• • • Isaías 47 • • • L a caída de B abilonia Paul D. Hanson aseveró correctamente la esencia del capítulo 47 diciendo: Este es un capítulo que no se destaca por su tolerancia hacia todo punto de vista filosófico. No es un lugar al que se acude para celebrar al ser humano como el centro del universo y como la fuente de todo lo que se necesite para el bienestar humano. En este texto, lo máximo y lo más sublime del logro humano está bajo escrutinio, y no da la talla. En este texto, el argumento presentado es que lo más noble y lo mejor que la civilización puede ofrecer es, al final de cuentas, incapaz de garantizar la seguridad y la felicidad.1 La intención de Dios era quitar al poderoso reino de Babilonia del modo que había quitado a Asiria. El arrogante alardeo de los babilonios los estaba llevando a la destrucción. Este capítulo declara el juicio de Dios sobre Babilonia en términos inconfundibles. el destino de babilonia iría del triunfo a la tragedia (47.1–7) Desciende y siéntate en el polvo, virgen hija de Babilonia. Siéntate en la tierra, sin trono, hija de los caldeos; porque nunca más te llamarán tierna y delicada. 2Toma el molino y muele harina; descubre tus guedejas, descalza los pies, descubre las piernas, pasa los ríos. 3Será tu vergüenza descubierta, y tu deshonra será vista; haré retribución, y no se librará hombre alguno. 4 Nuestro Redentor, Jehová de los ejércitos es su nombre, el Santo de Israel. 5Siéntate, calla, y entra en tinieblas, hija de los caldeos; porque nunca más te llamarán señora de reinos. 6Me enojé contra mi pueblo, profané mi heredad, y los entregué 1 1 Paul D. Hanson, Isaiah 40—66 (Isaías 40—66), Interpretation: A Bible Commentary for Teaching and Preaching (Louisville: John Knox Press, 1995), 120. en tu mano; no les tuviste compasión; sobre el anciano agravaste mucho tu yugo. 7Dijiste: Para siempre seré señora; y no has pensado en esto, ni te acordaste de tu postrimería. Los versículos del 1 al 3 presentan imágenes de vergüenza. Las palabras de lamento que David pronunció por Saúl y Jonatan dicen: «¡Cómo han caído los valientes!» (2º Samuel 1.19b). Una «virgen hija» (vers.o 1) sería protegida por su padre y hermanos. La patética escena descrita en este pasaje es la de degradación máxima. El trabajo en los «molinos» (vers.o 2) era la forma más baja de esclavitud.2 Que la vergüenza fuera descubierta constituía la humillación extrema que le sobrevendría a Babilonia. La frase «pasa los ríos» indica que un pueblo iba al destierro. «Hacer retribución» ( M∂ q Î n , naqam) (vers.o 3) es el acto de Dios.3 Elmer B. Smick señaló lo siguiente: «Dios no puede hacerle honor a Su carácter de santidad y justicia si permite que el pecado y la rebeldía queden sin ser castigados». No obstante, añadió: «La venganza de Dios jamás debe ser vista como algo aparte de Su propósito al mostrar misericordia. Él no es solamente el Dios de ira, sino que también debe ser el Dios de ira para que su misericordia tenga significado».4 La fuente de esta retribución es aseverada diciendo: «Nuestro Redentor, Jehová de los ejércitos es su nombre, el Santo de Israel» (vers.o 4). En hebreo, «Jehová de 2 John N. Oswalt, The Book of Isaiah, Chapters 40—66 (El libro de Isaías, capítulos 40—66), The New International Commentary on the Old Testament (Grand Rapids, Mich.: Wm. B. Eerdmans Publishing Co., 1998), 242. 3 Vea Deuteronomio 32.35; Romanos 12.19; Hebreos 10.30. 4 Elmer B. Smick, «MA q D n », en Theological Wordbook of the Old Testament (Libro de palabras del Antiguo Testamento), ed. R. Laird Harris, Gleason L. Archer, Jr., y Bruce K. Waltke (Chicago: Moody Press, 1980), 2:599. 1 los ejércitos» es Yahveh Sabaoth. (Vea Romanos 9.29 y Santiago 5.4.) El verdadero problema de Babilonia era su alardeo arrogante que decía que había logrado todas sus hazañas por medio de su propia fuerza y poder, y que permanecería para siempre (vers.os 5–7). Los babilonios había tratado a sus cautivos brutalmente, sin ningún sentido de ser moralmente responsables ante un poder más alto. la razón de la caída de babilonia sería su orgullo arrogante (47.8–11) Oye, pues, ahora esto, mujer voluptuosa, tú que estás sentada confiadamente, tú que dices en tu corazón: Yo soy, y fuera de mí no hay más; no quedaré viuda, ni conoceré orfandad. 9Estas dos cosas te vendrán de repente en un mismo día, orfandad y viudez; en toda su fuerza vendrán sobre ti, a pesar de la multitud de tus hechizos y de tus muchos encantamientos. 10Porque te confiaste en tu maldad, diciendo: Nadie me ve. Tu sabiduría y tu misma ciencia te engañaron, y dijiste en tu corazón: Yo, y nadie más. 11Vendrá, pues, sobre ti mal, cuyo nacimiento no sabrás; caerá sobre ti quebrantamiento, el cual no podrás remediar; y destrucción que no sepas vendrá de repente sobre ti. 8 Los pecados de Babilonia están enumerados en los versículos 8 al 10, a saber: la sensualidad, la jactancia egoísta, los «hechizos», los «encantamientos», confianza en su propia «sabiduría y […] ciencia» y la actitud mostrada al decir «Yo, y nadie más». Dios es el único «Yo soy». Lo anterior está reflejado en Su nombre personal que reveló a Moisés en el desierto (vea Éxodo 3.13–14). En los días de Isaías, la «orfandad» y la «viudez» (vers.o 9) privaba a una mujer de protección y de una seguridad futura. Esta imagen de desesperanza es usada para indicar que la actitud jactanciosa de Babilonia no quedaría en pie. Dios declaró: «Vendrá, pues, sobre ti mal», «caerá sobre ti quebrantamiento», y «destrucción […] vendrá de repente sobre ti» (vers.o 11). Los babilonios no escaparían a la venganza del Señor. el destino fatídico de babilonia sería no tener quien la salve (47.12–15) Estate ahora en tus encantamientos y en la multitud de tus hechizos, en los cuales te fatigaste desde tu juventud; quizá podrás mejorarte, quizá te fortalecerás. 13Te has fatigado en tus muchos consejos. Comparezcan ahora y te defiendan los contempladores de los cielos, los que observan las estrellas, los que cuentan los meses, para 12 2 pronosticar lo que vendrá sobre ti. 14He aquí que serán como tamo; fuego los quemará, no salvarán sus vidas del poder de la llama; no quedará brasa para calentarse, ni lumbre a la cual se sienten. 15Así te serán aquellos con quienes te fatigaste, los que traficaron contigo desde tu juventud; cada uno irá por su camino, no habrá quien te salve. Los babilonios tenían una gran reputación de «astrólogos» en el mundo antiguo. Sostenían que los eventos sobre la tierra eran determinados por el movimiento de los astros. Desarrollaron los signos de zodiaco para estudiar el movimiento de los astros a través del cielo. Por medio de sus observaciones, hicieron predicciones acerca del curso de los eventos. En los versículos 12 al 13 se lee una nota de sarcasmo que dice: «Te has fatigado en tus muchos consejos. Comparezcan ahora y te defiendan los contempladores de los cielos, los que observan las estrellas, los que cuentan los meses, para pronosticar lo que vendrá sobre ti». Los que practicaban esas artes se habían vuelto «como tamo» y serían quemados, inhabilitados para «[salvar] sus vidas del poder de la llama» (vers. o 14). La conclusión para Babilonia decía: «no habrá quien te salve» (vers.o 15). ¡Esta es la condición de los que confían en quien sea o en cualquier cosa que no sea el Dios viviente! Predicación del texto el juicio sobre el pecado (Capítulo 47) «Babilonia» se presenta como símbolo de desobediencia y de impiedad. Desde un punto de vista, representa toda oposición a Dios. En Babel (Génesis 11.1–9), vemos una rebelión. En Babilonia, como poderío mundial que era, vemos arrogancia y desafío. En Apocalipsis, Babilonia es la designación figurada de Roma, con su persecución dominante hacia los santos y un intento de rivalidad contra Dios. Dentro de los propósitos justos de Dios, el juicio de Babilonia es lo correcto. Dios es un Dios de misericordia y gracia. Él instruye, advierte, espera e invita; no obstante, eventualmente, Su paciencia se acaba. A Su debido tiempo, llamará a cada persona delante de Su trono de juicio. Este capítulo es un tipo de funeral preparado de antemano para Babilonia. Dios le permite al lector ver lo que le tiene preparado a esta ciudad e imperio impío. El uso que Dios hizo de Babilonia para realizar Sus deseos no le impide pedirle cuentas a Babilonia. Babilonia le había abierto el corazón al poder del pecado. Se convirtió en uno con su amo; de esta manera, la condenación del pecado caería sobre Babilonia con una fuerza aterradora e irreversible. Cuando el pecado es juzgado, su naturaleza, destino y tiranía son puestos claramente de manifiesto. El desafío a Dios trae humillación al final. Babilonia había sido la envidia de las naciones, el imperio más grande del mundo; sin embargo, en el momento que Dios estableciera se convertiría en una esclava. ¡Sería una esclava servil de escasa ropa (vers.os 1–3)! El camino que la poderosa Babilonia había escogido la llevaría a una posición humillante en la historia. El pecado será expuesto finalmente por lo que es. El pecado es una fuerza destructora que nace del egoísmo y de la vanidad. Utiliza a las personas al prostituirlas para sus designios impíos. Es auto complaciente y sirve a sus propios intereses, es violento y perjudicial. Como un cáncer vicioso, vive para matar y destruir. El poder del pecado no puede salvar; solo puede condenar. Babilonia pensó que era invencible, sin embargo, el pecado jamás es impenetrable. El pecado es el poder más vulnerable sobre la tierra. El profeta dijo: «Estas dos cosas te vendrán de repente en un mismo día, orfandad y viudez; en toda su fuerza vendrán sobre ti, a pesar de la multitud de tus hechizos y de tus muchos encantamientos» (vers. o 9). Además aseveró: «Tu sabiduría y tu misma ciencia te engañaron» (vers.o 10). Ellas mismas serían incapaces de «remediar» el mal (vers. o 11). Cuando Dios puso en marcha Su juicio, no había poder en Babilonia que lo pudiera impedir. El pecado no trae nada más que la pérdida total. Destruirá a quienes hayan jurado alianza con él. La paga del pecado es muerte. (Vea Romanos 6.23.) Babilonia dejaría el escenario de la historia, siendo recordada solamente por su desafío a Dios. Isaías dijo: «nunca más te llamarán señora de reinos» (vers.o 5). El desastre y la destrucción se aproximaban (vers.o 11). Babilonia aprendió de la manera difícil que nadie puede ganar con el pecado. Los que entran en comunión con el pecado solo pueden esperar humillación, completa exposición, condenación y pérdida total. Este capítulo tiene un tema, es el horrible juicio de Babilonia. Dios no odiaba a Babilonia; la amaba como ama a todos los pueblos. Babilonia tomó una decisión, y esta determinó su destino. Eddie Cloer Ilustración del texto el lamento por babilonia (47.1–15) Isaías 47 consiste en un lamento por Babilonia, presentando a la nación como una virgen a punto de ser avergonzada (vers.o 1). El versículo 1 dice: «… porque nunca más te llamarán tierna y delicada». Los babilonios pensaban que eran invencibles. Creían que podían predecir el futuro por medio de sus diferentes sortilegios, sin embargo, Isaías expresó la inutilidad de sus hechizos y de sus encantamientos (vers.os 8–14). Pese a todas sus brujerías, consejos y predicciones por medio de las «estrellas» y de «los que cuentan los meses», el mensaje que Dios les tenía decía «no habrá quien te salve» (vers.o 15d). Babilonia cayó en una noche, de acuerdo a Heródoto, un historiador religioso que vivió en los años 400 a. C. El Río Éufrates dio contra los muros de Babilonia. El ejército persa reencausó el río de modo que pudieran atacar la ciudad. Mientras que los babilonios vigilaban desde las torres, miles de soldados de Ciro se introdujeron a la ciudad por debajo de ellos. Neale Pryor Autor: Don Shackelford ©Copyright 2005, 2009, por LA VERDAD PARA HOY Todos los derechos reservados 3