fiestas 5 - Colombia Aprende

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FIESTAS
as fiestas son rituales que comunican
sentimientos colectivos bien sean de
alegría, exaltación, inconformismo o duelo. En
primer lugar están las que evocan creencias
religiosas. En ellas los pueblos agradecen y piden
a sus dioses el favor en las cosechas, en el amor,
en la salud y en la prosperidad. Luego están las
fiestas llamadas profanas. En ellas se festeja la
vida. En estos jolgorios, el cuerpo humano se
permite el desenfreno y el goce se convierte en el
centro de la celebración. Esta clasificación de las
fiestas no debe hacernos perder de vista que la
fiesta siempre transita entre lo sagrado y lo
profano. Así por ejemplo, el Carnaval de
Barranquilla termina el Miércoles de Ceniza.
Después de saciar los apetitos del cuerpo,
Joselito Carnaval muere y así comienza el
periodo de la cuaresma, que invita a la austeridad
y al ayuno.
Las fiestas afrocolombianas también pueden
ser estudiadas mediante la observación de sus
manifestaciones simbólicas e históricas. Los
disfraces y las máscaras contienen numerosos
símbolos que narran las relaciones sociales, los
sueños y los miedos de sus portadores. Así, por
ejemplo, la pelea entre cucambas y diablitos,
comparsas de los carnavales en el río Magdalena,
expresa la lucha entre el bien y el mal. También
se han interpretado como representaciones de las
rivalidades que tenían lugar entre las diferentes
naciones africanas durante la Colonia.
Así las rememoraciones sobre sus orígenes
africanos se hacen presentes en la fiesta y en las
celebraciones religiosas. En la población de
Coteje, sobre el río Timbiquí, se lleva a cabo la
celebración de la Semana Santa. Las calles del
pueblo sirven de escenario para la puesta en
escena de los episodios que rodearon la muerte
de Jesucristo. Entre los más importantes está su
apresamiento. En Coteje esta escena es de gran
importancia y en ella aparecen como
protagonistas unos personajes llamados Pilatos.
Ellos van vestidos con faldas de palma, exhiben
un hacha en su mano, una pipa que lanza fuego y
llevan todo su cuerpo pintado. Juguetean por todo
el poblado pellizcando o asustando a los niños. Si
bien esta celebración se enmarca dentro de una
fiesta religiosa católica es evidente que sus
disfraces y las acciones que realizan los
•
personajes guardan huellas ancestrales que nos
remiten a las herencias africanas que aún
perviven entre estos pueblos. Las faldas de palma
presentan grandes semejanzas con las faldas de
rafia utilizadas en las ceremonias africanas. Este
traje se luce en múltiples festividades y es un
atributo especial que representa a los espíritus de
los ancestros. Así el análisis histórico de las
celebraciones afrocolombianas y de su
parafernalia permite discernir memorias de largo
alcance condensadas en un solo evento.
Comparsa de
congos en el Carnaval
de Barranquilla, foto
Elbert Rodríguez, El
Espectador, Bogotá,
26 de febrero de 1990
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>
El rey congo con
su estandarte,
Encuentro Nacional
CREA Bogotá, 1998
EL CARNAVAL DE
BARRANQUILLA
El carnaval es una celebración de la fertilidad,
la vida, el goce y el placer. Se caracteriza por
quebrantar las normas cotidianas e invertir las
jerarquías que ocupan las personas dentro de
sociedad. Las actividades laborales se detienen
para dar paso al baile y a la embriaguez por días o
incluso semanas. Los atuendos habituales se
transforman en disfraces coloridos donde el rico
aparece como mendigo, el bello como feo, el rey
como esclavo, o el hombre como mujer. El
Carnaval de Barranquilla es confluencia de
expresiones culturales, síntesis de las tradiciones
de los pueblos del río Magdalena. Poblaciones con
memorias indígenas que se fueron nutriendo con
las tradiciones de las diferentes naciones
africanas que llegaron a este región entre el siglo
XVI y XIX. Por otra parte, estas poblaciones
también heredaron los acervos de inmigrantes
europeos que llegaron durante ese mismo
periodo.
La celebración del precarnaval o guacherna
anticipa la llegada de la fiesta con un desfile
callejero. La gente baila en comparsas al son de
instrumentos como la dulzaina, el acordeón, el
tambor y la gaita. El 20 de enero es el día de la
apertura oficial del carnaval con la lectura de
bando. Se trata de los mandatos virreinales del
periodo colonial acerca de la manera como debía
desenvolverse la fiesta. El domingo siguiente, se
realiza la gran parada o desfile de carrozas
seguidos de comparsas de danzantes. Ese día
también tiene lugar la batalla de las flores.
El Carnaval de Barranquilla se ha convertido
en la fiesta más importante de Colombia. Durante
el siglo XIX, estas festividades representaban la
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prosperidad económica que generó el mercado
del café y el añil. Este mercado atraía extranjeros
y nativos de ascendencia indígena o africana que
habitaban las riberas del río Magdalena. La
primera mención acerca del carnaval es una
denuncia por los escándalos que suscitaban las
fiestas que fue enviada al virrey Ezpeleta. La
celebración de estas fiestas se oficializó en el año
de 1876. En ese año la ciudad de Barranquilla y
los poblados vecinos acudieron con sus mejores
galas en una procesión festiva que duró cuatro
días con sus noches.
Las influencias africanas en el Carnaval de
Barranquilla no son ninguna novedad. En el año
de 1693, las autoridades españolas denunciaron
las fiestas de tambor que realizaban los cabildos
de negros arará y mina. Esos espacios servían
para rememorar actividades religiosas de los
diferentes grupos humanos africanos. En el año
de 1780 las mismas autoridades ordenaron el
cierre de los cabildos congos, mandingas y
carabalíes, argumentando de nuevo el escándalo
que producían sus toques de tambor y sus fiestas.
Artesano
exhibiendo una
máscara de toro,
Encuentro Regional
CREA Magangué
(Bolívar), 1997
La danza de los congos
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Entre las herencias africanas más importantes
que aparecen en el Carnaval de Barranquilla se
halla la danza de los congos. Se trata de un desfile
de hombres divididos en cuadrillas, cubiertos con
penachos de flores y plumas con una cola o penca
cubierta de mariposas que llega hasta el suelo.
Según la antropóloga Nina S. de Friedemann, este
atuendo recuerda a los reyes del Antiguo Reino
del Kongo, descritos por Fillipo de Pigafetta en
1591. Cada cuadrilla se denomina con un nombre
especial como: Torito Ribereño, La Burra Mocha,
Toro Negro, Congo Tigre de Galapa. Cada grupo de
danzantes tiene una sede o palacio, de la cual
parte hacia las calles barranquilleras donde
despliegan ritos de enfrentamiento con otras
cuadrillas. En las danzas callejeras los congos
blanden sables de madera, culebras vivas y vejigas
de animales. Estas prácticas y atavíos
acompañados con sus respectivos relatos
recuerdan las rivalidades entre antiguas naciones
africanas que se encontraron en el Nuevo Mundo
durante el periodo colonial. En la descripción del
año 1693 dejada por las autoridades españolas, se
afirma que en ese entonces los africanos
colocaban un tablado donde competían entre
bandos que se agrupaban según sus antiguos
ascendentes africanos.
Hoy en día, después de los enfrentamientos
rituales, las cuadrillas se organizan en líneas de
dos en dos para desfilar alrededor de las carrozas
en la Batalla de las Flores y en la Gran Parada.
Además de desfilar, los congos se congregan para
rememorar las historias de sus antepasados
africanos y la vida en sus antiguas naciones. Estas
narraciones mantienen la fuerza de la expresión
Carroza con
elefantes en el
Carnaval de
Barranquilla, El
Espectador, Bogotá, 23
de enero 23 de 1995
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FIESTAS
Marimondas,
El Espectador,
Bogotá, 23 de
enero de 1995
oral, práctica de gran importancia para las
poblaciones afrocolombianas. Mediante la
oralidad se ejercita le memoria colectiva, se
rememora la historia y se consolida sentido de
identidad y pertenencia entre los descendientes
de los africanos en esa región del país.
La fauna danzante
Negros
embetunados,
Encuentro
Regional CREA
Magangué
(Bolívar), 1997
Caimanes, elefantes y tigres de origen africano
conviven con culebras, pájaros, toros y burros
americanos. Personajes enmascarados hacen
vibrar a todos los caseríos del río Magdalena
hasta que llegan a Barranquilla en donde realizan
paradas fantásticas que imitan los atributos del
animal.
La procedencia africana de esta fauna
danzante aparece en las máscaras que
representan a personajes como la marimonda. Se
trata de una figura enmascarada en forma de
capuchón que se desliza sobre la cabeza. Tiene
grandes orejas y una trompa muy larga. Aunque
los pobladores de la región la llaman mono, sus
características morfológicas corresponden a las
de un elefante. Su carácter es irónico e insolente,
siempre busca perturbar. Es uno de los personajes
más antiguos del carnaval y, según relatan sus
protagonistas, era utilizado por las personas que
no tenían dinero para hacerse a un disfraz.
Pero no sólo la forma exterior del disfraz
permite asociar a la marimonda con un elefante.
Según Nina S. de Friedemann, entre las
tradiciones cameruneses de los bagami, bamum,
doala y bamileke hay máscaras muy parecidas
que representan al elefante africano. De ahí que
sea susceptible suponer que la marimonda sea
una representación de este importante animal
que viajó desde África hacia las costas caribeñas
colombianas.
FIESTA DE REYES:
CARNAVAL ANDINO DE
BLANCOS Y NEGROS
La celebración antes conocida como la Fiesta
de Blanquitos y Negritos tiene sus raíces en los
autos sacramentales que se realizaban en el
mundo cristiano como recordatorio de la Epifanía
y la visita de los Reyes Magos a Jesús recién
nacido. La conmemoración de origen ibérico se
nutrió con los aportes de las culturas aborígenes
americanas y africanas durante la conquista y la
Colonia.
Este tradicional festejo del sur del país está
relacionado con la sublevación que
protagonizaron los africanos esclavizados de la
población antioqueña de Remedios la cual llenó
de pánico a las autoridades. Este acontecimiento
repercutió en las provincias del sur de la Nueva
Granada, cuyos esclavizados exigieron un día de
descanso. El rey de España por Cédula Real,
concedió el 5 de enero como la fecha única del
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Joven embetunado, Encuentro
Regional CREA Magangué (Bolívar),
1997
Blancos pintándose de negros
durante el Carnaval de Blancos y
Negros en Pasto (Nariño), foto
Ramírez, El Espectador, Bogotá, 5 de
enero de 1989
Desfile durante el Carnaval de
Blancos y Negros en Pasto (Nariño),
foto F. Caicedo, El Espectador,
Bogotá, 9 de enero de 1989
Comparsa con ataúd en los
carnavales de Tumaco (Nariño), foto
J. Romero, El Espectador, Bogotá, 7
de febrero de 1989
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FIESTAS
Grupo de hombres
disfrazados de mujeres
durante el carnaval de
Tumaco (Nariño), foto
Isabel Chávez, El
Espectador, Bogotá, 12
de febrero de 1994
Hombre disfrazado
de anciano en el
carnaval de Tumaco
(Nariño), El Espectador,
Bogotá, 16 de febrero de
1991
Hombre disfrazado
de palangera negra en el
carnaval de Tumaco
(Nariño), El Espectador,
Bogotá, 16 de febrero de
1991
año en la cual los esclavizados podrían gozar de
relativa libertad. Al enterarse se lanzaron a las
calles danzando al son de la música africana.
Según las crónicas, para el 6 de enero de 1880
se paseaban por las calles de la ciudad un rey
negro, un rey indio y un rey blanco montados a
caballo, haciendo un homenaje a Jesús recién
nacido, acompañados de música y cortejos.
Tiempo después se incorporaron nuevos
certámenes que hicieron de esta fiesta, el
carnaval más grande del sur del país. La antesala
al carnaval comienza con la novena de aguinaldos
que reúne a las familias para recordar el proceso
de concepción y nacimiento de Jesús. Esta
novena se lleva a cabo entre el 16 y el 24 de
diciembre. El 28 de diciembre se celebra el día de
los Santos Inocentes.
El 5 de enero comienza el carnaval. Ese día se
conmemora el día de negritos. El rasgo
fundamental de la fiesta es el “tizne de negritos”.
En él, los pastusos salen a las calles con betún o
con trozos de carbón pintando de negro a las
mujeres, hombres, amigos y enemigos. Al
siguiente día, 6 de Enero se festeja el día de los
blanquitos lanzando polvo blanco o talco en la
cara de los transeúntes desprevenidos. Los dos
días se distinguen por la música de bandas que
recorren las calles, desfiles de carrozas con
gigantescas figuras de movimiento, comparsas,
murgas y disfraces tales como el condenado a
muerte, la novia abandonada, el jugador
expulsado, el deudor hipotecario, el culebrero
intoxicado, el soldado herido del Grupo Cabal o el
santo cachón.
Noticias provenientes de otros lugares de
América dan testimonio de celebraciones que
bajo el pretexto de conmemorar el Día de Reyes,
ejercitan prácticas políticas provenientes del
continente africano. Según Fernando Ortiz, los
cabildos de las naciones africanas realizaban en
La Habana la elección de su rey en la fiesta del
Día de Reyes. En el cabildo Congo se congregaba
una junta de tres días de vela. También se hacían
ceremonias en honor a san Antonio a quien
ofrendaban con comida. El 6 de enero se escogía
al salí (rey), teniendo en cuenta su entú
(talento). El mismo día, salía el rey ataviado con
trajes y adornos propios del ejército español y
sosteniendo un bastón como símbolo de su
autoridad. Los súbditos le seguían vistiendo sus
mejores galas y realizando desfiles y danzas al son
del tambor africano.
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FIESTA DEL CORPUS
CHRISTI
Tiene su origen en los autos sacramentales,
que eran representaciones teatralizadas del
evangelio y de ciertos pasajes del Antiguo
Testamento. Esta práctica fue muy corriente
durante la Colonia. Con ella se pretendía
evangelizar a las personas que no sabían leer. El
objetivo fundamental de los autos sacramentales
era dar a conocer los dogmas de la fe católica en
América.
La fiesta del Corpus se celebra en solsticio de
verano, fecha en la cual se cierra el ciclo de
siembra y cosecha. Según los expertos, la
celebración cristiana se superpuso a otras de
origen grecorromano, pero también a las fiestas
que, por el mismo motivo, celebraban los
indígenas americanos y la gente africana que
llegó al Nuevo Mundo. En 1564, fray Cristóbal
Torres, quien se desempeñaba como arzobispo en
la Nueva Granada, describió cómo una procesión
escenificada recorría las calles de Santa Fe. Esta
procesión estaba encabezada por el alto clero y
los dignatarios de la corona. Estos nobles eran
seguidos por los indígenas quienes al ritmo de sus
danzas ofrecían los productos de la tierra. Luego
aparecían las cofradías de negros, quienes
aprovechaban el rezo a las almas del purgatorio
para rendir culto a sus ancestros africanos.
Flagelante de
Santo Tomás
(Atlántico), El
Espectador,
Bogotá, 21 de
marzo de 1989
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Flagelante de
Santo Tomás
(Atlántico), foto
Elbert Rodríguez,
El Espectador,
Bogotá, 10 de
abril de 1998
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Flagelante
de Santo Tomás
(Atlántico), El
Espectador,
Bogotá, 21 de
marzo de 1989
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FIESTAS
LAS FIESTAS DEL DIABLO
La figura del diablo ha sido fundamental en la
historia de las culturas afroamericanas. Durante
le periodo colonial, sus festejos de tambor, danzas
y prácticas curativas siempre fueron asociadas al
demonio. Como una estrategia simbólica de
resistencia, la gente africana se apropio de esa
imagen para enmascarar ritos y personajes
propios de sus lugares de origen, manteniendo así
la fuerza de sus tradiciones. De este modo, la
demonización, estigma que les cerró las
posibilidades de ascenso social, educación o
trabajo fue utilizada de manera estratégica por
los esclavizados para preservar diferentes
aspectos de sus culturas ancestrales. El diablo y
sus acciones han sido símbolo de resistencia
entre los pueblos afroamericanos. Aparece en
máscaras, relatos, carrozas y disfraces. Desde
tiempos coloniales, los misioneros que visitaron la
costa pacífica afirmaban que los instrumentos
musicales de los esclavizados eran el propio
demonio y bailar al son de los mismos fue
considerado como un acto satánico. Estas
acusaciones fueron lanzadas contra la marimba
de chonta y contra la danza del currulao
característica de esa región.
Pero la fiesta más legendaria en honor al
demonio es el Carnaval del Diablo en Riosucio
(Caldas). Según Ángela Pérez, esta ciudad fue
fundada en 1819 por la unión de dos reales de
minas: Quiebralomo, conformado por mineros
africanos, y La Montaña, habitado por indígenas
embera. El poblado conservó su antigua división,
de tal manera que La Montaña ocupó la parte
baja con una plaza propia consagrada a la Virgen
de la Candelaria. Quiebralomo tomó la parte alta
adoptando a san Sebastián como su santo
patrono. En el año de 1846 se decretó la supresión
de los distritos originales y se creó Riosucio.
Alimentándose de las tradiciones culturales
de españoles, indígenas y africanos nació el
carnaval que comienza el día 28 de diciembre –
Día de los Inocentes– y termina el 6 de enero, Día
de Reyes. Esos días transcurren entre desfiles
callejeros, pólvora, poesía, danza y alcohol hasta
el cansancio. El día más importante es el 4 de
enero cuando la gran estatua del diablo se sienta
en su trono rodante y comienza el desfile triunfal
por las calles del poblado. Lo sigue un cortejo de
personajes disfrazados, la chirimía, las cuadrillas
de oradores que relatan la tradición de su gente y
denuncian los problemas sociales; por supuesto
acompañados de los polvoreros de Supía. Del otro
lado del pueblo, los matachines sobre un tablado,
esperan la llegada de su majestad. Cuando el
diablo llega, comienza un duelo de palabras
donde ambos bandos descargan sus
inconformidades. Es una larga ceremonia
literaria donde el pueblo ejercita su memoria
colectiva. Los días siguientes, son ocupados por
El carnaval del
diablo en Riosucio
(Caldas), foto
Emiro Mejía, El
Espectador,
Bogotá, 9 de enero
de 1989
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las comparsas y los bailes de la chicha.
Entre las prácticas de ascendencia africana
que aún están vigentes en ese carnaval, podemos
resaltar todas las destrezas alrededor de la
oralidad. Las cuadrillas de oradores constituidas
por demonios y matachines en oposición
constante, relatan la historia de la ciudad, de los
personajes míticos de la región. Este aspecto
convierte la fiesta en una evocación del pasado y
en una manifestación del inconformismo de estos
pueblos descendientes de mineros de origen
africano. Es posible encontrar ese doble atributo
de la oralidad como denuncia y remembranza
colectiva entre las sociedades del África que
abastecieron los mercados negreros de lo que hoy
es Colombia.
El diablo en
una comparsa
nocturna durante
el carnaval en
Riosucio (Caldas),
foto Emiro Mejía,
El Espectador,
Bogotá, 9 de enero
de 1989
Comparsa de
diablitos,
Encuentro
Regional CREA
Magangué
(Bolívar), 1997
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El entierro de Pericles
durante el carnaval de Riosucio
(Caldas), foto Emiro Mejía, El
Espectador, Bogotá, 9 de enero
de 1989
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FIESTAS
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FIESTA DE SAN PACHO EN
QUIBDÓ
La primera noticia sobre esta fiesta data de 1648.
En ella se relata que una comisión de misioneros
franciscanos llegó al Pacífico colombiano llevando
una imagen de san Francisco de Asís. La comisión
tenía el propósito de pacificar a los indios y allanar
las rutas de oro del Chocó. El lugar estaba poblado
por los indígenas citaraes con quienes los
franciscanos organizaron una procesión de balsas la
cual estuvo encabezada por la imagen del santo. El
28 de agosto del mismo año los indígenas fueron a
saludar la imagen vistiendo atavíos insólitos para los
misioneros: tocados, collares y pintura corporal.
Además le ofrecieron pescados y frutas.
En el afán de fortalecer la misión, los
franciscanos pretendieron levantar una iglesia a
orillas del río Atrato cuyo patrono sería san
Francisco de Asís. Sin embargo, en 1684 los
indígenas asesinaron a algunos de los misioneros y
quemaron ese primer poblado. No obstante, ellos no
eran los únicos pobladores del lugar. Para 1670
habían llegado nuevos conquistadores; eran los
aventureros que, en la búsqueda incansable del oro,
llevaban consigo cuadrillas de esclavos que
servirían como mano de obra a las labores de
extracción del oro.
De este modo san Francisco de Asís se convirtió
en el santo patrono del recién fundado pueblo de
Quibdó. La acogida de este santo por parte de la
población esclavizada no se hizo esperar. Desde los
primeros años la celebración del día patronal se
convirtió en la festividad más grande del lugar. En un
comienzo, esa celebración tuvo un carácter sagrado
en el sentido de conmemorar, recordar y homenajear
al santo. Para esto se realizaba una procesión de la
imagen que se paseaba por los diferentes barrios de
la ciudad, como recordatorio de los primeros
recorridos del san Pacho que viajaba visitando los
caseríos a lo largo del río.
En la actualidad al carácter sagrado de esta
fiesta se le suma uno carnavalesco que tiene su
origen en las fiestas de diciembre y enero que, como
el carnaval de Barranquilla, festejan en Quibdó el
advenimiento del nuevo año. La fiesta de San Pacho
también está compuesta por desfiles de comparsas
que recorren los diferentes barrios con el fin de
competir y denunciar las necesidades prioritarias de
los pobladores. Al son de la chirimía chocoana
compuesta por clarinete, platillos, tambor alegre o
redoblante (requinta), tambora, bombardino y
saxofón se realizan danzas en honor al santo. De esta
manera, el baile y la fiesta se convierten en un
medio para reclamar mejores condiciones de vida. El
festejo patronal esta constituido por una procesión
religiosa que conduce la imagen del santo par toda
la ciudad, hasta llegar a la catedral de Quibdó
donde se realiza una larga ceremonia en
homenaje a San Pacho.
•
REINADO NACIONAL DE
BELLEZA
A lo largo de la historia nacional la
participación de la mujer afrocolombiana ha sido
destacada no solo en la conservación y difusión
del patrimonio material e inmaterial de su cultura
sino que además ha participado activamente en la
vida política regional y nacional. En los años
recientes vale la pena destacar la figura de
Piedad Córdoba, actual senadora de la república
quien ha participado activamente en la
reivindicación de los derechos étnicos y
territoriales de los pueblos afrocolombianos.
El reinado que se celebra en Cartagena el 11
de noviembre remplazó la fiesta cívica de la
ciudad donde las calles eran recorridas por
comparsas que evocaban los antiguos cabildos de
negros. El centro de la fiesta estaba constituida
por comitivas que desfilaban y danzaban, al ritmo
de los tambores. Algunas comparsas venían del
Palenque de San Basilio cuyos participantes
hacían un recorrido hasta Cartagena agrupados
en comparsas. Lo más particular es que las
comparsas estaban conformadas por cuadros o
grupos de edad que reflejan la organización
política de los descendientes de cimarrones. Esta
forma de organización social y de gestión de la
vida pública guarda estrecha relación con
tradiciones comparables en África. En medio de
la celebración se animaban antiguas disputas
entre gente africana de diversos orígenes. Estas
contiendas se representaban mediante danzas,
tambores y hasta riñas directas. También se
caracterizaba por la aparición de hombres
disfrazados de mujeres pilanderas. Esos hombres
bailaban y cantaban balayes, escobas y totumas
con los que se pilaba el arroz en los campos.
A mediados del siglo pasado, la festividad
empezó a transformarse en un reinado de la elite
cartagenera, desplazando así el carnaval original
hacia los suburbios populares de la ciudad.
Vanessa
Mendoza,
representante del
Departamento del
Chocó al Reinado
Nacional de la
Belleza, es la
primera
afrocolombiana que
ha obtenido en este
concurso el título de
Señorita Colombia,
El Espectador,
Bogotá, noviembre
del 2001
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FIESTAS
Cristo y
romanos en andas
durante la
procesión de
Semana Santa en
Mompox (Bolívar),
El Espectador,
Bogotá, 19 de abril
del 2000
SEMANA SANTA EN
COTEJE
Coteje es una población alejada de las
grandes ciudades colombianas, que está
ubicada sobre el río Timbiquí (Cauca). Allí la
celebración de Semana Santa se ha convertido
en una fiesta que ha puesto en escena
memorias africanas. Éstas afloran de manera
especial cuando se rememora la muerte y
resurrección del Mesías católico. El ejemplo
más claro de esa africanización de estas
creencias y prácticas se halla en las
representaciones teatralizadas de los
acontecimientos de la Semana Mayor. En el
apresamiento de Jesús, aparecen unos jóvenes
uniformados con camisetas amarillas, armados
con escopetas de madera que recorren el
pueblo en una formación militar guiada por el
percutir de los cununos.
Otros personajes representan a Pilatos.
Estos son hombres vestidos de faldas de palma,
con el cuerpo pintado de tierra, quienes cargan
en su mano un hacha. Su relación es evidente
con los atuendos y objetos rituales utilizados en
la zona de África centro-occidental, zona de la
cual fueron deportadas numerosas personas
africanas hacia esta región del Pacífico, entre
1680 y 1740.
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Cargadores de
imágenes durante
la procesión de
Semana Santa en
Mompox (Bolívar),
El Espectador,
Bogotá, 21 de
marzo de 1989
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Festival del
Coco, uno de los
eventos que tiene
lugar durante el
Festival de la Luna
Verde en San
Andrés, foto
Manuel Rodríguez,
El Espectador,
Bogotá, 21 de abril
de 1991
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FIESTAS
BALSEADAS DE SANTOS
EN EL PACÍFICO
Las poblaciones ribereñas de la costa Pacífica
homenajean a los santos patronos de sus poblados
por medio de fiestas que se conocen como
balseadas. Las balseadas son procesiones en
canoas. Éstas son construidas en troncos
ahuecados que, al son del tambor, conducen
imágenes católicas a lo largo del río hasta el
poblado. Una vez en el poblado, la imagen se
ubica en la casa de la familia que, según la
tradición, es la encargada de brindar la fiesta
para ese año. Junto con el marimbero y los
tamboreros, la dueña de casa toma el lugar
central de la reunión entonando los primeros
alabaos, bailando alrededor de la imagen, y
ejecutando los instrumentos musicales
tradicionales.
Del 1 al 6 de enero se celebra la balseada del
Señor del Mar en la desembocadura del río
Sanquianga. Las poblaciones de Bocas de Satinga,
Mulatos, el Baíto, suben la imagen del nazareno
en una canoa que se conduce por el río. La
imagen es un Jesús resucitado con los brazos
abiertos y túnica marrón, rodeado de flores
artificiales. La balsa principal es seguida por otras
veinte o treinta cuyos tripulantes entonan alabaos
para el santo. Al llegar al poblado, se coloca el
santo en un altar en la casa elegida para conducir
la fiesta. El coro de mujeres y los músicos forman
una conversación rítmica que relatan episodios
de la infancia, de las picardías, de la vida familiar
de Jesús en una secuencia que va adquiriendo
intensidad con el paso de las horas. Los hombres
que no interpretan ningún instrumento se sitúan
fuera de esa casa para jugar dominó y tomar licor.
Esta secuencia puede durar varios días.
Otras balseadas de santos se presentan sobre
el río San Juan: la población de Tadó festeja a la
Virgen de la Pobreza, en Istmina a la Virgen de las
Mercedes. Alrededor del río Baudó a San Martín
de Porres. A Santa Bárbara y la Virgen de Atocha
en el río Timbiquí y a la Virgen de la Inmaculada
en las poblaciones cercanas a Guapi.
FIESTAS PATRONALES DE
SAN ROQUE EN TALAIGUA
En el municipio de Talaigua (Bolívar), san
Roque es homenajeado durante varios días en un
proceso festivo de carácter sagrado y profano a la
vez, cuyo punto de unión es rogar al santo por las
buenas cosechas, la salud o la abundancia de
dinero. La antesala del festejo es la novena al
santo, una secuencia de oraciones que se hacen
en familia y que preparan el ambiente del
poblado para la celebración. La llegada de la
banda anuncia el comienzo de la fiesta con el
baile de la Gigantona quien es el mismo San
Roque transformado. La Gigantona baila
recorriendo el pueblo acompañada de pólvora y ron.
Luego llega el Día del Santo. La banda de
músicos recorre el pueblo desde el amanecer
entonando canciones destinadas a homenajear al
santo. Esta actividad musical se realiza antes de
la celebración de la gran misa en su honor. San
Roque, ataviado con sombrero de plata, bastón y
calabaza de plata, se posa sobre un anda al
costado izquierdo del altar.
La eucaristía comienza con la interpretación
del himno nacional y continúa con los bautizos,
primeras comuniones, matrimonios. Algunos
niños se visten como el santo y son los encargados
de cumplir las mandas que requiere el santo para
cumplir los favores. Antes y después de la
celebración los talaigueños relatan los milagros
que les ha concedido el santo cuando le rinden
los homenajes que él requiere. También se
refieren a la transformación de su fervor cuando
la imagen de san Roque fue cambiado por uno
nuevo y grande. Para los pobladores, el pequeño
es el propio, válido y milagroso san Roque, el otro
es un simple reemplazo. Varias historias cuentan
acerca del oro que tenía esa primera imagen en
brazos, manos y calabazos pero que ahora ha
desaparecido.
Luego de la ceremonia hay carreras de
caballos, juegos de azar y mercados ambulantes a
donde acude masivamente la población. Mientras
tanto, el ritual de tocar al santo convoca a
quienes buscan algún favor del mismo. Así, pasan
de uno en uno sobándolo con un pañuelo,
rozándolo con una vela o con la piel.
Al llegar la noche comienza la procesión
danzada de san Roque quien se desplaza en andas
por las calles principales de Talaigua. El santo
aparece iluminado con una media luna de
bombillas sobre su cabeza y ramos de flores que
rodean sus pies. El entusiasmo festivo crece a
cada paso del santo cuya marcha es conducida
por la música de la papayera. Esta procesión
termina en la iglesia principal del pueblo donde
se encienden dos castillos de luces; el primero
alberga la imagen del santo, el segundo, una
chalupa. San Roque entra al templo donde es
aplaudido y homenajeado con velas multicolores.
La celebración continúa en los salones. La
papayera se traslada a la tarima ubicada en la
plaza central. Mientras espera a los talaigueños
que arriban engalanados para la ocasión. Este es
un evento de socialización donde las madres
desfilan mientras esperan que los parejos pidan
un baile con sus hijas. Las danzas que se realizan
son la mazurca, el tango, el vals, pasodoble,
pasillo, bambuco y corrido. También se realizan
los fandangos donde la gente baila alrededor de la
papayera, con una vela encendida en la mano. Las
casetas de pick-up han ido remplazando la
costumbre de los salones y los fandangos, hoy en
día los jóvenes se reúnen alrededor de equipos de
sonido a escuchar música foránea y a beber
•
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•
cerveza.
En esta fiesta el ritmo de la celebración es
conducido por la papayera, que sirve como
conductor del ánimo colectivo. Primero, sirve
como anuncio del inicio de la fiesta (cuando llega
al pueblo); luego manifiesta el desenfreno y la
alegría durante el recorrido de La Gigantona.
Después conduce a un estado de solemnidad en la
misa y permite la procesión danzada con la
música clásica.
EL FESTIVAL DE LA LUNA
VERDE EN EL
ARCHIPIÉLAGO DE SAN
ANDRÉS Y PROVIDENCIA
El Festival de la Luna Verde es una
celebración que hace visible un modo de ser y
celebrar que es propio de la gente afrocaribeña. A
pesar de tener un origen reciente, el festival
presenta características que relatan la historia de
estas Islas. La desaparición absoluta de la
presencia indígena, así como la colonización por
parte de ingleses que introdujeron africanos para
laborar en grandes plantaciones, se manifiestan
hoy en día en la cultura sanandresana.
El festival se inicia con una excitante marcha
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•
El grupo The Rebels en
el escenario durante el
Festival de la Luna Verde
en San Andrés, foto
Manuel Rodríguez, El
Espectador, Bogotá, 21 de
abril de 1991
Presentación de un grupo
musical durante el Festival de
la Luna Verde en San Andrés,
foto Aponte, El Espectador,
Bogotá, mayo de 1993
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FIESTAS
que recorre las principales vías de San Andrés al
ritmo de tambores marciales que marcan el
compás, aprovechado por las huestes de la
numerosa banda de percusión para desarrollar
coreografías originales. Los ritmos militares son
acompañados por pasos de marcha sugeridos por
claves de tambor, que varían según el líder que
conduzca a la banda militar juvenil. Estos líderes
establecen una especie de competencia entre sí
cuando, estando al frente de la banda, señalan las
marcaciones rítmicas, que el conjunto debe
interpretar y trasladar sin perder contacto con el
ritmo inmediatamente anterior.
Entre tanto, en medio de los miembros de la
marcha, se realiza una lucha coreográfica. Estas
coreografías tienen su origen en los antiguos
juegos de guerra de los guerreros Coromantés de
Ghana y los bailes épicos de las coreografías
Ashantis, que representan un complejo
simbolismo corporal y rítmico.
Por la noche se presentan los conjuntos
musicales y danzísticos de las Islas. Los
tradicionales comprenden los bailes heredados de
los bailes salonescos europeos de finales del siglo
XIX, como la polca o el chottis. Pero también, hay
conjuntos musicales que hacen uso de los
instrumentos acústicos tradicionales africanos
como tambores, la carraca y el caracol. Estos
escenarios festivos nos remiten a las jornadas
anuales conocidas como Congo Meetings que se
practicaban en el secreto abigarrado de la
manigua, plantación adentro, durante la colonia.
En ellas afluían los represados gritos, bailes,
gestos dramáticos y expresiones apisonadas que
sucedían a pesar de los esfuerzos británicos por
reducir a su mínima expresiónlas
reconstrucciones culturales y místicas de los
africanos.
Como consecuencia directa de los procesos de
acción de la cultura colombiana continental
desplazada a los territorios insulares, otros
elementos musicales han logrado arraigarse
relativamente en el Green Moon tales como el
vallenato que ha sido introducido por los
barranquilleros que han inmigrado a la isla.
También se presentan los artistas, venidos de
todos los confines del Caribe, representan lo más
vivaz y dinámico del actual cosmopolitismo de la
música antillana. Entre las influencias más
importantes está la de Jamaica que, como la
metrópoli inglesa del Caribe, se ha constituido
como generadora de caracteres culturales
irradiados por el constante intercambio de
información sobre costumbres, modas y noticias.
Jamaica y Trinidad constituyen las bases de una
cultura musical que se extiende por toda la
región. Después de la primera guerra mundial
muchos jamaiquinos son alistados en el ejército
inglés. Los soldados que regresan traen consigo
instrumentos musicales como los tambores”Charles”, utilizados en las marchas de combate,
trompetines y clarines. La. guitarra (adoptada por
el fuerte contacto con la gente afrohispana) y el
banjo –viejo instrumento africano, cuyo nombre
original es banjor y que fue reconstruido por los
africano-americanos de Estados Unidos– ofrecen
las posibilidades melódicas, iniciando con ello
una transformación rotunda.
Es quizás un poco antes de ese momento
cuando el Mento se difunde por las islas de habla
inglesa y entra en San Andrés y Providencia, con
el aporte local que debió adaptar instrumentos
precarios pero que mantuvo intacto su contenido,
reemplazando los hechos foráneos por sus propias
crónicas y comentarios.
Comparsa de
muñecos gigantes
durante el carnaval en
Providencia, foto
Martín R., El
Espectador, Bogotá, 14
de noviembre de 1990
FUENTES
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