caben pocas dudas en cuanto a considerarla clave en la descomunal producción de su autor. Grimaud se inclina por el poderío, que sin duda despliega con generosidad, pero añoramos la sutileza, el refinamiento, la riqueza de contrastes, la gama de matices, especialmente en los pasajes que piden go, su complejo dispositivo como intérprete. El programa no podía ser más exigente. Sus medios son tópicamente apropiados para el repertorio germánico y así lo demuestra en Schubert, donde pasa, con altivo señorío, del patetismo resignado en El errabundo a la ansiedad temblorosa de Incesante amor. Luego opta por Wolf, huyendo del melodismo ligado schubertiano hacia una expresividad más declamada y una musicalidad más espinosa, cercana ya —valga la más contemplación y lirismo. Hay en su aproximación un uso demasiado largo del pedal de resonancia, que tiende a emborronar excesivamente el discurso. La francesa, en suma, queda a una distancia sideral de la larga nómina de ilustres intérpretes de esta página tremenda, desde Richter a Arrau pasando por Horowitz, Zimerman o Pollini, Barenboim o hasta Pogorelich. Las Danzas de Bartók tienen buen pulso rítmico pero tampoco cautivan especialmente. En cualquier caso, un balance global que no pasa de una bien ejecutada grisura. Rafael Ortega Basagoiti MARK PADMORE. Tenor. Obras de Schumann y Lachner. KRISTIAN BEZUIDENHOUT, fortepiano. HARMONIA MUNDI HMU 907521. 2010. 69’. DDD. N PN Dos ciclos schumannianos (Liederkreis op. 24 y Amor de poeta) se unen aquí a cinco piezas de Franz Paul Lachner, contemporáneo de Schumann que también se valió para su serie Viaje del cantor de poemas escritos por Heine. La comparación es fructífera, porque ambos músicos redundancia— al expresionismo. Su Jinete de fuego, aun pensando en referencias cimeras como la de Matthias Goerne, es arrebatador, más todavía cuando, enseguida, Maltman es capaz de la gracia leve que exige El jardinero. Menos previsible es la maestría que explaya en el mundo francés, habitualmente apto para voces femeninas o barítonos blancos y líricos, sobre todo en Debussy, que exige un recitado de ínfimos matices, autoridad fonética y, en el caso de los versos verlainianos (Mandolina), habilidad para dar saltitos y tralalás en un picante jardín nocturno. El cantante sale airoso a partir de una estudiosa e infalible inteligencia. Más fácil, por decir algo, le resulta Duparc, en especial en el trepidante goticismo de La ola y la campana, aunque sin desdeñar el hipnótico ensueño propuesto por la baudeleriana Invitación al viaje. Aliviando la faena, la maestría del narrador se pone las botas en las piezas de su tierra, de una finura burguesa y victoriana, en especial el cuento desopilante que pone de encore, debido a Flanders y Swann, Matrimonio desigual. Elogiar a Drake sería tautológico y me llevaría tanto espacio como el dedicado a su ilustre compañero. Sólo destaco la perfección del vínculo, que se pone a prueba en una variedad exigente, de esas que brillan o matan. Pues Drake, en el extremo compromiso de Wolf, está francamente deslumbrante, lo mismo que en las atmósferas que diseña en torno a las melodías francesas. Hasta me permito aconsejar al escucha que atienda a la calidad de los aplausos y comparta sus matices de admiración. tratan al mismo poeta con utensilios similares pero con resultados personales divergentes. Lachner es un correcto romántico. Schumann es Schumann. Padmore tiene una voz pequeña, tanto en extensión como en color y anchura. Al darla a pleno volumen, se abre y destimbra, quedando hueca. Con habilidad técnica, el tenor inglés prefiere los ahilados, las voces mixtas y los falsetes, emitidos con finura tal que no se perciben fuera de tesitura. Su expresividad es posmoderna. Evita los contrastes confundiendo la intensidad con una suerte de tensión histérica y repentina. Si el escuchante busca el amargo y apasionado patetismo del poeta enamorado, por ejemplo, lo hará en vano. El pianista corresponde a la propuesta del cantante y para ello se vale de un fortepiano Erard de la época, de frugales acentos. es un microcosmos, no es un resumen del itinerario de estos tres compositores. Sobre todo en el caso de Berg, puesto que su Sonata op. 1 es una obra juvenil. Tal vez más en el caso de Schoenberg, porque sus obras para piano —como se ha señalado a menudo— aparecen en momentos de mutación, de avance. La suspensión de lo tonal (esto es, la primera emancipación de la disonancia) se da en las Tres piezas op. 11, mientras que el camino hacia lo serial es cosa de las siguientes piezas, distantes de ésta y ahora aún más breves y escuetas. En cuanto a Webern, este recital se cierra con una obra suya de época muy avanzada, las Variaciones op. 27, tres movimientos breves, concisos, densos (marca de fábrica Webern todo ello) concluidos en 1936. Partir de la Sonata de Berg, de amplio desarrollo, y terminar con la concisa variación Sehr schnell del Op. 27 de Webern es todo un recorrido hacia el despojamiento. Un recital como éste requiere atención y quietud. Puede oírse al azar de otras actividades, pero a condición de que eso sea la preparación. Después, siéntese y escuche en la intimidad. Conocerá el aficionado otras referencias, como la antigua de Pollini, como Blas Matamoro JEAN LOUIS STEUERMAN. Pianista. Obras de Berg, Schoenberg y Webern. ACTES SUD ASM 03 (Harmonia Mundi). 2004. 61’. DDD. N PN Como es sabido, la obra para piano solo de la Escuela de Viena puede resultar significativa de la trayectoria de la escuela. Pero no Blas Matamoro 87 259-DISCOS 21/12/10 11:47 Página 88 D D I SI CS O C O S S RECITALES-VARIOS la aún más vieja de Glenn Gould, las de Serkin, Katharina Wolpe, Pöntinen, y el reciente Jan Michiels. No importa, Steuermann es lo bastante buen músico, en todos los sentidos, y su interpretación dobla el virtuoso por el creador que conoce la escuela que ahora desgrana e interpreta, que la ama y la reinventa en sonidos. Steuermann dedica, además, unas cuantas palabras, más sugerentes que analíticas, a las obras que interpreta. No puede decirse que sea un ciclo pianístico más de los tres vieneses (sin Zemlinsky), porque hay pocos y casi todos se centran lógicamente en Schoenberg. Es uno espléndido y rico en detalle y matiz, que concluye con los dos magistrales discípulos y que, en su interior, desarrolla la obra del maestro. Es un hermoso libro-disco de Actes Sud, editorial exquisita que presta especial atención a la música entre sus diversos puntos de interés. El libro contiene hermosas, inquietantes fotografías de Michael Ackerman. Si el disco es excelente, el libro es una pequeña presencia que enriquece esos sonidos con una belleza a veces cruel. Santiago Martín Bermúdez Johannes Moser LECCIÓN DE RECURSOS JOHANNES MOSER. Violonchelista. Obras de Bridge Britten y Bax. PAUL RIVINIUS, piano. HÄNSSLER 93.257 (Diverdi). 2009. 67’. DDD. N PN Soberbia demostración de las posibilidades tímbricas y expresivas del dúo violonchelo-piano. El repertorio, inglés hasta la médula, ofrece panoramas distintos y complementarios expuestos con excelente técnica e implicación por dos músicos de pies a cabeza. La Sonata en re menor de Bridge que abre el programa se nutre aún de aromas posrománticos entre los que se cuelan pinceladas de impresionismo. El diálogo va cargándose progresivamente de calor a medida que avanzan los compases con perfecta visión constructiva y aguardando a que todo llegue. El potencial expresivo de Moser empieza a asomar ya la patita, especial- mente cuando la clave de do pide —exige— poner especial cuidado sobre el diapasón. Esa franqueza expresiva va más allá y se convertirá, a continuación, en toda una lección de recursos con la magnífica Sonata op. 65 de Britten. El abanico sonoro que despliega el violonchelo en esta maravillosa partitura es tan abundante que llegaremos incluso a “lamentar” la homogeneidad tímbrica del piano. Las regiones agudas de nuevo nos permiten constatar la calidad técnica del joven chelista, ahora sobre unos pasajes pespunteados de pizzicatos valientes y ajustados. Como tomándose la revancha, Rivinius aprovechará los tramos más percusivos de la Marcia para reclamar su parte de protagonismo pero es, una vez más, contestado por ese chelo variado hasta el infinito. Ovación rotunda con el apabullante despliegue técnico del moto perpetuo conclusivo, a modo de traca final. El retorno estilístico al ámbito cantabile se produce con la Legend-Sonata de Bax, obra de 1943 entreverada de alusiones al mundo francés, desde Saint-Saëns hasta Ravel. Puede quedársenos algo corta la pieza, ciertamente, escuchada tras el obrón de Britten pero, a partir de las siguientes escuchas —de las muchas que seguramente tendrá el disco—, bastará con reprogramar el orden de audición para encontrarle el encanto con más objetividad. Juan García-Rico VARIOS EL CEREZO. Villancicos medievales y de las colonias americanas. ANONYMOUS 4. HARMONIA MUNDI USA HMU 807453. 2009. 56’. DDD. N PN 88 S i hay un grupo o artista que le haya sacado p a r t i d o comercial a la grabación de música antigua a cappella, ese es sin duda alguna Anonymous 4. Naturalmente, este cuarteto femenino no carece de virtudes que justifiquen artísticamente su éxito, sino todo lo contrario. Este disco en concreto no es sino la enésima prueba de que la perfección en cuanto a ajuste, afinación, empaste, belleza tímbrica y musicalidad realmente existe. Pero con la misma convicción se ha de reconocer la inteligencia para explotar un repertorio en principio con todas las papeletas para resultar minoritario y crear para él un público que se cuenta por millones en todo el mundo. Como tan a menudo ha sucedido en el pasado, la Navidad vuelve a ser un período del año muy propicio para este tipo de cosechas culturales. Esta vez la selección de villancicos se centra en la Edad Media británica, pero con la prudencia empresarial de incluir entre las diecisiete muestras cinco versiones, por supuesto posteriores, ya elaboradas en el Nuevo Mundo. Una de ellas, The Cherry Tree, que da título a la colección y marca el contenido textual (la resolución mediante un milagro de las dudas de José sobre el origen de la preñez de la Virgen), ya había sido grabada en su versión inglesa por el grupo junto al arpista Lawrence-King. Los seguidores acérrimos de Anonymous 4 no quedarán decepcionados. Sin embargo, dada la ausencia de momentos particularmente espectaculares, quizá no sea éste el trabajo del grupo que más aumente el número de sus adeptos. Alfredo Brotons Muñoz CHACONNE. Obras de Frescobaldi, Cabanilles, Storace, L. Couperin, Kerll, Purcell, Ligeti y otros. RINALDO ALESSANDRINI, clave. NAÏVE OP 30468 (Diverdi). 2008. 74’. DDD. N PN C haconas y pasacalles, cuyos bajos llegaron a confundirse (sobre todo en Francia), fueron desde el siglo XVII vehículos perfectos para la improvisación de músicos de media Europa: sobre una base armónica fija, que se repetía sin descanso, las melodías variaban y se transformaban continuamente. Los principios de la repetición y de la variación encontraron así un estupendo acomodo en estas improvisaciones sobre bassi ostinati, de las que muchos compositores anotaron (sin duda alguna, después de pasar por la interpretación) aquellas que más les gustaban. Rinaldo Alessandrini vuelve al clave para ofrecer un intenso recorrido por piezas de estas características, que incluye obras de Frescobaldi, Cabanilles, Storace, Louis Couperin, Kerll, Purcell, Ligeti (sí, ese Ligeti en el que está usted pensando, presente con su hermosa Passacaglia ungherese de 1978), Muffat, D’Agincour, Fischer, Haendel y Forqueray, hasta concluir con un ejercicio propio, escrito (improvisado) para el cie- rre de este trabajo. El maestro italiano muestra una forma estupenda en el teclado. Técnicamente impecable, incluso en las obras más virtuosísticas, que suenan con impoluta limpieza, sus interpretaciones brillan tanto por la variedad de las articulaciones como por el buen sentido del rico juego ornamental y la flexibilidad del fraseo, siempre dentro de un concepto que privilegia los tempi rápidos, el vigor y la potencia sonora. Pablo J. Vayón CHOPIN Y SUS CONTEMPORÁNEOS Y SUS INSTRUMENTOS. Obras de Chopin, Field, Weber, Alkan, Liszt y otros. BART VAN OORT, CONSTANTINO MASTROPRIMIANO, COR DE GROOT, JAN VERMEULEN, fortepiano. 6 CD BRILLIANT 94048 (Cat Music). 1988-2009. 391’. DDD. R/N PE S in duda, el interés que esta caja de seis discos pueda suscitar podrá deberse a 259-DISCOS 21/12/10 11:47 Página 89 D D I SI CS O C O S S RECITALES-VARIOS dos factores tan determinantes como obvios: las obras y los instrumentos utilizados para su interpretación. Las interpretaciones en este caso pasan a un segundo término, ya que por lo general son bastante discretas; de poca personalidad y sin demasiado relieve diferencial. Con el título Chopin. Sus contemporáneos y sus instrumentos, se presentan seis pianistas que ahondan a través de composiciones de la época en diferentes instrumentos, entre los que destacan un Pleyel de 1847, un Erard de 1837, un Graf de 1826 y un Tröndlin de 1828. Cada instrumento tiene sus características y sus virtudes, un particular sonido y timbre que lo definen. Es muy interesante el hecho de que puedan compararse entre sí, ya que solamente de esta forma el aficionado es consciente de lo que los diferencia y de la evolución del piano en sí. A partir de ahí, están las partituras, la mayoría de un interés dudoso y algunas de repertorio como son los Nocturnos del propio Chopin, la Sonata nº 3 de Weber o dos Estudios trascendentales de Liszt. Discretamente y sin demasiadas alas, los pianistas Bart van Oort, Fred Oldenburg y Cort de Groot ofrecen unas lecturas bastante desanimadas de las piezas que tienen entre manos; digamos que mucha luz no emana de ellos. En cambio Jan Vermeulen con su Weber sí que resulta convincente y atractivo; sabe imprimir fuerza y carácter, resolución y firmeza al mismo tiempo que dulzura y lirismo. Las Mazurcas de Coor de Groot adolecen de demasiado previsibles y poca frescura rítmica. En fin, una caja que muestra una etapa de la evolución del piano dedicada a los que sientan devoción hacia su historia. Emili Blasco GYPSIC. Obras de Monti, Ravel, Enescu, Sarasate y Boulanger. SARAH NEMTANU, violín; CHILLY GONZALES, piano, órgano, órgano Farfisa, batería, percusión; ROMAIN DESCHARMES, piano; IURE MORAR, címbalo. CONJUNTO. Director: AURÉLIEN AZAN ZIELINSKI. NAÏVE V 5235 (Diverdi). 2010. 63’. DDD. N PN Te acercas con inocencia a este disco, sin leer nada previo, y te encuentras con una sorpresa. Mejor dicho, nueve. Aunque, claro está, después de las dos primeras ya estás preparado. Llegas a este disco pensando que es el clásico recital virtuoso, de bravura, de una superviolinista de esas que ahora abundan (bendito sea Dios). Miras la relación y ves que están las páginas más destacadas: Monti, Ravel, Enescu, Sarasate; algo no habitual: Tzigane es con luteal, no con piano; acaso echas de menos Introducción y Rondó caprichoso de Saint-Saëns. Pero no es eso. Revisitar, recrear. La esplendorosa violinista bordolesa de padres rumanos Sarah Memtanu invoca y repite estos conceptos y otros por el estilo. Conceptos, no justificaciones. Enfrenta, recrea y revisa con la ayuda inestimable e imprescindible de Chilly Gonzales, que proviene de “la otra música”. También, en fin, con el concurso de Zielinski en la dirección del acompañamiento y de Descharmes al piano en Enescu y el Tzigane de Ravel. Ahora que tiene cada vez más presencia algo que es viejo como la propia música de salón, este disco es una virguería y un gustazo. Eso que es viejo no es sino la música ligera convertida en tema virtuosístico; y su otra cara, la música culta o culta-popular vista con ojos de ligera o de folk. Es más: con pautas de otras culturas musicales (el título, Gypsic, es indicativo, aquí todo coquetea con lo gitano, pero va más allá). Por eso suena como suena este disco, esta hora de música intensa, llena de encanto y de gracia (divina y de la otra). Sarah Nemtanu lo explica en unas cuantas líneas. Que, con humor y como advertencia, titula así: Amigos puristas, no lean lo que va a continuación. Quién sabe, acaso existan esos puristas. Uno diría que al escuchar “lo que va a continuación”, el propio CD, quedarían totalmente convencidos. Lo que Nemtanu y Descharmes hacen con Enescu es prodigioso; y constituye el corazón y la obra más amplia del recital. Confiesa Sarah Nemtanu que lo del Blues de la Sonata de Ravel tuvo tela marinera: no se lo pierdan. Pero ¿y los Aires de Sarasate con introducción de címbalo? En fin, musicalidad, humor y un toque de gracia (nueve toques, hay que insistir). Por otra parte: ¿podría ser este disco un buen regalo para Sarkozy y Hortefeux? Santiago Martín Bermúdez UNE LARME. Obras de Corbetta y Visée. ROSARIO CONTE, guitarra. CARPE DIEM CD-16278 (Gaudisc). 2004-2005. 60’. DDD. N PN aquellas sesiones privadas que tenían lugar en la corte ferraresa de Alfonso II d’Este en las que el maestro de capilla Luzzasco Luzzaschi concertaba desde el clave las voces de tres de las más célebres cantantes de la Italia del momento, Laura Peperara (o Peverara), Livia D’Arco y Anna Guarini, en repertorios de una audaz modernidad, un alambicado refinamiento y una sensualidad desbordante. Este CD rinde tributo a una de las damas de Ferrara, con madrigales para una o dos voces y continuo de Luzzaschi (los más abundantes), pero también de Giaches de Wert, Lodovico Agostini y Paolo Virchi. El trabajo se completa con piezas para clave solo de Frescobaldi (alumno de Luzzaschi) y realizadas por la propia clavecinista Silvia Rambaldi a partir de obras vocales. Interesante aunque breve artículo de Anna Martellotti y Elio Durante, investigadores habituales sobre la música y la literatura de la corte ferraresa y autores de una obra sobre la protagonista recién publicada: “Giovinetta peregrina”. La vera storia di Laura Peperara e Torquato Tasso. La realización musical, aunque puede ayudar a conocer aquel exquisito repertorio, no resulta del todo convincente, pues las voces de Silvia Frigato y Miho Kamiya no resultan especialmente atractivas y su abuso del vibrato desfigura estilísticamente unas obras que requieren un punto más de refinamiento en el fraseo y un más exuberante y sutil tratamiento de la ornamentación. El acompañamiento de Rambaldi se hace un tanto monótono, por la poca variedad del color y por una grabación que tampoco brilla ni por su claridad ni por su espacialidad. D iscípulo durante dos años en Basilea de Hopkinson Smith, el italiano Rosario Conte recuerda, al menos en este compacto, a su maestro por sus interpretaciones vitales y de gran musicalidad en las que el rigor histórico y musicológico se dan la mano con la sensibilidad y un no escondido entusiasmo por lo que interpreta que se traduce en versiones de marcada personalidad. El programa que escuchamos se centra en obras de dos compositores, maestro y discípulo, Corbetta y Visée. Los modelos de guitarra utilizados son distintos según las obras de uno u otro compositor. Llama la atención el hecho de servirse de un modelo actual construido a partir de una guitarra Stradivarius para interpretar a Visée, guitarra de bello sonido como lo es también el de la otra, para las obras de Corbetta, un modelo actual basado en Matteo Sellas. Esta última, acaso un punto más metálica, casi clavecinística, mientras que la destinada a las obras de Visée, de timbre algo más aterciopelado y opaco que va a la perfección con la música de este compositor. Prevalece en todo momento un carácter triste y melancólico, por momentos elegíaco, que por otra parte es de un guitarrismo que acaso sorprenda a los no familiarizados con las obra de estos dos compositores. Y ese carácter, por supuesto, se traslada a la interpretación, que afortunadamente nunca es lánguida sino que en ella palpita la emoción, eso sí, un tanto sobria como le corresponde. Un bello disco. OPUS BRASIL ENSEMBLE. Josep Pascual Obras de Villa-Lobos, Françaix y Mehmari. MADRIGALI PER LAURA PEPERARA. Obras de Luzzaschi, Wert, Agostini, Virchi y Frescobaldi. SILVIA FRIGATO, MIHA KAMIYA, sopranos; SILVIA RAMBALDI, clave. TACTUS TC 530001 (Karonte). 2009. 62’. DDD. N PN Hay muchos discos dedicados al célebre Concerto delle dame, que era como se conocían Pablo J. Vayón LINDORO AA0103 (Diverdi). 2006. 68’. DDD. N PN La figura de Stravinski planea por este compacto, sobre todo en el Trío de Villa-Lobos y en el Divertimento de Françaix, aunque la música de Mehmari no es ajena a cierto aliento stravinskiano, muy especialmente su Choro breve. Cabe destacar la inclusión en el programa de la inhabitual Fantasía concertante de Villa-Lobos, una composición 89 259-DISCOS 21/12/10 11:47 Página 90 D D I SI CS O C O S S VARIOS considerada entre las mejores de sus últimos años. En ella, el compositor brasileño se contuvo y creó una obra sorprendentemente breve y tendente a la esencialidad sin dejar de llevar su inconfundible sello. La exquisitez y elegancia del Françaix más característica ilumina su delicioso Divertimento, pieza poco conocida y que es de lo más genuino de su autor. Quien haya frecuentado poco la música de Françaix se mostrará interesado por ella al escucharlo y quienes ya lo conozcan suficientemente se alegrarán de disfrutarla en una versión realmente ejemplar, cargada de intención sin llegar a efectos grotescos y de ejecución cuidadísima y pulcra. De hecho, esto es extensible al resto de las obras aquí contenidas, defendidas con rigor y convicción. Josep Pascual PAUL BOWLES Y ESPAÑA. Obras de Bowles, Falla, Revueltas, García Abril, Ortega y Lecuona. ANA HÄSLER, mezzosoprano; ENRIQUE BERNALDO DE QUIRÓS, piano. COLUMNA MÚSICA 1CM0243 (Diverdi). 2010. 79’. DDD. N PN 90 De la polifacética y controvertida figura de Paul Bowles se han ido conociendo bien su dedicación a la escritura; su vocación de viajero empedernido; su enrevesada e incluso torturada vida; sus múltiples residencias hasta recalar prolongadamente en Tánger. Sus relatos literarios; sus aventuras amorosas; su amistad con personajes como Orson Welles, John Huston, Joseph Losey o Salvador Dalí; incluso sus críticas musicales para el Herald Tribune allá por los años de estudio del autor con Aaron Copland y de su relación con Leonard Bernstein. Pero sobre todo las obras hijas de la admiración por García Lorca, cuyo espíritu preside todo el compacto. Así, Bowles puso música a textos de Jean Cocteau (Memnon), George Linze (Danger de mort), García Lorca (Cuatro canciones) y populares (Tres canciones de las sierras). Ciclos vocales que en este disco se presentan en estreno mundial. Se añade, además, una singularidad: Voici la feuille, brevísima pieza —apenas un minuto— escrita en Argelia en 1933 con letra del propio Bowles. Se completa el progra- Mirella Freni LO BELLO Y LO NATURAL MIRELLA FRENI EN LA ÓPERA DE VIENA. Fragmentos de La bohème, Manon Lescaut, Otello, Simon Boccanegra, Aida, Evgeni Onegin, Dama de picas y Fedora. GIANNI RAIMONDI, PLÁCIDO DOMINGO, LUCIANO PAVAROTTI, PETER DVORSKY, LUIS LIMA, VLADIMIR ATLANTOV, TENORES; ALBERTO RINALDI, WOLFGANG BRENDEL, BARÍTONOS. CORO Y ORQUESTA DE LA ÓPERA DE VIENA. Directores: HERBERT VON KARAJAN, LUIS ANTONIO GARCÍA NAVARRO, CARLOS KLEIBER, GIUSEPPE SINOPOLI, CLAUDIO ABBADO, JAMES LEVINE, HANS GRAF, ROBERTO ABBADO, SEIJI OZAWA, FABIO LUISI. 2 CD ORFEO C806 1021 (Diverdi). 1963-1995. N PN Pocas voces tan lustrosas como la de Mirella Freni, que brilló con luz propia en prácticamente toda la segunda mitad del siglo XX; pocas técnicas tan naturales y pocas higienes vocales tan saneadas y firmes. Atributos que la soprano nacida en Módena en 1935 supo conservar casi intactos a lo largo de una carrera que se extendió desde finales de los cincuenta hasta principios de los diez del siglo siguiente. El timbre fresco, rutilante, carnoso, la emisión rotunda y fulgurante, el control de dinámicas siempre a punto y la emoción a flor de labios. Canto cordial, sincero, musical, sugerente, de una calidez inmarcesible y una dicción de rara nitidez. Soprano lírica siempre, incluso en los años finales, en los que la voz se hizo más compacta y consistente a medida que aumentaba el vibrato, que nunca llegó a ser desagradable. Algo que puede comprobarse escuchando, por ejemplo, las últimas interpretaciones contenidas en este doble compacto, aria y dúo (con ma con Siete canciones populares españolas de Manuel de Falla, Cinco canciones de niños (letras de García Lorca) de Silvestre Revueltas, Tres canciones españolas (letras de García Lorca) de Antón García Abril, Nueve gacelas por el Monte Líbano (letras de Rodolfo Häsler) de Miquel Ortega, Ciego de amor (letra de José Viñals) de García Abril y Cinco canciones (letras de Juana de Ibarbouru) de Ernesto Lecuona. Disco, pues, Atlantov) de Dama de picas de Chaikovski y dos escenas de Fedora de Giordano con Lima. El talento dramático está ahí, además, espontáneo y directo. Por supuesto, no falta La bohème (Si, mi chiamano Mimì) de 1963, donde el instrumento es un verdadero milagro. Ninguna Mimì mejor desde entonces —los más viejos lo comprobamos en mayo de 1970 en Madrid. Conservaba ese cetro en 1987, cuando la cantó bajo la dirección de García Navarro. En estos fragmentos del tercer acto percibimos un timbre todavía inmaculado, igual al de 24 años atrás, aunque el toque verista es en este caso más pronunciado. A su lado Domingo parece un tanto forzadillo. De 1985 son las secciones del cuarto acto de la ópera, aquí al lado del más diestro Pavarotti siguiendo el impulso de Carlos Kleiber. Los graves, tan naturales en años jóvenes, suenan más abiertos en el intento de otorgar dramatismo al aria Sola, perduta, abbandonata de Manon Lescaut, que delinea con el mejor arte y que intenta quede lejos de un verismo rancio. En el dúo inmediato, la secunda discretamente Dvorsky. Espléndido sostén orquestal, con Sinopoli en el foso, que crea hermosos y patéticos crescendi. Registro de 1986. Lima no desmerece junto a la soprano en la interpretación de 1989 del dúo Elisabetta-Don Carlo, que gobierna a satisfacción Abbado. Soberana el aria del acto final de la misma ópera, Tu che le vanità, que Karajan ilumina y colorea, en una toma de 1979, en paralelo a los claroscuros de la voz. Seguimos con Verdi: dúo del tercer acto de Otello con Domingo como Moro. En esta grabación de 1982 la satinada de gran interés en su contenido. No puede decirse lo mismo en el capítulo de la interpretación, desigual en el reparto, pues si Enrique Bernaldo de Quirós se produce con brillantez en el piano, la parte femenina se muestra irregular en su actuación. Timbre, color vocal, vibrato, estilo… parecen decirnos que en este apartado el mejor objetivo posible no fue alcanzado. José Guerrero Martín voz de Freni resplandece en su canto natural y va por encima del arte crispado del tenor. Uno y otro se pliegan a la visión un tanto aparatosa desde el foso de Levine. El timbre gozoso de la soprano campanea mórbidamente en el aria de presentación de Amelia de Simon Boccanegra, en registro de 1984, con Graf en el pupitre, mientras que sale bien del paso, gracias a un sobrio manejo de reguladores, en una página quizá en exceso dramática pare ella pese a sus llamadas al lirismo más puro: Ritorna vincitor de Aida. Pavarotti, algo fuera de sitio, le da réplica en el dúo de La fatal pietra. La interpretación, con Roberto Abbado al frente de la orquesta, proviene de un concierto de 1990. La famosa escena de la carta de Onegin es formidable. Freni exhibe en 1988, con atenta colaboración de Ozawa, una voz oscurecida y rica, más ancha, pero siempre corpuscular. Brendel le da adecuada réplica en el dúo del tercer acto. Una recreación de 1988 que completa un par de compactos preciosos para comprobar el nivel artístico de una de las cantantes clave en la historia reciente de la ópera. Sonido en general muy bueno, prestaciones orquestales más que suficientes y batutas casi todas de primera. Arturo Reverter PIANO INÉDITO ESPAÑOL DEL SIGLO XIX. VOL. IV. Obras de Mariani, Costa Nogueras, Santesteban, Usandizaga, Arriaga, González de la Riva, Massot, Aceves, Capllonc, Brull, De la Cruz y Larregla. ANA BENAVIDES, piano. 2 CD BASSUS BED 004. 2009. 135’. DDD. N PN C uarto volumen de la serie Piano inédito español del siglo 259-DISCOS 21/12/10 11:47 Página 91 D D I SI CS O C O S S VARIOS XIX, que la malagueña Ana Benavides viene ofreciéndonos con versiones de gran calidad y con su desarrollado y oportuno sentido didáctico, además de realizar un ejercicio de justicia histórica. Lo que la artista andaluza viene haciendo es ir sacando a la luz obras inéditas o poco conocidas de autores españoles de un periodo, como el romántico, en el que el piano se erigió en instrumento decisivo en la expresión y comunicación musicales. Por eso la sombra de Chopin es en este doble compacto tan alargada y su influencia en la mayoría de los autores seleccionados tan manifiesta. El espectro del origen geográfico de los compositores es amplio. Por orden de aparición, el sevillano Luis Leandro Mariani (18641925), el alicantino Vicente Costa Nogueras (1852-1919), el vasco José María Usandizaga (1887-1915) completan un primer CD con sones hispanos, música típicamente salonnier, unos preludios en la tradición de Bach o de Chopin y dos ejemplos del piano hispanizado, respectivamente. El segundo CD abre con una cumbre del clasicismo español, por lo tanto anterior a todos los demás autores aquí comentados: Juan Crisóstomo de Arriaga (18061826), del que se han incluido Tres estudios de carácter. Vienen después el madrileño Francisco González de la Riva (1816-1876), el mallorquín Guillermo Massot (1842-1900), el segoviano Rafael Aceves (18371876), el también mallorquín Miguel Capllonc (1861-1935), el navarro Apolinar Brull (18451905), el granadino Antonio de la Cruz (1825-1889) y el asimismo navarro Joaquín Larregla (1865-1945), de quienes recibimos variados ecos chopinianos, un emblemático vals, íntimas y sentidas reacciones melódicas, más reflejos de Chopin, dos romanzas entre la música de salón y la motivación sentimental, y una equilibrada composición que aúna intimismo y virtuosismo. Más allá de que lo que escuchamos pueda parecernos en su mayoría más o Claudio Cavina ¿INTERPRETAR? ¿INVENTAR? ’ROUND M. MONTEVERDI MEETS JAZZ. Obras de Monteverdi, Sances, Merula, Fontei y Negri. ROBERTA MAMELI, soprano; EMANUELE CISI, saxos; FAUSTO BOCCALOSSI, acordeón; ALBERTO LO GATTO, contrabajo; DONATO STOLFI, batería. LA VENEXIANA. Director: CLAUDIO CAVINA. GLOSSA GCD P30917 (Diverdi). 2009. 61’. DDD. N PN Acaso no se pueda ser italiano y frecuentar a Monteverdi durante tantos años sin estar contaminado por la inteligencia voluptuosa de su música. Inteligencia voluptuosa, por la que Monteverdi no dejó de innovar, esa misma por la que La Venexiana no para de innovar desde sus primeros discos, cuando incluso no se llamaba La Venexiana, hasta la fabulosa aventura napolitana de Poppea e incluso más allá hoy con este ’Round Midnight, quiero decir ’Round Monteverdi. Huyendo de toda la estética de la transgresión institucionalizada, Cavina y La Venexiana frecuentan ese no man’s land del “repertorio” (donde Uri Caine desgarra a Mahler, y menos familiar u oído, lo importante aquí es haber dado a conocer toda esta música oculta. Después, cada cual formará su juicio. Pero no hay juicio posible sin un adecuado conocimiento previo. Gracias, por lo tanto, a Ana Benavides. José Guerrero Martín PUER NATUS EST. Música Tudor para Adviento y Navidad. STILE ANTICO. HARMONIA MUNDI HMU 807517. 2010. 78’. DDD. N PN La gran Misa Puer natus est a 7 voces de Thomas Tallis, conservada sin Kyrie, confi- Barbara Sukowa & The XPatsys convierten a Schumann en rockstar), esa tierra de nadie donde reina la música de nadie, la música todavía por existir, todavía en devenir (¿dónde está Monteverdi? ¿Para siempre a ras de la partitura o en esa partitura que navega hacia una orilla desconocida, imprevista, arriesgada, blues de Monteverdi saturado de deseos, de fugas infinitas?)… Cavina hace una apuesta arriesgada al recomponer a Monteverdi, Negri o Merula, sin cambiar una sola nota a la partitura, pero no reescribiendo, como el protagonista de Borges, el Quijote, palabra por palabra, sino engarzando el affetto monteverdiano entre sus ecos jazzísticos que lo seducen hasta aclimatarlo a este nuevo presente de esta interpretación y el affetto se encarna entonces en un sabor, un perfume, un matiz apenas discernible que se insinúa entre la partitura original y su comentario. Ecos de los madrigales prolongándose —dudas armónicas perezosas, refinadas, matizadas— en el acordeón y la sección rítmica de los gura, junto a cuatro motetes de William Byrd extraídos de sus Gradualia de 1605 y que funcionan como el Propio de la liturgia, el centro básico de este nuevo disco de Stile Antico. Otras obras del propio Tallis (el también soberbio Videte miraculum), Taverner (Audivi vocem de cælo), White (Magnificat) y Sheppard (Verbum caro) completan el CD. Se trata por tanto de un nuevo acercamiento a la edad dorada de la polifonía inglesa en las voces de uno de los conjuntos jóvenes que mayor impacto ha causado en los últimos años. Hasta catorce voces (con sopranos y contraltos femeninos) componen en esta ocasión un grupo que sigue haciendo de la afinación, la precisión, el empaste, el brillo y la pura belleza del sonido sus principa- amigos de La Venexiana, metal suntuoso de Roberta Mameli —caricia vocal que no cesa— combatiendo amorosamente con el saxo de Emanuele Cisi… (una música muy cerca del cuerpo que atraviesa el cuerpo dejando múltiples trazas, una música muy cerca de la mente que la atraviesa dejando mil y una nostalgias). La idea germinó acaso con esa insistencia del público preguntando si de verdad cantaban lo que Monteverdi había compuesto o se inventaban la obra. ¿Interpretar? ¿Inventar? ¿Dónde está la diferencia? ¿O dónde empieza la interpretación, dónde la invención? ¿Puede una existir sin la otra? Pierre Elie Mamou les armas para deslumbrar al oyente. Recursos típicamente ingleses, pero que Stile Antico adorna con una muy acusada audacia en los contrastes dinámicos y agógicos, que llevan más lejos que sus mejores antecesores en el género y que permiten al grupo potenciar el sentido expresivo de muchos textos. Así, el casi permanente mezzopiano y el muy reposado tempo dan a Videte miraculum el tono solemne y grave que exige este grandioso motete de Tallis, de igual modo que los crescendi en Rorate cæli desuper de Byrd o las explosiones en el Gloria intensifican el sentimiento de exultación. La transparencia de los planos sonoros queda levemente comprometida en algunos pasajes de la misa, acaso por la obsesión del empaste perfecto, pero globalmente la claridad está de sobra preservada. Un CD que será especialmente apreciado por los seguidores del tradicional estilo de los grupos polifónicos británicos, pero que también disfrutarán los que no lo son tanto. Pablo J. Vayón 91 259-DISCOS 21/12/10 11:47 Página 92 D V I SD C O S D 92 BRAHMS: CRÍTICAS de la A a la Z D V D BRAHMS-VERDI Un réquiem alemán op. 45. SOLVEIG KRINGELBORN, soprano; MARIUSZ KWIECIEN, barítono. CORO DE LA RADIO SUECA. FILARMÓNICA DE ROTTERDAM. Director: VALERI GERGIEV. Director de vídeo: CHRISTIAAN VAN SCHERMBEEK. BIS DVD-1750 (Diverdi). 2008. 80’. N PN Fue el 25 de mayo de 2008. Concierto de despedida de Valeri Gergiev como titular de la Filarmónica de Rotterdam. En programa, el Réquiem alemán de Brahms. Ocasión propicia a emociones, pensarán. Pues no. Y no es que esperásemos lágrimas, precisamente, pero parece que el punto final a una relación de dos décadas, con una obra tan auténticamente emotiva como ésta, daría para más por ambas partes —director y conjunto. Todo transcurre como si asistiésemos a un eficaz ensayo general sin público hasta que, finalizada la obra, poco a poco todos los implicados comienzan a darse cuenta de lo que allí acaba de suceder. Si apuramos, incluso podríamos decir que es paradójicamente el feroz Gergiev quien acaba rompiendo el hielo, ante la casi indiferencia del conjunto holandés, mínimamente contrarrestada por algún tímido gesto de complicidad por parte no más de media docena de atriles. Sea como fuere, en lo tocante a ejecución la interpretación es irreprochable, desde luego. Las miradas del coro y de la orquesta hablan de una concentración máxima —no es para menos, teniendo que encajar la espasmódica e imprecisa gestualidad del ruso— como efectivamente deja traslucir la audición desde su inicio. Pero se percibe un ambiente tenso que mantiene a la emoción amordazada en algún rincón del proscenio. Es una lástima pues, como decimos, la ejecución es muy buena; sobresaliente, incluso si nos ceñimos al trabajo de ambos solistas. Pero esa expresividad constreñida hace evolucionar a sus reguladores dinámicos con lentitud mientras las pasan canutas para conseguir asomar tímidamente a la superficie. Una buena labor en la toma sonora y en la realización realza finalmente un documento que los seguidores del director caucásico acogerán con mayor interés que el público general. Juan García-Rico Antonio Pappano UNA PARODIA INTELIGENTE GOUNOD: Faust. ANGELA GHEORGHIU (Marguerite), ROBERTO ALAGNA (Faust), BRYN TERFEL (Méphistophélès), SIMON KEENLYSIDE (Valentin), SOPHIE KOCH (Siébel), DELLA JONES (MARTHE), MATTHEW ROSE (Wagner). CORO Y ORQUESTA DE LA ROYAL OPERA HOUSE COVENT GARDEN. Director musical: ANTONIO PAPPANO. Director de escena: DAVID MCVICAR. Director de vídeo: SUE JUDD. 2 DVD EMI 31611. 2004. 180’. N PN McVicar, cuyo nombre solamente se detalla en los créditos al final del DVD, hace un montaje personal como son todos los suyos, ajenos a la tradición pero sin que sus novedosos criterios afecten a la esencia de la obra. Mirada entre paródica, crítica y cariñosa a la ópera francesa del XIX, con incuestionables aciertos, divertidas soluciones, incontables sorpresas que hacen del espectáculo un modelo de originalidad e inteligencia escénicas. Imposible detallar la totalidad de los aciertos, escasamente criticables los (posibles) excesos. Alagna en papel adecuado a sus medios está pletórico, su Faust es del nivel esperado, el acorde con su prestigio. Gheorghiu ofrece una Marguerita (pintada por McVicar bastante distinta a los moldes habituales) completa tanto en lo vocal como en lo escénico, además de bella, desenvuelta y frágil según las situaciones. Terfel es un Méphistophélès de variados PUCCINI: La rondine. ANGELA GHEORGHIU (Magda), LISETTE OROPESA (Lisette), ROBERTO ALAGNA (Roggiero), MARIUS BRENCIU (Prunier), SAMUEL RAMEY (Rambaldo). CORO Y ORQUESTA DEL METROPOLITAN DE NUEVA YORK. Director musical: MARCO ARMILIATO. Director de escena: NICOLAS JOEL. Director de vídeo: BRIAN LARGE. EMI 6 31618 9. 2009. 122’. N PN La pareja Frigerio-Squarciapino firman un decorado y un vestuario, muy art nouveau, de indudable i m p a c t o visual, de elegante belleza como suelen ser la mayoría de sus tra- semblantes, vocalmente formidable, deslumbrante. Es difícil ofrecer hoy un Valentin tan rotundo como el de Keenlyside, de un lirismo inusitado además de una fortaleza agobiante. Koch es un derroche en un Siebel muy bien definido teatralmente. La notoria veteranía de Jones como Marthe contrasta sin molestar con la salud instrumental del Wagner de Rose completando así un equipo difícil de superar. La dirección de Pappano unifica el canto del reparto vocal y subraya lo que ocurre en escena, con una orquesta flexible que suena matizada, dinámica, llena de colorido y con un coro que igualmente se muestra excelente en sus muchas y diversas intervenciones. Bien captada en imágenes, una velada ejemplar. Y si se conecta con la visión del regista, excepcional. Fernando Fraga bajos. Cada acto es un alarde de precisión y adecuación dramática. Se impone recordar que quien filma es Large, con lo que ello significa con tan sólo citar su nombre. Joel organiza con sobriedad el movimiento escénico de los cantantes, un poco dejándose llevar por la voluntad o la imaginación de cada uno de ellos, ofreciendo la sensación global de que podría sacarles un mayor jugo y juego. Años después de haber grabado la ópera con Pappano, Alagna sigue manteniendo su carisma, el lirismo arrogante de su timbre, aunque la voz suene en ocasiones menos límpida, más densa y no exenta de pasajeras durezas. Gheorghiu se presenta, al contrario, en buena forma, permitiéndole plasmar una Magda sensual, elegante, luminosa y 259-DISCOS 21/12/10 11:47 Página 93 D V D BRAHMS-VERDI Adam Fischer DIVERTIDÍSIMO HALÉVY: Clari. CECILIA BARTOLI (Clari), JOHN OSBORN (Duca), EVA LIEBAU (Bettina), OLIVER WIDMER (Germano), CARLOS CHAUSSON (Alberto), STEFANIA KALUZA (Simonetta). CORO DE LA ÓPERA DE ZÚRICH. ORQUESTA LA SCINTILLA. Director musical: ADAM FISCHER. Directores de escena: MOSHE LEISER, PATRICE CAURIER. Director de vídeo: FELIX BREISACH. 2 DVD DECCA 074 3382 (Universal). 2008. 158’. N PN En 1829 Halévy compuso esta obra a mayor gloria de Malibran. Actualmente estaba cantado que Bartoli recordara tal partitura compuesta a la manera, sobre todo, de Bellini. La mezzo romana se pasea por esta obra como ella sólo sabe hacerlo: divertida y emocionante, según los momentos, como actriz y derrochando talento como cantante. Para que no exista duda de ello, es capaz de insertar la canción del sauce del Otello rossiniano (uno de los tops de Malibran) y una cavatina de otra obra de Halévy, La tempestad, ésta de desde luego bella. Brenciu es un Prunier de medios bastante por encima de los que suelen cantar este papel en el que, sin embargo, parece haber quedado en la superficie del personaje, como si no le interesara lo que hace. Choca un tano en consecuencia con Oropesa, soubrette que ha entendido a la perfección la esencia escénica de su homónima, a la que dota de la materia vocal suficiente para traducirla al completo. De Ramey queda aún en pie su imponente presencia escénica y su atrayente personalidad canora, algo menos molesto su vibrato que en contemporáneas interpretaciones. Apreciable el resto del amplio reparto, digno del teatro que lo reúne. Buena dirección de Armiliato al extraer de la orquesta un sonido mórbido, elástico o sinuoso, maniobrando unos elementos corales que además se mueven con facilidad y aplomo por la escena, en especial en el movido cuadro del cabaret Bullier. Fernando Fraga madurez. Ambos injertos le permiten duplicar la faena, aprovechando este nuevo desafío y conseguir otra vez asombrarnos cuando parecía que ya había dado de sí todo lo que era capaz de ofrecer. Es… genial. Rodeada por un buen grupo de cantantes, pese al fulgor casi insoportable de la protagonista titular, es posible destacar la buena labor de Osborn, voz no demasiado atractiva pero con un registro generoso capaz de sacar adelante su difícil parte, exigida también en virtuosismo. Liebau no tiene problemas para que su gracioso cometido salga adelante (todo lo contrario, lo borda) y, en el acto tercero, se puede disfrutar de una simpática Kaluza y un extraordinario Chausson en un Alberto que parece hecho expresamente para él. Widmer cumple cercano a la dignidad más pendiente de expandir la voz que de matizar su discurso. Fischer y la orquesta barroca del teatro zuriqués ofrecen una lectura cristalina aunque a veces un STRAVINSKI: Petrushka. La consagración de la primavera. IRAK MIJAMEDOV (Petrushka), LUDMILA SEMENIAKA (La bailarina), VIASHESLAV ELAGIN (El moro), IURI VETROV (El charlatán), ILGIZ GALIMULIN (El guía), VALERIA TSOI (La elegida), VERA TIMASHOVA (El espíritu oscuro), SERGEI VANAIEV (El sabio). ORQUESTA DEL TEATRO BOLSHOI. BALLET CLÁSICO DE MOSCÚ. Director musical: PAVEL SOROKIN. Coreografía: NATALIA KASATKINA, VLADIMIR VASILEV. Director de vídeo: FELIX SLIDOVKER. VAI 4516 (LR Music). 1990, 1992. 76’. N PN Las coreografías envejecen casi tanto como las reseñas de rabiosa actualidad. No tanto, porque tienen una pretensión artística a menudo lograda; y en otro sentido, porque no siempre les afectan las prontas arrugas tanto rígida, con un coro que aparte de hacer bien su trabajo actúa con eficiencia. El montaje es divertidísimo, actualizado con increíble naturalidad, capaz de desempolvar un argumento algo apolillado y terriblemente convencional, con imágenes que se prenden de nuestra retina, gracias desde luego a unos provocativos decorados (Christian Fenouillat) y un apropiado vestuario (Agostino Cavalca). Fernando Fraga de lo demasiado vigente. Lo suyo puede durar más. A menudo se pretende conseguir el rescate de viejas puestas en escena, antiguas coreografías. Las de la compañía de Diaghilev gozan de especial interés. Pensemos en las diversas reconstrucciones del Petrushka de Fokin, como el que vemos en este DVD. O las vueltas que se le ha dado al feliz rescate de la coreografía de Las bodas de Bronislava Nijinska. Por lo general, cuando un maestro recupera una partitura auténtica los resultados son más vivos que cuando un director de escena rescata del tiempo una vieja secuencia de danzas o un antiguo espectáculo. Este Petrushka es de 1992, y tiene la firma, para bien y para mal, de lo que se hacía en el Bolshoi de Moscú hasta no hace mucho (hasta la reconstrucción): un pasado respetado y polvoriento, un arte de la danza indudable (como, en otras ocasiones, del canto), una falta de atrevimiento escénico casi enfermizo. Por suerte, los bailarines son excelentes, en especial Semeniaka y Mijamedov, que bailan con vida y sin embargo saben dar esos peculiares movimientos de muñeco que precisan de la rigidez de la parte superior del cuerpo y de la agilidad de las piernas. El cuerpo de baile es de buen nivel, aunque sucede lo que temía Stravinski, según cuenta en Crónicas de mi vida: que a veces se deja a los figurantes a su aire, y aquello chirría. El sonido es monoaural y de baja calidad, y la imagen deja que desear. Pero tiene un sentido de divulgación para la televisión, y está hecho cuando el nombre de Stravinski ya no es anatema, justo treinta años después del único viaje que hizo el compositor a la URSS. Esta Consagración tiene otro tipo de ambiciones. La coreografía de Kasatkina y Vasiliev no descuida del todo el original de Nijinski (en la medida en que podemos conjeturarlo), que desapareció a partir de que en 1920 Massin hiciera una coreografía más adecuada. Pero no deja de tener en cuenta experiencias posteriores, como la legendaria versión de Béjart. Le cambian el guión (la elegida no acepta del todo, y mucho menos su enamorado, así que la danza final es un auténtico conflicto, una lucha), pero no improvisan una dramaturgia muy alejada. Le introducen un elemento de conflicto y de amor, está presente el tótem (que tratan de liberar los jóvenes al final de la acción) y hay un espíritu oscuro que no es sino la muy grácil y bella Vera Timashova. La belleza de los jóvenes es una de las bazas de esta propuesta, que juega con un cuerpo de baile limitado pero eficaz: la propia Timashova, mas también Ilgiz Galimullin y Valeria Tsoi, que forman un trío bellísimo, y que son bailarines de gran nivel. Todos ellos han hecho carrera fuera de Rusia más tarde (adviértase, hace veinte años de este film). Además, esta toma del Ballet Clásico de Moscú es una auténtica película, muy bien filmada por Felix Slidovker, aunque en un escenario. El sonido no es tan precario como en el caso de Petrushka, y las imágenes llegan mejor. Santiago Martín Bermúdez VERDI: Rigoletto. JUAN DIEGO FLÓREZ (Duque de Mantua), ZELJKO LUCIC (Rigoletto), DIANA DAMRAU (Gilda), GEORG ZEPPENFELD (Sparafucile), CHRISTA MAYER (Maddalena), MARKUS MARQUARDT (MONTERONE). Director musical: FABIO LUISI. Director de escena: NIKOLAUS LEHNHOFF. Director de vídeo: ANDREAS MORELL. VIRGIN 50999 6418689 4 (EMI). 2008. 137’. N PN 93 259-DISCOS 21/12/10 11:47 Página 94 D V I SD C O S D VERDI-VARIOS E n el número 223 de esta revista, septiembre de 2008, dábamos noticia de varias representaciones de la Ópera de Dresde y nos deteníamos particularmente en este Rigoletto que ahora se edita en DVD y que suponía la primera inmersión de Flórez en el personaje del Duca; al menos en Europa. El tenor peruano supo salir con bien del reto, pues es cantante de clase y pudo disimular en parte sus carencias para un papel que requiere una voz de más peso, un lírico o lírico-ligero de más consistencia. Después de tres funciones en el Teatro alemán decidió cortar por lo sano y preservar su salud vocal; y ya, meses más tarde, hubo de ser sustituido en el Real en esta parte. Flórez es, qué duda cabe, la estrella esperada; dice con gusto su cometido, con intención, aunque Questa o quella es expuesto sin demasiada gracia y la dificilísima Parmi veder le lagrime, bien desarrollada, con interesante legato y excelente fluidez, se queda alicorta de presencia y de expresión, poco contrastada. Donna è mobile de libro. Emite un más bien pobretón re sobreagudo al final de la cabaletta del segundo acto, donde se inventa un par de notas altas, y, en general, resulta excesivamente claro y en ocasiones poco audible, como en el cuarteto Bella figlia dell’amore. Lo mejor de la noche, y se confirma en el DVD, es Damrau —de tan notable parecido a la actriz norteamericana Helen Hunt—, que canta exquisitamente, que modula, apiana, gorjea, ataca con la máxima limpieza en el empleo de un instrumento de lírica-lige- ra bastante corpóreo, afinado, extenso e igual. Regula fantásticamente y, ahora lo comprobamos con los primeros planos de la película, actúa muy bien, con una emoción y una amplia gama de matices. Con ella entendemos perfectamente la evolución, de niña a mujer, que sufre el personaje, capaz de sacrificarse por su amor. Lucic es un barítono lírico con anchura, arrestos y técnica aceptable. Le falta timbre, metal, penetración, aunque algunos agudos están en su sitio y viva la peripecia del jorobado con intensidad. Ha de matizar todavía más, no cantar tan abierto a veces y llegar a unas más canónicas medias voces. Los secundarios, empezando por un compacto Zeppenfeld, cumplen con suficiencia. Buen coro, espléndida orquesta y una dirección musical de Luisi en su punto: ágil, contrastada, densa en lo dramático, aérea en lo bailable, siempre adecuadamente orientada en lo rítmico, vigorosa y fulgurante. Un ejemplo de cómo se ha de dirigir esta ópera. Todo quedó envuelto en la visión escénica, entre onírica y psicológica, no exenta de aciertos, de Lehnhoff, que maneja símbolos no siempre afortunados —el primer cuadro es un auténtico zoo— y que mueve bien a los figurantes, con experta dirección actoral. Salones fríos los del palacio del Duque, habitación en azul de Gilda y fantasmagóricas alusiones pictóricas para el cierre. Las imágenes, con diferentes y afortunados encuadres y estupendos primeros planos —que nos enseñan el sudor de los cuerpos en una representación de finales de junio— están muy bien tomadas y organizadas en la excelente dirección para TV de Morell. Arturo Reverter Mark Elder BELLEZA, SENSUALIDAD, VIOLENCIA SZYMANOWSKI: Rey Roger. SCOTT HENDRICKS (Rey Roger), OLGA PASICHNIK (Roxana), JOHN GRAHAM-HALL (Edrisi), WILL HARTMANN (El Pastor), SORIN COLIBAN (El Arzobispo), LIUBOV SOKOLOVA (La Diaconesa). CORO INFANTIL DEL MUSIKHAUPTSCHULE BREGENZ. CAMERATA SILESIA. CORO DE LA RADIO POLACA DE CRACOVIA. SINFÓNICA DE VIENA. Director musical: MARK ELDER. Director de escena: DAVID POUNTNEY. Escenografía: RAIMUND BAUER. Coreografía: BEATE VOLLACK. Director de video: FELIX BREISACH. UNITEL 702808 (Universal). 2009. 90’. N PN Pocas óperas como ésta necesitan librarse de la iconografía supuestamente realista heredada del romanticismo escénico. Nada de manteos medievales, nada de iglesias góticas, nada de palacios antiguos. El escenario queda abarcado por unas gradas semicirculares que integran la acción: gradas como escaleras, como balcones, como ventanas, como practicables, como fosos. Gradas, en fin, como las gradas de un teatro grecorromano (lo previsto por Szymanowski para el tercer acto). La puesta en escena se relaciona íntimamente con la coreografía: lo que se danza es continuación de esa danza perfectamente calculada que es la 94 actuación de los cantantes. Es la opción de David Pountney, que en íntima colaboración con Beate Vollack consigue un espectáculo que es poco menos que una ópera-ballet. Pero esa ópera-ballet es un crescendo lleno de sensualidad y de dramatismo, una sucesión de símbolos en los que Szymanowski (con su libretista, Iwaskiewicz) planteó preguntas, dejó sugerencias, dejó entrever su homosexualidad y consiguió una obra maestra breve, densa, concisa. La obra se basa en Las bacantes de Eurípides, pero lejanamente: sobre todo en la visita, la llegada, la agitación de Dionisos, aquí el Pastor. En parte, es obra del artista del brumoso norte que se inspira en Sicilia, el Mediterráneo, las culturas antiguas más o menos idealizadas, soñadas. Porque el sur idealizado es promesa de libertad para quien vive en un medio opresivo para su libertad sexual. Al margen de las cuestiones políticas del momento: independencia nacional algo truncada tras años de opresión rusa, alemana y también austriaca. Pountney es un excelente director de las óperas de Janácek, de varias de Martinu y de una espléndida Lady Macbeth de Msensk en la English National Opera, hace más de veinte años; y de aquella Rusalka ya legendaria en la que también cambió el icono por completo, también para la ENO. Su propuesta la realizan, en rigor, cuatro cantantes solistas (los cometidos del Arzobispo y de la Diaconisa son breves y se limitan al primer acto), los tres coros, ocultos, y un conjunto formado por un pequeño cuerpo de baile y figurantes. El crescendo lo traduce Pountney en una metamorfosis cuyo simbolismo no es cuestión de desentrañar ahora, pero en el que los pasos del negro al rojo y de la vestimenta a la ceremonia de la muerte cumplen una función importante. Los cantantes se mueven de tal manera que lo suyo, como decimos, es auténtico baile. Espléndido el protagonista, Scout Hendricks, que construye un Roger pleno en su paso hacia la epifanía o hacia la transformación. Magnífica también Olga Pasichnik en el arrebato permanente, visionario, de la Reina Roksana. De muy alto nivel la prestación de Will Hartmann, a cuya voz, sin embargo, le falta ese carácter o timbre o aspecto etéreo que necesita este personaje que viene de otro mundo (y a otro mundo los conduce a todos). John Graham-Hall redondea con rigor este reparto a cuatro. La orquesta de esta ópera necesita un color especial, y la Sinfónica de Viena lo da con creces, a las órdenes de un excelente concertador, Mark Elder, que le da a la partitura todos sus colores, intensidades y matices, que son numerosos en el breve espacio de 80 minutos. Esta puesta en escena se vio en Barcelona, en noviembre de 2009, y aquí la reseñó nuestro compañero Javier Pérez Senz, pero sólo repitieron papel Hendricks y Hartmann. Ante las calidades de esta toma y ante la ausencia de referencias de esta ópera en formato DVD (desconozco, ay, la de Wroclaw) es la ocasión para hacerse con una excelente referencia de El rey Roger. Santiago Martín Bermúdez 259-DISCOS 21/12/10 11:47 Página 95 D V D VERDI-VARIOS RECITALES CARLOS BONELL. Guitarrista. Obras de Sanz, Albéniz, Tárrega, Sor y anónimo. DYDV1 (Gaudisc). 2004. 75’. N PN T oda una muestra de buen oficio y de talento es lo que ese guitarrista de primer orden pero que no ocupa el destacable pues- to que merece que es Carlos Bonell comparte con nosotros. Por un lado, están los comentarios acerca de la interpretación de cada una de las obras que conforman el recital y por otro los comentarios puramente técnicos. Se trata de auténticas clases en las que no faltan los consejos tanto a nivel interpretativo como técnico. En todo caso, siempre se fundamenta cualquier afirmación con un comentario serio y riguroso pero en todo momento atractivo y de gran utilidad para el estudiante e incluso para el profesor en activo y hasta para el intérprete, pues ellos son los destinatarios naturales de este DVD. Ahora bien, se dirige a todo el mundo, ya que la interactividad permite saltar contenidos y escoger lo que interesa, existiendo la posibilidad de disfrutar de un recital magnífico. Existe también la opción del multiángulo al ver y escuchar el recital, de modo que puede verse a voluntad sólo la mano derecha, sólo la mano izquierda o un plano que per- mite ver ambas manos. Todo está en español y en inglés, sin subtítulos, a elección del espectador. Al final, unas interesantes y estimulantes reflexiones finales en las que Bonell concede la máxima importancia a la calidez interpretativa, a la expresividad, perdonando incluso. si los hay. los posibles fallos que se cometan, pero siempre sin bajar el nivel de exigencia y de autoexigencia. Muy interesante. Josep Pascual VARIOS Susan Graham, Malcolm Martineau NI LA AMBROSÍA SABE TAN BIEN CANCIONES FRANCESAS. Obras de Bachelet, Bizet, Caplet, Chabrier, Debussy y otros. SUSAN GRAHAM, mezzosoprano; MALCOLM MARTINEAU, piano. IDEALE AUDIENCE 3079128 (Ferysa). 2010. 60’. N PN Podría parecer un capricho o una anécdota sin más. Sin embargo, la organización peculiar del programa de concierto que sirve como base para este DVD es una muestra de la maestría a la que han llegado juntos Graham y Martineau en el campo de la mélodie. La osadía de agrupar diecisiete canciones de quince compositores diferentes, que abarcan unos 200 años de historia francesa, es, sin duda, un experimento singular, que ofrece al oyente una degustación deliberada- YOU CANNOT START WITHOUT ME. VALERI GERGIEV, maestro. Director de vídeo: ALLAN MILLER. BEL AIR BACO53 (LR Music). 2008. 87’. DDD. N PN E l contenido estricto de este DVD ocupa tan sólo una hora y media, lo cual no es mucho. Pero si a ello añadimos casi mente rápida de sabores y aromas bien distintos. Tras este singular “menú gourmet”, como ellos mismos lo denominan, se ve el bagaje de numerosos años de experiencia —aderezado con cierta ironía “a la francesa”— y una clara voluntad de mantener la atención a través de los cambios de época, carácter poético-musical y estilo compositivo. Esto contribuye, además, a resaltar la singularidad de cada pieza, pero requiere una concentración especial a los intérpretes, que deben estar preparados para saltar de un universo a otro sin titubear y con convicción absoluta. El nivel de excelencia se plasma en la calidad de los microclimas obtenidos, tanto en los instantes de sueño e introspección (Nocturne, de Franck o Chère nuit, de Bachelet) como en las piezas serias (Au pays où se fait la gue- rre, de Duparc, Réponse d’une épouse sage, de Roussel). No hay que olvidar que se trata de un directo, lo que lo hace aún más valioso y disfrutable, incluso si no es perfecto. Las reacciones del público favorecen la comunicación y una sintonía especial sobre todo en las pie- setenta minutos de extras de interés ya es otra cosa. Su título, que traduciríamos “No podéis empezar sin mí”, nos dice bastante acerca de su contenido, que no es otro que destacar la labor de Gergiev al frente de diversas orquestas y, por supuesto, del Teatro Mariinski, coliseo asociado para siempre a su personalidad. Y esas orquestas podrán o no empezar sin él pero lo que sí está claro es que la actitud del maestro marca el trabajo de los que tiene a sus órdenes. A lo largo del DVD, Gergiev nos habla de su expe- riencia como director, de su trabajo musical y organizativo, de sus compromisos, también de su familia, de su propia vida, etcétera. Hay escenas de ensayos, de conciertos, de funciones de ópera y ballet, todo enmarcado en un repaso a sus múltiples actividades en distintos lugares, algunas más o menos ligadas a la música como la Fundación Noches Blancas y proyectos llevados a buen fin, como la recuperación de la parte del Mariinski que quedó devastada por un incendio. Gergiev habla de sus pasiones, sobre todo la gran zas humorísticas como Le paon de Ravel o la pequeña escena teatral La dame de Monte-Carlo de Poulenc. Decir que la pronunciación de Susan Graham en la lengua francesa es excelente sería hacer de menos una comunicación emocional del idioma tan persuasiva como la propia dicción y una capacidad única tanto para relatar las historias (como en Le corbeau et le renard, de Caplet) como para protagonizarlas (La souris d’Angleterre, de Rosenthal). Decir que no hay matiz de la voz que escape a las reacciones de un finísimo Martineau sería olvidar las numerosas ocasiones en las que, transformado en canto de cigarras y pavos reales, cielo estrellado o ambiente de music hall, su pianismo ágil y multiforme da a luz nuevas ideas. Elisa Rapado Jambrina música rusa, de su admiración por Bernstein, de sus orígenes osetios y por lo tanto de cómo siente tan cercana determinadas obras, como la Suite escita de Prokofiev, quizá por aquello de que los escitas eran los ancestros de los actuales osetios. En los extras hay reflexiones de interés sobre el papel del director, sobre la función social de la música y sobre la educación musical, contenidos éstos que redondean un DVD atractivo aunque no imprescindible. Josep Pascual 95 259-DISCOS 21/12/10 11:47 Página 96 ÍNDICE ÍNDICE DE DISCOS CRITICADOS 96 Bach: Arte de la fuga. Foccroulle. Ricercare. . . . . . . . . . .70 — Cantatas. Herreweghe. H. Mundi. . . . . . . . . . . . . . . .69 — Cantatas 11, 44, 86, 108. Thornhill, Noskaiová/Kuijken. Accent. . . . . . . . . . . . . . . .70 — Pasiones. Munchinger. Newton. . . . . . . . . . . . . . . . . . .63 Beethoven: Conciertos para piano. Lewis/Belohlávek. H. Mundi. . . . . . . . . . . . . . . .71 — Cuarteto nº 14. Varios. . .58 Berg, N.: Sinfonía 3. Rasilainen. CPO. . . . . . . . . . . . . . . . . .70 Bonell, Carlos. Guitarrista. Obras de Sanz, Albéniz y otros. DYDV1. . . . . . . . . . .94 Brahms: Réquiem alemán. Kringelborn, Kwiecien/Gergiev. BIS. . . . . . . . . . . . . . . . . . .92 — Réquiem alemán. Kühmeier, Hampson/Harnoncourt. RCA. . . . . . . . . . . .71 Brouwer: Obras para guitarra. Dervoed. Autor. . . . . . . . .71 Canciones francesas. Obras de Bachelet, Bizet y otros. Graham/Martineau. Ideale. . . .94 Catoire: Sonatas para violín y piano. Breuninger/Zassimova. CPO. . . . . . . . . . . . . . . . . .72 Cerezo. Villancicos medievales. Anonymous 4. Harmonia Mundi. . . . . . . . . . . . . . . .88 Chaconne. Obras de Frescobaldi, Cabanilles y otros. Alessandrini. Naïve. . . . . . . . . .88 Chaikovski: Concierto para piano 1. Ott/Hengelbrock. DG. . . . . . . . . . . . . . . . .72 — Conciertos para piano. Postnikova/Rozhdestvenski. Newton. . . . . . . . . . . . . . . . . . .63 Chopin: Baladas. Bolet. Newton. . . . . . . . . . . . . . . . . . .63 — Obras para piano y orquesta. Nebolsin/Wit. Naxos. . .72 Chopin y sus contemporáneos. Obras de Chopin, Field y otros. Van Oort, Mastroprimiano e. a. Brilliant. . . . .88 Ciani, Dino. Pianista. Obras de Debussy, Schumann. Brilliant. . . . . . . . . . . . . . . . .85 Dam, José van. Barítono. Obras de Wagner, Strauss y otros. Cypres. . . . . . . . . . . . . . . .86 Debussy: Preludios. Bolet. Newton. . . . . . . . . . . . . . .63 Deutsche Grammophon. Antología. DG. . . . . . . . . . . . . .62 Dillon: Philomela. Komsi, Peintre/Hempel. Aeon. . . . . . . .73 Dinastía Borgia. Savall. Alia Vox. . . . . . . . . . . . . . . . . .60 Dvorák: Serenata para cuerda. Newton. . . . . . . . . . . . . . .63 Falla: Obras para piano. Larro- cha. Newton. . . . . . . . . . .63 Filarmónica de Berlín. Conciertos de Europa. Arthaus. . . .66 Fischer, Edwin. Pianista. Obras de Mozart, Brahms y otros. EMI. . . . . . . . . . . . . . . . . .86 Flórez, Juan Diego. Tenor. Obras de Fux, Franck y otros. Decca. . . . . . . . . . . . . . . .86 Fournier, Pierre. Violonchelista. Obras de Haydn, Schumann y otros. EMI. . . . . . .64 Frescobaldi: Regno d’amore. Flores García-Alarcón. Ricercar. . . . . . . . . . . . . . . . . . .73 Gade: Sonatas para violín y piano. Gramola. . . . . . . . . . . .74 Gershwin: Concierto. Labèque. Newton. . . . . . . . . . . . . . .63 Gilels, Emil. Pianista. Obras de Mozart, Brahms y otros. EMI. . . . . . . . . . . . . . . . .64 Glass: Music in similar motion. Schleiermacher. MDG. . . .74 Gounod: Faust. Gheorghiu, Alagna, Terfel/Pappano. EMI. . . . . . . . . . . . . . . . .92 Grétry: Céphale et Procris. Pruvot, Vallétaz, Tauran/Van Waas. Ricercar. . . . . . . . . .74 Grieg: Concierto para piano. Kovacevich/Davis. Newton. 63 Grimaud, Hélène. Pianista. Obras de Mozart, Berg y otros. DG. . . . . . . . . . . . . .86 Gypsic. Obras de Monti, Ravel y otros. Zielinski. Naïve. . .89 Haendel: Arias alemanas. Kirkby. BIS. . . . . . . . . . . . .75 — Himnos de la coronación. Marriner. Newton. . . . . . . .63 — Mesías. Boult. Newton. . .63 Halévy: Clari. Bartoli, Osborn, Liebau/Fischer. Decca. . . .93 Haydn: Conciertos. Accardo. Newton. . . . . . . . . . . . . . .63 — Tríos con piano. Goya. Chandos. . . . . . . . . . . . . . .75 Janácek: Katia Kabanová. Mattila, Dvorsky, Petrinsky/Belohlávek. Fra Musica. . . . . . . .61 Kempe, Rudolf. Director. Obras de Strauss, Wagner y otros. EMI. . . . . . . . . . . . . . . . . .64 Larme. Obras de Corbetta y Visée. Conte. Carpe Diem. 89 Lemieux, Marie-Nicole. Contralto. Obras de Massenet, Cherubini y otros. Naïve. .86 Liadov: Obras orquestales. Shpiller. Brilliant. . . . . . . .75 MacMillan: Sun-Dogs. MacMillan. BIS. . . . . . . . . . . . . . .75 Madrigali per Laura Peperara. Obras de Luzzaschi, Wert y otros. Frigato, Kamiya/Rambaldi. Tactus. . . . . . . . . . . .89 Mahler: Des Knaben Wunderhorn. Kozená, Gerhaher/Bou- lez. DG. . . . . . . . . . . . . . .76 — Sinfonía 4. Joshua/Herreweghe. PHI. . . . . . . . . . . .77 — Titán (poema). De Vriend. Challenge. . . . . . . . . . . . . .76 Maltman, Christopher. Barítono. Obras de Schubert, Wolf y otros. Wigmore Hall. . . . . .87 Martinu: Concierto para oboe. Kwak/Goritzki. MDG. . . . .76 Mendelssohn: Conciertos para piano. Lortie. Atma. . . . . . .77 — Sinfonías. Litton. BIS. . . .77 — Sonatas para chelo. MüllerSchott/Gilad. Orfeo. . . . . .76 Mirella Freni en la Ópera de Viena. Obras de Puccini, Verdi y otros. Orfeo. . . . . . . . .90 Mompou-Montsalvatge: Don Perlimplín. Villalba. Tritó. .78 Monteverdi: Óperas. Jacobs. H. Mundi. . . . . . . . . . . . . . . .63 — Vesperæ. Gini. Dynamic. 78 Moser, Johannes. Violonchelista. Obras de Bridge, Britten y Bax. Hänssler. . . . . . . . . . .88 Mozart: Sonatas para piano y violín. Uchida/Steinberg. Decca. . . . . . . . . . . . . . . . . . . .78 Opus Brasil Ensemble. Obras de Villa-Lobos, Françaix y Mehmari. Lindoro. . . . . . .89 Padmore, Mark. Tenor. Obras de Schumann y Lachner. H. Mundi. . . . . . . . . . . . . . . .87 Palomo: Dulcinea. Arteta, Ulrich, Kotchinian/Gómez Martínez. Naxos. . . . . . . . .78 Paul Bowles y España. Obras de Bowles, Falla y otros. Häsler/Bernaldo de Quirós. Columna Música. . . . . . . .90 Piano inédito español del siglo XIX. Vol. IV. Obras de Mariani, Costa y otros. . .Bassus. 90 Prokofiev: Concierto para piano 2. Vinnistkaia/Varga. Naïve. 79 — Sinfonía concertante. Capuçon/Gergiev. Virgin. . . . . .79 Puccini: Rondine. Gheorghiu, Alagna, Ramey/Armiliato. EMI. . . . . . . . . . . . . . . . . .92 Puer natus est. Música Tudor. Stile Antico. H. Mundi. . . .91 Rachmaninov: Liturgia. Klava. Ondine. . . . . . . . . . . . . . . .80 — Sinfonía 3. Stokowski. Newton. . . . . . . . . . . . . . . . . . .63 Rautavaara: Before the Icons. Segerstam. Ondine. . . . . . .80 Respighi: Concerto in modo misolidio. Mustonen/Oramo. Ondine. . . . . . . . . . . . . . . .80 Rimski-Korsakov: Suites. Pletnev. Pentatone. . . . . . . . . .80 Round M. Monteverdi meets jazz. Obras de Monteverdi, Sances y otros. Cavina. Glossa. . . . . . . . . . . . . . . . . . . .91 Rosenmüller: Motetes y sonatas. Andueza/Beyer. Zig Zag. . . . . . . . . . . . . . . . . . .81 Rossini: Ermione. Giannattasio, Bardon, Nilon/Parry. Opera Rara. . . . . . . . . . . . . . . . . .80 Salieri: Mondo alla rovescia. Martorana, Romano, Cigna/Sardelli. Dynamic. . .81 Scheidt: Surrexit Christus hodie. Meunier. Ricercar. . . . . . . .81 Schubert: Lieder. Hauptmann /Schneider. Carus. . . . . . .81 Schulhoff: Concertino. Adorján. Philharmonie. . . . . . . . . . .82 Schumann: Concierto para piano. Kissin/Giulini. RCA. . . .82 — Davidsbündlertänze. Uchida Decca. . . . . . . . . . . . . .82 Serebrier: Sinfonía 1. Serebrier. Naxos. . . . . . . . . . . . . . . . .83 Smetana: Vltava. Ancerl. Supraphon. . . . . . . . . . . . . . . . .83 Soler: Sonatas para teclado. Martín. Warner. . . . . . . . . .83 Souzay, Gérard. Barítono. Canciones francesas. Newton. .63 Steuerman, Jean Louis. Pianista. Obras de Berg, Schoenberg y Webern. Actes Sud. . . . .87 Strauss: Sinfonía alpina. Jordan. Naïve. . . . . . . . . . . . . . . . .84 Stravinski: Petrushka. Sorokin. VAI. . . . . . . . . . . . . . . . . . .93 Szymanowski: Rey Roger. Hendricks, Pasichnik, GrahamHall/Elder. Unitel. . . . . . . .94 Tallis: Obras corales. Cleobury. Newton. . . . . . . . . . . . . . .63 Turina: Obras para piano, vol. 6. Masó. Naxos. . . . . . . . .84 — Obras para violín y piano. Dúo DS. Gramola. . . . . . .84 Vaughan Williams: The Sky Shall Be Our Roof. Fox, Pochin, Staples/ Burnside. Albion. . . . . . . . . . . . . . . .84 — Kissing Her Hair. Fox/Burnside. Albion. . . . . . . . . . . .84 Veracini: Sonatas. Minasi. Deutsche H. Mundi. . . . . .84 Verdi: Rigoletto. Flórez, Lucic, Damrau/Luisi. Virgin. . . . .93 Victoria: Liturgia de Pascua. Noone. Archiv. . . . . . . . . .85 — Missa Ave Regina. Noone. Archiv. . . . . . . . . . . . . . . .85 Vivaldi: Oberturas de ópera. Sardelli. Brilliant. 85 Wassenaer: Conciertos. I Musici. Newton. . . . . . . . . . . . .63 Wolf: Mörike-Lieder. Henschel/Schwinghammer. Fuga Libera. 85 Wunderlich, Fritz. Tenor. Obras de Bach, Donizetti y otros. EMI. . . . . . . . . . . . . .64 You cannot start without me. Gergiev/Miller. Bel Air. . .94 259-dosier 21/12/10 10:54 Página 97 D O S I E R FERENC LISZT Infografía: Ivanpascual.co 1811-2011 97 259-dosier 21/12/10 10:54 Página 98 D O S I E R FERENC LISZT CARTILLA DEL ROMÁNTICO 1 S eguramente habrá docenas de definiciones para el romanticismo. Me quedo con una, la de Walter Benjamin: una lógica del infinito. La he elegido porque diseña una contradicción, un campo de forcejeos que resulta muy romántico. En efecto, ¿qué lógica, o sea qué orden en el discurso, cabe en el infinito, donde ninguna medida es legítima y no hay arriba/abajo que sostenga a ninguna jerarquía? Estas son las tensiones del siglo que atraviesa la vida de Liszt, un hombre que nació cuando un general republicano y jacobino se convirtió en emperador, y que murió cuando la nación romántica por excelencia, Alemania, se consolidaba como imperio. Ferenc era larguirucho y enteco, con unas manos extensas que podían tocar fácilmente intervalos de décima. Por este hombre descarnado y lleno de tics como de mal dormir y mal comer, sin embargo, muchas mujeres se chiflaron. Sus rasgos suaves de impoluto monje sostenían una mirada de diabólica fosforescencia. Peinaba razonablemente sus melenas que, al sentarse ante el teclado, se despelurciaban con locura. Su familia, de campesinos corrientes, se reclamaba de supuestos antepasados nobles. Él debutó en 1820, un nene capaz de tocar con la misteriosa madurez de una memoria cósmica. Le pasaron los años pero siguió siendo un niño mimado, hambriento de halagos y frecuente en pataletas, soberbio como un aristócrata. En esta conservación de la niñez, por histriónica y problemática que sea, hay otra exigencia romántica: volver al inocente origen donde yace el venero de lo auténtico. Regenerar. Empezar a cada instante, con esa atrevida lozanía que tienen los chicos, aún ignorantes del pecado, y el Demonio, que desdeña todo código moral para permitirse el lujo de imitar el esplendor creativo de Dios. 2 98 Ya desde joven quiso ser cura, o al menos dijo que deseaba serlo. De mayor, en 1865, tomó en Roma unas órdenes menores. No llegó a cura pero pudo ponerse unos hábitos de seda negra, con botones de nácar en las puñetas y hebillas de plata en los escarpines. Y, en el forillo del retrato, la magnificencia barroca vaticana. Su música litúrgica responde a estas macizas sugerencias. Es católica y colorida, ceremoniosa y teatral. Pero hay algo de otro cristianismo con distinta índole, un angustioso cáliz de amargura y oficio de tinieblas en el Liszt religioso, ese que, en ciertas páginas para órgano, nos envuelve con las heladas sombras de un Purgatorio expresionista. Hay, además, un aliento mesiánico y redentor, no sólo de redención moral del individuo, sino también de redención colectiva y mundana. Es el catolicismo social de Lamennais y Lamartine, que se toca con sus lecturas sansimonianas, donde late el socialismo romántico. Ah, y el populismo dolorista de Victor Hugo. Asimismo, su reclamo por los derechos laborales del músico, justamente como trabajador. Llamarlo sindicalista sea tal vez una exageración, pero que cuele la palabra. En sus obras hay frecuentes ráfagas de movidas justicieras. Durante las tres jornadas gloriosas de 1830 compuso Retrato de Ferenc Liszt pintado por Henri Lehmann, 1839 una alusiva Tyrolienne. En Lyon, página pianística, rinde homenaje a las protestas de los obreros lioneses de las sederías. Las barricadas de 1848 lo movieron a componer su Héroïde funèbre. En Hungaria y en Salve Polonia cabe escuchar vindicaciones independentistas, protestas contra los prepotentes imperios. Al salir del palacio y dejar a unas estremecidas marquesas junto a unas perfumadas tapicerías, en la intemperie oscura de la calle olía el fango del arroyo pero también la piedra caliente de la barricada. En el romántico que asume las músicas y las coplas de 259-dosier 21/12/10 10:54 Página 99 D O S I E R FERENC LISZT la muchedumbre anónima, las czardas gitanas y el fandango andaluz, hay la disolución del individuo en la magmática masa del pueblo, al tiempo que su agigantamiento cuando su voz es la de todos, cuando juega a ser el portador de lo epónimo. 3 Las tensiones románticas de Liszt tienen un curso dialéctico: la metamorfosis. Su habilidad para tomar una melodía y, como quien no quiere la cosa, metamorfosearla en otra, dialectizan su discurso musical y proponen otra dialéctica: la música como devenir, como fluencia, como historia, si por historia entendemos el juego de oposiciones que se concilian y se disuelven para generar otras oposiciones y así hasta ese infinito que nos recuer- Un concierto dominical en la casa de Liszt en 1882 ante los grandes duques Carlos Alejandro y Sofía da Benjamin. En su Gran sonata en si menor ——¿una de las obras un profeta de la sensibilidad. La manera lisztiana de futurimaestras del siglo XIX?— lo pone en escena. Dicen los que zar su música es la experimentación armónica, sobre todo saben que podemos hallar en ella los cuatro movimientos en las décadas finales de su vida. de la sonata/sinfonía clásica: una obertura lenta en clave de Armonía es acorde y en Liszt los hay de todos colores: esbozo, y tres movimientos, uno despacioso entre dos rápiaumentados o disminuidos con cromáticos, de segunda con dos, con un final exhausto que remite al comienzo y sugiequinta (el acorde gitano), de tercera con sexta (el típico de re una circularidad. El término vuelve al principio pero prosus seguidores los impresionistas franceses), obstinaciones visto con la experiencia del recorrido: es el mismo y es otro: en los bajos de una partitura que insisten mientras el canto dialéctica. También hay los dos motivos del moto sonatístimodula, alterándose la tonalidad con un sutil dobladillo (lo co y sinfónico, que se repiten en cada sección y generan que observará Saint-Saëns en los cantaores flamencos), dos submotivos, acaso computables, en total, como cuatro. escalas antiguas de tonos enteros (otro recurso impresionisEn la estructura clásica, cada parte deja atrás los motivos ta o que hoy nos suena como tal), un acorde que se invierde las anteriores. Describe una historia como evolución. te en el acorde subsiguiente… Sé que los puntos suspensiLiszt —lo hará César Franck en su sinfonía, su quinteto, su vos son un recurso de mal prosista pero, ¿cómo graficar, si cuarteto, su sonata— hace que el par de motivos se reitere. no, al dichoso infinito? La historia vuelve y recapitula para seguir adelante, avanza Estas esfumaturas armónicas señalan que el sistema pero no acaba de disolver su pasado: es historia de la tonal las permite aunque hayan sido, hasta entonces, inumemoria. El Wagner de los motivos conductores —obvio es suales. Dicho de otro modo: hay zonas no tonales de la decirlo— trabaja con lo mismo. Contar es rememorar. Lo tonalidad. Liszt lo explicita en una pieza llamada, precisadirá en términos de novela un wagneriano muy especial llamente, Bagatelle sans tonalité. No se trata de edificar un sismado Marcel Proust. tema paralelo, como hará el serialismo, sino de ambular por Cuatro movimientos, cuatro motivos que quizá sean dos aquellas zonas, de modo que la tonalidad, sin ser negada, sutilmente replicados, cuatro estaciones del año que se tampoco se pueda determinar. ¿El famoso acorde de Trisrepiten con fechas únicas, cuatro edades de la vida. Todo tán, que nada anticipa y tiene apuntadas varias resoluciocabe en la fastidiosa palabra alemana aufheben que los nes sin decidirse por ninguna, o sea careciendo, de hecho, abogados usan para designar una deuda que se reconoce y de ella? Quizá Liszt prefiriese hablar de tonalidades diluidas se anula al cancelarse, al pagarse, todo por junto. La historia o inhallables, y así cabe escuchar Nubes grises o La lúgubre paga sus hechos con el tiempo, el tiempo perdido del devegóndola. De cualquier manera, lo importante es que el prenir y el tiempo recuperado de la memoria. Todo transfigurasente se abre y esta apertura no indica un horizonte sino, do en ese forma misteriosa del tiempo —lo dice Borges— una vez más, el infinito. que es la música. Repito la palabra todo, porque para el romántico todo cabe en ella. 5 4 El artista romántico es profeta. Su arte lo es del porvenir. ¿Wagner? Bueno, pues Wagner. Por eso, a menudo molesta ya que el público, instalado en la costumbre, en un inerte presente, no entiende el desfase temporal. Liszt comprendió a su manera esta precedencia del artista sobre el hombre común, al cual revela su porvenir. Es vate porque vaticina: Lo anterior tiene que ver con otra importante vertiente lisztiana: la improvisación. Liszt era un virtuoso del piano y amaba improvisar. En muchos de sus conciertos se ofrecía a los espectadores una suerte de urna electoral donde depositaban unos papelitos donde escribían los nombres de sus melodías favoritas. El pianista los recogía y, a partir de alguno de ellos, improvisaba. La improvisación tiene que ver con el virtuosismo, con 99 259-dosier 21/12/10 10:54 Página 100 D O S I E R FERENC LISZT esa virtud extraordinaria que aparenta facilidad acometiendo las mayores dificultades. Algunos virtuosos románticos ganaron fama de endemoniados, pues sólo un poseso podría desplegar semejantes acrobacias. Prefiero acudir a otra categoría romántica: el genio (palabra oscura y germánica, sigue adjetivando Borges). Genio es, en decisión de Hegel, alguien capaz de inventar un género, algo que no cabe en una categoría mayor. El genio romántico deroga el pasado, con su sistema de géneros, especies, subespecies y formas. Lo convierte en un desierto apto para llenarse de puro porvenir. Pero hay algo más y vaya por delante una anécdota. Liszt está enseñando una de sus obras a una alumna. La sustituye ante el teclado y le indica cómo debe tocarla. Ella le señala que eso no es lo que él mismo ha escrito. “No importa” concluye Liszt. Desde luego, tal conducta tiene poco que ver con nuestra noción actual de partitura, una realidad objetiva y estable de la que se debe partir. Y aún más: Ferruccio Busoni, al editar a Liszt, corrigió sus últimas formulaciones porque diferían de otras anteriores, que él consideró más auténticas. O sea que hizo lo mismo que el maestro ante su alumna. Exageraciones aparte, hemos de aceptar que Liszt apunta a algo que sí nos pertenece: la obra abierta. Ninguna partitura encierra la totalidad real de sus lecturas, aunque encierre la totalidad ideal de sus posibilidades. Entonces: el intérprete, en mayor o menor medida, siempre improvisa. Y lo hace porque el compositor lo deja, ya que su partitura es silenciosa, es música virtual pero no efectiva, y, por si fuera poco, está llena de silencios, de huecos para que se aloje el descifrador. Una coletilla de estas gracias es la enorme cantidad de obras lisztianas construidas con músicas ajenas. Transcripciones (piezas de órgano de Bach, sinfonías enteras de Beethoven), de paráfrasis (normalmente, de óperas italianas), fantasías sobre temas prestados. Y todo ello sin contar las mencionadas improvisaciones, que no llegaron a escribirse. Estos ejercicios pueden entenderse como un anestésico a la nostalgia de la ópera, un campo muy romántico que Liszt, prácticamente, no exploró pues sólo en 1825 se estrenó en París Don Sanche, en colaboración con Paër y sin ninguna consecuencia. Es verosímil el argumento, y también trivial. Prefiero otro: apoderarse de músicas ajenas — proclamando el hurto, eso sí, los ladrones son gente honrada como enseña el moralista Jardiel— implica que no somos del todo autores de lo que hacemos, y estas páginas son un estentóreo ejemplo. O, mejorando el caso: lo que hace uno, lo hacemos entre todos, de modo epónimo y romántico. 6 100 Románticos geniales, románticos heroicos, a veces de titánica dimensión. En oratorios y poemas sinfónicos de Liszt menudean los héroes. En primer lugar, Jesucristo, figura que cualquier romántico rescata por la gigantesca tensión que lo dibuja, entre las humillaciones y la gloria. En efecto, el artista romántico, por más recompensas que busque en el mundo, siempre abriga la esperanza de ser maldito, al menos por revelar a la cotidianeidad filistea y cortesana su lado —nuestro lado— siniestro. Por eso pongo a continuación a Torquato Tasso, el poeta renacentista sobre el cual se fijó la atención de Liszt a través de Goethe. Favorecido por príncipes, apaleado por cortesanos, homosexual que acabó enloqueciendo o fingiéndose loco, aguardaba, tras esta vida de salones, cárceles y manicomios, la gloria póstuma. Y con ella, la denuncia de la injusticia mesocrática ante el genio. Antepasado mítico de todos es Orfeo, inventor del canto, capaz de ir al mundo de los muertos en busca de su amada, destrozado por las mujeres tracias y que siguió cantado, sola cabeza flotando en el mar, como cualquier músico quiere que siga cantando su obra sobre las aguas del porvenir. Prometeo roba el fuego divino y merece el martirio y la salvación por obra de Heracles pero, sobre todo, por dispersar entre los mortales una chispa de eternidad. En cambio, Mazeppa quiere perdurar como héroe patriótico. Menos heroico parece Hamlet aunque, en materia de tensiones, propone al arte romántico una de sus favoritas: la duda entre la acción y la contemplación, entre la plaza y el claustro, entre lo rojo y lo negro según alegoriza el Julien Sorel de Stendhal. Cierra el escrutinio Fausto. Evidentemente, si hay un enamorado del infinito es él, que ansía la totalidad de los saberes, el gris de la ciencia, el verde y áureo de la vida, la interminable ascensión hacia el Padre gracias a la eternidad de la Madre. En este sentido, es un prototipo del hombre moderno, para el cual la realidad existe con el fin de ser conocida y dominada por él mismo. Quien dice Fausto, dice Mefisto, a quien Liszt hace bailar el vals y que aparece (¿aparece?) en las metamorfosis de su gran sonata. El demonio es, en cierto modo, el modelo de la creatividad artística, la necesidad del no ser para que el ser adquiera forma y dé lugar a la obra. En términos goetheanos, el administrador del mundo designado por el Viejo de Arriba, el vicario de la Creación. Y quien dice Fausto dice Margarita, la sencilla muchacha que media entre lo humano, lo divino y lo demoníaco. No es una heroína y, sin embargo, sin ella, sin su simplicidad y su nativa e infusa sabiduría, el héroe no puede existir. Señoras y señores, ha aparecido la mujer. 7 El romanticismo es femenino. Veamos: la madre patria, la madre naturaleza, lo eterno femenino, la lengua materna, el derecho materno, la nostalgia por la fraternidad igualitaria de los míticos matriarcados, anteriores al dominio del patriarca, con su ley y su jerarquía. Liszt tuvo decisivas relaciones con mujeres. Digamos que fue bastante faldero pero que, además, se supo vincular con personalidades femeninas de una fuerza muy especial. No lo digo por la cortesana Marie Duplessis, probable Dama de las Camelias, ni por la bailarina Lola Montes, destinada a ser favorita regia en Baviera, sino por la condesa D’Agoult y la princesa Sayn-Wittgenstein. No quiso o no pudo casarse con ninguna de ellas, aunque con la primera tuvo tres hijos de los cuales sólo llegó a vieja Cosima. Hoy no toca. Quiero subrayar dos rasgos de estos amores: fueron ilegales y escandalosos —eran mujeres casadas y convivieron a vista y paciencia o impaciencia del público— y tenían una especial consistencia intelectual. Escribieron sobre él, sostuvieron con su letra la obra del músico, hasta es posible que algunos artículos firmados por Liszt fueran obra de la condesa. Pero, por si fuera poco, hay más. Estos amores ilegales apuntan a una categoría romántica que proviene del amor cortés medieval: la ilegalidad, el carácter asocial del amor. No casualmente Liszt era un buen lector de Dante y de Petrarca, que le motivaron algunas obras notables, una suerte de sonata dantesca y los tres sonetos petrarqueños. Ambos fueron poetas del amor cortés, en tanto Beatriz y Laura aparecen como amadas lejanas, con las cuales no tienen siquiera una conversación en este mundo —Dante se encuentra con Beatriz sólo en la visión del Paraíso— y, por ello, se convierten en obsesiones poéticas. La mujer que no está en un lugar como parte de la vida del hombre, se torna una presencia cósmica, insistente, una aparición constante que ocupa los sueños, la contemplación de la naturaleza y, lo que resulta más importante, el señorío 259-dosier 21/12/10 10:54 Página 101 D O S I E R FERENC LISZT Ferenc Listz en la Berliner Singakademie 1842 sobre el poema. La mujer no poseída y amada es, entonces, la poseedora del poeta, una facilona paronomasia: la no poseída, poesía. Al revés, la mujer poseída lo es contra la ley y lleva al drama: Francesca da Rimini, Isolda. Liszt, buen romántico, prefirió los dos extremos de la tensión amorosa suscitada por la mujer: la amada lejana en la música y la amante escandalosa, lista y atrevida, en la biografía. Quizá se trate de una leyenda, pero se dice que su última palabra fue: “Tristán”. 8 Se atribuye a Liszt la invención del poema sinfónico, al menos de su denominación Symphonische Dichtung. ¿Y Berlioz? Bueno, pues Berlioz. Yo apuesto por Boccherini y por la Cuesta de la Vega, pero hoy tampoco toca. En cualquier caso, la herencia se reclama legítimamente de aquellos dos, que tuvieron buenas relaciones, gracias seguramente, a la bonhomía y la generosidad de Liszt. Lo importante es que el poema sinfónico se construye sobre otra tensión romántica, que es la que se dibuja entre la palabra y la música. La ópera y la canción la concilian pero aquél tiene la peculiaridad de que es la música la que convierte la palabra en virtualidad de la propia musicalidad, en tanto como realidad verbal queda fuera de la obra, en el título. Hay mixtura e hibridez pero resueltas a favor de la pura sonoridad, como si se cumpliera el apotegma de Heine: la música empieza donde mueren las palabras, donde hay que decir ese plus que sólo puede articular la música. El primer poema sinfónico de Liszt se nombra con un verso de Victor Hugo: Ce qu’on entend sur la montagne. Puede pensarse en la facilidad que habría tenido el compositor si hubiese conocido la grabadora, pero no se trata de eso. El poema sinfónico no es la música de la realidad, no es música futurista ni concreta. El músico romántico tiene acceso al lenguaje de la naturaleza, que sólo le habla a él, como intenta recitar Fausto en el poema goetheano. Hay una comunicación orgánica entre el artista y la naturaleza, que pasa por los sonidos silvestres —el viento en las ramas, la isocronía del mar, el cuchicheo del arroyo— pero que transcurre a través del propio organismo del romántico —la respiración, las palpitaciones del corazón, las oscilaciones del paso por el sendero— y sigue de largo hasta convertirse en música. El compositor no es el recolector de la vibración natural, no es un registrador de las cosas que todo el mundo puede oír: es su traductor. Es, en el caso de Liszt, además, el ingreso en el lenguaje de la orquesta sinfónica. Porque murmullos de agua, por ejemplo en las fuentes de la Villa d’Este o en Au bord d’une source, hay en su piano, pero poema sonoro sólo en su orquesta. Liszt necesitó ayuda para orquestar, por ejemplo de August Conradi y Joachim Raff, pero tenía un modelo imaginario que era el piano mismo, su orquesta personal y solitaria. Como el viandante por la montaña, el pianista está solo ante su instrumento, por eso se habla, a menudo, de la compacta vibración orquestal del teclado lisztiano. En esa doble soledad, hija del silencio, en el desierto henchido de porvenir, está la música. Y, como siempre y al principio, actúa infinitamente. 9 La cartilla romántica es infinita, desde luego. Pero estas páginas, afortunadamente, no. Queden como un atadito de fragmentos, lo cual no deja de ser, también, muy romántico. Blas Matamoro 101 259-dosier 21/12/10 10:54 Página 102 D O S I E R FERENC LISZT EL PRECURSOR O EL VIRTUOSISMO TRASCENDIDO L a Historia de la música está llena de asociaciones que son difíciles de quebrar o de superar. Una de ellas, sin duda alguna, es la alianza entre Ferenc Liszt (sólo) con su obra más difundida para piano, en especial las rapsodias húngaras, el Liebesträume nº 3 o las Consolations. Otra es ligar a Ferenc Liszt (sólo) con la figura del pianista virtuoso. Decía André Gauthier: “Dos o tres obras han convertido a Liszt en un músico popular y, por ese título, poco amado. Ya mientras vivía, no se veía en él más que al machacador del teclado y hablar de Liszt compositor sonaba igual que Ingres violinista”1. La misión de estas páginas es, pues, mostrar otras muchas facetas de su gigantesca producción para piano, así como de su personalidad como intérprete, con el fin de ofrecer una visión mucho más ecuánime y profunda de lo que ha significado su aportación artística, un legado fundamental en el camino hacia la nueva música que tuvo consecuencias no sólo en su época (Wagner) sino también en el abandono de la tonalidad tradicional (Debussy, Escuela de Viena, Scriabin). ========= 102 Empecemos por la segunda asociación, la más llamativa sin duda para sus afortunados oyentes. Es cierto que son muchos los testimonios que se conservan de sus conciertos, escritos en ocasiones por otros pianistas, que no tuvieron más remedio que reconocer la enorme superioridad técnica y la facilidad pasmosa con la que Liszt se enfrentaba a las más intrincadas dificultades del repertorio propio y ajeno. Es algo generalmente aceptado que “Liszt fue no sólo el más grande pianista de su tiempo, sino posiblemente de todos los tiempos; desde el punto de vista de la técnica pianística sus logros no han tenido apenas rival, ni tampoco han sido sobrepasados”, como recuerda el especialista lisztiano Humphrey Searle2. En este sentido se puede recordar, por ejemplo, que la serie de los 12 Études d’exécution trascendante de 1851 —la edición “oficial” que circula desde entonces y cuyas formidables dificultades son bien conocidas por los pianistas que se atreven a enfrentarse con ellos— no es más que una versión “facilitada” de la escrita en 1839, que evidentemente sólo estaba al alcance de sus prodigiosas manos3. Es cierto, además, que tenía una incomparable capacidad de lectura a primera vista, algo que le permitía incorporar nuevas obras a su repertorio a gran velocidad, lo que unido a su facilidad para la improvisación (ampliamente demostrada en sus giras de conciertos) y para la composición tanto original como basada en obras ajenas, explica la extraordinaria amplitud de su repertorio como pianista. El citado Searle muestra una lista, elaborada por August Conradi y revisada por el propio Liszt, que incluye las obras que interpretó en los conciertos ofrecidos durante el período de 1838 a 18484. Pero todo este poderío técnico no es más que una parte de su personalidad como intérprete, la más “popular”, si cabe; hay otra, más difícil de comprobar, a la que nos remiten algunos de los testimonios antes aludidos. Se trata de su musicalidad, de su capacidad expresiva, bien contrastada por estos expertos oyentes, que recuerdan como algo inolvidable “la claridad cristalina de su ejecución, el brillo tranquilo de los pasajes rápidos, la noble proporción mantenida entre las partes y el significado y efecto que otorga- ba a la música que interpretaba”5. Berlioz también alabó la musicalidad de Liszt, y con motivo de su interpretación de la Sonata op. 106 “Hammerklavier” de Beethoven (por entonces considerada casi inejecutable), declaró: “…ese poema sublime, que ha sido hasta hoy el enigma de la esfinge para la práctica totalidad de los pianistas. Liszt, un nuevo Edipo, lo ha resuelto, y de un modo que, de haber podido escucharle, el mismo compositor se habría estremecido de gozo y orgullo en su tumba […] Fue sobre todo en el Adagio, ese himno que el genio de Beethoven, suspendido solitario en el infinito, parece haberse dedicado a sí mismo, donde Liszt se mantuvo constantemente a la altura del pensamiento del autor”6. El punto central de nuestra argumentación, no obstante, es el recorrido por los extensos dominios que configura su ciclópea obra pianística, en especial la menos difundida y la más visionaria. Para ello hay que empezar por echar un vistazo a la magnitud de dicha obra y a los intentos de clasificación y catalogación. Los catálogos vigentes hoy en día son los realizados por Peter Raabe7 (de ahí una de las letras —R— seguidas de un número que se ven en el enunciado de sus creaciones) y Humphrey Searle (es la otra letra habitual —S— en el nombre de las producciones lisztianas)8. Recientemente se han elaborado otros dos catálogos temáticos y/o cronológicos. Uno es obra de Luciano Chiappari (C)9, y el último es obra de Rena Charnin Mueller y Maria Eckhardt, y en este caso se utiliza la abreviatura LW (Liszt Werke), además de una letra para cada grupo de obras (la A es para piano, por ejemplo)10. Así, una obra como las Harmonies poétiques et réligieuses lleva la cuádruple indicación S. 173, R. 14, C. 294/347-350 y LW A. 158, lo que significa que ocupa el número 173 en el catálogo de Searle, el número 14 en el de Raabe, los números 294 y 347 a 350 en el de Chiappari y el A. 158 en el de Eckhardt/Mueller. No obstante, en la inmensa mayoría de las referencias discográficas se siguen utilizando sólo los de Raabe y Searle, ya que no ha habido casi tiempo para incorporar las numeraciones recientes. El catálogo temático realizado por Searle de la obra de Liszt se puede consultar —junto con el de Raabe— en el New Grove Dictionary (edición 1980). Para ver el catálogo de Chiappari y el de Eckhardt/Mueller hay que acudir a la edición 2001 del citado diccionario. Las obras originales para piano a dos manos ocupan desde el número S. 136 hasta el S. 254 (casi 120), y están clasificadas por estudios y ejercicios (Études d’exécution trascendante S. 139, Grandes études de Paganini S. 141, por ejemplo); miscelánea (Années de pèlerinage I, II y III, S. 160, 161 y 163; 6 Consolations S. 172; Harmonies poétiques et réligieuses S. 173; 2 Légendes S. 175; o Sonata en si menor S. 178, entre las obras extensas más conocidas, así como muchas de las obras breves que estudiaremos enseguida); obras en forma de danza (Mephisto Waltz S. 216); y obras basadas en temas nacionales (incluye obras basadas en música austríaca, checa, inglesa, alemana, italiana, polaca, rusa, española —la Rhapsodie espagnole (Folies d’Espagne et jota aragonesa S. 254– y, como no podía ser menos, húngara, y aquí se encuentran, entre otras, las célebres 19 Rapsodias húngaras S. 244). No hay que olvidar que también escribió Liszt para piano a cuatro manos, dos pianos y para órgano, instrumento al que dedicó alguna de sus páginas más avanzadas. El otro gran apartado de su obra pianística lo constitu- 259-dosier 21/12/10 10:54 Página 103 D O S I E R FERENC LISZT movimientos —un extenso Allegro, un Andante y un Finale—, pero ha fraccionado el Allegro en dos partes, la primera incluyendo la Exposición y el comienzo del Desarrollo, interrumpiéndolo para dar entrada al Andante, tras lo cual se completa el Desarrollo (basado en una Fuga) y llega la Recapitulación, seguidos del Finale y de una Coda. De esta forma, a gran escala la obra también se puede interpretar como un gigantesco movimiento de sonata donde el primer bloque tendría función de Exposición, el segundo de Desarrollo, el tercero de Recapitulación y el cuarto de Coda final. No es difícil abordar una descripción temática de la Sonata, ya que todos los temas tienen un acusado perfil melódico y rítmico. El tema A es una lenta escala descendente que recorre casi una octava y que presenta muchas variantes melódicas en sus reapariciones (incluida alguna con la característica 2ª aumentada de la escaAutógrafo de Liszt, firmado y fechado, de su arreglo de la canción Autrefois! de Wielhorsky la húngara). El tema B empieza con dos enérgicos saltos de octavas, pero lo más característico yen las paráfrasis de obras propias o ajenas y las transcripes el salto descendente de 7ª disminuida seguido de 2ª y 3ª ciones operísticas, que ocupan desde el S. 384 hasta el S. ascendentes y un arpegio descendente, un material temáti577 (casi 200 entradas). Aquí se incluyen, entre otras, las co que aparece en diversas variantes de comienzo a fin de versiones para piano de las nueve sinfonías de Beethoven, la obra, y que aquí enlaza enseguida con el tema C, reconovarios preludios y fugas de Bach, la Sinfonía fantástica y cible por las cinco notas repetidas en el registro grave con otras obras de Berlioz, decenas de Lieder de Schubert y las que empieza. Este tema es el que sufre la mayor transSchumann, así como una cantidad abrumadora de elaboraformación temática al convertirse en el lírico tema C 1, ciones pianísticas de preludios, oberturas y otros fragmentos operísticos de autores que van desde Bellini, Donizetti, empleado como parte del 2º grupo en un tempo mucho más Rossini, Weber, Gounod o Meyerbeer hasta Chaikovski, sosegado. El tema D es uno de los típicos temas heroicos Verdi y Wagner, entre los más conocidos. de Liszt, ejecutado en fortissimo sobre un fondo de acordes y un ritmo de sarabanda, al que llega por primera vez tras ========= una prolongada preparación basada en un pasaje de octavas y en la escala inicial sobre un la mantenido. Por último, Si hubiera que elegir una obra como paradigma de las noveel tema E es también una melodía de tipo cantabile que se dades visionarias en la obra de Liszt, compuesta además en escucha tras un recitativo que alterna con una versión somsu período central, no cabe duda de que esa obra sería la bría del tema D y del C. Con todo esto y lo dicho anteriorSonata en si menor S. 178, escrita entre 1852-53. Acompañamente sobre la forma, presento aquí una propuesta de “guía da por la polémica desde su estreno (Berlín, 1857) a cargo para la audición” que permita transitar por el complejo pero de Hans von Bülow, aunque pronto aclamada como una de apasionante mundo sonoro de esta portentosa creación. las grandes sonatas de todo el repertorio, es una de las aporAl tratar de la Sonata no hemos aludido más que sometaciones fundamentales al género tras las de Beethoven y, ramente a cuestiones armónicas, y esto por dos motivos. En con diferencia, la que más lejos apunta en su visión de futuprimer lugar, sería improcedente y además imposible expliro, como luego se demostró. La obra ha dado lugar a multicar en un artículo de estas características ni siquiera algunas tud de propuestas de análisis, casi todos diferentes, consede las complejidades del lenguaje armónico de Liszt. Pero cuencia lógica de su complejidad constructiva y de las múlti—en segundo lugar— es que incluso en el ámbito académiples lecturas que permite11. Walker lo resume diciendo que co superior (y esto es una experiencia personal) el estudio de la armonía lisztiana en todos sus períodos —con toda su Liszt ha compuesto “una sonata a través de una sonata”, y profundidad y diversidad— resulta ser una de las partes afirma que el material temático realiza contribuciones a dos más enrevesadas del temario de Análisis musical, que se formas de sonata simultáneamente, dentro de una estructura afronta con más temor incluso que la música atonal o dodede “doble función” que no tendría parangón hasta la Sinfocafónica. En efecto, no me duelen prendas al afirmar que nía de cámara de Schoenberg (1906). Es decir, cada tema los logros armónicos de Liszt —en lo que atañe a la comtiene una función local (como parte de los diversos grupos plejidad de los procesos armónicos, lejanía de las modulatemáticos) y a la vez una función de mayor alcance como ciones, construcción de nuevos acordes por el movimientos parte de alguno de los cuatro grandes bloques formales. de las voces, empleo de escalas y acordes modales, liberaLa primera dificultad que se encuentra el oyente ante ción de la funcionalidad armónica, etc.— están muy por esta obra es, como es sabido, la continuidad de la música, delante de lo más avanzado que pudieron aportar sus coees decir, la carencia de movimientos separados según el táneos, desde Mendelssohn y Schumann hasta Brahms, esquema de la forma de sonata clásica (Allegro – Adagio – incluyendo las aportaciones de Chopin y Berlioz, y anticiScherzo – Finale, por ejemplo), y esto supone un tipo de pando en muchos años las armonías más atrevidas del que audición donde hay que retener varios temas durante toda ha sido a veces asociado en exclusiva con el progresismo y la obra. En realidad, Liszt ha escrito una sonata en tres 103 259-dosier 21/12/10 10:54 Página 104 D O S I E R FERENC LISZT Tempo Comp. Movimiento Parte, Sección Tema Tonalidad Lento assai Allegro energico 1 8 55 105 179 205 301 Primer movimiento « « « « « « Introducción Exposición - 1º grupo Exp. - transición Exp. - 2º grupo Exp. - grup. conclusivo Desarrollo (1ª parte) A B, C B, C, A D, C1 B B, C1, A D, C, B sol si E C1, D, B E, C1, A Fa sostenido LA, FA sostenido FA sostenido B+C (Fuga) B, C B, C, A D, C1 si bemol si si SI C1 A B D E C, B A SI SI SI SI SI SI Grandioso Recitativo 104 Andante sostenuto 331 Quasi adagio 349 393 Movimiento lento « « Allegro energico 460 531 555 600 Primer movimiento « « « Stretta quasi Presto Presto Prestissimo (Grandioso) Andante sostenuto Allegro moderato Lento assai 650 673 682 700 711 729 750 Finale « « « (Coda) « « el camino hacia la disolución de la tonalidad, Richard Wagner. No sólo llevó Liszt hasta el extremo la ampliación de la armonía tonal, sino que traspasó en algunos casos la línea roja que señala la entrada en el ámbito de la atonalidad o de la no-tonalidad, de la negación de las funciones armónicas clásicas. Siendo muy llamativos otros muchos aspectos de su música, es el lenguaje armónico y sus consecuencias en la tonalidad el que más ha concitado la atención de los estudiosos, a pesar de lo cual todavía hay mucho que investigar en este campo. Por otro lado, a pesar de la fama de las obras tardías de Liszt en lo que concierne a la suspensión de la tonalidad, no hay que olvidar que ya en su producción del período temprano y medio hay muchas creaciones en las que se encuentran alteraciones de acordes, ampliaciones del sistema tonal, técnicas de elaboración temática y procesos formales que adelantan un futuro muy próximo en su propia obra y más lejano en la de otros. Hemos visto la compleja imbricación formal entre las partes y el todo en la Sonata, pero es que la mayor parte de sus obras utiliza esquemas formales abiertos, creativos y poco ligados a cualquier estructura clásica, algo que está en íntima relación con las frecuentes referencias poéticas y pictóricas aludidas en ellas12. Para los restantes aspectos técnicos mencionados y su repercusión posterior propongo un breve recorrido final a modo de muestreo por algunas de las creaciones en las que estos rasgos visionarios son más notorios. Muchos de ellos, como se ha dicho, se observan ya en obras de los años 30 y 40. Así sucede en la obra más extensa para piano de Liszt, entendida como creación monográfica, la integrada por las tres series de los Années de pèlerinage. Como es sabido, cada una de las series está compuesta por varias piezas cuyos títulos las acercan a la categoría del poema sinfónico, aunque en versión pianística. El primer libro (Années de pèlerinage I: Suisse, 1848-55) está formado por la revisión de varias piezas anteriores (incluidas en el Album d’un voyageur de 1835-36), junto con algunas nuevas añadidas para su publicación. La referencia es aquí la evocación de escenas naturales. El segundo libro (Années de pèlerinage II: Italie, 1837-49) está más centrado en las obras de arte y en Desarrollo (2ª parte) Recapitulación - 1º grupo Rec. - transición Rec. - 2º grupo RE do sostenido, fa el legado literario de Italia. El tercer libro (Années de pèlerinage III, 1867-77) carece de título para la serie, pero sus piezas muestran claras alusiones a lugares de Italia o al tema de la muerte. Pues bien, ya en Années I se encuentran relaciones tonales poco habituales como las que hay entre el do menor y el fa sostenido mayor que muestran dos de las secciones de Orage, o las mucho más lejanas que abren el Vallée d’Obermann (de mi menor a si bemol menor — máxima distancia tonal— en sólo ocho compases, aunque pasando por sol menor). En esta obra la estructura en dos partes muy diferenciadas en carácter responde claramente a los dos poemas de Senáncour y Byron citados al comienzo. Además, el Vallée es un excelente ejemplo de una de las técnicas de construcción melódica asociadas con Liszt, la transformación temática, que consiste en emplear uno o dos motivos para toda una obra y someterlos a todo tipo de variaciones sin perder su identidad con el fin de obtener materiales de muy diferente carácter: cambios en la armonización, en el tempo, alteración de los intervalos sin perder el perfil melódico, cambio de la figuración rítmica, prolongación con otros materiales, ornamentación, etc. Esta técnica tiene su fuente en el Beethoven de la unidad temática, y también es audible en algunas obras de Chopin (Ballade op. 23), además de tener bastante afinidad con otra técnica del siglo XIX que ha tenido importantes consecuencias posteriores, la variación progresiva13. Así le sucede al motivo de tres sonidos que se escucha en la mano izquierda (sol-fa sostenido-mi en corchea-negra-corchea) justo al comienzo, motivo omnipresente a lo largo de toda la obra, que muestra tanto un carácter de lamento resignado al principio como más esperanzador y brillante según avanza hacia el final14. La penúltima pieza del ciclo, por su parte, Le mal du pays, se abre con un motivo de dos compases prácticamente idéntico al que utilizará años más tarde en una de sus obras emblemáticas, Nuages gris. La serie de Années II se abre con Sposalizio, cuyo comienzo quasi-pentáfono, su uso de acordes no funcionales y sus breves motivos sin continuación anticipan a Debussy, y sigue con Il penseroso, cuyo interés reside en los acordes alterados y de 5ª aumentada (una sonoridad ésta 259-dosier 21/12/10 10:54 Página 105 D O S I E R FERENC LISZT habitual en su música desde estos años) que sostienen la melodía, y que termina con una armonía cromática al estilo del Tristan (veinte años posterior). Tras los tres Sonetos de Petrarca llega el último número, titulado Après une lecture du Dante (Fantasia quasi Sonata), una pieza de bravura en la que Liszt parece conciliar su estructura con la forma de sonata, aunque el lenguaje armónico utilizado supera con mucho las expectativas del esquema clásico, especialmente en aquellos pasajes confusos y caóticos en los que intenta una descripción del infierno. El tercer ciclo, Années III, corresponde a los años en los que el estilo de Liszt empieza a cambiar en muchos aspectos: más austeridad y mucho menos virtuosismo, empleo frecuente de líneas melódicas sin acompañamiento alguno, frecuentes acordes de 5ª aumentada (cuya función es ambigua), regiones armónicas lejanas yuxtapuestas por enarmonía, escala de tonos enteros (Sursum corda), escala húngara (Sunt lachrymæ rerum) y evitación de cadencias, favoreciendo finales abiertos. Todo esto es audible en las dos piezas tituladas Aux cyprès de la Villa d’Este 1 & 2, a las que sigue la más popular de la serie, Les jeux d’eau à la Villa d’Este, cuya armonía impresionista fabricada sobre acordes de 9ª, 11ª y 13ª tuvo digna continuación en Debussy y en particular en los Jeux d’eau de Ravel. En esos años finales —como consecuencia de los desengaños mundanos— su música también se tornó oscura y depresiva, alternando momentos de protesta con resignados suspiros y lamentos, como escribe Walker15. Nuages gris (Trübe Wolken – Nubes grises), con su empleo de acordes paralelos de 5ª aumentada, su melodía-ostinato, su textura basada en capas que aparecen y se esfuman y su final abierto, podría pasar por un preludio más de Debussy. No en vano fue también Liszt un precursor en la construcción de acordes por 3ª formados por cuatro, cinco, seis y hasta siete sonidos (como en el coro con órgano Ossa arida de 1879, S. 55)16, así como pionero en el empleo de acordes por 4ª y 5ª (los tres Mephisto Waltzer), en la superposición de acordes disonantes (Unstern! Sinistre), en el empleo de acordes paralelos (La lugubre gondola 2), de acordes derivados de la escala de tonos enteros y hasta en la teorización de la futura atonalidad, al afirmar que “los acordes del futuro consistirán en la exclusión arbitraria de ciertos intervalos”, como se lee en Walker, algo que él mismo anticipó en la Bagatelle sans tonalité Enrique Igoa André Gauthier, Liszt. Madrid, Espasa-Calpe, 1975. Humphrey Searle, “Franz Liszt”, The New Grove Dictionary of Music and Musicians. Edited by Stanley Sadie. Londres, McMillan Press Limited, 1980. 3 Alan Walker, “Franz Liszt”, The New Grove Dictionary of Music and Musicians. Edited by Stanley Sadie and John Tyrrell. Londres, McMillan Press Limited, 2001. 4 Además de transcripciones de oberturas de Beethoven, Berlioz, Mozart, Rossini y Weber, de sinfonías de Beethoven (las nºs 5, 6 y 7) y Berlioz, interpretó conciertos de Bach, Beethoven, Chopin, Mendelssohn, Henselt, Hummel y Moscheles. También abordó la música de cámara (Hummel, Spohr y especialmente Beethoven). Aparte de sus propias obras, Liszt tocaba diez de las sonatas de Beethoven y sus Variaciones Diabelli, cuatro obras mayores de Schumann, así como numerosas obras de Schubert, Weber, Mendelssohn, Chopin, Czerny y Hummel. Además, Liszt era de los pocos pianistas de aquella época que incluía en sus recitales fugas del Clave bien temperado, transcripciones de las fugas para órgano y las Variaciones Goldberg de Bach, así como suites y fugas de Haendel y sonatas de Scarlatti. Sería muy difícil encontrar un solo pianista en cualquier época que haya incorporado a su repertorio de conciertos en sólo diez años semejante cantidad 1 2 de obras de tan diferente signo. 5 Cita en Searle. 6 Wolfgang Dömling, Franz Liszt y su tiempo. Madrid, Alianza Editorial, 1993. Esta excelente monografía, sin duda la mejor en español, recoge al final los testimonios de alumnos, poetas y compositores sobre la figura de Liszt. 7 Peter Raabe, Franz Liszt. Stuttgart, Cotta, 1931 (rev. 2/1968). 8 Humphrey Searle, The music of Liszt. Londres, Williams & Norgate, 1954 (rev. 2/1966). 9 Luciano Chiappari, Liszt: “Excelsior”, op. 1400: Catalogo delle composizioni cronologico, tematico, alfabetico. Pisa, Pacini, 1996. 10 Rena Charnin Mueller y Maria Eckhardt, “Thematisches Verzeichnis der Werke Franz Liszts”, The New Grove Dictionary of Music and Musicians. Edited by Stanley Sadie and John Tyrrell. Londres, McMillan Press Limited, 2001. Próxima edición aislada en Múnich. 11 He aquí algunos de estos análisis: Dömling (op. cit.), pp. 87-90. Searle (op. cit.), pp. 37-39. Walker (op. cit.), pp. 774-775. Márta Grabócz, “La Sonate en si mineur de Liszt: une stratégie narrative complexe”. Revue Analyse musicale nº 8, 1987. Los tres primeros abordan fundamentalmente aspectos temáticos, armónicos y formales, pero el artículo de Márta Grabócz (centrado en cuestiones semánticas y semióticas, en el uso de tópicos y de aspectos figurativos o narrativos) es un ejemplo de otra línea de análisis que ha intentado extraer aspectos referenciales de esta obra (el tema de Fausto, una descripción del Jardín del Edén o un retrato autobiográfico del propio Liszt). 12 Todavía hoy se piensa que Liszt alimentó la idea de que la música es un arte ‘representativo’. Lo que en realidad dijo Liszt (en el prefacio a sus poemas sinfónicos) fue muy diferente: “Es obvio que las cosas que sólo se presentan objetivamente a la percepción humana no pueden de ninguna manera suministrar puntos de contacto con la música; el peor de los aprendices de pintura paisajística podría dibujar con unos pocos trazos una reproducción mucho más fiel que un compositor operando con todos los recursos de la mejor orquesta. Pero si estas mismas cosas están sujetas a la ensoñación, a la contemplación, a la inspiración emocional, aunque no tengan una peculiar afinidad con la música, ¿no podría ser la música capaz de traducirlas a su misterioso lenguaje?” (cit. en WALKER). Esta afirmación se inserta en la más amplia controversia musical decimonónica entre ‘conservadores’ (Mendelssohn, Schumann, Brahms) y ‘progresistas’ (Berlioz, Liszt, Wagner, Bruckner incluso), capitaneados los primeros por el crítico Eduard Hanslick y los segundos por el propio Liszt y sus festivales en Weimar con música de Berlioz, Wagner y la suya propia. El problema central, como cuenta Walker, es el de la vigencia de la forma de sonata (asumida por los primeros) o el de su evolución —alimentada por referencias externas— hacia formas más libres (como hizo Liszt y más tarde Richard Strauss). Según esto, el poema sinfónico (el Tondichtung alemán, poema sonoro) es la alternativa lisztiana a la sinfonía clásica y un género en el que desarrolló sus nuevas técnicas de elaboración temática y su lenguaje armónico ampliado. 13 En alemán, entwicklende Variation, variación en desarrollo. Consiste en derivar cada segmento de un tema del segmento anterior por variación o citando sólo la parte final para construir un nuevo segmento, y así sucesivamente hasta elaborar temas a veces muy extensos. Algunos ejemplos son el segundo tema del IV movimiento de la Sinfonía nº 1 op. 68 de Brahms o el tema inicial del I movimiento de la Sinfonía nº 9 de Mahler. 14 Otros ejemplos de transformación temática en Liszt se encuentran en los poemas sinfónicos. Les préludes se basa en el motivo inicial en los violines do-si-mi) o la Sinfonía Fausto. 15 Son los años de Resignazione, La lugubre gondola 1 & 2, Am Grabe Richard Wagners, R. W. Venezia, Romance oubliée o Trauervorspiel und Trauermarsch, entre otras, cuyos títulos denotan claramente su estado de ánimo. 16 Este acorde de siete sonidos por 3ª anticipa el quasi-cluster también por 3ª del primer movimiento de la Sinfonía nº 10 de Mahler que se escucha justo antes de la entrada de la trompeta sola hacia el tercio final. 105 259-dosier 21/12/10 10:54 Página 106 D O S I E R FERENC LISZT LOS POETAS 106 Städtische Galerie im Lenbachhaus A la hora de escribir sobre un tema tan peculiar como “los poetas de Liszt” cabe preguntarse si no hay en esto una paradoja de base, puesto que la singularidad de este autor, más que en la puesta en música de una serie de piezas literarias, reside en su percepción poética del entorno, la música, sus colegas y las restantes manifestaciones artísticas. Cabe preguntarse también qué habría sucedido si Adam Liszt, padre de este precoz virtuoso al que apartó enseguida de la escuela, hubiese podido extender su influencia sobre él durante más tiempo, si una muerte prematura no se lo hubiese llevado cuando Ferenc sólo tenía die- Retrato de Listz por Franz von Lenbach, 1880 ciséis años de edad. Es dudoso avensiva que, más que aclarar motivaciones o adoctrinar al auditoturar cómo habría evolucionado el atormentado adolescente rio, lo que pretendía era despertar la imaginación del receptor de haber logrado escapar a las preguntas existenciales en pleante lo escuchado. na juventud, esas dudas que le atormentaron al perder la figuCon afán de justificarse o quizá de entenderse mejor, ra paterna y le llevaron a buscar consuelo en los autores poéFerenc Liszt trató de explicar cómo esta inquietud filosófica ticos y filosóficos. En todo caso, la importancia de la inspirahabía surgido en él al intentar comprender, con gran esfuerzo ción literaria en la obra del húngaro Ferenc Liszt (1811-1886) y sin éxito, los principios inspiradores de las sinfonías beethoes tan definitiva en la formación de su carácter adulto y sus venianas. Al intentar atribuirle un sentido programático a posestilos pianístico y compositivo que cuesta creer que podría teriori (tentación a la que también habían sucumbido Berlioz, no haberse despertado, incluso si hubiesen sido totalmente Rellstab y tantos otros), aquel Beethoven dejó de ser Beethodistintas las circunstancias que rodearon sus años iniciales. ven, pero se convirtió en un hermoso pretexto para que el Por otra parte, esta inquietud no es nueva, o al menos no autor se abriese paso con su propio cruce de caminos e ideas es ajena en absoluto a muchos de sus contemporáneos que, estéticas: al afirmar que “el compositor “debe tener ideas para en el descubrimiento del valor de la propia subjetividad, se agrupar sus creaciones en cuadros unidos entre sí por un hilo sintieron más plenos al descubrir las íntimas conexiones que poético y filosófico” y que “se podrá hablar entonces, con les ligaban a los creadores en otros campos. El caso de Schumayúsculas, de la ‘Música del Porvenir’”, estaba poniendo en mann es quizá el más famoso, por su conexión con el poeta duda la actualidad de los planteamientos de los músicos del Jean Paul Richter y también por haber ejercido con profusión momento; algo que no pudo por menos que granjearle alguy éxito la pluma crítica y literaria. Aunque Chopin no llegó a nas antipatías, si bien los éxitos fueron mucho mayores. presumir de una formación y cultura excepcionales, el corpus Con el paso del tiempo, esta percepción fue dejando lírico de Mickiewicz planea sobre su concepción formal en el paso a un enfoque místico, en el que el fundamento de ámbito de las piezas narrativas. toda interrelación artística sería el Dios cristiano. No cabe Ciertamente, son muchas las citas de las cartas del comduda de que esto encaja con la evolución humana de este positor que nos permiten ser conscientes de la importancia reconocido donjuán, quien, con el paso de los años, habría que daba Liszt a un origen común de las artes; base de estas de convertirse en un venerado asceta. relaciones interdisciplinares. Pronto escribe que “una En todo caso, parece importante tener en cuenta un senticorriente magnética une la poesía y la música, formas do en el que nuestro protagonista es diferente, y trasciende, a ambas del pensamiento y el sentimiento humanos” o “ante su modo, a los demás compositores con motivaciones literamis asombrados ojos, el arte se mostraba en toda su magnirias: un especial talento para aprender lenguas fomentó su ficencia, se manifestaba en toda su universalidad, se revelavisión moderna del contexto europeo, en el que se integró ba en toda su unidad. Cada día se reafirmaba en mis senticomo pez en el agua —como el hombre de mundo que era— dos y en mi mente la conciencia del oculto parentesco que , bendecido además por la notoriedad que le dieron sus giras existen entre las obras de los genios. Rafael y Miguel Ángel internacionales como pianista. En efecto, el músico era capaz me ayudaron a comprender a Mozart y Beethoven”. de comprender a la mayoría de los autores que le interesaban Este credo, que anima gran parte de su vida activa, le lleen el idioma en que escribían: podía leer a Dante y Petrarca va en un primer lugar a abordar la composición desde una en italiano y disfrutaba en francés de las obras de sus contemperspectiva multidisciplinar, siendo consciente de todas las poráneos (un enorme grupo que incluye a Sand, Balzac, Flauinfluencias, y, en segundo lugar, a tratar de compartir con los bert, Chamfort, Constant, Hugo, Dumas, Voltaire y Chateauoyentes e intérpretes estas bases creativas. La idea no era briand). Las lecturas en lengua materna incluyen a los escritoenteramente nueva, pues contaba con importantes precedenres alemanes fundamentales, entre los que se cuentan Goettes que incluyen la Sinfonía Fantástica de Berlioz, cuyo estrehe, Schiller, Hebbel, Kant o Nietzsche. En cambio, y a pesar no había presenciado él mismo. Pero poco a poco, el prograde que Liszt también hablaba húngaro, no parece haber leído ma habría de evolucionar en sus manos hasta dejar de ser un tanto a Eötvös o Vörösmarty: la influencia de su país natal le argumento a seguir para convertirse en una sugerencia expre- 259-dosier 21/12/10 10:55 Página 107 D O S I E R FERENC LISZT sí misma cualquier contenido poético. Literatura hecha música Städtische Galerie im Lenbachhaus “El Lied es, tanto poética como musicalmente, uno de los hallazgos más exclusivos de la musa germana, tanto como las palabras “Sehnsucht“ [anhelo] o “Gemüt“ [alma), las cuales marcan su área y conforman su marco de vida solamente en la lengua alemana, permaneciendo intraducibles. No es que otras naciones no posean canciones líricas de este tipo, sólo que el carácter de las mismas no tiene nada en común con el Lied propiamente dicho”. Hector Berlioz fotografiado por Félix Nadar llega sobre todo a través de los poetas populares, cuyas obras habían sido recogidas por la tradición oral. Entre sus libros de cabecera, junto a la Divina Comedia y los Pensées de Pascal, se encuentran la Biblia y algunos escritos espirituales de los simonistas, sobre todo de Lamartine. También forman parte del acervo libros traducidos del inglés (Shakespeare, Milton, Eliot), del ruso (Tolstoi), así como Homero y otros clásicos grecolatinos. Es posible que merezca una reflexión el hecho de que Liszt, al elegir los libros que habrían de ser su referencia durante toda la vida, tienda a rodearse de los autores que considera grandes. A la hora de la puesta en música sucede lo mismo y Hugo, Schiller, Goethe y Dante son los favoritos. Sin duda, sus propias aspiraciones, ya en la juventud, no eran menos elevadas que sus bases culturales. También es singular que su capacidad para ensanchar las fronteras de lo puramente sonoro le lleve a encontrar, a través de la literatura, modelos formales traducibles en el ámbito sinfónico o pianístico y a encontrar correspondencias directas o sugerencias entre los recursos poético-literarios y el lenguaje armónico-rítmico. Al analizar el proceso con el que el compositor asimila a sus autores es fácil observar que, con el paso del tiempo, algunas estrategias perviven, otras cambian o desaparecen. Liszt puede integrar un texto de forma limpia y directa, como sucede en el caso de las canciones para voz y piano y en algunos poemas sinfónicos o relacionarlo con alguna referencia más, en forma de fuente literaria, cuadro o paisaje. De aquí surge el peculiar esquema que hemos adoptado para ordenar los contenidos: partiendo de las raíces de la inspiración poética, recogemos ejemplos de los diferentes géneros que permiten ilustrar cómo se transforma en música la idea de partida. De algún modo, pretendemos evocar también el proceso mediante el que el autor se fue despojando, lenta e inexorablemente, de la presencia de las palabras, hasta llegar a encontrar su música ideal, capaz de contener y transmitir por Conocer la opinión de Ferenc Liszt respecto a la esencia del Lied como género puramente alemán es especialmente curioso, sobre todo si tenemos en cuenta su propia soltura para traducir, sin adulterarla, la íntima naturaleza liederística a los idiomas que conocía. En efecto, una sensibilidad común, fruto de la arrolladora personalidad lisztiana, atraviesa sus canciones sin hacer distinción de idiomas o periodos compositivos, y el poder de sugestión —casi erótico— de Die Loreley de Heine no es menos arrebatador que el de Oh, quand je dors! de Hugo, verdadera obra maestra de la canción francesa del XIX. Esto surge de su destreza admirable para captar el sentido subyacente en toda creación artística, y quizá ni deba sorprendernos en un compositor que, a decir de sus contemporáneos, era capaz de traducir con sus 88 teclas las variables expresivas de una gran orquesta, el violín solista o una agrupación de música tradicional húngara sin perder un ápice de la riqueza expresiva. A la hora de seleccionar versos para sus Lieder y mélodies, el compositor se decanta por piezas sueltas o las extrae de sus ciclos de origen. Esto le permite, por ejemplo, atribuir a Im Rhein, im schönen Ströme de Heine una atmósfera feliz y extática que sería incoherente con el sentido poético del álbum del que procede, el Dichterliebe, sobre todo si recordamos la cuidada y doliente versión íntegra firmada por Schumann. La poesía ambigua e irónica de Heine inspira algunas de sus páginas más célebres —Vergiftet sind meine Lieder, Morgens steh’ ich auch und frage, Du bist wie eine Blume—, que cuentan, en su mayoría, con homónimos schumannianos integrados en ciclos completos. En su elección de otros autores, Liszt se integra profundamente en la tradición alemana más reciente, poniendo en música a Uhland, Müller, Rellstab, Geibel, Lenau y, naturalmente, Goethe y Schiller. Los poemas de Hugo, Dumas y Béranger le servirán para crear un ámbito de referencia para la tierna, balbuciente mélodie. Sin embargo, la verdadera apuesta de futuro del compositor —dejar nacer libremente la música a partir de un argumento menos estricto, más sugerente— no se adaptaba tan fácilmente a la composición de canciones: con el paso del tiempo, su autor abandonó el género como tal y optó por transcribir algunas de estas canciones como música para piano. El resultado, más o menos sorprendente, fue que muchas de estas transcripciones —como sucede con los tres Liebestraum de Freiligrath o los Sonetti di Petrarca— llegaron a ser más conocidas que las propias versiones vocales, por la plenitud que alcanza en la meditación instrumental su sustancia poética. Dramas sinfónicos Alles Vergängliche ist nur ein Gleichnis; das Unzulängliche, hier wird’s Ereignis; das Unbeschreibliche, hier ist es getan. Fausto (II parte), Goethe Todo lo perecedero es tan sólo símil, lo inalcanlzable aquí será posible lo indescriptible ya se ha logrado. 107 259-dosier 21/12/10 10:55 Página 108 D O S I E R FERENC LISZT Liszt fotografiado por Franz Hanfstaengl, 1856 108 Si exceptuamos Don Sancho, que no deja de ser el fruto imperfecto de un jovencito de trece años, el legado de Ferenc Liszt no hace aportación alguna al repertorio de ópera, aunque se documentan numerosas intentonas en los años centrales de su vida. Con frecuencia, la causa del abandono de los proyectos era un choque insuperable entre las necesidades de la escena —que requería la concreción de los aspectos particulares— y la sustancia de los textos literarios, que él deseaba plasmar de forma inalterable y profunda. Por ello, Liszt pierde poco a poco su ambición escénica y va condensando la aportación de los textos en una evocación cada vez más breve, menos detallada. Uno de los ejemplos más importantes es la Faust symphonie (1854), que surge de un frustrado embrión operístico vinculado al Weimar goetheano. Se barajan nombres como los de Gérard de Nerval y Alexandre Dumas para comprimir el contenido del drama en forma de libreto, pero finalmente Liszt renuncia a la idea y decide tener en cuenta exclusivamente el complejo devenir de los tres personajes fundamentales. Aunque el reto no era sencillo, al condensar las raíces psicológicas de Fausto, Margarita y Mefistófeles a través de medios musicales poderosos y contrastantes, Liszt transustancia la esencia fáustica con solidez y agudeza. Es fácil reconocer las cuitas del eterno buscador en el cromatismo de su tema principal, si bien, y por necesidad de una dualidad clara, Margarita se representa únicamente a través de su lado más ingenuo y tierno. A ella le dedica el coro la meditación final, que resume el ideal decimonónico del “eterno femenino”. En este contexto, es lógico que la mayor inventiva armónica se reserve a un Mefistófeles cuya existencia, en cierto modo, se niega: el diablo carece de tema propio y su personalidad es un proceso que deforma las temáticas ya expuestas. No se equivocan quienes señalan la afinidad de esta pieza con la Sonata en si menor, de la que su autor no quiso dejar programa alguno, pero que, de algún modo, bebe de las mismas fuentes literarias. La Dante symphonie (1856) se escribe al mismo tiempo que algunas composiciones religiosas. No cabe duda de que la puesta en música de otra de las más importantes referencias poéticas lisztianas no era más sencilla que la del Fausto y, al intentar adoptar de nuevo una estructura tripartita —Infierno, Purgatorio y Paraíso, basada fundamentalmente en la orquesta y con final coral— surgen algunas dudas. Finalmente, el compositor consideró la representación del Paraíso como un insalvable escollo, hecho por el que al final redujo la intervención del coro a un Magnificat, entonado por los bienaventurados justo a las puertas de la Eternidad. Obras de libre inspiración literaria “A medida que progresa la música instrumental, liberándose de sus viejas cadenas, aspira cada vez más a llegar a ese grado ideal que constituye el punto culminante de las artes plásticas: pretende no ser ya una mera combinación de notas, sino un lenguaje poético, más apropiado quizá que la poesía misma para expresar todo aquello que ensancha nuestro horizonte diario, todo aquello que escapa a una fría disección, moviéndose en las profundidades inaccesibles del anhelo insaciable, de infinitos presentimientos”. Es probable que la primera vez que Liszt lograse evocar un programa literario sin necesidad de un texto de apoyo 259-dosier 21/12/10 10:55 Página 109 D O S I E R FERENC LISZT Wallenstadt llegan a Liszt a través del filtro fragante de las fuera en las Harmonies poétique et religieuses (1833), conplumas de Sénancour y Marie d’Agoult —amante del comjunto de piezas pianísticas homónimo de un librito espiripositor— y también Schiller hubo de contribuir a su perceptual de Lamartine. Estas obras —separados fragmentos que ción simbólica de la Chapelle de Wilhelm Tell. se dejan inspirar libremente por los escritos sagrados— sueA este grupo pertenecerían también las dos primeras len presentar cada tema como una vocalización de los verpartes de Années de pèlerinage, que incorporan la revisión sos iniciales. Por eso, la impresión que recibe el oyente es de los mejores cuadros de Impressions et poésies (agrupados que la música que surge de ellos medita sobre una canción en el cuaderno inicial, dedicado a Suiza). La colección se previa, una canción nunca escrita, pero sí soñada, nacida completa con otras recreaciones de obras plásticas, como como palabra en la mente del compositor antes de transforSposalizio e Il penseroso, incluidas en el volumen Italia y marse en música instrumental. Este hallazgo habría de repededicadas a Rafael y Miguel Ángel, si bien y, como las obras tirse una y otra vez en otras creaciones carentes del texto del volumen tercero —lleno de descripciones paisajísticas— primigenio y también en transcripciones. En cambio, las no procede comentarlas aquí, al no ser evidente su relación Légendes sobre San Francisco de Asís y San Francisco de con la literatura. Tampoco son muchas las obras orquestales Paula, obras de madurez del músico, son muy distintas porsurgidas a la sombra de cuadros, con la excepción de Hunque no sólo carecen de un relato, sino que es el propio nenschlacht —La matanza de los hunos— y Von der recogimiento místico el que ilumina a los protagonisWiege bis zum Grabe (De la cuna a la tumba) tas, haciendo surgir las avezadas armonías como poemas sinfónicos ideados respectivamente a absortas en la contemplación del milagro. la sombra de cuadros de Kaulbach y Zichy. Lejos de toda duda, la invención más conocida y valorada de Liszt en el ámbito de la llamada “música programática” es Poesía dentro de la poesía el poema sinfónico, si bien no hay un punto de partida idéntico para todas “Quand le poète peint l’enfer, il las obras con esta denominación. peint sa vie : Por ello, no pueden incluirse como Sa vie, ombre qui fuit de spectres grupo únicamente en este apartapoursuivie” do, al que sí pertenecen los dramas heroicos unipersonales, pro“Cuando el poeta pinta el infiercedentes tanto de la antigüedad no, pinta su vida, grecorromana —Orpheus, ProSu vida, sombra que fue por los metheus— como de épicas trageespectros perseguida” dias modernas —Hamlet de Shakespeare y Tasso de Goethe. PlanVictor Hugo, Les voix intérieures, poema XXVII teados en su origen como oberturas de óperas o piezas escénicas, La combinación de diversas fuenfinalmente descartadas, conservan tes literarias no es tan frecuente en en sus epígrafes huellas de esta prilas obras de Ferenc Liszt, si bien sí mera intención. En cambio, la historia que aporta matices en algunas de las del jinete Mazeppa surgió directamente obras más conocidas. Por ejemplo, en el como variante orquestal del estudio piaMephisto Waltz, ciertos aspectos del Faust nístico del mismo nombre y, como Ce de Lenau enriquecen el de Goethe. El procequ’on entend sur la montagne, encuentra su so resulta más complejo en el caso del poema fundamento en Victor Hugo. Die Idealen es la sinfónico Les préludes, en el que Les nouvelles respuesta lisztiana a los Philosophische Gedichte Marie d’Agoult méditations de Lamartine —de carácter intros—poemas filosóficos— de Schiller, como Festklänpectivo— y los furiosamente antagónicos Quatre ge lo es, aunque más remotamente, a Huldigung éléments de Autran, se ven abocados a un diálogo tan comder Künste —Homenaje a las Artes. Por último, queremos plejo como extraordinario. comentar Hungaria aunque su trasunto literario es, posibleUna de las partituras más interesantes que relacionan mente, el menos determinante: tras recibir la dedicatoria de distintos soportes literarios es la Sonate après une lecture de un poema de su compatriota Vörösmarty, Liszt concibe este Dante, cuyo punto de partida poético es —como en tantas homenaje a su tierra natal, inspirándose, con toda probabiliocasiones— la Divina Comedia, esta vez ilustrada a través dad, mucho más en sus propios recuerdos y vivencias que de Les voix intérieures de Victor Hugo. Si Dante habla sobre en el texto mismo. el infierno, Hugo lo identifica con la tempestuosa vida del artista, pero Liszt añade un concepto estrictamente suyo: el De cuadros y visiones subtítulo Fantasia quasi sonata, recogido directamente de la herencia de Beethoven. El resultado tiene la fuerza de “El sentido oculto y poético de las cosas, esa idealidad que una estructura grande y coherente apoyada por una rica reside en todas ellas, parece cobrar especial relieve en las inventiva armónica, alada por la vívida estampa del averno. creaciones del arte”. Hemos querido terminar con esta pieza nuestra introducción, breve e inevitablemente modesta, al papel de la En este apartado abordamos muy brevemente cómo literatura en la obra de Liszt porque nos muestra cómo la algunas impresiones visuales del compositor —en forma de dialéctica entre inspiración poética y forma sonora, unida a paisaje u obra plástica— se asocian a referentes literarios la voluntad de trascender y superar las deudas del pasado que tiñeron esta experiencia con un pensamiento. Sucede en su disciplina, no tiene lugar en un limbo híbrido entre en las piezas del Album d’un voyager (1835), título procelas diferentes artes, sino en su propio contexto: el contexto dente de las Lettres d’un voyager de George Sand, que quiede una verdadera música de la modernidad. ren ser espacios naturales, pero no lo son por entero, pues el filtro de la historia y la poesía cambia su colorido con el atractivo de la reflexión. El Vallée d’Obermann o Le Lac de Elisa Rapado Jambrina 109 259-dosier 21/12/10 10:55 Página 110 D O S I E R FERENC LISZT Metropolitan Museum of Art, NY LA ESTANCIA EN MADRID Daguerrotipo de Lola Montes ,1851 L 110 a que ha sido llamada Glanzzeit (época dorada) de Ferenc Liszt (1811-1886), se inicia en la década de 1841 y alcanza el apogeo durante su gira por la Península Ibérica los años 1844-45. Entre 1839 y 1847 Liszt realiza giras de conciertos en alas del triunfo por Alemania, Inglaterra, Holanda, Francia, Irlanda, Polonia, Austria, Dinamarca, República Checa, Eslovaquia, Bélgica, Rumanía, Rusia, Ucrania, Yugoslavia, Turquía, Italia, Letonia, Hungría, Suiza, Estonia, España y Portugal. Un periplo agotador que, en vísperas de su viaje a España, le llevará a la ruptura definitiva con Marie de Flavigny, condesa d’Agoult, madre de sus tres hijos Blandine (n. 1835), Cosima (n. 1837) y Daniel (n. 1839). En Pau, cerca de la frontera española, con el corazón destrozado y el temor a no volver a encontrarse con sus tres pequeños, dio un recital en la Salle de Spectacle el 8 de octubre de 1844. Poco después se enteró de que el piano Erard sobre el que había tocado lo había cedido para el concierto Madame d’Artigaux, que no era otra sino la bella Caroline de Saint-Cricq, su primera novia parisiense, que fue impelida por su familia a dejar al joven y desconocido pianista extranjero y a casarse con el millonario Bertrand d’Artigaux. Saint-Cricq, que era ministro de Carlos X, había llamado al joven húngaro para que diera clases a su hija, pero cuando vio que los dos jóvenes se enamoraron con pasión, expulsó sin contemplaciones a Liszt de su casa. Desde 1827 no se habían vuelto a ver y era sabido en todo el Bearn —donde los Artigaux poseían una gran mansión con vistas a las cumbres pirenaicas— que Caroline no era feliz en su matrimonio. Liszt olvidó sus problemas familiares y realizó varias visitas a Caroline durante las dos semanas que estuvo en Pau. En recuerdo de aquel nostálgico encuentro compuso la canción Ich möchte hingehn wie das Abendroth S. 296 (Quisiera desvanecerme como el crepúsculo), canción de despedida sobre un texto de Herwegh. El motivo de intenso deseo del Tristán wagneriano aparece aquí diez años antes de que Wagner lo utilizase. En una copia del manuscrito que se halla actualmente en los archivos de Weimar, Liszt escribió: “Esta canción es el testamento de mi juventud; por ello no es mejor, pero tampoco es peor”. Desde Pau, con fecha del 9 de octubre de 1844, Liszt escribe a su hija Blandine a quien Liszt ha dejado, junto a sus dos hermanos pequeños, al cuidado de su madre Maria Anna Lager, viuda ya de Adam Liszt (1776-1827). Blandine tiene tan sólo nueve años. Ferenc se dirige a su primogénita en estos términos: “Querida niña, en tres o cuatro días me voy a España. Mira en el mapa Madrid, Cádiz y Lisboa. Tu recuerdo me seguirá allí por todas partes en lo profundo de mi corazón. Dame noticias tuyas por medio de la abuela; dime algo de tu madre; y pide a Dios que me dé paciencia y el constante deseo de hacer el bien. Estoy encantado de tus progresos y de lo feliz que haces a Madama Bernard. Me gustaría mucho volverte a ver, pero realmente no sé cuándo será posible para mí pasar por París. Adiós querida niña. Sé feliz y no te preocupes por mí ahora; pero después —y ojalá sea lo más tarde posible— cuando la pena y la tristeza lleguen a ti, piensa en tu padre, quien a costa de su vida, querría evitártelas”. Algunos biógrafos de Liszt dan fechas distintas de su llegada a Madrid y tampoco se conoce exactamente el recorrido. Alan Walker dice que llegó a Madrid el 22 de octubre, justamente el día en que Liszt alcanzaba la edad de Cristo. Adrian Williams, sin embargo, nos dice que el 21 de octubre se le dio a Liszt un banquete de despedida en la Préfecture de Pau. El musicólogo londinense asegura, con más lógica, que Liszt salió al día siguiente 22 y llegó a Madrid “varios días más tarde”. Desde Pau debió entrar por Somport, Candanchú y Canfranc hasta Jaca. Desde Jaca, seguramente a través de Huesca, llegaría a Zaragoza. No es de extrañar que permaneciese dos o tres días en la capital del Ebro, pues llegó con verdaderos deseos de ver España y adentrarse en el espíritu español. Zaragoza no le pudo pasar inadvertida. ¿Cuál podría ser la causa más profunda de la venida de Liszt a España? Para Federico Sopeña, nuestro país lo reunía todo para un romántico como él: “exotismo, frontera con lo árabe, mundo aparte, guitarra, bandoleros y sol”. Sin embargo, hay otros motivos. Liszt ha dejado tres hijos pequeños en París, se ha separado de la madre de ellos, tiene que ocuparse de su manutención y necesita dinero, entre otras cosas porque gasta mucho por sus incesantes giras de conciertos, en las cuales nunca viaja solo y procura instalarse en los mejores alojamientos. Por otra parte, poco antes de su viaje a nuestro país había conocido en 259-dosier 21/12/10 10:55 Página 111 D O S I E R FERENC LISZT Pedro Tintorer favor del público gracias al gran tenor sevillano. De hecho, Liszt se mostró a partir de entonces interesado por Rossini y por García, y decidió componer la que ha sido su única ópera, Don Sancho, sobre un asunto español. Se estrenó al año siguiente (17 de octubre de 1825) en la Academie Royal de París. También tendría ocasión el joven húngaro de escuchar en los salones de Almack londinenses a la hija de García, la más tarde mítica María Malibran, de 16 años; cantó junto a su padre (que aquellos días protagonizaba en Londres Ricciardo e Zoraide y Otello de Rossini) y en solitario el aria Nacqui al’affano de Cenerentola. Otra vía para explicar el afán de Liszt por conocer el viejo país de la polifonía sacra fue tal vez su relación con el pianista español Pedro Tintorer (1814-1891), formado en Madrid y en París con Pedro Albéniz y con Pierre Zimmerman respectivamente. Establecido en Lyon entre 1836 y 1850 como profesor del colegio real y agregado a la Universidad, Tintorer tuvo ocasión de conocer a Liszt, profesor en el Conservatorio de Ginebra, donde nació su hija Blandine en 1835. La proximidad entre ambas capitales permitió al músico mallorquín recibir consejos del prodigioso pianista y compositor húngaro, sobre todo en 1844, en el que Liszt pasó algún tiempo en la capital del Ródano. Según Saldoni, Tintorer recibió de Liszt lección diaria de piano en dicha época, “iniciándole en el sistema de Clementi, el cual posee aquel célebre pianista con tanta perfección”. Liszt llegó a Madrid acompañado de Louis Boisselot (hijo mayor del conocido fabricante de pianos marsellés) y del barítono Ciabatta, que iba en calidad de secretario en la gira de Liszt por la Península Ibérica. El recital del Liceo Artístico y Literario Dresde a Lola Montes, la célebre bailarina “española”, en realidad irlandesa, y cuyo verdadero nombre era Eliza Rosanna Gilbert. Lola Montes, tras haber vivido una aventura amorosa en Sevilla, había aprendido el baile andaluz e hispanizado su nombre. Liszt vivió una intensa y fugaz pasión junto a esta excéntrica y fogosa “bailarina española” que sería después amante de Luis I Wiltelsbach, rey de Baviera (1786-1848). El viaje de su gran amiga George Sand y del siempre admirado Fryderyk Chopin excitó probablemente su curiosidad por España. También pudo ser un incentivo el temprano encuentro de Liszt con Manuel García. Recordemos que el 21 de junio de 1824 García protagonizó un concierto en los New Argyll Rooms de Londres. Durante el mismo hizo su presentación en la capital británica el adolescente Ferenc Liszt con doce años de edad, pero ya un fenómeno del piano, hasta el punto de tocar ante Jorge IV en Carlton House. Liszt debió escuchar a García en una Semiramide de Rossini, aún en el Al principio surgieron problemas para ofrecer el primer recital, pues Liszt había sido contratado por el Liceo Artístico y Literario, pero esta entidad no tenía permiso para organizar determinados espectáculos sin la aprobación de los empresarios de los dos grandes teatros madrileños, el de la Cruz y el del Príncipe (actual Español). Una vez conseguido que se alzase la prohibición, el pianista de Raiding (en húngaro Doborjan) hizo su presentación el lunes 28 de octubre de 1844 en el Palacio de Villahermosa, entre la calle Marqués de Cubas y el Paseo del Prado, con fachada a la calle del Sordo (hoy Zorrilla) y la espalda a la Carrera de San Jerónimo. Era el Palacio de Villahermosa la sede del Liceo Artístico y Literario, institución cultural que, como el Ateneo, había surgido de las reuniones de escritores y artistas en el Parnasillo. Creado en 1837 por iniciativa del escritor José Fernández de la Vega, llegó a ser, tras algunos años de tanteo en varios domicilios, el lugar predilecto de la sociedad elegante Panorámica con la Glorieta y fuente de Neptuno en primer término; a la derecha, el solar del futuro hotel Palace y el Palacio del Hielo (en el derruido Palacio de Medinaceli); al fondo, la iglesia de los Jerónimos, parque del Retiro, Casón del Buen Retiro y el flamante edificio de la Real Academia de la Lengua; a la izquierda, el palacio de Villahermosa y la Bolsa de Comercio. Hacia 1895. 111 259-dosier 21/12/10 10:55 Página 112 D O S I E R FERENC LISZT Madrid mediados del XIX 112 del Madrid romántico, sobre todo cuando trasladó su sede a los salones del gran palacio de los duques de Villahermosa (ahora convertido en Museo Thyssen-Bornemisza y con su interior totalmente renovado y ampliado). El noble edificio, según el poeta Nicomedes Pastor Díaz “revela a pesar de su construcción moderna, la grandeza de nuestra antigua aristocracia, magnífica y suntuosa por dentro, llana y modesta en sus exteriores arreos”. Pastor Díaz sitúa en el palacio el comienzo de su curiosa novela De Villahermosa a la China. El palacio de Villahermosa fue alzado por el arquitecto Antonio López Aguado —el mismo que trazaría los planos del Teatro Real— por orden de la duquesa viuda doña María Pignatelli y Gonzaga, y era su interior muy lujoso, como se puede observar en los grabados y a través de numerosas descripciones. Su escalera imponía, así como la capilla ducal y el gran salón de baile, donde el Liceo dispuso el teatro que reunía a lo más distinguido del mundillo intelectual madrileño. Antes de que viniera Liszt actuó en aquel escenario el gran tenor Rubini a fines de 1841, junto a la bella Manuela Oreiro de Lema en Lucia di Lammermoor y La sonámbula; se escuchó a la hija pequeña de Manuel García, Paulina García, —Viardot—, que emocionó a los madrileños en El barbero de Sevilla y Otello de Rossini; se interpretaron, por vez primera en concierto, el Miserere a ocho voces y el Stabat Mater del barcelonés Baltasar Saldoni. El presidente de la sección de música era Mariano Rodríguez de Ledesma. Durante los incomparables bailes de carnaval en el Liceo se popularizaron los valses de Yradier, alguno de ellos con letra de José Zorrilla y en aquellos salones admiró Théophile Gautier la belleza de las madrileñas. El Liceo, pese a ciertos momentos de apatía y su final decadencia, pues como dice Mesonero Romanos “la tendencia del siglo se inclinó a materializar los goces y a utilizar prosaicamente la inteligencia”, tuvo por aquellos años 40 un inusitado esplendor. La directiva había alquilado a la duquesa el piso principal de la derecha que daba a la Carrera de San Jerónimo, en aquel entonces frente al palacio de Medinaceli y en la actualidad al Hotel Palace. Una placa recuerda ahora la actuación de Ferenc Liszt. Volvamos a imaginar el ambiente en la calle el día del primer recital de Liszt con palabras de Pastor Díaz: “La ancha acera de la Carrera de San Jerónimo se ve cubierta, en toda su longitud, de personas que se dirigen a pie a la mansión de los placeres, mientras que carruajes de todas dimensiones y jerarquías hacen estremecer el pavimento. Allá a lo lejos descubriréis, entre los árboles, faroles espléndidos y flameantes piras que lanzan humo y resplandor sobre mil apiñadas cabezas”. Para aquellos madrileños, Liszt interpretará la noche de su presentación el siguiente programa: Sinfonía de Guillermo Tell (de Rossini), Andante de Lucia di Lammermoor (Donizetti), Fantasía sobre motivos de La sonnambula (Bellini), Mazurca (de Chopin —en el programa ponía “Chofin”—), Polaca de Los puritanos (Bellini) y Galop cromático (del propio Liszt). Las críticas, no tan superficiales como se ha dicho a veces, aluden al gran poderío del pianismo de Liszt, a su ardiente fantasía, al efecto frenético que causaba en el público su toque vibrante; de su abandono “a las sublimes inspiraciones del arte”, a su facilidad como “el improvisador más fecundo de cuantos se conocen”, a la rapidez en los ataques, la igualdad de pulsación, la asombrosa independencia de las manos, las graduaciones de sonido, la concentración. La verdadera presentación de Liszt en Madrid fuera del círculo intelectual y aristocrático del Liceo, se dio el 31 de octubre en el Teatro Circo de la Plaza del Rey. Teatro muy operístico a partir de los primeros años de la década de los 40, se trocó en la sede de la nueva etapa de la zarzuela a partir del éxito clamoroso de Jugar con fuego de Barbieri y Ventura de la Vega, poeta este último casado con la ilustre soprano Manuela Oreiro de Lema. El tercer concierto en que interviene Liszt se da el 2 de noviembre en el Teatro Circo. Una gran orquesta interpretó las sinfonías (hoy diríamos oberturas) de Zampa de Hérold y de Guillermo Tell de Rossini, pero el programa omite el nombre del director, al menos durante los ensayos. Hemos de suponer que sería Juan Skoczdopole, pues una nota dice que acompañará las piezas de canto. También se reseña que “los pianos son de la fábrica de los señores Boisselot, de lujo, de Marsella, fabricantes de pianos de S. M. el Rey de los franceses”. 259-dosier 21/12/10 10:55 Página 113 D O S I E R FERENC LISZT En esta ocasión Liszt tocó, entre otras obras, una Fantasía sobre motivos de Don Giovanni de Mozart (ópera que apenas se conocía en Madrid) y una Melodía húngara. El barítono Ciabalta, que como hemos dicho, le acompañaba en esta gira, cantó un aria de Il bravo” de Mercadante. El día 4 de noviembre tuvo lugar un gran banquete en honor de Liszt en la famosa Fonda Genyeis, donde se había alojado Rossini por lo bien que daban de comer, banquete al que asistieron Pedro Albéniz, Hilarión Eslava, José Inzenga, Baltasar Saldoni, Joaquín Espín, Sebastián Yradier, Joaquín Sobejano, Joaquín Gaztambide, Luis Cepeda y otros notables del mundo de la música. El cuarto recital de Liszt volvió a celebrarse en el Circo al día siguiente del banquete, en donde, por cierto, se le impuso una medalla de oro adornada con una corona de laurel con la inscripción: “Los profesores de la Orquesta de Madrid, 1844”. Ese día en el Circo impresionó más que los equilibristas; dos días después, el 7 de noviembre, se anuncia en el Heraldo un “sarao musical en Palacio”, y entre los invitados figuran “senadores, diputados, autoridades, cuerpo diplomático, grandeza y otras personas notables”. La muy joven reina Isabel II, como su hermana la infanta Luisa Fernanda, tocaba el piano. Las dos eran grandes aficionadas a la música. La reina madre María Cristina de Borbón, regente o gobernadora durante la minoría de edad de Isabel, iba más lejos. Cantaba y tocaba bien el arpa, participando con sus hijas en conciertos privados dentro del Palacio Real. Sus maestros eran Pedro Albéniz para el piano y Francisco Frontera Valldemosa para el canto. Tras el concierto que ofreció Liszt en Palacio, se le concedió la Orden de Caballero de Carlos III y un valioso alfiler de brillantes. “Tu triunfo en España no tiene igual” El sexto concierto de Liszt en Madrid, último de los contratados en el Circo, tuvo lugar el 9 de noviembre. Este recital, en el que interpretó la Marcha de Rákoczy y el Galop cromático, terminó con “Improvisaciones al piano del señor Liszt”. Se advertía que “todas las piezas de canto las acompañará al piano el señor Liszt”, lo cual es bien significativo de la naturalidad con la que el gran maestro se había ido integrando en la vida musical madrileña. Acompañó a la Ober Rossi, y a los cantantes Paulino (en dos lieder de Schubert) y Suzet. El miércoles 13 de noviembre cambió el escenario para su séptimo recital, pues se celebró en el Teatro del Príncipe a las 19 horas. Fue un concierto a beneficio de la cantante Brizzi. Además de la Obertura de Guillermo Tell, que prodigó en esta gira, Liszt tocó “Pot pourrí para piano y coro” [sic] con el señor Dachi, algo extraño, como lo es un aria de Gli arabi nelle Gallie, pieza desconocida, pues no existe tal ópera de Meyerbeer sino una de Pacini del mismo título. Quizá fuera L’Almanzore, ópera inacabada y nunca interpretada, o L’esule di Granata. También tocó un titulado Vals infernal que era una Fantasía sobre Roberto el diablo de Meyerbeer. Otro dato de su adaptación a la vida musical de Madrid nos lo da el hecho de haber interpretado en este recital un dúo de Norma de Bellini con el joven organista y pianista de la corte Juan María Guelbenzu. Liszt apareció ante el público matritense por octava vez en el concierto inaugural de la temporada que organizaba La Iberia Musical y Literaria; a él tenían acceso gratuito los suscriptores del periódico. Se celebró el concierto en el escenario del salón de actos del Instituto Español (sociedad fundada en 1839) que era todavía Teatro del Genio, en el Pretil de Santisteban, frente a la iglesia de San Pedro. Todavía no se había inaugurado el de la calle de las Urosas (hoy Vélez de Guevara), donde el 8 de noviembre de 1845 se iniciaría el resurgir de la zarzuela con las partituras de Rafa- el Hernando y Cristóbal Oudrid. En aquel acto leyeron versos Zorrilla, Romero Larrañaga y Villergas. Liszt volvió a tocar el piano junto a Guelbenzu. Al finalizar el concierto, dos niñas saltaron al escenario y le ofrecieron un ramo de flores. Él las tomó y, sobre los fuertes aplausos, alguien gritó: “Salud, artista mimado por la fortuna. Tu triunfo en España no tiene igual”. El 21 de noviembre, Liszt ofreció su noveno recital, de nuevo en el Teatro del Circo, pero esta vez para reclamar fondos para instituciones de beneficencia. Volvió a tocar con el joven pianista navarro y para esta ocasión habían preparado unas variaciones a dos pianos sobre la ópera de Rossini La donna del lago. La orquesta tocó la obertura de Nabucco, probablemente la primera vez que se escuchaba música de Verdi en Madrid, y Liszt actuó como solista de un Concierto para piano y orquesta de Carl Maria von Weber, seguramente desconocido por los aficionados de la capital. En un importante artículo de Felipe Pedrell, publicado en la Revista Musical de Bilbao (octubre de 1911), el venerable maestro llamaba la atención sobre la escasa presencia de obras del propio Liszt en sus recitales de Madrid, donde tocó únicamente piezas de menor entidad, “desdeñando poner a contribución su celebridad para difundir e imponer sus propias obras”. En la misma revista, el musicógrafo Miguel Salvador hace referencia a la perspicacia de Liszt, pues se percató del lastimoso estado de nuestra cultura musical y por eso no quiso poner en sus programas españoles obras de Beethoven, Schumann, etc., sino galops y fantasías de óperas. Eso no es del todo cierto, pues tocó alguna obra suya, una mazurca de Chopin, el Concierto de Weber, dos lieder de Schubert… pero en el fondo tiene razón el abuelo del exministro Miguel Boyer Salvador, aunque Liszt traía esas piezas no tanto porque valoraba poco el gusto de nuestros filarmónicos, sino por comodidad. Ya tenía ese repertorio en dedos y prefería visitar El Escorial, Toledo o Segovia antes que permanecer encerrado horas ante el piano estudiando o repasando obras de mayor entidad artística. El 22 de noviembre, viernes, Liszt se despidió del público y de sus amigos madrileños con una décima y undécima actuaciones. Por la tarde tocó en el salón del Palacio de Villahermosa para los concurrentes al Liceo Artístico. Por la noche se trasladó a una fiesta en casa del coronel y diputado señor Carnerero. Pablo Carnerero formaba parte, junto a Beltrán de Lis, Bretón de los Herreros, Ventura de la Vega, Luis María Pastor y Cándido Nocedal, de la Junta Gubernativa del Liceo. En el domicilio de Carnerero tuvo lugar una brillantísima sesión musical en la que probablemente intervino Liszt, asistente a la fiesta. En ella, la hija de don Pablo, Paulina, presentó la composición Tumba de mi madre, sobre un texto de Gregorio Romero Larrañaga, aunque esto no lo cuenta la interesante biografía que dedicó José Luis Varela a este poeta romántico (Madrid, CSIC, 1948), sino Miguel Salvador. El día 4 de diciembre de 1844, el gran pianista “mimado por las hadas”, abandonaba Madrid y tomaba la ruta de Andalucía. En el presente y poco a poco vamos desvelando, a través de las grabaciones de nuestros románticos, encabezadas por las de la pianista Ana Benavides, la huella de la presencia de Liszt en España, que se prolongaría hasta el 21 de abril de 1845. No, no podemos detenernos en ello porque se nos agota el espacio. Tampoco en las, al menos, catorce piezas españolas de Liszt, quien escribió desde nuestro país: “A veces tengo la sensación de que mi pensamiento madura y que mis penas envejecen prematuramente bajo este hermoso e intenso sol de España”. Andrés Ruiz Tarazona 113 259-Pliego final 20/12/10 11:44 Página 114 ENCUENTROS JOYCE DIDONATO: “A VECES ME HE SORPRENDIDO YO MISMA CANTANDO PAPELES INESPERADOS” C Curiosamente, Joyce DiDonato nació un 13 de febrero, fecha que se erige así como de cierta consideración para la historia del canto. Otro 13 de febrero, en 1700, nació en Florencia Vittoria Tesi-Tramontini, cuya descripción artística de un comentarista contemporáneo coincide mucho con las características interpretativas de DiDonato. En 1740 vio la luz en París Sophie Arnould, cantante asociada de las óperas francesas de Gluck y objeto de una partitura operística estrenada por Gabriel Pierné en 1927. En el mismo día y en el mismo mes de 1815 nació, asimismo en París, la futura primera intérprete de Zayde de Don Sébastien y Leonore de La favorite, ambas de Donizetti: Rosine Stolz. En 1920 en Connecticut llegó al mundo la grandísima Eileen Farrell y en 1938 en Chicago la wagneriana y straussiana Yohanna Meier. 114 Fotos: Marty Umans on una sólida preparación, avalada por sustanciosos premios, con algo más de una década de actividad, está hoy Joyce DiDonato en cabeza de un nutrido grupo de mezzosopranos que parecen en este momento dominar el panorama operístico internacional: Bartoli, Graham, Kozená, Garanca, Ganassi, Barcellona, Genaux, Pizzolato, Bonitatibus, Tro Santafé, Connelly, Aldrich, etc. Su voz clara, cálida y brillante, es generosa de registros y flexible de emisión. A las cualidades vocales suma una atractiva presencia, una natural seducción y un trabajo de actriz meditado y eficaz. DiDonato vuelve a Madrid tras un deslumbrante Compositor en Ariadne auf Naxos para escenificar otro travesti straussiano, Octavian de Der Rosenkavalier. También se recuerda un antológico recital en un pasado Ciclo de Lied del Teatro de La Zarzuela. 259-Pliego final 20/12/10 11:44 Página 115 ENCUENTROS JOYCE DIDONATO ¿Cómo es la voz de Joyce DiDonato? La voz es una manera de comunicar. Confío en que mi voz sea siempre flexible, con squillo y morbidezza en los momentos necesarios, así como con la velocidad imprescindible en los pasajes de coloratura. Pero cuando estoy en la escena, elijo la expresión justa para cada momento. No quiero que mi voz me guíe, quiero conducirla yo. Insisto que lo fundamental es la flexibilidad de la voz. ¿Se considera usted parte de la joven generación de mezzosopranos que destacan en el panorama lírico actual? Sí, en cierta medida, y especialmente porque es un gran momento rossiniano y más ampliamente, belcantista italiano, Bellini y Donizetti. Descubrí la ópera cuando tenía 21 o 22 años en el instante en que se produjo el boom de Cecilia Bartoli. Advertí que yo también tenía una voz para cantar a Rossini. Me dediqué a escuchar las grabaciones de Marilyn Horne y Jennifer Larmore. Eran los comienzos de Sonia Ganassi. Bartoli, con una técnica y una flexibilidad increíbles, proponía otro mundo distinto del de Horne y Teresa Berganza, ni mejor ni peor sino diverso. Añadía a una velocidad vertiginosa lo que más me impresionó en ella: la intensa expresión que daba a las palabras, mejor dicho a cada una de las palabras. Es esto lo que más admiro en Bartoli, el poder de comunicación, su capacidad emotiva más allá del mecanismo de su coloratura. Escuchándola capté lo que había dentro de mí y que hasta ese momento no había podido exteriorizar. Asimismo, me di cuenta de que si quería hacer carrera en este repertorio, debía estudiar intensamente. Incorporarme a ese mundo de tantas mezzosopranos importantes, es difícil y también estimulante. A ello hay que agregar la compañía de tantos tenores belcantistas de primerísima calidad: Brownlee, Flórez, Bros, Kunde, etc. Estamos, sin duda, en una época belcantista más que verdiana, por ejemplo. El mundo se mueve por oscilaciones y yo me siento feliz en el periodo actual. Fotos: Marty Umans En este sentido, se supone que es importante la intervención de los especialistas en dicho repertorio. Muy importante, no sólo en el repertorio belcantista italiano sino también, por ejemplo, en el haendeliano. Estudié a Haendel y Rossini durante mi formación en América hasta entender lo decisivo que es ser limpio, correcto y preciso. En Rossini cito entre los maestros a Alberto Zedda y Bruno Campanella. En Haendel, a Marc Minkowski, William Christie y Alan Curtis. Me enseñaron a evitar el fraseo mecánico que resulta aburrido aunque sea perfecto. Hay que relajarse y expresar. Frasear y cantar agilidades han de ser instrumentos de la comunicación y no al revés. Recuerdo que la primera oportunidad en que trabajé con Zedda, él evitó darme normas y someterme a ideas preconcebidas. Me recomendó cantar libremente con mi voz. A las dos semanas, se podría haber enterado de cuál era ella. Cada voz es distinta y al serlo permite que, en el caso de Rossini, haya muchos rossinis distintos y personales. A estos grandes maestros les debo la convicción de que no hay un solo modo de hacer las cosas, el único válido y el mismo para todos los cantantes, sino que conseguí gracias a ellos descubrir mi voz y mi personalidad. mi cuenta. Lo importante en la música es vivir con ella y no imitar a nadie que la haya hecho antes. ¿Cómo juega en este contexto el uso de los instrumentos originales? Para mí es muy interesante. Los músicos que se dedican a ellos son muy estudiosos y muy concienzudos. Además, la variedad de colores es muy sugestiva para la voz. Cuando vuelvo a cantar con una orquesta moderna me parece llegar a otro mundo. Por su parte, los especialistas en el barroco con sus instrumentos históricos son gente muy apasionada y bastante mal pagada, que lo hacen todo por vocación y por amor al arte. No es sólo una cuestión de instrumentos sino de corazón. ¿Cuáles son las diferencias de vocalidad entre los tres principales repertorios que usted frecuenta, digamos entre Haendel, Mozart y Rossini? Su experiencia en la ópera contemporánea abarca títulos como Modern Painters de Lang, con el que debutó, Resurrection de Machover, Dead Man Walking de Heggie, Little Women de Adamo o Jackie O. de Daugherty, ¿cómo es su relación con este mundo? Francamente no encuentro diferencia de vocalidad, aunque sí de estilo. Hay expresiones que resultan pertinentes en Haendel pero no en Mozart. Por ejemplo: en el barroco se puede emplear con frecuencia la voz blanca, casi sin vibrato, en tanto que en Mozart no digo que esté prohibida pero sí que es muy excepcional. Más bien me inclino a descubrir colores vocales en el curso de los estudios y de los ensayos. En los que hemos tenido en la actual temporada del Real de Madrid, con Der Rosenkavalier, me he encontrado con algunas coloraciones de mi voz que no conocía y que me resultaron muy adecuadas al papel de Octavian. Lo que nunca hago es prohibirme de antemano tal o cual recurso porque no es haendeliano o no es mozartiano. Nosotros no somos Haendel ni Mozart, nunca podremos saber cómo interpretaban ellos sus obras. Sí sabemos, en cambio, que son geniales y que nos interesan hoy 200 años más tarde, pero los tenemos que hacer de acuerdo a nuestra sensibilidad y a nuestra personalidad. Incluso un músico más cercano en el tiempo como Strauss también debe ser actualizado. A veces imagino que Mozart me está escuchando y también lo ha hecho con otras colegas. Me parece oírlo decir: “¡Qué interesante, hagamos la prueba!”. En los clásicos, por la falta de indicaciones, hay mayor libertad. Strauss, en el sentido contrario, ha escrito muchos detalles de indicaciones que restringen el margen de maniobra, aunque debo decir que Strauss nunca me ha oído cantar sus personajes y eso me deja actuar por Jackie O. (donde hacía el papel de Grace Kelly) me pareció horrenda. Mi relación con este tipo de obras no es fácil, pero estoy convencida de su importancia, ya que demuestran nuestra necesidad de seguir creando y de mantener viva la ópera misma. El mundo necesita un pensamiento actual también en la música. Hay un público de hoy lo mismo que hay intérpretes y compositores de hoy. Al principio, debo admitir que estas obras me parecían pobres de lirismo y poco adecuadas a la voz, pero luego advertí que autores como Adamo y Heggie eran hábiles escribiendo a favor de los cantantes. Otra ventaja de la ópera contemporánea es que se estudian las partituras sin tener referencia, es decir, sin haber escuchado a otros cantantes en los mismos títulos. Además, si el compositor está presente, se le puede consultar, hablar con ellos, preguntarles por las anotaciones expresivas, etc. A diferencia de los clásicos, para los cuales hay que olvidar las referencias y al abrir sus partituras ponerse a dialogar imaginaria y directamente con Haendel, Mozart o Rossini. Todo está en la partitura. Después de estudiarla, entonces sí escucho otras versiones. Con todo respeto, observo lo que han hecho por ejemplo Berganza, Bartoli o hasta Samuel Ramey y me digo que está muy bien para lo que cada uno de ellos es, en tanto yo trato de ser como soy. Mi modo de interpretar tal vez no sea el mejor del mundo, pero es único en el mundo porque es el mío. Es como dar a luz un hijo. Muchísimas otras madres han tenido hijos, pero para cada una de ellas sus 115 259-Pliego final 20/12/10 11:44 Página 116 ENCUENTROS JOYCE DIDONATO propios hijos son únicos. Y así se logra que el público, aunque esté escuchando una música que ha oído cientos de veces y se sabe de memoria, se quede asombrado como si estuviera ante una novedad. Cada vez que entro en escena pienso que el público va a oír la música de Mozart o de Strauss por primera vez. Ha grabado un disco excelente, muy premiado, sobre Colbrand. Aparte de Elena de La donna del lago, que ha cantado con enorme éxito en París y Ginebra, ¿piensa incorporar otros papeles de la cantante madrileña? ¿Cómo imagina que era su voz? Me gustaría cantar Semiramide y también Ermione, que no incluí en el disco, ya que me atrae mucho por su dramatismo. Imagino que Colbrand debió de ser una mujer de gran temperamento. Hay algo de misterioso en ella porque su carrera fue muy breve y sus medios decayeron tempranamente. No puedo representarme su voz porque asumió papeles muy distintos. Supongo que tenía un gran dominio técnico porque podía llegar al extremo agudo aunque no permanecer en él, bajar bruscamente al grave y luego instalarse en el registro medio. En los personajes dramáticos, la tesitura no está lejos de una Rosina o de una Angelina, pero la sensibilidad es completamente diversa, justamente porque son dramas. En la época de Colbrand las otras grandes colegas como Malibran o Grisi también asumían papeles muy distintos, lo cual hace pensar que eran técnicamente muy sólidas. Se ve que no existían los compartimentos vocales estancos que tenemos hoy. No había especializaciones tan marcadas. ¿Era Colbrand una mezzosoprano lírica de coloratura? No podemos juzgarla por nuestras pequeñas categorías. También Maria Callas cantó Norma, Rosina y Carmen. Para mí, las dos cosas importantes son: una técnica segura y una personalidad imaginativa. Basta con que la voz conserve su flexibilidad. ¿Tiene algún personaje favorito? 116 No, es imposible tenerlos para mí. No puedo comparar un personaje barroco con otro de Strauss, más bien diría que cada vez que hago un personaje, en ese preciso momento, me resulta favorito. Cuando canté Dejanira de Hércules de Haendel en Aix-enProvence, con dirección escénica de Luc Bondy, la locura del personaje me conmovió hasta las lágrimas, pero no me pasaría lo mismo con Octavian o Cherubino, aunque debo confesar que esa Dejanira me sorprendió porque no tenía previsto incorporarla hasta que me lo propuso el Festival. Cuando asumo un personaje dejo de pensar en todos los demás. Quizás las únicas diferencias importantes se dan entre personajes de otra época y personajes contemporáneos, porque a éstos los podemos encontrar por la calle. Pero no hay que encasillarse. Cuando hago un personaje dramático sé que mucha gente se sorprende porque me cree una cantante lírica, melodiosa, seductora y amable. Pero no es así. Yo quiero estudiar toda la variedad posible de personajes siempre que me resulten atractivos y se adapten a mi voz. A veces me he sorprendido yo misma cantando papeles inesperados, que son como regalos que me brinda mi carrera. Uno es esa Dejanira y otro el Sesto de La clemenza di Tito que canté en Ámsterdam bajo la dirección escénica de Ursel y Karl-Ernst Herrmann. A todas las mezzosopranos se les pregunta si les tienta el personaje de Carmen. Oh, sería muy interesante, pero ahora mismo me interesan más Semiramide o Armida, dos papeles rossinianos. Desde luego hay muchas maneras de ser Carmen porque resulta muy difícil definirla vocalmente. Cuando se aprueba a una Carmen también se le dice que siempre le falta algo, o agudos o graves, o centro. Quizás sea imposible cumplir con todas sus exigencias y estemos ante un personaje enigmático. En lo que a mí respecta sólo me atraen los personajes a los que puedo dar algo de personal, mío e intransferible. Si pudiera hacer una Carmen distinta de todas las demás cármenes, tal vez la haría. Me ocurrió algo parecido cuando canté Donna Elvira en Don Giovanni. Algunos conocidos me aconsejaban hacer esto o aquello y yo quise hacer una Donna Elvira que no se pareciera a ninguna otra. Si encontrara un director de escena con suficiente convicción y refinamiento, tal vez haría Carmen. ¿Por ejemplo con quién? Con Robert Carsen, por ejemplo. No con Luca Ronconi porque su Barbero de Sevilla de Pésaro nos hizo sufrir tanto a los cantantes como al público. A Ronconi no le gustaba el personaje de Rosina, no hubo alegría en la puesta y sin alegría Rossini es imposible. En cambio mi trabajo con Savary en Angelina fue muy divertido, aunque demasiado manierista y caricaturesco. En producciones de Ponnelle he tenido la satisfacción de que al entrar en escena todo estaba en su lugar, que me sentía en casa por decirlo así, y todo ya se había resuelto de antemano. Con Coline Serreau hice un Barbero muy interesante porque lo encaró como un drama resuelto de manera divertida. Era en un momento especialmente complicado, pocos meses después del atentado de Nueva York, y el vestuario y el decorado evocaban el Islam, de modo que resultó especialmente sensible para el público. Me gustó mucho la puesta de la misma obra por Emilio Sagi en Los Angeles que empezaba en blanco y negro y se iba matizando hasta acabar en multicolor. Usted también ha incursionado en cierto repertorio francés… He cantado Ascanio, Marguerite y Béatrice de Berlioz, Siebel y Stéphano de Gounod, Cendrillon de Massenet, que me gusta mucho. Me interesaría mucho hacer en su momento la Charlotte de Werther. Ferruccio Furlanetto me propuso la Dulcinée de Don Quichotte de Massenet; tendríamos que debutar los dos papeles juntos. En enero aparecerá su nuevo e interesante disco Divo/Diva con la Ópera Nacional de Lyon y Kazuchi Ono. Sí, realmente, ha sido una empresa de mucho interés. Mi disco de dúos con Patrizia Ciofi (una gran artista y una excelente persona) era monográfico, estaba dedicado exclusivamente a Haendel. Mis dos primeros discos en solitario con Virgin eran también rigurosamente monográficos: Haendel y Rossini, pero mi repertorio es mucho más amplio y se lo planteé a la empresa editora y juntos tratamos de encontrar una fórmula de marketing. Se trata de encontrar historias similares, resueltas por distintos músicos, y de asumir alternativamente papeles femeninos y masculinos. Por ejemplo, Siebel en el Faust de Gounod y Marguerite en el de Berlioz. El Chérubin de Massenet y la Susanna de Mozart, Cherubino de Mozart y Rosina de Rossini, ambos personajes de Beaumarchais. La Vitelia de Mozart y el Sesto de Gluck de La clemenza di Tito. El Romeo de Bellini y la Nodriza de Berlioz. Cenicienta de Rossini y Cenicienta y el Príncipe Encantador de Massenet. Para mí la Ariane de Massenet, que incluyo junto al Compositor de Strauss, fue un descubrimiento. La grandeza de la orquesta y el dramatismo del personaje me sorprendieron. Aún más, la Helena de Troya en el Mefistofele de Boito, dudamos en incluirla dado que está al límite de mis posibilidades dramáticas, aparte de que no quiero definirme por papeles claramente de soprano. Verdi está fuera de su repertorio, pero curiosamente en el año 2006 usted cantó la Fenena de Nabucco en el Liceo de Barcelona con Maria Guleghina y Leo Nucci. Fue interesante, pero debido sim- 259-Pliego final 20/12/10 11:44 Página 117 ENCUENTROS JOYCE DIDONATO plemente a un contrato muy anterior por el cual yo debía cantar Fenena. Estuve a punto de cancelar pero soy una profesional y éstas son cosas de la profesión. Pero no menos interesante que cantar Rosina en silla de ruedas en el Covent Garden. Sí, desde luego, porque hubo que adaptar toda la puesta en escena al hecho de que Rosina fuera una inválida, lo cual tiene su lógica. Fue muy divertido y además un desafío para la actriz que debió reformular todo su papel. Y cuando Rosina alude a algo que le ha pasado a su pie, el público espontáneamente aplaudió. ¿Qué proyectos discográficos o escénicos tiene? Acaba de salir un Stabat Mater de Rossini dirigido por Antonio Pappano con la Santa Cecilia de Roma y Ercole sul Termodonte de Vivaldi con Fabio Biondi y Europa Galante. Tengo en proyecto grabar Ariodante de Haendel. En escena, no tengo previsto nada nuevo. Usted es también una importante intérprete de cámara. ¿Cómo llegó al repertorio español? Fue en la universidad cuando tenía poco más de 20 años. Mi profesora me dio a estudiar Del cabello más sutil de Obradors. Me pregunté si era italiano o francés y me tuvieron que explicar que era español. Luego preparando un recital con mi pianista Julius Drake, yo le propuse lo que conocía de Falla y Montsalvatge y él añadió Granados y Turina. De ahí surgió la idea de hacer un disco entero de repertorio español. Turina fue un descubrimiento y me gustó enormemente. ¿Qué tipo de público le parece más atractivo? Un público comunicativo y envolvente y que, cuando va a una representación, se olvide de los discos que ha escuchado. No va a oír a una segunda Janet Baker o a una segunda Marilyn Horne sino a una cantante novedosa que intentará asombrarlo. Un público curioso que se encuentre con Joyce DiDonato. Si la puesta en escena es también novedosa, mucho mejor. Se trata de que el público disfrute sin comparar, que no busque una repetición. Incluso si no le gusta la propuesta, que no se aburra y sí que se interese. Un público activo y vivaz. Usted pertenece a la misma generación de Ildebrando D’Arcangelo y Jonas Kaufmann. ¡Qué estupendos cantantes y que muchachos tan guapos! Blas Matamoro Fernando Fraga 117 259-Pliego final 20/12/10 11:44 Página 118 EDU GC UA Í AC I Ó N Ana González, directora de coros infantiles “INFANTIL NO QUIERE DECIR ÑOÑO” El glamour, los fastos y fuegos artificiales del prestigio y de la fama de la música clásica no parecen alcanzar a los coros infantiles, y mucho menos a Ana González. Los coros infantiles, pese a ser tan necesarios para la existencia de la afición a la música como la música misma, viven una vida intensa y paralela en la que parece reinar un sentido común apartado de los excesos de virtuosismo, de la soledad de las horas de práctica instrumental o del predecible repertorio. En un coro infantil los niños se divierten y Ana González lo cuenta con autoridad y con una inteligente mezcla de pasión y modestia. D 118 irige el coro Pequeños Cantores de Madrid, de la JORCAM (Joven Orquesta de la Comunidad de Madrid), un coro que ensaya en los Teatros del Canal y que ha tenido hace poco su bautizo escénico con El caballero de la rosa en el Teatro Real a principios de diciembre. Estudió en el conservatorio y en la Musikhochschule de Viena dirección y piano respectivamente y antes de comenzar con este coro ha dirigido durante diez años el Coro Infantil del Coro de Niños de la Comunidad de Madrid. El coro tiene de momento 35 niñas y niños, la mayoría entre 8 y 13 años. Para Ana González, que es pianista repertorista del Conservatorio Victoria de los Ángeles de Madrid, Cataluña y el País Vasco son ejemplos de los que debería aprender Madrid, una ciudad en la que las oportunidades de cantar en un coro infantil le parecen preocupantemente escasas. A la vez que dice que empieza a haber más coros, muestra el cansancio de llevar diciendo lo mismo durante demasiados años. Nos dice que la escasez de coros infantiles en Madrid y muchos otros lugares de España se debe principalmente a una falta de inversión en formación. No cree que la formación tenga que pasar por estudios superiores ni titulaciones, sino que bastaría con que existiera la oportunidad de realizar cursos, talleres, encuentros o prácticas con personas que pueden transmitir la experiencia. Así es como se forman excelentes directores y directoras en Cataluña y en el País Vasco y así piensa que debería hacerse, sin caer en el academicismo ni en la enseñanza reglada. Le interesa especialmente dejar claro que la dirección de coros infantiles es una especialidad y lamenta que por error se considere una hermana menor de la dirección de coros de adultos. “Los directores de coros infantiles no son músicos conocidos”. No dirigen coros famosos, ni orquestas. No son directores que querían dirigir coros de adultos y han tenido que conformarse con el ámbito infantil, sino que han elegido una especialidad muy diferente. Un error habitual que señala es el de recurrir a directores de coros de adultos para dar prestigio a un coro infantil cuando se debería hacer exactamente lo contrario. Del mismo modo, en el ámbito de la formación se considera que un curso de dirección coral para adultos es más que un curso para dirección de coros de niños. Hace falta admitir y potenciar la especialización en coros infantiles. Para dirigir y trabajar con un grupo de niños hace falta conocer metodologías y repertorios muy diferentes, por ejemplo, y eso nunca recibe la suficiente atención en los estudios superiores. Dirigir a niños es algo demasiado espe- ANA GONZÁLEZ cializado como para tratarlo con la intensidad que merece. Lo interesante, señala, es que mucha gente que está haciéndolo muy bien se ha formado en cursos, en talleres, sin estudios superiores. “Ni falta que hace”, añade. Lo ideal sería no tener que hacer pruebas a unos pocos niños para que accedan a un número muy reducido de coros, sino que hubiera muchos coros infantiles, que el canto estuviera extendido en nuestra sociedad y que hubiera, dentro de esa gran variedad, coros más o menos especializados. No debería pensarse en que cantar fuera para los niños una obligación, sino una forma de disfrutar de algo que pueden hacer de forma natural. A Ana Gonzá- 259-Pliego final 20/12/10 11:44 Página 119 GAUCÍ A EDUC IÓN lez le parece que es necesario que haya un nivel mínimo de canto, que hoy no existe por ejemplo en los colegios. “Todos los niños deberían cantar. Los que vayan a estudiar música, sin ninguna duda, y los que no vayan a estudiar música, también sin ninguna duda”. Ana defiende las cualidades musicales que se desarrollan con el canto, pero muy especialmente su conexión con otras habilidades no musicales. “Cantando se desarrollan aptitudes intelectuales o sociales: concentración, memoria, disciplina; además otras más relacionadas con la música como oído, voz, postura, respiración. El coro es un todo de uno, donde tú pones esto (hace un gesto con los dos índices a pocos centímetros) y el resultado es este (separa las manos), con lo cual es importante personalmente, psicológicamente y socialmente. El coro tiene ventajas que no tienen otras actividades”. La ausencia de publicaciones es uno de los principales problemas que encuentra quien quiere formar un coro infantil. En vez de contar con el apoyo de un repertorio publicado, los directores de coros infantiles dedican horas y horas a la búsqueda de melodías, a la traducción de letras, a la armonización adecuada, a la expansión estilística. Ana nos da algunos consejos que considera básicos: Una voz “Un coro infantil debe cantar al principio a una voz, no a dos ni a cuatro. El cantar a más o menos voces no tiene que ver con que los niños tengan cinco o doce años, sino con que el coro pueda cantar, primero, una voz afinada. Muchos directores de coros infantiles asocian el progreso del coro con cantar repertorio de piezas a cuatro voces. A veces alguien me dice que puede hacerse, que su coro infantil canta bien a cuatro voces. ¡No entiendo que le den tanta importancia! Pero insisten en que les funciona y lo siento, pero no me lo creo. Deberían cantar a una voz y hacer, como mucho, cánones. La calidad no está en el número de voces”. Armonía “Es importante que al principio el coro tenga la base armónica del piano. Eso no quiere decir que no puedan hacer canto a cappella, que es muy necesario para educar el oído, pero es muy importante que al principio canten acompañados y por eso es imprescindible que la persona que dirija el coro sepa acompañarlos al piano. No hace falta ser un gran pianista, pero sí saber acompañar con armonías las melodías que cantan”. Imitar “Los niños aprenden por imitación y se les debe dar la música de forma que puedan imitarla. Eso quiere decir que no vale tocar una melodía en el piano para que la canten. Hay que cantársela. Esto plantea alguna dificultad a los hombres que dirigen. Yo insisto en que cuando el director es un hombre debe cantar las melodías en falsete para que los niños las aprendan por imitación, sin tener que transportar las melodías que escuchan a su tesitura. Muchas veces el director canta notas que los niños no pueden seguir bien, y es porque el director no canta en la tesitura de la voz infantil”. Repertorio “En el repertorio tienen que entrar todos los estilos: popular, clásico, jazz, étnico… Si cuidas la calidad dentro de la variedad, entonces tienes un buen repertorio. No hay buenos arreglos de folclore, otra cosa en la que estamos a mucha distancia de los vascos y de los catalanes. Aunque se cante a una voz, en Cataluña y en el País Vasco hay muchísimos arreglos de acompañamientos al piano para hacer ese repertorio con coros infantiles. Recuerdo haber hecho un concierto del Coro de Niños de la Comunidad de Madrid con Eliseo Parra. Queríamos incorporar música de Madrid y nos resultó dificilísimo encontrar una canción”. Mezclar es bueno “La mezcla de edades es muy buena para los niños y para el coro. Creo que los más pequeños, más o menos de cinco a siete/ocho años, deben estar agrupados aparte y que luego, de ocho en adelante, pueden mezclarse edades sin ningún problema hasta los catorce. Por supuesto, a medida que crecen habrá más niñas, por el cambio de voz en los niños entre los doce-catorce años, y también habrá niñas que al crecer van a tener una voz más grave. La mezcla de edades no sólo es buena para el resultado musical, sino para las relaciones dentro del grupo. Los mayores disfrutan sintiéndose mayores y los pequeños disfrutan aprendiendo y sintiéndose arropados por los mayores”. “Esto no plantea problemas con el repertorio. Cuando en el coro tienes niños de trece años, está claro que no vas a hacer la ‘canción del payasito’. A veces se piensa que lo infantil es sinónimo de ñoño, pero no tiene por qué serlo”. Variedad “Un coro infantil debe ser una actividad en la que los niños lo pasen bien. El repertorio puede ser más serio en una parte, pero hay que hacerlo variado. Además, los ensayos tienen que estar pensados para que haya una parte de trabajo más intensivo, pero bien preparada y acompañada con cambios de ritmo y de intensidad”. “Mis ensayos con los Pequeños Cantores de Madrid duran tres horas e incluyen una pausa de media hora. Comienzo con ejercicios de emisión, de respiración, juegos, movimiento, algún canon rápido muy fácil, ritmos, etc. Después entramos a trabajar con más intensidad durante un tiempo, luego viene la pausa, etc. Los ensayos hay que prepararlos muy bien. Forma parte de la metodología que no se aprende al dirigir un coro de adultos. Con los niños hay que saber encontrar el momento adecuado para centrarse en las cosas que resultan más difíciles, las cosas en las que más necesitan avanzar. Por ejemplo, el tiempo que se les presenta como más intensivo, en realidad no lo es tanto, sino que hay un tiempo de trabajar algo específico, pero de repente cambias a algo más liviano y luego puedes volver a lo más complejo”. “Un coro se va formando con el tiempo. Lo que al principio lleva más tiempo, cada vez va siendo más rápido. No sólo en lo que se refiere a aprender el repertorio, sino a la forma de escucharse entre ellos. Ellos mismos se van diciendo entre sí cosas que al principio sólo les dice la persona que dirige. Por ejemplo, en un coro que lleva años funcionando los niños que entran nuevos se adaptan mucho más rápidamente. Es muy inmediato. Te dejas llevar y el coro te ayuda a integrarte”. “Frente a tocar un instrumento, el coro ofrece la inmediatez de poder estar cantando con cuarenta personas a los dos meses de haber comenzado. Además, es una actividad lúdica y a los padres que traen a sus hijos a un coro infantil les parece que, frente a la dificultad de tocar un instrumento, el coro es más fácil, más inmediato, más social, más abierto”. Pedro Sarmiento [email protected] 119 259-Pliego final 20/12/10 11:44 Página 120 JAZZ PEPE RIVERO: DESDE CUBA CON AMOR C 120 uba es una isla bañada por mil músicas, las que llegaron por mar y las que luego reinventaron sus pobladores. La huella de la música española hoy resulta tan evidente como la sombra jazzística que se genera a muy pocas millas desde Estados Unidos. Irakere y sus miembros originales son los responsables de la modernidad de un género que ha trascendido fronteras y se ha saltado todas las diplomacias. Cada año Chucho Valdés programa un festival de jazz que en realidad es una fiesta organizada para sus amigos, el último de ellos, el mismísimo Wynton Marsalis, que, al frente de la Lincoln Center Orchestra, se dejó ver y escuchar en La Habana. Los mecanismos caprichosos de la industria han querido fijar todas las atenciones en la música popular cubana, pero más interés suscita el excelente cocinado jazzístico que allí se viene fraguando desde hace años. Al margen de este certamen mayor de la capital cubana, la isla cuenta con otro encuentro musical de gran calado, el JoJazz, donde temporada tras temporada se premia a los nue- vos talentos surgidos entre sus calles y rincones. Es así como han llegado hasta nosotros noticias de magníficos músicos capaces de sentir el bues y el swing sin olvidar sus propias raíces musicales, caso del bajista y compositor Alaín Pérez, el baterista Horacio “El Negro” Hernández, o los pianistas Omar Sosa o Ramoncito Valle, por poner algunos ejemplos recientes. Ello prueba que el jazz cubano no se queda en los “Chuchos Valdés”, “Paquitos D’Riveras”, “Arturos Sandovales” o “Gonzalos Rubalcabas”; al contrario, hoy las enseñanzas de éstos tienen garantizada una larga vida en toda una generación novísima de jazzistas cubanos, muchos de los cuales se han mudado a nuestro país para, no ya hacerse músicos, sino tener mayores posibilidades de crecimiento y repercusión. Los hermanos Vistel, el saxofonista Román Filiú, el trompetista Carlos Sarduy o los pianistas Iván “Melón” Lewis y Pepe Rivero son algunos de estos jóvenes intérpretes que se han quedado entre nosotros para descubrirnos las verdaderas esencias del jazz latino y caribeño, que desde luego nada tiene que ver con lo que se nos ha venido contando desde Estados Unidos. De entre todos estos nuevos ciudadanos “españoles” destaca la presencia de Pepe Rivero, que si bien no fue el primero en desembarcar, sí está asumiendo el liderazgo de esta comunidad jazzística hispano-cubana. El joven pianista se enfrenta estos días a su proyecto más ambicioso, Los boleros de Chopin, un hermoso disco inspirado en algunos de los nocturnos, valses y preludios del célebre compositor polaco, del que en este recién concluido año 2010 se conmemoraba el bicentenario de su nacimiento. Hace tiempo que Pepe Rivero viene haciendo de las suyas en todos los circuitos jazzísticos españoles, especialmente, claro está, en los de Madrid, ciudad donde reside actualmente. La singularidad de este brillante intérprete y compositor reside en la magnífica lectura que hace del jazz sin olvidar sus propias raíces musicales. En estos tiempos en los que el mestizaje se entrega a menudo como aventura exótica, él ha hecho suyos los dos lenguajes, el jazz y la música popular cubana, dando lugar a una nueva forma de expresión musical huérfana de oportunismo y falacias. El pianismo de Pepe Rivero es la consecuencia de unas músicas vividas por dentro y respiradas hacia fuera, de la introspección de una cultura con muchas orillas, de un arte que crece y se hace desde la diversidad… es otra cosa, vaya. Los desarrollos armónicos que despliega sobre su piano en este disco le 259-Pliego final 20/12/10 11:44 Página 121 JAZZ PEPE RIVERO convierten en una suerte de Bill Evans cubano, dibujando sobre las blancas y las negras una cadencia melódica con los colores de lo bello y lo audaz y el trazo de lo inteligente, por cuanto sus reflexiones pianísticas nacen de la cabeza y el corazón. En el ejercicio de su interpretación se le intuyen las enseñanzas adquiridas en el Real Conservatorio de La Habana, que no es el Berklee College de Boston, pero se le parece, por tantos buenos músicos que genera y tanta buena música que nos regala. Pepe Rivero se graduó con las máximas calificaciones y muy pronto se sintió fascinado por la cultura del jazz, a la que aportó unas estructuras sonoras muy exclusivas, admiradas por dos de sus primeros mentores, el saxofonista y clarinetista Paquito D’Rivera y la cantante Celia Cruz. El secreto de su música residía precisamente en esa combinación armoniosa de las esencias del swing y el guaguancó, el blues y el bolero, la guajira y el bebop. Y todo pensado y elaborado de forma natural, sin ningún tipo de artificio impostado, que es lo que al final hace grande a este pianista de posibles artísticos ilimitados. Tras realizar numerosas giras inter- nacionales, el artista recaló en Madrid y a comienzos de 2001 montó su primera gran banda, formada por paisanos con leyenda propia como el saxofonista Bobby Martínez y el trompetista Manuel Machado, y completada por el bajista Santi Greco y el percusionista Yuri Nogueira. Antes había ampliado estudios en el taller de Músics de Barcelona, primero, la New School de Nueva York, después. Fue entonces cuando lo inevitable sucedió, entregando para la multinacional Universal dos discos poderosos, Tonight Latin (2002) y Friday Night Spanish Harlem (2008), que fueron justo reflejo de la autoridad musical de un muchacho al que pronto la agenda se le empezó a emborronar de compromisos y colaboraciones. La alegría pianística y caribeña del músico cubano se imponía en ambos registros, aunque ya en ellos se percibía la sombra de un compositor e intérprete sofisticado y maduro. Si uno lee entre los vaivenes de sus manos por el teclado se dará cuenta de que el chico tiene mucha música que contar. En este su tercer disco, Los boleros de Chopin —¡qué preciosidad de título!—, el artista muestra todo su potencial creativo y expresivo, recogido en la intimidad de un trío formado por el contrabajista Toño Miguel y el baterista Georvis Pico. El viaje se inicia con los emocionantes Nocturno en la celda op. 9, nº 2 y Vals de la media hora op. 64, nº 1, que son una magnífica invitación para adentrarse en el universo compositor chopiniano en clave jazzística y cubana; sin alardes, sin gestos grandilocuentes, ajustándose a la espiritualidad que conecta a uno y otro creador, salvando todas las distancias, claro. Y, atendiendo al refranero español, lo que bien empieza no podía tener un final mejor, con ese regalo en forma de “medley” Zazauma / I Mean You, toda una declaración de amor hacia dos de sus pianistas más admirados y estudiados, Frank Emilio y Thelonious Monk. Pepe Rivero está redefiniendo los cimientos sobre los que se sustenta el jazz latino y caribeño, convertido de un tiempo a esta parte en una moneda de cambio para alcanzar el éxito fácil. Ya era hora de que la música popular cubana se desprendiera de ciertas etiquetas y modas, y se nos regalase con responsabilidad artística y compromiso creativo. Ya era hora… de Pepe Rivero. Pablo Sanz UNA LECTURA DE BITCHES BREW E l 19 de agosto de 1969 Miles Davis se encerró en un estudio de grabación de la compañía Columbia con una banda sin precedentes: trece solistas con guitarras y teclados eléctricos, cuatro percusionistas, un clarinete bajo y un saxo soprano. Con unas breves indicaciones sobre papel y tras una sola tarde de ensayos, en tres mañanas se grabó el que sin duda es el disco más influyente dentro de la fusión jazzística, Bitches Brew. Los álbumes que precedieron a esta obra visionaria — nos referimos a Miles in the Sky, Filles de Kilimanjaro y, sobre todo, In a silent Way— fueron justo prólogo de un viaje cuyas conclusiones artísticas todavía siguen vigentes. Además, Bitches Brew fue uno de los trabajos pioneros en el empleo de novedosas técnicas de grabación de estudio, acuñando una nueva cultura jazzística, la eléctrica, con la colaboración de nuevos guerrilleros (Chick Corea, Joe Zawinul, Larry Young, John McLaughlin, Dave Holland o Jack DeJohnette) que aportaron todo un mundo de sonoridades y texturas rítmicas subyugantes y misteriosas. En realidad, lo que Miles Davis consiguió es intelectualizar el lenguaje rockero que ya habían impulsado glorias del género como Jimi Hendrix o Sly Stone, acercándoselo a su particular universo creativo e improvisado. La fórmula se refrendaría al año siguiente con otras excelentes entregas Live-Evil y A Tribute to Jack Johnson, aunque la ideología ya estuviera asentada y acabaría por repetirse, siempre con giros exclusivos, en producciones hoy más cercanas al gran público como On the Corner, Decoy, Aura, You’re Under Arrest, Tutu o Amandla, entre otros. Ahora se publica un libro donde se recogen todos los detalles que marcaron la grabación de esta joya discográfica, Bitches Brew. Génesis de la obra maestra de Miles Davis (Global Rhythm). Sus autores, Enrico Merlin y Veniero Rizzardi reconstruyen la gestación del álbum consultando por vez primera un voluminoso material de archivo que incluye los muchos papeles recogidos por el productor Teo Macero y las bobinas conservadas en Columbia Records. El libro, de 320 páginas y traducido por Lourdes Bassols, muestra igualmente fotos y documentos inéditos que contextualizan el corazón creativo del Miles Davis de entonces. El precio de venta al público ronda los 24 euros. Pablo Sanz 121 259-Pliego final 20/12/10 11:44 Página 122 LIBROS Ediciones singulares ESCRITORES Y MÚSICA C 122 on el esmero, el cuidado y la buena letra de siempre, Glossa en sus Ediciones Singulares, ha desplegado un atractivísimo proyecto editorial en lengua española que tiene como propósito analizar la relación de la música con los grandes nombres de las letras de todos los tiempos, o quizás haya que decirlo a la inversa, la relación de los grandes nombres de las letras de todos los tiempos con la música, porque la influencia de éstos en buena parte de las obras capitales de la historia de la música es bien conocida, pero no tanto la presencia de los sonidos en sus vidas (efímeras y remotas en distinto grado) y en sus literaturas (eternas y de idéntica contemporaneidad). Cada libro está dedicado a un escritor, cuenta como eje fundamental con un breve ensayo (no más de ochenta páginas) precedido de un prólogo a cargo de una firma de renombre en el mundo literario, y viene acompañado de un CD que complementa, ambienta y subraya la lectura del texto. Las selecciones musicales, arbitrarias y por tanto sujetas a discusión, se pueden siempre entender y se pueden o no compartir. Los ensayistas son cinco: Eustaquio Barjau, Víctor Gallego, Blas Matamoro, Javier Montes y Stefano Russomanno. Se dirigen evidentemente a una audiencia ilustrada, instruida y de gran cultura, ante la que hacen cruzar caminos y senderos en encrucijadas a menudo complejas, pero siempre con la música como centro gravitacional, tanto o más que la literatura, aunque en el fondo la una nunca es disociable de la otra. Russomanno asienta su ensayo dantesco sobre dos pilares fundamentales: el pensamiento musical de la época (aún bajo el dominio de los tratados de San Agustín y Boecio) y la Comedia como coronación de toda su obra. En efecto, el primero tiene su reflejo en la segunda, que en su transgresión del ideario religioso del hombre de la época (estamos entrando en el siglo XIV) admite a todas luces un estudio de índole meramente musical, desde la oscuridad, los lamentos y las “dolientes notas” infernales hasta la paz celestial alcanzada por la polifonía en el Paraíso (el ensayista no rehúye el debate sobre la posibilidad de que el poeta llegase a tomar contacto con las primeras prácticas del Ars Nova), previo paso por el canto llano que se abre paso en las laderas del Purgatorio. William Shakespeare (1565-1616), así lo demuestra Javier Montes en su ensayo, habla de la música a través de sus personajes: Lorenzo en El mercader de Venecia, Orsino en Noche de reyes o Fernando en La tempestad. Son aún tiempos de la “música de las esferas”, de teorías platónicas y de vetos terrenales. Una vez proyectado un cuadro musical londinense de la época, se nos pone al dramaturgo ante los músicos de entonces (como John Download, a quien cita en un poema de El peregrino apasionado, Robert Johnson o Thomas Morley) y se nos abren después sus dramas y sus comedias al papel jugado en ellas por el arte de los sonidos, desvelándose con toda claridad algunas sutilezas en el tratamiento de la música popular. Johann Wolfgang von Goethe (1749-1832) no fue un hombre de música, aunque sí un gran melómano. Por su biografía musical pasan nombres importantes (Mozart, Beethoven, Weber, Schubert, Mendelssohn) y otros aparentemente no muy relevantes para el aficionado del siglo XXI pero sí (y mucho) para él: Philipp Christoph Kayser, Johann Friedrich Reichardt y Carl Friedrich Zelter. Si el segundo puso música a más de un libreto del poeta, caso de Erwin y Elmire, el tercero fue el verdadero “yo” musical goetheano, su preferido para musicalizar sus poemas por encima de un Beethoven o un Schubert. Las preguntas planteadas por Eustaquio Barjau son muy pertinentes: “¿qué es lo que pasó exactamente entre Goethe y Zelter? ¿Cómo se explica esta sintonía entre poeta y compositor?”. Y tanto o más pertinentes son las respuestas con las que el ensayista acierta a explicar lo inexplicable. La relación de Lev Tolstoi (18281910) con la música fue, cómo no, conflictiva. Hombre duro, apático, contradictorio y difícil, su esposa Sofia lo entendió a través de la lectura de una biografía de Beethoven (“Beethoven me hizo comprender el egoísmo y la indiferencia de Lev Nikolaievich hacia todo lo que hay a su alrededor. Para él, el mundo es simplemente el medio que rodea a su genio y toma de él lo que puede ser útil a su obra. El resto lo desecha”, pág. 17). Su defensa de un arte abierto y democrático, sus amores y desamores con la obra de Beethoven (y, en menor medida, con la de Chaikovski), sus preferencias por la racionalidad clásica, su rechazo de los excesos de los grandes románticos (Wagner a la cabeza) y su repudio de la deriva de las nuevas tendencias contemporáneas son elementos centrales en el ensayo de Víctor Gallego. Buena parte de ellos están condensados en la mordaz descripción (recogida en ¿Qué es el arte?) de una función de Siegfried en el Teatro Bolshoi de Moscú. Por supuesto, Tolstoi incide en la ridiculización de la ópera a través de su obra, en Guerra y Paz sin ir más lejos: “[Natasha] no pudo seguir la marcha de la ópera, ni siquiera escuchar la música. Tan sólo veía unos cartones pintados y hombres y mujeres vestidos de un 259-Pliego final 20/12/10 11:44 Página 123 LIBROS modo extraño, los cuales removían, hablaban y cantaban bajo esa viva luz. Natasha sabía lo que debía representar aquello, pero era tan falso, tan poco natural, que tan pronto se avergonzaba por los actores como le parecían ridículos” (octava parte, capítulo IX). Levin, en Anna Karenina, arremete también contra Wagner, mientras que la nueva música aparece en la Sonata a Kreutzer como desencadenante de “la mayor parte de los adulterios que se cometen en nuestro círculo” (pág. 70). No sorprende, por lo tanto, que el novelista ruso adorase la mesura clásica y sin sobresaltos de un Haydn, un Mozart o el primer Beethoven, la genialidad y la ingenuidad de un Chopin, la ausencia de pretensiones de originalidad (sic) de un Couperin o la inmediatez de la música popular. No menos plagado de referencias wagnerianas está el ensayo sobre Marcel Proust (1871-1922). Blas Matamoro realiza dos fotografías de época (la Francia wagneriana y la Francia musical proustiana) y se detiene a reflexionar sobre el posible wagnerismo del escritor. Naturalmente, hay en el texto un nombre importante además del autor de Tristán e Isolda y de los primerísimos franceses de su tiempo: Reynaldo Hahn, compositor y amante, que hacia 1894 (con 20 años) retrata a Proust como “extático y soñador, un muchacho de primer orden, un músico vibrante como un arpa eólica con todas sus armonías esparcidas” (pág. 67). Es al final cuando se nos muestra cómo también el francés habla de música y de músicos a través de los personajes (Basin de Guermantes, Mme d’Avranches, Odette, Charlus) de su Recherche, y aunque nunca oigamos aquella imaginaria sonata de Vinteuil sí cabe seguir al ensayista y leer la obra (“polifónica, incluso contrapuntística”) como una sinfonía y, a la vez, como una rapsodia. En Thomas Mann (1875-1955) la relación entre literatura (el escritor) y música (los músicos) se estrecha o se tensa en plena época de guerras y regímenes totalitarios. Nombres propios aquí son los de Bruno Walter, Gustav Mahler (más que la banda sonora de la Muerte en Venecia de Visconti, el Adagietto de su Quinta Sinfonía lo es de la novela de Mann), Richard Strauss, Wilhelm Furtwängler, Hans Pfitzner y, una vez más, Wagner. Matamoro puede dividir su ensayo en dos: en una primera parte se dedica a trazar líneas de unión y desunión entre ellos, a esbozar miradas de recelo, encuentros y desencuentros, desavenencias irresolubles. En la segunda, más breve, saca a la luz las entrañas musicales de la obra de Mann, empezando por Doctor Faustus (y lo que en ella hay de Schoenberg) y aca- bando en esa Montaña mágica en la que, es verdad, “a través de las músicas favoritas de Hans se puede trazar una pequeña historia de su deriva imaginaria, una suerte de espejo sonoro de su vida en el encierro magistral y mórbido del sanatorio, imagen de la Europa de preguerra, una población de pensadores eruditos y enfermos” (pág. 72). Todas las entregas cuentan, claro está, con el debido índice, una serie de ilustraciones, una biografía en fechas del autor estudiado y una relación detallada del contenido de cada disco. Y he aquí un punto sujeto a debate. Las selecciones musicales, lo decíamos antes, son arbitrarias y por lo tanto (a la fuerza) problemáticas. En el libro dedicado a Mann, sin ir más lejos, se explica la ausencia de música dirigida por Walter o Furtwängler (el primero merece un capítulo completo en el ensayo, el segundo medio) por “la muchas veces deficiente calidad de sonido que presentan los registros realizados antes de los años 70”. Pero quizás el peaje del sonido no sea tan caro: Léopold Simoneau, Karl Böhm (Mozart), Rudolf Kempe (Wagner) y Otto Klemperer (Beethoven) están en los cincuenta y a nadie incomodan (o eso creemos) en otros discos de la serie. Aun así, el nivel de las versiones es en general muy importante, no en vano se ha tirado del catálogo de muchas casas además de Glossa: Testament, Supraphon, Naïve, Alpha, Hyperion, Dynamic, CPO, Ricercar, Columna Música, Arcana, BIS, Tahra, Accent, Ondine, MDG y Arts Music. Por otro lado, puede verse o no como un problema el que a menudo haya que trocear, partir y fragmentar óperas, sinfonías, cuartetos y sonatas. Nunca es de buen gusto, pero quizás a veces no haya otra salida. Y resta por último ver si las selecciones reflejan realmente la forma en que la música hablaba a los escritores y a su literatura. A partir de Shakespeare, es obvio, las fuentes son más o menos amplias y no hace falta forzar las cosas: si algunas elecciones sorprenden de inicio, tras la lectura del texto las nubes se disipan. Goethe, era de esperar, nos descubre a Reichardt y a Zelter, Proust nos descubre Hahn y Tolstoi se nos descubre él mismo a través de un pianístico vals de juventud. Son sólo unos ejemplos. Desde luego, Dante es otro mundo y obliga al ensayista a “establecer recorridos indirectos reconstruyendo el hipotético horizonte de escucha al alcance de un hombre culto de aquella época”, según escribe Russomanno, que dedica todo un capítulo (ocho páginas) a explicar su selección. Y así, pese a algunas decisiones controvertidas tomadas a conciencia, del canto penitencial Chi voul lo mondo a la polifonía soberana del conductus Naturas deus regulis, de los gritos de angustia del reino de las sombras a la poesía lumínica del Paraíso, la Comedia dantesca se ve plasmada en una hermosa pintura musical. En definitiva, se trata una colección que ha exigido mucho a prologuistas y ensayistas, y que exige un poco menos al lector. Los ensayos son breves y esclarecedores, puertas abiertas que en cualquier caso hay que saber cruzar. El diálogo entre la música y la literatura es continuo, y el hilo que las une será tanto más resistente cuanto mejor se conozcan los vaivenes de ambos mundos. Dos mundos cruzados, no paralelos. A partir de ahí, quizás más de uno se sorprenda al comprobar cuán musicales eran estos seis maestros de las letras. Asier Vallejo Ugarte BLAS MATAMORO: Marcel Proust y la música. Prólogo de Antonio Muñoz Molina. Glossa Ediciones singulares, San Lorenzo de El Escorial, 2008. 93 págs. Incluye CD (74’). JAVIER MONTES: William Shakespeare y la música. Prólogo de Vicente Molina Foix. Glossa Ediciones singulares, San Lorenzo de El Escorial, 2009. 81 págs. Incluye CD (68’). EUSTAQUIO BARJAU: Johann Wolfgang von Goethe y la música. Prólogo de Blas Matamoro. Glossa Ediciones singulares, San Lorenzo de El Escorial, 2009. 81 págs. Incluye CD (74’). BLAS MATAMORO: Thomas Mann y la música. Prólogo de Fernando Aramburu. Glossa Ediciones singulares, San Lorenzo de El Escorial, 2009. 92 págs. Incluye CD (71’). STEFANO RUSSOMANNO: Dante Alighieri y la música. Prólogo de Jaime Siles. Glossa Ediciones singulares, San Lorenzo de El Escorial, 2009. 102 págs. Incluye CD (62’). VÍCTOR GALLEGO: Lev Tolstói y la música. Prólogo de José María Guelbenzu. Glossa Ediciones singulares, San Lorenzo de El Escorial, 2009. 90 págs. Incluye CD (65’). 123 259-Pliego final 20/12/10 11:44 Página 124 GUÍA LA GUÍA DE SCHERZO NACIONAL BARCELONA 4-I: Joven Orquesta Nacional de Cataluña. Manel Valdivieso. Wagner, Mendelssohn, Schubert. (Auditori [www.auditori.com]). 7: La Capella Reial de Catalunya. Hespèrion XXI. Jordi Savall. Dinastia Borgia. (Auditori). — Joven Orquesta Nacional de Cataluña. Karl Anton Rickenbacher. Mahler, Weber, Wagner. (Auditori). 8,9: Sinfónica de Barcelona y Nacional de Cataluña [www.obc.es]. Christian Aming. Till Fellner, piano. Veress, Mozart, Haydn, Bartók. (Auditori). 11: Orquesta del Concertgebouw de Ámsterdam. Semion Bichkov. Joshua Bell, violín. Bruch, Shostakovich. (Palau 100 [www.palaumusica.org]). 13: Cuarteto Casals. Mozart, Shostakovich, Beethoven. (Auditori). — Cuarteto Vertavo. Haydn, Dvorák, Grieg (Palau 100). 14,15,16: Sinfónica de Barcelona y Nacional de Cataluña. Pablo González. Schumann. (Auditori). 17: Orquesta de París. Paavo Järvi. Denis Matsuev, piano. Berlioz, Chaikovski, Sibelius. (Palau 100). 18: Christoph Genz, piano; Cornelia Herrmann, piano. Schubert, Viaje de invierno (Euroconcert [www.euroconcert.org]. Palau). 21,22,23: Sinfónica de Barcelona y Nacional de Cataluña. Pablo González. Mahler, Sexta. (Auditori). 28,29,30: Sinfónica de Barcelona y Nacional de Cataluña. Pieteri Inkinen. Hilary Hahn, violín. Elgar, Menotti, Sibelius. (Auditori). TEATRO DEL LICEO WWW.LICEUBARCELONA.COM ANNA BOLENA (Donizetti). Reck. Duran. Gruberova, Garanca, Bros, Colombara. 20,25,30-I. BILBAO ABAO L’ITALIANA IN ALGERI (Rossini). Mariotti. Sagi. Barcellona, Pertusi, Siragusa, Bordogna. 22,25,28,29,31-I. SINFÓNICA DE BILBAO WWW.BILBAORKESTRA.COM 13,14-I: Roberto Mincczuk. Joaquín Achúcarro, piano. Côpes, Prokofiev, Brahms. 20,21: Jin-Hyun Baek. Milhaud, Theodorakis, Iturralde, Rachmaninov. SOCIEDAD FILARMÓNICA WWW.FILARMONICA.ORG 124 13-I: Cuarteto Hugo Wolf. Bernarda Fink, mezzo. Janácek, Respighi, Wolf. 19: Nikolai Demidenko, piano. Chopin, Schumann. 25: Trío con piano Brahms. Pavel Vernikov, violín; Lawrence Foster, viola. Brahms, Schumann, Arenski. Femenino y Niños Cantores de la OSG. Nathalie Stutzmann, contralto. Mahler, Tercera. 28: Antonio Florio. Invernizzi, Prina, Varone. Pergolesi, Porpora. CÁCERES MADRID ORQUESTA DE EXTREMADURA 11-I: Dezsö Ránki, piano. (Grandes Intérpretes [www.fundacionscherzo.es]. Auditorio Nacional [www.auditorionacional.mcu.es]). 12: Orquesta del Concertgebouw de Ámsterdam. Semion Bichkov. Joshua Bell, violin. Bruch, Shostakovich. (Ibermúsica [www.ibermusica.es]. (A. N.). 13: Evgeni Kissin, piano. Liszt. (Ibermúsica. (A. N.). 13,14: Orquesta de RTVE [www.rtve.es]. Arturo Tamayo. Bartók, Sánchez-Verdú, Martinu. (Teatro Monumental). 14,15,16: Orquesta Nacional de España [ocne.mcu.es]. Rafael Frühbeck de Burgos. Vega, Brahms, Marco. (A. N.). 18: Orquesta de París. Paavo Järvi. Denis Matsuev, piano. Berlioz, Chaikovski, Sibelius. (Juventudes Musicales [www.juventudesmusicalesma- WWW.ORQUESTADEEXTREMADURA.COM 14-I: Jesús Amigo, Asier Polo, violonchelo. Zárate, Rodrigo, Falla. JEREZ TEATRO VILLAMARTA WWW.JEREZ.ES DON PASQUALE (Donizetti). Martinenghi. Carreres. Amoretti, Rey-Joly, Martínez-Castignani, Gandía. 22-I. 27: Josep Colom, piano. Chopin, Liszt. LA CORUÑA SINFÓNICA DE GALICIA WWW.SINFONICADEGALICIA.COM drid.es]. A. N.). 20,21: Orquesta de RTVE. Manuel Hernández Silva. Rudolf Buchbinder, piano. Franco, Mozart, Revueltas. (T. M.). 21,22: Sinfónica de la Ciudad de Birmingham. Andris Nelsons. Nikolai Luganski, piano. Rachmaninov, Mahler. / Gautier Capuçon, violonchelo. Beethoven, Shostakovich, Dvorák. (Ibermúsica. (A. N.). 21,22,23: ONE. Rafael Frühbeck de Burgos. Yagüe, Zimermann, Brahms. (A. N.). 23: Filarmónica de Los Angeles. Gustavo Dudamel. Mahler, Novena. (Juventudes Musicales. A. N.). 24: Orquesta del Mayo Musical Florentino. Zubin Mehta. Bartók, Brahms. (Juventudes Musicales. A. N.). 26: Cuarteto Arditti. Isabel Charisius, viola; Valentin Erben, chelo. Brahms, Ullmann, Schoenberg. (Liceo de Cámara [www.fundacioncajamadrid.es]. (A. N.). 27: Sinfónica de Bilbao. Günter Neuhold. Mahler, Quinta. (Ciclo Sinfónico de Caja Madrid. A. N.). 27,28: Coro y Orquesta de RTVE. Hannu Lintu. Olli Mustonen, piano. 21,22-I: Víctor Pablo Pérez. Coro CNDM GRANADA ORQUESTA CIUDAD DE GRANADA Auditorio Manuel de Falla www.orquestaciudadgranada.es viernes 14, 20:30 horas CONCIERTO SINFÓNICO 6 sábado 15, 20:00 horas SÁBADO SINFÓNICO 1 Alban BERG Concierto para violín y orquesta Franz Joseph HAYDN Las siete últimas palabras de Cristo en la cruz, Hob.XX/1A Friedemann Breuninger violín Javier Parra narrador HANSJÖRG SCHELLENBERGER director viernes 21, 20:30 horas CONCIERTO SINFÓNICO 7 Felix MENDELSSOHN BARTHOLDY El cuento de La bella Melusina, obertura Johannes BRAHMS Serenata núm. 2 Robert SCHUMANN Sinfonía núm. 3 “Renana” JORDI MORA director (Centro Nacional de Difusión Musical) c/ Príncipe de Vergara, 146 Teléfono: 91 337 01 40 Entradas en las taquillas del Auditorio Nacional, teatros del INAEM, 902 33 22 11 y www.servicaixa.es Consultar abonos y descuentos Cristofaro Caresana: Sembri stella felice Partenope leggiadra Pietro Andrea Ziani: Sonata op. VII n. 15 Cristofaro Caresana: L’Adorazione dei Magi Sábado, 8 de enero. 19:30h. AUDITORIO NACIONAL DE MÚSICA. Sala Sinfónica. Entrada libre con invitación del BBVA. II CONCURSO INTERNACIONAL DE COMPOSICIÓN ANM-Fundación BBVA ORQUESTA NACIONAL DE ESPAÑA José Luis Temes, director invitado Serguey Teslya, violín Programa Kee Yong Chong: Ravage of time • Víctor Ibarra: Silensis Manuel Martínez Burgos: Signals Roberto Rusconi: Memento Eduardo Soutullo: Erfahrung und sonst nichts Lunes, 24 de enero. 19:30h. AUDITORIO NACIONAL DE MÚSICA. Sala de Cámara ENSEMBLE INTERCONTEMPORAIN Susanna Mälkki, directora Dimitri Vassilakis, piano Programa Igor Stravinsky: Octuor Arnulf Herrmann: Fiktive Tänze, 1e cahier ** Franco Donatoni: Flag György Ligeti: Concerto pour piano et orchestre • Con Serguey Teslya Jueves, 20 de enero. 19:30h. AUDITORIO NACIONAL DE MÚSICA. Sala de Cámara I TURCHINI - ANTONIO FLORIO PROGRAMA Cristofaro Caresana: La Veglia Pietro Andrea Ziani: Sonata op. VII n. 17 Cristofaro Caresana: Demonio, Angelo e 3 pastori ‡ Recuperación histórica. Estreno en tiempos modernos en España ** Estreno en España Lunes, 31 de enero. 19:30h. MUSEO REINA SOFÍA. Auditorio 400. Entrada libre. ENSEMBLE ESPAI SONOR Petra Hoffmann, soprano Voro García, director PROGRAMA Aureliano Cattaneo: Trazos Mauricio Sotelo: Alfa Centauri * Alberto Posadas: Pri em hru * Estreno absolutoInformación: 91 516 06 60. Venta Telefónica: 902 24 48 48. Venta en Internet: www.teatro-real.com 259-Pliego final 20/12/10 11:44 Página 125 GGUUÍ A ÍA SEVILLA TEATRO REAL Información: 91 516 06 60. Venta Telefónica: 902 24 48 48. Venta en Internet: www.teatro-real.com Ferrari, Plácido Domingo / Yann Beuron*, Maite Alberola. Orquesta y Coro Titulares del Teatro Real. Iphigénie en Tauride. Christoph Willibald Gluck.. Nueva producción en el Teatro Real. Procedente de la Lyric Opera de Chicago, la Royal Opera House, Covent Garden, de Londres y la San Francisco Opera. Enero: 13, 14*, 16, 17*, 19*, 20, 23, 24*, 25, 27*. 20.00 horas; domingos, 18.00 horas. Director musical: Thomas Hengelbrock. Director de escena: Robert Carsen. Escenógrafo y figurinista: Tobias Hoheisel. Iluminadores: Robert Carsen, Peter van Praet. Director del coro: Andrés Máspero. Solistas: Susan Graham / Maria Riccarda Wesseling*, Franck Concierto Aniversario Plácido Domingo. Enero: 21. 20.00 horas. Director musical: James Conlon. Orquesta Titular del Teatro Real. Con la participación de grandes cantantes líricos de todo el mundo. Waed Bouhassoun. Enero: 26. 20.00 horas. Cantos árabes de amor místico y profano. Los domingos de cámara IV. Obras de Amando Blanquer, Victor Ewald, Scott Joplin y Ernö von Dohnányi. Enero: 16. 12.00 horas. Solistas de la Orquesta Sinfónica de Madrid. TEATRO DE LA MAESTRANZA www.teatromaestranza.com Teléfono 954 223 344 Del 11 al 15 de enero Bayerisches Staatsballett/Ballet de la Ópera de Múnich Director artístico, Ivan Liska Real Orquesta Sinfónica de Sevilla La bella durmiente Coreografía, Marius Petipá Adaptada por Ivan Liska Música, Piotr Ilich Chaikovski Dirección musical, Myron Romanul Braga Santos, Lalo, Falla. 27,28: Sinfónica de Navarra. Ernest Martínez Izquierdo. Jean-François Heisser, piano. Prokofiev, Strauss. SAN SEBASTIÁN ORCAM TEATRO DE LA ZARZUELA www.orcam.org Miércoles 19 de enero de 2011, 19:30 horas AUDITORIO NACIONAL. SALA SINFÓNICA ORQUESTA Y CORO DE LA COMUNIDAD DE MADRID Alberto Nosé, piano José Antonio López, barítono José Ramón Encinar, director C. Saint-Saëns Una noche en Lisboa * P.I. Chaikovsky Concierto nº 1 en si bemol mayor M. Glinka Una noche en Madrid E. Aragón Largo suspiro de vida ** * Estreno en España ** Estreno absoluto Lunes 31 de enero de 2011, 19:30 horas AUDITORIO NACIONAL. SALA SINFÓNICA Jovellanos, 4. Metro Banco de España. Tlf.: (91) 5.24.54.00. Internet: http://teatrodelazarzuela.mcu.es. Director: Luis Olmos. Venta localidades: A través de Internet (servicaixa.com), Taquillas Teatros Nacionales y cajeros o teléfono de ServiCaixa: 902 33 22 11. Horario de Taquillas: de 12 a 18 horas. Días de representación, de 12 horas, hasta comienzo de la misma. Venta anticipada de 12 a 18 horas, exclusivamente. El Niño Judío, de Pablo Luna. Hasta el 16 de enero de 2011, a las 20:00 horas (excepto lunes y martes). Miércoles (día del espectador) y domingos, a las 18:00 horas. Dirección Musical: Miguel Roa y Luis Remartínez. Dirección de Escena: Jesús Castejón. Orquesta de la Comunidad de Madrid. Coro del Teatro de La Zarzuela. Entradas a la venta. ORQUESTA Y CORO DE LA COMUNIDAD DE MADRID COR DE CAMBRA DEL PALAU DE LA MÚSICA CATALANA Ainhoa Arteta, soprano Mª José Montiel, mezzosoprano Ismael Jordi, tenor Nicola Ulivieri, bajo José Ramón Encinar, director XVII Ciclo de Lied. Martes, 11 de enero, a las 20 horas. RECITAL III: Florian Bösch, barítono. Malcolm Martineau, piano. Programa: F. Schubert, A. von Zemlinsky y R. Schumann. Coproducen: Fundación Caja Madrid y Teatro de La Zarzuela. G. Rossini Stabat Mater TRISTAN UND ISOLDE (Wagner). Haider. Kirchner. Dean-Smith, Bou, Matos, Grochowski. 27,30-I. Liszt, Bartók, Szymanowski. (T. M.). 28,29,30: ONE. Josep Pons. Janine Jansen, violín. Shostakovich, Mahler. (A. N.). 31: Coro y Orquesta de RTVE. Günther Herbig. Ravel, Debussy, Beethoven. (T. M.). OVIEDO OPERA WWW.OPERAOVIEDO.COM PAMPLONA BALUARTE WWW.BALUARTE.COM 6-I: Orquesta Festival Strauss. Gran concierto de año nuevo. 10: Orquesta del Concertgebouw de Ámsterdam. Semion Bichkov. Joshua Bell, violín. Bruch, Shostakovich. 26: Orquesta de Extremadura. Jesús Amigo. Alexandre Da Costa, violín. FUNDACIÓN KURSAAL WWW.FUNDACIONKURSAAL.COM 23-I: Sinfónica de la Ciudad de Birmingham. Andris Nelsons. Nikolai Luganski, piano. Rachmaninov, Mahler. SINFÓNICA DE EUSKADI WWW.EUSKADIKOORKESTRA.ES 24,25-I: Orquesta de Extremadura. Jesús Amigo. Alexandre Da Costa, violín. Braga Santos, Lalo, Falla. SEVILLA SINFÓNICA DE SEVILLA WWW.ROSSEVILLA.COM 20,21-I: Pedro Halffter. Javier Perianes, piano. Grieg, Korngold. 27,28: Víctor Pablo Pérez. Gautier Capuçon, violonchelo. Beethoven, Saint-Saëns, Chaikovski. VALENCIA PALAU DE LA MÚSICA WWW.PALAUDEVALENCIA.COM 12-I: Nemanja Radulovic, violín; Susan Manoff, piano. Beethoven, Bach, Schumann. 14,15: Orquesta de Valencia. Yaron Traub. Webern, Mahler. 16: Orquesta de París. Paavo Järvi. Denis Matsuev, piano. Berlioz, Chaikovski, Sibelius. 21: Orquesta de Valencia. Enrique García Asensio. Eldar Nebolsin, piano. Chaikovski, Dohnányi, Schumann. Palau de les Arts www.lesarts.com EVGENI ONEGIN (Chaikovski). Wellber. Trelinski. Schneidermann, Echalaz, Belkina, Nekrasova. 22,25,28,30-I. VALLADOLID Día 18 de enero. (Sala Manuel García) Ciclo Jóvenes Intérpretes Juan Sancho. Tenor Juan Pérez Floristán, piano, Obras de Beethoven, Schubert, y Mahler Días 22 y 23 de enero. José Mercé Ruido AUDITORIO WWW.AUDITORIODEVALLADOLID.ES 8-I: Sinfónica de Castilla y León. Miguel Harth-Bedoya. Katia y Marielle Labèque, pianos. Ginastera, Revueltas, Golijov. 15: Ocean Drive. Granados, Brahms. 27: Orquesta del Mayo Musical Florentino. Zubin Mehta. Denis Matsuev, piano. Rachmaninov, Stravinski. ZARAGOZA AUDITORIO WWW.AUDITORIOZARAGOZA.COM 9-I: Joven Orquesta Nacional de Cataluña. Karl Anton Rickenbacher. Mahler, Weber, Wagner. 15,16: JONDE. José Luis Estellés. Ginastera, Núñez Hierro, Beethoven. 17: Noneto Checo. 20: Orquesta de París. Paavo Järvi. Janine Jansen, violín. Berlioz, Britten, Prokofiev. 24: Jordán Tejedor, violín; Miguel Ángel Tapia, piano. 25: Grupo Enigma. Juan José Olives. Cruz de Castro. 26: Orquesta del Mayo Musical Florentino. Zubin Mehta. Rimski-Korsakov, Brahms. 30: Orquesta de Cámara Femenina de Viena. Laura Pérez Soria. VillaLobos, Shostakovich, Wolf. INTERNACIONAL ÁMSTERDAM ORQUESTA DEL CONCERTGEBOUW WWW.CONCERTGEBOUWORKEST.NL 5,6,7-I: Semion Bichkov. Joshua Bell, violín. Bruch, Shostakovich. 20,21,22: Pierre Boulez. Webern, Mahler. 26,27,28: Kurt Masur. Britten, Prokofiev, Hindemith. DE NEDERLANDSE OPERA WWW.DNO.NL PRÍHODY LISKY BYSTROUSKY (Janácek). Renes. Jones. Duesing, Haaren, Hall, Vasiliev. 15,18,20,23,25,28,30-I. BERLÍN 125 259-Pliego final 20/12/10 11:44 Página 126 GUÍA FILARMÓNICA DE BERLÍN WWW.BERLINER-PHILHARMONIKER.DE 12,13,14,15-I: David Zinman. YoYo Ma, violonchelo. Hillborg, Shostakovich, Nielsen. 19,20,21: Simon Rattle. Anne-Sophie Mutter, violín. Fauré, Dvorák, Schumann. DEUTSCHE OPER WWW.DEUTSCHEOPERBERLIN.DE LE NOZZE DI FIGARO (Mozart). Layer. Friedrich. Pauly, Wagner, Szumanski, Kurucová. 2,14-I. GERMANIA (Franchetti). Windfuhr. Harms. Wager, Ventre, Zanon, Brück. 6,9-I. LA TRAVIATA (Verdi). Abel. Friedrich. Lungu, Lomeli, Brück, Loeb. 8,21-I. TOSCA (Puccini). Joel. Barlog. Kizart, Massi, Grundheber, Szumanski. 15-I. TANNHÄUSER (Wagner). Runnicles. Harms. Hagen, Smith, Brück, Bieber. 16,22-I. DIE LIEBE DER DANAE (Strauss). Litton. Harms. Delavan, Blondelle, Ulrich, Uhl. 23,27-I. ANDREA CHÉNIER (Giordano). Carignani. Dew. Licitra, Ko, Guleghina, Benzinger. 26,29-I. DIE ZAUBERFLÖTE (Mozart). Rogister. Krämer. Jerkunica, Bondelle, Carlson, Stober. 28-I. MARIE VICTOIRE (Respighi). Jurowski. Schaaf. Kizart, Brïck, Rivero, Pauly. 30-I. STAATSOPER WWW.STAATSOPER-BERLIN.ORG COSÌ FAN TUTTE (Mozart). Salemkour. Dörrie. Kammerloher, Frenkel, Samuil, Queiroz. 2,7,9-I. DIE FLEDERMAUS (J. Strauss). Eschwé. Pade. Rügamer, Samuil, Newerla, Grigorian. 12,14,16,19,21,23,26-I. ANTIGONA (Traetta). Jacobs. Nemirova. Cangemi, Rivera, Mehta, Streit. 30-I. BRUSELAS LA MONNAIE PARSIFAL (Wagner). Haenchen. Castellucci. Mayer, Halem, Rootering, Larsson. 27,30-I. DRESDE SEMPEROPER WWW.SEMPEROPER.DE FAUST (Gounod). Joel. Warner. Kim, Albert, Muirhead, Pohl. 1-I. IOLANTA (Chaikovski). Jurowski. Bauer. Aleksahkin, Magiera, Kunaev, Korotkov. 2,4,7,16-I. RUSALKA (Dvorák). Netopil. Herheim. Zeppenfeld, Nyári, Owens, Monogarova. 3-I. CARMEN (Bizet). Montanaro. Lauterbach. Herrera, Berrugi, Selbig, McKinny. 5,9,20,22,24,28-I. IL BARBIERE DI SIVIGLIA (Rossini). Salemkour. Asagaroff. Trost, Lepore, Papoulkas, Lee. 6-I. TRISTAN UND ISOLDE (Wagner). Fisch. Marelli. Gould, Dalayman, Li, Henneberg. 23,30-I. FRÁNCFORT OPER FRANKFURT WWW.OPER-FRANKFURT.DE LE NOZZE DI FIGARO (Mozart). Zorn. Bernardi. Geyer, Wagner, Bailey, Ryberg. 1,7-I. L’HEURE ESPAGNOLE (Ravel) / LA VIDA BREVE (Falla). Hussain. Hermann. Sherman, Lazar, Zechmeister, Ruggiero. 2,8-I. DIE ZAUBERFLÖTE (Mozart). Zorn. Kirchner. Reiter, Prégardien, Lascarro, Durlovski. 9,15,20-I. TOSCA (Puccini). Petrenko. Kriegenburg. Sunnegardh, Howard, Antonenko, Mlinde. 16,21,23,27,29-I. LA DAMNATION DE FAUST (Berlioz). Layer. Kupfer. Mahnke, Thomas, Bailey, Volle. 30-I. GINEBRA GRAND THÉÂTRE WWW.GENEVEOPERA.CH I PURITANI (Bellini). López Cobos. Damrau, Kudrya, Vassallo, Sim. 26,29-I. WWW.LAMONNAIE.BE LONDRES 126 BARBICAN CENTRE WWW.BARBICAN.ORG.UK 6-I: Sinfónica de Londres. FrançoisXavier Roth. Barry Douglas, piano. Liszt, Berlioz. 9: Coro y Sinfónica de la BBC. John Wilson. Korngold, Waxman, Raksin. 14: Sinfónica de la BBC. Josep Pons. Javier Perianes, piano; Pablo Mainetti, bandoneón. Ginastera, Piazzolla, Falla. 16: Sinfónica de Londres. André Previn. Tim Hugh, chelo. Strauss, Vaughan Williams. 18,23: Sinfónica de Londres. Valeri Gergiev. Shostakovich, Chaikovski. 27,28: Filarmónica de Los Angeles. Gustavo Dudamel. Adams, Bernstein, Beethoven. / Mahler, Novena. 30: Coro y Sinfónica de Londres. Mark Elder. Barker, Connolly, Paterson. Elgar, The Kingdom. SOUTH BANK CENTRE WWW.SOUTHBANKCENTRE.CO.UK 11-I: Nikolai Luganski, piano. Chopin, Liszt. 14: Filarmónica de Londres. Jaap van Zweden. Leonidas Kavakos, violín. Szymanowski, Mahler. 16: Orquesta del Festival de Budapest. Iván Fischer. Stephen Hough, piano. Haydn, Liszt, Beethoven. 17: Real Orquesta Filarmónica. Charles Dutoit. Mischa Maiski, chelo. Berlioz, Dvorák, Stravinski. 19: Filarmónica de Londres. Yannick Nézet-Séguin. Nicholas Angelich, piano. Beethoven, Mahler. 20: Juan Diego Flórez, tenor; Vincenzo Scalera, piano. Mozart, Rossini, Lalo. 21: Orchestra of the Age of Enlightenment. Vladimir Jurowski. Sarah Connolly, mezzo. Wagner, Liszt, Mahler. 22: Filarmónica de Londres. Yannick Nézet-Séguin. Franck, Fauré. 25: Cuarteto Takács. Haydn, Bartók, Smetana. 26: Filarmónica de Londres. Vladimir Jurowski. Markovich, Diener, Hampson. Zemlinsky, Liszt, Eötvös. 27: Orquesta Philharmonia. Esa-Pekka Salonen. Bartók. 28: Maurizio Pollini, piano. Bach, Clave bien temperado I. 29: Filarmónica de Londres. Vladimir Jurowski. Ligeti, Bartók, Mahler. ROYAL OPERA HOUSE COVENT GARDEN WWW.ROH.ORG.UK HÄNSEL UND GRETEL (Humperdinck). Macdonald. Tynan, Rice, Howard, Allen. 1,3,4,7-I. IL BARBIERE DI SIVIGLIA (Rossini). Macdonald. Fenouillat. Grice, Osborn, Molnár, Kurzak. 18,21,24,26,29-I. MILÁN TEATRO ALLA SCALA WWW.TEATROALLASCALA.ORG DIE WALKÜRE (Wagner). Barenboim. Cassiers. O’Neill, Tomlinson, Meier, Stemme. 2-I. CAVALLERIA RUSTICANA (Mascagni) / PAGLIACCI (Leoncavallo). Harding. Martone. Dyka, Cura, Maestri, Albelo, Cassi. 16,18,20,22,25,28-I. MÚNICH FILARMÓNICA DE MÚNICH WWW.MPHIL.DE 2-I: Coro Filarmónico. Juraj Valcuha. Braun, Smith, Groissböck. Beethoven, Novena. 12,14,15,16: Christoph Eschenbach. Mahler, Novena. 20,22,23: Christian Thielemann. Brahms. BAYERISCHE STAATSOPER WWW.BAYERISCHE.STAATSOPER.DE FIDELIO (Beethoven). Gatti. Bieito. Humes, Koch, Kaufmann, Kampe. 1,5,8-I. LUISA MILLER (Verdi). De Billy. Guth. Anastasov, Pispia, Surguladze, Humes. 2,6,9,12-I. L’ELISIR D’AMORE (Donizetti). Brown. Bösch. Machaidze, Calleja, Borchev, Corbelli. 3-I. DIE TRAGÖDIE DES TEUFELS (Eötvös). Eötvös. Kovalik. Burggraaf, Steinen, Myllys, Nigl. 7,13,15,19-I. LOHENGRIN (Wagner). Nagano. Jones. Fischesser, Heppner, Heever, Nikitin. 16,20,23,26,30-I. 259-Pliego final 20/12/10 11:44 Página 127 GUÍA ARIADNE AUF NAXOS (Strauss). Nagano. Carsen. Klama, Schulte, Coote, Fritz. 22,25,28-I. NUEVA YORK METROPOLITAN OPERA WWW.METOPERA.ORG PELLÉAS ET MÉLISANDE (Debussy). Rattle. Miller. Kozená, Palmer, Degout, Finley. 1-I. DIE ZAUBERFLÖTE (Mozart). Nielsen. Taymor. Phillips. Miklósa, Thomas, Gunn. 1,3,6-I. LA FANCIULLA DEL WEST (Puccini). Luisotti. Del Monaco. Voigt, Giordani, Uusitalo, Croft. 3,8-I. LA TRAVIATA (Verdi). Noseda. Decker. Poplavskaia, Polenzani, Dobber, Ayan. 4,7,12,15,19,22,26,29-I. CARMEN (Bizet). Gardner. Eyre. Cabell, Garanca, Jovanovich, Relyea. 5,8,13-I. TOSCA (Puccini). Armiliato. Bondy. Radvanovsky, Álvarez, Struckmann, Plishka. 10,14,17,21,25,29-I. RIGOLETTO (Verdi). Arrivabeni. Schenk. Schäfer, Surguladze, Meli, Ataneli. 11,15,18,22,27-I. SIMON BOCCANEGRA (Verdi). Levine. Del Monaco. Frittoli, Vargas, Hvorostovski, Furlanetto. 20,24,28-I. PARÍS 5,6-I: Orquesta de París. Rafael Frühbeck de Burgos. Arcadi Volodos, piano. Chaikovski. (Sala Pleyel [www.sallepleyel.fr]). 9: Cuarteto Artemis. Beethoven. (Teatro de los Campos Elíseos [www.theatrechampselysees.fr]). 10: Die Deutschekammerphilharmonie Bremen. David Fray. Bach, Haydn, Mozart. (T. C. E.). 11: Staatskapelle de Dresde. Vladimir Jurowski. Sergei Krilov, violín. Chaikovski, Shostakovich. (T. C. E.). 12,13: Orquesta de París. Paavo Järvi. Chaikovski, Berlioz, Ravel. (S. P.). 14,15: Filarmónica de San Petersburgo. Yuri Temirkanov. Nelson Freire, piano. Brahms. (T. C. E.). 15: Le Concert des Nations. Jordi Savall. Rameu. (S. P.). 16: Thomas Hampson, barítono; Wolfram Rieger, piano. Schubert, Winterreise. (T. C. E.). 17: Sinfónica de la Ciudad de Birmingham. Andris Nelsons. Gautier Capuçon, violonchelo. Beethoven, Shostakovich, Strauss. (T. C. E.). 18,19: Orquesta de Cámara de Europa. Bernard Haitink. Beethoven. (S. P.). 19: Orquesta de Cámara de Lausana. Christian Zacharias. Beethoven. (T. C. E.). 20: Orquesta Nacional de Francia. Kurt Masur. Chaikovski. (T. C. E.). 21: Orquesta del Mayo Musical Florentino. Zubin Mehta. Rimski-Korsakov, Brahms. (T. C. E.). 22: Orchestra of The Age of Enlightenment. Vladimir Jurowski. Sarah Connolly, mezzo. Wagner, Mahler, Liszt. (T.C.E.). 27: Orquesta Nacional de Francia. Marc Albrecht. Schoenberg, Brahms. (T. C. E.). 29: Arcadi Volodos, piano. Chopin, Liszt, Schumann. (T.C.E.). — Filarmónica Checa. Eliahu Inbal. Mahler. 30,31: Filarmónica de Los Angeles. Gustavo Dudamel. Adams, Bernstein, Beethoven. / Mahler, Novena. (S. P.). OPÉRA BASTILLE WWW.OPERA-DE-PARIS.FR MADAMA BUTTERFLY (Puccini). Benini. Wilson. Carosi, Shkosa, Wall. Valenti. 16,19,22,27,29-I. FRANCESCA DA RIMINI (Zandonai). Oren. Del Monaco. Vasilieva, Callinan, Smilek, Alagna. 31-I. PALAIS GARNIER WWW.OPERA-DE-PARIS.FR GIULIO CESARE (Haendel). Haïm. Pelly. Zazzo, Leonard, Dessay, Archibald. 17,20,23,27,29-I. VIENA MUSIKVEREIN WWW.MUSIKVEREIN.AT ti). Campanella. Massis, Caria, Beczala. 5,8,11,14-I. TOSCA (Puccini). Wilson. Naglestad, Shicoff, Lafont. 7,10,13-I. SALOME (Strauss). Schneider. Vermillion, Nylund, Schmidt, Konieczny. 16-I. WERTHER (Massenet). Chaslin. Koch, Tonca, Kaufmann, Eröd. 17,21,24,28-I. COSÌ FAN TUTTE (Mozart). Rhorer. D’Arcangelo, Lehtipuu, Corbelli. 19,22,25,29-I. DIE ZAUBERFLÖTE (Mozart). Bolton. Novikova, Kühmeier, Fink, Németi. 23,26,30-I. LA BOHÈME (Puccini). Langrée. Mula, Marin, Demuro, Caria. 31-I. ZÚRICH 8,9-I: Sinfónica de Viena. Philippe Jordan. Strauss, Beethoven. 13: Orquesta Barroca de Friburgo. Petra Müllejans. Mozart, Rosetti, Haydn. 14: Filarmónica de Viena. Mariss Jansons. Thomas Hampson, barítono. Mahler, Berlioz. 16: Sinfónica de la Radio de Viena. Ingo Metzmacher. Anatoli Kotcherga, bajo. Messiaen, Shostakovich. 26: Cuarteto Takács. Haydn, Bartók, Smetana. 29,30: Sinfónica de Viena. Fabio Luisi. Schmidt, Mahler. STAATSOPER WWW.WIENER-STAATSOPER.AT DIE FLEDERMAUS (J. Strauss). Lange. Nylund, Kirchschlager, Fally, Schade. 1,3,4-I. IL BARBIERE DI SIVIGLIA (Rossini). Abel. Hulcup, Bruns, Sramek, Monarcha. 2,6-I. LUCIA DI LAMMERMOOR (Donizet- OPERNHAUS WWW.OPERNHAUS.CH HÄNSEL UND GRETEL (Humperdinck). Weikert. Corsaro. Schmid, Liebau, Chaiker, Kaluza. 1,16-I. LE NOZZE DI FIGARO (Mozart). Hogwood. Bechtolt. Hartelius, Janková, Schmid, Friedli. 1,5,9,12,15,19I. I MASNADIERI (Verdi). Fischer. Polgár, Sartori, Hampson. 2-I. DIE SCHWEIGSAME FRAU (Strauss). Schneider. Mosuc, Olvera, Friedli, Peetz. 2,6,8-I. NABUCCO (Verdi). Santi. Miller. Blancas, Kaluza, Chuchrova, Nucci. 4,7,13,18,20-I. LE COMTE ORY (Rossini). Tang. Leiser. Bartoli, Olvera, Nikiteanu, Camarena. 23,27,29-I. TANNHÄUSER (Wagner). Metzmacher. Kupfer. Stemme, Kasarova, Muff, Seifert. 30-I. BOLETÍN DE SUSCRIPCIÓN c/ Cartagena 10, 1ºc - 28028 MADRID Tel. 91.356 76 22 - Fax 91.726 18 64 E-mail: [email protected] - www.scherzo.es Deseo suscribirme, hasta nuevo aviso, a la revista SCHERZO por períodos renovables de un año natural (11 números) comenzando a partir del mes de …………………nº…… El importe lo abonaré de la siguiente forma: Transferencia bancaria a la c/c 2038 1146 95 6000504183 de Caja de Madrid, a nombre de SCHERZO EDITORIAL, S.L. Cheque a nombre de SCHERZO EDITORIAL, S.L. Giro postal. VISA. Nº: …………………………………………… Caduca … /… /… Firma………..…………… Con cargo a cuenta corriente ………… ………… …… ………………………………… Rellene y envíe este cupón por correo, fax o correo electrónico. O llámenos por teléfono de 10 a 15 h. También está disponible en nuestra página en internet. 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Mucho de lo que se ha hecho pasar por arte conceptual en los últimos veinticinco años, con el Premio Turner como su promotor definitorio, ha aumentado la popularidad de las galerías de arte y fastidiado a un atajo de imbéciles que lleva esos mismos años diciéndonos que el arte eran líneas y espacios abstractos, el bloc de dibujos de un arquitecto autista. Lo conceptual era un correctivo necesario para el modernismo ascético. Como el resto del público, he mirado con fruición ladrillos apilados o tiburones en salmuera y me he desternillado de risa cuando un autodenominado “coleccionista” pagó por el cubo de aceite lubricante de Richard Wilson más de lo que un honrado pirata somalí podría haber exigido por liberar un petrolero secuestrado. Fue fácil burlarse del arte conceptual y, sobre todo, de The Lights Going On and Off de Martin Creed, que ganó el Premio Turner en 2004 pero democratizó eficazmente el proceso de la apreciación del propio arte. Cualquier chaval de primaria puede comprender a alguien encendiendo y apagando luces, incluso la mayoría lo ha hecho en sus casas. El verlo en una galería les hace pensar, les ayuda a formar sus propios conceptos. El arte conceptual siempre fue más rápido e ingenioso de lo que los críticos conservadores han reconocido, porque estaba más cercano al mercado de masas que a las academias. Cuando Tracey Emin decidió mostrar su historia sexual en Everyone I have ever Slept With 1963-1995, no le costó al público digerirla más de lo que le había costado contemporizar con los episodios de EastEnders. Y cuando la artista neoyorquina Andrea Fraser, en Untitled, mostró vídeos de ella misma en el acto sexual con un coleccionista consentido no hizo más —en parte— que añadir un contexto al texto nada sofisticado de Emin, profundizando en un movimiento que se había despachado con demasiada ligereza como estúpido, salaz y superficial. El regalo que hizo Charles Saatchi al Reino Unido de su colección particular es la mejor confirmación imaginable del compromiso sin límite del público con este período vibrante —que ya ha terminado— de la historia de arte. Terminó el 7 de diciembre de 2010, cuando Susan Philipsz, una entusiasta de Glass, recibió el Premio Turner por una “instalación de sonido” situada dentro de una habitación totalmente vacía y que emitía la voz de un artista cantando lamentos por los muertos escoceses en varios espacios públicos. “La manera en la que ha conseguido que se miraran las cosas de forma diferente al escuchar esas mismas cosas de forma diferente es excepcional”, dijo Penelope Curtis, la presidenta del jurado y desde abril, directora de la Tate Britain. La Doctora Curtis, antigua conservadora del Henry Moore Institute y una experta en Barbara Hepwort, tiene un impecable prestigio en el campo del arte figurativo británico del siglo XX. No es ni necia ni prisionera de los poderosos mandamases del gusto que velan por el arte contemporáneo. Y el hecho de que se pueda persuadir a una mujer de su rigor y experiencia de que el zumbar monótono de un intérprete sin formación vocal y con nombre falso puede ser considerado “excepcional” —o hacernos “mirar las cosas de forma diferente al escucharlas de forma diferente”— es una indicación del estado terminal en que se halla el arte conceptual. No había nada nuevo ni diferente en el músico callejero ganador del Turner. Todo lo que tenía que decir Susan Philipsz había sido concebido en 1946 y ejecutado en 1952 por aquel menospreciado compositor estadounidense, John Cage, un pensador original de rara y resuelta honradez. El 12 de diciembre, entusiastas de todo el mundo, yo incluido, tomamos un tiempo del que solemos dedicar los domingos a la lectura para interpretar 4’33’’, la obra seminal de John Cage. Algunos lo hicieron como una protesta nada organizada llamada Cage contra la Máquina —www.catm.co.uk— para protestar contra la manipulación de Simon Cowell de la cultura pop, una sublevación de cuarenta mil aficionados de Facebook que están empeñados en producir un éxito navideño —un número uno— que sea una alternativa a lo habitual. Otros, serenamente, contemplaron la etérea pureza de una obra maestra postclásica. La partitura impresa de 4’33’’ es un bello objeto. Publicada por Peters Edition y vendida a 5,95 dólares, consiste en dos hojas que contienen nada más que los títulos de los movimientos. Hay veintitrés grabaciones —incluida una de Frank Zappa— y la BBC ofreció el estreno orquestal de la obra en enero de 2004, dirigida por Lawrence Foster y televisado a escala nacional. Lo que pasa en 4’33’’ es precisamente nada. En el estreno en Woodstock en agosto de 1952, David Tudor salió al escenario, cerró la tapa del piano y luego se sentó frente el teclado cerrado durante los cuatro minutos treinta y tres segundos exigidos, se levantó e hizo una reverencia. Alguien gritó: “Buena gente de Woodstock, echemos a esta gente del pueblo”. Pocos, con el alboroto, comprendieron que Cage había revelado una verdad como un puño sobre la música —que no es un producto poseído y manufacturado por los músicos. El silencio también es música. Como también lo son todos los sonidos ambientales que decidimos no escuchar cuando oímos un concierto — el crujir de unos zapatos de cuero, el resuello del acatarrado que se sienta al lado, el retumbar del lejano tráfico, el ruido de los propios pensamientos. “Lo que todos pensaban que era el silencio”, decía Cage, “estaba lleno de sonidos casuales. Todos formaban parte del arte. Ignorarlos o negarlos era reducir la escucha de la música a la monotonía de una caja de cerillas”. Cage, que murió en 1992, no fue el primero que derribó estas barreras de la percepción. Gustav Mahler utilizó sonidos procedentes de fuera del escenario a partir de su Primera Sinfonía. Erik Satie, durante la Primera Guerra Mundial, introdujo la musique d’ameublement, instando a los parisinos a hablar y moverse de un sitio a otro mientras los músicos tocaban. Charles Ives quiso que su Cuarta Sinfonía fuera tocada por diferentes conjuntos desde lo alto de dos montañas opuestas. Ananda K. Coomaraswamy, conservador del Museo de Bellas Artes de Boston y conocido de Cage, declaró que todo el arte occidental no tendría objeto a menos que abarcara el paisaje, los sonidos y los olores de la vida cotidiana. Cage hizo exactamente eso en 4’33’’. La obra nos dice tanto sobre nuestras pretensiones y expectativas como sobre la música. Permite al oyente tener un control absoluto de la experiencia musical y pone en ridículo una industria que ha convertido una de las alegrías de la vida en un hatajo de cancioncillas. Participar en 4’33’’ es un momento liberador, una oportunidad de catalogar a los mandones del gusto —de Cowell a Lloyd Webber, de Nicholas Serota a Nick Clegg— como buhoneros de artículos efímeros que no tienen nada que ver con el mundo que nos rodea. El Premio Turner ha chocado contra un muro de conceptos trasnochados. Voy a presentar mi interpretación de 4’33’’, no como grabación —eso sería muy siglo XX—, ni siquiera como un manifiesto sino como una idea inmaterial, una hoja vacía en la que se puede reconsiderar el futuro del arte desde cero. Norman Lebrecht 16 Organizado por la FUNDACIÓN SCHERZO, con el patrocinio del diario EL PAÍS y la colaboración del Ministerio de Cultura (INAEM) y la Fundación Hazen-Hosseschrueders ORGANIZA: Dezsö Ranki piano PATROCINA: 1 CONCIERTO Martes, 11 de enero 19:30 horas Elisabeth Leonskaja J. HAYDN Sonata en mi bemol mayor, Hob XVI/52 F. LISZT Wiegenlied Toccata Mephisto-Polka Sancta Dorothea Mephisto-Walzer Nº 4 M. RAVEL Sonatina R. SCHUMANN Fantasía en do mayor, Op. 17 piano Rafal BlechaCz piano 3 2 CONCIERTO Lunes, 28 de febrero 19:30 horas M. RAVEL Valses Nobles & Sentimentales G. ENESCO Sonata en fa sostenido menor, op. 24 nº 1 C. DEBUSSY 3 Preludios R. SCHUMANN Estudios Sinfónicos para piano, op. 13 CONCIERTO Martes, 22 de marzo 19:30 horas W.A. MOZART Variaciones en do mayor KV 264 C. DEBUSSY L’Isle joyeuse K. SZYMANOWSKI Sonata en do menor op. 8 nº 1 F. CHOPIN Balada en sol menor op. 23 nº 1 2 Polonaises op. 26. do sostenido menor; mi bemol menor 4 Mazurkas op. 41. do sostenido menor; mi menor; si mayor; la bemol mayor. Balada en fa mayor op. 38 nº 2 sala sinfónica www.scherzo.es MADRID, 2010 C M Y CM MY CY CMY K Musika-Música BILBAO 2011 Martxoak 4,5,6 marzo Palacio Euskalduna Jauregia Informazioa/Información: Fundación Bilbao 700-III Millenium Fundazioa Plaza Ensanche, 11 - 1º • 48009 Bilbao 94.679.04.88 • [email protected] Antolatzailea Organiza Babeslea Patrocina Laguntzailea Colabora