El espíritu de Dios Por el Dr. H. Spencer Lewis, F.R.C. Ocasionalmente vemos en la correspondencia de AMORC la pregunta siguiente: “¿Por qué intentan ustedes hacer una distinción entre espíritu y alma en las enseñanzas, cuando la opinión o comprensión más generalizada es que espíritu y alma son la misma cosa? El empleo que ustedes hacen de la palabra espíritu, para dar a entender una esencia universal que existe en toda materia y no solamente en el ser humano, parece robar al espíritu su santidad y hacerlo menos divino que el Espíritu Santo de la Biblia”. Nos damos cuenta de que las enseñanzas Rosacruces fueron las primeras, en América por lo menos, que promulgaron de manera general la idea de que el concepto espíritu, tal como aparece usado en las enseñanzas sagradas de los Maestros místicos de la antigüedad, significaba una esencia universal radiando de la fuente Divina de todas las energías y poderes creadores, penetrando toda materia y dándole vitalidad. Recordamos perfectamente las primeras clases del trabajo Rosacruz llevado a cabo en Nueva York, hace muchos años, cuando fue presentado por primera vez este significado especial de la palabra espíritu. Muchas personas preguntaron acerca de ella, en aquella ocasión, por lo que se celebraron largas e interesantes discusiones sobre el particular. Creo que estoy en lo cierto, al decir que la literatura Rosacruz del presente ciclo en América fue la primera literatura de naturaleza metafísica u ontológica que empleó el término espíritu, en el sentido que le dan los Rosacruces. Durante los últimos diez años, un gran número de movimientos filosóficos, al igual que religiones, han venido a emplear esta palabra en el mismo sentido; y hasta muchos clérigos eminentes del país hacen la distinción entre espíritu y alma. Sin embargo, como he dicho, muchos de nuestros nuevos miembros y algunos de los antiguos, aún plantean esta cuestión y se encuentran indudablemente perplejos por el sentido que damos a la palabra espíritu. Ante todo, debemos advertir que el error, o la preocupación diremos, acerca del término espíritu se debe al empleo que hacen de él las doctrinas cristianas, en tantas formas distintas, y con interpretaciones tan liberales de su significado real. En muy pocos escritos sagrados de otras religiones del mundo, se emplea la palabra espíritu como sinónimo de tantos atributos de los poderes de Dios. Creo que esto se debe totalmente a errores en la traducción de la Biblia Cristiana; y creo también que la razón por la cual tantos clérigos de hoy día emplean la palabra espíritu con un sentido distinto y más en consonancia con la interpretación Rosacruz, es que las ultimas traducciones o interpretaciones de la Santa Biblia muestran más cuidado al presentar los matices exactos del significado de muchas palabras que fueron empleadas confusamente en las traducciones anteriores. En América, muchos miembros de AMORC están habituados a pensar que la palabra espíritu es un sinónimo de la palabra alma y, en casi todos los casos, hallamos que esta conclusión es el resultado del empleo que se da a la palabra en los escritos cristianos. Además, en la lengua inglesa, la palabra espíritu ha perdido el significado de su raíz de origen; pero entre otras naciones, especialmente las latinas, la palabra espíritu trae inmediatamente al pensamiento su raíz original, con un significado completamente distinto de la interpretación o aplicación inglesa. La palabra espíritu, en las enseñanzas Rosacruces, no ha sido adoptada de manera arbitraria, ni fue adoptada por la jurisdicción americana como palabra distintiva que tuviera un preciso y determinado significado para los estudiantes ingleses; esta palabra viene a nuestras enseñanzas a través de una traducción literal del término, y de las lecciones incluidas en el trabajo de la Orden Rosacruz. Nuestra organización en América no tendría justificación alguna al cambiar los términos contenidos en su vocabulario oficial, simplemente porque exista una interpretación errónea de éstos entre personas de habla inglesa. En otras palabras, sería incompatible con la verdad y con los principios del pensamiento y de la comprensión universal, el cambiar determinados términos en las lecciones inglesas, sencillamente porque la mentalidad inglesa tiene un concepto diferente y erróneo del significado de ciertas palabras extranjeras. Justamente porque hemos comprendido mal el significado de la palabra, en los países de habla inglesa, esto mismo constituye una razón excelente para continuar su empleo en las enseñanzas Rosacruces, de manera que podamos cambiar nuestro pensamiento, corregir nuestros errores, y aprender una lección interesante. Alma Existen muchos casos en que la palabra espíritu en la Santa Biblia, especialmente en las versiones más antiguas, muestra claramente que los traductores prestaron muy poca atención a su significado real, y fueron más o menos descuidados en el empleo de sinónimos para espíritu y alma. La idea que prevalece en las mentalidades cristianas, de que el espíritu es algo santo y que se encuentra tan sólo en conexión con el alma de los seres humanos, se debe al empleo del término Espíritu Santo en conexión con la Trinidad de Dios. La doctrina de la Trinidad fue adoptada mucho después que la iglesia cristiana fuera fundada. El término de Espíritu Santo era arbitrario y no debía haber sido empleado para significar lo que se significa realmente. Cuando las palabras Espíritu Santo, tal como se emplean en las Biblias inglesas, se traducen a lenguas latinas u otras extranjeras, los lectores de esos idiomas reciben una idea diferente de lo que significan para los estudiantes ingleses, pues no pueden asociar el significado original de la palabra espíritu con el término de la Biblia. En el primer capítulo del Génesis se afirma que el espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas. En versiones más antiguas y en otros escritos sagrados que narran la historia de la creación, la idea presentada es que en el principio, todo se hallaba sin vida o animación, caótico, desordenado, incontrolado y no tenía esencias creadoras o constructivas de ninguna clase. Este estado de cosas fue cambiado por el espíritu de Dios, trasladándose desde Dios a todo lo que El creó y animando al instante toda materia o todas las cosas creadas por Dios con una fuerza o energía creadora. Inmediatamente, este cambio provocó el sistema y el orden. El alquimista de los tiempos antiguos al escribir sobre este particular, hubiera dicho algo semejante a la afirmación hecha por el Dr. John Dalton, famoso físico Rosacruz de los últimos siglos: “Hasta que el espíritu de Dios no penetró la materia, ésta no era creadora, ni productiva, ni sistematizada. Atómicamente, su existencia era el resultado de la creación de los átomos y moléculas por decreto Divino, y todo lo que existía se hallaba estacionario, sin moción alguna y fijo en forma cristalizada, sin el poder de crecer, de cambiar o de reproducirse. Fue entonces cuando Dios movió o transportó Su espíritu dentro de todo lo que El había creado, y estos poderes creadores no solamente dieron animación a las células cristalizadas y a la formación grupal de estructuras atómicas, sino que también hizo que procedieran de manera ordenada en cuanto a sus mociones y vitalidad, de acuerdo con la ley de los ángulos de sus formas y la frecuencia de vibración del espíritu que estaba en ellas. Por lo tanto, los átomos continuaron creciendo, en consonancia con la ley de sus ángulos y los ejes de sus cuerpos, y reproduciéndose en las distintas clasificaciones en que fueron creados originalmente. De esta manera, el caos se convirtió en orden y la falta de vitalidad en animación eterna”. Puede decirse que los místicos, alquimistas y filósofos del pasado, hasta los tiempos del Dr. Dalton, no solamente consideraron el espíritu como moción y la moción como uno de los principios fundamentales de toda vida y de los procesos creadores, que hacen que la materia se manifieste en todas sus formas, sino que consideraban, con toda reverencia y sinceridad, el espíritu de moción y el espíritu de la energía misma como una energía Divina que tenía su origen en Dios y cuya manifestación era de Dios. Por lo tanto, la palabra espíritu, en conexión con las cosas materiales, y como término para la energía universal que se halla en toda materia, no implicaba necesariamente que carecía de santidad o divinidad, como algunos de nuestros hermanos cristianos creen hoy día. En el mismo Libro del Génesis, la palabra espíritu se halla empleada incorrectamente en un sentido, y correctamente en otro, en conexión con la creación del hombre. Pues en este libro, vemos que, después que Dios creó al hombre con los elementos materiales de la tierra, El insufló en la nariz del hombre el aliento de vida, y el hombre se convirtió en un alma viviente. Esto insinúa que el aliento de vida era el alma y que el alma fue insuflada en el cuerpo inanimado del hombre. Si nuestro empleo de la palabra espíritu es correcto, entonces el cuerpo inanimado del hombre, formado de los elementos materiales de la tierra estaba ya cargado y lleno de espíritu, pues el espíritu estaba en toda la materia que componía el cuerpo humano; pero el alma no estaba en él y debía ser añadida. Mis lectores observarán que las Escrituras no dicen que el espíritu fue insuflado en el cuerpo del hombre, sino que el aliento de vida fue insuflado en la nariz del hombre. Es esta afirmación la que se emplea como uno de los fundamentos de la ontología Rosacruz, con el fin de mostrar la dualidad de la existencia del hombre: el cuerpo, hecho de materia mortal llena de la esencia de espíritu y el alma del hombre, que fue añadida a la parte física del mismo. Por esa razón, se convirtió, no tan sólo en un cuerpo viviente, o una manifestación viviente de los elementos terrestres, sino en un alma viviente, dando énfasis especial a la parte alma, como manifestación primaria de su existencia, y colocando al cuerpo físico, como secundario. Enseñanzas antiguas En las antiguas enseñanzas Rosacruces y en las de los primeros místicos, hallamos muchos puntos interesantes, que nos ayudarán a comprender la palabra espíritu. El pueblo judío tenía tres palabras para la idea de alma. Estas palabras eran: Nefesh, Neshemah y Ruach. Estas tres palabras significaban aliento, aún cuando con aspectos distintos. La palabra Ruach, traducida generalmente como “Espíritu,” significa realmente ímpetu de viento. En este sentido, la palabra griega Pneuma tenía el mismo significado, quizá, empuje de aire, o, simplemente, aire. En el idioma latino es la palabra Spiritus, la que también significaba aliento, aire o viento; no existe un equivalente real en inglés para la palabra latina Spiritus. El vocablo griego Psyche, como el hebreo Nefesh, se referían al alma. Esta distinción estaba claramente hecha en Job, XXXIII: 4, “El Espíritu de Dios me crió y el Soplo del Omnipotente me dio la vida.” No obstante, a causa de traducciones defectuosas, otro texto bíblico contradice la idea expresada en Job. En Eclesiastés XII: 7, leemos: “Entonces tornará el polvo a la tierra, de donde salió y el espíritu volverá a Dios que le dio el ser”. Esta ultima afirmación podría dar a entender que, después de la transición, los elementos físicos que componen el cuerpo del hombre no tienen espíritu en ellos y que el espíritu en la materia tornaría a Dios con el alma. Esta es ciertamente una idea contraria a otras afirmadas en otras partes de la Biblia. Da a entender que espíritu y alma son uno, y que cualquiera de las dos palabras puede significar la misma cosa. Sin embargo, en la Primera Epístola a los Tesalonicenses V:23, hallamos que el hombre está compuesto de espíritu, alma y cuerpo. Esta misma idea se expresa en otras partes de la Biblia. Otra interesante referencia bíblica a esta materia se halla en Juan III: 8. Aquí, la palabra original griega, o hebrea, fue traducida literalmente por “viento,” ciñéndose de cerca a su significación real, en lugar de emplear la palabra espíritu o alma, como en otras partes de la Biblia hicieron los traductores. En los escritos griegos, la palabra Pneuma no significa alma o espíritu, sino aliento de vida, o Fuerza Vitalizadora, asociada a la consciencia del alma, como cosa separada y distinta, La palabra griega Psyche significaba Aliento y Alma y nunca tuvo esta palabra la significación de Vida, o animación, o vitalidad. Tenían ellos otras palabras que significaban vida y vitalidad. Por la tanto, los griegos no podían haber cometido el error de emplear una palabra que hubiera significado alma, vida, vitalidad y aliento. Al tratar de determinar el significado de estas palabras en griego, latín y otras lenguas, encuentro que el adjetivo Psychikos, que significa “perteneciente al alma” aparece seis veces en el Nuevo Testamento. Nunca se halla traducido correctamente, para significar psíquico o espiritual, o “del aliento,” lo cual sería correcto; sino que cuatro veces se traduce como “natural” y dos como “sensual”. Al intentar hallar una consideración correcta de estos términos en los escritos oficiales de la iglesia, observamos que los Católicos Romanos, en sus publicaciones oficiales, refieren al investigador a los antiguos escritos judíos, para la información acerca de las palabras espíritu y alma. Por otra parte, las denominaciones Cristianas, Protestantes, que tanto tienen que decir acerca del alma en sus escritos y sermones, y que continuamente emplean la palabra espíritu, como sinónimo de alma, parecen incapaces de decirnos lo que realmente significan estas palabras, o como llegaron ellos a emplearlas. Solamente dan a entender que tenían algo que ver con el aliento. Con respecto a la palabra espíritu, particularmente, parece que no existe una comprensión definida, excepto cuando se emplea con la palabra Santo, para significar el equivalente del “Espíritu Santo.” Por otra parte, el Espíritu Santo, en todos los escritos orientales, se refiere a una forma especial de la Consciencia Divina, que descendía sobre los Avatares, Maestros Divinos, o Hijos de Dios, en el momento de sus misiones terrestres, o bien rodeaba a personas determinadas que eran bendecidas especialmente en el bautismo. El punto a retener de todo lo dicho antes es que la palabra espíritu, tal como se emplea en las enseñanzas Rosacruces para indicar una esencia Divina que interpenetra todo espacio y anima toda materia, independiente del alma o Espíritu Santo, está correctamente empleada, en un sentido internacional y filológico, hallándose de acuerdo con los hechos, tal como los hallamos en la Naturaleza. Esta es ciertamente una razón suficiente para la continuación del uso de la palabra espíritu en las enseñanzas Rosacruces, de la manera en que se está empleando actualmente.