VI EL PRINCIPIO DE QUE "LAS PARTES ESTAN A DERECHO" EN EL PROCESO CIVIL VENEZOLANO* "Cercare la veritá non vuol dir altro che cercare fino al limite delle pro prie forze". "Metodologia del Diritto", CARNELUTTI 1. La cultura jurídica de los pueblos iberoamericanos no es una creación original de su propio espíritu. Ella no fue y no es otra cosa, en su esencia, que el producto histórico y necesario de la expansión cultural del pensamiento occidental europeo, especialmente de aquél que se objetivó en la penínsual Ibérica y que, formando parte de los medios e instrumentos de conquista, pasó al Nuevo Mundo en la gesta de los conquistadores. Las instituciones jurídicas rudimentarias de las distintas naciones americanas precolombinas no fueron recibidas por el derecho invasor ni se incorporaron en forma alguna expresiva a la vida naciente y posterior de las nuevas nacionalidades. Con todo, la obra civilizadora del conquistador no quedó limitada a una simple aplicación del derecho peninsular existente, sino que con gran sentido de su misión histórica, fue paulatinamente promulgando para estos pueblos una vasta legislación, particularista y concreta, que tuvo y fue teniendo debida cuenta de los usos y costumbres locales, y la cual constituye El presente trabajo fue escrito especialmente para los Estudios que se publicaron en Italia en honor del profesor FRANCESCO CARNELUTTI, y fue reproducido, en el tomo correspondiente al año VII (1949), en la Revista de Derecho Procesal que dirige el Prof. HUGO ALSINA. 186 Luis LORETO el grandioso monumento de las Leyes de Indias. Esta legislación, que tuvo en el derecho público general y en el derecho privado gran significación y alcance novedoso, no ejerció influencia decisiva alguna en aquel sector del derecho relativo a las instituciones procesales que, debido sobre todo a su naturaleza instrumental y técnica, se fue desarrollando en América sobre el tronco secular e intacto del proceso común cóntinental europeo, especialmente sobre el que se había ido formando en España bajo la influencia política e ideológica inmediata del derecho romano-canónico y común. - De allí que tanto antes de la época de la emancipación de las colonias iberoamericanas como posteriormente a ella, la legislación procesal y la doctrina de los distintos países se haya formado casi exclusivamente sobre la experiencia y la práctica Í del utrumqze us, tal como aparecía en las decisiones de las Curias, de las Audiencias y en las construcciones de los juristas peninsulares, hasta fines del siglo pasado en que el espíritu americano, liberado también en buena parte del yugo secular, busca nuevos aires y otea nuevos horizontes. La enseñanza de los grandes legistas españoles y lusitanos constituye la fuente inmediata de inspiración de los intérpretes, ya que la vida jurídica de estos pueblos se asentaba y desenvolvía toda sobre los mismos sillares conceptuales y axiológicos de las instituciones que tenían las Metrópolis, instituciones que habían explicado sus grandes jurisconsultos en forma inigualable. Sin embargo, durante todo el decurso del siglo XIX los Estados iberoamericanos, después de lograda la emancipación, trataron de realizar y realizaron en efecto la urgente tarea de darse leyes propias, inspiradas casi todas en los principios del derecho común europeo por lo que a instituciones civiles y procesales se refería, ya que en lo tocante a las del derecho público constitucional, recibieron la preponderante y decisiva influencia del derecho nuevo surgido de las Revoluciones francesa y norteamericana. • El variado y determinante influjo que el derecho procesal común tuvo sobre los legisladores iberoamericanos en todo el curso de la pasada centuria, se advierte al estudiar las distintas EL PRINCIPIO DE QUE "LAS PARTES ESTAN A DERECHO" 187- leyes y códigos de procedimiento de la época y las obras de sus comentadores. Por lo que a Venezuela respecta, después de su separación de la Gran Colombia, el primer Código de Procedimento Judicial, de 12 de mayo de 1836 (llamado Código Arandino en homenaje al nombre de su autor, el Licenciado Francisco Aranda), sensiblemente mejorado y fortalecido gracias a haberse realizado, con sagacidad y acierto admirable, una cuidadosa y saludable selección en los materiales recibidos de las fuentes propiamente hispánicas y romano-canónicas que se supieron conjugar con gran maestría. De ese Código dijo con acierto y sobrada justicia uno de nuestros mayores jurisconsultos, que ,constituye "una felicísima transición del sistema anti guo, escrito, eterno y dispendioso, con sus traslados de cada instante, sus notificaciones diarias, sus acusaciones de rebeldía y extracciones de autos interminables, y tantos otros vicios, al sistema moderno, mezcla de verbal y escrito, sencillo y breve, pero conservando las prácticas aceptables y conocidas del procedimiento antiguo, y adaptando discreta y prudentemente notables mejoras del procedimiento francés a nuestras costumbres, a nuestros medios de comunicación y a nuestras condiciones`. Desde los albores de nuestra nacionalidad independiente se adopta un sistema procesal civil en cuya trabazón se armonizan sabiamente muchas de las ventajas que se derivan de los principios de oralidad y de escritura, bien que aún se mantienen en vigor ciertos defectos oriundos de este último. Ese sistema se ha conservado casi inalterado en sus grandes líneas a través de todas las reformas posteriores y el Código de Procedimiento Civil actual, de 4 de julio dé 1916, lo mantiene en vigor. Si se examina bien la estructura de ese sistema, tal vez podría decirse con mayor acierto, que el proceso civil venezolano no es preponderante escrito, en el sentido propio 'y auténtico que tal expresión tiene en la doctrina, sino que es un proceso con documentación o protocolización de actuaciones en el expediente (Aktenmaessigkeit), con definida recepción de algunas características propias de la oralidad, sistema mixto éste que ha dado magníficos resultados en la práctica. Fao, RAMÓN F., Estudios sobre el Código de Procedimiento Civil Venezolano (Caracas, 1904), tomo 1, pág. 7. -188 Luis LORETO El proceso civil venezolano, como todo proceso inspirado en los postulados de la filosofía política liberal e individualista, se encuentra dominado por el principio dispositivo y el impulso de parte, pero se halla también mqvido en su desarrollo por un cierto impulso legal que lo hace recorrer automática y cronológicamente una serie de fases o estados preclusivos que de manera armónica se suceden unos a otros (gesetzlichen Reihenfolge), desde el que se inicia con la presentación de la demanda hasta ci que se cierra con la sentencia ejecutoriada y firme. Uno de los más graves problemas con que se ha tropezado siempre en la elaboración de los ordenamientos procesales es el que consiste en obtener el mayor rendimiento de actividad procesal y de justicia en el menor tiempo posible (principio de celeridad). La adecuada solución de ese problema es un desideratum de la ciencia y de la política legislativa y para alcanzarlo se han ideado y puesto en práctica los más variados criterios. Entre la rigidez de las formas procesales y la elasticidad ilimitada de las minas han encontrado asiento y acomodo los más disímiles sistemas que pretenden vencer o atenuar los inconvenientes que se derivan de la lentitud en la administración de justicia. Esta, ha dicho un ilustre procesalista argentino, no existe, prácticamente, cuando el restablecimiento del equilibrio jurídico, sea estimando o aceptando la pretensión del actor, sea desestimándola o rechazándola, demora demasiado en producirse2 . No puede decirse, ciertamente, que en cuestión de celeridad el legislador venezolano haya superado y resuelto definitivamente todos los inconvenientes que favorecen la administración d una justicia tardía, pero sí puede afirmarse que ha corregido a satisfacción, uno de aquellos defectos que más PODETTI, J. RAMIRO, Teoría y Técnica del Proceso Civil (Buenos Aires, 1942), pág. 89. ALSINA, HUGO; Tratado Teórico Práctico de Derecho Procesal y Comercial (Buenos Aires, 1941), tomo 1, pág. 741 b, ha observado que la notificación de toda providencia peculiar del sistema escrito "constituye todavía un problema para la abreviación de los juicios". Luchar contra la morosidad es una de las mayores preocupaciones de todos los reformadores del proceso tradicional. En Latinoamérica esa tendencia se ha puesto de manifiesto en todos los congresos, nacionales e internacionales, y de ello dan segura prueba los más recientes proyectos y anteproyectos de códigos procesales y las reformas de los mismos. Sobre estas últimas véase la reforma chilena de 20 de enero, de 1944 y sobre aquéllos, los excelentes de COUTURE para el Uruguay, y de RRTMUNDÍN para la Provincia de Salta (Argentina). EL PRINCIPIO DE QUE 'LAS PARTESESTAN A DEREcI-jo" 1 1 189 contribuyen a embarazarla: los numerosos traslados y notificaciones a los litigants. 2. El Código de Procedimiento Civil de 1873 ordenó por primera vez, en su artículo 88, que hecha la citación para la litis-contestación, no habría necesidad de practicarla de nuevo para ningún otro acto de juicio, ni la que se mandase a verificar suspendería el procedimiento a menos que resultase lo contrario de alguna disposición especial. Tal norma pasó a formar el contenido del actual artículo 134 del Código de Procedimiento Civil vigente. • Desde el aparecimiento de esta disposición en nuestro ordenamiento procesal, la citación única (perentoria) fue considerada por la doctrina vernácula como un paso positivo de adelanto y perfección sobre el régimen anterior. Su constante aplicación por los tribunales de la República durante tres cuartos de siglo ha demostrado, de modo inobjetable, los grandes y saludables beneficios que de ella se derivan para la simplicidad, rapidez y buena marcha de los procesos. Explicando su contenido dogmático y sus resultados prácticos después de más de veinticinco años de observancia, decía nuestro gran procedimentalista Feo: "La importancia de este artículo para la brevedad de los juicios se descubre a su sola lectura. El sistema de traslados y notificaciones frecuentes, por más que se tomasen precauciones contra las dilaciones estudiadas de las partes, embarazaban considerablemente el procedimiento. Repetir las citaciones so pretexto de la mayor importancia de ciertos actos, era ocasionado a evasivas del litigante a quien interesase el retardo del asunto. El artículo ha venido a obviar todas esas dificultades, con establecer que practicado el emplazamiento para contestación no se necesitaba repetirlo para la secuela del juicio; de suerte que se entiende que ambas partes están en él, que se tienen como presentes, y se suponen instruidas de cuanto se va practicando. La situación es igual para ambas: cada cual debe estar vigilante, y atender a su defensa`. 3 Ob. Cit., pág. 227. En el mismo sentido se expresa BORJAS, ARMINIO, en su importante obra Comentarios al Código de Procedimiento Civil Venezolano (Caracas, 1924), tomo II, pág. 17, cuando dice: "El principio de que las partes, una vez citado el reo para la contestación de la demanda, y puestas una en presencia de la otra para que hagan valer y comprueben sus acciones y excepciones respectivas-,no pueden abandonar el palenque de la litis, y 1 90 Luis LORETO En fuerza del precepto contenido en el artículo 134, una vez practicada o dada por practicada la citación del demandado para el acto de la litiscontestación (citación inicial, emplazamiento), no hay necesidad de insinuar ninguna otra en el curso de todo el proceso a las partes o a sus apoderados, cualquiera que sea la importancia y alcance procesal del acto practicado por las partes o por el Tribunal. Sólo en casos muy reducidos y específicos, que la ley misma determina limitativamente (absolución de posiciones juradas, delación del juramento, poner en marcha la causa cuyo curso esté en suspenso, citatio ad reassumendurn litis, etc.), se requiere la citación o notificación personal de las partes o de sus apoderados. En todos los demás casos, ya sea que la actuación se promueva a solicitud de parte, ya sea que la iniciativa de practicar un acto judicial provenga del Tribunal en fuerza de la aplicación excepcional del principio inquisitorio (providencia para mejor proveer, por ejemplo), no es menester hacer de ellas ninguna notificación a las partes, darles traslados y "vista", insinuarles los decretos judiciales, citarlas para sentencia y notificarles las que se dicten; en fin, se considera como uno de los efectos específicos del emplazamiento colocar a los litigantes en una situación procesal de poder tener conocimiento legal de todos los actos de obtención o de causación, (Goldschmidt, J.), así como de los de' sustanciación y decisión realizados en el proceso y que consten debidamente en las actas. Este peculiar e importantísimo efecto, que produce la citación inicial es denominado por la doctrina y por el lenguaje del foro con la locución significativa de que las partes "están a derecho`. Con especial referencia a las partes, han de seguir, de modo permanente y en persona o por medio de sus mandatarios todo el curso de las actuaciones, es, sin duda, uno de los más loables de nuestra legislación procesal". MARCANO RODRÍGUEZ, RAFAEL; Apuntaciones Analíticas al Código de Procedimiento Civil Venezolano (Caracas, 1941), tomo II, pág. 241, dice: "La citación del demandado para la litis contestación es la fundamental del proceso, por lo cual verifica ésta en la forma determinada por la ley, no es necesario, por lo general, practicar ninguna otra en el juicio. El demandado queda desde ese momento apercibido de la demanda que se le ha promovido: debe, pues, atender solícitamente a la defensa de su causa, asistiendo a todos los actos de ella, por sí o por medio de mandatario; vigilando su desenvolvimiento y premuniéndose contra todo daño que pueda sobrevenirle; promoviendo las actuaciones que puedan interesarle; inquiriendo y haciendo llegar a los autos la verdad por cuantos medios le sean permitidos; en una palabra, debe "estar a derecho". Toda omisión o negligencia en este sentido corre de su cuenta..". El principio ha sido acogido en esta expresión literal por el artículo 223 del Código de Enjuiciamiento lo EL PRINCIPIO DE QUE "LAS PARTES ESTAN A DERECHO" 191 se dice en el foro que toda actuación que conste en las actas del proceso se supone conocida por los litigantes: quod in actis, est in mundo. La organización interna de los Tribunales y sus métodos oficiales de trabajo permiten que el sistema que consagra el principio funcione acabadamente. En efecto, toda diligencia o actuación, sea de las partes o del Tribunal en las variadas manifestaciones de sus funcionarios y auxiliares (Juez, Secretario, Alguacil, etc.), debe quedar consignada o protocolizada en las actas del expediente que forma la causa; y el Secretario está, además, obligado por su oficio a llevar en la forma más ordenada, escrupulosa y sencilla un Libro Diario en el cual se hace referencia, día por día, audiencia por audiencia, de los escritos y diligencias verbales que hagan las partes en los distintos procesos, así como de las resoluciones dictadas por el Tribunal en los mismos, cualesquiera que ellas sean (fijación de audiencia para recibir posiciones juradas, juramentos, deposición de testigos, decretos, autos, sentencias, etc.), lo que permite a las partes o a sus apoderados la posibilidad real de tener un conocimiento rápido e inmediato de los escritos y diligencias de la contraria y de los distintos actos judiciales que se hayan practicado o deban practicarse en el juicio. La Secretaría del Tribunal, encargada de llevar el Libro Diario, tiene el deber de mostrarlo a la parte que lo requiera, y ésta puede instruirse de lo sucedido en ci proceso con el examen directo del expediente y solicitar información directa y personal del Secretario. Ese libro oficial hace fe pública de sus asientos y sirve, además, para facilitar y verificar el cómputo de los lapsos judiciales. El principio de que las partes "están a derecho" encuentra así en ese sistema de publicidad un medio práctico y cómodo de funcionamiento, correspondiendo a la diligencia de los litigantes o de sus patrocinantes el estar debidamente enterados de Criminal al disponerse allí que, después del escrito de cargos, "tanto el Representante del Ministerio Público corno las demás partes del juicio deben estar a. derecho; y sólo se notificarán al procesado directamente br autos y sentencias que por disposición especial se determinen". La expresión se encuentra ya usada en los pragmáticos españoles al definir el emplazamiento y que generalmente se refieren a la locución "a facer derecho", que trae la L. 1, nt. 7, Tercera Partida. El principio tiene también vigencia, con mayor razón, en aquellos procesos civiles a tipo inquisitorio tan admirablemente estudiados por CALAMANDREL Studi sul processo civile, Vol. II, pág. 321. 1 92 Luis LORETO todo cuanto se vaya practicando en la tramitaciói del juicio. Además de haberse suprimido una serie de diligencias : (escritos de conclusiónpara prueba o definitiva, acusación de rebeldía, escrito de bien probado y otros trámites innecesarios), la rémora de las incesantes notificaciones se halla literalmente ehminada, comprendida aun aquélla de las notificaciones para publicación de sentencias definitivas, las cuales producen desde la fecha de su publicación todos sus efectos, incluso el de empezar a correr los lapsos para su aclaración o impugnacióñ. Los numerosos traslados que embarazaban el proceso civil común y entorpecen todavía los sistemas de muchos ordenamientos procesales modernos, han desaparecido del venezolano, gracias a la aplicación de ese sabio principio que ha dado resultados satisfactorios. Teniendo las partes en tódo momento fácil e inmediato acceso al expediente, al Libro Diario y a la Secretaría del Tribunal, se encuentran en condiciones de vigilar y seguir paso a paso la marcha del juicio, estableciéndose así un excelente medio de publicidad-noticia de todo cuanto sucede en el mismo. En tal sistema cada parte sólo podrá imputar a su propia incuria el perjuicio que pueda sobrevenirle por ignorar una solicitud o diligencia de la contraria, por dejar de asistir a un acto en cuya práctica tenga interés para hacer valer sus derechos, por desconocer que el Tribunal ha dictado un auto interlocutorio o pronunciado sentencia definitiva (principio de la resposabilidad procesal). 3. El origen del principio de que las partes "están a derecho" no ha sido investigado todavía por la dotcrina nacional que se ha limitado en este punto a afirmar que carece de antecedentes en la legislación española (Feo). Por nuestra parte, creemos que no se trata de uii principio originario de nuestra cultura jurídica, bien que ella le ha dado un amplio desarrollo dogmático. Ninguno de los Códigos y leyes de procedimientos anteriores a 1873 hacen especial mención del principio, que se incorpora definitivamente en forma expresa y positiva a nuestro patrimonio legislativo y cultural desde esa fecha`. 5 Conviene recordar, sin embargo, como antecedente doctrinal, el texto de una de las famosas Bases con que acompañó ARANDA su Proyecto de Código al Congreso de 1836, y que tal vez sirvió de inspiración inmediata al artículo 88 del Código del 73. La Base en referencia (Segunda), dice: "Después de EL PRINCIPIO DE QUÉ "LAS PARTES ESTAN A DERECHO" 193 Si buscamos su origen no nos parece aventurado sostener que él se encuentra en el derecho canónico y en la práctica de la Rota Romana que en este punto como en muchos otros ejercieron grande influjo sobre la formación y mentalidad de nuestros juristas clásicos. Como se sabe, aun cuando en las Decrétales no se encuentra un Título especialmente dedicado a regular la citación, su necesidad y referencia en varios de sus Capítulos a la misma, permitió a ,los decretalistas elaborar una amplia doctrina de la citación que en buena parte fue recibida e incorporada al sistema del proceso civil secular. Entre las muchas divisiones de la citación que se encuentran en la obra monumental de los grandes canonistas, importa recordar la que hacía en general y especial, según que se tratara de toda una causa o de ciertos actos de ella. La general la dividían, a su vez, en objetiva y subjetiva`. la primera citación las partes estarán obligadas a asistir al pleito y a imponerse de todas las providencias y resoluciones del tribunal, sin necesidad de otra citación". Quizás el espíritu de la doctrina allí contenida influyó en la práctica judicial posterior que los codificadores del 73 no hicieron, otra cosa que recoger del uso forense y sancionar en norma expresa, pero dándole una mejor elaboración técnicamente, pues se advierte ya en el texto del artículo 88 la desaparición de la "obligación" de asistir y de imponerse que se asignaba a la conducta de las partes, a la vez que se perfecciona la norma en el sentido de la finalidad perseguida, dentro de un sano criterio de oportunidad. Cfr. LORETO, Luis; El Derecho Procesal Venezolano, en Revista de Derecho Procesal (Buenos Aires, 1943), Año 1, Primera Parte, págs. 205 y sig. El emplazamiento pone en conocimiento del demandado que el sistema de las sanciones jurídicas que se realizan mediante el instrumento del proceso, ha empezado a funcionar, alertándolo formalmente de que desde ese momento pesa sobre él la carga de su defensa: está a derecho. SCHMIER, Jurisprudencia Canónico-Civilis (Salisburgi 1629), Tomus Secundus. Lib. II. § III, NI 28: Quee divisio amphibia est; potestque dessumi tam ab objecto, quam a subjecto. Generalis ab objecto dicitur, qua aliqais ad totam causam, in Judicio pertractandam unica notione accersitur; Specialis, qua aliquis ad unam et specialem causam, y. g. ad producendos testes, exhibenda intrumenta, proestandum juramenturn etc., evocare". Agrega que en Alemania, particularmente en los procesos seguidos ante la Cámara Imperial, la citación general era usadísima. En cuanto al efecto que producía la citación general objetiva, el ilustre canonista dice que él 'consistía en que si el citado no comparecía "procedatur in omnibus terminis in contumaciam", y afirmaba que en derecho común ésa era ya la opinión, como aparece de varios textos y pasajes de autoridades que cita. Entre éstos merece recordarse la opinión del Cardenal DE LUCA, De Judiciis et Judicialibus (Lugduni, 1697), Disc. 9, N 54; Ad totam causam, an unica citatio fien possit, ac sufficiat de jure, est sub quaestione sed in Curia de Stylo su!ficit, ac substinetur". En época mucho más reciente esta misma enseñanza la encontramos recogida en WETZELL, System des ordentlichen Zivilprozesses (Leipzig, 1878), pág. 923, nota 20, quien dice que a causa de las dificultades que ofrecían 194 Luis LORETO La citación general elaborada por el derecho canónico estaba sólo referida en sus efectos a causar la rebeldía y contumacia del demandado no compareciente, sin tener el amplio alcance de publicidad-noticia para todo el proceso que le dio el Código del 73 y la doctrina y práctica nacionales posteriores. Por otra parte, es muy importante observar que en Venezuela, desde fines del siglo XVII, se practicaba en la jurisdicción ordinaria eclesiástica la citación única para toda la causa, cuando la residencia del citado estuviese distante del lugar del Tribunal. En las Constituciones Sinodales del Obispado de Venezuela, hechas en la ciudad de Caracas en el año de 1687 y aprobadas en el año de 1698 por su Majestad don Carlos Segundo (Reimpresión: Madrid 1761), Libro V, Tít. 1, De Citatione, 14, se halla una disposición así concebida:: "No sólo al principio del juicio se hará la Citación, sino también para todos los Autos Interlocutorios que pudieran tocar al perjuicio de las Partes Litigantes: salvo quando es remoto el lugar donde reside el Citado, porque entonces, declaramos, que para todo Pleyto es suficiente una citación". La diuturna aplicación de este precepto por las Curias fue creando una costumbre forense que los juristas de la República encontraron ya bien cimentada y que extendieron a todos los actos de la causa. Allí mismo se dice (disposición 2) que "La citación, no es otra cosa, que una jurídica vocación, que se hace a alguno para estar a Derecho, introducida por todo Derecho, Divino, Natural y Positivo". Practicada la citación inicial para todo el pleito, la parte demandada "estaba a derecho" para el mismo. Esta citación única, admitida en forma excepcional, constituyó, sin duda, la regla en la jurisdicción curial de un país de vasto territorio, poco poblado y con incipientes vías de comunicación. Debemos ver en esa práctica del fuero eclesiástico en Venezuela, otro las innumerables citaciones, la Curia Romana y el Tribunal Imperial trataron de hacerlas innecesarias, al extender a toda causa los efectos de la primera citación, por cuyo motivo los poderes de los procuradores ante este último Tribunal no se otorgaban ad unum actum sino ad totam causarn. HEVIA BOLAÑOS, Curia Filípica (Madrid, 1825), tomo 1, pág. 68, N 13, expresa que en el fuero secular español bastaba una sola citación y rebeldía para causar contumacia, por considerarse citación perentoria; pero que en el eclesiástico la citación debía ser trina por tres términos y canónicas ad-. moniciones, de dos en dos días cada una, o una sola citación y un solo término perentorio. EL PRINCIPIO DF. QUE "LAS PARTE ESTAN A DERECHO" 195 antecedente histórico inmediato de la formación secular del principio. En el derecho portugués la citación general fue acogida y regulada por La III, título 1, § 13 de las Ordenanzas Filipinas, en la cual se dispone: "La parte no será citada más de una vez en cada negocio, y por esa citación se procederá hasta la sentencia definitiva inclusive, aun cuando la citación se haya hecho simplemente, sin decir en ella que es perentoria, porque la citación hecha al comienzo de la demanda se entenderá para ' todos los actos judiciales"'. Parécenos que el origen histórico del principio de que las partes "están a derecho" ha de verse, como hemos dicho, en todos estos elementos vetustos del derecho canónico relativos a la citatio ad totam causam seus generalis y, que nuestro detecho, bajo la influencia inmediata de las disposiciones sinódales antes citadas y. de las bases arandinas, no hizo sino, perfeccionar y hacer más expresivo en sus efectos. 4. Pasando ahora a determinar el alcance dogmático del principio en nuestro sistema, diremos que las partes "están a derecho" en la causa desde el momento mismo de la citación, o, con más precisión conceptual, desde que haya sido notificada la citación al reo o tenido legalmente por notificado (notificación por carteles, edictos, etc.) Nuestro derecho, siguiendo al procesal común en este punto, acoge el sistema de la citación mediata. El Juez es quien da la orden de comparecencia al demandado (acto de la citación propiamente dicho), y el Alguacil es quien la notifica o insinúa, de modo tal que la citación (lato sensu) está integrada 'por dos actos significativos emanados cada uno de dos funcionarios judiciales distintos. La notificación en este caso, no constituye un acto judicial autónomo sino que es típicamente instrumental, en el sentido de que funciona en la economía del proceso como 7 Ai'un MENDES DE ALMEIDA JUNIOR, Jodo, Direito judiciário brasileiro, 1940, páginas 359 y sig. Cfr. M0NTEIR0, JoÁo, Theoría do processo civil e com- mercial (Sao Paulo, 1936), pág. 295, notas 3 y 4; BAPTISTA FRANCISCO DE Compendio de Theoría Practica (Sao Paulo, 1935), pág. 67. El sistema de la citación general fue acogido en el Brasil por el Reglamento N? 737, de 25 de noviembre de 1850, y sus comentadores fueron extendiendo tanto y en tal forma los casos de citaciones especiales, que el saludable principio perdió mucho de su gran valor práctico y científico. PAULA, 196 Luis LORETO el medio legal para que las consecuencias jurídicas del acto propio de citación, que la condiciona l6gia y temporalmente, alcance la plenitud de su eficacia8. Si el análisi's que antecede permite ver en la citación un acto subjetivamente complejo (Juez-Alguacil), integrado por dos momentos, la síntesis dialéctica que en el proceso se cumple hace siempre referencia; en su expresión pragmática, a la citación como acto único y acabado, lo que no impide que normas especiales puedan tomar en consideración, para ciertos efectos, uno u otro momento`. El principio dé que las partes "están a derecho" tiene un peculiar sentido y una excepcional significación dentro de la estructura y aplicación del postulado clásico audiatur et altera pars que gobierna la administración racional y equitativa de la justicia desde la época de los emperadores Severo y Caracalla (Marciano, fr. 1, pr. D. 48, 17). Trabado el contradictorio por la citación inicial y establecida así la audiencia bilateral, el principio en examen tiene validez para ambas partes, con las excepciones establecidas por la ley. 8 La Corte Federal y de Casación de los Estados Unidos de Venezuela, en sentencia de 12 de junio de 1946, Memoria 1946, pág. 114, ha establecido la siguiente doctrina: "En nuestro sistema la notificación formal en persona propia, se perfecciona respecto del notificado y surte sus efectos, desde el momento mismo en que el destinatario recibe del Alguacil el documento contentivo de la orden de comparecencia, momento éste desde el cual se tiene por legalmente realizada la citación, no siendo necesario para ello, como en otros sistemas legislativos, que el citado tenga conocimiento cabal del contenido del acto notificado". Cfr. CHIOVENDA, Istituzioni di diritto procesuale civile, (Napoli, 1934), Vol. II. Sez, 1, N 247; ZANZUCCHI, Diritto processuale civile (Milano, 1946), Vol. 1, págs. 414 y sig.; WACH, Handbuch des Deutschen Zivilprozessrechts (Leipzig, 1885), pág. 321. En cuanto a la no autonomía de la notificación, ROSENBERG, Lehrbuch des Deutschen Zivilprozessrechts (Berlín, 1931), pág. 213; HELLWIG, System des Deutschen Zivilprozessrechts (Leipzig, 1912), Vol. 1, pág. 485. Sobre este punto la Corte Federal, y de Casación (Loe. Cit.,), enseña: "La notificación, considerada en sí misma, no constituye un acto procesal autónomo, sino que es el medio generalmente empleado para que la citación produzca sus efectos legales". Para mayor información sobre la estructura de la notificación procesal, MIN0LI, en Rivista di diritto processuale civile, 1936, 1, pág. 191. 9 Cfr. GOLDSCHMIDT, J., Zivilprozessrecht (Berlín, 1932), pág. 166. Según HELLWIG, Ob. Cit., Loc. Cit., la citación (Ladung) sólo se perfecciona por su comunicación al destinatario, de forma tal que el momento de la notificación integra el hecho específico legal (Tat be stand) de la citación. Siendo ésta un acto subjetivamente complejo, caería dentro de aquella especie de los mismos que CARNELUTTI ha aislado bajo la denominación de acto colectivo pluripersonal, puesto que la unidad del efecto jurídico se deduce de la combinación del acto del Juez con el acto del Alguacil. Cfr. su Teoría generale del diritto (Roma, 1940), 5 173 y sig. EL PRINCIPIO DE QUE "LAS PARTES ESTAN A DERECHO" ' 197 Este singularísimo alcance qué tiene el emplazamiento, no se fundamenta, como se cree generalmente, en la consideración teórica de establecer una presunción o ficción de conocimiento por las partes de todo cuanto vaya aconteciendo en el proceso, sino en el hecho de considerarse políticamente suficiente a la finalidad integral del proceso, instaurar una vez por todas el contradictorio y la audiencia bilateral con el emplazamiento, creándose así en la conducta de los litigantes una situación jurídica, general y permanente, que no es otra cosa que la posibilidad real de esas conductas en la misma relación jurídica procesal en su evolución hacia la definitiva composición judicial del litigio`. Esa situación jurídica general es comprensiva de todas las posibles situaciones jurídicas particulares que puedan recorrerse concretamente en el proceso. Ella constriñe indirectamente a las partes o a sus apoderados, a ser activos en el conocimiento de las variadas fases o estados del proceso; a ser diligentes en el estudio de las actas del expediente y en el examen cotidiano del Libro Diario del Tribunal; en una palabra, tal situación jurídica general coloca a las partes en un estado tal de conducta que viene a estar regulada por el derecho, de forma que quedan legitimadas para estar atentas a las vicisitudes del procedimiento y para influir en su marcha con su voluntad. La inobservancia de esta conducta por cada litigante no constituye una omisión antijurídica (transgresión de una obligación procesal), sino que cae en el radio de acción de la libertad, en cuya esfera la conducta del sujeto es autónoma para determinar o influir bajo su responsabilidad en el éxito o el fracaso de su propio interés (Carnelutti), pudiendo por tanto, hablarse de una carga procesal genérica (impropia). Como quiera que la relación jurídica procesal se resuelve y analiza en una serie ininterrumpida de situaciones procesales, 10 En el reciente Código de procedimiento civil italiano, de 28 de octubre de 1940, la parte que ya estuviere constituida en juicio, aun cuando momentáneo o permanente interte, se considera como que está siempre presente, de manera virtual, en la causa, de modo' tal que aquellas ordenanzas dictadas por el Juez instructor en audiencia "si ritengono conosciute dalle parti presenti e da quelle che dovevano comparirvi" (Art. 176). Cfr. REDENTI, Diritto processuale civile (Milano, 1947), pág. 408, ANDRIOLI, V., Commentario al Codice di procedura civile (Napoli, 1945), Vol. II, pág. 31, al hacer la exégesis del artículo 176, excluye, con razón la obligación de comparecer en sentido técnico, porque a lo más, "las partes tienen la çarga de participar en el proceso para hacer valer sus propios derechos (ragioni) ". 198 1 Luis LORETO el principio de que las partes "están a derecho" expresa acabadamente la idea de que por el solo hecho de emplazamiento viene a pesar sobre ellas, sin ulterior requisito de notificación alguna, la carga de realizar en el proceso los varios actos de impulso procesal que estimen convenientes y provechosos a sus pretensiones. Se crea así, técnicamente, una carga genérica de concurrir al Tribunal que condiciona, a lo menos de hecho, las distintas cargas procesales propias y particulares (stricto sensu). Este criterio un tanto pragmático que informa el principio, viene a confirmar en el derecho venezolano la concepción que ve en el proceso una relación jurídica unitaria, pues sólo con esa visión integral es que puede concebirse razonablemente, dentro de la ontología y teleología del proceso, que los sujetos que lo integran puedan "estar a derecho—`. El principio de que las partes "están a derecho" expresa un postulado de carácter formal, esto es, con entera independencia de la existencia o no existencia de la pretensión actora, del derecho sustancial afirmado en la demanda y de la condición de las partes de ser o no ser los legítimos contradictores en 11 Es indudable que con la presentación de la demanda se establece ya una relación de derecho entre el actor y el tribunal, órgano del Estado; pero con ello no se ha constituido todavía la verdadera relación procesal, que aparece sólo con la citación practicada del reo o dada por practicada (litispendencia). Como quiera que el actor toma la iniciativa con el ejercicio de la acción, él se encuentra ya en realidad "a derecho" en la relación jurídica bilateral (actor-tribunal) desde el momento de la presentación de la demanda, pero sólo en lo que a esa relación respecta. Es el acto de citación notificado o tnido por notificado al demandado el que viene a constituir a ambas partes "a derecho" en la relación jurídica procesal propiamente hablando, aun cuando falten los presupuestos procesales de ésta o se interpongan por el reo excepciones procesales, ya que unos y otras funcionan en la economía del sistema como presupuestos de admisibilidad de todo el proceso para su discusión sobre el fondo. Cfr.. ROSENBERG, Ob. Cit., págs. 8 y 281. Todo cuanto queda expuesto en relación con el principio es para aquellos casos de procesos cuya estructura se levanta e individualiza sobre la existencia legal del previo contradictorio (real o virtual), que es la regla en el proceso ordinario de conocimiento. Para aquellas formas anómalas de proceso con contradictorio pospuesto, el principio funciona en una fase posterior a la iniciación del mismo. Cfr. sobre este punto, ALCALÁ ZAMORA y CASTILLO, NIcETo; Proceso, autocomposición y autodefensa (México, 1947), Nt 82 in fine, para quien la exclusión del contradictorio daría origen a proceso sin relación jurídica efectiva, esto es, a un proceso que no lo sería en realidad, a menos que se suponga que en tal hipótesis medie una relación jurídica latente o potencial, ya que no presente o actual, puesto que si bien el demandado no interviene activamente, se encuentra determinado como litigantey está facultado para actuar posteriormente en plazo. de igualdad procesal. Pensamos que en derecho venezolano, aun en esos casos EL PRINCIPIO DE QUE "LAS PARTES ESTAN A DERECHO" 199 el juicio respectivo. Es así como demandada una persona y emplazada legalmente, su alegación de que carece de cualidad pasiva para sostener el juicio (legitimatio ad causam) no le coloca fuera del alcance del principio de estar a derecho en todos los actos y situaciones procesales que, se desarrollan y cumplen en la fase del progreso en la cual se ventila y debate su defensa, como cuestión previa o como defensa de fondo. No deja de estar a derecho la parte demandada que comparece en la audiencia fijada para alegar el vicio de la citación, como qu con su comparecencia está demostrando que el fin perseguido ha sido ya alcanzado y se produce, en consecuencia, la sanatoria de la posible nulidad, como lo tiene confirmado nuestro más alto Tribunal en reiterada jurisprudencia, siguiendo así la enseñanza clásica de la escuela procesal italiana`. El principio estudiado facilita, además, el régimen general de sanatoria de las nulidades procesales en los casos en que éstas no quebranten leyes de orden público, y, por tanto, cuando sólo pueden ser pronunciadas a solicitud de parte. Estando los litigantes a derecho sin necesidad de notificación alguna del acto procesal practicado y para el caso de que éste adolezca de vicios susceptibles de sanatoria, el no hacerlos valer antes de toda actuación se considera como que la parte perjudicada se ha "conformado con la actuación procesal anulable y renunciado a pedir su anulación"13. De todo cuanto precede resulta evidente que 'en el derecho venezolano hay que incorporar entre los distintos y significade los llamados procesos anómalos con contradictorio eventual diferido, la parte contra quien obra la medida del tribunal está "a derecho" para la consecución del procedimiento como sucede, por ejemplo, en el interdicto de despojo, sin necesidad de notificación. Aun cuando el derecho venezolano no conoce el procedimiento monitorio como forma genérica de tutela jurídica, existen, sin embargo, en nuestra opinión, ciertas modalidades de procedimientos especiales —de los cuales el más característico es el de la ejecución de hipoteca— que se inspiran en los mismos principios que sirven de fundamento al proceso monitorio. De allí que en la ejecución de hipoteca la intimación de pago al deudor y al tercer poseedor, venga a tener la misma función que la citación en el proceso ordinario de conocimiento, colocándolos "a derecho" abriéndoles lasposibilidades de hacer oposición dentro del término de ocho días contados desde la intimación de pago, con lo cual se da cabida al contradictorio. 12 PISANELLI,SCIALOJA y MANCINI, Codice di procedura civile, 1876, Vol. II, pág. 74; MORTARA, Manuale della procedura civile, 9' Ed., Vol. 1, NI 351. 13 BORJAS, Ob. Cit., pág. 418. ¿. 'J ) Luis LORETO tivos efectos procesales que producé la citación inicial o emplazamiento, además de los generalmente reconocidos por la doctrina común, el muy característico y específico de colocar a las partes "a derecho" en la relación procesal, visión ésta qué hasta hoy no ha sido advertida y puesta suficientemente de relieve por los estudiosos del proceso patrio, quienes se han limitado a considerar la citación como un fenómeno aislado y estático, sin darle la debida trascendencia que ella tiene dentro de una oncepción sistemática y dialéctica del proceso.