tema 9: la guerra civil española

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TEMA 9: LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA
INTRODUCCION
La Guerra Civil española constituye uno de los acontecimientos más dramáticos de nuestra historia
reciente que puso fin, de forma virulenta, a un proceso de agudización de la lucha de clases y la
modernización de las estructuras sociales, económicas y políticas del país, iniciado a principios del siglo
XX, pero que arrancaba desde las corrientes más progresistas liberales del XIX.
En un contexto internacional de consolidación y expansión de las dictaduras fascistas, Italia y Austria, o
totalitarias, Alemania y la URSS, en Europa la guerra civil se convirtió en un pulso entre el modelo
democrático y autoritario, entre las distintas ideologías y antesala de la Segunda Guerra Mundial.
Sin embargo, a pesar de la falta de tradición democrática española (demostrada en la excesiva
pluralidad de partidos y falta de unidad), la incapacidad de resolver los graves problemas que aquejaban
al país, por parte de la República, o la serie de reformas dinamizadoras y atomizadoras de lo que sería la
rebelión, fue el fallido golpe de Estado provocado por una parte de los militares lo que hizo posible que
la guerra y sus terribles consecuencias dieran lugar a una larga dictadura (el franquismo).
1.- LA SUBLEVACIÓN MILITAR Y EL ESTALLIDO DE LA GUERRA
1.1. Causas generales.
Las dificultades que la Segunda República intentó resolver para lograr la modernización y
democratización real del país fueron la base de los principales conflictos que enfrentaron a amplias
capas sociales:
a) El problema agrario y la resistencia de la oligarquía terrateniente.
b) Las reformas sociales y laborales que enfrentaron a patronos y obreros.
c) El motivo religioso que se centró en el intento de establecer un Estado laico que provocó airadas
reacciones de la Iglesia ante su impulso anticlerical y que se vio complicado por las acciones de
grupos violentos que atentaron contra el patrimonio eclesiástico.
d) La reforma educativa que alteraba las costumbres sociales muy arraigadas, vinculada a lo anterior, al
impedir la educación religiosa.
e) La propia organización y la estructura del Estado (democracia o corporativismo, hasta fascismo o
comunismo), provocaron una dialéctica de la confrontación que sacudiría los cimientos del joven
régimen.
f) Los problemas de orden público, generados por la agitación urbana y rural organizada por la CNT y
por el pistolerismo entre organizaciones de izquierda y de derecha.
g) La polarización de la sociedad, desde una pluralidad confrontada entre la izquierda reformista y la
derecha contrarreformista, y entre los partidarios de la democracia y los partidarios de la
instauración de un régimen autoritario y corporativo.
h) Y la más importante de todas, el descontento generado por la reforma militar y la actitud golpista de
una parte del Ejército muy conservador con una mentalidad propia del siglo XIX.
1.2. La conspiración y el estallido de la guerra.
Antes ya incluso del triunfo del Frente Popular en las elecciones de febrero de 1936, un grupo de
generales monárquicos y conservadores (José Sanjurjo, Emilio Mola, Francisco Franco), con la adhesión,
en última instancia, de amplios grupos de derecha (Falange, Renovación Española, Carlistas),
comenzaron a preparar un levantamiento militar. Contaban con el apoyo financiero de alguno de los
grandes banqueros del momento como Juan March y con contactos en el extranjero.
El asesinato del diputado derechista José Calvo Sotelo aceleró su estallido. El coordinador de la
conspiración en la Península era el general Mola, pero la sublevación se inició el 17 de julio en Ceuta y
Melilla, bajo la dirección del general Franco, destinado en Canarias como medida de precaución por
parte del gobierno republicano.
Entre el 18 y 19 de julio la sublevación se extendió por la Península. El golpe de estado triunfó donde
predominaban la gran propiedad o los pequeños propietarios conservadores, por tanto, en el
Protectorado de Marruecos y en Canarias, Galicia, la actual Castilla y León, Álava, Navarra y parte de
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Aragón. El alzamiento fracasó donde las fuerzas obreras y la izquierda tenían más peso, esto es Sevilla y
algunas ciudades de la Andalucía Occidental, Madrid, Cataluña, el Levante, la franja cantábrica (Asturias,
Cantabria y País Vasco), Castilla-La Mancha, Andalucía Oriental y Extremadura.
El objetivo de la sublevación era implantar rápidamente un régimen autoritario que pusiese fin a las
libertades democráticas y acabase con la amenaza revolucionaria de la izquierda más extremista. Sin
embargo, el fracaso del alzamiento en buena parte de España provocó el estallido de la Guerra Civil.
2.- LA DIMENSIÓN POLÍTICA DE LA GUERRA Y LA EVOLUCIÓN DE LAS DOS ZONAS
2.1. La dimensión internacional del conflicto
Desde el primer momento la Guerra Civil española tuvo repercusión internacional y fue vista como una
confrontación entre las fuerzas democráticas y los regímenes fascistas en ascenso.
►El Comité de No Intervención: Por iniciativa británica, a la que se sumó Francia, se estableció un
pacto de no intervención en España, que prohibía el suministro de armas a ambos contendientes. El
Comité de No Intervención tenía su sede en Londres y su intención era doble: Evitar que el conflicto se
internacionalizara e impedir así la entrada de armas a los rebeldes. Esta política constituyó una inmensa
injusticia para la República y una de las causas de su derrota al negarle los medios para defenderse
contra la insurrección.
►Las ayudas a los sublevados: Los países que ayudaron de forma directa a los militares sublevados
fueron los que mantenían regímenes fascistas o similares: Alemania, Italia y Portugal.
a) La Alemania nazi de Hitler ofreció la ayuda más determinante, con la participación directa de la
Legión Cóndor con el fin de experimentar con nuevas armas y tácticas militares que, más tarde, se
desarrollarían con un éxito devastador en la Segunda Guerra Mundial. Contribuyó con el envío de
modernas armas como los nuevos modelos de aviones, carros de combate y artillería. Cobró su
ayuda con la entrega de minerales y otros productos estratégicos. Fue responsable del bombardeo
de la simbólica Guernica y otras ciudades como Durango.
b) La Italia fascista de Mussolini proporcionó una ayuda vital especialmente en material de guerra y
hombres: El Corpo de Truppe Volontarie envió a España más de cien mil hombres. Sufrió duras
derrotas como la ocurrida en la batalla de Guadalajara, aunque también participó activamente en la
toma de algunas ciudades como Málaga. Del mismo modo, su apoyo en aviones fue fundamental
para el cruce del Estrecho del Ejército de África a la Península.
c) Menor, pero también reseñable, fue la aportación del Estado Novo portugués, materializada de
diversas formas: desde la ayuda diplomática hasta el envío de voluntarios.
d) Mención aparte merece la actitud del Vaticano, determinada por las malas relaciones entre la Iglesia
y la República. El Papa Pío XI reconoció, ya en 1937, el nuevo régimen franquista. La ayuda del
Vaticano resultó fundamental para el reconocimiento de Franco entre la numerosa población
católica (que hizo posible la llegada de voluntarios de otros países católicos como irlandeses o
croatas).
►Las ayudas a la República: La República presumiblemente debería haber contado con la ayuda de las
democracias occidentales, que vivían también bajo la amenaza del expansionismo belicista de las
potencias fascistas. Sin embargo, el temor a desencadenar una guerra mundial inclinó a los países
democráticos a desentenderse del conflicto español. Los países que apoyaron abiertamente a la
República fueron la Unión Soviética y México.
a) La ayuda de la Unión Soviética fue con diferencia la más importante y decisiva. A lo largo de toda la
guerra aportó hombres y material armamentístico. El pago de esta ayuda ha sido uno de los temas
más debatidos sobre la guerra: La República pagó esta ayuda a Moscú mediante las reservas de oro
del Banco de España, sin que al final de la guerra se restituyera nada.
b) El gobierno de México, presidido por Lázaro Cárdenas, proporcionó también desde el primer
momento armas, alimentos y apoyo diplomático. Fue, posteriormente, un país donde se afincará la
mayor parte del exilio republicano tras la guerra.
c) Por último, debe destacarse la participación de las Brigadas Internacionales. Se trataba de
voluntarios (unos 60.000, de más de sesenta nacionalidades) que se dirigieron a España para
ponerse al servicio de la República. En su mayoría militaban en partidos comunistas y actuaban
frente a la amenaza fascista; tuvieron una importante función en la defensa de Madrid (batalla de
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Guadalajara). Su presencia fue una inyección de moral para la República. Aunque, al final, en 1938,
aviniéndose a ciertas exigencias, los volvió a repatriar a sus países.
2.2. La definición de las dos zonas:
►El Bando Republicano estaba integrado por los leales a la República como los obreros, empleados
urbanos, pequeña burguesía y campesinos sin tierra. En la zona republicana el principal problema será
la falta de una dirección política única. El alzamiento militar provocó el estallido de divergencias y
tensiones entre los integrantes del Frente Popular. Anarquistas (CNT y FAI) y algunos grupos trotskistas
(POUM), paralelamente a la guerra, eran partidarios de realizar una revolución social. Estas milicias
populares sofocaron la rebelión en algunas ciudades y, por ello, se sintieron legitimados para impulsar
los cambios sociales. La República tuvo que hacer frente, así, tanto a la amenaza de los sublevados como
a la de los revolucionarios.
1) El gobierno quedó en manos del republicano José Giral (julio/septiembre 1936) que tuvo que
organizar de forma apresurada una fuerza militar capaz de oponerse a los sublevados; entregó las
armas a las Milicias, poco entrenadas y sin disciplina, que no reconocían el mando de los oficiales
republicanos y que dificultaban las operaciones militares. Las organizaciones obreras ejercían el
poder en las calles, con comités o consejos. La radical actuación de muchos de estos comités
(“paseos”, requisa de propiedades, asesinatos de sacerdotes y políticos, quema y saqueos de los
bienes de la iglesia, etc.) provocó que buena parte de las clases medias apostasen por el bando
sublevado.
2) La prolongación de la guerra y las derrotas evidenciaron la necesidad de reorganizar el gobierno: Para
tratar de establecer disciplina y autoridad se constituyó un nuevo gobierno presidido por el socialista
Largo Caballero (sept. 1936/mayo 1937). En ese gobierno participaban también republicanos y, por
primera vez, comunistas y anarquistas (tres ministros: Peiró, F. Montseny y J. López). Largo Caballero
proyectaba crear una “gran alianza antifascista” y militarizar las milicias creando el Ejército Popular.
A pesar del triunfo en la defensa de Madrid (octubre de 1936-marzo de 1937), continuó el
enfrentamiento entre las fuerzas republicanas, pasando a convertirse en una lucha abierta con los
sectores más radicales en los sucesos de mayo de 1937 en Barcelona. El conflicto se saldó con la
derrota de los anarquistas y poumistas, y con una fuerte crisis política que provocó la caída de Largo
Caballero.
3) A partir de entonces, el gobierno quedó en manos del socialista Juan Negrín (mayo 1937/abril 1939)
que basó su política en la prioridad del esfuerzo militar y estableció un control sobre la producción
industrial y agraria para poder abastecer a la población civil y al ejército. Intentó buscar una salida
negociada a la guerra (Programa de los Trece Puntos), pero Franco no lo aceptó. Negrín se apoyó en
los comunistas, por el papel fundamental de la ayuda soviética y porque era el grupo más
disciplinado y decidido a luchar hasta el final. Estaba convencido de que el estallido de la guerra
mundial entre el fascismo y las democracias salvaría a la República (“¡Resistir es vencer!”). La
República, sin embargo, sería derrotada unos meses antes del estallido de la Segunda Guerra
Mundial.
►El Bando nacional estaba constituido por militares conservadores, monárquicos, grupos católicos,
falangistas, carlistas y en general por todos aquellos que se habían opuesto a las reformas de la
República. No existía unanimidad sobre las acciones a emprender tras el triunfo del golpe de Estado.
Hasta octubre de 1936 no se planteó la organización de un sistema político y administrativo. Su única
directriz era la resistencia al comunismo y la lucha contra la anarquía. Pero tras la resistencia de Madrid
y la evidencia de que la guerra sería larga, no se pudo aplazar la creación de un mando único que evitara
la desintegración. La elección de Franco para asumir la jefatura tras la muerte de Sanjurjo se debió tanto
al prestigio que le proporcionaron las victorias conseguidas durante la guerra como al hecho de
controlar al ejército de Marruecos, y no a razones de índole política. Durante los primeros meses al
frente de los sublevados hubo una Junta de Defensa, pero ya en octubre de 1936 se publicó un decreto
que nombraba a Franco Jefe del Gobierno del Estado y Generalísimo de los Ejércitos. Franco desplegó
una estrategia de alargamiento de la guerra mediante la cual consolidó su liderazgo militar y consiguió
imponerse al resto de fuerzas. Inspirándose en el modelo fascista italiano y alemán, de partido único y
con un jefe con plenos poderes, promulgó el Decreto de Unificación por el que creaba un partido único,
Falange Española Tradicionalista y de las JONS.
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El proceso de institucionalización del nuevo Estado franquista culminó en enero de 1938 con la
formación del primer gobierno: Franco concentraba la Jefatura del Estado y la Presidencia del Gobierno
y, a partir de entonces, pasó a ser llamado Caudillo de España. El nuevo Estado era:
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Fuertemente autoritario.
Defendía un modelo social basado en el conservadurismo.
Preeminencia del catolicismo.
Nueva legislación: Fuero del trabajo y control total de los medios (censura).
Ley de Responsabilidades Políticas (1939).
La construcción del Estado franquista fue acompañada de una violencia extrema que comportaba la
aniquilación de los vencidos en los territorios que ocupaban. La represión tuvo un carácter sistemático,
planificado y fue ejercida por el Ejército, la Falange o las autoridades políticas contra cualquier
sospechoso de simpatizar con la República o cualquier integrante del Frente Popular.
3.- LAS OPERACIONES MILITARES:
1. El avance y las batallas en torno a Madrid (julio 1936 – marzo 1937): Tras cruzar el Estrecho (con la
ayuda inestimable de la aviación italiana y alemana), las tropas sublevadas de África avanzaron
rápidamente hacia Madrid para tomar la capital, símbolo del poder republicano. Sin embargo,
Franco, convertido en jefe del ejército del sur tras la muerte del General Sanjurjo, decidió desviarse
para ocupar Toledo y liberar el Alcázar (allí resistían unos centenares de sublevados). El
acontecimiento fue utilizado para enaltecer la figura de Franco y supuso una primera demostración
de que el ejército de África no estaba dispuesto a abandonar a los suyos, aunque eso les retrasó el
avance a la capital, prácticamente indefensa. A finales de octubre, los sublevados se hallaban ya a las
puertas de Madrid. La República ordenó la movilización general para salvar la capital (“No pasarán”,
“Madrid, tumba del fascismo”). En noviembre, el gobierno republicano se trasladó a Valencia; la
defensa de la capital quedó en manos del comandante Rojo y la Junta de Defensa. Madrid resistió el
ataque frontal gracias al ejército leal, a las milicias populares, de carros de combate rusos y una
columna anarcosindicalista dirigida por Durruti. La ciudad fue duramente bombardeada desde la
Casa de Campo y la Ciudad Universitaria, además de por la aviación nacional (afectando, incluso, el
museo del Prado). Fracasado el intento de entrar en la capital, los sublevados emprendieron
maniobras envolventes para aislar Madrid, básicamente con el fin de cortar sus comunicaciones con
Valencia. La batalla del Jarama y la batalla de Guadalajara son las más significativas de este periodo.
El pretendido cerco fracasa por la derrota de las tropas italianas en Guadalajara.
2. La campaña del Norte (abril – octubre 1937): Ante las dificultades para tomar Madrid, Franco
decidió abandonar el ataque a la capital y concentrarse en la zona norte por su importancia
industrial y minera. Asturias, Cantabria y el País Vasco, donde había fracasado la sublevación,
quedaron aisladas del resto de la zona republicana. Los sublevados, al mando del general Mola,
desencadenaron un ataque sobre Vizcaya. Guernica fue arrasada por la aviación nazi (hecho
histórico inmortalizado en la obra de Picasso); se producía así el primer bombardeo aéreo de la
historia sobre población civil indefensa. Bilbao caería unas semanas más tarde. La República, para
aliviar la presión militar en el Norte, desencadenó un ataque en Brunete, cerca de Madrid, y más
tarde en Belchite, junto a Zaragoza, pero no consiguió evitar que Santander y Asturias también
cayesen. La conquista de la cornisa cantábrica proporcionó a Franco una importante área económica
prácticamente intacta que puso a su servicio.
3. El avance hacia el Mediterráneo (noviembre 1937 – junio 1938): A finales de 1937, los mandos
republicanos son conscientes de que la guerra está siendo perdida. Intentan, por ello, reformar el
ejército, creando las brigadas mixtas, disolviendo las milicias y profesionalizando el Ejército Popular.
El general Vicente Rojo asume el mando de las operaciones e inicia una ofensiva sobre Teruel (la
batalla de Teruel), que fue ocupada por los republicanos durante un breve periodo de tiempo, con el
fin de mostrar que todavía la República aún no tenía perdida la guerra. Pero en febrero de 1938, el
ejército de Franco volvió a ocupar Teruel y desencadenó la “campaña de Aragón”, atravesando el
Maestrazgo y llegando al Mediterráneo por Vinaroz (Castellón). El territorio republicano quedó
dividido en dos zonas, una de las cuales era Cataluña aislada del resto.
4. La batalla del Ebro y la ocupación de Cataluña (julio 1938 – febrero 1939): La llegada de nuevo
armamento soviético, a través de Francia, permitió a los republicanos lanzar su última ofensiva. La
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batalla del Ebro fue la más dura de la guerra, empezó el 25 de julio de 1938 cuando un ataque
republicano logró cruzar el Ebro y avanzar tímidamente hacia el interior. Franco consiguió detener el
ataque. Luego contraatacó y los republicanos tuvieron que replegarse en la otra orilla del río
mientras el ejército de Franco ocupaba el sur de Tarragona. El ejército republicano había sido
derrotado y sus fuerzas mermadas y desorganizadas. Franco decidió emprender la ofensiva definitiva
sobre Cataluña. Tomó Barcelona sin resistencia, mientras miles de exiliados huían hacia el Norte. Con
la caída de Gerona se produjo la huida masiva hacia Francia, entre ellos el gobierno de la República
(Negrín y Azaña), el gobierno de la Generalitat, el gobierno vasco y diputados de las Cortes
republicanas. En febrero las tropas franquistas alcanzaron la frontera francesa.
5. El final de la guerra (febrero – abril 1939): A la República únicamente le quedaba la llamada “zona
centro” (Madrid, La Mancha y desde Valencia hasta Almería). Una sublevación (coronel Casado)
contra el gobierno republicano en Madrid fue el mazazo final para la República. Casado, encargado
de la defensa de Madrid, se hizo con el control de la ciudad tras una fuerte lucha con los comunistas,
para poner fin a la guerra, frente a la actitud de Negrín de resistir hasta el final. Trató de negociar
una “paz honrosa” con Franco, pero éste sólo aceptó una rendición incondicional. El 28 marzo de
1939 las tropas de Franco entraron en Madrid sin la menor resistencia. En los días posteriores ocupó
toda la zona Mediterránea. El 1 de abril Franco firmó en Burgos el último parte de guerra: “…cautivo
y desarmado el Ejército Rojo…Españoles, la guerra ha terminado”.
4.- LAS CONSECUENCIAS DE LA GUERRA CIVIL
4.1. Represión y víctimas de la guerra civil.
La guerra trajo consigo una violencia tremenda por ambas partes, si bien, distinguida en:
 Los republicanos llevaron a cabo una represión descontrolada por parte de milicias y sindicatos en
los primeros meses de la guerra civil. Fueron famosos los paseos, la represión en checas, los
asesinatos de presos políticos… Por eso, en cuanto el Estado se hizo con las riendas de la Justicia y
estableció Tribunales Populares, la represión descontrolada prácticamente desapareció de las calles.
Con la jura de Negrín como jefe de Gobierno, la República había recuperado el orden público y
social, controlando los excesos de los incontrolados que habían provocado un daño tan terrible en la
imagen exterior a la República.
 Los rebeldes: llevaron a cabo desde el primer día una eliminación sistemática basada en la aplicación
de las leyes de excepción en tiempos de guerra (que incluían la aplicación de la pena de muerte sin
juicio previo). Aplicaron ejecuciones sumarísimas sometidas al fuero militar. A partir de 1937, la
represión fue centralizada por los tribunales militares provinciales. La represión continuó después de
la guerra mediante la Ley de responsabilidades Políticas y Ley de Represión del Comunismo y la
Masonería de 1939. A partir de ese momento, a todos aquellos que habían militado en partidos de
izquierdas o del Frente Popular, los defensores del legítimo gobierno republicano se les consideró los
rebeldes, de ahí lo de denominación de la justicia al revés. Las leyes vinieron acompañadas, además,
por un incisivo proceso de confiscación del patrimonio de los partidos políticos republicanos, de
izquierdas o sindicatos obreros, asociaciones, entidades afines, así como la incautación de las
propiedades de los exiliados (que no sería devuelta hasta la Transición). Paralelamente, se fue
completando un proceso de depuración general, de los funcionarios públicos, médicos, maestros,
miembros de la administración pública. Se reprimió, asimismo, con dureza a los nacionalistas vascos,
catalán y gallego, imponiéndose la lengua castellana y reprimiendo su identidad particular. La cara
más dura y gris de la represión fue la eliminación física de miles de españoles en asesinatos
arbitrarios, en algunos casos, sin ningún tipo de proceso, calculándose en unos 150.000, más otros
50.000 que fueron fusilados en la postguerra; otros 200.000 fueron internados en campos de
prisioneros, en unas condiciones miserables y 28.000 acabarían en los Batallones de Trabajadores o
Disciplinarios.
4.2. Efectos negativos de la guerra.
La guerra civil comportó miseria y muerte y destrucción.
a) Desde un punto de vista económico, se cobró un alto precio en destrucciones materiales:
carreteras, ferrocarriles, puentes, etc. La producción agraria disminuyó en algo más del 20%; y la
industrial en más del 30% principalmente por la movilización de la población masculina para ir al
frente. Se consumieron ingentes recursos que aún marcarán con mayor gravedad el atraso
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tecnológico y de desarrollo respecto a Europa. La recuperación fue lenta y no se alcanzó el nivel
anterior a la guerra en el año 1955, veinte años después de su estallido.
b) Desde un punto de vista demográfico, las consecuencias son especialmente graves. Los civiles de
ambos lados huían del territorio en el que se encontraban por temor a la persecución por sus ideas.
Muchos republicanos aislados en la zona norte sólo pudieron huir por mar hacia otros países (niños
enviados a Rusia). En cuanto al número de fallecidos resulta difícil establecer un cálculo exacto dado
que las cifras varían ostensiblemente de unos autores a otros. La mayoría de historiadores hablan de
una cifra que supera las 300.000 personas, entre las víctimas de los frentes y las de la represión,
practicadas en ambas zonas. Otros muchos prefirieron o pudieron exiliarse. En torno al medio millón
de españoles abandonó el país huyendo de la represión franquista, aunque muchos miles acabaron
retornando al cabo de los años. Muchos hombres y mujeres cualificados murieron, fueron presos o
se exiliaron a América, perdiendo el país un enorme capital humano e intelectual. Bajó la natalidad y,
por supuesto, se produjo un importante agujero demográfico.
c) Desde un punto de vista político, el triunfo de los sublevados supuso el inicio de una dictadura
militar que se prolongó durante casi cuarenta años. Franco no dejaría el poder hasta su muerte en
1975, decepcionando a parte de sus seguidores que aspiraban a una vuelta paulatina a un régimen
más o menos liberal. España se apartaba así de la evolución de las democracias occidentales y la
reconciliación se convirtió en un sueño imposible hasta la muerte de Franco en 1975. Tras la muerte
de Franco, y en cumplimiento de las previsiones sucesorias establecidas por el propio Franco, fue
investido como rey de España Juan Carlos I. Empezaba así una nueva etapa de la historia de España:
la transición a la Democracia (1975-1978).
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