Sacralización en la posmodernidad

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Sacralización en la Postmodernidad
La Sociedad Secular
En nuestra sociedad, la religión no ha llegado a desaparecer, pero ha sido desplazada hacia los márgenes de la
sociedad. Su ubicación y forma han variado, pero hay algo eterno en ella: la sustancia que permanece mientras
su forma evoluciona, se pierde, promociona o redescubre.
Nuestra sociedad, con su carácter secular, se sostiene por sí sola, "Nuestra sociedad no se sostiene por sí
misma. No mira hacia más arriba o más abajo para dar cuenta de las vicisitudes que acontecen en su seno. Es
una sociedad secular"; situación por la cual, la religión ha dejado de ser su centro y legitimador fundamental
de acciones políticas, económicas y sociales. La religión ha perdido importancia, así como sus instituciones,
sus símbolos y personajes han ido quedando en el olvido o perdiendo importancia.
La religión en estas circunstancias, en una sociedad con las características y los requerimientos que varían de
acuerdo a los tiempos, a las modas y a los nuevos descubrimientos y planteamientos de la ciencia, tiene que
aparecer de otra forma, se recluye y reduce al ámbito específicamente religioso, dentro de los recintos
sagrados, de casas particulares, e incluso en algunos momentos de la vida escolar.
"La vida tiene consistencia sin la religión, al margen de esta pues ya no es un elemento esencial para poder
vivir dentro de la sociedad y pasa a ser un elemento que se usa libremente según el criterio o elección de las
personas.".
Este proceso se denomina "privatización de la religión", privatización de la fe y del culto, de la
sacralización de los actos y las creencias, esta privatización se da en nuestra sociedad no sólo en lo
concerniente a la religión, sino que es una constante en esta sociedad, en la que la individualidad cobra cada
vez más fuerza y el culto hedonista se impone.
"(...) el hedonismo, que a principios de siglo era patrimonio de un reducido número de artistas antiburgueses
se ha convertido, llevado por el consumo de masas, en el valor central de nuestra cultura."
La idea de libertad sin límites inventada por los modernos se aplica en su totalidad a este punto, a la sociedad
que le sigue, la sociedad postmoderna que es una cultura extremista que lleva la lógica del modernismo hasta
sus límites más extremos; el hombre, se concibe totalmente libre y esta libertad no tiene límites, se aplica pues
también a la opción de abrazar o no una determinada religión, a su libre albedrío de vivir bajo determinados
parámetros y patrones de conducta.
La sociedad actualmente ha sufrido, un desencantamiento del mundo, debido a que la modernidad de
occidente, con toda su racionalización no ha logrado cumplir con sus promesas de salvación, de mejora de la
calidad de vida y de plantear nuevas salidas y soluciones a los problemas existentes; la realidad ha ido
perdiendo el encanto de lo divino para emerger con sus propios encanto humano.
Este proceso va a la par con la racionalización de occidente, con ese sentimiento de dominación de todo o de
todos los fenómenos y acontecimientos del mundo a partir del cálculo y la previsión, dentro de este tipo de
pensamiento y desarrollo ya no hay cabida para la magia y lo oculto, absolutamente todo puede ser controlado
y calculado.
"La intelectualización y racionalización (...). significan que se sabe o se cree saber que en cualquier momento
en que se quiera se puede llegar a saber, por tanto, no existen en torno a nuestra vida poderes ocultos e
imprevisibles, sino que por el contrario, todo puede ser dominado mediante el cálculo y la precisión".
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Pero a la par de estos procesos, se dan los contra procesos de reencantamiento (fenómenos de sacralización de
ideologías y visiones políticas), que son los que explican la persistencia de la religión y la sacralización hasta
nuestros días.
Así, asistimos a una sacralización y subjetivización del individuo, que no solo se ha revalorizado sino que se
ha descubierto dotado de una dignidad sin par, convirtiéndose el mismo en el símbolo de la sacralización, el
culto a su propio yo se ve reflejado en el hedonismo antes citado.
Por ello, el redescubrimiento y vivencia de lo sagrado se localiza en la persona: la religión pasa a tener influjo
y presencia a través del compromiso motivacional del individuo y es elegida no solo como opción personal,
sino como un estilo de creencia individualizada o de preferencia y en muchos casos como un estilo de vida.
Esta vivencia personal es por sobretodo experimental: se valora la creencia en cuanto experiencia interior
personal, aceptando solo lo que se permite tocar, vivir, el misterio que se profesa. Se recluye los elementos
intelectuales para dar paso a los tonos emocionales que llevan a acentuar la pertenencia a un grupo o
comunidad.
Porque como ya es sabido el hombre es un animal social, no puede vivir lejos de una sociedad y no se puede
concebir, salvo algunos contados casos, fuera de un grupo, tiene la necesidad de formar parte de algo, sentirse
parte de ese algo y actuar bajo las normas y patrones que rigen ese grupo.
Lo sacralizado transita por nuestras calles, en forma de horóscopos, del tiendas vegetarianas, conferencias del
karma, literatura de los poderes mentales, etc. Lo que se logra es una trivialización de lo sagrado, intentando
recuperarlo en medio de esta sociedad secular.
La Religiosidad profana
Existen ámbitos de la vida profana que generan comportamientos sacralizados.
Así tenemos a la música, que desde siempre ha estado ligada a lo sagrado, fascinante o demoniaca. Aunque
actualmente se ha independizado de la religión, la sacralidad está en su capacidad de formar grupos con
afinidades socio culturales. Es elemento de convocatoria, de difusor incluso de un cierto estilo de vida. con el
advenimiento de los mass media, este estilo de vida es puesto al alcance de un público masivo y obedeciendo
a intereses económicos, los productores ponen al alcance de esa masa también elementos que puedan hacer
que este sea parte del grupo, elementos que marcan una determinada moda y que serán o no aceptados por la
masa de acuerdo a su propia realidad socio cultural y a la posibilidad de compra.
La cultura rock nos muestra el ritualismo en las manifestaciones como los conciertos: una explanada donde el
público se va exaltando, va llegando o va siendo conducido a un trance, viviendo una experiencia mística
mediante el ritmo y la música.
Esto se debe a la necesidad del público juvenil de un vínculo social, del éxtasis del acto social, que lo
encuentran en los conciertos de rock. El objeto del culto es el grupo mismo o el ídolo−cantante, aunque
tengan un carácter ambiguo ya que aparecen y desaparecen de acuerdo a como decidan las campañas
publicitarias que los promocionan o sustituyen.
El deporte también tiene un aura sagrada: hay un gran ritualismo que acompaña a su práctica y espectáculo.
El fútbol, por ejemplo, representa un drama de 23 oficiantes que se movilizan bajo las miradas de los
aficionados esperando la consagración del ritual que es el "gol". La preparación de la ceremonia conlleva el
ritual de la disciplina y entrenamiento para que el jugador sea competitivo, mientras los fieles hacen colas
como procesiones y llevan indumentarias que logren identificarlos con su equipo, con su región, convirtiendo
la competencia en confrontación inter−étnica o inter−nacional.
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El deporte también posee una dimensión frente a la dimensión moral: disciplina, solidaridad, camaradería,
competencia justa, honor, que nos pueden llevar al límite de una "religión olímpica".
Otra situación relativamente nueva es la secularización de los cuerpos, que ha traído consigo la posibilidad
de que ahora el cuerpo se constituya en centro de operaciones y adoraciones, ya que el cuerpo se establece
como medio de expresión, comunicación y gozo.
La atención al cuerpo recorre la vida cotidiana, la importancia que se le da a las formas, volúmenes y
características del cuerpo tienen una creciente importancia en nuestra sociedad, esto se debe también a la
adopción de cierto estilo de vida, de cierta moda que tiene estos requerimientos y que el individuo decide
adoptar por propia convicción.
Pero si los productos que prometen belleza no logran cumplirla, se cuenta con la cirugía estética que tiene la
habilidad para lograr el diseño de cuerpo soñado, basado en la moda existente.
Para lograr tener el cuerpo soñado, cercano a los modelos de belleza que se manejan en la sociedad y en los
medios, es necesario también mantenerlo en forma, utilizando recursos como la gimnasia, los masajes, las
dietas, etc. Cualquier procedimiento es válido si logra un cuerpo que responda a las exigencias de elasticidad,
agilidad y flexibilidad identificadas con un buen estado físico y los patrones de belleza.
Con respecto a la dietética, hay un acercamiento con lo natural a la hora de disciplinarse en la comida: ritos
purificatorios de grasa que logran el peso ideal.
Asímismo, asistimos a un rito gastronómico que se da mayormente en los encuentros familiares. La comida
ocupa el fin de semana o parte del domingo. Su preparación sugiere no solo hacer la comida, sino hacer la
correcta selección de productos de calidad, así como la presentación de la mesa, rito muy parecido a la
preparación eucarística.
Lo sexual también se ha sacralizado, se ha retirado hacia la esfera privada a la vez que los mass media
invaden esta privacidad. Se presenta la sexualidad como placer explorable sin límites, como fuente de gozo y
salvación. Es explosivo, improvisado, espontáneo, se presenta como rechazo y abolición a lo prohibido, por lo
que a menudo se lo junta con el alcohol, la droga, la velocidad y la violencia, ya no hay límites, estos fueron
abolidos, ya nada es prohibido y todo puede ser adquirido, esta es también la explicación de la pornografía y
el comercio sexual.
Por último, otra manifestación del cuerpo como culto, la encontramos en los grupos corporales de potencial
humano, donde se busca que cada individuo se sienta mejor con su cuerpo y se comunique mejor con los
demás. La ceremonia del grupo está dirigido por un monitor que es aceptado por los participantes. El dirige la
experiencia de sentir y vivir el propio cuerpo y el de los demás. La tarea es vivir bien, trabajando el cuerpo
como mediador entre lo corporal y lo espiritual.
Pero no solo el cuerpo es objeto de culto, la naturaleza también lo es. El hombre ha tomado conciencia de que
la tierra está a punto de desfallecer a causa de sus manos, creando una conciencia ecologista que sensibiliza en
pro de la defensa de la naturaleza, devolviéndole consideración y respeto. En casos radicales y extremos, se
considera que el ser humano está subordinado al mantenimiento de la vida "la tierra como ser vivo que
respira, siente y piensa". La concepción es "no tenemos un planeta, sino somos planeta", tomando toda
agresión contra la tierra como un crimen contra la humanidad.
El trabajo constituye el medio para acceder al paraíso de la posesión y el disfrute de los bienes. Está rodeado
por el mito de "tienes que realizarlo para realizarte". Por él, se es capaz de aguantar injusticias y sacrificarse
para no perder el puesto de trabajo. Se desarrolla una gran valoración hacia él, por lo que nuestra vida está
regida en función de él. Y es que el trabajo, es lo único que puede dar sentido a la realización personal.
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El trabajo, así como los demás mencionados: música, deporte, cuerpo, etc.) son manifestaciones de esa nueva
sacralización en nuestra sociedad, formas en la que lo sagrado se hace presente en nuestra realidad.
El hombre, ente independiente y responsable de su propio destino, siente la necesidad de rendir culto a algo,
de formar parte de un grupo y de adoptar ciertos patrones de comportamiento que lo hagan sentirse bien
consigo mismo, hace uso de esa libertad que le ha sido legada y tiene la opción de adoptar la religión que le
parezca mejor, de sacralizar aquellas actividades o doctrinas que lo hagan sentirse identificado y parte de un
grupo.
"Nada es más extraño en este tiempo planetario que lo que se llama "retorno a lo sagrado": éxito de las
sabidurías y religiones orientales (zen, taoísmo, bidismo), de los esoterísmos y tradiciones europeas (cábala,
pitagorismo, teosofía, alquimia) (...), se trata de un fenómeno muy posmoderno en ruptura declarada con la
ilustración, con el culto a la razón y al progreso"
La globalización explica la amplia gama de posibilidades de culto, de rito, con sus respectivas doctrinas y
formas de tomar el mundo, con sus modas y creencias; el hombre puede optar por una en determinado
momento de su vida y cambiarla de acuerdo a sus propias necesidades, la religión y la sacralización de
muchas actividades obedece a los propios requerimientos del ser humano.
La sacralización de las diferentes actividades no es más que la respuesta a las necesidades de identificación y
de moda vigentes en ese momento.
"La moda testimonia el poder del signo del género humano para cambiar e inventar la propia apariencia y éste
es precisamente uno de los aspectos del artificialismo moderno, de la empresa de los hombres: llegar a ser los
dueños de su condición de existencia"
Pero hablar de moda sería enfrascarnos en otro asunto que daría pie a escribir otro ensayo, por lo que no s
limitaremos en este ensayo a hacer simple mención de la moda como una más de las manifestaciones que
nacen a partir de la libertad y el hedonismo imperantes en nuestra sociedad postmoderna.
El hombre puede, pues tiene libertad de culto, creencia y acción, sacralizar lo que a él bien le parezca, ya sean
doctrinas o cultos, pues no tiene sobre él la imposición de una única verdad vigente y temida que dado el caso
caiga sobre él y le pueda costar la libertad o la vida, como en la edad media que quemaban vivos a los herejes,
a los brujos y a todo aquel que planteara o profesara algo que salía del sistema impuesto; en nuestra sociedad
postmoderna todo está permitido, o casi todo, pero de estas limitaciones se encarga el poder panóptico que
ejerce el estado, poder no explícito que se encarga de regular el comportamiento de la sociedad como un todo
y que procede a castigar las manifestaciones que atenten contra el orden público; pero si comparamos estas
limitaciones con las limitaciones existentes hasta que el modernismo planteó o inventó la idea de libertad
total.
La sacralización hoy en día es más una opción personal, individual que recae en la propia conciencia y
necesidades del individuo como ente individual y que tiende a hacerse colectivo de acuerdo a la aceptación
que tenga en la sociedad.
NOTAS AL ENSAYO
Mardones José María. "Para comprender las nuevas formas de la religión" p. 31
Idem
Lipovestky, "La era del vacío"
4
Max Weber: El político y el científico, p. 199−200
Lipovestky, "La era del vacío"
Gilles, Lipovetsky. "El imperio de lo efímero: la moda y su destino en las sociedades modernas". pag.35
concepto tomado de: Foucault, "Vigilar y castigar"
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