El teatro desde comienzos de siglo hasta la guerra civil 1

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El teatro desde comienzos de siglo hasta la guerra civil
1. Introducción.
A comienzos de siglo la actividad teatral era un negocio privado, sin financiación pública,
rentable solo en las grandes ciudades, como Madrid, Barcelona o Valencia, en donde el volumen de
público era suficiente. En el resto de las ciudades, el teatro es una actividad que sobrevive gracias a
las representaciones de aficionados y a las giras de las compañías profesionales.
Dada la precariedad del negocio teatral, no hay lugar para la innovación, puesto que los
empresarios teatrales apuestan por lo seguro. La escena española se caracteriza por el repetición de
los esquemas de éxito y la adaptación a los gustos conservadores del público mayoritario. Esta
situación del teatro comercial perdura hasta la Guerra Civil y posteriormente.
Dentro del panorama teatral, se diferencian las corrientes que vamos a estudiar a
continuación: el teatro comercial y el teatro innovador.
2. El teatro comercial.
En el teatro comercial, podemos diferenciar las siguientes variedades: la comedia de salón,
el teatro modernista en verso, el teatro de los hermanos Machado y el teatro cómico.
La comedia de salón es el tipo de teatro que triunfa desde comienzos de siglo hasta la
Guerra civil. El dramaturgo más destacado de esta corriente es Jacinto Benavente, quien consiguió
un gran éxito de público con un nuevo tipo de obra de teatro: la comedia de salón, tipo de obra que
describe el mundo burgués. En estas obras, Benavente se limita a la crítica benévola de pequeños
vicios, con un abundante uso de la ironía. De este modo, obtuvo un éxito perdurable, y fue imitado
por otros muchos autores.
En algunas ocasiones, Benavente intentó un teatro más profundo, como en Los intereses
creados (1907) y La malquerida (1913), que son las mejores obras de su producción. Los intereses
creados es una obra de tesis, de atmósfera modernista y de gran calidad literaria. Los protagonistas
son Leandro -el amo- y Crispín -el criado-, que simbolizan dos facetas del ser humano: lo espiritual
y lo material. La tesis de la obra, defendida por el criado, es que para triunfar es mejor crear
intereses que crear afectos.
La malquerida es un drama rural y una obra de suspense (hasta el final no se averigua quién
ha matado a Faustino, el novio de la protagonista Acacia). Al contrario de lo que ocurre en el resto
de la obra de Benavente, aquí sí se desatan las pasiones. Es un análisis del juego de pasiones entre
Acacia y su padrastro, que siente por Acacia un amor incestuoso.
Otra forma de teatro comercial es el teatro en verso, teatro modernista, repleto de
digresiones líricas y construido más como una sucesión de cuadros o estampas que como acción. Se
caracteriza por el exotismo, el simbolismo y la historicidad (la acción suele situarse en épocas
pasadas), y los temas que se plantean son tratados desde una perspectiva tradicionalista. Destacan
Francisco Villaespesa (El alcázar de las perlas) y Eduardo Marquina (Las hijas del Cid).
Otra corriente teatral la encarnan los hermanos Machado. Su teatro es una mezcla de
modernismo, romanticismo y folclore. Escriben obras teatrales, unas en verso, y otras en prosa, o
bien, combinando prosa y verso. Destacan Juan de Mañara (que se basa en un personaje histórico
sevillano, Miguel de Mañara, una especie de don Juan Tenorio) y La Lola se va a los puertos (dos
hombres, padre e hijo, disputan por el amor de una mujer, Lola).
En el teatro cómico los autores más importantes son Carlos Arniches, los hermanos Álvarez
Quintero y Pedro Muñoz Seca.
Carlos Arniches se hizo famoso con sus sainetes (obras cómicas cortas, de ambiente castizo
madrileño), y creó posteriormente la tragedia grotesca. La tragedia grotesca se caracteriza por la
amalgama que lleva a cabo de tragedia y comedia, por la profundización en los caracteres de los
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personajes -frente a la simpleza de característica de las obras cómicas- y por el uso de la
deformación del léxico y otras técnicas caricaturescas para crear efectos cómicos. Entre sus obras
podemos destacar La señorita de Trevélez (unos jóvenes desocupados se burlan de una solterona,
haciéndole creer que otro joven se ha enamorado de ella).
Los hermanos Serafín y Joaquín Álvarez Quintero escribieron más de doscientas obras
cómicas de ambiente andaluz. Siempre repiten las mismas fórmulas y conflictos, resueltos por el
señor andaluz alegre e ingenioso. Entre sus obras podemos mencionar, por ejemplo, Sangre gorda y
Las de Caín.
Pedro Muñoz Seca creó el astracán, fórmula teatral consistente en el empleo del chiste directo,
cuyo uso se observa hasta en los títulos (por ejemplo en Los extremeños se tocan). En algunas
ocasiones, sus obras tienen intencionalidad política, sobre todo tras la proclamación de la
República. De ideología conservadora, fue asesinado en Madrid, durante la guerra. Su obra más
conocida es La venganza de don Mendo, parodia del teatro modernista en verso.
3.- El teatro innovador.
Se trata de un tipo de teatro, que se desarrolla fuera de los escenarios, porque no logra el
aceptación del público. Es un teatro que pretende incorporar el teatro español a las corrientes
innovadoras europeas. Los escritores modernistas, del Novecentismo y de la Generación del 27 se
encuadran dentro de esta vertiente del teatro.
3.1 El modernismo.
Entre los autores de comienzos de siglo, los que más destacan son Unamuno, Azorín y,
sobre todo, Valle-Inclán.
El teatro de Unamuno tuvo escasa difusión; algunas de sus obras ni siquiera se estrenaron.
Lo importante para Unamuno era la idea, no la acción; por eso, los personajes en vez de dialogar
exponen verdaderos ensayos orales (que Unamuno llamaba monodiálogos). Éste es su mayor
defecto, pues la trama no suele estar bien diseñada y está desprovista de recursos teatrales (no hay
apenas decorado, el número de personajes se reduce a lo imprescindible y la acción se simplifica) .
La problemática que tratan las obras de Unamuno es la misma de la de sus novelas y ensayos: los
problemas religiosos (La esfinge); la crisis de identidad (El otro), la maternidad frustrada (La
Raquel encadenada), etc.
Azorín, que era crítico teatral, escribió también obras teatrales; la mayoría las escribió de
1926 a 1931. Su teatro pretende ser renovador tanto en el contenido como en la técnica teatral:
intenta de introducir lo misterioso, lo fantástico y lo onírico (según él, el teatro debe ser
antirrealista); además, defiende la libertad de dirección y de interpretación y se interesa por la
técnica escénica, con la que pretende imprimir un ritmo rápido a la acción. No obstante, sus obras
teatrales no están realmente logradas: su mayor defecto es la ausencia de conflicto, lo que provoca
que estas resulten estáticas. En su producción, podemos destacar la trilogía Lo invisible, 3 obras
cortas sin conexión argumental, sobre la muerte.
Valle Inclán escribió teatro a lo largo de toda su vida. Como en el resto de su producción
literaria se observa en él una evolución que parte del modernismo (de comienzos de siglo), al
esperpento (creación original de Valle en los años 20). En esa evolución se observan tres fases:
1.- Teatro modernista: con lenguaje recargado y de tonalidad poética, situado en ambientes
irreales y refinados, propios de una aristocracia decadente. Podemos destacar El marqués de
Bradomín, versión teatral de sus sonatas y las farsas (por ejemplo, la Farsa infantil de la
cabeza del dragón).
2.- Fase intermedia: con obras situadas en una Galicia atemporal, rural, de personajes
impulsados por grandes pasiones como la lujuría o la codicia: Las Comedias bárbaras (una
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trilogía que trata del declive de una familia noble gallega, los Montenegro, y del
enfrentamiento entre el patriarca, don Juan Manuel Montenegro, y sus hijos) y Divinas
palabras (en la que el conflicto se plantea a partir de la disputa entre una serie de personajes
miserables por disponer de un pobre enano hidrocefálico -Laureaniño).
3.- El esperpento: género desarrollado en los años 20 por Valle-Inclán, significa una nueva
estética que mezcla lo trágico con lo grotesco. El esperpento es una visión pesimista y muy
crítica de España. Según Valle, la verdadera realidad española está oculta bajo las
apariencias; y, por ello, hay que deformar esas apariencias. El procedimiento es, según
Valle, semejante a hacer pasar dicha realidad por espejos de feria; así se muestra la realidad
española tal como es, deforme y grotesca. Los procedimientos deformadores que emplea
Valle Inclán se centran en el comportamiento y el lenguaje de los personajes: estos aparecen
como muñecos de guiñol o animalizados. La primera obra teatral en la que desarrolla esta
fórmula es Luces de Bohemia (que relata las 24 horas finales de la vida de un modernista
bohemio, Max Estrella). Valle reunió otros tres esperpentos con el nombre de Martes de
carnaval.
3.2 Novecentismo y vanguardias.
En este apartado destacan Ramón Gómez de la Serna y Jacinto Grau Delgado. El
vanguardista Gómez de la Serna es un autor difícil de clasificar, por la línea tan particular que
sigue en toda su producción literaria, que él propio autor denominaba “ramonismo”. Su teatro, con
el que también pretendió revolucionar la escena -aunque tampoco tuvo éxito-, presenta como líneas
conductoras el anticonvencionalismo (crítica social sin intención política) y el erotismo. Podemos
mencionar, como ejemplo de los recursos innovadores que emplea, la obra titulada Los medios
seres, en los que aparecen los personajes vestidos y maquillados en blanco y negro, pretendiendo
así simbolizar la dualidad entre razón-subconsciente.
Un dramaturgo completamente diferente es el novecentista Jacinto Grau Delgado, autor de
una extensa y cuidada obra dramática. En algunos de sus dramas intentó adaptar la tragedia clásica
al teatro español empleando temas de la tradición española como en El Conde de Alarcos, de la
biblia (El hijo pródigo), etc., pero estas obras presentan un lenguaje arcaizante y retórico, que
afectan a su calidad.
Su mejor obra es una farsa, El señor de Pigmalión, en la que combina los mitos clásicos de
Pigmalión y de Prometeo (el protagonista es Pigmalión, que da vida a un grupo de muñecos, los
cuales se rebelan contra él).
3.3 Generación del 27.
En los años 20, Lorca es el autor de la Generación del 27 que se dedica al teatro con más
constancia. En los años treinta, período en el que la mayoría de los escritores de la generación del
27 desarrollan su obra teatral, el teatro se caracteriza por la politización que corresponde a la
radicalización ideológica de este período. Más tarde, durante la guerra, se desarrolla un teatro
propagandístico, sin calidad ni nivel dramático aceptable en ninguno de los bandos. Tras la guerra,
la mayor parte de los escritores de la Generación del 27 deja el teatro, salvo Max Aub, Rafael
Alberti y Pedro Salinas.
Federico García Lorca
El teatro de García Lorca es un teatro poético, porque hace uso de elementos simbólicos y
porque emplea un lenguaje poético, dejando aparte el hecho de que frecuentemente emplee el verso
en algunas de sus obras. Además, emplea efectos escénicos e incluye piezas musicales, que
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incrementan el efecto poético.
Sus obras teatrales giran en torno al conflicto entre el individuo y la autoridad. El individuo
representa las ansias de libertad, de amor, de sueños; la autoridad es el poder represor que impide
que el individuo pueda cumplir sus deseos y está representado, según las obras, por la madre, los
vecinos, el qué dirán del pueblo, etc. Ese conflicto suele terminar de forma trágica con la anulación
o la destrucción del individuo. En su producción podemos destacar:
1.- Cuatro farsas, en las que se plantea el conflicto derivado del casamiento de conveniencia
entre un viejo y una joven. Dos de ellas las escribió para guiñol (por ejemplo, el Retablillo
de Don Cristóbal) y otras dos para personas (por ejemplo, La zapatera prodigiosa).
2.- Las obras vanguardistas (de influencia surrealista) como Así que pasen cinco años (un
joven debe esperar cinco años para casarse, pero cumplido el plazo la novia rechaza casarse;
entonce, el joven le propone matrimonio a otra joven que le impone otro plazo de cinco
años...) o El público (ejemplo de teatro dentro del teatro: el drama ocurre durante una
representación de Romeo y Julieta; la intención de García Lorca parece ser contraponer dos
clases de teatro: un teatro falso y convencional, y otro, verdadero que refleja la vida).
3.- Los dramas trágicos, sus mejores obras: Bodas de sangre (basado en un hecho real: el
enfrentamiento entre un novio y el antiguo novio de su mujer, que se ha escapado con este
después de su boda), Yerma (el drama de la esterilidad) y La casa de Bernarda Alba (cinco
mujeres, sometidas a la autoridad despótica de su madre).
Pedro Salinas
Pedro Salinas escribe la totalidad de su teatro en el exilio. Son doce piezas cortas, que
divide en piezas rosas, de tema amoroso; piezas satíricas, en las que con fina ironía pone de
manifiesto los defectos del hombre, y piezas españolas, entre las que destaca Los santos, sobre las
terribles injusticias de la guerra.
Rafael Alberti
Rafael Alberti realiza un teatro comprometido, de acuerdo con su ideales políticos, por
ejemplo, en Fermín Galán (1931), que trata de una intentona fracasada de instaurar la República
(hecho histórico ocurrido en Jaca, Aragón, en 1930); es una obra de carácter innovador,
estructurada como una especie de romance de ciego.
Su mejor obra es Noche de guerra en el Museo del Prado (1956), en la que con técnica
esperpéntica, fusiona la Guerra Civil y la guerra de la Independencia. Los personajes de los cuadros
de Goya y otros cobran vida. Lo más destacable es el uso maravilloso de los efectos visuales y
sonoros, es decir, la construcción del drama como espectáculo.
Miguel Hernández
Miguel Hernández, escritor al que algunos consideran epígono de la Generación del 27 y
otros, miembro de la Generación del 36, escribió antes de la guerra obras teatrales influidas por el
teatro barroco:
•
Quién te ha visto y quién te ve y sombra de lo que eras (inspirado en Calderón de la Barca)
•
El labrador de más aire (con influencia de Lope de Vega).
Durante la guerra, escribió cuatro obras reunidas bajo el título Teatro en guerra.
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