Salinas

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LAS SALINAS
Habiendo sido superadas muchas de las viejas dificultades que el entorno planteaba a los salineros, se ha
conseguido que en la actualidad la producción de sal por hectárea sea muy superior a mucha extensión a fin de
presentar bastante superficie de evaporación. Estas charcas se comunican entre sí por medio de zanjas, de
modo que la entrada y salida del agua sea lenta.
Deben estar situadas cerca del mar para que a ellas llegue el agua durante el flujo de la marea.
En segundo lugar es necesario que se encuentren en lugar cuyo clima y vientos favorezcan la evaporación del
agua ya que si no fuese así, sería prácticamente imposible la extracción de la sal marina.
Tras esta pequeña introducción pasemos a estudiar los elementos fundamentales: la sal y las salinas.
La sal:
(sal)
La Sal es un compuesto, también llamado cloruro de sodio, compuesto químico de fórmula NaCl. El término
sal también se aplica a las sustancias producidas en la reacción de un ácido con una base, llamada reacción de
neutralización. Las sales se caracterizan por sus enlaces iónicos, lo que da lugar a puntos de fusión
relativamente altos, conductividad eléctrica en disolución o fundidas y estructura cristalina en estado sólido.
En primer lugar distinguiremos entre sal marina y sal gema: La diferencia entre ambas es que la sal marina se
encuentra disuelta en el agua del mar y la sal gema es la que se explora fuera del mismo: una roca de color
blanco, gris o rosa con yacimientos importantes en diversas partes del mundo.
En este apartado nos centraremos primeramente en la sal común, cuya fórmula es NaCl.
Es un sólido blanco, soluble en agua fría o caliente, ligeramente soluble en alcohol e insoluble en ácido
clorhídrico concentrado. En su forma cristalina es transparente e incoloro, con un brillo parecido al hielo.
Generalmente contiene impurezas de cloruro de magnesio (MgCl2), sulfato de magnesio (MgSO4), sulfato de
calcio (CaSO4), cloruro de potasio (KCl) y bromuro de magnesio (MgBr2.)
La sal se halla ampliamente distribuida en la naturaleza. Se encuentra diluida en el agua de los océanos en
concentraciones que alcanzan los 30 g/l de agua, constituyendo un 3% de la masa del agua de los océanos.
También se encuentra distribuida por ríos, lagos y mares interiores en concentraciones que varían entre el
0,002% del río Mississippi y el 30% del mar Muerto.
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También se encuentra formando capas en pantanos y en el fondo de lagos secos, sobre todo en zonas
extremadamente áridas. El mineral halita, del que hablaremos a continuación, conocido comúnmente como sal
de piedra aparece en lechos de ríos y lagos, depositado por la deshidratación de antiguas masas de agua
salada. La sal está formándose constantemente por la acción de ríos y corrientes sobre rocas que contienen
cloruros y compuestos de sodio. Tiene un punto de fusión de 804 °C y empieza a evaporarse a temperaturas
ligeramente por encima de ésta. Su densidad relativa es 2,17.
Desde épocas prehistóricas la sal ha sido fundamental para la conservación de alimentos, además de usarse en
ritos religiosos en las civilizaciones griega, romana, hebrea y cristiana. Fue moneda de cambio en las rutas de
los mares Egeo, Adriático y Mediterráneo, siendo objeto de impuestos y tributos en los países asiáticos desde
épocas remotas. Al parecer se utilizó también como dinero en Tíbet y Etiopía. El término salario deriva de la
palabra salarium, vocablo latino que aludía a la asignación de sal que se entregaba a los soldados que servían
en el ejército romano.
El modo más simple de obtener sal en zonas próximas a los mares es por evaporación del agua salada, pero
este método es costoso. En la mayoría de los casos se obtiene de depósitos subterráneos mediante técnicas de
minería o a través de pozos excavados en dichos depósitos.
En este último método, se disuelve la sal en el agua que se introduce por unos tubos, y se hace salir la
salmuera a la superficie por otros tubos. Una vez extraídas las impurezas, se evapora la disolución salina.
Entre los diversos métodos de evaporación en uso, los más importantes son: la evaporación solar, que emplea
el calor de los rayos solares; la evaporación en vacío, en crisoles o marmitas y la evaporación por calor directo
en crisoles y marmitas abiertas. La mayoría de la sal comercial se obtiene por evaporación de la salmuera.
El uso más común de la sal es la salazón. La sal es un componente esencial de la dieta de los seres humanos y
de otros animales de sangre caliente. Algunas personas restringen su consumo directo de sal, pero obtienen las
cantidades necesarias comiendo carne y pescados que la contienen. La sal de mesa común destinada al
consumo en zonas continentales alejadas del mar suele contener pequeñas cantidades de yodo para prevenir el
bocio. Los animales salvajes a menudo se congregan en torno a corrientes saladas o en superficies con
incrustaciones de sal para lamer los depósitos de sal.
Industrialmente la sal es la fuente de obtención del cloro y del sodio, así como de sus respectivos compuestos.
Entre los compuestos del cloro de relevancia comercial se encuentran el ácido clorhídrico, el cloroformo, el
tetracloruro de carbono y el polvo de blanquear. Entre los compuestos de sodio más importantes se encuentra
el carbonato de sodio, el sulfato de sodio, el bicarbonato de sodio, el fosfato de sodio y el hidróxido de sodio.
La sal se emplea también para preservar carnes y pescados, y en ciertos métodos de refrigeración para
preparar mezclas frigoríficas, así como en los procesos de teñido y para fabricar jabón y vidrio. Al ser
transparentes a los rayos infrarrojos, los cristales de sal se utilizan para hacer los prismas y lentes de
instrumentos empleados en el estudio de estos rayos.
Según el uso que se le vaya a dar o forma en que se ha extraído, la sal se presenta de varias formas, entre ellas
podemos señalar:
La sal triturada o sal fina.
Chao o sal gorda.
Sal de espuma o flor de la sal que es la que se ha ido formando en la superficie del tajo.
Sal en grano, que es el estado en que se encuentra al sacarla de la salina.
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Sal doble o triturada que también se llama sal extrafina.
La halita es la forma mineral de la sal común, con composición química NaCl. También llamada sal gema, es
un mineral muy abundante formado tras el secado de cuerpos rodeados de agua salada; posteriormente, los
lechos así formados quedan con frecuencia enterrados bajo estratos de roca formados por otros depósitos
sedimentarios.
Los lechos de halita tienen espesores que oscilan desde unos pocos metros hasta 30 m, y se han encontrado a
grandes profundidades bajo la superficie terrestre. Este mineral suele estar asociado con yeso, silvita,
anhidrita, calcita, arcilla y arena. La halita está muy diseminada en todo el mundo; en Europa hay yacimientos
en Cheshire (Inglaterra), en Stassfurt (Alemania) y en Cardona (España), entre otros.
La halita cristaliza en el sistema cúbico, en general en forma de hexaedros, y muestra exfoliación cúbica
perfecta. Es incolora y transparente cuando es pura, pero las impurezas pueden teñirla de amarillo, rojo, verde
o morado. Tiene una dureza de 2,5 y una densidad relativa de 2,16.
PROCESO DE EXTRACCIÓN DE LA SAL:
La estructura de canales, caños y tajerías que componen la salina son extraordinariamente frágiles y los
paréntesis invernales dejan frecuentemente en ellos daños. La preparación de la salina para la producción
exige una cuidadosa limpieza de la misma, especialmente en las cabeceras y los tajos.
De las cabeceras se habrá de sacar sobre todo la capa de fango que, impregnado de sales alcalinas cáusticas, se
deposita en el fondo: pero es en los tajos donde esta limpia ha de efectuarse con mayor cuidado al ser estos los
lugares concretos de cristalización de la nueva sal. A esta limpieza de los tajos se le llama también limpia de
rodo , y como su finalidad es la de hacer desaparecer de los tajos la borriña, se llama también
desborriñamiento.
Para la realización de esta labor de limpia de los tajos es preciso previamente dejarlos en seco ya que durante
el invierno, las lluvias se encargan de mantener el nivel de la ocupación de las aguas que quedaron en la
campaña anterior y que, al carecer los tajos de desagües naturales de su posición más baja en el conjunto de
las salinas, no han podido abandonar los recipientes de las tajerías.
Se hacen precisas, pues, labores de achiques ya que estas aguas no son utilizables para iniciar un nuevo ciclo
de producción a causa del elevado componente de sedimentos y de su bajo índice de salinidad.
Pasados algunos días y convenientemente oreados los tajos, se comienzan a formar en sus fondos un deposito
de lodo y sal que se llama telas y que es poco después arrancada mediante una ocupación delicada que se
llama rasca, esta labor se realiza con soletas o rodos, y se van haciendo con ellos pequeños amontonamientos
de borriñas que finalmente son introducidas en los corinojales, es decir, en agujeros practicados en los ángulos
del propio tajo. Si fuera preciso, se efectúa una segunda labor, ahora llamada relimpia.
Preparada la tajería, se produce el aguaje, proceso mediante el cual se hace llegar a los tajos, desde las
cabeceras y esteros, a través de la apertura de compuertas, la nueva agua sobre la que se va a provocar la
primera cosecha de sal. Con el aguaje, comienza la llamada labra: La fase de producción propiamente dicha.
El agua ha ido atravesando sucesivamente todo el complejo de partes de la salina, desde el estero, que ocupa
un 25 % de la superficie de la salina y que tiene una profundidad de unos 175 cms, va pasando por el lucio
(superficie de unos 80 cms de profundidad), retenidas (unos 50 cms) y vueltas de periquillo (de unos 40 cms),
por fin llega a la superficie de cristalización de unos 1o a 15 cms de profundidad. por tanto, atravesando todo
el proceso de gradas que le hace alcanzar el nivel mas bajo, si las condiciones meteorológicas son propicias, al
cabo de unos veinte días comienza ya a producirse la llamada sal de espuma, una fina película de color rosa
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salmón que es ya la primera sal.
Mientras tanto, se ha ido procediendo a un sistemático regado de los muros a fin de que los vientos no
arrastren nuevas borriñas hasta esas zonas de cristalización.
Cuando la sal se consolida como tal, puede ya iniciarse la operación de recogida, que ejecutan los obreros
provistos de largas varas llamadas majaguas y bajo la atenta dirección de un capataz.
La operación puede repetirse hasta tres o cuatro veces a lo largo del periodo de producción y en cada caso,
mecánicamente, cada fase está marcada por esta recogida de sal que en un primer momento se acumula sobre
los muros que separan los tajos entre sí y más tarde es transportada hasta los llamados saleros en los cuales se
elevaran los montones.
Pero antes de detenernos en como son estas fases finales en el laboreo de las salinas, bueno será completar la
visión de la fase propiamente dicha de producción en el sentido de que también en las explotaciones salineras
la conjugación de elementos naturales y humanos ocasionan buenas y malas cosechas. La cosecha de sal se
evalúa en lastres, calculados por cubicación de los montones; un lastre representa un peso de entre 2.110Kg y
2.500Kg. La cosecha de sal será considerada como buena cuando cada tajo produzca un mínimo de do lastres.
Desde los tajos ha de trasladarse la sal hasta el salero que en general se ubica en función del punto de
conexión con la vía de salida de la producción. A veces, ello supone distancias no desdeñables entre el salero
y los tajos, y de ahí, que estas labores de transporte configuren una dinámica peculiar dentro del laboreo
salinero.
En algunos casos, el transporte a mano permitía salvar las distancias menores, sin embargo, lo común era
realizar el transporte en reata de animales que portaban amplios serones de esparto, estos animales eran
traídos una y otra vez desde los tajos hasta el salero y viceversa conducidos por jóvenes trabajadores llamados
hormiguillas.
Los obreros realizan la construcción de las pirámides y blancos montones de sal; estos obreros son los
montoneros o apiladores. La elaboración del montón ha de ser realizada con las diversas aportaciones que
supone cada una de las extracciones y por ello, no será sino hasta el final de la temporada o periodo
productivo cuando se podrá producir el llamado cierre del montón.
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Para entonces, el propio montón habrá alcanzado su altura definitiva y la mayor regularidad de sus caras, para
cuya consecución es precisa una labor continua y no exenta de algún peligro. Esta regularidad permitirá luego
la más exacta cubicación el montón, es decir, el cálculo del volumen total de dicho montón.
El momento final es el de la salida o venta del producto. Debido a la instalación espacial de las salinas en
estas superficies marismeñas, la salida de la producción encuentra siempre la dificultad del enlace con las vías
de comunicación, de ahí que aunque en algunos casos la sal ha podido salir por transporte terrestre, el modo
habitual de salida del producto fuese mediante el transporte marítimo, hasta el extremo que la mayor o menor
valía de las salinas estaba en relación con su emplazamiento con respecto a los caños navegables. De ahí
también que se hablara de salinas de todo agua o de media agua.
En todo caso, lo mas frecuente antiguamente era que la sal debiera ser llevada hasta las embarcaciones que la
transportaban mediante el uso de barcos intermedios llamados candrays, de gran anchura y escaso fondo, lo
que favorecía su discurrir por caños de poco calado.
Los candrays se acercaban por el caño hasta las proximidades de cada salero, desde aquí los hombres salineros
cargaban parihuelas de sal que trasladaban hasta el barco.
En otros tiempos los candrays eran un negocio añadido para los grandes propietarios de salinas ya que como
su numero era insuficiente para atender a una demanda concentrada temporalmente, se generaban tensiones a
las que contribuía el incremento de los precios que venían justificados por los altos costes de mantenimiento
de estas embarcaciones, muy rápidamente deterioradas por el fuerte poder destructor de la propia sal.
En torno a estas tensiones giraban una buena parte de las preocupaciones de los salineros apurados por dar
salida a su propia producción antes de que las lluvias otoñales comenzaran a deteriorar y por tanto a depreciar
la calidad de la sal y a oscurecer y agrisar las paredes de los montones.
En algunos casos la venta se hacia directamente sobre el barco que los traslado, en este caso se trataba casi
siempre de pequeños veleros. Pero no a todas las salinas podían arribar estos veleros de ahí que fueran dichas
salinas las que más fácilmente hallaban mercado para sus productos, de ahí, su superior valor sobre las
restantes.
Hoy esta labor se realiza directamente a través de los caminos que enlazan las salinas con las carreteras por
medio de vehículos de tracción mecánica.
Habiendo sido superadas muchas de las viejas dificultades que el entorno planteaba a los salineros, se ha
conseguido que en la actualidad la producción de sal por hectárea sea muy superior a la de tiempos pasados lo
que unido a la falta de adecuación de las salinas a las técnicas más modernas, lógicamente ha supuesto el
abandono de muchas salinas de nuestra bahía.
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