Documento descargado de http://www.elsevier.es el 25/11/2016. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o formato. Med Clin (Barc). 2014;142(4):150–152 www.elsevier.es/medicinaclinica Editorial Cribado de la neoplasia intraepitelial anal Screening of intraepithelial anal neoplasm Guillem Sirera a,b,* y Sebastián Videla b a b Unidad VIH, Servicio de Medicina, Hospital Universitari Germans Trias i Pujol, Universitat Autònoma de Barcelona, Badalona (Barcelona), España Fundació Lluita contra La Sida; Hospital Universitari Germans Trias i Pujol, Universitat Autònoma de Barcelona, Badalona (Barcelona), España El cáncer de células escamosas del canal anal (o cáncer epidermoide anal) es una neoplasia poco frecuente en la población general. Su tasa de incidencia varı́a entre estudios, entre las diferentes razas, siendo mayor en mujeres (1,4 mujeres por 100.000 mujeres-año) que en hombres (0,8-1,0 hombres por 100.000 hombres/año)1–5. A pesar de ser una neoplasia poco frecuente, en las 2 últimas décadas su incidencia (y la de sus lesiones precursoras: lesiones intraepiteliales preneoplásicas) ha aumentado a expensas de los siguientes grupos de riesgo: pacientes inmunodeprimidos como son los infectados por el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) o los trasplantados (principalmente trasplantados de órganos sólidos)6–8, hombres que practican sexo con hombres (HSH) y mujeres con antecedentes de displasia cervical o que practican sexo anal receptivo8–10. Entre estos grupos de riesgo, el que presenta la mayor tasa de incidencia es el grupo de HSH infectados por el VIH (70-128 personas por 100.000 persona/año). En los otros grupos de riesgo, la tasa de incidencia estimada es de 46 personas por 100.000 persona/año en hombres heterosexuales infectados por el VIH, y de 35 personas por 100.000 persona/año en HSH no infectados por el VIH, en mujeres infectadas por el VIH y en mujeres con antecedentes de antecedentes de patologı́a cervical3,4,11. El cáncer de células escamosas del canal anal es precedido por una fase de lesiones intraepiteliales precancerosas o neoplasia intraepitelial anal (NIA). La NIA, también denominada displasia anal o lesiones intraepiteliales escamosas, se considera análoga a la displasia cervical. Al igual que la neoplasia intraepitelial de cuello uterino, la NIA puede subdividirse en NIA de bajo grado (NIA-1) y de alto grado (NIA-2 o NIA-3). Generalmente, la NIA es una lesión asintomática. A pesar de los esfuerzos llevados a cabo por diferentes grupos de investigación para conocer la historia natural de esta neoplasia relacionada con la persistencia de la infección por genotipos del virus del papiloma humano (VPH) de alto riesgo oncogénico, no está bien establecida y se dispone de poca información sobre la evolución natural (progresión o regresión espontánea) de la Véase contenido relacionado en DOI: http://dx.doi.org/10.1016/j.medcli.2013.05.047 * Autor para correspondencia. Correo electrónico: [email protected] (G. Sirera). NIA6,12–15. Por ello, únicamente la NIA de alto grado es considerada como un precursor directo del cáncer de células escamosas del canal anal. Si bien, la NIA de bajo grado no es considerada como una lesión precursora directa del cáncer de células escamosas del canal anal, no hay que olvidar que esta puede progresar a NIA de alto grado. Lógicamente, los grupos de población con más riesgo para presentar una NIA coinciden con aquellos grupos con más riesgo de tener un cáncer de células escamosas del canal anal. El mejor tratamiento del cáncer de células escamosas del canal anal es la prevención. La interrupción de su historia natural en estadios iniciales (displasia) antes de que se desarrolle un cáncer invasivo es el tratamiento conocido más efectivo hasta el momento. A pesar de que se carece de evidencias basadas en ensayos clı́nicos sobre el impacto del cribado de la NIA sobre la incidencia de esta neoplasia16, el éxito en la reducción de la incidencia del cáncer de cuello uterino basado en el cribado de las displasias del cuello uterino mediante la citologı́a cervical, y la similitud entre cuello uterino y canal anal, hacen que el cribado de la NIA sea la mejor herramienta (de cribado y seguimiento de la historia natural de esta patologı́a) a la hora de facilitar la mejor información al médico y ası́ poder actuar en consecuencia interrumpiendo la historia natural. Padilla-España et al. en su artı́culo, debido a la alta prevalencia encontrada de NIA (casi el 50% de la población estudiada), nos plantean la necesidad de llevar a cabo de forma sistemática su cribado en grupos de riesgo17. Aunque no existe consenso sobre la utilidad del cribado sistemático de la NIA en la prevención del cáncer de células escamosas del canal anal, este procedimiento es cada vez más habitual, incluso en nuestro medio, entre los especialistas a cargo de pacientes de grupos de riesgo y sensibilizados sobre este problema de salud18,19. Tampoco existe consenso sobre cuál es el mejor protocolo de cribado de la NIA. El patrón oro para el diagnóstico de la NIA es la biopsia anal y el consiguiente diagnóstico histológico. Este último nos informa del grado de displasia y de la profundidad de la lesión. No obstante, el primer paso en el algoritmo de cribado de la NIA es la realización de una citologı́a anal. El objetivo de este primer paso es identificar a los individuos con citologı́a anormal (células escamosas atı́picas de significado indeterminado, lesiones intraepiteliales escamosas de bajo grado y lesiones intraepiteliales escamosas de alto grado). Todo resultado citológico patológico se deberı́a confirmar con un resultado histológico (biopsia). Para aumentar la validez de la 0025-7753/$ – see front matter ß 2013 Elsevier España, S.L. Todos los derechos reservados. http://dx.doi.org/10.1016/j.medcli.2013.09.012 Documento descargado de http://www.elsevier.es el 25/11/2016. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o formato. G. Sirera, S. Videla / Med Clin (Barc). 2014;142(4):150–152 biopsia, esta deberı́a ser dirigida mediante una anoscopia de alta resolución y la/s lesión/es deberı́an ser identificadas con tinción (ácido acético al 3% o lugol). Las lesiones de NIA suelen adquirir una coloración blanquecina al contacto con la solución de ácido acético. Esto permite seleccionar las zonas de sospecha de NIA en donde realizar la biopsia. Este procedimiento de cribado de la NIA se considera de elección para el diagnóstico dirigido de la NIA20 y puede ser coste-efectivo en los grupos de riesgo21–23. Aunque probablemente sea el procedimiento más utilizado, no está exento de crı́ticas. De hecho, la pobre concordancia entre el diagnóstico citológico e histológico de la displasia anal cuando se comparan los diferentes niveles de gravedad de la displasia anal es preocupante. Asimismo, es posible que un número de pacientes con citologı́a anal normal pueda tener una lesión intraepitelial preneoplásica18. Teniendo en cuenta los resultados de nuestro grupo en una cohorte de más de 1.500 personas infectadas por el VIH y con al menos una citologı́a del canal anal18, esta limitación de la citologı́a del canal anal se ve minimizada si este resultado se interpreta como un resultado orientativo, normal o anormal, independiente de la gravedad de la displasia. Entones el acuerdo entre la citologı́a y la histologı́a es mayor del 80%18. Esta información podrı́a ser suficiente desde un punto de vista clı́nico. Dado que la progresión de displasia a cáncer invasivo es lenta (años), el resultado citológico se deberı́a complementar con controles citológicos del canal anal anuales. Entonces, este procedimiento podrı́a ser adecuado para el manejo de estos pacientes en riesgo de desarrollar este cáncer. No obstante, esto no es aceptado por algunos autores, quienes proponen no realizar la citologı́a anal y proceder directamente con la anoscopia de alta resolución y la biopsia para el diagnóstico de la NIA. Esta modificación del algoritmo de cribado solo es viable en centros que dispongan de la anoscopia de alta resolución y de personal entrenado para poderla llevar a cabo. Además, su generalización se puede ver limitada por el número de anoscopios disponibles en el centro. Por otro lado, el trabajo de Padilla-España et al.17 presenta resultados sobre otros grupos de pacientes también en riesgo de presentar una NIA, y por tanto, en riesgo de desarrollar un cáncer de células escamosas del canal anal. Las evidencias disponibles sobre la asociación entre NIA y enfermedades de transmisión sexual son limitadas. Merece la pena destacar que los pacientes infectados por el VIH sean probablemente el grupo con una mayor prevalencia e incidencia de enfermedades de transmisión sexual. Probablemente este resultado está relacionado con su comportamiento sexual y con su inmunodepresión. En este grupo de riesgo, tener historia de enfermedades de transmisión sexual incrementa la probabilidad de diagnosticar una NIA de alto grado (NIA-2 o NIA-3)6,24. Entre las enfermedades de transmisión sexual asociadas a la presencia de NIA están: la infección por el VPH y por múltiples genotipos del VPH25, los condilomas (verrugas genitales) en el canal anal (incluyendo los perianales)6,26 y la infección por Chlamydia trachomatis (C. trachomatis)27. De hecho, el VPH es considerado el agente causal del cáncer de células escamosas del canal anal. Tal como se ha comentado, esta neoplasia está relacionada con la persistencia de la infección por genotipos del VPH de alto riesgo oncogénico, principalmente el VPH-16 y VPH-18. La infección del canal anal por más de un genotipo del VPH se ha asociado a un mayor riesgo de NIA25. Generalmente, los pacientes coinfectados por el VIH y el VPH están infectados por múltiples genotipos de VPH13,25. En este sentido, es habitual la coexistencia de condilomas y NIA en el canal anal6,26,27. La asociación entre condilomas e infección por VPH (generalmente de bajo riesgo oncogénico: VPH-6, VPH-11) ha sido ampliamente descrita. Asimismo, la presencia de condilomas en al canal anal es un factor de riesgo para presentar una NIA y para tener una infección por VPH en otras localizaciones (pene, cavidad oral)13. Algunas enfermedades de transmisión sexual como la infección por 151 C. trachomatis favorecen la persistencia de la infección por VPH28, aumentándose ası́ el riesgo de desarrollar una NIA. Ante este escenario, tal como sugieren Padilla-España et al.17, los pacientes con condilomas genitales o infección por C. trachomatis, y los pacientes con infección del canal anal por múltiple genotipos del VPH también deberı́an ser subsidiarios del cribado de NIA, al menos mediante citologı́a anal. En resumen, el cribado de NIA y su generalización todavı́a es objeto de debate. La falta de estudios que aporten evidencias sobre el impacto del cribado de la NIA y su tratamiento en la reducción de la incidencia de esta neoplasia limita su implementación en la práctica clı́nica habitual. Además, no todas las guı́as de práctica clı́nica existentes promueven su generalización. Por otro lado, el número insuficiente de médicos capacitados para realizar la anoscopia de alta resolución y la reticencia de algunos médicos a afrontar este tema con sus pacientes, y por otro, el «rechazo» por parte de algunos pacientes por un sentimiento de «vergüenza» o por el temor a las posibles molestias asociadas con la recolección de muestras anales, también pueden estar limitando la generalización de un programa de cribado de NIA. Ahora bien, la realidad es que en nuestra sociedad ciertos especialistas tratan a diario grupos de pacientes en riesgo de desarrollar un cáncer de células escamosas del canal anal. Desde una perspectiva holı́stica, el grupo con mayor probabilidad de desarrollar esta neoplasia es el de las personas infectadas por el VIH, y especialmente los HSH. No obstante, esta neoplasia también es un problema de salud a tener en cuenta en los otros grupos de riesgo en comparación con la población general, y hasta que no se generen más evidencias se deberı́a realizar un esfuerzo de prevención universal del cáncer de células escamosas del canal anal. Los médicos especialistas al cargo de pacientes en riesgo de desarrollar este cáncer en el canal anal deberı́an implementar en su práctica clı́nica programas de cribado de esta neoplasia como el mencionado. Si la anoscopia de alta resolución no estuviese disponible (debido a la situación económica actual, por ejemplo), al menos deberı́an incluir en su práctica clı́nica una inspección cuidadosa del canal anal en cada visita clı́nica de control, incluyendo al menos un tacto rectal y un examen citológico una vez al año. Financiación Este trabajo ha sido subvencionado por la Fundació Lluita contra la Sida. Bibliografı́a 1. Piketty C, Selinger-Leneman H, Grabar S, Duvivier C, Bonmarchand M, Abramowitz L, et al. Marked increase in the incidence of invasive anal cancer among HIV-infected patients despite treatment with combination antiretroviral therapy. AIDS. 2008;22:1203–11. 2. Joseph DA, Miller JW, Wu X, Chen VW, Morris CR, Goodman MT, et al. Understanding the burden of human papillomavirus-associated anal cancers in the US. Cancer. 2008;113:2892–900. 3. Hartwig S, Syrjänen S, Dominiak-Felden G, Brotons M, Castellsagué X. Estimation of the epidemiological burden of human papillomavirus-related cancers and nonmalignant diseases in men in Europe: A review. BMC Cancer. 2012;12:30. 4. Moscicki AB, Palefsky JM. HPV in men: An update. J Low Genit Tract Dis. 2011;15:231–4. 5. Johnson LG, Madeleine MM, Newcomer LM, Swchartz SM, Daling JR. 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