Iglesia de Santo Tomás y San Felipe Neri Evolución de su patrimonio artístico Arantzazu Vega Gorgoll Grado de Historia del Arte, 3ºB Universitat de València, 2012-2013 Historia y gestión del patrimonio artístico Índice 1. Durante el siglo XVIII: El origen de su planteamiento arquitectónico 2. Siglo XIX: Durante la Guerra de la Independencia .…................................. página 07 3. Transformaciones durante el siglo XX: La Guerra Civil Española 4. Anexo fotográfico 5. Bibliografía ........ página 01 .............. página 09 …............................................................................... página 15 …......................................................................................... página 23 Fotografía portada: Arantxa Vega 1. DURANTE EL SIGLO XVIII: EL TEMPLO Y EL ORIGEN DE SU PLANTEAMIENTO ARQUITECTÓNICO La congregación fundada por San Felipe Neri en Roma llegó a Valencia en 1648. Fue la casa matriz de las hispánicas por voluntad del obispo de Oriola, Lluís Crespí de Borja, junto a Felipe Pesantes i Boïl, Lluís Escrivà i Zapata y Genónimo Pertusa, que obtuvieron la licencia de Felipe IV en el año 1625. La primera sede se fijó en una casa cercana a San Juan del Hospital, pero en diciembre de ese año se encargó la construcción de un oratorio en un terreno algo más grande, frente a la Casa de les Comèdies. Esa primera fase para la congregación pudo ser llevada a cabo por el soporte económico del arzobispo Pedro de Urbina, el patronazgo regio de Felipe IV y la bula de 1656 de Alejandro VII. Tuvieron dos edificios que formaban una unidad constructiva, la iglesia y el convento, pero primero se construyó el Parvo Oratorio (1685), y desde 1723 se proyectó concluirlo como iglesia. El diseño del desaparecido convento, que fue descrito como “bello” y “de buena factura” (con elementos tan llamativos como un claustro de columnas de mármol negro) se atribuye a Tomás Vicente Tosca. Vista aérea (Paisajes Españoles) Fachada La iglesia de la Congregación, hoy parroquia de Santo Tomás y San Felipe Neri, se construyó entre el año 1725 (puede que 1727, pero no más allá) y 1736, para la orden oratoniana de San Felipe Neri. Formó parte de la casa conventual erigida por la Congregación Oratoniana de San Felipe Neri sobre la antigua parroquia de Santo Tomás. Está ubicada en la Plaza de San Vicente Ferrer, que se conoce popularmente como Plaza de los Patos. Fue elogiada y admirada desde su construcción. Se trata de una expresión de la progresiva transformación que comenzó a principios del siglo XVIII en la arquitectura valenciana, y fue también la afirmación del clasicismo en medio de una corriente arquitectónica marcadamente barroca: la plasmación de las orientaciones arquitectónicas clasicistas establecidas por el matemático oratoniano valenciano Tomás V. Tosca (1651-1723) en su tratado, el Compendio Matemático, en el volumen que trata sobre la arquitectura civil y los cortes de cantería. Fue también un tributo a la tradición clásica en el contexto de la arquitectura barroca, pero abierto a novedades compositivas francesas e italianas. Se inserta en una voluntad cientificista y matemática moderna, arraigada en los sectores cultos de Valencia, que parte de un movimiento renovador de las ciencias físico-matemáticas a principios del siglo XVIII, del cual formaron parte matemáticos como Tosca y Juan Bautista Corachán (1661-1741). Las intervenciones de estos autores en la arquitectura aportaron a la disciplina local un importante ingrediente culto que en el terreno estilístico se tradujo en una actitud clasicista, que produjo la restitución de la gramática de los órdenes y la significación compositiva de la arquitectura clásica. Existe una gran corriente continuadora del tipo compositivo y el alarde constructivo de esta iglesia, especialmente de su fachada, durante todo el siglo XVIII valenciano, y su influencia llegó incluso a la Real Academia de San Carlos, como fue el caso del director de arquitectura, Antonio Gilabert. Tomás V. Tosca fue maestro en Artes, doctor en Teología, físico, astrónomo y matemático (enseñó la disciplina de modo privado y más tarde fundó una escuela para continuar con la labor). Además, fue consagrado sacerdote en 1678, y entonces ingresó en la Congregación de San Felipe Neri, llegando a ostentar cargos importantes. Es autor del plano histórico más conocido y riguroso de la ciudad (que data de principios del siglo XVIII), y en el despacho parroquial de Santo Tomás y San Felipe Neri se conservaron dos planos de su demarcación Plano de Tomás V. Tosca, desarrollado entre 1705 y parroquial de Santo Tomás delineados por él. 1738, con el convento y la iglesia aún sin concluir. La tradición historiográfica que atribuye la fachada a Tosca parte del Padre Serrano, que afirmó este hecho en 1762. Se corroboró esta afirmación por los conocimientos arquitectónicos del matemático y por las numerosas comisiones que desempeñó en los asuntos relacionados con la arquitectura y el urbanismo (incluidas la realización de trazas que desarrolló generalmente al lado de su compañero y amigo Juan Bautista Corachán), pero no por fuentes documentales. A falta de una documentación más amplia nadie desmintió la atribución del Padre Serrano, sino que se extendió la autoría de Tosca al resto del templo. Aportaciones documentales recientes demuestran que la planta fue diseñada en Roma, lo cual no desmiente al Padre Serrano, aunque sí en gran parte a quienes extendieron la autoría de Tosca a la totalidad del edificio. A día de hoy se cree que es más factible que la obra fuera proyectada conforme al pensamiento de Tosca, pero no se habría diseñado de su mano. Esta hipótesis está reforzada por el paralelismo que existe entre la forma arquitectónica de la fachada y las directrices de Tosca en su tratado de arquitectura, que se publicó en el año 1715, como mínimo diez años antes de que la iglesia comenzara a construirse. La planta es de cruz latina, con una corta nave de tres tramos, y una gran amplitud en el crucero y el presbiterio. Su bóveda central es de cañón, tabicada por lunetos, y todas las cúpulas (tanto la central como las de las capillas laterales) son de media naranja, con aperturas cenitales con linternas. En su planta se pueden rastrear huellas del esquema vignolesco de Il Gesú (Roma), pero sobretodo es muy similar a la iglesia de la Compañía de Valencia (destruida en 1868, pero se conocen bien su planta y su cronología tras investigaciones recientes). Se ha pensado que es posible que la iglesia de Santo Tomás y San Felipe Neri se trate de una versión modernizada de aquel templo jesuita, construido en 1595 y ampliado en 1621 y en 1631. La aún entonces conocida como la iglesia del Oratorio de San Felipe debió modernizar, en el marco de la cultura arquitectónica de principios del siglo XVIII, el modelo vernáculo antes que el romano. Es en la fachada donde se observan las innovaciones de tipo italiano, ya que es de tipo vignolesco, a la romana, de un tipo vigente en Italia y en la arquitectura europea basada en la difusión de tratados y libros de estampas (como el de Gian Giacomo de Rossi, Insignium Romae Templorum prospectus, Roma, 1685). El modelo de Il Gesú (Roma, 1568-1580) tuvo una gran influencia en la arquitectura europea entre los siglos XVII y XVIII. Esta fachada se aparta claramente del modelo de fachada-retablo que tan arraigado se encontraba en la arquitectura seiscentista valenciana: tiene dos frontones, el inferior curvo y el superior triangular, una torre campanario lateral y dos cuerpos de anchura distinta, con volutas de enlace y articulación de pilastras. Además destaca su combinación de colores (el rojo del ladrillo y el blanco del mármol), que es una nota distintiva para la iglesia: éstos llamativos rasgos podrían deberse a una intención de diferenciarse de las iglesias valencianas de su tiempo. il Gesù (www.it.wikipedia.org) y Santo Tomás (www.flickr.com) Ese modelo vignolesco fue el leivmotiv de una gran cantidad de iglesias valencianas del siglo XVIII, como las iglesias parroquiales de Benifairó de les Valls, Chiva, Cheste, Pedreguer, Gestalgar y Turís (que pese a ser de cronologías diversas siguen el modelo de fachada generado por Santo Tomás). En la fachada se evidencia la influencia de Tosca y su legado: El orden jónico del primer cuerpo y el compuesto del segundo remiten a su versión miguelangelesca, que eran los modelos recomendados por Tosca en su tratado. Las ménsulas del entablamento son de perfil francés, y evocan los modelos divulgados por François-Nicolas Blondel (1618-1686). Los encuentros entre los tramos rectos y los curvos en los frontones y las cornisas siguen las directrices de Tosca y de Juan Caramuel Lobkowitz (1606-1682) sobre el modo de unir “cornijas oblicuas” con las rectas. Es una fachada de elegante y alegre bicromía, de piedra y mármol, con esculturas de Jaime Molins, Ignacio Vergara y Juan Bautista Borja. La portada es el elemento que resultó con mayor plasticidad: fue rematada con un frontón abierto, con las alegorías de la Pureza y la Oración, y un medallón oval con un relieve de la aparición de la Virgen a San Felipe Neri. La gran importancia de la iglesia de Santo Tomás radica en que fue el primer ejemplo que aspiró en Valencia a adecuar la fachada a las proporciones de la estructura interna, basándose en la gramática de los órdenes y siguiendo para ello la autoridad de la arquitectura de Vignola: en las capitulaciones firmadas entre la orden, con Tosca como representante principal, y los arquitectos Francisco Martí y Joseph Padilla, para la construcción del oratorio que procedió a la iglesia (en el año 1722) se indica que las molduras debían ajustarse “al estilo Barroccio de Viñola”. Portada Cuerpo superior de la fachada El exterior de su fábrica guarda la misma lógica funcional respecto a su interior que el prototipo de Vignola: la fachada está compuesta de dos pisos, que se corresponden a los dos niveles inferiores, el primero más ancho (debido a que el interior de la nave cuenta con capillas laterales). Este deseo de transparencia estructural está acompañado de un reducido vocabulario decorativo, sometido en gran parte al ordenamiento clásico. Sin embargo, el presbiterio es de cabecera recta y no semicircular (como es el de Il Gesú), debido a la continuación de una práctica habitual en la arquitectura valenciana, y tiene una pequeña solución que permite entender una preocupación constante en el planteamiento de las iglesias levantadas en el contexto de la Contrarreforma: la puerta lateral (en la calle Trinquete de Caballeros) no comunica directamente con la capilla inmediata al crucero, como sucede en la tipología vignolesca, sino que a través de un pasillo paralelo desemboca en el crucero, sin dificultar de esta manera la visualización espacial del presbiterio desde las capillas. En cualquier caso, la amplitud de su nave, la altura de la cúpula y la espacialidad de las capillas laterales (decoradas con vistosos azulejos del siglo XVIII) sí fueron aspectos nuevos en la arquitectura valenciana. A la izquierda del presbiterio se encuentra la importante Capilla de la Comunión, que repite los modelos del resto de la iglesia (bóveda tabicada con lunetos, azulejos, rocalla, etc). La torre-campanario está ubicada en el lado derecho de la fachada el campanario, que se aprovechó desde el punto de vista del urbanismo como fondo de perspectiva para la calle Comedias. Su planta es cuadrada, tiene 45 metros de altura y sigue el estilo severo de la fachada. Está rematado con una balaustrada con pináculos y linternón, y tiene un reloj de sol colocado en 1732, el mismo año en que se completó la torre. El clasicismo de sus líneas queda atemperado por el rico decorativismo barroco de su interior (culto y nada estandarizado), presente por ejemplo en los cercos de las cartelas con pinturas, con motivos asimétricos Rococó y golpes de rocalla, que expresan plásticamente la intervención de adornistas y escultores en el terreno de la arquitectura. 2. SIGLO XIX: DURANTE LA GUERRA DE LA INDEPENDENCIA La iglesia sufrió desde su construcción diversos desperfectos e intervenciones de todo tipo, aunque de algún modo evitó que fueran de la misma entidad que otras iglesias valencianas. Pese a ello, fue protagonista en tres de los momentos de mayor peligro para el patrimonio artístico en la historia de España: la Guerra de la Independencia, la desamortización de Mendizabal y la Guerra Civil. Una de las primeras intervenciones fue después de 1812, tras el bombardeo de Valencia acaecido en la Guerra de la Independencia (entre 1808-1813), en el que varias bombas cayeron sobre el templo. El arquitecto académico Francisco Pechuán se encargó de restaurarla. Durante la ocupación francesa y el gobierno de José I Bonaparte se produjo uno de los periodos de nuestra historia en los que hubo mayor cantidad de saqueos y destrucción del patrimonio histórico y artístico, especialmente debido a motivos de asedios o represalias. Muchos edificios fueron dañados o demolidos por ser parte de los sistemas defensivos de la ciudad, pero otros fueron saqueados sólo por vandalismo o venganza. El expolio más documentado es el pictórico, ya que varios marchantes, como Juan-Baptiste-Pierre Le Brun, aprovecharon el desorden nacional para adquirir obras de arte a buen precio y así sacarlas del país (muchas obras se encuentran todavía hoy en el museo del Louvre, por ejemplo La cocina de los ángeles de Murillo). En diciembre de 1809 se publicó el Real decreto fundacional del Museo de Madrid, que se convirtió en un proyecto para reunir obras de toda España y enviarlas al Louvre, ya que Napoleón quiso potenciar los fondos del museo con gran cantidad de obras de los países que invadió, con intención de formar unos grandes “museos napoleónicos”. No sólo el lucro incentivó esta destrucción, sino también la incultura y el desprecio por todo lo que fuera propiedad del enemigo. Se dieron muchos casos, como probablemente sucedió en la iglesia de Santo Tomás y San Felipe Neri, en que los soldados hacían improvisados campamentos y hogueras para protegerse de la lluvia y el frío con los lienzos y las esculturas (en especial la gran cantidad de tallas de madera) de las iglesias y conventos que saquearon, además de las puertas, vigas y toda clase de objetos de madera (que también significaron grandes daños a y pérdidas y daños para el patrimonio). Vista desde la nave central La orfebrería también sufrió grandes pérdidas, ya que objetos como custodias, cruces y arcas fueron robados y fundidos por ambos bandos para transformarlos en lingotes, monedas o incluso en armas. En el año 1835, con las desamortizaciones, tanto la iglesia como el convento quedaron relegadas a la función de almacén. En 1837 se reformó el interior de la iglesia y se volvió a abrir al culto, pero el convento fue usado como cuartel hasta el 1854, y entonces fue demolido para que sus solares se utilizaran para la construcción de viviendas particulares. 3. TRANSFORMACIONES DURANTE EL SIGLO XX: LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA Una de las reformas que dejaría una huella más profunda en el templo fue la que fue llevada a cabo a principios del siglo XX por iniciativa de la propia parroquia: En 1903 se procedió a la limpieza de estatuas, nichos y columnas, dirigida por el arquitecto Antonio Ferrer, quien también le dio una capa de pintura rojiza a las paredes de ladrillo, con un color que no distaba de su color real (una decisión acertada, especialmente si tenemos en cuenta la propensión a la simulación de piedra o los repintes en colores arbitrarios sobre los paramentos de ladrillo de excelente albañilería, de los cuales muchos se han estropeado por este motivo). En los años sucesivos se emprendió el dorado de los retablos y las cartelas, y el estucado blanco de las paredes interiores, renovando con ello todas las capillas. El edificio fue llamado Oratorio de San Felipe Neri hasta que en 1837, al ser declarada en ruinas la Parroquia de Santo Tomás Apóstol (ubicada en la calle Avellanas, junto al Palacio Arzobispal, y que fue finalmente demolida en 1862), se unió a ella su titulación, ya que se había abandonado la iglesia del oratorio por las leyes de exclaustración de 1835. De ahí su nombre actual, la parroquia de Santo Tomás y San Felipe Neri. Daños causados en Valencia por los bombardeos nacionales Daños de las bombas rebeldes en la Iglesia de Santa Catalina Los saqueos por las multitudes enfervorecidas por el odio y el miedo durante los primeros días de la Guerra Civil se cebaron especialmente con Valencia, y dejaron una larga lista de edificios atacados antes incluso de que se convirtiera en capital de la República (entre noviembre de 1936 y octubre de 1937). Uno de estos edificios atacados, al parecer por milicias republicanas durante 1936, fue Santo Tomás y San Felipe Neri. Se perdieron gran cantidad de piezas artísticas, especialmente los retablos, y la gran mayoría de los archivos parroquiales, que de haber llegado hasta hoy habrían sido fuentes valiosas para la investigación histórica. Desde principios del año 1937 hasta marzo de 1939 se sucedieron 442 bombardeos en Valencia, que se llevaron por delante 847 víctimas, 2.800 heridos, y 930 edificios. El principal objetivo fue desde el principio el puerto, único puerto de comercio con el exterior y cercano a las fábricas de munición y armamento, por lo que fue muy atacado. Al trasladarse a la ciudad el Gobierno de la República los bombardeos se intensificaron y, aunque parecía que el objetivo era bombardear edificios oficiales, solían cebarse con el centro de la ciudad para alcanzar la población civil. Entre ellos, y cercano a la zona de influencia de nuestro edificio (por lo que probablemente fue uno de los que mayores daños le produjo), hubo uno especialmente cruel en la zona de las calles Poeta Querol y la Paz. Retablo mayor (desaparecido). Fotografía de principios de siglo. Retablo mayor en la actualidad. Abril de 2011. Durante la Guerra Civil Española (1936-1939) se perdieron el retablo mayor y los del crucero, todos obra del escultor y arquitecto Jaime Molins, que se han sustituido por discretas copias de madera en su color natural. Los originales destacaban por una temprana influencia compositiva de la fachada barroca de la Catedral de Valencia, obra de Conrad Rodulfo. También desaparecieron gran parte de sus fondos pictóricos. Algunas pinturas fueron realizadas en el momento de la construcción de la iglesia y otras procedían del antiguo convento, por lo que eran anteriores al siglo XVIII. Por suerte, todavía se conservan en los fondos pictóricos varios lienzos de Vergara, Espinosa y Vicente López. Tras la guerra desapareció, como la gran mayoría de obras de su autor (por su temática religiosa), la imagen de la Virgen de la Saleta, obra de Luis Gilabert Ponce (1848-1930). Actualmente una copia la sustituye, y se ubica en el Retablo de la Virgen de la Saleta, en la nave del transepto (en el lado de la epístola), junto a las pequeñas imágenes de la Virgen de Lourdes, la Virgen de Fátima y la Virgen del Pilar. Actual retablo de la Virgen de la Saleta La desaparecida Virgen de la Saleta Otras víctimas de la Guerra Civil fueron las campanas de la torre-campanario (sólo quedaron tres de ellas, y en mal estado), y las actuales se colocaron al finalizar el conflicto para recuperar su función rápidamente. Se llaman Vicent María (1940), Triple (1655), La Tercera (1692),“Felipa la viuda” o San Felipe Neri (1940) y Sant Tomàs Apòstol (1940). En 2008 vivieron una intervención, la cual fue subvencionada parcialmente por la Generalitat Valenciana y emprendida por la empresa valenciana Industrias Manclús; junto a la restauración de Vicent María (que fue refundida) y la limpieza de la Triple y la Tercera, les fueron instalados motores electrónicos para poder programar los toques por ordenador (lo que constituye una modernización de su estructura para facilitar su cometido). En las obras de restauración posteriores a la Guerra Civil se hicieron varias transformaciones, como la sustitución de las tribunas recayentes al presbiterio por los actuales lienzos con cercos de rocalla. En fechas más recientes, el arquitecto Rafael Soler restauró la fachada con un ejemplar respeto, y se consolidó el segundo cuerpo de la fachada, devolviéndole su limpio cromatismo original. En 1982 fue declarado Bien de Interés Cultural, un Monumento Histórico Artístico Nacional (en el BOE del 18 de Marzo de 1983 fue ratificado). Un Monumento Histórico Artístico Nacional es aquel que constituye una realización arquitectónica, de ingeniería, o una obra de estructura colosal, con un interés histórico, artístico, científico o social. Hoy en día se trata de un templo muy visitado y muy querido sus miembros. Ha sufrido una enorme cantidad desperfectos e intervenciones, pero el estado actual de la fábrica es bueno. A pesar de que, en mi humilde e inexperta opinión, necesitaría cierto arreglos en el interior (sobretodo a nivel de las grietas, manchas, fragmentos rotos en la pintura y los estucados, y la necesidad de la finalización de ciertos elementos pictóricos, como los lienzos con cercos de rocalla), es un edificio cuidado, que ha llegado en un estado excelente teniendo en cuenta todas éstas etapas de destrucción y reforma, y es, sobretodo, estéticamente muy bello. Tres campanas durante la restauración de 2008 (Campaners.com) 4. ANEXO FOTOGRÁFICO Vista desde la calle de la Paz (fotografía: Wikipedia) Torre-Campanario (Fotografía: Wikipedia) Aspecto exterior, lateral (fotografía: Arantxa Vega) Fotografía: Wikipedia Portada (Fotografía: Arantxa Vega) (Fotografía: J. Díez Arnal) Portada de la antigua parroquia de Santo Tomás Vista general de la fachada (fotografía: Wikipedia) Fotografía: Arantxa Vega Fotografía: Wikipedia Fotografía: Wikipedia Fotografía: J. Díez Arnal Motor electrónico de las campanas (Fotografía: Campaners.org) Reloj de sol del campanario (Fotografía: Campaners.org) Planta (J. Díez Arnal) Aspecto interior (Fotografía: Arantxa Vega) Presbiterio (Fotografía: J. Díez Arnal) Azulejos y mármol (entrada de capilla lateral) (fotografía: Arantxa Vega) Crucero (Ignacio Vergara) (fotografía: Arantxa Vega) Cúpula, Capilla de San Antonio de Padua (fotografía: Arantxa Vega) Azulejos de la Capilla de la Comunión (fotografía: Arantxa Vega) Capilla de San Antonio de Padua (fotografía: Arantxa Vega) Cúpula central (fotografía: Arantxa Vega) Órgano (Fotografía: Arantxa Vega) Altar de San José, transepto (Fotografía: Arantxa Vega) Lienzo atribuido a Juan de Juanes, capilla de la comunión (fotografía J. Díez Arnal) Bóveda de la nave central (Fotografía: Arantxa Vega) Vista general de la capilla de la Comunión (Fotografía: Arantxa Vega) Bóveda de la Capilla de la Comunión Fotografía: Arantxa Vega) Tambor y pechinas de la cúpula central (Fotografía: Arantxa Vega) Fuente de la plaza San Vicente en la actualidad.“Sociedad Económica de amigos del país, 1853” (fotografía: Wikipedia) Fuente de las Tres Gracias, fecha desconocida (fotografía: Valencia Antigua) 5. 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