Las Cláusulas Abusivas en la Contratación con Consumidores en la Legislación Argentina Estigarribia Bieber, María Laura Facultad de Ciencias Económicas - UNNE. Av. Las Heras 727 - (3500) Resistencia - Chaco - Argentina. Teléfono/Fax: +54 (3722) 426678 / 422155 / 427520 E-mail: [email protected] ANTECEDENTES El consumo es un fenómeno muy particular por la diversidad de aristas que supone; es, así, que afecta a todos los seres humanos, quienes lo disfrutan y lo sufren y es abarcado por distintas disciplinas. Las mayores interrelaciones se dan entre Economía y Derecho. En este sentido, “El “Derecho del Consumidor” no puede desconocer que las relaciones económicas del Mercado, de producción, distribución y consumo, tiene un “orden natural”, una impronta, que se orienta a la eficiencia, el lucro, la productividad. Y las “relaciones económicas del Mercado” no pueden dar la espalda al contenido ético del Derecho que está dado por el respecto a la dignidad de la persona humana, cualquiera sea ella. Ya no corresponde predicar del negocio efectos puramente jurídicos -el contrato destinado a “reglar derechos”-, minimizando los efectos económicos -instrumento para la satisfacción de las necesidades-. ... La Economía, como ciencia de las necesidades y del modo de satisfacerlas, como un saber relacionado con la escasez, tiene que decir sus verdades. El Derecho, como ciencia y arte de la convivencia, tanto en la sociedad civil como en el Mercado -en toda situación o relación de alteridad- tiene también las suyas” ( Mosset Iturraspe, Jorge, 1996). La relación jurídica de consumo tiene como elementos subjetivos al consumidor y al proveedor -en sentido latode bienes o servicios. En ese orden, corresponde definir a los protagonistas de esta problemática, tomando los conceptos que nos brinda la ley 24240 que, en su artículo 1º, dice: ” ... Se consideran consumidores o usuarios, las personas físicas o jurídicas que contratan a título oneroso para su consumo final o beneficio propio o de su grupo familiar o social”. En su artículo 2º se refiere a los Proveedores: “... todas las personas físicas o jurídicas, de naturaleza pública o privada que, en forma profesional, aún ocasionalmente, produzcan, importen, distribuyan o comercialicen cosas o presten servicios a consumidores o usuarios. ...”. Su aspecto objetivo está constituido por los Contratos de consumo, celebrados entre consumidores y proveedores. En general, este tipo de contratación se perfecciona a través de contratos de adhesión a condiciones generales, predispuestos por una sola de las partes, el empresario, y al que el consumidor sólo puede adherir, viéndose absolutamente alterada la autonomía de su voluntad y, consecuentemente, su posibilidad de negociar las condiciones negociales, eliminándose la etapa de las tratativas. Es así que nos encontramos con una parte fuerte, constituida por el experto – proveedor - predisponente, y una parte débil, encarnada por el profano – consumidor – adherente. Esta disparidad de fuerza es la que pone de manifiesto la necesidad de la función tuitiva del Estado, a efectos de restituir, de algún modo, el equilibrio del sinalagma contractual En reconocimiento de la vulnerabilidad del consumidor, y como pauta del sistema de protección, se establece el principio “in dubio pro consumidor”, que significa que en caso de duda sobre los alcances de las obligaciones pactadas en un contrato, se estará a la interpretación más favorable al consumidor, en contra del predisponente, que ha sido quien tuvo a su alcance la posibilidad de establecer las mismas, a su exclusivo arbitrio. Esto en aplicación de otro principio elemental en el derecho de contratos, cual es el de la Buena Fe; que si bien es exigible a ambas partes, lo es con más rigor al empresario – productor, de quien cabe esperar una conducta leal, teniendo presente su mayor conocimiento y posibilidades de predisponer las cláusulas. Tomando especialmente en cuenta esta modalidad de contratación a través de cláusulas predispuestas, resulta necesaria la existencia de una legislación adecuada, a efectos de mantener el llamado “orden público económico de coordinación“ (Alterini, 1998) mediante el cual el Estado cumpla la función de tutela que es imprescindible en la economía de mercado, a efectos de proteger a la parte débil de esta contratación, el consumidor, velando con ello, por el mantenimiento del equilibrio de las posiciones contractuales. Obviamente, esta modalidad de contratación es campo propicio para la existencia de cláusulas de tipo abusivas, incorporadas por el proveedor prevaleciéndose de su situación de preeminencia respecto de la otra parte, alterándose la equivalencia de las prestaciones. “Precisamente una de las cuestiones que plantean estas modernas formas de contratación es el de las limitaciones que se les debe imponer para resguardar la buena fe negocial”. ( Vázquez Ferreyra – Romera, 1994). La transgresión es llevada a cabo, por lógica, por el predisponente, quien posee el poder para definir el contenido contractual. El Proyecto de Nuevo Código Civil, unificado con el de Comercio, redactado por la Comisión designada por Decreto 685/95, en su artículo 920, establece: “Las partes deben comportarse de buena fe para no frustrar injustamente las tratativas contractuales, aunque todavía no haya sido emitida una oferta. El incumplimiento de este deber genera responsabilidad por daño al interés negativo”. Refiriéndose al rol de la buena fe, el Dr. Roberto A. Vázquez Ferreyra manifiesta: “ Entre sus funciones, la buena fe, cumple un papel integrador con fuerza jurígena, ampliando el conjunto de obligaciones propias de todo negocio jurídico en particular. (...) De esta forma, la buena fe, en su función que analizamos, acuerda al consumidor o usuario el derecho a exigir no sólo las calidades propias genéricas del bien o servicio de que se trate, sino también todo lo que se ha ofrecido en la actividad promocional, aunque no se haya particularizado individualmente en el contrato”( Vázquez Ferreyra, Roberto A., 1991) . Surge palmariamente, por tanto, la necesidad de establecer medidas tuitivas para el consumidor, determinando consecuencias jurídicas que eviten el abuso que pretenden cometer los proveedores, a través del establecimiento de las llamadas cláusulas abusivas. A priori, podemos sostener que una cláusula predispuesta es abusiva cuando, contrariando el principio de la buena fe, da origen a un desequilibrio significativo, en detrimento del consumidor. “El punto de equilibrio queda desplazado y el contrato se transforma -vía cláusulas abusivas-, en potencial instrumento de opresión que ejerce el polo dominante ( predisponente) sobre le parte débil ( adherente), fracturándose indirectamente el principio conmutativo de distribución de sacrificios. (Stiglitz, Rubén y Gabriel A. Stiglitz, 1992). Se plasma, así “.. una situación de abuso que, por debilitar la posición contractual de una parte, y potenciar la restante, desestabiliza la relación sinalagmática”. (Josserand, L., 1946). Si bien la Ley 24240 no brinda una definición de cláusulas abusivas, se refiere a ellas en el capítulo IX “De los términos abusivos y cláusulas ineficaces”, artículos 37,38 y 39. Artículo 37: “Interpretación. Sin perjuicio de la validez del contrato, se tendrán por no convenidas: a) las cláusulas que desnaturalicen las obligaciones o limiten la responsabilidad por daños; b) las cláusulas que importen renuncia o restricción de los derechos del consumidor o amplíen los derechos de la otra parte; c) las cláusulas que contengan cualquier precepto que imponga la inversión de la carga de la prueba en perjuicio del consumidor. La interpretación del contrato se hará en el sentido más favorable para el consumidor. Cuando existan dudas sobre los alcances de su obligación, se estará a la que sea menos gravosa....”. La Ley argentina adopta un criterio amplio y generalista, al describir sólo tres tipos de cláusulas que considera abusivas y, por tanto, ineficaces. Se ratifica, en el artículo 37, el principio “In dubio pro consumidor”, establecido en la última parte del artículo 3º de la Ley 24240, que brinda “pautas específicas de interpretación de su texto, a la par de las que contienen los principios generales, que informan a todo el orden jurídico como un todo unitario y coherente. (...) Por último, sentando como principio general el in dubio pro consumidor” que adquiere su mayor vigor en el artículo 37, que sanciona con la ineficacia las cláusulas o los términos abusivos en los contratos que contienen las relaciones jurídicas amparadas por la ley (art. 1), muy particularmente en los catalogados como contratostipo o de adhesión”. (Vázquez Ferreyra - Romera, 1994). La Jurisprudencia Argentina ha aplicado este criterio, aún antes de la sanción de la ley 24240, en fallos referidos a contratos con cláusulas predispuestas, que mantuviera posteriormente, aún con más énfasis y mejor fundamento, aplicando lisa y llanamente, el texto legal vigente. Por otra parte, debe bregarse por la seguridad negocial, encarnada en la perdurabilidad del contrato celebrado, en aquella parte que respeta el equilibrio de las prestaciones. Es decir que le corresponde al Estado velar por el mantenimiento o restablecimiento del carácter conmutativo de dichos contratos. Es así que, detectada la cláusula abusiva, el Juez deberá decretar la nulidad de la misma, al “tenerla por no escrita”. A pesar de ello, y teniendo presente el principio de conservación del contrato, aún para no frustrar la intención del consumidor, corresponde integrar el contrato, teniendo presente las reglas de equidad. En estos casos, “lo que debe guiar al Juez es el mantenimiento del propósito práctico, de la finalidad subjetiva perseguida. La doctrina está conteste en que este elemento en el negocio no es un asunto irrelevante. Aunque hay diferencias en cuanto a la caracterización de este elemento, lo cierto y concreto es que el ordenamiento tiende a su protección. En los contratos de consumo se ve con malos ojos la frustración y con ello que el consumidor no obtenga al bien. La finalidad defensiva de la ley se aprecia claramente en este tema al desarrollarse una serie de instrumentos que permiten la obtención del propósito práctico que guió al consumidor hacia la contratación”. ( Lorenzetti, Ricardo Luis, 1996). La problemática planteada desde el punto de vista jurídico tiene implicancias de contenido económico y social de vital importancia, especialmente en una economía de mercado, tal la establecida en el país, con las incidencias del mundo globalizado, atento la íntima correlación de los aspectos considerados por las distintas disciplinas. Los Dres. Alterini, López Cabana y Stiglitz, autores del proyecto que diera origen a la ley 24240, expresan que las bases conceptuales tuvieron en cuenta que “se trata de eliminar los excesos”, de alentar la competencia leal y descalificar el juego sucio: “Así como en la competición deportiva las reglas del juego deben ser establecidas y respetadas, en la competición económica deben ser especialmente desterradas la publicidad falsa o que pueda inducir en error, y las técnicas de comercialización que atentan contra el discernimiento, la dignidad, la personalidad del consumidor”. Para ello son necesarias “precauciones legislativas” cuyo propósito no es afectar sino “restaurar la libertad del lado donde es amenazada”, en función de tutela del débil jurídico. ( López Cabana, 1996). Por último, resulta imprescindible la difusión de los derechos del consumidor y la formación del ciudadano como tal. Esto se encuentra dispuesto en el artículo 60 de la Ley 24240, cuando establece: “Incumbe al Estado Nacional, las Provincias y Municipalidades, la formulación de planes generales de educación para el consumo y su difusión pública, fomentando la creación y el funcionamiento de las asociaciones de consumidores y la participación de la comunidad en ellas, debiendo proponer a que dentro de los planes oficiales de educación primaria y media se enseñen los preceptos y alcances de esta ley”. El Maestro Morello, expresa al respecto: “mientras los ciudadanos no lleguen a un eficaz conocimiento de lo que el mundo jurídico les reconoce como derechos y les demanda como obligaciones, la ausencia de ese especial presupuesto les impedirá a su vez protegerse de las amenazas, perturbaciones o violaciones que tales pretendidos pero ignorados derechos puedan experimentar”. (Morello, Augusto, 1987). Esta es una tarea a encarar primordialmente por el Estado tanto desde el sistema educativo cuanto de los medios de difusión, con la intervención de organizaciones no gubernamentales, con excelentes resultados. MATERIALES Y METODOS En cuanto a materiales, se ha procedido al análisis crítico de la legislación vigente en la materia; la doctrina y la jurisprudencia nacional. Se aplican métodos de carácter teórico: análisis – síntesis; histórico – lógico. DISCUSION DE RESULTADOS Teniendo presente que el plan de investigación ha sido aprobado en el mes de marzo del corriente año, aún no puede brindarse discusión de resultados, atento que se encuentra en etapa de exploración. CONCLUSIONES Como conclusiones, absolutamente provisorias dado el escaso tiempo de desarrollo de la tarea de investigación, puede anticiparse que la legislación argentina en materia de cláusulas abusivas en la contratación con consumidores es de carácter amplia y abarcativa . Teniendo presente los casos presentados y resueltos por la Jurisprudencia; así como el estado de la doctrina nacional; que esta última se ha ocupado escasamente del tema y que es una materia que aún no se encuentra adecuadamente instalada en la sociedad, lo que se ve reflejado en la pequeña cantidad de reclamos, enfocadas desde el ángulo de lo dispuesto por la Ley 24240, sobre todo en sede judicial, en proporción a la gran cantidad de conflictos generados. Resultaría imprescindible la mayor difusión de los derechos del consumidor, a efectos que, una vez conocidos, los mismos sean ejercidos en plenitud por sus destinatarios. BIBLIOGRAFIA * Alterini, Atilio Aníbal, 1998. “ Contratos civiles - comerciales - de consumo. Teoría General”. Ed. Abeledo Perrot. Buenos Aires. * Alterini, Atilio Aníbal. 1996. El Consumidor en la Sociedad Postmoderna. Libro de Ponencias del Congreso Internacional sobre “La Persona y el Derecho en el Fin de Siglo”. p. 424. Ed. Rubinzal Culzoni. Santa Fe. Argentina. * Etcheverry, Raúl A., 1987. “El “standard” de Buena Fe en el Derecho Mercantil”. La Ley T. 1987-E, p. 897. Ed. La Ley. Buenos Aires. * Fallo de la Cámara Nacional Comercial., sala B, marzo 26-993. Sucarrat, Gustavo A. c/ Banco de Galicia y Buenos Aires S. A., La Ley 1994-E, p. 437. Jurisprudencia Argentina, 1994-I. p. 439 * Fallo de la Cámara Nacional Comercial, Sala B, noviembre 23,1995. Giacchino, Jorge c/ Machine & Man. La Ley, 1997-D, p.859. * Fallo de la Cámara 1ra. Civil y Comercial de Mar del Plata, Sala II, noviembre 16,1995. Siciliano, Miriam E. c/ El Monolito Coop. de Vivienda Ltda. La Ley BA,1996, p.385. * Fallo de la Cámara 1ra. Civil y Comercial de Mar del Plata, Sala II, noviembre 29, 1997. “Martinelli, José A. c/ Banco del Buen Ayre”. La Ley BA, 1998, p. 511. Argentina. * Josserand, L. , 1946. “El espíritu de los derechos y su relatividad”. Número 100, p. 118, México. (citado por Stiglitz, Rubén y Gabriel Stiglitz, 1992). * Kemelmajer de Carlucci, Aída, 1998. “La Buena Fe en la ejecución de los contratos”. Revista de Derecho Privado y Comunitario, Tomo 18, p.211. Ed. Rubinzal Culzoni. Santa Fe. * Ley de Defensa del Consumidor, 24240/93, Argentina. * López Cabana, Roberto, 1996. ”La Contratación en la Ley de Defensa del Consumidor”. Revista de Derecho Privado y Comunitario, Tomo 5, p.53. Ed. Rubinzal Culzoni. Santa Fe. * Lorenzetti, Ricardo Luis, 1996. ”Tratamiento de las cláusulas abusivas en la Ley de Defensa del Consumidor”. Revista de Derecho Privado y Comunitario, Tomo 5, p.171. Ed. Rubinzal Culzoni. Santa Fe. * Morello, Augusto C., 1987. ”El conocimiento de los derechos como presupuesto de la participación (El derecho a la información y la realidad social)” . El Derecho T. 124, p. 943. Ed. El Derecho. Buenos Aires. * Morello, Augusto A, Rubén S. Stiglitz y Gabriel A. Stiglitz, 1991. “Información al consumidor y contenido del contrato”. Derecho del Consumidor, Nº 1. p. 33. Ed. Juris. Santa Fe. * Morello, Augusto A. y Rubén S. Stiglitz. 2001 “Las Cláusulas de Sumisión Expresa en los Contratos por Adhesión a Condiciones Generales o Cláusulas Predispuestas”. Derecho del Consumidor Nº 12, pág. 19. Ed. Juris. Santa Fe. * Mosset Iturraspe, Jorge. 2001. “Contratos en General en el Proyecto de Reformas al Código Civil Argentino de 1998. Estudio Comparativo con la Ley 24.240, de Tutela al Consumidor”. Derecho del Consumidor Nº 12, pág. 3. Ed. Juris. Santa Fe. * Mosset Iturraspe, Jorge, 1996. “Introducción al Derecho del Consumidor”. Revista de Derecho Privado y Comunitario, Tomo 5. p. 7. Ed. Rubinzal Culzoni. Santa Fe. * Rezzónico, Juan Carlos. 1987. Contratos con cláusulas predispuestas. p. 73. Ed. Astrea. Buenos Aires. * Stiglitz, Rubén y Gabriel A. Stiglitz, 1992. “ El control de las cláusulas contractuales predispuestas en el Proyecto de Unificación de la Legislación Civil y Comercial”. Derecho del Consumidor, Nº 2. p. 19. Ed. Juris. Santa Fe. * Vázquez Ferreyra, Roberto A. y Oscar Eduardo Romera, 1994. “Protección y Defensa del Consumidor. Ley 24240”. Ed. Depalma. Buenos Aires.