autoridad por equivalencia. no lo es la institución financiera

Anuncio
2004157. I.13o.C.1 K (10a.). Tribunales Colegiados de Circuito. Décima Época. Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta. Libro XXIII, Agosto de 2013, Pág. 1574.
AUTORIDAD POR EQUIVALENCIA. NO LO ES LA INSTITUCIÓN FINANCIERA
ENAJENANTE, SI LOS ACTOS RECLAMADOS DERIVAN DE LA VENTA O
ENAJENACIÓN DE BIENES REALIZADA COMO ENTIDAD FIDUCIARIA EN
CUMPLIMIENTO Y EJERCICIO DE LOS ACUERDOS PRIVADOS CELEBRADOS POR
LAS CONTRATANTES EN TÉRMINOS DEL ARTÍCULO 403 DE LA LEY GENERAL
DE TÍTULOS Y OPERACIONES DE CRÉDITO (ARTÍCULO 5o., FRACCIÓN II,
SEGUNDO PÁRRAFO, DE LA LEY DE AMPARO VIGENTE A PARTIR DEL TRES DE
ABRIL DE DOS MIL TRECE). Del análisis sistemático del invocado artículo 5o., fracción
II, segundo párrafo, de la Ley de Amparo, en cuanto establece la procedencia del juicio de
garantías contra actos de particulares "... cuando realicen actos equivalentes a los de
autoridad ...", debe entenderse en su contenido semántico del vocablo "equivalente", el actuar
de los particulares que se coloquen en un plano semejante respecto de las autoridades que
realicen actos unilaterales, imperativos y coercitivos. Por consiguiente, la ejecución de actos
en un plano de igualdad con otros particulares, que no impliquen una subordinación como
autoridad coercitiva e imperativa, de ningún modo refleja el que las entidades fiduciarias
pudieran tener por equivalencia el carácter de autoridades responsables, ni de actos
equivalentes a los de autoridad, puesto que de su contenido objetivo en su aspecto "... sedes
materiae ...", dicha norma legal no es aislada, sino que está regulada por los principios
constitucionales que como mandatos de optimización estatuyen los artículos 103 y 107 de la
Constitución Federal, que en su contenido literal no establecen la regulación expresa de actos
propios de particulares para la procedencia del juicio de amparo, ni esa connotación jurídica
puede encontrar sustento en la iniciativa de la nueva Ley de Amparo, ni en el procedimiento
propio de debate correspondiente, por no referirse a la indicada acepción, que tampoco puede
contrariar lo dispuesto en la Ley Suprema del País. Consecuentemente, si el actuar de un
particular en un plano de igualdad y horizontal con otro u otros particulares no se encuentra
previsto en un principio regulado como acto de autoridad en la Constitución Federal, menos
puede discernirse ese vínculo jurídico de leyes generales secundarias, como reglas en un
ámbito meramente fáctico, puesto que la Ley de Amparo no ha de reñir con los principios que
la propia Carta Fundamental estatuye, sino que debe atenderse a lo que dispuso el legislador
ordinario en la norma secundaria como "equivalente", entendiéndose por esto cuando los
particulares actúen en auxilio o en cumplimiento de un acto de autoridad. Así es, en tanto se
reitera que los preceptos constitucionales que rigen por excelencia el juicio de amparo en
México, continúan manteniendo en su contenido deontológico -teoría de los deberes- y
axiológico -teoría de los valores- la procedencia del amparo contra "actos de autoridad", esto
es, los que cumplen los requisitos legales de ser unilaterales, imperativos y coercitivos, en el
orden en que actúa un ente público -por sí o por auxilio de un particular o en cumplimiento
de un mandato o de una ley- que exija un hacer u omisión inexcusable, sometiéndose la
voluntad del particular a través de medios represivos o inhibitorios para que se cumpla una
decisión originariamente proveniente de la autoridad estatal. Todo ello permite concluir que
no respecto de cualquier acto de particular procede el juicio de amparo, pues si en términos
del artículo 403 de la Ley General de Títulos y Operaciones de Crédito, el procedimiento de
enajenación de bienes fideicomitidos deriva de "un pacto convencional", entre partes que
actúan por voluntad propia y en igualdad de condiciones jurídicas y en un plano jurídico
horizontal, es evidente que aun cuando ese acuerdo esté previsto en una ley general, como es
la norma indicada, se debe precisar que la institución fiduciaria particular no actúa con
carácter de autoridad porque no ejerce facultades de imperio y de coercibilidad, debido a que
-1-
2004157. I.13o.C.1 K (10a.). Tribunales Colegiados de Circuito. Décima Época. Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta. Libro XXIII, Agosto de 2013, Pág. 1574.
no crea, modifica ni extingue situaciones jurídicas o de hecho en forma unilateral, imperativa
ni coercitivamente, en razón a que no está investida de imperio; por ende, su actuar no
constituye acto de autoridad equivalente al de las autoridades con mando coercitivo e
imperativo, de modo que la defensa de algún derecho controvertido, en su caso, se encuentra
sujeta a la potestad ordinaria en que el gobernado debe hacer valer sus prerrogativas y
sujetarse a los principios constitucionales de audiencia, legalidad, debido procedimiento y
tutela jurisdiccional efectiva, atento a que es incuestionable que el Estado Mexicano tiene la
carga de vigilar que se respeten los derechos humanos y fundamentales previstos en la
Constitución Federal y en los tratados internacionales que de ella deriven.
DÉCIMO TERCER TRIBUNAL COLEGIADO EN MATERIA CIVIL DEL PRIMER
CIRCUITO.
Queja 42/2013. 20 de junio de 2013. Mayoría de votos. Disidente: Víctor Manuel Islas
Domínguez. Ponente: Virgilio Solorio Campos. Secretario: Lázaro Raúl Rojas Cárdenas.
-2-
Descargar