UNIVERSIDAD DEL VALLE VICERRECTORIA DE EXTENSION Universidad del Valle SISTEMA INSTITUCIONAL DE EDUCACIÓN DESESCOLARIZADA Curso HISTORIAS DE LAS IDEAS POLÍTICAS CÓDIGO : 950021 Autores: ERIC RODRIGUEZ WORONIUK P.h. D. en Ciencia Política. MARIA MARTA ARTAZCOZ Lic. en Ciencias de la Educación Esp. en Psicología. Santiago de Cali, 1997. LA TRANSFORMACIÓN DE LOS CONFLICTOS FRENTE A LA ESTRUCTURACIÓN DE UNA FORMA "MIXTA DE GOBIERNO": UNA LECTURA DE ARISTÓTELES Y MAQUIAVELO. Tema general a tratar: En la presente unidad abordaremos el pensamiento de Aristóteles y Maquiavelo, concentrándonos en los procesos políticos y la transformación de los conflictos conforme lo consideran los respectivos autores, colocando especial énfasis en las formas de gobierno. Objetivo: Reflexionar a partir de las teorías de Aristóteles y Maquiavelo acerca de la concepción de forma de "gobierno mixto", como la mejor forma de gobierno, en relación con los mecanismos de transformación de los conflictos y el cambio político. 22 HISTORIA DE LAS IDEAS POLÍTICAS Presentación: Si bien Aristóteles (nacido en el año 384 antes de J.C.) y Maquiavelo (nacido en el año 1469 del actual milenio) presentan profundas diferencias en cuanto a su concepción del hombre, de la sociedad y de la política, encontramos que ambos coinciden en considerar a la forma "mixta de gobierno" como la mejor. Conservando las diferencias en los supuestos básicos de sus teorías, éstas sostienen que la mejor fórmula política es aquella en donde logran coexistir, teniendo representación en el gobierno, diversos sectores sociales: principalmente los que podríamos denominar "sectores populares" y "sectores dirigentes". La estructuración de esta forma de gobierno, la cual es definida de manera distinta en los dos autores, encuentra diversos obstáculos que pueden entorpecer su cristalización. La consideración de estas dificultades y las claves propuestas para su superación, resultan de interés en el estudio de la transformación de los conflictos políticos. Finalmente se destaca que si bien ambos autores desarrollan su pensamiento sobre la organización política de las ciudades, en el caso de Aristóteles se trata de la ciudad griega en la Antigüedad y en Maquiavelo de las ciudades italianas del Renacimiento. 23 HISTORIA DE LAS IDEAS POLÍTICAS VEA LECTURAS OBLIGATORIAS: No.1. La Política. Aristóteles. Ed. Espasa Calpe Madrid, 1978. No.2. Discursos sobre la Primera Década de Tito Livio Maquiavelo, Nicolás. Ed. Alianza, Madrid, 1987. No.3. La Teoría de las Formas de Gobierno en la Historia del Pensamiento Político. Bobbio Norberto. Ed. Fondo de Cultura Económica, México 1987. Lecturas Recomendadas. No.1. Historia de la Teoría Política. Sabine, George. Ed. Fondo de Cultura Económica Bogotá 1992. No.2. Política v Perspectiva. Wollin, Shendon. Ed. Amorrortu, Buenos Aires 1960. 24 HISTORIA DE LAS IDEAS POLÍTICAS ARISTÓTELES. Aristóteles (384-322 a. de J.), el máximo filósofo sistemático de la antigua Grecia -quien marcó como ningún otro pensador los caminos que habría de transitar la filosofía- nació en Estagira, ciudad de Macedonia. Pasó 20 años en la Academia de Platón en Atenas en calidad de discípulo y maestro. A la muerte de este (347) abandonó la Academia y mas tarde marchó hacia Macedonia como preceptor de Alejandro, hijo del rey Filipo. En el año 344 volvió a Atenas y fundó su propia escuela: el Liceo. Aquí desarrollo una enorme actividad intelectual; el material científico que reunió permitió hacer avanzar de un modo incalculable el saber de su tiempo. Como consecuencia de la reacción antimacedónica que siguió a la muerte de Alejandro Magno, en 323, Aristóteles fue acusado de impiedad, y se trasladó a Calcis donde murió al año siguiente. Concepción del hombre: Para Aristóteles el hombre por naturaleza es un ser social y no puede existir por fuera de ella. Este autor se caracterizó por evitar los dualismos contundentes que han dominado la psicología moderna: cuerpo y espíritu, objetivo y subjetivo. Su análisis acerca de las funciones humanas concluye en una visión del hombre 25 HISTORIA DE LAS IDEAS POLÍTICAS como definidamente racional, capaz de expresar autoconscientemente su naturaleza y de arribar a una comprensión contemplativa de los principios ordenadores en los distintos campos de conocimiento. "... se concluye que el Estado evidentemente es un natural, que él hombre es un ser naturalmente sociable que el que vive fuera de la sociedad por organización por efecto del azar es, ciertamente, o un ser degenerado un ser superior a la especie humana y a él pueden aplicarse aquéllas palabras de Homero: sin familia, leyes y sin hogar. El hombre que no fuese por naturaleza tal como lo pinta el poeta, sólo guerra, porque sería incapaz de unirse con nadie, sucede a las aves de rapiña.” Aristóteles. Glosa de La Política. En la Etica a Nicomano el estagirita plantea la cuestión del bien como fin último de las cosas, y por lo tanto, de las acciones humanas; el bien supremo es la felicidad. La felicidad es la plenitud de la realización activa del hombre en lo que tiene de propiamente humano; es cierta vida activa del hombre que tiene razón. Esta forma de vida es la vida contemplativa o teorética, superior a la vida de los placeres, cuyo carácter no es justamente la exclusión de la acción, sino la propia acción purificada. Si bien la contemplación teorética es considerada como la más alta actividad del hombre, la mayor parte de los estudios de Aristóteles se dirigen hacia el bien práctico en los usos y relaciones sociales humanas. 26 HISTORIA DE LAS IDEAS POLITK5AS Perspectiva metodológica: La gran obra de este pensador abarca casi todas las disciplinas: lógica y teoría de la ciencia, física, biología, psicología, metafísica, ética, política, retórica, estética. Si bien con la aparición de la ciencia moderna se produjo una reacción contra sus postulados filosóficos, su obra humanística y social continuó y aún continúa ejerciendo una influencia fundamental. Aristóteles divide las ciencias en teóricas, practicas y poéticas. Lo característico de esta última consiste en que se trata de una actividad que tiene un fin distinto de ella misma, por ejemplo, la fabricación de una mesa, cuyo fin es la mesa. Sus obras poéticas principales son la Poética, y la Retórica. Las ciencias practicas son las que atañen a la vida individual y social del hombre: la ética, la política y la economía. La praxis o práctica es una acción, una actividad cuyo fin es ella misma, tiene el fin en sí misma y no en una cosa exterior al actuar. Sus escritos capitales son las tres Eticas: Etica a Nicomano, Etica a Eudemo y Gran Etica; la Política, y los Económicos. Las ciencias teóricas son la matemática, la física y la metafísica. La theoria o contemplación es un modo de praxis, pero es la praxis suprema, a diferencia de lo que sólo es práctico sin llegar a ser teórico. La contemplación es una actividad cuyo fin lo constituye ella misma y que tiene en sí misma su objeto. Las obras principales de este grupo son la Física, el libro Del Cielo, el Del Mundo, el De 27 HISTORIA DE LAS IDEAS POLÍTICAS Anima; toda una serie de tratados sobre cuestiones físicas y biológicas; y sobre todo los catorce libros de la Metafísica o Filosofía Primera. De esta distinción se desprenden tres tipos de vida y tres modos de ciencia; más aún, hay una ciencia que no entra en ninguno de ellos, sino que es anterior: la lógica. Esta (el Organon) es instrumento y sirve a todas las ciencias, su parte fundamental es el silogismo y analiza las formas generales de inferencia. La concepción del conocimiento sistemático es racionalista, dirigida a la organización deductiva, con premisas primarias que postulan la esencia y teoremas que, a partir de ellas, derivan las propiedades. El científico debe investigar la materia, la estructura, los agentes causales y los fines o funciones directrices. Estos conceptos constituyen respuestas a las preguntas: ¿De qué esta hecho? ¿Qué es? ¿De dónde procede? ¿A dónde se dirige?. Su metodología le permitió descubrir la existencia de un orden existente bien clasificado: especies animales, y bien elaborado: las constituciones de las ciudades-estado. Concepción de la política y la sociedad: Para Aristóteles entre ética y política no hay solución de continuidad. La primera estudia las virtudes en tanto hábitos y la segunda investiga las instituciones. Sin embargo las dos se preocupan por encontrar las maneras mediante las cuales el ser del hombre se realiza mas plenamente y cómo puede ser esto alcanzado en condiciones no ideales. 28 HISTORIA DE LAS IDEAS POLÍTICAS Aristóteles se ocupó profundamente de los problemas de la sociedad y el Estado en los ocho libros de su Política. Así mismo poseía un material documental extraordinario sobre las constituciones de las ciudades griegas (158) de las que sólo una se ha conservado, la de Atenas; y a esto unía un conocimiento profundo de las cuestiones económicas. En la Política se encuentra el concepto de un orden natural de las instituciones humanas, la concepción de un orden ideal, y la clasificación y análisis de las formas socio políticas existentes; así como su valoración, a fin de elaborar un programa practico. Aristóteles sostuvo la concepción de la antigua ciudad-estado: la polis, la comunidad urbana organizada, que representa la realización natural de la sociabilidad del hombre. Los sofistas habían insistido en una dicotomía entre naturaleza y convención e interpretaban a la polis como ley o convención. Este lo P» autor, por el contrario, incluye la sociedad en la naturaleza, es decir, basar su posición en el carácter natural -no el convencional o contractual- de las relaciones sociales. Su idea rectora es que la sociedad es algo inherente al hombre y no simplemente estatuido. Para interpretar el ser de la polis parte del supuesto de que toda comunidad o sociedad tiende a un bien. La polis es una comunidad perfecta, autérquica, que se basta a sí misma y es también naturaleza; por consiguiente el hombre es por naturaleza un "animal político", un viviente social. El que vive -por naturaleza- sin ciudad es inferior o superior al hombre: es una bestia o un Dios. 29 HISTORIA DE LAS IDEAS POLÍTICAS La participación directa en el proceso constitucional de la polis es la esencia de la ciudadanía; la megapolis, suma de individuos aislados en soledad, es contraria a la naturaleza. El potencial conservador que existe en su concepto de orden natural, se vislumbra en su defensa de la esclavitud y en la posición subordinada que ocupa la mujer, propia de una racionalidad inferior, mas inclinada a seguir un bien prescrito que a comprenderlo activamente. Aristóteles identifica la sociedad y el estado: lo social es lo político, y la polis significa la interpretación estatal de la sociedad. Como en su contexto histórico coinciden: la sociedad perfecta es la polis, el Estado-ciudad, no se da cuenta que la sociedad no es el estado. Plantea una clasificación dual de las constituciones: a) una dicotomía entre formas puras, dirigidas al interés común, y formas corrompidas, en las que los dirigentes gobiernan en provecho propio, b) una clasificación numérica de los gobernantes en uno, pocos o muchos. Esta doble clasificación da lugar a la monarquía, la democracia y la república (gobierno de muchos ciudadanos acomodados) como formas puras, y a la tiranía, la oligarquía y la democracia como corrupción en provecho del monarca, de los ricos y de los pobres respectivamente. Tras esta clasificación formal hay un anhelo por determinar las distinciones esenciales que se visualizan en su funcionamiento según el carácter y organización de la sociedad. De este modo identificaba la oligarquía mas con el gobierno de los rícos que de los pobres, y la democracia como expresión de los intereses de los pobres. Presta una especial atención a las 30 HISTORIA DE LAS IDEAS POLÍTICAS causas de la revolución y expone los mecanismos para evitarla, en este sentido consideró a la desigualdad como la situación propicia para la revolución. Para Aristóteles el carácter básico de la vida política de su época es la guerra entre ricos y pobres y su formula para la armonía entre los ciudadanos es la politeia. Esta idea es acorde con su opinión general de que la rectitud se sitúa en el medio. En la Política el medio consiste en equilibrar las fuerzas opuestas de la oligarquía y de la democracia, de modo que se evite tanto la arrogancia del rico como la desesperación del pobre. De acuerdo al tratamiento dado a las revoluciones en La Política de Aristóteles, realice una relatoría teniendo en cuenta la consigna siguiente: ♦ ¿Cómo define Aristóteles las revoluciones y cuales serían sus causas y los mecanismos para evitarlas en la democracia y en la tiranía?. Tenga presente para iniciar la relatoría (conforme al texto de Bobbio acerca de estagiríta), qué entiende Aristóteles por una revolución, qué es una democracia y 31 HISTORIA DE LAS IDEAS JPOUT4CAS una tiranía, y cuales son las distintas posiciones sociales que reconoce y qué tipo acciones que llevan a cabo sus titulares conforme a cada forma de gobierno. Una vez aclarados estos puntos Ud. podrá iniciar su relatoría. Es importante que los estudiantes escriban desde su experiencia personal. Por lo tanto deberán tener en cuenta tanto las lecturas realizadas de manera previa a este curso, como sus experiencias personales. 32 HISTORIA DE LAS IDEAS POLÍTICAS MAQUIAVELO Nicolás de Maquiavelo nació en Florencia durante 1469. Es sabido que esta ciudad de empresarios, comerciantes y banqueros dio en ser durante las postrimerías del S. XIV y comienzos del XV el ámbito propicio para el desarrollo de un vigoroso movimiento científico, filosófico, literario y artístico. A lo largo del gobierno de los Medici, especialmente con el mecenazgo de Lorenzo el Magnífico, la ciudad se convirtió en el centro del humanismo renacentista italiano. A los 29 años Maquiavelo entró al servicio del gobierno de la República de Florencia, en calidad de segundo canciller y secretario de los Dieci di Liberta e Pace, un consejo ejecutivo con jurisdicción tanto en el plano interno como en el militar y en relaciones exteriores. Durante el período en que inició sus tareas, la ciudad se encontraba envuelta en problemas complejos. En 1492 había muerto Lorenzo de Medici, quien no sólo supo manejar con habilidad la política interna de Florencia, sino que fue también un diestro negociador en el delicado equilibrio de poder entre los intereses de su ciudad y los cuatro Estados importantes entre los cuales se encontraba dividida la península itálica: Milán, Venecia, Ñapóles y el Papado. A lo largo de 1494, los Medici fueron expulsados de Florencia, reestableciendose de inmediato las instituciones de la vieja república en medio de una democracia tumultuosa que llevo a Fray Girolamo Savonarola a la primera magistratura de la ciudad (quien fue depuesto y llevado a la hoguera en 1498). 33 HISTORIA DE LAS IDEAS POLÍTICAS De esta manera, muy poco alentadoras perspectivas políticas brindaba Florencia cuando Maquiavelo en el mismo año en que fue sacrificado Savonarola, comenzó sus tareas como nuevo secretario en la Segunda Cancillería. La ciudad en su interior se encontraba dividida en numerosas facciones -las que tenían mas presencia eran las que respondían a los Medicis y los seguidores del fallecido Savonarola-, y en las relaciones exteriores la autoridad de Florencia había mermado de manera evidente. El problema no consistía en el hecho de haber emprendido una política exterior equivocada, sino en que no se había definido política alguna. En este sentido, no se tenía decidida una posición para asumir frente a los profundos conflictos suscitados entre las principales ciudades italianas. Maquiavelo tuvo así la experiencia de lo que significaba negociar sin autoridad, sin criterio y sin un poder material para sostener los principios y propósitos. Durante 14 años se desempeñó en este cargo. Con la restauración de los Medid, Maquiavelo conoció la prisión y la tortura. Liberado al poco tiempo, fue desterrado de Florencia y se retiró en la pobreza a la pequeña finca que su familia poseía en San Casciano. Después de 13 años de inactividad pública, los Medici solicitaron en 1525 su vuelta al servicio público, pero, al ser derribados dos años mas tarde, el nuevo gobierno republicano volvió a excluir a Maquiavelo. Murió en ese mismo año. Miguel Ángel Granada en la introducción a su compilación de documentos históricos de Maquiavelo, sostiene que el pensamiento del secretario florentino es 34 HISTORIA DE LAS IDEAS POLÍTICAS la teorización de una crisis, la explicación de sus razones y la búsqueda de una salida constructiva y reglamentadora: la crisis y el hundimiento florentino e italiano fueron vividos por él con dramatismo debido a su patriotismo, a su estrecha vinculación con el destino de la República de Florencia y a su convicción acerca del valor supremo del Estado en un horizonte humano. Concepción del Hombre: Debe tenerse en cuenta que las ideas surgidas de este método se encuentran fundadas en gran medida en ciertos supuestos previos acerca de la realidad humana y su comportamiento. Tanto su propia observación como sus lecturas históricas le llevaron a afirmar que la naturaleza humana era inalterable y esencialmente mala. A diferencia de Aristóteles, Maquiavelo empleaba el concepto de naturaleza humana en un sentido mucho más descriptivo que normativo. Las características básicas del hombre según Maquiavelo son las siguientes: ♦ Es una criatura de insaciables deseos y ambición ilimitada, cuyo móvil primordial es la propia conservación. 35 HISTORIA DE LAS IDEAS POLÍTICAS ♦ Su estrechez de miras tiende a orientarle en función de la recompensa inmediata más que de las consecuencias a largo plazo de sus acciones. ♦ Es también un ser imitativo, inclinado a seguir el ejemplo de los que encarnan la autoridad. ♦ Es de una rigidez tal, que los patrones de conducta sólo pueden alterarse hasta cierto límite. No obstante estas malas cualidades del hombre, no excluye la posibilidad de un esfuerzo cooperativo por parte de éste; según Neal Wood, muchas de ellas facilitan la cooperación social. A la vista de estas características puede parecer lejana la cooperación social entre los hombres, sin embargo de hecho no es así: el deseo de autoconservación y la propia limitación de miras permiten que los hombres sean aptos para ser manipulados por sus dirigentes; la tendencia a la imitación les predispone a aceptar los condicionamientos impuestos por los líderes y la organización política. Por otra parte, cuando sus vidas se ven amenazadas por un medio físico hostil o por actos agresivos, el deseo de autoconservación les mueve a actuar cooperativa y amistosamente, de este modo demuestran entonces que pueden ser trabajadores, templados y abnegados. Incluso cuando ya no pesa una amenaza 36 HISTORIA DE LAS IDEAS POLÍTICAS inmediata que ponga en peligro su supervivencia, es posible mantener las virtudes sociales por medio de un liderazgo sagaz y de una buena organización social. De este modo Maquiavelo distinguía entre una naturaleza originaria mala y una segunda naturaleza socialmente buena. En consecuencia, la naturaleza esencialmente mala del hombre puede ser modelada por los líderes y la organización política; aunque esa naturaleza originaria restringe en alguna medida esta posibilidad. Por lo tanto es factible imprimir en la naturaleza primitiva del hombre modos de conducta deseables por medio de la educación. El comportamiento humano puede ser vitalmente afectado por las finalidades socialmente establecidas que canalizan sus deseos. Todos los hombres son en alguna medida producto de una convención, no simples hombres naturales. En efecto, es imposible que exista un hombre absolutamente convencional o absolutamente natural, de la misma forma que no es posible encontrar un hombre absolutamente bueno o absolutamente malo: de una u otra forma todos pueden situarse en una escala entre ambos extremos. Perspectiva metodológica: Maquiavelo no fue un constructor de un sistema en sentido estricto. En ninguno de sus tratados llegó a realizar una exposición sistemática de su teoría del hombre y del gobierno. Sus concepciones se ofrecen en una forma difusa esparcidas a lo largo de sus obras. Sin embargo, no es posible negar la existencia de un sistema y de una acusada coherencia ideológica, aunque ésta no se revele en primera instancia y dependa del lector. 37 HISTORIA DE LAS IDEAS POLÍTICAS Entre los logros de Maquiavelo figura el intento de descubrir un orden propio de la vida política, con independencia de cualquier referencia o causalidad externas. La política es examinada autónoma y racionalmente, analizando las formas en que el poder puede obtenerse y conservarse. Se muestran los tipos de acciones que, en circunstancias diversas, pueden conducir al éxito o al fracaso políticos. Y aunque no se preocupara de la obligación moral y política o del análisis de los conceptos morales o políticos, la mayor parte de sus escritos están presididos por la concepción de una sociedad buena. Maquiavelo estaba interesado en el descubrimiento de las condiciones de éxito político. Trató de arribar a ellas estableciendo qué tipo de acciones operaron como beneficiosas o perjudiciales para los políticos que las lleven a cabo. Su reflexión acerca del poder político y la forma de conservarlo, son un resultado de una observación atenta de la experiencia. En este sentido cabe citar una carta privada, ni bien había finalizado El Príncipe, en donde afirma: "... Llegada la noche, vuelvo a casa y entro en mi escritorio; en su puerta me despojo de la ropa cotidana, llena de barro y mugre, y me visto con paños reales y curiales; así decentemente vestido, entro en las viejas cortes de los hombres antiguos (...) Estando allí no me avergüenzo de hablar con tales hombres, interrogarles sobre las razones de sus hechos, y esos hombres por su humanidad me responden. Durante cuatro horas no siento fastidio alguno; me olvido de todos los contratiempos; no temo a la pobreza ni me asusta la muerte. De tal manera quedo identificado con ellos. Y como Dante dice que no hay ciencia si no se recuerda lo que se ha comprendido, he anotado cuanto he podido de sus 38 HISTORIA DE LAS IDEAS POLÍTICAS conversaciones y compuesto de esta manera un opúsculo, El Principe, en el cual he ahondado cuanto puedo los problemas de tal asunto, discutiendo qué es un principado, cuántas clases hay de ellos, cómo se adquieren, cómo se mantienen, por qué se pierden...". En efecto, los acontecimientos políticos, las luchas y las guerras de su tiempo; los varios tipos de príncipes del momento y lo que puede denominarse "conocimiento histórico", fueron las fuentes para el desarrollo de su pensamiento político. El Príncipe "...debe hacer como los ballesteros bien advertidos que, viendo su blanco muy distante para la fuerza de su arco, apuntan mucho más alto que el objeto que tienen en la mira, no para que su vigor y flechas alcancen a un punto de mira en esta altura, sino a fin de poder, asestando así, llegar en líneas parabólica a su verdadero blanco” Maquiavelo. Glosa extraída de El Príncipe. Con su método buscaba demostrar la verdad de sus afirmaciones a través del empleo de un cálculo: citaba numerosos ejemplos -como lo señalamos extraídos de la historia y de los acontecimientos de su época- susceptibles de verificar una proposición particular sobre las condiciones de éxito político, y a continuación exponía otros ejemplos que negaban, en principio, la validez de la afirmación 39 HISTORIA DE LAS IDEAS POLÍTICAS inicial. Luego de un aplicado examen de los casos negativos pasaba, a decidir si eran realmente, o solo en apariencia, consecuencia de circunstancias distintas. Concepción de la sociedad y la política: En la concepción de Maquiavelo, el fin supremo de la política es la utilidad pública, la seguridad y el bienestar de la comunidad, por encima de los fines morales que atribuían a la política los pensadores anteriores. Cuando trataba de establecer la validez de un precepto político, examinando las consecuencias de actos políticos particulares, consideraba los actos morales o de cualquier otro tipo desde un punto de vista instrumental. Siempre le interesaron más las consecuencias sociales y políticas de los miembros que la intencionalidad moral de los autores, puesto que, en última instancia, en los asuntos humanos los efectos de los actos siempre pueden ser buenos y malos. En lo esencial, no se ocupó de los problemas de la filosofía moral, sin embargo es posible que una de las aportaciones de Maquiavelo a este campo, nunca articulada explícitamente, haya sido establecer la dependencia de las condiciones de la moralidad personal con respecto a la seguridad garantizada por la inmoralidad del Estado. Lo anterior no quiere decir que Maquiavelo exculpara las violaciones de la moralidad personal ni que él mismo fuera inmoral. Mantuvo la distinción entre actos morales e inmorales, en el sentido convencional, y nunca dejó de afirmar claramente que el empleo de medios inmorales en nombre del bien común podía más bien disculparse que justificarse. La propia violación de las pautas de la moralidad personal sólo es excusable cuando resulta necesaria para la utilidad 40 HISTORIA DE LAS IDEAS POLÍTICAS pública. El hombre de Estado debe saber actuar inicuamente al servicio del bien común; pero la violencia, la crueldad y el engaño, nunca deberían considerarse como finalidades propias y es preciso someterlas a un control racional. Según este autor el objetivo más alto que el individuo puede proponerse es la gloria. Esta es conferida por los actos que recuerda y enaltece la humanidad. El simple éxito o la reputación emanada del poder o de una gran riqueza tienen mucho menos valor que la verdadera gloría. La gloria mas elevada se alcanza (en orden decreciente de importancia) fundando una religión, estableciendo un Estado, en el mando de los ejércitos o en la creación literaria. La verdadera gloría depende de la virtud de un individuo o de un pueblo. Maquiavelo hace una utilización ambigua del término, aunque parece pensar cuando lo emplea, en el soldado que en una batalla despliega previsión, autodisciplina, constancia, resolución, perseverancia, decisión, valentía, arrojo y vigor. La guerra es solamente el conflicto arquetípico entre la virtud (cualidad viril) y la fortuna (mudable, imprevisible, caprichosa); porque de hecho toda la vida consiste en esa lucha. El control sobre el medio físico y social, esencial para el bienestar y la supervivencia, depende de la oposición entre la virtud y la fortuna. La acción virtuosa permite a los individuos regular una parte de sus vidas y limitar los caprichos del azar. 41 HISTORIA DE LAS IDEAS POLÍTICAS Otra vez, este autor, apela al estudio de la historia para descubrir las condiciones susceptibles de generar el mayor grado posible de virtud en una república y el consiguiente logro de la gloria, señalando que las comunidades mas virtuosas fueron las de la antigüedad clásica (especialmente las de la Roma republicana). Considera que la virtud de un pueblo depende totalmente de la educación. mientras que la de los príncipes o jefes es innata, aunque este configurada por la educación. Bajo estos requisitos se podrán alcanzar el mayor y más duradero poder político y la máxima estabilidad del orden político. De este modo los elementos básicos de la concepción de dicho orden son la gloría, la virtud y la libertad. Maquiavelo lamentaba la decadencia de la virtud en su época y condenaba el predominio del lujo y de la vida mercantil. Al respecto dirigía sus esfuerzos al problema de restaurar las condiciones que hicieran posible la gloria. Para este autor, el mas importante instrumento de que dispone el hombre para poner freno a su naturaleza egoísta y canalizarla hacia finalidades socialmente deseables es el Estado. Solo él hace posible la creación de las condiciones para la seguridad y el bienestar. Su concepción acerca del Estado está mucho más próxima al mecanicismo que al organicismo. El Estado no tiene ni una finalidad superior ni un propósito espiritual; tampoco tiene una vida y una personalidad independientes del pueblo que le constituye. Lo que más tarde pasó a llamarse "razón de Estado" (expresión que nunca utilizó Maquiavelo) no es un orden superracional sino la política prudente y 42 HISTORIA DE LAS IDEAS POLÍTICAS calculada del hombre de Estado para mejorar los fines seculares de los gobernados. Para Maquiavelo la existencia y grandeza de un Estado estaban aseguradas cuando el poder militar ocupaba el debido lugar en el orden político. Al respecto escribió en El Príncipe: "...no pueden haber buenas leyes donde no hay buenas armas, y donde se cuentan con buenas armas deben haber buenas leyes..."; esta idea es retomada en Los Discursos... donde afirma que "...la base de todo Estado es una buena organización militar...". En El Príncipe y en los Discursos, Maquiavelo establece una clasificación dual de los Estados, basada en el numero de los que gobiernan, cuyos términos antagónicos son la monarquía y la república. La primera puede ser limitada, despótica o tiránica y la segunda popular o equilibrada. Dentro de esta ultima existen dos tipos principales: la aristocracia y la democracia. También hay en su clasificación dos formas inestables intermedias entre las repúblicas y las monarquías: la oligarquía y la monarquía plebiscitaria. Los Estados también pueden calificarse de acuerdo con otros criterios: según la forma de adquisición del poder; según su tendencia a la expansión o a la conservación, a la corrupción o a la virtud; o según la constitución haya surgido de un legislador singular o se haya desarrollado a lo largo del tiempo en función de la experiencia. 43 HISTORIA 06 LAS IDEAS POLÍTICAS De acuerdo a la lectura Los Discursos de la Década de Tito Libio de Maquiavelo realice una relatoría, teniendo como referencia la siguiente consigna: ♦ Reflexionar acerca del papel de los conflictos entre la plebe y los nobles en la construcción de la república. Para la iniciación de la relatoría tenga en cuenta, de acuerdo al texto de Bobbio acerca del autor florentino, cómo considera Maquiavelo a la mejor forma de gobierno. Por otra parte, tener presente qué posiciones ocupan tanto la plebe como los nobles en la sociedad romana, y de acuerdo a ello cuales son las acciones que llevan a cabo. Una vez tenga en claro estos puntos, podrá iniciar la escritura de la relatoría. Recuerde que su posición personal es importante. 44 HISTORIA DE LAS IDEAS POLÍTICAS "...Creo que el verdadero camino para llegar al Paraíso es conocer el camino del Infierno para evitarlo..." Maquiavelo. Glosa de la carta personal enviada a Francisco Guicciardi en 1521 Tarea 3 Ensayo de la primera unidad. Una vez realizadas las relatorías acerca de Aristóteles y Maquiavelo Ud. estará en condiciones de escribir un pequeño ensayo de no mas de diez páginas. Tenga en cuenta la siguiente consigna: ♦ Relacione la concepción de forma de "gobierno mixto" en Aristóteles y en Maquiavelo (Lectura de Norberto Bobbio: La Teoría de las Formas de Gobierno en la Historia del Pensamiento Político). Una vez hecha esta relación, reflexione acerca de las transformaciones de los conflictos, conforme a cada autor. Tenga en cuenta que el ensayo, como en ninguna otra expresión escrita, la posición personal de quien escribe es fundamental. 45 HISTORIA DE LAS IDEAS POLÍTICAS LECTURA OBLIGATORIA No.1 LA POLÍTICA Por: Aristóteles. Edic. Espasa Calpe Madrid, 1978. 102 LIBRO OCTAVO (1) TEORÍA GENERAL DE LAS REVOLUCIONES CAPITULO I PROCEDIMIENTOS DE LAS REVOLUCIONES Todas las parte del asunto de que nos proponemos tratar aquí están, si pueden decirse así, casi agotadas. Como continuación de todo lo que precede, vamos a estudiar, de una parte, el número y la naturaleza de las causas que producen las revoluciones en los Estados, los caracteres que revisten según las constituciones y las relaciones que más generalmente tienen principios que se abandonan con los principios que se adoptan; de otra, indagaremos cuáles son, para los Estados, en general y para cada uno en particular, los medios de conservación; y, por último, veremos cuáles son los recursos especiales de cada uno de ellos. Hemos enunciado ya la causa primera a que debe atribuirse la diversidad de todas las constituciones, que es la siguiente: todos los sistemas políticos, por diversos que sean reconocen ciertos derechos y una igualdad proporcional entre los ciudadanos, pero todos en la practica se separan de esta doctrina. La demagogia ha nacido casi siempre del empeño de hacer absoluta y general una igualdad que sólo era real y positiva en ciertos conceptos; porque todos son igualmente libres se ha creído que debía serlo de una manera absoluta. La oligarquía ha nacido del empeño de hacer absoluta y general una desigualdad que sólo es real y positiva en ciertos conceptos, porque siendo los hombres desiguales en fortuna han supuesto que debe serlo en todas las demás cosas y sin limitación alguna. Los unos firmes en esta igualdad, han querido que el poder político todas sus atribuciones fuera repartido por ___________________________ (1) Colocado generalmente en el quinto 104 con igual; los otros, apoyados en esta desigualdad, sólo han pensado en aumentar sus privilegios, porque esto equivalía a aumentar la desigualdad. Todos los sistemas bien que justos en el fondo1, son sin embargo, radicalmente falsos en la práctica. Y así los unos con los otros, tan pronto como no han obtenido, en punto a poder político, todo lo que tan falsamente creen merecer, apelan a la revolución. Ciertamente, el derecho de insurrección a nadie debería pertenecer con más legitimidad que a los ciudadanos de mérito superior, aunque jamás usen de este derecho; realmente la desigualdad absoluta sólo es racional respecto a ellos1. Lo cual no impide que muchos sólo por su nacimiento es ilustre, es decir, porque tienen a favor la virtud y la riqueza de sus antepasados a que deben su nobleza, se crean en virtud de esta sola desigualdad muy por encima de la igualdad común. Tal es la causa general, y también puede decirse el origen de las revoluciones de las turbulencias que ellas ocasionan. En los cambios que producen proceden de dos maneras. Unas veces atacan el principio mismo del gobierno para reemplazar la constitución existente con otra, sustituyendo, por ejemplo, la oligarquía a la democracia, o al contrarío; o la república y la aristocracia a una u otra de aquéllas; o las dos primeras, o las dos segundas. Otras, la revolución, en vez de dirigirse a la constitución que está en vigor, la conserva tal como la encuentra; y a lo que aspiran los revolucionarios vencedores es a gobernar personalmente observando la constitución. Las revoluciones de este género son muy frecuentes en los Estados oligárquicos y monárquicos. A veces la revolución fortifica o relaja un principio; y así, si rige la oligarquía, la revolución la aumenta o la restringe; si la democracia, la fortifica o la debilita; y lo mismo sucede en cualquier otro ___________________________ 1 Aristóteles hace constantemente estas reservas en favor del genio. 105 sistema. A veces, por último, la revolución sólo quiere quitar una parte de la constitución, por ejemplo, fundando o suprimiendo una magistratura dada; como cuando, en Lacedemonía, Lisandro quiso según se asegura a, destruir el reinado, y Pausianas 2 la institución de los éforos. De igual modo en Epidamno sólo se alteró un punto de la constitución, sustituyendo el senado a los jefes de las tribus. Hoy mismo miembros del gobierno estén obligados a reunirse en asamblea general; y en esta constitución el arconte único es un resto de oligarquía. La desigualdad insoportable; y en general puede decirse que las revoluciones se hacen para conquistar la igualdad. Esta igualdad tan ansiada es doble3. Puede entenderse respecto del número y el mérito. Por la del número entiendo la igualdad o identidad en masa, en extensión: por la del mérito entiendo la igualdad proporcional. Y así, en materia de número, tres es más que dos, como es más que uno; pero proporcionalmente cuatro es a dos como dos es a uno. dos efectivamente, está con cuatro de la misma relación que uno con dos; es la mitad en ambos casos. Puede estarse de acuerdo sobre el fondo mismo del derecho y diferir sobre la proporción en que debe concederse. Ya lo dije antes: los unos, porque son iguales en un punto, se creen iguales de una manera absoluta; los otros, porque son desiguales bajo un solo concepto, quiere ser desiguales en todos sin excepción. De aquí procede que la mayor parte de los gobiernos son oligárquicos y democráticos. La nobleza y la virtud son el patrimonio de pocos; y las cualidades contrarias, el de la mayoría, en ninguna ciudad puede citarse cien personas de nacimiento ilustre, de virtud intachable; pero casi en todas partes se encontrará masas de pobres. Es peligroso pretender constituir la igualdad real o proporcional con todas sus consecuencias; los hechos están ___________________________ 2 Pausianas murió en el año IV de la Olimpiada 75,477 años a. de J.C. 3 Esta distinción muy importante en política, como lo es en cualquiera otra materia, es de Platón. Véase las Leyes, lib. VI. Pag. 317 106 ahí para probarlo. Los gobiernos cimentados en esta base jamás son sólidos, porque es imposible que el terror que se cometió en un principio no produzca a la larga un resultado funesto. Lo más prudente es combinar la igualdad relativa al número con la igualdad relativa al mérito. Sea lo que fuere, la democracia es más estable y está menos sujeta a trastornos que la oligarquía. En los gobiernos oligárquicos la insurrección puede nacer de los puntos, según que la minoría oligárquica se insurreccione contra sí misma o contra el pueblo; en las democracias sólo tiene que combatir a la minoría oligárquica, el pueblo no se insurrecciona jamás contra si propio o, por lo menos, los movimientos de este género no tienen importancia. La república en que domina la clase media y que se acerca más a la democracia que a la oligarquía, es también el más estable de todos estos gobiernos. CAPITULO II CAUSAS DIVERSAS DE LAS REVOLUCIONES Puesto que queremos estudiar de dónde nacen las discordias y trastornos políticos, examinemos, ante todo, en general, su origen y sus causas. Todas éstas pueden reducirse, por decirlo así, a tres principales, que nosotros indicaremos en pocas palabras y que son: la disposición moral de los que se rebelan, el fin de la insurrección y las circunstancias determinantes que producen la turbación y la discordia entre los ciudadanos. Ya hemos dicho lo que predispone en general los espíritus a una revolución; y esta causa es la principal de todas. Los ciudadanos se sublevan, ya en defensa de la igualdad, cuando considerándose iguales se ven sacrificados por los privilegiados; ya por el deseo de la desigualdad y predominio político, cuando, 107 no obstante la desigualdad en que se supone, - no tiene más derechos que los demás, o sólo los tienen iguales, o acaso menos extensos. Estas pretensiones pueden ser racionales, así como pueden también ser injustas. Por ejemplo, uno que es inferior se subleva para obtener la igualdad; y una vez obtenida la igualdad, se subleva para dominar. Tal es, en general, la disposición del espíritu de los ciudadanos que inician las revoluciones. Su propósito, cuando se insurrecciona, es alcanzar fortuna y honores, o también evitar la oscuridad y la miseria; porque con frecuencia la revolución no ha tenido otro objeto que el librar a algunos ciudadanos o a sus amigos de alguna mancha infamante o del pago de una multa. En fin, en cuanto a las causas e influencias particulares que determinan la disposición moral y los deseos que hemos indicado, son hasta siete, y, si se quiere, más aún. Por lo pronto, dos son idénticas a las causas antes indicadas, por más que no obren aquí de la misma manera. El ansia de riquezas y de honores, de que acabamos de hablar, puede encender la discordia, aunque no se pretenda adquirir para sí semejantes riquezas ni honores y se haga tan sólo por la indignación que causa ver estas cosas justa o injustamente en manos de otro. A estas dos primeras causas puede unirse el insulto, el medio, la superioridad, el desprecio, el acrecentamiento desproporcionado de algunas parcialidades de la ciudad. También se puede, desde otro punto de vista, contar como causas de revoluciones las cabalas, las negligencias, las causas imperceptibles y, en fin la diversidad de origen. Se ve sin la menor dificultad y con plena evidencia toda la importancia política que puede tener el impulso y el interés, y cómo estas causas producen revoluciones. Cuando los que gobiernan son insolentes y codiciosos, se sublevan las gentes contra ellos y contra la constitución que les proporciona tan injustos privilegios, ya amontonen sus riquezas a costa de los particulares, ya a expensas del público. No es más difícil comprender la 108 influencia que puede ejercer los honore y cómo puede ser causa de revueltas. Se hace uno revolucionario cuando se ve privado personalmente de todas aquellas distinciones de que se colma a los demás. Igual injusticia tiene lugar cuando, sin guardar la debida proporción, unos son honrados y otros envelecidos, porque, a decir verdad, sólo hay justicia, cuando la repartición del poder está en relación con el mérito particular de cada uno. La superioridad es igualmente un origen de discordias civiles en el seno del Estado o del gobierno mismo, cuando hay una influencia preponderante, sea de un solo individuo, sea de muchos porque, ordinariamente, da origen a una monarquía o a una dinastía oligárquica. Y así, en algunos Estados se ha inventado contra estas grandes fortunas políticas el medio del ostracismo, de que se hecho uno en Argos y en Atenas. Pero vale más prevenir desde su origen las superioridades de este género que curarlas con semejante remedios después de haberlas dejado producirse. El miedo causa sediciones cuando los culpables se rebelan por temor al castigo, o cuando, previendo un atentado, los ciudadanos se sublevan antes de ser ellos víctimas de él. De esta manera, Rodas los principales ciudadanos se insurreccionaron contra el pueblo para sustraerse a los fallos que se habían dictado contra ellos. El desprecio también da origen a sediciones y a empresas revolucionaria; en la oligarquía, cuando la mayoría excluida de todos los cargos públicos reconoce la superioridad de sus propias fuerzas; y en la democracia, cuando los ricos se sublevan a causa del desdén que les inspiran los tumultos populares y la anarquía. En Tebas, después del combate de los enófitos (1), fue derrocado el gobierno democrático porque su administración era 109 detestable; en Megara y sus desórdenes. Lo mismo sucedió en Siracusa antes de la tiranía de Gelón, y en Rodas antes de la defección. El aumento desproporcionado de algunas clases del ciudad causa, igualmente, trastornos políticos. Sucede en esto como en el cuerpo humano, cuyas partes deben desenvolverse proporcionalmente, para que la simetría del conjunto se mantenga firme, porque correría gran riesgo de perecer si el pie aumentase cuatro codos y el resto del cuerpo tan sólo dos planos. Hasta podría mudar el ser completamente de especie si desenvolviese sin la debida proporción, no sólo respecto a sus dimensiones, sino también a sus elementos constitutivos, el cuerpo político se compone se compone también de diversas partes, algunas de las cuales alcanzan en secreto un desarrollo peligroso; como por ejemplo, la clase de los pobres en las democracias y en las repúblicas. Sucede a veces que este resultado es producto de circunstancias enteramente eventuales. En Tárente (2), habiendo perecido la mayoría de los ciudadanos distinguidos en un combate contra los japiges, la demogogía reemplazó a la república, suceso que tuvo lugar poco después de las guerras Médica. Argos, después de la batalla de Eudómada o de siete, en la que fue destruido su ejercito or Cleomenes el espartano, se vio precisada a conceder el derecho de ciudadanía a los siervos. ___________________________ (1) Esta batalla en la que fueron derrotados los atenienses por los tebanos, se dio el año cuarto de la Olimpíada. 80. 458 años a. de J.C.. (2) La batalla de que habla aquí Aristóteles tuvo lugar el año cuarto de la Olimpíada 76. 473 años a. de J,C. después de la batalla de Plates 110 Género son más raras en las democracias que en los demás gobiernos; sin embargo, cuando el número de los ricos crece y las fortunas aumentan, la democracia puede degenerar en oligarquía violenta o templada. En las repúblicas, la cabala basta para producir, hasta sin movimientos tumultuosos, el cambio de la constitución, en Herea, por ejemplo, se abandonó el procedimiento de la elección por el de la suerte, porque la primera sólo había servido para elevar al poder a intrigantes. La negligencia también puede causar revoluciones cuando llega hasta tal punto que se deja ir el poder a manos de los enemigos del Estado, en Orea (1) fue derrocada la oligarquía sólo porque Heracleodoro había sido elevado a la categoría de magistrado, lo cual dio origen a que éste sustituyera la república y la democracia al sistema oligárquico. A veces tiene lugar una revolución como resultado de pequeños cambios; con lo cual quiero decir que las leyes pueden sufrir una alteración capital mediante un hecho que se considera como de poca importancia, y que apenas se percibe. En Ambracia (2), por ejemplo, el censo, al principio, era muy moderado, y al fin se abolió por entero, tomando como pretexto el que un censo tan bajo valía tanto o casi tanto como no tener ninguno. La diversidad de origen puede producir también revoluciones hasta que la mezcla de las razas sea completa; porque el Estado no puede formarse con cualquier gente, como no puede formarse en una circunstancia cualquiera. Las más veces estos cambios políticos han sido consecuencia de haber dado el derecho de ciudadanía a los extranjeros domiciliados desde mucho tiempo atrás o a los recién llegados. trezenos para 111 Los Aqueos se unieron a los fundar a Sibaris; pero habiéndose hechos éstos más numerosos, arrojaron a los otros, crimen que más tarde los sibaritas debieron expiar. Y éstos no fueron, por lo demás, mejor tratados por sus compañeros de colonia en Turium, puesto que se les arrojó porque pretendieron apoderarse de la mejor parte del territorio, como si les hubiese pertenecido en propiedad. En Bizancio, los colonos recién llegados se conjuraron secretamente para oprimir a los ciudadanos, pero fueron descubiertos y batidos y se les obligo a retirarse. Los antiseos, después de haber recibido en su seno a los desterrados de Quios, tuvieron que libertarse de ellos dándoles una batalla. Los zacleos fueron expulsados de propia ciudad por los samios, que ellos habían acogido. Apolonia del Ponto Euxino tuvo que sufrir las consecuencias de una sedición, por haber concedido a colonos extranjeros el derecho de ciudad. En Siracusa, la discordia civil no paró hasta el combate, porque después de derrocar la tiranía, se había convertido en ciudadanos los extranjeros y los soldados mercenarios. En Amfípolis, la hospitalidad dada a los colonos de Calcis fue fatal para la mayoría de los ciudadanos, que fueron expulsados de su territorio. En las oligarquías la multitud es la que se insurrecciona; porque, como ya he dicho, se supone herida por la desigualdad política y se cree con derecho a la igualdad. En las democracias son las clases altas las que sublevan, porque no tienen derechos iguales, no obstante su desigualdad. La posición topográfica basta a veces por sí sola para provocar una revolución; por ejemplo, cuando la misma distribución del suelo impide que la ___________________________ (1) Colonia ateniense en la Etolia. (2) Colonia de Corinto, en el mar Jonio 112 ciudad tenga una verdadera unidad. Y así, ve en Clazomenes la causa de la enemistad entre los habitantes de Chitre y loa de la isla; y lo mismo sucede con los colofonios políticas de las diversas partes de la ciudad; y así los habitantes del Piero son más demócratas que los de la ciudad. En un combate basta que haya algunos pequeños fosos que salvar u otros obstáculos menores aún, para desordenar las falanges; así en el Estado una demarcación cualquiera basta para producir la discordia. Pero el más poderoso motivo de desacuerdo nace cuando están la virtud de una parte, y el vicio de otra; la riqueza y la pobreza vienen después; y por último vienen todas las demás causas, más o menos influyentes, y entre ellas la causa puramente física de que acabo de hablar. CAPITULO III CONTINUACIÓN DE LA TEORÍA PRECEDENTE El verdadero objeto de las revoluciones es siempre muy importante, por más que el hecho que las ocasione pueda ser fútil; nunca se apela a la revolución, sino por motivos muy serios. Las cosas más pequeñas, cuando afectan a los jefes del Estado, son quizá de la mayor gravedad. Puede verse lo que sucedió hace tiempo en Siracusa. Una cuestión de amor, que arrastró a los jóvenes a la insurrección, produjo un cambio en la constitución. Uno de ellos emprendió un viaje, y el otro, aprovecho su ausencia supo ganar el cariño de la joven a quien aquél amaba. Este, a su vuelta, queriendo vengarse, consiguió seducir a la mujer de su rival, y ambos comprometiendo en la querella a los miembros del gobierno, dieron lugar a una revolución. Es preciso, por tanto, vigilar desde el origen con el mayor cuidado esta clase de 113 querellas particulares, y apaciguar los ánimos tan pronto como surgen entre las personas principales y más poderosa del Estado. Todo el mal está en el principio porque como dice aquel sabio proverbio: "Una cosa comenzada, está medio hecha". En todas las cosas, la más ligera falta, cuando radica en la base, reaparece proporcionalmente en todas las demás partes de la misma. En general, las divisiones que se suscitan entre los principales ciudadano, se extiende al Estado entero, que concluye bien pronto por tomar parte en ellas. Hestiea nos ofrece un ejemplo de ello poco después de las guerras Médicas. Dos hermanos se disputaban la herencia paterna, y el más pobre pretendía que su hermano había ocultado el dinero y el tesoro que había descubierto su padre, y comprometieron en esta querella, el pobre a todo el pueblo y el rico, que lo era mucho, a todos los ricos de la ciudad. En Delfos, una querella que tuvo lugar con ocasión de matrimonio, causó las turbulencias que duraron tan largo tiempo. Un ciudadano, al ir lado de la que había de ser su esposa, tuvo un presagio siniestro y con este motivo se negó a tomarla por mujer. Los parientes heridos por ese desaire, ocultaron en su equipaje algunos objetos sagrados mientras él hacia un sacrificio y descubierto que fue, le condenaron a muerte como sacrilego. En Mitilene, la sedición verificada con ocasión de algunas jóvenes herederas, fue el origen de todas las desgracias que después ocasionaron y de la guerra contra los atenienses en la que Paques se apoderó de Mitilene. Un ciudadano rico, llamado Timofanes, había dejado dos hijas; y doxandro, que no había podido conseguirías para sus hijos, inició la sedición, excitando la cólera de los atenienses, de cuyos negocios estaba encargado en aquel punto. En focea (1), produjo la querella entre Mnaseo, padre de Mneson., y Eutícrates, padre de Onomarco, y como consecuencia la guerra sagrada tan funesta a los focencses. En Epidauro un asunto matrimonial produjo asimismo un cambio en la constitución. UN ciudadano había prometido se hija a un joven, cuyo padre, siendo magistrado, condenó al padre de la prometida al pago de la 114 multa, y para vengarse éste de lo que consideraba como un insulto, hizo que se sublevara todas las clases de la ciudad que no tenía derechos políticos. Para ocasionar una revolución que convierta el gobierno en una oligarquía, en una democracia o en una república, basta que se concedan honores o atribuciones exageradas a cualquier magistratura o a cualquier clase de Estado. La consideración excesiva que obtuvo el Areópago en la época de la guerra Médica, apareció dar demasiada fuerza al gobierno. Y en otro sentido, cuando la flota consiguió la victoria de Salamina y conquistó para Atenas, a la vez que la preponderancia marítima, el mando de la Grecia, la democracia no dejo de sacar provecho de esto, En Argos, los principales ciudadanos, orgullosos con el triunfo que alcanzaron en Mantinea (1) contra los lacedonios, quisieron aprovecharse de esta circunstancia para echar abajo la democracia. En Siracusa (2), el pueblo, que consiguió por sí solo la victoria sobre los atenienses, sustituyó la democracia a la república, en Calcis, el pueblo se hizo dueño del poder desde el momento en que quitó la vida al tirano Foxos al mismo tiempo que a los nobles, en Ambracía, el pueblo arrojó igualmente al tirano Piríandro y a los conjurados que conspiraban contra él atribuyéndose a sí mismo todo el poder. Es preciso tener en cuenta que, en general, todos los que han adquirido para su patria algún nuevo poder, sean particulares o magistrados, tribus u otra parte de la ciudad, cualquiera que ella sea, son para el Estado un foco perenne de sedición. O se rebelan los demás contra ellos por la envidia que tienen a su gloria; o ellos, enorgullecidos con sus triunfos, intentan destruir la igualdad que ya no quieren. Es también origen de revoluciones la misma igualdad de fuerzas entre las partes del Estado, que parecen entre sí enemigas; por ejemplo entre los ricos y los pobres, cuando no hay entre ellos 115 una clase media, o es poco numerosa la que hay. Pero tan pronto como una de las dos partes adquiere una superioridad incontestable y perfectamente evidente, la otra se libra muy bien de arrostrar inútilmente el peligro de una lucha. Por esto los ciudadanos que se distinguen por su mérito, nunca provocan, por decirlo así, las sediciones, porque están siempre en una excesiva minoría relativamente a la generalidad. Tales son, sobre poco más o menos, todas las causas y todas las circunstancias de los desórdenes y de las revoluciones en los diversos sistemas de gobierno. Las revoluciones proceden empleando ya la violencia, ya la astucia. La violencia puede obrar desde luego y de improvisto, o bien la opresión puede venir paulatinamente; y la astucia puede obrar también de dos maneras, pues primero, valiéndose de falsas promesas, obliga al pueblo a consentir en la revolución, y no recurre sino más tarde a la fuerza para sostenerla contra su resistencia. En Atenas, los Cuatrocientos (3) engañaron al pueblo, persuadiéndole de que el Gran Rey suministraría al Estado medios para continuar la guerra contra Esparta, y como les saliera bien este fraude, procuraron retener el poder en sus manos. En segundo lugar, la simple persuasión basta a veces para que la astucia conserve el poder con el consentimiento de los que obedecen, así como fue bastante para que lo adquiriesen. Podemos decir que, general, las causas que hemos indicado producen revoluciones en los gobiernos de todos los géneros. ___________________________ (1) La batalla de Martines, en la que pereció Epaminondas , tuvo lugar el segundo año de la Olimpíada 104. 362 años a. de J.C. (2) La derrota de los atenienses en Siracusa corresponde al cuarto año de la Olimpíada. 91, 411 años a. de J.C. (3) La creación de los Cuatrocientos tuvo el primer año de la Olimpíada 92, 411 años a. de J.C. 116 CAPITULO IV DE LAS CAUSAS DE LAS REVOLUCIONES EN LAS DEMOCRACIAS Veamos ahora a qué especies de gobiernos se aplica especialmente cada una de estas causas, teniendo en cuenta la división que acabamos de hacer. En la democracia las revoluciones nacen principalmente del carácter turbulento de los demagogos. Con relación a los particulares, los demagogos con sus perpetuas denuncias obligan a los mismos ricos a reunirse para conspirar, porque el común peligro aproxima a los que son más enemigos; y cuando se trata de asuntos públicos, procuran arrastrar a la multitud a la sublevación. Fácil es convencerse de que esto ha tenido lugar mil veces. En Cos (1), los excesos de los demagogos produjeron la caída de la democracia, poniendo a los principales ciudadanos en la necesidad de coligarse contra ella. En Rodas, los demagogos, que administraban los fondos destinados al pago de los sueldos, impidieron satisfacer el préstamo que se debía a los comandantes de las galeras, los cuales para evitar las vejaciones de los tribunales, no tuvieron otro recurso que conspirar y derrocar al gobierno popular. En Heraclea, poco tiempo después de la colonización, los demagogos también ocasionaron destrucción de la democracia. Con sus injusticias precisaron a los ciudadanos ricos a abandonar la ciudad; pero se reunieron todos los expatriados, volvieron a la ciudad y arrancaron al pueblo todo su poder. ___________________________ (1) Partría de Hipocrates 117 En Megara desapareció poco más o menos la democracia de la misma manera. Los demagogos, para multiplicar las confiscaciones condenaron a destierro a muchos de los principales ciudadanos, con lo cual en poco tiempo llegó a ser crecido el número de los desterrados; pero éstos volvieron de nuevo a la ciudad, y después de derrotar al pueblo en batalla campal, establecieron un gobierno oligárquico. La misma fue en Cumas, la suerte de la democracia, que destruyó Trasímaco. Estos hechos y otros muchos demuestran que el camino que habitualmente siguen las revoluciones en la democracia es el siguiente: o los demagogos, queriendo congraciarse con la multitud llegan a irritar a las clases superiores del Estado a causa de las injusticias que con ellas cometen, pidiendo el repartimiento de tierras y haciéndoles que corran a su cargo todos los gastos públicos, o se contentan con calumniarlos, para obtener la confiscación de las grandes fortunas. Antiguamente, cuando un mismo personaje era demagogo y general, el gobierno degeneraba fácilmente en tiranía y casi todos los antiguos tiranos comenzaron por ser demagogos. Estas insurpaciones eran en aquel tiempo mucho más frecuentes que los son hoy, por una razón muy sencilla; en aquella época, para ser demagogo, era indispensable proceder de las filas del ejercito, porque entonces no se sabía todavía utilizar hábilmente la palabra. En la actualidad, gracias a los progresos de la retórica, basta saber hablar bien para llegar ser jefe del pueblo; pero los oradores no se convierte nunca o raras veces en usurpadores, a causa de su ignorancia militar. Lo que hacía también que fueran las tiranías en aquel tiempo más frecuentes que en el nuestros, era que concentraban poderes enormes en una sola magistratura, como sucedía con el pritaneo de Mileto, donde el magistrado que estaba revestido de tal autoridad reunía numerosas y poderosas atribuciones. También debe añadirse que en aquella época los Estados eran 118 muy pequeños. Ocupando el pueblo en las labores del campo, que le proporcionaban la subsistencia, dejaba que los jefes nombrados por él alcanzaran la tiranía a poco que fueran hábiles militares. Para realizar su propósito, les bastaba declararse enemigos de los ricos. Véase lo que hizo Pisístrato en Atenas cuando excitó a la rebelión contra los habitantes de la llanura; Véase lo que hizo Teagenes, en Megara, después que hubo degollado los rebaños de los ricos, que sorprendió a orillas del río. Acusando a Dafnoeo (1) y a los ricos, Dionisio consiguió que se decretara a su favor la tiranía. El odio que profesó a los ciudadanos opulentos le sirvió para ganar la confianza del pueblo, que le consideraba como su amigo más sincero. A veces una forma más nueva de democracia se sustituye a la antigua. Cuando los empleos son de elección popular y no es necesario para obtenerlo condición alguna de riqueza, los que aspiran al poder se hacen demagogos, y todo su empeño se cifra en hacer al pueblo soberano absoluto, hasta por cima de las leyes. Para prevenir este mal, o por lo menos hacerle menos frecuente, deberá procurarse que el nombramiento de los magistrados se haga separadamente por tribus, en vez de reunir al pueblo en asamblea general. Tales son, sobre poco más o menos, las causas que producen las revoluciones en los Estados democráticos. ___________________________ (1) Dafnoeo era general de los siracusanos. Dionisio lo hizo asesinar en el tercer año de la Olimpíada 93. 360 años a. de J.C 119 CAPITULO V DE LAS CAUSAS DE LAS REVOLUCIONES EN LAS OLIGARQUÍAS En las oligarquías, las causas más ostensibles de trastorno son dos: una es la opresión de las clases inferiores, que aceptan entonces al primer defensor, cualquiera que él sea, que se presente en su auxilio; la otra, más frecuente tiene lugar cuando el jefe del movimiento sale de las filas mismas de la oligarquía. Esto sucedió en Naxos (1) con Ligdamis (2), que supo convertirse bien pronto en tirano de sus conciudadanos. En cuanto a las causas exteriores que derrocan la oligarquía, pueden ser muy diversas. A veces los oligarcas mismos, aunque no los que ocupan el poder, producen el cambio, cuando la dirección de los negocios está concentrada en pocas manos, como en Marsella, en Istros, en Heracleay en otros muchos Estados. Los que estaban excluidos del gobierno se agitaban hasta conseguir el goce simultáneo del poder, primero, para el padre y el primogénito de los hermanos, y después hasta para los hermanos más jóvenes. En algunos Estados la ley prohibe al padre y a los hijos ser al mismo tiempo magistrado; en otros se prohibe también serlo a dos hermanos, uno más joven y otro de más edad. En Marsella la oligarquía se hizo más republicana; en Istros, concluyó por convertirse en democracia; en Heraclea, el cuerpo de los oligarcas se extendió hasta tal punto, que se componía seiscientos miembros. En Cnde (3) la revolución nació de una sedición provocada por los mismos ricos en su propio seno, porque el poder no salía de algunos ciudadanos, y porque el padre, como acabo de decir, no podía ser juez al mismo tiempo que su hijo, y de los hermanos sólo el mayor podía ocupar los puestos públicos. El pueblo, aprovechándose de la discordia de 120 los ricos y escogiendo un jefe entre ellos, supo apoderarse bien pronto del poder, quedando victorioso, porque la discordia hace siempre débil al partido en que se introduce. En Eritrea (4), bajo la antigua oligarquía de los Basílides, a pesar de la exquisita solicitud de los jefes del gobierno, cuya falta única consistía en ser pocos, el pueblo, indignado con la servidumbre, echó abajo la oligarquía. Entre las causas de revolución que las oligarquías abrigan en su seno debe contarse el carácter turbulento de los oligarcas, que se hacen demagogos, que pueden serlo de dos maneras. En primer lugar, el demagogo puede encontrarse entre los oligarcas mismos, poco numerosos que sean; y así en Atenas, Carides fue un verdadero demagogo entre los Treinta, y Frínicos hizo el mismo papel entre los Cuatrocientos. O también pueden los miembros de la oligarquía hacerse jefes de las clases inferiores como el Larisa (1), donde los guardadores de la ciudad se hicieron los aduladores del pueblo, que tenía el derecho de nombrarles. Esta es la suerte de todas las oligarquías en que los individuos de gobierno no tienen el poder exclusivo de nombrar para todos los cargos públicos, y donde estos cargos, sin dejar de ser privilegio de las grandes fortunas y de algunas clases, están, sin embargo, sometidos a la elección de los guerreros o del pueblo. Puede servir de ejemplo la revolución de Abidos (2). También es éste el peligro que amenaza a las oligarquías cuando los mismos miembros del gobierno o constituyen los tribunales, porque la importancia de las providencias judiciales da lugar a que se halague al pueblo y a que se eche por tierra la constitución, como el Heraclea del Ponto. ___________________________ (1) Una de las Cíctades. (2) Hacíala Olimpíada 67, 510 años a. de J.C. (3) Esta colonia de Esparta estaba sometida a una oligarquía muy poderosa. (4) Colonia ateniense en la Jonia. 121 En fin, esto sucede también cuando la oligarquía intenta concentrarse demasiado, porque los oligarcas, que reclaman para sí la igualdad no tiene más remedio que llamar al pueblo en su auxilio. Otra de revolución en las oligarquías puede nacer de la mala conducta de los oligarcas, que han dilapidado su propia fortuna en medio de sus excesos. Una vez arruinados, sólo piensan en la revolución, y entonces, o se apoderan por sí mismos de la tiranía, ola preparan para otros, como Hiparino la preparó para Dionisio en Siracusa. En Amfilopis, el falso Cleotimo supo introducir en la ciudad colonos de Calcis, y una vez establecidos en ella, los lanzó contra los ricos. En Egina, el deseo de reparar las pérdidas de fortunas del individuo que dirigió la conspiración contra Cares (3), fue la causa de haber querido cambiar la forma de gobierno. A veces, en lugar de derrocar la constitución, los oligarcas arruinados roban el tesoro público, y entonces, o la discordia se introduce en sus filas, o la revolución sale de las de los ciudadanos, que repelen a los ladrones por la fuerza. De esta clase fue la revolución de Apolonia del Ponto. Cuando hay unión en la oligarquía, corre ésta poco riesgo de destruir a sí propia, y la prueba la tenemos en el gobierno de Farsalia. Los miembros de aquella oligarquía, aunque en excesiva minoría, saben, gracias a su sabía moderación, mandar sobre grandes masas. Pero la oligarquía está perdida cuando dentro de su seno nace otra oligarquía. Esto tiene lugar cuando, estando el gobierno todo compuesto sólo de una débil minoría, los miembros de ésta no tienen todos parte en las magistraturas soberanas de lo cual es testimonio la revolución de Elis (1), ___________________________ (1) Ciudad de Tesalia. (2) Colonia de Mileto en el Helesponto (3) General ateniense que fue vencido en Queronea en el año 389 antes de J.C. 122 cuya constitución muy oligárquica , no permitía la entrada en el senado más que a un escasísimo número de oligarcas, porque noventa de estos puestos eran vitalicios, y las elecciones, limitadas y entregadas a las familias poderosas, no eran mejores que en Lacedomonia. La revolución lo mismo tiene lugar en las oligarquías en tiempo de guerra que en tiempo de paz. Durante la guerra, el gobierno se arruina a causa de su desconfianza respecto del pueblo del cual se ve precisado a valerce para rechazar al enemigo. Entonces, o el jefe único, en cuyas manos se pone el poder militar, se apodera de la tiranía, como Timófanes en Corinto; o si los jefes del ejército son muchos, crean para sí una oligarquía por medio del violencia. A veces, por temor a estos dos escollos, las oligarquías han concedido derechos políticos al pueblo, cuyas fuerzas estaban precisadas a emplear. En tiempo de paz, los oligarcas, a consecuencia de la desconfianza que recíprocamente se inspiran, encomiendan la guarda de la ciudad a soldados que ponen a las órdenes de un jefe que no pertenece a ningún partido político, pero con frecuencia sabe hacerse dueño de todos. Esto es en que Larisa hizo Salmus, bajo el reinado de los Aleuades, que le habían encomendado el mando; y lo que sucedió en Abidos, bajo el reinado de las asociaciones una de las cuales era la de Ifiades. Muchas veces la sedición reconoce como causa las violencia que los mismos oligarcas ejercen unos sobre otros. Los enlaces y los procesos les dan ocasión bastante para trastornar el Estado. Ya hemos citado algunos hechos del primer género. En Eretria, Diágoras acabó con la oligarquía de ___________________________ (1) Capital de la Eólida (2) Isla situada cerca de las costas de Asia menor. 123 los caballeros, por creerse desairado con motivo de sus legítimas pretensiones de matrimonio. La providencia de un tribunal causó la revolución de Heraclea; y una causa de adulterio, la de Tebas. El castigo era merecido, pero el medio fue sedicioso , lo mismo el seguido en Heraclea contra Euetion, que el empleado en Tebas contra Arquías. El encarnizamiento de los enemigos fue tan violento, que ambos fueron expuestos al público en la picota-Muchas oligarquías se han perdido a causa del exceso de su propio despotismo, y han sido derrocadas por miembros del gobierno mismo, quejosos por haber sido objeto de algunas injusticias. Esta es la historia de las oligarquías de Cnide y de Quios (2). A veces un hecho puramente accidental produce una revolución en la república y en las oligarquías. En estos sistemas se exigen condiciones de riqueza para entrar en le senado y formar parte de los tribunales y para el ejercicio de las demás funciones. Ahora bien, el primer censo se ha fijado con frecuencia atendiendo a la situación del momento, de lo cual ha resultado que correspondía el poder sólo a algunos ciudadanos en la oligarquía, y a las clases medias en la república. Pero cuando el bienestar se hace más general, como resultado de la paz o de cualquiera otra circunstancia favorable, entonces las propiedades, si bien son las mismas, aumenta mucho en valor, y pasan con exceso la renta legal o el censo, de tal manera que todos los ciudadanos concluyen por poder aspirar a todos los destinos. Esta revolución se verifica ya, por grados y poco a poco, sin percibirse de ello, ya más rápidamente. 124 Tales son las causas de las revoluciones y de las sediciones en las oligarquías, debiendo añadirse que en general los oligarquías y las democracias pasan a los sistemas políticos de la misma especie con más frecuencia que no a los sistemas opuestos. Y así, las democracias y las oligarquías legales se hacen oligarquías y democracias violentas, y viceversa. CAPITULO VI DE LAS CAUSAS DE LAS REVOLUCIONES EN LAS ARISTOCRACIAS En las aristocracias la revolución puede proceder, en primer lugar, de que las funciones públicas son patrimonio de una minoría demasiado reducida. Ya hemos visto que esto mismo era un motivo de trastorno en las oligarquías; porque la aristocracia es una especie de oligarquía; pues en una como en la otra el poder pertenece a las minorías, si bien éstas tienen en uno y otro caso caracteres diferentes. Por esta razón, a veces se considera la aristocracia. El género de revolución de que hablamos se produce necesariamente sobre todo en tres casos. El primero, cuando está excluida del gobierno una masa de ciudadanos, los cuales, en su altivez, se consideran iguales en mérito a todos los que le rodean; como, por ejemplo, los que en Esparta se llamaban partenios, y cuyos padres no valían menos que los de los demás espartanos. Como se descubrirá una conspiración entre ellos, el gobierno les envió a fundar una colonia en Tarento. El segundo lugar, ocurre la revolución cuando hombres eminentes y que a nadie ceden en mérito, se ven ultrajados 125 por gentes colocadas por cima de ellos: esto sucedió con Lizandro, a quien ofendieron los reyes de Lacedemonia. Por último cuando se excluye de todos los cargos a un hombre de corazón como Cinadón, que intentó tan atrevida empresa contra los espartanos bajo el reinado de Agesilao. La revolución, en las aristocracias, nace igualmente de la miseria extrema de los unos y de la opulencia excesiva de los otros, y éstas son consecuencia bastante frecuentes de la guerra. Tal fue la situación de Esparta durante las guerras, deMesenia, como lo atestigua el poema de Terteo (1), llamado la Eunomía; algunos ciudadanos arruinados por la guerra, habían pedido el repartimiento de tierras. En ocasiones la revolución tiene lugar en la aristocracia porque hay algún ciudadano que es poderoso, y que pretende hacerse más con el fin de apoderarse del gobierno para sí solo. Es lo que se dice que intentaron, en Esparta, Pausanias, general en jefe del a Gracia durante la guerra Médica, Hannon en Cartago. Lo más funesto para las repúblicas y las aristocracias es la infracción del derecho político, consagrado en la misma constitución. Lo que causa la revolución entonces es que, en la república, el elemento democrático y el oligárquico no se encuentran en la en la debida proporción; y en la aristocracia estos dos elementos y el mérito están mal combinados. Pero la desunión se muestra sobre todo entre los dos primeros elementos, quiero decir, la democracia y la oligarquía, que intenta reunir las repúblicas y la mayor parte de las aristocracias. La fusión absoluta de estos tres elementos es precisamente lo que hace a las aristocracias diferentes de las llamadas repúblicas, y que les da más o menos estabilidad; porque se incluyen entre las aristocracias todos los gobiernos que se inclinan a la oligarquía, y entre las repúblicas todos los que se inclinan a la democracia. Las formas democráticas son las más sólidas de todas, porque en ellas es la mayoría la 126 que domina y esta igualdad de que se goza hace cobrar cariño a la constitución que la da. Los ricos, por el contrario, cuando la constitución les garantiza la superioridad política, sólo quieren satisfacer su orgullo y su ambición. Por lo demás, de cualquier lado que se incline el principio del gobierno, degeneran siempre la república en demagogia y la aristocracia en oligarquía, merced a la influencia de los dos partidos contrarios, que sólo piensan en el acrecentamiento de su poder. O también sucede todo lo contrario, y la aristocracia degenera en demagogia cuando los más pobres, víctimas de la opresión, hacen que predomine el principio opuesto; y la república en oligarquía, porque la única constitución estable (2) es la que concede la igualdad en proporción del mérito y sabe garantizar los derechos de todos los ciudadanos. El cambio político de que acabo de hablar se verificó en Turium; en primer lugar, porque teniendo en cuenta que las condiciones de riqueza exigidas para obtener los cargos públicos, eran demasiado elevadas, fueron disminuidas éstas y aumentando el número de las magistraturas; y en el segundo, porque los principales ciudadanos, a pesar de) deseo del legislador, habían acaparado todos los bienes raíces, porque la constitución que era completamente oligarcas, les permitía enriquecerse cuanto quisieran. Pero el pueblo, aguerrido en los combates, se hizo bien pronto más fuerte que los soldados que oprimían y redujo las propiedades de todos los que las tenían excesivas. Esta mezcla de oligarquía que encierran todas las aristocracias, es precisamente lo que facilita a los ciudadanos el hacer fortunas inmensas. ___________________________ (1) Es sabido que Tirleo fue enviado a Lacedomonia por Atenas en la segunda guerra de Mesenia, hacia el año 284 a. de J.C. Conocemos algunas de sus admirables poesías, pero no se conserva nada del poema de que habla aquí Aristóteles. (2) Es preciso unir este pasaje a otros muchos anteriores y que disculpan completamente a Aristóteles de los cargos que tantas veces y tan injustamente se le han dirigido. Es difícil reclamar la igualdad en términos más positivos. Por desgracia , la igualdad, tal como la entendieron siempre los antiguos. Sólo era deplorable injusticia, pues que al lado de los ciudadanos estaban los esclavos, B.S, -H., pág. 247. 127 En Lacedemonía todos los bienes raíces están acumulados en unas cuantas manos, y los ciudadanos poderosos pueden conducirse allí absolutamente como quieran y contraer vínculos de familia según convenga a su interés personal. Lo que perdió a la república de Locres fue el haber permitido que Dionisio se casara allí. Semejante catástrofe nunca hubiera tenido lugar en una democracia, ni en una aristocracia prudente y templada. Las más veces las revoluciones se realizan en las aristocracias sin que nadie se aperciba de ello y mediante una destrucción lenta e insensible. Recuérdese que, al tratar del principio general de las revoluciones, dijimos que era preciso contar entre las causas que las producen, las desviaciones, hasta las más ligeras, de los principios. Se comienza por despreciar un punto de la constitución que al parecer no tiene importancia; después se llega con menos dificultad a mudar otro, que es un poco grave; hasta que por últimos llega a mudar su mismo principio y por entero. Citaré de nuevo el ejemplo de Turium. Una ley limitada a cinco años las funciones de general; algunos jóvenes belicosos, que gozaban de un gran influjo entre los soldados y que mirando con desprecio a los gobernantes creían poder suplantarlos fácilmente, intentaban ante todo reformar esta ley y obtener del sufragio del pueblo, demasiado dispuesto a dárselo, que declarara la perpetuidad de los empleos militares. Al principio, los magistrados, a quienes tocaba de cerca la cuestión, y que se llamaban conocenadores, quisieron resistirlo; más imaginado que esta concesión garantizaría la estabilidad de las demás leyes, cedieron, como todos; y cuando más tarde quisieron impedir nuevos cambios, fueron impotentes, y la república se convirtió bien pronto en una oligarquía violenta en manos de los que habían intentado la primera innovación. 128 Puede decirse en general de todos los gobiernos que sucumben, ya por causas internas de destrucción, ya por causas exteriores; como por ejemplo, cuando tienen a sus puertas un Estado constituido conforme a un principio opuesto al suyo (1), o bien cuando este enemigo, por distante que esté es muy poderoso. Véase la lucha entre Esparta y Atenas; los atenienses destruían por todas partes las oligarquías, mientras que hacían lo mismo lo lacedemonios con todas las constituciones democráticas. Tales son, sobre poco más o menos, las causas de los trastornos y de las revoluciones en las diversas especies de gobiernos republicanos. CAPITULO VIl MEDIOS GENERALES DE CONSERVACIÓN Y DE PROSPERIDAD EN LOS ESTADOS DEMOCRÁTICOS, OLIGÁRQUICOS Y ARISTOCRÁTICOS. Veamos ahora cuáles son, para los Estados en general y para cada uno de ellos en particular, los medios de conservación. Es cosa evidente que si conocemos igualmente las causas que arruinan les Estados, debemos conocer igualmente las causas que los conservan. Lo contrario produce siempre lo contrario, y la destrucción es lo opuesto a la conservación. En todos los Estados bien constituidos, lo primero de que debe cuidarse es de no derogar ni en lo más mínimo de la ley, y evitar con lo más escrupuloso esmero el atentar contra ella ni en poco ni en mucho. La ilegalidad mina sordamente al Estado, al modo que los pequeños gastos muchas veces repetidos concluyen por minar fortunas. No se hace alto en las pérdidas que se experimentan, porque no se hacen los gastos en grande; escapan a la observación y engañan al pensamiento, como lo hace esta paradoja de los sofistas: < si cada parte es pequeña el todo debe ser también pequeño >, idea que es a la vez en parte verdadera y en parte falsa, porque el conjunto, el todo mismo, no es pequeño; pero se compone de partes que son pequeñas. En este caso es preciso prevenir el mal desde el origen. En segundo lugar, es necesario no fiarse de estos ardides y sofismas que se urden contra el pueblo; por estos manejos que pasan por ingeniosos. Pero es preciso convencerse de que muchas aristocracias y también muchas oligarquías deben su duración, no tanto a la bondad de la constitución, como con los simples ciudadanos como con sus colegas, los cuales procuran cuidadosamente evitar toda injusticia respecto a los que están excluidos de los empleos, pero sin dejar nunca de contar con los jefes para la dirección de los negocios; se guardan de herir las preocupaciones relativas a la consideración social de los ciudadanos que aspiren a obtenerla, y lastimar a las masas de intereses materiales; y sobre todo conservan en las relaciones que mantienen entre sí y con los que toman parte en la administración formas completamente democráticas; porque entre iguales, este principio de igualdad, que los demócratas creen encontrar en la soberanía del mayor número, es no sólo justo, sino también útil. Así pues, si los miembros de la oligarquía son numerosos, será bueno que muchas de las instituciones que la constituyen sean puramente populares; que, por ejemplo, las magistraturas sólo duren seis meses, para que todos los oligarcas, que son iguales entre sí ___________________________ (1) Según este principio no podría subsistir gobiernos absolutos en la Europa occidental sin dar lugar a guerras. (2) Lib. VI, cap. X. puedan desempeñarlas por turno. Por lo mismo que son iguales, forman una especie de pueblo; y esto es tan cierto, que como ya he dicho, pueden salir de su propio seno los demagogos. Esta breve duración de las funciones es además es un medio de prevenir en las aristocracias y en las oligarquías la denominación de las minorías violentas, cuando se desempeñan por poco tiempo las funciones públicas, no es tan fácil causar el mal como cuando se permanece en ellas mucho tiempo. La duración demasiado prolongada del poder es únicamente la que causa la tiranía en los Estado oligárquicos y democráticos. O son ciudadanos poderosos los que aspiran a la tiranía, aquí los demagogos, allí los miembros de la minoría hereditaria; o son magistrados investidos de un gran poder después de haberlo disfrutado por mucho tiempo. Los Estados se conservan no sólo porque las causas de destrucción están distantes, sino también a veces porque son inminentes; pues entonces el miedo obliga a ocuparse con doble solicitud del despacho de los negocios públicos. Así, los magistrados que se interesan por el sostenimiento de la constitución deben a veces, suponiendo próximos peligros que son lejanos de producir pánicos de este género, para que los ciudadanos velen y estén alerta por la noche, y no descuiden la vigilancia de la ciudad. Además es preciso prevenir siempre las luchas y disensiones de los ciudadanos poderosos por medios legales, y estar a la mira de los que son extraños a las mismas, antes que tomen parte en ellas personalmente. Pero el reconocer de este modo los síntomas del mal no es propio de espíritus vulgares; tal perspicacia sólo es propia del hombre de Estado. Para impedir en la oligarquía y en la república las revoluciones que la cuantía del censo puede producir, cuando permanece fija en medio del aumento general del numerario, comparándolas con las conviene revisar las cuotas del pasado todos los años, en los Estados en que el censo es anual, y cada tres o cinco en los grandes Estados. Si las rentas se han aumentado o disminuido comparativamente a las que ha servido primero de base a la concesión de derechos políticos, es preciso poder en virtud de una ley elevar o rebajar el censo; elevarlo proporcionalmente al nivel que tenga la riqueza pública, si ésta ha aumentado; y reducirlo de igual modo, si ha disminuido. Si no se toma esta precaución en los Estados oligárquicos y republicanos, bien pronto se establecerá aquí la oligarquía, allí el gobierno hereditario y violento de una minoría; o la demagogia sucederá a la república, y la república o la demagogia a la oligarquía. Un punto igualmente importante en la democracia y en la oligarquía, en una palabra, en todo gobierno, es cuidar de que no surja en el Estado alguna superioridad desproporcionada; así como dar a los cargos públicos poca importancia mucha duración más bien que conferirles de golpe una autoridad muy extensa; porque el poder es corrupto, y no todos los hombres son capaces de mantenerse puros en medio de la prosperidad. Si no ha podido organizarse el poder sobre estas bases, debe por lo menos guardarse bien de retirarle toda la autoridad de una vez y tan imprudentemente como se le había dado, es preciso, por el contrario, ir restrigiéndolo poco a poco. Pero es sobre todo por medio de las leyes como conviene evitar la formación de estas superioridades temibles, que se apoyan ya en la gran riqueza, ya en las fuerzas al extranjero. Por otra parle, como las innovaciones pueden introducirse, en primer término, en las costumbres de los particulares, debe crearse una magistratura encargada de vigilar a todos aquellos cuya vida no guarde conformidad con la constitución (1): en la democracia, con el principio democrático; en la oligarquía, con el oligárquico. ___________________________ (1) Platón sólo propuso esto respecto a los magistrados, pero organiza con mucho cuidado la responsabilidad el poder, de que Aristóteles no habla. Esta institución es aplicable a todos los demás gobiernos. Por la misma razón es preciso no perder de vista el acrecentamiento de prosperidad y de fortuna que pueden adquirir las diversas clases de la sociedad; mal que se puede prevenir poniendo el poder y la gestión de los negocios en manos de los elementos opuestos me refiero de un lado a los hombre distinguirlos y al vulgo, y de otro a los pobres y a los ricos. Deben procurarse: o confundir en una unión perfecta a pobres y a ricos, o aumentar la clase media, que sólo así se impiden las revoluciones que nacen de la desigualdad. Veamos otro punto capital en todo Estado. Es preciso que, valiéndose de la legislación o empleando cualquier otro medio poderoso, se impida que los cargos públicos enriquezcan a los que los ocupan. En las oligarquías, sobre todo esta medida es de la más alta importancia. A la masa de los ciudadanos no irrita tanto el verse excluida de los empleos, exclusión que quid está compensada con la ventaja de poderse dedicar a sus propios negocios, como le indigna el pensar que los magistrados puedan robar los caudales públicos, porque entonces tiene un doble motivo de queja, puesto qué se ven privados a la vez del poder y de las utilidades que él proporciona. Una administración pura, si es posible establecerla, es el único medio para hacer que coexistan en el Estado la democracia y la aristocracia, es decir, para poner en acuerdo las respectivas pretensiones de los ciudadanos distinguidos y de la multitud. En efecto, el principio popular es la facultad de poder obtener los empleos concedida a todos: el principio aristocrático consiste en confiarlos sólo a los ciudadanos eminentes. Esta combinación podrá ser realizada si los empleados no puede ser lucrativos. Entonces los pobres, como nada podrían ganar, no querrán el poder, y se ocuparán con preferencia de sus intereses personales; los ricos podrán aceptar el poder, porque ninguna necesidad tienen de aumentar con la riqueza pública la propia. De esta manera, además los pobres se enriquecerán dedicándose a sus propios negocios, y las clases altas no se verán obligadas a obedecer a gente sin fundamento. Por los demás, para evitar la dilapidación de las rentas públicas, que se obligan a cada cual a rendir cuentas en presencia de todos los ciudadanos reunidos, y que se fijen copias de aquellas en las fratrías, en los cantones y en las tribus; y para que los magistrados sean íntegros, que la ley procure recompensar con honores a los que se distingan como buenos administradores. En las democracias es preciso Impedir, no sólo el repartimiento de los bienes de los ricos, sino hasta que se haga esto con los productos de aquellos; lo cual se hace en algunos Estados por medios indirectos. También es conveniente no conceder a los ricos, aun cuando lo pidan, el derecho de subvenir a aquellos gastos públicos que son muy costosos, pero que no tienen ninguna utilidad real, tales como las representaciones teatrales, las fiestas de las antorchas (1) y otros gastos del mismo género. En las oligarquías, por el contrario, debe ser eficaz la solicitud del gobierno por los pobres, a los cuales es preciso conceder aquellos empleos que son retribuidos. También debe castigarse toda ofensa hecha por los ricos a los pobres con más severidad que las que se hagan los ricos entre sí. el sistema oligárquico tiene también gran interés en que las herencias se adquieran sólo por derecho de nacimiento y no a título de donación, y que no puedan nunca ___________________________ (1) Carreras ecuestres, en las que pasaban las antorchas encendidas de mano a mano, cuya explicación se halla en el poema de Lucrecio. acumularse muchas. Por este medio, en efecto, las fortunas tienden a nivelarse y son más los pobres que llegan a adquirir medios de vivir. Es igualmente ventajoso en la oligarquía y en la democracia el reconocer un derecho igual, y hasta superior a todos aquellos empleos que no son de suma importancia, en el Estado, a los ciudadanos que sólo tienen una pequeña parte del poder político; en la democracia, a los ricos; en la oligarquía, a los pobres. En cuanto a las funciones elevadas, deben ser todas, o, por lo menos, la mayor parte, puestas exclusivamente en manos de los ciudadanos que tienen derechos políticos, el ejercicio de las funciones supremas exige en los que las obtienen tres cualidades: amor sincero a la constitución, gran capacidad para los negocios y una virtud y una justicia de un carácter análogo al principio especial sobre cada gobierno se funda, porque variando el derecho según las diversas constituciones, es toda necesidad que la justicia se modifique en la misma forma. Pero aquí ocurre una cuestión. Como se ha de elegir y escoger cuando no se encuentra todas las cualidades requeridas reunidas en el mismo individuo? Por ejemplo, si un ciudadano dotado de gran talento militar no es probo y es poco afecto a la constitución, y otro es muy hombre de bien y partidario sincero de la constitución, pero sin capacidad militar, cual de los dos se escogerá? En este caso, es preciso fijarse bien en dos cosas: cuál es la cualidad vulgar y cuál es la cualidad rara. Y así, para nombrar un general es preciso mirar a la experiencia más bien que a la probidad, porque la probidad se encuentra mucho más fácilmente que el talento militar. Para elegir el guardador del tesoro exigen mucha más probidad que la que se halla en la mayor parte de los hombres, mientras que el grado de inteligencia necesario para su desempeño es muy común. Pero podría decirse: si un ciudadano, es a la vez capaz y adicto a la constitución, para que exigirle, además, la virtud? Las dos cualidades que posee no le bastará para cumplir bien? No, sin duda, porque al lado de estas dos cualidades eminentes puede tener pasiones desenfrenadas. Si los hombres, hasta cuando se trata de sus propios interés, que estiman y conocen, no se sirven muy bien a sí propios, quién responde que, cuando se trata de intereses públicos, no harán lo mismo?. En general, conforme a nuestras teorías, todo lo que contribuye mediante la ley al sostenimiento del principio mismo de la constitución es esencial a la conservación del Estado. Pero lo que más importa, como repetidas veces hemos dicho es hacer que sea más fuerte la parte de los ciudadanos que apoya al gobierno que el partido de los que quieren su caída. Es preciso, sobre todo, guardarse mucho de despreciar lo que en la actualidad todos los gobiernos corrompidos desprecian, que es la moderación y la mesura en todas las cosas. Muchas instituciones que en apariencia son democráticas son precisamente las que arruinan la democracia; y muchas instituciones que parecen oligárquicas destruyen la oligarquía. Cuando se cree haber encontrado el principio único verdadero en política, se le lleva ciegamente hasta el exceso, en lo cual se comete un grosero error. En el rostro humano, la nariz aunque se separe de la línea recta, que es la forma más bella y se aproxime un tanto a la aguileña o a la roma, puede, sin embargo, tener un aspecto bastante bello y agradable; pero si se lleva al exceso esta desviación, por lo pronto se quitaría a esta facción las proporciones que debe tener y perdería, al cabo, toda apariencia de nariz, a causa de sus propias dimensiones, que serían monstruosas, y de las dimensiones excesivamente pequeñas de las facciones que la rodean; observación que lo mismo podría aplicarse a cualquiera otra parte de la cara. Lo mismo podría aplicarse a cualquiera otra parte de la cara. Lo mismo sucede absolutamente con toda clase de gobiernos. La democracia y la oligarquía, al alejarse de la constitución perfecta, pueden constituirse de la manera que puede sostenerse; pero si se exagera el principio de la una o de la otra , al pronto se convertirán en malos gobiernos y concluirán por no ser siquiera gobiernos. Es preciso que el legislador y el hombre de Estado sepan distinguir, entre las medidas democráticas u oligárquicas, las que conservan y las que destruyen la democracia la oligarquía. Ninguno de estos dos gobiernos puede existir ni subsistir sin encerrar en su seno ricos y pobres. Pero cuando llega a establecer la igualdad en las fortunas, la constitución tiene que cambiar; y al querer destruir las leyes ya hechas teniendo en cuenta ciertas superioridades políticas, se destruye con ellas la constitución misma. La democracia y las oligarquías cometen en esto una falta igualmente grave. En las democracias, en que la multitud puede hacer soberanamente las leyes, los demagogos, con sus continuos ataques contra los ricos, dividen siempre la ciudad en dos campos, mientras que deberían en sus arengas sólo ocuparse del interés de los ricos; lo mismo que en las oligarquías el gobierno sólo debía tener en cuenta el interés del pueblo. Los oligarcas deberían, sobre todo, renunciar a prestar juramento del género de los que prestan actualmente; porque he aquí los que en nuestros días hacen en algunos Estados: Yo seré enemigo constante del pueblo; le haré todo el mal que pueda. Sería preciso hacer lo contrario, y cambiando de disfraz, decir resueltamente en los juramentos de esta especie: No haré nunca daño al pueblo. El punto más importante (1) entre todos aquellos de que hemos hablado ___________________________ (1) Carreras ecuestres, en las que pasaban las antorchas encendidas de mano a mano, cuya explicación se halla en el poema de Lucrecio. respecto de la estabilidad de los Estados, si bien hoy no se hace aprecio de él, es el acomodar la educación al principio mismo de la constitución. Las leyes más útiles, las leyes sancionadas con aprobación unánime de todos los ciudadanos, se hacen ilusorias si la educación y las costumbres no corresponden a los principios políticos, siendo democráticas en la democracia y oligárquicas en la oligarquía; porque es preciso tener entendido que si un solo ciudadano vive en la indisciplina, el Estado mismo participa de este desorden. Una educación conforme a la constitución no es la que enseña a hacer todo lo que parezca bien a los miembros de la oligarquía o a los partidarios de la democracia; sino que es la que enseña a poder vivir bajo un gobierno oligárquico o bajo un gobierno democrático. En las oligarquías actuales, los hijos de los que ocupan el poder viven en la molicie, mientras los hijos de los pobres, endurecidos con el trabajo y la fatiga, adquieren el deseo y la fuerza para hacer una revolución. En las democracias sobre todo en las de que están constituidas más democráticamente, el interés del Estado está muy mal comprendido, porque se forma en ellas una idea muy falsa de la libertad. Según la opinión común, los dos caracteres distintivos de la democracia son la soberanía del mayor número y la libertad. La igualdad es el derecho común; y esta igualdad consiste en que la voluntad de la mayoría sea soberana. Desde entonces libertad e igualdad se confunden en la facultad que tiene cada cual de hacer lo que quiera: < todo a su gusto>, como dice Eurípides. Este es un sistema muy peligroso, porque no deben creer los ciudadanos que vivir conforme a la constitución es una esclavitud; antes por el contrario, deben encontrar en ella protección y una garantía de felicidad. Hemos enumerado casi todas las causas de revolución y de destrucción, de prosperidad y de estabilidad en los gobiernos republicanos. LECTURA OBLIGATORIA No. 2 DISCURSO SOBRE LA PRIMERA DECADA DE TITO LIVIO Por: Maquiavelo, Nicolás Edic. Alianza, Madrid. 1987. MAQUIAVELO DISCURSO DE LA DECADA DE TITO LIVIO 3. QUE ACONTECIMIENTOS PROVOCARON LA CREACIÓN DE LOS TRIBUNOS DE LA PLEBE EN ROMA Y COMO SE PERFECCIONÓ LA REPÚBLICA. Como demuestra todos los que han meditado sobre la vida política y de los ejemplos de que está llena la historia, es necesario que quien dispone una república y ordena sus leyes presuponga que todos los hombres son malos, y que pondrán en práctica sus perversa ideas siempre que se les presente la ocasión de hacerlo libremente; y aunque alguna maldad permanezca oculta por un tiempo, por provenir de alguna causa escondida que, por no tener experiencia anterior, no se percibe, siempre la pone al descubierto el tiempo, al que llaman padre de toda verdad. Parecía haber en Roma, tras la expulsión de los Tarquinos, una grandísima unión entre la plebe y el senado6 como si los nobles hubiesen de puesto su soberbia y se hubiesen vuelto de espíritu popular, tolerables para cualquiera, por ínfimo que fuese. Esta impresión engañosa nacía de causas que permanecieron ocultas mientras vivieron los Tarquinos, pues la nobleza, temiendo a éstos, por un lado, y teniendo miedo por otra parte, de que la plebeyo se le uniese si era 6 En efecto, Tito Livio habla del acuerdo perfecto entre la plebe y la nobleza y de la comunidad del intereses que los unía y manifiesta que las primera medidas del senado, tras la expulsión de los reyes, contribuyeron grandemente "a mantener la concordia en el Estado y a unir al pueblo con los senadores"(libro ü< cap. 1). maltratada, se portaba humanamente con ella, pero apenas murieron los Tarquinos y se desvaneció el temor de los nobles, comenzaron a escupir contra la plebe el veneno que habían escondido en su pecho, y la ofendían de todas las maneras posibles7. Esto da fe de lo que comentaba anteriormente cuando afirmaba que los hombres sólo obraban bien por necesidad, pero donde se puede elegir y hay libertad de acción se llena todo, inmediatamente, y confusión y desorden. Por eso se dice que el hambre y la pobreza hacen ingeniosos a los hombres y las leyes los hacen buenos. Ycuando una cosa marcha bien por sí misma no es necesaria la ley, pero en cuanto desaparece esa buena costumbre, la ley se hace necesaria con urgencia. Por eso en cuanto faltaron los Tarquinos, que ponían freno a la nobleza con el temor, fue preciso buscar un nuevo orden que hiciese el mismo efecto que los Tarquinos cuando vivían. Yasí, tras mucha confusión, alborotos y peligros que surgieron entre la plebe y la nobleza, se llegó a la creación de los tribunos, para salvaguardar de la plebe, y fueron instituidos con tanta preeminencia y reputación que pudieran actuar de intermediarios entre la plebe y el senado y frenar la insolencia de los nobles. 4. QUE LA DESUNIÓN ENTRE LA PLEBE Y EL SENADO ROMANO HIZO LIBRE Y PODEROSA A AQUELLA REPÚBLICA No quiero pasar por alto los tumultos que hubo en Roma desde la muerte de Tarquino hasta la creación de los tribunos, contradiciendo la opinión de ___________________________ 7 Tito Livio escribe que, nada más conocerce la noticia de la muerte de Tarquino, noticia que alegró por igual al senado y al Pueblo, la plebe, que había sido tratada con miramientos, comenzó a ser "objeto de la opresión de ios graneles" (Libro II. cap. 21) muchos que afirman que Roma era una república alborotadora y tan llena de confusión que, si la buena suerte y la virtud militar no hubieran superado sus defecto, hubiera sido inferior a cualquier otra república. No quedo negar que la fortuna y la milicia fueran causas del imperio romano, pero creo que no se dan cuenta de que, donde existe un buen ejército suele haber una buena organización, y así raras veces falta la buena fortuna. Pero vayamos a las particularidades de aquella ciudad. Creo que los que condenan los tumultos entre los nobles y la plebe atacan lo que fue la causa principal de la libertad de Roma, se fija más en los ruidos y gritos que nacían de esos tumultos que en los buenos efectos que produjeron, y consideran que en toda república hay dos espíritus contrapuestos: el de los grandes y el pueblo, y toda las leyes que se hacen en pro de la libertad nacen de la desunión entre ambos, como se puede ver fácilmente por lo ocurrido en Roma, pues de los Tarquinos a los Gracos transcurrieron más de trescientos años, y, en ese tiempo, las disensiones de Roma raras veces comportaron el exilio, y menos aún la pena capital. Por tanto, no podemos juzgar nocivos esos tumultos, ni considerar dividida una república que, en tanto tiempo, no mandó al exilio, como consecuencia de sus luchas internas, más que a ocho o diez ciudadanos, ejecutó a poquísimos y ni siquiera multó a muchos. No se puede llamar en modo alguno, desordenada una república donde existieron tantos ejemplos de virtud, porque los buenos ejemplos nacen de la buena educación, la buena educación de las buenas leyes, y las buenas leyes de esas diferencias internas que muchos, desconsideradamente, condenan, pues quien estudie el buen fin que tuvieron encontrará que no engendraron exilios ni violencia en perjuicio del bien común, sino leyes y órdenes en beneficio de la libertad pública. Y si alguno dice que los medios fueron extraordinarios y casi feroces, pues se ve al pueblo unido gritar contra en el senado, al senado contra el pueblo, correr tumultuosamente por las calles, saquear las tiendas, marcharse toda la plebe de Roma8 cosas estas que espantan, más que otra cosa, al que las lee, le respondo que toda ciudad debe arbitrar la vías por donde el pueblo pueda desfogar su ambición, sobre todo las ciudades que quieran valerse del pueblo, en los asuntos importantes: de éstas era la ciudad de Roma, que lo hacía de esta manera: cuando el pueblo quería que se promulgase alguna ley, o protestaba en la forma que hemos descrito o se negaba a enrolarse para ir a la guerra, de modo que era preciso aplacarlo satisfaciendo al menos en parte, sus peticiones. Además , los deseos de los pueblos libres raras veces son dañosos a la libertad, porque nacen, o de sentirse oprimidos, o de sospechar que puedan llegar a estarlo. Y si estas opiniones fueran falsas queda el recurso de las palabras, encomendando a algún hombre honrado que, habiéndoles, les demuestre que se engañan, pues los pueblos, como dice Tulio, aunque sean ignorantes, son capaces de reconocer la verdad, y ceden fácilmente cuando la oyen de labios de un hombre digno de crédito9. ___________________________ 8 Se refiere particularmente a los desórdenes que culminaron con el atrincheramiento de la plebe fuera de la ciudad, en el monte Sacro, el año 494 a. C. (véase Tito Uvio, Libro II, cap. 27 a 33) 9 No localizo el lugar en que Cicerón, hace esa afirmación concreta, pero esa confianza en el poder de la verdad para imponerse por si misma, en su capacidad de convicción (que se acentúa aún más si quien la pone de manifiesto es de fiar, pero que no depende exclusivamente de ello) es característica del sentido romano de la elocuencia, fuertemente teñido de ética y recuperado con entusiasmo por los retóricos renacentistas. Por eso se debe criticar con mayor moderación el gobierno romano, considerado que tantos buenos efectos no se derivaron sino de óptimas causas. Y los tumultos fueron causa de la creación de los tribunos merecen suma alabanza, pues además de dar su parte al pueblo en la administración, se constituyeron en guardianes de la libertad romana, como se demostrará en el siguiente capítulo. DONDE SE RESGUARDARA MAS SEGURAMENTE LA LIBERTAD, EN EL PUEBLO O ENTRE LOS GRANDES, Y QUIENES TIENEN MAYORES MOTIVOS PARA CAUSAR TUMULTOS, O QUIENES QUIEREN CONQUISTAR Y QUIENES MANTENER? Los que organizan prudentemente una república, consideran, entre las cosas más importantes, la institución de una garantía de la libertad, y según sea mas o menos acertada, durará más o menos el vivir libre. Y como en todas las repúblicas hay magnates y pueblo, existen dudas acerca de en qué manos estaría mejor colocada esa vigilancia. Los lacedemonios y, en nuestros días, los venecianos, la ponen en manos de los nobles, en cambio los romanos la confiaron a la plebe. Es necesario, pues analizar cuál de estas repúblicas hizo mejor elección. Y en cuanto a los motivos unas y otras los tiene razonables, pero se vemos sólo los resultados, nos inclinaríamos por los nobles, porque la libertad de Esparta y de Venecia tuvo una vida más larga que la de Roma. En cuanto a las razones, colocándome, en primer lugar, del lado de los romanos, creo que se debe poner como guardianes de una cosa a los que tienen menos deseos de usurparla. Y , sin duda, observando los propósitos de los nobles y de los plebeyos, veremos en aquéllos un gran deseo de dominar, y en éstos tan sólo el deseo de no ser dominados, y por consiguiente mayor voluntad de vivir libres, teniendo menos poder que los grandes para usurpar I libertad. De modo que. si ponemos al pueblo como guardián de la libertad, nos veremos razonablemente libres de cuidados, pues no pudiéndola tomar, no permitirá que otro la tome. Por otro lado, los que defienden el orden espartano y vénto dicen que los que ponen la vigilancia en manos de los poderosos hacen dos cosas buenas: la una satisfacer más la ambición de los nobles, que teniendo más participación en la república, por tener en sus manos ese bastón de mando, tienen más razones para contentarse; la otra, que quitan un cargo de autoridad de los ánimos inquietos de la plebe, que son causa de infinitas disensiones y escándalos en una república y que pueden reducir a la nobleza a una desesperación que tendría efectos muy nocivos. Y ponen como ejemplo a la propia Roma que por haber puesto esta autoridad en manos de los tribunos de la plebe, no les bastó con tener un cónsul plebeyo, sino que pretendieron que lo fueran los dos: luego quisieron que fuera partidarios suyos el censor, el pretor y todas las otras dignidades del gobierno de la ciudad10, no bastándoles esto, llevados por el mismo furor comenzaron, con ___________________________ 10 Como cuenta Livio en su libro sexto, los tribunos de la plebe consiguieron que se votara una ley por la cual, obligatoriamente, uno de los dos cónsules debía ser plebeyo. Esto sucedió em 367 antes de Cristo, y el primer cónsul plebeyo de Sestio. Dice Livio que los patricios, la principio, no quisieron aceptar el nuevo cónsul y que "el pueblo estuvo a punto de retirarse, después de haber hecho espantosas amenazas de guerra civil". En el siglo II a. C. se eligieron alguna vez dos cónsul plebeyos, pero de forma excepcional. El cuestor y el prestor limitaban el poder de los cónsules. Al principio sólo podían ser elegidos entre los patricios, pero más tarde comenzaron los plebeyos a optar a estos cargos. La ley Hortensia, del 287 a.C. confirmaba su derecho a tal elección. el tiempo a adorar a los hombres que consideraban aptos para derrotar a la nobleza, de donde nació el poder de Mario y la ruina de Roma. Y ciertamente, considerando bien lo uno y lo otro, podríamos dudar al elegir un guardián para la libertad, sin saber qué tipo de hombre es más perjudicial para la república, el que desea mantener el honor ya adquirido o el que quiere adquirir el que no tiene. Por fin, quien analice todo sutilmente acabará por llegar a esta conclusión: podemos hablar de una república que quiera construir un imperio, como Roma, o de otra a la que le baste con conservarse en su estado. En el primer caso es preciso imitar lo que hizo Roma, y en el segundo se puede copiar a Venecia y Esparta, por los motivos y del modo que se verá en el próximo capítulo. Y volviendo a la cuestión de qué hombres son más perjudiciales para la república, si los que quieren adquirir o los que temen perder lo adquirido, digo que, cuando se nombró dictador a Marco Menenio, y jefe de los caballeros a Marco Fulvio (los dos eran plebeyos) para investigar ciertas conjuras que se fraguaban en Capua contra Roma11 , el pueblo les dio también autoridad para perseguir a los que, en la propia Roma, por ambición y haciendo uso de medios excepcionales, se las ingeniasen para alcanzar el consulado y otros honores. ___________________________ 11 Lo cuenta Livio en el libre IX. El peligro era grande pues Roma, en plena guerra contra los salmistas, debía hacer frente a la defección de varios de sus aliados y a la conjura fraguada por los aristócratas de Capua. Estas fue rápidamente desarticulada por el nuevo dictador, y sus dos jefes se suicidaron. Sucedió en el año 314 a. C. Livio prosigue contándose las intrigas de la nobleza e incluyendo un bello discurso exculpatorio del dictador, acusado injustamente, en el momento de presentar la dimisión. La nobleza juzgaba que tal autoridad le había sido otorgada al dictador ilegalmente, y se dedicó a esparcir por la ciudad el rumor de que no eran los nobles los que buscaban los honores por ambición de forma desacostumbrada, sino los plebeyos, que como desconfiaban de su sangre y su virtud, buscaban caminos extraordinarios para acceder a aquellos grados, acusando particularmente de ello el dictador. Y tan poderosa fue aquella acusación que Menenio, después de un discurso en el que se dolía de la calumnia difundida por los nobles, depuso la dictadura y se sometió al juicio del pueblo, y, vista su causa, fue absuelto, lo que dio origen a disputas sobre quién es más ambicioso, el que quiere mantener o el quiere conquistar, pues fácilmente ambos apetitos pueden ser causa de grandísimos tumultos. Estos, sin embargo, son causados la mayoría de las veces por los que poseen, pues el mido de perder genera en ellos las mismas ansias que agitan a los que desean adquirir, porque a los hombres no les parece que poseen con seguridad lo que tienen si no adquieren algo más. A esto se añade que, teniendo mucho, tienen también mayor poder y operatividad para organizar alteraciones. Más aún: sus maneras descorteses y soberbias encienden en el pecho de los desposeídos ambición de poseer, o para vengarse de ellos despojándolos o para acceder a esas riquezas y honores que ven mal empleados en los otros. 6. SI EN ROMA SE PODÍA INSTITUIR UN GOBIERNO QUE ACABASE RÁPIDAMENTE CON LA ENEMISTAD ENTRE EL PUEBLO Y EL SENADO. Hemos tratado ya de las consecuencias que tuvieron las controversias entre el pueblo y el senado. Pero como éstas siguieron hasta la época de los Gracos, en que fueron causa de la ruina de la libertad podría alguien desear que Roma hubiera obtenido aquellos grandes efectos sin que hubiera existido tales enemistades. Por eso me parece algo digno de consideración ver si en Roma se hubiera podido organizar un estado que evitase las citadas controversias. Y para examinar esto, es preciso recurrir a las repúblicas que, sin tantas enemistades y tumultos, han permanecido libres por mucho tiempo, y ver qué forma de gobierno tienen y si se hubiera podido introducir en Roma. Los ejemplos, ya citados por mí, son Esparta entre los antiguos y Venecia entre los modernos, Esparta instituyó un rey con un pequeño senado que la gobernase. Venecia no ha dividido el gobierno verbalmente, sino que todos los que pueden encargarse de la administración reúnen bajo el apelativo de patricios, lo que es producto del azar más que de la prudencia de sus legisladores, pues, habiéndose refugiado, por la causas que dijimos arriba, muchos habitantes en las lagunas donde ahora está la ciudad, como su número había crecido tanto que necesitaban unas leyes si querían vivir juntos, convinieron en una forma de gobierno, y juntándose a menudo en consejo para deliberar sobre los asuntos de la ciudad, cuando les pareció que eran suficientes para constituir un orden político, cerraron el acceso al gobierno a todos los que se incorporaron posteriormente a la comunidad, y, con el tiempo llegó a haber muchos habitantes fuera del gobierno y, por dar honra a los que gobernaban, los llamaron patricios, y los otros, populares. Este tipo de gobierno puede nacer y mantenerse sin tumulto, porque, cuando nació, todos los que vivían en Venecia formaban parte del gobierno, de modo que ninguno podía lamentarse, y los que vinieron después a vivir allí, encontraron un estado firme y cuyo acceso estaba cerrado, por lo que no tenían causa ni facilidad para levantarse. No tenían causa, porque no se les había despojado de nada, y no tenían facilidad porque los gobernantes mantenían firmes la riendas y no dejaban ningún resquicio por donde se les pudiera arrebatar autoridad. Además, los que fueron luego a establecerse en Venecia no fueron muchos, y, por un número, no hubo gran desproporción entre los gobernantes y gobernados, pues los patricios eran tantos y más numerosos que ellos. De modo que por esta razones pudo Venecia organizar su estado y mantenerlo unido. Esparta, como ya he dicho, estaba gobernada por un rey y un pequeño senado. Pudo mantener así durante mucho tiempo porque teniendo pocos habitantes y habiendo cerrado el camino para que viniesen a establecerse allí, y teniendo mucho respecto a las leyes de Licurgo (que si eran observadas escrupulosamente, impedían toda causa de tumultos) pudieron vivir unidos, largo tiempo. Porque Licurgo, con sus leyes, estableció mucha igualdad en esencia y poca en la categoría; pues todos eran igualmente pobres, y los plebeyos carecían de ambición, ya que los cargos públicos se repartían entre muy pocos ciudadanos y se mantenían alejados de la plebe, y tampoco la nobleza, con sus malos tratos, despertaba los deseos de obtener el acceso a ellos. Esto se debía a los reyes espartanos que, colocados en aquel principado en medio de la nobleza, no tenían otro remedio, para mantener su dignidad, que defender a la plebe de toda injuria; de modo que la plebe ni tenía ni deseaba el poder, y no teniendo poder ni miedo, no había lugar para que surgiese alguna rivalidad con la nobleza ni causa para los tumultos, de modo que pudieron vivir unidos mucho tiempo. Pero esta unión tuvo habitantes de dos causas principales: una que los Esparta eran pocos, de modo que podían ser gobernados por pocos, la otra que, no aceptando forasteros en su república, no tenían ocasión de corromperse ni de crecer hasta el punto de que la ciudad resultase ingobernables por sus instituciones. Volviendo sobre todo lo dicho, vemos cómo los legisladores de Roma, si querían que esta ciudad estuviese tranquila, como las citadas repúblicas, hubiesen debido o no recurrir a la plebe en caso de guerra, como los venecianos, o no permitir la influencia de extranjeros, como los espartanos. Como hicieron ambas cosas lo que proporcionó a la plebe fuerza y aumento, permitieron que naciese infinitas ocasiones de alterar el orden público. Pero si el estado romano hubiera sido más tranquilo, habría tenido el inconveniente de ser también más débil, porque habría cerrado el camino para poder llegar a aquellas grandeza que alcanzó, de modo que, quitando de Roma la causa de tumultos, se quitaba también la de su engrandecimiento. Y toda las cosas humanas sucede, si bien se mira, que no se puede quitar un inconveniente sin que inmediatamente surja otro. Por tanto, si quieres un pueblo numeroso arruado para poder construir un gran imperio, será de tal calidad que luego no lo podían manejar en su antojo, y si lo mantienes pequeño y desarmado para poder manejarlo, si conquistas algún territorio no lo podrás mantener, o se volverá de ánimo tan vil que serás presa de cualquiera que te asalte. Y por eso en este asunto se debe considerar dónde hay menos inconveniente y obrar en consecuencia porque algo totalmente ventajoso, sin ningún recelo, no se encuentra jamás. Podía pues Roma, a semejanza de Esparta, instituir un príncipe vitalicio y un pequeño senado, pero entonces, lo mismo que Esparta, no podría aumentar el número de sus ciudadanos para formar un gran imperio, o de otro modo el rey vitalicio y el reducido número de senadores le serviría de bien poco para mantener la unidad. De manera que si alguno quiere organizar de nuevo una república, debe considerar si desea que amplía, como Roma, su dominio y su poder, o si va a mantenerla dentro de estrechos, límites. En el primer caso, es necesario ordenarla como Roma, dando lugar a tumultos y disensiones, pues sin gran número de hombres armados no podrá crecer una república, y si cree no podrá mantenerse. En el segundo caso, puede imitar a Esparta o a Venecia, pero, como la aplicación es el veneno de repúblicas semejantes, deberá, de todas las maneras posibles, impedir cualquier conquista, pues las conquistas, cuando se apoyaba en una república débil, constituyen su ruina segura. Así sucedió en Esparta y en Venecia: la primera habiendo sometido a casi toda Grecia, mostró su débil fundamento ai primer ligero incidente, pues, tras la rebelión de Tebas, llevaba a cabo por Pelópidas, se rebelaron las otras ciudades y se arruinó completamente aquella república12; de igual manera, Venecia habiendo ocupado gran parte de Italia, en la mayoría de los casos no por las armas, sino con dinero y astucia, cuando quiso poner a prueba sus fuerzas lo perdió todo en un soto día13 . Estoy convencido de que, para construir una república muy duradera, el método es ordenarla interiormente como Esparta o como Venecia, colocarla en un lugar fuerte y bien defendido, de modo que nadie piense que se la puede tomar fácilmente y, por otro lado, no hacerla tan grande que parezca formidable a sus vecinos, y así podrá gozarse en su estado por mucho tiempo. Pues por dos razones se hace la ___________________________ 12 Se refiere a Maquiavelo a la breve hegemonía espartana tras la guerra del Peloponeso, y a la derrota que sufrió el ejército lacedemonio ante los tebanos, mandados por Epaminondas, en 371 a. C, en lectura. 13 Alude Maquiavelo a la batalla de Agnadeilo, en la que los venecianos fueron derrotados por los ejércitos combinados de Francia, España el imperio y el Papa en 1509, viéndose obligados a abandonar las posesiones en tierra firme que habrán convertido la ciudad en una gran potencia en tierra y no sólo en mar y que habían ido acumulándose durante cien años. guerra a una república: para convertirse en su señor o por miedo de que ella te invada. Estas dos razones se evitan de la manera indicada, pues siendo casi inexpugnable, como la presupongo, y organizando bien su defensa, y raras veces o nunca podrá alguien proponerse conquistarla. Si ella se mantiene en sus límites y se ve por experiencia que carece de ambición nadie la hará la guerra por miedo, sobre todo si las constituciones o leyes le prohibiesen la ampliación. Y no cabe duda de que, si se pudiera mantener este equilibrio, se encontraría la verdadera vida política y la auténtica quietud de una ciudad. Pero como las cosas de los hombre están siempre en movimiento y no pueden permanecer estables, es preciso subir y bajar, y la necesidad los lleva a muchas cosas que no hubiéramos alcanzado por la razón, de modo que, si una república está organizada de forma apta para mantenerse, pero sin ampliación, y la necesidad la obliga a extenderse, en seguida temblarán sus cimientos y la harán desplomarse en ruinas. Y además, si el cielo le fuese tan benigno que la librase de la guerra, esto haría nacer el ocio, que la volvería afeminada o dividida, cosas que juntas o por separado, serían causa de sus ruina. Por tanto, como no se puede, en mi opinión, mantener el equilibrio ni quedar indefinitivamente en el justo medio, es preciso, al establecer la república, tomar el partido más honorable y organizaría de modo que, cuando la necesidad la obligue a engrandecerse, pueda hacerlo, y sea capaz de conservar lo que conquista. Y para volver al primer razonamiento, creo que es necesario seguir el modelo romano, y no el de las otras repúblicas, pues no me parece posible encontrar un camino intermedio entre ambas posibilidades, y hay, pues que tolerar aquellas enemistades entre el pueblo y el senado, considerándolas como un inconveniente necesario par a alcanzar la grandeza romana. Porque además de las razones antes expuestas donde se demostraba que la autoridad tribunicia fue necesaria para reguardar: la libertad, se puede considerar fácilmente el bien que hizo en la república la capacidad de acusar, que estaba, entre otras muchas, encomendada a los tribunos, como veremos en el capítulo siguiente. 7. QUE NECESARIO ES, EN UNA REPÚBLICA, EL PODER DE ACUSAR, PARA MANTENER LA LIBERTAD. A los que han sido colocados como guardianes de la libertad en una ciudad, no se les puede dar una autoridad más útil y necesaria que la de poder acusar a los ciudadanos ante el pueblo o ante cualquier magistrado o consejo si atentasen en algo contra la libertad pública. Esta determinación produce dos efectos útilísimos para la república. El primero que los ciudadanos, por medio de la acusación, no intentan nada contra el estado y si lo hacen, son rápidamente perseguidos sin consideración. La otra que se ofrece un camino para desfogar los humores que, de un modo u otro, crecen en las repúblicas contra tal o cual ciudadano, y que si no está previsto un camino para que desfoguen, lo hacen por vías extraordinarias que pueden arruinar la república entera. Y por esto nada hace tan estable y firme una república como ordenar en ella la manera en que estas alteraciones de humores que la agitan tengan una salida prevista por la ley. Lo que se puede demostrar con muchos ejemplos, y en particular con lo que cuenta Tito Livio sobre Coriolano, donde dice que estando irritada la nobleza romana contra la plebe, porque le parecía que estás había adquirido demasiada autoridad con la creación de los tribunos que la defendían, y estando además Roma con gran penuria de vituallas, por lo que el senado había enviado a por grano a Sicilia. Coriolano, enemigo del partido popular, manifestó que había llegado la hora de poder castigar a la plebe y arrebatarle el poder que se había tomado en detrimento de la nobleza, manteniéndola hambrienta y no distribuyéndole el trigo. Este dictamen llegó a oídos del pueblo, que se indignó contra Coriolano de tal manera que le hubieran matado tumultuosamente a la salida del senado si los tribunos no le hubiera citado a comparecer para defender su causa14 Este ilustra lo que decía antes sobre lo útil y necesario que es en la repúblicas que las leyes prevean una manera de desfogar las iras que concibe la universidad contra un ciudadano porque cuando no existen estos procedimientos normales se recurre a los extraordinarios y sin duda éstos tienen peores consecuencias que aquéllos. Porque si un ciudadano es perseguido por procedimientos legales, aunque se le cause un perjuicio, se sigue poco o ningún desorden en la república, pues todo se ejecuta sin recurrir ni a fuerzas privadas ni a fuerzas extranjeras que son las que arruinan las libertades, sino con órdenes y fuerzas públicas, que tienen límites; precisos y que no trascienden a nada que pueda arruinar la república. Y para corroborar esta opinión don los ejemplos entre los antiguos me basta este de Coríolano, y que cada uno considere por sí mismo cuánto mal le hubiera acaecido a la república romana si, él hubiera muerto violentamente a manos de la multitud, pues esto suponía una ofensa privada a un particular, lo que engendra miedo, y el miedo lleva a prepararse para la defensa, y estos preparatorios provocan la aparición de partidarios, y de los partidarios nacen las facciones en las ciudades, y de las facciones la ruina del estado. Pero como el asunto lo manejó quien tenía autoridad para ello, se pudieron evitar todos los males que podían haber acontecido si se hubiera resuelto privadamente. ___________________________ 14 Tito Livio expone el caso en el libro segundo. Según él, las opiniones de Coriolano no sólo disgustaban a la plebe hasta el punto de ponerla al borde de la rebelión armada, sino que también le parecía demasiado violentas al senado. Coríolano (que había ganado este sobrenombre por sus glorias militares) se negó a comparecer en el juicio, fue condenado y, saliendo de Roma, se estableció con los volscos, enemigos de Roma, poniendo a su servicio su experiencia militar. Los resultados fueron tan favorables para los volscos que Roma se apresuró a enviar legados a Coriolano, que se mostró inflexible. Al fin, su madre y su esposa presentándose suplicantes ante él. consiguieron hacerle deponer su actitud. Nosotros mismos hemos visto, en nuestro tiempo, cuánto desórdenes ha provocado, en la república de Florencia, el no poder desfogar la multitud su indignación contra un ciudadano por vías legales, como sucedió en la época en que Francesco Valori era prácticamente el príncipe de la ciudad, pues muchos pensaban que era un hombre ambicioso, que con su audacia y temeridad quería colocarse por encima de las leyes, pero como no había en aquella república más camino para oponérsele que la formación de un partido contrario al suyo, sin temor al empleo de procedimientos excepcionales comenzó el uno a buscar partidarios que los defendiesen, y, por otra parte, los que se oponían a él, sin ningún recurso legal para hacerle frente, recurrieron también a medios excepcionales, de modo que acabó por llegar a las armas15 . Y si hubiera sido posible oponérsele por procedimientos previstos por la ley, se le hubiera despojado de su autoridad con daño para él solo, mientras que al recurrir a medios extraordinarios no se le perjudicó sólo, sino a muchos otros nobles ciudadanos. Podríamos añadir aún, para sostener dicha conclusión, los incidentes acaecidos en Florencia en torno a Pietro Soderini, que sucedieron únicamente por no haber en aquella república ningún procedimiento de acusación contra las ambiciones de los ciudadanos poderosos. Pues acusar a un poderoso ante ocho jueces no basta: es preciso que los jueces sean bastante, pues los pocos siempre obran a gusto de los pocos16 De modo que, si hubiera existido una regulación al respecto, o los ciudadanos lo hubiesen acusado por haber ___________________________ 15 Se refiere a Maquiavelo a los graves incidentes que acaecieron en la primavera de 1498. Valori, antiguo partidario de los Medici se convirtió a la causa de Savonarola, llegando a ser el jefe de este partido. Fue gonfaloniero en 1497. luego, los partidarios de los Medici lograron colocar un gonfaloniero de su partido, pero Valori le acusó de traición y presionó para que fuera condenado a muerte. Luego Valori se puso a la cabeza de la ciudad con poderes extraordinarios, y su gobierno fue derivado por los desórdenes a que alude Maquiavelo, en el transcurso de los cuales encontró la muerte el propio Valori. Tras esto, el partido de Savonarolaa perdió toda influencia. 16 Alude a la dimisión de Pietro Soderini y a la caída de la república florentina en 1512, episodio que Maquiavelo lamentaba profundamente y al que ya hecho referencia anteriormente ( en el capítulo H Ver también la nota en la que se resume el incidente. obrado mal, y de este modo, sin hacer venir al ejército español, se hubiera calmado los ánimos, o, no habiendo obrado mal, nadie se hubiera empeñado en enfrentarse a él por medio de que la acusación se volviese en contra suya, y así, de cualquier manera, hubiera cesado aquella inquietud que fue causa del desorden. Hasta el punto de que se puede establecer esta conclusión: siempre sucede que cuando una parte de los ciudadanos recurre a la ayuda de fuerzas extranjeras, la causa es el mal ordenamiento jurídico, que no incluye la manera de poder canalizar los rumores nocivos que se producen en los hombres sin recurrir a procedimientos excepcionales; y esto se evitaría completamente establecido una acusación pública ante numerosos jueces y dándole gran importancia. Estos procedimientos estuvieron tan bien regulados en Roma que con tanta dimensión entre la plebe y el senado, nunca ni el senado ni la plebe ni ningún ciudadano particular planeó valerse de fuerzas extranjeras, pues teniendo el remedio en casa no era necesario buscarla fuera, y aunque los ejemplos citados son suficientes para probarlo, aún añadiré otro más, contado por Tito Livio en su historia: refiere, en efecto, que habiendo sucedido en Chiusi, entonces ciudad muy importante de la Toscana, la violación de una hermana de Arunte por un lucumón17 y no pudiendo Arunte vengarse por la elevada posición de violador, fue al encuentro de los galos, que reinaban entonces en lo que hoy es Lombardía, y los animó para que tomasen las armas contra Chiusi, indicándoselo para, por mediación suya, vengarse de la injuria recibida; y si Arunte se hubiera podido vengar según las normas de su ciudad, no hubiera ido a buscar los ejércitos bárbaros. Pero así como estas acusaciones públicas son muy ___________________________ 17 Tito livio lo cuenta en el libro quinto. El lucumón era supremo magistrado de una ciudad etrusca. Livio dice que había ssido violada la esposa, y no la hermana, de Arunte. útiles en un república, son en cambio, inútiles y dañinas las calumnias, como demostraremos en el capítulo siguiente. LAS ACUSACIONES SON MUY UTILES A LA REPÚBLICA, PERO LAS CALUMNIAS LE SON PERNICIOSAS. Aunque la virtud de Furío Camilo, gracias al cual se vio libre Roma de la opresión de los galos, se ganó el reconocimiento de todos los ciudadanos, sin por ello sentir mengua en su categoría o reputación, sin embargo Manlio Capitollino no podía soportar que se le atribuyese tanto honor y tanta gloria, pero pensaba que, en lo que respecta a la salvación de Roma, él que había salvado el Capitolio, merecía tanto, como Camilo, y en las otras hazañas guerreras tampoco le era inferior. De modo que roído por la envidia no pudiendo descansar por la gloría del otro, y viendo que no podía introducir la discordia entre los senadores se volvió a la plebe, sembrando en ella ideas siniestras. Decía, entre otras cosas, que el tesoro que había reunido entre todos para entregarlo a los galos, y que luego no se les entregó, había sido usurpado por ciudadanos particulares, que si se recuperarse, podía emplearse en asuntos de utilidad pública, aligerando a la plebe de los impuestos o de las deudas privadas. Estas palabras tuvieron bastante eco en la plebe, de modo que comenzaron a extenderse rumores y a organizarse, con este motivo, repetidos alborotos en la ciudad, lo que disgustó al senado, que juzgando peligrosa la situación, nombró un dictador para que tomase cartas en el asunto y frenase los ímpetus de Manlio18 De lo que resultó que el dictador le hizo comparecer a juicio inmediatamente, y ___________________________ 18 Livio cuenta el caso al principio del libro sexto. El dictador elegido en 366 a.C. fue Auto Cometió Coso, El personaje de Camilo que con un ejército de ancianos y adolescentes, desaminados y poco operativos, consiguió con su astucia, inteligencia y valor derrotar a tres ejércitos fuertes y con la moral muy alta, resulta particularmente simpático. En cuanto al tesoro, al que se añadió el presio de la venta de los prisioneros enemigos, se devolvió y, con el sobrante se labraron tres copas de oro que ofrecieron a Juno en nombre de Camilo. se encontraron en público, frente a frente, el dictador en medio de nobles y Manlio rodeado por la plebe. Se le preguntó a Manlio qué sabía del paradero de ese tesoro del que tanto hablaba, pues el senado estaba tan deseoso de oírlo como la plebe, a lo que Manlio no respondía nada concreto, sino que, con evasivas, decía que no era necesario repetir lo que sabía todo el mundo, de modo que e dictador le hizo encarcelar. Se pone de manifiesto en este ejemplo cuan detestable resulta la calumnia, tanto en las ciudades libres como en cualquier tipo de régimen político, y cómo, para atajarla, se deben emplear cuantos medios se tenga a mano, sin excepción. No puede haber mejor método para cerrarle el paso que emplear la acusación pública, porque tanto como las acusaciones favorecen a república la perjudican las calumnias y una y otras se diferencian en esto: que las calumnias no tienen necesidad de testigos y de otras pruebas, de modo que cualquiera puede ser calumniado por cualquiera, pero no puede, en cambio ser acusado, porque las acusaciones necesitan el apoyo de pruebas verdaderas y de circunstancias que demuestre lo fundado de la acusación. Los hombres son acusados ante los magistrados, ante el pueblo, ante el consejo; son calumniados por las lazas y los sopórtales. Se emplea más la calumnia donde se usa la acusación o en las ciudades que no la tiene prevista en sus ordenanzas. Por eso, el que organiza una república debe establecer cauces legales para que se pueda acusar públicamente a cualquier ciudadano, sin ningún miedo, sin ninguna consideración, y hecho esto y observado escrupulosamente, debe castigar duramente a los calumniados, los cuales no pueden quejarse si son castigados, habiendo lugares abiertos donde podían hacer oír los cargos que iban difundiendo calumniosamente por los pórticos. Y cuando este punto asunto no está debidamente regulado, se sigue siempre grandes desórdenes, pues las calumnias irritan a los ciudadanos y no castigan, y los irritados piensan en vengarse, odiando, y no temiendo, los cargos que se les hacen. Esta cuestión, como digo, estaba bien regulada por la ley en Roma, y estado siempre mal organizada en nuestra ciudad de Florencia. Y lo mismo que en Roma ese orden hizo mucho bien, en Florencia este desorden ha causado mucho mal. Y quien lea la historia de esta ciudad, verá cuántas calumnia se han levantado en todas las épocas a todos los ciudadanos que han tomado parte en los asuntos importantes del gobierno. De uno decían había robado los dineros públicos, de otro que no había llevado a buen término una empresa por haber sido corrompido, y de aquél que por su ambición había causado tales o cuales perjuicios. De esto nacían odios por todas partes, lo que daba lugar a la división. La división engendraba facciones, y las facciones llevaban a la ruina del estado, si hubiera existido en Florencia un procedimiento para acusar a los ciudadanos y castigar a los calumniadores, se habría evitado la mayoría de los alborotos que han tenido lugar en ello. Porque aquellos ciudadanos, ya hubieran sedo condenados, ya absueltos, no habrían podido perjudicar a la ciudad, y habría sido acusados con menos frecuencia que fueron calumniados, no siendo tan fácilmente, como dije antes, acusar a alguien como calumniarle. Y entre otros medios de que se valen algunos ciudadanos para engrandecerse, se encuentran las calumnias de este tipo, que, dirigiéndola contra ciudadanos poderosos que se oponen a sus designios, favorecen la realización de éstos, pues poniéndole de la parte del pueblo y convenciéndolo de la mala opinión que le merece aquellos ciudadanos, se lo hacen amigo. Y aunque se podrían aducir muchos, ejemplos, me contentaré con uno solo. Estaba el ejército florentino en el campo de Luca, mandado por el señor Giovanni Guicciardini , a quien se le había encomendado, quiso, su poco acierto o su mal fortuna, que no se consiguiese la conquista de aquella ciudad. Sea como fuere, sin embargo, fue culpado el señor Giovanni, del que se afirmaba que había sido corrompido por los de Luca19 , y esta calumnia, favorecida por sus enemigos, casi le llevó a la mayor desesperación. Y aunque para justificarse se pusiera en las manos del capitán del pueblo 20, no se podía justificar plenamente, por no haber en esa república un procedimiento para ello, con lo que fue creciendo el enojo entre los amigos del señor Govanni, que era la mayor parte de los nobles, y entre ellos algunos, que deseaban novedades en Florencia y I cuestión fue creciendo de tal modo, por estas y otras razones parecidas , que acarreó la ruina de aquella república21. Manlio Capitolino era un calumniador, y no un acusador, y los romanos era un calumniador, y no un acusador, y los romanos mostraron en este cada de forma fehaciente cómo saben ser castigados los calumniadores. Pues es parecido convertirlos en acusadores, y si la acusación resulta verdadera, premiarlos o, al menos, no castigarlos, pero si resulta falsa, hay que castigarlos, como hicieron con Manlio. ___________________________ 19 Los hechos sucedieron en 1430. Luca recibió frecuentes y eficaces ayudas del duque de Milán, al sazón Filipo María Visconti. 20 Era un funcionario público que tenía a su cargo juzgar las acusaciones. 21 en el 1433, el partido aristocrático, al mando de Rinaldo Albizzi, dio un golpe de estado, pero no mantuvo el poder por mucho tiempo. 9. QUE ES PRECIO QUE SEA UNO SOLO EL QUE ORGANICE DE NUEVO UNA REPÚBLICA O EL QUE LA REFORME TOTALMENTE, SIN TENER EN CUENTA LOS USOS ANTIGUOS. Alguien podrá pensar que me he adentrado mucho en la historia de Roma sin hacer todavía ninguna mención de los organizadores de aquella república, ni de las reglas concernientes a la religión o a la milicia. Y por eso, no queriendo tener en suspenso por mas tiempo a los que quieran saber algo de estos asuntos, comenzaré diciendo que tal vez muchos consideren un mal ejemplo que el instaurador de un orden civil, como fue Rómulo, hubiese antes matado a su hermano y consentido, más tarde, la muerte de Tito Tacio, sabino, elegido como compañero suyo en el trono22 juzgando, que los ciudadanos podrían, autorizados con el ejemplo del príncipe por ambición o por deseo de poder, ofender a cualquiera que se oponga a sus ordenes. Esta opinión parecería verdadera si no analizáremos los propósitos que lo indujeron a someter homicidio. Debe tomarse como regla general que pocas veces, o nunca, sucede que una república o reino esté bien ordenada desde el principio, o reordenada de nuevo fuera de los usos antiguos, si o ha sido ordenada por una sola persona. De modo que es necesario que sea uno solo aquél de cuyos métodos e inteligencia dependa la organización de la ciudad. Por eso, un organizador prudente, que vela por el bien común sin pensar en sí mismo, que se ___________________________ 22 Livio lo cuenta en el libro primero, en cuanto al fratricidio, da dos versiones: según una Rómulo mató a Remo en el curso de una disputa sobre la interpretación de unos augurios; según la otra, le mató porque, tras haber jurado que moriría todo el que soltase los muros de Roma, el hermano, por juego o por desafío, unos tumultos, pero Rómulo no vengó su muerte ni pareció sentirla mucho. preocupe de sus herederos sino de la patria común, debe ingeniársela para ser el único que detenta la autoridad y jamás el que entienda de estas cosas le reprochará cualquier acción que emprenda, por extraordinaria que sea para organizar un reino o constituir una república. Sucede que aunque, le acusan los hechos, excusan los resultados.y cuando éstos sean buenos, como el caso de Rómulo, siempre le excusarán, porque se debe reprender al que es violento para estropear, no al que lo es para componer, si en prudente y virtuoso, también evitará dejar en herencia a otro la autoridad que ha conseguido, pues, como los hombres son más inclinados al mal que el bien, podría su sucesor usar ambiciosamente aquello que él ha empleado virtuosamente. Además, si uno es apto para organizar, no durará mucho la cosa organizada si se le coloca sobre las espaldas de uno solo, y sí lo hará que se preocupan de mantenerla. Porque del mismo modo que no conviene que sean muchos los encargados de organizar una cosa, porque las diversas opiniones impedirían esclarecer lo que sería bueno para ella, una vez que esto se ha establecido no será fácil que se aparten de ahí. Y que Rómulo sea de los que merecen excusa por la muerte de su hermano y de su compañero, y que lo hizo por el bien común y no por ambición, lo demuestra el hecho de que en seguida estableció un senado que le aconsejase y de acuerdo con el cual tomaría las decisiones. Y si examinamos con cuidado la autoridad que Rómulo reservó para sí, vemos que se limita exclusivamente a mandar el ejército en caso de guerra y a convocar al senado. Lo que se vio después, cuando Roma quedó libre por la expulsión de los Tarquinos, pues los romanos no hicieron ninguna innovación en el orden antiguo, sino solamente que en lugar de un rey vitalicio pusieron dos cónsules anuales, lo que prueba que el orden antiguo de aquella ciudad era más adecuado para un régimen civil y libre que para uno absoluto y tiránico. Se podría citar numeroso ejemplos de los dicho, como Moisés, Licurgo y otros fundadores de reinos y repúblicas los cuales pudieron, atribuyéndose, pero lo dejaré de lado como cosa ya sabida. Solamente aduciré uno, no tan célebre, pero digno de consideración por parte de los que quieran ser buenos legisladores; es éste: Agís, rey de Esparta, quería encerrar de nuevo a los espartanos en los límites fijados por las leyes de Licurgo, pues le parecía que, por haberse desviado algo de ellas, la ciudad había perdido bastante de la antigua virtud y, en consecuencia , de fuerza y de poder; apenas había comenzado esta labor fue muerto por los éforos espartanos, como si hubiera querido convertirse en tirano. Pero sucediéndole en el reino Cleómenes, en quien los recuerdos y los criterios de Agís, habían hecho nacer el mismo deseo, considerado el propósito y las razones que le movían a ello, éste se dio cuente de que no podía hacerle este beneficio a la patria si no era el único que tuviese autoridad, pues dada la ambición de los hombres, juzgaba que no le iba a ser posible hacer bien a muchos contra la voluntad de unos pocos; de modo que, cuando se le presentó una ocasión conveniente, hizo matar a todos los éforos y a cualquiera que pudiese oponerse a sus designios y luego restauró completamente las leyes de Licurgo23 . Esta decisión era apropiada para hacer resurgir Esparta, dando a Cleómenes una reputación similar a Licurgo, si no hubiera sido por la potencia de los macedonios y la debilidad de las demás potencias griegas. Pues después de esa restauración fue atacado por los macedonios, y encontrándose inferior en ___________________________ 23 Agís fue asesinado en 240 a. C. por los éforos, que eran los funcionarios electos encargados de controlar ta política interior. En los cuatro años de su reinado trató de reformar Esparta mediante una aplicación estricta de las leyes de Licurgo. Cleómenes. Recursos y no teniendo a quien recurrir, fue vencido, y aquél propósito suyo, aunque justo y laudable, quedó imperfecto. Teniendo en cuenta, pues todas estas cosas, concluyo que para organizar una república es imprescindible estar solo en el poder, y que Rómulo merece excusa, y no reproches, por la muerte de Reno y de Tito Tacio. 10. QUE LAUDABLES SON LOS FUNDADORES DE UNA REPÚBLICA O UN REINO, Y QUE VITUPERABLES, EN CAMBIO, LOS TIRANOS. Entre todos los hombre dignos de elogio, los que más alabanza merecen son los que han sido cabezas y fundadores de las religiones. Inmediatamente después, los que han fundado repúblicas o reinos. Después de éstos, son celebrado los que, puestos a la cabeza de los ejércitos, han ampliado sus dominios a los de la patria. A éstos se añaden los hombres de letra, y como éstos son de más clases, se alaba a cada uno según su categoría. A cualquier otro hombre, y si número es infinito, le toca alguna parte de loor, que se le atribuye gracias al arte u oficio que ejerce, son, por el contrario, infames y detestables los hombres que destruyen las religiones, que disipan los reinos y las repúblicas, enemigas de la virtud, de las letras y de toda arte que acarree utilidad y honor para el género humano, como son los impíos, los violentos, los ignorantes, los ineptos, los ociosos y los viles. Y no habrá nunca nadie tan loco o tan sabio, tan triste o tan bueno, que si se le da a elegir entre las cualidades del hombre no alabe las dignas de alabanza y reproche fas reprochables. ___________________________ hijo de su colega , se casó con la viuda de Agis. Rey desde el año 237, fue vencido quince años más tarde por Antígono, rey de Macedonia. Sin embargo, luego casi todos, engañados por un falso bien y una falsa gloria, se dejan arrastrar, voluntariamente o por la ignorancia, a lo que merece reproches que alabanzas, y pudiendo fundar, con perpetuo honor para ellos, una república o un reino, se convierte en tiranos, no percatándose, al tomar este partido de cuánta gloría, honor, seguridad, quietud y satisfacción del alma dejan de lado, y cuánta infamia, vituperio, reproches, peligrosos e inquietud echan sobre sí. Y es imposible que los que viven privadamente en una república a los que por fortuna o por virtud han llegado a ser príncipes, y leyes en la historia e hicieran acopio de la memoria de los antiguos, no prefiriesen, los particulares, vivir en su patria como Escipión y no como César, y los príncipes parecerse a Agesilao, Timoleón, Dión, y no Nabis, Falaris o Dionisio24: verán que éstos son vituperados por todos, y aquéllos alabados hasta el exceso. Verán además que Timoleón y los otros no tuvieron en su patria menos autoridad que Dionisio o Falaris, y tuvieron, en cambio, más seguridad. Y que nadie se engañe por la gloría de César, al ver cómo lo celebran los escritores, porque los que le alaban están corrompidos por sus fortuna y despavoridos por la magnitud del imperio, que, amparándose bajo su nombre, no permitía que los autores hablasen libremente de él. Pero el que quiera saber lo que dejan los escritores libres, que lea los que dijeron de Catilina, y César es todavía más vituperable, pues merece más ___________________________ 24 Escipión, pese a sus triunfos militares , entre los que destaca el haber vencido a Aníbal, permaneció leal a la República, al contrario que César, Agesilao de Esparta, Timoleón de Corinto y dión de Siracusa vivieron en el siglo IV a. C. y fueron gobernantes moderados y benéficos. En cambio los otros tres fueron tiranos: Nabis de Esparta, en los últimos años del siglo III a. C. Falaris, e Agrígento, en el siglo VI a. C. siendo particularmente célebre por su crueldad; y Dionisio, de Siracusa, en le siglo IV a.C, reproches el que hace un mal que el que ha querido hacerlo. Y lea también con cuántas alabanzas celebran a Bruto, pues no pudiendo criticar a aquél por su poder, celebran a su enemigo. Considere ahora el que ha llegado a ser príncipe cuánta alabanza merecieron, después que Roma se convirtió en imperio, los emperadores que vivieron sujetos a las leyes y como buenos príncipes, y no los que hicieron lo contrario; y verá como Tito, Nerva, Trajano, Adriano, Antonio y Marco no necesitaban soldados pretorianos ni multitud de legiones para su defensa personal, porque sus costumbres, la benevolencia del pueblo y el amor del senado los defendía, verá también que a Caligula, Nerón, Vitelio y tantos otros emperadores asesinados no les bastaron los ejércitos orientales y occidentales para salvarse de aquellos enemigos que se habían ganado por sus costumbres y su mala vida. Y si se reflexionase profundamente sobre la historia de todos éstos sería suficiente enseñanza para cualquier príncipe mostrarle el camino de la gloria o el vituperio de la seguridad o el temor. Pues de veintiséis emperadores que hay de César a Maximino, dieciséis fueron asesinados diez murieron de muerte natural, y si entre los asesinados se encuentra tal vez alguno bueno, como Galba o Pertinax, murió por la corrupción que su antecesor había dejado en los soldados, y si entre los que murieron es su cama hay alguno depravado, como Severo, debe este fin a su grandísima fortuna y habilidad, dos cosas que acompañan a pocos hombres25 Verá además, leyendo la historia de todos ellos, cómo se puede organizar bien un reino, pues todos los emperadores que sucedieron a su predecesor por herencia excepto Tito, fueron malos, y los que lo hicieron por ___________________________ 25 Los emperadores son: César ( asesinado), Augusto, Tiberio, Caligula (asesinado), Claudio (asesinado) Nerón (asesinado), Galba (asesinado), Otón (asesinado), Vitelio (asesinado), Vespasiano, Tito, Domiciano (asesinado), Nerva, Trajano, Adviano, Antonio Pío, Marco Aurelio, Commodo (asesinado) Pertinax (asesinado), Juliano (asesinado), Septimio Severo, Caracalla (asesinado) , Macríno (asesinado), Heliogábaklo (asesinado), Alejandro Severo (asesinado) y Maximino (asesinado). Ocupan un período que va desde el último tercio del siglo Y a.C. hasta la primera mitad del siglo III de nuestra era. adopción fueron todos buenos como los cinco que van de Nerva Marco Aurelio; y cayendo luego el imperio en manos de los heredados de éste, volvió a arruinarse. Póngase ante los ojos de un príncipe el período que va de Nerva a Marco Aurelio, confrontándolo con el anterior y el posterior, y luego, que elija en cuál quisiera haber nacido o qué subditos quisiera tener a su cargo. Pues bajo unos gobernantes verá a su príncipe seguro en medio de sus seguros ciudadanos, y el mundo lleno de paz y de justicia; verá al senado con su autoridad, al magistrado con sus honores, a los ciudadanos ricos gozando e sus riquezas, la nobleza y la virtud exaltadas; verá toda quietud y todo bien, y en cambio, desterrado todo rencor, toda licencia, corrupción y ambición. Verá los tiempos dorados en que cada cual oía sustenta y defender la opinión que quisiera. Verá al mundo triunfante: lleno de reverencia y de gloría el príncipe, de amor y de seguridad el pueblo. que analice después minuciosamente los tiempos de los otros emperadores, los encontrará atroces por las guerras, discordes por (as sediciones, crueles en la guerra y en la paz: tantos príncipes muertos por la espada, tanta guerra, civil o internacional, Italia afligida y llena de infortunios nunca vistos, arruinadas y saqueadas sus ciudades. Verá a Roma incendiada, el capitolio destruido por sus ciudadanos, lo antiguos templos abandonados, las ceremonias corrompidas, la ciudad llena de adulterios: verá el mar repleto de exiliados, las rocas empapadas de sangre. Verá suceder en Roma innumerables crueldades, y la nobleza, la riqueza, los antiguos honores y, sobre todo, la virtud considerada como un grave pecado. Verá premiar a los calumniadores, corromper a los siervos en contra de su señor, a los libertos contra su patrón, y a los que carecen de enemigos ultrajados por sus amigos. Y conocerá entonces de forma concluyente cuánto le deben a César, Roma, Italia y el mundo entero. Ysin, duda , si ha nacido de hombre, se apartará de toda imitación de los tiempos desdichados y sentirá que se enciende en él un inmenso deseo de copiar a los buenos. Yverdaderamente, si un príncipe busca la gloria del mundo, debería desear ser dueño de una ciudad corrompida, no para echarla a perder completamente, como César, sino para reorganizarla, como Rómulo. Y en verdad los cielos no pueden dar a los hombres mayor ocasión de gloria, ni los hombres la pueden desear mayor. Y si, al querer ordenar debidamente una ciudad, hubiera necesidad de renunciar al principado merecería alguna excusa el que, para no perder aquella categoría, la dejase desordenarla, no tiene excusa alguna para no hacerlo, en suma, podemos considerar que aquellos a los que el cielo da tal ocasión ven abrirse ante sí dos caminos: uno que les hará vivir, seguros y, tras la muerte, volverse gloriosos, y otro que les hará vivir es continuas angustias y los dejará, después de la muerte, en sempiterna infamia. LECTURA OBLIGATORIA No.3 LAS TEORÍAS DE LAS FORMAS DE GOBIERNO EN LA HISTORIA DEL PENSAMIENTO POLITICO. Por: Bobbio Norberto Edic. Fondo de Cultura Económica, México 1987. 172 Ill ARISTÓTELES LA TEORÍA clásica de las formas de gobierno es la expuesta por Aristóteles (384-322 a.c.) en la política, tan es así que dicha teoría ha sido repetida durante siglos sin grandes variaciones. También en este caso Aristóteles parece haber fijado para siempre algunas categorías fundamentales de las 174 que nosotros, herederos, continuamos sirviéndonos para comprender la realidad. La Política está dividida en ocho libros, de los cuales dos - el tercero y el cuarto - están dedicados a la descripción y a la clasificación de las formas de gobierno (el primero trata del origen del Estado; el segundo critica las teorías políticas anteriores, especialmente la platónica; el quinto aborda los cambios de las constituciones, o sea, el paso de una forma de gobierno a otra; el sexto se aboca en particular a las diversas formas en las que Aristóteles se detiene con mayor atención en toda la obra; en el séptimo y el octavo escribe sobre la mejor forma de constitución). el termino que Aristóteles usa para indicar lo que hasta entonces se llamaba "forma de gobierno"es politeia, , que habitualmente es traducido como "constitución". Lo primero que debe resaltarse es que en la política hay muchas definiciones de "constitución" de las que conviene partir. Una de ellas se encuentra en el tercer libro: La constitución es la estructura que da orden a la ciudad estableciendo el funcionamiento de todos los cargos y sobre todo de la autoridad soberana (1278 b). La traducción que utilizó ( la de C. A. Viano publicada en la colección "Classici Politici" de la Utet, 1955 ) * quizá sea un poco redundante. Aristóteles se limita a decir que la constitución, la politéa, es "taxis ton archon, es decir "ordenamiento de las magistraturas " (o con otra expresión, de los "cargos públicos"). Una definición de este tipo corresponde grosso modo a lo que nosotros hoy entendemos por "constitución". ( Digo grosso modo porque en la actualidad en una constitución ponemos algo más). Cuando hablamos de la constitución italiana, francesa o china, lo hacemos de la ley fundamental de un Estado, es decir, de las leyes que establecen cuáles sus 175 relaciones recíprocas, etc. En suma, para decirlo como Aristóteles, el "ordenamiento de las magistraturas". * Para la traducción al Español de los pasajes de Aristóteles en este capítulo me apoyo en: Aristóteles Política, Laterza, Barí, 1983; Aristóteles, La Política, Editora Nacional, México, 1967; Aristóteles, La política, Editora Nacional, Madrid, 1977, y Aristóteles, Etica Nicomaquea, UNAM, México, 1983. [T.] Aristóteles no se cansa de llamar la atención del lector respecto a que hay muchas constituciones diferentes y en consecuencia una de las primeras tareas del estudioso de la política es describirlas y clasificarlas. Aristóteles aborda el problema en el 8 7 del tercer libro, en un pasaje que por su importancia histórica debe citarse completo: Ya que constitución y gobierno significa lo mismo y el órgano de gobierno es el poder soberano de la ciudad es necesario que el poder soberano sea ejercido por una persona o unos pocos o la mayoría. Cuando el uno, pocos o la mayoría ejercen el poder en vista del interés general, entonces forzosamente estas constituciones serán rectas, mientras serán desviaciones los que atienden al interés particular de uno, de pocos o de la mayoría [..] Tenemos la costumbre de llamar monarquía al gobierno unipersonal que atiende al interés general, y aristocracia al gobierno de pocos [...] cuando se propone el bien común; cuando es el mayor número el que gobierna atendiendo al interés general recibe el nombre común a todas las constituciones políticas [...] Las degeneraciones de las mencionadas formas de gobierno son: La tiranía de la monarquía, la oligarquía de la aristocracia, y la democracia de la política. La tiranía en efecto, es una monarquía orientada hacia el interés del monarca, la oligarquía hacia el de los ricos y la democracia hacia el interés de los pobres. Pero ninguna de ella atiende al provecho de la comunidad. (1279 a-b). Son pocos renglones pero en ellos está presente con gran concisión y simplicidad la célebre teoría de las seis formas de gobierno. Es evidente que esta tipología es producto del uso simultáneo de los dos criterios fundamenta les de quién, las constituciones se distinguen según si el poder del gobierno reside en una sola persona (monarquía), en pocos personas (aristocracia) o en muchas (politia). Con base en el criterio de cómo, las constituciones son buenas o malas, y como consecuencia a las tres formas buenas se contraponen y se agregan las tres malas (o sea, la tiranía, la oligarquía y la democracia), la simplicidad y la claridad de esta tipología son de naturaleza que no sería necesario ningún comentario si no fuese para hacer una consideración terminológica. "Monarquía", propiamente, significa gobierno de uno solo, más en la tipología aristotélica quiere decir gobierno bueno de una persona, al que corresponde la tiranía como malo. Al contrario, "oligarquía", que de hecho significa gobierno de pocos, quiere decir gobierno malo de pocas personas, al que corresponde la "aristocracia"como bueno, el término "oligarquía", en efecto ha conservado, a través de los siglos su significado peyorativo original: Hoy también se habla de "oligarquía" en sentido negativo, para indicar grupos restringidos de poder que gobiernan se el consentimiento popular ( y por tanto en contraposición a la "democracia). En cuanto a la "aristocracia" que significa gobierno de los mejores, es el único de los tres términos que designan a las formas buenas que en sí mismo tiene significado menos negativo que la oligarquía; pero ha perdido el original de gobierno de los mejores (en el lenguaje político de la época moderna, habitualmente los gobiernos "aristocráticos" están formados por grupos restringidos que se transmiten por herencia del poder). La mayor novedad y se decir con extrañeza, terminológica, es iluso de "politia" para la constitución caracterizada por ser un gobierno de muchos y bueno. Hablo de rarezas porque se ha visto anteriormente, "politia" ( traducción politéia) significa ni más ni menos constitución y por lo tanto es un término de género y no de especie. Cuando hoy se quiere usar una palabra griega para indicar el gobierno de muchos se dice "poliarquía" ( por ejemplo la usa el politólogo Robert Sadhl para nombrar a la democracia pluralista de los Estados Unidos) de Norteamérica). No es que los griegos no conociesen este término (por ejemplo se encuentre en Tucídes, VI 72, pero tiene un sentido peyorativo de mando militar de muchos que crea en el lector e; uso de; término genérico "politia"o "constitución "para indicar una de las seis posibles constituciones, ya que en la Etica nicomaquea, Aristóteles, al repetir la clasificación de las formas buenas y malas, usa el término 'timocracia"para indicar la tercera forma buena, que fue utilizado por Platón para designar a la primera de las cuatro formas de gobierno que derivan de la forma buena. Citamos todo el fragmento. Son tres las formas de gobierno así como tres son las desviaciones correspondientes. Tales formas son: la monarquía, la aristocracia y la tercera forma es la que se basa en el consenso y que conviene llamarla timocracia, aunque muchos acostumbran denominarla "politia" [...] La desviación de la monarquía es la tiranía [...] en cambio de la aristocracia se pasa a la oligarquía por maldad de quienes mandan [...] de la timocracia se pasa a la democracia (1161 a-b) De cualquier manera, el uso de un término genérico como "politia", o impropio como "timocracia", confirma lo que habíamos advertido en Platón, es decir que a diferencia de lo que sucede con las dos primeras formas para las que existen dos términos consagrados por el uso para indicar respectivamente la forma buena y la mala, para la tercera en el uso común existe solamente el término "democracia". En consecuencia, una vez que se le ha adoptado para indicar exclusivamente la forma mala como hace Aristóteles (contrariamente a lo que hará como veremos poco más adelante, Polibio), no queda un término igualmente consagrado por el uso para señalar la forma buena. Como se dijo en la introducción, el uso axiológico de una tipología no solamente implica la distinción entre formas buenas y mala sino también una jerarquía entre las diversas forman o sea, la distinción entre formas mejores o peores. El orden jerárquico acogido por Aristóteles no parece diferente del sostenido por Platón en el político, que expuse al final del capítulo anterior. El criterio de jerarquización es el mismo: la peor forma es la degeneración de la mejor, en consecuencia, las degeneraciones de las formas que siguen es este criterio el orden jerárquico de las seis formas es el siguiente: monarquía, aristocracia, politia, democracia, oligarquía y tiranía. Digámoslo con las palabras de Artitóteles: Es evidente cuál de estas generaciones sea peor y cuál venga inmediatamente después de ella. En efecto, peor necesariamente es la constitución deriva por degeneración de la primera y más divina de las formas. Ahora bien, la monarquía o es tal solamente de nombre, pero en realidad, o es tal porque quien reina sobresale extraordinariamente por encima de los demás, de manera que la tiranía, que es la peor degeneración, es la más alejada de la verdadera constitución. En segundo lugar está la oligarquía (de la que la aristocracia es muy diferente), mientras la democracia es más moderada (1289 a-b) Una confirmación de este orden se encuentre en la Etica nocomaquea. En el fragmento anteriormente citado se lee, del listado de las seis formas de gobierno: De ellas la mejor forma es la monarquía, la timocracia es la peor (1160 a.) Y poco más adelante: Sin embargo la democracia es la desviación menos mala. En efecto, poco se desvía de la correspondiente forma de gobierno (1160 b). Al establecer de esta manera el orden jerárquico, se aprecia que la máxima diferencia está entre la monarquía (la mejor constitución de las buenas) y la tiranía (la peor de las malas), y, al contrario, la mínima diferencia se encuentra entre la politia (la peor de las buenas) y la democracia (la mejor de las malas). Esto explica por qué las dos formas de la democracia pueden haber sido llamadas con el mismo nombre, ya que estando una al final de la primera serie y otra al principio de la segunda son tan parecidas que pueden confundirse. Mientra entre lo mejor y lo peor de las distancia es grande e irresoluble, entre los menos buenos y lo menos malo hay una vía continua que impide trazar entre uno y otro una clara línea de demarcación. En necesaria todavía una observación acerca de la distinción entre formas buenas y malas: qué criterio utiliza Aristóteles para distinguir unas de otras? Recuérdese lo que dije en la última parte de la lección sobre Platón, en referencia a la distinción que plantea en el político. El criterio de Aristótles es diferente: no es el consenso o la fuerza, la legalidad o la ilegalidad, sino principalmente el interés común o el individual. Las formas buenas don aquéllas en las cuales los gobernantes ejercen el poder teniendo presente el interés público, en las malas los gobernantes ejercen el poder de acuerdo con el interés individual. Tal criterio está íntimamente vinculado con el concepto de Aristóteles tiene de la polis ( o del Estado, en el sentido moderno de la palabra). La razón por la cual los individuos se reúnen en la ciudad y forman una comunidad políticano es solamente la de vivir en común, sino también la de "vivir bien" (1252 b y 1280 b). Para que el fin de la "vida buena" pueda ser realizado en necesario que los ciudadanos persigan todos juntos o mediante sus gobernantes el interés común. Cuando los gobernantes aprovechan el poder que recibieron o conquistaron para luchar por intereses particulares, la comunidad política se desvía de su objetivo, y la forma política que asume es una forma corrupta o degenerada con respecto a la pura, es decir, en referencia al objetivo. Aristóteles distingue tres tipos de relaciones de poder; la del padre sobre el hijo, la del amo sobre el esclavo y la de gobernante sobre el gobernado. Estas tres formas de poder se distinguen a partir del tipo de interés que persiguen. El poder patronal es ejercido para benéfico del amo, el paternal de los hijos, y el político de los gobernantes y gobernados. De esto se deriva la siguiente conclusión. Es evidente que todas las constituciones que contemplan el interés común son constituciones rectas en cuanto se apegan a la justicia absoluta, mientras que las que contemplan el interés de los gobernantes están erradas y son degeneraciones con respecto a las constituciones rectas (1279 a). Como se ha dicho, la importancia histórica de la teoría aristotélica de las seis formas de gobierno es enorme. Pero no conviene sobrevaluar la importancia de ella dentro de la obra aristotélica, que es mucho más rica en observaciones y determinaciones de lo que pueda parece en una tipología. Incluso se puede decir que el éxito histórico de la clasificación, fácilmente comprensible aunque como todos los esquemas reductora frente a una realidad histórica compleja, como la de las ciudades griegas, y sus evoluciones y revoluciones, terminó por favorecer la lectura simplista de la Política y por descuidar la complejidad de sus articulaciones internas. Cada una de las seis formas es analizada por Aristóteles es su especificidad histórica y subdividida en muchas especies particulares, cuya determinación muestra al esquema general mucho menos rígido de lo que ha sido entregado a la tradición del pensamiento político; ocasionalmente esquema parece tambalearse al pasar de una subespecie a otra. Considérese por ejemplo la primera forma de gobierno, la monarquía. Al iniciar el estudio de ésta Aristóteles dice: Ante todo es necesario establecer di la monarquía constituya un solo género o si se distinga en géneros diferentes; es fácil darse cuenta de que la monarquía comprende muchos géneros en cada uno de los cuales el mando se ejerce de manera diferente (1285 a). Hecha esta aclaración, el discurso sobre la monarquía se articula mediante la distinción de varías especies de monarquía como: la de los tiempos heroicos "que era hereditaria y estaba basada en el consenso de los subditos", la espartana, en la que el poder supremo se identifica con el poder militar y es perpetua; el régimen de los"eximios", es decir, de los 'tiranos electivos", de los jefes supremos de una ciudad que eran elegidos para un cierto período o de manera vitalicia si hubiera graves conflictos entre facciones opuestas; o la monarquía de muchos pueblos bárbaros. Me detengo de manera especial en esta última porque introduce una categoría histórica destinada a tener en los siglos subsecuentes un gran éxito, la monarquía despótica, o ratíone loci, de "despotismo oriental" (sobre el que trataremos frecuentemente). Las características específicas de este trio de monarquía son dos: a. El poder se ejerce tiránicamente y por este motivo se asemeja al poder del tirano. b. Sin embargo, el poder ejercido con tiranía es legítimo porque es aceptado, y lo es debido a que "estos pueblos bárbaros, siendo más serviles que los griegos, y los pueblos asiáticos son más serviles que los europeos y soportan sin dificultad un poder despótico sobre ellos" (1285 a). Estas dos características hacen que tal tipo de monarquía no se asemeje a la tiranía, porque los tiranos "dominan sobre súbditos descontentos de su poder", y por tanto ese poder no está fundamentado en el consenso, en sentido estricto no es "legitimo", y al mismo tiempo se distingue de las monarquías griegas porque domina sobre pueblos "serviles", sobre los cuales el poder no puede ser ejercido más que despóticamente. El poder despótico, precisamente en griego despotes, es el que ejerce el amo sobre los esclavos, y que se ha visto es diferente tanto el poder paternal, es decir, de que el padre ejerce sobre los hijos, como el político, o sea del poder que el gobernante ejerce sobre un pueblo libre. El poder despótico, es absoluto y se ejerce en interés del amo, es decir de quien lo posee, a diferencia del paternal que se detenta en beneficio de los hijos, y del poder civil que se desempeña en función tanto de quien gobierna como de quien es gobernado, como se sabe, Aristóteles justifica la esclavitud con base a la consideración de que hay hombres esclavos por naturaleza; así como hay hombres de este tipo también hay pueblos esclavos por naturaleza (los "pueblos serviles" de las grandes monarquías asiáticas). Sobre pueblos esclavos por naturaleza el poder no puede ser diferente al del amo sobre los esclavos, o sea, no puede ser más que "despótico". Tal poder, aunque sea despótico, es perfectamente legítimo porque es el único acorde con la naturaleza de ciertos pueblos; así como el poder del amo sobre los esclavos, pese a que es extremadamente duro, es el único compatible con ellos. Tan es verdad, que estos pueblos aceptan dicho poder "sin dificultad", o mejor dicho sin lamentarse (la traducción latina medieval dice "sine trístítía"), mientras que los tiranos, a diferencia de los déspotas orientales, tienen por sujetos pueblos libres y dominan sobre subditos "descontentos". Por tanto, sin contar con su consenso (y por esto la tiranía es una forma corrupta de gobierno a diferencia de cualquier tipo de monarquía. Para apreciar cuan grande es la diferencia entre el esquema general de las seis formas de gobierno y el análisis particular, nada mejor que ver más de cerca la forma llamada, a falta de otra denominación más apropiada "politia". En el esquema la politia corresponde a la tercera forma, es decir, debería ser la constitución caracterizada por el poder de muchos que se ejerce en función del interés común; más si uno lee la definición que Aristóteles da de ella, se comprueba que es algo totalmente distinto: En general la politia es una mezcla entre la oligarquía y la democracia; y comúnmente se suele llamar politias los gobiernos que tienden más bien a la democracia y aristocracia que aquellos que se orientan a la oligarquía(1293 b). Obsérvese, la politia es una mezcla de oligarquía y democracia. Pero de acuerdo con el esquema abstracto la oligarquía y la democracia no son dos formas corruptas? En consecuencia, el primer problema que nos presenta la constitución llamada "politia" es que una forma buena puede ser resultado de una mezcla entre dos formas malas. En segundo lugar, si la politia no es, como debería serio de acuerdo con el esquema, el gobierno del pueblo o la democracia en su forma correcta, sino que se trata de una mezcla entre oligarquía y democracia, ello quiere decir que - y entramos propiamente al segundo problema - el gobierno bueno de muchos que aparece en el tercer lugar del esquema general es un espacio vacío, o sea, es una idea abstracta a la que no corresponde concretamente ningún régimen que haya existido o exista históricamente. El problema se complica (pero a la vez se vuelve más interesante desde el punto vista histórico) por el hecho de que contrariamente al esquema general, una vez más, ni la oligarquía es para Aristóteles, como lo da entender el significado del término, el gobierno de pocos, ni la democracia el del pueblo. El criterio que Aristóteles utiliza para distinguir la oligarquía y la democracia de ninguna manera es el genérico numérico, sino uno con mucho más cuerpo: la diferencia entre ricos y pobres. Hay democracia si los libres y los pobres, siendo en número mayor, son señores del poder; hay oligarquía si lo son los ricos y los más nobles que constituyen la minoría (1290 b). Que la oligarquía sea el gobierno de pocos y la democracia en de muchos puede depender solamente del hecho de que generalmente los ricos en toda sociedad son menos que los pobre; pero lo que distingue una forma de gobierno de otra no es el número, sino la condición social de quienes gobiernan, no un elemento cuantitativo sino cualitativo. Como prueba de lo anterior léase el siguiente fragmento. Lo que diferencia a la democracia y a la oligarquía es la pobreza y la riqueza , de suerte que donde dominan los ricos, por muchos o pocos que sean, habrá necesariamente una oligarquía, y donde dominan los pobres la democracia, aunque como se ha dicho suceda que los ricos sean pocos y los pobres muchos, porque los que se enriquecen son pocos mientras todos tienen parte de la libertad (1280). Así pues, decíamos que la olitiaa es una mezcla de oligarquía y democracia. Ahora que se aclarado en que consisten la oligarquía y la democracia, estamos en posibilidades de entender mejor esta mezcla: esta combinación es un régimen en el que la unión de los ricos y pobres debería remediar la mayor causa de tensión en toda sociedad, que es precisamente la lucha entre quien no tiene y quien tiene. Es el régimen que debería asegurar mejor que cualquier otro la "paz social". En la mayor parte de las ciudades se proclama vivamente la politia, y se pretende realizar la sola unión posible entre los ricos y los pobres, entre la riqueza y la pobreza (1294 a). Aristóteles también se ocupa de I manera en que se mezcla los dos regímenes para producir un tercero mejor que ambos. Particularmente se tiene en tres rubros, que son muy interesantes desde el punto de vista de los que hoy se llamaría "ingeniería política". 1.Se concilian disposiciones que serían incompatibles: mientras en las oligarquías se establece una pena para los ricos que no participan en las actividades públicas y no hay un premio para los pobres si toman parte en ellas, al contrario en las democracias no se concede ningún premio a los pobres que intervienen en los asuntos políticos y no se fija ninguna pena a los ricos que no participan. Como dice Aristóteles, la conciliación podría consistir "en algo intermedio y común", por ejemplo, establecer una ley que estipule una pena para los ricos que no participen y un premio para los pobres que sí lo hagan. 2.Se toma el "medio” entre los ordenamientos extremos de los dos regímenes: mientras el oligárquico solamente atribuye el derecho de participar en las asambleas a quienes tienen un ingreso muy alto, el régimen democrático reconoce tal derecho para todos, incluso para los desposeídos, o de cualquier manera aun para quienes tienen un ingreso exiguo, el punto medio en este caso consiste en disminuir los altos requerimientos exigidos en el régimen de los ricos y en aumentar la estipulaciones establecidas en el régimen de los pobres. 3. Se admite lo bueno de los dos sistemas legislativos: mientras en la oligarquía los cargos se le atribuyen por elección aunque solamente a quienes tienen un determinado ingreso, en la democracia los cargos se sortean entre todos independientemente del ingreso. En este casos tomar lo bueno de cada sistema significa conservar el método de elección del régimen oligárquico y excluir los requisitos de ingreso que es una característica del democrático. El ideal que inspira este régimen de la "mezcla" es el de la "mediación \que es la ambición de toda la ética aristotélica. La "mediación ", como se sabe, está fundamentada en el valor eminentemente positivo de los que está en medio de dos extremos. No por casualidad Aristóteles habla de este ideal en el siguiente fragmento. Si en la Etica se ha explicado satisfactoriamente que la vida feliz es la que se acuerdo con la virtud ofrece menos impedimentos, y el término medio es la virtud, la intermedia será la vida mejor, por estar al alcance de cada cual el término medio (1295 a). Inmediatamente después el criterio del punto medio se aplica a las clases que componen la sociedad: En todas las ciudades hay tres parte: los muy ricos, los muy pobres, y tercero, los intermedios entre éstos. Ahora bien: puesto que se reconoce que lo moderado es lo mejor y lo intermedio, obviamente, también en el caso de los bienes de fortuna, la propiedad intermedia es la mejor de todas, y a que es la más fácil de someterse a la razón (1295 b). Una vez confrontado con la realidad histórica el ideal ético del punto medio se resuelve en el famoso elogio de la "clase media" * (ara quien como nosotros anda en busca de "temas recurrentes", éste es uno de ellos): Es evidente entonces que la comunidad política mejor es la de la clase media, y que pueden tener gran gobierno aquellas ciudades donde la clase media sea numerosa y muy superior a ambos extremos, y si no, a uno u otro pues agregándose produce la nivelación y evita la aparición de los excesos contrarios (1295 b ). La razón fundamental por la que las ciudades mejor gobernadas son aquellas en las que predomina la clase media es la mayor estabilidad. Al respecto Aristóteles señala poco más delante: Que el régimen intermedio es el mejor resulta obvio, ya que sólo él está libre de sediciones, pues donde es numerosa la clase media se originan con menos frecuencia revueltas y revoluciones entre los ciudadanos (1296 a). Llamo la atención sobe este tema: la estabilidad. Asunto verdaderamente central en la historia de las reflexiones sobre el "Buen gobierno", porque uno de los criterios fundamentales con base en los cuales se acostumbra distinguir (incluso hoy) el buen gobierno del malo es si éste es y en qué medida "estable". Lo que hace buena la mezcla de democracia y oligarquía, si por ella se entiende una cierta forma política ala que corresponde determinada estructura social caracterizada por la preponderancia de una clase ni rica, como la que prevale en las oligarquías, ni pobre, como la que predomina en las democracia, es precisamente que ella está menos expuesta a cambios repentinos que son la consecuencia de los conflictos laborales los que a su vez se derivan de la división demasiado marcada entre las clases contrapuesta. También me detuve en la "politia" por otra razón: es el producto de una "mezcla". La idea de que el buen gobierno es el fruto de una combinación de formas de gobierno diferentes es uno de los grandes temas del pensamiento político occidental que, como veremos, llega hasta nuestros días. Sobre el el el tema del "gobierno mixto" todo gran escritor político tendrá luego que decir en favor o en contra, y su formulación más exitosa es enunciada precisamente por el escritor que examinaré en el capítulo siguiente, Polibio * * No puede tomarse el concepto "clase" en sentido marxista, es decir, de acuerdo con el papel que ocupa en las relaciones de reducción. [ T. ] VI. MAQUIAVELO Con Maquiavelo inicia muchas cosas importantes en la historia del pensamiento político, incluso una nueva clasificación de las formas de gobierno. Maquiavelo aborda las formas de gobierno tanto en el príncipe como en los discursos sobre la primera década de Tito Livio. ocuparé de ambas obras, advirtiendo que también respecto al tema que nos atañe, el estudio resiente la diferencia entre los dos escritores: el primero es de política militante, el segundo de teoría política, más separado de los acontecimientos de la época. La novedad el la clasificación de Maquiavelo con respecto a la catalogación clásica, aparece desde las primeras palabras con las que se abre el príncipe, dedicadas precisamente en nuestro tema: Todos los Estados, todas las dominaciones que ejercieron y ejercen imperio sobre los hombres, fueron y son repúblicas o principados.* Estos renglones también son importantes para la historia del pensamiento político porque introducen la palabra, destinada a tener gran éxito. Estado, para indicar lo que los griegos llamaron polis, los romanos res publica, y un gran pensador político francé, Jean Bodin, medio siglo después de Maquiavelo, llamará république. Recientemente se ha escrito mucho sobre el uso y la fortuna del término Estado en la época de Maquiavelo e inmediatamente después, en Italia y fuera de ella. No me detengo en esto porque es un tema extraño al curso, pero para quién quiera saber un poco más del asunto le sugiero leer el capítulo IV de la Dottrina dello stato, de A, Passserin d'Entreves, titulado "II nome stato: genesi e fortuna di un neologismo" (Giappichelli, Turin, 1962, páginas 47-60. Del fragmento citado se desprende que Maquiavelo presenta una bipartición en ves de la tripartición clásica aristótelico-polibiana. El principado corresponde al reino, la república abarca tanto la aristocracia como la democracia. La diferencia continúa siendo cuantitativa (más no sólo cuantitativa), pero es simplificada: los Estados estás regidos por unos o por varios. Esta es la diferencia verdaderamente sustancial: los "varios" pueden ser pocos o muchos, de allí que en el ámbito de las república se distingan las aristocráticas y las democráticas; esta segunda distinción ya está basada en un diferencia esencial. Dicho de otro modo: o el poder reside en la voluntad de uno solo, y se tiene el principado, o el poder radica en una voluntad colectiva, que se expresa en un colegio o en una asamblea, y tiene la república en sus diversas formas. La diferencia entre la voluntad de un colegio restringido, como puede ser el de una república aristocrática, y la de una asamblea popular, como puede ser la de una república democrática, no es tan relevante como la diferencia entre la voluntad de soberano único, que es la de una persona física, y la de un soberano colectivo, que es la voluntad de una persona jurídica (de una : Persona ficta"). Lo que cambia en el paso del principado a la república es la naturaleza misma de la voluntad; lo que cambia en el paso de la república aristocrática a la república democrática solamente es la diferente formación de una voluntad. * Para la traducción de los fragmentos de Maquiavelo en este capitulo me apoyo en: Nicolas Maquiavelo. El príncipe, porrúa, México, 1970, y en: Nicolas Maquiavelo, Otras Políticas, Instituto Cubano del libro, La habana, 1971. [T.] Una voluntad colectiva, cualquiera que ésta sea para formarse tiene necesidad de que se respeten ciertas reglas de procedimientos (como por ejemplo la de la mayoría), que no se aplican a la formación de la voluntad única del príncipe, en cuanto ésta se identifica como la de una persona física. Independientemente de estas consideraciones jurídicas, la distinción de Maquiavelo corresponde mucho mejor a la realidad de su tiempo que la clasificación de los antiguos. La teoría de las formas de gobierno formulada por los griegos no nació de la cabeza de los filósofos: fue producto de la observación de la constituciones de las ciudades griegas, de sus características y de sus mutaciones. Tenía una base histórica como puede apreciarse en los ejemplos que tanto en Platón como Aristóteles toman de esta o aquella constitución real cada vez que les presenta la ocasión. No debe olvidarse que el mismo Aristóteles, en una obra que se perdió, recopiló 158 constituciones de su tiempo. La realidad política de la época de Maquiavelo había cambiado profundamente. No que trae su apariencia podía escapar a quien había escrito de política que era "más conveniente ir tras la verdad efectiva de las cosas que tras la apariencia", y mira con desconfianza a todos aquellos que "se han imaginado como existentes de veras a repúblicas y principados que nunca se han visto ni conocido" (El príncipe, XV). La Europa del tiempo de Maquiavelo ofrecía al observador desinteresado el espectáculo de los regna, como el inglés, el francés, el español, que se había formado poco a poco después de la caída y disolución del imperio romano, y que se estaban transformando en grandes Estados territoriales de los cuales nació el "Estado moderno", y el de las civitates, que crecían y extendían sus dominio en el territorio circundantes que comprendía otras ciudades menores regidas por señores temporales y electivos, por colegios o consejos de notables o representantes o por ambos y de las cuales Italia exhibía en tiempos de Maquiavelo ejemplos conspicuos, como las repúblicas de Genova, Venecia y Florencia. Tampoco debe olvidarse que con respecto a la historia pasada, el campo de las reflexiones de Maquiavelo no fueron las ciudades griegas sino la república romana: una historia secular y gloriosa hecha a propósito en su desarrollo dividido principalmente, salvo los primeros siglos, en una república y un principado, para confirmar la tesis de que los Estados son precisamente como quería demostrarse, o república o principados. La prueba de que esta distinción no fue una diferenciación trivial o puramente libresca, se encuentra en el hecho de que Maquiavelo la retorno en diversas ocasiones y se sirvió de ella para comprender la realidad de su tiempo. Me limito a citar un fragmento de un escrito menor, Discurso sobre la reforma del Estado de Florencia hecho a instancias del Papa León X: La causa de los frecuentes cambios de Instituciones en Florencia consiste en haber sido nunca ni republicanas ni monárquicas con las cualidades genuinas de cada un de estas formas de gobierno; porque se llama monarquía sólida en que la deliberación es de muchos y la ejecución de uno, y no puede ser república duradera aquella en que no se satisface la opinión de la mayoría, pues al desatenderla, se arruina el régimen republicano (cito de Tutte la opere, Mil'n, Mondadori, 1950, vol, II, p. 526).* La cita no deja lugar a dudas sobre la importancia que Maquiavelo atribuye a la distinción. Se trata de una distinción verdaderamente esencial, tan es así * Este escrito se encuentre en español en: Nicolás Maquiavelo.Obras políticas, p. 261. [ T.] que un Estado bien ordenado no puede tener más que una u otra constitución. Cada una de las dos formas, hoy se diría, tiene su propia "lógica", que debe ser respetada si no se quiere crear confusiones, y dar origen a Estados "defectuosos". El fragmento siguiente, del mismo Discurso, es todavía más explícito. Respecto al estado de Cosme, digo que ningún Estado puede vivir ordenadamente sino con verdadera monarquía o verdadera república, porque todo régimen intermedios defectuoso. La razón es clarísima: la monarquía como la república, sólo tienen en camino para desintegrarse; para aquélla convertirse en república, para ésta, en monarquía. Los Estados intermedios tiene dos vías: una la que les conduce hacia la monarquía, y otra la que les lleva hacia la república, y de aquí su inestabilidad (p. 530). El fragmento también es interesante por otra razón: en la distinción neta entre principados y repúblicas no hay lugar para "los Estados intermedios". Y no hay lugar para ellos, es decir, para los Estados que no son ni principados ni repúblicas, porque estos Estados sufren del mal que es característico, como hemos visto ya en diversas ocasiones, de los malos Estados, o sea la inestabilidad. Una tesis de este tipo parece contradecir la teoría del Estado mixto, del cual, a pesar de todo, Maquiavelo, admirador de la república romana, es, en la misma línea de Polibio, un partidario. También, como se ha dicho, una de las razones de la excelencia del Estado mixto es la estabilidad. Ahora parece que para Maquiavelo, los Estados estables son los simples, principados o repúblicas, mientras la inestabilidad sería una característica de los "Estados intermedios". Estos Estados son inestables por la misma razón por la cual en los partidarios del Estado mixto, como Polibio, son inestables las formas simples, es decir, porque en ellos y no en las formas simples se produce más fácilmente el paso de una forma a otra. Esta no es la única contradicción entre Maquiavelo historiador y teórico de la política y el Maquiavelo político y consejero de príncipes. Más, se trata verdaderamente de una contradicción? Los Estados intermedios" y los "gobiernos mixtos" son la misma cosa? Creo que no. En efecto, se puede sostener que no todas las combinaciones entre las diversas formas de gobierno son buenas, es decir, son verdaderos, y propios gobiernos mixtos. No es suficiente mezclar una forma de gobierno con otra para tener un gobierno mixto; hay combinaciones que tiene éxito y otras que no lo tienen. Una combinación puede ser una síntesis bien lograda de constituciones propuestas y entonces será superior a las constituciones simples; pero también puede ser una contaminación de constituciones que no pueden estar juntas, y entonces una constitución simple será superior. Como veremos más adelante, el gobierno mixto que Maquiavelo identifica en el Estado romano es una república, compuesta, compleja formada por diversas parte que mantienen relaciones de concordia y discordia entre ellas. En cambio, el Estado intermedio que él critica no deriva de una fusión de diferente parte en un todo que las trasciende, sino de un acuerdo provisional entre dos parte en conflicto que no lograron encontrar una constitución unitaria que las abarque y supere. De cualquier manera, este discurso sobre la reforma del Estado de Florencia está demasiado vinculado a la coyuntura histórica que trata como para ser comparado sic el simpliciter con el discurso teórico sobre las formas de gobierno en general, que Maquiavelo expone en los discursos. Una vez diferenciados los Estados en principados y república, el príncipe se aboca al estudio de los primeros: Dejaré a un lado el discurrir sobre las repúblicas porque ya en otra ocasión lo he hecho extensamente. Me dedicaré sólo a los principados, para ir tejiendo la urdimbre de mis opiniones y establecer cómo pueden gobernarse y conservarse tales principados (cap. II). Aquí solamente me detengo en la clasificación de los principados. La primera distinción tratada en el libro es entre principados hereditarios, en los cuales el poder se transmite con base en una ley constitucional de sucesión, y principados nuevos, en los que el poder es conquistado por un señor que antes de conquistar aquel Estado no era "príncipe" (como sucedió en Milán, para tomar el ejemplo con el mismo Maquiavelo inicia el discurso sobre los principados nuevos, gracias a Francisco Sforza). El libro está dedicado casi completamente a los principados nuevos. Lo que preocupa a Maquiavelo es establecer las premisas que le permitan invocar al último, en la famosa exhortación final, el "príncipe nuevo", que deberá redimir Italia del "domino bárbaro", el novel " Teseo". el "redentor. en cuanto a los principados hereditarios,los hay de dos especies: Los principados [ se entiende los hereditarios de los que habla es este capítulo ] de que se guarda memoria han sido gobernados de dos modos distintos: o por un príncipe que elige de entre sus siervos, que lo son todos, los ministros que lo ayudará a gobernar, o por un príncipe asistido por barones que, no a la gracia del señor, sino a la antigüedad de su linaje, deben la posición que ocupa (cap. IV.) El criterio de distinción entre estas especies de principados es claro: hay príncipes que gobiernan sin intermediarios, cuyo poder es absoluto con la consecuencia de que los subditos son con respecto a él "siervos", incluso aquellos que por concesión graciosa del soberano lo ayudan como ministros; hay príncipes que gobiernan con la intermediación de la nobleza, cuyo poder no depende del rey sino que es originario. Esta segunda especie de príncipes ya no tiene un poder absoluto, porque lo comparte con los "barones", aunque conserva sobre todos un poder eminente. Para la primera especie de principado Maquiavelo retorna el tradicional concepto de monarquía despótica, el que había hablado Aristóteles, es decir, e de la monarquía en la cual la relación entre dominante y dominado es semejante a la que existe entre amo y esclavo. La distinción inmediatamente es aclarada por los ejemplos que siguen: Los ejemplos de estas dos clases de gobierno se hallan hoy en el Gran Turco y en el rey de Francia. Toda la monarquía del Turco está gobernada por un solo señor, del cual los demás habitantes son siervos [... ] En cambio, el rey de Francia está rodeado por una multitud de antiguos nobles que tienen sus prerrogativas, que son reconocidas y amados por sus subditos y que son dueños de un Estado que el rey no puede arrebatarles sin exponer (ibid.). El ejemplo del Truco es interesante con la categoría de la monarquía despótica también se retorna la idea del despotismo oriental que como se ha visto Aristóteles la conocía perfectamente. Esta idea continuará hasta Hegel (e incluso más adelante). Siempre hay un Estado del oriente, no europeo, que es útil para demostrar la existencia de una forma de gobierno, propia de los " pueblos serviles". En Aristóteles era Persia, en Maquiavelo Turquía en el siglo XVIII China. En cuanto a los principados nuevos, a los que se dedica la mayor parte del libro, Maquiavelo distingue cuatro especies de acuerdo con el diversos modo de conquistar el poder: a. Por virtud b. Por fortuna. c. Por maldad (es decir por violencia). d. Por el consenso de los ciudadanos. Estas cuatro especies se disponen en parejas antitéticas: virtud- fortuna, fuerzas- consenso, como se sabe, los conceptos de virtud y de fortunas son centrales en la concepción maquiaveliana de la historia. Maquiavelo entiende por virtud la capacidad personal de dominar los acontecimientos y de realzar, inclusive recurriendo a cualquier medio, el fin deseado; por fortuna, entiende el curso de los eventos que no dependen de la voluntad humana. Hoy diríamos el momento subjetivo y el objetivo del movimiento histórico. Para Maquiavelo lo que uno consigue no depende del todo ni de la virtud ni de la fortuna, es decir, traducido a palabras nuestra, ni todo por el mérito personal, ni todo por el favor de las circunstancias, sino por una y otra causa en igual proporción: Sin embargo, y a fin de que no se desvanezca nuestro libre albedrío, acepto por cierto que la fortuna sea juez de la mitad de nuestra acciones, pero que nos deja gobernar la otra mitad, o poco menos (cap. XXV). La diferencia entre los principados adquiridos por virtud y los logrados por fortuna esta en que los primeros duran más, los segundos, en os cuales el príncipe nuevo llega más que por los propios méritos personales por circunstancias externas favorables, son hábiles y están destinados a desaparecer en corto tiempo. El principado "por Maldad " (mediante crímenes) nos permite presentar otra consideración: en la distinción maquiavelina entre principado y república no sólo desaparécela tripartición clásica que ya no aparece, por lo menos directamente, la duplicación de las formas de gobierno en buena y malas. Al menos por lo que se refiere a los principados, que es la materia del príncipe, Maquiavelo no introduce la distinción entre principados buenos y malos, o sea, no repite la distinción clásica entre príncipe y tirano. Como se ha visto, él distingue los diversos tipos de principado con base en el diferente modo de adquisición, y si bien uno de éstos, el que adquiere el poder "por maldad", corresponde a la clásica figura del tirano, nuestro autor lo considera un príncipe como todos los demás. La verdad es que todos los príncipes nuevos, si se observa la figura del tirano ilegítimo, o sea, la del tirano ex defectu tituli, son tiranos, y no solamente el príncipe malvado. en el sentido moderno de la obra son tiranos porque su poder es de hecho y su legitimación se presenta, cuando es el caso, solamente ante un hecho consumado. Precisamente porque todos los príncipes nuevos son en cierto sentido tiranos, ninguno es verdaderamente tirano, en el discurso maquiavelino su figura no tiene ninguna connotación negativa aún, los príncipes nuevos por virtud son alabados como los fundadores de Estados, son aquellos grandes protagonistas del desarrollo histórico que Hegel llamará "individuos cósmicos- históricos", y en torno a los cuales Max Weber construirá la figura del jefe carismático. Diferente es el caso del príncipe que conquista el Estado "por maldad", o "por un camino de perversidad y delitos"(cap. VIII). Este es el tirano en el sentido tradicional de la palabra, juicio de Maquiavelo no es moralista. El criterio para distinguir la buena política de la mala es el éxito; el éxito para un príncipe nuca se mide por su capacidad de conservar el Estado (una vez más entra en escena el valor de la estabilidad). La utilización del criterio del éxito como única medida del juicio político permite a Maquiavelo distinguir también dentro de la categoría del tirano malvado, al buen tirano del malo.. Bueno es el tirano que como Agotocles, a pesar de haber conquistado el Estado mediante delitos terribles, logró conservarlo. Mal tirano es Liverotto da Fermo que logró mantener el Estado solamente un año, luego de lo cual tuvo el mismo fin que sus adversarios. En que consiste la diferencia entre los dos príncipes? "creo que depende - comenta Maquiavelo con una de aquellas frases que lo hicieron al mismo tiempo famoso y cruel - del buen o mal uso que se hace de la crueldad". Los dos príncipes fueron crueles pero la crueldad de uno fue usada, para los fines del resultado, que es lo único que cuenta en política, bien de manera útil para la conservación del Estado; la crueldad del otro no sirvió para el único objetivo al que un príncipe debe apegar sus acciones, que es mantener el poder. Cedo la palabra a Maquiavelo: Llamaría bien empleadas a las crueldades (si a lo malo se le puede llamar bueno) cuanto se aplican de una sola vez por absoluta necesidad de asegurarse, y cuando se insiste en ellas, pero por el contrario, se trata de que las primeras se vuelvan todo lo beneficioso posible para los subditos. Mal empleadas son las que, aunque poco graves al principio, con el tiempo antes crecen que se extinguen. Una proporción de este tipo es un claro ejemplo del conocido principio maquiavélico " el fin justifica los medios" Cuál es el fin de un príncipe? Es mantener el poder. El juicio sobre la bondad o maldad de un príncipe no parte de los medios que utiliza, sino solamente del resultado que, no importando los medios de que se valga, obtiene: Trate, pues un príncipe de vencer y conservar el Estado, que los medios siempre serán honorables y loados por todos (cap.XVHI). Como observamos, Maquiavelo, al iniciar el príncipe, señala que ya en otra ocasión discutió sobre las repúblicas extensamente. Se refiere al primer libro de los discursos sobre la primera década de Tito Livio que ya había escrito cuando inició el príncipe (en 1513) El capítulo II de este libro se titula: " De cuántas clases son las repúblicas y a cuál de ellas corresponde la romana " Como se ve, hay una influencia polibiana, Maquiavelo, igual que Polibio, al abordaje la historia de Roma se detiene para escribir su constitución, y por tener que tratar con una constitución particular empieza con un breve estudio de las constituciones en genera. Pero la influencia no es solamente de Polibio, como ha sido indicado y comentado en diversas ocasiones, el segundo capítulo de los discursos es una paráfrasis, o incluso una traducción, del libro VI de las historias de Polibio. que este capítulo sea una paráfrasis y tal vez una traducción casi literal de Polibio, no quiere decir que éstas tan discutidas páginas no contengan reflexiones originales. Pero ciertamente la derivación es evidente y la semejanza entre los dos textos impresionantes. En las páginas de Maquiavelo se reencuentra los tres tema enunciados y desarrollados por Polibio: la tipología clásica de las seis formas de gobierno, la teoría de los ciclos, y la del gobierno mixto, ejemplificada, como en Polibio, por los gobiernos de Esparta y roma. ( como Polibio, Maquiavelo distingue a Esparta de Roma por el hecho de que aquélla obtuvo su constitución de un legislador, Roma por la fuerza de los acontecimientos, por una tradición que se formó paulatinamente, casi por naturaleza: Maquiavelo dice: " en distintas ocasiones, al acaso y según los sucesos"). Maquiavelo, como Polibio, enriquece las observaciones sobre las constituciones general y la romana en particular, con un apunte de historia universal que describe el surgimiento de los Estados de la condición primitiva y salvaje cuando los hombres vivían "dispersos y a semejanza de las bestias” Comencemos por la tipología: Algunos de los que han escrito de las repúblicas distinguen tres clases de gobierno que llaman principado, notables y popular y sostiene que los legisladores de una Estado debe preferir el que juzgue más a propósito. Otros autores que en opinión de muchos son más sabios, clasifican las formas de gobierno en seis, tres de ellas pésimas y otras tres buenas en sí misma; pero tan expuestas a corrupción, que llegan a ser perniciosas. Las tres buenas don las antes dichas; las tres malas son degradaciones de ellas, y cada cual es de tal modo semejante a aquella de que procede, que fácilmente se pasa de una otra porque el principado con facilidad se convierte en tiranía; el régimen de los notables en Estado de pocos, y el popular sin dificultad en licencioso. De suerte que un legislador que organiza en el Estado una de estas tres formas de gobierno, la establece por poco tiempo, porque no hay precaución bastante a impedir que degenere en la que es consecuencia de ella por la similitud que en este caso hay entre la virtud y el vicio (de. cit.,vol. Y, 97-98). En la presentación de la tipología clásica, Maquiavelo ya plantea la sucesión de la constitución que analizará extensamente en las páginas siguientes, para explicar, aunque brevemente siempre bajo la guía de Polibio, las razones del paso de una forma a otra. Se trata de la sucesión polibiana de acuerdo con la cual toda constitución buena degenera en la correspondiente mala, en el siguiente orden: gobierno de uno, de pocos y de muchos. Desde el punto de vista terminológico, debe indicarse que de los antiguos y originarios términos griegos no quedó más que el de " tiranía ": los otros son términos latinos: principado, notables, gobierno de pocos, gobierno popular, gobierno " licencioso " ( que señala el gobierno corrupto de muchos: en otro lugar para indicar el Estado popular corrupto, dice simplemente " licencia"). El paso de una constitución a otra es una vez más muy rápido. Cada una de las constituciones mencionadas dura "poco tiempo". Y por tanto, el defecto de las constituciones simples es la inestabilidad. Este defecto es tan grave que incluso las constituciones que serían buenas por sí misma en realidad son malas por la alta de estabilidad. Esta acentuación del aspecto negativo de las constituciones positivas es aun más fuertes que en Polibio. En el fragmento anteriormente citado, Maquiavelo escribió que las constituciones, aunque " buenas en sí mismas", pero tan "expuestas a corrupción", deben ser consideradas " perniciosas". Para reafirmar este concepto más adelante dice: Todas estas formas de gobierno son perjudiciales; las tres que calificamos de buenas por su escasa duración, y las otras tres por la maignidad de su índole (p.100). En Maquiavelo, como en Polibio, la clasificación de las constituciones camina de la mano con la indicación de su sucesión en el tiempo. También para Maquiavelo esta sucesión está preestablecida y permite enunciar una verdadera y propia ley natural. Es la ley natural de los ciclos históricos, la polibiana "anaciclosis". Aquí la cercanía entre Maquiavelo y el historiador de Roma es tan grande que la ley de los ciclos es presentada casi con las mismas palabras (como si se tratase de una traducción). Polibio escribió (lo repetimos): Esta es la rotación de las constituciones: ésta es la ley natural por la cual las formas políticas se transforman, decaen y regresan al punto de partida. Maquiavelo escribe: Tal es el círculo en que giran todas las naciones, ya sean gobernadas, ya se gobiernen por sí (p. 100). Sin embargo, la tesis de Maquiavelo no es una repetición total de la de Polibio; Maquiavelo es un escritor realista. Que e los ciclos, o "círculos" como los llama, se repitan infinitamente no tiene ningún vínculo con la realidad, sobre todo para un escritor que es capaz de contemplar una realidad histórica mucha más rica y variada que la que podían observar los griegos, Maquiavelo parece creer en la secuencia de las seis formas; pero no está tan dispuesto en admitir la repetición indiscriminada de la secuencia. Como hemos visto en diversas ocasiones, el punto débil de la teoría del ciclo era el siguiente: qué cosa sucede al final de la primera secuencia, cuando el proceso de degradación llega a su término (en Platón con la tiranía, en Polibio con la oclocracía)? Polibio respondió sin dificultades: se produce el regreso al principio, de donde viene la idea de la "rotación". En este punto Maquiavelo es mucho más prudente. Después de enunciar la tesis del "círculo" agrega: Pero rara vez restablecen la misma organización gubernativa, porque casi ningún estado tiene tan larga vida que sufra muchas de estas mutaciones sin arruinarse, siendo frecuente que por tantos trabajos y por falta de consejo y de fuerza quede sometido a otro Estado vecino, cuya organización sea mejor (p.100). Esta observacion es totalmente digna de un escritor que, debiendo escribir de cosas políticas, se había propuesto ir tras la "verdad efectiva". Maquiavelo duda de que un Estado que cae al nivel más bajo de decadencia tenga la fuerza suficiente para remontarse al punto de partida. El deduce que la solución más probable es que una vez que cae tan bajo se convierta en fácil presa de un Estado vecino más fuerte cuya "organización sea mejor". De esta manera no se presenta el regreso a los orígenes en el ámbito del mismo Estado, sino una transferencia del dominio de un Estado a otro. Es superfluo señalar que una visión de este tipo es más realista. Efectivamente sirve para dar una imagen mucho más congruente con la dinámica de las fuerzas históricas que crean y destruyen los Estados, porque comprenden no solamente las fuerzas internas sino también las externas. De cualquier manera, la teoría de los ciclos confirma la concepción eminentemente naturalista que Maquiavelo tiene de la historia. La tarea del historiador es recabar del estudio de la historia las grandes leyes que en ella regulan los acontecimientos. Sólo quien es capaz de explicar por qué las cosas suceden, está en posibilidad de prever cómo acontecerán. Al enunciar la ley de la rotación Polibio escribió: Quien domine esta doctrina con profundidad puede que se equivoque en cuanto al tiempo que durará un régimen político, pero en cuanto al crecimiento de cada uno, a sus transformaciones y a su desaparición es difícil que yerre (VI, 9). También Maquiavelo cree que el historiador puede prever los acontecimientos futuros a condición de que sea agudo y profundo, para poder explicar los sucesos del pasado. Me limito a citar dos: fragmentos (el problema de la concepción de la historia y de la ciencia en Maquiavelo es demasiado complejo para tratarlo aquí): El que estudia las cosas de ahora y las antiguas conoce fácilmente que en todas las ciudades y en todos los pueblos han existido y existen los mismos deseos y los mismos humores; de suerte que, examinando con atención los sucesos de la antigüedad, cualquier gobierno republicano prevé lo que ha de ocurrir, puede aplicar los mismos remedios que usaron los antiguos; y, de no estar en uso imaginarlos nuevos, por la semejanza de los acontecimientos (discursos, libro Y, cap. XXXIX, p. 181). También de los Discursos: Suelen decir las personas entendidas, y no sin motivo, que quien desee saber lo provenir consulte lo pasado, porque todas las cosas del mundo en todo tiempo, se parecen a las precedente. Estos depende de que, siendo obras de los hombres, que tienen siempre las mismas pasiones, por necesidad ha de producir los mismos efectos (discursos, libro III, cap. XLIII, P.435). El supuesto de la formulación de leyes históricas es el reconocimiento de la constancia de ciertas características de la naturaleza humana. En ambos fragmentos Maquiavelo insiste en este punto. En el primer pasaje habla de "mismos deseos" y de "mismos humores" y en le segundo de "mismas pasiones". La repetición de lo "mismo", el retorno del siempre igual, explica el movimiento de las constituciones de acuerdo con un orden preestablecido. La compresión de las leyes profundas de la historia no solamente sirve para prever lo que sucederá, sino también aunque parezca una contradicción, para prevenirlo, es decir para poner remedio al mal, si es un mal lo que ley permite prever. En el primer fragmento, Maquiavelo no solamente dice que quien examina con diligencia las cosas pasadas es capaz de prever las futuras, sino también que una vez hecha la previsión es posible ponerle remedio. Maquiaveio aplica al problema de las constituciones esta doble posición previsión- prevención. La secuencia de las seis constituciones demuestra que todas son "perjudiciales ", no sólo aquellas tradicionalmente malas, sino también las buenas a causa de su rápida degeneración. Pero el hombre no sería el ser parcialmente libre que es, no determinado completamente por la "fortuna" (reléase el pasaje del cp. XXV sobre el hombre que no es determinado completamente por los eventos pero que tampoco es del todo libre), si no fuese capaz, una vez descubierto el mal, de inventar un remedio. Así pues, el remedio al fracaso de las constituciones simples existe, y es - otra vez una inspiración polibiana - el gobierno mixto. En efecto, inmediatamente después de haber dicho que todas las constituciones simples son "perjudiciales", Maquiaveio continúa: Un legislador prudente que conozca estos defectos, huirá de ellas, estableciendo una que participe de todas, la cual sea más firme y estable; porque en una constitución donde coexista el principado los notables y el gobierno popular, cada uno de estos poderes vigila y contrarresta los abusos de los otros (p. 100). En consecuencia elogia a Licurgo, quien: [ . . . ] organizó de tal manera a Esparta, que distribuyendo la autoridad entre el rey, los notables y el pueblo, fundó un régimen de más de ochocientos años de duración, con gran gloria suya y perfecta tranquilidad del Estado [... ] mientras Solón que instituyó en Atenas un gobierno popular "lo hizo tan de poca duración, que antes de morir vio nacer la tiranía de Pisístrato". El objetivo que Maquiavelo se propone al elogiar el gobierno mixto es exaltar, como lo había hecho Polibio, la constitución de la república romana, la que, a diferencia de la espartana, producto del cerebro de un legislador, se formó como se ha dicha, mediante un largo proceso que duró siglos, no por voluntad de un legislador, sino " rebus ipis ac factis ". Después de la expulsión de los reyes, Roma se convirtió en un república, pero conservó la función real con la institución de los cónsules, por tanto: Los cónsules y el senado hacían la constitución romana mixta de dos de los tres elementos que hemos referido, principado y notables. Falta, pues dar entrada al pueblo. Llegó la nobleza romana a hacerse insolente, por causas que después diremos, y el pueblo se sublevó contra ella. A fin de no perder todo su poder, tuvo que conceder parte al pueblo [...] . Tan favorable le fue la fortuna, que aun cuando la autoridad pasó de los reyes y de los notables al pueblo por los mismos grados y por las mismas causas antes referidas, sin embargo no abolieron por completo el poder real para aumentar el de los nobles, ni se privó a éstos de toda su autoridad para darla al pueblo, sino que haciéndola mixta, se organizó una república perfecta) pp. 101 -102). Nótese en el último renglón el nexo entre el ser la república romana "mixta" y el ser "perfecta". Y tómese es cuenta que las constituciones que no son mixtas habían sido llamadas, poco antes, "perniciosas" y "perjudiciales". Cuando la república romana era aristocrática, aunque contaba con la presencia de los cónsules, no era perfecta. Sólo con la institución de los tribunos de la plebe, que representan el elemento popular, alcanza junto con lo completo de la mezcla de las tres constituciones simples, la perfección. Hemos visto en varias ocasiones en qué consiste la perfección de un gobierno mixto: en la capacidad de durar por largo tiempo; pero no daríamos la importancia justa al ingenio de Maquiavelo si no nos percatáramos de que la virtud del gobierno mixto, en su análisis, hace de la constitución de la república romana otra cosa. Es necesario leer el importante cap. IV titulado: "La desunión del pueblo y del senado hizo libre y poderosa la república romana ". La lectura de este capítulo produce una nueva observación. El contraste entre las dos parte antagónicas de la ciudad, los patricios y los plebeyos, para decirlo como Aristóteles, los ricos y los pobres, una vez resuelto constitucionalmente mediante el gobierno mixto, al mismo tiempo aristocrático y popular no garantiza solamente la duración de la constitución sino también la libertad interna del Estado. En el siguiente fragmento, que se ha vuelto célebre, Maquiavelo hace una afirmación que será considerada como una anticipación de la concesión moderna de la sociedad civil, de acuerdo con tal afirmación, no es la armonía sino el conflicto, el antagonismo, to que establece las condiciones de la salud de los Estados - es los siguientes siglos se dirá del progreso histórico - y el primer requisito de la libertad: Sostengo que quienes censuren los conflictos entre la nobleza y el pueblo condenan lo que fue la primer causa de la libertad de Roma, teniendo más en cuenta los tumultos y desórdenes ocurridos que los buenos ejemplos que produjeron, y sin considerar que en toda república hay dos partidos el de los nobles y el del pueblo. Todas las leyes que se hacen en favor de la libertad nacen del desacuerdo entre estos dos partidos [...] No se pueden, pues calificar de nocivos estos desórdenes, ni de dividida una república que en tanto tiempo, por cuestiones internas, sólo desterró ocho diez ciudadanos y mató muy pocos, no siendo tampoco muchos los multados; ni con razón se debe llamar desordenada a una república donde hubo tantos ejemplos de virtud; porque los buenos ejemplos nacen de la buena educación, la buena educación de las buenas leyes, y éstas de aquellos desórdenes que muchos inconsideradamente condenan. Fijando bien la atención en ellos, se observará que no produjeron destierro o violencia en perjuicio del bien común, sino leyes y reglamentos en beneficio de la liberta pública (p. 104). La importancia de una afirmación de este tipo - los "tumultos" que muchos condenan no son la causa de la ruina de los Estados sino la condición para que se promulguen buena leyes en defensa de la libertad - jamás será exaltada suficientemente: tal aseveración expresa claramente una nueve visión de la historia, que podríamos llamar justamente "norma", de acuerdo con la cual el desorden, no el orden, el conflicto entre las partes contrapuestas, no la paz social impuesta desde arriba, la desarmonía, no la armonía, los "tumultos", no la tranquilidad derivada de un dominio de la libertad. Además, mediante esta visión de la función benéfica del contraste entre las dos partes opuestas, de los patricios por una parte y de los plebeyos por otra, de los dos "humores" presentes en toda república, la concepción del gobierno mixto es decir, el gobierno en el cual las diversas partes conviven aunque en una situación de antagonismo permanente, adquiere una profundidad histórica que la teoría meramente constitucional del gobierno mixto no había tenido hasta entonces. El gobierno mixto ya no es solamente mecanismo institucional, es el reflejo (la superestructura!) de una sociedad determinante: es la solución política de un problema - el del conflicto entre las partes antagónicas - que nacen en la sociedad civil. LECTURAS RECOMENDADAS UNIDAD 1 No.1. HlSTORIA DE LA TEORÍA POLÍTICA Por: Sabine, george. Edic. Fondo de Cultura Económica Bogotá 1992. No.2. POLÍTICA Y PERSPECTIVA. Por: Wollin, Shendon. Edic. Amorrortu, Buenos Aires 1960. LECTURA RECOMENDADA No.1 HISTORIA DE LA TEORÍA POLÍTICA Por: Sabine, george. Edic. Fondo de Cultura Económica Bogotá 1992. GEORGE SABINE LECTURA RECOMENDADA DEL PUNTO REFERIDO A ARISTÓTELES EL CONFLICTO ENTRE LO IDEAL Y LO REAL Hasta ahora he bosquejado los ideales políticos de Aristóteles sin alentar ningún problema respecto a las discrepancias y dificultades que aparecerían en caso de que tales ideales se pusieran en relación con las instituciones y prácticas reales de las ciudades. El ideal es en sí casi tan deductivo como el de Platón y al parecer se formó mediante una especie de análisis dialéctico de los defectos de la teoría anterior. Pero es evidente que las discrepancias entre la práctica y los fines realmente perseguidos por el gobierno son mucho más importantes en Aristóteles que en Platón. En este no había supuesto nunca que un ideal necesite, para ser válido, encarnar en la práctica y nuca aceptó que la costumbre como tal tuviese el título de sabiduría que le adjudicaba la doctrina aristotélica. Si los hechos no pueden cuadrar con los ideales, Platón podría decir siempre, como el matemático o el místico, tanto peor para los hechos. Aristóteles, que siente un gran respeto por el sentido común y la sabiduría de los siglos pasados, no puede ser tan radical. Podía ser reformistas, pero nunca revolucionario. Su pensamiento tiene que inclinarse hacia la opinión de que, aunque el ideal sea una fuerza efectiva, tiene que ser una fuerza que se encuentre dentro de la corriente real de los hechos, y no en tenaz oposición contra ella. El saber inherente a la costumbre tiene, por así decirlo que ser un principio guía que utilice la plasticidad ofrecida por las condiciones reales para elevar a éstas gradualmente, dándole una conformación mejor. Esta es la concepción de la naturaleza a la que acabó por llegar Aristóteles como resultado de su reflexión, tanto sobre el problema sociales como sobre cuestiones biológicas. Que Aristóteles no dejaba de preocuparle este problema, ni siquiera cuando escribió el tratado sobre el estado ideal, se deduce claramente de las complejidades del libro III, en el que se estudian los problemas cruciales de toda la obra. La conclusión del libro muestra que estaba destinada servir de introducción al estudio de un estado ideal. Sin embargo, los libros Vil Y VIII prueban que Aristóteles quedó tan poco satisfecho de la ejecución de su proyecto que no lo completó nunca, y cuando amplió la primera redacción, no lo hizo continuando el esquema del estado ideal, sino insertando los libros. IV a VI. Estos libros tienen una finalidad claramente realista y lo mismo puede decirse de su tono, pero el pensamiento sigue unas líneas iniciadas en el libro III. Podemos concluir que la construcción de un estado ideal fue siendo cada vez menos simpática al modo de pensar de Aristóteles conforme iba éste aumentando en edad, y también que el Estagirita acabó por encontrar en el libro III una introducción a una investigación que no había intentado hacer en un principio. La lectura del propio libro III apoya esta conclusión. Sus complejidades se deben, al menos en parte, al hecho de que una introducción al problema del estado ideal implica, para la mente de Aristóteles, un estudio bastante extenso de las clases de estados existentes. Con frecuencia tiene evidentemente más interés en el estudio empírico que en la finalidad que se ha propuesto. En resumen, las razones que llevaron a Aristóteles a insertar los libros IV a VI después del III eran sólidas, aunque todo hace presumir que no eran las mismas que le llevaron a escribir en primer lugar el libro III. El plan excedió de su objetivo primero, pero ello fue resultado de intereses que se daban desde un principio. No es difícil ver la naturaleza general de la dificultad con que se enfrenta Aristóteles. El ideal político transmitido por Platón presumía que ciudad y ciudadano son términos estrictamente correlativo. Eso explica las tres preguntas que plantea el comienzo del libro III: Que es un estado? Quién es ciudadano? Es la virtud de un hombre bueno la misma que la de un ciudadano bueno? Un estado es una asociación de hombres encaminada a conseguir la mejor vida moral posible. El tipo de vida que un grupo de hombres viva en común depende de qué clase de hombres sean y qué fines se propongan realizar y, recíprocamente, el fin del estado determinará quiénes pueden ser miembros y qué clase de vida pueden vivir individualmente. Desde este punto de vista una constitución es, como dice Aristóteles, una organización de ciudadanos o, como dice en otra parte, un modo de vida, y una forma de gobierno es la expresión del modo de vida que el estado trata de fomentar. La naturaleza ética del estado no sólo domina, sino que, por así decirlo, se sobrepone por entero a su naturaleza política y jurídica. De este modo concluye Aristóteles que un estado dura únicamente lo que dura su forma de gobierno, ya que un cambio en la forma de gobierno significaría un cambio de constitución o de; "modo de vida" latente que los ciudadanos estén tratando de llevar a la práctica. Derecho, constitución, estado, forma de gobierno, tienden todos a coincidir, ya que desde un punto de vista moral todos ellos son igualmente relativos a los fines que son la causa de que exista la asociación. En la medida en que se trate de formular el modelo de un estado ideal, esto se constituye una objeción hallaría insuperable. En efecto, tal estado se dominado por el modo de vida más alto posible y, al menos Platón, había supuesto que una compresión de la idea del bien mostraría qué fuera éste. Pero llegar a la idea del bien, primero y utilizarla después, como pauta para la crítica y la valoración de las vidas reales y de los estados reales, era precisamente lo que provocaba la desesperación de Aristóteles. Si, por el contrario, se comienza con la observación y descripción de los estados reales, hay evidentemente que hacer distinciones. Como señala Aristóteles, el hombre bueno y el ciudadano bueno no pueden ser por completo idénticos, más que en un estado ideal. En efecto, a menos que las finalidades del estado sean las mejores posibles, su realización exigirá en los ciudadanos un modo de vida inferior al mejor posible. En los estados reales tiene que haber diferentes especies de ciudadanos con diferentes clases de "virtud". De modo semejante, cuando Aristóteles define al ciudadano como el hombre que puede tomar parte en la asamblea y actuar como jurado -definición basada en la práctica ateniense -, se ve obligado a señalar al punto que la definición no puede encajar más que en un estado democrático. Y cuando concluye que la identidad del estado cambia con su forma de gobierno, tiene que añadir la advertencia de que no por ello está justificado en nuevo estado ni deja de pagar las deuda y de hacer honor a las obligaciones contraídas por el estado anterior. En la práctica hay que hacer distinciones. Una constitución no es sólo un modo de vida de los ciudadanos, sino también una organización de magistrados para llevar adelante los negocios públicos y, en consecuencia, no es posible identificar de golpe sus aspectos políticos con su finalidad ética. El mero hecho de observar estas complejidades es percibir la dificultad de construir un estado ideal que sirva de pauta para todos los estados. Un sentido semejante de las complejidades de su problema aparece cuando Aristóteles entra a estudiar; a clasificación de las formas de gobierno. Adopta aquí la clasificación de seis términos ya utilizada por Platón en el Político. Habiendo distinguido el gobierno con arreglo de derecho del despótico, por el principio de que aquél se ejerce para bien de todos y el último sólo para el bien de la clase gobernante, entrecruza esta división con la tradición a la clasificación tripartita y con ello obtiene un grupo de tres formas puras (o estados sujetos a la ley) - monarquía, aristocracia y democracia moderada (noXuia) - y tres formas impuras ( o estados despóticos) - tiranía oligarquía y democracia extremada o demagogia (Svnotfpoma). * La única diferencia entre la exposición platónica y la aristotélica consiste - y ello no parece tener importancia - en que la primera presenta a las formas puras como estados cometidos a la ley, en tanto que la última las presenta como estados gobernados para el bien general. Dado su análisis de lo que significa el gobierno con arreglo a derecho, Aristóteles tiene que haber pensado que las dos descripciones significaban prácticamente la misma cosa. Sin embargo, en cuanto ha acabado de formular su clasificación de seis formas de gobierno, señala que presenta series dificultades. La primera de ellas consiste en que la clasificación popular basada en el número de gobernantes es superficial y no dice, salvo por accidente, cómo la interpretan quienes la usan . Lo que todo el mundo entiende por oligarquía es el gobierno de los ricos, así como por democracia se entiende el gobierno de los pobres. Es cierto que hay muchos pobres y pocos ricos, pero ello no hace que los números relativos a ambos grupos describan las dos clases de estado. La esencia de ello consiste en que hay dos títulos diferentes de poder, basado el uno en los derechos de la propiedad y el otro en el bienestar del mayor número posible de seres humanos. LOS DIVERSOS Y CONTRAPUESTOS TÍTULOS DE PODER La corrección de la clasificación formal lleva a Aristóteles muy lejos, ya que plantea el problema de cuáles don los títulos de poder justificables en el estado y la de cómo, caso de ser más de uno, pueden acomodarse de tal modo que todos resulten compatibles. Como ya se ha dicho, a Platón se le habían presentado problemas semejantes11 Hay que anotar que esos problemas no se refieren aún estado ideal - y Platón no suponía que así ocurriera -, sino a los méritos relativos de los estados reales y los títulos relativos de las diversas clases dentro del mismo estado. Puede decirse que la sabiduría y la virtud tienen un título absoluto; al menos así lo había pensado Platón, y Aristóteles no lo negó. Pero este es un punto de interés meramente académico. Lo que se discute no es un principio moral general, sino el modo de aproximarse a él en la práctica. Todo el mundo admitirá, dice Aristóteles, que el estado debe realizar la justicia en la mayor medida posible y también que la justicia significa alguna forma de igualdad. Pero significa la igualdad que todo el mundo deba contar como uno y nadie como más de uno, como supone el demócrata? O significa que un hombre poseedor de grandes propiedades y situado acaso en un buena posición social y dotado de una buena educación debe contar como más de uno, como cree el oligarca? admitido que el gobierno debe * Los traductores españoles ha sólido denominar simplemente democracia a la demagogia a la Srmoxpcma [T.] ___________________________ 11 Leyes, 690 a ss it olnsia y ser ejercido por gobernantes sabios y virtuosos, dónde habrá de colocarse el poder para conseguir la sabiduría y I virtud, o al menos la máxima aproximación posible a ambas cosas? Planteado así el problema, Aristóteles percibe inmediatamente que una pregunta relativa exige una respuesta relativa. Mientras con bastante facilidad que la riqueza no tiene un título moral absoluto que la autorice a ejercer el poder, ya que el estado no es una sociedad de mercaderes ni un contrato, como había dicho el sofista Licofron. También es fácil demostrar que contar a cada uno como uno, es en el mejor de los casos - una ficción útil. Pero por otra parte, puede decirse que la propiedad no tenga derecho? Aristóteles estaba convencido de que la aventura emprendida por Platón en esa dirección había resultado desastrosa y, en cualquier caso, como él señala, una democracia que saquea no es más honrada que una oligarquía que explota. La propiedad tiene consecuencias morales y por esta razón es demasiado importante para que nadie que quiera ser realista pueda dejarla enteramente de lado. La buena cuna, la buena educación, las buenas relaciones, el ocio - y todas estas cosas acompañan hasta cierto punto a la riqueza - no son títulos despreciables de influencia política. También el demócrata tiene algo que decir en favor de su título. El número de personas afectadas por una medida es, sin duda una consideración moral constante al estimar sus consecuencias políticas y además Aristóteles está convencido de que una opinión pública desapasionada tiene a menudo razón cuando personas alas que se consideran sabias se equivocan. El resultado del estudio es que hay objeciones válidas contra todo título de poder que se pueda presentar y también que todos los títulos usuales tienen un cierto mérito. Es difícil ver hasta qué punto pueda servir esta conclusión para constituir un estado ideal, pero es también evidente que Aristóteles se ha ocupado de una disputa perenne en la ética política con incomparables sentido común. Fue este examen de los títulos contrapuestos de la democracia y la oligarquía lo que llevó posteriormente a Aristóteles a abandonar la búsqueda de un estado ideal y a ocuparse del problema, más modesto, de la mejor forma de gobierno que fuera posible encontrar en la mayor parte de los estados. La conclusión de que ninguna clase tiene un título absoluto de poder refuerza el principio de que la ley debe ese suprema, ya que su autoridad impersonal está menos sujeta a la pasión de lo que pueden pretender estarlo los hombres. Pero Aristóteles reconoce que ni siquiera esto, constituye una de sus convicciones más profundas, puede afirmarse en términos absolutos. En efecto, la ley es relativa a la constitución y, en consecuencia, es probable que un estado malo tenga leyes malas. La legalidad no es pues, sino una relativa garantía de bondad, mejor que la fuerza o el poder personal, pero muy posiblemente mala. Un estado bueno tiene que ser gobernado con arreglo a derecho, pero esto no es lo mismo que decir que todo estado gobernado con arreglo a derecho sea bueno. Al parecer Aristóteles creía que sólo la monarquía y la aristocracia tienen algún título que pueda permitir que se les considere con estados ideales. Dice con respecto a la aristocracia, pero se ocupa de la monarquía con alguna extensión. Es precisamente el estudio de un estado que se opone ideal, lo que muestra con mayor claridad lo poco qué tiene que decir acerca del tema y lao que une de modo más claro con el nuevo estudio enteramente realista de la democracia y la oligarquía que aparece en el libro IV. La monarquía debe ser retóricamente la mejor forma de gobierno, si se da por supuesto que es posible encontrar un rey sabio y virtuoso. El filósofo- rey de Platón sería quien se aproximaría más a tener un título absoluto que le autorizase a ejercer el poder. Pero se trataría de un dios que viviera entre los hombres. Sería ridículo permitir que los demás hombres hicieran leyes para un dios mortal y no sería enteramente justo aplicarle el ostracismo. La única alternativa posible es autorizarle a gobernar Atribuye tanta importancia a la igualdad que debería existir entre los ciudadanos del mismo estado, que discute si aun la vida perfecta podría constituir una excepción. El problema de la igualdad se plantea en todas las formas de gobierno tanto puras como impuras. Sin embargo Aristóteles se inclina a admitir que la monarquía sería adecuada a una sociedad en la que una familia fuese muy superior a todas las demás en virtud e y en capacidad política. La verdad es que la monarquía ideal es para Aristóteles algo perfectamente académica. Es probable que, a no ser la autoridad de Platón, nunca la hubiese mencionado. Observar que la monarquía sometida a la ley no es, en realidad, una forma de gobierno y, si esto se toma literalmente, el hecho de que el gobierno bueno tenga que reconocer la supremacía de la norma jurídica excluye en realidad a la monarquía de las formas puras de gobierno. Una monarquía de tipo local corresponde más bien a la autoridad doméstica que a la política. Nada sino el hecho de que acepta la clasificación platónica de seis formas de gobierno hace que la tome en cuenta. Cuando Aristóteles para el examen de las monarquías existentes, abandona en absoluto la consideración de un estado ideal. Conoce dos formas puras de monarquía, la espartana y la dictadura, pero ninguna de ellas es una constitución, y dos clases de constitución monárquica, la monarquía oriental y la de los tiempos heroicos. Esta última es, desde luego, cuestión de conjetura y se encuentra en realidad fuera de la experiencia de Aristóteles. La monarquía oriental es más bien una forma de tiranía, aunque es legítima para los bárbaros, ya que los asiáticos son esclavos por naturaleza y no se oponen al gobierno despótico. Por consiguiente, la monarquía real, tal como lo conoce Aristóteles equivale en sustancia a un gobierno como el de Persia. Sin embargo, la importancia que tiene el estudio de la monarquía consiste en el lecho de distinguir varías clases de monarquía, más bien que en lo que dice acerca de ellas. Es evidente que la clasificación de seis formas de gobierno había perdido ya sentido para Aristóteles en relación con sus estudio empírico del funcionamiento real de los gobiernos. Fue precisamente en este punto donde volvió a emprender el examen de la oligarquía y la democracia - es decir, las formas de gobierno griegos - en el libro IV de la Política. Debe ser ya claras para el lector las razones por las que los ideales políticos de Aristóteles no dieron por resultado la construcción de un estado ideal. El estado ideal representa una concepción de la filosofía política heredada de Platón y poco acorde con el espíritu aristotélico. Cuanto más se aproximaba el Estagirita a un pensamiento y una línea de investigación independiente, tanto más se inclinaba al análisis y descripción de las constituciones reales. La gran colección de ciento cincuenta y ocho historias constitucionales hecha por él y sus discípulos, señala el momento en que cambia su pensamiento, y sugiere una concepción más amplia de la teoría política. Esto no significa que Aristóteles se dedicase únicamente a la descripción. La esencia de la nueva concepción consistía en unir la investigación empírica con la consideración, más especulativa de los ideales políticos. Los ideales morales - supremacía de la ley, la libertad e igualdad de los ciudadanos, el gobierno con arreglo a derecho, el perfeccionamiento de los hombres en una vida civilizada - son siempre para Aristóteles los fines para los que debe existir el estado. Lo que descubrió fue que la realización de esos ideales era infinitamente complicada y requería infinitos ajustes a las condiciones del gobierno real. Los ideales tienen que existir, no como el paradigma celestial de Platón, sino como fuerzas que operen por medio de instrumentos en modo alguno ideal. LECTURA RECOMENDADA No.2 POLÍTICA Y PERSPECTIVA Por: Wollin, Shendon. Edic. Amorrortu, Buenos Aires 1960. SHELDEN W0LIN POLÍTICA Y PERSPECTIVA LECTURA RECOMENDADA CORRESPONDIENTE A MAQUIAVELO. V LA ECONOMÍA DE LA VIOLENCIA. Antes de Maquiavelo, habían sido pocos los teóricos políticos dispuesto a cuestionar la formalicen elemental de que "la seguridad es imposible para el hombre, a menos que esté en conjunción con el poder",87 pero eran todavía menos los que habrían aceptado declarar que le poder era el atributo distintivo del Estado. En verdad ha sido y continúan siendo una de las persistentes inquietudes del teórico político occidental elaborar ingeniosos velos de eufemismo con los cuales ocultar el hecho desagradable de la violencia, veces ha hablado, en tono demasiado sonoro, de "autoridad", "justicia" y "ley", como si estas expresiones honoríficas pudieran por sí sola trasformar la coacción de simple restricción. ___________________________ 84 Prince, II; Discourses, Y, vi (7) Ibid., Y, vi (9). En un momento Maquiavelo utilizó la metáfora de un árbol que necesitaba un tronco lo bastante grande para sostener varias ramas [ Discourses, II iiii (3) . También fue pertinente su crítica a Esparta por no haber logrado adaptarse a las exigencias del imperialismof Ibid, II, iii (2-3)]. Los métodos de expansión para una república fueron examinados en ibid., II. iv 86 Discourse, I, ii (13) 85 87 Ibid., Y, y (8); History, H, ii (págs 52-53) Es cierto que el impacto psicológico del poder se suaviza y despersonaliza si se lo presenta como agente de un objetivo. También es cierto que hay numerosas sutiles formas de coacción que se van trasformando a medida que se alejan del extremo de la violencia. Que tal aplicación de la violencia sea considerada anormal representa una significativa adquisición de la tradición política occidental, pero si se la acepta con demasiada naturalidad, puede llevar a descuidar el hecho primordial de que el núcleo esencial del poder es la violencia, y que ejerce el poder suele ser aplicar violencia sobre la persona o posesiones de alguien. No se puede acusar a los autores anteriores a Maquiavelo de haber ignorado el poder. Los teóricos clásicos medievales han hablado mucho y con elocuencia de sus efectos embrutecedores y corruptores en quienes han debido ejércelo. Sin embargo pocas veces encararon el problema del efecto acumulativo producido en la sociedad por la aplicación constante de la coacción y el empleo frecuente de la violencia. Esta evasión tuvo lugar, en gran medida, porque el interés por que poder había surgido primordialmente en relación con el establecimiento o la reforma de un sistema político. Se presupuso que, una vez puestos en movimiento los asuntos por los carriles prescritos, una vez que la educación adecuada, la difusión del conocimiento o de la fe, el mejoramiento de la moralidad social y todas las demás presiones derivadas de un medio correctamente ordenado hubieran comenzado a actuar, disminuiría gradualmente la necesidad de aplicar la fuerza de modo sistemático. Tampoco es fácil ver en qué sentido el teórico político moderno ha aclarado este problema mediante los conceptos focales de "elaboración de decisiones", "procesos políticos", y "quién obtiene qué, cuándo y cómo. Todo lo que pueda decir con seguridad es que los eufemismos que constituyen al poder y la violencia no han sido disipados por el positivismo. con Maquiavelo, fueron descartados lo eufemismos, y el Estado fue directamente encarado como una suma de poder, cuyo perfil era el de la violencia. Maquiavelo opinaba que los elementos vitales de la actividad política no podían ser controlados ni orientados sin aplicar la fuerza y al menos la amenaza de violencia. Esta conclusión era sustentada' en parte por cierto escepticismo acerca de lo que Yeats llamó una vez "la profana perfección de la humanidad". Era producto también de una convicción acerca de la estabilidad inherente al mundo político, que podía ser combatida, aunque solo parcialmente, mediante una acción resuelta. Sin embargo, de igual importancia para convertir al poder y la violencia en cuestiones urgentes era la naturaleza del contexto en el cual se ejercía el poder: la condición fuertemente estructurada del espacio político, que ridiculizaba todo intento verbal de traducir el poder en simple dirección o supervisión de los asuntos de la sociedad. La función del actor político era, inevitablemente, aplicar violencia. Esto era definido con suma nitidez en el caso del gobernante que, una vez tomado el poder, se veía obligado a "organizar todo de nuevo en ese Estado".88 "Más que todos los demás príncipes, el nuevo no puede evitar que lo llamen crueles".89 Aun cuando el actor político no se veía ante la tarea de crear una tabula rasa, no podía evitar que su acción causara perjuicios a alguien. Tenía que actuar condicionado por intereses creados y expectativas, privilegios y derechos, ambiciones y esperanzas, todos los cuales exigían acceso preferencial a una cantidad limitada de bienes. ___________________________ 88 Discourses, I, xxvi (1). 89 Prince, XVII (1) Si esta es la naturaleza de la acción política, lo que se ha denominado la obsesión por el poder de Maquiavelo es más bien su convicción de que le nuevo "nuevo camino" no podía efectuar contribución mayor que crear una economía de la violencia, una ciencia de la aplicación controlada de la fuerza. Tal ciencia tendría por tares proteger el límite que separaba la creatividad política de la destrucción. "Porque quien merece reproche es el hombre que emplea la violencia para estropear las cosas, y no quien la utiliza para corregirlas".90 El control de la violencia dependía de que la nueva ciencia pudiera administrar la dosis precisa adecuada para situaciones específicas. En las sociedades corruptas, por ejemplo, la violencia representaba el único medio de impedir la decadencia, un tratamiento de shock breve, pero severo, destinado a restaurar la conciencia cívica de la ciudadanía.91 En otras situaciones, oída disminuir la necesidad de acciones extremas; se podía manejar a los hombres recurriendo a sus temores, utilizando la amenaza en lugar de la coacción efectiva, pero toda aplicación debía ser meditada juiciosamente, porque el ejercicio indiscriminado de la fuerza y el constante reavivamiento del temor podían provocar el mayor de todos los peligros para cualquier gobierno: ese tipo de difundida apresión y odio que empujaba a los hombres ala desesperación. La verdadera prueba de que la violencia había sido utilizada correctamente la daba el hecho de que las crueldades aumentaran o disminuyeran con el tiempo.92 Esta preocupación de Maquiavelo por la economía se manifiesta asimismo en su examen de las formas exteriores de violencia: guerra, imperialismo y ___________________________ 90 Discourses, I, ix (2) 91 Ibid, III, xxii (4). Sin embargo,también había sociedades que se habían corrompido hasta ser irredimibles. En estas de nada valía el poder. Discourses., I, xvi (2). 92 Prince, VIII (7); Discourses, I, xb/ (3-4); HI, vi (3-4). En Prince, XDC, se trazaba un significado contraste entre el grado y tipo de violencia necesaria para establecer un nuevo Estado, tal como 1 o ejemplificaba Severto, con la necesaria para mantener el Estado, como en el caso de Marco, solo a ésta última llama verdaderamente gloriosa Maquiavelo. colonialismo. Uno de los objetivos fundamentales del arte de la guerra, era demostrar que, si bien la acción militar seguía siendo un hecho inevitable de la condición política, era posible reducir su costo con una adecuada atención a la estrategia, disciplina y organización. El príncipe y los discursos continuaba el mismo tema de la economía con consejos como estos: un príncipe debe tener minuciosamente en cuenta sus recursos porque una guerra, aunque podía se iniciada por capricho, no era tan fácil de concluir, un ejército inseguro era un instrumento de violencia ineficaz, porque multiplicaba la desviación sin obtener ninguna de las compensaciones que otorga la victoria; evitar una guerra necesaria era costoso, pero prolongarla lo era igualmente; cuando un príncipe veía debilitada su posición aun habiendo salido victorioso, era porque había sobrestimado sus recursos de poder.93 Respecto del imperialismo, Maquiavelo aludía al ejemplo de Roma por el importante motivo de que la política imperial romana había procurado preservar la riqueza de las poblaciones sometidas y sus instituciones nativa, limitando así costo que podía provocar la devastación, tanto para los conquistadores como para los conquistados. Si el imperialismo era manejado con eficacia, se podía minimizar las consecuencias destructiva, y reducir toda la transacción a un simple cambio de poder. 94 Las guerras destructivas impuestas por necesidades tales como hambre, peste o superpoblación contrastaban con el uso controlado de la violencia por parte de Roma.95 La necesidad era el enemigo de la violencia calculada. Si bien la economía de la violencia examinada por Maquiavelo abarcaba acciones tanto internas como externas, este nunca abrigó seriamente la idea ___________________________ 94 Discourses, II, x; III. xxxii; History, VI, i 95 Discourses, II vi, xxxii. de que fuera posible reducir de modo apreciable la incidencia de la fuerza en la política internacional. Aunque se pudiera controlar los efectos de la violencia, el recurso a ella no disminuiría. Maquiavelo advirtió con suma claridad que la ausencia de disposiciones arbitrales, como la ley y los procedimientos institucionales, daba al campo internacional más expuesto que el interno a los conflictos de intereses y las presiones de la ambición. 96 Creía por otro lado, que se podía estructurar la política interna de la sociedad mediante diversos métodos encaminados a minimizar la necesidad de actos extemos de presión. La importancia de la ley las instituciones políticas y los hábitos de civilidad residía en que, al regularizar la conducta humana, ayudaba a reducir la cantidad de casos en que se debía aplicar la fuerza y el temor. La más importante intuición de Maquiavelo en torno del problema de la actividad política del poder interno apareció cuando comenzó a explorar las implicaciones de un sistema político basado en el apoyo activo de sus miembros. Comprendió que el sentimiento popular representaba una forma de poder social que, adecuadamente explotada, reducía la magnitud de la violencia dirigida hacia la sociedad en su conjunto. Una razón de la popularidad del sistema republicano consistía en que era mantenido por la fuerza del populacho, y no por la fuerza sobre el populacho.97 Cultivar el apoyo del pueblo correspondía a los interese del príncipe por la economía de fuerza resultante cuando aquel experimentaba una sensación de participación común en el orden político, si esto, el príncipe debería recurrir a sus propias reservas de violencia, con el resultado eventual de " medidas ___________________________ 96 Véase el borrador de Maquiavelo reproducido en Machiavel, toutes les letres, E Barimcou, de., París: Gallimard, 2 vols., 6a de., 1955, vol. I. pág 311 97 Discourses, I, ix (3). anormales " de represión. "Cuanto mayor es su crueldad, más débil se hace su régimen".98 La aprobación pública lejos de limitar su iniciativa, podría ser utilizada para reducir el alto costo en violencia que implicaban las reforma profundas. En una revolución por consenso (commune consenso) no era necesario perjudicar mas que a unos pocos. 99 Al evaluar la economía de violencia de Maquiavelo, es fácil criticarla como producto de la admiración de un técnico por los recursos eficaces. A un siglo como el nuestro, que ha precenciado la eficiencia sin paralelo desplegada por los regímenes totalitarios en el complejo del terror y la coacción le resulta difícil ser tolerante a este respecto. Sería totalmente erróneo, sin embargo, ver a Maquiavelo al filósofo del himmlerismo; y la razón fundamental; de esto no es solo que Maquiavelo consideraba la economía de violencia como medio para reducir la magnitud del sufrimiento en la condición política, sino que advertía con claridad los peligros derivados de confiar su uso a los moralmente obtusos. Lo que esperaba promover mediante su economía de violencia era el empleo" Puro" del poder, no mancillado por el orgullo la ambición ni motivos de mezquina venganza.100 Un contraste más significativo con Maquiavelo sería el gran ___________________________ 98 Ibid.,Y,xvi(5) Ibid., Ill, vn (2). 100 Ibid., II,xx (4); III, vii (2). Esta preocupación resalta con suma claridad en el notable fragmento donde describió el destino que acecha a quienes profanan los medios. Se nos explica que le buen príncipe, que utilizaba el poder para restaurar la salud de la comunidad tenía asegurada fama eterna; quien destruían o mutilaban sus principados, estaban condenados a eterna infamia [ ibis., I, x (9-101)]. correspondía un condena especial al gobernante inepto que, habiendo recibido un Estado seguro y libre, lo despreciaba estúpidamente fibid, I, x ( 1, 2, 6); III, v (2) ]. Además, la actividad política tiene, como la religión, su hagiologí, su jerarquía de sanatos integrada por quienes ha utilizado creativamente el poder. La primera categoría correspondía a los fundadores de religiones: la siguiente, a quienes habían establecido reinos o repúblicas; venían luego, en orden de excelencia, los generales, hombres de letra y,por último, los que se habían destacado en cualquiera de las artes. Pero había tenido también una lista paralela de los nihilistas, enemigos del futuro, que habían destruido religiones, reinos repúblicas, las letras y la virtud misma. 99 teórico moderno de la violencia, Georges Sorel. Este exhibe un ejemplo auténtico de intelectual político y responsable, encendido por ideas románticas de heroísmo, predicando el uso de la violencia para fines deliberada y orgullosamente presentados bajo el vago perfil del " mito" irracional, sin pensar en el precio, segado por una visión de viriles bárbaros proletarios que revitalizarían al decadente Occidente.101 No había, en cambio, sugerencia alguna de infantil deleite cuando Maquiavelo preveía la bárbara y salvaje destructividad del nuevo príncipe, que barría con los ordenamientos establecidos de la sociedad y "nada dejaba intacto". Si surgía en cambio, la lacónica observación de que era preferible ser un ciudadano privado a emprender una carrera que entrañaba ruina para los otros hombres.102 Esto sugiere que un teórico como Maquiavelo consciente de la limitada eficacia de la fuerza y dedicado a explicar cómo utilizar su técnica con más eficacia era mucho más sensible a los dilemas morales de la actividad política y estaba mucho más entregado a la preservación del hombre que aquellos teóricos que, saturados por la indignación moral y ansiosos de regeneración heroica, predicaban la purificación por la sagrada llamada de la violencia. ___________________________ 101 Aunque es posible que el intento de Maquiavelo de crear un mito político-teológico no parezca muy convincente, y aunque podemos cuestionar su seriedad en cuanto a esperar que el actor político sea influido por el temor al juicio de la historia, estas consideraciones atestiguan, si la seriedad moral de la nueva ciencia. 102 Reflexiones sur la violence. París, 10a. de., 1946, págs. 102 - 22, 168, 173 - 74, 202. 273