Rayos gamma de muy alta energía. La luz visible sólo es una pequeña parte de la luz que existe. La luz está formada por fotones y estas diminutas partículas pueden tener distintas energías. La luz roja, por ejemplo, está constituida por fotones rojos que tienen energías pequeñas mientras la luz azul o violeta tiene la energía más alta de toda la luz visible. A energías un poco más bajas de las de la luz visible, tenemos la luz infrarroja ("por debajo del rojo"). Es la luz que usan por ejemplo los mandos a distancia de las televisiones. Cuando apretamos el botón del mando, el mando emite fotones infrarrojos que pueden ser "vistos" por los detectores especiales que hay en la televisión. Estos detectores son como ojos que vieran en infrarrojo. A energías aún más bajas, tenemos las ondas de radio. También son una forma de luz. Todos conocemos las ondas de radio: las usamos para recibir las emisiones de radio o de televisión. Las antenas que salen de los receptores de radio son "ojos" que ven los fotones de radio. También los teléfonos móviles se comunican unos con otros a través de este tipo de luz. Pero a energías más altas que la luz visible, también hay otros tipos de luz. Un poco por encima de los fotones violetas, tenemos la luz ultravioleta ("más allá del violeta"). Tampoco podemos verla porque nuestros ojos no son sensibles a estos fotones. Pero todos la conocemos porque es la que nos pone morenos, lo que nos demuestra que nuestra piel sí es sensible a estos fotones. Aún más energía tienen los rayos X, que son también luz invisible a nuestros ojos. Los usamos para hacernos radiografías. Lanzamos rayos X a través de nuestros brazos y luego los detectamos con un material sensible al X para ver si hay algún problema en los huesos. Los fotones X atraviesan sin problemas nuestra piel y músculos pero no nuestros huesos, que quedan en sombra en las radiografías. Y a aún más energía tenemos los rayos gamma. Es un tipo de luz extremadamente energética que se produce rara vez en la naturaleza y en general sólo unida a fenomenos violentos. Las bombas atómicas producen rayos gamma en abundancia, y también nuestro sol y otras estrellas. Al conjunto de todos estos tipos de luz se los conoce como el espectro electromagnético. Los astrónomos están interesados en todo este espectro porque las estrellas, galaxias... emiten luz de todos los tipos y ver estos objetos en todo el espectro permite saber más sobre cómo funcionan. RAYOS GAMMA Y SU ORIGEN EN EL ESPACIO EXTERIOR La astronomía de rayos gamma se define como el estudio astronómico del cosmos a través de los rayos gamma (fotones de energía superior a los rayos X). La atmósfera terrestre protege al planeta de la radiación gamma, por ello las primeras observaciones astronómicas de los fotones gamma tuvieron que realizarse mediante globos sonda y cohetes (para tiempos de observación muy cortos) antes de que se fabricaran los primeros satélites artificiales. La radiación gamma es extremadamente potente, su detección requiere aparatos de grandes dimensiones, formados por una serie de gruesas placas metálicas. Su funcionamiento guarda ciertas similitudes con el del contador Geiger. La astronomía de rayos gamma es a veces llamada la del universo "violento" debido a que las fuentes de rayos gamma son, por lo general, explosiones de supernova, colisiones a gran velocidad, chorros de partículas, agujeros negros, etc. A finales de los 60 y principios de los 70, una serie de satélites militares que portaban a bordo detectores de rayos gamma provenientes de los estallidos de bombas nucleares, descubrieron ráfagas de rayos gamma procedentes del espacio exterior. Estas ráfagas tenían una muy breve duración, apareciendo súbitamente desde todas las direcciones para luego desvanecerse. Los estudios realizados a partir de los años 80 a través de varios satélites entre los que se incluyen la soviética Venera y la Pioneer, entre otros, no arrojaron nueva luz sobre el misterio de los rayos gamma. Actualmente la teoría más aceptada es que la mayoría de estas ráfagas proceden de estrellas tremendamente masivas que colapsan en potentes explosiones de supernova llamadas hipernovas, y que generan agujeros negros en vez de estrellas de neutrones, otras podrían ser emisiones originadas por la fusión entre dos estrellas de neutrones o una estrella de neutrones con un agujero negro. En Noviembre de 2010, el Telescopio Espacial de Rayos Gamma Fermi, descubrió dos gigantescas burbujas de rayos gamma procedentes del centro de la Vía Láctea. Se sospecha que estas burbujas proceden de un agujero negro masivo, o evidencian el nacimiento de estrellas hace millones de años. Las mediciones establecen que estas burbujas gigantes de rayos gamma tienen un diámetro aproximado de 25.000 años luz. Las radiaciones no ionizantes y su efecto sobre la salud humana Los bombardeos por radiaciones electromagnéticas son continuos, incesantes e imperceptibles; unos de forma natural y otros producidos por el hombre. La afectación que estos tienen sobre la salud humana constituye un aspecto controvertido en el campo de la ciencia debido a que las radiaciones electromagnéticas en función de su frecuencia se clasifican en las que pueden tener o no efectos biológicos, efectos o no sobre el hombre. Algunos efectos biológicos pueden ser inocuos, como la radiación solar; otros, por el contrario, pueden desencadenar enfermedades como el cáncer, la esterilidad y otras menos conocidas. En el presente trabajo se hace un examen de la bibliografía publicada con el objetivo de situarlo en cierta perspectiva en relación con la salud. La especie humana vive en un manantial electromagnético natural, el campo geomagnético y los fenómenos ondulatorios electromagnéticos atmosféricos. Ahora se deben añadir los producidos por la actividad humana.1 En un principio estos estaban referidos a las torres eléctricas, algunos aparatos electrodomésticos, usos industriales específicos y los radares. En los últimos años se ha apreciado un incremento sin precedentes de fuentes de campos electromagnéticos (CEM) utilizados con fines diferentes. Se han empleados en la industria, la medicina, el comercio y prácticamente han invadido la vida diaria. El grado de producción ha alcanzado niveles tales que los expertos alertan de una contaminación electromagnética ambiental (electrosmog).2 Si esto es así es obvio que incidan de algún modo sobre la salud humana. Los CEM sobre la base de la longitud y frecuencia de sus ondas se subdividen en varios tipos, por lo que se puede hablar de un espectro electromagnético.3 Ellos se clasifican según su frecuencia en los de frecuencia de menos de 3 kHz. Como son, la resonancia magnética nuclear para diagnóstico médico, neveras, secadores de pelo, líneas de alta tensión y los que su frecuencia varía de 3 kHz a 30 MHz entre ellos, los monitores de computadoras personales, las antenas de radionavegación, radiodifusión modulada, antenas de radioaficionados y otras. Además están las que comprenden de 30 MHz a 300 GHz y en este grupo se incluyen los teléfonos celulares, hornos de microonda, antenas de estaciones de televisión, los radares en general y los radiolocalizadores en particular.4 Según esta clasificación los CEM son de los tipos de baja frecuencia (0,03-0,3 MHz), Media frecuencia (0,3-3MHz), alta frecuencia (3-30 MHz), muy alta frecuencia (30-300MHz), ultra alta frecuencia (0,3-3 GHz), supra alta frecuencia (3-30 GHz) y muy alta frecuencia (30-300GHz).5 En relación con la salud humana, las radiaciones emitidas por los CEM se dividen, en función de su frecuencia (número de ondas electromagnéticas que pasan por un determinado punto en 1 s), en radiaciones ionizantes y no ionizantes. Las primeras son ondas electromagnéticas de frecuencia muy alta que contienen una energía fotónica suficiente para romper enlaces químicos a nivel molecular en las células. En las segundas, aunque la energía fotónica es débil para romper enlaces químicos, tienen efectos biológicos como son el calentamiento y la inducción de corrientes eléctricas en los tejidos y células.6 Por tanto, las ondas electromagnéticas conllevan el peligro de efectos biológicos que pueden desembocar en efectos adversos para la salud. PARTICIPACION DE MEXICO AL LOS DESCUBRIMIENTOS DEL UNIVERSO México • En las últimas décadas, los avances en óptica, instrumentación y en las áreas nacidas de las astronomía, como la cosmografía y radioastronomía, impulsan hoy la creación de nuevas herramientas que permitirán enfrentar los retos del presente milenio. En ese sentido, la astronomía mexicana cuenta con antecedentes muy sólidos respecto a la observación del firmamento que por siglos han desarrollado, y que en la época prehispánica sirvieron como guía para la agricultura. En el Año Internacional de la Astronomía, el número más reciente de la revista "Quo" hace un recorrido por el legado que dejaron las culturas prehispánicas, hasta las grandes aportaciones de los investigadores mexicanos del cielo en el siglo XX. Cuando los especialistas del siglo XX comenzaron a descifrar el conocimiento astronómico de las culturas prehispánicas, se asombraron por la precisión que éstas habían alcanzado, a pesar de que entonces se contaba con herramientas rudimentarias. Se sabe, también, que para desarrollar calendarios exactos los hombres prehispánicos cultivaron la observación del cielo; entre los conocimientos que acumularon durante generaciones se cuentan el ciclo de Venus, las fases de la Luna, la posición del Sol a través de las estaciones, los eclipses y probablemente la colocación de otros planetas y grupos estelares como las pléyades. Los resultados de sus observaciones se reflejan también en la particular orientación que dieron a sus pirámides y sitios sagrados, como Tenochtitlan, Xochicalco, Teotihuacán, Cholula, Uxmal, Copán y Palenque. Estos, como otros sitios sagrados, tienen distribuciones precisas relacionadas con fechas y acontecimientos cósmicos significativos para los pobladores. Incluso, edificaciones como el Caracol en Chichén Itzá constituyeron verdaderos observatorios astronómicos. El filósofo e historiador mexicano, Miguel León-Portilla, señala que aquellos pueblos dependían de la agricultura, lo que hacía imprescindible conocer los ciclos naturales. Fue en función de los ciclos solares, añadió, que los mesoamericanos organizaron sus cómputos calendáricos, dando lugar a una compleja y admirable forma de "mitología matematizada" de un Universo vivo. Estos avances astronómicos, que colocaron los calendarios mesoamericanos entre los más precisos del mundo, se vieron interrumpidos con la conquista en el siglo XVI, ya que los españoles y criollos basaron la astronomía en la tradición científica europea.