¿CÓMO DEBE SER TRATADO EL PECADO PÚBLICO? (Gálatas 2

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¿CÓMO DEBE SER TRATADO EL PECADO PÚBLICO?
(Gálatas 2:11-14)
Propósito: Mostrar cómo debe ser tratado el pecado público.
Introducción: Existen muchos hermanos que, andando en pecado, y al
ser expuestos públicamente, se molestan y se quejan de que su pecado no
fue tratado en privado. ¿Debe la iglesia, o algún cristiano, tratar en
privado los pecados que son públicos? ¿Qué dice la Biblia? ¿Cómo debe
ser tratado el pecado público?
I.
LOS PECADOS PÚBLICOS DEBEN SER TRATADOS COMO DIOS
DICE, Y NO COMO NOSOTROS QUERAMOS.
Y este es uno de los más grandes males que existen en muchas
iglesias. Muchos creyentes, en lugar de hacer la voluntad de Dios, hacen lo
que ellos quieren. ¿Por qué? ¿Por qué es que no tratan el pecado
público, exactamente como Dios quiere? ¿Qué los motiva a hacer algo
distinto a lo que Dios dice? ¿Por qué lo hacen de manera distinta?
Por ignorancia. Muchos de los males que existen en la iglesia, y
sobre todo con respecto a la reprensión de aquellos hermanos que andan
en pecado, existen por causa de la ignorancia. Son varias las iglesias
donde no se practica la disciplina, de tal manera que en tales
congregaciones, los hermanos no andan rectamente delante de Dios, pero
nadie les dice nada. Aquí en Ciudad Juárez, por ejemplo, la mayoría de
iglesias de Cristo no practican la disciplina. Hay hermanos que viven en
adulterio, y en lugar de motivarlos al arrepentimiento, se les han dado
textos y argumentos para justificar su pecado. Otros muchos han sido
cortados de comunión, y aun así se les ha recibido como miembros. ¿Por
qué? Porque muchos creen que tal proceder es bíblico, y lleno de amor,
pero están totalmente equivocados, pues el amor sin la verdad como
fundamento, es un engaño diabólico. Es triste que muchos de esos
hermanos se perderán en el infierno, por ignorar lo que la Palabra de Dios
dice sobre su pecado. Ese amor carnal que muchos dicen tener por el
pecador, de tal manera que toleran su pecado, no lavará su alma sucia de
pecado, pues solamente el arrepentimiento puede borrar dicho pecado.
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Por miedo. Esta es otra razón por la cual muchas iglesias no
practican la disciplina. Pero, ¿miedo a qué? A que la iglesia reduzca su
número. Creen que si practican la disciplina, muchos se irán de la iglesia.
No obstante, esta idea provoca que nos encontremos altercando con Dios.
¿Acaso somos quienes para decir que la voluntad de Dios es mala? El
miedo nos lleva a pensar que la disciplina, es un mal que destruirá la
iglesia. El miedo nos lleva a pensar que Dios usa de métodos injustos y
destructivos al tratar con el pecado del cristiano. Pero, ¿alguien en su
sano juicio, se atreverá a decir que la disciplina es un plan perverso y
destructivo? ¿Alguien que tenga temor de Dios, se atreverá a decir que el
plan de Dios para tratar con el pecado público, es injusto, malo y cruel?
No nos dejemos engañar mis hermanos, pues si Dios ha determinado
que el pecado público, sea reprendido públicamente, entonces es
exactamente lo que debemos hacer. ¿De qué sirve estar en una iglesia
llena, cuando no se hace lo que Dios dice? ¿De qué sirve estar en una
iglesia grande, cuando el pecado es tolerado? El pecado de Ananías y
Safira, en Hechos 5:11-14, fue tratado públicamente, a pesar de haber sido
un tratamiento sumamente dramático. ¿Cómo ven los que tienen miedo
de la disciplina en la iglesia, este relato bíblico? ¿Cómo lo catalogan? ¿Se
atreverán a decir que Dios se equivocó, especialmente cuando hubo dos
muertes involucradas con dicha disciplina? Nos pueden catalogar de ser
duros por practicar la disciplina, bueno, pero ahora que vayan y vean las
tumbas de Ananías y Safira, y vean que ninguno de ellos murió por causas
naturales, sino porque Dios quiso mostrar que no tolera el pecado entre
su pueblo. No tengamos miedo de hacer la voluntad de Dios.
Porque suceden problemas. Muchos hermanos no hacen lo que
Dios dice para tratar con el pecado público, porque suceden grandes y
fuertes problemas con aquellos que son disciplinados. Quieren evitar la
amarga experiencia de las discusiones y alegatos carnales de quienes son
reprendidos públicamente. Sin embargo, debemos recordar que los
problemas los causa el pecador, y no la iglesia, ni los hermanos que le
reprenden públicamente. Nótese lo que dice Josué 7:24 y 25, “Entonces
Josué, y todo Israel con él, tomaron a Acán hijo de Zera, el dinero, el manto,
el lingote de oro, sus hijos, sus hijas, sus bueyes, sus asnos, sus ovejas, su
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tienda y todo cuanto tenía, y lo llevaron todo al valle de Acor. Y le dijo Josué:
¿Por qué nos has turbado? Túrbete Jehová en este día. Y todos los
israelitas los apedrearon, y los quemaron después de apedrearlos.”. ¿Qué es
lo que causa problemas y turbación? ¿Qué es lo que aturde, molesta e
inquieta la paz en la iglesia? Es el pecado, y no los que reprenden al
pecador. Debemos educarnos en esto mis hermanos. No es el que señala
y reprende al pecado el que causa problemas, sino el pecador. En el
primer libro de Reyes, en el capítulo 18, versos 17 y 18, leemos: “Cuando
Acab vio a Elías, le dijo: ¿Eres tú el que turbas a Israel? Y él respondió: Yo
no he turbado a Israel, sino tú y la casa de tu padre, dejando los
mandamientos de Jehová, y siguiendo a los baales”. Acab estaba
acusando a Elías de provocar problemas en Israel; sin embargo, no era
Elías el que estaba causando problemas, sino Acab y la casa de su padre.
Era el pecado de ellos lo que estaba causando grandes problemas en
Israel, y Elías solamente estaba cumpliendo con su deber de reprender
dicho pecado.
Porque se tienen ideas equivocadas sobre el pecado. Creen que el
problema del pecado se arreglará solo. Creen que si se hacen de la vista
gorda, todo se arreglará. Sin embargo, mis hermanos, esto también es un
gran error, porque el pecado, aunque no cause molestia, finalmente
será la perdición del pecador y de la iglesia que lo tolera. Este efecto
inevitable lo vemos ilustrado en Apocalipsis 2:19 y 20. Note todas las
cosas buenas y positivas que tenía la iglesia de Cristo en Tiatira: “Yo
conozco tus obras, y amor, y fe, y servicio, y tu paciencia, y que tus obras
postreras son más que las primeras.” ¿Leyó con atención? ¿No sería una
iglesia en donde quisiéramos ser miembros? Sin embargo, note lo que
dice el verso 20: “Pero tengo unas pocas cosas contra ti: que toleras que
esa mujer Jezabel, que se dice profetisa, enseñe y seduzca a mis siervos a
fornicar y a comer cosas sacrificadas a los ídolos.”. ¿Cuánto tiempo
tenían estos hermanos “tolerando” este pecado? Las cosas buenas que
una iglesia puede tener, no le justificarán delante del Señor si tolera el
pecado de sus miembros. Muchos hermanos se engañan a sí mismos
pensando que no hay ningún problema en tolerar el pecado. Creen que si
ellos no lo ven, Dios tampoco lo hará, pero, ¿qué dice aquí la Escritura?
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¡Que el Señor sabe sobre dicha tolerancia! Él dice, “tengo contra ti”, mis
hermanos, si nosotros no tenemos nada “contra el pecado” que hay en la
iglesia, ¡Sepan que El Señor sí tiene mucho contra nosotros! Si pensamos
que el pecado que toleramos no nos hará daño, es porque tenemos una
idea equivocada sobre el pecado. El pecado es como el cáncer, que
aunque al principio no se ve, ni se siente, causa la muerte.
Así pues, mis hermanos, debemos tratar al pecado público,
exactamente como Dios quiere que lo tratemos, y no como nosotros
queremos. ¿Cómo, entonces, debe ser tratado el pecado público?
II.
CONSIDEREMOS EL CASO DE PEDRO EN ANTIOQUÍA,
NARRADO POR PABLO EN GÁLATAS 2:11ss.
Este caso nos enseña que todo creyente debe ser reprendido
cuando anda en pecado. ¿A quién reprendió Pablo? Nada más y nada
menos, que al mismo apóstol Pedro:
a. Se trata de un hermano, a quien Jesús visitaba en su casa.
b. Se trata de un hermano, que pertenecía a los tres hombres más
cercanos a Jesús.
c. Se trata de un hermano que caminó sobre el agua.
d. Se trata de un hermano que fue testigo de la transfiguración de
Cristo.
e. Se trata de un hermano que predicó por inspiración divina el día
de Pentecostés, cuando se convirtieron como tres mil personas.
f. Se trata de un hermano que había sufrido por la causa de Cristo,
habiendo sido encarcelado y azotado.
g. Se trata de un hermano que fue usado por Dios para escribir dos
cartas en el Nuevo Testamento.
h. Se trata de un hermano que, según el mismo Pablo en Gálatas
2:9, junto con Jacobo y Juan, “eran considerados como columnas”
entre los hermanos.
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Hay hermanos que creen que la reprensión está muy lejos de ellos, y
se llenan de enojo cuando se les reprende. Sin embargo, ningún creyente,
como vemos, está libre de la reprensión cuando anda en pecado.
En 1 Timoteo 5:19, hablando de los ancianos de la iglesia, Pablo dice
a Timoteo, “Contra un anciano no admitas acusación sino con dos o tres
testigos”. Como vemos, el anciano no está libre de acusación, si hay “dos o
tres” testigos de su pecado. Es más, el verso 20 añade, “A los que persisten
en pecar, repréndelos delante de todos, para que los demás también teman”.
Pablo dice que, aunque sea un anciano de la iglesia el que sigue pecando,
debe ser “reprendido delante de todos”. ¡Eso es lo que se debe hacer con
el pecado público! Debe ser reprendido aunque sea un anciano de la
iglesia el que lo practique. Aunque sea el más rico en la iglesia, aunque sea
el más gritón, aunque sea el más amable, aunque sea su madre, o su
padre, o su hijo, o su cuñado, o su hermano, si están pecando, deben ser
reprendidos.
El caso de Gálatas 2:11, nos enseña que la reprensión es
provocada por el pecador, y no por el que lo reprende: “Pero cuando
Pedro vino a Antioquía, le resistí cara a cara, porque era de condenar.” (v.
11). ¿Por qué decidió Pablo, reprender al apóstol Pedro? ¿Lo hizo por
rivalidad? ¿Acaso alguien podría acusar a Pablo de haber reprendido a
Pedro, porque éste le tenía mala fe? ¿Acaso Pablo reprendió a Pedro,
porque no lo quería? ¿Era motivado por el odio, o la envidia? No, sino
porque Pedro “era de condenar”. Fue el pecado de Pedro lo que provocó
la reprensión. Hay hermanos que culpan a la iglesia, o a los hermanos que
les reprenden, de estar haciéndolo por malos motivos. Creen que si un
hermano les reprende su pecado, lo hace porque quiere molestarlos, o
incomodarlos, o correrlos de la iglesia, o porque le caen mal, o porque les
tiene envidia; sin embargo, la verdadera razón por la que llega a existir la
reprensión, es por el pecador. Pero, ¿hasta cuándo aprenderá la iglesia
que el que anda mal es el que requiere, provoca, o hace necesaria la
reprensión?
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El caso de Gálatas 2:11, nos enseña que al reprender al pecador,
su pecado debe ser expuesto. Leamos los versos 12 y 13, “Pues antes que
viniesen algunos de parte de Jacobo, comía con los gentiles; pero después
que vinieron, se retraía y se apartaba, porque tenía miedo de los de la
circuncisión. Y en su simulación participaban también los otros judíos, de
tal manera que aun Bernabé fue también arrastrado por la hipocresía de
ellos.” ¿Qué está haciendo Pablo aquí? Esta “exponiendo” el pecado de
Pedro y de otros hermanos, como siendo uno de “simulación” o
“hipocresía”. En el verso 14, se expone la consecuencia espiritual de su
hipocresía, señalando que “no andaban rectamente conforme a la
verdad del evangelio”. El pecado público debe ser expuesto con todo y
sus consecuencias. No obstante, muchos hermanos que andan en pecado,
se molestan cuando se señala con detalle su pecado. Sin embargo, la
Biblia muestra que así debe ser tratado su pecado. Hacer algo diferente,
es participar en sus malas obras.
El caso de Gálatas 2:11, nos enseña que el pecado debe ser
reprendido al momento de darnos cuenta de él. Pablo dice en el verso
14, “Pero CUANDO VÍ…”. Pablo no esperó semanas, o meses para tratar
esta cuestión. No, sino que dicha reprensión la llevó a cabo el momento de
ver que no andaban rectamente. Muchos hermanos saben sobre el
pecado de algún hermano en la congregación, y no hacen otra cosa que
murmurar, o bien, guardarse esa falta para luego usarla a su favor en caso
de que le quisieren reprender a él. No, debemos reprender el pecado
público al momento de que sabemos de él. No, Pedro no se quejó de que
Pablo no le haya visitado primero. No, Pablo le reprendió y expuso su
pecado al momento que se percató de la hipocresía existente.
El caso de Gálatas 2:11, nos enseña que el pecado público, debe
ser reprendido públicamente. En el verso 14, leemos: “Pero cuando vi
que no andaban rectamente conforme a la verdad del evangelio, dije a
Pedro DELANTE DE TODOS…”. Pablo no trató el caso en privado, porque
solamente los problemas personales se tratan en privado (Mt. 18:15).
Pero, ¿por qué Pablo no le habló en privado a Pedro? ¿No les convenía
apoyarse el uno al otro? Si en algún asunto personal Pedro hubiera
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ofendido a Pablo, sin duda lo hubiera exhortado en privado (Mateo
18:15), pero este asunto no fue un problema personal entre Pablo y
Pedro, y el mal no fue cometido solamente por Pedro. Por el contrario,
Pedro y Bernabé eran líderes y otros hermanos siguieron su mal ejemplo.
Fue un pecado público y se requería una exhortación pública.
Conclusión: Debemos tratar al pecado público, como Dios quiere que lo
tratemos. Dios dice que los pecados públicos, deben ser señalados y
reprendidos públicamente; sin importar de quien se trate. ¿Qué haremos?
Hagamos la voluntad de Dios también en tales circunstancias.
Lorenzo Luévano Salas
Evangelista
Mayo, 2012.
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