Observatorios Urbanos El legado de Enriqueta, a 111 años. (Parte 1) Elizabeth Cejudo Ramos* Dicen sus allegados que fue una niña precoz. De esas superdotadas que nacen rara vez. Su primera actividad profesional fue en el magisterio. Alguna vez fue casada pero de su ex esposo sólo conservó el apellido. Su atrevimiento, ese de ser una mujer con cinco hijos y aún así tener el valor de partir a la capital del país a cumplir su objetivo de ganarse la vida como escritora, la hizo merecedora de permanecer en nuestra memoria. Enriqueta Montaño Peralta, mejor conocida como Enriqueta de Parodi, fue una de las mujeres sonorenses más prolíficas de su tiempo (quizás también del nuestro), con una producción literaria de 11 obras. Enriqueta es recordada como una escritora exitosa, tal vez es por ello que poca atención se haya puesto en estudiar su producción periodística que abarcó más de 50 años y una decena de periódicos que religiosamente guardaban un espacio para las ideas de la escritora. Gracias a una investigación, me fue posible estar en contacto con las colaboraciones periodísticas que Enriqueta de Parodi publicó durante la década de los treinta en los periódicos El Tiempo y El Pueblo, de Hermosillo, Sonora. Es innegable que la figura de quien posteriormente se convertiría en diputada local, es protagonista en el desarrollo informativo de esos diarios. Si bien es cierto, su opinión era reproducida en el espacio que era permitido entonces para las mujeres, la sección editorial, Enriqueta no se limitaba en sus temáticas. Ya escribía un tratado extenso sobre el problema del campo mexicano, ya luchaba contra el alcoholismo, ya contaba anécdotas sobre la bondad y la crisis de la institución matrimonial. Musa roja de la revolución mexicana Enriqueta fue producto de su tiempo. Su niñez fue enmarcada por el espíritu revolucionario. Su propio padre, luchó en las fuerzas anti porfiristas, eso fue un hecho que marcó su pensamiento, pues en sus obras estaría representada la idea de progreso como elemento de integración nacional. Su carrera nace y es impulsada en medio de los gobiernos pos revolucionarios. El periodo cardenista (1934-1940) fue testigo del desarrollo intelectual y social de la escritora originaria de Cumpas, Sonora. En general los gobiernos posteriores a la revolución, buscaban cumplir los objetivos que dieron origen a esa guerra civil que convulsionó la nación pero que también tuvo una influencia muy interesante sobre todo movimiento social en Latinoamérica, pero fue particularmente Lázaro Cárdenas, quien se propuso construir una maquinaria para lograr el cumplimiento de esos idearios a partir de una marcada política nacionalista. Enriqueta cumplía muy bien con los requisitos que planteaba el discurso revolucionario: la mujer debía estar enterada y de acuerdo con la causa pero sin descuidar su labor como madre y esposa. Sus textos, al menos los revisados para mi investigación, estuvieron siempre de acuerdo con las políticas gubernamentales, quizás visto desde ojos actuales, esto podría entenderse como una parcialidad pactada por Enriqueta y las altas esferas de gobierno, pero después de conocer su historia a través de sus propias palabras, es posible afirmar que ella estaba convencida de sus letras y de la viabilidad de los proyectos que las administraciones estatales y nacionales promovían para llevar al país al tan anhelado progreso. Enriqueta no fue la única, muchas escritoras locales y nacionales compartían sus ideas, a través de agrupaciones femeninas, grupos de obreros intelectuales y otras organizaciones promovían desde sus trincheras el cambio en el país. Una de las mujeres con quien hizo una fuerte amistad, fue Concha de Villareal, una profesora originaria de Coahuila, quien también colaboraba en la prensa local. En una ocasión, a propósito de la presentación de uno de los libros de Enriqueta de Parodi, escribió un 29 de septiembre de 1936 en El Pueblo: “Todos han tenido muy buenos comentarios, pero a todos se les olvidó decir que esta cuentista y cronista mexicana, es una de las musas rojas de nuestra Revolución”. Es de muchos conocido que Enriqueta colaboró con diferentes administraciones estatales y fue impulsora de diversas acciones gubernamentales que promovieron la difusión de la cultura en Sonora: la creación de bibliotecas, el concurso estatal de libro, la instalación de algunos jardines de niños entre otras acciones, fueron reflejo del interés de la autora por difundir la alta cultura en la región, empresa que continuó hasta los últimos días de su vida. *Asistente del Programa de Maestría en Ciencias Sociales de El Colegio de Sonora, [email protected] Observatorios Urbanos El legado de Enriqueta de Parodi a 111 años de su nacimiento (Parte 2) Elizabeth Cejudo Ramos* Podemos decir que Enriqueta marcó una brecha que hizo más fácil a las mujeres acceder a lo público a través de las letras y el periodismo. O que gracias a sus contactos las lectoras y lectores sonorenses tuvieron oportunidad de conocer ideas de escritoras tan importantes como Rosario Sansores. También podríamos aprovechar su labor como difusora cultural, la manera en que representó a Sonora ante la nación o la riqueza de su producción bibliográfica. Yo me quedo con otra idea. Creo que el legado de Enriqueta tiene diferentes matices. Enriqueta ejerció el oficio de escribir. Por ello es reconocida. Ver textos publicados por una mujer en la actualidad no es cosa nueva, nada que sorprenda. Publicar a principios del siglo pasado, era para el sector femenino un asunto de gran importancia. Las características de las colaboraciones femeninas en esa época eran variadas, pero generalmente eran escritos que aparecerían de vez en vez, las autoras no eran constantes, aquellas originarias del estado escaseaban. La particularidad de Enriqueta de Parodi tiene que ver con que sus artículos expresaban un punto de vista muy consolidado pero que además pesaba en la opinión pública local. Pocas mujeres pudieron lograr eso. Incluso en nuestros días, es difícil ubicar a alguna mujer como líder de opinión. Su actividad cultural, literaria y política le daba un realce a su producción periodística. Esta no sólo era una mujer que buscaba colaborar en la prensa. Enriqueta era una trayectoria consolidada cuyo discurso expresado en los periódicos era sólo una de las maneras que utilizó para introducirse en la esfera pública, que hasta unos años atrás era completamente dominada por el sector masculino. Su hazaña, si le podemos llamar de esa forma, fue hacerse de un lugar interesante en el escenario público-político nacional, a través de las letras. Su carrera como escritora la llevó a generar cambios en la política cultural de nuestro estado. Quizás resulte preciso para algunos cuestionar las preferencias políticas y las relaciones resultantes de éstas de la escritora, pero, como aclaré en el artículo anterior, me parece que lejos de obedecer a algún interés personal, Enriqueta estaba convencida de la viabilidad de los gobiernos a los que apoyó o incluso formó parte. A 111 años de su nacimiento, celebrados el pasado 10 de marzo, valdría la pena preguntarse ¿en la actualidad existen mujeres que a través de las letras hayan logrado tal influencia en sus sociedades? Si bien es cierto, el periodismo de las últimas décadas ha buscado la objetividad y el elemento descriptivo más que valorativo en su discurso, no está de más preguntarnos ¿qué hacen las agrupaciones de mujeres escritoras o periodistas por la promoción de políticas culturales e incluso sociales que puedan beneficiar al estado? Las mujeres que tenían acceso a la prensa en la década de los treinta eran las que estaban más preparadas, quienes tuvieron entrada al estudio, a la lectura y eran capaces de formar una opinión, es por ello que generalmente podía vérseles involucradas en movimientos sociales de su comunidad, como ejemplo Adelina Zendejas, quien fue una de las primeras reporteras del país y también presidenta del Frente Único Pro Derechos de la Mujer. Ahora bien, las mujeres que actualmente están en la prensa, son también aquéllas que tuvieron la oportunidad de estudiar y formar parte de un canal hacia lo público ¿cuál es la diferencia entre estas mujeres y las de hace 70 años? Quizás la formación, la idea de que el reportero, y por tanto la reportera, está en el lugar de los hechos para observar y luego describir. Eso lo entiendo, la calidad de imparcialidad que busca la prensa en un asunto aparte, pero eso no significa que quien tenga la oportunidad de acceder a lo público, de informar, de influir a través de un medio masivo de comunicación ignore la responsabilidad que conlleva su posición y se olvide de lo que ocurre en su entorno cuando éste no se presenta en forma de noticia. El legado de Enriqueta, es quizás, la capacidad de agencia. La decisión de no limitarse a describir su alrededor, sino a hacer algo al respecto para mejorarlo, al menos realizar un análisis crítico del mismo. Y de esa apuesta de vida, creo que tenemos que aprender todas. *Asistente del Programa de Maestría en Ciencias Sociales de El Colegio de Sonora [email protected]