Subrayar No Sirve Para Nada - (Héctor Barnés) Agosto 2014

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SUBRAYAR NO SIRVE PARA NADA:
9 CONSEJOS QUE SÍ FUNCIONAN A LA HORA DE ESTUDIAR
por Héctor G. Barnes
Redactor de ACV
hgbarnes[@]elconfidencial.com
16.06.2014
Tomado de El Confidencial
www.elconfidencial.com
Se acercan las tan temidas pruebas de acceso a la universidad, y muchos
estudiantes han clavado ya los codos en la mesa para obtener los mejores
resultados posibles. No son los únicos. Los universitarios se enfrentan ya a los
exámenes finales, así como los más adultos que quizá estén cursando una segunda
titulación en una universidad a distancia. Todos ellos tienen algo en común: les
gustaría conocer la fórmula que les garantizase una mayor eficiencia en sus
métodos de estudio.
Quizá no exista un método universal, pero sí hay ciertas
pautas universales que funcionan mejor que otras. Y, como
señala Make It Stick: the Science of Succesful Learning, un
nuevo libro publicado por la Universidad de Harvard, muchas
de las creencias más extendidas y de las prácticas más
frecuentes se encuentran radicalmente equivocadas. Sus
autores, Peter C. Brown, Henry L. Roediger III y Mark A.
McDaniel, recuerdan que vivimos en una época en la que se
favorece el aprendizaje crítico frente a la retención de
información. Se cree que lo importante no es repetir como un
papagayo, sino ser capaz de manejar la gran cantidad de
conocimiento que está a nuestro alcance.
Pero ello provoca que apenas contemos con recursos propios, y nos volvamos locos
cuando no tenemos un ordenador a mano. Memorizar sigue siendo parte
fundamental del proceso educativo y, por lo tanto, tenemos que aprender la mejor
manera de retener los datos importantes que tarde o temprano necesitaremos. Para
los autores, “subrayar, destacar en colores fluorescentes, volver a leer una y otra
vez, empollar sin parar y la repetición cabezona” son prácticas que “proporcionan
una falsa sensación de maestría”, pero que son no sólo inútiles, sino
contraproducentes. A continuación recordamos algunos de los métodos que, según
diversos estudios, sí funcionan.
Recordar es mejor que leer
Gran parte de las enseñanzas de los autores pasan por este punto. ¿Quién no ha
pasado horas y horas releyendo su libro de texto con el objetivo de que las palabras
se quedasen grabadas a fuego en su mente? Mal hecho. Es preferible dedicar
menos tiempo a la lectura y más al recuerdo mental de la misma, puesto que ello
refuerza la retención y facilita el recuerdo en ocasiones posteriores. Además, nos
permite descubrir aquello que conocemos en mayor profundidad y a lo que
deberíamos dar un repaso.
Espacia tus sesiones de estudio
Engullir y vomitar. Estos dos verbos resumen bien lo que hacen muchos estudiantes
con sus apuntes. Quizá resulte útil pegarse un atracón para el examen de la mañana
siguiente, pero probablemente lo olvidemos todo en cuestión de días u horas. Si
queremos retener lo aprendido, conviene dejar reposar la lección durante cierto
tiempo antes de volver a recuperar los libros.
Estudia distintas materias al mismo tiempo
Ver la fecha de un examen acercarse suele producir una gran ansiedad que
intentamos calmar dedicando horas y más horas a una misma materia: es el llamado
massed study (algo así como “estudio masificado”). Una alternativa bastante más útil
es organizarse de manera que se aprendan diferentes asignaturas al mismo tiempo,
lo que, según los autores, favorece la retención y facilita la comprensión de lo leído.
Es el interleaving (“intercalado”), que suele provocar que los estudiantes piensen
que han aprendido menos de lo que realmente lo han hecho, y que se sorprendan
cuando se dan cuenta de lo efectivo de este método.
Toma notas a mano
Se ha hablado mucho de las diferencias entre la escritura manual o mecanografiada,
y los autores defienden que la velocidad con la que se escribe de una u otra manera
influye en nuestra retención del conocimiento. Ya que a mano tardamos más, nos
vemos obligados a reflexionar sobre lo que estamos reflejando en la página y
realizar una primera criba activa de información; tecleando en el ordenador nos
convertimos en meros mecanógrafos que pueden reflejar de una manera certera las
palabras del profesor, pero no entender nada de ello.
Busca las soluciones por ti mismo
Una de las situaciones detestadas por la mayor parte de estudiantes es verse
obligados a resolver un problema o responder una pregunta cuya respuesta no se
les haya sido dada con antelación. Según los autores, eso sería pura repetición:
enfrentarse a un desafío, incluso aunque no se sepa nada sobre él, nos ayuda a
proponer soluciones que, si bien equivocadas, facilitarán posteriormente el
aprendizaje. Al mismo tiempo, los alumnos aprenden más cuando las preguntas son
abiertas que cuando tienen que seleccionar una opción en un test, puesto que este
esfuerzo adicional favorece la retención.
Estudiar en grupo puede ser útil a la hora de realizar preguntas que nos hagan
recordar lo aprendido.
Aplica lo que has aprendido a tu propia vida
Se conoce como elaboración el
proceso que nos permite adaptar
la nueva información recibida a
nuestra propia perspectiva. ¿Se
hace fatigoso comprender las
motivaciones detrás de la
historia de los reyes españoles?
Imagínalo como si fuese Juego
de tronos. ¿La filosofía se hace
demasiado obtusa? Piensa con
cuál de tus compañeros se
entendería mejor cada uno de
los pensadores. Lo importante es convertir la información inanimada, el puro dato,
en algo significativo.
Utiliza tarjetas
Como si se tratase de un ordenador, la información no sólo se almacena, sino que
también se recupera. Cuando pasa cierto tiempo entre una sesión de estudio y otra,
es probable que se nos olvide lo aprendido. Lo más útil, en ese caso, es apuntar las
lecciones de manera esquemática en tarjetas que, con un simple vistazo, nos
permitirán recordar todo aquello que se encontraba escondido en algún rincón de
nuestra mente.
Duerme
Los estudiantes, incluso los universitarios, olvidan que es durante el sueño cuando
se consolidan los conocimientos aprendidos durante el día, por lo que es preferible
dedicar menos tiempo al estudio y más al descanso. Además, es más fácil olvidar lo
aprendido durante las últimas horas del día, por lo que nada de atracones nocturnos.
Todas las partes de tu cerebro importan
Muchos docentes animan a explotar nuestras mejores cualidades. Por ejemplo, si
gozamos de una buena memoria visual, debemos emplearla para recordar en qué
lugar de la página se encuentra la información que habremos de reproducir en el
examen. Sin embargo, los autores creen que se trata de un enfoque equivocado y
que cada disciplina tiene sus propias peculiaridades y, por lo tanto, debemos utilizar
todas nuestras capacidades mentales a la hora de estudiar.
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