La canción del olvido Comedia lírica en un acto Texto original de FEDERICO ROMERO y GUILLERMO FERNÁNDEZ SHAW Música de JOSÉ SERRANO PERSONAJES Y REPARTO ROSINA ............................................. CONCHITA GIL FLORA GOLDONI ............................. AMPARO MARTÍ CASILDA ...................................... ASUNCIÓN CAMPO LEONELLO ................................................ JOSÉ SALA TORIBIO ........................................... PATRICIO LEÓN SARGENTO LOMBARDI .................... JOSÉ CABALLER PIETRO ........................................... RICARDO ITURBI PAOLO .............................................. MANUEL VIVAS HOSTELERO ............................................. SR. TOMÁS . Estrenada el 17 de noviembre de 1916 en el Teatro Lírico de Valencia. ACTO UNICO CUADRO PRIMERO.– La obra tiene su acción en Sorrentinos, imaginaria ciudad del reino de Nápoles, en 1799. El cuadro primero nos muestra una plaza en la que se encuentran la Hostería del Ganso y el jardín de la mansión de Flora Goldoni. Es por la tarde y anochece poco a poco. Sale a escena Toribio Clarinetti, un pobre trovador que denota en todo su atavío el miserable estado en que se encuentra, y que se dedica a dar serenatas en compañía de su arpa. Pronto entabla conversación con el hostelero, y pronto se entera de las personas principales que viven en aquellos contornos: la cortesana Flora, que se da el gusto de despreciar a los muchos adoradores que a ella acuden, y la princesa Ferratta, una joven princesa huérfana y sumamente rica. Rosina ha llegado a la ciudad en compañía de Casilda –su servidora– siguiendo al capitán Leonello, que es considerado por todos como un hombre irresistible para las mujeres. La princesa lo conoció en Roma, se enamoró locamente de él –cosa que él ignora en absoluto– y ahora, con más imprudencia que discreción, ha llegado a Sorrentinos en su busca. A pesar de tener un palacio en la ciudad, se hospeda en la hostería para estar cerca del punto donde Leonello suele reunirse con sus amigos. El hostelero informa a Rosina de la causa de las frecuentes visitas de Leonello, que no es otra que sos amoríos con la cortesana Flora Goldoni. Rosina permanece escondida en su aposento, el cual http://lazarzuela.webcindario.com/ tiene una celosía que da a la plaza, detrás de la cual, puede observar los movimientos del capitán sin ser vista. A la plaza llega el capitán Pietro y el caballero Paolo –amigos de Leonello– y a poco el capitán, que viene muy satisfecho de la forma en que ha comenzado la conquista de la bella Flora Goldoni. LEONELLO 2 Junto al puente de la Peña, por la noche la encontré, y su guante chiquitito le cayó a los pies. Por si un reto me lanzaba, recogí su guante yo, y en su mano bella puse un beso de pasión, ¡porque al verla no se puede resistir la tentación! Por las calles solitarias, embozado, la seguí, esquivando las malicias de la gente ruin. Y acercándome galante mis respetos le ofrecí. –Perdonad... –Por favor... –Atended... –¿Qué decís? –Que os adoro... –¡Callad! No decídmelo así... Y escuchando su voz yo pensé: ¡Qué infeliz! «Mujer, primorosa clavellina que brindas el amor, yo soy caminante que al pasar arranca las hojas de la flor y sigue adelante sin recordar tu amor...» A la dueña que la sirve con dinero soborné, y, admirada de mi rasgo, saludó y se fue. http://lazarzuela.webcindario.com/ Y al decir la cortesana: «Caballero, que yo espero a mi galán», en mi fiel acero puse mano, sin dudar, ¡que mi espada se enardece con la sombra de un rival! Convencida y conquistada, en mi brazo se apoyó, y escuchaba mis embustes llena de ilusión. Al llevarla a su palacio mis finezas repetí: –¡Dulce bien! –Me engañáis... –No acostumbro a mentir. –¿Volveréis? –¿Cómo no? –Ya veré si fingís... Y dejándola ya de su amor me reí... «Mujer, primorosa clavellina que brindas el amor, yo soy caminante que al pasar arranca las hojas de la flor y sigue adelante sin recordar tu amor...» Leonello brinda con sus amigos por el éxito de sus amores con Flora. Rosina, que ha escuchado este relato, no puede más. El capitán sigue hablando de Flora y dice que ha encargado al sargento Lombardi una serenata para esa noche. Después pide a Toribio, que cante una canción dedicada a Flora Goldoni. Cuando Toribio comienza a tañer su arpa y se dispone a cantar, Rosina –desde el interior de la celosía– sorprende a todos, siendo ella quien canta cobijada en el misterio de su estancia. ROSINA Marinela, Marinela, con su triste cantinela se consuela de un olvido maldecido... http://lazarzuela.webcindario.com/ 3 Mari, Marinela... Campesina, campesina, como errante golondrina, cantarina, vas en busca del amor. ¡Pobre golondrina que al azar camina, tras un sueño engañador! El aire murmura en mi oído dulces cantares que en nuestros labios ha sorprendido en noches lejanas de amor. Cantares de tiempos mejores, cantares risueños, que huelen a flores y alientan ensueños de amores. Marinela, con su cantinela busca olvido a su dolor. ¡Pobre Marinela! Ese bien que anhela no lo da ese amor. Todos quedan absortos escuchando la voz de Rosina, cautivando especialmente a Leonello. Sin embargo el recuerdo de Flora vuelve a imponerse y, después de dar al sargento Lombardi las disposiciones para la serenata, se despide de sus amigos y se dedica a escribir una carta para la cortesana. Rosina quiere impedir a todo trance tales amores y busca un recurso para ello; llama a Toribio y le contrata para que secunde sus planes, que no son otros más que desviar la atención del capitán. Rosina ordena a Toribio que en adelante deberá fingir ser el príncipe Ferratta –esposo de la princesa–, enamorar a Flora y ahuyentar a Leonello. Rosina, en tanto, ayudará al supuesto príncipe consorte sirviéndole de paje. CUADRO SEGUNDO.– Junto al mirador del palacio de Flora. Es noche de luna y, a lo lejos, se oye el canto de una ronda que se acerca. CORO INTERNO 4 Ya la ronda llega aquí, firulirulí. A cantarte amores va, firulirulá. http://lazarzuela.webcindario.com/ VOZ INTERIOR Sal a tu ventana, que mi canto es para ti. Sal, napolitana, firulí, firulí, firulí, firulí, rulá. Lucero, lucero, lucero, lucero; morena, morena, morena, morena; te quiero, te quiero, te quiero, mi amor cantar. Hermosa napolitana, valle florido, rayo de luna clara: no sé yo cómo en el fuego de tus pupilas no se ha fundido la nieve de tu cara. Niña de mis amores, que esperas gozar un día la dicha que da el amor: amor, que siembra de flores tu fantasía, da espinas de dolor. Niña de mis amores, ya sabes lo que es amor. Toribio –vestido de príncipe– acompaña a Rosina –disfrazada de paje– hasta el palacio de Flora. Rosina, bajo el mirador del palacio, canta una serenata fingiendo que lo hace por encargo del supuesto príncipe Toribio. ROSINA Canta el trovador bajo tu ventana, a tus ojos negros de napolitana. Del jardín de amores la más linda flor: la canción serena que en sus labios suena de esperanzas llena, suspirando amor, http://lazarzuela.webcindario.com/ 5 bajo tu ventana canta el trovador. Ligero mi canto vuela buscando cariño fiel y el alma también anhela volar hacia ti con él; llegar a tus pies confía, cantando su pena allí. Si el canto de mi agonía merece llegar a ti, verás que nace mi alegría si alcanzo, señora mía, un recuerdo sólo para mí. ¡Ay, tirana de mi albedrío! ¡Ay, dulce tormento del amor mío! De amor, oye mi canción mejor. Bajo tu ventana canta el trovador. La serenata de Rosina consigue llamar la atención de Flora, y Toribio es invitado a entrar en el palacio. Poco después aparece la rondalla organizada por Leonello. SOLDADOS LOMBARDI 6 Soldado de Nápoles que vas a la guerra: mi voz recordándote, cantando te espera. Cariño del alma, ven, que vas a probar la dicha de amar, oyendo los sones de mis canciones. Soldado de Nápoles me quiso mi suerte. La gloria romántica me lleva a la muerte. no digas tu cántico, que aviva mi pena; si muero queriéndote, ¡qué muerte tan buena! http://lazarzuela.webcindario.com/ SOLDADOS Soldado de Nápoles que buscas la gloria, te espero brindándote la ansiada victoria. ¡No mueras, soldado, no! Cariño del alma, ven, que vas a alcanzar la dicha de amar que es gloria también. Muy sorprendido queda el capitán al observar que nadie en el palacio responde a la serenata preparada por el sargento Lombardi. Rosina, siempre con su disfraz de paje, se acerca al desalentado Leonello y le hace ver que Flora tiene en ese momento otro galán. Leonello, indignado, intenta saber quién es su rival para medir su acero con él, pero Rosina le demuestra que ese duelo indica bravura pero no ingenio. Lo mejor que puede hacer es marchar al palacio Marinelli y tratar de conseguir una aventura con la princesa. El plan le parece excelente y se decide a ponerlo en práctica. CUADRO TERCERO.– Un pabellón del palacio Marinelli. Rosina, a la luz de la luna, ruega ante una pequeña imagen de la Virgen. Ha abandonado su disfraz de paje y espera ansiosamente la llegada de Leonello. Cuando éste aparece finge estar dormida, después finge alarma ante la presencia del capitán y, por último, cuando ya ha conseguido enamorar a Leonello, le despide. El capitán, entonces, reconoce que aquella mujer es a la que escuchó cantar en la Hostería del Ganso; por primera vez, y de un modo sincero, Leonello comprende lo que es el amor. VOZ INTERIOR ROSINA Hermosa napolitana, valle florido, rayo de luz de sol: amor que es rosa temprana que hoy ilumina tu fantasía, da espinas de dolor. Niña de mis amores, ya sabes lo que es amor. _____ Virgen y madre del Redentor: no me abandones por favor. Pensé que era él. Me engaña el deseo. http://lazarzuela.webcindario.com/ 7 LEONELLO ROSINA LEONELLO 8 ¿Por qué a un tiempo mismo le aguardo y le temo? ¡Qué loca aventura! ¿Por qué, por qué, Dios mío, no he guardado mi amor en secreto? Valor, Rosina. Ya llegó el momento. ¡Las diez! «Mujer, primorosa clavellina que brindas el amor, yo soy caminante que al pasar... Ya abrieron la verja; ya entró en el jardín. ¡Es él! Aquí viene. Al fin... Esta es la estancia. La aventura es singular; parece una página de un cuento oriental. Todo parece dispuesto para amar. Aquella puerta me dará la clave. Capitán Leonello... ¡adelante! ¿Me engañan los ojos con una ilusión? ¿Me espían, acaso? ¿Será una traición? ¡Una mujer! Dormida parece... Ella debe ser. ¡Capitán Leonello! ¿Qué vas a hacer? ¡Pero es tan hermosa! Verla dormir es soñar y aprender a sentir. http://lazarzuela.webcindario.com/ ROSINA LEONELLO ROSINA LEONELLO ROSINA LEONELLO ROSINA LEONELLO ROSINA LEONELLO ROSINA ¡Oh, mujer! Bella flor... ¡Quién supiera lo que sueñas tú! Cabecita que duermes un sueño feliz. ¿Qué ideal pensamiento se adueña de ti? ¿Qué ilusión tienes tú, cabecita gentil? La inquietud que adivino ya en tu frente quiero sorprender. Y que mis labios puedan, al besar, dulcemente aprisionar tus ensueños de mujer. ¡Qué hermosa está! Leonello: esto es indigno de un capitán. Ve a buscar las aventuras en tus locos amoríos... No mancilles este hogar. ¡Ay!, que se va... ¡Quién! ¡Un hombre! Señora... ¿Dónde vais? Yo os diré. Atentáis a mi nombre. ¡No lo quiero saber! Disculpadme. ¿Por dónde penetrasteis aquí? Escuchadme, os lo ruego. ¿Qué podríais decir? Señora mía, perdón os pido y aguardo rendido vuestra sanción severa. Sois un osado que en vano espera lograr perdón. http://lazarzuela.webcindario.com/ 9 LEONELLO ROSINA LEONELLO ROSINA LEONELLO ROSINA LEONELLO ROSINA 10 El capitán Leonello sólo ha podido pecar de amor. ¡Ay! El capitán Leonello... Sí; conozco aventuras que la fama pregona de ese buen capitán. De un amor como el vuestro, ¿qué se puede esperar? Torbellino de pasiones y locuras nada más. Ese amor que sentís es aroma que el viento renueva, y el amor no es así. El cariño verdadero dormidito en el alma se lleva; capullito que quizá con el tiempo se abrirá. Yo siento una pena aquí escondida como un nuevo sentimiento, que es suspiro y es lamento que se escapa de mi vida. No os importe padecer, que un amor verdad no ha de florecer si no sabe suspirar. Un cariño verdadero dormidito en el alma tenía, y al mirarme junto a vos, mi cariño despertó. Lo dudo. ¡Lo duda!... La historia pasada no debo olvidar. http://lazarzuela.webcindario.com/ LEONELLO ROSINA LEONELLO ROSINA LEONELLO ROSINA LEONELLO ROSINA LEONELLO ROSINA LEONELLO ROSINA LEONELLO ROSINA LEONELLO ROSINA LEONELLO ROSINA LEONELLO ROSINA Yo os juro... Es inútil. Mi fe de soldado lo puede jurar. Os ciega el deseo. Creedme, señora. No os creo. Princesa, mi espada os ofrece probar que merece tan altos favores. Pedidme, señora, que hiera, que mate, que muera, por vuestros amores. Ved que os ofrezco vida y honor. Y honrarse mi espada querría sabiendo, alma mía, que el premio sois vos. ¡Callaos! Prestadme oído. Ya está en mis redes. Miradme al menos; ya arrepentido. No seguid. ¡Escuchad! Desistid. ¡Por piedad! ¡Mi amor no consigue siquiera saber que le espera vuestro perdón! ¡Dios mío! Princesa... hablad, por favor. Si queréis ser feliz, olvidaos de ese nuevo amor. Corred la vida sin pensar en mí. ¡Tal vez no pueda ya vivir sin vos! Si es verdad que sabéis un cariño sentir, aprended, como yo, la virtud de sufrir. http://lazarzuela.webcindario.com/ 11 LEONELLO ROSINA LEONELLO 12 Y quizá el amor llegará pronto a ser nueva luz, que es la risa del amanecer y acaso un día su canción dirán unos labios de galán y unos ojos de mujer. Esperanzas Esperanzas de amor iluminan mi ser como luz que se enciende con la risa del amanecer y acaso su canción dirán unos labios de galán y unos ojos de mujer. _____ Marinela, Marinela, con su triste cantinela, se consuela de un olvido maldecido. Mari, Marinela... Campesina, campesina, como errante golondrina, cantarina, vas en busca del amor. ¡Pobre golondrina que al azar camina...! Princesa, princesa, canta por favor. Quiero escucharte, sigue. Ya sé qué es el amor. Acude, vida mía. Escúchame. Soy yo. Aquel aventurero hoy busca un tierno amor. http://lazarzuela.webcindario.com/ Al fin ya en mi pecho nació el cariño ideal. Princesa: no temas. Mi honor guarda el tuyo. ¡Volverá tu capitán! CUADRO CUARTO.– Jardín del palacio Marinelli. Toribio, aprovechando la desaparición de «su esposa» de la fiesta, cuenta una historia picaresca. Como, en cierto modo, el personaje del cuento tiene un parecido con Toribio, a quien todos tienen por un marido confiado, se comenta entre los invitados la ausencia de Rosina, que pasea por el jardín con el capitán Leonello. El capitán comenta a sus amigos, Pietro y Paolo, que está enamorado de una mujer honrada y casada. Al aparecer Toribio, Leonello le dice que está enamorado de su mujer y le desafía a un duelo a muerte, pues uno de los dos estorba al otro. Toribio, comprendiendo que no hay más remedio que reñir o descubrirse, halla un hábil medio para evadirse. Cuando más desesperado está Leonello, porque ya no le queda ni el recurso de matar a su rival, se presenta Rosina, que muestra su desaprobación ante la actitud del capitán y se burla de él. ROSINA LEONELLO ROSINA Pero capitán... ¿Qué vais a hacer? ¿Vais a matar? Decidme a quién. Estáis gallardo de veras. El gesto airado os va bien. Guardad la espada. No me asustéis. ¿Por qué, Rosina, por qué os burláis de mí! ¿Por qué mi duelo y mi pena os hacen reír? Dejadme que al partir maltrecho, salgan de mi pecho ayes de dolor. De un loco amor arrepentido, soñé un feliz hogar risueño y todo se ha desvanecido como un sueño. Con ayes y con lamentos los sufrimientos no podréis vencer. Tened valor y fortaleza, templad el corazón en el dolor, http://lazarzuela.webcindario.com/ 13 LEONELLO ROSINA LEONELLO ROSINA LEONELLO ROSINA LEONELLO ROSINA LEONELLO ROSINA LEONELLO ROSINA LEONELLO ROSINA LEONELLO ROSINA LEONELLO 14 abrid el alma a la tristeza, que es ahora cuando empieza el amor. ¡Imposible! Para mí no hay amor. Ja, ja, ja, ja. Volvéis a reíros... ¡Cómo no me voy a reír! Creedme, Rosina. ¿No mentís? Mi amor es sincero, mi amor es verdad. Amor y pena debéis olvidar. Yo sabré buscar la muerte. Así no moriréis de amor. Oídme. Ya que mi dicha es imposible con vos, engañadme diciendo que no olvidáis mi amor. ¿Qué pretendéis con ello? Hacerme la ilusión de que suena siempre en mi oído vuestra voz. ¡Jamás la olvidaría! Decídmelo, por Dios. Ved que me consume la desesperación. «Mujer, primorosa clavellina que brindas el amor...» No, no, Rosina... mi pasado olvidad. Es una cancioncilla que vino a mí sin pensar. Os ruego, os suplico... Soy un amante sincero que quiere consagraros su fe. Caen sobre mí las maldiciones de cuantas mujeres burlé. Pero en vos llega al fin el castigo de mi torpe afán y aquella risa tan alegre ayer en amargura se convertirá. http://lazarzuela.webcindario.com/ ROSINA LOS DOS ¡Mi Leonello...! Al fin el amor ilumina mi ser como luz, que es la risa (ROS.) que se enciende con la risa (LEO.) del amanecer y siempre unidos su canción dirán unos labios de galán y unos ojos de mujer. Tras una intensa escena Rosina confiesa que Toribio no es su marido, que solamente lo ha fingido. Aclarado el equívoco nada se opone ya al amor de los jóvenes. http://lazarzuela.webcindario.com/ 15