EL MALTRATO INFANTIL DESDE LA ESCUELA

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EL MALTRATO INFANTIL DESDE LA ESCUELA
Podemos creer que el maltrato infantil es infrecuente o solo se considera cuando
hay lesiones graves en el niño, pero no es así. En algún momento de nuestra carrera
casi todos los maestros con experiencia hemos estado en contacto con niños/as que
han padecido alguna de las formas de maltrato infantil. Con este artículo pretendo que
todos nos sensibilicemos con el tema pero, sobre todo, proporcionar las herramientas
para facilitar la detección y poder actuar en la solución de estos casos ya que, muchas
veces, deseamos aportar nuestro granito de arena y no sabemos cómo.
Introducción
La mayoría de las personas compartimos la idea de la necesidad de protección a
los colectivos más vulnerables. Sin embargo, nos encontramos con que, ante
determinados casos no sabemos valorar la existencia de situaciones que pueden
dañar a estos colectivos, ni si es posible intervenir desde nuestra posición en la
solución de los conflictos, o qué podemos hacer, dónde podemos acudir…Debemos
partir de la idea de que frente a una situación de maltrato siempre hay posibilidades de
actuar, ya sea directamente o comunicándolo a equipos especializados.
La escuela es uno de los mejores lugares para la detección del maltrato ya que es el
único espacio por donde obligatoriamente pasan todos los niños durante un buen
número de años. En ella los niños se relacionan durante muchas horas al día con otros
niños y tienen un observador privilegiado: el maestro. El maestro, con el contacto
directo del día a día y los conocimientos que tiene de los niños está en una posición
privilegiada para detectar y ayudar a los que sufren maltrato, siendo pieza clave en la
prevención, detección y tratamiento del mismo.
Definición de maltrato
Existen bastantes dificultades a la hora de definir el maltrato infantil ya que no hay
ni consenso social ni profesional respecto a lo que constituyen formas de crianza o
control de las conductas peligrosas o inaceptables. Cuando se interroga a la “gente de
la calle” a propósito de las fronteras del maltrato se obtiene una notable diversidad de
respuestas, pero lo que resulta más sorprendente, sin duda, es que también entre los
profesionales que trabajan en este ámbito existen notables desacuerdos respecto a las
fronteras conceptuales que lo delimitan.
Gran parte del problema radica en la heterogeneidad del fenómeno del maltrato.
Heterogeneidad que tiene varias dimensiones: la noción “malos tratos”, los criterios de
clasificación, los enfoques profesionales que se relacionan con el maltrato, las causas
y las consecuencias.
No obstante, existe un amplio consenso en torno a una definición de acuerdo con la
cual se considera maltrato toda acción u omisión no accidental que amenaza o impide
la seguridad de los menores de 18 años y la satisfacción de sus necesidades físicas y
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psicológicas básicas. Esta idea queda recogida en la definiciones dadas por el Centro
Internacional de la Infancia de París (“cualquier acto por acción u omisión realizado por
individuos, por instituciones o por la sociedad en su conjunto y todos los estados
derivados de estos actos o de su ausencia que priven a los niños de su libertad o de
sus derechos correspondientes y/o que dificulten su óptimo desarrollo “) y la
Asociación Andaluza para la Defensa de la Infancia y la Prevención del
Maltrato(“cualquier acción u omisión, no accidental por parte de los padres o
educadores que comprometen la satisfacción de las necesidades básicas del menor”).
Tipologías de malos tratos
No existe un único sistema clasificatorio, una misma tipología aceptada y utilizada
por todos los investigadores aunque podemos encontrar importantes semejanzas. La
inclusión o no de una tipología u otra estará, mas bien, en función de los intereses
concretos de cada estudio o equipo de investigación, de cuáles sean las muestras de
estudio y de las fuentes de información.
En general, podemos hablar de las siguientes tipologías básicas:
Maltrato físico: cualquier acción, no accidental, por parte de los padres, o de otras
personas adultas o menores que provoque daño físico o enfermedades en el niño.
Abuso sexual: cualquier tipo de contacto sexual en un niño o niña menor de 18 años
por parte de otra persona desde una posición de poder o autoridad.
Abandono físico o negligencia: situación en las que las necesidades físicas básicas del
menor(alimentación, higiene, seguridad, atención médica, vestido, educación,
vigilancia…), no son atendidas adecuadamente por ningún adulto del grupo que
convive con él.
Maltrato emocional: hostilidad verbal crónica en forma de insulto, burla, desprecio, o
amenaza de abandono, y cuando se impide de manera constante y perjudicial, por
parte de cualquier miembro adulto del grupo familiar o de alguien de su entorno, que el
niño se relacione con los demás(“pasar de él”, encerrarlo…).
Además existen otros tipos de maltrato como:
Maltrato prenatal: situaciones y características del estilo de vida de la mujer
embarazada que, siendo evitables, perjudican el desarrollo del feto.
Explotación laboral: aquella situación en que los padres o tutores o cualquier otro
adulto, imponen al niño con carácter obligatorio la realización continuada de trabajos
que interfieren de manera clara en las actividades y necesidades escolares del niño.
Maltrato institucional: cualquier ley, procedimiento, actuación o falta de actuación
procedente de los poderes públicos (Justicia, Educación, Sanidad, Ayuntamiento…)
que ataque los derechos básicos del niño y la niña. Son también, malos tratos
institucionales, las acciones individuales de los profesionales que con su incorrecta
actuación perjudican la salud, la seguridad, el estado emocional, el bienestar físico y la
correcta maduración de los niños y las niñas.
Síndrome de Münchchausen por poderes: los padres/madres o cuidadores someten al
niño a continuas exploraciones médicas, suministro de medicamentos o ingresos
hospitalarios, alegando síntomas, ficticios o generados de manera activa por el adulto.
Causas o factores de riesgo
Partiendo de que cada forma de maltrato tiene sus propios determinantes, parece
posible referirse globalmente al problema de la etiología de los malos tratos en la
medida en que probablemente existen muchos factores habitualmente presentes en
cualquiera de los tipos de maltrato, aunque en cada uno de ellos alguno de esos
factores resulte tener un peso relativo mayor al que tiene en otros tipos de maltrato.
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La investigación sobre las causas de maltrato a niños ha sufrido cambios de
orientación en las últimas décadas, se ha pasado de las primeras explicaciones de
corte clínico-psiquiátrico, a las más recientes, de naturaleza más multivariante e
interaccionista.
Tradicionalmente existen cuatro enfoques:
Enfoque clínico-psiquiátrico: las causas del maltrato están relacionadas con trastornos
de personalidad de los padres. Se sabe por las investigaciones realizadas que factores
de este tipo están presentes a veces en las personas que maltratan, pero también es
cierto que muchas personas que maltratan no sufren patología personal alguna y, por
supuesto, que personas con patologías que jamás ocasionan malos tratos.
Enfoque social: la responsabilidad no recae sobre quienes maltratan sino que remite a
las condiciones sociales que afectan a la familia (hacinamiento, desempleo, falta de
apoyo social , tensiones conyugales…). Estudios realizados en España han
constatado la presencia de este tipo de factores entre las personas que infligen malos
tratos a los niños y niñas.
Enfoque cognitivo: el énfasis se pone en la madurez personal y la complejidad
psicológica. Se considera que quienes maltratan son frecuentemente personas
inmaduras que como consecuencia tienen percepciones y expectativas de la conducta
infantil que son incorrectas.
Enfoque centrado en la vulnerabilidad del niño: analiza no tanto las características de
los adultos responsables del maltrato como las condiciones que hacen que
determinados niños, y no otros, se conviertan en víctimas.
Al margen de estos cuatro enfoques existen otros que predominan actualmente puesto
que parece ser evidente que, el maltrato infantil, no sólo no tiene causas únicas sino
que éstas tampoco son necesarias ni suficientes. Así pues, es más acertado hablar de
factores de riesgo que de causas siguiendo un modela más integrador(modelo
ecológico) que plantea la existencia de cuatro niveles de influencia mutuamente
interactivos:
Nivel ontogenético: características psicológicas de la persona que maltrata, tales como
su historia personal, su salud mental, su nivel de desarrollo, su percepción del niño,
sus sentimientos respecto a él, etc.
Nivel del microsistema: características de la familia (tamaño y el de su vivienda),
características del niño (nivel de madurez, dificultades que plantea, problemas de
conducta que tiene…) y características de las relaciones conyugales.
Nivel del ecosistema: situación laboral, relaciones con otros familiares, vecinos o
compañeros de trabajo, redes de apoyo social…
Nivel del microsistema: actitudes y representaciones sociales sobre los niños y su
crianza, nivel de violencia general que hay en la sociedad…
Función del profesorado en la detección, actuación y tratamiento del
maltrato infantil
El niño no sabe defenderse ante las agresiones de los adultos, no pide ayuda, esto lo
sitúa en una posición vulnerable ante un adulto agresivo y/o negligente. Los niños que
sufren maltrato tienen múltiples problemas en su desarrollo evolutivo, déficits
emocionales, conductuales y socio-cognitivos que le imposibilitan un desarrollo
adecuado de su personalidad. De ahí la importancia de detectar cuanto antes el
maltrato y buscar una respuesta adecuada.
Para identificar el maltrato el maestro cuenta con dos instrumentos fundamentales: la
observación y la información.
Los problemas que tienen los niños maltratados se traducen en manifestaciones
conductuales, físicas y/o emocionales que tenemos que interpretar como una señal de
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alarma de que algo en su vida va mal. A estas señales de alarma es a lo que
llamamos indicadores, ya que nos pueden “indicar”una situación de riesgo o maltrato.
Por ello, es importante sabe interpretar estos indicadores que, en algunas ocasiones,
pueden no ser claros y podemos tener dudas. Si tenemos dudas deberemos ser
persistente y seguir observando, comentarlo, con la debida reserva, con un colega, al
director del centro o un profesional especializado, que pueda ayudarnos.
Para notificar un caso no es necesario poseer una certeza absoluta de que la situación
de maltrato se está produciendo, sino que es suficiente con poseer una “sospecha”
razonable de ello. Tal sospecha ha de derivar de la observación de algunos de sus
indicadores. Los Servicios de Protección del Menor o los Servicios Sociales
Comunitarios pondrán en marcha el procedimiento requerido para verificar o no la
existencia de maltrato y determinar cuál es la solución idónea para solventar el
problema. La responsabilidad de determinar si se está produciendo o no una situación
de maltrato corresponde a los Servicios anteriormente nombrados y no a otros
Profesionales o Servicios.
Algunos de los indicadores que nos pueden ayudar en nuestra observación son los
siguientes:
-Señales físicas repetidas.
-Cansancio o apatía permanente (se suele dormir en el aula).
-Cambio repentino en su comportamiento o en su rendimiento habitual sin motivo
aparente.
-Actitud hipervigilante (en estado de alerta, receloso…).
-Se evidencia que falta supervisión de un adulto.
-Presenta problemas físicos o médicos que no son atendidos por sus padres.
-Es sumamente hiperactivo o por el contrario excesivamente responsable.
-Conducta sexual explícita, juego y conocimientos inapropiados para su edad.
-Llega temprano al colegio y se va tarde o no quiere irse nunca a casa.
-Relaciones hostiles y distantes.
-Muestra poco interés y motivación por las tareas escolares.
-Después del fin de semana vuelve peor al colegio (triste, sucio…).
-Presenta dolores frecuentes sin causa aparente.
-Falta de forma reiterada al colegio sin justificación.
-Presenta conductas antisociales.
-Regresiones conductuales.
En la familia:
-Dan muestras de no preocuparse por el hijo: raramente responden a las llamadas del
colegio o al cuaderno de tutoría.
-Niegan que el niño tenga problemas, tanto en el colegio como en el hogar, o por el
contrario maldicen al niño por su conducta.
-Por su propia voluntad autorizan a que la maestra emplee “mano dura” si su hijo se
portan mal.
-Cuestionan todo lo que hace su hijo, se burlan o hablan mal de él ante los maestros.
-Demandan de su hijo un nivel de perfección académica o un rendimiento físico que es
inalcanzable para el niño.
-Sienten a su hijo como una “propiedad”.
-Expresan dificultades en su matrimonio.
-Trato desigual entre los hermanos.
-Ofrecen explicaciones ilógicas, contradictorias, no convincentes o bien no tienen
explicación.
-Son celosos y protegen desmesuradamente al niño.
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Habrá que tener en cuenta que ninguno de estos signos por sí solo demuestra prueba
de existencia de maltrato, sino que además debemos considerar la frecuencia de las
manifestaciones, cómo, dónde y con quién se producen.
Por otro lado, el profesor debe tener en cuenta en la detección:
*Tener una actitud receptiva ante los casos donde hay sospecha de maltrato o
abandono.
*Actuar con cautela y sensatez, pero también con decisión.
*Creer que la situación tiene remedio y que puede depender de lo que cada uno haga.
*Contrastar sus dudas o sospechas con otros profesionales del centro que conozcan al
niño, antes de realizar el informe.
*Tratar de verificar sospechas, si no está seguro, hablando de forma natural con el
niño, o con los padres si lo considera oportuno, sin olvidar nunca que no es
investigador, ni le corresponde demostrar si esas sospechas son reales. En caso de
entrevistar al niño habrá que tener en cuenta:
-Realizarla en un lugar privado, neutro y relajado, lejos de elementos de distracción,
evitando lugares adversos al niño, sentándonos cerca de él, sin barreras.
-Hablarle en términos claros, con un lenguaje comprensible y de amigo a amigo, es
importante que sienta confianza.
-No expresar desaprobación hacia sus padres, él o la situación.
-Permitir que exprese las cosas a su manera.
-Informarle sobre nuestras actuaciones futuras.
En cuanto a los padres:
-Expresar la confidencialidad de la entrevista.
-Ser sincero y abierto, hablarles del tema sin tapujos.
-Mantenerla en un lugar privado y sin interferencias.
-Asumir una actitud no amenazante. No juzgar en ningún momento.
-Evitar entrometerse en aquellos aspectos íntimos de la familia no relacionados con el
tema.
-No preguntar detalles sobre el incidente.
-Cuando termine la entrevista intentar recoger los datos.
Para la detección contamos con tres herramientas:
1 Indicadores de riesgo propios del medio educativo.
2 Protocolos de detección.
3 Modelos de notificación e informe.
Una vez detectado el caso, la actuación variará en función de si se considera o no su
carácter urgente. Aunque cualquier sospecha de maltrato o abandono infantil requiere
en sí misma una actuación lo más rápida posible, tenemos que distinguir entre:
* Procedimiento Normal de Actuación: el profesor, por escrito, lo comunica a la
dirección del colegio, la cual, a su vez, lo comunicará, también por escrito, al Equipo
de Orientación Educativa, Servicios Sociales Comunitarios y Departamento de
Orientación. Éstos realizarán una valoración del caso y el orientador/a remitirá un
informe completo y propuesta de actuación a la dirección.
*Procedimiento de Actuación Extraordinario: el profesor verbalmente lo comunica a la
dirección del centro, y ésta, telefónicamente o por escrito, lo remite a los Servicios
Sociales Comunitarios. Para una intervención inmediata se denunciará a la fiscalía de
menores, al juzgado de guardia, guardia civil o policía local. El director/a comunicará la
actuación realizada a la inspección educativa y al equipo de orientación
educativa/departamento de orientación. Si hubiera presencia de daños físicos se
acompañará al alumno/a a un centro sanitario.
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Finalmente, una vez detectado un caso de maltrato y actuado ante el mismo, la tercera
fase de intervención es el tratamiento. Si el caso refleja claramente una situación de
desamparo de un niño (por negligencia, abandono, abusos, etc.) y no se ha
intervenido por un procedimiento de urgencia, los equipos de apoyo y orientación
educativa o bien los existentes en las Servicios Sociales Comunitarios, deben tener
elaborado su estudio y las propuestas de intervención.
El estudio, valoración y propuesta de intervención ante un caso son la base del
tratamiento.
Conclusión
Los maestros/as tenemos que asumir nuestra responsabilidad en la protección de los
niños, y procurar su adecuado desarrollo psico-físico, estando obligados no sólo por
razones sociales, éticas y deontológicas, sino también legales a atender de forma
específica a todo niño del que se sospeche que pueda sufrir maltrato.
Los maestros/as no sólo debemos saber identificar el maltrato sino que también
hemos de saber responder adecuadamente a la situación intentando actuar de la
forma más profesional posible y no dejándonos llevar por los sentimientos, emociones
y expectativas que tenemos sobre el maltrato o sobre el caso que se nos presenta.
Debemos tener claro que no debemos pretender juzgar sino ayudar al niño y a su
familia, que viven en una situación problemática de la que no pueden salir solos.
Bibliografía
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tratamiento. Madrid: Pirámide.
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