Tauno Kohonen LUZ EN LAS SOLEDADES El tema de este libro es la naturaleza original y salvaje en la oscuridad de la noche, en el tenue crepúsculo de la noche y del sol matutino. Son extraños momentos de la luz del norte, momentos que no se pueden vivir fácilmente en ninguna otra parte del mundo. La luz perdura poco tiempo; su intensidad frágil desaparece tan súbitamente como apareció. La luz es un bien preciado en las tierras vírgenes sobre todo en los meses fríos y oscuros del invierno, hasta que todo cambia, e infinitamente mayor es la intensidad del brillante sol de la medianoche y del luminoso verano. Las inmensas selvas del hemisferio norte siguen aún, parcialmente, en su estado virginal. Una de las últimas selvas de Finlandia y posiblemente de toda Europa está en el Nodeste de Finlandia, que forma parte de la Taiga siberiana, extensa zona conífera que por el este llega hasta remotas tierras rusas. La naturaleza del bosque abunda en milagros y rarezas de la flora y fauna, y llenos de nostalgia están los momentos que se graban en la mente como extrañas voces y sombras en la oscuridad del bosque. Pero todo esto se borra con los primeros reflejos de la luz que aparece en el cielo, una luz que recrea al mundo, el paisaje, los árboles, las rocas y el rabión que espumea, impetuoso, en el valle. La luz tiene que combatir con las tinieblas en las mañanas en que el frío reposa sobre los valles y las fuerzas de la oscuridad están desencadenadas. Pero no tarda en vencer, tiñendo el paisaje de sus tonos dorados. Ya amanece, y la naturaleza despierta sin saber nada de la lucha entre la luz y la sombra, lucha que en el breve verano del norte se repite día tras día. En otoño la sinfonía de los colores viste la naturaleza toda de sus matices infinitos; las noches, ya largas, están preñadas de la espera del invierno. El reposo comienza cuando las primeras nevadas caen sobre las hojas muertas y los animales refugiados en algún escondrijo. Entonces el sol ya se ha retirado a tierras mas anchas, huyendo del frío invierno y el poder del "kaamos", el invierno oscuro del norte. Sólo asoma de cuando en cuando en medio de la oscuridad, acariciando fugazmente con su afilado pincel las faldas de las montañas y las cimas de los árboles, pero dejando los valles en la oscuridad. El invierno es un tiempo de escasa luz en el Nordeste de Finlandia; durante dos meses el sol sólo se atisba durante dos o tres horas tras el horizonte. El bosque está callado, pero no muerto. Escondidos en los bosques, los pájaros se mueven y las fieras buscan su presa. Esta región forma parte de una peculiar tierra alta donde las primeras tormentas de nieve se producen ya a principios del invierno, en días pálidos y grises, recubriendo la tierra con una capa de nieve que puede tener un metro de espesor. Además de la nieve, el frío se adueña del espíritu de los bosques y la fuerza de los ríos, y esto es algo que no tiene remedio. Así ha sido siempre. Pero no pasa mucho tiempo hasta que la luz y el poder del "kaamos" se estrechan la mano y se relevan una vez más. Las arboledas que pueblan las faldas de las montañas son las primeras en perder su velo de nieve al calor del sol. Las heladas de la noche ya no pueden atrasar la llegada del verano, tan sólo hacen que la nieve ablandada por el sol se endurezca de nuevo y sostenga el peso del caminante. La luz victoriosa de finales del invierno, templada pero dura, no se deja persuadir por las pequeñas súplicas de los colores sino que impone su propio plan en la naturaleza de la selva, tiñendo el cielo de azul y resplandeciendo sobre la luminosa blancura de la nieve. Pronto la naturaleza se acostumbra a su poder, pero no sin antes cargar los arroyuelos y los ríos con las nieves que se han derretido en el bosque. Los rabiones de los valles fluviales del Nordeste de Finlandia espumean bravos y violentos en los momentos más intensos de la primavera. El calor del sol ha cumplido con su cometido, y la vida puede comenzar de nuevo. Los rayos del sol son las fuentes de una nueva vida, y casi puede oirse el alegre crecimiento de los brotes en los árboles de hoja. La luz ha despertado a la naturaleza del bosque. También en nosotros, los seres humanos, la luz puede despertar muchos sentimientos en pro de la preservacion de la naturaleza salvaje. Las fotografías de este libro hablan de la importancia que puede tener para el hombre el encuentro con una naturaleza en estado virginal. La luz me ha revelado las múltiples caras del bosque y su naturaleza. La naturaleza no es para mí simplemente un medio biológico con su flora y fauna, sino un lugar donde puedo ver y oír las cosas más singulares. Si fuera de otra manera, podría tener las mismas sensaciones en el bullicio de una gran ciudad. Pero no es así. EL SILENCIO Aunque la luz desaparece tras las noches oscuras del otoño, no deja de existir: en alguna parte está, allá lejos. Se ve como un levísimo claror sobre la primera nieve o en el cielo azul, dejando intuir la intensa oscuridad del invierno que se aproxima. El tupido velo azul oscuro del "kaamos" reposa, sólido, sobre el paisaje del bosque. Pronto parece como si las corrientes de los ríos, los rabiones y los impresionantes saltos de agua estuviesen en el reino del silencio, escondidos bajo una capa helada. El silencio sólo se ve roto por el estrépito de los trozos de hielo en el agua que fluye lentamente. En las vertientes de las montañas, los árboles se protegen contra la oscuridad escondiéndose bajo una espesa capa de nieve, que se pega a los arboles con las primeras nevadas húmedas o las bruscas heladas de comienzos del invierno. La selva reposa. Ya triunfa el azul del cielo, y la tenue luz rojiza del atardecer ya perdura más tiempo sobre los bosques. De día la nieve, espesa y luminosa, refleja los destellos del sol, y los árboles van despojándose de su capa de nieve ante el día que se hace cada vez más largo. También los órganos de los rabiones, callados en invierno, abren sus fuelles, y las aguas braman violentas al quebrar las cadenas del invierno. Los renos ya caminan libres, buscando comida bajo la nieve; ahora están a gusto otra vez. El inclemente invierno ha quedado atrás. También los pájaros vuelven a volar, y cuando los hielos se derriten por fin, en las aguas, ya libres de sus cadenas, se desliza la sombra de una trucha que salta. LAS SOMBRAS Cuando la noche está negra y la niebla envuelve la oscuridad, la vista sólo alcanza a dos o tres pasos. La oscuridad se ha tragado la luz, o ésta se ha desvanecido en las miles de gotas de niebla que flotan sobre el bosque. La gris melancolía de la madrugada, antes de la salida del sol, es sólo un signo de espera, y cuando el día alborea, el río que corre detrás de una roca negra o un abetal se baña en la claridad de la aurora. A pesar de la grandiosidad del paisaje, los mayores milagros de la luz se producen en el espesor de los bosques y en las entrañas de las sombrías simas de los valles fluviales. En algunos lugares esparcidos y selectos se pueden encontrar aquellas luces y colores que mejor transmiten la llamada de los últimos bosques vírgenes y el embrujo de los conjuros. Inútilmente espera el bosque oscuro que no llegue la mañana, pues ya está llegando, dorando la áspera corteza de los pinos perennes. Allá persiste durante todo el verano, si no se oculta, de cuando en cuando, tras las nubes. Hace tiempo se desencadenó allá un incendio forestal, que arrasó la naturaleza y ahogó el bosque. No quedaron más que los troncos muertos en pie y las ramas torcidas por el dolor. Ahora, envueltos en la niebla, parecen hermosos, tan hermosos que hasta los pájaros se han anidado en el bosque. El color verde del bosque perdura infinitamente, pues ni siquiera muere en invierno. Tan sólidamente han penetrado las raíces de los árboles en la adusta roca que el bosque es y seguirá siendo la cuna del verdor y el parque de la hermosura. En invierno, cuando la nieve recubre las ramas de los árboles, los guijarros en el fondo de los ríos se someten al peso de las masas de hielo, que hasta en las tinieblas emiten su fría reverberación. No puede haber un verde más verde. EL AMANECER El amanecer del bosque tiene algo de extraño y lejano. Se puede aprehender, pero sólo momentáneamente, pues desaparece tan pronto como nacío, y de pronto ya no existe. Y la luz rara y trémula del amanecer puede dar alas a los grandes pensamientos de la naturaleza y al más hermoso tono del canto de los pájaros. Infinitamente mayor es la intensidad del amanecer en una noche de verano, cuando el paisaje abrazado por una niebla tibia refleja la amarilla luz del sol que allá lejos, tras las hondonadas del valle, nace y empieza su recorrido por el cielo, jugando y dejando a su lado las estelas de sombras oscuras. Ni siquiera una fuerte lluvia puede apagar el resplandor de su intenso color. Todo esto puede verse también en invierno, en la nevada falda de una montaña, cuando el sol del atardecer se despide de los árboles del bosque. Intenso es también el filo de la luz del otoño en los árboles amarillos que crecen al amparo de la roca gris. Y sólo la luz renacida de la primavera protege a la cría del búho en las primicias de su vida, los ritos de cortejo de los urogallos y las andadas de un zorro hambriento. La luz moldea extrañamente los contornos del paisaje. Acoge el bosque bajo su manto en el albor de la madrugada y el último crepúsculo del atardecer. Cambia de color de vez en cuando, al acariciar la roca rojiza de una cascada o una flor solitaria. Los hielos del lago, ya fragíles, se revisten, furtivamente, de un fino velo rojo, mientras el sol se va alejando hacia otro mundo, para volver luego con nuevos colores. De dónde salen todos aquellos tonos de infinitos matices, eso sólo lo saben los sabios. La naturaleza acoge lo que se le da confiando en que el hombre comprenda y recuerde el mensaje de su paz y hermosura. Los bosques vírgenes y las ondulaciones de los ríos transmiten este mensaje sin palabras, año tras año. Au'n están allá TAUNO KOHONEN Tauno Kohonen es un fotógrafo finlandés conocido por sus fotos de paisajes. El fotografia la naturaleza silvestre, pero también temas relacionados con ésta, como por sjemplo pesca y excursiones. Kohonen ha sido galardonando en varios concursos fotográficos. Vive en Oulu. La luz ha despertado a la naturaleza de la selva. También en nosotros, los seres humanos, la luz puede despertar muchos sentimientos en pro de la preservacion de la naturaleza salvaje. Las fotografias de este libro hablan de la importancia que puede tener para el hombre el encuentro con una naturaleza en estando virginal.