La devoción al Sagrado Corazón de Jesús Para

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Rector Mayor
La devoción al
Sagrado Corazón de Jesús
ANS
El 21 de noviembre del año 1900, el primer sucesor de Don Bosco, beato
Miguel Rua, escribió a los salesianos una hermosa circular sobre la devoción al Sagrado Corazón de Jesús. Quería preparar con ella el acto solemne
de la consagración de la Congregación Salesiana al divino Corazón, que se
celebraría la noche del 31 de diciembre. Se trata de un texto largo, del que
seleccionamos y sintetizamos algunos pasajes.
P
Altar de la parroquia
salesiana del Sagrado
Corazón en Roma (Italia).
ara estimar debidamente y practicar con provecho la devoción al Corazón Santísimo, conviene, ante
todo, comprender bien cómo es
esta devoción de todos los tiempos: es la más sublime y la más
provechosa de las devociones.
Devoción de todos los tiempos
Se remonta a la cuna del cristianismo. Se puede considerar a la Santísima Virgen como la primera y la más ardiente adoradora de este Corazón divino. Desde el principio se desarrolla prodigiosamente porque el mismo
Jesús quiso invitar a todos los hombres a venir a Él y a
aprender de Él, que era manso y humilde de corazón;
porque de su Corazón brotó el don más excelente, el sacramento de la Eucaristía; porque en la cruz quiso abrir
su Corazón y mantenerlo constantemente abierto para
servir de refugio a todos sus hijos.
De algún modo, los apóstoles, inculcando el amor a
Jesús Redentor, comenzaron esta devoción y la propagaron por todo el mundo; después, los Padres de la Iglesia
la alimentaron con especial afecto. A lo largo de los siglos, santos y santas como san Bernardo o santa Gertrudis se extasiaron en la adoración del Sagrado Corazón de Jesús. Y ¿qué decir de nuestro san Francisco de
Sales? La beata Margarita María Alacoque decía de él:
“Mientras el beato Francisco vivía en este mundo, hacía
su descanso en el Corazón de Jesús, donde no podía ser
interrumpido ni por las mayores ocupaciones. La familiaridad con el divino Amor le llevó a la práctica de las
dos virtudes propias del Sagrado Corazón de Jesús: la
dulzura y la humildad…”. Él fue el primero en proponer
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al mundo como objeto de un culto particularísimo este
Corazón adorable y se complacía en atraer a Él, el amor
de todos los corazones…
Todo esto acontecía antes de que el mismo Jesús se
complaciera en descubrir a la beata Margarita María de
Alacoque, en Paray-le-Monial, los infinitos tesoros que
tenían que manifestarse todavía. En efecto, el Señor manifestó a la Santa grandes maravillas, se mostró decidido a difundir en nuestro tiempo todas las riquezas de su
Corazón adorable, animándola a hacerlo honrar con un
culto especial. Un soplo de vida nueva se propagó en la
Iglesia y, de año en año, la devoción al Sagrado Corazón
de Jesús se extendió por todas partes.
Aquellas palabras de Jesús, repitiendo cuánto había
amado a los hombres y su lamento de no haber recibido
de ellos más que infidelidades; cómo nos había manifestado las más grandes pruebas de su caridad sin otra respuesta por nuestra parte que la frialdad, la ingratitud y
los ultrajes; y cómo quería derramar incluso sobre los
hijos más indignos nuevas efusiones de su bondad y de
su misericordia infinita, excitó un sentido de dolor y un
incendio de amor en muchos, que con toda la energía de
su alma, desafiando la burla, los insultos y persecuciones del mundo comenzaron a predicar por todas partes
el amor de Jesús, el culto debido al Corazón Santísimo.
Pero en ningún otro tiempo la devoción al Sagrado Corazón de Jesús se extendió tanto como bajo el pontificado del inmortal León XIII. Desde el principio de su pontificado, este gran pontífice difundió esta devoción y no
dejó pasar circunstancia alguna sin hablar de ella, exaltarla y propagarla. Ofreció a Don Bosco la construcción
de la monumental iglesia del Sagrado Corazón en Roma.
Hemos de estimar en alto grado este gesto, porque, en
cierto modo, así nos encontramos unidos a todos los obs-
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izq. Santuario del Sagrado Corazón de Bolonia (Italia).
arriba. Templo salesiano del Sagrado Corazón de Jesús
del Tibidabo en Barcelona.
quios rendidos al Sagrado Corazón de Jesús en todo el
mundo. El Santo Padre, con la encíclica del 25 de mayo
de 1899, animaba a consagrar al mundo a este divino Corazón; y yo mismo, haciéndome eco de sus palabras, invitaba a consagrarnos a él nosotros mismos y a todos
nuestros jóvenes.
Es la devoción más sublime
Incluye y perfecciona todas las demás devociones. No podía ser de otro modo, porque el Corazón de Jesús es como
el compendio y el centro de toda la religión y el fundamento de la Iglesia, porque se refiere a toda la persona
del divino Redentor. Para convencerse de ello, basta considerar el objeto, el fin y los motivos de dicha devoción.
Su objeto es el mismo Corazón de Jesús, ardiente de
amor por los hombres y ultrajado por su ingratitud… Su
fin es manifestar a Jesús amor por amor. Como decía la
beata Margarita María de Alacoque, el fin principal es ganar las almas para su amor. Es decir, a través de la devo-
ción al Sagrado Corazón queremos amar y hacer amar a
Jesús. Es la devoción fundamental y central en la Iglesia
porque, del mismo modo que el amor de Jesús por nosotros es el compendio del dogma cristiano, así nuestro
amor por Él es el compendio de la moral cristiana.
Nuestra consagración al Corazón de Jesús
Estoy firmemente convencido de que de nuestra solemne consagración al Sagrado Corazón de Jesús es muy
provechosa para toda la Congregación y muy grata a
Don Bosco. Quien simplemente se dona al Sagrado Corazón pone ciertamente su libertad bajo la voluntad del
Señor. Pero quien se consagra, excluye explícitamente
cualquier voluntad de retirar el ofrecimiento realizado,
se aleja totalmente del mundo y se declara como pertenencia exclusiva de Jesús. Y del mismo modo que Jesús
no puede dejar de considerar como suyas las cosas que
le son consagradas, así también nosotros nos aseguramos la protección perpetua del Sagrado Corazón.
i Sac Miguel Rua. Rector Mayor
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