Era hijo de una noble familia asturiana, muy bien considerada en

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Era hijo de una noble familia asturiana, muy bien
considerada en toda la región. El conde tenía un
carácter muy difícil, con grandes arrebatos de
cólera y un poco dado a la violencia. Empezó a
soltar sapos y culebras de su boca y se puso a
caminar. Al rato, divisó una luz que provenía de
una cabaña medio escondida. Se asomó por la
ventana y vio a una joven muy bella con los
cabellos rubios muy largos.
El conde sin pensarlo, dio una patada a la puerta y entró en la cabaña. La joven presa
del pánico se defendió todo lo que pudo, tirándole todo lo que encontraba al paso,
hasta que el conde la arrinconó en una esquina. La joven con todas sus fuerzas se
abalanzó sobre él y empujándolo hacia un lado, se
escapó por la puerta y desapareció.
El conde comenzó a perseguirla, pero en vista del mal
tiempo y la pereza propia del conde, optó por volver a
la cabaña y echarse a dormir en la cama de la joven.
A la mañana siguiente, el conde volvió a su castillo de
tan mal humor como era costumbre.
En los días siguientes, volvió de nuevo y estando en
ella, acordóse de la joven de la cabaña y decidió
acercarse hasta ese lugar.
Una vez allí, se asomó de nuevo por la ventana y volvió a ver a la joven, pero ésta vez
no estaba sola, estaba con un joven.
Y preso de unos horribles celos, cogió su arco y disparó dos flechas, la primera para
ella y la segunda para el joven, y allí quedaron tendidos los cuerpos de los jóvenes.
A partir del suceso, el conde fue dándose cuenta de la maldad que llevaba en su
interior y según pasaba el tiempo se iba encontrando peor de
conciencia, decidió vender todas sus propiedades, quedándose una
pequeña suma, con la que levantó un monasterio y una iglesia en el
lugar donde mató a los dos jóvenes.
Y allí acabó sus días el conde Munio, y la iglesia que dedicó a San
Antolín aún hoy permanecen algunos restos. En los exteriores del
monasterio se encuentra el muro que la rodea, donde hay una chapa con la fecha de
creación y en el interior del monasterio, en los extremos las dos tumbas de los dos
jóvenes y en el centro la del conde.
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