La evangelización de las culturas 1. Hacia un concepto de cultura

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La evangelización de las culturas
José Vidal Taléns. Facultad de Teología San Vicente Ferrer
I. EVANGELIZACIÓN DE LAS CULTURAS. LOS TÉRMINOS DEL
PROBLEMA
1.
2.
3.
4.
5.
6.
Hacia un concepto de cultura, según la Gaudium et Spes.
La catolicidad de la Iglesia en la diversidad de las culturas concretas.
Cultura y comunidad. Culturas y comunidades humanas.
El concepto de inculturación.
El concepto de evangelización.
Momentos paradigmáticos de la historia de la inculturación del
Evangelio
7. Aproximación a nuestra actualidad en la interacción entre Fe y cultura.
II. FUNDAMENTACIÓN TEOLÓGICA DE LA INCULTURACIÓN
1. Comprensión de la inculturación desde el “modelo” de la Encarnación del
Hijo de Dios en Jesús de Nazaret, su historia y su destino pascual. El
principio de la asunción y elevación.
2. Comprensión de la inculturación desde el “modelo” de la acción del
Espíritu Santo en el universo, en la historia, en la Iglesia y en la
persona humana. El principio de la alteridad nunca eliminada en toda
comunión a la que podamos llegar.
3. Diversas modulaciones en la relación entre Evangelio y cultura, según la
historia de la teología:
 Relación antitética Evangelio-Cultura
 El Evangelio viene a afirmar la cultura
 Síntesis: El Evangelio presupone la cultura, la dicierne y lleva a su
perfección.
III. INCULTURACIÓN DEL EVANGELIO EN EL PUEBLO VALENCIANO.
1. La naturaleza. La religiosidad cósmica-natural y la cristiana
2. La historia. La cultura y la historia de un pueblo.
 La actividad humana y el trabajo
 La cultura y los bienes culturales.
 La lengua y las lenguas del pueblo valenciano.
 La historia de un pueblo y la peculiar aportación cristiana
3. Y Dios. El cristiano, también el valenciano, vive inmerso en el debate
ideológico y ético actual.
La evangelización de las culturas
Estas reflexiones las comencé hace más de dos décadas, las retomé hace diez años y ahora
las vuelvo a revisar ante mayores dificultades si cabe en la relación entre fe cristiana y la
cultura contemporánea.1
I. EVANGELIZACIÓN DE LAS CULTURAS. LOS TÉRMINOS DEL PROBLEMA
8. Hacia un concepto de cultura, según la Gaudium et Spes.
“Con la palabra cultura en sentido general, se indica, todo aquello con lo que el
hombre afina y desarrolla (perpolit atque explicat) sus innumerables cualidades
espirituales y corporales; [y, más en concreto, cuando:]
1) trata de someter el mismo orbe terrestre con su conocimiento y trabajo;
2) hace más humana la vida social, tanto en la familia como en toda la
sociedad civil, mediante el progreso de las costumbres e instituciones; y
3) finalmente, en el transcurso del tiempo, con sus obras expresa, comunica
y conserva sus grandes experiencias espirituales y aspiraciones, para que
sirvan de provecho a muchos; más aún, a todo el género humano” (GS 53).
Esta descripción abandona ya el concepto de cultura romántico que respondía al
espíritu de un pueblo manifestando su identidad y su destino en la historia, y
adopta un planteamiento más fenomenológico o más propio de la antropología
cultural.
9. La catolicidad de la Iglesia en la diversidad de las culturas concretas.
“La Iglesia universal se encarna de hecho en iglesias particulares, constituidas por
una u otra concreta porción de humanidad, que hablan una lengua determinada, que
son tributarias de un entramado cultural, y de un determinado sustrato de
humanidad” (EN 62).
“La Iglesia, enviada a todos los pueblos sin distinción de épocas y regiones, no está
ligada de una manera exclusiva e indisoluble a ninguna raza o nación, a ningún
género de vida particular, a ninguna costumbre antigua o reciente. Fiel siempre a su
propia tradición, puede entrar en comunión con las diversas formas de cultura; de
ahí el enriquecimiento que resulta tanto para ella como para cada cultura” (GS 58;
62 d; SC 123).
“La Buena Nueva de Cristo renueva constantemente la vida y la cultura del hombre
caído; combate y aleja los errores y males que provienen de la seducción
permanente del pecado. Purifica y eleva incesantemente las costumbres de los
pueblos. Con las riquezas de lo alto, fecunda, como desde dentro, las cualidades
espirituales y los dones de cada pueblo y edad, las perfecciona y las restaura en
Cristo” (GS 58 d).
10. Cultura y comunidad. Culturas y comunidades humanas.
Toda esta actividad, de la que ha hablado la Gaudium et Spes, viene desarrollada
por la persona humana, pero nunca desvinculada de una comunidad. La cultura es
el hecho social por antonomasia.
1
Cf. J. Vidal Taléns, “Inculturació de la Fe i Comunitat Valenciana”, en Anales Valentinos 37 (1993) 2171; “Interacción entre el Evangelio y la Cultura”, en Credere et celebrare. Hom. prof. E. Aliaga Girbés,
Facultad de Teología, Valencia 2004, 487-506.
No se puede ignorar el hecho diferencial de las culturas antiguas y actuales. No
sólo por razones humanistas, sino también por razones de convivencia política y de
viabilidad económica, si es que aspiramos a vivir en un mundo en paz.
11. El concepto de inculturación.
“Inculturación” es un neologismo a partir de aculturation en inglés (de la
antropología cultural): Distintas culturas al entrar en contacto sufren
transformaciones por las que algo se pierde y algo se asume. Opciones extremas:
asimilacionismo o segregación. Opción más difícil la multiculturalidad pero
desde la integración en la sociedad abierta, a partir del mutuo respeto: respeto
por los valores de la propia cultura y respeto por los valores de la sociedad o
cultura de adopción, aquellos mínimos indispensables para una sana y
enriquecedora convivencia humana.
“La inculturación, para los cristianos, significa una íntima transformación de los
auténticos valores culturales mediante su integración en el cristianismo, y
también mediante el arraigo del cristianismo en las diversas cultures.” (Sínodo
extraordinario de Obispos en Roma de 1985, Relatio Finalis II, D, 4. Cf.
Redemptoris Missio, n.º 53).
12. El concepto de evangelización.
“Evangelización” es la actualización del Evangelio de Dios que trae Jesucristo.
Siempre nos remite al horizonte último y más trascendente de la inculturación. La
salvación cristiana trascenderá las culturas. La salvación es Dios que salva a su
criatura humana. La cultura, podemos decir que es la obra del hombre que busca
algún tipo de salvación de lo contingente y perecedero, de la amenaza de no ser. La
evangelización es un don, un regalo una novedad saludable: Dios está “por”
nosotros; y pretende la conversión de los corazones de los hombres para que pasen
a creer en el amor personal de Dios manifestado en Jesucristo, el hombre nuevo, la
humanidad lograda.
El anuncio y la respuesta no se dan sin expresiones culturales, con palabras, signos,
símbolos, ritos, prácticas sociales, en definitiva, formas de vida y de pensar sobre la
vida. La fe se hace cultura y la inculturación describe un proceso histórico
necesario en la evangelización de los nuevos pueblos y nuevas culturas, proceso
concomitante a la conversión de los corazones.
13. Momentos paradigmáticos de la historia de la inculturación del Evangelio
a. La cristianización del helenismo, del derecho romano y de los pueblos
bárbaros hasta la configuración de la cristiandad medieval.
b. La asimilación del “giro antropológico” e “histórico” de la modernidad, en
la Nouvelle Théologie y el Vaticano II.
c. La Teología de la Liberación latinoamericana y otras.
d. El momento actual: La evangelización de las diversas culturas (y desde
culturas diversas),
i. en medio de un ineludible pluralismo y resistencia de las culturas
frente a su homogeneización (indigenismos; nuevos nacionalismos;
nuevos particularismos; y el grito del sujeto y la resistencia de la
dignidad humana),
ii. bajo una globalización de la economía y de las finanzas que
determina demasiado unos estilos de vida que se van imponiendo a
todos, y una presencia y accesibilidad de toda la vida multicolor de
la aldea global en mi ordenador o tableta (ambos movimientos
están contribuyendo a desdibujar identidades tradicionales y a
reconfigurar nuevas identidades a la carta)
14. Aproximación a nuestra actualidad en la interacción entre Fe y cultura.
a. Cuestiones pendientes de la modernidad.
b. Cuestiones referentes a la Europa de los pueblos o Europa de los
ciudadanos. Individuos versus colectividades.
c. Cuestiones referentes a la justicia social.
d. ¿Qué evangelización es aún posible en medio de la globalización del
mercado y del individualismo, en un mundo interconectado y global, que
ha llevado a formas de vida de libre consumo refractarias a las formas de
vida propuestas por el Catolicismo?
e. El espacio común, compartido por el Evangelio y la cultura: la manera
como el hombre y su comunidad miran su presente y pasado y cómo
encaran su futuro, por medio de su acción rememoradora, transformadora,
creadora y comunicativa, lo que depende mucho de la concepción que el
hombre tenga de sí mismo y del destino que comparte con los otros, a
saber, de su vocación o aquello a lo que se siente llamado a hacer en la
tierra y en la sociedad.
II. FUNDAMENTACIÓN TEOLÓGICA DE LA INCULTURACIÓN.
1. Comprensión de la inculturación desde el “modelo” de la Encarnación del
Hijo de Dios en Jesús de Nazaret, su historia y su destino pascual. El principio
de la asunción y elevación. Es el modelo más presente en el Magisterio, la
teología y la pastoral. El Evangelio asume la cultura, la revisa críticamente a su
luz y la transforma, recrea o eleva para que pueda ser expresión del Evangelio.
2. Comprensión de la inculturación desde el “modelo” de la acción del
Espíritu Santo en el universo, en la historia, en la Iglesia y en la persona
humana. El principio de la alteridad nunca eliminada en toda comunión a la que
podamos llegar. Este modelo más obviado aporta dimensiones muy interesantes.
- No podemos olvidar que el Espíritu de Dios, después de Jesucristo, dispone de un
lugar donde es verificado como Espíritu de Jesucristo. Este lugar es la comunidad
eclesial que llamamos el Pueblo de Dios. Por eso, Juan Pablo II dice:
“La inculturación ha de implicar a todo el Pueblo de Dios, no sólo a
algunos expertos, puesto que se sabe bien que el pueblo de Dios reflexiona
sobre la base de su „sentido de la fe‟ que nunca conviene perder de vista”.2
- Pero el Espíritu también es el Espíritu del Creador y trabaja en la creación, las
culturas y religiones. Esto tiene consecuencias prácticas. El evangelizador, movido
por el Espíritu de Jesucristo, sale a la búsqueda del mismo Espíritu que alienta
2
Y continúa: “Esta inculturación debe ser dirigida y estimulada, pero no forzada, para no suscitar
reacciones negativas en los cristianos: debe ser expresión de la vida comunitaria, es decir, debe madurar
en el seno de la comunidad, y no ser fruto exclusivo de investigaciones eruditas. La salvaguarda de
valores tradicionales es efecto de una fe madura.” (RMi 54 in fine). Asumimos de este texto su
reivindicación fundamental. Ahora bien, no habría que sembrar en el pueblo creyente la desconfianza por
principio respecto de los investigadores y pioneros. El texto da pie a una posible lectura en que, por una
parte, estaría la defensa de los valores tradicionales a cargo de la comunidad cristiana y, por otra parte, los
investigadores. Más bien, pienso que los investigadores son. muchas veces, los que le recuerdan a la
comunidad su mejor tradición frente a sus olvidos o claudicaciones.
desde la creación del mundo. Por una parte, debe conocer y amar la propia
tradición de fe que la Iglesia le ha pasado de generación en generación y que le
sigue dando vida. Por otra parte, debe tener y mostrar una simpatía por las
culturas y, consecuentemente, debe poner en el centro de su atención al otro a
quien va a dirigirse, con su cultura, sus expresiones más significativas, como su
lengua, valores y peculiaridades. Este interés por el otro no es meramente táctico
sino, más bien, resulta coherente con el objetivo buscado:
“…Proponer a cada cultura el conocimiento del misterio escondido [hace
siglos, y ahora revelado en Jesucristo], y así ayudar a hacer surgir, de su
propia tradición viva, expresiones originales de vida, de celebración y de
pensamiento, que sean cristianas” (CT 53).3
3. Diversas modulaciones en la relación entre Evangelio y cultura (R. Niebuhr –
P. Tillich – W. Kasper).
f. Relación antitética del Evangelio con cultura (Tertuliano, Marción,
Tolstoi…).
g. Relación simplemente afirmativa de la cultura por parte del Evangelio
(Abelardo, Ritschl y el protestantismo liberal o modernismo católico…).
h. Comprensión sintética de la relación: “la gracia no destruye ni anula la
naturaleza sino que la presupone, pero la lleva a su perfección, que no
alcanzaba por ella misma” (Clemente de Alejandría, Alberto Magno,
Tomás d Aquino…).
a‟. Nueva relación antitética matizada como dialéctica o paradójica, se oponen
pero se necesitan (luteranismo, Kierkegaard, Barth…).
b‟. Nueva relación afirmativa más matizada: habría una correlación entre lo que
las culturas postulan y lo que les aporta el Evangelio (Tillich, Teilhard
de Chardin, Rahner…).
c‟. Nueva relación sintética mejor precisada: el Evangelio no sólo presupone y
perfecciona la cultura sino que es capaz de penetrar, transformar y
conformar la materia cultural hasta el punto de ser generador de nueva
cultura (Balthasar, Ratzinger, Kasper…).
III. LA INCULTURACIÓN DEL EVANGELIO Y EL PUEBLO VALENCIANO.
El Evangelio de Jesucristo echó ya raíces en un país y un pueblo como el
valenciano, constituido hoy en Comunidad política autónoma y en Archidiócesis
valentina. El cristianismo entró en esta tierra y bajo este cielo, desde su mar, en su
costa, sus huertas y valles, hasta sus secanos y serranías; arraigó en los agrupamientos
humanos de sus pueblos o ciudades y en cómo se proveían para satisfacer sus
necesidades vitales; e influyó en la configuración de la historia y sus proyectos, en las
creencias religiosas y en las expresiones culturales y lingüísticas, en las instituciones y
manera de organizarse y gestionar sus recursos. Por eso hablamos de Evangelio ya
3
Juan Pablo II, Cathechesi Tradendae 53. Y en Redemptoris Missio, 53: “Los misioneros que provienen
de otras iglesias y países, deben insertarse en el mundo socio-cultural de aquellos a quienes son enviados,
superando los condicionamientos del propio ambiente de origen. Así pues, deben aprender la lengua de la
región donde trabajan, conocer las expresiones más significativas de aquella cultura, descubriendo sus
valores por experiencia directa. solamente con este conocimiento los misioneros podrán llevar a los
pueblos, de manera creíble y fructífera el conocimiento del misterio escondido (cf. Rom 16,25-27; Ef
3,5)”.
inculturado 1) en la relación del hombre con la naturaleza, 2) en relación con su
historia y 3) en relación con su cosmovisión, con lo divino y el sentido de lo humano.
4. La naturaleza. La religiosidad cósmica-natural y la cristiana
En medio de impurezas y de ambigüedades, por supuesto, la fe cristiana ha
enraizado fundamentalmente en el mundo de la naturaleza y de la vida del campo.
Ésta ha sido la matriz inagotable para el lenguaje y simbología de toda religión.
Además, la tierra, ella misma, se ha convertido en símbolo de lo numinoso, lo
divino, lo materno, la fuente de la vida, el referente de toda religiosidad. La tierra
muestra y esconde el misterio divino, al afirmar su trascendencia desde el ángulo de
la inmanencia en el «nosotros» que formamos todos los que habitamos en esta tierra.
¿Hay que pensar, pues, como hipótesis a verificar en cada caso, en elementos de
alguna religiosidad primitiva precristiana de tipo cósmico o natural, ibérica, fenicia
o romana, que habrían sido asumidos y bautizados por el cristianismo como
religión? Quizá sí. Pero hay pensar también en elementos propios de la religiosidad
cristiana que tratan de encontrar su expresión en elementos de tipo cósmico o
natural. Así pues, ni toda la religiosidad cristiana es reducible a la precristiana ni la
cristiana esto talmente nueva y original en su expresión simbólica. Estamos
necesitados de estudios serios, lo más libres posible de intereses ideológicos a l
respecto.4
La fe cristiana que propone el misterio pascual como la clave de comprensión de la
vida del hombre sobre la tierra, trata de conectar con todo lo que es o puede esconder
una fuente de vida o de renovación, y con todo lo que signifique protección, salvación,
luz, victoria frente a las fuerzas destructoras y amenazadoras de muerte. No es, pues,
ninguna incoherencia que la fe en Jesucristo muerto y resucitado, y en los santos que le
siguieron, se convirtieran en protectores de la vida y defensa de la muerte, conectando
con el mundo simbólico de los ciclos naturales, las estaciones climáticas, los ritmos de
la fecundidad y todo aquello que amenazaba o ayudaba a las cosechas o a los animales.
en esta inculturación de la fe pascual en los símbolos naturales o cósmicos, hablamos
de la esperanza humana y cristiana de poder remontar el destino de la vida que nos
conduce hacia la muerte, volviendo a nacer en una nueva vida, a partir de cualquier
experiencia de muerte o de amenaza de la vida.
5. La historia. La cultura y la historia de un pueblo.
a. La actividad humana y el trabajo rural y artesanal, industrial y de
servicios, se puso bajo la protección de los santos cristianos, de Jesucristo o
de María. Pero, más significativa es la aportación cristiana en la promoción
del sentido social de la actividad humana, del trabajo y de la propiedad, de
la protección social y tantas otras iniciativas de la caridad cristiana.
b. La cultura y los bienes culturales. Arte y conocimiento. Símbolos y
fiestas. Contenido y expresión de una fe, esperanza y caridad cristiana.
Gran parte de la historia de la arquitectura, escultura, pintura y literatura en
Valencia es un buen reflejo de la historia del cristianismo en Valencia.
Pero, además de conservar el patrimonio artístico religioso, a lo que hemos
sido sensibles estos años, mirando al presente y al futuro sigue la cuestión
del arte sacro moderno, al que hay que pedirle que sea verdadero arte actual
4
Pensem en treballs, com el d'Antoni Ariño, autor del text del llibre amb fotografies, preciosament editat
i dirigit per Joaquin Argente, El foc i la roda del temps. Figures d'una festa mediterrània del cicle agrari,
Palladio, Canals 1991; llibre dedicat a la Foguera votiva a Sant Antoni Abat de Canals. Tot i que és, sens
dubte, una publicació encomiable, no sembla massa tamisada, i així queda poc valorada l'aportació
original del cristianisme a aquesta festa, aportació vigent i significativa per als actuals canalíns.
y que ayude a la expresión religiosa, dos condiciones que nos siempre se
cumplen.
Y en este punto, viene también la cuestión de la relación de la Iglesia con
las Universidades. Disponer de una Universidad católica y otra de
inspiración cristiana, no nos exime de buscar una buena relación con las
Universidades civiles. Es en el nivel universitario donde el diálogo fecultura encuentra mayores exigencias y mayor responsabilidad. Hace falta
ser muy culto y muy creyente, mucha simpatía por el discrepante y mucha
caridad, una actitud sincera de tolerancia y disponer de una propuesta
creíble de la fe.
c. La lengua y las lenguas del pueblo valenciano. Después del latín, con el
nacimiento de las lenguas romance, muy pronto éstas sirvieron para
expresar literatura religiosa en romance. Juan Pablo II en un discurso se
atrevió a decir: “La cultura de cada nación se expresa, entre otras coses, y
más que en ninguna otra, en la lengua. La lengua es una forma que damos a
nuestros pensamientos, es como un vestido por el que son identificados
estos pensamientos. En la lengua se incluye un rasgo particular de la
identidad de un pueblo y de una nación”.5 Pues bien, aun sin contradecir la
verdad que muestran estas palabras, no creo que deban ser interpretadas en
el sentido de la equivalencia que una lengua implica una nación. Hace
veinte años renuncié a la ecuación romántica que decía: “una lengua
implica una cultura e implica una nación”. La realidad sociológica del
pueblo valenciano no corrobora aquel supuesto del romanticismo.
Paradójicamente, hoy el valenciano normalizado y culto está más difundido
que antes gracias a la Ley de uso i enseñanza del valenciano y, sin
embargo, la cultura entre nosotros no ha dejado de concebirse más
diversificada y plural, por una parte, y más foránea, occidental y global, por
otra; y el sentimiento de formar una nación se ha difuminado casi del todo.
Además, en nuestro caso, el pueblo valenciano, constitutivamente es
bilingüe, formando dos franjas de norte a sur de su territorio, una,
castellano hablante, y la otra, valenciano hablante. Sólo un residuo muy
minoritario propugna aún una lengua una nación
Dicho esto, sostengo que la Iglesia en Valencia sí que tiene una tarea
pendiente en la propuesta de textos litúrgicos oficiales en valenciano. El
único texto oficial de que disponemos está muy condicionado por momento
en que nació, el del Missal del Poble de Déu. Y la Academia Valenciana de
la Lengua acabó ya estos años un trabajo actualizado sobre los textos
litúrgicos, que una Comisión interdiocesana debería revisar y publicar. Se
puede posponer para tiempos futuros esta tarea, pero no indefinidamente.
Es una tarea de obligado cumplimiento para la Iglesia en Valencia por
fidelidad a la porción del pueblo de Dios que vive y expresa habitualmente
su vida en valenciano. Pero respetaré siempre la responsabilidad pastoral de
quienes la tienen para decidir cuándo y cómo debe abordarse esta tarea.
Además, conectar con la tradición de fe que generó la valiosa literatura
cristiana en valenciano, durante la consolidación histórica del valenciano de
los siglos XIII al XVI, nos haría mucho bien, porque el cristiano ama su
tradición de fe, y aquella literatura religiosa de la que hablo 1) está en los
5
D'un discurs de Joan Pau II, en resposta a les preguntes dels joves japonesos a Tòquio el 24-II-1981; cita
en L'Osservatore Romano, 25-II-1981, pàg. 3.
comienzos de la constitución del pueblo valenciano como pueblo cristiano,
y 2) los contenidos de aquella literatura religiosa valenciana dan testimonio
de un cristocentrismo aún válido y de una propuesta renovadora de una
Iglesia humilde, pobre y fraterna.
Así pensamos algunos, pero también he de reconocer que la inculturación
de la fe y la evangelización en nuestras tierras son más amplias y más
complejas que el tema concreto de los textos litúrgicos. Mal que bien nos
vamos apañando con el Missal del Poble de Déu y ahora con la Biblia
valenciana, que considero una muy buena versión.
d. La historia de un pueblo y la peculiar aportación cristiana
Más allá de la cuestión de la lengua, considero determinante para nuestro
pueblo cómo se ha ido comprendiendo a partir de la transición democrática.
Nos encontramos ante un pueblo, cuya identidad se manifiesta plural,
diversificada, multireferencial, abierta y en ósmosis con los pueblos
vecinos; es decir, no todos los que se dicen valencianos se identifican con
los mismos puntos de referencia.
Algunos pueden sentir nostalgia de una mayor pureza cultural y nacional.
Pero los distintos renacimientos habidos (renaixença) no lo han conseguido
y en estos tiempos hemos de hacer compatible una fidelidad a la cultura
valenciana que históricamente nos definió y, al mismo tiempo una gran
tolerancia y respeto a un proceso inevitable que camina hacia una
pluralidad cultural en comunión y en enriquecimiento mutuo. Con estos
valores y con los contravalores padecidos hemos de contar, y debemos
preguntarnos cuál es la aportación cristiana no tanto a la identidad de un
pueblo prefijada sino a la identidad compleja que histórica y
democráticamente se van dando los valencianos, unidos al Estado español
y a Europa.
Que el cristianismo tiene algo que aportar significa 1) la libertad de la
Iglesia por deberse a una fidelidad al Evangelio que trasciende las culturas
concretas, y al tiempo significa 2) su solidaridad con el pueblo donde
acontece como Iglesia local, en comunión con las otras Iglesias.
No estaríamos faltos de criterios para una aportación específicamente
cristiana al pueblo valenciano que sea coherente con el Evangelio:






Sentirse pueblo y hacer pueblo, apreciar la comunidad humana en medio de la
cual se vive, es más evangélico que el planteamiento individualista de la vida.
El aprecio por las manifestaciones de la cultura es un reconocimiento de las
capacidades creadoras que Dios ha participado al hombre.
El Evangelio de Jesucristo es compatible con identidades culturales o
nacionales diversas, con tal que no pasen por encima de la dignidad de las
personas humanas.
El Evangelio no es compatible con la violencia física o psíquica. El fin no
justifica nos medios.
El cristiano mostrará siempre su especial sensibilidad y su compromiso con
los que son víctimas de las injusticias humanas.
El cristiano está reñido con la mentira o las manipulaciones de los datos o de
la realidad, y tratará siempre con su inteligencia y con su corazón de
profundizar en la verdad.




El amor al prójimo del cristiano deberá hacerse concreto y efectivo y por eso
en las cuestiones políticas deberá inclinarse más hacia una parte que hacia otra
para no quedar en la inoperancia; pero en su discernimiento evangélico
favorecerá unas opciones que vengan en apoyo de los más desfavorecidos.
El cristiano que afirma su identidad cultural no lo hace por el camino de la
autoafirmación, que para ser uno mismo ha de hundir al otro, sino por el
camino del reconocimiento del otro y su dignidad.
El cristianismo como la religión en general trata de cumplir una función social
integradora de los pueblos, pero en una sociedad abierta democrática ya no se
le pide a la religión que sea la integración de dicha sociedad, lo cual llevará al
cristiano a aceptar una presencia discreta, solidaria y fecunda, como la de la
levadura en la masa. Y con el Evangelio en la mano no podrá respaldar
objetivos nacionalistas; si son justos deberán sostenerse con otras razones,
pero no con el Evangelio de Jesucristo. El nuevo Pueblo de Dios al que nos
convoca Jesucristo necesariamente es un pueblo de pueblos, lo que relativiza
nuestra pertenencia a la propia patria.
Y por encima de todo, no le puede faltar al cristiano el amor, como dice San
Pablo: Suponed que hablo todas lenguas, las de los hombres y las de los
ángeles; si no tengo amor, soy el resonar de una campana o de unos platillos…
(1Cor 13).
Algunas de las conclusiones prácticas a extraer en este apartado serían: 1)
Fomentar la interdiocesanidad del Arzobispado de Valencia. El
cristianismo del pueblo valenciano hoy significa entre nosotros la Iglesia en
Valencia, la Iglesia en Orihuela-Alicante y la Iglesia en Segorbe-Castellón.
2) La colaboración y coordinación de una pastoral axial más que radial
desde la capital, o sea contar con la franja de la Valenciana castellana de las
serranías y la Valencia valenciana de las planas, huertas o franja litoral. 3)
La atención al arte y literatura actual, así como otras expresiones culturales
que se dan entre nosotros. 4) El fomento del trabajo en equipo de los
sacerdotes enviados a unidades pastorales que necesariamente abarcan
diversas parroquias. 5) La promoción de un laicado que se comprometa en
mantener viva la oración, la catequesis, la reflexión y la gestión en las
distintas comunidades locales o parroquiales. 6) El respeto y fomento de las
distintas expresiones lingüísticas y culturales, lo que incluye la valoración y
dignificación del valenciano como lengua de oración, catequesis y pastoral,
al menos en los pueblos y ambientes donde es su idioma vehicular.
No dudemos que con el Itinerario de renovación, con el Congreso último
habido sobre la Parroquia y con las ponencias de esta Formación
permanente, se hace ya mucho en la dirección de la revitalización
diocesana en Valencia, y es de suponer que no menos se estará haciendo en
las otras diócesis; pero no es suficiente. El trabajo de evangelización e
inculturación como tarea actual ha de ser planteado a largo plazo, con
criterios que cuenten con la realidad y con dinámicas participativas de
sacerdotes, religiosos y laicos presididos por sus obispos.
6. Y Dios. El cristiano vive inmerso en el debate ideológico y ético actual.
Complejas cuestiones se nos abren cuando nos planteamos la inculturación del
Evangelio en nuestro mundo contemporáneo. En nuestra tierra, nuestra cultura o
forma de vivir también se configura decisivamente con estas siete cuestiones:
a. ¿De qué dios hablamos en medio de los dioses de nuestro tiempo y el
pluralismo religioso?
b. ¿Qué sentido aporta el cristiano a la vida, en medio del sentido o sentidos
que los hombres consiguen dar a su existencia sobre la tierra?
c. ¿Cómo vivir la verdad de nuestra vida en medio de la relatividad de todo,
cuando todo es discutible, intercambiable, sujeto a cambio y evolución?
d. ¿Cómo entrar el cristiano en el debate ético actual sin plantear primero el
debate sobre la fundamentación de la ética?
e. ¿Cómo no percibir que, aun teniendo unos criterios morales cristianos,
rozamos la incertidumbre ante cuestiones éticas que nos vienen de la
política desreguladora en dependencia del mundo financiero, de la
economía que no prima el trabajo y genera tanta injusticia, de la
investigación científica y médica, de la explotación de las fuentes de
energía, del mundo del ocio, de las diversas formas de familia, de las
experiencias cotidianas del amor, de la enfermedad y del morir con
dignidad, y tantas otras?
f. Y si todos deberíamos entrar en razón y el catolicismo no sostiene un Dios
ni una verdad contra la razón, ¿por qué no nos entendemos con el mundo
moderno, qué idea de razón está a la base?
g. ¿Cómo se relaciona el carácter público, social y misionero del Evangelio de
Jesucristo con la legítima laicidad (laicidad positiva) de nuestras sociedades
abiertas democráticas?
Estos son debates a los que asistimos en nuestras tierras valencianas, en España, en
Europa y el mundo. Al parecer, es en estos debates donde se está jugando el
complejo problema que hemos planteado del Evangelio que se hace cultura y que
hace cultura.
Benedicto XVI, desde la fe cristiana hizo grandes aportaciones, a este respecto, a
la cultura actual de la que formamos parte nosotros también, en sus grandes
discursos en la Universidad de Ratisbona, para la Sapienza de Roma, ante los
miembros de la Asamblea General de las Naciones Unidas, en el encuentro con el
mundo de la cultura en el Collège des Bernardins, en el Westminster Hall ante
representantes de la sociedad británica y en el Bundestag al parlamento federal
alemán. Merecen un estudio.
Acabo diciendo que, por grandes esfuerzos que hagamos en la inculturación del
Evangelio, nunca se llegará a una cultura acabadamente cristiana. El diálogo entre
la Fe y la cultura nunca queda definitivamente superado ni resuelto con una
“confesionalización” de la cultura, ni de las instituciones, pueblos o naciones. Se
trata de la tensión, nunca resuelta del todo en este mundo, entre la letra y el
espíritu, entre la institución y el carisma, entre una y otra objetivación del Espíritu
absoluto, entre inmanencia y trascendencia, entre encarnación y Pentecostés. Toda
realización del Reino de Dios en esta tierra es provisional, anticipación en el mejor
de los casos, del día en que Dios será todo en todos, y se manifieste la liberación de
todos los hijos de Dios y la de toda su creación.
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