Testimonios: "Lo peor de mi cesárea".

Anuncio
La operación de cesárea ¿qué fue lo peor?
Testimonios de mujeres participantes en la lista de Apoyocesáreas.
Lo peor fue la soledad en el momento de dictar sentencia, es decir, desde que el médico
dijo que cesárea no volví a ver a mi marido, a él le dieron mi anillo de casada, pobre que
angustia pasó, también me duele eso.
Luego al darme cuenta de que estaba en un quirófano, el pánico, me iban a operar, y
sentí cómo me cortaban y cómo sacudían mi interior, oía a la anestesista, una chiquita
muy joven que me hablaba con amabilidad, me puso un calmante que me dejó grogi
pero sin dejarme inconsciente, como si estuviera dentro de una caja y no pudiera salir
(¿alguna ha visto la película de Transpotting?).
Y por último la sensación de fracaso, de no haber terminado algo.
Esther E
•
Que hablaran de cualquier cosa en la sala de operaciones como si yo no
estuviera allí.
•
Que me drogaran sin mi consentimiento después de la cesárea "para que
descansara". Como yo ni siquiera tuve trabajo de parto no estaba cansada (además eran
las 4 de la tarde). Lo que quería era abrazar a mi hijo, pero no pude porque además de
llevárselo por 5 terribles horas a la incubadora "por si acaso", cuando me lo enseñaron
no podía permanecer despierta ni sostenerlo en mis brazos, se lo llevaron a los 20
minutos y no lo vi. hasta la mañana siguiente.
•
Sentimiento de culpa por haberme dejado inducir y hacer una cesárea
innecesaria.
•
Sentimiento de valer menos por no haber parido a mi hijo.
Andrea
Que me dijeran que iba a ser con epidural y que la podría ver enseguida, y después me
pusieran anestesia general SIN PEDRIME PERMISO Y SIN DECÍRMELO NI EN EL
MOMENTO, y luego chutarme una dosis de corticoides por el cague que les entró, ya
que soy asmática y tenía bronquitis...
Ana M
El sentimiento de culpa por dejarme convencer de anestesia general y no ver a mi hijo
cuando nació, nadie que le quisiera estuvo allí. Lo peor con diferencia.
Sentir que me estaba muriendo cuando me quitaron la intubación y tuve un espasmo
para poder comenzar a respirar yo sola otra vez, duró un segundo, pero fue horrible.
Sentir, en el quirófano, que si algo iba mal y moría, nadie que me quisiera iba a estar allí
sosteniéndome la mano. Y que no vería a mi hijo.
Que cuando vi a mi hijo solo pensé que era guapísimo, perfecto, pero sentía miedo de
tocarlo porque no sentía que necesitaba hacerlo. Le di un beso cuando me lo acercó mi
marido, pero había tanta gente mirando aquel momento... ¿Y que se supone que debía
hacer yo? No me sentía alborozada, ni un sentimiento indescriptible me embargaba, solo
me sentí sola y dolorida y creía que el bebé no me necesitaba. El sentimiento de culpa
por esto es muy grande aún hoy.
Ainara
Lo más duro de mi cesárea y quizá lo más positivo a la vez es el proceso en el que me
ha introducido. Descubrir que he sido manipulada y engañada, y que por ello mi hijo y
yo asumimos unos riesgos muy altos, que jugaron con nuestra salud y con nuestras
vidas.
Luego lees el informe de la propia SEGO sobre por qué hay tantas cesáreas y ves que
ellos mismos hablan de motivos económicos y de falta de conocimientos sobre cómo
hacerlo de otra manera y necesitas tiempo para asimilarlo, mucho tiempo. Y te cabreas y
lloras de rabia, porque yo siempre he pensado que la gente es buena por naturaleza y
asimilar estas cosas es muy duro y cambia tu mundo sin marcha atrás.
A todo esto sumas que la gente que te rodea, no digamos los que no, admiten lo que les
cuentas pero no entiende que sea tan importante. No tengo nada más preciado que mi
vida, y la de mi hijo ni os cuento, y hay personas que arriesgan eso en mi nombre y sin
mi consentimiento solo porque se creen en posesión de la verdad, en el mejor de los
casos (que también los hay que lo hacen por dinero): ¿cómo no va a ser tan importante?
A lo que me refiero es que la gente lo deja estar y como yo no pues encima estoy
obsesionada con el tema y me hago daño, caray. A raíz de esto te das cuenta que además
piensas que tienes unos derechos porque la ley te los reconoce y descubres que es solo
fachada y a la hora de la verdad nada de nada. Pero bueno para qué se legisla en este
país para que parezcamos civilizados. En fin, mi cesárea me introdujo en este proceso y
no me gustaría volver a mi estado de ingenuidad, aunque estaba tan tranquila...y ahora
me encuentro con que todo es más complicado, mi cesárea me cierra muchas puertas y
casi tengo que demostrar que puedo parir (que demuestren ellos que no puedo, no?)
Estoy de acuerdo contigo en que nos tratan como cosas, peor que a los animales porque
tampoco nos dejan el instinto. Ese nos lo quitan mucho antes de ponernos de parto, con
la idea con que crecemos y con todos los cursos preparto, revistas....para qué quieres el
instinto si solo tienes que dejar hacer al médico, este es el nuevo instinto, una fe ciega
en la clase médica y en la técnica. Por muy ingenuo, desvalido o tonto que sea uno, eso
no justifica que lo maltraten o abusen de su buena fe. Muchas profesionales lo harán sin
ser conscientes pero tampoco eso justifica sus actos, está mal y debe cambiar.
Resumen: mi cesárea me ha abierto los ojos a mucha manipulación, mucha prepotencia,
mucha INJUSTICIA, mucho maltrato, mucha soledad... pero también me ha hecho
mucho más fuerte y me traído a esta lista que me da mucha ESPERANZA de que todo
cambie.
Raquel
En la primera cesárea, para mi lo peor fueron varias cosas: La angustia de creer que no
podía parir, cuando me había preparado para un parto natural y que finalmente, fuera un
extraño el que decidía por mi. Luego de la operación fue terrible la recuperación. En las
siguientes horas estaba tan dolorida cuando se fue la anestesia porque los dolores de
entuerto se juntaron con los de la herida. Pedía calmante a gritos a las dos horas de
colocado el anterior.
No me podía incorporar para darle la teta a mi bebé como lo había soñado. Tenia que
hacerlo acostada como podía y cuando quería cambiarle los pañales me sentía limitada
por tener que andar con el suero, y las sondas varias (urinaria y de drenaje de la herida).
En casa, sentimiento de inutilidad seguía porque quería atender a mi bebe y lo único que
clamaba era una cama y poder dormir acurrucadita con mi bebe.
En la segunda cesárea todo lo referido a la herida y los dolores lo supere rápidamente
porque me obligue a no tirarme a la cama. Nunca llegue a la casa a acostarme porque
quería estar con el niño más grande. Pero en el hospital si me sentía muy mal cuando
quería darle el pecho a mi bebe y dependía de otras personas para que me lo pusieran en
la cama porque no me podía mover libremente.
En ambas detesto las fotos que me sacaron donde tenia una tremenda cara de dolor y
sufrimiento cuando me sentía a la vez feliz por ver a mis pequeños, pero muy triste por
no haberlo parido como yo quería.
Algo que ocurrió en la segunda cesárea fue muy inhumano. Me llevaron rápidamente al
quirófano sin que hubiera ningún motivo y el camillero no me hizo caso cuando le pedí
que me esperara que volviera mi esposo de hablar por teléfono para saludarlo. Me dio
tal crisis de llanto en el quirófano que no les cuento. La cardióloga y la ayudante de
anestesia me pedían que me tranquilizara y yo no quería ni podía, temblaba como una
hoja y lloraba sin parar. Una de ellas me dijo: así no podemos hacer nada voy a ver
cómo arreglo esto. Se fue afuera y al volver me trajo un papelito donde mi esposo me
decía Te amo, todo saldrá bien, sos hermosa, un beso. Santo remedio. Ya me habían
atado las manos así que la chica me puso el papel en la boca, le di un beso y luego lo
coloco bajo mi cabeza.
Anita Vega-Mendoza
Fundamentalmente la falta de control de muchas situaciones, aunque la verdad es que
no tuve absolutamente ningún apoyo. No sabría decir qué fue lo peor, porque todo fue
bastante penoso estos últimos dos años en relación a ese tema. La falta de ética.
Que los médicos me intentaran convencer durante muchas semanas de que la cesárea
era necesaria, cuando yo sabía que no lo era, y que intentaran hacerme parecer una
criminal por no querer someterme. Lo superé relativamente.
Que me mutilaran. Ahora ya lo llevo mejor. El no haber tenido yo a mi hija, ese vacío.
Eso me sigue faltando.
Que no me enseñaran a mi hija al acabar la operación y despertarme. Fue la venganza
por haber pedido anestesia general, lo único que me concedieron, ahora lo veo claro. El
horror de estar en la sala de reanimación con un dolor espantoso, creyendo que me
moría, que mi hija había muerto, y sin saber nada de nadie durante horas. Y que me
negaran la visita, me afearan mi conducta por lamentarme y no colaborar en mi
recuperación.
La falta de respeto y el desprecio del personal sanitario. Quizá no sea frecuente, pero yo
tengo pudor y siento mucha vergüenza al recordar aquello. A veces pienso que no podía
ser yo, que era otra persona. Trato de no pensar en ello.
Que todo el mundo minimizase después mi dolor, físico y psíquico, y aún hoy, aunque
ya me importa mucho menos. Yo ya vuelvo a saber quien soy, la misma pero rencorosa,
odio a la clase médica, y por simpatía a algunos más. Y me recuperé no porque nadie se
haya solidarizado, salvo Apoyocesáreas.
Froiz
Lo peor de la cesárea es que yo soñaba con darle a mi hijo su primer beso, su
bienvenida, y sin embargo fui la última en la familia en besarlo (después de primos, tíos
y abuelos). Aún hoy me da celos pensar en eso. Lo segundo peor fue que no me lo
mostraron al nacer y cuando lo vi por primera vez ya estaba limpio y vestido. Son dos
cosas que nunca voy a poder cambiar, por mucho que lo quiera y son las que más me
angustian.
Caro
Para mi lo peor fue: Las cuatro o cinco horribles semanas que siguieron a la cesárea,
estaba tan confusa, tan rabiosa, tan frustrada, yo ya empezaba a tener mis sospechas de
que aquella cesárea había sido innecesárea pero no podía compartir con nadie mis
sentimientos, ni siquiera con mi marido, nadie entendía nada, todos creían que se trataba
de la depresión post-parto pero aquello era algo más... en mi caso creo que padecí estrés
post-traumático porque todos y cada uno de los días que han seguido a esa maldita
cesárea me vienen a la cabeza escenas de como se desarrollaron los hechos y eso no me
ha dejado vivir en paz.
Para colmo ahora veo que casi con toda seguridad la cesárea fue innecesárea y tengo
una rabia muy fuerte, me dan unas ganas de ir a ver al médico que me la hizo y decirle
que he sido capaz de poder parir a un niño mucho más grande que el que ellos me
extrajeron por yo ser "estrecha", me dan tantas ganas de ir al consultorio de ese médico
y poner un rótulo en la puerta que diga FABRICA DE CESÁREAS, porque eso es lo
que son ni más ni menos. Según ellos yo solo tendría posibilidades de poder intentar un
pvdc si tenía una niña y era de peso inferior a Óscar (3.750gr), o sea que si hubiera
seguido con ellos en este segundo embarazo... no quiero ni pensarlo. No sigo porque me
estoy poniendo a 100 y no me conviene.
Sole
A pesar de que han pasado 29 años del primer hijo con cesárea, y del segundo, hoy tiene
27 años estaba colocado para nacer vaginalmente, se programo su cesárea porque el
medico se iba de vacaciones..., aún siento rabia, pena...cobardía, por no haber tenido la
fuerza necesaria para decir, ¡respétennos! A veces, mis hijos pasan por circunstancias
diversas, que proceden de su guión natal, es lo que les ha sucedido en sus nacimientos
traumático y calculador. .. la cesárea también deja secuelas psíquicas y físicas en
nuestros hij@s... Hay mucha información desde el Rebirthing y la Holótropica que
aclara y concientiza este mal endémico social. Os quiero.
Susana (Málaga)
Lo peor de lo peor:
1- El momento en que me anuncian que voy a cesárea: "Volvé dentro de cuatro horas
que te hacemos cesárea, este bebé no pasa por tus caderas porque es macrocefálico".
Rompí en llanto desesperado y no paré de llorar hasta que regresé a la clínica. Nunca se
había hablado la posibilidad de parto no vaginal ya que el obstetra aseguraba que todo
iba bien (excepto la fecha estimada, que coincidía con sus vacaciones).
2- Me pone muy mal aún hoy haber tardado tanto en darme cuenta de cómo se habían
burlado de mí, tratándome como mercancía, faltándome el respeto en todo sentido, y
haciéndome sentir como una ignorante que creía todo lo que su médico le decía.
3- Como dijo una de las chicas, en mi segundo embarazo luché tanto por ir a parto que
me olvidé de mi bebé pensando en mí, que si lo lograría, que si hacía bien, que si la
gente opinaba... La prioridad fue decirle al mundo "¿Vieron que tenía razón?" y mi hija
quedó en segundo plano. Eso me da remordimiento.
4- Las ganas que tengo de cantarle cuatro frescas al obstetra que me hizo la cesárea, y
encontrar la forma de que deje de destripar mujeres. Me hace sentir mal no poder
sacarme ese rencor.
5- Escuchar todavía en mi mente la música horrible que puso en el quirófano y mi voz
contestando que me gustaba mucho cuando lo preguntó. Cómo verás, lo mío es más
psicológico que físico.
Sandra-Córdoba-Argentina
No recordar que tuve una hija porque al solo nacer me sedaron, sin mi consentimiento,
para que "descansara''.
Raquel
En mis dos cesáreas, lo peor fue la operación en si, el dolor horrible, la soledad tras el
nacimiento, el no ver a mis hijos, el no desear tenerlos en brazos porque el dolor era
superior a cualquier otro sentimiento, el oír hablar de cine mientras nacían mis hijos, el
intentar asumir que nunca podría parir...Pero todo esto estaba compensado por la
convicción impuesta de que habían sido necesarias, que yo era una mujer con un
problema “extraño” de no dilatación, y que era muy afortunada de tener a mis niños
sanos conmigo...
Durante mi tercer embarazo, empecé a buscar información. Yo solita. Como no podía
ser de otro modo, llegué a Acuario. El día 29 de junio de 2000, embarazada de dos
meses y medio y asumido que mis hijos siempre nacerían por cesárea, visité a Enrique
Lebrero. El dolor fue brutal. Por fin mis ligeras sospechas alguien me las desvelaba a la
cara. No parecían haber sido necesarias. Todo había sido mentira. Y lo peor de todo es
que ya era demasiado tarde...ya no podría parir nunca.
Esa misma noche tuve que salir a pasear con mi marido por el campo. Sólo quería llorar
y llorar. Recuerdo caer de rodillas en medio de un camino y empezar a insultar como
una loca al ginecólogo que me había robado el buen parto de mis hijos y el de los
futuros bebés...Empecé a leer el libro de Isabel de la Revolución del Nacimiento. Más
dolor. Recuerdo una época dificilísima, recuerdo llorar mientras conducía al trabajo y al
salir también, mis únicos momentos de intimidad...Sin embargo, empecé a leer que sí
era posible parir tras dos cesáreas. Yo ni siquiera aspiraba a tanto, sólo quería intentar el
parto...el resto de la historia ya la conocéis....
Así que para mí lo peor fue cuando ya supe que no habían estado justificadas. Por lo
siguiente:
1.- Respecto a mis hijos, me siento aún culpable por no haber sabido darles lo que se
merecían, una llegada al mundo respetada y cariñosa. Fue una maldita operación en un
frío quirófano y con un trato absolutamente impersonal. Los separaron de mí y
estuvieron varias horas sin ningún abrazo, llorando.
2.- Me he comido mucho la cabeza respecto a las repercusiones que esa venida al
mundo tendría sobre ellos. Sobre todo con mi hijo Angel, nacido por cesárea
programada casi un mes antes de cumplir. Cualquier problema que tiene me hace pensar
si no será por eso, por haber sido prematuro sin necesidad.
3.- Respecto a mi, me sentía como una mujer frustrada, rota y engañada. No entendía
como habiendo podido concebir y gestar a mis hijos no había sido capaz de parirlos. Me
sentía que le había fallado a mi pareja, no me sentía una mujer completa. Le había
fallado a mi madre, no había sido como ella. Me sentía mal con toda mi familia, como
un poco inútil e incapaz.
4.- He odiado siempre mi cicatriz. Me he pasado años sin apenas tocármela, tras ocho
años de la primera cesárea y casi cinco e la segunda, estoy empezando a no odiarla
tanto, pero sigue sin gustarme.
5.- Después de haber parido a mis hijas, también lo he pasado muy mal. He comparado
nacimientos y me ha dado muchísima rabia. Mis hijos mayores pagaron la novatada. Me
he sentido fatal por no haberme informado bien, por no haber peleado más por ellos, por
haber sido una ingenua, por haber confiado en las personas equivocadas...
Podría seguir un par de horas hablando de este tema...pero a modo de resumen, ya
vale....
Meritxell
¿Lo peor?
•
Que provocaran sufrimiento a mi hija y me impidieran vivir su nacimiento, que
la separaran de mí por la fuerza
•
El sadismo mientras me retorcía a causa de la hipertonía, que me engañaran y
me acorralaran para inducir el parto y todo se hiciera imponiéndolo por la fuerza. Las
burlas, los comentarios irónicos.
•
Que hablasen entre ellos como si yo no existiera, que nadie me pidiese permiso
ni me dijese qué pasaba, qué se proponían, cuáles serían las consecuencias de lo que
iban a hacernos a mi hija y a mí hija.
•
El destrozo físico y psicológico y la impotencia por no poder volver atrás y parir
a mi hija.
•
- Que a mi hija la tocaran extraños y la viera mi familia antes que yo y nadie se
molestase en traérmela cuanto antes (incluida mi familia).
Francisca
Para mí, lo peor de la cesárea ha sido la pérdida de dignidad como persona. Las
personas somos seres pensantes cuya dignidad viene precisamente de esa capacidad de
raciocinio. Podemos conocer y saber lo que queremos si tenemos la información
adecuada. Otra de nuestras características como seres humanos es la libertad. Somos
sujetos de derechos y entre esos derechos se encuentra la libertad. Un animal no es libre,
no puede elegir, sólo puede guiarse por su instinto. ¿Os dais cuenta de que en nuestros
partos nos reducen a una categoría inferior a la de los animales? Nos ocultan la
información y, con ella, la capacidad de elegir, pero tampoco nos dejan guiarnos por
nuestro instinto.
Maria José
Descargar